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La Literatura

Introducción general
La literatura es un arte que tiene como fin la belleza o la creación de un texto
que con palabras llame la atención del receptor. También entendemos por Literatura el
conjunto de obras literarias de un país, de una época o de un género. Por último,
también es literatura el saber de los letrados en general.
La creación literaria produce obras literarias de variable extensión,
desinteresadas, destinadas a la perduración y de naturaleza estética
El lenguaje literario es, básicamente, la lengua escrita estándar en la que se
introducen palabras poco usuales (cultismos, voces inusitadas, extranjerismos,
arcaísmos, etc.) y que se somete normalmente a una voluntad de forma. Por una parte,
tiene muchos rasgos que lo acercan a la lengua escrita culta; pero por otra, es frecuente
que aparezcan en él giros coloquiales y hasta vulgares, para producir ciertos efectos
expresivos.
En la literatura suele emplearse el idioma para llamar la atención sobre sí
mismo, sobre cómo están dichas las cosas. El escritor debe producir extrañeza y ha de
usar, con ese fin, los artificios adecuados. Aunque no por literarios estos recursos han de
ser muy raros o chocantes. Tengamos en cuenta que en la lengua ordinaria utilizamos
con frecuencia el asíndeton, la adjetivación ornamental, las series binarias de palabras,
metáforas, metonimias, etc.

Funciones del lenguaje


Cuando el lenguaje se utiliza para producir belleza, para llamar la atención sobre
sí mismo, actúa en él la función poética. Lo importante no es tanto lo que se dice sino
cómo se dice. El escritor pretende suscitar en el receptor una serie de sensaciones de
belleza, creatividad e influencia a través de la forma de su mensaje. Son válidos todos
los recursos expresivos. Esta función aparece también en el lenguaje coloquial;
cualquier persona, al construir su mensaje, selecciona de manera consciente o
inconsciente las palabras, las inflexiones de la voz o los tipos de oraciones para
conseguir una transmisión más eficaz de aquello que se pretende comunicar.
También pueden aparecer la función expresiva, referencial, conativa y
metalingüística.

Carácter desinteresado
Quizá el rasgo más diferencial sea su carácter desinteresado. Desinteresado en
cuanto a la comunicación en sí misma, no por lo que se refiere a la remuneración que el
autor pueda obtener a cambio de lo escrito. El texto literario no tiene una finalidad
práctica inmediata.

Artificios lingüísticos
Los géneros en verso muestran mayores artificios lingüísticos que los géneros en
prosa; pero, en general, el empleo de expresiones poco usuales: arcaísmos, neologismos,
voces inusitadas y cultas, y construcciones sintácticas atípicas caracterizan a todos los
géneros literarios.

Polisemia y connotación
El texto literario se presta a múltiples interpretaciones o lecturas; en teoría, a
tantas como lectores y oyentes. Y ello no perturba la comunicación; por el contrario,
muchos lectores que muestran entusiasmo por una obra literaria no la entienden, o la
comprenden de un modo deficiente y superficial. Pero la comunicación resulta
satisfactoria. Esto no puede ocurrir en los mensajes ordinarios o en otros mensajes de
finalidad práctica, pues daría lugar a errores que podrían ser muy graves; imaginemos lo
que podría resultar de una polisemia en las señales de tráfico. Los textos sugieren más
de lo que dicen por ser en su gran mayoría muy connotativos.

Anexo:
Tópicos literarios en la literatura universal

- Aurea mediocritas (Dorada medianía)


- Beatus ille (dichoso aquel)
- Buen salvaje
- Captatio benevolentiae (Captación de la benevolencia)
- Carpe diem (atrapa el día)
- Tempus fugit (el tiempo huye)
- Ubi sunt (¿dónde están?)
- Vita flumen (la vida como un río)
- Collige, virgo, rosas (atrapa, doncella, las rosas)
- Contemptus mundi (desprecio del mundo)
- Descriptio puellae (descripción de la doncella)
- Donna angelicata (mujer angelical)
- Edad de oro.
- Fortuna mutabile (fortuna cambiante)
- Homo viator (hombre caminante)
- Ignis amoris (el fuego del amor)
- Locus amoenus (lugar ameno)
- Memento mori (recuerda que vas a morir)
- Menosprecio de corte y alabanza de aldea.
- Militia amoris (milicia del amor)
- Servitia amoris (servicio del amor)
- Religio amoris (la religión del amor)
- Omnia mors aequat (la muerte iguala a todos)
- Paraíso perdido
- Quomodo fabula, sic vita (como una obra de teatro, así es la vida)
- Quotidie morimur (cotidianamente morimos)
- Vita somnium (la vida como un sueño)
Temas de la literatura universal

- Fatum o destino, que se relaciona con las tragedias griegas, el determinismo y el


libre albedrío, el azar o la casualidad y finalmente en la novela naturalista el
determinismo social.
- La libertad que se opone a la predestinación o al determinismo, pero también a
las distintas formas de dominación de la mujer, la marginación a causa de la
orientación sexual y la ejercida por los totalitarismos políticos.
- La naturaleza, desde una idealizada a otra que depende del estado de ánimo del
protagonista.
- El gozo de vivir, siempre con la amenaza del paso del tiempo.
- Estereotipos femeninos: la mujer idealizada, la mujer fiel, la mujer incorpórea,
la mujer libre, la mujer malcasada.
- La visión de lo insólito, ya sea por una literatura de ciencia ficción, épica,
fantástica o el realismo mágico o lo real maravilloso.
- La belleza, ya sea de la mujer, de la literatura, de la naturaleza, del arte, de lo
siniestro o perverso (Las flores del mal) o de las máquinas (futurismo)
- El enamoramiento, ya sea un flechazo súbito o progresivo.
- El paso del tiempo y la muerte, que incluye el miedo a morir, la rapidez del paso
del tiempo, el descenso al mundo de los muertos y el planto o llanto por los
muertos dentro de las elegías.

Géneros literarios
El concepto de género se ha ido conformando históricamente; se entiende por
género un conjunto de constantes retóricas y semióticas que identifican y permiten
clasificar los textos literarios; dicho de otro modo, son ciertas técnicas de composición,
y ciertas leyes de forma y contenido a las que se someten las obras literarias.
Puede resultar sorprendente que aún se utilice la primera clasificación de los géneros,
debida a Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y teatro. Hoy se mantiene
esencialmente la misma clasificación con distintos nombres (narrativa, poesía y drama),
pero la evolución de los gustos y modas estéticas ha provocado que en muchos textos
modernos resulte difícil fijar rígidamente los límites entre lo puramente lírico, lo
narrativo o lo dramático.
La narrativa- La novela

El género épico
La narrativa o épica, entendida como la atención que el escritor presta a lo que
ocurre fuera de él para intentar transmitirlo de la manera más objetiva posible, con más
o menos imparcialidad, es uno de los géneros literarios, junto a la lírica, la dramática y
el ensayo, que conforman cada uno de los distintos grupos en que pueden ser
clasificadas las obras literarias atendiendo a determinadas características comunes.

Subgéneros narrativos en poesía:


Epopeya. Género poético de estilo majestuoso que relata sucesos legendarios o
históricos.
Cantar de gesta. Forma popular equivalente a la epopeya culta, o derivada de
ella, en la que se narran las hazañas de un héroe histórico o un personaje legendario.

Subgéneros narrativos en prosa


Los más importantes son:
El cuento: suele ser un relato breve, con pocos personajes, una única trama y
una complejidad menor que en la novela. No podemos establecer los límites exactos del
cuento. Cuando hablamos de brevedad, nos referimos a que su extensión es menor que
la de una novela. Por ello, contamos con un subgénero híbrido entre el cuento y la
novela: la novela corta, con una extensión intermedia entre lo breve y lo muy extenso.
Tradicionalmente los cuentos se han transmitido de manera oral de generación en
generación. Estos cuentos populares solían contar con un final didáctico o moralizante
(por ejemplo, El conde Lucanor, de don Juan Manuel, siglo XIV). A partir,
fundamentalmente, del siglo XIX, algunos autores comienzan a escribir relatos breves
con finalidad artística, aunque sin pretensiones moralizantes. La mayoría de estos
cuentos literarios (sin tradición popular) están dirigidos a un público adulto y cuentan
con una gran concentración de la acción y los personajes (por ejemplo, los cuentos de
Edgar Allan Poe o las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer o en el siglo XX Borges o
Cortazar).

La novela: suele tener una extensión y complejidad mayores que el cuento. Se


caracteriza por la libertad: este subgénero no tiene límites y puede contener desde
diálogos con clara intención dramática o teatral hasta fragmentos líricos o descriptivos.
Los subgéneros novelescos son numerosísimos: novela histórica, de aventuras, rosa,
policíaca, de acción, negra, psicológica, de caballerías, de amor, de tesis, social... La
única condición es que esté escrita en prosa y que en ella intervengan unos personajes
sobre los que se nos diga algo. Actualmente, la novela es el principal de los subgéneros
literarios.
La acción
Por acción entendemos la historia que se va desarrollando ante nuestros ojos a
medida que leemos la novela. En una narración se suelen suceder varias acciones a la
vez, las primarias y las secundarias, que, entretejidas entre sí, forman el cuerpo de la
novela o argumento. Es importante que las acciones sucesivas sean verosímiles o
creíbles, es decir, deben desarrollarse dentro de la lógica interna de la novela.
Asimismo, el autor debe cuidarse de no caer en contradicciones argumentales para que
la acción avance sin problemas. El orden de la acción, desde un punto de vista clásico,
suele responder a la siguiente estructura interna:
Planteamiento: es la presentación de los personajes y el establecimiento de la
acción que se va a desarrollar. Además, se expone el marco temporal y espacial en que
se situará la historia.
Nudo o desarrollo: la situación expuesta en el planteamiento comienza a
evolucionar, es decir, se desarrolla el conflicto en el que se verán inmersos los
personajes. En la novela suele haber un conflicto principal y otros secundarios que
dependen, en mayor o menor medida, de aquél.
Desenlace: es la resolución del conflicto y el final de los sucesos que se han
planteado. Puede ser positivo y alegre, neutro, o negativo y desgraciado.

De todos modos, y sobre todo desde la renovación de la novela a partir de


mediados del siglo XX, es habitual que esta estructura se vea truncada:
In media res o principio abrupto: consiste en iniciar la acción cuanto esta se
encuentra en pleno desarrollo, sin haber presentado previamente a los personajes.
Estructura inversa: el autor adelanta el desenlace de la novela en las primeras
páginas de la misma, y posteriormente se dedica a contar cómo los acontecimientos
evolucionan hasta llegar a ese final.
Final abierto: la historia no termina de resolverse, ni positiva ni negativamente,
de manera que el lector percibe la sensación de que la acción se extiende más allá de los
límites de la novela.
El ritmo
En la narración la relación entre el tiempo de la historia (el que transcurre
para los personajes del relato) y el tiempo del discurso ( el que transcurre para el
receptor durante la lectura del texto da lugar a cuatro movimientos narrativos:
- Escena: mismo tiempo de la historia y del discurso (diálogos)
- Resumen: el tiempo de la historia es mayor que el del discurso y se resumen
horas, años, días en unas frases o párrafos.
- Pausa descriptiva o digresiva: el narrador detiene el tiempo de la acción para
hacer una descripción, el tiempo del discurso es mayor que el tiempo de la
historia.
- Elipsis: Se omiten ciertos acontecimientos de la historia, que el lector deduce y
que pueden ser recuperados más adelante con una analepsis.
El ritmo se acelera en los resúmenes y se ralentiza en las digresiones.

El tiempo
El desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo.
Este tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino
que puede ser alterado libremente por el autor con finalidad estilística, argumental o
estructural. Esta técnica consistente en alterar el orden lógico de la narración se
denomina temporalización anacrónica, y cuenta con dos recursos:
Analepsis o retrospección (flash-back): es un salto hacia atrás en el tiempo de la
historia.
Prolepsis o anticipación (flash-forward): el autor adelanta acciones que aún no
se han producido en el relato primario de la novela, es decir, se trata de un salto hacia
delante.
En relación con el tiempo en la novela no podemos olvidar el concepto duración.
Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración que en la vida real, pero
también puede ser resumido de manera que, por ejemplo, varios años transcurran en
pocas páginas, o dilatado en el tiempo, y así un hecho mínimo puede ser descrito y
analizado con detenimiento abarcando un gran número de páginas.
Orden y sucesión de acontecimientos
El orden en que aparecen los elementos de una narración depende de cuál sea el
foco considerado de mayor interés dentro de la misma.
Si interesa conocer el desenlace de unos acontecimientos, la narración seguirá un
orden cronológico desde los primeros hasta los últimos sucesos. En este caso, lo narrado
tiene un desarrollo lineal.
Si lo que importa destacar no es el desenlace, sino las circunstancias que
llevaron a tal desenlace, la narración puede comenzar por los últimos sucesos para
después dar un salto al pasado (flash back) y narrar el resto de la historia desde el
principio hasta esos sucesos finales, como si se tratara de recuerdos.
Cuando se trata de destacar tanto los orígenes o causas como el desenlace, se
puede empezar la narración en un punto intermedio de la historia, e ir relatando luego
los acontecimientos anteriores y posteriores al punto de arranque. Este procedimiento se
denomina narración in media res ('en mitad del asunto').

El espacio
La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos
principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas. Una
novela se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios interiores o exteriores,
rurales o urbanos, con los siguientes fines: dar credibilidad a la historia, contextualizar
a los personajes, producir efectos ambientales y simbólicos.
Los novelistas se suelen valer de la técnica de la descripción para presentar los
espacios. Durante el movimiento literario realista del siglo XIX la descripción y el
análisis de los espacios alcanzaron prácticamente la misma importancia que la historia
narrada. En la literatura actual se muestra el espacio a través de los ojos de los
personajes o del narrador.

Los personajes
Los personajes son las personas, reales o ficticias, que desarrollan la acción
narrada por el novelista. Los personajes principales o centrales son denominados
protagonistas, mientras que los demás son secundarios. Es fundamental que el narrador
ofrezca al lector una caracterización de los personajes, que puede ser:
Física o prosopografía: se describe el aspecto y el modo de vestir.
Psicológica o etopeya: cómo piensan, qué opinan ante la realidad circundante,
cómo se comportan.
Mixta: es una mezcla de las dos anteriores. Esta técnica se denomina retrato.

En una novela hay varios tipos de personajes:


Agente de la acción: lleva el peso del desarrollo argumental y es el centro de
atención de la historia narrada.
Elemento decorativo: no aporta nada fundamental a la acción, sino que su
función se limita a dar credibilidad a las acciones que le suceden al protagonista. Suelen
formar parte de las escenas de grupo.
Portavoz de la ideología del autor: a través de un personaje, que puede ser
protagonista o secundario, el narrador se introduce intelectualmente en la acción y
aporta su punto de vista personal al desarrollo argumental.
Los personajes de una novela se pueden presentar ante el lector de distintos
modos:
Por sí mismos. Este recurso suele aparecer en las novelas autobiográficas.
A través de otro personaje.
A través del narrador.
De forma mixta, combinando las tres formas anteriores.

Formas de elocución literaria


Los textos literarios suelen ser una combinación de las tres formas de elocución
clásicas: narración, descripción, y diálogo. El retrato y el monólogo pueden ser
interpretados como variantes de las anteriores.

Narración
Los términos narración o texto narrativo se utilizan en su sentido estricto para
hacer referencia a los fragmentos en los que se relatan hechos reales o imaginarios.
La narración es una de las formas de elocución más antiguas y de mayor
tradición literaria. Es la base del cuento, de la novela, de la leyenda, del poema épico y
otros géneros y subgéneros literarios; pero también lo es de buena parte de nuestra
comunicación habitual con los demás.
Puesto que lo narrado son principalmente acciones, el verbo ocupa un lugar
destacado en ella, tanto por su frecuencia, como por su significado.
Como el narrador cuenta sucesos ya ocurridos, predominan los verbos en
pasado, en especial los pretéritos indefinidos y los imperfectos. Cuando aparecen otros
tiempos verbales como conductores de la narración, suelen tener valor de pasado
(presente histórico, por ejemplo).
La selección de enunciados largos y complejos, con predominio de la
subordinación, da impresión de lentitud narrativa, de calma, de estatismo. Los
enunciados cortos y sencillos, con predominio de la yuxtaposición, de la coordinación o
de las oraciones simples, dan impresión de dinamismo, de velocidad, de movimiento.

El narrador
El narrador es el personaje que conduce la historia, la voz que cuenta lo que
sucede en la novela, presenta a los demás personajes, explica las circunstancias en que
se desarrollan los hechos que narra, etc. El narrador puede formar parte de la ficción
literaria como un personaje más o separarse de ella. Cuando el narrador cuenta la
historia conociendo todos sus hechos pasados, presentes y futuros, hablamos de
narrador omnisciente y su perspectiva es total. Cuando el narrador y el protagonista
se identifican en una misma persona, decimos que el relato se presenta como una
autobiografía. Hay casos en los que la autobiografía es real y otros en los que es sólo
un artificio literario.
El autor puede narrar los hechos directamente, o bien elegir a un personaje que,
con más o menos protagonismo, vaya contando desde dentro la historia. Además, en una
misma narración puede haber distintos tipos de narradores, es decir, voces diversas que
aportan puntos de vista distintos. Veamos más detenidamente cada uno de los tipos de
narrador que hemos mencionado:
Narrador omnisciente: suele corresponderse con la voz del autor, que nos
cuenta todo lo que los personajes hacen, dicen o piensan. El narrador omnisciente no
justifica por qué conoce todos los datos que aporta, y el lector acepta esa voz que todo
lo sabe como la voz del autor.
Narrador personaje: en ocasiones, la historia es narrada por uno de sus
personajes, aunque hemos de diferenciar entre el narrador-protagonista y el narrador-
secundario. La perspectiva es selectiva. En el primer caso, la narración suele ser
autobiográfica, ya que el narrador-protagonista se sitúa como centro de la acción y
relata los hechos desde su propio punto de vista. En el segundo caso, el narrador-
secundario es espectador de la acción, y la presenta según su mayor o menor
proximidad a los protagonistas. Estos narradores-personajes no suelen ser omniscientes,
sino que sólo cuentan aquello que conocen por experiencia propia o por conocimiento
ajeno, aunque si alguno lo es tendríamos una omnisciencia selectiva.
A partir de la renovación de la novela a mediados del siglo XX, cada vez son
más frecuentes las novelas en las que intervienen distintas visiones de los personajes
que están involucrados en la acción, en lo que puede denominarse narración colectiva.
Un mismo hecho es narrado por varios personajes distintos, con lo que el lector obtiene
una visión completa y diversa de la historia, enriquecida por puntos de vista diferentes,
a esto se le llama perspectivismo.
En ocasiones, el autor de una novela no dirige su historia directamente al lector, sino a
un personaje de ficción. Este personaje recibe el nombre de narratario.

Las personas y el punto de vista


El narrador puede valerse de cualquiera de las personas gramaticales para dar
vida a su relato desde diferentes puntos de vista:
Narración en primera persona. El narrador participa de los hechos que narra
como un personaje más, presentándose a sí mismo bien como el protagonista de esos
sucesos, bien como un personaje secundario o bien como mero testigo de ellos.
Narración en segunda persona. El narrador se dirige a sí mismo, de forma que
se convierte a la vez en narrador y en personaje. Este desdoblamiento es un artificio que
se utiliza en algunas narraciones modernas.
Narración en tercera persona. Es la más frecuente. El narrador cuenta unos
sucesos que ocurrieron a otros personajes ajenos a él.

Descripción
Describir es dibujar con palabras. Definida con más precisión, la descripción es
la representación de personas o cosas por medio de la lengua, refiriendo o explicando
sus distintas partes, cualidades o circunstancias.
En toda descripción interesan las cosas y sus propiedades o características, no las
acciones. En consecuencia, en un texto descriptivo predominan los sustantivos y los
adjetivos sobre los verbos; abundan los tiempos verbales que se refieren al desarrollo y
no al término de la acción (aspecto imperfectivo), sobre todo, los presentes y los
pretéritos imperfectos. Se prefiere la yuxtaposición y la coordinación a la
subordinación. La ausencia de nexos da una mayor rapidez a la descripción, la
multiplicación de nexos le confiere lentitud y estatismo. Se recurre frecuentemente a la
comparación como método descriptivo.

Clases de descripción
Según lo descrito, podemos hablar de descripción de paisajes y objetos, o de
personas y animales. Ambas pueden realizarse de forma realista o impresionista. La
descripción de personas se denomina retrato, que suele realizarse mediante la
combinación de prosopografía (descripción de la apariencia externa de una persona, los
rasgos físicos y la indumentaria) y etopeya (descripción del carácter, acciones y
costumbres de una persona). Ni una ni otra suelen aparecer aisladas. Aunque predomine
la descripción física, el autor suele introducir comentarios relacionados con el carácter
del personaje o hace derivar de los rasgos físicos alguna peculiaridad psicológica de la
persona retratada. Según la intención con que se realice el retrato o el tono empleado en
su redacción, hablamos de retrato objetivo o subjetivo, laudatorio o satírico.
Según el que describe, la descripción puede ser objetiva o subjetiva, estática o
dinámica. La finalidad de la descripción objetiva es informar fielmente del aspecto,
componentes y otras características de un mecanismo, de un fenómeno, de una reacción,
etc. Es más propia de la prosa de investigación que de la literaria. La descripción
subjetiva se caracteriza por dar entrada, en mayor o en menor medida, a la opinión del
que describe. De hecho, es muy frecuente que, a través de sus descripciones, el autor
pretenda influir en la opinión que el lector ha de formarse sobre lo descrito.
En una descripción estática el punto desde el cual se supone que el autor
observa es fijo; desde ese punto y mediante una técnica fotográfica más o menos fiel el
autor presenta un cuadro de lo que percibe. En la dinámica el autor describe el objeto a
medida que va descubriéndolo; con técnica cinematográfica, se va adentrando en una
realidad que aparentemente descubre al tiempo que el lector.

Diálogo
Aunque el diálogo, el medio de comunicación humana más utilizado y es
característico de la lengua oral, también aparece con frecuencia en la lengua escrita, por
ejemplo en formas narrativas como la novela o el cuento, en formas expositivas e,
incluso, en poesía.
Para la trascripción del diálogo puede utilizarse el estilo directo (transcribimos
las palabras del personaje), el indirecto (el narrador cuenta lo que el personaje está
diciendo o pensando) o el indirecto libre (el narrador refleja en tercera persona los
sentimientos y pensamientos del personaje, pero introduciéndose en la conciencia de
este e incorporando sus formas de expresión (interjecciones, exclamaciones…).
Cuando el discurso de una persona se dirige hacia sí misma o hacia un
interlocutor que no se halle presente, se produce un monólogo. El monólogo está sujeto
a las mismas formas de trascripción que el diálogo. Cuando los pensamientos de los
personajes se expresan directamente, en primera persona, tal como se generan en su
mente, es decir, de un modo desordenado y caótico tenemos el monólogo interior o
corriente de conciencia.

Tipos de novelas:
Novela rosa
La historia debe centrarse en la relación y el amor romántico que surge entre dos
seres humanos. El conflicto en el libro se centra en la historia de amor. El clímax en el
libro resuelve la historia de amor. Pueden existir otras subtramas, pero la historia de
amor debe seguir siendo el tema principal. El final de la historia debe ser positivo,
dejando al lector que crea que el amor entre los protagonistas y su relación perdurará
por el resto de sus vidas.
En una novela rosa, los amantes que se arriesgan a luchar por su amor y su
relación acaban siendo recompensados con justicia emocional y amor incondicional. En
España fueron famosas las de Corín Tellado.
Novela de aventuras
A pesar de ser relatos aparentemente muy diferente,s todos tienen algunos
ingredientes básicos en común: la acción, el descubrimiento y la superación personal de
los personajes protagonistas a través de sus vivencias y la incertidumbre de lo que
ocurrirá.
El protagonista puede ser un niño o una niña o un joven que emprende un viaje
hacia lo desconocido con el fin de hallar algún elemento de vital interés: un tesoro, el
padre o la madre, una dama, una venganza o simplemente una ocupación en la vida.
Los lugares donde transcurren estas novelas también pueden ser diversos. Si bien tienen
un elemento común: el exotismo con la intervención de otros personajes el protagonista
ira superando adversidades dominando temores, afrontando situaciones desconocidas,
en definitiva, irá madurando y dejando de ser el niño o la niña o la persona joven del
principio. Cuando regresa después de largos años de aventuras el personaje protagonista
ha evolucionado y cambiado en su forma de ser. La aventura implica: peligro, viajar,
misterio, acción en cuanto distintas situaciones de los personajes, experiencias nuevas,
salir de la rutina diaria, la persona que aventura como se siente, emoción, miedo,
ilusión, diversión, soledad, lejanía, curiosidad, libertad.Algunas obras clásicas de este
género son: Robinson Crusoe, Daniel Defoe, La isla del tesoro, Robert L.Stevenson,
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift, Kim, Kipling.
La novela fantástica
La novela fantástica es un género dentro de la narrativa basado sobre todo en los
elementos de fantasía, dentro del cual se pueden agrupar varios subgéneros, entre los
cuales está la literatura de terror, la de ciencia ficción o la gótica. En la literatura
moderna se considera que comenzó con los cuentos de hadas y la fábula, géneros
nacidos para estimular la fantasía de los adultos más que la de los niños, aunque ahora
se asocien más a la infancia. Éxitos como Harry Potter y Crepúsculo serían buenos
ejemplos, aunque 1984 de Orwell es mucho mejor.
La novela costumbrista
Lo que hace por lo común la novela costumbrista es disponer como fondo una
sucesión de escenas populares, de acentuado color local, a las cuales estaba íntimamente
ligada la trama de la obra. A su vez, conviene declarar que ciertos contactos entre la
novela social y la novela costumbrista se rompen al considerar que la segunda acentúa
en particular lo local, lo pintoresco que trata de justificarse precisamente por eso, en su
carácter propio, distintivo, fuera de alegatos o choques de capas sociales. La gaviota de
Fernán Caballero.
La novela picaresca
La novela picaresca nació como parodia de las idealizadoras narraciones del
Renacimiento: epopeyas , libros de caballerías, novela sentimental, novela pastoril,
novela bizantina. El fuerte contraste con la realidad social generó como respuesta
irónica las llamadas "antinovelas", de carácter antiheróico, protagonizadas por
anticaballeros que amaban a antidamas, mostrando lo sórdido de la realidad social: los
hidalgos empobrecidos, los miserables desheredados y los conversos marginados frente
a caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad .
Dos de las novelas picarescas más importantes son El lazarillo de Tormes y El Buscón.
Novela histórica
Extrae sus argumentos de la historia nacional, y su modelo es el escocés Walter
Scott, autor de Ivanhoe. Sus características son el tema histórico documentado con
textos de poetas antiguos, el amor es imposible debido a las discrepancias políticas, los
protagonistas se sienten abandonados, incomprendidos y maltratados de tal manera que
les lleva a la desesperación, intervienen traidores, influyen fuerzas sobrenaturales sobre
los personajes, argumento complejo y desordenado, hay acciones simultaneas que irritan
el desorden y la complejidad de la vida, el dialogo sirve para adelantar la acción, la
naturaleza refleja el estado anímico de los personajes. La primera novela española es El
señor de Bembibre (1844) de Gil y Carrasco, basada en la extinción de la orden del
temple en España y situada en Bierzo, después ha habido muchas desde Galdós a Pérez
Reverte.
La novela policíaca y/o novela negra
Su principal móvil lo constituye la resolución de un caso. Por tanto, se trata de
una estructura novelística cerrada. El protagonista, un policía o detective, resuelve el
caso usando la razón, basándose en la indagación y observación, o usando la intuición ,
los sentimientos y la deducción, Vázquez Montalbán o Agatha Christie, son ejemplos de
autores de estas obras.
La novela policíaca se acerca a la naturaleza humana de una manera mucho más
cruda que otros géneros, mostrando la parte amarga tanto de las personas como de las
sociedades. El detective, que empezó siendo un personaje burgués, elegante y ocioso
(novela policíaca inglesa), fue evolucionando hacia el tipo duro que buceaba en la
inmundicia de su tiempo (novela policíaca estadounidense o novela negra). Mientras al
principio sólo se mostraban los hechos y las investigaciones del detective, luego se fue
poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente y las raíces
socioculturales de la delincuencia.
La novela negra evolucionó y se vulgarizó gracias a su éxito en colecciones populares
hacia el subgénero del thriller, donde se mezcla de novela policíacas y la novela de
fantasías.
La mejor novela de todos los tiempos, El Quijote, no puede clasificarse en
ningún único tipo, sino una mezcla de todos ellos.
El género lírico

Los textos líricos expresan el mundo interno del autor, sus emociones y
sentimientos, o una profunda reflexión. Se denomina así porque entre los griegos estos
textos eran cantados al son de una lira. Su rasgo principal es la brevedad y por ello nos
produce un mayor placer estético debido a que a través de menos palabras se nos
comunican más matices de sentimiento. Se vale de adjetivos calificativos, imágenes
visionarias y emocionales o un lenguaje alusivo de evocación y sentimiento y en eso se
diferencian de la épica y la dramática. Se prefiere para ello el verso a la prosa y se
manifiesta profusamente la función expresiva del lenguaje. Tradicionalmente la lírica es
una expresión de la experiencia del yo, pero en ciertas formas de la lírica moderna el yo
se desvanece en favor de la imagen o de una escena desligada de la subjetividad del
poeta.
La poesía lírica ha sido definida tradicionalmente como la expresión de los
sentimientos por medio de la palabra, escrita u oralmente. Desde este punto de vista,
este género literario se caracteriza por la subjetividad, es decir, el poeta nos ofrece una
parte de su pensamiento, de su interior, de su visión de la realidad. De manera errónea,
la poesía lírica se ve asociada a sentimientos exclusivamente amorosos. Bien es verdad
que éste es el tema más frecuente, pero no es el único (ver temas arriba). Cualquier
expresión de las emociones del autor ante la contemplación del mundo o de la realidad
puede ser considerada lírica: amor, pena, soledad, miedo, fracaso, alegría, desamparo,
nostalgia... Esta expresión de los sentimientos no puede hacerse de cualquier manera,
sino que se suele ver sometida a una gran depuración técnica y estética. Por ello, quizás
la característica formal más reconocible de la poesía sea la de estar escrita en verso. Así
pues, el poema es la unión de un fondo emotivo y sentimental y de unas determinadas
características formales que lo caracterizan a simple vista incluso ante los ojos de
personas que no han leído nunca poesía.
La mayor parte de los poemas están escritos en verso, aunque ésta no es una
característica exclusiva de la poesía. La expresión de la emotividad del poeta se puede
llevar a cabo a través de otros vehículos de expresión, como la prosa poética. En este
tipo de escritos, el autor prescinde del verso, aunque sigue manteniendo todos los rasgos
propios de la poesía: subjetividad, expresión sentimental, utilización de un gran número
de recursos literarios, cuidado formal y estético... La prosa poética o poemas en prosa
encontraron en Juan Ramón Jiménez a uno de sus mejores cultivadores, aunque también
podemos citar autores como Rubén Darío, Gustavo Adolfo Bécquer o Federico García
Lorca, y más recientemente, Antonio Gala o Antonio Muñoz Molina.
Es conveniente diferenciarla de otro tipo de poesía que puede ser calificada
como poesía épica o poesía no lírica. En este tipo de poesía, el autor no expresa sus
sentimientos ni muestra al lector su interior a través de la palabra, sino que se limita a
narrar (como lo podría hacer un novelista) la historia de unos personajes determinados,
aunque con la característica de que `la narración se realiza en verso. La poesía épica,
apenas cultivada hoy en día, tuvo en la Edad Media su momento álgido, con obras tan
conocidas como el Poema de Mío Cid o la amplia producción del mester de Clerecía,
con Gonzalo de Berceo como figura más representativa.
Las características más importantes de este género literario, con la salvedad de
que el gran número de subgéneros con que cuenta hace que muchas de estos rasgos
generales deban ser matizados convenientemente:
El autor transmite un determinado estado de ánimo, es decir, la poesía lírica se
suele caracterizar por la introspección y la expresión de los sentimientos.
Un poema no narra una historia propiamente dicha, en él no se desarrolla una
acción, sino que el poeta expresa, de manera inmediata y directa, una emoción
determinada.
La poesía lírica exige un esfuerzo de interpretación al lector, que debe estar,
cuando menos, algo habituado a esta forma de expresión literaria.
Doble circuito comunicativo
El circuito externo es el que se produce entre el autor y el receptor.
En el circuito interno intervienen los siguientes elementos: el emisor ficticio,
voz poética o yo poético y el receptor ficticio que puede ser una persona, la naturaleza,
una idea abstracta o el propio emisor en los casos de desdoblamiento o tú
autorreflexivo.
Suele haber una gran acumulación de imágenes y elementos con valor
simbólico.
La mayoría de los poemas líricos se caracterizan por su brevedad: no es
frecuente que sobrepasen los cien versos. Debido a esa brevedad, hallamos una mayor
concentración y densidad que en el resto de géneros literarios.
Un poema es la expresión directa del sentimiento del poeta al lector; esto es, debe ser
considerado una especie de confidencia hecha a solas. La poesía lírica, al ser
eminentemente subjetiva y estar expresada, con gran frecuencia, en primera persona, se
convierte, así, en un relato autobiográfico, aunque no hemos de confundir el yo del
poema con el autor que hay detrás, ya que puede estar expresando unos sentimientos
que no siente en realidad, con lo que el poema no sería más que un ejercicio estético.
Los poemas suelen ajustarse a unas normas formales que los caracterizan:
versos, estrofas, ritmo, rima, englobadas todas ellas bajo la denominación de métrica.
Además, con el fin de lograr un discurso lo más bello posible, los autores se valen de los
recursos literarios o estilísticos.
La unión de la temática sentimental, la métrica, la depuración lingüística y los
recursos literarios recibe el nombre de poética. Así, la poética de un autor o de un
movimiento literario concreto será el conjunto de rasgos que los caracterizan e
individualizan frente a otros autores o movimientos literarios, respectivamente.
Como ya dijimos anteriormente la poesía nació íntimamente unida a la música,
de ahí que el término canción fuera aplicado a las composiciones en verso que cantaban
los poetas. Esto se debe a que los primeros poemas se transmitían acompañados por un
instrumento musical, con frecuencia una lira (de donde procede el término lírica). Así, la
entonación al leer un poema se acercaba bastante a los compases musicales que servían
de fondo a la recitación. Si nos fijamos en algunas canciones actuales, observaremos
que están sometidas a una métrica rigurosa y estudiada que encaja perfectamente la letra
con las notas musicales. Además, los cantautores o compositores de nuestros días
introducen un gran número de recursos literarios en sus composiciones musicales, con
lo que, sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que todavía hoy la poesía, o al
menos una parte de ella, continúa transmitiéndose con el inestimable acompañamiento
musical.
La métrica
La métrica es la disciplina literaria que se ocupa de la medida de los versos, de
su estructura, de sus clases y de las distintas combinaciones que pueden formarse con
ellos, es decir, trata de establecer las normas de versificación: versos, rima, ritmo,
estrofas.
En la poesía actual es frecuente encontrar poemas que no se acomodan a ningún tipo de
esquema métrico y que, por lo tanto, están más cercanos a la prosa poética que a la
poesía. Aun así, la mayor parte de nuestra poesía se encuentra regulada, con más o
menos rigurosidad, por la métrica.
El verso
Entendemos por verso un conjunto de palabras sometidas a ritmo y cadencia en
relación con otros versos. Suele presentar pausas, acentos y rima, aunque estas
características no son generales. Desde un punto de vista más práctico, cada una de las
líneas o renglones que forman un poema pueden ser denominadas versos. Los versos se
clasifican según el número de sílabas con que cuentan. Así, los versos formados por
ocho o menos sílabas son denominados versos de arte menor, mientras que los versos
compuestos por nueve o más sílabas son versos de arte mayor. Los versos que no
cuentan con rima ni con uniformidad en el cómputo silábico se denominan versos libres
o versículos. Este tipo de versificación es muy frecuente en la poesía actual ya que se
basa en la libertad creativa y en la unión estricta del fondo del poema, es decir, del
contenido, con la forma. Los poetas pueden reflejar mediante versos libres estados
caóticos de conciencia o complicadas imágenes poéticas gracias a la adaptación de la
medida del verso al contenido que se pretende expresar.
El ritmo
El ritmo, tanto musical como poético, consiste en repetir un fenómeno de
manera regular con la finalidad de producir un efecto unitario y reiterado. En español, el
ritmo poético se debe a los siguientes factores:
La medida: repetición del número de sílabas en los versos que forman un poema.
Los acentos: la fuerza espiratoria se reparte sobre las mismas sílabas en cada uno de los
versos.
Las pausas: los descansos en la lectura, convenientemente repartidos, contribuyen a dar
uniformidad al poema.
La rima: consiste en la repetición de los sonidos que aparecen al final de cada verso.

La rima
Como hemos dicho más arriba, la rima es la repetición de los sonidos que cierran cada
uno de los versos que componen un poema. Esta repetición puede ser de dos tipos:
Asonante: cuando desde la última vocal acentuada sólo se repiten los sonidos vocálicos.
Consonante: cuando desde la última vocal acentuada se repiten todos los sonidos, tanto
vocálicos como consonánticos.

Los recursos estilísticos o literarios


Por medio de estos artificios retóricos el escritor intenta llamar la atención del lector
gracias a su belleza, ingenio, sensibilidad, dificultad, ritmo o trabazón. La utilización de
recursos literarios aleja la lengua poética de la lengua cotidiana, embelleciéndola y
estilizándola. Con ellos, el poema puede tener dos niveles de análisis: interno (relativo
al contenido, al tema del que se trata) o externo (relativo a la forma del poema, esto es,
la unión de recursos métricos y recursos estilísticos). Existe un gran número de recursos
estilísticos, que son muy abundantes en la lírica.
Principales subgéneros líricos
Oda.
Originalmente son poemas para ser cantados con acompañamiento instrumental.
De tono elevado, la oda clásica estaba destinada a exaltar la vida de alguien, a celebrar
un hecho importante o a la descripción intelectual del paisaje. Forma: estancias, liras,
silvas. Fray Luis de León, Herrera.
Elegía.
La elegía clásica era un canto nostálgico e intimista de tema variado (el amor, la
muerte, la guerra, la política...). La elegía medieval (planto o llanto) mostró predilección
por la elegía para expresar lamentaciones funerarias y, aunque en los siglos de oro la
temática de la elegía era variada, en la poesía moderna se ha mantenido la tendencia
medieval de preferir la forma son elegíaca sólo para las composiciones cuyo contenido
está centrado en la muerte. Formas: estancias, tercetos, silvas. Autores: Herrera, Jorge
Manrique, Espronceda o Miguel Hernández.
Canción:
De gran extensión y tema amoroso, de origen trovadoresco. Cultivada por
Boscán y Garcilaso. En el siglo de oro recibía el nombre de canción toda poesía contada
en estancias o liras aunque no fuese de tema amoroso.
Égloga.
Evocación idealizada en verso de la vida pastoril y del contacto con la
naturaleza. Nace en el siglo III a. C. y se consagra con las églogas de Virgilio. En
España fue Garcilaso de la Vega el que las escribió.
Sátira.
Forma poética propiamente latina que emplea la ironía, la alusión o la burla para
mostrar la locura o la maldad, señalar las debilidades humanas y alertar sobre las
conductas reprobables. En Roma las cultiva Horacio, en España, el Arcipreste de Hita,
Quevedo, Jovellanos y Moratín.
Epístola.
Carta formal y moralizante escrita en verso y destinada a su publicación. Aborda
siempre temas filosóficos o morales. Forma: tercetos encadenados y versos libres.
Autores: Aldana con su Epístola a Arias Montano, Fernández de Andrada Epístola
moral a Fabio.
Epigrama.
Poema mordaz, agudo y conciso, generalmente escrito en verso. En Roma se
desarrolló el epigrama como una breve sátira en verso que acababa con alguna
expresión punzante. Desde el Renacimiento italiano, el epigrama adopta en la poesía
occidental la forma del soneto. Las greguerías de Gómez de la Serna y los proverbios de
Machado, pueden ser considerados modernos ejemplos de epigramas.
Epitalamio
Poema en el que se resalta la solemnidad de una boda y el amor de los recién
casados. Antonio Machado dedicó un epitalamio a su amigo Francisco Romero o los
epitalamios dentro de la obra de teatro Bodas de sangre de Federico García Lorca.
Letrilla
Poema breve, gracioso, de contenido burlesco, amatorio o religioso. Suele contar
con un estribillo que le da unidad y ritmo. Destacan las letrillas satíricas de Francisco de
Quevedo o Luis de Góngora.
Formas populares
Villancico.
Canción estrófica de carácter profano que surgió en el siglo XV en España.
Consta de un estribillo que alterna con una o más estrofas de versos octosílabos. Tanto
la rima como el número de versos son variables. Aunque trata de temas muy variados
suele predominar lo religioso. En general, se escribe para ser cantada con
acompañamiento instrumental.
Romance lírico.
Aunque originalmente el romance es de carácter épico, pronto surgieron
variantes líricas que se solían declamar con acompañamiento musical o se transmitían
como cantos infantiles.
Anexo Métrica

Cuando medimos un verso, es decir, cuando contamos el número de sílabas que


lo forman, debemos tener en cuenta una serie de normas:
Si el verso acaba con una palabra llana, el cómputo resultante no cambia.
Si el verso acaba con una palabra aguda o monosilábica, deberemos sumar una sílaba al
cómputo resultante.
Si el verso acaba con una palabra esdrújula, deberemos restar una sílaba al cómputo
resultante.
Si, dentro de un verso, una palabra acaba en vocal y la siguiente comienza también con
una vocal o con h, entonces, si las necesidades métricas no lo impiden, podremos
unirlas y contarlas como una sola. Este enlace se denomina sinalefa.
Según el número de sílabas de cada verso, la denominación cambia, como vemos a
continuación:

VERSOS DE ARTE MENOR

Bisílabos: 2 sílabas
Trisílabos: 3 sílabas
Tetrasílabos: 4 sílabas
Pentasílabos: 5 sílabas
Hexasílabos: 6 sílabas
Heptasílabos: 7 sílabas
Octosílabos: 8 sílabas

VERSOS DE ARTE MAYOR


Eneasílabos: 9 sílabas
Decasílabos: 10 sílabas
Endecasílabos: 11 sílabas
Dodecasílabos: 12 sílabas
Tridecasílabos: 13 sílabas
Alejandrinos: 14 sílabas
Pentadecasílabos: 15 sílabas
Octonarios o hexadecasílabos: 16 sílabas

Los versos se suelen agrupar en estrofas, es decir, conjuntos de versos que presentan
uniformidad en cuanto a la rima, ya sea consonante, ya sea asonante. A continuación
ofrecemos los tipos de estrofas más frecuentes en nuestra literatura:

NÚMERO DE VERSOS TIPO DE ESTROFA CLASE DE RIMA ESQUEMA MÉTRICO


2 Pareado Consonante o asonante AA, aa
3 Terceto encadenado Consonante ABA, BCB, CDC...
Tercerilla Consonante a-a
Soleá Asonante a-a
4 Cuarteto Consonante ABBA
Serventesio Consonante ABAB
Redondilla Consonante abab
Cuarteta Consonante abab
Seguidilla Asonante 7-, 5a, 7-, 5a
Cuaderna Vía Consonante 14A, 14A, 14A, 14A
Copla Asonante 8-, 8a, 8-, 8a
5 Quinteto (arte mayor) Consonante Los versos se combinarán con las
siguientes condiciones: a) Tener dos rimas consonantes distintas. b) No pueden rimar
más de dos versos seguidos. c) No pueden terminar en pareado
Quintilla (arte menor)
6 Copla de pie quebrado o manriqueña Consonante 8a, 8b, 4c, 8a, 8b, 4c
8 Copla de arte mayor Consonante 12A, 12B, 12B, 12A, 12A, 12C, 12C, 12A
Octava real Consonante 11A, 11B, 11A, 11B, 11A, 11B, 11C, 11C,
Octava italiana Consonante 11-, 11A, 11A, 11B’, 11-, 11C, 11C, 11B’
10 Décima o espinela Consonante 8a, 8b, 8b, 8a, 8a, 8c, 8c, 8d, 8d, 8c

Además de estas agrupaciones estróficas, hay poemas que constituyen una organización
rítmica fija y autónoma. Un poema puede estar formado por varias estrofas:

NÚMERO DE VERSOS TIPO DE ESTROFA CLASE DE RIMA ESQUEMA MÉTRICO


Soneto 14 versos endecasílabos Consonante 2 cuartetos y 2 tercetos:
ABBA ABBA CDC DCD (o CDE CDE)
Romance A voluntad del poeta (octosílabos) Asonante Riman en asonante los
versos pares y quedan sueltos los impares: 8-, 8a, 8-, 8a, 8-, 8a...
Silva A voluntad del poeta(heptasílabos y endecasílabos) Consonante El poeta
combina libremente los versos heptasílabos y endecasílabos. Pueden quedar algunos
sueltos.

Anexo Recursos literarios

Recursos literarios basados en el sonido


Aliteración: repetición de sonidos, sobre todo consonánticos, a lo largo de un verso o
de una estrofa. Con este recurso, el autor intenta recordar el significado de lo que está
expresando por medio del sonido repetido: “con el ala aleve del leve abanico” (Rubén
Darío).
Onomatopeya: imitación de sonidos reales. Es un recurso muy utilizado en el lenguaje
de los tebeos: ¡boom! ¡zas! ¡pío pío! ¡guau guau!
Paranomasia: utilización de palabras de sonido parecido, aunque con distinto
significado: “como tontos, como tantos, como todos” (Gabriel Celaya).

Recursos literarios de tipo gramatical


Epíteto: suelen ser adjetivos que destacan una cualidad de un sustantivo que es
suficientemente conocida y aceptada: la verde hierba, la blanca nieve.
Pleonasmo: insistencia innecesaria para dejar claro el sentido de una oración o verso.
Suele ser muy corriente en el habla coloquial: Lo vi con mis propios ojos.
Elipsis: supresión de algunos elementos en un verso ya que quedan sobreentendidos.
Este recurso dota al poema de rapidez, brevedad y concisión: “Por una mirada, un
mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡yo no sé qué te diera por un beso”
(Bécquer)
Hipérbaton: alteración del orden lógico de las palabras de un enunciado oracional:
“Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar” (Bécquer)
Polisíndeton: utilización de más conjunciones de las que son necesarias. Dota al verso
de lentitud y solemnidad: “Alguien barre / y canta / y barre / zuecos en la madrugada”
(Rafael Alberti).
Asíndeton: omisión de las conjunciones que son necesarias en un verso. Dota al verso
de rapidez: “Para la libertad, sangro, lucho, pervivo” (Miguel Hernández).
Anáfora: repetición de una o más palabras al principio de varios versos: ¿Por qué fue
desterrada la azucena, por qué la alondra se quedó sin vuelo, por qué el aire de mayo se
hizo pena bajo la dura soledad del cielo? (Rafael Morales)
Paralelismo: repetición de una misma estructura gramatical en un verso o en varios: La
paz de su hora sola me daba la claridad. La gloria de su amor solo colmaba mi soledad
(Juan Ramón Jiménez)
Anadiplosis: se da cuando las palabras del final de un verso son las mismas que al
inicio del siguiente: “también yo tengo mis rejas, / mis rejas y mis rosales” (A.
Machado).
Juego de palabras: utilización de palabras que se escriben igual, aunque con
significado distinto: “¡No! Pues bueno; / sea usted bueno y cállese” (M. Machado).
Calambur: relacionado con el anterior, consiste en unir dos palabras o separar una en
dos distintas, de manera que cambia radicalmente el significado inicial: “Entre el
clavel / y la rosa, / su majestad / escoja” (= es coja) (Quevedo). Este recurso se usa
profusamente en adivinanzas: “¿Qué fruta es la que oro parece y plata no es?” (plátano).

Recursos literarios basados en el significado


Metáfora: consiste en nombrar una cosa con el nombre de otra a causa de su semejanza,
real o ficticia. Aquello que estamos comparando se denomina “término real”, y aquello
con lo que lo comparamos “término imaginario”: “Todas las casas son ojos / que
resplandecen y acechan” (Miguel Hernández); “Las perlas de tu boca”; “El sol es un
globo de fuego, / la luna es un disco morado” (A. Machado). Si sólo aparece el término
imaginario es una metáfora pura, si aparecen los dos es metáfora impura.
Símil o comparación: consiste en comparar una cosa con otra por semejanza: “y me
ofreció sus mejillas / como quien pierde un tesoro” (J. R. Jiménez); “tengo la cabeza
como un bombo”; “Como se arranca el hierro de una herida / su amor de las entrañas
me arranqué” (Bécquer).
Metonimia: se trata de nombrar un objeto con el nombre de otro, como los dos recursos
anteriores, aunque en este caso no por razones de semejanza, sino por proximidad física
o significativa (el cuello de la camisa; los pies de la cama; beberse una copa; comerse
tres platos; el trompeta –en una banda de música-; el espada –en una corrida de toros-;
el cámara –el operador de cámara-; un Velázquez –un cuadro de Velázquez).
Antítesis o contraste: oposición de palabras o ideas contrapuestas: “Cuando estoy
alegre, lloro, / cuando estoy triste, me río” (M. Machado).
Paradoja: empleo de expresiones aparentemente opuestas, contradictorias o absurdas,
que encierra significación poética: “La música callada, / la soledad sonora” (San Juan de
la Cruz); “muero porque no muero” (Santa Teresa de Jesús).
Hipérbole: exageración, amplificación: “Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por
doler me duele hasta el aliento” (Miguel Hernández).
Personificación o prosopopeya: atribución de cualidades humanas a seres animados o
inanimados: “Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo, [...] / buscan a un
hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen” (Miguel Hernández); “La heroica ciudad
dormía la siesta” (Clarín).
Ironía: expresión de lo contrario de lo que en realidad se piensa. Habitualmente este
recurso suele ir acompañado por un tono burlesco o desenfadado. Cuando la ironía se
vuelve insultante y agresiva, se denomina sarcasmo. Es muy frecuente en el habla
coloquial: “¡Uf, qué frío!” (a 40º).
El género dramático
Es aquella obra que en vez de relatar una acción, como la épica o la novela,
presenta, de manera directa, uno o varios conflictos a través de uno o varios personajes
que desarrollan sobre la escena el argumento gracias, fundamentalmente, al diálogo. El
teatro o dramática se presenta ante los posibles receptores de dos maneras: mediante la
actuación de los actores sobre un escenario delante del público o a través de la lectura
de la obra como si se tratase, por ejemplo, de una novela. De todos modos, las obras
teatrales están concebidas para ser representadas, y cualquier lectura personal no es más
que un ejercicio incompleto, ya que hemos de prescindir de elementos tales como la
música, la iluminación, el movimiento de los actores...
Definición
Llamamos teatro a aquellas obras literarias que son escritas para su
representación por unos actores en un escenario. Sus rasgos más característicos son el
uso del diálogo y que no aparece la figura del narrador.
Doble circuito comunicativo
El circuito externo se establece entre el dramaturgo y el lector, o bien, durante
la representación entre el dramaturgo y el espectador. En este caso, encontramos varias
instancias intermedias, como el director de escena y los actores, que son, a la vez,
receptores y emisores del texto dramático.
El circuito interno, que en los diálogos del texto principal se establece entre los
personajes del drama. En los monólogos, el personaje habla consigo mismo; sería, por
tanto, el receptor de su propio discurso.

Estructura de una obra dramática


Una obra de teatro está formado por dos tipos de textos: texto principal o
primario y texto secundario.

El texto principal
Es el contenido, propiamente, de la obra. Se divide en
-Actos: Es una unidad temporal y narrativa, que está marcado por la subida y
bajada el telón.
-Cuadros: Parte del texto que está marcada por el cambio total o parcial del
decorado.
-Escenas: Parte de la obra que viene determinada por la entrada o salida de los
actores. Cada vez que cambia el número de actores en escena, cambia la escena.
Usa tres formas de expresión:
-Diálogo: Es la conversación entre dos personajes.
-Monólogo: Es el modo de expresarse cuando un solo personaje está hablando.
Se llama también soliloquio.
-Aparte: Es la forma de hablar de uno o varios personajes que utilizan cuando
dicen algo sobre la obra, y los demás personajes fingen no enterarse.
La acción suele tener la siguiente estructura básica:
-Exposición: Es el principio de la obra y en ella se presentan los datos más
importantes de la obra.
-Nudo: Coincide con el momento de mayor tensión y donde la trama se
complica.
-Desenlace: Es el momento en que se resuelve el problema planteado en el
desarrollo de la obra.
El texto secundario, acotaciones o didascalias
Se trata de aclaraciones que el autor de la obra teatral realiza sobre cómo debe
ser el decorado, cómo se tienen que mover los personajes, qué gestos deben hacer... Son
orientaciones que intentan clarificar la comprensión de la obra, por lo cual, aunque
aparezcan ante nuestros ojos cuando leemos una obra dramática (normalmente entre
paréntesis o con letra cursiva), no pueden ser pronunciadas durante una representación.
Para que el argumento de una obra sea creíble, los directores teatrales suelen recurrir a
recursos auxiliares que contribuyan al espectáculo: un vestuario acorde con la época en
la que se sitúa la obra, música de fondo o de acompañamiento (con la misma finalidad
que la banda sonora de una película), iluminación adecuada a cada momento y una
escenografía adaptada a la obra en cuestión, que suele estar al cargo del director de
escena. En el teatro medieval estos recursos eran casi inexistentes, con lo que los
espectadores debían utilizar más su imaginación para la contemplación de una obra
teatral. Durante el Siglo de Oro, con la representación en corrales de comedias, los
autores se debían valer de dos o tres puertas al fondo del escenario y un primer piso con
ventanas y un balcón. Poco a poco el teatro se fue desarrollando y fue precisamente
Calderón de la Barca quien más contribuyó al desarrollo de los efectos más o menos
especiales y de la escenografía. Hoy en día la representación depende, en cuanto a su
escenografía, del director de escena, que puede concebir un escenario minimalista, es
decir, con los mínimos recursos, o bien una representación clásica, esto es, lo más
realista posible.
Las acotaciones aportan información para la representación teatral. Ésta puede
ser:
Sobre la acción
-Datos e indicaciones sobre el lugar en el que se desarrolla la acción: decorados,
época, mobiliario, etc.
-Iluminación, con la que se expresan la hora del día, un espacio concreto, etc.
-Sonidos, para indicar o provocar diversos efectos.
Sobre los personajes: vestuario, movimientos, gestos, tono de voz,
intencionalidad expresiva, etc
Por tanto debemos observar los códigos verbales y no verbales, ya sean visuales
o auditivos.

La representación teatral
El fin primordial de un texto dramático, aunque puede ser leído, es su
representación en un escenario ante unos espectadores. Esta tarea es llevada a cabo por
los actores, que encarnan a los personajes y que son conducidos por un director, que los
organizará y transformará ese texto escrito en un espectáculo. Por último, la
escenografía es otro de los elementos esenciales de la representación teatral, con ella se
sitúa la historia en un tiempo y espacio concretos.

Personajes
Principales: son aquéllos sobre los que recae el peso de la acción. Pueden ser:
-Protagonista: actúan de una forma.
-Antagonista: actúa de forma contraria al protagonista.
Secundarios: ayudan a los principales.

Escenografía
Comprende los siguientes campos:
Decorados: Elementos necesarios para ambientar el escenario.
Vestuario: Prendas y ropas de vestir.
Iluminación: Luces y elementos luminosos para provocar efectos: día, noche,
tormentas...
Sonido: Música y efectos sonoros para complementar lo que aparece en escena:
ruidos, etc.

Características del género dramático


Así, este género literario cuenta con las siguientes características básicas:
Los autores dramáticos deben contar una historia en un lapso de tiempo bastante
limitado, con lo que no se pueden permitir demoras innecesarias.
El hilo argumental debe captar la atención del público durante toda la
representación. El recurso fundamental para conseguirlo consiste en establecer, cada
cierto tiempo, un momento culminante o clímax que vaya encaminando la historia hacia
el desenlace.
El teatro es una mezcla de recursos lingüísticos y espectaculares, o lo que es lo
mismo, el texto literario se suma, como un elemento más, a los elementos escénicos
pertinentes para conseguir un espectáculo completo.
Aunque podamos leer una obra de teatro, los personajes que intervienen en ella
han sido concebidos por el autor para ser encarnados por actores sobre un escenario.
La acción se ve determinada por el diálogo y, a través de él, se establece el
conflicto central de la obra.
El autor queda oculto detrás del argumento y los personajes. Si leemos una obra
teatral, observaremos que de vez en cuando aparecen indicaciones sobre cómo debe ser
el escenario o cómo deben actuar los personajes. Estas instrucciones se denominan
acotaciones. Por lo demás, los sentimientos del autor, sus ideas y opiniones se
encuentran diluidos en la amalgama de personajes y ambientes que forman una obra de
teatro.
La finalidad escénica de las obras teatrales les impone determinadas
condiciones:
La unidad del asunto, deseable en toda creación literaria, es precisa aquí para
evitar que la atención de los espectadores dispersa en hechos inconexos se debilite o
desaparezca.
El dinamismo, al teatro se va a presenciar un conjunto de hechos palpitantes de
vida, cuya sucesión y fluctuaciones mantengan el interés.
La verosimilitud, la verdad artística profunda en el desarrollo de la acción y los
caracteres. Pero esta verosimilitud no implica realismo, pues la obra dramática no es
reproducción de la realidad, sino interpretación de ella.
Como ya vimos antes, la obra teatral se divide en actos, el número de actos
oscila entre cinco y tres en las tragedias, comedias y dramas. Cada acto puede
comprender uno o varios cuadros, porciones continuas de acción que aparecen
desarrolladas en un mismo lugar. Las escenas son los fragmentos determinados por las
entradas y salidas de los personajes.
A partir de estas características generales, los elementos que otorgan
personalidad propia a este género son los siguientes:
Acción
Son todos los acontecimientos que suceden en escena durante la representación
relacionados con la actuación y las situaciones que afectan a los personajes. Dicho de
otro modo, la acción es el argumento que se desarrolla ante nuestros ojos cuando
asistimos a una representación teatral. Este argumento suele estar dividido en actos o
partes (también denominados jornadas). La antigua tragedia griega no se dividía en
actos, sino en episodios (de dos a seis) separados entre sí por las intervenciones del
coro. A partir del teatro romano se generalizó la división en cinco actos, hasta que Lope
de Vega (1562-1635) redujo la acción a tres actos, división que llega hasta hoy. Si
dentro de un acto se produce un cambio de espacio, entonces se ha producido un cambio
de cuadro, con lo que dentro de un acto puede haber distintos cuadros según los
espacios que aparezcan. Por otra parte, cada vez que un personaje sale de la escena, o
bien cuando se incorpora uno nuevo, se produce una nueva escena. Un acto constará de
tantas escenas como entradas y salidas de personajes haya.
Personajes
Son quienes llevan a cabo la acción dramática a través del diálogo. Debido a las
limitaciones espacio-temporales de una obra teatral, es difícil que podamos asistir a una
caracterización psicológica profunda de todos los personajes, por lo que sólo son
analizados con detenimiento los protagonistas. Los personajes se suelen valer de la
mímica o los gestos como complemento al discurso. Estas expresiones fisonómicas o
gestos suelen obedecer a las acotaciones del autor, aunque en algunas representaciones
es el director de escenografía el que dicta los movimientos de los actores, en ocasiones,
de manera distinta a las acotaciones. Con la eclosión del teatro durante el Siglo de Oro
(XVI-XVII), aparecen una serie de personajes o tipos característicos que representan
actitudes o comportamientos ideales, tales como el galán, la dama, el padre o hermano
de la dama, el gracioso como contraste al galán, el criado criticón o el soldado
presumido y fanfarrón. A partir del Romanticismo no podemos hablar de tipos
determinados, sino de personajes que evolucionan ante los ojos del espectador.
Tensión dramática
Es la reacción que se produce en el espectador ante los acontecimientos que
están ocurriendo en la obra. Los autores buscan el interés del público mediante la
inclusión de momentos culminantes al final de cada acto, lo cual contribuye a que se
mantenga la atención hasta el desenlace. La tensión dramática pone en juego recursos
como el avance rápido de la acción justo después de la presentación, de modo que se
pone inmediatamente en marcha el conflicto; momentos que van retardando el
desenlace, con lo que el interés aumenta, y el denominado anticlímax, cuando el
conflicto que presenta la acción llega a un desenlace inesperado o no previsto.
Tiempo
No es fácil el tratamiento del tiempo en una obra dramática, ya que ésta se
desarrolla ante los ojos del espectador y las posibilidades que ofrece una novela, por
ejemplo, son prácticamente infinitas en comparación con una obra teatral. Hemos de
tener en cuenta que, por un lado, está el tiempo de la representación, es decir, lo que
dura la obra teatral (dos o tres horas, habitualmente). En ese tiempo se debe desarrollar
una acción determinada, que puede durar lo mismo que la representación, o más, con lo
que los personajes deberán hacer referencia al tiempo que transcurre (prolepsis),
denominado tiempo aludido. Así, hemos de diferenciar entre tiempo de la
representación, tiempo de la acción y tiempo aludido.
Como hemos dicho arriba, las obras se suelen dividir en actos o jornadas.
Normalmente, si se produce algún salto temporal, éste estará situado entre dos actos, y
serán los personajes los encargados de informar, mediante sus palabras, del tiempo que
ha transcurrido con respecto al acto anterior. Aristóteles, en el siglo IV a. C., estableció
en su Poética unas sencillas técnicas que ayudaban a evitar los saltos espaciotemporales:
se trata de la regla de las tres unidades, según la cual la acción de una obra dramática
sólo se podrá desarrollar en un día (unidad de tiempo), en un único espacio (unidad de
lugar) y con un solo hilo argumental, sin acciones secundarias (unidad de acción).
Lope de Vega rompe con estas reglas tan estrictas y el teatro del Romanticismo (XIX),
siguiendo las directrices de Lope en su Arte nuevo de hacer comedias, consagrará la
ruptura definitiva con la Poética de Aristóteles.
Diálogo
Las conversaciones que los personajes mantienen entre sí hacen que la acción
avance. Estas conversaciones se pueden producir entre dos o más personajes.
En algún momento, un personaje, apartándose del resto o desviando su mirada,
puede hacer un comentario en voz alta, destinado al público, que no es oído por el resto
de personajes. Este recurso se denomina aparte. Mediante los apartes los personajes
realizan reflexiones en voz alta, hacen comentarios malintencionados o declaran un
pensamiento que puede ser de utilidad para el desarrollo de la acción. La finalidad de
los apartes es la de informar al público.
Por otra parte, uno de los recursos más característicos del teatro es el monólogo:
discurso que un personaje, normalmente solo sobre el escenario, pronuncia para sí
mismo a modo de pensamiento o reflexión, aunque en realidad el receptor último es el
público. Suele tener un carácter lírico y reflexivo y una extensión considerable. El
monólogo más famoso de nuestra literatura es el que pronuncia Segismundo en La vida
es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Hoy en día el término monólogo
se ha puesto de moda gracias a las intervenciones que ciertos humoristas realizan sobre
un escenario ante el público. Se trata de un recurso teatral desgajado del contexto de una
obra dramática, que demuestra el gran rendimiento que puede ofrecer como reflexión o
información a los espectadores.
Por último, en el teatro clásico grecolatino solía aparecer un coro que, en ciertos
momentos de la representación, era tomado por la voz de la conciencia del personaje, el
narrador o una comunidad de personas. Este personaje colectivo solía poner el punto
final a cada uno de los episodios en los que estaban divididas las obras dramáticas.

Breve historia del teatro


El lugar de la representación
El teatro clásico griego (siglos VI y V a. C.) tiene como primer marco de
representación cualquier lugar cercano al altar de Dionisos, dios del vino y de la
fecundidad. Eran las fiestas dionisíacas o bacanales, en las cuales los hombres se
cubrían con pieles de macho cabrío y cantaban y bailaban. Los cantos eran dirigidos por
el corifeo. Pronto, y ante el éxito que estas manifestaciones literarias y religiosas
estaban tomando, se comienzan a construir los primeros edificios destinados
exclusivamente al teatro: se trataba de estructuras de piedra semicirculares asentadas
sobre la falda de una colina. El lugar de la representación se encontraba en la parte
inferior de la construcción. La orkestra estaba destinada a los danzantes y tenía una
forma circular interrumpida por la skene, con forma de rectángulo alargado. El
escenario, normalmente de madera, se elevaba tres o cuatro metros sobre la orkestra.
Para lograr algunos efectos especiales, se utilizaban ganchos, poleas y plataformas.
En el teatro romano (siglos I a. C – I d. C.) se produce la ampliación del
escenario a costa de la orquesta, que pierde importancia, y se mejoran los aspectos
técnicos referentes a la visibilidad y a la acústica, aunque la estructura del teatro
continúa siendo prácticamente la misma, con la única diferencia de que ya no se
aprovechan las laderas de las colinas, sino que los teatros son edificios exentos. Tras la
decadencia de Roma sobrevienen varios siglos de inactividad teatral y decadencia.
Poco a poco, gracias al impulso de la liturgia católica, el teatro reaparece como
conmemoración divina en los altares de las iglesias. Se trataba de representaciones muy
sencillas, sin ningún tipo de escenografía, en las cuales eran los propios oficiantes, o los
monaguillos, los que representaban pasajes de la Biblia relacionados con festividades
religiosas (principalmente Navidad y Semana Santa). Tal éxito obtuvieron estas
sencillas representaciones que, a partir del siglo XIV, pasaron a las calles, donde
seglares realizaban pequeñas representaciones sobre tablados portátiles, la mayor parte
de las veces carros de madera. Los artificios técnicos eran casi inexistentes, aunque
poco a poco se fueron perfeccionando.
El Renacimiento italiano redescubre a los grandes autores clásicos grecolatinos:
Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Menandro, Séneca, Plauto, Terencio... además
del manuscrito de Vitruvio titulado De architectura, en el que su autor describe con
detalle la arquitectura teatral. El arte teatral se vuelve a desarrollar, y en las
representaciones se incorporan decoraciones pintadas, además de una pared al fondo del
escenario con puertas y ventanas, que servían como tales o como árboles o montañas,
según las necesidades de la obra en cuestión. En España aparecen los corrales de
comedias, patios de vecinos en los que, de manera más o menos habitual, se realizaban
representaciones. De pie o sentados, delante del escenario, se encontraban los hombres
pertenecientes al pueblo llano. En las galerías laterales se situaban los espectadores de
más categoría social, sentados. Frente al escenario, en el primer piso de la galería, se
encontraba la cazuela, ocupada por las mujeres, y en el segundo piso, la tertulia, donde
se situaban los religiosos y los hombres de letras.
Poco a poco se fueron perfeccionando los aspectos escenográficos. En el siglo
XVIII el teatro posbarroco se mostraba espectacular en cuando a efectos y decorados,
aunque vacío de contenidos. Durante la primera mitad del siglo XX se producen las
innovaciones técnicas más importantes, con la incorporación definitiva de los efectos de
luces y el perfeccionamiento del sonido.

El espectáculo
Ya en Egipto, en el año 3000 a. C., se representaba el nacimiento del monarca y su
coronación, con claras implicaciones simbólico-religiosas. Grecia y su teatro fueron el
detonante del gran desarrollo que posteriormente alcanzaría. Nació asociado al culto de
Dionisos (Baco en la mitología latina) y tenía una finalidad laudatoria y formativa. Se
trataba de una mezcla de danza, canto y recitación protagonizada por pocos personajes
sobre la escena, acompañados por un coro. Los actores llevaban máscaras para
amplificar la voz y coturnos, una especie de zapatos con grandes suelas para permitir
que los espectadores más alejados pudieran asistir con comodidad a la representación.

Subgéneros mayores
La tragedia: protagonizada por personajes de alta categoría social que se ven
arrastrados por la fatalidad a graves conflictos entre sí, a través de un lenguaje esmerado
y cuidado. La tragedia griega se caracteriza por el horror, la desgracia y la muerte. El
protagonista suele ser el héroe, que actúa con el decoro suficiente de acuerdo a las
normas establecidas. Suele representar un ideal de comportamiento humano. Contra este
héroe se encuentra el antagonista, que puede ser un solo hombre o un conjunto de
circunstancias contrarias a la voluntad del protagonista. El conflicto suele desembocar
en la catástrofe, en la fatalidad. Las obras están regidas por las tres unidades (acción,
lugar y tiempo). Los espectadores, ante la contemplación de una tragedia, se solidarizan
y sufren con el protagonista, con lo que llegan a la catarsis (liberación).
El drama: suele tratar un tema legendario, aunque con efectos cómicos
protagonizados, fundamentalmente, por el coro. Los dioses no intervienen en la vida de
los hombres y puede haber más de una acción al mismo tiempo. Se encuentra a medio
camino entre la tragedia y la comedia: no se evitan las situaciones cómicas, pero
tampoco el desenlace trágico.
La comedia: se basa en la ridiculización y denuncia desenfadada de costumbres
y problemas cotidianos. Los protagonistas suelen ser personas normales que sufren en
escena, aunque siempre desde un punto de vista cómico. Se busca la risa, por lo que el
desenlace es feliz, desenfadado y alegre, sin olvidar la ironía.
Subgéneros menores:
Auto sacramental: obras de tema religioso que cuentan con un solo acto en
verso. Los personajes son alegóricos (la Muerte, el Pobre, el Rico, la Hermosura, el
Mundo...). Este género vive su apogeo durante el siglo XVII, gracias, sobre todo, a
Calderón de la Barca. Se solían representar durante el día del Corpus.
Sainete: pieza corta (uno o dos actos) de carácter cómico y costumbrista, que
puede estar escrita en verso o prosa. El principal cultivador de sainetes es Ramón de la
Cruz.
Paso: obra breve con finalidad cómica concebida para ser representada en los
entreactos de las obras mayores. Su creador fue Lope de Rueda (s. XIV).
Entremés: breve pieza teatral que se representaba en los entreactos de las obras
mayores. Tiene un carácter cómico y representa un ambiente popular. La acción y los
personajes del entremés suelen ser más complejos que en el paso, de mayor simplicidad
técnica. Uno de los mejores autores de entremeses es Miguel de Cervantes (1547-1616).
Farsa: obra cómica, breve, y sin otra finalidad que la de hacer reír. Suele tener
un marcado carácter satírico y se caracteriza por la exageración de las situaciones.
Melodrama: suele presentar situaciones graves y serias en las que los personajes
buenos sufren despiadadamente a manos de los malos. Se caracteriza por el
sentimentalismo exagerado.
Vodevil: cuenta divertidas infidelidades amorosas en un juego escénico lleno de
movilidad y de sorpresas.
Teatro lírico: es aquel donde la música es elemento principal hay varios
subtipos: ópera, todo cantado; zarzuela: intento de españolizar la ópera; opereta:
zarzuela de argumento más frívolo; revista: alternancia de diálogo, canto y baile.
Teatro del absurdo: presenta acciones y diálogos de difícil comprensión, es un
reflejo de lo absurdo de las conductas humanas.
Teatro de participación: se busca la vuelta a las fiestas tradicionales como
mejor reflejo de lo teatral, se hacen escenarios redondos o se sale a la calle para
representar.

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