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¿A dónde irá el Papa?

El Papa Francisco anunció que viajará en Junio a unas tierras en las que en la última semana
nuevos enfrentamientos entre tropas de Azerbaijan y del Nagorno Karabagh dejaron al menos
50 muertos en la última semana, en un conflicto que ya lleva casi tres décadas ¿Quiénes viven y
hacen la guerra allí? ¿Quiénes están detrás del conflicto?

El cronista Daniel Wizenberg viajó recientemente a la región y analiza el problema.

Hay iglesias milenarias pero que no responden al Vaticano sino al Patriarca de la Iglesia
Ortodoxa Armenia. El Papa Francisco de todos modos llegará para tender puentes entre ambas
iglesias y buscando marcar presencia en un territorio cada vez más tenso.

El pueblo sin nombre

El pueblo que vive allí, hace varias generaciones que sabe a qué tierra pertenece pero no a qué
país. Está al sur del Cáucaso. Hablan armenio, tienen pasaporte armenio, usan la moneda
armenia, se sienten identificados con la cuestión armenia y comparten sus luchas (como el
reconocimiento del genocidio perpetrado por los Otomanos contra los armenios a principios
del siglo 20), tienen los mismos enemigos que los armenios, reciben financiación y armas de
Armenia, parte del servicio militar de los jóvenes armenios se desarrolla ahí, son “la tierra
prometida” de los armenios de la diáspora y hasta el actual presidente armenio Serzh Sargsián
antes fue presidente del Nagorno Karabagh.

Sin embargo, la gente de allí no reclama ser parte de Armenia. Son los habitantes de los que se
denomina Artsaj, un nombre antiguo de Armenia para la zona, es la autoproclamada República
Independiente del Nagorno Karabagh (RNK).

El nombre está compuesto por una palabra de origen turco y persa que significa "jardín
negro", mientras que "Nagorno" es una palabra rusa que significa "montaña". El conflicto
también es una mezcla de influencias turcas y rusas.

Ningún Estado del mundo, ni siquiera Armenia, los reconoce. Si se los busca en el mapa se los
encontrará dentro de los límites de Azerbaiyán, país del que ocupan el 21% de su territorio
total y con el que están en un estado de guerra permanente desde hace 28 años a pesar del
cese de hostilidades declarado en 1994. Esta última semana una fuerte escalada de violencia
que parece haber comenzado con una invasión por parte de Azerbaiyán hizo temer que de
“estado de guerra” se pase oficialmente a una nueva guerra.

El país de la niebla

Para llegar al Nagorno Karabagh, la única manera de hacerlo es a través de Armenia. Desde
Ereván, se emprende un viaje en subida interminable, la ruta que lleva a Stepanakert, su
capital, da cuenta de ello: gran parte del camino transcurre bordeando los picos de las
montañas, la mayoría del año nevados, las nubes suelen quedar por debajo, al pisar lo que en
el GPS ya se marca dentro de los limites azeríes aparece una cabina de migraciones en donde
no se sella el pasaporte pero sí se entrega una ficha que debe ser firmada en “la cancillería” en
el centro de Stepanakert, desde ese momento en adelante se entra en una nebulosa real y
política.
Azerbaiyán, que desde luego no reconoce al Nagorno, afirma que las tierras están invadidas
por Armenia. En off, los armenios reconocen que la idea de una República independiente es
ideal para “tercerizar” el conflicto con los azeríes y no entrar en guerra directamente. “Se da
una cooperación pero no un reconocimiento” afirman voceros oficiales. En definitiva creen
que es más probable recuperar las tierras del Nagorno para Armenia apelando al principio de
autodeterminación de un pueblo que solicite la sedición que saliendo Armenia a
reconquistarlas por la vía militar. Los argumentos: la historia y las guerras ganadas.

Raíces sovieticas

El origen del conflicto viene desde la formación de la URSS, cuando Stalin diseñó el mapa bajo
el principio de “divide y reinarás” ubicó algunos pueblos autónomos de composiciones étnicas
similares bajo la jurisdicción de países distintos. Mientras la URSS se mantuvo estable, si bien
hubo tensiones, nada estalló pero con la caída del Muro de Berlín y la disolución del sistema
soviético comenzaron los problemas.

Karabagh se convirtió en parte del imperio ruso en el siglo 19. Durante la lucha, en la que más
de un millón huyeron de sus hogares, la población de etnia azerí - alrededor del 25% del total
antes de la guerra – huyó de Karabagh y Armenia, mientras que los armenios étnicos huyeron
del resto de Azerbaiyán. Ninguno de los grupos de la población ha sido capaz de volver a casa
desde el final de la guerra.

El Nagorno Karabagh votó en referéndum primero pertenecer a Armenia y luego


autonomizarse tanto de Armenia como de Azerbaiyán. Nadie aceptó esas votaciones y se
desató en 1988 un conflicto bélico que dejó más de 35 mil muertos y que se extendió hasta
1994 cuando se firmó un cese de hostilidades que se incumpliría una y otra vez hasta estos
días. Lo curioso es que la comunidad internacional nunca haya reconocido al Nagorno a pesar
de haber ganado esa guerra (tras varias victorias militares se quedó con el control del
territorio). Los armenios afirman que eso se debe al “lobby turco”. Los azeríes, en cambio,
sostienen que la comunidad internacional sabe que detrás del Nagorno está Armenia actuando
estratégicamente que y por eso no se pronuncia con contudencia.

Ambas partes han tenido los soldados muertos en las violaciones esporádicas del alto el fuego.
Sólo en la última semana se violó 127 veces.

Hubo un último referéndum en Diciembre de 2006 pero fue declarado ilegítimo por
Azerbaiyán, en esa votación se aprobó una nueva constitución para el Nagorno. No obstante,
existen desde entonces señales de vida en el proceso de paz, con encuentros ocasionales entre
los presidentes de Armenia y Azerbaiyán. Un progreso significativo fue reportado en las
conversaciones entre los líderes entre mayo y noviembre de 2009 pero el progreso se estancó,
y desde entonces se han reanudado las violaciónes del alto el fuego.

No hay fuerzas para la paz

La presencia de fuerzas de paz de Naciones Unidas es nula y el único espacio de diálogo es el


del Grupo de Minsk, en el que además de Armenia y Azerbaiyan participan la Union Europea y
la Federación Rusa.

Rusia juega en el conflicto un rol pendular. Por un lado es el principal mediador entre ambos
pero por el otro le proporciona armas a los dos bandos. Su cercanía con Armenia, de todos
modos, es mayor en la medida en que la tensión geopolítica con Turquia crece. Es que el
gobierno de Erdogan es el principal socio y sponsor de Azerbaiyan y la cercanía entre ambos
países es histórica no sólo por motivos étnicos: ambos niegan el genocidio perpetrado por el
Imperio Otomano sobre la población armenia en la segunda década del siglo XX.

Estados Unidos también se ofreció como mediador, de hecho los presidentes de Armenia y
Azerbaijan estaban reunidos con Kerry cuando estallo la nueva escalada de violencia. Pero su
interés también está vinculado con algunas mineras que operan en Nagorno extrayendo
minerales como oro y zinc y que no le tributan a ningún Estado oficial: es decir hay cierta
conveniencia en seguir operando en un “no-Estado”.

Sirve de excusa

La disputa por la región sigue siendo un imán para los gobiernos nacionalistas de Armenia y
Azerbaiyán que tienen de vez en cuando a mano la "carta de Karabagh" para conseguir apoyo y
desviar la atención de las preocupaciones más domésticas.

Está claro que el gobierno de Armenia ayuda a apuntalar a los separatistas en Nagorn
Karabagh y no está claro si algunos de los soldados armenios muertos en los últimos
enfrentamientos eran milicias separatistas o las tropas reales de Armenia.

Debido a un auge del petróleo en la última década, Azerbaiyán fue capaz de aumentar su
poder militar con gastos que se han multiplicado por veinte entre 2004 y 2014. Hace dos años,
el presidente Ilham Aliyev se jactó de que solo presupuesto militar de su país es superior a
todo el presupuesto armenio. El último año bajaron los ingresos por petróleo y sin embargo
subieron los gastos militares.

Ambas partes se acusan mutuamente de provocar la violencia de este fin de semana y tienen
pocos incentivos para retractarse de sus posiciones adversas. El resultado es un ojo por ojo
interminable.

"El liderazgo de Armenia vive y muere por su capacidad para mantenerse en el territorio y por
lo tanto tiene un claro interés en mantener el status quo" escribe Kevork Oskanian, un
investigador de la Universidad de Birmingham. "El gobierno de Azerbaiyán debe desviar la
atención ante la reciente caída de los precios del petróleo que afectó a la economía
duramente" concluye.

Thomas de Waal, un veterano analista del Cáucaso, sugiere que el gobierno de Aliyev tenía
más por ganar que perder con la reanudación de las hostilidades. “Hubo una ruptura
accidental de la cesación del fuego, iniciado por ambos lados, que le permitió a los azeríes
escalar rápido en violencia " de Waal escribió. Además opina que "Azerbaiyán decidió tratar de
poner en marcha una pequeña operación militar para tratar de cambiar los hechos sobre el
terreno , inclinar la situación más a su favor y recuperar las tierras perdidas, de hecho capturó
algunas pequeñas piezas de territorio en los últimos días"

"Una nueva escalada de la acción militar podría llevar a consecuencias impredecibles e


irreversibles, hasta una guerra a gran escala", dijo el presidente de Armenia, Serzh Sarksyan en
una reunión con embajadores extranjeros en la capital Ereván el lunes. Además denunció que
tropas azeríes están “cometiendo crímenes de guerra” en alusión al caso de una pareja de
ancianos que habrían sido sorprendidos en su vivienda cercana a la frontera norte entre los
beligerantes, asesinados a quemarropa y luego mutilados por soldados azeries.

La sombra de la geopolítica

La rivalidad entre Armenia y Azerbaiyán, invariablemente, tiene ecos más amplios. Armenia,
una nación de mayoría cristiana, ha crecido en los últimos años más cerca de Rusia, mientras
que Azerbaiyán, cuya población es de mayoría musulmana turca, ha recibido un fuerte
respaldo de la vecina Turquía.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan dijo el lunes: "el fuego de matanzas de Armenia en
Karabagh sigue ardiendo en nuestros corazones",en referencia a la muerte de 12 soldados
azerbaiyanos. "Karabagh seguramente será devuelto a su legítimo propietario, Azerbaiyán, un
día" cerró.

Las relaciones entre Turquía y Armenia están comprensiblemente heladas en gran medida
debido a la continua renuencia de Turquía a reconocer las matanzas y deportaciones de
armenios étnicos que tuvieron lugar hace más de un siglo, el primer genocidio que antecedió al
holocausto judío. Los lazos se complican aún más por los propios lazos de Rusia a Armenia, de
hecho hecho la frontera entre Turquia y Armenia está controlada por militares rusos y no por
el ejército armenio.

Moscú y Ankara han estado en crisis desde la intervención de Rusia en el conflicto sirio el año
pasado, una medida que tuvo un impacto desastroso en la política turca. No es de extrañar
que la animosidad turco-rusa sea la sombra de otro conflicto en sus respectivos patios
traseros un espacio que además es una ruta de tránsito vital del petróleo y el gas a Europa.

Rusia debe definir si sigue jugando una especie de doble juego en la región, dejando convivir la
venta de armamentos a Armenia y Azerbaiyán al mismo tiempo y tratando de empujar a
través de diversos acuerdos de paz fallidos.

"Moscú está más estrechamente ligado a este conflicto que los otros actores externos y parece
perseguir sus propios intereses estratégicos" escribe Magdalena Grono del Grupo
Internacional de Crisis. "Es probable que utilice su influencia para mejorar su propia posición
en la región" suma Grono.

Rusia, dada su influencia, tuvo y tiene una responsabilidad clave para evitar una espiral mortal
de la violencia aun peor. El Vaticano poco puede hacer geopolíticamente, sin embargo, la
desición del Papa Francisco de visitar este lugar del mapa es un llamado de atención a la
comunidad internacional.

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