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En adelante utilizaremos la abreviación DIPr. para referirnos al Derecho Internacional Privado.
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2) Precisiones sobre el objeto del Derecho Internacional Privado:
Existen básicamente tres teorías respecto de cual debe ser el objeto de DIP:
teoría normativa, teoría publicista y teoría privatista.
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RELACIÓN JURICA PRIVADA INTERNACIONAL:
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los Países Bajos la venta de un automóvil, el hecho de que el vehículo haya sido
fabricado en Francia o en el reino Unido parece irrelevante respecto a la compraventa
que sería, en todo caso, una situación interna. Ahora bien, si el vehículo presenta
defectos de fábrica, en caso de litigio la relación jurídica involucrará tanto a las partes
en el contrato como al fabricante, convirtiéndose entonces el elemento extranjero en
una circunstancia jurídicamente relevante.
Admitida la tesis de la necesidad de que el elemento extranjero sea relevante se
torna necesario saber cuándo y a quién le corresponde determinar dicha relevancia. Al
respecto existen dos posturas:
El elemento debe ser relevante para el juez: Para un sector de la doctrina el
juicio de relevancia corresponde a los Tribunales, quienes deberán resolver en
cada caso en concreto. Si el elemento extranjero es calificado como relevante,
estaremos en presencia de un supuesto de tráfico extranjero y se deberán aplicar
las normas propias del DIPr. Por el contrario, si el juez considera dicho elemento
como puramente accidental, actuará como si se tratara de un supuesto de tráfico
interno.
El elemento debe ser relevante para el legislador: Otros autores sostienen que
es el legislador quien debe apreciar la relevancia del elemento extranjero en cada
supuesto. Pero se trata, conviene subrayarlo, de una valoración en orden a
adoptar una decisión de política legislativa; y esta valoración puede estar
inspirada en diversos motivos. A partir de este pensamiento, puede afirmarse
que todas las situaciones privadas que incluyan elemento extranjero constituyen
el objeto del DIPr. cualquiera que sea su relevancia. Cosa distinta es que el
elemento extranjero presente una mínima importancia y no sea tenido en cuenta
por la solución legislativa a través, por ejemplo, de la denegación de la
competencia judicial internacional o de la aplicación de la ley del Estado que
designa dicho elemento extranjero. Nos encontramos, en este caso, ante lo que
Álvarez Gonzáles denomina función normativa de la relevancia del elemento
extranjero, frente a una presunta función identificadora en orden al objeto del DIPr.
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pero existen otras materias que se vincularían al mismo: la nacionalidad, la condición de
los extranjeros y el reconocimiento y ejecución de las sentencias dictadas por los jueces
extranjeros y de las actas emitidas por autoridades públicas extranjeras.
Esta concepción amplia es criticada por varios motivos:
o Porque con el fin de incluir en el DIPr. tanto la nacionalidad como la extranjería
se ve obligada a extender el objeto de la disciplina mucho más allá de las
situaciones privadas internacionales.
o Porque el estudio de la nacionalidad interesa al DIPr., pero no constituye parte
de su contenido específico. Dicho de otro modo, las respuestas jurídicas
previstas en este sector del derecho no resuelven problemas de DIPr., sino que
pueden ser tenidas en cuenta para interpretar o actuar normas propias de otros
sectores, como el derecho aplicable o la competencia judicial internacional, que
sí constituyen parte del DIPr.
o Porque el derecho de extranjería es ajeno al DIPr. Existe, en primer lugar, un
sector del derecho de extranjería en íntima relación con el derecho
administrativo y el derecho internacional público que se refiere al régimen de
entrada, permanencia, salida y expulsión de los extranjeros, que no afecta de
modo directo a las relaciones privadas internacionales, sino que, por el contrario,
afecta a una relación de derecho público entre en extranjero y el Estado de
acogida. Otro tanto ocurre con otro sector importante del derecho de extranjería
que es el relativo al goce y ejercicio de libertades y derechos de contenido
público, derechos políticos, acceso a la funciones públicas, incardinadas dentro
del derecho constitucional o del derecho administrativo.
Podemos reducir las tres posturas presentadas a través del siguiente esquema:
Concepción
Derecho aplicable
restringida
Derecho aplicable
Concepción
intermedia Conflicto de jurisdicción
Derecho aplicable
Concepción
amplia Nacionalidad
Extranjería
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Consecuentemente con la crítica vertida a la concepción amplia, el presente
trabajo sigue una concepción intermedia. Pero junto con el problema del derecho
aplicable y de los conflictos de jurisdicción se considera necesario el estudio de las
cuestiones vinculadas con el reconocimiento y ejecución de las sentencias. Es decir que
para nosotros el contenido del DIPr. esta integrado por tres problemas:
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suscitarse ante los Tribunales de un Estado, una vez que éstos son
competentes. En cambio, el reconocimiento de decisiones responde a un
conflicto de intereses ya resuelto al amparo de otro poder jurisdiccional
extranjero, cuya sanción es susceptible de originar nuevos derechos y
expectativas para las partes.
4) Rasgos actuales del Derecho Internacional Privado; factores que aportan nuevos
problemas a la disciplina:
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primer caso, y como consecuencia del fenómeno de la denominada segunda vivienda, se
traduce en un intento de los países de la nacionalidad del turista de limitar por vía
convencional el alcance de los foros de competencia relativos a los bienes inmuebles,
que en nuestro caso determinan siempre la competencia de los Tribunales, para dar
entrada a otros criterios de competencia concurrentes basados, por ejemplo, en la
nacionalidad o domicilio común del vendedor y el comprador.
C) LA GLOBALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA:
Las economías nacionales se insertan de forma cada vez más estrecha en un haz
de relaciones (monetarias, financieras, comerciales, industriales, tecnológicas) a escala
universal. La internacionalización de la economía se ha acelerado en el último cuarto de
siglo bajo el efecto del desarrollo de las inversiones internacionales, la descolonización
de la producción, el desarrollo de las sociedades transnacionales y la influencia decisiva
de la internacionalización de los mecanismos de financiación.
La incidencia de esta internacionalización de la economía en un saber, como el
DIPr., dedicada al estudio de las situaciones privadas internacionales es enorme.
Indudablemente, es el sector del derecho del comercio internacional el más afectado por
este fenómeno. La incidencia se puede observar tanto en las fuentes como en la
formulación e interpretación de las normas del DIPr.
Por lo que se refiere a las fuentes, la mundialización de la economía puede
encontrarse en la raíz de dos tendencias. De un lado, la reciente resurrección de la lex
mercatoria, un derecho transnacional para los intercambios internacionales ajenos e
independientes de las reglamentaciones nacionales y aún internacionales, creado por los
propios operadores económicos. Detrás de la lex mercatoria se hallarían los propios
intereses de los operadores económicos transnacionales o, lo que es lo mismo, sin patria.
En el ámbito de la formulación de las normas, cada Estado y cada sistema
regional ha de establecer normas sobre el derecho del comercio internacional que
respeten un análisis económico global. Al mismo tiempo, las propias organizaciones
internacionales que velan por el bien de tal economía mundializada, adoptan a menudo
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normas que, directamente suponen una reglamentación específica de los intercambios
comerciales internacionales.
Los objetivos de estos instrumentos del comercio internacional deben hallarse,
asimismo, a la hora de interpretar las normas relativas al comercio internacional, siendo
fuente de valores de orden económico y orientados a dar soluciones en casos
particulares.
D) EL FENÓMENO DE LA INTEGRACIÓN:
E) COOPERACIÓN INTERNACIONAL:
La forma política del Estado es cada vez menos capaz de satisfacer por sí misma
el conjunto de las necesidades de su población; de ahí que pueda afirmarse que el DIPr.
está caracterizado en el presente por la cooperación internacional institucionalizada
(principalmente por el accionar de las organizaciones internacionales). Las
consecuencias de este fenómeno son abundantes; baste detenerse en la extensión del
movimiento codificador internacional con el consiguiente aumento de las fuentes
internacionales en nuestro ordenamiento; en la existencia de ciertos límites que se
imponen a la competencia exclusiva del Estado en la reglamentación del tráfico externo,
principalmente desde la dimensión de los derechos humanos. Pero la interdependencia
apuntada no se termina aquí. El DIPr. de nuestros días registra otras importantes
incidencias del fenómeno de la cooperación como es el mayor volumen en la aplicación
del derecho extranjero o la mayor colaboración entre autoridades judiciales.
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5) Resumen esquemático de la bolilla 1:
Tráfico externo
Presupuestos
Pluralidad de ordenamientos jurídicos
Objeto
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Bolilla Nº 2: Fuentes y sistema normativo argentino:
Teniendo en cuenta el foro donde se generan los regimenes normativos que dan
solución a los 3 problemas del DIPr. (juez competente, ley aplicable y ejecuci{on de
sentencia), cabe efectuar la siguiente clasificación respecto de las fuentes del DIPr.:
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Todas estas falencias que presenta nuestro ordenamiento interno en relación al
DIPr. han conducido a que se elaboren proyectos de codificación. Podríamos resumir
esos intentos de la siguiente manera:
Sin duda que la iniciativa de codificar la materia dotándola de autonomía
legislativa se debe al profesor Werner Goldschmid quien en 1952 publicó por
primera vez las “Bases de un Anteproyecto de Codificación del Derecho
Internacional Privado”.
Luego ese anteproyecto sufrió un rediseño en 1974 bajo el nombre de
“Anteproyecto de bases de una ley uniforme de derecho Internacional Privado”.
Comprende una ley nacional de DIPr. y una ley de Derecho Internacional
Procesal Civil y Comercial. No obstante, el texto aprobado por mayoría de la
Comisión designada al efecto tampoco prosperó.
En 1986 el Dr. Horacio Piombo eleva a la Comisión de Legislación General de la
Cámara de Diputados un texto revisado del proyecto de Goldschmid” con
algunas correcciones, resolviéndose que dicho documento sea utilizado como
base de trabajo de un grupo de expertos a quienes se asigna la tarea de
efectuarle las modificaciones necesarias para convertirlo en Código de DIPr.
Pero el proyecto tampoco fue aprobado.
Finalmente, el 24 de agosto de 1999 se eleva al Ministro de Justicia de la Nación
el proyecto de codificación de las normas de Derecho Internacional Privado. En
la actualidad aún sigue en tratamiento.
El DIPr. convencional es fruto del acuerdo de dos o más Estados o bien se genera
en el marco de organizaciones internacionales. Es decir que mientras el DIPr. interno se
desarrolla en base a la voluntad exclusiva del legislador nacional, el DIPr. convencional se
gesta a partir de la voluntad concurrente de dos o más Estados.
Entre los primeros intentos de codificar sistemáticamente el DIPr. mediante
tratados internacionales podemos mencionar la labor de Machini, quien en 1874
presentó en el Instituto de Derecho Internacional un informe sobre la utilidad que
existe en hacer obligatorio para todos los países, bajo la forma de uno o varios tratados
internacionales, un cierto número de reglas generales de DIPr. que aseguren la solución
uniforme de los conflictos entre las diversas legislaciones civiles y criminales. Aunque el
Instituto aprobó las conclusiones de dicho informe éste no obtuvo eco favorable de los
gobiernos europeos por entenderse entonces que la codificación era una empresa
científica irrealizable.
Por su parte, en 1878 se celebra en Lima el Primer Congreso Latinoamericano de
Derecho Internacional Privado. En el encuentro se elaboró un tratado por el que se
unifican reglas de DIPr. civil, penal y procesal, adoptándose la nacionalidad como punto
de conexión. Este principio, sumamente resistido en la región, fue el principal motivo de
las escasas ratificaciones que recibiera.
A) FOROS DE CODIFICACIÓN:
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significa que la autenticación no produzca ya ciertos efectos jurídicos derivados
esencialmente del principio de la buena fe. Así:
I- En primer lugar, durante el lapso de tiempo que media entre la firma del
Tratado y la manifestación de su intención de ser o no parte en el Tratado, los Estados
están obligados por el artículo 18 de la Convención de Viena a abstenerse de actos que
puedan frustrar el objeto y el fin del Tratado.
II- En segundo lugar, los Estados que han autenticado no sólo pasan a tener
obligaciones, sino derechos en relación con el Tratado. Así, por una parte, deberán serle
comunicadas las informaciones relativas a la vida del tratado efectuadas por el
depositario; y, por otra parte, podrá hacer objeciones a las reservas formuladas por otros
Estados.
III- En tercer lugar, el mismo principio de la buena fe hace que los acuerdos firmados pero no
ratificados puedan constituir la expresión fiel de puntos de vistas comunes de las partes en la época de la
firma.
IV- En cuarto lugar, conforme al artículo 24 del Convenio de Viena,
determinadas cláusulas finales del tratado empezarán a aplicarse desde la adopción del
texto. Se trata de las disposiciones relativas a la autenticación de su texto, la constancia
del consentimiento de los Estados en obligarse por el Tratado, la manera o la fecha de su
entrada en vigor, las reservas, las funciones del depositario y otras cuestiones que se
susciten necesariamente antes de la entrada en vigor del tratado.
3. Aprobación por el Parlamento argentino: Conforme el artículo 75
de la Constitución Nacional corresponde al Congreso “…aprobar o desechar tratados
concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la
Santa Sede…y aprobar tratados de integración que deleguen competencia y jurisdicción a
organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden
democrático y los derechos humanos”.
4. Manifestación del consentimiento: La fase de la manifestación del
consentimiento es capital porque sin su prestación por parte del sujeto internacional
negociador, el Tratado no le obliga. La prestación del consentimiento transforma al
<<Estado negociador>> en <<Parte Contratante>>, y con la entrada en vigor, en Parte en el
Tratado o Acuerdo.
El consentimiento puede manifestarse de forma plena (sobre el conjunto del
Tratado) o no pleno (con reserva). Veamos cada una de ellas:
a. Consentimiento pleno: El consentimiento pleno se manifiesta a través
de la ratificación o adhesión al texto del tratado. La ratificación o adhesión es
atribución del PE nacional, que expresa la voluntad del Estado de obligarse
con otros países a través de un convenio, y se lleva a cabo a través de un
decreto de dicho Poder que debe depositarse o canjearse según sea la
situación.
En los tratados multilaterales, la ratificación o adhesión se hace conocer en la
esfera internacional a través del depósito del instrumento de ratificación ante
el organismo que actúa como depositario. En los tratados bilaterales, la
ratificación se realiza a través del canje de los respectivos instrumentos.
b. Consentimiento no pleno: Existe la posibilidad de que el
consentimiento se manifieste en forma parcial, excluyendo o modificando
alguna de las cláusulas o bien interpretando o puntualizando el sentido de
cualquiera de las mismas sobre las que se manifieste el alcance del
consentimiento. Esto se hace a través de la institución de la reserva que es una
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declaración de voluntad de un Estado que va a ser Parte en un Tratado, formulada en el
momento de su firma, de su ratificación o de su adhesión con el propósito de no aceptar
íntegramente el régimen general del Tratado y que una vez aceptada expresa o tácitamente
por todos los demás contratantes o alguno de ellos, forma parte integrante del Tratado
mismo.
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En cambio, son comunes aquellos tratados que requieren para su aplicación que el
país con el cual está relacionado el caso también sea un Estado ratificante.
De lo expresado resulta que para la aplicación de un tratado común el juez de la
causa o el organismo administrativo interviniente debe pertenecer a un Estado parte del
tratado y además, la situación jurídica particular tiene que estar comprendida en su
ámbito de aplicación espacial pasivo que normalmente está determinado en el mismo
acuerdo. Cuando no lo está, habrá que considerar si el tratado contiene normas
indirectas; en cuyo caso aquél se aplicará respecto del país ratificante donde se localiza
el punto de conexión empleado por la norma de conflicto.
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5) El Derecho Internacional Privado transnacional:
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a) Los tratados concluidos con otros Estados, con las organizaciones
internacionales y los concordatos con la Santa Sede.
b) Los tratados de integración que deleguen competencia legisferante y
jurisdiccional a organizaciones supranacionales.
Por debajo de los tratados mencionados se encuentran las leyes que el Congreso
de la Nación dicta en conformidad con la Constitución.
Finalmente encontramos a los convenios internacionales celebrados por las
provincias con conocimiento del Congreso Nacional y siempre que no sean
incompatibles con la política exterior del Estado y no afecten las facultades
delegadas al Gobierno Federal o el crédito público de la Nación.
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Bolilla Nº 3: Competencia Judicial Internacional:
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3) Jurisdicción directa y jurisdicción indirecta:
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3. Foros de autonomía de la voluntad: prórroga de
jurisdicción: La autonomía de la voluntad de las partes, como criterio de
determinación de la jurisdicción internacional, es ampliamente admitida, más allá de los
limites o restricciones a que pueda estar sujeta. En virtud de dicha libertad, las partes en
una relación iusprivatista multinacional pueden determinar el juez o árbitro que se
encargará de resolver las controversias que se susciten entre ellos. Esa voluntad de las
partes se suele plasmar en acuerdos o cláusulas de elección de foro que modifican la
jurisdicción internacional.
En otras palabras, la prórroga de jurisdicción es la posibilidad que se otorga a las
partes en ciertos actos jurídicos de elegir el tribunal ante el cual van a dirimir una futura y eventual
controversia que se suscite entre ellas con motivo de dicho acto, incluso de evadirse expresamente de
toda jurisdicción oficial eligiendo un tribunal arbitral.
La disposición general sobre prórroga se encuentra en el artículo 1 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación que permite prorrogar la jurisdicción territorial
de los jueces o árbitros que actúen fuera de la República, dejando a salvo lo que pueda
disponerse al respecto en los tratados internacionales, siempre que se trate de casos
internacionales de índole patrimonial, y siempre que no exista en el supuesto
jurisdicción argentina exclusiva o que la prórroga no esté prohibida por la ley.
La prórroga se puede establecer en cualquier momento. Puede pactarse antes de
que surja cualquier hecho litigioso, en el texto del contrato o en un documento aparte.
Puede acordarse especialmente durante el desarrollo de los hechos controvertidos, o
con posterioridad a los mismos, cuando no habiendo posibilidad de lograr acuerdo
sobre el fondo del debate, las partes conservan la lucidez necesaria como para avistar los
beneficios de dirimir su disputa ante un foro acordado. Puede incluso tomar la iniciativa
uno de los contratantes demandando ante un tribunal elegido unilateralmente y el actor
aceptar la competencia de dicho tribunal mediante actos procesales concluyentes,
manifestando tácitamente su voluntad positiva de aceptación, operándose así una
prórroga que no había sido previamente pactada.
4. Forum causae: El forum causae permite atribuir jurisdicción
internacional concurrente a los jueces del país cuyo derecho –según las normas de
conflicto del foro- resulta aplicable al caso. Entre las ventajas de este procedimiento se
han destacado el paralelismo en la elección del derecho aplicable y el juez competente y
la razonabilidad y previsibilidad de la jurisdicción que se obtiene a través de este
procedimiento. Sin embargo este principio no funciona debidamente si al iniciarse el
proceso no se sabe cual es el derecho aplicable. Por ejemplo un contrato internacional al
que se le aplica el derecho del lugar de su cumplimiento, pero las partes están en
desacuerdo sobre cuál es el lugar del convenido. En esta hipótesis sólo la sentencia,
evaluando la prueba propuesta y pactada, arroja luz sobre el derecho aplicable.
5. Forum necessitatis: El forum necessitatis es un remedio basado en
el derecho de acceso a la justicia que permite otorgar jurisdicción internacional a los
jueces que, en principio, carecen de tal potestad para conocer y sentenciar en el
supuesto concreto, con la finalidad de evitar supuestos de denegación de justicia a nivel
internacional.
Teniendo fundamentalmente en cuenta el principio de defensa, los tribunales de
un país pueden abrir su jurisdicción a fin de que los derechos sustanciales del actor no
queden privados de tutela ante la posibilidad de que se produzca una denegación
internacional de justicia.
A diferencia de las legislaciones que consagran de manera expresa el forum
necessitatis, la legislación vigente en Argentina no contiene ninguna norma al respecto.
Debe ponerse de relieve que en nuestro país este remedio fue introducido en la
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jurisprudencia de la CSJN en un caso de divorcio y separación de bienes de 1960. Allí la
Corte abrió la jurisdicción argentina y consideró competente a los tribunales del país ya
que, si no lo hacía, se colocaba a la actora en una situación de indefensión ya que corría
peligro de no encontrar un tribunal en el mundo ante el cual incoar la demanda, en
virtud de que el demandado tenía domicilio nómade. La intervención de los jueces
argentinos se fundamentó en la necesidad de controlar la garantía de defensa en juicio
comprometida y por tanto, impedir una probable denegación internacional de justicia,
inaceptable a la luz del derecho internacional.
6. Foros razonables y exorbitantes: Se considera que el foro es
razonable cuando el caso regulado presenta una vinculación suficiente con el Estado al
que pertenecen los tribunales a los que se atribuye jurisdicción para juzgar el caso. En la
vereda de enfrente encontramos los foros exorbitantes, es decir, aquellos que carecen de
razonabilidad y atribuyen a los tribunales del Estado un volumen de competencia
judicial internacional desmesurado a los fines de beneficiar a los nacionales de dicho
Estado o a la posición del mismo Estado.
La doctrina ha juzgado que no existen foros exorbitantes dentro del
ordenamiento argentino; por otra parte, los tribunales suelen no asumir jurisdicción si
no existe una conexión estrecha del caso con el foro.
Ejemplos de foros razonables en el sistema argentino son los del domicilio del
demandado, el foro de la autonomía de la voluntad de las partes, el del lugar de
cumplimiento de los contratos, etc.
7. Foros generales y especiales: Los foros generales son aquellos
que adoptan como pauta o criterio para establecer la jurisdicción del juez un elemento
que aparece presente en todos los casos, vale decir, independientemente de cual sea el
objeto del proceso. Así, el ejemplo emblemático es el del foro del domicilio del
demandado.
Los foros especiales, por el contrario, son aquellos que se establecen teniendo en
mira las específicas características de la cuestión regulada. Estos foros sólo atribuyen
competencias para determinadas demandas en razón del objeto material del litigio y su
vinculación con el foro. Es un foro especial en el sistema argentino, por ejemplo, el de
lugar de cumplimiento o ejecución de los contratos.
8. Foros concurrentes y exclusivos: Los foros concurrentes
son aquellos que han sido establecidos por el legislador con respecto a ciertos
supuestos, en los cuales se admite la posibilidad de que los tribunales foráneos
conozcan sobre el mismo caso.
En el ordenamiento argentino de fuente interna, la jurisdicción contractual está
contenida en las normas generales de los artículos 1215 y 1216 del Código Civil, de los
cuales surge que para nuestro país son competentes para entender en litigios
contractuales internacionales, los jueces del lugar del cumplimiento o ejecución del
contrato (entendido como el lugar de realización de cualquier prestación derivada del
contrato) y los del domicilio o residencia del demandado. La norma atribuye
jurisdicción para los “contratos en general” sin especificar nada más, de modo que ante
la presencia de un contrato específico y la ausencia de una norma de jurisdicción
internacional para ese supuesto particular, cabe aplicar los artículos 1215 y 1216 del
Código Civil. Estamos ante una jurisdicción múltiple que no identifica al juez de ningún
país propio o extranjero concreto, sino que da en abstracto las pautas para ubicarlo y,
además, prevé más de una posibilidad (lugar de cumplimiento, domicilio o residencia
del demandado), con lo cual hay una multiplicidad o concurrencia de jurisdicciones.
Centremos nuestra atención ahora en los foros exclusivos. La característica de
exclusividad del foro se presenta cuando en ciertas materias el Estado no admite otra
jurisdicción que la de sus propios órganos jurisdiccionales. Ahora bien, los foros
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exclusivos de jurisdicción internacional se caracterizan por ser foros excepcionales,
especiales y por tanto de interpretación restrictiva.
Así, por ejemplo, en materia de ausencia y presunción de fallecimiento, el juez
del último domicilio argentino del presunto fallecido tiene jurisdicción internacional
exclusiva para declarar la presunción de fallecimiento (artículo 110 del Código Civil). La
doctrina sostiene la exclusividad de la jurisdicción argentina en caso de último
domicilio en Argentina y señala que debe afirmársela con el objetivo de proteger la
estabilidad de las relaciones jurídicas preexistentes (por ejemplo, el vínculo
matrimonial disoluble por nuevo matrimonio luego de la muerte presunta declarada).
5) Inmunidad de jurisdicción:
A) INTRODUCCIÓN:
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B) ALCANCE DE LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN:
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Bolilla Nº 4: Derecho aplicable. Métodos y técnicas de reglamentación:
Uno de los tres problemas que el DIPr. debe resolver es el relativo al derecho
aplicable para solucionar el caso mixto. Esto nos conduce, muchas veces, a hablar de la
extraterritorialidad del derecho. La primera vez que se menciona el tema es en la Glosa de
Acurssio. Allí se planteaba el caso de un ciudadano de Módena que pretendía realizar
un acto en Bolonia. En esa oportunidad surgió el interrogante relativo a qué derecho
debía aplicarse para regir ese acto.
Durante mucho tiempo, la solución al problema planteado dependió de la
naturaleza de los distintos sistemas de derecho. Así, por ejemplo, algunos
ordenamientos jurídicos, como el romano, eran fuertemente personalistas, por lo que
seguían al individuo allí donde fuera, inclusive cuando se alejaba de su ciudad. Otros
sistemas, en cambio, eran marcadamente territorialistas y se aplicaban sólo a las personas
y cosas que se encontraban en su territorio.
Pasaron muchos años, siglos incluso, hasta que apareció el jurista alemán
Savigny. Ésta introduce dos cambios fundamentales:
1. En primer lugar, Savigny abandona la consideración de la soberanía estatal,
pues al fijar la existencia de una comunidad de derecho entre los diferentes pueblos se
coloca, en realidad, en la idea de que el progresismo desenvolvimiento del Derecho
llevaría a la construcción y consolidación de un Derecho Internacional Privado uniforme
para todos los países.
2. En segundo lugar, procede a sustituir el análisis de la naturaleza y contenido
de los estatutos por la consideración de la relación jurídico individual. Partiendo de la
naturaleza propia de cada relación jurídica es posible buscar y determinar el ámbito
legal al que queda sometida; y ese ámbito será el que constituya la sede natural de la
relación considerada. Por ejemplo, en el caso de las obligaciones, la sede natural de la
relación sería, para Savigny, el lugar de ejecución y eso determinaría el derecho
aplicable. La aspiración de evolucionar hacia un DIPr. uniforme provocó la consagración
del principio metodológico según el cual cada relación jurídica encuentra su sede
natural en un ordenamiento, y ello implica la identificación e individualización en cada
caso de un único criterio de conexión. Así es como surge el método indirecto de
regulación.
Machioni, por su parte, avala el empleo de normas indirectas como medio para
solucionar el problema del derecho aplicable, pero considera, con un marcado acento
territorialista, que el punto de conexión de la norma de conflicto debía ser la
nacionalidad.
Es decir que la concepción de DIPr. imperante durante mucho tiempo
circunscribía éste únicamente a las cuestiones de derecho aplicable. Pero en realidad tal
concepción era aun más limitada, ya que no sólo veía en el DIPr. únicamente problemas
de derecho aplicable sino que además se pensaba en una única forma de solucionarlo:
por medio de la norma indirecta o también conocida como norma de conflicto. Es decir, un
solo problema (la determinación del derecho aplicable) y una sola metodología (la
indirecta), eran las características clásicas del DIPr. clásico.
No obstante, a partir de 1976 comienza a hablarse del pluralismo metodológico. En
efecto, se advierte que la norma indirecta no es la única alternativa para resolver el
problema del derecho aplicable. Junto a ella surgen otras técnicas metodológicas, como
son la norma directa y la norma de policía.
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2) Método indirecto: la norma de conflicto:
A) CONCEPTO:
B) ESTRUCTURA:
Supuesto de hecho
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Punto de conexión
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Consecuencia jurídica
Opertti señala que las normas materiales son aquellas que crean un único
derecho sustantivo aplicable a la situación jurídica privada internacional. Vale decir que
estas normas no se limitan a indicar el ordenamiento jurídico aplicable sino que, por el
contrario, procuran solucionar, con justicia y equidad, el conflicto. Sería, en otras
palabras, la superación de la técnica clásica del DIPr. de solución indirecta de los
conflictos de leyes, por una nueva forma de proceder que, con una suficiente conexión
con el caso concreto, trae la solución “directa” para la cuestión o cuestiones jurídicas
existentes en el caso privado internacional.
La estructura de estas normas materiales está constituida por: a) supuesto de
hecho; y b) consecuencia jurídica, que en este caso sería la respuesta jurídica dada a la
situación regulada. Como se advierte, en las normas materiales no existe punto de
conexión, lo cual es absolutamente lógico debido a que dichas normas no me remiten a
ningún ordenamiento.
Ejemplos clásicos de norma directa dentro del ordenamiento argentino son los
artículos 138 y 139 del Código Civil. El primero de ellos señala: “El que mude su domicilio de
un país extranjero al territorio de la República y fuese mayor o menor emancipado según las leyes de
este código, será considerado como tal, aun cuando sea menor o no emancipado, según las leyes de su
domicilio anterior”. Y agrega el artículo 139: “Pero si fuese mayor o menor emancipado según las
leyes de su domicilio anterior, y no lo fuese por las leyes de este Código, prevalecerán en tal caso aquellas
sobre éstas, reputándose la mayor edad o emancipación como un hecho irrevocable”.
La norma directa, al contemplar una solución y no una remisión a otra norma,
permite uniformidad de soluciones. De ahí lo atractivo de este método de regulación.
Las normas directas pueden ser de fuente convencional o bien surgir en el
ámbito interno de un Estado y formar parte de su sistema de DIPr. Las normas
materiales convencionales se gestan por medio de la voluntad de los Estados, los cuales
envían representantes o plenipotenciarios a fin de negociar y acordar reglas uniformes
para determinados temas puntuales, como fueron las famosas Convenciones uniformes
de Ginebra sobre papeles de comercio, o más recientemente las elaboradas por la
UNCITRAL (como la conocidísima Convención de Viena sobre contratos de
compraventa internacional de mercaderías) o el UNIDROIT.
El gran problema actual que presente este intento de crear un derecho material
uniforme a nivel mundial es, precisamente, la ausencia de un consenso realmente
internacional. Las normas de las convenciones y los tratados derivan de largas y
desgastantes negociaciones entre los representantes de los Estados que muchas veces
pueden ser inútiles debido al número reducido de países que están dispuestos a ratificar
e incorporar tales convenios internacionales, que establecen un derecho material
uniforme para una situación internacional.
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El segundo problema es el de los límites materiales que tiene la elaboración de
este derecho uniforme, ya que generalmente está reducido a cuestiones eminentemente
comerciales y pragmáticas, siendo mucho más complicado el acuerdo en cuestiones
relativas a la persona y la familia.
Normas materiales nacionales, por su parte, son las creadas por el legislador de
un Estado determinado y destinadas a regular los casos internacionales. Los ejemplos
más famosos son de legisladores de países socialistas, que elaboran verdaderos códigos
materiales para usos en casos internacionales. Así fue el caso de la ley de la extinta
Checoslovaquia denominada “Código de Comercio Internacional”, y también en la
extinta Alemania Oriental, de la “Ley sobre los contratos económicos internacionales”.
No obstante, esta técnica perdió importancia después de la caída del Muro de Berlín.
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Bolilla Nº 5 y 6: Derecho aplicable. Problemas de aplicación de la norma de conflicto:
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B) ¿EL DERECHO EXTRANJERO ES DISPOSITIVO O IMPERATIVO?:
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las que posteriormente sancionen. La práctica ha demostrado la inoperancia de esta
solución ante la carencia de órganos de la sistematización y remisión de las
informaciones.
El Convenio Bilateral argentino-uruguayo, impone la prueba reglada a fin de
lograr la correcta aplicación de las leyes vigentes del país requerido por los órganos
competentes del requirente. Los Ministerios de Justicia de los respectivos países actúan
como órganos de recepción y transmisión de la información. Sin embargo, el juez no está
obligado por estos informes, pues prevalece el principio procesal de la libre valoración
de la prueba.
Por su parte, la Convención Interamericana sobre Prueba e Informes acerca del
Derecho Extranjero de 1979 también acude al sistema de la prueba reglada disponiendo
que los Estados Partes quedan obligados a designar una autoridad central y comunicar
dicho nombramiento a la Secretaría General de la Organización de los Estados
Americanos (OEA). Nuestro país ha confiado esa misión al Ministerio de Relaciones
Exteriores.
2) El problema de la calificación:
Teoría Sostiene
Teoría de Esta teoría sostiene que hay que desprender las definiciones del derecho
la lex privado del juez ante el cual se radica el proceso.
Esta teoría es criticada pues produce un divorcio entre el derecho que
civilis fori
define y el derecho que reglamenta, por la contradicción que supone
afirmar la aplicación de una ley extranjera cuando sus conceptos se
interpretan conforme al sistema vigente en el país del juez.
Teoría de Esta teoría afirma que cuando el legislador ordena aplicar una ley
la lex extranjera a una situación jurídica, es su deseo que aquella norma la regule
y organice hasta sus últimas consecuencias, salvo que la ley extranjera sea
civilis contraria al orden público foral. Es la única manera de evitar la aplicación
causae del derecho extranjero en forma que repugne al espíritu de este derecho.
Es decir que, según esta teoría, las definiciones deben deducirse de aquel
derecho privado que indica como aplicable el punto de conexión de la
norma indirecta, en la cual se halla el término a definir. Por ejemplo, si la
norma indirecta sobre capacidad sostiene que ésta se rige por la ley del
domicilio, será el derecho del domicilio el más idóneo no sólo para
regularla sino también para definir qué se entiende por capacidad.
Teoría Esta teoría sostiene la necesidad de construir definiciones privativas de las
autárquica normas de colisión sobre la base empírica del derecho comparado. Es
preciso inspirarse en los resultados del derecho comparado que nos han
revelado que a pesar de sus grandes diversidades, las instituciones de los
países civilizados se parecen bastante para permitir crear nociones
abstractas, válidas para todos los derechos nacionales.
Si bien esta teoría resulta atractiva, creemos que es impracticable.
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Expuestos los distintos sistemas de calificación, nos referiremos al criterio
predominante en la doctrina. Se distinguen dos etapas:
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3) El problema del reenvío:
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4) El problema de la cuestión previa:
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5) El problema de la exclusión de la ley material extranjera: el fraude a la ley y la
excepción de orden público:
Hay distintos supuestos en los cuales si bien resultaría aplicable una ley material
extranjera, los jueces del Estado del foro deciden no emplear dicha ley en virtud de
distintas razones. Las dos razones más importantes son: a) por haber existido fraude a la
ley; b) por haberse configurado un caso de los llamado casos de orden público.
A) EL FRAUDE A LA LEY:
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derecho extranjero competente” y “un elemento de subjetividad difícilmente
discernible”.
A nuestro juicio, si nos manifestamos partidarios de la integración
latinoamericana, incorporar esta excepción en una convención sobre normas generales
desnaturaliza los fines perseguidos por los representantes de los Estados. Legislar esta
excepción pone en mano de los Tribunales otro recurso que obstaculiza la aplicación de
la ley extranjera y ofrece el peligro de su empleo desmedido.
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ley declarada aplicable por una convención de Derecho Internacional Privado no será aplicada en el
territorio del Estado Parte que la considerare manifiestamente contraria a los principios de orden
público”.
Del texto del artículo se desprende el carácter completamente excepcional del
orden público pues es requisito esencial para su invocación que la ley extranjera sea
manifiestamente contraria a los principios de orden público del juez. Debe enfatizarse
sobre el empleo del adverbio manifiestamente, en el sentido de imponer una actuación
restringida de la excepción, y la circunstancia de que la contradicción se opere entre la
ley extranjera y los principios fundamentales de derecho propio.
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Bolilla Nº 7: Ley aplicable al proceso con elemento extranjero:
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que la admisión y valoración de la prueba se efectúa conforme al derecho extranjero al
cual la norma de conflicto me ha remitido para resolver el caso jusprivatista
internacional.
3. Sustanciación de la prueba: Cuando las pruebas deben sustanciarse en un
Estado distinto al del proceso, se aplican las leyes de aquel Estado para regular la
sustanciación.
A) JUSTICIA FEDERAL:
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Así, la Convención Interamericana sobre exhortos y cartas rogatorias prevé en
su artículo 8 la hipótesis de que el sujeto citado por medio de uno de estos instrumentos
para comparecer a defenderse en un proceso extranjero, no tenga recursos parta hacerlo.
En tal caso, se exige que al notificarlo se le informe acerca de la existencia y dirección de
instituciones que le puedan proporcionar defensa letrada gratuita. Si bien la norma no
reconoce directa y expresamente la posibilidad de que una institución de asistencia
letrada gratuita ampare a un litigante domiciliado en el extranjero, está presuponiendo
que es así, al exigir que se le proporcionen los datos.
En sentido similar, en el artículo 12 de la mencionada Convención, prevé que el
beneficio de pobreza se regulará por las leyes del Estado requerido. Esta norma supone
el reconocimiento extraterritorial del beneficio de pobreza, el que una vez obtenido, ha
de ser reconocido a los restantes Estados.
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A) MODALIDAD EXTRAJURISDICCIONAL:
Es propia de los países del common law, aún cuando actualmente dicha práctica
haya alcanzado un cierto grado de aceptación generalizada. Esta forma
extrajurisdiccional se concreta, bien en el diligenciamiento del auxilio por
“comisionado”, bien en su tramitación por agentes diplomáticos o consulares del Estado
en el que se ha iniciado el juicio, acreditados en el país en el cual la actividad de mero
trámite o probatoria debe llevarse a cabo, excluyendo en principio esta modalidad la
actuación de tribunales locales.
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En lo referente a los Tratados regionales que prevean el tipo de actuación
diplomática o consular, corresponde mencionar la Convención Interamericana de 1975
sobre Exhortos o Cartas Rogatorias, que ya rige entre 17 Estados y cuyo artículo 13
autoriza a dichos agentes a dar cumplimiento a tales diligenciamientos en los Estados
en que estén acreditados, siempre que ello no se oponga a las leyes de los mismos y no
empleen medios que impliquen coacción.
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organismo administrativo encargado justamente de la tramitación de los exhortos, de
enviar al extranjero los exhortos emitidos por los tribunales nacionales, y de recibir del
extranjero los exhortos emitidos por los jueces extranjeros y distribuirlos entre los
tribunales nacionales. Cada autoridad central se comunica a esos efectos directamente
con su homóloga de los demás Estados.
1. Legalización (por medio de la 1. Información del plazo de que El requisito sustancia más
misma se acredita la procedencia dispone la persona afectada por la importante es la no afectación del
oficial del documento. Sólo es medida para cumplirlo. orden público internacional del
necesaria cuando se utiliza la vía 2. Descripción de formas o Estado exhortado, lo que sucedería,
particular y la judicial). procedimientos especiales con que por ejemplo, en aquellos casos en que
2. Nombre y dirección del Tribunal ha de cumplirse la cooperación la rogatoria lesiones, por su propia
exhortante. solicitada. naturaleza, valores esenciales e
3. Transcripción de la resolución que inderogables del Estado rogado, así
ordena el exhorto. como en situaciones en las que el
4. Traducción del exhorto y la procedimiento especial solicitado
documentación adicional al idioma resulte incompatible con los
del Estado requerido. principios básicos del ordenamiento
5. Nombre y domicilio del apoderado procesal requerido.
de la parte solicitante en el Estado
requerido, si lo hubiere.
6. Indicación del objeto del exhorto.
7. Nombre y domicilio del
destinatario de la medida.
8. Nombre y dirección de los testigos
y demás personas que deban
intervenir en el diligenciamiento.
8. Texto de los interrogatorios y
otros documentos necesarios.
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cooperacional, destinada a tener trascendencia en el Estado requirente y a cuyos efectos
puede resultar necesario observar en su diligenciamiento formas procesales propias del
derecho extranjero.
4. Gratuidad: Modernos textos subregionales se apartan de la práctica
tradicional de poner a cargo del interesado los gastos derivados de la cooperación de
trámite y probatoria y por el contrario consagra la gratuidad de su prestación, salvo el
diligenciamiento de pruebas que generen gastos especiales y el pago de peritos e
intérpretes así como de las costas derivadas de la aplicación de formalidades específicas
requeridas por el rogante, todo lo cual deberá ser atendido por el solicitante de la
cooperación. Tal solución es receptada por el Protocolo de las Leñas de Cooperación y
Asistencia Jurisdiccional y los convenios bilaterales en la materia uruguayo-argentino.
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internacionalmente competente sea otro. Existe, entonces, en materia cautelar
internacional, una especie de competencia de urgencia, que es excepcional, para los jueces
bajo cuya jurisdicción está ubicado el bien o la persona sobre los cuales la medida ha de
recaer. Al amparo de este artículo 10, el juez del lugar -a pesar de no ser el
internacionalmente competente- debe evaluar la situación y, si lo entiende pertinente,
disponer la medida. Inmediatamente, si existe un proceso iniciado en el extranjero debe
comunicarle la medida tomada y estar en definitiva a lo que éste resuelva; si aún no se
hubiera iniciado el proceso, deberá fijarle un plazo el interesado para que lo haga ante el
juez competente, debiendo estar siempre a lo que decida dicho juez.
Finalmente, cabe señalar que el artículo 12 de la Convención estipula que: “El
Estado requerido podrá rehusar el cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria referente a medidas
cautelares, ciando éstas sean manifiestamente contrarias a su orden público”.
2
Código Procesal Civil de la Nación (en adelante CPCN)
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Dentro de los temas que hacen al contenido del DIPr., encontramos un sector al
que genéricamente denominamos “reconocimiento” y que se ocupa de todos los
supuestos en los cuales se plantea la eficacia extraterritorial de las decisiones y de los
documentos que emiten o autorizan las autoridades de un Estado.
Básicamente existen dos mecanismos para dotar de eficacia a las resoluciones
extranjeras:
1. Reconocimiento propiamente dicho: El reconocimiento supone que el
Estado requerido hace suya la decisión extranjera.
2. Declaración de ejecutividad (exequatur): La declaración de
ejecutividad es el acto de soberanía estatal a través del cual a un título extranjero se le concede en el
foro el efecto ejecutivo.
La mayor parte de la doctrina considera que la declaración de ejecutividad exige
una resolución del órgano jurisdiccional nacida mediante la realización del proceso
especial del exequatur. Éste es el acto jurisdiccional en virtud del cual se consiente en nombre de la
ley argentina la aplicación de una sentencia condenatoria extranjera en territorio nacional. Recae
sobre la propia sentencia y la inviste de los mismos efectos que tienen las sentencias de
los jueces nacionales sin necesidad de entrar en la revisión del juicio. El artículo 518 del
CPCN señala que el exequatur importa la conversión de la sentencia extranjera en
título ejecutivo nacional. Por su parte, de los artículos 427 y 802 de CPCN y del 826 del
CPC, se desprende que para el trámite del exequatur se aplican las mismas normas de
los incidentes y en caso que se disponga la ejecución, se procede en la forma establecida
para las sentencias pronunciadas por tribunales argentinos.
Mientras que las sentencias declarativas y constitutivas tan sólo son
susceptibles de reconocimiento, las sentencias de condena pueden recibir reconocimiento
y, además, ejecución. Solamente para preparar la vía ejecutiva de una sentencia extranjera
se exige el trámite incidental del exequátur. En cambio, se puede reconocer la eficacia de
una sentencia extranjera examinando si se han reunido los requisitos exigidos a este
efecto, sin necesidad de promover el incidente de exequátur.
Cabe señalar que muchos instrumentos normativos convencionales, como el
Protocolo de las Leñas, establecen los mismos requisitos para el reconocimiento que para
la declaración de ejecutividad. Ahora bien, el hecho de que se trate en un mismo capítulo el
reconocimiento y la forma para dotar de fuerza ejecutiva a las resoluciones
provenientes de órganos jurisdiccionales extranjeros, no significa identificar a ambos
actos.
Declarativas
Susceptibles de reconocimiento
Constitutivas
Sentencias
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2) El reconocimiento: consideraciones generales:
A. 1) Requisitos formales:
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A. 2) Procesales:
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tácitamente en todos los sistemas de reconocimiento, tanto estatales como
convencionales, proviene de una exigencia de la práctica. Parece suficientemente
razonable que si ya existe en el Estado requerido una decisión sobre el mismo supuesto
que se presenta para su reconocimiento, ésta última no pueda prosperar, ya que actuar
de otra manera implicaría el imposible hecho de hacer efectivas dos soluciones del
mismo caso, las cuales serían, casi con total seguridad diferentes. Y aun dándose la
dudosa hipótesis de dos soluciones perfectamente idénticas, la existencia de este
requisito vendría avalada por un obvio fundamento de economía procesal.
A. 3) Requisito sustancial:
B) EFECTOS:
Teorías
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El reconocimiento de una resolución extranjera despliega en el Estado requerido
determinados efectos jurídicos: de cosa juzgada, probatorios, etc. El régimen a que se
sometan estos efectos (régimen de la equiparación o régimen de la extensión)
dependerá del marco regulatorio. Veamos:
1. Efecto de cosa juzgada: La imperatividad es el rasgo característico de toda
sentencia, y es precisamente dicho carácter el que se pretende hacer valer cuando se
invoca un fallo extranjero. Para que ello sea posible, es necesario que la se sentencia
tenga la calidad de cosa juzgada, lo que implica la resolución definitiva de las cuestiones
planteadas en el litigio.
Por lo tanto, cuando hablamos del efecto de cosa juzgada, en realidad se está
hablando de la posibilidad de invocación del efecto imperativo que tiene la sentencia
una vez firme. Y normalmente, en lugar de invocar este efecto de modo activo o positivo
-es decir como ataque- se lo suele invocar de modo pasivo o negativo -es decir como
defensa-. En cualquier caso, no cabe duda que cuando el demandado quiere hacer valer
en un proceso la excepción de cosa juzgada proveniente de un fallo extranjero,
pretendiendo de este modo aniquilar la acción instaurada, no está haciendo otra cosa
que intentar hacer valer la eficacia imperativa de la sentencia extranjera, como una
defensa.
El artículo 9 del Tratado de Montevideo de Derecho Procesal de 1940 establece
que: “Cuando sólo se trate de hacer valer como prueba la autoridad de cosa juzgada de una sentencia
de un fallo, deberá ser presentada en juicio en el momento que corresponda según la ley local; y los jueces
o tribunales se pronunciarán sobre su mérito en la sentencia que dicten…”.
Con respecto a alcance de los efectos de la cosa juzgada, habrá que estar a lo que
disponga la normativa convencional que sea aplicable al caso. El Protocolo de las Leñas,
por ejemplo, no contiene una norma expresa que permita decir que se ha adoptado la
teoría de la extensión de los efectos o la teoría de la equiparación. No obstante, cuando
el inciso “C” del artículo 20 hace depender la autoridad de cosa juzgada del
ordenamiento del país donde se dictó la decisión, lleva concluir que se orienta a la
admisión de la teoría de la extensión de los efectos. Esto significa que únicamente
podrán desplegar en el país requerido el efecto de cosa juzgada las resoluciones
extranjeras a las que el ordenamiento jurídico del Estado de origen les aya atribuido tal
efecto.
2. Efectos probatorios: La presentación de una decisión judicial en un Estado
diferente a aquél en el que ha sido adoptada puede tener distintas finalidades. A veces lo
que se pretende es probar la producción de determinado hecho o la celebración de
determinado acto en un país extranjero, dentro de un proceso abierto en el Estado de
destino. Así puede darse en caso de una sentencia mexicana en la cual se dio por
probada una relación extramatrimonial entre dos personas, que se aporta en un juicio
de divorcio abierto en Uruguay con el fin de obtener una sentencia que sea más
favorable. Esto es lo que se denomina habitualmente efecto probatorio.
Debe tenerse en cuenta que la sentencia, en tanto documento público, siempre
que cumpla con ciertos requisitos, hace fe respecto de la circunstancia de haberse
otorgado, su fecha, la existencia del proceso, quienes comparecieron, etc.
Continuando tomando como marco normativo el Protocolo de las Leñas, cabe
decir que, conforme a él, si se pretende invocar en juicio una sentencia foránea con
finalidad probatoria para acreditar los hechos que en ella se declaran, será el mismo
Tribunal encargado de decidir en la causa el que controlará si se han cumplido los
requisitos establecidos por la ley del país de donde proceden y los exigidos por sus
propias leyes, en cuanto a su autenticidad y legalización.
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3) El reconocimiento de documentos públicos extranjeros:
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B) ÁMBITO INTERAMERICANO: LAS CONVENCIONES DE PARANÁ
SOBRE ARBITRAJE Y DE MONTEVIDEO SOBRE EFICACIA
EXTRATERRITORIAL DE SENTENCIAS Y LAUDOS:
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En cuanto a la ejecución de sentencia, el Protocolo de las Leñas contempla el
exhorto como instrumento para pedir la ejecución de las mismas y de los laudos
extranjeros. Esto ha sido muy criticado ya que el tramite tradicional para hacer valer la
eficacia ejecutoria de la sentencia extranjera ha sido el de someterla al exequátur. La
propia jurisprudencia argentina ha dicho que el trámite que corresponde es el del
exequátur y no puede ser burlado, so pretexto de incluir en una rogatoria actos que
exceden ese concepto e importan específicamente una ejecución, intentando obviar la
valla del exequátur homologatorio.
No obstante lo expuesto, las ejecuciones tramitadas por exhortos fue el medio
instaurado en Las Leñas. Se previó que el exhorto se transmitirá a través de la Autoridad
Central. Luego el procedimiento queda sometido a la ley del Estado requerido; en
particular en Argentina se estará a la regulación del trámite de los incidentes.
La ejecución de una sentencia extranjera debe tramitarse ante el juez que tenga
competencia según el ordenamiento interno. No tratándose de acción real ni resultando
de los elementos acompañados la existencia de un lugar de cumplimiento de la
obligación en forma explícita o implícita, cabe estar a la regla del CPCN argentino, en
cuyos términos es competente el juez del domicilio real de los demandados.
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Bolilla Nº 10: Personas físicas:
La explicación del derecho aplicable a las personas físicas ha estado desde hace
ya muchos años íntimamente ligada a la adopción, por parte de los legisladores de los
distintos Estados, del domicilio o la nacionalidad como punto de conexión básico o
dominante en la materia.
Cuando decimos “derecho aplicable a las personas físicas”, nos estamos
refiriendo al ordenamiento jurídico que se debe aplicar para regular los atributos de las
personas, es decir, el nombre, el domicilio, la capacidad, el patrimonio y el estado civil.
Para ello existen básicamente dos posibilidades:
Ley de la nacionalidad
a) Ley personal
Ley del domicilio
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acogida. La aplicación de la propia ley significaba, además, una reafirmación soberana
en Estados que aún tenían una vida independiente muy corta.
En los últimos años ha surgido un nuevo elemento utilizable como punto de
conexión: la residencia habitual, fundamentalmente a partir de su adopción en
convenciones internacionales. Se trata de un criterio que, por un lado, permite superar
el enfrentamiento entre los Estados tributarios de cada uno de los criterios tradicionales
y, por otro, refleja de mejor modo la situación real. En efecto la residencia habitual se
erige como la conexión personal más realista.
La residencia es un concepto material o vulgar que alude al lugar donde la
persona habita con cierto grado de permanencia o estabilidad.
En el campo de la codificación internacional del DIPr, la residencia habitual se
ha consolidado como punto de conexión de referencia, en especial, pero no
exclusivamente, respecto de las materias relativas a menores. Por ejemplo: la
Convención sobre adopción de la CIDIP III, ordena la aplicación de la ley de la
residencia habitual del menor para regir “la capacidad, consentimiento y demás requisitos para
ser adoptado, así como cuáles son los procedimientos y formalidades extrínsecas necesarios para la
constitución del vínculo...” (art. 3). Sin embargo, la presencia de la residencia habitual no se
agota en el ámbito de los menores; ni siquiera en el ámbito de estricto carácter personal.
Si observamos, por ejemplo, la definición de Internacionalidad incluida en el artículo 1
de la Convención interamericana sobre derecho aplicable a los contratos
internacionales, vemos que para las personas físicas el contrato será internacional “si las
partes del mismo tienen su residencia habitual... en Estados parte diferentes” (además
de la posibilidad de contrato con conexiones objetivas con más de un Estado parte).
A) DIMENCIÓN CONVENCIONAL:
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B) DIMENCIÓN AUTÓNOMA:
A) DOMICILIO:
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Los demás atributos de las personas.
Los bienes muebles que le pertenecen a las personas.
2. Determina la competencia judicial en la mayoría de los casos.
3. El cumplimiento de las obligaciones debe hacerse efectivas en el lugar del
domicilio del deudor, a menos que se haya pactado el lugar de cumplimiento, o se trate
de una obligación de dar un cuerpo cierto y determinado.
B) CAPACIDAD:
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procede de una orientación doctrinal de raigambre anglosajona, no recoge en la
actualidad grandes adeptos.
Este criterio rector llega para privilegiar la importancia de los bienes inmuebles
hasta el punto de arrastrar a la misma capacidad de las personas físicas involucradas en
la relación jurídica internacional por la aplicación de la ley del lugar de situación.
El tercer sistema implica el sometimiento de la capacidad de las personas físicas
al lugar de celebración del acto, también llamado teoria del favor negotii o del interés nacional,
cuyo origen se remonta a la jurisprudencia de la Corte de Casación francesa en un fallo
recaído en el celebre caso "Lizardi" en 1861.
Veamos ahora la regulación de este tema tanto a nivel regional como interno:
1. Regulación convencional: Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 1940:
Este tratado sólo dedica un artículo al tema en cuestión. Se trata del artículo 1, el cual
dispone: “La existencia, el estado y la capacidad de las personas físicas, se rige por la ley de su
domicilio. No se reconocerá incapacidad de carácter penal, ni tampoco por razones de religión, raza,
nacionalidad u opinión”.
2. Regulación autónoma: el derecho argentino: Una primera lectura de las
reglas enunciadas por Vélez en materia de capacidad, conducirían a afirmar que dicha
capacidad se rige por la ley del domicilio. Así surge de los siguientes artículos:
Artículo 6 del Código Civil: “La capacidad o incapacidad de las personas domiciliadas en
el territorio de la República, sean nacionales o extranjeras, será juzgada por las leyes de este
Código, aun cuando se trate de actos ejecutados o de bienes existentes en país extranjero.”.
Artículo 7 del Código Civil: “La capacidad o incapacidad de las personas domiciliadas
fuera del territorio de la República, será juzgada por las leyes de su respectivo domicilio, aun
cuando se trate de actos ejecutados o de bienes existentes en la República.”.
Artículo 8 del Código Civil: “Los actos, los contratos hechos y los derechos adquiridos
fuera del lugar del domicilio de la persona, son regidos por las leyes del lugar en que se han
verificado; pero no tendrán ejecución en la República, respecto de los bienes situados en el
territorio, si no son conformes a las leyes de país, que reglan la capacidad, estado y condición de
las personas.”.
Artículo 948 del Código Civil: “La validez o nulidad de los actos jurídicos entre vivos o de
las disposiciones de última voluntad, respecto a la capacidad o incapacidad de los agentes, será
juzgada por las leyes de su respectivo domicilio”.
El problema se presenta con la redacción del artículo 949 del Código, que parece
desvirtuar y contradecir todo lo que hasta aquí se vino afirmando. Dicha norma estipula:
“La capacidad o incapacidad de derecho, el objeto del acto y los vicios sustanciales que pueda contener,
serán juzgados para su validez o nulidad por las leyes de este Código.”.
Con miras a subsanar esta discordancia, se generan en la doctrina nacional
opiniones divergentes en cuanto al alcance que se le reconoce al domicilio para regir la
capacidad. Al respecto se han elaborado tres teorías:
1. La teoría chauvinista subordina la capacidad e incapacidad de derecho a la
ley territorial, en tanto que la capacidad e incapacidad de hecho se regiría por la ley del
domicilio.
2. La tesis cosmopolita (Vico) acoge en principio la posición sintética,
señalando que el domicilio rige la capacidad en general, con la salvedad de las
incapacidades de derecho establecidas por la ley territorial, que prevalecen sobre la
capacidad de derecho domiciliaria. Es decir que, tratándose de una persona domiciliada
en el extranjero, su capacidad e incapacidad, tanto de hecho como de derecho, se
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supeditan a la ley del domicilio. No obstante, en el supuesto que la ley argentina
consagre una incapacidad especial de derecho -por ejemplo, la incapacidad impuesta
por el Código Civil al tutor para realizar una serie de actos con respecto al pupilo
aunque el juez indebidamente lo autorice (art. 450)- ésta prevalece sobre la capacidad
de derecho domiciliaria.
3. Finalmente, la doctrina intermedia (Calandrelli) combina las dos
tesis anteriores, asimila la capacidad de derecho a la capacidad e incapacidad de hecho,
otorgándoles el mismo tratamiento jurídico, mientras que la incapacidad de derecho
queda captada por la ley territorial. El predominio de esta ley sólo se justifica en los
casos de incapacidad de derecho, al tiempo de juzgar la capacidad de las personas
domiciliadas fuera de! país. En consecuencia, éstas pueden adquirir todos los derechos y
ejercer todos los actos que las leyes de sus respectivos domicilios les acuerdan y
autorizan, aunque no podrían invocar dicha capacidad frente a una prohibición,
limitación o restricción expresa de la ley territorial. Tampoco los actos que practiquen
producirán los efectos que las leyes nacionales les niegan.
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Bolilla Nº 11: Personas jurídicas:
1) Introducción:
La ley personal es definida por la doctrina como aquella ley que debe regular la
constitución, organización, funcionamiento y extinción de las personas jurídicas, acompañando y
regulando sus actos, donde quiera que éstos sean practicados.
En cuanto a la determinación de la ley personal de las personas jurídicas no hay
solución uniforme, ni en la dimensión convencional, ni en la dimensión interna. Así
como en materia de ley aplicable a las personas físicas se planteó la discusión entre la
nacionalidad y el domicilio, aquí se discutió por mucho tiempo si debíamos priorizar el
origen, y por lo tanto el lugar de constitución, o la voluntad manifestada al determinar la
sede de la persona jurídica o su domicilio comercial. En esta evolución identificamos 3
teorías distintas:
1. La teoría de la incorporación, que considera aplicable a la existencia,
personalidad y capacidad de la persona jurídica la ley del lugar de su constitución o
incorporación en el ordenamiento jurídico como sujeto de derecho diferente de sus
socios. Esta teoría prioriza el origen de la persona jurídica, aplicando la ley del país de
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su creación, donde ella se constituyó, pero prevé excepciones para la apertura de filiales
o agencias en países extranjeros. La crítica que se hace hoy a esta teoría es la posibilidad
de elección de países oasis, como -en el ámbito americano- Panamá y varios Estados y
territorios del Caribe anglófono, y la creación de falsas personas extranjeras para
permitir la salida de inversiones y el fraude fiscal. El Tribunal de Justicia de la UE dictó
el 9 de marzo de 1999 una controvertida sentencia ("Centros") que convalidó la
constitución en Gran Bretaña de una sociedad destinada a operar exclusivamente en
Dinamarca y constituida por ciudadanos daneses que buscaban escapar a la aplicación
de las normas societarias de su país, mucho más exigentes que las británicas.
2. Las teorías de la sede son varias y consideran aplicable a las personas
jurídicas la ley del país donde se encuentra actualmente la sede:
a) sea el país de la sede principal de la actividad de la empresa (centro de
explotación);
b) sea el país donde se localiza la sede social (sede real o la mencionada en el
estatuto);
c) sea el país de la sede ejecutiva, sede de decisiones, donde está la "dirección
principal" de la sociedad.
Por ejemplo, el TMDCI de 1940, que vincula a Argentina, Paraguay y Uruguay,
opta por este elemento de conexión. En efecto, se toma en cuenta el “domicilio” de las
personas jurídicas de carácter privado (art. 4) para regular su existencia y capacidad de
hecho. El artículo 10, por su parte, establece: "Las personas jurídicas de carácter civil tienen su
domicilio en donde existe el asiento principal de sus negocios...".
3. Para las teorías sobre el control accionario la ley aplicable a la persona
jurídica sería aquella de la nacionalidad (a veces también del domicilio) de los socios
controladores (o propietarios del capital social) de la persona jurídica. Esta visión está
evidentemente superada hoy por la fuerza y mundialización de las personas jurídicas,
algunas más poderosas que muchos Estados, y por la constante modificación de los
controles societarios en la actual fase de fusiones, incorporaciones y joint-ventures
internacionales, lo que situaría a la ley aplicable a la persona jurídica en un ámbito de
gran incertidumbre.
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c) Reconocimiento parcial: Finalmente se encuentran los sistemas que
admiten la libre realización, por parte de las personas jurídicas constituidas en el
extranjero, de ciertos actos, en tanto que para otros será necesario el previo
cumplimiento de determinados recaudos. Para distinguir tales actos se pueden emplear
dos criterios distintos:
Criterio cualitativo: Sólo se mira la calidad del acto. Así, por ejemplo, si se trata de
actos que no hacen al objeto social, podrán ser ejecutados sin impedimentos;
pero tratándose de actos atinentes al objeto de la sociedad, se requiere el previo
cumplimiento de ciertas exigencias.
Criterio cualitativo-cuantitativo: Además de analizar la calidad del acto, se toma
inconsideración la cantidad de actos. Por ejemplo, si la persona jurídica realiza
habitualmente actos concernientes a su objeto social, debe cumplir
determinados recaudos.
La tradición en los países del MERCOSUR es de establecer que las personas
jurídicas de derecho privado debidamente constituidas en su país de incorporación
serán reconocidas sin mayores problemas. Se trata de una tendencia a favor del
reconocimiento extraterritorial de estos entes. Sin embargo, el reconocimiento no suele
ser total pues normalmente se les exige el cumplimiento de determinados requisitos o
la aplicación acumulativa de la ley nacional, en los supuestos de contactos más intensos con
el país de acogida. Así, por ejemplo, los Estados exigen "autorizaciones" para la apertura
de filiales, agencias y establecimientos de todas las personas jurídicas. Incluso se suelen
imponer exigencias especiales para algunas personas jurídicas que actúan en
actividades comerciales consideradas de interés público, como bancos, aseguradoras,
financieras y otras.
Por lo tanto, en los países del MERCOSUR, reconocida la personalidad de una
persona jurídica extranjera, ésta podrá ejercer actividad esporádica en estos países,
aplicándose a su capacidad lo que dispusiere la lex societatis o ley personal. Pero, si esta
persona jurídica desea ejercer actos más reiterados, o aun instalarse por medio de una
sucursal, agencia o establecimiento, generalmente deberá someter sus actos
constitutivos a las autoridades locales y pasa a estar sujeta, en cuanto a su capacidad, a
la misma ley de las personas jurídicas "nacionales" en lo que atañe a su funcionamiento y
a su capacidad de ejercicio.
3) Regulación normativa:
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por la ley de su domicilio (Tratado de 1940), ¿puede actuar fuera de las fronteras de ese
Estado? ¿En qué medida? La posibilidad, intermedia, es la que adoptan los Tratados de
Montevideo: la persona jurídica reconocida como tal y regulada por la ley del Estado de
su constitución (Tratado del 89) o de su domicilio (Tratado del 40), puede actuar fuera
de fronteras pues se le reconoce personería extraterritorial, pero sólo para realizar “las
acciones y derechos que les correspondan”. Esto incluye toda la actividad instrumental,
accesoria al objeto, pero no el objeto mismo.
En efecto, el artículo 4 del Tratado de Montevideo continúa diciendo: “El carácter
que revisten las habilita plenamente para ejercitar fuera del lugar de su institución todas las acciones y
derechos que les corresponda”.
Es necesario aquí precisar el concepto de actividad accesoria o instrumental a su
objeto. Por ejemplo, si una persona jurídica extranjera quiere cobrar en Uruguay una
deuda emergente del ejercicio de la actividad propia de su objeto en Argentina, se le
reconocerá personería a esos efectos, por lo que podrá actuar como persona jurídica.
Podrá entablar acción judicial, ejecutar la sentencia, etcétera.
La actividad ultra vires es aquella que no está comprendida en el objeto de la
persona jurídica, y que tampoco es instrumental a ese objeto. En principio no la puede
realizar ni dentro ni fuera del Estado de su constitución, porque no existe a esos efectos,
no tiene capacidad para ello, o la medida de su capacidad se ve excedida por esa
actividad.
Finaliza el artículo 4 del Tratado del 89 diciendo: “Mas, para el ejercicio de actos
comprendidos en el objeto especial de su institución, se sujetarán a las prescripciones establecidas por el
Estado en el cual intenten realizar dichos actos.”. De esto se infiere que dicho Tratado toma en
cuenta un criterio cualitativo, pues para determinar la validez de la actuación
extraterritorial habrá que tener en cuenta la calidad del acto, es decir, si se trata o no de
un acto relativo al objeto social.
En cambio, el artículo 4 párrafo final del Tratado del 40 agrega al texto del 89 la
expresión “habitual”. En efecto, dicho artículo señala: “Mas, para el ejercicio habitual de
actos comprendidos en el objeto especial de su institución, se sujetarán a las prescripciones establecidas
por el Estado en el cual intenten realizar dichos actos.” Por lo tanto, debemos concluir que en
este tratado se ha adoptado un criterio cualitativo-cuantitativo pues no solo se deberá
tener en cuenta la cualidad del acto desarrollado sino, además, el número de veces que
ese acto se ha desplegado. A contrario sensu, podría interpretarse que cuando se trata de
la realización de un solo acto, un acto aislado, la persona jurídica extranjera no tendría
que sujetarse a dicho requisito.
Si la persona jurídica constituida en el exterior se propone realizar actos de su
objeto en el país, dice Alfonsín, "debe obtener la admisión territorial para formalizar el
contrato, a menos que las obligaciones que contrae por obra del contrato no supongan
ejercicio habitual de su objeto, pues para el ejercicio aislado, accidental o esporádico,
tampoco requiere admisión territorial".
El Código Civil, en su artículo 33, distingue las personas jurídicas según sean de
carácter público o de carácter privado. Tienen carácter público:
1. Estado nacional;
2. Las provincias;
3. Los municipios;
4. Las entidades autárquicas;
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5. La Iglesia Católica.
En tanto que tienen carácter privado:
a) las asociaciones y fundaciones siempre que cumplan los recaudos que el
ordenamiento establece.
b) Las sociedades civiles y comerciales o entidades que conforme a la ley tengan
capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, aunque no requieran
autorización expresa del Estado para funcionar.
A renglón seguido, el artículo 34 extiende la calidad de persona jurídica a “… los
Estados extranjeros, cada una desús provincias o municipios, los establecimientos, corporaciones o
asociaciones existentes en países extranjeros”.
El artículo 33 en su segunda parte, inciso 1, establece como presupuesto para que
una fundación o asociación nacional sea considerada como persona jurídica de carácter
privado, el requisito de la autorización para funcionar, o sea, encuadrarse en lo
dispuesto por el artículo 45 del Código Civil. Esta norma prescribe: “Comienza la
existencia de las corporaciones, asociaciones, establecimientos, etc., con el carácter de personas
jurídicas, desde el día en que fuesen autorizadas por la ley o el gobierno, con aprobación de sus
estatutos… ”. Si no cumplen con el recaudo señalado, no tienen existencia legal y “serán
consideradas como simples asociaciones civiles o religiosas, según el fin de su instituto”, tal como lo
prescribe el artículo 46.
En la esfera internacional, ocurre que el artículo 34 está subordinado al anterior
en cuanto a las condiciones que deben reunir los establecimientos, asociaciones, o
corporaciones existentes en países extranjeros, para ser considerados como personas
jurídicas de carácter privado, entre los que se destaca la “autorización para funcionar”. La
relación entre ambas disposiciones plantea los siguientes interrogantes: ¿Es necesario
que estas personas jurídicas privadas se sometan a una nueva autorización de nuestras
autoridades a pesar de haberla obtenido en su país de origen?
A fin de cubrir el vacío legal, y por aplicación del artículo 16 Código Civil, es
preciso acudir a las leyes análogas sobre la materia. Surge entonces la opción de aplicar
la Ley de Sociedades Comerciales respecto a las constituidas en el extranjero que
pretendan actuar en nuestro país (art. 118), o bien, recurrir al TMDCI de 1940 (art. 4).
Admitida la existencia de la persona jurídica conforme al principio de la
extraterritorialidad, corresponde determinar la ley que regirá la capacidad. Se advierte
que el derecho internacional privado interno guarda silencio respecto a la elección del
derecho aplicable a la capacidad de las personas jurídicas. Ante esta laguna la doctrina
entiende que debe resolverse la cuestión mediante el empleo analógico de las normas
reguladoras de la capacidad de las personas físicas (Goldschmidt). Por lo tanto, la
capacidad de las personas jurídicas se rige por la ley del domicilio.
A fin de calificar el domicilio de las personas jurídicas nacionales o extranjeras,
el ordenamiento establece que tienen el domicilio en el lugar en que se hallaren, o donde funcionen
sus direcciones o administraciones principales (artículo 44), prefiriéndose el domicilio
estatutario o el conferido por autorización.
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4) Sociedades comerciales:
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B) REGULACIÓN NORMATIVA:
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lugar de constitución “es el que decide la subsistencia de la personalidad durante la liquidación y el
momento de la disolución”.
d) Reconocimiento de la personalidad jurídica: Las normas de fuente internacional
de la región adoptan en este punto un criterio amplio, estableciendo el reconocimiento
de pleno derecho de las sociedades constituidas en el extranjero. Sin perjuicio de esta
extraterritorialidad de la personalidad jurídica de las sociedades comerciales, los
Estados podrán exigirles la comprobación de su existencia, conforme a la ley del lugar
de su constitución, mediante la presentación del estatuto o contrato social o testimonio
auténtico del mismo, debidamente inscripto y publicado en el país donde se constituyó
(si correspondiere conforme a la ley de constitución) y con un certificado del Registro
de Comercio de dicho país (o constancia equivalente) que acredite su vigencia, todo
debidamente legalizado y traducido, en su caso.
Así, el artículo 3 de la Convención interamericana sobre conflicto de leyes en
materia de sociedades mercantiles señala: “Las sociedades mercantiles debidamente constituidas
en un Estado serán reconocidas de pleno derecho en los demás Estados. El reconocimiento de pleno
derecho no excluye la facultad del Estado para exigir comprobación de la existencia de la sociedad
conforme a la ley del lugar de constitución.
En ningún caso, la capacidad reconocida a las sociedades constituidas en un Estado podrá ser
mayor que la capacidad que la ley del Estado de reconocimiento otorgue a las sociedades constituidas en
este último”.
Por su parte, el artículo 8 del Tratado de Montevideo de Derecho Comercial
dispone: “Las sociedades mercantiles se regirán por las leyes del Estado de su domicilio comercial;
serán reconocidas de pleno derecho en los otros Estados contratantes y se reputarán hábiles para ejercer
actos de comercio y comparecer en juicio.
Mas, para el ejercicio habitual de los actos comprendidos en el objeto de su institución, se
ejecutarán las prescripciones establecidas por las leyes del Estado en el cual intentan realizarlos”.
e) Traslado de la sede social: Las sociedades tienen su establecimiento principal
allí donde tienen el "centro principal de sus negocios", su "centro directivo", su
administración. Este centro "obra como el cerebro de la persona jurídica impartiendo
las órdenes y las orientaciones a todos los establecimientos que ejercen el objeto de la
institución.
El artículo 5 de la Convención interamericana sobre conflicto de leyes en
materia de sociedades mercantiles refiere al traslado de la sede efectiva de la
administración central. Se faculta al Estado receptor a exigir a la sociedad constituida
en el extranjero que cumpla los requisitos exigidos por la ley local. Es decir que la
regulación de los requisitos exigibles para el cambio de sede y por ende los efectos de su
inobservancia se regularán por la ley del Estado de la nueva localización. Pero esto no
implica liquidación de la sociedad original y constitución de una nueva; por el contrario,
aquélla conserva su personería, la cual se sigue rigiendo por la ley del lugar de
constitución.
f) Jueces competentes para tomar intervención: El artículo 11 del Tratado de
Montevideo de Derecho Comercial de 1940 otorga jurisdicción a los jueces del domicilio
de la sociedad, esto es los jueces del lugar del asiento principal de sus negocios, tanto
para conocer en los litigios entre socios en carácter de tales, o que inicien los terceros
contra la sociedad. La segunda parte agrega que si la sociedad domiciliada en un Estado
realiza en otro operaciones que den mérito a controversias judiciales, podrá ser
demandada ante los jueces o tribunales del país de realización de los actos.
Por su parte, el artículo 6 de la la Convención interamericana sobre conflicto de
leyes en materia de sociedades mercantiles señala que los actos directa o indirectamente
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Derecho Internacional Privado - UNC
celebrados en cumplimiento del objeto social de la sociedad constituida en el
extranjero, en territorio del Estado anfitrión quedan sometidos a los jueces de este
último Estado.
2. Regulación autónoma: el derecho argentino: En el derecho argentino deben
considerarse las normas contenidas en la Ley N° 19.550 de Sociedades comerciales de
1972.
La primera parte del artículo 118 indica que la existencia y forma de la sociedad
constituida en el extranjero se rige por la ley del lugar de su constitución. Ello significa
que toda la problemática en materia de capacidad, formalidades de constitución,
tipicidad y órganos de la sociedad se rige por la ley del país de origen.
Pero debe tenerse en cuenta el artículo 124, el cual dispone “La sociedad constituida
en el extranjero que tenga su sede en la República o su principal objeto esté destinado a cumplirse en la
misma, será considerada como sociedad local a los efectos del cumplimiento de las formalidades de
constitución o de su reforma y contralor de funcionamiento”.
El supuesto en análisis ha sido considerado por la doctrina como “sociedades
constituidas en fraude a la ley”, concepto que si bien puede resultar muy amplio, ha sido
inspirado en la clandestinidad que tales sociedades pretenden, que por lo general
ocultan comerciantes o ciudadanos argentinos que, para superar incapacidades de
derecho o permanecer ocultos a la hora de responder patrimonialmente, prefieren
constituir sociedades extranjeras ficticias o simuladas con actuación exclusiva en la
República.
Por lo tanto, la determinación de la ley personal de las sociedades surgirá de la
interpretación de estas normas. Si la sociedad constituida en el extranjero tiene
radicados en Argentina su sede o centro de explotación exclusiva, la capacidad de la
sociedad será regida por el derecho argentino (art. 124). En supuestos en que la
sociedad constituida en el extranjero no tenga localizados sede ni centro de explotación
exclusivo en Argentina, la solución deberá extraerse de la primera parte del artículo 118
que indica que las sociedades se rigen por la ley del lugar de su constitución.
Será necesario definir las condiciones para que opere el artículo 124 precitado.
En primer término se destaca que la utilización de la conjunción disyuntiva "o", lo cual
implica reconocer que para habilitar el funcionamiento de la norma será suficiente que
se presente uno de los supuestos indicados: sede o principal objeto en el país. El DIPr
argentino no contiene una calificación autárquica de sede social Una derivación
razonada del sistema resultante de la norma del artículo 124 conduce a preferir una
calificación basada en la realidad que excluya de esta manera las hipótesis de fraude.
Atento lo expresado, por sede social se entiende "el centro de dirección o
administración general de la sociedad, cualquiera sea el domicilio estatutario".
La indeterminación del contacto utilizado en segundo término -principal objeto
destinado a cumplirse en el país- puede provocar graves dificultades. En efecto, cuando
el objeto social se cumpla en el país, no exclusiva sino concurrentemente con otros
lugares de ejercicio habitual del objeto social, no puede sostenerse que el supuesto
encuadre en la hipótesis típica descripta por el artículo 124. Por el contrario, la
explotación concurrente nos pone frente a la realidad de sucursales o representaciones
que como tales deben quedar regidas por el art. 118 tercera parte.
Los derechos y las obligaciones de los socios están regidos normalmente por la
ley personal de la sociedad (art. 118 primera parte y art. 124). Pero como ese derecho
puede contener reglas que pueden resultar difícilmente conciliables con los principios
fundamentales del derecho societario argentino, deberá preverse el recurso al orden
público considerado como conjunto de principios que informan el sistema jurídico
argentino.
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Derecho Internacional Privado - UNC
Para determinar la responsabilidad de los representantes de sociedades
constituidas en el extranjero, corresponde considerar el artículo 121 de la Ley N° 19.550,
que somete la responsabilidad de estos representantes a la ley argentina y se considera
una norma de policía. Dicho artículo señala: “El representante de sociedad constituida en el
extranjero contrae las mismas responsabilidades que para los administradores prevé esta ley y, en los
supuestos de sociedades de tipos no reglamentados, las de los directores de sociedades anónimas”.
El arto 118 de la ley 19.550 dispone que para el ejercicio habitual de actos
comprendidos en su objeto social, establecer sucursal, asiento o cualquier otra especie
de representación permanente, la sociedad extranjera debe:
1. Acreditar la existencia de la sociedad con arreglo a las leyes de su país.
2. Fijar un domicilio en la República, cumpliendo con la publicación e inscripción
exigidas por esta ley para las sociedades que se constituyan en la República.
3. Justificar la decisión de crear dicha representación y designar a la persona a cuyo
cargo ella estará.
Asimismo, si se tratare de una sucursal se determinará, además, el capital que se le
asigne, cuando corresponda por las leyes especiales.
Finalmente, dispone el artículo 123: “Para constituir sociedad en la República, deberán
previamente acreditar ante el juez del Registro que se han constituido de acuerdo con las leyes de sus
países respectivos e inscribir su contrato social, reformas y demás documentación habilitante, así como
la relativa a sus representantes legales, en el registro Público de Comercio y en el registro Nacional de
Sociedades por Acciones en su caso”.
Se puede considerar firme, en la actualidad, el criterio de interpretación según el
cual, la previsión de este artículo se aplica tanto a la constitución de una sociedad local
como la participación en el capital de una sociedad local preexistente, aunque esta
participación sea minoritaria o no otorgue posiciones de control. En todos los casos, se
entiende que la participación en carácter de socia implica una actividad habitual en el
ejercicio de los derechos sociales y no un mero acto aislado.
5) Resumen:
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Derecho Internacional Privado - UNC
A) PATRIA POTESTAD:
Empezamos por señalar que el contenido de la patria potestad esta constituido por
un conjunto de derechos y deberes que la ley atribuye a los padres respecto de la persona y bienes de los
hijos en relación con su tutela, cuidado y educación.
Al abordar esta cuestión, el primer planteo que ha de hacerse es el referido a la
ley rectora del conjunto de derechos y deberes que nacen con motivo de las relaciones
paterno-filiales. La mayor parte de las legislaciones a nivel interno o convencional se
deciden por el denominado estatuto personal, es decir, la aplicación de la ley de la
nacionalidad o de la ley del domicilio ya sea de la persona del hijo o bien de la persona
del padre o madre o de los padres conjuntamente, que ejerzan la patria potestad. Sin
embargo, desde otra mirada, el legislador, dentro de un criterio territorial, también
puede sujetar la patria potestad a la ley del lugar donde se encuentren los bienes o a la
ley del lugar de su ejercicio. Es decir que e presentan cuatro criterios posibles:
a) Ley del domicilio del o de los padres que ejercen la patria potestad o del
menor.
b) Ley del Estado del cual son nacionales los progenitores que ejercen la patria
potestad.
c) Ley del Estado donde se encuentran os bienes del menor.
d) Ley del Estado donde se ejerce la patria potestad.
Ahora bien, dentro del primer criterio, si se opta por la ley personal, sea en su
vertiente de la ley de la nacionalidad o de la del domicilio o residencia habitual del hijo,
no se plantea en principio ninguna complicación. En cambio, estas complicaciones
pueden aparecer si se elige entre la ley personal de uno de los padres en desmedro del
otro. Esta situación puede dar lugar a ciertas críticas por resultar discriminatoria, sea
que se elija uno u otro progenitor.
Entre los argumentos a favor de la ley personal del hijo puede aducirse que, por un lado,
pone el acento en quien constituye el centro de gravedad de la institución, que es el hijo,
y, por el otro, tiene la ventaja de evitar las complicaciones cuando los padres tienen
distintos domicilios o distintas nacionalidades. De ahí que en nuestra opinión, nos
inclinamos por la ley personal, específicamente la ley del domicilio o residencia habitual
del hijo.
Analicemos, ahora, el modo en que aparece regulado este instituto tanto en la
dimensión convencional como en la dimensión interna de la República Argentina:
1. Dimensión convencional: Tratado de Montevideo de 1889 y
1940: La patria potestad, en lo relativo a los derecho y deberes personales de los
progenitores con respecto a sus hijos, se rige por la ley del lugar en que se ejecuta,
conforme lo señala el artículo 14 del Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 1889.
Por su parte, los derechos que la patria potestad confiere a los padres sobre los bienes
de los hijos, así como su enajenación y demás actos que los afecten, se rigen por la ley del
Estado en que dichos bienes se hallan situados.
En cuanto a los jueces competentes, el Tratado señala que los jueces del
domicilio de los padres tienen jurisdicción para entender en "acciones que procedan del
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Derecho Internacional Privado - UNC
ejercicio de la patria potestad", aclarando el mismo Convenio que los padres tienen su
domicilio en el territorio del Estado por cuyas leyes se rigen las funciones que
desempeñan.
En el Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940 la patria
potestad, en lo referente a los derechos y a los deberes personales, se rige por la ley del
domicilio de quien la ejercita. Por la misma ley se rigen los derechos y las obligaciones
inherentes a la patria potestad respecto de los bienes de los hijos, así como su
enajenación y los demás actos de que sean objeto, en todo lo que, sobre materia de
estricto carácter real, no esté prohibido por la ley del lugar de la situación de tales
bienes. A quienes ejercen la patria potestad se los considera domiciliados en el lugar de
su representación.
Podemos intentar resumir lo expresado, por medio del siguiente cuadro:
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que asigna a la patria potestad una finalidad de protección y de formación de los hijos,
desde la concepción en el seno materno hasta su mayoría de edad o emancipación, y el
articulo 265, que privilegia la aplicación del derecho argentino si es mas favorable al
hijo. De allí que estas normas materiales y los principios en ellas reconocidos, pueden
constituirse en una vía para contribuir a colmar la ausencia de normas expresas en el
derecho de fuente interna. Pero además, frente a la carencia de normas determinantes de
jurisdicción, como de la ley que debe regir las relaciones paterno-filiales, la doctrina
propone colmarla mediante la aplicación analógica de las disposiciones del TMDCI de
1940, según el cual la patria potestad en lo referente a los derechos y deberes personales,
se rige por la ley del domicilio de quien la ejercita (Goldschmidt, Orchansky), o bien,
atenerse a la ley y a la jurisdicción de la residencia habitual del hijo (Boggiano). En el
asunto "S.M., M.R. el A.P.C.", la Sala I de la Cámara Nacional Civil se inclinó por esta
última opción, al privilegiar la actuación del juez del lugar donde el menor tiene su
centro de vida. De esta manera se asegura la tutela jurisdiccional más rápida y efectiva,
cumpliendo así con el principio de efectividad, aspecto clave en la resolución de casos
de DIPr.
B) TUTELA Y CURATELA:
Recordemos que conforme al artículo 377 del CC “La tutela es el derecho que la ley
confiere para gobernar la persona y bienes del menor de edad, que no está sujeto a la patria potestad, y
para representarlo en todos los actos de la vida civil.” En tanto que la curatela es el derecho de
gobernar la persona y bienes de los incapaces mayores de edad.
Nuevamente debemos distinguir la regulación que de estos institutos hacen los
tratados internacionales de la que efectúa el derecho argentino.
1. Dimensión convencional: Tratado de Montevideo de Derecho Civil
de 1940: Conforme a este Tratado, la obligación de ser tutor o curador y las excusas se
rigen por el derecho del domicilio de la persona llamada a la representación.
En cuanto al discernimiento de la tutela o curatela (acto procesal por el cual el
juez pone al representante en posesión del cargo), se rige por el derecho de domicilio de
los incapaces. Al parecer este derecho define o califica las cuestiones que deben
considerarse propias del discernimiento. Pero con el límite del art. 26, segundo párrafo,
que señala que el cargo discernido en un país signatario será reconocido en los demás.
Por su parte, los derechos y obligaciones de los tutores y curadores y sus
facultades respecto de los bienes de los incapaces se rige por el derecho del domicilio de
los incapaces.
Los jueces del domicilio de los incapaces son competentes para conocer en el
juicio de rendición de cuentas.
Finalmente, cabe señalar que el domicilio de los incapaces es el de sus
representantes legales, y el de éstos, el lugar de su representación.
2. Dimensión autónoma: el derecho argentino: A diferencia del vacío
legislativo que existe en materia de patria potestad, los supuestos internacionales
referidos al instituto de la tutela encuentran amparo en la regulación contenida en el
Código Civil argentino.
El sistema de DIPr prevé soluciones a fin de garantizar el cuidado, la
representación y defensa del menor en la hipótesis de que no pueda obtener protección
a través de la patria potestad.
Prevé expresamente el Código Civil, en su artículo 400 que será el domicilio de
los padres del menor al tiempo de su fallecimiento el que determine el juez competente
para el discernimiento de la tutela. Esta norma, sin embargo, deja sin solucionar los
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supuestos en que la necesidad de designar un tutor provenga de la privación a los
padres del ejercicio de la patria potestad.
Por su parte, el art. 401 del mismo cuerpo legislativo contempla la hipótesis en
la que los padres del menor tenían su domicilio fuera del país el día de su fallecimiento y
la residencia en la República. En tal caso es también competente el juez de la residencia
actual para el discernimiento de la tutela.
Finalmente, el catálogo de soluciones a efectos de determinar la jurisdicción para
el discernimiento de la tutela se completa con el artículo 403, que contempla la
situación de los menores abandonados o expósitos, estableciendo que será competente
el juez del lugar donde éstos se encuentran.
Como ya sabemos, entre los deberes y las facultades del tutor se distinguen los
de naturaleza personal de los de naturaleza patrimonial. Con respecto a los primeros,
según el CC, se aplica la ley del país a que pertenece el juez que ha discernido el cargo.
Con relación a los bienes impera el principio del fraccionamiento, pues será aplicable la
ley argentina o la ley extranjera del lugar de situación de los bienes muebles o inmuebles
del pupilo.
2) Filiación:
A) INTRODUCCIÓN:
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Se presenta entonces un problema fundamental: determinar qué ordenaminto
jurídico es el que se aplica para regular los vínculos filiatorios. Al respecto se han
presentado por lo menos tres criterios básicos:
1. El primer criterio, el personal, se bifurca en la adopción de la ley de la
nacionalidad o de la ley del domicilio. Ahora bien, en uno u otro caso, el criterio
personal permite la aplicación de la ley personal del padre o bien la ley personal del hijo.
2. Otro criterio rector resulta de sujetar la filiación a la ley que rige la celebración
del matrimonio.
3. Finalmente, el criterio de la lex fori implica someter la filiación a la ley del
tribunal interviniente.
En la legislación y doctrina de muchos países actualmente se percibe una
tendencia a considerar que debe ser, normalmente, adoptado un elemento de conexión
concentrado en el hijo: o su domicilio o su residencia habitual, con algunos matices de
interpretación diferenciados y posibilidad de acumulación de leyes.
En la actualidad, se puede percibir una clara evolución en el DIPr de la a través
de tratados internacionales sobre derechos de los menores, postulando el tratamiento
igualitario entre hijos tenidos dentro y fuera del matrimonio. Hoy, los derechos
constitucionales de los países de América Latina (y por tanto también del
MERCOSUR) incluyen, en su mayoría, como derecho fundamental, la igualdad de
derechos entre todos los hijos. Así, el artículo 240 del Código Civil argentino estatuye
que: “La filiación puede tener lugar por naturaleza o por adopción. La filiación por naturaleza puede
ser matrimonial o extramatrimonial.
La filiación matrimonial y la extramatrimonial, así como la adoptiva plena, surten los mismos
efectos conforme a las disposiciones de este Código”.
Es decir la filiación puede tener distinto origen pero siempre produce igual
efecto
1. Matrimonial
Por naturaleza
Filiación puede 2. Extramatrimonial Produce = efecto
tener lugar
a) Plena
Por adopción
b) Simple
Por su parte, el artículo 241 del CC establece: “El Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas expedirá únicamente certificados de nacimiento que sean redactados en
forma que no resulte de ellos si la persona ha sido o no concebida durante el matrimonio o ha sido
adoptada plenamente.”
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B) FILIACIÓN POR NATURALEZA:
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normas antes mencionadas. Pero a tenor de lo dispuesto en la segunda parte de dichas
normas, serán también competentes los jueces del domicilio del demandado. En cambio,
no será procedente la prorroga de la jurisdicción, pues se trata de una materia
indisponible en la que la prórroga podría resultar perjudicial para el menor que
constituye la parte débil de la relación jurídica.
También algunos autores consideran que a la luz de los intereses implicados
podría llegar a admitirse también como criterio atributivo de competencia el de la
residencia habitual del hijo, en la medida en que pueda configurarse como foro de necesidad.
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Derecho Internacional Privado - UNC
las leyes de los domicilios de las partes en cuanto sean concordantes, con tal de que el acto conste en
instrumento público”.
Por su parte, el artículo 24 dispone que: “Las demás relaciones jurídicas concernientes a
las partes se rigen por las leyes que a cada una está sometida”.
2. Regulación autónoma: el derecho argentino: En nuestro país, hasta la
sanción del CC, la adopción estuvo regida por la legislación española contenida en las
Partidas. Pero Vélez Sársfield la suprimió, impresionado quizás por la falta de uso en el
país y por el fracaso que representaba su legislación en el Código de Napoleón, aunque
tal fracaso no se debiese a la institución en si sino al modo como fue legislada en dicho
Código.
Las razones dadas por Vélez Sársfield para suprimir la adopción parecen haber
sido valederas para su época. Sin embargo, ya en las primeras décadas de este siglo si
hizo notar su necesidad. A este respecto, señalaba Lafaille la situación de personas que
con el propósito de favorecer a menores bajo su cuidado los habían hecho pasar por
hijos legítimos, incurriendo en el delito de usurpación de estado civil.
El movimiento a favor de la incorporación de la adopción en el derecho argentino logro
imponerse con la sanción de la ley 13.252 de septiembre de 1948. Pero lo cierto es que ni
en esa ley ni en las que con posterioridad se dictaron se incluyeron reglas destinadas a la
regulación de la adopción internacional. De ahí que corresponda decir que nuestro
ordenamiento carece de una respuesta específica para la adopción internacional.
Solamente regula la adopción conferida en el extranjero por medio del artículo 339, el
cual señala: “La situación jurídica, los derechos y deberes del adoptante y adoptado entre sí, se regirán
por la ley del domicilio del adoptado al tiempo de la adopción, cuando ésta hubiera sido conferida en el
extranjero”.
Como sabemos, en nuestro país el proceso para efectivizar una adopción cuenta
con dos etapas: el otorgamiento de la guarda judicial y el juicio de adopción propiamente
dicho. El legislador prevé la intervención de jueces distintos. En efecto, el artículo 316
señala que: “La guarda deberá ser otorgada por el juez o el tribunal del domicilio del menor o donde
judicialmente se hubiese comprobado el abandono del mismo”. En tanto que, para el juicio de
adopción, el juez competente, ante el cual debe plantearse la acción es, conforme al
artículo 331, el juez del domicilio del adoptante. Se trata de normas de competencia territorial
interna. Pero ¿debe considerársela, analógicamente, norma de jurisdicción internacional,
a falta de una norma específica en esta materia?
Además, nuestra legislación vigente muestra acusadamente el disfavor contra la
institución de la adopción al exigir, en el artículo 315, como requisito impuesto al
adoptante, la residencia mínima de cinco anos en el país con anterioridad a la petición
de guarda.
Cabe tener presente, por último, que el Código Civil incorpora un mecanismo
para favorecer al adoptando, ya que admite la posibilidad de convertir una adopción
simple extranjera en el régimen de adopción plena, bajo las siguientes condiciones:
a) Que se reúnan los requisitos establecidos en el Código;
b) Que se acredite dicho vínculo; y
c) Que presten su consentimiento el adoptante y el adoptado, siendo necesaria
la intervención del Ministerio Público de Menores si el adoptado fuese menor de edad
(art. 340).
Vemos que la norma autoriza el fraccionamiento objetivo, puesto que la validez
de la adopción continúa rigiéndose por el derecho extranjero, mientras que, acordada la
conversión, los efectos se regulan por la ley argentina.
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En orden a lo señalado, el ámbito de aplicación material queda circunscrito al
supuesto fáctico que se produce por el desplazamiento o la retención del niño en
violación a la relación jurídica subyacente a tal supuesto.
Su ámbito de aplicación territorial se extiende, por su parte, a los Estados
contratantes, esto es los países miembros y no miembros de la Conferencia que
ratificaron o adhirieron al Convenio, debiendo ser parte tanto el país de residencia
habitual del menor como el de refugio. En este sentido cabe decir que La Convención de
La Haya del 80 es una de las que más aceptación ha tenido y forman parte de su cuadro
de incorporaciones países de todos los continentes, entre ellos, todos los del
MERCOSUR.
Los aspectos salientes que comprende la Convención, pueden ser sintetizados en
los siguientes puntos:
El desplazamiento del menor se considera ilícito cuando es en violación de un
derecho de guarda (exclusivo o conjunto), otorgado según el derecho del Estado
de la residencia habitual del menor.
Proporciona definiciones autárquicas de lo que debe entenderse por “menor”, al
señalar en el artículo 4 que el Convenio dejará de aplicarse cuando el menor
alcance los 16 años. Por lo tanto, menor es toda aquella persona que no haya
cumplido aun esa edad.
También define al derecho de custodia, como “el derecho relativo al cuidado de la
persona del menor y, en particular, el de decidir sobre su lugar de residencia”, y al derecho de
visita como “el derecho de llevar al menor, por un periodo de tiempo limitado, a otro lugar
diferente a aquel en que tiene su residencia habitual”.
Quienes se opongan al pedido de restitución deberán demostrar que quien tenía
encomendado el cuidado del menor no ejercía efectivamente la guarda al
momento del desplazamiento o de la retención o que consintió o prestó su
conformidad con posterioridad a tales hechos.
También admite que la autoridad judicial o administrativa del Estado requerido
deniegue la solicitud de retorno cuando ésta importe un grave riesgo para el
menor exponiéndolo a un peligro físico o psíquico o lo coloque en una situación
intolerable.
Hay que destacar que cuando a través de un exhorto se solicita la restitución del
menor, no se está pidiendo el reconocimiento o ejecución de una sentencia (que puede
existir o no), sino que se trata de conseguir la más rápida devolución del niño al lugar de
su residencia habitual inmediatamente anterior al desplazamiento ilegal. Se justifica así
el establecimiento de un plazo de seis semanas a partir del inicio del procedimiento, para
ordenar el retorno del menor.
2. Solución en el ámbito interamericano: Convención interamericana sobre
restitución internacional de menores (Montevideo, 1989): A nivel regional, en el
marco de la Cuarta Conferencia Especializada Interamericana sobre Derecho
Internacional Privado celebrada en Montevideo, entre el 9 y el 15 de julio de 1989, se
aprobó la Convención interamericana sobre restitución internacional de menores
(CIDIP IV) que vincula a diez países de la OEA, entre ellos todos los del MERCOSUR.
En el artículo primero determina sus objetivos, que pueden enunciarse como los
siguientes:
a) Asegurar la pronta restitución de menores que teniendo su residencia habitual en
un Estado parte hubieran sido ilegalmente trasladados a otro, o que habiendo sido
regularmente trasladados, hubieran sido ilegalmente retenidos.
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b) Hacer respetar el ejercicio del derecho de visita y el de custodia o guarda por
parte de sus titulares.
Los límites están dados por el marco civil de la retención irregular de menores,
quedando excluidos de su tratamiento problemas de derecho penal, con la salvedad de
lo establecido por el artículo 26 del Convenio que reza: “La presente Convención no será
obstáculo para que las autoridades competentes ordenen la restitución inmediata del menor cuando el
traslado o retención del mismo constituya delito”. La solución de la CIDIP en este punto se
inscribe dentro de la tendencia general de lograr la pronta restitución del menor
cualesquiera sean las circunstancias del caso, evitando demoras producidas por un
eventual planteamiento de prejudicialidad en el ámbito penal respecto del civil.
El convenio incluye un catálogo de definiciones por lo que bien puede afirmarse
que se enrola en el criterio de brindar calificaciones autárquicas. Ello contribuye a la
certeza, eficacia y celeridad requeridas en este instituto. Así, define que debe entenderse
por:
a) El derecho de custodia o guarda, el cual comprende el derecho relativo al
cuidado del menor y, en especial, el de decidir su lugar de residencia;
b) El derecho de visita, que comprende la facultad de llevar al menor por un
período limitado a un lugar diferente al de su residencia habitual.
c) El traslado ilegal, el cual se conceptualiza como el traslado o la retención de un
menor cuando se produce en violación de los derechos que ejercían, individual o conjuntamente, los
padres, tutores o guardadores, o cualquier institución, inmediatamente antes de ocurrir el hecho, de
conformidad con la ley de la residencia habitual del menor.
d) La calidad de “menor”, entendiendo por tal a toda persona que no haya
cumplido dieciséis años de edad.
Los titulares de la acción, o sea las personas e instituciones legitimadas para
instaurar el procedimiento de restitución, son los padres, tutores, guardadores o
cualquier institución. Es necesario que los titulares de la acción se hallen en ejercicio
efectivo de su derecho al producirse el desplazamiento o la retención. La ratio de la
norma (art. 11, a), pretende de este modo evitar que quienes pueden interponer la
restitución, se valgan de esta vía rápida y sencilla para obtener la guarda, en el Estado
de la residencia habitual del menor. En cierta forma, se pretende impedir que a través
de una medida procesal se beneficien con la obtención de la que es una cuestión de
fondo.
La competencia para conocer de la solicitud de restitución de menores se
atribuye a las autoridades judiciales o administrativas del Estado parte donde el menor
tuviere su residencia habitual antes de su desplazamiento o de su retención, y la
determinación acerca de cuál es la autoridad competente -judicial o administrativa-
queda librada a la organización interna del Estado de la residencia habitual.
Es dable observar que la recepción de la conexión "residencia habitual" por el
derecho internacional privado con relación a la minoridad es mayoritariamente
aceptada en cuanto supone una solución más adecuada y tuitiva de la protección de los
niños que el domicilio legal, muchas veces no coincidente con el país de verdadera y
estable residencia del menor, lo que puede determinar que un niño incorporado
efectivamente a una sociedad en la que se está formando jurídicamente, resulte ajeno a
la misma. Lamentablemente, la Convención no define qué se entiende por residencia
habitual, aunque estimamos que el sentido que inspira la conexión es la presencia efectiva
del menor en un Estado.
La Convención señala la obligatoriedad de cada Estado parte de designar una
autoridad central, nombramiento que se comunicará a la Secretaría de la OEA. Las
funciones de la autoridad central se equiparan, en gran medida, a las que corresponden
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a los jueces del proceso, destacándose la colaboración que debe prestar para que la
restitución se efectivice, obteniendo, de ser necesario, datos que permitan localizar al
menor, y facilitar así a los actores hacerse de la documentación necesaria. Asimismo,
está facultada para prescindir de los requisitos exigidos por el procedimiento para la
restitución, si considera que puede obviarse la presentación de los mismos.
Se trata de un procedimiento sumario que no prejuzga sobre la cuestión de
fondo de la guarda y que, una vez cumplidos los requisitos básicos establecidos en el
propio interés del menor, asegura su reintegro al medio en el cual está desarrollando su
formación espiritual, intelectual y física, sin demoras lesivas a ésta. Concuerda con ello
la prohibición que pesa sobre las autoridades judiciales o administrativas del Estado
parte donde el menor se encuentra en virtud de un traslado o retención ilegal, de decidir
sobre el fondo del derecho de guarda, una vez que han sido informadas de la producción
del hecho.
La obligación de restituir cesa por dos causas:
1) Si se demuestra que no se reúnen las condiciones de la Convención para el
retorno del menor; y
2) Hasta que un período razonable haya transcurrido sin que se inste el
procedimiento de la misma.
La imprecisión de la terminología conduce a interpretar la regla en forma
concordante con las otras normas que integran la Convención. Siendo así, por una
parte, puede estimarse razonable el plazo que se establece para instaurar los
procedimientos previstos en el instrumento -un año calendario contado a partir de la
fecha en que el menor hubiera sido trasladado o retenido ilegalmente- y, por otra parte,
cabe acudir al art. 13, que estipula un plazo de cuarenta y cinco días a contar desde que
la autoridad requirente recibe la resolución disponiendo la entrega, para que se cumplan
los recaudos que harán efectivo el traslado del menor. De no respetar este término, la
restitución ordenada queda sin efecto. En el primer caso, se contempla la hipótesis
anterior al procedimiento, se toma como punto de partida la fecha de traslado o
retención. Mientras que en el segundo supuesto, la acción se ha iniciado pero no fue
instada.
En el supuesto que frente a una solicitud de restitución, una persona -física o
jurídica- pueda demostrar que:
a) Quien la solicita no ejercía efectivamente su derecho de cuidado o guarda al
momento del desplazamiento o retención;
b) Que ha prestado su consentimiento después de producido el desplazamiento
o retención;
c) Que existiere un grave riesgo de que la restitución del menor pudiere
exponerle a un peligro físico o psíquico;
d) Que el menor se opusiera a regresar, quedando a criterio de la autoridad
exhortada juzgar que por su "edad y madurez" la opinión del menor puede tenerse como
decisiva, se podrá denegar la solicitud.
Otra posibilidad que admite la Convención para que las autoridades requeridas
no den curso a la restitución del menor es la dispuesta por el artículo 25, que recepta la
excepción de orden público internacional. A la normalmente receptada calidad
manifiesta de la violación de los principios fundamentales del Estado requerido por las
convenciones interamericanas, se agrega la que pudiera producirse a principios
consagrados en instrumentos de carácter universal y regional sobre derechos humanos y
del niño.
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4) Trafico de menores:
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d) El Estado Parte donde se hallare el menor victima de dicho trafico.
El abanico de posibilidades abierto y el amplio espectro de los foros disponibles
en la materia dan cuenta de una acertada política legislativa destinada a facilitar el
acceso a la jurisdicción para lograr la mayor efectividad.
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Bolilla Nº 13: Matrimonio, divorcio y alimentos:
1) Introducción:
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T
R
I Personales Deberes de los cónyuges
M Efectos
O Régimen de bienes
Patrimoniales
N
I
O Inexistencia
del
Vicisitudes Nulidad
Disolución
Se pueden advertir tres criterios distintos para utilizar como punto de conexión:
1. La lex matrimonni o ley del lugar de celebración del matrimonio: Esto
significa que todas las cuestiones vinculadas al matrimonio se rijan por la ley del lugar
en el cual el matrimonio se contrajo. El sistema de la lex loci celebrationis ha sido aceptado
por gran número de países latinoamericanos, particularmente por todos los países
vinculados por los Tratados de Montevideo. El sistema es simple y fácil de aplicar,
porque el lugar de celebración de un matrimonio puede ser localizado sin mayores
dificultades. Tiene sin embargo sus desventajas. Fundamentalmente ha de tenerse en
cuenta que el sistema de la lex loci posibilita que los cónyuges vayan a contraer
matrimonio a un país cuya ley les permite eludir las condiciones establecidas por la ley
personal, evadiendo de este modo las prohibiciones internas. Habrá que tener en cuenta
que el derecho así evadido podrá sin embargo funcionar, en su respectivo ámbito de
aplicación, oponiendo obstáculos al reconocimiento del acto matrimonial.
2. La ley personal de las partes contrayentes: Para otros sistemas nacionales,
la ley personal de las partes es la indicada para regir las condiciones del matrimonio. La
ley personal puede ser la ley del domicilio (como para los países signatarios de los
Tratados de Montevideo y para Dinamarca y Noruega en el ámbito europeo) o la ley del
país de la nacionalidad de los contrayentes (como para la mayor parte de los países de
Europa continental).
3. Sistema mixto: Otros países han desarrollado sistemas que son mezclas de
los tipos básicos. La combinación de los sistemas de la lex loci y la ley personal, fue
desarrollada ya en la Convención de La Haya de 1902, que seguía en principio el
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Derecho Internacional Privado - UNC
estatuto personal (ley nacional), pero la lex loci podía permitir la celebración del
matrimonio cuando las prohibiciones de la ley personal estuvieran fundadas en motivos
religiosos y cuando los impedimentos del derecho de fuente interna fueran más
rigurosos que los de la ley nacional.
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Derecho Internacional Privado - UNC
Como se puede observar tanto la normativa de fuente convencional como la de
fuente interna han adoptado la lex loci celebrationis, es decir, aplicación de la ley del lugar
de celebración del matrimonio para regir los requisitos intrínsecos y extrínsecos que
hacen a la validez del mismo. Esto ha sido visto como la expresión del principio del favor
matrimonii. Incluso este principio se encuentra consagrado en el artículo 159 del Código
Civil argentino al decir: “Las condiciones de validez intrínsecas y extrínsecas del matrimonio se
rigen por el derecho del lugar de su celebración, aunque los contrayentes hubiesen dejado su domicilio
para no sujetarse a las normas que en él rigen”. Esta última parte del artículo ha sido
denominada como “fraude inocuo”, pues aunque los contrayentes hubiesen mudado su
domicilio para sujetarse a otra ley y así eludir el derecho nacional, el matrimonio va a ser
considerado como válido. Nuevamente aparece el principio del favor matrimonii, el cual
fue tenido en cuenta por el legislador pues a su entender el matrimonio debía mantener
su validez a fin de evitar a los hijos de los contrayentes las consecuencias disvaliosa que
para ellos acarrearía tener la condición de hijos ilegítimos.
Sin embargo, tanto en los Tratados de Montevideo como en el derecho argentino
se prevén supuestos que permiten al Estado no reconocer la validez de un matrimonio
celebrado en otro país. Así, el artículo 11 del Tratado de Montevideo de Derecho Civil de
1889 establece: “La capacidad de las personas para contraer matrimonio, la forma del acto y la
existencia y validez del mismo, se rigen por la ley del lugar en que se celebra.
Sin embargo, los Estados signatarios no quedan obligados a reconocer el matrimonio que se
hubiere celebrado en uno de ellos cuando se halle afectado de alguno de los siguientes impedimentos:
a) falta de edad de alguno de los contrayentes, requiriéndose como mínimo 14 años cumplidos
en el varón y doce en la mujer;
b) parentesco en línea recta por consanguinidad o afinidad, sea legítimo o ilegítimo;
c) parentesco entre hermanos legítimos o ilegítimos;
d) haber dado muerte a uno de los cónyuges, ya sea como autor principal o como cómplice, para
casarse con el cónyuge supérstite;
e) el matrimonio anterior no disuelto legalmente”.
De conformidad a esta cláusula, cualquier Estado signatario puede usar la
facultad de desconocer el matrimonio que se contrajo válidamente según el país de la
celebración, pero que no cumplió con algunos de los requisitos de la cláusula especial.
Pero si el matrimonio infringe no sólo la especial cláusula del tratado sino también los
impedimentos de orden público del foro donde se pretende el reconocimiento del
matrimonio, estos jueces ya no aplicarán una facultad internacional con fuente en el
tratado sino una obligación interna con fuente en la cláusula general de orden público,
reconocida también por el artículo 4 del Protocolo Adicional a ambos Tratados. Dicha
norma contiene una cláusula de reserva que faculta a los Estados signatarios a dejar de
aplicar las leyes de los demás Estados cuando sean contrarias a las instituciones
públicas, las leyes de orden público o las buenas costumbres del lugar del proceso.
Por su parte, dentro del derecho argentino, encontramos una restricción muy
importante al funcionamiento del principio general de la lex loci celebrationis. En efecto, el
artículo 160 del Código Civil expresa: “... no se reconocerá ningún matrimonio celebrado en un
país extranjero si mediaren algunos de los impedimentos de los incisos 1, 2, 3, 4, 6, o 7 del artículo 166” .
Estos impedimentos son:
1) La consanguinidad entre ascendientes y descendientes sin limitación.
2) La consanguinidad entre hermanos y medios hermanos.
3) El vínculo derivado de la adopción plena, en los mismos casos de los incisos I,
2 y 4; el derivado de la adopción simple, entre adoptante y adoptado, adoptante y
descendiente o cónyuge del adoptante, hijos adoptivos de una misma persona, entre sí y
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adoptado e hijo del adoptante. Los impedimentos derivados de la adopción simple
subsistirán mientras ésta no sea anulada o revocada.
4) La afinidad en línea recta en todos los grados.
6) El matrimonio anterior mientras subsista.
7) Haber sido autor, cómplice o instigador del homicidio doloso de uno de los
cónyuges.
Al imperio de la lex loci debe adicionarse entonces, la restricción impuesta por el
derecho del foro que no admitirá la producción de efectos a matrimonios celebrados en
el extranjero con impedimentos de parentesco, ligamen y conyugicidio.
El matrimonio produce efectos típicos derivados del acto matrimonial. Son los
efectos personales y patrimoniales que caracterizan la relación jurídica interindividual que
se establece entre los esposos mientras dura la unión matrimonial.
A) EFECTOS PERSONALES:
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B) EFECTOS PATRIMONIALES:
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con la calificación "contractualista" de las capitulaciones, como cualquier contrato, la
ley aplicable al mismo habrá de ponderar su validez y efectos.
Por su parte, el artículo 41 señala: “En defecto de capitulaciones especiales, en todo lo que
ellas no hayan previsto y en todo lo que no esté prohibido por la ley del lugar de situación de los bienes,
las relaciones de los esposos sobre dichos bienes se rigen por la ley del domuicilio conyugal que hubieren
fijado, de común acuerdo, antes de la celebración del matrimonio”.
Ha suscitado distintas opiniones la función localizadora del punto de conexión
contemplado en el artículo 41: el "domicilio que los cónyuges hubieren fijado de común acuerdo".
Para un sector de la doctrina, el domicilio acordado se corresponde con el
domicilio "que tiene constituido el matrimonio". O sea que el domicilio fijado de común
acuerdo no puede detentar la entidad de operar como un modo encubierto para la
selección por los cónyuges de la ley aplicable.
Desde otra posición en cambio se expresa que conforme al artículo 41, el régimen
de bienes se rige por el derecho del domicilio conyugal establecido antes de la
celebración del matrimonio, aunque luego el matrimonio tuviere un domicilio diferente.
En el mismo sentido se ha dicho que, constando el acuerdo sobre la elección de
domicilio conyugal, hay que aplicar el derecho del lugar en que se hubiere acordado
establecer aquel domicilio. Se entiende que aquella elección del derecho aplicable por
las partes, no fue prohibida por el protocolo adicional a los Tratados de Montevideo de
1889 (Goldschmidt, Boggiano).
b) El Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 1940 trae cambios importantes
en lo que refiere a la determinación del derecho aplicable al régimen de bienes, pactado
y legal. Somete las capitulaciones matrimoniales y las relaciones de los esposos respecto
a los bienes, al derecho del primer domicilio conyugal, en todo lo que sobre materia de
estricto carácter real no esté prohibido por la ley del lugar de situación de los bienes
(artículo 16).
El Tratado no ha aceptado para las capitulaciones matrimoniales el estatuto del
contrato que no resultaba adecuado y las ha sometido al derecho que rige el régimen de
bienes en general. Este derecho es el del primer domicilio conyugal y ese derecho queda
inalterable por un cambio de domicilio de los cónyuges (artículo 17).
2. Derecho argentino: El artículo 163 Código Civil dispone: “Las convenciones
matrimoniales y las relaciones de los esposos respecto a los bienes se rigen por la ley del primer
domicilio conyugal, en todo lo que, sobre materia de estricto carácter real, no esté prohibido por la ley
del lugar de ubicación de los bienes. El cambio de domicilio no altera la ley aplicable para regir las
relaciones de los esposos en cuanto a los bienes, ya sean adquiridos antes o después del cambio”.
La definición del punto de conexión escogido deberá construirse en consonancia
con lo dispuesto por el artículo 162. Ello nos conduce a la noción de primer lugar de
radicación efectiva del domicilio conyugal. Sin embargo, la adopción del "derecho del
primer domicilio conyugal" con carácter inmutable merece sin duda numerosas
objeciones. Por una parte, produce el destrozo del sistema domiciliar del artículo 162,
con la consecuencia que los efectos personales del matrimonio van a resultar regidos
por una ley y los patrimoniales por otra.
La retrospectividad del derecho aplicable históricamente se ha justificado, sin
embargo, con el fin de proteger al cónyuge abandonado o afectado por un cambio de
domicilio abusivo o fraudulento del otro cónyuge, que intenta someter el régimen de
bienes a otro derecho que él elige mediante el cambio de domicilio (Boggiano,
Goldschmidt). No obstante, parece inadecuado establecer una norma para casos
anormales, pues de ordinario los matrimonios que cambian de domicilio conyugal lo
hacen de buen acuerdo y sin expectativas de fraude.
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La ley del primer domicilio conyugal determinará, entonces, si los esposos
pueden celebrar convenciones matrimoniales, así como la oportunidad y alcance de
éstas. Es en el derecho del primer domicilio conyugal donde deben buscarse las
soluciones en lo que refiere a administración y reparto de los bienes que integran el
patrimonio conyugal, con las limitaciones que marcará la lex situs. En ese marco
corresponde analizar las prescripciones de los artículo 1217 y 1218 Código Civil, según
los cuales las convenciones realizadas antes del matrimonio sólo pueden tener por
objeto la designación de los bienes que cada uno de los contrayentes lleva al matrimonio
las donaciones que el esposo hiciera a la esposa; y que toda otra convención entre
esposos sobre cualquier otro objeto relativo a su matrimonio, como toda renuncia del
uno que resulte a favor del otro, o del derecho a los gananciales es de ningún valor.
Tanto el régimen convencional como legal de bienes del matrimonio resulta
excepcionado por la lex rei sitae en materias de estricto carácter real. Este límite señalado
en el artículo 163 del Código Civil marca la línea interpretativa que debe conducir a la
armonización de esta norma con la del artículo 10 del mismo Código, que dispone: “... los
bienes raíces situados en la República, son exclusivamente regidos por las leyes del país, respecto a su
calidad de tales, a los derechos de las partes para adquirirlos, a los modos de transferirlos, y a las
solemnidades que deben acompañar estos actos. El título, por lo tanto a una propiedad raíz, sólo puede
ser adquirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la República”.
5) Vicisitudes matrimoniales:
Dentro del matrimonio pueden darse tres situaciones distintas que lo afectan
como tal:
a) Nulidad o inexistencia: La acción de nulidad del matrimonio se prevé como
mecanismo para impugnar la validez de aquellos que han sido celebrados sin observar
alguno de los presupuestos de ella. Constituye una sanción para el incumplimiento de
los requisitos de validez.
La nulidad o inexistencia del matrimonio debe ser establecida en el DIPr por el
mismo derecho que rige la validez. Ese mismo derecho debería también disciplinar sus
efectos.
En muchos sistemas jurídicos nacionales la declaración de nulidad de un
matrimonio no impide que éste pueda producir algunos de los efectos de un matrimonio
válido. El llamado matrimonio putativo es contemplado con mayor o menor alcance por
muchos sistemas jurídicos nacionales. Así para el derecho argentino el matrimonio
putativo es aquel en donde por lo menos uno de los contrayentes ha procedido de buena
fe a celebrar el matrimonio inválido. El artículo 224 del Código Civil da las pautas para
determinar si ha habido buena o mala fe. Dice así: “La mala fe de los cónyuges consiste en el
conocimiento que hubieren tenido, o debido tener, al día de la celebración del matrimonio, del
impedimento o circunstancia que causare la nulidad. No habrá buena fe por ignorancia o error de
derecho. Tampoco lo habrá por ignorancia o error de hecho que no sea excusable, a menos que el error
fuere ocasionado por dolo”.
b) Disolución del vínculo matrimonial: separación judicial o divorcio vincular:
En este punto existen varios temas que requieren de una respuesta normativa. Sin duda
que el primero será la admisibilidad o no de la disolución del vínculo. Y de aceptarse la
misma, habrá que determinar cuáles son los efectos que ello trae aparejado para los
cónyuges.
En relación a este tema se han propuesto distintos criterios utilizables como
puntos de conexión de la norma de conflicto. Así se ha dicho que debe utilizarse la ley:
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Del lugar de celebración de matrimonio;
Del domicilio de los cónyuges;
De la nacionalidad de los cónyuges;
Del foro ante el cual se tramita el proceso de separación o divorcio.
El artículo 13 del Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 1889 dispone la
aplicación del derecho del domicilio conyugal siempre que la causal alegada sea
admitida por la ley del lugar en el cual se celebró el matrimonio. O sea que el Tratado
condiciona la aplicación de las soluciones que brinda el derecho del domicilio conyugal,
a la admisibilidad de la causal "alegada" por el derecho del lugar de celebración.
En el texto de 1940, la disolución está regida por el derecho del domicilio
conyugal (artículo 15.b). Sin embargo, el Estado en cuyo territorio se ha celebrado
matrimonio disuelto por el juez del domicilio conyugal no está internacionalmente
obligado a reconocer la validez de la disolución, si la causal de disolución alegada fue el
divorcio y el derecho del Estado donde el matrimonio se celebró no admite el divorcio
vincular.
Por lo tanto si el divorcio es admitido en el derecho del lugar de celebración, el
juez del domicilio conyugal aplicará sus propias normas para disolver el matrimonio. Ni
el país de celebración ni los restantes Estados signatarios podrán oponer obstáculos al
reconocimiento de la sentencia de divorcio fundado en la distinta regulación de formas
y causales.
La última parte del inciso b) del artículo 15 contiene una norma de derecho
penal: el subsiguiente matrimonio celebrado válidamente en un Estado no puede
originar delito de bigamia en ningún Estado vinculado. Esta es una norma de
unificación internacional de derecho penal.
En el derecho argentino, el artículo 164 del Código Civil dispone que “La
separación personal y la disolución del matrimonio se rigen por la ley del último domicilio de los
cónyuges”. El criterio localizador escogido atiende presumiblemente a la causa del
divorcio o al quebrantamiento objetivo del matrimonio que la ley supone localizados en
ese lugar decisivo. El criterio parece adecuado tanto a la concepción del divorcio castigo
como a la concepción del divorcio remedio (Boggiano).
El segundo párrafo del artículo 161 del Código Civil dispone que el matrimonio
celebrado en la República cuya separación personal haya sido legalmente decretada en
el extranjero, podrá ser disuelto en el país en las condiciones establecidas en el artículo
216, aunque el divorcio vincular no fuera aceptado por la ley del Estado donde se
decretó la separación. Para ello, cualquiera de los cónyuges deberá presentar ante el juez
de su actual domicilio la documentación debidamente legalizada. Según se desprende
del texto de la norma, alguno de los cónyuges debe estar radicado en Argentina para que
resulten competentes los jueces de este foro que aplicarán la norma material del artículo
161 que permite convertir la sentencia de separación personal (obtenida en el foro del
último domicilio conyugal) en sentencia de divorcio vincular.
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viven de consuno. En defecto de convivencia localizada, hay que recurrir al domicilio del
marido. La mujer casada conserva el domicilio conyugal, salvo que se pruebe que ha
constituido un nuevo domicilio en otro país.
En el caso del derecho autónomo, el artículo 227 del Código Civil expresa que las
acciones de separación personal, divorcio vincular y nulidad, así como las que versaren
sobre los efectos del matrimonio, deberán intentarse ante los jueces del último
domicilio conyugal efectivo o ante el domicilio del cónyuge demandado.
7) La obligación alimentaria:
A) INTRODUCCIÓN:
B) REGLAMENTACIÓN NORMATIVA:
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Convención pretende dar solución al “problema humanitario originado por la situación de las
personas sin recursos que tienen derecho a obtener alimentos de otras que se encuentran en el
extranjero”, dadas las dificultades legales y prácticas que plantea el litigar o ejecutar
decisiones en el extranjero.
La finalidad perseguida por la Convención de Nueva York debe ser realizada a
través de organismos que la Convención llama “autoridades remitentes” e “instituciones
intermediarias”, que deberán ser designadas por cada Estado parte al ratificar o adherir.
Las autoridades remitentes pueden ser "autoridades judiciales o
administrativas", pero siempre debe tratarse de entidades del Estado, nunca privadas.
Cumplen una función equivalente a la de las autoridades centrales. Las instituciones
intermediarias en cambio pueden ser organismos públicos o privados. El papel de estas
instituciones consiste en tomar las medidas apropiadas para obtener el pago de
alimentos, inclusive por transacción, y de ser necesario, iniciar y proseguir acción de
alimentos y hacer ejecutar cualquier sentencia u otro acto judicial, actuando siempre
dentro de las facultades que le haya conferido el demandante.
Cuando actor y demandado se encuentren en Estados parte diferentes, el actor
presentará su solicitud de alimentos a la autoridad remitente de su Estado, acompañada
de los documentos pertinentes y elementos de prueba necesarios para justificar la
demanda, de conformidad con la ley del Estado de la institución intermediaria, y en caso
de ser necesario, un poder que autorice a esta institución para actuar en nombre del
demandante o para designar a un tercero con ese propósito.
Una vez controlado el cumplimiento de estos requisitos, la autoridad remitente
transmitirá los documentos a la institución intermediaria del Estado del demandado, “a
menos que considere que la solicitud no ha sido formulada de buena fe” (art. 4). Esta hipótesis se
daría por ejemplo si la institución intermediaria considera que la persona ha viajado
expresamente al Estado de la autoridad remitente con el único propósito de obtener
ventajas de las disposiciones de la Convención.
La ley aplicable a la resolución de las acciones de alimentos y de toda cuestión
que surja en ocasión de la misma "será la ley del Estado del demandado, incluso el
derecho internacional privado de ese Estado". Va a ser la ley del Estado a cuya
jurisdicción esté sujeto el demandado la que determine quiénes tienen derecho a recibir
alimentos y quiénes el deber de prestarlos, dado que la Convención no contiene
definición materia! al respecto. Por lo tanto, si el demandante (un abuelo, por ejemplo)
no tuviere derecho, conforme a la ley del Estado donde reside, a recibir alimentos del
demandado (su nieto), pero sí tuviere derecho conforme a la ley del Estado de este
último, podrá obtener alimentos en los términos de la Convención.
La remisión amplia al orden jurídico del Estado del demandado, incluyendo sus
normas de conflicto, deja abierta la posibilidad del reenvío, lo que podría derivar en la
aplicación de un derecho material distinto al del Estado del demandado, incluso el de
un Estado no parte de la Convención.
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Derecho Internacional Privado - UNC
acciones a que den lugar las relaciones personales -incluyendo las alimentarias entre
cónyuges- los jueces del Estado donde éstos tienen su domicilio conyugal.
Cuando los cónyuges se domicilian en el mismo Estado se aplica la ley de éste y
son competentes los jueces de éste, porque es ahí donde se realiza el punto de conexión.
Pero cuando los cónyuges están domiciliados en distintos Estados, el punto de conexión
se ha definido como de realización imposible. La conclusión podría ser que el tratado
carece de solución y en consecuencia debe aplicarse el DIPr autónomo.
Pero también podría recurrirse a mecanismos subsidiarios, a través, por ejemplo,
de una interpretación teleológica de la norma, que es brindar al cónyuge necesitado los
instrumentos necesarios para hacer efectivo su derecho alimentario. Esta vía nos podría
conducir a una interpretación flexible y amplia del punto de conexión. Se podría
flexibilizar aún más la interpretación del punto de conexión jurídico "domicilio
conyugal" y concluir que se realiza allí donde se domicilia el actor, por ser éste el Estado
más interesado en solucionar el problema del que tiene derecho a percibir los alimentos.
Esta solución es aplicable tanto a la determinación de la ley aplicable como a la de la
jurisdicción competente.
Serán los tribunales del domicilio del actor los más accesibles para éste. Pero
también podría recurrirse, en materia de jurisdicción, al criterio general y universal actor
sequitur forum rei, habilitando al actor a reclamar alimentos ante los tribunales del Estado
del domicilio del demandado, el deudor alimentario.
La calificación de las obligaciones alimentarias entre padres e hijos ha dado lugar
a distintas posiciones doctrinarias. Alfonsín sostiene que los alimentos entre padres e
hijos no están condicionados por el ejercicio de la patria potestad sino por la filiación,
por lo que concluye que en cuanto a la filiación legítima los tratados carecen de
solución. Con respecto a la filiación ilegítima en cambio, éstos se regulan por la ley del
Estado donde hayan de hacerse efectivos.
Goldschmidt por su parte sostiene que los alimentos deben ser calificados como
relaciones personales y regulados por la ley del Estado en el que se ejercita la patria
potestad. Las obligaciones alimentarias entre padres e hijos adoptivos se rigen,
conforme el artículo 23 del Tratado de 1940, por las leyes de los domicilios de adoptante
y adoptado en cuanto sean concordantes. Tendrán competencia para entender en las
reclamaciones alimentarias entre padres e hijos legítimos, los jueces del Estado donde se
ejerce la patria potestad, según la interpretación de Goldschmidt; entre padres e hijos
ilegítimos, los del Estado donde se pretenda hacer valer el derecho alimentario. Entre
padres e hijos adoptivos, tendrán competencia tanto los jueces del Estado del domicilio
del adoptante como los del adoptado.
Las medidas conservatorias o de urgencia, por las que se fijan alimentos
provisionalmente, con carácter territorial y al margen de las reglas de competencia
internacional, se rigen por la ley del lugar en que residen los cónyuges, padres, tutores o
curadores. Tienen competencia de urgencia para fijar dichos alimentos provisionales,
los jueces del Estado donde residen los arriba mencionados.
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- Lisandro Lícari-
Derecho Internacional Privado - UNC
La introducción del factor de conexión "residencia habitual" con respecto al
menor responde a la filosofía de la Convención, que apunta a la protección del menor; a
esos efectos cobra importancia la no dependencia del domicilio forzoso en el de su
representante legal. La residencia habitual constituye el “verdadero asiento real del
menor”, su “centro de vida”.
El ámbito de aplicación de la Convención comprende en principio las
obligaciones alimentarias respecto de menores y también a las que se deriven de las
relaciones matrimoniales entre cónyuges o quienes hayan sido tales. Se incluyó una
definición material autárquica de “menor”, para evitar las disparidades en las soluciones
a que conduciría una solución exclusivamente de conflicto.
Conforme al artículo 2, “… a los efectos de la presente Convención se considerará menor a
quien no haya cumplido la edad de dieciocho años”. No obstante, agrega la norma en forma
preceptiva y no meramente facultativa, que “sin perjuicio de lo anterior, los beneficios de esta
Convención se extenderán a quienes habiendo cumplido dicha edad, puedan resultar acreedores de
prestaciones alimentarias de conformidad a la legislación aplicable prevista en los artículos 6 y 7”.
En materia de derecho aplicable, la Convención adopta una solución
particularmente flexible. En efecto, el artículo 6 señala que el derecho aplicable podrá
ser:
1. El ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o de la residencia habitual
del acreedor;
2. el ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o de la residencia habitual
del deudor.
Conforme al artículo 7, el derecho que resulte aplicable regirá:
a) el monto del crédito alimentario y los plazos y condiciones para hacerlo
efectivo;
b) la determinación de quiénes pueden ejercer la acción alimentaria a favor del
acreedor; y
c) las demás condiciones requeridas para el ejercicio del derecho de alimentos".
El artículo 8 incluye una serie de jurisdicciones alternativas entre las cuales
puede optar el acreedor alimentario:
El juez o autoridad del Estado del domicilio o de la residencia habitual del
acreedor;
El del domicilio o de la residencia habitual del deudor; o
El del Estado con el cual el deudor tenga vínculos personales tales como
posesión de bienes, percepción de ingresos u obtención de beneficios
económicos.
Se le brinda también al actor la posibilidad de la prórroga, a condición de que el
demandado en el juicio comparezca sin objetar la competencia.
El artículo 9 establece que con respecto a las acciones de cese o reducción, sólo
tienen competencia las autoridades que hubieren conocido de la fijación de los
alimentos; en cambio con respecto a las acciones de aumento de los alimentos, el actor
tiene las mismas opciones de jurisdicción establecidas en el artículo 8 para las
solicitudes iniciales de alimentos.
Finalmente, el artículo 10 establece, en una norma material imperativa, que “los
alimentos deben ser proporcionales tanto a la necesidad del alimentario, como a la capacidad
económica del alimentante”.
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Derecho Internacional Privado - UNC
B. 3) Reglamentación autónoma: el derecho argentino:
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Derecho Internacional Privado - UNC
Bolilla Nº 14: Bienes y sucesiones:
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Derecho Internacional Privado - UNC
reales del país donde el bien concreto en cuestión esté situado. En este sentido, el
estatuto real individual "condiciona" al estatuto patrimonial.
Las cuestiones que quedan comprendidas dentro del estatuto real refieren a los
derechos sobre la cosa (jura in re). En cambio los derechos que se ejercen solamente a
propósito de una cosa, como el derecho del locatario por ejemplo, escapan a la lex situs
para quedar sometidas a la lex contractus. El estatuto real determina las cosas que pueden
ser objeto de derechos reales y su régimen jurídico. Rige la creación, modificación,
transmisión y pérdida de los derechos reales.
Pero la adquisición de un derecho real que es la resultante de un hecho o de un
acto jurídico queda sometido a la ley que rige tal hecho o acto jurídico; existiendo
distintas causas de adquisición o de transferencia de tales derechos: contratos, sucesión,
régimen matrimonial. La ley que rige estas relaciones (autonomía de la voluntad en el
caso de los contratos o la ley del último domicilio o la de la nacionalidad en el caso de la
sucesión) determinan bajo qué condiciones se producirá la adquisición o transmisión de
un derecho. La lex rei sitae decidirá si para constituir un derecho real se requiere de un
contrato, y qué condiciones debe reunir ese contrato para producir un efecto real. Las
condiciones de validez (de fondo y forma) de ese acto jurídico, son regidas por la ley
aplicable al contrato, pero la producción de efectos reales ya no queda sometida a la lex
contractus sino a la lex situs, que podrá exigir por ejemplo la forma del instrumento
público, registración, etcétera.
El cambio de localización de los bienes, por su parte, enfrentará la necesidad de
considerar el problema del conflicto móvil y por ende las modalidades de aplicación de
la regla lex rei sitae. Esto implica un reparto temporal de competencias en los siguientes
términos:
a) la adquisición, modificación, transmisión o pérdida de un derecho real se rige
por la ley del lugar de la situación de la cosa en el momento en que tienen lugar los
hechos de los que deriva. El cambio de situación no produce modificaciones;
b) el régimen jurídico actual del bien y de los derechos adquiridos, sus efectos y
su ejercicio quedan sometidos a la ley del lugar de la nueva situación. La ley de la nueva
situación delimita los efectos del derecho y su contenido efectivo. Por ello dice Kegel
que la adquisición de un derecho real queda fijada en el tiempo (ley del país de la
situación al momento en que se produjo la adquisición, por compra por ejemplo),
mientras que sus "consecuencias", sus efectos, se rigen por la ley de! país al que el bien
sea trasladado;
c) los derechos adquiridos "se reconocen" en los demás países, hasta que en el
lugar de la nueva situación tienen lugar nuevos hechos de trascendencia real.
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Derecho Internacional Privado - UNC
2) Regulación legal de los bienes materiales:
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Derecho Internacional Privado - UNC
reales. Nuevamente la noción de cuestión de carácter real justifica el funcionamiento del
derecho del lugar de situación de los bienes como límite a la aplicación del estatuto
patrimonial. En materia sucesoria en cambio no se advierte mayor avance.
El Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 1940 regula en general los
contratos que han de servir de títulos de derechos reales por la ley de la situación del
bien. Pero por excepción regula la hipoteca por la ley del lugar a que está sujeto el
contrato principal; regula la donación por la ley del domicilio del benefactor y regula
otros contratos por la ley del lugar de celebración en una no explicada contradicción
con la regla general.
El Código Civil argentino proporciona definiciones sobre las cosas, los bienes y
el patrimonio. Conforme al artículo 2311, se denominan cosas los objetos materiales
susceptibles de tener un valor, expresando a continuación que las disposiciones
referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de
apropiación. El artículo 2312 agrega que los objetos materiales susceptibles de valor e
igualmente las cosas se llaman bienes. El conjunto de los bienes de una persona
constituye un patrimonio.
El CC argentino trata del régimen de los bienes -ut singuli- en los artículos 10 y
11 del Título Preliminar, distinguiendo los bienes raíces de los bienes muebles.
El art. 10 dispone que: “... los bienes raíces situados en la República son
exclusivamente regidos por las leyes del país, respecto a su calidad de tales, a los
derechos de las partes, a la capacidad para adquirirlos, a los modos de transferirlos, y a
las solemnidades que deben acompañar dichos actos”.
En cuanto a la “capacidad para adquirirlos” se han intentado distintas
interpretaciones. Se ha propuesto hacer prevalecer la lex situs sobre la ley domiciliaria
apoyándose en una interpretación literal y teniendo en cuenta que el codificador en este
punto ha seguido a Story.
Pero La interpretación literal del art. 10 no resulta consistente con el sistema
domiciliar seguido en materia de capacidad por el derecho argentino, que muestra la
influencia de Savigny plasmada en los artículos 6, 7 y 948 del Código Civil. Si el artículo
10 se aplicase a materias que exceden las cuestiones de carácter real se produciría una
suerte de derogación del sistema de normas de conflicto del Código Civil. Por lo tanto,
la armonía internacional de las soluciones conduce a admitir que la aplicación de “las
leyes de la República” a “la capacidad para adquirirlos” conduce a la aplicación de las
normas de conflicto de los artículos 6, 7 y 948.
La expresión contenida en el artículo 10 relativa a “los modos de transferirlos y a
las solemnidades que deben acompañar dichos actos” no se refiere sólo al sistema de
transmisión de la propiedad raíz, sino a toda constitución o mutación de derechos
reales sobre inmuebles situados en la Argentina. A raíz de la reforma introducida al art.
2505 se exige escritura pública (portante del documento causal), tradición e inscripción
registral.
Al regular la forma de los contratos celebrados en el extranjero, el art. 1211
establece: “... los contratos hechos en país extranjero para transferir derechos reales
sobre bienes inmuebles situados en la República, tendrán la misma fuerza que los
hechos en territorio del Estado, siempre que consta en instrumento público y se
presentaren legalizados. Si por ellos se transfiriese el dominio de bienes raíces, la
tradición de éstos no podrá hacerse con efectos jurídicos hasta que estos contratos se
hallen protocolizados por orden del juez competente”.
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Derecho Internacional Privado - UNC
Es decir que la ley del lugar de situación del inmueble (lex causae) impone la
forma del instrumento público. Su calificación como instrumento público y la
reglamentación de su obtención quedan regidas en cambio por el derecho del lugar de
otorgamiento de dicho instrumento. Por otra parte debe recordarse que la legalización
puede ser substituida por aplicación de las normas de la Convención de La Haya de
1961, que suprime la exigencia de la legalización de los documentos públicos
extranjeros.
. En lo que refiere a la constitución de hipotecas sobre inmuebles situados en la
República, dispone el artículo 3129: “... puede también constituirse hipoteca sobre
bienes inmuebles existentes en el territorio de la República, por instrumentos hechos
en países extranjeros, con las condiciones y en las formas dispuestas por el artículo 1211.
De la hipoteca así constituida debe tomarse razón en el oficio de hipotecas, en el
término de seis días contados desde que el juez ordene la protocolización de la
obligación hipotecaria. Pasado ese término la hipoteca no perjudica a tercero. La
hipoteca constituida desde país extranjero debe tener una causa lícita por las leyes de la
República”.
Cabe realizar dos observaciones. En primer término se destaca que lo que se
protocoliza es el instrumento portante y no la obligación en sí. Por otra parte se señala
que a diferencia de las hipotecas constituidas en el país que, cuando son registradas
dentro del término legal, producen efectos respecto de terceros desde el día del
otorgamiento de la obligación hipotecaria (3137 CC), la hipoteca constituida en el
extranjero –si es registrada dentro del término fijado, seis días desde que el juez ordene
la protocolización- produce efectos desde el día en que mereció aprobación judicial el
pedido de protocolización.
En materia de muebles el Código Civil, en el art. 11, establece: “... los bienes
muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de
transportarlos son regidos por las leyes del lugar en que están situados, pero los
muebles que el propietario lleva siempre consigo, o que son de su uso personal, como
también los que se tienen para ser vendidos o transportados a otro lugar, son regidos
por las leyes del domicilio del dueño”.
La doctrina ha propuesto que -como regla- los muebles se estiman con situación
permanente; la excepción la constituyen los muebles de exportación y los de uso
personal. A los primeros se aplica la lex situs y a los segundos la ley del domicilio del
propietario. Pero a su vez esta regla sufre dos excepciones, ya que también a los muebles
sin situación permanente se les aplica la ley del país de su situación, si se la desconoce
(por ejemplo, con respecto a cosas perdidas), o si la persona del dueño está en tela de
juicio (como normalmente sucede en juicio de reivindicación).
3) Sucesión hereditaria:
A) INTRODUCCIÓN:
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Derecho Internacional Privado - UNC
En base a lo expuesto, puede advertirse la existencia de sistemas conflictuales
que toman la herencia internacional como una universalidad sometida a un solo
derecho, que puede ser el del domicilio o el de la nacionalidad del causante. Se incluye
dentro de esta calificación como "sucesión internacional universal pura" a los
ordenamientos de países como Argentina, Brasil, Dinamarca, Guatemala, Nicaragua,
Noruega, Paraguay, El Salvador, Cuba, China, Egipto, Grecia, Holanda, Italia, Japón,
Perú, Polonia, Portugal, España, Suecia.
En otro extremo se menciona a sistemas calificados como de "sucesión
internacional singular pura", en los que estarían ordenamientos que someten la sucesión
mortis causa a tantos derechos como bienes haya dejado el causante en distintas
jurisdicciones. Pero esta idea de la pluralidad de transmisiones singulares sólo aparece
típicamente en el estado de Mississippi y en los Tratados de Montevideo de derecho
civil internacional de 1889 y 1940.
Como imagen intermedia, encontramos una "sucesión internacional universal
mobiliaria", con una "pluralidad de transmisiones inmobiliarias". Son sistemas mixtos en
los que se somete la masa de muebles a un solo derecho (que puede ser el domiciliar o el
de la nacionalidad del) y cada inmueble a la lex situs.
B) REGLAMENTACIÓN:
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Derecho Internacional Privado - UNC
sostienen que estas normas rigen no sólo para tales bienes en las transmisiones uti singuli
sino también ut universitas y que, por ende, restringen el alcance del principio de la
unidad consagrado en los artículos 3283 y 3612 del Código Civil. Los que se inclinan
por la unidad contestan sosteniendo la aplicación de los artículos 10 y 11 exclusivamente
a las transmisiones uti singuli, considerándolas completamente ajenas a la regulación
universal propia de las normas sucesorias.
Ahora bien, parece dar firme apoyo al fraccionamiento lo manifestado por el
codificador en la nota al artículo 3598, referida a la legítima, cuando afirma que "los
bienes que estén en la República se regirán por nuestras leyes y los que estén en Francia,
por las de aquel país. Habrá pues, tantas sucesiones cuantos sean los países en que
hubiesen quedado bienes del difunto". Los partidarios del fraccionamiento ven en esta
referencia una clara confirmación de su tesitura, mientras que los de la unidad señalan
que esta nota refiere solamente al problema de la legítima y sus connotaciones de orden
público, no teniendo trascendencia con respecto a la disputa entre unidad y
fraccionamiento.
¿Es posible desde el DIPr argentino superar la antinomia "unidad-pluralidad
sucesoria"? Ello resulta factible si se tiene en cuenta la propuesta de Boggiano. Para ello
parte del contenido del artículo 3283 para señalar que si bien está determinada la
"causa" de la transmisión de los bienes (la muerte del causante), no ocurre lo mismo con
el "objeto" de dicha transmisión. De modo que como la disposición habla del derecho de
sucesión sobre los bienes del difunto, ese objeto puede estar constituido por una
universalidad cuya transmisión está sometida íntegramente a una sola ley nacional, o
por una pluralidad de bienes individualmente considerados, transmisibles cada uno por
su lex situs. Pero quien tiene que definir si hay una sola transmisión universal o una
multiplicidad de transmisiones singulares, es el derecho internacional privado del
último domicilio del causante, al cual remite la norma de conflicto argentina.
Sin embargo, Bogiano advierte que en los supuestos en los que la ley a aplicar sea
una, y no coincida con la de algún país en el que hayan quedado inmuebles relictos debe
consultarse igualmente a la lex situs asegurando así la transmisión del o los inmuebles.
Los testamentos tienen unas disposiciones especiales que contemplan los
aspectos formales. Intentando sintetizarlas, podemos distinguir:
a) Testamento hecho en la Argentina: debe ser hecho de acuerdo a la ley local,
sea su autor argentino o extranjero (art. 3634 CC).
b) Testamento hecho en el extranjero: rige la ley del lugar de otorgamiento (art.
3635 CC).
c) Es válido el testamento hecho en el extranjero por un argentino o extranjero
domiciliado en la Argentina, si es hecho por escrito, ante un ministro plenipotenciario,
un encargado de negocios o un cónsul argentino, teniendo el instrumento el sello de la
legación o consulado (art. 3636 CC), pudiendo hacerlo ante similares funcionarios de
una "nación amiga", si no los hubiese de Argentina, fijándose los recaudos para la
protocolización del instrumento (art. 3637 CC).
d) Testamento hecho por un extranjero fuera de su país: hay opción entre las
formas del país de origen del testador, las del lugar en que se encuentra, o las formas
reguladas por la ley argentina.
Una consideración especial merece el tema de la jurisdicción internacional en
materia sucesoria. La norma general de competencia judicial internacional está en los
artículos 907 del Código Civil ("el domicilio que tenía el difunto determina el lugar en
que se abre su sucesión") y en el primer párrafo del artículo 3284 del mismo cuerpo
normativo ("la jurisdicción sobre la sucesión corresponde a los jueces del lugar del
último domicilio del difunto").
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Derecho Internacional Privado - UNC
Hay en principio una muestra del denominado "paralelismo de competencias
legislativa y jurisdiccional", haciendo coincidir en el país del domicilio del causante
tanto el derecho aplicable como la jurisdicción competente. Sin embargo, así como
hemos visto que no es realmente "uno" el derecho que puede terminar regulando el caso
sucesorio desde el punto de vista del derecho internacional privado argentino,
examinaremos de seguido si el "único" juez competente es el domiciliario del causante.
Tenemos el supuesto conocido como del "heredero único". En el artículo 3285 se
dispone que si el difunto no hubiere dejado más que un solo heredero, las acciones
deben dirigirse contra el juez del domicilio de este heredero. La norma en examen
concede jurisdicción al juez del domicilio del heredero único, pero no es exclusiva, sino
concurrente con la del juez del último domicilio del causante.
Con respecto a la jurisdicción de los tribunales argentinos para entender en
casos sucesorios habiendo inmuebles o muebles de situación permanente en el país,
pero teniendo el difunto su último domicilio en el extranjero, se han brindado diferentes
opiniones, directamente vinculadas a la idea unitaria o pluralista de sus autores en
cuanto al derecho aplicable. Siguiendo a grandes rasgos la sistematización de Hooft,
distinguimos:
a) Criterio de la incompetencia del juez argentino del lugar de situación del bien.
Jurisdicción y ley aplicable convergen en el país del domicilio del causante. La única
excepción está constituida por el caso de los herederos de nacionalidad argentina o de
nacionalidad extranjera domiciliados en la Argentina que, siendo excluidos en los
bienes de una herencia ubicados en el extranjero en virtud de leyes o costumbres
locales, pueden tomar de los bienes que la misma sucesión tenga en la Argentina, una
porción igual a aquélla de la que fueron privados. Para ello, deben abrir un juicio
sucesorio en la Argentina, lugar de radicación de parte de los bienes. Los tribunales de
la ciudad de Mar del Plata tienen algunos ejemplos de casos en que se falló aplicando el
criterio que estamos mencionando.
b) Criterio de la pluralidad o concurrencia de jurisdicciones. Foro de patrimonio
y unidad de ley aplicable. En esta tesitura se ubica la opinión de W. Goldschmidt, al
afirmar que habiendo bienes relictos en el territorio argentino, el juez de ese país debe
considerarse competente, pero luego aplicar a toda la sucesión un solo derecho: el del
último domicilio del causante. En la misma línea, A. Boggiano considera que la
jurisdicción del artículo 3294 del Código Civil no es exclusiva, debiendo considerarse la
concurrencia con la de los lugares en los que existen bienes.
c) Criterio del foro patrimonial y lex situs. La casi totalidad de la jurisprudencia
argentina participa de esta idea. No sólo hay jurisdicción en el lugar de situación de los
bienes, sino que además se aplica a cada bien la ley local de su situación.
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Derecho Internacional Privado - UNC
Bolilla Nº 15: Fuente de las obligaciones:
A) INTRODUCCIÓN:
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Derecho Internacional Privado - UNC
B) REGULACIÓN NORMATIVA:
El articulo 973 establece que “La forma es el conjunto de las prescripciones de la ley,
respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del acto jurídico; tales son:
la escritura del acto, la presencia de testigos, que el acto sea hecho por escribano publico o por un oficial
publico, o con el concurso del juez del lugar”.
En el Código Civil, en lo que respecta al régimen internacional de la forma de los
actos jurídicos, el principio general de la regla locus regit actum se encuentra contenido en
los artículos 12, 950 y 1180, respectivamente. Ellos disponen:
Art. 12: “Las formas y solemnidades de los contratos y de todo instrumento publico son regidas
por las leyes del país donde se hubieren otorgado”.
Art. 950: “Respecto a las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad,
será juzgada por las leyes y usos del lugar en que los actos se otorgaren”.
Art. 1180: “La forma de los contratos entre presentes será juzgada por las leyes y usos del lugar
en que se han concluido”.
El legislador introduce excepciones al principio general, en diversas materias,
tales como en el artículo 1211 en cuanto a la transferencia de derechos reales, en el
artículo 3129 con relación a la constitución de hipotecas, y en el artículo 3638, respecto
de las formas de los testamentos. Así vemos:
Art. 1211: “Los contratos hechos en país extranjero para transferir derechos reales sobre bienes
inmuebles situados en la Republica, tendrán la misma fuerza que los hechos en el territorio del Estado,
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Derecho Internacional Privado - UNC
siempre que constaren de instrumentos públicos y se presentaren legalizados. Si por ellos se transfiriere
el dominio de bienes raíces, la tradición de estos no podrá hacerse con efectos jurídicos hasta que estos
contratos se hallen protocolizados por orden de un juez competente”.
Art. 3129: “Puede también constituirse hipoteca sobre inmuebles existentes en el territorio de la
Republica, por instrumentos hechos en países extranjeros, con las condiciones y en las formas dispuestas
por el artículo 1211. De la hipoteca así constituida debe tomarse razón en el oficio de hipotecas, en el
termino de seis días contados desde que el juez ordene la protocolización de la obligación hipotecaria.
Pasado ese término la hipoteca no perjudica a terceros. La hipoteca constituida desde país extranjero
debe tener una causa licita por las leyes de la Republica”.
Art. 3638: “El testamento del que se hallare fuera de su país, solo tendrá efecto en la Republica,
si fuese hecho en las formas prescriptas por la ley del lugar en que reside, o según las formas que se
observan en la nación a que pertenezca, o según las que este Código designa como formas legales”.
2) Contrato internacional:
B) AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD:
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Derecho Internacional Privado - UNC
donde se celebran, etc. Este tipo de conexión tiene la ventaja de proporcionar certeza y
previsibilidad, favoreciendo la seguridad jurídica internacional.
No obstante la protección indudable de la certeza y de la previsibilidad del
resultado que brindan las conexiones rígidas, debe también considerarse que las
mismas no siempre logran acomodo a las particulares circunstancias de las situaciones
concretas. Por eso es que se han abierto cauces para la flexibilización de la norma
indirecta, de modo de buscar una mayor adecuación de la misma al caso concreto. Así
entendida la finalidad de la flexibilización, una forma de lograrla es mediante la
autonomía de la voluntad. En efecto, si las partes cuentan con el derecho a elegir la ley
aplicable, en condiciones normales escogerán una que satisfaga a ambas y que será la
que, según sus expectativas, mejor se acomode a las particularidades del contrato que
celebran; además, resguardan la certeza del derecho aplicable que ya no depende de
interpretaciones judiciales porque está designado de manera concreta.
Las partes pueden, pues, elegir una sola ley aplicable al contrato que mejor se
adapta a sus necesidades. Sólo cuando las partes no elijan un derecho aplicable entran a
funcionar las normas indirectas.
Los límites tradicionales a la libertad contractual son el orden público y las
buenas costumbres: es el legislador el que establece la primacía de determinadas normas
por sobre las cláusulas contractuales establecidas por los particulares.
La dialéctica "autonomía de la voluntad-normas imperativas" podría encontrar
diversas técnicas de expresión en el DIPr, como la admisión de la autonomía conflictual
limitada por normas materiales imperativas del foro, de un tercer Estado o por el propio
orden público del foro.
Lo que sí es indudable es que existe una tendencia universal a aceptar -con
diferentes limitaciones- que las partes puedan determinar, en un ámbito de igualdad, el
derecho aplicable y el juez competente a sus relaciones contractuales. En el ámbito
interamericano es la tendencia mostrada por la Convención interamericana adoptada en
la CIDIP V (México, 1994), lo mismo que sucede en el ámbito mercosureño con el
Protocolo de Buenos Aires (1994) y los Acuerdos de arbitraje.
Boggiano sostiene que las normas imperativas o coactivas del derecho privado
del foro no configuran límite a la autonomía material, salvo cuando ellas se consideran
"la esencia misma de algún principio general de orden público". Advierte que debe
distinguirse entre las normas coactivas del derecho, que son de orden público interno y
se aplican a los casos nacionales, y las normas de policía de DIPr, las cuales "se refieren a
casos con elementos extranjeros y los sujetan al derecho propio por consideraciones de
orden público internacional, esto es, aplicable a casos multinacionales".
Herbert en cambio considera necesario tener en cuenta, además de las normas de
policía del foro las extranjeras, vinculadas de alguna manera a las obligaciones
contractuales". O sea que la limitación sería más amplia, por referirse a las normas de
policía de todos los Estados vinculados de alguna manera al contrato.
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C) REGULACIÓN NORMATIVA:
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C. 2) Dimensión convencional: Jurisdicción internacional en materia contractual en
la dimensión del MERCOSUR: el Protocolo de Buenos Aires:
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celebración los contratos hechos fuera del territorio de la República. En cambio, de los
artículos 1209 y 1210 resulta que los contratos internacionales se rigen por la ley del
lugar de cumplimiento. Fácil es advertir la contradicción existente entre el artículo 1205
por una parte y los artículos 1209 y 1210 por otra, lo cual se debe a la diversidad de
fuentes utilizadas por el codificador. Dicha contradicción ha tratado de superarse a
través de las interpretaciones elaboradas por la doctrina:
1. Para algunos autores el principio general es la ley del lugar de cumplimiento y
el lugar de celebración se aplica en forma subsidiaria. Es decir, los contratos se rigen por
la ley del lugar de cumplimiento y sólo cuando éste no esté determinado, ni pueda
determinarse con las pautas de los artículos 1212 y 1213 del Código Civil deberá
aplicarse la ley del lugar de celebración.
2. Para otros autores, cuando el contrato tiene contacto argentino -ya sea que el
lugar de celebración o el lugar de cumplimiento se encuentren en Argentina- se aplican
las reglas de los artículos 1209 y 1210 del CC y el contrato se rige por la ley del lugar de
cumplimiento. Cuando el contrato no tiene contacto con Argentina porque tanto el
lugar de cumplimiento como el lugar de celebración se encuentran en el extranjero, se
aplica la norma del artículo 1205 del Código Civil y por lo tanto el contrato se rige por la
ley del lugar de celebración.
En la mayoría de los contratos internacionales, el punto de conexión “lugar de
cumplimiento” presenta la dificultad de que la obligación principal de una de las partes
debe cumplirse en un país y la de la otra parte en otro país. La doctrina y la
jurisprudencia, originariamente de Suiza y Alemania y luego de casi todos los países,
han adoptado la teoría de la prestación característica para determinar la ley aplicable.
Se considera característica aquella prestación que tipifica el contrato, esto es, que hace
que sea un tipo de contrato y no otro, una compraventa y no una locación de cosas. La
obligación del vendedor: entrega de la cosa y la obligación del locador: mantenimiento
en el uso y goce de la cosa locada, son las prestaciones características de estos contratos.
Normalmente el pago del precio no es la prestación característica, pues es común a
muchos contratos, por lo que no permite tipificarlos.
Los artículos 1212 y 1213 del Código Civil contienen calificaciones autárquicas
del punto de conexión lugar de cumplimiento, que pueden jerarquizarse de este modo:
1) lugar designado por las partes;
2) lugar determinado por la naturaleza de la obligación;
3) lugar de celebración del contrato, si coincide con el domicilio del deudor;
4) domicilio actual del deudor.
En todos los casos hay que coordinar estas calificaciones con la teoría de la
prestación característica, es decir que el lugar designado por las partes se refiere a aquél
donde se debe cumplir la prestación característica, o el domicilio actual del deudor
alude al domicilio del deudor de la prestación característica. La naturaleza de la
obligación determina el lugar de cumplimiento, por ejemplo en un contrato de
distribución comercial es el país donde deben distribuirse los productos; en un contrato
de venta de una planta industrial llave en mano, donde debe construirse y entregarse la
planta funcionando.
Se someter a la ley del lugar de celebración del contrato solamente aquellos
contratos que carecen de lugar de cumplimiento determinado o determínable,
generalmente por cumplirse en varios países. Pero si el contrato no tiene lugar de
cumplimiento determinado ni determínable, ni lugar de celebración, hay que acudir al
artículo 1214 del Código Civil, que dispone que los efectos del contrato, esto es las
obligaciones de cada una de las partes, se rigen por la ley de su respectivo domicilio. Se
aplican dos leyes, en forma distributiva respecto de las obligaciones de cada parte. Pero
como esta norma se refiere sólo a los efectos del contrato, se discute la ley aplicable a la
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Derecho Internacional Privado - UNC
validez intrínseca del contrato. Goldschmidt ha postulado una aplicación acumulativa
de las leyes de los domicilios de los contratantes, pero también se ha sostenido que estas
leyes deberían ser aplicadas en forma alternativa, en favor de la validez del contrato.
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Derecho Internacional Privado - UNC
Bolilla Nº 16: Obligaciones extracontractuales:
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Derecho Internacional Privado - UNC
por el TJCE fueron, entre otras, que ambos contactos son significativos, que debe haber
daño para que haya responsabilidad delictual o cuasidelictual, y que una elección
excluyente sería inconveniente.
Existen varias soluciones posibles para esta situación de delitos cometidos a
distancia, pero todas tienen inconvenientes:
Si se opta por la ley del lugar del acto, podrían llegar a ampararse acciones de
contaminación transfronteriza dolosas en países con una legislación permisiva
en materia ecológica, en perjuicio de quienes sufren los daños derivados de esa
acción, que resulta lícita en el Estado donde se comete. El caso "Bier" constituye
un ejemplo ilustrativo, ya que precisamente la legislación francesa permitía que
se vertieran ese tipo de desechos al Rin, mientras que la ley holandesa lo
prohibía.
Si se opta por la ley del lugar donde se produce el daño, puede ocurrir que la conexión
resulte inaplicable, porque exista una pluralidad de Estados en donde se
produzca el efecto dañoso. Un ejemplo lo constituye el caso de difamación en la
revista Newsweek donde el daño se materializa en todos aquellos Estados donde
se vende la revista.
Se ha propuesto optar por una solución acumulativa, pero la posibilidad de aplicar
acumulativamente ambas leyes (la del lugar del acto y la del lugar del daño) no
parece deseable. Pretender respetar acumulativamente dos sistemas diferentes
implicaría complicaciones injustificadas; además, favorece al autor del ilícito, ya
que requiere que ambas leyes coincidan en la calificación de ilicitud, e implica
que un mismo hecho jurídico sea regulado por dos leyes diferentes.
También se ha propuesto optar por la aplicación alternativa de una u otra ley, según
cuál sea la más favorable a la víctima. No es deseable que los derechos de las
partes dependan de la elección unilateral de una de ellas. Sostiene Opertti que
en materia de jurisdicción el criterio de la opción tiene una recepción menos
discutible, y cita en este sentido el caso "Bier".
Las dificultades anotadas para todas las soluciones propuestas ha hecho
polemizar a la doctrina sobre si son mejores las soluciones flexibles o las rígidas.
En España algunos se inclinan por la solución flexible, entendiendo que
corresponde a los jueces elegir en el caso concreto qué se entiende por "lugar
donde hubiere ocurrido el hecho". No obstante, tal solución flexible implica una
gran inseguridad y la imposibilidad de establecer previamente en forma clara
cuáles serían los derechos y las obligaciones emergentes de cada posible
situación.
Sin embargo, optar por una solución única y rígida puede conducir a resultados
injustos. Un ejemplo de solución única lo constituye el caso "Interprovincial
Cooperatives Ltd. v. The Queen" (1975), en el cual el tribunal canadiense sostuvo que
"el hecho ilícito de contaminar negligente o intencionalmente una corriente de
agua, es cometido donde el producto contaminante fue vertido y no donde se
sufrió el daño". Si se hubiera adoptado este criterio en el caso "Bier", las víctimas
no habrían podido obtener indemnización por el daño sufrido, lo cual hubiera
sido un resultado injusto.
2. Delitos en donde no se pueda saber cuál es el lugar donde se genera el
daño: Otra crítica a la solución tradicional refiere a que no siempre es fácil o posible
determinar dónde se realiza el hecho o acto generador del daño, y el daño emergente del
mismo. Son muchos los casos que ilustran esta dificultad. La doctrina normalmente ha
invocado el caso "Eastern Airlines v. Union Trust Co.", en el cual un avión de Eastern Airlines
que salió del Aeropuesto Nacional de Washington, en el Estado de Virginia, chocó con
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Derecho Internacional Privado - UNC
un avión militar boliviano y se fragmentó de tal manera que un segmento cayó en el río
Potomac (Distrito Federal), mientras que la parte posterior quedó en Virginia. Ni
siquiera pudo determinarse el lugar exacto de la colisión aérea, y en consecuencia, el
locus delicti. Pero aun en el supuesto de que esto hubiera sido posible, es cuestionable la
solución de aplicar un derecho que no tiene ninguna conexión con los hechos, salvo la
circunstancia enteramente fortuita de que el avión haya caído dentro de ese Estado.
B) LA LEX FORI:
Esta variante, que consiste en aplicar el derecho del domicilio común del autor
del hecho y del damnificado por éste, tiene ciertamente algunas ventajas importantes.
Al estar las dos partes domiciliadas en el mismo Estado, éste constituye el contexto
social común a ambas, y su derecho estaría tomando en cuenta los intereses de ambas.
Este criterio ha sido adoptado por el Convenio bilateral entre Argentina y
Uruguay sobre accidentes de tránsito, en el caso en que el accidente se produzca en un
Estado parte pero participen o resulten afectadas únicamente personas domiciliadas en
el otro Estado parte. Soluciones similares encontramos en la ley polaca y alemana, entre
otras.
Sucede, no obstante, que la solución del domicilio común puede ser inaplicable
por la sencilla razón de que las partes pueden no tener el mismo domicilio. En ese caso
se ha propuesto hacer aplicable la ley del domicilio de la víctima. Ciuro Caldani afirma
que "el despliegue fáctico sucede en el lugar del ilícito y es el derecho de este lugar el
que debe establecer si hubo tal ilícito, en sentido fáctico, y el deber de indemnizar
básico; pero el ilícito sucede en última instancia en la persona del damnificado y en su
asiento domiciliario y ha de ser este derecho el que regule el alcance de la
indemnización".
Estas soluciones también pueden ser criticables o llevar a resultados absurdos.
Una persona que tiene un accidente en territorio de un Estado, podría encontrarse con
que las diversas víctimas tienen derechos diversos según su domicilio. Desde el punto
de vista de quien causó el daño, además, podría encontrarse con que su acción es ilegal o
no y da lugar a responsabilidad o no.
Las dificultades planteadas por las soluciones clásicas con puntos de conexión
rígidos ha sido criticada y resistida por los angloamericanos. La solución clásica de la lex
loci delict fue dejada de lado en la práctica por la jurisprudencia y por la doctrina
estadounidenses.
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Derecho Internacional Privado - UNC
La Suprema Corte de los Estados Unidos, que había aceptado la regla clásica
como un axioma, dio amplio margen de discreción a los Estados de la Unión en cuanto a
las reglas conflictuales que adoptaran sus tribunales, autorizándolos a aplicar su lex fori
siempre que el foro tuviera interés en ello. Sin embargo, antes de 1963 ninguna corte
estatal había rechazado la regla de la lex loci delicti, la cual seguía siendo principio
general, aunque muchas veces era atenuada mediante el reenvío, la calificación o la
cuestión previa.
Fue recién en 1963, en el famosísimo caso "Babcock v. Jackson" (transporte benévolo
Nueva York-Ontario-Nueva York, accidente en Ontario), que el Ministro Fuld propone
abandonar la regla tradicional. De haberse aplicado la regla de la lex loci delicti, el
conductor del auto hubiera resultado eximido de responsabilidad, ya que a la fecha del
accidente estaba vigente en Notario una ley sobre transporte benévolo que así lo
disponía. En Nueva Cork en cambio no existía tal disposición. El demandado pretendía
la aplicación de la norma de Ontario (lex loci delicti), lo cual fue aceptado en primera y en
segunda instancia. Pero en tercera instancia la Corte de Nueva York resolvió aplicar la
ley de Nueva York, otorgando así indemnización a la víctima. Se adopta la doctrina del
centro de gravedad, que se inclina por la ley del lugar que tiene una relación más
significativa con el objeto del litigio, solución que fue luego incorporada al segundo
Restatement, de 1971, Sección 145.
2) Regulación normativa:
A) DIMENSIÓN CONVENCIONAL:
A. 1) Tratados de Montevideo:
En los artículos 38 y 43 respectivamente, los Tratados de Montevideo de Derecho
Civil, siguiendo la solución tradicional, rigen las obligaciones que nacen sin convención
por la “ley del lugar donde se produjo el hecho lícito o ilícito de que proceden”.
El art. 43 del Tratado de 1940, en su parte final, distingue a texto expreso el caso
de las obligaciones puramente legales, las cuales se rigen “por la ley que regula las
relaciones jurídicas a que responden”.
Con respecto a la jurisdicción internacional, el art. 56 de ambos Tratados
atribuye competencia a los jueces:
1. Del lugar a cuya ley está sujeto el acto jurídico materia del juicio, o sea los del
Estado donde se produjo el hecho lícito o ilícito; o
2. Del domicilio del demandado.
Por su parte, el inciso 3 del artículo 56 del Tratado de 1940 permite la prórroga
territorial de jurisdicción post litem, siempre que la voluntad del demandado se exprese
en forma positiva y no ficta.
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Derecho Internacional Privado - UNC
ambas partes están domiciliadas en el otro. No sería aplicable entonces al caso en que
las partes estuvieran domiciliadas una en cada Estado parte del Convenio.
No obstante, esta primera interpretación literal no se compagina con la "ratio
legis" del Convenio, con las “políticas gubernamentales” que motivaron la aprobación de
este Convenio, que es brindar soluciones más adecuadas que las del TMDCI de 1940 en
materia de ley aplicable y jurisdicción competente para los casos de accidentes de
tránsito ya sea que en ellos participen o resulten afectadas exclusivamente personas
domiciliadas en Argentina, o también algunas domiciliadas en Uruguay.
El artículo 2 prevé dos hipótesis: la primera enuncia el principio general de que
el derecho aplicable es el del Estado del lugar del accidente. La segunda consiste en
establecer que "si en el accidente participaren o resultaren afectadas únicamente
personas domiciliadas en el otro Estado parte", se aplicará el derecho del Estado del
domicilio común. La interpretación literal del artículo 1 dejaría sin sentido al inc. 1 del
artículo 2 pues ¿Cuándo se aplicaría la ley del Estado del lugar del accidente, si el
Convenio sólo se refiriera a casos en que ambas partes tienen domicilio fuera de dicho
lugar? Lo mismo sucede con el art. 7 cuando prevé la opción del actor de recurrir a los
tribunales de su propio domicilio (y no a los del domicilio del demandado), lo que sólo
tendría sentido si los domicilios de uno y otro no coinciden.
El artículo 2.1 consagra como principio general la solución tradicional de la lex
loci delicti: “la responsabilidad civil por accidentes de tránsito se regulará por el derecho interno del
Estado parte en cuyo territorio se produjo el accidente”. La referencia al "derecho interno"
excluye la posibilidad del reenvío. El inciso 2 prevé, como excepción al principio general
del inciso 1, la hipótesis de que en el accidente participaren o resultaren afectadas
únicamente personas domiciliadas en el otro Estado parte (aquél donde no se produjo el
accidente). En ese caso, es aplicable el derecho interno del Estado del domicilio común
de las partes. Se ha dado relevancia aquí al contexto socioeconómico al que pertenecen
las partes.
En conclusión, cuando las partes están domiciliadas una en cada uno de los
Estados parte del Convenio, se aplica “el derecho interno del Estado parte en cuyo
territorio se produjo el accidente”; cuando ambas partes se domicilian en el otro Estado
parte, se aplica “el derecho interno de este último”.
El artículo 3 define en forma autárquica el domicilio de las personas físicas como
su residencia habitual. El artículo 4 regula en forma específica la “responsabilidad civil
por daños sufridos en las cosas ajenas a los vehículos accidentados como consecuencia
del accidente de tránsito”, por “el derecho interno del Estado parte en el cual se produjo el hecho”.
Esta es una solución única y preceptiva, que no admite la excepción del inciso 2 del
artículo 2.
El artículo 5 deja en claro que “cualquiera que fuera la ley aplicable a la regulación de la
responsabilidad, serán tenidas en cuenta las reglas de circulación y seguridad en vigor en el lugar y en el
momento del accidente”. Esta es la solución tradicional ya que las normas que regulan la
circulación y seguridad en el tránsito son de carácter público, y por tanto de estricta
aplicación territorial.
El artículo 7 otorga competencia, a elección del actor, a los tribunales del Estado
parte donde:
a) Se produjo el accidente;
b) Se domicilia el demandado; o
c) Se domicilia el actor. Esta última posibilidad puede implicar graves
inconvenientes para los demandados, ya que son conocidas las dificultades y los costos
de enfrentar tal reclamación en el extranjero.
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1) Introducción:
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La Ley Modelo tiene carácter dispositivo, ya que establece que “salvo que esta ley
disponga otra cosa, los derechos y obligaciones derivados de una transferencia de crédito podrán ser
modificados por acuerdo de partes”. Este carácter dispositivo se atenúa mediante diversos
preceptos que son considerados imperativos a fin de que la autonomía de la voluntad no
genere una completa desprotección de la parte no bancaria de la relación a través de la
exclusión contractual de los principios fundamentales en que está basada la Ley
Modelo. En efecto, son indisponibles para las partes:
a) La responsabilidad o derecho de reembolso del iniciador frente al banco
expedidor de la transferencia;
b) La responsabilidad de los bancos por los intereses; y
c) Los métodos de autenticación razonables de las órdenes de pago.
Otros temas regulados por la Ley Modelo son: irrevocabilidad de la orden de
transferencia y casos en que se admite la revocación; obligaciones del expedidor; modo
de realización del pago al banco receptor; obligaciones del banco receptor; plazo para
ejecutar la transferencia; derecho a reembolso del ordenante y de los bancos en los casos
en que no se completan las transferencias; obligación de pagar intereses en caso de
responsabilidad del banco receptor frente al beneficiario; y momento en que se
considera completada la transferencia.
La cobranza o remesa es una orden dada por una parte, acreedor de una suma de dinero a
causa de un contrato, a un banco de su plaza para cobrar del deudor dicha suma contra entrega de los
documentos remitidos.
Las Reglas uniformes relativas a las cobranzas, Publicación 522 de CCI
distinguen entre cobranza simple y cobranza documentaría:
1. Cobranza simple: Implica la transmisión de documentos financieros, a los
que no se agregan documentos comerciales.
2. Cobranza documentaría: Incluye la transmisión de:
a) documentos financieros acompañados de documentos comerciales; o
b) documentos comerciales no acompañados de documentos financieros.
Es bueno tener presente que el ordenante de la cobranza documentaria es el
vendedor, a diferencia del crédito documentario, en el que el ordenante es el comprador.
Las partes en la cobranza, son entonces:
El "ordenante", es la parte que encomienda a un banco la tramitación de una
cobranza;
El "banco remitente", que es el banco al cual el ordenante encomienda la
tramitación de una cobranza;
El "banco cobrador", que es cualquier banco que interviene en la tramitación de
la cobranza que no sea el remitente;
El "banco presentador", que es el que efectúa la presentación al girado o librado;
El "girado" o "librado", que es la persona a quien se debe efectuar la presentación
según la instrucción de cobro.
En la regulación de este tipo de contratos bancarios tienen gran importancia los
usos y prácticas internacionales, particularmente las reglamentaciones de la CCI. En
efecto, en materia de cobranzas la CCI ha elaborado las Reglas uniformes relativas a las
cobranzas, Publicación CCI 522, vigentes desde 1996.
Conforme dichas Reglas, el término “cobranza” significa “la tramitación por los
bancos de documentos con la finalidad de:
a) Obtener el pago y/o la aceptación, según el caso; o
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b) Entregar documentos contra pago y/o aceptación, según el caso; o
c) Entregar documentos en otras condiciones”.
Por su parte, el término “documentos” incluye tanto los “documentos financieros”
(letras de cambio, pagarés, cheques, comprobantes de pago y documentos similares que
se utilicen para obtener el pago de dinero), como los “documentos comerciales” (tales como
facturas, documentos de expedición, de propiedad o cualquier otro que no sea
documento financiero).
Conjuntamente con los documentos enviados para gestionar el cobro deberá
adjuntarse una “instrucción de cobro”, instrumento en el que debe especificarse que la
cobranza se regirá por las URC 522 y contener instrucciones precisas y completas. En la
instrucción de cobro se deben indicar los datos de nombre, dirección, teléfono, SWIFT,
télex y fax del ordenante, del banco remitente, del librado y del banco presentador;
respecto del librado, reviste especial importancia el domicilio donde se debe realizar la
presentación. Debe indicar también: el importe y la moneda objeto del cobro, el detalle
de los documentos que se adjuntan y la cantidad de ejemplares, los términos y las
condiciones para la obtención del pago o la aceptación, si los documentos deben ser
entregados contra el pago o contra la aceptación.
El incumplimiento de las instrucciones acarrea responsabilidades por parte de
los bancos, por los daños y perjuicios ocasionados. Las URC 522, indican expresamente,
en su artículo 9, que los bancos deben actuar de buena fe y con cuidado razonable, es
decir, deberá actuar con la diligencia de un buen hombre de negocios.
En cuanto al problema de la ley aplicable a la cobranza, en primer lugar debemos
tener en cuenta la autonomía de la voluntad material y los usos del comercio
internacional; sin embargo puede ocurrir que alguno o algunos aspectos del contrato no
se encuentren regulados por estas normas y como consecuencia sea necesario
determinar el derecho aplicable. Se considera que en la cobranza documentaría, la
relación entre el ordenante y el banco remitente se rige por la ley del domicilio del banco
remitente y la relación entre ambos bancos por la ley del domicilio del banco cobrador.
La ley aplicable, conforme al Tratado de Montevideo de Derecho Comercial de
1940, aplicable a los casos que vinculan a Argentina, Paraguay y Uruguay, es la ley del
domicilio del deudor de la prestación de servicios.
C) CREDITO DOCUMENTARIO:
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Derecho Internacional Privado - UNC
A los efectos de los presentes artículos, las sucursales de un banco en países diferentes, se
considerarán como otro banco”.
La nota distintiva del crédito documentarlo radica en que un banco (o más de
uno) asume la obligación de pago del precio superponiendo ese deber jurídico al del
importador, con lo cual de entrada el exportador cuenta ya con dos deudores solidarios
por el pago del precio de la operación.
Hay algunos principios propios de este contrato que se deben tener en cuenta.
a) Por un lado, su total independencia de la operación comercial que ha
motivado la emisión del crédito. Por ello, ninguna excepción puede oponerse que
provenga del contrato base. Para el banco sólo es válido el texto de la carta
de crédito.
b) El banco se ocupa sólo de documentos y no de mercaderías. De ahí que
cualquier reclamación, por ejemplo, por diferencias entre lo facturado y lo despachado o
por defectos en la mercadería, debe solventarse entre comprador y vendedor.
c) Los bancos no asumen ninguna responsabilidad en cuanto a la forma,
autenticidad y alcance legal de los documentos. Si bien deben examinarlos con todo
esmero, el control se limita a su forma externa, constatando si se ajustan a las
condiciones estipuladas.
d) Los bancos también se liberan de responsabilidad por los retrasos que se
produzcan en la transmisión de mensajes (a menos que sean causa de los mismos), así
como por consecuencias derivadas de fuerza mayor, y por actos de sus corresponsales o
de terceros que no hayan cumplido las instrucciones dadas por ellos para el desarrollo
del crédito.
Esquemáticamente, la operación de crédito documentario aparece estructurada
en principio como una figura tripartita: un comprador (importador) instruye a un
banco para que abra el crédito por una determinada cantidad de dinero y se
comprometa a pagarlo, en favor de un vendedor domiciliado en el exterior (exportador).
Si el banco acepta, emite la carta de crédito asumiendo el deber de pagar como obligado
directo, siempre y cuando el exportador, beneficiario del crédito, cumpla estrictamente
con la entrega de la documentación detallada en dicha carta. El comprador se une
entonces al vendedor por un nuevo contrato autónomo y sometido a reglas propias y
diferentes del contrato base.
Tenemos entonces, desde el punto de vista del derecho comercial bancario, un
ordenante (el comprador), un beneficiario (el vendedor) y el banco emisor del crédito.
Ello genera derechos y deberes recíprocos entre las tres partes y abre la posibilidad de
conflictos que involucren tanto a dos de ellas como a las tres.
El beneficiario examina el crédito para constatar si coincide con lo convenido en
la compraventa (o negocio de que se trate). Si no hay coincidencia, se dirige al
comprador para que modifique adecuadamente las condiciones del crédito. En cambio,
si hay coincidencia, inicia la fabricación de la mercadería o la suministra de las
existencias que posea. Luego la despacha, reúne los documentos requeridos, y los
presenta al banco notificador para la utilización del crédito. En esta instancia el banco
corresponsal comprueba si los documentos recibidos concuerdan plenamente con las
condiciones del crédito y paga. Luego, remite los documentos al banco emisor para que
éste le reembolse el contravalor.
Los documentos exigidos por el ordenante en la carta de crédito deben ser
obtenidos o emitidos por el exportador, quien debe ser extremadamente cuidadoso en
lograr que "concuerden en todo". Los principales documentos son: la factura (extendida
por lo general a nombre del comprador), la letra de cambio (si se utiliza la cambial), la
póliza del seguro, el documento del transporte (conocimiento marítimo, guía aérea o
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ferroviaria o por carretera) y otros documentos, necesarios o acordados, como facturas
consulares, certificados de origen, de peso, de calidad, sanitarios, etcétera.
La regulación de fondo del crédito documentado se encuentra en las normas
materiales consuetudinarias contenidas en "Reglas y usos uniformes relativo a los créditos
documéntanos". Tratándose de un cuerpo de normas de origen privado, no poseen fuerza
imperativa propia y su aplicabilidad depende del acuerdo de las partes, que deben
incorporarlas (por mera referencia) al contenido obligacional de su contrato. Sin
embargo pueden llegar a ser aplicadas a los casos concretos aunque no haya habido
sometimiento expreso, por la amplísima recepción internacional que poseen,
adquiriendo el carácter de verdaderos usos y costumbres, a los que paulatinamente se
les va dando obligatoriedad oficial cuando son "ampliamente conocidos y regularmente
observados".
Sin embargo estas normas presentan lagunas, como también pueden sufrir
desunificación por la variedad de prácticas bancarias y hasta por la diversidad de
interpretaciones jurisprudenciales, colocándonos entonces con el problema del derecho
aplicable, en donde las opiniones de los autores difieren. Antes que nada, debe quedar
en claro que la regulación interna del contrato queda sometida a las cláusulas
incorporadas por las partes, que constituyen normas materiales propias. Éstas se hallan
justificadas en la llamada autonomía material de los contratantes, la que a su vez
encuentra fundamento en la posibilidad de elección del derecho aplicable.
Como conclusión de todo esto podemos señalar cuáles son en definitiva las
normas de fondo que deben aplicarse a un contrato bancario de crédito documentario.
Desde la óptica de un tribunal nacional que analiza un caso concreto, la regulación a
tener en cuenta es evidentemente la creada por los contratantes (normas materiales del
contrato) y las reglas y usos de la CCI. Subsidiariamente, las normas de derecho privado
interno del país cuya ley indican como aplicable las normas de conflicto del foro. En uno
y otro supuesto, a salvo siempre la exclusión de cualquier regla creada o norma oficial
foránea por normas de policía del país del juez o de otros países cuya vinculación
económica con el contrato sea relevante y dicho juez crea necesario hacerlas respetar,
con más el control de "compatibilidad" con los principios de orden público para casos
internacionales del país del juez.
Vivante ha definido al título de crédito como “el documento necesario para ejercer el
derecho literal y autónomo en él expresado”. Este concepto que, entendemos, no ha sido
superado en más de un siglo, tiene el hallazgo de haber revelado el juego lógico de los
caracteres de los títulos de crédito:
1. Documento “necesario”: La necesidad implica que para ejercer el derecho
cartular se requiere tener materialmente el papel y exhibirlo. Nos referimos al derecho
cartular, que es un derecho distinto al que resulta de la relación subyacente al título de
crédito.
El título de crédito comprende dos elementos: el documento y el derecho que
aquél representa; la relación entre ellos es tal que el derecho se considera en cierta forma
objetivado a través del documento. La compenetración entre documento y derecho ha
dado lugar a la teoría de la incorporación del derecho en el título. De allí que la posesión
del documento, según la ley de circulación, habilita para el ejercicio del derecho
incorporado, con prescindencia de que el poseedor sea o no el titular de él.
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2. Literal: La literalidad determina que el derecho cartular se regule
exclusivamente por el tenor literal del documento y de aquellos otros a los que el título
de crédito haga referencia expresa. No se acepta, en cambio, la remisión a documentos
que no estén mencionados en, el título de crédito.
3. Autonomía: La autonomía significa que el derecho que el título de crédito
transmite en su circulación a cada nuevo adquirente es un derecho autónomo, es decir,
desvinculado de la situación jurídica que tenía el transmitente, de modo que cada nuevo
adquirente recibe un derecho que le es propio. La consecuencia es que un obligado
cambiario no puede oponer las excepciones personales que tenía contra otros tenedores
legitimados, ni las que tengan otros obligados cambiarlos contra el tenedor legitimado.
Sólo cabe plantear las excepciones llamadas objetivas -que resultan del propio título- o
las personales que tenga el obligado cambiario contra el tenedor legitimado.
Dentro de los títulos valores, pueden distinguirse los abstractos de los causales:
a) Son abstractos los denominados papeles de comercio: letra de cambio, pagaré,
cheque y facturas;
b) Son causales, el conocimiento de embarque, los certificados de depósito, las
acciones de sociedades anónimas, entre otros.
Los papeles de comercio tienen, además de los caracteres de los títulos de
crédito, otros que le son propios: formalidad, completividad y abstracción.
I. Formalidad: La formalidad significa que el documento debe contener
determinados requisitos formales y si carece de alguno de ellos no será un papel de
comercio.
II. Completividad: La completividad significa que el título debe bastarse a sí
mismo, ser autosuficiente y contener todas las relaciones y todos los derechos
emergentes de él.
III. Abstracción: La abstracción significa que el derecho cartular es totalmente
independiente de la causa que le dio origen, entendida en el sentido de la relación
subyacente al papel de comercio, por ejemplo contrato de compraventa, préstamo.
Los principales papeles de comercio son:
Letra de cambio: Es el título de crédito formal y completo que contiene la promesa
incondicionada y abstracta de hacer pagar a su vencimiento al tomador o a su orden una suma
de dinero en un lugar determinado, vinculando solidariamente a todos los que en ella
intervengan.
Pagare: Es el título de crédito formal y completo que contiene la promesa incondicionada y
abstracta de pagar una suma de dinero, a su vencimiento, y que vincula solidariamente a sus
firmantes.
Cheque: Es el titulo valor formal, abstracto y completo que contiene una orden incondicional
dada a un banco, en el cual el librador tiene previamente fondos depositados o crédito abierto a
su favor, de pagar al portador una suma determinada de dinero y que obliga a su creador.
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B) REGULACIÓN NORMATIVA:
B. 1) Tratados de Montevideo:
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Argentina carece de una regulación integral o general de los títulos valores, por
lo que cada uno de los distintos títulos tiene su normativa por separado. En materia de
letra de cambio y pagaré rige el decreto-ley 5965/63, en tanto que en materia de cheque
rige la ley 24.452. Sin embargo, ninguna de estas legislaciones contiene normas de DIPr.,
por lo que se nos presenta una enorme laguna en la materia. De ahí que la doctrina y la
jurisprudencia argentina han postulado como para los casos de letras de cambio y
pagarés provenientes de países no ratificantes de los Tratados de Montevideo, la
aplicación analógica de las normas indirectas contenidas en el Tratado de Montevideo
de Derecho Comercial Internacional de 1940 -artículos 23 a 32 y 34 y 35-.
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Claro que a partir de la entrada en vigencia para Argentina de la Convención
interamericana sobre letra de cambio, las normas de los artículos 23 a 35 del Tratado de
Montevideo de 1940, han dejado de ser aplicables con relación a Argentina, Paraguay y
Uruguay, ya que los tres países son ratificantes de la Convención de la CIDIP I sobre
letra de cambio. No parece difícil advertir que para solucionar la laguna normativa de la
dimensión autónoma, debe recurrirse a las normas indirectas contenidas en la
Convención interamericana de letra de cambio. Se trata de la Convención más actual de
la cual Argentina es parte en esta materia. Por ende, la Convención sobre letra de
cambio de 1975 resulta aplicable para cubrir la laguna normativa existente en el derecho
internacional privado de fuente interna.
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1) Aspectos generales:
A) JUEZ COMPETENTE:
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B) LEY APLICABLE:
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abrir otro proceso concursal en el país. Por lo tanto podemos distinguir entre
extraterritorialidad o territorialidad del presupuesto o hecho generador de la quiebra.
2) Regulación normativa:
A. 1) Juez competente:
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que pueden ser promovidas ante los jueces del Estado donde están situados los bienes
asiento del privilegio.
De allí que si bien algunos autores entienden que los Tratados de Montevideo
siguen el sistema de la unidad y como excepción se establece la pluralidad, pensamos
que el sistema es mixto y que no puede decirse que la pluralidad es simplemente una
excepción.
A. 2) Ley aplicable:
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previstas por el artículo 44 Tratado de Montevideo de Derecho Comercial de 1940 y
dejar que transcurra el plazo de sesenta días previsto en esa norma para el ejercicio de la
opción de los acreedores locales de solicitar una nueva quiebra en ese país. ¿Por qué?
Porque el juez del Estado donde existan bienes del deudor podría llegar a declarar
también la quiebra del deudor, si los acreedores ejercen la opción del artículo 45 del
Tratado. La posibilidad de que el juez de un Estado donde existan bienes del deudor
ordene la transferencia de los fondos resultantes del remate de los bienes, depende de
que no se haya decretado la quiebra también en ese país. Como la opción depende de los
acreedores locales, es requisito indispensable que se realicen las publicaciones y venza
el plazo de sesenta días. Transcurrido el plazo, el juez podrá transferir los fondos.
A. 4) Pluralidad de masas:
B. 1) Juez competente:
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el juez del domicilio real, es decir donde la persona reside con su familia. Si el deudor
tiene varias administraciones, se considera aquella que corresponda al establecimiento
principal y si no pudiera determinarse, se atribuye competencia al juez que comenzó el
proceso concursal con anterioridad, esto es, al juez que previno. Si el deudor -persona
física o jurídica- está domiciliado en Argentina, se entiende que la jurisdicción
internacional es exclusiva.
Otro criterio atributivo de jurisdicción internacional en la materia es la
existencia de bienes del deudor en Argentina. Cuando el sujeto pasivo del concurso o
quiebra está domiciliado en el extranjero, pero posee bienes en Argentina, los tribunales
argentinos tienen jurisdicción internacional en forma concurrente con los del domicilio
del deudor. En este caso la quiebra sólo comprende los bienes situados en Argentina. Se
ha discutido si es necesario que el acreedor peticionante de la quiebra acredite que el
deudor domiciliado en el extranjero tiene efectivamente bienes en el país o si es
suficiente la existencia de una sucursal inscripta en Argentina. En el caso "Pacesseter
Systems Inc.", la CSJN, por mayoría, consideró suficiente la existencia de una sucursal
aunque no se había probado la existencia de bienes. El ministro Boggiano, en disidencia,
sostuvo que la ley supedita la jurisdicción internacional de los jueces argentinos en
materia concursal a la existencia de bienes en el país de la sociedad domiciliada en el
extranjero
Rouillon piensa que además de bienes en Argentina, deben existir acreedores
locales, pues considera que la norma está concebida para proteger a los acreedores
cuyos créditos son exigibles en Argentina y cita en apoyo de esta postura el caso "Austral
Bank". Por nuestra parte opinamos que si la quiebra extranjera no produce efectos
extraterritoriales en Argentina (artículo 4.1 LCQ), ni puede ser causal de apertura de
una quiebra en el país cuando lo soliciten acreedores extranjeros o el síndico de la
quiebra extranjera, la única posibilidad es atribuir jurisdicción a los tribunales
argentinos cuando hay bienes en Argentina, aunque no existan acreedores locales.
Las reglas atributivas de jurisdicción internacional se aplican tanto a quiebras
como a concursos preventivos, dado que la presentación en concurso preventivo
constituye un pedido condicional de quiebra y el incumplimiento del acuerdo
preventivo o el fracaso de alguna de las etapas anteriores del concurso, implica
automáticamente la quiebra.
B. 1) Ley aplicable:
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Por su parte, el artículo 4 inciso 3 de la LCQ, que permite a los acreedores
extranjeros verificar su crédito y cobrarlo del mismo modo que un acreedor local, es
decir de acuerdo al privilegio o carácter de quirografario de que gocen.
El artículo 4 de la ley 24.522 sólo es aplicable a las quiebras y no a los concursos
preventivos, aunque otros autores sostienen lo contrario. En el caso "Kestner S.A.",
19/4/1983 la CNCom dijo que en el artículo 4 la palabra “concurso” se refiere a la
quiebra. Ello se deduce porque la apertura del concurso a pedido de acreedor sólo puede
ser por quiebra. Además, en su última parte el artículo citado hace mención al
“remanente” y éste sólo puede existir en la quiebra.
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