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INTRODUCCIÓN
Los fundamentos del análisis económico moderno de la criminalidad fueron
establecidos por Becker (1968), quien con un enfoque microecómico caracterizó al
acto delictivo como un problema de elección racional individual. Su contribución dio
lugar a un cúmulo de estudios teóricos y empíricos que ayudaron a profundizar el
conocimiento de la conducta criminal en ambientes de incertidumbre, y su reacción
ante diferentes medidas de combate a la criminalidad (Ehrlich, 1973), (Witte, 1980),
(Schmitd y Witte, 1984). No obstante, aunque el enfoque económico de la
criminalidad propuesto por Becker (1968) ha sido ampliamente aceptado en el
ámbito académico internacional y en el diseño de políticas de seguridad pública,
aún es insuficiente para abordar algunos aspectos del vínculo entre actividad
criminal y las condiciones económicas que prevalecen en países y regiones. En
este sentido, un conjunto de investigaciones se ha enfocado en analizar, desde una
perspectiva principalmente agregada, el impacto que la actividad delictiva ejerce en
diferentes medidas de desempeño económico nacional y regional. Por ejemplo,
Zelekha y Bar-Efrat (2011) evalúan el efecto que la actividad delictiva tiene en la
inversión privada en Israel. Daniele y Marani (2010), por su parte, analizan el
impacto del crimen organizado en la inversión extranjera directa en Italia. Asimismo,
algunos estudios han puesto su atención en analizar el efecto potencialmente
distorsionante que la actividad delictiva local ejerce en la pequeña empresa
(Krkoska y Robeck, 2009), (SBP, 2008). Paralelamente, un creciente número de
estudios internacionales analizan el efecto en la tasa crecimiento económico
(Neanidis y Papadopoulou, 2013; Kumar, 2013; Goulas y Zervoyianni, 2013; Öcal y
Yildirim, 2010). Similarmente, el estudio acerca del efecto de las condiciones
económicas sobre los diferentes tipos de actividad delictiva ha cobrado relevancia
con el apoyo de enfoques metodológicos modernos, permitiendo revisar hipótesis
inicialmente investigadas por criminólogos a principios del siglo veinte (Bonger,
1916; Thomas, 1925). Los estudios recientes en este ámbito reconocen que durante
los episodios de recesión económica, el consiguiente aumento en la tasa de
desempleo se convierte en un factor potencialmente detonante de la actividad
delictiva; sin embargo, la evidencia empírica internacional dista de ofrecer un
consenso en este sentido. Los estudios recientes en este ámbito reconocen que
durante los episodios de recesión económica, el consiguiente aumento en la tasa
de desempleo se convierte en un factor potencialmente detonante de la actividad
delictiva; sin embargo, la evidencia empírica internacional dista de ofrecer un
consenso en este sentido. En México, la economía ha atravesado recientemente
por episodios caracterizados por aumentos en la tasa de desempleo y la
intensificación en la actividad delictiva. En el primer caso, la crisis económico-
financiera internacional, que iniciara a principios de 2008 en Estados Unidos,
ocasionó que la actividad económica agregada en México encarara contracciones
de hasta diez por ciento, como ocurrió en el segundo trimestre de 2009 (Mendoza,
2013), con el consiguiente aumento en los despidos laborales. De hecho, en el
periodo poscrisis, cuando la actividad económica agregada de Estados Unidos
comenzaba a recuperarse, en algunos estados mexicanos como Baja California, la
tasa de desempleo promedio aumentó poco más de cuatro puntos porcentuales,
llegando a alcanzar hasta 7.6 por ciento. En particular, los estados ubicados en la
frontera norte parecen haber enfrentado los mayores desajustes en el mercado
laboral, ya que Coahuila y Chihuahua llegaron a alcanzar tasas de desempleo de
9.7 por ciento, mientras que en Nuevo León y Tamaulipas llegaron hasta 8.5 por
ciento (Torres, 2013).
Rusche y Otto Kirchheimer (1939), sostienen que el crimen está directamente
relacionado con el ciclo económico y que, en los tiempos de recesión, dado el
aumento del desempleo, las tasas de criminalidad también tienden a aumentar
puesto que las personas se ven obligadas a cometer actos ilícitos para hacerse de
los recursos económicos perdidos durante la crisis. Sin embargo, estos resultados
no son homogéneos pues en los estudios hace falta integrar otras variables de tipo
sociodemográfico como clase, educación, migración o movilidad social
(Garay,2014, págs. 270-275). En cuanto al segundo enfoque, se plantea que un
crecimiento y desarrollo económico sostenible genera, en el largo plazo, más
riqueza y mejor calidad de vida, lo que a su vez está asociado con bajos índices de
criminalidad. Los principales autores que defienden esta teoría son Emile Durkheim
y Norbert Elias, quienes exponen que modificaciones graves en la estructura
económica inciden en el alza de las tasas de crimen, que el desarrollo económico
es decisivo para el incremento del individualismo moral y la solidaridad orgánica y,
por último, que los procesos macrosociales pueden reducir los niveles de
criminalidad en una sociedad (Garay, 2014).
1. ¿Existe alguna relación entre el desempleo y la criminalidad?
https://www.uam.es/personal_pdi/economicas/cresa/text5.html
Además, hay que introducir otros elementos sobre cómo el mundo del trabajo influye
sobre el nivel de criminalidad en un determinado grupo social. No es sólo el
desempleo, con la consiguiente reducción de rentas, lo único que se refleja en las
tasas de delitos, sino también otras circunstancias del mercado de trabajo tales
como el subempleo.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-
84022017000100025
2. ¿Es una medida efectiva con respecto a otras estrategias de prevención del
crimen?
DETERMINANTES DE LA CRIMINALIDAD. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
http://www.politicacriminal.cl/n_02/d_4_2.pdf
Con respecto al Desempleo existe en la bibliografía una gran cantidad de artículos
que describen una relación positiva entre el desempleo y la delincuencia, es decir,
ante un aumento en la tasa de desempleo, la delincuencia aumentaría. Raphael y
Winter-Ember comprueban efectos positivos significativos del desempleo sobre los
delitos contra la propiedad. Estos efectos son estables a lo largo de todas las
especificaciones del modelo. En la línea, Deadman encuentra una relación
significativa entre aumento de desempleo y aumento de robo con fuerza residencial.
Por otro lado, Roberto García concluye, después de una revisión bibliográfica, que
hay un efecto positivo importante entre desempleo y crímenes contra la propiedad,
sin embargo, los resultados de la relevancia estadística del desempleo, entre uno y
otro estudio, varían dependiendo de cómo se especifique la función a estimar, por
lo que se desprende que ésta es una relación muy sensible y que está altamente
correlacionada con otras variables de mercado. Así también la Fundación Paz
Ciudadana dice que un aumento del desempleo provocaría un aumento de la
delincuencia. 35 Por otra parte, Benavente et al. especifican que el desempleo sirve
para medir el entorno económico y la carencia de oportunidades en los mercados
formales para obtener un empleo legal. Alto desempleo significaría menos
oportunidades de trabajo legal y, por lo tanto, mayor oportunidad para el trabajo
ilegal. Se demuestra la relación positiva entre desempleo y criminalidad, sobre todo
para los delitos de robo con fuerza y hurto. Por otra parte, incorporando el factor
tiempo, Nuñez et al., siguiendo el modelo de Becker y Ehrlich, proponen que al
aumentar el desempleo aumenta el delito, dicen que para que esta relación se
cumpla es necesario que el desempleo se espere para el futuro y que la captura sea
constante. Estos autores demuestran que el desempleo explica casi todos los tipos
de delitos tanto los de incentivos económicos como también violación, homicidio y
violencia. Con respecto a esto último, agregan que si el desempleo explica más que
los delitos que responden a incentivos económicos, este factor estaría yendo más
allá de la teoría de Becker y Ehrlich. Argumentando una relación positiva pero
ambigua o poco significativa entre desempleo y criminalidad encontramos a varios
autores, principalmente internacionales. Saridakis dice que el desempleo tiene un
papel insignificante sobre los delitos violentos. Saridakis plantea una relación
positiva, pero marginal; estos resultados se corresponden con los estudios
anteriores revisados por él. Por otro lado, Mocan et al. revisan la teoría de Becker y
Ehrlich, complejizándola en una modelación. Su crítica va principalmente por el
hecho de suponer la existencia de relaciones recíprocas entre delincuencia y sus
determinantes, sin considerar la multiplicidad de respuestas humanas. Para
solucionar lo anterior se incorporan los factores de capital humano legal e ilegal y
tiempo en participación en actividades legales e ilegales. Con esta modelación
demuestran que si bien un aumento de desempleo aumenta el crimen (delitos contra
la propiedad), una disminución del desempleo no necesariamente lo disminuye: el
crimen no vuelve a su posición anterior. Se concluye, por lo tanto, que los delitos
contra la propiedad tienen comportamientos asimétricos con el desempleo. Por otro
lado, estos mismos autores dicen que hay evidencia suficiente para decir que el
efecto de variables económicas como desempleo y salario mínimo real sobre la
criminalidad no es claro, ya que es un efecto suave y poco definido para los
diferentes tipos de delitos.
EVIDENCIA EMPÍRICA
CONCLUSIÓN YESSICA