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Un amo paradojal
Pero ademaí s, insistíí en que no se puede ser servidor de dos amos. No se puede ser
servidor de dos discursos, el analíítico y el del amo, al mismo tiempo. Hay que elegir.
Hoy quiero retomar esta afirmacioí n pero introduciendo una pregunta: ¿de queí amo se
trata cuando el amo es el discurso analíítico? Una respuesta raí pida se impone: el
discurso analíítico puede ser un amo, pero un amo paradojal. ¿Por queí ? Veamos lo que
dice Lacan en su breve texto de 1979 titulado “¡Lacan por Vincennes!”, texto donde
introdujo la ceí lebre foí rmula, “Todo el mundo es loco, es decir, delirante”. 3
Comienza asíí:
1
Lacan, Jacques, “El atolondradicho”, en Otros escritos, Paidós, Argentina, 2012, pág. 499.
2
Miller, Jacques-Alain, “El triunfo de Jacques Lacan”, en Cuadernos andaluces de psicoanálisis, nro. 5, pág.6.
3
En LACANIANA, Revista de Psicoanálisis, Nro. 11, EOL-Grama, Argentina, octubre 2011.
“Hay cuatro discursos. Cada uno se cree la verdad. Solo el discurso analíítico es una
excepcioí n. Seríía mejor que eí ste domine, se concluiraí , pero justamente este discurso
excluye la dominación, en otras palabras, no ensenñ a nada. No tiene nada de universal:
por eso no es materia de ensenñ anza.”4
Lacan habla acaí de “antipatíía” entre discursos, un teí rmino nada lejano al de
“discordia”. Pero, ¿queí es una antipatíía? Viene del griego antipathos (anti, contra, y
pathos, pasioí n o sentimiento): Veamos sus sinoí nimos: animadversioí n, animosidad,
aversioí n, desagrado, enemistad, hostilidad, rechazo, repugnancia, repulsioí n, odio,
tirria. En todos los casos el acento estaí puesto en el sentimiento experimentado ante
algo o alguien. Mientras que “discordia” indica una falta de acuerdo o conformidad, que
literalmente significa “cualidad de estar en contra de la opinioí n del otro”. Es como si
fuera una condicioí n de la antipatíía, con la cual no se confunde. Creo que si Lacan usa el
teí rmino antipatíía es por una cuestioí n de contexto ya que en ese momento se
proyectaba trasladar el Departamento de Psicoanaí lisis de Vincennes a Saint Denis y la
atmoí sfera era la de un combate contra ese proyecto de las autoridades universitarias y
polííticas. Sin embargo, cabe otra lectura: que el acento de Lacan sobre el pathos puede
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Ibídem, itálicas mías.
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Ibídem, itálicas mías.
ser un modo de aludir al goce. Maí s si tenemos presente su indicacioí n en el Seminario
17 de que no hay discurso que no sea sino del goce.
Leamos entonces que cuando Lacan dice “antipatíía” lo hace para indicar el punto
irreductible de discordia, de la “falta de acuerdo” que siempre habraí entre ambos
discursos. Por eso, lo importante es que Lacan lejos de plantear que podríía haber una
supremacíía del discurso analíítico, con todas las letras senñ ala que de lo que se trata es
de “explotar” dicha antipatíía. Agregaríía, que de lo que se trata es de explotar esa
discordia porque la falta de acuerdo es allíí el ííndice de que hay una hiancia, de que hay
un imposible, al cual hay que confrontarse y esa es la misioí n del discurso analíítico.
Esto es lo que instituye una discordia, una falta de acuerdo, entre los discursos.
Porque, seguí n esta loí gica, al pasar o rotar de un discurso a otro se produce
necesariamente un “salto” ya que las letras deben sortear –en su rotacioí n- dicha
imposibilidad. Es por eso que cada rotacioí n de discurso es indicada por la emergencia
del amor, como velo e ííndice de la imposibilidad. “Hay emergencia del discurso
analítico –senñ alaba Lacan en Encore- cada vez que se franquea el paso de un discurso a
6
Lacan, J., Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, Paidoí s, Argentina, 1992, paí g. 188.
otro. No digo otra cosa cuando digo que el amor es signo de que se cambia de
discurso.”7
Pero solo, si servimos bien a ese amo paradojal que es el discurso analíítico, estos
discursos rotaraí n y asíí la discordia que surge de la hiancia que los separa podraí ser
bien explotada.
En este punto y para concluir, una precisioí n: cuando decimos que la políítica siempre
formoí parte de nuestras Escuelas resulta necesario aclarar que cuando Lacan dijo que
“el inconsciente es la políítica” fue para luego agregar que “el inconsciente es el
discurso del amo”. Es decir, el inconsciente freudiano que supone un sujeto
identificado a un rasgo. Ante ese inconsciente, que es la políítica, el discurso analíítico
constituye precisamente su reverso, es decir, un discurso de donde puede surgir otra
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Lacan, J., Seminario 20, Aún, Paidoí s, Espanñ a, 1981, paí g. 25. (Itaí licas míías).
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Digo “saber hacer” y no “saber hacer ahí” (savoir y faire) que sí es tributario del discurso analítico y su
disposición para con la contingencia.
políítica que la de masas: una políítica de no dominio que hace de un esfuerzo de poesíía
su instrumento fundamental.9
9
Miller, Jacques-Alain, Un esfuerzo de poesía, Paidós, Argentina, 2016, pp.209-212. Allí Miller destaca una
interesante oposición, la del uso del significante con fines de goce (poesía) o con fines de identificación
(política): “… se nos presenta la siguiente alternativa: la poesía o la política.”