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2 Razones para creer

YVES MOUREAU

Razones para creer

Traducido por María Isabel Miralles

Obra original del Abbé Yves MOREAU,


Chrétien, quelles sont tes raisons de croire?
Éditions Résiac - F 53150 Montsûrs 1993

Fundación GRATIS DATE. Pamplona, 2001


Yves Moreau 3

Presentación

Cristianos, ¿qué razones tenéis para


creer? Sin embargo, no esperes demasiado
de la dialéctica. Harás mucho más por
«He preguntado a algunos cristia- Cristo y por los demás con tu oración
nos por qué tienen fe y no han podi- y tu forma de vida, siguiendo las hue-
do responderme. Y he pensado que llas del Maestro.
si no tienen respuestas para mí, tam-
poco las tendrán para sí mismos» (Un De esta forma toda tu vida y toda tu
alumno de 8º EGB) persona serán una respuesta a la inte-
rrogación de los que no creen, y quizá
«Estad siempre prestos a dar razón algún día tendrás la sorpresa y la dicha
de vuestra esperanza ante los que os de que un amigo te pregunte: «¿Dime,
preguntan» (1P 3,15) tú que eres un verdadero cristiano, en
qué razones fundamentas tu fe?»
«Dichosa tú que has creído» (Lc
1,45). Entonces, le abrirás tu alma y , al
mismo tiempo, entrarás en las suyas...
«Yo te alabo, Padre, Señor del cie- Y como un soplo sobre las brasas, ilu-
lo y de la tierra, porque ocultaste es- minarás su corazón y lo calentarás con
tas cosas a los sabios y entendidos y el fuego que arde en el tuyo.
las revelaste a los humildes» (Mt
11,25). María Isabel Miralles

Estas páginas, amigo lector, se han


escrito para que tengas la certeza de
que tu actitud de cristiano es verdade-
ramente razonable. Ellas pueden ayu-
darte a responder a los críticos y, al
mismo tiempo, a progresar en tu fe.
4 Razones para creer

I. LOS FUNDAMENTOS 1. ¿Por qué este folleto?

No es necesario para mantenerse en


pie conocer las leyes del equilibrio, ni
las de la dinámica para montar en bici.
Instintivamente, buscamos nuestro cen-
tro de gravedad y damos a los pedales,
un poco como Monsieur Jourdain, el
personaje de Molière, que escribía en
prosa sin saber el significado de esta
palabra.
Del mismo modo, no es necesario
que un creyente sepa explicar las ra-
zones de su fe para que ésta sea au-
téntica.
Pero en el clima actual de descon-
fianzas e incertidumbres, de liberalis-
mo doctrinal, de materialismo teórico
y práctico, el cristiano debe hacer in-
ventario de los puntos de apoyo y los
motivos esenciales de su fe. Así podrá
responder con justeza a las preguntas
que le formulen los no creyentes; y, al
mismo tiempo, podrá también interro-
garles sobre el sentido de su existencia
y sus razones para vivir.
Este diálogo debe abordar una re-
flexión sobre el mundo que vaya más
allá de las simples apariencias; debe
también aludir a la historia anunciando
el acontecimiento capital que es el ori-
gen de nuestra fe: la vida, la muerte y la
resurrección de Jesucristo. Si eludimos
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uno de estos elementos, corremos el Dentro de cada asunto, en el caso de


riesgo de encontrarnos ante una pre- un debate, la experiencia aconseja que
gunta sin respuesta o una respuesta sin se avance párrafo a párrafo, verifican-
pregunta. do lo que se comprende y aquello en
Las consideraciones que siguen no lo que se está de acuerdo. También será
tienen la pretensión de agotar el tema, útil ilustrar el texto con algunos ejem-
ni mucho menos de forzar al no cre- plos.
yente a aceptar el Evangelio. La fe es •«Buscad y encontraréis;
algo más complejo; no se construye llamad y se os abrirá» (Lc 11,9).
desde la inteligencia solamente, sino
que exige nuestra libre voluntad y un
don del cielo. Jesús ha dicho : «Nadie
viene a mí si mi Padre no le atrae» (Jn 2. ¿Hay diferencias entre
6,44). el hombre y el animal?
¿A quién van destinadas
estas reflexiones? No lo parece. Nace como el animal
Estas páginas pretenden ayudar al y, como el animal, muere. Necesita ali-
creyente que necesita coherencia y cla- mentarse como el animal y, como el ani-
ridad para verificar que su fe reposa mal , se reproduce.
sobre serias bases. Eso le permitirá un Sin embargo, los sabios han subra-
diálogo más fácil con sus hermanos no yado, desde la más alta antigüedad, los
creyentes, y le hará capaz de entender rasgos distintivos que separan al hom-
mejor las dificultades que tienen. bre del resto de los animales. La capa-
Aunque este pequeño estudio no está cidad de su cráneo, su postura ergui-
destinado a los no creyentes, puede da, la articulación del índice con el resto
descubrirles que, para un creyente, su de la mano, son características al ser-
fe, lejos de oponerse a la inteligencia, vicio de cierto poder que le permite
ilumina a ésta con una nueva luz. confeccionar útiles: de burda factura
Por otra parte, este texto dará más al principio, que se afinan y pulen con
fruto cuando en el corazón del no cre- el tiempo. Más aún, inventa utensilios
yente se vea complementado con el tes- para fabricar otras herramientas que le
timonio de los cristianos auténticos, faciliten su trabajo.
signos vivos de Dios vivo. El fuego, terror de la naturaleza, sólo
ha sido dominado por el hombre y
¿Cómo utilizarlo? puesto a su servicio. Pero no le ha sido
Para sacar el mejor partido a este in- suficiente la utilidad, también ha bus-
tento no es necesario estudiar todas las cado la belleza. Es admirable la sobrie-
cuestiones, pero sí es conveniente su- dad y el vigor de las pinturas rupestres
brayar que se exponen con cierto or- de Altamira o las curiosas alineaciones
den lógico. de menhires de Bretaña.
6 Razones para creer

Sólo él entierra a sus muertos, afir- Ciertamente, no todos los conoci-


mando así de algún modo, en el culto a mientos aparecen a nuestros ojos con
los que le precedieron, que no todo aca- la misma claridad. Así pues, nos cues-
ba con la muerte y que existe otra vida. ta saber quiénes somos. Nuestra inte-
«Una interesante experiencia permite ligencia es limitada: los seres guardan
poner al día la diferencia entre el instin- en parte su secreto y no se entregan a
to del animal y la inteligencia. Cuando nosotros sino a través de las relaciones
la abeja elabora el tapón de cera del que tienen entre ellos y con nosotros.
alveolo, sabe con precisión resolver los Pero tal conocimiento está lejos de
problemas que van surgiendo en su la- ser desdeñable. Aunque no llega al fon-
bor; pero si perforamos el fondo del do de las cosas y de las personas, nos
alveolo, la abeja continua incansable de- pone en comunicación real con su in-
positando miel en él. Una hora antes, timidad: el misterio del conocimiento
en pleno proceso de construcción, su nos remite al del amor. En hebreo un
instinto le hubiera permitido resolver el mismo término significa conocer y es-
problema pero ahora no. posar.
«Toda la diferencia entre instinto e in- Es interesante observar que así nos
teligencia esá ahí. El hombre sabe lo aproximamos a las conclusiones más
que hace y porque lo hace» ( J. Loew). recientes de la ciencia. En la actuali-
• «¿Qué es el hombre, para darle dad, los sabios confiesan que escapa a
poder?...Le diste el mando sobre su conocimiento la totalidad de la es-
las obras de tus manos, todo lo tructura íntima de la materia, pero, al
sometiste bajo sus pies» (Sal 8,5.7). mismo tiempo, reconocen –gracias al
juego de las estadísticas– las leyes que
nos descubren parcialmente su miste-
rio.
3. ¿El espíritu del hombre El hombre debe reconocer humilde-
puede alcanzar la verdad? mente los límites de la ciencia, pero se
equivocaría, y mucho, si en uno u otro
campo de realidades pusiera límites a
No lo parece: «no sabemos el todo la capacidad de su espíritu. Éste posee
de nada» (Pascal). Y la experiencia nos una complicidad y misteriosa relación
induce a dudar de todo. con los demás seres. Gracias a su inte-
ligencia, el hombre puede saborear una
Sin embargo, la duda es tan ajena a la de las mayores dichas de la vida: el gus-
naturaleza de nuestro espíritu que la to de la verdad en la percepción del
duda total nos es radicalmente impo- mundo real.
sible, porque ella afirma al menos una
certeza: “dudo”, sin contar las múlti- • «Yo he venido a dar testimonio
ples certezas que tenemos en la vida de la verdad... La verdad os
práctica. hará libres» (Jn 18, 37; 8,32).
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El espíritu no se descompone
La desaparición del cuerpo es con-
secuencia de su descomposición. La
4. ¿Es la muerte la sangre se derrama, la piel se deshace.
aniquilación del hombre? Pero la inteligencia es simple, consciente
e intangible. No es fácil entender cómo
pueda descomponerse y desaparecer.
Así pudiera creerse al contemplar la Además, nuestro espíritu domina el
descomposición de un cadáver. ¿Qué tiempo: la tabla de multiplicar es tan ver-
queda de él? «La rosa ha vivido el tiem- dad hoy como hace veinte siglos y
po de las rosas, apenas una mañana». como lo será el año que viene. Si esta-
mos habitados por una realidad que
Si la muerte es tan lógica para el hom- transciende y domina el tiempo ¿cómo
bre como la caída de los pétalos de podremos ser completamente domina-
una rosa, ¿de dónde ese horror instinti- dos y aniquilados por él el día de nues-
vo que nos inspira, y cómo explicar ese tra muerte? Esto es lo que ya presen-
extraño deseo de inmortalidad, que es tían los primeros hombres cuando en-
para nosotros como una segunda natu- terraban a sus muertos con ritos fune-
raleza? rarios.
Existen las realidades invisibles
Un hecho único en la historia:
El hombre no se reduce a lo que de ¡Cristo ha resucitado!
él vemos. Sabemos que posee una po-
tencia de la que carecen los animales: El cristiano tiene la certeza de la su-
una inteligencia bien real y original, ca- pervivencia como consecuencia de un
paz no sólo de construir, sino de re- hecho histórico sin precedentes: la re-
flexionar e inventar. Esta inteligencia surrección de Cristo. Ya no se pone en
creadora escapa al mundo de los senti- duda la existencia y la muerte de Cris-
dos, no tiene olor ni gusto ni color. Es to. Contra lo que esperaban sus discí-
capaz de ideas, como la justicia, el bien pulos, Jesús se les apareció después
y el honor, que están más allá del mun- de su muerte en varias ocasiones y en
do material. circunstancias muy diferentes.
Sería precipitado que, por no ver el Se aparece a las mujeres que acudie-
espíritu en acción tras la muerte, afir- ron a su tumba en el amanecer de la
máramos que ha dejado de existir. Pascua. Los apóstoles calificaron de
Si durante un concierto de piano, a desatinos sus testimonios, pero también
causa de un accidente, el instrumento ellos vendrán a ser testigos de sus apa-
quedara destruido, el concierto queda- riciones entre los discípulos, en el ce-
ría interrumpido, pero no podríamos náculo. Allí Jesús, para probarles que
deducir de eso la aniquilación del pia- no se trata de un fantasma, les pide algo
nista. de comer. Tomás, ausente, se muestra
8 Razones para creer

incrédulo; pero finalmente habrá de ren- La tierra, con el sistema solar, dataría
dirse a la evidencia. de 4.600 millones de años. La vida iría
Pablo de Tarso va a combatir la im- apareciendo en sucesivos impulsos con
postura de la resurrección, tratando de seres cada vez más complejos. Tras las
recuperar a los judíos recientemente primeras algas azules, de hace 3.700 mi-
convertidos. Pero en el camino de Da- llones de años, se llega hasta los
masco se verá sacudido por una reve- primates, de hace 2 millones de años,
lación extraordinaria. Se convierte, y que serían los antepasados inmediatos
anuncia la resurrección de Cristo, de del hombre. Es la teoría de la evolu-
la que va a hacer el centro de su predi- ción.
cación. «Si los muertos no resucitan,
ni Cristo resucitó... comamos y beba- Más allá de la ciencia
mos, que mañana moriremos» (1Co La ciencia trata así de describir la his-
15,16.32). toria del mundo y de la vida. Se esfuer-
Los apóstoles y Pablo aceptaron ser za en explicar el cómo de su aparición.
decapitados no solo por afirmar una Podríamos conformarnos con este lo-
doctrina, sino por mantener la verdad gro; pero el espíritu es audaz y trata de
de un hecho: que Cristo vive. «Yo creo ir más lejos en su investigación, y se
en el testimonio de los que, por afir- adentra en el campo de la filosofía, pa-
marlo, se dejan cortar la cabeza» labra que no debe asustar. Filosofía sig-
(Pascal). nifica simplemente el sentido común,
el recto criterio que investiga el porqué
• «Las almas de los justos de las cosas.
están en manos de Dios....
¿Muerte, donde está tu victoria?» Los progresos de la ciencia en el si-
(Sab 3,1; 1Co 15,55). glo XIX han llevado a creer que el hom-
bre llegaría por sí solo a obtener una
completa explicación de la existencia.
Sin embargo, cuanto más progresa la
5. ¿Cómo explicar ciencia, más crecen los interrogantes
sin respuesta, y nuestra inteligencia des-
el mundo y el universo? cubre en la contemplación del mundo
y del universo las huellas de otra inteli-
gencia misteriosa y superior actuante.
La historia del universo es un enigma Basta abrir los ojos para llenarse de ad-
apasionante, que los investigadores se miración ante la habilidad de las abejas
esfuerzan en descifrar. Según una re- o ante esa pequeña araña que habita en
ciente teoría, el universo debió comen- el agua con una campana de buzo que
zar hace unos 12.000 millones de años se ha fabricado ella misma. Cuando uno
con una gran explosión... cuyos efec- mira a través del microscopio o del te-
tos duran todavía: se trata de la teoría lescopio, el mundo aparece como re-
del universo en expansión. pleto de inteligencia, como un árbol
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lleno de savia en primavera. capaz de justificarlos.


La teoría de la evolución, lejos de La misteriosa inteligencia que cons-
oponerse a la existencia de una inteli- truye el mundo y que nos construye
gencia superior, la exige claramente. desde dentro, esa fuerza del bien que
Cada etapa de esta evolución se nos invocamos para reclamar nuestros de-
muestra como el desarrollo de un pro- rechos y que fundamenta a la vez nues-
grama preestablecido. Y así como el tros deberes, tiene una consistencia real.
funcionamiento de una lavadora nos A esta realidad hay que darle un nom-
remite a la existencia de una inteligen- bre, se le llama DIOS.
cia que la ha programado, la evolución • «En el principio estaba el
del mundo nos remite también sin duda Verbo y el Verbo era Dios...
a una inteligencia que ordena el tiempo Todo fue hecho por Él y sin
y la forma de su desarrollo. Él nada se hizo» (Jn 1,1-2).
Esta misteriosa inteligencia tiene la
particularidad de que solo se muestra a
nosotros a través de sus huellas, como 6. ¿Qué puede pensarse de
un perfume que nos envuelve sin que una explicación del mundo
lleguemos a saber de dónde procede, por el azar y la necesidad?
o como unas pisadas sobre la nieve,
que están dando testimonio del paso
de aquel cuya identidad no somos ca-
paces de precisar. A primera vista parece que el asunto
está bien planteado. Necesidad y azar
parecer estar presentes en el mundo que
En el fondo de nosotros mismos nos rodea, de una parte en las leyes na-
Esta misteriosa fuerza actuante la cap- turales que rigen a los seres, de otra en
tamos también en nuestro mismo inte- la manera fortuita en que se suceden
rior, en nuestra inteligencia y en nues- los acontecimientos a lo largo de la his-
tra voluntad, bajo la forma de una atrac- toria. Pero veamos las cosas más de
ción hacia la verdad y hacia el bien. Esta cerca.
fuerza se nos impone aun en el caso de
que intentemos resistirla: no podemos ¿Podemos explicarlo todo
pensar que 2 y 2 son 5 o que el mal y el por la intervención del azar?
bien son lo mismo. Azar es una palabra procedente del
La atracción de la Verdad y el gusto árabe que designa el juego de los da-
por el Bien va acompañada en noso- dos. El ciego azar se opone a la inteli-
tros de sentimientos de libertad y de gencia lúcida. Para afirmar el azar es
dignidad, experimentados y percibidos necesaria una inteligencia. ¿Pero de
con gran fuerza por nuestros contem- dónde procede nuestra inteligencia lú-
poráneos. Y estas realidades interiores cida capaz de definir y precisar el cie-
nos remiten a su vez a un absoluto go azar? Del azar, sin duda, no proce-
10 Razones para creer

de, puesto que éste es ciego. No pue- porqué de mí mismo, que los observo,
de proceder más que de otra inteligen- siendo yo claramente consciente de que
cia superior, como la chispa que salta no soy necesario, pues hace algunos
de una gran hoguera. años ni existía?
Ciertamente el azar puede responder Existe además una realidad moral en
excepcionalmente a un orden pasajero la que la necesidad no halla absoluta-
–por ejemplo, «he ganado en la lote- mente lugar alguno: se trata de nuestra
ría»–, pero no puede explicar una ar- libertad que, por mínima que sea, es
monía general y permanente, como la justo lo contrario de toda necesidad fí-
que nos encontramos en el mundo, en sica. Aquí tropezamos una vez más
nuestro propio cuerpo o en nuestro es- con la originalidad del espíritu, del que
píritu. nos vemos obligados a buscar el ori-
Si desmontamos un reloj despertador gen y la explicación (Rm 1,20).
y lo metemos en una cazuela, por mu- • «No temáis... Hasta vuestros cabe-
cho que removamos largamente, jamás llos están contados»
lograremos reconstruirlo de nuevo. (Mt 1,28-30).

¿Basta la necesidad para explicar


el origen del mundo? 7. ¿De dónde viene la
La necesidad, por su parte, –la de idea de Dios?
una ley física, por ejemplo– hace pen-
sar en un comportamiento ineludible,
que se deriva de la propia naturaleza de
No es suficiente negar a Dios sin más.
las cosas. Por ejemplo, dos masas,
Hay que explicar por qué y cómo esta
puestas una frente a otra, se atraen re-
idea puede nacer en el corazón de un
cíprocamente: es la ley de atracción
hombre.
universal. Es cierto; pero dejamos sin
explicar por qué los cuerpos experi- Habitualmente el ateo considera la
mentan esta mutua atracción. La nece- idea de Dios como la proyección de sí
sidad explica ese comportamiento de mismo o de la imagen del Padre en el
las cosas entre sí, pero el asunto no infinito: una invención del hombre in-
queda en absoluto explicado para el seguro, que recurre a la ficción del guar-
espíritu. La necesidad comprueba un dián del orden establecido; una ilusión,
orden, pero no lo fundamenta. Expli- una alienación, un rechazo a aceptar el
ca los hechos con otros hechos, pero estado adulto, el opio del pueblo...
no alcanza a descifrar el porqué de esta Y, de hecho, no falta alguna concep-
secuencia. ción perezosa y alienante de Dios y de
La necesidad no explica el porqué de la religión, que tiende a descargarnos
los seres. ¿Por qué estos conjuntos de pura y simplemente de nuestras respon-
átomos que están ante mí existen y se sabilidades a beneficio de Dios. Los
atraen al mismo tiempo? ¿Cuál es el avances de la ciencia ponen en eviden-
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cia con toda razón esta visión de Dios El hombre sobrepasa su propia
como un motor auxiliar del hombre: condición: «Nos has hecho para
«el riego moderno ha reemplazado las Ti, Señor, y nuestro corazón no
rogativas». descansará hasta que repose en Ti”
(San Agustín)
Pero el Dios verdadero, lejos de una
ortopedia para el hombre, es por lo • «Tu luz nos hace ver la luz»
contrario el fundamento de su realidad: (Sal 35,10).
«Dios no es Dios de muertos, sino de
vivos», dice Jesús (Mt 22,32). Y desde
este punto de vista no se puede mante-
ner la objeción de Sartre: «Si el hom-
bre es libre, Dios no existe».
Para un cristiano, Dios no es un com-
petidor. Por el contrario, Dios es el ma-
nantial misterioso y el garante de todo,
y en particular, de nuestra misma liber- 8. ¿Ante los males del mundo,
tad. cómo afirmar que Dios existe?
Ya es sabida la ocurrencia de Voltaire:
«Dios ha hecho al hombre a su imagen
y le ha salido respondón». Pero, si te- La pérdida de un ser querido, el hun-
nemos en cuenta las observaciones an- dimiento de un amor, las agresiones a
teriores, ¿cómo podría ser de otro nuestra persona física o moral, pare-
modo? cen cuestionar las certezas más elemen-
Para hablar de Dios el hombre solo tales. Ante tales heridas y sufrimientos
dispone de palabras humanas. ¿Esto nos sentimos desamparados e impoten-
significa que la idea de Dios es pura tes. ¿Podemos seguir creyendo que
creación de la mente humana y que, por Dios existe?
tanto, no tiene existencia fuera de ella? El mal es un desorden que trastorna
¿Cómo explicar entonces no solamen- el orden debido: por ejemplo, un acci-
te el instinto de búsqueda ilimitada, sino dente de coche provocado por el alco-
también la necesidad de infinito de un holismo de un conductor ebrio.
ser finito, en un mundo determinado, Comprobamos aquí cómo muchos
que, según algunos, se basta a sí mis- males provienen de un uso malo de
mo? nuestra libertad. Pero la libertad es en
¿De dónde puede surgir la idea de sí misma un bien, ya que nos permite
Dios si no es de una realidad de otro elegir el bien no en forma automática,
orden, de una realidad infinita, que es sino con conocimiento de causa.
su fuente, es decir, si no es de Dios Pero vengamos ahora al caso de un
mismo? niño que nace enfermo. A primera vista
se puede pensar que tal realidad de-
12 Razones para creer

muestra la inexistencia de un ser per- ahora a su Señor, antes del encuentro


fecto que obra en el mundo. Sin em- definitivo en la gloria.
bargo, ¿cómo explicar entonces las in-
Podemos ilustrar estas reflexiones se-
numerables y variadas huellas de una
ñalando recientes conversiones, como
inteligencia superior en el universo?
las de Frossard o de Clavel e, y de otras
Por el contrario, si esta inteligencia mucho más numerosas al otro lado del
existe, como es innegable, es de una telón de acero, donde parece que hoy
naturaleza muy superior a nuestro pe- las personas están descubriendo a Dios
queño cerebro. algo así como se coge un virus.
Hay cosas que nos hunden en el des- Así pues, en la presencia del mal, el
concierto. Vemos el mundo como el en- no creyente tiene en cuenta solamente
vés de un tapiz. Solo vemos un barullo una parte de la realidad: la negativa;
incoherente de líneas y colores. Habría mientras que el creyente toma en cuen-
que estar en el lugar de quien realiza la ta el todo: lo positivo y lo negativo, or-
tarea para, viéndola al derecho, poder den y desorden, bien y mal.
apreciar la armonía de la labor.
• «No te dejes vencer por el
La perspectiva de una vida futura y mal... Yo he vencido al mundo»
la resurrección de los cuerpos, viene (Rm 12,21; Jn 16,33)
aquí a esclarecer el ejemplo anterior,
desdramatizando las circunstancias del
niño enfermo. Se trata, en efecto, de su 9. ¿Quién es Dios?
primer nacimiento. Su segundo
nacimiento, el definitivo, será cuando
resucite después de la muerte.
Solo Dios puede hablar bien de Dios.
«Pienso –dice San Pablo– que los su- En relación a Él, nosotros somos un
frimientos del tiempo presente no guar- poco como esas pelotitas que se ven
dan proporción con la gloria que ha de en las ferias, sostenidas por un chorro
manifestarse en nosotros» (Rm 8,18). que las mantiene en equilibrio. «Dios
Y San Juan, recordando conversacio- da a todos la vida, el aliento y todo...
nes con Jesús nos dice: «La mujer, En Él vivimos, nos movemos y existi-
cuando da a luz, está triste porque le mos» (Hch 17,25.28).
ha llegado su hora; pero cuando el niño
le ha nacido, ya no se acuerda del su- La única certeza que podemos mani-
frimiento por el gozo de que ha nacido festar acerca de Dios es que Él existe
un hombre en el mundo» (Jn 16,21). como una presencia inefable, una ener-
gía a la vez misteriosa, prodigiosa e in-
Si el sufrimiento pasajero del inocente teligente, continuamente actuante sobre
nos resulta un misterio, sabemos, sin el mundo, que nos piensa y nos produ-
embargo, que Dios mismo cargó con ce a cada instante, porque nosotros no
este sufrimiento a Jesucristo. A través somos el origen de nosotros mismos,
del sufrimiento el cristiano se une ya como tampoco nuestros antepasados
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eran origen de sí mismos...


No es lo mismo hacer un pastel o
construir una casa que dar la vida a un 10. ¿Nos dan los Evangelios
hijo. Esta tarea requiere una fuerza que la verdadera imagen de Jesús?
nos sobrepasa y que nos es transferi-
da.
Todo lo que podemos añadir es que Se dice a veces que los escritos evan-
somos atraidos por una sed de verdad gélicos son simplemente el reflejo de la
y bien que se nos impone íntimamente fe de las comunidades cristianas primi-
y ante la que toda resistencia es vana. tivas, y así se viene a contraponer el
Esta corriente de inteligencia, de amor «Cristo de la fe» y el «Cristo de la his-
a la verdad y al bien, tiene su origen toria».
necesariamente fuera de nosotros. Es verdad que los evangelios no son
Es preciso hallar en esta fuente en libros de historia en el sentido actual
estado concentrado, en un grado su- del término. Cada uno de los autores
perior, aquello que hallamos en este flu- ha escogido entre los hechos y las pa-
jo que somos, es decir: una inteligen- labras de Jesús aquello que más con-
cia, un amor a la verdad y al bien, en venía a los destinatarios previstos, y ha
una palabra, una persona. Pero esta dispuesto de esos elementos en función
fuente, por su misma naturaleza, per- del mensaje que quería transmitir. En
manece misteriosa para nosotros, pues este sentido, si la historia moderna pue-
ella es el continente y nosotros solo una de compararse a una fotografía, podría
partecita del contenido. decirse que los evangelios son cuadros
Dios desborda necesariamente nues- de maestros de la pintura, y que lleva
tra inteligencia, como el mar desborda cada uno la marca propia de su autor.
el pozalito del niño que en la playa quiere También sería excesivo rechazar su
recogerlo (San Agustín). valor histórico. Lucas declara al princi-
Dios es infinitamente Otro. Solo po- pio de su relato que se ha «informado
demos captarlo dejándonos captar por con toda exactitud con la ayuda de
Él, o sea adorándolo. No se manifiesta los testigos oculares» de los hechos que
y revela en nuestra conciencia sino relata. Y no olvidemos que en aquella
cuando nos sujetamos a su voluntad y época, escasa en testimonios escritos,
hacemos a Él la entrega de nosotros las tradiciones orales eran de una pre-
mismos. cisión que somos incapaces de imagi-
«Oh tú, el más allá de todo, nar hoy en día.
¿cómo darte otro Nombre?» En el caso de las palabras de un
(San Gregorio Nazianceno). rabbí, era normal que los discípulos
las memorizasen con meticulosa preci-
• «Yo soy El que soy»
(Ex 3,14; Rom 11,34). sión, incluso cuando ellos mismos no
entendían su sentido. Por otra parte,
14 Razones para creer

así es como Jesús dio su enseñanza:


«Os he dicho estas cosas mientras per-
manezco entre vosotros; pero el Abo-
gado, el Espíritu Santo, que el Padre
enviará en mi nombre, ése os hará en- 11. ¿Quién es Dios
tender todo y os traerá a la memoria para Jesucristo?
todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26).
En la transfiguración, por ejemplo, ve-
mos vemos cómo Pedro, Santiago y Observando orar a Jesús –por la ma-
Juan se preguntan confusos «qué quie- ñana, muy temprano, al final de la tar-
re decir eso de resucitar de entre los de–, se le escucha hablar con autori-
muertos», un poco como en el caso de dad de su intimidad con Dios: «mi Pa-
Bernardette, cuando va a ver al párro- dre y Yo somos uno». Viéndole hacer
co repitiendo por el camino los térmi- milagros, grandiosos a veces, como la
nos «Inmaculada Concepción», cuyo resurrección de Lázaro, los apóstoles
significado no entendía. sentían que Jesús tenía una visión de
Por otra parte, es de señalar que las Dios de la que ellos carecían.
divergencias en los detalles propios de Jesucristo es como un periscopio,
cada evangelista no hacen sino subra- que se asoma al misterio de Dios y ha-
yar su acuerdo en lo esencial. De ahí bla de Él con competencia. ¿Quién es
resulta que la persona de Jesús esté re- Dios para Jesús? Dios es el Todopo-
tratada con una nitidez que en modo deroso: «ni un cabello cae sin su per-
alguno podría explicarse por una mix- miso». Es un Artista: «viste maravillo-
tificación, consciente o no, de los evan- samente los lirios del campo». Pero esas
gelistas. perspectivas no acaban de mostrar la
¿Podemos, pues, decir que los evan- verdadera fisonomía de Dios. Ante
gelios nos ofrecen el verdadero rostro todo Dios es un Padre: recuérdese la
de Jesús? La única respuesta aceptable parábola del hijo pródigo.
a esta pregunta es lo que espontánea- Juan resume el pensamiento del Maes-
mente piensa aquel que lee los Evange- tro: «Dios es Amor» (1Jn 4,8). Esta afir-
lios: a través de los temperamentos pro- mación está lejos de ser evidente, por-
pios y de los rasgos peculiares de su que si en la creación está presente la
comunidades respectivas, los evange- belleza y la excelencia de muchas co-
listas nos ponen en la presencia de una sas, también forman parte de ella la en-
personalidad histórica de primera fermedad, la muerte, la guerra, el peca-
magnitud. do. Pese a ello, Jesús mantiene su afir-
• «Lo que hemos visto con mación: Dios es un Padre, fuente de
nuestros ojos, lo que nuestras manos amor y vida. Y persiste en esa afirma-
han tocado del Verbo de vida... eso os ción en el mismo momento de la cruz,
lo anunciamos» cuando todo parece decir lo contrario:
(1Juan 1,1-3). «Padre, en tus manos encomiendo mi
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espíritu», «Padre, perdónalos porque «Antes que Abraham naciese, ya exis-


no saben lo que hacen». Y aún más: tía yo»... (Jn 8,58). Está claro que Je-
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has sús se hace igual a Dios.
abandonado?», las palabras iniciales de Sus adversarios lo entienden perfec-
un salmo de confianza. tamente: «No te vamos a apedrear por
Pero esta conmovedora afirmación tus buenas obras, sino porque blasfe-
no fue suficiente para los apóstoles. Lo mas, porque tú, siendo un hombre, te
que realmente les ha confirmado en la haces Dios» (Jn 10,33).
fe es la resurrección de Cristo, que han Para Jesús hubiera sido muy fácil des-
entendido como la firma de Dios al hacer el malentendido. Pero, por el con-
fin de su mensaje. trario, lo que hace es afirmar lo mismo:
Nuestra fe se apoya ahora en la de «Yo soy la luz del mundo, el Hijo de
los apóstoles, y la de éstos en la resu- Dios vivo» (Jn 9,5; Mt 26,63). Son es-
rrección de Cristo, que nos permite ase- tas afirmaciones lo que le llevan a ser
gurar con absoluta firmeza: «Dios es condenado a muerte.
amor», aunque no siempre podamos Esa autoafirmación de Jesús como
comprender nosotros cómo nos ama. Dios admite tres explicaciones posibles.
«Jesús no ha venido a explicarnos el O bien se equivoca («está loco»), o bien
sufrimiento, sino a llenarlo de su pre- nos engaña, o si no, es que nos dice
sencia» (Claudel). Jesús ha hecho de la verdad. Sólo la tercera hipótesis se
su cruz una fuente de amor, que nos muestra conforme a la realidad . En opi-
permite obrar como Él obró. nión de las más altas personalidades
• «Nadie conoce al Padre morales, como es el caso de Gandhi,
sino el Hijo, y aquel a quien Jesús es una de las cumbres del género
el Hijo se lo quiera revelar» humano; lo es por su sabiduría: «Na-
(Mt 11,27). die ha hablado jamás como este hom-
bre» (Jn 7,46); lo es por su santidad:
«¿Quién de vosotros puede probar que
12. ¿Quién es Jesús? soy pecador?» (Jn 8,46).
De pronto descubrimos un nuevo ros-
tro de Dios. Dios es único, pero no so-
«¿Quién decís que soy yo?», pregun- litario. Él por amor nos da a su Hijo, y
ta Jesús a sus discípulos (Mt 16,15). éste por amor nos da su vida en su Es-
píritu.
Jesús aparece como un testigo privi-
legiado de Dios. Pero todavía más que Y de esta manera penetramos en la
eso: Él se dice igual a Dios. Algunas intimidad de Dios: es lo que llamamos
de sus afirmaciones no ofrecen dudas: el misterio de la Santísima Trinidad.
«Se os ha dicho [Moisés]...Yo os digo» • «Tú eres Cristo, el
(Mt 5,27-28). Jesús se considera, al me- Hijo de Dios vivo»
nos, en plano de igualdad con Moisés. (Mt 16,16).
16 Razones para creer

cualesquiera que sean, por encima de


todo, por lo menos en algunos momen-
tos de sus vidas. Ahora bien,
–en ese caso, hay que decir que son
13. Si hay ateos mejores y creyentes, puesto que creen en algo in-
más caritativos que los cris- visible, el amor, algo que tiene más va-
tianos, ¿de qué nos sirve ser lor que todo lo que se puede ver y to-
car.
creyentes y cristianos?
–este hecho prueba al creyente que
el Espíritu actúa más allá de los lími-
tes visibles de la Iglesia. El sentido su-
Aparentemente de nada. Y de hecho, perior del amor pervive más allá de los
la fe es un asunto de verdad y no de límites de la Iglesia y del conocimiento
utilidad. Pero al acercarnos más al con- de la misma. El empeño de misioneros
cepto de la fe, observamos que desde y apóstoles, justamente, parte de esta
ella se enfrentan con un profundo sen- fe en la acción secreta de Dios en el
tido preguntas como: «¿por qué la vida? corazón de los hombres. Éstos, por la
¿por qué la muerte?» Son preguntas que acción evangelizadora, han de llegar a
la mayoría de los ateos confiesa no sa- conocer y a vivir plenamente lo que ya
ber responder. La fe da un sentido a están viviendo en alguna medida.
nuestra vida y nos ayuda a darle forma.
Llegados a este punto, conviene ha-
cer algunas consideraciones: 4.– Pero es una lástima que estos «in-
crédulos» no sean cristianos.
1.– Ser cristiano es una condición no
–porque así tendrían más coraje para
fácil de vivir con coherencia; se espera
luchar, al saber que están construyen-
mucho de nosotros, y eso es un elo-
do un reino que no pasará; se llevarán
gio.
una sorpresa cuando un día lleguen a
2.– Algunos ateos son buenos con descubrirlo.
sus amigos; pero Jesucristo nos impul- –además, cuando sufrieran agota-
sa a llevar esta bondad hasta el heroís- mientos, desánimos, podrían reafirmar-
mo. La caridad, en el mandato de Je- se en un amor pleno apoyándose en la
sús, no tiene fronteras –recordemos la fuerza del amor de Cristo por la ora-
parábola del buen Samaritano–. Por eso ción y los sacramentos, a ejemplo de
dice a sus discípulos: «si solo amáis a los santos.
los que os aman... ¿qué hacéis de más?
¿No hacen eso también los paganos?» «En un principio descubrí que el
(Mt 5,46-47). Católico quiere decir hombre está hecho para amar; pero me
abierto a todos. quedaba por saber que el hombre no
es el Amor y que ha de sacar el Amor
3.– Es cierto que hay no creyentes de su fuente» (Jacques Lebreton).
que anteponen el amor a los demás, Queda por observar que hay, y en mil
Yves Moreau 17

versiones, gigantes de la santidad – quieres». La purificación del corazón


Francisco de Asís y Vicente de Paul, nos pone en camino: «me dices que de-
un Padre de Foucauld o un Maximiliano jarías los placeres si encontraras la fe;
Kolbe, Teresa de Jesús o Teresa del pero yo te aseguro que encontrarás la
Niño Jesús–, cuya talla moral es un de- fe si dejas los placeres» (Pascal).
safío histórico ante el que ha de incli- “El que obra la verdad, viene a la luz”
narse el ateo. (Jn 3,21).
• «Si conocieras el don de Dios» En materia religiosa, como en el amor,
(Jn 4,10). llega un momento en el que tendremos
que decidir, y nadie puede hacerlo en
nuestro lugar
14. ¿Qué es la fe?
La alegría de la fe
Sucede en nuestra relación con Dios
El Evangelio nos señala los tres ras- como ocurre con una persona que via-
gos esenciales de la fe: ja en el tren a nuestro lado. Podemos
1º La fe es un don de Dios que se tratarle como un mueble, o bien po-
consigue por la oración. Esta es nece- demos darle en nosotros existencia
saria. Las cuestiones científicas hay como persona, y como persona próxi-
que abordarlas científicamente, y las ma. Resulta paradójico que Aquel que
realidades religiosas de modo nos da la vida y la existencia en cada
religioso.Si Dios es una persona, no es instante quiere que nosotros tengamos
posible forzar su voluntad. No hay aquí también la alegría de hacerle existir en
contradicción alguna. Basta decirle a nuestras vidas por la fe.
Dios: «Si existes, Señor, haz que te La reciprocidad es la clave íntima del
conozca». Ésta fue la oración del Pa- amor. Humildad de Dios.
dre Foucauld antes de su conversión.
Por eso Dios no es el gran ausente.
«Nadie viene a mí si mi Padre no lo Él es, precisamente, «el corazón de
atrae», dice Jesús (Jn 6,44.65). nuestras vidas, el que nos hace vivir».
2º La fe es un acto razonable. Antes A su luz el mundo se hace transpa-
de seguirle, Jesús propone que se re- rente y fraternal, como lo expresa el
flexione con seriedad, como el que se cántico al Hermano Sol de San Fran-
dispone a construir una torre. El cre- cisco de Asís. El universo entonces se
yente debe tener serias razones y sufi- transforma en vínculo de comunión:
cientes para creer. De ellas hemos he- «Una renuncia dulce y total », dice
cho más arriba un inventario rápido y Pascal. Y en nuestras cruces, también
sumario. en aquella de la duda –porque la fe no
3º La fe es un acto libre. Dios no viola es una evidencia, es siempre una lucha,
las conciencias, porque la libertad es el combate del amor–, otro, a partir de
la ley del Amor. Jesús nos dice «si tu entonces, reza en nosotros: el Espíritu
18 Razones para creer

de Jesús. por un mismo deseo de búsqueda.


«Padre mío, me abandono a ti, dis- Sin embargo, el valor de una religión
pón de mí. Te daré gracias por cual- no debe medirse solamente por la sin-
quier cosas que de mí dispongas. Es- ceridad de su fundador o de sus adep-
toy pronto a todo, lo acepto todo. No tos. Se puede ser sincero en el error,
deseo nada, sino que tu voluntad se basta con tener una información mala
haga en mí y en todas tus criaturas, o insuficiente. Hace falta, pues, saber
Dios mío. si Dios mismo, por su parte, no ha re-
«Pongo mi alma entre tus manos, te velado un medio privilegiado para en-
la entrego, Dios mío, con todo el amor contrarle. Esto pertenece ya al ámbito
de mi corazón, porque te amo y este de la libre iniciativa de Dios que, cuan-
amor poner en mí la necesidad de en- do se manifiesta, tiene como contra
tregarme a ti, sin medida, con una infi- partida, del lado del hombre, la fe.
nita confianza. Porque eres mi Padre» No se puede negar la posibilidad de
(Ch.de Foucauld). que Dios tome una iniciativa de esta na-
• «Señor, ven en ayuda turaleza. La revelación es posible. Y si
de mi incredulidad» Dios se revela, no puede contradecir
(Mc 9,24) su propio mensaje. Su revelación, si se
ha producido, ha de ser coherente con-
sigo misma. En otras palabras, no es
posible que existan varias religiones
auténticamente reveladas por Dios.
Por tanto, admitiendo que, en princi-
pio, toda religión conlleva elementos de
15. ¿Todas las religiones verdad en su credo, no puede ser éste,
son iguales? sin embargo, plenamente convincente
más que en la medida en que se adhiera
exactamente a la voluntad de Dios, cla-
ramente expresada por el mismo Dios.
Puede uno caer en la tentación de
pensar así. ¿No es la sinceridad lo que Para el cristiano estos signos de la
cuenta en definitiva ante los ojos de revelación existen, y se hallan en la mi-
Dios? lagrosa persona de Jesús, tal como nos
la transmiten los evangelistas en el rela-
Y de hecho, si la religión es esencial- to que hacen de su paso por la tierra y
mente el esfuerzo del hombre por en- de su resurrección (cf. nº 4 y nº 12).
contrar a Dios, en la medida en que • «En esto está la vida eterna,
este esfuerzo se lleve a cabo con sin- en que te conozcan a Ti, el
ceridad, debe ser grato a los ojos de único Dios verdadero, y al
Dios y, por extensión, también le serán que has enviado, Jesucristo”
gratas aquellas religiones surgidas en (Jn 17,3)
otros tiempos y culturas, pero llevadas
Yves Moreau 19

Emilio Zola y el Profesor Alexis Carrel


fueron ambos testigos de sendos mila-
gros en Lourdes. El primero no vio en
aquello la intervención sobrenatural, y
16. Una nota en cambio el otro se convirtió. «Los
sobre los milagros sencillos sienten a Dios con la naturali-
dad que perciben el calor del sol o el
perfume de una flor. Pero ese Dios,
El milagro es un hecho prodigioso que abierto a aquel que sabe amar, perma-
atrae nuestra atención e invita a ver en nece en silencio para el que no sabe
él una intervención extraordinaria de más que comprender» (A. Carrel, pre-
Dios, una señal que da autenticidad a mio Nobel de medicina).
un mensaje espiritual. «Si no me creéis,
Los milagros que se relatan en los creed en mis obras»
evangelios son para nosotros motivos (Jn 10,38)
de fe, lo mismo que lo fueron para los
contemporáneos de Cristo. Felizmen-
te, podemos contar en nuestros días
con tales prodigios que confortan nues- 16 bis. ¿De dónde proviene
tra esperanza. Véanse los milagros de
Lourdes. el mal? ¿Por qué a mí?
Citaremos un caso, el de Pierre
Rudder, leñador belga. En 1867, en un
accidente laboral, se fractura la pierna Si Dios es amor, el mal no puede pro-
izquierda, tibia y peroné hasta la rodi- ceder de Él. Hemos visto más arriba
lla. Durante 8 años, la herida, siempre que algunos males tienen su origen en
abierta, supura y desprende un hedor el mal uso de nuestra libertad. La fe nos
insoportable. Los extremos del hueso invita a profundizar en el asunto. La pre-
asomaban por ella su fuerte necrosis. sencia del mal en el mundo es imputable
El 7 de abríl de 1875 se le da a beber a la primera pareja; se trata del pecado
un poco de agua del manantial de original, pecado personal de nues-tros
Lourdes... Invoca a Nuestra Señora de primeros padres y tara de la humani-
Lourdes, se incorpora, camina y sana dad. «Si el hombre es inconcebible sin
instantáneamente. No solo las llagas este misterio, más inconcebible es este
quedan cicatrizadas, sino que los hue- misterio para el hombre» (Pascal).
sos aparecen soldados. Ha habido, La hipótesis evolucionista de la crea-
pues, creación instantánea de materia, ción, de la que ya hablamos, no es, aun-
constatada por los médicos y recono- que pueda parecerlo, incompatible con
cida por la Oficina Médica de Lourdes. este hecho. Basta distinguir entre inteli-
El milagro no puede tomarse –y me- gencia y cultura. El primer hombre po-
nos hoy que en tiempo de Jesús– como dría ser inculto pero no falto de inteli-
una coacción a la libertad personal. gencia.
20 Razones para creer

La primera pareja humana, sea uno pareja lleva consigo el capital genético
u otro el modo de su aparición, proce- de toda la humanidad, sólo puede
de de Dios y, por tanto, es necesaria- transmitir lo que posee, es decir, un pa-
mente inmaculada. Enraizada desde lo trimonio en parte estropeado. El prin-
más íntimo en Dios, es plenamente cipio de la solidaridad preside la crea-
consciente de sus deberes. Pero hace ción bajo la fórmula de las leyes de la
falta que lo reconozca, porque el amor herencia.
exige reciprocidad. Es preciso, por tan- De ahí que el mal no sea necesaria-
to, que renuncie a una autonomía ab- mente la consecuencia de una falta co-
soluta. Por el contrario, consciente de metida por la persona que lo sufre:
su superioridad sobre todo lo creado, «¿qué le he hecho yo a Dios?», sino el
se niega a hacerlo. Éste es el sentido de resultado global del pecado de nues-
los textos sagrados que nos hablan del tros primeros padres y del pecado del
primer pecado, desde el Génesis hasta mundo. Esa misma cuestión se le pro-
San Pablo en la carta a los Romanos (Gén puso a Jesús, y se puede leer su con-
3; Rom 5). testación con provecho en Lucas 13,4-
Como un árbol arrancado de sus 5.
raíces, la primera pareja se autoexcluye A esto, en fin, hay que añadir que a
de lo mejor de la energía divina. No este primer pecado la humanidad ha
amando a Dios como Él lo merece, no sido inducida por un espíritu supe-
podrá amar a los otros y a sí mismo rior. Es lo que dice Jesús refiriéndose
con la pureza y la plenitud del amor di- al demonio, «que es homicida desde el
vino: es la concupiscencia. Intelectual- principio» (Jn 8,44).
mente su espíritu se ha oscurecido: es
la ignorancia. Físicamente, su cuerpo Felizmente un nuevo Adán y una
también sufre las consecuencias: es el nueva Eva, Jesús y María, nos han
sufrimiento y la muerte. «Por el peca- sido dados para una restauración per-
do entra la muerteen el mundo» (Rm fecta del plan de Dios. Jesús acepta
5,12). Esta muerte no era inherente a la tomar sobre sí el pecado del mundo, y
finitud humana: la experiencia de los por su obediencia perfecta lo reduce a
místicos nos enseña que una vida de cenizas en el fuego de su amor sobre
unión con Dios permite al hombre fran- la cruz. Él nos hace capaces de reco-
quear las leyes biológicas. Marta Robin, nocernos pecadores y de confiarle to-
por ejemplo, en el siglo XX, ha vivido das nuestras miserias. De nuevo
más de 50 años sin comer ni beber. Ca- enraizados en Dios por Cristo, partici-
bría preguntarse si el primer hombre pamos ahora en su Potencia, en su San-
profundamente unido a Dios no hubie- tidad, en la redención del mundo y en
ra sido capaz de prever y controlar las la gloria de su resurrección.
mismas catástrofes naturales (cf. Mc • «Allí donde abundó el peca-
4,39-41; Mt 21,21). do sobreabundó la gracia»
(Rm 5,20)
Pero hay más. Puesto que la primera
Yves Moreau 21

II. ALGUNOS 17. ¿Qué hay que pensar


PUNTOS ESENCIALES de la Biblia ?

La Biblia no es solamente un libro, es


una verdadera biblioteca constituida
por 73 obras de distinto género: cróni-
cas, discursos, fábulas, poesías... que
se fueron componiendo a lo largo de
varios siglos, desde el siglo XII antes
de Cristo hasta un siglo después de su
ascensión al cielo.
Para entender bien el contenido de la
Biblia, hay que tomarla como el acervo
común de todo un pueblo, que la acep-
tó y conservó como patrimonio pro-
pio, y no solamente como textos indi-
viduales de ciertos escritores.

¿Por qué consideramos a la Biblia


como palabra de Dios?
Para los creyentes la Biblia sobrepa-
sa con mucho su valor documental. Ella
es un mensaje de Dios a la humani-
dad de todos los tiempos, un reflejo de
su presencia e intervención en la histo-
ria del hombre.
Esto supone una presencia de Dios
en tres niveles: el de los hechos reales
(creación, providencia, milagros), el de
la interpretación de esa presencia (ins-
piración, es decir, asistencia especial)
y el de aquéllos que reciben el mensaje
22 Razones para creer

y reconocen en él su origen divino (fe- rantiza su autenticidad. De ahí que la


Magisterio). Biblia necesite de la Iglesia el cauce na-
De ahí que la Biblia se nos presente tural de su mensaje, y que en ella en-
como una realización colectiva, vivida cuentre siempre su intérprete legítima.
y hablada antes de ser escrita, inscrita «El que os escucha me escucha»,
en la tradición de un pueblo de creyen- dice Jesús a sus discípulos (Lc 10,16).
tes, que avanza por la historia ilumina- 2.– Al mismo tiempo, la fe cristiana
do por el Espíritu de Dios. no puede quedar en una personal ad-
Esto explica la originalidad de su hesión a Dios ilustrada por la lectura
estructura, tanto en el Antiguo Testa- de la Biblia. La fe cristiana implica en-
mento –antes de Cristo– como en el trar en una comunidad de creyentes:
Nuevo –después de Cristo–. la Iglesia. Creer es integrarse en la fa-
milia eclesial.
¿Cómo se manifiesta 3.– La Biblia, al tener como objeto la
el origen divino de la Biblia? formación moral y religiosa de la hu-
Sorprende la libertad con que se han manidad, no intenta dar una enseñan-
elaborado los libros del Antiguo Testa- za científica. «La Biblia no enseña
mento y cómo, pese a la convivencia cómo va el cielo, sino cómo se va al
con pueblos de su entorno, entre mitos cielo», decía San Agustín. En cuestio-
y costumbres diversos, el pueblo he- nes históricas, por otro lado, la Escri-
breo ha sabido preservar con fuerza su tura relata los acontecimientos según
verdad, sin arredrarse ante corrientes géneros literarios diversos. Se equivo-
de opinión contraria y presiones de todo caría, pues, quien exigiese de ella otras
género. Nos llega así nítida la pura ori- enseñanzas.
ginalidad de su mensaje; a saber, la Comprendida y meditada a la luz de
existencia de un Dios único y su alian- la fe, la Biblia es palabra de Dios para
za gratuita con la humanidad. los hombres de todos los tiempos, des-
Del mismo modo, resulta sorprenden- de las tribus primitivas hasta el mundo
te la forma en que se ha configurado el tecnificado de este siglo XXI que co-
Nuevo Testamento. La selección de los mienza.
libros que lo constituyen deja de lado • «No sólo de pan vive el
otros testimonios, que hoy llamamos hombre, sino de toda palabra
evangelios apócrifos, relatos maravillo- que sale de la boca de Dios»
sos de la vida de Jesús. (Mt 4,4)

¿Porqué consideramos a la Biblia


Palabra de Vida?
1.– El misterio de la Biblia es
indisociable del misterio del pueblo de
Dios y de la Iglesia. Ésta es la que ga-
Yves Moreau 23

versal se nos presenta como un «pue-


blo que consigue su unidad de la uni-
dad del Padre, el Hijo y el Espíritu San-
to» (San Cipriano).
18. ¿Por qué la Iglesia?
¿Para que sirve la Iglesia?
La Iglesia, esposa de Cristo, tiene la
«Cuando dos o tres se reúnen en mi misión de servir al mundo, invitando a
nombre, allí estoy yo presente en me- la humanidad a estos esponsales, para
dio de ellos» (Mt 28,30), ha dicho Je- felicidad de los hombres y la gloria
sús. Bossuet concluye: «la Iglesia es del Padre, dos realidades inseparables.
Jesús extendido y comunicado».
San Ireneo dice de manera breve y
¿Cuántos de nuestros contemporá- densa: «La gloria de Dios es el hombre
neos suscribírian este aserto? ¿No es- viviente en Dios».
tamos viendo en estos días, por parte
de algunos, un intento de enfrentar a ¿Es la Iglesia una democracia?
Jesús con la Iglesia?
Comunidad espiritual, y cuerpo mís-
Sobre el episodio del camino de Da- tico de Cristo, la Iglesia es regida en la
masco, San Pablo dirá más tarde: «yo corresponsabilidad y colegialidad de
perseguía a la Iglesia», pues Jesús le sus miembros. Pero ello no es óbice
ha dicho: «¿por qué me persigues?» para que al mismo tiempo se trate de
(Hch 9,4). una institución jerárquica fundada por
su Señor.
¿Cuál es el origen de la Iglesia?
Desde el principio, Jesús escoge sus
La misión de Jesús no se agota en el doce apóstoles para que le ayuden a
anuncio del reino de Dios a sus con- realizar su obra, y de entre ellos da un
temporáneos. Él ha querido edificar una lugar especial a Simón, al que cambia-
Iglesia que prosiga su misión a través rá el nombre por el de Pedro, para sig-
de los siglos. No se trata de una socie- nificar claramente que él es la roca so-
dad anónima de ascensores individua- bre la que edificará su Iglesia.
les, que lleva a los hombres hacia Dios;
se trata de un pueblo, de una comuni- Dando a esta institución una misión
dad, verdadera réplica –dentro de la his- de alcance universal, Jesús le otorga
toria humana– de la invisible comunión una estructura de dimensiones histó-
de las tres personas de la Santísima Tri- ricas: «Id y enseñad a todas las nacio-
nidad; ésta es la comunión que es cau- nes... Yo estoy con vosotros hasta el
ce, modelo y fin de la Iglesia. «Como fín de los tiempos» (Mt 28,19-20).
tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que De esta manera los ministerios o ser-
ellos también sean uno en nosotros, a vicios que ejercen los sacerdotes, los
fin de que el mundo crea que tú me has obispos y el Papa están dentro de las
enviado» (Jn17,21). Así la Iglesia uni- enseñanzas del Evangelio. Su tarea es
24 Razones para creer

anunciar la buena nueva, dispensar los jóvenes o adultos, que son entre no-
sacramentos y conducir al pueblo de sotros signos vivientes de la Iglesia.
Dios en su tránsito por la tierra. «Alabada sea la Madre sobre
cuyas rodillas yo todo lo aprendí»
¿Quién forma parte de la Iglesia? (Claudel)
La Iglesia puede ser comparada con
• «Tú eres Pedro y sobre esta
un iceberg, signo visible de una reali-
piedra edificaré mi Iglesia»
dad parcialmente invisible. La parte vi- (Mt 16,18)
sible es la institución, la parte sumer-
gida es el reino invisible, que necesa-
riamente sobrepasa las fronteras socio-
lógicas e históricas de la Iglesia; pero
todo es una sola cosa. Y hay más,
como dirá San Agustín: «No basta for-
mar parte del cuerpo de la Iglesia para 19. ¿Por qué la figura de
pertenecer a su corazón». la Virgen María?
Cristo sí, pero la Iglesia no
Se objetarán, sin duda, las imperfec- Si tan poco espacio tiene María en el
ciones de que ha adolecido la Iglesia a Evangelio ¿por qué la importancia que
lo largo de la historia, imperfecciones se le da en nuestra fe?
que la desfiguran y le impiden ser la
pura transparencia del Dios Vivo. ¿Qué dice de María la Escritura?
Pero ya algunas parábolas de Jesús
La Escritura, en efecto, es discreta al
advertían de este drama, como la del
hablar de María; pero ciertos textos del
trigo y la cizaña. Con todo, la historia
Evangelio nos obligan a superar esa po-
nos enseña que la Iglesia encuentra
sible impresión. He ahí las palabras de
en las situaciones de crisis los antído-
Jesús a San Juan: «Muchas cosas me
tos que le permiten recuperar la fideli-
quedan por deciros, pero ahora no se-
dad a su vocación.
ríais capaces de comprenderlas. Cuan-
Tal es el milagro de la Iglesia que, des- do venga el Espíritu de la verdad, él os
pués de veinte siglos, a pesar de sus hará entender todo» (Jn 16,12-13).
debilidades, cumple y verifica experi-
mentalmente la profecía de su funda- Los primeros cristianos conocen por
dor: «las potencias del infierno no pre- dos diferentes tradiciones, sorpren-
valecerán contra ella» (Mt 16,18). dentemente convergentes –la de Lucas
y la de Mateo– el hecho de la virgini-
En nuestros días, una Madre Teresa dad de María. E intentan comprender
o el mismo Juan Pablo II son testimo- el sentido de la salutación a la «favorita
nios de la vitalidad de la Iglesia y de de Dios», la «llena de gracia», y el sig-
su fidelidad indefectible. Y con ellos nificado misterioso de su canto de re-
las religiosas, sacerdotes, laicos, niños,
Yves Moreau 25

conocimiento: «El Señor hizo en mí ma- «el Servidor»: «el Hijo del hombre ha
ravillas». Maravillas en «la esclava» del venido no para ser servido, sino para
Señor... servir» (Mt 20,28).
«Aquel que me sirva será honrado por Así la Iglesia, meditando la Escritu-
mi Padre» (Jn 12,26). ¿Hasta qué pun- ra, y avanzando de intuición en intui-
to ha honrado Dios a María? Lentamen- ción, descubre y afirma la maternidad
te la Iglesia, inspirada por el Espíritu divina de María, su inmaculada con-
Santo, ha examinado este hecho abso- cepción, su asunción, y su papel ma-
lutamente único: una maternidad res- ternal con la Iglesia.
ponsable de dimensión divina.
¿Todo esto no parece poco verosímil?
¿No fue María Cierto, estas palabras son duras para
una mujer sencilla y humilde? quien quiere reducir el misterio de la
María es el único en que un hijo –¡y Iglesia y el proyecto de Dios a los sim-
qué hijo! Dios mismo– ha podido no ples límites de la sabiduría humana.
solo escoger a su madre, sino colmarla ¿Puede Dios conceder tal poder a los
de todas las cualidades necesarias para hombres y, concretamente, a una joven-
llevar a cabo su misión. cita?
Otros signos han confirmado esta Pablo lo ha dicho: «Dios ha elegido
realidad primera: lo que a los ojos del mundo es locura
para confundir a los sabios» (1Cor
En Caná, es María la que provoca el 1,27).
primer milagro.
Al asomarnos al misterio de María,
Al pie de la cruz, tal como nos la se nos abren perspectivas insospecha-
presenta San Juan, se manifiesta como das sobre la humildad de Dios. Para
una realidad histórica y a la vez sim- penetraren ese misterio, es preciso acep-
bólica. tar las costumbres divinas. Entonces
María es la nueva Eva que permane- María ilumina el Evangelio y el Evange-
ce en pie frente al nuevo Adán, al ser- lio ilumina a María: «Yo te alabo Pa-
vicio de una nueva creación. Aquí, me- dre, Señor del cielo y de la tierra, por-
jor aún que en el Génesis, la nueva mu- que has ocultado esto a los sabios y
jer procede del costado abierto del eruditos de la tierra y lo has revelado a
hombre nuevo. Gracias a él, a través los humildes» (Mt 11,25).
de la persona de Juan, viene a hacerse
«madre de todos los vivientes» (Gén ¿Por qué rezar a María?
3,20). Si observamos que en la Sagrada Es-
Los pasajes del Evangelio que pare- critura es frecuente recurrir a un her-
cen mostrarla como una simple servi- mano para que interceda ante el Señor
dora dejan entrever al mismo tiempo (Hch 8,24), resulta eminentemente bí-
que ella es la imagen viva de su Hijo, blica esta oración que la Iglesia Católi-
26 Razones para creer

ca dirige a María. cidad y penas entre los que se aman.


«Alégrate, María, llena de gracia, el La autosuficiencia de Prometeo es un
Señor está contigo. Tú eres bendita en- mito contra natura. El hombre está he-
tre todas las mujeres y es bendito el cho para amar, y alcanza su plenitud
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, en el amor.
Madre de Dios, ruega por nosotros, pe-
cadores, ahora y en la hora de nuestra ¿Para qué sirve la oración?
muerte. Amén». –La mejor imagen para entender nues-
Como un tema musical repetido por tra vida en Dios es la de la alianza y el
cristianos de toda condición y de to- matrimonio. La oración es a la fe lo que
dos los tiempos, esta oración expresa el diálogo es para el amor en el matri-
el culto del Hijo a la madre: «honrarás monio. Sin diálogo el amor se debilita y
a tu padre y a tu madre» (Éx 20,12; Mt acaba por desvanecerse. Así ocurre
15,4). con la fe sin la oración.
«El Amor no es más que una pala- «Soy creyente pero no practicante»,
bra, repetida sin cesar y siempre nue- oimos decir. Podríamos responder in-
va», nos dice Lacordaire. Y en la leta- virtiendo los términos: «Quizás sois
nía, de generación en generación, pura más practicantes de lo que decís –ya
y sencillamente, se cumple la profecía que la práctica religiosa no se limita al
de la Virgen: «todas las generaciones culto–, y menos creyentes de lo que
me proclamarán bienaventurada» (Lc pensáis –en la medida en que aban-
1,48). donais la oración–».
• «He ahí a tu madre» –La oración es además una exigen-
(Jn 19,27) cia de nuestra vida moral. «Sin mí,
dice Jesús, nada podéis» (Jn 15,5).
«Dios –dice San Agustín– nos pro-
pone dos categorías de cosas: las po-
20. ¿Por qué orar? sibles para que las hagamos, y las im-
posibles para que le pidamos la fuerza
necesaria para llevarlas a cabo».
«La oración es vergonzante», ha es- –La oración es, al mismo tiempo, un
crito Nietzsche. Más bien habría que derecho: privarnos de él sería una equi-
decir que se trata de un acto tan natural vocación: «Venid a mí todos los que
como beber o respirar. «El hombre sien- estáis fatigados y agobiados, que yo
te la necesidad de Dios del mismo os aliviaré» (Mt 11,28).
modo que le resulta imprescindible el
agua y el oxígeno» (Alexis Carrel). –Siendo la oración una necesidad para
el hombre, es también un deber para
Se puede añadir que no es merma de con Dios. Oramos entregando nuestro
la dignidad del hombre la oración, como tiempo a Dios, porque es Dios. Oran-
no lo es la necesidad de compartir feli- do expresamos lo absoluto de Dios,
Yves Moreau 27

permanecemos ante Él, «como un per- –Los sentimientos y las ideas son se-
fume que vertido en su honor, perdién- cundarios. Lo importante es el amor,
dose a sí mismo», según dice Bossuet. la voluntad de amar. Ya estamos oran-
Y entonces nuestra vida se hace toda do cuando, ante Dios, reconocemos
ella oración. Sin ella la acción deriva nuestra torpeza para orar y hacemos
en una búsqueda inconsciente de no- nuestras las palabras de los apóstoles
sotros mismos. a Jesús: «Señor, enséñanos a rezar»
(Lc 11,1).
–La oración es un servicio a la Igle-
sia. «Toda alma que se eleva, eleva al –También oramos cuando, en la pre-
mundo», dirá Elizabeth Lesœur. sencia de Dios, meditamos en nuestro
corazón los sucesos de la vida diaria.
–La oración es siempre atendida, al
menos si no pedimos a Dios que se Muchos creyentes se descorazonan
haga cómplice de nuestras cobardías y por su incapacidad de concentración,
perezas, sino que le suplicamos asistir- por sus «distracciones». En realidad,
nos para hacer su voluntad, en la que estas fugaces ideas, que estorban nues-
está nuestra felicidad. Así no enseña a tra atención, pueden incluso constituir
orar Cristo en el Padrenuestro. la trama de una auténtica oración per-
sonal, si dejamos que Dios nos
¿Cómo rezar? evangelice a través de ellas.
Aquí lo que más vale es la experien- –La cima de la oración se alcanza en
cia. Se aprende a orar, orando. la pura comunión con Dios en el si-
lencio. No es tan dificil, se necesita un
–La oración es un combate. Y un poco de tiempo, confianza y tesón para
combate que ha de reiniciarse cada día. alcanzarla. El rosario, a pesar de su apa-
Nos despertamos paganos cada maña- rente monotonía, conduce progresiva-
na, y cada mañana debemos despertar- mente a esta presencia ante Dios a los
nos de nuevo a las realidades de la fe: que confían.
adorar, pedir perdón y dar gracias.
«Velad y orar» (Mt 26,4), decía Je-
–La oración auténtica es, al mismo sús. Y Él mismo daba ejemplo de lo
tiempo, espontánea y metódica. Está que aconsejaba, orando largamente en
presta a surgir en cualquier instante, pero la noche, como en Getsemaní.
necesita de momentos y lugares apro-
• «Hay que rezar siem-
piados, si queremos que no esté a mer- pre para no desfallecer»
ced del capricho y la pereza. (Lc 18,1)
–Su fuente es la Escritura, los sal-
mos y la vida de Jesús concretamente,
pero acude también a fórmulas ya he-
chas, como el Padrenuestro y el
Avemaría, que vienen a ser como los
piolets para el alpinista en la escalada.
28 Razones para creer

21. ¿Hay que bautizar a Para los padres cristianos es una feli-
los niños recién nacidos? cidad salir al encuentro del deseo de
Cristo vivo y resucitado, y ofrecerle a
su hijo. ¿No es Cristo el primer res-
ponsable de este hijo, el garante de su
–A primera vista,parece inconvenien- libertad, el complemento indispensa-
te comprometer la libertad de una per- ble de su ser?
sona para toda la vida sin su consenti-
miento. «Yo soy la Vid, dice Jesús, vosotros
los sarmientos. Sin mí nada podéis»
En realidad, se da en el niño el caso (Jn 15,5).
particular de una libertad que para de-
sarrollarse necesita provisionalmente En estas condiciones, nada tiene de
que otras libertades se comprometan sorprendente que desde los orígenes de
en su lugar. Y esto se presenta en to- la Iglesia, los cristianos hayan bautiza-
dos los aspectos de su vida infantil: lo dos a su hijos. Tenemos inumerables
mismo en la elección del alimento, o testimonios. La crónica de los Hechos
del lenguaje o de las normas de su com- habla en varias ocasiones del bautismo
portamiento moral. No se trata, pues, de toda una familia (Hch 16,33). San
de suprimir la libertad del niño, sino de Pablo habla del bautismo como de
suplirla para que tenga acceso a unos «una nueva circuncisión» (Col 2,11-12),
dones de los que irá disfrutando en una y los judíos realizaban esa ceremonia
libertad progresiva. No escoger por el ocho días después del nacimiento. Te-
niño ya es escoger, porque la vida no nemos pruebas igualmente en los es-
espera. critos de los Padres de la Iglesia, como
en San Ireneo, obispo de Lyon hacia el
A esto se puede añadir, contra una año 178.
opinión hoy corriente, que la libertad
no constituye en sí el Bien Supremo, –¿Simple posibilidad u obligación
sino que alcanza todo su valor de Bien de conciencia?
cuando se ejerce no automáticamente,
Para los padres cristianos, el bautis-
sino con conocimiento de causa.
mo de los hijos más que una opción es
En estas condiciones, parece ser que un deber de conciencia, tanto por el
la regla de oro sería escoger por el niño bien del niño como por el bien del mis-
aquello que uno desearía para sí, por mo Cristo. Eso sí, es preciso que los
ser lo mejor. padres se comprometan a dar a su hijo
una educación cristiana, que le permi-
–¿Porqué bautizar al niño? ta al hijo apropiarse progresivamente
A la luz de las consideraciones pre- del bautismo con todo conocimiento
cedentes, el cristiano quiere el bautis- de causa.
mo de su hijo recién nacido. Es un acto • «Dejad que los niños
de plena coherencia. Si para él Cristo se acerquen a mí»
es el sol de su vida, su mejor deseo es (Mc 10,14)
conseguir que su hijo participe de Él.
Yves Moreau 29

Jesucristo, y éste crucificado» (1Cor


2,2).
Por la Eucaristía venimos nosotros a
ser contemporáneos de la pasión y de
22. ¿Por qué la Misa? la muerte de Cristo. La misa es real-
mente un sacrificio, es la participación
en el único Sacrificio de Cristo.
–¿Qué es la misa? Imaginemos una iglesia circular, que
Para comprenderla hay que ir más en su centro tiene un altar. Todas sus
allá de las apariencias. Un proverbio puertas dan acceso directo a ese altar.
chino dice que si señalamos a un tonto Toda misa da un acceso inmediato y
la luna con el dedo, el infeliz mira el permanente a la cima del Amor.
dedo en vez de a la luna. En este caso
la punta del dedo es el pan y el vino –¿La Misa es simplemente una ce-
sobre el altar; es el sacerdote pronun- remonia?
ciado las mismas palabras de Jesús: No solo es eso, sino que es una lla-
«éste es mi cuerpo, entregado por vo- mada del Amor que a amor llama;
sotros, y esta es la copa de mi sangre, una Acción que llama a la acción.
vertida por todos los hombres» (1Co Cristo es el camino pero, como dice
11,24-25). Estos son los signos que in- San Agustín, es «un camino que anda»,
vitan al creyentea un acto de fe en el conduciéndonos al Padre. En el Gran
amor infinito del Padre, que nos en- Norte los troncos bajan flotando por el
trega a su Hijo, y del Hijo, que ofre- río hasta llegar a su destino. Y así no-
ciendo su vida por nosotros nos ofre- sotros somos los troncos de los árbo-
ce su Espíritu. les, que por el gran río del Amor de
Aquel que ha dicho «yo soy la ver- Cristo, somos llevados por su Espíritu
dad» no miente. Por la Eucaristía no- al Padre.
sotros estamos realmente en presen-
cia del cuerpo entregado y de la san- –La Misa nos abre al mundo
gre derramada, es decir, de la persona Por la Eucaristía entramos en el cen-
de Jesús en el momento mismo en que tro de Dios Amor y, a la vez, en el cen-
entrega su vida por nosotros. tro del Universo y de la Historia.
La Eucaristia es un desafío al tiempo
Escapamos así fuera del tiempo, o
y al espacio. Por ella participamos en
mejor dicho, nos unimos a él en su to-
el sacrificio de Jesús en la Cruz. «En
talidad. Es decir, en la inmensidad de
nuestras iglesias, dice Bossuet, gracias
ese Cristo que todo lo cifra en sí mis-
a la Misa, todos los días es Viernes
mo, nos vinculamos inmediatamente a
Santo». Dan ganas de decir: «y todo lo
la victoria de la Pascua, al triunfo de la
demás es literatura». Ya decía San Pa-
Ascención y a la efusión del Espíritu
blo: «yo, cuando estuve entre vosotros,
en Pentecostés. Toda la vida de Cris-
no me precié de saber de nada, sino de
to, toda escena del Evangelio, se nos
30 Razones para creer

hace presente. Nos unimos al mismo ser esclarecida por la Sagrada Escritu-
tiempo con el pueblo de Dios, el del ra. Ésta es lo que llamamos liturgia de
Antiguo Testamento y el de la Iglesia, la Palabra, que precede siempre al sig-
desde sus orígenes hasta nuestros días. no del pan y del vino, desvelando su
La Virgen María, todos los santos, nues- sentido y su actualidad.
tros difuntos, se unen a nosotros, con El misal ofrece a sus lectores más de
aquellos que nos acompañan en la misa 500 pasajes de la Escritura, sin contar
y con los que no están presentes en los salmos, es decir, una magnífica an-
ella. tología de la Biblia.
Por la Eucaristía y en Cristo, nos per- –¿Cómo participar actívamente en
sonamos en todos los suburbios del la misa?
mundo y nos reunimos con todos los La comunión requiere una prepara-
que sufren. Entramos así en comuni- ción del espíritu, gestos, oraciones dia-
cación directa con la humanidad en su logadas, cantos en común, ofrendas,
historia, en su prehistoria y... en su por- participación de bienes, gestos de paz.
venir. Porque Cristo, el Verbo creador Todo está orientado a centrarnos en
es de ayer, de hoy y de mañana. Con ella, para retornar al mundo desde el
Él penetramos el porvenir, el futuro se corazón de Dios.
nos hace presente, atravesamos la se-
mana próxima, asistimos a nuestra –¿Es la misa necesaria?
muerte y resurrección, y las hacemos La Eucaristía es indispensable al cris-
nuestras uniéndonos a la voluntad de tiano, como lo es el alimento a la vida,
Dios. como la presencia es necesaria al amor.
–¿Por qué la comunión? La obligación de la misa del dominogo
es una exigencia vital.
El Amor tiende a la unidad. La co-
munión sacramental del cuerpo y la san- «No hay nada más grande que la
gre de Cristo opera esta fusión (Jn 6, Eucaristía» (Cura de Ars).
55-57). El cristiano que comulga sale • «Yo soy el pan de vida...
de sí mismo y se sumerge en el Amor, Haced esto en memoria mía»
y con él en el mujndo. Y así se hace (Jn 6,35; Lc 22,19).
con Cristo de alguna manera sacerdote
del mundo, sacerdote en el sentido exac-
to del término, haciendo real por las pa-
labras y gestos de la Eucaristía esta in-
mensa e inefable presencia de Dios ante 23. ¿Por qué el
los hombres, de los hombres ante Dios, matrimonio cristiano?
y de los hombres entre sí.
–¿Porqué se lee la Biblia en la Misa?
Una acción de tal transcendencia, Se reprocha con frecuencia a la Igle-
para que no caiga en la magia, ha de sia por su intransigencia en materia de
Yves Moreau 31

moral sexual y conyugal. En realidad la y mujer, en el marco del matrimonio


Iglesia pretende simplemente en este cristiano, constituye en el medio huma-
tema, como en tantos otros, ser eco fiel no una epifanía del Amor que define a
de la enseñanza de Cristo. Dios mismo.
Basta abrir el Evangelio para encon- Eso sí, esta entrega de amor entre los
trar la afirmación de Cristo sobre la in- esposos ha de ser libre, exclusiva, de-
disolubilidad del matrimonio, el elogio finitiva y fecunda si quiere ser reflejo
del celibato voluntario y la denuncia de de la perfección del mismo Amor divi-
los pensamientos impuros que ensucian no.
el corazón del hombre. Entonces, ese amar y ser amado son
Los contemporáneos de Jesús lo en- los dos componentes necesarios y su-
tendían así cuando le decían: «si tal es ficientes de la verdadera felicidad que
la condición del hombre, más vale no Dios se compromete a garantizar por el
casarse» (Mt 19,10). don de sí mismo a los esposos. Éste
es el sacramento del matrimonio.
Y por su parte Cristo, en vez de ne-
gociar sus exigencias en materia de cas- –Justificación de la moral cristiana
tidad, concluía: «El que pueda enten- sobre el amor humano.
der que entienda» (Mt 19,12). Así las cosas, parece fuera de lugar
Remito sobre este asunto a los pasa- hablar de matrimonio a prueba, como
jes siguientes del Nuevo Testamento: tampoco hablamos de creación o re-
Mc 10,1-12; Mt 19,1-12; 1Co 7, 3-7. dención a prueba.
10-11; Ef 5,25-32. La unión de los cuerpos corona la
unión de los corazones, y no puede ser
–¿Qué significa que el matrimonio disociada del sacramento por el que
sea un Sacramento? Cristo confía los esposos el uno al otro
y en Él mismo se da amorosamente a la
La concepción cristiana del amor pareja.
humano resulta un enigma si no lo re-
lacionamos con su orígen, el amor de Esta unión, por otra parte, no puede
Cristo por su Iglesia, que a su vez re- disociarse de su finalidad de traer hijos
vela el del misterio de amor del Dios al mundo, respetando las leyes y rit-
viviente, Padre, Hijo y Espíritu Santo. mos de la naturaleza. En este marco se
inscribe el placer unido a ese acto me-
En Dios uno y trino, cada una de las ritorio, por el que se hace legítimo.
personas tiene su identidad en su rela-
ción de amor con las otras dos. Del Decía Aristóteles que Dios concedió
mismo modo, la creación y aún más la el placer a la virtud, como la lozanía a
redención son la exteriorización gratui- la juventud.
ta de la misma existencia divina; algo Y no hay en esto nada excepcional:
así como el fulgor del sol que permite lo mismo sucede con el placer de co-
hacernos una idea de su íntima ener- mer y beber, que acompaña natural-
gía. Así es como el amor entre hombre mente el deber de preservar la salud y
32 Razones para creer

la integridad de nuestro cuerpo. • «Que el hombre no separe


Lo mismo que nuestra conciencia re- lo que Dios ha unido»
chaza la práctica de aquellas orgías ro- (Mt 19,6)
manas, en las que se acudía de vez en
cuando al vomitorium para poder se-
guir comiendo, también se puede obje-
tar la legitimidad de un placer que se
pretende con un acto que ha sido vo- 24. ¿Por qué la confesión?
luntariamente desconectado de su fin.
–¡Estamos pidiendo un esfuerzo so-
brehumano! El sacramento de la reconciliación no
La fuerza de la pasión, ciertamente, «está de moda» hoy en día. Veamos
es a veces tan intensa que resulta heroi- por qué.
co resistirla.
–¿Afectan a Dios nuestras faltas mo-
Claudel, que conoció esta lucha, dejó rales?
escrito: «la juventud no está hecha para
el placer, sino para el heroísmo». Sí, por eso las llamamos pecados.
La moral de Cristo nos llama cons- El pecado rechaza el amor a Dios y a
tantemente a ir más allá de nuestra de- nuestros hermanos. «El Amor no es
bilidad, invocando la ayuda de Dios. amado».
«Sed perfectos, decía Jesús, como El pecado constituye un mal para el
vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt hombre mismo. Es un acto de
5,48). autodestrucción, que desfigura en no-
El hombre es un aprendiz. Nadie sotros la imagen de Dios. ¿Un padre
nace enseñado. No habrá, pues, que re- debe mantenerse indiferente ante la de-
procharle por su inexperiencia y sus gradación de su hijo?
errores, pero esto siempre que reco- El pecador hace a Dios materialmen-
nozca sus flaquezas y que entre humil- te cómplice de su pecado, pues utiliza
demente en la escuela de su Maestro. la energía creatural que Él le comunica
Es en la oración y en el sacramento para contrariar la voluntad divina.
de la penitencia donde el hombre en- –¡El pecado es un asunto entre Dios y
cuentra la ayuda necesaria para realizar yo!
el plan de Dios sobre él.
«Mientras tú no ardas en la llama
Y es entonces cuando las realidades del amor, muchos morirán de frío»
carnales se transforman en un trampo- (Mauriac)
lín hacia la santidad:
«Entrégenme un joven, decía San –Yo me confieso a Dios directamen-
Juan Bosco, y yo haré de él un santo». te, como los protestantes.
Yves Moreau 33

Los católicos también lo hacen al fi- ¡El que absuelve siempre es Cristo!
nal del día cuando hacen el examen de En Él es el Padre quien acoge a su hijo
conciencia y piden perdón a Dios por y lo estrecha contra su corazón (Lc
sus culpas, pero esto no basta. 15,11-32).
–¿Por qué? –¿A quien confesarse?
Porque Jesús ha dicho a sus apósto- En caso de urgencia se acude al pri-
les: «A quienes perdonéis los pecados, mer médico que se encuentra; pero ha-
les serán perdonados» (Jn 20,23). Con bitualmente es mejor acudir a alguien
estas palabras autoriza y confía Jesús que conozca al enfermo.
la práctica de la confesión sacramental
a los sacerdotes. Y la historia del sa- –Hay personas que se confiesan y no
cramento de la penitencia es la expre- valen mas que los demás.
sión progresiva de esta toma de con- ¿Qué sería de ellas sin la confesión?
ciencia en la Iglesia. El Padre Foucauld, pese a sus dudas,
aceptó en una ocasión confesar sus pe-
–¿Por qué Cristo ha elegido esta for- cados. A partir de entonces su fe se
ma de perdón? fortaleció y su vida sufrió un profunda
Dios se complace en actuar a través transformación.
de intermediarios: así actúa en el naci- – Pero siempre caemos en las mismas
miento, la cultura, el bautismo, la edu- faltas
cación religiosa... Haciéndose nuestro
Para estar aseado ¿no debemos aten-
confidente, el otro –el sacerdote– nos
der todos los días a nuestro cuidado
representa sensiblemente al Otro –Dios–
personal? Practicar este sacramento no
Y ese diálogo con él aviva nuestra fe. sólo nos da la certeza del perdón, sino
–¡Es dificil confiarse a una tercera también la sanación de nuestra con-
persona! ciencia. Este «nuevo bautismo» no sólo
suprime los efectos del mal, sino que
«Hay en el hombre un deseo innato se remonta a la causa del mismo. Y el
de confiarse a alguien. A a falta de con- diálogo con el confesor forma parte in-
fesarse a un sacerdote, uno se confía tegrante de su misterio.
al primero que llega. El éxito de los psi-
quiatras, psicólogos y consejeros de –Cada vez se comulga más... y se con-
todo tipo se explica por esta necesi- fiesa menos. Las faltas graves parecen
dad» (Mons. Gouyon) no ser un obstáculo para la comunión.
–¿Pero no es el sacerdote también No olvidemos la solemne adverten-
un pecador? cia de San Pablo: «El que come el pan
Su absolución sigue siendo válida. y bebe del cáliz del Señor indignamente,
«Cuando Pedro bautiza es Jesús quien come y bebe su propia condenación»
bautiza. Cuando Judas bautiza es Je- (1Co 11,27-29).
sús quien bautiza» (San Agustín).
34 Razones para creer

En el Amor humano es inconcebible


la comunión de los cuerpos sin la ar-
monía de los corazones. La violación
nunca ha sido causa de reconciliación... 25. ¿Por qué el infierno?
En la Eucaristía Cristo se ofrece a no- ¿Por qué Satanás?
sotros en forma inefable e indefensa.
No debemos hacer violencia a Cristo
en este sacramento, sería un sacrilegio, Muchos hoy no creen en el demonio
sino reconciliarnos con Él antes, en ese y en el infierno; al menos los dejan en
diálogo de amor que es la confesión. un silencio permanente. Sin embargo,
Confesar es también un acto de co- hundirlos en el silencio es olvidar que
munión, es un acto de amor que para Cristo nos habla del demonio con bas-
ser hecho no requiere una previa falta tante frecuencia y avisa acerca del in-
grave. La limpieza del alma nos condu- fierno sin ninguna ambigüedad (Mt 25,
ce el encuentro pleno de la Eucaristía. 31-46; Mt 10,28; Ap 21,8). Nuestros
–¿Qué pensar de las celebraciones co- contemporáneos tienen derecho a reci-
munitarias del sacramento de la Recon- bir todo el Evangelio.
ciliación?
–¿Qué es el infierno?
La preparación comunitaria nos ayu-
da a conseguir la mejor disposición para Para observar un precipicio desde lo
recibir el sacramento. «Hay una comu- alto de una montaña es conveniente dis-
nión entre todos aquellos que se con- poner de una sólida barandilla, que
fiesan. En el corazón de la Iglesia Es- nos preserve del vértigo. Ese parapeto,
posa se presentan ante el esposo en la en el peligroso tema que nos ocupa, es
verdad total» (Von Speyr). el infinito amor que Dios tiene por no-
sotros.
–¿Qué valor tiene la absolución co-
lectiva sin confesión personal? El Amor se desarrolla en libertad, y
y en la libertad se da el riesgo del re-
Es legítima en caso de peligro de chazo. La vida es para un cristiano un
muerte o de necesidad grave a juicio continuo aprendizaje de Amor, y ella
del obispo; pero no dispensa de la con- implica la posibilidad de rechazar ese
trición ni de la obligación de reparar. Amor.
Perdona todos los pecados, incluso los
más graves, pero la Iglesia exige que el Dios nos ama. Si al fin de la prueba
cristiano, en espíritu de penitencia, se hemos aceptado su Amor, consegui-
comprometa a confesar a un sacerdote mos así nuestra felicidad. Si lo recha-
estos últimos pecados en la primera zamos, encerrándonos en nosotros
ocasión que encuentre. mismos, eso es el infierno. El infierno
es el aislamiento voluntario, el rechazo
• «A quienes perdonéis los del Amor.
pecados, les serán perdonados»
(Jn 20,23)
Yves Moreau 35

–¿Habrá muchas personas en el in- va a confundirse tan sutilmente con el


fierno? corazón del hombre y las realidades del
Lo que podemos decir sobre este de- mundo, que hay peligro de no creer ni
licado asunto es lo siguiente: en su acción ni en su presencia (Jn 8,
44).
1) La Iglesia, que se ha pronunciado
infaliblemente sobre la gloria eterna de –¡La Iglesia es muy pesimista!
la que gozan muchos de sus fieles – Denunciando la existencia de Sata-
canonizaciones de santos–, jamás se ha nás, el Evangelio no deja de ser una
pronunciado sobre la condenación de Buena Noticia. Con esa verdad ilumi-
ningún hombre. na singularmente a la condición huma-
2) Nunca la Iglesia ha prohibido ro- na. El hombre no es fundamentalmente
gar a Dios por la salvación de todos malo; por el contrario, lleva en sí mis-
los hombres. Por el contrario, es ésta mo la huella de su bondad original, que
una costumbre piadosa, como la tenía procede de Dios. Pero su naturaleza ha
el Padre Ch. de Foucauld, que repetía sido herida por el mal ,y ha quedado
aquella frase de San Pablo: «Dios quie- débil: es el pecado original.
re que todos los hombres se salven» Proponiéndonos entrar en el ámbito
(1Tm 2, 4). de Cristo por el camino de la fe, el
Evangelio nos permite escapar de la
3) No se puede negar, sin embargo, esfera del influjo demoníaco. Nos con-
que la condenación eterna es una posi- vierte así en los grandes vencedores,
bilidad real, de la que Cristo quiere sal- como dice San Pablo, gracias a «Aquél
varnos a toda costa. Los sufrimientos que nos ha amado» (2Tes 2,16; Ef 1,6).
voluntarios de su Cruz nos prohiben Es de lamentar que nuestra genera-
dudarlo. ción, con su política del avestruz, esté
–¿De verdad existe el Demonio? haciéndole el juego al Adversario. Re-
Si bien la Iglesia no se ha pronuncia- chazando la existencia del espíritu del
do sobre la condenación eterna de nin- mal y su acción sobre nosotros, se ve
gún hombre, por el contrario sí lo ha obligada a oscilar entre dos extremos:
hecho sobre ciertos ángeles a los que –o bien sobrevalora la debilidad del
llamamos demonios. hombre, exonerándole de toda respon-
No se trata aquí de recaer en el error sabilidad: todo se justifica por meca-
maniqueo, doctrina antigua rechazada nismos psicológicos y presiones socia-
por la Iglesia, según la cual el bien y el les; y el hombre así, despojado de res-
mal habrían dado origen al mundo, ponsabilidad, pierde toda su dignidad;
como un doble principio contrapues- –o bien, sensible a la gravedad del
to. Satanás es una simple criatura, que mal que pesa sobre el mundo, no sola-
se cierra al Amor. Pero se equivoca mente se acusa el hombre, sino que se
gravemente aquel que subestima la po- le ahoga en el odio y la desesperanza, y
tencia del demonio, cuya astucia le lle- se le hunde en la náusea de un mundo
36 Razones para creer

absurdo, que no tiene remedio. –¿Cómo resucitaremos?


En ambos casos, el mal triunfa sin La Resurrección de Cristo no sola-
apelación. El mensaje del Evangelio mente nos da la certeza de una vida
es mucho más verdadero y humano. después de la muerte, sino que nos deja
Jesús no viene ni a exculparnos, hacién- entrever capacidades insospechadas
donos irresponsables, ni a abrumarnos para nuestro propio cuerpo.
y condenarnos. Viene realmente a sal- Jesús resucitado atraviesa los muros,
varnos. Volviéndonos a Él por la fe, franquea las distancias instantáneamen-
nos permite participar de su victoria: te, su cuerpo es luminoso... pero aquí
«Ya no soy yo, es Cristo quien vive se detiene nuestro conocimiento.
en mí», dice San Pablo (Gál 2,20). Es radicalmente imposible que po-
• «Temed a quien puede damos imaginar nuestra vida en el otro
precipitar vuestra alma mundo. Quizá una comparación nos
y cuerpo en la gehenna» ayudaría a comprender.
(Mt 10,28).
Supongamos que, estando en el seno
de nuestra madre en posesión de ple-
na consciencia, pudiéramos responder
a alguien que nos preguntara acerca de
26. La Resurrección. nuestra situación. Responderíamos sin
duda: «me encuentro bien, me rodea
una temperatura agradable, y me alimen-
No podemos acabar este estudio con to en la medida de mis necesidades».
la reflexión sobre Satanás y el infierno. Y supongamos que se nos replicara:
«Si el demonio os dice que el cielo exis- «infeliz, triste es tu existencia, tienes ma-
te, pero que no es para vosotros, no le nos y no te puedes servir de ellas y tus
creáis» (Maximiliano Kolbe). pies no te permiten trasladarte en el espa-
cio. Nada puedes ver con tus ojos. Sal
–Cristo ha resucitado, pero ¿qué será y conocerás lo que es la vida». A eso
de nosotros? diríamos nosotros: «¡pero salir será la
La Resurrección de Cristo ha abier- muerte!», incapaces de imaginar un
to a la humanidad perspectivas inau- mundo fuera del claustro materno.
ditas. Es como un anuncio de lo que Algo así puede ser nuestra situación
está por llegar. «Si Cristo no ha resuci- en la actualidad. Nosotros tenemos fuer-
tado, comamos y bebamos, que maña-
tes aspiraciones a la verdad, al bien, a la
na moriremos... Pero no, El sí que ha
justicia, a la fraternidad y a la integri-
resucitado de entre los muertos, y como
dad corporal; son éstas profundas as-
primicia de los que duermen... Y Dios,
piraciones, que se identifican con nues-
que lo ha resucitado, con su mismo
tra propia naturaleza. Pero somos in-
poder nos resucitará también a noso-
capaces de satisfacerlas plenamente en
tros» (1Co 15,12-33).
el estado actual de nuestra existencia.
Yves Moreau 37

Para alcanzar esa plenitud, debemos –El Purgatorio.


renacer, es decir, ascender a un mundo « No podremos entrar en la vida con
nuevo, el de la resurrección, que única- Dios sin habernos liberados totalmente
mente por la experiencia podremos del pecado» (Mns. Etchegaray). Tam-
conocer, un mundo que «ni ojo huma- bién aquellos que mueren en la amistad
no ha visto, ni oído ha escuchado» con Dios han de pasar normalmente por
(1Co 2, 9), un mundo que hoy por hoy un proceso de purificación que llama-
nos resulta imposible imaginar y cuya mos purgatorio (2Mac 12,46).
realidad permanece velada a nuestro en-
tendimiento. –¡Entonces el cielo está cerca!
Desde ahora, escondidos en Cristo
–¿Qué es el cielo? (Col 3,3), nuestra vida eterna ha comen-
Escuchemos a aquellos afortunados zado y, como mujer a punto de dar a
que han recibido cierta revelación de lo luz, la creación gime con los dolores
inefable. del parto, esperando la redención de
Teresa de Jesús decía: «en el cielo nuestro cuerpo y la revelación de los
nos sorprenderá las bondades que Dios hijos de Dios (Rm 8,22).
ha preparado para nosotros».
–A la espera.
Esta iluminación celestial no nos de-
jará inactivos, por otra parte. «Pasaré Mientras esperamos este maravilloso
mi cielo haciendo el bien sobre la tie- reencuentro, «el momento más bello de
rra» (Teresa del Niño Jesús). la vida es el momento presente»
(Engel). El pasado queda a la espalda,
La revelación suprema, para cada uno el porvenir no ha llegado todavía, pero
de nosotros, será la visión y posesión podemos vivir el instante presente con
de Dios. «Seremos semejantes a Él, por- la gracia de Dios en el Amor.
que le veremos tal cual es» (1Jn 3,2-3).
• «Ven, Señor Jesús»
Como el hierro sometido al fuego vie- (Ap 22,20)
ne a hacerse incandescente, así noso-
tros, sumergidos en Dios, seremos
como Él es. «Entonces le conoceré
como ahora soy conocido» (1Cor
13,12). Y le amaremos como por Él
somos amados.
Como una gota de agua se mezcla en
la inmensidad del mar sin dejar de ser
ella misma, así participaremos de la in-
mensidad de la ciencia y del amor de
Dios. Por Él, con Él, en Él, todos no-
sotros seremos consumados en la uni-
dad.
38 Razones para creer

El amor de Dios fundamenta


nuestra fe y nuestra vida.

Amar, es dar...
Ésa es la causa de la creación.
Amar es hablar al ser amado...
Ésa es la causa de la revelación.
Amar, es compartir la vida, el destino...
Ésa es la causa de la encarnación.
Amar es salvar al que se ama...
Ésa es la causa de la redención.
Amar es hacerse nada ante el ser amado...
Ésa es la causa de la Virgen María.
Amar es permanecer cerca del ser amado...
Ésa es la causa de la Eucaristía.
Amar es asociar al ser amado a la propia felicidad...
Ésa es la causa del cielo.

Así debe ser vivida nuestra vida en el amor de Dios y de los otros,
para compartir la vida de Dios.

En el silencio y a través de los otros nuestro espíritu conoce a Dios


y nuestro corazón se adhiere a Él para siempre.

Madre del Amor Hermoso ¡Ruega por nosotros!

25 de marzo,
fiesta de la Anunciación

Abbé Yves Moreau


Nuestra Señora de Arcachon
Yves Moreau 39

Índice

sirve ser creyentes y cristianos?, 16.


Presentación, 3. 14. ¿Qué es la fe?, 17.
15. ¿Todas las religiones son igua-
les?, 18.
I. Los fundamentos.
16. Una nota sobre los milagros, 19.
1. ¿Por qué este folleto?, 4.
16 bis. ¿De donde proviene el mal?
2. ¿Hay diferencias entre el hombre ¿Por qué a mí?, 19.
y el animal?, 5.
3. ¿El espíritu del hombre puede al-
canzar la verdad?, 6. II. Algunos puntos esenciales.
4. ¿Es la muerte la aniquilación del 17. ¿Qué hay que pensar de la Bi-
hombre?, 7 blia?, 21.
5. ¿Cómo explicar el mundo y el uni- 18. ¿Por qué la Iglesia?, 23.
verso?, 8. 19. ¿Por qué la figura de la Virgen
6. ¿Qué puede pensarse de una ex- María?, 24.
plicación del mundo por el azar y la 20. ¿Porqué orar?, 26.
necesidad?, 9. 21. ¿Hay que bautizar a los niños re-
7. ¿De donde viene la idea de cién nacidos?, 28.
Dios?, 10. 22. ¿Por qué la misa?, 29.
8. ¿Ante los males del mundo, cómo 23. ¿Por qué el matrimonio cristia-
puede decirse que Dios existe?, 11. no?, 30.
9. ¿Quién es Dios?, 12. 24. ¿Por qué la confesion?, 32.
10. ¿Nos dan los Evangelios la ver- 25. ¿Por qué el infierno? ¿Por qué
dadera imagen de Jesús?, 13. Satanás?, 34.
11. ¿Quién es Dios para Jesucris- 26. La Resurección, 36.
to?, 14.
12. ¿Quién es Jesús?, 15. Índice, 39.
13. Si hay ateos mejores y más cari-
tativos que los cristianos ¿de qué nos

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