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Dicho artículo proviene del artículo 1176 del Código Civil italiano de 1942, el
cual señala lo siguiente “Artículo 1176. Diligencia en el cumplimiento.- En el
cumplimiento de la obligación el deudor debe emplear la diligencia del buen
padre de familia. En el cumplimiento de las obligaciones inherentes al ejercicio
de una actividad profesional, la diligencia debe evaluarse de acuerdo con la
naturaleza de la actividad ejercida.”
Osterling F (2001) señala que “la norma se refiere a la causa no imputable, es
decir, a la ausencia de culpa, como concepto genérico exoneratorio de
responsabilidad. Basta, como regla general, actuar con la diligencia ordinaria
requerida para no ser responsable por la inejecución de la obligación o por su
incumplimiento irregular. Es justamente ese principio el que determina las
consecuencias de la ausencia de culpa.” (p. 199)
1.2. ANTECEDENTES
Por otra parte, la culpa ocurre cuando el deudor, por negligencia, omite
ejecutar la prestación prometida, en el caso de las obligaciones de dar o
de hacer, o abstenerse, en el caso de las obligaciones de no hacer,
incurre en culpa ocasionando un acto dañoso, no requerido por el
deudor, se debe a su imprudencia, negligencia u impericia
3) Daño
4) Relación causal
Retomando al análisis del art. 1218 del Código Civil y de los principios
generales contendidos en el mismo, nos encontramos ante la presencia de
principios inspirados en la producción científica de Giuseppe Osti, un jurista
que participó personalmente en los trabajos de la codificación de 1942,
especialmente en la redacción del libro IV, referente a las Obligaciones,
Los artículos 1225 y 1226 del Código Civil de 1865 señala respectivamente que
el deudor era responsable a menos que probara que el incumplimiento o el
retardo derivaron una causa extraña, no imputable a él, aun en caso de que no
hubiera mediado mala fe de su parte, y que el deudor no respondía de sus
daños cuando, como consecuencia de una fuerza mayor o de un caso fortuito,
fue impedido de dar o hacer lo que se había obligado, o a hacer lo que le
estaba prohibido. Frente a tales textos, el debate de los interpretes se centró en
el significado que se podía atribuir a los conceptos e caos fortuito y de causa
extraña no imputable al deudor.
Las teorías que agrupaban las distintas tesis eran dos, la primera era llamada
teoría subjetiva que equiparaba el caso fortuito, la fuerza mayor y la causa
extraña, y la segunda la que tenía como nombre teoría objetiva, que
equiparaba los mismos términos a un impedimento extraño, no solo a la
persona del deudor, sino también a su esfera económica
Barassi proponía esta construcción teórica, a inicios del siglo XX, con el fin de
dar solución al problema de la relevancia de la huelga de los dependientes del
deudor, consideraba como causa de exoneración de la responsabilidad
contractual de este último frente a terceros. El problema estaba en auge por
aquella época, a raíz de la multiplicación de las huelgas luego de la crisis
económica generada por la Guerra de 1915 – 1918 exactamente de la primera
Guerra Mundial, y por este efecto, si se admitía dicho concepto de obligación,
no se podía considerar responsable por incumplimiento al industrial que no
hubiese sido reconocido, previamente, como culpable de alguna negligencia
frente a sus operarios, en forma tal de provocar la huelga.
a) La imposibilidad sobrevenida
Ese ensayo fue un trabajo revolucionario para la época y por eso es que se
debe leer con ojos históricos,
Jhering pone una serie de ejemplos como es caso de una persona que le pide
a un amigo que compre ¼ de caja de puros, pero el amigo se confunde y le
pide al comerciante 4 cajas de puros, o cuando se encarga por telegrama,
vender acciones, pero por error en la transmisión del telegrama, se indica
comprar.
Von Jhering (1860) menciona que “el vinculo entre la culpa y la relación
contractual se puede concebir como meramente exterior, como decir que la
culpa misma será extracontractual y encontrará sólo en la conclusión exterior
del contrato la posibilidad de realizarse, sin ser, de ninguna manera,
influenciada en su naturaleza jurídica de este vinculo con el contrato. Pero este
vinculo es en realidad un vinculo interno; la culpa que se presenta aquí es
exactamente de la misma especie de aquella que encontramos solo en las
relaciones contractuales” p53
Precisiones conceptuales
Dicha aversión se encuentra basada en las propias ideas del sistema jurídico
liberal francés, el cual se exterioriza en la percepción de que solo la voluntad
individual puede ser fuente de la alteración del patrimonio jurídico de los
sujetos, una prueba de ello es que solo la voluntad materializada puede
implicar, como por ejemplo, la transferencia o constitución de algún derecho
(contractual) o, por otro lado, pueda ser la base que determine la creación de
una obligación por los daños irrogados debido a dolo o culpa (principio de
ninguna responsabilidad sin culpa).
Por lo cual, Morales R. (1990) manifiesta que “los deberes cuya infracción
genera responsabilidad contractual presentan las siguientes características:
Tal disminución del riesgo se debe a que en estos se considera como único
supuesto de responsabilidad por culpa in contrahendo a la ruptura injustificada
de tratativas, lo cual unido a su individual criterio sobre la fuerza vinculante de
las promesas hace que sea un fenómeno visiblemente más fácil de manejar
La solución alemana resulta, aún más ajena a nuestro ordenamiento dadas las
peculiaridades de su ordenamiento positivo, del estado de su doctrina y, por
sobre todas las cosas, del carácter fuertemente dinamizador de su
jurisprudencia
Esta manera de proceder es la más aconsejable por una serie de factores entre
los cuales se encuentran: en primer lugar la existencia de una cláusula
normativa general de responsabilidad civil, en segundo lugar se manifiesta el
escaso valor operativo que la judicatura ha dado al artículo 1362 a semejanza
de lo sucedido en el caso francés, en tercer lugar se evidencia la reconocida
influencia que la doctrina y normativa francesa ejerció en el legislador que
elaboró el libro dedicado a la responsabilidad civil en el Perú, en el cuarto factor
implica la explícita intención del autor del libro de contratos de copiar la
solución italiana sobre la responsabilidad precontractual, en quinto lugar el
escaso desarrollo de la materia obligacional en nuestro país, como sexto factor
aparece la falta de capacidad innovadora de nuestra jurisprudencia, y
finalmente está la falta de una enumeración clara de las fuentes de las
obligaciones, lo que no pasa en la legislación italiana.
Cada uno de estos factores podría dar lugar a una cantidad considerable de
páginas y de opiniones, por esto actualmente se señala que la existencia del
artículo 1969 impulsa a que en ella se subsuman aquellas hipótesis de
violación de deberes no amparadas por una relación obligatoria de fuente
negocial, como sería el caso de marras.
Asimismo, como se ha visto, tanto la opción francesa como italiana se inclina,
de manera inequívoca, a respaldar la naturaleza no negocial de este tipo de
responsabilidad; la primera, lo hace amparándose en su normativa dedicada a
la responsabilidad extracontractual, específicamente en su cláusula de
represión del hecho ilícito, mientras que, la segunda, lo hace por medio de la
interpretación de su normativa contractual y obligacional.
Se puede decir que no, ya que precisamente con el fin de evitar complicadas
cuestiones probatorias que se utiliza a la buena fe objetiva al interior del
derecho contractual, pues de lo contrario el infractor podría verse exonerado al
demostrar que ignoraba que su conducta era ilícita, incentivando un menor
nivel de información por parte de los operadores económicos.
Por lo que resulta claro que para resarcir los daños irrogados no interesa si se
celebra un contrato válido, pues los deberes precontractuales son autónomos
frente a tal situación.
Por tal motivo se asevera que el interés a resarcir en este tipo de casos es el
interés positivo, ya que, aparentemente, se eliminan aquellos inconvenientes
Los sujetos que concluyen un contrato tienden, por regla general, a elegir
aquella oportunidad que le otorgue un mayor nivel de utilidad que las
oportunidades desaprovechadas, esto es que el costo de oportunidad de un
contrato debe ser menor que el beneficio que se espera obtener de su
cumplimiento.
Por esto, así como con el uso conjunto del principio por el cual la víctima tiene
derecho a una suma de dinero correspondiente a la pérdida económica sufrida,
el resarcimiento por los daños sufridos incluiría, solo en algunos supuestos,
también la pérdida de la posibilidad de obtener una ganancia futura y otros
gastos.
BIBLIOGRAFIA