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Capítulo I
Introducción a la adolescencia
Autor : Paula Alarcón Bañares
Universidad de Salamanca , España
(Introducción a la adolescencia )
Capítulo I
Aproximaciones Psicológicas Evolutivas a la Adolescencia
La tradición teórica evolutiva, diferencia la etapa adolescente en el desarrollo de la
personalidad, a comienzos del siglo XX, donde se asiste a un importante cambio cultural
post-industrialización, se aprueban leyes que impiden trabajar a los niños y jóvenes, la
educación se hace obligatoria, y se exige mayor capacitación para el ingreso al mundo
laboral. En ese contexto, Stanley Hull (1904), publica el primer tratado de psicología sobre
la adolescencia y temas afines, iniciando un interesante campo de investigación, sin
embargo, hoy en día, sus postulados que enfatizaban la gran inestabilidad y estrés de la
etapa, van quedando obsoletos, al publicarse estudios de cohortes que describen diferentes
trayectorias adaptativas y desadaptativas para esta etapa (Coleman & Hendry, 2003).
La adolescencia, es reconocida en la sociedad occidental, como una fase de transición
en el desarrollo de la personalidad, donde los individuos abandonan el mundo infantil,
buscando un espacio psicológico y social en la comunidad adulta.
Esta etapa impone al individuo una gran diversidad de tareas que lo llevarán a
alcanzar la autonomía progresiva, reflejada en la independencia de los padres, la posibilidad
de una relación de pareja, amistades propias e inserción en el mundo social y laboral.
Las trayectorias o caminos que cursan los adolescentes, durante esta fase, se
transforman en un árbol de decisiones que concentrarán los puntos cruciales para delimitar
su transición hacia la vida adulta.
Aproximaciones Teóricas .
A pesar de la multiplicidad de investigaciones realizadas en población adolescente
coexisten todavía diversas aproximaciones, aquellos que ponen en relieve la inestabilidad
de la etapa (personalidad en crisis), los que enfatizan la plasticidad y potencial de
cambio y por último, quienes defienden una continuidad en el desarrollo, dando especial
importancia a factores del entorno sociocultural que moldean esta transición hacia la
sociedad. Lamentablemente, la actual divergencia teórica, no ha permitido el desarrollo de
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particularmente en aquellos entornos donde las oportunidades no resultan coherentes con los
estándares de éxito ofrecido. Sin embargo, no se puede dejar de considerar a otros grupos de
adolescentes, que podrían percibir una importante sensación de seguridad y pueden confiar
en demasía en un aparente bienestar subjetivo, que les genera sensación de protección y
empoderamiento, postergando la resolución a nivel psicológico de su autonomía,
adhiriéndose a los valores predominantes en sus familias de origen, tal como lo describió
Marcia (1983) con el concepto de identidades hipotecadas. La delimitación de la identidad,
desafío central del periodo adolescente, descrito inicialmente por Erikson (1985), y aceptado
por la psicología evolutiva, es un proceso de mayor complejidad y deberá analizarse
entonces según los contextos culturales predominantes y bajo paradigmas que superan
análisis lineales o causales, integrando una aproximación multidimensional, donde la
interrelación de factores ligados a la personalidad, etapa evolutiva, contextos y cultura
juegan un rol predominante.
Centrado en los procesos cognitivos y sus cambios se encuentra la postura Piagetana
de la Adolescencia. Jean Piaget (1975), sostiene una revolución de índole intelectual, donde
el joven vivencia una reestructuración más abstracta e hipotética de las capacidades
cognitivas denominado la conquista de las operaciones formales. El pensamiento abstracto,
hipotético y deductivo sería característico de la adolescencia, cambiando la manera de
procesar intelectualmente la realidad, complejizando su visión de mundo y la de sí mismo.
Aparece una reflexión más allá del presente, la apropiación de un marco de posibilidades, la
construcción de teorías acerca de la realidad y la relatividad del conocimiento, entre otras.
Estos avances en la comprensión racional, conllevan una inicial sensación de omnipotencia
intelectual y emocional, que opera desde una mirada egocentrada y teórica de la realidad. De
este enfoque se desprenden las publicaciones sobre Egocentrismo en la adolescencia y los
estudios de Elkind (1967), sobre el fenómeno de la audiencia imaginaria y fábula Personal.
Los estudios de seguimiento de procesos adolescentes en diferentes culturas,
permitieron reconocer la alta diversidad en las formas de vivenciar la adolescencia, donde
muchos jóvenes no manifestaban cambios emocionales tan abruptos ni crisis tan severas. Se
comienza entonces a aceptar que la adolescencia también puede manifestarse como una
etapa más en el desarrollo y que por tanto, habría mayor continuidad en la personalidad que
la sostenida por autores de orientación analítica , se cuestiona que la adolescencia se vea tan
intensamente teñida por una revolución intelectual, emocional, o sexual como se sostuvo
hasta los años 80, y se le otorga más importancia a las variables interaccionales y
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vital life Span ( Baltes, 1987; Baltes, Linderberger,& Sataudinger,1998), hasta el modelo
positivo de la adolescencia liderado por Lerner, (2002)
El modelo ecológico de Bronfenbrenner, (1987) integra en torno a la adolescencia la
intervención de múltiples contextos interactuantes, aportando una comprensión sistémica,
circular y multicausal al proceso adolescente, en diferentes familias comunidades y culturas.
Este modelo extiende las fronteras del desarrollo de la personalidad en la adolescencia,
integrando el impacto de la mayor complejidad cultural, cambios estructurales en formas de
vida, competitividad y estrés, a los que podrían estar expuestos los adolescentes, y de este
modo, se amplifican los focos de investigación incorporando los enfoques de riesgo,
vulnerabilidad y resiliencia en el desarrollo adolescente (Rutter, 1993; Garmezy & Masten,
1994).
Teoría del curso de la Vida
Este enfoque, sugiere abandonar una concepción general y abstracta de la
adolescencia y propone el estudio específico de tipos de adolescentes inmersos en contextos
particulares de desarrollo. En otras palabras para comprender el proceso de la adolescencia,
hay que revisar la historia de vida, la familia, la comunidad en la que se inserta,
oportunidades de desarrollo, eventos o condiciones de riesgo, entre otros.
Cabe preguntarse aquí si ¿Cuáles son las trayectorias evolutivas adolescentes en una
determinada corte o cultura? Y si ¿se conocen los factores de riesgo tanto contextuales como
personales que favorecen un proceso adolescente más continuo y adaptativo en vs a los
factores que pueden favorecer el inicio de conflictos?
A esta última interrogante han intentado responder las investigaciones sobre factores
de riesgo definidos como una serie de variables aisladas empíricamente, asociadas a la
persona o comunidad, que aumentan la probabilidad de que se desarrollen alteraciones, o
desviaciones del comportamiento y estas atenten contra la salud física o mental del joven
(Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez & Magdaleno, 1998.). Desde una perspectiva
complementaria y opuesta se estudia la condición de hacerse resistentes a las condiciones
adversas. La resiliencia ha sido definida como la capacidad de sobreponerse a la adversidad
y construir sobre ella (Rutter, 1993). Este concepto implica un cúmulo de procesos sociales
y personales que no sólo le permite revertir las situaciones negativas sino transformarlas en
fuente de aprendizaje y protección ante nuevas experiencias (Kotliarenco, Cáceres &
Alvarez, 1995). Dada la variedad de los factores involucrados en la resiliencia, la evidencia
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sostiene como logran los adolescentes hacer un balance entre factores de riesgo y
protectores para transitar hacia la adultez.
Los factores de riesgo psicosocial son aquellos que congregan variables familiares,
sociales y culturales tales como; el bajo nivel socioeconómico, hacinamiento, delincuencia
de los padres, trastornos psiquiátricos de la madre, institucionalización temprana deserción
escolar, maltrato infantil y/o violencia intrafamiliar, drogodependencia en la familia, eventos
de vida estresantes entre otros (Rutter & Rutter, 1992). Por otra parte, se pueden aislar
factores personales, tales como desesperanza aprendida, ausencia de motivación por metas o
autoestima baja, estilo de afrontamiento pasivo y evitativo, alta impulsividad, y baja
competencia social, entre otros (Bender, Bliesener & Lösel, 1996; Garrido, Stangeland, &
Redondo, 1999).
1995). Las trayectorias evolutivas se reconocen como una secuencia más o menos regular de
comportamientos realizados por los jóvenes, los que proveen las experiencias sobre las
cuales construyen su identidad. Observadas desde fuera, las trayectorias se pueden
conceptualizar como adaptativas o desadaptativas, dependiendo del impacto que provoquen
en el entorno, en la construcción de sí mismo y de su proyecto vital. Se evalúan adaptativas
cuando permiten un ajuste entre necesidades del desarrollo y requerimientos del medio, lo
que deriva del equilibrio entre capacidades y oportunidades. Resultan desadaptativas cuando
existe un desequilibrio entre oportunidades y capacidades, derivando en desajustes en la
relación del adolescente con su entorno, lo que genera daño a los demás y a si mismo
(Alarcón y Pérez-luco, 2009 ).
Manifestaciones de la Adolescencia.
Referencias
Alarcón, P: Vinet .E, Pérez-Luco, R. y Salvo, S., (2009) Evaluación multidimensional de
adolescentes chilenos. FONDECYT 1070397, Temuco - Universidad de la Frontera.
Hull
Loeber, R.; Wung, P. Keenan, K.; Giroux, B.; Stothamer-Loeber, M.; Van Kammen, W. B. y
Maughan, B. (1993). Developmental pathways in disruptive child behavior.
Development and Psychopathology, 5, 103-133.
López, F.; Etxebarría, I.; Fuentes, M. y Ortiz, M. (1999). Desarrollo afectivo y social.
Madrid: Pirámide
Rutter, M (1990). Risk and protective factors in the development of psychopathology. New
York: Cambridge University Press.
Rutter, M. y Rutter, M. (1992). Developing minds. Challenge and continuity across the
life span. London: Penguin Books.