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Reseña

Ciudadanos del mundo, hacia una teoría de la ciudadanía

Andrés Aquiles Orrego Bravo

Profesor: Dr. Carlos Asselborn

Licenciatura en Filosofía – Metodología de Investigación


Universidad Católica de Córdoba
13 de Mayo de 2017
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Cortina, A. (1997). Ciudadanos del mundo, Hacia una teoría de la ciudadanía. Madrid: Alianza. 222 pp.

Adela Cortina Orts (1947) filósofa española, nacida en Valencia, lugar donde realizó la
Licenciatura y Doctorado (1976) en Filosofía y Letras (Universidad de Valencia). Además, realizó
estudios de posgrado en las universidades de Munich y Frankfurt. Actualmente es catedrática de Ética
de la Universidad de Valencia y directora de la fundación ÉTNOR (para la ética de los negocios y
organizaciones) y fue la primera mujer miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Participa en grupos de investigación tanto en Europa como en Latinoamérica, enfocados
principalmente en la ética. Es autora de una gran cantidad de libros y otras obras escritas, entre los
cuales encontramos el texto que presentaremos a continuación.

La tesis de la obra consiste, cito textual, en “rastrear en qué medida un concepto tan debatido
en nuestros días como el de ciudadanía1 puede presentar un cierto punto de unión entre la razón
sentiente de cualquier persona y esos valores y normas que tenemos por humanizadores”. Con esto
busca ella sentirse, persona humana, parte de una comunidad y que sea, a la vez, una comunidad justa.

Su texto está divido fundamentalmente en siete capítulos, donde presenta algunos problemas
y otras elementos históricos, de definición, miradas filosóficas, etc., que más adelante iremos
trabajando. Una introducción y finalmente un prólogo donde anima al lector a tomar cierta posición
con respecto a la ciudadanía para llegar a ser o sentirse ciudadano del mundo.

Es interesante ver como la autora en su introducción, a partir del texto de Herbert George
Wells, la Isla del Dr. Moreau y otras novelas como la de Frankenstein de Mary Shelley y el extraño caso del
Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, es capaz de mostrarnos como estos creadores, que
para ella pasan a ser los verdaderos monstruos, intentan a través del castigo y las leyes humanizar a las
criaturas que han hecho. Wells en su texto lo llamó el grotesco teológico, es decir como una crítica a los
creadores y no a las criaturas. En la historia vemos como la Iglesia paso por un periodo donde la
religión a través del castigo y las leyes era capaz de imponerse, y no a través del mensaje de misericordia
y esperanza que se reveló. La autora nos presenta esta breve mirada para llevarla a lo que ella llamó
como el grotesco político¸ con respecto a la falta de humanidad en las leyes y los castigos, es decir, en la
forma de vivir en la sociedad.

1 Cursiva por la autora.


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Nos saltaremos al segundo capítulo del texto y dejaremos el primero, porque veo que es un
buen elemento para tener una idea general del texto, una especie de síntesis donde presenta los
problemas que le dan al lector motivaciones para seguir la lectura, y respetando la interpretación que
hice de la metodología de la autora, invito al lector empezar por este primer capítulo para una buena
comprensión de los siguientes capítulos. En su segundo capítulo nos plantea las dos visiones que hoy
entendemos por ciudadanía, haciendo referencia a la república y la liberal. Pero su trabajo principal en
este tramo de la lectura es especialmente explicar la raíz de estas concepciones, raíces griegas y romanas,
y como son llevadas a cabo estas ciudadanías históricas. Por ejemplo, como la ciudadanía pasa de ser
una exigencia política en la cultura griega (en aquellos que eran considerados ciudadanos) a un estatuto
político en la cultura romana. Es a partir de estas raíces griegas y romanas que hoy podemos hablar de
Estado, un elemento fundamental en el desarrollo de todo el texto. Y como a partir de estas primeras
experiencias de Estado, podemos hoy hablar de Nación. Y se llega a este término, en modo practico
de los ciudadanos, no por un una coacción, sino que por naturaleza de querer reunirse, es decir, por
voluntad. Es a partir de estos conceptos, Estado y Nación, que aparece otro elemento primordial en
el desarrollo de la obra, la identidad. Y en relación a la identidad, Cortina toma algunos elementos de
Kant para que esta identidad sea válida en una sociedad moderna la libertad, la igualdad y la
independencia.

El tercer capítulo de la obra hace referencia a la necesidad de un Estado de justicia como


imprescindible, porque el ciudadano no solo debe gozar de derechos civiles y/o políticos, sino también
de derechos sociales (trabajo, educación, vivienda, etc.). Pero ¿Por qué de un estado de justicia? Porque
la historia ha confundido el Estado de bienestar con el de justicia y al parecer, no son lo mismo. La
autora da algunas características de este estado de bienestar, por ejemplo: es paternalista, es
providencial, espera agradecimiento por lo dado, elimina la democracia, pasa a ser un megaestado que
domina la sociedad civil, entre otras. En cambio el estado de justicia, al que llamamos como estado
liberal, debe comprometerse a garantizar la libertad de los ciudadanos. Y para esto es esencial, dice la
autora, que entendamos la ciudadanía como una relación de doble dirección, de la comunidad hacia el
ciudadano y del ciudadano hacia la comunidad. ¿Por qué nos acostumbramos a la pasividad que nos
puede entregar el estado de Bienestar? ¿Somos capaces de salir cuando hemos vivido toda una historia
cultural pensando que el estado, como providencia, será capaz de cumplir todas nuestras necesidades?

Un segundo conflicto general que Cortina destaca es la ignorancia que tenemos con respecto a
la función pública económica de la ciudadanía. En este cuarto capítulo hace la invitación a un cambio de
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mentalidad, hay que pasar de una ciudadanía acostumbrada a exigir a una acostumbrada a participar. Sin
embargo, es difícil plantearnos los problemas económicos presentes en la actualidad, porque son
problemas económicos en un mundo globalizado y son difícilmente solubles. Entonces ¿Cómo nos
hacemos parte de nuestra responsabilidad económica? La autora nos habla en primer lugar de las
persona, con mayor participación y responsabilidad. Un segundo marco que toca son las empresas,
como empresa ciudadana. La cual no se desentiende de los problemas económicos que acontecen en
un entorno social. La que produce un cambio de mirada pasando de: una jerarquía a una
corresponsabilidad, creando una cultura organizativa, una reconfiguración ética del mundo laboral, un
balance social, una concepción renovada de ética dentro de la empresa y como aquella que tiene una
responsabilidad con el trabajador. Esta responsabilidad consiste en que el trabajador se sienta parte de
la empresa, formándolo y capacitándolo. El poder político tiene la responsabilidad de realizar, en este
ámbito económico, la justicia social que corresponde. Y el tercer sector, aquellas organizaciones de lucha
contra las injusticias económicas-sociales-laborales, de cumplir con su función que está más que clara.
Es esencial que el Estado, la Empresa y el tercer Sector trabajen en armonía para una sociedad justa.

En el quinto capítulo la autora se plantea como llegar de una sociedad civil a una escuela civil,
como pasar de pasivos ciudadanos a agentes de cambio o de opinión. Es decir ¿Dónde aprendo a ser
un ciudadano? ¿De qué forma lo pongo en práctica? Las organizaciones voluntarias de la sociedad civil
son las únicas capaces de enseñar civilidad a las personas y capaces de llevar una democracia sana, nos
dice Cortina. Sin embargo sabemos que en la sociedad civil hay de todo, inclusive grupos anti-cívicos.
En relación a esto seres con voluntad y capaces de hacer cosas, es que la autora plantea como necesario
la universalización de la aristocracia, como aspiración a lo más alto que pueda llegar las profesiones
(entiéndase como profesional –Diego García- “un consagrado de una causa de una gran trascendencia
social y humana”2), es la principal fuente de las riquezas de las naciones y de los pueblos, y una exigencia
de responsabilidad social. Con esta universalización de la aristocracia la autora quiere hacer referencia
a que los ciudadanos cívicos hoy en día se vuelven el componente de la opinión pública, que en la
visión kantiana solo la conformaban los sabios ilustrados.

¿Todos iguales? ¿Todos con un solo pensamiento? ¿Las mismas leyes, las mismas normas, las
mismas tradiciones? Cuando la autora habla de la universalización no hace referencia a esos temas que
conforma la identidad de cada sujeto, de cada cultura, de cada estado, de cada nación. En el sexto

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Tomado del texto de Adela Cortina pp. 127
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capítulo es donde se plantea la gran dificultad de la convivencia en la sociedad por las diversas culturas.
Es fundamental que todos nos sintamos ciudadanos de primera, por eso mediante la tolerancia, el
respeto, la integración de las diferencias los ciudadanos deben desarrollar una ciudadanía multicultural,
como cuestión, insiste la autora, de justicia. La ciudadanía intercultural no busca el termino de los
conflictos por la sumisión de todas las culturas a la cultura dominante, sino, que busca el dialogo para
para la acepción o solución de la diferencia y la búsqueda de una vida más feliz y justa. Hay dos tipos
de conflictos que debemos reconocer para poder trabajar e intentar solucionar; los problemas de los
estados multiculturales son claramente políticos y han de resolverse llegando a una distribución justa
del poder. En cambio los problemas multiculturales en las sociedades poliétnicas aparte de ser
problemas políticos o jurídicos, también son metafísico y morales. Estos últimos son más profundos.
Es responsabilidad de toda la sociedad proteger la libertad del ciudadano con respecto a la cultura que
quiere pertenecer y con la que se identifica. Cortina nos dice que el liberalismo político puede ser una
respuesta, porque este renuncia abiertamente a cualquier doctrina filosófica moderna. Este liberalismo
radical está dispuesto a defender, como irrenunciable para una convivencia pluralista, la autonomía de
los ciudadanos. Y es en este punto que la autora da una respuesta a las preguntas que nos planteamos
al principio de este párrafo, pero en el sentido de dignidad, ¿Son todas las culturas iguales en dignidad?
“La cuestión no pasa por la dignidad de una cultura, sino que por el derecho del ciudadano de
pertenecer a tal cultura e identificarse con ella, es el Estado el encargado de proteger tal derecho”.

Aprender a ser ciudadano, no por ley ajena o castigo, sino llegando al más profundo ser de sí
mismo, este es su siguiente capítulo o tema central que intenta tocar. Para hablar de educar (-se) en
ciudadanía es necesario hablar de valores, valores con validez concreta y no subjetiva, universales, pero
no estáticos, ni faltos de creatividad. Estos elementos son los que nos permiten acondicionar el mundo
para que podamos subsistir en él, sería casi imposible el vivir en un mundo sin valores. Vemos como
a partir de esta creatividad del hombre, de su libertad y voluntad, de los cambios históricos, en lo que
respecta a lo moral, no han aparecido solo cambios sino que progresos morales. En resumen de lo que
hemos venido planteando hasta ahora, la autora nos dice que hay una ética cívica y los valores de esta
son: la libertad como participación en asuntos públicos, la independencia solidaria sin caer en egoísmos
e individualidades y la autonomía como aquel que se da sus propias leyes percatándonos de aquellas
acciones que más nos humanizan. Estos puntos también los toca en temas anteriores como nos dimos
cuenta, pero en este capítulo los profundiza un poco más, cabe hacernos algunas preguntas como ¿Por
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qué insistir en la libertad, en la independencia solidaria, en la autonomía? ¿Son realmente fundamentales


para la práctica de una ciudadanía? ¿Por qué no otros valores y estos sí?

Presenta un término poco conocido en relación a todos los conflictos que podemos tener en
torno a otros, que está a la par de la xenofobia y otros tipos de discriminación. La aporofobia, que es la
discriminación a los niños, a los ancianos, a los discapacitados, entre otros integrantes de la misma
cultura. Otros términos interesantes de seguir descubriendo e investigando son el respeto activo que
va más allá de la tolerancia y la capacidad que deben tener las culturas de un dialogo serio.

En el prólogo la Cortina comienza diciendo que la humanidad debe forjar una ciudadanía
cosmopolita. Como una república ética universal. Algunos beneficios de construir una ciudadanía
cosmopolita serian: que el hombre se sienta comunidad, una distribución justa de los bienes sociales,
los bienes de la Tierra, encontrar soluciones globales a problemas globales, los diálogos entre las
diferentes culturas serían más fecundos y provocarían mayor unidad, entre otros. Aun así, la autora
sigue reconociendo que los grandes conflictos y dificultades que se presentan en las sociedades y entre
las sociedades “siguen teniendo [...] su raíz, y con gran fuerza, en las desigualdades económicas y
sociales”. Por esto, la autora propone la construcción de una ciudadanía cosmopolita, ya que al ser
justa hace sentirse a todos como ciudadanos de mundo.

¿Existe algún problema con respecto al texto? En lo personal, el texto a mi parecer es sencillo
de entender, con cierto grado de complejidad en algunos términos filosóficos, pero fáciles de trabajar.
Un problema de comprensión que puedo mencionar o más bien como me hubiera ayudado a lectura,
es el orden de algunos elementos que se desarrollan. Si bien estos se encuentran bien explicados y
presentados, a mi parece, para una mejor comprensión de las ideas, en primer lugar podría haber
explicado que entiende por el termino X y luego ver como este se desenvuelve en el contexto que lo
quiere presentar. Un ejemplo claro es cuando explica que son las profesiones, cuando ya las había
mencionado con anterioridad en los temas o capítulos que habían pasado.

Un segundo conflicto que me dejo con un “gusto a poco” porque es un tema interesante, son
los mínimos de justicia que la autora desarrolló en algunos capítulos, pero de modo general. Es un tema
interesante de investigar y profundizar. Si se hubieran desarrollado más ampliamente le hubiera dado
mucho más sentido a lo que ella entendía por justicia, según mí parecer.

Pero en sí ¿la tesis tiene una fundamentación buena? ¿Es capaz de sostenerse? Si viene es un
texto de año 1997 a mi parecer personal la tesis me parece bastante sustentable, aun hoy en día. En la
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medida que va desarrollando el tema la autora es capaces de poner en conflicto lo que plantea pero
también da respuestas a esos conflictos. En cierta medida da justificaciones de las proposiciones que
va planteando en todo el texto. Además, podemos encontrar como no se encierra en una sola línea,
dejando de lado el universalismo de muchos elementos, tiene una mirada crítica ante corrientes
filosóficas, educativas, psicológicas, sociales, en la que es capaz de sacar lo bueno y discriminar aquello
que ella piensa, atenta contra las ideas que va planteando. Obviamente, mencionando que pasa cuando
tomamos esos elementos que ella desea apartar, porque son elementos que han estado presentes y han
dejado huellas negativas en las sociedades donde se desarrollaron. En relación a lo mencionado con
anterioridad, cuando toca el tema de donde se desarrollaron los elementos. La autora es precisa en
mencionar acontecimientos históricos donde se ven implicados elementos, conceptos, doctrinas,
corrientes, pensamientos, etc. que ella saca a colación. Con esto las ideas que va planteando van
quedando más claras, así mismo, la postura ante esas ideas que desenvuelve.

Finalmente me gustaría mencionar algunos elementos, de entre los muchos que he descubierto,
que han cambiado ciertas visiones de la realidad con respecto a las personas y a los conceptos. Me
gustó mucho cuando presenta el elemento de aporofobia como aquella actitud de discriminar, dentro de
la misma cultura, a niños; discapacitados; ancianos; mujeres. Es algo que está frente a las narices de
toda una sociedad y de todas las sociedades. Si no somos capaces de respetarnos como integrantes de
una cultura, de una nación y/o estado, yo me pregunto ¿Cómo seremos capaces de respetar al que está
afuera, al extranjero, al diferente? En la historia, esta aporofobia ¿ha decrecido realmente o la
discriminación que sentíamos por ciertos grupo dentro de la cultura se ha trasladado a otro grupo e
incluso, se pudo haber aumentado? ¿En qué sociedad, en que historias, en que culturas específicamente
es donde más la podemos ver presente? Es un elemento que da para pensar mucho. Y un segundo
punto con respecto a los conceptos es como siento cierto temor, pánico, resistencia a la
universalización. Somos testigos de cómo la autora sin tapujos universaliza la ética, la ciudadanía, la
economía, la solidaridad, y tantos otras cosas. ¿Por qué me sigue resonando personalmente? Es ahí
donde me percato, que sin saberlo, soy un hijo de la modernidad, de una modernidad que le cuesta
aceptar estos términos que generalizan, que inconscientemente te hacen pensar que pierdes autonomía
de tus acciones y pensamiento. No creo en la universalización de cuanto existe, ni mucho menos en la
individualización de todo, pero si es un desafío importante plantearse esta armonía entre lo particular
y lo universal.

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