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Se acerca Whitelock;
doce columnas.
Plaza Mayo lo espera
a sable y chuza.
El criollo se defiende
desde azoteas,
la lucha por las calles
se vitorea.
b)
A pesar del trato amable que brindaron a los oficiales ingleses algunas familias porteñas
en los primeros días de Julio, con el correr del mes la situación de los invasores en Buenos Aires se
tornaba cada vez más incierta, lo que contribuía a generar malestar en buena parte de la
población local. La proclama de Beresford garantizando la libertad de culto. Religión y comercio
(solo con Inglaterra) que se promulgó apenas la expedición llego a Buenos Aires no provoco
demasiado entusiasmo entre los porteños. Popham también había provocado resentimiento al
ordenar la confiscación inmediata de parte del tesoro de la ciudad. Asimismo, muchos criollos y
españoles advirtieron pronto que los ingleses no eran tan numerosos como habían creído en un
primer momento y, como explica el capitán Gillespie, comprendieron que si enfrentaban a este
pequeño ejército invasor no se verían en inferioridad de condiciones (ver A49, C1, C2 y C3).
Al quedar cada vez más claro este último detalle, así como también la indecisión de los
invasores con respecto a su posible apoyo a la emancipación, varios criollos y españoles decidieron
unirse a las milicias urbanas que habían comenzado a organizarse en forma secreta desde
principios de julio en Buenos Aires con el fin de combatir a los invasores.