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11 Ago 2016
ARTURO PÉREZ-REVERTE
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aventuras, adversidades y lances conmovedores. Publicada con enorme éxito
en 1862, animada con un fuerte contenido social que en su momento electrizó
a los lectores, Los miserables es también una novela histórica
extraordinariamente ambiciosa, que recorre en sus páginas la Francia post-
napoleónica, las revoluciones de 1830 y 1848 y el Segundo Imperio de
Napoleón III.
Víctor Hugo, nacido en 1802, hijo de un general del ejército napoleónico que
se distinguió combatiendo en la guerra de España, no podía ser insensible a
los hechos de armas que jalonaron su infancia. Una muestra elocuente de ello
es su conocido poema Expiación (1853) en el que glosa las diversas etapas de
la caída de Napoleón Bonaparte, desde la desastrosa campaña de Rusia hasta
la derrota de Waterloo:
Waterloo, Waterloo, melancólica llanura (…)
La pálida muerte mezclaba batallones de sombras.
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Coracero francés cargando con sable An XIII. Obra de Augusto Ferrer-Dalmau
Sin embargo, cuando escribió el poema Victor Hugo aún no había visitado el
campo de batalla donde Napoleón fue derrotado por británicos y prusianos en
1815. No estaría allí hasta una visita que hizo a Bélgica en 1860, durante la
que terminaría de escribir Los miserables. Y fue en esta novela, a partir del
libro I de la segunda parte, donde Víctor Hugo introdujo un magnífico relato
de la batalla de Waterloo, no siempre riguroso históricamente, pero
extraordinario en lo narrativo, que habría de quedar como una de las más
brillantes narraciones de aquel episodio bélico. Y en ella, como momento
culminante, figura la legendaria carga de la caballería pesada francesa, que
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bajo el mando del mariscal Ney, el bravo entre los bravos, intentaría
inútilmente quebrar la tenaz resistencia de los cuadros de infantería británica:
“Entonces se vio un espectáculo formidable. Toda aquella caballería, sables
en alto, trompetas y estandartes al viento, formada en columna por divisiones,
descendió en un mismo movimiento y como un solo hombre, con la precisión
de un ariete de bronce que abriera una brecha, la colina de la Belle-Alliance,
avanzó por el temible valle donde tantos hombres habían caído ya,
desapareció entre el humo y después, saliendo de esa sombra, reapareció al
otro lado del valle, siempre compacta y cerrada, subiendo al trote largo, a
través de una nube de metralla que caía sobre ella, la espantosa pendiente
embarrada de la meseta de Mont-Saint-Jean. Avanzaban los jinetes graves,
amenazadores, imperturbables; en los intervalos de la mosquetería y
artillería se oía su galopar colosal. Eran dos divisiones, eran dos columnas:
la división Wathier iba a la derecha, la división Delord a la izquierda.
Parecía ver alargarse hacia la meseta inmensas culebras de acero. Y eso
atravesó la batalla como un prodigio”.
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A la izquierda: Jinete de caballería pesada británica con sable HC 1796. A la derecha: Oficial de coraceros francés con sable
“garde de bataille”. Obra de Augusto Ferrer Dalmau
Esa caballería pesada o de línea francesa, cuya carga en Waterloo fue tan
magistralmente descrita por Víctor Hugo, estaba compuesta en el momento
del ataque por unos 5.000 jinetes, en su mayor parte coraceros. Éstos
utilizaban como arma principal el sable-espada de caballería de línea modelo
An XI y An XIII, una pesada e impresionante herramienta de guerra, de larga
y fuerte hoja con guarnición de gavilanes, destinada a atacar al enemigo en
masa de jinetes para romper sus formaciones. Por eso estos sables para
caballería pesada eran de hoja recta, pues el golpe principal en la carga se
daba de punta, a diferencia de los sables de la caballería ligera, que eran
curvos para ser más efectivos al golpear de tajo en ataques rápidos,
escaramuzas y persecución del enemigo desbaratado. Muchos de los oficiales
de estos regimientos, autorizados a llevar armas de combate de más lujo que
podían adquirir libremente a sus expensas, manejaban el sable-espada modelo
1784 llamado de Guarnición de Batalla (Garde de Bataille), cuya empuñadura,
muy característica, tenía la elegante forma de una concha de Santiago calada.
En el bando enemigo, la caballería de línea británica en Waterloo utilizaba el
también impresionante modelo 1796 para caballería pesada. Todos estos
sables de línea franceses y británicos habían sido ya mortalmente utilizados
durante la guerra napoleónica en España.
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Sable-espada de caballería de línea francés modelo
An XIII
Ficha técnica
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nuevo modelo de sable unificado para la caballería y los dragones. Nació así
el modelo An IX, de hoja plana de 97,42 cm., con vaina de cuero y latón para
los dragones y de hierro para la caballería, del que se fabricaron 15.199
ejemplares, que no gustó por ser de hoja demasiado pesada, propensa a
romperse y poco fiable, y también de vaina frágil, que se deformaba con
facilidad y bloqueaba el arma. Hubo numerosas quejas de oficiales, y por eso
fue modificado en el modelo An XI (1803). En 1810, fecha de fabricación de
este ejemplar, los catorce regimientos imperiales de coraceros estaban ya
todos provistos del modelo An XI y empezaban a recibir también el modelo
An XIII, que es el An XI con mínimas modificaciones. Este sable-espada fue
el clásico de la caballería pesada, y protagonizó todas las campañas
napoleónicas entre 1810 y 1815 en manos de coraceros, carabineros y
granaderos de la Guardia en las guerras del Imperio. Fabricado sin
interrupción entre 1808 y 1817 hasta totalizar 54.640 ejemplares, coexistió
con otros sables posteriores, como los modelos 1816 y 1822, manteniéndose
en servicio hasta 1855.
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Sable-espada de oficial francés modelo 1784
con Garde de Bataille
Ficha técnica
Sable-espada de oficial francés modelo 1784 con Garde de Bataille. Foto: Colección particular
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napoleónicas, algunos oficiales de caballería mantuvieron este tipo de espada,
con diversas modificaciones en la guarnición o vaina, pese a que a la tropa y a
ellos se les dotó del modelo para caballería de línea An XIII; aunque los
dragones conservaron en el nuevo sable su vaina de cuero y latón
característica. En este caso, la vaina metálica modelo An XIII indica que se
trata de un arma destinada a la dura vida en campaña y el combate.
Sable-espada de oficial francés modelo 1784 con Garde de Bataille. Foto: Colección particular
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Espada de caballería de línea británica modelo
1796
Ficha técnica
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Ejército británico de 17 chelines por pieza. Posteriormente se hicieron
encargos a otros fabricantes británicos, entre ellos Samuel Brunn, John
Prosser y Durs Egg. Birmingham fue el centro principal de fabricación de
espadas británicas durante las guerras napoleónicas, y la mayor parte de las
marcas de fabricante de los ejemplares conocidos proviene de allí, aunque
también hay algunos de Londres. Esta espada 1796 HC para caballería pesada
estuvo presente en la guerra de la Independencia española y en Waterloo, y
figura en el famoso cuadro de la carga del regimiento de los Scots Greys.
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