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EL ZULLA.

ILUSTRADO

TOMO I. M a ra c aib o : 30 de A b r il de 1889 NUM. 5

causa de su calación, pasar la barra que y el segundo fue vendido y reemplazado


cierra nuestro cómodo y anchuroso puerto con el excelente y sólido vapor M aracaibo,
á los buques de gran porte y que constituye con casco de madera, que viene desempe­
D ir e c to r y E d it o r : B . b i0 P E Á Z f ^ l V A S la mayor rémora de nuestro progreso: fue, ñando la carrera entre este puerto y la veci­
pues, preciso que la misma línea establecie­ na antilla holandesa hace ocho años, habien­
se buques de vapor de calación adecuada do hecho en ese tiempo 19 2 viajes.
EL VAPOR MARACAIBO para sacar los cargamentos de Maracaibo y Este, á su vez, va á ser reemplazado por
trasbordarlos en Curasao á los grandes va­ un nuevo buque de vapor de mayor capaci­
pores, recibiendo á la vez de éstos la carga dad y de mejores condiciones, con ser tan
1 OSvapores de la línea R e d D, que de Nueva Y o rk para esta plaza. buenas las del actual.
j hacen dos viajes mensualmente entre En ese tráfico vimos al principio los v a ­ E l nuevo vapor, cuyo elegante corte y
¿ Ê k 'ù 8 L a Guaira, Puerto Cabello, pores Pico y M aracaibo, ambos de hierro: disposición exterior pueden apreciar nuestros
Curaçao y Nueva Y o rk , no pueden, por el primero naufragó en las costas de Coro, lectores por el grabado de esta misma pági-

E L NUEVO VAPOR “ MARACAIBO” DE LA LIN EA “ RED D .”

n a, lle v a r á t a m b ié n e l n o m b r e d e M a r a c a i - ' ros, tiene un gran salón en la parte media para diez pasageros de primera clase, el
bo, y en b re ve s u r jir á en la s tr a n q u ila s del casco; en ese salón hay dos mesas de cuarto del capitán y junto á éste la casilla
a g u a s d e n u e s t r a b a h ía . comer con veinticinco asientos giratorios del timonel.
E l casco del nuevo vapor es de madera, cada una; y alrededor del hermoso come­ H acia la popa hay otro salón con una
pero de una construcción especial que ofre­ dor, están situados doce cómodos camarotes mesa central para diez personas, y alrededor
ce mayor resistencia á los choques que sue­ i de primera clase, con dos camas cada uno. ocho camarotes para dieziséis pasageros de
len sufrir en la barra los buques que la Del salón, parte una ancha y elegante primera clase: de este saloncito parte una
atraviesan. escala que conduce á la sala de tertulia, escalera que conduce á la despejada cubier­
Tiene 250 pies de largo y 44 de ancho; 1 contiena ésta al cuarto de fumar. Todos ta ó castillo de popa que tiene ancho cam po
cala 10 pies con i2 ,o x ) sacos de café, io }4 los departamentos mencionados quedan en para paseo.
pies con 14 á 15,000 sacos; y tiene una ca­ la parte media del buque, donde es menos En la parte posterior del buque quedan
pacidad total de 11,6 0 0 barriles, que equiva­ sensible el movimiento. los camarotes para pasageros de segunda
len á 18,c>oo sacos, más ó menos. En la cubierta y delante de los anterio­ clase: tres para mugeres con seis camas, y
En cuanto á comodidades para pasage- res departamentos quedan cinco camarotes tres para hombres con el mismo númerp de
38 EL ZULIA ILUSTRADO

camas, ambos departamentos completamente LA JUSTICIA HUMANA. al polvo del olvido, como militares de la Inde­
separados é independientes entre si. pendencia, en algún rincón de sacristía.

Tiene, pues, el nuevo vapor, amplia y En aquel mueble de tan recomendables


NA muger vendada, con una balanza en . prendas, don Pascual, recostado á la pared,
cómoda habitación para cincuenta pasaderos
mano y una espada en la otra, re­ con un pie apoyado en el travesafio de armadu­
de primera clase y doce de segunda. ( U i una
presenta á Temis, diosa de la Justicia. ra y cruzado el otro sobre la pierna, apuraba
L a máquina del nuevo vapor M a r a c a i - Y hembra había de ser, y machete había de su chocolate de despedida, hundiendo en el
ho es de triple expansión y desarrolla una cargar, para hacer más de cuatro diablurías por espumoso y aromático líquido dorados trocis­
velocidad de once millas por hora, que es la si, y servir de especioso pretexto para mil y cos de bizcocho, que retiraba humeantes y sa­
marcha calculada para la carrera á que se le más. boreaba luégo con clásica voluptuosidad.
destina. K1 suceso que vamos á referir, probará nues­ Entre tanto, una de las señoritas de la casa
tro aserto, mejor que pudiera hacerlo la diser recorría sus ágiles dedos, armados de uñas pos­
K 1 M aracaibo actual sólo puede cargar
tación más laboriosa y concienzuda sobre este tizas de plumas de escribir, por el alambrado
.10,000 quintales ó-sean 7,600 sacos, calando
asunto. del bíblico instrumento músico inmortalizado
con ellos 1 0 ^ pies á proa y lO-}¿ á popa, y
Tuvo lugar, hace muchos años, en Maracai­ por David, tan popular en Maracaibo, que
el nuevo M a r a c a i b o , con esos mismos io y ¡
bo, cuando estaba aún en construcción L a G a- constituía una originalidad.
pies de calación, podrá cargar de 14 á
IIera, que dio este nombre al vecino callejón L a B a ta lla , pieza que remedaba un comba­
15,000 sacos,- ofreciendo, además, mucho
donde aconteció el siniestro. te en el que se oían toques de corneta que or­
m ayor espacio para las operaciones de car­
Este callejón de L a G allera se extiende de denaban variadas evoluciones, redobles de caja,
ga y descarga, más amplitud en los cam a­ descargas cerradas, fuego graneado, estampidos
Norte á S u r; parte, siguiendo una dirección
rotes y m ayor número de éstos ; camarotes tortuosa, de los canjilones que forman el cauce de cañón, etc. etc. ; y E l M inué, cuyos com­
de segunda clase de que carecía el anterior, de la Cañada Nueva, y termina en la orilla del pases requerían, al bailarlo, una gravedad esti­
camas y abrigo más que suficientes para la lago, cortando en ángulo, más ó menos recto rada y señoril, eran las composiciones predi­
tripulación, numerosos y bien situados w a las calles que atraviesa. lectas del obligado contertulio.
tcrcloscts para las diversas categorías y de En toda su extensión ofrece un lecho de Una noche en que, además de don Pascual,
partamentos, y una distribución general arenas que acarrean las lluvias, teniendo aqué­ se hallaban reunidos algunos otros amigos de
más elegante y confortable, ventajas todas llas, como ventajas de una trascendencia incal­ la familia, el cielo empezó á encapotarse de
m uy apreciables para nuestro comercio y culable : primero, el echar á perder la bahía; una manera que infundía pavor.
para los viajeros. segundo, el sepultar las casas que encuentran á El trueno resonaba lejano, y relámpagos
su paso; tercero, el de ofrecer un mullido le­ multiplicados alumbraban los objetos con una
L a hermosa nave queda al mando del
cho á los peatones, que se hunden en ellas has­ claridad fatídica, marcando el contorno de las
entendido y práctico capitán Jam es Reith,
ta los tobillos, y si transitan á medio día, ha­ nubes negras y apiñadas que se alzaban lenta­
cuya pericia y disciplina constituyen una de cerles echar los bofes y sudar á gota gorda; y mente del Noroeste.
las mejores garantías de la navegación. cuarto, finalmente, por amor á la brevedad, el El reloj de la casa, montado en una caja de
levantarse en remolinos que envuelven la ciu­ madera que ocultaba el péndulo y las pesas,
dad en una fantástica nube de oro, vista á cier­ tenía una forma de capilla encima de la mues­
ta distancia, herida por los rayos del Sol, con tra, con una puertecita central; y al dar la-
la oportuna cooperación de otras muchas que hora se abría aquélla rápidamente, y asomaba
suministran muchos otros callejones de la mis­ una paloma que, moviendo el cuello de alto á
ma laya, que guarda en su seno la donosa ciu­ bajo, y remedando el arrullo de la tórtola, re­
dad de los Maras. petía tantos sonidos cuantas horas marcaba el
No faltará un impaciente lector ó temeraria indicador.
•Oí U É tristes suenan, Dios mío, lectora que crean ociosa la descripción que F2n el instante de que hablamos, dio las
en mi oído las campanas acabámos de hacer; pero nosotros, creyendo nueve. A poco, un soldado de la guardia de
cuando la noche se extiende oportuno dar á conocer el teatro de nuestra cárcel, buscaba á tientas, á causa de la oscuri­
en la tierra de las palmas; historia, seguimos sin pestañear, como si tal dad de la noche, y con recelo de llevarse un
cosa, y los autorizamos suficientemente para que chasco de los que solían jugar los muchachos
Entonces todos reposan, hagan, piensen y digan lo que mejor les cua­ traviesos de la parroquia, la cuerda que colga­
yo sola velo callada, dre ; que ja ra algo ha de servir el que seamos ba del campanario al suelo, para dar las horas,
y voy contando las horas liberales de la más pura escuela. y que unas veces rozaban cerca del badajo, de
hasta que clarea el alba. Falta todavía que se sepa, que el patio del tal modo, que al primer tirón quedase en la
Hospicio, cercado de tapias, comprende, por mano, ó bien ataban á la extremidad, alargada
Fin tan profundo silencio el lado del mencionado callejón, casi una cua­ por otra cuerda, algún paciente jumento por
todo me asusta y espanta : dra ; que terminal» en esquina hacia la calle una pata trasera - con perdón sea dicho - que,
el susurro de la brisa, de las Ciencias en una sombría casa de enea, al separarse respetuoso por la aproximación del
el quejido de mi alma. donde se ve ahora un hermoso edificio de piso militar, tiraba de la susodida, pataleando deses­
bajo hacia adelante y con una pieza de alto por peradamente y ocasionando un toque á rebato;
No pienso nada risueño detrás; y que sólo tenía paralela á su frente y debiendo darse por bien servido si no hacían
en tan sombrías veladas, hacia el medio, una miserable casucha, tam­ una cosa peor, que ponía de un humor de to­
y, sin embargo, quisiera bién de enea. En el resto del callejón, hacia dos los diablos al agredido. Pero la noche á
que fueran largas . . . . muy largas arriba, había algunas que otras, muy distantes que nos referimos, no ocurrió ningún desagui­
entre sí. sado ; el soldado llenó concienzudamente su
¿ Por qué velo ? yo lo ignoro ; Todas las noches transitaba por allí un se­ misión, y las nueve campanadas se destacaron
mas, cuando la noche pasa, ñor, á quien llamaremos don Pascual, asiduo en el espacio lentas, desiguales y más sonoras
no me vuelve la ventura visitante de una familia que vivía casi al frente que de ordinario, á causa de la humedad at­
con la luz de la mañana; de la parte del convento de San Francisco con­ mosférica.
vertida hoy en Colegio Naciona'l, en una gran Para entonces carecía la ciudad de los dos
Y aunque la brisa del día casa de techo pajizo, como la generalidad de excelentes relojes públicos que hoy posee, gra­
seca en mis ojos las lágrimas, las habitaciones, [jara entonces, en la ciudad. cias por el uno de cuatro muestras al Munici­
quiero que vuelva la noche pio, y por el otro al señor Antonio Muñoz
Horas de grato solaz pasaba allí don Pas­
con sus tristes campanadas . . . . cual, arrellenado en un sillón de baqueta guar­ Pérez.
necido con cintas de tafilete que había sido en- Don Pascual se puso de pie, tomó su som­
T f. r f . s a .
arnado, sujetas con brillantes tachólas de brero y, abrochándose hasta el cuello el incro-
Maracaibo : 1888. cobre, y provisto de brazos ó pasamanos y de yable, salió de la casa enjugándose el sudor
su indispensable copete, que ofrecía la última con el pañuelo, que conservó aplicado á la cara
expresión de la época en el arte de tallar en hasta llegar cerca del extremo del solitario y
vx_ madera. Tal cual muestra gloriosa de estos oscuro callejón, diciendo á media voz :
V4X historiados sillones se suele encontrar, relegada — Está lloviendo por Monte-Claro.
EL ZULIA ILUSTRADO 39

Hacia este lugar poseía él un hato, y allí labozo de la cárcel pública, para entonces exis­ vínculos que le ligaban al acusado, vínculos
cargaban las nubes y de allí venían frescas ráfa­ tente en el sitio donde hoy se mira la esplén­ que las leyes castigaban entonces severamente,
gas impregnadas de cierto olor de tierra moja dida Casa de Gobierno. era el único que podía producir.
da y de yerbas aromáticas de los bosques. El juicio continuó activamente: la opinión Las presunciones morales eran desfavora­
— Si mañana hace buen día - agregó - iré pública había pronunciado su fallo y aguardaba bles al reo, pues que había sido castigado dis­
por allá. el desagravio por parte de la j u s t i c i a h u m a n a . crecionalmente por su amo, por abijeato, y su
— No irás - dijo de repente un desconoci­ El defensor adoptó un plan de defensa que defensa estaba basada en el mismo delito.
do, poniéndose delante y asestándole una terri­ respondía satisfactoriamente á los cargos cuya Así fue que~el tribunal le condenó á diez
ble puñalada. injusticia se encargó de comprobar el tiempo años de presidio, debiendo irwá cumplir su
Don Pascual lanzó un grito sobrehumano más tarde. condena en La Habana.
de suprema angustia, tendió los brazos hacia Consistía en lo siguiente:
adelante y cayó por tierra anegado en su san­
El negro Tomás, encariñado con una mu- Cinco años.más tarde, uno de los presida­
gre que salía á borbotones por la ancha herida,
gercita que había visto realizado en él su bello rios, condenado por homicidio al cerrado de
murmurando: J
ideal, no desperdiciaba ocasión de significarla San Carlos en Maracaibo, se revolcaba en una
— Miserable ! ya te conocí. su gratitud por haber reconocido sus méritos. miserable estera de enea, tendida en un cala­
E l agresor echó á correr, sin dejar más que Así, pues, se expuso á recibir, y recibió por bozo, presa de una violenta enfermedad.
confusas huellas en la mullida arena. ella, la felpa que don Pascual le asignó y que, En tal estado, y rodeado de numerosos ami­
La señora de la casa que don Pascaal aca­ como se ha visto, le fue fatal por más de un gos, confesó espontáneamente, dando muestras
baba de dejar, herida quizá por algún presenti­ motivo. de ún sincero arrepentimiento, -que había sido
miento, había permanecido cuidadosa cerca de Y en la noche del suceso que venimos rela­él el asesino de dqn Pascual, asalariado por un
la puerta, y oyó el grito de agonía de la tando, tuvo también 1^ maldita su buena parte, señor, á quien nombró, que seguía una litis por
víctima. como causa ; y lo vamos á ver. intereses con aquél, teniendo éste pocas proba­
Llamó inmediatamente á la criada y la en­ bilidades de buen éxito.
En la tarde, mientras aviaba las cabras,
vió con un farol al punto donde había oído el nuestro pobre don Juan Tenorio le echó el ojo La j u s t i c i a no pudo reparar su fallo : cuan­
grito que creyó reconocer. al cabrito más gordo del corral, y concibió la do trató de suspender la condena, el desgracia­
Poco tuvo que andar aquélla: muy cerca de idea, que se aplaudió interiormente calificán<- do esclavo había sucumbido, agobiado por los
la esquina y casi al medio del callejón, yacía dola de admirable, de hacer con él un sacrifi­ trabajos forzados.
inmóvil el que, momentos antes, lleno de vida cio propiciatorio á la señora de sus pensa­
había salido de casa de sus amas. R am ón L ó pez
mientos.
L a esclava deja escapar el farol de entre Bajo esta inspiración, despachó con breve­ Cúcuta: 19 de Octubre de r87i.
sus manos y, corriendo como una loca y sal­ dad sus quehaceres, j apenas oyó los primeros
tándosele del casco los ojos, que blanqueaban sonoros ronquidos de prima noche, de sus com­
rodando en sus órbitas, resaltando sobre su pañeros, se levantó á las calladas, dirijiéndose
atezado rostro desencajado, refiere con excita­ á poner en planta su proyecto.
ción, en su lenguaje bozal, lo que ha visto. Á este fin, tomó el cabrito cuya hora fatal
La familia, consternada, envía á avisar á la había máfcado el destino, le benefició á la li­
casa del desgraciado don Pascual, mientras los gera y enterró la piel y partes inútiles. ^¡jg^SL grabada que aparece en la siguiente
hombres que habían permanecido, se trasladan Luégo se dirijió al potrero, provisto de un página representa fielmente lo que fue
conmovidos al lugar del siniestro, que dio mo­ poco de maíz, que zarandeaba én una totuma, hasta hace pocos años el edificio para
tivo á varios comentarios y diversas congeturas. atrayendo con el tentador sonsonete el hermo­ -5 el abasto público de esta ciudad, co-
Pronto salieron de dudas los interesados en so caballo que pastaba allí cerca, lo aperó á to­ nocido con el nombre de Ventorrillos Viejos,
averiguar quién hubiese sido el asesino. da prisa y montó, colocando en el anca el construido en el año de 18 16 por el Gobernador
Don Pascual no estaba muerto; pero sí tan fruto de sus afanes. español don Pedro González Villa,, hombre de
gravemente herido, que, trasladado á su casa, Por una vereda salió al camino real, y allí buenas costumbres, y émulo, según dicen los
apenas tuvo tiempo para declarar que, días an­ descargó algunos latigazos al caballo, que par­ que le conocieron y trataron, del célebre rey
tes, había hecho castigar en el hato á un escla­ tió á galope tendido, hasta llegar, en menos de don Pedro, por lo que respecta á justiciero;
vo suyo, á quien nombraremos Tomás, y que una hora, á una de las - pocas casuchas que diji­ pues es de pública voz y fama que el Goberna­
había reconocido á éste á la luz de los relám­ mos existían en el callejón del suceso, donde dor Villa calzaba algunos puntos en materia de
pagos, por un sombrero de anchas alas que él cabalmente habitaba la prenda de su corazón. rectitud de carácter y acuciosidad en sus fun­
le conocía, la estatura, la falda de la camisa de Apenas había tenido tiempo el desdichado ciones de Magistrado; y por ende, amigo de
color oscuro por fuera del pantalón, y esta úl­ para apearse, presentar su ofrenda y refrescarse ajustar á sus gobernados, ricos y pobres, nobles
tima parte de su traje también oscura, como en el chinchorro que la benévola mano de y plebeyos, á una misma medida; por lo que,
habitualmente usaba el negro. si no miente la tradición, esa semejanza debe­
Mariana, así llamaremos la cuya, le tenía pre­
Dicho esto, don Pascual espiró. mos encontrar en nuestro Gobernador con el
parado con el carácter de permanente; apenas
noble Rey llamado “ El Justiciero.”
Inmediatamente la autoridad se traslada al habían cruzado algunas frases regañonas, en
hato mencionado: pregunta por el acusado, y señal de supremo cariño, cuando tuvo lugar el Mas, sea de ello lo que fuere, es lo cierto que
se presenta éste con todas las muestras del más acontecimiento de que nos ocupamos, que pu­ Villa acometió la empresa de construir un edi­
vivo terror, manchado de sangre el vestido, so en alarma todo el vecindario. ficio que llenase las necesidades del abasto pú­
cuyas señales coincid en con las que se habían blico, y que ese edificio, que en aquellos tiem­
El esclavo fue, pues, de los primeros que
indicado; y, por último, en su aturdimiento, pos debió, parecer soberbio y magestuoso, lo
tuvieron conocimiento del caso : se encontraba
contesta intempestivamente que no ha sido él llevó á /eliz término el solicito Magistado con el
á pocos pasos del sitio donde cayó la víctima,
el asesino de su amo. subsidio de las Rentas de la Gobernación y con
y aun pudo oír el grito que lanzó.
la valiosa ayuda de los individuos reincidentes
i Cómo sabía el suceso ? Para mayor abun­ Asombrado y fuera de sí, monta de nuevo
en faltas comunes, á quienes hacía trabajar en
damiento, se le encuentra encima un gran cu­ á caballo, le excita con los talones y descarga
la obra por todo el tiempo que duraba la con­
chillo ensangrentado: los peones, en movi­ en su anca y cuello una lluvia de latigazos con
dena, según lo ameritaba la falta cometida ; y
miento, habían descubierto un sudadero húme­ el bejuco que había conservado pendiente de
así se nos dice que era digno de ver á todoS los
do y uno de los caballos de la casa con las tra­ una correa atada á la muñeca, y parte dispara­
escandalosos amigos de empinar el codo, á los
zas de haber hecho un viaje precipitado. do como una flecha, hasta cerca del hato don­
vagos y mal entretenidos, á los rateros y demás
A la luz de los hachones, examinan las hue­ de echó pie a tierra: volvió la bestia con gran
gente por la laya, entregados durante el día á
llas y encuentran que, siguiendo el camino de sigilo á su puésto, así como los aperos de que
las duras y diversas faenas de la construcción
Maracaibo, se ven éstas profundamente graba­ había hecho uso, dirijiéndose, por último, á su
de aquella obra pública. Asegúrase también
das, correspondiendo al casco del caballo su­ cama, procurando siempre no hacer el menor
que los navegantes del lago, y principalmente
doroso. ruido.
los dueños de embarcaciones costaneras, contri­
Los sirvientes de la casa, dormidos desde No tardó mucho en llegar la autoridad ; y buyeron en gran parte con la cooperación que
temprano, nada han sentido. ya sabemos lo que sucedió. el Gobernador les exijía de maderas, bejilco,
Con tales antecedentes, la autoridad con­ El defensor trató en vano de probar la caña brava y demás materiales necesarios; 'esto,
duce aprisionado al reo, y le instala en un ca­ cohartada: un solo testigo, inhábil por los de acuerdo con los recursos j posibles de cada
40 EL ZULIA ILUSTRADO

uno. De esos medios se valió el Gobernador dizo cuyo alar descansaba sobre pilares labra­ « El mercado (pie existe en esta ciudad des-
español para llevar á cabo la obra de sus ensue­ dos de madera. El edificio ocupaba una parte «dice de la civilización, riqueza y buen gusto
ños, que pasó á la posteridad como un recuer­ del área que comprende el actual mercado. ' « con que está dotada esta capital. Él es una
do, ó como un ejemplo, digno de imitarse, de Posteriormente se construyó un trozo de « obra imperfecta é incapaz para contener los
lo que pueden el propio esfuerzo y la perserve- edificio, de la misma estructura y condiciones, « artículos de consumo que sufren extraordina-
rancia, cualidades que pasan á ser virtudes en por particulares, en dirección paralela al de « riamente, ya con el sol, ya con las lluvias, en
«1 hombre, cuando le guía la buena intención Villa, y que comprendía siete ventorrillos si­ « un clima tan ardoroso. Es de absoluta nece-
en el sentido de mejorar la suerte de sus seme­ tuados tal como se ve en el grabado. «sid ad la formación de un mercado sencillo,
jantes. Con el trascurso de los años y con el impul­ «cómodo y elegante que costaría de 4 á 5,000
Concluido el edificio, fue destinada su ren­ so que las nuevas ideas comunicaron al país, « pesos.»
ta al Hospital de Caridad ; calculándose en después de nuestra emancipación, se hizo cada En 1866 el general Jorge Sutherland, Pre­
unos seiscientos bolívares el producido mensual. día más patente la jxjbreza arquitectónica y la sidente del antiguo Estado Zulia, hizo cons­
Su forma era la de un cuadrilongo ó rec­ insuficiencia de aquel edificio [jara llenar las truir el edificio de mampostería (pie actualmen­
tángulo, teniendo sus lados más largos al Este necesidades del aljasto público, pues que el au­ te vemos entre el Muelle y la Casa—Aduana,
y Oeste; su construcción, de horconadura y mento de población trajo consigo el progreso en hacia el Este, con el objeto de proporcionar
bahareque con cubierta de tejas. Había en el todas sus manifestaciones, y, como consecuen­ más campo y espacio á las negociaciones de^
centro dos series de celdillas llamadas ventor­ cia, el aumento de la pública riqueza. Necesa­ abasto público, y desde entonces denominóse
rillos, porque estaban destinadas á la venta de rio fue, pues, pensar en reemplazarlo ó en en­ este edificio Ventorrillos Nuevos, en oposición
víveres, licores y mercancías al detai (las si­ sancharlo convenientemente; y ya en el año al de Villa, que dijimos ya fue llamado Ven­
tuadas al Este), y á fondas, depósitos y venta de 1849, el Gobernador don Juan C. Hurtado torrillos Viejos.
de carne las que quedaban hacia el O este; al decía en su Memoria presentada á la Diputa­ En 1872 el general Venancio Pulgar, Pre­
rededor de esas celdillas había un ancho pasa­ ción Provincial: sidente también (pie fue del mismo Estado,

MARACAIBO. — V i lt à d«l a n tig u o M tr c a d o .

pensó en construir un hermoso mercado que la misma clase de efectos venales que contenían «comprenderá fácilmente, no llenaban el obje-
costara 600,000 bolívares, en el lugar de la los ventorrillos; posteriormente fueron reem­ « to deseado, por su reducida localidad, por ei
calle de la Marina denominado Puerto d el plazados aquéllos, con permiso del Concejo « calor sufocante que en ellas se sentía, por
P io jo ', y al efecto, destinó la cuantiosa renta Municipal, con casillas de madera: de unos y « la inseguridad de los intereses, y, por últi-
de sal, empezándose los trabajos con gran de otras nos ocupamos en cierta ocasión, em­ « mo, por razón de ornato público y por nece-
aparato y actividad: arquitectos, alarifes crio­ pleando los siguientes ó parecidos conceptos : «sidad de un edificio más cónsono ccn el pro-
llos y extrangeros, maestros carpinteros y peo­ « La penosísima labor del toldero consistía « greso alcanzado.
nes, todo lo habia allí en grande escala; « en levantarse á las cuatro de la madrugada, ó « Al contemplar esa hilera de casillas multi-
pero la guerra que terminó con la caída de « antes, para llegar á tiempo de cargar los para- « coloras, á los primeros albores de la mañana,
Pulgar, paralizó la obra, quedando reducida á « petos y lonas del toldo, armar la casa, arreglar « ó á la roja luz del crepúsculo vespertino,
los cimientos de mampostería que aun hoy se « los víveres y chucherías para la venta, alum- « cualquiera se hubiera creído en presencia de
ven en aquel punto. Se nos asegura que repre­ « brado por los tenues resplandores de un mal « una de esas pintorescas estaciones balnearias
sentan una suma invertida de más de doscientos « farol. « ó de uno de esos pueblos lacustres de nues-
m il bolívares ! « V eso fuera nada, si á lo mejor del tiempo « tra laguna.«
Pasaron algunos años sin que ninguna nue­ «nose presentara un aguacero que diera cuenta Pero las casillas de madera también tuvie­
va manifestación se hiciera; apenas una que « y razón del toldo, del toldero y sus especies ! ron su término ; que los hombres, las cosas, las
otra ligera refacción á la obra de Villa, cuan­ « A las once ó á las doce del día, después de instituciones, todo cambia: todo está sujeto á
do por ella clamaban los inquilisos de las « haber soportado el resol consiguiente á la da- las mudanzas del tiempo, á los rigores de esa
celdillas, en resguardo de 'os propios intereses « se de albergue, levantaban la tienda y su coro- ley de trasformación universal.
en ellas depositados. L a necesidad del ensan­ « taje, que volvían al depósito en hombros del Las casillas fueron á formar un nuevo mer­
che crecía cada día, y ello fue causa de que se « propio dueño ó sobre un asno. cado en la calle de la Marina, orillas del lago,
establecieran primeramente unas como tiendas « Las tiendas volantes fueron reemplazadas donde se hace el abasto de leña, carbón, pasto,
pe campaña, que llamaban toldos, destinadas á « por casillas de madera ; pero éstas, como se etc. etc.
EL ZULIA ILUSTRADO 41

En el año de 1884 cursaban en el Concejo Con esa genial perseverancia que le caracte­ Entre las más notables mejoras que contie­
Municipal de esta ciudad tres proyectos ó pro­ riza como empresario, Garbiras allanó cuantos ne, cuéntase el cambio de las antiguas y mu­
posiciones para la construcción de uno ó más obstáculos é inconvenientes se le presentaron, grientas^ mesas para la expendición de la carne
mercados; presentados, uno por el señor Anto­ y al fin pudo dar principio á la obra en 15 de por piedras de mármol; y más que todo, el
nio Aranguren, como apoderado y representan­ Febrero de 1885, bajo la dirección del inteli­ aseo general que se observa en su interior.
te del señor general Venancio Pulgar; otro, gente artesano bachiller Manuel S. Soto, autor Costó este edificio 160,000 bolívares, apor­
por el señor José Jiménez, como Presidente de del plano, corriendo á cargo del maestro Ma­ tados por un grupo de personas respetables de
la Sociedad Mutuo Auxilio, quien, en sus an­ nuel B. Noriega los trabajos de albañilería; y esta ciudad. Ha pasado á ser propiedad de
helos progresistas, quiso que esa Corporación púsose ai servicio público en 29 de Marzo del la Sección la mitad de la empresa, por compra
acometiese la empresa por el sistema de accio­ año siguiente. que hicieron los señores doctores Gregorio F.
nes ; y otro, en fin, por el señor Felipe Garbi- La construcción es de horconadura y baha- Méndez y Alejandro Andrade, en sus respecti­
ras, en su propio nombre. De la discusión de reque, pero sólida; comprende una extensión vas administraciones. Se estima en cuatro m il
todos ellos resultó la aprobación del proyecto de 72 metros por el lado del Sur, 66 por el bolívares mensuales el producido líquido de su
presentado por el último de los nombrados, por Norte, 53 por el Oeste y 50 por el E ste; con­ renta total.
reunir, á juicio del Concejo, condiciones más tiene en su recinto 60 ventorrillos para la ven­ E l grabado que se exhibe de ese edificio, da
ventajosas para la comunidad. ta de víveres, licores y mercancías al por me­ al lector cabal idea de lo que es exteriormente.
Y a la prensa y el clamor público se pronun­ nor, y 198 puestos ó sitios, convenientemente Terminamos estas líneas, escritas á exjjencia
ciaban por la demolición del antiguo edificio y separados, para los innumerables productos de del señor Director de esta importante publica­
por la desaparición de los toldos y casillas; y consumo diario que afluyen de nuestras costas ción, y hacemos constar que de intento hemos
el Concejo Municipal, inspirado en esos senti­ y sabanas, variedad que hace considerar á nues­ silenciado las diversas peripecias que se presen­
mientos, decretó la demolición, fundado en la tro mercado como uno de los primeros de Ve­ taron en la realización de esta obra; porque,
nueva empresa que se acometía. nezuela, por los viajeros que nos han visitado. á la verdad, esas son contingencias de todos

MARACAIBO. — V ieta d el nu evo M e rc ad a.

los pueblos, que vemos en sus anales ; y, por lo Y en el lago s:n brumas A q u í empieza el imperio
que hace al nuéstro, sírvanos á todos de satis­ la onda medio caliente entumecida, de esas visiones sin color ni nombre
facción, que no es refractario al impulso del coronada de espumas, que en inmortal misterio
progreso, y que hoy, como ayer, reconoce la im­ sonando m elancólica: guardan las noches tórridas.
portancia y utilidad del nuevo Mercado público. y como tregua ó sueño de la vida A q u í no alcanza á comprender el hombre?
M. Sánchez Peña. en el hogar del hom bre; y como inerte la cifra ó la razón de cuanto mira,
Maracaibo: 23 de Abril de 1889. la creación, y el sueño como muerte. ú si despierto está, sueña ó delira.
L a gran Naturaleza, Tánta trémula estrella
ó vacila .ó se asombra, y muda y grave, que de rubíes el espacio alfombra,
U HEDIA VOCEE A LA CLARIDAD DE LA LDHA, pálida de tristeza, tánta roja centella
ve sus astros inm óviles__ que con la luna pálida
E n nin gu n a p arte la N aturaleza nos p en etra Suspensión de la vida, que no sabe, penetra y brilla en la nocturna sombra,,
m á s d e un se n tim ien to d e su g rand eza : en
nin gu n a parte e lla nos habla m ás y m ás fu e rte­ maravillada el alma, si le asusta, causa son de terror, causa de duelo,
m ente qu e bajo el c ie lo r*e la A m érica. ó le place por quieta ó por augusta. si y a la media noche sube al cielo.
Opacos horizontes, T al es, sobre su coche ¿ Quién sabe por qué crece
y rum or de airecillos y cantares, que silencioso por el orbe rueda, entonces el penacho de esa palma,
y som bras en los montes, la extraña media noche y el viento la remece
y soledad dulcísima de las regiones índicas : y la despierta súbito,
en la tierra infeliz de los palmares; así, al tañer de la campana, queda, y, á su voz, el concierto y dulce calma
y allá lejos la luna que se encumbra, su voz oyendo por el aire vago, de la noche se rompe, cual si fuera
y un cielo azul de porcelana alum bra; la ciudad de las palmas en el lago. hablando una palmera á otra palmera?*
42 EL ZULIA ILUSTRADO

¿ Quién sabe por qué luégo T al es, sobre su coche D e repente pasa por encima de nuestras
se vuelven las conchuelas con la juna que silencioso por el orbe rueda, cabezas una bandada de pelícanos color de
margaritas de fuego, la extraña media noche rosa, que atraen nuestras miradas hasta que
y cuando boga rápido, de las regiones índicas; les perdemos de vista, pues produce un
sonriendo de su espléndida fortuna, así, al tañer de la campana, queda, efecto brillantísimo la línea rosada que for­
nauta feliz que ansia por cojerlas, su voz oyendo por el aire vago, man aquellas aves bajo la azulada bóveda
ni conchas halla, ni radiantes perlas ? la ciudad de las palmas en el lago. celeste, iluminada por un sol espléndido.
Fijándonos nuevamente en el río, vense á
¿Q uién sabe, quién alcanza
corta distancia algunos bultos ne­
por qué se cierne la nocturna nube
gros, parecidos á raíces de árboles
con monstruosa semblanza,
sobresaliendo del agua, pero que des­
y , envuelta en sombras tétricas,
aparecen con la m ayor rapidez al
desciende al llano, á la colina sube, aproxim arse á ellos la embarcación
para mostrar después, como un tesoro, que nos lleva: son caimanes, animal tan
el plateado cendal con fimbria de oro ? común en estos ríos; y á pesar de que
VENEZUELA.
M entira! bajo el peso ningún daño suelen hacer, les disparamos
de tanta maravilla, grita el mundo. algunos tiros, perdiéndose nuestras balas,
E L MUNDO A N IM A L E X L A C U EN C A
A caso será e s o .... pues no han dado en el blanco. Lu égo nos
D E L RÍO E S C A L A N T E . sobrecoje el ruido de una pesada masa que
Pueda que los fantásticos
prestigios de la luz, tras el profundo cae al agua, seguido de otros ruidos análo­
rumor que alzan los vientos que campean, gos : lo han producido los cabibazas, especie
T rad ucido d « l «lem án
finjan visiones, y mentiras sean ; de cerdo que habita á orillas de los ríos de
Escalante, rio que nace en las cordi­ la Am érica española y que se baña» en ellos,
Pero algo está escondido el roedor m ayor que se conoce, y que pro­
lleras de Mérida, desemboca en el lago
que bulle y vive y lúgubre se extiende Maracaibo, después de atravesar la llanura bablemente huyen de las garras de una onza
al solemne tañido del Zulia. ó pantera americana, animal mucho más pe­
de ese cristiano símbolo. queño que la pantera, y también menos car­
Esta inmensa llanura, que abraza la par­
A lgú n pro’digio el hombre no comprende nívoro y traidor. L as onzas, muy numero­
te Su r del lago, está algunos pies más alta
en esas altas horas; algo existe sas en las selvas sud-americanas, al igual de
que el nivel del mar, y en toda su extensión
de indefinible, pavaroso y triste. otros afines suyos, ofrécense muy raras veces
medran árboles corpulentísim os; es decir,
forma una selva virgen, lozana, y tan llena á la vista del hombre, pues le temen en gran
N o es que la noche ayude
de vida y magestad, que excede, cuanto la manera.
los Genios á salir de sus recintos;
no la mar se sacude, imaginación puede forjarse de más exube­ Prodigioso es el número de aves de bri­
ni murmuran los céfiros, rante. Numerosos ríos cruzan esta región llante plumaje que habita las regiones de la
ni del santuario los dorados plintos agreste; multitud de lagos y pantanos cons­ A m érica española, distinguiéndose especial­
caen sonando, ni la sombra pasa, tituyen, en medio del bosque, innumerables mente entre ellas el arrendajó ( Cassicus
ni el trueno zumba, ni la luz abrasa. y pintorescos claros. Contados caminos con pcrsicus), de color amarillo y negro, tanto
algunos ríos navegables sirven de vías de co­ por su viveza como por los silbidos qpe con­
M as, con todo, á tal hora tinuamente lanza al espacio. Construye el
municación entre varios ríos de la costa y
brota, se desvanece, canta, gime, arrendajo su nido en forma de bolsa colgan­
las regiones de la sierra, existiendo disemi­
brilla, se descolora, te en la extremidad de las ramas que lamen
nadas á lo largo de esas vías algunas tierras
azota el aire trémulo, las aguas del río, y no parece sino que cons­
de cultivo con solitarias viviendas, y unas
empaña el éter, la materia oprime tantemente se está disputando con sus com­
pocas aldeas ; pero éstas suelen estar sepa­
una sombra, una luz, un sér, ¡quién s a b e ! pañeros y vecinos.
radas por grandes arboledas, patria y alber­
que llena el orbe y que en la chispa, cabe. L o s colibrís, jo yas del mundo alado, ju ­
gue de muchas clases y especies de animales,
Entre el hombre que piensa que el viajero montado en su cabalgadura guetean por en medio de las sueltas y m ag­
y los astros que alumbran, se descorre apenas divisa. níficas guirnaldas de follaje, de las orquídeas,
como una cosa inmensa, E n las horas más calurosas del día do­ y bromelias, saltando de flor en flor con la
impalpable, m agnífica; mina en aquellas espesuras un silencio opre. rapidej del pensamiento.
y cuando la parduzca y vieja torre sor, ofreciéndose a los ojos del viandante También descubre de vez en cuando el
su postrimera campanada vibra, gran número de insectos, especialmente ma­ ojo práctico al trogón, sentado tranquila­
de eso como infinito, ¿ quién se libra ? riposas de vivísimos y brillantes colores, que mente entre las más tupidas ramas, y cuyas
en apretada mole revolotean en torno suyo, plumas están matizadas de verde y oro, ó
Sálve, augusto misterio,
buscando con preferencia los sitios húmedos. bien algún tucán de pico disforme que grita
que encierras tan hondísimos arcanos:
En las curvas del rio se presentan tipos su D ios te de.
en tu silente imperio
de sonidos insólitos, nuevos, así de animales como de vegetales. Inútil es decir que abundan en aquellas
y de pálidas luces, y de vanos Cada árbol es un mundo anim ado: por to­ regiones las aves de rapiña, y que durante
pavorosos fantasmas, todo es triste dos lados resuena un concierto inimitable de nuestro viaje tuvimos ocasión de presenciar
y se trasforma todo cuanto existe. víjces de los más desemejantes seres del sus. encarnizadas luchas, y hasta lográmos
reino zoológico; así como se observa una ver la mayor de todas, llamada a rp ia , la
M as la razón del hombre, extraordinaria animación entre los cañave­ cual establece su vivienda en las más em­
tú impulso inmortal del sentimiento rales y demás plantas acuáticas, pues allí pinadas copas de los árboles de la selva vir­
instintivo y sin nombre, pululan diversas especies de aves de rio y gen, desde donde probablemente acecha al­
penetrará recóndita, pantano, tales como el vítor ó rey de las gún perezoso, mamífero que trepa á un árbol
ó explicarse querrá con noble aliento, codornices, las gallináceas, etc., etc. y no le abandona mientras queden hojas
ese mundo invisible que reposa L u égo aparece una isla flotante formada en él.
oculto entre la noche silenciosa. N uevo é interesante espectáculo vuelve
de un tronco de árbol colosal, envuelto en
Soledad de desierto multitud de plantas trepadoras y otras, que á llamar nuestra atención. En las ramas de
y rumor de airecillo en los fragantes va arrastrando consigo; isla ocupada acci­ un árbol colosal divisamos una multitud de
limonares del hu erto; dentalmente por un buen número de urra­ monos mugidores, de pelo rojizo oscuro, co­
y en el azul vivísimo cas blancas que se destacan sobre el fondo lumpiándose en las lianas, mientras que al­
rubias estrellas, fuegos vacilantes oscuro, produciendo magnífico efecto, pero gunos de sus compañeros se mantienen
y claridad de luna que se encumbra que huyen hacia la orilla así que nosotros nos agazapados sobre las ramas ó suben y {sajan
y hasta el sombrío limonar alumbra. acercamos, posándose sobre otros troncos. con gran cachaza; pero, al vernos, toman
EL ZULIA ILUSTRADO 43

prudentemente el partido de huir, internán­ ban Martin no se supiera curar, también mu­ oncas y no mas; porque son pequeñas ro­
dose en el bosque. riera. manas.
En este pueblo prendieron çinco ó seys in­ Al rededor deste pueblo de Thamara hay
Durante nuestro dilatado viaje encontra­
dios y mataron tres ó quatro ; mas entre aque­ otros muchos á una y dos y tres y quatro le­
mos varias cuadrillas de estos monos; y
llos indios ningund oro se halló, sino mala guas ; pero no tan grandes como Thamara, que
nunca se borrará de mi memoria .la impre­ hierba en sus flechas. Desde allí dió la vuelta son como sus casales ó aldeas : y acuden á Tha­
sión que me produjo su horripilante con­ el gobernador y fué á dormir en el camino, é mara de todos ellos y de otras muchas partes,
cierto, ejecutado con un tono y seriedad pe­ otro dia llegó á Pauxoto, y acordó de enviar al como á pueblo metropolitano ó cabeca de la
culiares de esta especie. A veces todos ca­ capitan de su guarda, que se llamaba Iñigo de provincia. Allí estuvieron el gobernador Am­
llan, como si obedeciesen á una señal dada ; Vascufia, á la cibdad de Coro é á la villa de brosio y su gente dos meses y medio, sin que
luégo se oyen, á modo de introducción, algu­ Maracaybo por mas gente con veynte y quatro alguno de los chripstianos adolesciesse: antes
nas notas cortas y lúgubres parecidas foné­ hombres que le dió, y que llevasse el oro que le juzgaron piir el mas sano de quantos pueblos
ticamente á u, u, u, y al cabo de un rato la hasta allí avian ganado, que serian treynta mili vieron, é donde fnas niños avia.
cuadrilla rompe en un coro extravagante, pessos. Y assi partió de allí con los compañe­ De allí se partió esta gente á los diez dias
mugiendo con tal fuerza, que toda la selva ros y oro que digo, dia de los Reyes, seys dias ■de abril de aquel año de mili é quinientos é
se estremece, cual si redoblaran en ella cien de enero de mili é quinientos y treynta y dos treynta y dos (10 de Abril de 1532), é fueron
años (6 de Enero de 15 3 2 ) ; y mandó el go­ á dorrñiuá otro pueblo que se dice Cotifepufa,
tambores á la vez ó se desencadenara una
bernador al capitan Casamyres que lo acompa- questá tres leguas de Thamara, en la costa de
tempestad de truenos. Estos monos se di­
ñasse con çierta gente de á pié y de caballo tres la misma laguna; pero los indios no atendie­
ferencian de cuantos habitan las selvas vír­
■jornadas, hasta saljr de la tierra de los pacabu­ ron, nr se halló cosa alguna en el plíenlo.
genes de Venezuela, así por la rapidez de yes, é assi se hizo. Y tornándose Casamyres, De a\H passaron á otro que se llama Compa-
movimientos como por su instinto juguetón. prosiguió el capitan Vascuña su camino, del ehay, que poblado de otra generación de in­
A l medio día la tranquilidad es general qual nunca se supo hasta el tiempo que adelan­ dios, á los guales llaman condaguas, en el qual
en aquellas regiones, pero al descender el Sol te se dirá, por un compañero español que se tampoco hallaron personá alguna. Este pue­
hacia su ocaso, renace la vida, repitiéndose halló después desnudo hecho indio. blo está en la vera de un rio muy grande, y de
las escenas de la m añana; y cuando la no­ Despues que el capitan Casamyres tornó, el la otra parte del agua avia muchos pueblos;
che tiende su negro manto sobre la espesura, gobernador se partió de Pauxoto, y fué á un y los indios deste pueblo, puesto que estaban
entonces aparecen los animales amantes de pueblo questá ocho leguas de allí, el qual se alia recogidos, fueron á ellos con una canoa
la oscuridad, entre ellos la espantosa plaga diçe Thamara, que assimesmo es de pacabu­ doit indios de Thamara, que el gobernador en­
de los mosquitos, que, durante el día, apenas yes ; y en el camino passó por otros quatro vió les decir que se viniessen á sus casas é
pueblos, animándolos á la paz. Esta pobla­ quisuessen ser amigos de los chripstianos ase­
se nota.
ción de Thamara es grande y tiene mas de mili gurándolos que ningund mal les serja heabo, é
A. G o e rin g .
buhíos, é los indios esperaban á los chripstianos que si no lo-hac¡an, que los españoles passarian
(A rtista y viajero alem án.) fuera del pueblo, y no venian á hablar al go­ allá y les harían guerra é quanto mal pudiessen,
bernador, porque no se fiaban de los nuestros, no obstante que esto no lo podían hacer, assi
ni por amonestación alguna no quisieron venir; como los amenacaban ; porque el rio tiene un
por lo qual el gobernador los mandó ranchear, quarto de legua de ancho, é corre con tanta
9Li¿e&bKy> 0 't - í ^ e / w e c v . \
y estaban entre unas lagunas é ríos metidos en velocidad, que con mucho trábaxo le puede
muchas partes : é dando muchas veçes en ellos, atravesar una canoa por su grand corriente.
D E S C U B R IM IE N T O .— CONQUISTA. — EPOCA COLONIAL Y é prendiendo algunos, determinaron de se vol­ Pero hecha la embaxada, vieron otro dia
EMANCIPACION PO LITICA D EL ZULIA.
ver al pueblo, é dieron al gobernador algund quatro canoas pequeñas, y en ellas nueve ó diez
--O-- oro, aunque no fué mucho, porque todo lo indios, y presentaron al gobernador hasta dos­
tenian escondido y enterrado, sabiendo que los cientos pessos de muy buen oro, y él los resa­
Gonzalo Fernández de OYiedo Valdés chripstianos lo procuraban. bió con mucho placer y les hizo buen tra b a ­
P R IM E R C R O N IS T A D E L N UEV O MUNDO.
Aqueste pueblo de Thamara está junto al miento. Y les preguntaron por las lenguas que
rio que se dixo de susso llamado Xiriri, é allí qué pueblo avia de allí adelante, hácia la parte
D e SPU ES que el gobernador Ambrosio tuvo luego entra en una laguna grande, que tiene de austral, y respondieron que tres leguas de allí,
su gente junta en el lugar de Pauxoto, mandó ancho quatro ó çinco leguas, la (pial falta poco el rio abaxo, por unas savánas, estaba un pue­
requerir todos los pueblos, que por allí á la re­ que no ciñe todo el pueblo con el rio. Es blo que se dice Qumiti, y avíase de passar un
donda avia de la generación de los pacabuyes, aquella poblaçion mejor é mayor que los chrips­ estero para yr á él que avian de llevar el agua
é óvosse de pressentes y ranchados mas de veyn- tianos han visto en aquellas partes, y está en hasta los sobacos; y decian que era mayor po­
te mili castellanos en el espacio de ocho dias. alto, y goça de muy buenos ayres, é tiene al­ blación que la de Thamara, y que allí les darían
Y estando en aquel pueblo de Pauxoto, supo el rededor muchas savánas é muy poco monte. mucho o ro ; y que de la otra parte del rio, en­
gobernador que quatro leguas de allí estaban Dentro del pueblo hay unos árboles altos á ma­ frente deste, avia otro pueblo que se llama (^u-
otros indios, enemigos de los pauxotos, llama­ nera de robles muy hermosos, que los crian los yandio, ó segund otros Quandi, el qual es muy
dos haraacañas, gente de flecheros con hierba; indios y ponen á mano donde les conviene, famoso é nombrado en mas de cient leguas; y
é determinó de yr con alguna gente á ver qué para adornar y haçer sombra á sus plaças é ca­ queste Quyandio es muy grande, y tura la po­
hombres eran aquellos. Y un dia en la tarde, sas ; é hay assimesmo muchas naranjas, no tan blación dél tres jornadas de andadura desta
passado el rio, fué á dormir en el camino; y perfectas como las de España, pero suplen por manera: que saliendo de un barrio con muy
los indios ya sabian que los chripstianos yban, ellas y tienen gentil agro. Hay muchas gua­ poco intervalo entran en otro, é de aquel en
é tenían sembradas por donde avian de passar yabas é mucho pescado é bueno, é mucha caça otro, é assi se continúan muchos barrios, é to­
á ellos muchas púas de flechas hincadas en tier­ de perdiçes, yvanas, y grand multitud de vena­ dos á vista unos de otros. É decian assimes­
ra y untadas con hierba y sotilmente cubiertas dos. Los veçinos deste pueblo por la maydr mo que mas adelante, la via del Sur, avia muy
y escondidas, en las quales toparon las guías y parte labran oro, é tienen sus forjas é yunques grandes poblaciones todo de condaguas, é' ques
se hirió un hombre dellas. é martillos, que son de piedras fuertes : algu­ tierra de muy grandes savánas é arroyos mu­
Parés^eme que esta gente rústica y salvaje, nos diçen que son de un metal negro á manera chos, de los quales sacaban el oro. Esto se
•que ya que no tiene noticia de aquellos tríbolos de esmeril. Los martillos son tamaños como tuvo por nueva cierta, y era muy público entre
ó brojos de hierro, de que traéta Vegegio, que huevos ó mas pequeños, é los yunques tan gran­ todos aquellos indios ; pero á causa del rio, no
no ynoran totalmente los ardides ó engaños de des, como un quesso mayorquin, de otras pie­ lo pudieron ver los chripstianos. É decian mas
la militar disciplina. dras fortíssimas : los fuelles son unos canutos de los indios de (^uyandio, que tenian tanto
Otro dia siguiente, á hora de vísperas, lle­ tan gruessos como tres dedos ó mas, y tan oro, que si allá passasen los chripstianos, no
garon los chripstianos á un pueblo que estaba luengos como dos palmos. Tienen unas roma­ tenian en que lo traer, aunque muchos mas ca­
jjartido en tres barrios, y en todos tres avia do- nas sotiles con que pessan, y son de un huesso ballos llevassen é á ellos é á los hombres car-
-ce buhíos ó casas, y encima de uno dellos esta­ blanco, que quiere paresçer marfil ; y también gassen dello.
ba un muchacho puesto por atalaya; y como las hay de un palo'negro, como ébano. T ie­ Estos indios condaguas son ricos é de gran­
vid a á los chripstianos, dió grandes voces, por nen sus muescas é puntos para cresçer y men­ des pueblos, é cerca unos de otros; pero no
las quales, amonestados los indios, encontinen- guar en el pesso, como nuestras romanas : pes­ supieron entender los nuestros donde se aca­
te se pusieron en armas é hirieron á Esteban san en ellas desde pesso de medio castellano, ban, ó que tanta es la generación de los con­
Martin, lengua, é á otro chripstiano passaron el que son quarenta é ocho granos, hasta un mar­ daguas. La mayor parte desta gente traen
braco é murió de ahí á tres dias; y si el Este­ co, que son çinqüenta castellanos, que es ocho las caras negras de pintura fixa, que jamas se
44 EL ZULIA ILUSTRADO

les quita ni se les puede quitar, porque la pin­ los veynte de abril (20 de A bril); y porque de un hombre (la una destas pieças redon­
tura, como en otra parte he dicho, es sacándo­ la gente descanssase, estuvo allí hasta los da y la otra escotada para el assiento de la
se sangre, cortando el cuero con ciertos peder­ nueve de septiembre (9 de Setiembre), y aun garganta), y 1111 collar muy gentil, y otra
nales ó espinas, puntándose y poniendo cierto porque le fué forqado, porque estuvo la tier­ pieça á manera de taça, con su sobrecopa,
polvo ó carbón molido a llí; de tal forma que. ra m uy anegada. K assi como vido quel de oro todo lo que es dicho. Y deçian los
tura tanto quanto turan sus vidas y hasta que
agua se yba abaxando é la tierra dando mas indios que de aquella manera tenían todas
se pudra la pintura con el cuerpo. Algunos
oportunidad para campear por ella, acordó las vasijas, en que comian los indios de la
destos tiran con hierba y son gente animosa en
de gastar el tiempo, en tanto que le traían otra parte del agua ó rio de Yum a, y assi-
el agua, porque están mas exer<;¡tados en ella ;
pero por la tierra á pié no son tan hombres. mas gente, en y r á unos pueblos questaban mesmo sus armaduras y duos, en que se as-
Es su tierra muy llana y de muchas savánas al otro cabo de Thamara, todos junto á la sientan, y los hierros de las lanças. Tam ­
enxutas en el verano; y en el invierno por la laguna, que se llaman Potóme, Citano, Zom i- bién hallaron un peyne engastado en muy
cres^iente del rio que es muy grande, se alagan co, los quales estaban de paqes y daban oro fino oro, y çiertos çarçillos y manillas y
y cubren de agua y se extiende por todas ellas, y de los mantenimientos que ellos tenían, y otras pieças, que en todo ello ovo mas de
de tal forma que no se puede andar sino en ca en especial Zomico, el qual es muy poblado dos mili pessos de oro. Deçian los indios
noas dos ó tres leguas por las savánas, harpo- y abundante; y estas gentes ó pueblos esta­ que, quando algund señor indio prinçipal
nando y tomando pescado. Deste rio salen ban muy seguros. Tiene Zom ico por todas moría, se le ponia todo el oro que tenia y sus
muchas lagunas de á dos y tres leguas la tierra partes la alaguna, y para entrar en él los jo yas junto al cuerpo del difunto, y que aquel
adentro, y están todas pobladas, donde hay al­ chripstianos fueron quassi tres quartos de questo tenia, avia seydo señor de aquella
guna disposición para ello, de tierra alta. Ks- tierra.
legua el agua quassi á la «¿ínta y algo mas,
te grand rio se llama Yuma, y es muy poblado
y en partes, donde menos estaba baxa, les En estas partes de la T ierra-F irm e en
de gente.
daba en las rodillas. A llí fueron bien resqe muchos lugares arman los reyes ó caçiques
Despues que con estos indios se ovo esta
bidos y el gobernador hizo juntar los indios y señores indios prinçipales, no solamente
habla, y el gobernador se informó de lo que
principales, y preguntóles con las lenguas la cabeça, pero la mayor parte de la perso­
esta dicho, y le párese; ió (pie no podia passar
adelante con tan poca compaña, se volvió des­ qué tierra é poblaciones avia de la otra ban­ na, se cubren de armas de oro, como aquí
de aquel pueblo de (¿ompachay, y no sin mucha da de la laguna, y todos unánimes y sin se paresçe en estos petos que es dicho de
murmuración de los soldados y contra volun­ discrepancia dixeron las mismas nuevas que susso.
tad de todos. Y desde á dos dias llegó á un avian dado los otros indios de f ompachay. Tornando al gobernador Am brosio y su
pueblo de ^ondaguas, que se llama £on(i//oa, A este pueblo llegó el gobernador á diez gente, desde aquel lugar Zomico dieron la
en el qual halló algunos pocos de indios, vuelta por los pueblos arriba dichos; y
é siete de septiembre ( 17 de Setiembre), é
pressentáronle algunas piezas de oro, aunque viendo que la tierra era trabaxosa por ser
partió de allí á cinco de otubre (5 de Octu­
poco. Y partióse de allí el gobernador con su invierno, y las poblaçiones grandes y con
bre); é los indios deste pueblo, por el grand
gente otro dia, y en otras dos jornadas llegaron
temor que avian de los caballos y de los mucha gente y los chripstianos pocos, pues­
á otro pueblo de los pacabuyes, donde avian es­
chripstianos, ybanse de noche, penssando to que aquellos indios eran assaz mansos y
tado primero, é llámase Qenmoa y hallaron los
que los avian de comer, y algunos se torna­ se mostraban domésticos, andaban tempori-
indios de paz, como los avian dexado. Y de
allí passaron otro dia adelante dos leguas á otro ban de dia, porque es gente doméstica y no çando por aquellos lugares que avian ya
pueblo, que se llama Jxarán, el «pial está otras belicosa. Estos son de la nascion de los estado, esperando que passassen las aguas,
dos leguas de Pauxoto, ques desde donde el Condaguas. Viendo el gobernador que eran que eran m uy grandes, y que Esteban M ar­
gobernador avia enviado al capitan Vascuña á muchos mas los que se yban que no los que tin volviesse de Coro, penssando haçer gran­
la cibdad de Coro, como atrás se dixo, con el volvían, y que pocos á pocos se despoblaba de haçienda, en confiança de passar adelante
oro para que le traxessen mas gente. Y desde el pueblo, mandó que quatro de caballo ron- con la gente que truxese. E l qual despues
Ixarán envió á saber si avia venido nueva á dassen de noche, é otros algunos de pié: é que se partió del gobernador, atravessó por
Pauxoto del capitan Vascuña y de los veynte y assi cessó la fuga, y se estaban en su casa, el valle de los pacabuyes y passó por los
quatro chripstianos que con él fueron, porque chiriguanas y bubures, y por el mismo ca­
que no osaban yrse á otra parte; pero todo
les avia dado tres meses de término para vol­ mino que avian primero passado los chrips­
esto era ponerlos en mas temor y sospecha.
ver, y eran ya passados; pero ninguna cosa se tianos con Am brosio, su gobernador, ó por
sabia dellos, á causa de lo qual se ovo sospecha A llí se halló un buhío á manera de mez­
allí çerca; y donde hallaba indios de paz,
que les avia intervenido algund siniestro caso, quita, ó casa de oración desta gente, dentro
deçia quel gobernador venia allí çerca, por
ó se avrian perdido: y por tanto acordó de en­ del qual estaban quatro palos hincados en
passar seguro con sus compañeros adelante.
viar veynte hombres á Coro y á Maracaybo con tierra, teñidos de color roxa de brea, y ocu­
Esteban Martin, lengua y hombre diestro, y Y tardaron treynta y quatro días hasta llegar
paban quarenta piés de espacio en quadro,
por capitan dellos, para que supíessen del Vas- á la villa de Maracaybo, y desde allí envia­
porque de un palo á otro avia diez p ié s; y
cufia y de los otros chripstianos, y tamhien pa­ ron á Coro, para que el teniente Bartolomé
estaban cercados de mantas pintadas, y las
ra que le truxesse mas gente. É ordenóle todo de Santillana enviasse á M aracaybo la mas
cabecas de los palos tenían sendos rostros
lo que avia de hacer, y mandó que le truxessen gente que pudiesse al gobernador. Y entre
de hombres de relieve entallados y pintados
clavaron y todo lo que convenia para hacer tanto que los de Coro yban á M aracaybo,
de la misma color. Y dentro deste entol-
barcos, para passar aquel grand rio de Yuma, acordaron los de aquella villa de entrar con
damiento ó quadra estaba un cuerpo muerto
con esperanza de allegar á aquellas grandes ri­ Esteban Martin y los que llevaba á la tierra
de un indio, metido en un atahud de made­
quezas, de que estaba informado, y porque avia de los onotos”, que estaban de guerra, y des­
penssado de dexar fecho un pueblo de chrips­ ra y m uy bien hecho, y envuelto aquel di­
pues quel gobernador avia ydo de Coro
tianos en la tierra de los ^ondaguas ó de los funto en dos mantas blancas de algodon, y
avian muerto catorçe chripstianos en un rio,
pacabuyes. Con este despacho se partió el el atahud colgado de otra manta blanca, y de
viniendo en unas canoas: y en aquella en­
Esteban Martin, dia de San6t Johan, veynte y fuera de la cámara estaban dos catauros, que
trada le dieron çinco flechaços al Esteban
■quatro de junio de aquel afio de mili é quinien­ son á manera de castas llenas de cortecas
M artin; pero hiçieron daño harto en los
tos é treynta y dos afios (24 de Junio de 1532.) de enciensso ó de tales árboles, que olían
indios onotos. Tardaron de llegar la gente
como enciensso y á manera de goma mez­
de Coro hasta M aracaybo treynta y dos dias,
clada allí con ello, del mesmo olor; y mu­
D e s d e el pueblo de Ixarán, de donde el
y hallaron en la cama á Esteban Martin í
chos arcos y flechas á la redonda colgados,
gobernador A m brosio envió por gente á pero esforçôse lo mejor que pudo, y aunque
y muchas cosas de rescate de las que en
Esteban Martin, é á saber del capitan Vas- no estaba bien sano, partió con ochenta y
aquella tierra se tractan colgadas dentro de
cuña, hasta la villa de Maracaybo, puede dos hombres, que llevó de ambos pueblos,
la quadra; é fecha una puerta de las mes-
-aver cínqüenta leg u as: al qual mandó que y fué donde el gobernador Am brosio esta­
mas mantas, por donde entraban'á ella. Y
fuesse por el mismo camino que primero b a: al qual halló en Zomico al tiempo que
un poco mas alto que el atahud estaba un
avian passado lo s chripstianos, porque era de allí se quería partir, el qual pueblo es de
canastico ancho que llaman inanari, lleno
çondaguas.
de buena gente poblada y estaban algunos de oro, en que avia dos petos ó armaduras
pueblos de paz. Y el gobernador quedó en semejantes á peto de oro, con tetas muy
<este pueblo de Ixarán, donde avia entrado á bien labradas, que tomaban todo el pecho

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