You are on page 1of 78

Sobre la adquisición de las obras de Elena Ódena y unas comparativas pertinentes sobre el actual PCE

(m-l) y el antiguo; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

Ejemplar adquirido por el Equipo de Bitácora (M-L)

«Que no se preocupen más los jerifantes oportunistas del actual Partido Comunista de
España (marxista-leninista) refundado en 2006, que ya tenemos en nuestras manos las
obras de Elena Ódena, para poder difundirlas al público.

El estudio de lo que fue en su momento el Partido Comunista de España


(marxista-leninista) y de sus figuras de referencia como Elena Ódena es una
tarea necesaria que ha sido dejada en el tintero por los que actualmente se
reclaman bajo la doctrina marxista-leninista.

Tras la muerte de Elena Ódena en 1985, los dirigentes del partido: Raúl Marco, Manuel
Chivite, Pablo Mayoral, entre otros, se llenaban la boca diciendo:

«Recordar a Elena es utilizar sus escritos, sus opiniones, sus manifestaciones. (...) Que son
ya parte inseparable de la historia del partido, para mejor aplicar en la práctica, en el
trabajo cotidiano». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del
Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Pero esta proclama se quedó en letra muerta, pues al poco tiempo las tesis de Ódena
empezaron a ser algo incómodo para la dirección. Este juramento de lealtad al legado
ideológico de Ódena fue tan falso como las lágrimas de cocodrilo que en el funeral de Stalin
los futuros sepultureros de su obra.

Los documentos del PCE (m-l) de 1964-1985 y los propios escritos de Elena Ódena fueron
desapareciendo paulatinamente de las publicaciones hasta caer en el olvido, siendo un
icono, del que poco o nada se sabía. Tras la forzosa autodisolución del PCE (m-l) ejecutada
por la facción de Chivite en 1992, las dos corrientes internas revisionistas que habían
llevado al atolladero al partido bajo su dirección –la de Raúl Marco de 1985-1991 y la de
Chivite de 1991-1992– pese a tener un evidente archivo de documentación, no han tenido la
decencia de proporcionarnos obras escritas de Elena Ódena ni de los congresos del PCE (m-
l) de aquella época –pese a nuestro intento de ponernos en contacto con sus medios
oficiales, militantes y simpatizantes para facilitarnos tales obras–, por lo que ya nos hemos
encargado nosotros por otros medios de conseguir una edición física del Tomo I y II de
sus «Escritos políticos» editados en 1986, también sus «Escritos sobre la transición» de
1986, así como todos los congresos del viejo PCE (m-l) de 1964-1992, documentos que
mostraremos y utilizaremos para mostrar sus vergüenzas.

Poco después del descalabro del PCE (m-l) en 1992, la facción de Raúl Marco refundó en
2006 un nuevo partido que dijo que heredaba las siglas del PCE (m-l). Dicha organización
pese autoproclamarse heredera de la anterior, solo ha empezado a publicar cosas de Elena
Ódena después de nuestra denuncia de 2016. Hasta entonces había estado diez años, de
2006 a 2016, sin publicar más que contados breves extractos en su pequeña revista online,
un bagaje patético sin dudas.

Ya que no han tenido las ganas ni la preocupación de promover las obras teóricas de esta
revolucionaria y marxista-leninista, desde el Equipo de Bitácora (M-L) nos encargaremos de
tal menester en cuanto saquemos a la luz las reediciones y otras obras que están en cola.

La paulatina publicación de las obras de Elena Ódena servirá para conocer un poco más la
situación mundial y en especial de España de los 60, 70 y 80, también para entender los
errores del PCE (m-l) y de la propia Ódena. Y de paso, servirá para desenmascarar a los jefes
del actual PCE (m-l) que en más de diez años no han sacado nada de aquella época.
Hablamos de los jefes oportunistas como Raúl Marco o Joan Sureda, unos falsos idólatras
de Elena Ódena que llevan años usando la imagen y el pasado revolucionario de dicha
figura, a la cual no hacen ni sombra, por lo que intentan cobijarse en ella.
Como hemos visto, el PCE (m-l) debido a su inexperiencia y al influjo de teorías extrañas
cometió grandes hazañas a la par que errores de importancia durante 1964-1985, pese a
todo se ve una línea de continua evolución y rectificación aunque no fuese siempre a tiempo
o aunque hubiese un claro espíritu de triunfalismo.

Tras la muerte de Ódena en 1985, el grupo de Raúl Marco y el grupo de Manuel Chivite
cambiaron paulatinamente el PCE (m-l) hasta hacerlo degenerar en una organización ajena
a cualquier etapa anterior y ajena a cualquier principio revolucionario: acuñaron tesis que
conciliaban en el interior con unos métodos de organización y proclamas socialdemócratas,
con alianzas sin principios en el interior como la contraída con el brezhnevista Partido
Comunista de los Pueblos de España (PCPE), y en el exterior, con una rehabilitación de
corrientes como el revisionismo cubano, hasta verse envueltos en unas contradicciones que
les llevaría a una crisis interna. Allí las fracciones que se cristalizaron se tiraron los trastos a
la cabeza: el grupo de Raúl Marco intentaría plantear una fusión con el PCPE y negar asumir
los errores de los últimos años que habían debilitado el partido hasta la completa
extenuación, una lucha interna donde el grupo de Manuel Chivite aprovechaba los errores y
sus consecuencias –en las cuales también habían sido participe– para negar los pocos
axiomas básicos que mantenía ya el partido proponiendo abandonar el concepto de partido
de vanguardia y planteando en cambio una vía basada en el multipartidismo en el
socialismo, animando a explotar unas nuevas pautas sindicales de concepto partidistas más
flexibles, planteando como complemento el entrismo en Izquierda Unida (IU) bajo
justificaciones de contexto histórico necesario. Con el triunfo de Chivite y acólitos, se
celebraría el infausto VIº Congreso de 1991, donde pese a jurar no ser socialdemócratas las
tesis liquidacionistas dieron como resultado en 1992 la confirmación con la propia
autodisolución de la organización. Pero no nos engañemos, si el grupo de Chivite era
liquidador como se demostró, el grupo de Marco también lo era: había ido llevando a la
liquidación del partido desde 1985 de forma agonizante, desperdiciando el prestigio ganado
con razón por el PCE (m-l) durante años, pero su acercamiento teórico y práctico al
revisionismo trajo como consecuencias el abandono de la militancia y su desmoralización.
La prueba está en las propias propuestas de Raúl Marco de liquidar el PCE (m-l) junto a los
brezhnevistas del PCPE, y finalmente de su política liquidacionista perdió el partido en
favor de unos liquidacionistas meteóricos como Chivite y compañía, que en un abrir y cerrar
de ojos, cogieron un cuerpo enfermo para terminar de hacerlo morir. Algunos defensores de
Raúl Marco aludieron que no era cierto que quisiera fusionarse o disolverse en el PCPE,
pero cuando Raúl Marco refundó o mejor dicho creó su propio PCE (m-l) en 2006, de nuevo
volvió a intentar fusionarse con el ultraoportunista PCPE, lo que históricamente aleja
cualquier duda de sus verdaderas intenciones liquidacionistas, e indica que para él lo
prioritario ha sido siempre hacer piña con sus amigos brezhnevistas, bien como aliados o
bien si se hubiera podido, como camaradas de partido.

A partir de ahí, en los 90 el grupo de Chivite naufragaría hasta pedir recientemente algunos
la inclusión en Podemos, por otro lado el grupo de Raúl Marco creó su plataforma ideológica
Octubre, donde en 1995 calumnió al Partido del Trabajo de Albania (PTA) y a Enver Hoxha
acusándoles de arrogancia y nacionalismo estrecho, a partir de ahí se juntó con la CIPOML,
un grupo de partidos liderados por los partidos que habían generado a finales de los 80
como el propio PCE (m-l). Raúl Marco impulsó en 2006 una «refundación» del PCE (m-l)
basándose en la rehabilitación del revisionismo interno y externo como ya había hecho en
los últimos años 80, desde entonces hace uso de la figura de Elena Ódena como medio para
intentar mitigar las críticas hacia su vergonzante política actual, lo cual es imposible, pues
esta actitud hipócrita solo causa la rabia de los militantes o simpatizantes del viejo y
verdadero PCE (m-l) de 1964-1985. También ha vuelto a ser simpatizante de Enver Hoxha y
del legado del Partido del Trabajo de Albania (PTA), pero ya es bastante tarde para recular
después de sus críticas oportunistas. Aprovechando el vacío que quedó, algunos
oportunistas han intentado adueñarse del legado del viejo PCE (m-l) y de la figura de Elena
Ódena, pero al igual que Marco y Chivite, pisotean los mismos principios que Ódena
defendía, se alían con los mismos partidos en el interior y apoyan a los mismos gobiernos y
corrientes imperialistas y oportunistas que Ódena fustigaba, quedando sus intentos en eso,
en intentos, pues una figura así no es legado de nadie sino colectivo, pero desde luego nunca
podrá ser propiedad de los que traicionan sus principios.

¿Por qué decimos todo esto? Comparemos el viejo PCE (m-l) de Elena Ódena con el viejo
PCE (m-l) de Chivite o el actual PCE (m-l) de Raúl Marco en unas cuantas cuestiones de
peso.

Concepto de partido bolchevique vs Concepto de partido menchevique

La historia y la experiencia revolucionaria ha demostrado una cosa muy clara respecto al


concepto de partido de la clase obrera:

«La historia del partido bolchevique nos enseña, ante todo, que el triunfo de la revolución
proletaria, el triunfo de la dictadura del proletariado es imposible sin un partido
revolucionario del proletariado, libre de oportunismo, intransigente frente a los
oportunistas y capituladores, y revolucionario frente a la burguesía y al poder de su
Estado. (...) De aquí la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo, de un
partido revolucionario, lo bastante intrépido para conducir a los proletarios a la lucha
por el poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la
situación revolucionaria y lo bastante flexible para eludir todos y cada uno de los escollos
que se interponen en el camino hacia sus fines. (...) En su lucha contra los bolcheviques,
todos los mencheviques, sin distinción de matices, desde Axelrod y Martinov hasta Martov
y Trotski, se servían invariablemente de armas sacadas del arsenal de los
socialdemócratas del Occidente de Europa. Querían poseer en Rusia un partido como, por
ejemplo, el Partido Socialdemócrata Alemán o el francés. Y luchaban contra los
bolcheviques, precisamente porque presentían en ellos algo nuevo, insólito, distinto de la
socialdemocracia occidental. ¿Y qué eran, por aquel entonces, los partidos
socialdemócratas de Occidente? Una mezcla, un conglomerado de elementos marxistas y
oportunistas, de amigos y enemigos de la revolución, de partidarios y adversarios de la
causa del Partido, con una conciliación ideológica gradual de los primeros con los
segundos y una sumisión gradual y efectiva de aquéllos a éstos. Conciliación con los
oportunistas, con los traidores a la revolución, ¿en nombre de qué?, preguntaban los
bolcheviques a los socialdemócratas de la Europa occidental. En nombre de «la paz dentro
del Partido», en nombre de la «unidad», se les contestaba. ¿La unidad con quién, con los
oportunistas? Sí, contestaban aquéllos; con los oportunistas. Era evidente que partidos así
no podían ser partidos revolucionarios. Los bolcheviques no podían por menos de
observar que, después de la muerte de Engels, los partidos socialdemócratas de la Europa
Occidental habían comenzado a degenerar de partidos de la revolución social en partidos
de «reformas sociales», y que todos ellos se habían convertido ya, como organizaciones,
de fuerzas dirigentes en simples apéndices de sus propios grupos parlamentarios».
(Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)
Por tanto:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. (...) Sólo un


partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de
vanguardia». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Qué hacer?, 1902)

El afloramiento de desviaciones ideológicas, lleva a cabo una desviación en materia


organizativa:

«El oportunismo en política va indefectiblemente acompañado por el oportunismo en


materia de organización.

Si oportunismo en general, es sacrificar los intereses fundamentales y a largo plazo del


pueblo a cambio de ventajas –reales o supuestas– inmediatas y parciales, el oportunismo
en materia de organización significa sacrificar los principios leninistas concernientes a la
formación de un partido proletario de clase, monolítico, férreamente disciplinado, que sea
el arma invencible de la revolución social proletaria, para lograr una «hinchazón»
organizativa, transformando así el partido revolucionario en un partido de reformas que
se adapta y se amolda a la dominación de las clases poseedoras». (Partido Comunista de
España (marxista-leninista);Adulteraciones del equipo de Santiago Carrillo, 2ª edición,
1967)

El PCE (m-l) de la época de Elena Ódena diría claramente que este concepto de partido de
vanguardia marxista-leninista era una necesidad. Criticando las concepciones carrillistas, se
diría:

«Otra de las cuestiones de principio que plantea hoy el revisionismo moderno es la


transformación de los partidos comunistas en «partidos de todo el pueblo», en «partidos
de masas». Huelga decir que el abandono del principio del Partido, en tanto que
vanguardia de la clase obrera, constituye otra de las graves traiciones de los revisionistas
modernos a los intereses del proletariado. No es de extrañar que, dado el carácter actual
de la mayor parte de los partidos comunistas tradicionales, y ante su evidente traición y
bancarrota, gentes de buena fe lleguen a preguntarse si en verdad es necesaria la
existencia de esos partidos para hacer la revolución. Ese argumento, planteado en esos
términos, no deja de encerrar gran parte de verdad, ya que los partidos comunistas a los
que nos referimos, al igual que lo que les ocurrió a los de la II Internacional, se han
convertido en trastos inservibles para la lucha revolucionaria del proletariado, por cuanto
que no están dispuestos a organizar ni a dirigir a la clase obrera en su lucha
revolucionaria por la toma del poder, sino que se han convertido en máquinas electorales
apropiadas para la lucha parlamentaria. (...) Ningún militante revolucionario puede
ignorar que un partido político, al igual que todo Estado, es un instrumento de la lucha de
clases y representa de manera general los intereses de una clase. El espíritu de Partido es,
por así decirlo, la expresión concentrada del carácter de clase. No existen partidos ni
Estados por encima de las clases, o que representen a todas las clases. (...) Carrillo y su
equipo no se han quedado a la zaga de sus jefes y maestros jruschovianos en sus esfuerzos
por liquidar en nuestro país el Partido como vanguardia de la clase obrera;
particularmente desde el VIº Congreso de 1960 han hecho inauditos esfuerzos por
transformarlo, en todos los órdenes, en un partido burgués, ideológica, política y
organizativamente. (...) Considerar al llamado «partido» no como la vanguardia de la
clase obrera –ni siquiera ya de toda la clase obrera, lo que también sería un gravísimo
error–, sino de varias clases sociales, incluyendo a la pequeña y media burguesía, es decir,
al campesinado –en general– y a la intelectualidad avanzada –no se trata de intelectuales
militantes, que han adoptado la ideología del marxismo-leninismo–. De este modo, vemos
al Partido de vanguardia de la clase obrera, transformado en partido de todo el pueblo, en
partido de masas». (Elena Ódena; Sobre algunas cuestiones de principio, 1967)

El enemigo de clase ataca con razón el partido del proletariado y su rol, sabe que inoculando
teorías pseudomarxistas puede desviar fácilmente al partido de su forma ideológica-
organizativa y convertir dicho partido en un partido inofensivo.

Es curioso que por ejemplo Chivite escribiese largos epítetos loando a Elena Ódena a su
muerte, escribiendo incluso el prólogo de sus «Escritos sobre la transición» publicados en
1986, alabando en especial su aportación teórico-práctica al concepto y funcionalismo del
partido. Poco después propondría abolir dicho modelo partidista y calificarlo con los peores
calificativos; sin duda Chivite hizo como Ramiz Alia o Jruschov, en vida, alababan a Ódena,
Hoxha o Stalin para ganarse la confianza del partido aparentando ser sus «mejores
alumnos», pero una vez desaparecidos éstos últimos pudieron quitarse la careta.

El PCE (m-l) tras la muerte de Ódena se empezaría a perfilar a finales de los 80 como un
partido basado el formalismo y el liberalismo, en varias líneas ideológicas y facciones con
plataformas y poder propio, con una miltiancia de poca o nula formación ideológica de los
militantes, con jefes de una gran edad avanzada impuestos bajo los pretextos de la veteranía
y demás. Aunque en la teoría no negaba todavía el concepto marxista de partido de
vanguardia, en la práctica lo estaba haciendo. Entre otras cosas porque aparte de todo esto
estaba llevando al partido a ser el furgón de cola de los grupúsculos revisionistas con los
cuales se empezaría a aliar tras la muerte de Elena Ódena.

Cuando en 1991, la facción de Chivite derrocaría la de Raúl Marco, directamente se negaría


el concepto marxista de partido de vanguardia y toda la historia del PCE (m-l), si el partido
propuesto por Marco era un revisionismo con envoltura, el de Chivite era abiertamente
socialdemócrata sin demasiado adorno. Se proponía un partido ecléctico sin exigir afinidad
ideológica a ningún principio determinado:

«Hemos de partir de reconocer que lo que podríamos denominar hasta hoy «proyecto PCE
(m-l)» está agotado. (...) Crear un nuevo partido comunista, no el partido comunista único
y excluyente de la clase obrera. (...) Establecido el nuevo partido, no se cerrará ninguna
posibildiad de nuevas incorporaciones de grupos o colectivos y personas que deseen
aportar nuevos elementos teóricos o prácticos al mismo. (...) Tampoco se cerrará la
posibilidad de de integración o unión en un proyecto superior de similares
características». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Elementos para un
nuevo proyecto revolucionario; VIº Congreso de 1991)

Stalin diría en base a los fundamentos del marxismo-leninismo, el partido al que debían
aspirar la clase obrera si deseaba emanciparse:

«El partido tiene que ser, ante todo, el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El
partido tiene que incorporar a sus filas a todos los mejores elementos de la clase obrera,
asimilar su experiencia, su espíritu revolucionario, su devoción infinita a la causa del
proletariado. Ahora bien, para ser un verdadero destacamento de vanguardia, el partido
tiene que estar pertrechado con una teoría revolucionaria, con el conocimiento de las leyes
del movimiento, con el conocimiento de las leyes de la revolución. De otra manera, no
puede dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras de sí. El
partido no puede ser un verdadero partido si se limita simplemente a registrar lo que
siente y piensa la masa de la clase obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento
espontáneo de ésta, si no sabe vencer la inercia y la indiferencia política del movimiento
espontáneo, si no sabe situarse por encima de los intereses momentáneos del proletariado,
si no sabe elevar a las masas hasta la comprensión de los intereses de clase del
proletariado. El partido tiene que marchar al frente de la clase obrera, tiene que ver más
lejos que la clase obrera, tiene que conducir tras de sí al proletariado y no arrastrarse a la
zaga del movimiento espontáneo. Esos partidos de la II Internacional, que predican el
«seguidismo», son vehículos de la política burguesa, que condena al proletariado al papel
de instrumento de la burguesía. Sólo un partido que se sitúe en el punto de vista del
destacamento de vanguardia del proletariado y sea capaz de elevar a las masas hasta la
comprensión de los intereses de clase del proletariado, sólo un partido así es capaz de
apartar a la clase obrera de la senda del tradeunionismo y hacer de ella una fuerza
política independiente». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los fundamentos del
leninismo, 1924)

Y añadiría:

«La diferencia entre el destacamento de vanguardia y el resto de la masa de la clase


obrera, entre los afiliados al Partido y los sin partido, no puede desaparecer mientras no
desaparezcan las clases, mientras el proletariado vea engrosar sus filas con elementos
procedentes de otras clases, mientras la clase obrera, en su conjunto, no pueda elevarse
hasta el nivel de destacamento de vanguardia». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin;
Los fundamentos del leninismo, 1924)

He ahí porque las «heterodoxas» recetas del PCE (m-l) de Chivite no son sino
las «ortodoxas» recetas de los renegados de todas las épocas, que se convirtieron en
antimarxistas.

Incluso se pueden ver entre sus tesis conatos de las teorías posmodernas tan famosas
durante los 80 y 90 en torno al concepto de clase obrera, ideas que precisamente estaban
destinados a poner en tela de juicio el partido de vanguardia de la clase obrera:

«El concepto de partido de vanguardia de la clase obrera, ha servido como un


epíteto autocomplaciente que nos ha impedido realizar un análisis serio de las
transformaciones y cambios que se están produciendo en la estructura social, afectando
particularmente a la composición de la clase obrera. Esto nos ha llevado a la idealización
de una clase obrera, que en buena medida sólo estaba en nuestras mentes». (Partido
Comunista de España (marxista-leninista); Cuadernos para el VIº Congreso de 1991)

Es decir, bajo «la excusa de los cambios producidos» se apela a cambiar de concepto de
partido proletario de vanguardia y su estrategia al actuar, todo, debido a la presunta
inexistencia, baja existencia o a su transformación.
Con razón la facción de Chivite acabaría pidiendo el ingreso en Izquierda Unida (IU), esa
aglomeración amorfa liderada por el viejo PCE carrillista que lleno de trotskistas,
eurocomunistas y posmodernos negaba el concepto de proletariado y su rol revolucionario
en la sociedad moderna. Ahora como sabemos, los restos de IU han tejido una desesperada
alianza electoral con Podemos, una agrupación liderada entre otros por Juan Carlos
Monedero, Iñigo Errejón o Pablo Iglesías, también propagandistas del «precariado» y otras
teorías que niegan la existencia de la clase obrera, del proletariado como tal, desechando
según ellos las conclusiones que el marxismo concluía para él. Estas tesis han sido clásicas
entre intelectualoides aburguesados de todo tipo:

«No sin objetivo los revisionistas modernos cambian el nombre del proletariado. (...)

Las tesis revisionistas sobre el cambio de naturaleza del proletariado y de su misión


histórica han existido desde hace tiempo en los partidos comunistas de los países de
Occidente. Pero el primero que las presentó pública y oficialmente fue Roger Garaudy.
Este fue uno de los primeros «teóricos» revisionistas que desarrolló la teoría según la cual
ya no se puede hablar de pauperización del proletariado francés y ahora las diversas
clases y capas de la población marchan hacia su fusión y unificación.

La tesis de Garaudy, reiterada y aplicada ahora por los demás revisionistas, sostiene que
«en la situación actual ya no es necesaria la revolución violenta, porque los obreros de un
modo gradual están participando activamente en las ganancias de las grandes empresas
capitalistas las cuales ahora no son dirigidas por los propietarios burgueses, sino por los
técnicos que han ocupado su lugar». Este es un gran bluff, pues estos técnicos y
especialistas están bajo la zarpa de una sola dirección, son servidores de los grandes
trusts y monopolios capitalistas, verdaderos dueños de los medios de producción.

En el mundo capitalista, a pesar de los cambios que se han realizado en la estructura


social de clase, nada ha cambiado en lo que a las posiciones de las clases y de las
relaciones de clase se refiere. La teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre las clases y la
lucha de clases en la sociedad burguesa es siempre joven y actual.

Como la «teoría» de Garaudy, aparecieron en Occidente una serie de otras «teorías»


similares, fabricadas tanto por los «nuevos» pseudofilósofos franceses, como por sus
colegas alemanes, estadounidenses, italianos, etc. Todas estas teorías llevan el sello del
revisionismo, del trotskismo, del anarquismo y de la socialdemocracia. Llegó el momento
en que todas estas teorías se convirtieron por entero en propiedad privada de los partidos
revisionistas francés, italiano, español, inglés, etc., los cuales reunieron y codificaron de
manera trivial todas estas basuras del revisionismo y del oportunismo. (...)

Estos «teóricos», al verse en la imposibilidad de negar la sujeción del obrero al capital,


predican que en la época actual no sería necesario resaltar en qué medida estruja y
esclaviza el propietario al hombre en el régimen capitalista, sino que su ligazón con el
capital va en beneficio del obrero, y que esto le permite subsistir. Su objetivo es alejar al
proletariado de la lucha de clase contra el capitalismo, tratando de centrar su atención en
las «ventajas» de la «sociedad de consumo».

Para desviar la atención de la opresión y la explotación económica, los revisionistas


modernos han inventado toda una serie de falsas tesis. Una gran publicidad dan a su tesis
de que en la «sociedad de consumo» el obrero disfruta de tantas cosas que los problemas
económicos los ve en último plano. Su preocupación casi exclusiva serían las cuestiones de
la religión, la familia, la mujer, el televisor, el coche, etc., que, según ellos, han hecho que el
problema de la explotación económica haya dejado de ser el problema básico de la lucha
de clases y de la revolución. Todo esto se hace para echar agua al vino, para alejar a las
masas trabajadoras de su lucha por el derrocamiento del orden burgués.

Abandonando el marxismo-leninismo y deseosos de crear una nueva «teoría» que se


distinga en todas las cuestiones fundamentales de la doctrina de Marx y Lenin, los
eurocomunistas se ven envueltos en una gran confusión y perplejidad, en una
incoherencia y contradicción profundas. Prácticamente ya no están en condiciones de
explicar ninguna de las contradicciones actuales del mundo capitalista, ni de dar
respuesta a los problemas que emanan de ellas. Es cierto que hablan de fenómenos tales
como «crisis», «desempleo», «degradación y degeneración» de la sociedad burguesa, pero
no pasan de las constataciones generales que nadie niega, ni siquiera la propia burguesía.
De manera consciente, tratan de velar la causa de estos fenómenos, la feroz explotación
capitalista, y no mostrar que ésta puede desaparecer sólo por medio de la revolución,
derrumbando las viejas relaciones que mantienen en pie el sistema de opresión capitalista.

Con sus tesis de la «extinción de la lucha de clases» como consecuencia de los «cambios
esenciales» que supuestamente habría sufrido la sociedad capitalista gracias al desarrollo
de las fuerzas productivas, de la revolución técnico-científica, de la «reestructuración del
capitalismo», etc.; con sus prédicas acerca de la necesidad de establecer una amplia
colaboración de clases, dado que ahora, en el socialismo están supuestamente interesadas
no sólo la clase obrera y las masas trabajadoras, sino también casi todas las capas de la
burguesía a excepción de un pequeño grupo de monopolistas; con su pretensión de que se
puede pasar al socialismo a través de reformas, dado que la sociedad capitalista de hoy se
desarrollaría por la vía de la integración pacífica en el socialismo, etc., los
eurocomunistas convergieron no sólo en la teoría, sino también en la actividad práctica
con la vieja socialdemocracia europea, se fundieron en una sola corriente
contrarrevolucionaria al servicio de la burguesía». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es
anticomunismo, 1980)

Pero hace largo tiempo que todas estas especulaciones sobre el proletariado ya fueron
refutadas, tanto en torno a su existencia como a su rol:

«En los países capitalistas, donde la clase obrera es despojada de los medios de
producción y para vivir se ve obligada a vender su fuerza de trabajo y someterse a la
explotación capitalista que no cesa de intensificarse. En estos países el proletariado,
además de ser oprimido ferozmente y explotado hasta la médula, sufre la represión del
ejército y de la policía burguesa. En los Estados capitalistas el proletariado, no obstante
de vestir ropas de nailon, producidas por la sociedad de consumo, de hecho sigue siendo
proletariado. (...)

Si se habla del proletariado, que en el capitalismo posee tan sólo su fuerza de trabajo, se
entiende que éste debe luchar contra sus explotadores y opresores. Precisamente esta
lucha, que tiene por objeto destruir desde sus cimientos el viejo poder del capital,
aterroriza a la burguesía, y aquí, en este terreno es donde los revisionistas la ayudan con
todos los medios que tienen a su alcance.
La negación de la existencia del proletariado como clase en sí, como la clase más
avanzada de la sociedad, y que la historia le ha reservado la gloriosa misión de acabar
con la explotación del hombre por el hombre y de edificar la nueva sociedad,
verdaderamente libre, fundada en la igualdad, una sociedad justa y humana, no es algo
nuevo. Esto lo han preconizado diversos oportunistas también en la época cuando estaba
naciendo el marxismo como doctrina filosófica y movimiento político. Marx y Engels
barrieron estos puntos de vista y proporcionaron al proletariado armas y argumentos
para combatir no sólo a estos oportunistas, sino también a los otros lacayos de la
burguesía, los futuros apologistas del capitalismo; como lo son hoy los revisionistas
modernos.

Uno de los méritos más grandes del marxismo es el haber visto en el proletariado no sólo
una clase oprimida y explotada, sino también la clase más progresista y más
revolucionaria de la época, la clase a la que la historia le había reservado la misión de
sepulturero del capitalismo. Marx y Engels explicaron que esta misión emanaba de las
propias condiciones económicas y sociales, del lugar que ocupa y del papel que desempeña
el proletariado en el proceso de la producción y en la vida política y social, del hecho de
ser el portador de las nuevas relaciones de la sociedad socialista del porvenir, de que
cuenta con su propia ideología científica que le ilumina el camino y con su estado mayor
dirigente, el partido comunista.

No obstante los cambios que se han producido en el desarrollo económico y en la


composición social de la sociedad capitalista, las condiciones generales de existencia,
trabajo y vida del proletariado también hoy continúan siendo las que había analizado
Marx. Ninguna otra clase o capa social puede suplantar al proletariado como fuerza
principal y dirigente de los procesos revolucionarios para la transformación progresiva
de la sociedad. (...)

La vida diaria, la lucha de la clase obrera ha desenmascarado y desenmascara estas


teorías, revelando su objetivo reaccionario y contrarrevolucionario. La experiencia
confirma que la clase obrera se empobrece a medida que se enriquecen los capitalistas,
demuestra que aquella comprende debidamente lo dicho por Marx, de que, el obrero se
empobrece en la medida en que más riquezas produce, que el obrero se convierte en una
mercancía de menor valor a medida que más mercancías crea, que el proletariado no
puede salvarse de la explotación sin apoderarse de los medios de producción, sin destruir
el poder de la burguesía». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Queda por tanto claro, sobre todo en estos momentos de crisis, que todas las teorías que
niegan de una u otra formas las conclusiones fundamentales en torno a los axiomas del
marxismo sobre la clase obrera, se chocan de bruces contra la realidad material.

«La entrada multitudinaria en el partido revisionista de intelectuales pertenecientes a las


clases acaudaladas –abogados, literatos, artistas, ingenieros, médicos, catedráticos, etc.
así como de industriales, comerciantes, altos funcionarios e incluso algunos financieros y
terratenientes– ha abierto al equipo de Carrillo las puertas de la «alta
sociedad» española». (…) Como se ve, los métodos «nuevos» de organización –que, en
efecto carecían de precedentes en los partidos comunistas pero que, en cambio tenían
muchos precedentes en los partidos socialdemócratas–, estaban, en realidad destinados a
meter en el partido intelectuales burgueses, carentes de sentido proletario de organización
y de disciplina». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Adulteraciones del
equipo de Santiago Carrillo, 2ª edición, 1967)

¿Pero por qué necesitan los líderes oportunistas un partido de este tipo? Un todavía decente
PCE (m-l) decía:

«Una de las razones es que en él tienen cabida, pasando más desapercibidos, los vicios
burgueses de la pandilla revisionista encastillada en la dirección, tales como el
envanecimiento, el compadrazgo, la placidez, la rutina, la falta de empuje y dinamismo, la
desligazón de las auténticas masas explotadas –sobre todo de las capas más pobres de la
población trabajadora–, el espíritu de comodidad, el descuido por un trabajo ideológico
serio, el individualismo y las rencillas personales. Con semejante «partidos de masas» sin
luchar interna contra los vicios y las aberraciones ideológicas, sin depuración de los
elementos oportunistas, sin una selección rigurosa de nuevos militantes, a lo que se va es a
una amalgama socialdemócrata». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Adulteraciones del equipo de Santiago Carrillo, 2ª edición, 1967)

En realidad si miramos las descripciones que hacía el PCE (m-l) de los rasgos del PCE de
Carrillo-Ibárruri de los años 60, veremos los mismos rasgos que empezarían a caracterizar
al propio PCE (m-l) de finales de los 80 tras la muerte de Elena Ódena y la total libertad de
poder para Marco-Chivite.

Este marco se puede ajustar muy bien al actual PCE (m-l) refundado de Raúl Marco de
2006: un partido burocratizado, donde reina el formalismo, donde no se aplica el más
mínimo democartismo, lleno de líderes de avanzada edad, de profesiones liberales, sin
conexión con los problemas reales de las masas trabajadoras.

Preparación de la revolución vs Centrar los esfuerzos en una Asamblea


Constituyente y en las distintas instituciones burguesas

Elena Ódena siempre habló claro sobre el rol de las elecciones para los comunistas:

«De manera general, y bajo cualquier tipo de gobierno burgués, las elecciones casi nunca
son nada más que uno de los mecanismos utilizados por el poder para conservar en el
pueblo la ilusión de la democracia. Incluso cuando las fuerzas populares logran éxitos en
las elecciones, la reacción que detenta el poder suele, por la fuerza o de otro modo, tratar
de invalidarlos en la práctica. Los comunistas, no obstante, debemos, cuando ello es
posible y favorable para el desarrollo de la lucha participar en ellas, sin caer en ningún
momento en ilusiones ni posiciones electoralistas, teniendo siempre presente que lo
decisivo está en la calle, en las fábricas, en los barrios populares, en el campesinado, la
juventud, la mujer oprimida y explotada. El parlamento no es para los auténticos
comunistas más que una tribuna para plantear ante el pueblo sus políticas y
denuncias». (Elena Ódena; Unas elecciones para apuntalar el continuismo y la oligarquía
en el poder, 1 de marzo de 1979)

Hablaba que los males del capitalismo y la única salida posible a estos en la etapa
imperialista del capitalismo es a través de la concienciación de las masas trabajadoras, su
organización y su participación en la revolución proletaria mediante el uso de la violencia
revolucionaria bajo la dirección del partido marxista-leninista:

«Es esta una de las cuestiones de principio más importantes que separa hoy de manera
irreconciliable a los marxista-leninistas de los revisionistas jruschovistas, y de todos los
socialreformistas y pseudomarxistas. Para los marxista-leninistas, para todo
revolucionario honrado y consciente, sigue siendo válido, de manera general, el principio
de la revolución violenta como ley universal de la revolución proletaria, así como el
reconocimiento de la necesidad de destruir el viejo aparato estatal con objeto de sustituir
la dictadura de la burguesía por la del proletariado. Nuestra reafirmación absoluta de
este principio se basa no sólo en las enseñanzas de nuestros clásicos y en su lucha
intransigente contra el pacifismo y el evolucionismo, sino además en las lecciones
históricas de las revoluciones populares de nuestra época, y en el análisis concreto de la
situación actual en nuestro propio país. Basándose en una apreciación anticientífica de la
situación actual en el mundo, los revisionistas modernos pretenden, por su parte, y ello
pese a los hechos irrefutables y evidentes, que la teoría marxista-leninista de la lucha de
clases, como motor de la historia, ya está anticuada y que las condiciones internacionales
permiten hoy prever que el socialismo puede implantarse a través». (Elena Ódena; Sobre
algunas cuestiones de principio del marxismo-leninismo, 1967)

Elena Ódena siempre habló del establecimiento de una democracia popular bajo y dictadura
del proletariado en alianza con el resto de trabajadores para reprimir los intentos de las
clases derrocadas de restaurar el poder, y sobre esta base dar inicio a la construcción
económica socialista:

«En la lucha contra el oportunismo y el revisionismo Lenin señaló en todo momento que lo
fundamental de la revolución proletaria es conquistar el Poder y destruir el aparato
estatal burgués por la violencia, para implantar la dictadura del proletariado. Lenin se
basaba para tal afirmación no sólo en su dilatada y riquísima experiencia y capacidad de
análisis y síntesis de la historia y los hechos, sino también en los análisis de Marx, el cual
ya en 1875 en su obra filosófica «Crítica al Programa de Gotha» [lo] afirma. (...)
Actualmente los revisionistas modernos, tras haber traicionado en toda la línea la política
de clase del proletariado, se esfuerzan por enterrar y falsificar los principios
fundamentales del marxismo-leninismo, que son el arma decisiva con la que cuenta la
clase obrera y todas las masas oprimidas y explotadas de la humanidad para orientarse
en su lucha liberadora». (Elena Ódena; La dictadura del proletariado, una cuestión
fundamental del marxismo-leninismo 16 de febrero de 1976)

Así mismo se explicaba la función de la dictadura del proletariado en la revolución:

«Negar la necesidad de la implantación de un Gobierno de dictadura del proletariado es


condenar pura y simplemente al fracaso cualquier intento de implantar un poder
auténticamente popular y revolucionario. La dictadura del proletariado tiene, pues, como
función esencial durante todo un prolongado período histórico defender por todos los
medios el poder revolucionario del pueblo contra los ataques del capitalismo y del
imperialismo, es decir, de las clases explotadoras de dentro y fuera y contra sectores de
las clases medias y otros enemigos del pueblo que se oponen a la revolución y se unen a los
explotadores». (Elena Ódena; La dictadura del proletariado, democracia de tipo superior
para el pueblo, 29 de febrero de 1976)
Incluso para satisfacer las consignas y tareas de soberania nacional, se anotaba en aquella
época que era necesario la sustitución de la burguesía nacional voluble y miedosa ante el
imperialismo extranjero, por el proletariado, única clase consecuentemente
antiimperialista:

«Los comunistas debemos estar preparados, en su momento oportuno, relevar a la


burguesía y encabezar la lucha independencia nacional, transformándola en una lucha de
liberación social, es decir, en revolución». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

En cambio, el actual PCE (m-l) pese algún artículo sobre la lucha de clases donde utiliza
alguna vez el término dictadura del proletariado, no tiene un programa ni una perspectiva
encaminada a ello. Es más mantiene desde hace años una posición análoga a otras
organizaciones socialdemócratas como Bandera Roja, el Partido Comunista de Colombia
Marxista-Leninista, el Partido Comunista de Chile (Acción Proletaria), las FARC-EP, el
Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Partido Comunista de México Marxista-Leninista
y muchos que parlotean sobre el supuesto tránsito hacia el socialismo basando su estrategia
en la constitución de una Asamblea Nacional Constituyente:

«Cada vez son más las voces que piden el inicio de un proceso constituyente, a las que
desde su constitución se suma esta Asamblea Ciudadana Pro-Referéndum de Segovia, que
pone el acento en la reivindicación de la República como la mejor forma de gobierno para
España y la ruptura con el régimen monárquico consagrado por la Constitución del 78».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); SEGOVIA: Iniciativa pro referéndum
de Asamblea Ciudadana, 2015)

De hecho el actual PCE (m-l) critican que la visión del «proceso constituyente» de
organizaciones como Podemos o Izquierda Unida se limita a que «no se salen de los marcos
de la Constitución del 78»:

«Hablar de «proceso constituyente» desde la asunción de la Constitución del 78, partiendo


de ella, sin romper con ella, es un despropósito político, es desvirtuar el concepto «proceso
constituyente». (...) Un proceso que se inicia necesariamente con la formación de un
gobierno provisional –llámese como se llame y del que nada dicen [Unidos Podemos]
porque no tienen necesidad de él–, resultado de la lucha política por la ruptura con el
régimen precedente, con la constitución precedente, por la República, conformado por
aquellas fuerzas que han batallado y expresión de la voluntad popular; un gobierno
provisional, de carácter temporal, que dirigirá y garantizará que dicho proceso se
desarrolle en condiciones realmente democráticas, y que convocará una Asamblea o
Cortes Constituyentes, que reflejará la nueva correlación de fuerzas, encargada de
elaborar la nueva constitución republicana». (Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-
l); Nº89, ¿Proceso constituyente?, 2016)

Pero históricamente ya se ha demostrado que el problema de los «procesos de regeneración


democrática» como le llaman algunos, no es solamente partir de la constitución precedente,
sino este proceso reformista en sí, se ha visto que la convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente para elegir una nueva constitución burguesa no resuelve tampoco los
problemas. Veamos el ejemplo histórico de Colombia:
«En 1990 la mayoría del brazo armado del PC de C-ML: el EPL, empezaron a hablar de
nuevo sobre buscar «una solución política global al conflicto armado», de «interés y
voluntad de buscar vías diferentes a la confrontación militar, cuyo propósito en último
término sirviera de base a una gran movilización por la democracia contra la dictadura
de Estado y por el reconocimiento al pueblo como constituyente primario, expresado a
través de una Asamblea Nacional Constituyente» como venía indicándose desde los 80
con toda la buena fe. Es decir se decía que dejando las armas, reintegrándose en el
movimiento político legal y convocando una Asamblea Constituyente, los problemas en
Colombia podrían ser resueltos «democráticamente» y «pacíficamente» siempre
confiando a ciegas que el gobierno garantizase mantener su promesa. Con ese objetivo el
90% de los miembros del EPL crearon el movimiento Esperanza, Paz y Libertad, mientras
que por otro lado el PC de C-ML se quedó sin su brazo armado, que en realidad debido a
sus conocidas acciones de autodefensa en el campo, era el único motivo de cierto prestigio
entre la población. Una parte ínfima del ELP se quedó en activo como guerrilla, ocupando
algunas zonas en el Norte de Santander. En 1991 en Colombia se convocó una Asamblea
Nacional Constituyente que vio nacer una nueva constitución. Pero más allá de las
promesas en dicho país siguieron existiendo uno de los mayores niveles de latifundio de la
región, un nivel de asesinatos políticos superior al de muchas abiertas dictaduras
fascistas, y otros problemas que todos conocemos. La línea de una convocatoria para la
Asamblea Nacional Constituyente promovida por muchos grupos de izquierda no sirvió
para solucionar nada de peso, porque una nueva Constitución no sirve cuando la
burguesía está en el poder, a lo sumo que sirve es para desgajar migajas, migajas que
pueden ser suprimidas cuando la burguesía vea que es el momento preciso para lanzar los
cuerpos y fuerzas represivas del Estado. (...) Se ve que no aprendieron nada de la misma
estrategia de la «búsqueda de una convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente»
de los 80 que acabó con la represión y asesinato de su propio Secretario General!».
(Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de
paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

El PCE (m-l) de 1991-1992 liderado por Chivite, incluso presentó su idea de plantear un
proyecto revolucionario dentro de las instituciones de la CEE –actual UE–:

«Vivimos en un país industrial desarrollado, de capitalismo financiero enmarcado en el


seno del proyecto de la Comunidad Europea». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); V. Cuaderno Debate. Elementos para un Nuevo proyecto revolucionario. Texto
aprobado en el VI Congreso del PCE (m-l). Marzo de 1992)

Esto contradice lo que el PCE (m-l) mantuvo desde 1964-1989, incluso en su Vº Congreso de
1988, todavía se decía con razón que este tipo de frases como la anterior, no eran sino un
intento de embellecer un organismo capitalista ultrareaccionario:

«La oligarquía española lleva muchos años preparando la integración de España en la


CEE. Este proyecto, que ya acariciaba durante el franquismo, ha si apoyado también por
todas las fuerzas colaboracionistas, en especial el PSOE y el PCE, que han embellecido
ante el pueblo esta organización capitalista, presentándola como una garantía de las
libertades democráticas y fuente de riqueza y bienestar para el pueblo. (...) En aras de los
intereses monopolistas europeos se han desmantelado fábricas y sectores prácticamente
enteros, se están erradicando o reduciendo cultivos como la vid, el olivo y otros, con lo que
está produciendo la ruina de los pequeños agricultores y el paro de jornaleros. A la vez
con la progresiva desaparición de los aranceles, que será completa en 1992, se registra
una avalancha de productos europeos, el aumento de los precios de ciertos bienes de
consumo, etc. (...) En contraste, determinados sectores exportadores monopolísticos
aumentan fabulosamente sus beneficios, gracias al bajo coste de la fuerza de trabajo en
España, y a las ventajas y exenciones fiscales». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Es justo decir, que el PCE (m-l) de 1992 también era una fuerza colaboracionista con el
poder, al apoyar a la CEE, silenciando sus medidas en perjuicio de la clase obrera y las capas
trabajadoras.

Estas ilusiones sobre la Europa Unida, no eran nuevas dentro de los círculos imperialistas y
oportunistas. Lenin dijo sobre estas ilusiones:

«Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la


exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales
«avanzadas» y «civilizadas», los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son
imposibles o son reaccionarios. (...) Desde luego, son posibles acuerdos temporales entre
los capitalistas y entre las potencias. En este sentido son también posibles los Estados
Unidos de Europa, como un acuerdo de los capitalistas europeos ¿sobre qué? Sólo sobre el
modo de aplastar en común al socialismo en Europa, de defender juntos las colonias
robadas contra el Japón y los Estados Unidos. (...) Los Estados Unidos de Europa
significarían la organización de la reacción». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La consigna
de los Estados Unidos de Europa, 1915)

También los carrillistas apoyaron abiertamente la idea de la integración de España en la


Comunidad Económica Europea (CCE), actual Unión Europea (UE) desde 1972, he aquí un
ejemplo:

«Consideramos que quienes se oponen al ingreso de España en la Comunidad Económica


Europea dan la espalda a las conveniencias de un proceso democrático, progresista, en el
seno de dicha Comunidad; a una construcción europea equilibrada, en la que Europa del
Sur tenga el peso que le corresponda. El Partido Comunista de España, al preconizar el
ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, afirma su voluntad de
transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la
comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los
trabajadores, a la Europa de los pueblos: una Europa unida en los planos económico y
político, que tenga una política propia, independiente; que no esté subordinada ni a los
Estados Unidos ni a la Unión Soviética, pero que mantenga relaciones positivas con
ambas potencias». (Partido Comunista de España; Resolución del IXº Congreso del
Partido Comunista de España, 1978)

Leamos que opinaba Ódena en su artículo sobre dicha cuestión:

«Lejos de nosotros el lamentarnos porque de pronto los financieros e industriales en


nuestro país descubren que en definitiva los Estados que componen el Mercado Común son
rapaces capitalistas y que como tales tratan de apretar las clavijas a los más débiles.

Es cierto que sobre la base de condicionar a su favor a los menos fuertes, los países más
fuertes tratan en la medida en que las contradicciones entre ellos no se lo impide,
presentar un bloque común frente a la brutalidad y agresividad económica, comercial y
financiera dé los EE.UU. y también de los socialimperialistas rusos; pero siendo este
aspecto muy importante, la característica determinante del llamado Mercado Común es la
de ser un conjunto de Estados capitalistas, en el seno del cual los más fuertes se
aprovechan bajo uno u otro pretexto de los más débiles. Y, naturalmente, esto no ocurre
por azar, sino en virtud de la misma esencia y de la naturaleza capitalista e imperialista
de los países que lo componen.

Esta apreciación, que ha sido la del Iº Congreso de nuestro Partido de 1973 frente a la
cuestión de la adhesión de nuestro país al Mercado Común, ha sido una vez más
confirmada por los recientes hechos en tomo a las nuevas negociaciones iniciadas a
primeros de julio entre la España franquista y la Comunidad Europea. Ya no se trata de
camuflajes de carácter pseudopolíticos para que dicha entidad dicte unas condiciones
leoninas respecto a los productos industriales que el Mercado Común pretende exportar a
España, sino que trata claramente de obtener un desarme arancelario de un 80 por 100
en los próximos años para sus productos industriales, al mismo tiempo que levantan todo
tipo de barreras y limitaciones para las exportaciones de los productos agrícolas
españoles, incluido uno de los productos clave de nuestra producción como es el aceite de
oliva. (...)

España, siendo como es actualmente un país de economía débil y dependiente, está no sólo
a la merced de los imperialistas yanquis, sino también, aunque en menor medida, de los
demás países capitalistas que tratan por su parte de aprovecharse tanto como pueden de
esta situación.

Entre las medidas que los medios oficiales franquistas proponen para hacer frente a las
exigencias del Mercado Común, una de ellas es la de acelerar el proceso de concentración
y fusión de empresas para hacerlas «más rentables», y otra la de evitar que los costos
sociales de la producción graven sobre los precios de los productos. En pocas palabras, de
un lado hacer más difícil la existencia de las pequeñas y medias empresas, para lo cual el
gobierno franquista subvenciona aún más descaradamente a los grandes magnates de la
industria y el comercio para así hacer desaparecer a los menos fuertes, y de otro lado,
oponerse a toda mejora de las condiciones de empleo de las masas trabajadoras y a toda
subida de salarios.

Resulta archievidente cuan justa es la oposición de nuestro Partido cuando denunciamos


los trapicheos a espaldas y en detrimento de nuestro pueblo por ingresar en el Mercado
Común, ya que dicho ingreso sólo puede beneficiar, como vemos, a los sectores
oligárquicos en el Poder.

Salta también a la vista, cómo la posición ante esta cuestión del renegado Carrillo de
pronunciarse a favor de la adhesión de España al Mercado Común, no coincide con los
intereses de la economía española en su conjunto y aún mucho menos de las masas
trabajadoras, sino exclusivamente con los intereses de las castas oligárquicas, fascistas y
ultrarreaccionarias que desde el aparato del Estado, y sirviéndose del erario público van
a preparar sus negocios en su beneficio exclusivo.

Pretender encubrir con complicadas explicaciones «supertécnicas» la necesidad del


ingreso de España en el Mercado Común, es echar arena a los ojos de las masas
trabajadoras, engañarlas para mejor servir a los intereses de los oligarcas fascistas, los
cuales sí están interesados en entrar en el tinglado europeo, para participar
conjuntamente con sus «socios europeos» en la explotación y opresión de las masas
trabajadoras de Europa». (Elena Ódena; Los intereses del pueblo español no pueden
coincidir con los del Mercado Común, 1973)

Dicho apoyo al europeismo en abstracto, ocultando el carácter de clase burgués de la CEE y


sus mecanismos democrático-burgueses de funcionamiento, venía a ser el programa básico
del eurocomunismo en materia internacional, una propuesta tan criticada por los viejos
marxista-leninistas por ser francamente engañosa para los trabajadores europeos:

«El Mercado Común Europeo y la «Europa unida», esta gran unión de los monopolios
capitalistas y de las sociedades multinacionales para explotar a los pueblos y a las masas
trabajadoras de Europa y del mundo, son para los eurocomunistas una «realidad» que
debe ser admitida. Pero admitir esta «realidad» significa admitir la supresión de la
soberanía y de las tradiciones culturales y espirituales de los diversos países europeos en
favor de los intereses de los grandes monopolios, la liquidación de la personalidad de los
pueblos europeos y su transformación en una masa de oprimidos por las multinacionales,
dominadas por el gran capital estadounidense. Las consignas de los eurocomunistas de
que su participación en «el parlamento y en los otros organismos de la comunidad
europea conducirá a la transformación democrática» y a la creación de una «Europa de
los trabajadores», son puro engaño y demagogia. Tal como la sociedad capitalista de
cada país no puede transformarse en una sociedad socialista a través del «camino
democrático», Europa tampoco puede llegar a ser socialista a través de los discursos que
los eurocomunistas pronuncian en las reuniones propagandísticas del parlamento de la
«Europa unida». Por eso la actitud de los eurocomunistas hacia el Mercado Común
Europeo y la «Europa unida» es una actitud propia de oportunistas y esquiroles, que
emana de su línea de reconciliación de clase y de sumisión a la burguesía, y tiende a
desorientar a las masas trabajadoras, contener su ímpetu combativo en defensa de sus
propios intereses de clase y los de la nación entera». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es
anticomunismo, 1980)

Estos ecos que planteó Chivite en un PCE (m-l) en decadencia, se podían ver claramente en
aquel entonces en Izquierda Unida (IU) –con razón era la agrupación con la que planteaban
disolver el PCE (m-l) en ella–, y dichos planteamientos de reformismo europeista se ven en
la actualidad en las distintas organizaciones reformistas como Podemos o Syriza:

«En la cuestión de la Comunidad Económica Europea, que es lo que hoy conocemos como
Unión Europea, el partido griego de SYRIZA es favorable a que Grecia participe en ella, y
propone como el Partido Comunista Italiano –y otras organizaciones revisionistas– en su
momento cambiarla en pro del socialismo desde dentro a través del Parlamento Europeo.
Para tal propósito SYRIZA se une a otros partidos de «izquierda» como Izquierda Unida
de España y Podemos de España, el Partido de la Refundación Comunista en Italia –uno
de los sucesores de mantener el PCI de Berlinguer– entre otros, y forman el Partido de la
Izquierda Europea en el Parlamento Europeo. (...) El parlamento burgués y sus elecciones
[incluidas las europeas de la UE], responden como tal, a herramientas de defensa de los
intereses de la burguesía, sus mecanismos están dispuestos para que los partidos
burgueses y de otras clases explotadoras tengan ventaja en tales elecciones al parlamento,
sus partidos son apoyados en sus medios de comunicación y financiados por ellos, esta
todo conformado precisamente para limitar las posibilidades de victoria del proletariado
y las masas populares, de los verdaderos partidos comunistas. Esto tiene su respaldo
científico: históricamente se ha comprobado que cuando no ya un partido comunista, sino
un partido con ciertas perspectivas progresistas antifeudales, antimonopólicas,
anticoloniales en su programa, y este llega al poder a través de la vía pacífica y
parlamentaria no significa con ello el fin automático del poder político de la burguesía en
ese país, ya que la burguesía sigue teniendo grandes cotas de poder político, en los
ministerios, en la policía, en el ejército, y los refuerza gracias al poder económico que
todavía alberga así como con la superestructura burguesa existente. Cuando tal gobierno
progresista perjudica ciertas cotas de poder sobre todo en lo económico de algunas capas
de las clases explotadoras locales y extranjeras –desde la gran burguesía extranjera,
pasando por los terratenientes, kulaks o la burguesía nacional–, éstas activan todo su
poder en el Estado que aún mantiene en sus manos, introducen todo tipo de presiones,
incluyendo como recurso el golpe de Estado para derribar a tal gobierno; de hecho, no
pocas veces hemos visto fracasar sangrientamente a gobiernos progresistas que
simplemente intentaban aplicar desde meras reformas agrarias hasta medidas de
nacionalizaciones contra empresas nacionales o extranjeras. Es decir, en el momento en
que ciertas clases explotadoras se sienten amenazadas con razón o sin ella, y sientan que
está amenazado su poder económico –es el sostén de su poder político y cultural–, estás no
vacilaran en romper cualquier legalidad de la sociedad burguesa. Es por ello que los
partidos reformistas y revisionistas han ido rebajando cada vez más su programa
electoral por miedo a molestar a las capas de la burguesía más reaccionaria, de tal modo
que terminan haciendo todo tipo de concesiones; y esta es la razón de que todos estos
partidos oportunistas que hablan de «socialismo» y vía parlamentaria, realmente en caso
de llegar al poder por vía electoral, lo harían con gran beneplácito de la burguesía, y lo
harán como administradores del Estado burgués y no llegarán a tocar realmente el poder
económico de la burguesía». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo
Enrico Berlinguer?, 2015)

Incluso esta demagogia sobre Europa se puede ver en ciertos sectores del nacionalismo
catalán de derechas y de «izquierda, que plantean salirse de España apelando
al «democratismo» y «progresismo» de los partidos y las leyes hechas por los monopolios
europeos de la UE.

República Popular Federativa y construcción del socialismo bajo la dirección


del partido marxista-leninista vs República en abstracto en vistas a la futura
construcción del socialismo sin dirección del partido

Elena Ódena siempre fue muy clara sobre el carácter socialista que debía adquirir la
República por la que luchaban:

«Es innegable que dado el papel dirigente que ha de desempeñar la clase obrera en
alianza con el campesinado así como con otras capas populares, bajo la dirección de su
Partido de vanguardia en la lucha actual contra la dictadura y la dominación yanqui, el
carácter de dicha República ha de ser en gran medida de contenido socialista y ello no
puede ser de otro modo dado que la mayor parte de la industria, las finanzas, las materias
primas, la energía, los transportes, la mejor parte de la tierra, etc., están en manos de
oligarcas o de yanquis u otros inversionistas extranjeros y que todo ello deberá ser
confiscado y socializado por el Estado popular con arreglo a las modalidades y formas
que establezca el nuevo Poder Revolucionario. Queda entendido, claro está, que en esta
primera fase se mantendrá la propiedad privada de la tierra de los campesinos no
latifundistas, así como la del artesanado y empresas de menor importancia. (...) También
hay asustadizos, pequeños burgueses librescos, que durante años se han hecho pasar por
marxista-leninistas, a quienes de pronto ofusca el que al desmenuzar y aclarar con mayor
detalle el contenido de la República que preconizamos, pretenden que nos estamos
deslizando hacia posiciones trotskistas, sin pensar en el ridículo con que se cubren al
tratar de justificar así su actitud ante las realidades, ya que o bien no habían
comprendido en modo alguno nuestra Línea Política establecida ya a fines de 1964, o bien
pretendían darle ellos mismos, en su momento, un sentido nacionalista y pequeño
burgués. De cualquier modo, si bien no podemos entrar en una serie de detalles concretos
sobre esta cuestión, de lo que no puede existir duda alguna es del contenido
predominantemente socialista de la República por la que luchamos. El resto dependerá del
grado y modo en el que las demás fuerzas intermedias participen en la lucha y se sumen al
pueblo, así como también de la fuerza objetiva del nuevo Estado Popular». (Elena
Ódena; Por una República Democrática, Federal, Popular y Federativa, 1972)

Por supuesto Ódena también dejó claro que rechazaba las nociones que negaban el concepto
de partido de vanguardia:

«Rechazamos totalmente esa idea de Partido, así como la noción de que ya no es necesario
disponer de un partido de temble leninista, vanguardia de la clase obrera y Estado Mayor
de la revolución». (Elena Ódena; Sobre algunas cuestiones de principio del marxismo-
leninismo, 1967)

Se criticaba la táctica de la disolución de la línea y del partido a cambio de agradar a los


oportunistas:

«El ocultar al Partido, el rebajar su política o desdibujarla para «hacemos aliados», es


una falsa política de alianzas y un reflejo de oportunismo y derechismo; es no tener
confianza en nuestros principios, ni en el Partido, ni en las masas, que en su mayor parte
quieren hacer la revolución y se sienten atraídas por el marxismo-leninismo, por nuestra
ideología, por nuestra política y por el socialismo. Ocultar al Partido y su política es dejar
el terreno libre al enemigo en el plano ideológico y político y permitir que los falsos
revolucionarios disfrazados de marxistas-leninistas –revisionistas, ORT, PTE, etc.–,
efectúen con toda facilidad una labor de proselitismo enarbolando con toda libertad su
falsa bandera de marxista-leninista, bandera que corresponde a nuestro Partido levantar
hoy en todos los lugares con el vigor y la firmeza que exige nuestra justa y valiente
posición de defensa del marxismo-leninismo y nuestra política de defensa de los intereses
del proletariado, de todo el pueblo y de la revolución». (Partido Comunista de España
(marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

Ódena recalcó en torno a la cuestión de la república, que los frentes de masas con otros
partidos republicanos no podía ser el único cauce de actuación del partido y de movilización
de masas:

«Si bien sigue siendo justa nuestra política de unidad de acción antiimperialista,
antifascista y republicana, es un hecho objetivo que Convención Republicana no puede ni
debe ser en la actual coyuntura el único cauce para movilizar y organizar a las amplias
masas». (Elena Ódena; Nuestra actividad en el movimiento de masas en la actual
coyuntura, 27 de mayo 1982)

Curioso que dijese esto cuando la mayoría de la línea programática, eslóganes y carteles del
actual PCE (m-l) van enfocados exclusivamente hacia el republicanismo?

En cambio los actuales líderes del PCE (m-l) como Raúl Marco tienen un concepto de la
República por la que luchan opuesto: liberal, republicano burgués:

«En este sentido, Republicanos es algo más que un frente de masas en el que nuestros
camaradas trabajan: es la expresión de nuestra propuesta táctica. Ninguna otra
organización determina en su programa la fase actual que nuestro programa político
define como revolución democrática por la República, para avanzar hacia el socialismo.
Se ha avanzado mucho desde entonces. En 2013, el acto celebrado el 18 de mayo
conjuntamente con el PCM, IU Madrid, RPS y la Junta Estatal Republicana, en el
auditorio Marcelino Camacho de CCOO de Madrid, probaba que una parte de estas
organizaciones compartían con nosotros la necesidad de definir la unidad de la izquierda
desde una perspectiva de ruptura con el orden establecido en el pacto de la transición».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº (VIIIº)
Congreso, 2008)

¿Qué busca Raúl Marco en frentes como Republicanos (Rps)? ¡Que buscan con esta
«República Popular» que tanto hablan? ¿Una república socialista? No, solo dicen que una
república democrática y federal, es decir una república democrático-burguesa federal de
toda la vida donde poder reclamar su hueco entre otras tantas formaciones republicanas
burguesas y pequeño burguesas:

«¿Que es una República Popular?

El PCE (m-l) considera Republicanos como un frente de masas que intenta aglutinar a
amplios sectores sociales para conseguir la República democrática y federal». (Entrevista
al PCE (ml), 19 de marzo de 2017)

El actual PCE (m-l) en cambio basa todos sus esfuerzos en hacer una propaganda nostálgica
del sistema político de la Segunda República de 1931-1936 –sin explicar su carácter burgués
y los límites que tuvo la misma para los comunistas incluso durante la Guerra Civil como
José Díaz no se cansaba de explicar–. Luego otro tanto lo dedica a la consecución de una
Tercera República, una democracia republicana a la cual a veces da el apelativo de
«popular» pero que evita decir cómo se regirá dicha democracia, por qué clases estará
compuesta, quién la vanguardizará, un proyecto político en el que por supuesto se evita
hablar de la necesidad del uso de la dictadura del proletariado para la consecución y
mantenimiento de esa «República». En sus referencias republicanas solamente hay vagos
eslóganes que son la única «alternativa» para luchar por una «República» y que hay que
establecer un programa de lucha de «izquierdas» para los trabajadores, programa que en
sus propuestas no pasan de reclamaciones reformistas, en resumen para ellos la «ruptura
con el sistema» significa la mera consecución de una nueva «República» evitando explicar
carácter de clase ni contenido de la misma, a través del camino parlamentarista, y bajo un
programa de reformas. Además pone la lucha por la República como eje de la lucha de
clases «y en la perspectiva de avance hacia la revolución socialista»:

«En este contexto, la lucha por la III República Democrática, Popular y Federativa
adquiere una importancia fundamental en el proceso de fortalecimiento de las clases
populares y en la perspectiva de avance hacia la revolución socialista». (Partido
Comunista de España (marxista-leninista); Línea Política aprobada en el III (VIII)
Congreso, 2008)

Pongamos otro ejemplo. Esta vez la dirección actual de Raúl Marco y compañía acusan de
doctrinarismo y dogmatismo a quienes se oponen a su modelo de república:

«La izquierda real de este país debe salir de su ensimismamiento, de sus encastillamientos
doctrinales, abandonar dogmatismos y ponerse en serio a construir la unidad popular, el
frente popular como instrumento para proclamar la III República. Porque sin República,
sin ruptura, no habrá transformación ni cambio efectivo. Tendremos la misma
corrupción, la misma falta de democracia, las mismas injusticias, la misma podredumbre,
gestionadas por otras caras, individuos más modernos con una apariencia más progre,
incluso se habrán sacudido la caspa franquista y ya no jugarán al dominó en Quintanilla
de Onésimo, pero continuarán al servicio de la oligarquía». (Octubre; Órgano de
expresión del PCE (m-l); Nº 78, Editorial, 2015)

¿De verdad alguien excepto un demagogo pequeño burgués puede vender que una república
es la solución a la corrupción, a la falta de democracia y otros males inherentes del propio
capitalismo en la versión que sea?

Estos defectos vienen de la laxitud con la que empezó a tratarse el tema del republicanismo
en el Vº Congreso del PCE (m-l) de 1988, ya sin Ódena.

Lucha sin cuartel contra el revisionismo en todas sus variantes vs Eclecticismo


y conciliación con las ramas del revisionismo

Elena Ódena siempre fue consecuente con la salvaguardia de los principios del marxismo-
leninismo y ejerció la crítica a todo tipo de revisionismo internacional. Es de resaltar su
crítica durante décadas al revisionismo soviético:

«Planteaba también Jruschov, en su vergonzoso informe, la posibilidad de la transición


pacífica al socialismo por vía parlamentaria, pronunciándose contra toda forma de lucha
revolucionaria, aduciendo falsos argumentos acerca de los cambios intervenidos desde la
Revolución de Octubre, que justificarían el abandono de uno de los principios esenciales –
y prácticamente inalterables– del marxismo-leninismo; a saber, de la necesidad de la
violencia para derrocar el poder capitalista y acabar con el imperialismo agresivo. Fue
también en el XX Congreso del PCUS donde se definió la llamada «coexistencia pacífica»,
traicionando el espíritu leninista de la misma, y convirtiéndola en «línea general» de la
política exterior de los países socialistas y del movimiento comunista mundial, lo que
significaba, en esencia, la cooperación de clases en escala internacional, el
capitulacionismo ante el imperialismo y la traición al internacionalismo proletario. Bajo
cubierta de la llamada «lucha contra el culto de la personalidad», Jruschov proponía, en
esencia, adjudicarse carta blanca para justificar por adelantado los ataques contra los
verdaderos marxista-leninistas, con objeto de que payasos y charlatanes como él,
pudieran actuar y adquirir autoridad como dirigentes y ejercer su influencia en los
partidos hermanos. (...) Jruschov, que pretendió enterrar el prestigio de Stalin y los
principios revolucionarios del socialismo científico, abrió en el XX Congreso el foso en el
que él mismo ha sido ya enterrado políticamente y en el que igualmente serán enterrados
sus sucesores y todos los revisionistas contemporáneos que les apoyan, entre los que se
encuentra en primerísima fila Santiago Carrillo». (Elena Ódena; Febrero de 1956:
Celebración del XX Congreso del PCUS, 1966)

Inclusive en la crítica de la política exterior del revisionismo de Jruschov-Brézhnev:

«Para justificar su vil política de dominación y explotación de los pueblos más débiles, los
socialimperialistas rusos han formulado una serie de «teorías» que coinciden en lo
fundamental con los planteamientos de los imperialistas yanquis. Por ejemplo, los
socialimperialistas rusos pretenden que los pueblos deben colocarse bajo el ala protectora
del potencial militar ruso y aceptar la noción de «soberanía nacional limitada» y la
repartición del trabajo, dejando los aspectos más complejos del desarrollo económico,
tecnológico y científico a los países más fuertes y avanzados, para utilizar de manera
más «racional» los recursos naturales, las riquezas y las materias primas». (Elena
Ódena; La política socialimperialista de la URSS un peligro para todos los pueblos, 1973)

También se batió contra el castro-guevarismo, que no solo era una variante revisionista
más, sino que tenía el pronunciado rasgo de conciliar con casi cualquier variante
revisionista:

«Por ejemplo, no sólo en España, sino en muchos otros países, los superizquierdistas
trotskistas, castristas, guevaristas, etc., no mantienen una línea de demarcación con las
organizaciones y partidos revisionistas, y colaboran con ellas y mantienen sobre muchos
problemas enfoques, posiciones y actividades análogas». (Elena Ódena; La lucha contra el
revisionismo y el oportunismo en la nueva situación internacional, 1974)

El PCE (m-l) en conjunto destapó la línea centrista y demagógica del castrismo a su llegada
al poder, que pronto se tornó abiertamente jruschovista sin ambages:

«El revisionismo jruschovista ha constituido una plaga en el movimiento comunista


internacional. Ha infeccionado profundamente a la mayoría de los partidos que integran
dicho movimiento. La polémica pública, desencadenada en un principio por Jruschov y
sus secuaces ha venido a ser muy provechosa para los marxista-leninistas, pues ha
despertado su vigilancia contra toda manifestación de revisionismo, en tanto que en los
años precedentes al comienzo de la polémica esta vigilancia se encontraba dormida.

En esa situación no podían por menos de surgir, en la lucha entre el revisionismo


moderno y el marxismo-leninismo numerosas actitudes centristas, eclécticas y neutrales.
Es típico, en este sentido, el caso de Fidel Castro, revolucionario pequeño burgués, que se
pasó, en un momento de radicalización, a posiciones comunistas de palabra. Fidel Castro
en la polémica sobre la línea general del movimiento comunista internacional adoptó en
principio una posición de no «alineamiento» que, de hecho, se ha traducido en una
capitulación ante el chantaje revisionista soviético. (…) El propugnar esa posición de
neutralidad ideológica equivale a desarmarse en el terreno de la lucha de principios. Y el
abandono de esa lucha conduce, tarde o temprano, a la degeneración revisionista. Sin una
lucha encarnizada, implacable, contra el revisionismo jruschovista, tanto en el plano
nacional como internacional, no es posible a ningún partido ni organización
revolucionaria mantenerse firme en la lucha contra el imperialismo y contra la reacción
interna. Es también errónea la creencia de aquellos que piensan que esta lucha puede
llevarse a cabo suavemente, sin violencias verbales. Los comunistas deben decir siempre
la verdad, llamando al pan pan y al vino vino. El único nombre que debe dársele a la
traición es el de traición». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Adulteraciones del equipo de Santiago Carrillo, 2ª edición, 1967)

No se titubeo en señalar el rol del revisionismo cubano como gramófono del


socialimperialismo soviético a nivel mundial. Así como el apoyo ideológico y militar que
Cuba dio a los países africanos que estaban en el redil del revisionismo soviético, los
llamados «países no capitalistas de orientación socialista»:

«En efecto, la URSS se ha convertido en una superpotencia imperialista agresiva y


expansionista –recordemos Checoslovaquia, Cuba, Afganistán, la presencia de técnicos
soviéticos y de mercenarios cubanos con armas rusas en Angola y en otros puntos de
África y del mundo–, los planteamientos «occidentales», ocultan y tergiversan dos
cuestiones decisivas que son imprescindibles conocer para tener las ideas claras y
entender el porqué de lo que ocurre y de lo que puede ocurrir en el mundo, si la lucha de
los pueblos no lo impide. En primer lugar, que la Unión Soviética ha dejado de ser un país
socialista, y que, habiéndose convertido en una gran potencia imperialista, practica en el
plano interno una política económica y social de carácter capitalista con sus crisis y
contradicciones, y en el externo, que no sólo no pretende exportar la revolución ni las
ideas revolucionarias del socialismo, sino que lo que pretende es imponer si es preciso por
la fuerza, un nuevo reparto del mundo, acaparar zonas de importancia estratégica,
fuentes de materias primas y mercados, enfrentándose así en ese terreno a la otra
superpotencia, los Estados Unidos, que persigue los mismos fines de dominación y
hegemonía mundial». (Elena Ódena; El imperialismo y las guerras, 1981)

Recordemos que muchos de estos movimientos que los cubanos apoyaron eran frentes
interclasistas, salidos de militares, nacionalistas e intelectuales burgueses, que coqueteaban
constantemente entre una potencia imperialismo u otra, de hecho, muchos de ellos como el
angoleño MPLA acabarían integrando a su país en el FMI. Véase la obra de Nesti Karaguni
«La esencia reaccionaria de la teoría revisionista soviética de la «orientación socialista » de
1984, y también la obra de Llambro Filo «La «vía no capitalista de desarrollo» y la
«orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión
neocolonialista» de 1985.

El PCE (m-l) mantuvo esta postura crítica hacia el revisionismo cubano hasta
aproximadamente 1989:

«El triunfo de la revolución cubana, en 1959, va a extender su influencia entre los círculos
de intelectuales y de la pequeña burguesía preocupados por derrocar al régimen
franquista y al mismo tiempo opuesto a los métodos y concepciones marxista-leninistas.
Incluso sectores de la iglesia católica se movilizaran en torno a las teorías castristas, al
foquismo y las posiciones de Cuba. Posteriormente el PCE (m-l) analizó las posiciones
ideológicas y política de esta corriente pequeño burguesa, vinculada al revisionismo
jruschovista aunque con características específicas, y que tendía a impedir que el
proletariado se dotara de su partido marxista-leninista de vanguardia, en unos momentos
en los que, precisamente esta era la gran cuestión internacional a debate». (Partido
Comunista de España (marxista-leninista; Biografía en el 25 aniversario, 1989)

Respecto al revisionismo chino o maoísmo, es bien cierto que el PCE (m-l) nació como
tantos otros nuevos partidos marxista-leninistas con la carga del maoísmo todavía no
destapado a nivel internacional –suponiendo para él la fuente de gran parte de los errores–,
algo que se reflejaría desde la adopción de la Guerra Popular Prolongada (GPP) como
método militar de toma de poder, el seguidismo a las políticas de la Revolución Cultural, o el
dogmatismo al no apreciar la posibilidad de que la burguesía se reciclase del fascismo a la
democracia burguesa. De hecho ya explicamos en otros documentos la incidencia perjudicial
del maoísmo en los nuevos partidos marxista-leninistas de los años 60 y 70.

Para inicios de los 70 ya se había distanciado de forma crítica con Pekín, como se puede ver
en su rechazo a la GPP o al apoyo a la Comunidad Económica Europea (CEE), a diferencia
del Partido Comunista de España (reconstituido) que pretendía ocupar su lugar
manteniendo un seguidismo a Pekín en la teoría de los tres mundos para recibir su
financiación. Durante la disputa sino-albanesa el PCE (m-l) en 1978 se posicionó con la
línea del Partido del Trabajo de Albania (PTA) como conclusión lógica.

Nosotros somos los primeros que pensamos que fue un grave error para el PCE (m-l)
haberse fundado bajo conceptos e ideas maoístas por la influencia que arrastró en su línea
política, el no haber roto relaciones y denunciado abiertamente a China cuando tuvo la
oportunidad en el momento en que el Partido Comunista de China (PCCh) apoyaba a la
Comunidad Económica Europea (CEE), a los diversos fascistas de todo el mundo, cuando
restableció relaciones con Franco y encima para más inri recibía a Carrillo como aliado en
1970 fue una muestra de falta de personalidad, prefiriendo alejarse en silencio. Uno de los
rasgos de esta polémica larvada fue la paciencia e ingenuidad fue que el PCE (m-l) que como
el PTA dedicó varias críticas en privado al PCCh creyendo poder convencer a los
revisionistas chinos de sus errores. Muestra de ellos son las conversaciones sobre las
divergencias con la delegación china en 1965 y 1970, o las cartas de 1967 y 1970 a la
dirección china de nuevo por desacuerdos, véase el documento «Esbozo de la historia del
PCE (m-l)» publicado entre 1980 y 1985 en los números de Vanguardia Obrera. Una táctica
de «lavar los trapos sucios en casa», que puede ser aceptable, pero que deja de serlo cuando
el presunto «partido hermano» hace caso omiso de abandonar su política oportunista e
incluso de dignarse a contestarte, siendo el deber dejar constancia pública del desacuerdo,
mucho más cuando el desacuerdo afecta a la política nacional, de otra forma los
oportunistas utilizarán en el futuro esa no denuncia pública, para argumentar que
son «están sorprendidos con los recientes desacuerdos repentinos» o directamente para
manipular lo históricamente sucedido cuando no hay registro de lo sucedido.

Ódena criticó fuertemente sus teorías como la de los tres mundos:

«Tampoco existe, como fuerza independiente, ese supuesto «tercer mundo» del que hablan
los revisionistas chinos refiriéndose a los países menos desarrollados, sino que todos ellos,
de uno u otro modo, se encuentran dentro de un sistema socioeconómico, o bien
imperialista, neocolonizados por el imperialismo yanqui o por una de las otras potencias
imperialistas de Europa, o bien bajo el dominio socio-económico, en uno u otro grado, de
la Unión Soviética. Nosotros comunistas, si bien debemos explotar esas contradicciones
entre los distintos bloques y entre las potencias imperialistas en beneficio de nuestra lucha
revolucionaria, no debemos sin embargo centrar nuestra en torno a ellas, ya que lo
fundamental en estos momentos es desarrollar la acumulación de fuerzas revolucionarias,
fomentar la lucha de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo, reforzar y desarrollar el
partido marxista-leninista, y preparar la revolución». (Elena Ódena; El imperialismo y
nuestra lucha actual, 1982)

Destapando el seguidismo de los partidos maoístas que apoyaban esta fórmula:

«No es casual que la burguesía y todos los enemigos de la revolución dediquen tantas
energías y esfuerzos en atacar y ocultar al Partido, en montar grupos con enga ñosas
etiquetas «revolucionarias» para desviar a la clase obrera de su verdadero Partido y de
las perspectivas de la revolución, con el fin de encerrar a las masas trabajadoras que
buscan el camino de la revolución, en callejones sin salida. Tales ejemplos son,
concretamente en España, organizaciones como la jesuítica y tercermundista ORT, el
trotsko-revisionista PTE, por no mencionar más que a dos arquetipos de tales grupos».
(Elena Ódena; La revolución socialista, única perspectiva para la clase obrera y el pueblo
trabajo, 1978)

Denunciando que el tercermundismo era una teoría cocinada en las calderas imperialistas y
recogida por los dirigentes chinos que negaba la lucha clases con el único fin de convertir a
China en una superpotencia a base a alianzas interbuguesas que embellecen a los
gobernantes de los países capitalistas:

«Y además, ¿en qué consiste la llamada «cuestión energética»? Los revisionistas chinos,
hoy pro-estadounidenses hasta la médula, pretenden convencernos de que se trata de una
«victoria del tercer mundo contra el primero», tesis ésta muy del agrado de las grandes
compañías petroleras que jamás se hubieran imaginado que algún día su escandaloso
enriquecimiento a costa de los pueblos hubiera encontrado una justificación
«tercermundista» fabricada por los gobernantes chinos. (...) Existe hoy una tercera
potencia aspirante a superpotencia, cuyos dirigentes han convertido a su vez a China en
un estado socialchovinista, rabiosamente nacionalista». (Elena Ódena; Iº Conferencia
antiimperialsita de los pueblos de España, 15 de diciembre de 1979)

Pero no solamente se criticó al tercermundismo, sino que al parecer la crítica se hizo


extensible a toda la doctrina maoísta:

«Nuestro IIIº Congreso del PCE (m-l) de 1979 prestó especial atención a analizar,
desenmascarar y denunciar el pensamiento de Mao Zedong como una tendencia
revisionista y antimarxista cuyo objetivo es socavar y obstaculizar en la medida de lo
posible el desarrollo victorioso del movimiento marxista-leninista internacional;
consideramos que la denuncia y la lucha resueltas contra el maoísmo es hoy una cuestión
de vital importancia para los marxista-leninistas». (Partido Comunista de España
(marxista-leninista); Mensaje del PCE (m-l) a los partidos hermanos, publicado en
Vanguardia Obrera, 10 de noviembre de 1979)

Y se hizo autocrítica de la tardanza en detectar este fenómeno en toda su extensión:

«En nuestras relaciones con los chinos, debemos aclarar que nuestro partido ha
mantenido siempre una actitud de lucha y crítica, si bien al principio nos equivocamos en
la esencia y naturaleza de la dirección china. Creíamos que, efectivamente habían en
China una lucha entre dos líneas, cuando en realidad como se ha demostrado, no era más
que luchas entre diversas camarillas, pero todas ellas igual de revisionistas y
oportunistas. (...) No ha sido una tarea fácil el comprender el alcance y la profundidad del
revisionismo y el eclecticismo de Mao». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Informe del Comité Central en el IIIº Congreso, 1979)

Destacable fue la lucha del PCE (m-l) en aquella época contra el trotskismo. Algunos folletos
como «Las posiciones políticas y organizativas de los fraccionalistas trotskistas» de 1965 o
«¿Marxismo-leninismo o trotskismo?» de 1969 ejemplifican bien la lucha del PCE (m-l)
contra el trotskismo de aquel entonces, téngase en cuenta que en estos documentos todavía
se nota la influencia del maoísmo en la organización.

El trotskismo como ocurre actualmente en otros lugares con algunos grupos eclécticos, a
veces no aparece bajo tal bandera, sino que se muestra en una mezcolanza entre troskismo
con elementos del castrismo, del maoismo, de la socialdemocracia clásica y demás, como era
el grupo Partido Comunista Internacional, por sus siglas PC(I), que más tarde daría pie al
tercermundista Partido del Trabajo de España (PTE) que acabaría en posiciones
abiertamente socialdemócratas, reintegrándose en el PCE o PSOE:

«El Partido Comunista Internacional» –anteriormente, «Unidad»–. Es un grupo surgido


en 1967 como un desgajamiento de la base del Partido revisionista [de Carrillo], primero
en Cataluña y después extendido a otras zonas. Camufla y oculta su idología trotskista –
pese a la cual ataca abiertamente a Stalin– y mezcla el trotskismo con una adoración
ciega al castrismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Cuadernos
marxista-leninistas, suplemento a «Revolución Española»; ¿Marxismo-leninismo o
trotskismo?, 1969)

En especial es de reseñar la denuncia de la mala comprensión en las alianzas del trotskismo,


negando el papel específico del campesinado y teniendo en cambio una inclinación por la
«violencia revolucionaria» basada sobre todo en un terrorismo individual, lo que es de un
franco aventurerismo:

«Pretender luchar seriamente contra la dictadura franquista y sus aliados yanquis sin
movilizar a todas las fuerzas objetivamente revolucionarias y de importancia
cualitativa y cuantitativa decisiva –como es concretamente el campesinado–, es puro
aventurerismo. (...) Ahora bien, si bien los trotskistas no niegan abiertamente la necesidad
de la revolución violenta, e incluso en algunos casos pretenden propugnarla, en sus
absurdos esquemas no entra en modo alguno la cuestión de la movilización de las masas
para la lucha armada y la guerra popular. De ahí su actitud hostil a la formación de un
verdadero frente revolucionarlo y patriota basado en la alianza obrero-campesina y de
las demás fuerzas populares y trabajadoras. Tal es él caso del llamado Partido
Comunista Internacional de innegable tendencia trotskista». (Partido Comunista de
España (marxista-leninista); Cuadernos marxista-leninistas, suplemento a «Revolución
Española»; Contra la dictadura fascista y la dominación yanqui; Forjemos el Frente
Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), 1971)

En cambio a la muerte de Elena Ódena, el PCE (m-l) liderado por Raúl Marco ha sido y es
condescendiente con tipo de revisionismos que antiguamente se combatían desde el partido.
La línea de demarcación en lo internacional entre marxistas y oportunistas fue borrada de
un plumazo.

Elena Ódena que apoyaba con determinación la lucha de los marxista-leninistas


nicaragüenses. Pero ya en una época tan temprana como 1986 Rául Marco y el resto de la
dirección del PCE (m-l), a tan solo un año del fallecimiento de Ódena, se atrevieron a
traicionar la lucha que los marxista-leninistas nicaragüenses estaban llevando a cabo contra
el partido pequeño burgués gobernante del Frente Sandinista de Liberación Nacional
(FSLN), caracterizado por los tres ejes de su política oportunista: pluralismo político,
economía mixta y no alineamiento. Un partido que además como se tipificó en la directriz
interna de la Dirección Nacional del FSLN del 20 de septiembre de 1979 tuvo el objetivo
directo de liquidar a los marxista-leninistas, persiguiendo pues su partido el Movimiento de
Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) el cual estaba hermanado con el PCE (m-l):

«El Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) no se andaba con


remilgos a la hora de criticar la política de los falsos revolucionarios –como debía ser–, y
eso como era normal tendría su respuesta –que entre sus formas podría entrar la
represión–. Y es que mientras el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)
pactaba con la burguesía y sus agrupaciones el futuro Estado burgués nicaragüense; el
mismo desarrolló ya desde los primeros días de gobierno una persecución y
encarcelamiento de los revolucionarios marxistas-leninistas del MAP-ML. (...) A la brutal
represión se le añadió la censura y cierre de su medio de comunicación, el periódico «El
Pueblo» –el director de este diario, Melvin Wallace Simpson, se convirtió en el «primer
preso político» en el post somocismo, le fueron negadas todas las garantías jurídicas, y se
le incomunicó con paradero desconocido–. También se procedió a la ilegalización de
organizaciones sindicales ligadas al mismo MAP-ML, es el caso del Frente Obrero. Esta
ley marcial aplicada al MAP-ML nunca se aplicó a la burguesía y sus tribunas, ni siquiera
en los momentos más álgidos de la guerra contrarrevolucionaria. Esto nos deja ver
claramente que el FSLN veía como enemigo a batir a la única organización que hacía un
planteamiento de clase proletario y revolucionario en lo referente a las tareas
apremiantes y futuras a resolver por la revolución triunfante. Como hemos visto el
Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) no se andaba con remilgos
a la hora de criticar la política de los falsos revolucionarios –como debía ser–, y eso como
era normal tendría su respuesta –que entre sus formas podría entrar la represión–. Y es
que mientras el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) pactaba con la
burguesía y sus agrupaciones el futuro Estado burgués nicaragüense; el mismo desarrolló
ya desde los primeros días de gobierno una persecución y encarcelamiento de los
revolucionarios marxistas-leninistas del MAP-ML». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue
de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus
procesos, 19 de julio del 2015)

Desde el órgano escrito del PCE (m-l), Raúl Marco habló al pueblo nicaragüense
advirtiéndole tanto de apoyar incondicionalmente al gobierno como de
los «superrevolucionarios» que magnifican los errores del gobierno, es decir atacó de forma
indirecta a los marxista-leninistas precisamente con los mismos epítetos que usaban
precisamente los sandinistas:

«Hoy, para este valeroso pueblo, las alabanzas incondicionales a las vacilaciones y
errores del gobierno son tan perniciosas como los ladridos de los superrevolucionarios que
olvidan las dificultades que atraviesa Nicaragua». (Vanguardia Obrera; #619, 4-10 de
febrero de 1986)

Descalificar como «superrevolucionarios, izquierdistas, anarquistas, blanquistas,


trotskistas» y demás epítetos a los verdaderos y valerosos marxista-leninistas ha sido una
táctica muy común de los revisionistas para desacreditarlos ante las masas:

«¿Dónde está el extremismo y el izquierdismo infantil del MAP-ML en denunciar cara a


cara al FSLN que por mucho que dijeran no existía un Estado «por encima de las clases»
ni una «democracia para todos»? ¿Dónde está el izquierdismo en preguntar si es para
ellos socialismo la economía mixta? ¿Dónde está el izquierdismo en preguntar si ellos se
adherían a la teoría imperialista del «no alineamiento» internacional que traiciona la
lucha por el socialismo y las luchas de liberación nacional a escala global? ¿Es más, en
qué obra Lenin tipificó que una denuncia tal del oportunismo pequeño burgués fuera
izquierdismo? ¿Acaso Ortega leyó la obra de Lenin: La enfermedad infantil del
«izquierdismo» en el comunismo de 1920, donde se denuncian estos conceptos de los
partidos llamados «demócratas pequeño burgueses» afiliados a la II Internacional?
¿Alguien acaso desconoce que para más inri: el FSLN forma parte de la heredera de la II
Internacional, la llamada Internacional Socialista?». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue
de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus
procesos, 19 de julio del 2015)

¿Como se iba a combatir esas «dificultades» que atravesaba el país sin combatir
esas «vacilaciones y errores» que provenían exclusivamente de la política gubernamental
nefasta y pequeño burguesa del FSLN?:

«Desde el 19 de julio de 1979, la pequeña burguesía sintetizada en el FSLN, ha demostrado


incapacidad no sólo para asumir las reformas democráticos-burguesas más consecuentes,
sino que incluso tampoco ha tenido la fortaleza política ni material necesarias, para
erradicar las instituciones oligárquicas heredadas, como en el caso de los latifundios, los
rentistas de viviendas y tierra, etc. (...) La pequeña burguesía, a través del programa de
Economía Mixta y Unidad Nacional, no ha podido más que ofrecer un programa de
reconstrucción de las relaciones capitalistas y en última instancia, del poder político de la
burguesía, a pesar de su discurso populista. (...) Ello explica el congelamiento de salarios,
la prohibición e ilegalización de la huelga obrera y de las tomas campesinas de tierras, el
aumento de los impuestos indirectos que recaen fundamentalmente en las masas
trabajadoras, la inflación incontrolada, la especulación en el mercado de productos
básicos, el aumento real de las jornadas de trabajo a través de diversos mecanismos, el
ordenamiento salarial que institucionaliza un sistema de congelamiento en el costo de la
fuerza de trabajo, etc., así como los subsidios a la gran producción privada, la
condonación de deudas a los capitalistas, los incentivos fiscales a las grandes empresas
privadas, la política preferencial de divisas hacia la burguesía, la política crediticia a
favor de los grandes productores». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista;
Plan de lucha, agosto de 1984)

El tiempo le dio la razón a los marxista-leninistas nicaragüenses y al resto de


revolucionarios del exterior críticos con la deriva del gobierno, en cambio dejó en cueros a
los demagogos como Daniel Ortega o Raúl Marco. Pero a éste último le dio igual y ha
seguido apoyando al FSLN tras su vuelta al poder vía electoral con epítetos como:

«El gobierno antiimperialista de Daniel Ortega. (...) La política del presidente Daniel
Ortega de lucha contra la pobreza, por la justicia social y la soberanía nacional».
(Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-l); Nº24, Manifiesto mundial a favor de la
Nicaragua Sandinista, 2009)

¿Antiimperialista alguien como Ortega que dirige el país según le dice el FMI? ¿Alcanzando
niveles de corrupción, nepotismo y pobreza tremebundos? Es un gobierno que se basa en:

«La idea de que «la inversión extranjera genera trabajo y desarrollo para el país». (...) El
pensamiento de que «el país se puede y debe apoyarse en organismos capitalistas
internacionales como el FMI para regular su economía»: desde la vuelta del FSLN al
gobierno de Nicaragua el Fondo Monetario Internacional (FMI) no ha reducido su
influencia en la economía nicaragüense alentada durante los gobiernos neoliberales, de
hecho esta sigue girando en torno a las exigencias de esa institución. (...) Según Wealth-X,
en 2013 el patrimonio del conjunto de la clase burguesa nicaragüense ha crecido en un
20%, al tiempo que el número de supermillonarios ha pasado de 180 a 190 –un 4% más
desde el 2012– tomando en consideración que los que reciben este apelativo tienen de
patrimonio activo 26 millones de dólares o más; no incluye el patrimonio pasivo como
obras de arte, vivienda, etc. Pero agreguemos otros datos, según FIDEG el 42,7% de la
población se encuentra inmerso en la pobreza y el 7,6 % bajo el flagelo de la extrema
pobreza –que viven con menos de un dólar al día–. Esto arroja una verdad
incontrovertible, y es que el conjunto de la fuerza productiva del país y el resultado de ese
trabajo, el plus valor, sigue siendo usurpado por la clase dominante en detrimento de las
mayorías, o lo que es lo mismo, hay un marco político-económico que permite esa
parasitaria usurpación». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular
Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)

De nuevo se ve la catadura oportunista de Raúl Marco, que dice combatir las expresiones del
posmodernismo, el cuidadanismo y el «socialismo del siglo XXI» en España como Podemos,
pero en cambio apoya a sus aliados y referentes. ¡¡¡Es más la mistificación que hace el PCE
(m-l) de la Nicaragua de los 80 no se diferencia nada de la propaganda a favor del FSLN que
los socialdemócratas-trotskizantes de Izquierda Anticapitalista (IA) ahora integrados en
Podemos –veáse la obra de IA: «Revolución Sandinista»–!!! Y todo eso en momentos en que
en pleno siglo XXI el pueblo nicaragüense sufre unas medidas neoliberales y una represión
brutal, que solo es semejante a la de los peores años del somocismo.

El PCE (m-l) actual de Raúl Marco, en sus artículos ha rehabilitado al revisionismo soviético
y el revisionismo cubano.

En un artículo del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario de Brasil que
publicaron en su órgano de expresión Octubre, leemos como en su prensa se calificó de
«campo socialista» al bloque de países y zonas de influencias de la URSS socialimperialista:

«La dirección declaró el carácter socialista de la revolución y el pueblo de Cuba conquistó


su verdadera independencia. Inmediatamente los EEUU declararon el bloqueo económico.
El pueblo cubano compensó esta medida estableciendo relaciones comerciales de nuevo
tipo con el bloque socialista, al unirse al Consejo de Asistencia Económica Mutua
(CAME)». (Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-l); Nº23, Revolución Cubana: ¡50
años de independencia y democracia para los trabjadores!, 2009)

Todos los partidos oportunistas, incluido los maoístas, pese a su verborrea sobre la lucha
contra el revisionismo, rehabilitaron al revisionismo soviético con este tipo de teorías que
justificaban a la dirección soviética del PCUS como internacionalista e incluso socialista.
Esto puede verse en el ultraoportunista PCE (r) que llegó no solo a apoyar a la URSS de
Brézhnev sino la Perestroika de Gorbachov. Raúl Marco, ensuciaría las siglas del PCE (m-l)
rehabilitando vergonzosamente a una corriente contra la que precisamente el PCE (m-l)
nació combatiendo.

¿Pero qué supuso en realidad para Cuba la integración en el CAME manejado por los
socialimperialistas soviéticos?:

«El precio del renovado apoyo soviético fue una cierta descentralización de la toma de
decisiones económicas y la introducción de una gama limitada de los mecanismos de
mercado. Desde el comienzo de los años 70, los dirigentes cubanos trataron de reformar
las estructuras económicas y políticas de Cuba para dar cabida al nuevo modelo. (...) Las
reformas que siguieron en la primera mitad de la década los 70 en Cuba iban en
consonancia con la línea de la Unión Soviética, bajo la cooperación de numerosos asesores
soviéticos se reestructuraron los organismos y empresas económicas de Cuba. Una
Comisión soviético-cubana se creó en diciembre de 1970 para coordinar el uso de la ayuda
soviética, y dos años más tarde, Cuba se convirtió en un miembro de pleno del mercado
común del bloque soviético, el CAME –Consejo de Ayuda Mutua Económica–. Un nuevo
sistema de gestión económica se estableció progresivamente en los años 70, y estaba en
pleno funcionamiento a finales de la década. Se introdujeron un cierto grado de
responsabilidad financiera, la rentabilidad, así como la introducción de una amplia gama
de incentivos materiales. (...) Fidel Castro no fue parco en sus ataques a la excesiva
centralización en la planificación económica los administradores de la empresa se les dio
mayor poder de toma de decisiones a nivel de las empresas individuales». (Sebastian
Balfour; Castro, 1990)

Gran parte de los pequeños articulillos del actual PCE (m-l) versan en una lacayuna
propaganda hacia el revisionismo cubano siguiendo el ejemplo de infinidad de partidos
revisionistas contemporáneos sin personalidad alguna. A finales de los 80 Raúl Marco
rehabilitó el castro-guevarismo siguiendo los pasos de otros partidos que iban degenerando
como el Partido Comunista de Colombia Marxista-leninista, además aprovechando este giro
procubano se granjeó la confianza de intelectuales, pequeño burgueses y algunos viejos
exmilitantes que se habían separado del PCE (m-l) y que ya naufragaban por el
socialdemocratismo y simpatizaban con el tercermundismo. Este es el caso de gente Carlos
Hermida que pese a su aura de historiador realmente es conocido por sus odas históricas al
revisionismo del siglo XX en sus escritos, o Lorenzo Peña exmilitante del viejo PCE (m-l)
hasta 1972, siendo precisamente duramente criticado por Elena Ódena en sus escritos por
su derechismo. Este último caso es significativo de que el PCE (m-l) se ha convertido en un
circo donde todo el mundo, a cada cual más esperpéntico, puede entrar y salir mientras sea
rentable para el espectáculo. Desde hace décadas Lorenzo Peña mantiene un rechazo
confeso al marxismo y un abierto republicanismo reformista pequeño burgués republicano,
pero ni eso, ni los insultos que él dedica a Elena Ódena en su autobiografía le ha impedido
colaborar con Raúl Marco y el actual PCE (m-l) en diversas ocasiones, de hecho reconoció
que para él, el PCE (m-l) estuvo vetado de hasta que se convirtió en 1990 en un partido
procubano:

«Por mi parte, sin compartir necesariamente sus ideas, he deseado y sigo deseando éxitos
a ese nuevo PCEml. Al margen de los dogmas, podemos converger en bastantes cosas: la
bandera tricolor y la República; la defensa del socialismo cubano y del proceso de
transformación social venezolano». (Lorenzo Peña; Amarga juventud: Un ensayo de
egohistoria, 2014)

Actualmente también ha difundido la tesis idealista que «era un error calificar a la URSS de
después de Stalin como capitalista y socialimperialista» y que por tanto «el PCE (m-l) se
equivocó». Este tipo de teorías fueron popularizadas en especial a mediados de los 90 tras el
desmantelamiento de la URSS capitalista y revisionista, cuando los diversos renegados de
distinto pelaje empezaron a sentir nostalgia de un centro revisionista como el de la URSS,
muchos nuevos renegados que venían de las filas de partidos marxista-leninistas, tomaron
como suya dicha idea sin el menor análisis, por mera idealización. Acorde a este tipo de
afirmaciones sacamos nuestro documento: «Algunas cuestiones económicas sobre la
restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista» de 2016
donde analizamos dicha teoría. En la introducción dijimos:

«El siguiente texto es resultado del tronco central de una carta de un miembro del Equipo
de Bitácora (M-L) a un ex militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
que estuvo en la organización hasta inicios de los años 70 cuyo nombre no revelaremos.
Dicho sujeto sostiene que la restauración del capitalismo en la Unión Soviética se dio hasta
1991, aludiendo pues que los albaneses y otros marxista-leninistas de los 60 y 70 como el
PCE (m-l) de la época se equivocaban al hablar de restauración del capitalismo y
calificarlo de socialimperialista.

Esta carta tenía como propósito pues, desmontar esa defensa de la Unión Soviética de
1953-1991 como país socialista e internacionalista que gran parte de los seguidores del
revisionismo soviético han querido pintar. Hemos reescrito y ampliado notablemente
algunas partes para hacerlas entendibles al lector, para hacer que el documento sea más
didáctico.

Queremos dejar claro que el motivo de lanzamiento del documento es ese: la repulsa que
nos produce encontrarnos con relativa facilidad con apologistas del revisionismo
soviético, en parte, por culpa de los marxista-leninistas que no han sabido derribar ese
mito». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas cuestiones económicas sobre la restauración
del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista, 2016)

Por si a alguien le deja dudas la posición política de Lorenzo Peña, él mismo como supimos
de primera mano, ve con buenos ojos la política desarrollada por Earl Browder al que
califica de «combatiente comunista heroico, uno de los más dignos», así mismo se apena de
que el PCE (m-l) no prestara más atención a los cuatro volúmenes de Obras Escogidas de
Mao Zedong, como se ve en su autobiografía ya citada. Como se puede observar, es todo un
apologista de las mayores figuras revisionistas, incluso con todo el material que existe para
que este señor se informarse. ¿A que se dedicaba Peña durante finales de los 90? A
proclamar pese a sus leves «divergencias» con el PCE, que pese a todo:
«Mientras el PCE no se disuelva ni abandone su nombre, persiste un pequeño resquicio de
esperanza de que algún día rectifique sus errores; y no existe –ni creo que sea hoy
viable– ninguna alternativa organizativa seria y atractiva para quienes tenemos ideas
comunistas en España». (Lorenzo Peña; Aclaraciones sobre mis posiciones políticas, 1999)

¡¡¡Es decir para este idealista, mientras un partido conserve sus colores, símbolos y nombre,
todavía hay esperanza!!! Incluso autolegitima a estos renegados de clase y su plataforma
como «alternativa organizativa seria» pese a sus traiciones teórico-prácticas.

¿Que significa que un hombre como Lorenzo Peña volviera a las tribunas de los periódicos
del PCE (m-l) a partir de 1990? Que Raúl Marco, líder del nuevo PCE (m-l) pretendía y
pretende aunar en su partido a todo tipo de renegados con los que puede coincidir en su
línea oportunista, hasta los deja publicar en su partido con tal de ganar su influencia y
simpatías entre los círculos intelectualoides más reformistas.

En el PCE (m-l) de 1990-1992 y de 2006-2016 se atreven de hablar de socialismo en Cuba


como hemos visto en sus publicaciones, y dice que el restablecimiento de relaciones cubano-
estadounidenses es un triunfo de los Castro, como dice toda la buda propaganda cubana:

«La reanudación de las relaciones diplomáticas es un hecho muy importante para ambos
pueblos, pero eso no significa que Estados Unidos haya renunciado al objetivo de acabar
con la revolución socialista. (...) El PCE (m-l), que siempre ha denunciado la injerencia
estadounidense y ha mostrado su solidaridad con la revolución cubana, se congratula de
esta victoria del pueblo cubano, que es la victoria de todos los pueblos del mundo que
luchan contra el imperialismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Nº78, Cuba una derrota del imperialismo estadounidense, 2015)

Esto tiene el mismo sentido que cuando las entrevistas de Nixon y Mao eran recibidas por
los maoístas más fanáticos del mundo como «una evidencia del triunfo de la política del
Gran Timonel, y del fracaso del imperialismo yankee», una ridiculez vaya.

La actual dirección manda mensajes de condolencias al gobierno cubano ante la muerte del
revisionista Fidel Castro agradeciendole ser «ejemplo a seguir para los pueblos de América
Latina» y haber «recuperado la soberanía nacional»:

«El Partido Comunista de España (marxista-leninista) lamenta profundamente la muerte


de Fidel Castro y expresa su solidaridad con el gobierno y el pueblo cubanos en estos
momentos difíciles y dolorosos. (...) Fidel Castro será siempre recordado como el hombre,
el dirigente y el revolucionario que, con el sacrificio y el esfuerzo de todo el pueblo
cubano, recuperó para su país la dignidad y la soberanía nacional. (...) Un ejemplo a
seguir para los pueblos de América Latina y del resto de continentes». (Partido Comunista
de España (marxista-leninista); Comunicado sobre la muerte del compañero Fidel Castro,
26 de noviembre de 2016)

¿Podemos hablar de socialismo en Cuba bajo un sistema económico como el suyo?:

«Hoy la defensa del revisionismo cubano deja en ridículo todavía más a sus tristes
defensores. Los dominados por el falso mito de la «Cuba socialista» nos intentan
argumentar que las reformas en Cuba, entre ellas la implementación del
«cuentapropista» , la «autogestión» o la masiva entrada de capital extranjero en la
economía son reformas «dentro del marco del socialismo» y reformas necesarias. (...) Los
planteamientos sobre la búsqueda de la «rentabilidad económica» o la
«descentralización» en la economía, son eslóganes que ya llevan presentando los
economistas cubanos desde ni se sabe, y que ni siquiera se diferencian formalmente de los
argumentos del revisionismo soviético o chino cuando han introducido reformas
económicas similares. Estos eslóganes en realidad ya habían sido puestos en práctica
muchas décadas antes, cuando las reformas económicas cubanas de los 70 fueron al son
de las introducidas en la Unión Soviética de Leonid Brézhnev. (...) La Habana estuvo
adherida –sin fisuras– a las teorías económicas y política económica desarrollada por el
jruschovismo-brezhnevismo –sus teorías hoy prevalecen en el Partido Comunista de Cuba
y no sólo en el ámbito económico–». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del
«socialismo del siglo XXI», 2013)

¿Ha sido Fidel Castro un antiimperialista en el que fijarse?:

«Cuando [Fidel] habla de la posibilidad de nuevas guerras, el dirigente cubano comenta


que existen dos bloques más o menos diferenciados al que hace mención –Rusia y China de
una parte, y Estados Unidos y la Unión Europea de la otra–, ambos con sus respectivos
países lacayos y aliados, pero no es verdad lo que quiere hacernos creer que solo un
bloque imperialista –el estadounidense– supone una amenaza contra los pueblos para su
independencia estatal, para su soberanía económica y una amenaza para la paz mundial.
Los países líderes de estos bloques no albergan contradicciones antagónicas entre un
bloque imperialista y otro antiimperialista, sino que se trata de contradicciones
interimperialistas entre bloques imperialistas competidores. Aunque como decimos
tampoco es que el líder cubano haya mostrado alguna vez tener los conocimientos teóricos
como para saber discernir tal cuestión. Fidel Castro en el siglo pasado fue el gramófono
del socialimperialismo soviético al que estaba ligado económicamente cuando éste se
encontraba en pugna contra el otro bloque imperialista liderado por los Estados Unidos; y
ahora lo es de los países imperialistas a los que está atado igualmente, no deberíamos
molestarnos en saber si Fidel Castro realmente se da cuenta o no del carácter imperialista
de los países a los que hace propaganda, sino que nos basta con el hecho de que comete tal
felonía. Además, el mensaje de los revisionistas cubanos significa una arenga al
proletariado mundial a basar sus esperanzas de mantener la paz en la dirección de las
clases burguesas de los países imperialistas competidores del imperialismo
estadounidense, algo erróneo a todas luces. (...) ¿Para más inri, alguien ha visto acaso a
Castro u otro representante del gobierno cubano condenar los lineamientos ideológicos
antimarxistas del revisionismo moderno del llamado «socialismo del siglo XXI», que
además son países inundados por las multinacionales y los proyectos con potencias
imperialistas? Nadie». (Equipo de Bitácora (M-L); Crítica a la última broma de Fidel
Castro en el 70 aniversario de la victoria soviética sobre el fascismo, 9 de mayo de 2015)

¿Es permisible decir que Cuba es antiimperialista o una neocolonia más del engranaje
imperialista?:

«Desde finales de los 80 Cuba permitió la entrada de capital extranjero para equilibrar su
balanza comercial deficitaria, en base a esto a ido reformando su ley de inversiones en
1995 y más adelante. Actualmente si bien no está neocolonizada por el capital
estadounidense, sí lo está por otros imperialismos. (...) Muchos de los admiradores del
modelo cubano, argumentaban que esto era algo temporal, que en cuanto se repusiera de
la crisis económica que se arrastraba de los 90 y cuando el modelo se actualizara, en Cuba
paulatinamente se iría eliminando la presencia de compañías imperialistas. Pero
actualmente no solo se ha mantenimiento sino que se ha profundizado la tendencia hacia
la promoción de la «inversión extranjera» para «alcanzar el crecimiento requerido».
(...) Los revisionistas cubanos dependen tanto de la inversión extranjera para cubrir las
pérdidas de su desastroso modelo económico que se han llegado a definir en los
documentos referidos al VIIº Congreso a la inversión extranjera como parte esencial para
el desarrollo del país y en particular de los sectores estratégicos. (...) Se ha tratado
de promover intentos de renegociación de las deudas –que alcanza a cerca del 30% del
PIB– y de la consecución de nuevos créditos en «mejores condiciones». (Equipo de
Bitácora (M-L); Reflexiones sobre el VIIº Congreso del Partido «Comunista» de Cuba y su
línea económica, 13 de agosto de 2016)

Por supuesto siendo procubanos hablar de una lucha coherente del actual PCE (m-l) contra
el trotskismo, es hablar de tonterías:

«5) Para algunos otros, la lucha contra el trotskismo presupone –lo reconozcan en la
teoría o no– la única lucha ideológica contra el revisionismo –como demuestra su
praxis–, suelen ignorar e incluso condenar la lucha del resto de marxista-leninistas contra
otras corrientes revisionistas que no sea el trotskismo. Y de hecho se llega a la estupidez
extrema de criticar al trotskismo, sus tesis, autores y movimientos, cuando como ya
decíamos, dichos elementos a la vez apoyan a corrientes, figuras y regímenes
enormemente influenciados por el trotskismo, a veces incluso reconocidos como fuentes
teóricas de revisionismos como el: yugoslavo, chino, cubano, soviético, eurocomunista, el
«socialismo del siglo XXI», etc.

De ahí que por ejemplo que veamos a los hooligans del revisionismo cubano hablar contra
el trotskismo e incluso insultar las opiniones y posiciones marxista-leninistas bajo
calificaciones de que «es una opinión trotskista», cuando lo cierto es que el único
trotskismo que se practica es el de «su» régimen cubano el cual es conocido por recibir y
publicitar a autores trotskistas como Eduardo Galeano, Santiago Alba Rico, Marta
Harnecker, Atilio Borón, Néstor Kohan, Ignacio Ramonet o Celia Hart; llegando al
extremo de financiar abiertamente al trotskismo y sus representantes como hace la
editorial Ciencias Políticas, que publica libros de análisis trotskistas con introducciones de
Alan Wood. Aunque de hecho nos resulta menos extraño cuando vemos a trotskistas en el
gobierno cubano: es el caso del ex ministro de cultura cubano Abiel Prieto. O que en
España el grupo trotskista por antonomasia Izquierda Anticapitalista hable de la
«dinámica anti-imperialista, y el carácter nacional, popular, socialista de la revolución de
1959» (sic)». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el falso antitrotskismo, 3 de enero de 2017)

En una de las ponencias para la buscar la unidad con los maoístas de Unión Proletaria, éstos
publicaron las impresiones que los líderes PCE (m-l) les dieron a respecto de Corea del
Norte:

«Los dirigentes del PCE (m-l) brindan su solidaridad antiimperialista a la República de


Cuba –tal vez debido a que en España el movimiento de apoyo a Cuba es particularmente
fuerte, a que compartimos una lengua y una historia, etc.–, pero evitan generalmente
darle un carácter proletario, socialista. De Vietnam o Laos, ni siquiera hablan». (Unión
Proletaria; El PCE (m-l) y la unidad de los comunistas, 21 de septiembre de 2011)

¿Como puede ser que un partido marxista-leninista no tenga un posicionamiento ante


países revisionistas como Laos y sobre todo la archifamosa Vietnam? Falta de información o
cobardía ante la hegemonía revisionista:

«En cuanto a la R.P.D. de Corea, [los líderes del PCE (m-l)] dicen que nunca la han
criticado públicamente «para no perjudicar de cierta manera, a un país que se opone al
imperialismo, que lucha por mantener su independencia, que está rodeado por países
enemigos, que trata de crear buenas condiciones de vida para el pueblo, que desarrolla la
educación, la sanidad, etc. No sólo no lo hemos criticado públicamente, sino que
públicamente lo hemos defendido y lo seguimos haciendo. (…) Mas esta justa posición no
puede llevarnos a ignorar las posiciones ideológicas de ese partido, a juicio nuestro
erróneas». (Unión Proletaria; El PCE (m-l) y la unidad de los comunistas, 21 de
septiembre de 2011)

Desde luego estas declaraciones de los dirigentes del PCE (m-l) a sus amigos maoístas no
pueden ser más estúpidas, solamente cabe en la mente de un revisionista decir que no se
critica a un país revisionista porque «puede perjudicarle»:

«Algunos vacilantes-oportunistas que se dicen «marxista-leninistas» reclaman piedad y


compasión para los regímenes burgueses y capitalistas de carácter revisionista como
podrían ser Cuba, Vietnam, China, Corea del Norte, y un largo etc., piden a los marxista-
leninistas y sus partidos que se apiaden de condenar en sus escritos a estos gobiernos, a
estos líderes, a estos partidos. Aquí encontramos una serie de personajes y teorías que
evidencian el antimarxismo de estos variopintos abogados de los regímenes
revisionistas: 1) Los que dicen que no hay que atacar estos regímenes ya que según ellos
pese a su revisionismo actual son países socialistas; es decir, son aquellos que creen que
pese a ser líderes revisionistas, tener un partido revisionista, se puede construir el
socialismo como antaño decían los pro revisionismo soviético en los 70 u 80; 2) Los que
dicen que no hay que atacar a estos regímenes porque son una alternativa al «capitalismo
clásico» y que más bien habría que apoyarlos con ahínco. Si siguiéramos este hilo de
pensamiento habría que apoyar también al «modelo escandinavo», al «socialismo del
siglo XXI», o a otros movimientos reformistas o anarquistas que también son alternativa
del capitalismo más «asesino» –por así decirlo– como podría ser el neoliberalismo,
¿dónde acabaría el apoyo a estos modelos, en el último estadio de modelo económico
capitalista más reaccionario? ¿El corporativismo fascista? ¿El resto serían
«aprovechables» y «merecedores de apoyo»?; 3) Los que dicen que no hay que atacarlos
porque son bastiones antiimperialistas. No obstante, en su línea de pensamiento
antiimperialista borran el contenido de clase, niegan que el verdadero antiimperialismo
sólo puede ser ejercido por la clase obrera en el poder, desde el punto de vista marxista-
leninista que sabe que el genuino antiimperialismo de un Estado va unido y sólo puede ser
garantizado a través de la revolución social que es la revolución proletaria, y además, en
tal afirmación, ignoran, como si nada, la evidencia de que estos regímenes en el mejor de
los casos luchan contra un imperialismo u varios, pero están ligados a otro o a muchos
otros, y muchas veces, cambian de un bloque imperialista a otro según convenga a la
camarilla burguesa-pequeñoburguesa que detenta el poder; 4) Los que dicen que sería un
golpe para el movimiento marxista-leninista la caída dominó de estos regímenes; craso
error, jamás puede ser perjudicial para la ideología y objetivos marxista-leninistas la
caída de gobiernos burgueses capitalistas, que entre su política, economía y cultura
trabajaban por perpetuar el revisionismo. Al revés, estos gobernantes que se esfuerzan
por disfrazar sus ideas burguesas-capitalistas bajo ropajes proletarios-marxistas,
logrando con sus acciones desacreditar al verdadero comunismo; por el contrario, cuanto
más tiempo sigan existiendo estas sedes mundiales del revisionismo más tiempo, más
herramientas y más recursos tendrán para propagar el ideario revisionista-burgués a
nivel local e internacional, y por lo tanto más difícil se hará a los marxista-leninistas
rechazar estas mistificaciones que han sido inculcadas en las masas trabajadoras de su
país y de otros países, clichés que como hemos afirmado y demostrado, han sido
inoculados como si fueran inherentes a la teoría y práctica del marxismo-leninismo».
(Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la
institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

¿Cómo puede ser que un pretendido partido marxista-leninista apoye a los países
del «socialismo del siglo XXI» como «países socialistas» o en «vías al socialismo»? ¿Como
se puede quejar el actual PCE (m-l) del PCE y su herencia eurocomunista y apoyar estos
engendros revisionistas?:

«Los acuerdos de cooperación firmados con Cuba muy recientemente, son un ejemplo de
iniciativas que no sólo contribuyen a fortalecer la posición venezolana frente a las
presiones exteriores, sino que ciertamente podrían facilitar el camino a la revolución
socialista y su expansión sudamericana». (Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-l);
Nº13, Venezuela: la derrota del referéndum aclara el camino al socialismo, 2008)

¿Qué son en realidad los países del «socialismo del siglo XXI» en lo económico?:

«Ciertos ideólogos encuadrados dentro del «socialismo del siglo XXI», y en el caso del
nicaragüense, utilizan tesis de varios revisionismos –como el chino, yugoslavo o el
eurocomunista– para engañar a las masas populares en cuanto a la economía. Citemos
las concepciones más comunes 1) Los que defienden que el capitalismo de Estado es igual a
socialismo: entendamos que la mera nacionalización de empresas, o de un tanto por
ciento de de las mismas, no significa crear el sector socialista. En esas empresas estatales
continúan rigiendo las relaciones de producción capitalistas, y en el caso de las mixtas –
parte sector estatal y parte sector burgués o privado– es peor aún, en ellas sigue
existiendo una apropiación por parte del empresario aunque un tanto por ciento de la
empresa ahora sea estatal debido a que ha sido recuperada para el Estado; en estos casos
el Estado siguen reportando grandes rentas extras al ex propietario o propietarios
privados por tal operación; o lo que es lo mismo, hay continuidad en la apropiación
parasitaria del plus valor. 2) También se recurre a tesis del revisionismo yugoslavo, quién
a su vez copió en su día las tesis del anarco-sindicalismo para convencer a las masas que
la propiedad estatal es una forma «indirecta de la propiedad colectiva», ergo dicen que la
forma directa sería la autogestión empresarial, la cual reniega abiertamente de cualquier
plan centralizado a escala nacional y no hace distinción entre las clases trabajadoras,
negando una vez más el papel protagónico a la clase obrera. 3) Se recupera la teoría del
anarquismo, luego copiada por el revisionismo estadounidense y el revisionismo chino –
añádase su variante vietnamita–, y actualmente en auge entre el revisionismo cubano: de
que existe un capitalismo bueno, o sea el capitalismo no monopolista, de pequeñas y
medianas empresas, a partir de ahí los ideólogos y defensores del «socialismo del siglo
XXI» se pierden en la búsqueda de un capitalismo «productivo». 4) De igual modo, los
seguidores del «socialismo del siglo XXI» copian otro modelo del revisionismo yugoslavo,
chino o cubano en lo concerniente al capital extranjero. Por ejemplo en la creación de
empresas mixtas con capital de los países imperialistas, estos aluden que al tener el 51% de
la empresa, no se incurre en una explotación de los obreros de la empresa, estupidez
donde las haya, porque gran parte del esfuerzo del obrero no es puesto a disposición del
presunto Estado socialista y este se reporta directamente al imperialismo como beneficio,
sin contar con el hecho de que el imperialismo está obteniendo superganancias desde el
mismo momento en que invierte su capital exportado en un país con unos costos de
producción mucho más baratos en comparación a los existentes en el propio país. 5) La
idea general del liberalismo y del neoliberalismo, que debido a la «globalización», países
del tipo como Nicaragua, solo pueden aspirar a «luchar respetando el juego» del sistema
capitalista y que solo pueden regular su economía en base a los contratos, pactos y
concesiones a los organismos internacionales, que de otro modo estarían condenados a la
ruina económica». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular
Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)

¿Es acaso la unidad de los países «socialismo del siglo XXI» y otros gobiernos
latinoamericanos una unión antiimperialista regional?:

«[Se] habla de «repartición de las riquezas» y «nuevo orden económico» sin darle un
carácter de clase, sin un carácter marxista-leninista, meramente abstracto como si se
pudiera hacer bajo regímenes capitalistas liberales, neoliberales, o los de «democracia
protagónica» del «socialismo del siglo XXI» –todos ellos expresiones de una democracia
burguesa y sus mecanismos–. Estos revisionistas hablan como si por ejemplo el monopolio
de la industria o los avances tecnológicos se cedieran entre países capitalistas los cuales
precisamente compiten y especulan con tal industria y con tales patentes tecnológicas,
demuestran con ello que no entiende el carácter de la sociedad en que vivimos, el
imperialismo, fase superior del capitalismo, y que los países capitalistas evolucionan en
base a la voracidad de sus sistemas que no da lugar a repartimiento de riquezas sino al
monopolio, búsqueda de mercados, mera supervivencia a base del pisoteo de la
competencia». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas reflexiones sobre los discursos en la
VII Cumbre de las Américas, 24 de abril de 2015)

¡¡¡He incluso ahora en el PCE (m-l) se atreven a decir que en China alguna vez hubo
socialismo reivindicando la época maoísta!!!:

«El papel de Estados como China o Rusia que en su día encabezaron procesos de
construcción del socialismo». (Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-l); Nº87, El
papel de los comunistas para superar la confusión en la izquierda, 2015)

Con razón el actual PCE (m-l) no ha publicado ni un solo documento de la época en que el
partido realizó una autocrítica maoísta entre 1978 y 1979. Se arrepienten de su crítica al
maoísmo, porque ven en sus esquemas un modelo a seguir como Carrillo en su día.

El patetismo del actual PCE (m-l) ha llegado hasta tomar a SYRIZA como referencia de
lucha antimonopólica, antiimperialista, ¡¡¡y hasta de partido de referencia marxista!!!:

«Para empezar, Syriza surge a partir de organizaciones de la izquierda, y desde el


principio se reivindicó de la «izquierda radical». Y, pese a que el congreso de 2013
significó la disolución de los partidos que la integran, no sólo no ha ocultado su ideología,
sino que ha hecho bandera de ella: así, basa su crecimiento en el acercamiento de nuevos
sectores sociales a las ideas de «la izquierda plural y radical», y no en la ambigüedad y el
rechazo a los principios ideológicos de clase. De hecho, en su declaración de principios de
2013, Syriza se reclama «un partido fundado sobre el pensamiento marxista y la larga
historia del pensamiento emancipatorio, que trata de avanzar teniendo en cuenta todo
este importante aporte teórico», y que pretende la «organización de una sociedad basada
en la propiedad y gestión social de los medios de producción». (Partido Comunista de
España (marxista-leninista); Nº78, En defensa del pueblo griego y su soberanía, 22 de
enero de 2015)

¿Como se puede criticar a Podemos en España y apoyar a su versión griega?

En realidad nuestro viejo revisionsita Raúl Marco no acertó en caracterizar a este grupo en
ninguno de los temas que aquí comenta, y se creyó toda la propaganda de Alexis Tsipras.
Nosotros ya refutamos estas ilusiones sobre SYRIZA en nuestros documentos: «Syriza y la
euforia de la llamada «izquierda» del 28 de enero de 2015, y en «¿Es Alexis Tsipras el
nuevo Enrico Berlinguer?» del 1 de marzo de 2015. Y nuestros pronósticos al poco tiempo se
vieron confirmados en: «La segunda «bajada de pantalones» de SYRIZA y la respuesta
espontánea del pueblo griego» del 16 de julio de 2015.

Y el seguidismo y el apoyo directo y propagandístico a no acaba aquí: hemos visto como el


PCE (m-l) apoya al PCOF, a Evo Morales, a las FARC-EP y a casi cualquier cosa que se diga
revolucionaria o antiimperialista. Reivindican también a Rosa Luxemburgo, a Gramsci.

Se concluye que mientras Elena Ódena fue un ejemplo de internacionalismo proletario, de


criticismo sopesado reflejado en una lucha contra revisionistas abiertos y emboscados; Raul
Marco en cambio ha sido un oportunista, y finalmente se ha destapado como un traidor a las
causas del proletariado, un agente del imperialismo y la viva expresión del extremo
eclecticismo en materia de alianzas y apoyos internacionales. Algo clásico dentro del
revisionismo, y no puede ser de otra forma, pues la línea nacional oportunista siempre se
junta o se acaba juntando con la línea internacional oportunista:

«El revisionismo históricamente, y sus partidos en particular, no erraban sólo en cuanto a


las relaciones y problemas de su política interior, sino que en la política exterior, y esto
incluía las relaciones con otros partidos, los partidos revisionista han incluido y se han
caracterizado siempre en sus acciones por el apoyo o reconciliación con partidos
revisionistas de otras ramas, aunque a veces estas no tuvieran mucho en común o tuvieras
serias contradicciones por intereses contrapuestos, de aquí que digamos que son
oportunistas y que digamos que los revisionistas casi siempre van en paralelo para
destruir y remplazar el marxismo-leninismo. ¿Lo dudan? Sírvanse leyendo durante el
documento y vean por ejemplo las relaciones bilaterales entre el revisionismo coreano y el
revisionismo español, Kim Il Sung y Santiago Carrillo para entender lo que afirmamos».
(Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la
institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

La línea política internacional del PCE (m-l) de la actualidad es un absoluto caos de


contradicciones, confusión y eclecticismo, no se puede tomar en serio, demuestra que sus
líderes son tan volubles en sus posiciones como las hojas movidas por el viento.
Alianzas revolucionarias con los revolucionarios honrados vs Alianzas
oportunistas con los cabecillas reaccionarios

En el IIº Congreso del PCE (m-l) de 1977 se decía con toda justeza:

«Es preciso hoy tener la máxima claridad sobre la cuestión del revisionismo y combatir
todas sus manifestaciones. Revisionismo no es solamente renegar de los principios del
marxismo, renunciar a la dictadura del proletariado y a la revolución violenta,
revisionismo es también predicar la unidad con los revisionistas descarados, revisionismo
es también no tener una práctica consecuentemente revolucionaria, por muchas frases
marxista-leninistas que se pronuncien y por muchas poses revolucionarias que se quieran
tomar». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº
Congreso del PCE (m-l), 1977)

Elena Ódena siempre fue clara en que las alianzas del partido debía de ser con los elementos
de base que eran combatientes y revolucionarios, criticando a la vez la actitud oportunista
de sus cabecillas:

«Nuestra política, pues, es la desenmascarar y aislar firmemente a tos cabecillas


oportunistas de los distintos grupos, manteniendo una clara línea de demarcación en
todas las cuestiones de principios, y la de acercarnos y discutir camaraderilmente con los
elementos honrados de su base». (Elena Ódena; Unidad con todos los revolucionarios y
lucha contra los oportunistas, 1973)

Buscando la unidad principalmente con su base con el objetivo de lograr propósitos


conjuntos en intereses de los trabajadores, y atraer así a los elementos rescatables:

«La lucha entre el marxismo-leninismo y el revisionismo es una manifestación más de la


lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Por consiguiente, los marxista-
leninistas debemos rechazar toda unidad y colaboración con los cabecillas revisionistas –
a los que no hay que confundir con los elementos honrados que aún quedan en su base–, y
por el contrario debemos combatirlos más y más». (Documentos del Iº Congreso del PCE
(m-l), 1973)

En la política sindical, se pensaba de igual forma, destacando como debía de ser la lucha en
el frente sindical:

«Vivimos unos momentos en que las corrientes oportunistas están siendo cada vez más un
instrumento de la patronal y del gobierno reaccionario, del poder reaccionario, de la clase
capitalista. (…) En todo el periodo de la transición hemos podido confirmar esto día a día
y paso a paso a través de todos los pactos y acuerdos que estas centrales sindicales
amarillas (verticalistas, por así decirlo) han pactado directamente con el pode
reaccionario, han vendido de arriba abajo a la clase obrera. Están apoyados firmemente
por todo el aparato estatal y por toda la patronal. Es evidente que en esas condiciones,
pensar que es posible cambiar la dirección, conquistar la dirección de estos sindicatos, es
francamente utópico y hubiera sido una traición por parte del partido, vanguardia del
proletariado, no haber apoyado la creación de un sindicato revolucionario, la AOA,
concretamente. Esto no quiere decir que uno de los objetivos más importantes de la AOA y
del partido no sea buscar la unidad de acción, la unidad de clase [con los obreros honestos
de los sindicatos amarillos], sino todo lo contrario. (…) Pero una unidad de clase clase
obrera para luchar y para defender los intereses de clase y las reivindicaciones que en
estos momentos se ven tan amenazados por el capitalismo en crisis. (…) Por eso la unidad
no es posible ni con los dirigentes de los partidos revisionistas, ni con los dirigentes de los
partidos de la socialdemocracia, ni con los bonzos y vendidos aristócratas obreros de los
sindicatos amarillos en las fábricas y empresas». (Elena Ódena; Intervención de la
delegación del PCE (m-l) en el IIº Congreso de la AOA, 16 de mayo de 1982)

En otra ocasión se recalcaría una vez más, la necesidad de establecer contactos por la base
con los sindicatos amarillos, mientras se denunciaba la labor de los jefes sindicalistas
reformistas:

«Una cosa son los bonzos y jefecillos sindicaleros, dadas las diferencias existentes en el
seno de la clase obrera, y otra es una buena parte de la base de esos sindicatos. Cada día
se manifiestan con más amplitud y profundidad las contradicciones entre los intereses de
la aristocracia obrera y los de la patronal, y los del resto de la clase obrera. Amplios
sectores de la clase obrera, afiliada a dichos sindicatos reformistas, buscan el camino de la
lucha para defender su puesto de trabajo y sus derechos. La agudización de la crisis en
importantes sectores como la siderurgia, la construcción naval, de bienes de equipo, la
construcción, están poniendo al descubierto de manera particularmente evidente las
contradicciones entre estos sectores de la aristocracia obrera y los cabecillas sindicales, y
el resto de la clase obrera. Por ello, el PCE (marxista-leninista) considera de mayor
importancia intensificar y ampliar su actividad dentro y por la base de las centrales
sindicales, UGT y CC.OO., para aislar no sólo a los cabecillas amarillos, sino a los sectores
contrarrevolucionarios de la aristocracia obrera». (Elena Ódena; Algunas cuestiones del
momento; Basado en la intervención de Elena Odena al Pleno (Ampliado) del C.C. del PCE
(m-l) , 15 de mayo de 1983)

Es más. ¿Que aconsejaba Enver Hoxha a los marxista-leninistas españoles respecto a los
partidos revisionistas chinos? ¡Que con aquellos partidos revisionistas chinos que por aquel
entonces hacían una gran apología del nuevodemocratismo, de la GPP, el tercermundismo,
la Comunidad Económica Europea, la OTAN y el imperialismo estadounidense–, lejos de
formar un frente con ellos, debían oponerse a ellos!:

«Otra cuestión es la creación del frente en contra de la burguesía capitalista, contra el


imperialismo estadounidense, contra el socialimperialismo soviético, contra el partido
revisionista de Carrillo-Ibárruri, contra cualquier partido revisionista pro-chino, y contra
cualquier otro de los partidos del capital». (Enver Hoxha; Sobre la situación en España, 2
de diciembre de 1977)

El IIº Congreso del PCE (m-l) se apelaba a mantener la independencia del partido a no
basar su política en lo que hiciesen otros grupos oportunistas fuesen de la corriente que
fuesen, debiéndose ejercer la iniciativa y dirección de las masas en sus zonas neurálgicas:

«No podemos colocar en el centro de nuestro trabajo de cara a las masas nuestra relación
con esos grupos u organizaciones que representan la línea oportunista a la que hemos de
esforzarnos por aislar y denunciar implacable y hábilmente ante las masas. Se trata de
aplicar una política de principios en la que no abandonemos en ningún caso ni la
iniciativa ni la dirección política a la zaga de cualquiera de ellos, pues ello supone
confundir a las masas y arriar nuestra propia bandera para colocarnos de hecho a la
zaga de la línea oportunista.

En definitiva, la posición de los fraccionalistas antipartido y complotadores consistía en


diluir la política del Partido en el conjunto de la política de los grupos
oportunistas, practicar la unidad sobre la base de mezclar y confundir posiciones,
abandonando nuestra condición de partido dirigente en el actual proceso
revolucionario que se desarrolla en el movimiento de masas.

Es evidente que subsiste, y es inevitable, en el seno del Partido, enquistados


algunos camaradas y organizaciones, actitudes ideológicas próximas al oportunismo
de derecha que hemos combatido. Es preciso, por ello, profundizar y desarrollar aún más
la lucha ideológica en este terreno y dilucidar y comprender mejor la base objetiva de la
política de masas del Partido, y también el papel y la naturaleza objetiva y subjetiva de
colaboraciones con la reacción de las corrientes, grupos y fuerzas oportunistas.

Otro aspecto de nuestra labor en el frente de masas en los momentos actuales, es el de que
hemos de comprender la importancia ideológica de dedicar lo esencial de nuestras
energías y preocupaciones a nuestra labor revolucionaria entre el proletariado, en
especial en las grandes fábricas y en las grandes concentraciones proletarias, así como
también entre el proletariado agrícola. Es preciso comprender adecuadamente, desde el
punto de vista ideológico, que en la actual coyuntura el proletariado de la ciudad y del
campo constituye el terreno en el que han de chocar y romperse las maniobras de las
oligarquía y de los oportunistas; pero ello a condición de que nuestro Partido implante allí
su línea, levante su propia bandera y sea capaz de orientar, movilizar y dirigir el
impetuoso movimiento obrero que ya está en marcha. De no hacerlo así, las masas
proletarias caerán en actitudes espontaneístas que, tarde o temprano, podrán ser
recuperadas por las corrientes revisionistas, oportunistas y contrarrevolucionarias».
(Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

Se dejaba claro que una organización que se pretenda el partido de vanguardia, no puede
transigir con las apelaciones de los sentimentalistas y de los sectores atrasados de las masas
que no ven la traición de sus dirigentes y partidos y que predican la paz ideológica o que
hacen exhortaciones a la unidad sin que sus líderes ni organizaciones muevan su línea un
ápice. Subrayaban que el revisionismo no solo es la traición a los principios, sino la paz
ideológica con los líderes quienes han traicionado estos principios:

«Es posible que algunos obreros honrados no entiendan esta actitud, opinen que los
dirigentes revisionistas no son todos unos canallas, que exageramos, etc. A veces se
escuchan opiniones de ese tipo entre sectores atrasados de las masas. Pero la cuestión es:
¿nosotros debemos basar nuestra política en los principios y en el análisis político
científico o en las opiniones de los sectores atrasados de las masas? ¿Tenemos que ir a
remolque de las masas atrasadas en las cuestiones ideológicas y políticas o somos el
Partido de vanguardia de la clase obrera que tiene que marcar el camino en las cuestiones
ideológicas y políticas sobre la base del marxismo-leninismo? ¿Tenemos que crear
claridad entre las masas o sembrar la confusión? Esta es la cuestión. Es preciso hoy tener
la máxima claridad sobre la cuestión del revisionismo y combatir todas sus
manifestaciones. Revisionismo no es solamente renegar de los principios del marxismo,
renunciar a la dictadura del proletariado y a la revolución violenta, revisionismo es
también predicar la unidad con los revisionistas descarados, revisionismo es también no
tener una práctica consecuentemente revolucionaria, por muchas frases marxista-
leninistas que se pronuncien y por muchas poses revolucionarias que se quieran tomar».
(Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

En cambio el PCE (m-l) de 1985, liderado por Raúl Marco y Manuel Chivite, apenas un mes
del fallecimiento de la cabeza visible del partido como era Elena Ódena, sellaron a partir de
los plenos de noviembre-diciembre de 1985 un cambio táctico en la política sindical,
disolviendo el sindicato del partido en CC.OO. bajo diversas excusas de la coyuntura:

«Especial importancia tuvo el pleno del 30 de noviembre y del 1 de noviembre de 1985, en


un momento en que CC.OO. estaba fuertemente sometida a al acción fraccional de las
diferentes camarillas revisionistas y en un alarmante proceso de pérdida de afiliación. (...)
Este pleno decidió igualmente la incorporación condicionada de la AOA a CC.OO».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE
(m-l), 1988)

Aquí no se explica que era esa «incorporación condicionada», ni se explicaba a los


militantes de forma clara porque lejos de absorber a los sindicatos revisionistas, un
sindicato revisionista estaban absorbiendo al sindicato del PCE (m-l). Es un documento
clásico de como una dirección lejos de hacer autocrítica prefiere tapar sus fracasos con
verborrea. Como sabemos lejos de reforzar la autoridad del PCE (m-l) o de su núcleo
sindical, esta incorporación definitiva a CC.OO. no tuvo ninguna influencia positiva para el
partido, ni supuso que CC.OO. cambiara un ápice, pues dicho sindicato siguió estando
harmonizado por los jefes revisionistas.

Para 1989 se selló una alianza carente de sentido –y saltándose todo los principios del
partido previos– con el brezhnevista-gorbachoviano PCPE, como se reflejaría en las
elecciones de septiembre de 1989 con la llamada Plataforma de Izquierdas. ¿Que había
cambiado para aliarse con un grupo testimonial y que no había rectificado sus posiciones
revisionistas nacionales o internacionales? Nadie lo sabe. Para más inri, en su eslogan
electoral valenciano, se decía: «Un pas endavant per a transformar la societat [Un paso
adelante para transformar la sociedad]». ¿Alguien se imagina un alarde de cretinismo
parlamentario más evidente? Esto incluso contradice las proclamas del Vº Congreso del
PCE (m-l) de 1988, donde se denunciaba las alianzas de este tipo, por ejemplo se diría de la
presunta alianza con Izquierda Unida (IU):

«En las elecciones de 1986 el partido lanza una propuesta pública para formar
coaliciones unitarias de la izquierda revolucionaria. Una izquierda que como se indicaba
en Vanguardia Obrera de abril de ese año «está por construir y será revolucionaria o no
será nada, ni siquiera verdadera izquierda». (...) En el Pleno del Comité Central de mayo
de 1986, dedicado a uno de sus apartados a analizar la táctica del partido se señala en
relación a la propuesta de «Izquierda Unida» planteada por el PCE: «¿Podemos coincidir
en las elecciones legislativas con el montaje de IU, al igual que coincidimos en el NO a la
OTAN? Ya hemos dicho que de ninguna manera. No hay una base mínima de coincidencia,
por supuesto en lo ideológico, pero tampoco en lo minimamente político y coyuntural,
dada la situación del país y de las fuerzas en presencia». (...) Así pues sin electoralismos
absurdos, y sabiendo de antemano que el número de votos que íbamos a lograr sería
limitado». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº
Congreso del PCE (m-l), 1988)

¿Y qué pasaba que estos epítetos no eran aplicables a un PCPE marginal y apunto de
desaparecer en 1989? ¿Era necesario ir con un partido que en el interior mantenía una
política reformista y que en el exterior apoyaba la Perestroika que precisamente el Vº
Congreso del PCE (m-l) denunció?

La confirmación de que el PCE (m-l) se había perdido su autonomía como partido de


vanguardia de la clase obrera y se había convertido en el furgón de cola de las agrupaciones
de «izquierda» promulgando alianzas sin principios a toda costa, se vio cuando en las
elecciones de junio 1989 llamó a votar por Herri Batasuna, una organización nacionalista
pequeño burguesa vasca que no solo estaba infectada de una mezcolanza de ciertas teorías
supremacistas del nacionalismo vasco, de anarquismo o tercermundismo, sino que por
entonces era la expresión legal de la banda ETA y había legitimado hasta entonces su
política de terrorismo individual, la cual como sabemos llegó a atentar contra barrios
obreros de Esukadi y fuera de ella. Precisamente este apoyo acrítico del PCE (m-l) a la
izquierda abertzale es un error pusilánime imperdonable. Misma desviación que todos los
partidos revisionistas habían cometido desde tiempos inmemorables:

«ETA cumplía el rasgo de ser una banda terrorista de visión nacionalista pequeño
burguesa. Aquí el PCE (r) también mantuvo una postura basada en el seguidismo total,
incluso llegando a pedir el voto por sus organizaciones legales. (...) La postura del PCE (r)
sobre ETA y sus agrupaciones afines no es sino el resultado de su incapacidad de aunar
fuerzas y apoyos en Euskadi, por lo cual creyeron que no podían hacer otra cosa que
actuar como comparsa para ganar simpatías. Por supuesto para el PCE (r) hubiera sido
una labor muy tenaz y angustiosa realizar su propio análisis respecto a ETA y tomar una
postura marxista al respecto, pero comprendedles, ellos son más de seguidismo a
ultranza, por eso no son marxista-leninistas sino sujetos que creen ser marxista-
leninistas; y en efecto, son otra cosa: maoístas para ser exactos. Los desarrollos de ETA y
su partido afín Herri Batasuna son bien conocidos, yendo a la deriva en programas
irreales y sin una conexión real con las masas, finalmente los restos de estas
organizaciones derrotadas se han ido integrando en partidos como Bildu y Sortu, de aún
mayor calado reformista y oportunista que las de entonces, y que andan lejos de haber
logrado la hegemonía en Euskadi pese al mayor número de concesiones.

¿No es esta la misma situación que se ve hoy repetida en Cataluña donde el PCE (r) y sus
apologistas apoyan públicamente a la Candidatura d'Unitat Popular (CUP) y al proceso
en que resulta de aliado con los restos de Convergència i Unió (CiU), partido corrupto de
la burguesía catalana nacionalista conocido por sus medidas antipopulares y por traficar
con los intereses nacionales? Claro que es lo mismo. Repiten el mismo error que
cometieron en los 80 con Herri Batasuna». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico
sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los
GRAPO, 2017)

¿Cuál había sido la postura de Elena Ódena sobre Euskadi y la cuestión nacional? El libre
derecho de autodeterminación, incluyendo el derecho a la separación como se ve en los
documentos del PCE (m-l). Se insistía en el necesario trabajo con las bases nacionalistas
para desligarlas de sus mitos, el instruir a los obreros tanto castellanos como vascos en el
internacional proletario apoyándose en sus luchas comunes y específicas, pero jamás la
sumisión a las teorías pseudomarxistas y nacionalistas de ciertos representantes, ni mucho
menos los métodos cercanos al terrorismo individual o la despreocupación por el destino de
los obreros no nacionales:

«Existen también grupos armados en nuestro país dirigidos por fuerzas nacionalistas
pequeño burguesas de diverso signo –vascos, gallegos, catalanes, canarios– que
pretenden, de un lado, separar su lucha «específica» de la del conjunto de los pueblos de
España, y de otro, suplantar la lucha de la clase obrera y del pueblo, por sus propias
acciones violentas y armadas.

Para los marxista-leninistas, es evidente que la violencia revolucionaria y la lucha


armada sólo cumplen su función revolucionaria cuando está inserta en el conjunto de una
política basada en el desarrollo de la lucha de clases y no al margen de ella y uniendo los
objetivos tácticos y estratégicos a los de los hermanos de clase de todo el país. De otro
modo, se frena el desarrollo y la elevación a más altos niveles de la lucha de clases y de la
lucha política en general, y se fragmenta la unidad imprescindible del conjunto de los
pueblos de España contra el poder reaccionario, contra el enemigo común.

La concepción nacionalista y separatista de la violencia y de la lucha armada, practicada


por ETA –todas sus ramas– y otros grupos nacionalistas, corresponden, sin duda alguna,
a intereses pequeño burgueses de las fuerzas que la practican hoy en España, y ello pese a
las propias declaraciones superrevolucionarias y la propia imagen que de ellos mismos
intentan darse sus cabecillas nacionalistas.

Tal ha sido y es, objetivamente, el papel desempeñado por las acciones armadas llevadas
a cabo por nacionalistas de ETA –en sus distintas ramas–. Es un hecho que en ellas no
participan directa ni indirectamente ni la clase obrera, en tanto que tal, ni otros sectores
antifascistas y populares, y ello entre otras razones porque los mismos objetivos
estratégicos, incluso tácticos, planteados por esos grupos y por sus acciones armadas, que
son el separatismo y el independentismo a ultranza, por encima de todo, no sólo no
coinciden con los intereses de clase del proletariado y de otros sectores populares vascos
que aspiran al socialismo, sino que, en el fondo, se contraponen, no sólo en el plano
estratégico, sino también en muchos casos, en el táctico.

Independientemente de los derechos que le son debidos, el pueblo de Euskadi cabe


recordar que el separatismo vasco tiene su punto de arranque en la doctrina del
archirreaccionario Sabino Arana y Goiri, ideólogo de la burguesía vasca naciente, en el
pasado siglo, el cual fue apoyado por el imperialismo británico interesado en las riquezas
minerales de Euskadi, sobre la base del muy reaccionario lema: «Dios y las viejas leyes».

Esta doctrina clerical separatista vasca, que hizo suya la burguesía vasca, no fue
obstáculo para que los financieros y capitalistas vascos se convirtieran, gracias a la
explotación de las riquezas y del pueblo trabajador de Euskadi, en grandes banqueros y
financieros a nivel de toda España.

La lucha armada, al margen del conjunto de la lucha de clases y de los objetivos generales
del proletariado y del pueblo de Euskadi y de los demás pueblos de España, sí sirve a los
intereses de la burguesía vasca nacionalista centralista, que se apoya en ella cuando le
interesa «negociar» con el poder monárquico y arrancar algunas concesiones y
privilegios específicos políticos y económicos, y ello en detrimento mismo de los demás
pueblos de España. Tal ha sido la esencia de las negociaciones del Estatuto de Guernica y
de los acuerdos en él consignados.

Sólo bajo la dirección de un partido de clase del proletariado puede la lucha armada y la
violencia revolucionaria adquirir y desempeñar en su momento, en las circunstancias
idóneas objetivas y subjetivas, un papel consecuentemente revolucionario de cara al
socialismo, es decir, no a favor de los intereses de tal o cual sector de la burguesía, sino de
las masas trabajadoras, de los obreros y campesinos pobres que aspiran al socialismo y
que necesitan hacer la revolución para librarse de la explotación y opresión social y
nacional. Para la clase obrera y el pueblo trabajador de Euskadi, ambos objetivos son
inseparables, como lo son para todos los pueblos de España.

Los marxista-leninistas consideramos la lucha armada y la violencia revolucionaria como


una de las formas de lucha que surge en el marco de la lucha de clases y la lucha política
en determinadas condiciones. La violencia revolucionaria y la lucha armada ni se
inventan ni se han improvisan de la mañana a la noche, sino que se producen como
resultado de unas circunstancias y fenómenos objetivos y subjetivos en el marco del
desarrollo de la lucha política general, de los conflictos políticos, económicos y sociales que
enfrentan a las clases explotadas y oprimidas con sus explotadores y opresores.

Por otra parte, la lucha armada y la violencia cuando está dirigida por sectores
nacionalistas y burgueses y no por el partido del proletariado, desemboca cuando triunfa,
en regímenes de carácter burgués y no en una revolución socialista.

Tal ha sido, por ejemplo, el caso en el pasado de diversos países de África del Norte y de
Asia. Sólo bajo la dirección de la clase obrera y de su partido de clase puede la lucha
armada y la violencia desembocar en una revolución de carácter socialista y poner fin al
poder de cualquier sector de la burguesía, abriendo así el camino del socialismo hacia la
sociedad comunista». (Elena Ódena; El marxismo, la lucha armada y la violencia
revolucionaria y las guerras, 1979)

Cuando en 1991 la facción de Chivite derroca a la de Raúl Marco precisamente entre otras
acusaciones por desear fusionar al PCE (m-l) con el PCPE, no era porque temieran terminar
con la autonomía del partido, sino porque sus seguidores en cambio deseaban integrarse en
IU:

«A la vista de esta especie de radiografía que hemos hecho, pensamos que debemos optar
por nuestra integración en Izquierda Unida (IU). (...) En las actuales circunstancias la
integración en IU, con todas sus contradicciones internas, que son, en cierto modo, el
reflejo de las contradicciones de la izquierda en nuestra país, nos permitiría participar
más directamente de la lucha y del debate». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Cuadernos para el VIº Congreso de 1991)

Su visión de alianzas era un claro cheque en blanco con cualquiera que se autodenominase
comunista o marxista, daba igual su pasado o sus prácticas. El propio Chivite escribiría:
«Estrategia común basada en: nuevo proyecto revolucionario, trabajo por la
recomposición del campo revolucionario, trabajo por el encuentro, diálogo y coordinación
de todos los comunsitas o que se reclamen del comunismo o marxismo revolucionario. (...)
Trabajo por la unidad de la izquierda». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Cuadernos para el VIº Congreso de 1991)

Es decir se pretendía recomponer el campo revolucionario aliándose y coordinándose con


todos los que hasta hacía unos años o meses se tachaba con total justeza de revisionistas.
Una medida desesperada sin duda que aplicaron otros partidos como el PC (m-l) de
Colombia, el PC de Brasil, el PC (m-l) de Ecuador, Bandera Roja y otros, estrategia que no
sirvió para retomar el vuelo, sino para desacreditarse aún más, para ser el furgón de cola de
una u otra corriente burguesa de «izquierda».

El actual PCE (m-l) dice habiendo alarde del eslogan marxista de «flexibilidad táctica sin
renunciar a los principios»:

«Nunca confundimos la necesidad de flexibilidad táctica con la renuncia a los objetivos


revolucionarios, ni ocultamos nuestros principios ideológicos». (Partido Comunista de
España (marxista-leninista); Informe al III (VIII) Congreso del PCE (m-l), 2014)

¿Pero esto es cierto? Es totalmente falso, el actual PCE (m-l) promueve una distorsión
similar a la de los viejos toglitattistas trazando una «táctica» de alianza y construcción de
frentes comunes bajo la abierta colaboración con otras organizaciones oportunistas –como
el PCE, PCPE y otros– y sobre todo con sus cabecillas sin denunciar ni exigir nada de peso y
con metas que no cambian en absoluto la situación de las masas trabajadoras ni trastocan el
régimen democrático-burgués actual. Unas alianzas que solo ayudan a crear falsas ilusiones
sobre el carácter de las organizaciones con las que van en alianza, sus jefes, sobre el
parlamento burgués, el sindicalismo amarillista, la legalidad burguesa, y en especial
promoviendo la idea de que una República es el cambio que necesita el proletariado:

«El pasado jueves, 14 de Abril, el PCE (m-l) participó junto a PCPV, PCPE y REM en un
coloquio que, bajo el título Quin tipus de República volem?». (Partido Comunista de
España (m-l); El PCE (m-l) debate sobre la República en Elx, 17 de abril de 2016)

Pero eso no acaba ahí, el PCE (m-l) ha firmado abiertamente documentos con otras
organizaciones en las que se emiten unas declaraciones altamente vergonzosas y
perjudiciales para la conciencia obrera:

«En el marco del II Encuentro Estatal Marxista-Leninista, celebrado los días 24 y 25 de


noviembre de 2007, Unión Proletaria (UP) sometió a consideración del Partido Comunista
de España (marxista-leninista), del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y
de las otras organizaciones presentes una propuesta de documento por el que los
comunistas del Estado español adquirimos diez compromisos con la clase obrera. Hasta el
presente, no ha sido posible su ratificación conjunta, al menos por las tres organizaciones
convocantes. Lo que aquí hacemos público es el acuerdo ya alcanzado por el PCE(m-l) y
UP. Ambas formaciones confiamos que, próximamente, se sumen a estos compromisos las
restantes fuerzas comunistas. (...) 8º.- Adquirimos el compromiso, sin duda alguna, en la
lucha sin cuartel contra todo tipo de revisionismo». (Diez compromisos de los comunistas
españoles, 28 de noviembre de 2008)

Ver al PCE (m-l) actual hablar de lucha contra el revisionismo junto a nuevas
organizaciones claramente revisionistas es triste, pero que encima le veamos juntarse con el
PCPE es una traición a su propia historia. Hablamos de un partido que fue fundado nacido
de las entrañas del PCE en 1984 para satisfacer las exigencias del revisionismo soviético,
asistiendo el PCUS al congreso de su fundación, hablamos de un partido que era financiado
directamente por el propio Gorbachov para representar sus intereses. Ódena expondría a
este partido oportunista sin pudor:

«Nadie podrá negar que Ignacio Gallego, el gran jefe proruso, ha sido hasta hace pocos
meses una pieza visible y dirigente del P«C»E. Porque, ¿qué ha hecho Ignacio Gallego
contra la política de reconciliación nacional, pieza clave de la maniobra franquista para,
la «transición monárquica»? Defenderla en todo momento a capa y espada desde su
puesto en el Comité Ejecutivo, junto a Carrillo y compañía. ¿Qué hizo Ignacio Gallego
cuando el PCE carrillista renunció a la lucha armada, a la lucha contra la dominación
yanqui, a la lucha por la República, cuando la dirección del P«C»E renunció a la lucha de
clases como motor de la historia; cuando sustituyó el principio de la lucha de clases por
1.a absurda fórmula reformista de la unidad de las fuerzas del trabajo y de la cultura?
¿Qué hizo Ignacio Gallego cuando en 1963-1964 militantes y comunistas sin partido
denunciaban y luchaban contra la política de los dirigentes del Kremlin, de la vía
parlamentaria al socialismo y de la lucha por la paz como base del internacionalismo
proletario? Ignacio Gallego hizo suya esa política, la defendió atacando a los que se
opusieron a ella. ¿Qué hicieron Ignacio Gallego, miembro del P«C»E carrillista, y sus
actuales comparsas, el Pere Ardiaca, el cura Salve y otros, cuando en 1964 se proclamó el
PCE (marxista-leninista), precisamente sobre la defensa de los principios revolucionarios
marxista-leninistas de Marx, Engels, Lenin y Stalin? Participar en los ataques contra
nuestro Partido y apoyar la política revisionista del P«C»E. Pero ahora resulta que este
individuo, demagogo y fanático proruso, no se acuerda nada de todo esto, no se ha
enterado que en este año hace 20 años que en España existe un Partido Comunista
marxista-leninista. Ignacio Gallego y sus comparsas de reloj parado y desmemoriados,
tampoco se han enterado de que la URSS hace ya muchos años que ha dejado de ser la
patria del socialismo y que se ha convertido en una superpotencia reaccionaria e
imperialista; que de socialista, la URSS actual sólo tiene la etiqueta y las formas externas
establecidas en la época de Lenin y Stalin». (Elena Ódena; Una amalgama revisionista de
reloj parado; El nuevo partido proruso, 19 de enero de 1984)

El PCPE alberga desde el principio de su nacimiento unas desviaciones brezhnevistas de


tipo electoralistas y economicistas, apoya a cualquier muestra de revisionismo en el exterior,
es seguramente el mayor portavoz del «juche» o revisionismo coreano en España, no
hablamos de revisionistas cualquieras. Pero eso no ha impedido al PCE (m-l) acercarse a él a
través del denominado Comité Estatal de Organizaciones Comunistas (CEOC) e intentar
fusionarse con el PCPE, como ya intentó Raúl Marco en 1990:

«El Comité Permanente del Comité Estatal de Organizaciones Comunistas,


saluda fraternalmente al Congreso del PCPE, así como a las delegaciones presentes.
(...) Así hemos logrado establecer los ocho puntos programáticos aprobados en Asamblea
Estatal en 2003, puntos muy importantes para la lucha por la Tercera República».
(Octubre, órgano de expresión del PCE (m-l), Nº0, Saludo al VIII Congreso del PCPE,
2006)

¡Vaya!, podemos decir, que el amor prohibido de Raúl Marco por el PCPE, sus renovados
ganas de intentar conquistarle a lo largo de años pese a que nunca puedan llegar a cuajar,
son dignos de la mejor novela de temática romántica. Es una historia de amor y desamor
constante, ¿llegará a consumarse las nupcias entre el PCE (m-l) y PCPE y formarán su
propia familia? Pues no lo sabemos, parece que aún no se ha escrito el último capitulo de
esta historia revisionista.

A ello sumémosle que el actual PCE (m-l) tenga el descaro de firmar un documento
de «lucha contra el revisionismo» con un partido maoísta como Unión Proletaria (UP), sí,
aquel que afirma en sus textos que China, Cuba, Corea del Norte y Vietnam son socialistas.
¡Menuda tomadura de pelo hacia sus militantes! ¡Vaya completa infamia!

En la declaración conjunta UP-PCE (m-l) también se llegó a hablar de unificación con el


grupo maoísta Unión Proletaria:

«Conscientes de que la unidad orgánica sólo será efectiva y sólida, en la medida en que
repose sobre claros criterios ideológicos, de principios, y no en una unidad puramente
formal, el PCE (m-l) y Unión Proletaria, se comprometen a dar continuidad al proceso
iniciado. (...) Avanzaremos hacia la unidad orgánica entre ambas organizaciones».
(Unión Proletaria y PCE (m-l); Comunicado conjunto, 22 de julio de 2008)

¿Que se supone que hace un partido antimaoísta buscando la unidad orgánica con otra
organización maoísta que no ha cesado en sus posiciones lo más mínimo? Increíble la
desvergüenza de esta gentuza que pisotea el pasado de luchas del PCE (m-l) de Elena Ódena
contra el jruschovismo y el maoísmo de tipo nacional. Las alianzas sin principios
demuestran que les importa muy poco el pasado PCE (m-l) de 1964-1985.

¿Cuál es la postura marxista-leninista al respecto de los posibles pactos, alianzas, frentes


comunes y colaboración con otras organizaciones? ¿Qué tipo de posición hay que tomar con
sus cabecillas y representantes de la línea de dichas organizaciones? Dejemos hablar a
Dimitrov:

«Sería ingenuo pensar que la realización de la unidad de acción del proletariado se puede
conseguir tratando de ganar a los líderes reaccionarios por el camino de la persuasión,
las exhortaciones o los exorcismos. La unidad del proletariado internacional no se puede
lograr sin una lucha tenaz de todos sus partidarios contra los enemigos declarados o
encubiertos de dicha unidad. A veces se escuchan en las filas de los socialdemócratas voces
según las cuales los comunistas, con su crítica abierta y franca respecto de la conducta de
los dirigentes de la II Internacional y de la Internacional de Ámsterdam, dificultan la
creación de un frente único. ¿Pero acaso puede lograr la creación de un frente único si no
se critica de la manera más decidida a quienes no escatiman sus esfuerzos por
obstaculizarlo? ¿Qué clase de dirigentes del movimiento obrero seríamos, si no dijésemos
abiertamente toda la verdad sobre una cuestión tan importante para toda la clase obrera?
Quién pasa por alto u oculta los actos nocivos de los dirigentes reaccionarios en las filas
del movimiento obrero, no ayudan a la causa de la unidad de la clase obrera. Quién
renuncia –so pretexto de que ello redundaría en favor del frente único proletario– a la
lucha contra sus enemigos y a la crítica contra el reformismo que subordina el
movimiento obrero a los intereses de la burguesía, presta un mal servicio a la clase
obrera. El VIIº Congreso de la Komintern de 1935 proclama la política único del
proletariado y del frente popular, en su resolución del 20 de agosto señala especialmente:
«Las acciones conjuntas con los partidos y las organizaciones socialdemócratas no sólo no
excluyen, sino que, por el contrario, hacen aún más necesaria la crítica seria y razonada
del reformismo, del socialdemocratismo, como ideología y como práctica de la
colaboración de clase, con la burguesía y la explicación paciente a los obreros
socialdemócratas acerca de los principios del programa del comunismo». (Komintern;
Resolución final emitida por el VIIº Congreso de la Komintern respecto al informe de
Georgi Dimitrov, 20 de agosto de 1935)

No es un buen luchador por la unidad de la clase obrera y por el frente popular contra el
fascismo quién no sigue esta directiva del VIIº Congreso de la Komintern. Se equivoca
profundamente quien piensa que la lucha por el frente popular nos exime de la obligación
de llevar a cabo una lucha por una base de principios y por los intereses esenciales del
movimiento obrero, contra las teorías y conceptos hostiles a la clase obrera. Esta lucha no
perjudicaría a la causa del frente popular; al contrario, solo podría favorecerla. Algo más.
Esta lucha es la premisa necesaria para un despliegue y fortalecimiento reales del frente
popular contra el fascismo y la guerra. (...) Al aplicar la política del frente popular contra
el fascismo y la guerra, al desplegar acciones conjuntas con los demás partidos y
organizaciones de los trabajadores contra el enemigo común, al luchar por sus intereses
vitales y por sus derechos democráticos, por la paz y la libertad, los comunistas no
pierden de vista la necesidad histórica del derrocamiento del capitalismo ya anacrónico, y
de la edificación del socialismo, que lleva aparejada la liberación de la clase obrera y de
toda la humanidad. Coordinar de manera justa la política del frente popular con la
propaganda del marxismo, con la observación del nivel teórico de los cuadros del
movimiento obrero, con la asimilación de la gran doctrina de Marx-Engels-Lenin, como
una guía para la acción: eso es lo que tenemos que aprender y enseñar diariamente a
nuestros cuadros y a las masas». (Georgi Dimitrov; La unidad del proletariado
internacional, imperativo supremo del momento actual, 1 de mayo de 1937)

¿Cuál es la postura marxista-leninista al respecto de la polémica con otras agrupaciones y


líderes? ¿Cuando es posible el acercamiento y la unidad? Dejemos hablar a Enver Hoxha:

«En ningún caso puede haber unidad, de pensamiento y de acción con los traidores
revisionistas. Aquí precisamente tiene su origen la polémica, que jamás podrá cesar.

No puede esperarse alcanzar la unidad basándose en la demagogia, en suposiciones, en


esperanzas, en sentimentalismos. La unidad de los marxista-leninistas es algo
enteramente diferente de la unidad preconizada por los revisionistas y está basada en
sólidos principios. Si estos principios no se aplican enteramente, no podrá haber unidad.

Para los revisionistas modernos la unidad consiste en cesar la polémica, en no reconocer


su traición, en proseguir en este camino de traición, consiste en la unidad sobre las cosas
«que nos unen» –cuando en realidad nada, absolutamente nada nos une, sino que todo
nos separa–, etc., etc.

Para nosotros tal unidad es absolutamente inaceptable. Aceptarla significaría deslizarse


hacia las posiciones revisionistas, admitir toda su línea traidora. Nuestro Partido nunca
caerá en esta trampa. Un acuerdo con los revisionistas modernos puede preverse sólo
cuando ellos hayan condenado abiertamente, públicamente toda su traición, y no
solamente de palabra, sino demostrando también con hechos, concretamente, en la vida,
que ellos han dado un viraje completo que cree en esta posibilidad, ha perdido el juicio. Si
los revisionistas lo hacen –cosa que no harán jamás–, habrán firmado ellos mismos su
sentencia a muerte. Otros hombres surgirán y nosotros discutiremos con ellos, estos serán
revolucionarios, marxista-leninistas, pero los revisionistas no les servirán a éstos sus
cabezas en bandeja de plata; las cabezas de los revisionistas deben ser cortadas con la
lucha, con la revolución.

Los revisionistas han cometido una traición total, y querían que todo el movimiento
comunista internacional se adhiriera a su línea. Esto no sucedió ni podía suceder. Los
revisionistas modernos fueron desenmascarados y están sufriendo sucesivos fracasos.
Siguen clamando por la unidad y de mil maneras buscan corromper a los otros para
llegar por lo menos a un compromiso, a una falsa unidad, a una supuesta unidad.
Debemos combatir con todas nuestras fuerzas esta maniobra y estas tentativas, y, a
través de nuestra lucha contra el revisionismo moderno». (Enver Hoxha; El revisionismo
moderno: peligro y enemigo principal del movimiento comunista y obrero internacional;
Extractos de la conversación sostenida con una delegación del PC de Nueva Zelanda, 6 de
octubre de 1965)

¿Cómo debe ser entonces fundamentalmente la colaboración con esas agrupaciones


lideradas por traidores revisionistas?:

«Actualmente, en la arena política mundial además de los partidos burgueses y


socialdemócratas, ya desacreditados, actúan también los partidos revisionistas que han
traicionado los intereses de la clase obrera y su causa revolucionaria. Las fuerzas y los
partidos marxista-leninistas deben llevar a cabo una lucha inexorable contra estos
partidos para desenmascarar su traición y sus objetivos contrarrevolucionarios, para
destruirlos en tanto que partidos políticos ganándose a su base y sin establecer con ellos
ningún compromiso a costa de los principios. Algunos partidos revisionistas harán
demagogia sobre la lucha armada. Otros, temiendo ser desenmascarados, incluso
emprenderán formalmente alguna acción armada. Los marxistas-leninistas no deben
dejarse engañar por estas tácticas diabólicas, no deben confundir jamás la voluntad de
lucha de las masas con los designios saboteadores de los cabecillas revisionistas. Por
tanto, el contacto con la base, en el fuego de la lucha y para la lucha revolucionaria, es lo
único posible y ello con el objeto de neutralizar y liquidar a los revisionistas». (Enver
Hoxha; Sobre el papel y las tareas del Frente Democrático en la lucha por el triunfo
completo del socialismo en Albania, 14 de septiembre de 1967)

Es decir un partido como el actual PCE (m-l) que se ha juntado en alianzas concertadas por
arriba con los líderes de grupúsculos marginales del revisionismo, que ha intentado incluso
fusionarse con ellos sin que hubiesen demostrado un mínimo de arrepentimiento y
rectificación en sus posiciones previas, y que establece todo tipo de pactos sin condiciones
ideológicas ni dedica crítica alguna a las teorías o acciones de sus aliados oportunistas –
hasta una vez rota la alianza por los motivos que sean–, no puede tomarnos el pelo y hablar
de que «lucha por la unidad de los trabajadores», que «lucha contra el revisionismo».

El rescate de las figuras progresistas y progresistas vs Mitificación y


promoción de figuras revisionistas en el ámbito nacional
Mientras Ódena reivindicaba el legado de patriotas progresistas como Antonio Machado, y
el de marxista-leninistas consecuentes como Miguel Hernández, José Díaz y otros.

Al mismo tiempo arremetía sin compasión contra el revisionismo local condensado en


figuras como la del eurocomunista Partido Comunista de España (PCE) de Carrillo-Ibárruri:

«La historia de los diez años de existencia de nuestro partido está íntimamente ligada a la
lucha contra el revisionismo. El partido ha surgido, se ha desarrollado y se ha fortalecido
en tenaz lucha contra el revisionismo moderno y en primer término contra sus
manifestaciones en el plano nacional, cuya corriente principal encabeza el grupo Carrillo-
Ibárruri». (Elena Ódena; X años de lucha contra el revisionismo y el oportunismo, 1974)

Del brézhnevista Partido Comunista Obrero Español (PCOE) de Enrique Líster fundado en
1970, se criticó su falso antirevisionismo:

«El libro de Líster «Basta», junto con otros documentos, dan suficiente material para
poder analizar y ver qué es y qué busca, así como a quién sirve Enrique Líster, hasta hoy
cómplice del renegado, agente de la oligarquía y antripatriota, Santiago Carrillo. (...) Es
simplemente un fiel y sumiso servidor del revisionismo soviético. (...) Saca trapos sucios de
Carrillo al público, trapos que han sido ensuciados con su colaboración, y hace algunas
críticas superficiales, más de palabra y de forma que de fondo, a la línea política
carrillista, de la cual Líster es coautor, ha participado en la elaboración y explicación, y la
defendía contra los marxista-leninistas hasta hace unos meses. (…) Para todos los
marxista-leninistas que en los años 1963 y 1964 comenzamos a luchar en las filas del
partido, contra la corrupción y el revisionismo de la dirección está bien claro que Líster,
etc. emplearon con nosotros los mismos métodos fascistas por los que hoy derraman
lágrimas de cocodrilo y se desgarran las vestiduras. Entonces ellos como uña y carne de
Carrillo utilizaron el corrompido aparato revisionista para aplastar la crítica, e incluso
llegaron a las amenazas de asesinato contra los que nos levantamos por la pureza del
partido y sus principios». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); El falso
antirevisionismo de Líster, 1973)

Por tanto se explicaba que el PCOE no era sino un grupúsculo revisionista más nacido de las
riñas interrevisionistas:

«Cuando se produjo la estrepitosa ruptura entre los dos cabecillas revisionistas, Líster y
Carrillo, nuestro partido comrpende rápidamente que se trata de una contienda entre dos
variantes del revisionismo que se enfrentaban por razones de orden oprotunista y con el
fin de esclarecer la cuestión, publica un folleto con el título: «Líster y Carrillo, dos caras de
la misma moneda». (Elena Ódena; X años de lucha contra el revisionismo y el
oportunismo, 1974)

Sin embargo el actual PCE (m-l) de Raúl Marco se junta con engendros como el PCE, el
PCPE y otros. Se atreve a reivindicar a dichas figuras como Líster o Ibárruri, intentando
engañar a la gente con que todo el revisionismo en España ha residido en la figura de
Carrillo. En su ultrajante declaración refundacional de 2006 donde crea un nuevo y artificial
partido que recoge las siglas del PCE (m-l), se dice:

«El actual PCE (m-l) es heredero de las contribuciones de José Diaz, Cristino Garcia,
Checa, Uribe, La Pasionaria [Dolores Ibarruri], Líster, Modesto y otros, quienes lograron
grandes éxitos pero también cometieron algunos grandes errores. También reivindica la
herencia de un líder de partido injustamente desterrado, el camarada Joan Comorera, que
se enfrentó al revisionismo y la traición de Carrillo y que pagó con su vida por no vender
la causa revolucionaria mientras que otros se sentaron cómodamente en el exilio».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); Cronología del Comité Estatal de
Organizaciones Comunistas, 22 de octubre de 2006)

Esto rompe con toda la herencia del PCE (m-l) de 1964-1985. Es más la defensa que hace
aquí de Joan Comorera es ultraoportunista. Como hemos demostrado en nuestras obras una
y otra vez con documentos de la época, Joan Comorera precisamente fue sometido a una
campaña de calumnias en la cual participaron en su momento de buen grado tanto Ibárruri
como Líster –éste último el único mérito que tuvo es contar ante el público los crímenes del
PCE que Vicente Uribe le confesó sobre el Caso Comorera y otros–:

«Comorera en cambio no congeniaba con las tesis sobre la revolución que tenía la
entonces actual dirigencia del PCE liderada por Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo,
Enrique Líster, Francisco Antón, Antonio Mije, Vicente Uribe, y otros. (...) Pese a los ríos
de tinta que gastaron sus enemigos para defenestrarle, la obra de Joan Comorera fue tan
honesta y por ello conocida durante los años 30, 40 y 50 por su apego a los principios
marxista-leninistas, y su legado se amplificó de forma tan vasta tras su muerte que a
partir de los años 70 gran parte de los revisionistas de distinto pelaje, ante esta disyuntiva
del crecimiento de si figura, intentaron recuperar su figura para sus fines. Los
nacionalistas burgueses y pequeño burgueses lo reivindicaban como un «verdadero
nacionalista» y lo usaban como arma arrojadiza contra todo lo español, los
eurocomunistas como una especie de «socialdemócrata» y lo usaban contra el
«stalinismo», los revisionistas soviéticos y chinos se valían de su anticarrillismo para
aparentar ser revolucionarios y que las divergencias de ellos con Carrillo también eran
antagónicas, y otros simplemente lo rehabilitaron como una figura del comunismo
catalán a recuperar siendo tan hipócritas como para olvidar su polémica con el
revisionismo y jugando a reivindicar tanto a Comorera como a sus verdugos. Es decir:
según las circunstancias los oportunistas nacionales se inventan rasgos de Comorera, o se
valen de unos para sus intereses, mientras se olvidaban de otros. (...) ¡Comorera y su
legado solo puede ser reivindicado por los marxista-leninistas, nunca por los sepultureros
de sus principios!». (Introducción de Bitácora (M-L) al documento de Joan Comorera:
«Declaración de Joan Comorera: Secretario General del Partido Socialista Unificado de
Cataluña» de 1949, 5 de septiembre de 2015)

La reivindicación de Enver Hoxha y el legado de la Albania socialista vs


Renegar de él y calumniarlo

Mientras Ódena y el PCE (m-l) de la época tenían como referente en la construcción del
socialismo y la lucha contra el imperialismo y el revisionismo a la Albania Socialista dirigida
por el Partido del Trabajo de Albania (PTA) y su líder Enver Hoxha:

«El Congreso ha hecho hincapié en la importancia histórica que para todos los marxista-
leninistas del mundo ha tenido la celebración del VIIº Congreso del P.T.A. de 1976 y, en
particular,el Informe presentado al mismo por el camarada Enver Hoxha, Informe que
corrobora la firme línea de principios que siempre ha defendido el P.T.A. a despecho de
dificultades, del cerco imperialista-revisionista y de las presiones de todo tipo. El
Congreso ha manifestado su total solidaridad internacionalista con el heroico Partido del
Trabajo de Albania, con el camarada Enver Hoxha,con la Albania socialista, faro de la
revolución y del socialismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

El PCE (m-l) de Marco-Chivite hizo un franco seguidismo a las políticas revisionistas de


todos los partidos internacionales, incluyendo el apoyo a las reformas liberales que poco a
poco empezó a implementar Ramiz Alia durante finales de los 80 en Albania:

«Albania, que bajo la dirección del PTA, encabezado hoy por el camarada Ramiz Alia,
avanza contra viento y marea por la difícil senda de la construcción del socialismo, hace
frente y derrota tanto a enemigos externos como a internos. (...) Nuestro congreso deberá
proclamar sin ambages nuestro apoyo y solidaridad, que nadie ha logrado nunca romper,
a Albania Socialista, el heroico PTA y a su primer dirigente, el camarada Ramiz Alia».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE
(m-l), 1988)

Esta cita demuestra el beneplácito del PCE (m-l) en el ámbito interior a las purgas que
Ramiz Alia desató sobre sus enemigos, tanto de simples arribistas que competían por el
poder como la que también orientó hacia los marxista-leninistas honestos que dudaban o
criticaban su nueva orientación. En segundo lugar, recordemos que durante aquella época,
Ramiz Alia había entrado en la danza de los coqueteos cada vez más frecuentes con los
regímenes más reaccionarios, suprimiendo la lucha ideológica, incluso alabando a
regímenes revisionistas, cosa que en el plano externo el PCE (m-l) paree que aprobaba o
ignoraba adrede. Tampoco puede eludirse –sobre todo en el tema de la línea política
exterior– que «los marxista-leninistas españoles desconocían lo que pasaba en Albania
después de la muerte de Enver Hoxha», ya que aparte de tener contactos permanentes allí,
mandar delegaciones regularmente y demás, la nueva política exterior que Ramiz Alia
quería dar al Partido del Trabajo de Albania (PTA) empezaba a ser más evidente.

Esta postura del PCE (m-l) de subrayar cada paso en falso que empezaba a dar el PTA, no
fue un error menor sino mayúsculo, pero en honor a la verdad tampoco fue el único partido
que cometió tal blasfemia:

«Este hecho de suma importancia –la degeneración de un partido en el poder–, la no


identificación y la no denuncia del proceso, demuestra que Bandera Roja no fue más que
otro partido que realizó un simple seguidismo de la obra de Enver Hoxha por moda y
sentimentalismo, pero que no comprendía en realidad su obra y doctrina marxista-
leninista. Tras la muerte de Enver Hoxha en Bandera Roja hubo un seguidismo ciego a las
políticas de Ramiz Alia –como hizo el PCE (marxista-leninista) de España o el PC ML de
Colombia–, quien por aquel entonces precisamente estaba destrozando el legado de su
predecesor y precipitando al país a la restauración del capitalismo y a una gran crisis
política social y económica. La situación en Albania no solo llevó a la restauración del
capitalismo sino hasta la propia disolución del partido en el poder y su refundación en un
partido socialdemócrata. Hay que señalar que entre otras cosas esto fue posible por la
falta de internacionalismo proletario de los pretendidos marxista-leninistas que en su
mayoría no se dieron cuenta de este proceso y no ayudaron al pueblo albanés. Cuando
este formalismo de disolución del partido comunista en Albania ocurrió, los seguidistas de
la política de Ramiz Alia entraron en pánico». (Equipo de Bitácora (M-L); Un repaso
histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la
deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja, 1 de enero de 2017)

Esto puede verse en las publicaciones del partido en «Vanguardia Obrera», donde lejos de
defender el legado revolucionario de Enver Hoxha se plegaron ante las políticas
revisionistas de Ramiz Alia, llegando hasta a publicar los artículos de Ramiz Alia más
derechistas y liquidadores, como el titulado «La democratización impulsa el pensamiento y
acción del pueblo» del IXº Pleno del PTA del 19 de abril de 1990, publicado en el número 10
de la revista internacional conjunta «Teoría y práctica».

Cuando la dirección del PCE (m-l) fue tomada por Chivite y sus seguidores en 1991, se llegó
a decir epítetos todavía más calumniosos. Para lavarse las manos del apoyo que el PCE (m-l)
había dado a Ramiz Alia durante 1985-1990, se comenzó a renegar de toda la experiencia
albanesa en general.

Algunos escritos incluso que iban en contra de la propia realidad histórica del partido:

«No parece que hace falta profundizar más en la caracterización de la ideología del
Partido del Trabajo de Albania (PTA) y de su influencia sobre nuestro partido a lo largo
del periodo de tiempo en el que mantuvimos cordiales relaciones. Se impone en particular
una caracterización de la antes alabada obra de Enver Hoxha, una obra que significa no
sólo una desviación nacionalista de la teoría marxista-leninista, sino sobre todo una
visión dogmática de la misma que conduce a un estancamiento y a la repetición mecánica
de esquemas y análisis de principio de siglo que obstaculiza la búsqueda de elementos más
novedosos». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Cuadernos para el VIº
Congreso de 1991)

Aquí tenemos a los corregionarios como Chivite y compañía escupir todo tipo de insultos
sacados del arsenal del jruschovismo, el titotismo, el maoísmo y el imperialismo hacia la
Albania de Enver Hoxha. ¿Nacionalismo? ¿En base a qué? No lo sabemos ya que no se
atreven a citarlo. ¿Es acaso la defensa de la patria de los imperialistas y socialimperialistas
una desviación nacionalista? ¿No demostró la Albania de Enver Hoxha precisamente una
actitud basada en el internacionalismo proletario en varias de las cuestiones donde hubiera
sido más fácil plegarse ante las dificultades de un enemigo superior y más numeroso?
Precisamente el nacionalismo como se ha demostrado históricamente lleva a la restauración
de las relaciones de producción capitalistas y al acercamiento al imperialismo para vender la
soberanía nacional. ¿No rechazó la Albania en la etapa de Enver Hoxha toda injerencia de
ese tipo y se acercó a los movimientos marxista-leninistas así como a los movimientos de
liberación nacional? En todo caso la línea nacionalista no corresponde a la época de 1944-
1985 sino a partir de entonces con la llegada de Ramiz Alia y el impulso de una línea liberal
que descuidaba los intereses nacionales e internacionales, consumándose la restauración
capitalista y el acercamiento al revisionismo e imperialismo internacional, pero no podemos
achacar a Enver Hoxha tal política. La política albanesa durante la época de Enver Hoxha
fue muy clara:

«El internacionalismo proletario es un componente del marxismo-leninismo y está


indisolublemente ligado a él. Por lo tanto, no puede haber internacionalismo proletario
fuera del combate para la defensa de la precisa aplicación del marxismo-leninismo. El
marxismo-leninismo enseña a evaluar correctamente desde las posiciones marxista-
leninistas las enseñanzas sobre las clases y la lucha de clases de nuestra época, a
determinar correctamente cuales son las fuerzas y contradicciones principales del
presente, cual es el enemigo principal, los aliados a los cuales debe unirse, a mantener la
doctrina sobre el rol dirigente del partido revolucionario del proletariado, a preparar el
proletariado y las demás masas trabajadoras para la revolución proletaria y el
establecimiento de la dictadura del proletariado, a movilizar y conducirla a luchar por la
construcción del socialismo y el comunismo, a apoyar a los verdaderos partidos
marxistas-leninistas y la lucha revolucionaria del proletariado de las naciones oprimidas
contra el imperialismo, el socialimperialismo y la reacción nacional e internacional.
Cualquiera que se abstenga de todo esto, niega el internacionalismo proletario». (Radio
Tirana; El internacionalismo proletario es la ideología y el arma del proletariado
mundial para la victoria del socialismo y el comunismo, 1977)

¿No apoyó Albania al PCE (m-l) en los momentos de represión cuando China le abandonó
mientras recibía a Carillo en Pekín y restablecía relaciones con Franco?

También se acusa a Albania de dogmatismo y sectarismo. De nuevo preguntamos, ¿en base


a qué? No sabemos pues el grupo de Chivite tiran la piedra y esconden la mano. Suponemos
que se referirán a la crítica a sus ídolos y movimientos referentes de los que rebuscan entre
la basura del revisionismo como los seguidores de la II Internacional estilo Kautsky,
Bernstein o Bauer, aunque no hay que irse muy lejos pues las tesis de Chivite de los 90 son
muy parecidas a las tesis eurocomunistas de Carrillo de los 70. La cuestión está clara
entonces.

«Si alguien considera nuestra lucha contra el revisionismo como dogmatismo o


sectarismo, le decimos que se quite los anteojos revisionistas, porque así verá mejor».
(Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del
Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada
en Moscú, 16 de noviembre de 1961)

Se acusa a Albania de «mecanicismo en la aplicación de esquemas y análisis de principio de


siglo». Esto no hace falta comentarlo tampoco demasiado, parece un comentario cliché de la
propaganda de la guerra fría sobre el marxismo o sobre sus regímenes surgidos después de
la Segunda Guerra Mundial, ¿alguien que haya estudiado la experiencia albanesa o
cualquier otra experiencia de construcción socialista puede tipificar que fue un calco de
otra? Si se dice eso es porque se es un completo ignorante que no se ha molestado lo más
mínimo en estudiar cada experiencia. ¿O es que quizás para ellos el aplicar los axiomas de la
doctrina era un «dogma» como decían los titoistas, jruschovistas, maoístas o
eurocomunistas?

«El marxismo-leninismo enseña que, a pesar de que son invariables las características y
leyes generales esenciales del tránsito al socialismo, las formas, los métodos y los ritmos
de este tránsito pueden presentar en los diversos países diferencias determinadas por las
condiciones concretas de su desarrollo. Aferrándose a este hecho, los revisionistas, bajo las
consignas del «socialismo específico y nacional», se empeñan en apartarnos de la vía
general marxista-leninista de la construcción del socialismo y privarnos de la experiencia
de la Unión Soviética. El marxismo enseña que las cuestiones fundamentales de la
construcción del socialismo son comunes a todos, que las leyes de desarrollo de la sociedad
no conocen fronteras. La experiencia histórica indica que estas cuestiones comunes son: la
dictadura del proletariado o dicho de otra manera, la instauración del poder político de la
clase obrera bajo la dirección del partido marxista-leninista, el fortalecimiento por todos
los medios de la alianza de la clase obrera con el campesinado y otras capas
trabajadoras; la liquidación de la propiedad capitalista y la instauración de la propiedad
socialista sobre los principales medios de producción; la organización socialista de la
agricultura y el desarrollo planificado de la economía; la función de guía de la teoría
revolucionaria marxista-leninista y la defensa resuelta de las conquistas de la revolución
socialista contra los atentados de las viejas clases explotadoras y de los Estados
imperialistas». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido,
1957)

¿No fue la Albania del PTA la que precisamente desarrolló sus propios análisis y
conclusiones cuando el resto de partidos hacían seguidismo a la URSS o a China? ¿Por qué
ignoran tal realidad histórica? Para denigrar el honor y la obra de dicho partido e imponer
su mercancía revisionista está claro. ¿No fue el PCE (m-l) el que se basaba en los escritos del
propio PTA para criticar al revisionismo soviético en los 60? ¿No esperaron Chivite y
compañía a la salida de los escritos críticos de Enver Hoxha a mediados de los 70 para
empezar a criticar abiertamente al revisionismo chino en 1979? ¿No es cierto que el propio
Chivite como el propio Marco todavía alaban a Mao en 1978 hasta leer las obras clave de los
albaneses? Véase el informe de Raúl Marco en el IIº Congreso del PCE (m-l) de 1977 o la
entrevista a Chivite concedida a José Luis Prieto/Federico Grau en 1978.

Las mentiras tienen las patas cortas señores. Las cosas son como son, en el IIIº Congreso
del PCE (m-l) de 1979 se dijo tajantemente que la ayuda de los marxista-leninistas albaneses
fue decisiva para comprender el carácter del maoísmo como una variante del revisionismo
moderno. Por tanto la difusión y estudio de las obras de Enver Hoxha, lejos de no tener
valor como decían fariseamente estos los socialdemócratas de la facción de Chivite, tenía
toda su importancia, como la sigue teniendo actualmente si se es un poco honesto.

«Cabe resaltar la gran ayuda internacional que el Partido del Trabajo de Albania (PTA)
presta a los comunistas del mundo, y nos referimos en particular, a la más apreciada de
las ayuda, esto es, la ideológica. Ayuda utilísima para nosotros y los demás partidos, al
menos esa es nuestra opinión, prestada con una modestia y sencillez ejemplar, con un
espíritu camaraderil y fraternal, que está a cien lenguas de los que eran las relaciones con
los chinos, aún en la «mejor» época. (…) Para nosotros [la lucha contra el maoísmo] ha
supuesto un trabajo duro y difícil. Debemos reconocer y subrayar la gran ayuda que nos
ha prestado en este terreno el PTA y sus dirigentes –en distintas conversaciones y
reuniones–, así como sobre todo el magistral análisis que hace Enver Hoxha en «El
imperialismo y la revolución» de 1978 y «Reflexiones sobre China» de 1979. (…) Esas
obras han de ser difundidas masivamente, llevadas y explicadas a los obreros y
campesinos, a los simpatizantes, intelectuales y patriotas, y también a las bases
revisionistas y maoístas, pues estas obran son poderosas armas cuya difusión es de gran
utilidad para nuestra justa lucha contra el imperialismo y el socialimperialismo, contra el
revisionismo de todo tipo y color». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)

En otro orden similar, los restos de la facción de Raúl Marco una vez expulsados del PCE
(m-l) en 1991, no se quedarían atrás en cuanto a manchar la imagen y la ayuda
internacionalista que el PTA y sobre todo Enver Hoxha personalmente habían
proporcionado a todo el movimiento marxista-leninista internacional y en especial al PCE
(m-l). En 1995, Raúl Marco llegó a decir:

«El movimiento marxista-leninista ya estaba muy débil antes de 1989». (Contra el


eclecticismo publicado en Unidad y Lucha, No. 2, septiembre 1995)

Y que:

«La actitud de la dirección de la PTA, estampaba una cierta arrogancia y un nacionalismo


estrecho, que tiene una parte de responsabilidad en esta situación no muy apetecible».
(Contra el eclecticismo publicado en Unidad y Lucha, No. 2, septiembre 1995)

¡He aquí Chivite-Marco repitiendo los mismos insultos hacia los marxista-leninistas
albaneses sin aportar una sola prueba!

Aunque el actual PCE (m-l) de Raúl Marco desde hace pocos años, al igual que otros
partidos renegados de la CIPOML que rechazaron todo lo que oliese a las viejas
posiciones «proalbanesas», ahora en los últimos tiempos intenta retomar la apariencia de
que reivindica el legado de Enver Hoxha y habla de él de pascuas a ramos en algún
artículillo de homenaje. Pero visto lo visto no tienen derecho alguno a enarbolar la bandera
del marxismo-leninismo ni de los representantes que todos ellos han no solo traicionado,
sino calumniado abiertamente con anterioridad para excusar su propia inutilidad. Ya que
fueron los oportunistas como Raúl Marco quienes encaminaron al PCE (m-l) a un camino
basado en el formalismo, en el folclorismo, en el cretinismo parlamentarismo y el legalismo
burgués, en un republicanismo pequeño burgués, en alianzas sin principios con otros
grupúsculos oportunistas, en un seguidismo a las nefastas políticas de Ramiz Alia en
Albania y a la reconciliación general con el revisionismo moderno de todo pelaje en el
exterior.

Internacionalismo proletario y crítica a los partidos hermanos vs


Reconciliación con los partidos revisionistas del mundo

El PCE (m-l) de la época Elena Ódena fue claro en cuanto a lo que significaba el
internacionalismo proletario, incluyendo la vigilancia y salvaguardia de la aplicación del
marxismo-leninismo en los partidos hermanos:

«El internacionalismo proletario significa que cada Partido Comunista (marxista-


leninista), debe preocuparse no solamente por el desarrollo de la revolución de su propio
país, sino por el desarrollo de la revolución en el mundo entero. No solamente de velar por
la pureza del marxismo-leninismo en sus propias filas, sino también en el Movimiento
Comunista (marxista-leninista) Internacional; cada Partido Comunista (marxista-
leninista) debe dar a los demás partidos hermanos su máxima ayuda ideológica, política y
material, y debe esforzarse particularmente por dar ayuda a aquellos partidos hermanos
que están más necesitados de ella». (Partido Comunista de España (marxista-leninista);
Línea Política, 1973)

Elena Ódena se preocupó en especial de combatir a esos revisionistas emboscados que


atacaban a los marxista-leninistas que se preocupaban por la línea y el destino de otros
partidos hermanos:

«Cierto es que el surgimiento y ulterior desarrollo de las fuerzas marxista-leninistas en


cada país debe estar promovido esencialmente por una dinámica y unos esfuerzos
internos, lo que no excluye, sino que presupone, que los partidos más desarrollados de
otros países se preocupen porque, de un lado, se produzca el surgimiento de nuevos
partidos y, de otro, se apoye el desarrollo de los más débiles. Es este un principio y un
deber internacionalista fundamental, que el revisionismo y, particularmente el maoísmo,
abandonaron, creando la práctica de «cada cual para sí» y del indiferentismo y el
localismo, cuya esencia es el abandono del internacionalismo proletario y la
manifestación de una política de esencia nacionalista. La necesidad de superar estas
actitudes de indiferentismo, de insensibilidad y despreocupación en la práctica, para dar
pasos adelante, de hecho y no de palabra, plantea la necesidad de estudiar la historia del
Movimiento Comunista Internacional y sacar de ella las experiencias necesarias para la
política y la práctica actuales internacionalistas de los comunistas». (Elena Ódena; El
internacionalismo proletario y el trotskismo, 8 de noviembre de 1984)

Cuando Elena Ódena hablaba de elementos que: (1) negaban la influencia dialéctica de los
acontecimientos externos e internacionales en la línea y tareas de los partidos –siendo
metafísicos y elaborando una línea política errada–; (2) que negaban el derecho de interés
en el desarrollo y actividad de los partidos marxista-leninistas de otros países –para evitar
ser puestos a la luz de los principios marxista-leninistas–, y (3) que saboteaban la
celebración de reuniones bilaterales o multilaterales entre los partidos marxista-leninistas –
para evitar que el resto de partidos hermanos le lanzasen una lluvia de críticas–, se refiere a
figuras como el revisionista alemán Wolfgang Eggers del Partido Comunista de Alemania
Marxista-Leninista. Este elemento utilizaba falsamente el pretexto de que tanto interés
internacional, que estos axiomas del internacionalismo marxista-leninista eran un signo de
trotskismo, algo que precisamente argumentaron los jruschovistas y maoístas cuando el
Partido del Trabajo de Albania pretendía agrupar y fortalecer a los nuevos partidos
marxista-leninistas:

«La idea de la oportunidad de las reuniones de muchos partidos, además de las reuniones
bilaterales, que fue planteada en el VIIº Congreso de nuestro Partido de 1976, era una de
sus orientaciones importantes. Los partidos comunistas marxista-leninistas, en aquellos
casos en que lo juzguen necesario, pueden y deben hacer reuniones multilaterales,
consultarse entre ellos para realizar acciones comunes contra los enemigos del
comunismo y de la revolución. En cambio, como se sabe, el Partido Comunista de China ha
adoptado una actitud opuesta sobre esta importante cuestión. Está en contra de las
reuniones de varios o de muchos partidos y pretende que la única solución es la práctica
de las reuniones bilaterales. ¿Cuál es la línea de nuestro Partido en relación con esta
cuestión? Se atiene al principio de que los partidos comunistas marxista-leninistas deben
reforzar su unidad, esclarecer los puntos en que pudieran no coincidir su estrategia y sus
tácticas contra los enemigos de la revolución, y coordinar sus acciones comunes en la
arena internacional. Tal actividad les templa y demuestra al enemigo que el comunismo
es una fuerza invencible, que los comunistas no están divididos y que el revisionismo
moderno no ha podido alcanzar su objetivo. Ya es sabido que el objetivo del revisionismo
moderno es asegurar su unidad en la diversidad, para liquidar la unidad de los marxista-
leninistas». (Enver Hoxha; Las manifestaciones de los partidos marxista-leninistas y la
actitud de China, Reflexiones sobre China, Tomo II, 28 de abril de 1977)
Paradójicamente el glorioso Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista de Ernst
Aust –camarada de Enver Hoxha y Elena Ódena– sería destruido a su muerte por
oportunistas y trotskistas como Wolfgang Eggers y Horst Dieter Koch. ¡Que razón tenía
Ódena pues, que el deber de los marxista-leninistas era pedir cuentas a las actividades
equivocadas de los partidos marxista-leninistas cuando se desviaban del camino! ¡Que
necesario el contacto en los partidos y practicar cuando fuese necesario la crítica camaredil!
¡Y que harto beneficioso fue para los revisionistas el paulatino aislamiento de cada partido
marxista-leninista de los 80 para poder liquidarlo! Véase al propio PCE (m-l) que a la
muerte de Elena Ódena naufragó bajo el demagogo Raúl Marco.

¿Y que hizo el propio Raúl Marco en la dirección del actual PCE (m-l)? En 1988 todavía se
decía fariseamente:

«Recordar a Elena es luchar para día por impulsar el internacionalismo proletario como
ella hizo. (...) Con toda firmeza y claridad de principios». (Partido Comunista de España
(marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Incluso se iba más allá, se decía del movimiento internacional marxista-leninsita en un claro
momento de decadencia:

«Somos débiles, no hemos logrado suficientemente llegar ampliamente a la población,


carecemos de medios de todo tipo, encontramos barreras y dificultades crecientes, etc.».
(Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE
(m-l), 1988)

¿Y qué se hizo en consecuencia? ¿Asistió el PCE (m-l) acaso al resto de partidos para que no
cayesen en el desviacionismo y finalmente en el revisionismo completo? Para nada.

a) ¿Llamó la atención el PCE (m-l) en 1988 al Partido Comunista de Colombia Marxista-


Leninista (PC de C-ML) cuando se reconcilió con el Partido Comunista de Colombia del que
se escindió por su oportunismo? No, porque ellos buscarían cobijo en alianzas o intentos de
fusión con agrupaciones oportunistas: la fracción de Marco con el brezhnevista PCPE y la de
Chivite con la mezcolanza de ecologistas, socialdemócratas, trotskistas y eurocomunistas de
Izquierda Unida (IU).

b) ¿Le reprendió cuando el PC de C-ML saludó al revisionismo cubano de Castro en 1988


como eje de referencia del socialismo mundial? No porque ellos mismos lo rehabilitarían
por aquellos días.

c) ¿Dijo algo cuando en 1989 en las conferencias los partidos latinoamericanos


pronunciaron tesis tercermundistas sobre la necesidad de un «nuevo orden económico»,
la «renegociación o supresión de la deuda externa» y el derecho a un «comercio justo»? No,
porque ellos mismos empezaron a saludar a todos los regímenes tercermundistas y de falso
antiimperialismo.

d) ¿Denunciaron acaso la política exterior de la Albania de Ramiz Alia cuando en los 80 se


había reconciliado o iniciado el acercamiento ideológico con los regímenes revisionistas de
Etiopía o Rumanía, Yugoslavia e incluso veía con buenos ojos la cooperación con la
Comunidad Económica Europea? No, porque ellos mismos estaban «liberazandose del
dogmatismo de los años de Hoxha-Ódena» y acercándose a esos países. Véase el seguidismo
acrítico a Raúl Marco a la Albania de Ramia Alia en el Vº Congreso de 1988 y en las
publicaciones hasta 1991 en Vanguardia Obrera. Véase a su vez los artículos calumniosos de
Chivite hacia Enver Hoxha y el PTA durante 1991-1992.

e) ¿Levantó la voz contra la formación de la CIPOML en 1994 como un grupo de partidos


que cinicamente renegaba de la ayuda ideológica y hasta financiera que les legó Enver
Hoxha? Para nada: ha sido un palmero en las políticas de los partidos de la CIPOML,
conocidos por su revisionismo a ultranza

f) ¿Ha denunciado en la actualidad al Partido Comunista de Ecuador Marxista-Leninista


(PCMLE) cuando sus líderes desesperados ante su incapacidad de realizar un trabajo de
masas apoyan a Correa, y pasado un tiempo ante no poder explicar concienzudamente qué
es el «socialismo del siglo XXI» de Rafael Correa, se echan a los brazos del primer opositor
burgués que pasa por ahí? ¿Se ha criticado las concepciones de frente popular del PCMLE
donde reconocen que no van a criticar a otros grupos? ¿Donde se han vuelto adoradores del
castrismo y del tercermundismo como concepción de socialismo? En todas las ocasiones
apoyó estas aberraciones antimarxistas, publicitando los medios del partido oportunista de
Ecuador. Y no podía ser de otra forma porque Raúl Marco siempre ha sido un zote teórico
que ha ido a la zaga de los acontecimientos, he ahí porqué degeneración a la que llevó al
PCE (m-l) hizo aletargar a la militancia hasta un punto que hasta los sectores más
ultrarreacionarios del partido le arrebataran la dirección en 1991 para liquidar el partido en
1992, debido a que los resultados de su política fueron tan nefastos que no fue capaz de
persuadir a la militancia ni siquiera contra esos sectores tan retardatarios del revisionismo.

Popularización de la línea política y los documentos del partido vs


Ocultamiento y distorsión de la historia del partido

A diferencia del actual PCE (m-l), Elena Ódena y el PCE (m-l) de aquel entonces
comprendían que era imposible desengañar a los trabajadores bajo la influencia del
revisionismo y la ideología burguesa en general sin promover debidamente la publicación y
popularización de los documentos del partido:

«Al ponerse de manifiesto, cada día con mayor claridad, el papel contrarrevolucionario y
de colaboración directa con el poder del grupo carrillista, grupo que sigue detentando por
motivos de oportunismo el nombre de «partido comunista», se plantea con más fuerza
que nunca una tarea que incumbe a todo el Partido, a todos los militantes y también a
nuestros amigos y simpatizantes. Esta tarea es la de propagar y difundir amplísimamente
nuestra Línea Política, nuestro Programa y nuestros Estatutos entre la clase obrera, el
campesinado y las amplias masas populares, los trabajadores manuales e intelectuales.
No se trata de difundirlos de manera mecánica, sino todo lo contrario. Se trata de que
cada célula y cada comité del Partido, emprenda a todos los niveles, tras haberlo discutido
y planificado colectivamente, campañas de propaganda y difusión, organizando mítines,
reuniones, discusiones con los obreros, los vecinos de los barrios, los jóvenes en las
Universidades y en las escuelas, las mujeres, los jornaleros y campesinos pobres, en fin,
con todos los sectores del pueblo interesados en la revolución y en el socialismo. (...) Sólo
sobre la base de una labor de propaganda y de agitación seria, basada en la explicación y
la difusión de nuestra política y nuestros principios, es posible llevar al mismo tiempo,
simultáneamente, una labor eficaz de reclutamiento y también lograr ampliar el círculo
de simpatizantes y amigos del Partido». (Elena Ódena; Difundamos ampliamente nuestra
línea política y nuestro programa; 1978)

El actual PCE (m-l) tiene la casual «manía» curiosa de esconder la mayoría de informes de
sus plenos o de sus congresos así como sus resoluciones, tanto de un pasado reciente como
del histórico PCE (m-l) de 1964-1992, existiendo solo contados documentos desde su
refundación en 2006. ¿Por qué? Porque estos cabecillas siempre están aplicando la máxima
cobarde de muchos partidos revisionistas de: «cuanto menos se publique menos podrán
criticarnos». Esta política cobarde solo lleva al autoaislamiento, a que solo se acerquen al
partido por motivos de siglas y postureo folclórico, no por autoconvencimiento de que la
línea histórica y presente es de meritorio respeto y adhesión.

Por ello como dijimos al principio. Todos absolutamente todos los congreso del PCE (m-l)
han tenido que ser obtenido por el Equipo de Bitácora (M-L) gracias a exmilitantes y no
gracias a los supuestos jefes y herederos del PCE (m-l) que todavía pretenden llevar sus
siglas o reivindicar su legado. Y esto incluye desde los Raúl Marco, hasta los Manuel Chivite.

¿Fue acaso idílico el desarrollo del PCE (m-l) desde 1964 a 1985? ¿Hubo
errores en su línea política o en su aplicación?

Creemos que es imposible que un partido esté exento de errores, pero mucho más uno que
nació en las duras condiciones de la clandestinidad y la hegemonía del jruschovismo en el
movimiento obrero como le ocurrió al PCE (m-l) a inicios de los 60. Pero es que recordemos
que ese no fue su único obstáculo.

El maoísmo tuvo influencia en los nuevos partidos marxista-leninistas que surgieron en los
años 60, en un momento en que los revolucionarios decepcionados con el viraje revisionista
que reinaba en el seno del movimiento obrero mundial buscaban en donde apoyarse para
desarrollar su lucha antirevisionista, y en esas circunstancias cayeron en la órbita de
influencia de la demagogia del revisionismo chino, quién ora si ora no se posicionaba a favor
o en contra del revisionismo soviético y yugoslavo, pero que gracias a su potente
propaganda y su lenguaje pseudomarxista podía pasar a veces entre los revolucionarios
como la corriente «verdaderamente marxista-leninista». Mucha de esta gente que buscaba
escapar de los contornos de partidos sumisos a la traición de Jruschov y los revisionistas
soviéticos, fueron los que fundaron nuevos partidos marxista-leninistas a mediados de los
60, no obstante muchos de ellos tampoco escapaban a la influencia del maoísmo y su mito
como supuesta tendencia antirevisionista, con lo que las direcciones de estos partidos
muchas veces en mayor o menor medida aplicaban en lo sucesivo conceptos y métodos
ajenos al marxismo-leninismo, lo que dificultaba notablemente su consolidación.

Estos partidos marxista-leninistas eran vistos por los revolucionarios como la forma de dar
pie a las luchas económicas, antifascistas, antiimperialistas, antirevisionistas, así como
socialistas; como las únicas organizaciones que tenían el valor de dar una herramienta a la
clase obrera donde poder agrupar a su destacamento más avanzado y donde poder dar
combate al revisionismo moderno como el revisionismo soviético, que por entonces había
desarticulado al movimiento marxista-leninista. Y realmente muchos partidos así lo hacían,
pero para cumplir tal fin de forma correcta, cualquier partido marxista-leninista debía desde
sus inicios excluir o expulsar en caso de encontrárselos, a los elementos sin ningún tipo de
espíritu científico, a aquellos bañados en un apego sentimental hacia las figuras históricas o
que eran peones acríticos de las acciones de la dirigencia china, estos elementos eran
vectores de las viejas costumbres que hicieron fracasar a las organizaciones de la clase
obrera en el pasado, por tanto la cuestión era que si no se deshacían de estos obstáculos,
tarde o temprano el partido fracasaría. Esta cuestión de entonces es la misma a la que se
siguen enfrentan hoy los revolucionarios, ningún partido que mantenga entre sus filas a
elementos de estas características podrá cumplir sus objetivos generales, por mucha buena
fe y voluntarismo que se eche.

El maoísmo supuso un grave problema para estos nuevos partidos, ya que los partidos que
no fueron capaces de librarse de este lastre y adoptaron los conceptos y teorías del maoísmo
como la «nueva democracia» en lo político-económico, la «lucha de dos líneas» en el
concepto partidista o la «Guerra Popular Prolongada (GPP)» en lo militar, no fueron
capaces de tomar una forma organizativa eficiente y unida, una línea ideológica de
pensamiento y acción coherente, dándose de bruces con la realidad constantemente. En
muchas ocasiones tampoco llegaban a comprender y refutar a las expresiones del
revisionismo moderno de forma correcta y completa, ya que al seguir las recetas de la
doctrina revisionista china y seguir a ciegas directamente cada vaivén político de Pekín,
perdían toda estabilidad en su línea política, toda credibilidad, y confundían a la militancia y
a las masas simpatizantes. Y es que recordemos: al basarse fundamentalmente en otro
revisionismo no se está en condiciones de tener un cuerpo teórico sólido y científico para
refutar a ninguna otra corriente revisionista, ni para organizar un partido, ni para asegurar
la unidad ideológica dentro del mismo. Algo que todavía no han aprendido muchos: criticar
a un revisionismo desde una posición teórica y práctica alejada de los principios marxista-
leninistas conduce a que puedas cometer esos mismos errores u otros de similar calado.

Poniendo en contexto al lector sobre la historia el PCE (m-l), respecto al maoísmo, cierto es
que este partido nació como tantos otros nuevos partidos con la carga del maoísmo todavía
no destapado a nivel internacional –suponiendo para él la fuente de gran parte de los
errores–, algo que se reflejaría en:

a) Desde la adopción mecánica de la «GPP» como método militar de toma de poder:

«Del seno de estas luchas de masas, y al calor de las mismas, se irá iniciando la lucha
armada, que podrá tomar cuerpo primero en las zonas rurales apartadas, por ser éstas
las que más pronto escaparán al control de la oligarquía proimperialista. Sólo a través de
la lucha armada en el campo le será posible a las fuerzas revolucionarias acumularse,
fortalecerse, aguerrirse, ir logrando victorias parciales sobre el enemigo hasta derrocarlo,
y, con el apoyo de la insurrección general armada de todo el pueblo, liderar al país del
yugo de la oligarquía yanqui-franquista y establecer un poder popular». (Partido
Comunista de España (marxista-leninista); Línea Política del PCE (m-l), 1967)

Siendo esta primera desviación viéndose corregida en parte ya en ciertos documentos de


1973, donde se suprime el término de que el campo sea el activo decisivo de las luchas:

«La lucha armada no puede surgir ni desarrollarse aislada de la lucha de masas, sino sólo
en estrecho contacto con el movimiento obrero y campesino de masas. De las formas
iniciales –huelgas, manifestaciones–, hay que ir pasando gradualmente –y la evolución
espontánea de la lucha confirma esta trayectoria–, a formas superiores de combate:
refriegas violentas con las fuerzas de la dictadura, asaltos, motines, etc. Para ello es
necesaria la creación de grupos de combate y autodefensa, tanto en la ciudad como en el
campo, núcleos del futuro ejército popular». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Línea política y programa, 1973)

b) Hubo un notable el franco seguidismo a las políticas de la «Revolución Cultural» de


China como todos los partidos sino-albaneses de la época:

«Gracias a la Gran Revolución Cultural Proletaria dirigida por el Camarada Mao


Tsetung, el pueblo chino ha sido movilizado y China Popular se ha convertido en el bastión
rojo de la revolución mundial. Por tanto, la Gran Revolución Cultural proletaria es, para
los pueblos del mundo, una fuente inagotable de enseñanzas y de estímulo revolucionario,
y es un ejemplo irrefutable de cómo aislar y derrotar a los grupos revisionistas
contrarrevolucionarios a través de la movilización audaz de las masas sobre la base del
Pensamiento Mao Tsetung». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Mensaje
de felicitación del Comité Ejecutivo del PCE (m-l) al Presidente Mao Zedong con ocasión
del Noveno Congreso del PC de China, 5 Abril 1969)

Se diría después en 1979 rectificando:

«A la vista de lo sucedido en aquel vasto movimiento dirigido personalmente por Mao, se


puede afirmar que fue un movimiento esencialmente anticomunista y contra el
proletariado. Algunos de nosotros presenciamos personalmente estos hechos que
confirman lo anterior. Aquel movimiento, bajo la dirección de Mao –insistimos en esto–
estaba encabezado por los estudiantes y el ejército, y no como hubiera sido lógico por los
comunistas y la clase obrera, pese a que añadían la coletilla «proletaria». Esa
«revolución», que hubiera sido justa de haber estado encaminada a combatir las
tendencias revisionistas y a los elementos burgueses, como ellos mismos decían en su
propaganda, disolvió las organizaciones del partido, los comités, las células, la
organización de la juventud, la sindical, etc., y en su lugar surgieron los comités de los
«guardias rojos», compuestos, casi exclusivamente por estudiantes y militares.
Amparándose en aquel movimiento, distintas camarillas se ajustaron las cuentas entre sí,
fue eliminado el revisionista Liu Shao-chi, el siniestro Deng Xiaoping y otros, que luego
han sido rehabilitados, incluso en vida de Mao, como ha sido el caso de Deng. Fue un
movimiento típicamente anarquista que sólo benefició a la burguesía». (Partido
Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l),
1979)

c) El dogmatismo metafísico al no apreciar la posibilidad de que la burguesía se reciclase del


fascismo a la democracia burguesa –con las posibilidades que eso abría para su trabajo
como indicó precisamente Enver Hoxha en 1977 sobre España–:

«Queda, pues, claro que en ningún momento, nadie que conociera mínimamente
la composición de los gobiernos de la Monarquía podía pretender que
estábamos asistiendo a un proceso de auténtica democratización, ni de apertura hacia
una auténtica democracia parlamentaria y constituyente. (...) La dictadura
oligarcofascista no podía tranformarse desde dentro y sin modificar sus propias bases
económicas sociales y políticas en una democracia parlamentaria». (Partido Comunista
de España (marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)
Algo que fue parcialmente rectificado en los 80 bajo una autocrítica, reconociendo que no
habían medido ni el alcance de la maniobra entre los aperturistas del franquismo y la
oposición reformista, ni el estado de ánimo de las masas para aceptar este pacto:

«El partido no pudo prever en todos sus aspectos la evolución del estado de ánimos de las
masas tras cuarenta años de dictadura, ni la profundidad de la maniobra continuista
monárquica, promovida y plenamente respaldada por la oligarquía y por los partidos
revisionistas y socialistas, así como también por los Estados reaccionarios del mundo. (…)
En este sentido cabe destacar la transcendencia que el imperialismo yanqui y la
socialdemocracia de la República Federal Alemana (RFA) dieron a la maniobra
internacionalmente y que le siguen dando como modelo de «salida sin traumas de una
dictadura», evitando el peligro de una revolución popular y reforzando así, con formas
pseudodemocratizantes el Estado capitalista. Para ilustrar esta trascendencia, ahí
tenemos, salvando las distancias, las «salidas» que el imperialismo y la socialdemocracia
han dado al caso de Argentina o Brasil». (Partido Comunista de España (marxista-
leninista); Documentos del ºIV Congreso, 1984)

c) Las manifestaciones de un sectarismo autosatisfactorio reflejado en la subestimación de


la participación en los sindicatos reaccionarios como algo secundario frente a la tendencia
de reforzar el sindicato revolucionario propio –la Oposición Sindical Obrera (OSO)–; algo
que carece de sentido si la mayoría de la clase obrera está en los sindicatos reformistas como
ocurría entonces:

«Aunque en estos momentos nuestra táctica sindical debe estar centrada en el movimiento
asambleario, no por ello debemos olvidar la tarea de dedicarnos también al trabajo
dentro de las organizaciones sindicales reformistas, para trabajar en su seno y atraer a
los sectores obreros que están bajo la influencia reformista, hacia nuestras posiciones,
crear una corriente sindical revolucioonaria dentro de ellas e impedir al menos que los
cabecillas del amarillismo tengan las manos libres para realizar su labor antiobrera entre
estos sectores. Naturalmente esta tarea tiene menor importancia cuando a principios del
76 comenzó la actividad abiertamente legal de las «centrales» reformistas. Y esto por dos
razones fundamentales: 1) porque el movimiento obrero ha cobrado gran fuerza,
amplitud y combatividad, con formas y métodos de lucha propios, y 2) porque la sopa de
letras sindicales apenas ha podido repartir sus carnets más que a una ínfima minoría de
la clase obrera». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº
Congreso del PCE (m-l), 1977)

Esta tendencia se empezó a rectificar en 1983-85, atizando el sectarismo de no querer


participar en las organizaciones de masas bajo la excusa de hacerle el juego a los
reformistas, una desviación que como se sabe, actualmente sigue estando presente en todas
las organizaciones maoístas:

«El partido tiene que dejar de lado sectarismos y toda actitud parcializada de si vamos a
defender a los carrillistas o a los gerardistas o a los pro-rusos, y ver que su incidencia en
CC.OO. concretamente, o en UGT, es lo que nosotros tenemos que contrarrestar con
nuestra incidencia dentro de CC.OO., de todos sus sectores, indistintamente de a qué
política partidista respondan, llevando allí una política unitaria de defensa de los
intereses del pueblo, de ese sector determinado y concreto al que queremos dirigirnos. (…)
Indistintamente de si son los sectores carrillistas, o sectores gerardistas u otros que
existen en CC.OO., teniendo en cuenta que es el entorno en el que inciden estas fuerzas
oportunistas en el que nos interesa implantarnos con posiciones de combate, que
respondan a esos problemas que hoy tiene el pueblo que resolver: cómo hacer frente a la
crisis capitalista, cómo hacer frente al paro, cómo hacer frente a la carestía de la vida».
(Elena Ódena; Sobre la táctica unitaria del partido; Intervención en el IIº Pleno del
Comité Central, elegido en el IVº Congreso del PCE (marxista-leninista), 1985)

Finalmente en diciembre de 1985 como sabemos, un mes después de la muerte de Elena


Ódena se decretó la disolución del sindicato propio y la integración sin más explicación en
CC.OO., lo cual es un franco silencio sobre el fracaso en la política sindical, un bandazo en la
línea ideológica que quedó sin explicación.

¿Hubo aciertos tempranos en la lucha contra el maoísmo?

Claro. En cambio hay que anotar que el PCE (m-l) desde un primer momento se alejó de
tercermundismo y nunca permitió el fraccionalismo interno bajo el concepto de la «lucha de
dos líneas».

Pero se alza una pregunta, ¿los marxista-leninistas cometieron errores al exponer por
ejemplo al maoísmo? Por supuesto, y algunos de gran calado. No podemos pasar por alto el
hecho de que muchos partidos marxista-leninistas incluido el PTA y el PCE (m-l) tuvieron
demasiada paciencia e hicieron demasiadas concesiones cuando ya conocían hechos
manifiestos de los líderes chinos. En general muchas figuras y partidos marxista-leninistas
pecaron claramente de regalar a los revisionistas chinos cartas y declaraciones favorables en
ocasiones como aniversarios; epítetos de un carácter exaltado, otros de exagerada
formalidad diplomática, donde se daba una idea distorsionada del partido y la dirección
china, lo que ayudaba a los revisionistas chinos en sus fines propagandísticos de país
socialista e internacionalista, de «gran partido marxista-leninista», y a Mao Zedong y sus
actos como presunta «gran figura marxista-leninista». El dejarse llevar por los formalismos
no tiene justificación alguna; los marxista-leninistas deben ser conscientes en todo
momento de qué dicen y hacia quién. Sucede lo mismo cuando se hacía esto sin conocer –o
al menos muy poco– la realidad que se decía exaltar, tampoco sirve para estar libre de error;
pues un marxista-leninista no emite conclusiones precipitadas sin estar enterado de lo que
habla. En resumidas cuentas los marxista-leninistas no se deben precipitarse fácilmente e ir
regalando este tipo de epítetos, mucho menos al conocer ya ciertas desviaciones en una
figura o partido, lo cual hacía preciso extremar la precaución; no se debe elevar nunca por
los cielos lo que no se conoce bajo términos generales, sino solo hablar de lo concreto que se
conoce y con total seguridad. La propaganda y la historiografía revisionista ya ha tipificado
dentro del comunismo a suficientes figuras, países y partidos históricos antimarxistas, los
marxista-leninistas no debemos engordar la lista de falsos mitos sino ayudar a
desmitificarlos. Los marxista-leninistas de la época deberían haber investigado más a fondo
la historia del Partido Comunista de China (PCCh), deberían haber valorado a sus figuras
dirigentes en su justa medida, jamás por encima, para luego tener que arrepentirse de lo
escrito o dicho. Estos errores –mezcla de seguidismo, formalismo, sentimentalismo,
cobardía– fueron unos errores colectivos de todos los individuos y partidos marxista-
leninistas que costaron muy caro a todo el movimiento marxista-leninista internacional, ya
que dio alas y tiempo al revisionismo chino a consolidar su influencia entre los
revolucionarios honestos.
Nosotros pensamos que fue un grave error para el PCE (m-l) haberse fundado bajo
conceptos e ideas maoístas, en sus desarrollos posteriores vemos una concesión
injustificable el no haber roto relaciones públicamente y no haber señalado directamente la
traición de China cuando se recibía a Carrillo como aliado en 1970 y cuando en 1973
restableció relaciones con Franco, el no haber publicado los documentos de las tiranteces
hasta que la polémica llegó a tonos mayores, prefiriendo alejarse sin demasiado ruido, sin
analizar demasiado el origen de estas acciones hasta en 1978, cuando se denuncia al
maoísmo abiertamente y se saca a relucir todo el material de las discusiones previas. Este
tipo de tácticas benefician al infractor y son directamente inaceptables cuando la otra parte
no tiene intención de solucionar las divergencias. De haberse decidido a denunciar antes a la
dirección china, el PCE (m-l) hubiera ahorrado sufrimientos al movimiento internacional y
a él mismo. La denuncia podría haberse incorporado no solo los hechos detonantes de los
70, sino el material correspondiente a las divergencias de los 60 entre ambos partidos, la
dirección del PCE (m-l) podría haber desarrollado una labor de investigación sobre los
orígenes tempranos del maoísmo, precisamente ellos disponían de material suficiente para
criticar sus aberraciones teórico-prácticas.

En realidad en un Estado democrático-burgués el orden represivo no se aplica solo a los


verdaderos comunistas sino contra todo revolucionario o pretendido revolucionario. Se ha
de hacer un esfuerzo para comprender que igual que existen autodenominados comunistas
que no saben identificar a su enemigo, existen anticomunistas que tampoco saben
identificar a sus verdaderos enemigos. Del mismo modo y dicho en términos más amplios:
las clases explotadoras y todos sus miembros al estar educados en una filosofía idealista,
aceptan que toda persona o grupo autodenominado anticapitalista lo es, y no entienden –o a
veces les sale más rentable no molestarse en reflexionar en ello– el hecho de que para que
un grupo o individuo sea comunista no basta con que se diga, sino que es algo que debe ser
contrastado en la práctica. Pero ha de entenderse que muchos explotadores –demócratas
burgueses o fascistas– prefieren barrer con escoba de hierro todo lo que se diga
anticapitalista y así guardarse las espaldas, aunque muchos de los que se lleven por delante
no sean peligrosos para su régimen e incluso de saberlos manejar les sean hasta de utilidad.
He ahí porque los burgueses más inteligentes prefieren valerse de estos elementos e
infiltrarse en sus grupos, manejándolos a su gusto para sus fines.

¿Cuáles fueron las causas de la degeneración del PCE (m-l) a partir de los 80?

1) En concreto el PCE (m-l) acabó dependiendo mucho de una figura clave en el liderazgo,
Elena Ódena:

«Elena Ódena fue el alma y la mente política del partido. Su verdadero nombre era
Benita Gamuza Muñoz. Elena era una mujer extraordinaria y con mucho coraje,
extremadamente inteligente, dotada de una gran fe, de una voluntad inquebrantable y de
una gran capacidad de trabajo. (…) No ha tenido el reconocimiento que se merecía. (…) A
la política del partido contribuyeron muchos, algunos más y otros menos, pero Elena la
marcó profundamente, y, sobre todo, marcó de forma especial cada una de las frases y de
los cambios tácticos. (…) Elena era siempre quién empezaba la discusión, la que elegía los
argumentos, la que guiaba, hasta el punto de que llegó a plantear abiertamente como un
problema el hecho de que ello gravaba siempre sobre sus espaldas y quería que los demás
se hicieran cargo. A partir de un cierto punto así se hizo, pero, tengo que decir que, en todo
caso, Elena siguió siendo el alma de la discusión política». (Riccardo Gualino; Frap: una
temporada en España, 2010)

En el PCE (m-l) como han confesado muchos de sus actuales exmilitantes había mucha
ilusión, mucho trabajo hasta la extenuación, mucha pasión, pero faltaba una certera
formación ideológica, planes de estudio colectivo y sobre todo un hábito individual de
estudio como denunció Ódena en varias ocasiones, no había un apego consciente a los
principios del partido sino sentimental, no hablemos ya hacia los líderes. El seguidismo fue
la marca y seña durante muchos momentos, y eso conduce a que cuando las figuras clave
van cayendo, el partido sea manejado por elementos volubles, que claudican y cambia de
línea política constantemente, traicionando incluso los viejos principios del partido.

2) Debido a su permisión de fracciones y líneas sufrieron toda una serie de disputas internas
entre la que incluyeron tendencias, expulsiones y escisiones, la de 1965, 1976, 1981, 1987,
etc. algo que llevó a estos partidos a desangrarse poco a poco, ya que no aplicaban
correctamente el centralismo democrático; no existiendo una sola línea monolítica de
pensamiento y acción, la dirección sólo se veía obligada a combatir a los desviacionistas
cuando ponían en peligro su hegemonía y aún así no procedía con un trabajo de persuasión
contra los desviacionistas ni siempre se sacaban las conclusiones necesarias:

«Por estas razones, entonces, en algunos pequeños partidos, desde el inicio aparecieron
fricciones y se produjeron escisiones, no se tomaron medidas contra los facciosos, porque
los miembros y dirigentes del partido no estaban familiarizados correctamente con las
formas de organización leninista-stalinista de partido en las peligrosas y complicadas
condiciones de sus países. Por otra parte, ellos no proveyeron que la reacción tendría la
actividad del partido y sus miembros bajo permanente vigilancia y que se infiltrarían
dudosos elementos, sus agentes, o simpatizantes vacilantes entre sus filas». (Enver Hoxha;
El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de 1979)

3) La mayoría los dirigentes de estos partidos caerían del debido nivel ideológico, tampoco
promovían el estudio concienzudo para avanzar en este defecto, era un apego más
sentimental que real a la doctrina marxista-leninista combinado con un seguidismo a otros
partidos, de ahí hechos como no detectar a tiempo los acontecimientos nacionales e
internacionales o detectarlas tarde –incluyendo los peligros que suponían para el partido
aplicar estas desviaciones antimarxistas–, lo que poco a poco iba minando la credibilidad de
la organización y sus líderes, y anclaba a sus cuadros en el liberalismo, la parsimonia, y un
bajo nivel ideológico en general:

«De hecho, desde la formación de algunos de estos partidos era bien aparente que entre
sus miembros había elementos que no estaban perfectamente templados con las ideas
marxistas-leninistas o cuyo dominio de ellas era superficial y más bien por razones
sentimentales. Por ejemplo, muchos de ellos no hicieron ningún esfuerzo para obtener un
profundo conocimiento sobre el rol principal del partido como el destacamento de
vanguardia de la clase obrera y de las principales dificultades que encontrarían en su
lucha y trabajo bajo las salvajes condiciones de opresión y explotación del régimen
capitalista, un régimen hostil, en primer lugar, para los marxistas-leninistas». (Enver
Hoxha; El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de
1979)
4) No tomar al marxismo-leninismo como una doctrina científica, sino como una ideología
más, lo que muchas veces al entenderse así, conduce a no estudiarlo, a no acostumbrarse a
aplicar sus herramientas y metodología, y a guiarse por el pragmatismo y el
sentimentalismo a la hora de abordar las cuestiones:

«El objetivo de los comunistas es llevar a cabo la acción revolucionario hasta el término de
su victoria. Para ello se debe adquirir un pensamiento revolucionario que no ocurre
milagrosamente sino que debe ser desarrollado científicamente. Este pensamiento no tiene
nada que ver con el sentimentalismo pequeño burgués y la cohorte de prejuicios que de él
acompañan. Es únicamente asimilando el marxismo-leninismo y aplicándolo
científicamente que se puede a llegar a obtener este pensamiento, lo que supone colocarse
bajo el punto de vista materialista-dialéctico, en la cosmovisión del proletariado y de su
misión histórica, suponiendo considerar al marxismo-leninismo como una ciencia».
(L’emancipation; La demarcación entre marxismo-leninismo y oportunismo, 1979)

5) La lucha ideológica que llevaron algunos partidos marxista-leninistas contra el


revisionismo se basaba en esperar a que otros partidos identificar las maniobras y traiciones
de los oportunistas, y una vez localizado el problema, repetir doctrinariamente algunos
eslóganes y principios generales. A la hora de luchar contra el revisionismo si no se estudia
los casos concretos, si no se hacen analogías con corrientes pasadas, si no se populariza los
análisis y las particularidades de cada revisionismo entre las masas, si no se dan pruebas de
cómo afecta a los trabajadores la actividad de los revisionistas a nivel interno y externo, el
individuo que milita en un partido así acaba siendo un objetivo fácil de ser infecto de la
misma enfermedad. En los partidos marxista-leninistas este panorama suponía que los
militantes a la hora de la verdad no supieran identificar o refutar a las tendencias
oportunistas. Y en casos de parálisis ideológica avanzada: produciéndose el efecto de
encontrarse con una una línea cada vez más delgada entre la línea ideológica del partido y la
línea ideológica de algunos de los revisionistas modernos, produciéndose la rehabilitación
de algunas figuras y corrientes:

«¿En qué consistía esta supuesta lucha ideológica? Consistía en un refrito de referencias
generales a la doctrina marxista-leninista como: la condena del concepto del tránsito
pacífico, la noción distorsionada de la coexistencia pacífica, el abandono de la dictadura
del proletariado y la denuncia de las tácticas electoralistas y las alianzas que implicaban,
etc. En consecuencia, el movimiento maoísta declaró que el marxismo-leninismo derrotó
al revisionismo moderno en Francia, la «demarcación ideológica» era clara entre los
marxista-leninistas y el revisionismo, y que el comunismo salió victorioso de esta batalla
feroz. ¿Pero bastaban estos temas generales para denunciar y diseccionar a fondo el
revisionismo francés y el revisionismo moderno en general? ¿ En qué refutaba todo esto
las teorías económicas, las reivindicaciones políticas y sociales, las falsificaciones
históricas, los diseños ideológicos del revisionismo francés? ¿En qué todo esto explicaba
las causas y la historia de la degeneración revisionista del movimiento comunista francés?
¿Qué resolvía o ponía en evidencia de manera concreta las cuestiones de la revolución en
Francia? Cada uno sabe que el lanzar referencias generales la doctrina marxista leninista,
otras cuantas alteradas y edulcoradas como hace el maoísmo, no constituye en sí una
lucha ideológica verdadera, porque tal refrito es cortado de toda aplicación, tanto teórica
que práctica, de los principios marxistas leninistas. (...) La lucha ideológica comunista
debe refutar a las doctrinas burguesas y revisionistas y aclarar las ideas comunistas en
todos los aspectos de la revolución. No es defender el comunismo alegar a teorías
generales, sino mostrando su verdad y su necesidad en el movimiento real. Esta tarea, tal
como veremos más adelante, es común a todos los comunistas que ven la revolución como
un problema planteado y resuelto, y no como un tema exaltación mítica».
(L’emancipation; La demarcación entre marxismo-leninismo y oportunismo, 1979)

***

Está claro, que el camino que tomó el PCE (m-l) fue advertido por las figuras marxista-
leninistas:

«Una de las razones de que los antiguos partidos comunistas de los países capitalistas se
convirtieran en partidos revisionistas es precisamente el haber descuidado por completo
el estudio y la asimilación del marxismo-leninismo. La doctrina marxista-leninista sólo
era utilizada como lustre, se había convertido en palabras vacías, en slogans, no había
penetrado profundamente en la conciencia de los miembros del partido, no se había
convertido en sangre y carne suya, no se había hecho un arma para la acción. Si se hacía
alguna pequeña cosa respecto al estudio del marxismo-leninismo, tendía únicamente a
dar a conocer al miembro del partido algunas fórmulas áridas, sólo para que pudiera
decir que se llamaba comunista, para que amara el comunismo de manera sentimental,
pero de cómo se llegaría hasta ahí, no sabía nada, porque no se lo hablan enseñado.

Los dirigentes de aquellos partidos, que tenían solamente palabras y nada en las alforjas,
vivían en un ambiente burgués y contaminaban al proletariado de sus países con ideas
liberales y reformistas.

De este modo, el viraje de los partidos revisionistas hacia la burguesía es una evolución
socialdemócrata, oportunista, preparada desde hace tiempo por sus líderes
socialdemócratas, por la aristocracia obrera que dirigía estos partidos llamados
comunistas.

Los partidos marxista-leninistas no pueden dejar de tener en cuenta esta experiencia


negativa, a fin de sacar de ella enseñanzas para organizar el estudio y la asimilación del
marxismo-leninismo sobre bases sólidas, ligando siempre este estudio a la acción
revolucionaria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

¿Influyó la represión en el debilitamiento del partido? ¿Puede un partido


ampararse en esa excusa?

Añadir que se ha demostrado históricamente que el haber sufrido una represión directa,
bien sea cierre de locales, retención ilegal, tortura, e incluso asesinato de militantes, no
significa que las posiciones políticas del sujeto o del grupo sean acertadas, correctas. A poco
que se piense, el lector reconocerá que muchas de las pugnas entre los grupos burgueses han
acabado con representantes de una de las partes en la cárcel o muertos, si se hace un
esfuerzo ha de reconocerse que lo mismo puede suceder y sucede en las pugnas con los
grupos pequeño burgueses radicalizados o capas de la intelectualidad progresistas cuando
se oponen a la burguesía o dejan de ser válidos para sus intereses y la burguesía decide
apartarlos, no hablemos ya de los grupos hegemonizados por lumpens, que suelen ser
altamente inestables, y lo mismo son los matones de la burguesía, que acaban como cabeza
de turco con sus huesos en la cárcel cuando algo sale mal.

En España no solo los viejos franquistas han mandado bajo los nuevos partidos creadores
durante la Transición, también hay varios casos significativos de gente que ha sido
reprimida durante el franquismo y finalmente ha acabado ocupando grandes cargos en los
sucesivos gobiernos del PSOE y PP, o han sido guardianes del orden constitucional desde las
tribunas periodísticas, de esto tenemos varios ejemplos, en especial entre los grupos
maoístas, por lo que sobraría comentar esta estupidez de teoría de que sufrir la represión es
igual a tener una línea correcta.

Tampoco el haber sufrido la represión en tus carnes o en la de tus seres cercanos es garantía
de ser un revolucionario consecuente, ni tampoco en caso de serlo en ese momento, te
garantiza el mantener la pureza de esos principios de forma eterna. El caso quizás más
sonado es el de Manuel Blanco Chivite, quién fue miembro del Partido Comunista de
España (marxista-leninista) por aquel entonces famoso también por el frente que presentó:
el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP). Chivite fue detenido infinidad de
veces durante el franquismo y el postfranquismo, pero cobró notoriedad por haber sido uno
de los miembros juzgados en el Consejo de Guerra del 12 de septiembre de 1975, del cual
saldrían las últimas sentencias de muerte del franquismo, siendo un juicio sin ninguna
garantía legal como reconocieron todos los periodistas y expertos internacionales. Chivite
fue condenado a muerte y luego indultado a una alta pena de cárcel, por unos delitos de
asesinato de los que tanto él como sus compañeros negaron ser responsables, acusaciones
ante las cuales no se presentó prueba material alguna, ni siquiera testigos, más adelante
sería liberado con la ley general de amnistía de 1977, pero tres de sus compañeros no
corrieron la misma suerte y sí fueron fusilados en ese juicio de 1975. ¿Fue suficiente
semejante prueba para que Chivite fuese coherente con sus ideas hasta el fin de sus días?
¿Fueron el recuerdo de los compañeros del PCE (m-l) encarcelados y asesinados suficiente
peso moral para no abandonar los fundamentos de la línea política del partido durante
aquellos años? Para nada como ya hemos visto.

Esto demuestra que no importa la represión que se haya sufrido un individuo o un colectivo,
que ella no es ningún legitimador de la línea política.

En esto fallan en comprenderlo sobre todo los aventureros del PCE (r) que además intentan
manipular la historia reciente y presentarse como «el grupo que más ha sufrido la represión
franquista y postfranquista» y a veces como «el único que la ha sufrido», lo cual es una
broma pesada, ya que fueron un grupo constituido como partido justo en 1975, el mismo
año de la muerte de Franco, sin células en el interior como reconocían sus autores,
articulándose como una organización conspirativa que atentaba de tanto en tanto sin una
conexión e influencia entre las masas. Como es compresible, dicho método reporta un
despilfarro inmediato de militantes hacia las cárceles, con una estrategia todavía más
anarquista como es abandonar participar en elecciones así como negarse a participar en el
trabajo en las organizaciones de masas, no tomando pues, participación real ni pudiendo
influir en las movilizaciones contra el desempleo, el peligro de una nueva guerra, las huelgas
ni en ningún mínimo hito de la lucha de clases que sucedieron durante las sucesivas
décadas, acabando sus días, de nuevo, con una desesperada cúpula en el exilio y sin
presencia real en el interior para levantar una estructura mínima. Sus representantes y
simpatizantes siempre intentan tomarnos el pelo con este tema en donde se presentan como
«los únicos luchadores antifascistas que lucharon y sufrieron represión», cuando está claro
que no solo los marxista-leninistas, sino también revisionistas y anarquistas estuvieron
antes en la lucha contra el franquismo y el postfranquismo, prueba de ello son los mártires
como Julian Grimau del PCE, los anarquistas Delgado y Granados en 1963, Fernando
Elorriaga y Jesús Murueta en 1969 así como de Mario Diego Capote del PSUC, Antonio
Huertas Remigio, Cristóbal Ibáñez y Manuel Sánchez Mesa resultados heridos de muerte en
una huelga de 1970, la muerte del sindicalista tiroteado Antonio Ruiz Villalba en 1971,
Enrique Ruano militante del Frente de Liberación Popular es asesinado durante los
interrogatorios o el famoso caso del anarquista Salvador Puig Antich ejecutado en 1974.
Podríamos seguir con una lista interminable de nombres.

En concreto los marxista-leninistas agrupados en el PCE (m-l), sus juventudes JCE (m-l), su
sindicato la OSO, su rama estudiantil FUDE y su frente antifascista y patriotico del FRAP
sufrieron tanto o más que el PCE (r) pese a que los restos de éstos tanto alardean en la
actualidad de haber sufrido represión y piden al resto que se les otorgue la medalla al
antifascismo. La diferencia, es que el PCE (m-l) no hizo de sus penurias una constante
unilateral en su propaganda, no cayeron en el culto a los mártires sin más perspectivas, sino
que lo aceptaron como una consecuencia lógica; tampoco centró su programa en ello
mirándose el ombligo, porque hacer eso aunque es necesario para mantener la memoria de
los caídos, de excederse en su ejercicio conduce a un ritual de autocompadecimiento y
autosatisfacción, a olvidarse de las luchas presentes, a descuidar los problemas de las masas
y finalmente al aislamiento mientras se recuerda las gestas de la organización.

Por citar solo unos pocos ejemplos de la represión sufrida por este grupo tenemos:

-El tiroteo a Riccardo Gualuno en 1965 por repartir propaganda siendo apresado hasta su
liberación y expulsión de España en 1968;

-La detención de los dirigentes de la cúpula del PCE (m-l) Paulino García Moya y Emilio en
1966;

- La detención en 1970 de Matías otro miembro de la cúpula;

-En 1971 es detenido y torturado el militante del PCE (m-l) Vicente Antonio López durante
17 días;

-En 1972 miembros de la Brigada Político Social (BPS) disparan sobre el sindicalista
Victoriano Diego Gómez por repartir octavillas de la Oposición Sindical Obrera (OSO),
sindicato vinculado al PCE (m-l);

-En 1973 el militante del PCE (m-l) Cipriano Martos es apresado, torturado y envenenado
durante los interrogatorios, hoy existe una querella emitida desde Argentina para que en
España extraditen y se pueda juzgar a sus responsables allí;

-Se sucede en Valencia la detención por portar propaganda de los militantes del PCE (m-l)
José Tena Gil como de Esteban Villanueva durante un periodo que va desde octubre de 1973
hasta verano del 74, sufrieron entre en ese lapso de tiempo severas torturas;

-La famosa caída de 18 militantes del PCE (m-l) en Málaga y de 40 militantes en Elche
durante 1973, que debilitan la organización en esos núcleos;

-La detención y torturas de la BPS al militante del FRAP José Manuel García Benito por
pertenencia bajo la única acusación de pertenecer a un grupo político ilegal, siendo uno de
los primeros presos políticos después de la muerte de Franco;

-El secuestro en 1975 por la BPS de Rosa Mª García Alcón militante de la Federación
Universitaria Democrática Española (FUDE), grupo vinculado al PCE (m-l) siendo objeto de
torturas continuadas durante una semana;

-Detención y tortura de Riccardo Gualuno en 1976;

-La encarcelación de Pablo Mayoral y Vladimiro Fernández Tovar por unos cargos de
participar en una acción armada en 1975 que negarían y siguen negando hasta la actualidad,
excarcelados por la amnistía de 1977;

-Víctor Pérez Elexpe militante del PCE (m-l) muere el 20 de enero 1975 mientras repartía
propaganda en Santurce, así mismo fue herido de gravedad por los disparos de un policía de
la BPS Carlos Urritz Geli el 1 de febrero de ese mismo año.

-Se llevan a cabo tras las inmensas protestas nacionales e internacional los fusilamientos de
José Humerto Baena Alonso, José Luis Bravo y Ramón García Sanz en 1975 en un juicio sin
garantías como se reconoció en el exterior, tras un periodo previo de torturas como
denunciaron en sus alegatos;

-El montaje en 1978 contra José Félix Abad, Josep Mª Caparros y Javier Sáez acusados de
colocar una bomba contra la sede de Fuerza Nueva –el autor real Tomás Antón Torregrosa
dueño del propio local confesaría años después su responsabilidad–:

-Se presenta el PCE (m-l) para solicitar oficialmente la legalización del partido dentro del
nuevo marco de libertad de asociación, con la consiguiente denegación oficial en mayo de
1978 por considerar los estatutos vigentes de la organización aprobados en el IIº Congreso
de 1977 como anticonstitucionales, extendiéndose ese marco de ilegalidad a todas sus
organizaciones dependientes como el FRAP o la Convención Republicana, a partir de ahí el
PCE (m-l) llevará una ardua lucha para extender este derecho de asociación a todas las
organizaciones antifascistas, hay que decir que a diferencia de otros partidos
pseudomarxistas, el PCE (m-l) no renunció a rebajar sus principios ideológicos
revolucionarios de sus estatutos para aceptar ser legalizado, triunfo que se logró finalmente
en febrero de 1981, pese a ello, se suceden los intentos de volver a ilegalizar la organización,
siendo el único grupo legal de aquel entonces a excepción del partido del golpista Tejero
Solidaridad Española (SE) por el que se hicieron movimientos oficiales desde el Ministerio
del interior para tramitar su ilegalización, aunque sin éxito.

-Última liberación de los presos del PCE (m-l) a mediados de los 80 tras cumplir condena o
ser indultados.

Por tanto la represión claro que influye, pero jamás es decisiva, al revés debe de ser un
combustible para defender los principios. Cosa que mucho de los líderes del PCE (m-l) no
hicieron a finales de los 80.
Aclaremos otro tema importante.

Una de las mayores bazas del PCE (r)/GRAPO es pedir la solidaridad de los revolucionarios
honestos y de la gente progresista bajo la excusa de que se consideran a sí mismos presos
políticos a todos y cada uno de sus integrantes más allá de las razones de su
encarcelamiento. Con ello intentan recalar simpatías de los grupos antirepresión y de todas
las variadas corrientes antifascistas, y sobre todo exigen que nadie critique su activismo,
algo así, como que si alguien se solidariza con otra persona o grupo, debe ser una
solidaridad condicionada a no emitir criticismo alguno.

¿Cuál es la posición correcta para un marxista-leninista respecto a la cuestión de los «presos


políticos»? Es correcto y hasta necesario defender a todos aquellos presesos que son
sometidos a torturas, a montajes, condenas excesivas, incumplimiento de la propia ley
burguesa, que han sido encarcelados por sociación ilícita, etc; a pesar de que no sean
marxistas-leninistas. De otro modo se estaría abandonando las tareas de agitación por un
lado y por el otro se estaría desaprovechando una oportunidad para revelar el cariz del
sistema burgués ante las masas, en consecuencia tendiendo un puente fácil para ser el
próximo objetivo del Estado burgués.

Hemos de hacer una reflexión sobre el tema de los presos que pueda tener una organización
vamos a suponer que revolucionaria –y no una banda basada en escarceos espontáneos en
forma de atentados–. La cuestión de los presos en una partido no puede ser el eje principal
de tu propaganda para legitimar a la organización entre los trabajadores y reivindicar su
lugar como vanguardia como hizo en su momento el PCE (r) y como intentan hacer otras
organizaciones con el tema de «hemos sido reprimidos». Porque aunque encarcelen, por
una injusticia o no a tus militantes, si son de una organización que no tiene conexión con las
masas a la gente de a pie, el tema a tratar no le interesará lo más mínimo a las masas, menos
aún en la actualidad que se ha perdido esa solidaridad antirepresiva de antaño. Quizás entre
los círculos antifascistas y antirepresivos seguro que eres bienvenido –porque las primeras
son plataformas sin mucho nivel ideológico ni criticismo y las segundas son organizaciones
a las que acudir para ello–, pero a la amplia mayoría de la clase obrera, sobre todo la
idiotizada –o digamos «alieneada» para ser correctos– no le interesan movilizarse por sus
propios derechos como para hacerlo por una organización que le es contraria o indiferente,
así que una organización así no puede esperar un amplio movimiento de respuesta y
solidaridad cuando previamente no se ha hecho nada relevante para que tus militantes
luchen codo a codo con las masas en temas básicos para su porvenir, mucho más en casos
extremos como el PCE (r) que ha rechazado participar en las organizaciones de masas como
los sindicatos reformistas o ejercer una denuncia pública del sistema desde la tribuna
parlamentaria, ambos dos requisitos básicos del bolchevismo, dejando a las masas a merced
del enemigo de clase. Un partido marxista-leninista, que por tanto aspira a hacer la
revolución, que es obra de las masas y no de un pequeño grupo conspiratorio, no aspira a
basar su estrategia en sacar crédito político de sus mártires para ganarse a las masas, sino
que se dedica a denunciar los hechos, seguir el trabajo y tomar estos hechos como
consecuencias lógicas de la lucha, pero no se dedica como otras bandas semianarquistas a
mirarse el ombligo con victimismo esperando una respuesta masiva de la población que
jamás sucederá, y mucho menos poner en tela de juicio a la clase obrera por su negativa a
seguirles. Incluso cuando es necesario pedir la solidaridad en la represión para defender a
tus militantes y denunciar al sistema, este llamamiento solo es efectivo si va acompañado de
un trabajo previo de la organización entre las masas, si ellas sienten que el partido defiende
sus intereses cotidianos y ulteriores, porque ahí si sienten que están siendo reprimidos ellos
aunque no les toque directamente porque lo consideran ya «su» movimiento de clase.
Obviamente cuando se suceden casos de tortura y asesinato, el círculo de apoyos se amplia,
la gente por compasión y solidaridad antirepresiva puede sumar sus apoyos a dicha
organización aunque sea en ese tema, como deber de ser, pero es un espejismo, no implica
una influencia sobre las masas como creen algunos. El mejor ejemplo está en que si una
misma organización después de reunir dinero y presionar a las instancias gubernamentales
para mejorar las condiciones de los presos o incluso llegar a liberarlos gracias al apoyo
popular –esto último algo imposible una organización sin influencia entre las masas–, son
actos que a la postre no servirán de nada si luego descuida participar de las luchas
cotidianas y se dedica a hacer llamamientos a que todos los trabajadores se rindan a su fama
como organización que ha sufrido una honda represión, si se comete este error se volverá a
la casilla de salida, las simpatías obtenidas en un momento como se escapan, se vuelven
efímeras. No hablemos ya de casos de organizaciones que no han logrado nada reseñable en
sus campañas antirepresivas y sigue insistiendo en jugar a los héroes y la muchedumbre
cometiendo acciones armadas en nombre de las masas, creyendo que así hacen la
revolución, incluso atentando contra ellas por no seguirles en su empresa aventurera.

¿Pero es acaso comparable el viejo PCE (m-l) de 1964-1985 y sus errores con el
PCE (m-l) de 1985-1992 o el PCE (m-l) refundado de 2006-2016?

Por supuesto que no, en el primer caso hemos visto casos de seguidismo, falta de
conocimientos, inexperiencia, y demás, pero se constata una evolución dialéctica honesta
para intentar superarlos, en el segundo y tercer caso hemos visto errores y cambios de línea
ideológica sin justificación alguna para saltarse los axiomas, una insistencia en mantener
errores ideológicos que conocen sobradamente. El viejo PCE (m-l) pese a todo, elevó una
bandera ideológica de lucha contra el revisionismo y el imperialismo mientras tuvo una
influencia reseñable entre las masas, mientras que después el PCE (m-l) no aportó ni un
solo artículo memorable a la lucha ideológica, se reconcilió con todas las corrientes
oportunistas habidas y por haber, y se aisló de las masas. Por tanto es claro que tipo de PCE
(m-l) reivindican los marxista-leninistas de la actualidad.

Podríamos continuar con un largo etc. de ejemplos que demuestran su falta de principios
revolucionarios del actual PCE (m-l), pero no merece más la pena explayarnos ahora con un
partido que como decimos cuenta por sus errores con tan poca influencia en las masas
actualmente.

Ya hemos visto con esta documentación de las propias obras de Elena Ódena, sus escritos
son lo suficiente para concluir que el actual PCE (m-l) liderado por Raúl Marco no solo no es
el heredero del viejo PCE (m-l) revolucionario, sino que el nuevo es un club de amigos,
vividores y oportunistas que sacan tajada de las siglas del partido y del heroico recuerdo que
encierran sus antiguas hazañas. Cualquier exmilitante de dicho partido de los 70 y 80 con
algo de formación ideológica nos dará la razón, y cualquier militante honesto del mismo
partido actual se dará cuenta en breve de lo mismo si de verdad tiene dos dedos de frente,
coherencia, algo de conocimiento marxista y un mínimo de interés en conocer la verdad.

Nosotros no hacemos un seguidismo ciego de la historia del PCE (m-l) de 1964-1985 como
algunos [*], pues sabemos que en su política hubo grandes desviaciones debido a su influjo
maoísta que duró hasta 1978, desviaciones similares a la de otros partidos coetáneos que
hemos analizado en varios documentos y dan testigo de lo importante que fueron para el
desarrollo del partido, esto ya fue analizado en nuestro documento: «Las luchas de los
marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y
70 en el movimiento marxista-leninista» de 2016.

Es más seguimos pensando hoy, que gran parte de la culpa de la liquidación del PCE (m-l)
tras la muerte de Elena Ódena, fue el haber desperdiciado durante tantos años energías en
llevar adelante conceptos y estrategias basadas en gran parte en el revisionismo chino: el
eclecticismo, el pragmatismo, el cantonalismo, el fraccionalismo, la falta de una formación
ideológica seria, fueron defectos que la organización sufrió durante mucho tiempo por culpa
del maoísmo. Creemos que gran parte de los dirigentes y la militancia nunca llegó a
aprender la importancia de realizar una autocrítica sobre el maoísmo de forma profunda,
esto, se podrá comprobar cuando salgan a la luz todos los documentos del viejo PCE (m-l)
sobre la autocrítica que realizaron sobre su pasado maoísta, igualmente tampoco se
siguieron los consejos de Elena Ódena de elevar el nivel ideológico de los cuadros y luchar
contra el liberalismo, lo que permitió que para finales de los 80 el partido se viera inmerso
en volantazos teóricos y para principios de los 90 en una lucha entre diferentes corrientes
oportunistas que llevarían a su colapso como partido.

La lucha entre Raúl Marco y Manuel Chivite a finales de los 80, no fue una lucha entre un
grupo de revolucionarios y otro de revisionistas, sino entre dos figuras igualmente
oportunistas que usaron a sus fieles a luchar por imponer su línea revisionista, o en su
defecto arrastraron a gran parte de la militancia a tomar partida a faltar de una propuesta
mejor: el primero había llevado al partido a una serie de errores y a profundizar en otros, así
como a inaugurar una línea de revisión que chocaba con la historia del propio partido, el
segundo fue copartícipe pero además fue el culpable directo de la autoliquidación del
partido en 1992 tras ganar previamente la cúpula en 1991.

Algunos no aceptan como posible que alguien tan veterano y experimentado acabe siendo
un traidor, que cómo va a ser posible que alguien que en su momento fue pionero en la
lucha contra el carrillismo y el maoísmo pueda haber degenerado hasta el punto de
reconciliarse con los oportunistas que antaño combatía. Otros creen, estimulados por el
sentimentalismo, que estas figuras por tener un gran currículum revolucionario e incluso
haber sufrido la represión en sus carnes pueden ser exoneradas de los errores que luego
cometerían, sus fanáticos seguidores les perdonan todo. No vamos a detenernos a explicar
las causas generales y específicas que hacen degenerar a una persona, pues depende tanto
del ambiente como de la personalidad y ese es ya otro análisis, solo decir que hay varios
casos históricos que confirman que ese proceso de degeneración puede ocurrir, pero desde
luego es necesario refutar de una vez por todas aquello de que «no se puede criticar a X
dirigente porque es un viejo revolucionario que lleva luchando desde tiempos
«inmemorables» y ha hecho esto y ha hecho lo otro. La existencia de una figura en un
periodo más o menos glorioso de un partido, sus habilidades personales puesta a favor de
una causa en el pasado no le exenta de los errores de entonces ni de las presentes
desviaciones políticas que pueda manifestar. Si siguiéramos esa máxima tan estúpidamente
piadosa, no podríamos criticar a Jruschov por haber militado en el PCUS durante los años
30 y por haber criticado al trotskismo que luego él mismo revelaría en sus tesis, ni a Ramiz
Alia por haber militado en el Partido del PTA de los 70 y haber criticado al titoismo que él
mismo haría suyo, y así podríamos citar una larga lista de ejemplos que todos sabemos. Así
pues, que un elemento haya sido autor o coautor de los artículos, tesis, programas de un
partido que estaba dentro de los marcos del marxismo-leninismo no supone nada
determinante para analizar cosas posteriores, más allá de que posiciones pasados fuesen
hechos por convicción de entonces o por oportunismo individual, estas acciones deben de
ser encuadradas sobre la base del partido existe, y su línea política no es obra de una
individualidad sino de la dirección colectiva, por tanto habrá figuras que por más que
cosechen méritos en algunas posturas correctas anteriores, eso no le hace estar libre en
modo alguno de la responsabilidad de haberse desviado políticamente, mucho menos si ha
ejercido altos cargos mientras ha llevado al partido al desfiladero del revisionismo. Al
contrario, hay que buscar en los primeros errores del pasado el nexo para entender las
desviaciones del futuro como lección que nos impida volver a permitirlas.

El propio Raúl Marco diría una vez en representación de la delegación del PCE (m-l) sobre
los elementos oportunistas en el movimiento obrero:

«Bajo el capitalismo siempre existirán elementos pequeñoburgueses que por su espíritu


individualista o grupista, se prestan a ser utilizados por el enemigo. En efecto, esos
elementos –tanto si se han introducido en las filas de los partidos marxistas-leninistas
como si permanecen al margen de las mismas– no pueden soportar la disciplina
revolucionaria y consciente, y el espíritu de trabajo colectivo, serio y sistemático de los
partidos marxistas leninistas, y en cambio tienden por naturaleza al espíritu de
compadrazgo, al liberalismo y a la «autocultivación» propia de las capillas y grupitos
alejados de las masas». (Discurso pronunciado por el responsable de la delegación del
PCE (m-l) ante el VIº Congreso del PTA, 1971)

¡Pues aunque quizás no lo supiese, estaba describiendo a su yo del futuro! Pues esta
descripción se ajusta muy bien al carácter que demostraría en sucesivos años.

Parece que ahora está de moda reivindicar a Elena Ódena y el viejo PCE (m-l) de 1964-1985,
como hace unas décadas parecía estar de moda rehabilitar la figura del marxista-leninista
Joan Comorera. Como pasó entonces con el catalán, parece que los sepultureros de su obra
son los primeros que se apuntan a este circo, detrás de estos van los oportunistas que
quieren ganarse la simpatía de muchos defendiendo su figura sin respetar tampoco sus
principios –es decir a base de doctrinarismo y formalismo–, en tercer lugar están los
marxista-leninistas que reivindican y respetan sus figuras aplicando los principios que
defendían a capa y espada. Como apunte diremos: nosotros no somos ni de los primeros –
ese dudoso honor lo tiene la dirigencia actual del PCE (m-l)–, ni somos de los segundos que
hacen una reivindicación de cara a la galería de Elena Ódena por moda [*], nosotros somos
en cambio parte del tercer grupo: de aquellos que rendimos homenaje a su obra difundiendo
sus obras de forma crítica y consciente, respetando sus principios fundamentales y odiando
a quién odiaba por convicciones conscientes de fidelidad al marxismo-leninismo». (Equipo
de Bitácora (M-L); Sobre la adquisición de las obras de Elena Ódena y unas reflexiones
sobre el actual PCE (m-l), 4 de marzo de 2016)

Anotación de Bitácora (M-L):

[*] Véase el caso de RC liderado por el lumperizado Roberto Vaquero y su reivindicación


acrítica de todo el periodo del PCE (m-l) que lo pinta de forma idílica. Ademas intenta
reivindicar de manera oportunista y formal el legado de Elena Ódena y el PCE (m-l) de
1964-1985 mientras se relaciona y promociona las obras de sus más negros detractores
como el renegado Ángel Campillo, son participes de la internacional maoísta de la ICOR,
tienen cordiales relaciones con el PCPE o el PCOE –como se ha visto ya en ciertos actos y
reciben mensajes de felicitaciones de ellos–. Siendo esto una muestra más de su
eclecticismo y postureo, intentando poner una vela a Dios y otra al Diablo:

«Roberto Vaquero que tanto se le llena la boca de hablar sobre Enver Hoxha y Elena
Ódena y respetar su legado revolucionario, pero hace oídos sordos sus lecciones. ¡Por
supuesto los revisionistas solo utilizan las figuras revolucionarias para el circo de
simbología, citas y desfiles, nunca para aplicar sus conclusiones y lecciones
revolucionarias! (...) Ellos solamente reivindican [a Ódena] por moda, por postureo, no
porque comprendan y admiren sus principios. (...) Suponemos que el robertismo ha
buscado al viejo listerismo [del PCOE como aliado], para aprender de él, para
intercambiar experiencias para intercambiar técnicas mafiosas, conocer nuevos métodos
de amenazas, calumnias y agresiones contra los revolucionarios, pues son las «proezas»
por la que se caracterizan. (...) Resulta que ahora el RC hace lo mismo [que Raúl Marco],
ha tenido la indecencia de darle presencia al PCPE a actos sobre la URSS y Stalin, siendo
más patético por el hecho de que los líderes de RC como Roberto vienen de militar en ese
nido brezhnevistas por lo que deberían saber cual concepto tienen de Stalin y qué tipo de
URSS añoran. (...) Se puede decir, que RC «se vende por un plato de lentejas» al tratar de
aliarse con uno u otro grupúsculo de poca monta, desacreditados desde hace décadas ante
los elementos avanzados de la clase obrera. ¿En qué se diferencia pues el oportunismo de
Raúl Marco con el de Roberto Vaquero? En nada absolutamente. Los dos han tratado de
ganarse al PCPE en un oportunismo que se puede tachar de penoso. (...) En la Feria del
Libro «Marxista» presentada por RC y sus amigotes revisionistas de otros partidos, nos
publicitaban a bombo y platillo la publicación del libro de Ángel Campillo
«Incomunicado» de 2017 como ejemplo de «Un necesario trabajo de recordar y brindar
honor a la memoria del PCE (m-l)/FRAP y de Elena Ódena». (...) ¡He aquí a RC
promocionando un libro antimarxista de un renegado y oportunista que propaga a los
cuatro vientos tesis tercermundistas, castristas, maoístas y hasta chavistas sin un mínimo
de filtro crítico! Esto de todas formas es entendible, ya que uno de los mayores defectos
que adoleció el antiguo PCE (m-l) fue la falta de formación ideológica, el compadrazgo, el
sentimentalismo y el seguidismo que tanto se esforzó Ódena en criticar y evitar que
penetrara y se cristalizase. Por tanto no es raro ver los comentarios de exmilitantes como
estos, o de otros que incluso han acabado sus días en Podemos apoyando su línea política
mientras se declaran folclóricamente «seguidores y reivindicadores del viejo legado del
PCE (m-l)». (…) ¿Y dónde podemos ver el pragmatismo de RC tan característico del
maoísmo? En la unión de RC con los partidos maoístas de todo el mundo en la ICOR y la
hostilidad hacia los individuos o colectivos marxista-leninistas, es una muestra palpable
de que siguen el pragmatismo en política exterior como siempre ha hecho la dirigencia
revisionista china. (…) ¡He aquí la fórmula mágica de RC: promover la «lucha contra el
revisionismo» y «reconstitución del movimiento marxista-leninista» a través de la unión
con los revisionistas maoístas a nivel internacional en la ICOR! Una lección de
eclecticismo y lógica revisionista aplastante, ¡si señor! (…) Con esto se prueba una vez más
que RC y su apego a Enver Hoxha y Elena Ódena es simbólico y oportunista. Ser fiel al
legado de Hoxha-Ódena no es imprimir banderas con su rosto ni tatuarse una cita suya,
ni siquiera hacer propaganda de sus obras, es aplicar su doctrina con fidelidad y combatir
a quién combatía: a la burguesía y sus agencias revisionistas». (Equipo de Bitácora (M-
L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de
septiembre de 2017)

You might also like