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REVISTA MEXICANA DE PSICOLOGIA (2005) VOLUMEN 22, NÚMERO MONOGRAFICO ESPECIAL, 217-223

Marco General con una Propuesta de Contenidos Mínimos en


Psicología

Plan of Basic Contents in Psychology: A Minimalist Proposal

Vicente Pelechano1

Universidad de La Laguna (Tenerife – España)

Resumen: Tras una revisión de conceptos básicos relevantes para una comprensión plausible acerca de lo que es la psicología (ingeniería-
ciencia, tipos de ciencia, profesiones y especialidades psicológicas) se propone un plan de cinco años, básicamente de materias troncales,
después de lo cual vendría la especialización. Los contenidos deben diversificarse en función del nicho histórico-cultural en el que se
imparten las enseñanzas. Los ejes organizadores de los contenidos psicológicos deben recoger, al menos, los ejes: (i) descripción-
intervención y (ii) natural-social, ambos justificados por las tareas básicas que se presentan en toda ciencia que tenga una versión
profesional dentro de la sociedad contemporánea. Descriptores: formación en psicología, plan de estudios de psicología, contenidos
mínimos de planes de estudio en psicología

Abstract: Basic concepts relevant for a correct understanding about contemporary psychology are discussed (engineering-science, natural-
social sciences, professions and psychological specialities) and a minimalist plan of 5 years is proposed. The disciplines are basic and
common and must be oriented according to previous analysis included in this work about psychology as a science. The organizer axis
includes at least the dichotomies: (a) description-intervention and (b) natural-social. The specification of contents must be made according to
the professional level and the cultural nest in which the psychologist must work (cultural nest determine, essentially, variables, processes,
problems and satisfactions). Descriptors: education in psychology, basic contents in psychological education, minimal contents for
psychology at the university level

A comienzos del siglo XXI, parece fuera de toda duda que la psicología es una ciencia y una profesión.
En cuanto ciencia puede ser enseñada y en cuanto a profesión debe ser útil. Los problemas surgen con las
formas y maneras de ponerse de acuerdo en cómo lograr ambos objetivos. El gran volumen de datos, modelos,
procedimientos, técnicas y teorías recogidos en las publicaciones psicológicas exige un ejercicio de selección
encaminado a ofrecer “lo mejor” que se tiene en cada momento y lugar, y de la mejor manera posible. Con el fin
de promover un marco de referencia justificativo, quizá convenga exponer unas palabras respecto a algunos
aspectos centrales que deberían incidir en la selección: la división entre ciencias naturales-ciencias sociales, la
unidad de la psicología y las “profesiones psicológicas”, la dualidad soluciones de ingeniería frente a soluciones
científicas (la protocolización o automatización de “soluciones”), la trilogía ciencia-modas-innovación. Estas
dualidades y trilogías no son nuevas; su pretendida novedad se ubica en los términos en los que se plantean. El
que sean temas reiterativos significa que las soluciones encontradas no han sido satisfactorias, aunque su
planteamiento puede ayudar a tener que justificar las elecciones que se realicen.

Ciencia natural-ciencia social

Representa la versión contemporánea de la división propuesta por Windelband en el siglo XIX sobre
Naturwissenschaften-Geisteswissenschaften. Las primeras cogieron como modelo a la física y con ello se
1
La correspondencia sobre el presente trabajo puede dirigirse a vpelecha@ull.es. En estas páginas se trata de psicología humana; aunque
existe una psicología animal (e incluso se ha propuesto una “psicología de las plantas”, el ámbito de aplicación se restringe a la especie
humana, aunque incluya resultados provenientes de la psicología animal.

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imposibilitaba el acceso al análisis de muchos problemas humanos históricos y sociales. La sociología y la


economía surgieron a finales del siglo XIX como ciencias sociales; la psicología, también por esta época surgió
con una duda endémica entre ciencia natural y ciencia social. El propio Wundt comenzó a identificar a la
psicología con una ciencia natural y los contenidos y metodología utilizados en su última fase son claramente
los de una ciencia social. Esta situación se encuentra presente en nuestros días y la polémica estriba en si
existe un único modelo de hacer ciencia o no. En el primer caso se propone una acotación de los contenidos
que “caben” en ese modelo y las opciones van desde los que defienden una posición materialista extrema (lo
psicológico se reduce a movimientos musculares y glandulares a los que, de alguna manera, se “confiere”
significación) a posiciones culturalistas en las que prima el postmodernismo y la “superación” de la aceptación
de la realidad externa y de la metodología naturalista, lo que ha dado lugar a una polémica no acallada del todo
(Friedman, 2002;Gergen, 2001, 2002; Haig, 2002; Kruger, 2002; Krueger, 2002; Locke, 2002; Teo, 2002).
Siendo realistas, la psicología se encuentra a caballo entre estas dos concepciones de ciencia y su
ubicación depende, en parte, no solo de escuelas académicas sino de temas a tratar (resulta más conveniente
utilizar un modelo naturalista para la explicación de los efectos de los alucinógenos sobre la conducta que para
explicar la psicología de la sabiduría o la creatividad científica). Un paso en la dirección de encontrar soluciones
a este tipo de problemas podría ser apelar a la biología teórica más que a la física para entender la ciencia
naturalista (Pelechano, 2000; Pelechano & Servando, 2004), lo que lleva consigo una serie de cambios
significativos sobre la concepción, metodología y diseños de investigación (entre ellos, unidad de análisis y
referentes distintos para distintos sistemas, no reversibilidad de efectos, interacción, multicausalidad, no
linealidad de efectos) y ampliar su rango conceptual a aspectos sociales y de evolución cultural (lo que implica,
amén de proponer una unidad psicofísica, promover sistemas funcionales dispares para distintos fenómenos y
utilización de variables que se encuentran en sistemas funcionales distintos, y que poseen una entidad
epistemológica distinta).

Unidad de la psicología y de las profesiones psicológicas

Al menos dos tipos de consideraciones deben recogerse en este punto: el tradicional y el


contemporáneo culturalista. Respecto al planteamiento tradicional, la “unidad” de la psicología ha sido un tema
recurrente desde la propuesta de los “tres Guillermos” como fundadores de esta ciencia, con sus muy distintas
acepciones de lo que debe ser la misión de la psicología (Wundt, James y Dilthey), pasando por las “Siete
psicologías” de Heidbreder (1967), los cuatro modelos propuestos por Eysenck (1995), las propuestas de
DeGroot (1989), Kimble (1989), Rychlak (1988), Staats (1991), Sternberg y Grigorenko (2001) representan
esfuerzos en busca de una unidad que tiende a escaparse. En todos se acepta la existencia de una
multiplicidad de modelos y métodos (lo que puede ser aceptado en una ciencia, hasta de la física; incluso se
exige una diversidad para que se pueda hablar de ciencia y no de dogma), de actividades profesionales incluso
de distinto nivel de especialización (asimismo asumible en una ciencia, como en medicina y ciencias de la
salud)2.
La polémica respecto a la unidad puede deberse o bien a la crisis del mismo concepto de “ciencia”, o
bien al deseo de reduccionismo científico que aboca a un “cientismo”3 dogmático, o bien al intento por
“capitalizar” todo el contenido de la psicología desde una perspectiva más política que científica. En suma: en
esta consideración, la polémica respecto a la unidad representaría un signo de vitalidad de la psicología y un
indicativo de tolerancia y complejidad (y hasta de crisis o cambio continuado), más que de anemia científica. Y
de rechazo, plantea la necesidad de reconceptualizar lo que sea y no ciencia (no solo en psicología).
El otro modo de enfrentarse al problema se refiere a lo que tradicionalmente se ha analizado como
influencia de la cultura en los fenómenos y contenidos psicológicos. En una concepción “generalista” y
naturalista, al igual que un átomo de sodio funciona del mismo modo en México DC que en Pittsburg o en
2
Resulta, al menos, curioso, que en las sociedades contemporáneas existe poca discusión acerca de la necesidad por aceptar no
solamente especialidades dentro de una misma ciencia (como en medicina) sino además, distintas “categorías” que llevan consigo
conocimientos de distinto nivel e incluso, en parte distintos (como sucede con médicos, enfermería, cuidadores…etc. en medicina) y, en
psicología, pese a la diversidad y amplitud de aplicaciones y prácticas, la propuesta de niveles científicos y profesionales distintos ha sido
incidental y con escasa repercusión. Y posiblemente algunos de los problemas que presenta la “psicología” se aclararían si se diferenciasen
niveles de conocimiento, especialización y cualificación. El tema quema por sus implicaciones extra-científicas, pero es muy posible que
ignorarlo no sea la mejor solución.
3
Por cientismo se entiende la posición que no acepta validez alguna del conocimiento si éste no se asienta en datos, metodología y
modelos científicos. No es una posición científica sino metafísica reduccionista y dogmática.

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Salamanca, un proceso psicológico funciona del mismo modo y da lugar a los mismos contenidos en los
habitantes de Tombuctú y en los de la quinta avenida de Manhattan, si las condiciones físicas son las mismas.
Este naturalismo, junto a una posiblemente no prevista pero sí activa tendencia a aceptar la globalización,
puebla los manuales de psicología y estamos enseñando prioritariamente cómo es la psicología del estudiante
de psicología de las universidades estadounidenses e “imponiendo” estas maneras a poblaciones con una
historia y una cultura bastante dispar, lo que puede no ser especialmente adecuado.
El posicionamiento “generalista” defiende que los procesos psicológicos, así como las variables que los
controlan son idénticos en todos los seres humanos (al igual que el metabolismo del sodio o la hormona
luteinizante) y por lo mismo, los manuales de psicología reflejan la misma verdad que los de física y fisiología.
El posicionamiento “diferencial-culturalista” supone (3.1) que la importancia de los procesos psicológicos es
distinta en función del nicho cultural e histórico; (3.2) que las variables y parámetros que determinan los
procesos psicológicos relevantes son de índole básicamente sociocultural y, por lo mismo son estas influencias
las que explican qué contenidos psicológicos se estudian (por ejemplo, la sabiduría había “desaparecido”
durante casi 70 años; los “sentimientos” durante medio siglo) y la “selección” de los dominios a estudiar (valga
como ejemplo la psicología de la inteligencia en la que posee una presencia casi exclusiva el factor “g” y los
posteriores enjuiciamientos que se llevan a cabo sobre las capacidades relevantes de los seres humanos
apelando a este enfoque) y (3.3) que los “productos” psicológicos, conductas y/o acciones registrables pueden
obtenerse con procesos psicológicos que pueden ser distintos, en todo o en parte (recuérdese el papel de las
imágenes y de los conceptos en la gestación de modelos científicos.
El predominio de posicionamientos “generalistas” es la norma y lo que se observa, en los últimos años,
es la inclusión de capítulos o anexos acerca de lo “multicultural” cuando la multiculturalidad está siendo la
norma, más que la excepción, en los países occidentales (y mucho se teme el autor que otro tanto sucede en
los orientales). En este sentido el psicólogo debería conocer la psicología de sus conciudadanos, de la
comunidad en la que desempeña su actividad profesional y, como estrategia, no proponer
generalismos desvertebrados, ni caer en un provincianismo intelectual. La mayor generalidad se encuentra en
procesos biológicos básicos y en la metodología de investigación: a medida que nos vamos ocupando de otras
cosas, la generalidad va disminuyendo. Imponer un modelo generalista equivale a imponer una manera
concreta de funcionamiento psicológico (prioritariamente humano) y lo que se demuestra con los resultados
confirmatorios de este proceder es que el ser humano puede conducirse, asimismo, de esa forma, aunque no
que se conduzca naturalmente de esa forma ni que esa forma sea la que posee mayor poder adaptativo para su
nicho ecológico.

Soluciones de ingeniería frente a soluciones científicas

Otra manera de entender esta dualidad es la plantea la dicotomía de soluciones técnicas frente a
soluciones científicas, protocolización frente a estudio del individuo, etc. Una solución de ingeniería no toma en
consideración la participación humana excepto en el diseño y, en todo caso, fabricación de las soluciones que
se aplican de manera rutinaria por ser “la mejor opción”, como sucede con la potabilización del agua para
consumo humano o algunas soluciones propuestas para controlar la velocidad de los vehículos que circulan por
las carreteras4. Una solución “científica” lleva consigo la aplicación de procedimientos científicos para la
solución de un problema, pero exige la participación humana en la puesta en práctica de las soluciones.
Es posible que, en el futuro, la mayoría de actuaciones se encuentren programadas tecnológicamente
pero, en la actualidad, la mayoría de soluciones a los problemas psicológicos no son de ingeniería sino que
exigen la participación humana no solamente en su diseño sino asimismo en su puesta en práctica. Y, por otro
lado, el hecho de que se encuentren soluciones “de ingeniería” para los problemas actuales, no quiere decir que
con ellas, desaparezcan los problemas; al menos en la medida en que el ser humano sea siendo parecido al
que conocemos hoy, aparecerán nuevos problemas que exigirán nuevas soluciones. De hecho, hay quien dice,
no sin cierta razón, que frente a la posición del “fin de la historia”, la sociedad contemporánea ha creado más
problemas de los que ha resuelto (piénsese en progreso-paro, subvención paro-pérdida de motivación,
progreso-consumismo, producción grande-polución o deterioro del planeta). Y todo ello quiere decir que el
4
Por ejemplo, la propuesta de control de velocidad mediante sensores situados en las carreteras y que “desconectarían” o frenarían los
motores de los vehículos, o la aplicación de “sistemas expertos” en el diagnóstico e incluso tratamiento de enfermedades.

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psicólogo debería conocer científicamente el funcionamiento humano y promover, desde aquí, soluciones
científicas, sabiendo que son parciales y abiertas a un salto tecnológico.

La trilogía ciencia-moda-innovación
Lo que acaba de ser escrito puede parecer que tiene un cierto tufillo a conservadurismo científico
aunque no es así. El acercamiento científico no es infalible ni un algoritmo sino un heurístico que posee
mecanismos correctores. El cultivo de la investigación llevaría, necesariamente a posibles correcciones,
detección de insuficiencias y nuevas propuestas.
Un problema distinto es el que se refiere a la temática que ocupa y/o debe ocupar a la actividad
científica. No existen criterios estrictamente científicos que lleven a la selección de problemas a analizar. En una
primera consideración debería ser la “relevancia” personal y social lo que guiara la investigación, aunque la
delimitación de esa relevancia no se encuentra exenta de problemas. De hecho se tienden a utilizar criterios
mixtos de relevancia: por una parte, las distintas organizaciones (públicas y privadas) tienden a ofrecer los
fondos de investigación más cuantiosos en los temas que consideran de mayor interés “social” (u
organizacional). Por otro lado, siempre existe una parte minoritaria de fondos que se dedican a aquellos
aspectos que no necesariamente se consideran importantes. El psicólogo debe ser consciente de esta dinámica
en la medida en que las “publicaciones” sobre las que se elaboran los manuales y monografías se apoyan y se
restringen a selecciones temáticas que no se originan desde la ciencia misma y, por ello, en los manuales y
monografías se encuentra una suerte de síntesis personal de los autores respecto a los resultados que existen,
cuyo origen y entidad son muy diversos.
El tercer problema que se presenta es el de las “modas” científicas. Existen temas que se han puesto
de moda por distintas razones en las que la obtención de presupuestos de investigación no ha desempeñado un
papel especial, que se cultivan durante unos cuantos años y son abandonados, sin que se haya resuelto el
problema que estaban tratando5. Un caso ilustrativo es la insistencia, durante el fin de los cuarenta hasta mitad
de los sesenta del siglo XX en los estudios sobre la psicología del miedo; o la fase de los big five en el estudio
de la personalidad, desde mitad de los ochenta hasta el año 2001 y que se encuentra prácticamente ausente en
nuestros días. La parte positiva de las “modas” es que determinados temas se estudian con mucha profusión; la
parte negativa es que no existe una justificación clara acerca de estas “modas” y que aquellos investigadores
que no siguen estos llamados de la moda tienden a ser soslayados en cuanto a difusión de sus trabajos. Los
contenidos que debe estudiar el psicólogo investigador debería responder a la evolución de la problemática que
conforma su proyecto científico y huir básicamente de las modas, de las “novedades milagrosas” de los
“nuevos resultados” (en psicología, no siempre lo más nuevo es lo mejor, debido, entre otras cosas, a la
debilidad en cuanto a contrastación y/o validez) y los estudios deben recoger lo más relevante, contrastado y
esencial de lo que se conoce para su contexto sociocultural, estén de moda esos temas y soluciones, o no lo
estén. Y esto conformaría los contenidos a exponer en un plan de estudios.

El polo descripción-intervención

Representa una dualidad que ha estado presente en psicología a partir de la impronta funcionalista
(conocer para “mejorar”) y, dentro del polo de la intervención con dos grandes tipos de estrategias, la
prevención y el tratamiento. En psicología, la oposición descripción-intervención ha sido criticada con razón, en
la medida en que la “observación” representa una forma de intervenir. Sin negar esta conclusión, en este trabajo
se propone que el predominio de un objetivo o de otro representa una opción que identificaría distintas
disciplinas psicológicas y, por otro lado, representarían los dos polos de un continuo en el que el estudio de
procesos y/o dimensiones se encontraría en el polo descriptivo, así como todas las estrategias de evaluación,
toda vez que la intervención se encontraría presente en dominios tan relevantes como la educación, la clínica,
la organización y el mundo político (incluso el mundo de los estudios de laboratorio utiliza la intervención y/o
5
El autor no conoce un tema que haya dejado de ser investigado porque “se haya resuelto”. Se pasan de unos temas a otros por razones
que poco tienen que ver con el progreso científico y la necesidad de completar académicamente los modelos y materias. La “innovación” de
temas está por estudiar, del mismo modo que la “innovación” científica no se pueden entender tan solo con las “revoluciones científicas”
kuhnianas. A veces (con bastante frecuencia más bien) es la muerte de los creadores de conocimiento científico lo que determina el
abandono de los temas.

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modificación de la variable dependiente). Esta polarización representa un elemento organizador de indudable


importancia.

Los “filtros” no científicos del progreso científico

Debería ser tomado en consideración que aunque no se encuentren reflejados en contenidos concretos,
existen un conjunto de “filtros” o difractores del conocimiento científico, así como de sus interpretaciones y
“aplicaciones”. Por una parte los resultados científicos se encuentran mediados por los métodos y
procedimientos de obtención y análisis (repárese en el meta-análisis, en donde se “deducen” conclusiones de
resultados procedentes de estudios de muy distinta calidad, sin hacer mención de ello) y es responsabilidad de
los publicadores de los trabajos y de la academia establecer los límites de esas “conclusiones”.
En segundo lugar se encuentran los necesarios filtros éticos que se deben aplicar tanto en lo que se
refiere a la obtención de datos, a su interpretación y a los reiterados fraudes científicos contrastados, que no se
restringen a la psicología.
En tercer lugar, los filtros políticos e ideológicos, cuya justificación es el mantenimiento del poder pero
que puede perjudicar considerablemente no solamente a la ciencia sino al progreso económico y social. Los
tests psicológicos, vaya por caso, fueron prohibidos en la Alemania nazi y en la Rusia de Stalin; en España, el
conductismo estaba muy mal visto durante el régimen franquista, y su posición no varió mucho con el cambio de
régimen, en la medida en que se inundó el país con un cognitivismo constructivista que inspiró desde reformas
educativas a distintos niveles hasta criterios de selección académica y de investigación. Asimismo, se han
denunciado criterios distintos a la hora de enjuiciar estudios y resultados de estudios de genética
comportamental frente a aquellos otros dirigidos a enjuiciar “positivamente” los resultados publicados (Eysenck,
1995). Aunque no se pueden evitar estos filtros, lo que debería tenerse presente es su existencia y la intensidad
de su presencia en distintos trabajos.
En cuarto lugar, los filtros religiosos de distinta orientación. Es conocida la censura y las grandes
restricciones que representaron para el pensamiento y la acción científica el cristianismo, con casos que van
desde la prohibición de publicación hasta la eliminación física del científico. En nuestros días están siendo
reconocidas las grandes restricciones que llevan consigo otras confesiones. En general, a mayor radicalismo y
poder en la expresión del hecho religioso, mayor restricción científica.
Hasta ahora, con todo, estos filtros han representado dificultades a superar pero no impedimentos
radicales al desarrollo del conocimiento científico. Asimismo, han promovido acercamientos diferentes al
desarrollo del conocimiento científico psicológico en distintos países y/o entornos culturales.

Unos complementos sobre conocimiento científico básico, conocimiento científico aplicado y estrategias de
construcción de planes

El conocimiento básico se identificó, primero, con el laboratorio, luego, con la academia. El segundo, en
psicología se refiere al mundo profesional. Esta dualidad (básico-aplicado) no resuelta hasta el momento y
estrechamente vinculada al punto ya mencionado de ciencia natural frente a ciencia social, podría reconvertirse
en un continuo de tipos y calidades de conocimiento que convertiría al laboratorio (mal llamado “básico”) en
banco parcial de pruebas de intuiciones y resultados obtenidos de otra forma, a la vez que fuente de
sugerencias. La academia no debería olvidar que la psicología encuentra en el mundo sociopersonal su lugar
natural y, por ello, el desarrollo de metodologías multivariable ha permitido generar un enorme volumen de
conocimiento que debe ser transmitido y aplicado en los distintos contextos profesionales. Ello implicaría el
delineamiento de una imagen de la psicología en la que el laboratorio (tal y como lo conocemos) debería ser
reubicado en el panorama general y asignarle otras tareas a las demasiado comunes de tiempos de reacción y
aprendizaje de sílabas sin sentido, o la contradictoria expresión de estudios controlados e individuales de
“pensamiento social” o “interpersonal”.
Antes de la propuesta, unas palabras acerca de las “estrategias” de elaboración de planes. Usualmente
no se lleva a cabo un análisis de los contenidos que pueblan la bibliografía en los últimos 30 o 40 años con el fin
de poder sopesar unas y otras materias sino que, desgraciadamente, depende de las presiones y “poder
fáctico” desarrollado en las respectivas “comisiones” que depende, entre otras cosas, del número de votos y del
número de “profesores” que pueblan cada disciplina. Y esta manera de “hacer” se encuentra muy extendida.
Después de más de 30 años dedicado a estos y otros menesteres, el autor de este trabajo cree que el resultado

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final depende más de las personas que de materias concretas y horas (esto último sirve para sesgar
continuamente resultados finales). La idea central que debería ser tomada en consideración sobre la propuesta
que sigue no se centra en el “cultivo de habilidades” concretas o generales (lo que parece una de las últimas
modas y que se encuentra asentada en un vacío científico casi total, a pesar de que es la propuesta que se
encuentra en el número de junio del pasado año 2004 del Journal of Clinical Psychology). Más bien, debería
tenerse en cuenta el conjunto de reflexiones que anteceden para elaborar contenidos concretos de programas
de materias, lo que significa una orientación bastante distinta en la que se propone una investigación seria
sobre el marco histórico y cultural en el que se inserta la psicología concreta que se enseña en la universidad.

Contenidos mínimos

Todos estos puntos que han sido apuntados formarían una red de categorías que se incorporarían
formando temarios y programas concretos. La parte de metodología y psicobiología sería la que menos
modificaciones tendría y más la correspondiente a lo que tradicionalmente se entienden por “procesos
complejos” (pensamiento, creencias). En la propuesta de cinco años se señala la necesidad por incorporar una
Psicología Teórica cuyo objetivo sería la de ofrecer modelos unificadores del funcionamiento humano. En suma,
las denominaciones sugeridas con los cursos en los que se impartirían serían las siguientes (cada una de ellas
con parte teórica y parte práctica):

• Primer curso: Psicobiología, Sensación y percepción, Aprendizaje y memoria, Estadística aplicada a


las Ciencias Sociales, Psicología social.
• Segundo curso: Evaluación psicológica, Afectos y sentimientos, Pensamiento y lenguajes, Psicología
evolutiva (ciclo vital), Creencias y actitudes.
• Tercer curso: Psicología diferencial, Psicología educativa, Psicología de la personalidad, Psicología
de sistemas de producción (organización, industrial), Inteligencia y competencias.
• Cuarto curso: Psicología judicial (sistema de justicia), Psicología de la salud, Intervención psicológica
(modelos y técnicas), Psicopatología, Psicología multicultural.
• Quinto curso: Psicología teórica, Psicología clínica, Deontología profesional. Y dos materias optativas
complementarias de iniciación a la especialización (a elegir entre intervención educativa, intervención
clínica, intervención social, intervención judicial, intervención en parejas, intervención en familias).

Esta enumeración daría lugar al titulo de psicólogo que, posteriormente debería diversificarse en
especialidades de, al menos, tres años de duración.
Se supone que cada curso tiene una duración de dos semestres y que deben encontrarse o elaborarse
libros de referencia para cada materia.

A modo de conclusión

La propuesta debe entenderse en los diversos contextos históricos y culturales de tradiciones de


pensamiento referido a la naturaleza y funcionamiento humano. En la medida en que no se tenga este cúmulo
de conocimientos, la enseñanza se diversificaría insistiendo mucho más en la recogida de datos relevantes y
elaboración de modelos teóricos flexibles y en donde los “modelos conocidos” servirían como un punto de
comienzo aunque no un fin en sí mismos. Ello representaría una opción de corte histórico y culturalista, con el
mayor nivel y exigencia metodológica posible.

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