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Franja Morada
Regional Nordeste
En voz, baja se dice: Hay un proyecto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) destinado a
imponer el escepticismo entre los argentinos.
Se dice en voz baja, digo, porque con frecuencia ocurre que los proyectos de la CIA parecen
tan delirantes que quien los denuncia teme verse envuelto también en el delito o en esa forma
degradada de delirio que es el ridículo.
¿Es delirante, sin embargo, esta propuesta? Una Argentina poblada por seres escépticos,
grises, marginados de la alegría y la grandeza, de la participación y la militancia, de la
solidaridad, ¿no conviene acaso a los proyectos siempre impiadosos de los agentes del poder
multinacional?
¿Cómo evitar ser un escéptico? Conjeturo que transformándose en un militante.
Entonces....
¿Qué es un militante?
Por José Pablo Feinmann
Un militante es alguien que ha encontrado una verdad que los trasciende. No es una
verdad revelada. No es una verdad divina. No es, ni siquiera, una verdad permanente,
segura, como un anclaje firme que otorga cimientos y sosiego a una vida entera.
No corren buenos tiempos para los militantes. No corren buenos tiempos para nadie.
Pero el militante no utiliza la " mala temporalidad " para " matar el tiempo " . No se
entrega. No es heroico, pero es quizás obstinado. Es frecuente que repita lo que
empeñosamente le dicen. "
Todo esto es un desastre, no tiene arreglo, marchamos hacia un nuevo fracaso, la
historia nos juega en contra. " Pero todo este tremendismo no tiene poder de
apabullarlo. Repito: no es un héroe. Simplemente quiere vivir. Simplemente no se
conforma con aceptar que otros han decidido ya su vida, su futuro, sus módicas
ambiciones y su muerte.
Pero sabe - lúcidamente lo sabe- que si acepta lo que quieren que acepte, ni morirse
necesitará. Porque ya estará muerto. Alguien dijo alguna vez: " Vivamos de tal modo
que nuestra muerte sea una injusticia. " Una muerte - no dramaticemos por favor- es
solamente un hecho más de nuestra vida, un hecho (esto sí) final, que patéticamente
revela nuestros límites. Pero el militante sabe que tiene su vida. Y quizás, porque
conoce los tiempos que corren, no se ha propuesto nada tan grandioso como la toma
del Palacio de Invierno. Quizás, sencillamente, no busca la inmortalidad. Ha aceptado
con calma, ha atravesado su correspondiente y dolorosa crisis cuando esa verdad se le
reveló (" no sólo mueren los demás, también voy a morir yo, sobre todo yo, cosa
increíble, y en ese momento, como y todos, voy a estar solo ") pero tampoco esta
revelación lo ha destruido.
Al hacerlo, conscientemente o no, ha tirado por la borda íntegramente a Dostoyevsky.
Todo ese tremendismo eslavo le es ajeno. " La única causa de la conciencia es la
inacción. " Si Dios no existe, todo está permitido". Stravrroguin, Kirillov, Iván
Karamazov, militaban en otra causa. Blasfemaban todo el día contra la muerte y
vivieron muertos. ¿Acaso podía ocurrir de otro modo?
La militancia en la Argentina tuvo en el pasado una relación con la muerte hermanada
con el existencialismo trágico, no sólo con Dostoyevsky sino especialmente con
Nietzsche. Pero eso pasó y no estoy hablando de aquellos militantes, de los del ´73,
tan fervientes, tan desmesurados, tan seguros de tener la historia como inclaudicable
aliada. No, hablo de los de hoy. Y éstos de hoy saben que tienen que vivir. Y que
aunque no vivirán una vida grandiosa (los tiempos no dan para tanto) harán lo
necesario por estorbar un poco. Y si es posible - porque la política y la historia son,
afortunadamente, improbables- harán también algo más.
FRANJA MORADA
Franja Morada
Regional Nordeste
Militancia y Producción
Uno de los lúcidos y obstinados proyectos del régimen militar-financiero en la argentina
fue la aniquilación del aparato productivo. La desaparición de los centros de trabajo, de
los precisos puntos nodales del círcuito productivo que generaban la confluencia de la
clase trabajadora, su organizatividad y su concientización, no podía ser sino
fundamental para un régimen que requería desmovilización, la desconcientización y la
marginación del pueblo argentino. La desnacionalización de la economía, o más
exactamente el reemplazo del circuito productivo por el circuito financiero, no produce
sólo un resultado, digamos estructural, materialmente verificable en la organización
económica de la sociedad, produce también un resultado humano.
Se destruye al hombre. Se lo destruye como ser social, solidario. Se lo transforma en
un individualista hosco, temeroso y agresivo. Se lo transforma en un marginado. Y
donde aparece el marginado muere el militante. Se ha podido verificar en ciertos actos
peronistas del cercano 17 de octubre. Los obreros que concurrieron en representación
de sus gremios, nucleados por la mediación del trabajo organizado, fueron pocos. Los
demás van sueltos. O evidencian la pobre organizatividad del marginado: colorida,
bochinchera, agresiva, pero profundamente dispersa. Dispersa en sus consignas,
confusa en sus adhesiones, teñidas de un folklore sobre el que se enanca el poder
languideciente pero real de cierto peronismo. Un peronismo arcaico, marginal, ligado al
matonaje y no a la lucha, que es también un resultado - un exacto resultado- del poder
militar-financiero. La Argentina financiera generó un argentino que es la antítesis del
militante. Llenó el país de "hombres libres ", de " trabajadores libres ", " individuales".
Llenó el país de " cuentapropistas ". Era la hora del " sálvese quien pueda".
Apareció el " argentino taiwanés ", el " argentino del plazo fijo ", el "argentino de la
bicicleta financiera". El argentino taiwanés (desdeñando a los sujetos se sumergió en la
idolatría de los objetos. Para el argentino del plazo fijo, un día no era un espacio
temporal en el que podían aguardarlo mil experiencias hondamente humanas; un día
se cotizaba en las pizarras financieras y valía tanto como un dólar marginal, no más, no
menos. Este argentino tiene una mirada fija, casi no parpadea, no mira a sus costados,
ignora a sus semejantes, su horizonte es sólo una pizarra en una financiera, allí se
dibuja su destino cuantificable. Y el argentino de la bicicleta es el que pedalea solo, el
que se entrega a los mil artilugios del engaño disfrazado de viveza. La destrucción del
aparato productivo, además, arrojó a innumerables trabajadores a la marginación y la
extrema pobreza. Y no existe ninguna dialéctica revolucionaria entre pobreza y
conciencia de clase.(Atención: hablo aquí de "pobreza" en tanto marginación del
circuito productivo). Los marginales poblaron las páginas policiales del amabilísimo
periodístico. Aquí fueron confinados. Antes formaban comisiones internas, asistían a
las asambleas de sus gremios, votaban sus conducciones. Ahora transitan
oscuramente por los suburbios. Eran obreros, eran compañeros, hoy son seres
desesperados arrojados a la delincuencia y el lumpenaje. En la Argentina, entonces, la
activación del aparato productivo no es sólo necesaria por razones económicas, sino
por razones humanas y políticas. Para que la solidaridad, el compañerismo y la
militancia vuelvan a surgir entre nosotros, hay que crearles un lugar. Este lugar es el
trabajo.
Militancia y trascendencia.
Un militante, por el contrario, cree en la solidaridad social. No es un "individuo" en el
pobre sentido que del individuo tiene el liberalismo burgués. Nada tiene que ver con
Hobbes. Lo ha superado. Sabe que su individualidad se realiza en el grupo.
FRANJA MORADA
Franja Morada
Regional Nordeste