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COMENTARIO CRÍTICO:
El desarrollo científico ha sido una herramienta utilizada a merced de los intereses
dominantes, siendo alguna vez fuente de la perfectibilidad del ser humano ahora, es punto
central para su propia autodestrucción. La ciencia en general y los científicos en particular
responden a un establishment al margen de los “sentimentalismo” que producen la
indignación y la búsqueda de justicia y en sí, a cualquier sentimiento que logre el desarrollo
de la ciencia. Es entonces cuando surge una pregunta ¿cómo se sabe que es el desarrollo de
la ciencia y no su retroceso? O ¿cómo se sabe que ciertas posturas entorpecen o favorecen su
búsqueda?, lo cual por vía lógica lleva a pensar que por más que se quiera postular por medio
de un discurso objetivo y frio que por tanto se haya más cercano a la realidad, nunca parte
del punto cero.
Es a partir de acá que la llamada hybris del punto cero, postulada por Santiago Castro
Gómez, permite comprender como se utiliza un manto de neutralidad y objetividad para
postular las premisas y teorías más funestas y deshumanizadoras jamás aceptadas desde la
perspectiva del saber popular o no-científico positivista. Para ello es importante situarse en
la dominación cultural que se ha generado por parte de la colonización que a su vez es fruto
de una idea de progreso y desarrollo europeo. Es en occidente donde nace la ciencia moderna
y cobra su carácter de universalidad y veracidad haciendo que todo conocimiento distinto no
sea válido o verosímil.
Bajo esta lógica es que se comprende que la ciencia moderna (y en sí todo el sistema
capitalista) no escapa a un conjunto de valores y sentimientos que aunque se oculten,
permiten comprender el alcance de su desarrollo actual. Las armas nucleares fueron
planteadas como una fuente de energía, posteriormente es usada como una fuente de
exterminio. Es el deseo de desarrollo al margen de las consecuencias éticas y sociales,
apegados a la neutralidad y objetividad lo que hace que los hallazgos e invenciones no se
puedan controlar.
El potencial bélico desarrollado logra acaparar la atención de la política que ahora busca la
disuasión como única forma de prevalecer y mantener un equilibrio estratégico, es por ello
que la guerra fría ha estructurado nuestra realidad actual mediada por el miedo y la
desconfianza, no por casualidad se gesta en este periodo la teoría de juegos. Es el contexto
de la posibilidad de la confrontación armada, la constante incertidumbre lo que se ha
deslizado en nuestras mentes y se expresa en todo aquello que creamos y hacemos:
movimientos sociales, creaciones científicas, discursos, entre otros.
La violencia surge en este escenario como el medio para extender las intereses de los sistemas
sociales, políticos y económicos, desconociendo que la violencia al ser instrumentalizada
muchas veces relega los fines a un segundo plano, esto sucede tanto en los contextos
nacionales como locales. A nivel local se ha desconocido de fondo la realidad que se vive,
buscando constantemente la imposición de modelos o teorías extranjeras intentando hacer
que la realidad responda a ellas. Fracaso tras fracaso, los movimientos sociales internos que
han recurrido a la violencia han visto como sus sueños no se convierten en realidades
generalizadas, siendo por el contrario estallidos de fuerza que se agotan fulminantemente.
Según Marx la violencia es secundaria puesto que las revoluciones no se hacen de manera
intencional puesto que dependen de las condiciones del momento histórico, motivando así
que se piense cómo el ser humano se recrea así mismo desde el trabajo, puesto que este es el
ser humano el único animal que trabaja. En relación Hegel plantea que el hombre se produce
a sí mismo por el pensamiento. Por otro lado Sartre va a aludir que es la violencia lo que hace
al hombre, siendo una premisa que en términos humanistas impulsa a la destrucción mutua,
así sea esta vez postulada por un grupo diferente al hegemónico que posee la violencia
legítima, los desposeídos no logran sobreponerse a la violencia que les oprime.
El tiempo en este contexto nos impulsa a pensar el presente como palimpsesto, siendo la
historia el lugar de reflexión para el presente, librándonos de la tentación de hacer futurología
puesto que el hombre actual con el auge de la tecnología y la globalización cuenta con
posibilidades casi infinitas. No por ello se deja de pensar en el futuro, pero se entiende que
el hoy es el futuro del ayer y que el cambio es la acción del hombre desde el pensamiento y
el trabajo y que desde allí puede problematizar la violencia y los alcances de la misma.
PLANTEAMIENTO PROPIO
Como punto de partida me parece imprescindible reconocer que no estamos en un punto cero,
ni como investigadores, ni científicos, ni profesores… Estamos en un punto fruto de la
historia y la cultura en la que vivimos que no escapa a unos valores y metas dominantes. Es
importante reconocer que no necesariamente los valores que tenemos como ciudadanos son
los valores desde los cuales se toman las grandes decisiones o sobre los cuales se moviliza el
sistema capitalista. Reconocer por ejemplo, que los recursos son finitos, es un buen comienzo
para problematizar la idea de progreso.
Otro punto de resignificación es la de considerar los saberes propios y locales que por no ser
positivizados por la ciencia quedan en el desconocimiento. Esto sin negar los grandes avances
que ha permitido la técnica y la tecnología, pero a su vez abriendo el espectro de
conocimientos que son útiles y veraces.
Ahora bien, en el proceso de reproducción cultural que se lleva a cabo en la escuela, el
docente tiene la obligación ética de cuestionarse el papel de la violencia en la realización del
ser humano comprendiendo que este está estrechamente relacionado con un grupo social al
formarse y participar de él. Pensarse la educación en términos de crecimiento personal y
social, logran develar y construir en conjunto la ética, el ethos o forma de vida, que es
imposible en soledad. La historia sirve acá para sabernos parte de un lugar común con un
lazo histórico que posibilite analizar la vida más allá de la fragmentación que produce y
reproduce la violencia. Es la unión del tejido social.