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Albertoni, Pablo (2008) La cuestión de la norma lingüística en prólogos de gramáticas del

español. Montevideo: FHCE. Colección Estudiantes.

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA
EDUCACIÓN

La cuestión de la norma lingüística


en prólogos de gramáticas del español

Pablo Albertoni
Licenciatura en Lingüística
Curso: Teoría Lingüística IV
Dpto. de Psico- y Sociolingüística
Docente: Dra. Graciela Barrios
Mayo 2008

Proyecto
“Diversidad lingüística y globalización: políticas lingüísticas y discursos sobre la lengua”
financiado por el Fondo Clemente Estable (DiCyT, MEC) para el período 2007-2009.
Índice
1. Presentación …………………………………………………………… 3
2. Aspectos teóricos………………………………………………………. 3
2.1.Planificación y políticas lingüísticas …………………………... 3
2.2.Lengua estándar ………………………………………………... 5
2.3.Norma lingüística ………………………………………………. 10
2.3.1. Hacia una definición de norma …………………….. 10
2.3.2. La norma lingüística en las gramáticas …………….. 12
2.4.Gramáticas ……………………………………………………… 14
2.5.Prólogos ………………………………………………………... 15
3. Objetivos y metodología ………………………………………………. 16
4. Análisis de los prólogos ……………………………………………….. 17
4.1. La lengua suelta: la etapa preacadémica ……………………… 17
4.2. Hablar con propiedad y corrección: desde la fundación
de la RAE hasta el siglo XX …………………………………... 24
4.3. Como un río lleno de afluentes: los problemas de la
incorporación de los avances de la lingüística en el siglo XX ... 35
5. Conclusiones ………………………………………………………….. 50
6. Bibliografía ……………………………………………………………. 54
6.1 Bibliografía general …………………………………………… 54
6.2 Gramáticas ……………………………………………………. 55
7. Anexo: prólogos de las gramáticas consultadas ……………………… 57

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1. Presentación.

En este trabajo estudio diferentes concepciones de norma lingüística en algunos prólogos de


gramáticas de la lengua española, desde la primera gramática de Nebrija (1492) hasta un
anticipo de la futura “Nueva Gramática de la Lengua Española” de la Real Academia
Española (RAE). Con este material como corpus, estudiaré la relación que se establece
entre los prólogos y la situación política y económica de cada época, para lo que haré una
breve reseña de los hechos más relevantes en los momentos de emergencia de las
gramáticas de referencia.

El tema resulta interesante además porque actualmente nos encontramos en un momento de


la historia del español en que la producción de discursos sobre la lengua es particularmente
prolífica y hay un gran interés en ofrecer cursos de español, motivado en gran medida por
el mercado económico que eso significa.

2. Aspectos Teóricos.

2.1. Planificación y políticas lingüísticas.

Las políticas lingüísticas son el conjunto de elecciones que se realizan en el dominio de la


relación lengua-vida social y la planificación es la búsqueda de los medios necesarios para
la aplicación de dichas políticas.

Aunque como bien afirma Hamel (1993: 6) las políticas lingüísticas “…han existido desde
que los seres humanos se organizaron en sociedades y extendieron sus relaciones de
contacto, intercambio y dominación…”, el término planificación lingüística y los estudios
científicos sobre el tema surgen a finales de los ’50 con Haugen (en Calvet, 1996) en un
trabajo que estudiaba el caso de Noruega. Allí se creó una lengua estándar a partir de varios
dialectos ya existentes como un intento de reafirmar la identidad nacional luego de siglos
de dominación danesa. La estandarización del noruego se apoyó en la elaboración de

3
gramáticas y diccionarios que apuntaban a establecer una norma homogénea. La
concepción de Haugen de planificación lingüística es básicamente instrumental, asociada a
una evaluación y regulación del cambio lingüístico, y no consideraba especialmente un
enfoque ideológico del tema.

En trabajos posteriores, Haugen retoma una distinción introducida por Kloss (en Calvet,
1996) entre planificación del corpus y planificación del estatus. La primera se refiere a la
intervención sobre aspectos formales de la lengua mientras que la segunda se refiere a
aspectos funcionales. Así, la elaboración de una gramática formaría parte de una
planificación del corpus mientras que el nombramiento de una lengua como “oficial”
estaría comprendido dentro de la planificación del estatus. Esto último explica, en buena
medida, el interés de los estudios sobre políticas y planificación lingüísticas en cuestiones
sociológicas e ideológicas.

La relación entre políticas y planificación lingüística es de interdependencia. Como bien


afirma Hamel (1993: 15) “…la elaboración de alfabetos y gramáticas no puede basarse
exclusivamente en criterios científicos, técnicos o utilitaristas…” Una intervención en la
lengua no puede estudiarse sin tener en cuenta los hablantes que serán directamente
afectados por una acción claramente arbitraria. Desde el diagnóstico que evalúa
determinada situación como “desviada de su cauce”, hasta las acciones concretas para
corregirla, la sensibilidad del grupo de hablantes se ve necesariamente afectada.

En cuanto a la relación entre políticas y planificación, Fishman (1982) sostiene que la


planificación lingüística es la puesta en práctica de las políticas lingüísticas. Las políticas
son las grandes decisiones que se toman en torno a la relación entre lengua y sociedad,
mientras que la planificación es la parte instrumental de ese proceso. Para Fishman, autor
de referencia en los estudios que vinculan lenguaje y sociedad, la planificación lingüística
es un caso de sociolingüística aplicada.

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Pero reducir la acción de la planificación a un mero instrumento de las políticas es
desconocer las implicancias ideológicas que acompañan las decisiones que se ejercen sobre
el lenguaje, sea esta explícita o no. Como sostiene Calvet (1996: 19)

“…las intervenciones en la lengua [corpus] y en las lenguas


[estatus] tienen un carácter eminentemente social y político. Pero
nos recuerda al mismo tiempo, que las ciencias rara vez están a salvo
de contaminaciones ideológicas.”

Si ya vimos, por ejemplo, que la elaboración de una gramática no puede basarse solamente
en criterios técnicos, se hace necesario entonces estudiar, a través de la norma, los aspectos
ideológicos que semejante acto de planificación conlleva.

El agente planificador por excelencia es el Estado, capaz de elaborar leyes u otras medidas
que respalden las políticas lingüísticas. Es precisamente el Estado quien aporta el marco
jurídico pero también quien controla y evalúa los comportamientos de los usuarios de la
lengua. Este segundo rol es lo que introduce fuertemente la necesidad de hacer una lectura
crítico-ideológica de los discursos planificadores, pues como sostiene Hamel (1993: 22),

“…las intervenciones esenciales de las políticas del lenguaje no se


manifiestan necesariamente en la superficie lingüística; se vehiculan
sobre todo y con mayor eficiencia en el nivel de las estructuras
discursivas y de las lógicas culturales subyacentes.”

2.2. Lengua estándar.

El establecimiento de una lengua estándar (LE) es uno de los objetivos más comunes de las
políticas lingüísticas y los actos de planificación. Garvin y Mathiot (1974: 303) definen la
LE como “…la forma codificada de un idioma que es aceptada y que sirve de modelo a una
comunidad relativamente grande.”

5
Los estudios sobre LE tienen un antecedente importante en el Círculo Lingüístico de Praga,
a comienzos del siglo XX. Según los lingüistas checos, para la codificación de la LE debía
tomarse como parámetro el uso de los mejores escritores. Si bien esta idea está muy
condicionada por el contexto en que emergieron estos estudios (intento de reafirmación de
la lengua checa por sobre la alemana luego de siglos de conflictiva convivencia), es
interesante observar que, al igual que en los primeros trabajos sobre políticas lingüísticas, la
esfera social no estaba contemplada.

Garvin y Mathiot, en la década del ’50 1 y luego Gallardo (1978) caracterizan las
propiedades, funciones y actitudes que componen una LE y cómo estas tres características
deben concebirse como una red de interdependencias para poder comprender la globalidad
del concepto.

Las propiedades de una LE apuntan a que las lenguas no son sólo un constructo gramatical
aislado por lo que no se puede prescindir de su dimensión social.

En este sentido, Gallardo introduce una división de las propiedades de una LE entre
propiedades estructurales y propiedades culturales. Las primeras caracterizan la lengua en
tanto sistema de signos y las segundas están ligadas a la comunidad que la usa.

Garvin y Mathiot presentan dos propiedades que Gallardo califica como estructurales:
a) Intelectualización: Es la capacidad de una lengua de poder expresar tanto enunciados
precisos como abstractos. Esta propiedad está relacionada con el avance en materia de
cultura y civilización y la necesidad de poder expresarlos.
b) Estabilidad flexible: Es la estabilidad dada por la codificación, que a su vez debe tener
cierta flexibilidad para adaptarse a los cambios sin que la lengua pierda su unidad.

Aquí intervienen instituciones como las Academias de la Lengua, que fijan los patrones de
estabilidad y a su vez deciden si incorporan o no los cambios que comienzan a gestarse. Las

1
El artículo fue publicado originariamente en 1956.

6
gramáticas aparecen como auxiliares perfectos para velar por el cumplimiento de estas
propiedades.

Las propiedades culturales que introduce Gallardo (1978) son las siguientes:
c) Arraigo: La LE posee una tradición histórico-cultural que respalda su rol como lengua
de la comunidad, pero esto también se aplica al momento presente en tanto los aspectos
históricos se relacionan con una tradición cultural viva.
d) Urbanización: Esta propiedad tiene que ver con la extensión de la LE en una
comunidad, con el hecho de que la lengua sea un bien público aunque su accesibilidad
no sea homogénea dentro de toda la comunidad. Gallardo sostiene que a pesar de este
último inconveniente, una LE es un bien integrador pues gracias a la propiedad de
estabilidad flexible no posee una única norma, sino que hay una convivencia de varias
normas que pueden ser catalogadas como sub-estándar.

Gallardo distingue entre disponibilidad y accesibilidad en relación a la LE. La


disponibilidad está dada por los materiales codificadores (diccionarios, gramáticas, medios
de comunicación) que están efectivamente disponibles en una comunidad, mientras que la
accesibilidad a la LE (la posibilidad de aprenderla) varía según los hablantes, por razones
económicas, culturales, sociales, etc.

Las propiedades estructurales se relacionan con la función de marco de referencia y las


propiedades culturales con las funciones unificadora/separadora, prestigio y de
participación.
a) Marco de referencia: La LE actúa como criterio de corrección gramatical con el que se
juzga a los hablantes. Garvin y Mathiot sostienen que esta función sirve, además, de
referencia para la función estética del lenguaje, aquella que permite llamar la atención
sobre la lengua en sí.
b) Unificadora/Separadora: Son dos caras de la instancia de identificación con una
lengua. La función unificadora se refiere al vínculo que une a hablantes de diferentes
variedades de una lengua en una comunidad lingüística. La función separadora opone

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una LE frente a otra que pueda interpretarse como amenaza para la comunidad. Estas
dos funciones se manifiestan más fuertemente en situaciones de conflicto.
c) Prestigio/Participación: La función de prestigio se relaciona con criterios que varían
según las diferentes lenguas. Hay lenguas que se destacan por su conexión con la
literatura, la religión, la filosofía, etc. El conocimiento de la LE abre las puertas a otros
conocimientos que ubican al hablante en un lugar de privilegio frente a quienes no
poseen la variedad dominante. La función de participación, que introduce Gallardo,
tiene un componente “interno” (dado por la posibilidad de los hablantes de expresar en
su propia lengua hechos que son generados en otros entornos) y un componente
“externo” (la atracción que puede generar una lengua a hablantes no nativos).

En la actualidad el español promueve especialmente estas dos últimas funciones, ya que


goza de un prestigio internacional que se refleja en la creciente demanda de cursos de
lengua española en todo el mundo. Para los que tenemos el español como lengua materna
los discursos se focalizan en la función unificadora exacerbando los lazos que unen a toda
la comunidad hispanohablante. Una cuestión interesante que se plantea es determinar qué
variedad es tomada como marco de referencia para su promoción.

Por último, veamos las actitudes hacia una LE. Gallardo, citando a Rona, define las
actitudes como la “…asociación de un hecho del lenguaje y una creencia acerca del
lenguaje. El ‘hecho del lenguaje’ son las propiedades y las funciones que sirven de punto de
partida para las creencias.” Se abre así un espacio para la dimensión ideológica,
especialmente si tenemos en cuenta que una actitud es una predisposición hacia ciertas
formas de comportamientos (no comportamientos en sí) que no siempre es fácil de detectar.
El carácter encubierto del discurso ideológico en los prólogos de las gramáticas resulta un
campo fértil para analizar.

Las actitudes hacia la LE son las siguientes, de acuerdo a Garvin y Mathiot:


a) Conciencia hacia la norma: Se relaciona con la función de marco de referencia aunque,
según Gallardo, cuando hablamos de norma no debe entenderse la que imponen las
gramáticas o las academias, sino más bien una norma compartida por la comunidad.

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Para Garvin y Mathiot existe una visión positiva hacia la codificación de la lengua ya
que se la considera buena y necesaria (entran aquí en juego juicios de valor).
b) Lealtad y orgullo: La LE es concebida como un tesoro nacional y un instrumento
poderoso para quienes la manejan. Esto da lugar a discursos nacionalistas y de defensa
de la lengua ante amenazas extranjerizantes que se relacionan con las funciones de
prestigio, unificadora y separatista. Se trata de actitudes que se ven como positivas y
que generan satisfacción en el hablante. Se exaltan valores como la belleza, el ritmo, la
tradición de la lengua, etc.
c) Deseo de participar: Introducida por Gallardo a propósito de la LE, esta actitud está
relacionada estrechamente con la función de participación, genera deseos de ser parte
de la comunidad que comparte una lengua prestigiosa como nativa, así como de otras
comunidades que ven los beneficios de dominar una lengua poderosa.

El estudio de las actitudes lingüísticas resulta fundamental para analizar los discursos sobre
la lengua. Como sostienen Milroy y Milroy (1985), es muy difícil sostener con argumentos
lingüísticos que una variedad de lengua es “más linda”, “más lógica” o “superior” a otra.
Sin embargo, las actitudes de los hablantes hacia las lenguas (raramente espontáneas, ya
que han sido moldeadas durante siglos por los discursos prescriptivos) se revelan
recurrentemente en valoraciones de este tipo.

Para estos autores, no puede existir un constructo llamado “lengua estándar” referido una
lengua viva, sino que es más apropiado

“…to speak more abstractaly of standarisation as an ideology, and a


standard language as an idea in the mind rather than a reality – a set
of abstract norms to which actual usage may conform to a greater or
lesser extent.” (p. 22)

El uso puede verse con una doble función: como fuerza normativa que difunde la norma
establecida, pero también como vía de renovación cuando la lengua se aparta de los
cánones establecidos.

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Milroy y Milroy entienden la LE como abstracción, pues la estandarización sólo puede ser
relativamente alcanzada en la producción escrita mientras que en la oralidad es muy difícil
lograr una uniformidad total. De esta forma, la estandarización está siempre en proceso y
nunca se alcanza completamente:

“Standarisation is motivated in the first place by various social,


political and commercial needs and is promoted in various ways,
including the use of the writing system, which is relatively easily
standarised; but absolute standarisation of a spoken language is
never achieved.” (p. 22)

2.3. Norma lingüística.

2.3.1. Hacia una definición de norma lingüística

Para abordar el concepto de norma lingüística conviene considerar la idea de norma fuera
del contexto lingüístico, en lo que podría llamarse una “teoría general de las normas”. Rey
(2001) llama la atención sobre dos aspectos que están implícitos en la idea de una norma,

“…um atinente à observação, o outro à elaboração de um sistema de


valores; um correspondente a uma situação objetiva e estatística, o
outro a um feixe de intenções subjetivas…[el concepto de
norma]…corresponde ao mesmo tempo à idéia de média, de
freqüência, de tendência geralmente e habitualmente realizada, e à
de conformidade a uma regra, de juízo de valor, de finalidade
designada.” (p. 116)

Para profundizar el tema y siguiendo a Bartsch (1987), veré la relación de norma con otros
conceptos que ayudan a delinear su definición (regularidad, uso, hábito, convención, orden
y regla), para luego hacer una breve reseña histórica del concepto de norma lingüística en
las gramáticas.

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a) Norma y regularidad: Según Bartsch, toda norma implica el cumplimiento de una
regularidad, aunque su incumplimiento no provoca la desaparición de la norma. Esto
sucede en virtud de la fuerza normativa: ante cualquier desviación de la regularidad, la
propia norma posee la fuerza como para corregir, sancionar o criticar la desviación y
asegurar así su supervivencia.
b) Norma y uso: Es justamente la fuerza normativa lo que diferencia la norma del uso. Si la
expectativa de regularidad no se cumple, no existe para el uso un mecanismo de defensa
que garantice su continuidad, simplemente desaparece.
c) Norma y hábito: La noción de hábito se diferencia de la de norma en tanto esta última es
razón suficiente para el establecimiento de una conducta, mientras que el hábito tiene una
relación de causalidad con la conducta. La norma genera una acción, una conducta que
debe seguirse para no recibir las penalizaciones correspondientes. Así, un hábito puede ser
convertido en norma si la comunidad está interesada en conservarlo y si se le aplica una
regulación. A veces la idea de que la comunidad quiera transformar ese hábito en norma no
surge tan claramente, sino que la regulación es impuesta arbitrariamente por quienes
detentan el poder para hacerlo.
d) Norma y convención: Una convención puede verse como un hábito social que se
establece para solucionar problemas de coordinación en una comunidad. Mientras no se le
aplique una fuerza normativa, la convención cumplirá su papel coordinador con la
complicidad de todos quienes deseen conservarla.
e) Norma y órdenes: Si bien las órdenes tienen una fuerza normativa, se diferencian de la
norma con respecto a quienes las emiten y quienes las reciben. Una orden está destinada a
un individuo o un grupo de individuos más o menos acotado y quien la emite no está
necesariamente obligado a cumplirla, en cambio una norma se aplica a toda una
comunidad. El campo normativo alcanza tanto a los emisores como a los receptores. Es
común que quienes son alcanzados por la norma se identifiquen con ella y generen actos de
corrección frente a sus desviaciones (dirigidos tanto a ellos mismos como a otros miembros
de la comunidad).
f) Norma y regla: Aunque existe una gran implicancia entre estos dos términos (las normas
son una subclase de reglas que pueden llamarse reglas sociales), no todas las reglas son
normas. Para Bartsch (1987),

11
“Each norm content is a rule which conceptualizes a regularity. If a
community has the obligation to realize the regularity that is
conceptualized in the rule, then the rule is the norm content which
together with the normative force constitutes the norm.” (p. 167)

Finalmente Bartsch llama la atención sobre el hecho de que la fuerza normativa no es una
consecuencia de la norma sino que la constituye.

2.3.2. La norma lingüística en las gramáticas.

Como referente del estudio de la norma lingüística en las gramáticas, tomaré el trabajo de
Pessoa de Barros (2005). La autora analiza la imagen de la norma en las gramáticas del
portugués desde el siglo XVI a la actualidad y establece una clasificación de las
concepciones de norma que servirá de soporte a este trabajo.

En primer lugar, la autora se refiere a la norma lingüística “única” o “natural”, que no se


presenta como una entre tantas sino como la única posible. En este sentido, se interpreta
que lo que no es contemplado por las gramáticas simplemente no existe. Los discursos que
promueven esta interpretación van acompañados por la idea de que la norma es “natural” y
la lengua un producto único, homogéneo y sin variación.

Un segundo tipo de norma lingüística es aquella que se construye por oposición a otra. En
estos casos se puede hablar de una norma “buena” y una norma “mala” (esta última recoge
todo lo que no tiene prestigio, lo incorrecto, lo vicioso). El concepto de lengua que se
desprende es el de un sistema heterogéneo pero con usos jerarquizados.

Pessoa de Barros establece un tercer tipo que refiere a la ausencia de norma, donde sólo es
posible una noción de ésta a través de la frecuencia de uso: esta concepción aparece en las
gramáticas de uso que, según la autora, “…perdem, assim, o caráter normativo e regulador
da língua e se tornam descritivas e explicativas.” (p. 98)

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Resumo en la siguiente tabla los tipos de norma y las concepciones de lengua y variación
que maneja Pessoa de Barros:

Tipo de Norma única Norma prescriptiva Norma usual, de


norma “natural” frecuencia de uso.
Concepción Lengua homogénea Lengua heterogénea Lengua heterogénea
de lengua
Concepción Sin variación Variación jerarquizada Variación según
de variación frecuencia de uso

Es cuestionable la posición de Barros según la cual una gramática puede perder su carácter
normativo cuando se fija en el uso de una lengua. De acuerdo a la autora:

“Para se pensar em norma, nesse caso, só é possível a noçao de


norma pela freqüênica de uso: os usos normais são os mais
freqüentes em certas regiões, camadas sociais, modalidades de
lengua, etc. As gramáticas “de usos” perdem, assim, o caráter
normativo e regulador da lengua e se tornam descritivas e
explicativas.” (p.98)

Habría que revisar con cuidado qué uso es el que se describe. En nuestro corpus (y
adelantando un poco la discusión) el uso siempre está referido a fuentes escritas, lo que
excluye un importante número de variedades. Más aún si tenemos en cuenta que la mayoría
de las fuentes son obras literarias de escritores “ejemplares”. A pesar de los deseos de no
crear una gramática normativa, cualquier descripción de un estado de lengua termina por
definir determinados usos. Y en esa definición, unas variedades son prestigiadas a costa del
desprestigio de otras.

Fuera de esta discusión, me interesa la idea de que hay algunas gramáticas que toman un
uso como objeto de descripción.

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2.4. Gramáticas.

Las gramáticas son instrumentos descriptivos y normativos que juegan un rol fundamental
en la codificación de una lengua. De ellas se desprenden diferentes tipos de análisis:

a) Análisis gramatical, en términos descriptivos; se refiere al estudio de determinados


niveles del análisis lingüístico; una gramática posee información sobre clases de
palabras, morfosintaxis y en algunos casos también fonología.
b) Análisis de la norma lingüística, más allá de aspectos estrictamente gramaticales,
prestando atención no tanto al cuerpo mismo de la gramática sino a los discursos
metalingüísticos que surgen del prólogo, las notas a pie de página, los ejemplos, etc.
c) Análisis ideológico, que se desprende del análisis anterior, y que se focaliza en un tipo
de corpus similar al de b.

Las gramáticas son el resultado de una política lingüística, son un instrumento normativo
planificador al que se apela en la enseñanza de la lengua, ya sea materna o extranjera. Al
ser referentes del sistema educativo, las gramáticas son divulgadoras de una norma
unificada.

González Stephan (1995), en un trabajo sobre el poder de las instituciones y prácticas


discursivas en la formación de los estados modernos, centra su trabajo en constituciones,
manuales de conducta y gramáticas, y afirma que:

“Aunque en la configuración de la ciudadanía intervienen


numerosos y complejos factores, uno decisivo fue la gramática,
en el sentido […] de ser una de las instancias éticas, jurídicas y
políticas con mayor poder de intervención para la constitución de
la ciudadanía y como discurso fundacional del Estado
moderno…” (p. 28)

Una vez afianzados los estados modernos y con los adelantos en las ciencias del lenguaje
(sobre todo a partir del siglo XX) las gramáticas se replegaron dentro de su objeto de

14
estudio, y los discursos claramente nacionalistas y de fuerte contenido ideológico de
gramáticas anteriores dieron paso a discursos más “científicos”, con intereses más
descriptivos que normativos.

Un trabajo emblemático en ese sentido es la gramática de Salvador Fernández (1985) 2


quien en su prólogo se planteaba la búsqueda de la norma dentro de la lengua:

“encontrar por lo menos el sentido de una norma que se inspirase en


las leyes mismas del lenguaje, que fuese dictada por la consistencia
de su propia realidad.” (p. 305)

La elección de la norma, en relación a la diversidad de normas lingüísticas disponibles,


pasó a ser un tema de cuidado. En el caso del español, los estados americanos comenzaron
a reclamar la propiedad de la lengua, se establecieron discusiones acerca de si debíamos
hablar de un “español en América” o un “español de América” y España comenzó a
mostrase más cuidadosa, al menos a nivel de discursos, a la hora de tratar de imponer una
norma. Este punto se analizará más adelante.

2.5. Prólogos

Los prólogos de las gramáticas son una fuente interesante para el estudio de las ideas sobre
la lengua y, en particular, sobre la norma lingüística. Presentan, en efecto, reflexiones de
los autores (o de otros autores o autoridades) sobre la obra que presentan, argumentos que
fundamentan determinados puntos de vista frente a otros o la teoría gramatical elegida, y
advertencias que preparan al lector para enfrentar la obra.

Como afirma Narvaja de Arnoux (1999), los prólogos son discursos metalingüísticos que
indican la variedad a la que se atienen o el buen uso que consagran, pero por sobre todo
reflejan

2
La primera edición es de 1951.

15
“…los campos a los que se aplican, la autoridad en la que se
afirman, la confrontación con el orden de la gramática con el
religioso y el político y los límites de la norma gramatical.” (p. 40)

Justamente, son estos últimos datos los que buscaré en cada uno de los prólogos
seleccionados para el análisis.

3. Objetivos y metodología

Como objetivo general de este trabajo me planteo estudiar la cuestión de la norma


lingüística en los prólogos de una selección de gramáticas del español.

Cuando me refiero a la “cuestión de la norma” entiendo que no voy a estudiar la norma


gramatical reflejada en la morfología, clases de palabra, sintaxis del cuerpo de la gramática,
sino los discursos que refieren a ella y sus implicancias ideológicas; por esta razón es que
elegí trabajar con los prólogos.

Como objetivos específicos, planteo:


a) Ubicar históricamente las gramáticas considerando el lugar que ocuparon en la
sociedad de su tiempo.
b) Analizar el concepto de norma lingüística en los prólogos de las obras
seleccionadas.

Para cumplir estos objetivos relevé más de 50 gramáticas del español entre los siglos XV y
XXI. Luego de un primer análisis seleccioné 16, con particular atención al fragmento
textual que aparece al inicio de la obra, antes del análisis gramatical propiamente dicho.

Opté por llamar “prólogos” a estos espacios textuales, aunque el nombre con que se
presentan varía tanto como su contenido: en muchos casos, además de presentar la obra,
incluyen también dedicatorias, autorizaciones o verdaderos tratados ideológicos por parte
de los autores.

16
Las obras seleccionadas fueron las siguientes:
Siglo Autor Obra Espacio
textual
XV Antonio de Nebrija Gramática de la lengua castellana Sin título
XVI Cristóbal Villalon Gramática castellana Prohemio
XVII Gonzalo Correas Arte grande de la lengua castellana Introduzion
XVIII Real Academia Gramática de la lengua castellana Prólogo
Española (RAE)
XIX Vicente Salvá Gramática de la lengua castellana Sin título
Andrés Bello Gramática de la lengua castellana.... Prólogo
RAE Gramática de la lengua castellana Prólogo
RAE Gramática de la lengua castellana Advertencias
XX RAE Gramática de la lengua castellana Advertencia
RAE Gramática de la lengua española Advertencia
Samuel Gili Gaya Curso superior de sintaxis española Introducción
Salvador Fernández Gramática española Prólogo
RAE Esbozo para una nueva gramática… Advertencia
Emilio Alarcos Gramática de la lengua española Prólogo
Bosque / Demonte Gramática descriptiva de la lengua… Introducción
XXI RAE Nueva gramática de la lengua española Sin publicar

Entre los siglos XV a XVIII se tomaron los prólogos más representativos de la época,
considerando la cantidad de veces que las obras son citadas como “fundamentales” en los
prólogos de todas las gramáticas consultadas. En el caso de las gramáticas de la RAE
incluí la primera edición.

Para los siglos XIX y XX la accesibilidad a los materiales permitió seleccionar una
variedad mayor. Opté por analizar todos los prólogos de las gramáticas editadas por la
RAE, más aquellos firmados por autores que han sido (y son) tomados como referentes en
los estudios gramaticales del español.

17
Para el siglo XXI, no tomé un prólogo sino un folleto de presentación de la inédita “Nueva
Gramática de la Lengua Española” de la RAE.

Incluyo, al final de este trabajo, un anexo con los prólogos estudiados.

4. Análisis de los prólogos.

4.1 La lengua suelta: la etapa preacadémica.

4.1.1 “Gramática de la Lengua Castellana”, de Elio Antonio de Nebrija (1492)

Desde la antigüedad las gramáticas han sido instrumentos importantes para el


afianzamiento de la imagen y el poder de distintos tipos de gobiernos, a través de la lengua.
Esta idea, que es muy antigua, toma cuerpo en el concepto de nacionalismo lingüístico que
apela a la lengua como uno de los elementos fundamentales que hacen a la identidad de una
nación, como afirma Del Valle (2007):

“…la lengua suele verse investida de un carácter simbólico que la


convierte en elemento representativo de la nación […] En estas
situaciones, la desaparición de la lengua supone la eliminación de la
marca diferenciadora y con ella de la frontera étnica que constituye
la base de la soberanía nacional” (p. 49).

La estructura conceptual básica del nacionalismo lingüístico está formada por tres
elementos: una identidad grupal o cultura compartida, posibilitada o determinada por una
lengua común, y circunscrita a un territorio.
Podemos rastrear ese espíritu de identidad y lengua común a un territorio en las primeras
líneas del prólogo de Nebrija (1492: 1) dirigido a la Reina Isabel 3 :

3
En la dedicatoria se lee: “Ala my alta i assi esclarecida princesa doña Isabella tercera deste nombre Reina i
señora natural de españa y las islas d nuestro mar. Comiença la gramatica que nueva mente hizo el maestro
Antonio de lebrixa sobre la lengua castellana. i pone primero el prologo. Lee lo en buena hora.” (1492: 1)

18
“…que siempre la lengua fue compañera del imperio; y de tal
manera lo siguió, que junta mente conmençaron, crecieron y
florecieron, y después junta fue la caída de entrambos” 4

La nueva lengua castellana, independiente del latín, era un instrumento del naciente imperio
español que se lanzaría a la conquista de nuevos mundos 5 .

El prólogo de Nebrija alude a relatos épicos que resaltan la interrelación entre lengua y
nación (o imperio) a lo largo de la historia. Comienza con una reseña de las lenguas más
importantes hasta aquel momento: primero, la lengua “ebraica” con la que Moisés se
comunicó con Dios; luego la griega antes de la Guerra de Troya cuando el latín comenzó a
florecer junto con el Imperio Romano. Es, pues, el turno de la lengua castellana para
imponerse:

“…que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos


pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el
vencimiento aquellos ternían necessidad de recebir las leies quel
vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua...” (p. 5)

Si tenemos en cuenta la fecha de publicación de esta gramática, estas palabras (que Nebrija
las atribuye al Obispo de Salamanca luego de leer su obra) anticipan la forma como se
administraría la imposición del español en América.

La importancia de la gramática de Nebrija excede la mera descripción gramatical; como


sostiene Asensio (1960: 407),

“Antonio de Nebrija colocó la lengua en la vía central de la historia.


La lengua acompaña al proceso orgánico de la suprema creación del
hombre: el Estado, con el que florece y se marchita. Antinomia
aparente, más que real, es el pretender y reclamar que la gramática

4
Salvo indicación, las negritas en las citas de los prólogos son mías.
5
Entiéndase por “nuevo mundo” tanto los territorios conocidos como los que seguramente estarían en el
imaginario de los españoles de la época.

19
fije el lenguaje, lo perpetúe e inmortalice deteniendo el fluir del
tiempo.”

Para Nebrija la lengua es lo que nos aparta de los animales, algo propio del hombre.
También la lengua castellana nos aparta de Roma y del latín. La lengua es lo que nos hace
hombres y castellanos. Sin embargo, hasta entonces y acompañando los vaivenes del
imperio, la lengua había sufrido transformaciones, influencias; en palabras del propio
Nebrija, la lengua “anduvo suelta y fuera de regla” (p. 4). Era hora de reducirla a arte para
lograr su uniformidad y eternidad, así como lo lograron el latín y el griego.

La norma, para el autor, es algo natural, una norma única a la que las lenguas llegan
después de cierto desarrollo. Un estadio natural que puede ser descrito sin plantearse
problemas de homogeneidad o variación.

4.1.2. “Gramática Castellana”, de Cristóbal de Villalón (1558)

Con el subtítulo de Arte breue y compendiosa para saber hablar y escriuir en la lengua
castellana congrua y decentemente, Villalón abre su gramática con un “Prohemio al lector”
en el que critica a Nebrija por hacer de su gramática castellana una traducción de la latina.
Así, los intereses de Villalón se centran en cortar el cordón umbilical que une al latín con el
castellano y en fijar a este último mediante reglas y leyes propias.

En el siglo XVI el castellano (ya también llamado “español”) atravesaba una etapa de gran
prestigio. Como sostiene Lapesa (1980: 299),

“…la exaltación nacionalista que acompañó la creación de los


Estados modernos no podía menos de reflejarse en un mayor aprecio
de las lenguas nacionales.”

Pero a su vez, esta conciencia lingüística llevó a los humanistas a buscar el origen de la
lengua castellana y enaltecer todo lo latino (Cicerón es un autor paradigmático en ese
sentido).

20
Se entiende la preocupación de Villalón por darle al castellano autonomía frente al latín,
pero también frente a otras influencias extranjeras que

“…en diuersos tiempos han venido a nuestra Castilla q la han


ensanchado: y avn en gran manera corrompido y mezclando con
ella vocablos agenos y estraños hasta esta nuestra edad.” (1558: 7)

La lengua, dice Villalón, “…hasta agora ha andado suelta sin subjetarse a regla, ni ley…”
(p. 7) y es hora de llevarla al estado de perfección que su prestigio internacional merece.

A pesar de las críticas hacia Nebrija por su apego al latín, las ideas escritas por Villalón en
el “Prohemio al lector” se parecen bastante a las de su antecesor. Al igual que Nebrija,
opina que la lengua ha estado “sin subjetarse a regla, ni ley por la diversidad de gentes
estrageras que en diversos tiempos han venido a nuestra Castilla” (p. 7) y que es hora de
“subjetar la a arte con reglas y leyes” (p. 8) para poder enseñarla con más facilidad.

Para Villalón una lengua llega a la perfección según la cantidad de estudios que sobre ella
se hagan; entiende que existe un estadio de lengua, una norma natural y única que debe ser
“reducida a arte” a través de estudios. No se trata pues, de describir un estado de lengua,
sino de cultivar una entidad hasta llevarla a su perfección. Así lo manifiesta en el final del
prólogo en donde exhorta a los que lean su trabajo a colaborar en esta tarea:

“…hagamos con nuestra posibilidad del estudio de todos juntos vna


cosa con ue ennoblezcamos nuestra lengua y nación” (p. 10)
Otro dato acerca de la norma en Villalón se desprende de su lamento acerca de que los
varones “cuerdos y sabios” que crió su Castilla, sostengan que las lenguas hebrea, griega y
latina son las que han llegado a la perfección, desestimando de esta forma la lengua
castellana. La figura del varón docto es (y va a ser durante algunos siglos más) un referente
de la norma, un modelo a seguir por quienes quieran hablar y escribir correctamente.

21
4.1.3. “Arte Grande de la Lengua Castellana”, Gonzalo Correas (1626)

Correas, catedrático de Griego y Hebreo de la Universidad de Salamanca (misma ciudad


que Nebrija) coincide con Nebrija que para estudiar la lengua latina es necesario conocer
antes la lengua vulgar, esto es: la lengua castellana. Escribe esta gramática para los
extranjeros y también para los niños que estudian latín. Uno de los puntos centrales de la
“Introduzion” de su gramática radica en la importancia de fijar una ortografía romance que
facilite la adquisición del castellano:

“Buena ortografia llamo al uso de leer i escribir con tantas letras,


como son las bozes, sonidos, ó pronunziaziones de nuestra lengua.”
(1626: 12)

Sostiene que los españoles son los que “menos mal” escriben su lengua. La fijación de una
ortografía también se relaciona con el desarrollo de la imprenta que daba la posibilidad de
reproducir un original sin las vacilaciones de la reproducción manuscrita.
Es también destacable la presencia de la Iglesia en el prólogo de esta gramática a través de
un espacio textual que se titula “Aprobazion” y figura antes de la “Introduzion”. En esta
“Aprobazion”, firmada por el obispo de Salamanca, se leen frases como “…no hallo cosa
qe desdiga á la piedad cristiana” y “…no contiene cosa contra la Fe” (p. 4). La expansión
del imperio español (o debería decir castellano) estaba basada en la expansión del
catolicismo en América pero también en Europa intentando ganar terreno ante los
protestantes. Con la aprobación del Obispo, el trabajo de Correas se aseguraba,
probablemente, una distribución importante.

En esta obra se observa un cambio en el concepto de norma con respecto a sus antecesores,
pero también algunas preocupaciones en común.
Como rasgo coincidente, persiste el esfuerzo de los gramáticos españoles por separar la
lengua castellana del latín; como sostiene Lope Blanch (1999: 64), Correas,

22
“…con tal de probar la independencia del español para con el latín,
se esfuerza en buscar normas gramaticales válidas en castellano y
distintas de las latinas.”

Según Lope Blanch, la construcción de una norma a partir de la diferenciación con la latina
alcanza en Correas una rigurosidad que ninguna otra gramática del pasado había logrado.

Sin embargo en su prólogo afirma que aprender la gramática vulgar (esto es, la castellana)
facilitará a los niños el aprendizaje del griego, el hebreo y el latín, porque hay algo en la
gramática que es común a todas las lenguas. Justifica así el aprendizaje del castellano como
herramienta para aprender otras lenguas:

“…tuve sienpre deseo de hazer una arte acomodada, qe sirviese á los


estranxeros de istrumento para adquirir mas bien i fazilmente el
Castellano, i fuese ghia para los niños Españoles, qe an de estudiar
latin…” (p. 9)

En uno de los textos que aparece antes del prólogo de Correas, dirigido al Rey, el escritor
Juan de Jáuregui (conocido por ser contrario a la poética gongoriana) defiende la
importancia de la gramática para

“…elegir lo perfeto i mas apurado, i enmendar los daños comunes


contra la policia i propiedad de nuestra escritura i lenguaje.” (p. 7)

Existe, entonces, una conciencia de heterogeneidad en la lengua que antes no parecía


preocupar a los gramáticos. Lope Blanch (1999) sostiene que Correas puede ser
considerado el primer dialectólogo porque en su trabajo se observa una preocupación por
las hablas regionales.

En definitiva, Correas marca un desplazamiento en la concepción de lengua que ya no se


concibe como algo natural y perfecto, algo que recibimos como un don y es preciso
cultivar. Observa la existencia de hablas regionales y, centrado en la ortografía, intenta

23
disminuir la variación adoptando una norma prescriptiva, una forma a seguir para “escribir
bien”.

4.2 Hablar con propiedad y corrección: desde la fundación de la RAE hasta el siglo XX

4.2.1 “Gramática de la Lengua Castellana”, Real Academia Española (1771)

En 1713 se crea la Real Academia Española (RAE), órgano oficial para custodiar la lengua
que sigue el modelo de la Academia de la Crusca italiana (1583) y de la Academia Francesa
(1634). Como sostiene Lapesa (1980), después de la Guerra de Sucesión España se
encontraba exhausta y deprimida lo que “…marca un quiebre de la tradición hispánica y un
auge de la influencia extranjera.” (p. 418)

La RAE, con su lema “fija, limpia y da esplendor”, es el órgano oficial del gobierno
español que se encarga de establecer las normas de corrección de la lengua española. En un
breve texto dirigido al Rey (que antecede al prólogo del texto de 1771) se lee, con respecto
a la lengua:

“Ninguna, Señor, podrá contarse en esta clase con mejor título que la
nuestra, pues á todos los vastos dominios, y casi innumerables
vasallos de V.M. es comun la lengua castellana.” (1771: 2)

Probablemente la creciente emancipación de las colonias americanas debía preocupar al


Rey, quien podía ver en esta gramática un instrumento para reafirmar el imperio español
del otro lado del Atlántico.

En el prólogo hay referencias a los griegos, a los romanos y a gramáticas castellanas como
Nebrija y Correas, así como también una breve historia de la lengua española, sin dejar de
mostrar los beneficios que reporta “hablar y escribir correctamente”. Y los beneficios no
son sólo económicos (acceso a mejores trabajos) sino que se manejan argumentos
espirituales, al presentarse la lengua como imprescindible para tener una mejor vida:

24
“No hay edad, estado, ni profesion alguna en que no sea conveniente la
Gramática. Quintiliano dice que es necesaria á los niños, agradable á
los viejos, dulce compañera de la soledad, y entre todos los estudios
el que tiene más trabajo que lucimiento” (p. V)

La RAE mantiene cierto punto de contacto con Villalón al señalar que el estudio puede
llevar a la lengua a cierto grado de perfección. También se repiten inquietudes con respecto
al latín y la posibilidad que da el conocimiento del castellano para quienes quieran aprender
esa lengua.

Es destacable la claridad con que se plantea la tensión entre el “uso” y el “arte” de una
lengua. Recordando a los griegos y romanos, en el prólogo se afirma que

“conocían la utilidad y necesidad del uso; pero conocian tambien


que convenia perfeccionarle con el arte.” (p. II)

De acuerdo con la RAE, el uso a veces se ve comprobado con los principios y fundamentos
contenidos en una gramática, pero en otras ocasiones nos permite corregir nuestros
defectos.

Hay una norma prescriptiva que jerarquiza los usos de la lengua, una norma que se
perfecciona gracias a los escritores que la usan y que permite hablar con propiedad,
corrección, exactitud y pureza, según consta en el prólogo. Y también están claros los
beneficios para quienes manejen así la lengua:

“…hallarían en el exercicio de sus empleos, en el gobierno de sus


haciendas y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre los otros
los que se explican correctamente de palabra y por escrito.” (p.
IV)

25
4.2.3 “Gramática de la Lengua Castellana según ahora se habla”, Vicente Salvá
(1830)

El prólogo de Salvá es el más extenso de nuestro corpus. A través de 37 páginas el autor


repasa detalladamente los estudios gramaticales sobre la lengua española entre los que cita
a Nebrija, Villalón, Correas y la RAE. Sostiene que a pesar de que España posee
prestigiosos historiadores y poetas,

“… apénas puede presentar unos cuantos filólogos que se


hayan dedicado á señalar el rumbo que conviene seguir, para
evitar el desaliño é incorreccion del habla comun…” (1852:
6
V)

Se desprende de esta cita que cuando Salvá nombra al “uso” en el título de su obra, no se
refiere al uso de la gente común sino de la gente ilustrada. Justamente, en la tensión entre lo
“docto” y lo “común” se desarrolla el extenso prólogo. Para ilustrar esto, citemos
nuevamente al autor:

“Tratemos siempre las artes y las ciencias de un modo que las haga
útiles al linaje humano, no tomando la puntería sobrado alta […]
El estado de barbarie en que yacen Grecia y África, depósitos un
tiempo del saber, y el atraso en que Hernán Cortés encontró á los
mejicanos, olvidados enteramente de las artes que habían cultivado
sus mayores, prueban que tal es por desgracia la alternativa en que
están constituidas todas las cosas de este globo.” (p. XIV)

Critica a los “ideólogos” 7 y “metafísicos” del lenguaje que en los últimos años han
oscurecido el arte de la gramática y opone a los principios ideológicos la lectura de autores
clásicos con los que se aprenderá infinitamente más el arte de la lengua; las cosas se deben

6
La edición consultada es de 1852.
7
Los términos “ideólogos” o “ideológico” no implican una relación con el concepto de “ideología” tal como
lo entendemos hoy día. Salvá (y Bello, más adelante) se refieren más al significado de “soñador”, “iluso”.

26
explicar según “…de qué manera la hablan y escriben los que respetamos como sus
modelos.” (p. XVIII)

El “amor a las cosas patrias” es lo que lleva a Salvá a escribir su gramática y se entiende
por eso la visible amenaza del francés en una época en que España, agotada por la guerra
contra Napoleón, dejaba de ser un modelo de referencia para sus antiguas colonias que
miraban más hacia Francia o Inglaterra. Sin embargo, la primera edición de su Gramática
fue editada en Francia y tuvo poca distribución en España por problemas con el gobierno de
la época, por lo que fue más apreciada, según el propio autor, por las “nuevas repúblicas
hispano-americanas” (p. XXXII).

El prólogo de Salvá es uno de los más completos en cuanto a reflexión sobre la norma
lingüística. Ya en el título, Gramática de la lengua castellana según ahora se habla, puede
verse un indicio de su concepción normativa: el habla puede legitimar una descripción
gramatical.

Sobre otros autores de gramáticas, opina que Nebrija fue muy apegado al latín, pero lo
excusa pues considera que en ese entonces la lengua española no había llegado aún a la
perfección. No consultó el trabajo de Villalón pero afirma que se lo reconoce como el
primer autor que hizo una gramática verdaderamente castellana. De Correas no tiene un
buen concepto, sostiene que incluyó demasiadas novedades, algunas de ellas inoportunas, y
que no prestó atención a las novedades en el campo de la ideología y la metafísica.
Finalmente, elogia el trabajo de la RAE sobre los idiotismos de la lengua pero ve como
lejana la edición de 1771 en la que no se buscaba reducir a reglas los principios del
lenguaje.

Salvá se ubica, de esta forma, como un renovador de los estudios gramaticales aunque de
sus palabras no se desprenda esto con claridad. Por un lado arremete contra los filósofos de
la lengua que han oscurecido la gramática con su “lenguaje metafísico”, alejando al hombre
común, y vaticina que este tipo de estudios sólo puede llevar a la decadencia. Prefiere a los
autores clásicos y contemporáneos (exceptuando los del barroco) como referentes del

27
español. Para Salvá la norma se desprende de la lengua escrita literaria hispánica; considera
que esa es la variedad que deberían explicar los autores de gramáticas y que no deberían
alterar la lengua según su conveniencia.

Teniendo en cuenta que el uso tiene mucho de caprichoso, la gramática que mejor dé cuenta
de los idiotismos y giros será la preferida ya que “…los modismos constituyen un carácter
tan esencial de las lenguas como las mismas palabras.” (p. XVIII)

Concibe la lengua como un sistema heterogéneo moldeado por el uso:

“Este uso no está sujeto a leyes: es hijo del habla del vulgo,
fórmale también el roze que nos proporcionan con otros
países el comercio, los nuevos descubrimientos y las mismas
guerras. Contribuyen a él igualmente, así el gusto que
domina entre los literatos, como las ciencias que suele
cultivar con especialidad cada una de las naciones. Por eso no
debe estrañarse que esté espuesto á continuas vicisitudes, si
bien apoyadas siempre en un fondo nacional. Este tipo
forma la basa de la lengua, como la forman en nuestro traje la
capa y la mantilla.”
(p. XIX)

La referencia a la vestimenta tradicional española y la repetición de la idea de nación


refuerzan la ideología nacionalista que subyace a su trabajo.

En el prólogo aparece una larga disquisición acerca de qué autores tomar como referencia;
por un lado considera a los clásicos, y por otro a autores contemporáneos a su época.
Considera que se debe tomar precaución al leer los clásicos debido a que los copistas de la
antigüedad introdujeron términos franceses e italianos donde no debían. La supuesta
amenaza de otras lenguas romances es una constante en su prólogo.

28
Salvá se muestra tolerante con los escritores que escogió como referentes para su
gramática; si encuentra alguna expresión que se aparta de la regla que está describiendo,
simplemente muestra las diferentes posibilidades y marca claramente cuál es su punto de
vista para que el lector decida. Lo mismo sucede con los regionalismos que, aunque no les
sirvan a los castellanos, pueden ser de provecho para otros lectores.

Del prólogo de Salvá se puede deducir una concepción de lengua heterogénea, con
variaciones jerarquizadas (variedades más cultas que otras, “provincionalismos”), por lo
que busca una norma prescriptiva que indique cuál es la forma de “escribir con pureza y
corrección” (p. XXVIII).

Quizás la novedad más clara de Salvá es que la norma prescriptiva, si bien busca “evitar el
desaliño e incorrección del habla común” (p. V), admite algunas variaciones, y la frontera
entre lo correcto y lo incorrecto se traza según diferentes motivaciones: alejar a la lengua
del francés y del italiano, mencionar e incluso aceptar algunos regionalismos, contener los
idiotismos y alejarse del estilo barroco que pobló el idioma de “follaje ridículo.”

4.2.4 “Gramática de la Lengua Castellana”, Andrés Bello (1847)

Hacia mediados del siglo XIX surge una de las gramáticas referentes para el español, con la
particularidad de haber sido escrita por un gramático americano (la única de nuestro corpus
con esta característica): la gramática del venezolano Andrés Bello.

Según aclara el autor en su prólogo, una de las influencias más importantes en su trabajo
fue la de Vicente Salvá; sobre su gramática afirma:

“He mirado esta última como el depósito más copioso de los modos
de decir castellanos; como un libro, que ninguno de los que aspiran á
hablar i escribir correctamente nuestra lengua nativa debe
dispensarse de leer i consultar amenudo.” (1859: III) 8

8
La edición consultada es de 1859.

29
Es interesante cómo Bello todavía siente la necesidad de despegar la lengua castellana del
latín, critica la tradición gramatical española por prestar excesiva atención a esa lengua e
invita a sus lectores a olvidar toda reminiscencia latina. Hay, además, una crítica a la
relativamente nueva corriente comparatista dentro de la gramática que surgió con el
descubrimiento del sánscrito y la teoría del “tronco común”. Aclara que una cosa es una
gramática general y otra la de un idioma particular, y respalda a Salvá en el rechazo a las
“abstracciones ideológicas”; sostiene que lo que debe guiar al gramático es el uso y recurrir
a otros procedimientos intelectuales que se alejen de él “…es un lujo que la gramática no
ha menester.” (p. IV)

Bello es claro en cuanto a que su trabajo no es para los castellanos sino para sus hermanos
de Hispanoamérica, aunque

“…el mayor mal de todos, i el que, si no se ataja, va á privarnos de


las inapreciables ventajas de un lenguaje comun, es la avenida de
neolojismos de construccion, que inunda i enturbia mucha parte
de lo que se escribe en América, i alterando la estructura del
idioma, tiende á convertirlo en una multitud de dialectos
irregulares, licenciosos, bárbaros; embriones de idiomas futuros,
que durante una larga elaboración reproducirian en América lo que
fué la Europa en el tenebroso período de la corrupcion del latín.”
(p. VI)

Los puntos en común entre Bello y Salvá son notorios. Para ambos la gramática debe
describir las reglas con las que se conforma el “buen uso” de la lengua, reglas lógicas que
faciliten la enseñanza y reprueben las abstracciones ideológicas que buscan legitimar lo que
el uso prescribe.

En su afán por separar al castellano del latín, Bello sostiene que, si bien existe una
“gramática universal” común a todas las lenguas, el habla de cada pueblo es un “sistema

30
artificial de signos” 9 por lo que no se debe aplicar a una lengua los principios de otra.
Afirma que en Europa los escritores han sembrado excesiva admiración por lo latino;
Cicerón ha sido la norma para varios de ellos y, si bien las leyes del pensamiento obedecen
a una gramática universal,

“…no debemos, pués, aplicar indistintamente á un idioma los


principios, los términos, las analogías en que se resumen bien ó
mal las prácticas de otro.” (p. I)

Para el autor, la autoridad es la lengua misma y ésta tiene mucho de arbitrario.

Como americano, Bello no se siente ofendido por las novedades (tomadas de lenguas
antiguas y extranjeras) que los adelantos de las ciencias y las artes han introducido en la
lengua, pero condena las nuevas acepciones de frases conocidas y los “neologismos de
construcción” que abundan en América.

Quizás la novedad de Bello es restarle importancia a la tradición castellana, refugiándose


para ello en la autoridad que surge de la propia lengua. Reivindica el español americano
con sus giros particulares, distintos a los de la península. Si las divergencias del español
americano “… las patrocina la costumbre uniforme i auténtica de la jente educada.” (p.
VII), la lengua se siente menos ofendida que con las locuciones afrancesadas que abundan
en las obras de escritores peninsulares.

En Bello la norma se presenta de un modo complejo. Por un lado el uso de la gente educada
actúa como un claro referente para la norma, en detrimento de “abstracciones ideológicas”
provenientes de los estudios metafísicos sobre la lengua. Por otro, critica fuertemente los
desvíos de los americanos, pero a su vez los reivindica frente al afrancesamiento que sufre
el español peninsular aunque se muestra tolerante ante a la introducción de arcaísmos o
términos extranjeros.

9
Según Luis (2003: 148) algunos autores han leído en la palabra sistema un anticipo del estructuralismo
frente a la habitual descripción de una lengua como organismo.

31
En Bello aparecen así dos normas de referencia, una peninsular y otra americana, ambas
perfectibles y con diferentes problemas. Pero también hay una norma prescriptiva clara y
un atisbo de norma en tanto frecuencia de uso. Esta idea puede también verse en Salvá,
aunque quizás en este autor la fuerza de la norma prescriptiva eclipsa la presencia de una
norma derivada del uso. Por el contrario, en Bello el uso es el lugar de legitimación de una
variedad americana que comienza a despegarse de la tradición castellana.

4.2.5 “Gramática de la Lengua Castellana”, RAE (1854)

Más de 80 años después de lanzar su primera gramática, la RAE edita una nueva versión en
un contexto bastante diferente. Se sirve de los trabajos de Bello y Salvá y, como éstos,
reniega de las “sutilezas metafísicas” de algunos gramáticos en pro de la claridad en la
exposición.

Esta gramática está dirigida a niños y adultos y por eso, al igual que la gramática de Bello,
se divide en dos partes (en este caso determinadas por un cambio de tamaño de tipografía):
una destinada a los cursos elementales y otra a estudiosos de la lengua.

Si bien no hay menciones a autoridades del gobierno como en la primera edición, sí hay
representaciones de la lengua que, en un esfuerzo por elevar el estatus del castellano, nos
recuerdan aquella editada casi un siglo antes:

“La lengua castellana, hija del latín, pero enriquecida con voces del
idioma hebreo, del griego, del gótico, y en mayor abundancia del árabe,
tan copiosa en términos como varia en giros, varia y majestuosa en
acentos, atrevida en imágenes, órgano el más propio de la elocuencia,
instrumento el más noble de la poesía sublime, ocupa el primer lugar
entre los dialectos que se formaron al transfigurarse y desaparecer el
habla de la estirpe de Rómulo. Sostener la grandeza de tan bello
idioma es y debe ser el único afan de esta Real Academia, la cual,
ofreciendo á la Juventud Española peninsular y ultramarina esta nueva

32
Gramática, le recomienda con el mayor encarecimiento el estudio y
observacion constante de los escritores, prez y orgullo de nuestra
patria.” (1854: IX)

La referencia a la juventud “ultramarina” es la única mención a los hispanoamericanos,


pero nótese que cuando habla de jóvenes españoles parece dirigirse a los nacidos en España
(“nuestra patria”) y que emigraron a América, no a los nacidos en América y que hablan
español. Por otra parte al finalizar el prólogo nombra ocho escritores que son un ejemplo de
la lengua castellana, todos ellos españoles. 10

Al contrario de los prólogos de las gramáticas de autor, ricos en reflexiones sobre la lengua,
el prólogo de esta nueva edición de la gramática de la RAE no aporta novedades en torno a
esta reflexión.

Mientras que en la edición de 1771 se tomaba como referencia a autores de gramáticas


anteriores, en este caso se cita a Salvá y Bello pero también se apunta a la influencia que
estos gramáticos recibieron de la Academia.

Lo nuevo de esta gramática es la preocupación por lo estrictamente útil y necesario para


adaptarse a los nuevos tiempos aunque, en líneas generales, la RAE respalda la obra de los
académicos del siglo pasado:

“…se ha abstenido la Academia de adoptar ciertas novedades, muy


encarecidas por algunos de útiles, y en realidad harto
insignificantes” (p. VI)

No hay tampoco novedades con respecto a la norma, que está dada por los escritores
peninsulares; aunque se señala que el castellano es una lengua variada y abundante, no
parece haber interés por parte de la RAE en incluir otras variedades como ejemplo de ello.

10
Los escritores son: Fray Luis de Granada, Cervantes, Mariana, Solís, Lope, Rioja, Moratín y Jovellanos.

33
Se desprende entonces de este prólogo una concepción de lengua heterogénea y una norma
prescriptiva que jerarquiza la variedad de los escritores peninsulares frente a otras posibles
normas regionales.

4.2.6 “Gramática de la Lengua Castellana”, RAE (1858)

A tan sólo cuatro años de publicada la edición anterior de la gramática académica, la RAE
lanza una nueva versión, simplificada. La razón: en setiembre de 1857 el gobierno español
declara a la gramática de la Academia texto obligatorio y único en las escuelas de
enseñanza pública. Se imponía, pues, una edición más accesible para utilizar en las
escuelas. Esa accesibilidad se traduce en los cambios que sufrió el prólogo, que ahora se
llama “Advertencia”.

Se citan párrafos enteros de la edición de 1854, con sutiles cambios, y se eliminan otros.
Entre las cosas que se eliminan están las referencias a Salvá y Bello, una larga disquisición
acerca de la nomenclatura y la referencia a la juventud española ultramarina; donde antes se
leía “…ofreciendo á la Juventud Española peninsular y ultramarina esta nueva Gramática.”
ahora se lee “…ofreciendo á los españoles todos la nueva Gramática.” (1858: VII) El resto
de la cita que transcribimos en el apartado anterior se mantiene intacta.

En esta edición el tratamiento de la norma es el mismo que en la anterior, aunque hay una
concepción más uniformizadora. Esto se observa porque, si bien el prólogo es casi el
mismo, se elimina el párrafo que describía la lengua como “variada y abundante”, lo que se
condice con el objetivo de la obra de restarle complejidad y darle uniformidad para
facilitar la enseñanza.

34
4.3 Como un río lleno de afluentes: los problemas de la incorporación de los avances
en la Lingüística del siglo XX.

4.3.1 “Gramática de la Lengua Castellana”, RAE (1920)

Ya en un nuevo siglo, los adelantos en las ciencias del lenguaje imponen una renovación
por parte de la Academia, de modo que en la gramática de 1920 se introduce una serie de
reformas que estaban en la mesa de los académicos desde hacía años.

Las reformas se vislumbraban como complejas y extensas por lo que, debido a


consideraciones de “orden doctrinal y pedagógico”, la Academia opta por dosificar los
cambios entre esta edición y la siguiente de 1931. En esta oportunidad el tratamiento de la
sintaxis es más “lógico y razonado” como consta en la Advertencia Preliminar.

Se hace referencia, como en la edición de 1858, a la ley de educación que homologa la


gramática académica como texto de estudio y a los adelantos en la ciencia del lenguaje que
imponen una actualización de la gramática.

En la breve introducción hay una reivindicación del castellano por sobre las otras lenguas
que se hablan en la península ibérica, apuntando algunas de las características más salientes
de las lenguas estándares:

“…la lengua de Castilla no es sólo la de mayor número de los


españoles, sino también la lengua oficial de todo el reino de España,
y la que ha sido consagrada en mayor número de monumentos
literarios.” (1920: 7)

También se dice que es la lengua que “civilizó” regiones de América y Oceanía. Resulta
bastante sintomático que una institución como la RAE hable de “civilizar” América ya
entrado el siglo XX. Con estas consideraciones la Academia reivindica la tradición
castellana y la establece como norma.

35
4.3.2. “Gramática de la Lengua Española”, RAE (1931)

En esta edición se mantiene el prólogo de 1920 en sus dos partes: las “Advertencias
Preliminares” y la “Introducción”. No estoy en condiciones de determinar si el cuerpo de
esta gramática presenta alguna novedad con respecto a la edición de 1920, pero en el futuro
“Esbozo” (1973) se presenta esta versión como la última publicada por la Academia.

Pero más allá de eso, hay dos datos que son significativos: en primer lugar el cambio del
título que ya no dice “lengua castellana” sino “lengua española”, a pesar de que en la
versión de 1920 se justificaba el primer adjetivo. El segundo cambio es en la cita que
transcribimos en el apartado anterior, donde antes decía “reino de España” ahora se lee
“nación española”.

En la década del 30 es cuando se aprueban la autonomía de Cataluña, Galicia y el País


Vasco y quizás la Academia, sensible a estas inquietudes, ve oportuno relanzar su
gramática como española y no castellana.

En cuanto al tratamiento de la norma, en el prólogo no existen novedades con respecto a la


edición anterior.

4.3.3. “Curso superior de sintaxis española”, Samuel Gili Gaya (1943)

El trabajo de Gili Gaya no es una gramática en el sentido en que se concibe habitualmente,


esto es, una descripción amplia de todos los aspectos morfológicos, sintacticos o
eventualmente fonológicos de una lengua, sino que, como lo indica su título, se refiere a
uno de esos aspectos: la sintaxis 11 . Esta elección está justificada en las primeras líneas del
prólogo. Luego de hacer una somera descripción de las etapas que atraviesa un niño al
adquirir su lengua, Gili Gaya afirma que los fenómenos sintácticos son los de más lento
aprendizaje. Su prólogo fluctúa entre consideraciones de índole psicológica y social:

11
A pesar de no ser estrictamente una gramática optamos por incorporar a nuestro corpus el trabajo de Gili
Gaya porque de alguna manera marca un quiebre en la línea normativa y comienza a perfilar una corriente de
estudio con intención descriptiva.

36
“Expresarse en una lengua cualquiera supone, por consiguiente,
usar de unos andadores fáciles con los cuales marchará
cómodamente el pensamiento; pero al mismo tiempo quedamos
limitados al empleo de las formas expresivas que acepte como
válidas la comunidad parlante de que formamos parte.” (1961:
7) 12

Podría decirse que el trabajo de Gili Gaya es uno de los primeros que se posiciona de
manera clara con una intencionalidad descriptiva, adoptando un discurso técnico y
matizando las valoraciones acerca del bien hablar o escribir. Su propósito es describir un
estado de lengua sincrónicamente y justifica su decisión afirmando que la sincronía es
“…un sistema estructural completo y autosuficiente para la expresión.” (p. 12)

Es la primera vez que, en el corpus estudiado, se ve tan claramente un enfoque


psicolingüístico de la lengua. Bello y Salvá hacían referencia a la conexión entre
pensamiento y lengua, pero no profundizaban tanto en el tema. Gili Gaya, además,
relaciona los factores psicológicos con los sociales. Al referirse a la formación del habla
individual remarca:

“…la importancia metódica del estudio del habla infantil para la


comprensión de ciertos fenómenos lingüísticos, y especialmente los
sintácticos, a causa de la lentitud de su desarrollo en el habla del
niño y del adolescente. […] Todas las etapas por que ha pasado la
formación del lenguaje personal conviven en la madurez de la vida
con las formas más complejas de expresión. Muchas personas de
escasa cultura no pasan de determinadas fases de su desarrollo
lingüístico; y el empleo de los recursos sintácticos del idioma
clasifica socialmente al individuo tanto como la pronunciación y
el vocabulario.” (p. 6)

12
La edición consultada es de 1961.

37
La sintaxis es un componente del lenguaje que el niño aprende y que se acomoda a patrones
generales en la conciencia, pero a su vez se ve moldeada por

“…las formas expresivas que acepte como válidas la comunidad


parlante de la que formamos parte.” (p. 7)

Y las razones por las que una comunidad valida o no determinadas formas expresivas están
dadas por

“…leyes o tendencias psicológicas e históricas que rigen


permanentemente sus transformaciones a través del tiempo.” (p. 8)

Gili Gaya marca un cambio de punto de vista con respecto a la norma y su variación que se
despega, desde su concepción, de un discurso prescriptivo e incursiona, por el contrario, en
la descripción de un sistema sincrónico:

“La ley del menor esfuerzo, la necesidad de ser comprendido, la


analogía, la diferenciación, la tendencia analítica de las lenguas
modernas y las interferencias de fenómenos, presiden la
evolución sintáctica del idioma, una de cuyas fases es el
momento presente, que ha de ser científicamente
considerado como un conjunto de elaboraciones tradicionales y
de gérmenes de transformaciones futuras.” (p. 12)

Es discutible que una descripción sincrónica de un estado de lengua no implique el


establecimiento de una norma. Dejaré este tema para la discusión de los siguientes autores.

4.3.4. “Gramática española”, Salvador Fernández Ramírez (1951)

El trabajo de Fernández Ramírez es uno de los más relevantes en la historia de las


gramáticas del español. En la edición que consulté (1985) se recogen reseñas y comentarios
de varios gramáticos sobre la obra de Fernández Ramírez. Emilio Lorenzo considera su

38
gramática como el primer intento de una gramática descriptiva de una lengua internacional
y Gili Gaya lo compara en importancia con Bello:

“Tenemos ante nosotros el primer intento de gramática


descriptiva de una lengua internacional. Era ya hora de contar
para el español con una obra planeada con perspectivas del siglo
XX.” (p. 105) 13

“…desde los tiempos de Bello y Cuervo no se había publicado un


libro que abarcase el conjunto de la Gramática española con tanta
amplitud, novedad y originalidad.” (p. 107) 14

Y todo esto después de haber publicado sólo un tomo. Sucede que Fernández Ramírez se
embarcó en un emprendimiento titánico: recolectó casi 100.000 testimonios de lengua
escrita para elaborar una descripción exhaustiva de la lengua española.

El autor toma como referencias los trabajos de Bello y Gili Gaya en relación con el español,
pero también se basa en obras más generales (no necesariamente gramáticas) de Bühler,
Jespersen y Hjelmslev. Quizás la mención de estos últimos da una pauta del contenido
fuertemente lógico de la obra de Fernández Ramírez que, junto con la vastedad de su
corpus, lo llevó a dejar su obra inconclusa. Luego de su muerte, y en base a escritos que
fueron encontrados, se publicaron los tomos restantes que el autor se había mostrado
reticente a dar a luz.

En el prólogo se lamenta de la escasa cantidad de escritores americanos disponibles en su


corpus y lo excusa por sus limitaciones como investigador.

Al igual que Gili Gaya, se proponía hacer una descripción sincrónica de la lengua, pero no
pudo desentenderse de la visión diacrónica al comprobar que en el estado de lengua que se

13
Originalmente publicado en Atlante [Londres], 1-2/ 1953, p. 111.
14
Originalmente publicado en Revista de Filología Española, XXXV/ 1951, pp. 352-354.

39
proponía describir coexistían sistemas anteriores. Para el autor, esta multiplicidad constituía
un

“…sistema de fuerzas operantes con máxima energía dentro de las


conciencias lingüísticas que actúan de la manera más directa en la
creación de una norma.” (p. 302)

Fernández Ramírez es sumamente consciente de lo delicado del tratamiento de la norma


lingüística:

“Voy a tocar ahora un punto delicado. He meditado mucho tiempo


antes de decidirme a adoptar criterios estimativos frente a los
hechos del lenguaje. […] …he meditado largamente acerca de la
posibilidad de encontrar por lo menos el sentido de una norma que
se inspirase en las leyes mismas del lenguaje, que fuese dictada
por la consistencia de su propia realidad. Sin duda, los grandes
escritores obedecen ya en sus creaciones al imperio de esta ley
autonómica, la cual arraiga también profundamente en el decir de las
gentes ingenuas y en otras muchas no pervertidas por preocupaciones
pseudocultas. Considero, sin embargo, que no hubiese sido posible
llegar a determinar alguna de las direcciones en que actúa ese
instinto. Pero el problema es muy complejo. Se cruza
inevitablemente con el de los otros módulos de valoración.
Habría, pues, que revisar muchos conceptos y someter a una
nueva interpretación las diferentes clases de acción normativa
intencional que se han ejercido sobre el lenguaje en épocas
diferentes y desde los centros sociales y culturales más diversos.
La cuestión es muy espinosa y renuncio, por el momento, a
abordarla.” (p. 305)
Me permito reproducir esta cita tan extensa porque considero que muestra claramente el
conflicto al que se enfrenta desde mediados del siglo pasado la mayoría de los gramáticos
que toman en consideración los aspectos normativos de la lengua. Muestra además un
camino sin salida. Al describir un estado de lengua, inevitablemente se incurre en

40
valoraciones y se establece una norma, ya sea explícitamente prescriptiva o referida a la
frecuencia de uso. La lengua es un sistema heterogéneo que puede ser abordado desde
variados puntos de vista y es imposible que en la descripción no se dejen fuera variedades
o enfoques. “Dejar fuera” es, de alguna forma, jerarquizar.

Construir un texto que lleve el nombre de “gramática” es un hecho que trasciende la lengua
y se adentra en lo social, en lo político, en lo económico. Es, en definitiva ideologizar.

Fernández Ramírez toma como corpus para el análisis y ejemplificación un número


importante de obras de diversas características: textos narrativos, dramáticos, oratoria,
prosa, verso, tratados históricos, filosóficos, científicos, disposiciones legislativas,
reglamentos, revistas y periódicos. Sostiene que estos registros no se alejan demasiado del
habla de “las gentes cultas y universitarias de Madrid” (p. 308). Este hecho determina una
norma que no se aleja mucho de las gramáticas normativas clásicas.

4.3.5. “Esbozo para una nueva gramática de la lengua española”, RAE (1973)

Después de más de 60 años sin editar nuevas versiones de su gramática, la RAE publica
este “esbozo” (con una “Advertencia” brevísima) que se define como “un mero anticipo
provisional” (1998: 5) 15 , mientras la comisión de la gramática académica elabora el texto
final. La tarea de presentar una gramática del español se hace cada vez más difícil y este
“Esbozo” (redactado por Fernández Ramírez y Gili Gaya a pesar de que no lo firman, como
es tradicional en las ediciones oficiales de la RAE) es un claro ejemplo de ello: la
publicación de la “Nueva Gramática” que sustituiría al “Esbozo” lleva 35 años sin
concretarse.

Probablemente uno de los desafíos más importantes que debió sortear la RAE fue el
consenso de las restantes Academias de la Lengua Españolas nucleadas en la Asociación de
Academias de la Lengua Española (ASALE). La ASALE, fundada en 1951, está compuesta

15
La edición consultada es de 1998.

41
por 19 academias de países de habla hispana además de las academias filipina y
estadounidense.

En el “Esbozo” se describe los pasos que debe seguir una gramática de la RAE para ser
aprobada. En primer término, una Comisión de Gramática de la Academia elabora
borradores

“…con el objeto de someterlos al Pleno de la propia Corporación,


sin cuyo refrendo no podrá tener carácter oficial, y conocer la
opinión de las Academias de la Lengua asociadas a la Española.” (p.
5)

Si bien es clara la diferencia de estatus entre “refrendar” 16 y “conocer la opinión”, la RAE


se lamenta de la “aparente falta de atención” (p. 5) a las variedades de países americanos
en el “Esbozo”, problema que promete subsanar con la consulta a las Academias
correspondientes.

Por ser un “esbozo”, en el breve prólogo consta que

“POR SU CARÁCTER, PUES, DE SIMPLE PROYECTO, EL


PRESENTE Esbozo CARECE DE TODA VALIDEZ
NORMATIVA.” 17 (p. 5)

Pensar que una gramática (o “esbozo” de gramática, que a los efectos es lo mismo) editada
por la RAE no tenga validez normativa puede ser sólo una declaración de intenciones. La
Academia es la institución referente con respecto a la norma del español y eso le da
también a este trabajo un carácter inevitablemente normativo.

En cuanto a la norma lingüística, cabe señalar que el corpus está compuesto por escritores
españoles e hispanoamericanos, “muchos de ellos vivos” (p. 6), para alcanzar el objetivo de

16
Según el Diccionario de la RAE (2001): “Refrendar: tr. Autorizar un despacho u otro documento por medio
de la firma de la persona hábil para ello.” Tomo II, p. 1926.
17
En mayúsculas en el original.

42
“…recoger mejor todo lo que es lingüísticamente español en el
tiempo y en el espacio.” (p. 6)

4.3.6. “Gramática de la Lengua Española”, Emilio Alarcos Llorach (1994)

Según consta en el prólogo de Emilio Alarcos Llorach, en 1981 la Comisión Administrativa


de la RAE decidió confiar a un académico la redacción del texto que completaría lo
comenzado por el “Esbozo”. Luego de años de discusiones, la responsabilidad recayó sobre
Alarcos Llorach que demoró casi 10 años en elaborar su gramática. Difícil fue para la
institución ponerse de acuerdo con esta gramática, por lo que se optó por una salida de
emergencia: editar la obra de Alarcos, firmada y bajo la responsabilidad del propio autor
pero respaldada por la Academia. A tales efectos se creó una colección llamada “Nebrija y
Bello”, del mismo sello editorial que edita las obras de la RAE. Previamente la Academia
había aprobado un estatuto por el cual se proponía patrocinar obras que promovieran y
difundieran los estudios gramaticales del español, pertenecieran o no sus autores a la
Academia.

Alarcos sostiene que su gramática se ajusta a los conocimientos lingüísticos de la época


(gran obstáculo para otros autores y para la propia Academia, como ya vimos). Con
respecto a América, se posiciona de manera muy clara:

“Ya no es posible sostener, como un siglo atrás hacía Leopoldo Alas,


que los peninsulares somos los amos del idioma.” (1995: 17) 18

“…la gramática es un río anónimo en que vierten sus aguas tantos


afluentes.” (p. 20)

Después de tanto silencio acerca de la norma lingüística, esta obra se explicita como
claramente normativa. Refiriéndose al Esbozo, sostiene que la Academia no se atrevió a
presentar dicha obra como definitiva, temerosa de que las novedades fueran mal recibidas.

18
La edición consultada es de 1995.

43
Alarcos se propone exponer los rasgos orales y escritos de los usuarios del español en el
siglo XX, siglo en el que concurren varias normas que este autor simplifica en dos: sistema
centronorteño peninsular y sistema americano o atlántico. Muestra gran acierto al señalar
que cada hablante tiene derecho a sentir que la norma idiomática bajo la cual nació es la
más eficaz y precisa, pero que esto no significa que las demás no sean respetables.

Fiel a ese razonamiento, no se posiciona en casos de conflicto normativo, pero deja en claro
su opinión al sentenciar: “toda gramática termina, o empieza, por ser normativa.” (p. 18). Y
la suya así va a serlo, aunque, según dice, sin espíritu dogmático. Para el autor,

“…en el orden jerárquico interno de la gramática, primero viene la


descripción de los hechos; de su peso y medida se desprenderá la
norma, siempre provisional y a merced del uso.” (p. 18)

Entiende que la norma está basada en la frecuencia de uso y que su variación dependerá del
uso que los hablantes hagan de la lengua.

Lo interesante de esta obra es que Alarcos no teme exponer claramente el carácter


normativo de su gramática. Una posición clara, necesaria y más allá de todo, inevitable.
Hacer consciente al lector acerca del carácter normativo de su obra ayuda a tomar
conciencia de la diversidad y a reconocer la propia imposibilidad de contemplarla en todos
sus términos.

4.3.7. “Gramática descriptiva de la lengua española”, Ignacio Bosque y Violeta


Demonte (1999)

Esta obra es un referente fundamental en los estudios sobre la lengua española. Con 3
volúmenes y más de 70 autores se ha convertido en una obra de referencia para cualquier
estudioso del español. La idea original de este proyecto parte de los propios autores como
proyecto personal, que fue acogido por la RAE y editado en la colección “Nebrija y Bello”.

44
El prólogo está dividido en un “Preámbulo” (firmado por Fernando Lázaro Carreter,
entonces presidente de la Real Academia Española) y una “Introducción” (firmada por
Bosque y Demonte) que totalizan 23 páginas.

En el “Preámbulo” Lázaro Carreter define la obra como “…la mayor empresa gramatical
acometida en este siglo” (1999: XIII), ubica a los autores en la vanguardia de los estudios
gramaticales y como testigos de las convulsiones experimentadas por la lingüística a partir
del estructuralismo. Cita a Fernández Ramírez, Gili Gaya y la reciente gramática de
Alarcos como antecedentes de esta obra, y recoge la inquietud de los autores, que en la
“Introducción” se lamentan por no haber podido incluir suficientes autores americanos.

Bosque y Demonte no se quedan atrás y sostienen que

“…la obra que el lector tiene en sus manos constituye la gramática


más detallada que se haya escrito nunca sobre nuestra lengua, y –si
descontamos algunas gramáticas francesas clásicas- una de las más
exhaustivas que se hayan publicado nunca para cualquier idioma.”
(p. XIX)

La definen como una obra colectiva, descriptiva, de múltiple acceso y que incorpora nuevos
temas en la gramática del español.

Colectiva porque entienden que es imposible que un solo gramático pueda describir de
forma exhaustiva la gramática de cualquier idioma. Como ejemplo recuerdan el frustrado
intento de Fernández Ramírez. Los autores de los artículos responden a diversas
orientaciones, escuelas y técnicas pero los coordinadores han procurado lograr un tono
homogéneo en la exposición, intentando matizar las posibles contradicciones.

Bosque y Demonte ponen mucho énfasis en destacar el aspecto descriptivo de la obra, que
lo es

45
“…en cuanto que presenta las propiedades de las construcciones y
de las palabras que las forman, es decir, en tanto que muestra clases
y paradigmas, regularidades y excepciones [en tanto que] pretende
exponer y razonar.” (p. XXI)

Es una obra de múltiple acceso en tanto que alrededor de cada tema se muestran diferentes
perspectivas como requiere una obra contemporánea, según los autores, el resultado es

“…una composición múltiple, sinfónica, de la que surgen melodías


que pretendemos armónicas.” (p. XXIV)

En cuanto a los nuevos temas, Bosque y Demonte explican que buscan dejar constancia de
los avances realizados en las ciencias del lenguaje en los últimos 40 años y nombran
algunas de las novedades: sintaxis de la nominalización, modo de acción, variación
sintáctica y marcadores discursivos, entre otros, y esperan que en el futuro otros trabajos
retomen esta amplitud de contenidos.

El proyecto está inspirado en obras similares ya editadas para el italiano, inglés y holandés,
aunque en este caso se realizó en un tiempo récord de 6 años. Al igual que Lázaro Carreter,
se lamentan de la poca presencia de autores hispanoamericanos y de hispanistas
extranjeros, pero se justifican al señalar que

“…los lingüistas hispanoamericanos que se han especializado en el


estudio de la gramática española constituyen un porcentaje menor en
esa comunidad que el de españoles que han elegido el mismo
campo.” (p. XXVI)

En el “Preámbulo”, Lázaro Carreter diferencia este trabajo de la tradicional gramática


académica en tanto no se detiene en el bien hablar y el bien escribir; es decir, no se trata de
una gramática normativa, sino que describe los usos reales del español:

46
“La Academia, según tradición y prescripción, tiene el cometido
de dar a luz su propia Gramática, […]: la elabora una comisión, la
examinan los plenos de la Española y de las Academias
Correspondientes y Asociadas, y, al fin, se publica sin nombre de
autor o autores: es la “Gramática de la Academia”. […] Se le asigna,
además, una función normativa llamémosla oficial, ajena a las
averiguaciones como las que siguen, las cuales no ponen sus miras
en el bien hablar y el bien escribir.” (p. XIII)

“…hasta ahora, carecíamos de un tratado extenso y de propósito


comprehensivo que registrara los usos reales del español…” (p.
XIII)

Según afirman los autores, esta gramática se diferencia de una gramática “científica” o
“teórica” en el sentido de que no busca investigar sobre una teoría sino mostrar los
diferentes enfoques con que puede abordarse el objeto lengua. Pero estos enfoques
requieren una elaboración teórica previa por lo que el trabajo se convierte, citando a los
autores, en “posteórico”.

Se presenta este trabajo como “moderno” por la integración de diferentes perspectivas y es,
en efecto, una solución ante la hiperespecialización de los científicos del lenguaje, para los
que resulta imposible abarcar todos los enfoques posibles.

Este cambio de perspectiva se da por dos razones:

“…la normalización de la situación de ciertos paradigmas (que


hacía ya innecesarias las proclamas ideológicas) y la confluencia de
ellos en ciertos aspectos relativamente externos, como por
ejemplo el que más allá de notables diferencias de objetivos, todos
seamos moderadamente lexicistas.” (p. XXVIII)

Con respecto a la norma, los autores afirman que

47
“…esta no es una gramática normativa, ni directa, ni
indirectamente. De hecho se han evitado siempre las actitudes de
censura o estigmatización hacia los usos sintácticos considerados
‘no cultos’ o ‘menos cultos’.” (p. XXIX)

Evidentemente se hace difícil, ante la diversidad de autores y enfoques, establecer una


única norma; el problema es, pues, metodológico. Habría en todo caso que establecer la
norma capítulo por capítulo y a partir de ahí ver qué conclusiones se pueden sacar.

4.3.8. “Nueva Gramática de la Lengua Española”, RAE (inédita)

Como aclaré en el apartado sobre metodología del presente trabajo, no cuento con el
prólogo de esta gramática aún inédita. Lo que voy a analizar es un folleto (entregado
durante la presentación de esta gramática en la sede de la Academia Nacional de Letras de
Uruguay el 26 de abril de 2006). La “Nueva Gramática” fue lanzada oficialmente en el XIII
Congreso de la Asociación de Academias y se espera su publicación en el correr del año
2008.

En el folleto que lleva por título “Nueva gramática de la lengua española” se indican los
aspectos fundamentales de la obra según los siguientes apartados: antecedentes y
presentación, objetivos, carácter, ejemplificación, estructura y contenidos, versiones,
destinatarios, publicación, patrocinios y colaboradores.

Entre los antecedentes se cita la Gramática de 1931 y el Esbozo de 1973 y se reseña el


origen de la actual, que surge a partir de una propuesta de la Academia Chilena durante el
XI Congreso de Academias de la Lengua Española en 1998. En esa oportunidad se acordó
que la futura gramática fuera descriptiva y normativa y que prestara especial atención al
español de América. Así surge esta propuesta que, al igual que la Gramática Descriptiva de
1999, será una obra colectiva y reconocerá que el español no posee una única norma de
corrección sino que ésta tiene carácter policéntrico. Como en la obra de 1999, el
coordinador general es Ignacio Bosque.

48
Esta obra incorpora novedades técnicas como la edición de un DVD que complementará los
capítulos referidos a Fonética y Fonología. También se editará un Compendio dirigido al
público en general que buscará cumplir una labor social y educativa al servicio de todos los
hablantes de español.

Nuevamente la Academia acude a autores que ya habían publicado sus propias obras para
crear una nueva edición de su gramática. Así como en 1771 lo hizo con Nebrija y Correas,
en 1854 con Salvá y Bello, en 1973 con Gili Gaya y Fernández Ramírez, ahora le toca el
turno a Ignacio Bosque, quien es el responsable de coordinar un proyecto de similares
características al de su Gramática descriptiva de la lengua española.

La Nueva gramática de la lengua española, tal como se sostenía en el prólogo del Esbozo,
integra el aporte de todas las Academias de la Lengua Española. A medida que se
elaboraron los artículos, se enviaron copias a las Academias correspondientes para que
aportaran opiniones y completaran las omisiones.

En el folleto consta que será una gramática normativa y descriptiva y que prestará especial
atención al español de América siguiendo la política lingüística “panhispánica” de la RAE.

Es, al igual que la gramática de Bosque y Demonte, una obra colectiva que

“…presenta un mapa de la unidad y de la variedad del español en el


ámbito de la gramática” (p. 1)

Con respecto a la variación lingüística se apunta que quedará de manifiesto que no existe
una única norma de corrección sino que ésta tiene carácter policéntrico. Se propone además
registrar las variantes conversacionales de la lengua no estándar “siempre que estén bien
documentadas” (p. 1)

Entre sus objetivos se afirma que proporcionará

49
“…respuesta a posibles dudas sobre cuestiones normativas 19 ,
haciendo compatibles las referencias necesarias a los registros
lingüísticos, las variantes dialectales y las normas locales con la
descripción de la lengua culta común del español general.” (p. 2)

Existe pues una idea de “norma culta”, de un “español general” que puede actuar como una
especie de supranorma con la que se comparará el resto de las variedades.

La cuestión de la norma llega hasta el siglo XXI. Las gramáticas del español finalmente
asumen el problema de su tratamiento desdibujando sus límites a través del planteamiento
de una “obra colectiva” y dificultando su análisis y definición.

5. Conclusiones.

Las gramáticas son uno de los instrumentos más significativos en el diseño de políticas
lingüísticas. Actúan en la construcción de una lengua estándar desde la infancia, a través de
la mediación de la escuela, y también son una puerta de acceso para la lengua y cultura de
los estudiantes de español como lengua extranjera.

Son el referente de la norma lingüística y se espera que todos los usuarios de lengua la
respeten para ser considerados buenos hablantes, requisito que en los discursos
hegemónicos aparece como importante para acceder al estatus de “buenos ciudadanos”.

Desde el comienzo con Nebrija y Villalón las gramáticas de las lenguas romances fueron
utilizadas como elementos constitutivos de la nacionalidad de los estados europeos, así
como ya lo habían sido en la consolidación de las civilizaciones griega y latina. Las
referencias al griego, el latín y el hebreo están presentes en varias gramáticas
preacadémicas y son recogidas por la primera gramática de la RAE en 1771.

19
En negritas en el original.

50
El romance español surgió a la sombra del latín y, mientras se construía la nación española,
los gramáticos hacían sus mayores esfuerzos por establecer una norma natural y única que
separaba el castellano de la lengua latina. El proceso fue lento, comenzó con Nebrija en el
siglo XV y aún en el siglo XIX con Bello se observan discursos que apuntan a la
diferenciación.

El latín amenazaba desde el pasado pero también surgieron movimientos humanistas que se
inspiraban en la antigüedad latina y sus autores. La influencia de otras lenguas romances en
Salvá, por ejemplo, lejos de ser considerada un elemento enriquecedor, se veía como una
amenaza a la lengua española y por extensión, también a la nación.

De todas formas, con la expansión de España en los territorios colonizados la variedad


castellana alcanzó una distribución mundial formidable, con lazos identitarios muy fuertes.
El español llegó a América y se construyó una comunidad hispanohablante que en mayor o
menor medida siempre estuvo muy ligada a España. Y justamente la lengua fue uno de los
elementos que más claramente mostró la cohesión entre ambos mundos.

La norma lingüística dejó de ser vista como algo natural de la lengua, un estado al que
había que llegar a fuerza de estudiarla en detenimiento y aparece la idea de que hay formas
correctas e incorrectas de hablar y escribir la lengua. La forma correcta es la que
promueven algunos escritores (nombrados incluso en algunas gramáticas de la RAE), por lo
cual la gramática debe describir ese tipo de variedad y jerarquizarla. Es cuestionable, en
este sentido, cuando Barros (2005) sostiene (cf. 2.3.2) que las gramáticas basadas en el uso
pierden su carácter normativo. En mi opinión cualquier descripción de un tipo de variedad
excluye a otras y esa exclusión es más evidente cuando la variedad descrita es la de un
selecto grupo de escritores.

Con la independencia de los estados americanos, la norma lingüística se adecua al uso, pues
el español continuaba su desarrollo en América por caminos distintos a los peninsulares. La
idea de una norma única ya caduca, afianzaba desde España (aunque en Bello también

51
desde América) una norma prescriptiva que buscó unificar una lengua que cada vez se
volvía más heterogénea, tarea en que la RAE jugó (y aún hoy juega) un rol fundamental.

Surgen también las repercusiones de los estudios de gramática comparada, que eran vistos
como ajenos a los estudios gramaticales. La gramática debía alejarse de la corriente
“metafísica” e “ideológica” que confundía e incluso podía llevar a la decadencia a las
naciones. Podemos decir que los gramáticos, y en especial las gramáticas académicas, se
mostraron como claramente conservadores frente a estas corrientes que, de alguna manera,
eran el nacimiento de lo que en el siglo siguiente se podría denominar la “crisis de las
gramáticas”.

Ya en el siglo XX, la lingüística se consagró como ciencia y la gran cantidad de estudios


sobre la lengua no pudo ser incorporada en los trabajos de gramáticos e instituciones
normativas que durante siglos se comportaron como dueñas de una única verdad frente a la
lengua.

Los modelos prescriptivos fueron vistos como políticamente incorrectos y comenzó así con
Gili Gaya y Fernández Ramírez la búsqueda de una norma interna a la lengua y no
respaldada en cuestiones estimativas. Surgieron, así, las gramáticas “científicas” o
“descriptivas” que evitaban establecer una única norma y jerarquizar algunas variedades
frente a otras, pero los hechos mostraron la dificultad de esta idea. El trabajo inconcluso de
Fernández Ramírez es un ejemplo paradigmático en ese sentido.

Ya en la segunda mitad del siglo XX, la hiperespecialización en la lingüística convirtió la


tarea de elaborar una gramática en un trabajo imposible de llevar a cabo por un solo autor.
Surgen entonces con Bosque y Demonte las gramáticas colectivas, con diferentes enfoques
que buscan abarcar diferentes posturas teóricas y normas lingüísticas. La visualización de
una norma de corrección única se hace dificultosa en estos trabajos que intentan integrar
una disciplina fragmentada.

52
Comienza la integración de los diferentes abordajes teóricos sobre la lengua, teorías que
décadas atrás se veían como irreconciliables confluyen en las gramáticas colectivas y
brindan un abanico de enfoques integrador. De estos trabajos, no surge claramente una
única norma. En los discursos contenidos en los prólogos se busca renunciar a todo lo
valorativo y se hace hincapié en respetar las variedades que antes eran estigmatizadas.
Aunque todavía hay lamentos de la poca atención que se presta al español americano y a los
registros no cultos, el tópico de la diversidad ocupa un lugar preponderante en el discurso
actual sobre el español.

53
6. Bibliografía

6.1 Corpus
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7. Anexo: prólogos de las gramáticas consultadas

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