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70 | HISTORIA DEL MUNDO Y S A L V A C I Ó N

Lowith, Karl. Historia del mundo y salvación. Los presupuestos teológicos de la


filosofía de la historia. Katz:Buenos Aires. 2007
También aquí la diferencia entre la posición materialista y la posi- III
ción idealista radica no en el p r i n c i p i o , sino en su aplicación. La
Hegel
fuente histórica del "idealismo" de Hegel es la tradición grecocris-
tiana. Como todo el idealismo alemán, su filosofía del espíritu des-
cansa en el concepto grecocristiano de logos, que Hegel convierte
en u n principio metafísico, en u n espíritu que se autodespliega en
el proceso histórico. Pero como identifica la historia del m u n d o con
la historia del Espíritu, su concepción de la historia conserva mucho
menos de su origen religioso que el ateísmo materialista. El mesia-
nismo marxista trasciende la realidad existente de manera tan radi-
cal que, a pesar de su "materialismo", mantiene incólume la tensión
escatológica y, así, el m o t i v o religioso de su esquema histórico; p o r En la Introducción a las Lecciones sobre la filosofía de la historia
el contrario, Hegel -para quien la fe no es más que u n m o d o de la universal (1830) Hegel describe el m u n d o de la historia tal como apa-
razón o del "entender"- se decidió, en el p u n t o crítico de inflexión rece a primera vista:
de su evolución espiritual, a reconciliarse con el m u n d o tal como
es. Comparada con la de M a r x , la filosofía de Hegel es realista.
16
Vemos u n ingente cuadro de acontecimientos y actos, de figu-
ras infinitamente diversas de pueblos, Estados e individuos, en
incesante sucesión [ . . . ] , se conciben y persiguen fines que reco-
nocemos [ . . . ] . En todos estos acontecimientos y accidentes vemos
sobrenadar el hacer y padecer humanos; en todas partes reco-
nocemos algo nuestro y, p o r tanto, una inclinación de nuestro
interés en p r o y en contra [ . . . ] . Unas veces vemos moverse difí-
cilmente la extensa masa de u n interés general y pulverizarse.
Otras veces vemos producirse una cosa pequeña, mediante una
enorme leva de fuerzas, o salir una cosa enorme de otra, en apa-
riencia, insignificante. Y cuando una cosa desaparece, viene otra
al m o m e n t o a ocupar su puesto. La primera categoría surge a la
vista del cambio de los individuos, pueblos y Estados, que exis-
ten en u n m o m e n t o [... ] y en seguida desaparecen. Es la cate-
goría de la variación. Pero otro aspecto se enlaza en seguida con
esta categoría de la variación: que una nueva vida surge de la
muerte. 1

16 l'ara un análisis más preciso de Marx y Engels, véase K. I.ówith, De Hegel


a Nietzsche, Stuttgart, 1950; cf. S. H o o k , From Hegel to Marx, Nueva York, 1935;
1 Vorlesungen über die Philosophie der Weltgeschichte, ed. por Georg Lasson, Leipzig,
H . Marcuse, Reason and revolution, Oxford University Press, 1941 [trad. esp.:
1917. [La cita pertenece a la edición española: Lecciones sobre la filosofía de la
Razón y revolución, M a d r i d , Alianza, 1981].
historia universal, M a d r i d , Alianza, 1997, p. 47-]
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Las fuentes más efectivas de todo obrar y de todo padecer históri- Lo que observamos es u n impresionante paisaje de arroyos y
cos parecen ser los intereses humanos, las pasiones y la satisfacción corrientes que, p o r una necesidad natural, corren p o r montes
de los deseos egoístas, sin consideración por la ley, el derecho y la y valles, y que, finalmente, al confluir forman u n gran río, cuyo
moral: caudal provoca una gran inundación donde todo el m u n d o perece,
tanto los que la habían previsto como los que nada sospecha-
Si consideramos este espectáculo de las pasiones y fijamos nues- ban. En esta tremenda experiencia no hay nada más que natura-
tros ojos en las consecuencias históricas de su violencia, de la irre- leza y nada de lo que a nosotros, filósofos, nos gustaría llamar
flexión que a c o m p a ñ a , n o sólo a ellas, sino también, y aun libertad.
preferentemente, a los buenos propósitos y rectos fines; si consi-
deramos el mal, la perversidad y la decadencia de los más flore- Encontramos la misma imagen en el gran drama que Thomas Hardy
cientes imperios que el espíritu humano ha producido [ . . . ] , hemos consagra a las guerras napoleónicas: ellas son comentadas por el
de acabar lamentando con dolor esta caducidad y —ya que esta coro de los años, de la piedad, de los espíritus tenebrosos e irónicos
decadencia no es sólo obra de la naturaleza, sino de la voluntad y del rumor. Los ángeles no hacen más que informar lo que acon-
humana— con dolor también moral, con la indignación del buen tece. Lo que Burckhardt, Goethe y Hardy describen así, ¿no es todo
espíritu, si tal existe en nosotros. Sin exageración, recopilando lo que se puede decir de la historia? ¿Por qué no detenerse aquí, en
simplemente con exactitud las desgracias que han sufrido las crea- vez de - c o n Hegel- seguir preguntando: en vista de qué " f i n último"
ciones nacionales y políticas y las virtudes privadas más excelsas estos monstruosos sacrificios se producen una y otra vez? Hegel
o, por lo menos, la inocencia, podríamos pintar el cuadro más afirma que esta pregunta se plantea "necesariamente" en nuestro
pavoroso y exaltar el sentimiento hasta el duelo más profundo e pensamiento, a saber: en nuestro pensamiento occidental, que no
inconsolable [ . . . ] . Para fortificarnos contra ese duelo o escapar se conforma con la pura aceptación del destino.
de él cabría pensar: así ha sido, es u n sino, no se pueden cambiar Después de describir la historia como u n incesante cambió, en el
las cosas. [... ] Pero aun cuando consideremos la historia como que vida y muerte, una y otra vez, se desprenden una de otra, Hegel
el ara ante la cual han sido sacrificadas la dicha de los pueblos, la sigue diciendo que éste es u n pensamiento "oriental", que representa
sabiduría de los Estados y la v i r t u d de los indiv idu os , siempre la vida de la naturaleza, vida que, como el mítico Fénix, prepara su
surge al pensamiento necesariamente la pregunta: ¿a quién, a propia pira funeraria para consumirse y luego, a partir de sus ceni-
qué fin último ha sido ofrecido este enorme sacrificio? 2
zas, resurgir a una nueva vida. Pero esta imagen n o es propia de
Occidente. "Para nosotros", la historia es una historia del espíritu, y
Todos conocemos este "panorama de pecado y s u f r i m i e n t o " que aun cuando el espíritu también se consume a sí mismo, no retorna
exhibe la historia. Es el m i s m o que vio Burckhardt y que describió
Goethe. "La historia -dice éste— es u n tejido de sin sentido para el
hombres siempre se han angustiado y atormentado, se han hecho daño unos a
pensador superior." En una carta a Schiller del 9 de marzo de 1802
3
otros, se han torturado; se las han arreglado para hacerse -a ellos mismos y a los
escribe, refiriéndose a Napoleón: d e m á s - amarga la existencia, la poca vida que a cada uno le toca, sin prestar
atención a la belleza del m u n d o y sin poder gozar de todo lo bueno y dulce que el
m u n d o les ofrece. Sólo muy pocos estuvieron cómodos y tuvieron alegrías. La
2 Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, op. cit., pp. 79-80. mayoría -después de haber vivido cierto t i e m p o - quisieran desaparecer y no
3 En ocasión de una conversación con el historiador Luden, dice Goethe: "Y si usted comenzar de nuevo. Lo único que les provoca u n cierto apego a la vida es el miedo
pudiera investigar y clarificar todas las fuentes, ¿qué encontraría? Sólo una gran de la muerte. Así es, así ha sido y así será. Ésta es la suerte de los hombres.
verdad, descubierta ya hace mucho y cuya confirmación no es necesario buscar ¿Necesitamos otras pruebas?", en Goethes Gesprache [Conversaciones de Goethe],
lejos, la verdad de que, en todos los tiempos y lugares, todo ha sido miserable. Los Gesamtsausgabe, 2» ed., ed. por W. v o n Biedermann, Leipzig, 1909,1.1, pp. 434 y s.
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no a lo que quieren de m o d o consciente, sino a algo que ellos tie- la influencia del cristianismo, el m u n d o germánico ha logrado que
nen que querer, a partir de u n impulso que parece ser ciego, pero el hombre en cuanto tal sea libre. El Oriente fue la infancia de la his-
que "ve" más lejos que los intereses personales conscientes. Ésta es toria del m u n d o ; Grecia y Roma, su juventud y su adultez; los pue-
la razón por la cual tales hombres llevan a cabo con una compren- blos cristiano-germánicos su vejez.
sión instintiva lo que con ellos se está persiguiendo. Obran históri- El límite p r o p i o del m u n d o clásico reside en que todavía se sabía
camente, en la medida en que son empujados por el poder y por la dependiente de u n fatum exterior, cuyas señales debían ser descifra-
"astucia de la razón", que es la expresión racional para denominar das mediante la adivinación y los oráculos antes de tomar decisio-
a la providencia. Las pasiones y los intereses son, efectivamente, lo nes importantes. El cristianismo liberó al hombre de toda autoridad
que parece a primera vista, a saber, el sustrato humano de la histo- externa, en la medida en que lo puso en relación específica con el
ria, pero en el marco de una finalidad universal que va más allá, Absoluto. " C o n la entrada del principio cristiano la Tierra pasó a ser
que fomenta una meta no intencionada en el nivel consciente. del espíritu: se navegó alrededor de t o d o el m u n d o , que para los
C o m o los individuos, los pueblos no saben hacia dónde se mue- europeos devino una esfera." C o n Cristo se consumó el tiempo, y
ven realmente. Son instrumentos en las manos de Dios, ya sea que el m u n d o de la historia alcanzó su plenitud. Pues sólo el Dios cris-
obedezcan a Su voluntad o que Le ofrezcan resistencia. De este modo, tiano es verdaderamente espíritu y, al m i s m o tiempo, hombre. Este
los resultados finales de las acciones históricas son siempre a la vez principio es el eje en torno del cual gira la historia del mundo. "Hasta
más y menos que lo que los agentes se habían propuesto. El plan aquí y desde aquí" hay historia plena de sentido, racional y concep-
del espíritu del m u n d o va más allá de los planes humanos, y a veces tualizable.
hasta los da vuelta. Después de estas consideraciones introducto-
7
Para Hegel, la historia del m u n d o es entonces esencialmente ante
rias, Hegel echa una segunda mirada sobre el m u n d o , que ahora ypost Cristo. Sólo bajo el supuesto de la religión cristiana en tanto
—visto con el "ojo de la razón"— ofrece u n aspecto racional. En su la verdadera religión p u d o Hegel c o n s t r u i r sistemáticamente la
resumen, esta imagen plena de sentido es la siguiente: la historia historia, desde China hasta la Revolución Francesa. Fue el último
del m u n d o parte de Oriente y termina en Occidente. Comienza con filósofo de la historia, porque fue absolutamente el último filósofo
los grandes imperios orientales de China, India y Persia. Con el deci- cuyo ingente sentido histórico estaba aún determinado y limitado
sivo t r i u n f o de los griegos sobre los persas, el eje de la historia se por la tradición cristiana. En nuestras modernas "historias del
traslada al m u n d o mediterráneo y alcanza su plenitud en los impe- m u n d o " el cómputo cristiano del t i e m p o se ha convertido en u n
rios occidentales cristiano-germánicos. Europa es "el fin absoluto esquema vacío. Se lo sigue tomando como criterio convencional y
de la historia". En este m o v i m i e n t o de Este a Oeste, el espíritu se hace se lo aplica a una pluralidad de culturas y religiones heterogéneas,
"real" y alcanza la conciencia de la libertad, es decir, es plenamente pero esa m u l t i p l i c i d a d material carece de u n centro unificador, a
"en sí", "siendo o t r o " ; el Espíritu se ha apropiado de lo ajeno a él. partir del cual las culturas y las religiones puedan ser, con pleno sen-
En Oriente, u n solo hombre era libre en el sentido del ilimitado arbi- tido, ordenadas, como fue el caso de Agustín a Hegel.
trio: el soberano despótico; en Grecia y en Roma, fueron libres algu- Lo que fundamentalmente separa a Hegel de Agustín es que aquél
nos —los ciudadanos nacidos libres, a diferencia de los esclavos—; bajo interpreta la religión cristiana de manera especulativa, traduciendo
la providencia por la "astucia de la razón". "La tarea de la historia es
7 La versión materialista de la "astucia de la razón" hegeliana es la fuerza motora de que la religión aparezca como razón humana, que el principio reli-
la lucha de clases, que se impone en los intereses conscientes y en los "caprichos gioso, que reside en los corazones de los hombres, muestre t a m -
privados de todo tipo". Esta fuerza produce resultados duraderos,
bién su rostro como libertad en el mundo." Hegel concluye el capítulo
sorprendentemente extraños a las intenciones pasajeras. Véase F. Engels, Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. sobre el ingreso del cristianismo en la historia del m u n d o con la
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no a lo que quieren de m o d o consciente, sino a algo que ellos tie- la influencia del cristianismo, el m u n d o germánico ha logrado que
nen que querer, a partir de u n impulso que parece ser ciego, pero el hombre en cuanto tal sea libre. El Oriente fue la infancia de la his-
que "ve" más lejos que los intereses personales conscientes. Ésta es toria del m u n d o ; Grecia y Roma, su juventud y su adultez; los pue-
la razón por la cual tales hombres llevan a cabo con una compren- blos cristiano-germánicos su vejez.
sión instintiva lo que con ellos se está persiguiendo. Obran históri- El límite p r o p i o del m u n d o clásico reside en que todavía se sabía
camente, en la medida en que son empujados por el poder y por la dependiente de un fatum exterior, cuyas señales debían ser descifra-
"astucia de la razón", que es la expresión racional para denominar das mediante la adivinación y los oráculos antes de tomar decisio-
a la providencia. Las pasiones y los intereses son, efectivamente, lo nes importantes. El cristianismo liberó al hombre de toda autoridad
que parece a primera vista, a saber, el sustrato humano de la histo- externa, en la medida en que lo puso en relación específica con el
ria, pero en el marco de una finalidad universal que va más allá, Absoluto. " C o n la entrada del principio cristiano la Tierra pasó a ser
que fomenta una meta no intencionada en el nivel consciente. del espíritu: se navegó alrededor de todo el m u n d o , que para los
Como los individuos, los pueblos no saben hacia dónde se mue- europeos devino una esfera." C o n Cristo se consumó el tiempo, y
ven realmente. Son instrumentos en las manos de Dios, ya sea que el m u n d o de la historia alcanzó su plenitud. Pues sólo el Dios cris-
obedezcan a Su voluntad o que Le ofrezcan resistencia. De este modo, tiano es verdaderamente espíritu y, al m i s m o tiempo, hombre. Este
los resultados finales de las acciones históricas son siempre a la vez principio es el eje en torno del cual gira la historia del mundo. "Hasta
más y menos que lo que los agentes se habían propuesto. El plan aquí y desde aquí" hay historia plena de sentido, racional y concep-
del espíritu del m u n d o va más allá de los planes humanos, y a veces tualizable.
hasta los da vuelta. Después de estas consideraciones introducto-
7
Para Hegel, la historia del m u n d o es entonces esencialmente ante
rias, Hegel echa una segunda mirada sobre el m u n d o , que ahora y post Cristo. Sólo bajo el supuesto de la religión cristiana en tanto
—visto con el "ojo de la razón"— ofrece u n aspecto racional. En su la verdadera religión p u d o Hegel c o n s t r u i r sistemáticamente la
resumen, esta imagen plena de sentido es la siguiente: la historia historia, desde China hasta la Revolución Francesa. Fue el último
del m u n d o parte de Oriente y termina en Occidente. Comienza con filósofo de la historia, porque fue absolutamente el último filósofo
los grandes imperios orientales de China, India y Persia. Con el deci- cuyo ingente sentido histórico estaba aún determinado y limitado
sivo t r i u n f o de los griegos sobre los persas, el eje de la historia se por la tradición cristiana. En nuestras modernas "historias del
traslada al m u n d o mediterráneo y alcanza su plenitud en los impe- m u n d o " el cómputo cristiano del tiempo se ha convertido en u n
rios occidentales cristiano-germánicos. Europa es "el fin absoluto esquema vacío. Se lo sigue tomando como criterio convencional y
de la historia". En este movimiento de Este a Oeste, el espíritu se hace se lo aplica a una pluralidad de culturas y religiones heterogéneas,
"real" y alcanza la conciencia de la libertad, es decir, es plenamente pero esa m u l t i p l i c i d a d material carece de u n centro unificador, a
"en sí", "siendo o t r o " ; el Espíritu se ha apropiado de lo ajeno a él. partir del cual las culturas y las religiones puedan ser, con pleno sen-
En Oriente, un solo hombre era libre en el sentido del ilimitado arbi- tido, ordenadas, como fue el caso de Agustín a Hegel.
trio: el soberano despótico; en Grecia y en Roma, fueron libres algu- Lo que fundamentalmente separa a Hegel de Agustín es que aquél
nos —los ciudadanos nacidos libres, a diferencia de los esclavos—; bajo interpreta la religión cristiana de manera especulativa, traduciendo
la providencia por la "astucia de la razón". "La tarea de la historia es
7 La versión materialista de la "astucia de la razón" hegeliana es la fuerza motora de que la religión aparezca como razón humana, que el principio reli-
la lucha de clases, que se impone en los intereses conscientes y en los "caprichos gioso, que reside en los corazones de los hombres, muestre tam-
privados de todo tipo". Esta fuerza produce resultados duraderos,
bién su rostro como libertad en el mundo." Hegel concluye el capítulo
sorprendentemente extraños a las intenciones pasajeras. Véase F. Engels, Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. sobre el ingreso del cristianismo en la historia del m u n d o con la
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siguiente frase: "Es así como se cancela la escisión entre el interior Además, no pudo prever los efectos de la ciencia y de la técnica en
de los corazones y la existencia". Todos los sacrificios que alguna la configuración y la unificación del m u n d o histórico, como hoy es
vez fueron llevados al altar de la tierra están justificados por esta evidente para cualquiera.
reconciliación última. Como realización y la secularización del espí- Pero la imposibilidad interna de su principio es más decisiva que
r i t u cristiano, la historia del m u n d o es la verdadera teodicea, la las limitaciones externas de su p u n t o de vista sobre la historia:
justificación de Dios en el acontecer del m u n d o . que la religión cristiana se realice en la historia del m u n d o como
C o n esta secularización de la fe cristiana o, como prefiere decir si la fe cristiana pudiese alguna vez ser "real" y, no obstante, ¡seguir
Hegel, con esta realización del espíritu, él creyó seguir siendo fiel al siendo fe en cosas invisibles! Fueron necesarios m i l quinientos años
espíritu del cristianismo y explicitar el reino de Dios en la tierra. Y de pensamiento occidental antes de que Hegel osara transformar
porque puso la espera cristiana de u n último c u m p l i m i e n t o en el los ojos de la fe en los ojos de la razón, y la teología de la historia
proceso histórico en cuanto tal, consideró que la historia del m u n d o fundada p o r Agustín en una filosofía de la historia que no es n i
se justifica a sí misma: "La h i s t o r i a del m u n d o es el t r i b u n a l del sagrada n i profana. Es una mezcla notable: la historia de la salva-
mundo". Esta frase es tan religiosa en su motivación original —según ción es proyectada al plano de la historia del m u n d o y ésta es ele-
la cual al final de la historia al m u n d o le espera el Juicio—, como irre- vada al rango de historia de la salvación. El cristianismo hegeliano
ligiosa es en su giro secular —según el cual el Juicio se consuma en transmuta la v o l u n t a d de Dios en el espíritu del m u n d o , en el
el proceso histórico como tal—. "Weltgeist" y en los "Volksgeister".
Hegel no fue consciente de la profunda ambigüedad de su gran-
dioso proyecto de convertir la teología en filosofía y de realizar el
reino de Dios en la historia del m u n d o . N o se topó con ninguna difi-
cultad al equiparar la "idea de la libertad", cuya realización es la fina-
lidad última de la historia, con la " v o l u n t a d de Dios", pues en tanto
que "sacerdote del Absoluto", "condenado p o r Dios a ser filósofo",
creyó conocer esta voluntad y su plan. Lo conocía como u n antipro-
feta, que divisa y justifica los caminos del espíritu según la medida
de las consecuencias y los éxitos históricos en su totalidad.
Cien años después de Hegel, se podrían mostrar fácilmente los
límites de su visión histórica y la rareza de algunas de sus aplica-
ciones, como, por ejemplo, a la monarquía prusiana y al protestan-
tismo liberal. El m u n d o de Hegel aún era el Occidente cristiano,
8

la vieja Europa. América y Rusia, a las que sólo dedicó unas pocas
páginas de alguna importancia, quedaron al margen de su interés. 9

8 Véase J. Plenge, Hegel und áie Weltgeschichte [Hegel y la historia universal],


Münster, 1931.
9 Véase además de Worlesungen über die Philosophie der Weltgeschichte, op. cit., pp. Russland und das Germanentum [Rusia y el germanismo], Charlottenburgo, 1853.
189 y ss. y 907 y s., la carta de Hegel a un barón báltico, citada por Rosenkranz en Cf. Napoleón, Memorial de Sainte-Héléne, comienzo de noviembre de 1816, y el
Hegels Leben [Vida de Hegel], Berlín, 1844, pp. 304 y ss. El pronóstico más preciso pronóstico de Tocqueville al final de la primera parte de La democracia en
del ascenso de Rusia y la lucha con Alemania lo ofrece Bruno Bauer en su obra América.

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