Professional Documents
Culture Documents
Tomaste de la Mano
Por
Nao
Capítulo I
Corazón confundido.
Capítulo II
Los besos que nos dimos.
No pasaron dos días cuando me confesaste que morías por besarme esa
noche en la fiesta. Me he quedado muda, no sabía qué contestarte, pero te dije
que yo deseaba lo mismo esa noche. Me preguntaste que por qué no lo había
hecho y yo solo te respondí ''no pude hacerlo" te hice la misma pregunta y
dijiste lo mismo. Por alguna extraña razón teníamos el mismo problema. No
dejamos de escribirnos ni un solo día después de esa conversación. Ambos
esperábamos que alguno de los dos diera el primer paso, pero no lo hacíamos.
Ya me cansaba de eso. Quería besarte, pero cuando te tenía en frente y tus
manos me rozaban, me paralizaba del miedo. Me enojaba conmigo misma
porque no soy así, eres tú quien causa este nuevo efecto en mí.
Hoy te veía de nuevo, hemos cambiado nuestra rutina. Nos vemos un poco
más seguido, me regalas dulces y me haces reír más de lo normal. Me gusta
cuando me duele la panza de tanto reír, pero más me gustas tú...
Sí, me gustas.
Pero aún no pienso decírtelo a la cara. Te veías lindo, tu altura es perfecta
para abrazarte. Ser pequeña es algo agradable cuando estoy contigo. Antes de
salir, reuní todas mis fuerzas para que hoy nos besáramos y estoy aquí al lado
de ti, mirando como ríes, mirando tus labios que hoy me llaman más que
nunca. Hemos tenido un día extraordinario y un beso puede arruinarlo todo si
es que a ti no te gusta como beso. No soy experta, pero corro el riesgo de que
pienses que te hayas equivocado conmigo.
Hoy no te besé, me fui con la cabeza agachada para que no me vieras algo
triste. Tu rostro mostraba confusión, pero no pregunté nada. Era hora de irme
y lo hice.
Sentada en mi sofá respondo tus mensajes. Un suspiro se me ha escapado
¡que frustrante todo esto! Me desordenaste la vida, me volviste todo un
desastre y aun así te quiero...
Capítulo III
Cita con tus besos.
Capítulo IV
Algunos besos que nos dimos.
Capítulo V
25/12
Capítulo VI
Axel.
A veces me pregunto ¿Por qué las personas no vieron lo especial que eres?
...
Te vi sonreír a la hora del almuerzo, que sonido tan bonito, fue música para
mis oídos. Tus manos son perfectas para consolar, para amar...tus ojos color
café fueron hechos para brillar en medio de un beso. A veces te preguntarás
¿Qué estoy haciendo? Y lo peor de todo es que yo no lo sé. Me haces querer
más de eso que me prohibía a mí misma. Te siento en todas partes, en las
ausencias, en el recuerdo, en cada parte de mi cuerpo. Cuando tu luz ilumina
la oscuridad que en ocasiones me invade, sé que a tu lado debo estar. Quererte
se ha vuelto mi secreto más grande, aunque trate de ocultarlo, mis ojos brillan
en tu presencia y debes imaginarte que causas algo en mí. Me vuelvo cristal,
transparente a la hora de conversar y sobre todo me vuelvo una tonta. Sí, una
tonta porque me transformas de una manera donde tú eres el artista que le da
forma a mi ser.
No me había dado la oportunidad de mirar a alguien fijamente, no por el
miedo de hacerlo, sino por temor de descubrir que esos mínimos detalles me
atraparan...
Y así fue, te miré sin decir nada, te observé cantar y disfruté de tus
canciones. Observé cada detalle de tu rostro, mínimas marcas se
pronunciaban cuando sonreías, tus pestañas son la combinación perfecta con el
tono de sus ojos. Tus labios, algo que no tiene definición, sólo sé que se
complementan con los míos. Y lo supe, todo de Axel me gustaba y ya no había
vuelta atrás, me comenzaba a enamorar.
Axel, su nombre era perfecto para él a pesar de que existen otros llamados
así, él se volvía único cuando mis ojos lo miraban. Él era especial...
Capítulo VII
01/01: Malas decisiones.
Capítulo VIII
Pasan los días.
Capítulo IX
Celos.
Capítulo XI
Algo diferente.
Capítulo XII
Hay personas...
He escuchado decir que cada persona nace para quedarse en unos ojos.
Que alguien está destinado a nosotros e incluso cuando no buscamos a nadie.
Y yo creo en eso, aun cuando mi papel en estos momentos es ser un témpano
de hielo. Te encontré, en un momento de caos, de inseguridad, de decepciones
y aunque sé que eres la persona indicada, yo debo protegerte. Debo ser la que
te abriga sin ser tu abrigo, ser la señal de tránsito que impide un accidente,
debo ser quien tome las decisiones para verte feliz, aunque tengas que partir.
El café de mis mañanas se torna frío e insípido como lo es mi vida. Los
colores ya no brillan con intensidad, y la felicidad es algo opcional. No hay
peor dolor que perder a un amigo, ese alguien que siempre te acompañaba a
todos lados, que hacía que tus días brillarán un poquito más. Si cada persona
nace para quedarse en unos ojos, tú, quizás te quedaste en los de ella y yo aquí
plasmada en tus ojos color café...
Capítulo XIII
Dolor.
Capítulo XIV
Está con ella.
Capítulo XV
Sientes que te caes.
Capítulo XVII
Me voy.
Veo pasar las horas en mi celular, no tengo mensajes tuyos, sin llamadas.
Hoy todos se han olvidado de mí, supongo que hoy es mi día para estar en
soledad y darle paso a la melancolía. No he pegado un ojo en toda la noche,
ver que estás con alguien más duele. Extraño esos días donde lo único que
dolía eran las rodillas cuando por accidente tocabas el piso, donde mamá
llegaba y te consolaba. Hoy sólo debo enfrentar el dolor sola, es mi batalla
porque nadie dejó que entraras en mi mundo, todo es mi culpa.
supongo que no tienes nada que decirme, que ya no paso por tu mente, que
estás realmente ocupado con tu chica. Duele saber que no levantas el celular
para saber cómo amanecí, pero claro, yo no soy tu prioridad y lo entiendo.
Después de tanto tiempo mi corazón vuelve a sentir y me siento estúpida. Esto
es lo que pasa cuando no frenas a las personas cuando te están conociendo,
pasa cuando la otra persona comienza a romper esa barrera que tanto nos costó
construir para no estar como lo estoy hoy. No sé cómo describir mi estado
emocional en estos momentos, quizás algo deprimida o algo enojada con todo
lo que me rodea.
Casi cae el crepúsculo y yo sigo acostada mirando el techo,
preguntándome ¿Cómo pude enamorarme de ti? ¿Cómo no pude ser valiente y
seguir a mi estúpido corazón? y luego lo recuerdo, intentaba protegerte y sin
pensarlo me hice daño a mí misma. Vuelvo a mirar mi celular y ni un mensaje
de texto tengo. Decidida a cambiar mi estado de ánimo cueste lo que cueste,
me levanto de mi cama. Una ducha rápida y ropa muy linda, cuando me vestía
de esta manera siempre me sentía mejor. Tomé mi celular e ignorando el hecho
de que no tenía ningún mensaje, llamé a mis amigos más cercanos. En menos
de una hora me reuniré con ellos en la casa de Fer. Practicaba en frente del
espejo una media sonrisa, la cual pudiera utilizar delante de mis amigos, pero
mis ojos mostraban mi verdadero yo.
Camino a casa de Fer junto con Camilo, José, John y Vanessa, mi estado de
ánimo seguía por el piso, tu noticia si me había golpeado más de lo que un día
me imaginé. Ellos reían por un mal chiste de Camilo, intentaba entrar en su
burbuja de diversión, pero no estaba con ellos completamente. Mi mente
viajaba a otros lugares donde estabas tú, en ocasiones sacudo mi cabeza para
sacarte de ahí, pero de alguna manera vuelves aparecer, por un simple
comentario o por un recuerdo que vaga en mi mente.
Para sorpresa de todos no sería una reunión sencilla, como esperábamos en
casa de Fer. Pues al llegar a su casa la música salía de todos lados. Al parecer
organizó una fiesta. Camilo, José y John sonrieron. Vanessa se miró de arriba
abajo y comenzó a quejarse de que no estaba bien vestida, y que mataría a Fer
por no avisarle antes. ¡Genial! una fiesta, era lo que me faltaba en el día de
hoy, me dije para mis adentros. Coloqué los ojos en blanco. Las chicas,
amigas de Fer, me miraban más de lo normal ¿Qué? ¿Tengo un moco en la
cara, o parezco un zombi? seguí a los chicos hasta el área de la cocina. Fer
tenía su mano en la cintura de una chica que creo que la he visto en otro lugar,
pero no recuerdo bien el sitio. Fer se encuentra con mi mirada y camina hacia
mí.
—Estás bellísima— dijo con una sonrisa en el rostro.
¿A éste que le pasa?
—Aquella chica—le indiqué con la mirada—. No me ha matado con la
mirada porque simplemente no puede. Pero sé que se está reventando de celos
porque tu atención está colocada en mí. Deberías estar con ella como lo
estabas hace menos de un segundo.
Seguí caminando, y después de dar tantas vueltas por la casa decidí
sentarme en la acera de enfrente.
Busco puertas para alejarme de ti, inventarme un camino para seguir.
Quiero tiempo para mí, escucharme en el silencio y poder dejarte ir. La
soledad gano la guerra. No me hundiré jamás, no caminaré hacia el abismo.
Hoy, quiero curarme con el tiempo, escaparme de aquí, renunciar a ti, aceptar
de que no eres para mí. Quisiera continuar, pero me cuesta cambiar lo que
siento y dejarte de amar.
Sólo me queda el dolor flotando en el silencio y ya no hay más palabras
para decir, lo que un día nos unió, hoy ya no está. El destino decidió una vez
más, y a poco tiempo de aceptar de que eras para mí, no tengo tu amor. Estaba
a punto de ir a buscarte y entregar mi corazón... No es fácil aceptar que ya no
regresarás. Cómo me duele recordar que ya no estás, ya no puedo mencionar
tu nombre sabiendo que no estás aquí.
Esta noche lo entendí, estoy perdida y yo ya no lo puedo resistir. Ya es
tarde y aunque muero por volver, me voy.
Capítulo XVIII
No hay más que decir.
Anoche te soñé y ya no sé qué hacer conmigo. Tal vez, no quise ver que en
ti es donde encontré el sol. Siempre fui esclava de la libertad, y hasta que
apareciste por ahí, poco a poco comencé a aterrizar en tu suelo. Descubrí mi fe
en tu ilusión. Mi alma reconoció tu voz y así se fue detrás mi corazón. Te
volviste indispensable para mí y si busqué dolor lo conseguí. Sueño con tu
sonrisa, con tus abrazos y te vuelvo a querer. Quiero despertar y darte mi amor
de verdad, estoy cansada de imaginar. En el fondo de este corazón herido, oigo
una voz que me dice que todo estará bien. No hay más que decir, estoy
enamorada de ti...
Capítulo XIX
Promesa.
Es fin de semana, y mis amigos han salido sin mí. Preferí quedarme en
casa o caminar en el parque que ir a una fiesta, donde lo único que haré es
mirar a mi alrededor porque hasta he dejado de bailar. Mi estado de ánimo no
ha cambiado desde que vi tu perfil, ya no sé qué hacer para estar un poquito
más alegre, más feliz...
La brisa rosa mi rostro y se siente fría, en el parque niños juegan y ríen.
Ellos no saben que es un corazón roto, pero lo sabrán y siento lástima por ellos
aunque es algo que a todos nos llega en su momento, pero por los momentos
disfrutan de la sencillez de la niñez. Miro hacia atrás y veo que el tiempo no
se recupera jamás, seco mis lágrimas y olvido todo lo que me dañó. Necesito
tiempo, pero te quiero en mi presente y de repente recuerdo esa promesa que
hace un año me hiciste, recuerdo que iba en el autobús de camino al instituto y
te dije que todos en algún momento se van, que cada quien escoge su camino y
dejo de existir en la vida de ellos. Me encantó tu respuesta: "te prometo que
nunca me iré" recuerdo la fecha porque la anote en la parte trasera de mi
cuaderno de matemáticas "12/02".
Miré el cielo, que hoy se encontraba lleno de estrellas y tomé una profunda
respiración. Tenía que arreglar las cosas contigo, necesitaba volver a tener a
ese amigo que en su momento tuve. Siempre estuve para ti ¿Por qué no lo
puedo hacer ahora? dejé a un lado los sentimientos y cumpliré con el papel de
amiga incondicional que prometí ser contigo.
Al llegar a casa, abrí tu bandeja de mensaje, no sabía que escribirte así que
solo te coloqué "Hola". Mi corazón latía de una manera que comenzaba a
odiar. No tardaste en responder. Te dije que te extrañaba y que aceptaba el
hecho de que estuvieras con ella, mientras respondías mis mensajes, más
tranquila me sentía, aunque sabía que no eran igual a los demás, pero era un
comienzo. De repente me sentí feliz, siempre quisiste estar con ella y hoy lo
tenías, tengo que apoyarte, me ofrecí para ayudarte a seguir conquistándola.
Que masoquista me había vuelto por ti. Pero prefería esto a perder nuestra
amistad, que para mí era la más bonita y sincera que había encontrado desde
que llegué a la secundaria. La idea de que no estuvieras en mi cumpleaños
número 18 me enloquecía, o que no podamos estar en el mismo lugar, o
disfrutar juntos en nuestra graduación, era algo triste.
Dijiste que no querías hablar de "W" conmigo y no insistí más, no sabía
por qué no querías hablar de tu novia. A pesar de que hablamos un buen rato e
intentamos mejorar las cosas no te sentía en cada palabra. Estabas en otro
lugar...
Capítulo XX
Te fuiste.
Aún me costaba aceptar que estabas con "W", pero sonreía cuando estaba
contigo, aún cuando moría por dentro. No quería que me vieras mal. Cuando
estábamos en el mismo lugar, resultaba incómodo por más que intentara llevar
las cosas como antes. Un día nuestras manos quedaron juntas y las separaste.
Mi corazón murió un segundo, pero era obvio estabas con "W" y debía
aceptarlo.
Eran días de esos donde los del último año se enfocaban en su proyecto de
investigación, para tesis. Días estresantes para mí pero aún así, no salías de mi
mente. Siempre te escribía, estaba pendiente de ti, deseaba escribirte las 24
horas del día pero tenía que darte tu espacio, para que estuvieras con "W". Ella
era tu prioridad.
Al salir del instituto, decidimos junto con nuestros amigos sentarnos a
charlar en una plaza, se veía el mar. Sí, que afortunados éramos, nuestro
instituto quedaba cerca de la playa. Nuestros amigos jugaron fútbol, pero tú te
quedaste conmigo. Se sentía mal estar cerca de ti, era como estar cerca pero a
la vez tan lejos. Me quemaba por dentro, quería besarte, moría por besarte
pero no podía y eso me enloquecía. Nuestros amigos poco a poco se fueron y
quedamos sólo nosotros. Me confesaste que no sabías que hacer, que "W" era
muy distante a la hora de un beso o de un simple abrazo. Me moría por dentro,
yo no te trataría de esa manera. Quería darte amor, porque tú lo mereces. Me
reclamaste lo de "buenos amigos" que te había hecho pedazos. Al parecer a los
dos esa decisión nos dejó por el piso y nos cambió todo. Dijiste que debido a
eso volviste a voltear la mirada hacia "W". Sí, lo sé, todo fue mi culpa, aunque
no fuiste realmente sincero con lo que sentías, pero te entiendo, fue por todo lo
que pasaste y no querías volver a pasar.
Seguía mirándote hablar y las ganas de besarte me comían por dentro, es el
peor castigo. Me preguntaste ¿Qué pasa? y te respondí que deseaba besarte,
para mi sorpresa tú también querías... Era hora de despedirme y me ardía la
garganta por ese beso que moría por darte "Está con ella” me recordaba mi
subconsciente. Intenté besarte y me rechazaste, sentí mi mundo caerse en
pedazos, me regañé a mí misma por haber hecho eso. Me sentía estúpida.
Quería llorar, quería estar lejos de ti, ya no quería ningún beso, sólo quería
estar sola...y te pedí que te marcharas, te despediste con un simple beso en la
mejilla mientras mi mirada estaba perdida. Te fuiste.
Capítulo XXI
Hospital.
Capítulo XXII
Invitación.
Han pasado una semana desde que a mi madre le dieron de alta del
hospital. Desde la cocina la escucho reír en la sala de estar, junto a sus amigas,
siempre se reúnen una vez a la semana para tomar café y charlar un rato. Tomo
un sorbo de mi chocolate caliente y termino mis galletas. Escucho a mamá
pronunciar mi nombre, me coloco rígida y presto atención.
—Melissa, ya tiene veinticinco y no ha encontrado quien la enamore y la
haga feliz...
—Así como lo fuiste con Axel—Dijo alguien que al parecer era la señora
Daniela.
Se produjo un breve silencio y comencé a preocuparme por la salud
emocional de mamá. Decidida a ir e interrumpir la pequeña reunión escucho a
mi madre.
—Sí... Así como fue ese amor, lo quiero para ella. Sé que la haría feliz
encontrar a alguien con el que pueda soñar.
¡Ahg! Mi madre y sus cosas, estoy soltera porque no siento que nadie
encaje conmigo no porque yo quiera. Sólo me tomo mi tiempo, pero a veces
siento que mi madre quiere correr cuando se trata de mi vida amorosa. No
quiero seguir escuchando su conversación y subo a mi habitación. Escucho mi
bandeja de mensajes de mi portátil y reviso que puede ser. Tengo un email.
"Asunto: Enloquecido.
De: Santiago.
Melissa, buenas noches, espero no estar interrumpiendo nada importante.
El asunto es el siguiente: Necesitamos vernos y aclarar un asunto que nos
conviene a ambos por nuestros padres, en este caso tu mamá, (que espero que
se haya recuperado) y mi padre Axel. Permítame invitarla a almorzar el día de
mañana en 'House Italia’. Espero su respuesta. "
Mi corazón se ha detenido. ¿Axel? ¿Volvió a la vida de mi madre? No
puedo decirle esta noticia, no por ahora. Respondo el email aceptando la
invitación, pero no obtuve un email de vuelta. "House Italia" es un restaurante
costoso que posee cinco estrellas por su exquisita comida, nunca he tenido la
oportunidad de asistir y no tengo ni la menor idea de que usar. Después le pido
ayuda a mi hermana.
A la mañana siguiente el sol me fastidia en el rostro. Me colocó la sábana
encima y tengo fastidio de levantarme, pero recuerdo que hoy me reúno con
Santiago. Bajo a desayunar y todos están en la cocina. Luisa y Adam están
desayunando. Mi madre tomaba café. Edward se despide de Emily porque se
iba a su trabajo, y ella muy sonriente le decía que tuviera un buen día. Me
senté con mis sobrinos. Luego de que Edward saliera por la gran puerta, dije
sin mucho entusiasmo que iba a salir almorzar con unos amigos. Mi madre y
Emily se vieron las caras, ya que es algo muy poco usual que diga esa frase.
—¿Puedes ayudarme? No sé qué colocarme para ir a House Italia.
Emily abrió los ojos como platos.
—¿House Italia? —preguntó.
Asentí ligeramente
—¡Oh dios mío! Vas a ir a House Italia—Volvió a decir—. ¿Con quién?
¿Qué amigos? Ese lugar es hermoso, recuerdo cuando Edward me pidió
matrimonio...
—No empieces, ¿Me ayudarás o no?
—Por supuesto.
En el desayuno miraba mucho a mi madre, ella y yo nos parecemos un
poco, la única diferencia son esas arrugas que marcan en la orilla de sus labios
cuando sonríe. Me ofrezco para lavar los platos mientras mi pequeña y
perfecta hermana busca en su armario algo para mí. Miro el reloj de la pared, y
es hora de irme a bañar. Bajo el agua en la bañera, dejo que mi cuerpo se relaje
un poco. Cierro mis ojos y aspiro el olor a fresas, siento que me quedo
dormida cuando escucho a Emily tocar la puerta.
—Te vas a poner como una pasa, toda arrugada por estar en el agua mucho
tiempo. Sal, tengo que peinarte—Escucho como se retira de la puerta.
Sé que está un poco entusiasmada en darme un cambio de look, pero no
dejaré que exagere. Salgo del baño envuelta en las toallas y me dirijo a su
habitación.
—Muy bien, comencemos.
Llevamos aproximadamente una hora buscando algo que me quede bien, y
después de siete vestidos, lo encontramos. Es algo corto, con flores azules y
blancas. Me coloco mis tocones de plataforma blancos, Emily me retoca el
maquillaje y estoy lista. Antes de salir me dirijo a la habitación de mi madre
para despedirme, pero está dormida.
El trayecto hasta el restaurante no es más de treinta minutos. Busco con la
mirada un lugar donde pueda estacionar el auto y bajo de él. El sol está
brillando como nunca, es un bonito día. Coloco mi mejor sonrisa y camino
para entrar en House Italia. Un chico como de unos veinte años me sorprende
cuando abre la puerta de cristal por mí, lleva un uniforme rojo con negro muy
elegante, el uniforme del prestigioso lugar. Me dirijo a la recepción y le hago
saber a la chica rubia con nariz operada que me espera el Sr. Santiago. Me da
una mirada de arriba abajo y levanta la ceja.
—¿Tienes algún problema? —Pregunto.
—El Sr. Santiago espera a una joven de clase, no creo que seas tú.
Mi sangre comienza a hervir por todos lados.
—Sólo haz tu trabajo.
De mala gana la chica me dirige a la zona V.I.P y se acerca muy deprisa a
la última mesa del lugar.
—Disculpe la molestia, Sr. Santiago. Esta joven lo ha solicitado en la
recepción—Dice, la nariz de tucán.
Unos ojos color miel se posan sobre mí. Se levanta y se acerca un poco, es
hermoso. Trago con un poco de dificultad. El Sr. Santiago lleva una camisa de
vestir con su corbata negra que se ajusta a su pecho, es sorprendente lo grande
y corpulento que es.
—Te estaba esperando—Toma mi mano y deposita un frágil beso—. Ya
puedes retirarte, muchas gracias, Jessica.
La nariz de tucán se gira con un gesto de sorpresa y desagrado. Quiero
darle un golpe en esa estúpida nariz.
—Lamento si te hice esperar. Es un placer Sr. Santiago—Le sonrío en
forma educada.
—¡Oh no!, por favor nada de señor. Sólo tengo veinticinco años, llámame
Santiago solamente. Ven, toma asiento ¿Tienes hambre? —Pregunta mientras
me ayuda con mi silla.
—Sólo un poco.
Hace un gesto con la mano y un mesonero se acerca.
—Quiero el mejor vino que tengas—Me mira—. ¿Qué deseas comer?
—No lo sé—Me encojo de hombros avergonzada.
—¿Me permites ordenar por ti?
—Sí, por supuesto.
Mientras pide nuestra comida, siempre está sonriendo. El mesonero anota
en su pequeña libreta todo lo que Santiago le dice. Tomo un sorbo de agua,
porque por alguna extraña razón tengo mucha sed.
—¿Has tenido algún inconveniente para encontrarme? —Pregunta.
—Sólo una y fue en la recepción.
—¿Sí? ¿Qué hizo mal Jessica?
—Al parecer se conocen muy bien...
Él sonrió.
—Cuéntame de ese inconveniente, por favor.
—Dijo: "El Sr. Santiago espera a una joven de clase, no creo que seas tú".
Luego de terminar de decir eso me sentí mal, parezco una niña. Santiago
me mira con asombro mientras toma de su agua.
—No te preocupes, eres más de lo que dejé dicho en recepción.
Sentí como mis cachetes se encendían, comencé a rezar internamente que
no se notara que me hizo ruborizar.
Capítulo XXIII
Almuerzo.
La comida llegó y Santiago se hizo cargo del vino tinto. Ordenó una pasta
a la bolognesa y pidió panes recién sacados del horno.
—Espero te guste—Dice sonriendo.
Doy un primer bocado y está delicioso. Santiago comienza a comer sin
apartar su mirada de mí.
—¿Cómo has encontrado mi email?
—Tengo mis contactos—Él sonríe maliciosamente.
—¿Cómo te has enterado de mi madre?
—... Mi padre, siento que está perdiendo la cabeza por Ana. Todo comenzó
cuando su mejor amiga, se comunicó con él y le dijo que Ana estaba en el
hospital. Se fue de la casa sin avisarme y volvió a los tres días...
Sé que cuando dijo que su mejor amiga lo había llamado hablaba de "W".
—Mamá sufrió una ACV recientemente, pero está estable. ¿Dónde está
Axel?
—Debe estar por venir, dijo que quería verte. Cuando le comenté que había
contactado contigo se puso muy ansioso.
Conoceré a Axel, eso me emociona un poco. Quiero mucho más de esa
historia entre mi madre y él.
—Mi padre no tuvo un buen matrimonio con mi madre y se divorció, pero
siempre ha estado para mí. No me quejo, aunque hubiese querido que
estuviera cuando despertara cada mañana. Quiero ayudarlo a que encuentre lo
que busca, quiero que esté bien...—Su voz se fue apagando poco a poco—.
¿Deseas el postre?
—Sí, por favor.
El mesonero retira nuestros platos y entra en la cocina.
—¿Tu madre le ha hablado de mi padre?
—No, bueno no lo había hecho hasta que le pregunté. Cuando me dieron la
noticia que mamá se quedaba en el hospital varios días, decidí ir a buscar un
par de cosas para ella, en su armario encontré un diario donde sólo habla de él.
—¡Vaya...!
—Tuvo que significar mucho para ella...
—Para los dos—Dicen detrás de mí.
Me levanto por la sorpresa de que es el mismo señor que se encontraba en
una esquina aquella mañana en la panadería y luego en la recepción del
hospital. Mi corazón late a mil.
—¿Usted...?
—Discúlpame por mirarte aquel día en la panadería y en el hospital, pero...
Eres igual de hermosa que tu madre. Mucho gusto, es un placer. Mi nombre es
Axel Pirson—Estrecha su mano junto a la mía.
—Melissa—comencé a detallarlo mejor.
Santiago tiene mucho de él. Axel ha estado llorando, lo puedo notar en sus
ojos
—Sé toda la historia de usted con mi madre...
—¿Te la ha contado?
—La mayor parte la leí
Busqué en mi bolso el diario y lo deslicé por la mesa. Axel me mira de
manera extraña, no entiende nada
—Léalo en su casa.
—¿Cómo está ella? —Preguntó en un hilo de voz.
—Mucho mejor...
—Quiero que sepas que amé y sigo amando a tu madre. Me fui por
oportunidades de trabajo y nos alejamos creyendo que era lo mejor, me vi solo
en la gran ciudad, sin tener con quien hablar... pero cuando regresé tu madre se
había mudado y nadie sabía de ella. Era como si hubiese desaparecido. Busqué
y busqué, no obtenía nada, sólo soledad. Intenté comenzar mi nueva vida con
la madre de mi hijo, pero... Éramos más discusiones que otra cosa—Negó con
la cabeza—. Me enteré de que se encontraba mal de salud y comencé a
buscarla de nuevo, fui a cada hospital y clínica que hay en la cuidad y hasta
que te vi... Comenzaba a creer que me estaba volviendo loco porque veía a
Ana en ti. Ese día te vi salir del hospital y pregunté por Ana Hilson. Ahí
estaba...—Sonrío—. Quiero verla y disculparme.
Santiago permaneció callado junto a su padre. Me preocupa la salud de mi
madre, no está apta para situaciones de muchas emociones. Pero... Escucharla
hablar de Axel fue algo único, algo que nunca había sentido con mi madre
cuando hablaba de algo o alguien. Suspiro. Miro a Santiago y se encoje de
hombros.
—Si quieres verla... Yo te ayudo. Pero mi madre no puede recibir muchas
sorpresas por su condición, ¿De acuerdo?
Él solo asintió.
—Creo que ya es hora de irme...
—Te acompaño a la salida—Santiago se levanta.
—Eres una joven muy hermosa, fue un placer y te agradezco todo lo que
estás haciendo por mí—Axel se despide con un gesto de mano y una pequeña
sonrisa.
Mientras caminamos, Santiago y yo a la salida sentimos los ojos de la nariz
de tucán.
—Jessica—Dice Santiago—. Estás despedida por la falta de educación que
tuviste al recibir a Melissa.
Mis ojos se abren como platos, ¿Despedida? Jessica sale con lágrimas en
los ojos de la recepción.
—¡¿Tú... Eres... El dueño?!
—¡Eh, si! Todo este bello restaurante me pertenece—Él sólo sonríe.
Vaya, estoy con un chico guapo y millonario. Me siento tan poca cosa. No
tengo nada, en cambio él lo tiene todo.
—¿Cuál es tu auto?
Señalo mi auto con el debo.
—Gracias por la comida, fue muy agradable—Dije.
—Cuando gustes venir, eres invitada.
Como todo un caballero me acompañó al auto y esperó a que estuviera
adentro de él para cerrar la puerta. Se despidió con la mano y sonrió.
Capítulo XXIV
Reencuentro.
Desde el encuentro con Santiago y Axel, han pasado dos semanas. Desde
ese día, Santiago me ha estado escribiendo, es muy atento y dulce. Pero nos
enfocamos en nuestro plan para volver a unir a mi madre y Axel. La otra
noche vi por la ventana de mi habitación a Axel y tuve que bajar corriendo a
decirle que se fuera que ese no era el día adecuado. Casualmente ese día a mi
madre se sentía mal. Santiago consiguió mi número y ahora me llama varias
veces por la salud de mi madre, para saber si comí, si estoy bien o si tengo
nuevas ideas del encuentro. Hoy es el cumpleaños de mi madre y decidimos
que fuese este día. Mi hermana ha organizado la mitad de la reunión y yo la
otra mitad, me tocó el pastel, los invitados y la mesa de dulces.
A sólo minutos para esa gran celebración. Me encuentro algo emocionada
y nerviosa, no sé la reacción de mi madre con esta situación. Mamá está en la
peluquería junto con Emily, mientras Edward y yo decoramos el jardín con
sillas y mesas a juego. Mis sobrinos le hacen la vida imposible a su padre y me
causa mucha risa.
—Vamos a cocinar pequeños traviesos—Le digo a los niños—. Encárgate
de lo demás, por favor.
Edward pronuncia un gracias y camino a la cocina. Los niños me ayudan
con pasarme los ingredientes, es algo que los distrae. Ya en el horno, el pollo
huele divino. Le ordeno a los niños que vayan a bañarse antes de comer.
—Todo está listo—Dice Edward.
—Perfecto. Comemos y sólo hay que esperar que comience la fiesta.
**
Me he quedado dormida toda la tarde y ya el cielo se ha oscurecido,
escucho música y me asomo desde mi ventana, están comenzando a llegar los
invitados. "Tengo que bañarme", me digo a mi misma. Esta vez usé esencia de
vainilla para la bañera. Estoy muy nerviosa, quizás mi madre me asesine o me
eche de la casa...
En mi cama, el vestido negro que compré el sábado cuando fui al centro
comercial, se encuentra extendido. Es un vestido de coctel, corto pero
elegante. Los zapatos de tacón brillantes están en su caja. Hoy volvería a ver a
Santiago, y una pequeña parte de mí estaba contenta por eso, la otra parte se
escondía de los nervios. Ya lista, suspiro antes de bajar al jardín con los demás
invitados.
—Hola, mamá, feliz cumpleaños—Le entrego una pequeña caja que
contiene un dije con la inicial de su nombre—. Te amo, siempre ten en mente
que quiero hacerte feliz...—tragué con fuerza.
Estoy muerta, lo sé.
—Gracias mi niña, te amo mucho más. Soy la persona que más te quiere
mi niña—Me da un beso en la frente.
Todos quieren felicitar a mi madre y les doy paso, ella está muy sonriente
hoy y espero no arruinar eso. Mi corazón no deja de latir muy fuerte. Mi
hermana me felicitó por mi buen trabajo con la mesa de dulces y el pastel.
Decido ir a la cocina y comienzan a llegar mis tías, me dicen que me veo muy
guapa pero siempre terminan criticándome la vida. Olvidé mi celular en la
habitación y subo por él. En mi habitación se encuentra Santiago. Me detengo
confundida.
—¿Quién te dejó pasar?
—La puerta principal estaba abierta y comencé a buscarte hasta... Que caí
en tu habitación, creo. ¿Es tu habitación verdad?
—Sí.
—Me gustan tus peluches en la cama, ¿Ellos te hacen compañía?
—En ocasiones...
—Cierra la puerta por favor—Me ordena.
—¿Dónde está Axel? —pregunto.
—Está sentado en el auto esperando tu señal, está muy ansioso y nervioso.
Más de la cuenta—Dijo acercándose—. Te ves muy hermosa esta noche,
Melissa.
—Gracias, igual tú.
—Tengo algo que hacer antes de seguir con mi plan, ¿Me permites?
—¿Qué quieres hacer?
—Besarte.
Mi corazón se detuvo y comenzó a latir más rápido de lo habitual.
—Bésame.
Santiago se acercó a mí con fuerza y deseo. Me sostuvo el rostro con sus
manos y terminó con un tierno beso. Mi corazón se saldría de mi pecho en
cualquier momento cuando nuestras frentes quedaron juntas y nuestros
cuerpos pedían un poco de aire.
—Ya es hora de unirlos...
—Hagámonoslo—Dije tomándolo de la mano—. Ve a buscar a tu padre y
llévalo al despacho de mi madre, es la puerta que está al frente de la sala de
estar, te espero ahí en 15 minutos.
—De acuerdo, princesa.
Sus palabras me hicieron sonreír y ruborizarme. Salimos de la habitación y
él se dirigió al estacionamiento; yo hacia el jardín, me costó un poco encontrar
a mi madre con todos los invitados moviéndose de un lado a otro, pero la vi,
estaba bailando con Edward. Él no sabe bailar, por lo tanto me dio gracia verlo
intentarlo.
—Mamá—Le toqué el hombro—¿Puedes venir un momento conmigo?
—Sólo si antes bailas conmigo —Sonreí.
Bailé con ella, no más de cinco minutos y la tomé de la mano sacándola de
la pista de baile.
—¿Por qué tan deprisa? —Preguntó.
—Tengo otro regalo que no puede esperar.
—No es necesario más regalos, hija.
Al frente del despacho miré a mi madre, se veía radiante. Esperaba no estar
cometiendo un error.
—Tenía que hacer esto mamá—Tomé la manilla de la puerta y la abrí.
La habitación estaba a oscuras ¿Será que no habían llegado aún? Busco
encender la luz y ellos están ahí, junto al escritorio. Mi madre aún no entiende
que sucede. cierro la puerta y todo es silencio. Axel se levanta de la silla y mi
madre me toma de la mano con fuerza. Esta es la parte donde debo estar
pendiente con la salud de mi madre. Puedo notar que mamá tiene ganas de
llorar.
—Perdóname Ana—Dijo Axel con lágrimas en los ojos—. Te busqué,
nunca supe más de ti...
Mamá no podía hablar. Sólo le dio un abrazo. Axel envolvió a mi madre
con una fuerza dulce, algo que era sólo de ellos. Miré a Santiago y le indiqué
que era hora de dejarlos solos.
—Todo ha salido bien—Santiago sonríe.
—Sí...
Una parte de mí estaba feliz porque a mi madre no le paso nada grave, lo
tomó de una manera que no pensé que pasaría, pero así eran las cosas, la vida
de muchas vueltas, te desvía del camino, te caes y te levantas y te vuelve a
colocar donde tienes que estar.
Capítulo XXV
Ana Hilson.