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Título: ¿Es posible pensar más allá del Neoliberalismo?

Apuntes para pensar las


subjetividades neoliberales y los márgenes de la resistencia.

Autor: Carlos Mauricio Ferolla


Institución: Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales - UNR
Eje: Subjetividades políticas. Poder y potencia en la trama neoliberal.

A través de una nueva oleada conservadora que atraviesa nuestro continente y la llegada al
gobierno de sectores políticos de derecha, volvió a ser parte central del vocabulario político el
uso de la palabra “neoliberalismo” como concepto o adjetivo pero que encierra una idea, tal
vez poco clara y confusa, con la que todxs conectamos determinadas nociones a partir de
vincularlas con experiencias anteriores de gobiernos que llevaron a cabo políticas de
privatización, desregulación y flexibilización en el plano económico y social y una vuelta a
atravesar sus mismas consecuencias.
Gran parte del debate político trata por generar consensos sobre que decimos cuando
hablamos de neoliberalismo, pero incluso más allá de poder generar acuerdos con respecto al
término en cuestión, lo principal pasa por poder conectar conceptualmente con lo que nos
atraviesa en la realidad.
Si bien entendemos que no es posible llegar a una explicación unívoca si creemos que es muy
importante llegar a algunas aproximaciones. Gran parte de como se resista y enfrente al
neoliberalismo depende de como lo entendamos, se trata de comprenderlo para poder generar
herramientas teóricas y prácticas que permitan lo que hoy parece cada vez más difícil, pensar
más allá del neoliberalismo.
Partiremos de compartir la interpretación en torno al neoliberalismo de Verónica Gago en su
libro “La Razón Neoliberal”, usando dos tipologías:
El “neoliberalismo desde arriba” como ella señala, hace referencia al régimen de acumulación
que se da a nivel global, y que sobre todo en nuestro continente alteró su fisonomía a partir de
medidas que se llevaron a cabo desde el Estado como fueron las privatizaciones, reducción de
protecciones sociales, desregulación financiera, flexibilización laboral, etcétera.
La segunda tipología que señala nuestra autora es la de “neoliberalismo desde abajo” que es
“la proliferación de modos de vida que reorganizan las nociones de libertad, cálculo y
obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectividad colectiva” (Gago, 2015: 23).
Estas tipologías que utiliza Verónica Gago, tienen una intención (la cual compartimos) en
tanto se busca criticar aquellas conceptualizaciones que hacen referencia al neoliberalismo
únicamente en el plano macropolítico, entendiendo al contrario que hay una racionalidad que
se juega en todos los ámbitos de la vida social, y sobre todo en la producción de
subjetividades.
Sosteniendo que el neoliberalismo es algo más que un conjunto de políticas estatales, una
fase de capitalismo o ideología que libera al mercado con el fin de restaurar la rentabilidad
capitalista, podríamos decir que lo que digamos sobre neoliberalismo en insuficiente por que
como afirma Wendy Brown en “Pueblos sin atributo”: “El neoliberalismo es un presente en
construcción y por otro lado no es un objeto estable y unificado, oscila y cambia con el
tiempo y la geografía” (2016); es decir que incluso así como hemos avanzado con el tiempo
en decir que es el neoliberalismo, la expansión de sus fronteras hace que pueda que haya
dimensiones que aún no conozcamos.
Sin intentar agotar una definición de neoliberalismo y continuando con los aportes de
Verónica Gago, podemos decir siguiendo a Wendy Brown como a los franceses Laval y
Dardot, que es una racionalidad o una “nueva razón del mundo”.
“el neoliberalismo es un orden de razón normativa que cuando está en auge asume la forma
de una racionalidad rectora que extiende una formulación específica de valores, prácticas y
mediciones de la economía a cada dimensión de la vida humana. Disemina el modelo de
mercado a todas las esferas y actividades, incluso en aquellas que no se involucra el dinero,
su sello distintivo es la expansión de la razón neoliberal a aquellos lugares que trascienden las
actividades meramente económicas.” (Brown, 2016)
El neoliberalismo es una racionalidad “que tiende a estructurar y a organizar, no solo la
acción de los gobernantes, sino también la conducta de los propios gobernados. La
racionalidad neoliberal tiene como característica principal la generalización de la
competencia como norma de conducta y de la empresa como modo de subjetivación. El
neoliberalismo es la razón del capitalismo contemporáneo, así se puede definir al
neoliberalismo como el conjunto de los discursos, de prácticas, de los dispositivos que
determinan un nuevo modo de gobierno de los hombres (y mujeres) según el principio
universal de la competencia.”(Laval y Dardot, 2013 : 15).
A partir de estas definiciones podemos sintetizar que el neoliberalismo comprende una forma
de gobierno de la sociedad y un proceso de subjetivación, de un modo de hacer y sentir
neoliberal, que apunta hacia una individualización y la búsqueda constante de generar un
“empresario de sí” en cada persona. Es un disciplinamiento que excede el propio cuerpo y
llega al deseo en tanto exige una coherencia entre pensamiento y acción. Esta racionalidad
que es impuesta en igual medida para los Estados y los individuos, que ante la imposibilidad
de no seguir los parámetros propuestos, corren el riesgo de poner en peligro su supervivencia.
El neoliberalismo es productor de ciertas relaciones sociales, de nuevas subjetividades, “una
conducta de la conducta” y un esquema de valoración de los cuerpos y nuestras vidas, de
ciertas maneras de vivir, donde lo que se pone en juego es la manera en que nos
comportamos, nos relacionamos con los demás y con nosotrxs mismxs.
Donde los sujetos asumimos la forma de un “capital humano” y debemos generar
mecanismos de inversión sobre nosotrxs mismos (ya sean físicos, culturales, psicológicos,
etc) para valorizarnos, así el neoliberalismo buscan romper con las tensiones producidas por
la lógica capital - trabajo y las solidaridades trazadas entre aquellxs que viven de su fuerza
de trabajo. Como señala Matías Saidel: “al hacernos a todos mágicamente posesores de un
capital, el propio conflicto capital-trabajo parece superado, ya que la capacidad de producir
aparece como un capital del trabajador, un recurso que debe usar de manera eficiente y
responsable para lograr una satisfacción que solo depende de sí mismo. En tal situación, si el
sujeto hace un uso responsable de su propia vida, será recompensado con un incremento de su
propio capital y de su propia satisfacción, mientras que si no lo hace, deberá asumir los costos
correspondientes. Así, con el discurso del capital humano se produce una fusión total entre el
capital y quien lo detenta. El trabajador ahora es alguien que invierte su capital, sus
capacidades y competencias, para obtener una renta, entrando en un intercambio paritario con
quien lo contrata. Para ello tiene que vender y gestionar adecuadamente su trabajo,
posicionándose en un mercado, consiguiendo un cliente, negociando el precio de
contratación. En suma: devenir empresa.” (Saidel, 2016 : 138)
La paradoja que trae consigo la reconversión de lxs sujetxs en capital humano es que el
estado busca desprenderse de aquellas instituciones u organismos que aportan capitales
necesarios para la nuestra valorización, como por ejemplo el caso de las entidades educativas,
culturales, sociales, etc. Es decir, que se vuelve una ley de la selva, una lógica de la
competencia salvaje por quien puede adquirir los activos necesarios para quedar mejor
posicionado, incluso hasta teniendo que endeudarse para saciar los requerimientos exigidos.
Así nos volvemos cuerpos descartables y desechables en cuanto dejemos de producir valor.
La construcción de una nueva subjetividad, según Laval y Dardot, se da a partir de una
“subjetivación contable y financiera” (2013: 21) se trata de producir una relación del sujeto
individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo mismo, del
sujeto como capital humano que debe aumentar indefinidamente su valor.
Asistimos al éxito normativo del neoliberalismo, tanto por la conquista en el aspecto político
del poder por fuerzas neoliberales, en el aspecto económico con el auge del capitalismo
financiero mundializado, o en su aspecto social con la individualización de las relaciones
sociales, y en lo subjetivo con la producción de una nueva subjetividad.
Parte de poder reflexionar sobre por qué llegamos a esta situación es indagar en lo que
entendemos fue descuidado no solo por el campo académico, sino también por la dirigencia
política que fue parte de los gobiernos populares en nuestro continente, que son las
subjetividades.
Un análisis desde las subjetividades neoliberales nos permitirán, por un lado hacer un
incipiente balance crítico de las experiencias populares del siglo XXI y por otro lado
acercarnos a una dimensión de análisis más micro como son los deseos y afectos.

Subjetividades neoliberales: Aproximaciones a un balance necesario

Como señala Félix Guattari “la propia esencia del lucro capitalista está en que no se reduce al
campo de la plusvalía económica: está también en la toma de poder sobre la
subjetividad”(Guattari y Rolnik, 2006: 29) Como fuimos señalando, el neoliberalismo, en
tanto racionalidad, excede los ámbitos y actividades meramente económicos, produciendo
subjetividades, incluso como materia prima necesaria para las relaciones de producción.
Estas subjetividades son producidas por “agenciamientos de enunciación. Los procesos de
subjetivación o de semiotización no están centrados en agentes individuales (en el
funcionamiento de instancias intrapsíquicas, egoicas, microsociales), ni en agentes grupales.
Esos procesos son doblemente descentrados. Implican el funcionamiento de máquinas de
expresión que pueden ser tanto de naturaleza extrapersonal, extra-individual (sistemas
maquínicos, económicos, sociales, tecnológicos, icónicos, ecológicos, etológicos, de medios
de comunicación de masas, esto es sistemas que ya no son inmediatamente antropológicos),
como de naturaleza infrahumana, infrapsíquica, infrapersonal (sistemas de percepción, de
sensibilidad, de afecto, de deseo, de representación, de imagen y de valor, modos de
memorización y de producción de ideas, sistemas de inhibición y de automatismos, sistemas
corporales, orgánicos, biológicos, fisiológicos, etc.).” (Guattari y Rolnik, 2006: 45)
Estos procesos de subjetivación que buscan modelizar las conductas, socializan a lxs sujetxs
de manera que incorporen en su pensamiento y acción las propias nociones comunes del
neoliberalismo para cumplir con los parámetros de exigencia que este requiere.
Así desde el plano de análisis que estamos proponiendo podemos ver que más allá de ciertas
políticas que se busquen llevar a cabo desde los gobiernos como por ejemplo, una fuerte
regulación bancaria, reinversión pública en educación, un compromiso renovado con la
igualdad o con la redistribución de la riqueza o por más que las políticas económica
neoliberales se puedan poner en pausa o revertirse las subjetividades neoliberales pueden
subsistir, es más lo hacen si es que no hay la voluntad de generar otros procesos de
subjetivación con otras lógicas totalmente distintas.
Aquí es donde entendemos que parte una de las principales críticas 1 a los gobiernos
populares. Incluso donde en mayor medida estuvo uno de los grandes logros que es la
inserción de grandes segmentos de la población al mercado laboral, cierta recomposición
salarial y una vuelta al consumo de estos sectores, es donde podemos encontrar cierto déficit,
ya que incluso a la larga ciertas formas del consumo en conjunto con los dispositivos de
subjetivación dominantes afianzaron las subjetividades neoliberales, pudiendo conectar mejor
con los agenciamientos discursivos y afectivos propuestas por las derechas.
Tal vez, el consumo sea uno de los puntos más contradictorios, ya que nadie puede negar que
es necesario y que se deben generar las condiciones necesarias para que todxs puedan
consumir y satisfacer sus necesidades materiales de vida, pero la pregunta está ¿en qué
condiciones y cómo?
Como es analizado por Maurizio Lazzarato (2013) la lógica capital - trabajo se reconvierte
en acreedor - deudor, y la deuda se vuelve en el dispositivo dominante en el neoliberalismo.
Sostendrá que “La deuda constituye la relación de poder más desterritorializada y general a
través de la cual el bloque de poder neoliberal organiza su lucha de clases” (Lazzarato, 2013 :
103) y al igual del recorrido que venimos haciendo afirma que “la economía neoliberal es una
economía subjetiva” (Lazzarato, 2013 : 43) que produce su propio sujeto, el hombre
endeudado.
Esta breve comentario en torno a la lógica de la deuda nos sirve de puntapié para conectar
con lo que veníamos haciendo referencia en torno al consumo y llegar a lo que se dio durante
los años del kirchnerismo que es el “consumo financiarizado” (Hadad y Fumero, 2017) de los
1
Crítica que tiene la intención de ser constructiva, no negando el difícil desafío que afrontaron estos gobiernos tras años
de gobiernos neoliberales que dejaron a una gran parte de la población por fuera de los mecanismos de inclusión
económicos, sociales y culturales.
sectores populares, que hace referencia a “una modalidad específica de acceso al consumo y
al endeudamiento con características diferenciales respecto a las prácticas y condiciones que
en promedio suelen experimentar los consumidores se sectores medios y altos” (Hadad y
Fumero, 2017 : 133) que se llevan a cabo con el uso de tarjetas de crédito propia o ajena.
Este fenómeno se da a partir de la introducción de mecanismos de pagos de programas
sociales mediante tarjeta y del acceso de redes de financiamiento promovido desde el estado
y de entidades privadas y/o crediticias, llevando a cabo una “institucionalización de la
financiarización en los sectores populares” y generando un “sujeto endeudado popular”
(Hadad y Fumero, 2017 : 129) con serias dificultades de cumplir con los pagos requeridos,
donde un alto porcentaje de sus ingresos son destinados a pagar los intereses de deuda
contraídos y su tasa de interés supera por mucho la de otros sectores sociales.
Podríamos decir que esto es un efecto colateral inevitable del neoliberalismo y que excede a
cualquier gobierno, pero es algo que debe ser tenido en cuenta porque “entrañan un proceso
de subjetivación que marca a la vez al cuerpo y la mente” (Lazzarato, 2013: 49) de lxs sujetxs
en cuestión.

El capitalismo como régimen del deseo y afecciones neoliberales

El análisis desde la dimensión de las subjetividades nos permite entrar contacto con lo que
entendemos que debe ser parte fundamental de las teorizaciones sobre el neoliberalismo: el
deseo y el afecto. Siguiendo a la teoría de los afectos realizado por Frederic Lordon en
“Capitalismo, deseo y servidumbre” (2015) y “Los afectos de la política” (2017) sostenemos
que el Capitalismo es un régimen del deseo que busca configurar los afectos y deseos de tal
manera que lxs sujetxs se muevan por sí mismos en favor de los intereses del neoliberalismo,
como señalará Lordon “asalariados que se activan por sí mismos al servicio de la
organización capitalista, es indiscutiblemente el mayor logro de la empresa neoliberal”
(Lordon, 2015 : 71).
Retomando a Baruch Spinoza recupera su noción de Conatus como “fuerza de existir. Es por
así decirlo, la energía fundamental que habita los cuerpos y los pone en movimiento. El
conatus es el principio de la movilización de los cuerpos.” (Lordon, 2015: 23) Para Spinoza
desear es existir, somos seres deseantes que nos vemos afectados por un sinfín de relaciones y
encuentros con otros cuerpos y cosas que nos determinan a actuar en una dirección u otra.
Lo que caracteriza al capitalismo es la captura de esta potencia de obrar, del conatus,
mediante una relación de enrolamiento (Lordon, 2015) que es la relación salarial como “el
conjuntos estructurales y de las codificaciones jurídicas que hacen posible que ciertos
individuos impliquen a otros en la realización de su propia empresa” (Lordon, 2015 : 25), así,
va a llamar Patronazgo a esa relación “bajo la cual un deseo-amo moviliza al servicio de su
empresa las potencias de actuar de los enrolados” (ídem).
Pero incluso, lo más interesante de lo que señalará el francés es que el capitalismo moviliza
las fuerzas deseantes mediante afectos alegres en dirección del deseo-amo del capital: “La
comprensión de las causas que hace perdurar al capitalismo - del cual de cierto modo podría
decirse que también manifiesta una (sorprendente) tendencia a perseverar en su ser… si los
asalariados se atienen a la relación de enrolamiento que les impone la estructura social y
obedecen a requerimientos productivos cada vez más altos, no es solamente bajo el efecto de
la coacción y de la violencia organizacional, sino también porque a veces encuentran en ello
una cierta retribución - es decir, motivos de alegría.” (Lordon, 2015 : 48)
En su versión fordista del capitalismo, los afectos alegres estarán conectados con los objetos
exteriores de consumo, pero la particularidad del neoliberalismo es que no se busca que esa
alegría provenga de una cosa exterior, sino que se produzca en el interior de lxs sujetxs en la
propia dinámica de sus actividades, un involucramiento en la propia relación de
subordinación. Es decir, una subsunción total de la vida a las lógicas del capital, que se
corresponde con una etapa en el que se libera el propio deseo ilimitado del capital barriendo
con todas las trabas posibles a su energía liberadora: “El delirio ilimitado es entonces sobre
todo el germen de una nueva forma política a la cual puede muy bien darse el nombre de
totalitarismo (...) es una pretensión de subordinación total de los asalariados, y esto en el
doble sentido de que no solamente se le pide a los subordinados, según la fórmula común de
que “se dediquen totalmente”, sino también de que los subordinados están totalmente
investidos - invadidos - por la empresa. Subordinar la vida y el ser enteros del asalariado
como lo requiere la empresa neoliberal, es decir rehacer al servicio de sus propios fines las
disposiciones, los deseos, los comportamientos del enrolado, en pocas palabras remodelar su
singularidad para que de aquí en más se pongan en juego “espontáneamente” en su seno todas
sus inclinaciones, es el proyecto delirante de una posesión integral de los individuos, en el
sentido cuasi chamánico del término. Totalitarismo es entonces un posible nombre para una
pretensión de control tan profunda, tan completa, que ya no quiere contenerse con someter en
exterioridad - obtener las acciones requeridas - sino que reivindica la sumisión entera de la
interioridad.” (Lordon, 2015 : 96)
Las propias modificaciones en las estructuras económicas determinan también la manera en
que se producirán los afectos, el nuevo paradigma del deseo - amo en el neoliberalismo y del
capital financiero será la liquidez: “La liquidez se convierte en punto de mira y empuja a los
deseos-amos a obtener las transformaciones de estructura que les permitan aproximarse a él
tanto como puedan (...) lo que hay que interpretar en esta tesis es el metadeso de gozar de
todas las condiciones institucionales que permitan la persecución sin restricción del deseo.”
(Lordon, 2015 : 63)
Según Lordon, la “configuración neoliberal mundializada podría precisamente ser definida
como el abatimiento de todas las barreras institucionales, nacionales e internacionales, que
retenían el empuje del capital. En estas condiciones, no cabría asombrarse de que el capital
avance sin cesar para conquistar más en el orden del propio deseo: extensión de sus márgenes
de maniobra (por los tratados y medidas de carácter reglamentario) (...) Una vez abatidas las
barreras de contención, el deseo del capital… ya no es contenido. Y no lo será de nuevo si no
encuentra frente a él una fuerza contraria de la misma intensidad, determinarla a pararlo.”
(Lordon, 2017 : 173).
Volviendo al enigma que resulta en la nueva etapa del capitalismo de “afecciones
neoliberales” (Lordon, 2017 : 176) donde se da una producción a gran escala de deseos, de
trabajo felíz, de crecimiento personal o de realización personal. La característica que asumen
lxs sujetxs según Lordon es de “auto - móvil”, “asalariados que andan por sí mismos”
(Lordon, 2015 : 71). Y justamente esta es la paradoja, porque se rechaza toda posibilidad de
servidumbre voluntaria y consentimiento, ya que es nuestra energía (conatus) la que se activa
en la movilización deseante, es decir, que actuamos por nosotrxs mismxs. Nuestra condición
es la de la servidumbre pasional señalará Lordon, siguiendo a Spinoza, la heteronomía hace
que seamos presxs de las determinaciones del encadenamiento causal de las afecciones,
“ningún deseo es mi obra, por su determinación exógena, y todo deseo es indiscutiblemente
mío en tanto que es la expresión misma de mi potencia conativa.” (Lordon, 2015 :75)
Con esto no queremos decir que el neoliberalismo no produzca afectos tristes, es más lo
produce, podríamos decir que en el trasfondo de la alegría están las pasiones tristes, la
necesidad de la reproducción material hace que trabajemos, el temor al despido, al hambre, a
la sanción, actuamos por determinación de estas afecciones, pero lo que explica la
perseverancia del capitalismo es esa “obediencia alegre” que impide el estallido de la
multitud.
El poder como “arte de hacer hacer”, sostiene Lordon, tiene una “verdad afectiva bipolar:
funciona con el miedo o con el amor” (Lordon, 2015 :79), y el disfrute del sujetado es la
estrategia del poder . Así sostendrá que “lo propio de la dominación consiste en fijar a los
dominados a objetos de deseo (...) en la alegría antes que en el temor, he allí indudablemente
la manera en que los dominantes gobernarán más eficazmente, pero circunscribiendo
estrictamente las alegrías ofrecidas, es decir seleccionando rigurosamente los objetos de
deseo propuestos. Regular la distribución de lo deseable podría ser entonces el efecto más
característico de la dominación” (Lordon, 2015 :116).
El interrogante que nos urge es si hay salida o formas de resistencia a estas afecciones
neoliberales. La respuesta del francés será la Política como “ars affectandi” (Lordon, 2017)
dirá que “intervenir en política, bajo cualquiera de sus formas, es, pues, siempre intervenir en
el ámbito de las pasiones” (Lordón, 2017 : 53), es producir efectos, es “toda composición de
potencias de actuar” (Lordon, 2015 : 142).
Es el capitalismo quien esparce el descontento y alimenta “el efecto común por el cual una
multitud podría llegar a reunirse” (Lordon, 2015 : 164). El neoliberalismo a medida que
perfecciona los medios para sostener la obediencia alegre y que sigue con sus deseos
ilimitados de valorización financiera, sostiene Lordon que va maltratando y generando
descontentos, aquí reconoce dos cuestiones, por un lado el reconocerse “desgraciado”,
romper “el efecto de un mecanismo pasional de autoprotección” (Lordon 2017 : 156),
reconocer la situación de crisis, salir del descontento aislado, es en la lucha colectiva donde
se intensifican los afectos y se aumenta la potencia de actuar de los cuerpos. Llegado ese
punto sostiene que todos “los colectivos en lucha conocen ese momento de exaltación
catastrófica, momento de alegrías intensas, aunque pasajeras, que proceden de descubrir su
propia potencia, de descubrirse una potencia de la que uno no se creía capaz” (Lordon, 2017 :
159).
Así al afecto común que sostenía el orden institucional se le opone otro vínculo pasional, se
da “el choque de los afectos alegres que no quieren cambiar nada, o que quieren más de los
mismo, y de los descontentos que quiere otra cosa. El descontento: he allí la fuerza histórica
afectiva capaz de hacer que se bifurque el curso de las cosas. La multitud capaz de concentrar
suficiente potencia como para operar los grandes derrocamientos, es la multitud de los
descontentos.” (Lordon, 2015 : 163).
Conclusión: Resistencia en los márgenes

Sin intención de llegar a conclusiones muy certeras, en el recorrido de este trabajo abordamos
al Neoliberalismo como una racionalidad, y podemos agregar que imanta el campo de lo
social en la producción de subjetividades y como régimen del deseo. Es decir, que hasta un
punto estamos invadidxs de neoliberalismo, donde la pregunta si ¿hay afuera del
neoliberalismo? carece de sentido. Pero si seguimos sosteniendo que hay formas o lugares
desde donde pensar la resistencia, es necesario profundizar en estos argumentos.
La presentación hecha acerca de la teoría de los afectos de Lordon, fue con la intención de
poner sobre la mesa una dimensión olvidada en el análisis de los procesos políticos, el deseo,
no como una falta o la búsqueda de algo que no llega a concretarse, sino como nuestra
esencia misma por la cual existimos y nos esforzamos por perseverar en nuestro ser que está
determinado a obrar a causa de las afecciones con otros cuerpos o cosas exteriores. Esta
potencia de obrar (conatus) que es el motor de la historia, como lo sostiene Lordon (2017),
es la clave para pensar nuevas formas de resistencia.
Buscar en los márgenes implica dos cosas, por un lado en términos de las marginalidades
sociales, en los intersticios espaciales donde los cuerpos resisten y subsisten a la embestida
neoliberal que condena día a día a la precariedad e inseguridad, pero que en tanto
archipiélagos de excepciones, donde llegan las afecciones neoliberales pero no las
instituciones del estado, se mezclan en la opacidad las subjetividades neoliberales con las
prácticas de la subsistencia de los sectores populares. En esa economía de la resistencia, en la
que los cuerpos se vuelven complejos cuando se afectan en una comunidad política porque
aumentan sus potencias de actuar.
Por otro lado, los márgenes son esos lugares donde la creatividad escapa a la captura
neoliberal, esos lugares artísticos creadores de imágenes que son capaces de reconectar de
otra manera la realidad que nos atraviesa y determina.
El desafío del momento actual será la de producir los agenciamientos discursivos y afectivos
necesarios que puedan conectar con lxs descontentxs y animarnxs a sentirnos desgraciadxs
para salir de la comodidad individualista que nos proponen las afecciones neoliberales. Y
entender, tal vez, que no hay que esperar a ese gran momento emancipatorio, de ruptura
revolucionaria, sino que se debe proceder gradualmente, en esfuerzo continuo, generando
nuevos pliegues que no nos hagan retroceder, potenciando subjetividades emancipadoras.
Bibliografía

- Brown, Wendy. (2016). Pueblos sin atributo. La secreta revolución del


neoliberalismo. Barcelona, España: Malpaso Ediciones. Recuperado de:
www.amazon.com
- Gago, Verónica.(2015). La razón neoliberal.Economías barrocas y pragmática
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