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Milagro económico alemán

El término «milagro económico alemán» (en alemán, Wirtschaftswunder, milagro económico) fue
usado por primera vez en el periódico británico The Times en 1950 y describe la rápida
reconstrucción y desarrollo de las economías de Alemania Occidental y Austria después de la
Segunda Guerra Mundial, en parte gracias al Plan Marshall para Europa provocado por el temor de
que pudieran darse las mismas condiciones que se dieron para Alemania en el período de entre
guerras (1919-1939).

Comenzó con el reemplazo del antiguo Reichsmark con el marco alemán como moneda en
Alemania y con el chelín austriaco en Austria, fue un periodo duradero de baja inflación y rápido
crecimiento industrial bajo el gobierno del canciller Konrad Adenauer y su ministro de finanzas
Ludwig Erhard, quien es conocido como el autor del fenómeno.1

En Austria la ayuda externa, la privatización de las industrias y el desarrollo de prácticas eficientes


resultaron en un periodo de crecimiento similar al de Alemania. [cita requerida]Esta era de
desarrollo económico hizo que unas naciones devastadas después de la guerra se transformaran
en países económicamente desarrollados. Con la fundación del Mercado Común Europeo, el
crecimiento de Alemania contrastó aún más con las dificultades económicas de Inglaterra.

Tratados de Roma

Los Tratados de Roma, firmados el 25 de marzo de 1957, son dos de los tratados que dieron origen
a la Unión Europea. Ambos tratados fueron firmados por Alemania Federal, Bélgica, Francia, Italia,
Luxemburgo, y los Países Bajos.

El primero estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) y el segundo estableció la


Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o Euratom). Ambos tratados junto con el de la
Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), dieron origen posteriormente a las
Comunidades Europeas.

Tras ser ratificados por los parlamentos de cada estado, los tratados entraron en vigor el 1 de
enero de 1958 y el tratado de la CEE ha sido modificado en numerosas ocasiones. Desde entonces
se ha cambiado de nombre desde el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea al
Tratado constitutivo de la Comunidad Europea y finalmente, Tratado de Funcionamiento de la
Unión.

Fueron las primeras organizaciones internacionales supranacionales, después de la Comunidad


Europea del Carbón y del Acero (C.E.C.A), creada unos años antes. Los tres conforman los
"Tratados Constitutivos" de las Comunidades Europeas.

Los firmantes del acuerdo fueron Paul-Henri Spaak, Antonio Segni y Konrad Adenauer entre otros.
Sacro Imperio Romano Germánico

El Sacro Imperio Romano Germánico5 (en alemán: Heiliges Römisches Reich; en latín: Sacrum
Romanum Imperium o Sacrum Imperium Romanum6—para distinguirlo del Reich alemán de
1871—, y también conocido como el Primer Reich o Imperio antiguo) fue una agrupación política
ubicada en la Europa occidental y central, cuyo ámbito de poder recayó en el emperador romano
germánico desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contemporánea.

Su nombre deriva de la pretensión de los gobernantes medievales de continuar la tradición del


Imperio carolingio (desaparecido en el siglo X), el cual había revivido el título de Emperador
romano en Occidente,7 como una forma de conservar el prestigio del antiguo Imperio romano. El
adjetivo «sacro» no fue empleado sino hasta el reinado de Federico Barbarroja (sancionado en
1157) para legitimar su existencia como la santa voluntad divina en el sentido cristiano. Así, la
designación Sacrum Imperium fue documentada por primera vez en 1157,8 mientras que el título
Sacrum Romanum Imperium apareció hacia 11848 y fue usado de manera definitiva desde 1254.
El complemento Deutscher Nation (en latín: Nationis Germanicæ) fue añadido en el siglo XV.

El Imperio se formó en 962 bajo la dinastía sajona a partir de la antigua Francia Oriental (una de
las tres partes en que se dividió el Imperio carolingio). Desde su creación, el Sacro Imperio se
convirtió en la entidad predominante en la Europa central durante casi un milenio hasta su
disolución en 1806. En el curso de los siglos, sus fronteras fueron considerablemente modificadas.
En el momento de su mayor expansión, el Imperio comprendía casi todo el territorio de la actual
Europa central, así como partes de Europa del sur. Así, a inicios del siglo XVI, en tiempos del
emperador Carlos V, además del territorio de Holstein, el Sacro Imperio comprendía Bohemia,
Moravia y Silesia. Por el sur se extendía hasta Carniola en las costas del Adriático; por el oeste,
abarcaba el condado libre de Borgoña (Franco-Condado) y Saboya, fuera de Génova, Lombardía y
Toscana en tierras italianas. También estaba integrada en el Imperio la mayor parte de los Países
Bajos, con la excepción del Artois y Flandes, al oeste del Escalda.

Debido a su carácter supranacional, el Sacro Imperio nunca se convirtió en un Estado nación o en


un Estado moderno; más bien, mantuvo un gobierno monárquico y una tradición imperial
estamental. En 1648, los Estados vecinos fueron constitucionalmente integrados como Estados
imperiales. El Imperio debía asegurar la estabilidad política y la resolución pacífica de los conflictos
mediante la restricción de la dinámica del poder: ofrecía protección a los súbditos contra la
arbitrariedad de los señores, así como a los estamentos más bajos contra toda infracción a los
derechos cometida por los estamentos más altos o por el propio Imperio.

Entonces, el Imperio cumplió igualmente una función pacificadora en el sistema de potencias


europeas; sin embargo, desde la Edad Moderna, fue estructuralmente incapaz de emprender
guerras ofensivas, extender su poder o su territorio. Así, a partir de mediados del siglo XVIII, el
Imperio ya no fue capaz de seguir protegiendo a sus miembros de las políticas expansionistas de
las potencias internas y externas. Esta fue su mayor carencia y una de las causas de su declive. La
defensa del derecho y la conservación de la paz se convirtieron en sus objetivos fundamentales.
Las guerras napoleónicas y el consiguiente establecimiento de la Confederación del Rin
demostraron la debilidad del Sacro Imperio, el cual se convirtió en un conjunto incapaz de actuar.
El Sacro Imperio Romano Germánico desapareció el 6 de agosto de 1806 cuando Francisco II
renunció a la corona imperial para mantenerse únicamente como emperador austríaco, debido a
las derrotas sufridas a manos de Napoleón I.

Tratado de Nankín

Tras la derrota de China en la guerra, los representantes del Imperio británico y de la China de
Qing negociaron los términos del tratado a bordo del navío de guerra británico HMS Cornwallis, en
aguas de Nankín. El 29 de agosto de 1842, el representante británico Sir Henry Pottinger y los
representantes de Qing, Qiying, Ilibu y Niujian, firmaron el tratado que consistía en trece artículos
que fueron ratificados tanto por la reina Victoria como por el emperador Daoguang diez meses
después.

Telegrama Zimmermann

El telegrama Zimmermann fue un telegrama enviado por Arthur Zimmermann, ministro de


Asuntos Exteriores del Imperio Alemán, el 16 de enero de 1917 (durante la Primera Guerra
Mundial), a su embajador en México, conde Heinrich von Eckardt. En el mismo se instruía al
embajador para que acercara al Gobierno mexicano una propuesta para formar una alianza en
contra de Estados Unidos. Fue interceptado por los servicios británicos de espionaje, y su
contenido aceleró la entrada de los Estados Unidos en la guerra.

Tratado de Brest-Litovsk

La Paz de Brest-Litovsk fue un tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad


bielorrusa de Brest-Litovsk (entonces bajo soberanía rusa, actual Brest) entre el Imperio alemán,
Bulgaria, el Imperio austrohúngaro, el Imperio otomano y la Rusia soviética. En el tratado, Rusia
renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, que a
partir de entonces quedaron bajo el dominio y la explotación económica de los Imperios Centrales.
Asimismo, entregó Ardahan, Kars y Batumi al Imperio otomano. Con este tratado, Alemania
reforzó el frente occidental con efectivos orientales.1

La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial anuló el tratado, y todas las pérdidas rusas
habían sido recuperadas para 1940. Solamente Finlandia y Turquía, sucesora del Imperio otomano,
conservaron los territorios recibidos en Brest-Litovsk.

Constitución española de 1812

La Constitución Política de la Monarquía Española, más conocida como Constitución española de


1812 o Constitución de Cádiz,2 conocida popularmente como la Pepa,3nota 1 fue promulgada por
las Cortes Generales españolas reunidas extraordinariamente en Cádiz el 19 de marzo de 1812. Se
le ha otorgado una gran importancia histórica por tratarse de la primera Constitución promulgada
en España,nota 2 además de ser una de las más liberales de su tiempo.

Oficialmente estuvo en vigor solo dos años, desde su promulgación hasta su derogación en
Valencia el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España del borbón Fernando VII.5 Sin embargo,
apenas sí entró en vigor de facto, puesto que en su período de gestación buena parte de España se
encontraba en manos del gobierno afrancesado de José I Bonaparte, otra en mano de juntas
interinas más preocupadas en organizar su oposición a José I y el resto de los territorios de la
Corona española, los virreinatos, se hallaban en un estado de confusión y vacío de poder causado
por la guerra de Independencia. Posteriormente se volvió a aplicar desde el 8 de marzo de 1820,
cuando en Madrid (España), Fernando VII es obligado a jurar la Constitución española de 1812,
estando vigente durante el Trienio Liberal (1820-1823), así como durante un breve período en
1836-1837, bajo el gobierno progresista que preparaba la Constitución de 1837.

La Constitución establecía la soberanía en la Nación —ya no en el rey—, la monarquía


constitucional, la separación de poderes,67 la limitación de los poderes del rey, el sufragio
universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de
propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otras cuestiones, por lo que «no
incorporó una tabla de derechos y libertades, pero sí recogió algunos derechos dispersos en su
articulado». Además, confirmaba la ciudadanía española para todos los nacidos en cualquier
territorio de la corona española, prácticamente fundando un solo país junto a las provincias
americanas, africanas y asiáticas.8

Por el contrario, el texto consagraba a España como Estado confesional católico, prohibiendo
expresamente en su artículo duodécimo cualquier otra confesión,9 y el rey lo seguía siendo «por la
gracia de Dios y la Constitución».10 Del mismo modo, este texto constitucional no contempló el
reconocimiento de ningún derecho para las mujeres, ni siquiera el de ciudadanía11 (la palabra
«mujer» misma aparece escrita una sola vez, en una cita accesoria dentro del artículo veintidós),
aunque con ello estaban en plena sintonía con la mayoría de la sociedad hispana y europea del
momento. Con todo, se le reconoce, en gran estima, su carácter liberal, su afán en la defensa de
los derechos individuales, su posicionamiento en querer modificar caducas instituciones propias
del Antiguo Régimen, y en general, de recoger medidas regeneradoras enfocadas, con espíritu
idealista, en mejorar la sociedad.12

Países bálticos

En sentido amplio, los estados o países bálticos son aquellos que rodean al mar Báltico. Los países
que poseen la totalidad de su costa báltica son Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia y Polonia,
mientras que en Suecia, Alemania, Dinamarca y Rusia el mar cubre solo una porción de sus costas;
en Rusia, solo los óblasts de Kaliningrado y Leningrado tienen acceso al mar Báltico. No obstante,
el significado de la expresión depende del contexto en que se use, y en sentido estricto se refiere a
Estonia, Letonia y Lituania.
Armisticio.- Acuerdo que firman dos o más países en guerra cuando deciden dejar de combatir
durante cierto tiempo con el fin de discutir una posible paz.

Conflagración.- Hecho de estallar un conflicto, en especial una guerra, entre dos o más naciones o
estados.

Arengó.- Proclamar un discurso de tono elevado

Agricultura nipona.- Agricultura japonesa

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