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VENGA TU REYNO

¿Un Imperio. Una fe. Un Dios?

“Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro
pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre”. Daniel 2:44 (RV 1909)

“La tierra originalmente dada al hombre como reino suyo, entregada alevosamente por él a las manos de Satanás, y durante tanto
tiempo dominada por el poderoso enemigo, será recobrada por el gran plan de redención”. The Signs of the Times, 29 de
diciembre de 1909. {HC 489.1; AH.540.1}

Introducción

“Venga tu Reino” es sin duda una expresión muy conocida en el mundo cristiano. Es parte de la oración modelo que
el Señor Jesús enseñara a sus discípulos.
Orar por la venida del Reino de Dios de seguro es necesario y deseable; más difícil es comprender qué cosa es
exactamente el Reino y dónde será establecido. Y lo más importante: cuándo.
Actualmente el cristianismo predica variadas interpretaciones sobre el Reino. Con tantas voces declarando “aquí está
el Reino”…no es difícil comprender la génesis de la confusión reinante.
Mientras se siga considerando a la autoridad eclesiástica como la fuente para comprender la verdad sobre el Reino,
ese caos reinante no cambiará. Tenemos “la palabra profética más segura” para comprender todo lo relativo al Reino
y no ser entrampados por la falsa antorcha de la profecía.
Daniel 2 registra el sueño del rey babilónico Nabucodonosor. La interpretación que le entrega el profeta Daniel es
que la gran imagen que vio en sueños revelaba “lo que ha de ser en los tiempos venideros” vs. 28 –VM-. Y al finalizar
la interpretación del sueño el profeta cierra con la declaración: “el gran Dios hace saber al rey lo que ha de ser en lo
porvenir; y es cierto el sueño, y fiel la interpretación” vs. 45 –VM-
¿Cuál era ese porvenir profetizado? “el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruido” vs. 44 –
VM-
Somos llamados como hijos de Dios a ser integrantes de ese reino eterno: “Después tomarán el reino los santos del
Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos” Dn. 7:18
El gran chasco de los discípulos con su Maestro fue que no había restablecido el Reino de Israel liberándolos del
Imperio Romano: “nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” –Luc 24:21- Y antes de ver a
su Señor regresar al Cielo, nuevamente le interrogaron: “¿Restituirás el reino a Israel en este tiempo?” -Hch 1:6-
Algo no estaban entendiendo sus discípulos y Jesús aún “después de haber padecido, se presentó vivo” por cuarenta
días “hablándoles del reino de Dios” -Hch 1:3-

“Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino” le dijo el pecador arrepentido a Cristo, que como Cordero de Dios
estaba quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario.

Queda claro que si anhelamos que el Señor se acuerde de nosotros, se acuerde de mí cuando venga en su Reino,
debemos primero acordarnos de la “palabra profética más segura” para comprender la verdadera naturaleza y el
verdadero tiempo de la venida del Reino de Dios y no ser confundidos a aceptar cualquier otra cosa que diga ser “el
Reino”.

Sólo así podremos esperar escuchar de Jesús la misma respuesta que le dio a ese pecador arrepentido: “…estarás
conmigo en el paraíso”, estarás conmigo en el Reino. -Luc 23:43-
Tema I
Venga tu Reino (Cristo y Roma)
¿Es posible profesar amar a Jesús, pero despreciar su segunda venida?
Cercano a su muerte, el apóstol Pablo dijo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado
la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día;
y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” -2 Tim. 4:8-
Amar la venida de Jesús evidentemente es pelear la buena batalla para guardar la fe dada por Jesús, creer
que hemos de ser juzgados por él y creer “en aquel día” futuro de su segunda venida como Señor de señores.
Pablo señala a Tito que el regreso de Cristo Jesús es “aquella esperanza bienaventurada” que podemos
esperar con certeza.
El mundo cristiano de hoy profesa creer y esperar la segunda venida de Jesús, pero una cosa es creer la
venida y otra muy distinta amar esa venida. Y amarla significa según Pablo “guardar la fe”. Son condiciones
complementarias y necesarias para recibir “la corona de justicia” en aquel día.
En la parábola del juez injusto registrada en Lucas el Señor Jesús dejó en claro lo que buscará encontrar a
su regreso: “…empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?” -Lc. 4:8-
¿Por qué la fe estaría en peligro de extinción al tiempo de la segunda venida? La parábola indica que la falta
de temor a Dios y la falta de temor al prójimo generaría tal nivel de injusticia que “los escogidos” de Dios
podrían “desmayar” en su fe. De ahí que debían buscar liberación de la opresión refugiándose en oración
y confianza constante en Dios. Y esto precisamente hasta su segunda venida.
El pueblo de Dios ha sido oprimido todo su peregrinaje tanto por los que no temen a Dios como por los
que no temen la justicia humana. No es difícil reconocer que esta situación prueba la fe hasta quebrarla.
¿Por qué el mundo llegaría a esos niveles de injusticia al tiempo del regreso de Jesús? Las profecías tienen
la respuesta:
Un texto muy conocido es el de Pablo a Timoteo sobre como se pondrían los “venideros tiempos”
“Empero el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando á espíritus de error y á doctrinas de demonios” 1 Tim. 4:1
El apóstol deja en claro que el Espíritu claramente profetiza un futuro no muy alentador: apostasía, espíritu
de error y doctrinas de demonios que quebraría la fe de los creyentes cristianos.
Otra profecía muy conocida sobre los “postreros días” está en 1 Tim. 3:1-5
“ESTO también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores
de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin
santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno,
Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; Teniendo apariencia de
piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita”
Mateo 24 es un texto que habremos leído varias veces pero bien nos haría en recordar que tampoco pinta
un cuadro alentador sobre el futuro de la fe cristiana:
“Y por abundar la iniquidad, el amor de la mayor parte se resfriará, más el que perseverare hasta el fin, éste
será salvo”. Mt. 24:12-13- VM-
La presencia de la palabra “resfriar” puede sonar raro, pues el uso frecuente que le damos actualmente es
en el ámbito de la medicina. Pero una simple mirada por las acepciones castellanas de esa palabra revela la
crudeza del texto profético.
Resfriar para el Diccionario de la Real Academia Española significa:
1. enfriar; 2. Entibiar, templar el ardor o fervor; 3. moderar el calor de algo; 4. Empezar a hacer frío; 5. Dicho del
amor o de la amistad: Entibiarse, disminuirse.
Con esto en mente el texto arroja toda la fuerza del sombrío futuro de “la mayor parte” de la iglesia de
Cristo: el amor a Cristo y por ende a su Venida se entibiaría. El ardor, el fervor empezaría a disminuir a tal
punto permanecería, pero sería templado y frío.
Cuando venga Jesús ¿Qué fe hallará? Precisamente esta es la fe que hallará, y solo “el que persevere hasta
el fin” será salvo.
Esta profecía del futuro de la fe cristiana no solo dice cómo se encontrará la fe hacia el tiempo de la venida
de Jesús. También declara la causa: “…por abundar la iniquidad”
Sería fácil generalizar el origen de esa iniquidad. Pero el mismo Jesús no nos deja margen para
especular. Declara específicamente un poder terrenal a quien responsabiliza totalmente de ser el
causante de este estado caído de la fe al tiempo de su segunda venida.
Esa profecía la encontramos detallada en 1 Tesalonicenses 2:1-12
1EMPERO os rogamos, hermanos, cuanto á la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestro
recogimiento á él,
2Que no os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por
palabra, ni por carta como nuestra, como que el día del Señor esté cerca.
3No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la
apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
4 Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó que se adora; tanto que se
asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.
5¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto?
6Y ahora vosotros sabéis lo que impide, para que á su tiempo se manifieste.
7Porque ya está obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de
en medio el que ahora impide;
8Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca,
y destruirá con el resplandor de su venida;
9A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y
señales, y milagros mentirosos,
10Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de
la verdad para ser salvos.
11Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean á la mentira;
12Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes consintieron á la
iniquidad.

Sin duda alguna esta profecía del apóstol Pablo es profundo y ameritaría un enorme tiempo analizarlo. Pero
nos convoca otra profecía. Bastará ver el panorama general que se delinea en este texto:
Engaños sobre el tiempo de la Venida: queda claro que el tiempo de la segunda venida no es cualquier
tiempo: “nadie les engañe sobre el tiempo de nuestro encuentro con el Señor, como pretendiendo que
nosotros enseñamos eso”. Pablo entonces les recuerda cual es ese tiempo de la segunda venida.
El hombre de pecado: Jesús no vendría sin que antes se produjera “otra venida”. Antes de la segunda
Venida vendría “el hombre de pecado”, el “inicuo”, “el hijo de perdición”, un poder que simularía ser
“Dios” mismo, un poder que se instalaría en la propia Iglesia cristiana, “el templo de Dios” (1 Tim.3:15).
Como reformadores protestantes la iglesia adventista del séptimo día siempre creyó y predicó que este
poder inicuo que antecede en su venida a la propia venida de Jesús es el Catolicismo Romano.
El Catolicismo no es ni nunca fue una Iglesia cristiana. Pues este texto declara que este poder anticristiano
surge por obra y gracia del mismo Satanás.
Es una profecía conocida por el mundo cristiano en general y especialmente por la iglesia adventista.
“El papado es precisamente lo que la profecía declaró que sería: la apostasía de los postreros días. 2 Tes.
2:3, 4. Forma parte de su política asumir el carácter que le permita realizar mejor sus fines; pero bajo la
apariencia variable del camaleón oculta el mismo veneno de la serpiente. Declara: “No hay que guardar
la palabra empeñada con herejes, ni con personas sospechosas de herejía”. Lenfant, Histoire du Concile
de Constance 1:493. ¿Será posible que este poder cuya historia se escribió durante mil años con la sangre
de los santos, sea ahora reconocido como parte de la iglesia de Cristo?” { CS 558.2; GC.571.2 }

No es nada nuevo declarar esto. Ha sido nuestra posición clara y pública durante mas de 180 años. No es
un insulto a la fe romana de millones. Precisamente la tarea que se le enconmendó a la Iglesia Adventista
es la de declarar y explicar al mundo quien es este poder que vendría antes de la segunda venida de Jesús,
“cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos,
y con todo engaño de iniquidad”
Leemos otra declaración que revela este punto sobre nuestra misión:
Mediante una diversidad de imágenes el Señor Jesús le presentó a Juan el carácter malvado y la influencia
seductora de los que se han destacado en su persecución del pueblo de Dios. Todos necesitan sabiduría
para investigar cuidadosamente el misterio de iniquidad que figura en forma tan destacada en las
postrimerías de la historia de esta tierra... En el tiempo mismo en que vivimos, el Señor ha llamado a su
pueblo y le ha dado un mensaje para presentar. Lo ha llamado a exponer la maldad del hombre de
pecado, que ha hecho de la ley del domingo un poder distintivo, que ha pensado en cambiar los tiempos
y la ley, y ha oprimido al pueblo de Dios que se mantiene firme para honrarlo y guardar el único verdadero
día de reposo, el sábado de la creación, como santo para el Señor. { TM 117.4; TM.117.4 }

¿Es nuestra tarea exponer la maldad del Catolicismo Romano? Sin duda esa es nuestra misión. Pero ¿Cuál
es la razón por la que esta tarea ha de ser hecha? La razón es el ataque que este poder realiza a la Ley de
Dios engañando y enturbiando la fe cristiana.
¿Por qué hallará una fe apóstata y tibia (resfriada) el Señor Jesús cuando venga? La fe cristiana estará
destruida porque el Catolicismo romano se encargará de destruirla.
“¡Tu siervo soy; dame entendimiento, para que conozca tus testimonios!
Tiempo es de hacer algo, Jehová, porque los hombres han invalidado tu ley.
Por eso yo amo tus mandamientos más que el oro, sí, más que el oro fino”. -Salm.119:125-127- VM-

“Si me amáis, guardad mis mandamientos;


Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le
conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.
No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros”. Juan 14:15-18

De estos textos, y podríamos buscar muchos mas, se desprende que no podemos dejar de “hacer algo”, no
podemos dejar de “actuar” (RV1960) cuando los hombres invalidan la Ley de Dios. Y precisamente la obra
del hombre de pecado, el Papado romano, haría eso: invalidar la Ley. Precisamente “inicuo” significa “sin
ley: a-nomos” 1

1
Concordancia de Strong, referencia Nº 459
No podemos engañar a nuestros amigos y familia, no podemos ocultar al mundo sobre nuestra verdadera
posición sobre el Catolicismo. Los amamos y precisamente por eso debemos confesarles que no podemos
amar el Romanismo.
Como adventistas cargamos a nuestra espalda la pesada carga de esta tarea. Martín Lutero, líder de la
Reforma Protestante en Europa, cuando finalmente se separó totalmente de la Iglesia Católica declaró:
“Cada día comprendo mejor lo difícil que es para uno desprenderse de los escrúpulos que le fueron
imbuidos en la niñez. ¡Oh! ¡cuánto no me ha costado, a pesar de que me sostiene la Santa Escritura,
convencerme de que es mi obligación encararme yo solo con el papa y presentarlo como el Anticristo!
¡Cuántas no han sido las tribulaciones de mi corazón! ¡Cuántas veces no me he hecho a mí mismo con
amargura la misma pregunta que he oído frecuentemente de labios de los papistas! ‘¿Tú solo eres sabio?
¿Todos los demás están errados? ¿Qué sucederá si al fin de todo eres tú el que estás en error y envuelves
en el engaño a tantas almas que serán condenadas por toda la eternidad?’ Así luché yo contra mí mismo
y contra Satanás, hasta que Cristo, por su Palabra infalible, fortaleció mi corazón contra estas dudas”.
Martyn, 372, 373. { CS 133.1; GC.143.1 }
¿Estamos actualmente como Adventistas del Séptimo Día convencidos por las Escrituras, al igual que
Lutero, que es nuestra “obligación” encararnos “con el papa y presentarlo como el Anticristo”?
Si no estamos convencidos de esta obligación, de esta misión es muy probable que nos haga falta la
experiencia del reformador alemán: luchar contra nosotros mismos y contra Satanás, “hasta que Cristo, por
su Palabra infalible” fortalezca nuestro corazón contra estas dudas.
La corona de justicia está solo reservada para los que aman la Venida del Señor Jesús, pero amar esa venida
implica inexorablemente reconocer que existiría otra venida que traería una gran apostasía y engaño al
mundo entero: ese gigantesco engaño sería el Papado Romano, el Catolicismo. Y el mundo no podría dejar
de ser advertido de este poder anticristiano:
“Los hombres cierran los ojos ante el verdadero carácter del romanismo, ante los peligros que hay que
temer de su supremacía. Hay necesidad de despertar al pueblo para hacerle rechazar los avances de este
enemigo peligrosísimo de la libertad civil y religiosa”. { CS 554.1; GC.566.1 }

¿Cuál es el verdadero carácter del Catolicismo? Es un enemigo peligrosísimo de la libertad civil y religiosa.
¿Cómo adventistas del séptimo día hemos olvidado nuestra posición de protestante y hemos olvidado que
el Catolicismo es un “enemigo peligrosísimo”?
Varias posiciones y hechos concretos y públicos que ha venido tomando la Iglesia Adventista a nivel mundial
debe llenarnos de preocupación:
• El 15 de abril de 1997 la Junta Administrativa de la Asociación General dio a conocer por medio de su
presidente Robert S. Folkenberg la siguiente Declaración 2:
“Los adventistas procuramos tener una actitud positiva hacia las demás religiones. Nuestra tarea
principal es predicar el evangelio de Jesucristo en el contexto de su pronto regreso, y no dedicarnos a
señalar los errores de otras denominaciones…Nuestro mensaje, tanto para los cristianos como para los
no cristianos, es comunicar esperanza al mostrar la calidad de vida que se halla en Cristo”.

¿Qué significa esta Declaración? Significa que si bien nuestra tarea principal es predicar a Cristo y su
Venida declaramos que no es nuestra tarea señalar la apostasía religiosa, ni siquiera la apostasía papal.
Sin embargo desde los días del siglo XVI recibimos de Lutero la “obligación” de señalar al mundo que
el papa es el Anticristo de la profecía y como dijera Elena White: “En el tiempo mismo en que vivimos,
el Señor ha llamado a su pueblo … a exponer la maldad del hombre de pecado”, el Catolicismo
Romano.
En ese mismo abril se declaró algo más:

2
Declaraciones, Orientaciones y Otros Documentos de 1980-2010; pág. 186-187; Gema Editores, APIA: Asociación
Publicadora Interamericana, Edición 2011
“En nuestra relación con el catolicismo romano en particular, tornamos en cuenta tanto el pasado como
el futuro. No podemos borrar ni ignorar el registro histórico de grave intolerancia e incluso de
persecución aplicadas por la Iglesia Católica Romana… Culpar de las pasadas violaciones de los
principios cristianos a una denominación en concreto no constituye una interpretación certera de la
historia ni del propósito de la profecía bíblica. Reconocemos que en ocasiones los protestantes,
Incluidos los adventistas, han manifestado prejuicios e incluso intolerancia”

¿Qué dice esta declaración? Dice que como Iglesia Adventista declaramos que la historia y la profecía
bíblica no identifica “una denominación en concreto” como agente perseguidora en la Edad Media.
Sin embargo Elena White nos recuerda que:

“Los cristianos se vieron obligados a optar entre sacrificar su integridad y aceptar el culto y las ceremonias
papales, o pasar la vida encerrados en los calabozos o morir en el tormento, en la hoguera o bajo el
hacha del verdugo. Entonces se cumplieron las palabras de Jesús: “Seréis entregados aun de vuestros
padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros. Y seréis aborrecidos de
todos por causa de mi nombre”. Lucas 21:16, 17. La persecución se desencadenó sobre los fieles con
furia jamás conocida hasta entonces, y el mundo vino a ser un vasto campo de batalla. Por centenares
de años la iglesia de Cristo no halló más refugio que en la reclusión y en la obscuridad. Así lo dice el
profeta: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para que allí la mantengan
mil doscientos y sesenta días”. Apocalipsis 12:6.
El advenimiento de la iglesia romana al poder marcó el principio de la Edad Media. A medida que
crecía su poder, las tinieblas se hacían más densas. La fe pasó de Cristo, el verdadero fundamento, al
papa de Roma”. { CS 52.2; GC.55.1 }

Esta misma Declaración de 1997 añade finalmente lo siguiente:

“Los Adventistas tratamos de ser justos al tratar con los demás, por ello si bien somos conscientes del
registro histórico y continuamos sosteniendo nuestras perspectivas en relación con los acontecimientos
del tiempo del fin, reconocemos algunos cambios positivos en el catolicismo reciente, y enfatizamos la
convicción de que muchos católicos romanos son hermanos y hermanas en Cristo”

¿Qué establece esta Declaración en este apartado final? Establece que el Catolicismo reciente ha
cambiado positivamente por lo que estamos convencidos que ahora católicos romanos y adventistas del
séptimo día somos hermanos en Cristo.
Pero contrariamente a esta posición qué nos recuerda la mensajera del Señor:

“No sin razón se ha asegurado que en los países protestantes el catolicismo no difiere ya tanto del
protestantismo como antes. Se ha verificado un cambio; pero no es el papado el que ha cambiado. El
catolicismo se parece mucho en verdad al protestantismo de hoy día debido a lo mucho que este ha
degenerado desde los días de los reformadores”. { CS 559.1; GC.571.3 }

“…téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás… y si solo tuviese el poder, los pondría en
vigor con tanta fuerza hoy como en siglos pasados...Pronto veremos y palparemos los propósitos del
romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución”.
{ CS 567.1; GC.581.2 }

Usando las palabras inspiradas de Elena White ¿Nos hemos “degenerado” mucho “desde los días de los
reformadores” no solo del siglo XVI sino desde los días de nuestros reformadores pioneros?

¿Es posible seguir “sosteniendo nuestras perspectivas en relación con los acontecimientos del tiempo del
fin” y sin embargo al mismo tiempo declarar y sostener que el Papado ha cambiado positivamente y que la
historia y la profecía no lo señala “en concreto” como el poder perseguidor antes de la Segunda Venida?

¿Por tratar “de ser justos con los demás”, no estamos acaso siendo injustos con Dios mismo y faltando al
Evangelio y traicionando a nuestro prójimo al no advertirles de este “enemigo peligrosísimo”?
• Semejante posicionamiento que hemos asumido en 1997, extraño a la Palabra y a la historia, ha
fermentado la masa y como consecuencia tenemos actualmente un sinnúmero de encuentros,
declaraciones conjuntas y trabajos misioneros en común con el Catolicismo Romano. Hechos que
no son secretos, son de absoluto conocimiento público. Tal es la suma de acercamiento entre el
Adventismo y el Romanismo que bien haríamos en recordar el “aborrecimiento” que deberíamos
tener a este poder perseguidor:

“Los protestantes consideran hoy al romanismo con más favor que años atrás. En los países donde no
predomina y donde los partidarios del papa siguen una política de conciliación para ganar influjo, se
nota una indiferencia creciente respecto a las doctrinas que separan a las iglesias reformadas de la
jerarquía papal; entre los protestantes está ganando terreno la opinión de que, al fin y al cabo, en los
puntos vitales las divergencias no son tan grandes como se suponía, y que unas pequeñas concesiones
de su parte los pondrían en mejor inteligencia con Roma. Tiempo hubo en que los protestantes
estimaban altamente la libertad de conciencia adquirida a costa de tantos sacrificios. Enseñaban a sus
hijos a tener en aborrecimiento al papado y sostenían que tratar de congeniar con Roma equivaldría a
traicionar la causa de Dios. Pero ¡cuán diferentes son los sentimientos expresados hoy!” { CS 551.1;
GC.563.1 }

¿Captamos la gravedad de la situación que nos asiste como pueblo de Dios? Una disertación del Rev.
Robert Bickersteth pronunciada ante la Asociación Cristiana de Jóvenes, en Exeter Hall, Inglaterra, el
29 de noviembre de 1853 puede ayudarnos a comprender la delicada relación entre el Catolicismo
Romano y la Segunda Venida de Cristo:
“El asunto sobre el cual debo hablarles es: La Relación del Romanismo con la Segunda Venida de
Cristo. Deseo abordar la consideración de esto con la seriedad y la solemnidad necesarias para un tema
de tan trascendente importancia. El Romanismo, para ser apropiadamente entendido, debe ser
examinado a la luz de la profecía; para ser exitosamente atacado, debe ser combatido con la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios. Deseo que se entienda desde el mismo comienzo, que al exponer o
denunciar los errores del Romanismo no soy movido por un espíritu de hostilidad hacia aquellos cuyas
honestas convicciones les puedan haber llevado a adoptar estos errores. Deseo abstenerme tanto como
sea posible de pronunciar una sola expresión que pudiera tener el propósito de irritar o herir
innecesariamente.
“El odio al Romanismo es perfectamente consistente con el afecto hacia los Romanistas. El
aborrecimiento a la cadena que mantiene la cautividad es perfectamente compatible con el amor por el
esclavizado. Podemos detestar con intensa aversión la enfermedad, a la vez que sentimos profunda
compasión por su víctima, y nos esforzamos con ardor para ayudarla. Podemos respetar las convicciones
de aquellos que consideramos sinceros, aunque en el error, mientras hacemos todo esfuerzo para
exponer el error, y traerles a la aceptación de lo que creemos ser la verdad. Vengo ante usted para
investigar la relación que subsiste entre el Romanismo por un lado y la venida de Cristo por el otro, en
la esperanza de producir una notoria advertencia contra uno de los peligros al cual estamos
peculiarmente expuestos en los tiempos actuales, de confirmarle en su compromiso a la verdad
Protestante, y de estimular su celo a favor de aquellas doctrinas que fueron proclamadas por Cristo y sus
apóstoles, luego sumergidas por un largo período bajo la ola de la superstición, pero gloriosamente
revividas en este país en los tiempos de la Reforma”.

Aunque existen muchas figuras y símbolos que nos entregan la certeza plena del regreso de Nuestro Señor
el capítulo 2 del libro de Daniel es uno de los más conocidos respecto a esta promesa.
En Dn.2 encontramos un resumen y panorama perfecto de “lo que ha de ser en los tiempos venideros”
Dn. 2:28 – VM -, desde los días del Imperio de Babilonia hasta “aquel día” en que “levantará el Dios del
cielo un reino que nunca jamás se corromperá...” que “permanecerá para siempre”. Dn. 2:44
Daniel 2 nos pinta una historia continuada de principio a fin desde los días de la Babilonia del rey
Nabucodonosor hasta el Reino eterno que Dios establecerá.
Por décadas venimos predicando que la estatua del sueño de Nabucodonosor solo indica 4 Imperios
mundiales, que luego del Imperio Romano no ha surgido ni surgirá ningún Imperio. Predicamos y
escribimos libros para reforzar la idea que el mundo permanece y permanecerá desunido y sin un poder
central mundial. ¿Condice esto con la profecía de Daniel 2? ¿Qué ha dicho Elena White como mensajera
del Señor?
¿Podemos identificar a la Segunda Venida de Cristo como el evento que vendrá a establecer el Quinto
Imperio mundial?
¿Es la esperanza lo único que debemos predicar en estos tiempos finales antes del regreso de nuestro
Señor?
¿Cuál es el Reino Dividido del cual habla el sueño del rey Nabucodonosor?
Finalmente ¿Qué es el Reino de Dios? ¿En qué tiempo y de qué modo habría de ser establecido?
¿Son el papa Francisco y Donal Trump los últimos reyes antes de la Venida de Cristo?
¿Podemos seguir orando “Venga tu Reino” y quitar de nuestros pulpitos y literatura la verdadera naturaleza
del Catolicismo?
¿Tiene la estatua revelada a Daniel profeta la clave final para recuperar el equilibrio perfecto que
necesitamos para cumplir nuestra misión como Pueblo de Dios?

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