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El liderazgo de nuestra iglesia decidió que nuestro sueño consistiría en ser “Una
comunidad que glorifica a Dios guiando a las personas a una relación
creciente con Cristo”. Con un fuerte énfasis en la palabra comunidad que
glorifica a Dios, subrayamos tres relaciones básicas en las que buscamos que
las personas crezcan: a) Relación con Dios; b) Relación cristocéntrica con los
creyentes; y c) Relación de influencia con lo no creyentes.
Quizá en tu iglesia ha faltado un rumbo general claro y definido, por eso todos
los ministerios están tratando de hacer su mejor esfuerzo, pero en diferentes
direcciones. El resultado es que no se percibe tangiblemente el avance de la
iglesia a través de sus ministerios. Quizá es tiempo de llevar al liderazgo en un
retiro para definir el rumbo, la filosofía de ministerio, la misión, la visión y la
estrategia, entre muchas otras cosas, para que todos los elementos que
componen la iglesia apunten en una sola dirección.
Líderes desenfocados
Es muy común ver a los pastores y líderes de las iglesias empleando horas y
horas a la semana en el ministerio. Si echamos un vistazo a nuestras agendas
notaremos que raras veces hay una noche desocupada o un espacio
intencionalmente destinado para nuestras familias. Estamos invirtiendo nuestro
tiempo en el ministerio. Pero aun así, no se ve el fruto proporcional a nuestros
esfuerzos en términos del crecimiento resultante.
Este es un problema que todos enfrentamos como líderes. Quisiera sugerir que
el problema no está en cuánto tiempo estamos invirtiendo, sino en la falta de
enfoque que solemos tener en el ministerio. Estamos invirtiendo horas y horas
en diversas cosas, en vez de enfocarnos en dos o tres que sean fundamentales
para el desarrollo del ministerio y sean congruentes con nuestros dones. La
misma historia ocurre con los demás líderes. Están haciendo malabares con seis
pelotitas a la semana y eso resta eficiencia en lo que hacen por su falta de
enfoque.
Siempre aducimos que no hay gente que ocupe las vacantes ministeriales, y
por eso, tenemos que hacer muchas cosas diferentes a la vez. Pero eso no
podría estar más lejos de la verdad. Dios nunca abandona Su iglesia y Él ha
repartido los dones necesarios en la gente que se congrega para suplir las
necesidades ministeriales. Debemos dejar de promover un desenfoque en
nuestros líderes y pedirles que se dediquen a uno o dos aspectos del ministerio
a lo sumo, pero que lo hagan con todo su esfuerzo enfocado. Los líderes
enfocados redundarán en ministerios de calidad, crecientes y efectivos.
Sistemas en Competencia
Para comenzar a salir de este embrollo, nos preguntamos cuál era la visión,
misión, estrategia, filosofía de ministerio y expectativas de los discípulos de
nuestra Iglesia. Luego comenzó el doloroso proceso de alinear todos nuestros
ministerios con el rumbo en el que habíamos decidido ir. Fue doloroso, porque
tuvimos que dejar ir varios programas que amábamos, pero que ya no
estaban cumpliendo su propósito en el contexto actual de nuestro ministerio.
En ese proceso tuvimos que recordarnos que las formas de hacer el ministerio
no necesariamente son canónicas, sino más bien, son tradicionales. Aun
cuando amamos y respetamos nuestra tradición, había que enfocar nuestro
ministerio de acuerdo con la visión. Ciertas formas del pasado, ya no
encajaban con el presente.
Por ejemplo, solíamos tener un estudio bíblico los miércoles a las 8:00 pm al que
asistían como 15 personas. Al sacrificar ese estudio y reemplazarlo con un
sistema de grupos pequeños durante la semana, descubrimos, que al dar
opciones de horarios y lugares diversos, las personas se conectaban más para
estudiar la Biblia entre semana. Sencillamente, el ritmo de la vida urbana
moderna no correspondía a la inflexibilidad de tener un estudio bíblico un solo
día y a una misma hora. Así tuvimos que hacer con cada uno de los
programas que hacíamos para alinearlos, estructurarlos y organizarlos de tal
manera que guiaran a las personas a una relación creciente con Cristo.
En nuestro caso, decidimos que por cada grupo de edad, sólo haríamos tres
cosas:
Por otro lado, las iglesias vivas y crecientes tienen la característica de ser
intencionales en estar alcanzando, por medio de sus ministerios, a personas
que no conocen a Cristo. Las personas recién convertidas inyectan nueva
vitalidad a la iglesia. Su entusiasmo por Cristo, despierta a los antiguos
miembros de su apatía. Tiene un efecto vivificante el ver, en primera fila, lo que
Dios hace en la vida los demás.
En nuestra iglesia uno de esos esfuerzos hacia fuera se llama “Mundo S”. Se
trata de un programa para niños y sus padres en el que se enseñan valores por
medio de la actuación, música y multimedia. Los sábados a las 7:00pm
nuestras familias tienen una oportunidad de invitar a sus conocidos, familiares y
amigos a pasar un rato agradable que sirve como introducción a la
comunidad de nuestra iglesia. Esto abre la puerta a conversaciones
espirituales que desembocan, posteriormente, en la presentación del
evangelio.
Otro de los esfuerzos intencionales hacia afuera es nuestra clase para visitas
que le llamamos “Punto de Partida”. A todos los que asisten como invitados al
culto les ofrecemos esta clase que tiene dos finalidades: 1) Ser buenos
anfitriones de nuestros visitantes y 2) Dar una probadita de lo que es estudiar la
Biblia en un grupo pequeño. La mayoría de las personas que participan en
Punto de Partida continúan viniendo. Al terminar sus 7 lecciones iniciales, los
conectamos de inmediato al siguiente curso básico y así sucesivamente hasta
llegar a ser miembros en plena comunión de la Iglesia. Esta estrategia ha
rendido magníficos frutos. No hay nada como ser testigos de lo que Dios va
haciendo en la vida de personas que llegaron a la iglesia siendo no creyentes
y poco a poco, fueron experimentando una relación creciente con Cristo.
Falta de evaluación
Nuestro equipo ministerial se reúne cada lunes a las 10:00am. En esa reunión
celebramos la obra que Dios hizo durante el fin de semana; comentamos
nuestros errores cometidos, sus posibles soluciones y nos preparamos para los
desafíos de la semana en curso. La constancia en la evaluación nos ha
permitido estar mejorando continuamente lo que hacemos.
También una o dos veces al año nos reunimos por dos o tres días consecutivos
para evaluar nuestras estrategias ministeriales y reestructurar todo aquello que
sea necesario. En esas reuniones de evaluación, poco a poco, se ha ido
forjando toda nuestra filosofía de ministerio.
Evaluar requiere tiempo, esfuerzo y constancia, pero tiene un efecto positivo
en el crecimiento de tu iglesia. Comienza a planear esos tiempos regulares
para evaluar en todos los niveles del ministerio en tu iglesia.
Conclusión
Una Iglesia con un liderazgo diligente, una vida espiritual sana y una
administración ministerial adecuada tendrá como resultado un crecimiento
constante. Si tu iglesia no está creciendo revisa cuidadosamente cada uno de
estos tres aspectos y trabaja en los ajustes necesarios. Aquí nos hemos
dedicado a reflexionar sólo en el aspecto administrativo del ministerio, pero el
crecimiento viene cuando se da una combinación positiva de los tres. Por lo
demás, abócate como líder al ministerio que Dios te ha dado, fomenta una
vida cristocéntrica dentro de tu iglesia y revisa constantemente el aspecto
administrativo de tu ministerio. Nuestro sueño debe ser ver iglesias crecientes,
sólidas y dando testimonio del glorioso evangelio de Jesucristo.