Revista de Información y Debate ● Marzo de 2005 Nº 15

Dossier: Mujer > Ley integral contra la violencia de género - Género y tratados
comerciales - Feminicidio en México: un interés político en un Estado de Derecho simulado -
Procesos democráticos y mujeres africanas - Beijing+10: ¿se han cumplido los objetivos de la
Plataforma de Acción Mundial? - La participación de las mujeres en la construcción de la paz

África: neoliberalismo y desarrollo > Estabilidad, integración en la economía mun-

dial y desarrollo en África - África en la globalización neoliberal: descomposición política y
económica - Inestabilidad política e inversión extranjera: el caso de Angola - La falacia de la
liberalización del comercio y del régimen de inversión

Miradas: Derechos sociales y económicos > Brasil: desigualdad y pobreza en el punto

de mira - República Dominicana: falta de recursos públicos y centralismo - El Salvador: salud
y educación en manos del mercado - México: otra política económica para una nueva política social
 Pueblos
Portada
Nº 15 (II época)
Marzo de 2005
Periodicidad trimestral

Fundada en 1995
Segunda época ● 2002

Editada por
Pueblos
C/Hileras, 4 ● 2º ● oficina 11
28013 ● Madrid

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Corresponsal en Centroamérica:
Luis Miranda Paula Cabildo nació en Madrid en el año 1976 y es licenciada en Bellas
●
(redacción@revistapueblos.org) Artes. Colaboradora gráfica habitual de la revista Pueblos, actualmente está
preparando su tesis doctoral y se dedica a la docencia. Ha trabajado como
Diseño: Amani Konan técnica de grabado, estampación y serigrafía en diversos talleres y buena
Maquetación: Manuel Ponce parte de su obra la ha desarrollado precisamente en estos campos, donde
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Dani Sánchez, Itziar Arriaga, Paula Cabildo, Mauricio ocasiones.
García, Juan Pablo Crespo, Begoña Dorronsoro, Jesús La mayor parte de las muestras en las que ha participado han tenido de
González Pazos, Tony Fernández, Realidad Martín, carácter colectivo y entre ellas destacan Ex-Situ y Garaje Pemasa en los años
Cidaf, Samuel Kirita, Carles Girbau, Rocío Anula,
1998 y 1999.
Soraya González, Conchi Abascal, Puri Pérez
Vinculada desde hace tiempo al movimiento antiglobalización, colabora
Entidades colaboradoras activamente en el diseño gráfico de carteles y pegatinas para distintos gru-
Justicia i Pau de Cataluña, Instituto Galego de pos y organizaciones que trabajan en el citado movimiento.
Análise e Documentación Internacional, Instituto de
Promoción de Estudios Sociales - Vizcaya

Agradecimientos
Marta Pajuelo Anula y todas aquellas entidades
y personas que con su colaboración han hecho
posible la elaboración de este número.

Impresión
J.A. Díaz Artes Gráficas

Depósito legal
M.47.658-1999 A partir del próximo 1 de marzo de 2005,
ISSN Pueblos traslada su sede a una nueva dirección:
1577-4376
C/Gran Vía,40 - 5º - Local 2
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Derechos (copyleft)
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 Sumario
Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4

Opinión
Sabemos y hacemos saber (Dolors Cruells Mercadé) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5

6 África: neoliberalismo y desarrollo

Estabilidad, integración en la ecionomía mundial y desarrollo en
África (Raquel Ferrão) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6
África en la globalización neoliberal: descomposición política
y económica (Mbuyi Kabunda) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
Inestabilidad política e inversión extranjera: el caso de Angola
(Alex Warren-Rodríguez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12
La falacia de la liberación del comercio y del régimen de inversión
(Carlos Oya) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15

18 Comunicación
Mujeres y publicidad: del consumo de objetos a objetos del consumo
(Alejandra Walzer y Carlos Lomas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .18
Cuando la política se hace desde los medios (Pepe Madariaga) . . . . . . . . .20

24 Entrevista
Juata Montero, miembro de la Asamblea Feminista de Madrid
(Luis Nieto, Aloia Álavarez Feans y Mercedes F. Lagarejos)

27 Dossier: Mujer
(Artículos de Montserrat Vilà Planas, Verónica Amarante, Alma Espino, Julia Pérez
Cervera, Mª Soledad Vieitez Cerdeño, María Teresa Blandón, Carmen de la Cruz y María
Vìatero)

43 Miradas: Derechos sociales y económicos

Brasil: desigualdad y pobreza en el punto de mira . . . . . . . . . . . . .43
República Dominicana: falta de recursos públicos y centralismo . . . .46
El Salvador: salud y educación en manos del mercado . . . . . . . . . . . . . .48
México: otra política económica para una nueva política social
(Domitille Delaplace y Areli Sandoval) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

53 Cooperación
Ayuda alimentaria: una solución ¿para quién? (Elizabeth Bravo) . . . . . . . .53
El voluntariado como nuevo paradigma participativo: límites
y ambivalencias (Angel Zurdo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .56
Entrevista con Leonor Flores Rabazo, consejera de Bienestar Social de
la Junta de Extremadura (Daniel Franco) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .59

60 Cultura
Libros: La ecología de Marx: Materialismo y naturaleza, y Las ONG
en la globalización. Estrategias, cambios y transformaciones de las
ONG en la sociedad global (Adolfo Rodríguez Gil) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .60
Otras publicaciones (Daniel Franco) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
Música: El Tango: un siglo de vanguardia (Leandro Simes) . . . . . . . . . . . .62
Cine: La batalla de Venezuela (Alejandro Pedregal) y Mar adentro (Juan
Vicente Monteagudo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64
Poesía (Gonzalo Linares) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .66

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 3

Editorial
Editorial
Un año después del 11-M
A
las puertas del primer aniver-
sario de los atentados del 11-
M que costaron la vida a 191
personas, provocaron más de 1.500 he-
ridos, destrozaron familias y conmo-
cionaron a la sociedad española y
mundial vale hacer un repaso de lo que
han traído aquellos terribles sucesos.
Estos 365 días han estado jalonados de
acontecimientos de trascendencia po-
lítica y social, y de la lucha de los afec-
tados que, más allá de pésames y re-
flexiones vacías, siguen reclamando
justicia y denunciado la manipulación
indecente que buena parte de la clase
política ha hecho de sus muertos.
La primera maniobra, con los ca-
dáveres de los asesinados aún calien-
tes, estuvo marcada por la mentira del
entonces Gobierno del Estado español.
Éste no dudó en acusar al terrorismo de
ETA como responsable de los atenta-
dos sin pruebas concluyentes de su au-
toría, intentando sembrar la duda y
acrecentar el odio hacia quienes más le
interesaba que estuviesen detrás de los
sucesos. El uso de la sangre como ins-
trumento político no representa ningu-
na novedad cuando los escrúpulos son
nulos; además si éstos están por deba-
jo de cero, su utilización intenta pro-
longarse en el tiempo como si éste sir-
viese para que la falsedad se tornase en
verdad. Sólo así se puede entender el
afán de los representantes del PP por
defender una y otra vez sus mentiras.
Sin embargo, el pueblo, para pesar de
muchos, obra en consecuencia a sus
propios análisis y convicciones, bus-
cando la verdad cuando algo le chirría
más de la cuenta y echándose a la ca-
lle para reclamar su derecho a saber,
máxime si los muertos son parte de él
mismo.
Pero el desprecio por el pueblo y
sus opiniones se encuentra también en
4 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
quienes aseguran que las elecciones
posteriores al 11-M fueron ganadas
por el PSOE gracias a los atentados.
Sin entrar en los méritos o deméritos
de este último, se trata de una visión
calculadamente simplista que pone en
entredicho la legitimidad y el criterio
de los votantes y sobre todo que ob-
via las deslocalizaciones, la precarie-
dad laboral, la carestía de la vivienda,
la entrada en una guerra indeseada a
la vez que indeseable como motivos
más que suficientes para cambiar la
opción política de los que dirigían el
país.
Otra ofensa ha sido la sufrida por
las propias víctimas, a las que, como
denunció su representante, Pilar Man-
jón, se les ha negado el pan y la sal, y
a las que, en lo que no deja de repre-
sentar una absoluta desfachatez, se las
ha acusado de politizar sus reclama-
ciones y demandas de justicia. Resul-
ta un atrevimiento que quienes les re-
prochan la politización de los atenta-
dos se hayan hartado de ejercerla en
beneficio propio. Si alguien posee tal
prebenda son los que se han dejado
hijos, padres, nietos, esposas y espo-
sos, amigos y compañeros tendidos en
los vagones reventados por las bom-
bas. A la espera de ayudas e indemni-
zaciones que no llegan, son las vícti-
mas las únicas con el derecho a poli-
tizar lo que haga falta para conseguir
aquello que les es legítimo.
Pero, sobre todo y un año después,
en la memoria dolorida del 11-M que-
dará un poso perenne y una conclu-
sión irrefutable, común al sufrimien-
to que padecen otros muchos rincones
del planeta alejados de Madrid: las de-
cisiones de quienes dirigen el mundo
tienen un costo que de una u otra for-
ma siempre acaban por pagar los mis-
mos: el pueblo.❑

Sabemos y hacemos saber
L
“
a emancipación de las muje-
res, es decir, el hecho de que
hayan accedido a la condi-
ción de sujetos de derecho, no conlleva
ni ha conllevado la libertad femenina.
Desde aquí que en el debate feminista
no se haya hecho hincapié sólo en la
igualdad sino también en la libertad, es
decir, en la diferencia.”
He querido empezar esta contribu-
ción con una breve y contundente cita
de Fina Birulés que se presta a más de
una reflexión. Sin embargo, la reflexión
que me interesa abordar en estas pági-
nas se refiere a un debate -largo, com-
plejo y muy enriquecedor- que ha mar-
cado la vida y las actividades de la Xar-
xa Feminista en Cataluña desde su na-
cimiento, en 1995. Más bien se podría
decir que ha sido “el” debate.
¿De qué hablamos? No queremos
volver sobre el tema de las “cuotas” ni
sobre el de la participación en las insti-
tuciones, o al menos no solamente. La
libertad (negada) de la que habla Fina
Birulés se podría quizás llamar también
participación. Entendemos el concepto
de “participación” (sobre todo en su con-
notación de género) como un conjunto
de prácticas sociales, políticas y cultura-
les que aspiran a construir, día tras día,
un proyecto de sociedad y de relaciones
entre las personas (hombres y mujeres)
diferente de la miseria a la cual nos han
acostumbrado. Nada menos.
Por ejemplo, intuimos o sabemos
que las mujeres han construido, a tra-
vés de la historia, unos modelos de re-
Opinión
Dolors Cruells Mercadé
lación entre sí y en la sociedad en ge-
neral que, aunque funcionales al papel
reproductivo y subordinado impuesto
por el patriarcado, han marcado un “re-
gistro” muy diferente del enfoque de
las relaciones y, extrapolando, también
de la política.
Es cierto que esto no define en de-
talle, de por sí, la existencia de un mo-
delo “femenino” acabado de participa-
ción social y política. Es decir, por el
mero hecho de existir las mujeres, no
necesariamente existe una política de
las mujeres. Sin embargo, permite tra-
bajar sobre algunas líneas.
Es un poco lo que hemos pretendi-
do hacer con nuestra asociación (la
Xarxa Feminista), una red amplia y
arraigada en las decenas de grupos de
mujeres activos en el territorio catalán
sobre temas e intereses muy diferen-
tes. La Xarxa reproduce -o pretende
reproducir-, en su ámbito “micro”, la
presencia difusa de las mujeres, sus
contradicciones, sus aspiraciones, su
pluralidad.
Queremos pensar (o volver a ha-
cerlo) en una política de las mujeres
que empiece por nosotras mismas, por
nuestros espacios de relación y por
nuestra manera de entender la política
y las relaciones sociales.
En primer lugar, se trata de recono-
cer y de valorar las experiencias de par-
ticipación de las mujeres en una serie
de espacios, tradicionales y menos. Los
movimientos sociales, la gestión del
ámbito doméstico y familiar, la gestión
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 5
Opinión
del territorio, la presencia en las insti-
tuciones y, last but not least, el movi-
miento feminista. Y no estamos ha-
blando de una realidad relegada a nues-
tro espacio más próximo: las mujeres
han acumulado un patrimonio de expe-
riencias decisivas en todos los rincones
del mundo, a veces pagando precios
muy altos (es suficiente recordar a las
mujeres de los Balcanes, de Afganistán
o de Palestina) para afirmar su existen-
cia física y política.
En este camino de reconocimiento
de nosotras mismas, surge y se afina la
crítica de los modelos existentes, en
modo especial la crítica al mundo de la
política tradicional (patriarcal y bur-
guesa), vendido desde siempre como
un horizonte de valores universales pe-
ro que ya no puede esconder su clamo-
roso déficit histórico de representación,
participación y democracia, y no úni-
camente en relación con las mujeres.
Este reconocimiento y esta búsque-
da constituyen, en realidad, el hilo con-
ductor de las jornadas del 2006 que es-
tamos preparando desde hace tiempo.
Bajo el lema “Las mujeres sabemos y
hacemos saber” se está desarrollando
desde hace un año una campaña en los
grupos de mujeres catalanas para llegar
en 2006 a un amplio momento de de-
bate entre todas. Los temas en discu-
sión son los que he citado rápidamente
antes y convergen sobre el eje de la par-
ticipación de las mujeres.
Un pequeño paso adelante hacia
nuestra libertad.❑
África
Neoliberalismo y desarrollo
Estabilidad, integración
en la economía mundial y desarrollo
en África
Raquel Ferrão*

zado hace tres décadas1. Este

Desde los ochenta a los crecimiento económico sigue
países africanos, estando muy por debajo de las
sumergidos en la recesión tasas necesarias para cumplir
y el retraso económico, se los Objetivos del Milenio de
les “aconseja” abandonar reducción de la pobreza a la
las estrategias mitad.
nacionalistas de desarrollo Ante este escenario, el dis-
poscoloniales, adoptando curso de la globalización neo-
un nuevo modelo liberal no desfallece. Para al-
económico neoliberal: el canzar el acceso a la riqueza
Consenso de Washington. basta con aplicar las leyes del
Como respuesta a la mercado, de la competencia y
creciente globalización, se del libre comercio. El desarro-
busca su inserción en la llo deja de ser una precondi-
economía mundial a través ción para participar de pleno
de la liberalización derecho en el mercado inter-
económica y el nacional y es una consecuen-
predominio de las fuerzas cia de esta participación2. El
del mercado y del sector Estado se convierte en el cul-
exportador. pable, acusado de la distribu-
ción ineficiente de los recursos

A
sí se empezaba a di- y donde abunda lo que en la
señar el régimen glo- jerga económica se denomina
Samuel Kirita/Cidaf

bal de desarrollo, do- comportamiento rent-seeking.

minado por la globalización
y el mercado. Bajo el para-
digma vigente, los pobres re-
sultados en términos de cre-
cimiento económico de los
países africanos entre mediados de los
setenta y los noventa se interpretaron
como el resultado de la poca integra-
ción en los mercados internacionales
y de su bajo desempeño en el comer-
cio mundial. A diferencia de otras re-
giones en desarrollo, que consiguie-
ron reanudar el crecimiento después
del decenio perdido de 1980, el es-
tancamiento y la recesión han conti-
nuado en África hasta hoy. Al inicio
del siglo XXI, los ingresos per cápita
en el continente son un 10 por ciento
inferiores al nivel alcanzado en el de-
cenio de 1980, y la brecha es aún ma-
yor si se compara con el nivel alcan-
Democracia y desarrollo:
una relación instrumental
El carácter, muchas veces per-
nicioso, de la ayuda directa a
los gobiernos africanos viene siendo
1 UNCTAD, “Desarrollo económico en África: re-
sultados, perspectivas y cuestiones políticas”,
New York, Geneva, 2001.
2 Rist, G., El desarrollo: historia de una creencia
occidental, Los libros de la Catara, Madrid,
2002.

6 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


ampliamente discutido. El neopatri-
monialismo se ha convertido en un
tema recurrente y para algunos auto-
res la política africana contemporá-
nea se entiende mejor si se traduce
como el ejercicio del poder neopa-
trimonial3. A través del flujo de re-
cursos que llegan desde el exterior,
los gobernantes africanos consiguen
mantener una elite leal y grupos es-
tratégicos cohesionados, garantizan-
do su legitimidad política al mismo
tiempo que se desentienden de la po-
blación a la que, supuestamente, re-
presentan.
Con el fin de la Guerra Fría, se
cortaron los volúmenes de ayuda que
permitían a las elites africanas mante-
ner a sus redes clientelares satisfe-
chas. A principios de los noventa, la
ayuda internacional pasó a estar con-
dicionada, además de económica-
mente, políticamente mediante crite-
rios como la buena gobernabilidad y
el establecimiento de sistemas demo-
cráticos. En este contexto, el Banco
Mundial pone gran énfasis en progra-
mas de fortalecimiento institucional
del Estado con el fin de reducir los al-
tos niveles de corrupción existentes.
Pero ¿qué se debe entender por
condicionalidad política? Tal y como
es formulada y aplicada por las IFI’s
y por los donantes occidentales, bus-
ca garantizar unas condiciones de es-
tabilidad política que permitan el li-
bre y buen funcionamiento del mer-
cado. Uno de los grandes logros de
Occidente con el final de la Guerra
Fría ha sido monopolizar la interpre-
tación legítima del concepto de de-
mocracia que se entiende implícita-
mente por “democracia de mercado”.
El énfasis se coloca en las elecciones
y en el multipartidarismo y es un re-
flejo de cómo se privilegia una es-
tructura formal que debe estar al ser-
vicio de unos fines considerados co-
mo prioritarios: el minimalismo del
Estado en la economía, la apertura al
mercado, la liberalización del comer-
cio y del movimiento de capitales.
3 Patrick Chabal y William Reno son algunos de
los muchos autores.
Economistas como Amartya Sen4
consideran que un sistema democrá-
tico que garantice la libertad política
y el respeto de los derechos civiles tie-
ne un impacto directo sobre el proce-
so de desarrollo, ya que representa per
se un aumento de la libertad humana.
Además de constituir un componente
del propio desarrollo entendido como
libertad, la democracia tiene también
un papel instrumental y conceptual
sobre este proceso. Por un lado, los
derechos y las libertades civiles y po-
“
Bajo el discurso neoliberal, el desarrollo
“
deja de ser una condición para participar
en el mercado internacional y resulta una
consecuencia de esta participación
líticas dan a las personas la oportuni-
dad de expresar la satisfacción de las
necesidades básicas y de exigir la ac-
ción pública apropiada; por otro lado,
la propia comprensión y la forma en
la que se conceptualizan las necesida-
des económicas requieren el ejercicio
de estos derechos porque deben sur-
gir del debate público.
La actual vinculación entre demo-
cracia y desarrollo está subyugada al
neoliberalismo económico. La demo-
cracia es considerada en su vertiente
instrumental, en la medida en que re-
presenta la aceptación de la economía
de mercado y de la liberalización. Su
importancia fundamental reside en la
positiva señal de estabilidad que
transmite a los mercados. La atracción
de la inversión extranjera a todo cos-
te, la liberalización de los mercados y
la apertura de las fronteras son, según
la ortodoxia neoclásica, una condición
sine qua non de promoción del creci-
miento económico que, por otro lado,
se sigue interpretando como sinónimo
4 Véase Sen, A., Desarrollo y Libertad, Planeta,
Barcelona, 2000.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 7
África
de desarrollo. Así, el compromiso de
la comunidad donante occidental pa-
ra la promoción de la democracia es
parcial y está distorsionado por la vi-
sión instrumental que le subyace; el
compromiso queda reducido a la ga-
rantía de unos estándares mínimos de
estabilidad política que permitan el
normal funcionamiento del mercado.
Un círculo vicioso: estabilidad
política y desarrollo
Desde mediados de los noventa, cami-
namos hacia el refuerzo del paradig-
ma de la liberalización/privatización
en el ámbito de la ayuda al desarrollo.
Por un lado, la comunidad internacio-
nal se ve desbordada por el creciente
número de conflictos en África sobre
los que parece no tener control. El én-
fasis en la estabilidad política en-
cuentra así una nueva razón de ser y
se va consolidando cada vez más en
el discurso global del desarrollo. Por
otro lado, se suma el fenómeno de la
fatiga del donante, decepcionado por
los bajos resultados obtenidos y por la
evidencia de que el ejercicio del po-
der en África sigue asentado en redes
clientelares.
Durante la Guerra Fría, los con-
flictos armados del continente africa-
no se solían analizar bajo el prisma
del conflicto bipolar. Sin embargo,
tras su fin, estos “nuevos” conflictos
son interpretados por los círculos de
la global governance como una ame-
naza a la seguridad global, y como
consecuencia de la “malaria del des-
arrollo”5. Más allá del clásico análisis
sobre las nefastas consecuencias de
los conflictos armados en términos
del crecimiento económico, los eco-
nomistas del desarrollo se atribuyen
la autoridad de explicar las causas de
estos conflictos. Se establece una re-
lación de causalidad entre subdesa-
rrollo y conflictos armados que pro-
porciona al proyecto desarrollista una
nueva versión, que dibuja un círculo
vicioso entre estabilidad política y
5 Duffield, M., Gobierno mundial y las nuevas
guerras. La convergencia del desarrollo y la se-
guridad, Los libros de la Catarata, Madrid, 2003.
África
Neoliberalismo y desarrollo
desarrollo. Además de los pregona-
dos efectos positivos que la estabili-
dad política tiene sobre el despliegue
económico a través de la atracción de
las inversiones extranjeras y de la in-
tegración en el comercio mundial, el
propio desarrollo se presenta ahora
como el mejor antídoto a la inestabi-
lidad política y los conflictos. A tra-
vés de esta vinculación se justifica la
aplicación de la receta neoliberal en
la reconstrucción posconflicto y en la
prevención de conflictos. La privati-
zación es ahora también un instru-
mento de peacebuilding6.
El discurso de la paz liberal (mix
ideológico de concepto neoliberal de
democracia, soberanía de mercado y
resolución de conflictos) ha calado
hondo en la comunidad internacional
y está patente en la NEPAD, la Nue-
va Estrategia de Cooperación para el
Desarrollo Africano, una iniciativa de
los gobiernos africanos de 2001, don-
de queda claro su compromiso de
convertir África en un continente
atractivo a los inversores privados. La
inversión extranjera aparece para el
continente africano como la única
forma de conseguir los recursos ex-
ternos que tanto necesita y de condu-
cirle por los carriles del desarrollo. El
conflicto y la inestabilidad política
son vistos no sólo como un obstácu-
lo a la inversión en los países impli-
cados, sino para la totalidad del con-
tinente.
Además, el paradigma de la pri-
vatización se está imponiendo no só-
lo sobre los objetivos de la ayuda al
desarrollo, sino también sobre la for-
ma de canalizarla. Frente a la consta-
tación de que la tradicional ayuda in-
terestatal sigue alimentando altos ni-
veles de corrupción en muchos apa-
ratos estatales africanos, la política de
ayuda estadounidense privilegia rela-
ciones directas entre los actores pri-
vados y los Estados africanos7. Ale-
6 Pugh, M. y Cooper, N., War economies in a re-
gional context, A project of the International Pe-
ace Academy, Lynne Rienner, London, 2004.
7 Reno, William, “Los Estados difíciles africanos,
los actores no estatales y la privatización de las
8 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
gando razones de eficiencia, se deja
al mercado que haga la “selección na-
tural” de los Estados que ofrecen las
condiciones más idóneas para atraer
a los inversores extranjeros. De esta
forma, la condicionalidad política la
impondrían cada vez menos los do-
nantes y más las fuerzas de mercado.
La lógica es que se premiará a los Es-
tados por su “buen comportamiento”,
evaluado según su compromiso ha-
cia las reformas de mercado y la es-
tabilidad política, y serán los elegi-
dos por las empresas transnacionales
que exigen eficiencia y estabilidad a
cambio de sus inversiones. A través
de esta estrategia se piensa que dis-
“
La democracia es considerada
en su vertiente instrumental, en la
de la economía de mercado
y de la liberalización
“
medida en que representa la aceptación
minuirá la ineficiencia de la ayuda
interestatal atribuida al Estado, ya
que las leyes del mercado obligarán
a los gobiernos africanos a andar por
“la senda del bien”.
La práctica del discurso
En términos generales, la tendencia
parece indicar una consolidación del
paradigma de liberalización/privati-
zación en el régimen global de des-
arrollo. Sin embargo, se puede decir
que este énfasis en las recetas neoli-
berales responde a una convicción
que se intenta imponer más allá de un
examen serio de los resultados hasta
hoy obtenidos y de la especificidad
económica, social, política y cultural
de cada uno de los países receptores.
Todo indica que la relación entre
la desregulación del mercado, la li-
relaciones interestatales”, Nova Africa, Nº 16,
enero de 2005.
beralización del comercio, el creci-
miento inducido por el sector expor-
tador, la apertura a la inversión ex-
tranjera y el desarrollo no es esa co-
rrelación unidireccional y unívoca
pregonada por el paradigma neolibe-
ral. Más aún, la experiencia demues-
tra que la aplicación de la misma re-
ceta neoliberal a países que acaban
de salir de un conflicto armado en lu-
gar de convertir las economías de
guerra en economías de paz, acaba
generando efectos desestabilizadores
que pueden contribuir a reanudar el
conflicto. Estos programas privati-
zadores de reconstrucción poscon-
flicto, la atracción de la inversión ex-
tranjera y el minimalismo del Estado
crean condiciones para que los “em-
presarios de guerra” sigan operando
fuera del marco institucional. Ade-
más, pueden exacerbar las desigual-
dades sociales, al mismo tiempo que
limitan el papel del Estado como fi-
nanciador de la paz, a través de pro-
gramas de desmovilización, cons-
trucción de infraestructuras, creación
de empleo, integración de la econo-
mía sombra, etc. El proyecto de la
paz liberal se impone en detrimento
del desarrollo.
Por otro lado, las expectativas de
ciertos donantes sobre la potenciali-
dad de la privatización de los cana-
les de la ayuda y la confianza en el
poder del mercado para garantizar la
financiación externa de las economí-
as africanas se revelan muy poco re-
alistas a la luz de su grave déficit de
recursos. Una excepción podrían ser,
paradójicamente, los países con
abundantes recursos petrolíferos y
minerales que, incluso con altos ni-
veles de instabilidad política, pare-
cen atraer a la inversión externa de
forma más efectiva que ciertos Esta-
dos africanos aplaudidos por la co-
munidad internacional por las refor-
mas institucionales y de mercado lle-
vadas a cabo.❑
Raquel Ferrão es miembro del Grupo de
Estudios Africanos de la Universidad Autónoma
de Madrid
 África
África en la globalización neoliberal:
descomposición política y económica
Mbuyi Kabunda*

En el contexto actual de
supremacía del mercado, los
pueblos africanos son víctimas de
una doble dominación:
el colonialismo interno de sus
dirigentes y la explotación externa
de la globalización neoliberal
aliada con aquellos. Las elites
políticas formadas por las
necesidades de la colonización y de
la neocolonización se sirven ahora
de su capital cultural para acceder
al poder político que a su vez
brinda el acceso al poder
económico.

P
ara salvaguardar sus intereses
de clase mal adquiridos, los di-
rigentes se han aliado con la
globalización y con las elites transna-
cionales neoliberales, siendo el objeti-
vo mantener sus privilegios políticos y
económicos y beneficiarse de las ven-
tajas de la mundialización, en detri-
mento de sus pueblos.
En la globalización impuesta al
continente, asistimos a la subordinación
de los gobiernos y de los ciudadanos a y el G8), son responsables de los de- modo, la educación, la salud, los trans-
las leyes de la economía de mercado. sastres políticos y económicos que vi- portes han pasado a manos del sector
Las funciones del Estado se limitan a la ve África. privado, erosionando la soberanía de
represión, para asegurar el suministro los Estados y los avances conseguidos
de materias primas que necesitan los La descomposición política en décadas anteriores.
mercados internacionales, en detri- de los Estados Proliferan en el continente los “Es-
mento de los aspectos de desarrollo hu- En la última década, el Estado africano tados fallidos”, incapaces de asumir las
mano erosionados por los planes de ha perdido una parte importante de su funciones clásicas reconocidas a un Es-
ajuste estructural. Estos planes im- autoridad, mediante su dimisión hacia tado como consecuencia del ajuste pri-
puestos por los cuatro pilares de la glo- las causas colectivas confiadas cada vez vatizador. Así, se han tornado en meras
balización neoliberal (el Banco Mun- más a las empresas, conforme a la ide- “estructuras administrativas de opre-
dial, el Fondo Monetario Internacional, ología neoliberal de “menos Estado de- sión y represión”. Sólo existen por su
la Organización Mundial del Comercio cidido por el propio Estado”. De este reconocimiento por los otros actores del

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 9

África
Neoliberalismo y desarrollo
Imagen de Gabón
sistema internacional (soberanía inter-
nacional o “negativa”) y carecen de so-
beranía nacional por su incapacidad pa-
ra controlar a la población que vive en
su territorio y satisfacer sus necesida-
des y aspiraciones. En muchas partes,
la población rechaza sus símbolos e in-
cluso su propia existencia por ser en
África el Estado el principal responsa-
ble de la explotación externa con la que
colabora, la corrupción, la criminali-
zación de la economía, la violación de
los derechos humanos y el mayor obs-
táculo a la modernización democrática.
Los Estados africanos se han da-
do cuenta de que su soberanía es más
teórica que real, y que las grandes de-
cisiones sobre el continente se toman
en el exterior: el precio de las mate-
rias primas, las políticas macroeco-
nómicas y exteriores, la resolución de
conflictos y las políticas restrictivas
de inmigración, los criterios de dere-
chos humanos y de democracia, etc.
El Estado en África ha sido debi-
litado por tres factores: 1) producto de
la colonización y no de la evolución
de las sociedades africanas, se carac-
teriza por la falta de legitimidad so-
ciológica, de ahí su cuestionamiento
por las fuerzas centrífugas etnicistas
o secesionistas, desde abajo, y por las
fuerzas panafricanistas centrípetas,
desde arriba; 2) el proceso de demo-
cratización liberal, que ha generado
10 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Juan Pablo Crespo
conflictos internos como consecuen-
cia del debilitamiento del poder cen-
tral y la consiguiente emergencia de
nuevas fuerzas políticas, que se en-
frentan a la persistente voluntad de
poderes establecidos de seguir con-
trolando las masas y la sociedad civil;
y 3) la ideología neoliberal con su fi-
losofía de “menos Estado” a favor del
sector privado.
La pérdida por el Estado de la le-
gitimidad interna y su consiguiente
hundimiento ha servido de caldo de
cultivo para la intervención en los
asuntos internos de las fuerzas de la
globalización y de la comunidad in-
ternacional, sustituyendo a la autori-
dad nacional ausente. En un contexto
caracterizado por la multiplicación de
actores internacionales, su soberanía
es vigilada e incluso limitada para re-
alizar las responsabilidades globales
(global governance) económicas, de-
mográficas, ecológicas, ideológicas
(derechos humanos) o de seguridad o
para la “promoción de los bienes co-
munes de la humanidad”, definidos
por los dueños del orden triunfante.
Los Estados africanos, nacional-
mente mal integrados y mal prepara-
dos para la confrontación internacio-
nal, se encuentran en una situación de
desventaja en esta era posbipolar ca-
racterizada por la civilización del
mercado.
“ “
La puesta del Estado bajo la tutela
del neoliberalismo consagra
su desconexión de los ciudadanos
La descomposición económica
Para satisfacer las exigencias de los pa-
íses occidentales y de las instituciones
financieras internacionales, las clases
gobernantes africanas se han dotado de
Parlamentos y de jefes de Estado elegi-
dos supuestamente por sufragio uni-
versal, pero que no están dispuestas a
perder el poder a menudo adquirido por
la fuerza, adhiriéndose a las prácticas
neoliberales.
El debilitamiento de la capacidad
del Estado y de la autoridad central en
muchos países del continente en la dé-
cada de los 80 y 90 ha dado lugar a mu-
chas zonas controladas por los señores
de la guerra, cuyo objetivo declarado es
la instauración de un “nuevo orden po-
lítico”. Sin embargo, como se ha pues-
to de manifiesto en muchos casos es pa-
ra servir a sus propios intereses econó-
micos y a los de sus seguidores inte-
grados por descontentos, desesperados,
excluidos o desconectados del sistema
estatal. En algunos casos, se han con-
vertido en intermediarios de las multi-
nacionales.
Las condicionalidades políticas y
económicas impuestas a los Estados
africanos han debilitado al Estado re-
duciendo el margen de acción guber-
namental en el marco de la ya mencio-
nada filosofía neoliberal del “menos
Estado”, con la consiguiente mercanti-
lización de la educación, la sanidad, la
formación, los recursos naturales y
otros aspectos de la vida.
El fracaso de los modelos de des-
arrollo erróneos dio paso a la imposi-
ción a los gobiernos de los programas
de ajuste estructural de corte neolibe-
ral. El resultado es la pérdida de legiti-
midad de la mayoría de los Estados
africanos, incapaces de ofrecer a los
ciudadanos alternativas de progreso so-
cial. Los señores de la guerra se apro-
vechan de esta debilidad y pérdida de

“
Las funciones del Estado se limitan
“
a la represión para asegurar el suministro
de materias primas a los mercados
externos
legitimidad del Estado para controlar
las zonas ricas en recursos naturales y
servir a sus propios intereses, utilizan-
do con este fin la etnicidad. A ello cabe
añadir la pérdida por el Estado africa-
no de sus funciones económicas y so-
ciales a favor del Banco Mundial y del
Fondo Monetario Internacional, que les
obligan a dedicar lo esencial del presu-
puesto nacional al reembolso de la deu-
da externa.
De este modo, el Estado no dispo-
ne de medios suficientes para crear las
bases económicas de la unidad nacio-
nal o realizar el desarrollo económico
a escala nacional. Para hacer frente a las
fuerzas centrífugas nacidas de esta si-
tuación, desarrolla las funciones de
gendarme, ilustradas por las múltiples
agresiones contra la población, las ba-
rreras del ejército para extorsionar a los
civiles o el autoritarismo y la corrup-
ción de los funcionarios. Es decir, el Es-
tado ha renunciado a los derechos eco-
nómicos y sociales de los pueblos, fun-
ción que le niegan sus tutores interna-
cionales que la han puesto en manos de
las fuerzas del mercado.
Caldo de cultivo
para el etnicismo
El derrumbe del Estado a consecuen-
cia de la mundialización neoliberal es
el responsable de la lógica de saqueo
que caracteriza las relaciones entre
África y la economía mundial. De ahí
el comportamiento de los señores de la
guerra, que controlan importantes zo-
nas mineras e instauran relaciones de
partenariado con traficantes interna-
cionales de armas y drogas, bancos y
multinacionales para servir a sus inte-
reses y a los de sus socios externos.
Las consecuencias sociales de es-
tas políticas neoliberales han creado el
caldo de cultivo del etnicismo, con la
consiguiente proliferación de las gue-
rras civiles y de los conflictos étnicos
en el continente, por fomentar las riva-
lidades para el control de los escasos
recursos: el Cuerno de África, la región
africana de los Grandes Lagos, Libe-
ria, Sierra Leona, Costa de Marfil, el
Darfur.
Los seres humanos, cuya ciudada-
nía se niega a favor de las leyes del
mercado, se refugian en las identida-
des comunitarias para compensar el
vacío creado por el modelo neoliberal
y se convierten en presas fáciles mani-
pulables por los dirigentes cínicos y sin
escrúpulos. En las condiciones dramá-
ticas del Tercer Mundo, según puntua-
liza Samir Amin, ello significa una in-
vitación al obscurantismo, al fanatis-
mo étnico o religioso, con las consi-
guientes guerras y limpiezas étnicas.
En definitiva, la puesta del Estado
bajo la tutela de la economía de mer-
cado y de las instituciones financieras
internacionales no sólo impide a los in-
dividuos ejercer su ciudadanía cum-
pliendo con sus deberes frente al Esta-
do y ejerciendo sus derechos sobre és-
te bajo la forma de acceso a los servi-
cios públicos, sino que además consa-
gra la desconexión de los ciudadanos
del Estado. Los servicios públicos que
sirvieron de instrumentos de lealtad y
sumisión al Estado, que supo de este
modo imponer la paz social y las redes
clientelares, ya han desaparecido o son
escasos. Como seres racionales, los
africanos que no tienen nada que ganar
del serkali, y para escapar de sus agre-
siones, se han desconectado para refu-
giarse en sus identidades étnicas, reli-
giosas u otras afinidades locales o in-
ternacionales que mejor sirven a sus in-
tereses. De ahí el fracaso del ajuste es-
tructural y el desarrollo por los pueblos
de la economía popular, consistente en
las actividades de producción y repro-
ducción de la vida.
La privatización del Estado por las
fuerzas de la globalización junto a la
corrupción de los dirigentes africanos
no sólo ha aniquilado la soberanía, si-
no que además ha destruido la con-
fianza entre los ciudadanos y el Esta-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 11
África
do, y es responsable del debilitamien-
to de este último.
En definitiva, según subraya acer-
tadamenente François Constantin, las
leyes del mercado impuestas por la
globalización han conducido a la últi-
ma desvalorización de las potenciali-
dades mineras, agrícolas y humanas
propias de África. Es la Naturaleza con
sus playas y sus elefantes lo que hay
que salvar de la ignorancia y del ego-
ísmo de los indígenas. El africano, por
su parte, tiene sentido sólo cuando es
un sirviente atento, un futbolista talen-
toso o un músico exiliado.
Pensamiento único
y pensamiento pluralista
La globalización ha tenido como prin-
cipal consecuencia la erosión de las so-
beranías estatales y la amenaza de pér-
dida por los gobiernos del monopolio
de sus políticas económicas y sociales,
es decir, de su autonomía económica y
política en favor de las multinacionales
y de las fuerzas del mercado. En este
contexto, la soberanía de los países afri-
canos, ya frágil, se ha reducido drásti-
camente. Es obvio que la desconexión
recíproca entre el Estado y la sociedad
civil reduce la explotación de los ciu-
dadanos y brinda a la sociedad civil la
oportunidad de encargarse de sí misma
y de influir en la instauración de un
nuevo orden político.
Si el pensamiento único neoliberal
presenta el capitalismo como el fin de
la historia política y económica, el pen-
samiento pluralista de los pueblos afri-
canos reivindica el derecho a la auto-
determinación y la diversidad contra la
cleptocracia nacional y la tiranía de la
econometría.
Las razones del drama de los pue-
blos africanos y de la pérdida de sus
ciudadanías están a la vista: “El suelo
en el que se asientan estos pueblos es
rico: hay flora, fauna, agua, aire puro,
metales preciosos, petróleo. Este es el
botín por el que se pelean todos, pero
olvidan que ahí vive gente que piensa,
siente, actúa y exige respeto”.❑
*Mbuyi Kabunda es profesor de Relaciones
Internacionales y Estudios Africanos de
la Universidad Autónoma de Madrid
África
Neoliberalismo y desarrollo
Inestabilidad política
e inversión
extranjera: el caso
de Angola
Alex Warren-Rodríguez*

En los últimos años se viene subrayando, desde ámbitos

neoliberales, la importancia que tiene la estabilidad
política para garantizar el flujo de inversiones
extranjeras hacia los países en vías de desarrollo y,
de esta forma, materializar los beneficios de la
globalización y la liberalización económica1.
Samuel Kirita/Cidaf

Se argumenta que el éxito de las políticas de

estabilización macroeconómica y ajuste estructural en
estos países depende de la existencia de un clima político,
social e institucional propicio para la inversión. El caso
de Angola lo desmiente.

D
esde esta óptica, se considera
que la inestabilidad2, en cual-
quiera de estas dimensiones,
pone en riesgo el cumplimiento de los
contratos que amparan a los inversores
extranjeros, además de elevar los cos-
tes de invertir y operar en estos países.
Esto disuade la inversión extranjera en
1 En este sentido, es significativo, que el Banco
Mundial dedica su Informe Sobre el Desarrollo
Mundial de 2005, “Un Mejor Clima para la In-
versión en Beneficio de Todos”, exclusivamen-
te a tratar estas cuestiones.
2 Bajo este concepto, la literatura incluye todo ti-
po de situaciones: guerras civiles, conflictos bé-
licos transfronterizos, golpes de estado, con-
flictos sociales, étnicos o laborales, e incluso los
cambios de gobierno “demasiado” frecuentes.
estas naciones, presentada como ele-
mento catalizador del desarrollo eco-
nómico, a través de su capacidad de ge-
nerar empleo, dinamizar el tejido em-
presarial local, fomentar las exporta-
ciones y transferir nuevas tecnologías
a los países en vías en desarrollo. En
definitiva, se presenta a los inversores
internacionales como agentes econó-
micos que, ajenos a estos conflictos,
simplemente pretenden realizar nego-
cios en un entorno seguro y estable.
Este discurso ha sido especialmen-
te predominante en el análisis del Áfri-
ca Subsahariana, región que en las úl-
timas décadas se ha caracterizado, en
su conjunto, por un pobre desempeño
económico y una participación decre-
ciente en los flujos internacionales de
capitales3 y, que a su vez, se ha visto
afectada por numerosos conflictos bé-
licos, políticos y sociales.
Estabilidad política e inversión
extranjera directa en África
Sin embargo, en el contexto del África
Subsahariana, los datos sobre inversión
extranjera directa (IED) parecen con-
tradecir esta lectura neoliberal de la re-
3 Según la Comisión de las Naciones Unidas pa-
ra el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la in-
versión extranjera directa hacia el África Sub-
sahariana ha pasado de representar el 3,7 por
ciento del total de la IED a escala mundial en la
década de los setenta al 1,1 por ciento en los
años noventa y en la presente década.

12 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


lación entre estabilidad política e inver-
sión. Así, entre los principales recepto-
res de IED en la región están países co-
mo Angola, Nigeria, Sudán, Guinea
Ecuatorial, Chad, Costa de Marfil o la
República Democrática del Congo; to-
dos ellos asociados a situaciones de
fuerte inestabilidad. Sólo estos siete
países han acaparado más de la mitad
de la inversión hacia el África Subsa-
hariana entre 1999 y 2003, cuando ape-
nas representan el 37 por ciento de la
población de la región. En todos estos
casos la inversión extranjera ha ido di-
rigida, principalmente, a la explotación
de recursos naturales y minerales abun-
dantes en estos países, especialmente, a
la extracción y exportación de petróleo.
Varios factores explican esta apa-
rente paradoja de que sean precisamen-
te algunos de los países más inestables
de la región los que atraigan mayores
volúmenes de IED.
Por un lado, la elevada rentabilidad
de estas actividades extractivas com-
pensa el riesgo y los costes adicionales
asociados a su explotación en situacio-
nes de conflictividad. Asimismo, influ-
ye el que, con frecuencia, estas activi-
dades se desarrollen en zonas alejadas
de los focos de inestabilidad. Pero, qui-
zás el factor más importante es la ex-
periencia de estos inversores extranje-
ros en la región, el conocimiento que
tienen de la economía política de estos
países y el apoyo que reciben de sus go-
biernos. Este bagaje les permite identi-
ficar e interactuar con las estructuras de
poder existentes en estos países para,
de esta manera, garantizar la validez de
sus concesiones. Esto explica que la
aparente inseguridad jurídica, política
e institucional que afecta a los países en
conflicto no disuada a estos inversores
a invertir en ellos, una vez que la con-
tinuidad de sus operaciones está avala-
da por estos agentes con los que se re-
lacionan que, aun en situaciones de in-
estabilidad, continúan ejerciendo el po-
der. Son éstos los que tienen la capaci-
dad de hacer cumplir los compromisos
adquiridos con los inversores extranje-
ros, al margen del marco jurídico vi-
gente y del contexto político y social.
El ejemplo de Angola ilustra esta com-
“
Las pocas veces que las
instalaciones petrolíferas angoleñas
“
sufrieron ataques de la guerrilla, el
Gobierno movilizó sus mejores tropas
para su defensa y reconstrucción
pleja relación entre inversión extrajera
e inestabilidad política.
La industria del petróleo
en Angola4
La explotación petrolífera en Angola se
inicia en los años cincuenta del siglo pa-
sado y cuenta, desde el principio, de una
importante presencia de empresas mul-
tinacionales. Tras la independencia de
Portugal en 1975, el gobierno del Mo-
vimiento Popular para la Liberación de
Angola (MPLA) rápidamente asume un
papel activo en el sector. Así, en 1976
adquiere el 51 por ciento de los activos
en Angola de la multinacional america-
na Gulf Oil -hoy parte del grupo Che-
vron-Texaco- y de la belga Petrofina,
con los que crea la empresa nacional de
combustibles SONANGOL. A través de
esta sociedad, el gobierno articula su po-
lítica petrolera y su interlocución con las
multinacionales petroleras que operan
en el país. A pesar de su adscripción al
bloque soviético, el MPLA adopta una
postura pragmática respecto a la pre-
sencia de empresas occidentales en el
sector, permitiendo su continuidad y
expansión mediante la creación de em-
presas de capital mixto con SONAN-
GOL. De hecho, desde los años seten-
ta, el gobierno angoleño ha mantenido
una fluida relación empresarial con es-
tas multinacionales, realizando múlti-
ples exploraciones conjuntas y nuevas
4 Las secciones sobre Angola están basadas,
principalmente, en información aparecida en:
Frynas J.G y Wood, G. (2001): “Oil & War in
Angola” y Malaquias, A. (2001): “Making War &
Lots of Money: The Political Economy of Pro-
tracted Conflict in Angola”, ambos en Review
of African Political Economy, No.90; así como
en le Billón, P. (2001): “Angola’s Political Eco-
nomy of War: The Role of Oil & Diamonds”, Afri-
can Affairs, No.100.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 13
África
operaciones de extracción de crudo. Es-
te entendimiento entre gobierno y mul-
tinacionales ha permitido un importan-
te incremento de la producción de pe-
tróleo, que ha pasado de apenas 170.000
barriles diarios en 1977 a más de
750.000 en los últimos años. Actual-
mente, los yacimientos petrolíferos an-
goleños están considerados por la in-
dustria entre los más atractivos del mun-
do, dada la fiabilidad de los datos sis-
mológicos angoleños, los bajos costes
de extracción y operación, y el favora-
ble tratamiento fiscal que reciben estas
actividades en el país.
Negocio, conflicto
y subdesarrollo en Angola
El petróleo ha jugado un papel central
en los diferentes conflictos que han
afectado a Angola; primero, facilitan-
do la continuidad de la guerra que du-
rante décadas enfrentó al gobierno del
MPLA con el movimiento guerrillero
de la Unión Nacional por la Indepen-
dencia Total de Angola (UNITA) y,
posteriormente, motivando la aparición
de nuevos conflictos armados. Así, a lo
largo de los años ochenta y noventa,
los recursos financieros generados por
la extracción de crudo permitieron al
gobierno la adquisición de material bé-
lico relativamente sofisticado, como
helicópteros, tanques y aviones caza,
para ser empleado en su lucha contra
la UNITA. Durante este tiempo, las
operaciones de extracción de petróleo
quedaron relativamente inmunes a los
ataques de la guerrilla, una vez que la
actividad petrolífera en Angola se ha
desarrollado principalmente en plata-
formas marítimas, alejadas del escena-
rio bélico. En las pocas ocasiones en
las que las instalaciones petrolíferas se
vieron afectadas por acciones de la
UNITA, el gobierno angoleño movili-
zó sus mejores tropas para su defensa
y reconstrucción; incluso, paradójica-
mente, en algunos incidentes de este ti-
po acontecidos en los años ochenta, el
gobierno llegó a hacer uso de las tro-
pas cubanas estacionadas en Angola
para proteger intereses de empresas
multinacionales norteamericanas del
sector. Por otro lado, la marginación en
África
Neoliberalismo y desarrollo
el reparto de los beneficios generados
por la extracción de crudo a la que se
ha visto sujeta el Enclave de Cabinda
-región norteña que concentra más de
la mitad de las reservas petrolíferas del
país- ha motivado la aparición de un
incipiente movimiento armado sece-
sionista en la región, liderado por el
Frente de Libertação do Enclave de
Cabinda (FLEC).
A estos conflictos armados, se aña-
de una fuerte y creciente desigualdad
social y subdesarrollo económico, a pe-
sar de la gran riqueza mineral de An-
gola. En este sentido, no parece que la
llegada masiva de inversión extranjera
ni la explotación de sus recursos natu-
rales hayan repercutido en el desarro-
llo económico y social del país. Valga
como ejemplo el que Angola figure en
la posición 166 en el Índice de Des-
arrollo Humano de las Naciones Uni-
das -de un total de 177 países conside-
rados- con una esperanza de vida al na-
cer de apenas 40 años de vida y donde
sólo el 38 por ciento de la población
tiene acceso directo a fuentes de agua
potable y un 24 por ciento a atención
sanitaria primaria. El Gobierno tam-
poco parece haber empleado los ingre-
sos fiscales de las exportaciones de pe-
tróleo en mitigar esta situación, como
indica el hecho de que en 1995 el 36
por ciento del gasto en educación fue-
se destinado a becas para la realización
de estudios en el extranjero.
Economía política del petróleo
Y es que el reparto de los ingresos ge-
nerados por la exportación de petró-
leo se ha concentrado principalmen-
te en las élites gubernamentales, pa-
raestatales y militares del MPLA, en
un proceso caracterizado por su total
opacidad y corrupción5. Es significa-
tivo, en este sentido, que la Presiden-
5 El Fondo Monetario Internacional estima que
aproximadamente una tercera parte de los in-
gresos fiscales procedentes del petróleo son
desviados. Según la organización no guberna-
mental Human Rights Watch, estos desvíos su-
maron un total de 4 millardos de dólares entre
1997 y 2002, aproximadamente el 9,2 por cien-
to del PIB angoleño, un valor equivalente al gas-
to social del gobierno de Angola durante ese
mismo periodo.
14 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Cuadro 1.
Principales Destinos de la IED,
1999-2003
Millones
País
de USD
1 Sudáfrica 10.698
2 Angola 8.554
3 Nigeria 5.520
4 Sudán 3.399
5 Guinea Ecuatorial 3.032
6 Chad 2.461
7 Tanzania 1.779
8 Costa de Marfil 1.451
9 Rep. Dem. Congo 1.273
10 Mozambique 1.268
África Subsahariana 49.292
Fuente: World Investment Report, 2004 (UNCTAD).
cia del gobierno angoleño, ostentada
por José Eduardo dos Santos, recibe
desde 1996, por ley, entre 0,7 y 2 dó-
lares por barril de crudo producido -
por lo que ingresaría por este con-
cepto entre 200 y 600 millones de dó-
lares anuales, dados los actuales ni-
veles de producción- y el 55 por cien-
to del importe pagado por las multi-
nacionales petroleras por las conce-
siones de explotación de petróleo. Sin
embargo, ni la fuerte concentración
de la riqueza derivada del petróleo, ni
los conflictos militares, ni tampoco la
creciente desigualdad social parecen
haber menoscabado la posición del
MPLA ante la sociedad angoleña, ni
su capacidad de interlocución con las
multinacionales del petróleo que ope-
ran en el país. Todo lo contrario; el
clientelismo ejercido desde las más
altas instancias del Estado en el re-
parto de los dividendos del petróleo
ha reforzado las estructuras en las que
se asienta el poder del MPLA y su po-
sición ante ambos. Las empresas
multinacionales también perciben los
beneficios de tener un interlocutor
único políticamente consolidado,
puesto que esto da seguridad a sus in-
versiones en el país, al margen de los
conflictos y problemas sociales exis-
tentes. De hecho, contribuyen a re-
forzar la posición de estas élites rea-
lizando cuantiosas donaciones a fun-
daciones sociales vinculadas al
MPLA y efectuando pagos ilegales a
altos funcionarios del Estado6. Los
gobiernos occidentales también con-
tribuyen a consolidar estas estructu-
% Total ras de poder a fin de garantizar las
21,7% concesiones petroleras obtenidas por
17,4% sus multinacionales, a través de la le-
11,2% gitimación y el apoyo al gobierno del
6,9% MPLA. Un buen ejemplo de ello son
6,2% las dos visitas del presidente angole-
5,0% ño, José Eduardo dos Santos, a la Ca-
3,6% sa Blanca en 2002 y 2004, en las que
2,9% fue recibido por el presidente esta-
2,6% dounidense George W. Bush.
2,6%
100,0% Economía política
de la inversión
En resumen, el ejemplo de Angola
ilustra la falsedad de la noción de que
la estabilidad política es una condi-
ción imprescindible para la atracción
de inversión extranjera hacia el Áfri-
ca Subsahariana. Esta visión asume,
erróneamente, que sólo un entorno
político, jurídico e institucionalmen-
te estable puede garantizar la validez
de los contratos que amparan a los in-
versores y, por tanto, promover la lle-
gada de inversión extranjera. Ignora,
sin embargo, que en situaciones de in-
estabilidad continúan existiendo es-
tructuras de poder con capacidad de
hacer valer y cumplir estos compro-
misos. Es decir, la ausencia de estabi-
lidad política no implica necesaria-
mente la ausencia de poder. En este
contexto, los inversores extranjeros
tienen la posibilidad de interactuar, di-
rectamente o a través de sus gobier-
nos con estas estructuras a fin de ase-
gurar la continuidad de sus activida-
des y, de esta forma, eludir los riesgos
que entraña operar en situaciones de
conflicto.❑
*Alex Warren-Rodríguez pertenece al
Departamento de Economía del School of
Oriental & African Studies (SOAS) de la Univer-
sidad de Londres. E-mail: aw4@soas.ac.uk
6 Para más información, ver el exhaustivo estu-
dio de los padrones de clientelismo en Angola
realizado por Christine Messiant y publicado en
2001 en la revista African Affairs: “The Eduar-
do dos Santos Foundation: or how Angola’s re-
gime is taking over civil society”.
 África
La falacia de la liberalización del comercio
y del régimen de inversión
Carlos Oya*

Los argumentos en favor de la liberalización comercial en África

se han basado fundamentalmente en la teoría de la ventaja
comparativa en costes. Esta teoría, para que tenga algún
sentido, se asienta en supuestos que guardan poca
relación con la realidad empírica: la imposibilidad de que
desequilibrios (déficit o excedentes) persistan; el ajuste
automático de los precios relativos y la fuerte
sensibilidad de los volúmenes exportados e importados
ante los precios relativos.

A
l mismo tiempo, según la teo-
ría, a largo plazo las econo-
mías mantienen pleno empleo
de los recursos. La realidad empírica
tre liberalización comercial, aper-
tura comercial y crecimiento eco-
nómico2. Además, las metodologías
empleadas y los indicadores utiliza-

e histórica tanto en el mundo capita-
lista industrializado como en los paí-
ses de la periferia refuta categórica-
mente estos supuestos y hace la teoría
en sí esencialmente ficticia1. Por otro
lado, la teoría convencional hace un
uso poco consistente de la noción de
“competencia” cuando se trata de co-
mercio internacional, lo que lleva a la
conclusión de que el comercio libre be-
neficia a todos.
Hay varios elementos de falacia en
la teoría de la ventaja comparativa.
Los más significativos son que prevé
el incremento en las posibilidades de
consumo como resultado de más co-
mercio pero no se deriva necesaria-
mente un crecimiento más acelerado.
La teoría es fundamentalmente estáti-
ca. La evidencia empírica es cuando
menos ambigua sobre la relación en-
1 Shaikh A., (2005) “The Economic Mythology of
Neoliberalism” en Neoliberalism: A Critical Re-
ader, ed. A. Saad-Filho y D. Johnston, London:
Pluto Press, p. 45.
dos para la “apertura económica”
son cuestionables y no necesaria-
mente caracterizan un régimen co-
mercial liberalizado.3
Falacias sobre desarrollo
internacional en África
Mucho se ha escrito sobre el desarro-
llo económico en África en busca de
explicaciones sobre lo que se denomi-
na con frecuencia la “tragedia africa-
na”. El “afropesimismo” ha impregna-
do parte de la literatura económica so-
bre el continente, a menudo desde una
perspectiva esencialista que mira al
África Subsahariana (ASS) como un
“todo” susceptible de generalizaciones
2 Rodriguez, F. and D. Rodrik, (2001) “Trade Po-
licy and Economic Growth: A Skeptic’s Guide to
the Cross-National Evidence” in B. Bernanke
and K. Rogoff, NBER Macroeconomics Annual
2000, Cambridge, MA: MIT Press.
3 Chang H-J. & Ilene Grabel (2004) Reclaiming
Development: An Alternative Economic Policy
Manual. London: Zed Books, p. 63.
Samuel Kirita/Cidaf
pesimistas, cuestionadas por algunos
autores.4 Otra característica de la lite-
ratura afropesimista es que buena par-
te del diagnóstico de la crisis se acha-
ca al exceso de intervención estatal en
las economías, al carácter corrupto de
los regímenes y los líderes africanos, y
a la tendencia al proteccionismo. Mu-
chos autores se han concentrado en es-
tos aspectos como forma de justificar
el experimento neoliberal en países
africanos. Dos dimensiones muy im-
portantes del experimento neoliberal
4 Véanse Sender, J. (1999), “Africa’s Economic
Performance: Limitations of the Current Con-
sensus” Journal of Economic Perspectives, No.
3, y Austin G. (2000) “Markets, Democracy and
African Economic Growth” Round Table n. 357:
543-555.

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 15

África
Neoliberalismo y desarrollo
en África son la liberalización
del comercio exterior y del régi-
men de inversión. El discurso ne-
oliberal en África establece que
la liberalización de estas dos di-
mensiones lleva a un crecimien-
to económico más rápido y un
uso más eficiente de los recursos
(capital, trabajo, tierra) de acuer-
do con la competitividad de ca-
da nación. En el caso de países
africanos, y en el resto del mun-
do, la evidencia empírica pone
en entredicho estas expectativas
y sus bases analíticas.
Relación entre comercio
exterior y desarrollo
La relación entre comercio exte-
Samuel Kirita/Cidaf
rior y desarrollo es compleja.
Históricamente, una cosa es de-
cir que la competitividad exter-
na es importante porque aumen-
ta los mercados, lo que es nece-
sario en el caso de economías
africanas, restringidas por el lado de la
demanda. Pero otra es que la liberali-
zación del comercio lleva a más creci-
miento y a más desarrollo. La expe-
riencia histórica tanto de países indus-
trializados del mundo capitalista como
de países de industrialización más re-
ciente de la Cuenca del Pacifico nos
enseña que nunca siguieron una estra-
tegia comercial liberal, salvo en perio-
dos concretos y siempre una vez que el
tejido productivo y las capacidades tec-
nológicas se habían desarrollado lo su-
ficiente para competir en los exigentes
mercados internacionales.
También hay estudios que señalan
que la liberalización comercial ha po-
dido acentuar el proceso de desindus-
trialización en África sin crear alterna-
tivas productivas competitivas, como
ya ocurrió en regiones como América
Latina. Sin duda, uno de los elementos
falaces de la teoría usada por los apo-
logistas de la liberalización comercial
es el supuesto de rápido ajuste de la es-
tructura comercial en función de la
ventaja comparativa ante los efectos de
la liberalización. En este sentido, se es-
pera que los recursos (trabajo, capital,
tierra) se reasignen a las actividades
16 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
que pueden competir internacional-
mente sin costes, desequilibrios o des-
fases en el tiempo. Este ajuste está le-
jos de ser automático y la realidad
muestra que en la mayoría de países de
ASS el ajuste no ha tenido lugar, que
la exposición a la competición exterior
ha destruido parte del tejido producti-
vo sin permitir una reasignación de re-
cursos a sectores potencialmente más
competitivos. Muchos países africanos
son ya relativamente abiertos al co-
mercio internacional. De hecho, a pe-
sar de tener niveles de apertura meno-
res que otros países de Asia, comer-
cian por encima de lo que se esperaría
si tenemos en cuenta los niveles de
desarrollo económico e ingreso per ca-
pita. La marginación comercial de los
países africanos no tiene tanto que ver
con su grado de apertura y sus políti-
cas comerciales, y sí con sus proble-
mas estructurales y escasa competiti-
vidad industrial (Mkandawire 2002).5
Así, los procesos de liberalización co-
mercial han supuesto la destrucción del
5 Mkandawire T. (2002) “Maladjusted African Eco-
nomies and Globalisation” mimeo, Geneva: UN-
RISD.
tejido industrial y una creciente
dependencia de importaciones
para bienes de consumo local,
con las consecuentes pérdidas de
puestos de trabajo en el sector
“regulado”. Además, un proble-
ma radica en la eliminación de
una fuente esencial de recursos
fiscales para el Estado. La re-
ducción drástica de los aranceles,
dada la dependencia de muchos
gobiernos de los ingresos del co-
mercio exterior, representa un
problema a para mantener la re-
ducción del déficit fiscal.
Muestras significativas:
Mozambique y Senegal
En el caso de Mozambique la li-
beralización comercial afectó
muy negativamente al sector del
anacardo, del que se esperaba
una respuesta positiva. La indus-
tria procesadora se desplomó y
más de 100.00 puestos de traba-
jo fueron eliminados. Los productores
de castaña de anacardo, por su parte,
en vez de encontrar un entorno com-
petitivo, se enfrentaron al poder mo-
nopsónico de los especuladores co-
merciales de la India. El sector del azú-
car, por el contrario, ganó la batalla pa-
ra mantener la protección y, como con-
secuencia, más inversores extranjeros
(de las Mauricias y Sudáfrica) se esta-
blecieron en Mozambique para reha-
bilitarlo e incrementar los niveles de
producción, tanto para el mercado na-
cional como para aprovechar el acce-
so preferencial a Europa.
En Senegal, la fuerte liberalización
comercial de los 90 no ha tenido un
efecto discernible sobre las exporta-
ciones, especialmente si tenemos en
cuenta que las exportaciones sólo res-
pondieron transitoriamente a la deva-
luación de 1994. Sin embargo, el au-
mento de importaciones ha sido signi-
ficativo y los negocios que más han
florecido son los de importadores y
grandes comerciantes, a expensas del
sector industrial y agrícola. El arroz
importado continúa desplazando a
otros cereales de producción local de-
bido a que la liberalización comercial

ha mantenido la posibilidad de respe-
tar las preferencias culinarias de las
clases medias senegalesas de las ciu-
dades. Además, los índices de concen-
tración de exportaciones no han cam-
biado, lo que indica que la liberaliza-
ción tampoco ha ayudado a reducir la
vulnerabilidad por la dependencia de
unos pocos productos de exportación.
Los casos de Uganda, Zambia,
Tanzania, Zimbabwe y Kenya
En Uganda las exportaciones agrícolas
están bastante por debajo de lo espera-
do después de la fuerte liberalización
comercial y desregulación de los in-
tercambios dentro del país. Otras ex-
portaciones han crecido, pero proba-
blemente relacionadas con la interven-
ción de Uganda en la R.D. Congo y la
canalización de recursos a través de ex-
portadores ugandeses.
En Zambia, el fracaso exportador,
si exceptuamos el subsector de hortí-
colas, controlado por cadenas multina-
cionales y favorecido por el sistema de
preferencias europeo, ha sido notable.
Incluso la liberalización del comercio
regional, como resultado del protoco-
lo de la SADC, presenta más riesgos
que oportunidades porque la competi-
tividad de los productos sudafricanos
es mayor que la de los locales y el sec-
tor comercial urbano organizado está
ampliamente dominado por cadenas de
distribución sudafricanas que prefieren
introducir productos de ese país en lu-
gar de abastecerse en Zambia.
En Tanzania las exportaciones agrí-
colas no respondieron a los supuestos
incentivos que la liberalización co-
mercial y la devaluación ponían sobre
la mesa. Sin embargo, la economía in-
formal no agrícola en zonas urbanas y
rurales mostró algún dinamismo, em-
pujada en parte por la disponibilidad
de importaciones más baratas que die-
ron algún dinamismo a la comerciali-
zación interior.6
Precisamente uno de los ejemplos
de “éxito económico” en el sector agrí-
cola, las exportaciones de productos
6 Wuyts M. (2001) “Informal economy, wage go-
ods and accumulation under structural adjus-
“
Según algunos estudios,
la liberalización comercial ha sido
“
capaz de desindustrializar África
sin crear alternativas productivas
competitivas
hortícolas y flores en Kenya, Zimbab-
we y Zambia podrían verse amenaza-
das por una eventual liberalización del
comercio con Europa y el desmantela-
miento del acceso preferencial del que
gozan.7 En gran medida, el éxito hortí-
cola exportador de Kenya, Zimbabwe,
Zambia y otros se debe a la combina-
ción de factores que poco tienen que
ver con las medidas liberalizadoras in-
troducidas en estos países. Estos fac-
tores son los subsidios a los insumos y
las inversiones públicas en estos sec-
tores (en relación a otros países pro-
ductores), el sistema de acceso prefe-
rencial al mercado de la UE, y las in-
versiones de cadenas transnacionales
de distribución de alimentos (y gran-
des supermercados).
¿Atrae un régimen inversor
‘liberal’ más flujos de IED?
La liberalización del régimen de in-
versión tampoco nos ayuda a explicar
los flujos de inversión extranjera di-
recta en ASS. La capacidad de atraer
inversión extranjera en ASS depende
poco de la estabilidad política o de la
liberalización del régimen inversor.
Obviamente, muchos gobiernos afri-
canos han puesto facilidades a grandes
proyectos de inversión, incluso en
contextos políticos y económicos en
que, según los rankings internaciona-
les, hacer negocios en el país es muy
difícil. Mozambique es un ejemplo en
este sentido. A pesar de que los indi-
cadores de “clima de negocios” no son
tment: reflections based on the Tanzanian ex-
perience”, Cambridge Journal of Economics,
25: 417-438.
7 Stevens C. & J. Kennan (2000) “Will Africa’s
participation in horticulture chains survive libe-
ralization?”, IDS Working Paper 106.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 17
África
favorables en comparación incluso a
otros países africanos, Mozambique
atrajo el que es hasta ahora el mayor
proyecto de inversión directa en Áfri-
ca: la fábrica de fundición aluminio
Mozal. Sin duda, el gobierno dio faci-
lidades que otros sectores y empresas
no tienen. No obstante, la decisión de
invertir tamaña cantidad de recursos
(1.300 millones de dólares) a largo pla-
zo vino dictada por una combinación
de factores ajenos a la propuesta “libe-
ral” del régimen inversor mozambi-
queño. Estos factores eran, en orden de
importancia: la disponibilidad de ener-
gía barata (facilitada por la presa de
Cahora Bassa), la participación de la
poderosa empresa eléctrica sudafrica-
na ESKOM, que aseguraba una distri-
bución eficiente, barata y de calidad, la
cercanía del puerto industrial de Ma-
tola con conexiones viales con Sud-
áfrica, y la falta de resistencia política
ante los efectos medioambientales de
la fundición del aluminio. En realidad,
las ventajas fiscales otorgadas por el
Gobierno han supuesto más bien una
reducción del potencial de extracción
de recursos fiscales que un incentivo
para invertir en el país. Muchos otros
ejemplos demuestran que la liberaliza-
ción del régimen inversor no implica
necesariamente más inversión o que su
papel es cuando menos marginal. La
IED se concentra extraordinariamente
en países exportadores de petróleo
donde el régimen de inversión no es
necesariamente liberal o en aquellos
que ya tienen una economía competi-
tiva (Sudáfrica, Mauricias) en diversos
sectores. La falta de infraestructuras,
de mercado interno y de mano de obra
más cualificada son barreras esencia-
les a la IED en otros sectores y países,
y también a la inversión interna, estan-
cada en la mayoría de países del ASS
en la era neoliberal.❑
*Carlos Oya es profesor de Economía Política
en el Desarrollo del Departamento de Estudios
del Desarrollo School of Oriental & African
Studies (SOAS), Universidad de Londres.
Comunicación
Mujeres y publicidad: del consumo
de objetos a objetos del consumo
La publicidad es, en las sociedades
contemporáneas, un conjunto de
técnicas, estrategias, usos, formas
y contextos de comunicación
orientados a persuadir a las
personas de algo o de la
conveniencia de hacer algo. El fin
obvio de la comunicación
publicitaria es atraer la atención
del destinatario hacia el anuncio,
captar su interés por un objeto,
una marca o una idea, estimular
su deseo y provocar una acción o
una conducta orientada hacia la
adquisición del producto
anunciado.
E
s obvio, sin embargo, que tal
definición no agota la signi-
ficación última del fenómeno
publicitario porque la publicidad no
sólo es una herramienta comunicati-
va al servicio del estímulo de las ac-
titudes de compra y del fomento de
hábitos de consumo. Es, además, y
sobre todo, una eficacísima herra-
mienta de transmisión ideológica.
En efecto, casi nadie niega ya que
los anuncios tienen una influencia
determinante en la transmisión cul-
tural de valores y de actitudes, en la
educación ética y estética de la ciu-
18 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Comunicación
Alejandra Walzer y Carlos Lomas*
Itziar Arriaga
dadanía y en la globalización de los
estilos de vida y de las formas de
percibir el mundo en nuestras socie-
dades. En los anuncios no sólo se
venden objetos sino que también se
construye la identidad sociocultural
de los sujetos y se estimulan mane-
ras concretas de entender y de hacer
el mundo, se fomentan o silencian
ideologías, se persuade a las perso-
nas de la utilidad de ciertos hábitos
y de ciertas conductas y se vende un
oasis de ensueño, de euforia y de
perfección en el que se proclama el
intenso placer que produce la adqui-
sición y el disfrute de los objetos y
la ostentación de las marcas (Lomas,
2002). De esta manera, el decir de
los objetos (la estética de la publici-
dad) se convierte en una astucia co-
municativa orientada no sólo a exhi-
bir las cualidades de los productos
sino también, y sobre todo, en una
eficacísima herramienta de cons-
trucción de la identidad sociocultu-
ral de los sujetos (la ética de la pu-
blicidad).
En la actualidad, el escenario pú-
blico es cada vez más un escenario
publicitario. La publicidad está ahí,
a nuestro lado, a todas horas, en la
pantalla del televisor, en los muros
de las calles, en las páginas de los
periódicos, en las vallas publicita-
rias, etc. Está allí donde estemos y
con sus formas atrevidas y sus men-
sajes insinuantes nos observa, nos
habla e intenta seducirnos. Atrapa
nuestra mirada y estimula el deseo.
Así, y de forma casi inadvertida, a
través de un flujo continuo de men-
sajes aparentemente banales, somos
educados en las bondades de la cul-
tura del consumo y en los espejis-
mos de la sociedad de la opulencia.
En la cultura del espectáculo de
las sociedades actuales la vida se
transforma en representación. No se

trata de una decoración sobreañadi-
da sino de una weltanschaung, una
cosmovisión. En este contexto, la
publicidad es el espectáculo de la
mercancía y los medios de comuni-
cación de masas y el espacio públi-
co constituyen el escenario en el
cual este espectáculo se representa
de una manera continua e incesante.
El discurso seductor y especta-
cular de la publicidad exhibe en sus
escenarios inmaculados un oasis de
perfección absoluta ajeno a los con-
flictos, a la injusticia, al dolor y a la
muerte en el que habitan las utopías
del placer, del poder y de la eterna
juventud. La publicidad exhibe la
ilusión de la felicidad para ocultar su
verdadero mensaje, que es el de la
carencia y el de la insatisfacción.
Así, los anuncios convierten la vida
en un espectáculo ilusorio: “En mi
profesión nadie desea vuestra felici-
dad porque la gente feliz no consu-
me”, afirma Fréderic Beigbeder, un
publicista disidente (Beigbeder,
2001).
Diversas mujeres y una sola
femineidad
La mujer es un objetivo de impacto
prioritario para la publicidad. Los
especialistas saben que ellas consti-
tuyen el grupo consumidor más im-
portante, numeroso, polimorfo y ac-
tivo desde el punto de vista de los in-
tereses del mercado: alrededor del
80% del total de las compras son re-
alizadas por mujeres. La mujer se
convierte en un `bello personaje´ pa-
ra el mundo del consumo y esa posi-
ción se consolida progresivamente,
afirmada en su carácter pluri-consu-
midor: las mujeres son compradoras
de objetos para el consumo personal,
para el hogar, para los niños y, en
ocasiones, para el hombre. La mujer
es destinataria de los desvelos pu-
blicitarios y es también personaje de
la publicidad. Hay publicidades pa-
ra mujeres y hay publicidades con
mujeres, en las que la mujer cede su
cuerpo para la connotación de los
productos, tanto si ella es o no es la
destinataria directa. La mujer es el
Referencias
BEIGBEDER, F. (2001): 13,99 euros. Ana-
grama, Barcelona
LOMAS, C. (2002): “El masaje de los men-
sajes publicitarios”, en Lomas, Carlos,
El aprendizaje de la comunicación en
las aulas. Paidós. Barcelona.
MATTELART MICHÈLE; (1982) Mujeres
e industrias culturales; Anagrama, Bar-
celona
WALZER, A. (2003): “La belleza: de la me-
tafísica al spot”. Tesis doctoral inédita.
Facultad de Ciencias de la Información.
Universidad Complutense de Madrid
gran personaje de y para la publici-
dad, pero: ¿cuál es la imagen de la
mujer que tiende a movilizar, de for-
ma dominante, la publicidad? (Wal-
zer, 2003).
Hace algún tiempo la actriz Zsa
Zsa Gabor dijo: “no hay mujeres fe-
as, tan sólo mujeres perezosas”. Su
sentencia no hizo más que reflejar
un estado de cosas: el cine, la televi-
sión, las revistas femeninas y la pu-
blicidad se han convertido en el es-
pacio en el que sin cesar se escenifi-
can lecciones prácticas sobre moda,
peinados, estilos, etc. Un espacio en
el que se transmite la ilusión de un
acceso sin restricciones, capaz de
borrar cualquier diferencia: no im-
porta cómo eres, lo que importa es
cómo puedes llegar a ser.
El análisis de los anuncios publi-
citarios de los últimos tiempos, po-
ne en evidencia que en la actualidad
no parece haber un modelo canóni-
co de mujer. La variedad que adop-
tan las formas de representación de
la mujer se ha diversificado. Un
ejemplo evidente lo constituye el
que desde hace ya algunos años se
hayan empezado a mostrar mujeres
hermosas de piel negra en anuncios
de productos cosméticos, algo im-
pensable hace algún tiempo. En la
actualidad parece difícil extraer de
la galería de modelos disponibles un
canon uniforme más allá de ciertos
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 19
Comunicación
rasgos generales que se detectan co-
mo constantes en todos los persona-
jes escogidos. Una de las causas de
este giro en la representación del
cuerpo femenino (desde la etapa ca-
nónica a la actual) debe buscarse en
la internacionalización de los mer-
cados y de los sistemas de comer-
cialización y de promoción. En vir-
tud de estos hechos, las mismas mer-
cancías pueden ser ofrecidas ahora a
escala planetaria. En ese contexto
surge la necesidad de crear una ima-
gen de mujer que pueda ser exhibi-
da universalmente como modelo.
Michélle Mattelart se pregunta: “¿no
podría decirse que los media libera-
les admiten varias maneras de con-
cebir el rol y la imagen de la mujer,
pero exigen una sola femineidad?”
(Mattelart, M., 1982). En efecto,
frente a la diversidad de estilos, lo
que hay en común en todas ellas es
su pertenencia al grupo social de las
consumidoras, para quienes el acce-
so a los bienes no es presentado co-
mo problemático.
La dimensión económica que
atraviesa a la publicidad tiene evi-
dentes consecuencias ideológicas en
la construcción de los mensajes. Un
examen de la historia permite com-
probar que las diferentes formas uti-
lizadas para representar a la mujer
han respondido, de manera domi-
nante, a una fuerte voluntad por con-
tener la sexualidad femenina y regu-
lar su cuerpo. Ello está ineludible-
mente ligado a factores de tipo so-
cial, económico, político y cultural
que permiten la interpretación de es-
tructuras más generales de valores y
creencias vigentes en una determi-
nada cultura en un período dado.
Hoy parece tener vigencia un mode-
lo en el que la mujer es, ante todo,
una abnegada consumidora.❑
*Alejandra Walzer es Doctora en Ciencias de la
Información, profesora de la Universidad Carlos
III de Madrid y especialista en Pedagogía de los
Medios - awalzer@hum.uc3m.es
*Carlos Lomas es Doctor en Filología Hispánica,
profesor de educación secundaria y Asesor de
formación en el Centro del Profesorado
de Gijón - clomas@almez.pntic.mec.es
Comunicación
Comunicación
Cuando la política se hace
desde los medios
Del fallido golpe mediático en Venezuela a las declaraciones de Moratinos en 59”

Pepe Madariaga*

Los acontecimientos vividos en

Venezuela en abril de 2002 y la
estrategia de desinformación y
manipulación mediática alentada por
los golpistas y reproducida por los
medios españoles es una buena
muestra de que muchas veces la
política se hace desde los medios. Dos
años después del fallido golpe, las
declaraciones de Moratinos volvieron
a abrir un debate que, sin embargo, ha
vuelto a quedar silenciado.

E
l pasado 23 de noviembre, el
actual ministro de Asuntos
Exteriores español, Miguel
Ángel Moratinos, hacía unas decla-
raciones muy significativas en el pro-
grama de televisión 59” sobre la im-
plicación del anterior gobierno del
Partido Popular en el fallido golpe de
Estado perpetrado en Venezuela en
abril de 2002. Se trataba de un asun-
to silenciado desde sus inicios y en-
terrado hasta ese momento.
Recordemos que el 11 de abril de
2002, Venezuela saltó a las primeras
posiciones de la agenda informativa
internacional por un supuesto levan-
tamiento popular que desalojaba al
presidente Hugo Chávez del poder
tras una escalonada confrontación po-
lítica entre diferentes instancias pú-
blicas de la sociedad. Un gobierno de
vocación y acción revolucionaria se
veía directamente enfrentado a una
oposición política representada por
una patronal que además controlaba
al sindicalismo, la Iglesia, una par-
te del ejército y por casi todos los
medios de comunicación del país.
Desde el comienzo de este traumáti-
co episodio, la información que di-
fundían los medios convencionales
describía un movimiento espontáneo
incomprensiblemente encabezado por
una confusa entente de empresarios y
sindicatos apoyada por el ejército.
Mientras tanto, por Internet fluían
mensajes y datos que contradecían la
versión oficial del levantamiento po-
pular apuntando a la perpetración de
un golpe de Estado en toda regla, en
el que habían participado los grandes
medios de comunicación venezola-
nos, principal fuente de desinforma-
ción sobre el suceso para los medios
españoles y del resto del mundo. Des-
de los primeros momentos, la situa-
ción política que vivió el país caribe-
ño era altamente compleja y ambi-
gua, incluso cuando al cabo de las 48
horas los medios convencionales tu-
vieron que modificar su discurso -no

20 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


así el tono-, una vez que la propia si-
tuación diera marcha atrás.
La relevancia de este golpe frus-
trado estriba en que el carácter me-
diático de la trama quedó neutraliza-
do por un despliegue inesperado y
espontáneo de comunicación popu-
lar alternativa por parte de una con-
siderable parte de la población vene-
zolana que pudo romper el silencio
de los medios convencionales a tra-
vés de los teléfonos móviles y, en
menor medida, de Internet. Con el
uso de las nuevas tecnologías, los
medios comunitarios y contrainfor-
mativos pudieron hacer un trabajo de
comunicación social que los convir-
tió en punto de encuentro de las mo-
vilizaciones contra los primeros abu-
sos del gobierno golpista y la mani-
pulación mediática de lo que estaba
ocurriendo -que en gran medida, for-
maba parte de un guión urdido en tér-
minos mediáticos-, y por tanto, en
una pieza fundamental para el fraca-
so del golpe y la reinstauración de la
democracia.
Más de dos años después, algo hi-
zo que el ministro Moratinos deci-
diera presentar tal denuncia en un es-
cenario particularmente controverti-
do. No se trataba sólo de una primi-
cia contundente ante las cámaras de
televisión sino de una intervención
llena de ruido y misterio en un con-
texto de confrontación acelerada por
la presión del segundero y el calor de
los focos. Para unos fue un inexpli-
cable fenómeno de incontinencia ver-
bal impropio de un ministro; para
otros, fue un paso bien medido den-
tro de una estrategia de ataque contra
el anterior gobierno y especialmente
contra su presidente, José María Az-
nar, quien apenas una semana des-
pués tenía que dar cuenta de su labor
ante la comisión que investigaba los
acontecimientos del 11-M; para to-
dos, en definitiva, el protagonismo de
la denuncia no recayó en el hecho de
que el gobierno español hubiera apo-
yado un golpe de estado en Venezue-
la, sino en la torpeza o la maquina-
ción, improcedente en cualquier ca-
so, del dedo acusador.
Medios golpistas y denuncias
a medias
Desde el punto de vista de la eficacia
comunicativa y de la justicia política,
las palabras de Moratinos fueron ab-
solutamente decepcionantes. Prueba
de ello es que a pesar de las muchas
evidencias sobre el beneplácito del
gobierno de Aznar al intento de de-
rrocar a Hugo Chávez, el tema ha
vuelto a su sepultura, si es que en al-
gún momento llegó a salir de ella.
Irónicamente, todo se quedó en un
capítulo más de reproches entre fuer-
zas políticas, en el que de nuevo se
aprovechó para denostar la figura de
un presidente democrático que pare-
ce que nunca podrá desmarcarse de
su sambenito de caudillo bananero, y
en el que se llegó a pedir la dimisión
“
Desde el punto de vista de la eficacia
“
comunicativa y de la justicia política,
las palabras de Moratinos fueron
absolutamente decepcionantes
de un ministro por el reprobable he-
cho de decir la verdad.
Son innumerables las pruebas que
evidencian las bendiciones del go-
bierno de Aznar y de los medios es-
pañoles al golpe en Venezuela duran-
te el gobierno interino de Carmona.
Podemos identificar bastantes facto-
res, sobre todo de tipo comercial y fi-
nanciero, que implican a nuestro país
en el escenario del fallido golpe ve-
nezolano con unos intereses difícil-
mente compatibles con un gobierno
poco propenso al neoliberalismo co-
mo es el de Venezuela. Son muchas
las grandes empresas de capital espa-
ñol que tienen presencia en el merca-
do venezolano, especialmente enti-
dades financieras (BBVA o BSCH,
petroleras (Repsol YPF), de teleco-
municaciones (Telefónica), turismo,
etc., en total más de 80 compañías se-
gún el Registro Comercial de Espa-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 21
Comunicación
ña. Resulta muy ilustrativa la postu-
ra tibia con la que el entonces minis-
tro español de Asuntos Exteriores, Jo-
sep Piqué reaccionó ante los hechos
del golpe -más preocupado por el res-
peto a la libertad de expresión de los
medios que por condenar un golpe de
Estado que acababa de derrocar a un
gobierno democrático. España y
EE.UU. emitieron el 12 de abril una
declaración conjunta en la que afir-
maban textualmente que los dos go-
biernos “siguen los acontecimientos
que se desarrollan en Venezuela con
gran interés y preocupación, y en
contacto continuo”. Del mismo mo-
do, “declaran su rechazo a los actos
de violencia que han causado una
cantidad de víctimas, expresan su ple-
no respaldo y solidaridad con el pue-
blo de Venezuela y expresan su deseo
de que la excepcional situación que
experimenta Venezuela conduzca en
el plazo más breve a la normalización
democrática plena”.
Por otro lado, el papel de Piqué
tenía especial relieve por ser también
ministro de turno de la Unión Euro-
pea. Según José Manuel Fernández,
asesor parlamentario de IU, el mismo
día 12, casi dos horas después de la
rueda de prensa improvisada en la
que Carmona anunciaba su intención
de tomar el poder, y casi 6 horas an-
tes de que prestara juramento, la Pre-
sidencia española de la UE -antepo-
niendo sus afinidades con los golpis-
tas a los principios democráticos de
los que la UE se reclama- emitió una
imprudente declaración oficial en la
que manifestaba “su confianza en el
gobierno de transición en cuanto al
respeto de los valores e instituciones
democráticos, con el fin de superar la
crisis actual”. Hay que señalar que es-
te comunicado, redactado por Piqué
y su departamento de Iberoamérica,
sólo fue consultado con los departa-
mentos de Iberoamérica de los res-
tantes Estados miembros de la UE,
probablemente sin tiempo para su
aprobación por los ministros de
Asuntos Exteriores correspondientes.
Por ello, la responsabilidad de esa de-
claración es fundamentalmente espa-
Comunicación
ñola. Señalemos también que esta de-
claración nunca fue traducida a las
demás lenguas de la UE, como es
obligatorio en estos casos.
Intereses españoles
También llama la atención el firme
respaldo de la Confederación Espa-
ñola de Organizaciones Empresaria-
les (CEOE) a la efímera presidencia
del responsable de Fedecámaras. El
informe de IU recoge que fuentes de
la patronal española CEOE afirmaron
el 13 de abril a Europa Press: “Aco-
gemos su nombramiento con agra-
do”, en referencia a Pedro Carmona
Estanga. Eso puede ayudar a com-
prender la predisposición frívola e
irrespetuosa con la que la mayoría de
22 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Comunicación
los medios españoles describieron los
graves hechos que estaban sucedien-
do en Venezuela. Podemos destacar
cuatro ejes en el tratamiento manipu-
lador de los medios españoles sobre
el golpe: la aceptación acrítica de una
supuesta acción espontánea por par-
te de la ciudadanía para derrocar a un
dictador; la adjudicación de las muer-
tes del 11 de abril a francotiradores
chavistas y la consiguiente justifica-
ción del golpe; la presentación de
los rumores sobre la renuncia de
Chávez como una noticia con-
sumada que suponía la confir-
mación del éxito del golpe, así
como de su legitimidad, y la
subestimación e incluso
en algunos casos la
omisión de los abu-
sos cometidos du-
rante el breve go-
bierno de Pedro
Carmona; y fi-
nalmente, la
ocultación
de las co-
nexiones
internacio-
nales de
los sucesos
y el encu-
brimiento
de los me-
dios vene-
zolanos en
su participa-
ción directa en el
golpe, así como la
complicidad con ellos al
situar el origen de la cri-
sis en la libertad de expre-
sión. Las cuatro líneas nos lle-
van a concluir que los medios con-
vencionales partieron de un claro fa-
voritismo por las posiciones anticha-
vistas, preferencia que se manifestó
en una interpretación casi sin fisuras
de los acontecimientos que convertía
en levantamiento popular lo que el
mismo devenir de los hechos señala-
ba como un golpe militar auspiciado
por los sectores más reaccionarios de
la sociedad y muy especialmente, por
los medios de comunicación. Sin em-
bargo, la mayoría de los medios ofi-
ciales no vio -no quiso o no supo ver-
los múltiples indicios que se presen-
taban de manera accesible en diver-
sos foros alternativos a través de In-
ternet, principalmente.
De todas las vinculaciones posi-
bles de empresas españolas con el
mercado venezolano, las más noto-
rias se dan en el campo de la comu-
nicación. El grupo PRISA es el que
más destaca por su participación en
los grandes conglomerados mediáti-
cos latinoamericanos, siendo el ve-
nezolano Grupo Cisneros su aliado
más estrecho y poderoso. PRISA y
Cisneros comparten muchos y cuan-
tiosos intereses comerciales en diver-
sos terrenos, especialmente, como no,
en el comunicativo. Además de par-
ticipar ambos en el megagrupo Valo-
res Valbavaria, de capital mayoritario
“
La implicación de España en este
“
episodio fue bastante más notoria de
lo que mostraron los medios, llegando
a ocultarla absolutamente
colombiano, tienen acuerdo de cola-
boración entre sus respectivas plata-
formas digitales Sogecable y Direct
TV, consolidado desde 1996 y al alza
desde que se firmara en 2002 el
acuerdo para integrar las dos plata-
formas españolas Sogecable y Vía
Digital, dado que Direct TV también
es accionista de esta última.
Es en este escenario de intereses
en el que se produce el golpe que, le-
jos de ser espontáneo, se había plani-
ficado detalladamente desde hacía se-
manas o incluso meses con la conni-
vencia (o al menos el conocimiento)
-como muchos foros alternativos e in-
cluso periodistas y analistas interna-
cionales han denunciado- de gobier-
nos como el de Estados Unidos o Es-
paña, y especialmente, de los medios
de comunicación privados. Esta di-
mensión del episodio venezolano

apenas tuvo presencia en el discurso
de los medios españoles durante
aquellos días, y la poca que tuvo fue
en forma de aceptación acrítica de los
gestos institucionales que tendían a
consolidar el gobierno de Carmona.
La implicación de España en es-
te episodio fue bastante más noto-
ria de lo que mostraron los medios,
llegando a ocultarla absolutamen-
te. En la mayoría de los casos, sin em-
bargo, al tratamiento informativo se
le aplicó un sesgo atenuante que con-
virtió lo que era una bendición insti-
tucional de un golpe de estado en una
disposición de prudencia y serenidad
que decía esperar información sobre
los hechos, cuando lo que se deducía
de toda la secuencia informativa pa-
recía dar a entender una bienvenida al
gobierno ilegal e ilegítimo que acaba-
ba de hacerse con el poder.
Fuera por lo que fuera, la tibieza
salvó al gobierno y a la gran mayoría
de los medios de una equivocación
más estrepitosa, que no mayor, pues
la bendición del golpe se consumó.
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Cuando hubo que declararse ante el
nuevo giro de la situación, Piqué só-
lo tuvo que matizar un poco su men-
saje e insistir con más tibieza. Eso es
lo que hizo al intervenir en el infor-
mativo nocturno del sábado en Radio
1: “Debemos ser muy exigentes. No
hay que distinguir entre golpes bue-
nos y malos, pero tampoco debemos
perdernos en un debate terminológi-
co en ese sentido. Es muy importan-
te que se respeten los parámetros de
la legalidad internacional y el respe-
to a la democracia.” (Radio 1, 13
abril: 23.00)
El mismo mensaje recogía Tele-
madrid de las palabras de Aznar el
domingo 14: “estabilidad, garantías y
seriedad”. Más oportunista fue el que
destacaba El País de la intervención
de Piqué, quien calificó la vuelta de
Chávez de “oportunidad para la de-
mocracia” (15 abril: pag. 5), mientras
que el PSOE criticaba a través de su
responsable de política exterior, Tri-
nidad Jiménez, la actitud del Ejecuti-
vo por ser demasiado complaciente
revistapueblos.org
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 23
Comunicación
con Chávez, por lo que había que en-
tender, como declaró la socialista en
Radio 1 el día anterior, que “se man-
tiene la quiebra del orden constitu-
cional” y que había que celebrar nue-
vas elecciones. Finalmente, se reco-
gía también la condena expresada por
Gaspar Llamazares, quien consideró
una vergüenza que un gobierno se
una al gobierno de EE UU y presione
a la UE para que no haya una conde-
na de un golpe militar”.
Parece que el fallido golpe vene-
zolano se ha soterrado dos veces: la
primera con silencio, la segunda con
ruido, en ambos casos, con la com-
plicidad más o menos activa de los
medios de comunicación. No sabe-
mos si algún día volverá a resucitar
este caso en la agenda informativa,
pero sin duda es una más de las asig-
naturas pendientes que tiene la agen-
da política.❑
*Pepe Madariaga es profesor de Comunicación de
la URJC y miembro de Aire Comunicación.
Entrevista
Entrevista
Dani Sánchez
El Día Mundial de la Mujer, que se celebra el día 8 de marzo,
representa una excusa perfecta para revisar su situación en
España, así como para repasar las conquistas y los retos
actuales y futuros del feminismo. A la hora de hacerlo, nadie
mejor que Justa Montero, miembro destacada de la Asamblea
Feminista de Madrid y la Red Mundial de Mujeres por los
Derechos Sexuales Reproductivos, y cuya vinculación activa al
movimiento se remonta a 1975.
24 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
“Nuestros
planteamientos
han de ser lo
bastante ricos para
abordar la
diversidad de las
mujeres”
Luis Nieto, Aloia Álvarez Feans
y Mercedes F. Lagarejos*
P
ara empezar una precisión terminológica:
¿movimiento feminista, de mujeres o de
género?
-El grupo en el que trabajo es la Asamblea feminista y nos
llamamos explícitamente. Yo desterraría la denominación
“movimiento de género” porque puede llevar a confu-
sión. Se trata de un concepto analítico que se ha introdu-
cido desde el ámbito académico para estudiar cómo ca-
da situación social, económica o jurídica afecta de dis-
tinta forma a hombres y mujeres, pero no establece una
categoría política en sí mismo; habría que precisar a qué
género nos referimos.
Por tanto, la discusión se centra más en “movimien-
to feminista” o “movimiento de mujeres”. Quienes asis-
timos a los primeros encuentros feministas de América
Latina y el Caribe hablamos de este tema, de las distintas
vertientes del movimiento y de las diferencias entre el fe-
minista y el de mujeres, que es mucho más amplio. En el
Estado español, siempre hemos querido dejar claro nues-
tro carácter feminista porque implica una perspectiva que
pasa por cambiar la situación de las mujeres y la de po-
der de los hombres sobre ellas. Por supuesto, hay muje-
res que no se sienten feministas y luchan por alcanzar ma-
yores cotas de libertad e igualdad, por eso diría que no se
trata de conceptos contrapuestos ni tienen porqué res-
tringirse uno a otro.

-Si echamos la vista atrás, muchas rei-
vindicaciones feministas se populari-
zaron en España durante la Transi-
ción y se pensó que los primeros go-
biernos socialistas las asumirían.
¿Crees que fue así?
-Es cierto que se produjo una integración
de parte del movimiento que creyó que
con el impulso de determinadas institu-
ciones se podrían desarrollan mejor las
reivindicaciones. Pero muchas organiza-
ciones opinamos que era necesario seguir
trabajando de forma autónoma e inde-
pendiente de las prioridades del Gobier-
no, manteniendo criterios, formas de lu-
cha y objetivos propios. La experiencia
nos ha dado la razón porque muchas de
las demandas que planteamos entonces
siguen aún pendientes. No cabe duda que
se pusieron en marcha políticas públicas
de interés, pero las reivindicaciones se
encajonaron en programas de igualdad
de carácter general, lo que presentó
enormes limitaciones. Por otra parte,
aplicar estas políticas en un contexto de
estrategias económicas neoliberales es
complicado. Si éstas presiden el mundo
laboral, precarizándolo, resulta difícil lle-
gar a una situación de igualdad para las
mujeres en el trabajo.
-¿En qué momento nos encontramos
ahora?
-Se ha producido un cambio real en los
aspectos educativo, social, en las rela-
ciones con los hombres y sobre todo en
el terreno legal. Pero el cambio más im-
portante está en la propia percepción que
las mujeres tenemos de nosotras mismas,
como sujetos de derechos, con capacidad
para hacer lo que queramos. Esa varia-
ción en la identidad de la mujer me pa-
rece fundamental y en gran parte se de-
be al impulso de las organizaciones fe-
ministas en su sentido más amplio. Éstas
han creado un clima y han dado fuerza a
esa percepción, de tal forma que muchas
mujeres, se definan o no feministas, em-
pujan para conseguir mayores espacios
de libertad en los ámbitos cotidianos en
los que se mueven.
-Es evidente que aunque haya habido
avances, se mantienen asignaturas
pendientes.
“
El cambio más importante producido
en los últimos años está en la propia
“
percepción que las mujeres tenemos
de nosotras mismas como sujetos
de derechos
-Siguen existiendo obstáculos. Por una
parte, se mantienen estereotipos tradi-
cionales y modelos de masculinidad y
femineidad que reclaman que cada se-
xo se adapte a ellos. No es algo tan evi-
dente como antes, pero sin tenerlos en
cuenta, no se entendería la existencia de
la violencia de género que sufrimos ac-
tualmente. Muchos hombres identifican
la masculinidad con el uso de la fuerza
y con que las mujeres son de su propie-
dad. Los estereotipos se han difumina-
do, pero continúan presentes de mane-
ra simbólica.
Otro campo en el que queda mucho
por hacer es el laboral. El número muje-
res que acaban la universidad es mayor
que el de hombres, pero el desempleo fe-
menino es superior y el salario, cuando
trabajan, menor. Hay un 60 por ciento de
licenciadas y sólo ocupan un 12 por cien-
to de las cátedras. En la medida en que
una mujer sube peldaños en su carrera y
puede ganar influencia existen mecanis-
mos implícitos que hacen que pierdan es-
pacio. Por otra parte, se considera que la
mujer puede ejercer el trabajo que desee
pero a la vez se le sigue exigiendo que
cumpla con sus cometidos tradicionales.
La sociedad percibe como normal que
hombres y mujeres compartan las tare-
as domésticas, sin embargo, si se miran
las estadísticas, el tiempo que les dedi-
can los hombres apenas ha variado en
los últimos años. Por tanto, se trata de
una opinión, no de un cambio real de
comportamientos.
-Hablando de trabajo fuera y dentro
de casa, ¿cómo ves el tema de la con-
ciliación de la vida laboral y familiar?
-Está marcada por políticas públicas pen-
sadas para que sean las mujeres las que
concilien y, por tanto, habría que modi-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 25
Entrevista
ficar el enfoque, de tal manera que no es-
tuvieran exclusivamente dirigidas a ellas.
Se ha generado una nueva realidad social
y es necesario organizarse desde nuevas
premisas. La idea de partida no es cómo
van a compatibilizar las mujeres su vida
laboral y familiar sino cómo lograr que es-
ta sociedad funcione mejor, consiguiendo
que sus miembros puedan desarrollar sus
necesidades de la misma manera. Esto
significa que la compatibilización tiene
que afectar a los hombres igual que a las
mujeres. Por ejemplo, se potencia la jor-
nada a tiempo parcial como una manera
de que la mujer pueda trabajar y a la vez
cuidar de sus hijos, pero este tipo de jor-
nada precariza su situación laboral. En el
fondo, muchos planteamientos políticos
también están influidos de forma subli-
minal por patrones tradicionales.
-¿Puede ser la discriminación positiva
un camino para alcanzar mayores co-
tas de igualdad?
-Considero que puede tener cierta utili-
dad en el ámbito profesional y laboral,
pero se trata de un debate todavía abier-
to en el movimiento feminista. Creo que
si se plantea la acción positiva sin anali-
zar la raíz de lo qué hace que las mujeres
no lleguen a puestos de responsabilidad,
no se solventa el problema de fondo aun-
que aumente su número en esos puestos.
No pienso que sea una garantía para
cambiar la situación de las mujeres, ni
que valga como estrategia general, aun-
que, repito, puede ofrecer ventajas si un
colectivo lo ve interesante y presiona pa-
ra conseguirlo. Sin verdaderas transfor-
maciones en el terreno social, la imposi-
ción de medidas administrativas en este
sentido no es la solución.
-Al mencionar una nueva realidad so-
cial es imposible obviar la llegada de
mujeres inmigrantes a España, con
trayectorias y culturas muy distintas
a las de aquí. ¿Cómo os planteáis es-
te reto? ¿Resurgen debates que ya se
creían cerrados?
-Realmente se trata de un desafío y efec-
tivamente hay temas que pensábamos
que las mujeres tenían asumidos, y que
con la llegada de mujeres de otras cultu-
ras se ponen de nuevo en cuestión. Pero
Entrevista
si de verdad entendemos que estamos en
una sociedad multicultural, es necesario
crear puentes e integrarlas poniendo a
prueba nuestra capacidad para asumir la
nueva realidad.
Estos puentes a veces no son fáci-
les de tender pero queremos acercar-
nos a ellas y acercarlas al movimiento
feminista para que tengan un espacio
en él, lo utilicen y lo hagan suyo. Nues-
tros planteamientos han de ser lo bas-
tante ricos para abordar la complejidad
de situaciones y la diversidad de las
mujeres. Aspectos como el uso del pa-
ñuelo en las escuelas ha generado po-
siciones contrapuestas dentro del mo-
vimiento feminista que algunas veces
plantea posturas intransigentes incapa-
ces de abordar complejidad que impli-
ca la diversidad cultural.
-De hecho, las mujeres del Sur hablan
de que no se entiende la realidad de
sus culturas y que algunas feministas
occidentales la han manipulado. Por
otro lado, también se las acusa de in-
tentar imponer su forma de entender
el feminismo.
-A veces se focaliza el apoyo a mujeres
de otros lugares en aspectos que pueden
ser importantes, pero que sólo son una
parte de sus dificultades. Se simplifican
situaciones como el velo o el burka, in-
cluso la mutilación genital, que es un pro-
blema terrible, pero las mujeres de Sur
nos reclaman que también nos preocu-
pemos de la situación económica de mi-
seria en la que viven y critiquemos las
políticas de sus gobiernos.
Por otro lado, los movimientos fe-
ministas de Latinoamérica y el Caribe
nos han dado una gran lección por su
enorme pluralidad y porque son capa-
ces de ir acompañando los distintos pro-
cesos de los movimientos de mujeres.
La aproximación a estos feminismos
nos enseña que no todas las mujeres los
ven de la misma manera. Lo importan-
te es no tapar esas expresiones ni erigir-
se en portavoz de sus necesidades, sino
saber cómo situarse junto a ellas. Hay
que entender los mecanismos que des-
pliegan, cuáles son las ventanas que
abren porque tienen la clave sobre qué
espacios de libertad deben establecerse.
26 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Entrevista
Dani Sánchez
Lo importante es que luchan por esos
espacios y sus derechos, y que van a de-
terminar los mecanismos para crear fi-
suras en las sociedades patriarcales.
-Volviendo a España, desde algunos
sectores se ha acusado al Gobierno de
excesiva precipitación en aprobar la
Ley integral contra la violencia de gé-
nero. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
-Hubiese sido necesario un mayor deba-
te porque supone la modificación de
otras leyes y porque se podía haber apro-
vechado lo que ya se ha trabajado en es-
te ámbito y no partir de cero. No cabe du-
da de que urgía establecer una normati-
va al respecto, ya que las cifras de vio-
lencia contra las mujeres son espeluz-
nantes, pero precisamente por la profun-
didad del tema habría merecido la pena
detenerse más en él y observar la utilidad
de las medidas planteadas. Creo que la
premura está motivada por un cálculo
político: era una ley esperada y además
Las cifras de la desigualdad
● En la Europa de los 25, España es el ter-
cer país con la tasa de paro de mujeres
más alta (15,2 por ciento) sólo superada
por Polonia y Eslovaquia.
● Como media, las mujeres en el Estado
español cobran un 18 por ciento menos
que los hombres por el mismo trabajo.
● Sólo el 1,54 por ciento de los permisos
de maternidad son compartidos entre la
mujer y el hombre; los padres sólo toman
el 3,6 por ciento de las excedencias pa-
ra cuidar de los hijos.
● De los 183 premios nacionales fin de ca-
rrera, 123 eran de mujeres.
iba a reunir un amplio consenso. De he-
cho, la prensa apenas ha reflejado críti-
cas a la misma por parte de los sectores
feministas, sino únicamente de los más
conservadores. Parece que manifestarse
crítica no es políticamente correcto, pe-
ro con un poco menos de prisa se habría
convertido en un instrumento más útil
para las mujeres.
-¿Te ha sorprendido la última embes-
tida de la jerarquía eclesiástica contra
las mujeres?
-Más que la embestida, sigue sorprendi-
do la virulencia de los ataques, aunque es
importante señalar lo de la jerarquía,
puesto que en la Iglesia existen muchos
colectivos de mujeres que no están de
acuerdo con sus planteamientos.
Esta jerarquía quiere una sociedad
tradicional en la que la mujer desempe-
ñe los papeles de madre y esposa, y sólo
exista una familia heterosexual. Su mo-
delo social y moral choca contra cual-
quier atisbo de libertad para las mujeres,
pero cada vez están más lejos de la reali-
dad. Lo que nos preocupa es su voluntad
de tratar de imponer sus valores morales
a toda una sociedad, influir políticamen-
te para que se legisle de acuerdo con esos
valores. En este sentido el Gobierno ha
de ser firme para garantizar que no hay
injerencias de este tipo.
-¿Qué importancia tiene la educación
para lograr la igualdad?
-Mucha, pero debe ser específica no en-
globada en otras materias y además ha
de impartirse desde las primeras fases de
la escolarización. En este sentido, ya hu-
bo un esfuerzo importante cuando se es-
tablecieron los planes de igualdad, que
han ido perdiendo fuerza. Para que la
educación sea efectiva es necesario un
planteamiento de fondo que no dependa
del enseñante o del consejo escolar, sino
que sea impuesto desde la Administra-
ción. Todo ello requiere una buena for-
mación del profesorado y el presupues-
to necesario. Además debe acompañar-
se de otros aspectos como la imagen que
se da de la mujer en las películas, la pu-
blicidad o los videojuegos.❑
*Redacción Pueblos
 14
Especial Dossier
Mujeres o la lucha por la igualdad
Dani Sánchez
A
pesar de los avances de los últimos decenios, la si-
tuación de la mujer en el mundo sigue marcada por
la desigualdad. Es cierto que existen notables di-
ferencias según los países y las áreas geográficas, pero el
denominador común que subyace bajo los casos más fla-
grantes de atentados contra sus derechos elementales o las
discriminaciones más sibilinas y menos llamativas está en
esa falta de equidad. Miles de mujeres de todo el planeta
han luchado y siguen luchando por erradicarla, por frenar
y aclarar el feminicidio que se está produciendo en Méxi-
co, por acabar con la violencia de género en todas sus for-
Mujer
mas y dimensiones, por denunciar que son ellas las prime-
ras víctimas de la globalización, el neoliberalismo y la po-
breza, por que las instancias y organismos nacionales e in-
ternacionales tomen cartas en el asunto y no cierren los ojos
frente a un problema que afecta a la mitad de la población
de la Tierra. Se trata de un camino jalonado de obstáculos,
pasos adelante y retrocesos que sólo bajo la ruptura de an-
cestrales patrones machistas y una clara concienciación de
que las mujeres no son seres humanos de segunda clase
puede llegar a la meta de una verdadera y definitiva equi-
dad social, política y económica de género.❑
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 27
Mujer
Especial Dossier
La Ley integral contra la violencia
de género: un paso adelante
Montserrat Vilà Planas*

La violencia de género no es un problema que afecte al

ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo
más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad.
Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por
el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus
agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad,
respecto y capacidad de decisión.

A
sí se define el pre- los medios de comunica-
ámbulo de la ley ción y en la formación a
aprobada por una- profesionales de diferen-
nimidad el 22 de diciem- tes ámbitos. Es concebida
bre de 2004 en el Congre- como integral porque co-
so de Diputados. Esta ley ordina todos los sectores
no es un final de proyecto, sociales implicados (sani-
sino una continuación del tario, judicial, educativo,
proceso iniciado en la últi- laboral) para facilitar a las
ma década de presión so- víctimas su protección,
cial. A partir de la lucha de recuperación de su pro-
las organizaciones de mu- yecto vital y castigo al
jeres, se ha creado un re- maltratador. Por otro lado,
novado movimiento social y aunque seguro que no
por los derechos de las será suficiente, viene
mujeres y contra la violen- acompañada de una dota-
cia de género. ción presupuestaria para
La Ley contra la vio- llevar a cabo sus objeti-
lencia de género es la pri- vos, cosa no común en
mera que aprueba el Con- nuestra legislación.
greso de los Diputados.
Pionera en Europa, da un Necesidad de la Ley
paso muy importante al re- Cada cinco días muere una
Paula Cabildo

conocer y legislar desde la mujer en España asesina-

perspectiva del Estado un
problema social hasta aho-
ra escondido y avalado en
prácticas e interpretaciones de las nor-
mas que daban impunidad a los que
ejecutan esta violencia. Saludamos la
aprobación de esta ley, incluso por el
sólo hecho de que exista y se empiece
a legislar sobre un problema tan gra-
ve. Por un lado, se trata legalmente de
prevención, en la sensibilización des-
de la perspectiva de género tanto a ni-
vel educativo como en el ámbito de
da por su marido, ex mari-
do, compañero sentimen-
tal o ex compañero; en el
último año fueron 79 las mujeres ase-
sinadas en el seno familiar. Un 18,3
por ciento de las trabajadoras han su-
frido alguna vez acoso sexual, mien-
tras que un 12,1 por ciento de mujeres

28 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


entre 18 y 29 años, y un 11,2 por cien-
to entre 29 y 39 años sufren maltrato.
En el primer semestre de 2004, se pre-
sentaron 47.592 denuncias, cifra que
supone un incremento del 24 por cien-
to respecto el año anterior. Según el
Consejo General del Poder Judicial,
en 2003 del total de 76.267 denuncias
en el ámbito doméstico, las mujeres
representan un 90,2 por ciento; del to-
tal de 103 víctimas mortales, 81 eran
mujeres. Las cifras son elocuentes del
cáncer social que representa la vio-
lencia sobre la mujer. Pero el debate
que ha generado la Ley integral de-
muestra que el conjunto de los poderes
políticos y públicos, y de la sociedad
en general no acaba de estar de acuer-
do en las causas de esta violencia.
Un problema generalizado
Nos enfrentamos a un problema ances-
tral y de carácter universal, que está in-
merso en todas las culturas, en la socie-
dad patriarcal donde el hombre tiene el
poder sobre la mujer y los hijos. Esta so-
ciedad es la que ha permitido de una
manera estructural una desigualdad que
llega hasta nuestros días. Un estudio del
Centro Reina Sofía revela las tasas de
asesinadas por cada millón de mujeres
en Europa: Finlandia: 8,5; Noruega:
6,58; Dinamarca: 5,2; Suecia: 4,59; Lu-
xemburgo: 5,56; Reino Unido: 4,36;
Alemania: 3,58; y España: 2,44. Aun-
que a veces las estadísticas comparati-
vas pueden ser engañosas, ya que en ca-
da país hay baremos distintos, revelan
que hablamos de un problema general
en todos los lugares.
En 1993 la Asamblea General de
Naciones Unidas se pronunciaba por
primera vez sobre el asunto: “La vio-
lencia contra las mujeres deriva prin-
cipalmente de la condición de inferio-
ridad con la cual se trata a la mujer en
el seno de la familia y de la sociedad.
Es instigada por la ignorancia, la falta
de leyes que prohíban la violencia, los
pocos esfuerzos que realizan las auto-
ridades públicas para hacer cumplir la
legislación vigente y la inexistencia de
medidas pedagógicas y de sensibiliza-
ción para hacer frente a sus causas”.
Especial Dossier
Desde los acuerdos de los distintos go-
biernos participantes en la IV Confe-
rencia Mundial sobre la Mujer el año
1995 en Pekín, se abre un camino ha-
cia el reconocimiento de este proble-
ma social y se define que “la violencia
contra las mujeres es cualquier acto de
violencia basado en el género que tie-
ne o puede tener como resultado daños
y/o sufrimientos físicos, sexuales y/o
psicológicos para las mujeres, y que
también tiene en cuenta las amenazas
de estos actos, la coacción y la priva-
ción arbitraria de la libertad, tanto en
la vida pública como en la privada”.
También en la Conferencia de Pekín se
indicaba: “Destacamos que la violen-
cia contra las mujeres es una manifes-
“
El reconocimiento las ayudas
no debe estar vinculado a la interposición
“
de denuncia por parte de la víctima;
a veces, no se atreve a denunciar
o necesita ayuda antes de hacerlo
tación de las relaciones de poder his-
tóricamente desiguales entre mujeres
y hombres, que imposibilitan el pleno
desarrollo de las mujeres en la vida so-
cial, económica, laboral, cultural y po-
lítica”
Del ámbito privado al público
Empieza a coger cuerpo la concep-
ción de que la violencia de género, y
sobre todo desde los medios de co-
municación, la llamada violencia do-
méstica, se ha de resolver entre todas
y todos y no desde un ámbito sólo
privado. Durante los años 1998 y
1999, las organizaciones de mujeres
que trabajamos en la atención y el es-
tudio de la violencia de género plan-
teamos la necesidad de una ley inte-
gral. Lo planteamos como un proble-
ma de Estado para el que se han de
forjar políticas que la afronten de ma-
nera global y no por partes, pues afec-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 29
Mujer
ta a toda la estructura de la sociedad.
En este contexto, hemos de tener en
cuenta la reacción en los últimos me-
ses de la derecha más conservadora.
El PP y la jerarquía de la Iglesia han
conseguido convencer a algunos de
que la Ley era discriminatoria y anti-
constitucional, lo que expresa que to-
da la estructura social está impregna-
da de la cultura patriarcal contra los
derechos de las mujeres. Hay un re-
chazo estamental de la institución ju-
dicial e incluso del mundo académi-
co de la lengua (Real Academia Es-
pañola de la Lengua), que niega legi-
timidad lingüística al concepto “gé-
nero” aplicado para la mujer en las
relaciones entre las personas.
Las cifras demuestran que después
de veinticinco años de aprobada la
Constitución de 1978, donde en el ar-
tículo 14 proclama “la igualdad como
derecho fundamental de los ciudada-
nos”, ésta no se ha conseguido entre
hombres y mujeres, y por tanto, y tal
y como la misma Constitución en el
artículo 9.2 establece “corresponde a
los poderes públicos promover las
condiciones para que la libertad y la
igualdad del individuo sean reales y
efectivas”. Así, es necesario impulsar
políticas que postulen medidas legis-
lativas de “acción positiva” a favor del
colectivo que está discriminado, en es-
te caso, las mujeres.
En la exposición de motivos de la
Ley se dice: “El ámbito de la ley abar-
ca tanto los aspectos preventivos, edu-
cativos, sociales, asistenciales y de
atención posterior a las víctimas (...)
La violencia sobre la mujer se enfoca
por la Ley de manera integral y mul-
tidisciplinar, empezando por el proce-
so de socialización y educación. La
conquista de la igualdad y el respeto a
la dignidad humana y a la libertad de
las personas han de ser un objetivo
prioritario en todos los niveles de so-
cialización”. Desde todo el tejido so-
cial, desde organizaciones de mujeres
a vecinales y agentes políticos tendre-
mos que ir haciendo un seguimiento
de cómo se desarrolla la norma con la
globalidad que representa.
Mujer
Especial Dossier
Medidas de sensibilización
La Ley establece medidas de sensibi-
lización e intervención en el ámbito
educativo. Se refuerza, en el ámbito
de la publicidad, una imagen que res-
pete la igualdad y la dignidad de las
mujeres. Se insiste en que el sistema
educativo ha de tener como objetivo
la formación en el respeto a la igual-
dad entre hombres y mujeres, y la Ad-
ministración revisará los materiales y
libros de texto para garantizarlo. En
este campo, la Ley debería ser más
concreta y establecer como obligato-
rios, en todos los niveles educativos,
métodos para asegurar este principio
de no-discriminación. Es fundamen-
tal la formación específica en las en-
señanzas universitarias de aquellas
profesiones que vayan a intervenir con
las mujeres víctimas de violencia en
el campo educativo, sanitario, psico-
lógico, social y jurídico. Esta forma-
ción no es obligatoria, por lo que el se-
guimiento en este punto será de vital
importancia para la aplicación de la
Ley, ya que por experiencia sabemos
que jueces, médicos o abogados, en
muchos casos, emiten un diagnostico
equivocado por falta de formación en
el tema.
En las medidas sobre publicidad y
medios de comunicación, se conside-
rará ilícita la asociación del cuerpo fe-
menino con un producto concreto. Las
asociaciones e instituciones que tra-
bajan a favor de la igualdad podrán
solicitar la retirada de un anuncio si lo
consideran oportuno.
Medidas de protección
y recuperación
Se apoya a las víctimas por medio del
reconocimiento de los derechos como
el de información, la asistencia jurídi-
ca gratuita y otras de protección social
y apoyo económico. Para garantizar
estos derechos, se deberán crear cen-
tros de asesoramiento, centros de
emergencia y casas de acogida, cen-
tros de apoyo y recuperación. Las Co-
munidades Autónomas y los ayunta-
mientos participarán en la implanta-
ción de estos servicios, con asistencia
30 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
“
Nos enfrentamos a un problema ancestral
“
y universal, inmerso en la sociedad
patriarcal donde el hombre tiene el poder
sobre la mujer y los hijos
jurídica especializada y gratuita, ayu-
da económica para recuperarse, for-
mación para el empleo y derechos la-
borales específicos como adaptación
de horarios, movilidad geográfica o
posibilidad rescindir el contrato con
subsidio de desempleo. También se
crearán juzgados especializados en ca-
da provincia y capital, en los que se
tramitarán tanto asuntos civiles como
penales para una misma unidad fami-
liar. En este aspecto, falta la creación
de servicios auxiliares multidiscipli-
nares adscritos a los juzgados de vio-
lencia contra la mujer, con profesio-
nales de la medicina legal, de la psi-
cología, incluida la psicología infan-
til, del trabajo social, etc., que realicen
los informes y valoraciones que sean
necesarios tanto en los procedimien-
tos penales como civiles.
Aspectos a mejorar
El aspecto integral está aún minimiza-
do en la Ley, ya que da más énfasis al
campo penal y de protección inmedia-
ta que a la prevención y las medidas
sociales, de educación y socialización
que son decisivas. Algunos elementos
a mejorar y para concretar en la discu-
sión en las respectivas leyes de las Co-
munidades Autónomas son:
● El reconocimiento a las ayudas no
debe estar vinculado a la interpo-
sición de denuncia por parte de la
víctima, como hace la Ley al exi-
gir la acreditación de esta condi-
ción a través de la orden de pro-
tección o del informe del Ministe-
rio Fiscal. En muchas ocasiones,
la mujer no se atreve a denunciar
o necesita ayuda antes de la de-
nuncia y, por tanto, ha de poder ac-
ceder a ella.
● Reforzar la detección precoz. No
hay que esperar a que el ciclo de la
violencia contra la mujer esté muy
avanzado; hay que detectarla an-
tes y poner recursos para evitar
que se desarrolle. En el aspecto sa-
nitario, existen protocolos de ac-
tuación en los que también faltan
recursos, pero en otros campos no
están ni los protocolos ni los cir-
cuitos por los que una mujer pue-
de recuperarse antes de llegar a
poner la denuncia.
● Prevenir la victimización de la
mujer. La sociedad tiende a culpa-
bilizar a la mujer que quiere salir
del pozo. Así, es necesario prever
instrumentos (formación de los
profesionales, sensibilización y
educación) para que la responsa-
bilidad recaiga sobre el maltrata-
dor y no sobre la maltratada.
● Formación obligatoria para profe-
sionales. En la Ley sólo se reco-
mienda. Además no debe ser cual-
quier formación, sino reglada por
la experiencia de las organizacio-
nes que han dedicado años a la re-
cuperación de mujeres maltrata-
das; no hay que empezar de cero,
hay que aprovechar el camino re-
corrido.
Aunque la Ley contempla algunos
aspectos, proseguiremos con la movi-
lización y la presión reforzando la in-
corporación de nuevos organismos de
mujeres junto a la red social y la gen-
te trabajadora; no cejaremos hasta
conseguir que se apliquen los presu-
puestos y recursos convenientes en to-
dos los ámbitos e insistiremos en las
reivindicaciones sociales que afectan
a las mujeres con menos recursos eco-
nómicos, a las trabajadoras que no
pueden cambiar de trabajo fácilmente
cuando las discriminan o acosan, y
que no puede pagarse una abogada
cuando tienen un abogado.❑
*Montserrat Vilà Planas es coordinadora
y portavoz de la Plataforma contra las
Violencias de Género de Cataluña.
 Mujer
Especial Dossier
Género y tratados comerciales 1
Verónica Amarante y Alma Espino*

¿Por qué relacionar género,

globalización y comercio interna-
cional? La construcción social de
género determina que hombres y
mujeres se ubiquen de manera
diferente en los ámbitos de la
producción y la reproducción
social. Esa división social del
trabajo hace que unos y otras
adopten roles diferentes, que
implican diferentes posiciones
jerárquicas en la sociedad,
expresadas en aspectos
económicos, sociales y políticos.
Paula Cabildo

L
as relaciones de género se ca-
racterizan por la desigualdad y
las distintas posibilidades de ac-
ceso y control de los recursos y de las
decisiones políticas o económicas. Si la
distribución de riesgos y oportunidades
entre países y segmentos de la sociedad
depende de su acceso a los recursos, se
ha considerado que la distribución en-
tre perdedores y ganadores en el proce-
so también puede ser diferente por se-
xo. Y se percibe adversa para las muje-
res: sus condiciones materiales se han
deteriorado, intensificando la pobreza
femenina (Cagatay 2001).
Las decisiones de política comercial
se toman cada vez más en el ámbito in-
ternacional y requieren de cambios de
1 En base al documento realizado para el Pro-
grama Economía y Género, 2002 - 2004 Funda-
ción Böll, Oficina Regional C.A., México, Cuba.
las normas e instituciones nacionales,
que no siempre coinciden con las nece-
sidades de cada economía. Por su par-
te, las posibilidades de inserción inter-
nacional de los países en el marco de la
liberalización comercial son diferentes.
Las nuevas formas de competencia han
aumentado la brecha entre los países
con acceso al progreso técnico y los que
no lo tienen; las mayores exigencias res-
pecto al avance tecnológico suponen
mayores dificultades para desarrollar
ventajas competitivas y aumentan las
relaciones de dependencia en las estra-
tegias productivas.
La expansión y los cambios en la es-
tructura del comercio internacional, con
el incremento de las manufacturas y los
servicios a expensas de los bienes pri-
marios, no han sido iguales en los paí-
ses en desarrollo. Mientras que en el
Sudeste Asiático han tenido distinto
grado de éxito y se ha expandido su par-
ticipación en el mercado mundial, Amé-
rica Latina ha tendido a perder partici-
pación en el total.
Mercosur
En Mercosur (acuerdo de 1991 entre
Argentina, Brasil, Uruguay y Para-
guay) los logros alcanzados por el mo-
vimiento social y de mujeres son de di-
ferente naturaleza y significación. Se
creó un espacio de representación de
los intereses de género, Reunión Espe-
cializada de la Mujer (REM), con el fin
de contribuir al desarrollo social, eco-
nómico y cultural de las comunidades
de los países miembros (1998)2. Sin
embargo, la debilidad de la conquista
2 Las representaciones son gubernamentales y
pueden contar con el asesoramiento de aso-
ciaciones regionales sin fines de lucro.

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 31

Mujer
radica en su carencia de re-
cursos financieros y huma-
nos. A su vez, no ha creado
en la mayoría de los países
lazos con el movimiento de
mujeres y no ha incidido en
la discusión de los diferentes
temas, con una participación
marginal, alejada del proce-
so de negociaciones.
Una de las conquistas
desde el punto de vista social
y de la equidad de género en
Tony Fernández
Mercosur se ubica en la De-
claración Sociolaboral, que
surge de una propuesta del
Subgrupo Nº 10 y Nº 11 3,
inspirada en el Capítulo de la
Comunidad Económica Europea sobre
Derechos Sociales Fundamentales de
los Trabajadores. Se trata de reglas la-
borales y sociales que garantizan igua-
les derechos y condiciones de trabajo
para los trabajadores que circulen li-
bremente por los cuatro países. Apro-
bada por el Consejo del Mercado Co-
mún (1998), en el capítulo sobre dere-
chos individuales, incluye artículos so-
bre no discriminación y promoción de
la igualdad: “Los Estados parte se
comprometen a garantizar mediante la
legislación y las prácticas laborales la
igualdad de tratamiento y oportunida-
des entre mujeres y hombres”
Esta declaración no ha influido en
el comportamiento de los empleadores,
entre otras cosas, por su falta de efec-
to jurídico vinculante. Su poca in-
fluencia debe entenderse también por
la relativamente débil incidencia de las
mujeres en el ámbito de lo público y en
el movimiento sindical en la región4.
La posibilidad de transversalizar la
3 El Mercosur formó 10 subgrupos de trabajo pa-
ra articular su labor con el Grupo Mercado Co-
mún, en diversas áreas temáticas. El SGT11
(1992) sobre “Asuntos Laborales, Empleo y Se-
guridad Social” se responsabilizó de la temáti-
ca laboral. A partir de diciembre de 1994, la nue-
va institucionalidad del MERCOSUR aprobada
en Ouro Preto, Brasil, sustituyó el Subgrupo Nº
11 por el 10.
4 Cabe destacar que, sin embargo, las trabaja-
doras integraron la Comisión de Mujeres de la
CCCS, Mercosur, en 1997.
32 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Especial Dossier
“
La posibilidad de transversalizar la
“
perspectiva de género en la estructura del
Mercosur se ha enfrentado al reducido
espacio de la dimensión social del tratado
perspectiva de género en la estructura
institucional del Mercosur se ha en-
frentado al reducido espacio de la di-
mensión social del tratado. Por su par-
te, en la medida que el movimiento sin-
dical ha jugado el rol protagónico y da-
do que la presencia de las mujeres y de
la temática de género en este ámbito es
baja, los logros sobre las relaciones de
género han sido escasos.
Respecto a los posibles impactos a
través del mercado laboral por efecto
del proceso de integración sobre las es-
tructuras productivas, es preciso el for-
talecimiento de la representación de las
trabajadoras en las negociaciones de
condiciones de empleo y en política
comercial. La acción sindical no es su-
ficiente y requiere el apoyo de organi-
zaciones de mujeres, ONG, cooperati-
vas y redes para mejorar el acceso a la
información sobre derechos y estánda-
res laborales, y fortalecer la capacidad
para la acción colectiva y la defensa de
los derechos de las trabajadoras.
El TLCUEM
En 1997, el gobierno mexi-
cano y la Unión Europea fir-
maron el Acuerdo de Aso-
ciación Económica, Concer-
tación Política y Coopera-
ción (TLCUEM), que entró
vigor en 2000. El acuerdo
incluye el diálogo político y
la ampliación de la coopera-
ción y acciones comerciales
y económicas a través de
una liberalización preferen-
cial y bilateral del comercio
de acuerdo con las reglas de
la OMC.
El TLCUEM no ha in-
corporado una perspectiva
de género, a pesar de los compromi-
sos contraídos por los gobiernos in-
volucrados. Al mismo tiempo, existe
debilidad en preocupaciones sociales
clave, como el impulso de la demo-
cracia, el diálogo político y el respeto
a los derechos humanos y la equidad
de género, ya que no hay instrumen-
tos para su implementación. El hecho
de que el TLCUEM no aborde temas
de género, sociales o de desarrollo
sostenible resulta sorprendente, ya
que incluye una cláusula que estipula
que la relación se basa en el respeto
de los principios democráticos y de
los derechos humanos fundamentales.
La Resolución sobre género (1995) y
la Regulación sobre género (1998) de
la UE deberían servir de guía para los
documentos de negociación.
En las negociaciones se ha exclui-
do a los sindicatos, las organizaciones
sociales y las de mujeres. Si bien la
Cláusula Democrática despertó ex-
pectativas, no hace alusión a conven-
ciones especiales en materia de dere-
chos sociales, culturales y económi-
cos, en la promoción de la igualdad de
la mujer o de sus derechos políticos.
Para la UE, esta cláusula forma parte
de todos sus acuerdos comerciales,
pero al carecer de instrumentos para
implementarse, se trata de una decla-
ración de intención.
Así, es necesario: el ejercicio de la
coherencia por parte de la UE entre

Especial Dossier
sus políticas de igualdad de oportuni-
Referencias
dades y su política exterior comercial
y de cooperación al desarrollo; la par- Anderson, S. (2000) “Otra integración es
posible: Soberanía sí, ALCA no” en Le-
ticipación de la sociedad civil y de las
ón M. y León I. (Coords.): Mujeres con-
mujeres en el monitoreo de los dere- tra el ALCA: razones y alernativas, Qui-
chos sociales, culturales, políticos, la- to, Ecuador. pp. 27-57.
borales, y en todas las fases de nego- Espino, A. (1999b) “El Mercosur y las Mu-
ciación y aplicación de los acuerdos; jeres: Una aproximación desde la pers-
pectiva de género a la dimensión so-
la implementación de mecanismos de
cial de la integración”, en Vogel, A. y
corresponsabilidad de las empresas Nascimento, E. (coords): Mujer y Mer-
para que los códigos de conducta no cosur, Volumen II.
sean opcionales; la existencia de un Espino, A. (2000a) “Women and Merco-
Mecanismo Institucional de Igualdad sur: The Gendered Dimension of Eco-
nomic Integration” (pp.16-26) en De
de Oportunidades incluido en el fun-
Pauli, L. Women´s Empowerment and
cionamiento de las negociaciones de Economic Jusitice. Reflecting on Ex-
los acuerdos; la investigación para periencie in Latin American and the
analizar el efecto de las políticas de Caribbean,UNDFW,, 2000
comercio en las mujeres y generar pro- Espino, A. (2000b) “¿A quien le conviene
el ALCA?”, en León, I.; León, M. (Co-
puestas dentro de los acuerdos; y el
ords.): Mujeres contra el ALCA: razo-
desarrollo de un sistema de indicado- nes y alternativas, Quito, Ecuador,
res de género que tome en cuenta los pp.10-26.
distintos roles, responsabilidades y Espino, A.y Staveren, I. (2001) “Instru-
condiciones de mujeres y hombres, mentos para la equidad de género en
los Acuerdos Comerciales UE-Merco-
identificando cambios en la situación
sur-México”, WIDE-GEM-CISCSA-
de primeras como resultado de pro- CIEDUR.
gramas o políticas. UNIFEM (1999) “El impacto del TLC en la
mano de obra femenina en México”,
Tratado de Libre Comercio Ciudad de México: UNIFEM.
Yide (2001) “Un análisis de los acuerdos
de América del Norte (TLCAN)
comerciales entre la Unión Europea y
El Tratado de Libre Comercio de América Latina: El caso de México y
América del Norte (TLCAN), que in- del Mercosur”, en Allaert B. (coord):
volucra a México, Estados Unidos y Comercio Internacional y Desigualdad
Canadá, data de 1994 y ha incorpo- de Género.
rado la temática social en el Acuerdo
Suplementario sobre Asuntos Labo-
ción y la industria maquiladora. El
rales, que plantea temas de género en
impacto del tratado en el empleo en
dos de sus once “principios guía”.
general y en el de las mujeres en Mé-
Estos dos principios son la elimina-
xico no ha sido uniforme. En los sec-
ción de discriminación en el empleo
tores como el de prendas de vestir,
y la igualdad para hombres y muje-
las mujeres pudieron recuperar pues-
res. Ambos son sólo generales y su
tos de trabajos perdidos en años pre-
falta de cumplimiento no implica una
vios, pero a costa de menores sala-
sanción comercial directa. El acuer-
rios. También se constata un despla-
do busca el cumplimiento de las res-
zamiento del empleo femenino en el
pectivas legislaciones nacionales y
sector: muchos puestos pasan a ser
su efectividad se ve limitada porque
ocupados por hombres. Este proceso
los mecanismos de apelación a la Co-
obedece, en parte, a la dinámica que
misión Laboral Trinacional y de cre-
imprimió el TLC para la industria
ación de Comités de Expertos en
textil y también a que en otros secto-
Evaluación son engorrosos y difíci-
res no se crearon empleos suficien-
les de implementar.
tes. Las ocupaciones informales cre-
Tres sectores han sido los princi-
cieron y la cantidad de mujeres que
palmente afectados por el TLC: tex-
trabajan en ellas es más elevada que
til, productos agrícolas de exporta-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 33
Mujer
la de hombres. El trabajo femenino
en el sector textil se canaliza hacia
micro-empresas donde no hay con-
tratos que cubran seguros y otros
costos.
La estrategia de las mujeres para
la búsqueda de empleo ha sido la
emigración de las zonas rurales a las
urbanas, al norte de México o a Es-
tados Unidos. El efecto del TLC so-
bre el empleo rural implicó un incre-
mento de las jornadas de trabajo, pe-
ro no mejoró las condiciones de vida
de los trabajadores y trabajadoras
agrícolas. Creció la proporción de
mujeres jornaleras en los cultivos de
exportación que trabajaban a destajo
y tenían a la vez que realizar el tra-
bajo doméstico. En lo que se refiere
a la industria maquiladora de expor-
tación, el empleo femenino creció en
unidades laborales pequeñas y con
menores remuneraciones. Este sector
muestra un importante desplaza-
miento de las trabajadoras, que de-
ben buscar otros empleos o aceptar
peores condiciones laborales para
hacer frente a la competencia mas-
culina.
El análisis realizado muestra que
la promoción de políticas de equidad
se contrapone con la primacía de li-
bre mercado. El género es transver-
sal a aspectos que deben ser incor-
porados en los acuerdos comerciales
(derechos humanos, migraciones,
propiedad intelectual, aspectos labo-
rales y sindicales) y su análisis pue-
de contribuir a conocer mejor los
efectos económicos y sociales de los
acuerdos, a garantizar la equidad so-
cial y la eficiencia en la asignación
de los recursos. La incorporación de
las mujeres a las negociaciones y las
delegaciones comerciales es priori-
taria, así como evaluar el impacto so-
bre las relaciones de género, proce-
sando información económica y so-
ciodemográfica.❑
*Verónica Amarante es economista del Instituto
de Economía de la Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración de Montevideo,
Uruguay. Alma Espino es economista de la Red
Internacional de Género y Comercio.
Mujer
Especial Dossier
Feminicidio en México: un interés
político en un Estado de Derecho simulado
Julia Pérez Cervera*

Las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez no son más

que un pequeño exponente de lo que en ocurre en todo
de México. Exponente que en un momento se presentó
como algo inédito, intolerable y bárbaro, y que es
intolerable y bárbaro pero no inédito. La cantidad de
mujeres asesinadas en otros Estados supera el drama que vive
esta ciudad.

E Paula Cabildo
n Ciudad Juárez, gracias a la acti-
vidad desarrollada por mujeres
preocupadas por la injusticia de
género y organizaciones no guberna-
mentales, se hizo visible la realidad: la
impunidad y la complicidad de un siste-
ma de justicia con los círculos de corrup-
ción más poderosos arrojaban un dato es-
tremecedor que hoy todo el mundo co-
noce: cientos de mujeres asesinadas.
Muchos años llevaban los grupos so-
ciales denunciando los hechos, solicitan-
do investigaciones serias y demandando
información. Pero no fue hasta que el te-
ma saltó al plano internacional, que las
autoridades se vieron la necesidad de de-
cir algo públicamente y reconocer lo que
ocurría. Esto tras batallas sobre aspectos
estúpidos que intentaban minimizar el
problema: si eran 190 ó 189 las asesina-
das, si eran jóvenes o no, si eran pobres o
de clase media, si eran trabajadoras de la
maquila o trabajadoras sexuales. Como
si hubiera mujeres que sí merecieran ser
asesinadas.
Justificaciones y conocimiento
de la verdad
Después de sacar del debate político es-
tas absurdas justificaciones, se pasó a
cuestionar si las mujeres, por su forma de
vestir o por la hora en la que andaban en
la calle, propiciaban este tipo de asesina-
tos. Como si la investigación tuviera por
centro el rastreo de la víctima en vez de
la búsqueda de las causas y los asesinos.
Salimos también de esos planteamientos
y propiciado por el Instituto Chihua-
huense de la Mujer, con sede en Ciudad
Juárez, y recién nombrada su primera di-
rectora, aparece una auditoría periodísti-
ca que conduce a un nuevo dilema y nos
aleja del problema real: la mayoría de las
mujeres asesinadas tenían como causa “la
violencia familiar”. ¿Quería esto decir
que si la causa era la violencia familiar ya
no se trataba de un asesinato? Tanto tiem-
po señalando que no se investigaban los
casos, que los expedientes no tenían in-
formación, que las pruebas habían des-
aparecido, tantas fiscales especiales sin
poder aclarar nada, para que un rastreo de
los medios descubriera la causa del pro-
blema. Con ello, en lugar de despejar du-
das, aparecieron más interrogaciones: si
la causa era la violencia familiar, ¿dónde
estaban los esposos o compañeros asesi-
nos? Se supone que a éstos es posible
identificarlos y detenerlos.
Pero una pregunta básica sin res-
puesta nos acerca a la realidad: por qué
tanto empeño por parte de las autoridades
en desviar permanentemente el problema
de su punto central: el esclarecimiento de
los hechos, lleven o no a la detención de
los culpables. La justicia que la sociedad
exige se basa no tanto en saber si son ase-
sinatos seriales o consecuencia del tráfi-
co de droga u órganos, sino en algo que
debería formar parte de las funciones del
sistema de justicia: conocer la verdad y
poder parar la cadena de crímenes contra
las mexicanas.
Derechos sólo para los
poderosos
Pero el problema no está sólo en Ciudad
Juárez, ni en la frontera, en la pobreza o
en la edad de las asesinadas. El problema
está en la impunidad y la corrupción, en
la falta de justicia y de un verdadero Es-
tado de Derecho.
Desde hace dos años, otras organi-
zaciones y personas están investigando
en el resto de los Estados los crímenes
cometidos contra mujeres. Y sus autori-
dades se defienden como gato panza
arriba negando que exista un feminici-
dio generalizado en México. Según la
Secretaría de Desarrollo Social, al año
se registran 5.243 defunciones de muje-
res debido a homicidios, suicidios y ac-
cidentes. En una conferencia reciente,
Marcela Lagarde resaltó que el Estado
de México ocupa el primer lugar en ho-
micidios dolosos de mujeres, con una ta-
sa de 7,47 asesinadas por cada 100.000

34 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


mujeres lo que representa
un 130 por ciento más que Mujeres asesinadas
la media internacional. Pa-
en distintos Estados
ra quienes hemos trabajado
en el esclarecimiento de los
de México
asesinatos, no se trata de un
asesino serial ni de un gru-
po de esposos o padres que
pierden el control. Se trata
de una situación permitida
y, por tanto, propiciada por
un Estado de Derecho si-
mulado donde lo prioritario
es que el poder se manten-
ga en manos de quienes,
abusando de él, se están
haciendo millonarios sin
importar a costa de quien. Se trata de
mantener el sistema de corrupción y de 1
dejar claro que en México tienen dere-
chos quienes tienen dinero o mucho po-
der. Y las mujeres no están ni en uno ni
en otro grupo. En un Estado misógino
son prescindibles y utilizables, y bajo esa
idea es como se las trata. Así las trata el
sistema judicial porque así las trata la ley.
Y así las tratan los hombres porque así
permite la ley que las traten.
Ni las recomendaciones de Nacio-
nes Unidas2, que solicitan sancionar a los
funcionarios corruptos, han tenido la
más mínima incidencia. Peor aún, baste
decir que dos de los funcionarios seña-
lados por la fiscal federal especial, li-
1 “La experiencia internacional demuestra que fallos
sistemáticos en las investigaciones, impulsos, y
procesamientos de causas de homicidios dolosos
obedecen ya sea a carencia de idoneidad e in-
fraestructura o a la presencia de corrupción en el
sistema de administración de justicia. De acuerdo
a la experiencia internacional, los abusos de dis-
crecionalidad procesal observados por parte de
miembros de la Comisión en su análisis de la to-
talidad de expedientes judiciales asociados a es-
tas causas aparecen asociados a medios institu-
cionales dentro del cual la corrupción sistémica del
sistema de administración de justicia se halla pre-
sente....”. Comisión de Expertos Internacionales
de la Organización de las Naciones Unidas.
2 “Debe extremarse la exigencia de responsabilida-
des administrativas, y en su caso, penales, a los
funcionarios culpables, por dolo o negligencia, de
dilaciones indebidas”. Informe de la Comisión de
Expertos Internacionales de la Organización de las
Naciones Unidas. Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito, sobre la Misión en Ciu-
dad Juárez, Chihuahua, México.
Especial Dossier
cenciada Urbina3 , como presuntos res-
ponsables de hechos ilícitos han sido as-
cendidos. Los señalamientos de Amnis-
tía Internacional, igualmente claros4 , si-
guen en el archivo muerto, como los ela-
borados por relatoras especiales de la
Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y otras instancias nacionales
e internacionales.
Corrupción y miedo
El problema está en cómo cambiar un sis-
tema que se basa en la corrupción, en la
impunidad y en la complicidad. Cada día
se detienen en México a policías judicia-
les, federales, preventivos y de tránsito
por pertenecer a bandas de secuestrado-
res, de chantajeadores, de narcotrafican-
tes... Los jueces y juezas se protegen me-
jor y son más difíciles de señalar, pero no
están libres de este sistema5, consolidado
durante décadas.
3 Servidores públicos del Estado que, según el aná-
lisis realizado por parte de esta Fiscalía Especial,
pudieron haber incurrido en posibles responsabili-
dades administrativas y/o penales:
• 8 fiscales
• 28 agentes del Ministerio Público
• 10 subagentes del Ministerio Público
• 2 jefes de oficina y procesos conciliatorios
• 27 agentes de la policía judicial y
• 25 peritos.
4 Los casos de Ciudad Juárez y Chihuahua contie-
nen muchos de los elementos que socavan la cre-
dibilidad de la administración de justicia en México
y promueven la impunidad.
5 “Jueza y parte en un caso de divorcio”. La Jorna-
da. Lunes, 19 de enero de 2004.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 35
Mujer
Infinidad de ejemplos
podrían aportarse como de-
mostración, pero debe ser
más que suficiente el hecho
de que cualquier mujer pue-
de ser asesinada sin que en el
país pase nada. Aumenta el
miedo en la sociedad y si al-
gún grupo reclama justicia,
se le amenaza6 y culpabiliza
de crear mala imagen para la
ciudad o el Estado
No sirvieron para escla-
recer los hechos las siete fis-
cales especiales, ni la comi-
sionada especial, ni la fiscal
especial federal ha podido
parar los asesinatos, no se quieren dedi-
car recursos para paliar las deficiencias
técnicas del equipo necesario para la in-
vestigación. No hay voluntad para poner
fin al feminicidio. La Comisión Especial
para dar seguimiento a los casos está pro-
poniendo que se reconozca la situación y
que se legisle de forma clara. Sería bue-
no legislar el feminicidio pero antes ha-
bría que legislar sobre el incumplimien-
to de las responsabilidades de quienes
procuran y administran la justicia
Tras haber formado parte de la Mesa
Interinstitucional para dar seguimiento a
los casos de mujeres asesinadas en Ciu-
dad Juárez, participando aún en la Sub-
comisión de Coordinación y Enlace para
Prevenir y Sancionar la Violencia contra
Mujeres en Ciudad Juárez y conociendo
la actitud que el Gobierno ha tenido has-
ta ahora, no puedo mantener la esperan-
za de que las mujeres van a dejar de ser
carne de cañón en México. Políticamen-
te este drama es rentable para que la po-
blación tenga miedo y se conforme con
estar viva. En México se ha instalado des-
de hace tiempo una capacidad infinita pa-
ra aguantarlo todo e incluso presumir de
que no pasa nada.❑
Julia Pérez Cervera pertenece a la Subcomisión
de Coordinación y Enlace para Prevenir y
Sancionar la Violencia contra Mujeres en
Ciudad Juárez.
6 “Por lo que hablamos, lo que sale en los periódi-
cos y por pedir justicia somos reprimidas, somos
seguidas, somos amenazadas. Porque pedir jus-
ticia es delito para ellos”. Evangelina Arce, entre-
vista con Amnistía Internacional, 2003.
Mujer
Especial Dossier
Procesos democráticos y mujeres africanas
Mª Soledad Vieitez Cerdeño*

No solemos hablar
de la extraordinaria participación
de las mujeres africanas en
las revoluciones que llevan a las
independencias, las transiciones
democráticas y los movimientos
sociales más recientes, una
mayoría de los cuales son
femeninos y feministas.
Sin embargo, han sido
fundamentales para las
revoluciones de Angola
o Mozambique, las democracias
de Uganda o Senegal y el
desarrollo de base en Zimbabwe.

Margaret Dongo, fundadora de la Unión Demócrata de Zimbabwe

T
ras la descolonización, las muje-
res volcaron grandes expectati-
vas en la creación y el desarrollo
de los nuevos Estados africanos. Las
transformaciones más significativas tie-
nen lugar en la década de los 90, cuan-
do 14 estados africanos se convierten
en multipartidistas, ampliando los es-
pacios de participación femenina y el
espectro de partidos políticos u otras
formas de asociación.
Desde 1990, las mujeres africanas
aspiran a las candidaturas a la Presi-
dencia de Kenia y Liberia; en Angola,
Burkina Faso, Guinea-Bissau, São To-
mé y Príncipe, República Centroafri-
cana, Kenia, Nigeria o Tanzania algu-
nas se presentan a la presidencia de sus
partidos políticos (Tripp, 2001) y en ese
año, ya hay parlamentos con presiden-
tas (Lesotho, Etiopía y Sudáfrica) o
portavoces femeninas (Uganda o Zim-
babwe). Ruth Perry encabezó Liberia y
en 1994 Wandera Specioza Kazibwe,
de Uganda, se convirtió en la primera
vicepresidenta de un país africano.
Ruanda y Burundi, tristemente conoci-
das por los conflictos entre Tutsis y Hu-
tus, tuvieron primeras ministras en esas
fechas y Senegal la eligió en 2001.
Redes y organizaciones
amplias y eficaces
La movilización democrática y feme-
nina en países como Malí, Kenia, Sie-
rra Leona, Guinea Conakry o Níger ha
sido impresionante. Especialmente sig-
nificativas son las redes de mujeres, na-
cionales y transnacionales, a favor de
políticas de tierra, herencia y matrimo-
nio. Muchas agrupaciones femeninas
se desmarcan de nacionalismos uni-
versalistas o de partidos políticos que,
en su día, llevaron a las independencias
de sus Estados y crean partidos políti-
cos propios; es el caso de Zambia, don-
de el Partido Nacional fue fundado por
Inonge Mbikusita-Lewanika (1991), el
de Margaret Dongo, creadora de la
Unión Demócrata de Zimbabwe en
1999, y el de Limakatso Ntakatsane
que fundó el Partido Kopanang Baso-
tho en 1992 (Tripp, 2001). Es relevan-
te que las mujeres africanas parecen re-
sistirse a la afiliación étnico política
que, se dice, tanto aqueja a las elites
africanas.
Los movimientos sociales
y las mozambiqueñas
La apertura de los gobiernos africanos
de partido único- como Mozambique
desde 1994 - ha permitido a las organi-
zaciones femeninas ganar autonomía y
crear secciones de partidos políticos,
asociaciones independientes (sociales,
educativas, económicas o religiosas),
de derechos humanos y de mujeres,
ONG internacionales y nacionales. Las
últimas proliferan en las décadas 80 y
90 (Kenia y Mozambique) (Osirim,
2001). Se comienzan a crear platafor-
mas, como el Movimiento de Unión
Sindical de las mujeres trabajadoras
que reivindica igualdad de salarios y
denuncia el acoso sexual.
La IV Conferencia Mundial de la
Mujer en Beijing o el Foro de ONG de
Huairou, ambos en China (1995), pro-
pulsaron las agendas de las mujeres
africanas. Participantes en ésos y otros

36 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


Especial Dossier
foros resolvieron emitir las “Nairobi
Forward Looking Strategies” para con-
seguir la igualdad y el desarrollo de gé-
nero a principios del XXI (Osirim,
2001). Regionalmente, el Southern
African Research and Documentation
Centre (SARDC) con sede en Harare
(Zimbabwe) adoptó el Plan de Acción
en 1997.
Organizaciones y grupos de estu-
dios de mujeres mozambiqueñas han
estado ligados a la lucha armada anti-
colonial y la transformación estatal so-
cialista. La Oficina de Historia del Cen-
tro de Estudios Africanos, ligada con
miembros de la LIFEMO (Liga Femi-
nina de Moçambique), la OMM (Or-
ganização da Mulher Moçambicana) y
otras han continuado la investigación
multidisciplinar en materia de género
(Casimiro y Andrade, 1992), lo que ha
resultado decisivo para divulgar infor-
mación, sensibilizar a la opinión públi-
ca, así como fortalecer la sociedad ci-
vil. El Fórum Mulher, una red mozam-
biqueña para la promoción de las mu-
jeres compuesta por más de 50 organi-
zaciones nacionales y extranjeras, se
creó en 1992 y enseguida surgió la ne-
cesidad de crear un Ministerio de Asun-
tos Sociales y de la Mujer. En las pri-
meras elecciones de Mozambique
(1994) todos los partidos políticos in-
cluyeron asuntos relevantes para las
mujeres en sus campañas: participación
femenina en el electorado o voces de
afiliadas al partido. Una vez fundado el
Ministério da Mulher e Coordenação
da Accão Social, Virgínia Matabele, di-
putada de FRELIMO, ocupó el cargo
de ministra en 1994.
Presencia del Parlamento
y el Gobierno
Respecto a la discriminación positiva,
en Mozambique existen antecedentes
de aplicación en el primer período so-
cialista, donde se requería que la mitad
de los tribunales populares fueran cons-
tituidos por juezas (Zefanías, 2000). En
Uganda, el presidente Museveni res-
pondió a la presión política de las mu-
jeres e introdujo la discriminación po-
sitiva en 1986 (Tripp, 2001), nombró
Referencias
Casimiro, Isabel y Andrade, Ximena:
“Construindo uma Teoria de Género
em Moçambique”. Estudos Moçambi-
canos”, 1992. 11/12: 93-110. Centro de
Estudos Africanos (CEA). Maputo, Mo-
zambique.
Fórum Mulher: “Coordenação para a Mul-
her no Desenvolvimento”, 1994. “A Si-
tuação da Mulher in Moçambique. Pri-
meiro Rascunho do Relatório das
ONGs” para a Quarta Conferência
Mundial sobre a Mulher. ONG’s em
Prol da Mulher. Maputo, Mozambique.
Osirim, Mary Johnson: “Making Good
Commitments to Grassroots Women:
NGOs and Empowerment for Women
in Contemporary Zimbabwe”. 2001.
Women’s Studies International Forum,
24, Nº 2: 167-180
Tripp, Aili Mari: “Women and Democracy.
The New Political Activism in Africa”.
2001. Journal of Democracy, Vol. 12,
nº 3: 141-155.
Vieitez Cerdeño, Mª Soledad: “Revolution,
Reform, and Persistent Gender In-
equality in Mozambique”, 2001. U.M.I.
Publication Services. A Bell & Howell
Company. Ann Arbor, Michigan.
Vieitez Cerdeño, Mª Soledad: “Retos y es-
trategias del movimiento de mujeres
mozambiqueñas: Apuntes de una re-
volución de género contemporánea”,
2002. IN: Carmen Gregorio Gil y Belén
Agrela Romero (Eds.). Mujeres de un
solo Mundo. Globalización y Multicul-
turalismo. Colección Feminae. Institu-
to Universitario de Estudios de la Mu-
jer. Granada.
Zefanías, Helena: “A Mulher e o Poder Lo-
cal em Moçambique”, 2000. Studia
Africana, 11: 84-95.
“
Mozambique tenía un 24,4 por ciento de
“
representación parlamentaria femenina
en 1995, mientras que Estados Unidos
contaba entonces sólo con un 10,9
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 37
Mujer
nueve ministras y fundó el Ministry of
Women in Development en 1988. No
es extraño, ya que la percepción gene-
ral era que el National Resistance Mo-
vement (NRM), partido en el poder, de-
bía éste a las mujeres. Mozambique te-
nía 24,4 por ciento de representación
parlamentaria femenina en 1995, mien-
tras que Estados Unidos contaba en-
tonces con un 10,9 por ciento (El País,
Análisis Estadístico, 4/09/1995).
El Fórum Mulher ha contribuido a
la Revisión de la Ley de Tierras de
1997 y a la aprobación de la Ley de Fa-
milia (2003). Muy innovadora, la pri-
mera permite a mujeres divorciadas o
viudas la ocupación efectiva, con dere-
cho a título, de las parcelas familiares
que vienen cultivando por matrimonio
(Vieitez, 2002). La Ley de Familia es
también un gran paso adelante. No en
vano, la segunda convocatoria de elec-
ciones (diciembre, 1999) supuso la de-
signación de tres ministras y cuatro vi-
ceministras, y llegar al 28 por ciento de
representación parlamentaria femenina
(Zefanías, 2000).
Sabemos que la representación fe-
menina no es suficiente y queda por ver
cómo estas redes y lobbies unifican sus
agendas de desarrollo y género para in-
cluir a todas. No obstante, Zimbabwe
ha incorporado el desarrollo femenino
de base. El Zimbabwe Women’s Re-
source Center and Network - una red
femenina y feminista nacional fundada
en 1990 - y el Musasa Project Trust se
han convertido en modelo a seguir pa-
ra otras ONG del continente, por el éxi-
to de sus estrategias en derechos hu-
manos e igualdad de género en los sec-
tores pobres del país (Osirim, 2001).
Es significativo que algunas insti-
tuciones e itinerarios de las mujeres
africanas no disten mucho de los de-
nominados países ricos; debemos
cuestionarnos cómo en realidades de-
mocráticas y de desarrollo tan distin-
tas las mujeres africanas han llegado
tan lejos.❑
* Mª Soledad Vieitez Cerdeño es profesora del
Departamento de Antropología Social (Universi-
dad de Granada) y preside el Centre d’Estudis
Africans (CEA, Barcelona).
Mujer
Especial Dossier
Beijing+10: ¿se han cumplido los objetivos
de la Plataforma de Acción Mundial?
María Teresa Blandón*

Redes y organizaciones feministas de América Latina y el

Caribe nos preparamos a participar en la 49 Sesión de la
Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de
las Naciones Unidas, cuyo objetivo es evaluar la
implementación de la Plataforma de Acción Mundial (PAM)
a diez años de su aprobación.

H
ace 10 años, mujeres de todo el Sistema de Naciones
mundo participamos en la IV Unidas se comprome-
Conferencia Mundial de la Mu- tieron a apoyar a la Co-
jer (1995) con la esperanza de que los misión de la Condición
gobiernos del mundo asumieran el com- Jurídica y Social de la
promiso de promover los derechos de las Mujer para que, como
mujeres como parte indivisible de los parte de su mandato,
derechos humanos universales. Basán- evalúe y promueva la
donos en el documento oficial de la re- aplicación de la PAM.
visión intermedia del 2000, conocida co-
mo Beijing + 5, podemos afirmar que Avances limitados
continúan siendo mayores los obstácu- y sin profundidad
los que los avances alcanzados en la im- Beijing + 10 es la cul-
plementación de la Plataforma de Ac- minación de las evalua-
ción Mundial (PAM). En tal sentido, la ciones oficiales realiza-
Declaración Política y el Documento das por las diferentes
Final Beijing + 5 reconoce entre ellos la regiones del mundo.
disminución del financiamiento a los Para el caso de Améri-
países pobres y el incumplimiento del ca Latina y el Caribe, se
objetivo acordado de dedicar el 0,7 por realizó una reunión
ciento del PIB de los países desarrolla- convocada por la Co-
dos a la asistencia para el desarrollo. misión Económica de
Paula Cabildo

El impacto negativo de los progra- América Latina (CE-

mas de ajuste estructural, los costos
del servicio de la deuda externa y el
deterioro de las relaciones comercia-
les internacionales en países en vías de
desarrollo son reconocidos como agra-
vantes de la feminización de la pobre-
za. Los gobiernos reafirmaron su com-
promiso de aplicación de la declaración
y la PAM, y de adaptar iniciativas para
superar los obstáculos. Las agencias del
PAL) y la Novena Con-
ferencia de México DF
(2004) que contribuyó a
perfilar las nuevas tendencias de los go-
biernos y de las agencias de las Nacio-
nes Unidas en el marco de su proceso de
revisión.
La ambigüedad de los lenguajes que
afirman la PAM como instrumento de
derechos humanos de las mujeres y la
resistencia a asumir compromisos con-
tundentes para enfrentar los obstáculos
reconocidos han estado presentes en la
dinámica de las reuniones oficiales, al
igual que la ingerencia y aceptación ofi-
cial de la activa presencia de grupos fun-
damentalistas opositores a la PAM.

38 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


En ambos casos las mujeres y orga-
nizaciones que participamos de este pro-
ceso, hemos sostenido la importancia de
mantener un diálogo fructífero y respe-
tuoso con los gobiernos y con el sistema
de las Naciones Unidas como condición
necesaria para avanzar en la implemen-
tación de la PAM.
Aun reconociendo importantes lo-
gros, organizaciones de mujeres y femi-
nistas de la región coincidimos en que
los cambios adolecen de profundidad y
sostenibilidad. Los gobiernos han avan-
zado de manera limitada e incierta con
medidas parciales y sin sentido de con-
tinuidad.
Si bien durante la revisión de Beijing
+ 5 éstos reconocieron los obstáculos in-
ternos y externos que enfrentan para la
puesta en marcha de la PAM, poco se ha
hecho durante los últimos cinco años pa-
ra corregirlos.
La violencia contra las mujeres y su
limitado acceso a la justicia continúan
siendo un flagelo que interpela el len-
guaje de los derechos humanos; miles
de mujeres enferman y mueren por fal-
ta de servicios de salud reproductiva de
calidad y con suficiente cobertura; la
pandemia del VIH-SIDA, que tiene en-
tre sus víctimas crecientes a mujeres,
niños y niñas, está asociada a la falta
ellos; la privatización de los servicios
públicos tiene un efecto devastador en
la autonomía de las mujeres pobres; las
guerras imperialistas, colonialistas y ra-
cistas tienen como principales rehenes
a las mujeres.
La presión de los grupos
reaccionarios
Tan grave como lo anterior es el hecho
de que algunos gobiernos de la región
han renovado alianzas políticas con gru-
pos fundamentalistas, que apuestan por
el retorno de las mujeres al rol de ma-
dre-esposa como vía para perpetuar su
subordinación, acompañado de una fe-
roz negación/sanción a toda forma de
diversidad humana, incluida la de la se-
xualidad y la constitución de familias.
Tales expresiones muestran los riesgos
del retorno a Estados confesionales,
donde las creencias individuales vuel-
Especial Dossier
“
La oposición de grupos fundamentalistas
del Norte y del Sur a la Plataforma de
“
Acción Mundial pretende restar legitimidad
a los derechos humanos de las mujeres
contenidos ella
van a alcanzar fuerza de ley y sean im-
puestas a toda la sociedad. La persisten-
te y agresiva oposición a la PAM por
parte de grupos fundamentalistas del
Norte y del Sur, que centran su preocu-
pación en los derechos sexuales y re-
productivos, pretende restar legitimidad
a los derechos humanos de las mujeres
contenidos en la PAM. Esta oposición es
también funcional a la falta de compro-
miso por parte de los gobiernos.
El terreno en disputa desplegado vi-
siblemente en el seno de las Naciones
Unidas se ve expresado en la composi-
ción de las delegaciones oficiales. Mien-
tras en la IV Conferencia Mundial de la
Mujer, la mayoría de delegaciones in-
cluyeron activistas de los derechos hu-
manos de las mujeres, durante Beijing +
5 y en la propia reunión regional, la ma-
yoría de gobiernos de Centroamérica in-
cluyeron en sus delegaciones a grupos
fundamentalistas tales como el Opus Dei
y Provida. Los y las activistas de las
agrupaciones fundamentalistas aprove-
chan su inclusión en las delegaciones
oficiales para presionar con métodos
grotescos que incluyen la persecución y
el chantaje a las representaciones oficia-
les, particularmente de los países más
empobrecidos.
Estados Unidos, la OMC,
el FMI...
Mas allá de esta controversia, lo cierto
es que el proceso de evaluación de los
10 años de la PAM se enfrenta a otro
obstáculo: la posición del gobierno de
EE.UU. que, durante la Novena Confe-
rencia de América Latina y el Caribe, de-
mostró su disposición de desmontar el
consenso de los gobiernos de la región.
Presentándose como supuesto defensor
de la vida y de la familia intentó por to-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 39
Mujer
dos los medios, incluido el chantaje eco-
nómico, disuadir a los gobiernos de se-
guir con su compromiso con la PAM.
Las interrogantes de las activistas del
movimiento de mujeres giran en torno a
la capacidad de la ONU para respetar su
propia institucionalidad mas allá de las
presiones económicas y políticas del go-
bierno norteamericano, así como de las
posibilidades de que la UE se decida a
mantener una posición independiente y
de defensa de la PAM que la acerque a
las posiciones mayoritarias de los go-
biernos de América Latina y el Caribe.
Desde una perspectiva estructural, el
mayor obstáculo para la implementación
de la PAM lo constituye el papel de ins-
tituciones financieras internacionales, en
particular del FMI, el Banco Mundial y
la OMC. Porque mientras los gobiernos
del mundo reafirman la importancia que
la PAM tiene para el desarrollo y la paz,
las disposiciones de obligatorio cumpli-
miento impuestas por las primeras ale-
jan la posibilidad de cumplir con los
compromisos contraídos a favor de los
derechos humanos de los pobres y de las
mujeres.
Lo anterior podría explicar el interés
de vincular la evaluación de la PAM con
las metas de los Objetivos del Milenio,
proceso iniciado tras la IV Conferencia
Mundial de la Mujer, en el cual las mu-
jeres no tuvimos ningún tipo de partici-
pación. ¿Hablaron sobre los derechos de
las mujeres? ¿Quiénes establecieron las
prioridades y con qué criterios? Lo cier-
to es que en el actual ejercicio de eva-
luación pretenden mezclar y, en cierto
sentido, subordinar la PAM a las metas.
Para muchas de las activistas de los
derechos de las mujeres en la región,
Beijing + 10 representa otra oportunidad
para fortalecer los compromisos asumi-
dos por los gobiernos con los derechos
humanos de las mujeres y confirmar la
necesidad de un foro mundial pacífico,
democrático y responsable.❑
*María Teresa Blandón es integrante del
Programa Feminista Centroamericano
(La Corriente) y de la Iniciativa Centroamericana
de Seguimiento a la PAM.
Mujer
La participación de las mujeres en la
construcción de la paz
La discriminación de género
y la violencia contra las
mujeres, que es aceptada en
tiempos de paz, se
profundiza en el conflicto.
La guerra es un fenómeno
donde más se visibilizan los
impactos de género, dado el
alto número de población
civil involucrada y los
espacios donde se dirimen:
hogares, escuelas y, de
manera creciente, los
cuerpos de las mujeres.
L
as agendas de preven-
ción de crisis y de reso-
lución de conflictos no
han abordado suficientemente
Mauricio García
el nexo entre conflicto, desarro-
llo y derechos. Al mismo tiem-
po, las estrategias de desarrollo
y las políticas de erradicación
de la pobreza han tendido a ob-
viar temas relacionados con los con-
textos de conflicto. Si se pretende des-
activarlos y sentar las bases para la paz,
las condiciones de injusticia que nutren
la movilización política y la violencia
social deben ser abordadas seriamente.
Uno de los indicadores de la voluntad
de un país para implementar sus com-
promisos con la paz es la manera en el
que trata a sus mujeres y promueve su
seguridad y sus derechos.
40 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Especial Dossier
En este contexto es importante en-
tender las condiciones y dificultades de
la vida de las mujeres, así como la co-
nexión de sus experiencias locales con
la política y la acción global. Para este
propósito, la Resolución 13251, pro-
ducto de la movilización y de las ini-
ciativas de las mujeres por la paz, apor-
1 Resolución 1325 del Consejo de Seguridad
(2000) sobre Mujeres, Paz y Seguridad.
Carmen de la Cruz*
ta un marco de análisis y acción
que nos acerca a dos dimensio-
nes interrelacionadas que afec-
tan a las mujeres durante los
conflictos y en la transición a la
paz: a) el impacto específico
que las mujeres sufren a causa
de los conflictos y las diversas
formas de violencia y el dete-
rioro del tejido social y econó-
mico de la comunidad; b) la
importancia de la participación
de las mujeres en los procesos
de paz y su papel en la recons-
trucción post-conflicto para
asegurar que sus sociedades se
basen en la justicia y el com-
promiso con la dignidad y el
desarrollo de sus integrantes.
El impacto diferenciado
de los conflictos
La violencia contra las mujeres
ha sido usada como un arma de
guerra, no sólo para abusar de
ellas, sino para humillar a los
varones del otro bando y ero-
sionar el tejido social e identitario de
comunidades enteras. Las mujeres co-
nocen el costo de la violencia, del in-
tegrismo y la exclusión, el costo de Es-
tados y economías destrozadas. Mu-
chas son obligadas a huir parar no ser
forzadas a la esclavitud o a la prostitu-
ción. Saben lo que significa ser des-
plazada, ser parte de altas tasas de mor-
talidad materna e infantil, y de bajas ta-
sas de acceso a la educación y cuida-

dos de salud; lo que significa ser ex-
cluidas de la vida pública y no ser re-
conocidas como ciudadanas de pleno
derecho. En situaciones de conflicto,
son las primeras en vivir el desmoro-
namiento de la infraestructura y la cre-
ciente carga de proveer y cuidar a sus
familias en los márgenes de las econo-
mías de guerra. Las mujeres que han
sobrevivido deben encontrar maneras
de vivir con actos de discriminación y
violencia cometidos antes, durante y
también después del conflicto.
Pero las mujeres no son sólo vícti-
mas sino también actoras en el con-
flicto político. Muchas se unen a mo-
vimientos políticos y armados. Sus pa-
peles incluyen activismo civil, trabajo
en la comunidad, combate, inteligen-
cia; son porteadoras o cocineras. En
estos casos, su afiliación se debe a sus
convicciones políticas o a la búsque-
da de protección del bando enemigo,
convirtiéndose en blancos privilegia-
dos por tres razones: a) por ser muje-
res; b) por ser civiles del bando opues-
to; y c) por ser enemigas políticas.
La consolidación de la paz no pue-
de alcanzarse sin una justicia basada
en el Estado de derecho. Éste hace re-
ferencia a un principio de la goberna-
bilidad en el que todas las personas,
instituciones y entidades, incluido el
Estado, deben rendir cuentas en rela-
ción a las legislaciones nacionales con
las normas y estándares internaciona-
les. La Carta de Naciones Unidas, con
los cuatro pilares del sistema legal in-
ternacional, los derechos humanos in-
ternacionales, el DIH, la Corte Penal
Internacional y el Derecho Internacio-
nal sobre Población Refugiada son las
bases para avanzar en esta línea. Asi-
mismo, la CEDAW y su Protocolo, la
Plataforma de Acción de Beijing, la
Resolución 1325 y la Convención In-
ter-americana para prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra las mu-
jeres son instrumentos claves para los
derechos de las mujeres. La preven-
ción y la protección son imperativos
de justicia para una paz sostenible, por
lo que abordar de manera diferencia-
da el efecto del conflicto sobre muje-
Especial Dossier
“
La violencia contra las mujeres es usada
como un arma de guerra, no sólo para
“
abusar de ellas, sino para humillar
a los varones del otro bando y erosionar
el tejido social
res y niñas permite identificar con cla-
ridad los marcos de protección, defen-
der sus derechos y recomponer el teji-
do social de las comunidades rotas por
la guerra.
El papel de las mujeres en la
construcción de la paz
Si a menudo las mujeres son las pri-
meras víctimas de los conflictos ar-
mados deben, asimismo, ser reconoci-
das como parte de la solución. Su tra-
bajo y trayectoria se puede rastrear
desde principio del siglo XX, como es
el caso de la Liga de Mujeres por la
Paz y la Libertad, hoy una de las or-
ganizaciones más activas en la defen-
sa del desarme y la paz. Actualmente
existen miles de organizaciones de
mujeres reivindicando sus derechos en
la construcción de la paz durante dic-
taduras militares, conflictos armados
y en sociedades altamente fragmenta-
das. Reivindican su papel como cons-
tructoras de paz, en la demanda de
acuerdos humanitarios y en las nego-
ciaciones de paz. Para este propósito,
se han movilizado para que la comu-
nidad internacional ponga fin a la vio-
lencia, aborde el impacto de la guerra
sobre las mujeres y sus comunidades,
y proteja el futuro de sus sociedades y
su papel de las mismas.
En la guerra, las mujeres son acti-
vistas, cuidadoras, proveedoras y so-
brevivientes. Su participación en la
construcción de la paz asegura que sus
experiencias, prioridades y soluciones,
especialmente aquellas de los grupos
afectados como los de las mujeres des-
plazadas, indígenas, negras, contribu-
yan a una mayor estabilidad y a una
gobernabilidad inclusiva. Asimismo,
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 41
Mujer
el proceso de reconstrucción debería
abordar todas las formas de injusticia
derivadas del conflicto y reparar todas
las dimensiones de la justicia, legal,
restaurativa y distributiva desde una
perspectiva de género. El concepto de
“justicia de género” se refiere a la in-
tegración de esta perspectiva dentro de
cada dimensión de la justicia y el pa-
pel de las mujeres en la definición de
marcos de justicia e instituciones en
un Estado de derecho. La impunidad
de los crímenes contra las mujeres de-
bilita las bases de las sociedades
emergentes de los conflictos, legiti-
mando la violencia y la desigualdad,
y expone a las mujeres y a la comuni-
dad a la amenaza del conflicto reno-
vado. Hasta que la justicia no sea se-
riamente abordada, se envía un men-
saje ambiguo a los perpetradores de
los abusos, situándolos más allá de la
ley. Asimismo, hay que decir que la
protección internacional aún desco-
noce las necesidades específicas de
mujeres y niñas.
Durante la transición a la paz, si se
integra un enfoque de género a la re-
construcción del país y se promueve la
participación de las mujeres, se gene-
ra una oportunidad única para avanzar
en procesos de inclusión y de demo-
cracia que puede contribuir a una paz
duradera. Es por esto que la justicia de
género y los derechos de las mujeres
deben ser incorporados en los acuerdos
de paz y en las estructuras legales e ins-
titucionales apoyando la reconstruc-
ción post-conflicto. Sin la participación
equitativa y el completo involucra-
miento de las mujeres en la transición
y la construcción de la paz, ni la justi-
cia ni el desarrollo serán posibles. Así,
el apoyo de la comunidad internacio-
nal a las redes de mujeres por la paz y
a la articulación de las iniciativas loca-
les a los sistemas internacionales son
cruciales en dichos procesos.❑
*Carmen de la Cruz es asesora para América
Latina del Programa de Paz y Seguridad
de UNIFEM (Fondo de Desarrollo de Naciones
Unidas para la Mujer) y miembro de la red
europea WIDE.
Mujer
Especial Dossier
WEBS
Generales
www.nodo50.org/mujeresenred: Mujeres
en Red.
www.unifem.org: UNIFEM, Fondo para
el Desarrollo de las Mujeres de Nacio-
nes Unidas.
www.marchemondiale.org/es/index.html:
Marcha Mundial de las Mujeres.
www.choike.org/nuevo/informes/1560.html:
Análisis de la Equidad de Género en
los Objetivos del Milenio y enlaces re-
lacionados.
www.guiagenero.com: Herramienta útil
de consulta sobre cooperación y edu-
cación al desarrollo desde la perspecti-
va de género.
www.anamuri.cl: Asociación Nacional de
Mujeres Rurales e Indígenas de Chile.
Comunicación
www.nodo50.org/ameco: Asociación Es-
pañola de Mujeres Profesionales de los
Medios de Comunicación.
www.alainet.org/mujeres: Área de Muje-
res de la Agencia Latinoamericana de
Información. Impulsa y promueve el
avance del derecho de las mujeres a la
comunicación y la articulación de re-
des sociales.
Conflictos
www.wilpf.org: Liga Internacional de Mu-
jeres por la Paz y la Libertad (en in-
glés).
Economía
www.eurosur.org/wide/portesp.html:
Mujeres en el desarrollo en Europa
(WIDE). Investigación sobre temas de
libre comercio, impacto de género y
manuales de educación económica.
Desarrollo
www.awid.org/index.php: Asociación pa-
42 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Recursos
ra los Derechos de la Mujer y el Desarro-
llo para el logro de la igualdad de género,
el desarrollo sostenible y los derechos hu-
manos de las mujeres.
www.oecd.org/topic/0,2686,en_2649_345
41_1_1_1_1_37413,00.html: Organi-
zación para la Cooperación y Desarro-
llo Económico (OCDE) y la Equidad
de Género (en inglés).
Medio Ambiente
www.wedo.org: Organización Mujer Me-
dioambiente y Desarrollo (en inglés).
Derechos Humanos
www.crlp.org/esp_about.html: Centro de
Derechos Reproductivos. ONG dedi-
cada a promover la igualdad de las mu-
jeres en todo el mundo, garantizando
sus derechos reproductivos como de-
rechos humanos.
www.whrnet.org/es/index.php: Women´s
Human Rights Net. Información y aná-
lisis sobre los derechos humanos de las
mujeres y temas globales.
www.madre.org/index-sp.html: MADRE
es una organización internacional de
mujeres que trabaja en colaboración
con organizaciones de mujeres en zo-
nas en conflicto.
www.derechos.org/ddhh/mujer: Docu-
mentación general sobre los derechos
de las mujeres, así como convenciones
y declaraciones internacionales rela-
cionadas con este tema.
Política
www.democraciaparitaria.com: Informa-
ción, jurisprudencia nacional e interna-
cional, actualidad, artículos y campañas
en torno a la democracia paritaria.
www.themis.matriz.net/gender: Asocia-
ción de Mujeres Juristas Themis.
Violencia contra las mujeres
www.amnesty.org/actforwomen/issues-
index-esl: Información de Amnistía In-
ternacional.
María Viatero*
Literatura
www.unapalabraotra.org/libreriamuje-
res.html Librería de mujeres de Madrid.
PUBLICACIONES
Desarrollo del Género en la femini-
dad y la masculinidad.
García-Mina Freire, Ana. Narcea, S.A. de
Ediciones. Una respuesta a la confusión ge-
neralizada sobre el uso del término género,
clarificando su significado y su desarrollo
en la feminidad y la masculinidad
Las mujeres y la participación política.
Rodriguez Bello, Carolina .WHRnet,
2003:www.whrnet.org/docs/tema-muje-
res-politica.html,
BRIDGE es unaorganización especializa-
da en la investigación e información sobre
género y desarrollo. Publica un boletín, In
Brief, sobre distintas temáticas relacionadas
con la Equidad de Género en distintos idio-
mas. www.ids.ac.uk/bridge/bri_bull.html
Centro Xochitl Acatl: Las Claves del
Empoderamiento.
Mugarik Gabe, 2003.
Sistematización del proceso de desarrollo
vivido por esta organización de mujeres ru-
rales nicaragüenses.
Género y Pueblos Indígenas.
Mugarik Gabe, 2004.
Perspectiva de género en el trabajo de
cooperación al desarrollo con los pue-
blos indígenas.
“Generando - Sortuz”.
Ararteko - Mugarik Gabe, 2004.
Materiales didácticos sobre los derechos de
las mujeres.
*María Viatero pertenece al Área de Mujer
y Relaciones con la UE de Mugarik Gabe.
 Miradas
Derechos sociales y económicos
Brasil: desigualdad y pobreza
en el punto de mira
La lucha por los derechos
humanos en el Brasil ha
acompañado el largo, difícil y, al
mismo tiempo, gratificante proceso
de aprendizaje popular por la
amnistía; por las elecciones direc-
tas; por el impeachment
(destitución presidencial); por el
fin de la corrupción; por la
reforma agraria y urbana; y por la
garantía de los derechos sociales,
económicos y culturales.

P
ero también ha implicado una
pelea por el fin de la discrimi-
Carles Girbau

nación de todo tipo; por la

erradicación de la tortura; por el fin de
la impunidad; para que la vida esté
por encima de la deuda; por la garan-
tía de legislaciones que respeten los Vista de Porto Alegre.

intereses populares en el proceso

constituyente y en el proceso legisla-
tivo ordinario; para que el sistema ju-
dicial no confunda imparcialidad con
neutralidad; por la efectividad de ins-
trumentos de participación popular, en
la definición de políticas públicas y en
el control del presupuesto nacional;
para que el país cumpla con sus com-
promisos internacionales. Por eso, mi-
litantes, organizaciones de la sociedad
civil y movimientos sociales recurren
al sistema regional y global de dere-
chos humanos en la lucha para que la
ciudadanía encuentre lugar y tiempo
en Brasil y en el mundo. Esto sólo se
sustenta porque es cierto que “otro
mundo es posible” -como afirma el
Foro Social Mundial- y ya está sien-
do construido.
De la misma manera, los esfuer-
zos para promover los derechos hu-
manos han acompañado la construc-
ción y la implementación de políticas
públicas centradas en la garantía de
los derechos. Así ha sucedido en la lu-
cha por el Sistema Único de Salud,
por la implementación del Estatuto
del Niño y del Adolescente, y por la
efectividad de la Ley Orgánica de
Asistencia Social, entre muchas otras.
Brasil ratificó la mayoría de los prin-
cipales instrumentos globales y re-
gionales de protección a los derechos
humanos excepto la Convención
Interamericana sobre la desaparición
forzada de personas.
Programas de protección
de derechos
El país también cuenta, desde 1996,
con un Programa Nacional de Dere-
chos Humanos (PNDH). En la Confe-
rencia Nacional de Derechos Huma-
nos en 1997 - un año después de la di-
vulgación del Programa Nacional de
Derechos-, el MNDH denunció su
parcialidad por entender que contem-
plaba apenas los derechos civiles y po-
líticos, hiriendo la indivisibilidad y
universalidad de los derechos huma-
nos. Esto llevó a la propuesta de una
serie de medidas para su perfecciona-
miento y también para la creación de
un instrumento de monitoreo perma-
nente de su implementación. El go-
bierno de Fernando Henrique Cardo-
so acogió la propuesta, creó una Co-
misión de Monitoreo y encaminó la
reformulación del Programa. Desde
entonces, tal comisión sólo realizó, en
todo el período, una única reunión y la
reformulación fue llevada a efecto cin-
co años después (en mayo de 2002).
Según el análisis elaborado por la
sociedad civil, de las 518 acciones del
Plan (PND II), 93 se refieren a la ga-

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 43

Miradas
Derechos sociales y económicos
rantía de derechos
entre los sectores so-
ciales excluidos (18
por ciento en total).
Los recursos desti-
nados al cumpli-
miento de estas ac-
ciones alcanzaron el
valor de 4,4 millo-
nes de reales de lo
que ya estaba pre-
visto en el Presu-
puesto Federal du-
rante 2002.
Responsabilidad
fiscal y social
y desigualdad
La aplicación per-
manente de la polí-
Carles Girbau
tica dictada por el
Consenso de Was-
hington llevó al pa-
ís a implementar un
conjunto de ajustes de política econó-
mica que han terminado en un au-
mento del endeudamiento interno y
externo, y la reducción gradual de los
gastos del gobierno en inversión so-
cial. Estas situaciones llevan a poner
en riesgo la garantía de autodetermi-
nación en términos del modelo de
desarrollo y de los avances en la efec-
tividad de los derechos humanos.
El total de la deuda externa au-
mentó de148.290 millones de dólares
en 1994 a 236.160 millones en 2000.
En el mismo período, el país pagó un
acumulado de 75.890 millones de dó-
lares en intereses y 218.890 millones
en cuotas del capital de la deuda, lo
que da una suma de 294.690 millones
de dólares. Durante este período, Bra-
sil abonó en impuestos y cuotas del
capital casi lo equivalente a los que
continuaba debiendo en 2000. En el
mismo periodo, la deuda creció
87.870 millones de dólares, en con-
traste con el pago, que representa más
de tres veces este valor. La deuda in-
terna pasó de 59.400 millones de rea-
les en 1994 a 555.900 millones de re-
ales en 2000, un crecimiento acumu-
lado en el período equivalente al 836
por ciento. El déficit de cuentas de las
44 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Porto Alegre ha sido sede del último Foro Social Mundial en 2005.
“
La política dictada por el Consenso de
Washington llevó al país a un aumento
“
del endeudamiento interno y externo,
y a la reducción de los gastos en
inversión social
transacciones corrientes pasó de 1.700
millones a 35.200 millones de dólares
-nada menos que 24 veces más- .
El último acuerdo con el FMI (en
agosto de 2002), realizado con la fina-
lidad de hacer frente a la fuga de capi-
tales y a la escalada de la deuda públi-
ca, resultó en la disponibilidad de
30.000 millones de dólares. En contra-
partida, el país se comprometió a ga-
rantizar un superávit primario (econo-
mía en los gastos públicos) en los años
siguientes a 2002 de por lo menos un
3,75 por ciento del PIB.
Interferencias del FMI
El acuerdo con el FMI exige “reformas
estructurales” consideradas necesarias
para Brasil, entre las cuales está el
“avance en el proceso de alineación de
los bancos estadua-
les federalizados”.
Se trata de un nuevo
lenguaje para hablar
de privatización que,
desde 1998, ya llevó
a la venta al sector
de telecomunicacio-
nes, parte del sector
de energía y del de la
siderúrgica, entre
otros, según el
acuerdo realizado en
aquel año, que se
tradujo en 12 En-
miendas Constitu-
cionales aprobadas
con el objetivo espe-
cífico de reducir la
importancia econó-
mica del Estado.
Además, este acuer-
do introduce una
cláusula que autori-
za al FMI a interferir trimestralmente,
pudiendo sugerir la modificación de la
meta de superávit primario prevista.
Ahora, lo que se examina son la Ley de
Directrices Presupuestarias y la Ley
Presupuestaria, aprobadas anualmente
por el Congreso Nacional. Con eso, el
FMI podrá con efectividad, si así lo
considera necesario, condicionar la
aprobación de liberación de nuevos re-
cursos, aunque estos ya hayan sido
acordados, al cumplimiento de lo que
entienda sean metas necesarias, intro-
duciendo posiblemente nuevas exi-
gencias de restricción en la ejecución
presupuestaria que normalmente aca-
ba en la reducción de gastos en pro-
gramas sociales y de inversión.
Lo más grave es que este acuerdo
pone en riesgo la autonomía del país,
tanto en su proceso de aprobación co-
mo al introducir mecanismos de inci-
dencia directa del FMI en la política
nacional. En el primer caso, el acuer-
do fue hecho y aprobado sin pasar por
el poder legislativo, lo que hiere fron-
talmente la Constitución Federal, que
determina que cualquier financiación
externa debe ser analizada y autoriza-
da por el Senado Federal. Esta situa-
ción motivó la presentación de una so-

licitud, firmada por varias organiza-
ciones de la sociedad civil, pidiendo
que la Procuraduría General de la Re-
pública interviniese.
Otra situación que viene preocu-
pando a los brasileños en este sentido
es el proceso de implementación del
ALCA y la propuesta de transferencia
del control de la Base de Alcántara al
gobierno americano. En el plebiscito
popular nacional realizado en sep-
tiembre de 2003, más de 10 millones
de brasileños (cerca del 10 por ciento
del electorado) comparecieron espon-
táneamente para votar y dijeron NO al
ALCA y NO a la transferencia del con-
trol de la Base de Alcántara. De parte
de las organizaciones de la sociedad ci-
vil hay un posicionamiento claro y ca-
si unánime sobre la repercusión nega-
tiva de estas medidas, especialmente
en cuanto a la capacidad de autodeter-
minación del país.
De este cuadro resulta evidente el
riesgo que países como Brasil corren
respecto a la garantía efectiva de eje-
cución de políticas que puedan primar
los derechos humanos fundamentales.
Pasemos a analizar la repercusión de
este cuadro en el caso específico de los
derechos económicos y sociales.
Inversión en proyectos
sociales
El análisis de la inversión pública en
programas sociales indica que hubo un
leve crecimiento. Según el propio go-
bierno, los gastos sociales, que eran del
13 por ciento del PIB en 1995, pasaron
al 14 por ciento en 1998-1999. Con-
trastando, por lo tanto, el impacto de
los gastos con intereses y las obliga-
ciones de la deuda interna y externa a
los gastos sociales, queda claro el po-
tencial que viene siendo desperdiciado
para tal fin en perjuicio de la aplicación
de los derechos sociales y de inversio-
nes para su garantía. En 2002, en razón
de la exigencia del superávit primario,
los gastos públicos sociales fueron re-
ducidos. En el mismo período, mien-
tras tanto, los compromisos con el pa-
go de intereses, tributos y pago de cuo-
tas de la deuda pública interna y exter-
na han sido mantenidos y hasta am-
pliados, conforme lo acordado con el
FMI: desde enero a julio de 2002, el
Gobierno Federal gastó el 35,45 por
ciento de la disponibilidad líquida del
ejecutivo. En 1995, los pagos con los
servicios de la deuda externa e interna
representaban el 17,15 por ciento de la
disponibilidad líquida del poder ejecu-
tivo. Estos datos muestran claramente
el sentido de las prioridades: no está en
esta lista la promoción al máximo de
los derechos.
“
La distribución de los rendimientos indica
“
que el 10 por ciento de la población que
gana menos controlaba, en 2001, menos
del 1 por ciento de los mismos
La miseria en cifras
Brasil es uno de los países con los ma-
yores índices de desigualdad del mun-
do y con un gran nivel de pobreza y
miseria, lo que genera un número am-
plio de brasileños excluidos del acce-
so a derechos fundamentales.
Los últimos datos sobre la situa-
ción en el país indican que el gobier-
no brasileño consiguió mejorar algu-
nos índices, pero no lo suficiente co-
mo para avanzar en la distribución de
la renta: la renta media del brasileño
cayó el 10,3 por ciento en los últimos
cinco años. En el caso de los más po-
bres, la caída fue del 11,6 por ciento y
en el de los más ricos, la pérdida fue
menor, del 9,1 por ciento (el 10 por
ciento más rico controla cerca del 50
por ciento de la renta; el 50 por ciento
más pobre controla el 10 por ciento).
Por su parte, el desempleo aumentó
del 7 por ciento en 1996 al 9,4 en
2001; la distribución de los rendi-
mientos indica que el 10 por ciento de
la población que gana menos recibía,
en 2001, un salario equivalente a
61,00 reales y controlaba menos del 1
por ciento de los rendimientos. Mien-
tras tanto, el 10 por ciento de los que
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 45
Miradas
ganan más pasaron de una renta de
7.530 reales a 7.920.
El número de los brasileños que vi-
ven en la indigencia y en la pobreza,
según los datos del gobierno y a pesar
de una leve disminución, todavía es al-
to: en 1998, 21,4 millones eran consi-
derados indigentes (13,9 por ciento de
la población); 50,1 millones estaban en
situación de pobreza (32,7 por ciento
de la población). En resumen, podría-
mos decir que Brasil posee el record
mundial en concentración de la renta;
el 15,8 por ciento de la población no
tiene acceso a las condiciones mínimas
de higiene, educación y salud; el 11,4
por ciento muere antes de cumplir 40
años; y 16 por ciento es analfabeto.
Si leemos la situación por el as-
pecto étnico, por ejemplo, tendremos
una muestra clara de la desigualdad.
Un estudio de 1999, basado en el Índi-
ce de Desarrollo Humano, indica que
en esa época Brasil ocupaba la posi-
ción número 79 en la clasificación por
países. Pero, si se considera la pobla-
ción negra, estaría en la posición nú-
mero 108, mientras que teniendo en
cuenta sólo a la población blanca ocu-
paría el lugar 49. Un estudio sobre la
pobreza indica que entre los pobres, el
63,6 por ciento son negros y entre los
indigentes, lo son el 68,8 por ciento. La
tasa de analfabetismo es del 19,8 por
ciento si se considera a la población
negra con más de 15 años de edad y del
8,3 por ciento si hablamos de la pobla-
ción blanca. La tasa de mortalidad in-
fantil en 1996 da una diferencia del 25
por ciento entre negros y blancos. Se-
gún Cano, en Río de Janeiro y en São
Paulo, la probabilidad de que los ne-
gros sean muertos por la policía es tres
veces mayor.
El cuadro aquí rápidamente descri-
to, a pesar de no ser exhaustivo, indica
claramente que hay un amplio contin-
gente de brasileños excluidos del ac-
ceso a las condiciones básicas de sa-
tisfacción de sus derechos fundamen-
tales. Y también que la pobreza en Bra-
sil tiene cara: es negra y es mujer.❑
Fuente:
FIAN-Plataforma Interamericana de Derechos
Humanos
Miradas
Derechos sociales y económicos
República Dominicana:
falta de recursos públicos y centralismo

Según el Programa de las

Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), el 32 por
ciento de la población dominicana
está por debajo de la línea de
pobreza y el 20 por ciento controla
el 50 por ciento de los ingresos. Se
trata del país de América Latina
que dedica la menor cantidad de
sus recursos públicos a salud,
educación y seguridad pública, lo
que trae como consecuencia que el
35 por ciento de la población no
tenga acceso a agua potable y el 17
Rocío Anula
Rocío Anula

por ciento sea analfabeta.

Un mercadillo de Santo Domingo. Imagen de una escuela de Santo Domingo.

A
las cifras anteriores hay que
sumar que el 22 por ciento de
los dominicanos carecen de
acceso a saneamiento y que la tasa de
mortalidad infantil está por encima de
los promedios de la región, entre otros
datos esclarecedores de la situación
del país.
En los últimos años, se ha iniciado
un conjunto de reformas, económicas,
fiscales y políticas en República Do-
minicana. Sin embargo, este proceso
de reformas ha tenido como efecto más
inmediato beneficiar a poderosos sec-
tores financieros e importadores, favo-
reciendo un modelo que se basa en zo-
nas francas industriales, turismo y re-
mesas de los dominicanos residentes
en el extranjero. La pobreza se ha ex-
tendido a más de un 60 por ciento de la
población, produciendo exclusiones y
desigualdades que han estado afectan-
do seriamente los derechos económi-
cos y sociales. Entre los efectos nega-
tivos de estas políticas resaltan:
● Los programas de ajustes estruc-
turales.
● El endeudamiento externo, que se
ha elevado de 3.675 millones de dóla-
res en el año 2000 a 7.300 millones en
el año 2003.
● El aumento desproporcionado de
las cargas impositivas que preparan el
“desmonte arancelario” conforme a lo
exigido por la Organización Mundial
de Comercio (OMC) y el ALCA.
● Las políticas de privatización de
las empresas estatales, que además del
fraude y la corrupción que se achaca,
no han contribuido a mejorar los ser-
vicios de energía eléctrica y produc-
ción azucarera e industrial.
● Inflación que sobrepasa el 25 por
ciento acumulado en 2003.
● Devaluación de la moneda, pa-
sando de 16 pesos dominicanos por un
dólar en 2001 a 45 pesos dominicanos
por un dólar en diciembre de 2003.
● Alarmante situación de desabas-
tecimiento de servicios básicos: salud,
agua potable, energía eléctrica y dis-
posición de desechos sólidos.
● Incremento acelerado de la vio-
lencia: atracos, secuestros y más de un
centenar de mujeres asesinadas en el
año 2003.
El presidente de la Cámara Ameri-
cana de Comercio de la República Do-
minicana valora la crisis actual como
uno de los retos más serios en la histo-
ria de la República Dominicana: “Po-
dría conducir a un rompimiento del or-
den social y de la legitimidad política”
(Periódico Hoy, 30-10-2003, pag 1).
Participación política y social
Hace muchos años que en varios países
de América Latina se vienen desarro-
llando una serie de planteamientos en

46 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


torno a la necesidad de fortalecer los
gobiernos locales para robustecer la
democracia y contribuir a los procesos
de descentralización, modernización
del Estado y su vinculación con los/as
ciudadanos/as.
La República Dominicana, como
un país en proceso de democratiza-
ción, todavía mantiene muchas tradi-
ciones y costumbres políticas de su vi-
da pasada, con una gran historia de au-
toritarismo y centralización. La tran-
sición ha sido muy lenta para gobier-
nos acostumbrados al poder presiden-
cialista y a una sociedad civil acos-
tumbrada al silencio. No existen en la
realidad dominicana instituciones só-
lidas y gobiernos locales con prácticas
democráticas fortalecidas para funda-
mentar una democracia vigorosa. El
poder se queda concentrado en la cús-
pide, construido con autoritarismo,
clientelismo y privilegios. Las autori-
dades dan órdenes desde arriba y no
expresan ni se interesan por procurar
el consenso de la gente a la que sirven.
Las municipalidades se quedan débi-
les para proteger el poder superior y
no valoran la participación de las co-
munidades. Es por eso que las deci-
siones de las autoridades a menudo no
reflejan las necesidades esenciales de
la ciudadanía.
Los procesos de municipalización
y construcción ciudadana cobran cada
vez más urgencia en nuestro país, so-
bre todo en este momento en que se
está planteando la descentralización
del Estado y la incorporación de la so-
ciedad civil al escenario de lo público,
a través de procesos de participación,
vigilancia y calificación de la gestión
de los gobiernos.
El Informe 2003 del gobierno
dominicano
El Informe que, conforme a la Reso-
lución 2002/30 de la Comisión de los
Derechos Humanos de Naciones Uni-
das, presenta el gobierno de la Repú-
blica Dominicana por medio de la ex-
perta A. M. Lizin el 16 de Enero del
2003 carece de una visión global y ob-
jetiva de la situación de los derechos
económicos, sociales y culturales en
el país. Obvia los antecedentes y las
causas que originan las violaciones
actuales que el informe da por in-
existentes.
Mientras el documento presenta un
panorama lleno de realizaciones y op-
timismo, estamos muy lejos de la si-
tuación deseada. Los avances hacia el
cumplimiento del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC) son menores en
cantidad y alcance que las violaciones
y dificultades para su implementación.
“
Las reformas económicas, fiscales
y políticas en República Dominicana
“
han tenido como efecto más inmediato
beneficiar a sectores financieros
e importadores
De las personas entrevistadas, só-
lo una representa la sociedad civil. Los
demás entrevistados representan al
sector oficial y comparten la visión
optimista del Informe de la experta.
Esta visión no se corresponde con la
realidad ni es compartida por el Co-
mité de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
El Informe señala que el gobierno
dominicano ha puesto en práctica po-
líticas públicas “para luchar contra la
extrema pobreza”, aprovechando el
crecimiento económico experimenta-
do en los años anteriores. Pero no se-
ñala cuáles son esas políticas y mucho
menos los efectos positivos que pu-
dieron tener. Se queda en una genera-
lidad indocumentada. Tampoco esta-
blece indicadores de antes y después
de la supuesta aplicación de esas po-
líticas. Concluye, por ejemplo, en que
“la experiencia dominicana, pese a las
dificultades de financiación, debe cla-
sificarse entre las buenas prácticas
que consagran el derecho a la vivien-
da”. Otra generalidad que se pierde en
un teoricismo sin base de sustentación
alguna.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 47
Miradas
Planes difíciles de concretarse
Es cierto que el gobierno dominicano
ha diseñado, a través del Gabinete So-
cial, una Estrategia de Lucha contra la
Pobreza (ELP) hasta el 2015, acorde
con las metas del milenio. Esta ELP es
un paso de avance importante, ya que
ha sido concertada con sectores de la
sociedad dominicana, con incidencia
en el tema, incluyendo organizaciones
comunitarias, partidos políticos, em-
presarios y ONG. Esta estrategia tiene
como uno de sus pilares el crecimien-
to de la economía dominicana un 4 por
ciento del PIB anual y hasta el men-
cionado año 2015.
Pero las políticas económicas de las
autoridades dominicanas y muy espe-
cialmente el manejo dado por éstas a la
crisis bancaria que se hizo pública a par-
tir de marzo de 2003, entre otros hechos
relevantes, ha traído como consecuen-
cia un serio deterioro en los niveles de
la vida de la población, una devaluación
que ha llevado el valor de la moneda na-
cional de 16 pesos dominicanos por dó-
lar norteamericano a 37 pesos domini-
canos por dólar, disminuyendo el sala-
rio a menos del 50 por ciento de su equi-
valente en dólar y estableciéndose una
inflación galopante. Así, el decreci-
miento económico pudo llegar a menos
3 por ciento a final del año 2003.
El Informe de la experta Lizin no to-
ma en cuenta que, ante esta nueva rea-
lidad de decrecimiento económico no
prevista en la ELP, los planes del go-
bierno no podrán concretizarse y nue-
vamente los más afectados seguirán
siendo los sectores más desfavorecidos
de la sociedad. Esta situación de crisis
económica afecta gravemente a los de-
rechos humanos, lo que se ve agravado
en un contexto de escaso desarrollo ins-
titucional. Ni en enero del año 2003,
cuando se elaboró el informe del go-
bierno dominicano, ni en el presente
encontramos indicadores que nos
muestren avances significativos en la
reducción de la pobreza y el avance de
los derechos sociales y económicos.❑
Fuente:
Centro de Educación Popular-Plataforma
Interamericana de Derechos Humanos.
Miradas
Derechos sociales y económicos
El Salvador:
salud y educación
en manos del mercado
Según un informe del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) sobre Centroamérica, el 21,4 por ciento de la
población salvadoreña (1.393.214 personas) sobrevive en una
situación de extrema pobreza con menos de un dólar diario.
El conflicto armado interno vivido por más de 12 años, además
de unos 75.000 civiles muertos, 8.000 desaparecidos y miles de
desplazados y refugiados en países vecinos, ha dejado como
herencia la impunidad, la destrucción y la miseria.

E
studios realizados demuestran
que, al ser consultados, un 60
por ciento de los salvadoreños
aspira a emigrar a los Estados Unidos
u otros países en busca de mejores al-
Derechos consagrados
en la Constitución de la Re-
pública y en convenios in-
ternacionales tales como el
derecho al trabajo, a la sa-
Conchi Abascal

ternativas de vida. Una gran parte de lud y a la educación consti-

la población reside en grandes ciuda-
des de Estados Unidos, donde emi-
graron por los peligros de la guerra en
los años 80 y siguen emigrando por la
falta de oportunidades nacionales. En
2002, más de 2.000 millones de dóla-
res se enviaron a familiares que per-
manecían en El Salvador. Esta ayuda
representa un 13,5 por ciento del PIB
del país, un 64,7 por ciento del total
de las exportaciones y un 37,3 por
ciento de las importaciones, lo que
prácticamente cubre el déficit de la
balanza comercial. El Banco Inter-
americano de Desarrollo (BID) ha
manifestado que las remesas llegadas
desde Estados Unidos equivalen nue-
ve veces a la ayuda extranjera y supe-
ran en siete veces la inversión extran-
jera directa. No obstante, con ellas no
se combate la pobreza ni se supera la
desigualdad social, ya que las reme-
sas familiares en gran parte sólo están
orientadas al consumo.
tuyen en la actualidad me-
ras expectativas para las Limpiando pescado en el puerto del departamento La Libertad (El Salvador).
grandes mayorías de este
país. Insistentemente se ha venido an-
teponiendo la acción de la oferta y la
demanda para que los servicios pú-
blicos se acomoden no a la demanda
de la población, sino a la oferta del
mercado. La mayoría de los servicios
prestados por el Estado han venido
experimentando un constante dete-
rioro y se perfila ahora la llegada de
las privatizaciones para su prestación,
pues la visión de que el mercado es
mucho más eficiente que el Estado
prevalece y se actualiza según la vi-
sión de los gobiernos neoliberales
que han dirigido el país en los últimos
15 años. Otra de las medidas del pro-
grama de ajuste estructural aplicada
por los últimos tres gobiernos es la de
favorecer al gran capital en detri-
mento de la calidad de vida de las
mayorías.
Mercado frente a Estado
Los principales esfuerzos del gobier-
no se centran en la inclusión del país
en el mercado globalizado. Este inte-
rés no parte de las ventajas competiti-
vas que se podrían desarrollar, sino
más bien en las eminentes ganancias
que dejaría a la cúpula empresarial la
entrada sin restricciones del mercado
norteamericano. No se toma en cuen-
ta los efectos negativos que acarrearía
sumarse a un tratado en las condicio-
nes de desigualdad y vulnerabilidad
que caracterizan al mercado nacional,
sumando a ello los efectos negativos
en materia laboral, social, ecológica y
cultural que representa. Consecuente-
mente, El Salvador, pese a los discur-
sos sobre la capacidad y eficiencia de
su mercado para el manejo de las em-
presas tanto privadas como públicas,

48 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


no está en condiciones de ser compe-
titivo, sino como concesionario.
El pragmatismo del actual gobier-
no pretende la autorregulación del
mercado y la sustitución de su papel
regulador frente a éste; de esta mane-
ra, se llegaría a sustituir cualquier po-
lítica de Estado en materia social y
económica que promueva el bienestar
y el desarrollo humano de la pobla-
ción. Esto explica de alguna manera
porqué aquellas prerrogativas funda-
mentales que el gobierno se ve obli-
gado a satisfacer han pasado a un pla-
no no tan importante como la apertu-
ra del mercado, la eliminación de ba-
rreras para productos y servicios, y la
modernización del Estado. A conti-
nuación presentamos una realidad
aproximada sobre la situación de al-
gunos derechos esenciales económi-
cos y sociales, al igual que algunos de-
rechos de civiles, que no son garanti-
zados efectivamente.
Crecimiento económico
y aumento de la miseria
La ONU estima que en El Salvador
el 43 por ciento de la población vive
en condiciones de pobreza. La mis-
ma fuente señala que en el índice del
desarrollo humano, nuestro país se
ubica en la 105 posición de 175 paí-
ses. La pobreza afecta al 55,8 por cien-
to de las personas en el área rural, don-
de cerca del 30 por ciento se encuen-
tra en situación de pobreza absoluta.
El mayor problema en materia de
derechos humanos que enfrenta El
Salvador es la afectación permanen-
te a los derechos económicos y so-
ciales. En los años 90, luego del cese
de fuego y la desmovilización de los
alzados en armas, según un estudio
del PNUD, la economía salvadoreña
creció a una tasa promedio anual de
4,5 por ciento; la inflación se redujo
de un valor promedio anual de 24,7
por ciento en los años de la guerra a
un 2,5 por ciento en los últimos tres
años; las importaciones totales se tri-
plicaron; el crecimiento del sistema
financiero ha sido evidente. Pese a es-
tos avances, el informe citado men-
ciona que la pobreza es uno de los
problemas más graves y considera
que después de los dos terremotos de
2001, se habría incrementado al 51,1
por ciento y la extrema pobreza al 23,
6 por ciento, afectando a 2,9 millones
de habitantes.
El PNUD resalta que más del 44
por ciento de la población salvadore-
ña no tiene acceso a agua potable; un
24,1 por ciento no tiene acceso a los
servicios de salud. El gobierno reco-
noce una tasa de analfabetismo del 17
por ciento sin contar el porcentaje de
analfabetos funcionales. El déficit de
vivienda alcanza las 173.506 unidades
en el área urbana y 378. 098 en el área
rural. El Salvador sólo conserva un
0,5 de sus bosques y presenta el más
grande déficit de recursos hídricos en
la región centroamericana.
Después de 10 años en el marco de
la ausencia de la guerra, el 20 por
ciento de los hogares más ricos ha au-
mentado su beneficio del ingreso al
58,3 por ciento y el 20 por ciento de
los más pobres lo ha disminuido al 2,4
por ciento, por lo que la brecha entre
ricos y pobres se ha ampliado 24 ve-
ces. A pesar de un leve descenso de la
pobreza, la desigualdad social no en-
cuentra límite. El Salvador está entre
los cuatro países de América Latina
con menor gasto público social (8,1
por ciento del PIB) y el segundo con
la carga tributaria más baja (11,2 por
ciento en 2002) .
Políticas de privatización
El proceso de privatización iniciado
por gobierno neoliberal de ARENA li-
bera el comercio exterior, sobre todo
el del café. Posteriormente sigue con
“
Para reponer las pérdidas por las
privatizaciones, se ha introducido el
“
Impuesto al Valor Agregado (IVA),
eliminado exenciones a las medicinas
y alimentos básicos
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 49
Miradas
la privatización de la banca, de las im-
portaciones de petróleo, de los inge-
nios azucareros, de las redes de distri-
bución de energía eléctrica, del siste-
ma nacional de telecomunicaciones y
del sistema de ahorros para pensiones
de empleados públicos y privados. En
los últimos cuatro años, le siguen con-
cesiones en el sector de Seguridad So-
cial y manejo de puertos y aeropuer-
to. Se dispone por decreto de cuotas
voluntarias en los sistemas de educa-
ción y salud, y se impone la dolariza-
ción de la economía.
Se puede asegurar que la imple-
mentación del proceso de ajuste y las
privatizaciones de los activos del Esta-
do no han generado un ambiente don-
de las ventajas económicas se hayan
traducido en beneficios y desarrollo
para la mayoría de salvadoreños.
Por otra parte, el proceso de recu-
peración de costos por parte de los in-
versionistas trajo consigo dos grandes
problemas. Por un lado, los precios de
los servicios se han incrementado más
de lo anunciado, lo que reduce en gran
medida las posibilidades de mejora de
los niveles de vida de gran parte de la
población. Por otro lado, los ingresos
que estos activos del Estado reporta-
ban a la hacienda pública han pasado
a manos privadas, lo que reduce su ca-
pacidad para cubrir necesidades bási-
cas de la población, considerando que
tampoco se ha visto incrementada la
recaudación impositiva. La reforma
tributaria de los gobiernos de ARENA
es regresiva: para reponer a las pérdi-
das de ingreso por las privatizaciones
introdujeron el Impuesto al Valor
Agregado (IVA) que actualmente es-
tá en un 13 por ciento y han elimina-
do las exenciones del IVA a las medi-
cinas, granos básicos y otros alimen-
tos de primera necesidad. Cada sema-
na, por las evasiones que realiza el
empresario salvadoreño, el fisco deja
de percibir 654.500 dólares de IVA pa-
gados por el consumidor.❑
Fuente:
CDHES-Plataforma Interamericana
de Derechos Humanos.
Miradas
Derechos sociales y económicos
México: otra política económica
para una nueva política social
Domitille Delaplace y Areli Sandoval*
Soraya González

Vista de una calle de México DF.

Alrededor de la mitad de la población mexicana vive en la pobreza,

un porcentaje que se incrementa si se tiene en cuenta sólo a las mujeres
y que alcanza cifras de hasta el 70 por ciento. Las estrategias de carácter
económico, como la apertura a mercados externos, promovidas por
el Gobierno no han servido para paliar la situación ni para garantizar
y hacer efectivo el cumplimiento de los derechos económicos y sociales
en el país.

E
l Pacto Internacional de los De-
rechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC) entró en
vigor en México el 23 de junio de
1981. El PIDESC forma parte de la le-
gislación nacional, ya que, de acuerdo
con el artículo 133 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexi-
canos, los tratados internacionales ce-
lebrados por el presidente de la Repú-
blica y ratificados por el Senado son,
junto con la propia Constitución y las
leyes del Congreso Federal, la ley su-
prema de toda la nación.
Las organizaciones civiles y socia-
les que vienen monitoreando y eva-
luando las políticas de ajuste estructu-
ral (PAEs) aplicadas en los últimos 20
años en México han documentado y
denunciado públicamente sus impac-
tos económicos, sociales, culturales y

50 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


medioambientales, y demandado ante
los poderes ejecutivo y legislativo fe-
derales que cese este proceso de dete-
rioro de las condiciones de vida de la
población, considerándolo una viola-
ción sistemática de los derechos hu-
manos y, por ende, un atentado contra
la seguridad humana de millones de
personas en nuestro país.
El modelo de apertura de la econo-
mía al mercado externo y promoción
de la inversión extranjera como motor
de crecimiento desatado a partir de
1985 ha incumplido con las metas de
reactivación del crecimiento económi-
co sostenido del país y su aplicación en
México no ha sido socialmente res-
ponsable. Las condiciones que se han
aceptado en acuerdos y convenios con
los organismos financieros internacio-
nales y en los acuerdos y tratados de li-
bre comercio, con frecuencia de ma-
nera acelerada, poco participativa y
transparente, acotan los márgenes de
actuación del gobierno mexicano para
una definición autónoma de la política
económica y social, y subordinan las
políticas y programas sociales a acuer-
dos económicos de libre mercado.
Tres grandes líneas de pobreza
La medición oficial de la pobreza en
México tiene como base tres líneas pa-
ra establecer sus cifras: 1) la pobreza
alimentaria, 2) la pobreza de capaci-
dades y 3) la pobreza de patrimonio.
La línea 1 considera a los hogares
cuyo ingreso es insuficiente para cu-
brir las necesidades mínimas de ali-
mentación; es decir, cuyo ingreso es
equivalente a 15,4 pesos diarios (cifras
de agosto de 2000) por persona en áre-
as rurales y a 20,9 pesos diarios por
persona en áreas urbanas. Los hogares
mexicanos que hace tres años se en-
contraban en esta situación represen-
taban el 18,6 por ciento del total y el
24,2 por ciento de la población total.
Si partimos de que la población en
México para el año 2000 era de
97.500.000 habitantes, esto significa
que 23.595.000 personas padecían po-
breza alimentaria.
La línea 2 se refiere a los hogares
cuyo ingreso es insuficiente tanto para
“
El modelo de apertura de la economía
al mercado externo y de promoción
de la inversión extranjera ha incumplido
del país
“
con las metas de reactivación
del crecimiento económico sostenido
cubrir las necesidades de alimentación
como para sufragar los gastos mínimos
en educación y salud. Por tanto, se tra-
ta de hogares cuyo ingreso por perso-
na es de 18,9 pesos diarios en área ru-
ral y de 24,7 en el área urbana. En es-
ta situación llamada de pobreza de ca-
pacidades se encontraba el 25,3 por
ciento de los hogares mexicanos y el
31,9 por ciento de la población total del
país, lo que representa un equivalente
igual a 31.102.500 personas.
Por último, la línea 3 incluye a los
hogares cuyo ingreso es insuficiente
para cubrir las necesidades de ali-
mentación, educación, salud, vestido,
calzado, vivienda y transporte públi-
co, lo que equivale a tener un ingreso
diario que se sitúa en 28,1 pesos por
persona en áreas rurales y de 41, 8 pe-
sos en áreas urbanas. Al calcular la
pobreza de patrimonio de hogares y
personas en el año 2000, los resulta-
dos fueron los siguientes: el 45,9 por
ciento de los hogares y el 53,7 por
ciento de la población total padecían
este tipo de pobreza. Si transforma-
mos la proporción de población pobre
reconocida oficialmente en número de
“
Si los programas de superación
de la pobreza hubieran sido concebidos
desde una política social no se trabajaría
y equipo
“
exclusivamente en fortalecer el capital
humano sin invertir en infraestructura
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 51
Miradas
habitantes, equivale a que 52.375.500
personas vivían en esta alarmante si-
tuación de pobreza.
De acuerdo con la Marcha Mun-
dial de las Mujeres 2000, en México
más de 50 por ciento de la población
vive en la pobreza. De ese porcenta-
je, 70 por ciento son mujeres. Ade-
más, las brechas entre comunidades
indígenas y rurales se hace cada vez
más presente.
Ausencia de perspectivas
Partiendo del reconocimiento guber-
namental de la situación de rezago so-
cial y de innumerables carencias en
ciertos grupos de población -que pa-
decen diversas formas de vulnerabili-
dad social, indefensión, inseguridad,
exclusión y grandes limitaciones para
influir en las decisiones que afectan sus
vidas-, el gobierno Federal ha definido
una visión del desarrollo social de Mé-
xico para el año 2025, como guía “pa-
ra establecer un compromiso de largo
plazo con la sociedad mexicana”.
De acuerdo con esta visión, el Go-
bierno aspira a que los mexicanos, a
través de su propio esfuerzo e iniciati-
va, logren niveles de vida dignos y sos-
tenidos, y a que México cuente con
mecanismos y políticas que aseguren
la creación consistente de prosperidad
y equidad mediante el desarrollo de
oportunidades y capacidades con la
participación de toda la sociedad.
Si bien es cierto que los programas
de superación de la pobreza impulsan
acciones intersectoriales coordinadas
de educación, salud y alimentación pa-
ra “romper el círculo vicioso de la
transmisión intergeneracional de la po-
breza”, no han sido diseñados con un
enfoque basado en los derechos hu-
manos, sino apoyados en el enfoque
que promueve la banca multilateral de
desarrollo, generando, por ejemplo,
patrones de discriminación en su co-
bertura. Se trata de un repertorio de
medidas que tienden a estandarizar el
diseño de los programas sociales. En-
tre ellas destacan la focalización, la
descentralización, la promoción de la
participación de los pobres en los pro-
gramas sociales, la dotación de capital
Miradas
Derechos sociales y económicos
humano privilegiando programas edu-
cativos, etc. Los programas de supera-
ción de la pobreza son programas pri-
mordialmente compensatorios de los
impactos de la política económica y
aunque han mejorado algunos aspec-
tos, desafortunadamente no se trata de
un programa basado en los derechos
económicos y sociales, sino en el li-
neamiento de la Banca Multilateral de
Desarrollo (BMD) sobre fortaleci-
miento del capital humano.
Transformación económica
y cambio social
Los programas de estabilización del
Fondo Monetario Internacional (FMI)
y de ajuste estructural del Banco Mun-
dial (BM) comenzaron a adoptarse en
México a partir de la crisis por el en-
deudamiento externo en 1982. La
BMD, en particular el Banco Mundial
y el Banco
Interamerica-
no de Des-
arrollo (BID),
ha jugado un
papel decisivo
en nuestro pa-
ís no sólo en
materia eco-
nómica, pues
también han
influido en la política social con la pro-
moción de políticas de ajuste de se-
gunda generación, como los programas
de combate a la pobreza focalizados en
la población extremadamente pobre y
con una lógica compensatoria de los
efectos negativos de reformas econó-
micas estructurales.
Se es consciente de que hay obstá-
culos estructurales para la erradicación
de la pobreza en los países en desarro-
llo, tales como, deuda externa insoste-
nible, creciente brecha entre ricos y po-
bres, ausencia de un sistema equitati-
vo de comercio multilateral, de inver-
siones y financiero, y se considera im-
perativo que se tomen medidas urgen-
tes para eliminar esos obstáculos ya
que de otro modo las estrategias anti-
pobreza de los Estados tienen pocas
posibilidades de ser exitosas. México
estaría entre estos casos y de ahí que
52 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
“
Se calcula que en 2000, 52.375.500
de mexicanos no podían cubrir sus
“
necesidades de alimentación, educación,
salud, vestido, calzado, vivienda
y transporte público
afirmemos que sin una transformación
de la política económica no habrá po-
lítica social y de combate a la pobreza
verdaderamente efectiva.
Por esto se tienen que elaborar po-
líticas públicas más integrales en don-
de se superen las contradicciones y
efectos desalentadores entre políticas
de distinta índole, sobre todo de la po-
lítica económica sobre la política so-
cial. Es cierto que el crecimiento eco-
nómico es un factor importante para el
desarrollo de un país, pero es aún más
importante contar con políticas de re-
distribución del ingreso y la riqueza; es
más, es bien sabido que el crecimien-
to económico no genera por sí mismo
desarrollo si no va acompañado de po-
líticas específicas que a su vez eviten
una mayor concentración del ingreso.
Políticas regresivas y recortes
sistemáticos
El carácter prioritario de la inversión
social que promociona el gobierno Fe-
deral debería también reflejarse en el
Presupuesto de Egresos de la Federa-
ción. Sin embargo, las prioridades del
gobierno Federal, tanto de esta admi-
nistración como de la pasada, no están
en el gasto social. Diversos autores han
documentado la desproporción de los
cuantiosos recursos que se destinan al
pago del servicio de la deuda externa y
al rescate bancario respecto del gasto
social, y por si esto fuera poco, el Go-
bierno ha mantenido una política re-
gresiva con los recortes sistemáticos al
gasto social en cuanto bajan los precios
del petróleo.
Si los programas de superación de
la pobreza hubieran sido concebidos
desde una política social con perspec-
tiva de derechos humanos tampoco ha-
bría contradicciones entre las distintas
medidas gubernamentales en la mate-
ria. Es decir, no se diría que se pro-
mueve el derecho a la salud mientras
se recorta el gasto social en este rubro,
y el desabastecimiento de medicamen-
tos en hospitales y centros de salud se
agrava. Tampoco se trabajaría exclusi-
vamente en fortalecer capital humano
sin invertir en infraestructura y equipo,
sobre todo en materia del derecho a la
salud y el de-
recho a la
educación.
Ve i n t e
años de des-
mantela-
miento del
Estado, de
privatiza-
ción de las
empresas
públicas, de apertura del mercado, de
control inflacionario, de presupuestos
equilibrados, de disponibilidad insu-
ficiente y volátil de crédito, de com-
petencia desleal a los productores na-
cionales, de eliminación de subsidios,
de contención salarial y de desregula-
ción de mercados, entre las políticas
económicas más destacadas, han de-
terminado cambios en la estructura
productiva del país que han tenido
profundas repercusiones en los nive-
les de vida y de los derechos econó-
micos, sociales y culturales de las per-
sonas y de las familias.❑
*Domitille Delaplace y Areli Sandoval son
miembros de DECA Equipo Pueblo, A.C.
Fuente:
Grupo Promotor del Informe alternativo
sobre DESC en México.
 Cooperación
Cooperación
Ayuda alimentaria: una solución
¿para quién?
Elizabeth Bravo*

El rechazo de muchos consumidores occidentales a los alimentos

transgénicos ha generado grandes excedentes que se están canalizando a
través de la ayuda alimentaria hacia los países más pobres del planeta. Así,
el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otras iniciativas de ayuda al
desarrollo se convierten en una excelente vía para exportarlos escapando a
cualquier control.

L
as corporaciones biotecnológi-
cas han desplegado toda una
campaña, tanto a nivel de los
medios masivos, como en instancias
gubernamentales y académicas con el
fin de imponer los alimentos transgé-
nicos en el mundo, pues tienen una
gran inversión que defender y con la
aceptación global de estos productos
podrán controlar toda la cadena ali-
menticia.
ra los agricultores de Estados Unidos,
pues para los países pobres, que en-
frentan crisis económicas o son vícti-
mas de desastres ambientales, resulta
muy difícil rechazarla.
El Departamento de Agricultura de
Estados Unidos está exportando miles
de toneladas de maíz y soja transgéni-
cos al Tercer Mundo a través de las
agencias de ayuda alimentaria. En
1999 su gobierno donó 500.000 tone-
Mauricio García

Sin embargo, en el escenario mun- ladas de maíz y productos de maíz. Se

dial tenemos, por un lado, a los princi-
pales importadores de granos, países
de la Unión Europea, Corea, Japón,
Australia y Nueva Zelanda, donde los
alimentos transgénicos están siendo re-
chazados por sus consumidores debi-
do a sus riesgos potenciales. Esto ha
generado un gran excedente de ali-
mentos transgénicos e importantes pér-
didas a los agricultores de EE.UU., los
primeros productores de los mismos.
Por otro lado está el Tercer Mundo. En
esta región empobrecida del planeta,
las grandes corporaciones biotecnoló-
gicas han puesto sus ojos y están a pun-
to de convertirla en un patio trasero a
donde irán a parar todos los alimentos
transgénicos rechazados por otros.
Una de las estrategias que se está
usando es la ayuda alimentaria. La
ayuda es el último mercado de expor-
tación no regulado que está abierto pa-
puede decir con cierta seguridad que el
30 por ciento de esa ayuda fue de ali-
mentos genéticamente modificados
(Walsh, 2000). En el Programa Mun-
dial de Alimentos (PMA) no saben qué
cantidad de la ayuda alimentaria reci-
bida es transgénica, ni tienen una polí-
tica sobre el tema. Este programa reci-
be casi la mitad de su presupuesto
anual de Estados Unidos y su directo-
ra ejecutiva es una ex-funcionaria del
Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos que proviene de la zo-
na maicera del país (Walsh, 2000).
¿Qué hay de malo en los
transgénicos?
Los organismos transgénicos son el re-
sultado de un proceso mediante el cual
se introducen genes extraños llamados
transgenes, en otro ser vivo, cuando se
presume que estos nuevos genes le
pueden conferir alguna ventaja ecoló-
gica, nutricional o de otro tipo. Entre
los genes usados están los llamados
marcadores genéticos o genes de re-
sistencia a antibiótico que pueden en-
trar en contacto con bacterias patóge-
nas mediante un proceso conocido co-
mo “transferencia horizontal de ge-
nes”, aumentando el creciente proble-
ma de salud pública de resistencia a los
antibióticos. La posibilidad de que el
ADN desnudo o libre sea tomado por
células de mamíferos se menciona ex-
plícitamente por la Agencia de Regu-
lación de Alimentos y Medicinas de
Estados Unidos (FDA, 4 de septiem-
bre de 1998). Comentando este traba-
jo, el Ministerio de Agricultura, Pesca

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 53

Cooperación
Cooperación
y Alimentación del incluyen: Alimentos
Reino Unido señaló para la Paz (PL480),
que la transferencia Programa de la Sec-
podía ocurrir no sólo ción 416(b) y Progra-
por ingestión, sino por ma Alimentos para el
contacto directo con el Progreso. Por su parte,
polvo de la planta y el las iniciativas de ayu-
polen presente en el da alimentaria inclu-
aire durante el trabajo yen: Paquete de Asis-
agrícola y el procesa- tencia Alimentaria pa-
miento. ra Rusia, Ayuda Ali-
Por otro lado, los mentaria para el Cuer-
científicos Mae-Wan no de Africa y Etiopía,
Ho, Angela Ryan y Iniciativa Global para
Joe Cummins (1999) la Alimentación Esco-
recomiendan que, co- lar y un programa de
mo medida de precau- ayuda para Afganistán
ción, se retiren del (FAS, 2001).
mercado y se paren las Los proyectos
liberaciones en el me- aprobados por el De-
dio ambiente de todos partamento de Agri-
los productos transgé- cultura son llevados a
nicos que utilicen el cabo a través del Pro-
promotor CaMV o si- grama Mundial de
milares (gen utilizado Alimentos (PMA),
en el proceso de mani- una organización pri-
pulación genética), es- vada voluntaria (ge-
pecialmente los utili- neralmente norteame-
zados para alimenta- ricana) y el país ex-
ción humana y animal. tranjero elegido. Más
De acuerdo a los auto- de 60 países financian
res, el CaMV está re- las operaciones del
lacionado con el virus Programa Mundial de
de la hepatitis B hu- Alimentos, sin em-
Tony Fernández

mana. bargo, el grueso de la

ayuda proviene de Es-
Cómo funciona tados Unidos, por lo
la ayuda que ese país tiene mu-
alimentaria cha influencia en sus políticas y pue-

El gobierno de Estados Unidos, a tra-
vés del Comodity Credit Corporation,
compra a los agricultores estadouni-
denses los excedentes de productos
agrícolas, que son destinados a los dis-
tintos programas de ayuda alimentaria.
Estos programas evitan el riesgo que
pueden generar las políticas agrícolas
de Estados Unidos, en este caso pro-
mover el uso masivo de semillas trans-
génicas, y lo traspasan a un grupo de
consumidores que por desconocimien-
to o necesidad son “ayudados”. En es-
te caso, se trata de productos transgé-
nicos subsidiados, rechazados en otros
países, que son enviados a países del
“
En 1999, EE.UU. donó 500.000
toneladas de productos de maíz en
ayuda alimentaria; se puede decir con
modificados
“
cierta seguridad que el 30 por ciento
de los alimentos eran genéticamente
Tercer Mundo como “productos bara-
tos” o como “ayuda alimentaria”.
Los programas de ayuda promovi-
dos por el gobierno de Estados Unidos
de hacer que sea funcional a sus pro-
pias políticas agrícolas. En 1998,
EE.UU. entregó al PMA 875 millones
de dólares (WFP home page). Las do-
naciones son hechas en dinero, ali-
mentos o productos no alimentarios.
El dinero se usa para comprar ali-
mentos, para pagar transportación y
para los costos administrativos del
PMA en cada país. Los costos admi-
nistrativos pueden ser muy altos, pe-
ro no se cuenta con información es-
pecífica sobre los mismos, porque, al
ser parte del sistema de las Naciones
Unidos, no están sujetos a ningún ti-
po de auditoría.

54 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


Transgénicos en otros
programas
Se ha detectado que se están utilizan-
do otros programas de asistencia pa-
ra el desarrollo con el fin de promo-
ver los cultivos transgénicos. Por
ejemplo, un Programa Internacional
de Ayuda (OSA) británico para India
ha utilizado millones para apoyar un
plan que obligará a unos 20 millones
de los habitantes más pobres del
mundo a abandonar sus tierras para
desarrollar una agricultura industrial
inspirada en el cultivo de transgéni-
cos. El plan será aplicado en el Esta-
do semi-desértico del sur Andra Pra-
desh. Bajo el programa Visión 2020,
se desarrollará un esquema, con el
apoyo de consultores norteamerica-
nos de la firma McKinsey, para que
se introduzcan en ese Estado cultivos
transgénicos de exportación.
Por otro lado, en Malawi existe te-
mor ante el advenimiento de las semi-
llas genéticamente modificadas, que se
están anunciado como una nueva bo-
nanza en la producción de alimentos.
Cuando se introdujo el maíz híbrido a
través de programas de apoyo al des-
arrollo, los pequeños agricultores lo-
cales, que sembraban maíz a niveles de
subsistencia, creyeron que estas nue-
vas variedades les favorecerían. Sin
embargo, el uso de variedades híbridas
de maíz ha significado para ellos tener
que batallar con problemas financieros
y económicos graves.
El gobierno de Malawi recibió
asistencia externa para la introducción
de un esquema de producción basado
en semillas importadas, dependientes
de fertilizantes, y dirigido a pequeños
campesinos. Los paquetes consistían
en 20 kilos de semillas de maíz y le-
gumbres que fueron repartidos en el
campo sin tomar en cuenta ninguna
consideración ambiental.
Los campesinos están preocupados
de que las semillas transgénicas pue-
dan conducir a resultados similares o
peores que los generados por la intro-
ducción de híbridos, que han llevado a
que las variedades locales de maíz se
pierdan. Otra preocupación entre los
agricultores es que cada vez hay ma-
REFERENCIAS
http://www.fas.usda.gov/excredits/. Visita-
da en agosto del 2001.
http://agriculture.house.gov/glossary/com-
modity_credit_corporatio_ccc.htm.
htt://www.wfp.org. Visitada en agosto del
2001.
Chimwala, M . “El dumping de semillas
amenaza la seguridad alimentaria”.
Third World Network / IBON Features
Davis, I. 1987. “La ayuda internacional a
quién ayuda” de Javier Darío Restre-
po y “Arquitectura de emergencia”. Pu-
blicado en Ecología de un Desastre:
Volcán Nevado el Ruiz.
Friends of the Earth Europe. Diciembre
2001.
Ho, M.W. 2000. “The hazards of geneti-
cally-engineered foods”. ISIS News
Rosemberg, 1999. The Wall Steet Journal
Vidal J. & Harding, L. “El programa de
ayuda extranjera atacado. El debate
de los alimentos transgénicos”. Sába-
do, 7 de julio 2001, The Guardian,
www.guardian.co.uk/gmdebate/Story
http://www.guardian.co.uk/gmdeba-
te/Story/0,2763,518190,00.html
Walsh, D. 2000. “America finds ready
market for GM food - the hungry”. In-
dependent (UK). 30 March 2000.
yor cantidad de variedades importadas
y les inquieta que sean variedades ge-
néticamente modificadas.
La donación: una solución
occidental
Se cree que las donaciones son el me-
canismo que solucionará el problema
de los países pobres, que enfrentan cri-
sis o que han pasado una catástrofe na-
tural. Los que participan en los pro-
gramas de ayuda dan por sentado que
“
Cada pueblo tiene su cultura alimentaria.
“
Se calcula que el 90 por ciento de la
ayuda externa es improcedente en los
países a los que llega
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 55
Cooperación
ellos tienen pleno conocimiento de las
necesidades de los pobres y por eso se
apresuran a hacer distintos proyectos
para solucionar sus problemas. Pero
¿qué es lo que les hace pensar que sa-
ben la manera de ayudar a los pueblos
sin recursos?
Algunas características de la ayu-
da internacional son que los gobiernos
o las agencias obran sin que haya nin-
gún mecanismo de consulta a las po-
blaciones que la van a recibir y las ne-
cesidades se definen de acuerdo a la
presunción de los altos funcionarios de
las agencias. Generalmente no hay un
proceso de investigación previa; las
necesidades se presumen, se simplifi-
can o se alteran por prejuicios o por las
culturas extrañas de los donantes. Nin-
gún alimento que se dona es universal,
ya que a cada pueblo tiene su cultura
alimentaria. Se ha calculado que el 90
por ciento de la ayuda externa es im-
procedente y en algunos países se ha
llegado a la conclusión de que crea
más problemas de los que resuelve. En
muchos casos, la ayuda exterior esti-
mula a funcionarios corruptos y el pa-
ternalismo de los dispensadores se fun-
da en prejuicios e incapacita a los re-
ceptores. Se presume que quienes la re-
ciben han perdido la capacidad para
valerse, por eso, se decide por ellos y
se les niega toda capacidad de partici-
pación en el proceso.
Se cree que el damnificado es el
único que tiene una necesidad, pero
generalmente el donante también la tie-
ne, pues casi siempre quiere conseguir
algo con esa donación. Las ayudas son
un canal para abrir mercados en el fu-
turo y éste podría ser el caso de los ali-
mentos que estamos recibiendo dentro
de los programas de ayuda alimenta-
ria. Por eso, es importante que conoz-
camos en qué consiste la ayuda ali-
mentaria que estamos recibiendo y to-
memos cartas en el asunto para no
quedar atrapados en las agendas de las
transnacionales biotecnológicas y ser
víctimas de una mayor dependencia
alimenticia.❑
*Elizabeth Bravo es presidenra de Acción
Ecólogica de Ecuador, Este artículo es un extracto
del publicado en www.accionecologica.org
Cooperación
El voluntariado como nuevo paradigma
participativo: límites y ambivalencias
En las siguientes líneas se apuntan
algunos rasgos del “nuevo
voluntariado”, en tanto en cuanto
ha sido un modelo de participación
social erigido en hegemónico a
partir de la década de los noventa.
Realidad Martín
Se señalan algunas de las
numerosas ambivalencias
y tensiones que condicionan la
compleja realidad del voluntariado,
tomando como referente el
voluntariado social.
D
esde una perspectiva ideoló-
gica, el nuevo voluntariado
bebe de las fuentes tradicio-
nales de la filantropía paternalista, pe-
ro sobre todo del liberalismo. Ese de-
be ser su marco interpretativo gene-
ral, aunque en el seno del voluntaria-
do coexistan discursos y concepcio-
nes ideológicas diversas, a veces de
carácter contrapuesto. El voluntaria-
do social, desde una perspectiva libe-
ral estricta (siendo éste un discurso
que se desliza y difunde sutilmente
entre agentes “no liberales”), se con-
ceptualiza como una muestra virtuo-
sa de responsabilidad individual para
acudir al socorro de aquellos ciuda-
danos en situación de exclusión y
concebidos como “no responsables”.
Además, se entiende que el volunta-
riado supone una alternativa deseable
y tremendamente ventajosa con res-
pecto a otros posibles mecanismos co-
lectivos o institucionales de solidari-
56 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Cooperación
dad (Estado de bienestar). Es fácil
constatar que el éxito de la fórmula
participativa del voluntariado y las es-
trategias de promoción desarrolladas
por el Estado se corresponden con un
momento de ascenso social de los dis-
cursos liberales, así como con un pro-
ceso paralelo de descentralización y
remercantilización parcial de la pro-
ducción social del bienestar, de con-
tención estatal en la prestación de ser-
vicios directos y de precarización y
asistencialización creciente de las
prestaciones.
La personalización (el estableci-
miento de un vínculo “humano”, cá-
“
Encontramos un voluntariado de bajo
perfil político, en el que domina su papel
“
colaborador con los poderes públicos,
diluyéndose progresivamente la
dimensión reivindicativa
Angel Zurdo*
lido, con el receptor de la acción vo-
luntaria) y el particularismo (la capa-
cidad limitada de intervención, con-
cretada en una parte reducida del co-
lectivo de referencia) son dos carac-
terísticas distintivas de la acción vo-
luntaria. Por eso, el nuevo volunta-
riado no aparece como un espacio
apropiado para garantizar (universa-
lizar) derechos sociales y sigue sin
constituirse en un espacio de emanci-
pación para los colectivos más desfa-
vorecidos (más allá de logros en ca-
sos individuales).
Perfil político y falta
de ideología
Encontramos mayoritariamente un
voluntariado de bajo perfil político, en
el que domina y se fortalece su papel
colaborador con los poderes públicos
(en tanto en cuanto, instancia presta-
dora de servicios), diluyéndose pro-
gresivamente la dimensión reivindi-
cativa. A lo largo de los años noven-
ta, la reconfiguración estratégica del
voluntariado (abordada por la Admi-
nistración y un sector de las organiza-
ciones voluntarias) dio lugar a un mo-
delo de participación “apto para todos
los públicos”, formalmente despoja-
do de toda carga ideológica. Parafra-
seando a Bourdieu, podemos hablar
del desarrollo de una activa “política
de despolitización”. Este “nuevo” mo-
delo participativo conectó extraordi-
nariamente bien con una juventud ca-
rente, y sobre todo alérgica, a grandes
proyectos políticos. Una juventud, la

de los años noventa, que en-
contró en el discurso de la
solidaridad, en tanto espacio
difuso, individualizado y for-
malmente desideologizado -
y por supuesto, en el volun-
tariado- una aparente fuente
de sentido a la que aferrarse
y una vía de autorreivindica-
ción moral y social. En gran
medida, el voluntariado que-
dó reducido a una fuente de
identidad social, un simula-
cro de adultez denegada e in-
alcanzable, sobre todo desde
una perspectiva laboral, para
una parte importante de los
jóvenes.
La matriz individual del
voluntariado
La denominación en térmi-
nos de “voluntariado” de un
determinado tipo de prácti-
cas sociales nos remite a la
volición y a la libertad indi-
vidual como elementos cen-
trales en la concreción de la
acción social voluntaria. Co-
mo correlato, se evidencia la
creciente individuación de la
acción y de la intervención
social asociadas al volunta-
riado. Se produce una pro-
gresiva sustitución de la pau-
ta de participación grupal por
el modelo de agregación, caracteriza-
do por la simple coordinación funcio-
nal de conductas individuales. La par-
ticipación social “clásica” (estructu-
rada grupalmente) se tornaría progre-
sivamente en un modelo de participa-
ción social individualizada.
En este marco general, un seg-
mento importante de las entidades vo-
luntarias -no todas- se halla inmerso
en una profunda transformación or-
ganizativa. Estas organizaciones pa-
san a estructurarse cada vez más en
torno a los individuos (profesionales,
voluntarios o los referidos en térmi-
nos de usuarios) y cada vez menos al-
rededor de verdaderos proyectos co-
lectivos (de base comunitaria). Esta
transición hacia un nuevo modelo or-
Cooperación
frido el voluntariado duran-
te los últimos años (inducida
por los poderes públicos y
secundada con presteza por
gran parte de las organiza-
ciones voluntarias) ha posi-
bilitado la fagocitación de un
amplio abanico de iniciati-
vas sociales de corte partici-
pativo (exteriores a la esfera
del voluntariado social). Es-
te proceso de “colonización”
ilustra asimismo una tenden-
cia que homogeneiza y aglu-
tina artificialmente iniciati-
vas de participación alta-
mente diferenciadas entre sí.
La ampliación del refe-
rente del voluntariado se
asocia a una renovación de
las prácticas participativas,
renovación que constituye
una verdadera y profunda re-
conversión y desactivación
de la participación social
dando lugar a un equivalen-
te socialmente inocuo en tér-
minos de asunción del orden.
Ello ha implicado el debili-
tamiento paralelo de otras
formas de participación (las
más “politizadas” o que pre-
sentan una dimensión ideo-
lógica más explícita) que pa-
Jóvenes ayudando a ancianos. Bajorrelieve etrusco. san a ocupar una posición
marginal, e incluso, que en
ganizativo, que gira en torno a la im- algunos casos, a ser estigmatizadas
plementación de estrategias de gestión socialmente.
eficaz, asociada a la productividad in-
dividual y de clara inspiración em- La dimensión organizativa
presarial supone en muchos casos una del voluntariado
tendencia hacia la instrumentalización Se observa un progresivo proceso de
de la fuerza de trabajo voluntario, que “oligopolización” parcial que afecta-
pasa a estar crecientemente organiza- ría a las entidades voluntarias. Tal
da en torno a “puestos de trabajo” de proceso no implica tanto la desapari-
carácter individual. ción de entidades como la concentra-
ción de gran parte de los recursos
La expansión del modelo económicos y humanos (voluntarios
parcupativo y profesionales) y en definitiva del
Por otro lado, es indudable el “éxito” “poder” del sector en unas pocas en-
del voluntariado como fórmula de tidades de perfil muy corporativo y
participación social y la creciente idea fuertemente burocratizadas. Este pro-
de la participación social en términos ceso de oligopolización parcial es fa-
de voluntariado. Así, el proceso de vorecido por las pautas de financia-
“reconstrucción” ampliada que ha su- ción estatal y por la dinámica cre-
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 57
Cooperación
cientemente competitiva entre las en-
tidades voluntarias. En ese contexto,
se produce una paulatina transforma-
ción de las estrategias “políticas” de
las entidades, convertidas ahora en
simples políticas internas de gestión
instrumental de recursos humanos y
económicos. Paralelamente, se inten-
sifica el perfil empresarial y tecno-
crático, aparejado al fortalecimiento
de la autopreservación organizativa
como objetivo central. Además, se
advierte una tendencia hacia la nula
participación de los voluntarios en la
planificación estratégica de la orga-
nización y en el proceso de toma de
decisiones. En otros casos, se puede
localizar una cierta participación for-
mal pero no real. Así, el colectivo de
los voluntarios ocuparía una posición
descentrada y ambigua desde el pun-
to de vista de la pertenencia plena. Tal
situación apuntaría a un debilita-
miento severo de la estructuración
democrática de las entidades.
El sector asociativo puede funcio-
nar potencialmente como inductor del
cambio social y/o como perpetuador
del orden social. Sin embargo, hoy en
día, es mucho más evidente la contri-
bución reguladora y reequilibradora
de las entidades del tercer sector (y
concretamente del voluntariado). En
definitiva, durante los últimos años se
ha desarrollado especialmente la po-
tencialidad “conservadora”, en térmi-
nos de contribución al mantenimien-
to del orden social, de las organiza-
ciones voluntarias (al menos de su
segmento más representativo).
Mercado de trabajo
y voluntariado
Durante la década de los noventa, el
voluntariado fortaleció sus vínculos
con el mercado de trabajo. Todo ello
se produjo en el contexto de un mer-
cado laboral fuertemente precarizado
y excedentario de trabajadores, en cu-
yos márgenes encontramos un nutri-
do colectivo de jóvenes aspirantes
“hipertitulados” (especialmente en
ciertos sectores, como puede ser el de
servicios sociales). Con respecto a las
titulaciones académicas vinculadas al
58 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
Cooperación
área social y en función del creciente
volumen de personal asalariado con-
tratado por las entidades voluntarias,
se ha producido la cristalización del
voluntariado como una de las vías
prioritarias para estudiantes y recién
titulados a la hora de adquirir expe-
riencia laboral rentable en el mercado
de trabajo y como fórmula de merita-
je dentro de las entidades para la pro-
moción asalariada (hacia puestos fuer-
temente precarizados). Tal estrategia
de búsqueda de empleo sería más uti-
lizada por los jóvenes universitarios
de clase media baja y obrera, los más
amenazados por la “inconsistencia de
estatus”.
Es observable además (en el seg-
mento más corporativo de las organi-
zaciones voluntarias) una progresiva
tendencia hacia la profesionalización
funcional de la acción voluntaria, pro-
“
Existe una tendencia hacia la
profesionalización de la acción voluntaria,
que hace referencia a la realización de
“
tareas que en muchos casos son
remuneradas económicamente en el
mercado laboral
ceso que hace referencia a la realiza-
ción de tareas propias de profesiona-
les por parte de voluntarios, tareas que
en la mayoría de los casos son remu-
neradas económicamente en el mer-
cado laboral (empresas, Administra-
ción Pública e incluso en las organi-
zaciones voluntarias), aunque en tér-
minos generales con una dedicación
horaria superior.
Estado y voluntariado
El actual proceso de reestructuración
de los Estados de bienestar ha marca-
do la evolución reciente del volunta-
riado. La Administración, inserta en
una estrategia de diversificación de la
producción del bienestar, ha poten-
ciado económica y normativamente el
papel del tercer sector, y en particular
del voluntariado, como agente pro-
ductor de bienestar. Tal política ha im-
plicado una creciente instrumentali-
zación y control del voluntariado, y su
reducción a mero recurso en la pres-
tación de servicios. La superposición
temporal de la etapa de ascenso social
y desarrollo del nuevo voluntariado
con el proceso de reestructuración del
Estado de bienestar no es en ningún
caso azarosa. A pesar de esto, no asis-
timos simplemente a un desarrollo de-
pendiente o exclusivamente inducido,
sino que se simultanea con inercias
propias de la sociedad civil.
Si pasamos a evaluar la naturale-
za de la participación voluntaria y sus
repercusiones sociales en relación con
sus potencialidades de profundización
en la democracia participativa, de
transformación social y de densifica-
ción del universo de relaciones socia-
les parece que, hoy por hoy, este po-
tencial es muy limitado. No obstante,
es necesario reconocer su creciente
importancia en la prestación de servi-
cios sociales, quizá más humanos y
personalizados que sus equivalentes
estatales y mercantiles. Es incuestio-
nable el éxito de la fórmula volunta-
ria a lo largo de la década de los no-
venta, si bien podríamos estar entran-
do a comienzos del siglo XXI en un
periodo de cierto reflujo. Es necesa-
rio apuntar que los verdaderos prota-
gonistas de esta reciente “moda” par-
ticipativa no han sido tanto los ciuda-
danos y ciudadanas que se han unido
al voluntariado, ni por supuesto los re-
ceptores de la ayuda, sino los distin-
tos “mediadores” sociales, entre otros,
la Administración y los responsables
políticos, los medios de comunica-
ción, las organizaciones voluntarias y
sus gestores, los mercados (obsérve-
se la proliferación de campañas de
“marketing solidario”), sin olvidar a
los propios analistas sociales.❑
*Ángel Zurdo es sociólogo y pertenece al
Departamento de Fundamentos de Economía,
Historia Económica (Área de Sociología), de la
Facultad de CC. Económicas y Empresariales
de Universidad de Alcalá de Henares.

Leonor Flores Rabazo, consejera de Bienestar Social de la Junta de Extremadura
“Los gobiernos autonómicos
ya instrumentalizan la cooperación para
apoyar políticas de acción exterior”
C
¿ uáles son las principales líneas
de actuación que está llevando
a cabo la Junta de Extrema-
dura en cooperación para el desarrollo?
- En primer lugar, la cooperación técnica,
científica, cultural y educativa. En segundo
lugar, y formando el grueso de la misma, la
cooperación económica y financiera que se
divide, a su vez, en proyectos de coopera-
ción al desarrollo presentados por ONGD,
programas fruto de los dictámenes de varios
grupos de trabajo que tenemos organizados
en materias concretas y cooperación direc-
ta. Otras líneas de trabajo son la ayuda hu-
manitaria y de emergencia, el Fondo Extre-
meño Local de Cooperación al Desarrollo,
lo que denominamos “educación, sensibili-
zación e investigación” y, finalmente, el se-
guimiento, la evaluación y la coordinación
de nuestras actividades y con el resto de en-
tidades financieras de España.
- Esta es tu primera legislatura al frente
de la Consejería. ¿Qué innovaciones te-
néis previsto desarrollar con respecto al
anteriorequipo responsable de coopera-
ción?
- La principal innovación es la aplicación de
la Ley de Cooperación para el Desarrollo de
la Junta de Extremadura con la aprobación
en abril de 2004 del primer Plan General de
la Cooperación Extremeña para 2004-2007.
A partir de dicho Plan, el Consejo de Go-
bierno aprobó los planes anuales para 2004
y 2005. Fruto de estos planes, se han esta-
blecido las líneas de actuación que indicaba
anteriormente, para lo cual se han organiza-
do una serie de grupos de trabajo que se re-
únen periódicamente y establecen las nue-
vas propuestas de trabajo y la coordinación
de las ya iniciadas. Para ello, hemos tenido
Cooperación
Daniel Franco*
que dotar de mayores recursos humanos y
técnicos a la Secretaría Técnica de Coope-
ración. Atodas esas innovaciones hay que
añadir el establecimiento de mayores cauces
de participación para los agentes de la coo-
peración extremeña, la definición de priori-
dades de los distintos agentes y la elabora-
ción de un programa exhaustivo de evalua-
ción de nuestra cooperación.
- ¿Con qué recursos económicos contáis
para cooperación? ¿Llegáis al 0,7%?
- El monto total en 2004 fue de 6.092.015
euros y en los presupuestos para 2005 figu-
ran 7.000.000 euros. No llegamos al 0,7%,
pero el esfuerzo que se está haciendo es con-
siderable. De hecho, en el ranking que esta-
blece anualmente Intermón Oxfam en su in-
forme La Realidad de la Ayuda, Extrema-
dura ocupa la cuarta posición en Ayuda Ofi-
cial al Desarrollo per capita/PIB per capita,
siendo superada sólo por Castilla-La Man-
cha, Navarra y el País Vasco.
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 59
Cooperación
- ¿Cuáles son vuestras prioridades a la
hora de repartirese dinero?
- Por sectores, servicios sociales básicos, for-
talecimiento de estructuras democráticas y
buen gobierno, promoción de los derechos
humanos, desarrollo de la base productiva,
fomento de la justicia y la paz, protección del
medio ambiente y sensibilización. Además,
hemos establecido como prioridades hori-
zontales la lucha contra la pobreza -que es el
objetivo último de nuestra cooperación-, la
participación y la integración social de las mu-
jeres, el desarrollo sostenible y la defensa de
los derechos humanos. Geográficamente,
nuestra prioridad es atender las necesidades
de los países con los niveles más bajos de des-
arrollo humano, prestando especial atención
a África Subsahariana. América Latina aún
recibe el grueso de nuestra cooperación, pero
la tendencia va a ser a crecer en África. Tam-
bién son prioritarias nuestras relaciones con el
Magreb, especialmente con los refugiados sa-
harauis de Tinduf.
- ¿Qué papel consideras que puede jugar
la cooperación descentralizada?
- Nuestra experiencia e incluso los informes
de la Coordinadora española de ONGD re-
conocen la diversidad y riqueza que aporta
la cooperación descentralizada. Debe des-
tacarse que esta cooperación está poco li-
gada a intereses comerciales, políticos o cul-
turales. Sin embargo, en los últimos años la
mayor parte de los gobiernos autonómicos
han empezado a instrumentalizar la coope-
ración para apoyar políticas de acción exte-
rior y promoción comercial. Si se consoli-
dase esta tendencia, supondría un retroceso
importante al alejar la cooperación de los
principios de solidaridad y lucha contra la
pobreza.❑
*Redacción Pueblos
Cultura Libros
Cultura
●
Las ONG en la globalización. Estrategias, cambios
y transformaciones de las ONG en la sociedad global.
Carlos Gómez Gil ● Icaria ● Barcelona ●2004.
El mundo de la cooperación al desarrollo no es muy dado a la reflexión.
Mucho menos a la reflexión crítica y autocrítica. Yesto vale tanto para la co-
operación gubernamental, como para la cooperación no gubernamental.
Es este un mundo que prefiere vivir de una imagen mediática y de un
imaginario colectivo que le rodea de una “santidad” que muy pocas perso-
nas se atreven a poner en duda. Un mundo en el que escasean los análisis
rigurosos y que, para mantener esa imagen, ha sabido rodearse de tópicos
y de opacidad.
Por esto, muchos y muchas, ligados personal, profesional y políticamente
a ese mundo, tenemos una oportunidad de cuestionárnoslos racionalmente,
leyendo y estudiando este nuevo libro de Carlos Gómez Gil.
Formando parte de una investigación más amplia (por lo que conocere-
mos en breve su segunda parte, centrada en el Estado español), este trabajo
se inscribe en la creciente corriente crítica sobre un fenómeno, las ONG, que
hasta hace relativamente poco era celebrado, jaleado y hasta elevado a los al-
tares por prácticamente todo el espectro político, social y eco-
nómico, y que aun hoy pretende vivir al
margen de las experiencias y los
análisis que lo sitúan objetivamente,
a pesar de las buenas intenciones de
muchos de los que en él participan y
con las salvedades necesarias, en el
campo de los que respaldan el sistema
de explotación y opresión que crea y re-
crea la pobreza.
Advierto que no se trata de un libro fá-
cil de leer, tanto por su rigurosidad acadé-
mica, que lleva a la inclusión de numerosas
citas, reseñas y datos, como por la construc-
ción de su argumentación, de lo general a lo
concreto, que obliga a iniciar el libro con un lar-
go capítulo sobre la globalización. Por lo que, quienes consideren que ya tie-
nen una visión general de la globalización, pueden iniciar el libro en la pági-
na 90. Apartir de ahí empieza a aparecer un relato incuestionable, no sólo de
los elementos económicos, sociales, políticos e ideológicos que ligan el fe-
nómeno del crecimiento de las ONG a la globalización capitalista, sino de los
innumerables lazos orgánicos (y estamos hablando de dinero, viajes, publi-
caciones, promoción, “capital relacional”, etc. para la “burocracia no guber-
namental”) que existen entre los abanderados del capitalismo global neoli-
beral, especialmente el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y
la Organización Mundial del Comercio, con las cúpulas de muchas de las
ONG más importantes.
Carlos Gómez Gil, que es una persona ligada desde hace una veintena
de años a la cooperación para el desarrollo y que, como dice en la magnífica
presentación del libro Andrés Piqueras, junta su trayectoria de activista social
con la de investigador riguroso, después de un análisis demoledor, es sin em-
bargo piadoso en sus conclusiones y propone unas pautas éticas para reen-
cauzar a las ONG. Aestas alturas debemos preguntarnos si eso es posible (yo,
al menos, estoy convencido de que no).❑
Adolfo Rodríguez Gil
60 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
La ecología de Marx: Materialismo y naturaleza
John Bellamy Foster ● El Viejo Topo. (en colaboración con Istas
y Viento Sur) ● Barcelona ● 2004
Los problemas de la relación entre la naturaleza y el desarrollo de la
sociedad tienen en la actualidad una gran importancia en la reflexión po-
lítica e ideológica. El capitalismo en esta su etapa de globalización está
acelerando los medios de destrucción de la naturaleza y cada día son más
quienes alzan su voz para intentar evitar más desastres. El libro de John
Bellamy Foster La Ecología de Marx. Materialismo y naturaleza es una
importante aportación para quienes están interesados en resolver positi-
vamente esta lucha contra el capitalismo depredador.
El autor no pretende adaptar Marx a la moda verde, sino bucear en
toda la trayectoria científica de Marx para sacar a la luz, quizás mejor re-
actualizar, la base materialista de la relación entre la sociedad y la natu-
raleza. A través de sus páginas el lector descubrirá la evolución del pen-
samiento de Marx en el terreno filosófico, desde su comprensión de los
materialistas de la Grecia clásica hasta la ruptura con la filosofía clásica
alemana de Hegel; el paralelismo entre los
descubrimientos de Darwin y la concep-
ción materialista de la historia de Marx
y Engels; la importancia de devolver a
la tierra lo que de ella se extrae, estu-
diado por Marx a través de las inves-
tigaciones del químico alemán Von
Liebig, o, en fin, las polémicas con
el maltusianismo, lamentablemen-
te aún en boga hoy en día.
Dos opiniones son suficien-
tes para comprender la impor-
tancia y el interés del libro. Jai-
me Pastor, que prologa el libro,
dice: “Es difícil no compartir, tras la lectu-
ra de esta obra, el comentario que Richard C. Lewontin hi-
zo al reconocer que le había proporcionado “una nueva comprensión de
la totalidad del materialismo de Marx y de la forma en que se desarrolla
la dialéctica de la sociedad humana y la naturaleza”.
Francisco Fernández Buey, en una reseña publicada en Rebelión el
2 de octubre de 2004, escribió: “Lo que distingue el libro de J.B.Foster
de la mayoría de los estudios de conjunto sobre la obra de Marx y su evo-
lución es el énfasis que ha puesto en el seguimiento de sus ideas sobre la
relación de los seres humanos con la naturaleza y de sus opiniones acer-
ca de los problemas relativos al medio ambiente. Pero no sólo eso: J.B.
Foster ha dedicado muchas páginas de su libro a la reconstrucción del ti-
po de materialismo defendido por Marx y a su recepción de las ideas de
los filósofos materialistas de la antigüedad clásica y de los filósofos y cien-
tíficos materialistas de la modernidad.”❑

Notas sobre otras publicaciones
Esclavo y colono
José Luis Cortés López - Universidad
de Salamanca - Salamanca - 2004
El tema de la esclavitud y, sobre todo, el de
la esclavitud negra, es algo anecdótico en
la historiografía española, aun cuando fue
un hecho sociológico de especial relevan-
cia. Al siglo XVI sólo se le ha considerado
como el período en el que se introdujeron
la esclavitud y el tráfico de esclavos, sin
que se haya dado hasta la fecha una visión
de conjunto sobre los mismos. Esta obra
pretende llenar esta laguna.
La fe y la estafa
Enrique de Castro - Del Quilombo -
Madrid - 2004
“Lo que hoy se llama cultura cristiana, con
sus dogmas, su moral, su templo y su ley,
es una manipulación del hecho y significa-
do de Jesús. Lo que Jesús vivió y mostró
pone en evidencia al poder de la Iglesia
que, a partir de cierto momento, fue im-
plantando, en connivencia con los otros dos
poderes, un modelo de vida y de sociedad
radicalmente opuesto a la buena noticia que
significó Jesús para sus seguidores”. (En-
rique de Castro)
Una televisión para la educación
Agustín García Matilla - Gedisa -
Barcelona - 2003
Los medios de comunicación y muy par-
ticularmente la televisión han conquis-
tado casi todos los espacios de la cultu-
ra. En lugar de lamentar este proceso
irreversible y sus aspectos negativos, pa-
rece más sensato pensar lo que podría
dar de sí este inmenso potencial de la co-
municación cuando sea puesto al servi-
cio de la reflexión crítica, de la partici-
pación ciudadana y, sobre todo, de la
educación.
Plan sobre el planeta
Félix Guattari - Traficantes de Sueños -
Madrid - 2004
Esta colección de ensayos pretende resti-
tuir la actualidad y la importancia de Félix
Guattari. En ellos, el autor no nos ofrece
una teoría ni un tratado acerca del capita-
lismo y de las concatenaciones revolucio-
narias del deseo que escapan de aquél por
todas partes, pero tampoco una colección
de fragmentos y borradores. Los textos que
aquí se presentan son ante todo interven-
ciones, mapas de situación, con fecha, alti-
tud y latitud, acciones y acontecimientos.
Una suerte de andamiaje de una ciencia
menor de la subversión.
Guerrilla
T. E. Lawrence - Acuarela - Madrid -
2004
La teoría bélica de Lawrence de Arabia, sin-
tetizada en la Enciclopedia Británica bajo la
voz “Guerrilla” en 1929, permite realizar un
corte radical respecto a la doctrina clásica de
la acción política revolucionaria. La guerrilla
nómada de Lawrence combate para conven-
cer, no para vencer; para la diversidad, no pa-
ra la identidad; para transformarse antes que
nada a sí misma en el espacio renovado por el
viento del que es vector, no para plasmar el
mundo a su imagen y semejanza. Expresa el
máximo de positividad, de potencia, y su cen-
tro de gravedad no es el “enemigo”, sino las
propias ganas de vivir en libertad.
Lula, ¡dónde vas!
Pere Petit y Pep Valenzuela - Icaria -
Barcelona - 2004
Lula, ¡dónde vas! muestra la victoria de la
esperanza sobre el miedo en octubre de 2002
y presenta un controvertido balance del pri-
mer año y medio del Gobierno Lula, que to-
davía no ha conseguido iniciar los cambios
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 61
Cultura Libros
●
estructurales prometidos. La tarea, de cual-
quier modo, no es nada fácil, considerando
la situación en que estaba el país y el equili-
brio de fuerzas surgido tras las elecciones.
Hadzi Murat
Lev Tolstoi - Txalaparta - Tafalla - 2004
Encarnado en el austero guerrero cheche-
no Hadzi Murat, Tolstoi rememora sus años
de juventud en las guerras de resistencia de
este pueblo milenario contra los rusos, a
mediados del siglo XIX. Un libro que pue-
de darnos las claves de la situación actual
que padece el pueblo checheno.
Desde Colombia pedimos justicia
VV.AA. - Xixón - 2004
Este libro repasa los crímenes perpetrados
desde 1997 en una zona de Colombia pró-
xima a la frontera con Panamá. Las comu-
nidades víctimas señalaron desde un co-
mienzo a los responsables de estos hechos,
que en muchos casos se ajustan a la tipifi-
cación penal internacional del Crimen de
Lesa Humanidad y de Genocidio. Sin em-
bargo, el aparato de la justicia se negó y se
sigue negando a investigar el asunto.
Palabras para cambiar el mundo
VV.AA. - Gakoa / PTM mundubat -
Donostia - 2004
Obra polifónica. Voces distintas con tonos
diferentes abordan temas tan apasionantes
como los conflictos en el mundo de hoy, el
reto de la paz justa y la necesidad de re-
pensar la solidaridad y la cooperación. Es-
te trabajo colectivo de 29 autores tiene co-
mo fin observar el mundo en el que vivi-
mos, explorando diagnósticos y propo-
niendo ideas y valores para cambiarlo, a sa-
biendas de que sólo la acción de las multi-
tudes podrá llevar a cabo la obra de ese otro
mundo posible.❑
Cultura Música
Cultura
●

El Tango: un siglo de vanguardia

sito o Cátulo Castillo,
En las postrimerías del mantienen la idea de ese
siglo XIX nacían en pasado mejor en tangos
Argentina una música como Sur o La última
y un baile que como curda. Otro tango, Male-
pocas otras iban a vaje, representa el final
relacionarse tanto con del guapo. La presencia
un carácter nacional. de la mujer como con-
El arte de combinar los quistadora del sentimien-
sonidos y de mover el to del hombre aparece
cuerpo emergieron con con fuerza y no abando-
un nombre en común: nará la poética del tango
El Tango. En la durante todo el siglo XX.
mitología borgeana del En los 40 surgen gran
tango descubrimos que cantidad de orquestas,
el baile nace de la pelea cantores y poetas. El tan-
con cuchillo entre los go comienza a ser bien
malevos de los visto desde los sectores
arrabales porteños. Es que antes lo catalogaban
un instante que emerge de “música y baile del ba-
aislado, la esencia que jo mundo”.
vive en cada tango.
Los Vanguardistas
Mauricio García

Astor Piazzolla, quien ha-

bía sido bandoneonista en
la orquesta de A. Troilo
durante los años 40, asu-
mió su rol de revulsivo

E
s probable que el movimiento
más típico del tango (un paso
atrás, uno al costado y otro de-
lante) provenga de los enfrentamien-
tos con la daga y el puñal. Al principio
era un baile entre “machos” que de-
mostraban su hombría en el cuerpo a
cuerpo. Una pelea sin sentido, para re-
flejar valentía, orgullo o simplemente
quién debía más vidas. Claro que los
triunfadores se adueñaban de las mu-
jeres pero no era éste el motivo del
baile ni de las riñas. En sus cuentos,
Jorge Luis Borges hace referencia a un
tiempo, sin antes ni después. Su idea,
la de crear un mito del compadrito y
del arrabal, graba en la memoria una
imagen fantástica, eterna y platónica:
“Dos ‘compadritos’ envainados en se-
ria ropa negra bailan sobre zapatos de
mujer un baile gravísimo, que es el de
los cuchillos parejos, hasta que de una
oreja salta un clavel porque el cuchi-
llo ha entrado en un hombre que cie-
rra con su muerte horizontal el baile
sin música” (J. L. Borges: Historia
Universal de la Infamia, 1935).
El mundo de los malevos y de los
lupanares se pierde con la transfor-
mación de Buenos Aires en ciudad
moderna y cosmopolita. Se origina así
la imagen del barrio perdido, la feliz
melancolía que hace al tango un gé-
nero retrospectivo en su poesía y a la
vez inigualable en su calidad. Es pro-
bable que los mejores tangos se hayan
escrito durante las décadas del 30 y
del 40. Compositores como Aníbal
Troilo u Horacio Salgán, y escritores
como Homero Manzi, Virgilio Expó-
dentro del tango y fue entonces -du-
rante los años 50 y sobre todo en los
60- cuando rompe las estructuras tra-
dicionales del género. Piazzolla con-
vierte al tango en ciudadano, incor-
pora instrumentos eléctricos como la
guitarra y lo define como una música
instrumental. Para escuchar y no para
bailar. Son las nuevas generaciones de
bailarines (como Juan Carlos Copes)
y de compositores (Horacio Ferrer)
quienes crean un baile y una poesía
acordes a la música de Piazzolla. “El
Gato”, como se lo conocía, se nutrió
de todo el tango de la primera mitad
de siglo. A todo esto, le agregó una
nueva cadencia de tiempos e introdu-
jo elementos clásicos y del jazz (Bela
Bartók, Arnold Schönberg y su atona-
lidad) por lo que su evolución fue

62 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate


RECOMENDACIONES
Obras:
- A Fuego Lento (Horacio Salgán)
- Tristezas de Bandoneón (Aníbal Troilo)
- María de Buenos Aires (Astor Piazzolla
y Horacio Ferrer)
- Astor Piazzolla y Roberto Goyeneche
en vivo
- La Yumba (Osvaldo Pugliese y orquesta)
Versiones:
- Sur (Edmundo Rivero y Aníbal Troilo y
su orquesta)
- Milonga Triste (Edmundo Rivero)
- Viejo Ciego (Antonio Agri y Roberto Go-
yeneche)
- Afiches (Adriana Varela)
- Cambalache (Julio Sosa)
siempre ascendente. Hasta los días de
su muerte prefirió tocar en vivo a gra-
bar discos de estudio, aunque dejó
obras de estudio majestuosas como El
Tango (con poesía de Borges), un in-
tento de manifiesto sobre el género y
la opereta María de Buenos Aires, la
historia de una virgen terrenal de las
calles porteñas que muere por dar
amor pero renace fruto de ese amor.
Jorge Luis Borges, Julio Cortázar
y Ernesto Sábato se vieron motivados
a escribir poesías tangueras. Borges
lo hizo desde su idealismo del male-
vaje, Cortázar desde la melancolía de
su exilio francés y Sábato no aban-
donó la visión oscura sobre el ser hu-
mano que acompaña al resto de su
obra literaria.
Entre los cantores, es Roberto Go-
yeneche (“El Polaco”) quien mejor in-
terpreta los cambios en las formas de
interpretar el tango-canción. Si Piaz-
zolla acercó la música a las nuevas ge-
neraciones, Goyeneche supo ganarse
el afecto de la juventud con su estilo.
Después de Gardel no hubo cantor de
tango que pudiera escapar a su in-
fluencia. Las formas estaban almido-
nadas y siempre se privilegiaba la voz
ante la música. Es Goyeneche quien
rompe con estos modos y le da lugar
a las palabras y a la poesía.
Hoy el tango se ha renovado nue-
vamente con Gotan Project y con Ba-
jofondo Tango Club. Los más puris-
tas rechazan las innovaciones como
en su hora hicieron con Piazzolla y
con Goyeneche. El tango ya ha ad-
quirido el valor de un género clásico,
es el producto cultural de una época
determinada e irrepetible. Y aunque
en Buenos Aires se viva y se respire
tango, lo que surgen hoy son otras ex-
presiones.
Música de otro tiempo
Hay un suceso que marcó la vida del
artista: sus estudios en Europa con
Nadia Boulanger, que había tenido
como alumno, entre otros, a Igor
Stravinski. Astor, que había llegado
con intenciones de dedicarse a la mú-
sica clásica, recibe los consejos de su
profesora y decide ahondar en el tan-
go. En su estancia en el Viejo Conti-
nente aprende las nuevas inclinacio-
nes de la música clásica y conoce a
los intérpretes más destacados del
jazz. Éstas son las claves para enten-
der su música y el cambio que revo-
lucionó un género. Es así como Astor
rompe con un estilo tradicional y lo
transforma en cosmopolita. Adopta y
asimila nuevos conceptos a su músi-
ca materna aportando una nueva es-
tética al universo musical. Mientras
los folclores tradicionales intentan
volver a las raíces más puras y a ve-
ces retrógradas de sus formas, la obra
de Piazzolla contempla “la yuxtapo-
sición del sentido de los contrarios”
(Th. W. Adorno: Filosofía de la Nue-
va Música, Akal, 2003, p. 26).
No pretende la heterogeneidad en
sí, sino la armonía de cadencias, tonos
y ritmos extraños a sí mismos dentro
de una misma composición.
“
El tango ya ha adquirido el valor de un
género clásico, es el producto cultural
de una época determinada e irrepetible.
“
Y aunque en Buenos Aires se viva
y se respire tango, lo que surgen hoy
son otras expresiones
Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 63
Cultura Música
●
El genio incontrolable
Astor Piazzolla nació en Buenos Aires
en 1921 y tres años más tarde su fami-
lia se establecía en Nueva York. Allí tu-
vo oportunidad de conocer a Carlos
Gardel, cuando éste actuaba en una
película. Precisamente, Astor era el “pi-
be” que tocaba el bandoneón mientras
el “Zorzal Criollo” cantaba y deleitaba a
los actores de su film. De retorno en Ar-
gentina, Piazzolla ingresa en la orques-
ta de Aníbal Troilo, de quien aprende el
arte del bandoneón y del tango profun-
do aunque ya se avizoraba el genio in-
tranquilo que bullía detrás del instru-
mento. En un arreglo solista que Troilo
le permite interpretar en directo, Astor
hace gala de sus intenciones transfor-
madoras en el tango. Al terminar la fun-
ción es reprimido por su maestro: “Pibe,
está muy bien lo que hiciste, pero no lo
hagas más porque la gente no lo en-
tiende”, le dijo Troilo.
Con 23 años lanza su propia orquesta
donde empieza a reinterpretar los clásicos
del tango, como Pedro Maffia, A. Troilo,
Carlos Gardel o Enrique Santos Discépo-
lo. En más de una ocasión los músicos hui-
rán abucheados por un público deseoso de
bailar, pero que no encuentra el ritmo en la
música de Piazzolla.
El reconocimiento de Astor como
genio de la música tardó en llegar.
Hoy su arte es aceptado y reproduci-
do en todo el mundo. Pero cuando su
obra rompía y se convertía en van-
guardia quedaba excluida de la cultu-
ra pública que por otro lado ya había
aceptado al tango tradicional como fe-
nómeno de masas.
De acuerdo a los momentos de su
obra, Piazzolla probó con diferentes
formaciones (quintetos, sextetos, oc-
tetos). Al parecer, el quinteto era el
que más le agradaba y fue junto a es-
te tipo de formación con la que inter-
pretó las mejores versiones de Adiós
Nonino o Las Quatro Estaciones Por-
teñas. Ante todas sus innovaciones,
transformaciones y composiciones se
nos revela un músico siempre preo-
cupado por ser un embajador del buen
gusto. Tal vez el tiempo nos haga me-
recedores de su música.❑
Leandro Simes
Cultura Cine
Cultura
●
La batalla de Venezuela
Tres documentales sobre la Revolución Bolivariana
En la obra artística
raramente coinciden
con equilibrio las dos vías
naturales de abordar el
objeto de la creación: la
alegórica y la
documental. Sin
embargo, los esfuerzos
para aunar ambas
visiones han
Dani Sánchez
comenzado a prodigar
dentro del cine
“documental” político
reciente, quizá impulsado
por el significativo y
creciente interés público por estos trabajos que han
visto superadas sus expectativas más optimistas. No me
corresponde a mí hablar aquí de los motivos que han
conducido a este panorama, ya que no es ese el
propósito de este artículo. Lo que sí cabe señalar es el
debate ascendente que en foros cada vez más notorios ha
surgido sobre la difícil convivencia entre la ética
documental y los objetivos específicos de los trabajos.
E
n esta dirección, el interés por el período que se está
viviendo en América Latina ha dado recientemente
piezas significativas que marcan una dirección no só-
lo en el análisis político, sino, y sobre todo, en el uso del do-
cumento como instrumento de tesis al servicio del activismo
político. El punto de partida que mejor describe este plante-
amiento se enclava en Venezuela en 1998. Entre otras, tres
obras interesantes se centran en los acontecimientos de la
Revolución Bolivariana, que para muchos son los que han
conducido hacia la izquierda a buena parte de América La-
tina con una firmeza inusual e histórica.
Marcelo Andrade Arreaza es el joven autor de Venezue-
la Bolivariana, que se presentó en la última edición de ID-
FA (International Documentary Film Festival Amsterdam).
La obra resume en su arranque y final, las virtudes y los vi-
cios de aquellas piezas con mayor dedicación propagandís-
tica que documental, exponiendo la tesis de que aquello que
vivimos ahora es la IV Guerra Mundial, la batalla contra las
políticas neoliberales elaboradas por el llamado primer mun-
do. Sin embargo, la película aporta una gran cantidad de ma-
terial imprescindible en el terreno de las entrevistas y la na-
64 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate
rración de hechos y aconte-
cimientos históricos que es-
capan al interés mediático
“ordinario” al que estamos
habituados (ambas acepcio-
nes son válidas para entender
el término “ordinario” en es-
te contexto).
Venezuela desde abajo
de Dario Azellini y Oliver
Ressler, es un documento
que aborda el proceso en el
que está sumergido el país
desde la perspectiva de las
bases del proyecto, eviden-
ciando por un lado la alta politización de la sociedad vene-
zolana y su gran capacidad de autoorganización y concien-
zación social. El trabajo presenta los objetivos políticos re-
ales y prácticos que se han concretado en medidas impensa-
bles hace bien poco para un país de las características e im-
portancia de Venezuela.
Pero quizá la obra que más impacto ha causado sobre el
tema sea La revolución no será televisada, de las irlandesas
Kim Bartley y Donnacha O’Briain, que narra los aconteci-
mientos que se vivieron en Caracas durante el golpe fallido
de 2002 contra Hugo Chávez. La cinta alcanza una intensi-
dad impropia de los trabajos documentales gracias al atrevi-
do trabajo de cámara y edición, llegando en momentos a ab-
sorber la atención del espectador como si de una obra de fic-
ción se tratara. El planteamiento cinematográfico de esta pe-
lícula es lo que la distingue sobre todas las demás, con un es-
quema narrativo casi clásico de ficción y, sin embargo, nue-
vo (o renovado) en lo documental. Los propios autores se
desnudan al principio comentando que lo único que busca-
ban inicialmente era un retrato directo de Hugo Chávez, pe-
ro como luego vemos, los acontecimientos marcan las pau-
tas del relato, convirtiendo a la cinta en pieza histórica e im-
prescindible para entender, no sólo la realidad política ve-
nezolana, sino también la universalidad y actualidad de los
hechos que presenciamos. Es ahí donde reside lo verdadera-
mente relevante del proceso que ha despertado el interés de
tantos autores cinematográficos: en la gran implicación y re-
percusión de los hechos para entender, no sólo el paisaje po-
lítico y económico al que estamos expuestos, sino también
la condición humana y cultural que subyace.❑
Alejandro Pedregal
 Cultura Cine
●
La libertad de vivir, muriendo

U
n hermano mío pasó más Alejandro Amenábar respon-
de veintitrés años en una de al reto de llevar a la pantalla
silla de ruedas, padecía un tema tan importante y actual
una paraplejia que no sólo le im- como la eutanasia, con una his-
pedía mover las piernas sino que toria real y reciente de la que to-
le producía espasmos incontro- dos tenemos conocimiento, por
lables; el deterioro físico fue eso son tan reales los personajes,
avanzando con el paso de los y que, como sabemos, sigue
años: pérdida de movilidad en un siendo actual, sigue removiendo
brazo, dolores en la columna,... las conciencias y a la justicia.
En los últimos años de su vida le Para el ser humano la bús-
acompañé a varias revisiones queda de la libertad es una máxi-
médicas, le detectaron piedras en ma que hemos hecho un derecho,
los riñones, problemas de prós- por ello Ramón Sampedro lucha
tata que le obligaron a llevar con todas sus fuerzas y todos los
sonda, además del avance de la medios legítimos a su alcance.
enfermedad medular y, por su-
MAR ADENTRO Igual que en la realidad, el per-
puesto, su deterioro psíquico. Él sonaje intenta convencer de que
me transmitió, deprimido, su fal- Dirección: Alejandro Amenábar ● Guión: Mateo eso es lo más importante para él
ta de esperanza en seguir vivien- Gil y Alejandro Amenábar ● Producción: y para todo ser humano, pero su
do con un futuro tan negro; me- Fernando Bovaira ● Año 2004 ● Intérpretes: cuerpo se lo impide, su libertad
ses después, con las defensas Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, es la muerte. El mar le dio a
muy bajas una neumonía se lo Mabel Rivera,... Sampedro la libertad de trabajar,
llevó. Cuento esta historia per- de viajar, de ver mundo, y fue el
sonal porque me conecta con la mar el que le quitó esa libertad,
de Ramón Sampedro que fue ac- por eso el personaje desde su ca-
tualidad en su momento y con el que mi hermano se iden- ma, desde su imaginación, “vuela”, “viaja” en busca de esa
tificó de algún modo. libertad anhelada que se trunca cuando vuelve a la dura re-
Mar adentro, de Alejandro Amenábar, es la historia fic- alidad de su prisión corporal. Sampedro, y el personaje de
cionada del tetrapléjico Ramón Sanpedro, película que tie- la película, desafía a la sociedad, a la justicia, a la moral ca-
ne la gran cualidad de sacudir las conciencias, de influir, tólica, con todas las facultades mentales íntegras, a que nos
de hacernos pensar, por eso es buen cine. Amenábar ya nos planteemos que la eutanasia puede ser una solución válida
demostró su gran maestría en la dirección cinematográfica para aquellas personas a las que la ciencia y la medicina de-
con Tesis, Abre los ojos y Los otros, creando atmósferas de jaron de ser la esperanza para vivir dignamente.
misterio y tensión que ponían nuestra atención en un puño; Quizás todavía no estemos preparados para afrontar la
demuestra, también, un gran dominio de la dirección acto- eutanasia, pero vivir sin autonomía, con sufrimiento, ¿es
ral y una buena elección de actores, como es el caso de Ja- vivir?❑
vier Bardem en Mar adentro, que nos deja maravillados,
sin olvidarnos de los demás actores principales y secunda-
rios que hacen un trabajo excepcional. Juan Vicente Monteagudo

Información y debate ● PUEBLOS ● Marzo ● 2005 ● 65

Cultura Poesía
Cultura
●

Tristemente, me han vencido.

Sí. Lo reconozco.
Me indicaron los placeres del estar “tumbao” al sol,
olvidándome de todo.
Me señalaron que hasta el sexo podría ser una rutina,
como el desayuno o cepillarse los dientes.
Me querían hacer olvidar mi propósito
de ser
verdadero.

Pero entonces llegó este gran aliado de los perdidos como yo.
Entonces el reloj me dio una pausa, y una oportunidad.
Y entonces empecé a reacuñar la moneda,
a ver los campos de maíz en mis viajes de autobús,
el blanco y negro de esta ciudad nerviosa,
la explosión de la calle,
la oportunidad única-irrepetible-irreverente
que es la vida.

No hay tregua para el sueño.

No hay tregua para los mequetrefes de corbata.
No hay tregua para perder el
Tiempo.

Había tantos trampolines...

Y me querían dejar dormido.
Dormido y embelesado viendo su televisión,
estúpido y pasivo en el sofá de mi casa,
olvidando las palabras importantes:
Amor, olvido, emoción.

Todo lo querían sustituir por guerra,

Por algún iceberg que no se podía
ni leer
ni comprender.

Pero ahora vuelvo a abrir los ojos.

Se les acabó esa tregua de estupidez.
Se acabó.

Aquí mismo.

Gonzalo Linares

66 ● 2005 ● Marzo ● PUEBLOS ● Información y debate