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LA APLICACIÓN DE LA NORMA PROCESAL EN EL TIEMPO

NOTA 1

En la norma por si determina que será aplicada puede presentar tres tipos de problemas.
Si hay varias normas para una situación procesal, se trata de escoger la pertinente. En
ellos se verá varios factores determinantes a una solución más pertinente
Asimismo como CARNELUITI: “En este caso el problema consistirá en encontrar
la manera de llenar el vacío. La solución de cada uno de estos problemas supone
la existencia de tres categorías de normas: las de elección, las de interpretación
y las de integración1. La aplicación de la norma procesal en el tiempo (…) sería
el ejemplo de un problema derivado del descubrimiento de una norma de
elección.”
En ellos se aprecia la composición de una manera de solucionar los problemas que
son principios de procesos el principio generalmente admitido es que la norma nueva
rige para todos los hechos o actos que se produzcan a partir de su vigencia.

NOTA 2
Mediante las normas aplicadas todo sujeto está en la obligación de acatarse, con el fin
de la paz y tranquilidad social, en ellos se verá su implicancia y la por su naturaleza y
que tanto involucra en la persona.
Según CARNELUITI menciona:
Una ley aplicada correctamente en tanto es utilizada durante el lapso
comprendido entre el momento en que entra en vigencia y aquel en que la
derogan. Esta es una afirmación obvia, aun cuando tiene una singular
importancia, sobre todo atendiendo a los casos en que se presentan
excepciones. Una de ellas es la retroactividad, según la cual una norma jurídica
puede aplicarse a actos previos a su vigencia. Sin embargo, nos parece que una
norma procesal no puede ser retroactiva atendiendo a que, por su natural
aplicación en el tiempo, no puede afectar actos procesales que ya ocurrieron2.
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Indica que tanto se halla entrado en vigencia será aceptada y aplicada, y por otro lado
el para todo aquel que lo deroga. Asimismo que asistieran las excepciones especiales
por mención en el cita que será la retroactividad que según norma aplicada en todo
momento e incluso en actos predios de sus actos
Con la lucidez de siempre, CARNELUITI enseña que la determinación de
la norma que sea aplicada puede presentar tres tipos de problemas. Si hay varias
normas para una situación procesal, se trata de escoger la pertinente. Si respecto de
una situación hay una sola norma, pero varias posibilidades de entenderla, el problema
consiste en identificar la interpretación adecuada. Finalmente, puede presentarse una
situación procesal que no esté prevista en el sistema normativo. En este caso el
problema consistirá en encontrar la manera de llenar el vacío. La solución de cada uno
de estos problemas supone la existencia de tres categorías de normas: las de elección,
las de interpretación y las de integración3. La aplicación de la norma procesal en el
tiempo, en la línea de pensamiento propuesta por CARNELUITI, sería el ejemplo de un
problema derivado del descubrimiento de una norma de elección.
Como ocurre con todas las normas jurídicas, las procesales entran en vigencia luego de
cumplido el proceso legislativo para su dación y una vez puestas en conocimiento de la
sociedad, es decir, una vez publicadas.
Asimismo, concluyen su vigencia una vez que se expide una norma
nueva -de la misma o superior jerarquía- que las derogue.
El principio generalmente admitido es que la norma nueva rige para todos los hechos o
actos que se produzcan a partir de su vigencia.
Sin embargo, estehh principio, aparentemente sólido, se resiente cuando se trata de
identificar la norma aplicable a un hecho iniciado durante la vigencia de la norma
derogada, pero que sus consecuencias se producen bajo la vigencia de la nueva. La
doctrina resuelve el problema explicando lo que da en llamar limitación temporal dela
hipótesis de la norma4. Para tal efecto, se afirma la irretroactividad5 de la nueva norma,
llamada también teoría de la aplicación inmediata6, precisándose asimismo sus
excepciones.

Por cierto, el relativo éxito de la doctrina para explicar el mecanismo para la


vigencia de la nueva norma jurídica encontró un campo fértil para prolongar la
incertidumbre en el ámbito de una de sus especies, la norma procesal. Así, la cuestión
del inicio de la vigencia de una norma procesal-presupuesto para su aplicación válida-,
suele ser regularmente resuelto por la misma norma. El problema se presenta cuando
esta no prevé el inicio de su vigencia -o por lo menos no aparece este con claridad-,
entonces las consecuencias de tal omisión son la presencia de situaciones que deben
ser resueltas teniendo en cuenta que la nueva norma va a afectar al proceso, un estado
jurídico dinámico además de dialéctico, como ya se anotó.
Como en el caso de la norma jurídica genérica, cuando se expide una norma procesal
se presentan tres situaciones que deben ser analizadas separadamente. La primera es
cómo van a ser afectados los procesos que han concluido; la segunda es qué va a
ocurrir con los procesos que se van a iniciar, y la tercera, qué debe ocurrir con los
procesos en trámite.
En el primer caso el tema está resuelto: los procesos concluidos no son afectados por
la nueva norma. De igual modo aparece clara la solución al segundo caso: los nuevos
procesos deben seguirse con la ley nueva. El tema sin duda tiene que ver con la opción
a tomar en la tercera situación.

Una leyes aplicada correctamente en tanto es utilizada durante el lapso


comprendido entre el momento en que entra en vigencia y aquel en que la derogan.
Esta es una afirmación obvia, aun cuando tiene una singular importancia, sobre todo
atendiendo a los casos en que se presentan excepciones. Una de ellas es la
retroactividad, según la cual una norma jurídica puede aplicarse a actos previos a su
vigencia. Sin embargo, nos parece que una norma procesal no puede ser retroactiva
atendiendo a que, por su natural aplicación en el tiempo, no puede afectar actos
procesales que ya ocurrieron7.
Tal vez la tesis -que algunos admiten- de la retroactividad de la norma procesal se
sustenta en un equívoco. Se considera que la norma es aplicable a hechos materiales
ocurridos antes de la vigencia de la nueva norma procesal. Si así fuera, esta vigencia
es absolutamente normal, sin que se deba considerar que se ha producido una
aplicación retroactiva. Esta solo se produciría cuando se pretenda que la nueva norma
procesal afecte hechos procesales ya ocurridos, situación que reiteramos, es
absolutamente antijurídica.
Las teorías más conocidas utilizadas para solucionar el tema de la aplicación
de la norma procesal a los procesos en trámite son dos: la de la aplicación inmediata de
la norma nueva, y la de la ultra actividad de la norma derogada. Como resulta evidente;
ambas opciones implican en la práctica tomar la siguiente decisión: aplicar al proceso
en trámite la nueva norma o mantener en su desarrollo el uso de la derogada.
Según la primera, la nueva norma se debe aplicar obligatoriamente apenas sea
declarada su vigencia, inclusive a los procesos en trámite. Suele decirse que esta teoría
tiene la calidad de un principio8. Entre las ventajas de esta opción se puede anotar que
el proces"o se va a beneficiar con los aportes de la nueva norma. Desde una perspectiva
genérica, se argumenta que esta teoría propende a la unidad del sistema procesal. Sin
embargo, a pesar de que es la posición más reconocida en la doctrina9, nos parece que
su aplicación tiene más desventajas que méritos. En efecto, incorporar una nueva norma
procesal a un proceso en trámite, implica producir una mezcla heterogénea de principios
e instituciones que puede afectar la decisión final, dado que podría importar
modificaciones trascendentes en las facultades y deberes de los partícipes en el
proceso, incluido el juez.

La segunda se sustenta en la consideración del proceso como un acto


único. En tal concepto, no se puede alterar el cauce previsto y ya aplicado al proceso.
Siendo este un instrumento para la eficacia de los derechos materiales, su alteración
puede afectar la decisión a pronunciarse, convirtiéndose en un elemento anómalo, razón
por la cual la nueva norma procesal solo debe aplicarse a los procesos que se inicien luego de su
vigencia. Otros, más radicales, consideran que no siendo retroactivas las normas
procesales, estas solo pueden aplicarse a los procesos nuevos.
Insistimos en una diferencia que nos parece central en el tratamiento del tema. Las
teorías sobre la aplicación de la norma procesal en el tiempo describen el problema a
partir del hecho iniciado antes de la vigencia de la nueva ley, pero con efectos cuando
esta ya rige. Sin embargo, las soluciones a este problema no son necesariamente
remedios que deban ser reconocidos como tales en el ámbito procesal. Queremos decir
que las relaciones jurídicas privadas y las relaciones jurídicas procesales son lo
suficientemente distintas como para admitir que la aplicación de una nueva norma
procesal a un proceso en trámite importa una situación distinta y singular que requiere
por ello un tratamiento distinto.
Para tomar posición en este complicado tema, nos parece importante plantear, a manera
de cuestión previa, algunas precisiones. Así, norma no es lo mismo que artículo, ni
siquiera es posible afirmar que entre estos conceptos haya una relación de contenido y
continente. Por ejemplo, es posible que un artículo contenga más de una norma, o lo
que es más, atendiendo a la tesis carneluttiana de que una norma jurídica es aquella
que contiene la atribución de un poder o la constitución de una obligación, bien puede
haber artículos que no contienen siquiera una norma. Así, en materia procesal, a los
artículos que fúan formas, plazos o términos, desde tal óptica, podría negárseles la
calidad de normas. Sin embargo, esta última afirmación no la compartimos, nos parece
que el mandato jurídico siempre está subyacente en un artículo, si lo apreciamos en el
contexto del ordenamiento legal del que forma parte.

Por otro lado, hemos venido usando el concepto norma procesal para
separarlo de ley procesal, de hecho casi todos los juristas comentados así lo han hecho,
a excepción de CHIOVENDA, quien con acierto considera que se trata de conceptos
sinónimos. Sin embargo, nos hemos reservado el uso del concepto ley procesal, por
razones didácticas, para identificar al conjunto de normas procesales que tienen un
origen temporal y espacial idéntico, además de un enfoque unitario de una determinada
área del sistema jurídico procesal. Siendo así, cuando una ley procesal se incorpora a
un sistema procesal, lo hace para modificar sustancialmente -a veces en forma total- un
ordenamiento procesal246.
Nos parece que los efectos que una norma procesal atribuye a un hecho ocurrido
durante su vigencia subsisten aunque haya una nueva norma. Así, si una persona
interpone un recurso de apelación, aunque la nueva norma niegue este recurso cuando
el juez está a punto de concederlo, este debe hacerlo, porque se trata de una norma -la
antigua- que le impone un deber, por lo que el juez no puede sustraerse a su mandato.
Sin embargo, una
246 "B) Las conveniencias de la formación legislativa llevan también en el
campo de las normas procesales a agrupar varias normas homogéneas por
razón de la coincidencia histórica de su origen y de la mayor finalidad de su
manejo. Se da también con frecuencia el nombre de ley a cada una de estas
agrupaciones, por lo que el vocablo expresa a la par el conjunto de las normas
y cada una de ellas" (FRANCESCO CARNELUTTI, Sistema..., op. cit., t. 1,
págs. 96 Y 97).
30 "Este es el motivo práctico por el que las reformas mayores en la legislación
procesal van normalmente acompañadas de disposiciones transitorias, que si
no adoptan porcompleto la medida excesiva de aplicar la ley antigua hasta el
término del proceso pendiente, moderan, sin embargo, casi siempre la rígida
aplicación del principio arriba anunciado, estableciendo, por un lado, que
determinados grupos de actos, o secciones, o períodos del proceso continúen
siendo regulados por la ley precedente, aun cuando según el rigor de los
principios, les sea aplicable la ley nueva, y por otro, disponiendo formas
especiales para la coordinación de los actos efectuados según la tramitación
("rito") precedente, con los actos a realizar según la tramitación posterior"
(FRANCESCO CARNEI.UTII, ibídem, pág. 110).
nueva norma que modifica una forma procesal no es aplicable a un proceso donde la
formalidad ya se ejecutó atendiendo a la norma antigua, pero la nueva norma rige
plenamente para los actos formales que se deban hacer luego de su entrada en vigencia
en el mismo proceso. Y no se trata, como parece, solo de la aplicación del principio de
irretroactividad, sino de la relación entre el contenido de la norma y las facultades o
deberes del juez. En este último caso, es tema pacífico que el juez tiene el deber de
juzgar cuando se le propone una demanda en forma. Sin embargo, este deber no
significa que deba seguido haciendo con las formalidades determinadas al inicio del
proceso si estas fueron modificadas en su transcurso.

De tal manera que, como principio, si la norma procesal solo


modifica situaciones muy concretas del iter procesal y puede perfectamente ser
incorporada al proceso en trámite a fin de proveer a este de sus bondades, debe ser
aplicada. De encontrarnos en este supuesto, nos inclinaríamos por la teoría de la
aplicación inmediata. Lo mismo debería ocurrir, en nuestra opinión, si se trata de normas
que no afectan el orden público procesal y, además, en aquellos casos en los que la
norma antigua le concedió al litigante un derecho que, si bien ahora no está en la nueva
norma, ya lo ejerció, queremos decir que ya lo hizo suyo.
Todo lo descrito varía sustancialmente cuando nos referimos a la ley procesal, es decir,
a la reforma conjunta y total de un ordenamiento procesal. La opción que debe ser
escogida para solucionar el problema de los procesos en trámite al expedirse una nueva
ley procesal no depende de la bondad teórica o académica de una u otra teoría, sino,
fundamentalmente, de la intensidad de la reforma contenida en la nueva ley.

Entonces, si las propuestas contenidas en la nueva norma suponen


una reforma sustancial-queremos decir con ello: radical- en la estructura procedimental,
al punto que su aplicación inmediata significa una transformación de las facultades y
deberes de los elementos activos de la relación procesal, entonces es indispensable
evitar que el caos ingrese al proceso en trámite y lo perjudique, lo que ocurriría si se
dispusiera su aplicación inmediata. Para tal situación, propugnamos la ultraactividad de
la norma procesal derogada, la que, en consecuencia, debe mantenerse para todos los
procesos iniciados antes de la vigencia de la nueva norma.
El Código Procesal Civil peruano y la aplicación de la norma procesal en el tiempo. Si
se deroga, por ejemplo, todo el ordenamiento procesal de un país, reemplazándose por
otro que, a su vez, acoge un sistema procesal sustancialmente distinto al que orientaba
al derogado, no queda otra alternativa que aplicar el nuevo ordenamiento a los procesos
que se inicien a partir de su vigencia y, simultáneamente, mantener regulados por la
norma derogada a los iniciados con anterioridad a esta. Es decir, hay situaciones en las
que, atendiendo a la radicalidad de la reforma ejecutada, resulta necesario alterar los
principios descritos y admitidos para la aplicación de la nueva ley procesal. Para tal
efecto, se deben incorporar disposiciones transitorias al cuerpo de la nueva ley
procesal... Dado que el nuevo Código Procesal Civil del Perú, vigente desde julio de
1993, modificó sustancial y radicalmente la actividad procesal respecto de la anterior, al
extremo de que no había posibilidad de insertar el nuevo procedimiento dentro de up
proceso ya iniciado, tuvo que asumir la postura antes descrita10.

BARRIOS DE ANCEUS11 considera que el problema propuesto debe


resolverse atendiendo a la aplicación de dos principios: el de conservación de los
actos jurídicos y el de coherencia lógica de las normas. Según el primero, los actos
que se han realizado bajo la vigencia de la ley antigua son válidos, y según el
segundo, deben aplicarse sucesivamente la ley derogada y la nueva en un mismo
proceso, solo cuando la voluntad contenida en ambas sea compatible.
Teniendo en cuenta que el nuevo Código peruano postula un sistema fundamentalmente
distinto al contenido en el derogado, resulta evidente, como ya se expresó, que se haya
optado por la ultraactividad de la ley derogada. Sin embargo, para la modificación futura
de las normas contenidas en el Código, este propone la aplicación inmediata de la nueva
ley12, salvo que haya actos procesales ya iniciados bajo el ámbito de la ley derogada y
otras situaciones que afecten el desarrollo procesal y con él el derecho a un debido
proceso como, por ejemplo, las reglas de competencia, los medios impugnatorios
interpuestos o los plazos que hubieran empezado a transcurrir.

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