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TITULO : Infecciones de la Columna Vertebral

AUTOR :Tali ET
TITULO ORIGINAL: [Spinal Infections]
CITA : European Journal of Radiology 50(2):120-133, May 2004
MICRO : Descripción de las características imagenológicas de las infecciones que
pueden afectar la columna vertebral.

Introducción
Las infecciones raquídeas comprenden un espectro de patologías que incluyen
espondilitis, discitis, espondilodiscitis, artropatía piógena, infecciones epidurales,
meningitis, polirradiculopatías y mielitis. La inflamación puede estar causada por
enfermedades piógenas, granulomatosas, autoinmunes, idiopáticas y yatrogénicas. El
incremento en la incidencia de procesos infecciosos y de las infecciones espinales
dentro de estos es un importante problema de salud en la actualidad. El diagnóstico de
estas entidades y su diferenciación de las enfermedades inflamatorias, no infecciosas
o degenerativas y de las neoplasias es dificultosa ya que las características clínicas
pueden ser sutiles y engañosas. La importancia de la detección temprana de las
infecciones raquídeas es bien conocida. Las evaluaciones radiológicas han ganado
importancia en el diagnóstico y monitoreo del tratamiento de todas las infecciones que
afectan las vértebras. Dos criterios principales: la presencia de imágenes características
y el aislamiento del organismo causal a partir de la sangre o del sitio afectado son
esenciales para el diagnóstico de espondilitis.
Infecciones piógenas
Entre el 2% y el 7% de todos los casos de osteomielitis afectan el esqueleto axial: la
columna lumbar es el área más frecuente, seguida por las vértebras cervicales. La
espondilitis cervical puede progresar hacia el área anterior y puede causar abscesos
retrofaríngeos o mediastinitis. La espondilitis torácica también puede causar
mediastinitis, empiema y pericarditis, mientras que la lumbar puede provocar
peritonitis y abscesos subdiafragmáticos. El compromiso de las apófisis, pedículos y
láminas vertebrales es infrecuente (3% a 12%) y, cuando ocurre, debería hacer
sospechar la presencia de tuberculosis. Los hombres son afectados con más frecuencia
que las mujeres, a razón de 1.5:1 a 3:1. Se pueden observar dos picos de incidencia:
uno en la quinta década de la vida y otro, menos acentuado, en la segunda.
Bacterias, hongos y parásitos pueden causar infecciones raquídeas. Staphylococcus
aureus representa aproximadamente el 60% y las enterobacterias, el 30%. Salmonella
(con anemia de células falciformes), Klebsiella, Pseudomonas y Serratia son otros
microorganismos frecuentes. Staphylococcus aureus produce diversas enzimas como
la hialuronidasa, y se postula que esta enzima proteolítica provoca la lisis del disco
intervertebral. La fuente puede provenir de infecciones del tracto urinario, pulmonares,
pelvianas, cutáneas, inyecciones intravenosas con agujas contaminadas y, raramente,
celulitis, fascitis, abscesos subcutáneos o piomiositis. Los factores predisponentes
incluyen diabetes mellitus, insuficiencia renal crónica, inmunocompromiso por sida o
quimioterapia, envejecimiento, tabaquismo y adicción a drogas endovenosas.
Los patógenos llegan a la columna a través de dos rutas diferentes: la hematógena y
la no hematógena.
En los niños, los canales vasculares persistentes pueden permitir la inoculación directa
del disco y es frecuente la discitis posterior. En los adultos, el disco es avascular y los
organismos hematógenos arriban a las vértebras a través de las arcadas arteriolares y
a través de la interrupción del hueso cortical y se extienden a los subligamentos
paravertebrales, espacios epidurales, discos y vértebras contiguas. La vía venosa de
diseminación hacia el hueso vertebral es de particular importancia en infecciones del
tracto urinario y pelvianas. El hueso en estos casos es afectado a través del plexo de
Batson de venas avalvuladas interconectadas; el incremento de la presión
intraabdominal permite la diseminación hematógena retrógrada desde la pelvis y los
órganos abdominales hacia la columna vertebral.
La inoculación no hematógena se produce por procedimientos intervencionistas o
quirúrgicos, traumatismos penetrantes, infecciones contiguas e inoculación directa. El
compromiso de las apófisis, pedículos y láminas vertebrales es infrecuente y, cuando
sucede, debe hacer sospechar tuberculosis. Sin embargo, esta regla general no se
aplica en casos de inoculación directa.
Según el sitio, la extensión y el grado del compromiso histopatológico los síntomas y
el déficit neurológico pueden ser variables. En el momento de la presentación inicial, el
paciente puede quejarse de lumbalgia persistente con una duración de meses o años,
malestar general, fiebre, anorexia, rigidez de columna y dolor a la palpación. El
movimiento agrava el dolor y el reposo lo hace disminuir. Puede existir el antecedente
de una infección previa en cualquier órgano. Los signos de compresión de las raíces
nerviosas con radiculopatía, meningitis u otros déficit neurológicos como debilidad de
los miembros inferiores, pérdida de reflejos o paraplejía pueden también aparecer con
la diseminación de la infección hacia el espacio epidural. La compresión debida al
aplastamiento de los cuerpos vertebrales o a tejido epidural inflamatorio y deterioro
vascular puede deteriorar las funciones de la médula espinal. La dificultad para tragar
puede ser otro de los síntomas causados por la espondilitis cervical con absceso
retrofaríngeo. Una infección no tratada puede provocar deformidad significativa de la
columna y déficit neurológico grave, particularmente paraplejía o tetraplejía. La
mortalidad varía entre 18% y 31%.
Los hallazgos de laboratorio pueden variar de acuerdo con el grado y al agente causal
y con frecuencia se hallan valores elevados de eritrosedimentación, recuento de
glóbulos blancos y de proteína C-reactiva. También se pueden encontrar valores
normales. No es infrecuente que los hemocultivos o los cultivos de las muestras de
biopsias sean negativos, y en tal caso el cuadro clínico y los hallazgos de las imágenes
se convierten en lo más importante para el diagnóstico y la determinación del
tratamiento con seguimiento estricto y monitoreo de la respuesta a la terapia.
La llamada regla del 50% establece que el 50% de los pacientes tienen más de 50
años, la fiebre está presente en el 50% de los casos, el recuento de glóbulos blancos
es normal en el 50%, el tracto genitourinario es la fuente principal de infección en el
50%, S. aureus es el agente causal en más del 50%, la columna lumbar está afectada
en el 50% y los síntomas están presentes durante más de tres meses en el 50% de los
casos.
Las radiografías simples son habitualmente el estudio inicial por imágenes, pero su
especificidad y sensibilidad son muy bajas. Generalmente no muestran hallazgos
precoces y los resultados negativos no excluyen la presencia de infección. El signo
radiográfico más temprano es la pérdida de definición e irregularidad en la placa
vertebral que generalmente comienza a nivel anterosuperior y tiene lugar entre las 2 y
las 8 semanas. Esta irregularidad continúa con un incremento inicial que sólo se
demuestra en pocas instancias, y luego con una disminución en la altura del disco. El
desarrollo gradual de osteólisis causa que la placa vertebral tenga escasa definición. La
erosión cortical en ambos lados del disco estrechado y las masas paraespinales
asociadas son las características de las infecciones piógenas. En etapas más tardías, se
pueden observar cambios reactivos con esclerosis, neoformación ósea con osteofitos,
deformidades cifóticas y anquilosis.
El centellograma óseo en tres fases con tecnecio-99m metilendifosfonato (Tc-99m-
MDP) es sensible (87% a 98%) y específico (91% a 100%) para la detección de
infección, pero en pacientes con patologías óseas subyacentes, la especificidad de esta
técnica se reduce. El citrato de galio-67 es de utilidad para la detección de infecciones
óseas y de los tejidos blandos que rodean los huesos. Cuando se lo utiliza en
combinación con el centellograma con Tc-99m-MDP aumenta la especificidad del
diagnóstico. El centellograma con Tc-99m-MDP muestra actividad hasta que se lleva a
cabo la curación completa y puede mostrarla luego de que la infección se haya vuelto
quiescente debido a su sensibilidad para la remodelación y reparación óseas. Las
imágenes con galio-67 pueden ser una mejor herramienta para el seguimiento de los
procesos infecciosos y para la respuesta al tratamiento ya que es menos sensible para
detectar remodelación ósea y aporta un grado más exacto de la actividad de la
infección.
La sensibilidad de la tomografía computada (TC) es más alta pero carece de
especificidad. No es una modalidad diagnóstica primaria y es menos útil que las
imágenes por resonancia magnética (IRM). Se puede perder el compromiso epidural
debido a los artefactos del haz, en especial en la región cervicotorácica. Aporta detalles
finos del hueso, la cantidad de tejido óseo con calcio y también demuestra la
fragmentación lítica y la erosión cortical, esclerosis, hipodensidad del disco, el grado de
compromiso del canal secundario a la fragmentación ósea, la infiltración de los tejidos
blandos y la presencia de gas dentro del disco.
Las IRM son sensibles, específicas y precisas (96%, 94% y 92%, respectivamente) y
son el método de elección para la espondilitis. El incremento en el contenido de agua
extracelular y la producción de exudados que contienen glóbulos blancos y fibrina
dentro de la médula vertebral (una manifestación de reacción inflamatoria y de cambios
isquémicos asociados) y la estimación reactiva de la médula ósea son los responsables
de las señales anormales en la infección. Para las imágenes con ponderación en T1, se
prefiere la técnica de spin-echo. Los signos típicos y específicos de infección en esta
ponderación son las áreas de baja señal del cuerpo vertebral, la pérdida de definición
de los platos vertebrales y la interrupción y la destrucción de los márgenes corticales.
Estos signos son más confiables con las imágenes en esta ponderación. Las áreas
afectadas del cuerpo vertebral y del disco con intensidad de señal elevada es típica en
las imágenes con ponderación en T2. Por el contrario, en los niños se observa
disminución de la señal en T2 en el disco comprometido.
Probablemente la disminución de la intensidad de la señal en T1 resulta del reemplazo
de los adipocitos con células en proliferación de la médula ósea. La intensidad de la
señal en T2 refleja el espacio medular. Las IRM también pueden demostrar los cambios
en los tejidos blandos paraespinales. El compromiso epidural se informa en el 32% de
los casos. La señal en el cuerpo vertebral se halla notoriamente reducida en las
ponderaciones T1 y T2 debido a la presencia de gas dentro del hueso muerto o
necrótico. Las imágenes en T2 con supresión de grasa muestran una mejor visión de
las áreas infectadas.
La técnica STIR tiene una sensibilidad ligeramente mayor para la detección de las áreas
comprometidas que las imágenes por T2, pero es menos específica, ya que no delinea
de forma delicada los detalles anatómicos.
El signo más temprano del proceso infeccioso en los adultos es la alteración de la señal
medular en las imágenes ponderadas en T1 y en T2. La pérdida de definición de la placa
vertebral de una única vértebra se hace más marcada con el correr del tiempo. El
proceso infeccioso puede progresar por debajo de los ligamentos o a través del disco
con cambios en las señales en las imágenes T1 y T2 precontraste y con realce posterior
en las imágenes T1 si el proceso no se trata. La etapa siguiente es la apariencia clásica
de pérdida de la continuidad cortical de las placas vertebrales adyacentes y destrucción
progresiva del cuerpo vertebral junto con infiltración de los tejidos blandos. Este
proceso puede extenderse hacia la región posterior dentro del espacio epidural o en
forma lateral dentro del área paraespinal. La extensión del tejido blando puede definirse
mucho mejor en las imágenes poscontraste.
La esclerosis es más frecuente en la espondilitis piógena que en la tuberculosis, aunque
en esta última es lo suficientemente frecuente como para no permitir la diferenciación
entre las dos entidades.
En resumen, los hallazgos en las IRM de la espondilitis y la discitis son: irregularidad y
destrucción de las placas vertebrales; disminución de la intensidad de la señal en las
imágenes en T1 e incremento de la misma en T2; cambios del tejido blando alrededor
de la columna; extensión epidural con lesión en masa realzada por el contraste;
compromiso del canal espinal; reducción de la altura del disco; protrusión discal;
refuerzo del contraste del hueso infectado, del disco, y de los tejidos blandos epidurales
y paraespinales; visualización de una línea de baja señal dentro del disco en
aproximadamene 94% del disco normal.
La osteomielitis piógena de la primera y la segunda vértebras cervicales es rara pero
de importancia clínica, ya que puede provocar inestabilidad cervical debido a la lisis del
ligamento transverso.
El resultado del tratamiento está influido por el tipo de infección y por el grado del
compromiso neurológico antes de comenzar la terapia. Existe un alejamiento de la
intervención quirúrgica hacia el tratamiento conservador, el drenaje percutáneo, o
ambos. En consecuencia, es necesario y de suma importancia controlar la respuesta a
la terapéutica, en particular en los pacientes inmunosuprimidos. La discitis de los niños
puede tratarse con antimicrobianos y con reposo en cama.
Las IRM también resultan de utilidad para el monitoreo del tratamiento ya que el signo
más precoz es la reducción en la tumefacción de los tejidos blandos paravertebrales;
se puede visualizar un anillo o borde circular con intensidad de señal elevada en el
borde de la lesión, en un tiempo medio de 15 semanas; hay baja intensidad de señal
dentro de la médula en las imágenes en T1 y T2 (puede ser un reflejo de esclerosis
reactiva y de fibrosis debido a la curación); se registra descenso de la señal elevada de
la médula en STIR y T2; hay resolución del compromiso del canal; reducción progresiva
en el refuerzo del contraste; el realce persistente con el contraste o en aumento junto
con mejoría clínica e incremento en la destrucción no necesariamente indica fracaso
del tratamiento.
Diagnósticos diferenciales
Diversos trastornos no infecciosos pueden imitar la apariencia de la espondilitis
piógena, como los cambios degenerativos de la placa vertebral (aquí la falta de una
señal de disco anormalmente incrementada en T2, la carencia de compromiso del tejido
óseo y el realce con el contraste leve y de tipo lineal del disco son los hallazgos
diferenciales), la artropatía por diálisis (aquí es útil la historia clínica y la ausencia de
infiltración del tejido blando paravertebral), las articulaciones de Charcot, la espondilitis
anquilosante (se observan erosiones centrales y periféricas de la placa vertebral junto
con engrosamiento de los ligamentos longitudinales), el linfoma vertebral (los tumores
casi nunca entran en el espacio discal), la necrosis avascular, la hemofilia, la
osteomielitis crónica recurrente multifocal y la osteocondrosis erosiva intervertebral.
Dilemas diagnósticos
Estadio inicial de la infección; infecciones en pacientes con antecedentes de tumores,
traumatismos, enfermedades degenerativas o cirugías previas; pacientes tratados
parcialmente con antibióticos por otras causas; infecciones en pacientes con
estrechamiento preexistente del espacio discal; patologías que pueden simular
infecciones (tumores, espondilitis anquilosante, etc.); absceso epidural que se presenta
sin discitis u osteomielitis concomitante; aire intrarraquídeo: hallazgo infrecuente si al
paciente no se le realizó punción lumbar o si no se desarrolló una fístula, el gas puede
provenir de las bacterias.
Infecciones de la superficie articular
La artritis piógena aislada es una entidad rara. Si no existe evidencia de espondilitis,
discitis o de absceso epidural, las superficies articulares deben ser evaluadas
cuidadosamente. Su suministro vascular difiere del de los cuerpos vertebrales. El
compromiso no hematógeno es frecuente. El dolor se incrementa con la extensión y
con la torsión lateral pero no con la extensión hacia adelante. Las anormalidades
tomográficas incluyen la pérdida de hueso subcondral asociado con la superficie
articular, la pérdida de densidad del ligamento flavum y la obliteración de los planos
adiposos. Las IRM pueden mostrar la tumefacción de la cápsula y del tejido bando
periarticular. Puede verse pus o derrame articular. El refuerzo periférico con la
administración del contraste se visualiza en las imágenes poscontraste. El diagnóstico
diferencial incluye las enfermedades neoplásicas, las artritis erosivas, la histiocitosis y
la esclerodermia.
Infecciones no piógenas
La reacción granulomatosa es una respuesta no específica de los tejidos ante un
estímulo antigénico. Se identificó este tipo de reacción en un amplio espectro de
trastornos de origen bacteriano, viral, micótico, neoplásico, autoinmune e idiopático.
Espondilitis tuberculosa
La tuberculosis (TBC) de la columna vertebral representa el 1% de todas las infecciones
tuberculosas y entre el 25% y el 60% de todas las infecciones óseas y articulares
causadas por Mycobacterium tuberculosis (MTBC). La espondilitis tuberculosa puede
presentarse con hallazgos atípicos que imitan enfermedad metastásica. La infección por
MTBC afecta generalmente a adultos en su cuarta o quinta década de vida, mientras
que la incidencia pico de la espondilitis piógena se observa entre la sexta y la séptima
décadas. Los sitios afectados con mayor frecuencia son las vértebras torácicas bajas y
las lumbares.
Los signos y síntomas de la espondilitis tuberculosa pueden ser variables y no son
veraces para el diagnóstico; generalmente sigue un curso indolente. El dolor en la
columna y el dolor local a la palpación y la sudoración nocturna pueden ser los síntomas
iniciales. La disfagia, la ronquera y la linfadenopatía cervical son los síntomas de la TBC
cervical. La velocidad de sedimentación globular se encuentra elevada en más del 80%
de los pacientes.
No se ha descrito una apariencia radiográfica patognomónica para esta patología y el
diagnóstico de certeza no puede realizarse sobre la base de los estudios por imágenes.
Ni el examen clínico ni los hallazgos radiológicos son confiables para la diferenciación
de formas atípicas de TBC vertebral de otras infecciones o neoplasias. La duración de
la lesión y su grado de necrosis de caseificación son explicaciones probables de las
diferentes apariencias de la TBC. Localizaciones singulares y el compromiso del pedículo
(generalmente es el más afectado), la apófisis espinosa y la lámina con preservación
del cuerpo vertebral tienen lugar entre el 2% y el 10% de las casos y debería elevar la
sospecha de TBC. Los hallazgos de las imágenes son más típicos de neoplasias que de
espondilitis piógena. La regla del compromiso múltiple de cuerpos vertebrales y
articulaciones intervertebrales es también un lugar frecuente de TBC. La infección se
origina con frecuencia en el hueso subcondral anterior adyacente a las placas
vertebrales. El proceso infeccioso se disemina por debajo de los ligamentos
longitudinales. El disco se mantiene por más tiempo y se destruye más lentamente en
la espondilitis por TBC que en las piógenas, lo que puede ser causado por la carencia
relativa de enzimas proteolíticas. El compromiso paraespinal se presenta con frecuencia
en abscesos grandes que pueden extenderse hacia la cadera, la pelvis y las
extremidades inferiores. Las fracturas por compresión y la deformidad en giba y la
escoliosis también son frecuentes en los casos no tratados.
Al comienzo, las radiografías simples demuestran osteoporosis. La destrucción ósea, la
pérdida de altura del disco y la masa de tejido blando aparecen posteriormente. La
calcificación de esta masa es la característica típica. La esclerosis reactiva, el
aplastamiento vertebral, la deformidad en giba y la fusión de los cuerpos vertebrales
son los hallazgos en los casos avanzados.
Las imágenes de la TC muestran destrucción extensa a nivel de las placas vertebrales,
con fragmentación, secuestros óseos, abscesos paravertebrales grandes y,
frecuentemente, infección epidural. A diferencia de lo que ocurre en la espondilitis
piógena, la definición cortical de las vértebras afectadas se pierde invariablemente. El
cuerpo vertebral se termina destruyendo por la erosión causada por la enfermedad y
por la necrosis secundaria a la obstrucción del aporte vascular al hueso. Los fragmentos
óseos pueden migrar hacia estructuras circundantes, incluido el canal espinal.
Las IRM muestran típicamente la destrucción de las placas vertebrales de dos vértebras
consecutivas con conservación del disco intermedio, fragmentación, pérdida de la
definición cortical, compromiso de los elementos posteriores y de más de dos cuerpos
vertebrales, infección epidural, osteólisis vertebral anterior, formación de fístulas y
abscesos paraespinales.
La diferenciación de la espondilitis tuberculosa de la piógena puede resultar dificultosa
en los casos atípicos. El compromiso solitario o único puede ser difícil de diferenciar de
metástasis o linfomas en los adultos y del granuloma eosinofílico en los niños. Si existe
esclerosis de un pedículo, las consideraciones diagnósticas diferenciales incluyen
osteoma osteoide, osteoblastoma y el absceso de Brodie.
Espondilitis por Brucella
El compromiso óseo de esta infección se cita con una incidencia de entre 2% y 70% de
acuerdo con diferentes autores y en 2% a 30% de los casos existe afectación raquídea.
La columna lumbar inferior es el sitio más frecuentemente afectado.
Las manifestaciones clínicas son, con frecuencia, inespecíficas y pueden causar
dificultades diagnósticas. Desde el inicio puede verse lumbalgia, fiebre, malestar
general, o la enfermedad puede aparecer en forma más insidiosa, con debilidad y
cansancio. Pueden observarse síntomas de compresión de las raíces nerviosas o de
herniación discal. La brucelosis puede permanecer activa por años como fuente de
recaídas o con formación de abscesos microscópicos y puede provocar grados variables
de debilidad. La forma precoz de la espondilitis por Brucella está caracterizada por
osteoporosis del cuerpo vertebral afectado y continúa, aproximadamente tres meses
luego de la inoculación, con la erosión de la cara anterior de la placa vertebral superior
a nivel de la unión vertebrodiscal en las radiografías simples. La forma focal se
autolimita en la porción anterior de una placa vertebral mientras que la forma difusa
puede afectar enteramente el cuerpo vertebral y extenderse hacia los discos y
vértebras adyacentes y el espacio epidural. En raras ocasiones se comprometen los
elementos posteriores. Como regla, no existe caseificación central ni necrosis.
Generalmente la morfología del cuerpo vertebral se mantiene intacta.
El proceso de curación ósea comienza casi simultáneamente y con frecuencia se
desborda en la forma de un osteofito anterior, "pico de loro". La brucelosis se
caracteriza por una pequeña colección de aire atrapada entre el disco y la placa
vertebral superior afectada. El compromiso epidural también es frecuente. En las
formas avanzadas de la enfermedad la infección puede destruir enteramente el cuerpo
vertebral. La espondilitis piógena generalmente es un proceso más agudo que la
espondilitis por Brucella. El disco está habitualmente respetado en la enfermedad
metastásica.
Espondilitis micótica
Los hongos que pueden provocar compromiso osteoarticular vertebral en seres
humanos incluyen aquellos denominados patógenos y los oportunistas. Los
oportunistas incluyen Aspergillus, Candida y Mucor, son causa frecuente de enfermedad
en pacientes inmunocomprometidos. Los patógenos, Blastomyces dermatitis,
Coccidioides immitis e Histoplasma capsulatum pueden producir infecciones vertebrales
en personas previamente sanas (5% a 10%). Las infecciones micóticas pueden
provocar diversas reacciones inflamatorias que varían desde la inflamación crónica
hasta la supuración con formación de granulomas. Se pueden producir calcificaciones,
infartos (Aspergillus) y síndromes de hipersensibilidad. Los cambios en las señales T2
en las IRM pueden ser leves o pueden no verse; el refuerzo del contraste puede estar
ausente o ser muy ligero debido a la ausencia de reacción inflamatoria en pacientes
inmunocomprometidos. Las infecciones por Aspergillus producen arteritis necrotizante
que conduce finalmente a trombosis, infarto y ruptura. Debería sospecharse la
presencia de este hongo si se encuentra afectada más de una vértebra. Puede existir
afectación del cuerpo vertebral con destrucción, de modo similar a lo que se observa
en la TBC.
Se señala la espondilitis por Candida como de aparición simultánea o como
manifestación tardía de candidiasis diseminada por vía hematógena. Candida albicans
puede también provocar abscesos intramedulares y el compromiso vertebral y
paravertebral puede observarse, con formación de macroabscesos o como masas que
imitan granulomas sin afectar el disco.
La blastomicosis vertebral puede imitar la TBC, tanto clínica como radiológicamente.
Sus hallazgos comprenden las lesiones osteolíticas con mínimos cambios óseos
reactivos, aplastamiento vertebral, abscesos de la médula espinal y paravertebrales y
el compromiso de costillas adyacentes (el cual es poco frecuente en la TBC y ayuda a
diferenciar las dos entidades).
La criptococosis se manifiesta con una masa granulomatosa intraespinal que produce
compresión de la médula espinal.
Espondilitis parasitaria
La equinococosis, la oncocerciasis, la toxoplasmosis y la toxocariasis también pueden
verse en la columna vertebral. La hidatidosis se puede hallar en el hueso en 0.5% a
2% de los casos. El compromiso de la columna vertebral tiene lugar en cerca de la
mitad de los que presentan afección ósea. La hidatidosis raquídea puede aparecer a lo
largo de la columna, afectando las regiones torácica (50%), lumbar (20%), sacra
(20%) y cervical (10%). Aunque pueden comprometerse todas las partes de las
vértebras, parece existir una predilección especial por el centro y el pedículo de las
vértebras torácicas como resultado de los cortocircuitos portovertebrales. Las lesiones
vertebrales difieren de las cerebrales en que son microvesiculares e invasivas. El disco
generalmente no se compromete y la duramadre siempre permanece intacta. La
apariencia de las imágenes de un quiste hidatídico son, por lo general, únicas y
esféricas, con bordes claramente delimitados que contienen líquido con una intensidad
similar a la del líquido cefalorraquídeo en la TC y en las IRM.
Ref: INFECTO
Resumen objetivo elaborado por el
Comité de Redacción Científica de SIIC
en base al artículo original completo
publicado por la fuente editorial.
Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)
2002

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