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Título:

La pregunta por el estatuto político de la ley y el problema de los nuevos órdenes


jurídico-políticos

Autor:
Dr. Fernando Beresñak
Correo electrónico: beresnakfernando@hotmail.com

Adscripción institucional:
Investigador de la Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales –
Instituto de Investigaciones Gino Germani
Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Profesor Adjunto de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de
Belgrano

Eje propuesto:
2. Nuestras formas jurídicas, o qué hacer con los derechos en el gobierno neoliberal.
Coordinadora: Luciana Álvarez (CONICET/UNCuyo)
Correo: lalvarezbauza@gmail.com

Texto:
I.
El problema político de la ley y la idea de una eventual crisis del derecho se hacen cada
vez más patentes en el modo de contener jurídico-políticamente las sociedades globales
y los conflictos regionales y nacionales, todos ellos señalados por algunos autores como
sumamente inseguros por la fragilidad de su manutención en el delicado equilibrio en el
que se encuentran así como por las potenciales expansiones de sus peligrosidades
específicas (SUNSTEIN 2009). Esta situación global, regional y nacional y la implícita
aunque feroz lucha entre las diversas potencias y entre ellas y las que no lo son, y entre
estas últimas entre sí por imponer ciertos y específicos tipos de gobierno, modos de
producción, economías diversas, modalidades sobre la ciencia, la tecnología, la
educación, la salud y la seguridad, así como proyectos de toda índole que repercuten
sobremanera en las formas de vida de los seres humanos, no sólo impone un estado de
alerta permanente. Esa situación también requiere un análisis pormenorizado que tenga
su anclaje propositivo en la necesidad de pensar una nueva gramática crítica sobre los
vínculos entre el derecho y la política (así ya había sido pensado en un tiempo de otra
cualidad crítica, pero también de máxima volatilidad en lo que a la paz y a la estabilidad
requieren, por: VOEGELIN 2006; KELSEN 2006).
Es en ese sentido que, al interior de un proyecto mayor que se propone analizar de manera
conjunta las múltiples técnicas jurídicas como la ley y la norma, la cosmovisión científica
y las distintas formas que adoptan los órdenes jurídico-políticos en el mundo moderno y
contemporáneo, se pretende generar nueva gramática crítica a través de la cual sea posible
aportar elementos conceptuales a algunas de las las genealogías e hipótesis explicativas
sobre el problema de la ley que se encuentran circulando desde hace ya un tiempo en el
mundo académico. Solo que aquí consideramos que ellas cobrarían mayor envergadura
si se las analiza a la luz de las injerencias que las prácticas discursivas de la ciencia
moderna fueron logrando en el desarrollo de la modernidad, así como si se logra
articularlas con la constatación de que la norma, como modo de regular positivamente
todos y cada uno de los aspectos de la vida de los hombres, habría encontrado su anclaje
definitivo una vez que la cosmología newtoniana (NEWTON 2011) estableció la idea de
que todo el universo, sin excepción, estaba sujeto a una legislación físico-matemática.
Con todo, debe quedar claro que no se trata aquí de un abordaje desde la genealogía, la
historia o la teoría social del derecho o de la ciencia sino que, al contrario, dichas
disciplinas se pondrán al servicio de una comprensión del problema de la ley desde la
matriz teórica de la ciencia política. Más precisamente, el presente trabajo tiene como
objetivo general abordar desde la teoría política el problema de la ley y de su estatuto
político en el marco de la cosmovisión científica y del orden jurídico en el mundo
moderno y contemporáneo. Entendiendo a la ley como una de las técnicas primordiales
de la estructuración moderna del orden jurídico-político, la perspectiva aquí
implementada también sostiene que es necesario tomar en especial consideración los
condicionamientos que sobre ese fenómeno habría desplegado la Revolución Científica.
Se busca comprender, mediante el fenómeno de la ley, los desafíos a los que el derecho
y la política deben enfrentarse desde el momento en que el mundo se encontró signado
por la ciencia moderna. Se podrá evaluar así el modo en que esos distintos aunque
interconectados procesos científicos, jurídicos y políticos sucedieron en la Modernidad
complejizando el estatuto político de la ley.
Ahora bien, si se rastrearán y analizarán los vínculos entre el estatuto político de la ley,
la cosmovisión científica y el orden jurídico-político en el mundo moderno y
contemporáneo, eso se debe a que así quizá pueda adquirirse una gramática crítica
diferente de la que disponemos, la cual posibilite pensar nuevas articulaciones del derecho
que asimilen mejor los desafíos políticos actuales a los que nos invita el eje titulado
“nuestras formas jurídicas, o qué hacer con los derechos en el gobierno neoliberal”.
La gramática que se busca requerirá volver a pensar el estatuto político que la ley fue
adquiriendo a lo largo de la modernidad, para así convertirse en un elemento determinante
de la estructuración jurídico-política que decantó en el estado actual de cosas. En ese
sentido, podríamos delinear dos vías teóricas que ofrecen diferentes razones para explicar
las transformaciones de las características, del funcionamiento y del estatuto político de
la ley jurídica en la Modernidad. A tal fin, consideramos que las ideas relativas a la
normativización/normalización, provenientes de las obras de Michel Foucault y Giorgio
Agamben, y al proceso de hiperjuridificación, desarrollado y discutido en gran parte por
Max Weber y Jürgen Habermas, serán fundamentales para delimitar el marco de trabajo.
Allí dentro, luego, podremos explorar nuestras propias perspectivas de análisis, las cuales
consisten en detectar las posibles influencias que la ciencia moderna y su peculiar lectura
legalista del universo habría ejercido sobre el campo propiamente jurídico-político.
Es que la problemática común a todas ellas refiere a la progresiva extensión del campo
de aplicación de la esfera jurídico-política sobre la sociedad, lo cual lleva a que cada vez
más se encuentren regulados diversos aspectos de la vida de los seres humanos que antes
de la Revolución Científica se encontraban ajenos a dicha práctica. Aunque las razones,
argumentaciones e hipótesis varían entre las dos posturas, sostenemos que es imperioso
evaluar sus posibles articulaciones mediante la debida puesta a punto de sus respectivos
elementos críticos. De hecho, por señalar sólo algunos ejemplos de la posibilidad de estas
articulaciones y/o diálogos, cabe mencionar que el mismo Foucault lo sugirió cuando
señaló que tanto él como Weber y Habermas compartían algunas problemáticas comunes
(FOUCAULT 1999, 335). Y lo mismo cabría decir cuando Habermas criticó a Foucault,
dando cuenta de la importancia de la obra de este último (HABERMAS 1989, 285-386).
De todas formas, lo que resulta ser de especial importancia para nosotros es que los
autores a trabajar hayan reconocido el complejo trasfondo cosmológico científico sobre
el cual debieron generar sus hipótesis. Sin embargo, no profundizaron en ese punto, tal y
como también Arendt indicaba que era indispensable hacer [ARENDT 2008]. De aquí
que en el presente texto se postule la necesidad de poner en diálogo ambas vías, sopesar
sus argumentos y resituarlos debidamente sobre la problemática cosmovisión científica
que ellos mismos reconocen como de gran significatividad política. Sólo así será posible
alcanzar una explicación más acabada del proceso de normativización jurídico-política
de la sociedad moderna y contemporánea.

II.
Resulta fundamental mencionar el proceso de normativización/normalización que, según
Michel Foucault, vendría teniendo lugar desde mediados del siglo XVIII. Este autor invita
a pensar que la cada vez mayor presencia de la autolimitación del derecho como principio
autorregulativo del liberalismo en su accionar gubernamental produjo la implosión de la
esfera de autonomía del derecho alterando su estatuto, características y funcionamiento
específico. Esto habría permitido una explosión expansiva de la norma administrativo-
política como técnica regulativa de los distintos aspectos de la vida social a ser gobernada.
Foucault ha llamado a este momento un naturalismo gubernamental (FOUCAULT 2007,
80-92 y 218). Y esto último en razón de que, aunque decía no saber nada de las razones
por las cuales esa “dinámica política y la dinámica como ciencia física son más o menos
contemporáneas” (FOUCAULT 2006, 340 y 40-41, 78-79 y 275), se volvía ineludible
realizar una nueva grilla de inteligibilidad que tuviera eso presente (FOUCAULT 2006,
275; FOUCAULT 2007, 218) para criticar las bases de la racionalidad pretendidamente
objetiva y neutral de los fenómenos que el liberalismo decía respetar con esas novedosas
técnicas jurídicas, como lo es la noción de norma.
Asimismo es necesario tener presente las investigaciones posteriores al trabajo
foucaulteano desarrolladas por el filósofo y jurista Giorgio Agamben. En este sentido, no
debe olvidarse la influencia jurídico-política que sobre este autor ejerció la obra de Carl
Schmitt, quien se proponía pensar la política y el derecho bajo la constatación de un
universo signado por el modelo y las promesas provenientes de la ciencia moderna
newtoniana. Véanse, por ejemplo, sus ideas relativas al “nomos de la tierra”, a un
“derecho supraplanetario” o a un “espacio cósmico” (SCHMITT 2002; 2007; 2013); y en
relación al filósofo italiano, véase su preocupación ética al interior del universo de
Newton (AGAMBEN 2007, 37).
Pero, con todo, en la dirección antes señalada, son de fundamental importancia las
hipótesis agambeneanas relativas al orden jurídico-político (AGAMBEN 2003, 2005 y
2008), asentadas ya en 1978 sobre la crítica que hacía al proyecto de la ciencia moderna
(AGAMBEN 2007, 5-91); sobre todo cuando afirmaba que, “en cierto sentido, la
expropiación de la experiencia estaba implícita en el proyecto fundamental de la ciencia
moderna” (AGAMBEN 2007, 13). Del mismo modo procede en su análisis de los
experimentos y de la ciencia matemática, y lo que ellas posibilitan dentro del universo
newtoniano: “esa pérdida de certeza que desplaza la experiencia lo más afuera posible del
hombre: a los instrumentos y a los números” (AGAMBEN 2007, 14).
Sin este marco, difícil será comprender algunas de sus últimas investigaciones. Entre
ellas, podemos destacar el “Apéndice” final de El Reino y la Gloria (AGAMBEN 2008,
453-497) en donde señala el modo en que el problema teológico de la ley científica se
introduce en la matriz jurídico-político moderna (temática esta última a la que refiere sin
profundizar sus más radicales implicancias), gracias al entendimiento de que “las
sociedades humanas han sido instituidas según las mismas reglas que rigen el mundo
físico” (AGAMBEN 2008, 489), por lo que entonces todo el universo de misterios será
trastocado por una ciencia económica que gestará el orden, así en el mundo propiamente
humano como ya está en el físico.

III.
La segunda perspectiva toma en consideración el debate que, con posiciones
relativamente diversas, mantuvieron Weber y Habermas sobre el crecimiento exponencial
de la juridificación a partir del siglo XIX. Sobre todo, tomando en consideración como
hito fundamental la modelización del código napoleónico en 1804 y el proceso de
codificación de la época en el derecho continental.1
Según estos autores, la (hiper- o sobre-) juridificación se vendría llevando adelante como
modo de dar respuesta y asimilar los problemas de las nuevas y cada vez más complejas
sociedades industriales y burguesas, de manera tal que sea posible el orden civilizatorio.
De todas maneras, son de fundamental importancia para nuestro trabajo los numerosos
señalamientos de estos autores mediante los cuales se ubica a la ciencia moderna como la
base del problema jurídico aquí referido, siendo así también responsable de las
implicancias que dichos procesos arrojaron sobre los sujetos y la posibilidad de la acción
política, una hipótesis que, aunque con su especificidad, también compartirían con los
desarrollos de Gunther Teubner sobre las implicancias jurídicas de esos fenómenos

1
En este sentido, siguiendo una hipótesis habermaseana (HABERMAS 2010, 469) cabría indagar en un
futuro texto en las procedencias del término “código” en el derecho de Baviera en 1756 Codex
Masimilianeus Bavaricus Civilis y del derecho de la Prusia de Federico II en 1792 Allgemeines
Landrecht für die Preussischen Staaten, así como las posibles influencias que en el modelado de la
codificación francesa podrían haber tenido los movimientos jurídicos alemanes e ingleses de segunda mitad
del siglo XVIII.
(TEUBNER 1983, 2002); pero aquí nos concentraremos en los realizados por Weber y
Habermas.
Así, el primero de ambos afirma que las transformaciones culturales de alcance y validez
universal que tuvieron lugar en Occidente, tal y como ocurrió con los cambios de la ley
jurídica moderna, se explican por la aparición de la ciencia newtoniana (WEBER 2011,
55). De hecho, aclara que fue la legislación científica la que permitió que sólo en
Occidente se haya conocido un Estado con “un derecho racionalmente estatuido y una
administración de funcionarios especializados guiada por reglas racionales positivas: las
“leyes”.” (WEBER 2011, 57; WEBER 2012a, 642).
Asimismo, no duda en problematizar directamente esta vinculación entre los estatutos
políticos de la ley, de los sujetos y de la acción al decir que “todas las ciencias de la
naturaleza tienen la respuesta para el interrogante de qué debemos hacer si queremos
dominar técnicamente la vida. Todo cuanto se relaciona, a si debemos o queremos en
nuestro interior ese dominio y si éste tiene en verdad sentido, es pasado por alto, o bien
se da por supuesto previamente” (WEBER 2012, 104). Es en este sentido que podría
vislumbrarse una crítica weberiana al modo en que las prácticas jurídicas habrían
dominado técnicamente la vida moderna partiendo del modelo de las ciencias de la
naturaleza.
Por su parte, Habermas también detectó una actitud radicalmente novedosa en Occidente
a través de la solidaridad entre el “feudalismo burocrático”, el desarrollo de la matemática
y la aplicación social de la racionalidad científica (HABERMAS 1999, 277-278). Que
Habermas era plenamente consciente del problema cosmológico científico también es
visible cuando intenta desapegar a Kant de su aparente solidaridad con la física-
matemática newtoniana, de manera tal que la racionalidad legal que él desprende de la
teoría kantiana no sea entendida como una expansión más del modelo de la ciencia
moderna (HABERMAS 1999, 460).
Al discutir sobre estos puntos con Weber, dejó constancia de que ambos reconocían la
envergadura del siguiente problema planteado por la cosmovisión científica
(HABERMAS 1999, 195 y 494-495): ¿cómo habilitar un universo jurídico-político en
uno newtoniano? De hecho, critica al modelo científico por permitir que las decisiones
políticas, los análisis jurídicos y toda la nomología se vea reducida a una racionalización
por medios de estrategias calculadas y automatismos llevados adelante por los
especialistas científicos (HABERMAS 1997, 133-134 y 179). Si bien esa dinámica
anularía las posibles decisiones autoritarias, también tendría el problema de prevalecer
por sobre la racionalidad legal moral que Habermas propondrá en distintos campos. Así,
la racionalidad científica llevada al orden jurídico-político reduciría el complejo marco
de acción de los sujetos políticos y de sus repercusiones sobre el estatuto político de la
ley (HABERMAS 1999, 2007 y 2010).
Con todo, uno de sus posicionamientos más importantes en lo que al orden jurídico-
político refiere se puede ver consensado en la siguiente afirmación: “la física moderna
indujo, por así decirlo, la imagen mecanicista del mundo del siglo XVII. En este marco
se emprendió la reconstrucción del derecho natural clásico. Este derecho natural moderno
fue el fundamento de las revoluciones burguesas de los siglos XVII, XVIII y XIX, por
medio de las cuales las viejas legitimaciones del poder fueron definitivamente destruidas”
(HABERMAS 1997, 80). Así, para él, la ciencia moderna habría tejido las bases del
derecho que produjo las transformaciones del ordenamiento jurídico-político moderno
más fundamentales.

IV.
El análisis realizado nos permite comenzar a construir un arco teórico político enriquecido
por hipótesis heterogéneas. Pero además de su debida articulación, nuestro objetivo es
situarlo sobre el trasfondo de la problemática cosmovisión científica. A modo de inicio
de dicha operación, a continuación ensayaremos algunas ejemplificaciones.
De forma general, podríamos decir que la modernidad se caracterizó por el advenimiento
de la automatización y la reducción del discurso filosófico o político, observables en la
invitación a ajustar nuestras actitudes y la posibilidad del pensamiento al estado físico-
matemático y legislativo del desarrollo científico. De hecho, esa dinámica se fue
profundizando a medida que los proyectos políticos modernos mostraban sus deficiencias
y, en paralelo, iba avanzando casi sin obstáculos el modelo científico. Pero todo eso no
era sino una faceta más de la disolución de la posibilidad de otorgar significatividad a la
acción política en un universo newtoniano una vez que se constató la novedosa situación
en la que se encontraba el ser humano.
Es que dentro de una primera lectura posible, al interior de aquella imagen cosmológica
(KOYRÉ 2008), se ha entendido que el hombre devino un mero punto inextenso e
insignificante en un espacio absoluto e infinito. Esta interpretación podría estar en
consonancia, por ejemplo, con el análisis weberiano de la desestimable situación del ser
humano a partir de la acción social tradicional o incluso racional con arreglo a fines en el
seno de una burocracia institucional que lo sobrepasa sobremanera y que desde la
modernidad rige el desarrollo del ordenamiento global, pero también con la línea
foucaulteana en la que se señala la anulación de la singularidad al interior del análisis que
lleva adelante la biopolítica en su registro poblacional. En este sentido, la modernidad (y
sus teorías del sujeto, de la acción, de la historia) podría leerse como un intento de
responder con igual fuerza al nuevo y doloroso dictamen cósmico: la antropo-
insignificancia.
Una segunda lectura de la posición del hombre en aquél escenario científico y universal
lo convertiría en un elemento más de la legislación necesaria y mecánica en la que todo,
y así él también en su totalidad, se encontraría sujeto a cálculo (GALILEI 1981;
HUSSERL 2008). Así, se vuelve evidente la solidaridad de dicha lectura para con los
trabajos foucaulteanos relativos a la disciplina calculada de los cuerpos-máquina dóciles,
para con los avances fouaulteano-agambeneanos sobre el registro biopolítico poblacional
de una estrategia económico-administrativa, para con el modo en que la investigación
weberiana entendió la acción social racional con arreglo a fines a partir de la cual los seres
humanos programan su desarrollo al interior de la gran maquinaria social, o incluso para
con la respuesta hiperjuridificante que, según la línea weberiana-habermaseana, se habría
tejido como respuesta las complejidades que habrían surgido en las sociedades, en parte,
a partir de los nuevos desarrollos que la ciencia moderna habría posibilitado.
Es en este sentido que consideramos que existen ciertas relaciones entre la cosmovisión
científica y el estado del orden jurídico-político que podrían enriquecer las hipótesis de
normativizacón/normalización foucaulteano-agambeneano y del proceso de
hiperjuridificación weberiano-habermaseano. Y aunque vaya a ser largo el camino para
tejer los puentes explicativos y sopesar, reforzar o matizar las argumentaciones necesarias
de aquellos posicionamientos, de manera tal que sea posible desarrollar una perspectiva
y una explicación propia de esos fenómenos y del estatuto político de la ley frente a la
cosmovisión científica y al orden jurídico en el mundo moderno y contemporáneo,
consideramos que las investigaciones realizadas (BERESÑAK 2017) así como lo
visibilizado en este trabajo auguran una interesante senda.

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