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Ti/uto original
Das Passagen-Werk
Tntdiucián
Luis Hernández Castañeda
(alem án y textos en inglés),
Isidro Herrera
(francés menos los fragmentos J y N)
y F em an d o G uerrero
(textos en francés de los
fragm entos J y N ).
S e c to r Foresta, I
2 8760 Tres C an to s (M ad n d)
Tel.: 9 1 8 061 996
Fax: 9 1 8 0-14 028
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Resúmenes
París, capital del siglo xi x ............................................................... 37
Parfs, capital del siglo xix ........................................................ 50
Apuntes y materiales.............................................................................. 65
ín d ice .................................................................................................. 67
Primeras anotaciones: Pasajes de París I .............................................. 823
Proyectos iniciales
Pasajes............................................................................................... 863
Pasajes de París I I ............................................................................. 865
El anillo de Saturno, o sobre la construcción enhierro.............. 877
En la edición original del L ib o de los Pasajes, tanto Benjamín com o el editor R olf
Tiedemann incluyen, junto at texto alemán propiamente dicho, numerosos frag
mentos en otros idiomas (francés, inglés, español). En la presente edición se ha
procedido a hacer una traducción íntegra de todos ellos, y para tratar de repro
ducir con la mayor fidelidad posible esta situación, se ha optado por adjudicar
a cada idioma un tipo de letra distinto, conforme a la siguiente relación:
• alemán (Garamond)
F.l padre del surrealismo fue Dada, su madre fue un pasaje. Dada era
ya viejo cuando la conoció. A fines de 1919 Aragón y Bretón, por anti
patía hacia Montparnasse y Montmartre, trasladaron su lugar de
encuentro con sus amigos a un café del pasaje de l'Opéra.
A dos posos del Palais-Royal -entre lo cour des Fonlaines y la calle Neuve-
des-Bons-Enfanls - hay un pequeño pasaje oscuro y tortuoso, que cuenta
con un escritor público y una frutero.
• inglés (Fmtiger)
Recuerdo despertar en esa estrecha habitación bajo el tejado, donde me había ido
a dormir pocas horas antes. Alguien llamaba a la puerta. Tenia que ser la mucha
cha de abajo; salí de la cama y abrí la puerta. Pero no era la niña Me froté los ojos,
aún medio cerrados.
• español (Optima)
1Cfr. Theodor W. Adorno, «Charakteristik Waller Benjamin», Div Neue Rundschau 61 (1950),
pp. ‘579-582.
2 Cfr. Walter Benjamin, liriefe, ed. por Gershom Scholem y Th. W. Adorno, l'rankfurt/M, 1966,
passim El editor, dentro de 1a correspondencia a ta que ha tenido acceso, proporciona un con
junto completo de declaraciones epistolares de Benjamin sobre el lihro de tos Pasajes en las pági
nas 895-968.
histórico» (944 )3 por el que se debe orientar la construcción del siglo xix,
el ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, de
1935-1936, que no se sitúa en el contexto material del Libro de los Pasajes
—pues no trata de fenómenos del siglo xix, sino del xx—, es relevante para
su metodología. En él intentó Benjamín «indicar el lugar exacto en el pre
sente al que [habría de referirse su] construcción histórica como a su punto
de fuga» (944). Mientras que en el gran trabajo sobre Baudelaire surgido
entre 1937 y 1939, por otra parte fragmentario, se puede ver un -modelo
en miniatura* (955) del Libro de los Pasajes, el planteamiento metodológico
del ensayo sobre la obra de arte fue retomado en las tesis Sobre el concepto
de historia de 1940. Éstas, siguiendo a Adorno, -resumen por decirlo así las
reflexiones sobre teoría del conocimiento, cuyo desarrollo acompañó al pro
yecto del Libro de los Pasaje»'* Lo que ha quedado de éste -las innumerables
citas y apuntes del presente volumen- raras veces sobrepasa en el aspecto
teórico lo que en esos trabajos se formula a menudo de manera más peren
toria. Un análisis del Libro de los Pasajts —ya que su mera lectura apenas
podría descubrir las intenciones de Benjamín- tendría por eso que incluir el
ensayo sobre la obra de arte, los textos dedicados a Baudelaire, y las tesis
Sobre el concepto de historia, teniéndolos siempre presentes, aun cuando
sean completamente independientes y representen, bien un simple preludio
del Libro de los Pasajes, bien escritos desgajados de él.
Los fragmentos propiamente dichos del Libro de los Pasajes se pueden
comparar a los materiales de construcción para una casa de la que sólo se
ha trazado la planta, o sólo se ha excavado el solar. En los dos resúmenes
que preceden a esta edición, Benjamín trazó su plan a grandes rasgos, tal
como se le presentaba en 1935 y en 1939: las seis o cinco secciones, res
pectivamente, de los resúmenes formarían otros tantos capítulos de su libro
o, para seguir con la imagen, serían los pisos de la casa por construir. Junto
al solar excavado se amontonan las citas con las que se levantarían los
muros. Y las propias reflexiones de Benjamín proporcionarían la argamasa
con la que el edificio se mantendría unido. Ciertamente hay numerosas refle
xiones teóricas e interpretativas, pero al final casi parecen querer desapare
cer bajo el contingente de citas. El editor ha dudado en más de una ocasión
si tendría sentido publicar esta abrumadora masa de citas, si no haría mejor
limitándose a editar los textos benjaminianos, que fácilmente podrían orde
narse en un conjunto legible, dando como resultado una densa colección de
1 Las citas que se refieren a la edición de los Gesammelte Schríften de Benjamín (Escritos
reunidos, Vil vols., Frankfuit/M, Suhrkamp, 1972 ss,), se indicarán con las siglas G S seguido del
volumen en números romanos y la página en numeras arábigos. Las citas de la presente obra se
darán simplemente por número de página o bien, si ese es el caso, por la numeración de cada
fragmenlo.
1Adorno, fíher Walter tienjamin, ed. por Rolf Tíedemann, Frankf'un/M, 1970, p. 26.
brillantes aforismos e inquietantes fragmentos. Pero, con ello, lo proyectado
en el Libro de los Pasajes quedaría más allá de toda intuición. El propósito
de Benjamin era unir el material y la teoría, la cita y la interpretación, en una
nueva constelación más allá de tuda forma corriente de exposición, en la
que todo el peso habría de recaer sobre los materiales y las citas, retirándose
ascéticamente la teoría y la interpretación. Como -un problema central en el
materialismo histórico», que pensaba resolver con el Libro de los Pasajes,
había caracterizado la pregunta -¿de qué modo les] posible unir una mayor
captación plástica con la realización del método marxista? La primera etapa
de este camino será retomar para la historia el principio del montaje. Esto
es, levantar las grandes construcciones con los elementos constructivos más
pequeños, confeccionados con un perfil neto y cortante. Descubrir entonces
en el análisis del pequeño momento singular ei cristal del acontecer total*
(X 2, 6)5. Esos elementos constructivos están formados por las innumerables
citas, que por tanto no deben faltaren esta edición. Cuando el lector se fami
liarice con la arquitectura del conjunto, podrá también hacerlo sin grandes
dificultades con las citas, y señalar casi en cada una de ellas lo que en cada
caso debió de fascinar a Benjamin, qué función se le hubiera atribuido en el
edificio y de qué modo es un cristal donde se reúne el acontecer total. Desde
luego que el lector tendrá que cultivar esa capacidad de -interpolar en lo infi
nitamente pequeño*, como se define a la fantasía en Calle de dirección única
(GS ¡V, 117). Dotado de esta fantasía, las letras muertas que Benjamin reco
piló de los polvorientos fondos de la Biblioteca Nacional de París comenza
rán a vivir para él, dibujándose quizá incluso ante su visión especulativa, aun
rodeado de sombras, ese edificio que Uenjamin no llegó a levantar. Las som
bras que se oponen a un posterior trazado, comprensivo y consistente, de
su arquitectura, también proceden, y no en úllimo término, de dificultades
filológicas. La mayoría de los fragmentos, cortos y a menudo abreviando la
idea, pocas veces permiten conocer cómo pensaba unirlos Benjamin. Con
frecuencia anotaba únicamente las primeras ocurrencias, formando conjun
tos de aforismos de los que no se puede deducir si en el curso del trabajo
hubieran adquirido validez permanente. Entre los esbozos teóricos no faltan
los que son contradictorios entre sí, o bien que no se pueden conjuntar. A
**Le precedió el proyecto -al parecer prontamente abandonado- de escribir junto con Franz
I lessel un artículo de periódico solw los pasajes, cfr. al respecto infra, p 1341.
reíales, haciendo un monlajc de los desechos (O', 36). De un modo pare
cido, su pensamiento ya había intentado en Calle de dirección única per
derse en lo concreto y particular para extraerle directamente su misterio, sin
ninguna mediación teórica. Semejante entrega a lo particular existente es lo
que caracteriza en general a su pensamiento. Ignorando la maquinaria par
lante de la filosofía oñcial, con sus tablas de mandamientos y prohibiciones
trascendentales, se decidió, no sin arrogancia, por una especie de «delicada
empina»; como la de Goethe, no suponía la esencia tras o sobre las cosas,
sino que la sabía en ellas. Los surrealistas habían sido los primeros en des
cubrir el específico mundo objetual del siglo xtx y, dentro de él, aquella mito
logía moderna a la que dedicó Aragón el prólogo a su Campesino de París, en
cuyo cielo artificial se eleva la Nadja de Bretón, En su ensayo sobre el surrea
lismo, al que calificó de -pantalla opaca delante del trairajo de ios Pasajes*
(900), lo alaba: -Fue el primero en dar con las energías revolucionarias que
aparecen en lo “anticuado”, en las primeras construcciones en hierro, en los
primeros edificios fabriles, en las primeras fotos, en los objetos que empie
zan a extinguirse, en los pabellones de las exposiciones, en los vestidos de
más de cinco años, en los locales mundanos de reunión una vez que empie
zan a perder popularidad”(G S II. 299). Esta capa material, el poso del pasado
reciente, también fue el objeto del Libro de los Pasajes>igual que Aragón,
paseando ]*>r el pasaje de l’Opéra, resultó atraído en Uñó ola de sueños hacia
territorios extraños de la realidad jamás vistos antes, así también es como
querÍ3 Benjamín sumergirse en regiones de la historia hasta entonces no
consideradas, despreciadas, y subir tras apresar lo que antes que él nadie
había visto.
El ya casi despoblado acuario humano, tal como calificó Aragón en 1927
el pasaje de l'Opéra dos años antes de que desapareciera al cerrarse el ani
llo de bulevares del interior, esa ruina del ayer en la que se resuelven los
enigmas del hoy, fue un estímulo incomparable para el Libro de los Pasajes
(cfr. 919). Benjamín citó repetidamente la luz glauca de los pasajes de Ara
gón: aquella luz en la que el sueño sumerge a las cosas, haciéndolas apare
cer a la vez extrañas y muy próximas. Si la concepción de lo concreto cons
tituye uno de los polos del armazón teórico benjaminiano, la teoría
surrealista de los sueños es el otro: las divagaciones del primer proyecto’ del
Libro de los ¡Usajes tienen lugar en ese campo de fuerzas tendido entre la
concreción y lo onírico. En los sueños, los primeros surrealistas habían
7 Aquí y en lo que sigue, se trata del primer y del segundo proyecto tal como de ellos habla
Benjamín mismo en su caita del 16.8.1935 a Gceíel Adorno (cfr. in/m, p, 935): por decirlo así,
sólo entre comillas. Por proyecto se entiende un texto que no está fijado ni individualizado; por
segundo proyecto, en particular, se excluye el resumen lie 1935. Se piensa más bien en la Idea
de ta obra, en la medida en que se puede deducir mediante la interpretación de la totalidad de
los materiales correspondientes a alguna de las dos fases de elaboración.
dépotenciado la realidad empírica en conjunto, tratando su organización
racionalmente orientada como un mero contenido onírico cuyo lenguafe
sólo admite ser descifrado indirectamente: al dirigir la óptica onírica sobre el
mundo de la vigilia, se desatarían los pensamientos ocultos y latentes que
dormitaban en su interior. Benjamin quiso que un procedimiento semejante
diera sus frutos en la exposición de la historia: tratar el inundo objetual del
siglo xix como si se tratara de un mundo de cosas soñadas. En cualquier
caso, la historia, bajo las relaciones de producción capitalistas, es compara
ble a la actividad inconsciente del individuo que sueña: aunque hecha cier
tamente por hombres, lo es sin conciencia ni plan, como en un sueño. «Para
entender los pasajes a fondo, sumerjámoslos en la capa onírica más pro
funda» (F°, 34); esta aplicación del modelo onírico al siglo xix debía quitar
de la época el carácter de lo cerrado y pasado de una vez por todas, de lo
literalmente devenido historia. Sus medios ele producción y formas de vida
no se agotaban en lo que habían sido por su lugar y su puesto dentro del
orden productivo dominante; en ellas vie Benjamin al mismo tiempo la acti
vidad de la fantasía icónica de un inconsciente colectivo que, soñando,
sobrepasaba sus límites históricos, llegando a alcanzar el presente. Al trasla
dar «del individuo al colectivo» la doctrina psicoanalítlca de un «estado com
pletamente fluctuante de una conciencia dividida a cada momento en muchas
capas entre el sueño y la vigilia» (G°, 27), quería mostrar que, por ejemplo,
configuraciones arquitectónicas como los pasajes ciertamente se debían y
servían al orden productivo industrial, pero también contenían al mismo
tiempo algo irresuelto, irresoluble dentro del capitalismo: en este caso, la
tantas veces vislumbrada por Benjamin arquitectura de cristal del futuro.
»Toda época tiene un laclo vuelto a los sueños, el lado infantil» (F°, 7). La
mirada que la contemplación de Benjamin dirigió a este aspecto de la histo
ria debía «liberar las inmensas fuerzas de la historia adormecidas en el “érase
una vez" del relato histórico clásico» (0°, 71).
Casi simultáneamente a las primeras anotaciones para el Libro de los
Pasajes, se encuentran en los escritos de Benjamin numerosos registros de
sus propios sueños. Por entonces comenzó también a experimentar con dro
gas. En ambas empresas intentaba romper las rigideces y petrificaciones a
las que son llevados por la presión de la producción industrial tanto el pen
samiento como lo que éste tiene enfrente, tanto el sujeto como el objetos,
En el sueño, igual que en la embriaguez narcótica, vio revelarse un «mundo
de particulares afinidades secretas» (A°, 4) en el que las cosas podían entrar
«en la relación más contradictoria» y mostrar una «difusa afinidad» (A°, 5). Le
5 Cfr. ante todo Sobre et programa de la filosofía venidera ( OS II, 157-171); la cita procede
de un fragmento temprano, Sobre la percepción, editado en el vol. VI de los Escritos reunidos.
Cfr. La doctrina de lo semejante, y Sobre la capacidad mimética (GS II, 204-213). Uno de
los textos más tardíos de las Primeras anotaciones para el Libro de los Pasajes constituye al pare
cer el germen de la teoría mimética benjaminiana (cfr. Q“, 24).
Con el motivo del despertar, Benjamín también se supo aJa vez separado
de los surrealistas. Éstos buscaban establecer la línea de demarcación entre
la vida y el arte; “desconectar” ( G S II, 621) el quehacer poético para vivir la
poesía o poetizar la vida. A los primeros- surrealistas, la realidad y el sueño
se les entretejían formando una realidad soñada, desrealizada, en la que no
había marcha atrás hacia los requerimientos de una praxis actual. Contra Ara
gón dice Benjamín que -se aferra al ámbito onírico-, que la mitología “per
dura” (I Io, 17) en él: es decir: que la mitología de Aragón sigue siendo mera
mitología, sin volver a quedar traspasada por la razón. La imaginería surrea
lista allana las diferencias que separan el ahora del ayer; en lugar de traer el
pasado al presente, -vuelve a alejar a las cosas-, permaneciendo afín a la
■perspectiva romántica* en la que -se nos ha educado en historia- (C°, 5).
Benjamín, por contra, quiere «acercalr] las cosas en el espacio-, dejar que
■entren en nuestra vid y» (Io, 2), I.o que le unía a los procedimientos surrea
listas -abajar lo pasado a niveles oníricos- no era para el Libro de ¡os Pasa
jes un fin en sí mismo, sino una disposición metodológica, una especie de
ensayo experimental. El siglo xix es el sueño del que hay que despertar: una
pesadilla que pesará sobre el presente en tanto no se deshaga su hechizo.
Las imágenes del sueño y del despertar del sueño se relacionan según Ben
jamín como la expresión y la interpretación: era sobre todo mediante la
interpretación de las imágenes como él esperaba la disolución del hechizo.
L-l despertar benjaminiano pretende «la salida auténtica de una época- (h°, 3),
en el doble sentido de la asunción hegeliana: la superación del siglo xix en
su preservación, en su “rescate" para el presente. Benjamín lo definió como
■el nuevo método de la historiografía, el dialéctico: ¡pasar con la intensidad
de los sueños por lo que ha sido, para experimentar el presente como el
mundo de la vigilia al que se refieren los sueños!* (F°, 6). A esta concepción
subyace un concepto mítico de la historia que Benjamín nunca abandonó,
ni siquiera en las postreras tesis Sobre el concepto de historia. Según esto,
todo presente debería ser sincrónico con determinados momentos de la his
toria, igual que todo pasado particular sólo deviene “legible” en una deter
minada época —a salier, aquella en que la humanidad, frotándose los ojos,
reconoce precisamente esta imagen onírica en cuanto tal. Es en este instante
cuando el historiador emprende con ella la tarea de la interpretación de los
sueños* (N 4, 1)-. Pero para ello no sirve ningún alejamiento de lo pasado
hacia lo mitológico, sino que, al contrario, hay que -disolver la “mitología”
en el espacio de la historia» (H°, 17). Poroso exige Benjamín «una reflexión
concreta, materialista, sobre lo más cercano-, pues «sólo es importante expo
ner lo que nos es afín, lo que nos condiciona» (C°, 5). El historiador, en este
sentido, ya no debe ponerse más en el lugar de la historia, sino que debe
dejar aparecer en su vida lo pasado; un •pátbos de la cercanía* (Io, 2) tiene
que disolver la evasiva “empatia1'. Los objetos y acontecimientos pasados no
son entonces nada sólido, nada inalterable dado al historiador, sino que -la
dialéctica los revuelve, los revoluciona, hace de lo superior lo inferior* (D°, 4):
esto es lo que tenia que llevar a cabo el despertar del sueño del siglo xix.
Por eso, el “intento por despertar de un sueño* es para Benjamin *el mejor
ejemplo del vuelco dialéctico» (D°, 7).
Un pasaje clave del propósito de Benjamin en la elaboración del primer
proyecto del Libro de los Pasajes bien puede ser esta frase: *El capitalismo
fue una manifestación de la naturaleza con la que le sobrevino un nuevo
sueño onírico a Europa y, con él, una reactivación de las energías míticas-
(K 1 a, 8). Este planteamiento -el interés por conocer el capitalismo- lo com
partía Benjamin con el materialismo histórico, si es que no lo tomó de él; sin
embargo, los conceptos de los que se sirvió para la determinación del capi
talismo -naturaleza, sueño y mito- proceden de la terminología de su pro
pio pensamiento, originalmente de inspiración metaKsico-teológica. Las con
cepciones filosófico-históricas del joven Benjamin se habían centrado en una
crítica del mito como heteronomía fatal que mantuvo hechizados a los hom
bres en una muda minoría de edad durante la prehistoria, y que desde
entonces, en toda historia, ha sobrevivido bajo las formas más diversas, ya
sea como violencia inmediata o como derecho burgués11. La crítica al capi
talismo del primer proyecto del Libro de los Pasajes, donde el siglo xix apa
rece como un territorio en el que «hasta ahora sólo prolifera la locura», sigue
siendo una crítica del mito: -Pero todo suelo tuvo una vez que quedar entre
verado por la razón, limpiado de la maleza de la locura y del mito. Esto es
lo que aquí se debe hacer con el suelo del siglo xix- (G°, 13). En los conte
nidos de conciencia predominantes y en el tipo de concepciones del inci
piente altocapitalismo -la -sensación de lo más novedoso, de lo más
moderno- por una parte, y por otra la imagen de un -eterno retomo de lo
mismo-, formas oníricas ambas del acontecer, soñadas por un colectivo que
-no conoce historia alguna- (M°, 14)-, Benjamin reconoce formas aún ahis-
tóricas, todavía presas del mito, que sólo en una interpretación como la pro
puesta conseguirían depotenciar el mito, despenar de él. En la interpretación
de la modernidad como -época del infierno-, habla de un modo directamente
teológico: -se trata de que [...] la faz del mundo, la inmensa cabeza, precisa
mente en aquello que es lo novísimo, jamás se altera, de que esto “novísimo"
permanece siendo de todo punto siempre lo mismo. Esto constituye la eter
nidad del infierno y el afán innovador del sádico. Determinar la totalidad de
los rasgos en los que se manifiesta la “modernidad" significaría exponer el
infierno» (G°, 17). En cuanto “comentario de una realidad”, comentario que
se sumerge en lo histórico como en un texto y lo interpreta, la teología ha
Todo esto es lo que hubiera debido ser el Libro de los Pasajes, y nada de
ello llegó a ser -por decirlo con una frase modificada del propio Benjamin-
La interrupción del iralxt jo en otoño de 1929 tuvo varias causas. El mismo Ben
jamín, retrospectivamente, la atribuyó sobre todo a cuestiones de exposición.
Por un lado estaba su -carácter rapsódico-, como ya se anunciaba en el subtí
tulo del primer proyecto —Un cuento de hadas dialéctico- (919)- Por otro, su
•ilícita configuración “poética"- (936), a la que Benjamín se creía entonces
remitido. Ambas cosas resultaban incompatibles con un trabajo que debía
tener por objeto -lo» intereses históricos fundamentales de nuestra generación-
(935). Benjamín estaba convencido de que sólo el materialismo histórico pre
servaba estos intereses; las apodas que se encontró al redactar el Libro de las
Pasajes culminaban sin duda por eso en su posición respecto a la teoría mar
xista. Si en un primer momento Benjamín se había mostrado partidario de la
política de los partidos comunistas, tuvo luego que convencerse de la necesi
dad de avanzar desde una profesión de fe política a una elaboración teórica
del marasmo, elaboración que concibió como una asimilación, al menos en
tanto que aún no la había iniciado. Se trataba de defender el Libro de los Pasa
jes -frente a toda objeción suscitada por la metafísica*; -la gran masa de ideas,
impulsada en su origen metafisicamente-, tenía que ser sometida a un “pro
ceso de refundición" que capacitara al autor para -considerar con serenidad lo
que podría argüirse contra el método de este trabajo, por ejemplo desde el mar
xismo ortodoxo- (920). Benjamín atribuyó el final de su -filosofar despreocu
padamente arcaico y atrapado en la naturaleza-, que estaba a la base de la
■forma romántica- y de la -ingenuidad rapsódica- del primer proyecto, a las
conversaciones con Horkheimer y Adorno que tuvieron lugar en septiembre
u octubre de 1929 en Frankfurt y Konígstein, calificadas por él mismo de -his-
tóricats]* (919). En la discusión de los textos por entonces redactados -eran
ante todo aquellos que el editor ha titulado Proyectos iniciales-, ambos insis
tieron seguramente en que no se podía tratar con seriedad el siglo xix sin tener
en cuenta el análisis del capital hecho por Marx, y es muy probable que Ben
jamín. habiendo leído apenas por entonces algo de Marx, quedara impresio
nado por estas indicaciones12. En cualquier caso, en su carta a Scholem del 20 de
enero de 1930 se encuentra una observación según la cual concluir el trabajo
12 En las Primeras anotaciones, donde sólo raramente aparecen categorías económicas, y casi
siempre como metáforas, se encuentran referencias sin comentario alguno a dos pasajes del pri
mer y tercer lomo de El capital, remitiéndose nada menos que a la «edición original» (cfr. Q°, 4)
Esto sería muy esclarecedor, sobre lodo en el caso del primer tomo, cuya primera edición, de
1867 -es a la que se refiere con adición original^, es sumamente rara y casi nunca se cita por
requiere estudiar antes determinados aspectos tanto de la filosofía hegeliana
como de El capital (903). Este estudio no se había concluido de ninguna
manera cuando Benjamin, cuatro años después, a principios de 1934, se
entregó nuevamente al proyecto del Libro de ¡os Pasajes. El -nuevo rostro»
(909) que presentaba el trabajo, debido no poco a las experiencias políticas
del exilio, se mostraba en el recurso insistente a la historia social, de la que el
primer esbozo en realidad no había prescindido del lodo, pero que en éste se
encontraba repuesto de la intención surrealista. Ninguno de los antiguos moti
vos fue rechazado, pero el edificio recibió un fundamento más sólido. Se aña
dieron nuevos temas; la haussmannización, la lucha de barricadas, los ferro
carriles, las conspiraciones, la camoradería, el movimiento social, la Bolsa, la
historia económica, la Comuna, la historia de las sectas, la Escuela Politécnica;
se añadieron además recopilaciones de citas de y sobre Marx, Fourier y Saint-
Simon. Esta ampliación temática apenas supuso, en todo caso, que Benjamin
reservara a cada uno de los nuevos temas un capítulo del libro -en lugar del
ensayo se había impuesto la forma del libro-. Su objeto se determinó ahora
como -el destino del arte en el siglo xtx-(945), y parecía con ello haberse estre
chado más que en el primer esbozo, aunque esto no hay que tomarlo dema
siado literalmente: el resumen de 1935, en el que se traza con más claridad
que en cualquier otra parte lo que pretende la segunda fase del trabajo, sigue
presentando todos aquellos temas que el Libro de bs Pasajes habría de tratar
desde el principio: pasajes, panoramas y exposiciones universales, el interior
y las calles de París. El título de este resumen, París, capital del siglo xtx, se
mantuvo desde entonces, y fue retomado en 1939 para el otro resumen,
escrito en francés. Contiene una indicación decisiva acerca de «las nuevas y
profundas perspectivas sociológicas» del segundo esbozo, de las que Benjamin
escribió que proporcionarían «el marco estable para el armazón interpretativo»
(920). La interpretación, sin embargo, debía ahora hacer confluir los temas del
libro -en suma, la superestructura cultural del siglo xix en Francia- sobre el,
denominado por Marx, carácter fetichista de la mercancía: en 1935 se dice que
«el desarrollo- de este concepto «ocupará el centro- del proyectado libro (916),
y en 1938 se afirma que -las categorías fundamentales- del Libro de los Pasa
jes -convergen en la determinación del carácter fetichista de la mercancía*
ella. Quizá haya que suponer que en esas "históricas conversaciones’ de otoño de 1929, Hork
heimer o Adorno le indicaran esas citas a Benjamin; en la biblioteca del Instituto de Investiga
ción Social había por entonces un ejemplar de la primera edición, y a Horkheimer, además, le
gustaba citar ediciones raras. Esta sospecha se consolida cuando se consulta el lugar correspon
diente en la primera edición de El capital, se trata de las formulaciones decisivas sobre el carác
ter fetichista de la mercancía; por tanto, de aquel concepto cuyo “despliegue" debía figurar “en
el punto central” del segundo proyecto del Libro Je los Pasajes (cfr Injra, p. 25). Dado que el
manuscrito de las fin ie r a s anotaciones se interrumpe poco después de dicha anotación, esto
podría estar relacionado perfectamente con las dificultades ante las que se vio Benjamin por
aquella indicación acerca de la necesidad de leer El capital
(956) En el primer proyecto el concepto aparece completamente aislado, en
un único pasaje (0°, 38); está claro que por entonces no se podía hablar de
que el fetichismo de la mercancía estuviera destinado a proporcionar el
esquema central de la interpretación de todo el libro de los Pasajes. Cuando
Benjamin escribe en mayo de 1935 el primer resumen, quizá no le fueran aún
familiares las palabras mismas de Marx sobre ello: al parecer, sólo a principios
de junio de 1935, tras concluir el resumen, comenzó a -echar un vistazo- al pri
mer tomo de El capital (923). Conocía ya ante todo la teoría del fetichismo de
la mercancía por la versión de Lukács; al igual que muchos intelectuales de
izquierda de su generación, debía ampliamente sus rudimentos marxistas al
capítulo de Historia y conciencia de clase dedicado a la reificación,
Benjamín quiso proceder con la cultura cn la época del altocapitalismo
como Lukács al retraducir el hecho económico del fetichismo de la mercan
cía a nivel filosófico, empleando la categoría de reificación para resaltar las
antinomias del pensamiento burgués. La conciencia que Marx mostró como
ideológica en sus abstracciones del valor de la producción capitalista, para
la que el carácter social del trabajo se refleja como carácter cósico de los pro
ductos del trabajo, la reconoció de nuevo Benjamin en la simultánea y domi
nante -concepción reificada de ia cultura-, de la que se omite que -las crea
ciones del espíritu humano- -no deben sólo su nacimiento, sino también su
transmisión, a un trabajo social continuado- (1025). El destino de la cultura
en el siglo xix no fue otro que precisamente su carácter mercantil, que según
Benjamin se representaba como fantasmagoría en los “bienes culturales”.
Fantasmagoría, espejismo, engaño es ya la mercancía misma, en la que el
valor de cambio o la forma del valor encubre el valor de uso; fantasmagoría
es el proceso de producción capitalista en conjunto, que se enfrenta como
una potencia natural a los hombres que lo llevan a cabo. Lo que según Ben
jamín expresan las fantasmagorías culturales —la ambigüedad característica
de las relaciones y productos sociales de esta época- (45)-, es lo que tam
bién determinaba en Marx -el mundo económico del capitalismo-: una ambi
güedad que -resulta claramente visible, p. ej.. en las máquinas, que agudizan
la explotación en vez de aliviar la suerte del hombre- (K 3, 5). El concepto
de fantasmagoría, empleado una y otra vez por Benjamin, no parece ser sino
otro término para aquello que Marx denominó carácter fetichista de la mer
cancía; un término, por lo demás, que ya se encuentra en el mismo Marx:
en un célebre pasaje del capítulo sobre el fetichismo de El capital, se dice
acerca de las «relaciones sociales concretas- que caracterizan el trabajo en [as
condiciones de producción capitalista, que ellas adquieren para los hombres
-la forma fantasmagórica de una relación entre cosas»13. El hecho que tenía
Marx ante los ojos era la conciencia "necesariamente falsa" de la economía
15 Kari Marx, Bl caftilall, en Karl Marx/Fricdrich Engeis. Werke. vol. 23, Berlín. J19ó9, |> 86.
burguesa, conciencia que no por ser necesaria es menos falsa. Lo que a Ben
jamín le interesaba de la cultura no era tanto el contenido ideológico que la
crítica cultural revela en sus profundidades, cuanto su superficie o su lado
externo, que aúnan el engaño y la promesa, bis creaciones y modos de vida
provenientes del siglo pasado, condicionados sobre todo por la producción
mercantil-, quedan ■ “iluminados" de modo sensible en una presencia inme
diata- (*): esta presencia inmediata es io que le interesa, el misterio que ras
trea en los Pasajes era un misterio que aparece a la luz. Fantasmagórico es
-el brillo del que se rodea la sociedad productora de mercancías* (*), un bri
llo que parece estar no menos en conexión con la “bella apariencia* de ta
estética idealista que con el carácter fetichista de la mercancía. Fantasmago
rías son las -imágenes mágicas del siglo- (GSI, 1153), ellas son las -imágenes
desiderativas- del colectivo, mediante las que éste busca -tanto superar como
transfigurar la inmadurez del producto social y las carencias del orden social
de producción- (38-39). Antes que nada, la función de la fantasmagoría
parece ser de carácter transfiguración la.f exposiciones universales transfigu
ran el valor de cambio de las mercancías dejando en la sombra el carácter
abstracto de sus determinaciones de valor; el coleccionista transfigura las
cosas al despojarlas de su carácter mercantil; en los pasajes se transfigura la
construcción en hierro y la arquitectura de cristal, porque -el siglo de las nue
vas posibilidades constructivas no se correspondió con un nuevo orden social»
(*). Cuando a finales de 1937 cayó en manos de Benjamín La eternidad por los
astros de Blanqui -una postrera fantasmagoría cosmológica del gran revolu
cionario, escrita en prisión- encontró allí sus propias especulaciones sobre el
siglo xix, pero ahora como infierno. 1,0 aparente de todo lo nuevo que este siglo
ofrecía en cuanto modernidad por excebreo culminaba en su más alta idea, la de
progreso, que encontró denunciada por Blanqui como -fantasmagoría de la his
toria misma-: -como algo antiquísimo e inmemorial que, revestido de última
novedad, se acerca pavoneando- (*). líe Blanqui había que aprender que en la
fantasmagoría se encerraba también -la crítica más amarga*, «la más terrible acu
sación contra la sociedad- ('*). El carácter transfigurador de la fantasmagoría da un
vuelco, haciéndose ilustración, al percibir claramente -que la humanidad, mien
tras siga entregada a la angustia mítica, tendrá un lugar para la fantasmagoría” (*).
En las fantasmagorías de su cultura, el siglo también trasciende siempre, dialéc
ticamente, el “antiguo orden social". Como -símbolos- desiderativos-, los pasajes e
interiores, los pabellones de las exposiciones y los panoramas son «posos de un
mundo onírico; sueño blochiano hacia adelante como anticipación del futuro:
«Cada época no sólo sueña la siguiente, sino que se encamina soñando hacia el
despertar. Ueva su final consigo». El pensamiento dialéctico, al intentar determi
14 Ibid., p, 87.
Cfr. Jurgen Habermas, -Walter Benjamin. BewuBtmachcnde ixJer rettende Kritik-, en Pbl-
losophisch-politiscbe ProflJe, Frankfurt/M, 31981, pp. 336-376. (Hay edición española: Perfilesfilu-
sófico-politicos,Madrid, Tauros, 1975.1
de vista inductivo, se* inserta en la esfera de io intuitivamente concreto. F.l
Libro de los Pasajes *en el fondo tiene que ver con el carácter expresivo de
los primeros productos industriales, de ios primeros edificios industriales, de
las primeras máquinas, pero también de los primeros' grandes almacenes,
anuncios publicitarios, etc.- (N 1 a, 7). En estos rasgos expresivos, Benjamin
esperaba encontrar lo que se hurtaba a un acceso inmediato, ei rasgo carac
terístico del siglo xix. Lo que le importaba era "el entramado expresivo»: -No
se trata de exponer la génesis económica de la cultura, sino la expresión de
la economía en su cultura- (N 1 a, 6). Si el camino del primer al segundo
proyecto del Libro ele ios Pasajes testimonia el esfuerzo de Benjamin por afir
mar su trabajo frente a las exigencias del materialismo histórico, en la con
cepción fisiognómica de su último periodo sobrevivieron intactos motivos
pertenecientes a la metafísica y a la teología. Describir la expresión de la
economía en la cultura era el intenta de -captar un proceso económico como
visible fenómeno originario de donde proceden todas las manifestaciones de
la vida de los pasajes (y con ello del siglo xix> (N 1 a, 6). Ya en Origen del
drama barroco alemán había recurrido Benjamin, para explicar su concepto
de verdad, al fenómeno originario [l/rpbánomen] de Goethe16: el concepto de
origen en el libro sobre el drama barroco debía ser -una traslación estricta y
apremiante de este concepto goethiano fundamental desde el terreno de la
naturaleza al de !a historia*: -Y ahora también tengo que vérmelas en el tra
bajo de los Pasajes con una investigación del origen. Pues persigo el origen
de las formas y modificaciones de los pasajes parisinos, desde su salida hasta
su ocaso, y lo aprehendo en los hechos económicos. Pero estos hechos,
observados desde el punto de vista de la causalidad, por tanto como causas
originarias, no serían ningún fenómeno originario: llegan a serlo primera
mente dejando brotar de ellos mismos, en su propio desarrollo —despliegue
estaría mejor dicho-, la serie de concretas formas históricas de los pasajes,
del mismo modo que la hoja despliega a partir de sí misma toda la riqueza
del mundo vegetal empírico- (N 2 a, 4). Con esto regresan a la teoría del
conocimiento las sutilezas metafísicas y las fintas teológicas que parecían
abolidas después de haber experimentado en la economía su irónico desen
mascaramiento. Fin cuanto fenómenos originarios que se exponen como expre
sión de hechos económicos, ¿en qué se distinguirían de las ideas que se expo
nen en el medio empírico, como dice el libro sobre el drama barroco? Es la
temprana concepción de Benjamin sobre una verdad monadológica la que tam
bién dominó todas las fases del Libro de los Pasajes, y continuó siendo válida
en las tesis Sobre el concepto de historia. Sí en el libro sobre el drama barroco
la idea, en cuanto mónada, encierra en sí 4a imagen del mundo» (GS 1, 228),
entonces en el Libro de los Pasajes la expresión, en cuanto fenómeno origina
rio, encierra la imagen de la historia. La esencia de la producción capitalista se
ha de poder captar en las formas históricas concretas en las que la economía
encuentra su expresión cultural. Al tnero conceptualismo, cuyas abstracciones
no alcanzan a exorcizar esta confusión, se le aplica un correctivo mimético-
intuitivo que ha de poder descifrar tas imágenes en las que está cifrado lo gene
ral. Corresponde al pensamiento fisiognómico «reconocer los monumentos de
in burguesía como ruinas, antes incluso de que se hayan derrumbado* (49)- Los
prolegómenos a una fisiognómica materialista, que se han de extraer del Libro
de los Pasajes, figuran entre las concepciones más importantes de Benjamín. En
ellas se anuncia programáticamente la teoría estética que hasta hoy le falta al
marxismo. Si la exposición habría cumplido lo que prometía el programa, si la
fisiognómica habría estado a la altura de su tarea materialista, son cuestiones
que sólo la redacción misma clel Libro de los Pasajes hubiera podido contestar.
Se abre esta edición con los dos resúmenes de 1935 y 1939, en los que
Benjamín expuso sintéticamente su proyecto. Junio al temprano ensayo /:’/
anillo de Saturno, o sobre la construcción en hieiro, estos resúmenes son los
únicos textos del conjunto del Libro de los Pasajes que pueden darse por
concluidos. Las resúmenes no estaban destinadas para su publicación. El
más antiguo, en alemán, lo escribió Benjamin para el Instituto de Investiga
ción Social, que tomó además el Libro de los Pasajes entre los proyectos de
investigación que apoyaba. El resumen en francés surgió por petición de
Horkheimer, que esperaba encontrar con él un mecenas americano para
Benjamin.
La parte más significativa y más extensa de esta edición contiene el
manuscrito de los Apuntes y materiales, ordenado por temas y objetos: es
el verdadero manuscrito del Libro de los Pasajes, que fue escondido durante
la guerra en la Biblioteca Nacional. Probablemente, Benjamin trabajó en este
manuscrito desde el otoño o invierno de 1928 hasta finales de 1929, y luego
desde comienzos de 1934; las últimas anotaciones se hicieron a principios
de 1940, inmediatamente antes de huir de París. La sucesión de los apuntes
no se corresponde con su origen cronológico. Al parecer, Benjamin iniciaba
siempre un legajo nuevo cuando en el curso de sus investigaciones surgía
un lema nuevo que exigía ser tratado. Así, por ejemplo, el legajo tti: Ociosi
dad, no se empezó antes de principios de 1939. Dentro de cada legajo, los
apuntes podrían corresponder a la cronología de su redacción en limpio.
Pero ésta tampoco es siempre la de su origen: en aquellos legajos que tra
tan temas que ya habían quedado fijados en la primera fase del trabajo, se
encuentran al comienzo notas que Benjamin había extraído de manuscritos
más antiguos, trasladándolos al de los Apuntes y materiales, En estos casos,
los apuntes han sido ordenados de nuevo y, en esa medida, las primeras
páginas de los respectivos legajos siguen también ciertos principios eviden
les. Por contra, las páginas más tardías, escritas a partir de 1934, al igual que
los legajos formados de 1934 en adelante, parecen seguir en general el azar
de las investigaciones de Benjamin o, más frecuentemente aún, el de sus lec
turas.
Se editan luego las Primeras anotaciones, apuntes realizados con conti
nuidad desde mediados de 1927, e interrumpidos en diciembre de 1929 o,
como muy tarde, principios de 1930. Aunque su contenido pasó en gran
parte al gran manuscrito de los Apuntes y materiales, se publican en su inte
gridad, porque sólo con su ayuda se pudo llevar a cabo ese “proceso de
refundición” que marcó el paso de la primera a la segunda lase del trabajo.
De entre los Pruyvctos iniciales, que cierran el corpus principal de esta
edición, el titulado Pasajes pertenece a la fase más primitiva del trabajo,
cuando Benjamín aún pensaba escribir junto con Franz Hessel un artículo de
periódico. El borrador fue redactado a mediados de 1927, posiblemente
junto con Hessel, En los textos titulados Pasajes de París I! hay que ver el
intento de Benjamín por escribir este ensayo, que era como concebía la obra
de los Pasajes hacia 1928-1929. Se escribieron estos textos en un papel arte
sanal especialmente caro, que por lo demás Benjamín jamás utilizaba, y ade
más en un formato completamente inusual para él: cabe imaginar que
emprendió esta redacción como una fiesta. De cualquier modo, no llegó
muy lejos. Los diversos textos, en sí mismos concluidos, cuya sucesión no
llegó a especificar, pronto quedan deslavazados y finalmente ahogados por
citas -comentadas o sin comentar- e indicaciones bibliográficas. Mientras
que tanto los Apuntes y materiales como las Primeras anotaciones se publi
can in extenso y según la ordenación misma de los manuscritos, el editor
creyó conveniente proceder de otro modo con los Pasajes de París II. Dado
que los apuntes inacabados y las citas de este manuscrito, o bien se trasla
dan a los Apuntes y materiales, o bien hay que considerar que se rechaza
ron, se renunció a su publicación. La publicación se limita a los textos aca
bados, que fueron ordenados por el editor. Aunque estos textos, que
pertenecen a los más importantes y, si se me permite decirlo, a los más
bellos de Benjamín, también aparecen diseminados en distintos pasajes de
los Apuntes y materiales, su publicación compacta proporciona sin duda
cierta impresión de aquel ensayo en el que pensaba Benjamín, y que no
llegó a escribir. El último texto, El anillo de Saturno, o sobre la construcción
en hierro, pertenece igualmente a la primera fase del trabajo; no se puede
excluir que se tratase de un artículo de periódico desgajado del conjunto del
Libro de los Pasajes, y que quedó sin publicar.
El lector que se haya familiarizado con los dos resúmenes podría empe
zar muy sensatamente su estudio del Libro de los Pasajes leyendo el legajo
N: Teoría del conocimiento, teoría del progreso, para a continuación pasar al
comienzo de los Apuntes y materiales. Su lectura, a su vez, podría limitarse
en una primera ocasión a los textos impresos en letra grande, que se ha
reservado a las reflexiones de Benjamin y a aquellas citas que comenta de
alguna manera, aunque sólo sea de un modo incipiente. Citas sin comentar
y apuntes que sólo presentan anotaciones de materiales, datos y hechos sin
ningún tipo de posicionamiento por parte de Benjamín, se imprimen en letra
más pequeña21 Si el Libro de los Pasajes se hubiera concluido, toda separa
ción entre la teoría y el material habría quedado precisamente suprimida; sin
embargo, en la forma fragmentaria en que quedó la obra, las reflexiones teó
ricas de Benjamín adquieren objetivamente el significado de ¡luminar los
materiales con aquella luz que él quería prender en ellos. Por ello hay que
insistir tanto más decididamente en que una comprensión cabal de las inten
ciones de Benjamín sólo puede proporcionarla la lectura de todas las anotacio
nes, incluido el estudio de ia última y más remota cita.
21 Hay que tener en cuenta que esta distinción en el tamaño de la letra tiene otro significado
en las Primeras anotaciones en este caso, se editan en tipo pequeño de letra las anotaciones
que fueron tachadas en et manuscrito, y que en su mayoría se trasladaron a los Apuntes y mate
riales.
RESÚMENES
P a r ís , c a p it a l d e l s ig l o x i x
«La cabeza...
Sobre la mesilla, como un ranúnculo de charca.
Descansa. •
Baudelcire, >Une mariyre* («Una máilir»].
El último poema de las flores del mal «El viaje». *jOh muerte, viejo capitana, es
la hotal ¡levemos el ancla!» El último viaje del fláneur. la muerte. Meta de este
viaje: lo nuevo. *[Hosta el fondo de lo Desconocido pata encontrar algo Nuevo I»
I.o nuevo es una cualidad independiente del valor de uso de la mercancía
Es el origen de un brillo imposible de eliminar en las imágenes producidas
por el inconsciente colectivo. Es la quintaesencia de la falsa conciencia,
cuyo agente incansable es la moda. Este brillo de lo nuevo se refleja, como
un espejo en otro, en el brillo de lo siempre otra vez igual. El producto de
esta reflexión es la fantasmagoría Se la -historia cultural-, en la que la bur
guesía degusta su falsa conciencia. El arte, que comienza a dudar de su
tarea y deja de ser «inseparable de la utilidad» (Baudelaire), tiene que hacer de
lo nuevo su más alto valor. El arbiter novarum remm pasa a ser para él el
esnob. Es para el arte lo que el dandi para la moda. Del mismo modo que
en el siglo xvu la alegoría pasa a ser el canon de las imágenes dialécti
cas, así en el siglo xix lo es la Novedad- Junto a los almacenes de noveda
des aparecen los periódicos. La prensa organiza el mercado de los valores
espirituales, que al principio cotizan al alza. Los inconformistas se rebelan
ante el lieclto de entregar el arte al mercado. Se agrupan en torno al estan
darte de el orle por el arle. De este lema surge la idea de la obra de arte total,
que intenta impermeabilizar al arte frente al desarrollo de la técnica La
solemnidad con la que se conduce corre pareja con las diversiones que
acompañan a la apoteosis de la mercancía. Ambas son abstracciones de la
existencia social del hombre. Baudelaire sucumbe a la fascinación de Wag-
ner.
Introducción
El objeto de este libro es uno ilusión que fue expresada por Schopenhauer en la fór
mula de que para captar la esencia de lo historio basto con comparar a Heródoto con
la Presse du Malin. Es la expresión de la sensación de vértigo característica de la con
cepción que el siglo pasado se hacía de a historia. Corresponde a un punto de vista
que integra el curso del mundo de uno serie ilimitada de hechos coagulados en forma
de cosas. El residuo característico de esta concepción es lo que se ha llamado «la His
torio de la Civilización», que hace el inventario de los formas de vida y de las creacio
nes de la humanidad punto por punto, las riquezas así coleccionadas en el erario de la
civilización aparecen en cdelante identificados para siempre Esta concepción hace
poco caso del hecho de que ellas no solamente deben su existencia, sino incluso su
transmisión, a un esfuerzo constante de la sociedad, un esfuerzo por el que esas rique
zas se encuentran pot aftodidura extrañamente allerodas. Nuestra investigación se pro
pone mostrar cómo a consecuencia de esta representación cosisla de la civilización, las
formas de vida nuevas y las nuevas creaciones de base económica y técnica que le
debemos al siglo posado entran en el universo de una Fantasmagoría. Esas creaciones
sufren esta «iluminación» no sólo de manera teórica, mediante una transposición ideoló
gica, sino en la inmediatez de la presencio sensible. Se manifiestan como fantasmago
rías. De ese modo se presentan los «pasajes», primera realización de la construcción con
hierro; así se presentan las exposiciones universales, cuyo acoplamiento con las indus
trias de recreo es significativo; en el mismo orden de fenómenos está la experiencia del
flóneur, que se abandona a las fantasmagorías del mercado. Estas fantasmagorías
del mercado, donde los hombres no aparecen sino bajo aspectos típicos, se corres
ponden con las del interior, que se encuentran constituidas por la imperiosa propensión
del hombre a dejar en las habitaciones que habita la impronto de su existencia indivi
dual privada. En cuanto a la fantasmagoría de la propia civilización, tiene su paladín en
Haussmann, y su expresión manifiesta en sus transformaciones de París. Sin embargo,
este destello y este esplendor del que se rodea así la sociedad productora de mercan
cías, y el sentimiento Ilusorio de su seguridad, no están protegidos de las amenazas; el
derrumbamiento del Segundo Imperio y la Comuna de París se lo recuerdan. En la
misma época, el adversario más temido de esta sociedad, Blanqui, reveló en su último
escrito los rasgos aterradores de aquella fantasmagoría. En ella la humanidad hace el
papel del condenado. Todo lo que ella podrá esperar de nuevo se revelará como una
realidad desde siempre presente; y eso nuevo será Ion poco capaz de proporcionarle
una solución liberadora como lo es una nueva moda de renovar la sociedad. La espe
culación cósmica de Blanqui lleva consigo la enseñanza de que lo humanidad será
presa de una angustio mítica en tanto la fantasmagoría ocupe un sitio en ella.
II
II
«le cabeza..
Sobre la rnesilla, como un ranúnculo de charco.
Descanso.»
Baudelaire, «Une maityre» («Una mártir»].
El inlerior no es sólo el universo del particular, sino también su esluche. Desde luis
Felipe encontramos en el burgués esta tendencia a resarcirse de la ausencia de huella
de la vida privada en la gran ciudad. Intento encontrar esta compensación entre las cua
tro paredes de su piso. Todo sucede como s¡ hubiese converlido en una cuestión de
honor no dejar que se pierdan los huellas de sus objetos de uso y de todo lo accesorio.
Incansablemente recoge la impronta de multitud de objetos; para sus zapatillas y sus
relojes, sus cubiertos y sus paraguas, imagina fundas y estuches, Tiene marcada prefe
rencia por el terciopelo y la felpa, que conservan la impronta de cualquier contacto. En
el estilo del Segundo Imperio el apartamento se convierte en una especie de habitáculo,
los vestigios de su habitante se amoldan en el interior. De ahí nace la novela policíaca
que se pregunta por esos vestigios y sigue estos pistas, la Filosofía del mobiliario y las
«novelas de detectives» de Poe lo convierten en el primer Fisonomista del interior. Los cri
minales de las primeras novelas policíacas no son ni genllemen ni apaches, sino simples
particulares burgueses [El galo negro, El corazón delator, William Wilson).
III
II
III
II
III
t ..................
u .............
v ................
w ...............
A
[P asajes , a lm a c e n e s de n o v e d a d (e s ), dependientes]
•De esos palacios los columnas mágicas
Al afiáonodo muestran por sodas portes.
Con los objetos que exhiben sus pórticos,
Que b industrio es rival de los orles.»
Conctón nuevo, cit. en Nouveaux tab/eaux de Pons ou
obsetvoltons sur tes moeurs et usages ctes Parrsiens ou
commencemenl du XI)(• srécle [Nuevos cuadros de Parts u
observaciones sobre usos y costumbres de los parisinos o
comienzos del siglo ttxj, I, Paris. 1828, p. 27
•Al hablar de los bulevares del interior’, dice la Guía ilustrada de París -lodo
un retrato de la ciudad del Sena y de sus alrededores por el año 1852—<t>
■mencionamos varias veces los pasajes, que desembocan en ellos. Estos
pasajes, una nueva invención del lujo industrial, son galerías cubiertas de
cristal y revestidas de mármol que atraviesan edificios enteros, cuyos pro
pietarios se han unido para tales especulaciones. A ambos lados de estas
galerías, que reciben la luz desde arriba, se alinean las tiendas más elegan
tes, de modo que un pasaje semejante es una ciudad, e incluso un mundo
en pequeño N Fláneur B, en el que el comprador ávido encontrará todo lo
que necesita. Ante un chubasco repentino, se convierten en el refugio de
todos los que se han visto sorprendidos, ofreciendo un paseo seguro, aun
que angosto, del que también los vendedores sacan provecho». ■ Meteoro
logía ■
Esta cita es el locus classicus para tocia exposición de los pasajes, pues a par
tir do ella no sólo se derivan las divagaciones sobre el Jláneur y la meteo
rología, sino también lo que se puede decir sobre el modo de construcción
de los pasajes en el aspecto económico y arquitectónico. [A 1, ll
Era el tiempo en que Balzac pudo escribir: «El gran poema del escaparate
canta sus estrofas de colores desde la Madeleine hasta la puerta Saint-Denis». Le
dioble á Paris [El diablo en París], París, 184Ó, II, p. 91 (Balzac, les boulevards de
Paris [Los bulevares de París]). IA 1, 41
«El día en que Especialidad fue descubierta por Su Majestad la Industria, rema de Frarcia y de
algunos lugares circunvecinos, ese día. se dice. Mercurio, dios especial de los comerciantes y
de muchas otros especialidades sociales, golpeó tres veces con su ccduceo en el frontón de la
Bolso, y juró por las borbos de Prosetpina que la petebro le pareció preciosa • ■ Mitología ■
Por k> demás, el término sólo se usa al principio para mercancías de lujo. lo grande vtlíe,
Nouveou tof>!eaude Pan-, [Le gran ciudad. Nuevo cuadro de Paris], II, Potts, 1844, p. 57 |Maic
Foumíer, ¡ej spéaolilésparísiennes (Los especío/ídcdes poninas]! [A i, 51
«los cclles estrechas que rodean la Ópera, y los peligros a los que se exponían los peatones
al salir de ese espectáculo asediado siempre por coches, dieron en 1821, a una compañía de
especuladores, la ideo de utilizar una parte de los construcciones que separaban el nuevo tea
tro del bulevar. / Esle proyecto, al tiempo que se convirlió en una luenle de riquezas para sus
autores, significó una inmensa mejora paro el público. / En efeclo, por medio de un pequeño
pasaje estrecho, construido de madera y cubierto, se comunica a la misma altura y con toda
seguridad el vestíbulo de la Opera con esas galerías, y desde ahí con la calle,Por encima
del entablamento de pilastras dóricas que dividen los almacenes se elevan dos pisos de apar
tamentos, y por debajo de esos apartamentos, y a lo largo de tedas las galerías, reinan gran
des cristaleras.» ¡. A. Dulaure, Histoire pfi/sique, ciVile ef mora/e de Paris depws 1821 jusqu a
nos ;ours [Historia física, ctvii y moral de París desde 1821 hasía nuesíros dios], II, París, 1835,
pp. 28*29. [A 1, 61
Hasta 1870, los carruajes fueron los dueños de la calle. Apenas se podía caminar por las
estrechas aceras, y por eso la flánerie se realizaba con preferencia en los pasajes, que
ofrecían protección contra el tiempo y el tráfico. «Nuestras calles más amplias y nuestras
aceras más espaciosas han vuello fácil ia dulce flánene. imposible para nuestros padres en otro
5¡tío que no fueran los pasajes » ■ HüneurM Edmond Beautepaire, París d'hier eí d'aujourd’-
hui La cbrorxqje des rúes [París de ayer y de hoy La crónica de las cotíes). París, 1900, p 67.
ÍA I h, l|
Nombres de pasajes: posoje des Panoramas, posoje Véro-Dodal, posa|e du Désir |que anti
guamente conducía o ur lugor golonle), posaje Colbet), posoje Vivienne, pasaje du Ponl-Neul,
pasaje du Caire, posa-e de la Réjnion, pasaje de i'Opéra, pasaje de la Trinrié, pasaie du Che-
val Blore. pasaje Pressiére (¿Bessiéres?), pasaje du Bors de Boulogne, pasaje Grosse-Téte {El
pasaje des Panoramas se llamó antes pasaje Mires.) IA 1 a, 21
El pasaje Véro-Dodal |construido enlre los colles de Bouby y Grenelle-Saint-Hono'é) «le debe su
nombre a dos ricos charcuioros, señores Véro y Dodat, que emprendieron en 1823 su perfora
ción así como las Inmensas construcciones que dependen de él; lo que hizo que se dijera, en su
tiempo, que ese pasoje era un bello pedazo de arte preso enlre dos barrios». J. A. Dulaure, His
toria lísica, civil y moral de París desde 1821 hasta nuestros días, II, París, 1835, p. 34.
IA 1 a, 3]
Galería Colbert, n ° 26 «Allí, tras la apariencia de una guontero, brillaba una belleza accesible,
aunque, en mater ia de juventud, sólo tenia en cuenta la suya; ella imponía a los más favorecidos
que se ocuporon de los adornos de los que esperaba una forlurva... A esta ¡oven y bella mujer Iros
el cristal la llamaban Labsolu, peto la filosofía habría perdido todo el liempo que corriera en su bús
queda. Su criada vendía los guantes; ella lo requería» ■ Muñecos ■ Prostitutas ■ Lefeuve, Les
aodennes maisons de Para [los an^guas casos db ftarfe, IV], (París, 1875), p, 70. [A 1 a, 51
Cour du Commerce. «Con corderos se hizo allí una primera experiencia de !o guillotino, jisíiumento
cuyo inventor residía a la vez en la cour du Conmerce y en la calle de lAndenneComédie». Lefeuve,
Las antiguas cosas de París, IV, p. 148. |A 1 a, 61
«El pasaje du Caire, cuya principal industria era la impresión lilográiica, habría debido ilumi
narse efectivamente cuando Napoleón III suprimió el sello obligatorio para las circulares de
comercio; esta emancipación enriqueció el pasaje, que se lo agradeció medíanle gaslos de
embellecimiento. Hasta ese momento, cuando llovía había que tener los paraguas abiertos en
sus galerías, que en muchas partes carecían de cubierta de cristal.» Lefeuve, tas anfíguas casas
de Porfs, II, p. 233. ■ Construcciones oníricas ■ Meteorología ■ (O rnam entación egipcia)
[A 1 a, 71
Callejón sin salida Mauberl, hasta hace poco d'Ambolse. En los n.1’’ 4 y 6 vivió hacia 1756
una preparadora de venenos, junto con sus dos ayudantas Un día amanecieron todas
muertas por haber respirado gas venenoso. [A 1 a, 81
Años precursores con Luis XVIII Con los letreros teatrales de los almacenes
de novedades, el arte se pone al servicio del comerciante. IA 1 a, 9)
■Después del pasaje des Panoramas, que se remontaba al año 1800 y cuyo reputación mun
dano estaba asentada, encontramos, como ejemplo, la gatería obíerto en 1826 por los chai-
culeros Vero y Dodat, y que esíá representada en una litografía de Arnout de 1832. Desde
1800, hay que esperar hasla 1822 para enconliar un nuevo pasaje entre esta fecha y 1834 se
escalona la construcción de la mayoría de estas vías lan particulares, de las que las más impor
Jantes están ogrupadas entre la calle Croix des-Pelils-Champs ol sur, lo calle de la Grange-Bote-
liére al norte, el bulevar de Sebastopol ol este y la calle Ventadour al oeste.» Marcel Poete, Une
vie de Cité [Una vida de ciudad], París, 1925, pp, 373-374. [ A l a , 101
Tiendas del pasaje des Panoramas: Restaurante Vóron, sala de lectura, comaicianle de música, Marqués,
comerciantes de vinos, bonetero, merceros, sastres, zapoteros, boneteros, libreros de caricatura, Théálre des
Varietés Frente a eslo. el pasaje Vivienne era el resjictable. Allí no había ninguna lienda de lujo.
■ («nstrucciones oníricas: el pasaje como nave de iglesia con capillas laterales. ■ IA 2, II
Se hablaba del «genio de los jacobinos y de los industriales», todo junto, pero
también se atribuían a Luis Felipe esfhs palabras: Alabado sea Dios y mis tien
das tamben. Los pasajes como templos del capital mercantil. |A 2, 2]
El úliímo pasaje de París, en los Campos Elíseos, erigido por un rey de las perlas ameri
cano, ya no fue negocio. ■ Decadencia ■ [A 2, 31
«Hacia finales del antiguo régimen hubo en París intentos de bazar y de tiendas que vendían a
precio fijo. En la Restauración y bajo el reinado de Luis Felipe se hablar fundado algunos gran
des almacenes de novedades, como Le Diobte boileux, Les Deux Mago/s, Le Pelil Matefot o Píg-
mal/on; pero esos almacenes eran muy inferiores comparados con los esiabledmientos actuales.
La era de los glandes almacenes en realidad sólo data del Segundo Imperio Han adquirido un
desarrollo muy grande desde 1870 y continúan desarrollándose.» ELevasseut, Hrsfoire du com-
merce de la France (Misiona del comercio de Francia], II, Paris, 1912, p. 449. |A 2, 41
¿Los pasajes como origen de los grandes almacenes? De los almacenes men
cionados arriba, ¿cuáles estaban en los pasajes? [A 2, 51
•La Coulisse representaba la continuidad de la vida de la Bolsa. Aquí nunca cesaba el tra
bajo, y casi nunca llegaba la noche. Cuando se cerró Tortoni, la Colonne se dirigió a los
bulevares adyacentes, agitándose sin cesar, sobre todo ante el pasajedeI’Opéra.» Julius
Rodenberg, Parts hei Sonnenscbein u n d Lam penlicbl [París a la lu z del sol y a la lu z de las
lámparas 1, Leipzig, 1867, p. 97. IA 2, 11]
Grito de los vendedores callejeros del boletín de la Bolsa: en caso de alza, «la subida de
la Bolsa». En caso de baja, («)las variaciones de lo Bolsa». El término «baja* estaba policial
mente prohibido. [A 2 a, 21
Precio de la comisión de un agente de cambio: desde 2.000.000 (sic) hasta 1.400.000 francos.
[A 2 a. 4)
•loi posajes, que eos lodos datan de la Restauración.» Tbéodofe Mutel, l'hiilotre per le ihéóíre
[la historia a través efe/ teatro}, II, París, 1865. p. 300. [A 2 &. 5J
Algo sobre AnJes. duronte y después, por Scribe y Kougemonr, Estreno el 28 de junio de 1828.
La primera parte de la trilogía representa la sociedad del Ant guo Régimen, la segunda, la época
del Tenor, la tercera se desarrolla en la sociedad de la He.stauración. El protagonista, el gene
ral. pasa a ser en tiempos de paz un industrial y un gran fabricante. «La manufactura reemplaza
aquí, en grado exlremo, al campo que cultivaba el Soldado-labrador El elogio de la indusiria fue
cosi Ion cantado en el vodevil de la Restauración como el de bs guerreros y los laureles. La dase
burguesa, en sus diferentes grados, so situaba (rente a la clase noble: b fotluna adquirida mediante
el trabajo se oponía al blasón secular, a bs torreones del viejo cosón. Este tercer estado, conver
tido en la potencia dominante, tenia, a su vez, sus aduladores.» Théodore Muret, ia /listona a tra
vés del lealro, II, p, 306. [A 2 a, 6J
Las Goíeries de Sois «que desaparecieron entre 1828 y 1829 para hacer sitia a la galería d'Or-
léans, estaban formadas por una triple linea de tiendas poco lujosas, y consistían en dos calles
paralelas, cubieitascon tela y madera, con algunas vidrieras para proporcionar luz. Se andaba
por ellas sencillamente sobre tierra batido, que los fuertes chaparrones a veces transformaban
en fango Pues bien, venían de todas parles para aprelujarse a esle lugar que era realmente
magnifico, entre esos filas de tiendas que parecerían tenderetes comparados con las que vinie
ron después. Esas Mendos estaban ocupadas principalmente por dos lipos de industria, coda una
de las cuales tenia una dase de atractivo. Había necesariamente modistas, que Irabajoban
sobre grondes taburetes vueltos hacia el exterior, sin que ningún cristal bs separara, y sus sem
blantes despiertos no supon an, para algunos paseantes, el menor de los otroctivos del lugar
Además, las Gotenes de Bois eran el centro de b nueva librería*. Théodore Muret, la historia a
través deí teatro, 11. pp. 225-226. |A 2 a, 7]
Julius Rodenberg sobre la pequeña sala de lectura en el pasaje de l'Opéri: -Qué acogedora
se me presenta en el recuerdo esta pequeña cámara en penumbra, con sus altas filas de
libros, sus mesas verdes, su encargado pelirrojo (un gran amante de los libros, que siempre
estaba leyendo novelas en lugar de servírselas a otros), sus periódicos alemanes, que ale
graban ei corazón del alemán cadamañana (con excepción de la Kótnische Zeitung. que apa
recía por término medio sólo una vez cadadiez días). V si acaso había novedades en París,
éste era el lugar donde enterarse, aquí es donde las escuchábamos. Apenas en un susurro
(pues el pelirrojo está muy pendiente de que nadie le molestara, ni a él tii a los demás), pasa-
lian de los labios al oído, de la pluma apenas rumorosa al papel, del pupitre a! buzón más
próximo. I.a buena señora de la oficina tiene una sonrisa amable para todos, cartas y sobres
par;i los corresponsales: el primer correo lia salido, Colonia y Augslxirgo lienen ya sus noti
cias: y ;ihora -¡las doce!- a la taberna-. Rodenberg P a n sa la lu z de! sol y a lu lu x de las lám
paras, L(ei)pz(ig), 1867, pp. 6-7. IA 2 a, 81
«El pasaje du Caite recuerda mucho, en más pequeño, al pasa|e du Saumon, que existía anti
guamente en la calle Montmattie, en el emplazamiento de la actual calle Bachaumont.» Paul
léautaud, «Vieux Paris» |*Viejo París*], Me/cure de fronce (1927), p 503 (15 de acl(ubte))
IA 3, II
«Tiendas modelo antiguo, ocupados por comercios que sólo se ven olli, rematadas pof un
pequeño entresuelo a la antiguo, con ventanos que llevan, coda una, el número correspondiente
o coda Senda. De vez en cuando hay una puerta que conduce a un pasillo ol {'mal dei cual hoy
una pequeño escaleta que lleva a esos entresuelos. En el trradot de una de aquellas puertas,
este rótula, a mano:
si evila
los portazos
al cerrar la puerta,
el obrero que trabaja al lado
le estará muy agradecido. •
IA 3, 21
Se cita otro letrero en k mlsnm obra [Léautoud, «Vieux Paris» [«Viejo Parls»J, M(ercure) d(e)
F{rance) (1927), pp, 502-503):
ÁNGEIA
en el 1“ piso a la derecha
IA 3. 31
-Docks a bon marché-: antiguo nombre para grandes almacenes. Giedion, B a tten in Frank-
reicb [La arquitectura en Franciai. (Leipzig/Berilo, 1928), p. 31- IA 3, 4)
«Incluso las mujeres, a las que les está prohibida la entrada en la Bolsa, se reúnen en la puerto
para rebuscar indicaciones de cotización y darles sus órdenes a los coiredores a través de la
verja.* La transformación de
París bajo ef Segundo Imperio (Autores: PaSte, Clouzol, Henriot),
(París, 1910), con motivo de la Exposición de la Biblioteca y de los tiabajos de historia, p. óó.
IA 3, 7]
«No lengo especialidad», escribió el famoso chatarrero Frémin, «el hombre de
la cabeza gris», en e l letrero de su chatarrería en la plaza des Abbesses. Aquí
aflora de nuevo, en los trastos viejos, la vieja fisonomía del comercio, que
empezó a ser reprimida en las primeras décadas del siglo pasado p o r e l
dominio de la especia/rdad. -Au philosophe- llamó el propietario a este «Gran
Taller de demoliciones» -¡qué derribo y demolición de! estoicismo!—. «Atención,
no mire la hoja ol revés» figuraba en sos carteles. Y también: «No compre nada
a la luz de la Luna». (A 3.81
Al parecer, se fum ó en los pasajes antes de que fuera algo normal en la calle. -Aún tengo
algo que decir sobre la vida en los pasajes corno lugar preferido de paseantes y fumado
res, el refugio de todos los pequeños oficios imaginables. En todo pasaje hay ai menos un
salón de limpieza. En una estancia tan elegante como lo permite su función, los señores
se sientan en un alto estrado y leen confortablemente el periódico mientras les cepillan
bien el polvo del traje y de las botas -l-'erdinand von Gall, Pnris und seine Seúons [París y
sus saloneH, II, (Oldenburg, 1845), pp. 22-23- lA 3, 9]
«Los primeros almacenes de novedades datan del final de la Restauración: les Vepres siciliennes,
le Solilaire, la Rile mal gardée, le Soldal Laboureur, les Deux Magols, le Pelit Soint-Thomas, le
Gagne-Denier.» Dubech-D'Espezel, Histoire de París [Historia de Par/s), Paris. 1926, p. 360.
[A 3, 11]
«En 1820 se abrieron... los posajes Viollet y de los deux Povilbns. Estos pasojes eran una de las
novedades de la época. Eran galerías cubiertas, debidas a la iniciativa privada, donde se instala
ron tiendas que prosperaron gracias a la moda El más famoso fue el pasa|e des Panoramas, que
estuvo de moda de 1823 a 1831 El domingo, decía Musseí, el tumulto 'Está en los Panoramas o
en bs bulevares'. Fue igualmente la iniciativa pnvoda la que creó, un poco ol azor, las ‘atés", calles
cortas o coBejones sin salida edificodos o escole pot un sindicato de profesionales» luden Dubedi,
Pierre D’Espezel. Historio de París, Poris, 1926, pp. 35S356. lA 3 a, 1]
En 1825 apertura de los <posajes Dauphine, Saucéde, Ctioiseul* y de la citó Bergére. «En
1827... los pasajes Colberl, Crussol, de ^Industrie 1828 vio a b rir.. los pasajes Brady y des
Gravilliers y comenzar la galería d'Otléans en el Palais-Royal, en la plaza de las galerías de
madera que ardieron aquel año.» Dubech-D’Espezel, Misiona de París,
pp. 357-358.
IA 3 a, 21
«El predecesor de los grandes almacenes, la Mí/e de París, apareció en pl 174 de la calle Montmartre
en 1843.» Dubech-D'Espezel, Historia de París, p. 389, [A 3 a 35
El pasaje du Caire estaba al lado del antiguo patio de Monipodio. Construido en 1799 sobre
el primitivo huerto de las Hijas de Dios, [A 3 a, 61
Comercio y tráfico son los dos componentes de la calle, Pero resulta que el
.segundo h;> desaparecido en los pasajes; su tráfico es rudimentario. Es sólo
calle ávida de comercio, que únicamente se presta a despertar los apetitos.
Porque en esta calle los jugos dejan de fluir, la mercancía prolifera en sus
márgenes descomponiéndose en fantásticas combinaciones, como los tejidos
en las úlceras. El Jl&neur sabotea el tráfico. Tampoco es un comprador Es
mercancía. [A 3 a, 71
«Reconozco cue el comercio del Palats-Royal tuvo su época critica, peía creo que no hay que
atribuirlo a la ausencia de mujeres públicas, sino a la apertura de nuevos pasajes, y al creci
miento y embellecimiento de muchos otros: citaré los de l'Opéra, du GrandCerl, du Saumon, de
Véro-Dodat, de Lorme, ds Choiseul y des Panoramas.» F. F. A, Béraud, les Mies publiques de Paris
et la pólice qui les régil [tas mujeres públicos de París y la policio que los dirige], I, París y Leip
zig, 1839, p. 205. ÍA4, 31
«No sé sí el comercio del Palals-Royal sufrió verdaderamente con la ausencia de mujeres de vida
alegre; pero lo cierto es que allí ei pudor público ha aumentado mucha... Me parece, por lo
demás, que las mujeres notables von gustosas a hacer sus compras a los almacenes de las gale-
rías...; eso debe de ser una ventajoso compensación para los comerciantes; porque cuando el
Palaís-Royal estaba invadido por un enjambre de prostitutas casi desnudas, las miradas de la
gente se dirigían hacía ellas, y este espectáculo no les convenía precisamente a ellos, que eran
los que hacían prosperar el comercio local; linos ya estaban arruinados o causa de sus desór
denes, y otros, cediendo a la incitación del libertinaje, no pensaban en absoluto en comprar
cosas, ni siquiera aquello que necesitaban más urgentemente. Creo poder afirmar.,, que, en ese
tiempo de tolerancia desmesurada, muchas tiendas del Palais-Royal estaban cerradas y que en
otras eron raros los compradores; así pues, el comercio no prosperaba, y sería más verdadero
decir que en esta época su estancamiento procedía más bien de la libre circulación de las muje
res públicas, que achacarla hoy a su ausencia, que ha reunido en las galerías y en el jardín de
ese palacio a numerosos paseantes mós favorables paro los comerciantes que las prostitutos o
los libertinos.» F. F. A. Béraud, Las mujeres públicas de París, I, Paris y Leipzig, 1839, pp. 207-
209. [A 4, 4]
>¿Y aquéllos,., que no pueden pagarse un alojamiento para pasar la noche? Sencillamente,
duermen donde encuentran sitio: en los pasajes, en los soportales, en cualquier rincón
donde la policía o el propietario les dejen dormir en paz.> Friedrich Engels, Die Lage der
arbeitenden Klasse in E ngland [La situación de ia clase trabajadora e n Inglaterra ), Leipzig,
21848, p. 46 ("Las grandes ciudades»). [A 4 a, 2]
«En todas las tiendas, como de uniforme, el mostrador de roble está odomado con piezas falsas de
cualquier metal y de cualquier formato, despiadadamente clavadas allí mismo, como aves de presa
en un escudo, garantía irrefutable de lo escrupulosa legalidad del comerciante.» Nadar, Quand
j'éfais pfiotograpfie [Cuando era fotógrafo], París, (1900), p, 294 («1830 y alrededores*). [A 4 a, 31
Fourier sobre las calles-galería: «Esta facilidad para comunicar por todas partes, al abrigo
de las inclemencias del aire, para ir durante la escarcho al baile, al espectáculo con ropa
ligera, con zapatos de color, sin sufrir ni el lodo, ni el frío, es de un encanto tan nuevo, que él
solo bastaría para hacer detestables nuestras villas y castillos a quienquiera que hubiere
pasado un día de invierno en un falansterio. Si este edificio se empleara en civilización, ya
sólo la comodidad de comunicaciones resguardadas y templadas por las estufas o los venti
ladores le daría un valor enorme. Sus alquileres... se buscarían por el doble del precio de los
de otro edificio». E. Poisson, Fourier [Anthologie] [Fourier, Antología], París, 1932, p, 144
IA 4 a, 4)
«Los calles-galería son un método de comunicación interna que bastaría, él solo, para hacer
que Fueran desdeñados los palacios y las hermosas ciudades de civilización... El rey de Fran
cia es uno de los primeras monarcas de civilización; él no tiene pórtico en su palacio de las
Tulleríos. El rey, la reino, la familio real, ya suban al coche o desciendan de él, se ven obliga
dos a mojarse como pequeños burgueses que llaman al coche de punto ante su tienda. En
caso de que llueva, se encontrará sin duda con muchos Iccayos y muchos cortesanos para sos
tener un paraguas sobre el príncipe...; pero se sigue careciendo de pórtico y de abrigo, no se
está resguardado... Pasemos a la descripción de las calles-galería, que son uno de los más pre
ciosos encantos de un Palacio de Armonía... La Falange na tiene calle exterior o vio descubierta
expuesta a las inclemencias del aire; todos los bloques del edificio nominal pueden recorrerse
por uno amplia galeríc, que se erige en el primer piso y en lodos los cuerpos de edificios; en
los extremos de esta vía hay pasillos sobre columnas, o subterráneos adornados, que propor
cionan en todas las partes y dependencias del Palacio una comunicación abrigada, elegante
y templada en cualquier estación del año gracias a estufas o ventiladores... La calle galería o
"Peristilo continuo" está situada en el primer piso. N o puede adaptarse a la planta baja, que
hay que atravesar en coche por arcadas en diversos puntos.,, Las calles-galería de uno Falange
no reciben la luz desde los dos lados; están adheridas a cada uno de los cuerpos del edificio;
todos estos cuerpos tienen una doble Fila de habitaciones, de las cuoles una fila recibe luz del
campo y la otra de la calle-galería. Ésta debe tener la altura completa de los tres pisos que
desde un lado reciben luz desde ella... La planta baja contiene en algunos punios salas públi
cas y cocinas, cuya altura absorbe el entresuelo. En ellas se disponen unas Irampillas cada
cierto espacio por las que se suben los bufets a las salas del primer piso. Esta abertura será
muy útil en los dios de fiesta y para las travesías de caravanas y legiones, que no habrían
cabido en las salas públicas o Seristerios, y que comerán en una doble hilera de mesas en la
calle-galería. Hay que evitar siluor en la planta baja todas las salas de relaciones públicas, y
esto por dos razones. La primera es que en la planta baja hay que disponer el alojamiento de
los patriarcas, en la parte inferior, y de los niños en el entresuelo. La segundo es que hay que
aislar habitualmente a los niños de las relaciones no industriales de la edad madura.» Poisson,
Fourier, Antología, París, 1932, pp. 139-144. IA 51
Delvau sobre Chodruc-Duclos: «Hizo, bajo el reinodo de Luis Felipe, que nodo le debía, lo que
había hecho bojo el reinado de Carlos X. que sí le debía algo_ Sus huesos aspiian n*ás tiempo
a pudrirse que su nombre o borrarse de la memoria de los hombres». Allred Delvau, Les iions du
¡out (los ¡eones del dio], París, 1867 pp 28-29 lA 5 a, 21
«No lúe sino poco después de la expedición de Egipto cuando se pensó, en fronda, en exten
der el uso de los predosos tejidos de cachemir, que una mujer, griega de nacimiento, introdujo en
Paris. M Temaux... condbió el admirable proyecto de naturalizar en Francia las cobras del Indos-
tán. Después.. jcuántos obreros que formar, ofidos que establecer, para luchar con ventaja con
tra productos cuya celebridad pocede de hoce tantos siglos! Nuestros fabricantes empiezan a
triunfar sobre 1o pievendón de fas mujeres contra fas chales franceses.. Se ha conseguido que
olvíden por un instante los ridiculos dibujos de los hindúes, reproduciendofelizmente el estallido y
la brillantez de las flores de nuestros arríales. Hay unlibrodonde se tratan todos estos temas inte
resantes con un estilo lleno de interés y elegancia. La historio de los chales, por M. Rey, aunque
está dedicada a los fabricantes de chales de P^rls, cautivará fa atención de las mujeres de París...
Este libro contribuirá sin duda, al mismo tiempo que las magníficas producciones de su autor, a
disipar el apasionamiento que les inspira a fas franceses el trabajo de los extranjeros, M. Rey, fabri
cante de chales de lana, de cachemir, etc.,.. expuso muchos cachemires, cuyos precios se elevan
desde 170 hasta 500 francos. Le debemos, entre oíros perfeccionamientos... la giacioso imitación
de flores naturales, para reemplazar fas extravagantes palmeras de Oriente. Nuestros elogios
serían demasiado débiles, después de fa estima..., después de los honorables signos de distinción
que ese fabricante-literato le debe a sus largas investigaciones y a su talento: nos bosta con nom
brarlo.» Chenoue y H. D., Nolrce sur /exposition des produits de /'industrie el des arts qui o lieu ó
Douai en 1827 [Nofido acerco de lo exposición de los productos de lo industno y de los arles
que tiene tugaren Douai en 1827], Douai, 5827 pp. 24-25. [A 6, 11
Después de 1850: «Durante esos años se crean los Grandes Almacenes: Le Son Marché, Le
louvre, la Selle Jordiwére. ta afra de negocios del 'Bon Marché', en 1852, era solamente de
450.000 francos; en 1869 ascendió a 21 millones». Gisela Freund, la photograpbie du poínf
de vue sociologique [Lo fotografía desde el punto de vrsta sociológico), (M(onu)scr{i)to
85/86|. Según Lavisse, Historio de Fronda. [A 6, 2]
«los impresores... se habían adjudicado, a finales del siglo xvm, un vasto emplazamiento... El
pasaje du Caire y sus alrededores Pero, con el crecimiento de París, fas impresores se disper
saron por toda la dudad... |Ay! Cuántos impresores, hoy trabajadores envilecidos por el espíritu
de la especulación, deberían recordar que... entre 1o calle St.-Denis y el patio de Monipodio
existe todavía una largo galería ahumada donde yacen olvidados sus verdaderos penates.»
Édouard Foucaud, París invenfeur [París inventor], París, 1844, p, 154, [A 6, 31
Descripción del pasaje du Saumon «que, mediante tres escalones de piedra, se abría a la calle
Montorgueil. Era un corredor estrecho decorado con pilastras que soportaban una vidriera a dos
aguas, ensuciado con fas basuras arrojadas desde las casas vecinas. A la entrada, el distintivo:
un salmón de hierro blanco indicaba la cualidad dominante del lugar; en el aire flotaba un olor
a pescado... y también un olot a ojo. V es que aquí el Sur desembarcado en París se daba cita..
A través de las puertas de las tiendas se percibían oscuros cuchitriles donde a veces un mueble
de caoba, el mueble clásico de la época, conseguía enganchar un rayo de luz; más lejos un
cafetín completamente nub'ado por el humo de las pipas, un almocén de artículos coloniales
que dejaban filtrar un curioso perfume herbáceo, a especas y frutos exóticos, una salo de baile
abierta a los bailorines los domingos y las tardes laborables, y por último la sala de lectura del
seño» Cecherini, que ofrecía a los clientes sus periódicos y sus libros» J LucoSrDubreton, L'allaire
Alibaud ou lou.s-Pni/ippe troqué [£/ asunto AcVbaud o luis Felipe acorralado] (1836), Poris,
1927, pp. 114-115. [A 6 a, 11
El pasaje du Saumon fue escenario -durante los disturbios en el entierro del general Lamar
que el 5 de junio de 1832- de una lucha de barricadas en la que 200 trabajadores se alza
ron contra las tmpas. IA 6 a, 2]
«Martin: El comercio, ¿ve usted, señor?... |es el rey del mundol - Desgenais: Estoy de acuerdo
con usted, señor Martin; pero el rey no es suficiente; se necesitan súbditos. |Pues buenol, la pin
tura, la escultura, la música,.. - Martin: Se necesita un poco de eso.., y.,, yo también he favore
cido las artes; por ejemplo, en mí último establecimiento, el Café de France; tenía muchas pintu
ras, temas alegóricos,,. Además, por los tardes, dejaba entrar a los músicos...; y, en fin, sí le
invitase a venir a mi casa..., vería bajo mi peristilo dos grandes estatuas apenas vestidas, con un
farol cada una en la cabeza, - Desgenais: ¿Un farol? - Martin: Yo sólo comprendo así la escul
tura, porque sirve para algo... porque lodos esas estatuas, con una pierna o un brazo al aire,
¿para qué sirven, si ni siquiera se han dispuesto en ellas conductos para el gas... para qué?» Théo-
dore Barriere, les Paiisíens [los parisinos], París, 1855 (Teatro du Vaudeville, 28 diciembre
1854), p. 26. ILa obra se desarrolla en 1839J (A 6 a, 31
Chodruc-Dudos -una figura secundaria del Palais Royal- Era monárquico, antiguo lucha
dor en la Vendée, y tenia motivos para quejarse a Carlos X por desagradecimiento. Pro
testó exhibiéndose en andrajos y dejándose barba. fA 6 a, 51
Sobre un grabado que representa la fachada de una tienda en el pasaje Véro-Dodat «No
es posible alabar lo suficiente este adorno, la pureza de sus perfiles, el efecto p'ntoresco y bri
llante que producen los globos que sirven para la iluminación de gas y que están situados entre
los capiteles de dos pilastras emparejadas que limitan cada tienda, y cuya separación está
decorada con una luna reflejante». S^ala) d(e las) E(stompas). IA 7, 1]
Kn el número 32 ilel pasaje Brady seencontraba la tintorería química Maison Donnier. Era (famosa)
por sus «talleres inmensos», por su «considerable personal» (conocido). En un grabado contemporá
neo se ve el establecimiento de tíos plantas, coronado por pequeñas buhaidillas; se ve a las mucha
chas -en gran número- a través de las ventanas; de los plafones, cuelga la colada. [A 7, 21
Grabado del Imperio: “La danza del chal en las tres sultanas» S(ola) d(e las) E(stampas).
IA 7, 31
°
Planta y alzado del pasaje de la calle Hauteville, r> 36, en negro, azul y rosa, del año 1856,
cn papel timbrado. Se dibuja también un hotel que iría allí. En negrita «Propiedad para alqui
lar». S(ala) d(e las) Estampas; cfr. ilustración 4). IA 7, 4]
«El pasoje de l'Opéra, con sus dos galerías, llamadas del Reloj y del Barómetro .. lo apertura de
lo Ópera de la calle le Peletier. en 1821, lo puso ae modo, y, en 1825, lo duqueso de Betry vino
en persono a inaugurar un 'Europoma'. en b galena del Barómetro... las modistillas de b Restau
ración bailaban en el Baile d'ldalie, instalado en el sjbsuelo Más tarde, un calé llamado "Divon
de rOpéra' se estableció en el pasaje.. En el pasaje de l'Opéra era de notar también el armero
Carón, la editorial de música Marguerie, el pastelero Rollel y por úllimo la perfumería de la Ópera...
Añadamos... lemonnier "artista del cabello', es decir, fabricante de sellos de pañuelos, relicarios o
artículos funerarios hechos con cabello.» Poul DAriste, La vie el le monde du boulevard (1830
18701 [La vida y el mundo del bulevar (18301870)], París, (1930), pp. 14-16. [A 7, 61
«El pasaje des Panoramas, llamado así en recuerdo de dos vistas panorámicas que se alzaban
a cada lado de su entrada y que desaparecieron en 1831.» Paul D'Ariste, ta vida y el mundo
del bulevar, Pans, p. 14. [A 7, 7]
La bella apoteosis de Michelet sobre «la maravilla del chal hindú» en el capítulo del arte
hindú de su Bib/io de la humanidad, París, 1864. [A 7 a, IJ
letreros. A la moda del jeroglífico siguió la de las alusiones literarias y bélicas. «Si una erup
ción de la colina de Montmartre viniera a tragarse París, como el Vesubio se tragó Pompeya, des
pués de mil quinientos años se podría recuperar a partir de nuestros letreros la historia de nuestros
triunfos militares y b de nuestra literatura.» Victor Fournel, Ce qu'on voi) dans les rúes de Paris [Lo
que se ve en las calles de Poris], París, 1858, p, 286 («letreros y carteles»), |A 7 a, 31
•Qué diría yo aho-a de este bolsín que, no contento con uno sesión ilegal de dos horas en lo
Bolsa, todavía daba no hoce mucho dos representaciones al dio, en pleno calle, en el bulevar
des llaliens, delante del pasaje de 1‘Opéro, donde una masa compacta de quinientos o seis
cientos jugadores se arrastraban pesadamente a remolque de cuarenta o cincuenta corredores
sin título, hablando en voz baja como conspiradores, mientras dos agentes de policía los empu
jaban por detrás para obligarlos a circular, como se empuja a los corderos gordos y fatigados
camino del matadero.»M, J,Ducos (de Grondin), Commenl on se ruine ú la Bourse [Cómo se
arruina uno en la Bolsa],París,1858, p. 19, IA 7 a, 51
Letrero: «l’épé-scié». IA 7 a, 7]
I )t A los habitantes de las calles Beouregard, Bcnirbon-Villeneuve. du Coire y de b Cour des M iro-
des. Proyecto de dos pasajes cubiertas que van de la plazo du Coire a ía calle Beuaregard, que
desembocan en/rente de (o calle Somle-Barbe y ponen en comunicación b calle Bourban-ViMeneuve
con (o caite Haulevitíe: «Sefiores, desde hoce mucho tiempo nos venimos preocupando por el futuro
de este barrio, sufrimos viendo que las propiedades cetconos al bulevar están muy lejos del valor
que deberán tener, este estado de cosas cambiaría si se abneron vías de comunicación, y ramo es
irrposibie hacer calles en este entorno, a cousa de la diferencia demasiado grande del n ^ l del
suelo, y como el único proyecto practicable es el que tenemos e) honor de someteros, esperamos,
señores, que en calidod de propietarios- tengen jsiedes a bien honramos con su concurso y con su
adhesión... Cada adherente entregará 5 francos por cada occión de 250 francos que quiera tener
en la sociedad definitiva. Tan pronto como se reúna un capital de 3 000 francos esia suscripción pro
visional quedará cenada, siendo la dicha suma desde este momento juzgada suficiente» «París, hay
20 de octubre de 1847» Impreso de invitación de suscripción, (A 8, 1]
«En el pasaje Choiseul, M. Comte, "físico del rey", muestra, entre dos sesiones de magia en las
que él mismo actúa, su célebre compañía de niños, adores sorprendentes.» J.-L. Croze, «Guel-
ques spectacles de Paris pendan! I'élé de 1835» [«Algunos espectáculos de París durante el
verano de 1835»] (Le Temps, 22 de agosto de 1935), lA 8, 2)
«En este punto de inflexión de la historia, el comerciante parisino hace dos descubrimientos que
conmocionan el mundo de la novedad: et escaparate y el empleado masculino. El escaparate,
que le obligo o engalanar s j casa desde la planta baja hasta los buhardillas y a sacrificar tres
cientos varas de tej do paro llenar de guirnaldas su lachada como un navio almirante; el empleado
masculino, que sustituye la seducción del hombre por la mujei. imoginada por los tenderos del
antiguo régimen, por la seducción de la mujer por el hombre, mucho tras psicológica. Añada
mos el precio fijo, lo marca en cifras conoa'das.» H, Clouzot y R.-H. Valensi, Le París de Lo comé-
die humalne (Bo/zoc el ses /ourmsseurs) [F/ París de La comedia humana (Balzac y sus provee
dores)], París, 1926, pp. 31-32 («Almacenes de novedades»|. [A 8, 31
Balzac, cuando un almacén de novedades lomó en alquiler los locales que habían perte
necido a Hetzel, el editor de la comedia humana. <la comedio homono ho cedido su sitio a
la comedia de los cachemires» ¡Clouzot y Valensi. El Paris de Lo comedia humana, p. 37)
lA 8, 41
«Desde que el Gobierno socialista se convirtió en propietario legilimo de todas los casas de
París, se bs entregó a los arquitectos con lo orden de establecer en ellas las calles-galería..
Los arquitectos llevaron a cabo del mejor modo posible la misión que les Fue confiada En el pri
mer piso de codo caso, lomaron todas los piezas que daban a la calle y echoron abajo los tabi
ques intermedios, después obtieron amplios vanos en los muros medianeros y obtuvieron de esta
maneto calles-galería que tenían la anchura y la altura de una habitación corriente y ocupaban
toda la longitud de una manzana de construcciones. En los barrios nuevos donde las casas con
tiguas tienen sus pisos poco mós o menos a la misma altura, el suelo de las galenas se pudo
nivelar de una manera bastante legular... Pero en los casas viejas hubo que elevar o rebajar
muchos pisos, y frecuentemente hubo que resignarse a dar al suelo una inclinación un poco
rápida o o cortarlo con algunos escalones. Cuando todas las manzanos de casos se encontra
ron atravesados por galerías que ocupaban- su primer piso, sólo hubo que reunir entre sí esos
tramos dispersos, de manera que constituyeran una red... qte abarcara toda la extensión de lo
dudad Es algo que se hizo con facilidad estableciendo en coda calle puentes cubiertos.-. Puen
tes semejantes, pero mucho más largos, se tendieron igualmente sobre los diferentes bulevares,
sobre las plazas y sobre los puentes que atraviesan el Sena, de manera que... un paseante
podía recorrer toda la ciudad sin ponerse nunca al descubierto... Desde que los parisinos pro
baron las nuevas galeríos, ya no quisieron poner los pies en las antiguas calles que, decían, sólo
eran buenas para los perros.» Tony Moilin, París en l'an 2000 [París en el año 2000], París,
1869, pp. 9-11. [A 8 a, 21
«El primer piso está ocupado por calles-galerío.. A lo lorgo de los grandes vías... forman
calles-salón.. Las demás galerías, mucho menos espaciosos, están mós modestamente odot-
nodas. Están reservadas para el comercio al por menor, que dispuso allí sus mercancías de
tal maneta que los que pasan ya no circulen delante de los almacenes, sino por su mismo
interior.» Tony Moilin, París en el año 2000, París, 1869, pp. 15-16. («Casas modelo»),
(A 8 a, 31
Dependientes^:) «Hay por lo menos 20.000 en París.. Un número muy grande de dependientes
han estudiado humanidades... entre ellos se ven induso pintores y arquitectos alejados del estu
dio. que sacan un maravilloso partido de sus conocímíenlos., de esos dos tamas del arte para
lo construcción de escaparates, poro ta disposición que hay que dat a los diseños de las nove
dades y para la dirección de las modos por aeor*. Pierre Laiousse, Grortd dicf'onna/re umversel
du xix siécfe [Gron diccionario universa! deí siglo x¡xj, III, París, 1867 (arte calicó.'), p. 150
1A 9. 1J
«¿A qué móvil obedeció el autor de los fstudios de costumbres al imprimir con tanta vivera, en
uno obra de imaginación, q los notables de su tiempo? En primer lugar a su propio agrado, no
cabe duda... Eso explica las descnpciones Hay que buscar olra razón pora los menciones direc
tas y no encontramos otra mejor que una intención de propaganda bien mateada Balzac es uno
de los primeros en haber adivinado el poder del anuncio y sobre todo del anuncio encubierto.
En oquel tiempo los periódicos ignoraban su fueiza.. sólo a duras penas, hacia media noche,
cuando los obreros acababan la compaginación, los anuncionles conseguían deslizar bojo uno
columna algunas líneas sobre la Pasta de Regnaull o lo Mixtura Brasileña No se conocía el
folleto de propaganda, Y más desconocido todavía era un procedimiento tan ingenioso como
la cita en una novela... los proveedores elegidos por Balzac... puede decirse, sin temoi a equi
vocación, que son los suyos... Nadie, más que el autor de César Birotfeau, adivinó el poder ¡li-
milado de lo publicidad... Si se dudara de lo intención, bastarla con poner de relieve los epíte
tos. que les aplico a los industriales o a sus productos. Imprime sin vergüenza; la cé/ebre
Victorine, Plaisif, un ilustre peluquero, Staub, el sastre más célebre de esta época, Gay, un zapa
tero famoso-, calle de la Michodiére (hasta los señas]... ta *coc’mo del Rocher de Concale el
primero de los restaurantes porisinos... es decir, del mundo entero'.» H. Clouzot y R.-H. Volensi,
El París de La comedia humano (Balzac y sus proveedores) París, 1926, pp. 7-9 y 177-179,
|A 9, 2]
Calles-salón «las más amplias y tas mejor situadas de entre ellas [se las calles-galería] estuvie
ron adornadas con gusto y suntuosamente amuebladas. Se cubrieron tas paredes y tas techos
con... mármoles raros, dorados.. espejos y cuadros; se guarnecieron las ventanas con magnifi
cas colgaduras y corfiras bordadas con dibujos maravillosos; sillas, sillones, canapés... ofrecie
ron cómodos asientos a tas paseantes (aligados, por úllimo algunos muebles artísticos, antiguos
colres... vitrinas llenos de curiosidades... ¡aitones de potcelana con flores naturales, acuarios lle
nos de peces vivos, pajareras poblados da pájaros raros completaron la decoración de las
calles-galería donde Iluminaban la tarde... candelabros dorados y arañas de cristal. El Gobierno
quiso que tas calles pertenecientes al pueblo de París superasen en magnificencia a los salones
de los soberanos más poderosos Desde por ta mañana, las calles-galería se ponen en manas
del personal de servicio que airea, barre cuidadosamente, cepilla, sacude el polvo, limpio tas
muebles y mantiene en todas portes la mós escrupulosa ¡mpieza A continuación, según la esta
ción, se cierran las ventanas o se dejan abertas, se enciende lo luz o se bajan las persianas
Entre las nueve y las diez, todo ese trabajo de limpiezu ha terminado y I05 que pasan, raro;
Tosía entonces, comienzan a circuat en itoyor número lo entrada de las galerías esló riguto
sámente prohibida a cualquier persono desaseado o que cargue con grandes bultos, este
igualmente prohibido fumar y escupir en ellas» Tony Moilin, Paris en el año 2C00, Paris, 1869
pp. 26-29 («Aspecto de los calle.Mjalerío») [A 9 a, 11
Pasaje du Caire. Construido cuandi> Napofeón vuelve de Egipto Contiene algunas remi
niscencias egipcias en los relieves: cabezas con forma de esfinge sobre la entrada, ele. «los
pasajes son tristes, sombríos, y a ccda momento se cruzan de una manera desagradable pata
lo vista... Parecen destinados a los talleres de litografía y a los almacenes de encuadernación,
al igual que lo colle adyacente eslá destinada a los fábricas de sombreros de paja, ratos son
los transeúntes que pasan por ellos.» Élie Berthet, Rué el passage du Coire (Pons chez soi) [Co)/e
y pasa/e du Caire |Porfs en cosa)], París, (1854), p. 362. [A 10, t|
«En 1798 y 1799 la expedición de Egipto llegó a prestar una importancia espantoso a la moda de los
chales. Algunos generales del ejército expedicionario, aprovechando la vecindad de la India, enviaron
o sus mujeres y a sus amigos chales., de Cachemira... A partir de ese mamerto, lo enfermedad, que
podría llamarse la fiebre de! cachemir, tomó piopotdones considerables, creció bajo el Consulado, cre
ció bqo el Imperio, se convirtió en gigantesca bajo la Restauración, colosal bajo el gobierno de julio,
y ha alcanzado finalmente el eslado de esfinge después de la revolución de febrero de 1848 » Poris
chez sor [fbrá en coso], p 139 (A. Dutand, CbolesCochenwes mdiens el franpnis [Choles de CocLie
miro mdios y franceses]). Incluye una entrev ista con M. Martin, cote Richelieu, 39, propietario dd
almacén -Aux Intliens-, informa de que chales que antes costalean entre 1.500 y 2.000 francos,
se pueden conseguir ahora por un precio de entre 800 y 1.000 francos. IA 10, 21
Tomado de Brazier, Gabriel y Dumersan los pasajes y las calles Vodevil en un ocio Repre
sentado por primera vez en París, en el teatro des Variétés, el 7 de marzo de 1827 París, 1827
Comienzo de un cuplé del accionista Dulíngot:
«Para los pasajes hago
Votos siempre nuevos:
En el pasa|e Delorme
He invertido cien mil francos.» (Pp. 56.)
«Advertid que se quieten cubrir todas los calles de Poris con vidrios y que eso va a producir boni
tos invernaderos; viviremos dentro como melones.» |P 19.) IA 10, 3]
Tomado de Giran), Des tam beaux ou de l ’i nfluence des inslitutionsfú n eb ressur Ies
moeurs
[Sobre las tumbas o de la influencia delas instituciones fú n eb res sobre las costumbre si,
París. 1801: «El nuevo pasaje du Ca le, cerco de la calle Sa'mt-Denís, está pavimentado en parte
con piedras de sepulcros de las que ni siquiera se han borrado los inscr ptiores góticos ni los
embleTio5>. El autor quien; indicar con ello la decadencia de la piedad. Cit en Edouard four-
nier, C/ironjqoes ei fégendes des roes de ftiris [Crómicas y leyendas de los cafes de París], París,
1864. p, 154. [A 10, 4]
lirazier. Gabriel y Dumersan, Los posajes y /os calles, o la guerra declarada. Vcdevil en un
ocio, Representado por onmera vez en París, en el teo'ro des Voriétés, el 7 de marzo de 1827,
París, 1827. El partido de los enemigos de los pasajes está formado por M. Duperron, comer
ciante de paraguas, Mm“. Duhelder, mujer de un olquilador de carrazos, M. Mouffetard, fabri
cante de sombreros, M. 13lancmantean, comerciante y fabricante de chanclos, M""-', Dubac, ren
tista; cada uno de ellos proviene de un barrio diferente, M, Dullngot se interesó
personalmente por el asunto de los pasajes, ya que había colocado su dinero en acciones
de pasajes. El abogado de M. Dulingot es M. Pour, el de sus enemigos M. Contre. En la
escena antepenúltima (la 14), aparece M Contre al fondo de las calles. Sus nombres son
como banderas. Entre ellos, la calle aux Ours. colle Bergére, calle du Croissant, calíe du Puitv
quinarle, calle du Grond-Hurleur A la siguiente escena corresponde el desfile de los pasajes
con sus banderas; pasaje du Saumon, ele 1Ancrc. du Grand-Cerf. du Pont-Neuf, de l’Opéra,
du Panorama. F.n la escena siguiente y última (la 16), surge Lutéce del seno de la tierra,
primero bajo la figura de una anciana. Ante ella pronuncia M. Conde su alegato contra los
pasajes, desde el punto de vísta de las calles: «Cien'o cuarenta y cuatro pasajes abren sus
bocos abismales poro devorar a nuestros cí enles, para hocer que discurran los mateas sin cesar
renacientes de nuestra multitud ociosa y activa, |Y quieren ustedes que nosotras, las calles de
París, seamos insensibles a esta usurpación de nuestros antiguos derechosl No, pedimos... lo pro
hibición de nuestros ciento cuarenta y cuotro adversarlos y quince millones quinientos mil francos
por daños e intereses» |p, 29}. El alegato de M. Pour a favor de los pasajes tiene la forma
de un cuplé, De él:
«Se nos proscribe, y nuestro uso es cómodo,
gNo hemos hecho, gracias a nuestro risueño aspecto,
Que todo París odople lo moda
De esos bazares, lamosos en Oriente?
«No vacilo en absoluto al escribirlo, por muy tremendo que esto pueda parecerle a los serios
escritores de arte: fue el dependiente quien, levantó la litografía... Condenada a las figuras según
Rafael, a los Briséis de Regnault. casi eslaba muerta; Dependiente la salvó.» Henii Bouchot, l.a
lilhographie [Lo litografía], París, (1859). pp 50-51. IA 11, 1|
«En el pasaje Vivienne,
Ella me dijo: soy de la Vienne.
Y añadió:
Vivo en casa de mi lío,
|EI hermano de papól
le cuido un forúnculo.
Es un destino lleno de encantos
Yo debía enconlrai a la doncella
En el pasaje Bonne-Nouvelle,
Pero en vano la esperé
En el pasaje Brody
«No hay ninguna razón particular... a primera vista, para que la historia haya recibido ese nom
bre: Le Magasin d'Anliquités. Sólo hay dos personajes que hayan tenido algo que ver con esa
dase de tiendas, y desde las primeras página^ la abandonan para siempre.. Peto, cuando estu
diamos las cosas con mós atención, nos damos cuenta de que ese título es una especie de dave
para toda la novela de Dickens. Sus historias tenían siempre como punto de partida algún
recuerdo de la calle; los almacenes, tal vez la más poética de todas las cosas, ponen a menudo
en movimiento su desbocada imaginación. Cada tienda, de hecho, desperlaba en él la idea de
un relato. Entre las diversas series de proyectos..., podemos sorprendernos de no ver comenzar
uno inagotable bajo el título de La Rué, cuyos capítulos serían las tiendas. Hobria podido hacer
novelas delidosas: ta Boufique du Boulanger, La Pharmocte. Lo Boutique du Morchand d 'Hur
les; semejantes a1Magasin d'Antiquités • G K. Chesterton, Dickens Traducido por laurent y Mar
tin-Dupont, París. 1927; pp. 82-83. [A 11, 31
«Evidentemente es posible preguntarse en qué medida el propio Fourier creía en estas fantasías.
El llegó a lamentatse en sus manuscritos de los crítícos que toman al pie de la letra lo figurado,
y a hoblor en otros lados de sus 'rarezas estudiadas* No es absurdo pensar que haya en ello
al menos una parte de charlatanismo voluntario, uno aplicación en el lanzamiento de su sistema
de los procedimientos de publicidod comercial, que comenzaban a desanollarse.» F Armand y
R. Maublanc, Fourier, I, París, 1937 p 158. ■ Exposidones ■ JA 11 a, 11
Confesión de Piouclhon ai final de su vida (en La justicia; comparar con la visión de Fou
rier sobre el falansterio): «He tenido que civilizarme. Pero, ¿lo confesaré?, lo poco que he visto
de ello me disgusto. Odio las casas de más de un piso, en las que. al revés que en la jerarquía
social, los pequeños están izados a lo alto y los grandes establecidos cerca del suelo» (Cit. en
Armand Cuvillier, Marx el Proudhon. A la lumiére du marxtsme (Marx y fVoudhon. A la luz del
marxismo], II, primera parte, Par/s, 1937, p. 211.) |A 11 a, 2)
Blanqui: «He llevodo, dice, la primera escarapela tricolor de 1830, hecha por M "* 3odin,
pasaje du Commerce». Gustave Geffroy. I'en/ermé [El olor a cerrado], Porís, 1897, p 240
(A 11 a. 31
Baudelaire ai'in escribe «un hbro resplandeciente como un pañuelo o un chal de la Irvdia». Bou-
delaire, Larí roraon'/que (£1 arte romántico]. Paiís, p. 192 («Pierre Dupont*], lA 11 a, 4]
La colección Crauzat posee una bella representación del pasaje des Panoramas en 1808.
Allí misma hay un prospecto de un puesto de limpieza de calzado que en lo esencial tiene
que ver con el galo con botas. [ A l i a , 5]
«Nuestro siglo enlozoró el reino de lo fuerzo oislada, aburdante en creaciones originales, con
el reino de la tuerza uniforme, pero niveladora, que ¡guato los productos, arrojándolos en masa,
y obedece a un pensamiento unitario, expresión última de las sociedades.» H. de Balzac, 1,'ií/uslre
Goud/ssarf [£/ ilustre Goudíssart], París, ed. Calman-lévy, p, 1 (1837). IA 11 a, 7]
En Baudelaire emerge la fisonomía del pasaje en una frase al comienzo tle «El jugador gene
roso» «Me parece singular que yo haya podido pasar tan a menudo por delonte de esa pres
tigiosa madriguera sin ad vinar su entrada» (Baudelaire, Qrirvres [Obras]), I {Texto establecido
y anotado por Y.-G Le Dorrtec, París. 1931), p 456. IA 12, 4)
Rasgos específicos del gran almacén: los clientes se sienten como masa, se
les pone frente a toda la mercancía almacenada; dominan todas las plantas
de un golpe de vista; pagan precios fijos; pueden -devolver si no están satis
fechos* lo que han comprado. |A 12, 51
•En aquellas partes de la ciudad donde se encuentran los teatros y paseos públicos...,
donde viven y se desenvuelven la mayoría de los extranjeros, apenas hay un edificio sin
tiendas. En cuestión de un minuto, de un primer paso, han de actuar las fuerzas de atrac
ción; pues un minuto más tarde, un paso más allá, el transeúnte se encuentra ante otra
tienda... Es como si a uno le secuestraran bruscamente los ojos: debe mirar y permanecer
allí de píe hasta que la mirada tetóme. El nombre del comerciante y de su mercancía está
escrito diez veces en los letreros de puertas y ventanas, el exterior del local parece el cua
derno escolar de un niño que repite una y otra vez su tarea de unas pocas palabras. Las
telas no se exhiben en muestras, sino que se cuelgan en grandes rollos junto a las puertas
y las ventanas. Algunas veces se cuelgan a la altura de un tercer piso, desde donde llegan
al suelo después de múltiples entrelazamientos. El zapatero ha pintado por completo la
fachada de su casa con zapatos de todos los colores, como en batallón. El cartel del cerra
jero es una llave dorada de seis pies de alto, las gigantescas puertas del cielo no necesita
rían una llave mayor. En las lencerías hay pintadas medias blancas de cuatro codos de alto,
de tal modo que en la oscuridad se creería tflie se deslizasen blancos fantasmas... Pero de
un modo más noble y encantador, retienen al pie y al ojo los cuadros colgados en muchas
tiendas... Estos cuadros no pocas veces son verdaderas obras de arte, y si estuvieran en el
Louvre habría expertos que se plantarían ante ellos, si no con admiración, si con placer...
En la casa de un fabricante de peluquines hay un cuadro que ciertamente está mal pin
tado, pero que contiene una extravagante ocurrencia. El príncipe heredero Absaión cuelga
de un árbol por los pelos, y una lanza enemiga lo atraviesa. Debajo, los versos: 'Contem
plad de Absaión b deplorable suerte. | si hubiera llevado peluca, habría evitado lo muerte'.
Otro.. cuadro, que representa a una doncella que recibe, arrodillada, una guirnalda de
manos de un caballero, adorna las puertas de una modista * Ludwíg Borne, Schilderungeti
am París (1822 und 1823) [Descripciones de París en 1822 y 182Jl, VI: Las tiendas.
(Silmtliiebe) U\erke[Obras completas]; recle: Escritos reunidos)), 111, Hamb(urgo)/Frankfurt
a. M., 1862, pp. 46-49- |A 12 a)
Similitud de los pasajes con las galenas cubiertas en las que se aprendía a
montar en bicicleta. En estas galerías, la mujer adoptó su figura más tenta
dora: la de ciclista. Así aparece en los carteles de entonces. Chéret, el pintor
de esta belleza femenina. El traje de la ciclista, como prefiguración inmadura
e inconsciente de la indumentaria deportiva, corresponde a las prefiguracio
nes oníricas que aparecieron un poco antes o después para la fábrica o el
automóvil. Del mismo modo que los primeros edificios fabriles se aferran a
la forma tradicional del bloque de viviendas, y las primeras carrocerías de
automóviles imitan carrozas, en la vestimenta de la ciclista la expresión
deportiva lucha aún con el ideal tradicional de elegancia, y el resultado de
esta lucha es ese cariz obstinado y sádico que la hace incomparablemente
provocativa para el mundo masculino de aquellos años, ■ Construcciones
oníricas ■ IB 1, 21
•En estos años fen torno a 1HB0] la moda renacimiento no sólo comienza a alterar el pano
rama, sino que por otro lado surge el interés de ta mujer por el deporte, sobre todo por la
hípica, y ambas cosas influyen sobre la moda en dos direcciones completamente diferen
tes, Resulta original, si bien no siempre bello, el modo en que los años que van de 1882
a 1885 intentan mediar entre las impresiones por las que es iraida y llevada el alma femenina.
Se procura una solución haciendo el talle lo más ceñido y simple posible, la falda sin embargo
tanto más rococó * 70Jabre deutxbeM ude\70años de moda alemawA, 1925. pp. 84-87.
IB 1, 31
«Nada eslá totalmente en su sitio, es la moda quien fija el sitio de lodo.» L'espril d’Alphonse Karr
[El espíritu de Alphorise Karr], París, 1877, p. 129: «Si una mujer con guslo, al desvestirse por la
noche, se encontrase hecha en realidad lal como ello ha simulado ser durante tocio el día, me
gusta pensar que lo encontraríamos o la mañana del día siguiente ahogada y bañada en sus
lágiimas». Alphonse Karr, cit. en F. Th, Vischer, Mode und Cynismus IModa y cinismdt, Sruti-
gart, 1879, pp. 106-107. [B 1, 6|
¿Quién sabe hoy día en qué lugares de la última década del siglo pasado
mostraba la mujer al hombre su imagen más seductora, la promesa más
íntima de su figura? Era en los pabellones cubiertas y asfaltados en los que
se aprendía a montar en bicicleta, Es como ciclista como la mujer le disputa
a la tonadillera la hegemonía en los carteles, (y) le imprime a la moda su
línea más atrevida. [B X, 81
El más ardiente interés de la moda reside para el filósofo en sus extraor
dinarias anticipaciones. Es sabido que el arte, de muchas maneras, como
por ejemplo en imágenes, se anticipa en añosa la realidad perceptible. Se
han podido ver calles o salones que resplandecían en fuegos multicolores
antes de que la técnica, a través de los anuncios luminosos y otras insta
laciones, los colocara bajo una luz semejante. De igual modo, la sensibi
lidad del artista por lo venidero llega mucho más allá que la de una gran
señora. Y, sin embargo, la moda está en un contacto más constante y pre
ciso con !as cosas venideras merced a la intuición incomparable que
posee el colectivo femenino para aquello que el futuro ha preparado.
Cada temporada trae en sus más novedosas creaciones ciertas señales
secretas de las cosas venideras. Quien supiese leerlas no sólo conocería
por anticipado las nuevas corrientes artísticas, sino los nuevos códigos
legales, las nuevas guerras y revoluciones. Aquí radica sin duda el mayor
atractivo de la moda, pero también la dificultad para sacarle partido,
(B i a, ll
Dos grabados lascivos de Charles Vernier representan, contrapuestos, «uno boda en velocípe
dos». la bicicleta ofrecía una posibilidad insospechada para representar el arremangado.
[B 1 a, 31
A
«El da octubre de 1B56 el G/mnose representó una obra de teatro titulada: ios baños llama
tivos, Era el tiempo del miriñaque, y las mujeres con ropo ahuecada estaban de moda, la actriz
que desempeñaba el papel principal, habiendo comprendido las intenciones salíricas del autor,
llevaba un vestido cuya falda, exagerada o propósito, tenía una amplitud cómica y casi ridicula
Al dia siguiente de lo primera representación, se le solidó su ropo como modelo para más de
veinte domas, y ocho dios después el miriñaque habrá doblado su dimensión.» Máxime Du
Camp. Fors [Poris], VI, p. 192 IB 2, 2]
«Lo modo es la búsqueda siempte vana, a meruco ridicula, a veces peligrosa, de ura belleza
superior ideal.» Du Camp, París, VI, p. 294. [B 2, 31
Sobre el debate médico acerca de! miriñaque; se pensó poder justificarlo, como la crino
lina, -por el agradable y apropiado frescor del que gozaban los miembros inferiores.,, se
ha de saber [pues] por parte de los médicos que el tan alabado Frescor acarrea resfriados
que provocan el final prematura y nocivo de un estado que el miriñaque, en su cometido
original, buscaba ocultar-. F. Th, Vischer Kritiscbe Gánge IDisquisiciones criticad, nueva
serie, n.° 3 Stultgait, 1861, p. 100 (-Vemiinínge Gedanken über die jet/.ige Motle* I-Pensa
mientos racionales sobre la moda de hoy-)). IB 2 a, 2]
Resultaba -una locura que la moda francesa de la época revolucionaria y del primer Impe
rio imitara la proporción griega con trajes cortados y cosidos a lo moderno». Vischer, «Pen
samientos racionales sobre la moda de hoy-, p. 99. ÍB 2 a, 3]
F Th. Vischer sobre la moda masculina de amplias mangas, más allá de las muñecas: -Ya
no son brazos, sino proyectos de alas, muñones de alas como los pingüinos, aletas de pez,
y el movimiento de esos amorfos apéndices al andar se asemeja al de un disparatado y estú
pido braceo, a saltos y trompicones, como al remar». Vischer, "Pensamientos racionales sobre
la moda de hoy», p, 111. (B 2 a, 51
•lin el fondo, estas cosas son a la vez libres y forzosas. Es un claroscuro en el que la nece
sidad y el humor se entrelazan... Cuanto más fantástica es una forma, tanto más acompaña
a la voluntad atada una conciencia clara e irónica. Ella nos garantiza que la necedad no
durará; cuanto más se acreciente esta conciencia, más cercano eslá el tiempo en que
actuará, pasando a los hechos y rompiendo las cadenas • Vischer, pp. 122-123. IB 2 a, 81
Uno de los textos más ¡mponantes para iluminar las posibilidades excéntri
cas, revolucionarias y surrealistas de la moda, y que sobre todo conecta tam
bién de esta manera el surrealismo conGrandviüe, etc., es elcapítulo sobre
la moda en Poete assassiné [Elpoetaasesinad<A deApollinaire, París, 1927,
pp. 74 ss. [B 2 a, 91
Cómo la moda va tras todo: para las trajes de noche se hicieron programas
como para la última música sinfónica. En 1901 Victor Prouvé expuso un gran
vestido de fiesta en París con el título: -Orilla fluvial en primavera». IB 2 a, 10]
«Sólo hacia 1890 se cae en la cuenta de que la seda ya no es el material más adecuado
para el traje de calle, y se la utiliza para una función hasta entonces desconocida para
ella: como forro. Entre 1870 y 1890, la ropa es extraordinariamente cara, y las transfor
maciones de la moda se limitan por tanto a retocar con mucha precaución los vestidos
antiguos para conseguir de algún modo un vestido nuevo.- 70 años de moda alemana,
1925. p. 71. IB 3, 21
■I873-. cuando sobre cojines atados a los asientos se extienden enormes Faldas que con
sus telas recogidas, sus plisados, volantes y lazos, más parecen ser obra de un tapicero que
de un sastre -J. W Samson, Die Frauenmode der Gegenu<art [La moda fem enina de boyi,
Berlín/Colonia. 1927, pp. 8-9 IB 3, 31
•Los adornos de flores a base de grandes lilas blancas o de nenúfares junto con largas
cañas, que tan graciosos resultan en cualquier peinado, recuerdan sin querer a dulces y
cimbreantes sílfides y náyades; tampoco la morena apasionada se puede adornar con más
gracia que con los frutos que van unidos a estas ramas encantadoras: cerezas, grosellas,
incluso racimos de uvas con hiedra y flores silvestres; o bien con las largas fucsias de un
ardiente rojo aterciopelado, cuyas hojas, como humedecidas por el rocío, veteadas en
rojo, se juntan en una corona; también tiene a su disposición el bellísimo cactus specio-
sus, con largos estambres blancos en forma de pluma; las flores elegidas para los peina
dos son en general muy grandes: vimos un peinado confeccionado con hojas de acanto
blanco (única), entrelazado pintorescamente con grandes pensamientos y ramas de hie
dra que imitaban de forma tan engañosa el ramaje nudoso y esbelto, que parecía obra de
la naturaleza misma: largas ramas con brotes y tallos se mecían a los lados al menor con
tacto.- Der Bazar, año III, Berlín, 1857, p. 11 (Veronika von G., -Die Mode> I-La moda-1).
IB 3. 51
«Esle año, dijo Tristouse, ta modo es exlrafta y familiar, es sencilla y esto llena de fantasía.
Todos los moleñas de los diferentes te ños de lo raturalezo pueden ahoia entrar en la com
posición de un traje de mujer. He visto un vestido encantador hecho de tapones de corcho...
Un gran modisto rredite lanzar los trojes sastre en lomos de viejos libros, encuadernados en
piel Los raspas de pescado se llevan mucho sobre los sombreros. Ss suelen vei deliciosas
muchachos vestidas como peregrinos de Santiago de Compostela; su traje está constelado
de conchas de Santiago. La porcelana, el gres y la loza han aparecido bruscamente en el
orte de la vestimenta... Las plumas decoran ahora no solamente los sombreros, sino los zapa
tos, los guantes, y el próximo oño se pordrán sobre los paraguas. Se hacen botos en cristal
de Venecia y sombreros en cristal de BaccoraL, Olvidaba decirle que el miércoles pasado vi
en los bulevares una gachí vestida con pequeños espejos aplicados y pegados sobre un
tejido. Al sol el efeclo era suntuoso. Diríase uno mina de oro de paseo. Mós larde se puso a
llover y la dama pareció una mina de piala... Ln modo se vuelve práctica y no desprecia rada,
lo ennoblece lodo. Hace en cuanto a las materias lo que los románticos hicieron paro con las
El
palabras.» Guillaurre Apallinaire, poeta asesinado, nueva edición, París, 192 pp. 7, 75-77.
IB 3 a, 1|
1In caricaturista representa -hacia 1867- el armazón del miriñaque como una ¡aula en la que
una chica joven ha encerrado varias gallinas y un papagayo. S. Louis Sonólet, La lie pari-
sienne sous le second empirc [La tula parisina bajo d Segundo Imperte^, Paris. 1929, p. 245.
IB 3 a, 21
«los baños en el mar . dieron el primer golpe al solemne y enooso miriñaque.» louis Sorolet, Lo vido
paitur.a bejo eí Segundo Imperio, París, 1929, p 247 [B 3 a, 3)
■La moda se hace únicamente de extremos. Dado que busca por naturaleza
los extremos, cuando prescinde de una determinada forma no le queda
más remedio que entregarse a la contraria - 70 años de moda alem ana,
1925, p 51, Sus extremos más radicales: la frivolidad y la muerte.
IB 3 a, 41
-De entre todas las promesas que hace la novela de Cabet Viaje a Icaria, hay una que en
cualquier caso se ha cumplido. Pues en esta novela, que contiene su sistema. Cabet se
esforzó por demostrar que el futuro Estado comunista no podía contener ningún producto
de la fantasía, y no podía experimentar cambio alguno en nada; por eso desterró de Ica
ria todas las modas, y en particular las caprichosas sacerdotisas de la moda, las modistas,
¡unto con los joyeros y todas las profesiones que sirven al lujo, exigiendo que los trajes y
los utensilios jamás habían de cambiar.* Sigmund Kngliinder, Gvschicbtc der franzósischen
Arbetíer-Associationen [Historia de las asociaciones obreras de Francia], II, Hamhurgo,
1864, pp. 165-166. [B 4, 2)
•lo moda... es un tesligo, pero un testigo de la historia del gran mundo solamente, pues en lodos
los pueblos.,, lo gente pobre no (¡ene más modas que historia, y ni sus ideas ni sus gustos ni
siquiera su vida cambian oponas. Sin dudo... lo vida pública comienza a penetrar en las peque
ñas familias, pero hará (alio liempo.» Eugéne Monlrue, Le XIX? siéde vécu par deux frotáis [0
siglo xix v/vída por dos franceses], París, p. 241. IB 4, 6]
Mac-Orlan, que destaca las analogías con el surrealismo que se encuentran (en) Grandvi
lle, llama la atención en este contexto sobre Walt Disney, del que dice: *No contiene el más
mínimo germen de mortificación. En esto se aleja del humor de Grandville, que llevó siempre con
sigo la presencio de la muerte». MocOrlan, «Grandville le prócurseur» [«Grandville, el precur
sor»] ¡Arfe el méllers grapbiques 44, 15 de diciembre de 1934, (p. 24)), [B 4 a, 21
«El desfile de una gran colección dura aproximadamente de dos a tres horas,
según el ritmo a que estén habituadas las modelos. Al final, como dicta la
tradición, aparece una novia con velo.- Helen Gruiul, Vom Wesen der Mode
[Sobre la esencia de la moda\, p. 19 (edición privada, Munich, 1935). En el
uso citado, la moda hace una referencia a la costumbre tradicional, pero a!
mismo tiempo deja claro que no se para ante ella. [B 4 a, 31
■
Una moda contemporánea y su significado. A principios de 1935, aproxima
damente, aparecieron en la moda femenina placas de metal de mediano
tamaño, caladas, que se llevaban en el suéter o en el abrigo, y que mostra
ban las iniciales del nombre de la portadora. Con ello la moda se aprove
chaba del auge de las insignias, que habían sido muy frecuentes en los hom
bres, enire los seguidores de las ligas, Por otro lado, sin embargo, se expresa
con ello la creciente restricción de la esfera privada. F.l apellido, y además
incluso el nombre, de la desconocida, se llevan a la esfera pública prendi
dos de un extremo. Que con ello se facilita el "contacto" con un descono
cido es de importancia secundaria. [B 4 a, 4J
•Los creadores de moda... se mueven por la sociedad, adquiriendo tic ella una imagen, una
impresión general. Participan de la vida artística, asisten a estrenos y exposiciones, leen los
hest seilers, en otras palabras, su inspiración surge... de los estímulos., que ofrece una
inquieta actualidad. Pero puesto que ningún presente se desprende por completo del
pasado, también el pasado les proporciona un estímulo. . Ahora bien, sólo se puede utili
zar lo que encaja con la armonía del tono de moda. El sombrerlto calado en la frente, que
debemos a la exposición de Manet, no demuestra sino que poseemos una nueva disposi
ción para enfrentamos a! final del siglo pasado.- Helen Gnind, Sabré lti esencia de la moda.
(Múnich, 1935). p. 13. IB 4 a, 5)
Sobre la guerra publicitaria entre las casas de moda y los periodistas. «Facilita la tarea de
ellas elhecho de que nuestros deseos (esto es, los de los periodistas do la moda) coinci
dan.- -Pero también la dificulta, porque ningún periódico ni revista puede considerar nove
dad lo que otro ya ha publicado. De este dilema sólo pueden salvarnos los fotógrafos y
dibujantes, que obtienen de un vestido, variando las posturas y la iluminación, múltiples
aspectos. Lis revistas más importantes... tienen laboratorios fotográficos propios, dotados
to n todos los avances técnicos y artísticos, dirigidos por fotógrafos expertos y capacita
dos.. . Peno a todos les está prohibido publicar ese material antes de que la dienta haya
hecho su elección, es decir, e n un plazo de entre 4 y 6 semanas desde el primer pase. ¿El
motivo de esta medida? - La mujer no quiere verse privada del efecto sorpresa al apanfcer
en sociedad con esas nuevas prendas ■Helen Grund, Sobiv la esencia de ¡a moda, pp 21-22
(edición privada, Múnich, 1935). IB 5, 11
En el sumario de los seis p'uneios números de la revistaLa dem tére mode,dirigida por Sté-
phane Mallarmé, París, 1874, se lee: «un encantador esbozo deportivo,resultado de una con
versación con el maravilloso naturalista Toussenel». Reedición de este sumario en Minotaure
(11) 6, invierno de 1935, (p. 27). [B 5, 2]
Una teoría biológica de la moda en conexión con la evolución del caballo a partir de la
cebra, tal como se expone en Kleinen íirebin. p. 771, evolución «que duró millones tle
años... L;i tendencia presente en los caballos, llevó a crear ejemplares tle carreras de pri
mera categoría.. Los animales más primitivos de la actualidad llevan un dibujo rayado que
llama poderosamente la atención Resulla muy notable que las rayas exteriores de las
cebras muestren cierta correspondencia con la disposición interna tle sus costillas y vérte
bras. También se puede determinar el lugar de los cuartos delanteros y traseros por ia
peculiar disposición de las rayas en esas zonas. ¿Qué significan estas rayas5 Es seguro que
no actúan como protección... Las rayas, se conservan a pesar de ser "contrarias a la fina
lidad". y de ahí que hayan de tener... algún significado especial. ¿No topamos aquí con
estímulos exteriorizados de tendencias internas, especialmente intensas en la época de aparea
miento? ¿Qué podríamos aprovechar de esta teoría para nuestro tema? Creo que algo de
fundamental importancia.- Desde que la humanidad dejó la desnudez por el vestido, la
moda, “contraria al sentido”, ha retomado el papel tle la sabia naturaleza,.. El cambio con
tinuo de la moda... que decreta una revisión constante de todas las partes de la figura...
obliga a la mujer a preocuparse permanentemente tle la belleza- 1telen Grund, Sobre la
esencia de la moda, (Múnich, 1935), pp. 7-8. [B 5, 31
En la exposición universal de París de 1900, había un Palacio del Vesl.do. donde figuras de
cera sobre distintos decorados representaban los trajes de los distintos puehlos y las modas
de otros tiempos. |B 5 a, ll
«Nosotros observamos o nuestro alrededor., los electos ce confusión y de disipación que nos
inflige el movimiento desordenado del mundo moderno. Las artes no se acomodan a la prisa.
¡Nuestros ideaies duian diez años! la absurda superstición de lo nuevo |nouveau] -que ha reem
plozado fastidiosamente a ta antigua y excelente cieenda en ei juicio de !a posteridad - asigna
a los esfuerzos el objetivo más ilusorio y los orienta a crear lo mós perecedero que hay, lo pere
cedero por esencia: la sensación de lo nuevo [neuí].,, Ahora bien, todo lo que aquí se ve ha sido
degustado, ha seducido, ho arrebolado, durante siglos, y toda esta gloria nos dice con sereni
dad: NO SOY NADA NUEVO [oeuf|. El Tiempo bien puede estropear la materia que he utlli
zado; pero si él no me ha destruido en absoluto, no puedo tampoco serlo por la indiferencia o
el desdén de ningún hombre digno de tal nombre * Paul Valéry, PrÉambule [Preámbulo] (Expo
sición del arle italiano De Cimafaue o 7iépo/o, Pelíl Polais. 1935), pp. IV, VII. [B 5 a, 2)
«El triunfo de la burguesía modifica el traje temerario. La vestimenta y el peinado se desarrollan
en amplitud,, Los hombros s b alargan gracias a mangos de jamón, y ... no se lardó en volver a
apreciar las ant guüi cr nolinos ni en hacerse enaguos ahuecados. Rialculamente así vestidas, las
mujeres parecían destinadas a la vida sedentaria, a la vida de familia, porque su manera de ves
tir no lento nada que diese lo 'dea del movimiento o que pareciese favorecerlo. Todo lo contra
rio sucedió con el advenimiento del Segundo Imperio; los vínculos ce lamilia se aflojaran; un lujo
siempre creciente corrompió las cos'umb-es. hasta el punto de que llegó a ser dilicll distinguir,
únicamente por e! vesl:do, a una mujer honrada de una cortesana. Mientras, el veslido Ierren-no
se transformó de los pies o la cabeza... las crinolinas se echaron hada atrás y se agruparan en
una grupa acenluada. Se desarrolló lodo aquello que pudiese impedir que los mujeres estuvie
ran sentadas, se desechó lodo lo que hubiera Dodido estorbar su camino. Se peinaron y se vis
tieron como para se' vistas de perfil. Añora bien, el perfi es a silueta de una persona, que posa,
que huye de nosotros El vestido se convirtió en una ímogen del movimiento rápido que lleva el
mundo.» Chorles Blanc, Considérotio.ns sor !e véte.Tien) des femmes [Cons'deroaones sobre la
ropa de los mu/eres] [Instituto de Francia, 25 de octubre) de 1872), pp 12-13 (B 5 a, 31
Sobre la época de Napoleón III: «Ganar dinero se convierte en objeto de una pasión casi
sensual, y el amor, en una cuestión monetaria. En la época del romanticismo francés el
ideal erótico era la modis'ili'o [griselle1, que se entrega, ahora es la corlesoro Ifore/íd que
se vende... Surgió en la moda un aire picaro: las damas llevaban cuellos almidonados y
corbatas, gabanes, faldas cortadas como un frac..., chaquetillas zúa vas, corpinos de ofi
cial, bastones de paseo, monóculos. Se prefieren los colores chillones de mucho con
traste, también para el pelo: los cabellos rojo vivo son muy apreciados... El prototipo
de la m oda es la gran dama que juega a set cocotte-, Egon Friedell, Historia de la cul
tura contemporánea, n i, Munich, 1931. p. 203 El -carácter plebeyo- de esta m oda se le
presenta al autor como -invasión., desde abajo* por parte de los nuevos ricos.
IB 6 a, 2]
«los teldos de algodón sustituyen o los brocados, los rasos.. y piorto, grocias.. ol espíritu revo
lucionario. el traje de las dases interiores llegó a sei más correcto y más ogrodafc e a la vista.»
róouard Foucoud, Pons inventen/ Physiologie de 1'uvJuslrie trancarse [Paris inventor. Fisiclog/o de
la industria frontesa1, París, 1844, p. 64 (se refiere a la gran Revolución). [B 6 a, 31
Un grupo que al verlo de cerca está compuesto de retales y algunas cabezas de muñecas.
Título: «Mjñecos sobre sillas, maniquíes recargados con cuellos postizos, con falsos cabellos,
con falsos encantos ., ¡ése es longchompl» S{ala) d(e les) (E)starnpav [8 6 a, 4|
«Si en 1829 entramos en los almacenes de Delisle. encontramos mullitud de tejidos diversos:
japoneses, alhambras. orientales, estokolines, meótidos. silenios, cinzolines, bagazinkov chino..
Gracias a la revolución de 1830.. el cetro de la moda había atravesado el Sena y la Chous
sée d'Anh'n sustituía al noble louoourg.» Paul D'Arisle, (a vie et le monde du bou/evard {1830-
1870) [lo vida y e) mundo deí bulevar (1830-1870)], (Paris. 1930). p 227 [B 6 a, 51
■El burgués acomodado, como amante del orden, paga a sus suministradores al menos una
vez al año; el hombre a la moda, sin embargo, el asi llamado león, paga a su sastre cada
diez años, si es que algu na vez le paga.- Acbt '/'age ítt Paris I Ocho días en ParísI, París, julio
de 1855, p. 125, IB 7, ll
«Soy yo quien ha inventado los lies. En este momento les lentes los han sustituido... El tic consistía en cerrai
el ojo con cierlo movimiento de boca y cierto movimiento de (raje... Un rostro de hombre elegante debe
lener siempre... oigo de convulsivo y de cr spado, Es posible atribuir esas agitaciones faciales, bien a un
satanismo natural, bien a la fiebre da las pasiones, o on fin a lodo lo que ss quiera.» Paris-MVeur [París-
Vividor], Por los autores da las memorias de Bllboquet [Taxlla Delord], París, ' 854, pp. 25-26. IB 7, 2]
«La moda de vestirse en Londres nunca alcanzó más que a los hombres: la moda femenina,
incluso paro los extranjeros, fue siempre veslirse en París.» Charles Seignobos, Histoire sincére de
la nafion franfaise [Hrsíoria sincera de la nación francesa], París, 1932, p. 402. IB 7, 31
Marceltn, el fundador de la líe Parisierme, expuso -las cuatro épocas del miriñaque-
IB 7. 4]
K1 miriñaque -es el símbolo inconfundible tle la reacción por ]ni ríe del imperialismo, que
se expande amplia y vacíamente... el cual... ha hecho tronar su poder como una campana
sobre lo bueno y lo malo, lo justificable y lo injustificable de la Revolución... Pareció ser
una manía momentánea, pero se impuso por cierto tiempo, como el período del 2 de
diciembre-. P. Th. Vischer, cit. en Eduard Fuchs,Die Karikaturder europdiscben VólberlLa
caricatura de los pueblos europeos], II, Múnich, p. 156. IB 7, 51
Simmel señala que «hoy día, las creaciones de la moda se integran cada vez
más en la concepción objetiva de la actividad económica». -No surge un artículo
por las buenas, que luego se pone de moda, sino que se introducen artículos
con el objeto de que se pongan de moda.- El contraste evidenciado en la
última frase podría ser en cierta medida el que existe entre la época bur
guesa y la feudal. Georg Simmel, Pbilosopbische Kultur ICultura filosóficaj,
Leipzig, 1911, p. 34 GLa moda-). • IB 7 . 7)
Simmel explica -por qué las mujeres, en general, están sumamente pendientes de la moda.
A causa de ta débil posición social a la que fueron condenadas durante la mayor parle tic
la historia, se concluye su estrecha relación con todo lo que sean “buenas maneras "• Georg
Simmel, Cuhura filosófica, Leipzig, 1911, p. A l («La moda-), |B 7, 8]
Simmel afirma -que las modas son siempre modas de clase, que las modas de la clase supe
rior se diferencian de las modas de las inferiores, siendo abandonadas en el momento en
que estas últimas comienzan a apropiárselas-. Georg Simmel, Cultura filosófica, Leipzig,
1911 p. 32 (.La moda-). IB 7 a, 21
El rápido cambio de la moda provoca -que las modas ya no puedan ser ., tan caras como
lo eran antes. Surge aquí... un verdadero círculo vicioso: cuanto más rápido cambia la
Muela
moda, tanto más baratas lienen que ser las cosas; y cuanto más baratas resultan, tanto
m is incitan a los consumidores a un cambio rápido de la moda, forzando a los fabri
cantes a ello-. Georg Simmel, Cultura filosófica, Leipzig, 1911. pp. 58-59 (-La moda-).
[B 7 a. 31
Fudis en to m o a las afirmaciones de Jhering sobre la moda -Es necesario,, decir una vez
más que los intereses de la separación de clases son sólo una de las causas del frecuente
cambio de la moda, y que hay una segunda... que también se ha de tener en cuenta: el cam
bio frecuente de la moda como consecuencia del m odo de producción del capitalismo pri
vado, que en interés de su tasa de beneficios se ve obligado a aumentar constantemente
su cifra de ventas. Esta segunda causa le pasa por completo desapercibida a jhering, Y lo
mismo con una tercera: los fines de estimulación erótica que persigue la moda, y que se
cumplen inmejorablemente cuando el atractivo erótico del portador o de la portadora se realza
continuamente de distintas maneras... Fr. Vischer, que escribió sobre... la moda veinte años
antes que Jhering. aún no conocía las fuerzas de la separación de clases en la formación
de la moda... pero en cambio tuvo conciencia de los problemas eróticos del vestido-.
Eduard Fuchs, Illustrierte Sittengescbicbte mra Mittelalter bis za r Cegenwart Das bingeríi-
ebe Zeitalter {Historia ilustrada de la moral desde ta Edad Media basta nuestros días. Ut
época burguesa], volumen complementario. Múnich. pp. 53-54. IB 7 a, 41
Eduard Fuchs <Historiailustrada de la moral desde la Edad Media basta nuestros dias. La
época burguesa, volumen complementario, pp 56-57) cita—sin localizarla—una observa
ción de F. Th Vischer que considera el color gris de la vestimenta masculina como un
símbolo de -la completa indolencia- del mundo masculino, de su languidez y molicie.
IB 8, 11
«La idea boba y funesta de oponer el conocimiento profundo de los medios de ejecución.., el
trabajo sabiamente sostenido,., al acto impulsivo de la sensibilidad singular, es uno de los rasgos
más ciertos y mós deplorables de la ligereza y de lo debilidad de carácter que han marcado la
edad romántico. Lo inquielud por lo duración de tas obras se debilitaba yo y cedió, en tas espí
ritus. onte el deseo de sorprender: el orle se vio condenado a un régimen de rupturas sucesivos.
Nació un automatismo de 1a oudocia. Ésta se convirtió en imperativo, lal como lo hob'a sido la
tradición. Por último, la Moda, que es el cambio muy frecuente del gusto de una clientela, susti
tuyó las lentas formaciones de los estilos, las escuetas y los lamas, por su movilidad esencial- Pero
decir que io Modc corga con e! destino de los Bellas Artes es lanto como decir que el comer
cio se mezclo en ello • Paul Valéry. freces si/r !‘ar) [Piezas sobre el crie], París, pp. 187-188 («En
torno a Corol»). [B 8. 2)
«la gran y capítol revolución ha sido 1a hindú. Fue preciso el esfuerzo combinado de 1a ciencia
y del arte paro obligar a un tejido rebelde, ingrato: el algodón, a sufrir cada día tantas transfor
maciones brillantes y, asi Ironsformodo... ponerlo al alcance de los pobres. Cualquier mu¡er lle
vaba antiguamente una falda azul o negra que conservaba durante diez años sin lavarla, por
miedo a que no se fuero en jirones. Actualmente, su marido, un pobre obrero, al precio de una
¡ornada de trabafo, la cubre con un vestido de flotes. Todo ese pueblo de mujeres que presenta
sobre nuestros paseos un deslumbrador arco iris de colores, no ha mucho estaba de duelo.»
J. Michelet, te peuplc-1El pueblo], París, 1846, pp 80-81. fB 8, 31
•El comercio del veslido, y no el arte como en otros ocasiones, es quien creó al prototipo del
hombre y de la mujer modernos,,. Se ¡mita a los maniquíes y el alma es la Imagen del cuetpo.»
Henri Palles, «L'art du commeics» [«El arte dei comercio*] (Vene/redi, (12) de febrero oe 1937),
Cír. la moda señorial inglesa y los tics, IB 8, 41
«Se calcula que, en Armonio, los cambios de moda... y fa confección imperfeclo, causarían una
pérdida anual de 500 francos por individuo, pues el más pobre de los armorienses llene un
guardarropa con ropa pa a lodos las estaciones, . Armonía... quiere, er ropa y en mobiliario, infi
nila variedad pero el mínimo consumo . La excelencia de los producios de la induslria societa
ria . eleva cada objeto manufacturado a !a extrema perfección, de manera que ei mobiliario y
la ropa,, se vueVen eternos • (Fourier). cit, en Armand y Maublanc, Fourier, II, París, 1937,
pp. 196 y 198. IB 8 a. II
«Ese gusto de lo modernidad (lega tan lejos que tanto Baudelaire como Baizoc lo extienden
hasta los mós sencillos detalles de lo moda y del vestir Ambos los estudian en sí mismos y hocen
de el o cuestiones morales y filosóficas, pues representar lo realidad inmediato en su aspecto
más agudo, más agresivo y ta! vez mós irrítenle, pero también el más generalmente vvido.»
INoti] «Además, poio Baudeloire. estos preocupaciones se suman o su importante teorfo del
dandis-no, de la cual precisamente hoce jto cuestión de moral y de modernidad»Roger Cai lois,
«Pons. mylhe modetrie» [«Páris, mito rroderno^Nowefe Revc/e Froncatse XXV, 284. ’ efe mayo
de 1937, p 692) IB 8 a. 21
*|Gran acontecimiento! Los oellas domas experimentan un díc la recesidod de hincharse el trasero.
Rápidamente, a rr lares, |fábricas de armazones!... Pero íqué es un simple polisón sobre ilustres
coxisl En ve'dod una fruslería. ‘|Aoajo las rabadillas! ¡Vivan 'os miriñaques!', V de repente, el uni
versa civilizado se convierte en manufactura de camponas ambulantes. ¿Po» qué el bello sexo ha
olvidada los oderezos de campanillas?.. tener sitio no b es lodo, hay que hacer ruido cquí
abajo. Él barrio de Biéda y el faubowg Soint-Germain rivalizan en pedad tanto como en piola
ría y en moños. |Que no lomen a lo Iglesia por modelo! En vísperas, el órgano y ef clero declaman
alfernalrvanrcerle un versículo de los salmos. Las belbs damas y sus campanillas podrían turnarse
según este ejemplo, palobras y tintineos retomando oílerrativanente la continuación de la conver
sación.» A Blanqui, Critique sooafe [Crítico socra/J, I, Poris. 1885, pp 83-84 («El lujo»). - «El lujo»
es una polémica contra la industria del lujo. IB 8 a, 3)
Toda generación vive las modas de la generación que acaba de pasar como
el más potente antiafrodisíaco que se pueda concebir. Este juicio no resulta
tan desacertado, contra lo que pudiera suponerse. En toda moda hay algo
de amarga sátira sobre el amor, en toda moda se hallan trazadas sin compa
sión todas las perversiones. Toda moda está en conflicto con lo orgánico.
Toda moda conecta el cuerpo vivo con el mundo inorgánico. En el viviente
percibe la moda los derechos del cadáver. El fetichismo, que sucumbe al sex-
appeal de lo inorgánico, es su nervio vital. (B 9, 11
Focillon sobre la íanlasmogorki de lo modo «la mayoría de las veces, crea, híbridos, impone
al ser humano el perfil de ta bei.Ho Lo moda invenía asi una humanidad arlifidal que no es la
decoración pasiva del medio formal, sino ese medio mismo, Esta humanidad alternativamente
heráldica, teatral, mágica, arquitectónica, liene., como regla... la poética del ornamento, y lo
que llama línea... quizá no sea sino un sutil compromiso entre cierto canon fisiológico... y 'a fan
tasía de los figuras». Henri Focillon, Vie des formes [Vida de Jos formas), París, 1934, p. 41.
[B 9 a, 21
Diñciimente hay una parte del vestuario que pueda tanto expresar como disi
mular más variedad de tendencias eróticas que (el) sombrero femenino. Si el
significado del sombrero masculino en su ámbito-la política- está rígidamente
unido a unos pocos modelos fijos, los matices del significado erótico en el
tocado femenino son inabarcables, No interesan aquí tanto las distintas posibi
lidades de aludir simbólicamente a los órganos genitales. Puede resultar sor
prendente la conclusión que, por ejemplo, se puede obtener del vestido a par
tir del sombrero. H(elen) Grund supuso agudamente que el Schute, sombrero
de ala ancha contemporáneo de la crinolina, representa en realidad las ins
trucciones de uso de esta última, dirigidas al hombre, Las alas anchas del Schute
están curvadas hacia arriba -indicando cómo ha de abrirse la crinolina para
facilitarle al hombre el acceso sexual a la mujer-. IB 10. i]
El padre del surrealismo fue Dada, su madre fue un pasaje. Dada era ya viejo
cuando la conoció. A fines de 1919 Aragón y Bretón, por antipatía hacia Mont-
parnasse y Montmartre, trasladaron su lugar de encuentro con sus amigas a
un café del pasaje de l’Opéra. La irrupción del bulevar Haussmann supuso su
fin. Louis Aragón escribió 135 páginas sobre él, un número que, sumadas sus
cifras, esconde el número de las 9 musas que habían ofrecido al pequeño
surrealismo sus regalos. Sus nombres son: Luna, la condesa Geschwitz, Kate
Greenaway, Mors, Cléo de Mérode, Dulcinea, Libido, Baby Cadum y Friede-
rike Kempner. (¿En lugar de la condesa Gechwitz, Tipse?) [C 1, 31
Pausanias escribió su Topografía de Grecia el 200 d.C., cuando los lugares de a illo y otros
muchos monumentos empezaban a quedarse en ruinas. IC 1, 51
Pocas cosas hay en la historia de la humanidad de las que sepamos tanto
como de la historia de la ciudad de París. Miles y decenas de miles de volú
menes están exclusivamente dedicados a investigar este minúsculo punto de
la Tierra. Las primeras verdaderas guías de antigüedades de la vieja Lutetia
parisorum provienen ya del siglo xvi. El catálogo de la Biblioteca Imperial,
editado en tiempos de Napoleón IT1, contiene casi cien páginas bajo la
entrada -París*, y esta colección está lejos de ser exhaustiva. Muchas de sus
principales calles tienen su propia literatura, y poseemos noticia escrita de
miles de edificios, por discretos que sean. Con una bella expresión, Hoff-
mannstha! llamó a esta ciudad -un paisaje hecho de pura vida». Y en la atrac
ción que ejerce sobre la gente, opera cierta belleza propia del gran paisaje,
en concreto del paisaje volcánico, París es en el orden social lo que es el
Vesubio en el geográfico. Una masa amenazante y peligrosa, un foco siem
pre activo de la revolución. Pero al igual que las pendientes del Vesubio se
convirtieron en huertas paradisiacas gracias a las capas de lava que las
cubrían, así florecen sobre la lava de las revoluciones, como en ningún otro
lugar, el arte, la vida festiva y la moda. ■ Moda ■ |c 1, 6]
¿No se obtendría una película apasionante a partir del plano de París, del desa
rrollo cronológico de sus distintas imágenes, de condensar el movimiento de
calles, bulevares, pasajes y pía/as durante un siglo en un espacio de tiempo
de media hora? ¿Y qué otra cosa hace el fláneur? ■ Fláneur ■ [C i, 9]
«A dos posos del Poíais-Royal -enlre la cour des Fontaines y la calle Neuvedes-Bons-Enfants-
hay un pequeño pasaje oscuro y lorluoso, que cuenta con un escritoi público y una frutera.
Puede parecer el antro de Caco o de Trcíonio, pero nunca podrá parecer un pasaje -ni siquiera
con buena voljitad y mecheros de gas.i Delvau, Les dessous de Porrs [tos bajos fondos de
Poris], París. 1860, pp 105-106 [C 1 a, 11
■¿No uene todo barrio su verdadera época de prosperidad un poco antes de quedar com
pletamente edificado? Después su planeta describe una curva, acercándose al comercio, pri
mero al grande, luego al pequeño Mientras la calle aún es nueva, pertenece a Ja gente
humilde, peni se deshará de ella en cuanto la moda le sonría. Sin reparar en gastos, los inte
resados se disputarán entre ellos las casas y las viviendas, eso sí, mientras que bellas muje
res, de cuya elegancia esplendorosa no sólo hace gala el salón, sino también el edificio e
incluso la calle, organicen aquí sus visitas y sean visitadas. Y una vez que la bella dama se
haya convertido en paseante, querrá también tiendas, lo que le puede salir caro a una calle
si se adapta con demasiada rapidez a este deseo. Comienzan entonces a estrecharse los
patíos-desapareciendo algunos-, a juntarse las casas, y al final llega un día en que ya no
es de buen tono tener es{a) dirección en la tarjeta de visita, pues la mayoría de los inquili
nos son sólo comerciantes, y los portales no pierden mucho si tle vez en cuando acogen a
alguno de esos pequeños artesanos cuyas miserables barracas lian ocupado el lugar de las
tiendas.- Lefeuve, Les anctetm es maisons de Paris sous Napoléon I I I 1Las antiguas casas de
Parts bajo Napoleón III\, I, París/Bruselas. 1873, p- 482, ■ Moda ■ [C I a, 3]
Un triste testimonio del escaso amor propio de la mayor parte de las gran
des urbes europeas es que tan pocas, y entre ellas ninguna alemana, posean
un mapa tan manejable, minucioso y resistente como el que existe para
París. Se trata del excelente mapa Taride, con sus 22 planos de todos los
distritos parisinos además del parque de Boulogne y de Vincennes. Quien
alguna vez haya tenido que luchar en cualquier esquina de una ciudad
extranjera, l>ajo mal tiempo, con uno de esos enormes mapas urbanos que
se levantan a cada golpe de viento como una vela y se rasgan por todos los
dobleces para convertirse en un pequeño montón de hojas sueltas con las
que uno se tortura como con un rompecabezas, que aprenda del mapa
Taride lo que puede ser un mapa urbano. A quienes al sumergirse en él no
se les despierte la fantasía, sino C|tie prefieren revivir sus experiencias pari
sinas con fotos o apuntes de viaje antes que con un mapa urbano, es inútil
ayudarles. [C l a, 4]
París se alza sobre una red de cavidades subterráneas desde donde retum
ban los ruidos del metro o de! ferrocarril, en donde cada tranvía o camión
despierta un largo eco. Y este gran sistema técnico de calles y tuberías se
entrecruza con las antiquísimas lióvedas subterráneas, cavernas calcáreas,
grutas y catacumbas que desde la Alia Edad Media se han multiplicado con
el paso de los siglos Aún hoy por 2 francos se puede adquirir el billete para
visitar este nocturnísimo París, mucho más barato y menos peligroso que el
de la superficie. 1.a Edad Media lo vio de otra manera. Sabemos por las fuen
tes que a menudo había gente dispuesta a enseñarles allá abajo a sus con
ciudadanos el demonio en medio de su infernal majesiad, a cambio de una
suma considerable y el voto de silencio. Una empresa menos arriesgada para
los estafados que para el picaro de turno. ¿No tuvo la Iglesia que equiparar
prácticamente las falsas apariciones diabólicas con las blasfemias a Dios? Fsia
ciudad subterránea, por lo demás, también producía beneficios tangibles a
los que se movían en ella. Pues sus calles cruzaban el gran muro aduanero
con el que los antiguos recaudadores de impuestos se aseguraban el dere
cho de percibir el tributo sobre toda mercancía que entrara en la ciudad. F.l
contrabando del siglo xvi y xvn se desarrolló en gran parte bajo tierra. Tam
bién sabemos que en tiempos de excitación general circulaban muy rápido
por las catacumbas los rumores más inquietantes, por no hablar de los espí
ritus proféticos y de las sibi(l)as, que lienen allí sus competencias por dere
cho propio. El día siguiente a la fuga de Luis XVI, el gobierno revoluciona
rio difundió un bando en el que se ordenaba examinar palmo a palmo estas
vías subterráneas. Y un par de años más larde se extendió involuntariamente
entre las masas el rumor de que algunos barrios de la ciudad estaban a
punto de hundirse. (C 2,11
Edificar tam bién la ciu d ad a partir de sti.s «fuentes». «Algunas calles han conservado el nom
bre de éstas, aunque el más célebre de todos, le Puiís d'Amour, que no estaba lejos de las lon
jas, en la calle de la Truanderie, lo hayan secado, cegado, arrosado, sin dejar huellas. No es,
sin embargo, por ese pozo por lo que se le lia dado el apodo a la calle du Puits-qui-Parle, ni
tampoco por el pozo que el curlidor Adom i Herm le hizo excavar en el barrio de Saint-Victor;
hemos conocido los calles du Puils-Mauconseil, du Puit-de-Fer, du Puilvdu-Chap'lre, du Puits-Cer-
tain, du Bon-Puits, y finalmente la calle du Puils. que, después de haber sido la calle du Bouklu-
Moode, se convirtió en el callejón Saint-Claude-Montmailre Las fuentes comerciales, las fuentes
ol hombro, los caigodcxes de agua irán a reunirse o los pozos públicos, y nuestros hijos, que ten
drán agua incluso en los pisos de los casas más elevodas de París, se sorprenderán de que haya
mos conservado durante Ionio tiempo esos medios primitivos de proveer a una de las más impe
riosas necesidades del hombre.» Máxime Du Camp. Pons. Ses organes. ses íonctions el sa vie
[París, Sus órganos, sus /unciones y su vida], V, París, 1875, p, 263. [C 2, 21
En el viejo París había ejecuciones en la vía pública íp. ej.: mediante la horca). [C 2, 51
Rodenberg habla de ia -existencia fantasmal- de ciertos papeles sin valor-p. ej.t las accio
nes de la Caja Mires- que vendía la «pequeña mafia* de ia Bolsa con la esperanza de una
■futura resurrección según las oportunidades del momento-. Julius Rodenberg, París bei
Sorm enscbein u n d Lamfienlicbt |París a Ia lu z del sol y a la lu z de las lám para si, Leipzig,
1867, pp. 102-103. IC 2 a. 1]
■Es el sueño que comienza entre tinieblas de las calles del norte de la gran ciudad no sólo
Paris, quizá también Berlín, y la fugazmente conocida Londres, que comienza entre tinie
blas, amanecer sin lluvia y sin embargó humedad. La calle se estrecha, los edificios se jun
tan más y más a un o y otro lado, hasta que se forma al final un pasaje con turbias pare
des de vidrio, un corredor de cristal, a un lado y otro: ¿son inmundas tabernas con
camareras acechantes en blusas de seda blanca y negra? I kiele a vino malo derramado. ¿( >
son pasillos de burclel con sus luces multicolores? Sin embargo, cuando avanzo, son peque
ñas puertas de verde intenso a ambos lados, y postigos rústicos, voléis, y se sientan vieje-
citas menudas que hilan, y tras las ventanas, al lado de macetas algo marchitas como en
las casas de los labradores, y sin embaigo en un aposento encantador, una alegre donce
lla, y canta "Una hila seda...”.- Manuscrito de FtanzHesse!; cfr. Strindberg. l a s tribulacio
nes de! naivgante. (C 2 a, 5)
.los minas de Ja Iglesia y de !a Nobleza, las de lo Feudalidad y de lo Edad Medía, son subli
mes y llenan boy de admiración a los sorprendidos y asombrados vencedores; peto las de la
Burguesía serón un innoble detritus de cartón piedra, de escayolas y de colorines». Le dioble á
Partí [El diablo en París), II, París, 1845, p. 18 (Balzac, Ce qui disparan de Paris [io que desa
parece de París]). ■ Coleccionista ■ ÍC 2 a, 81
.. todo esto son ios pasajes a nuestros ojos. Y nada de todo esto fueron. «Por
que solamente boy es cuando los amenaza el pico, cuando se han convertido efec
tivamente en los santuarios de un culto de lo efímero, cuondo se han convertido en
el paisaje fantasmal de los placeres y de las profesiones malditas, ayer incompren
sibles y que el mañana no conocerá nunca.» Louis Aragón, Le de paysan[El Paris
campesino de París], París, 1926, p, 19, ■ Coleccionista ■ [C 2 a, 91
Razones del ocaso de los pasajes: aceras ensanchadas, luz eléctrica, prohibi
ción para las prostitutas, cultura del aire libre. le 2 a, 12)
Renacimiento del drama griego arcaico en las casetas de feria. En estos esce
narios, el prefecto de policía sólo permite diálogos. «Este tercer personaje es
mudo, en nombre del señor prefecto de policía, que sólo permite el diálogo en los
teatros llamados foráneos.» Gérard de Nerval, Le cabaret de la Mére Saguel [Lo
taberna de la M ére Saguet], París, (1927), pp. 259-260 («El bulevar du Temple.
Anllguamenle y en la actualidad»), |C 3, 1)
Estas puertas -la entrada a los pasajes- son umbrales. Ningún escalón de pie
dra los señala. Pero eso lo hace la actitud de espera de las pocas personas pre
sentes. Sus pasos lentos y medidos reflejan, sin que ellas mismas lo sepan, que
se está ante una decisión ■ Construcción onírica ■ Amor ■ |C3. 61
Otros patios de Monipodio además del situado en el pasaje du Caire, famoso por Notre-
D am e d e Paris. «En la calle des Tournelles, en el Marais, encontramos el pasaje y el pallo de
Monipodio; habla también otros palios de Monipodio en las calles Saint-Denis, du Bac,
de Neullly, des Coquillss, de la Jussienne, Saint-Nicaise y la colina Saint-Roch.» Labedolliére, His
toire du noweau Paris ¡Historia del nuevo Poris], París, p. 31. [Los nombres de estos patios se
toman de Is 26, 4-5 e Is 27.] (C 3, 71
Metro «A lo mayoría de las estaciones se les ha puesto unos nombres absurdos, y el peoi de
todos parece corresponderá o la que, en el ángulo de las calles Bréguel y Sa nt-Sabin, ho lei-
minado reuniendo en la obreviatuta "Biéguet-5obin" el nombte de un idojeio y el nombre de un
santo.» Dubech-D'Espezel, loe tiL, p. 463. (C 3, 91
Insurrección de junio -La mayoría de los presos eran conducidos a las canteras y pasadizos
subterráneos que se hallan bajo los fuertes de París, tan extensos que la mitad de los pari
sinos cabrían en ellos Hacia tanto frío en estas galerías subterráneas, que muchos sólo
podían mantener el calor corporal corriendo continuamente, o moviendo los brazos, y nadie
se atrevía a tumbarse sobre b s piedras heladas... Los presos dieron a todos los pasadizos
los nombres de las calles de París, y se daban unos a otros su dirección cuando se encon
traban.- Englánder, loe. cit. (Gescbicbte derfranzasiseben Arbeiter-Associationen I Historia de
las asociaciones obreras d e Francia i II, Hamburgo, 1864), pp. 314-315 [C 3 a, 11
•Las cavidades de París están todas intercomunicadas... En muchos lugares se lian plantado postes
para que el (echo no se derrumlx- En otras se han colocado muros de contención. Estos muros
forman largos corredores subterráneos, corno si fueran calles estrechas Al final de muchos de ellos
se han escrito números para evitar la desorientación, pero aun con eso nadie debe aventurarse sin
guía... en esla mina calcárea apuntalada... si no quiere... exponerse a morir de hambre.» - -La
leyenda de que en los sótanos de las cavidades de París se pueden ver las estrellas durante el día-
surgió de un antiguo poüo -cuya boca fue cubierta por una piedra a la que se le practicó un
pequeño agujero de unas seis milímetros de diámetro. A través de él, el día aparece abajo, en las
tinieblas, como una estrella pálida.- J. E Benzenbeig, Briefegeschrieben a u f einer Reine tiacb Paris
[Cartas escritas en un vtajeafiaiH , I, Dortmund, 1805, pp. 207-208, [C 3 a, 2]
«... una cosa que humeaba y chapoteaba por el Sena con el ruido de un perro nadando, yendo
y viniendo bajo las ventanas de las fullerías, desde el Pont Royal al puente Luis XV: tenia una
mecánica quo no valía para mucho, una especie de juguete, un ensueño de Inventor visionario,
una utopia: un barco de vapor, Los parisinos miraban esta inutilidad con indiferencia.» Víctor
Hugo, Les Misérables [Los rm'serabfes], I, cit. en Nadar, Quand j'étais pholographo [Cuando
era fotógrafo], París, (1900), p. 280, [C 3 a, 31
«Como si se tratara de un encantador o de un tramoyista de teatro, el primer toque de silbato de
lo primera locomotora dio la señal de despertar, de despegar a todas las cosas.» Nadar,
Cuando era fotógrafo, París, p, 281. IC 3 a, A]
Notable frase en el brillante capítulo -París subterráneo» de Nadar, Cuando era fotógrafo,
París, (1900), (p. 124)(:) «En la historia de los alcantarillas, escrita con la pluma genial de! poeta
y del filósofo, después de esta aescripción qje él supo hacer más emocionante que un dioma,
Hugo cuento que en China no noy un campesino que vuelva de vender sus legumbres en la ciu
dad que no (roiga la pesada caiga de un doble cubo lleno de esos preciosas fermentos»
IC 4 a, 11
Sobre las puertas monumentales de Pnns: «Has-a el momento en que entre das coWinas se veto
aporecer al empleodo de arbfnos, podtic creeise uto en los puertos de Roma o de Atenas» Bx>
graphíe universeíle anaenne e.‘ mor/eme [fiiogra/ib universal anlgua y moderno], nueva edición publi
cada bqo b ditecoón ce M. Michaud, XIV, Pons, 1856, p. 321 (articulo P. F. L Fonlainej. IC 4 a, 2]
■En un libro de Théophile Gautier, Capiichos y zigzags, encuentro lina página curiosa, “Un
gran peligro nos acecha", se dice allí... "La moderna Babilonia no será destruida como la
torre de Lylak, anegada por un mar de asfalto como la PentápolLs, o sepultada bajo la arena
como Tobas; simplemente será despoblada y destruida por las ratas de Montfaucon". |Nota-
ble visión de un soñador confuso pero profélieoí Se ha confirmado cn esencia... Las tatas
de Montfaucon... no han acabado siendo un peligro para París; las habilidades emlxdlece-
doras de Haussmann las han dispersado. . Pero de las alturas de Montfaucon bajaron los
proletarios, iniciando la destrucción de París con la pólvora y el petróleo que Gautier había
predicho.- Max Nordau, -4us dem utibren M illiardetilande Pariser Studien u n d Btítler
[Desde la verdadera tierna d e los millones. E vadios y estam/tas parisina.^, L Leipzig. 1878,
pp. 75-76 (Belleville). IC 4 a, 31
En 1899. durante las obras del metro en la calle Saint-Antoine, se encontraron los cimien
tos de una torre de la Bastilla. S(alo) d(e las) E(stampas). [C 4 a, 4]
Mercados de vlnos(:) *EI almacén, constituido en parte por bóvedas para los licores, y en
parte por bodegas excavadas en la toca para los vinos, forma... por decirlo así una ciudad,
cuyas calles tienen por nombre las más importantes zonas vinícolas de Francia», A chí Tage
in P atis I Ocho dias en Parísi, París, julio de 1855, pp.37-38. (C 4 a, 51
«las cuevas del café Anglais se extienden muy lejos bajo los bulevares, y lorman desfiladeros
muy complicados Se tuvo el cuidado de dividirlas en calles... Tiene usted la calle du Bourgogne,
la calle du Bordeaux. la calle du Beaure, In calle de l'Ermitage, la calle du CKambertin, el cruce
des... Tonneaux llega a una gruta fresca, llena de conchas...; es la gruta de los vinos de Cham
pagne tos grandes señores de la anhguedod habían soñado con cenar en sus caballerizas
(Vivan los cuevas pata comer de ur.a manera eolmente excéntrica!» Taxile Deiotd, Paia viveur
lParís vividor], París, 1854, pp. 79-81, 83-84 tC 4 a, 61
«Persuádase de que cuando Hugo veía ol mendigo en la calle... lo veía tai como es, tal como
realmente es, e! viejo mend:gc, el viejo suplicante... en a vieja calle. Cuando miraba la placo
de mármol de una de nuestras chimeneas, o el ladrillo cimentado de uno de nuestras modernas
chimeneas, veía lo que ello es; la piedra del hogar. La antigua piedra del hogar. Cuando miraba
la puerta de la calle, y el paso de la puerla, que normalmente es uno piedra tallada, sobre esta
piedra tallada distinguía con nitidez lo vie|a linea, el umbral sagrado, pues es la misma lineo,»
Charles Péguy, CEuvres compíé/es, (873-1914 CEuvres de proso [Obras completas, 1873-1914
Obras en proso), Poris, 1916, pp. 388-389 (Vidor-Marie. Conde Hugol. [C 5. 1)
«Las tobemos del laubootg Anloine se parecen c esas tabernas del monie Avenlino construidas
sobre el anlro de lo sibila y que comunican con los prolundos alientos sagrados; lobeznos cuyas
mesas eran casi trípodes y donde se bebía lo qje Ennio llamo el vino sibilino.» Víctor Hugo,
CEuvres completes Román 8 [Obras completas Novela 8], París, 1881. pp. 55-56 (los misera
bies. IV). IC 5. 2!
«Los que han recorrido Sicilia se acordarán de aquel célebre convento donde, por disfrutar la
tierra de la propieaad de secar y de conservar los cuerpos, les monjes, en derla época del arto,
revisten con sus anliguos Irajes a locos los yiandes hombres a bs que han concedido la hosp ■
lalidad de la tumba, ministros, papas, cardenales, guerreros y reyes; y, colocándolos en dos filas
en sus vastas catacumbas, hacen que el pueblo pase a través de esta hilera de esqueletos..
|Pues bienl, ese convenio sic'llano es la imagen de nuestro eslado social. Bajo esos hábitos apa
ratosos con los que se adornan las artes y la literatura, no hay corazón que lata, y san muertos
quienes cavan sobre usted sus ojos fijos, apagados y fríos, cuando pregunte al siglo dónde
están las inspiraciones, dónde las arles, dónde la literatura.» Neltemenmt, Les ruines mora/es el
¡nje/íecíueíles [las ruirios morales e Intelectuales), París, oclubre de 1836, p. 32. A este respecto,
cfr. Hugo, «Al arco de triunfo», de 1837. [C 5, 31
LostUis últimos capítulos de LéoClaretie en: Parts tiepttis ses or&tnesjusqaett l'anJOOOlParis
desde sus orígenes basta d a ñ a 300Ó\. Paris, 1KHÓ, se ululan -las ruinas de Paris» y «El año 3000».
El primen) hace una paráfrasis de los versos de Víctor Hugo «Al orco de triunfo» El segundo
contiene una conferencia sobre las antigüedades de París que tuvo lugar en la lamosa «Acó
denla de Floksíma.. situada en Cenépiro. Se trato de un r jevo continente ... descubierto en el año
2500 enlre el cabo de Hornos y las fierros australes» (p. 347). IC 5. 4]
•En el Chátelel de París habla uno cueva grande y larga. Esta cueva estaba a ocho pies por debajo
del nivel del Sena; no tenía ni ventanos ni respiraderos..,; bs hombres podían enlrar en ella, el aire no.
Esta cueva tenía como techo una bóveda de piedra y como suelo diez dedos de lodo... Ocho pies por
debajo del suelo, uno larga viga maciza atravesaba ese subterráneo de parte a parte; de esto viga
coigabar de ve? en cuando cadenas.- y en e extierno de esas coderras había argollas. Se metía en
estos cuevas a los hombres condenados a las galeras hasta el día de lo partida desde Toubn Se les
ponía soore esta viga donde codo uno tenía su herraje oscíando en bs tinieblas... Paro comer, hocán
subir con sus talones a b largo de su liba hasta la mano el par cue se les arro;aba er e' barro ¿Qué
hadan en este sepulcro n;emal? lo que se puede hocer en un sepulcro, agónzar. y b que se puede
hace-' en un infierno, contar.. En esta cueva es donde nacieron casi todas os condones de a/goí. f)e¡
cobbozo del GrondC hálele! de Poris es de donde viene eJ melancólico estribiLo de b galera de Moni-
gomery, Tñnobamisaine, límodbmison. Lo mayoría de estas condones sonlúgubres; algunas son ale
gres.» Víctor Hugo. Obros completas Novela 8. Paris, 1881 líos miserables), pp 297-298 ■ ParLs
subterráneo ■ [C 5 a, ll
Para u n saber del umbral: «"En París, entre los que van a pie y los que van en coche, no hay
más diferencia que la acera", como decía un lilósaFo a píe. |Ah, la acerol... Es el punto de pai
tida de un país a otro, de la miseria al lujo, de la despreocupación a la preocupación. Es el lazo
de unión de quien no es nada con quien lo es todo. La cuestión es poner los pies en ella», Thóo-
phile Gautier, Études philosoprtiques [Estudios filosóficos] (Paris et les parisfens ou X\x" siécle [Poris
y ios pananos en el siglo xix], París, 1856, p. 26). IC 5 a, 21
Pequeño presagio del metro en la descripción de las casas modelo del futuro: «los subsue
los, muy espaciosos y bien iluminados, se comunican todos entre sí. Forman largas galeríos que
siguen el trayecto de bs calles y en las que se lia establecido un ferrocarril subterráneo. Este
ferrocarril no está destinado o los viajeros, sino solamente a las mercancías más pesadas, al vino,
la modera, el carbón, ele., que Iransporta hasta el interior de las casas.. Esas vías férreas sub
terráneas adquirieron uno importancia coda vez mayor». Tony Mollin, Paris en í'on 2000 [París
en el año 2000], Paris, 1869, pp 14-15 («Casas modeio»|. (C 5 a, 31
II
III
«¡No obstante se colbrá! Tros muchos auroras.
Muchos meses, muchos oftos, muchoísigbs caídos.
Cuando este tío donde el agua rompe contra los sonoros puentes
Hoya vuelto a los juncos murmurantes e indinados;
Cuando el Seno hayo huido obstruido por bs piedras.
Desgastando alguna vieja iglesia hundido en sus aguas,
Atento ol suave viento, que a b nube lleva
El temblor del follaje y el canto de Jos pájaros;
IV
VIII
2 de febrero de 1837
Victor Hugo. Obras compfetós Poesía 3, París, 1880, pp. 233-245
[C 6; C 6a. II
Demoliciones «Altas murallas, rayadas con lisios de bistre por los tubos de las chimeneas derri
badas. descubren, como si fuera 'a sección de un plano de arquitectura, el misterio de las dis
tribuciones intimas Es un espectáculo curios^ el de esas casos abiertas con sos pisos suspen
didos sobre el abismo, sus popeles de co.'or o con flores que marcan todavía !a (orma de las
habitaciones, sus escaleras que ya no conducen a ningún silio, sus sálanos abiertos a la luz, sus
escombros exliaños y sus ruinas viólenlas, diríose. excepto por el tono ennegrecido, que se Irala
de esos edificios hundidos, esas arquitecturas inhabitables que Piranesi esbozó en sus febriles
aguafuertes». Théophile Gautier, /Mosaíque de ruines [Mosaico de rumas] (París el fes parisiens
ou wx* siécle [París y los parisinos en el siglo xix], por M. M. Alexondre Dumas, Théophíle
Goutier, Arséne Houssaye, Paul de Musset, Louis EnauJt y Du Fayl, Porís, 1856, pp. 38-39),
[C 7, 1]
Piñal del articulo de Lurine «Los bulevares»: «Los bulevares morirán de un aneurisma: la explo
sión de! gas» Porís diez soi [Parts en caso], Pcrís, (1854) [Miscelánea pul>1irada porPaul Lkii-
zardl p. 62. |C 7, 2)
Baudelaire el 8 de enero de 1860 a Poulet-Malassis sobre Meryon «En una de sus grandes
planchas, sustituyó un pequeño globo por una bandada de oájoros de presa, y al hocete obser
vai que era inverosímil porer tantas águilas en un cielo parisino, me respondió que no estaba
desprovisto de fundamenta, yo que esa gente ¡el gobierno del emperador) había sollado a
menudo águilas paia estudia^ los presagios según ei rito -y que eso había sido impreso en los
periódicos, incluso en el Alomfeur-». Cíl. en Guslave Geffroy, Charles Meryon. Pa'is, 1926.
pp, 126-127. [C 7. 31
Sobre el arco triunfal: «El triunfo era una Institución del Estado romano condicionada al
mando en el ejército, el im perium militar, que por otra parte expiraba el día de la cele
bración del triunfo... Hntre los diversos requisitos ligados a él, el más importante era no
sobrepasar prematuramente... los limites de la ciudad. En caso contrario, el general echa
ría a perder las auspicios de la guerra -que sólo tenían validez para las acciones bélicas
fuera del territorio de Roma- y con ello el derecho al triunfo. Toda mancha o culpa a
causa de la guerra asesina -¿o quizá también primitivamente por la amenaza del espíritu
de los caídos?- era horrada del general y del ejército, quedando a las afueras de la ciudad,
frente a la puerta sagrada... A raíz de esta concepción salta a la vista., que la porta trium -
ftbiiiis no ha sido en absoluto un monumento para la exaltación del triunfo-, Ferdinand
Noack. Trium pb u n d Tririmftbbogen 1El triunfo y loa arcos d e tnunftA (.Conferencias d e ¡a
Biblioteca Warburg, V, Leipzig, 1928, pp. 150-151, 154). [C 7, 41
«Edgar Poe iiizo pasar por los calles de las capitales el personaje que designó como el Hom
bre de las multitudes. El grabador inquieto e investigador es el Hombte de las piedras... He ahí...
un.., artisla, que no ha sofíado ni trabajado como Piranesi, ante los restos de lo vida abolida, y
cuya obra da una sensación de persistente nostalgia... Se trato de Charles Meryon. Su obra de
grabador es uno de los poemas más profundos que se hayan escrito sobra una ciudad, y la ori
ginalidad singular de esas páginas penetrantes reside en haber tenido de una forma inmediata,
aunque hayan sido directamente trozadas según ospedos vivos, una vido cumplida, que está
muerta o que va a mor r Ese senirriento existe independientemente de bs reproducciones más
escrupulosas, más reales, de bs lemas que habían llamado b atención del artista. Tenía algo de
vsdenle, y sin dudo adivinaba que esas formas lan rígidas eran efímeras, que esas curiosas belle
zas se inar ador.de lodo vo, y escuchaba el lenguaje que hablan las coHes y bs callejuelas corv
Nouamenle ajetreadas, destruidas, rehechas, desde bs primeros días de b cudod; o ello se
debe que su poesía evocadora se ocerque a lo Edad Media o través de lo ciudad del siglo xtx,
que despiendo b melancolía de siempre o tiovés de ¡a visión de as apariencias inmediatas
El viejo París ya no existe, la forma de uno audod
Cambio más de prisa, |cy!, que el coiazán de un mortal.
Estos dos versos de Baudelaire podrían ponetsecomoepígrafede la recopilación de las obras
da Meryon.» Gustave Goffray, Charles Meryon,París, 1926, pp. 1-3. [C 7 a. II
«No hay ninguna necesidad de representarse la antigua porta triumphaHs como un arco
monumental. Al contrario, originariamente, puesto que sólo servía para un acto simbólico,
se habría erigido con los medios más simples, esto es. dos postes y un travesano.* Ferdi
nand Noack, El triunfo y los arcos de triunfo ( Conferencias de la fíiblioteca Warburg, V,
Leipzig, 1928. p. 168). IC 7 a, 21
La marcha a través del arco del triunfo como rilo de peso-. -La marcha de los ejércitos, apre
tándose contra el estrecho vano de ia puerta se ha comparado a "pasar a través de una
estrecha hendidura', dándole el significado de un nuevo nacimiento-. Ferdinand Noack, Ei
triunfo y los arcos de triunfo ( Conferencias d e la Biblioteca Warburg, V, Leipzig, 1928. p
153). IC 7 a, 31
las fantasías sobre el ocaso de Parts son indicio de que no hubo recepción
de la técnica. En ellas se expresa la oscura conciencia de que con las gran
eles ciudades surgieron también los medios para convertirlas en polvo.
[C 7 a, 4]
Noack comenta -que el arco de Escipión no se levantaba sobre la vía pública, sino frente
a ella -adversas vlam , q u a in Capitoiium ascenditvr—... Con ello se determina el carácter
puramente monumental de estas construcciones, carentes de significado práctico-. Por olí i
parte, el sentido cúltico de estas construcciones se expresa tan perceptiblemente en su ah
lamiento como en su oportuno emplazamiento: -También ahí, donde... se alzan muchol
arcos posteriores, al principio y al final de la calle, junto a los puentes y sobre ellos, a U
entrada de los foros, en los límites de la ciudad... ha actuado por doquier para el romanu
un concepto que se concibe sagrado: el de límite o umbral- l ’erdinand Noack, 0 triunfa
y tos arcos de triunfo ( Conferencias de la Biblioteca Warburg. V, Leipzig, 1928, pp 162 y
169). (C 8, 1|
Sobre la bicicleta: «No hoy que engañarse, en efecto, acerca del alcance teol de la nuevo
cabalgadura de moda, que un poeta llamaba, recientemente, el cabollo del Apocalipsis», tal
Ilustración, 12 de junio de 1869, cil. en Vendredi, 9 de octubre de 1936 (louis Chéronet, «la
coin des Vieux» («0 rincón de los Viejos»]) |C 8, 2|
Sobre el incendio que destruyó el hipódromo: «Los comadres del barrio ven en ese sinies-
Iro la cólera del Cielo castigando el culpable espectáculo de los velocipedistas». Le Gofo/sJ
2 (¿3?) de octubre de 1869, cit. en Vendredi. 9 de octubre de 1936 |Louis Chérone!, «El rin
cón de los Viejos»), Kn el hipódromo se organizaban carreras ciclistas para mujeres.
IC 8, 31
Caillois quiere apoyarse en la novela negra, sobre todo en los Misterios del castillo de
Udollo. para explicar los Misterios de París y otras obras semejantes, en especial a causa de
la «importando preponderante de las cuevas y subterráneos». Roger Caillois, «Paris, mythe
moderne» [«París, mito moderno»)(N(ouvel/e) R(evue) f(rancaise) XXV, 284, 1 de mayo de
1937! p. 686) IC 8, 41
«Toda la orillo izquierda desde lo Tout de Nesle. hasta la Tbmbe Issoire... no es más que una
trompa de ambo abajo. Y sí las modernas demoliciones revelan los misterios de la superficie de
París, tal vez un día los habitantes de la orilla izquierda se despierten horrorizados al descubrir
los misterios de debajo.» Alexandre Dumas, les AAohicons de París [los moWonos de París], III,
París, 1863. IC8, 5)
«Esta inteligencia de Blanqui,.. esta táctica de silencio, esta político de catacumbas debían de
hacer vacilar o veces a Barbes como onte.. unas escaleras que se abren súbitamente y que se
hunden en los sótanos de uno cosa mal conocida.» Gustave Geffroy, L'enlermé [El olor o
cerrado], I, París, 1926, p. 72, IC 8, 6]
Messac cita ({Ij; •Detectiiv Motel- et l'influence de la pensée scientifique lEl -Detectiiie N ovato
y la influencia del pensam iento científica, París, 1929), p. 419) de Vidocq, Mémoires
[M em orial, XLV: «Poris es un punto en el globo, pero ese punto es una cloaca: en ese punto
desembocan todas los alcantarillas». [C 8 a, 1]
Sospechas sobre los conventos y los clérigos durante la Comuna; «Más aún que con oca*
sión de la calle de Picpus, lodo se puso en práctica para excitar, gracias a las cuevas de Saint-
Lourenl, la pasión popular. A la voz de 'a prensa se añadió la publicidad mediante la imagen.
Étienne Carjat fotografió, ‘con la ayuda de la luz eléctrica", los esqueletos... Después de Picpus,
después de Sainl-Laurenl, con algunos días de intervalo, el convento de la Asunción y la iglesia
de Nolre-Dame-des Vicloiies. Un viento de locura soplaba sobre la capital. En todas partes se
creía enconlrar cuevas y esqueletos» Georges laronze, Hisfoire de la Commune de 1871 [His
torio de ta Comuna de 1871], París, 1928, p. 370 [C 8 a, 41
1871 (:) «la imaginodón popular podía darse tienda suelto. Y bien que lo hizo. No hay jefe de ser
vicio que no haya pensodo en descubrir el medio de traidón deadidamente de moda, el subterráneo
En b prisión de Sainllozore se buscó el subterráneo que, desde la capilla, debía comunicar con
Argenteui!, es dear, franquear dos brazos del Sena y una decena de kilómetros en linea reda En Saint-
Sulpice, el subterráneo desembocabo en el castillo de Versalles». Georges Laronze, Historia de la
Comuna de 187/, París, 1928, p 399. IC 8 a, 51
cDe hecho, los hombres hobíon reemplazado al aguo prehistórica. Muchos siglos después de
que ella se hubiera relirado, habían comenzado un derramamiento semejante. Se hob'an des
plegado en los mismos huecos, alojados según los mismos cauces Ahí abajo, por el lado de
Sainl-Merri. del Temple, del Hólel de Ville, por les Halles, cerca de! cementerio de los Inocentes
y de la Ópera, en los sitios de donde o l agua le h o D Ía costado más salir y que habían quedado
rezumantes de infiltraciones o de arroyos subterráneos, es donde los hombres más completa
mente habían seturado el suelo los barrios más densos y los más adivos se asentaban todavía
sobre antiguas ciénagas.» Jules Romains, tes fiommes de bonne vo/onté [tos hombres de buena
vofunlad], I Le ó oclobre [El ó de octubre], Porís. (1932), p. 191. |C 9, ll
Baudelaire y los cementerios: «Tras los altos muros de las casas, hocia Montmarlre, hado
Ménilmontant, hacia Monlparnasse, imagina, al caer lo noche, los cementerios urbanos, esas
tres ciudades dentro de la grande, ciudades más pequeñas, en apauendo. que lo ciudad de los
vivos, pues ésta porece contenerlas, pero cuánto más vastas, en realidad, cuánto más populo
sos, con sus compartimentos apretados, escalonados en profundidod; y, en los mismos lugares
í'iguo»!
pot donde la mjltitud circula actualmente, plaza des Innocente, pot ejemplo, evoco los ontt
osarios nivelados o desaparecidos, tragados por las olas oel tiempo con lodos sus muetl iierlot, I
cono los barcos hundidos con su equipaje» Frangcis Potcnó, te vie douloureuse de Charles ;s Buu \
delaire (¿o vida doloroso de Charles Baudelaírej |le román des grandes exislences [ta novel®
de las grandes existencias]. 6), París, (1926), po 186187. (C9,-I
Léon Daudet sobre la vista de París desd«el Sacré Caeur. «Miramos desde arriba ese pue
blo de palacios, de monumentos, de casas, de chabolas, que parece lormado con vistas a un
cataclismo, o a muchos cataclismos, ya sean meteorológicos o sociales Aficionado a los san
tuarios situados en alto, que me azoten el espíritu y los nervios en el rigor salubre del viento, he
pasado horas en Fourviéres, mirando Lyon; en Notre-Dome de lo Garde, mirando Marsella; en
el Sacré-Cceur mirando Paris... Pues bien, en un momento dado, escuché en mi como un rebato,
como uno tara advertencia, y veía esas ires magnificas ciudades.. amenazadas de hundimiento,
de devastación por agua y fuego, de carnicería, de usura repentina, semejantes a bosques ful
minados en bloque Otras veces las veía corroídas por un oscuro mol, subterráneo, que hado
sjcumbir tales o cuales monumentos o barrios, lachadas enteras de altos residencias.. Desde
estos promontorios lo que mejor aparece es la amenaza La aglomeración es amenazante, el
trabajo enorme es amenazante; porque el hombre recesito trabajar, claro está, pero también
tiene otras necesidades... Tiene necesidad de aislarse y de agruparse, de gritar y de sublevarse,
de apaciguarse y de someterse... Finalmente se encuentra en él la necesidad suicida, y, en la
sociedad que forma, más viva que el l'amado instinto de conservación. Lo que también sor
prende cucndo se visita Paris, lyon o Marsella, desde lo alto a'el Sacré-Caeur, de Fourviéres, de
Notre-Dame de la Garde. es que Paris, Lyon y Marsella hayan durado.» Léon Daude'. Paris vécu
[París vivido], I. Rive droite [Orillo derecho], París, (1930), pp 220-221. |C 9 a. ll
«Desde Polibio poseemos ufa largo serie de antiguas descripciones de viejas ciudades célebres
cuyas hileros de cosas vacias se han derrumbodo lentamente, mientras que en sus foros y sus
gimnasios pastan los rebaños, y sus anfiteatros están cubiertos de mies de donde aún emergen
estatuas y Heimes. En el siglo v, Roma lenta la población de una aldea, pero los palacios de
sus emperadores eran todavía habitables» Oswald Spengler, Le déclin de l'Ocodenl [El ocaso
de Occidente], II, 1, Poris, 1933. p. 151. [C 9 a. 2)
D
[E l t e d io , eter n o r e t o r n o ]
•Este París [se. de Baudeloire] es muy diferente del Porís de Verlaine, el cual, no obstanle, yo ho
cambiado mucho. Uno es sombtio y lluvioso, como un París a que se le hubiera superpuesto la
Imagen de Lyon; el otro es blanquecino y polvoriento como un pastel de Raffaelli. Uno es osfi-
xanle; el olro aéreo, con nuevas construcciones, aisladas en lerrenos baldíos, y la barrera, no
lejos, de cenadotes marchitos.» Fran^ois Poiche, La vie douloureuse de Charles Baudelaire [La
vida doloroso de Charles Boudelaire], Poris, 1926, p. 119. [D 1, 2]
Que precisamente sobre el hombre vacío y frágil las potencias cósmicas sólo
actúan como un narcótico, lo muestra la relación de éste con una de las más
altas y suaves manifestaciones de esas potencias: el clima. Nada es más sig
nificativo que el hecho de que precisamente esta influencia profunda y mis
teriosa que ejerce el clima sobre los hombres haya tenido que venir a ser el
trasfondo de sus más vacías conversaciones. Nada aburre más al hombre
común que el cosmos. De ahí que para él exista la más estrecha relación
entre el clima y el tedio. Qué bella es la superación irónica de esta conducta
en la historia del inglés melancólico que, al despertarse una mañana, se pega
un tiro porque está lloviendo. O en Goethe: cómo supo explicar el clima en
sus estudios meteorológicos, hasta el punto de que uno está tentado a decir
que emprendió este trabajo con el único objeto de poder integrar en su vida
lúcida y creativa incluso el clima. [D 1,31
Baudelaire como poeta del Spleen de Porís: «Uno de las característicos esenciales de esta poe
sía es, en electo, el tedio en la bruma, tedio y niebla mezclados (niebla de las ciudades), en una
palabra, es el spleen» Franco» Porché, La vfia doloroso de Charles Baudelaire. París, 1926,
p. 184. ID l,4|
«Cuando los franceses fueron o Italia a defender los derechos de la corona de Francia sobre el
ducado de Milán y sobre e! reino de Nápoles. volvieron maravillados por las precauciones que
el genio italiano había encontrado contra el excesivo color; y, de la admiroción por los galenos,
pasaron a la imitación. El dima lluvioso de ese París, tan célebre por sus barros, sugirió los pilo
tes, que fueron una maravilla de los viejos tiempos, Se tuvo asi, más larde, la Place Royale. |Cosa
extrañaI Fue por los mismos motivos por los que. bo|o Napoleón, se construyeron las colles de
Rivoii, de Castiglione, y la famosa calle des Colonnes.» Asi vino también el turbante de
EgiptoO le diable ó París [Fl diablo en Poris], II, París, 1845, pp 11-12 |Bolzoc, Ce qui dispa
ran de París [lo que desaparece de París]).
¿Cuántos años separan la primera guerra citada, de la expedición napoleónica a Egipto? ¿Y
dónde está la calle des Colonnes? ID 1, 61
«Él explica que lo cale Grange-Baleliére es particularmente polvorienta, que uno se ensucia terri
blemente en la caite Réaumur.» louis Aragón, le paysan de Partí [0 campesino de París], París,
1926, p. 88 ID 1 a. 21
la felpa como criadero de polvo. Misterio del polvo jugando a la luz clel sol.
El polvo y la -habitación noble*. -Poco después de 1840 aparecen los muebles
franceses completamente acolchados, y con ellos alcanza una hegemonía
exclusiva el estilo lapicero -Max von Boehn, Die Mode im XIX. fabrbundert
[La moda en elsigla.w i, II, Munich, 1907, p, 131. Otros dispositivos para levan
tar polvo: la cola de los vestidos, "Últimamente h a vuelto a aparecer, también
al mismo tiempo, la auténtica cola, sólo que ahora, para evitar la suciedad de
la vía pública, se recoge con ayuda de un gancho y un cordón a la hora
de andar.- Friedrich Theodor Vischer, Mode und Zynismus [MotUt y cinismd,
Stuttgart, 1879. p. 12, ■ Polvo y perspectiva cerrada ■ [D i a, 31
l ‘n folletinisia de los años cuarenta, comentando el clima de París, constata que Comeillc
sólo ha hablado una vez de las estrellas (en el Cid), lo mismo que Racine del «sol», y afirma
que las estrellas y las flores se descubrieron por primera vez para la literatura en América,
gracias a Chateaubriand, haciéndose luego completamente parisinas. (Según Victor Méry,
Le climat de Paris\EI clima de París1, en El diablo en París, {vol. I, París, 18-45, p. 245).)
[O 1 a, 5]
A propósito de algunas imágenes lascivas: «No es el abanico, sino el paiaguas, la invención digna
de la época del rey guordío-nacional. |EI paraguas propicio a las fantasías amorosasl El paraguas
que sirve de discreto abrigo. La cubierta, el lecho de la isla de Robinson>- John GrandCarlerel, le
décaJíeté et Je reíroussé [0 escote y el orremcmgodo], H, fbrís, (1910), p. 56. ID 1 a. 6J
«Sólo aquí», ha dicho Chirlco, -se puede pintar. Las calles tienen tal escala de grises...»
[D 1 a, 71
«dar a este polvo un aspecto de consistencia bañándolo sn sangre.» louis Vueillot, Les odeurs
de Paris [Los olores de París], París, 1914, p. 12. ID 1 a, 101
«los construcciones del nuevo Paris muestran lodos los estilos, el conjunto no carece de derla
unidad, pues lodos esos estilos son del género tedioso, y del mós tedioso de los géneros
tediosos, que es el enfático y el alineado. ¡Ahneaáónl íFirmes! Parece que el Amphion de
esía ciudad sea cabo primero... / Impulsa cantidad de cosas fastuosas, pomposas, colosa
les: son tediosas; impulsa cantidad de adefesios: son también tediosos. / De esas grandes
colles, de esos grandes muelles, de esos grandes edificios, de esas grandes alcantarillas, su
fisonomía mal copiada o mol soñada guarda no sé qué que huele a fortuna súbita e irregu
lar. Exholon el tedio.» louis Vueillot, los olores de París, (París, 1914), p 9. ■ llaussmann ■
ID 2, 21
Pelletan describe su visita a tin rey de la Bolsa, un multimillonario; -Al entrar en el patio
de la mansión, un grupo de mozos con chalecos rojos se afanaban en cepillar media
docena de caballos ingleses Subí una escalera de mármol sobre la que pendía una gigan
tesca lámpara dorada, y encoraré en el vestíbulo a un criado de corbata blanca y gruesas
pantorrillas que me condujo a una gran galería acrístalada cuyas paredes estallan comple
tamente decoradas con camelias y plantas de invernadero. Algo como un secreto aburri
miento flotaba en el aire; al primer paso se respiraba una fragancia que recordaba al opio.
Se continuaba por una doble fila de postes sobre los que había papagayos de diversos paí
ses. Eran rojos, azules, verdes, grises, amarillos y blancos; todos parecían anhelar su tierra.
Al fondo de la galería se encontraba una pequeña mesa frente a una chimenea renacen
tista: es que a esta hora desayunaba el señor de la casa... Después de un cuarto de hora.
se dignó aparecer... Bostezaba, sotnnoliento, y parecía a punto de quedarse dormido en
cualquier instante; caminaba como un sonambulo. Su cansancio había impregnado los
muros de su mansión. I.os papagayos eran como sus pensamientos dispersos, encarnados
y sujetos a un poste...». ■ Inleríor ■ Rodenberg, París bel Sonnenscbeitt u n d Lam penlicbl
tParís a la lu z del sol y a la lu z d e las lámparas 1, (Leipzig, 1867), pp. 104-105. (D 2, 31
Rougemont y Gentil escenifican en las Varíeles las Fiestas francesas a Poris en miniatura. Se
traía de la boda de Napoleón 1con María Luisa, y se discuten las fiestas planeadas para la
ocasión. «Sin embargo», dice uno tle los personajes, *el rlempo no parece demasiado seguro.»
Respuesta: «Amigo mío, tranquilízate, ese día lo ha elegido nuestio soberano». Y a continua
ción entona una copla que comienza así:
«Sabemos que anle su mirada penetrante
El porvenir siempre se desvela.
Y cuando necesitamos buen tiempo
Lo esperamos de su estrella».
Cit. en Théodore Muref, l'fiisfoire por le ihéótre, 1789-1851 [Lo historia a través del teatro, 1789-
1851], I, Paris, 1865, p. 262. ID 2,4]
«esto tristeza diserta y plana que se Homo tedio » Louis Vueillol, Los olores de París, Paris, 1914,
p. 177 ID 2, 51
«Toda moda se reserva algunas piezas que causan un efecto especialmente rumboso, es
decir, que cuestan mucho dinero, porque enseguida se estropean, por ejemplo con la llu
via -Esto con motivo del sombrero de copa, ■ Moda ■ F. Th. Vischer, ■Vernünítige Gedan-
ken über die jetzige Mude- [-Pensamientos racionales sobre la moda de hoy-], {en Kritiscbe
Giinge [Disquisiciones críticasj. nueva serie, n.”3, Stutlgart. 1861), p. 124. ID 2, 6]
El tedio es un paño cálido y gris forrado por dentro con la seda más ardiente
y coloreada. En esle paño nos envolvemos al soñar. En los arabescos de su
forro nos encontramos entonces en casa. Pero el durmiente liene bajo todo
ello una apariencia gris y aburrida. Y cuando luego despierta y quiere con
tar lo que soñó, apenas consigue sino comunicar este aburrimiento Pues
¿quién podría volver hacia fuera, de un golpe, el forro del tiempo? Y sin
embargo, contar sueños no quiere decir otra cosa. Y no se pueden abordar
de otra manera los pasajes, construcciones en las que volvemos a vivir como
en un sueño la vida de nuestros padres y abuelos, igual que ei embrión, en
el seno de la madre, vuelve a vivir la vida de los animales. Pues la existen
cia de estos espacios discurre también como los acontecimientos en los sue
ños: sin acentos. Callejear es el ritmo de este adormecimiento. En 1839 llegó
a Paris la moda de las tortugas. Es fácil imaginar cómo los elegantes imita
ban en los pasajes, mejor aún que en los bulevares, el ritmo de estas criatu
ras. ■ Fláneur ■ [D 2 a, II
El trabajo industrial como base económica del tedio ideológico de las clases
superiores. -La desconocida rutina de una tortura laboral inacabable, en la
que una y otra vez se realiza siempre el mismo proceso mecánico, se parece
al trabajo de Sísifo; la caiga del trabajo, como la roca, recae siempre una y
otra vez sobre los exhaustos trabajadores.- Friedrich Engels, Die Lage der
cubeitenden Klasse in F.ngland [La situación de la clase trabajadora en Ingla
terra, (Leipzig, -1848). p. 217 (cit. en Marx, ¡Capital [El capital, I, Hamburgo,
1922, p. 388). ID 2 a, 41
El sentimiento de una «imperfección incurable» (cfr. tos placeres y los días, cit.
en Homena/e de Gide) «en la esencia misma del presenle» quizá fuera para
Proust la razón principal que le llevó a indagar la sociabilidad mundana
hasta en sus últimos repliegues, y es quizá uno de los principales motivos
de las reuniones sociales de todos los hombres. tD2 a, 51
Sobre los salones: -lin todas las fisonomías se mostraban las huellas inequívocas del tedio,
y las conversaciones eran en general serias, escasas y poco animadas La mayoría vei.in el
baile como una obligación que había que cumplir por ser de buen tono. Y además la afir
mación de que -quizá en ninguna reunión social de una ciudad europea se descubran ros
tios menos alegres, risueños y animados que en los salones de París;... más aún, en nin
gún lugar de la sociedad se oyen más quejas que aquí -en pane porque está de moda, en
parte por convicción- sobre el tedio insoportable-, -Una consecuencia natural de ello es
que en las reuniones predomina una calma y tranquilidad como no se aprecia, salvo en
casos de excepción, en las grandes reuniones sociales de otras ciudades.- Ferdinand von
Gall, Paris uttdseine SaJons [París y sus salonei, I, OWenburg, 1844, pp. 151-153 y 158.
[D 2 a, 6]
Jugador de ajedrez en el Café de ia Régence: «Se velón allí algunos hábiles ¡ugodores que
jugaban su partida de espaldas al tablero: les bastaba que se les nombrara a coda jugada la
pieza que el adversario habla tocado, para que estuvieran seguros de ganar». Histoire des
Cafés de Parts [Historio cíe los calés de París), París, 1857 p- 87, ID 2 a, 91
•En suma, el arle clásico urbano, después de haber dado sus obras maestras, se había esterili
zado en la época de los filósofos y de los productores de sistemas: el siglo xvn declinante había
alumbrado innumerables proyectos; la Comisión de bs Artistas los había reunido formando
cuerpo de doctrina, el Imperio los aplicaba sin originalidad creadora. Al estilo clásico flexible y
vivo le sucedió el pseodoclósico, sistemático y rígido. El Aico del Triunfo reproduce la puerto
Louis XIV. la Colonne eslá copiada de Roma. La Modeleine, la Bolsa y el Palois-Bourbon son
lemplos anliguos.» lucien Dubech, Pierre d'Espezel, Misto/re de Poris |His1ona de Poris], Poris,
1926, p. 345. ■ Interior ■ ID 3, ll
«El primer Imperio copió los arcos de triunfo y los monumentos de los dos siglos clásicos. Des
pués, creyeron reinvenlai reanimando modelos más alejados: el Segundo Imperio imitó el Rena
cimiento, el gótico, el pompeyano. Después, caemos en la época do la vulgaridad sin estilo.»
Lucien Dubech, Pierre d'Espezel, Historia de Poris, Paris, 1926, p. 464. ■ Interior ■ [D 3, 2]
Anuncio del libro de Benjamin Gastineau lo vida en ferrocarril; <La vida en ferrocarril es un arre
batodor poema en prosa Es la epopeya de lo vida moderno, siempre apresurada y turbulenta,
el parorama de la alegiía y de bs lágrimas que pasan como el polvo de los raíles cerca de bs
toldos del vagón» Pot Benjamin Gastineau. Pons en rose [París en roso], Paris, 1866. p. 4.
ÍD 3, 3)
Uno no debe dejar pasar el tiempo, sino que debe cargar tiempo, invitarlo a
que venga a uno mismo. Dejar pasar el tiempo (expulsarlo, rechazarlo): el
jugador. El tiempo le sale por todos los poros. - Cargar tiempo, como una
batería carga electricidad: el fláneur. Finalmente el tercero: carga el tiempo
y lo vuelve a dar en otra forma -en la de la expectativa-: el que aguarda.
ID 3, 41
«Los estratos calcáreos recientes sobre los que se asienta París se convierten muy fácilmente
en un polvo que, como texto polvo calizo, es muy doloroso para los ojos y para el pecho.
La lluvia no lo remedia en absoluto, porque absorbe rápidamente el agua, y la superficie
se vuelve a quedar seca enseguida.* -A ello hay que añadir el gris desteñido de los edifi
cios, construidos todos de la misma frágil caliza que se agrieta en París; las tejas amari
llentas, que se vuelven de un negro sucio con las años; las chimeneas altas y anchas, que
desfiguran incluso los edificios públicos... y que en algunas zonas del casco antiguo se
amontonan de tal manera que apenas se puede ver entre ellas." J. F. Benzenberg, liríefe
Reschrieben auf eitter Reine nacb l'tiris [Cartas escritas en un viaje a Penis], I, Dortmund,
1805, pp. 112 y 111. ID 3, 51
•Engels me contó que Marx le explicó por primera vez el determínismo económico de su
teoría del materialismo histórico en 1848, en el Café de la Régence de Paris, uno de los pri
meros f o c o s de la Revolución de 1789.- Paul Lafargue, •Pcrsünliche Erinnemngen an Frie-
drich Engels- I-Mis recuerdos de Friedrlch Engels»), Die Ncue ZoitXX III, 2 (15)05), Stuttgart,
p. 558. ID 3, 61
Tedio: como índice de participación en el dormir del colectivo. ¿Es por eso
elegante, hasta el punto de que el dandi procura exhibirlo? ID 3, 71
Máximas de la pintura estilo imperio: «Los nuevos artistas no admitían más que "el estilo
heroico, lo sublime'’, y lo sublime sólo podía ser alcanzado con 'el desnudo y el ropaje” ., los
pintores debían buscar sus inspiraciones en Plutcrco o en Homero, en Tilo lino o en Virgilio, y
escoger preferentemente, según la recomendación de David a Gros_, ‘lemas conocidos por
lodo el mundo’ .. los lemas socados de b vida contemporáneo eran, a causa de los trajes, indig
nos del ’gian arle'». A Male! y P GrJIel, XM* siéc/e [Srgfo xix], Paris. 1919, p. 158 ■ Moda ■
ID 3 a, 21
«|Hombre feliz, el observador! Para él el tedio es una palabra carente de sentido.» Victor Four-
nel, Ce qu'an voit dans les rúes de Paris [lo que se ve en tos calles de París], París, 1858. p. 271.
ID 3 a. 31
Vuelta de las Courses de la Marche: «El polvo ha superado todas las esperanzas. Las elegan
cias envejecidas de la Marche están casi sepultadas, o la manera de Pompeya, y hay que desen
terrarlos a golpe de cepillo, por no decir a golpe de pico>. H. de Péne, París intime [París Mimo],
París, 1859, p. 320. ID 3 a, 51
«La introducción dei sistema Mee Adam para ei pavimento de los bulevores dio nacimiento a
numerosas caricaturas. Cliam muestro o los parisinos cegados por el polvo y propone levantar
una estatua, con esta inscripción: '¡A Macadam, los oculistas y los vendedores de lentes, agía
decldosl". Otros representan a los paseantes encaramados o zancos, recorriendo de ese modo
los ciénagas y los terrenos pantanosos,» Poris sous la République de 1848 [París bajo la Repú
blica de 1848], Exposición de la Biblioteca y de los trabajos históricos de la ciudad de Poris,
1909 [Poete. Beaurepaire, Clouzot, Hennol], p. 25 [D 3 a, 6]
«Unicamerle Inglaterra podía producir el dandismo; Francia es ton incapaz de producir su equi
valente como lo es su vecina de ofrecer el equivalente de nuestros... leones, tan solidtos en agra
dar como desdeñosos los dandis... D'Orsay... agradaba natural y apasionadamente o lodo ei
mundo, incluso a los hombres, mientras que los dand:s sólo agradaban desagradando-,, Del león
ol pisaverde hay un abismo; pero ¡qué abismo ’an distinto entre ol pisaverde y el pequeño cala
vera!» Lorausse(, Grana1diclionnoíre universeí,) du dix-rleowéme s.écíe [Lorousse, Groo dicciona-
no universa/ de/ siglo Jíw], (VI, París, 1870 (arte dandi), p 63) ID 4. 1]
En el antepenúltima capitulo de su libro Paris desde sus orígenes fias.'a el año 3000, París.
]K86, \jto Claretie habla tic una cubierta protectora de planchas de vidrio que se alza .sobre
la dudad cuando llueve -en el año 1987-. «En L987> reza el título de esle capítulo. ID 4, 2]
En relación con Chodruc-Duclos: «Era lol vez el vestigio de algún viejo y áspero
ciudadano de Herculano que, habiendo escopado de su lecho subterráneo, regre
saba acribillodo por mil cóleras volcánicas y vivía en la muerte». Mémoires de Cho
druc-Duclos, recueill/s el pvbliés par J Arogo el Edouard Gou/n [Memoras de Cho
druc-Duclos, Recogidas y publicadas por J. Arago y Édouard Goum], I, París, 1843,
p. ó ¡Prefacio). El primer Jláneur de entre los desclasados. [D 4, 31
El mundo en que nos aburrimos. «Pero si uno se aburre en él, ¿qué influencia puede tener?» —
«|Qué inlluencioL. ¿Qué influencia, del tedio, er nosotros?.. Ipues enorme! ¡considerableI El
francés, velo tú mismo, siente hacia el tedio un horror que llega o la veneración. Para é!, el tedio
es un dios terrible cuyo culto es lo manera de vestir Sóío comprende lo setvo bajo esto forma »
Édouard Poilleron, Le monde oú Con sennure [Ei mundo en que nos ebummos] [i881), I, 2
(Édouard Poilleron, Théálre complet [Teatro completo], III, París, (1911), p. 279(|). |D 4, 4)
Michelet «hace una descripción, llena de inteligencia y de piedad, de la condición, hada 1840,
de bs primeros moniobros especializadas. He aquí 'el infierno del tedio" en los tejidos: 'Siem
pre. siempre, siempie, es la palabra invaiíable con que atrueno nuestro oído el lodar automático
con que tiemblan las planchas. Nunca se acostumbra uno a él' A veces los observaciones de
Michelet (por ejemplo, sobre la ilusión y los ritmos de los oficios) aventajan intuitivamente a los
análisis experimentales de os psicólogos modernos». Georges Fiiedmonn, Lo cnse du progres
[La crisis del progreso], Patts, ( 1936), p. 24 4 [La cita de Michelet procede de su libro El pueblo,
París, 1846, p. 83.1 ID 4, 5]
«de* plantón» en el sentido de «hocer esperar» pertenece al aigot del ejército revolucionario y
del imperial (Según Brxinot. Histoire tle la langttefmnfaise Historia de ¡a letigua francesaX,
I
IX, LaRéivhition elI'Empirella RevoluciónyeUmperid, París, 1937, (p 997).) ID 4, 61
Vida parisina^-) -Como un somvnir tras el cristal aparece París en aquella carta de reco
mendación que el barón Stanislas de Frascata entrega a Gondremarck para Metella. K1 remi
tente, ligado al suelo patrio, se queja de añorar desde su “fría tierra’ los festines de cham
pán, el boudolr azul celeste de Metella, las cenas, las canciones, la ebriedad A sus ojos,
París resplandece: es un lugar en el que se han abolido las diferencias de clase, una ciu
dad llena de calor meridional y de frenética vida. Metella lee la carta de Frascata, y mien
tras la lee. la música ilustra la imagen esplendorosa de este pequeño recuerdo con enorme
melancolía, como si Paris fuese el paraíso perdido, y con tal felicidad, que lo hace equi
valente al paraíso prometido. Cuando luego continúa la traína, surge la impresión inevita
ble de que esta imagen empieza a cobrar vida-, S. Kracauer. Jacques OJfeuhacb und das
Parts seinerZeit [Jacques Offenbacb y el Paris de su tiem pd, Amsterdam, 1937, pp. 348-349.
(D 4 a, l|
«0 Romanticismo desemboco en uno leona del ledio. el sentimiento moderno de lo vida en uno
leona del poder o. por lo menos, de la energía.. El Roraanfidsmo, en electo, marco lo tomo de
conciencia por el hombre de un conjunto de instintos en cuya represión la sociedad esto muy
inieresoda, pero, paro uno gian parte. Done de manifiesto el abandono de la lucha El escritor
romántico... se vuelve horio una poesía de refugio y de evasión la tentativa de Baizoc y de
Baudelaire es exactamente la inversa y tiende a integrar en la vida los postulados que los tomón-
ticos se resignaban o saftsfocer sólo en el terr&no del arte.. Por eso, esta empresa está muy
entroncada con el mito que significa siempre un aumento del papel de la ¡moginoctóo en la
vida.» Roger CoiUois, «Paris mythe modeme» [«Pcrís, mito moderno») (Nouvefle Revue Francoise
XXV, 284, 1 de moyo de 1937, pp. 695 y 697( [D 4 a, 2]
Baudelaire en el ensayo sobre Guys: «El dandismo es una vaga institución, tan tara como el
duelo, muy antiguo, puesto que Césat, Catilina. Alcibiodes nos proporcionan ejemplos búllan
les; muy general, puesto que Chateaubriand lo fia encontrado en los bosques y al borde de
los lagos del Nuevo Mundo». Baudelaire. L arl romanlique [El arle romántico], París, p 91.
ID 4 a, 4|
El capítulo sobre Guys en El arle romántico a propósito de los dandis: «Todos son repre
sentantes de esla necesidad, demasiado rara en la actualidad, de combatir y destruir lo tri
vialidad... El dandismo es el úllimo estallido de! heroísmo en las decadencias; y el Upo del
dandi encontrado por el viajero en América del Norte no invalida de ninguna manera esla
idea; pues nada Impide suponer que las tribus que llamamos salvajes sean los vesliglos de
grandes civilizaciones desaparecidas... ¿Necesito decir que M. G., cuando esboza uno de
sus dandis sobre el papel, le da siempre su carácter histórico, legendario incluso? jM e atre
vería a decirlo, si no fuera cuestión del tiempo presente y de cosas generalmente consideradas
como jugueteo»?». Baudelaire, El arle romántico, (lomo III, ed, Hachelte), Parts, pp. 94-95,
ID 5, 1]
Así formula Baudelaire la impresión que debe despertar el perfecto dandi: «He aquí lal vez
un hambre rico, pero con más certeza un Hércules sin empleo». Baudelaire, El arle romántico,
París, p, 96. [D 5, 2]
La m ultitud com o remedio supremo contra el tedio aparece en el ensayo sobre Guys; «Todo
hombre, decía un día M. G. en una de esas conversaciones que él Ilumina con una mirada
intensa y un gesto evocador, todo hombre... que se aburre dentro de ía multitud |es un neciol,
(un necio!, |y lo desprecio!». Baudelaire, El arleromántico, p. 65, [D 5, 31
De entre todos los motivos que Baudelaire ha conquistado por vez primera
para la expresión lírica, hay uno que podría preceder a lodos; el mal tiempo.
ID 5, 4]
La conocida anécdota del actor Deburau, enfermo de tedio, atribuida a un tal -Carlin-, cons
tituye el plato fuerte del -Elogio del tedio», composición en verso de Charles Boissiére de la
société philotechñique, Paris, 1860. - Carlin esun nombre de perro basado en el nombre de
pila de un arlequín italiano. TD 5. 51
«la monotonía se alimenta de lo nuevo.» jean Vaudal, El cuadro negro (cit en E. Jaloux, <l'espril
des l'rvres» |«EI espíritu de bs libros»], NouveJIes liftéraires, 20 de noviembre de 1937). ID 5, 61
Sobre Lo eternidad por los astros: Blanqui, que a un paso de la tumba sabe
que el Fort du Taureau es su última prisión, escribe este libro para abrirse
las puertas de nuevas mazmorras. [D 5 a, I]
Sobre La eternidad por los astros: este escrito despliega el cielo en el que los
hombres del siglo xix ven detenerse a lasestrellas. ID 5 a, 31
De lo eternidad por los osIros de Blanqui: «¿Qué hombre no se encuentra o veces ante dos comi
nos? Aquél del que se desvie le producirla una vida muy diferente, aunque dejándole la mismo indi
vidualidad, Uno conduce a la miseria, a la vergüenza, a la servidumbre. Olro lleva a (o gloria, a la
libertad. Aquí una mujer encantadora y la felicidad, allí una furia y la desolación Hablo paia los
dos sexos. Se escojo al azor o por eiección, poco importo no se escopo a la fotolidod. Pero la
fatalidad rvo tiene sffio en sf mfinSo, que no confcce en absoluto la alternativa y tiene lugar pato
íodo. Existe una tierra donde el hombre sigue la vía desdeñada en la olro por e! sosia. Su existen
cia se desdobla, un globo para cado uno, después se bifurca por segunda, por tercera vez, miles
de veces, Así poseo sosias completos e innumerables variantes de sosias, que multiplican y repre
sentan siempre su persona, pero que sóta loman jirones de su destino. Todo lo que aquí abajo se
habría podido ser se es en alguna otra parte. Además de su existencia entera, desde el nacimiento
hada lo muerte, que vivimos sobre multitud de tierras, las vrvimos bap odas diez rrWÍ ediciones dife
rentes*. Cit en Gustave Geffroy, (.'enfermé [El olor a cerrado], Paris, 1897 ^ p 399, ID 6, II
De la conclusión de la eternidad por los ostros; «Lo que escribo en este momento en un cala
bozo del Fort du Taureou lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, sobre uno mesa, con
una pluma, con estas ropas, en circunstancias completamente semejantes» Cit. Gustave Geffroy,
El olor o cerrado, París, 1897, p, 401. Comenta ;i continuación GefFroy: «Escribe asi su suerte
en el número sin fin de los astros y en lodos los instantes del liempo. Su calabozo se multiplica
hasta lo incalculable. En el universo entero, él está encerrado lo mismo que lo eslá en lo tierra,
con su fuerza rebelde y su pensamiento libre». [D 6, 2]
De la conclusión de La eternidad por los asiros: *A esta hora la vida entera de nuestro planeta,
desde el nacimiento hasta la muerte, se trocea, día a día, en minadas de astros hermanos, con
todos sus crímenes y sus desdichas lo que llamamos progreso está encerrado entre cuatro pare
des er coda tierra y se desvanece con ella Siempre y en todas partes, en el campo terrestre, el
mismo drama, la mismo decoración, en el mismo angosto escenario, una humanidad ruidosa,
engreída con su grandeza, creyéndose el universo y viviendo en su prisión como en una Inmen
sidad, para hundirse enseguida con el globo que ha llevado con el más profundo desdén, el
lardo de su orgullo, la misma monotonío, el mismo Inmavilismo en los astros extranjeros. El uni
verso se repite sin fin y piafa sin moverse del sitio*. C¡l en Gustave Gelfroy, El olor a cerrado,
París, 1897^ p. 402. ID 6 a, IJ
Blanqui subraya explícitamente el carácter científico de sus tesis, que no tendrían nada que
ver con las fantasías de Fourier. {«)Hay que llegar a admitir que coda combinación particular
de lo material y de lo personal 'debe repetirse miles de millones de veces para hacer frente a
las necesidades del infinito^")». Cil. en Gustave Geffroy, El olor a cerrado, París, 1897, p, 400.
[D 6 a, 2]
Misantropía de Blanqui: «las variaciones comienzan con los seres onimodos que tienen deseos,
dicho de oho modo, caprichos. Desde que los hombres mtervenen en lodc, la fantasía interviene
ccn ellos. No es que puedan afectar mucho al planeta... Su turbulencia no perturba nunca seria
mente la marcha natural de los fenómenos físicos, pero ella trastorna a la humanidad. Hay que
prever, pues, osla Influencia subversiva que desgorra a las naciones y derroca a los imperios.
Claro es que esas brula'idades se reaiizor sin ni siquieia arañar la epidermis terrestre la des
aparición de los perturbadores no dejaría huella ae su presencia supuestamente soberana, y
bastaría para devolver a lo naturaleza su virginidad apenas ligeramente rozada» Blanqui.
l éternité (par /es as/res [la eternidad por ¡os ostros]), pp. 63-64. ID 6 a, 31
Capítulo final (VIII Resumen) de Lo eternidad por los asiros de Blanqui: «El universo entero
está compuesto por sistemas estelares Para crearlos la naturaleza sólo tiene cier cuerpos srm
pies o su disposición. Pese al prodigioso partido que ella sabe sacar de sus recursos y el
número incalculable de combinaciones que permiten o su fecundidad, el resultado es necesa
riamente un número finito, como el de los propios elementos, y paro llenar lo extensión, la natu
raleza debe repetir hasta el infinito cada una de sus combinaciones originales o tipos. / Todo
aslro, sea cual fuere, existe un número infinito de veces eri el tiempo y en el espacio, rio sola
mente bajo uno de sus aspectos, sino tal como se encuentra en cada uno de los segundos de
su duración, desde el nacimiento hasta la muerte. Todos los seres repartidos por su superficie,
grandes o pequeños, vivos o inanimodos, comparten el privilegio de esta perennidad. / la Tie
rra es uno de esos astros. Cualquier ser humano es, por tanto, eterno en cada uno de los segun
dos de su existencia Lo que escribo en este momento en un calabozo del Fort du Taureau lo
he escrito y lo escribiré durante la eternidad, sobre una mesa, con una pluma, con estas ropas,
en circunstancias completamente semejantes. / Todos estas tierras se abisman una Iras olra en
las llamas renovadoras, paro volver o renacer y recaer en ellas de nuevo, flujo monótono de
un reloj de arena que se invierte y se vacía él mismo eternamente. Es de nuevo siempre viejo,
y de viejo siempre nuevo. / ¿Podrán, no obstante, los curiosos de vida ultraterrestre sonreír ante
una conclusión matemática que les otorgo no solamente la inmortalidad, sino la eternidad? El
número de nuestros sosias es infinito en el tiempo y en el espacio. En conciencia no se puede
apenas exigir más. Estos sosias lo son en carne y hueso, e incluso en pantalón y gabán, en miri
ñaque y en moño. No son fantasmas, sino la actualidad eternizada. / Sin embargo, ahí tene
mos un gron defecto: no hay piogreso. Desgraciadomente, no. Son vulgares reediciones, repe
ticiones Eso fueron los ejemplares de los mundos pasados, y eso serón los de los mundos
futuros. Únicamente el capitulo de los bifurcaciones permanece abierto a la esperanza No
olvidemos que lodo lo que se podría haber sido aquí obajo, se es en algún otro lugor distinto.
/ El progreso sólo está aquí abajo pora nuestros sobrinos. Tienen más suerte que nosotros.
Todas las cosas hermosas que verá nuestro globo ya las han visto nuestros fuluios descendientes,
los ven en este momento y las verán siempre, por supuesto bajo la forma de sosias que les han
precedido y que les seguirán. Hijos de uno humanidad mejor, ellos ya se han mofado bien de
nosotros y nos han abucheado sobre las lierros muertas, pasando por ellas después de nos
otros. Continúan fustigándonos en las tieiras vivas de las que hemos desaparecido, y nos per-
seguirán para siempre con su desprecio en los tierras que están por nacer. / Ellos y nosotros,
y lodos los huéspedes de nuestro planeta, renacemos prisioneros del momento y del lugar que
los destinos nos asignan en la serie de sus avalares Nuestra perennidad es un apéndice de la
suya. No somos sino fenómenos pa'ciales de sus resurrecciones. Hombres del siglo xtx, lo hora
de nuestras apariciones está fijoda para siempre y nos trae siempre o los mismos, lodo lo más
con la perspectiva de felices variantes. No hay nada ahí para halagar mucho la sed de lo
mejor. ¿Qué hacer? No he buscado mi placer, he buscado la verdad. No hoy aquí revelación,
ni profeta, sino una simple deducción del análisis espectral y de la cosmogonío de laplace.
Esos dos descubrimientos nos hacen eternos. ¿Es una ganga? Aprovechémosla. ¿Es una misti
ficación? Resignémonos. /... / En el fondo esto eternidad del hombre por los astros es melan
cólica, y mós triste aún este secuestro de los mundos hermanos mediante la Inexorable barrera
del espado. |Pcsan tantas poblaciones idénticas sin haber sospechado su mutua existencial
Se la descubre finalmente en el siglo xix. Pero ¿quién querrá creerlo? / Y además, ¡hasta aquí
el pasado representaba para nosotros la barbarie, y el porvenir significaba progteso, ciencia,
felicidad, ilusión! Ese pasado ha visto desaparecer en todos nuestros globos-sosias las más
brillantes civilizaciones, sin dejar una huella, y seguirán desapareciendo sin dejarlas tampoco.
¡El porvenir volverá o ver en los miles de millones de tierras las ignorancias, las estupideces,
las crueldades de nuestras antiguas edades! / A esla hora la vida entera de nuestro planeta,
desde el nacimiento hasta la muerte, se troce^i, día a día, en miríadas de ostros hermanos,
con todos sus crímenes y sus desdichas, lo que llamamos progreso eslá encerrado entre cua
tro paredes en cada tierra y se desvanece con ella. Siempre y en todas parles, en el campo
terrestre, el mismo drama, la misma decoración, en el mismo angosto escenario, una humoni-
dad ruidoso, engieída con su grandeza, creyéndose el universo y viviendo en su prisión como
en una inmensidad, para hundirse pronto con el globo que ha llevado con el más profundo
desdén, el fardo de su orgullo. La mismo monotonía, el mismo inmovilismo en los astros extran
jeros. El universo se repite sin fin y piafa sin moverse del sitio». A. Blanqui, La eternidad por los
ostros Hipótesis astronómica, París, 1872, pp. 73-76. El pasaje que falta se recrea en la
<onsoloción» con la idea de que los seres queridos que ya no están en la tierra acom
pañan en otra estrella y en este momento, en cuanto dobles, a nuestro doble.
ID 7; D 7 a]
•Pensemos este pensamiento en su forma más terrible: la existencia, tal como es. sin sen
tido ni meta, pero retornando inevitablemente, sin un final en la nada: "eleterno retorno".
[p. 451. Nosotros negamos las metas finales: si la existencia tuviera una. ya se habría alcan
zado- Friedrich Nietzsche. Gesammelte Werke l Obras completad, XVIII, Múnich, (1926),
p. 46 (.Der Wille zur Machi [La noluntad depodeA , libro primero). ID 8. Il
•La doctrina del eterno retomo tendría presupuestos eruditos.- Nietzsche, Obras completas,
XVIII, Múnich, p. 49 ( La voluntad de poder, libro primero). ID 8, 21
•Pero la vieja costumbre de imaginar metas en todo lo que sucede..., es lan poderosa que
el pensador tiene que esforzarse para no volver a pensar como intención la falla de meta
del mundo. En esta trampa -la de que el m undo evita intencionadamente una meta...-
caerán todos aquellos que buscan conferirle al m undo la capacidad de la eterna nove
dad Ip. 3691. El mundo, en cuanto fuerza, no puede pensarse ilimitado, pues no puede
ser pensado así.. Por tanto; al mundo le falta la capacidad de la eterna novedad * N’ietzs-
clie, Obras completas, XIX, (Munich, 1926), p. 370 ( to v o lu n ta d d e poder, libro cuarto).
ID 8, 31
■E! mundo... vive de sí mismo: sus excrementos son su alimento * Nietzsche. Obras com
petas, XDC, p. 371 (La voluntad de poder, libro cuarto). ID 8, 4]
El mundo -sin meta, si es que en la felicidad del círculo no hay una meta, sin voluntad, si
es que un anillo no tiene para sí mismo buena voluntad». Nietzsche, Obras completas, XIX,
Munich, p. 374 ( l a noluntad de poder, libro cuarto). [D 8, 51
Sobre el eterno retorno: -El gran pensamiento como cabeza de medusa, todos los im pul
sos dt'l m undo se inmovilizan, una agonía helada-. Friedrich Nietzsche, O bras com ple
tas, XIV', Munich, (1925). del N a c b ta fi [F ragm entos p ó stu m o A , 1882-1888, p. 188.
(D 8, 61
•Hemos creado el más pesado pensamiento: .creemos ahora el ser para el que resulte
liviano y dichoso!- Nietzsche, Obras completas, XIV, Munich, del Fra,límenlos postumos,
1882-1888, p. 179. [D 8. 7]
En la idea del eterno retorno, el historicismo del siglo xtx tropieza con
sigo mismo. Según esta idea, toda tradición, incluida la más reciente, se
convierte en algo que ya se ha dado en la impensable noche de los tiem
pos. La tradición adquiere con ello los rasgos de una fantasmagoría en la
que la prehistoria sale a escena vestida con las más modernas galas.
[D H a, 21
La eternidad por los astros se escribió cuatro o a lo sumo cinco años después
de la muerte de Baudelaire (¿por la misma época que la Comuna de París?).
Se muestra en este escrito lo que las estrellas ocasionan en ese mundo del
que Baudelaire, fundadamente, las excluyó. ID 9. i|
Lowith califica la -nueva adivinación- de Nietzsche como -... la unidad... en primer lugar,
de la adivinación mediante las estrellas del cielo y, en segundo lugar, mediante la nada,
que es la última verdad en el desierto de la lil>erlad del propio poder-, lo w ith , p. 81.
ID 9, 6J
De «Las estrellas» de Lamartine:
«Entonces esos globos de oro, esos islas de luz,
Que por instinto busca el párpado soñador,
Brotan a millares de la sombra que huye.
Como un polvo de oro sobre los pasos de la noche;
Y el aliento de la tarde que vueia sobre su hueílo
Los propcga en torbellinos dentro del espacio brillante.»
Dislocación del infierno: «¿Y cuáles finalmente el lugar delas penas? Todas las
regiones del universo de una condición análoga a la tierra y peores incluso». Jean
Reynaud, Ierre el Ciel ¡Tierra y cielo], París, 1854, p. 377 Este libro, de una nece
dad desacostumbrada, hace pasar su sincretismo teológico, su filosofía reli
giosa, como si fuera la nueva teología La eternidad de las penas del infierno
es una creencia herética: «la antigua trilogía Tierra, Cielo e Infierno se halla, pues,
finalmente reducida a la dualidad drufdlca Tierra y Cielo». P.XIII. ID 9 a, 31
«Llegué el primero; yo estaba hecho para esperarlo.» J. J. Rousseau, Les con/essions [Las confe
siones), III, París, ed. Hilsum, {1931), p 115. 9
ID a, 51
Primer anuncio de la doctrina del eterno retomo al final del cuarto libro de La gaya cien
cia -Qué pasaría si un día o una noche se escurriese un demonio en tu soledad más soli
taria y te dijera: "Esta vida, tal como la vives ahora y la has vivido, la tendrás que vivir otra
vez. y aún incontables veces; y nada en ella será nuevo, sino que volverán de nuevo a li
todos los dolores, placeres, pensamientos y suspiros, todo lo indeciblemente pequeño y
grande de tu vida, y todo en él mismo orden y sucesión; también esta araña y esta luz de
luna entre los árboles, y también este instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la
existencia se le da una y otra vez la vuelta -¡y tú con éL polvo del polvo!” ¿No... maldeci
rías al demonio que habló así? ¿O has vivido alguna vez un instante inmenso en el que le
responderías: “jeres un dios y jamás escuche' nada más divino!'?-. (Cit- en Lówith, La filoso-
fia n ie tzse b e a n a del eterno retorno (de lo mismo, Berlín, 1935), pp. 57-58,0) H> 10, 1|
Hay que confrontar ta eternidad por ¡os ostras con e0) espíritu del 4R, tal como está pre
sente en fierra y cielo de Reynaud. Sobre ellft, Cassoo: *£) hombre, ol descubrir su de simo
terrestre, sienle uno especie de vértigo, y no puede conformarse inmediatamente a esle único
deslino terrestre. Es preciso que le asocie la mós vasla inmensidad posible de tiempo y de espo-
cio. Y es bajo s j dimensión más extensa como quiere embriagarse de ser, de movimiento, de
progreso. Solomenle entonces puede con (oda confianza y con lodo orgullo pronunciar eslas
sublimes palabras del propio Jean Reynaud: "Durante mucho liempo he practicado el universo"»,
«No encontramos nada en el universo que no pueda servir para elevarnos, y solamente pode
mos elevarnos realmente ayudándonos con lo que nos o-írece el universo. Las astros mismos, on
su sublime jerarquía, no son sino grados superpuestos, gracias a los cuales oscendemos pro
gresivamente hacia el infinito.» ( k an) Cassou, Qucranfe-huir [Cuarenta y ocho], (París, 1939),
pp. 4 9 y 4 8 [D 10, 41
La esencia del acontecer mítico es retorno. En él, corno figura oculta, se ins
cribe la inutilidad que llevan escrita en la frente algunos héroes del sub-
mundo (Tántalo, Sísifo o las Danaides). Volviendo a pensar en el siglo xtx el
pensamiento del eterno retorno, Nietzsche representa a aquel en quien la
fatalidad mítica se cumple de nuevo. (La eternidad de los castigos del
infierno quizá haya suavizado en la Antigüedad el aspecto más terrible de la
idea del eterno retorno. Pues se pone así la eternidad de las penas en el
lugar que ocupaba la eternidad de un proceso circular.) (D 10 a, 41
Carácter perspectlvístico del miriñaque, con sus múltiples volanies, Se llevaban bajo él
como mínimo de cinco a seis enaguas. [E 1, 2|
Retórica panorámica, figuras oratorias perspcctivísticas: -la figura de mayor electo, que por
lo demás utilizan todos los oradores franceses en la cátedra o en la tribuna, es algo así
como; ‘Hubo un libro en la Edad Media que reflejó el espíritu de su liempo como un
espejo los rayos ardientes del sol, un libro que como una jungla primitiva se alzó en mayes-
tática gloria a los cielos, un libro en el que -un libro para el que-, en fin, un libro, que
-en el que, mediante el que (siguen las más prolijas designaciones)-, un libro -un libro-,
este libro fue La divina comedia. Gran aplauso"". Karl Gulzkow, B riefeaus ¡’aris [Carlas de
París], II, Leipzig, 1842, pp. 151-152. [E 1, 3]
«En París... huyen, como si olieron o cerrado, de los pasajes que durante tonto liempo estuvieron
de modo, los pasajes mueren. De cuando en cuando se cierra uno, como aquel Irisle posa|e
Delorme. donde, en el desierto de la galería, figuras de mujer, de una antigüedad de pocotilla,
bailaban a lo lorgo de las tiendas en arcadas coma evocaciones de una Pompeya traducida
por Guerinon Hersenl. El pasaje que fue para el parisino una especie de salón-paseo donde se
fumaba, donde se charlaba, ya no es mós que una especie de asilo del que uno se ocuerda de
repente cuando llueve. Algunos posajes conservan cierta atracción a causa de tales o cuales
almacenes célebres que todavía se encuentran en ellos. Pero es la fama del inquilino la que pro
longa la moda o mós bien la agonía del lugar, los pasajes tienen un gran defecto para los pari
sinos modernos: cobe decir de ellos lo que de olgunos cuadros con lo perspectiva cerrada: tes
Lo
falta aíre.» Jules Cfaretie, á París
vie 1895 [lovida de París. 1895], París, 1896, pp. 47 s
[E 1, 51
Sobre las perspectivas cerrados «"Se puede venir al panorama a hacer estudios del natural",
decía David a s j s alumnos»- Émile de Labécoliére, 0 nuevo París. Paris, p. 31. [E I, 81
•Las obras públicas de Haussmann son ia representación por completo adecuada, enclaus
trad:! en una eternidad masiva, tle los principias del gobierno absoluto imperial: represión
de toda articulación individual, de todo desarrollo autónomo orgánico, "odio radical a toda
individualidad".-j. J. Honegger, Grundsteino eiturr allgenwtnen Kidturgescbicbte der nene-
sien Zeit [Ftnulumentos d e una historia cultural contemporúnetA V, Leipzig, 1874. p. 326.
Pero ya a Luis Felipe le llamaban «el tey mosón». [E 1 a, 11
Sobre la transformación de la ciudad bajo Napoleón III. «El subsuelo lúe removido profunda
mente para poner lubos de gas y para la construcción de las alcantarillas... Nunca se habían remo
vido tantos malcrióles de construcción en París, ni construido tantos edificios de viviendas y de hote
les, ni restaurado o levantado tantos monumentos, ni olineodo lanías fachadas eri piedra tallada.
Había que trabajar rápido y tirar la mejor parte de un lerrena comprado muy coro doble estimulo
En Paris, los subsuelos ocuparon ei lugar de las bodegas, que tuvieron que hundrse una planta bajo
tietia. el uso del hormigón y el cemento, cuyo principio son los descubrimientos de Vical, contribuyó
a la economía y a lo oudaaa de esas substrucciones.» E ievasseur, Histoire des c/osses ouvnéres
el de ¡'industrie en france de 1789 ó 1870 [Historia de los clases obreras y de (a industria en Fran
cia de 1789 a (870), II, París, 1904, pp, 528-529, ■ Pasajes ■ [E 1 a, 21
«París, tal como era inmediatamente después de la revolución de 1848, iba a hacerse inhabita
ble; su población, singularmente incrementada y desplazado por el movimiento incesanle de los
ferrocarriles, cuyo radio se extendía cada día más y se un'a a b s vías férreas de las naciones
vecinas, su población se asfixiaba en las cai!e|uelas pútridas, estrechas, enmarañadas donde
estaba forzosamente encerrado.* Du Camp, Poris [Paris], VI, p. 253, |E ] a, 31
Critica de Engeis a la táctica de barricadas: -Lo máximo a que puede llegar la insurrección
en el terreno de la verdadera acc ión táctica es a levantar y defender sistemáticamente una
sola harneada.. Pero -ya en la época clásica de las luchas urbanas., la barricada tenia un
efecto más moral que material. Era un modo de minar la confian?:* de los militares. SI
aguantaba hasta conseguirlo, se alcanzaba la victoria; si no, venía la represión-, Friedrich
Engeis en la introducción a Karl Marx, Die Klassenkámpfc in Fm nkreteb 1848 bis ¡8 5 0 1Ut
lucha de clases en Francia de 1848 a 7S5íí, Berlín, 1895, pp, 13 y 14. [E I a, 51
«Lo reconstrucción de b ciudod. . ol obligar al obrero a alojarse en los drstiilos excéntricos, había
rolo el vínculo de vecindad que lo unía antes al burgués.» E. Levasseur, Historia de los clases
obreras y de /a mdusfrro en Francia, II, (Paiís, 1904), p, 7 7 5 . [E 2 , 11
«París huele a cerrado.» Louis Veuillot, Les odeurs de Paris [Los olores de Poris], París, 1914,
P- 14. [E 2, 2]
Sólo con Napoleón III se creanen París jardines, plazoletas y otras instalaciones. Se pro
yectaron de cuarenta a cincuenta. [E 2, 31
Brechas en el jaubourg St, Antoine: los bulevares Prince Eugéne, Mazas y Richard Lenoir
como líneas estratégicas, [E 2. 4)
La expresión acentuada de una perspectiva apática se halla en los panora
mas. En realidad, lo que escribe Max Brod no va contra ellos, sino que se
limita a definir su estilo: -Los interiores de iglesia, tanto como los de pala
cios y galerías de arte, no proporcionan bellas imágenes panorámicas. Tie
nen un efecto plano, muerto, enclaustrado*. (Max Brod,) Über die Schónbeil
háJSlicber Bilder [Sobre ¡a belleza de las imágenesfeas], Leipzig, 1913, p- 63-
Esto es correcto, pero precisamente así es como los panoramas sirven a la
voluntad expresiva de la época. ■ Dioramas ■ lE 2 ,51
El 9 de junio de 1810 se representa por vez primera, en el teatro de la calle Chanres. una
obra de Barre, Radet y Desfama ines. Se titula M Durel.el o ios embellecimientos de Porís,
Recorre en una serie de escenas a modo de revista las transformaciones que Napoleón lia
realizado en París. «Un arquitecto, que lleva uno de esos nombres significativos cnliguomente
en uso en lo escena. M Durelief, ha fabricado un Paris en miniatura y lo exhibe. Después de
haber trabajado treinta añas en esta obra, la creía efectivamente terminada; pero he aquí que
un "genio creador' ha venido a olrecerle tarea y a dar!e para corregir y añadir sin cesar:
Esta vasta y rica capilal
Que adorna con ton bellos monumentos,
La tengo en cortón en mi sola de estar,
Y sigo sus embellecimientos,
Pero siempre me hallo detrás,
A fe mía que es desesperante:
Ni siquiera en pequeño es posible hacer
Lo que ese hombre hoce en grande.»
La obra termina con una apoteosis de María Luisa, cuyo retrato, tomo si se tratara de su
más bello adorno, sostiene en alto la diosa de la ciudad de Paris ante los espectadores. Cit
en Théodore Murel, L histoirepar le tbéátre, 1789-18511 historia por el teatro, 1789-1851).
I, París. 1865. pp. 253-254. 1E 2, 61
Sobre las expropiaciones <Antes de la guerra se había hablado de demoler el posaje du Caire
para construir un circo er su emplazamiento Actualmente falto el dinero, y los propietarios (son
cuarenta y cuatro) se mostrarían exigentes Esperemos que el dinero falte durante mucho liempo
y que esos propietarios se muestren cada vez más exgenles. La honible abertura del bulevai
Haussmann, en la esquina con la calle Drouot, con todas las encantadoras casas que ha derri
bado, puede bastar por el momento para nuestra satisfacción». Paui Léautaud, «Vieux Paris*
[«Viejo París»], Mercure de France (1927), p. 503. [E 2, 8]
Las cámaras y Haussmann, «Y un día, en los límites del horror, ellas le acusaron de hober
creado, en pleno centro de París, [un desierto/, el bulevar Sébastopol...» I.e Corbusier, Urbam'sme
[Urbanismo], París, {1925), p. 149. 1E 2, 91
•los trazados de Haussmann eran completamente arbitrarios; no eran conclusiones rigurosas dol
urbanismo, Eran medidas de orden financiero y militar.» Le Coibusier, Urbanismo, París, (1925),
p. 250. ÍE 2 a, 1]
Para caracterizar este asfixiante mundo afelpado hay que exponer también el
papel de las llores en el interior. A la caída de Napoleón, se intentó en pri
mer lugar volver al rococó. Sin embargo, esto sólo podía hacerse de manera
muy limitada. La situación europea tr%s la Restauración era entonces ésta:
•Resulta sintomático que se emplee por doquier casi únicamente la columna
corintia... Esta pompa liene algo de opresivo, como por otra parte la prisa
incesante con la que se efectúa la transformación de la ciudad, que deja sin
aliento ni sentido tanto a los forasteros como a los nativos... Cada piedra
lleva el signo del poder despótico, y toda esta pompa hace de la atmósfera
vital algo literalmente pesado y sofocante... Uno se marea en medio de esta
nueva ostentación, se ahoga, busca aire desesperadamente, paralizado por
la prisa febril con !a que una actividad de siglos se condensa en un dece
nio». Die Grenzboteti, 2 ° semestre, n.° 3, 1861, pp. 143-144. |-Die Pariser
Kunstausstellung von 1861 und die bildende Kunst des 19wnJahrhunderts in
Frankreich- —La exposición de arte de París de 1861 y las arles plásticas de
Francia en el siglo xix—1. Probablemente el aut(or) es Julius Meyer. Estas con
sideraciones se refieren a Haussmann, ■ Felpa ■ [e 2 a, 31
Haussmann sobre sí mismo: «Nacido en París, en el antiguo bubourg du Roule, unido ahora
al íoufcourg Soint-Honoré, sobre el puente donde se termino el bulevar Houssmann y comienza
la avenido de Friedlond; alumno del Collége Henri IV, el antiguo Liceo Nopoléon, sito en lo
Montaña Sainte-Geneviéve, donde, más larde, seguí los cursos de la Escuela de Derecho, y, a
ralos perdidos, los de la Sorbona y los del Colegio de Francia, me había paseado de sobra por
todos los barrios de la ciudad, y muy a menudo, durante mi juventud, me quedaba absorta en
largas contemplaciones delante de un plano de ese Pcrís, lan disparatado, que me habla reve
lado los dolencias de su red de vlos públicas / A pesor de mi larga estanció en provincias ([no
duró menos de veintidós añosl), había conservado hasta tal punto vivos mis recuerdos y mis
impresiones de antaño que, llamado de repente, desde hace unos días, a dirigir lo obro de trans
formación de b Capital del Imperio, debatido entre bs Tulleras y et Ayuntamiento, después de
unos pocos días me senlia bastante mejor preparodo de lo que probablemente se suponía paia
cumplir esto compleja misión, y listo, en cualquier coso, para entrar de lleno en el corazón de
las cuestiones que había que resolver». Mémoíres de Boron Houssmann [Memoras deí barón
Hai/ssmarm], II, París, 1890, pp, 34-35. Muestra muy bien cuán a menudo la distancia que se
desliza entre el proyecto y la obra es la que lleva al éxito del proyecto. |E 3, 1|
Cómo el barón l laussmann se dirigió contra la ciudad onírica que aún era en 1860 Paris. De
un articulo de 1882: «Había montañas en Paris; bs había incluso en bs Bulevares... Carecíamos
de agua, de mercados, de luz, en aquefbs tiempos pasodos, que no esfcít todavía a tremía años de
nosotros. Solomenie algunos mecheros de gas comenzaban a aparecer. Carecíamos también
de iglesias. Entre bs más antiguas e mduso enlie las más be’las, muchas servían de almacenes, o de
cuarteles, o de oficinas. Las demás estaban cubiertas por toda una vegetación de casuchas ruino
sas. Sin embargo, existían los Ferrocarriles; todos los días ellos vertían en París torrentes de viajeros,
que ni podían alo|arse en nuestras cosas ni circular por nuestras calles tortuosos. /... Él [Haussmann)
demolió los barrios; se podría decir: ciudades enteros. Se proclamaba a gritos que nos traería la
peste; él dejaba que gritaran y nos traía, en cambio, mediante sus inteligentes aberturas, el aire, la
salud y b vida A veces era una calle b que creaba; a veces, una Avenida o un Bulevar a veces.
uno Ptozo, una Plazoleta, un Poseo, fundaba Hospitales, Escuetos, grupos de Escuelas. Nos apa
lobo lodo un rio. Excavó magnificas olccnton1los> Memorias del barón Hauismonn, II. Paris, 1890,
pp X, XI. Extracto de un artículo de Jules Simón en Gaulois de mayo de 1882 . Las numero
sas mayúsculas se deben con toda probabilidad a la peculiar ortografía de Haussmann,
TE 3, 21
■El 6 de febrero abandoné Munich para pasar 10 días en los archivos del norte de Italia,
llegando a liorna bajo una fuerte lluvia. Encontré que la haussmannizadón de la ciudad
Iubía avanzado mucho...* Briefe ixrn Ferdinand Gregoroi'ius an den Staatssekretdr Her
mana\ von Thile l Carla de Ferdinand Gregorotitts al secretario de Estado Hermán n volt
Tbilei, Hermann von Petersdorff ed.. Berlín, 1894, p. 110. [E 3, 5)
Apodo de Haussmann: -el pachá turco». Él misino —refiriéndose a sus obras para el abas
tecimiento de agua de la ciudad- propone: «Será preciso hacerme acueducto». Otra
ocu(rr)encio: «¿Mis títulos®... Yo he sido elegido como el oitislo-demo/edor», |E 3, 61
Algunas caricaturas representaban «París limitado por los muelles de la Manche y du Midi, por los
bulevares du Rihn y d'Espqgne, o, según Chair. lo Ciudad que ofrece paro sus eslrenos bs casas
de los extrarradios- Uno caricatura mostraba le calle de Rrvoli perdiéndose en el horizonte* Geor
ges Laronze, 0 barón Hovssmann, París, 1932. pp 148-149. IE 3 a, 2)
«Nuevas árlenos comumcoitan e! corazón de País con estoacnes descongesíionóndofos. Otras
particcar'an en el combaie emprendido ccrnira la miseno y lo revolución, serian vías estratégicas, que
peí lorarian los focos de epidemias, los cer’ros de revuelta, permitiendo, con la entrada de un aire vivi
ficante, la llegada ds la fuerza armada, enlazando, como la calle de Turbigo, el gobierno con los
cuorleles y, como el bulevar du Prince-Eugéne, los cuarteles con los arrabales.» Georges Laronze, El
barón Haussmann, París. 1932. pp 137-138. [E 3 a, 3]
•Un diputado ^dependiente, el corxíe de DurfortCivrac... obeló que esas nueves arterias, que
debían facilitar lo represión de los motines, favorecerían también su nacimiento, poique paic
abrirlas seria necesario concentrar una masa obrera.* Georges Laronze, 0 barón Haussmann,
París, 1932, p. 133. ffi 3 a, 4]
Haussmann celebra el cumpleaños -<<> santo (5 de abril)?- de Napoleón Ul. «De la plaza
de la Concordia a l'Étoile, ciento veinticuatro oreados caladas que, reposando sobre una doble
hilera de columnas, festoneaban los Campos Elíseos 'Es una reminiscencia, quería explicar el
Cons'ifuljonrei. de Córdobo y de la Alhombro*_ El primer vistazo era entonces sobrecogedex,
con el torbellino de las cincuenta y seis grandes lámparos de araña de la avenida, los reflejos
de las partes bajas, los quinientas mil mecheros de gas de llamas vacilantes.» Georges laronze.
El barón Haussmann, París, 1932, p. 119, ■ Fláneur ■ [E 3 a, 51
Sobre Haussntann: «París ha dejado pora siempre de ser un conglomerado depequeñas ciu
dades que tenían su fisonomía, su vida, donde se nacía, donde se mona,donde gustaba vivir,
que nodte soñoba con abandorar. donde la naturaleza y la historia habían colaborado para
realizar fa vonedod en lo unidad Lo centralización, lo megalomanía han creado una ciudod arti
ficial donde el parisino, rasgo esencial, ya no se siente en casa. Por eso, cuando puede, se va
de ella, y ésta es una nueva necesidad, la manía del veraneo. A lo inversa, en la ciudad desierta de
sus habitantes, el extranjero llega en fecha fija; es la "estación', ti parisino, en su ciudad con
vertida en encrucijada cosmopolita, parece un desarraigado». Dubech-D'Espezel, {Hislaire de
Pans (Historia de París], París, 1926). pp. 427-428. [E 3 a, 6]
«Lo mayoría de las veces, fue preciso recudí» al jurado de expropiación. Sus miembros, pen
dencieros poi naturcleza, opositores por principio, se mostraban generosos con un dineio que,
pensaban, no les costaba neda, y del que cada uno espetaba beneficiarse un día. En una sola
audiencia en que la ciudad ofrecía un millón y medio, el jurado había otorgado casi tres, |Qué
maravilloso terreno para la especuladónl ¡¡Quién no habría querido su parte? Había aboga
dos especializados en la materia; agencias que aseguraban, mediante comisiones, un benefi
cio impártanle; procedimientos para simular un arrendamiento o una industria, para trucar los
libros de comercio.» Georges Laronze, Ef barón Houss/nann, País, 1932, pp, 190-191,
IK 4. II
De las Lamentaciones contra Haussmann; «Vivirás para ver la ciudad desolada y triste. /Tu glo
ria será grande para los del porvenir que se llaman arqueólogos, pero los últimos días de tu vida
serán tristes y envenenados. /... / Y el corazón do la ciudad se enfriará lentamente. /... / Los
lagartos, los perros errantes, fas ralas reinarán como amos sobre sus magnificencias. Las Injurias
del tiempo se acumularán sobre e! oro de los balcones, sobre as pinturas murales. /... / Y Ia
Soledad, lo gran diosa de los desertas, vendrá a asentarse en este nuevo imperio que le habrás
confeccionado gracias a uno formidable lobor». Por» déser) Lamenlalions d'un Jérémie houvv
mannisé [Poris date río
Lamentaciones de un Jeremías hovssmanmzado], <Foris. 1868, pp. 7-8).
tE 4, ¿|
«El problema del embellecimiento o, para hablar con más exactitud, de la regeneración ilri
París, se planteó hacia 1852, Hasta ese momento habla sido posible dejar esta gran ciu
dad en su estado de deterioro, pero en aquel momento habla que darse cuenta de ello
Ocurrió así porque, gracias o una coincidencia forlulto, Francia y los naciones de su
entorno terminaban la construcción de las grandes lineas de vías férreas que surcan
Europa » Poris nouveau |ugé par un llóneur [Eí nuevo París juzgado por un llóneur], Parí», |
1868, p. 8 IE 4. 31'
«He leído, en un libro aue el arto pasado luvo un éxito enorme, que se habían ampliado las
calles de Paris con el fin de permitir que circularan las ideas, y sobre todo que desfilaran los regí'
mientas. Esta malignidad equivale a decir, siguiendo a otros, qus París Ha sido estratégicameriln
embellecida. Pues bien, sea... N o vacilaré en proclamar el embellecimiento estratégico como ol
más admirable de los embellecimientos.» El nuevo París juzgado por un llóneur, París. 1868,
pp. 21-22. (E 4, 41
«Dicen que fa ciudad de París se ha condenad» a trabajos forzados, en el sentido de que el dio
en que detenga sus trabajos y fuerce a sus numerosos obreros o regresar a sus respectivos depar
tamentos, verá cómo el producto de sus arbitrios municipales disminuye considerablemente.! El
nuevo París juzgado por un fláneur, París. 1868, p 23. [E 4, 5)
Propuesta de exigir tina estancia de quince días en la ciudad para poder votar en la elec
ción de la asamblea de concejales de París. De la justificación: «Si se examinan las cosas do
cerca, no se tarda en reconocer que es precisamente durante el periodo agitado, aventurero y
turbulento de su existencia... cuondo el hombre reside en París» El nuevo Paris juzgado por un
llóneur, p. 33. [E 4, 6]
•Se da por supuesto que bs locuras de la Ciudad forman paite de b razón de Estado.» Jules
Ferry, Cuentos fantásticos de Haussmann, París, 1868, p. 6. [E 4, 71 1
«Las concesiones se distribuyen sobre el tapete, por cientos de millones: queda relegado el pi in
apto de adjudicación pública, asi como el de concursa.» Ferry, Cuentos fantásticos, p. 1!.
IE 4 a, II
Ferry analiza -pp 21-23 de sus Cuentos fantasJicos- la jurisprudencia en los casos de expro
piación, que resultó desfavorable para la ciudad cn el curso de los trabajos de Haussmann.
Según un decreta del 27 de diciembre de 18^8 -<|ue Ferry considera únicamente como la
codificación de un viejo derecho, y Haussmann como la fundamentación de uno nuevo-
se le retiró a la ciudad la posibilidad de expropiar en roda su extensión los terrenos situa
dos en las nuevas vías públicas, La expropiación quedó limitada a la parte imprescindible
para la construcción de la nueva calle. De este modo, la ciudad perdía los beneficios que
esperaba obtener de la venta de los terrenos colindantes, cuyo valor había aumentado con
la obra pública realizada. (E 4 a, 2]
De un memorándum de Hausstnann el 11 de diciembre de 1867: «Durante mucho (tempo se
había tenido pot oigo inquebrantable que los dos últimos modos de adquisición no hacían que
cesara necesariamente eí disfiute de 'os arrendatarios: la Corte de casación juzgó mediante
diversos sentencias, de 1861 a 1865, que, frente a la Ciudad, el juicio que otorga acta del con
sentimiento del vendedor y el conlrato omigable tiene como electo resolver ipso jure los arrien
dos de los arrendatarios. En consecuencia, muchos arrendalarios que ejercen Industrias en las
casas adquiridas por la Ciudad amistosamente... no han deseado continuar disfrutando de sus
orriendos hasta la expiración de este plazo, y han exigido set inmediatamente desposeídos e
indemnizados., la Ciudad... pagó enormes indemnizaciones que no había previsto» Cit. en
Ferry, Cuentos fantásticos, p. 24 |E 4 a, 3)
•Bonaparte sintió que su misiónera asegurar "el orden burgués"... la industriay el comer
cio, los negocios de la burguesía, debían florecer. Se otorgaron innumerables concesiones
ferroviarias, se concedieron subvenciones estatales, se organizó el crédito. Aumentó la
riqueza y el lujo de la burguesía, fin los años cincuenta se sitúa... el comienzo de los gran
des almacenes parisinos, el "Bon Marché", el “Louvre”, la ’Belle Jardiniére". El volumen de
negocio del "Bon Marché” en 1852 es sólo de 450.000 francos, en 1869 se había elevado a
21 millones -Gisela Freund, EnluickJnng der Pbotograpbie in Frankreicb [El desarrollo de
la fotografía en l:ratici¿H lincdilo). [E 4 a, 4)
«las calles Sainl-Denis y Saint-Martin son las grandes arterias de ese barrio, bendición de los
amotinadores la guerra de calles era allí de una facilidad deplorable: bastaba con desado-
qulnar, amontonar los muebles de las cosas vecinas, las cajas del tendero, en coso de necesi
dad un ómnibus que pasara, que era detenido ofreciendo galantemente la mano a las damas:
hubiera sido preciso demoler los casas para llevarse esas Termopilas. La tropa de infantería
avanzaba ol descubierto, pesadamente equipada y cargada. Un puñado de insurgentes detrás
de una barricada tenían en jaque aun regimiento.» Dubech-D’Espezel,Historia de París, París,
1926, pp. 36S366. [E 4 a, 51
Bajo Luis Felipe: «En el inferior de la a'udad, la idea directriz parecía haber sido la de reocon-
dicionar los líneas estratégicas que hobían desempeñado el papel principal en las ¡ornadas de
julio: la línea de losmuelles, la línea de losbulevares...Por último, en elcentro, lacalle de Ram-
buteau, abuelo de lasvías haussmannizadas, ptesenló, deles Halles al Marals, una anchura
que entonces pareció enorme, trece metros». Dubech-D'Espezel, Historia de París, París, 1926,
pp. 382-383. [E 5, ll
•Por más que se construyera, los edificios nuevos no eran suficientes para recibir a los expropia
dos. De ello resultó una grave crisis de los alquileres: se doblaron. La población constaba de
1.053 000 almos en 1851, después ce la anexión pasó o ’ 825.000en 1866. Al final del impe-
rio. Pons contoba con 60 000 casas, 612.000 alojamientos, de los que 481 OCO tenían un a’qj
le' inferior a 500 francos. Se habían sobrealzado las casas, rebojodo los lechos, una ley hubo
de fijar el mínimo. 2,60 m.» Dubech-D'Espezel, he cit., pp. 420-421. IE 5, .11
«Se crearon fortunas escandalosas en el enlomo de! prefecto. Una leyenda le otorga a la señora
de Haussmann, en un salón, una ingenua reflexión: 'Es curioso: cada vez que compramos un
Inmueble, paso por allí un bulevar”.» Dubech-D'Espezel, be. cit, p. 423. [E 5, il
•Al final de las vaslas avenidas. Haussmann construye. para lo perspecliva, algunos monumen»,
los el Tribunal de Comercio al final del bulevar Sébastopol, iglesias bastardas de todos los esil
los Sa'nt-Augustín, donde Bnltaid copia el estilo bizantino, un nuevo Soínt-Ambroise. Saint-Fron-
^ois-Xavier. Al fina! de lo Chausée-d'Anlin, la Tnnité imita el Renacimiento. Soinle-Qotilce imitaba
el gótico; Saint-Jean de Bellevillo, Sainl-Marcel, Sainl-Bernaid, Sainle Eugéne nocen de lo horro
rosa unión del falso gótico y la construcción en hierro... Cuando Haussmann luvo buenas ¡deas,
los realizó mol. Se ocupó mucho de las perspectivas, tuvo el cuidado da poner monumentos al
final de sus vías rectilíneas; la idea era excelente, pero qué torpeza en su ejecución: el bulevar
de Strasbourg encuadra la enorme coja de escalera del Tribunal de Comercio y lo avenida de
l'Opéra viene o tropezar con la portería del conserje de! Hfitel du Louvre • Dubech-D'Espezel.
loe. dt, pp. 416.425. IE 5, 51
•
• Por encima de todo, el París del Segundo Impeiio carece cruelmente de belleza Ninguno de
esas grandes vías rectos liene el encanto de la magnífica curva de la calle Salnt-Antoire, ni una
sola casa de esla época merece ser mirada con el placer enternecida que proporciona una (ochada
del siglo xv¡,l de severa y graciosa disposición. Finalmente, esta ciudad Iióglca no es sólida. Loa
arquitectos ya constatan que la Úpera se agrieta, que lo Trinidad se desmorona y que Sainl-
Augustin es frágil». Dubech-D’Espezel, loe cil., p. 42Z [E 5, 6)
«En tiempos de Houssmann, se necesitaban nuevas vícs, pero no se necesitaban les nuevas vías
que él hizo_ Es el primer losgo que choca en su cbfo: el desptetc o de lo experiencia histórico
Haussmann traza una ciudad artificial, como si estuviera en Canadá o en el lejano Oeste... las
vías de Haussmann no suelen tener utilidad y nunca tienen belleza la mayoria son aberturas sor
prendentes que parten de cualquier sitio para desembocar en ninguna parle, Invirtiéndolo lodo
a su paso; cuando hubiera bastado con doblarlas paro conservar preciosos recuerdos... No hoy
que acusarlo de haber haussmannizado demasiado, sino demoslada poco. A pesar de su
megalomanía teórico, en la práctica, en ninguna porte ho visto con suficiente amplitud, en nin
guna parte ha previsto el futuro. Todas sus vistos carecen de amplitud, todos sus vías son dema
siado estrechas Ha lenido una miada grandiosa, pero no ha mirado ni a lo grande, ni con jus
ticia, ni a lo tejes.* Dubech-D'Espezel, loe df., pp. 424-426. [E 5 a, 11
•Si hubiera que definir con una palabra el nuevo espíritu que iba o presidir la transformación de
Poris, lo llamaríamos megalomanía El Emperador y su prefecto quieren convertir París no sólo en
la capital de Francia, sino del mundo... El París cosmopolita saldrá de ahí.» Dubech-D'Espezel,
loe. di,, p. 404. tE 5 a, 21
«Tres hechosvon a dominar los lrabo¡os de b Iransbimación de París: el hecho estratégico que ordena,
en el centro, e! destripamiento de b antigua ccpital y un nuevo acondicionamiento de la Croisée de
Pniis un hecho riotual, un 1-npulsohoco e! oeste; y un hecho impuesto por b concepción megalómano
sistemática, o anexión del extremado.» Dubech-D'Espezel. loe cá, p 406. [E 5 a, 31
Jules Ferry, el adversario de Haussmann, tras la noticia de la denota de Sedan: «¡los ejér
citos del Emperador han sido vencidos!*. Dubech-D'Espeze1, lee. cit., p. 430, [E 5 a, -í]
«Hasta Haussmann, París había sido una ciudad de dimensiones moderadas, donde era lógico
dejar el juego al ompi'ismo; Par's se desarrollaba a impulsos que imponía lo naturaleza, sus leyes
eran legibles en los hechos de la historia y en a ligura del suelo Bruscamente, Haussmann
corona y precipita lo obra de la centralización revolucionaria e imperial- Creación artificial y
desmesurada, salido como Minerva de la cabeza de Júpiter, nocida en el abuso del espíritu de
autoridad, necesitaba el espíritu de autoridad para desarrollarse según su lógica. Apenas
nacida, fue separada de su luenle. Vivimos ese espectáculo paradójico de una construcción
artificial en su principio, pero abandonada de hecho a las solas reglas impuestas por b nalura-
leza.» Dubech-D'Espezel, loe. cit,, pp. 443-444. ÍE 5 a, 5]
«El barón Haussmann hizo en París los mós anchos boquetes, los sangr as mós descoradas Pore
cía que París no podría soportar la cirugía de Haussmonn. Ahora bien, ¿no vive actualmente
Paris de lo que haciera ese hombre lerrercrio y vá rente? gSus medios? La pab, el pico, el aca
rreo, lo paleto, b carretillo. esos armos pueriles de todas bs pueblos... hasta el nuevo moqui-
nismo. Es verdaderamente cdmirable lo que supo hocer Haussmonn.* Le Coibusier. Urbanismo.
Paris, <1925), p 149 lE 5 a, 61
Los poderosos quieren mantener su posición con sangre (policía), con astu
cia (moda), con magia (pompa). [E 5 a, 7]
Se decía que las calles se habían ensanchado por causa del miriñaque. [E 5 a, 8)
Modo de vida de los albañiles, que venían a cientos dei Marche o del Limousin. (la des
cripción data de 1851: la gran afluencia de esta capa social vino luego, .il hilo de lo* lia-
bajos de Haussmann). «Los albañiles, cuyas costumbres son mós marcadas que bs de los
demás emigrantes, pertenecen por lo común a familias de pequeños propietarios labradores
establecidos en municipios rurales provistos de pastos indivisos, que comprenden por lo menos
el mantenimiento de uno vaca lechera por Familia... Durante su estancia en Paris, el albañil vive
con toda lo economía que trae consigo su situación de soltería; su alimentación... le cuesta alre
dedor de 38 francos a! mes; el alojamiento cuesta solamente 8 francos al mes; diez obreros
de la misma profesión están generalmente reunidos en una misma habitación, donde se ocues-
ton de dos en dos. Esta hcbüoción caiece de cotefocaón; bs compañeros la iluminan por medio
de una candela de sebo, que abastecen por tuno.. Jegado a la edad de 45 oños. el albañil...
se queda en su propedad para cultivarla él mismo.. Esas costumbres contrastan enormemente
con las de la población sedentaria: sin embargo, tienden visiblemente o alterarse desde hace
algunos años... Así, durante su estancío en París, el joven albañil se muestra menos reacio que
en otro tiempo a contraer relaciones ilegítimas, y a entregarse a gastos de ropa y a aparecer
por los lugares de reunión y de placer. Al mismo tiempo que se vuelve menos copaz de elevarse
a la condición de propietario, se vuelve más accesiole a bs sentimientos de celos que se desa-
rrolbn contra bs clases superiores de a sociedad. Esta depravación, contraída lejos de la
influencia de la fomiko por hombres en bs que lo pasión por el beneficio se ha desarrollado
sin el contrapeso del sentimiento leligioso, adquiere a veces un carácter grosero que no sal
encuentra... en el obrero parisino sedentario.* F. le Play, les ouvriers européens [los obretoli
europeos], París, 1855, p. 277. [E 6, 11
Sobre la política financiera en tiempos de Napoleón III: «la política financiera del imperio ha
estado constantemente dominada por dos preocupaciones: atender a las insuliciencias de lat
recelas naturales, y mul'ip.icar los trabajos de construcción, que conllevan un gran movimiento d*
capitales y dan ocupación a muchos brazos la maña consistía en lomar prestado sin abrirlo tu
libro mayor y en hacet ejecutar muchos trabaps sin sobrecargar inmediatamente el presupuesta
de gastos... Así, en el espacio de diecisiete años, el gobierno imperial tuvo que procurarse, como
añadido a los productos naturales de bs impuestos, una suma de cuatro mil trescientos veinlidól!
millones. Habiéndose obtenido este enorme subsidio, sea mediante préstamos directos de loi
que hay que sacar la renta, sea mediante el empleo de capitales disponibles cuyas ganancial!
se encuentran alienadas, de esas operaciones extiapresupuestoiías resulta un crecimiento de lail
deudas y de bs compromisos del Estodo». André Cochut, Opérofcons et lendences Imanaérem
du second empire [Operaciones y tendencias financieras del Segundo Imperio], París, 1868,1
pp. 13 y 20-21. [E 6, 2]
En la insurrección de junio se abrieron ya*boquetes *en los muros, para poder pasar cío
una casa a otra* Sigmund Engliinder, Geschichle derfranzósiseben Arbeiter-Associalionen
[Historia de las asociaciones obreras de Fruncid, II, Hamburgo, 1864. p. 287. [E 6, 31
•1852... trajo todos los placeres de la vida, si se era bonapartista. Los bonapartistas,
hablando humanamente, tenían más avidez de vida que cualquiera: por eso vencieron,
Zola tropezó con esta idea, quedándose perplejo; de pronto, se había encontrado la fór
mula para aquellos hombres que, cada uno en la medida de su posición, habían fundado
un imperio, La especulación, nervio vital de este imperio, el enriquecimiento indiscriml*
nado y el gozo sin límites, se exaltaron teatralmente en exposiciones y en fiestas que poco
a poco recordaban Babilonia; y junto a estas masas deslumbrantes y apoteósicas, baja
ellas... se despertaban masas oscuras, comenzando a abrirse paso -Heinnch Mann. Geist
und Tal [Espíritu y acción!, Berlín, 1931, p. 167 (-Zola-). |E 6 a, ll
En 1837 editó Dupin, galería Colbert, una serie de litografías coloreadas (firmadas por Pru
ebe (?) 1837), que representan al público del teatro en sus diversas facetas. Algunas hojas
de la serie: los espectadores alegres, Los espectadores que aplauden, Los espectadores Intri
gantes. Los espectadores acompañantes de lo orquesta. Los espectadores atentos, los especta
dores que lloran. |E 6 a, 2!
Comienzos del urbanismo en el Discurso contro fas servidumbres públicas de Boissel, publicadlo)
en 1786. -Desde que la división de los bienes suprimió su natural posesión colectiva, cada pro
pietario ha construido como ha querido Si antaño esto no llegó a afectar al otden social,
desde que surgieron ciudades construidas a capricho y mayor conveniencia de los propieta
rios, se ha dejado por completo de respetar la seguridad, salud y comodidad de la sociedad.
Este es el caso, particularmente, de Paris, donde se han construido iglesias y edificios, bule
vares y paseos, pero nadie se ha ocupado de la vivienda de la mayoría de sus habitantes. EJ
autor ha descrito muy drásticamente !a suciedad y los peligros que amenazan al pobre vian
dante en las calles de Paris.. Boissel se dirige entonces contra este espeluznante estado de las
calles, y pretende solucionar d problema transformando el primer piso de las casas en amplías
arcadas que protejan contra los vehículos y el mal tiempo, anticipando así la idea del para
guas de Bellamy.- C. Hugo, -Der Soziallsimts In Frank-reich wahrend der grofien Revolution»
[■El s<K-ialismo en Francia durante la gran revolución-), 1, -Fran^ols Boissel-, Die Neue Zeit XI,
1 (1893), Stuttgart, p. 813. [E 6 a, 31
Sobre Napoleón III en 1851: -Es socialista con Proudhon, reformador con Girardin. reac
cionario con Thiers, republicano moderado con los partidarios de la república, y enemigo
de la democracia y de la revolución con los legitimistas. Promete todo y suscribe todo-.
Friedrich Szarvady, Paris \Parid, vol. 1 [no se publicó otro volumen], Berlín, 1852, p. 401,
[E 6 a, 41
■Luis Napoleón. . este representante del infraproletariado y de todo aquello que es engaño
y estafa, atrae poco a poco., la violencia sobre él... Con ánimo satisfecho, reaparece Dau
mier. Crea la espléndida figura del "RatapoiP, un proxeneta atrevido y hablador. Y este
andrajoso martxleur, que siempre esconde a su espalda una estaca asesina, se convierte
para él en la imagen por antonomasia de la decadente idea bonapartista.* Fritz Th. Schulte,
■Honoré Daumier», Die Neue Zeit XXXII, 1, Stuttgart, p. 835. [E 7, I)
Con respecto a las tranáomiaciones de la ciudad: «Es necesario una brújula pora orientarse en ello,
ci más ni meoos>. Jacques Fabisn. ftms en songe [Poris en sueños]. Potó, 1863, p. 7 [E 7, 21
1.a siguiente observación arroja, por contraste, una interesante luz sobre París: «Cuando el
dinero, lo industria, la fortuna se desarrollaron, sa hicieron fachadas; las casas adquirieron unas
formas que servían para marcar las diferencias de clases. En Londres, más que en ningún olro
sitio, las distancias están despiadadamente marcados,,. Un desencadenamiento de voladizos,
de bowwindowí, de cornisas, de columnas —¡todas las columnasi La columna es la nobleza».
Fernand Léger. «Londres», Lu V, 23 (209), 7 de junio de 1935, p 18 (E 7,31
1833: «El proyecto de rodear París con un cinturón de fuertes destacados... apasionaba en a ll
momento a los espíritus. Se pretendía que esos fuertes fueran inútiles para la defensa interiol M
sólo amenazantes pare ia población. La oposición era universal... Se lomaron varias disposiclo»
nes para una inmensa manifestación popular, el 27 de julio, Informado de esos preparativos ,
el gobierno abandonó su proyecto... Sin embargo... el día de la revista, resonaron delante rll'l
desri'e numerosos gritos: 'jAbajo los fuertes destacadosl ¡Abojo las bastillas!"®, G. Pinet, Hislu
ría de la Escuela Politécnica, París, 1887 PP- 214-215, Las ministros buscaron vengarse con OI
affaire de -la conjura de la pólvora*. [E 7 a, .!|
En grabados de 1830 se representa cómo las rebeldes arrojan por las ventanas tocio tipo de mueblo*
al ejército. Predominan las batallas en la calle SaintAntoine, S(aia) d{e las) E{stampas). [E 7 ¡i, 'I
Rattier pinta un París en sueños, dándole el nombre de «el falso París» por contraste con d
verdadera; «el París más puro,... el París mós verdadero,.. el París que no existe» (p. 99): «A esto
hora es algo grande hacer que baile un vals eTl el recinto babilonio en brazos de Memphis, qnn
requiebre Londres en el abrazo de Pekín... Una de es'as cuatro mañanas, Francia despierta caon'i
desde su c'tura viéndose aprisionada en el recinto de Lutecia, con la que sólo formará un Irivici,,,
Al día siguiente Italia, Españo, Dinamarca y Rusia serán incorporadas por decreto al municipio
parisino; tres días después, las barreras habrán retrocedido hasta Nueva Zembla y la tierra de Isa
papuas, París será el mundo y ei universo será Porís. Las sabanas y las pampas, y la Selva N egtal
serán sólo las plazoletas de esta Lutecia agigantada; los Alpes, los Pirineos, los Andes, el Hitnci
laya serán la montaña Sainte-Geneviéve y las montañas rusas de esta inconmensurable ciudad,
montículos de placer, de estudio o de retiro. Esto todavía no es nada, París subirá a las nube.,
escalará los cielos de los cielos, convertirá los planetas y las estrellas en sus suburbios». Paul-Ernest
de Rattiei, Poris n'existe pas [París no existe], París, 1857 pp. 47-49. Hay que comparar estas pri
meras fantasías con las sátiras a Haussmann diez años más tarde. fE 7 a, 'í|
Ya Rattier atribuye a su falso París «el sistema de v:obilidad, único y sencillo, que une geomri'
trica y paralelamente todas las arterias del falso París a un solo corazón, el corazón de las Tullu
ríos, admirable método de defensa y de mantenimiento del orden». Poul-Ernest de Rattier, Parí',
no existe, París, 1857 P- 55. [E 8, II
*E falso París tiene el buen gusto de comprender que nada es más inútil ni más Inmoral que un
motín. Si triunfa con algunas minutos de poder, quedo amansado para varios siglos, En lugar da
ocuparse de política... quedo cautivado mansamente por las cuestiones económicas... Un prín
cipe enemigo del fraude... sabe... bien... que se necesita oro, mucho oro para... convertir nueslt»
planeta en un escabel hacia el cielo.» Poul-Ernest de Rattier, París no existe, París, 1857 pp. 62
y 66-67 [E 8, 2]
Revolución de julio(:) «Cayeron menos por las balas... que por otros “disparos”. Habían
subido hasta los pisos más altos los adoquines de granito con los que está pavimentado
París, desde donde los arrojaban a la cabeza de los soldados». Friedrich von Raumer, Briefe
a u s Paris u(nd) Frankreich im ja b r e 1830 [Cartas desde París y Francia en el a ñ o 1830],
II, Leipzig, <1831), p. 145. IE 8, 3)
Informe de un tercero en Raumer: *Vi cómo mataban entre burlas a suizos que se arrodi
llaban suplicando por su vida, cómo casi desnudos y gravemente heridos, se mofaban de
ellos arrojándolos a las barricadas para hacerlas más altas*. Friedrich von Raumer, Cartas
desde París y Francia en el a ñ o 1830, II, Leipzig, 1831, p. 256. IE 8, 41
Fotos de barricadas de 1830: Ch. Molte, Révo/ulíons de París [Revoluciones de Paris], 1830.
Plono figurativo de las barricadas, así como de las posiciones y movimientos de los ciudadanos
armados y de las Iropas (editado por el autor). IE 8, 51
Subtítulo de una lámina de les ruines d e Paris. 100 pbotographiespar A. Liébert [Las ruinas
de París. 100fotografías p o r A. Uéberi\, tomo I, París, 1871, «Barricada de los Federados cons
truida por Goillard padre». IE 8, 61
«las 4.054 barricadas de las "Tres Gloriosas" contaban con... 8.125.000 adoquines,» le
Romantisme [El Romanticismo], (Catálogo de la exposición ¡en !a Biblioteca Nacional), 22 de
enero - 10 de marzo de 1930, nota aclaratoria al n." 635, A. de Grandsagne y M. Planl, Revo
lución de 1830, plano de combates de Parfs(j). [E 8, 9)
«Cuando, el oño pasado, millares de obreros recorrían con una calma amenazante las calles de la
capital; cuando, en los días de paz y de prosperidad comercial, interrumpían el curso de sus traba
jos..., el primer deber del gobierno lúe disipar por la tuerza una revuelta tanto más peligrosa cuanta
que ella misma se ignoraba.» L. de Carné, Publicalions démocraliques el communisles [Publicaciones
democráticas y comunistas] [Revue des deux mondes XXVII (1841), París, p. 746). IE 8 a, 1]
«Se bjsca desde hace tiempo... de dónde puede remr la palabra bou/evord. En cuanto a mí.
estoy ahora seguro de una etimología: es solamente una variante de lo palabra bou/eversementl
[trastorno].» Édouard Fcurniet, Chronrques et légendes des rúes de Poris [Crónicas y leyendas de
las calles de Porís], París, 1864, p 16. [E 9, Ij
Una barricada; «A la entrada de una colle estrecha, un ómnibus esló tumbado cor, las cuatro
luedas al aire —Ur> montón de cestos que han podido servir poro embalar naranjas se alzo de
derecha a izquierda, y detrás, entre los llantas de los ruedas y los huecos, relumbrar) pequeños
fuegos y azulean pequeñas nubes de humo a cada segundo». Goétan Niépovié, Es/udíos fisio
lógicos acerco de las grandes metrópolis de fu/opa occidental Poris. Paris, 1840, p. 207
IE 9 a, 1]
«Se ha dicho que Chaiiet y Rcffel habían preparado ellos solos el Segundo .tripero entre nosotros.»
Henri Bouchot, La (jihograpfiie [La litografío], París, (1895), pp, &-9. LE 9 a, 31
En el Fígaro del 27 de abril {de 1936) Máxime I >u Camp cita estas palabras de Gaetan San-
voisin: «Si sólo hubiese parisinos en Paris, no habría revolucionarios» Compararlo con una afir
mación análoga de Haussmann. [E 9 a, 51
•En una peque ñu pieza escrita rápidamente por Engets, que se estrenó en septiembre de 1847
en ia asociación alemana de trabajadores de Bruselas, ya se representa una lucha de barrica
das en un pequeño país alemán, <[ue acaba con la dimisión del príncipe y la proclamación de
ia república." Gustav Mayer, Friedrich Engeis, volumen I, Friedrich Engeis in seiner Friihzeit
[Friedrich Engeis en sit primera época] (segunda edición), Berlín, (1933), p. 269, IE 9 a, 6]
Engañar a la comisión municipal de expropiaciones llegó a ser con Haussmann una indus
tria -Los agentes de esta industria proveían a los pequeños comerciantes y propietarios de
terrenos... con inventarios y libros de contabilidad falsos, reformando en caso necesaria
todo loca] amenazado de expropiación y cuidando de que durante la visita de la comisión
de expropiaciones los clientes atestaran el local.» S. Kracauer, Jacques O ffenbacb unddclS
Paris seiner Zeit \Jcicques Offenbacb y el Purís de su tiempo], Amaterdam, 1937, p. 2 ví.
IE 10, l|
Urhanismo fourferistB: «Coda avenida, caca calle deben conducir a un punto de vista cualquiera,
bien sea de campo, bien sea de monu-nenio público Hay que evitar la costumbre de los Civilizo-
dos, cuyos caites desembocan en una tapa, como en las fortalezas, o en un montón de fierro, como
en la ciudad nueva de Marsella. Cualquier coso situado enfrerte de uno cafe debe ser obligado o
lene< ornamentas de primero categoría. Ionio d#arquitectura como de prefines*. Charles fourier, i
Cites oiAnéres Des mod:¡tcakons á introducir dans l'orch¡tecture des vil/es [Crododes obreras Modi
ficaciones que nay que introducir en fci arquitectura de las ciudades]. Parts, 1849, p 27. IE 10, 21
Revuelta blanquista de mayo de 1839: «Él había esperado una semana para aprovecharse da
la instalación de nuevas tropas que conocían mal los recodos de las calles de París. El millar de
hombres con que contaba para 'levar a cabo su empeño debía reunirse entre la calle Salnl-Donis
y la calle Salnl-Martin... Bajo un sol magnífico.,. hacia las tres de la tarde, a través de la multitud
alegre del domingo, la banda revolucionaria, de un golpe, se junta y aparece. Inmediatamente
se hacen el vacío y el silencio a su alrededor» Gustave Gelfroy. Lenlermé [0 olor a cerrado],
I, París, 1926, pp 81-82. [E 10 a, 1|
En 1830 se llegaron a emplear sogas, entre oirás cosas, para levantar barricadas en la calle.
IE 10 a, 21
El famoso desafio de Rasttgnac (cit en Messoc (le iDeiecüve Nove/» el f'infbence efe ía pe»
$ée scjefifephique [ff «Detecíive Norato* y lo inlluer.ca del pensamiento eterifico]. París, 1929),
pp. 419-420): «Raslignoc, habiéndose quedado solo, dio algunos pasos hoc.o lo dio del
cementerio, y vio Paré tortuosamente acostado o lo largo de las dos orillos del Sena, donde
comentaban a brillar las luces. Sus ojos se conceniiaron casi ávidamente entre la columna de
la plaza Vendóme y la cúpula de los Inválidas, allí donde vivía ese bello mundo, en el que hablo
deseado penetrar, lanzó sobre esta colmeno zumbante una mirada que parecía de antemano
absorber su miel, y dijo estos grandiosas palabras: |Ajustemos las cuentas ahoral». IE 10 a, 3)
La investigación de Du Camp, según la cual en el París de la Comuna el 75, 5 por 100 eran
extranjeros y de provincias, concuerda con las tesis de Haussmann, [E 10 a, 41
Kaufmann encabeza el capítulo -La autonomía arquitectónica- con un lema sacado de El con
trato social: • , uno formo por lo que coda uno, ol unirse a todos no obedezco, sin embargo, más
que a sí mismo y quede lan libre como antes —Tal es el problemc fundamental al que el controlo
social do solución» (p. 42) En este capítulo (p. 43): -Justificó [ledoux] la separación de los edi
ficios en el segundo proyecto para Cliaux con estas palabras: "Asciendo al principio... consulte
la naturaleza; por todas parles el hombre está aislado". F,l principio feudal de la sociedad pre-
rrevolucionaria... ya no puede tener valide?, alguna... La forma internamente fundamentada
de todo objeto reduce cualquier esfuerzo en pos del efecto de la imagen a algo sin sentido..,
Desaparece de golpe... el arte barraco de la perspectiva-, E. Kaufmann, Von Ledoux bis Le
Corbusier \De Ledoux <i Le CorbusieA, Viena/Lcipzig, 1933, p- 43. IE 10 a, 6J
-La renuncia a los efectos pintorescos tiene su reflejo arquitectónico en el abandono del
arte de la perspectiva Lln indicio enormemente significativo es la súbita difusión de la
silueta... Los grabados en acero y madera se imponen a La media tinta que floreció en el
Barroco.. Digamos, anticipando el resultado... que el principio autónomo en los primeros
decenios que siguieron a la arquitectura revolucionaria . todavía ejerce una fuerte influen
cia, pero se va debilitando conforme se aleja en el tiempo, para acabar volviéndose casi
irreconocible a finales del siglo xtx.- Émil Kaufmann. De Ledoux a i/! Corbusier, Mena/Leip
zig, 1933. pp. 47 y 50. [E 11,11
•Un ta’ M d'Havríncourl ha venido a exponer la teon'a es*rotégícc de la guerra civil No hay
que dejar nunca que as tropas se estacionen en los locos de la revuelta. E/las se pervierten con
el contacto con los (acciosos, y rechazan amelrallor a la hora de !a represión 0 verdadero sis
temo es la construcción de ciudadelos que dominen as respectivas ciudodes, siempre listas para
Uminarlas Montienen sus soldados en la guarnición, al abrigo del contag o popular» Auguste
Blanqui, Cnhco social, ll fragmentos y notos, Poris, 1885. pp, 232-233 ISoint-Étienne, 1850),
IE 11.51
■La houssmanniíoción de Parts y de tas provincias es una de fas grandes plagas de! Segundo
impé'io Nunca se sabiá c cuántos millares de disgroaodos albañiles insensatos les habrá cos
tado ta vida, por causa de ta privación de ío necesario. Et despilfarro de tantos millones es una
de 'as causas de (a actual miseria... 'Cuando ta construcción va, todo va', dice un adagio popu
lar. que ha pascdo al estado ae axioma económico A cuento de ello, los pirámides de Keops,
ascendiendo juntas hacia las nubes, serian el tesnrronio de un desbordamien'o de prosperidad.
Singular cálculo Sí, en un estado bien ordenado, donde el gasto no estrangule el intercambio,
la construcción seria el termómetro verdadero de la fortuno pública. Porque en ese caso revela
un crecimiento de la población y un excedente de trabajo que... cimento para el porvenir. Fuero
de esas condiciones, la pa'eta só!o acusa las fantasías asesinas del absolutismo. Cuando oquél
olvida por un instante su furor de la guerra, está atrapado por el furor de lo construcción... Todas
las bocas venales han celebiado a coro los grandes l r c b a |O s que renuevan la cara de París,
Nado ton triste como esas inmensas removidas de piedras o manos del despotismo, aparte de
la espontaneidad social. No hay síntoma mós lúgubre de fa decadencia. A medido que Roma
agonizaba, surg'an más numeiosos y más gigantescos sus monumentos Ello edificaba su sepul
cro y se embelleció para morir Pero el mundo moderno no quiere morir, él y la estupidez humana
tocan a su fin. Se está cansado de los grandes homicidas, los cálculos que han trastornado la
capital, en un doble objetivo de compresión y de vanidad, fracasarán ante el futuro, osl como
han Fracasado ante el presente.» A. Blanqui, Crifique socio/e, I, Capital ef travail ICrlhca social,
I, Capital y trabajo], París, 1885, pp. 109-111. La observación preliminar sobre Capiíal y tra
bajo es del 26 tic mayo de 1869. [E 11 a, 11
■Lo Ilusión acerca de las estructuras fantásticas ha caído. Ningún otro material en ninguno parto
excepto el centenar do cuerpos simples... Con esa magra combinación es con lo que hay que
hacer y rehacer sin tregua ol universo. M, Haussmann tenía otro tanto para reconstruir Poris. Tenío
los mismos, No es la variedad lo que brilla en sus edificios, la naturaleza, que también demuele
para reconstruir, logra un paca mejor sus arquitecturas. Ella sobe saca.' de su indigencia un par
tido ton rico que vacilamos antes de asignarles un término a la originalidad de sus obras.»
A. Blanqui, L'éferníté par les asfres Hypolhése aslronomique [la eternidad por los asiros. Hipó
tesis astronómico], Parts, 1872, p. 53. ( E li a, 21
¿Es cierto, como afirma Paul Westheim (Die Nene Weltbühne, XXXIV, 8, p. 240)
en su artículo *Die neue Siegesallee- 1-l.a nueva Avenida de la Victoria-], que
Haussmann ahorró a los parisinos la miseria de los bloques de alquiler?
IE 12, 2]
Haussmann, que retoma ante el plano de París el «Ajustemos las cuentas ahora»
de Rastignac. [E 12, 31
«Los nuevos bulevares han introducido el aire y la luz en los barrios insalubres, pero suprimiendo,
en casi en todas las parles por donde pasan, los patios y los jardines, puestos por lo demás en
el índice a causa de la carestía creciente de los terrenos.» Victor Fournel, Paris nouveau el Paris
fu/ur [Paris nuevo y París futuro], París,(868, p, 224 («Conclusión»). IE 12, 4]
El vlep París: *EI alquiler se lo come todo, y posamos a malcomer». M Borthélemy. Le vieux Parí$|
el le nouveou [0 viejo Poris y el nuevo], París, 1861, p. 8. IE 12 a, 2)
Víctor Fournel, Paris nueva y Paris futuro, París, 1868, ofrece, sobre tocio en el capítulo «Un capi
tulo de las ruinas de París», una exposición de la magnitud de las demoliciones que Hauss*
mann llevó a cabo en París, «El París moderno es un recién llegado, que sólo quiere dotar o
partir de él, y que arrasa los viejos palacios y las viejas iglesias paro edificar en su lugar da
bellas casas blancas con ornamentos de estuco y estatuas de cartón piedra. En el siglo pasado,
escribir los anales de los monumentos de París era escribir los anales de Paris mismo, desde su
origen y en todas sus épocas; pronto seró, escribir sencidamente los de los últimos veinte años
de nuestra existencia», pp. 293-294. [E 12 a, 31
«Transplantan el bulevar des Italiens en piona montaña de Saint-Genevi&ve, con tanta ulilidad y
fruto como el baile de uno flor en un bosque, y crean calles de Rivolí en !a Cité, que no sabe
qué hacer con ellos, esperando que ese origen de la capital, demolido pot completo, no encie
rre más que un cuartel, una iglesia, un hospital y un pa.ado » Víctor fournel. París nuevo y Paris
futuro, París. 1868, p. 223. La última frase recuerda un verso del «Ajco de triunfo» de Hugo.
IE 13, 11
■Ocupas* durante la época de Haussmann: «Los industriales nómodas de nuevas plantas bajas
parisinas se dividen er Ires categorías principales: los fotógrafos populares, los comerciantes
de baratillo, que llenen bazares y tiendas a Irece perras, los exhibidores de curiosidades y par
ticularmente de mujeros colosas. Hasta el momento, esos interesantes personajes se cuentan
entre los que más se han aprovechado do la transformación de Paris», Víctor Fournel, París
nuevo y París futuro, París, 1868, pp. 129-130 («Poseo pintoresco a través del nuevo Poris»),
IE 13, 31
•Les Holles. según lo op’nión de lodos, constituyen el edificio más irreprochable que se ha ele
vado en estos doce úllincs años—Tiene una de esas armonías lógicas que satisfacen el espi
ritu por lo evidencia de su significación.» Victor Fournel, Poris nuevo y Pons luturo, p. 213.
E 13, 4}
Ya Tissol invita a especular: *la ciudcd de Pons debería hacer préstamos sucesivos de algu
nos cientos de millones y. comprar a la vez una gran pare de un borrio para reconstruirlo de
jna manera conforme a las exigencias del guslo, de la higiene y de la facilidad de las comuni
caciones: hay aquí maleria para especular». Amédée de Tissol, Pans el Londres comparés [Poris
y landres comparac/osl, París, 1830, pp. 46-47 [E 13, 51
Lamartine habla ya t-n Ixfpassé. leprósvnt el Invenir de la République [El pasado, el presente
y el futuro de la República], París, 1850, p. 31 (cit, en Cassou, Quamnte-butí [Cuarenta y
ncbo\. (París, 1939), pp 174-175) de la «parle nómada, flotante y desbordada de las ciuda
des, que se corrompe por culpa de su ociosidad en lo ploza pública, y que rueda, según sopfen
los Facciones, a la voz del que grito mós alio* FE 13 a, ll
Stahl sobre los grandes bloques de alquiler en París: -ya entonces [en la Edad Medial era
una gran ciudad superpoblada, obligada a calier en el pequeño perímetro de la muralla
defensiva. Para la masa del pueblo no existía la casa unifamiliar, ni la casa propia, ni
siquiera una casita modesta. En el solar más angosto, como mucho de dos ventanas de
ancho y más a menudo de una sola (en otros lugares lo normal era la casa de tres venta
nas de ancho), se construyeron muchas plantas. Por lo general no tenían adorno alguno,
y cuando no se dejaba simplemente de construir, se ponía como mucho un tímpano.,. En
la parte superior cundían todo tipo de cobertizos y buhardillas adosadas a las chimeneas,
muy cercanas entre sí-. Stahl aprecia en la libertad de construcción de los tejados, que
siguen manteniendo hoy los arquitectos de París, -un elemento fantástico y del todo
gótico». Fritz Stahl, Parts [París], Berlín, (1929), pp. 79-80, [E 13 a, 2|
En París, el edificio moderno «se ha desarrollado poco a poco a partir de lo existente. Pudo
suceder porque los edificios con que se contaba eran ya propios de una gran ciudad, que
aquí fue creada.,, en el siglo xvu en la plaza Vendóme. Sus edificios, antaño palacetes, aco
gen hoy todo tipo de negocios,.., sin que la fachada se haya cambiado en lo más mínimo-,
Fritz Stahl, París, Berlín, p, 18. IE 141
Defensa de Haussmann: -Es sabido que... el siglo xtx perdió por completo, junto con utn fl
conceptos artísticos fundamentales, el concepto de la ciudad como... conjunto No luillB
ya urbanismo. Se construyó en medio de la vieja red de calles sin plan alguno, ampllliM
dola también sin ningún plan... Lo que se puede llamar con sentido la historia urbani.MM
de una ciudad.,., quedó con ello completamente acabado. París es la única excepción, I ,i
gente se plantaba ante ella sin comprenderla, más bien rechazándola- (pp. 13-14). •In
generaciones han ignorado lo que es la construcción urbana. Nosotros lo sabemos, prm
ese saber sólo nos suele producir disgusto ante las oportunidades perdidas... ÚnicamenH
por medio de semejantes consideraciones se está preparado para alabar el trabajo de e.M#
urbanista único y genial de la Edad Moderna, que indirectamente ha creado también UmíM
las grandes ciudades americanas.- (Pp. 168-169 ) -Desde este punto de vista, las grantkl
avenidas de Haussmann adquieren su verdadero significado. Mediante ellas, la ciudjfl
nueva... irrumpe en la ciudad vieja, la atrae hasta cieno punto, sin alterar por lo demás mi
carácter. De este modo, aparte de su utilidad, tienen un efecto estético, pues la ciudad vle|u
y la nueva no se enfrentan, como es habitual, sino que se hacen una. En cuanto se sale tía
alguna vieja callejuela a un;i calle de Haussmann, se sintoniza con esie nuevo París, el Parí»
de los últimos tres siglos. I’ues de la ciudad imperial, tal como la trazó Luis XIV, no sólo
adoptó la forma de la avenida y del bulevar, sino también la de los edificios. Sólo así pue*
den cumplir sus calles la función de hacer de la ciudad una unidad manifiesta. No, no lu
destruido París, sino que lo ha completado ...Hay que decido, incluso aun sabiendo cuánt*
belleza ha sido sacrificada... Ciertamente, Haussmann estaba obsesionado, pero lo que hizo
sólo podía llevarlo a cabo alguien obsesionado -Fritz Suihl, París: una ciudad como obrti
de arte, Berlín, pp. 173-174. [E 14 fl]
F
[C o n s t r u c c ió n en h ie r r o ]
•A mediados de los artos treinta se generalizaron los muebles de hierro: camas, sillas, vela
dores, jardineras, ele Es muy significativo de la época que se alabase en ellos como ven
taja especial su capacidad para imitar engañosamente cualquier tipo de madera. Poco des
pués de ItNO aparecen los muebles franceses completamente acolchados, y con ellos
alcanza una hegemonía exclusiva el estilo tapicero -Max von Boehn, Die Motíe un X/X.
Jabrbundert \La moda en el siglo .v/.vl, II, Munich, 1907, p 131 [F 1,3)
•El coche de correos sube a galope tendido por el muelle del Sena. Un rayo
cae sobre el puente de Austerlitz. ¡Que calle la pluma!- Karl Gutzkow, Briefe
aus París [Cartas de Paris], II, (Leipzig, 1842), p. 234. El puente de Austerlitz
fue tina de las primeras construcciones en hierro de París. Con el rayo I
encima, se convierte en el emblema de la edad técnica que está irrumpiendo.
Al lado, el coche de correos con sus caballos, bajo cuyos cascos salta la
chispa romántica. Y la pluma del autor alemán que lo repr<xluce: una mag
nifica viñeta al estilo de Grandville. IF 1, 5]
•En realidad, no conocemos bellos teatros, bellas estaciones de ferrocarril, belfas exposícionej
universales, belloi casinos, es decir, bellos edificios industríales o fútiles.» Mauuce Talmeyr, lo cité
du sor>g [lo dudad de la sangre], París, 1908, p. 277. |F 1, 6)
Magia del hierro colado: >Holibile pudo convencerse entonces de que el onilio de este planeta
no era otra cosa que ur balcón circular sobre el que los soturnianos vienen por la larde a lomar
el Iresco». Giandville, Un autre monde [Olro mundo], París, (1844), p. 139. ■ Hachís ■
IF 1. 7]
«Es verdad que en un género secundario, pero ¡o construcción en hierro se revelaba como tin
orte nuevo. Lo estación de ferrocarril del Este, debida a Dtjquesnay, ha merecido o este respecto
la atención de los arquitectos. El empleo del hierro ho aumentado mucho en esto époco, gracias
o las nuevas combinodones a las que se presto Obras notables per diversos conceptos, lo
bib'io’eca de Sainle-Genevéve y les Hollos deben mencionorse en primer lugar en esle género
Les Halles son_ un verdadero I po, que. reproducido en muchas ocasiones en París y en otros
ciudades, comenzó entonces, del mismo modo que antiguamente el gótico de nuestras cate
drales. a doi la vuelta a Fiancio... Se apreciaron notables mejoras en los detalles. La fontanería
monumental se convirtió en rica y elegonte. los rejos, los condelabros, los adoquinados en
mosaico fueron lestigos de una búsqueda frecuentemente afortunada de lo bello. El progreso de
la industria permitió dor el color del cobre a la lundíción. procedimiento del que no hay que abu
sar; el progreso del lup condujo con más fortuna a sustituir el bronce por la fundición, lo que con
virtió los candelabros de algunas plazas públicas en objetos de arle» ■Gas■ Nota a este
pasaje: «En París en 1848 entraron 5.763 toneladas de hierro; en 1854, 11 771; en 1862,
41.666; en 1867 61.572». E, levasseur, Histoire des dosses ouvnéres el de /"industrie en France
de 1789 a 1870 [Misiona de los c/oses obreras y de lo industria en Francia de 1789 a 1870],
II, París, 1904, pp. 531-532, IF 1 a, 31
«Henri Labrouste, artista de un talento sobrio y severo, inauguió con éxito el empleo ornamental
del hierro en la construcción de la biblioteca Sainte-Geneviéve y de lo Biblioteca Nacional.»
Levasseur, ibid., p. 197. IF 1 a, 41
En 1851 se inició la primera construcción ele I.e.s Halles, según un proyecto aceptado por
Napoleón en 1811. No gustó a nadie. Se llamó a esta construcción en piedra le fort de la
Halle, «El intento era desafortunado, no se repitió.,. Y se buscó un género de construcción más
apropiado para el Fin que se habla propuesto. La parte de vidriera de la estación del Oeste y
el recuerdo del Palacio de Cristal que, en Londres, había albergado la Exposición universal de
1851 dieran, sin ninguna duda, la idea de emplear casi exclusivamente la fundición y la vidriero.
Hoy puede verse que se luvo razón en haber recurrido a esos ligeros materiales que, mejoi d i
todos los demás, reúnen las condiciones que se deben exigir en semejantes estobledmiafll®
Desde 1851, no se ho dejada de trabajar en les Hables, y, sin emba'go. no están
aún.» Máxime du Camp. París |Paris), II. 1875, pp 121-122. [F I .i, f l
Proyecto de una estación que habría de sustituir la estoción St. locare. En la esquin.i l l
la plaza de la Made'eine y de la colle Tronche!. «Los railes, sostenidos por ‘elegantes a t f l
de fundición de 20 píes de olluro y con uno longitud de 615 melros", según el informe, hab tfl
atravesado los calles Saint-lazare, Sainl-Nicolas, des Malhurins y Castellane, de los cuoH
cada uno habría tenido uno estación particular * ■ Fláneur. Estación de tren en (?) d
calles ■ ... «Nodo mós verlo [se. el plano], se comprende qué poca se había adivinado N
porvenir reservado a los ferrocarriles. Aunque calificada como 'monumental*, la fachada f l
esta estoción, que. felizmente, nunca fue construida, tiene una dimensión singularmente n i
Iringida: no serio suficiente ni para alojar uno de los almacenes que se exhiben ahora en lofl
ángulos de algunos cruces. Es una especie de caso o la italiano, con Ires pisos abiertas cada
uno por ocho veníanos; la salida principal está representado por una escolero de veinliaicl
tro peldaños que desembocan en un pórtico de medio punto lo suficientemente amplio coma
para dejar pasar a cinco o seis personas de frente.» Du Camp, París, I, pp. 238-239.
[F2, II
la estación del Oesle (¿hoy?) ofrece *el doble aspecto de una fábrica en actividad y de un minl.v
Ferio». Du Camp, París, 1, p. 241. «Cuando, de espaldas al subterráneo de triple lúnel que paso bajo
el bulevar des Baltignolles, se percibe el conjunto de la estación, se reconoce que tiene casi la
formo de una inmensa mandolina de la que los raíles serían las cuerdas y los postes de señalej,
situados en cada ramol, serian las dovljas.» Du Camp, París, I, p, 250, [F 2, 21
«Caronte erruinado por una pasorelo de hierro sobre Ja Estigra » Grandville. Ofro mundo. Poris,
1844, p. 138. |F 2, 3)
El primer acto de la Vida parisina de Offenbach se desarrolla en una estación. -Esta gene
ración parece haber llevado en la sangre la actividad industrial, hasta el punto de que Fla
cha!. p. ef.. construyó su casa en un solar en e! que no paraban de pitar tos trenes por
ambos lados.- Sigfried Giedion. B auen in Frankreich [La arquitectura en Francia ], Leip-
zig/bedtn, (1928). p. 13 Eugéne Flachat (1802-1873>, constructor inmobiliario y de ferro
carriles. (F 2, 4]
Sobre la galería de Orléans en el Palais Royal (1829-1831)0 -Incluso Fontaine, uno de los
fundadores del estilo imperio, se convierte en la vejez al nuevo material Sustituyó además
en 1835-1836 el suelo de madera de la galería de las Batallas en Vfcrsalles por una estruc
tura de hierro. - Estas galerías, corno la del Palais Royal, experimentaron en Italia un ulte
rior desarrollo. Para nosotros constituyen el punto de partida de nuevos problemas cons
tructivos: estaciones de tren, etc.». Sigfried Giedion, La arquitectura en Francia, p. 21.
tF 2, 5]
»Ln Halle au blé recibió en 1811 su complicada estructura de hierro y cobre.,, de la mano
del arquitecto Bellangé y del ingeniero Brunet. Es. por lo que sabemos, la primera vez que
el arquitecto y el ingeniero no están unidos en la misma persona... Hittorf, el constructor
de la estación du Nord, recibió de Bellangé las primeras nociones sobre la edificación en
hierro - Por otra parte, se trata más de una aplicación del hierro que de una construcción
en hierro. Se limitan aún a trasladar al hierro la construcción en madera -Sigfried Giedion,
La arquitectura en Francia, p. 20. IF 2. 6]
Sobre el mercado cubierto de Vcugny en laMadeleine. 18240 -La gracilidad de las delica
das columnas de fundición recuerda los frescos de Pompeya. 'lo construcción en hierro y fun
dición del nuevo mercado de lo Modeleine es una de las mós graciosas producciones de este
género, no podría imaginarse nada más elegante y de mejor gusto. ' Eck. Troilé [Tratado], íoc.
o l » Sigfried Giedion, La arquitectura en Francia, p. 21. [F 2, 7]
•El paso más importante para la industrialización: la fabricación por medios mecánicos de
determinadas formas (perfiles) de hierro forjado o acero. Los campos se entremezclan, no
se empezó con piezas de construcción, sino con los raíles del tren... en 1832. Aquí se sitúa
el pumo de partida de los perfiles de hierro, esto es, la base de la construcción en hierro.
[Observación a este pasaje: los nuevos métodos de producción se difundieron lentamente
en la industria. En 1845 se comenzó a utilizar en París la viga de hierro de doble T con
motivo de una huelga de albañiles y debido al alto precio que había alcanzado la madera
con el auge de la construcción y la creciente anchura de los vanos a cubrir.(I)» Giedion, la
arquitectura en Francia, p. 26. [F 2, 81
Se debe tener en cuenta que las soberbias vistas de las ciudades desde las
nuevas construcciones en hierro -Giedion, La arquitectura en Francia,
(Leipzig/Berlín, 1928), ofrece en las ilustraciones 61-63 destacados ejemplos
en relación con el Pont Transbordeur de Marsella- fueron durante mucho
tiempo patrimonio exclusivo de los trabajadores y de los ingenieros. ■Mar
xismo ■ En efecto, ¿quiénes sino el ingeniero y ei proletario subieron por
entonces los únicos peldaños que daban a conocer lo nuevo y decisivo -e]
sentido espacial de estas construcciones-? (F 3, 5]
Las estaciones como -lugares artísticos-. «Si Wiertz hubiera tenido o su disposición... los
mentos públicos de la civilización moderna: estaciones de ler/ocarril, cámaras legislativas, n
de universidad, mercodos. ayuntamientos.. ¿quién podría decir qué nuevo mundo, vivo, d ra fl
tico, pintoresco habría sido atrojado al lienzo?» A. J. Wiertz, CEuvres littéraires [Obras /íferariH
Paris, 1870, pp. 525-526. [F 3 a, M
1840-1844: *la construcción de las fortificaciones, inspirada por Thiets,.,. que pensaba que los
ferrocarriles no se pondrían nunca en marcha, hizoque seconstruyeran puertas en París en el
memento en que hubieran sido precisas estaciones» Dubech-D'Espezel, Hislotre de París [Histo
rio de París], París, 1926, p. 386 [F 3 a, 6]
-Ya desde el siglo xv, este vidrio casi sin color que se utiliza para las venta
nas domina también en la casa. Todo el desarrollo del espacio interior sigue
la consigna: "¡más luz!”. - En el siglo xvit esto lleva a ventanales que en
Holanda llegan a ocupar por término medio más o menos la mitad de la
superficie del muro, incluso en las casas burguesas,,. / La cantidad de luz así
conseguida tuvo... que acabar por ser indeseable. En las habitaciones, las
cortinas fueron un remedio que pronto resultó funesto por el desmedido
celo de la tapicería... / El desarrollo del espacio mediante el cristal y el hie
rro llegó a un punto muerto. / Pero entonces le insufló nueva vida algo que
había sido insignificante. / Se trataba, otra vez, de una "casa” que debía ofre
cer refugio a “los que necesitaban protección”, pero no se trataba de una
casa para animales ni para la divinidad, y tanto menos para la llama del
hogar o como objeto de una posesión muerta, sino de una casa para las
plantas. / El origen de toda la moderna arquitectura de hierro y cristal es el
invernadero.- A. G. Meyer, Construcciones en hierro. (Esslingen, 1907), p. 55.
■ La luz en los pasajes ■ Espejos ■ El pasaje es el emblema del mundo que
dibuja Proust. Es curioso que, al igual que este mundo, permanezca en su
origen atrapado en la existencia vegetal. [F4, 11
Sobre el Palacio de Cristal de 1851{:) -Entre todas las grandezas de la obra, el pabellón cen
tral abovedado es lo más grande -en ese sentido... Sólo que tampoco aquí nos habla en
primer lugar un arquitecto modelador del espacio, sino un jardinero-... Esto es válido
incluso literalmente, porque el motivo principal de esta elevación del pabellón central era
que en su solar en el Hyde Park se hallaban unos olmos espléndidos que ni los londinen
ses ni el mismo Paxton querían talar Al incluirlos en su inmenso edificio de cristal, como
antes hizo en Chatsworth con las plantas tropicales, confirió a su edificio, de una manera
casi inconsciente, un valor arquitectónico mucho mayor* A. G. Meyer, Construcciones en
hierro, Esslingen, 1907, p. 62. IF 4, 21
La Galería de las Máquinas, de 1889, fue demolida en 1910 «por sadismo artístico". 1F ■!, d|
Constitución histórica de la gran superficie: -El Paiais Roya! francés loma la 'galería" iM 'l
palacio italiano del primer Renacimiento, la cual, como en la “galería de Apolo" del LouvrQ
y en la "Galería de los Espejos” de Versalles, se convierte en el símbolo mismo de la m ajdfl
tad... / Su nueva marcha triunfal en el siglo xa se reinicia, ante todo bajo e¡ signo de la j
pura utilidad, con los bailes dc almacenes, mercados, talleres y fábricas; son las estacíoC M
ferroviarias, y sobre todo las exposiciones, las que la elevan a cimas artísticas. La necejH
dad de una superficie sin divisiones siempre es tan grande en ellas, que los above(IH
miemos de piedra y las cubiertas de madera apenas pueden satisfacerla. En el gótico lus
muros crecen hasta fundirse con la cubierta; en los bailes de hierro del tipo... del halle do I
las Máquinas en París, la cubierta se prolonga sin interrupción alguna sobre el muro-.*
A. O. Meyer, Construcciones en hierro, Esslingen, 1907, pp. 74-75. [F 4 a, ll
Nunca antes tuvo tanta importancia la escala de -lo más pequeño-, Tamhién
de lo más pequeño de un conjunto, lo -poco-. Son escalas que ya habían '
alcanzado validez en las construcciones de la técnica y de la arquitectura
mucho antes de que la literatura adoptase el ademán de adaptarse a ellas,
En el fondo se trata de la más temprana manifestación del principio del mon
taje. Sobre l:i construcción de la torre Eiffel: «Enmudece aquí por consi
guiente la capacidad plástica en favor de una inmensa tensión de energía
espiritual, que condensa la energía inorgánica del material en las formas más
pequeñas y efectivas, uniéndolas unas con oirás del modo más efectivo...
Cada una de las 12.000 piezas de metal está hecha con una precisión mili
métrica, cada uno de los dos millones y medio de remaches... En esta fábrica
no sonaba golpe alguno de maza que hubiera de arrancar la forma a la pie
dra; dominaba allí el pensamiento sobre la fuerza muscular, delegada en
seguros caballetes y grúas». A. G. Meyer, Construcciones en hierro, Esslingen,
1907, p. 93. ■ Precursores ■ [F 4 a, 2)
«Houssmanr. no supo tener lo que podría llamarse una política de las estaciones... A pesar de
unas palabras del emperador que había bautizado las estaciones como las nuevos puertas de
París, el desarrollo continuo de los ferrocarriles sorprendió a lodo el mundo, superó los previsio
nes.. no se supo salir de un empiiismo sólo atento al día a dio > Dubech-D'Espezel, Historia de
Roris, Paris, 1926, p 419. [F 4 a, 3)
Torre Erffel. «Saludada al principio con una protesto unánime, ha seguido siendo Igual de fea, pero
ha sido útil para el esludio de la telegrafía sin hilos,.. Se ha dicho que esta Exposición había mar
cado el triunfo de la construcción en hierro. Más |usto sería decir que ella ho marcado su fracaso».
Dubech-D'Espezel. Historio de Porís, pp.461-462 [F 4 a, 41
«Hocio 1878 se creyó enconlroi lo salvación en b arquitectura de hierro: las ospirodones verti
cales. como habla M. Salomon Reinoch, el predominio de los vacíos y b ligereza del armazón
aparente hicieron esperar que naciero un estilo en donde revivirlo b esencial del genio gótico,
rejuvenecido gracias a un espíritu y o los nuevos materiales.» Dubech-D'Espezel, Historio de
París, p. 464. [F 4 a, 51
Béranger: -El único reproche que hace al régimen de Luis Felipe es haber metido a la Repú
blica en un caldcado invernadero-, FranzDiederich, -Víctor Hugo-, Die Nene Zeit XX, 1,
Stuttgart, p. 648. [F 4 a, 6)
-El camino que va de la primera locomotora estilo imperio hasta la forma completamente
objetiva que tiene hoy, caracteriza todo un desarrollo.- Joseph Aug. Lux, -Maschtnenüsthe-
tik- I-Estética de las máquinas-], Die Nene Zeit XXVII, 2 (1909), Stuttgart, p. 439. IF 4 a, 7]
«Los hombres de mayor sensibilidad y sentido artístico han lanzado desde el altar del arte
maldición tras maldición sobre los Ingenieros de construcción. Basta pensar en Ruskin.»
A. G. Meyer, Construcciones en hierro, Esslingen, 1907, p. 3. IF 5, 11
En tomo a la concepción artística del Imperio. Sobre Daumien -Era un completo entusiasta
de la estimulación muscular... su lápiz celebra incansablemente la tensión y actividad de
los músculos... Pero el público con el que soñaba tenia otras proporciones distintas a las
de esta sociedad... indigna y mezquina. Oaumier suspiraba por un entorno social que, de
modo semejante a la antigua Grecia, ofreciera a los hombres una base sobre la que pudie
ran alzarse, como sobre un pedestal, en su enérgica belleza... Al contemplar al burgués
bajo el punto de vista de tales presupuestos,., no pudo menos que originarse una grotesca
desfiguración. De este modo, la caricatura de Daumier fue el resultado casi involuntario de
una aspiración que se esforzó en vano por sintonizar con la opinión pública burguesa...
En 1835, un atentado al rey del que se culpó a la prensa, ofreció... la oportunidad de... cor
lar el atrevimiento de ésta. La caricatura política fue imposible.,, Por eso los dibujos miIm
abogados que hizo cn esa época... sobrepujan a todos los demás en fogosidad y dolí
freno, El juzgado es ya el único lugar en el que se pueden desatar las luchas con tud.i
excitación. Los alHígados son las únicas personas a las que concedió una acentuada Ittl
rica muscular, una pose dramática conforme a la profesión, una detallada fisonomía d
porak Frrtz Tli. Schulte, -Honoré Daumier*, Die Neue Zeit, XXXII, 1, Stuttgart, pp. H33-M,
tIM
Sobre el Palacio de Cristal con los olmos en su ceniro: «Debajo de estas bóvedas de vid|
gracias a los toldos, a bs ventiladores y o los fuentes surgentes se disfrutaba ce un delicioso ft
cor. 'Uno pcdiío creerse, decía un vístanle, debajo de bs or»dos de olgunos (ios labulosos,
el pabcio de ciistal de un hada o de una náyade’j A_ Demy, fssoi toorique (sur les eupd
tions vrwersellcs de París) [Ensayo histórico sobre las exposiciones universales de ParfsJ, Pal
1907. p 40 JF <|
«lo ebonislerío en hierros huecos., rivalizo, no sin ventajo, con la ebanistería en modera Ion
mobiliarios en hierro hueco, pintados al homo... esmaltados de llores, o en imitación de madera
con incrustaciones, son galanos y bien preparados a la manera de las parles alias de las puer
tas de Boucher * Édouard Foucaud, Paris invenleur. Physiologie de ¡‘industrie íranfaise [París
inventor. Fisiología de la industria francesa], París, 1844, pp. 92-93. [F 5 a, 2|
La plaza situada Frente a la estación du Nord se llamó en 1860 plazo de Roubaix. [F 5 a, .11
En los grabados de la época, los caballos cruzan apresuradamente las plazas frente a las
estaciones ferroviarias: llegan diligencias entre nubes de polvo. II' 5 a, 41
La torre HifTcl: *Es significativo que la más famosa construcción de nuestro tiempo, en
medio de todo su gigantismo., cause el efecto de una figurilla de porcelana. Ello se debe .
a que la baja sensibilidad artística de la época sólo era capaz de pensar en el espíritu de
la pintura de género y de la técnica de filigrana-, Egon Friedell, KuUurf^escbicbte der Neu-
zeii {Historia de la cultura contemporáneaI, III, Munich, 1931, p 3Ó3. IF 5 a, 71
Víctor Hugo i*n Ncire-Dame de París sobre la Bolsa: «Si fa regla es que la orquileclura do l l
edificio esté odaptado a su destino... uno no podría maravillarse suficientemente de un moflí
mentó que puede ser indiferentemente un palacio de rey, y una cámaro de los comunes, un oyulj
(amiento, un colegio, un picooe’o. una academia, un depósito, un tribuno), un museo, un cuartal
un sepulcro, un temp.'o, un teatro. Mientras tanto es tina Bolsa.. Es Bolsa en Froncto. comq
hubiera sido templo er Greca... Tenemos esa cofcmncto que circunda el monumento, bajo II
cual, en los grandes días de solemnidad religiosa, pjede desarrollarse majestuosamente la te»
ría de los agentes de cambio y de los corredores de comercio- Allí hay sin ninguno duda sobd
bios monumentos Jumemos muchas bellas calles, divertíaos y variadas, como la caíle firvoli. y nfl
desespero de que Paris. vista desde un globo, no presente un día... la riqueza de líneas., la divwi
sídad de aspectos, un no sé qué . ;nesperado por lo bello, que caracteriza a un tablero» Viclofl
Hugo. CEuvres compteles Romans [Obras comp/efos. Nove/a], 3, Paris, 1880, pp. 206-2OT
(Notre-Dame de Pansl 1F 6 a, I)
Palacio de 'a Industria «Estamos asombrados por (a elegancia y la ligereza del armazón de hie
rro, el ingeniero M. Borrcull dio pruebas de tanta habilidad como gusto En cuanto c lo cúpula
de vidrio su disposición carece de gracia, y lo ¡dea que recuerda... es la de una campana
inmensa, la industrio estaba en un invernadero cálido... A cada lado de !o pueria se habían
situado dos soberbias locomotoras con sus ténderes». Este último montaje segura mente con
motivo ile la entrega final de premios e! 15 de noviembre de 1855. Louis Enoull, *le polalí
de ¡'industrie* [«El polocio de lo industria»] (Paris e! les Parisiens au XIX* siécle [París y los parisi
nos en el siglo X»x], París, 1856, pp. 313 y 315). (F 6 a, 2|
Según Viel, hacia 1730 se levantaron los primeros puenles siguiendo principios constructi
vos. IF 7, 1]
• Los vagones de los trenes tiener ol principio el aspecto de las Diligencias, os autobuses el de
ios órmibus, bs farolas eléctricas el de las orarás de gas y el de las lámparas de petróleo.» Léon
Piene-QuW, <S*gnrfication du cmémo» («Signifcodo del cine»](l art anémalogrvphique [O orle
anemotogrúbeo], il, Paris. 1927, p. 7). IF 7, 31
Sobre la exposición universal de 1889: *5e puede decir de esta solemnidad que, por
encima de todo, ha sido la glorificación del hierro Después de haber aceptado dar, a los
lectores del Correspondan?, algunos resúmenes generales acerca de la industria, a propósito
de la Exposición del Campo de Mane, hemos escogido como lema las Construcciones meló
licas y los Ferrocarriles». Albert de Lapparent, El siglo del hierro, Porís, 1890, pp. Vll-Vlll.
LF 7, 51
Sobre el Palacio de Cristal: «El arquitecto Paxlort y los empresarios Fox y Henderson hablan
resuello sistemáticamente no emplear piezas de grandes dimensiones. Las mós pesadas eran
vigas ahuecadas en fundición, de 8 metros de longitud, de las que ninguna sobrepasaba el
peso de una tonelada... El principal mérito conslsllo en la economía... Por otro lado, 1a eje
cución había sido notablemente rápida, todas las piezas eran de las que las fábricas podían
entregar en breve plazo». Albert de Lapparent, El siglo del hierro, París, 1890, p. 59.
IF 7, 6]
Lapparent distingue dos clases ele construcciones en hierro: las construcciones en hierro con
revestimiento de piedra y las auténticas construcciones en hierro. Entre las primeras cito las
siguientes. cLabrouste... en 1868 entregaba al público la sala de trabajo de la Biblioteca Nacio
nal... Es difícil imaginar nada más satisfactorio ni más armonioso que esto sala de 1.156 metros cua-
diodos, con sus nueve cúpulas adosados, reposando, mecíanle orcos de hierro en crucero, sobU
aséis ligeras columnas de fundición, de las cuales doce eslabón aplicados contra los muros, r
que cuatro completamente aisbdos caigan sobre ei suelo mediarte pedestales del miaño m<
Albert de Lapparent. 0 srgfo del /uerro, Foris, 1890, pp. 56-57. (F ? ti,|
El ingeniero Alexis Barraull. que construyó junto con Viel el Palacio de la Industria de 1M^
era hermano de Emile Barrault. [F 7 a, |
Una litografía sobre el tompecabezos chino; El triunfo del Caleidoscopio, o lo Tumbo del Jusjji
Cfimo. Un chino tumbado con un rompecabezas. Sobre 6! ha puesto un pie una figtlii
femenina. En una mano lleva un caleidoscopio*en la otra un papel o una cinta con l'lgu
ras ile caleidoscopio, S(ola) d{e las) E(slampas) (fechado en 1818) (Cfr. ilustración 6.)
LF 7 a, í
«La cabeza giro y el coiazón se encoge cuondo, por primera vez, se recorren esas cosas
hodas, donde el hierro y ei cobre relumbrantes, pulidos, parecen voleise por a mismos, tienen
aire de pensar, de querei, mientras que el hombre pálido y débil es el humilde servidor de e
gigantes de acera.» j. Michelet, Le peuple [fl pueblo], París, 1846, p. 82. El autor no teme
ningún momento la preponderancia de la producción industrial. Parece más bien el porta
voz del individualismo del consumidor: «Ahora coda hombre .. quiere ser él mismo; por con
siguiente debe hacer menos caso de los productos fabricados en serie, sin individualidad quu
responda a la suya», loe, cil,, p, 78. (F 7 a, 6|
«ViolleMe-Duc (1814-1879) muestra que los arquitectos de la Edad Media fueron también sor
préndenles ingenieros y arquitectos.» Amédée Ozenfant, «la peinture muróle» [«la pintura mural»;
(Encyclopédie froncaise, XVI, Arls el lilléralure¡ dons fo sociélé conlemporoine [Enciclopedia (ron
ceso, XVI, Arfes y literaturas en la sociedad contemporáneo], I, p. 70, 3) |F 8 ,1]
Protesta contra la lorre EtfTel: «Nosotros, escritores, pintores, escultores, arquitectos, venimos.,
a protestar en nombre del arte y de lo historio francesa, amenazados, contra la ereca'ón er
pleno corazón de nuestra capital de la inútil y monstruoso Torre Eiffef que aplasta con su bár
bara maso Notre-Dame. la Somte-Chopelle, lo lorre Saint-Jacques, lodos esos monumentos humi
liados, todas nuestras arquitecturas pisoteadas». Cil. en Louis Chéronnet, «Les trois grattd-mére:
de Texposition» [«Las Ires abuelas de la exposición» [Vendredi. 30 de abril de 1937). IF 8, 2}
lil balcón de hierro. *En su forma más estricta, el edificio posee una fachada completamente
lisa... La articulación sólo se consigue mediante la puerta y las ventanas. 1.a ventana fran
cesa es sin excepción, incluso en los edificios más humildes, ¡xjrte-fenétre, prolongándose
hasta el suelo... Esto hace necesaria la reja, que en los edificios más humildes son simples
barrotes de hierro, en los más ricos una obra de forja... Alcanzando un cierto punto, se
vuelve adorno... Contribuye también a la articulación, subrayando., la línea inferior de las
ventanas. Y cumple ambas funciones sin sobresalir del plano de la fachada Dado el gran
volumen de edificación propio del edificio moderno, que posee una gran anchura, esta dis
posición no satisfizo a los arquitectos. Su lógica exigía encontrar expresión para la ten
dencia siempre creciente hacia la horizontalidad de las cosas... Y encontraron el modo de
hacerlo retomando el enrejado tradicional. Pusieron en una o dos plantas un balcón ocu
pando todo el ancho de la fachada, muy característico por el color negro de su enrejado,
que causa un efecto imponente. Estos balcones... se hic ieron siempre muy estrechos hasta
el final de esle periodo arquitectónico, y si con ellos se suprime la austeridad de la super
ficie, lo que se podría llamar el relieve de la fachada sigue siendo muy escaso y no consi
gue eliminar-al igual que ocurre con el ornamento plástico, también muy plano- el efecto
del muro. Cuando los edificios son contiguos, estos balcones de rejería se unen entre si
subrayando la impresión de la fachada que da a la calle, que por otra parte se acentúa,
porque incluso en los pisos superiores que se emplean como oficinas, no... se fijan letre
ros, sino que se aprovechan las tradicionales letras doradas en antiqtta que. bien distri
buidas entre la rejería, producen cierto efecto decorativo • Fritz Stahl, Paris [Parid, Berlín,
<1929), pp. 18-19. IF 8 al
G
[E x p o s ic io n e s , p u b l ic id a d , G r a n d v íll e ]
En los marcos de los cuadros que cuelgan del comedor se prepara la incur
sión de los anuncios de licores, del cacao van Houten, de las conserv¡ii
Amieux. Se puede decir, naturalmente, que donde más perduró el confort da
los comedores buigueses fue en los pequeños cafés, etc.; pero quizá tain*
bien se puede decir que el espacio de los cafés, donde cada metro cuadrad' i
y cada hora se pagan con más puntualidad que en un bloque de alquilereS|i
surgió de éslos. La vivienda que se convirtió en café es un jeroglífico con ol
título: ¿dónele se esconde aquí el capital? [C> l, ,!|
Folleto de un comerciante textil parisino de los años treinta: «Señoras y señores / les suplico quo
echen una indulgente mirada a las siguientes observaciones: el deseo que tengo de contribuir a su sol
vacíón eterra me lleva a dirigírselos, Rermíanme afraer su atención hacia el estudio de fas Sagrada!
Escrituras, asi como hado lo extremo moderación de los precios que he sido el primero en introdudM
en mis artículos de géneros de punto, en mis algodones, ele Cale Pavé-Soinl-Sauveur, 13» KduarU
Kroloff, Scbildeningen mis Paris [Dtscripciiims de Partí, II, Hamburgo, 1839, p. 57. |G 1, 4ll
Superposición y publicidad. -En el Palais Royal, entre las columnas del piso superior,
acaba por llamarme la atención un cuadro al óleo, de tamaño natural, que representa con
colores muy vivos a un general francés en uniforme de gala. Saco mi monóculo para
observar de cerca el motivo histórico representado, y mi general está sentado en un sillín»
extendiendo un pie desnudo al callista arrodillado ante 61, que le lima los callos.-J. F. Reí-
cliardt, Vertraute Briefe atis Paris [Cartas intimas desde Parid, I, Hamburgo, 1805, p. 17H,
1G 1,5|
m
La poesía de los surrealistas maneja las palabras como nombres de Hnn¡i| j
comerciales, y sus textos son en el fondo folletos publicitarios de emprendí
que aún no se lian establecido. Hoy anidan en los nombres de las firm.t*
comerciales las fantasías que antaño se creían acumuladas en el tesom iW
los términos -poéticos*. [g i ii. fl
Sobre la exposición de 1867, ordenada según principios estadísticos^;) «Rodear ese palacio,
circular como el ecuador, bs literalmente dar la vuelta alrededor del mundo, a ello han llegado
lodos los pueblos: los enemigos viven en paz unos ftl1Jado de otros, Al igual que al principio dw
las cosas sobre el orbe de las aguas, el Espíritu divino planea sobre este orbe de hierro». L'ex-
de 1867 lüuslrée, PubJ/cotion Internationale autorísée por lo commission impitJ
posiJiori universelíe
ríale [La exposición un,versal de 1 867 ilustrado, Publicación internacional autorizada por la
comisión imperio/], tomo 2, p. 322 (Giedion, p, 41). IG 2, 41
Sobre la exposición de 1867. Sobre Offenbach. «Durante diez años, esto vena del autor
cómico y esía inspiración smbnogada del músico rivalizaron entre sí en lanlosía y en hallazgos,
paro alcanzar en 1867dj-ante la duración de la exposición, su apogeo de hioridad, la última |
expresión de su locura. 5 ¿ato, ya lan grande, de ese teatro, se convirtió entonces en delirio,
algo de lo que nuestras pobres pequeñas victorias de hoy no pueden dar una idea. Paris, ese
verano, sufrió una msolaoin» Det discurso académico de Henri lavedan, 31 de diciembre de
1899. Sucesión de Meáhoc. 1G 2 a, 1]
La publicidad se emancipa en el Jugendstil. Los carteles del Jugendstil -son
grandes, siempre figurativos, de colores refinados pero sin estridencias;
muestran bailes, locales nocturnos, sesiones de cine; están creados para una
vida donde todo rebosa, y que las sensuales curvas del Jugendstil expresa
ron incomparablemente'. FrankJurter Zeitung, firmado F. L, Sobre una expo
sición de carteles en Mannbeim, 1927 ■ Conciencia onírica ■ tG 2 a, 21
La primera exposición de Londres reúne a todas las industrias del mundt>. A raíz de ello, se funda
el museo de South Kensington. La segunda exposición, en 1862, también es en Londres. Con la
exposición de Múnich de 1875, el Renacimiento alemán se pone de moda, [G 2 a, 31
Wiertz con motivo de una exposición universal: «Lo que en primer lugor choca no es lo que
los hombres hocen hoy, sino lo que horón mós adelante / El genio humano comienza a fomi-
líarizorse con la potencia de lo materia». A. J. Wiertz, CEuvres liliéraires [Obras literarios], París,
1870, p 374 [G 2 a, 41
Tahneyr llama al cartel «el arte de Gomorra»<.) lo ciudad de lo sangre, Poris, 1901, p. 286. ■
Jugendstil ■ [G 2 a, 5]
Joseph Nash pintó para el rey de Inglaterra una serie de acuarelas que repre
sentan el Palacio de Cristal, en el que tuvo lugar la exposición de la indus
tria de Londres de 1851, que es para lo que realmente se construyó este edi
ficio. - ¡La primera exposición universal y el primer edificio monumental de
cristal y hierro! Con asombro se ve en estas acuarelas el esfuerzo por dotar
al colosal espacio interior de un aire de cuento oriental, y, junto a los pues
tos de mercancías que llenaban las arcadas{,) se ve {cómo) se extendían a
través de las amplias galerías grupos monumentales de bronce, estatuas de
mármol y surtidores. ■Hierro ■ Interior ■ [G 2 a, 71
•Sí, ¡vivo la cerveza de Viennel jEs originaria de lo patria de lo que se redomo? De veras que
no lo sé. Pero !o que no puedo ignorar es que el establecimiento es elegante y cómodo; no es
le cerveza de Sltasboutg de Baviére__ Es lo cerveza divina... clora como el pensamiento de un
poeta, ligera como uno golondrino, redo y cargada de alcohol como lo pluma de un filósofo
alemán. Se digiere como el ogta puro y refresca como la ambrosía* Anuncio para Fonto Biére
de Vienne. Junto a la Nueva Ópera. Calle Haiévy, 4, Efrennes 1866 Almanach iniicoleur pan-
sien [Estrenos, 1866. Almanaque rndicodor parisino], Paris, 1866, p, 13 [G 2 a, 91
«Además una nueva palobro, 'el redamo': - ¿hará fortuna?» Nadar, Ouond /'étais photogna-
phe [Cuando era fofógrafol. París, (1900), p. 309 [G 2 a, 101
Entre la revolución de febrero y la insurrección de junio: «Todos los muros estaban cubier
tos de carteles revolucionarias, que Alfred Delvau volvió a imprimir en dos gruesos tomos
unos años más taide con el título de Murallas revolucionarias, de modo que aún hoy se
puede tener una impresión de esta notable literatura de cartel No había palacio ni iglesia
en el que no se vician estos carteles. Nunca antes se había visto una cantidad tal de car
teles en ciudad alguna. Incluso el Gobierno publicaba sus decretos y proclamaciones de
este modo, mientras que miles de personas, medíante ellos, daban a conocer a sus con
ciudadanos sus opiniones sobre todo tipo de cuestiones, Conforme se acercaba la fecha de
apertura de la Asamblea Nacional, más apasionado y radical era el lenguaje de los carte
les... El número de vendedores callejeros aumentaba día a día: miles y miles de peisoiiM
que no tenían otra cosa que hacer se dedicaron a vender periódicos*. Sigmund Englflndefc I
Gescbicbte derfmnzósischen Arbeiter-Associattimen [Historia da las asociaciones obivnt»
de Francia], II, Hamburgo, 1864, pp, 279-280. (G i. II
■Una pequeña pieza teatral que aquí se representa comúnmente antes de una nueva o b n ij
El arlequín cartelero El cartel que anuncia la comedia se pega, en una escena reaimonfl
linda y cómica, cn la vivienda de Colombia.-J F. Reichardl, Vertmute Briefe aus París [Cui
tas íntimas desde París], I, Hamburgo, 1805, p. 457. [G 3, .’l
■Muchas casas parisinas parecen hoy decoradas al m odo del traje del arlequín: es una sum.t
de grandes trozos de papel verde, amarillo, (palabra ¡legible], y rosa. Los que los pegan M
disputan los muros, y llegan a las manos por una esquina. Lo más curioso es que todail
estos caneles se tapan unos a otros diez veces al día.* Eduard KroloíF, Scbildenmgen aun
Paris [Descripciones de París], O. Hamburgo, 1839, p. 57. 1G 3. .'!
■Paul Siraudin, nacido en 1814, trabaja en el teatro desde 1835, una actividad que comple
menta desde 1860 con la de la confitería Sus resultados, que relucen en el gran escapa
rate de la calle de la paix, no seducen menos que las almendras garrapiñadas, los bombo- I
nes. los panes de azúcar y los dulces que se ofrecían al público en las bluetles (?) teatrale*
de un solo acto cn el Palais Royal.- Rudolf GooschaU, -Das Theater und Drama des second
empire- [*EI teatro y el drama del Segundo lmperio-1 |Kn: Unsere Zeit Deutsche Reúno
Monatsscbrift zum Gonuenationslexikon1, Leipzig, 1867, p. 933. [G 3, 41
El -Charivari” de 1836 llene una ilustración que muestra un cartel que ocupa
la mitad del frontal de una casa. Se han ahorrado las ventanas, excepto una,
a lo que parece. Pues de ella sale un hombre que está cortando el trozo de
papel que le molesta. IG 3, 6]
«Esencia de Amazilly, olorosa y antiséptica. Higiene de baño de Duptal y Cía » ILo que sigue
está traducido al alem án! »Si a esta nuestra esencia le hemos dado el nombre de una de
las hijas de Cadena, con ello sólo hemos querido indicar que los componentes vegetales
de esta mezcla, a la que debe su sorprendente efecto, han surgido del mismo clima abra
sador que ella. La segunda denominación la liemos tomado de la ciencia, y esto sólo para
indicar que. al margen de los incomparables servicios que presta a las clamas, posee efec
tos higiénicos que le pennilen ganar la confianza de todos aquellos que tengan la bondad
de dejarse convencer por sus saludables efectos. Pues si bien nuestra agua no tiene el don,
como la de la eterna juventud, de disolver los años, tiene al menos, junto con otros -nos
parece-, el apreciadísimo mérito de restaurar en todo su esplendor la gloria antaño per
dida de ese órgano perfecto, la obra maestra del Creador, que con su elegancia, su pureza
y la gracia de sus formas representa el adorno deslumbrante de la mitad más liella de la
humanidad; sin la deseada intervención de nuestro descubrimiento, est(e) adorno tan pre-
ciad(o) como sensíbl(e), que en la tierna gracia de su secreta constitución se asemeja a una
frágil flor que se marchita con la primera tormenta, tendría tan sólo una aparición fuga/, en
el escenario ciel esplendor, tras cuyo paso se extinguiría bajo el aliento marchito de la
enfermedad, las agotadoras exigencias del reposo, o el no menos funesto abrazo del inmi-
sericorde corsé. Nuestra esencia Amazilly, exclusivamente centrada en el interés de las
damas, responde a las exigencias más intimas y estrictas de su toilette. Gracias a su feliz
composición, aporta todo lo necesario para la restauración, despliegue y desarrollo del
encanto natural, y desde luego sin perjudicarlo en lo mis mínimo.- Charles Simond, París de
1800á l900[Porís, de 10OOá 1900], II, París, 1900, p. 510. «Anuncio ds un perfumisla en 1857»
IG 3 a, 1 )
« 8 hombre anuncio cargo grave-nenie con su doble y ligero raido. Esta joven señora cuya obe
sidad es sólo pasajera se ríe del cartel ambularle. y riendo abe ría-nenie ella ha querido leerlo,
el (eiiz aulor de su proluberancia caiga también con su lardo.» Texto para la litografía «El hom
bre anuncio en la plaza de las Victorias*, en los Nuevos cuadros de París. Texto dentro tic tabla
63 1Lis litografías son de Marlet], liste libro es una especie de Hogarth cul usitm Delphini.
[G 3 a, 21
Comienzo del prólogo de Alfred Delvau pata Muralla*, revoluciónanos: «Aquellos Muradas
Revolucionarias -debajo de las cuales nos pusimos nuestro nombre oscuro- son una obra
inmensa, gigantesca, única sobre todas las cosas, sin precedente, creemos, en la historia de los
libros. Obra colectiva cuyo autor es monseñor todo el mundo, tneln herr omnes, como decía
lulero», les muroíl/es révolufionnorres de 1848 [tas murados revolucionarías de Í848] ( 16.a edi
ción), I, Porís, (1852), p 1. IG 3 a, 31
«Cuando bajo el Directorio, en 1798, se inauguró en el Campo de Marte la idea de las expo
siciones públicos, se contó con 110 expositores, enlre los que se distribuyeron 25 medallas.»
Palacio de la Industria. Se vende en H. Plon. [G 4, 1 ]
«A partir de 1801 se expusieron en el palio del louvne los productos de b creciente induslria» luden
Dubech, Pierre d'Espezel, Histoire de Paris [Histona de París;, Paris, 1926, p 335. [G 4, 21
«Cada anca años, 1834, 1839, 1844, en todos, se expusieron en la caso Marigny los pro
ductos de la industria.» Dubech-D'Espezel, Historia de París, París, p. 389. |G 4, 3]
«La primera exposición se remonta a 1798; era.. uno exposición, en el Campo de Marte, de los
productos de la industria francesa, cuya ¡dea pertenece a francos de Neuf-Cháteau Hubo tres
exposiciones nacionales bajo el imperio, en ' 801, 1802 y 18C6. las dos primeras en el patio
del louvre, la tercera en los Inválidos, tres bajo la Restauración, en 1819, 1823 y 1827, todas
ellas en el Louvre, Ires bajo la monarquía de |ulio, plaza de la Concorde y en los Campos Elí
seos, en 1834, 1839 y 1844; una bajo la segunda República, an 1849. Después, o imitación
de Inglaterra, que había organizado en 1851 una exposición internacional, la Francia imperial
luvo en el Compo de Marle. en 1855 y 1867 sus exposiciones universales Lo primero había
visto nacer el Palacio de ta Industria, derr,olido bajo la República; la segunda fue uno fiesta des
enfrenada que marcó el apogeo del Imperio En 1878, se hizo una nueva exposición para tes-
limonior el renacimiento después de la derroto Fue en el Campo de Marle. en un palacio efí
mero levantado poi Formigé. El carácter de estos ferias desmesuradas es el de ser efímeras y,
sin embargo, cada una de ellas ha dejado una huella en Pan's lo de 1878 vio nacer el Troco!
dero. extraño pa/ocio instalado provisionalmente por Davioud y Bourdais en el vértice de Chot
ilo!, y lo posorelo de Possy, establecido pora -eemplazar ei puente de leño, indisponible lo do
1889 habia deodo lo Goleria de los Máquinos, que desopareció, pero lo Tone Eiffel vive lodo-1
vio.» Dubecft-D'Espezel. Historio cíe París, París, p. 461 IG 4, 4|
«"Europa se ha desplazado para ver mercancías’, decía Renán, con desprecio, de la Exposición!
de 1855.» Paul Morand, 1900, París, 1931, p. 71. [G 4, SI
■En 1798 se convoca una exposición universal de la industria, que tendrá lugar, en el
Campo de Marte. El Directorio había encargado al ministro Franvois de Neufehateau orga
nizar un festejo popular para celebrar la fundación de la República. 1.1ministro buscó el con
sejo de varias personas, que le sugirieron organizar juegos como trepar a los árboles, etc.
Alguien habló de montar un gran mercado como el de las ferias anuales de los pueblos,
pero a una escala grandiosa. Finalmente, otro projfcso 3 ñadir a lodo ello una exposición de
cuadros. Estas dos últimas propuestas condujeron a Fran^ois de Neufchareau a la idea de
convocar una exposición de la industria para celebrar una fiesta popular. Esta primera expo
sición de la industria procede por tanto del deseo de entretener a las clases trabajadoras, y
será para ellas una fiesta de la emancipación... El carácter popular de esta iniciativa salta u
los ojos de manera conmovedora... En lugar de géneros de seda, se ven géneros de algo
dón; en lugar de encajes y rasos, materiales prácticos para las necesidades domésticas del
tercer estado; gorras de algodón, la felpa.,. Chaptal, el director de esta exposición, es el pri
mero en llamar por su nombre al estado industrial.» Sigmund Engliinder, Historia) <k lus
asociaciones obreras ele Fr(ftTÍ)c(ia), l, Hamburgo, 1864, pp. 51-53. (G 4, 71
-A pesar de toda la fiebre porcentual con la que la arrogancia teutónica ha querido hacer
pasar la capital del líeich como incomparable luminaria de la civilización, Berlín no ha pro
ducido aún ninguna exposición universal,., Hs una mala excusa querer arreglarlo diciendo
que las exposiciones universales han sobrevivido a sí mismas, y que no son sino abigarra-
das ferias mundiales ik- la vanidad... y otros consuelos semejantes. No tenemos motivo
alguno para negar los aspectos negativos de las exposiciones universales...: pero, a pesar
de esto, siguen siendo incomparables palancas de la cultura humana, mucho más podero
sas que los incontables cuarteles e iglesias que rezuma Berlín, gastando para elio enormes
sumas. Por lo que han fracasado los repetidos intentos de exposición universal ha sido pri
meramente por la falta de energía.... de la que adolece la burguesía y, en segundo lugar,
por el mal disimulado disgusto con el que el militarismo absolulisia-feudal observa todo lo
que pudiera dañar sus ¡ay! aún potentes raíces -(Anónimo,) -Klasscnkámpfe* I-Luchas de
clase-!. Die NeueZeU XII, 2 (1894). Stuttga.it, p. 257. tG 4 a, 21
Victor Hugo promulgó para la exposición universal de 1867 un manifiesto a los pueblos
de Europa. [G4 a, 3]
■Según una estimación oficial, fueron en total cerca de 750 trabajadores los que, elegidos
por sus compañeros o designados por las mismas empresas, visita ron en 1862 la expnsi-
ción universal de Londres... El carácter oficial de esta delegación, el modo en. que surgió,
inspiró como es natural poca confianza a la emigración revolucionarla y republicana lia»
cesa. Esta circunstancia explica quizá por qué la idea de recibir solemnemente a esta tlclr
gación provino de la redacción de un organismo dedicado al movimiento de coopert^
ción... En julio, a instancias de la redacción del “Working Man", se formó un comili’
encargado de recibir solemnemente a los trabajadores franceses... Entre los participante#
figura... J, Motton Peto,,., llamado Joseph Paxton... Se pusieron en primer plano... los inte
teses de la industria, insistiendo repetidamente en la necesidad tle un entendimiento ému
los trabajadores y los empresarios como el único medio que podría mejorar la grave situ»
ción de los trabajadores No podemos., considerar esta asamblea como el lugar de nací
miento... de la Asociación internacional de Trabajadores. Esto es una leyenda... Lo único
cierto es que las consecuencias indirectas de esta visita le dieron una gran importancia
como etapa muy significativa en la vía hacia el entendimiento de los trabajadores ingle
ses y franceses.. D. Rjazanov, Zur Gescbicbte der cnsten Internationale [Para una historia
de la primera Internacional, (Archivo Marx-Engels), I, (Frankfurt a. M., 1928), pp. 15T,
159-160. [G 5, l\
Las sutilezas de Grandville expresan bien lo que Marx llama -resabios teoló
gicos» de la mercancía, [G 5 a, 2)
«El sentido del gusto es un corro de cuatro ruedas que son: I la Gastronomía, 2. Lo Cocino, 3,
la Conserva, 4 la Cultura.» Del «Nouveou monde industrie) et sociétoire» [«Nuevo mundo indus
trial y socíetaiio(»)], 1829 E. Poísson, Founer,París, 1932, p.130. |G 5 a, 31
En 1851 apareció en Londres -el primer cañón de acero fundido de Krupp, un modelo del
que el Ministerio de la Guerra prusiano no tardaría en encargar 200 unidades-. Julius i.es-
sing, Medio siglo de exposiciones universales, Berlín, 1900, p. 11. (G 5 a, 6 ]
•En el ámbito de pensamiento donde surgió la gran idea del libre comercio, surgió... la idea
de que nadie volviera empobrecido, sino enriquecido de una exposición universal cn la
que hubiera llevado lo mejor para poder también llevarse a casa libremente lo mejor de
otros pueblos... Este magno pensamiento, de donde surgió la idea de una exposición uni
versal, se paso en práctica. En ocho meses lodo se había llevado a cabo. “Un milagro que
ya es historia.' En el meollo de este movimiento figura muy significativamente el principio
de que no es el Estado, sino sólo la libre actividad de los ciudadanos, la que debe realizar
una obra semejante... I’or enlonces se ofrecieron dos particulares, los hermanos Munday,
a construir de inmediato, a su cuenta y riesgo, un palacio por un millón de marcos. Pero
se decidió aumentar la escala, firmándose enseguida el fondo de garantía necesario a tal
efecto, por valor de muchos millones. Y para el nuevo y magno pensamiento se encontró
la forma adecuada. El ingeniero Paxton levantaría el Palacio de Cristal. Se extendió la noti
cia por todas las naciones como algo fabulosamente inaudito: que se quería construir un
palacio utilizando cristal y hierro, y que cubriría dieciocho yugadas. No mucho antes, Pax-
ton había cubierto uno de los invernaderos de Kew. en los que crecían pujantes las pal
meras, con un techo de cristal y hierro, y eso le dio el coraje de emprender la nueva tarea.
Como lugar de la exposición, se eligió el parque más hermoso de Londres, el Hyde Park,
que ofrecía en su centro una amplia pradera atravesada únicamente en su eje más corto
por una avenida de soberbios olmos. Desde las filas de los pusilánimes surgían voces de
alarma, adviniendo que no se podían sacrificar estos árboles por amor a un proyecto deli
rante. Entonces cubriré los árboles, respondió Paxton, proyectando la nave transversal, que
con una bóveda de 112 pies de altura... cubrió por completo toda la hilera de árboles. Es
enormemente notable y significativo que esta exposición universal de Londres, surgida de
las modernas concepciones de la fuerza del vapor, de la electricidad y de la fotografía, de las
modernas concepciones del libre comercio, haya supuesto al mismo tiempo el impulso
decisivo de todo el periodo para la revolución de las formas artísticas. Construir un pala
cio de cristal y hierro le parecía entonces al mundo una especie de inspiración fantástica
para un edificio temporal, Sabemos ahora que es el primer gran paso hacía el terreno de
unas formas completamente nuevas... Estilo constructivo frente a estilo histórico se ha con
vertido en la divisa del movimiento moderno. Volvamos la vista al momento en que este
pensamiento iluminó victorioso por vez primera el mundo: es en el Palacio de Cristal de
Londres en 1851. Al principio, no se quería creer que fuera posible levantar un palacio de cris
tal y hierro de semejantes proporciones. En las publicaciones de aquellos días encontra
mos muy significativamente representaciones de cómo se unen las piezas de hierro, algo
que hoy pertenece ya a lo cotidiano. Inglaterra podía presumir de haber realizado esta
tarea, completamente nueva e inaudita, en ocho meses, empleando las fábricas ya exis
tentes, sin otros medios. Se recordaba triunfalmente cómo... todavía en el siglo xvt una
pequeña ventana de vidrio había sido un objeto de lujo, y cómo ahora se podía constrMil
sólo con vidrio un edificio que cubriera 18 yugadas. Un hombre como Lothar Bucher Mhl|
bien lo que significaba esta nueva construcción. Suya es la afirmación de que este ediflilfly
es la expresión arquitectónica de las fuerzas de sustentación en simples piezas de hicn
sin adornos, libre de toda apariencia. Estas palabras, que., contenían el programa ilol
futuro, quedaron ampliamente sobrepasadas por la fantástica excitación que provocabí tfl
edificio en todos los ánimas. La conservación de la imponente fila de á r b o le s en la nave
transversal fue aquí lo principal. Dentro de este espacio se amontonaron todas las maravi
llas vegetales que los espléndidas invernaderos de la jardinería inglesa podían prcxluclll
Las gráciles palmeras del sur se mezclaban con las copas de los olmos cinco veces cente
narios, y en este bosque encantado se colocaron las obras principales del arte plástic» I
estatuas, grandes bronces, trofeos, etc, En el centro del mismo había una impresionan!»
fuente de cristal. A derecha e izquierda se extendían las galerías, en las que se pasaba tío I
un pueblo a otro, y así es como el conjunto pareció a todos una obra mágica en la quo
la fantasía era transportada mucho más que el entendimiento. "Es pura economía tic
lenguaje sí califico de incomparable cuento de hadas a ese espacio.' (L. B.) Esta impro*]
sión recorrió todo el mundo, Yo mismo me acuerdo, siendo pequeño, de cómo so
extendió por Alemania la noticia del Palacio de Cristal, cómo se colgaban cuadros suyo tl
en las paredes de los hogares burgueses de lejanas ciudades de provincia. Lo que no»
imaginábamos en los viejos cuentos -la princey en el sarcófago de cristal, reinas y gno* L
mos que vivían en casas de vidrio-, todo eso nos pareció que se había hecho real... y .
esta impresión perduró decenios. Del Palacio se transportó el gran transepto y una parte
de la entrada a Sydenhain, donde aún está hoy, y a llí lo vi en 1826, con trémula vene-1
ración y el más puro embeleso. Han hecho falta cuatro decenios, muchos incendios y
desfiguraciones para destruir su magia, pero aún hoy no ha desaparecido por completo.»
lulius Lessing, Medio siglo de exposiciones universales, Berlín, 1900, pp. 6-10.
[G 6 ; G 6 a, 11
«le Play contaba que se necesitaban tantos artos poro preparar una exposición que debería
durar meses.. Hay eviaentemente aquí una chocante desproporción entre el tiempo de elabo
ración y la duración de la empresa.» Maurice Pécard, Íes expositions ínlemolionoles ou point
de vue économique el social parliculiéremenl en france (tas exposiciones internacionales
desde el punto de vista económico y social, particularmente en Francia], París, 1901, p. 23.
[G 6 a, 3]
Segundo Impeuo(:) «Los candidatos del gobierno... pudieron imprimir sus proclamas en papel de
color blanco, color reservado exclusivamente a las publicaciones oficiales* A Malet, P Grille),
XU* sfécle [Srgfo xtx], Pons, 1919, p. 271. IG 7, 31
«La exposición estoba cerrada y mucho tiempo después las delegaciones continuaban discu
tiendo, y el parlamento obrero mantenía aún sus asambleas en el pasaje Raoul* Henry Fou
gére, Las delegaciones obreras en las exposiciones universales, Montlucon, 1905, pp. 80-87.
Las sesiones se extendieron en total del 21 de julio de 1867 al 14 de julio de 1869-
IG 7 a, 2]
Asociación Internacional de Trabajadores. «'La asociación., data de 1862, momento de la
exposición universal de Londres. Fue ahí donde los obreros se vieron, hicieron causo común y
buscaron aderarse mutuamente.' Declaración hecho por M. Toloin. el 6 de marzo de 1868,...
en el primer proceso entablado por el gobierno contra la Asociación internacional de trabaja
dores* Henry Fougére, ¿os delegaciones obreras en fas exposiciones universales, Montlucon.
1905, p. 75, En el primer gran meeting de Londres se redactó una declaración de sulktarf
dad para la liberación de Polonia. [G 7 a, 1
1867, «Uro quedaba al'apado por una singular impresión la primera vez que visitaba el Cam|"
de Marte. Fuera de la avenida central, por la que se entraba, en primer lugar sólo se veían, lili»
rro y humo... Esta primera impresión ejercía sobre el visitante Jal impelió que, haciendo caí
omiso de las distracciones que lo tentaban en el pasaje, se apresutoba o ir ol movimiento y <
ruido que lo oHaioa En lodos los puntos en que las máquinas estaban en reposo estallaba
los acordes de los órganos movidos por el vapoi y las sintonías de los instrumentos de cobra,
A. S. de Doncour!, tes exposítíons umi/ersefa [tos exposiciones unrversofesj, Lille/París, (1889
pp. 111-112. [G 7 a ,l
Lessing (Medio siglo de exposiciones un míales. Beriln, 1900, p. 4) seiiala la diferencia entre
las exposiciones universales y las ferias. En estas últimas, los comerciantes traen consigo ludís
sus mercancías. Las exposiciones universales presuponen un alto desarrollo del crédito comer
cial, pero también del industrial, y por ello del crédito tanto por pane del comprador como
de la firma comisionada. [G 8 , 21
«Habrío que cerrar voluntariamente los ojos ante la evidencia para no reconocer que el espec
tro de la feria del Campo de Motle en el año 1798, que los soberbios pórticos del Polio del
louvie y los de los Inválidos, en los años siguientes, y que tinolmente lo memorable orden teal
del 13 de enero de 1819, han contribuido poderosamente a tos felices desarrollos de lo índus-
(rio francesa... le estaba reservado a un rey de Francia transformar las magníficas galerías de su
Palacio en un inmenso bazar, para que le fuera otorgado a su pueblo el contemplar... esos tro
feos no sangrantes, elevados por el genio de las artes y de la paz.» Genou y H. D., No/ice sur
l'exposition des produils de ('industrie el des arts qui a eu Iieu ó Douai en 1827 [Noticia sobre
lo exposición de los producios de la industria y de las oríes que ha tenido lugar en Douor en
18271 Douai, 1827; p. 5. IG 8 . 31
Las medidas del Palacio de Cristal están en A. S. Doncourt, las exposiciones universales,
Lllle/París, (1889), p. 12 -los lados medían 560 m- IG 8 , 51
París 1855: «Cuatro locomotoras guardaban la entrada del anexo de las máquinas, seme
jantes a los grandes toros de Nínive, a las grandes esfinges egipcias que se veían a la
entrado de los templos. El anexo era el país del hierro, del fuego y del agua; las orejas que
daban ensordecidas, los ojos deslumbrados, todo estabo en movimiento; se veía cardar la
lona, retorcer el paño, retorcer el hilo, trillar el grano, extraer el carbón, fabricar el chocolate,
etc. A todos indistintamente se les comunicó el movimiento y el vapor, al contrario de lo que
se había hecho en Londres, en 1851. donde los expositores ingleses fueron los únicos en dis
frutar del fuego y del ogua». A S. Doncourt, Las exposiciones universales, Lille/París, <1889),
p. 53. (G 8 a, 21
«la Ploy había... presentido hasta qué punto llegaría a imponerse la necesidad de encon
trar lo que llamamos en el lenguaje moderno 'un tirón". Igualmente había previsto que eslo
necesidad les daría a las exposiciones la mala orientación que le haría decir o M. Clau-
dio-Janet en 1889: 'Un economista honesto. M Frédéríc Passy, denuncio después de lar
gos años en el Parlamento y en la Academia el abuso de las fiestas foráneos. Todo lo quo
dijo de la ferro de? pan de especias., puede, conservando las proporciones, decirse de la
gran celebración de! centenario* » Sobre esto una observación: -El éxito de las atraccio i
nes es tal que la Torre Eilfel. que había coslodo seis millones, hobia ganado ya el 5 do
noviembre de 1889 6.459.581 (roncos* Mourice Pécard, ios exposiciones internociono/ei-
desde el punto de vrsfa económico y social, particularmente en f rancia, París, 190T, p 29,
!G 9, 11
Resistencias contra la exposición universal de 18510 «El Rey de Prusío prohibía al principe
y a la princesa reales... volver a londres .. El cuerpo diplomático rehusaba presentar a la reina
un escrito de felicitación. 'En este mismo momento, escribía el 15 de obrd de 1851 el principe
Alberto o su madre... los adversorios de lo exposición trabajan ompliamente los extranjeros,
anuncian éstos, comenzaión aquí una revolución radical, matarán a Victoño y a mi mismo y pro
clamarán la república roja. La peste ciertamente debe de resultar de la afluencia de multitudes
lan grandes y devorar a los que la subido del precio de todas las cosas no habió ahuyen
tado \» AdcJphe Démy, Ensayo histórico sobre /as exposiciones universa/es de París, París,
190^ p. 38. fG 9, 31
Franfois de Neufcháteau sobre la exposición de 1798 Csegún Démy, Ensayo histórico sobre
las exposiciones universales de París)(.) «Los franceses, decía..., han asombrado a Europa por la
rapidez de sus éxitos militares; deben lanzarse con el mismo ardor a la carrera del comercio y
de las artes de la paz.» (P. 14.) «Esta primera exposición... es realmente una primera campaña,
una campaña desastrosa para la Industria Inglesa.» (P. 18.) Desfile inaugural de carácter
bélico:«l.° la escuela de las trompetas; 2,° un destacamento de caballería; 3 ° los dos prime
ros pelotones de ordenanzas; 4 ° los tambores; 5.° música militar a pie; ó ° un pelotón de infart-
terío; 7° los heraldos; 8 .° el regulador de lo fiesta; 9.° los artistas Inscritos para la exposición;
10 ° el jurado». - l-i medalla de oro la concede Neufcháteau a quien más perjudique a la
industria inglesa. [G 9 a, 1]
luí segunda exposición, en el año 1XQ debía reunir en las salas del Louvre las obras de la
industria y de las artes plásticas Pero los artistas rechazaron la pretensión de exponer junto
con industriales. (Dcmy, p. 19,) [G 9 a, 21
En su novela la fortaleza. Waipole describe las medidas que se tomaron en un hotel expre
samente habilitado para los visitantes de la exposición universal de 1851 con vistas a su
estancia. Entre ellas estaban la vigilanda policial permanente del hotel, la presencia de un
sacerdote en el mismo y las visitas matutinas de un médico. [G 10, 11
Delvau habla de la «gente que cada tarde tiene los o¡os pegados a los cristales de los alma
cenes de la Belle Jardiniére, para ver hacer la caja de la ¡ornada*. Alfred Delvau, les fieu-
res parisiennes [las horas parisinas], París, 1866, p. 144. («Las ocho de la tarde».)
Hn un discurso en el Senado el 31 de enero de 1868, Michcl Chevalier intenta salvar de ll j
destrucción el Palocio de la Industria de 1867. Entre los múltiples usos que propone pañi r| 1
edificio, el más asombroso es utilizar su interior, especialmente adecuado debido .1 ni
forma circular, para la instrucción militar. También recomienda el edificio como sede |>er-
manente de tina feria de muestras extranjeras. El propósito de la oposición parece hab 1
sido despejar ol Campo de Marte por razones militares. Cfr. Michel Chevalier, Discours sin
unepéH tion réclam ant conlre ta destm etion d u palais d e I'exposition universelle de WWf
{Discurso sobre u n a petición i/ue reclam aba contra la destrucción delpalacio de ¡a exfxntti
ción universal de 1X67\, París, 1868. [G 10, ti
«los exposiciones universales., no pueden dejar de impulsar a liocer las corrparociones mál
exoctas entre los precios y las cualidades de los mismos productos en los diferentes pueblos: aa
pues, que la escuela de lo libertad absoluta del comercio se regocije. Las exposiciones untvurJ
soles tienden... o la disminución, si no □la supresión, de los derechos de aduana.» Achille (in
Colusont (?), Histoire des expositrons des produits de l'induslrie Ironcaise [Historia de las expo-
siciones de los productos de la industria francesa], Parts, 1855, p. 544. [G 10 a, ll
Las dos últimas escenas del Palocio de Cristal de Clairville suceden delante y dentro del
Palacio de Cristal Indicación escénica de la (pen-)última escena: 4a galería principal del
Palacio de Cristal; o la izquierda, en la parte delantera, un lecho cuya cabeza es un gran relaj,
En modlo, una mesa pequeña sobro la que hay pequeños sacos y tiestos de tierra; a la derecha,
una máquina eléctrica; al fondo, la exposición do los diversos productos según el grabodo des-
cripllvo sacado de Londres* (p. 30). IG 10 a, 31
Anuncio del chocolate Marquis del año 1846{:) «Chocolate de la cosa Morquts, pasaje des
Panoramas y caite Vivienne, 44 - Vemos venir lo época en que el chocolate garrapiñado y
todas las demás variedades de fantasía van a salir... de la casa Marquis bajo las formas más
diversas y más graciosos... Las confidencias que se nos han hecho nos permiten anunciar a nues
tros lectores que esta vez, además, hermosos versos, juiciosamente escogidos de entre lo más
puro, más gracioso y más ignorado por el vulgo profano que se ha producido esle año, acom-
panorán los exquisitos dulzores del chocolate Marquis. Por lo positivo que es y que nos parece,
los felicitamos por conceder tan generosamente su potente publicidad a lodos esos hermosos
versos». S^ala) d{e tas) E(stampas). (G 1 0 a, 41
El Palacio de la Industria de 18550 'Seis pabellones delimitan el edificio por los cuatro
lados; el total de arcadas de la planta baja es de 306. Una inmensa cubierta de cristal ilu
mina el espacio interior. Los materiales empleados han sido solamente piedra, hierro y cinc;
los gastos de construcción han llegado a los 11 millones de francos... Son especialmente
notables dos grandes vidrieras en los lados Esle y Oeste de la galería principal... Todos los
personajes parecen representados a tamaño natural, estando a no menos de 6 metros de
altura». Acbt Tage in Paris [Ocho Mas en Paris1, Porís, |ul¡o de 1855, pp. 9-10. Las vidrieras
representan la Francia industrial y la justicia. [G 11, 1)
«He... escrito con mis colaboradores de l'Atelier que había llegado el momento de hacer la
revolución económica..., aunque nos hubiéramos puesto de ocuerdo, desde hace algún
tiempo, en que las poblaciones obreras de toda Europa eran solidarias y en que era preciso
anle lodo dedicarse o lo ideo de lo federoción política de los pueblos.» A. Corbon, Le secrel
du peuple de Paris [£/ secreto del pueblo de París], París, 1863, p. 196 y p, 242: «En resumi
dos cuentas, la opinión político de la clase obrera de París esló casi por completo contenida
en el deseo aposlonado de servir al movimiento de federación de las nacionalidades»
IG 11, 21
Simbolismo animal en Toussenel el topo. «El topo no es... el emblema de un único carácter,
es el emblema de todo un periodo social, el periodo de alumbramiento de la industria, el perio
do ciclópeo.,, es la expresión alegórica,., del predominio absoluto de la fuerza bruta sobre la
tuerza intelectual Hay una semejanza muy notable entre los lopos que revuelven el suelo y
horadan vías de comunicación subterráneas... y los monopolizodores de ferrocarriles y de servi
cios de transpone la extrema sensibilidad nerviosa del topo que teme la luz., carocteriza admi
rablemente el oscurantismo obstmodo de esos monopolizodores de banco y de transportes que
también temen la luz » A. Toussenel. L'espnl des bétes. Zoologie passionnelle Mawmi/éres de
France [EÍ espíritu de las bestias Zoología pasional. Mamlleros de Francio], París, 1884.
pp. 469 y 473-474. IG 11, 41
Simbolismo animal en Toussenel: la marmota, «la marmota... pierde su pelo por culpa del tra
bajo, alusión a la miseria del pobre saboyano cuya penosa industria tiene como primer efecto
raer la ropa.» A. Toussenel, El espíritu de las bestias, París, 1884. p 334. IG 11, 5]
«El relámpago es el beso de las nubes y tormentas, pero fecundo. Dos amantes que se adoran
y que quieren decírselo a pesar de todos los obstáculos, son dos nubes animadas por electrici
dades confiarlas, e hinchadas de tragedias.» A, Toussenel,El espíritu delos bestias Zoología
pasional Momiferos de Fronda, Porís, 1884, pp 100-101- [G 12. lj
«Vanamente he registrado la antigüedad pora encontrar en ella las huellas del perro de exposi
ción... He interrogado por la época de lo aparición de esta raza a los recuerdos de los más
lúcidos sonámbulos: lodos los informes.. desembocan en la conclusión de que el perro de expo
sición es una creación de los tiempos modernos» A Toussenel. El espíritu de las bestias, Paris,
1884, p. 159. IG 12, 3!
«Uno jover y benita mujer es una verdadera pila voltaica., en la cual el Huido interior está rete
nido por lo Forma de las superficies y lo virtud aislante de los cabellos, lo que hace que, en el
momento que ese Huido quiera escopar de su dulce prisión, esté obligado o realizar increíbles
esluerzos, que producen a su vez, por influencio, sobre los cue'pos diversamente animados horri
bles estragos de atracción... La historia del género humano hormiguea de ejemplos de hombres
valerosos, sabios, héroes intrépidos.- fulminados por un simple guifto femenino de ojos_ El santo
rey David dio pruebas de que comprendió perfectamente las propiedodes condensadoras de
las superficies elípticos pulidas cuando se juntó a ia joven Abisag» A Toussenel. El espíritu de
los bestias, Paris, 1884. pp. 101-103. [G 12, 41
Toussenel explica la rotación de la Tierra como resultante de las fuerzas centrifuga y cen
trípeta. Continúa: «El astro comienzo a bailar su vals frenético... lodo hace ruido, todo se
mueve, todo se callenta, lodo centellea en la superficie del globo, estando todavía enterrada la
vigilia en el frío silencio de la noche. Espectáculo maravilloso para el observador bien situado;
cambio de decorado paro la vista, de un efecto admirable; porque la revolución se ha llevado
a cabo entre dos soles, y. por la misma larde, una nueva estrella de color amatista ha hecho su
aparición en nuestros cielos» (p. 45), Y. aludiendo al vulcanismo de las primeras eras geoló
gicas: «Se conocen los efectos habituales del p>rimer vols sobre las naturalezas delicadas., la
Tierra también ha sido sacudida rudamente en su primero experiencia». A. Toussenel, El espíritu
de fas best/os. Zoología pasional, París, 1884, pp. 44-45, [G 12, 51
Principio fundamental de la zoología de Toussenel: «El rango de las espedes eslá en rela
ción directa con su semejanza con el hombre». A. Toussenel, H espíritu de los bestias, París,
I884.p l. [G 12 a, 11
Con amplio apoyo publicitario, el piloto de globos aerostáticos Poitevin emprendió una
ascensión de l'Uranus llevando en su góndola a muchachas ataviadas como figuras mito
lógicas. (Poris sous la république de 1848. Exposilion de la bibliothéque et des travaux histori-
ques de la Vilie de Paris [París bojo la república de 1848 Exposición de la biblioteca y de los
trobaios históricos de la ciudod de Poris], 1909, p. 34.| IG 12 a, 21
•lo noche distribuye esencia esteta» entre las Rafes dormidas Todos los pájaros que vue'cn H
nen en lo pota et hito de! infinito» V clor Hugo, CEuvres compléies [Obros comp/elas], Paffl
1881. Novela 8 . p. 114 (íes Misérabtes flos miserables). IV) [G 12 ;i, 4U
Dmmont llama a Toussenel «uno de los mayores prosistas de esle siglo». Édouard DrumofO
¡.es fiéros ei les pitres [fos héroes y los payasos], Paris, <1900), p. 270 (Toussenel).
IG 12 a, ''I
Técnica de la exposición: «Una regla fundamental que la observación hace descubrir enseguida
es que ningún objeta debe eslai situado directamente sobre el suelo a la altura de las vías d*
comunicación, los pianos, los muebles, los instrumentos de física, los máquinas están mejor expuoW
tos sobre un zócalo o sobre un piso elevado las instalaciones que conviene emplear comptofl
den dos sistemas muy distintos: las exposiciones tras la vitrina y las que están ol aire libre Alguno]
productos, er efecto, deben, por su noturoleza o por su valor, ser puestas al abrigo del contad®
del oiré o de b mano; otros ganan ol ser expuestos al descubierto». Expositor; cnivcrselle dt
1867. ó Pons - Album des mstaHafions les phs remarqoobies de I'exposition de 1862. ó londrsi
pub/ie por fa commission mpénale pour servir de renseignemenf oux exposanís des divers naliofl
[Exposición universo/ de 1867 en Pons - Álbum de bs más notables insto/adanes de la expoi
ción de 1862 en loncfres, publicado por la comisión imperial pora servir de información a íoi
expositores de las diversas nociones], París, 1866, (p. 5) Album de gran formato, con ilustra
dones muy interesantes, algunas de ellas en color, junto con secciones transversales y Ion
gitudinales de los puestos de la exposición universal de 1862 . Biblioteca) N^adonal), V. 644
IG 13, ll
París en el arto 2855: «Los huéspedes que vienen de Soturno y de Marte olvidaban al deserrt'
barcar aquí los horizontes del planeta de origen, París es en lo sucesivo la metrópolis de la creí
ción... ¿Dónde estáis. Campos Elíseos, temo favorito de los novelistas del año 1855?... En esl
alameda, pavimentado con hieno hueco, cubierta de lechos de cristal, zumban las abejas y loi
avispones de los finanzas. Los capitalistas de la Osa Mayor discuten con los especuladores d«
Mercurio. Acabamos de poner hoy mismo en acciones los restos de Venus en su mitad tricen-
d;oda por sus propios llamas» Arséne Hcxjssaye. «Le Paris futur» (|«EI París futuro»], París et /et
Parísrens ou siécle [Parfe y /os parisinos en el siglo m], París, ¡856, pp 458459).
IG 13, 21
«Yo que el baile es 1a única reunión en donde los hombres saben comportarse, acostumbrémo
nos a calcar todos nuestras instituciones a partir del baile, donde la mujer es lo reino * A. Tous
senel, Le monde des oiseaux [Ei mundo de los pájaros], 1, Poris, 1853, p 134. Y(:) «Hay muchos
hombres que son galantes -y mucho- en un baile, que nosospechan quela golanteiía es líi
mandamiento de Dios*, he. cit., p. 98. [G 13, 4]
Sobre Gabriel Engelmann: «Cuando publique, er 816, sus E.nsoyoi litografíeos, tendrá gion
cuidado er poner esto medalla en el frontispicio de su libro, con uno leyenda. "Concedida o
M M G Engelmann, de Muthouse [Houte- Rihn| Ejecución de gran altuta y perfeccionamiento
del ade litográfico. Ánimo IBió"». Henn Bouchot, Lo Iñhographie [ta hlogroiio], París,
<1895), p <38) [G13, 51
Sobre la exposición universal de Londres: *En medio de es'a inmenso exposición, el obser
vador reconocía enseguida que, para no perderse..., tenia que reunir o los diversos pueblos en
cierto número de grupos, y que el único modo eficaz y útil de componer esos grupos industria
les consistía en lomar como bose, ¿qué? las creencias religiosas. A cada una de esas grandes
divisiones religiosas entre las que se reparta el género humano le coriesponde en efecto... un
modo de existencia y de ac'ividad industrial que le son propias». Michel Chevolier, Du progrés
|Del progreso], Parts, 1852, p. 13. IG 13 a, 1]
Del primer capítulo de IJ capital. -Lamercancíaparece a primera vista una cosa que se
comprende por si misma, algo trivial. Su análisis muestra que es algo retorcido, lleno de
sutileza metafísica y de resabios teológicos En tanto valor de uso, no hay nada místico en
ella... La forma de la madera cambia cuando se hace de ella una mesa, |jero la mesa sigue
siendo de madera, una cosa ordinaria y sensible. Sin embargo, en cuanto aparece como
mercancía, se transforma en una suprasensible cosa sensible. No sólo se apoya con sus
cuatro patas en el suelo, sino que se obstina frente a todas las demás mercancías, y de su
cabeza de madera brotan las ideas más peregrinas, causando mucho más asombro que si
empezara a bailar motaproprio. Cit. en Franz Mehring, "Karl Marx lind das Gleiclinis- l-Karl
Marx y la comparación»! en; Karl Marx ais Denker, Mensch und KevoluHonür \KariMarx
corno pensador; hombre y revolucionario], Viena/Berlín, D. Rjazanov ed., (1928), p. 57
(publicado en Die Nene Zeit, 13 de marzo de 1908)], IG 13 a, 2]
Renán compara las exposiciones universales con las grandes fiestas griegas, como los jue
gos olímpicos o las panaleneas. Pero, a diferencia de ellas, les fa(l)ta la poesía. «Por dos
veces Eucpo se ha molestado para ver mercancías expuestos y comparar productos materiales
y, a la vuelta de esos peregrinajes de nuevo género, nadie se ho quejado de que le faltase
algo.» Algunas páginas más adelante: «Nuestro sig c no vo n' bocio el bien ni nodo el mal; va
hac a la mediocridad En cualquier coso lo que en nuestros días resalta es lo mediocre». Ernest
Renán, Essaís de morale e/ de critique [Ensayos de moral y de critica), París, 1859, pp. 356-357
y 373 [*La poesía de la exposición»]. [G 13 a, 31
tos criterios de ordenación de los objetos expuestos en ia Galeno de los Máquinas de 1867
provienen de Le i’lay. [G 14 a, 21
Fourier se apoya en la sabiduría popular, que desde hace m utilo llamó a la civilización el
mundo al revés. fG 14 a, 4|
Fourier no se resiste ;t describir un banquete :i orillas del Eufrates para celebrar tanto a los
vencedores del concurso de trabajadores de diques (6 0 0 .0 0 0 ) como a los del concurso
simultáneo de pastelería. Los 600.000 adelas de la industria se lia ten con 300.000 botellas
de champán, que descorchan a! unísono a una señal de la torre de control. Eco en ‘Las
montañas del Eufrates* Gt. en (Armand y) Maubl(anc, Fourier, II, París, 1937). pp. 178-179.
[G 14 a, 5|
«La sacristía, la bolsa y el cuartel, Ires antros asociados para vomitar sobre las naciones la noche,
la miseria y la muerte. Octubre, 1869.» Augusto Blanqui, Critique sacíate [Crítica social], I!, Frag
menlos y notos, París, 1885, p. 351. LG 15, 2 )
■Un rico muerto es un precipicio cerrado.» En lus años cincuenta. Augusle Blonqut, Critica
social, II, Fragmentos y notos, Poris, 1885. p. 315. LG 15, 31
«Coca día veo posar por debajo de mi ventana cierto número de colmucos. osocos, indios, en
nos y griegos antiguos, todos mós o menos apaninados.» Charles Baudelaire, CFuvres [Obran
II, (lexto establecido y anotado por Y.-G Le Danlec, París, 1932), p, 99. (Sa/cJri de 1846 - D#
ideal y del modelo.) IG 15, til
La publicidad en el Imperio, según Ferdlnand Biunot, Histoire de la Zangue /ran?oise des origínoli
1900 IX. ta ííévoiuí¡on el l'Empire. 9, Les événemenfs, les msWulíons el la langue ¡H'slona de la lengim
francesa desde ios orígenes a 1900. IX, La Revolución y el Impeno 9, Los acontecimientos, las <r,sH¡
oones. lo lenguo] París, 1937: «Imagiraramas gustosamente que un hombre de genio ho conceb™
la idea de emplear, eogairóndalos den*tode lo banalidad de b lengua vulgar, vocablos hechos pan
sedudi a lecloies y compradores, y que lia elegido el griego no soíamenie porque propordonQB
inagotables recursos para la formación, sino porque, menos fam 'ior que el latín, tendría la ventajo d i
set., incomprensible pora uno generación demasiado poco versado en el e'ludo de la antigua G lí
ció... Sófo que no sabernos ni cómo se tama ese hombre, ni si es francés, ni tan siquiera si ha existid*
Es posible que... las palabras griegas hayan ganado poco a poco, hasta el día en que.,, lia surgido..,
la idea general... de que eran, exclusivamente en vitjjud de sí mismas, un reclamo.,, En cuanto a mí
creería gustosamente que... varias generaciones y varias naciones hon contribuido a crear la prueUi
verbal, el monstruo griego que atrae sorprendiendo. Creo que la época de la que me ocupo aquí afl
aquella en que el movimiento ha comenzado a pronuncio!se., lo edod del óleo comógeno iba o Um
gor»; pp. 1229-1230 («Los causas del triunfo del griego»), IG 15 a, II
*3 Qué dina un moderno Wmckelmann . frente a un producto chino, producto extraño, raro, cfofll
todo por su formo, intenso por su color, y a veces delicado hosta el desvanecimiento? Sh
embargo, es una muestro de la belleza universal, pero se necesita, para que sea comprendido, |
que el critico y el espectador operen en si mismos una transformación que mantenga el mistérica
y que, gracias a un fenómeno de la voluntad que actúe sobre la imaginación, aprendan por ifl
mismos a participar en el medio que ha dado nacimiento a esta insólita floración,» Y más abajo
en la misma página: «esas flores misteriosas cuyo profundo color penetra despóticamente en 11
ojo mientras que su forma hace tabiai a la mirada» Charles Boudelaire, Obras, II, París, (ed. I*
Dantec, 1932), pp; 144 145 (Exposición universal de 1855), [G 15 a, ¿|
«En lo poesio francesa, e incluso en lo de todo Europa, el gusto y los tonos de Oriente no han
sido, bosta Bcudeíaire, sino un juego como poco pueril y íidicio, Con tas flores del mal. el cofofl
extranjero no avanza sin la compañía del agudo sentido de la evasión. Bojdelaíre . se invito a
b ausencia.. Boudebire de viaje propordona la emoción de b... naturaleza desconoddffl
donde el viajero se abandona a sí mismo... Sin dudo no cambia de espíritu; pero lo que pw
sendo es una nueva visión de su alma. Ella es tropical, ella es africana, ella es negra, ella asi
esclava, ble ahí verdaderos países, una África real, las Indias auténticas.» André Suarés, Prelu
ció a Charles Baudelaire, Los llores del mal, Poiís, 1933, pp. XXV-XXVH. IG 16, II
■Las exposiciones son las únicas fiestas propiamente modernas.* Herniann Lotze. M ikni-
kosmos\Micrvatsn)o¡\, ttt, leipzig, 1864, p. ? LG 16, 51
Las exposiciones universales fueron la alta escuela donde las masas, aparta
das del consumo, aprendieron a compenetrarse con el valor de cambio.
«Verlo todo, no tocar nada.” [G 16 , 61
Propuesta urbanística para París: *Seiá conveniente variar lo lorma de las casas y emplear, según
los barrios, diferentes órdenes arquitectónicos, e incluso aquellos que, como la arquitectura gótica,
lurco, china, egipcia, birmano, etc, no son clásicos» Amédée de Tissot, París et Londres comparés
[Paris y Londres comparados], Parfs, 1830, p. 150. - ;[..i arquitectura posterior de las exposi
ciones! [G 16 a, 1|
«En tanlo en cuanto aquella infame conslrucción (el palacio de la industria] subsista... me com
placería renegar de mi título de hombte de letras... ¡El arte y la industria! Sí, en efecto, pot ellos,
pot ellos solos, se ha tesetvado en 1855 esa inexcitable ted de galerías, donde los pobies lite
tatos ni siquiera hon obtenido se s pies cuadrados, jel sitio de un túmulol jGloiia a ti, popeleiol
lAsciep.de ai Capitolio, impresor...! Triunfad, artistas, triunfad, industriales, habéis tenido el Honor
y el provecho de uno exposición universal, mienlras que la pobre literatura (Pp. V-VI.) «|Unc
exposición universal para la gente de letras, un Palacio de cristal para los autores modistosl* Insi
nuaciones de un demonio grotesco que. según su carta a Charles Asselmeau, Babou se
encontró un día en los Campos Elíseos. Hyppolyte Babou, Les payens innocents [tos paganos
inacenfes], París, 1858, p. XIV. IG 16 a, 2]
Exposiciones. -Esos eventos pasajeros no han tenido por lo demás influjo alguno en la con
figuración de las ciudades... El caso de París...es distinto. Precisamente el hecho de que
allí se pudieran montar las gigantescas exposiciones en medio de la ciudad, y de que casi
todas hayan dejado un edificio que se integra bien en el entorno urbano... evidencia l.i*
ventajas de una disposición monumental y de una tradición constructiva urbana viva, l'art»
pudo... organizar también la más vasta exposición de modo que fuera accesible desde. , U
Plazo de la Concoide En bs orillas que discurren desde esta plaza hacia el Oeste, el limita
de edificación se ha retrotraído a lo Iarf{o de varios kilómetros, de modo que se dispotir
de tramos muy anchos que. dotados de muchas filas de árboles, forman los más bellos vlaJ
les tle una exposición ■Friz Stahl, París [París], Berlín, (1929), p. 62, [G 16 a, 'I
H
[E l c o l e c c io n is t a ]
Fue éste el último asilo de aquellas maravillas que vieron la luz en las expo
siciones universales, como la cartera patentada con iluminación interior, la
navaja kilométrica, o el mango de paraguas patentado con reloj y revólver.
Y junto a las degeneradas criaturas gigantes, demediada y en la estacada, la
materia. Seguimos el corredor estrecho y oscuro hasta que entre una libre
ría de saldo, donde legajos atados y polvorientos hablaban de todas las for
mas de la ruina, y una tienda repleta de botones (de nácar y otros que en
París llaman de fantasía), surgió una especie de cuarto de estar. Sobre un
tapete de colores desvaídos, lleno de cuadros y bustos, brillaba una lámpara
de gas. Al lado leía una anciana. Parece como si estuviera sola desde hace
años, y quiere dentaduras -de oro, de cera, o rotas-. Desde este día sabemos
también de dónde sacó el doctor Milagro la cera con la que hizo a Olimpia.
■ Muñecos ■ [H 1, II
Jamás se debe confiar en lo que los escritores dicen de sus propias obran,
Cuando Zola quiso defender su Teresa Raquin de las críticas adversas, dijo
que su libro era un estudio científico sobre los temperamentos. Intentaba,
según él, explicar con precisión, basándose en un ejemplo, cómo el tem
peramento sanguíneo y el nervioso interactúan en perjuicio mutuo. F.sia
afirmación no contentó a nadie. Tampoco aclara !a impronta callejera de
la acción, ni su sanguinolencia, su crudeza casi cinematográfica. No en
vano se desarrolla en un pasaje. Si acaso este libro explica algo realmente
científico, es la agonía de los pasajes parisinos, el proceso de descompo
sición de una arquitectura. De sus venenos está repleta la atmósfera ele
este libro, y de esa atmósfera es de lo que mueren los personajes.
[H 1, ,1|
«Cineoiomas; Gran Globo celeste, esfera gigantesca de 46 metros de diómefro donde se nos
tocará lo música de Saint-Saens.» Jules Claretie, la vie en Paris 1900 [La vida en París 1900],
París, 1901, p. 61. ■ Diorama ■ (H 1, 61
Hay que investigar cómo se elevan las cosas a alegoría en Las Ñores del mal
Prestar atención al empleo de las mayúsculas. [H i a, 41
En la conclusión de M ateria y memoria, Bergson explica que la percepiii >n>t
una función del tiempo. Si viviéramos —podríamos decir- algunas cosas uifl
calma, otras con rapidez, siguiendo otro ritmo, no habría nada -coasiMcfflH
para nosotros, sino que todo sucedería ante nuestros ojos como si no.s ,i|fl|
tara de improviso. Pero eso es lo que le ocurre al gr;in coleccionista t on U|
cosas. Le asaltan de improviso. El hecho de perseguirlas y dar con vll.ii.H
cambio que opera en todas las piezas una pieza nueva que aparece: hu j l
ello le muestra sus cosas en perpetuo oleaje. Aquí se contemplan los |>,i^
jes de París como si fueran adquisiciones en manos de un coleccionista. 1 1n
el fondo, se puede decir que el coleccionista vive un fragmento de vida
rica. Pues también en el sueño el ritmo de la percepción y de lo que se vhfl
cambia de tal modo que todo -incluso lo que en apariencia es más nctitrifl
nos asalta de improviso, nos afecta. Para entender a fondo los pasajes, j|B
sumergimos en el nivel onírico más profundo, y hablamos de ellos como I
nos hubieran asaltado de improviso.(>) til i
Una apología del coleccionista no debería pasar por alto este ataque:
rtcia y la vejez, onota G ui Polín, siempre se entienden bien, la necesidad de a(H
mular es uno de !os signos precursores de la muerte tonto en los individuos coma:fl
las sociedades, lo comprobamos en estado agudo en los períodos preparalíllO^B
Eslá también la manía de la colección, en neurología "el coleccionismo". /D nM
la colección de horquillas para el cabello hasta la coja de cartón que lleva lo i r l
crípción; Pequeños trozos de bromante que no pueden servir para nada». /e.t I
péchés capilaux [Los siete pecados
capítoles], París, 1929, pp, 26-27. (Pgfl
Morand, L'avarice [La avaricia]
) ¡Comparar, sin embargo, con el colección)»!!™
de los niños! Ih 2 ¡i, i|
«No estaría seguro de haberme entregado por completo ala contemplación de esta vivom
cia, de no haber visto en la tienda de curiosidades ese montón de cosasfantásticas rcvutfl
tas entre sí, Volvieron a imponérseme al pensar en 1a niña, y siendo, por decirlo así. Iiiw»
parables de ella, pusieron palpablemente ante mis ojos la situación de esta criaturlm
Dando rienda suelta a mi fantasía, vi la imagen de Nell rodeada de todo lo que se oponía
a su naturaleza, alejándola por completo de los deseos de su edad y de su sexo. SI huí
hubiera faltado este entorno y Hubiera tenido que imaginarme a la niña en una h a b it a d *
corriente, en la que no hubiera nada desacostumbrado o raro, lo más probable es que >fl
vida extraña y solitaria me hubiera causado mucha menas Impresión. Pero siendo de n l f
modo, me pareció que ella vivía en una especie de alegoría -Charles Dickens. Die R artM
tenladen |La tienda ele antigüedadeA, Leipzig, ed. Insel, pp. 18-19. |H 2 ii, 4
«la mayoría de los aficionados hacen su colección dejándose guiar por la forluna, como los biblió
filos en las librerías de viejo.,. M. Thiers procedió de otro modo: antes do reunir su colección, la habln
humado por completo en su cabeza; tenía trazado un plan, y le llevó treinta oños ejecutarlo,.,
M, Thiers posee lo que quiso poseer ,, ¿De qué se trataba? De disponer o su alrededor un com
pendio del universo, es decir, hacer que en un espacio cíe ochenta metros cuadrados se encuentren
Roma y Florencia, Pompeya y Venecia, Dresde y to Hayo, El Vaticano y El Escorial, el British Museum
y el Ermibge, la Alhambra y el Palais d'ólé... ¡Pues bienl M Thiers pudo llevar a cabo una idea tan
vasta con gastos moderados, hechos coda año durante treinta años.. Queriendo fijar ante todo en
bs paredes de su residencia los lecuerdos más preciosos de sus viajes, M. Thiers encargó que se
ejecutaran... copias reducidas imitando los rnás famosos fragmentas de pintura . Por eso..., al entrar
en su caso, se encuentra uno primerarrenfe en medio de obras maestras surgidas en Italia durante el
siglo de León X la pared que hay enfrente de las ventanas está ocupada por el Juicio Hna{ situado
entre la Disputa del Sony) Sacramento y ía escuela de Alertas la Asunción de Tiziano decora lo
porte aba de lo chimenea entre la Comunión de SanJerónimo y la Transhgvioüón La Madonna sex
tina forma parejo con b Sania Ceciia. y en bs entrepaños están enmarcados las Sidas de Rafael,
entre el Sposotao y el cuodro que representa o Gregorio IX entregando los decretales o un abo
gado del consistorio- Como estas copias esíán reducidas a ¡a misma escolo o casi , el ojo encuen
tro con placer la grandeza relativa de bs originaba. Estan pintadas con ocuareb.» Charles Blanc,
Le cabmel de M. Thiers [0 gatmele de M Thiers], Parts, 1871. pp 16-18. IH 3, ll
•Casimir Périer decía un dio, visitando la galería de cuadros de un ilustre aficionado.. “Todo
esto es realmente bello, peto son capitales que duermen"... Hoy,., cabría responder a Casimir
Périer... que... los cuadros,,, cuando son auténticos; los díbu|os, cuando se reconoce en ellos la
firma del maestro... duermen un sueño reparador y provechoso... In... venta de los curiosidades
y de los cuadros de M. R.... ha piobado con números que las obras de genio son valores tan
sólidos como el Orléans y un poco más seguros que los depósitos,» Charles Blanc, Le tréso/- de
lo curiosité [fl tesoro c/e lo curiosidad], II, París, 1858, p. 578. [I-I 3, 21
■El lugar de todo sentido físico y espiritual... lo ha ocupado la simple alienación de todas estos
sentidos, el sentido del tener... (sobre la categoría del lener, d i tteji en los “21 pliegos"),* Karl
Marx, Ei materialismo histórico, I, Leipzig, p. 300 (Economía nacional y ftlosofia). IH 3 a, 21
Pasajes de Marx tomados de Economía nacional y filosofía: -La propiedad privada nos luí
hecho tan estúpidos e indolentes, que un ohjeto sólo es nuestro cuando lo tenemos■*111
lugar de todo sentido físico y espiritual... lo ha ocupado la simple alienación de todos e.slo»
sentidos, el sentido del tener.- Cit. en Hugo Fischer, Karl Marx undsein Verbáhnis zu Sltuil
uncí Wírtschaft [Karl Marx y su relación con el Estado y la economía], Jena, 1952, p, 64, I
[H 3 a, 7|
Los animales (pájaros, hormigas), los niños y los ancianos como coleccio
nistas. (H 4 a, 2)
«En 1830, el romanticismo triunfaba en la literatura. Invadió la arquitectura y empotró en las fachadas
de las casos un gótico de fantasía, chapado demasiado a menudo en cartón piedra. Se impuso a la
ebanistería. 'De repente, dice el reportero de la exposición de 1834, nos ha invadido un entusosmo
por los mobianos de formas extraños; se los socó de los viejos cosiillos. de bs antiguos guardamue
bles y de los depósitos de troperia. con el fin de engclanar con ellos los sobres, modernos en lodo
b demás..." Los fabricantes se inspiraban en ellos y prodigaban en sus muebles "las ojivas y los mato-
canes": se velan camas y armarios erizados de cimeras, como foilalezas del sigb Xllu E. levasseur,
(Histoíne des classes ouvnéres el de /'industrie en Fronce de 1789 á 1870 [Historia de fas ciases obre
tos y déla industria en Francia de 1789 o 1870], II, Pbris, 1904), pp 206-207 II 1 , 1 ]
Cóm o e l inlerior se protegió de la luz de gas: «Casi todas las cosas nuevas tie
nen gas hoy en día; arde en los patios interiores y en la escalera, pero no tiene dere
cho de ciudadanía en los apartamentos; es admitido en la antesala, a veces incluso
en el comedor, pero no es recibido en el salón. ¿Por qué? Porque aja las colgadu
ras. Es el único motivo que se me ha podido ofrecer, y no tiene ningún valor». Du
Camp, París [Paos], V, p. 309. (1 1 , 51
llessel habla de -la época soñadora del mal gusto*. En efecto, esta época
estaba completamente orientada a lo onírico, estaba amueblada onírica
mente. El cambio de estilos: gólico, persa, renacentista, etc., significaba
que el interior del comedor burgués disimulaba un salón César Borgia, el
tocador del ama de casa se erigía en capilla gótica, el despacho del
señor de la casa insinuaba el aposento de un jeque persa El fotomon
taje, que nos ha transmitido esas imágenes, responde a la forma de intui
ción más primitiva de esas generaciones. Las imágenes bajo las que
vivía sólo ganaron independencia con mucha lentitud, para acabar fiján
dose como figuras publicitarias en anuntio(s), etiquetas y carteles
II 1, 61
■Hemos visto lo que nunca antes se había presentado: matrimonios de estilo que nunca se habría
pensado que pudieran casar; sombreros primer Imperio o Restauración con chaqués Louis XV;
vestidos Directorio con botines de lacón alto; y mejor aún. (evitas de talle bajo puestas sobre ves
tidos de tallo alto.» John Grard-Cartsret, l.es é/égances de la Toilette [Las elegancias de la Toi
lette], París, p, XVI. ll 1 a, ll
Nombres de distintos tipos de vagones en la primera época clel ferrocarril; berlinas (cenado o
abierta), diligencias, vagones guarnecidos, vagones no guarnecidos. ■ Construcción en hierro ■
ll 1 a, 2]
•También la primavera llegó ese año más pronto y más bella que nunca, hasta el punto de
que en realidad casi no podíamos recordar si aquí había invierno en absoluto y si las chi
meneas estaban para algo más que para poner encima hermosos relojes de mesa y can
delabros, que aquí, como es sabido, no pueden faltar en ninguna habitación, pues el autén
tico parisino prefiere privarse de una comida al día con tal de tener su 'juego de
chimenea'.- lebertde B ild era u s dem m a d em en Paris [Estampas vivas del moderno París1, 4
vols., II, Colonia, 1863-1866, p. 369 (-Un cuadro de familia imperial*)- fl 1 a, 31
Acerca del interior onírico, a poder ser oriental: -Todos sueñan aquí con un golpe de for
tuna, aspirando a tener de pronto aquello por lo que en tiempo de paz y trabajo pusieron
toda la energía de su vida. 1-as ficciones de los poetas están llenas de transformaciones
súbitas de existencias domésticas, todo habla de marquesas, princesas y milagros de las mil
y una noches. Es una embriaguez opiácea que ha hecho presa en todo el pueblo. La indus
tria ha contribuido a corromper las cosas más que la poesía. La industria ha creado la estafa
de las acciones, la explotación de todas las cosas posibles, haciéndolas pasar por necesi
dades artificíales, y los... dividendos*. Gutzkow, liríefe a u s París [Carias de Parid, I, (Leip
zig. 1842), p. 93. (I 1 a, 51
Figoro,
«Mientras que el arte busca e! inlimismo... lo industrio marcha por delante.» Octave Mirbeau,
1889 (Encydopécfe c/'arcfiitecture [Enciclopedia de arquitectura], 1889, p. 92), [11 a, 61
Sobre la exposición de 18(í7. -Estas altas y kilométricas galerías poseían una indudable gran
deza. Retumbaban con el estruendo de las máquinas. No debe olvidarse que. en medio de
las celebraciones por las que esta exposición fue especialmente famosa, aún se circulaba en
coches de ocho caballos. Como en las habitaciones contemporáneas, se intentó empeque
ñecer estas galerías de 25 metros de altura mediante construcciones en forma de muebles,
atenuando así su rigor constructivo. Tenían miedo de su propia grandeza,- Sigfried Giedion,
Bauen in Frankreich \La arquitectura en Francia], (Leipzig/Berlín, 1928), p, 43. 11 1 a, 71
Los muebles y las ciudades retienen con la burguesía el carácter de lo forti
ficado: «La ciudad fortificada era hasta este momento el obstáculo que paralizó
siempre el urbanismo». I.e Corbusier, Urbanisme [Urbanismo], París, (1925), p. 249,
U I a, H¡
G uuk o w cuenta que en los salones de las exposiciones abundaban escenas orientales para
despenar el entusiasmo por Argelia. )
II 2, 2
Maurice Barres dijo de Proust: "un poeta persa en una conserjería'. ¿Acaso
podía ser de otra manera el primero que se adentró en el enigma del interior
decimonónico? (Lt cita figura en Jacques-Émile Blanche, Mes modeles [Mis
modelas], París, 1929 (?). (i 2, 41
Anuncio publicado en los periódicos: «Aviso. - El señoi Wiertz se ofrece para hacer gratuita
mente cuadras pora los aficionados a la pintura que, poseyendo un Rubens o un Rafael -ver
daderos-, quisieran poner una obra suya haciendo pareja con uno u otro de esos grandes
maestros». A J. Wiertz. CEuvres lilféraires |Obras hiéranos], Paris, 1870. p. 335. II 2 , 5]
Interior del siglo xtx. El espacio se disfraza, adoptando, como un ser voluble,
el disfraz de los estados de ánimo. El hastiado pequeñoburgués debe expe
rimentar en cierta medida la sensación de que en el cuarto de al lado podría
haber tenido lugar la coronación imperial de Cirios V, el asesinato de Enri
que IV. la firma del tratado de Verdún o las bodas de Otto y Theophano. Al
final, las cosas son sólo maniquíes, e incluso los grandes momentos de la
historia del mundo son sólo disfraces bajo los que ellas intercambian mira
das de conformidad con la nacía, lo ínfimo y lo banal. Este nihilismo consti
tuye la entraña del bienestar burgués; un estado de ánimo que en la embria
guez del hachís alcanza su satisfacción satánica, su saber satánico, su
descanso satánico, pero haciendo ver claramente con ello cómo los mismos
interiores de este tiempo son un estimulante para la embriaguez y para las
sueños. Por lo demás, este estado de ánimo encierra una repulsión hacia el
espacio abierto, libre y por decirlo así uránico, que arroja nueva luz sobre
los desbocados cortinajes de aquellos espacios interiores. Vivir en ellos era
haberse enredado, haberse enmarañado cn una espesa tela de araña de la
que colgaba dispersa la historia mundial, como caparazones de insectos
devorados. De este infierno no quieren separarse. ll 2,6]
«Los cuellos con puntas, los hombros ahuecados,.,, que erróneamente se creían típicos de
las antiguas damas de los caballeros.» Jacob Faikc, Gescbichte des tnodem en Geschmacks
[Historia del gusto moderno], Leipzig, 1866, p, 347. 11 2 a, 21
•Desde que los espléndidos pasajes irrumpieron en las calles, el Palais Royal ha venido a l
menos. Algunos dicen que desde que hay más virtud ( jo s pequeños gabinetes partícula»!,!
de tan mala fama entonces, son hoy las salas de fumadores de las cafeterías. Tcxla c a fe n »
ría tiene una sala de fumadores, que llaman diván.* Gutzkow, Brietfe itus París [Carlas <lt‘
París], I, Leipzig, 1842, p, 226. ■ Pasajes ■ (I 2 a, ,í|
■La gran feria de muestras de Herlin está repleta de pesados salones renacentistas, donde I
hasta el cenicero se las da de antiguo, los porteros han de estar sostenidos por alabarda-,
y el vidrio emplomado reina en los armarios y ventanas • 70Jabre d etilstbe Slode 170 a um I
d e m oda alemana], 1925, p. 72. II 2 a, -I)
«En cuanto al mobiliario baudeioireiano que sin duda era el de su tiempo, que sirva para
dar una lección a bs domas elegantes de nuestros úiftnos veinte años, los cuales no admi
tían en 'su hotel* la menor falta de gusto. Que ante la pretendida pureza de estilo, que
tanto les ha costado alcanzar, sueñen que se ha podido ser el más grande y ef mós artista
de los escritores pintando solamente camas con "cortinas" corredizas..,, vestíbuljos seme
jantes a invernaderos..., camas llenas de tenues olores, divanes profundos como tumbas,
estantes con flotes, lámparas que no aidían mucho liempo..., aunque no se estuviera ilumi
nado sino pot un fuego de carbón * Marcel Proust, Chroniaues [Crónicas], París, (1927),
pp. 224-225. (Las pasajes suprimidos son sólo citas.) Estas observaciones son
importantes, porque permiten extender también al interior la antinomia planteada
en tomo a la cuestión de los museos y del urbanismo: confrontar el nuevo estilo
ton la potencia expresiva místico-nihilÍst(a) de io heredado, de lo «anticuado*, Por
otra parte, no sólo este texto, sino toda su obra (cfr, «ivnfermó») revela hacia qué
lado de esta alternativa se hubiera decidido Proust. 112 a, 6)
¿Por qué la mirada que se dirige a ventanas ajenas da siempre con una fami
lia comiendo, o con un hombre solitario frente a una mesa, ocupado en
enigmáticas nimiedades bajo la lámpara del techo? Una mirada así es el
núcleo originario de la obra de Kafka. II 3. 31
El juego ele máscaras de los estilos, que atraviesa el siglo xrx, es consecuen
cia de la opacidad a que llegan las relaciones de dominio. Frecuentemente,
los gobernantes burgueses ya no ejercen el poder en el lugar donde viven
(rentistas), y tampoco en formas directas, sin mediación. El estilo de sus
viviendas es su falsa inmediatez. Coartada económica en el espacio. Coar
tada de los interiores en el tiempo. ti 3,41
•El arte, sin embargo, sería como tener nostalgia del hogar aun estando en
casa. Para ello hace falta entender de ilusiones.- Kierkegaard, Gesammelte
Werke[Obras completas] (recte■Sümtliche Werke\Obras reunidas]), IV, (Stadien
a u f dem Lebensweg [Etapas en el camino de la vidaI, Jena, 1914),p. 12. Ésa
es la fórmula del interior. [I 3, 51
Segundo Imperio, «De esto época data la espedalización lógica por especie y por género que toda
vía dura en la mayoría de nuestras casas y que reserva el roble y el nogal macizo para el comedor
y el despocho, la marquetería y el plaqué para el dormitorio.» Louis Sonolet, La vie parisienne sous le
second emprre [to vkXJ parisina bajo el Segundo imperio], Poris, 1929, p. 251. II 3, 71
«lo que dominaba de manera chocarte en esto concepción del mobtario. hasta el pudo de resumirla por
completo, eta su guáo par los tepJos drapeodos, las amplias colgaduras y el crie de armonizarlos en una
visión de conjunto.» Louis Sonolet, Lo vida parisino bajo el Segundo imperio, Rorís, 1929, p. 253. II 3,81
«Se vela... en los salones del Segundo Imperio un mueble recientemente inventado y lioy des
aparecido completamente: la fumadora, sobre la que uno se sentaba a horcajadas apoyándose
en un respaldo ocodado mullido para saborear un londres.» Louis Sonolet, la vidaparisina bajo
el Segundo imperio, Paris, 1929, p. 253. ll 3, 91
Sobre las •filigranas de las chimeneas- como espejismos del mte'ior: -Quien... mire a lo alio di
Ir» enormes tejados grises coronad*ls por verjas. , de las manzanas de los bulevares, ciec.J
haber aprendido loda la inagotabilidad individual del concepto de “chimenea”: sobre cada al na i
tura del zócalo común, alio y amurallado, se alzan los tubos de salida en todas bs anchura*,!
l o n g i t u d e s , aburas y diámetros; desde el más sencillo, de barro, a menudo vencido por la c d i d j
o medio roto, pasando por el de piorno con remate llano o piramidal... hasta e! terminado am-j
Ociosamente como la visera de un yelmo, <|ue gira y está agujereado en todas las dircccioncJ
o bien abierto sólo en una, con extravagantes láminas de chapa ennegrecidas por el hollín .. K*
la... tierna ironía de la forma individual... mediante la que París. , ha sabido preservar el encanta
de ia iniimidiid... Es como si... se hubiera retomado una vez más la densa convivencia urhanüJ
tan característica de esta ciudad, a la altura de los tejados-, joachim von Helmersen, "Parker
Kamine» («las chimeneas tle París»], J\mnkfiif1ei) Z(eitung), 10 de lebrero de 1933. |l 3. Hi|
Wiesengatnd cita y comenta un pasaje del Diario de un seductor como clave de «toda la escri
tura* de Klerkegaartl: «Ei entorno, el marco del cuadro, tiene desde luego gran importancia
Hs algo que se graba fija y profundamente en la memoria, o mejor, en el alma toda, y jx>r
eso jamás se olvida Por mayor que me haga, nunca podré Imaginarme a Cordelia de Otro
modo que en esa pequeña habitación. Cuando voy a visitarla, me abre la sirvienta y me lleva]
al recibidor. En el instante en que abro la puerta del sajón, entra también ella, que viene de
su cuarto, y nuestras miradas se encuentran cuando estamos aún en la puerta. El salón en
pequeño pero muy acogedor, en realidad es sólo un gabinete Me encanta contemplar ell
cuarto desde el sofá, donde tan a menudo me siento junto a ella. Frente al sofá hay una mesa
redonda de té con un lindo mantel t|iie cae formando muchos pliegues. Sobre la mesa hay
una lámpara con forma de flor en pleno crecimiento; por encima tle ella cuelga un encajo
de papel finamente recortado, tan ligero que está siempre en movimiento. La forma tan sin
gular de la lámpara me recuerda al Oriente, y el incesante movimiento del papel, las suaves
brisas que allí soplan. F,l suelo está cubierto por una alfombra tejida tle una especie muy rain
de junco que causa una impresión tan extraña como la lámpara, Entonces me imagino con
ella, sentado en la tierra, bajo esta ñor maravillosa; o estoy en un barco, en el camarote del
capitán, en plena navegación por el vasto océano. Como las ventanas están bastante altas,
contemplamos directamente la vastedad infinita del cielo... Cordelia.. no encaja en ningún
primer plano, ella sólo encaja en la infinita osadía del horizonte*. Este pasaje es de las Obras
completas (recle: Obras,} de fíierkegaatd, I, (EntwederfOder[O esto, o h olrxA. primera parte,
Jena, 1911), pp. 3Í8 (ss.). Sobre este pasaje comenta Wiesengnmd. entre otras cosas: -Del
mismo modo que la historia externa se "refleja" en la interna, en el interior el espacio es apa
riencia. Kierkegaard. al no reconocer la apariencia en toda realidad subjeüva interna mera
mente reflejada o reflectora, tampoco intuyó la apariencia de lo espacial en b imagen del
ir.lencr. Pero aquí las cosas le llevan en vilo Todas las configuraciones espaciales del inleríor
son mera decoración; ajenas a la finalidad que representan, vacías de todo valor de uso, pro
ducidas únicamente a partir de la vivienda aislada... Las mercancías sorprenden al yo en su
propio terreno y en su propia esencia histórica. El carácter aparente de las mercancías está
producido histórico-econóniieamente por el extrañamiento entre la cosa y el valor de uso,
Pero, en el interior, las cosas se afeitan a lo no extraño... La exti'añcza transforma precisa
mente las cosas extrañas en expresión suya, las cosas mudas hablan como “símbolos”. 1.a
colocación de las cosas en la vivienda se llama instalación. Con ella, objetos históricamente
aparentes se instalan allí como apariencia de naturaleza inalterable. Acceden al interior imá-
genes arcaicas: la ele la llo r como imagen ele la vida orgánica; la del Oriente como la de la
conocida patria de la nostalgia; la del mar como la de la misma eternidad. Pues la aparien
cia a ia que condena las cosas su momento histórico, es eterna-. Theodor Wiesengrund-
Adomo, Kierkegaard, Tubinga, 1933. pp 46-48. [I 3 al
Las revistas de moda de la época incluían consejos para conservar ramilletes de ñores.
II 4. 21
•Como odalisca en diván de reluciente bronce, así yace esta orgullosa ciudad entre los cáli
dos viñedos del sinuoso valle del Sena.- Friedrich Engeis. -Von Pans nach Bem- [-De Paris
a Berna-!, Die Neue Zeit XVII, 1 (1899), .Stuttgart. p. 10. U 4, 31
En una recensión de El judio errante de Eugéne Sues, que se reprueba por muchas razones, i
entre otras por calumniar a los jesuítas y por la inabarcable cantidad de personajes que
aparecen y desaparecen: «Uno novela no es uno plaza que uno atraviese, es un lugar que uno I
habita». Paulin Limayrac, «Du román actuel et de nos romancíers» [«De la novela actual y de núes-1
tros novelistas») (Revue des deux mondes XI, 3 {7845). París, p. 951). II 4 a, 2 |
Acerca de la literatura en la época Imperio. Népomucéne Lemereier hace aparecer, bajo nom
bres alegóricamente disimulados, a la monarquía, ti Iglesia, la demagogia, el Imperio, la poli
cía, la literatura y la coalición de las potencias europeas. Su recurso artístico: «lo fantástico emble
máticamente aplicado». Su máxima: «las alusiones son mis amias, la alegoría mi broquel».
Népomucéne lemereier, continuación de la Panhypocnyade ou fe speckxJe inlerrKil du ckxneuviémo !
stécle [Panhypocrísiade o el espectáculo infernal del siglo X¡X¡, París, 1832, pp. IX y VII. II 4 a, 31
De la «Exposición preliminar» para Lampéhe y Daguerre de Lemetcier «Esnecesario que un breve preám
bulo introduzca claramente a rris oyentes en el artificio de la composición del poema cuyo lemo es el elo
gio del descubrimiento del célebre artista. M Doguerre; esle descubrimiento intereso igualmente a la Aca
demia de las ciencias y a la Acodemia de bellas artes: pues aleda a b vez a bs estuctos del dibujo y de
lo física... He querido que, con ocasión del Homenaje que aquí se le rinde, se aplicase el uso de una nueva
invención poética a este descubrimiento extioardnorio. Sabemos que b antigua mitología... explicaba los
fenómenos natuides mediante seres simbólicos, represertoaones activas de coda prinapio de bs cosas...
Las imitaciones modernas no han tomado hasta aquí mós que bs formas de b poesía antigua yo me he
esforzado por cptopiaime de su principio y de sufondo Lainetnoción de losversificadores de nuestro sigb
ha consistido en rebajar el arte de bs musas a las realdades próctcas y Irivides, fádlmente comprensibles
para el vulgo. Esto no es un progreso, es una decadencia. El entusiasmo original de bs antiguos tendía,
por el contato, a realzar ta inle^genda humona inidándab en bs secretos de b naturaleza, revelodos
mediante tabulas elegantemente ideales- No me falta ánimo a ta hora de exponerles el fundamento de
mi teorío. que ya apliqué- a la filosofo newtonkna en mi A'lanlioda. El experto geómetra Lagrange se
dignó darme b apiobotión por haber intentado crear pata bs musas de nuestra era la maravifla de una
teosofía,., conforme a nuestros conocimientos adquiridos» Népomucéne Lemetcier, Sur fa découverte de
l'ingénieuxpeinire du diorama [Acerca del descubrimientodel ingeniosopintor del diorama]; sesiónpública
anual de tas cnco ocadenrás del jueves 2 de mayo de 1839, ftyís, 1839, pp. 21-23. I I 4 a, 4]
Sobre la pintura ilusionista del término medio: «El pintor debe... ser un buen dramaturgo, un
buen figurinista, y un hábil escenógrafo... El público se interesa mucho mós por el lema que por
el aspecto plástico. “¡¡No es la mezeta de los colotes lo mós difícil que hay? -No, respondía un
entendido, eso es la escama del pescado. Tal era la idea que se hacían de ta estética los pro
fesores, los abogodos, los médicos; por todas paites se admira el milagro del trampantojo lo
menor imitación lograda tenía prestigio.’». Gisela Freund, La pholographe du poml de vue socto-
fogique [Lo fotografía desde el punto de vista sociológico] |M(anu)sct(ito), p. 102) Cita de
Jules Bretón, Arospeintres du siecle [Nuestros pintores del siglo1, p. 41. II 5, 1)
El interior, la huella
Los progresos en la metalurgia, que se inician en el imperio, favorecen la moda de las figu
rillas de porcelana. «En eslo époco aparecieron por primera vez grupos de Amotes y de Bacan
tes... Actualmente el arte tiene tienda, y expone las maravillas de sus producciones sobre estan
terías de oro y de cristal; mientras que los obras maestras de la estatuaria, reducidas con
exactitud, se venden con rebaja. - ¿os Tres Gracias de Caricrva se colocan en el tocodor, míen
tros que la Bacante y el Fauno de Pradier lienen el honoi de la cámara nupcial.» Édouard Fou-
caud, Pans invenleur. Pfiysioi'ogie de ('industrie /ranéense [París inventor Fisiología de lo industria
francesa], París, 1844, pp. 196-197 11 5, 31
«lo ciencia del carteL he legado a ese raro grado de perlecdón en que la habilidad s* convierte en
aite. V no me estoy reiinendo en absoluto a esos extraordinarios carteles—donde profesores de cali
grafía... consiguen representar a Napoleón a caballo medíanle una ingeniosa combinación de lineas
donde se encuentra dibujada y cortada al mismo tiempo su historia No, quiero limitarme a los carteles
corriertes. |Hasta dónde no ha llegodo el impulso de la elocuencia tipográfica, las seducciones de la
viñeta, las lascinadones del color, usando los tintas más variadas y más brillantes paro prestar un pér
fido apoyo o los astucias de lo redocaónl» Victor Fournel, Ce qudn voti dans les rúes de Para [i.o que
se ve en las calles de París], Pbris, 1858, pp. 293-294 («letreros y carteles»), (1 5, 4)
El interior de la vivienda de Alphonse Kart: «No se aloja como cualquiera: reside hay en un
6 ° o 7a piso de lo colle Vivienne; |la calle Vivienne paro un artistal Su habitación eslá lapizada
de negro; tiene ventanas de vidrio violetas o blancas deslustradas. No tiene ni mesas ni sillas (o
una silla a lo sumo para los vy'antes demasiado extraordinarios) y se acues’a sobre un diván,
completamente vestido, me aseguran. Vive a lo turca, sobre cojines, y escribe sobre el parqué,,.
Sus paredes están adornadas con antiguallas.. ; jarrones chinos, calaveras, floretes, pipas ador
nan lodos los rincones De criodo tiene a un mulato ol que viste de escailata de arriba aba|0 »
Jules Lecomle, Les lettres de Von Enge/gom [Los cartas de Von Engelgom], ed. París, Almeras,
1925, pp. 63-64. [I 5, 51
Del Croquis sacodo al salón de Daumier. Un amateur ocasional, señalando un cuadro que repre
senta dos álamos cscuálkkxs en un paisaje llano: «Qué sociedad envilecida y corrompida la núes
tra... toda esa gente sólo miro cuadros que representan escenas más o menos monstruosas, ninguno se
detiene ante un lienzo que represente lo imagen de la bella y puro naturaleza..,», [1 5 a, 1]
Con ocasión de un asesinato en Londres, en el que se descubrió un saco con panes del cadá
ver junto con restos de vestido-, a partir de esto, la policía criminal llegó a ciertas conclusio
nes. «¡Cuóntas cosos en un mmuél, dedo un bailarín célebre ¡Cuántas cosas en un gabán! cuando
las circunstancias y los hombres le hacen hablar. Me dirá usted que sena un poco duro sí, coda
vez que uno se provee de una levita, tuviera que imaginar que tal vez está destinada a servirle de
mortoa Convengo en que mis suposiciones no son de color de rasa. Peto, lo he dicho.... la semana
es triste.» H. de Péne, París intime [Parfs íntimo], Paris, 1859, p. 236 [I 5 a, 2 ]
fin la siguiente descripción que hace Gautier de luí salón parisino se expresa
drásticamente cómo el hombre forma parte d e l inleríor: «El ojo encantado se
dirige a los grupos de mujeres que, agitando el abanico, escuchan a los hablantes
medio inclinados; los ojos centellean como tos diamantes, las hombros resplande
cen como el satén, los labios se ab/en como los flores». (¡Qué presentación tan
artificial!) París et les Parisiens au xix* siécle
[París y los
parisinos en el siglo xtx],
París, 185ó (Théophile Gautier, introducción), p. IV. [1 6,1]
El interior de Les jard ie s, la casa inacabada de Balzac: «Esta casa., fue una de
las novelas en las que M . de Balzac más trabajó en su vida, pera sin poder aca
barla nunca— "Se leían sobre estos pacientes muros, como dice M . Gozlan, ins
cripciones dibujadas al carboncillo concebidos como sigue: aquí un revestimiento
de mármol de Paros; aquí un estilóbato en madero de cedro; aquí un techo pintado
pot Eugéne Delacroix; aquí una chimenea en mármol cipolino.V Alfred Nettement,
Histoire de la littératureir ancorse sous le gouvernement de juil/el [Historia de la lite
ratura francesa bajo el gobierno de ¡uli
o], 11, Paris, 1859, pp, 266-267. [i 6 ,2]
• los solés ponientes, que ton ricamente colorean el comedor o la sola, están tamizados pot
bellos tejidos o por altas ventanas lacradas que el plomo divide en numerosos compartimentos.
Los muebles son vastos, curiosos, raros, armados de cebaduras y de secretos como las almas
retinadas, los espejos, los metales, los tejidos, la orfebrería y la loza interpretan paro los ojos
una sinlonía muda y misteriosa.» Charles Baudelaire, Le spleen de París [£/ spleen de Paris], Paifs,
(ed. R. Simón), p. 27, («la invitación al viaje»), I I 6 a, 11
«Victor Hugo trabaja de pis y, como no encuentra un mueble antiguo que le sirva conveniente
mente de pupitre, escribe sobre una superposición de taburetes y de infolios, recubiertos con un
tapete El poeta se acoda y despliega su papel sobre la Biblia y sobre la Crónico de Nurem-
berg.» Louis Ulbach, Les confemporains [tos contemporáneos], París, 1883 (cit. en Raymond
Escholler, Victor Hugo raconfó par ceux qui l'onf vu [Víctor Hugo contado por tos que lo fian
visto], París, 1931, p. 352). ÍI 7, 11
El estilo Luis Felipe: «La panza lo invadía todo, incluso los péndulos», [17, 21
Hay un inteiior apocalíptico a mediados de siglo, un complemento, jMit.
decirlo así, del interior burgués. Se encuentra en Victor Hugo. Escribe sabir
las revelaciones espiritistas: «He quedado por un momento contrariado en
miserable arnor propio humano por la aclual revelación, que ha venido a arrojai niv
lomo a mi pequeña lámpara de minero una luz de rayo y de meteoro». En las Cod
/empJocíones se dice:
«Espiamos ruidos en fúnebres vacíos;
Escuchamos el aliento, errando en la tiniebla,
Cuya oscuridad titila;
Y, por momentos, perdidos en noches insondables,
Vemos iluminarse con fulgor formidable
La ventana de la eternidad» _
(Cit en Claudius Grillet, Victor Hugo spinfe [Víctor Hugo espiritista}, (tyon/ParjB
1929), p. 52. p. 22). [i 7, V
Una vivienda en 1860 ; «El piso... esioba situado en la calle d'An|ou. Estaba adornado,., core
alfombras, cortino de puerta, lambrequines de flecos, dobles cortinas que hacían pensar qu9 <i
la edad de las cavernas le había sucedido la de las colgaduras» Louise Weis, Souvemrs c/'uni
enlance républicoine [Recuerdos de una infancia republicana}, Paris, (1937). p. 212. [ I 4]¡
•
La relación entre el interior Jugendstil y el que le precede consiste en que l,i
burguesía encubre su coartada -la historia- con una coartada aún nilí»
remota: la historia natural (especialmente el reino vegetal). U7, M
Los estuches, las sobrecubiertas y las fundas con las que se cubrían los ense
res domésticos burgueses del siglo anterior, eran procedimientos para recaí
ger y custodiar las huellas. [i 7,61
Para la historia del interior: las primeras fábricas poseían, a pesar de toda su
inadecuación y extrañeza, un cierto carácter hogareño de vivienda, y uno
podía imaginarse en ellas al propietario, por decirlo así, como una figurita
decorativa que sueña junto a sus máquinas no sólo en su futura grandeza,
sino en la de las máquinas mismas. Con la separación del empresario de mi
lugar de trabajo, desaparece este carácter de sus fábricas. El capital también
lo aliena de sus medios de producción, cuya futura grandeza constituye un
sueño ya agotado. Cotí la aparición de la casa particular, concluye este pro
ceso de alienación. II 7 a, il
•El mobiliario de las viviendas, los objetos de uso y adorno que nos rodean, eran aún en
las primeras décadas de! siglo xrx. desde tas capas sociales más humildes a las más eleva
das, relativamente simples y duraderos Así surgió esa '‘fusión" de la personalidad con los
objetos de su entorno... La diferenciación de los objetos en tres dimensiones distintas..,
Interrumpió ese estado, En primer lugar, la mera multiplicidad de objetos formados muy
específicamente... dificulta una relación estrecha con el individuo... Esto encuentra su
expresión en la queja de las amas de casa de que el cuidado de los enseres domésticos
exige un culto fetichista en toda regla . Idéntico éxito a esta diferenciación de lo contiguo
en el espacio experimenta la diferenciación de lo contiguo en el tiempo. El cambio de la
moda Interrumpe el... proceso por el que arraigan sujeto y objeto... En tercer lugar está...
la multiplicidad de estilos con que nos salen diariamente al encuentro los objetos que per
cibimos ■Georg Simmel, Pbüosophie des Geldes [Filosofía del dincrrA, l.eipzig, 1900,
pp. 491-494. II 7 a. 21
Sobre la teoría de la huella: «Para él» (el -capitán del puerto... una especie de
viceneptuno... de los mares circundantes», pp. 44-45) (-)con su fingida supe
rioridad de chupatintas frente a quienes tenían que luchar con la realidad,
fuera de los sagrados muros del edificio administrativo, yo era, como la
demás gente de mar que permanecía en ese puerto, un simple objeto de
garrí pateos burocráticos y de formularios para rellenar. ¡Le debíamos de pare
cer fantasmas! Simples números que existían únicamente para ser inscritos
en enormes libros y registros, sin cerebro, músculos ai preocupaciones en la
vida, algo sin utilidad apenas, y desde luego de ínfimo valor». Joseph Con
tad, DieScbatlenlinie\La línea clesombra\, Berlín, (1926), p. 51. (Comp(arar)
con la cita de Rousseau.) li 7 a, 31
«El problema de Baudelaire... debía. plantearse así: 'ser un gran poeta, pero no ser ni Lamar
tine, ni Hugo, ni Musset", Yo no digo que tal propósito fuera consciente, pero estaba necesaria
mente en Baudelaire -e incluso ero esencialmente Baudelaire-, Era su razón de Estado.,. Como
lo lus para Víctor Hugo; no es imposible conjeturar lo qus pensaba sobre eso.,. Todo.,, lo que
podía chocar a un observador joven e Implacable, y por tanlo Instruirlo y orientarlo hacia su
futuro arle personal, Baudelaire debía advertido, y entresacar de entre la admiración que los
dones prestigiosos de Hugo le producía, las impurezas, las imprudencias . es decir, las... opor
tunidades de gloria que un arfólo tan grande dejaba Iras de sí.» Paul Valéry, Introducción (Chai
les Baudelaire. tes F/eurs du mal [los llores del mol], con una introducción de Paul Valéry, París,
{ I92Ó), pp X. XI}-XfV<)) Problema cit! tópico. Ij 1, 11
«Durante algunos artos anteriores o la revolución de 1848 se dudaba entre ol arle puro y el arte
social, y no será hasta bastante después de 1852 cuando *el arte por el arte' se impusiera.»
C. L. de Liefde, te Samt-Simonrsme dans la poésie franjarse entre 1825 et Í8Ó5 [El sonsimomsmo
en la poesía francesa entre 1825 y 1865], (Haarlem, 1927), p. 180. (J 1, 2]
Locante de Lisie en el prólogo a los Poemas y poesías, 1855: «los himnos y los odas Inspira
dos por el vapor y la telegrafío eléctrica me conmueven escasamente» Cil. en C. L (de) Liefde,
El sonsimoíiísmo en lo poesía francesa enlre 1825 y 1865, p. 179. (J I, 3]
Hay que comparar cías monjas» con el poeirm sansimoníano «Lo callo, de SavinM .■mtrti
Lapoinle. zcpoteio. Se ocupa únicamente de la prostitución, y al final evoca los recu<enlm
de juventud de las muchachas caídas:
«|Ohi No aprendáis nunca todo lo que la depravación
Hace fracasar de llores y cuántas siega;
Es, como lo muerle. activo antes del liempo,
Ella os hará viejos a pesar de vuestros dieciocho años,
¡Compadecedlas 1, ¡compadecedlas!
Poi haber, cuando la vuelto al buen camino hechiza su vista,
Podido estrellar sus frenles de ángel contra la esquina»
Olinde Rodrigues, Poésies soaaíes des owvners [Poesías sooofes de los obrerosJ. Paris, 184)
pp. 201 <y> 203. (J l, |
Baudelaire proyectaba «uri enorme trabajo sobre Igs Pintores costumbristas». Hn este contexto
Crépet cita sus palabras: «las imágenes, rni grande, mi primitivo pasión». Jacques Crépel, «Ml*j
les baudelairiennes» [«Migajas baudelaireionas»] \Mercure de France, año 46, lamo 262,
n.° 894, pp. 531. 532). |J 1, 6
«Baudefaire.. escribe todovio en 1852 en el prefocio a los Condones de Dupont: 'A partir ti#
ahora el arle es inseparable de (a moral y de ta utilidad" y hablo de lo 'pueril utopía de lo
escuelo del arte por el arle' Sin embargo cambiará poco después de 1852. Esia concepción
del arle social rol vez se explique poi sus relaciones de juventud. Dupont ero su amigo en a
momento en que Baudeloire, 'republicano hosla el fanatismo bojo la monarquía", pensaba ion
uno poesía realista y comunicativa.» C. I. de liefde, El sonsimonismo en lo poesfu francesa enlf*
1825 y 1865, (Haarlem, 1927), p. 115, (J 1 a, ll
Del sexto capitulo del Salón de 1859 tic baudelaire. Se encuentra allí, con motivo de Mer
yon, el pasaje «el encanto ptofundo y complejo de uno capital antiguo y envejecida por las glo
rias y tribulaciones de la vida*. Y continúa: «Raramente he visto representada con más poesía
la solemnidad natural de una ciudad inmensa. La majestuosidad de la piedra acumulada, los
campanorios señalando con el dedo al cielo, los obeliscos de la industria vomitando contra el
firmamento sus coaliciones de humo, los prodigiosos andamlos de los monumentos en repara
ción. aplicando sobre el cuerpo sólido de la arquitectura su arquitectura calada de belleza lan
parodcjica.. el ae'-o tumultuoso, cargado de cólera y de rencor, lo profundidad de las perspec
tivas oumentada poi el recuerdo de todos los dramas allí contenidos, ninguno de los elementos
complejos de los que se compone el doloroso y glorioso decorado de la civilización estaba olvi
dado... Pero un demonio crue tocó el cerebro de M Meryon. Y desde entonces seguimos
esperando con ansiedad alguna noticio consoladora de este singular oficial, que un día se con
virtió en un poderoso artista, y que había dicho adiós a fas solemnes avenluras del Océano para
pintor la negra majestuosidad de la mós Inquietante de las capitales», O l en Gustave Geffroy,
Charles Meryon, Porís, 1926, pp. 125-126. IJ 2, l l
El editor Delibre tenía el proyecto ele publicar un álbum con grabados de Meryon y texto
de Baudelaire El proyecto fracasó, haciendo desistir ya de antemano a Baudelaire, pues
Meryon exigía una explicación erudita de los monumentos representados, y de ningún
modo un texto ajustado al poeta. Baudelaire se queja de ello en su carta del 16 de febrero
de 1860 a Poulet-Malassis. [J 2, 2]
Rarezas de los grabados de Meryon: «La calle des Chantres»; en primer plano se encuenlut,
:
ii la altura de lo.s ojos, un cartel pegado en el muro de lo que parece una casa sin apernt
ventanas, con el letrero; Baños de mar (cfr. Geffroy, Charles Meryon, loe. cit., p. 144),
Colegio Enrique IV; sobre él dice Geffroy: «El espado está vado alrededor del Colegio, du l{
jardines, de algunas casas vecinas, y de repente Meryon comienza a guarnecerlo con un p l
saje de montaña y de mor, remplazando ol océano de Poris: oporecen velos y mástiles de n ntj
pá|oros molinos alzando el vuelo, y esta fantasmagoría rodea el dibujo más riguroso, los
edificios del Colegio perforados regularmente por ventanos, los palios arbolados,... y el entorfl
de ¡as casas próximas, de tejados sombríos, chimeneas apretadas, lachadas blancas». Gelltq
loe cit., p. 151. - El Ministerio de Marina: desde las nubes, un tropel de caballos, cocfrc»
delfines avanza impetuosamente hacia el Ministerio, sin que falten barcos y serplenM
marinas; entre la multitud se ven algunas criaturas de forma humana. «Ésto será... lo últimí
vista de Paris grabada por Meryon. Dice adiós a la ciudad en la que sufrió por ese asollo c
sus sueños a esta casa, dura como una lortaleza, donde escribió su hoja de servicio como |ovfl
alférez al comienzo de su vida, el emborcorse para islas lejanos» Geffroy, loe. cit, p. 161
Ftónevr ■ (J 2 a, 11
«La ejecución de Meryor, dice Béraldi, es incomparable Hay sobre todo una cosa que llama
la atención: la belleza, la altivez de esas Ifneos tan firmes y tan decididos. Se cuenta que oshll
bellas marcas tan recias tos ejecutaba así: la plancha puesta de pie sobre un caballete, el blltll
cogido con el extremo del brazo (como uno espada) y la mano cayendo lentamente de anibtj
aba|o.» Cil. en Charles Meryon, faux/ortes sur Paris [Aguafuertes sobre París], Introducción d i
R. Castinelli, C/ior/es Meryon, p. [Illj [J 2 ti, •)
«La cúpula speenética del cielo» se llama en Charles Baudelaire: le spleen de París [El spleen
de París], París |ed. Simón), p. 8
(«Codo uno su qu¡mera»|, ¡J 2 íl, (i|
Sobre el elemento alegórico. «Dickens... cil hablar de los cafés en los que se refugiaba on los
días malos... dice de uno que se encontraba en Saint-Morün's Lañe: "Sólo me acuerda de una
coso, que estaba cerca de la iglesia y que, en la puerta, había un leltero oval de cristal con la
palabra Coffee Room pintada hacia afuera. Incluso aho-a, si ocurre que me encuentro en cual
quier otro calé, en el que también haya esta inscripción sobre uno luna, y si lo leo ol revés (moor
eeffccj como a menudo hacía, entonces en mis sombrías reflexiones se me hielo la sangre en (os
venas'. Esta palabra barroca: moor eeffoc. es la divisa de todo verdadero realismo.» G K Ches-
terton, Dícfcem (Vidas de hombres ilustres, n ° 9¡; traducido del inglés por lautenl y Mortirv
Dupont, Poris, 1927; p. 32. (J 3, 2)
Dickens y la taquigrafía; «Cuenta cómo después de haber aprendido todo el alfabeto "encon
tró una retahila de nuevos enigmas, los caracteres llamados 'convencionales, los más inimagi
nables que yo haya conocido nunca: uno de ellos, por ejemplo, se parecía a un comienzo de
lelo de oraña, anliopodón, y otro era uno especie de cohete volador, desver?la/oso; ninguno de
estos caracteres tenía la pretensión de significar’ Concluye "Era casi desesperante'. Pero no
hay que olvidar que alguno de entre sus colegas declaró: '|Nunca hubo mejor toquígraíol*».
G K Chesteiton, Dicten; [Vidas de los hombres ilustres, n,° 9|; traducido del inglés por Laurent
y Martin-Dupont, París, 1927, pp. 40-41. D 3, 3J
Valéry (Introducción) a Las flores del mol, París, 1926) habla (p. XXV) de una combinación «de
eternidad e intimidad» en Baudelaire. (J 3, ‘íl
Del artículo de Barbey d'Aurevilly en Articles justificati/s [xiur Cbaries Baudelaire, a u teu r
des Fleurs du mal [ArtícuUn firslificatiius pana Charles Baudelaire. autor de Las flores del
mal], París (1857) -un folleto de 33 páginas con aportaciones de Dulamon, Asselineau y
Thierry, que fue editado, a expensas de Baudelaire, para el juicio-: «El poeta, terrible y ate
rrado, quiso hacernos respirar lo abominación de esa espantosa conasta que lleva, pálida coné-
fora, sobre la cabeza erizada de horror... Su talento... es ól mismo una flor del mal crecida en
los cálidos invernaderos de la Decadencia., Algo de Dante hay, en efecto, en el autor de Los
llores del mol, pero un Dante de una época fatigado, un Dante aleo y moderno, un Dante pos
terior a Voltaire» CiL en W. T Bandy, B audelaire ju d g e d by bis conlemporuries [Baudelaire
ju zg a d o p o r sus coetáneos ), Nueva York, (1933). pp. 167-168. (J 3 a, 1]
Apunte de Gautier sobre Baudelaire en Les poétes franjáis Recueil des chekd'ceuvre de la
poésie francaise [Los poetas fronteses Antología de los obras maestras de la poesía francesa],
IV, París, editado por Eugéne Crépet, 1862 (les conlemporains [Los contemporáneos]): «No
hemos leído nunca Las llores del mal... sin pensar involuntariamente en aquel cuento de Haw-
thorne (la hi|a de Rappucinnl|... Su musa se parece a la hija del doctor a la que ningún veneno
podía afectar, pero cuya tez, de uno palidez exangüe, traslucía la influencia del medio en que
vivía» Cit, en W. T. Bandy. Baudelaire juzgado por sus coetáneos, Nueva York, p. 174.
U 3 a, 2]
Temas principales de la estética de Poe según Valéry: filosofía de la composición, teoría di
lo artificial, teoría de la modernidad, teoría de lo excepcional y de lo extraño. Ij 3 a, i|
«El problema de Baudeloire podía, pues -debía, pues-, plantearse asi: “ser un gran poeta, poto
no ser ni Lcmailire, ni Hugo, ni Musset' Yo no digo que este propósito fuera consciente, peto estaba
necesariamente en Baudelaire, -e incluso era esencialmente Baudeloire- Era su tazón d*
Estado. Et el ‘errenode !a creación, que es ximbíén el del orgul'o, la necesidad de aistíngultti
es inseparable de la existencia misma • Las flores del mol. porís, 1928. Introducción de Paul
Valéry, p. X. (J 3 ¡t, 'l|
Régis Messac ((le ■Detective Novel- et l ’injluence de ¡a pensée scientifique Uü •Detective Notlm
y la influencia delpensamiento cteniificd, París. 1929), p. 421) señala el influjo de los «doi
Crepúsculos», aparecidos el 1 de fetrreio de 1852 en la Somante tbéátntl, sobre ciertas pas*»
jes de los Dramas de París de Fonson du Terntil, que comienzan a aparecer en 1857.
U 3 a, S|
De los Consejos a los jóvenes literatos: «Si se qui^e vivir en lo contemplación tenaz de lo pto«
pió obro futuro, el trabajo diario favorecerá la inspiración». Chañes Baudelaire. L'arl romonliqul
[El arte romántico), (tomo 3), Paris, (ed. Hochetle}, p. 286. [) 4, il
Baudelaire admite haber «tenido, de niño, la fotluna o la desgracia de no leermás que gruo-
sos libros de adultos». Charles Baudelaire. El arte romántico. París, p. 298 («Dramas y novela»
honeslas»| y 4, 31
Sobre I leine<:) «su literatura podrida de sentimentalismo moterialisto» Baudelaire, El arte román
tico, Pan's, p. 303 («la escuela pagana»|. [J 4, 4|
Un motivo que, procedente del Spleen de París, se lia extraviado en «la escuela pagana»: I
«¿Por qué entonces los pobres no se ponen guantes para mendigar? Harían fortuna». Baud*-'
Icn're, El arle romántico, París, p. 309. (J 4, 5)
«No está lejos el liempo en que se comprenderá que toda literatura que se niegue a caminar
fraternalmente entre la ciencia y lo filosofía es una literatura homicida y suicida.» Baudelaiie, 1:1
arte romántico, París, p. 309 (última frase de «Lo escuela pagana»), |J 4, 61
Baudelaire sobre quienes crecieron en el ámbito de 4o escuela pagana»: «Sualma, sin cesar
trntada e insatisfecha, se va por el mundo, el mundo ocupado y laborioso; se va, digo, como una
prostituto, gritando: (Plástica! |plásticaI La plástico, esta horriblepalabra, me pone lo carne de
gallina». Baudeloire, El arte romántico, París, p. 307;cfr. J22 a,2. ¡J 4, 7)
Hablando de Auguste Barbier: «la indolencio natural de los inspirados». Baudelaire, íl arle
romántico, París, p. 335. Ij 4 a, II
Baudelaire describe la poesía del poeta líric o -en su ensayo sobre B anville-
de un m odo que evidencia cómo todos sus rasgos son lo opuesto a su p ro
pia poesía: «La palabra apoteosis es una de las que se presentan irresistiblemente
bajo la pluma del poeta cuando tiene que describir... una mezclo de gloria y de luz.
Y si el poeta lírico tiene ocasión de hablar de sí mismo, no se pintará inclinado sobre
una mesa,,,, luchando contra la frase rebelde... ni lampoco en una habitación pobre,
triste o desordenada; como tampoco se mostrará, si quiere aparecer muerto, des
componiéndose bajo la ropa, en una caja de madera. Eso sería mentir». Baudelaire,
El arfe romántico, París, pp. 370-371. (J 4 a, 2]
Sobre Leconte de Lisie: «M i predilección natural por Roma me impide sentir todo
lo que debería gozar con la lectura de sus poesías griegas». Baudelaire, El arte
romántico,París, pp. 389-390. Concepción ctónica del m undo. Catolicism o.
Ü 4 a, 51
El Resto con el que el ángel alecciona al descreído«¿No esjhl que de cuando en cuarxíd
el poeto, eí filósofo, agarren un poco a la Felicidad por los pelos, y le dígan, restregándote lo
cara por la sangre y ta basurc 'Ve tu ebra y bebe fu obia"?». Charles Baudelaire, El arfe romdM
tico, París, p. 406 («Los miserables»). (J 5, .!|
*|lo Iglesia... esa Formada en la que nadie tiene ei derecho a descansar en calma!» Boudelatld
El orle romántico, París, p, 420 («Madame Bovoiy»). U 5, M
«Madame Bovory, por cuanto en ella hay de más enérgico y ambicioso, y también de mil»
soñador,... se nos aparece como hombre. Cual Palos armada, salido do la cabeza de Zeus, et*;
extraño andrógino ha guardado todos las seducciones de un alma viril en un encantador cuerpo
femenino.» Y más adelante, sobre Flaubert: «Todas las mujeres intelectuales le agradecerán]
haber elevado a lo hembra a un nivel Ion olio... y haberle hecho participar de ese doble c'váol
ler de cálculo y ensoñación que constituye al s% perfecto» Baudelaire, El arte ramánfrcoJ
pp. 415 y 419. U 5, ■!!
«|La histeria! gPor qué este misterio fisiológico no podría constituir ol fondo y los materialcu
para una obro literaria, ese misterio que la Academia de medicina no ha resuelto todavía y
que, manifestándose en las mujeres como la sensación de una bola ascendente y asfixiante
se traduce en los hombres nerviosos en lodos las impotencios y también en la capccidad paraJ
todos los excesos?» Bcudeíaire, El arte román/ico, Paris, p 418 («Mcdorne Bovary»)
0 5, 5|
De Pierre Dupont.«La pueril utopia de la escuela de el arto por el arle, al excluir la moral e
incluso a menudo la pasión, era necesariamente estéril... Cuando un poeta, torpe a veces peio
casi siempre grande, vino con un lenguaje inflamado a proclamor 1a santidad de lo insurrección
de 1830 y a cantar las miserias de Inglaterra e Irlonda. poco importaren sus rimas insuficientes
y sus pleonasmos., el asunto quedó zanjado, y el arte se hizo desde entonces inseparable de
(o naral y de la utilidad». Baudelaiie, El arle romántico, París, p 193 El pasaje se refiere a Bar
bier, [J5 a, 2]
«El optimismo de Dupont, su ilimitada confianza en ta bondad innata del hombre, su amor faná
tico por 1o naturaleza, constituyen 1a mayor parle de su talento.» Boudelahe, E! orle románico,
Poris, p 201 U 5 a, 31
«He enccnt’ado en fcnnráuser, Lohengim y fl buque fantasma, un excelente método de construcción,
un espíritu de orden y de división que recuerdo a b arquitectura de las antiguas tragedias» Baude'aire,
El arle romántico, Pa'is, p. 225 («Richnrd Wagner y Tannháuser*] Ij 5 a, 4]
«Si por la elección de sus temas y su método dramático Wogner se acerca a la antigüedad, por
la energía apasionada de su expresión es actualmente el representante más verdodero de lo natu
raleza moderna» Baudelaire, fl orte romántico, París, p. 250 |J 5 a, 5]
Baudelaire en El arte filosófico -un ensayo que se ocupa sobre lodo de Alfred Rethel-: «En
él los lugares, la decoración, los muebles, los utensilios (véase Hogaith|, todo es alegoría, alu
sión, jeroglíficos, acertijos» Baudelaire, El arle romántico, p 131. Acto seguido, referencia a la
interpretación que hace Michelet de MelencoiUi L 0 5 a, 6 ]
Variante del pasaje sobre Meryon, citado por Geffroy cn Piiturcs y aguafuertes, 1862: «Muy
recientemente, un |oven artista americano. M. Whistler, exponía... una serie de aguafuertes,... que
representaban las orillas del Támesis; maravillosa confusión de apare¡os, de vergas, de jarcias;
caos de brumas, de chimeneas y de tlrabuzor.es de humo; poesía profunda y complicado de una
vasta capital. M. Méryon. verdadero prototipo de aguafuertista consumado, no podía estar
ausente... Por el rigor, la finura y b exocütud de su dibujo. M Méryon recuerdo b mejor de los
antiguos aguafuertistas Roramente hemos visto representada con más poesía b solemnided natu
ral de una gran capital. La majestuosidad de b piedra ocumulada. los campanarios señalando
con el dedo al cielo, los obeliscos de la Industria vomitando contra el firmamento sus coaliciones
de humo, los prodigiosos andamios de bs monumentos en reparación, aplicando sobre el cuerpo
sólido de la arquitectura su arquitectura calada de belleza tan paradójica, el cielo brumoso, car-
godo de cólera y de rencor, b profundidad de bs perspectivas aumentada por el recuerdo de
todos los dramos olli contenidos, ninguno de bs elementos complejos de bs que se compone el
doloroso y glorioso decorado de lo civilización eslá allí olvidado». Baudelaire, El arle romántico,
París, pp. 119-121. U 6 , 1]
Sobre Guys: «Las fiestas del Baíram... en el londo de las cuales aparece, como un sol
pálido, el tedio permanente del sultán difunto» Baudelaire, El arle romántico, París, p. 83.
U 6, 2]
Sobre Guys: «Nuestro observador eslá siempre puntúa! en su puesto, en cualquier parte donde
fluyan los deseos profundos e impetuosos, bs Orinocos del corazón humano, la guerra, el amor,
el juego». Baudelaire, El orle romántico, Paris, p. 87 [| 6 , 3]
Las figuras ele lo -moderno- y de la -alegoría» se deben relacionar entre sí. «|/fl
de quien estudio en lo antiguo olía cosa que el atte puro, la lógica, el método genniflfl
Para adentrarse profundamente en ello... renuncia... a los privilegios que la circunslaricH
proporciona, pues casi toda nueslto originalidad procede del sello que el tiempo imprffH
en nuestras sensaciones.» Baudelaire, El arle romántico, París, p. 72 («El pintor de la vidd
moderna»). El privilegio del que habla Baudelaire también rige, aunque rom
mediación, de cara a la Antigüedad: el sello del tiempo que en ella se impritnoJ
extrae de la misma la configuración alegórica. U6 ¡i, J i
Acerca de Spleen e Ideal, estas reflexiones del -Guys-: «la modernidad es lo transitorio, lo ludfl
tlvo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno e inmutable... Para que IikIq
modernidod sea digna de convertirse en antigüedad, es necesario que la belleza misteriosa q f l
la vido humana introduce en ella involuntariamente seo eliminada. A esa tarea esalo quo if l
dedica especialmente M. G.». Baudelaire, El arte romántico. París, p. 70 En otro pasaje (p. 749
habla de «esta traducción legendaria de la vida exterior» U 6 a, |'|
Motivos poéticos en la prosa teórica: «La puesta de sol romántica»: «El dandismo es un i f l
poniente; ol igual que el astro que declina, es soberbio, apagado y lleno de melancolía Mal,
¡ay!, la marea ascendente de la democracia... ahoga de día en día a esos últimos representan
tes del orgullo humano» (El arte romántico, p 95) - «El sol»: «A lo hora en que los demás duw
men, éste (Guys] está indinado sobre su mesa, clavando sobre una hoja de papel la m iuttl
mirada que hace un momento tenía lija sobre las cosos, peleándose con su lápiz, su pluma, ||J
pincel, salpicondo el lecho con el agua del vaso, secando la pluma en la comiso, ansioso, vían
lento, activo, como si temiera que las imágenes se le escaparan, camorrista aunque solo, y empul
jándose a si mismo». (El arte romántico, p. 67.) [J 6 ¿i, -ll
Novedad: «El niño ve todo en novedad; está siempre ebrio. Nada tan parecido a la
inspiración como la alegría con la que el niño absorbe la forma y el color A esta curio» |
sidad profunda y gozosa se debe la mirada fija y animalmente extática de los niño»
ante lo nuevo». Baudelaire, El arle romántico, París, p. 62 («El pintor de la vida
moderna») Quizá esto aclare la oscura observación de la obra y la vida de Eugéim
Delacroix; «Puede decirse que el niño, en general, está, con respecto al hombre, en
general, mucho más próximo al pecado original». (El orle romántico, p 41.) (J 7 , 1|
«El sol»: «el sol revoltoso al asalto de los cristales de las ventanas» (El orle romántico, p. 65). «lo»
paisajes de lo gran ciudad... golpeados por los bofetadas del sol.» (El arle romántico, pp 65-66.) |
U7, 21
Er La obro y le vida de Eugéne Delacroix: «Todo el universo visible no es más que un almacén
de imágenes y signos». Baudelaire, El arle romántico, p. 13. [J 7, 31
Del -Guy.s-: «Lo bello osló hecho de un elemento eiemo. mvortoble,. y de un elemento relofivo.
circunstancial, que seró .. la época, la moda, la moral, la pasión. Sir» este segundo elemento, que
es como lo envoltura divertido, titilante y aperitivo de) paste' divino, el primer elemento sería indi
gesta». Baudelaire, El arle romántico, pp. 54-55. [J 7, 4]
Sobre la novedad: «|Cómo me gustarías, oh. noche sin esas estrellas | Cuya luz habla un len
guaje conocido!», tos flores (del mal), ed. Poyot, p. 139 («Obsesión») ll 7, 51
El modo de recitar de Baudelaire: reunía a sus amigos -Antonio Watripón, Gabriel Dan
trague. Malassis, Delvau- «en algún modesto café de la calle Douphine... El poeta comenzaba
pidiendo un ponche: después, cuando nos veía dispuestas a la benevolencia.nos recitaba con
una voz preciosa, dulce, aflautada, untuosa, y sin embargo mordaz, cualquier disparate, «El vino
del asesino* o *Lo carroña» El contraste entre la violencia de las imágenes y la placidez afec
tada de la elocución con su ocenluación suave y aguda era realmente sorprendente» jules Levo-
llois, Milieu de siécle. Mémoíres d'un critique [A mediados de sig/o Memorias de un crítico],
París, <1895), pp 93-94. Ü 7 a, 31
«lo famosa frase: "Yo. que soy hijo de un sacerdote", la alegría que se suponía experimentaba
al comer nueces porque se figuraba estar comiendo sesos de niflos, lo historia del vidriero ol que
hacío subir bosta el sexto piso, con una pesada carga de cristales, en un día agobiante de
verano, paro decirle que no lo necesitaba, y tantas oíros locuras y probablemente mentiras que
Ionio le gustaba coleccionar.» Jules levcllois, A mediados de siglo. Memorias de un critico, |Vir(|,
pp. 94-95. (J 741. ll
Una notable afirmación de Baudelaire sobre Gautier (cit. en Jules Levaltais, A mediados dt
siglo /Memorias de un crifíco, Paris, p 97){.) Se encuentra en Charles de Lovenjoul: «Un illlitn(
capitulo de la historia de las Obras de Balzac», en el Echo des théáiros del 25 de agosto 11<
184C), y dice así: «Gordo, perezoso, linfático, no tiene ideas, y no hace mós que ensailar y alj4
farar polobras a modo de collares de huesedllos» (J 7 a, 5]
«Origen del apellido de Baudelaire. Esto es lo que ha escrito M. Georges Borral al respecto
en la Revue des cuñosilés révolulionnoires Baudelaire me expuso lo etimología de su ape
llido, que no procedía en absoluto de bel o beou. sino de bond o bald. "M i apellido es terri
ble, continuaba él. En efecto, el badeloire era un sable de hoja corla y ancha, de tilo con
vexo y con la punta vuelta hacia el canto del arma.¡, Se introdujo en Francia con las
‘ EnIr repose, qje co'iespoide tonto a la te-cea persono del ungubi {serepose) como a lo primero je
repose: descarao! |N del T]
" Esdecir, la «carona [,'V del T\.
Cruzadas, y se usó en París como arma de ejecución hasta 1560 aproximadamente. Hace
algunos años, en 1861, durante las excavaciones realizadas cerca del Pont-au-Change, se
encontró el badelove que habió servido al verdugo del Grand Chátelet a lo largo del siglo
xti Se ha llevado al museo de Cluny Véalo. Su aspecto es terrible Me estremezco con sólo
pensar que el perfil de mi rostro recuerda el perfil de ese badelaire. -Pero su apellido es
Baudelaire, repliqué yo, y no Badelaire. -Badelaire, Baudelaire por corrupción. Es lo mismo.
-En absoluto, dije yo, vuestro apellido procede de Baud lalegre), Baudimenl ¡alegremente),
seboudir lalegrarse) Usted es bueno y alegre. -No, no. soy molo y liiste".» louis Thomas,
Cur/osilés sur Baudelaire [Curiosidades sobre Baudeloire], París, 1912, pp. 23-24.
ti 8 a, 1]
En un encuentro do académicos, Baudelaire tuce referencia a tas flores del bien, apare-
cidras) en 1858. reivindicando el nombre del autor -Henry (probablemente Henri) Botdcaux-
como .su propio pseudónimo (cfr. L, Thomas, Curiosidades sobre Baudelaire,
París, 1912, p. 43).
U 8 a, 3]
«Cuando esté completamente solo, escribía en 1864, buscaré uno religión (tibetana o japonesa),
pues desprecio demasiado el Corón; de la que abjuraría en el momento de mi muerte, para
dejar bren claro mi desprecio por la estupidez universal.» louis Thomas, Curiosidades sobre Bou-
delaire, París, 1912, pp. 57-58. (J 8 a, 5)
Dalos: tas llores del mal, 1857, 61, 66; Poe 1809/1849; contacto con Poe c. final de 1846.
U 9 . 2|
Rémy de Gourmont traza un paralelo entre «El sueño de Alalia» y «los metamorfosis del vam
piro». también Fonlainas lo intenta entre «Fantasmas |Orienlales|» de Mugo y «las viejecilas».
Hugo; «|Ayl a cuántas muchachas he visto morir.,. Sobre lodo o una...». (J 9, 3]
Laforgue sobre Baudelaire; «Tras los oudobos del romanticismo, fue el primero en encontrar esas com
paraciones crudas que de repente y como de paso rompan la armonía del periodo: comparaciones
palpables, demasiado evidentes, en una palabra: americanas, al parecer: palisandro, oropel descon-
cerlanle y exuberante: *|La noche se espesaba... como un tabiquel" (abundan otos ejemplos)... Una J
serpiente en la punía de un palo, tu cabellera un océano, fu cabezo se balancea con la suavidad i lu
un joven elefante, lu cuerpo se inclina como un fino novio que hunde sus vergas en el aguo, tu salivu
sube a tus dientes como una marea crecida por el deshielo de los rugientes glaciares, lu cuello una
tcrte de marfil, lus dientes ovejas suspendidas en la ladera del Hebión. Es el americanismo aplicado a l
las comparaciones del Cantor de los Cantares» Juies Loforgue, Méfanges posífiumes |AWc¡as póvl
tumos], Paris, 1903, pp 1)3 114 («Notas sobre Baudelaire*]; véase J 86 a, 2. (f 9, 'I
•lo tormento de su juvenlud y los soles marinos de sus recuerdos aflojaron en los brumas de los mu» j
lies del Sena los cuerdos de violo bizan'ina incurablemente que|umb:osa y afligido» Jules Lalorguo,!
Mezclas páslumas, París, 1903, p 114 |-Notas sobre Baudelaire*). [| 9,
Cuando aparctrió la primera edición de tas llores del me/. Bauddaire lenia 36 años, [I 9, (>)
•Fue el primero en rompe; con el público.» laforgue. M ezclas postumos. Porís, 1903, p. 115. j
a 9. 9Í
•Baudelaire gato, hindú, yanqui, episcopal, a^imUio, Gota: su maneta de decir 'cariño" en esa pieza i
solemne que se obre con "Sé bueno, oh Dolor' Yanqui: sus 'muy' delante de un adjetivo, sus paisaje»!
ásperos, y este verso 'Espíritu mió, te mueves con agídod*. que los iniciados acentúan con una vozl
metálica; su odio hada la elocuencia y bs confidencias poéticas: "El placer vaporoso huta hada ol I
horizonte | Como.' ¿Como qué? Antes de él Hugo, Gaufer. eit.. habrían hecho una comparación I
francesa, retórica; él b hace yanqui, sin prejuicios, y a la vez permaneciendo eléreo: 'Como una siVkk» I
entre bastidores', vemos los alambres y las rráquinas_ Hindú: participa más de poesía que leconte da
lisie con lodo su erudición y sus poemos recargados y deslumbrantes: 'Jardines, surtidores llorando otl
alabastros, | Besos, pájaros cantando mañana y larde". N i gran corazón, ni gran espíritu, peto (qué
nervios laslimerosl |Qué olfato abierto a todo! |Qué voz mágico!» Jules Lcíorgue. Mezclas póslumas, 1
Fbtís, 1903, pp 1)8-119 («Notassobre Baudelaire*). 1)9 a, ll ’
' {Ésla es la primera vez que dentro del legajo J Benjamin se refiere la edición Charles [laú
dela Iré, Obras, texto establecido y anotado por YvesGératd te Dantec, 2 vols., Paris, 1931-1932. IBibllothéquo
de lo Pléiade, 1 y 7) F.n adelante, tocia referencia a las O bros cié Baudelaire remiten a esta edición,)
[¿V. de! Ed, alemán]
De la Nota suelta para el libro sobre Bélgica: *|Yo no estoy engañado, nunca he sido engañado!
Yo digo "¡Viva lo Revolución I" como diría:" |Viva la Destrucción!" "|Viva la Expiación!" '¡Viva el Castigo!"
"(Vivo la Muerte!"» Baudelaire, Obras, II, ed, Y.-G. le Danlec, pp. 727-728. Q 9 a, 3]
Argumento del libro sobre Bélgica, XXV, Arquitectura, Iglesias, Culto. «Bruselas. Iglesias. - Santa
Gudula. Magnificas vidrieras Bellos colores intensos, como aquellos con los que un alma pro
fundo envuelve todos los objetos de la vida» Baudelaire, Obras, II, ed Y.G le Dar.tec, p. 722.
- Muerte de ios ornantes - Jugendstil - Hachís, IJ 9 a, 4]
«lo vida interior.- de Charles Baudekjre._ parece haber. *anscumdo ente momentos de euforia y de
aura De ahí el doble caróder de sus poemas, de los cuales unos representan una beatitud luminosa, y
otros un estodo de_ toedimr? vitae » Léon Daudet, Antordics, PoiSi p 212 [Botxfefcure). (J 10, 21
Fntre los pintores de la ciudad de París, Balzac es, por decirlo así, el primi
tivo: sus personajes son más grandes que las calles por las que se mueven.
Baudelaire fue el primero en hacer aparecer el mar de casas con sus olas
altas como edificios. Quizá tenga relación con Haussmann. [I 10, 61
«El baudelaire... es una especie de machete.. El baudelaire ancho y corto, de dos filos,... enlra
de un golpe cerlero y salvaje, pues la mono que lo tiene esló próximo a su punió.» Vidor-Emlle
Mlchelet, figures devocafeon [figuras de evocadores), París, 1913, p. 18 («Baudelaire o el adi
vino doloroso»). [f 10, 7]
«El dandi, ha dicho Baudelaire, debe aspirar a ser subl:me, sin interrupción. Debe vivir y dormir
ante un espejo.» Louis Thomas, Curiosidades sobre Baudelaire, Potfs, 1912, pp. 33-34.
[J 10, 8J
«Fue si primero en hablar de si con la moderación propia del confesionario y sin firgir inspiio
ción £1 primero que habló de París como cotidiano condenado de la capital (las farolas de gal
agitadas poi el viento de la Prostitución que se encienden en las calles, los restaurantes y sus lio
galuces. bs hospitales, el juego, la madera cortado en leños que resuenan en el odoquinoda
de bs polios, y bs fogatas, y bs gatos, camos. medias, borrachos y perfumes de (obncaciót
moderna), pero esto de mañero noble, lejano, superior... El primero en no presentarse como-
héroe, sino como acusado, mostrando sus llagas, su pereza, su tediosa inutilidad en medio do
esle siglo trabajador y sacrificado El primero en aportar a nueslra lileraluro el tedio en b volup
tuosidad y su extraña decoración: la alcoba triste.. en la que se complace... el Maquillaje y su
extensión en los cielos, en las puestas de sol... el spleen y la enfermedad (no la Tisis poética sino
la neurosis} sin haber escrita ni una vez esta vez la pajpbra», Laforgue, Mezclas póstumas, Parir.,
1903, pp. 111-112. (J 10 a , 1)
«En b sombra misteriosa en la que habian geiminodo, ecfiodo sus raíces secretes y levantado
sus tallos fecundos. Las flores del mol iban o bioloi y o abrir magníficamente sus sombrías coro
las laciniados y veteadas con bs cobres de b vida, y a esparcir, bajo un cielo de gbria y exón
dalo. sus vertiginosos perfumes de amor, de dolor y de muerte» Henri de Bégnier en Charle».]
Baudelaire. les f leurs du mal el autres poémes [tos llores del mol y otros poemas], París, (1930),
p. [18], t) 10 a, i\
«Él es siempre cortés con lo feo.» Jules Laforgue, Mezclas postumas, París, 1903, p. 114.
ü 10 a, 3]
Roger Allard, Baudelaire et •i'Esprit Nouveau* [Baudelaire y *e¡ Espíritu A:uetx>\ Paris, 1918,
compara íp . 8) tas poemas a Mme, Sabatier con los de Ronsard a Héléne. (J 10 a, 4]
«Dos escritores ban influido profundamente en Boudebne. o más bien dos 'ibros Uno es el deli
cioso Diablo amoroso de Cazctte. el oto ta religioso de Diderot, al primero deben algunas
poemas su ftenes: inquieto... de Dderot coge Baudelaire bs sombríos violetas de lesbos.» Al
respecto en una n<ota) se cita el comentario tle Apollinaire a su edición de las Obros poé
ticos de Baudelaire: «Tal vez no nos equivocaríamos al pensar que Cozolte ha sido el lazo de
unión que tuvo el honor de reunir en... Baudelaire el espíritu de bs escritores de la Revolución y
el de Edgar Poe», Roger Allard, Baudelaire y «el Espíritu Nuera», París, 1918, pp. 9-10,
U 10 a, 5]
«El sabor a otoño... que Baudelaire saboreaba en la descomposición literario de la baja lati
nidad.» Rogei Allard. Soudeíouc y «eí Espíritu Nuevo», Poris. 1918. p. 14 [J 11, l|
«Baudelaire... es el más musical de los poelos franceses iunlo con Retine y Veilaine. Peio mien
¡ios que Róeme sólo loco el violín Boudelaire toca lodo lo orquesta.» Anché Suorés, Prefacio [en
Charles Baudelaire, los llores del mal, París. 1933], pp. XXXIV-XXXV. |J 11,2)
«S: Baudelaire es, después de Donle, el primero en poseer lol densidad expresiva, ello se debe o
que está siempre concenlrado en su vida mlenor, como Danre lo estuviera en el dogma.» André Suo
rés, Prefacio [en C, B., Las llores del mol, París, 1933], p, XXXVIII. [J 11, 31
«las llores del mol son el infierno del siglo xix. Pero lo desesperación de Baudeloire superu infi
nitamente la cólera de Dante.» André Suarés, Prefacio [en C. 0., Las flores deJ mal, París. 1933],
p XIII. U 11, 41
«No hay en absoluto artista en verso superior a Baudelaire * André Suarés, Prefacio [en C, B.,
Las Mores del mal. París, 1933], p XXIII, (J 11, 5)
Apollinaire: «Baudelaire es hijo de lados y de regar Poe». CH. en Roger Allard, Baudelaire y «eí
Fspintu Nuevo», Potis, 1919, p. 8. 0 11,6]
«Tiene una corbata roja sangre de loro y guantes rosa. Sí, estamos en 1840... Algunos años se
llevaren incluso guantes verdes. El color difícilmente desapareció del traje. Ahora bien, Baude
loire no ero el único en llevar esa corbata purpuro o color ladrillo. Ni el único en ponerse guan
tes rosa Su marca propia residía en lo combinación de estos dos colores sobre e! negro del
Itaje» Eugéne Marsan, les cannes de M
de M . Paul Bourgel y (o leliz elección de
Paul Sourgel el le bon choix de Phihnte [los bastón»)
Philinle], París, 1923, pp. 236-237, [I 11 a, 'I
«Tenío gestos nobles, lentos, cercanos al cuerpo. Su cortesía pareció amanerada porque ero un
legado del siglo XVIII, pues Baudelaire era hijo de un hombre viejo que había conocido sus salí'
res.» Eugéne Marsan, Los bastones de M Paul Bourgel y la leliz elección de Phihnle, París, 1923,
p. 239. ü l la , 4|
Sobre el debut de Baudelaire en Bruselas existen dos versiones distintas; Georges Ren<y,
que transmite ambas, prefiere la del cronista Tardieu. «Baudelaire», escribe Éste, «preso tlu
un horrible nerviosismo, leía y farfullaba, temblandc^y castañeteando los dientes, con lo nailí
sobte el manuscrito. Fue un desasiré». Camille lemonnier, por contra, habla d(e) la «¡mpreslófli
de un magnifico conversodor» Georges Rency, Pfiysionomies lüléraires [Fisonomías /iteronaill
Bruselas, 1907 pp. 267 y 268 («Charles Boudeloire») (J 12, l t
«... Nunca hizo un esfuerzo serio por comprender lo que le era exterior,» Georges Rency, Fisonomía\
literarias, Bruselas, 1907, p. 274 («Ch(arles) B(audelaire)»|. [J 12, .’l
«Baudelaire es tan impotente para el amor como pora e! trobojo. Amo como escribe, par impulJ
sos, y después recae en su egoísmo fíóoeur e indecente Nunca tuvo la curiosidad del hombím
o el sentido de la evolución humona... Su orte debía pues, pecar de estrechez y singularidad'
y son ciertamente estos defectos los que le separan de los espíritus sanos y rectos, que ornan li ti
obras claras y de alcance universal.» Georges Rency, Fisonomías literarias, Biuselas, 1907,1
p 288 («Challes Baudelaire»). (J 12, 31
«Al igual que muchos oíros autores de nuestros días, no es un escritor, es un estilista. Sus inió'
genes son casi siempre impropios. Dirá de una mirada que es "penetrante como una barrena*,,
Llamará al arrepentimiento: "el último refugio”... Baudelaire es todavía peor escritor en prosa
que en verso.. Ni siquiera conoce la gramática. “Todo escritor francés, afirma, apasionado pot 1
la gloria de su país, no puede, sin orgullo y sin pesar, diferir sus mirados * la incorrección oqul
no es sólo flagrante, es estúpida >fdmond Scherer, iludes sur la liltéraiure conlemporaine [Esfri
dias sobre la literatura contemporánea], IV, París, ¡886, pp. 288-289 («Baudelaire*).
U 12, -ti
Brunetiére (La evolución de la poes/o lírica en Francia en el siglo XIX, II, París, 1894) confronta por
un lado a Baudelaire con la escuela de Ruskin, y por otro con los novelistas rusos. En estas
dos últimas manifestaciones aprecia corrientes que se oponen con derecho a la decadencia
que proclamó Baudelaire, manteniendo la simplicidad primitiva y la inocencia del hombre
natural frente al hombre sobrecivilizado. VKigner representaría una síntesis de ambas tenden
cias. - Sólo muy tarde <1892) llegó Brunetiére a esta valoración relativamente positiva de
Baudelaire. ll 12 a, 1]
Sobre Hugo y Gautier en relación con Baudelaire: «Trata a sus maestros como trata o las muje
res: los adoro y los vilipendia». U -V. Chatelain, Baudelaire l'bomme el le poete IBoudefcwe el
hombre y el poeta], París, p. 21. [I 12 a, 2]
Baudelaire sobre Hugo: «No sólo expresa con gran claridad y traduce literal
mente lo que eslá escrito de una forma neta y clara, sino que expresa con la indis
pensable oscuridad lo que se revela de forma oscura y confusa». Con razón dice
Chatelain, Baudelaire: el hombre y el poeto, París, citando la p. 22, esta frase:
que Baudelaire fue quizá el único de su tiem po que entendió el «mallarmeís-
mo discreto» de Hugo. (J 12 a, 3]
«Apenas sesenta personas siguieron al coche fúnebre bajo un calor sofocante; Banville y Asseli-
neau pronunciaron, enlte una omenaza de tormenta, bellos discursos que nadie oyó. Lo prensa,
salvo Veuillot en el Unrvers, fue cruel. Todo se ensogaba con su cadáver; una tromba de ogua
dispersaba a sus amigos, sus enemigos... lo trotaban de "loco'.» ti. V, Chatelain, Baudelaire: el
hombre y el poeta, París, p. 16. ti 12 a, 4]
Baudelaire en un concierto: «Dos ojos negros agudos, penetrantes, relucían con un brillo par
ticular, animando únicamente al oersonaje que parecía paralizado en su cáscara». Lorédan Lar-
chey, Frogmenls et souvenirs (Fragmentos de recuerdos) («La boa de Boudelaíre-EI impecable
Banville»), Poris. 1901, p. 6. 0 12 a, 6)
Larchey es testigo ocular del primer discurso académico de Baudelaire; es sobre Jules San-
deau. Larchey accede al vestíbulo poco después de Baudelaire. «Yo habla., llegado a pri
mera hora, cuando un extraño espectáculo me advirtió de que me habían precedido. Poi entre
las perchas del recibidor había enroilodo una largo boa de color escarlata, esas boas de felpi-
lla por las que se volvían locas entonces todas las jóvenes obreras » L l(archey, loe. cil ), p 7.
U 12 a, 7]
Cuadro de la decadencia: »Veo nuestras grandes ciudades bajo ta neblina de lobaco quu li tt
envuelve, embrutecidas por abajo por el alcohol, alocadas en lo alto poi la morfina, por ahí »|
por donde empieza la descomposición de la humanidad Tranquilícese: de ahí saldrán más spH
léplicos, idíolas y asesinos que poetas». Maurice Barres, La loke de Choles Baudelaire [Ifl
locura de Charles Baudelaire], Paris. (¡926), pp 104-105. f[ 13, II
•Al término de este ensayo imagino fácilmente que un gobierno, tal como 'o soñamos seijilfl
Hobbes, se preocuparía de parar, mediante alguna vigorosa higiene, serrejantes doctrinas. Ion
fecundos er enfermos y en perturbodcres como estériles en ciudadanos... Peto pienso que ■
déspoto sabio, después de reflexionar, no intervendría, M a la tradición de una amable filoso
fía: 'Después de nosotros el diluvio".» Maurice Borrés, ta locura de Charles Baudelaire, Pculi,
pp. 103-104. [J 13, ¿|
«Tal vez Baudelaire no hayo sido sino un espíritu laborioso que sintió y comprendió a través (M
Poe cosas nuevas y que se resistió lodo su vida a la especialización»Maurice Barres, ta focurql
de Charles Baudelaire, Porís, p. 98, (J 13, ,l|
«Tal vez haya que evitar lomar demasiado rápido por cristianos a estos poetas, lo liturgia, low
ángeles, los satanes... no son más que uno puesta en escena para el artista que juzga que la l
pintoresco bien vale una misa.» Marinee Barres, te» locura de Ch(arles) B(audelaire), Parli,!
pp. 44-45 U 13, -11
«Sus mejores páginas nos abruman Ponía en versos difíciles una prosa soberbia » Mourico I
Barrés, La locura de Charles Baudelaire, Porís, p. 54. (J 13, 1)
•las estrellas, diseminadas por el ciclo como semillas de oro y plata, brillando desde la pro
funda oscuridad de la noche, simbolizan [para Baudelaire] el ardor y la fuerza de la fanta
sía liuraana». Elisabeth Schinzel, N alur u n d Nalursym bolik bei Poe, B audelaire u n d den
franzósiseben Symbolisten Ite naturaleza y et sim bolism o natural en Poe, B audelaire y In\
simbolistas franceses!. Duren íRheinland), 1931, p 32- (J 13, 6]
«Su voz... apagada como el ruido de los coches por la noche en los gabinetes recogido’s.» Maurlcs
Barrés, La locura de Charles Baudelaire, París, p. 20. (J 13, 7|
«lo obro de Baudelaire pareció primeramente poco fecunda Algunos hombres cultos la comparo-
ron con un estanque estrecho, cavado con dificultad, en Ln lugar sombrío y coronado con vapo
res... la influencia de Baudelaire se reveló en el Parnosa contemporáneo,., en 1865... Tres figuras
se destacan... M. M. Stéphane Mollarmé, Paul Verlalne y Mautice Rollinat.» Maurice Barres, La
locura de Charles Baudelaire, París, pp. 61. 63, 65. y 13, 8]
«Y en aquella épcca, |qué lugar ocupan las palabras con taza entre la chusma!» Maurice Barrés,
la folie de Charles Baudelaire [Lo locura de Charles Boudelaire], París, p, 40, IJ 13 a, 1|
Flaubert sobre Baudelaire: «Cania usted a la carne sin amada, deunomanera triste y despe-
godo que me resulto simpática |Ah! |us1ed si que comprende el fastidio de la existenckil» CH.
en Maurice Barrés, ta locura de Charles Baudelaire, Paris, p, 31. [J 13 a, 2]
La predilección de Baudelaire por Juvenal bien podría deberse a que es uno
de los primeros poetas urbanos. Consúltese la observación de Thibaudet: «En
las grandes épocas de la vida urbana, vennos a la poesía tanto más violentamente
rechazada por la ciudad cuanto más proporciona lo ciudad al poeta y al hombre su
vida intelectual y moral. Cuando esta vida... del mundo griego tiene por centro las
grandes ciudades cosmopolitas, Alejandría y Siracusa, nace de estas ciudades la
poesía pastoril. Cuando el mismo lugor es ocupado por la Roma de Augusto, la
misma poesía de los pastores..., de la naturaleza fresca aparece con las Bucó/icas y
tos Geórgicos de Virgilio. Y, en el siglo diecinueve francés, en el momento más bri
llante... de lo vida parisina, vuelven las poesías pastoriles, revestidas por la vuelta a lo
antiguo... El único poeta en el que encontraríamos ya algún trazo del urbanismo bau-
delaireiano (y otros rasgos también baudelaireianos) sería tal vez, y no siempre, Sainl-
Amand». Alberl Thibaudet, (ntérieurs [interiores], París, (1924), pp 7-9. (J 13 a, 31
«Si pasamos de todos estos poetas (amántaos a Baudefoée, dejamos una decoración de ncfuraleza y
entramos en una de piedra y carne... El temor religioso a b naturaleza, que para bs... románticos formaba
parte de su familiaridad con elb, se convierte en Baudelaire en odio a b naturaleza.» (?) (J 13 a,4]
Baudelaire sobre Musset: «Salvo a la edod de la primera comunión, es decir, a uno edad en
la que todo lo relacionado con las mujeres de lo vida y los taburetes de seda parece una reli
gión, nunca he podido soportar a ese maestro de pisaverdes, su impudicia de niño mimado que
invoca al cielo y al Infierno paro aventuras de meso camilla, su torrente cenagoso de (altas de
gramática y de prosodia, y, en lin, su total impotencia para comprender el trabajo medióme el
cual una ensoñación se convierte en un objeto de arle» Thibaudet, que cita este pasaje |lnle
ñores, p. 15), lo complementa (p. 16) con el de Brunetiere sobre Baudelaire: «No es mós
que un Satán de pensión, un Belcebú de mesa comillo» [J 13 a, 51
«Un soneto como «A una transeúnte», un verso como el último verso de ese soneto... no pueden
surgir más que en medio de uno gran capital, en donde bs hombres viven juntos, extraños unos
para otros pero compañeros del mismo viaje. Y de entre todas las capítoles, sólo París los produ
cirá como su fruto natural» Albert Thibaudet, Inferiores, p. 22 («Boudelaire»), (J 14, l j
«Llevó como doloroso trofeo., lo que se podría denominar un espesor de recuerdos, tal que
parece vivir en una paramnesia continua... El poela lleva en sf una duración vivo que despiertan
los olotes... y con b cual se conftnden Esta ciudad- es una duración, uno forma inveterada de
la vida, una memoria... Si amó en... una Jeanne Duvol no se sabe qué noche inmemorial..., eso
no será más que un símbolo... de esa duración verdadera... consustancial a la vida y al ser de
Parts, la duración de esos seres muy viejos y arrugados, que le parecen deber formar, como la
capital misma, bloques, bancos inagotables de recuerdos.» (Alusión a «los viejedtas».) Alberl
Thibaudet, interiores. Paris, pp 24-27 («Baudelaire»). (J 14, 21
Thibaudet (Inferiores, p. 34} cita un pasaje de 1887 en el que Brunetiére llama a Haudi
laire «una especie de fdolo oriental, monstruoso y deforma, cuya deformidad natural es realzado
con extraños colores». II 14, M
En 1859 apareció MirviUe de Mistral. El éxito del libro enojó muchísimo a Baudelaire. II 14, f)l
Baudelaire a Vigny: «El único elogio que solicito para este libro es que se reconozco que no es un sirnfi»
álbum, y que tiene un principo y un final» G l en IHbaudel, Inferiores, Fbris, p. 5 0 14,7)1
Thibaudet concluye su ensayo sobre Baudelaire con la alegoría de la musa enferma, qvjl I
sobre la colma de Rastignac, en la orilla derecha del Sena, se corresponde con Sainte-Geno* I
viéve, en la orilla Izquierda (pp. 60-61). (J 14, 8)
Baudelaire es «de nuestros gtandes poetas aquel que peot escribe si Alfred de Vigny no exi»
liera- Thibaudet, Interiores, París, p. 58 («Baudelaire»)- (J 14, 91
«Boa violeto sobre lo cual se rizaban loigos cabellos entrecanos, muy cuidados, que le conlo
ifan cierto aspecto clerical.» Champíloury, Souvemrs el portraits de /eunesse [Recuerdos y reíra
tos de juventud], París, 1872 («Encuentro con Baudelaire»), p. 144. (J 14 a, 2]
«'Este libro no ho sido escrito para mis mujeres, mis hí,<js o mis hermanas', dice, hablando de tos
llores de! mal. ¿Qué necesidad hay de que nos lo advierta? ¿Por qué esta frase? Pues bien, sim
plemente por el placer de enfrentarse a la moral burguesa con la expresión "mis mujeres", puesta
ahí como por descuido, y por la que sin embargo muestra tonto interés, pues en su diario íntimo
leemos: "Esto no podrá escandalizar a mis mujeres, a mis hijas, ni o mis hermanos".» André Gide,
Charles Baudelaire Introducción o «Las Flores del malt. París, ed Édouard Pellelan, 1917 p XIV.
(J 14 a, 4]
«Baudelaiie es sin duda el artista sobre el que se ha escrito mayor número de loníerios.» André
Gide, Ch(orles) B{oude/cire) Introducción) a «¿as flores del mal>. París, ed Édouatd Pelletan,
1917 p. XII. I) 14 a, 5]
• Los //ores del mal están dedicados a lo que pretendía ser Gautier. mago en lelras francesas,
artista pura, escriloi impecable; y ello en ei sentido de decir: no se equivoque, lo que yo venero
es e) arle y no el pensamiento; mis poemas no valdrán ni por e' movimiento, ni por lo pasión, ni
por el espíritu, sino por la forma.» André Gide, Ch 8. Introducción o ilas flores del mol». París,
ed. Édouard Pelletan, 1917, pp. XI-XII, IJ 14 a, 61
•Ahora, en voz baja, conversa con cada uno de nosotros » André Gide, Ch 8 Introducción) a
•Las /teres del rnoíi, París, ed. £
Pelletan, 1917 P XV. (J 14 a, 7J
Después de Calcuta. *A su regreso, toma posesión de su patrimonio, setenta mil francos. En dos
años se gasta la mitad.,. Vive, pues, durante veinte años de la renta de los treinta y cinco mil fran
cos restantes... Pues bien, durante esos veinte años no hace sino endeudarse por más de diez
mil francos de nuevos deudos. Juzgue usted si, en esas condiciones, no ha debido de entregarse
a menudo a orgías neronianasi» Jules Lemaítre, Los contemporáneos, serie (V, París, 1895, p. 27
0 15, 21
Bourgei establece un paralelismo entre Leonardo y Baudelaire: «Una peligrosa curiosidad llama
lo atención e invita a largos reflexiones ante esos enigmas de pintor o de poelo. Si lo miramos largo
tiempo, el enigma entrega su secreto» Paul Bourget, fssars de psycLiologie conlemporawe [Fnsayos
de psicología contemporánea], tomo primero, París, 1901, p. 4 («Baudelaire»]. [J 15, 31
•Es único en comenzar una pieza con palabras de una solemnidad, a la vez trágica y sentimental,
que ya no se ofvida; ‘|Qué me importa que lú seas sabio! | Sé belb y sé triste...'. Y en ctra parte:
"Tú que, cual uno puñalada | En m quejumbroso corazón has entrado...'. Y en olta parte 'Como
el ganado pensativo sobre la arena echadas | Dirigen ellas sus ojos hacia el infinito de los
mares .'» Paul Bourget, Ensayos de psicología contemporánea, I. Paiís, 1901, pp. 3-4. [J I 5, 41
1849 o 1850: Baudelaire dibuja de memoria la cabeza de Blanqui. (Cfr. Phillipe Soupault,
Baudelaire, París, (1931), Ilustración p. 150) Ü 15, 6]
Lemaítre observa que en efecto Baudelaire compuso, como se había propuesto, un tópico.l
11 15 a, 21
•La máquina sangrienta de lo destrucción,» - ¿Dónde aparece esto en Baudelaire? En *La dnt-1
trucción», IJ 15 a, ,1|
«Puede ser presentado como el ejemplar acabado de un pesimismo parisino, dos palabras qo* 1
antiguamente se hubieran repelido de Ir |untas.» Paul Bourgel, Ensayos de psicología contempo 1
rónea, I, París, 1901, p. 14. [J 15 <1, -l|
■Tres hombres o ¡o vez viven en esie hombre... Estos tres Hombres son bien modernos, y mól I
moderno es si se presentan juntos. Lo crisis de le religiosa, lo vido en París y el espíritu científico I
de la época... unidos oquí hasta parecei insepcrables... Lo fe se perderá, pero el misfidsmo.l
incluso expulsado de la inteligencia, permanecerá en el sentimiento Se puede citar... el uso de
una terminología litúrgica para... celebrar una voluptuosidad... O también esa "prosa" curioso,
mente trabajada en estilo de la decadencia latina, que él tituló: "franciscae meoe laudes*... Sus I
gustos libertinos, por contra, le vinieron de París. Hay todo un decorado del vicio parisino, como11
hay rodo un decorado de los ritos católicos, en... sus poemas. Atravesó, como vemos, y con qué
intrépidas aventuras, como se adivina, por las peores moradas de la ciudad impúdica. Comió
en mesas de huéspedes ¡unto a muchachas maquillodas cuyas bocas sangraban sobre el fondo
blanco del maquillaje Durmió en prostíbulos, y conoció el rencor de la luz del día iluminando,
a través de los visillos ajados, el rostro más ajado aún de la mujer comprada. Persiguió... el
espasmo sin reflexión que.. cuta del mal de pensar Y al mismo líempo conversó por lodos los
rtreones de as colles de esta ciudod... Llevó una vida de literato... y.- aliló el filo de su espíritu
a ¡í donde otros siempre hubieran embotado el suyo-» Paul Bourget, Ensayos de psicología con
temporánea, (I), Paris, 1901. pp. 7-9 (<Boudelaíte*| Ll 16, 1)
Portada de Los despojos por Rops. Muestra una compleja alegoría. - Proyecto de un gra
bado de Bracquemond para la portada de los llores del mal. Descripción de Baudelaire: «Un
esqueleto arborescente, los piernas y las costillas formando el tranco, los brazos extendidos en
cruz abriéndose en hojas y brotes, y protegiendo vanas hileras de plantos venenosas en peque
ños macetas escalonadas, como en un invernadero de jardinero». Ij 16, 31
Curiosa ocurrencia de Soupault: «Casi todos los poemas están más o menos directamente ins
pirados en un grabado o en un cuadro.,. ¿Se puede decir que seguía la moda? Temía encon
trarse solo... Su debilidad le obligaba a buscar puntos de apoyo». Philippe Soupault, Baudelaire,
París, (1931), p,ó4. Ü 16 a, 1]
■En los años de madurez, de renuncia, jamás encontró una palabra de compasión para
llorar por aquella infancia.- Arthur Holitscher, Charles Baudelaire I Die Literatur[La lite-
ratural, vol. XII], pp. 14-15. U 16 a, 2\
•Estas imágenes... no pretenden acariciar nuestra imaginación; son le.anas y están estudiadas
como ese rodeo de lo voz cuando insiste... Como una palabra al oído en el momento en que
no se espero, el poeta de repente muy cerca de nosotros: "gTe ocuerdos? ¿Te ccuerdas de lo
que estoy diciendo? ¿Dónde lo vimos unios, nosotros que no nos conocemos?"» Jccques
Riviére, Esíudíos, París, pp. 18-19. () 16 a, 31
«Baudelaire conocía esta clarividencia del corazón que no admite del lodo lo que experimenta...
Es una vacilación, un suspense, una mirada de modestia.» Jacques Riviére, Esludios, París, p. 21
U 16 a, 4]
«Versos tan perfectos, Ion medidos que al principio se duda en darles lodo su sentido; una espe
ranza despierto por unos instantes, una duda sobre su profundidad. Pero sólo hay que esperar.»
Jacques Riviére, Esludios. París, p, 22. [F16 a, 51
Sobre «El crepúsculo de lo moñona»: «Cada veno de *EI crepúsculo de la manara», sin giittiilo,!
con devoción, despierto un infortunio». Jacques Rrviére. Estudios, p. 29 (J 16 ¡i <i| i
/ «
«Lo devoción de un corazón que lo debitidod colma de éxtasis _ Hablará de los cosas rnáM
horribles y lo violencia de su respeto le dató uno sutil decencia »Jacques Rtviére, Estudios, PcitM
pp, 27-28. U 16 a, ’l
Según Chatnpflcury, Baudelaire compró iodo lo que quedó del Satán de 1845. (J 16 a, H1
•Las flores favoritos de Baudelaire no eran ni lo morgorita, ni el clavel, ni la rosa; con vivos cntud
siasmos se detenía onle plantos carnosos que parecian serpientes lanzándose sobre su presa 01
erizos al acecho. Formas atormentados, formas marcados: ése fue el ideol del poeto.» CHam|>l
fleury. Recuerdos y retratos de juventud, París, 1872. g- 343. y 16 a, 111
En el prefacio a fas flores del mal. Gide insiste en la fuerza «centrifuga y disgregante» (p XVII)1
que Baudelaire, como Dostoievski, había reconocido en su interior, sintiéndola opuesui .i
su fuerza productiva. [J 17, l|
«Ese gusto por Boileau, por Racine, no era en Baudelaire afectación . En Las flores del mal había
algo más que un “nuevo escalofrío", había una vuelta al verso francés tradicional... Hasta en n|
malestar nervioso, Baudelaire guarda algo de sano.» Rémy de Gourmonl, Promenades lifféraimi
[Paseos literarios], duodécima serie, París, 1906, pp. 85-86 [«Baudelaire y el sueño de Alalia»)
0 17. 21
Poe (al. en R de Gourmonl, Poseas literarios, París, 1904, p 371; Morginalia sobre Edgar Poo l
y sobre Baudelaire): <ta certeza del pecodo o del error induida en un ocio es a menudo lo única j
fuerza, invencible, que nos empujo a su realización» U 17, 31
Resumen de L'échec de Baudelaire [H¡ fracaso de Baudelaird, por Rene Laforgue, París,
1931; Baudelaire habría presenciado en su infancia el coito de su sirvienta o de su madre
con su Qprimer o segundo?) marido: se vio así en la posición del tercer amor; quedó allí
fijado; se convirtió en un foyeur,
seguramente frecuentó burdeles ante todo como voynir,
esa fijación en lo visual hizo de él un crítico que siente la necesidad de la objetividad «para
no 'perder de vista” nada». Pertenecería a una clase de enfermos claramente descritos. «Para
ellos ver significa cernerse como águilas con total seguridad, por encima de todo, y realizar una
especie de omnipotencia o través de la identificación a la vez con el hombre y con la mujer,,.
Son eslos seres los que desarrollan entonces ese gusto funesto por lo absoluto... y los que, refu
giándose en el terreno de fa pura imaginación, pierden el uso de su corazón.» (Pp. 201 y 204.)
U 17. 41
«Inconscientemente Baudelaire amó a Aup:ck, y... si provocó continuamente a se podrastro serta
paro conseguir ser amado por éL. Si Jeonne Duval jugó un papel análogo al de Aupick poro
lo olectividod del poeto, nosotros comprendemos por qué Baudelaire fue poseído sexualmente
por ella. Y esta unón representaría entonces... más bien uno unión homosexual, en la que Bao-
deloire desempeñaría sobre lodo un papel pasivo, el de la mujer.» René lalorgue, El fracaso de
Baudelaire. Porís, 1931. pp 175, 177. (J 17, 51
Anatole France sobre Baudelaire —La vte (ittéraire [ta vida /iferana], III, París, 1891—: «Su
leyendo, hecha por sus admiradores y amigos, abunda en rosgos de mol gusto» (p 20). «Lo crio-
tura mós miserable encontrada por la noche en la oscuridad de una callejuela sospechosa
reviste en su espíritu uno grandeza trágica siete demonios viven en ellas (l| y lodo el délo mís
tico está mirando a esta pecadora cuya alma está en peligro. El cree que los besos más viles
resonarán por toda la eternidad, y mezcla los encuentros de uno hora con diedocho siglos de
maleficios.» (P. 22.) «No experimento mós gusto por los mujeres que justo el necesario para per
der con toda seguridad su alma. No es nunca un enamorado y ni siquiera seria un libertino si el
libertinaje no luera absolutamente Impío... Dejaría a las mujeres bastante tranquilas si no espe
rara absolutamente, a través de ellas, ofender a Dios y hacer llorar a los ángeles.» (P. 22.)
U 17 a, 1]
«En el fondo, sólo tuvo le a medias. En él sólo el alma era completamente cristiana. El corazón
y la intellgenda permanecían vacíos. Se cuenta que un día un oficial de marina amigo suyo le
enseñó un manitú que había traído de Áfrico, uno pequeña cabeza monstruosa que algún pobre
negro talló en un liozo de modera. -'Es muy fea. dijo el marino. Y lo rechazó con desprecio.
-|Tenga cuidadol, repuso Baudeloire inquieto. ¡Podría ser el verdadero dios!" Es la frase mós
profunda que él hoyo pronunciado nunca. Él creía en los dioses desconocidos sobre todo por
el placer de blasfemar.» Anatole France, la vida literaria, III, Porís, 1891, p. 23 («Charles Bou-
delaire»). (J 17 a, 2]
Du Camp sobre el vloje de Baudelaire «a las Indias»: «Fue proveedor de ganado del ejéfcllo
inglés... so paseaba en elefantes y hacía versos». Y al respecto la observación; «Me han dicho
que esa anécdota es dudosa; yo la sé por Baudelaire. de cuya veracidad no tengo derecho a l
dudar, aunque tal vez haya pecado abusando de fa imoginoción» Máxime Du Camp, SouvM
nirs littéraires [Recuerdos literarios], II,París,1906.p 60. |J 18, 2|
Indicativa de la fama que precedió a Baudelaire antes de haber publicado nada importanil
es la afirmación de Gautier: «Tengo miedo de que ocurra con Baudelaire lo que con Pelru»
Borel. En nuestra juventud- decíamos; Hugo no tiene po* qué preocuporse; Cuando Petrus publqi "
él desaparecerá- Hoy se nos amenaza con Baudelaire. y se nos dice que, cuando publique su»'
versos, Musset, Loprode y yo nos disiparemos como eWiumo; no estoy de acuerdo en absoluto:
Baudelaire fracasará Igual que Pelrus» Máxime Du Comp, Recuerdos literarios. II, París, 1906,
pp. 6162, U 18, 31
«Como escritor Baudelaire tenía un gran defecto del que openas sospechaba: era un ignorante,
lo que sabía, lo sabia bien, pero sabio poco. No llegaba a comprender la historia, ni la fisio*
logia, ni fa arqueología, ni la filosofía— El mundo exterior apenas le ¡nleresoba; quizá lo viera,
pero es seguro que no lo estudiaba.» Máxime Du Carrp, Recuerdos literarios, II, Patis, 1906,
p. 65. (J 18, 41
Observaciones de los profesores del lu is le Grand sobre Baudelaire: «Intellgencio Cierto mal
gusto» (en Retórica) «Conducta a veces bastante rebelde. Este alumno, y lo dice él mismo,
parece persuadido de que la historia es absolutamente inútil.» (En Historia ) - Carta al padras
tro el 11 de agosto de 1839, después de haber aprobado el examen: «Mi exornen ha sido
bastante mediocre, quitando el latín y el griego -muy bien-, que es lo que me ha salvado*,
Charles Baudelaire, Vers latms [Versos /aliños], París, ed. Jules Mouquet, 1933, pp. 17, 18, 26,
0 18, 51
Según Péladan: -Tlicorie plastique de l’androgtnc- I-Teoría plástica del andrógino*! (Mereuro
de France XXI (1910), p. 650), el andrógino aparece con Rossetti y Bume Jones. [J 18. 6|
Ernest Seilliére, B audelaire , París, 1931, p. 262, sobre «Lo muerte de los artistas»: «mientras lo
releía rno decía a mí mismo que en la pluma de un principiante en letras no sólo no sería resal
lado, sino que prácticamente no sería juzgado de otra forma más que como torpe». (J 18, 7|
■Baudelaire se hizo introducir bajo a etiqueta de discípulo ferviente en los salones de la ploce
Royate, pero... Hugo, tan hábil normalmente pato hocer qje sus visitantes se fueran contentos de
su caso, no comprendió el carácter 'artifidalisto' ni las predilecciones parisinas exc'usivas del
joven... No obstante sus relaciones siguieron siendo cordiales, pues sin dudo Hugo no había
leído el Salón de 1846; además, en sus Reflexiones sobre algunos de mis contemporáneos Bou-
deloiro se mostró muy admirativo, y también bastante clarividente, aunque sin gran profundidad.»
Ernesl Seilliére, Baudelaire, París. 1931, p. 129 (J 18 a, 4]
A Baudelaire le gustaba pasear a menudo por el Canal de 1Ourcq. informa Seilliére (p 129).
(J 18 a, 51
(*)Cladel, en un ortículo de 1876 Ululado; «Con mi difunto maestro», evocará el rasgo maco-
bro de la fisonomía del poeta. Nunca ero más lúgubre, dirá este testigo.-, que cuando quería
parecer jovial, pues tenía la palabra turbadora y su vis cómica daba escalofrío. Entre dos car
cajadas lan desgarradoras como unos sollozos y so pretexto de provocar la hilaridad de sus
oyentes, contaba no se sabe qué historias de ultratumba que les helaba la sangra en los venas.»
Ernesl Seilliére, Baudelaire, París, 1931, p. 150. \J 18 a, 7]
¿Dónde se encuentra ese pasaje de Ovidio que dice que el rostro humano
fue creado para reflejar la luz de las estrellas? U 18 a, 81
Seilliére indica que los apócrifos, los poemas desautorizados por Baudelaire, eran en su
totalidad necrófllos (p. 152). 1,J 18 a, 9]
«Por último, como sabemos, la anomalía pasional tiene su lugar en el arte baudelaireiano al
menos bajo uno de sus aspectos, el de tesbos el otro todavía no lo habió hecho confesoble
el progreso del naturalismo moral» Emest Seilliére, Baudelaire, Paris, 1931, p. 154
IJ 18 a, 10]
E l soneto «En cuanto a m(, ojalá tuviera un bonito parque plantado de tejos», que
Baudelaire compuso hacia 1839-1840, dirigido probablemente a una joven
mujer de Lyon, recuerda en su último verso -«Y lú lo sabes, también, bella de
ojos demasiado diestros»- al último verso de «A urta transeúnte». 1.119,11
Hay que tener muy en cuenta «Los vocaciones» de El spleen de París, y stihn
todo las palabras del tercero en «voz más baja{:) -"Qué efecto más singular |m
duce no estar acostado solo sino cn la cama con la criada, en ia oscuridad^
¡Cuando puedo, intente hacer como yo, y verá!". Mientras contaba su reíalo. 4
joven autor de esta prodigiosa revelación ten/a los ojos abiertos como platos fxif
una especie de estupefacción ante lo que él experimentaba todavía, y los rayo:, dn
sol poniente, resbalando a través de los bucles rojizos de sus cabellos erizado»,
encendían en ellos como un aura sulfurosa de pasión». Este pasaje caracteriza
tanto la concepción de Baudelaire acerca del pecado como el aura de la con
fesión pública. [J19 , i]
l.a opinión de Leconte de Lisie, según la cual Baudelaire creó sus poemas versificando unu
primera redacción en prosa, es transmitida por Pierre Louys, CEuvres compíétes [Obras aun
fi¡e(as], XII, p. LIO, “Suite á poctique-, París. 1930. Sobre esta idea, Jules Mouquet en
Ch(arles) B(audelaire), Versos Jolinos, introducción y notos de Jules Mouquet, París, 193.1,
p. 131; «leconte de lisie y Rene louys, arrastrados por su antipatía hacia el poeta cristiano i I»
(.as flores del mol, |le niegan el don poético! Bajdelaire, según atestiguan sus amigos de juvtw
tod, comenzó escribiendo miles de versos fáciles "sobre cualquier tema", lo que no habría
podido hacer si no hubiera "pensado en verso” Puso freno voluntariamente a su lacilidad
cuando.. o lo edad de 22 años mós o menos se puso a escribir aquellos poemas que primera
tituló las lesbianas, y más tarde los limbos_ lo composición de los Pequeños poemas en prosoJ
en los que el poela retoma temas yo tratados por él en verso, es posterior por lo menos din/
años a Las flores del mal Baudelaire escribiendo versos con dificultad es uno leyenda que Inl
vez,,, él mismo haya contribuido a propagar». (j 19, -I]
Según Raymond Trial, La en/ermedod de Baudelaire. Paris, 1926, p. 20, las nuevas investi
gaciones indican que la sífilis hereditaria y adquirida no se excluyen entre si. En e! caso
de Baudelaire, por tanto, a la sífilis adquirida se habría añadido la hereditaria, procedente
del padre, que se manifestó en forma de hemiplejía en sus dos hijos y en su mujer
Ü 19 a, I)
Baudelaire, 1846: «gHabéis experimentado, vosotros a 'os que la curiosidad del fláneur o menudo
ha arrastrado hacia algún tumulto, et mismo goce que yo al ver a un seteno, a un agente de policía
o a un guardia municipal apaleando a un republicano? ¿Y no habéis dicho como yo para vuestros
adentros’ dale, dale más fuerte., el hombre al que golosas es un enemigo de las artes y de los per
fumes, un fanático de los utensilios; es un enemigo de Watteau, un enemigo de Rafael?». Cit. en
R. Trial, la enlermedod de Boudeíoire, París, 1926, p. 51. !j 19 a, 21
«... no hablar de opio ni de Jeanne Duval para aillcar (.as llores del mal.»Gilberl Maire, «lo per
sonaré de Baudelaire» |«la personalidad de Baudelaire»] [Mercure de France XXI, 16 de enero
de 1910. p. 244<)>. U 19 a, 31
«Concebir a Baudelaire sin recurrir a su biografía; tal es el objetivo esencial y fin último de nues
tro proceder.» Gilberl Maire, «La personalidad de Baudelaire» (Mercure c/e France XXI, 16 de
enero de 1910, p. 244). U 19 a, 4]
Dice Maire (p. 417) que la «sensibilidad incomparable» de Barrés se había formado en la
escuela de Baudelaire. (J 19 a, 61
A Ancclle, 1865: «Se puede poseer un genio especial y ser al mismo tiempo un tonto. Viclor
Hugo nos lo ha probado suficientemente Hasta el propio Océano se ha aburrido de él».
U 19 a, 71
Poe: «(Sólo podía amar -dirá rotundamente- si la muerte mezclaba su aliento con el de la
Bellezal», Cit. en Ernest Seilliére, Baudelaire, París, 1931, p. 229. ¡il autor recuerda al respecto
que a la muerte de Mrs Jane Stanard, Poe, con 15 años, pasó muchas noches en el cemen
terio, a menudo bajo la lluvia, al lado de su lumba. (J 19 a, 8]
Baudelaire sobre ¿os llores del mol, a su madre:«Este libro... es... de uno belleza siniestra y fría;
ha sido hecho con furor y paciencia». (J 19 a, 9]
Carta de Ange Pechméja a Baudelaire, febrero de 1866 El remitente expresa ante todo su
admiración por el dulce y sensual encanto del lenguaje del poeta. (Cfr Ernest Seilliére,
Baudelaire, París, 1933, pp- 254-255.) [) 19 a, 10]
«Uno tendencia a imaginar incluso la naturaleza a través de la visión de oíros. Hay algo i
Miguel Ángel en La gigonta; de Martynn en el Sueflo parisino; A una AAodono es una esl<
barroco de capillo españda.» André Thérive, íe Pornosse (El Pornoso], Paris, 1929, p. 101
U 2 0 ,1|
Thcrive encuentra en Baudelaire «torpezas de las que uno se pregunta ahoro si no serón la
gos sublimes» André Thérive. El Parnaso. Paris, 1929, p. 99 (J 20, lil
En el Mercure de France del 15 de mayo de 1921, bajo el título «Una anécdota inventad
sobre Baudeloire» en la Revue de ¡a i/tiinzaine, Ernest Gaubert, que revisó todos los pcrlftw
dicos de Chateauroux, rechaza la estancia y actividad de Baudelaire en un periódico con
servador de dicha localidad, atribuyendo la anécdota (a) A. Ponrov, un amigo de Banjo
taire en Chateauroux, de donde la sacó Crépel. ( M(ercure) d(e) Flanee) CXLVIIM
pp. 281-282.) U 20, 7|
•
Daudet habla acertadamente de «tu bolsa de secretos - que es también la difl
príncipe Hamlel» de Baudelaire. Léon Daudet, «les pélerins d’Emmaüs» («Los pon* 1
grinos de Emaús»], (Courrier des Pays-Bas, 4), París, (1928), p. 101 («Baudelaire: t i l
malestar y el'aura"*). (J 20, M|
«Tema... de._ la afirmación de una presencia misteriosa, detrás de las cosos como en el lontio
del olmo, presencia de lo Eternidad De ahí la obsesión por los relojes, y la necesidad de sallfl
de su propia vida mediante la inmenso prolongación de la memoria ancestral y de las vidas cinlii
rlores.» Albert Béguin, «El alma romántica y el sueñoi, II, Marsella, 1937, p. 403 (J 20 il, 11
Roger Allard polemiza contra la introducción a «lo obro poético de Charles Baudeloire, COM
una introducción y notas de Guillaume Apollnaire», París, Bibliotéque des Curieux. Apollinulrol
mantiene la tesis de que Baudelaire. que inauguró el esprit modeme, no tiene ya parte en m i I
desarrollo; su influencia está próxima a desaparecer. Baudelaire sería un cruce de Laclo» y I
Poe. Allard replica: «En nuestra opinión, dos escritores han influido profundamente en Baudelak»,
o más bien dos libros.. Uno es el... Dioblo amoroso, de Cazotte, el otro La religiosa de DiderotiJ
Dos observaciones a esto:«(11 M. Apolllnalre no pod’a hocer otra cosa mós que nombrar al autot I
del Dioblo amoroso en una nota referente al último verso del soneto «El poseso*: 'Seguramente no
nos equivocaremos al pensar que Cazotte era el lazo de unión que tuvo el honor de reunir en la
cabeza de Baudelaire el espíritu de los escritores de la Revolución y el de Edgar Poe’. (2) Se leerá 1
en la ed. dada por Apollinaire el poema que acompaño a una carta de Baudelaire a Sainte-Beuvail
el ojo más negro y más azul que La religiosa
cuya historia obsceno y doloroso lodos conocen
Algunos lineas después encontramos el primer esbozo de uno estrofa de Lesbos». Roger Allard,
Baudelaire y «El Espíritu Nuevo», Paris, 1918, p. 10.
En 6ciudeioi/e. E¡ malestar y el «aura», Léon Daudet plantea la cuestión de si Baudelaire no
hizo en cierta medida de Hamles ante Aupick y su madre. [I 20 a, 31
Vigny escribió en parte Ef Monte de los olivos para rebatir a De Maistre, que
le había impresionado profundamente, IJ 20 a, 4]
Jules Romains (Les hom m es de b onne vokm té [ios hombres d e buena voluntad¡, 11. «El cri
men de Quirvette», (París. 1932), p. 171) compara al Jláneur con el «buen nadador de Bau
delaire, "que desfallece en la ota'». U 20 a, 51
Comparar «En el corazón Inmortal que siempre quiere florecer» («El sol») con
«Cuando nuestro corazón ha hecho una vez su vendimia, | el vivir nos lastima»
(«Semper eodem»). Estas formulaciones van unidas a una conciencia artística
acrecentada en Baudelaire: la profusión de flores es el diletante, el fruto el
maestro. U 20 a, 6]
Hay un tono sarcástico en aquel pasaje donde se dice de las estrellas: «A la hora
en que las castas estrellas | Cierran sus cargados ojos». («Sepultura») U 21 a, 31
«El viaje», VII: «¡Venid a embriagaros de la extraña dulzura | de esta tarde que
nunca ocabal». ¿Es demasiado atrevido ver en el énfasis que recae sobre este
momento del día un énfasis característico de la gran ciudad? Ll 21 a, fi|
La oculta figura clave de «El balcón»: la noche que abraza a los amantes, que
tras la puesta de sol sueñan su salida, es una noche sin estrellas: «La noche
se espesaba como un tabique». [1 21 a, 7 ]
Sobre la mirada que recae en la «transeúnte» contrastar el poema de George
•De un encuentro»*.
«Mis miradas tanto rae apartaron del camino
•‘La mirada singular de uno mujer galanle | que s©deslizo hocio nosoiios como el royo blanco |
que lo luna ondulante envía al lago Irémulo* así comienza el último poema, y Berg devolvió
morosa y ávidamente esta singular mirada que provoca un rio de lágrimas en quien, inerme,
se encuentra con ella. Pero la mirada en venta fue para ¿1. con*o para Baudelaire. una mirada
procedente de épocas antiquísimas. La bombilla-luna de la gran ciudad le parece provenir
de la edad hetárica Sólo necesita, cumo el mar, reflejarla, y lo banal se revela como lo que
ha sido desde tiace mucho; la mercancía del siglo diecinueve se entrega a su tabú mítico.
Con este espíritu compuso Berg Liilu • ViTesengrund-Adomo. Konzertarte •Der Vietn- [Aria de
concierto -El tráo) ten W illi Retcli, Alban Berg. Mil Bergs eigenen Schriflen und Beitrúgen
von Tbeodor Wiesengntnd-Atiorno [Alban Berg. Con textos tle Berg y contribuciones de Tbeo-
dor Wiesengrund-Adom oy Ernst KreneQ, Viena/Leipzig/Züricii, (1937)), p- 106 [J 22, 21
Hay que desarrollar con claridad la antítesis entre alegoría y mito. Baudelaire
tiene que agradecer al genio de la alegoría no haber caído en el abismo del
mito, que le acompañó siempre en su camino, [J 22, 5]
«'Al ser los profundidades multitudes", la soledad de Victor Hugo se convierte entonces en uno
soledad invadida, abundante.» Gabriel Bounoure, «Abtmes de Victor Hugo» [«Abismas de Victor
Hugo»], p. 39 (Mesures, 15 de julio de 1936). El ¡nitor subraya el aspecto pasivo de la expe
riencia que Hugo tiene de la multitud. Ij 22, 61
•Pensamientos nocturnos- de Goethe: «Os compadezco, estrellas infelices I Que brilláis tan
hermosas, señoriales, I Y guiáis generosas al marino I impagadas de dioses y mortales: i
¡Porque no amáis, no supisteis de amor! I Horas eternas conducen sin pausa I Vuestras
filas en celeste procesión, i ¡Qué largo viaje no habréis realizado I Desde que entre los
brazos de mi amada I Me olvidé de vosotras, I Y de la madrugada!», (J 22 a, 1]
Este argumento, procedente de una época en la que se vislumbraba la <i<■>
dencia de la escultura, manifiestamente anterior a la de la( pintura, resulld
muy instructivo. Pues Baudelaire, desde la pintura, esgrimo'contra la escufl
tura el mismo planteamiento que hoy. desde el cine, se dirige contra la pintun
«Un cuadro no es sino lo que él quiere; no hay manera de mirado de olro modo qd
tal cual es. La pintura sólo tiene un punto de visto; es exclusiva y despótica: lomUi
lo expresión del pintor es mucho mós luerle.» Baudelaire, Obras, II. p 128 (Su/fl
de J84Ó). Inmediatamente después (pp. 127-128){:} «El espectador, que gim i
torno a la imagen, puede elegir cien punios de vista diferentes, excepto el buenc
(Véase) J 4, 7. [J 22 u, Jl
Sobre Víctor Huyo, luida 1840(:} "Por la misma época, se va dando cuenta coda vez mál t
que si el hombre es el animal solitario, el solitario es el hombre de las muchedumbres [p. 3V],„
Viclor Hugo es quien la ha dado a Baudelaire el sentimiento de la vida irradiante de las nim ha
dumbres y el que le lio enseñado que "multitud y soledad son términos Iguales y convertiblí
poro el poeto aclivo y lecundo . ’ Y sin embargo. |qué diferencia entre fo soledad que el <|inn
artista en spleen se procuraba en Bruselas pora "ganar una Iranquilidod individual inalienable
y la soledad en el mismo momento del mago de Jersey atormentado con apariciones Ierro
sasl- La soledad no es uno envoltura. un Noli me laogere, el recogimiento del individuo en)
diferencia. Es una porlictpoctón en el misterio cósmico, i*ia entrado ol reino de las fuerzas (
ginarias» [pp 40-41] Gobriel Bounoure, «Abismos de Víctor Hugo» (Mesures. 15 de julio i
1936), pp. 39-41 (J 22 a, ,M
Del Collierdes fottrs, I, cita Remy de Gourmonl en Juditb Gautier, Paris, 1904 p. 15: *. 1'ir
timbrazo nos interrumpió, y al poco enlró un personaje muy singular, sin hacer ruido y saludando!
con lo cabeza. M e pareció un sacerdote sin sotana. |Hombre, aquí tenemos a BaldelarluBj
exclamó mi padre, sin darle ¡a mano ol recién llegado». Baudelaire añade una broma chu» n
sobre el apod(o) de Judith, «Huracán». IJ 23,
«Junio al delicado Assellneau, íhécdore de Banville miraba sentado, arisco y "como un Goelli-1
furioso'» «Baudeloire - ou divan Lepelelier.» léon Daudet, Le slupide Jíix* siécle (£1estúpido siglo
x«), Paris, 1922, pp 139-140. (J 23. -!l
Acerca de «lo sirvienta tan buena» y «Oh. muerte,vieja capitana», L. Daudet habla de un rapto
ronsardiano Cvéase El estúpido siglo xix, p. 140). U 23, 3)
«Mi podre había captcdo a Boudelaíre,y medecía que le dabo laimpresión de serun pnncipn
atrabiliario y extraño entre patanes.» Léon Daudet, El estúpido siglo xix, París, 1922, p. 141.
U 23, ll
«La voz» tiene que compararse con «lo que se oye en la montaña» de Victor
Hugo; dice el poeta, atento al fragor del mundo:
«Pronto distinguí, confundidas y veladas,
Dos voces en esta voz una con otra mezcladas,
«Un crüico le decía el olro día ¡M Thierry, de le Moniteur) en jna opredoción superior, ¡para
encontrar alguna simililud con esla poesía implacable., hoy que remontarse hasla Danle. .1»
(P. 379.) El aulor hace suya con fuerza esta analogía. Y sigue{;) «la Musa de Dante vio el
infierno como en sueños; |la de Las llores del mal lo respira por una nariz irriloda como !a de un
caballo que aspira el obúsl» (p. 380). Barbey d'Aurevilly, Siglo xix. Las obras y los hombres, III,
Los poetas, París, 1862. U 23 a, 2]
Barbey d’Aurevilly sobre Dupont: «Caín supera al dulce Abel en este talento y este pensa
miento; ¡el Caín grosero, hambriento, envidioso y salvaje, que partió hado la ciudad para beber
las heces de la cólera que allí se acumula y compartir las ¡deas lalsas que allí Iriunfanl». Barbey
d'Aurevilly, Sigío xix. Los obras y los hombres, III, Los poetas, París, 1862, p. 242 («M. Pleno
Dupont•) IJ 23 a, M
El sentido «abismal- hay que definirlo corno -significado*. F.s siempre un sen
tido alegórico. U 24, 11
Indagar si hay alguna conexión entre las obras de la fantasía alegórica y las
«Correspondencias» Se trata en cualquier caso de dos fuentes completamente
distintas en la producción de Baudelaire. No hay duda de que la primera es
la mayor responsable de las cualidades específicas de su poesía. El conjunto:
de los significados podría ser afín al de una hilatura. Si en la actividad de los
poetas se puede distinguir entre una actividad de hilado y otra de tejido, la
fantasía alegórica pertenece al primer tipo. - Por otra parte, no sería impo
sible que aquí desempeñaran un papel, aunque sea pequeño, las corres
pondencias, por ejemplo en cuanto que una palabra sugiere una imagen; en
este caso, la imagen podría determinar el significado de la palabra, o tam
bién la palabra el de la imagen. (J 24, 3]
¿Carecen de alma las flores? ¿Alude a ello el título Los //ores del mal? En
otras palabras: ¿no son las flores un símbolo de la prostituta? ¿O con este
título las flores se verían remitidas a su verdadero lugar? Sobre esto, la
carta a Fernand Desnoyers que acompaña al envío de los dos Crepúscu/os
para su Fonlainebleau Paisajes, leyendas, recuerdos, fanlas/as (1855).
Completo desapego de Poe respecto de la gran poesía. Por un Fouqué da él
cincuenta Molieres. La 1liada y Sófocles no le dicen nada Esta perspectiva
podría estar enteramente relacionada con la teoría de el arte por el arte. ¿Cuál
era la postura de Baudelaire? (J 24, 6J
Sobre el envío de los Crepúsculos a Femand Desnoyers para su h'ontainehleau, París, 1855:
«Mi querido Desnoyers, me pide algunos versos para su libro, versos sobre la Nafuro/eza. ¿no
es así?, sobre los bosques, los grandes robles, las plantas, los insectos, el sol, ¿me equivoco?
Pero usted sabe de sobra que yo soy incapaz de conmoverme arte los vegetales, y que mi olma
es rebelde a esta singular nueva Religión _ Jamás creería que el olma de Dios habita en los plan
tos>—Induso siempre he pensado que en la Naturaleza floreciente y re|uvenecida había algo
aflictivo, duio, cruel; un no sé qué rayano en la impudida». Cit. en A Séché, La vido de «tos flo
res del mol». (Amiens, 1928), pp. 109-110. U 24 a, 11
Las críticas de D'Aurevilly y de Asselineau fueron rechazadas por el Pays y por la Revue
franfaise, respectivamente. [J 24 a, 4]
«Una tarde en la que habla entrado en un baile público, Charles Monselet lo abordó:
¿Qué hace usted aquí? -Querido amigo, respondió Baudelaire, (estoy viendo pasar cabe
zas de muerto!» Alphonse Séché, La vida de «Las flores del mol», (Amiens), 1928, p. 32.
U 25, II
«Se han contado sus ganancias: poia toda su vida, el total no alcanza los dieciséis mil francos.
Catulle Mendés ha calculodo que el autor... había debido de cobrar alrededor de un franco
con setenta céntimos por día, como paga o su labor literaria.» Alohonse Séché, lo vida de «La| .
flores del mol», (Amiens), 1928, p. 34. [J 25, 2|
Según Séché, la repugnancia tle Baudelaire al cielo -demasiado azul--más bien dcmasluthi
luminoso- viene de su estancia en islo Mauricio. (Cfr. Séché, p, 42.) [| 25, 3)
Séché habla de una similitud extraordinaria entre las cartas a Mlle. Daubrun y a Mine Saba-
tier. (Cfr. p. 53.) IJ 25, 'll
Según Séché (p 65). Champfleury, junto con Baudelaire, tomó parte en la fundación del
S a in t publlc. U 25, 5)
Prarond, sobre el tiempo, en tomo a 1845: «Conocíamos poco el uso de los mesas para Ira-
boior. pensar, componer Poi mi pane, me lo imaginaba perfectamente cogiendo al vuelo ver»!
sos por las calles, no lo veía sentado onle una mano de papel» (Cit en Séché. to vida do «Loi
llores del mah, 1928. p. 84.) (J 25, <i|
Gautier; «A Baudelaire le gustan las palabras polisilábicas y amplias, y con tres o cuatro de estos
palabras hace a menudo versos que parecen inmensos y cuyo vibrante sonido prolonga la
medida». Cit. en A, Séché, La vido de «las llores del mal», (Amiens), 1928, p. 195.
[I 25 a, 21
Gautier: «Eri lo posible, desterraba la elocuencia de la poesía». Cit. en A, Séché, La vida de *Las
flores del mal», 1928, p. 197. [J 25 a, 31
De la crítica de Édouard Thierry a los flores del na! ( Ijl>Moniteur, ¿14 de julio de 1857?): «El
viejo Florentino reconocería más de una vez en el poeto francés su fogosidad, sos palabras que
dan espanto, sus im á g e n e s implocables y lasonoridad be su verso debronce. Dejo su libro y
su talento bajo el austero patiocinio de Dante* Citen Alphonse Séché.La vida de «Los flores
de! moí., 1928, pp. 160-161. U 26, 11
Todos los derechos literarios de Baudelaire fueron adquiridos en subasta iras su muerte |Hu
Michel Lévy en 1.750 francos. IJ 26, l|
Propuesta del mulo definitivo, por Hippolyte Babou, en el café Lamblin. [I 26, a, II
»EI omor y el ciáneo» ■Poio esle poemo Boudelaite se inspiró en dos obras del giabador H©r*J
Goltzius.» Alphonse Séché, lo vida de *los llores del ma!>, (Amiens), 1928. p. 111.
li 26 a, 2 |
«A una transeúnte* *M Crépel señalo como posible fuente un pasaje de Dina la hermosa ¡udla,!
en Champovetl, de Potius Borel 'Poro mí, la ¡dea de que nunca mós volveremos o ver esto]
relámpago que nos ha deslumbrado...; que dos vidas hechos para ser felices ¡unios, en eítol
vicio y en fo eternidad, sean separadas poro siempre. .. esta idea me resulta profundamente dolol
roso'-i Cit en A. Séché, La vtda de «Los flores del mal>, p 108 0 26 a, 3j
•Sueño parisino» También Constantin Guys se levantaba, como el poeto del poema, a jwr-
tir del mediodía; de ahí, según Baudelaire -carta del 13 de marzo de 1860 a Poulel-Mala»*
sis-, la dedicatoria U 26 a, 41
Baudelaire señala -¿dónde?- el tercer libro de la E neida como fuente de <EI cisne» (Cfr,
Séché, p. 104.) (J 26 a, 5|
En Honfleur colgó dos cuadros sobre su cama: uno representaba una escena galante, pin
tado por su padre como complemento del otro, lina antigua tentación de San Antonio. En
el centro del primer cuadro,una Ba(c)ante. (J 27, 2]
«Nuestras confesiones hay que pagodasgenerosamente» - eslo hay que compararlo con la
praxis de sus caitas. (J 27, 4]
S eilliére cita a d ’A u re v illy (p. 234): «El objetivo úllimo de Poe ero derribar lo ima
ginación de su tiempo.. Hoffmann no tiene esto fuerza terrible». Esto tam bién vale
para Baudelaire. il 27, 51
Sobre Delacroix. según Seilliére, p. 114- *Delacroi* es e) artista mejor dotado pora expresar
las manifestaciones heroicos de ta mujer moderno, seo en el sentido de lo divino o en el de lo
infernal Parece que este color piense por si mismo, independientemente de los objetos que
envuelve. La impresión de conjunto se hace casi musical». IJ 27, 6]
Actitud excéntrica en 1848: «Acaban de detener a flottos, decía él. ¿Es porque sus manos olían
o pólvora? ¡Pues huelo las mías!». Seilliére, Baudelaire, París, 1931, p. 51. [I 27, 91
Relación con Víctor Hugo: «Le había pedido un prefacio a Victo: Hugo para su estudio
Gautier. e incluso, con el fin de obligado morolmente, le habió dedicado algunos versos» FmoJ
cois Poiché, la penoso vdo de Charles Baudelaire ¡lo novelo de tos grandes existencias, 6|1
París, p 251, (J 27 a, 'I
Título de las primeras publicaciones de Los paraísos artificiales en la Revue contempomlro, '
1858{:) «Sobre el Ideal artificial», [J 27 a, <)|
«Observe que este innovado' no tiene nrnguna ideo nueva. Desde Vigny hoy que esperar a Sultyfl
Prudhomme para encontrar ideas nuevas en los poetas franceses. Baudelaire no solé nunca riel
lugar común manido hosta la saciedad. Es el poete árido de la bonalidad. «Bendición»: el atlfcltl
es aquí abajo un mártir, «El albatros»: el poeta tropiezo en la realidad. «Los faros»; los artistas son
las luces de la humanidad -, Brunetiére tiene mucha rozón: en «La carroña» no hay otra cosa qu#
las palabras del Eclesiástico: unos esf inlenius Íiornínum ei /umenlon/m » Émile Faguet, «Bauti»-
laire», la Revue, LXXXVII (1910), p. 619 U 28. U
Faguet establece una similitud entre Sénancourt y Baudelaire; por lo demás, a favor del pri
mero. U 28, 3]
J.-J- Weiss (Revue contempoiaine, enero de 18580): «El verso.- se porece bastante a uno
peonza que zumbara en la calle». Cit. en Camille Vergniol, «Cinquante ans aprés Baudelaire»
[■Cincuenta orlos después de Baudelaire») (Revue de París 24, año J9I7, p. 687), fj 28, 4]
Pontmartin en su crítica del retrato de Baudelaire por Nargeot «Este grabado nos muestra
un rostro despavorido, siniestra, descompuesto,perverso; el rostro deun héroe de sala de lo cri
minal o de huésped de Brcéire». Véase B 2a, 6. Vischer,Recién decapitado. (J 28, 5]
Criticas negativas de Brunetiére en 1887 y 1889. En 1892 y 1893 vienen las rectificaciones.
Cronología: Cuestiones de crítica (¡unió, 1887) - Ensoyos sobre lo literatura contemporánea
(1889) - Nuevos ensayos sobre la literatura contemporánea (1892) - Evolución de lo poesía
lírica en Francia (1893). U 28, 6]
Fisonomía del último Baudelaire: «Tiene eso oñdez en lodos los rasgos que contrasto amargo-
mente con la intensidad de lo rmroda Tiene sobre lodo ese pliegue de boca ocosltmbroda desde
hace tiempo a no mastica mes que ceniza». Framjoís Pbrché, Lo penoso vida de Cb(arfes) B(ovde
laire (La novela de las grandes existencias, 6), París, (1926), p. 291. (J 28, 7]
1861. Impulsas suicidas. Arsene Houssaye, de la Revue conlemfxmiin, descubre que algunos
de los Peque/Sos poemas en prosa que allí se publicaron habían aparecido ya en la Remefan-
taistste. La publicación se suspende. —La Rertie des deux mondes rechaza el -Guy.v. - El
Figuro lo publica acompañado de una Nota de la redacción escrita por Bourdin. (J 2b. 8]
Primeras conferencias belgas: Delacroix, Gautier. [J 28 a, 11
El Ministerio del Interior no concede e! visto bueno a Los paraísos orlríiooles. (Cfr. Porché,
p. 226.) ¿Qué significa eso? [) 28 a, 2]
Porché (p. 233) señala que Baudelaire conservó durante toda su vida la men
talidad de un hijo de papá. —A este respecto es muy instructivo: «En todo cam
bio hay oigo infame y agradable a la vez, que liene que ver con la infidelidad y la
mudanza. Eso basta para explicar la Revolución francesa». La observación
recuerda a Proust -que también era un hijo de papó-. Lo histórico proyec
tado en lo íntimo. U 28 a, 31
Encuentro entre Baudelaire y Proudhon en 1848 en las oficinos del Representante del pue
blo; es casual, termina con una cena común en la calle Neuve Vlvienne. (J 28 a, 4]
Según Le Danlec, para «los lesbianas* hay que remitirse hasta cierto punto al segundo ter
ceto de Sed non salíala (J 28 a, 6]
Según Prarond, en 1843 ya estaban escritos una gran cantidad de poemas de Las llores del mol.
II 28 a, 7]
•Siempre muy educado, muy altivo y muy untuoso a lo vez. había en éi algo de monje, de 5' >1
dedo y de hombre de mundo»Juailh Cladel, Bonshommes [Hombres], París, 1879. di en E. y J
Crépel, Ch(orles) Baudeloire. París, 1906. o. 237 [| 29, 11
En las Notas y documentos poro mi abogodo, Baudelaire se refiere a las cartas sobre arle y
inora! que Balzac escribió en Semaine a Hyppolyte Castille. (J 29, 21
«Al ocio te debo en Darte hobeime superado; en detrimento mío, pues eí ocio sin fortuna aumenta
las deudos., en beneficio mfo, en cambio, por lo que se reíere a b sensibilidad, a lo meditación..
l o s otros hombres de letras son, er su mayor», despreciables ignorantes que trabajan mucho ■
Cit. en Po-ché(, la penoso vida de Cfcartes Baudelaire, Porís, 1926), p. lió . (J 29, “>]
la necrológica de Gautjer se ocupa más de la mitad de Poe. Ln parte dedicada a Las ño
res deI mal se basa en las metáforas que Gautier toma de un cuento de Hawthome: «No
hemos leído nunca Las ñores del mol de Ch Baudelaire sin pensar involuntariamente en aquel
cuento de Hawthome; tienen esos colores sombríos y metálicos, esas frondosidades recién
brotados y esos olores que se suben o la cabezo. Su musa se parece a la hija del doctor a
la que ningún veneno podio afectar, pero cuya tez, de uno palidez exangüe, traslucía lo
influencia del mearo en que vivió» Théophile Gautier, Retratos coríempo/óneos. Paris, 1874,
p 163 [J 29 a, 3]
Interior del Hotel Pimodan: ningún aparador, ninguna mesa de comedor, ningún vidrio opa
lino en las ventanas, Por entonces Baudelaire teníaun sirviente, IJ 29 a, 5]
El patrimonio heredado por Baudelaire en 1842: 75.000 francos (192í¡ = 450.000 francos),
Para algunos colegas -Banville- era muy rico, Pronto se va en .secreto de casa. [J 30, 2]
Según una bella expresión <ie Porché ((La penosa vida d e Challes Baudelaire, París, 1926),
p, 98), Ancelle era la encamación del país legal. [I 30, 3]
En 1841, cun el coche de postas, uno de los últimos, Baudelaire viaja a Bill
déos, - Una terrible tormenta que presenció en el barco al mando de Salí/
—el Paquebot des mers du Sud- parece haber dejado muy pocas huellas m
su obra. (J 30, i|
En el Hotel Piinodan Baudelaire escribía con una pluma de ganso raja. |J 30, <>l
Durante los años de conflictos con Aupick, encuentros con su madre en el Louvre,
Ü 30. 91
Los banquetes orjíanizados por Philoxéne Boyer. Baudelaire lee «Lo carroño», *EI vino dol
asesino», «Delfino e Hipótüa» (Porché{, ia penosa vk}& de Charles Baudelaire, París, 1926),
p- 158). U 30, 10)
Porché (p. 98) destaca que los encuentros de Baudelaire con Saliz, Ancelle y Aupick
poseen una impronta característica. (J 30, 11]
Claudel nos transmite una *nob¡e y Irascendenle disertación» de Baudelaire sobre la fisono
mía del lenguaje, los colores de las palabras, sus particularidades como fuentes de luz y,
finalmente, sobre sus rasgos morales característicos. [J 30 a, 11
Hugo el 30 de agosto de 1857 a Baudelaire. Confirma que ha recibido tos (lores del mol. «El
arte es como e! cielo, es el campo irlinito usled acubu de demostrarlo. Sus Hores del mal bri
llan y deslumbran como estrellos » Cit en Crépel. p 113; cfr. I» gran carta del 6 de octubre de
1859 con la formulación de su credo en el progreso. U 30 a, 3]
Paul de Molerles el 14 de mayo de 1860 a Baudelaire: «Usled tiene ese oon de lo nuevo que
siempre me ha parecido algo inapreciable y dirío que casi sagrado» Cit en Crépel. p. 413
ll 30 a, 41
Vigny el 27 de enero de 1862 a Baudelaire: «Cuán , injusto creo que ha sido con ese ramo
de flores, a tremido lan deliciosamente perfumado con olores primaverales, por haberle dado
ese tihjlo indigno de él, y cuánto le reprocho esa atmósfera envenenado a veces por no sé qué
emanaciones del cementerio de Hamlel* Cit. en Crépel, p. 441. (J 30 a, 6]
Del escrito que Baudelaire envió a la emperatriz el 6 de noviembre de 1857: «Pero la mullo,
ai.mentada con gastos para mí ininteligibles, sobrepasa las focullodes de la pobreza proverbial de bs
poetas, y,... persuadido de que el corazón de b Emperotriz está abierto a b piedad pora todas bs
tribulaciones, tanto espirituales como materiales, he concebido b ideo, tras una indecisión y una timi
dez de diez días, de solicitar b graciosa bondad de Vuestra Majestad y rogorle interceda por mí ante
el Sr. Ministro de.Justicia». H Palry, «['epilogue du procés des íleurs du mol. Une letfre inédite de Bau
debite á Tlmpératiice» [«El epíbgo del proceso de las llores del mol. Una carta inédita de Baudeloire
a b Emperatriz» ¡Revista de fi.stona Iteraría cíe Franco, orto 29, 1922, p 71 ]. 0 31, U
De Schaunard, Sauvemrs [Recuerdos], París, 1887 (cit. en Crépel, p. 160): «El campo me resulta
odioso, dice Baudelaire pora explicar su prisa pot huir de Honfíeur, sobre todo con buen tiempo.
La persistencia del sol me agobia... |Ahl, hábleme de esos cielos parisinos siempre cambiantes, aue
ríen y que lloran según el viento, y sin que nunca sus alternancias de calor y humedad puedan bene
ficiar a estúpidos cereales... Tal vez ofendo sus convicciones de paisajista, pero también le diré que
el agua en libertad me resulta insoportable; la quiera prisionera, bien sujeto, entre los muros geo
métricos de un muelle, M i paseo favorito es la orilla del canal de ÍOurcq», fj 31, 2J
Crépet añade al texto de Schaunard la carta a Desnoyers, y ,se pregunta finalmente: «¿Qué concluir
de todo esto? Quizó, simplemente, que Baudelaire pertenecía a lo estirpe de esos desafortunados que
sólo desean lo que no tienen y sólo aman el lugai en donde no están». Crépet, o. 161. [131, 3)
La sinceridad de Baudelaire fue muy discutida. Todavía en Crépet (cfr.’p. 172) hay hucll.it
de este debate. [| 31, ll
«la risa de los niños es como una abertura de lio:... Es un gozo vegeto!. Por eso, generalmente, w» 1
más bien la sonrisa algo análogo al balanceo de la cola de los petroso al ronroneo de los g c tm l
Y sin embargo, dese cuento de que sí la risa de bs ntitos sigue siendo diferente a las expresión»* I
del contento animal, e !o se deoe o que esta risa no eslá exenta en absoluto de ambición, tal comal
es propio de esos pequeños aprendices de hombres, es decir, de Satanes en ciernes.» De f'essenctfl
du rire [De la esencia de la risa], en Obras, II, ed. Le Dantec, p. 174. (J 31, ’M
•La imaginación no es la fantasía... la imaginación es una facultad casi divino que copla... las
relaciones Intimos y secretas entre las cosas, las correspondencias y las analogías.» {Baudelaire,)
Noweltes notes sor Edgar Poe [Nuevos apuntes sobre Edgar Poe) (Nouv^el/es) ñist(oires)
exíraorcfynaires) [Nuevas tetarías extraordinarios], pp, 13-14). || 31 a, 5|
Corta a Jules Janin: «la melancolía, siempre ¡nsepaiable del sentimiento de lo bello». Obras, II,
ed le Dantec, p 610. U 32, 4]
«toda intención épica surge de un sentido imperfecto del arle.» (Baudelaire.) Nuevos
apuntes sobre Edgar Poe (Nuev(as) historias extraordinarias, París, 1886, p. 18). A llí
está, en esencia, toda la teoría de la poesía pura. (¡Detener la actividad!)
D 32, 5]
Según Crépet <Baudelaire, París, 1906) (p. 155). la mayoría de los dibujos que dej6 Bau-
delaire representaban («)escenas meeabras*. (J 32 a, II
«De lodos los libros de! mundo, tas flores del mal es, después de la Biblia, leí mós editado y el
más traducido a ledos las lenguas» Andié Sucres, Trais gtands vivanls (fres grandes v/vos’, París,
(1938). p. 269 ¡Baudelaire y tías lloras del mol») (J 32 a, 2]
tía vida de Baudelaire es un desierto para fa anécdota.» André Suarés, Tres grandes vivos, París,
p. 270 ¡Baudelaire y «(.as flores del mal») (J 32 a, 3]
«Baudeloire no describe.- André Stares, fres grandes «vos. Paris. p. 294 (B(audeíaire) y tías
((lores) del mal»|. [J 32 a, 4]
Fuenes invectivas contra el Amor clásico en el Salón de 1859, con motivo de una crítica a
la escuela neogriega: «jNo estamos sin embargo muy hartos de ver cómo se prodigan el colot
y el mármol para honrar a este viejo granujo.,.? ... su cabello es rizado y tupido como una peluca
de cochero; sus mejillas rollizos oprimen las aletas de la nariz y los ojos; su carne, o más bien
sus comes, acolchados, tubulosas e hinchadas, como esos grasas colgadas en 'os ganchos de
los comiceros, están sir duda abiertos por los suspiros del idilio universal, de su espalda monta
ñosa cuelgan dos alas de mariposa», Ch, B., Obras, II, París, ed. Le Dantec, p. 243,
ti 32 a, 5]
«Hoy un periódico «trépido en el que cualquiera sabe de ttdo y habla de todo, en el que cada
redactor... puede dar lecciones ndistintamenle de polílíca, religión, economía, bellas artes, filo
sofía, literatura. En esle gran monumento a la necedad, inclinado hacia el futuro como la torre
de Pisa, y en donde se elabora la felicidad del género humano...»Ch. B., Obra:, II, París, ed. le
Dantec, p. 258 (Soíón de 1859) QEI Glob&). [J 32 a, 6]
Con motivo de la apología der Ricard: «ta imitación es si vértigo de los espíritus ágiles y bri
llantes, y a menudo incluso una prueba de superioridad»( ) Ch, B.. Obras, II, ec le Dantec,
p. 263 (Sofón de 185ty, ,pro domo) U 32 a, 7)
«Ese , algo de malicioso que va siempre unido o la inocencia.» Cli. B„ Obras, II, ed. Le Dantec,
p. 264 (Salón de 1859); sobre Ricard [) 32 a, 8]
«Quizó sólo Leopardi, Edgar Poe y Dostolevsky hayan experimentado semejarte carencia de leliadad,
semejante poder de desolación- En torno a él, este siglo, qje por lo demás parece floreciente y múlti
ple, odopta a terrible figura de un desierto.» Erimond Jaloux. «le cenlenaire de Baudelaire» l*E! cente
nario de Baudelaire»), p. 77 (ta revue hebdomadaire, año 30, 27 2 de julio de 1921). 1,133, 2]
Influencia de Las flores del mal, hacia 1855, en Rops, Moreau(,) Rodin.
U 33, 5]
Claudel: «Baudelaire ha cantado la única pasión que el siglo xixpodía experimentar con since
ridad: el Remordimiento». Cil. en Le cinquantenaire de Charles Baudelaire [El cincuentenario de
Charles Baudefcwe). Paifs, 1917¡ p. 43. (J 33, 8]
«Una pesadilla dantesca.» Leconte de Lisie, cil. en El cincuentenario de Charles Baudelaire, París
(Maison du livre), 1917, p. 17. (J 33 a, 1]
Edouard Tlnerry compara los llores del mal con la oda que Mirabeau escribió en la prisión
de Vincennes. (Cit. en El cincuentenario de Charles Baudelaire, París, 1917, p 19{.().
U 33 a, 2]
Motivos Icsbicos en: Balzac /La muchacha de los ojos de oro), Gautier (MUe. de Maupin),
Delatouche (Fragoletta). (j 33 a, 4]
Meryon y Baudelaire nacieron el mismo año; Meryon murió un año después de Baudelaire.
U 33 a, 6]
Hacia 1842-1845 Baudelaire quedó fascinado por un retrato femenino del Greco en el
Louvre, según Prarond. (Cit. en Crépet{, Charles B audelaire , París, 1906), p, 70.)
U 33 a, 7]
•Tenía veintidós años y ya contaba con un empleo en el ayuntamiento del distrito VII, 'en lo
oficina de defunciones', repetía a menudo con complacencia.* Maurice Rollinat, Fin d'aeu-
vie [fin de obra] (Gustave Geffroy, Maunce Rollinat, 1846-1903), París. 1919, p, 5.
ti 33 a, 91
Barbey d'Aurevilly situó a Rollinat entre Poe y Baudelaire.afirmando que era «un poeto de
la familia de Darle». Loe. cil., p. 8. y 33 a, 10]
«La voz»: «en lo más oscuro del abismo, | Veo con nitidez mundos singulares». [I 33 a» 12]
Según Charles Toubin, en 1847 lia udela ire contaba con dos domicilios, calle de Seine y
calle de Babylone: los días de pago del alquiler dormía^ menudo en casa de algún amigo,
(Cit, en Crépet{, Charles Baudelaire, París, 1906), p, 48.) ti 34, 1]
Hnire JH42 y 1858 Crépet (p. 47) cuenta, descartando Honfleur y un alojamiento oca
sional, 14 direcciones de Baudelaire. Vivió en el barrio del Templo, la isla de Sainl-louis,
el barrio de Saint-Germain, el botrio de Montmartre y el bartio de lo República.
U 34, 2]
«Atraviese una gran ciudad envejecida por la civilización, uno de esas que
contienen los archivos más im poitonles de la vida universal, y sus ojos se verán
atraídos hocia arriba, sursum, od sidero; pues en las plazos públicos, en los
esquinas de los cruces, algunos personajes inmóviles, más altos que los que
pasan o sus pies, le cuentan en un lenguaje mudo las pomposas leyendas de
gloria, de guerra, de ciencia y de martirio. Unos señalan al cielo, al que siem
pre han aspirado; otros al suelo, desde donde se han elevado. Esgrimen o con
templan lo que fue la pasión de sus vidas, ahora convertido en su emblema
una herramienta, una espada, un libro, una antorcha, vilai lampada!
Aunque
fuese el más despreocupado de los hombres, el más desgraciado o el más vil,
mendigo o banquero, el fantasma de piedra se apodera de usted duranle unos
minutos, y le ordena, en nombre del pasado, pensar en las cosas que no son
de esto tierra. Tal es el papel divino de la escultura.» Ch. B., Obras, II, ed. Le
Dantec, pp, 274-275 (Salón de 1859). Baudelaire habla aquí de la escultura
com o si ella sólo apareciera en la gran ciud ad . Es una escultura que se
atraviesa en e l camino del viandante. En este texto hay algo sumamente
profético, si bien este veredicto habría de cumplirse sólo mínimamente
en el caso de la escultura. Únicamente (?) hay escultura en la ciudad.
U 34, 3]
Baudelaire habla de su predilección por el paisaje fabuloso, que es relegado.
De su descripción se deduce que piensa sobre todo en cuadros barrocos.
«Nuestros paisajistas son animales demasiado herbívoros. No se alimentan con
gusto más que de ruinos. Deploro... las abadías almenadas que se miran en los tris
tes estanques, los puentes gigantescos, las construcciones nin'ivilas, habitadas por el
vértigo, y, en fin, ¡todolo que hobría que inventar si lodo eso no existiera!» Ch ES.,
Obras, II, ed. Le Danlec, p. 272 (Sa/ór? de Í859]. U 34, 4)
«La ¡rrogrtodcri descompone lodo la cteaaón, y, con bs materiales ocumubdos y dispuestos según
reglas cuyo erigen sólo es posible encontrar en lo más profundo del almat crea un mundo nue«>. pro
duce la sensación de b nuevo.» Ch. B„ Obras, II, p. 226 (Solón de 1859) (J 34 a, 11
Sobre la falta de formación de los pintores, con especial referencia a Troyon: «El pinta, pinta:
y cierra su alma a todo, y sigue pintando, basta que ol lin se parece al artista de moda... El imi
tador del imitador encuentra o sus propios imitadores, y coda uno persigue así su sueña de gran
deza, cerrando cada vez mejor su alma, y sobre todo no leyendo nodo, ni siquiera el Perfecto
cocinera, que no obstante le habría podido proporcionar una carrera menos lucrativa pero más
gloriosa». Ch. B., Obras, II, p. 219 (Salón de 18591. U 34 a, 21
«El placer de estar enlre la muchedumbre es una expresión misteriosa del goce de la
multiplicación del número,.. El número está en todo... La embriaguez es un número...
Embriaguez religiosa de las grandes ciudades.» Ch. B., Obras, II, pp. Ó26-627
(Coíieíes) ¡Depotenciadón del ser humano! U 34 a, 31
«El dibujo arabesco es el más espiritualista de los dibujos» Ch. 8., Obras, II, p. Ó29 (Co/ietes|.
(J 34 a, 41
«Y yo digo: la voluptuosidad única y suprema del amor yace en lo certeza de hocer el mal. Y el
hombre y lo mujer saben, desde que nacen, que en el mal se encuentra lodo voluptuosidad »
CK B., Obras, II. p. 268 (Cohetes). (J 34 a, 51
«Voltaire se burla de ese alma inmortal que ha vivido, durante nueve meses, entre
excrementos y orines.. Al menos habría podido ver en esa localización una mal
dad o una sátira de la Providencia contra el amor, y, en la forma de procrear, un
signo del pecado original. De hecho, no podemos hacer el amor más que con
Órganos excrementicios.» Ch. Baudelaire, Obras, II, p. 651 (Mr corazón al des
nudo). Sobre esto, Lawrence: traer a colación la defensa de Lady Chatterley.
(J 34 a, 61
C.irt.i a su madre, de 26 de diciembre de 1853: «Pot lo demás, estoy lan occslumbraoo d sufrimiento
físico, sé ajuslaime tan bien las camisas al poniaicn y al '(aje ratos por los que pasa el viento, sé acó
modar con lanía maña planillas de paja o incluso de popel en los zapatos llenos de agujeros, qua
prácticamente sólo siento el dolor moro). Reconozco, sin embargo, que he líegado a un punto bu
que ya no me atrevo a hacer movimientos bruscos, ni siquiera o caminar demasiado por miedo a
hacerme más doro». Ch(orles) B{audelciira), Detníéres lellres inéditos ó sa mére {ultimas cortos inédt
tos a su madre]. Prefacio y notos de Jacques Ciópot, París, 1926, pp. 44-45, [J 35,11
Los Goncourt anotan en su diario la visita el 6 de junio de 1885 de un hombre joven por
el que se enteran de que los leltrés du aiitijfi1estaban por entonces divididos en das ban
dos. Los futuros normalistas tenían por modelos a About y a Sarcey, los demás a Edmoml
de Goncourt y a Baudelaire. Journal des Goncourts, VI. Porfs. 1892, p. 264. (j 35, 3)
El 4 de marzo de 1860 a su madre, sobre los grabadon^de Meryon: «La figuro horrible y colo
sal que sirve de frontispicio es una oe las figuras que decoran el exterior cíe Notre-Oome. Al fondo,
Porís. vista desde arriba Realmente no sé cómo diablos se los apaño esle hombre pora dibujar
tranquilamente sobre un abismo» Ch. B., Últimas cartas inéditas a su madre. Prefacio y notos do
Jacques Crépel, París, 1926, pp. 132-133. [| 35, ‘l|
En las Ultimos codas (p, 145) esta expresión para Jeanne: «esta viejo belleza ahora impedida*;
a su muerte, quiere dejarle una renta, (| 35 , 51
Lis multitudes en Hugo: «El profeta busco lo soledad- Va ol desierto a pensar, gen qué? En
tas multitudes». Hugo, William 5hofcespeore(, 2 0 porle, libro) VI. 0 35, 7)
Alegoría en los protocolos espiritistas de Jersey: «Incluso algunos absltacciones puras se le ocu
rrían en Marine-Terroce: la Idea, la Muerte, el Drama, la Novela, lo Poesía, la Critico, la Broma,.,
se le presentaban sobre todo por el día, mientras que los muertos venían por la noche». Claudius
Grille!, Víctor Hugo espiritista, Lyon/Paris, 1929, p. 27. Q 35 a, ll
Las multitudes en Hugo figuran como el fondo de la sombra en los castigos («Lo caravana,
IV»), CEuvres compléles [Obras completas], Poesía, IV, París, Í882, (p. 397):
«El día en que nuestros ladrones, en que nuestros innumerables Uranos
Comprendon que alguien se mueve en el fondo de la sombra». 0 35 a, 2}
Sobre tos Iteres del mal: «En ningún sitio hoy uno alusión direc'a al hachís o a las visiones de!
opio. En eso hay que admita' el gusto exquisito del ooeta, preocupado únicamente por la cons
trucción filosófica de su poema» Georges Rodenboch, t'éíite [Lo élite), París, 1899, pp, 18-19.
Ü 35 a, 31
Baudelaire a d'Aurevilly: «gHasta para comulgar tiene que ir usled desafiante?» Georges
Rodenbach, La elile, París, 1899, p. 6. [1 35 a, 51
Tres generaciones se mueven (según Georges Rodenbach, La elile, París, 1899, pp. 6-7) en
torno a la «espléndida restauración de Notre-Darne». La primeraQ que forma un círculo, por
decirlo a-sí, externo, está representada por Victor ¡lugo; la segunda forma el círculo interno de
la devoción: lo representan D’Aurevilly. Baudelaire. Helio; la tercera lo forma el grupo
de los satánicos: Huysmans, Guaira, Peladan Ij 35 a, 61
«Por muy bonita que sea una cosa, es ante todo (antes de que su belleza sea demostrado) tan
los metros de alto por tantos de oncho. Así también lo literatura, que es la materia más inapre
ciable, es ante lodo un relleno de columnas; y el arquitecto literario, cuyo nombre no basta para
obtener beneficios, debe vender cjeste lo que cueste» Ch. Baudelaire, CEuvres [Obras], 11,
p. 385 [Consejos a los jóvenes literatos). Ll 35 a, 7]
Nota de los Cohetes; «El retrato de Serena, poi Séneca. El de Estogira, poi Son Juan Crisós-
lomo. La acidia, enfermedad de los monjes. El Taedium vifae». Challes Baudelaire, Obras, II,
p, 632. U 35 a, 8]
Charles-Henry Hirsch llama a Baudelaire, en comparación con Hugo, «mucho más capaz de
adaptarse a muy diferentes temperamentos, gracias a su comprensión precisa de las ¡deas, de
los sensaciones y de los palabras... la enseñanza de Boudelaire persiste, por... la fuerza de la
forma estricta que impone a sus meditaciones». Cit en El cincuentenario de Oi(arfes) B(aude
(aire), Paris, 1917, p 41. [136,11
Nadar dice en los Recuerdos que en 1911 el director de una empresa de recorres de perió
dico le contó que el mimbre de Baudelaire se encontraba en los periódicos tan a menudo
como el de Hugo, Musset y Napoleón. (Cfr f í cincuentenario de Charles Baudelaire. Paiis,
1917 p. 43.) [I 36, 2)
Pasaje de Saint piibltc que Crépet atribuye a Baudelaire: «Que los ciudadanos no crean... en
personajes como Barthélemy, Jean Journal y otros que cantan lo República en versos execrables.
El emperador Nerón tenia laloable costumbre de reuniren un circo olodos losmalos poetas y
liacetlos azotar cruelmente». Cit.en Crépet(, CharlesBaudelaire, París,190Ó), p, 81. Ij 36, 3]
Pasaje de Saint publlc que Crépet atribuye a Baudelaire: «La inteligencia ha crecido. Bosla
de tragedia, bosta de historia romana. 3Acaso no somos hoy más grandes que Bruto?...». Cit. en
Crépet, p. 81. 0 36, 4J
Crépet cita (p. 82) las Nofos de M. ChampHeuty: «Podemos colocor o De Fbtle ¡unlo con
Wronski. Blanqui, Swedenborg, ele., en el Panteón, un lanío extraño, que-Baudelaire iba confr.]
fruyendo a partir de sus lecturas, de los acontecimientos diarios y de la notoriedac adquirida da
repente por algunas figuras» (J 36, *51
«ta obra de Edgor Poe, excepto algunos belbs poemas, es el cuerpo de un arle al que Raudo i
laire insufló el olma >André Suarés, Sur la vie [Sobre la vida], II, Paris, 1925, p. 99 («Ideas sobre I
Edgar Poe»|. IJ 36, 6]
Cómo se pagan las deudos cuando se tiene genio aparece en 1846 y contiene, bajo el ape
lativo *el segundo omigo», el siguiente retrato de Gautier: «El segundo amigo era. y aguo
siendo, gordo, perezoso y linfático; además, no tiene ideas, y sób sabe hila» uno palabra trai
otra como si se tratara de un collar de múltiples cuentas». Ch. B.. Obras, II, p. 393.
tí 36 a. 11
Hugo «Yo síenlo en mi olma el abismo estrellado». Ave, dea, morífurus le salulol. A Judíth Gau-
lier. Viclor Hugo, CEuvres choisies Poésies et drames en vers [Obras escogidas Poesías y dra
mas en versos], París, (1912), p. 404. (J 36 a, 2)
Robert de Bonniétvs, Memorias de hoy, III, Paris. 1888, pp. 287-288. publica una carta del
director de la Reme libérale a Taine, el 19 tle enero de 1864. en la que se queja de la intran
sigencia de Baudelaire hacia él en las conversaciones que mantuvieron sobre posibles
correcciones del texto «los vocaciones» (El spleen de París). II 36 a, 51
«Se devanaba los sesos para provocar asombro.» Estas palabras de Leconte de
Lisie se encuentran en la contribución de Jules Claretie que figura -sin título-
en La tumba, y coasisten esencialmente en extractos de la necrológica hecha
por Claretie. Le tombeau de Charles Baudelaire ILa tumba de Charles Bau-
delaird, París, 1896, p 91. ¡Efecto del final de los poemas! (.1 37. 21
En la tumbo cíe Charles Baudelaire, París, 1890, se encuentra un artículo de Alexandre Ourou-
sof. «lo arquitectura secreto de Los /lores del mol», lis un intento, desde entonces muy repetido,
por establecer distintos ciclos. Se basa esencialmente en separar los poemas inspirados por
Jeanne Duval. Remite al artículo que en el Pays del 24 de julio de 1857 publicó D'Aurevilly,
cn el que se afirma por vez primera que en el libro hay una arquitectura secreta. (J 37, 4]
«Los ecos del inconsciente son tan fuertes en él -la creodón literaria está ton próximo al esfuerzo
físico, las tedes de la pasión son tan fuertes, lan largas, lentas y dolorosos- que lodo su ser psí
su
quico vive allí junio con ser físico.» Ch. Baudelaire, Mon cceur mis ó nu et Fusées (Mi corazón
ai desnudo y Cohetes!, pielado de Gustave Kahn. Paiis, 1909, p. 5. IJ 37, 5!
«Si Poe hubiera tenido sobre él una verdadero influencia encontraríamos su huella en las imagi
naciones... de acción de Baudelaire. Ahora bien, él se aleja de estas fantasías a medida que
penetra en la obra de este autor de cuentos americano... Los planteamientos, los títulos de las
novelas... lienen lodos relación con... crisis psíquicas. Ninguno supone la aventura.» Ch. Baude
laire, M i corazón al desnudo y Coheles, prefacio de Gustave Kahn, París, 1909, pp. 12-13.
[I 37. 61
Kahn detecta en Baudelaire el «rechazo de la ocasión que la naturaleza ofrece como prelexlo
lírico*. Ch, B., M i corazón al desnudo y Cohetes, prefacio de Gustave Kohn, Porís, 1909, p. 15
0 37, 7|
Sobre el (Baudelaire) ilustrado por Rodin para Paul Gallimard escrilx.- Maucluir. «Se noto
que Rodin utilizó el libra, que lo cogió y dejó cien veces, que lo leyó caminando, que lo vol
vió o abrir de repente bajo lo lámpara en las lardes de cansancio, obsesionado por una
estrofa y con lo pluma en lo roano Cabe adivinar dónde se paró, qué pógino dobló (l|, sin
tener cuidado del libro. El libro que le entregaron no era un ejemplar de valor que temiera
estropear Pero es 'su' Baudeloire de bolsillo, como él se decta a si mismo». Charles Baude-
laiie, Vingl-sepl poémes des tFleurs duMoí» i/lustres par Rodm [Veiniisiele poemas de «tos Ño
res de/ mal» ilustrados par Rodin], París, 1928, p 7 (Prefacio de CamiJIe M ajclairl.
U 37 a, 1]
Sobro t:I pintor Jules Nóel(:) *essindudade los que se imponen el progresa diario». Solón de
1846, Obras, II, p. 126. U 37 a, 31
En .su carta del 20 [??]de 1857 a Baudelaire, Sainte-Beuve encuentra lo característico de ios
llores del mal en esta formulación acuñada .según el estilo del libro/:) «un talento curioso y un
abandono casi rebuscado en lo expresión» Y agrega inmediatamente^) «Irabcjando con pri
mor el detalle, petrorquizando sobre lo horrible» Cit. en Etienne Charavay, A de Vigny el Char
les Boudeloire condidofs ó f'ccadém/e fránjense [A de Vigny y Charles Baudeloire, candidatos
a lo Academia francesa], Paris, 1879, p. 134 (J 37 a, 41
«Me parece que en muchas cosas no se toma a usted mismo bastante en serio.* Vigny el 27
de enero de 1862, en relación con 13 candidatura de Baudelaire a la Academia. Cit en
Etienne Charavay, A de Vigny y Charles Boudeloire candidatos o la Academia Francesa, Paris,
1879, pp 100-101. Ü 37 a. 51
De entre los poemas de los llores del mal que ya existían en el verano de 1843 -se cono
cen 23 de ellos- figuran: «Alegorfo», *No he podido olvidar», «La sirvienta lan buena», «El cre
púsculo de la mañana». [I 38, 1]
«Baudelaire siente pudor de revelar susversos al público; los publico sucesivamente bajo et nom
bre de Prarond, ce Prival d’Anglemonl. de Pierre de Fayis. Lo Fon/arlo, aparecida... el 1 de enero
de 1847; está firmada como Charles Duloys.» Ch(orles) B(audelaiie), Versos recobrados, París,
ed Jules Mouquet, 1929, p. 47 (.1 38, 2!
Freund pretende incluso -que la musicalidad del poema no se presenta como una cualidad
técnica... separada, sino que no es otra cosa que el auténtico étbos del poeta... La musica
lidad es la forma que el arte por el arte adopta en la poesía-, Cajetan Freund, Der VersBau-
l¡cintres [Los versos de ¡iitiultdatn\, Munich, 1927, p. 46. tí 38, 4]
Sobre los poemas que consiguieron publicarse bajo el título de tos limbos el 9 de abril de
1851 en el Messager de l'Assemblée: «En un librílo titulodo Lo Prenso de 1848 se lee lo siguiente:
'Hoy en el Echo des marchands de vm vemos anundodo Los limbos, poesías Son sin dudo ver
sos sociolisias y por consiguiente malos versos. Olro más que se ha hecho discípulo de Proud
hon por demasiada o demasiado poca ignorancia1'» A. de la fíne'iére y Georges Descaux,
Charles Baudelaire (Essais de bibltogrophie contemporaine, 1} [Charles Baudelaire (Ensayos de
bibliografía contemporáneo, IJ], París, 1868, p. 12. ll 38, 5]
*|Uno de esos "modernos profesores-jurados' de esléíica, como Henri Heine ’os llama» - «citnJ
c'a... cuyos dedos crispados, paralizados por lo pluma, yo no pueden correr ágiles sobre w
inmenso teclado de las correspondencias!» Ch. 6., Obras, II, p. 145 |Exposición universo! il"
18551. (J 38 a, *í|
«¡En las múltiples producciones del orle hay oigo de siempre nuevo que escapará eternamenlQ
a lo reglo y a los análisis de la escuela!» Ch. B, Obras, II. p. 146 [Exposición universa/ de 185.5)J
Analogía con la moda. [J 38 a, (t|
Baudelaire contrapone a la idea de progreso en la historia de! arte una concc; >
ción monadológica. «Llevada al terreno de la imaginación, la idea de progreso... rio*.
aparece como un gran absurdo.,. En el orden poético y artístico, el que revela raramenlo
tiene un precursor, Toda floración es espontánea, individual. ¿Fue Signorelli verdadetaJ
menle quien produp a Miguel Ángel? ¿Contenía el Perugino a Rafael? El artista no pro I
cede más que de sí mismo, y no promete a fes siglos futuros más que sus propias obras.» ]
Ch. B., Obras, II, p. 149 (Exposición universa/de 1855). (J 38 a, 7|
Para la crítica del concepto de progreso en general: «los discípulos de bs filósolos del vopof J
y de las cerillos químicos lo entienden así: para ellos el progreso se presenta bajo la forma d<H
una serie indefinida. ¿Dónde está esa garantía?», Ch. B, Obras, II, p. 149 ¡Exposición universoM
de J855). U 38 a, Hj
«Se cuento que. encobrándose Baizoc un dio ante un cuadro de invierno, lodo lleno de escat-1
cha y melancolía, sembrado de cabañas y paisa|es pobres, y después de contemplar una casilu
de la que salta un lenue hlllllo de humo, exclamó: "|Qué hermoso! ¿Peto qué hocen en ssn
cabaña? fiEn qué piensan, cuáles son sus penas? ¿Habrán sido buenas las cosechas? ¿Tenditin
sin duda préstamos que devolver?" Ríase quien quiero de M. de Baizoc. Ignoro cuál es el pinkjf
que ho tenido el honor de hacer que el almo de este gran novelista vibre, reflexione y se preocupe,
pero pienso que de ese modo nos ha dado... una excelente lección de crítica. A menudo sólo
oprecio un cuadro únicamente por la suma de ideas o de reflexiones que aporto a mi espíritu •
Ch. B , Obras, II, p. 147 (Exposición universo/ de J855). (J 39, !1
Conclusión del Solón de 1845: «Ése será el pintor, el verdadero pintor, que sabrá arrancar a
lo vida actual su lado épico, y hacemos ver y comprender, con color y dibujo, lo grandes y poé
ticos que somos con nuestras corbatas y nuestros bolos de chato). |Ojalá los verdaderos inn»
vadores nos den el año próximo la alegro singular de celebrar la llegada de lo nuevo!». Ch, B ,
Obras, II, pp. 54-55. (J 39, 21
«En cuanto al frac, la piel del héroe moderno... ¿no tiene su belleza y su encanto indígena. ?
¿No es el frac es necesario paro nuestro época, doliente y que hasta sobre sus espaldas negras
y delgadas lleva el símbolo de un luto perpetuo? Fijese bien en que el traje negro y la levita no
sólo tienen su belleza político, que es la expresión de la igualdad universal, sino tombién su
belleza poética, que es la expresión del alma pública; un desfile continuo de enterradores, de
políticos vestidos de enterradores, de amantes vestidos de enterradores, de burgueses vestidos
de entenadores. Todos nosotros estamos de entierro. / Ura librea uniforme de desolación otes-
tigua la igualdad... ¿No tienen esos pliegues gesticulantes, que |uegan como serpientes alrede
dor de una carne mortificada, su gracia misteriosa? /... Pues los héroes de la lllada no le llegan
a sus talones, oh Vautrin, oh Rastignoc. oh Birotteau, - y usted, oh Fonlanarés, que no se ha atre
vido a contar ol público sus dolores bojo el frac fúnebre y convulsionado que todos nosotros lle
vamos puesto; - y usted, oh Honoré de Balzac, el más heroico, el más singular, el más román
tico y el más poético entre lodos los personajes que ha sacado de su senol» Ch. B., Obras, II,
pp 134 y 136, Solón de 1846 (Sobre el heroísmo de la vida moc/erna| la última frase es la
que concluye el capítulo (J 39, 31
«Cuando oigo encumbrar hasta las nubes a hombres como Rafael y el Veronés, con
la intención visible de quitar mérito a cuanto se ha hecho después de ellos..., me pre
gunto si un mérito, que es al menos igual que el suyo (admitamos por un momento,
por pura complacencia, que sea inferior), no es infinitamente más meritorio, puesto
que se ha desarrollado victoriosamente en una atmósfera y un territorio hostiles.»
Ch. B-, Obras, II, p. 239 (Salón de 1859). I.ukács dice que, para hacer hoy una
mesa decente, un hombre necesitaría el genio que lepermitió a Miguel
Ángel levantar la cúpula de la iglesia de San Pedro. [I 39 a, l]
«Para añadii a las metáforas militares poetas de combate, Itéralos de vanguardia. Esta coiJ
lumbre de emplear metáforas militares denota o espíritus, no militantes, sino hechos pora lo dtv
cipllno, es decir, para la conformidad, espíritus serviles desde la cuna, espíritus belgas, qiw
al
sólo pueden pensar en sociedad,» Ch. B,, Obras, II, p, 654 (Mí corazón desnudo).
U 4o, J|
«Si un poeto solicitara ol Estado el detecho a lener o'gunos burgueses en su caballeriza, nos vom
prenderíamos sobremanera, mientras que si un burgués pidiera poeto asado, lo enconlrairáríMjJ
completamente natural.» Ch. B . Obras. II. p. 635 (Cohttes). 0 40, 31
«Esle libro no es para mis mujeres, mis hijas y mis hermanas. Tengo poco de esascosas.» Ch, B ,
Obras, II. p. 635 (Cohetes). [T 40, -ll
Exilio de Boudeloire en el siglo: «Dígome en qué solón, en qué cafetín, en qué reu
nión mundana o íntima ha oído usted una frase brillante pronunciada por el nifio
7,
mimado» [véase p. 21 «El artista, hoy... es un simple niño mimado»], «juna frosul
profunda..., que haga pensar o soñar...! Si alguien ha pronunciado una frase asfj
seguramente que no ha sido un político o un filósofo, sino alguien con una profesiáfll
raro, un cazador, un marino, un sillero; un artista.. , jamás». Ch B., Obros, II, p. 21/
(So/ón de Í859|. Eso es una especie de evocación de los extraños viajeros.
[J 40, "il
Broma atrevida de Baudelaire: *En al sentido más comúnmente adoptado, "francés" quiere dai n
amanle del vodevil... Ante cualquier abismo, hacia arriba o hacia abajo, huye prudentemente
lo sublime siempre le produce el efecto de un motín, e incluso su Moliere sólo lo aborda lem
blando y porque lo han persuadido de que era un autor divertido» Ch.B.,Obros, II, p. l i l i
(Sofón de 1846 - De M Horace Vemet|. [| 40, ó|
Baudelaire conoce en el Salón de 1846 «la ley folol del tiobajo atractivo». Ch B.. Obras| II,
p- 114 (J 40, 7)
Sobre el título Los limbos, cfr. en ol Salón de 1846 el pasaje sobre Los mujeres de Argel, tic
Delacroix: «Esle pequeño poema de Interior... exhala no sé qué perfume de lugar nefando quo
nos guia bástenle aprisa hada ¡os limbos msondados de a tristeza». Ch B., Obras, 11, p. 85.
U40. H|
Con motivo de una representación <le Sansón por Decamps, en el Salón de 1845(:) «este
antiguo primo de Hércules y cel barón de Münchhousen» Ch B , Obras, II, p. 24
ti 40 a, 1]
•Así pues, como mostró Baudelaire, Francia se convirtió, en virtud de su propia esencia, en
portadora de la desespiritualización, de la“animalización" del pueblo y del Estado.» Peter
Klassen, Baudelaire, Weimar, <1931), p- 33. (J40 a, 21
Último verso de la leyenda de Jos siglos, III. 38 [Un hombre de ojos profundos pasaba): «|oh,
satxo únicamente en las cosos del ob smol». V{ictor) H(ugo), Obras completos. Poesía. ¡X, París
1883. p. 229. U 40 a, 31
«la roca de perfil pensativo.» Víctor) H(ugo), O(bros) c(ompletas), Poesía, IX, Pan's, 1883,
p, 191 [El grupo de los idilios, XII, Dante). U 40 a, 4!
En Laleyendo de los sig/os III, poemas como tías cascadas (Ríos y poetas)» y
«Desinterés» -el primero dedicado al sallo del Rln, el segundo al Montblanc-
ofrecen un concepto especialmente pendrante de la visión de la naturaleza
que tenía el sigla diecinueve. En estos poemas se entremezclan de un mudo
peculiar la visión alegórica y el espíritu de la viñeta. (J 40 a, I
De Théodore (Je Banville, Mes Souvenirs [Mis recuerdos], París. 1882 (Vil, Charles liainli'
lairej. Ll primer encuentro; >lo noche llegó, clora, suave, cautivadora, habíamos salido (tal
luxembutgo, caminábamos poi los bulevares exteriores y por los calles cuyo movimiento y mi» I
ferioso tumulto tanto le gustaron siempre ol poeta de Las flores..., Priva! d'Anglemonl marchaba
en silencio, un poco alejado de nosotros» (p. 77). (J 41, 1|
De Théodore de Banville Mis recuerdos, Paris, 1882: «En no recuerdo qué poís de Alrica. n lo l
jodo en una familia o la que sus podres lo liabíon enviado, pronto comenzó a aburrirse del euplJ
rilu trivial de sus anfitriones, y se lúe o vivir solo a una montaña, con una chfco negra muy
y olla que no sabia francés, y que le hccio guisos sazonados de un modo exiioño en un gioflfl
caldero de cobre pulido, alrededor del cual aullaban y bailaban desnudos olgunos negrito* J
(Oh, esos guisos, qué bien nos los contaba, y cuánto nos habiio gustado probailos!» (p 79). I
ü 41. ¿I
«Cuando luí por primera o visitarlo o su cosa, en el hotel Pimodon, no hobta diccionarios, M
gabinete de Irabojo, ni mesa con (o necesorro paro escribir, como tampoco había aparadoraJ
ni comedor, ni nodo que recordara o to decoración efe las habitaciones de un piso burguétjl
Théodore de Borvitle. Mis recuerdos, París, 1882, pp. 81-82 (J 41, M
Joseph de Moislre «respondía o las pretensiones y a las insolencias de la metafísica con histoJ
ría», j. Barbey d'Aurevilly, Joseph de Moislre - B/anc de Saml-Bonnel - Lacordaire - Gralry J
Caro. Paris, 1910, p. 9. U 41, 41
«Algunos, como Boudelaire, han identificado al demonio, se han situado titubeando y de nuev i
honraron a Dios Seria injusto no obstante exigirles a estas precursores un abandono lan corrí
píelo de las facultades humanas como el requeiido, por ejemplo, en esta especie de amanecer!
misterioso en el que, desde ahora, parece que vayamos a vivir * Stanislas Fumel. Notre Baudt"
(aire [Nuestro Baudefaire] (Lo caña de oro, 8), Paris, 192Ó, p. III. (J 41, S|
«Por tanto, sumados esos I 500 ejemplares a lo lirada de 1.000 más los números exlio de la pil
mera edición, ese gran éxito poético representa un número lolal de 2.790 ejemplares como
máximo en circulación. ¿Qué poela octuol, salvo Victor Hugo, podría enorgullecerse de seme
jante venta?» A. de lo Finellére y Georges Descaux, Cfiarfes Baudelaire (Ensayos de bibliogra
fía contemporáneo, ll, París, 1868, Nota a la segunda edición de l.as flores del mal.
U 41,01
Poe «Cyrano de Bergerac, alumno de Arago» - Journal des Goncaurf, ló de julio de 1856, -
«Si Edgar Poe destronara a W aller Scott y a Mérimée, si el realismo y lo bohemia triunfaran en
toda lo línea, si la gente de bien se lomara en serio ciertas poesías de las que no lengo nada
que decir, puesto que la justicia está por medio,... ya no seria la decadencia, sería una orglo.i
Ponlmartin, Le ¡pedalear, 19 de septiembre de 1875, cít. en Léon Lemonnler, Edgar Poe el la cri
tique fron^aise de 1845 á 1875 [Edgar Poe y lo critica francesa de 1845 a 1875], París, 1928,
pp. 187 (y) 214, U 41 a, 1]
Sobre la alegoría; «Sus brazos vencidos, caídos como armas Inútiles». (J 41 a, 2]
Swinburne hace suya la tesis de que el arte no tiene nada que ver con la
moral. 0 41 a, 31
«Los flores del mal son una catedral.» Ernest Raynaud, Cl) Boude/oire. París, 1922, p 305 (de
Gonzague de Reynold, C/i(or/es) fi(audelo,re)| |J 41 a, 4]
«Baudelaire se atormenta y se obsesiona o la hora de parir la más mínima palobra... Paro él "el
arle es un duelo en el que el artista grita de pavor antes de ser vencido * Ernest Raynaud,
Ch_ Baude/aire, París, 1922, pp. 317-318. (J 41 a, 51
«Baudelaire sufre los exigencias de los... directores filibusteros que explotan la vanidad
de la gente de mundo, de los aficionados y de los principiantes, que no publican nada
a menos que cuenten previamente con suscriplores » Ernest Raynaud, CJl Baudelaire,
París, 1922, p. 319 La actitud de Baudelaire es complementaria a este estado de
cosas. Pone a disposición de varias redacciones et mismo manuscrito. Permite,
sin por ello hacerlo público, ediciones dobles. [J 41 a, 7]
«Por lo demos, el testimonio mós irrebatible del maleficio del momento es la historio de Balzac...
el cual... se torturó con empeño toda su vido pora conquistar un estilo, sin conseguirlo... [Noca]
Lo que subraya la incoherencia del momento es que se construyan las prisiones de La Roquette
y de Mazos con el mismo entusiasmo con que se plantan por todas parles los árboles de lo
Libertad. Se persigue con rigor extremo la propaganda bcnopcrtista, pero se traen las cenizas
de Napoleón... Se despeja el centro de París y se airean sus calles, pero se lo estrangula con
un cinturón de fortificaciones.» Ernest Raynaud, Cfi Baudelaire, París, 1922, pp. 287-288.
Q 41 a, 91
Banville, después de referirse a los desposorios del antiguo O lim po con los espíritus del
bosque y con las hadas: «Baudelaire, por su parte, poco deseoso de unirse a la caravana de
Imitadores que aumentaba Increíblemente, por momentos, en la amplia senda del romanticismo,
buscaba a derecha e izquierda un sendero por donde escaparse hada la originalidad... ¿Por
cuál decidirse? Su Indecisión era grande... cuando hizo esta observación: que Cristo, Jehová,
María, Magdalena, los ángeles y "sus falanges" llenaban esta poesía, pero que Satán no apa
recía nunca en ella. Falta de lógica: resolvió corregirla... V. Hugo hizo del "satanismo" un deco
rado fantástico para algunas leyendas antiguas, Baudelaire, por su parte, encerrarla realmente
al hombre moderno, al hombre del siglo diecinueve, en la prisión de los Infiernos». Alcide Duso-
lier, Nos gens de Jeftres [Nuestra gente de Je/ras], París, 1864, pp. 105-106 (M. Charles Bau
delaire). (] 42, l j
«Qué buen acusador habría sido en los procesos de brujería.» Alcide Dusolttffl
Nuesfro genle deletrea, París, 1864, p 109 (M .C h . B.| Seguro que a Baudelulic
le gustó le e r esto. 0 42, /I
«Hoy que decirlo lodo, incluido el elogio, Conslalo, por lanío, en la galería poética de M Bou-I
delaiie, la presencia de algunos cuadros parisienses (yo hubiera preferido aguafuertes como lélfl
mino más juslo y característico] de una gran fuerza y uno precisión singu or.» Alcide Dusolura
Nuestra gente de letras, Potó. 1864, pp. 1I2-J13 (Mefyon), (j 42, l|
O tro ju ic io de D u so lie r (p. 114): «¿Se puede decir; he aquí un poeta? Sí, si un
retórico fuera un orador», La leyenda sobre la «elación entre el verso y la prosa
en B audelaire se retrotrae a D usolier. - ¡Shock! |J 42, (>l
Palabras finales: «Si tuviera que deíinir con una sola palabra lo que M. Boudelaire es por nali>|
raleza y lo que él querría persuadirnos que es, lo llomarío de buena gana: un Boileau histérico,!
6 de moyo de 1863* Alcide Dusolier, Nuestro gente de íefros, Paris. 1864, p 119
Ü 42. 71
Horóscopo de Baudelaire, realizado para Raynaud por Paul I’Iambart: «El enigma
psicológico de Baudelaire reside casi por completo en la alianza entre dos cosas qué
normalmente no están hechas en absoluto para unirse: un gran soplo de Inspiración y
un pesimismo desbordante». Ernest Raynaud, Ch,
Baudelaire, París, 1922, p. 54, til
antinom ia psicológica de Baudelaire en su form ulación más ajada. [] 42, h|
«gCabp decir que se debe comparar a Baudelaire con Dante, como lia hecho M. de Reynold,
siguiendo la vía marcada poi M Ernest Raynaud? Si se Iroto del genio poético, la admiración '
no podrio llegar hasia ahí. Sí se trato de la tendencia filosófico, habrá que señalar que Dante ,
introduce en su obra ideas ya modenos, muy por delante de su época, como lameríais ho mos- |
Irado muy bien, mientras que Baudelaire.- expresa el espíritu íntegro de la Edad Media y sol
encuentra por lanío aleonado con respecto a su liempo. Si vamos al londo de las cosas, lejos de
continuar a Dante, Baudelaire se oleja completamente de él.» Paul Sounday: Gonzague de Rey
nold, Charles Baudelaire [le Temps, 21 de abril de 1921; Los libros) [J 42 a, 11
«Las nuevas ediciones de Las flores del mal se anuncian o comienzan o aparecer. Hasta ahora
en el mercado sólo había dos, una a seis francos y otra a cuatro francos cincuenta. Aquí ya hay
uno a veinte céntimos». Paul Souday, El cincuentenario de Baudelaire (íe Temps, 4 de junio de
1917). U 42 a. 21
Según Souday—en la resena de las cartas de Baudelaire (Le Temps. 17 de agosto de 1917)-
Baudelaire ganó en 25 años 15.000 francos. [J 42 a, 31
Tesis ele Paul Desjardins: «Baudelaire no tiene inspiración creadora, lo que equivale o decir
que sólo tiene sensaciones y en absoluto Ideas». Paul Desjardins, «Charles Baudelaire» [Revue
bleue, París, 188^ p. 22). U 42 a, 51
•Baudelaire no se representa los objetos de una manera viva; está más preocupado de hundir
la imagen en el recuerdo qoe deadornarla y pintarla * Pu j IDesjardins. «Charles Baudelaire»
(fiewe bleue. Parts, 1887, p. 23). 0 42 a, 6)
«la verdadero civilización no está... en las mesas de espiritismo.* - Alusión a Hugo. (J 43, 21
«Qué dirósesfo tarde . * citado como poema de un «poeta en e! que uno aptitud decidida paro
las especulaciones más arduas no exduía uno poesto sólida, cálido, brillante, esencia'meníe ori
ginal y humana». Chatles Barbara, rassessinal du Pont Rouge [fí asesínalo del Poní Rouge], París,
1859, p. 79 (El soneto, pp. 82-83). Ü 43, 31
Barrés; «En él el merior vocablo traiciona el esfuerzo mediante el cual llegó tan alto». Cit. en
Gide, «B(audelalre) et M. Faguet» [«Baudelaire y M, Faguel»), N(ouvelle) R(evue) Flanearse),
1 de noviembre de 1920, p. 513. (J 43, 4]
«Una frase de Bnineliére nos ayudará... más '.L e folla movimiento, imagnadón.' Concedamos que
le falta mcMrr.enlo e imogiración... Entonces, y puesto que (as fiores del mol están en lodo coso ahí, es
lidio preguntarse si es esencialmente la Imaginación la que hace al poeta; o, puesta que a M M
Faguet y 3runet:ére no les gusta llamar poesía sino a cierto oratorio versificada, si no es correcta coIm
bror en Baudelaire algo distinto y superior a un poeta: el primer artista de la poesía» André Gid#,l
«B. y M. Faguet», Nouvefle Revue Francaise II, 1 de noviembre) de 1910, pp 513-514 En reladrtfH
con esto (p. 517), Gide cita las palabras de Baudelaire: <lo imagnooón. esa reina de las facultos
des», admitiendo que el poeta no era consciente de este hecho. U 43, 5 ll
•Lo aparente impropiedad de los términos que tanto irritará o algunos añicos, esa sabia impr»
cisión que ya Rocine uti.izó magistralmente. ese espociamiento, ese lapso entre la imagen y la J
idea, entre la palabra y lo cosa, es precisamente el lugar que podrá venir o hobrtar 1o emoción)
poética » A Gide, «B- y M. Faguet», Nouvelle Revue Froncoise II, 1 de noviembre de 1910,1
p. 512. ^ IJ 43, 61
■la permanenco sólo la tienen asegurada oquellos escritores capaces de olrecer a los suceiM
vas generaciones alimentos renovados, pues coda generación trae un hambre diferente *1
A. Gide, «B. y M. Foguet», Nouvelle Revue Fronfcise II, I de noviembre de 1910, p, 503.
Ü 43, 7|
arte inmovilizar sus poemas, desarrollarlos en profundidad?». Gide, «B. y M. Faguet», NoweNcr
flevue Frangaise II, 1 de nov. de 1910, pp, 507-508. IJ 43, H|
Sobre «esos conciertos^,, algo de heroísmo enel corazón del hombre de c udod»observa i
Proust |(«A propos de Boudetoire» [«A propósito de Baudelaire»], Nouvelle Revue Froncoise,!
I de junio de 1921), p. 646)(:) «Potece imposible ir mós allá». (J 43 a, 3)
«No he tenido tiempo de hablar del papel de las ciudades antiguas en Baudelaire ni del color escar
lata que éstas introducen aquí y allá en su obra.» Marcel Prousl, «A propósito de Baudelaire», Nou’
vetle Revue franjarse, 1 de ¡unta de 1921, p. 656 (VIH). U 43 a, 41
Del final de «Andrómaco», tanto como del «Vioje», opina Proust que resulta anodino. Le
molesta la extrema simplicidad de estos desenlaces. (J 43 a, 51
«Fue el primero..., en mostrar a la mu|er en su alcoba, en medio no sólo de sus joyas y perfumes,
sino de sus pinturas, bajo su ropa interior, y enfundado en sus vestidos, meneando e/ festón y el
dobladillo. La... comporo o los animóles, al elefante, ol mono, o la serpiente.»John Charpenlier,
«La poésie brilannique el B(aude'aire)* [«la poesía británica y Baudelaire»] (Mercare de fronce,
l de mayo de 1921, CXLVII, p. 673<|>. U 43 a, 71
Sobre la alegoría: «Su mayor gloria, escribió Théop'nile Gaulier (Prefacio a la edición de 18631,
'será haber introducido entre ‘as posibilidades del estilo series de cosas, de sensaciones y de
electos ¡nnombrados por Adán el gran nomendcdor'. Él da nombre., o las esperanzas y
deseos, c las curiosidades y o los miedos que bullen en las tinieblas del mundo interior». John
Cborpentlef, «La poesía británica y Baudelaire», 1 de mayo de 1921, Mercure de írance, CXLVII,
p. 674. (J 43 a, 81
Sobre «Lo irremediable», cita Crépert |Las flores del mol, París, ed. Jacques Crépel, 19311,
p 449, el siguiente pasaje de las veladas de Son Peíersburgo: *Ese río que sólo se pasa una
vez; ese tonel de las Danaides siempre lleno y siempre vacio; ese hígado de Tido siempre rege
nerándose bajo el pico del builre que lo devora siempre.,, son otros laníos jeroglíficos que
hablan por sí solos, sobre los que es imposible llamarse a engaño». [J 43 a, 10]
Caria a Calonne, el editor tic la Revue conlemporaine, el 11de febrero de 1859: «La Danza
Macabra no es una persona, es una alegoría. Me parece que no hace falta subrayarlo, pues
se trata de alegoría archisablda». Los flores del mol, ed. Crépel, París, 1931, p. 459.
(.1 44, 1]
Sobre «El amor de la mentira» De una carta a Alphonse de Calonne: «lo palabra real le facili
tará al lector la comprensión de eslo metáfora que hace del recuerdo una corono de lotres, como
las que hacen inclinar la Irenle de los diosos de la roodurez. de la fecundidad y de la sabidund».
Los llores del mal, ed, Jacques Crópet, Paris, 1931, p. 461 fj 44, 2]
Proust sobre «El balcón»: «Muchos versos de «El balcón» de Baudelaire dan también esa impre
sión de misterio» [p. 644). Esto en contraposición a H ugo: «Victor Hugo siempre hace maravi-
liosamente b que hoy que hacer... Pero... la fabricación -la fabricación misma de lo impalpo,
ble- es visible» Marcel Proust. «A propósito de Baudela re». Nouvelle Revue I 'oncoise XVI,
11921). París, (op. 643-644). y 44, 4|
Sobre los poemas dentro ele un ciclo: -El mondo de Bcideloire es jn exüarto corte del tiempo
en el que sólo aparecen escasos días memorables; lo que explica 'os frecuentes exp-esones del
tipo: 'Si alguna lade", etc.» M. Proust, «A propósito d(e) B(audelaire)», Nouve/le Revue Fran
faise XVI, 1 de junio de 1921, p. 652. (J 44, 5|
«Por lo que respecto al mobiliario baudelalreiano... que sirva para dar una lecdórt.a las damas
elegantes de nuestros últimos veinte años... Que ante la pretendida pureza de estilo que ellui
tanto se han esforzado en conseguir, piensen que se ha podido ser el más grande y el mái
artista de bs escritores sólo pintando camas con "corlinas" corredizas («Piezas condenadas»!,
vestíbulos semejantes a invernaderos («Una márlii»), camas impregnadas de tenues olores, diva
nes profundos como tumbas, estantes con flores, lámparas qje no ardían duronte mucho tiempo
(«Piezas condenadas»), de suerte que yo sób iluminaba el fuego de carbón Mundo baudelai
reiano que un sopb perfumado de olla moi viene por momentos a humedecer y cautivar g'o
ctos o esos pórticos., ‘abiertos a cielos desconocidos" ►La muerte») o 'que bs sotes marino»
teñían de mil reflejos* |«La vida anterior»).» M Proust,«A propósito deBaudelaire», Noi/vello
Revue Francarse XVI. 1 de junio de 1921. p. 652. [J44 a, 1)
Sobre las «Piezas condenadas» «Se sitúan entre bs más notables del libro, como esos oíos alti
vas de cristal que se elevon majestuosas tros las lardes de tempestad y que con sus cimas inter
caladas ensanchan el Inmenso cuadro del mar». Proust, loe di., p. 655, [J 44 a, 21
«¿Cómo pudo interesarse lan especialmente por las lesbianas..,? Cuando Vlgny, irritado con
tra la mujer, la explica medíante bs misterios de la lactancia.., por su psicología (“Ese com
pañero del que el coiazón nunca es'á seguio"|, se comprende que en su amor decepcionado
y celoso haya escrito "la Mujer lendrá Gomorra y el Hombre lendrá Sodoma' Pero al menos
los sitúo lejos al uno del olro como enemigos irreconciliables-. No ocurre en absoluto lo
mismo con Baudelaire.. Parece que esa 'unión' entre Sodoma y Gomorra que en bs últimos
portes de mi obra., confié o un necio, Charles More! (por lo demás son bs nedos a quienes
normalmente se bs asigna ese popel). Baudelaire se b haya "aplicado" a si mismo de una
manera absolutamente privilegiada. (Qué interesante habría sido saber por qué Baudelaire
había elegido ese papel y cómo lo había desempeñado! Lo que es compiensible en Charles
Morel sigue siendo profundamente misterioso en el autor de Las flores dei mal» Marcel Prousl,
«A propósito de Baudelaire», Nouveífe Revue Francoise XVI. 1 de junio de 1921. pp. 655-656.
tí 44 a, 31
Louis Ménard -que habla publicado bajo el pseudónimo de Louis ele Senneville el Pm-
inéthée détivré- en el número de septiembre de 1857 de la Revuephiíosnpbique et relt-
Htense (cit, en tas flores del mo!, París, ed. Crépet, 1930, pp. 362-363): «Por mucho que hable
sin cesar de los piojos y de bs escorpiones que tiene en el alma y que se presente como pto-
lolipo de todos bs vicios, es fácil ver que su mayor defecto es su imaginación demasiado
libertina, defecto demasiado comúr entre los eruditos que han pasado su juventud en sole
dad .. Bosta con que en're en la vida corriente, y sabrá darle esa lorma, que él posee en tal
alto grado, a algunos creaciones vivas y saludables. Será padre de familia y publicará libros
que podrá hacer leer a sjs hijos. Hasta ahí seguirá siendo un estudiante de instituto de 1828
que ha experimentado lo que Geoffroy Saint-Hiloire llama una parada del desarrollo».
Ü 45, 11
De la requisitoria de M. Pinard: «¡Dirá usted que pinto el mal con sus éxtasis, pero también
con sus miserias y sus vergüenzosi De acuerdo; pero todos esos numerosos Sectores paro los
que usted escribe, pues sus tiradas son de varios miles de ejemplares y vende a bajo precio,
esos múltiples lectores de toda clase, de toda edad, de toda condición, ¿tomarán el antídoto
del que usted habla con tonta complacencia?». Cil. eri Las llores del mal, París, ed. Crépet,
1930, p. 334. U 45, 2]
En 1850 Asselineau vio que Baudelaire tenía un ejemplar de sus poemas escrito por un
calígrafo en dos tomos en cuarto encuadernados en oro. (J 45, 4)
Dice Crépet (Las flores deí mal, ed. Crépet, p 300| que en 1846 varios amigos suyos se
sabían de memoria los poemas de Baudelaire. Por entonces sólo se habían publicado tres.
D45, 51
Moyo de 1852: «Los limbos, poesías íntimos de Georges Duronl, recopiladas y publicodas por
su amigo Th. Véron». (J 45, 6 ]
Reseña de Los limbos en el n ° 2 del Echo des marcharais de vin: «Los limbos, poesías de Char
les Baudelaire. El libro aparecerá en París y Leipzig el M de febrero de 1849» (J 45, 7]
I>e Reynold lleva a cabo un paralelismo esquemático entre el siglo xv y el x k como i-|ui I
cas de decadencia, donde reinan un extremo realismo y un extremo idealismo, junto u'utll
la inquietud, el pesimismo y el egoísmo. (J 45 a, 'I
20, 17e amoresoltíudinis etsitentii: *Quidpotes alibi tridere, quod hic non
Imitatio Christi l,
vides? Hcce caelum et tema et omnia elementa: t m m ex ístis omnia suntfacta*'. [J 45 it, ul
Mallormé: en otro tiempo al margen de un libro de Baudelaire: «¿Ese torrante de lógrimos lltirnl 1
nadas por el fuego de bengala del artificiero Satán que se mueve detrás?» Stéphane MallarfliA,
üivagations [Divagaciones], París, 1897; p. 60. U 45 a, 7|
4 de diciembre de 1847{:) «A partir del día de año nuevo voy a empezar un nuevo oficio ,1
la Novelo. Huelgo que le demuestre aquí lo gravedod. la belleza y el lado infinito de tal cut<>•
Ch(orles) B(audelaire), letlres á sa mere |Car tas a su madre], Paris, 1932, p. 26-
• Ü 45 a, 8 |
8 de diciembre de 1848: «Oirá razón por la que sería feliz si pudiera satisfacer mi demanda,I
es que temo seriamente un movimiento insurreccional, y no hay nado más deplorable que ca«i
cer absolulamen'e de dinero en esos momentos». Ch B., Cortas o su madre, París, 1932, p 33 I
U 45 a, 91
«Desde el final del Segundo Imperio hasta nuestras días, el movimiento filosófico y la eclosión!
de (.as llores del mal son concordantes. Eso es lo que explico el singular deslino de una obm
cuyas partes esenciales s:guen estando rodeadas de sombra, aunque día a día se van viendo
mejor » Alfred Capus, le Gau/ois [f/ga/o], 1921, cil en f/eurs du Mol
|Las //ores de/ ma/j, Partí,
ed. Crépet, 1931, p 50. Ü 46, II
En una carta a su madre, Baudelaire señala como refugio para su trabajo, además del Calé,
el Gabinete de lectura. (J 46, 41
‘ -¿Qué otra cosa puedes ver que no veas aquí? Pues he aquí el ciclo y la tierra y todos Iiiíi
elementos: de ellos se lian hecho todas las casas*, [.-V del T_]
4 de diciembre de 1854(:) «¿Tengo que resignarme a acostarme y o permanecer en la coma
por lolta de ropa?». Canes a su medre. Paris, 1932, p. 74 (en la p. 101 pide prestados pañue
los). (J 46, 51
El 20 de diciembre de 1855 Baudelaire sopesa la idea de pedir una subvención: «Mi nom
bre no opareceró nunca en los innobles papeles de un gobierno». Carlos o su ir,adre, p. 83
(J46.6J
En la carta del 9 de julio de 1857, pasaje problemático sobre tos llores del mal: «Por lo
demás, espantado yo mismo del horror que iba a irspirar, suprimí una tercero parte en las prue
bas», Carlas a su madre, p. 110. [) 46, 7]
El spleen de París parece haber tenido provisionalmente, en 1857 (cfr. p. 111 caita del 9 de
julio de 1857) el título de Poemos nocturnos. [J 46, 8 ]
6 de moyo de 1861 (:) *'|0ios mío!*, dirás Deseo creer con lodo mi corazón (|y cuán sincera
mente nadie puede saberlo más que yo!) que un ser exterior e invisible se interesa por mi des
tino; pero ¿cómo hacer para creerlo?». Carlos o su madre, p. 173 (J 46, 10]
6 de mayo de 1861 (:) «Tengo cuarenta artos y no puedo pensar en el colegio más que con
dolor, ol igual que no puedo olvidar el temor que mi padrastro me inspiraba». Cortas a su madre,
París. 1932, p. 176. U 46 a, 11
El 10 de julio de 1861 sobre la proyectada edición de lujo: «¿Qué madre regalaría a sus hijos
Las flores del mal? E Incluso ¿qué padre?». Corlas a su madre, p, 186. (J 46 a, 2)
Sus ojos están exhaustos por el trabajo en el Louvre: «Dos sangrientas bolas de loten'a». Cor
tas a su madre, p. 191. (J 46 a, 3]
Sobre los miserables, 11 de agosto de 1862: «Esle libio es inmundo y estúpido. A este respecto,
he probado que poseo el arle de rrentir» Carlos a su madre, p. 212. (J 46 a, 4|
3 de junio de 1863() H a b la de París, «en donde me aburro desde hoce algunos meses, como
nadie en el mundo se ha aburrido nunca». Cartas a su madre, p. 218 (J 46 a, 5)
Final de «El crepúsculo de o tarde»: la musa misma, que se separa del poeta para susurrarse
a solas las palabras de la inspiración. U 46 a, 6 ]
Baudelaire proyectó una Refutación del Prefacio de la vida de César de Napoleón III.
[I 46 a, 7]
23 de diciembre de I8Ó5{:} «Si alguna vez pudiera recuperar el vigor y la energía de los q u ll
disfruté un día, descargaría mi cólera medianle libros espantosos. Querría poner a toda la razo
humana contro mí. En ello veo un disfrute que me consolaría de todo». Carlas a su madre,
p. 278, [J 46 a, 10|
*A medida que el hombre avanza en la vida,... lo que se ha convenido en llamar belleza pierde
mucha de su importancia... Desde ese momento la belleza ya no será más que la promesa do
la Ielicidad.,, La belleza será la forma que garantice el máximo de bondad, de fidelidad al jura
mento, de lealtad en lo ejecución del contrato, de sutileza en la comprensión de relacione;. • 1
p. 424. Y más adelante, en relación con «La escuela pagana», de la que esta observación
es una nota: «¿Qué medios podía utilizar eficazmente para persuadir a un ¡oven atolondrad'
de que la irresistible simpatía que yo siento por las mujeres mayores, esos seres que tanto luttl
sufrido a causa de sus aman'es, de sus maridos, de sus hijos, y también debido a sus propios erro
res, no está mezclada con ningún apetito sexuala». Ch. B., Obras completas, II, ed. Le Danta,
pp. 424-425. (J 47, II
«Desde hace algún tiempo... me parece que tengo un mal sueña, que ruedo a través del vado
y que una masa de ídolos de madera, de hierro, de oro y de plata caen conmigo, me persiguen)
en mi caída, me go.'pean y me destrozan la cabeza y los ríñones.» Ch, B., Obras completas. II,
pp. 420-421 («La escuela pagona»); cfr, la anécdota de Baudelaire y el ídolo mexicano,
[J 47, 2\
Hacia el final del Segundo Imperio, cuando el régimen disminuye su ptv
sión, la teoría de el arte por el arte pierde prestigio. IJ 47, '>1
«El fin del mundo» pertenece a los Poemas en prosa proyectados y no escritos. Podría alu
dir a su temática el siguiente pasaje de los Coheles, XXII: «El mundo se va a acobar, t.a única
razón por la que podría durar es que existe. Pero qué débil es esta razón, comparada con
cuantas anuncian lo contrario, especialmente con ésta: ¿para qué habría de seguir existiendo
el mundo bajo ei cielo? Pues, suponiendo que continuara existiendo materialmente, ¿seria ésta
una existencia digna de tal nomb;e y del Diccionario histórico?... En cuanto o mí, que a veces
siento en mi persona el ridículo del profeta, sé que nunca encontraré en él la caridad de un
médico. Perdido en este mundo vil, avasallado por las masas, soy como un hombre cansado
cuya mirada sólo ve hacía atrás, en los años profundos, desengaño y amargura, y hacia
delante, uno tormenta en la que nado nuevo hay contenido... Creo que he ido a la deriva... Sin
embargo, dejaré estas páginas, porque quiero fechar mi colero». Ch B., Obras, II, pp. 639,
641-642, Para la última palabra, el manuscrito ofrece la variante «tristeza». (J 47 a, 2]
«En suma, ante lo historia y ante el pueblo francés, la gran gloria de Napoleón III habrá sido
demostrar que el primero que llega puede, apoderándose del telégrafo y de la Imprenta nacio
nal, gobernor una gran nación, Son imbéciles aquellos que creen que semejantes cosas pueden
ocurrir sin el permiso del pueblo.» Ch. B., Obras, II, p. 655 |/W corazón al desnudo, XLIV).
[J 48, 11
«La verdad, con ser múltiple, no es doble.» Ch. B., Obras, II, p, 63; Sa/ón de ¡846, A los bur
gueses. ÍJ 48, 31
«La alegoría es uno de los géneros más bellos del arte.» Ch, B., Obras, II, p. 30. Safón de 1845.
U 48, 41
«la voluntad tiene que ser una facultad hermosa y siempre Fructífera para que baste para dar
carácter., a obras... de segundo orden... El espectador disfruta del esfuerzo y el ojo bebe el
sudor.» Ch. B.. Obras. II. Solón de 1845. (p. 26). IJ 48, 51
«la ¡dea del progreso Ese fanal oscuro, invención de! filosofismo actual, patentado sin la garan
tió de la naturaleza o de b Divinidad, ese farol moderno arroja ün eblas sobre lodos los objeto»
del conocimiento; la libertad se desvanece, el castigo desaparece.» Ch. B.. Obras. II, p. 148.
Exposición universo! de 1855. (j 48, 6 ]
«Lo estupidez es a menudo ademo de la belleza, es ella lo que da a bs ojos esa limpidez apa
gado de los estanques oscuros y esa calma aceitosa de bs trates tropiccles.» Ch B , Obras, II,
p. 622 (Selección de máximos consolodoros sobre el omor|. (J 48, 7|
«Regla sumaria y general: en el amor, cuidado con la luna y bs estrellas, cuidado con lo Venus
de Milo.» Ch. B., Obras, II, p. 624 (Se/ección de máximas consoladoras sobre el amor}.
U 48, 8|
Sobre la alegoría: «¿Qué esperáis del cieb o de la necedad del público? ¿Lina fortuna sufi
ciente pora levantar en vuestras buhardillas altores a Priapo y a Baco?.. Comprendo el furor de
los iconodastas y de los musulmanes contra bs imágenes Apruebo todos los remordimientos de
San Agustín sobre el placer demasiado grande para bs ojos>. Ch B., Obras. II. pp 422 y 423
(«la escuela pagana»). (J 48 a, 1]
Si los poemas de Los despojos, según la grandiosa imagen de Proust, son las
crestas de espuma en el mar de la poesía baudelaireiana, los de los Cuadros
parisienses son su puerto de abrigo. En concreto, apenas se encuentra en
estos poemas alguna resonancia de los disturbios revolucionarios que se
abatieron sobre París. Recuerdan en esto a la poesía de Heytn cuarenta años
más tarde, para quien los hechos correspondientes han pasado a la con
ciencia, y La Marsellesa, por consiguiente, ha pasado a estar bajo tierra; los
últimos dos tercetos del soneto -Berlín III-, que describe la puesta de sol en
el Berlín invernal, dicen:
«Tumbas de pobres se alzan, piedra a piedra,
Mientras miran los muertos el ocaso
Desde dentro. Roja bebida añeja.
Los primeros poemas de Los flores del mal están dedicados en conjunto a la
figura del poeta. Ellos evidencian, precisamente en la medida en que el
poeta invoca un cargo y un cometido, que la sociedad ya no tiene ningún
cargo semejante que conferir. [I 49, 2]
Analizar la aparición del «yo» en los poemas de Baudelaire daría quizá como
resultado un(a) posible clasificación por grupos. En los cinco primeros poe
mas de Las flores del mal se encuentra únicamente una sola vez. Tampoco
luego son raros los poemas en los que falta el yo. Resulta más esencial -y
al mismo tiempo más adecuado- comprobar cómo en otros, p. ej. en «Rever
sibilidad» o en «Armonía de la tarde», se lo mantiene en segundo plano.
[1 49, 31
Interrumpir el curso del mu mío: ése fue el deseo más profundo de Baude
laire. El deseo de Josué. [No tanto el de los profetas, pues no pensaba en
Lina inversión.) De este deseo surgió su actividad violenta, su Impaciencia y
su cólera; de él surgieron también los intentos siempre renovados de herir
al mundo en el corazón lo de cantarle) hasta dormir(lo).] Por este deseo
acompañó a la muerte en sus trabajos, dándole su aliento. IT50, 2]
Sobre la «Armonio de lo laide» y otros poemas del ciclo Baudelaire observa en Poe «repeti
ciones del mismo verso o de varios vetsos, recurrencia obstinado de (rases que simulan las obse
siones cJe lo melancolía o de la idea fi¡a> Nuevos opuníes sobre Edgar Poe (Nuevos historias
extraordinarias, Paris, ( 1886). p. 22). ¡líetención! (.1 50, 31
«las viejecitas»: «Ojos... | Que relucen como esos hoyos en donde el agua duerme por la
noche». IJ 50, 9)
Idea del poeta en Jasepb Deforme. «La idea de asociarse con los seres elegidos
que conlan aquí abajo sus penas, y de gemir con armonía como ellos, le sonrió en
el fondo de su miseria y lo animó un poco». Vida,
poesías y pensamientos de Joseph
Delorme, I, París, 1863, p. 16. El libro lo encabeza una cita de Obermann; la
influencia que Obermann pudo haber tenido sobre Baudelaire queda bien
delimitada por esta circunstancia. IJ 51, í|
•El alejandrino... se parece bastante o un pa' de pinzas pequeñas, brillantes y doradas pero
recias y rigidas: no pueden hurgar en los recovecos. Nuestros versos modernos están un poco
cortados y articulados al modo de los insectos, pero, ol igual que ellos, tienen alas». Vida,
poesías y pensamientos de Josepfi Deforme, I, París, 1863, p. 161 (Pensamientos, IX).
(J 51 a, 1 ]
La sección VI de los Pensamientos de Joseph Delorme reúne una serie de ejemplos, inclu
yendo antecesores del alejandrino moderno por Rotrou y Chénier, Lamartine, Hugo y
Vigny; reconoce que es común a todos ellos: lo lleno, lo ancho y lo copioso. Modelo del
verso de Rotrou: «Yo mismo los he visto, [o loi cristianos]de rostro sereno, |Alzar cantos al
cielo en loras de bronce» (p. 154). (J 51 a, 2]
«La poesía de André Chénier... es, en cierto modo,el paisoje del queLamartine ho hecho el
cielo.» Pensamientos, VIII; Delorme, I, pp, 159-160. [1 51 a, 3)
Para Baudelaire, nada hay en su siglo que se acerque más a la tarea del anti
guo héroe, que darle forma a la modernidad. \JJ 51 a, 7]
15 de enero de 1866, sobre El spleen de París: *En (in. tengo la esperanzo de podei mostrar,
uno de estos días, o un nuevo joseph Deforme colgando su pensamiento rapsódico de cada
acódenle de su ffónerie». Charles) B(audelaire), Carlas, Pcrís. ¡915, p. 493. (J 52, 31
15 de enero de 18óó, :i Salnte-Beuve: «En deríos lugares de Joseph Deforme, encuentro dema
siados laúdes, liras, arpas y Jehovós. Eso desentona en los poemas parisinos. Per lo demás, usted
ha venido para destruir todo eso», Ch. B,, Cartas, Paris,1915, p. 495. |J 52, 4]
A propósito de l’inetli en Algunos caricotunsías extranjeros: *Me gustarla que se creora un neo
logismo, que se fabricara una palabra destinada a desacreditar esa especie de vulgaridad, o
vuigandod en el aspecto y en lo conducía que se vo introduciendo tonto en lo vido de los artis
tas como en sus obras» Ch. B., Obras. II, p. 211. 0 52, 6 ]
Contra el dicho -el genio se impone-, Ch. B., Obros. II, p 203 (Algunos coricoturislos ex/ron
jeras) (J 52 a, 21
Sobre Gavarni: «Como todos los hombres de letras, hombre de letras él mismo, está ligero-
mente teñido de corrupción». Ch. B„ Obras, II, p 199 (Algunos caricaturistas franceses).
U 52 a, 31
En el Clnhe del 15 de marzo de 1830. Duvergier de Hauranne dice a propósito de Las con
solaciones: «No es seguro que el Pausilipo inspirara a M. Sainte-Beuve tan bien como su bule
var d'Enfer». ((Cit, en Sainte-Beuve, Las consolaciones, París, 1863), p. 114.) [J 52 a, 5)
Crítica de Farey, un luchador de la revolución de julio caído poco después de redactar estas
líneas, al Joseph D elorm e y a la s consofoaones: «El libertinaje es poético cuando es un arrebato
del principio apasionado en nosotros, cuando es filosofía audaz, pero no cuando es só!o un extra
vio furtivo, una confesión vergonzosa Ese estado. le sienta.. mal al poeta, qje siempre debe
andoi sencillo y con la Irente alta, y o quien le son necesarios el entusiasmo o las amarguras pro
fundas de la pasión». Del manuscrito publicado por J. A Sainte-Beuve, Las consolaciones Pen
samientos de agosto, París, 1863, p, 125. 1} 52 a, 61
Las facultades del alma, tal como aparecen en Baudelaire, son «recordatorio»
de los hombres, de modo semejante a como las alegorías medievales son
recordatorio de los dioses. -Baudelaire, escribió una vez Claudel, se centra
en la única experiencia interior que aún le era dada al hombre del siglo die
cinueve, a saher, el arrepentimiento.* Esto es ver las cosas demasiado rosas
De entre las experiencias interiores, el arrepentimiento estaba tan muerto
como otras experiencias, antes canonizadas. El Remordimiento sólo es para
Baudelaire un recordatorio, como el Arrepentimiento, [a Virtud, la Esperanza e
incluso la Angustia, que fueron sorprendidas en el instante en que cedían su
puesto al lúgubre Desinterés. [| 53 , II
Si tenemos en cuenta hasta qué punto Baudelaire, como poeta, respetó sus
propias posiciones, sus propias intuiciones, sus propios tabúes, y con cuánta
exactitud, por otra parte, se hallaban delimitadas las tareas de su trabajo poé
tico, emerge en él un rasgo heroico. No hay tfti libro de poemas en el que
el poeta aparezca en cuanto tal más libre de vanidad, y a la vez con más
poderío, que en el de Baudelaire Aquí hay que encontrar uno de los moti
vos por los que tanto se le ha comparado con Dante. (J 53, 4J
l.a atro(c¡)dad en tucano: la bruja lesalia Ericto. Mutilación de los muertos ({Beüurn civíle),
V. 507-569), la mutilación de la cabeza de Pompeyo (VIII, 663-691). la Medusa (IX, 624-653).
U 53, 6]
La pasión por los barcos o por el juguete móvil quizá sólo sea en Baudelaire
una expresión más del mal concepto en que tenía el mundo de lo orgánico.
Resulta aquí evidente unainspiración sádica. (J 53 a, 2]
• iodos los descreídos de melodrama, los malditos, los condenados, los fatalmente morcados
con un rictus que les recorre toda la cara, forman parle de la ortodoxia pura de la risa... La risa
es .satánica y es, por lanío, profundamente humana.» Ch. B., Obras, II, p, 171 [De la esencia de
lo risa). U 53 a, 3]
Las vivencias vaciadas, privadas de su sustancia: «En fin, nosotros- | Nosotros, socerdoio
orgulloso de la Lira, | | |Hemos bebido sin sed y comido sin hambre!». «El examen de media
noche». Q 54, 71
Sobre la risa:
«los risos inquietantes que llenan eso cárcel
Orientan su razón hacio lo extraño y absurdo».
«Sobre El Tasso en lo córcelt
■Su risa no es la mueco
De Melmoth o de Melisto
Bajo la antorcha de Alecto
Que los quemo, pero que nos hiela.»
«Versos para e! retrato de M, Honoré Daumier», [J 54 a, 21
Sobre el fetiche:
«Sus ojos bruñidos están nechos de minerales fascinantes,
Y en esla naturaleza extraña y simbólica
Donde el ángel inviolado se mezclo con la antigua esfinge.
El deseo de dormir. «Odio la pasión y el ingenio me lastima.» «Soneto de otoño». '{J 55, MI
«Una rica cabellera | que le iguala en espesor, | Inoche sin eslrellas, noche oscuraI» «Las pro
mesas de un roslro». [J 5 5 , 151
«la escalera de vértigo donde se abisma su olmo» ¡«Sobre 0 Tasso en /o cárcel») 0 55, l 6 )
l-t alegoría de Baudelaire lleva la huella de la violenta actividad que fue pre
cisa para derribar la armónica fachada del mundo que le rodeaba. [F55 a, 3)
Baudelaire considera el mismo taller del arte [como lugar de confusión], (como)
la máquina de la destrucción(.) tal como lo presentan a menudo las alegorías. En
las notas que dejó para el prólogo a una proyectada tercera edición de ¡.as flo
res del mal, se dice: «¿Se le enseña al público—el mecanismo de los trucos emplea
dos?.. gLe revelamos lodos los harapos, los maquillajes, las poleas, los cadenas, los
arrepentimientos, las pruebas emborronadas, en definitiva, todos los horrores que com
ponen el santuario del arte?». Ch. B., Obras, I, p. 582. Q 56, 41
Baudelaire como mimo: «Casio como el papel, sobrio como el agua, devoto como una mucha
cha que hace la primera comunión, Inofensivo como una víctima, no me desagradaría sin
embargo pasar por disoluto, borracho, impío y asesino». Ch. B., Obras, I, p, 582 (Notas para
un prólogo a Los llores del mol.) IJ 56, 51
Sólo para la publicación de Las flores del mol y de los Pequeños poemas en prosa, Baude
laire recurrió a más de 25 revistas, sin contar los periódicos. (J 56, 61
Libro de los Pasajes, Apuntes y materiales
Portnenorizactón barroca del cuerpo femenino; «B bello navio». En contra, «Toda entera». [J 56, 71
Alegoría:
«Que es necedad fiar en oíros corazones;
Que lodo cruje, amores y belleza,
Hasta que el Olvido bs arrojo en su ceslo
¡Para devolverlos a lo Eternidad!»
en su «Confesión». ll 56, H)
Fetiche:
•|Maldito ser a quien, desde el abismo más profundo
Hasta el más alto cielo, tan sólo yo respondo!
<La muso venal» muestra hasta qué punto Baudelaire vio en ocasiones la
publicación poética como una prostitución. U 56 a, 31
Las flores decoran cada uno de los pasos de este calvario [el de la sexuali
dad masculina!. Son las flores del mal. (j 56 a, H|
Las flores del mal han sido el último libro de poemas con una repercusión a
nivel europeo, Antes que él, Ossian: el cancionero. (J 56 a, 91
la dialéctica de la producción de mercancías en el capitalismo avanzado: la
novedad del producto adquiere -en cuanto estimula la demanda- una
importancia desconocida hasta entonces. Al mismo tiempo resulta evidente,
en la producción en masa, 1o Sieinpre-otra vez-igual. [I 56 a, 101
Cuando el anhelo del hombre por una exisiencia más pura, más inocente y
más espiritual de la que le ha sido concedida lia buscado una prenda de ello
en la naturaleza, lia solido encontrarla en ciertas plantas o animales. No es
éste el caso de Baudelaire. En él, el sueño de una existencia semejante
rechaza la comunidad con toda naturaleza terrestre, y se entrega a las nubes.
Muchos poemas retoman motivos de nubes Ipor no hablar de la transfigura
ción de Paris en «El paisaje»]. La desacralización de las nubes es el más terri
ble («La Beatriz»), (J 57, 4]
Los lectores de Baudelaire son hombres. Ellos son los que le han dado la
fama. Él los rescató. (J 57, 9|
Las calles parisinas de Meryon son mataderos sobre los que allá a lo alto
pasan las nubes. tí 58, 2]
Baudelaire quería bacer sitio a sus poemas, y para ello tuvo que relegar
otros. Desvalorizó ciertas libertades poéticas de los románticos mediante el
empleo clásico de la rima, y lo mismo hizo con el alejandrino clasicista al
sembrar en él insuficiencias y puntos débiles. En suma, sus poemas conte
nían procedimientos específicos para relegar a los que competían con ellos.
Ü 58, 31
Podría decirse que en el Jláneur retorna el ocioso que Sócrates recogió del
mercado de Atenas como compañero de conversación. Sólo que ya no luí y
ningún Sócrates. Y también ha cesado el trabajo esclavista que le garantizal u
su ociosidad. (j 58 a, 5)
Quizá sea menos notable el que la poesía de Hugo recoja motivos espiritis
tas, que el que suela escribirla ante la mesa de los conjuros. Para el Hugo
de la emigración, el inabarcable mundo de los espíritus que se agolpan sus
tituye al público. ll 59, ,-t]
F.I interés originario por la alegoría no es lingüístico, sino óptico. «Las imáge
nes, mi grande, mi primitiva pasión.» [I 59, 41
Los prolijos teoremas con que, tanto los partidarios de entonces como los
historiadores de la literatura han pensado el arte por el arle, se reducen en
conjunto a una sola frase: la sensibilidad es el verdadero tema de la poesía.
La sensibilidad sufre por naturaleza. Si en el erotismo experimenta su mayor
concreción, su determinación más plena de contenido, en la Pasión encon
traría su absoluta plenitud, que coincidiría con su glorificación. Ella defini
ría el concepto de «Pasión estética-; el concepto de lo estético aparecería
aquí con el mismo significado que le otorgó la erotología de Kierkegaard,
U 59, 51
La poética de el aríe por el arte ingresa sin fisuras en la Pasión estética de Loj
flores del mal. U59, 61
El significado del artículo producido en masa está tan claro a los ojos de
Baudelaire como lo está para Balzac. Ése es el fundamento más sólido de su
•americanismo-, como dice Laforgue. Quiso crear un tópico. Lemaitre le con
firma que lo ha conseguido, (J 59 a, 1]
las í/ores del mal se pueden considerar un arsenal. Baudelaire escribió algu
nos de sus poemas para destruir otros, escritos antes que él. U 59 a, 31
El pasaje «en el que lodo, incluso el horror, termina teniendo encanto» difícilmente
se puede ejemplificar mejor que con la descripción de la muliitud que líat e
Poe. U 60, ¿|
Sobre el verso de «la sirvienta tan buena»: la frase «de quien celos tenias» no tiene
el tono que se podría esperar. La voz, por decirlo así, se retira de celos, li»
ello radica la caducidad de esta situación que hace ya mucho quedó atrás.
[} 6 0 , 31
Sobre Splevn I: en la palabra mortalidad la ciudad, con sus oficinas estadístl*
cas y sus registradores, queda insertada en el spleen como en un jeroglífico,
[i 60, •»]
Esas experiencias históricas que Baudelaire fue de ios primeros en hacer -no
en vano pertenece a la generación de Marx, cuya principal obra apareció en
el año de su muerle- sólo se han vuelto desde entonces más generales y per
sistentes. El capital tiene los rasgos que tenía en junio de 1848, sólo que desde
entonces los lia grabado más profundamente en los que dominan. Y las espe
ciales dificultades para asimilar la poesía de Baudelaire son el reverso de la
Facilidad para entregarse a ella. Para formularlo con la mayor brevedad: nada
ha envejecido aún en esta poesía. Eso determina el carácter de la mayoría de los
libros que se han ocupado de ella; son folletines ampliados. Ij 60 a. 1]
Baudelaire, sobre todo en los últimos tiempos y en vista del escaso éxito de
su obra, se puso cada vez más él mismo en venta. Se arrojó detrás de su
obra, confirmando con ello en su persona, hasta el fina!, lo que pensaba
sobre la inexorabilidad de la prostitución para el poeta. 1,160 a, 2]
Hay que admitir que la multitud, tal como aparece en Poe -con movimien
tos atropellados e intermitentes- está descrita con particular realismo. Su
descripción se hace acreedora de una verdad más alta. Estos movimientos
son menos los de la gente que va tras sus negocios, que los de las máqui
nas de las que ellos se sirven. Anticipándose mucho, Poe parece haber aña
dido su ritmo a sus gestos y a sus reacciones. En cualquier caso, el Jláneur
no comparte esta conducta. Más bien se desconecta; según esto, su sereni
dad no sería sino una protesta inconsciente contra el ritmo del proceso pro
ductivo. (Cfr. D 2 a, 1.) [J 60 a, 6]
La niebla aparece como consuelo del solitario. Llena el abismo que le rodea.
Ll 60 a, 71
El oculto significado del <Canlo de otoño i»: el otoño sólo se menciona en l.i
minúscula fiase «¡ya es otoño!» y el verso siguiente dice que para él no tiene
otro significado que el de un presentimiento de la muerte. No le aportó n in
gún fruto. [f 61,61
Sólo con la gran ciudad adquiere la prostitución uno de sus más poderosos
atractivos. Es el efecto que produce en la masa y mediante ésta. Sólo la masa
permite a la prostitución esparcirse por amplias zonas de la ciudad. Con
anterioridad, si no estaba restringida a algunas casas, lo estaba a algunas
calles. Sólo la masa permite al objeto sexual reflejarse en cientos de efectos
atractivos, que al mismo tiempo provoca. Además, la misma capacidad de
compra puede convertirse en un atractivo sexual; y este atractivo aumenta
allí donde con la pura oferta de mujeres queda subrayado su carácter mer
cantil. La revista posterior, exhibiendo a las girls en rigurosos vestidos uni
formados, introdujo expresamente el articulo de masas en la vida instintiva
del habitante de la gran ciudad, [J 61 a, 1|
l.:i tumba como la estancia secreta en la que Eros y Sexo dirimen su antigua
disputa. U 62, 41
La idea del eterno retorno hace del mismo acontecer histórico un artículo
producido en masa. Pero esta concepción, bien que desde otro punto de
vista -podría decirse: desde su reverso-, muestra la huella de las circuns
tancias económicas a las que debe su repentina actualidad. Surgió en el
momento en que, a consecuencia de una serie acelerada de crisis, disminuyó
mucho la seguridad de las condiciones de vi^a. La idea del eterno retorna
resultaba brillante debido a que ya no se podía contar incondicionalmente
con un retorno de las condiciones a corto plazo, tal como hacía posible la
eternidad. Las constelaciones cotidianas empezaron, muy lentamente, a serlo
menos. Su retorno fue algo cada vez más raro, y con ello pudo surgir la vaga
sensación de que habría que contentarse con constelaciones cósmicas. Kit
suma, la costumbre se las arregló para renunciar a algunos tle slis derechos,
Nietzsche dice: «Amo las costumbres efímeras», y ya Baudelaire había sitio
incapaz durante toda su vida de adquirir costumbres fijas. Las costumbres
son el armazón de la experiencia, las vivencias la destruyen. Ij 62 a, 21
Una sección de los DiapscUmata a d se tpsum se ocupa del tedio Acaba con la frase: *MI
alma es como el mar Muerto, que ningún pájaro puede sobrevolar; a mitad del vuelo lo
abisma en la ruina y en la perdición-, Soeren Kicrkegaard, E n tu v d e r-0 d e r\0 esto, o lo otnH,
1, Jena, 1911, p. 33; cfr.; «Soy un cementerio odiodc por lo limo», Spleen II (J 62 a, 31
Sobre el uso del término «estético- en Kierkegaard. Al contratar a una niñera también se
tiene en cuenta, según él, *un punto de vista estético: si sabe entretener a los niños-. Soe
ren Kierkegaard, O esto, o lo otro, I, Jena, 1911, p. 255 (-La rotación de cultivos-).
Ü 63, 11
El viaje de Blanqui: «Uno se aburre en e) campo, y viaja a la capital; uno se aburre en su
pal na, y viaja al extranjero: uno se harta de Europa, y viaja a América, etc., uno vive con
la loca esperanza de un viaje infinito de estrella en estrella-. Soeren Kjerkcgaarcl, O esto, o
lo otro. 1, jena. 1911. p. 260 (-La rotación de cultivos*). [J 63, 2]
El tedio -Su infinitud es la del vértigo que produce m iraren la infinita profundidad de un
abismo-. Soeren Kierkegaard, O esto, o lo otro, I. Jena, 1911. p. 260 (-La rotación de culti
vos*). Ij 63, 3]
Sobre el seccionamienlo del tiempo. -Ésta es... la formulación más adecuada de la existen
cia estética: se da en el momento. De ahí las enormes oscilaciones a las que está expuesta
la vida estética.» Kierkegaard, O esto, o lo otro, II, p, 196 ("El equilibrio de lo estético y de
Iti ético en la formación ele la personalidad-), [I 63, ó]
Sobre las danzas macabras: *Los artistas modernos desprecian demasiado esas magnificas ala
gorías de la Edad Media». Ch. B., Obras, II, p. 257 (SaJón de 1859). [J 63 a, 2|
»Por supuesto que Marx y Engeis ironizaron acerca de la fe absoluta e idealista en el pro
greso. (Engeis alaba en Fourier haber introducido también en la reflexión histórica el futun 1
hundimiento de la humanidad, al igual que Kantel del Sistema Solar). En este sentido, tam
bién se burla Engeis de “la chachara sobre la ilimitada capacidad de perfección humana,"*
Carta de (Hermann) Duncker a Grete Steffin, 18 de julio de 1938, |J 64, 2|
Hay que definir el concepto mítico de la tarea del poeta mediante el con
cepto profano de instrumento. - El gran poeta jamás se enfrenta a su obra
(como) un puro productor. (Es) también su consumidor. Desde 1Liego que no
la consume, a diferencia del público, como una atracción, sino como un ins
trumento. Este carácter instrumental representa un valor de uso que difícil
mente pasa a formar parte del valor de cambio. [J 64, 31
«Lo tierra entera, continuamente empapada de sangre, no es sino un inmenso altaren el que todo
lo que vive debe ser inmolado sin fin, sin medida, sin descanso, hasta la consumación de las
cosos, hasta la extinción dei mal, hasla la muerte de la muerte.» De Malstre, Las veladas, ed.
Hattier, p. ól [«Séptimo conversación: La guerra»), [J 64 a, 5]
«Pero gsaben ustedes, señores, de dónde viene esa profusión de doctrinas insólenles que juzgan
a Dios de cualquier monera y le piden cuenta de sus decretos? Proviene de esa falange nume
rosa llamado los científicos,
y que durante este slgio no hemos sabido poner en su lugar, que es
el segundo. En oiro tiempo había muy pocos científicos, y sólo un muy reducido número de este
reducido número era impío; hoy no se ven mós que científicos: es un oficio, es una muchedum
bre, es un pueblo; y entre ellos, la excepción, de por sí triste, se ho convertido en regla. Por todas
partes han usurpado una influencia sin llmlles: y sin embargo, si hay una cosa segura en el mundo
es, a mi entender, que no le corresponde a la ciencia conducir a los hombres. N ada de lo que
es necesario le está confiado: habría que haber perdido la cabeza para creer que Dios haya
encargado a las academias que nos enseñen lo que él es y lo que le debemos. Corresponde
a los prelados, a los nobles, a los altos mandatarios del Estado ser los depositarios y guardia
nes de las verdades inmutables, enseñar a las naciones lo que está mal y lo que está bien, así
como lo que es verdadero y lo que es falso en el orden moral y espiritual: los oíros no lienen
derecho a razonar sobre este tipo de asuntos. Tienen las ciencias naturales paro entretenerse:
¿de qué podrían quejarse?» De Maislre, Las veladas de San Pelersburgo, París, ed. Hattier,
p. 72 («Octava conversación»), ti 65, 1]
Sobre los procedimientos judiciales: «Bajo el imperio de la ley mohometana, la attoficod etn
liga, induso de muerte, al hombre al que juzga rrerecedor de lal coso en el mismo momento y
lugar en que es apresado, esas ejecuciones bruscas, que no carecen de ciegos odmirodorot'
son no obstante una más de bs numerosas pruebas del embrutecimiento y reprobación de estol
pueblos. Entre nosotros el orden es completamente otro: es necesario que el culpable sea arwv
todo; es necesario que sea acusado; es necesario que se defienda; y es necesario sobre todo
que piense en su conciencia y en sus asuntos; son necesarios algunos preparativos materiala#
para su suplicio; y es necesario, en fin, para no olvidar nada, algún tiempo para conducirlo al
lugar del castigo, que es lijo, El patíbulo es un aliar, y, por tanto, no puede ser colocado en un
sitio o en otro más que por la autoridad; y estos retrasos, respetables hasta en sus excesos, y quu
igualmente cuentan con ciegos detractores, no dejan de ser también una prueba de nuestro
supenoridad». De Maistre, Las veladas de Son Petersburgo, París, ed. Hattier, p. 78 («Décima
conversación») (J 65. 2|
La relación que esto tiene con lo nuevo quizá en ningún sitio quede mejor
explicada que en el fláneur. En la apariencia de una multitud agitada y ani
mada por sí misma, es donde el fláneur sacia su sed por lo nuevo, De
hecho, este colectivo no es en absoluto otra cosa que apariencia, Esta «mul
titud» en la que se deleita el jlán e u r es el molde donde setenta años más
tarde se fundirá el concepto nazi de -comunidad del pueblo- [Volksgemeín-
scbafi\. El fláneur, que se complace demasiado en su propia viveza de espí
ritu y en su carácter huraño, también se adelantó en esto a sus contempo
ráneos, pues fue la primera víctima de un espejismo que desde entonces ha
cegado a muchos millones. (J 66, 11
Con los nuevos procesos de fabricación, que llevan a toda clase de imita
ciones, la apariencia se arroja a la mercancía, (J 66, 41
Sobre El spleen de París: el hecho diverso es la levadura que eleva la masa ele
la gran ciudad en la fantasía de Baudelaire. [| 66 a, 31
Las fuertes fijaciones del olfato, como parece haber tenido Baudelaire,
podrían llevar al fetichismo. [167 a, 31
Quizá exista una relación muy estrecha entre la fantasía icónica de la alego
ría y la que en medio de la embriaguez del hachís se entrega a! pensamiento.
En esta última actúan diversos genios: uno es el de la gravedad melancólica,
otro el de la espiritualidad alada. (J 67 a, 61
«Una márlir> es muy sugerente por el lugar que ocupa, justo después de «la
destrucción». En esta mártir, la intención alegórica ha efectuado su lahor: está
despedazada. [J 67 a, 71
En «La muerte de los rimantes», ¡as correspondencias se tejen sin intervención alguna
de la intención alegórica. El suspiro y la sonrisa -como las formaciones nubosas
del rostro humano- confluyen en los tercetos. VilliAs de l’lsie-Adam vio aplicadas
en este poema -como le escribió a Baudelaire- sus teorías musicales. (J 67 a, 8)
«Lo destrucción» sobre el demonio: «Yo... siento cómo a b rosa mis pulmones | Y /os
llena de un deseo eterno y culpable» Los pulmones como sede de un deseo
constituyen la descripción más atrevida que se puede pensar de su insacia-
bilidad. Cfr. el «Río invisible» de la «Bendición». (J 68, 1]
Hay que comparar «El vino d{e los) troperc(s)» con «En ese cabriolé», de Sainte-Beuve ¡{Los
consolaciones), Parts, 1863, 11, p. 193);
«En este cobriolé de alquiler, me fijo
En el hombre que me llevo, que sólo es maquino,
Horrendo, con la borba cerrada y largos cabellos grasientos:
Vicio y vino y sueño cargan sus ojos ebrios,
gCómo puede el hombre degradarse así?, pensaba yo,
Mientras reculaba hacia e 1otro extremo del asiento».
Se pregnnt;i luego :¡ sí mismo si acaso su alma no está tan degradada como el alma del cochera
Baudelaire cita este poema en su carta a Sainte-Beuve del 15 de enero de 1866. [[ 68, 3
El trapero es la figura provocativa de la miseria humana, Es un proletario desha
rrapado en el doble sentido de vestirse con harapos y de ocuparse de ellos. «Es
un hombre encargado de recoger los restos de un día de la capital. Todo lo que la gran
ciudad ha rechazado, todo lo que ha perdido, todo cuanto ha despreciado, todo lo que
ha rolo en pedazos, él lo cataloga, lo colecciona. Compulsa los archivos del exceso, b
leonera de los desechos. Hace una dosificación, una selección inteligente; como el avaro
un tesoro, él recoge las porquerías que, rumiados oor b divinidad de la Industria, se con
vertirán en objetos de utilidad o de disfrute.» (Sobre el vino y el hachís, en Obras, I, pp.
249-250.) Baudelaire, como resulta evidente por esta descripción en prosa del
trapero, de 1851, se reconoce en él. El poema recoge otra afinidad, que califica
de inmediata, con e l poeta: «Se ve venir a un trapero, moviendo la cabeza, | trope
zando y chocándose con las paredes como un poeta. | y, sin preocuparse de los sopb
nes, sus súbditos, | desahoga todo su corazón en gloriosos proyectos». (J 68, 41
Muchas cosas inclinan a pensar que Baudelaire escribió «El vino d(e los) tra
peros» cuando reconoció ser un bello útil. (N o se puede decir nada más con
creto al respecto, dado que apareció por primera vez en la edición en libro
de Las flores del mal. —«El vino del asesino» se publicó p o r primera vez en 1848,
¡en el Echo des marchand de r it ii) El poema de los traperos desautoriza
enérgicamente las confesiones de reaccionarismo por parte de Baudelaire. La
bibliografía sobre el poeta ha pasado de puntillas por este poema. (J 68 a, 1]
Sobre «El vino d(e los) Irapero(s)»: «Estamos sin blanca, | Pierre, y hay que ir de juerga; | A mi
los lunes, como sabes. | Me gusta dar un garbeo por ahi i Sé dónde dan vino a seis perras,
| Aunque desde luego no es cerveza. | Vamos, para pasarlo bien | Subamos a la barreta»
H. Gourdon de Genouillac, tes relrains de la rué de 1830 ó 1870 [tos estribillos callejeros de
1830 o 1870], París, 1879, p. 56. [J 6 8 a, 31
En «El olma del vino» figura el hijo del proletario en las palabras «ese endeble
atleta de la vida» - una correspondencia infinitamente triste entiM odernidad
y Antigüedad. (J 68 a, 5]
Sobre el sección amiento del liempo: la oculta construcción de «El vino de los
amantes» consiste en que sólo con posterioridad se evidencia la situación de
que se trata: la embriaguez que los amantes deben al vino es una embria
guez matutina, «en el azul cristal de la muriana(»): éste es el séptimo verso del
poema de catorce versos. IJ 68 a, 6]
Es fácil suponer que en los amantes «suavemente mecidos en el ala | del torbe
llino inteligente» hay una reminiscencia a Fourier, «Los torbellinos», se dice en el
Díclionnaíre de sociologie pfia/anslérienne [Diccionario de sociología ¡alansle-
nona], Ports, 1911, p. 433. «de mundos planetarios tan regulares en su marcha, que
recorren cada minuto miles de millones de leguas, son pora nosotros el sello de lo
Théorie en concret ou posríive [Teo
justicia divina en movimiento material» (Fouriei,
ría en concreto o posifívo}, p. 320.} y 68 a, 7¡
La conciencia del paso vacío del tiempo y el taedium vitae son las dos pesas
que mantienen en funcionamiento el mecanismo de la melancolía. A este
respecto, se corresponde con precisión el último poema del ciclo Spleen e
ideal con el último del ciclo La muerte. [J 69, 51
[il poema «El reloj» llega especialmente lejos en el tratamiento alegórico. Alre
dedor de la hora, que ocupa un rango especial en la jerarquía de los emble
mas, se agrupan el placer, el ahora, el tiempo, el azar, la virtud y el arre
pentimiento. (Sobre s/lfide, cfr. el teatro frívolo en «Lo irreparable», y sobre
posada la posado en el mismo poema.) U69, 6)
El «cielo extraño y lívido» del «Horror simpático» es el de Meryon. 1.169, 7]
Colo
Sobre e l sección a miento del tiempo, especialm ente sobre «El reloj», cfr. el
quio entre Monos y U ro de Poe: «M e pareció que en el ceíebto me haba nacido
ese algo de lo que no se puede dar con palabras una idea, ni siquiera confusa, a
una inteligencia puramente humana. Permíteme que lo delina: vibración del péndulo
menta!. Era la personificación moral de la ¡dea humana abstracta del Tiempo... Es así
como medí !as irregularidades del péndulo de la chimenea y de los relojes de bs
personas presentes. Sus tic tac llenaban mis oídos con sus sonidos, las desviaciones
más ligeras de la medida justa... me afectaban exactamente como bs violaciones de
la verdad abstracta entre los vivos afectaban a mi sentido moral», (Edgar Alian Poe,
Nuevas historias extraordinarias, (París,
1886), pp. 336-337) Esta descripción no
es más que un único y gran eufemismo para el curso absolutamente vacío del
tiempo al que está entregado el hom bre en el spleen. (J 69 a, 1)
«... lan pronto como en el horizonte | sube la noche voluptuosa, | calmándob todo, induso
el hambre, | borrándolo todo, induso la vergüenza.» («El fin de b jornado»|; son los relám
pagos de los conflictos sociales en el cielo ntxtumo de la gran ciudad. [|69 a. 21
• . Ki, ornamento de rr»s roches, paeces | «ór,comente aumentar bs leguas | que separan mis bra
zos de bs inmensidades 02 ules.> («Aun as te ockxo» | Al respecto: «Y el rostro humano, que OvkÍkd
creyera hecho para refle|ar los astros, ya no habla (?l¡ más que uno expresión de ferocidad loca, o
se sosiega en una especie de muerte» (Obras, II, p. 628, Cohetes III.) U 69 a, 31
«Detrás d e 1decoiado
De le inmenso em ienda, en el más negro abismo,
Distingo claramente murdos singulares.»
(«la voz»J. Ésto son los M undos de La eternidad por los asiros, véase «El abismo*;
«Sólo veo infinito por todas las ventanas». |J 70, 3]
Si se compara «lo irremediable» con «Un día de lluvia» -que Mouquet atribuye
a Baudelaire-, resulta evidente que loque inspira a Baudelaire es estar abo
cado al abismo, y también se ve dónde se abre en realidad este abismo, El
Sena localiza «Un dio de lluvia» en París. Dice así: «Por entre una bruma cargada
de sutiles exhalaciones, | los hombres desvanecidos como oscuros reptiles | y, en
su ceguera, orgullosos de su fuerza, | lenta y trabajosamente se deslizan por el
suelo» (I, p. 212). En «Lo irremediable», esta imagen de las calles de Paris se ha
convertido en una de las visiones alegóricas del abismo, que el final del
poema designa com o «emblemas claros» «Un condenado desciende sin lámpara
| ol borde del precipicio. | donde acechan monstruos viscosos | cuyos grandes
ojos fosforescentes | hacen aún más negra la noche» (I, pp. 92-93). [J 70, 4]
Dd catálogo de emblemas que presenta el poema «Lo irrerredabte», Crépet cita un pasaje
de tas velados de Son Petettbvrgo: «Ese río que jólo se pefía uno vez, ese tonel de ios Doral-
des siempre lleno y siempre vacio; ese hígado de Ticio s'emcre regenerándose bajo el pico del
bu.lre que lo devora siempre, son otros tantos jeroglíficos que hablan por sí solos, sobre los que
es imposible llamarse a engaño». [J 70, 51
Del Proyecto de epílogo: «Tus mágicos empsdrodos erigidos en fortalezas, | tus humildes ora
dores, con énlosis borrocos, | predicando el amor, y tombién tus cloacos llenas de sangre, | pre
cipitándose er. el Infierno como Orinocos» (I, p. 229). |J 70 a, 11
Una mirada blanquista a la humanidad (y a la vez uno de los pocos versos de Bau
delaire que desarrollan un aspecto cósmico): «¡El Cielo!, negra tapadera de b gran mar
mita | Donde cuece b imperceptible y vasta Humanidad». («La tapadera».) (J 70 a, 31
«En estas tardes solemnes de celestes vendimias» («E¡ imprevisto»); una ascensión
del otoño a los cielos. [| 70 a, 51
«Obeles, que los amo, aumenta sus verdores»; en lu Ijella traducción de Brecht: "Cibe
les. que les ama, les ofrece más verdor-. Hay aquí implícita una transposición
de lo orgánico. (j 70 a, 6]
*|Oh, versos! Negros compañeros sin oído n¡ ojos»; hay ahí algo como la sim
patía hacia los que viven de prestado. [J 70 a, 8]
Comparación de loa ojos con escaparates iluminados: «Tus ojos, iluminados ol igual que esca
parates | y que las luminarias resplandecientes de lus fiestas públicas, | usan con inso'encia su
poder ficticio», [«En tu calleja harías entrar al universo»,) IJ 70 a, 9]
Sobre «La sirvienta tan buena»: en las primeras líneas, «que le daba ceios» no
tiene ese tono que cabría esperar. La voz, por decirlo así, se retira de celos.
Este reflujo de la voz es algo sumamente característico. (Observación de Pie
rre Leyris.) U 70 a>101
Si «El crepúsculo de la mañana» empieza con la diana en los patios de los cuar
teles, hay que recordar que, con Napoleón III, por motivos fáciles de adivi
nar, el interior de la ciudad estaba lleno de cuarteles. (J 71, 4]
Prousi sobre «vie len algún heroísmo en el corazón del hombre de ciudad»: «Parece imposible
ir más allá». U 71 a, 1]
«Y que, en eslas tardes de oro en las que uno se siente revivir»; el segundo hemis
tiquio se derrumba sobre sí mismo. Está en contradicción prosódica con lo
que dice. Es un procedimiento característico de Baudelaire. [| 71 a, 21
•Cuyo nombre sabe | el apuntador enterrado»; eso viene del mundo de Poe.
{Cfr. «Remordimientopostumo», «Ei muerto gozoso».^ (J 71 a, 31
El único pasaje de Las flores del mal que ofrece una contrapartida a la visión
que tiene Baudelaire de los niños, es la quinta estrofa del primer poema de
•Las viejecitas»: «Su mirada divina es de niña asombrada | que se fíe ante todo lo
que ve relucir». Para llegar a esta idea de la infancia, el poeta emprende el
camino más largo: elcamino que pasa por lavejez. [J 71 a, -ti
En la obra de Baudelaire, los poemas 99 y 100 de (.as flores del mal resultan
extraños y se encuentran aislados, como las grandes efigies de dioses de la
isla de Pascua. Se sabe que forman parte de las composiciones más antiguas
del libro; Baudelaire le insistió siempre a su madre en que se referían a ella,
sin darles ningún título, porque le repugnaba hacer pública esta clave íntima.
Lo distintivo de estos poemas es su carácter de idilio mortuorio. Ambos,
sobre todo el primero, respiran una paz como apenas se encuentra en Bau
delaire. Ambos presentan la imagen de la familia sin padre; pero el Liijo, lejos
de ocupar el puesto clel padre, Lo deja vacío. El sol lejano que declina en el
primer poema es símbolo del padre, cuya mirada -gran o¡o abierto en el cielo
curioso- distanciada y sin celos se detiene en la comida que comparten
madre e hijo. El segundo poema evoca la imagen de la familia sin padre, no
alrededor de una mesa, sino de una tumba. El aire cargado de la vida pre
ñada ele vida lia cedido aquí completamente a la fría brisa nocturna de la
muerte. 1.171 a, 51
«El cisne» tiene el movimiento de una cuna que oscila de un lado a otro entre la
Modernidad y la Antigüedad. En sus esbozos escribe Baudelaire: «Concebir un
boceto para una bufonada lírica o mágica, pora una pantomima Sumergirlo todo en
una atmósfera extraña y soñadora en b atmósfera de los grandes días. Que sea algo
arrulbdor» (Cohe/es, XXII], Estos días grandes son los días del retomo. IJ 72, 51
Sobre los demonios nocivos en la atmósfera: reaparecen en Georg Heym como -los
demonios de las ciudades-. Se han vuelto más poderosos, pero, debido a que renie
gan de su afinidad con la gente de negocios, lienen menor significado- (J 72,61
Marx sobre la Segunda República: -Pasiones sin verdad, verdades sin pasión, héroes sin
hechos heroicos, historia sin acontecimientos; desarrollo cuyo único motor parece el calón
dario, agotador por la continua repetición de las mismas tensiones y distensiones... Si algún
periodo de la historia está pintado en gris sobre gris, es éste». Karl Marx,
Derachtzehrilc
Brumaire des LouisBonaparte [El dieciocho Brumario de Luis Bonaparté, Viena/Berlín, ed
lijazanov, (1927), pp. 45-46. [J 72 a, 41
El otro extremo de la sensibilidad de Baudelaire halla también sus símbolos en el cielo, líl
cielo plomizo y sin nubes es la sensualidad encadenada por el fetiche, las formaciones
nubosas son la sensualidad espiritualizada. (J 72 a, 5|
Engels a Marx el 3 de diciembre de 1851: «Al menos p*r hoy, el asno es tan libre.,, como
el viejo la tarde del 18 Brumario, tan completamente desenvuelto, que no puede por
menos que ciárselas de asno en todos los aspectos. ¡Terrible perspectiva, la de la falta di'
oposición!-, Karl Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte Viena/Berlín, ed. Rjaza
nov, p. 9. [J 73 , 1]
■El 15 de mayo» Ide 1848] «no tuvo, como es sabido, otro resultado que alejar,., del escenario
público durante todo el ciclo a Blanqui y a sus compañeros, esto es, a los auténticos líderes
del partido proletario, a los comunistas revolucionarios». Marx, El dieciocho Brumario, ed, Rja
zanov, p. 28. [I 73, 3]
En las elecciones parciales revolucionarias, el 10 de marzo de 1850, París sólo eligió para
el Parlamento a candidatos socialdemócratas. Sin embargo, hallarían -en las elecciones par
ciales de abril, con la elección de Eugen Sue, su blando comentario sentimental». Marx, El
dieciocho Brumario, p. 68. (J 73, 6]
Sobre «El crepúsculo de la mañana», Marx denomina a Napoleón III «un hombre que no
decide de noche para actuar de día,sino que decide de día y actúa de noche*. Marx, El
dieciocho Brumarlo, ed, Rjazanov, p. 79, [J 73 a, 1]
Sobre «El crepúsculo de la mañana»: «Los rumores de golpe de Estado colman París. Durante
la noche, parece haber sido ocupado por las tropas, y la mañana traerá decretos». Cita de
la prensa diaria europea de septiembre y octubre de 1851. Marx, El dieciocho Brumarlo,
p. 105. ti 73 a, 2]
Marx llama a los líderes del proletariado parisino -los jefes de barricada". El dieciocho Bru-
mario de Luis Bonaparte, p, 113. U 73 a, 3]
Marx sobre las criaturas parásitas del Segundo Imperio: .para no equivocarse al contar los
años, cuentan por minutos». Marx, El dieciocho Brumario, p. 126. Ij 73 a, 61
Hn el capitulo XVIII del Salón de )846, Baudelaire habla de «el froc lúnebre y convulsionado
que lodos nosotros llevamos puesto* (p. !3ó); y dice antes sobre esta «librea uniforme de deso-
ladón(*}: «3 N 0 lienen esos pliegues geslculantes, que juegan como seipienles alrededot de una
carne mortificada, su gracia misteriosa?» (p Í34); Ch- B., Otras, II 0 74 a, 31
Nietzsche distingue trente a su -filosofía del mediodía- -la doctrina del eterno
retomo- las primeras fases de su pensamiento como filosofía del amanecer y de
la mañana. También él conoce el seccionamiento del tiempo y sus grandes par
ticiones. Está justificada la pregunta de si esta apercepción del tiempo fue un
elemento del Jugendstil. De ser así, quizá se entendería mejor que el Jugendstil
produjera con lbsen uno de los mayores técnicos del drama. II74 a, 51
Los versos de -Divino imhelo -No hay lejanía que te aparte, I ai vuelo viene
encantado- describen la experiencia del aura. La lejanía que, a ojos de la amada,
atrae a sí al amante, es el sueño de una naturaleza mejor. La decadencia del aura
y la atrofia -condicionada por la posición defensiva en la lucha de clases- de la
fantasía de una naturaleza me¡or, son una misma cosa. Con ello, la decadencia del
aura y la decadencia de la potencia sexual son al final una misma cosa. IJ 76, l]
La formulación de La eternidad por ios asiros: «Es lo nuevo siempre v¡e¡o, y lo vie¡o
siempre nuevo» corresponde punto por punto a la experiencia del spleen que
consignó Baudelaire. (J 76, 2]
Hay que com parar la form ulació n de La eternidad por los asiros: «El número de
nuestros sosias es infinito en el tiempo y en el espacio... Esos sosias son de carne y
hueso, incluso con pantalones y gobán, con miriñaque y con moño» con la de «Los
siete viejos»:
«Quien pretendo reírse porque yo me inquietara,
Y no se sienta preso de un temblor fraterna!.
Considere que, pese a tanta decrepitud,
¡Aquellos siete horribles monstruos parecían eternos!
Con lúgubre ironía muestra Blanqui lo que podría pasar con una «humani
dad mejor» en una naturaleza ínmejorada. (j 76, 51
lil «Cristo industrial» de Lam artine aflora de nuevo a fines de siglo. A sí en Ver-
haeren, con «La salida»:
«Y qué importan los males y las horas dementes
Y las cubas de vicio donde la ciudad fermenta
Sí algún día, del fondo de brumas y de velas,
Un nuevo Cristo en luz esculpido aparece
Q ue hacia sí a la humanidad ocerca
Y la bautiza con el fuego de nuevas estrellas».
Baudelaire no poseía este optimismo; eso constituyó la gran ventaja de su
presentación de París. (Cit. en Jules Destrée, -Der Zug nach der Stadt- l-E!
tren a la ciudad-], Die Neue Zeit XXI, 2 (1903), Stuttgart, (p. 571).{))
Ü 76, 61
Los andares a lirones del trapero no necesitan estar bajo la influencia del alco
hol: pues debe pararse a cada instante para examinar el desecho que arroja
(a) su capazo, 0 77, 41
•Me detengo, pues ya estoy cansado. Delante, eso parece, el camino baja, como un rayo,
dando vueltas, hacia el abismo; no quiero mirar,- Nietzsche(. Werke lObrad, edición en
octavo mayor y menor), Xlt. p. 223 (cil en Karl UJwith. Nietzscbes Pbilusopbie der ewigen
Wíederkunft des Gleichen \La filosofía rtetzscbeaiui de¡ eterno retomo de ¡o mismo]. Berlín.
1935, p. 33). U 77 a, 2]
La figura del poeta en «Bendición» es una figura de! JugendstiL El poeta apa
rece, por decirlo así, desnudo. Presenta la fisonomía de Joseph Deiarmei
Ü 77 a, 4]
Baudelaire menciona entre los «temas líricos propuestos por la Academia» «Ai;|ii
lia o la civilización conquistadora». Ch. B., Obras, II, p, 593 (Eí espíritu de M. Villr
moi'n). Desacralización de la lejanía. (j 78, l|
Sobre el abismo: «profundidad del espacio, alegoría de lo profundidad del tiempo». Ch. IV,
Obras, I, p. 306 (ios paraísos arfi/iciaíes, IV, «El hombre-dios»), U 78, .!|
Sobre «rotos por sus trabajos»: el trabajo industrial aparece en los sansimonia-
nos bajo la luz del acto sexual; la idea de la alegría en el trabajo está con
cebida a imagen del placer procreador. Dos decenios más tarde, la relación
se ha invertido: es el acto sexual el que queda bajo el signo de la falta de
alegría que asóla a los trabajadores industriales. (J 79, 5]
-Si el Partido Parlamentario del Orden... destruyó con su propia mano, en la lucha conlt.i
las demás clases sociales, las condiciones de su propio régimen, del régimen parlamenta*
rio, la masa extra paria mentaría de la burguesía, por contra.... tratando brutalmente a la pro
pía prensa, ¡e exigió a liona parte aniquilar a sus oradbres y escritores, a sus políticos y lile
ratos,... para que entonces, llenos de confianza, pudieran entregarse a sus negocios
privados trajo la protección de un gobierno fuerte e ilimitado.- Kari Marx, El dieciocho lira-
mano de litis Botuiptirte, Vierta/Berlín, ed. Rjazanov, {1927), p. 100. (J 79 a, ¿1
Sacar a luz los aspectos mecánicos del organismo es una persistente ten
dencia del sádico. Puede decirse que el sádico intenta imponer al organismo
humano la imagen de la máquina. Sade es hijo de una época que se deleitó
con los autómatas, Y el «hombre máquina» de Lamettrie demandó la guillo
tina. que hizo una prueba rudimentaria de sus verdades. La autoridad polí-
rico-esiatal de Baudelaire -De Maistre- e(s), en sus sangrientas Fantasías,
pariente cercano del Marqués de Sade. (J 80, 1]
Sobre el fet(i)chismo. -Es posible que en el símbolo de la piedra sólo quepa ver la figura
evidente de la tierra, en cuanto elemento Frío y sea). Pero es también concebible, y hasta
probable... que con la masa inerte se aluda a la noción propiamente teológica dei melan
cólico, presente en uno de los pecados mortales, Se trata de la acidia." (Walter Benjamín,)
Et origen del drama barroco alemán, (Berlín, 1928), p, 151, IJ 80 a, 2]
Sobre el suicidio como signo de la modernidad «No se puede dejar de condenar lo sull
cierne al cristianismo porhalier devaluado el i&lor de un... gran movimiento nihilista pttri
ficadcrr, que quizá estaba en marcha: .. manteniéndose siempre a distancia del becbo <M
nihilismo, del suicidio. Cit. en LSwith, La filosofía nietzscbeana, p. 108 ((XV, 325 y ¡86)>.
ÍJ 81, II
Sobre el abismo y sobre «Tengo miedo del sueño, como de un gran agu|ero» |«EI abismo)
Nietzsche: -¿Conocéis los temores del que se duerme? - Hasta los dedos de sus pies tiem
blan ante el hecho de que ceda el suelo y comience ei sueño-. (Nietzsche,) Zaratustra,
Leipzig, cd. Króner, p. 215. IJ 81, 2|
Comparación del rico Toisón con la «|Noche sin estrellas, Noche oscural», verso final de «las
promesas de un rostro». U 81, 31
Al igual que las masas le ocultan al fláneur la realidad, así al conspirador sus
conjurados. IJ 81, 5|
■Así, el pensemiento del poela, después de haber seguido caprichosos meandros, desemboca
en las amplias perspeciives del posodo o del luluro; pero estos cielos son demosíodo amplios
para estar siempre despeados, y la temperatura del clima demasiado caliente paro que no se
lormen tormentos. El paseonle, contemplando esas extensiones cubieflas de luto, siente cómo
suben a sus a|os las lágrimas de la histeria, fiyslerical feors.» Ch. B., II, p. 536 (Marceline Des-
borc/es-V'aímore). U 82, 1]
Sobre «El vino de los traperos*: la referencia a los soplones apunta a que el Ira-
pero sueña que regresa de la lucha de barricadas. LT82, 21
«Los criminales dan asco como los castrados.» Arthur Rimbaud, Obras, París, 1924, p. 258 (Uno
estancia en el infierno - M a la songre|. (J 82, 41
Inglaterra siguió siendo hasta bien en tra d o el siglo p asad o la alta escu ela del
co n o c im ien to social. D e allí se trajo Barbier el ciclo d e p o em as Lazare, y
G avarni la serie de Lo que se puede ver gratis en Londres, ju n to co n el T ilo
m as V ireloque, la figura del q u e se ha su m id o sin rem e d io en la m iseria.
IJ 82 a, 5]
«Tiene contra él... el titulo de tas llores del mal, que es un título falso, fastidiosamente anecdótico
y que particulariza en exceso lo universalidad de su vuelo.» Henry Eaíaille, Baucfeíai>e ( Comoe-
día, 7 de enero de ¡9211. 0 82 a, 7]
Respecto a «lo calle ensordecedora» y a formulaciones parecidas, no hay que
olvidar que en aquel tiempo el revestimiento de las calles era casi siempre
de adoquines, IJ 82 a, 8j
Misard en el prólogo a la prim era edición de Poetas latinos de la decadencia (1834): «Trato
de explicar qué exigencias... llevan al espíritu humano a ese singular estado de agotamiento en
el que las imaginaciones más ricas ya no pueden hacer más por la verdadera poesía, y sólo tie
nen fuerza para destruir con escándalo las lenguas... En fifi, me ocupo de los parecidos que se
dan entre la poesía de nuestro liempo y la del liempo de tucano... En un país en que la litera
tura gobierna o los espíritus, incluso la política... presta su... voz a todos los progresos... la crí
tica.,, es... un deber a la vez literario y moral». D. Nisard, Efudes de moeurs et de critique sur les
poéles íafins de Ja décadence [Estudios de costumbres y de crítica en los poetas (afinos de la
decadencia], I, París, 1849, pp, X y XIV. i j 83, 11
Nisard señala como signos de decadencia en Fedro «un uso rebuscado y continuo de lo
abstracto por lo concreto... Asi, en lugar de largo cuello, dice la longitud del cuello colit lon-
gitodo», D. Nisard, Fsfudios de costumbres y de crítica en (os poetas latinos de la decadencia,
I, París, 1849, p. 45. [183,3]
«No es en absoluto casualidad que el siglo que desde hoce mucho tiempo ha sido e) de
más intenso lenguaje poéfico, el siglo xíx. hayo sido el siglo de un progreso decisivo en las
ciencias.» Jean-Richafd Bloch, Langage dvhltté, (ongage poéftque [Lengua/e de utilidad,
lenguaje poéfico] (Encyc/opécfie froncaise, XVI, 16-50, 13). Indicar al respecto cómo las
fuerzas de la inspiración poética, que la ciencia apartó de las primeras posicio
nes, se vieron precisadas a irrumpir en el mundo de la mercancía. II84, 2]
Sobre la cuestión del desarrollo de la ciencia y del lenguaje poético, tratada por J.-R.
Bloch{,) «Invención» de Chénier:
«Todos las arlas se han unido: las ciencias humanas
N o pudieron de su imperio extender los dominios,
Sin agrandar a lo vez la cantera de los versos.
¡Cuánto Irobajo les cuesta lo conquista del universol
Una Obeles nuevo y den mundos diveisos.
Ante los ojos de nuestrosJcsones surgidos del seno de !os mores:
(Qué montón de cuadros, de sublimes imágenes.
Nace de estos grandes objetos que nuestros tiempos nos reservan!» IJ 84, 31
Sobre «Los siete viejos». Ya sólo el hecho de que este poema figure aislado en
la obra de Baudelaire hace que no sea tan improbable suponer que esconda
algún pasaje clave. Si hasta ahora ha pasado desapercibido, quizá se deba a
que también ha fracasado con él el puro comentario filológico. Y sin
embargo, el contenido en cuestión no es tan extraño. I.a composición se
corresponde con un pasaje concreto de Los paraísos artificiales. Pero esle
pasaje es el que puede iluminar al mismo tiempo su alcance filosófico.
U 84, 41
Para «los siete viejos» es decisivo el siguiente pasaje de Los paraísos artificiales;
permite atribuir la inspiración de esle poema al hachís: «la palabra rapsódico,
que tan bien define un tilmo de pensamientos sugerido y comandado por el mundo
exterior y el azar de bs circunstancias, es de una verdad más verdadera y más terri
ble en el caso del hachís. Aquí, el razonamiento ya no es más que un pedo a mer
ced de todas las corrientes, y el tilmo de pensamientos es infinitamente más acele
rado y más rapsódico». I, p. 303. (J 84 a, ll
Exponer «Recogimiento»
como poema del Jugendstil Los «Años fenecidos,
como alegorías al estilo de Fritz Erler. (j 85, 31
El odio por la pintura de género, que se echa de ver en los Salones de Bau
delaire, es una emoción auténticamente propia del Jugendstil. [I 85, il
Entre las leyendas que circulaban sobre Baudelaire, estaba ésta; que mientras cruzaba el
Ganges había leído a balzac. En Henri Grappin, «Le myslicisme poétique de Gustave Flaubeit»
(«El misticismo poético de Gustave Flaubert»] |Revue cíe Paris, 1 y 15 dicismbre de 1912, p. 852)
IJ 85, 5]
«la vida sólo fiene un encanto verdadero: e! encanto del Juego. Pero ¿y si nos da igual ganar o
perder?» Obras comp/elos, II. p 630 |Co/iefes| (J 85, 6J
•Por su esencia, el comercio es satánico... £1 comercio es satánico, porque es uno de las formas
del egoísmo, y la más boja. y la más vil * Obras completos, II, p. 664 (Mí corazón). (J 85, 7)
«¿Qué es el amor? La necesidad de salir de s Cuanto más cultiva el hombre las artes, menos
se empalma., Follcr es aspira' a entrar en otro, y el artista nunca solé de sí mismo » Obras com.
píelas, (II). pp. 655 y 663 [J 85, 8|
«Al ocio le debo en parte haber crecido. En detrimento mío, pues el ocio, sin fortjno, aumenta
los deudas... En beneficio mío, en cambio, con respecto a la sensibilidad, a la meditación y a
la facultad del dandismo y del diletantismo. Los otros hombres de lelras son, en su mayoría,
miserables trabajadores más que ignorantes.» Obras completas, II, p. 65 9 (Al/ corazón).
U 85, 91
■Pues a lin de cuentas troba|or es menos fostidioso que divertirse.» Obras completas, II. p 647
|Mi corazón). [| 85, 10]
Sobre danzas macabras (cfr. K 7 a, 3, pasaje de Huxley)(¡) -las xilografías con las que el
impresor parisino Guyot Marchant adornó en 1485 la primera edición de la Danza toaco
bra se tomaron casi con toda seguridad de la danza macabra más famosa, la que figuraba
en el fresco del pórtico del cementerio de los Inocentes de París.. El cadáver que aparece
cuarenta veces para recoger a los vivos no es aún propiamente la muerte, sino el muerto.
U>s versos llaman a esta figura El muerto (en la danza macabra de la Señora La muere),..
Tampoco es aquí un esqueleto, sino un cuerpo no descamado del todo, con el vientre
rajado y hueco. Sólo hacia 1500 la figura del gran bailarín pasa a ser un esqueleto, tal como
lo conocemos por Holbeln». J. Huizinga, Herbst des Mtthúalters \Hl otoño tic la Edad Media],
Munich, 1928, pp, 204 y 205. U 85 a, 1]
Sobre la alegoría. -Las figuras del Román de ¡n Rose. Buena-Acogida, Dulce-Mirada, Falsa
Apariencia, Male Boca. Peligro, Vergüenza. Miedo son continuación de las auténticas repre-
scntaciones medievales, en forma de figura humana, de las virtudes y de los vicios: alego
rías o algo más que esto, mitologemas medio creídos-, J. Huizinga, B otoño de la Edad
Media, Munich, 1928, p. 162. [I 85 a, 2)
Sobre la -metafísica del ogerle provoccdor-: «Sin tener demasiados prejuicios, uno puede sen-
irse un poco molesto al leer los /Wsleriosgalantes [tos misterios galantes de los teatros de París
]
pensando que Baudelaire está presente en ellos de algún modo. Aunque haya renegado de
esle trabajo de extrema juventud, hay poderosas razones para creer, con M Crépel, que él es
realmente uno de los autores. ¡¡Estamos pues ante un Baudelaire a punto del chantaje, rencoroso
ante lodo éxito? Eso daría para pensar que loda su vida, desde estos Misterios hasta los Amoe-
niloles 8e/gicae, el gran poelo ha tenido necesidad, de cuando en cuando, de vaciar una bolsa
de veneno». Jeun PrévosU recensión de la citada obra en La Nouvelle Revue Fron^oise, 1 de
mayo de 1939, XXVII, 308, p. 888. Ll 85 a, 31
Sobre Al lector «los seis primeros libros de Los confesiones tienen... una cieita ventaja, inherente
a su mismo lema: lodo lector, er lo medida en que no sea esc'avo de prejuicios literarios o mun
danos. se convierte en cómplice». Andié Moiglond, le p/éramanl/sme troncáis, II, Le mo¡Iré des
ámes sensibles [El prerromonhasme /ronces. II, El maestro de las almas sens'b/es], Grenoble, 1930,
p 295. Ü 86, 11
Sobre la generación de Valles: «Es esa generación que creció bajo el cielo sin estrellas del
Segundo Imperio., ante un futuro sin fe ni grandeza*. Hermann Wendel, -Jules Vallés- IDie
Neue Zeit XXXI, 1 (1912), Stuttgart, p. 105). U 87, 3]
(«)Cuóndo un cortesano... no será en obsolulo perezoso y contemplativo...» Lo Bruyére.
Ü 87, 4)
Sobre SUtdiunt *|Ay! qué triste es la carne, y he leído lodosos libros» Mallarmé. Brisa marino
(Molbrmé, Poésjes (Poesics], taris, 1917, p. 43). U 87, 51
Sobre la. ociosidad: «Imogine una ociosidad perpetua con un odio profundo hacia esa ocio
sidad» (Baudelane,) Carla o su madre, sábodo, á de diciembre de 1847 {Carlos a su madre,
París, <1932), p. 22.) [187,6]
Baudelaire habla [¿dónde?] de «el hábito de dejar correr los años dejando siempre las cosas
para el día siguiente». Ij 87, 71
Sobre la ociosidad. -Hércules... también trabajó..., pero la meta de su carrera siguió siendo
una noble ociosidad, y ]>or eso acabó entrando en el Olimpo. No así este Prometeo, el
inventor de la educación y la ilustración... Por haber incitado a los hombres al trabajo, tam
bién él tiene que traba|ar ahora, lo quiera o no, Se aburrirá de sobra sin poder escapar
jamás de sus cadenas.» Friedrich Schlegel, Lucinda ILucinda1, Leipzig, pp. 34-35 (-Idilio
sobre la ociosidad»), Ü 87 a, 1]
-Y esto es lo que... me dije a mí mismo:' ¡Oh, ociosidad, ociosidad! Eres el aire vivo de la
inocencia y del entusiasmo; te respiran los bienaventurados, y bienaventurado es quien te
tiene y te acoge, ¡santa joya!, el único fragmento de la semejanza con Dios que nos ha que
dado del Paraíso".* Schlegel, Lucinda, p. 29 (-Idilio sobre la ociosidad-). (J 87 a, 2]
■La aplicación en el trabajo y la ganancia son los ángeles de la muerte que con su espada
flamígera impiden la vuelta del hombre al Paraíso .. Y en todo lugar bajo el cielo, el dere
cho a la ociosidad es lo que distingue lo aristocrático de lo plebeyo, y el verdadero prin
cipio de la nobleza -Schlegel, Lucinda, Leipzig,p. 32. II 87 a, 31
*La frose de Baudelaire, pesado y como cargada de fluidos eléctricos.» jules Renard, Journal
(inédito 1887-1896} [Diario inédito 1887 1895). París, ed. Gallinard, (1925), p. 7. [J 87 a, 41
«Sin embargo, demonios nocivos en la atmósfera
Se despiertan con fatiga, como hombres de negocios»
quizá sea legitimo encontrar aquí una reminiscencia de la descripción de la
multitud de Poe. (J 87 a, 51
Igual que en «A uno transeúnte» la multitud ni se menciona nise describe, en
«El juego» no aparecen los materiales del juego. [J 87 a, 6]
«|Gué poco coso es Pons visto desde el cuévcmo de un trapero .! ¡Y decir que todo París me
cabe oh:, er eso canasta)• De Pyal. £?/ropero, cit. en (,ean) Cossou, Qt>oronfe-fiurt [Cuarenta y
ocM. París. <1939) p. 13. (J 88 a, 4]
Retrato de Blanqui por Cassou: («)Blanqui estaba hecho paia o acción, sin sentimentalismos ni
educativa retórica, captando en la circunstancia lo que es estrictamente real y auténtico. Pero la obs
curidad, la pobreza, la debilidad de las circunstancias lo obligaron o actuar mediante golpes esté
riles que lo llevaron a la cá-cel Se soba condenado o mantenei una oclitjd puramente prepara
toria y simbólica, una actitud de paciencia en lo oscuiidad de -OS barrotes. Y asi transcurrirá toda
s j vida. Allí se convertirá en un viejo bilioso y huraño Peto no será vencido. No puede set vencido»
Sobre Hugo, pero no menos sobre «las viejedtas» (n in g un o de los dos cita
dos por Cassou): «Pues ésla es la novedad del siglo romántico; la aparición escan
dalosa del Sátiro en la mesa de los dioses, !a manifestación pública de los seres sin
nombre, sin posibilidad de existencia, los esclavos, los negros, los monstruos, la
y
araña, la ortiga». Jean Cassou, Cuarenta ocho, París, p. 27 (También se puede
pensar aquí en la descripción que hace Marx del trabajo infantil en Inglate
rra.) [I 89, 2]
«Pues Dante es el modelo constante de estos homb-es del ¿8. Están llenos de su lenguaje y de
sus episodios y, al igual que él, condenados al destierro, portadores de una patria errante, car
gados con un pesado y fatídico mensaje, acompañados por sombras y voces.» Jean Cassou,
Cuarenta y ocho, Paris, p. 111. [| 89 a, 1]
Cassou con motivo de su descripción de los modelos de Daumier: «las siluetas enco'bodas,
con largas levitas más que ajadas, buscadores de estampas, todos estos personajes baudelai-
reíanos, descendientes del paseante solitario de Jean-jacques*. Jean Cassou, Cuarenta y ocho,
Porls, p. 111. [J 89 a, 2]
Hay que relacionar al trapero con las circunstancias inglesas que desenlie Marx en la sección
•1.a manufactura moderna- de El capital ((Berlín), ed Korsch, <1932), p. 438). (J 89 a, 4]
Proust sobre las alegorías de Giotto en Santa Maria dell'Arena: «Más larde comprendí que la
extianeza cautivadora... de estos frescos se debía al importante lugar que el símbolo ocupaba
en ellos, y a que el hecho de que estuviera representado no como símbolo, ya que el pensa
miento simbolizado no estaba expresado, sino como real, como efectivamente experimentado o
materialmente manipulado, aportaba o la significación de la obra algo más literal y preciso, y a
su enseñanza algo más concreto y contundente También en la pobre ayudante de cocino, la
atención no se dirigía siempre hacia su vientre por ei peso que lo eslirobo> Marcel Proust, Por
el comino de Swonn, I, Poris, pp. 121-122. IJ 90, II
Sobre el «Sueño parisiense», Crépel cita ({Baudelaire, tas flores del mal, Obras completos),
París, ed. Canard, 1930, p. 403} un pasaje de una carta :t Alplionse deCalonne: «General
mente el movimiento implica ruido, hosta el punto de que Pitágoras le atribuía una música a las
esferas en moWm/en/o, Pero el sueño, que separa y descompone, crea la novedad». Más ade
lante cita Crépct un artículo publicado por E m st Helio en la Revue Frangaise en noviem
bre de 1858 con el titulo «Sobre el género fantástico», conocido por Baudelaire. Se dice allí;
«En el orden simbólico, la belleza aparece en razón inversa a la vida: el naturalista clasifica la
noturaleza de esto formo: primero el reino animal, □continuación el reino vegetal y, por último,
el reino mineral; él sigue el orden de la vida. El poeta, en cambio, dirá primero el reino mineral,
luego el reino vegetal y, por último, el reino animal; él seguirá el orden de la belleza».
U 90. 4)
Sobre «El reta|>. Crcpet (Conard, p. 450): «Un corresponsal de Untecmédiaire des Cfiercheurs
eí Cuneux. M. Ch Ad. C |30 de septiembre de 19051 contó que Baudelaire había quitado las
manecillas de su reloj de pared y escrito sobre la esfera "¡Es mós totde de la que crees!"».
U 90 a, 1)
Sobre la novedad y sobre lo familiar: «Uno de mis sueños era la síntesis., de un cierto paisaje
marino y de su pasado medieval. Ese sueño en que... el mar se había hecho gótico, ese sueño
en que yo mismo. . creía obordor en lo imposible, me pareció haberlo tenido ya a menudo. Pero
como es propio que lo que uno se imagina durmiendo se multiplique en el pasado, y que. aun
que sea nuevo, parezca familiar, creí haberme equivocado» M Proust, te colé de GuermanJes
[El mundo de Gueiman/es], I, Paris, 1920, p. 131. (J 90 a, 2]
«Pues Dante es el modelo constante de estos hombres del 48. Están llenos de su lenguaje y de
sus episodios y. al igual que él, condenodos al destierro, portadores de uno patria errante, car
gados con un pesado y fatídico mensaje, acompañados por sombras y voces.» Jean Cassou,
Cuarenta y ocho, Pons, p. III. (J 89 a, 1)
Cassou con motivo de su descripción de los modelos de Daumier: «las siluetas encorbadas,
con largas levitas más que ajadas, buscadores de estampas, todos estos personajes baudelai-
reíonos, descendientes del paseante solitario de Jean-Jocques». Jean Cassou, Cuarenta y ocho,
París, p. 111. [I 89 a, 2]
Hay que relacíonaral trapero con las circunstancias inglesas que describe Marx en la sección
•I.a manufactura moderna- de HI capital ((lleríin), ed. Korsch, (1932), p. 438). [I 89 a, 4]
Proust sobre la.s alegorías de G iotlo en Santa Maria delI’Arena: «Más ¡arde comprendí que la
extrañeza cautivadora.., de estos frescos se debía al importante lugar que ol símbolo ocupaba
en ellos, y a que el hecho de que estuviera representado no como símbolo, ya que el pensa
miento simbolizado no estaba expresado, sino como real, como efectivamente experimentado o
materialmente manipulado, aportoba a la significación de la obra algo más literal y preciso, y a
su enseñanza oigo más concreto y contundente. También en la pobre ayudante de cocina, la
atención no se dirigía siempre hacia su vientre por el peso que lo estiraba». Marcel Proust. Por
eJ camino de Swann, I, París, pp. 121-122 [T 90, 11
Sobre el «Sueño parisiense», Crépet cita ((Baudelaire, las flotes del mal, Obras completas),
Patls, ed. Conard, 1930, p. 4Ó3) un pasaje de una carta a Alphonse de Calonne: «General
mente el movimiento implica ruido, hasta el punto de que Pilágoras le atribula una música a las
esteras en movimiento, Pero el sueño, que separa y descompone, crea la novedad». Más ade
lante cita Crépet un artículo publicado por Emst I-Iello en la Reme Frangaise en noviem
bre de 1858 con el título «Sobre el género fantástico», conocido por Baudelaire. Se dice allí:
«En el orden simbólico, la belleza aparece en razón inversa a la vida el naturalista clasifica la
naturaleza de esta forma: primero el reino animal, a continuación el reino vegetal y, por último,
el reino mineral; él sigue el orden de la vida. El poeto, en cambio, dirá: primero el reino mineral,
luego el reino vegetal y. por último, el reino animal él seguirá el orden de lo belleza».
¡J 90, 4]
Sobre «El reloj», Crépet {Conard, p. 450): «Un corresponsal de í'ínJermédíoire des C/iercfieurs
et Ginei/x. M Ch Ad C. (30 de septiembre de 1905) contó que Baudelaire habió quitado bs
manecillas de su rek>¡ de paree y escrito sobre la esfera: "|Es más tarde de lo que crees!".».
Ü 90 a. IJ
Sobre la novedad y sobre lo familiar: «Uno de mis sueños ero la síntesis,, de un cieno paisaje
morino y de su posado medieval Ese sueño en que., el mor se hobia hedió gótico, ese sueño
en que yo mismo., creía abordar en lo imposible, me pareció hobedo tenido yo a menudo Pero
como es propio que lo que uno se imagina durmiendo se multiplique en el pasado, y que, aun
que sea nuevo, parezca lamiliai, creí haberme equivocado». M. Proust, í.e cóté de Guermantes
[£/ mundo de Guermontes], I, París, 1920, p. 131. IJ 90 a, 2]
Proust X¡La Prisonniére [Lo prisionero], II, París, 1923), p. 241) (día) la estrofa «Si la violación...»
de «Al lector» cor «_■
! característico nfiadido: «Pero al menos puedo creer que Baudelaire no es
sincero. Mientras que Dosloievski...». Se trata aquí de la preocupación del asesinato. Todo esto
en una conversación con Albertine. (J 90 a, 41
Sobre «A una transeúnte»: «Cuando Albertine volvió a mi habitación, llevaba un vestido ae satén
regio que le haría parecer aún más blanca y que contribuía a hocei de ella la parisina pálida,
ardiente, mustia por falla de aiie, po1 la atmósfera viciada de los multitudes y,tal vez. poi el
hábito del vicio, y cuyos ojos parecían más inquietos porque no los alegraba eí rojo de sus meji
llas». M. Proust, £a prisionera, I, París, 1923, p, 138. [] 90 a, 5]
En cnanto a los versos de Meryon :i! Pont-Neuf, hay quereferirse al viejo dicho parisino:
Tan bien de salud como el Pont-Neuf. ÍJ 91, 3J
Baudelaire, gran detractor del campo y de lo verde, tendrá sin embargo la pecu
liaridad de ser el que menos considere la gran ciudad como oigo comente, natural,
aceptable. U 91, 41
«Comprendo que los habitantes de las ciudades, que no ven más que muros, calles y crímenes,
tengan ooca te.» JeanJacques Rousseau. Les confessions [tas confesiones], IV, París, ed Hilsurr,
(1931). p 175. Ü91, 61
Un criterio para comprobar si una ciudad es moderna: ta ausencia de monu
mentos. («Nueva York es una ciudad sin monumentos-, Doblin); Meryon hizo
de los bloques de alquiler de Paris monumentos de la modernidad.
U 91 a, 11
Sobre el Pont ou cfiancfe de Meryon: «Sobre una fachada de (res a cinco metros, b s cosos de
arriendo romanos, en la famosa ínsu/o Fe/ículce, se elevaban hosta olluras aún hoy desconoci
das en Occidente y que sólo se ven en contados ciudades de Américo. En el Capitolio, bajo
Vespas-oro. los tejados hobíon alcanzado ya lo cima de lo montaña. En estas fastuosas y den
sos ciudades reinaba uno atroz mseria, una depravación obsoluta de todos los costumbres
aceptadas, y ya estaba fraguándose entre Irontones y guaiditlas, en los sótanos y caballerizas
el nuevo hombre primitivo... Díodora cuento la historio de un faraón destronado que había alqui
lado en Romo, en un piso muy alto, un sórdido apartamento». Oswald Spengler, Le déclin de
l'Occident [La decadencia de Occidente], II, 1, París, 1933, p. 143. [J 91 a, 31
Sohre el descenso de la natalidad: «El gran giro aparece en el preciso momento en que el pen
samiento vulgar de una población muy civilizada encuentra 'razones' para la existencia de
niños-. Comienza ahí una sabio restricción del número de nocímieotos. que lomó proporciones
alormantes en tiempo de los Romanos: fundado primero en la miseria material, y muy poco des
pués. prescindiendo de todo clase de lundamento». Oswald Spengler, La decadencia de Occi
dente, II, 1, París, p, 147, Cfr. p. 14ó{:) el campesino sesiente un eslabón en la cadena de
los antepasados y de los descendientes. (J 91 a, 4]
Sobre el título Los llores del rnaí: «En los períodos históricos más cándidos, e incluso en 1824,
el titulo de uno colección de poesías expresaba sencillamente el género tratado por el outor.
Eran odas, epístolas, poesías ligeras, heroicas, satíricas. Hoy, el Iftulo es un símbolo. Nodo es
más relinodo. Cuondo el oulor tiene intenciones lincas, pone o su escrito uno esquela sonoro y
musical: Melodías, Preludios... los amantes apasionados de la naturaleza escogen preferente
mente sus títulos en... el A/manaque del buen jardinera. Así, tenemos Hojas muertas..-, Ramas de
almendro... Nos encontramos con Palmeros y Cipreses... Y después las flotes: flores del medio
día, Flores de Provenza, Flores de los Alpes, Flores del campo». Charles Louandre, «Statistique
llttóroiie La Poésie depuis 1830» [«Estadística literaria. La Poesía a partir de 1830»] (Revue des
deux mondes XXX, París, 1842, 15 de junio, p. 979). [I 92, 11
Es sólo como mercancía que la cosa ejerce su efecto de alienar a los hom
bres entre sí. La empatia con el valor de cambio de la mercancía, con su
substrato igualitario: en esto reside lo decisivo. (La igualdad cualitativa abso
luta del tiempo en el que discurre el trabajo que produce el valor de cam
bio, es el fondo gris en el que destacan los colores chillones de la sensa
ción.) IJ 92, 4]
Sobre el spleen Blanqui el 16 de septiembre de 1853 a tacambre: «los notidos del verdedero
Imperio de los Muertos serian sin ninguno duda mucho más interesantes que las de este trisíe ves-
tibulo del Reino de los manes donde hacemos (I) cuarentena. Nado tan lastimoso como esta exis
tencia de reduso que se agita y da vueltas en el fondo de un bocal como arañas buscando una
salida». Maurice Dommonget, Blanqui en fle/íe-í/e, (Parts, 1935), p. 250. [J 92, 51
Tras su fracasado intento de fuga de Belle-lle. Blanqui fue arrojado durante un mes al «chó-
leau Fouquet». Dommanget habla («)de la agobiante y sombría sucesiónde horas y de minu
tos que martillea el cráneo». Maurice Dommonget, Blanqui en 8elle-lie, p. 238, U 92 a, 1]
Hay que comparar los siguientes versos de Barbier con partes de -Paisaje» (di. en Sainte-
Beuve, Porlrails contempocains [fletrotos coetáneos], II, Paris, 1882, p. 234 («Briseux y Auguste
Barbier»)):
«|Qué dicha inefable y qué voluptuosidad
Ser una chispa viva de la divinidad;
Ver desde lo alio del délo y desde sus bóvedas esféricas
Resplandecer bo|o los pies el polvo de los mundos,
Ofr a cada instante sus brillantes despertares
Cantar como pájaros miles de soles!
|Oh, qué dulce es vivir junto a tantas cosas bellas!
|Qué dulce placer ser feliz sin conocer las causos!
|Qué dulce estar a gusto sin desear lo mejor,
V no tener jamás que cansarse de los cielos!». [J 92 a, 21
K
[C iu d a d y a r q u it e c t u r a o n ír ic a s ,
ENSOÑACIONES UTÓPICAS, NIHILISMO ANTROPOLÓGICO,
Jung]
El despertar como proceso gradual, que se Impone tanto en la vida del indi
viduo como en ia de las generaciones. Dormir es su fase primaria La expe
riencia juvenil de una generación tiene mucho en común con la experiencia
onírica. Su figura histórica es una figura onírica. T oda época liene un lado
vuelto hacia los sueños, el lado infantil. En el caso del siglo pasado, aparece
muy claramente en los pasajes. Pero mientras que la educación de las gene
raciones anteriores en la tradición y en el adoctrinamiento religioso inter
pretó para ellas esos sueños, la educación actual conduce simplemente a la
distracción de los niños, Proust, como Fenómeno sin igual, sólo pudo apa
recer en una generación que había perdido todos los apoyos corpóreo-nalu
rales de la rememoración y, más pobre que las anteriores, estal>a librada a
sí misma, de modo que sólo pudo hacerse con los mundos infantiles dr
forma aislad:», dispersa y patológica. Lo que aquí se presenta a continuac i<>n
es una tentativa sobre la técnica del despertar. Una tentativa por darnos
cuenta del giro dialéctíco y copernícano de la rememoración. IK 1. ti
El giro copernícano en la visión histórica es éste: se tomó por punto fijo »lp
que ha sido», se vio el presente esforzándose tentativamente por dirigir el
conocimiento hasta ese punto estable. Pero ahora debe invertirse esa reía
ción, lo que ha sido debe llegar a ser vuelco dialéctico, irrupción de la cotí
ciencia despierta, La política obtiene el primado sobre la historia. Los hechos
pasan a ser lo que ahora mismo nos sobrevino, constatarlos es la tarea del
recuerdo, Y en efecto, el despertar es la instancia, ejemplar del recordar: el
caso en que conseguimos recordar io más cercano, lo más banal, lo que esta
más próximo. Lo que quiere decir Proust cuando reordena mentalmente l<is
muebles en la duermevela matinal, lo que conoce Bloch como la oscuridad
del instante vivido, no es distinto de lo que aquí, en el nivel de lo historio >.
y colectivamente, del>e ser asegurado. Hay un saber-aún-no-consciente de lo
que ha sido, y su afloramiento tiene la estructura del despenar [K 1, 21
•¿Quién habitará lo casa polema? ¿Quién rezará en la iglesia donde (ue baulizodo? ¿Quién
conocerá todavía la habitación en que él escuchó un p'imer grilo. donde recogió un último sus
piro? ¿Quién podrá poner su frente en el antepecho de una ventano donde juvenil él habrá
tenido esos sueños que se sueñan despierto, que son lo grocio de la aurcuo en el yugo largo y
sombrío de la vida? (Oh rafees de gozo orroncodos del olma hurrano!» louis Veuilbt. Les odeots
de París [ías olores de París], Pará, 1914. p. 11. [K1 a, I)
Intentar ir más allá de las tesis de Giedion. Dice: -En el siglo xix, la construc
ción desempeña el papel del subconsciente*. ¿No es mejor decir: e! papel del
proceso orgánico, sobre el que luego se sitúan las arquitecturas •artísticas*,
como los sueños alrededor del entramado de! proceso fisiológico? IK 1 a, 7|
Se dice que lo que se propone el método dialéctico es ser justo con la corres
pondiente situación histórica concreta de su objeto. Pero esto no basta. Pues
busca igualmente ser justo con la situación histórica concreta del interés por su
objeto. Y esta última situación se encuentra siempre comprendida en el hecho
de que este interés se siente a sí mismo preformado en aquel objeto, pero,
sobre todo, en que siente ese objeto concretizado en él mismo, siente que lo
han ascendido de su ser de antaño a la superior concreción del ser-actual (¡del
estar-despieito!). ¿Cómo es que este ser-actual (que no es en absoluto el ser-
actual del -tiempo-actual-, sino uno a sacudidas, intennitente) significa ya en sí
una concreción superior? F.l método dialéctico no puede sin duda comprender
esta pregunta desde dentro de la ideología del progreso, sino solamente desde
una concepción de la historia que supere a aquélla en todos sus puntos. Habría
que hablar en ella de la creciente condensación (integración) de la realidad, en
la que todo lo pasado (en su tiempo) puede recibir un grado de actualidad
superior al que tuvo en el momento de su existencia. El modo en que, como
actualidad superior, se expresa, es lo que produce la imagen por la que y en
la que se lo entiende. La penetración dialéctica en contextos pasados y la capa
cidad dialéctica para hacerlos presentes es la prueba de la verdad de toda
acción contemporánea. Lo cual significa: ella detona el material explosivo que
yace en lo que ha sido (y cuya figura propia es la moda). Acercarse así a lo
que ha sido no significa, como hasta ahora, tratarlo de modo histórico, sino de
modo político, con categorías políticas. ■ Moda ■ IK 2, 3)
«Resulta sumamente interesante,, que la ciencia afectada de fascismo tuviera que cambiar
precisamente aquellas partes de Freud que aún procedían del periodo ¡lustrado y materia
lista de la burguesía.,, Enjung... el inconsciente... ya no es individual, no es por tanto nin-
gún estado adquirido por el hombre,., particular, sino un tesoro de la humanidad primitiva
que se ha vuelto actual; no es tampoco represión, sino regreso exitoso.- Ernsl Bloch, Erb-
scbaft dieser Zeit \La herencia de este tiempd. Mrlch, 1935, p. 254, IK 2 a, 5J
Sobre t'l significado político del cine. El socialismo jamás hubiera llegado al
mundo de haber querido simplemente entusiasmar a los trabajadores con
un orden mejor de las cosas. Marx consiguió interesarlos por un orden en
el que les iría mejor, mostrándoselo como justo, y esto constituyó la fuerza
y la autoridad del movimiento. Pero con el arte ocurre exactamente lo
mismo. Nunca, por utópico que sea el plazo de tiempo, se ganará a las
masas para un arte elevado, sino siempre sólo para uno que les sea cer
cano. Y la dificultad consiste precisamente en configurarlo de modo que se
pueda asegurar con la mejor conciencia que es un arte elevado. Ahora bien,
esto no lo conseguirá casi nada de lo que propaga la vanguardia burguesa.
Aq uí es completamente válido lo que afirma Berl; «La confusión de la palabra
revolución, que, para un leninista, significa la conquista del poder par el proleta
riado y que, por otra parte, significa el trastrueque de los valores espirituales admi
tidos, los surrealistas la subrayan bastante mediante su deseo de mostrar o Picasso
como un revolucionario... Picasso los decepciona... un pintor no es revolucionarlo
por haber "revolucionado" la pintura, tal como un modista como Polret por haber
'revolucionado” la moda o tal como un médico por haber "revolucionado" la medi
cina». Emmanuel Berl, «Premier pamphlet» [«Primer panfleto»], Europe, n 0 75, 1929,
p. 401 La masa exige de la obra de arte (que para ella está comprendida
entre los objetos de uso) ame todo algo cálido. Aquí el primer fuego que
hay que provocar es el odio. Pero su calor muerde o quema sin proporclo-
nar el «confort del corazón» que cualifica al arte para el uso. Por contra, el
kitsch no es sino arte con un carácter de liso, absoluto y momentáneo, del
cien por cien. Pero con ello el kitscb y el arte, precisamente en las formas
más consagradas de expresión, se encuentran enfrentados sin remedio. Sin
embargo, es propio de las formas vivientes, en desarrollo, que (ellas)
posean algo cálido, aprovechable, en fin, capaz de dar felicidad, de modo
que pueden retomar en sí, dialécticamente, el kitsch, acercándose con ello
a la masa, sin dejar de superarlo, lisia tarea quizá sólo la pueda cumplir hoy
el cine, en cualquier caso a nada está más próxima. Y quien se haya dado
cuenta de esto, tenderá a limitar la soberbia del cine abstracto -por impor
tantes que puedan ser sus experimentos-. Pedirá un periodo de veda, un
espacio protegido para ese kitsch cuyo lugar providencial es el cine. Sólo
él puede hacer que explote el material que almacenó el siglo xix en esa
materia extraña y quizá desconocida con anterioridad que es el kitscb. Pero
igual que la abstracción es peligrosa para la estructura política del cine, tam
bién puede serlo para los demás medios modernos de expresión {ilumina
ción, edificación, etc.). [K3 a, 1]
Se puede formular así el problema formal del nuevo arte: ¿cuándo y cómo
los universos formales de la mecánica, del cine, de la construcción de
maquinaria, de la nueva física, etc -que nos han sobrevenido sin nuestra
colaboración, imponiéndose sobre nosotros- nos mostrarán claramente lo
que en ellos hay de naturaleza? ¿Cuándo se alcanzará un estado de la socie
dad en el que estas formas, o las que de ellas surjan, se nos muestren como
formas de la naturaleza? Sin duda que esto sólo ilumina un momento de la
esencia dialéctica de la técnica (Es difícil decir cuál: la antítesis, si es que
no la síntesis.) En cualquier caso, en ella vive también el otro momento: el
que pone en acción fines ajenos a la naturaleza con medio(s) igualmente
ajenos a ella, hostiles a ella, que se emancipan de ella y la someten.
IK 3 a, 21
Sobre Grandville{:) «Vivía una vida imaginaria sin límites dentro de un dominio prodigioso de
poesía primaría, entre la inhábil visión de io calle y los conocimientos Ge una vida secreta de
carlomóntico o de astrólogo sinceramente atormentados por la fauna, la floro y la bumonidod
de los sueños... Grandvílle fue tal vez el primero de lodos los dibujantes en dar a la vida lar
varia de los sueños una forma plástica razonable, Pero bajo esta ponderada apariencia sur
gía el ílebile nescio quid que desconcierta y provoca una inquietud, a veces bastante
molesta». Marc-Orlan, «Grandvílle le précurseur» [«Grandvílle, el precursor»], Arts et métiers
graphiques 44 [15 de diciembre de 1934|, pp, 20-21. El artículo presenta (a Granclville)
como precursor del surrealismo y sobre todo del cine surrealista (Méliés, Walt Disney).
[K 4, II
Confrontación del inconsciente visceral con el inconsciente del olvido, el primero predomi
nantemente individual, el segundo predominantemente colectivo, «La otra parte del incons
ciente está constituida por la masa de las cosas aprendidas en el correr de los años o en el
correr de la vido, que fueron conscientes y que por dilusión entraron en el olvido.,. Vasto fondo
submarino donde todas las culturas, lodos los estudios, todas las andaduras de los espíritus y
los volun'ades, todas las revueltos sociales, loaos las luchas emprendidos se encuentran reuni
dos en un vaso informe... Los elementos oasionales de los individuos se han retirado y extin
guido Sólo subsisten los datos socados del mundo exterior más o menos Iransloimados o dige-
t dos. Esle irconsciente este constituido pot mundo exterior Nacido de la vido social, este
humus pertenece a las sociedades, lo especie y el incivduo cuentón poco, ios tazas y les épo
cas son sólo indicadores. Este enorme trabajo confecciorado en lo sombro reaparece en los
sueños, 'os pensamientos y las decisiones, sobre todo en el momento de periodos importantes
y de trastornos sociales; es el gran fondo común, reservo de los pueblos y de los individuos. La
revolución, a guerra, así como la liebre lo ponen mejor en movimiento .. Al ser superada la psi
cología individua!, i'amamos a una especie de histoi'a natural de los limos volcánicos y de los
cursos de agua subterráneos. No hay nada en la supeHicie del globo que no haya sido sub
terráneo (agua, tierra, fjegol No hay nado en la inteligencia que no hoyo tenido que hacer
digestión y circuito en las profundidades» Doctor Pierre Mabille, «Préface á léloge des préju-
gés populares- («Prefacio al Elogio de los pre|uicios populares»), Mmolduro\\ |invierno, 1935),
n.° 6, p. 2. [K 4, 2]
•El pasado más reciente se presenta siempre como si hubiera sido aniquilado por catástro
fes." Wiesengrund, por carta (5. 6. 1935). IK 4, 3)
A propósito de los recuerdos de juventud do Henry Bordeaux: «Para decirlo lodo, el siglo
diecinueve se escurría sin porecer anunciar en absoluto el siglo veinte». Andró Thórive, «Les livres»
[«los libros»] (Ze Temps, 27 de junio de 1935). [K 4, 41
•Desde lo alto de la torre de Notre Dame contemplé ayer la inmensa ciudad; ¿quién
construyó la primera casa, cuándo se derrumbará la última y se verá el suelo de París
como el de Tebas y Babilonia?» Friedrich von Raunier, Briefe aus Paris und Frankreicb
im Jahre 1830 [Cartas desde París y Francia en el año 1S30\, II, Leipzig, 1831, p. 127.
IK 4 a, 2]
Añadidos de D'Eichthal al plan Duveyrier de ia nueva ciudad. Se refieren al templo Es
impórtame que el mismo Duveyrier diga: «|Mi templo es uno nujerU Replica D’Eichtal:
«Creo que habrá en el templo ei palacio del hombre y el palacio ce lo mujer; el hombre irá a
pasar ¡a noche a casa de lo mulei y la mjjer vendrá a lraba|ar durante el dia a casa del hom
bre Eniré los dos palacios estará el templo propiamente dicho, el Ijgar de comunión del hom
bre y de la mujer con (odas los mujeres y con todos los hombres; y ahí lo pareía ni reposará ni
Irabajará solo El temp o debe representar un andrógino, un hombre y uno mujer__ Lo misma divi
sión deberá reproducirse poro (o ciudad, para e) reino, poro todo la hería existirá el hemisferio
del hombre y el de lo mujer» Henry-ftené d’Allernogne. Les Sain)S¡mon>ens 1827-1837[tos san-
simontanos 1827-1837]. París. 1930, p. 310 IK 4 a, 3)
El París de los sansimonianos Del proyecto que Charles Duveyrier mandó a L'Adixrcat
para que fuera incluido en el libio de bs denlo uno (lo que nunca ocurrió): «Hemos que
rido darle forma humana a la primera ciudad bojo la inspiración de nuestra fe* «El buen Dios
ha dicho por boca del hombte que nos mando... ¡París! y sobre los bordes de lu río y en lu
casco imprimiré el dislinlivo de mi nueva generosidad... Tus reyes y tus pueblos lian caminado
con la lentitud de los siglos y se han detenido en un sitio magnífico. Allí reposará la cabeza
de mi ciudad... los palacios de lus reyes serán su frenle... Conservaré su barba de altos cos
íanos... Desde la cima de esla cabeza, barreré el viejo lemplo cristiano... y sobre este sitio
nelo concederé una cabellera de árboles... Encimo del pecho de mi ciudad, en el centro sim
pático de donde divergen o en donde convergen todas las pasiones, allí donde los dolores
y las alegrías vibran, construiré mi lemplo... plexo solar del coloso... Las lomas de Roule y de
Chaillol serán sus flancos; situaré ahí lo banca y la universldod, los mercados y las impren
tas... Extenderé el brazo izquierdo del coloso sobre el río Seno, será, lo opuesto... de Passy.
El cuerpo de los ingenieros... compondrá la parte superior, que se extenderá hacia Vciugi-
rard, y formaré el antebrazo con la reunión de lodos los escuelas especiales de ciencias físi
cos... En el intervalo agriparé lodos los liceos que mi ciudad estrechará contra su pecho
izquierdo, donde se alberga la universidad Extenderé el brazo derecho del coloso en seña!
de fuerza hasta la estación de Saint-Ouen.. .leñaré ese brazo de talleres de industria
menuda, pasajes, galerías, bazares... Formaré el muslo y la pierna derecho con todos los
establecimientos de gron fabricación. El pie derecno descansará en NeuiHy El muslo
izquierdo ofrecerá a los extranjeros lorgas filos de hoteles Lo orerno izquierda llevará hasta
el bosque de Boulogne.. Mi ciudod está en lo actitud de un hombre listo poro andar, sus
píes son de bronce, se apoyan sobre una doble cartelero de piedio y de hierro Aquí se
fabrican... las córrelas de corga y los aparatos de comunicación; aqui los carros luchan por
su velocidad... Entre las rodillas es un tiovivo en elipse, entre las piemos un inmenso hipó-
diomo.» Herty-Rer.é d Allemagne, tos sansimonianos 1327-1837. París, 1930, pp, 309-310.
La idea de este proyecto procede de Enfantin, que se sirvió de grabados anatómicos
para bosquejar ia ciudad futura. IK 51
París en el año 2855: «lo ciudcd l ene Ireinto leguas de diámetro, Versalles y Fonla rebfeau.
barrios extraviados entre lan'os otros, proyectan sobre do: distritos menos pacíficos los refres
cantes senderos de sus árboles veinte veces seculares Sé-vies, convertido en mercado perma
nente de los chinos, que (¡eren nuestra nactono idad desde a guerra de 2850. expone... sus
pagodos de resonantes campanillas, en medio de las ctides existe aún b antigua manufactura
reconstruido en porcelana de lo reina» Arséne Hcussaye, «El París futuro» (Paris el les Paiisiens
ou XIX* siécle [París y los parisinos en el siglo »ij. Paris, 1856, p. 459). IK 5 a, 21
Chateaubriand sobre el obelisco de la Concordia «llegará la hora en que el obe'isco del desierto
volverá a enconirar, sobre la plaza des Meurlres, e1silencio y ¡a soledad de Luxor» Cit en louis
Betlrand, «Discours &jr Chateaubriand» («Discuiso sobre Chateaubriand»], te Temps, 18 de sep
tiembre de 1935. |K 5 a, 31
Salnt-Simon propuso transformar una montaña suiza -en una estatua de Napoleón, que en
una mano habría de sostener una ciudad habitada y en la otra un lago>. «El conde Gustav
von Schlabrendorf en París sobre sucesos y personajes de su tiempo» |en Cari Gustav Joch-
mann, Reliquien Aus seinen nachgelassenm Papieren Gesammelt von Hetnricb Zschokke
IReliquias de su legado postuma reunidas por Heinrtcb Zschokke, I, Hechlngen, 1836,
p. 1461. |K 5 a, 41
1*1París nocturno en fl hombre que ríe: «El pequeño errante sufría la posión de lo ciudad ador
milado Aquellos silencios de hormigueros paralizados desprenden vértigo Todos esos letargías
mezclan sus pesadillas, esos sueños son un tropel». (Cit R, Cailois, «Paris, mythe rnoderne»
[«París, mito moderno»), N(cuvelle) R{evue) F(rant;atse) XXV. 284. I de mayo de 1937 p. 691.)
(K 5 a, 51
Jung llama -¡en ocasiones!-a la conciencia -nuestra conquista prometeica-, C, G. Jung, Pro
blemas espirituales deipresente. Zúrich/Leipzig/Stuttgart, 1932, p. 249 («El cambio de vida»),
Y en otro contexto: «Es el pecado prometeico de ser ahistóricos. El hombre moderno es
pecador en este sentido. Una conciencia más elevada es por tanto culpa -, loe, cit,, p, 404
(«El problema espiritual del hombre moderno"). [K 6, 2]
«Desde luego, rto puede haber ninguna duda de que desde,,, la época
memorable de la Revolución francesa, lo espiritual... pasó con creciente
fuerza de atracción al primer plano de la conciencia general. Aquel gesto
simbólico de la entronización de la Diosa Razón en Notre Dame parece haber
significado para el mundo occidental algo parecido al derribo del roble de
Wotan por los misioneros cristianos, pues entonces como ahora no cayó nin
gún rayo de venganza que fulminara al tranagresor.- C. G. jung, Problemas
espirituales del presente, Zúrich/Leipzig/Stuttgart, 1932, p 419 (-El problema
espiritual del hombre moderno-). ¡El plazo de la -venganza- por estos dos
hitos históricos parece que se ha cumplido hoy simultáneamente! El nacio
nalsocialismo se ocupa de una, Jung de la otra. [K 6. 31
«Los trabajos de M. Haussmann Kan dado alas, por lo meros en el origen, a una multitud de pla
nes extraños o grandiosos... Por e|emplo, M, Hérard, arquitecto, publica en 1855 un proyecto
de pasarelas que se construirían en el cruce de los bulevares Salnt-Dents y Sebastopol: esas
pasarelas, con galerías, semejan un cuadrado continuo, del cual cada lado está determinado
por el ángulo que forman los dos bulevares al cruzarse. M. J. Bramo expone en 1856, en uno
serie de litografías, su plan de ferrocarriles en las ciudades, y particularmente en París, con un sis
tema de bóvedos que sostienen railes, vías al lado para peotones y puentes colgantes paro
poner esos vías laterales en comunicación... Poco más o menos en los mismas fechas, un abo-
godo solícita, o través de una Carla al ministro de Comercio, el establecimiento de una serie de
toldos a todo lo largo de las coiles, pora proteger al peatón, de tropezar con un coche o con
un paraguas. Un poco más tarde, un crquitecto.. propone reconstruir la Ciudad por completo
en estilo gótico, paro que ormontce con Notre Dome.» Víctor Fournel, París nuevo y París futuro,
. - .
París. 1868 pp. 384 386 IK 6 a, II
Del capítulo «Poris futuro» de Fournel; «Había.- cafés de primera, de segunda y de tercero
cióse... y según colegorias se hobia regulado con previsión ol número de solas, de mesos,
de billares, de espejos, de orromentos y de dorados.. Estaban las colles del señor y las
caites del servicio, así como hoy escaleras del señor y escaleras del servicio en las casas
bien organizados... Sobre el frontón del coserán, un bajorrelieve, representaba en una glo
ria al Orden Público, en traje de infantería, con una aureola en la frente, derribando a la
Hidra de cien cabezas de la Descentralización., Cincuenta centinelas, apostados en cin
cuenta postigos del cuartel, frente a los cincuenta bulevates, podían, con un anteojo de apro
ximación, ver, a quince o veinte kilómetros de ahí, a los cincuenta centinelas de las cincuenta
barreras... Montmortre estaba tocado con una cúpula, adornado con un Inmenso reloj eléc
trico de esfera que se vela desde dos leguas, se escuchaba desde cuotro y servía de regu
lador de todos los relojes de la ciudad. Finalmente se había alcanzado el objetivo perse
guido desde hace mucho tiempo: el de convertir París en un objeto de lujo y de curiosidad
antes que de uso, una ciudad de exposición, situado sobre cristal objeto de admiración y
de envidia pa/a los extranjeros, imposible paro sus habitantes». V, Fournel, loe cil., pp. 235-
237, 240241 [K6a, 21
Crítica de Fournel a la ciudad sansimoniana de Ch. Duveyrier: «Hay que renunciar o prose
guir la exposición de esta metáfora audaz, que M. Duveyrier continúa... con una flema cada vez
más estupefaciente, sin darse cuenta siquiera de que su ingeniosa distribución devolverla a París,
a fuerza de progreso, a esa époco de la Edad Media en que coda industria y cada rama del
cometcio estaba asentado en el mismo barrio» Víctor Fournel, Patís nuevo y París luluio, París,
1868, pp. 374-375 («los precursores de M. Haussmann»]. IK 7, 1]
■Vamos o Hablar de un monumento que nos es particularmente querido, y que nos parece de pri
mera necesidad con un aelo como el nuestro... ¡un Jardín de invierne) Casi en el centro de lo ciu
dod. un vasto, muy vasto emplazamiento capaz ds contener, como el Coliseo de Roma, una gran
parte de la población, estoría rodeado por un inmenso soporte luminosa, más o menos como el
Palacio de cristal do Londres, como nuestros actuales mercados: columnas de fundición, unas pocos
piedras para asentar las bases... |Ahl mi jardín de invierno, qué paitido podría sacar de ti para mis
novutopianos; mieritias que en París, la gran ciudad, har levantado un monumento de piedio
grande, pesado y feo con el que no se sabe qué hacer, y donde este año bs cuadros de nuestros
artistas, oqui a contraluz, se fríen bap un sol ardiente» F A Couturier de Vienne, París modeme
Plan d'une vttte medéle que lovteur a appeliée Nowlop¡e [París moderno. Plan de una ciudad
modelo que el autor ha llamado Novutopia]. París. 1860, pp. 263-265 [K 7, 21
Sobre la arquitectura onírica: «En lodos los países msridio/toles, donde la concepción popular
de lo calle quiere que los exteriores de las casas parezcan más "habitados" que sus interiores,
esta exposición de la vida privada de los habitantes confiere a sus moradores un valor de lugar
secreto que agudiza la curiosidad de los extranjeros la impresión es la misma en las ferias: todo
eslá en ellas tan abundanlemente expuesto en la calle que lo que no se encuenlro ahí adquiere
la fuerzo de un misterio». Adrien Dupossoge, «Peintures foraines* [«Pinturas foráneas») [Aits el
méliers graphiques, 1939). {K 7, 31
«El siglo quince, es uno époco en que los cadáveres, los cráneos y los esqueletos eran ultra
jantemente populares En pintura, en esculturo, en lite'atura y en representaciones dramáticas,
la Danza Mocabra estaba en todas portes. Pota el artista del siglo quince la atracción de la
muerte, bien tratada, era uno clave tan seguro para alcanzar ¡a popularidad como lo es para
nuestra época un buen "sexappeal'>Aldous Huxley, Croisiéie d'hiver ( Voyage) en Amérí-
que centróte [Crucero de invierno. Viaje por América central], París, (1935), p. 58,
IK 7 a, 3]
Sobre el interior del cuerpo. -F.l motivo y su elaboración procedeya de Juan Crisóstomo,
Über die Fraueii utui die Scbónbeit [Sobre las mujeres y la beüezdl <Opera <XII. París, ed.
B. de Montfaucon. 1735, p. 523)-. -la belleza del cuerpo consiste solamente en la piel. Pues
si los hombres vieran lo que hay detrajo, como dicen que podía ver las entrañas aquel lince
de Beocía, Ies asquearía la visión de las mujeres. Su gracia consiste en moco y sangre,
saliva y bilis. Quien piense en todo lo que esconden las orificios nasales, la garganta y el
vientre, sólo encontrará inmundicia. Y si nosotros mismos ni siquiera tocamos el moco o
el excremento con los dedos, ¿cómo podemos desear abrazar el saco misino de los excre
mentos?- (()Odón de Cluny, CoUationum lib III, Migite, tome 133, p 556.) Cil. J. Huizinga,
Herbst des Millelalters [IU otoño de la Edad Medial. Múnich, 1928, p. 197. [K 7 a, 41
Sobre la teoría psicoanalítica del recuerdo: -Las investigaciones posteriores de Freud evi
dencian que esta concepción- Ut. la de la represión] -tiene que ampliarse . El mecanismo
de represión... es... un caso particular de... un proceso más importante que entra en acción
cuando nuestro Yo no puede dominar adecuadamente determinadas exigencias que se le
plantean al aparato psíquico, lil mecanismo de defensa más general no suprime las impre
siones fuertes, solamente las relega.Sería preferible en ¡iras de la claridad que formula
ramos con intencionada rudeza el contraste entre memoria y recuerdo: la función de la
memoria- Uc. el autor identifica el ámbito <lel “olvido"- con el -de la memoria inconsciente-,
p. 130] es proteger las impresiones; el recuerdo apunta a su descomposición. La memoria
es en esencia conservadora, el recuerdo es destructivo- Theodor Reik, Der überruscbte
Psychotoge \EIpsicólogo asombradd, Leiden, 1935, pp. 130-132. IK 8, ll
*EI hombre no es el hombre nada más que en su superficie lévenlo la piel, diseca: aqui comien
zan bs máquinas. Después le pierdes en una sustancia inexplicable, ajena a lodo lo que sabes
y que, sin embargo, es esencial.» Poul Valéry, Cahier 8 l910[Cuodeino B 19 10], (Paris), 1930,
pp 39-40. !K 9, 3)
Ciudad onírica de Napoleón 1: ‘Napoleón, que por lo pronto había querido erigir un arco
triunfal en cualquier lugar de la ciudad, como el primero y decepcionante de la Plaza du
Carousse!, se había dejado persuadir por Fontaine para construir al ueste, donde se con
taba con amplios terrenos disponibles, un París imperial que sobrepasaría al Paris de la
monarquía. Versa lies incluido. Entre la elevación de la Avenida de los Campos Elíseos y el
Sena... cn el llano que finaliza hoy en el Trocadero. se alzaría con 'palacios para doce reyes
y su séquito"... “n« sólo la ciudad más bella de todas las que hay, sino de todas las que
puede haber'. El Arco del Triunfo se concibió como la primera construcción de esta ciu
dad- Fritz Stahl. Paris [Partí, Berlín, <1929>, pp. 27-28. [K 9 a, 1]
L
[A r q u it e c t u r a o n ír ic a , m u s e o , term as ]
•Ahora se quiere empero convertir a los franceses, con un [oque de vara mágica, en un
pueblo de la Antigüedad; y a este delirio salido de los gabinetes de estudio de hombres
fantasiosos se refieren, a pesar de Minerva, ciertas expresiones artísticas -Friedrich Johann
Lorenz Meyer, Fragmente aus Paris im /\ *cn /abr derfrattzósiscben Republik [Fragmentos de
Paris en el año IX'dc la RepúblicafrancesíA, I, Hamburgo 1797, p. 146 ■ Antigüedad ■
IL 1, 21
Construcciones oníricas del colectivo: pasajes, invernaderos, panoramas,
fábricas, gabinetes de figuras de cera, casinos, estaciones de tren. [L i, 3]
La estación Si. lazare: una princesa que pita y resopla con la mirada de un
reloj. «Poro nueslro hombre*, dice Jacques de Lacretelle, «las estaciones son ver
daderamente fábricas de sueños». («Le Réveur Parisién» [«El soñador parisino»],
N(ouvelle) R(evue) F(rancaise), 1927.) Ciertamente: hoy, en la época de los
coches y de los aviones, son sólo ligeros y atávicos temores los que aún
moran en los negros vestíbulos, y esa manida comedia de la despedida y del
reencuentro que se realiza delante del vagón Pullman, hace del andén un
teatro de provincias, l'na vez más se nos escenifica el gastado melodrama
griego: Orfeo, Eurídice y Hermes en la estación. En la montaña de maletas
bajo la que ella está, se abre el pasadizo. la cripta en la que se hunde cuando
el hermético revisor, buscando la mirada húmeda de Orfeo, da con su disco
la señal de la partida. Cicatriz de la despedida que como la grieta de un vaso
griego cruza los cuerpos pintados de los dioses. [LX, 4)
Sobre la arquitectura onírica. El pasaje como templo: asiduo de los oscuros bazares -de los
pasajes burgueses- «se encontrará casi desambientado en el pasa|e ce Opéra Estará molesto
en él. tardará en salir de él. No eslá en su casa: un poco m-ás y se descubriría el jefe, como si
penetrara en el lemplo de Dios», le livre des Cenl-e!-un [El libro de los denlo uno], X, París, 1833,
p, 71 (Amédée Kermel, les Pasajes de Paris (/os Pasajes de Parts]), (L 1, 61
Sobre las ventanas con vidrios de colores que empezaron 3 colocarse junto a las escaleras
—¡escaleras que además se enceraban con frecuencia1—escribe Alphonse Karr: «la escalera
ho quedado como oigo que parece mucho más una conslruccíán de guerra pora impedir a los
enemigos invadir una casa, que un medio de comunicación y de acceso ofrecido o los omlgos»
Alphonse Karr. 300 pages [300 páginas], nuev(a) ed(ición), París, 1861, pp. 198-199. (1. 1, 7!
La casa «siempre se ha mostrado propicia para las más complicadas y novedosas formula
ciones-, Sigfried Giedion, Bauen in Frankreich lia arquitectura en Francia1, (Berlín, 1928),
p. 78. [1.1,8]
Los pasajes son casas o corredores que no tienen ningún lado externo
-como los sueños-, [L 1 a, 1J
-El siglo xix disfrazó Itxjus las nuevas creaciones con máscaras historidstas, fuera en el
terreno que fuese En el ámbito de la arquitectura unto como en el de la industria o en el de
la sociedad. Creó nuevas posibilidades de construcción, pero tuvo a la vez miedo de ellas,
ahogándolas sin cesar en decorados de piedra. Creó el inmenso aparato colectivo de la
industria, pero intentó desviar por completo su sentido al disponer que las ventajas del pro
ceso productivo sólo favorecieran a unos pocos Esta máscara historicista está indisoluble
mente unida a la imagen del siglo xix. No puede seguir negándose * Sigfried Giedion, La
arquitectura en Francia, pp. 1-2. IL 1 a, 3)
«El bloque de alquiler es el último castillo feudal. Debe su existencia y su forma a la lucha
egoísta y brutal de algunos propietarios de solares por los terrenos que ia competencia ha
dividido y desgajado. De este modo, tampoco nos sorprendemos al ver reaparecer la forma
del castillo en el patio rodeado de muros, Los propietarios se aíslan unos de otros, y ésa
es también una de las causas que contribuyen a que al final quede un resto azaroso de lo
que era el conjunto.- Adotf Behne, Nenes Wohnen-Neues Manen tLa nueva vivienda-La
nueva arquitectura], Leipzig, 1927, pp. 93-94. [L 1 a, 61
El museo como construcción onírica, -liemos visto que los Borbones buscaron ya el enal
tecimiento público de los antepasados de su casa, y el reconocimiento del esplendor y la
importancia de la historia antigua de Francia. Por eso mandaron también representar en los
techos del Louvre los momentos más significativos de la historia y de la cultura francesa •
Julius Meyer. Gescb({cbt¿) d(er) mocKcrneu) fi(an)z(ásiscJ>en) Malerei lUistoria de ¡a p in
tura francesa moderruA. Leipzig, 1867, p, 424. [t, 1 a, 71
Kntreeruzamiento de: musco e interior. M. C'luibrilUit (en 1882 director del Ambigú) hereda
un día un completo gabinete de figuras de cera «establecido en el pasaje de l'Opéra, encima
del reloj». (Quizá fuese el antiguo museo Hmtkoff.) Chabrillat tiene por amigo a un bohe
mio, dotado dibujante, por entonces sin domicilio. A éste se le ocurre algo. En el citado
gabinete había entre otras cosas un gmpo que representaba la visita de la emperatriz Euge
nia a los enfermos de cólera de Amiens A la derecha, la emperatriz, sonríe a los enfermos,
a la izquierda hay tina enfermera con una cofia blanca y, en una cama de hierro, pálido,
enflaquecido, bajo una pulcra colcha, un moribundo. A medianoche cierra el museo. El
dibujante se dice: nada más fácil que sacar con cuidado al enfermo de cólera, ponerlo en
el suelo, y meterme en su caina. Chabrillat le da permiso. No le importaban las figuras de
cera. A lo largo de seis semanas, ese artista al que habían echado del hotel pasó las noches
en la cama del enfermo de cólera, despertándose a cada mañana ante la dulce mirada de la
enfermera y la sonrisa de la emperatriz, que dejaba caer sobre él su rubio cabello. Tomado
tle Jules Claretie, Ca vie á Paris 1882[La vida en París. 1S83¡, París, (lKK3), pp. 301 ss.
IL 2, 2]
•En lo que respecta a tos nuevos teatros, aún sin concluir, no parecenpertenecer a un estilo
determinado; se quiere unir -eso dicen—la esfera pública y el uso privado, construyendo
viviendas privadas alrededor, y de este modo apenas podrán llegar a ser sino enormes con
tenedores. cápsulas gigantes para todo.- Grenzboten, 2.“ semestre. n.° 3, 1861. p. 143, (Die
Pariser Kunstnusslelhina von 1861 [la exposición de arle de parís de ¡861 1.) IL 2, 5)
Concebir el pasaje como sala termal Uno querría encontrarse con el mito de
un pasaje en cuyo centro se hallase una fuente legendaria, una fuente de
asfalto que brotara del interior más profundo de Paris. Las -fuentes de cer
veza» aún deben su existencia a este mito del manantial. Hasta qué punto la
curación es también un rilo de paso, una experiencia de transición, se ve cla
ramente en aquellas clásicas galerías de paseo en las que los pacientes cami
naban, por decirlo así, hacia su curación, También estas galerías son pasa
jes, Cfr. las fuentes en los vestíbulos. EL2, 6]
Todo el mundo conoce en los sueños el miedo a las puertas que no cierran,
Mas exactamente: son puertas que parecen cerradas sin estarlo. Conocí más
intensamente este fenómeno en un sueño en el que, estando en compañía
de un amigo, vi un fantasma junto a la ventana del primer [liso de una casa
que teníamos a la derecha. Al continuar nuestro camino, nos acompañó por
el interior de todas las casas. Atravesaba todos los muros, estando siempre
a la misma altura que nosotros. Veía esto a pesar de estar ciego. £1 camino
que hacemos a través de los pasajes también es en el fondo un camino de
fantasmas en el que las puertas ceden y las paredes se abren. ÍL 2, 71
■Número 125; el laberinto de Castan, Trotamundos y artistas creen al principio haber sido
transportados al Inmenso bosque de columnas de la soberbia mezquita de Córdoba, en
España. Como en ésta, ¡os arcos se apilan sobre los arcos, tas columnas se Jli ntan por efecto
de la perspectiva, ofreciendo vistas y corredores inabarcables que parecen no tener final y
no poderse recorrer. De pronto miramos una imagen que nos transporta de lleno a la
famosa Alhambra de Granada. Vemos los dibujos ornamentales de la Alhambia con sus ins
cripciones: “Alá es Alá" (Dios es grande.), nos encontramos de pronto en un jardín, en el
patio de los naranjos de la Alhambra [¿'id. Pero antes de que el visitante entre en este patio,
tiene que recorrer más de tina senda laberíntica.- Catálogo del panóptico de Castan (según
extractos del Frankfurter Zeitung). [L 2 a, 31
«El éxito de la escuela romántica hizo que naciera, hada 1825, el comercio de los cuadros moder
nos. Antes, los aficionados iban al domicilio de los artistas, Comerciantes de colores, Girou>¡, Suisse,
Binant, Berville, comenzaron a servir de intermediarios: la primera casa regular lo abrió Goupíl en
1829.» Dubech-D'Espezel, Histoire de Paris \Historia de París], París, 1926, p. 359. IL 2 a, 41
«La Ópera es una de las creaciones características del Segundo Imperio, Entre cierto sesenta pro
yectos se escog'ó el de un joven desconocido, Charles Garnier. Su ledro, construido de 18ÓI a
1875, está concebido como un lugar de ostentación... Es la escena en donde el París imperial se con
templa con complacencia; clases recién llegadas ol poder y a la fortuno, mezclados con elementos
cosmopolitas, se trata de un mundo nuevo que se designa con un nombre nuevo: ya no se dice lo
Corle, se dice le Tout-Paris... Un tealro concebido como un centro de vido social y urbana, he ahí uno
idea nueva y un signo de los tiempos.» Dubech-D'Espezel, loe. cit., pp. 411-412. IX 2 a, 51
La ciudad onírica de París como imagen formada a partir ele todos los pro
yectos de edificios, calles, paseos públicos y sistemas para nombrar las calles
que nunca han llegado a imponerse en la ciudad real de París. [L2 a, 61
El pasaje como templo de Esculapio, sala termal, Paseo terapéutico. (Los pasa
jes como salas termales en desfiladeros -como en Schuls-Tarasp o en Ragaz-.)
El -barranco" como ideal paisajístico en el siglo diecinueve. [L3, ll
jaeques Fabien, Paris en songe [París en sueños], París, 18Ó3, comenta en p. 86 el traslado de
la Porte Saint-Martin y de Saint-Denis, «Se las puede admirar todavía en lo alto de los barrios
de Saint-Martin y Saínt-Denis.» Las dos plazas, que se habían hundido profundamente alrede
dor de las puertas, pudieron de este modo alcanzar de nuevo su primitivo nivel. [L 3, 21
Propuesta para cubrir a los muertos de la morgue con un paño de cera que les llegue hasta la
cabeza, «El público, que hace cola en la puerta, es admitido para que examine con calma el cadáver
desnudo del muerto desconocido... A partir del día en que ia moral sea respetada, el obrero que, a la
hora de la comida, se pasa por la morgue, con las manos en los bolsillos, la pipa en la boca y la son
risa en las labios, y vodevilíce con chistes verdes sobre las desnudeces más o menos podridos de los
dos sexos, se hastiará pronto de la parsimonia que se aparte de ahí en adelante a la puesto en escena
del espectáculo. No exagero, lodos los días tienen lugar en la morgue escenas escabrosas; allí se ríe,
se fuma, se charla en voz alia.» Édouard Foucaud, Paris invenlew. Pbysiobgie de /'industrie írancaise
[París inventor. Fisiología de la industria francesa], París, 1844, pp. 212-213. (L 3, 31
Sobre el París subterráneo; antiguas alcontarillas. «Nos haremos una imagen más parecida de
este extraño plano geometral si suponemos que vernos en liso sobre un fondo de tinieblas algún
raro alfabeto oriental enredado como un revoltijo, y cuyas letras deformes estaríon soldadas unas
a otros, en una aparente mezcolanza y como al ozar, tan pronto por sus ángulos como por sus
extremos.» Victor Hugo, CEuvrescomplétes[Obras completas], Novelo, 9, París, 1881, pp. 158-159
(¿es Misérables [tos miserables)). Et 3 a, 1]
Alccntarillas{:) «Fantasmas de todas las clases pueblan esos largos corredores solitarios; por
todos partes la podredumbre y el miasma; aquí y allá un tragaluz donde Villon desde dentro
charlo con Rabelais fuera». Victor Hugo, Obras completas, Novela, 9, París, 1881, p. 160 [Los
miserables). |L 3 a, 2]
Victor Hugo con motivo de las dificultades que surgieron en los trabajos de alcantarillado
de París: «París está construido sobre un yacimiento extrañamente rebelde al pico, a la azada,
a la sonda, al manejo humano. N o hay nada más difícil que agujerear y penetrar en esta for
mación geológica a la que se superpone la maravillosa formación histórica denominada París;
desde que... el trabajo se empeña y se aventura en esta capa de aluvión, cbundan los resisten
cias subterráneas. Son arcillas líquidas, fuentes vivas, rocas duras, fangos blandos y profundos
que la ciencia experta liorna mostazas. El pico avanza laboriosamente en los láminas calcáreas
alternadas con hilos de arcillas muy delgados y lechos esquistosos con las capas incrustadas de
conchos de ostras de los tiempos de los océanos preadánicos». Victor Hugo, Obras completas,
Novela, 9, París, 1881, pp. 178-179 (ios miserables). [I- 3 a, 31
Alcantarilla^} «París... lo llamaba el Agujero fétido... El Agujero fétido no repugnaba menos a la higiene
que a la leyenda. El Monje malhumorado había salido de debajo de la fétida curvatura de lo alcan
tarilla de Mouffetard; los cadáveres de los Marmousels habían sido arrojados a la alcontaiilla de la
Barillerie... La boca de alcantarilla de la calle de la Morlellerie era célebre por las pestes que salían
de ella... Bruneseau la había puesto en movimiento, pero se necesitaba el cólera paro determinar la
vasta reconstrucción que tuvo lugar después». Victor Hugo, Obras completas, Novela, 9, París, 1881,
pp. 166 y 180 ( Los miserables; L'intestin de Léviathan [Elintestino de ¿ew’afcín]). [L 3 a, 4]
En 1805 Bruneseau desciende a las alcantarillas: «Apenashubo Bruneseau franqueado los pri
meras articulaciones de la red subterránea, cuando ocho de los veinte trabajadores rehusaron ir
más lejos... Se avanzaba penosamente. No era raro que las escalos de descenso se hundiesen
tres pies en el largo, las linternas agonizaban en las miasmas. De vez en cuando, se llevaban
a un alcaiilarillero desvanecida En ciertos s'tios, precipicio. El suelo estaba hundido, el enlosado
se había desplomado, la alcantarilla se había convertido en pozo perdido; no se encontraba el
fírme; un fiambre desapareció bruscamente, costó trabajo retirado Por consejo de Fourctoy, se
alumbraba de tramo en tramo, en sitios lo suficientemente saneados, con grandes jaulas llenas
de estopa empapada de resina, ta muralla, en algunos lugares, esrobo cubierta por hongos
deformes, podría llamárselos tumoies; la propio pTedra pareció enlermo en ese medio irrespira
ble.. Aquí y allá se aeyó reconocer, especialmente debajo del Palocio de justicia, los alvéolos
de antiguos calabozos practicados en !a misma alcantarilla.. Una sujeción de hierro colgaba
de una de esas células Se lapioron todas , la vivía total del vertedero subterráneo de París duró
siete ofos, de 1805 o 1812 Noda igualaba al horror de esta cripta exuloiia antro, foso, vorá
gine atravesada por calles; topera titánica donde el espírilu cree ver cómo rueda a través de la
sombra,, ese enorme topo ciego, el pasado» Vidor Hugo, Obras completos, Novela, 9. París,
1881, pp. 169-171 y 173-174 {ios m/serobfes, El intestino de leviatón). H 4, 1|
Sobre la cita de Gerstácker. I7na joyería subm arina; «Entramos en el hall sub
marino de los joyeros. Nunca cupo dudo de que se estaba muy lejos de lierro firme.
Una inmensa cúpula, recubría lodo el mercado, lleno de tiendas con los escapa
rates centelleantes, brillantemente iluminados por la electricidad, lleno de mundo y
de electricidad». Léo Claretie. París depuis ses origines ¡usq'en Ion 3000 [París
desde sus orígenes hasta el año 3000\. París, 1886, p. 337 («En 1987*). Es sinto
m ático que esta im agen reaparezca en el m om ento en que com ienza e l fin
de los pasajes. [L 4 .2|
En tanto que los viajes, por lo común, hacen olvidar al burgués sus vínculos de
clase, el balneario le Confirma en su convicción de pertenecer a la clase alta.
Esto último no sólo ocurre poique en el balneario entre en contacto con las
capas feudales. Mornand destaca un hecho elemental: «En París se encuentra sin
duda una de las grandes multitudes, pero no homogéneas como ésla; porque la mayo
ría de los tristes humanos que la componen o han cenado mal o no lo han hecho.,, En
Bade, nada de eso; todo el mundo es feliz, ya que todo el mundo está en Bode». Félix
Mornand, la vie des eaux [La vido de las aguas], París, 1855, pp. 256-257 I). 4 a, 1]
El comercio se sirve, preferiblemente por mediación de] arte, del paseo tran
quilo por las salas de los balnearios. 1.a actitud contemplativa que se ejercita
frente a la obra de arte se transforma lentamente en una actitud más codi
ciosa ante el gran almacén. "Paseando por cetanle de ia Trinkholle... o debajo
del peris'ilo ilustrado o fresco de esta columnata ¡lalo-greco-leutscho, se enltcrá... a
leer un poco los periódicos, a regatear por los objetos de arte, a contemplar las
acuarelas y a vaciar un pequeño cubilete.» Félix Mornand: La vida de las aguas,
Paris, 1855, pp. 257-258 1L4 a, 2]
Calabozos de Chálele! «Los calabozos cuyo solo pensamiento aterrorizaba al pueblo , Kan
pregado s j s piedras al único de er.tie locos los leatios que le gusto al pueblo paia "i a disW
tan porque oye liabior en ellos de la glona de sus hijos en los campos de batalla». Edouard Foui
nier. Chroniques et légendes des rúes de Parts [Crónicas y leyendas de las calles de París}. Poris.
1864, pp, 155-156 El texto se refiere al team» Chátclet, que en su origen fue un circo.
[L 4 a, 31
La portada revisada de los Aguafuertes sobre Paris de Mcryon representa una pesada pie
dra de cuya antigüedad dan fe sus conchas incrustad:» y sus grietas. Hn esta piedra se lia
grabado e! título del ciclo de gratados. *Buity anoto que los conchos, las impresiones de
musgo metidas en lo calizo, recuerdan que esto piedra ba sido escogido entre los escantillones
del primitivo suelo parisino en bs canteras ce Montmartre.» Gustave Geffroy, Charles Meryon,
Poris. 1926, p 47 IL 4 a, 41
Baudelaire se topa en «El pjgador generoso» con Satán en su garito, «es uno morada subte
rráneo, deslumbradora, donde estallaba un lujo del que ninguna de las habitaciones superiores
de Paris podría proporcionar un ejemplo». Charles Baudelaire, te spleen de París [El spleen de
París], París, (ed R. Simón), p. 49. [L 4 a, 51
Según K. Meister, -Die Hausschwelle in Sprachc und Religión der Rümer» I»E1 umbral de la
casa en el lenguaje y la religión romanas»] (Tratados de ta Academia de las Ciencias de
Heildelberg, Sección histórico-filosófica, 1924-2S, Tratado III, I-Ieldelberg, 1925), los griegos
-al igual que casi todos los demás pueblos- no conceden tunta importancia al umbral
como los romanos. E l tratado se centra en el nacimiento de lo sublime como lo elevado
(originalmente, el que es llevado a las alturas). [L 5, 21
«Sin embargo, eparecen sin cesar nuevas obras en donde la ciudad es el personaje esencia y
más difundido y donde el nombre de Paris, que figura casi siempre en el titulo, do cuenta sufi
cientemente de lo que le custo al público que sea de esa manera Cómo no se iba o desarro
llar en esas condiciones la convicción íntima en coda lector, que todavia hoy se percibe, de que
el Paris que conoce no es el único, ni siquiera el verdodero. sino un decorado brillantemente ilus
trado, pero demosiodo normo!, del que nunca se descubrirán los Iramoyislas. y que disimula otro
Paris, el París real, un París fantasma, nocturno, inaprensible » Roger Caiilois, «París, mythe
modeme» [«Pons, milo moderno»] (QNouvelle Revue Fronfaise XXV, 284, 1 de mayo de 1937,
P 687). [L 5, 31
«las ciudades, al igual que los bosques, tienen sus antros donde se ocu'la todo lo más malo y
lo más temible que llenen.» Victor Hugo, Los miserables, III (Obras completas, Novela, 7, París,
1881, p. 306). |1,5,4]
Hay relaciones entre el gran almacén y el museo, entre los cual(es) el bazar
es un eslabón intermedio. La acumulación de obras de arte en el museo se
asemeja a la de las mercancías allí donde, al ofrecérsele masivamente al
paseante, despiertan en él la idea de que también tendría que correspon
derá una parte. IL 5, 5]
-La ciudad mortuoria Pcre-Lachaise. El nombre de cementerio no cuadra con este lugar
construido a semejanza de las necrópolis del mundo antiguo, pues su disposición verda
deramente urbana, con sus casas para los muertos y sus numerosísimas estatuas exentas,
representa a los difuntos como vivientes en oposición a la costumbre cristiana del norte, y
está pensada por completo como prolongación de la ciudad de los vivos.» (El nombre pro
viene del propietario del terreno, elconfesor deLuis XIV,y la obra fue realizada por Napo
león 1.) Fritz Stahl, Parts 1Partí, Berlín, (1929), pp.161-162, [I, 5 a)
M
[El flá n e u r ]
La embriaguez se apodera de quien lia caminado largo tiempo por las calles
sin ninguna meta. Su marcha gana con cada paso una violencia creciente; la
tentación que suponen tiendas, bares y mujeres sonrientes disminuye cada
vez más, volviéndose irresistible el magnetismo de la próxima esquina, de
una masa de foIla¡e a lo lejos, del nombre de una calle. Entonces llega el
hambre. Él no quiere saber nada de los cientos de posibilidades que hay
para calmarla. Como un animal ascético, deambula por barrios desconocidos
hasta que, totalmente exhausto, se derrumba en su cuarto, que le recibe fría
mente en medio de su extrañeza. [M 1, 31
París creó el tipo del fláneur. Lo raro es que no fuera Roma. ¿Por qué? ¿Acaso
los sueños no discurren en Roma por calles bien dispuestas? ¿Acaso la ciu
dad no está demasiado llena de templos, plazas recoletas y santuarios nacio
nales como para que, indivisa, pueda ingresar en el sueño del paseante con
cada adoquín, cada letrero comercial, cada escalón y cada portal? Quizá tam
bién tenga algo que ver el carácter nacional de los italianos. Pues no han
sido los extranjeros, sino los mismos parisinos quienes han hecho de París
la alabada tierra del fláneur, el -paisaje formado de pura vida-, como lo
llamó una vez Hofmannsthal. Paisaje: en eso se convierte de hecho para el
fláneur. O más exactamente: ante él, la ciudad se separa en sus polos dia
lécticos. Se le abre como paisaje, le rodea como habitación. I M i, 4]
Valéry Larbaud sobre el «clima morai de la calle parisina». «Las relaciones comien
zan siempre en la ficción de la igualdad, de la fraternidad cristiana, En esta muche
dumbre lo inferior se disfraza de superior, y lo superior de inferior. Moralmente dis
frazados lo uno y lo otro En otras capitales el disfraz no supero prácticamente la
apariencia y las gentes insisten, visiblemente, en sus diferencias, haciendo un
esfuerzo, de paganos y de bárbaros, para diferenciarse. Aquí, las borran todo lo que
pueden. De ahí viene esta suavidad de! clima moral de la calle parisino, el encanto
que hace primat sobre la vulgaridad, el dejar hacer, la monotonía de esta muche
dumbre. Ésta es la gracia de París, su virtud, la caridad. Virtuosa muchedumbre. >
Valéry Larbaud, Rúes el visages de París [Calles y semblantes de París] Pora el álbum
de Chas-laborde, Commerce, VIII, verano de 1926, pp. 36-37 ¿Es adecuado atri
buir este fenómeno a la virtud cristiana, o no actúa aquí quizá una embria
gada asimilación, un encubrimiento, una igualación que se muestra superior,
en las calles de esta ciudad, al afán de distinción social? Habría que citar la
experiencia con el hachís titulada «:Dante y Petrarca", y se debería medir el
impacto de la experiencia de la embriaguez en la proclamación de los dere
chos humanos. Todo esto se aleja en extremo de la cristiandad. IM l a, 2]
El "fenómeno de la vulgarización del espacio» es la experiencia fundamental
del fláneur Dado que esto también se muestra -desde otro punto de vista-
en los interiores de mitad de siglo, no se puede rechazar la suposición de
que el momento culminante del callejeo corresponda a la misma época. En
virtud de este fenómeno, se percibe a la vez aún todo aquello que sólo haya
sucedido potencial mente en este espacio. El espacio guiña los cijos al flá
neur. y bien, ¿qué es io que ha podido suceder en mí? La relación de este
fenómeno con la vulgarización es algo que desde luego habrá que explicar.
■ Historia ■ [M 1 a, 31
El baile que organizó la embajada inglesa el 17 de mayo de 1839 tuvo que ser
una verdadera fiesta de disfraces del espacio. «Se había mandado pedir para los
adornos de la fiesia, además de las flores de jardines e invernaderos, que son magni
ficas, de mil a mil doscientos rosales; se dice que no se pudieron colocar más que
ochocientos en los apartamentos; pero eso puede daros idea de estas magnificencias
tan mitológicas. El jardín, cubierto con un toldo, estaba dispuesto como Salón de con
versación. Pero |qué salón] Los ligeros arriates llenos de flores eran enormes macete
ros que todo el mundo venía a admirar; la arena de las calles estaba oculta bajo telas
Frescas, llenas de atenciones hacia los blancos zapatos de raso; grandes canapés
forrados con tela de china y de damasco sustituían a los bancos de hierro hueco;
sobre una mesa redonda había libros, álbumes, y era un placer venir a respirar en
aquel inmenso salón, desde ©I que se escuchaba, como un canto mágico, el sonido
de la orquesta, y desde el que se veía pasar como sombras felices, por las tres gale
rías de flores que lo rodeaban, a las alegres ¡ovencitas que iban al baile, y a las muje
res más serías que iban a cenar.,,» H. d'Almeras, La vie parisienne sous (le régne de)
louis-Philippe [/□ vida parisina bajo el reinado de Luis Felipe, (París, 1925), pp. 446-
4 47 El relato procede de la señora Gírardin. ■ Interior ■ Hoy la consigna no es
la complicación, sino la transparencia. (¡Le Corbusier!) [M 1 a, 4)
Con el incesante aumento del tráfico urbano, al final fue sólo gracias a la
pavimentación «macadam» de las calles como se pudo conversar en las terra
zas de los cafés sin tener que gritar al oído del otro. [M 2, 6]
Dialéctica del callejeo por un lado, el hombre que se siente mirado por todo
y por todos, en definitiva, el sospechoso; por otro, el absolutamente ilocali-
zable, el escondido. Al parecer es precisamente esta dialéctica la que des
arrolla El hombre de la multitud. [M 2, 8]
■El Industrial pasa sabré el asfalto apreciando su calidad; el anciano lo busca con cuidado, lo sigue
lanío liempo como puede, hace rosonar en él con alegría ói bastón, y lea.'efda con orgullo que él
ha vislo poner los primeras aceras, el poeta... comino sobre- él indiferente y pensativo mascullando
versos, el jugador de bolso posa por él calculondo los posibilidades de la úIStio subido de lo
herma, y el distraído resbala en él » Alexis Martin, «Ptiysiologie de l'asphdte» [«Fisiología del
asfalto») (¿e Bohéfne I, 3, 15 de abril de 1855. Charles Pradier redoekx jefe). IM 2 a, 31
Sobre la técnica de los parisinos para habitar sus calles: «En una ocasión, vol
viendo por la calle Saint I tonoré, encontramos un ejemplo elocuente de esa
industria callejera parisina que lo aprovecha todo. Arreglaban el adoquinado de
una zona, tendiendo cañerías, y había quedado en mitad de Ja calle una isla
de tierra cubierta de piedras. En medio de este terreno se había establecido
enseguida la industria callejera, y cinco o seis vendedores ambulantes ofrecían
útiles de escritura y agendas, cuchillería, pantallas para lámparas, tirantes, cue
llos tardados y toda clase de pequeños artículos; incluso un auténtico buho
nero había abierto aquí una filial, extendiendo sobre las piedras su mezcolanza
de viejas tazas, platos, copas y demás, de modo que el comercio y el tráfico se
beneficiaban del breve contratiempo, en vez de salir perjudicados. Y es que
son verdaderos expertos en hacer de necesidad virtud-, Adolf Stahr, Nachfü n f
Jahrett [Después de cinco amos], I, Oldenbuig, 1857, p. 29{.)
Todavía 70 años después, en la esquina del bulevar Saint-Germain con el
bulevar Raspail, tuve la misma experiencia, Los parisinos hacen de la calle
un interior, |M 3, 11
«Es muy hermoso que en el mismo París se pueda pasar directamente al campo.-
Karl Gutzkow, Brie/e aus Paris [Cartas de Parid, I. Leipzig. 1842. p. 61(.)
Se loca con ello el otro aspecto del tema. Pues, al igual que el callejeo
puede transformar completamente París en un interior, en una vivienda
cuyos cuartos son los barrios, que no están claramente separados por
umbrales como verdaderas habitaciones, del mismo inodo la ciudad
puede abrirse también alrededor del paseante como un paisaje sin umbra
les. IM 3, 21
La calle como irrenor. Sobre el pasaje del Pont-Neuf [entre lo cale Guénégaud y la calle de
Seine): «las lendas parecen armcrios» Nouveaux tablecux efe Paris oo Obs&vafíons sur les
tnceurs et usage.s des Porisiens au commencement du xnf siécle [Nuevos cuadros de Paris u
observaciones sobre las costumbres y usos de los parisinos a comienzos del siglo x«j. I, Paris,
1828, p. 34 IM 3, 4]
til patio de las Tullertas, «inmensa sabana plantada de farolas de gas en lugar de bananeros».
Paul-Ernest de Raller. Paris n'exisle pos [Parts no existe], París, 185Z I Gas ■ [M 3, 5)
Pasaje Collieri «El candelabro que lo alumbra parece un cocotero en medio de una sabana».
■ Gas ■ Le livre des CenLet-Un [El libro de ¡os ciento uno], X, Poris, 1833 p. 57. (Amédée Ker
mel, les possages de Paris [ios pasajes de París). IM 3. 6]
Iluminación del pasaje Colbert: «Admiro la serie regular de estos globos de cris
tal, de donde emana una claridad viva y dulce al mismo tiempo. ¿No se diría lo
mismo de cometas en orden de batallo, esperando la señal de salida para ir a
vagabundear por el espacio?». El libro de los ciento uno, X, p. 57(.)
líespecto a esta transformación de la ciudad en un mundo astral, véase Otro
mundo de Grandville. ■ Gas ■ [M 3,7]
En 1839 resultaba elegante pasear llevando una tortuga. Eso da una idea del
ritmo del Jláneur en los pasajes. tM 3,8)
Gustave Claudin habría dicho: «El día en que un filete dejó de ser un filete para convertirse en
un Chateaubriand, decía, en que a un guiso de cofdero se le llomó un navarin, y en que el cama
rero gritó: "¡Moniteur, reloj!' para indicar que ese periódico estaba pedido por el diente situado
bajo el reloj. iese día París perdió verdaderamente su corona!» Jules Clanetie, la vie á Paris
1896 (¿o vido en París en 1896], París, 1897, p 100. (M 3, 91
“Allí está,,, desde 1845 el Jardín de Invierno -en la Avenida de los Campos Elí
seos-, un colosal invernadero con amplios espacios para reuniones sociales,
bailes y conciertos, cuyo nombre de Jardín de Invierno no se justifica, dado
que también abre sus puertas en verano.- Si la planificación urbana crea tales
entrecruza míenlos de estancia y naturaleza libre, es porque responde a la
profunda tendencia humana a la ensoñación, que quizá incluso constituye
la verdadera fortaleza de la acidia sobre el hombre. Woldemar Seyffarth,
Wahrnehmungen in Paris, 1853 u. 7854 {Observaciones sobre París. 1853 .V
1854\, Gotha, 1855, p. 130. IM 3 ,101
El menú en los Tres hermanos provenzales: -36 páginas para los platos, 4 para
los vinos -pero páginas muy largas, en folio menor, con texto apretado y
muchas anotaciones detalladas—. El libro está encuadernado en terciopelo.
20 entremeses y 33 sopas. -46 fuentes de carne de vacuno, entre ellas sólo 7
de distintos bistecs, y 8 filetes.- -34 platos de caza, 47 fuentes de verdura, 71
cuencos de compota.* Julius Rodenberg, Paris bei Sonnenscbein uncí !¿im-
penlicbl IParis a la lu z del sol y a la lu z de las lám parasi, Leipzig, 1867,
pp. 43-44. Callejeo del menú. IM 3 a. ll
-Las casas de Le Corbusier no poseen ni especialidad ni plasticidad: ¡el aire circula por ellas!
¡El aire se conviene cn el factor constitutivo! ¡No vale para ello ni el espacio ni la plástica,
sólo la relación y la interpenetración! Hay un único espacio indivisible. Entre e¡ interior y
el exterior, caen las envolturas ■Sigfried Giedion. Barten in Frankreich [La arquitectura en
Francia\, (Berlín, 1928), p. 85. [M 3 a, 31
«El 30 de enero de 1828, e! primer ómnibus funcionó en !a lineo de los bulevares, de la Boslille
o la Modeleine. La carrera costaba veinticinco o treinlo céntimos, el coche se paraba donde uno
quena Tenía de dieciocho a ve:nle plazas, su recorrido eslobo dividido en dos etapas, con la
puerta Saint-Martin como punto de partido El éxito del invento lúe extraordinario: en 1829, lo
Compañía explotaba quince líneas, y haba compartías irvoles que le hacían lo competencia:
Tricycies. Ecossoises. Béamaises, Domes Blanches» Dubech-D'Espezel, be cñ., pp 358-359.
IM 3 a. 8)
■A la «na la geme se despidió, y encontré por primera vez casi vacías las calles de París
En los bulevares me crucé con algunas personas aisladas; en la calle Vivienne, en la plaza
de la Bolsa, donde de día iu y que pasar a empujones, ni un alma. No oía mis que mus
propios pasos y el rumor de alguna fuente, mientras que de día no podía uno librarse de
un ruido ensordecedor Cerca del Palars Roya! me encontré con una patrulla. Los soldados
marchaban a ambos lados de la calle pegados a las casas en fila india, separados cinco o
seis pasos para no ser atacados a la vez y poder ayudarse unos a otros. Esco me recordó
que al principio de mi estancia en Parts me aconsejaron, en caso de ir con otros, andar así
de noche por las calles, y tomar sin pensarlo un simón si tenía que regresar solo a casa*
Eduard Devrient, Bríefe aiis París {Cartas ele ParisI, Berlín, 1840, p. 248. (M 4. ll
Sobre los ómnibus. -El cochero se para, uno sube los pocos escalones de la cómoda esca
lerilla y busca sitio en el vagón, con dos bancos corridos a derecha e izquierda para unas
14 ó 16 personas. Apenas se ha puesto el pie en el vagón, éste empieza a rodar, el con
ductor ha tirado otra vez del cordón y, con un sonoro golpe en un letrero transparente,
señala, adelantando el indicador, que ha subido una persona; esto último es el control de
acceso. Durante la marcha, uno abre cómodamente el monedero y paga, Si alguien se
sienta lejos del conductor, el dinero va de mano en mano entre los viajeros, la dama bien
vestida lo toma del obrero con mono azul, y éste a su vez io pasa; todo sucede de un modo
rápido, desenvuelto y sin fricciones. Para bajarse, el conductor vuelve a tirar del cordón
hasta que el vagón se detiene. Si marcha cuesta arriba, lo que no es raro en Paris, y por
tanto va lentamente, los señores suelen subir y bajar sin parar el vagón.» Eduard Devrient,
Cartas de París, Berlín, 1840, pp, 61-62. IM 4, 2)
«Fue después de la exposición de 1867 cuando comenzaron a aparecer los velocípedos, que
años más tarde obtendrían un éxito ton grande como pasajero. Digamos primeramente que bajo
el Directorio se había visto a algunos incroyables usar celeríferos, que eran velocípedos pesa
dos y mal construidos, el 19 de mayo de 1804 se representó en el Vaudevilíe una pieza titilado
los Celeríferos er la que se cantaba esta copla:
‘Vosotros, amantes del 'rete corto.
Cocheros sn prisa,
¿Queréis llegar afiles
Que el más rápido celerífero?
Remplazad desde hoy
Lo rapidez por lo maestría".
Pero desde comienzos de 1868 los velocípedos circularan, y pronto llenaron los paseos públi
cos; el Velocemen rempiazó al barquero. Se abrieron gimnasios, círculos de velocipedistas y se
crearon concursos para premiar la habilidad de los aficionados... Hoy, el velocípedo se acabó,
eslá olvidada.» H. Gourdon de Genoullloc, París ó travers les siécles [París a través de los siglos],
V, París, 1882, p. 288, [M 4, 3]
Ménilrronlonl. *En esle inmenso barrio cuyos magros sa'arios condenan a niños y mujeres a eler
ñas privaciones, la calle de la Chine y las que la rodean y la cortan, como la calle aes Parlonls
y la sorprendente calle Orfila, tan caprichosa con sus rodeos y sus bruscos recodos, con sus cer
cos de modera torcidas, sus glorietas deshonradas, sos jardines desiertos convertidos otra vez
en plena naturaleza, con arbus'os solvo;e$ y malas hierbas, confieren uno nota de reposo y de
calma única_ Bajo un vasto cielo, un sendero campestre en el que la mayor parte oe la gente
que pasa parece haber comido y haber bebido» J.-.< Huysmons. Croquis Porísiens \Croquis
parisinos], Paris, 1886, p. 95. *la calle de la Chine». [M 4 a, 31
Dickens. -Siempre que está de viaje, hasta cuando está en las montañas suizas... se queja
en sus carias,., de que no hay ruido callejero, algo que le resultaba Imprescindible para su
quehacer literario, “No puedo encarecer bastante lo q ue echo de menos las calles", escri
bió en 1846 desde Lausana, donde redactó una de sus grandes novelas (Dombey e hijo).
“Es como si le proporcionaran algo a mi cerebro de lo que no puede prescindir cuando
tiene que trabajar. Puedo escribir perfectamente bien en un lugar apartado durante una
semana o dos; un día en Londres me basta entontes para animarme y volver de nuevo a
la carga Pero el esfuerzo de escribir día tras día sin esta linterna mágica, es improbo... Mis
personajes parecen paralizarse si no tienen a una multitud alrededor... En Genova, tenía
al menos una calle iluminada de dos millas por la que podía pasearme por las noches, y
un gran teatro todas las tardes”.-(Franz Mchring,) «Charles Dickens». Die Neue Zeit X X X 1
(1912), Stuttgart, pp. 621-622. [M 4 a. 41
Caricaturas de la miseria; probablemente tojo los puentes del Sena. «Una vagabundo
dueme con la cabeza inclinada hacia adelante, s l bolsa vada enlre las piernas. Su blusa está
cubierta de alfileres en los que brillo el sol y lodos sus accesorios de menaje y de aseo: dos
cepillos, el cuchillo abieilo, lo fiambrera cerrada están tan bien colocados que esta apariencia
de orden crea casi una Intimidad, la sombra de un Interior en torno a ella». Matcel Jouhandeau,
Images de Paiis [Imágenes de París], París, (1934), p. 62. [M 5, 1)
«Mi hermoso navio hizo furor.. Fue el Inicio de toda una serie de canciones de marineros que
porecícn hober transformado o lodos los parisinos en gentes de mar y que les permitían ima
ginarse paseando en barca... ¡En la rica Vereda, donde el lujo relumbra, 1 Donde brillan, en
las aguas, pórticos dorados, | Donde se alzan grandes pelados cuyo mármol revela | Obras
maestros del arte, tesoros adorados! | Yo sóio tengo mi góndola, | Viva como un pájaro, 1
Que se mece y vuela | Apenas rozando e! ogvo >H Gourdon de Genouilloc, les rehatns de
lo rué de 1830d 1870 [las canciones de h calle de 1830a 1870¡, París. 1879. pp. 21-22
IM 5, 2]
«-Pero jqué es este vulgar estofado, que nuele ton mal y que está al fuego en este caldero lan
grande?... pregunta un tipo con aspecto provindano a una vieja portera. -Eso, señor mió, son
adoquines que estamos cocinando pata pavimentar nuestro pobie bulevat, |que menuda gra-
clal... Porque dígame si no era el paseo más agradable cuando se andaba sabré la tierra como
en un jardín,» La grande ville. Nouveau lableau de París [lo gran ciudad. Nuevo cuadro de
París], I, París, 1844, p. 334 («El asfalto»), IM 5, 31
Sobre los primeros ómnibus: «Acaba de crearse ya una competencia, 'las Damas blancas"
Estos coches eslón completamente pintados de blanco, y los cocheros, vestidos de... blanco,
tocan coi el pie en la bocina la músico de lo Dcma blanca'. 'La Doma blanco le mita. V
Nadar. Quand féfiais photograph [Cuando era ¡ológrafo], Paris, (1900), pp. 301-302 {*1830
y alrededores»). IM 5, 41
En una ocasión, Musset llamó a aquella parte de los bulevares que se encuentra detrás del
Teatro de Variedades, y que no era frecuentada por los Jlánelirs, las grand(e)s Indios.
IM 5, 51
•Entiendo poi bohemios eso clase de individuos cuya existencia es un problema, su condi
ción un mito, su fortuna un enigma, que no tienen residencia estable, ningún lugar recono
cido adonde ir. que no se encuenlran a gusto en ningún sitio, y que |uno se encuentra en
todas partesl, que no lienen una única profesión, y que ejercen cincuenta oficios; individuos
que en su mayoría se levantan por la mañana sin saber dónde cenarán por la noche; ricos
hoy, hambrientos mañana; dispuestos o vivir honestamente si pueden, y de otro modo si no
pueden.» Adolphe D'Ennery y Grangé, «Les bohémiens de Paris» [«Los bohemios de París»)
|L'AmbiguComique, 27 de septiembre de 1843), París («Magasin Théatral»!, pp. 8-9,
[M 5 a, 21
■Desde aproximadamente 1845... cundían ya por toda Europa los ferrocarriles y los barcos
de vapor; se exaltaban los nuevos medios de transporte... las escenas, cartas y reíalas de
viaje eran el género preferido de autores y lectores.* Egon Friedell, Historia de la cultura
contemporánea, IU, Múnich, 1931. p- 92. [M 6, 31
Notable distinción entre el fláneur y el mirón: «No obstante, no vayamos a confundir el fcneur con d
mrón hay un matiz- 0 simple Ranear. está siempre en plena posesión de su ¡ndvtduatdod. lo del mirón,
por el contrario, desaparece, absoibda por el mundo exterior que lo golpea hosta la embriaguez y e)
éxtasis. El tritón, arte el influjo del espectáculo que ve, seconvierte en un ser rnpereanafcya no es un hom
bre: es púbíco, es muchedumbre Naluialezo oparte, alma ardiente e ingenua llevada a la ensoñación...
el verdadero mirón es digno de la adrtración de todos los corazones rectos y sinceros». Víctor Fournel,
Ce qu'on voit dans les mes de Pons[io que se ve en hs calles de París], Rorís, 1858, p 263 («L'odyssée
d’un fláneur dons les iues de Poris» [«lo odisea de un 'Ifeineur' en las calles de París»]) IM 6 , 5]
En 1851 habla aún un servicio regular de posta entre París y Venecia. [M 6,71
Sobre el fenómeno de la vulgarización del espado: «El sentido del misterio -ha escrito Odi-
lon Redon, cuyo secreto habla aprendido en Vinci- consiste en permanecer lodo el tiempo en
el equívoco, en las dobles y triples apariencias, en las sospechas sobre el aspecto (imágenes en
imágenes), formas que van a ser, o que serán, según el estado de ánimo del observador. Cosas
todas más que sugestivas, puesto que aparecen». Cit. en Raymond Escholier, «.Artiste» («Artista»]
(en Arts et métiers graphiques, 1 de |unio de 1935, n.° A7, p, 7). [M 6 a, 11
El fláneur de la noche. «Mañana, tal vez... el noctambulismo habrá muerto. Pero ol menos
habrá vivido bien durante los treinta o cuarenta aflos que habrá durado... El hombre puede des-
cansar de cuando sn cuando: las paradas y las oausas le están permitidas, pero no llene dere
cho a dormir,* Alfred Delveou, Les heures parisiennes [/os horas parisienses], Pnrís, 1866,
op. 200 y 206 («Deux heures du rnatin» [«A 'as dos de la mañana»]), - Que la vida nocturna
gozaba de una amplia difusión, se deduce ya del hecho de que según Delvau (p. 163) los
comercios cerraban a las 10. [M 6 a, 2]
Litografía. «Los cocheros de caches de punto enfrentados con los de los Ómnibus.» S{ala) d{e
las) Estompas). [M 7, 21
En 1853 hay ya estadísticas oficiales sobre el tráfico urbano en algunos puntos principales
de París. «En 1853, treinta y una lineas de ómnibus circulaban por París, y es digno de señalar
que, salvo escasas excepciones, a estas líneas se las denominaba más o menos con las mismas
letras que a nuestros autobuses actuóles, Y así "Madeleine-Bastille" ya ero la linea E». Paul
DAriste,La vie et le mondo du boulevard ¡ 1830-1870) [La vida y el mundo del bulevar ¡1830
18701], París, (1930), p. 196. IM 7, 31
En los transbordos de los ómnibus se llamaba a los viajeros por número de orden, al que
tenían que responder para conservar el derecho a una plaza (1855). IM 7, 4]
•la hora de la absenta... data de la expansión, de 'a prensa pequeña En otro tiempo, cuando
sólo había grandes periódicos serios... no había hora de lo absenta, la hora de la absenta es
la resultante lógico de les Échos de Paris y de la Chromque.• Cxibtiél Gullemol, Le bohémien
IPhysionomies Parisiennes! (£/ bohemio |Fisonomías pansmasl], París, 1869, p.72 IM 7, 5]
«¡la calle es bello!* de Dideroi es una de las expresiones favoritas de los cronistas del callejeo
[M 7, 71
Sobre la leyenda del fláneur. «Con cyuda de uno palabra que oigo ol pasar, recorrslruyo todo
uno conversación, toda una vida el ocef to de una voz me bosto pora unir el nombre de un
pecado copítal al hombre que acabo de rozor con el codo y del que he entrevisto su perfil»
Victor Foumel, Ce qu'on voit dans fes rúes de París (¿o que se ve en loscaliesde Porísl Pons,
1858, p. 270. IM 7, 81
En 1857 aún salía a las 6 fie la mañana ele la calle Pavée-Saint-André un coches de postas
con desuno a Venecia, que haci{a) el viaje en seis semanas Cfr Foumel, lo que se ve en
las calles de París, París, 1858, p 273- 1-M7, 91
«Es de resaltar- que el ómnibus parece aplacar y petrificar a lodos cuantos se le acercan A la
gente que vive de los viajeros... se la reconoce normalmente por una agitación grosero... de la que
jólo los empleados del ómnibus se libran. Se dirío que de eslo pesado máquina se escapo una
Influencia plácida y soporífera, parecida a lo que adormece o las marmotas y a las tortugos ol
comienzo del invierno,» Victor Fauinel, Lo que se ve en las calles de París. París, 1858, p. 283
(«Cochers de fiacres, cochers de remlse et cochers d'omnlbus» [«Cocheros de coches de punto,
cocheros de alquiler y cocheros de ómnibus»]), IM 7 a, 11
«En el momento de la publicación de los Misterios de París, nadie, en ciertos barrios de la capi
tal, dudaba de la existencia de Tortlllard, de la Chouette, del principe Rodolphe.» Charles Louan-
dre, íes idées subversives de notre lemps [ías ¡deas subversivas denuestro liempo], París, 1872,
p. 44. IM 7 a, 21
El primer proyecto de ómnibus procede de Pascal, y se realizó con Luis XIV, desde luego
con la significativa limitación de «que los soldados, pajes, lacayos y demás gente de librea,
Incluso los peones y mozos de carga, no podrían entrar en las dichas carrozas». En 1828 se
introducen los ómnibus, con un cartel que adviene: «Eslos coches, avisan de su paso
mediante un juego de trompetos de nueva invención», Eugéne D'Aurioc, Histoire anecdolique de
I'industrie Iran^aise [Historia anecdótica de ta industria francesa], París, 1861, pp 250 y 281
IM 7 a, 31
Entre los fantasmas urbanos está -Lamber!- -una figura inventada, quizá un
fláneur-, En cualquier caso, se le adjudicó el bulevar como escenario de sus
apariciones, [labia un Famoso cuplé con el estribillo -¡Eli, Lamben!*. Delvau
le dedica una sección (p 228) de sus Lions du jo u r [Los leones del día), (París,
1867). IM 7 a, 4)
En el capitulo «El pobre a caballo», de ¿os leones del día, Delvau describe a un
campesino en el entorno urbano. «El jinete ero un pobre diablo al que sus
medios le prohibían ir a pie, y que pedía limosna como otro hubiera preguntado por
una dirección... Este mendigo..., con su pequeño jaco de salvajes aines y piel basla
como lo de un burro campesino, permaneció mucho tiempo en mi mente y ante mis
ojos... Ha muerto, rentista.* AHred Delvau, tos leones del día, Paris, 1867 pp. 116-
117 «El pobre a caballo». [M 7 a, 51
Con la intención de destacar el nuevo sentimiento de los parisinos hacia la
naturaleza, superior a toda tentación gastronómica, escribe Rattier: «Ante su
choza de hojas, un faisán desplegaría seductor los plumas de oro y rubíes de su penacho
y de su cola.,, y los saludaría... como un nabab del bosque». Paul-Ernest de Rattier,
Paris n existe pos [París no existe], París, 1857, pp. 71-72 ■ Grandville ■
[M 7 a, 6]
«No es en obsoluto el lalso París el que crea al mirón... De fláneur como era. por las aceras y
onle los escaparates, hombre nulo, insignfeanle, insaciable de saltimbanquis, de emociones
boratos; extraño o lodo lo que no sea pedra, coche de punto, farola de gas... se ha convertido
en labrador, en viticultor, en industrial de la lana, del azúcar y del hierro. Yo no se queda estu
pefacto onle los hábitos de la naturaleza. La germinación de ía planta ya no le parece ajeno a
los procedimientos de fabricación empleados en el faubourg Saint-Denis.» Paul-Ernest de Roltier,
Paris no existe, París, 1857 pp 74-75. |M 8 , 11
«El contraste entre la ciudad y el campo,,, es la expresión más cruda de la subordinación del
individuo a la división del trabajo y a una determinada actividad que se le impone, una subor
dinación que hace de lino un estúpido animal urbano, y del otro un estúpido animal de
campo», [(Karl Marx y Friedrich Kngels, Die deutsebe Ideologie [La ideología alemana]),
Archivo Marx-Engels, Frankfurt a/M, D. Rjazanov (ed.). I, (1928). pp. 271-272.) [M 8, 3)
En el «Arco del Triunfo»: -Ruedan sin parar, calle arriba y abajo, los cabriolés, ómnibus,
birondeües, velocípedos, citadines, Dames btancbes y como quiera que se llamen esos
transportes públicos, junto con los innumerables tvbiskys, berlinas, carrozas, jinetes y ama
zonas-. L. Rellstab, Paris im Fríihjabr 1843 (París a principios de 18431, I, Leipzig, 1844,
p, 212. El autor habla también de un ómnibus que indicaba su deslino en una bandera.
ÍM 8 . 41
Hacia 1857 (cfr. H de Péne, Paris intime [París íntimn], París, 1859 p. 224) la imperial de
los ómnibus estaba prohibida a las mujeres. [M 8, 51
•El genial Voutrin, oculto bajo la af>or¡enc¡a del abad Corlos Herrera, había previsto el entu
siasmo de los parisinos por los transportes comunitarios cuando invirtió todos sus fondos en estas
empresas con el fin de darte una dote o Lucien do Rubempré.» Une promenade ó troven París
ou temps des romantiques [Un paseo por París en el tiempo efe los románticos]. Exposición de
la Bibliotecü y de bs Trcbojos históricos de lo Ciudad de París [1908. aut.: Poéle, Beaurepaire,
Clouzot, Henriot], p 28. [M 8 , 61
«El que ve sin oír está mucho más., inquieto que el que oye sin ver. Tiene que
haber aquí un factor significativo paro la sociología de la gran ciudad, las rela
ciones de los hombres en las grandes ciudades... se caracterizan por una acen-
luada preponderando de la actividad de lo vista sobre la del oído. Y ello,
sobre todo, a causa de los medios de comunicación públicos. Antes deí desa
rrollo que en el siglo diecinueve experimentaron los ómnibus, los ferrocarriles,
los tranvías, la gente no tenía ocasión de poder o de tener que mirarse unos a
otros durante minutos u horas sin hablarse.» G. Simmel, Mélanges de philoso-
phie rélahviste. Contríbulion a la culture philosophique [M ezclas de filosofía
relativista. Contribución a la cultura filosófica J, Paris, 1912, pp, 26-72 («Essai sur
la sociologie des sens» [«Ensayo sobre lo sociología de los sentidos»]). Este
hecho, que Simmel relaciona con un estado de inquietud e inestabilidad,
participa por lo demás, hasta cierto punto, de la fisognómica vulgar Hay
que estudiar la diferencia entre esta fisognómica y la del siglo xvm.
[M 8 a, 1]
«París... viste con viejos números del Constitutionne! a un espectro, y creo a Oiodruc Duelos.» Vic
tor Hugo, Obras completos. Novela 7, París, 1881, p. 32 (ios miserables, lllj. [M 8 a, 21
Sobre Victor H u r o : «La mañana, para él, era el trabajo Inmóvil; la larde, et trabajo errante. Ado
raba los imperiales de los ómnibus, esos balcones rodantes, como él los llamaba, desde donde
podía estudiar a gusto ios diversos aspectos de la ciudad gigante. Decía que el guirigay ensor
decedor de París le producía el mismo efecto que el mar». Édouard Drumont, Figures de bronze
ou statues de neige [Figuras de bronce a estatuas de nieve], París, ( 1900), p. 25 («Victor Hugo»),
IM 8 a, 31
Aislada existencia de los barrios: todavía a mediados de siglo .se contaba de la isla Saint-
Louis que cuando una muchacha no tenía allí buena fama, tenía que buscar a su futuro
esposo fuera del barrio, LM 8 a, 4]
*¡Oh noche! Oh rerrescontos tinieblasl... en los laberintos pétreos de uno capítol, centelleo dé
estrellas, explosión de farolas, |eres tos fuegos artificiales de la diosa libertad!» Charles ¡laude-
lalre, te spleen de Paris [El spleen de París], París, ed. Hilsum, p. 203 (XXII, «El crepúsculo de la
tarde»), [M 8 a, SI
Nombres de los ómnibus hacia 1840 según Gaétan Niépovié. Études physíologiques sur leí
grandes m élropoles de l'Europ e ocód entale [Estudios ksiológicos de los grondes m etrópolis dé
Europo occidental!, París, 1840, p. 113 Parisinas, Golondrinas, Ciudadanas, Vigilantes, Agloyos,
Deltas. [M 8 a, 6 )
París como paisaje que se hLilla entre los piinores: «Levante !a cabeza cuando atraviese la
calle Nolre-Dame-de-Lotelte y fije su mirado en olguna de las azoteas que coronan las casasj
según la moda italiana. Es imposible que no vea destocarse o siete pisos del nivel de calle algo
parecido o esos maniquíes que se ponen en los campos poia servir de espantapájaros... Primero
es una bata en la que se funden, sin armonía, lodos los colores del orco iris, un pantalón con
bajos de una forma desconocida, unas zapalillas Imposibles de describir, Baja eslas ropas bur
lescas se oculta uri joven pintor». Paris chez soi [París en coso), París, {1854), pp. 191■192 (Albé-
ric Second, Rué Noire-Dame-de-Lcrelte [Calle Nolre-Darriede-loreite]) |M 9, ll
Geffroy bajo la impresión de las obras de Meryon: <Sor los cosos representados los que apol
lan a quien las miro la posibilidod de soñarlas». Gustave Geffroy. Chorlos Meryon, París, 1926,
p. 4, [M 9, 2]
«¡El ómnibus, ese leviatán de 'o corrocerío, y esos coches lan numerosos que se entrecruzan con
la rapidez del relómpagol» Théophile Gaufier [en Edoucrd Foumier. París démoli [París demo-
/¿do], segunda edición, con un prefacio de M. Théophile Gootier, Porís, 1855, p. 1V{¡). (Este pró
logo apareció -probablemente como crítica de la primera edición- en el Moniteur nniner-
sel de 21 de enero de 1854. Podría ser total o parcialmente idéntico al Mosaico de ruinas
de Gautler en París el les Parisiens au XIX siéde [París y los parisinos en el siglo X/X], París, 1856.)
[M 9, 31
-Los tiempos más heterogéneos conviven en la ciudad Cuantío se sale de una casa del siglo
xvm para entrar en una del XVI, se desciende vertiginosamente por la pendiente del tiempo;
justo al lado hay una iglesia del periodo gótico que nos precipita en la profundidad; bas
tan un par de pasos, y estamos en una calle del tiempo de los años fundacionales,.., subi
mos la montaña del tiempo. Quien camina por una ciudad se siente como en un tejido oní
rico donde a un suceso de boy también se le junta uno del más remoto pasado. Lina casa
se juma a otra, tía igual de qué épocas sean, y así nace una calle. Y más adelante, cuantío
esta calle, aunque sea de la época de Goethe, desemboca en otra, aunque sea de la época
guillermina, surge el borrio. Los puntos culminantes de la ciudad son sus plazas, donde no
sólo convergen radialniente muchas talles, sino las corrientes de su historia. Apenas aflu
yen a ellas, se ven rodeadas, y los bordes de la plaza son la orilla, ele modo que la misma
forma exterior de la plaza da idea de la historia que se desarrolla en ella... Cosas que no
llegan, o apenas, a expresarse en los acontecimientos políticos, se despliegan en las ciu
dades, que son un instrumento de altísima precisión, sensibles como un a rp a eólica, a
pesar de su pesadez pétrea, a las vibraciones del viento de la historia viva -Ferdinand Lion,
Gescbicbte blologiscb geseben 1La historia desde un punto de lista biológicJl, Zúrich/Leip-
zig, (1935), pp. 125-126, 128 («Apunte sobre las ciudades-). IM 9. 41
Delvau pretende conocer en el callejeo las capas sociales de París con tan poco esfuerzo
como un geólogo las capas de la tierra. IM 9 a, ll
El hombre de lelros - «Paro él los realidades más punzantes no son espectáculos: son estudios*
Allred Delvau, íes dessous de París [ios bajos ¡ondos de Paris], París, 1860, p 12' [M 9 a, 21
«Un hombre que se pasea na deberla tener que preocuparse de los riesgos que corre o ds las
regios de la ciudad. Si se le ocurre una idea divertida, si una tienda curiosa se le ofrece o la vista,
es natural que, sin tener que hacer ¡rente a peligros que nueslros antepasados ni squiera hubie
ran ¡magiTodo, quiera atravesar lo col/oda. Pues bien, Hay na puede hocerlo sin tomar mil pre
cauciones. sin interrogar al horizonte, sin pedir consejo o lo jefatura de polica. sin mezclarse con
un grupo atontado y zarandeado cuyo camino eslá trozado de antemano por vallas de metal bri
llante. Si ¡ntenla reunir los pensamientos caprichosos que se le ocurren y que las vistas que la calle
le ofrece estimularán aún más, se ve ensordecido por las bocinas, agobiado por los altavoces...,
desmoralizado por los fragmentos de chorlos, de informaciones políticos y de ¡ozz que se esca
pan solapadamente por las ventanos. También en otro tiempo, sus hermanos los mirones, que
caminaban tranquilamente por los oceras y se iban parando un poco por todas portes, daban a
la marea humano una paz y una tranquilidad que ha perdido. Ahora se ha convertido en un
torrente que a uno lo envuelve, lo empuja, lo arroja, lo arrastra de un lado a otro.. Edmond Jaloux,
«Le demier fldneun [«El líltlmo fláneur*] [le Temps, 22 de mayo de I93ó). [M 9 a, 3]
«Salir cuando nada le obligo, y seguir su inspiración como si sólo el hecho de torcer a derecha
o o izquierda constituyera yo un ocio esencialmente poéhco • Edmond Jaloux, «El último Hóneun
|/e Temps, 22 de mayo de 1936). IM 9 a, 41
«Dickens... no podía vivir en Lausana porque para componer sus novelas necesitaba el inmenso
laberinto de las calles de Londres por las que él vagabundeabo sin parar... Thomos de Quin-
cey.. Baudelaire nos dice que era "uro especie de peripatético. un filósofo de la calle, que medi
taba sin parar a través del torbellino de la gran ciudad"» Edmond Jaloux, «Ei últ mo íláneun (¡e
Temps, 22 de mayo de 1936). LM 9 a, 51
*S¡ Dios ha marcado.. el desino de coda horrbie en su fisonomía..., ¿por qué la mano no resu
mirá la fisonomía, dado que la mano es la acción humana enteio y su único medio de manifes
tarse? De allí lo quiromancia... Predecirle a un Kombie los aconlecimíenlos de su vida por la!
forma de su mono no es un hecho mós extraordinario... que el de decirle a un soldado que va
a luchar, a un abogado que va a hablar, a un zapatero que vo a hacer zapatos o bolos, a un
labrador que va a abonar la tierra y a trabajarla. ¿Elegimos un ejemplo sorprendente? Ei genio
es visible de tal manera en el hombie, que pcseándose po» París la gente más ignórenle adivina
a un gran artista cuando pasa... ta mayorib de los observadores de la naturaleza social y pari
sina pueden decir la profesión de cualquiera que pase con sólo verla venir.» Honoré de Balzac,
le coi/sin Pons \EI primo Pons) ([CEwres completes [Obras completos], XVIII. Scénes de la vie
parísienne [Escenas de lo vida parisina], VI, Poris, 1914, p. 130) IM 10, 41
*lo que los hombres llaman amor es oigo muy pequeño, muy restringido y muy débil, en com
paración con esta Inefable orgia, con esta santa prostitución del alma que se en'rega loda
enlera, poesía y caridad, al inesperado que oparece, al desconocido que paso.» Charles Bou-
deloire, le Spleen de Pons [E!spleen de París]. Poris, R. Simón (ed.), p. 16 )*las muchedumbres»),
fM 10 a, 1]
•¿Quién de nosotros, en sus días de ambición, no ho soñodo con el milagro de una prosa poé
tica, musical pero sin ritmo ni rima, bastante flexible y bastante duro como pora adaptarse a los
movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación, o los sobresaltos de la con
ciencio? / Este ideal obsesivo nace sobre todo del trato habitual con la gran ciudad, nace del
cruce de sus innjrrerables lelaciones.» Charles Baudelaire El spleen de París Paris (ed R-Simón),
pp. 1-2. A Arséne Houssaye. !M 10 a, 2]
«No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, mós tenebroso, más tuibador, que
una ventano iluminada por una candela.» Charles Baudelaire. El spleen de París París |ed.
R. Simón), p. ó2 (tías ventanas»), [M 10 a, 31
«El artista busca la verdad elerna e ignora la eternidad que continúa a su alrededor. Admira la
columna del templo babilonio y desprecia !a chimenea de la fábrica. ¿Cuá es la diferencia de
líneos? Cuando la era de la fuerza motriz por el fuego de carbón termine, se admirarán ios ves
tiglos de las últimas altas chimeneas Igual que admiramos hoy los restos de las columnas de los
templos,. El vapor tan maldecido por los escritores les permite desplazor su admiración.. En
lugar de esperar haber llegado al golfo de Bengala para buscar lemas con hechizo, podrían
tener una curiosidad cotidiana hacia lo que les es próximo. Un mozo de la estación del Este es
tan pintoresco como un mozo de cuerda de Colombo... Solir de caso como si se llegara de lejos;
descubrir un mundo que es en el que se vive; comenzar el día como si se llegara de Singapur,
como si uno no hubiera visto nunca el felpudo de la puerto ni lo caro de los vecinos del rellano ;
esto es lo que revela la humanidad presente, ignorada.» Pierra Hamp, «la littérature, image de
la société» ¡«la literatura, imagen de la sociedad») [Encyclopédie íran^aise [Enciclopedia fran
cesa], XVI, Arts el Irtté'olures dans la société contemporaine [Artes y literaturos en lo sociedad
contemporánea], I, p. 64, I ). [M 10 a, 41
Chesterton se refiere a una expresión del argot inglés para caracterizar la relación de Dic
kens con la calle. «Tiene las llaves de la calle» se dice de alguien que está ante una puerta
cerrada. «Dickens... tenfa, en el sentido más preciso y más serio, la llave de la calle... Su suelo
eran los adoquines; los faroles eran sus estrellas; el transeúnte, su héroe. ¡Podio abrir la puerta
más oculto de su casa, le puerta que daba al pasaje secreto que, bordeodo pot casas, tiene
por techo los astros!» G. K. Chesterton, Dickens [Vies des hommes ¡Ilustres [Vidas de los hom
bres ilustres], n.° 9); traducido del inglés por Laurent y Martin-Dupont, Paris, 1927 p 30
IM 11, 1)
Dickens de niño(:) «Cuando terminaba su penoso trabajo, no tenía otra cosa que hacer que
callejear, y callejeó por medio Londres. Era un niño soñador, preocupado sobre todo por su
triste destino... No se dedicaba a observar como lo hacen los pedantes; no miró Charing
Cross para instruirse; no contó las forolas de Holborn para aprender aritmético; pero incons
cientemente situó en aquellos lugares las escenas del drama monstruoso que se ibo desarro
llando en su pequeña alma oprimida. Se encontraba en la oscuridad bajo las farolas de Hol
born y sufría el martirio en Charing Cross. Más tarde todos estos barrios tuvieron para él el
interés de no pertenecer sino a campos de batalla». G. IC Chesterton, Dickens (Vidas de los
hombres ilustres, n ° 9); traducido del inglés por lourent y Martin-Dupont, París, 1927, pp. 3031
(M 11, 2]
Sobre la psicología del Jláneur. «las escenas imborrables que lodos podemos volver o ver
cerrando los ojos no son las que hemos contemplado con uno gula en la mono, sino aquéllas a
las que no prestamos otendón en el momento y por las que pasamos pensando en otra cosa,
en un pecado, en un omot pasajero o en un problema sin importancia. Si ahora nos fijamos en
el Irasfondo, es porque entonces no lo habíamos visto De igual manera, Dckens no retuvo en su
almo la huella de las cosas; más bien puso en las cosas la huella de su olma». G. K. Chesterton,
Dickens [Vidas de los hombres ilustres, n.° 9); traducido del inglés por laurent y Martin-Dupont,
París, 1927, p. 31. IM 11,31
Dickens: «En mayo de 1846 hace una escapada a Suiza e intento escribir Dombey e hijo en Lau-
sana... El trabajo no avanza, y atribuye este hecho sobre todo a su amot por londres, al que
echa de menos, a 'lo ousencia de las calles, del gran número de personajes.. Mis personojes
parecen aturdidos cuando la muchedumbre deja de rodearlos”» G. K Chesterton, Dickens
|Vidas de los hombres ilustres, n.° 9]; traducido del inglés por laurent y Maitin-Dupont, París,
1927 p. 125. [M 11 a, 11
>En... El viaje de M. M. Dunanan padre e hijo se hace creer a dos provincianos que París es
Venena, a donde ellos en realidad quieren viajar. París como lugar de la embriaguez en el
que los sentidos se confunden -S. Kracauer, Jacques Offenbacbund das París seinerZeií
[lacques Offenbacb y el París de su tiemptA, Am.sterdam, 1937, p.283. [M 11 a, 2|
Según una observación de Musset, más allá de los límites del bulevar
empieza la «Gran-lndia-. (¿No debería ser más bien -el extremo Oriente»?)
(Cfr. S. Kracauer, Offenbacb. p. 105.) IM ll a. 31
Kracauer opina -que, en el bulevar, el encuentro con la naturaleza sucedía bajo una mar
cada enemistad... La naturaleza era, como el pueblo, volcánica-. S. Kracauer, Jacques Offen•
bacb, Amsterdam, 1937, p. 107. IM 11 a, 4||
Sobre la novela detectivesca; «Hay que dar por hecho que eslo metamorfosis de la Ciudad se
debe a la transposición en su decorado de la sabana y del bosque de fenimore Cooper, donde
lodo rama partida significa una inquietud o una esperanzo, donde todo tronco oculta el fusil de
un enemigo o el arco de un invisible y silencioso vengador. Todos los escritores, Baizoc el pri
mero, hon señalado claramente este préstamo y le han devuelto lealmen'e a Cooper lo que le
debían. Las obras tales como los mobicanos de Paris de A. Dumas, cuyo título es el mós signifi
cativo de todas, son de los más (recuentes». Roger Caiilois, «Paris, mythe moderne» [«París, mito
moderno») |Nouv{eHe) Revue Franc(aise) XXV, 284, 1 de mayo de 1937, pp 685-6861
IM 11 a, 51
«Parecerá sin duda aceptable afirmar que en la imaginación existe... una representación fantas
magórico de Potís, o más en general de lo gran ciudod, lo bastante poderoso como pora que
en la práctica nunca se plantee lo pregunta por su exactitud, cieado completamente por los
libros, aunque lo bastante extendido como pora formar... parte de la conciencia colectivo.»
Roger Caiilois, «París, mito moderno» (N(ouvel¡e) R(evue) F{ianfaise) XXV, 284, 1 ce mayo de
1937! p 684). IM 12, II j
«El laubouig Saint-Jocques es unode losmás primitivos de París. ¿A qué es debido? ¿Tal vez a
que, al estar rodeado por cuatro hospitales como una ciudadelo b está por cuatro bastiones,
estos cuatro hospitales alejan al turista del barrio? ¿O a que, al no conducir a ninguna carretera
principal ni terminar en ningún centro importante... el paso de coches por allí es muy raro? Así,
en cuanto un coche aparece a lo lejos, el privilegiaao pihuelo que primero lo divisa, con sus
manos a modo de altavoz, lo anuncia o lodos los vecinos del bubourg, igual que en las costas
del Atlántico se señalo una vela cuando aparece por el horizonte » A Dumas, Les Mohicans de
París [ios mohicanos de Paris], I, París, 1859, p. 102 ¡XXV, «Oü il est questions des souvages du
foubourg Saint-Jacques» [«Donde se trota de los salvajes del (aubovrg Saint-Jacques»)), El capí
tulo no describe más que la llegada de un piano a una casa del faulxuirg. Nadie sospecha
que se trata de un instrumento; todos, sin embargo, quedan fascinados ante la vista de «una
enorme pieza de madera de caoba» (p. 103 ); pues enel barrio apenasse conocían los mue
bles de caoba. [M 12, 21
Primeras palabras del anuncio cit- Los mohicanos de Poris: «jParís - los Mohicanos!... Dos
nombres enfrentados como el 'qulérvvive" de dos desconocidos gigantescos, al borde de un
abismo olravesodo po* esa luz eléctrica de la aue Alejandro Dumas es el foco*. LM 12, 3)
Portada del tercer Volumen delos mohicanos de París, Paris,1863, «laselva virgen» (de lo
calle d'Eníer], [M 12,41
Vigny (según Miss Corkran, Celebrtties and / (¿osfamosos y yo], (Londres, 1902), cit, en
L. Séché, A. de Vigny, 0, (París. 1913), p- 295) ante la vista dé las chimeneas de París:
«Adoro estas chimeneas.. oh, sí, el humo de París me resJto más bello que la soledad de bos
ques y montañas». LM 12, 61
Sobre la novela detectivesca: "En el imaginaria heroico de los americanos, la figura del
indio juega un papel central Las iniciaciones indígenas son las únicas que pueden aún
competir con la inflexibilidad y crueldad de un riguroso entrenamiento americano.. En
Codo lo que el americano quiere realmente, el indio aparece en primer plano: en la exiraor-
diñaría concentración hacia un determinado objetivo, en la tenacidad de tina persecuciónJ
en la inconmovible resistencia ante grandes dificultades, cobran completa validez todas Iiih
legendarias virtudes de los indios-, C. G, Jung. Seetenprobleme cler Gegenwatl {Problemas
espirituales del presentó, Zúrich/Leipzig/Stutjgait, 1932, p. 207 (-Seele und Erde* \-Bl ahita
y la tierra»]), (M 12 a, <1!
Capitulo II, «Physicnomie de lo nje* [«Fisonomía de la calle»] del Argument du livre sur lo Bel-
gique [Argumento del libro sobre Bélgica): «Lavado de los fachadas y de los aceras, incluso]
cuando llueve a motes. Manió nacional, universal... Ningún escaparate en los tiendas. El calle
jeo, ton cato a los pueblos dotados de imaginación, imposible en Bruselas, nada que ver, y
caminos imposibles* Baudelaire, CEuvres [Obras] II. (París), ed Y.-G. le Danlec, (1932), I
pp. 709-710. |.M 12 a. 5JI
Le Bretón reprocha a Balzac que en él aparezcan •demasiados mohicanos con dolmán e ira
queses con levita» Cit Régis Messac. le •Detective Novel» el l'influence de lo pensée scieni'li■
que [El ‘ Detective Novel» y la influencio del pensamiento científico], Paris, 1929, p. 425
IM 13, 1)
[>c las primeras páginas de Misterios de París: «Todo el mundo ha leído esas páginas admi
rables en las que Cooper, el Walter Scoll americano, describió las feroces costumbres de los
salvajes, su lengua pintoresco, poética, las mil astucias con las que huir de los enemigos o per
seguirlos Vamos o intentar presentar ol lector algunos episodios de la vida de otros bárbaros
tan ajenos a la civitzadón como los salvajes tan bien pintodos por Cooper»; cit Régis Mes
sac, le El *Detective Novel» y la influencia del pensamiento científico, Paris, 1929, p. 425.
[M 13, 21
Sobre los epígonos de Sue y Balzac «que van a pulular en la novela por entregas. En ella lo
influencia de Cooper se hace sentir lanío directamente como a través de Balzac u otros Imita
dores. Paul Féval, desde 1856, en Los cuchillos de oro, traslada audazmente las costumbres e
Incluso a los habitantes de las praderos a un entorno parisino: vemos un perro maravillosamente
datado llamado Mohicano, un duelo de cazadores, a la americana, en los barrios de París, y
a un Piel Roja llamado Towah que mata y corta la cabellera de cuatro de sus enemigos en
pleno París, en un coche de punto, lan diestramente que el cochero ni siquiera se da cuenta.
Un poco más tarde, en ¿as hábitos negros (1863), multiplica las comparaciones al gusto de
Balzac; “\... los salvo|es de Cooper en pleno Parfsl ¿No es la gran ciudad tan misteriosa como
los bosques del Nuevo Mundo?.,."», lín una observación contigua: «Cfr. también II, XIX, en
donde pone en escena o dos vagabundos. Echalol y Similor, "Hurones de nuestros lagos de
fango, iraqueses del orroyoV Régls Messac, El ‘Detective Novel» y lo influencia del pensa
miento científico. Biblioteca de la revista de literatura comparada, tomo 59, pp. 425-426.
IM 13, 4]
«Le poesía de terror que as est'atagemos de los tribus enemigos en guerra difunden en el
interior de los bosques de América, y de las que lanío provecho sacó Cooper, se ocupa
ban de los detalles más pequeños de lo vida parisina Los transeúntes, las tiendas, los
coches de punto, uno persona de pie en una ventana, lodo ofrecía a los Hombres-Núme
ros a quienes estaba confiada la defensa de la vida del viejo Peyrade, el interés enorme
que en las novelas de Coopei tienen el tronco de un árbol, una madriguera de castores,
un peñasco, la piel de un bisonle. una canoa Inmóvil, unas hojas a flor de agua » Balzac,
A combien l'amour revienl aux vieillords |Por cuánto les sale el omoi a los viejos]
[M 13 a, 11
La figura del detective se liaIlu prefonnada en la del fláneur. Tuvo que ser
importante para el fláneur la legitimación social de su hábito. Le convenía
mucho ver que su indolencia se presentalla como apariencia bajo la cual, en
realidad, se ocultaba la aguda atención de un observador que no pierde de
vista a los desprevenidos criminales. IM 13 a, 2]
Del viejo Victor Hugo en la ¿poca en que vivía en la calle Pigalle cuenta Jules Claretie que
le gustaba ir a pasear por París en ios mperiales de los ómnibus. Le encantaba contemplar
desde ellos el ajetreo de las calles. (Cfr. Raymond Escholier, Vidor Hugo raconlé por ceux qui
l'ont vu f Víctor Hugo contado por quienes lo vieron], París, 1931, p. 350; Jules Claretie, Víctor
Hugo| IM 13 a, 4]
«¿Se acuerdo de una escena... escrila por la pluma más poderosa de esta época y que lleva
por título El hombre de las muchedumbres? Tros lo luna de un café, un convaleciente, disfrutando
de lo contemplación de la muchedumbre, se mezclo con el pensamiento a todos los pensa
mientos que se agi'an en torno a él. Recién vuelto de las sombras de la muerte, aspira con deleite
todos los gérmenes y todos los efluvios de la vida; como ha estado a punto de olvidar todo, se
acuerda y quiere acordarse con Impetu da todo. Al Final se precipita a través de esta muche
dumbre en busca de un desconocido cuya fisonomía entrevisto en un abrir y cerrar de ojos le ha
fascinado. |La curiosidad se ha convertido en una pasión fatal, irresistible!» Baudelaire, El arte
romántico, París, p. 61 («le peintre de la vie moderne» [«El pintor de la vida moderna»]).
[M 14, l l
Ya André Le Bretón, Balzac, t'homme e! íoeuvre [Balzac, el hombre y lo obra], (Poris, 1905),
compara los personajes de Balzac --tos usuteros, los procuradores, los banquercs>- con
mohicanos. a quienes se parecen más que los parisinos |Véase fiémy de Gourmonl, Prom&
nades littéraires [Paseos literarios), segundo serie, París, I90Ó, pp 117-118 - «les maílres de Bal
zac» («Los maestros de Balzac»]). [M 14, 2|
De los Cohetes de Baudelaire! *|EI hombre... sigue... en estado salvaje! ¿Qué son los peli
gros de los bosques y de las praderas comparados con los problemas y los confitóos coti
dianos de lo civilización? Que eche el lazo o su victima en un bulevar, o que ctroviese o su
presa en los bosques desconocidos, ¿no es el hombre., el animal de presa mós perfecto?^»),
IM 14, 31
«Cuondo Balzoc levanta los tejados o atraviesa las paredes para dejar el campo libre o la
observación,... nos hace escuchar tras las puertas...; en una palabra, estamos haciendo., en
beneficio de sus invenciones novelescas, ta que nuestros vecinos los ingleses Horran en su mojí
galería ¡policio detective!» Híppo'yle Bobou, la vérilé sur le eos de M. ChompUeury \Lo verdad
sobre el coso de M. Champfleurtf, Ptarís, 1857, p. 30. [M 14, 51
El París de 1908, «Un parisino habituado a la muchedumbre, a los coches, y o elegir las calles,
conseguía hacer largos trayectos con paso regular y a menudo distraído. De un modo general,
la abundancia de medios de transporte no le habla dado todavía a más de lies millones de hom
bres la idea de que podían desplazarse por cualquier motivo y de que la distancia es lo de
menos »Ju es Romains. íes hommes de bonne volonté [/os hombres de bueno voluntad], I, Le ó
octobie [8 ó de octubre], Poris, (1932), p. 204 [M 14 a, 21
Kn el capítulo XVII de El 6 de octubre, titulado «Le grande voyoge du petit gar-
im» [«E gron viaje del niño»] (pp. 176-184), Romains describe cómo Louis Bas-
líde emprende sus viajes por Montmartre, desde la glorieta Ordener hasta la
i alie Custine (sic). «Tiene una misión que cumplir. Se le ha dado cierto encargo,
ilijo para llevar, o para anunciar tal vez.» (P. 179 ) Romains despliega en este
juego-viaje (sic) algunas perspectivas -especialmente Montmartre como pai
saje alpino, con sus albergues de montaña (p. 180)- que se asemejan a aque
llas en las que se puede perder la fantasía del fláneur. [M 14 a, 31
Máxima del flá n e u r «En nuestro mundo uniformizado, hay que ir sobre el terreno y a fondo, ei
■
•xlrartamierto y la sorpresa, el exotismo más soiprendente. están muy cerco». Daniel Haiévy,
Pays parisién [Países parisinos], Paris, (1932), p. 153. [M 14 a, 4)
lín El crimen de Quinette (Los hombres de buena voluntad, II), de Jules Romains,
se encuentra algo así como el negativo de la soledad, que suele ser la com
pañera del fláneur. Que la amistad es lo suficientemente fuerte como para
romper esta soledad, es quizá lo que hace convincente la tesis de Romains.
«En mi opinión, uno siempre se hoce amigo un poco asi. Juntos se es testigo de un
momento del mundo, quizó de un secreto fugitivo del mundo, de una aparición que
nadie ha visto todavía, que tal vez nadie vetó nunca. Incluso aunque sea muy poca
cosa. Miro: dos hombres por ejemplo se pasean, como nosotros. Y de repente,
debido o una abertura de las nubes, hay una luz que viene a dar en lo alto de una
pared; y lo alto de lo pared se convierte por un momento en un no sé qué extraor
dinario. Uno de los dos hombres loca la espalda del otro, que levanto la cabeza,
y ve eso también, comprende eso también. Luego la cosa se desvanece allí arriba.
Pero los dos sabrán in aeternum que ha existido.» Jules Romains, Los hombres de
buena voluntad, II, Crime de Quinette [El crimen de Quinette], (París, 1932),
pp. 175-176. IM 15, i|
Mallarmé. «Había atravesodo la plazo y e1puente de Europa, con lo tentación, cosí cada dio,
según le confió o Georges Moore, de lanzarse desde lo alto del puente a las vías férreos, bajo
los Irenes, a fin de escopar por fin de esa mediocridad de la que era prisionero.» Daniel Haiévy,
Países parisinos, París, (1932), p. 105. (M 15, 2]
Michelet escribe: «He crecido como una hierba macilenta entre dos adoquines». (Cit. Haiévy,
Países parisinos, p. 14.) [M 15, 31
Cana de acompañamiento a los dos Crepúsculos, a Fernand Desnoyers, que los publicó e l
su Fontainebleau, París, 1855: «le envío dos fragmentos poéticos que representan, más I
menos, el compendio de los reflexiones que me asaltan durante los horas crepjscuiares. En «ll
fondo del bosque, hundido bajo esos bóvedas semejantes a las de las sacristías y caredraled
pienso en nuestras extrañas ciudades, y la prodigiosa música que recorre las cimas me parecí
la traducción del lamento humano». Cit, A, Séché, La vie des «Fleurs du mal» [La vida de «ios
res del mal*], París, 1928, p. 110 ■ Baudelaire ■ |M 15 a, !||
«¿Qué son los peligros de los bosques y de las praderas comparados con los problemas y loj
conflictos cotidianos de la civilización? Que eche el lazo a su víctima en un buevai, o que atra
viese o su preso en bs bosques desconocidos, ¿no es el hombre eterno, es decir, el onimal de
presa más perfecto?». Challes Baudelaire, Obras, I, (Paiis), ed. le Dontec, (1932), p 6371
(Fusées [Ca/ietes]|. [M 15 a, 3)
Huella y aura. La huella es la aparición de una cercanía, por lejos que pueda
estar lo que la dejó atrás. Ll aura es la aparición de una lejanía, por cerca
que pueda estar lo que la provoca. En la huella nos hacemos con la cosa;
en el aura es ella la que se apodera de nosotros. (M 16 a, 41
«M. Le Brelcn dice que ios usureros, los procuradores, los banqueros de Bolzoc a veces,
mós que parisinos, parecen implacobles mohicanos, y cree que lo influencia de Fenimore
Cooper no ha sido muy favoiable paro el outor de Gobseck. Es posible, pero difícil de
probar.» Rémy de Gourmonl, Promenades littéraires [Paseos literarios]. Segundo serie,
Paris, 1906, pp 117-118 («les moilies de Bolzoc» [«Los maesltos de Balzac»]].
IM 17, l l
Anécdota de Balzac: «Ln dio er que ccomponado de un omigo estaba mirando a un vaga
bundo que pasaba po' el bulevar, el amigo vio con es’upor cómo Balzac locaba con la mano
su propia marga: acababa de sentir el desgarrón que se abría en el codo del mendigo». Anó
tale Cerfberr y Jules Christopne, Répertoire de La comédie humaine de H. de Balzac [Reperto
rio de La comedia humana de H. de Balzac], Parts, 1887¡ p, VIII (Introducción de Paul Bourgel).
LM 17, 41
Tissot para apoyar su propuesta de gravar fiscalmente los caballos de lujo: *EI insoportable
luido que día y noche hocen veinte mil coches particulares por las calles de Paris. lo continuo
sacudido de los casas, el malestar y el insomnio que ocasionaban en b mayoría de los habi
tantes de París, merecen uno compensación». Amadée de Tissot, Paris et Londres compares [París
y Londres comparados], París, 1830, pp 172-173 [M 18 a, 21
El jláneur y los escaparates: «Primero están tos ílOneurs del bulevor, cuya entera existencia transcurre
entre la iglesia de la Madelelne y el teatro du Gymnase. Todos los días se los ve volver o este espa
do reducido que nunco traspasan, examinando los escaparates, contando a los que están sentados
o la puerta de los cafés... Ellos podrán decirle si Goupll o Deforge han expuesto un nuevo grabado,
un nuevo cuadro; o si Barbedlenne ha cambiado de lugar un |arrón o un grupo; conocen de memo
Grand dictionnaire
ria todos los marcos de los fotógrafos y recitarían sin dudar la sucesión de letreros».
universel [Gran diccionario universal], por Píeme Larousse, VIH, París, ( 1872), p. 436. IM 18 a, 31
Sobre el carácter p ro v in cian o d e El mirador del prima «'Desde aquella ép o c a
desg raciad a, cu a n d o un enem ig o d e sca ra d o y atrevido asoló el país», se han
refinado las costu m b res d e los berlineses. -Mira, q u erid o prim o, có m o ah o ra,
por contra, el mercado ofrece la encantadora imagen del bienestar y de la
paz moral.» E. T. A. Hoffmann, Ausgewáblte Scbrijien [Obras selectas1, XIV;
Stuttgart, 1839, pp. 238 y 240. [M 19, H
«Eslü ciudod, en lo que reina uno vida, una circulación y uno actividad sin igual, es también, gra
cias a un singular contraste, la ciudad en la que uno encuentra más ociosos, perezosos y miro
nes.» Gran diccionario universal, ooi Pierre Lorousse, VIII, París, (1872), p. 436 |arl{ículo)
«fláneur»). (M 19, 51 |
Hegel el 3 de septiembre de 1827, desde París, a su mujer: “Cuando voy por la calle, la
gente tiene el mismo aspecto que en Berlin -los mismos (rajes, más o menos los mismos
rostros, la misma mirada-, pero en una masa populosa-. Briefe ron und art Hegel [Car
tas de y a Hegeft, II, Leipzig, ed Karl Hegel, 1887, p. 257 ( Werke [Obrad, XIX, 2),
[M 19, 61
«londies»
Es un espacio inmenso y de ion incalculable extensión
Que un día necesita la golondrina para surcarlo.
Y no son, allí en la distancia, sino cúmulos
De casas, de palacios, de allos monumentos,
Allí puestos por el tiempo sin voluntad de simetría.
Negras y largas tuberías, campanarios industriales,
Siempre con sus buces abiertas y exhalando al aire,'
De sus cálidos vientres, sus interminables olas de humo,
Vasfas cúpulas blancas y flechas gálicos
Que flotan en el vapot sobre montones de ladrillos;
Un río inabordable, un rio agitado
Que arrastra su negro cieno por vericuetos sinuosos
Y que recuerda al horror de las ondas infernales;
Puentes gigantescos de colosales pilares.
Como el hombre de Rodas, que a través de sus arcos
Dejan pasar a millares de navios;
Infecía marea sin cesar
llevando y trayendo las riquezas del mundo;
Los talleres funcionando, los almacenes abiertos.
Capaces de tener en sus flancos lodo el universo.
Y ese cielo atormentado, nube sobre nube;
El sol, como muerto, con el sudario en el rostro,
O, a veces, en las olas de un aire envenenado
Que muestra como un minero su frente toda tiznada.
Y, en fin, en un montón de cosas, sombrío e inmenso,
Un pueblo negro, que vive y muere en silencio,
Miles de seres que, con instinto fatal,
Corren tras el oro, para el bien y para el mal.
Citar la recensión de Baudelaire sobre Barbier, su descripción sobre Meryon,
los poemas de los Cuadros parisienses. En la poesía de Barbier hay dos ele
mentos -la «descripción» de la gran ciudad y la reivindicación social- que se
pueden separar bastante bien. De ellos sólo se encuentran huellas en Baude
laire, pues en su caso se han fundido en un tercer elemento completamente
heterogéneo. Auguste Barbier, Jambes et Poemes I Yambos y poemas], París,
1841, pp. 193-194. —El poema pertenece al ciclo Lazare, datado en 1837.
IM 19 a, II
«londorvBndge. Posé hace algún liempo por el Puente de Londres y me detuve a mirar lo que
me gusta el espectáculo del agua rica y pesada y compleja, engalanado con capas de nácar,
ag lado por nubes de Fango, confusamente cargada de buques... Me apoyé en lo barandilla..
La voluptuosidad de cuarto veía me retenía con la fuerza de la sed más que otento a aquello
luz deliciosamente complicada cuya riqueza no poefío agolar. Pero detrás de mí sentía el ruido
de los pasos y el fluir sin fin de toda tina rnasa invisible de ciegos eternamente arrastrados por
eí propósito inmediato de sus vidas. Me daba la impresión de que esta muchedumbre no estu*
viera formado en absoluto por seres singulores, cada uno con su historio, su dios único, sus teso
ros y sus vicios, un monólogo y un destino, pero sin saberlo yo estaba hcciendo de ellos, a la
sombra de m cuerpo, al abrigo de mis ojos, un Unjo de granos de arena todos idénticos, ¡dén*
ticamente aspirados por no sé qcé vocio, y cuya corriente sorda y precipitada yo oía pasar
monótonamente por el puente. Nunca he sentido tanto la soledad, mezcloáa de orgullo y angus
tia • Paul Valéry, Chases lúes (Cosos calladasJ, (Paris, 1930), pp 122-124 (M 20, 21
Una de las ideas básicas del callejeo es que el fruto de la ociosidad tiene más
valor (?) que el del trabajo. Es sabido que el Jlán eur emprende •estudios-. El
Larousse du X IX s ié c le lo explica del siguiente modo: «Su ojo abierto, su oído
pteparado, buscan olra cosa muy distinta a la que la muchedumbte viene a ver Una
palabra dicha al azar le va a revelar uno de esos rasgos de carácter que no pue
den inventarse y que hay que coger dei natural; esas fisonomías lan ingenuamente ■
alentas van a proporcionar al pintor una expresión que él soñaba; un ruido, insigni
ficante para cualquier otro oído, va a llamar la atención al del músico, y a darle la
idea de una combinación armónica; Incluso al pensador, al filósofo perdido en sus
reflexiones, esa agitación exterior le es beneficiosa, porque mezcla y sacude sus
ideas, como hace la tempestad con las olas del mar... La mayoría de los hombres
de genio han sido grandes fláneurs; pero fláneurs laboriosos y fecundos... A
menudo, en el momento en que el artista y el poeta parecen menos ocupados en
su obra es cuando más profundamente inmersos eslón en ello. En los primeros años
de este siglo, todos los días se podía ver a un hombre caminando alrededor de las
murallas de la ciudad de Viena, sin importar e' tiempo que hiciera, con nieve o con
sol: era Beethaven, que, paseándose, repelía en su cabeza sus admirables sinfonías
antes de verterlas al papel; pora él el mundo ya no existía; en vano podía uno des
cubrirse respetuosamente en su comino: é! no veía nada, su mente estaba en otra
parte». Gran diccionario universa!, por fierre Lorousse, VIII, París, (1872), p. 436
(art(ículo) «fláneur»), (M20 a, 1]
Bajo los tejados de Par¡s(:) «Esos sobonas de París estaban formadas por tejados nivelados
como una llanura, pero que cubtion abismos pobtodos». Balzac, La peau de chagrín [/o piel de
zopo], ed. Flommarion, p, 95 El final tic una larga descripción del paisaje que forman los
tejados de París. [M 20 a, 21
Descripción de la multitud por Proust: «Todos aquellos que caminaban a lo largo de! dique
tambaleándose tan fuerte como si se tratara de la cubierta de un bateo (pues no sabían levan
tar una pierna sin mover al mismo tiempo el brazo, girar los ojos, enderezar sus espaldas, com
pensar con un movimiento equilibrado de un lado el movimiento que acababan de hacer con el
lodo opuesto, y congestionar la cara), y que, aparentando no ver para hacer creer que no esta
ban preocupados por los demás, pero mirando a hurtadillas para no arriesgarse a chocar con
ellos, con los personas que caminaban al lado o que venían en sentido Inverso, se tropezaban
en cambio con ellos, se pegaban a ellos, porque ellos habían sido por su parte recíprocamente
ob|eta de la misma atención secreta, oculta bajo el mismo desdén aparente; y es que el amor
por consiguiente, el miedo- de !c muchedumbre es uno de bs móviles mós poderosos en todos
los hombres, sea porque pretendan agradar a los demás, sea para mostrarles que los despre
cian». Marcel Proust, Á l'ombre de jeunes /tiles en fleurs [A lo sombra de las muchachas en flor],
III, Paris, p. 36 IM 21,1|
El espíritu noctámbulo tiene en Proust (no bajo este nombre) su lugar, «ese espí
ritu dado a la fantasía que hace que damas muy exquisitas y que se dicen; "qué
divertido será", acaben la velada de una manera verdaderamente fastidiosa,
sacando fuerzas para ir a despertar a alguien, al que finalmente no se sabe qué
decir, y permanecer un momento ¡unto a su lecho enfundadas aún en el abrigo de
noche, tras lo cual, y habiendo comprobado lo tardísimo que es, terminar, yéndose
a acostar». Marcel Proust, Le temps retrouvé [El tiempo recobrado], II, París, p. 185.
IM 21 a, 11
Las obras arquitectónicas más propias del siglo diecinueve -estaciones ferro
viarias. pabellones de exposiciones, grandes almacenes (según Giedion)-
responden, en su conjunto, a demandas colectivas. Por estas construccio
nes^} -mal vistas, cotidianas-, como dice Giedion, es por las que se siente
atraído el fláneur. En ellas ya está prevista la aparición de las grandes masas
en el escenario de la historia. Constituyen el marco excéntrico en el que
tanto les gustó exhibirse a los últimos privatiers (cfr. K 1 a, 5). IM 21 a, 2)
N
[T e o r ía d e l c o n o c im ie n t o , t e o r ía d e l progreso ]
En los terrenos que nos ocupan, sólo hay conocimiento a modo de relám
pago. El texto es el largo trueno que después retumba. [N 1, l]
Comparar los intentos de otros con expediciones navales en las que el polo
Norte magnético desvía los barcos. Encontrar ese polo Norte. Lo que para
otros son desviaciones, para mí son los datos que deierminan mi rumbo. -
Sobre los diferenciales de tiempo, que para otros perturban las -grandes
líneas- de la investigación, levanto yo mi cálculo. IN 1,2]
Roturar terrenos en los que hasta ahora sólo crece la locura. Penetrar con e
hacha afilada de la razón sin mirar a derecha o izquierda, para no caer eil
el horror que seduce desde lo hondo de la selva primitiva. Todo suelo tuvo
una vez que ser roturado por la razón, limpiado de la maleza de la locura y
\
del mito. Esto es lo que aquí se debe hacer con el suelo del siglo xtx.
[N l. il
Este escrito, que trata de los pasajes de París, se inició al aire libre de un
cielo azul sin nubes curvado sobre el follaje, y sin embargo ha quedado
cubierto con el polvo de muchos siglos por millones de hojas en las que se
agitaban la fresca brisa del afán, el f>esado aliento del investigador, la tor*
menta del celo juvenil y el soplo indolente de la curiosidad. Pues el del0
estival pintado en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional de París,
mirando hacia abajo desde las arcadas, extendió su cubierta, soñadora y sin
luz, sobre él. [N 1, 51
Este trabajo tiene que desarrollare! arte de citar sin comillas hasta el máximo
nivel. Su teoría está íntimamente relacionada con la del montaje. |N 1, ioi
-Prescindiendo de cierto encamo por el buen gusto, los artificiosos cortinajes
del pasado siglo se han vuelto rancios- dice Giedion. Giedion, Bauen in
Frankreicb\La arquitectura en Francia], Leipzig-Berlín, (1928), p. 3. Nosotros
creemos, sin embargo, que el encanto que nos producen revela que también
ellos contienen materiales de importancia vital para nosotros; no ciertamente
para nuestra arquitectura, como ocurre con las anticipaciones constructivas de
las estructuras de hierro, pero sí para nuestro conocimiento o, si se quiere,
para iluminar la situación de la clase burguesa en el instante en que empieza
a mostrar los primeros signos de decadencia. En cualquier caso, materiales de
vital importancia política; lo demuestra tanto la fijación de los surrealistas en
estos objetos, como la explotación que la moda actual hace de ellos. En otras
palabras; del mismo modo que Giedion nos enseña a leer las características
principales de la edificación actual en construcciones de 1850, queremos leer
en la vida (y) en las formas perdidas y aparentemente secundarias de aque
lla época, la (vid)a y las formas de hoy. IN 1,11)
•En las escalerillas barridas por el viento de la torre Eiffel, o, mejor aún, en
los brazos de acero de un Pont Transbordenr, se encuentra la vivencia esté
tica básica de la edificación de hoy: las cosas fluyen a través de la fina red de
hierro que queda tendida en el espacio: barcos, mar, casas, mástiles, paisaje,
puerto. Pierden su figura delimitada: descienden en circuios unas en otras, se
mezclan simultáneamente.- Sigfried Giedion, La arquitectura en Francia,
Leipzig-Berlin, p. 7. Así también el historiador únicamente ha de levantar hoy
un armazón, estrecho pero resistente -filosófico-, para llevar a su red los
aspectos más actuales del pasado. Pero al igual que las magníficas vistas que
las nuevas construcciones en hierro ofrecían de las ciudades -v(éase)
t(ambién) Giedion, ¡l(ustraciones) 61-63- quedaron reservadas por largo
tiempo a los trabajadores e ingenieros, así también el filósofo, que quiere
ganar aquí las primeras perspectivas, tiene que ser un trabajador autónomo,
sin vértigo y, de ser preciso, solitario. IN i a, 11
Esta investigación, que en el fondo tiene que ver con el carácter expresivo do
los primeros productos industriales, de Los primeros edificios industriales,
de las primeras máquinas, pero también de los primeros grandes almacenes]
anuncios publicitarios, etc., posee con ello una doble importancia para el
marxismo. En primer lugar, encontrará de qué manera el mundo en el que
surgió la doctrina de Marx influyó en ésta, no sólo mediante sus conexione*!
causales, sino mediante su carácter expresivo. Pero también mostrará, en
segundo lugar, qué rasgos comparte igualmente el marxismo con el carácter
expresivo de los productos materiales de su tiempo. [N 1 a, 7| j
Método de este trabajo: montaje literario. No tengo nada que decir. Sólo que
mostrar. No hurtaré nada valioso, ni me apropiaré de ninguna formulación pro
funda. Pero los harapos, los desechos, esos no los quiero inventariar, sino dejar*
les alcanzar su derecho de la única manera posible: empleándolos. IN 1a, x)
Darse cuenta una y otra vez de que el comentario de una realidad (pues se
trata aquí del comentario, de la interpretación de las singularidades) exige
• un método completamente distinto al tle un texto. En un caso es la teología,
en otro la filología, la ciencia fundamental. IN 2, II
Anotar la historia del trabajo de los Pasajes según su desarrollo. Su parte real
mente problemática: no renunciar a nada, evidenciar plásticamente que la
exposición materialista de la historia posee un sentido más elevado que
la exposición tradicional. IN 3, 31
Formulación de Ernst Bloch sobre el trabajo de los Pasajes: *la historia deja
ver el sello de Scotlancl-Yard(»), Fue en el contexto de una conversación en
la que expuse cómo este trabajo -análogamente al método de la fisión ató
mica- libera las inmensas fuerzas de la historia que permanecen encadena
das en el «érase una vez* de la historiografía clásica. La historia que mostraba
las cosas «como propiamente han sido» fue el más potente narcótico del
siglo. IN 3, 41
-La verdad no habrá de escapársenos-, se dice en un pasaje del epigrama d|
Kelter. Queda así formulado el concepto de verdad con el que se rompe efl
estas exposiciones. [N 3 a, 11
El discurso acerca del libro de la naturaleza indica que lo real puede leerse
como un texto. Lo mismo habrá de mantenerse aquí respecto de la realidad
del siglo xix. Nosotros abrimos el libro de lo sucedido. ÍN 4, 21
Del mismo modo que Proust comienza la historia de su vida con el desper-
lar. así también toda exposición de la historia tiene que comenzar con el des
pertar, más aún, ella no puede tratar propiamente de ninguna otra cosa. Y
así, el objeto de la presente exposición es despertar de] siglo xtx, IN 4, 31
Una importante cita de Marx: «Se reconoce, en lo que concierne... por ejemplo
o la epopeya... que... algunas expresiones importantes del arte sólo son posibles en
un grado poco desarrollado de la evolución artística. Si eso es verdad de las rela
ciones entre las diferentes especies del arle, en el dominio del arte mismo será ya
menos sorprendente que tal sea el caso de las relaciones entre la totalidad del
dominio del arte y el desarrollo general de la sociedad*. Citado sin indicación de
lugar (quizá de Theorien des Alobnvert¡a ['¡'eolias de la plusvalía], 1) en Max
Raphael, Pnntdbon, Marx, Picasso, Paris, (1933). p 160. in 4 a, i]
I-a teoría marxista del arte: tan pronto fanfarroneando como escolastizando.
(N 4 a. 2]
Notable afirmación de EngeLs sobre las -fuerzas sociales-: «Una vez captada
su naturaleza, pueden ser convertidas, a manos de los productores asocia-
dos, de diabólicos señores en solícitos sirvientes*. (!) Engels, Die Enttvicht
utig des SoziaUsmiis von der IJtopie zur Wissenscbafl [El desarrollo del socid
lism ode la utopía a la ciencia], 1882. |N 4 a, 4
Marx en d epilogo a la segunda edición de El capital. -La investigación tiene que aprc»
piarse en detalle del material, analizar sus diversas formas de desarrollo y rastrear su corjm
xión interna. Sólo cuando se haya realizado este trabajo, se puede exponer el movimiento
real como corresponde. Si esto sucede, reflejándose entornes idealmente la vida del man
rial, puede parecer que ñas las habernos con una construcción a priori*. Karl Marx, Util
Kaptíal fEl capitañ, I, Berlín, ed. Korsch. (1932), p. 45. IN 4 a, í|
Hay que mostrar la especial dificultad de! trabajo histórico en torno ,il
|ieriodo posterior al fin del siglo xvin. Desde que surge la gran prensa, !;i«
fuentes son inabarcables. IN 4 a, til
Michelet gusta de imponer ¡il pueblo el nombre de «bárbaros»: «Bárbaros, la palabra m*J
guslo, la acepto»; y dice de sus escritores: «Ellos aman infinitamente, demasiado, entregándose
a veces al pormenor, con la sonía torpeza de Albeit Dureto. o el pulimento excesivo ds Jeoiv
Jacques, que no oculto lo sufícenle el arte: a cousa de ese minucioso pormenor comprometo*
el conjunto. No hay que censurarlos demosiodo; es._ el lujo de vigor, este vgo(_. quiete dada
todo o la vez, las hojas, los (rulos y las Hores. curva y tuerce los romas. Estos defectos de los gton-
des trabajadores se suelen encontrar en mis libros, que no lienen sus cualidades. ¡No imporlali
J. Michelel, le peuple [Elpueblo], París, 1846, pp. XXXVI-XXXVII. [N 5, II
■E! crítico puede... conectar con toda forma de conciencia teórica y práctica
y desplegar a partir de las formas propias de la realidad existente la realidad
verdadera como su deber ser y su meta final.» Karl Marx, El materialismo his
tórico. Los manuscritos, I, (Leipzig), ed. Landshut y Mayer, 1932, p. 225
(Marx an Ruge Kreuzenach [Marx a Ruge Kreuzenacb\. septiembre de
1843). La conexión de la que aquí habla Marx no tiene en absoluto por qué
partir necesariamente del último estadio de desarrollo. Se puede llevar a
cabo con épocas pasadas hace mucho, cuyo deber ser y meta final no hay
que exponer desde luego en relación con el estadio siguiente de desarrollo,
sino en sí mismas y como preformación de la mela final de la historia.
IN 5, 31
Engels anota (Marx und Engels über Feuerbacb. Aus dem Nacblafs [Marx y
Engels sobre Feuerbacb Del legado postumo], 1, Archivo Marx-Engels, ed. Rja
zanov, Frankfurt a/M, (1928), p. 300): -No olvidar que el derecho carece,
tanto como la religión, de una historia propia*. Lo que vale para esos dos
casos, vale antes que nada y de manera decisiva para la cultura. Sería
absurdo que pensáramos los modos de existencia de la sociedad sin clases
a partir de la imagen de ia humanidad cultural. [N 5,41
•Nuestra divisa.,, tiene que ser: la reforma de la conciencia, pero no a partir de dogmas,
sino a partir del análisis de la conciencia mítica, conciencia que es oscura para ella
misma, aparezca como religiosa o política. Se verá entonces que el mundo sueña desde
hace mucho con algo de lo que sólo tiene que cobrar conciencia pant poseerlo en rea
lidad- Karl Marx. El materialismo histórico, ios manuscritos, I, Leipzig, ed. Landshut y
Mayer, (1932), pp. 226-227 (-Marx a Ruge Kreuzenach-, septiembre de 1843).
IN 5 a. 1)
Marx (Marx y Engels sobre FeuertxKb. Dei kgado postumo. Archivo Marx-Engels, I, Frankfurt
a/M, (1928), p. 301): -No hay ninguna historia de la política, del derecho, de la ciencia, etc., del
arte, de la religión, etc.-. Di 5 a, 31
En La Sagrada Familia se dice del materialismo de Bacon: «La materia se ríe en un esplen
dor poétíco-sensible del hombre entero». [N 5 a, 4]
•Lamento no habet podido Katar más que de uno maneto muy incompleta los hechos de !a vida
ccttd'anc, alimentaáór,. vestido, habitación, usos de familia, derecho privado, diversiones, rela-
dones de sociedad, aue han constituido el principal interés de lo vida paro la enorme may
de individuos.» Char.es Seignobos, Histoire sincére de la nalion frangaise Histeria sincera dt i
nación francesa], París. 1933. p. XL [K 5 a, I
ad notam una frase de Valéry: «Lo propio de aquello que es realmente genefl
es ser Fecundo». lN5a,:|
Hay que averiguar cómo surgió el concepto de cultura, qué sentido tuvo en
las distintas épocas, y a qué necesidades respondió su acuñación, Podrin
resultar que en tanto que designa la suma de los «bienes culturales», sea do
origen reciente. Desde luego le faltó, por ejemplo, al clero que en la Alá
Edad Media emprendió una guerra de exterminio contra los testimonios dt
la Antigüedad. [N6, 11
Michelet: un autor del que una cita, da igual dónde se halle, hace que el lee
tor olvide el libro donde la encontró. ' fN 6,21
•No sabría cómo insistir suficientemente en el hecho de que, para un materialista iluminado con
laforgue, el deterninismo económico no es el 'útil absolutamente perfecto" que "puede conv
tirse en la dave de todas los problemas de la historio*.» André Bretón, PosiUon politique do sutréOi
lisme [Posición pofSica del surrealismo], Paris (1935), pp. 8-9. [N 6, -l|
•La única actitud digna de la filosofía... en la era industrial... es la reserva. La "ciemificídad" di;
un Marx no significa que la filosofía renuncie..., sino que se reserva hasta que irrumpa el domi
nio de una realidad más baja,- Mugo Fischer, Kari Marx und sein VerhMtrtís zu Staat und
Wirtscbaft IKari Marx y su relación con el listado y Ia economía], Jena, 19S2. p. 59. [N 6, 61
Kngels en una carta a Mehring el 14 de julio de 1893: -Lo que ofusca a la mayoría es esta
apariencia de historia autónoma que tienen las Constituciones, los sistemas legales y las
concepciones ideológicas en todos ios terrenos. Cuando Lulero y Calvino “superan’ la reli
gión católica oficial, Hegel a Fichte y a Kant, Rousseau -indirectamente, con su contrato
social- al constiiucíonalista Momesquieu, se trata de un fenómeno que se desarrolla den
tro del ámbito de la teología, de la filosofía o de la ciencia política, un fenómeno que
supone una etapa en la historia de estos campos del pensamiento y que no se puede sacar
de ellos. Y desde que ha llegado la ilusión burguesa de la eternidad y ultimidad de la pro
ducción capitalista, incluso la superación del mercantilismo por los fisiócratas y por Adam
Smitb se toma como un triunfo del pensamiento, no como el reflejo en él de nuevos
hechos económicos, sino como la explicación última, por fin alcanzada, de unas condi
ciones Tácticas omnipresenies-, Cit. Gustav Mayer, Frtedrhsb Engels, II, Engels undderAttfs
tieg derArbeiterbewegung in Europa iFríedricb Engels, U, Engels y el despertar del movi
miento obrero en Etirofxt1, Herlín, pp. 450-451. IN 6 a, 1]
■Lo que Schlosser podría decir y diría contra esos reproches- [sobre una moral enojosa
mente estricta! -serla lo siguiente: que en la vida con mayúsculas, en la historia, al revés
que en las novelas y relatos, no se adquiere una alegría superficial ante la vida, por mucho
placer sensible y espiritual que haya; que de su contemplación ciertamente no se empapa
uno de desprecio hacia el hombre, pero sí de una visión estricta sobre el mundo y de unos
principios serios sobre la vida, que al menos sobre los más grandes jueces del mundo y
del hombre, sobre un Shakespeare, un Dante o un Maquiavelo, que supieron medir la vida
externa a partir de su propia vida interna, siempre causó una impresión seria y estricta-
G. G. Gervinus, Friedricb Cbhslopb Schlosser. Leipzig. 1861, [Deutsche Denkreden [Home
najes edemane^, Munich, ed Rudolf Borchardt. 1925, p. 312|. [N 6 a, 21
Roger Caillois, «París, mylhe moderne» [«París, milo moderno»] [Nouvelle Revue
Francaise XXV, 284, 1 de mayo de 1937, p. 699) resume tas investigaciones que
habría que emprender para una mayor claridad del objeto de estudio. 1)
Descripciones de París que anteceden al siglo xre (Marivaux, Ilétif de la Bre-
tonne). 2) El conflicto entre girondinos y jacobinos en torno a la relación de
París con las provincias; la leyenda parisina de las jornadas revolucionarias.
3) Policía secreta en el Imperio y en la Restauración. 4) Pintura moral (!<*
París por Hugo, Balzac, Baudelaire. 5) Descripciones objetivas de la dud.nl
Dulaure, Du Camp. 6) Vigny, Hugo (París incendiado en El año temblé)Q Rinii
baud. IN 7, i|
«la Revolución es un dicma quizá mayor que uno historio, y su patetismo es una condición lad
imperiosa como su au'enlicidad.» Blanqui (cil Geffroy, L enfermé [El encerrado], I, París, 1926
p. 232). [N7, M
Para que un fragmento del pasado sea alcanzado por la actualidad, no puede
haber ninguna continuidad entre ellos. [N7, 7|
Sobre el concepto de «salvación*: el viento del absoluto en las velas del con
cepto. CEI principio del viento es lo cíclico.) Lo relativo es la posición de las
velas. IN 9, 31
¿De qué son salvados los fenómenos? No sólo, y no tanto, del descrédito y
del desprecio en que han caído, cuanto de la catástrofe a que los aboca muy
frecuentemente la exposición que hace de ellos un determinado tipo de tra
dición, «honrándolos como herencia». - Quedan salvados mostrando en ellos
la discontinuidad. - Hay una tradición que es catástrofe. [N 9, 41
La imagen dialéctica es aquella forma del objet(o) histórico que satisface las
exigencias de Goethe para el objeto de análisis: mostrar una síntesis amén*
tica. Es el fenómeno originario de la historia. (N 9 a, ti
En toda verdadera obra de arte hay un lugar en el que quien allí se sitúa
recibe un frescor como el de la brisa de un amanecer venidero. De aquí
resulta que el arte, visto a menudo como refractario a toda relación con el
progreso, puede servir a la auténtica determinación de éste. El progreso no
está en su elemento en la continuidad del curso del tiempo, sino en sus
interferencias: allí donde por primera vez, con la sobriedad del amanecer, se
hace sentir algo verdaderamente nuevo. IN 9 a, 71
Escribir historia significa dar su fisonomía a las cifras de los años. IN 11, 21
•Las primeras regiones que han sido esclarecidos no son las primeras en que ellas
[las ciencias] han hecho más progresos,» Turgot, CEuvres [Obras], II, París, 1844,
pp, 601-602 |Second discours sur les progres successifs de l'espril humain
[Segundo discurso sobre los sucesivos progresos del espíritu humano]) ¡1750). Este
pensamiento juega un papel en la literatura posterior, también en Marx.
[N 11.7]
Aún existe un limes del progreso en Turgot: «En los últimos líempos.,. era pre
ciso volver mediante la perfección al punto en que los primeros hombres habían sido
conducidos por un instinto ciego; ¿y quién no sabe que ahí está el supremo esfuerzo
de la razón?» Turgot, loe. cit., p. 610. En Marx aún existe este limes; más tarde
se pierde. [N 11 a, 31
•Hay partes en bs artes del gusto que han podido perfecciona*se con e! tiempo, testimonio-i
ello, la perspectvc. que depende óe la óptica Pero el color locol, lo imitación de lo naturalJ
la expresión misma de los pasiones, son de todos bs lempos » Tuigol, Obras, II. París, ÍS44j|
658 [Plan du second discouis sur I histoire universelle [Plan del segur)cío discurso sobre b H
toria universal]). [N 12, ¡
■El... paisaje completamente transformado del siglo xix se puede ver hasta hoy día, d
menos en sus huellas. Eslá modelado por el ferrocarril. Dondequiera que se muestran
hermanados montaña y túnel, barranco y viaducto, talud y teleférico, rio y puente de hieJ
rro .. allí se encuentra el núcleo de este paisaje histórico.. En toda su singularidad, datu
fe de que la naturaleza, bajo el triunfo de la civilización técnica, no se hunde en la falta
de nombre y de figura, de que la pura construcción del puente o del túnel no fue el única]
rasgo del paisaje, sino que a su lado vino enseguida el río o la montaña, y no como el
vencido ante el vencedor, sino más bien como una potencia amiga... 1:1 tren de hierro que
atraviesa las puertas amuralladas de la montaña... parece... regresar a su propia patria,,
donde reside la materia de la que ha sido hecho.* Dolf Stemberger, Panorama oder Ansich-
ten vom 19 Jabrbundert |Panorama, o fisiones del siglo xix], Hamburgo, 1938, pp, 34-35.
IN 12 a, 2|
Unas palabras que dan que pensar; -Una de las peculiaridades más notables
de la condición humana es... que junto a tanto egoísmo individual, ningún
presente envidie su futuro». Esta falta de envidia indica que la idea que tene
mos de la felicidad está profundamente empapada de ese tiempo que es el
de nuestra vida. Sólo concebimos la felicidad en el aire que una vez respi
ramos, entre las personas que vivieron con nosotros. En otras palabras, al
concebir la felicidad -esto es lo que nos enseña aquel hecho notable- se
agita también la idea de la redención, Esta felicidad está fundada en el
mismo desconsuelo y abandono que fueron los nuestros, Nuestra vida, por
decirlo de otra manera, es un músculo que posee suficiente fuerza para con
traer la totalidad del tiempo histórico. O, aún de otro modo, la concepción
correcta del tiempo histórico descama por completo y en absoluto sobre*
imagen de la redención. (El pasaje está en Lotze, Microcosmos, 111, LeipzM
1864, p. 49.) IN 13 a,-||j
«'Lo categoría lógica del llampo no domina el verbo tanto como se podría cree.',’ Por extraño
que parezco, la expresión del (uturo no parece situarse sobre el mismo pleno del espíritu humano quí
las dd pasado y del otesenle ‘El futuro no suele tener expresión propia, o, si la Rene, es una
expresión complicada que no es paralela o lo del presente o del pasado.’— "No hay razón]
pora creer que ei indoeuropeo prehistórico haya poseído dguna vez un verdadero (uturo..!
(Meille)).» Jeon-Ridiota Bloch, langoge d'ulililé, hngage poébque [tenguo/e de utilidad. fenJ
guaje poético] \Encyciopédie hanfaiss [Enciclopedia hanceso], XVI, 16-50, 10). IN 14, 2)
Con la antinomia entre el concepto de cultura y los ámbitos autónomos del
idealismo clásico, Simmel toca un punto muy importante. La distinción res
pectiva de tres autonomías preservó al idealismo clásico de concebir ese
concepto de cultura que ha dado tantas alas a la barbarie. Dice Simmel
sobre el ideal cultural: «Lo esencial., es... que suprime el valor propio del
logro estético, científico, moral... e incluso religioso, para emplearlos con
juntamente como elementos o materiales de construcción en el desarrollo
de la esencia humana a partir de su estado natural-. Georg Simmel, Philo-
sophie des Gelcles {Filosofía del dinero1, Leipzig, 1900, pp. ‘Í76-477.
IN 14, 31
A la opinión de que »ya hay progreso cuando... sobre la amplia base de una incultura per
manente, tomada en conjunto, se alza sin cesar cada vez más alto la cultura ele una
pequeña minoría» responde lotze con esta pregunta: “¿cómo, partiendo de tales supuestos,
se puede hablar de una historia de la humanidad?-. Lotze, Microcosmos, III. Leipzig, 1864,
p. 25. IN 14 a. 21
•líl modo casi único en que se transmite !a cultura de tiempos pasados- conduce, como
dice Lotze, -inmediatamente de vuelta a lo contrario de lo que debería ser el objetivo de
la labor histórica; me refiero a la formación de un instinto de cultura que se va apoderando
de lodos los elementos de la civilización, sustrayéndolos de la autoactividad y convinién
dolos en una posesión muerta.» (P. 28.) En consecuencia: «El progreso do la ciencia no es.,.
Inmediatamente un progreso de la humanidad; lo sería si con el aumento del contenido
acumulado de verdad, aumentara también la participación de los hombres en él., y la cla
ridad de su perspectiva sobre él-, Lotze, loe. cit., p. 29 1K 14 a, 31
Lotze sobre la humanidad: -No se puede decir de ella que llegue a ser lo que es con con
ciencia de su devenir y con el recuerdo de sus estados anteriores*. Lotze. loe. cit., p. 31.
IN 14 a, 41
I.a concepción que tiene Lotze de la historia podría ser afín a la de Stífter
«El querer sin reglas del individuo está siempre limitado en su éxito por con
diciones generales al margen del capricho y fundadas en las leyes de la vida
espiritual, en el sólido orden de la naturaleza -Lotze, loe. cit., p. 34.
[K 14 a, 51
«El pasado ha dejado de sí en los textos literarios imágenes comparables a las que lo luzl
imprime sobre una placa sensible Sólo el porvenir posee reveladores lo suFicienlámente octl*J
vos como para poner de manifiesto perfectamente teles clichés. Muchas páginas de Mari-J
vaux o de Rousseau encierran un sentido mís*ertoso, que los primeros lectores no podían dej*l
ciíror plenamente.» André Monglond, le prérom anlism e francam [El prerrom anticism o 1
francés], I, le héros préromar\tique [£/ héroe prerrom ántico], Grertoble, 1930, p. XII.
[N 15 a, lil
Una visión delatora de! progreso en Hugo: París incendiado [El año terrible):
«|Adelanlel ¡Sacrificadlo todo! ¡Adelante! |EI granero del pan!
¡Adelantel La Biblioteca, arco en donde se olza el alba,
Insondable A B C del ideal, donde sueña,
Acodado, el progreso, ese lector eterno,..». [N 15 a, 21
Sobre el estilo al que hay que aspirar: «Mediante las palabras familiares es
como el estilo muerde y penetra en el lector. Mediante ellas es como los grandes
pensamientos circulan y son considerados de buena ley, como el ora y la plata mar
cados con una impronta conocida. Inspiran confianza a quien se sirve de ellas para
hacer más sensibles sus pensamientos; puesto que en semejante empleo de la len
gua común se reconoce a un hombre que conoce la vida y las cosas, y que se man
tiene cerca de ellas. Además, esas palabras vuelven franco el estilo. Anuncian que
el cutor desde hace mucho tiempo se ha alimentado del pensamiento o del senti
miento expresados, que se los ha apropiado y los ha convertido en hobituales, que
las expresiones más comunes le bastan para expresar ideas que han llegado o ser
vulgares en él gracias a una larga concepción finalmente, lo dicho así parece más
verdadero; porque nada es tan claro, entre las palabras, como las llamadas fami
liares, y la claridad es hasta tal punto uno de los caracteres de la verdad que c
menudo se la toma por ella». Nada más sutil que aconsejar claridad para al
menos aparentar verdad. El consejo de escribir llanamente, cargado casi
siempre de rencor, posee{,) dado así, la máxima autoridad. J Joubert. CEuvres
[Obras], II, París, 1883, p. 293, *du style» [«Del estilo»], XCIX. [N 15 a, 3]
Una estilística digna de mención sería la tic quien pudiera desarrollar la dia
léctica de las prescripciones de Joubert. Así. Joubert aconseja emplear tér
minos familiares, pero advierte contra la lengua particular que («)no expresa
más que cosas relativas a nuestras costumbres de hoy(-) («Del estilo». IXVII,
(loe. d i , p. 286)). [N 16,11
tTodas los bonitas palabras son susceptibes de más de una sigrificoción Cuando una bella
pa'ob'a presento un sentido más bonito que el cel autor, hay que adoptarla.» J joubert, Obras,
II, París, 1883. p. 293 l«Del estito., XVII|. IN 16 , 21
Concepto de naturaleza en Marx: -Si en Hcgel... “la naturaleza física interviene igualmente
en la historia mundial", Marx por su parte concibe desde el principio la naturaleza según
categorías sociales. La naturaleza física no interviene en la historia mundial directamente,
sino de modo indirecto, como un proceso paulatino de producción material que desde su
origen no se da sólo entre el hombre y la naturaleza, sino a la par entre el hombre y el
hombre, O bien, para que comprendan también los filósofos: en lugar de la pura natura
leza (natura naturam económica), que antecede a toda actividad humana, en la ciencia
estrictamente social ele Marx aparece siempre la naturaleza como producción material
(natura nalurata económica), como "materia'' social, mediada y moldeada por la actividad
humana social, y con ello al mismo tiempo mudable y modelable en el presente y en el
futuro». Korsch, loe. cit., III, p. 3, [N 16, 41
Korsch presenta la siguiente reformulación del ritmo triádico hegeliano, hecha por Marx;
■La “contradicción” hegeliana se sustituye por la lucha de las clases sociales, la “negación"
dialéctica por eL proletariado, y la "síntesis" dialéctica por la revolución proletaria». Korsctij
loe. cit., UL, p. 45. [N 16, M
Una cita de Marx sobre la variabilidad de la naturaleza (en Korsch. loe. cit., III, p. 9111
-Incluso la multiplicidad natural de las especies, por ejemplo las diferencias raciales, etc.,—
pueden y deben dejarse históricamente de lado». (N 16 a, 31
Korsch cita el ,\'<>mni Orffanum de Bacon: •“Recle ettim veiitas temporis filia dicitur non
auctoritas.r ("Pues bien se dice que la verdad es hija del tiempo, no la autoridad.") Fundó
sobre esta autoridad de lodas las autoridades, sobre el tiempo, la superioridad de la nueva
ciencia experimental burguesa frente a la ciencia dogmática de la Edad Media-. Korsch, toe
cit., I, p. 72. IN 18, l l
•Para su empleo posittixi. Marx sustituye aquel postulado excesivo de Hegel, según el cual
la verdad tiene que ser concreta, por el principio racional de la especificación... El verda
dero interés... se centra en los rasgos específicos por los que cada sociedad histórica con
creta se diferencia de los rasgos generales de toda sociedad, y donde por tanto radica su
desarrollo... De ahí que una ciencia social estricta... no pueda construirse en sus concep
tos generales abstrayendo o constatando simplemente características más o menos arbitra
riamente escogidas ele la sociedad burguesa en su forma históricamente dada. Sólo puede
alcanzar el conocimiento de lo general que encierra esta forma concreta de sociedad inves
tigando detalladamente la totalidad de las condiciones históricas de las que lia surgid '
tanto a partir de otro estado social, como a partir de las transformaciones que ha efectuado]
en ellas bajo determinadas condiciones exactamente especificadas.. Fn la ciencia social, pin
tanto, las únicas leyes auténticas son las leyes de desarrollo • Korsch, foc. cit., pp -19-52, I
tN 18, il ]
Puede ser que la continuidad de la tradición sea una apariencia. Pero enton
ces, precisamente, la persistencia de esta apariencia de persistencia funda en
ella la continuidad. ÍN 19, 11
Proust a propósito de una cita (de una carta de Balzac a M de I'ourgues) que probable
mente tomó de Montesquiou, en carta a este úlli(m)o. (El pasaje podría tener una falta de
ortografía o una errata de impresión que va contra el sentido.) «Hace ya quince dias cue lo
había» [se. la cita] «suprimido ce rris pruebas... Mi libro será demasiado poco leído para que
baya corrido el riesgo de deslucir la cito de usted Por eso no la he retirado tanlo pot usted como
por le propia Irase. Pienso, en electo, que existe octo lodos los "toses bellos un derecho impres
criptible qje las hoce inalienables o cualquier adqumdot, distinto de aquel que ellas espetaban
gracias a una destinación que le pertenece a su destino.» Correspondance générale de Marcel
Proust [Correspondencia genera! de Marcel P(oust\. I, iefaes ó Roberl de Monlesquiou [Canas
o Robert Monlesquiou], París, 1930, pp. 73-74. [N 19, 2]
Focillon sobre la técnica: «Ella era para nosotros algo así como el observatorio I
partir del cual la vista y el estudio podían abarcar en la misma perspectivo el mayt
número de objetos y su mayor diversidad. Sucede que ella es susceptible de muchc
acepciones, se la puede considerar como una fuerza viviente, o bren como un
mecánica, o incluso como un puro recreo. No era para nosotros ni el automallsm(
del "oficio* ni. las recelas de una "cocina", sino una poesía llena de acción y... 1
medio de las metamorfosis. Nos pareció siempre que... ía observación de los fen<
menos de orden técnico no sólo nos garantizaba cierta objetividad controlable, sin
que incluso nos llevaba al corazón de los problemas, planteándolos para nosottt
en ¡os mismos términos y bojo el mismo ángulo que para el artista>. El pasaje suhral
yado por el autor contiene el error fundamental. Henri Focillon, la vida de km
formas, París, 1934, pp. 53-54. [N 19 a,.'4
«... en un pasaje,
las mujeres están como en su tocador.»
Brazier, Gabriel y Dumersan, les possages et
les rúes, ou b guerre déclarée [/os pasajes y
las calles, o la guerra declarada], París, 1827
p. 30.
¿No está acostumbrado por sus constantes vagabundeos a dar por doquier otro
sentido a la imagen de la ciudad? ¿No transforma el pasaje en un casino, en
una sala de juego, donde apuesta las fichas rojas, azules y amarillas de los sen
timientos a las mujeres, a un rostro que aparece (¿responderá a su mirada?), a
una boca muda (¿hablará?)? Lo que sobre el tapete verde, desde cada número,
mira al jugador -lasuerte-,le guiña aquí el ojo desde todos los cuerpos feme
ninos como la quimera de la sexualidad: como su tipo, Que no es otro que el
número, la cifra, corno nombre por el que justo en este instante quiere ser lla
mada la suerte, para saltar inmediatamente después a otra cifra. El tipo: es la
casilla de la apuesta multiplicada por treinta y seis, en la que se clava sin su
intervención la vista del voluptuoso, como la hola de marfil en el comparti
mento rojo o negro. Sale del Palais Royal con los bolsillos exultantes, llama a
una prostituta y celebra otra vez en sus brazos ese acto con el número en I
que el dinero y la prosperidad, liberados de todo peso terrestre, le llegara
del destino como la réplica de un abrazo plenamente logrado. Pues en el Infl
del y en la sala de juego se trata del mismo gozo pecaminoso: poner el del
tino en el placer. Sólo los idealistas ingenuos pueden soñar que el placera
los sentidos, sea cual sea, es capaz de determinar el concepto teológico J
pecado. Kn el fondo de la verdadera lascivia no hay, precisamente, sino en
sustracción del placer al curso de la vida con Dias, cuya vinculación con cll|
habita en el nombre. El nombre mismo es el grito del placer desnudo. Sobrll
sin destino en sí, el nombre no conoce otro rival que el destino, que en ll
prostitución ocupa su lugar y en la superstición adquiere sus armas. De ahí li
superstición en el jugador y en la prostituta, superstición que establece lili
figuras del destino, que colma coda diversión galante con la indiscreción y la'!
civia del destino, humillando ante su trono incluso al placer. lo 1, I
■Al evocar mis recuerdos del Salón des Étrangers, tal como era en el segundo decenio ilit
nuestro siglo, veo ante mí los rasgtis noblemente modelados y la figura caballeresca tl<’|
conde húngaro Hunyady, el jugador más grande de aquel tiempo, que por entonces lenlj
en vilo a toda la sociedad... La suerte de Hunyady fue durante mucho tiempo asombros
no había banco que pudiera resistir sus ataques, y sus ganancias podían ascender a cctt i
de dos millones de francos. Su comportamiento era notoriamente sereno y máximamend
distinguido; al parecer, se sentalla con completa indiferencia, la mano derecha al pecha
bajo el chaleco, mientras que miles de francos dependían de una carta o de un dado, f l
ayuda de cámara confesó entretanto a un amigo ¡ndiscrelo que los nervios de su señor mi
eran tan templados como quería hacer creer a la gente, sino que por la mañana el cornil
mostraba en el pecho las marcas sangrientas de sus uñas, que se clavaba lleno de ansiw
dad cuando el juego tomaba un giro peligroso.» Capia in Gronow, Aus der groJSen
[Escenas del gran mundo], Stuttgart, 1908, p. 59. IO l, ,!|
Para ver cómo jugaba Blücher en París, consulcar el libro de (ironow (Escenas del gnili
mundo, loe. cit., pp. 54-56). Cuando perdió, obligó al Banco de Francia a extenderla
100.000 francos como capital de juego, viéndose obligado a abandonar París cuando w
conoció el escándalo. Blücher no dejaba el garito del n* 113 en el Palais Royol y gastó J
millones durante so estando; todas sus detrás estaban empeñadas cuando abaldonó París. CflH
la ocupación. París ingresó más de lo que pagó como indemnización de guerTa, IO 1, j l
«En cuanto a la virtud de las mujeres, sólo lengo una [espuesta que dar a los que me pidieran noti
cias; ella se parece mucho a los telones de los teatros, porque sus faldas so levantan cada larde
más bien tres veces que una.» Conde Horacio de Viel-Castel, M ém oires sui le régne de Nápo-
léon III [M em orias acerca d e l rein ad o de N ap o leó n Hí\, II, París, 1883, p. 188 IO 1 a, ll
.Más sobre el fanatismo por las máscaras: «Se sabe por la estadística de la prostitución qu|¡
la prostituta perdida busca un motivo de orgullo en que la naturaleza le honre aún con hi
maternidad, deseo que no contradice el hecho de que no admita de buena gana las m olón
tias y la deformidad de este honor. Por eso emprende a menudo el camino medio de apa*
rentar el embarazo: se pone de dos meses, de tres meses, sin pasar, claro, de ahí-. F. Th Vid
cher, Mode u n d Cjwisimis \Miniti y cintsnuH, SHittgart, 1879, p. 7. ■ Moda ■ JO 2, 2|j
hacia 1830: «El Palais Royal esló bastante a la moda todavía para que e! alquiler de sillas le
reporte 32 000 francos a Luís Felipe y la contrata de los juegos cinco millones y medio ol
Tesoro— Las casas de juego del Pala's Royal rivalizan con el Gtculo de Extranjeros, calle
Grange-Batelréie. y con Frasead, calle de Richelieu» Dubech-D'Espezel, Historie de Paris [Histo
rio de Paró], Paris, 1926, p. 365. IO 2, 5)
Bajo el peristilo noreste del Palais Royal, estaba el Calé de los Ciegos. -Allí, una media
docena de ciegos del hospicio de los Qulnze-Vingts ejecutaban Incesantemente una música más
o menos ensordecedora desde las seis de la larde a la una de la mañana; - porque esos esta-
b ecimienlos subterráneos sólo estaban abiertos al público desde el crepúsculo al alba. Ero lugar
de cita predilecto de las Lais y de las Phrynés potentados, impuras sirenas que tenían por lo
menos el mérito de car el movimiento, la vida, a este inmenso bazar de placeres, triste, sombrío,
m
actualmente modo como los lupanares de Herculano.» Histoire des Calés de Paris extraite di
mémoires d un viveur [Historia de los Cafés de París extraída de las memorias de un vivido)
Poris. p.7. [O 2 a, j
•Taima, Talleyrand, Rossini, Balzac-, citados como jugadores en Édouard Gourdon, Lesfau
cheurs da nuil líos segadores de noche], París, 1 8 6 0 , p, 14. IO 2 a, <1
«Mantengo que lo pasión del juego es la más noble de todas bs pasiones, porque las corti
prende a todas, Una sucesión de golpes felices me da mós alegrías que las que pueda tener en
muchos años el hombre que no juega Disfruto o través del espíritu, con la mejer mañero de ser*
fir y la más delicado. ¿Cree usted que no veo nada más que la ganando en oto que me toco
se engaña. Veo los gozos que procura y verdaderamente los saboreo Esos gozos, vivos
ardientes como relámpagos, son demasiado rápidos como paro darme repugnancia, y dema
siado diversos como pora produarme aburrimiento. Tengo den vidas en una sola Si víojo, es <
!a manera de fo chispa eiéctrico. Si mantengo mi mono cetroda y conservo mis billetes d#
banco, es que conozco demasiado bien el precio del ’iempo como para gastarlo como loi
demás hombres. Un placer que me cobrara me haría perder otros mil placeres.. Tengo los goce!
del espíritu y no quiero otros.» Édouard Gourdon, ios segadores de noche, París, 1860, pp 14*
15. ¡Se transcrilje la cita de La Bruy^re! - Cfr. -Aunque fuera posible, no querría sino lo qug
quise». —Wallenslein. (O 2 a, 5|
«La contrata de juegos comprendía: la casa del Círculo de Extranjeros, calle Grange-Batelléio,
n.° ó; la cosa de Livry, llamada Frasead, colla Richelieu, n.° 103; la casa Dunans, calle de Maní
Blanc, n ° 40; la casa Marivaux, calle Marivaux, n.° 13; la casa Paphos, calle du Temple, n.° 110,
lo casa Dauphine, calle Douphine, n° 36; el Palais fioyol, el n.° 9 (bosta el n.“ 2). el n.° 129
(hasto el n.° 137), el n ° 119 |desde el n ° 102), el n " 154 |desde el n.° 145) Estos estableci
mientos, a pesar de su gran número, no eran sufiaentes pora los |ugodores. La especulación
abrió otros tontos que la policía no siempre puede vigilar eficazmente En ellos se |uega ol
ecorté. o la beHongo, y ol bacará Viejas mu|eres, reatos vergonzosos y grotescos de todos ioi
vido slo s drigen Son supuestos viudos de generales, protegidos de supuestos coroneles que
se reporten los producios de! bote Este estodo de cosos se prolongó hosto 1837^ época de la
supresión de !a confota de los juegos.» Édouard Gourdon, los segadores de noche, París, 1860,
P 34. [O 3, i]
Gourdon dice que en algunos círculos jugaban casi únicamente mujeres, loe. cil., pp. 55 ss,
[O 3, 2 |
«la aventura del municipal a caballo, situado como fetiche a la puerta de un jugador maltratado
por la fortuna, ha quedado en los anales de nuestros círculos. El bravo soldado que se creía que
estaba ahí para hacer los honores a los invitados de alguna fiesta, se sorprendía mucho por el
silencio de la calle y de lo cosa, cuando sobrev'no, a eso de la uno de lo mañana, la triste víc-
lima del tapete verde. Como las demás lardes, y a pesar de la potencia del letiche. el jugador
había perdido trucho Toca el timbre: nadie abre. Toco de nuevo; nada se menea en la caseta
de) cerbero dormido, y la puerta es inexorable Impacientado, exasperado, agriado sobre lodo
por las pérdidas que acaba de tener, el crrendatario rompe un cusía! con su bastón pata des
perlor al portero. Aquí, ei municipal, hasta entonces simple espectador de la esceno nocturno,
cree que es su deber niervenrr. Saja, coge al perlurbodor por el cuello, lo iza a su caballo, y
se va pitando a su barrio, encartado por lener un pretexto decente pora romper una facción que
le aburría.. Pese a los explicaciones, el jugador acabó en un camastro.» Édouard Gourdon, los
segadores de noche, París, 1860, pp.181-182. IO 3, 31
Sobre el Pilláis Roy al: «El anterior Jefe de Policía Merlin propuso transformar en cuarteles
este palacio del lujo y de todo placer voluptuoso, para cerrar su lugar de reunión a esa
vergonzosa ralea humana», F, J. L. Meyer, F ragm entea usP aris im IV Ja b rd er franzósischen
Republik [Fragmentos de París en el año IV de la República francesa], 1, Hamburgo, 1797,
p. 24. [O 3, 4)
Delvau sobre las lorette de Montmartre: «No son mujeres, - son noches». Alfred Detvou, les
dessous de Paris tíos bajos fondos deParís],París, 1860, p. 142 JO 3. “51
¿No se da una determinada estructura del dinero que sólo se puede conocer
por el destino, y una determinada estructura del de.stino, que sólo se puede
conocer por el dinero? [O 3, 61
Profesores de la jerga: «Al no poseer sino una perfecta experiencia de las martin
galas, de las series, de las intermitencias, ellos asediaban en los garitos desde la
apertura hasta el cierre y terminaban su noche en los antros de berlanga, apoda
dos casas Baural, Al acecho de los novatos, de los debutantes,., esos raros profe
sores daban consejos, discutían las tiradas anteriores, predecían las tiradas que ven
drían y jugaban en su lugar. En caso de pérdida, sólo tenían que maldecir la suerte
y culpar a un engoflo, a un azar, a la fecha del mes si era el 13, ul día de la semana
si era un viernes. En caso de ganancia, tomaban su prima, independientemente de
lo que escamoteaban en el manejo de los fondos, operación que se denominaba:
Dar de comer a la urraca Esos industriales se dividían en varias clases: Los aristó
cratas, todos coroneles o marqueses del antiguo régimen, los plebeyos salidos de
la Revolución, finalmente los que ofrecían sus pareceres por cincuenta céntimos».
Alfred Marquiset, Jeux el joueurs d ’aulrefois 11789-1837j [Juegos y jugadores de
otro tiempo (1789- I837j\, Pans, 1917, p. 209. El libro contiene valiosas indica
ciones sobre el papel de la aristocracia y de los militares en la explotación
d el juego. 10 3 a, 11
l’aiais Royal. -En el segundo piso viven en su mayor paite las mujeres perdidas de la clase
alta,., En el tercer piso, y en la gloria -en las buhardillas-, viven las de clase inferior; su tra
bajo les fuerza a vivir en el centro de la ciudad, en el Palais Royal, en la calle Traversiére y
sus aledaños... En el Palais Roya] viven quizá de seiscientas a ochocientas, pero una can
tidad incomparablemente mayor pasea por allí al atardecer, porque es donde se encuen
tran la mayor pane de los ociosos. En la colle Si. Honoré y en algunas calles contiguas, se
colocan al caer la tarde en hilera, como los cabriolés de alquiler en el Palacio durante el
día. Sin embargo, su número disminuye conforme uno se aleja del Palais Royal,- J. F Ben-
zenberg, Briefe gesebríehen a u f einer Rcise nach Paris ICarlas escritas en nn viaje a ParíA,
[, Dortmund. 1805, pp 261 y 263. El autor calcula el número de mujeres perdidos cn -unal
10.000-; -antes de la revolución, la policía contabilizó 28.000.- <Loe cil.. p. 261.) (O 3 a. 21
•Para eila ai;' como pato tas demás, el vicio ha cumplido su acostumbrado tarea. Ha refinado y
hecho deseable la fealdod descoroda de su lost-o Sin perder nada de lo gracia arrabalera da
su origen, la muchacha se ha conver'tdo. con sus aderezos enfáticos y sus encorvo; audazmente
tiobojados por los pastas, aperilivo y temador peta los apetites hostiados, p o a los sentidos lán
guidos a los que sólo excitar los vehemencias de los maquilla¡es y ios tumultos ce los vestidos
de gron espectáculo.* J.-K Huysmors, Croquis parisiens [Cioquis parisinos], Porís, 1886, p. 57]
(«lo ambulante»). fO 3 a. 3]
■Es imposible esperar que un burgués llegue jamás a comprender el fenómeno de la distribu
ción de la riqueza. Pues en la medida en que se desarrolla l;i producción mecánica, la pro»
piedad se despersonaliza, adquiriendo la forma colectiva impersonal de la sociedad anónima,
cuya participación en los negocios fluctúa finalmente en el remolino de la Bolsa... irnos pier
den, otros ganan, y en verdad que de un modo tan semejante al juego, que los negocios burí
¡útiles se denominan, de hecho, juego. Todo el desarrollo económico moderno tiende a trans
formar cada vez más a la sociedad capitalista en un inmensa casa internacional de juego!
donde los burgueses ganan y pierden capitales como consecuencia de acontecimientos que
no pueden conocer... Lo “inescrutable" reina en la sociedad burguesa como en un garito... Éxi
tos y fracasos por causas Inesperadas, desconocidas en general y al parecer debidas al azar,
predisponen al burgués a adquirir el temple del jugador... El capitalista, (|tie tiene su patri
monio colocado en valores de Bolsa de cuyas oscilaciones de precios y dividendos desconoces
la causa, es un jugador profesional Ahora bien, el jugador... es un ser extremadamente supere-]
ticioso. Los asiduos de los gariteas tienen siempre fórmulas mágicas para conjurar el destino;
uno susurra una oración a San Antonio de Padua o a cualquier otro espíritu divino, otro sólo*
apuesta cuando ha ganado cierto color, un tercero aferra con la mano izquierda una pata de
conejo, etc. Lo inescrutable del curso social rodea al burgués corno al salvaje lo inescrutable]
de la naturaleza.- Paul Lafargue, -Die llrsachen des Gottesglauliens- I-Las causas de la creen-:
cía en Dios-]. Die Neue Zeit, XXIV, 1 (1906), Stuttgart. p. 512. [O 4, ll
Adolf Slahr menciona a un tal Chicard como pionero del cancán en el Bal Mabille, y afirma
que bailaba bajo la mirada de dos policías que n o tenían otro cometido que vigilar su
danza. Sobre esto, la afirmación -cn Woldemar Seyffarth, Wabrnebmungen in Paris 1853
und 1854 [Observaciones sobre Paris. ¡853 y 185f\, Gotha, 1855, p. 136, sin citar la fuente-
de -que sólo la enorme prepotencia policial podía retener a la bestializada humanidad pari
sina en ciertos límites necesarios de bestialidad». [O 4. 2]
Aquel tipo original -una especie de hombre primitivo con una enorme barba- que se pudo
vter en el Palais Royal se llamaba Chodruc Duelos. [O 4, 3)
A lo largo de extensas disquisiciones, Béraud bu-sca defender las ventajas del procedi
miento administrativo, frente al judicial, en relación con las prostitutas: <De esta manera el
santuario de b justicia no ho sido mancillado públcarrente por una causa sucia, y el crimen es
castigado, pero arbitrariamente, en virtud de una ordenanza particular de un prefecto de poli
cio». F. F A. Béraud, /es tilles publiques de París el la pólice qui les régil \las mujeres públicas
de París y la policía que las gobierna], II, Paris y Leipzig, 1839, p. 50 IO 5, 11
«Un chulo... es un guapo muchacho, fuerte, sólido, que sabe llevar la miseria, que se planta muy
bien, que baila el chahu y el cancón con elegancia, amable |unto a las chicas consagrados al
culto de Venus, que las protege en los peligros eminentes, que sobe hocer que las respeten, y
forzarlas a conducirse con decencia... He ahí, pues, una clase de individuos que, desde hace
un tiempo inmemorial, se ha hecho notar por una bella manera de vestir, por una conducta ejem
50.000 ladro
plar, por los servicios que ello le produce a la sociedad, reducida a las últimas.»
nes de más en Paris, a Reclamación de los antiguos chulos de lo capital, coníra ¡a ordenanza
del Señor Prefecto de policía, en ¡o que concierne a las mujeres públicas. Por el bello Jht
Cartean, cit en F. F A. Béraud, ¡oí mu/eres públicos de Parts y la policio que las gobíerr
París y Leipzig, 1839, pp. 109-110, 113-114. ÍEl libelo no es muy anterior a la aparición I
la obra que lo cita.] (O 5,1
Premios ofrecidos a la brigada del orden: 3 francos por la detención de una prostitu
menor de 21 años; 15 francos por la localización de un burdel clandestino; 25 francos p<
la localización de un burdel de menores de edad. Béraud. tos mu/eres públicas. (II), pp. IJ
139. IO 5, j
fíe las explicaciones de Béraud sobresus propuestas parauna nueva ordenanza 1) Cal
cerniente a una anciana situada enel umbral: «El segundoporágrafo le prohíbe aesta mu|
pasar si umbral de la puerta, porque suele suceder que ella lleve su audacia hasta el encuonl
de los que pasan. He visto, con mis propios ojos, a esas busconas coger a los hombres por
brazo, por las ropas, y forzarlos, por asi decir, a enfrar en sus casas». 2) Concerniente a la pri
hibición de comerciar para las prostitutas: «También prohíbo la apertura de almacenes y
tiendas en los que mujeres públicas se instalen como modistas, lenceras, vendedoras de per'
mes, etc. Las mujeres que ocupan esos almacenes o liendas mantienen las puertos o las venit
ñas abiertas, para hacer señas a los que posan... Hay oíros más hábiles que cierran sus puerta
y sus ventanas, pero hacen senos a través de los cristales desprovistos de cortinas, o dejan*
entre esas cortinas un intervalo que permite ura fácil comunicación entre el interior y el exterifl
Algunas golpean contra e! escaparate de to tienda, cada vez que pasa un hombre, lo quo
hace griorse hado donde viene el ruido, y entonces tos senos se suceden de uno monera tu
escandalosa que no se le pueden escapar a nadie. Todas esas tiendas se encuentran en lo
pasajes», f. F. A. Béraud, las mu/eres públicas de París y la policio que las gobierna, II, París
Leipzig, 1839, pp 149-150. IO 5 a, 11
B éraud se declara partidario de n o limitar el n ú m e ro de casas públicas. «Art, 13. Toda mujor
o muchacha mayor que esfé en su casa y que ocupe un local conveniente, con por lo menot
-dos habitaciones, autorizada por su marido, si está casada, así como por el propietario y el prin
cipal arrendatario de la cosa que habita... estará habilitada para convertirse en ama de la cosa
y para obtenet la cartilla de tolerancia.» F F. A Béraud, las mujeres públicas de París y lo polh
cía que las gobierna, II, París y Leipzig, 1839, p. 156. tO 5 a, 2]
Nt-jii'in la propuesta de Béraud, toda chica, si así lo quiere, debe ser inscrita como prosti
tuta -incluyendo a las menores de edad-. De su explicación: «El sentimiento de vuestro deber
i ’>o'dero uno vigilando continuo er. favor de esos niños.. Rechazados es asumir todas los con-
.i cuencias de un bóibaio abondorto._ Así pjes. hoy que inscribirlos y rodearlos de todo la pro-
lis: ción y de iodo lo vigilancia de 1a aulondcd. En lugar se relanzo ríos a una atmósfera de
corrupción, someted a estas muchachos cáenos nubiles a una vida tegulor en una casa espe-
■raímente desainada poio redbirlas.. Prevenid a sus podres. Desde que sepan que la vida des
(miada de sus hijas quedará ignorada y que es un secreto religiosamente guardado pot 1a
idrninistrccicn, consentirán en aceptarlos*. Béraud. {loe. cit). II, pp, 170-171, [O 5 a, 31
«¿Por qué lo policía... no permitiría... o algunos de los amas de bs casas de tolerancia, particular
mente conocidas, dar.,, veladas, bailes y conciertos, con la adición de mesas ds ¡uego? Por lo
menos aquí los timadores estarían vigilados de cerca, mientras que en los demás círculos [se refiere
.i las casas de juego) eso es imposible, bien sabido como es que la acción de la policio... es ahí...
■asi nula.» F. F. A Béraud, Las mujeres públicas de París y la policía que los gobierna, 11, Paris y Leip
zig, 1839, p. 202. [O 6 , ll
■ Hay., épocas, incluso periódicas en el año, que se convierten en fatales para b virtud de un
yon número de jóvenes parisinas. Mien’ras, en las cosas de tolerancia, o en oíros sitios, bs inves
tigaciones de lo policio detectan a muchas mós mucbochas entregándose a la prostitución cfan-
(¿estina que en lodo el resto del año. He preguntado a menudo por bs cousos de esas transí-
iones ascendentes de desenfreno, y nadie, incluso en la administración, ha podido resolver ese
problema. He tenido que alegar mis proprios observaciones y he puesto tanta perseverancia que
finalmente he llegado a ascender hasta el verdadero principio de esta prosliluaón progresiva..
y... de circunstancias... En bs inmediaciones del lin de año, en fa fiesta de bs Reyes, fiestas de
la Virgen... |óvenes muchachas quieren estrenar, hacer regalos, ofrecer bellos ramilletes; desean
también, para ellas mismas, un vestido nuevo, un sombrero a la modo, y, privadas de los medios
pecuniarios indispensables., se encuentran entregándose durante algunos días a la prostitución..
He ahí los motivos de los actos de desenfreno recrudecidos en ciertas épocas y en ciertas solem
uidades.i F. F. A Béraud, tas mujeres públicas de Paris y lo policía que las gobierna, II, París y
Leipzig, 1839, pp. 252-254. [O 6 , 21
Contra el examen módico efectuado por la poliria: «Cualquier mujer a la que se encuentre en
b calle Jerusalén, yendo a b prefectura o soliendo de ella, es estigmatizada con el nombre de
mujer pública.. Es un escóndalo periódico. Se ven, durante todos bs días de visita, los accesos de
la prefeduia ¡nvoaidos por un gran número de hombres que esperan b salido de esas desgroao-
dcs, instruidos como están de que fas que salen libres del dispensario están reputadas como
sanas» F. F. A Bérajd, ios mujeres públicas de París y la policía que las gobierna, II, París y Leip
zig. 1839, pp. 189-190. [0 6,3]
la s lo re tte preferían el barrio en torno a Notrc-Dame de Lorette ponqué era nuevo y en las
casas recién construidas pagaban alquileres más bajos en tanto se term inaban de secar,
[O 5, 4]
«¿Quiere usted otra clase de seducción? vaya a las Tullerías, al Palois-Royal o al bulevar des Ita-
liers: divise mós de une sirena sentada sobre una silla, con los pies sobre otra, y una tercera vacío
a su lado. Es uno piedra de enlace para el hombre de buena lorluna Los almacenes de modol
presentan por oirá paite recursos a los aficionados. C or are en elfos el sombrero roso, verde, ani
tillo. Illa, o escocés; convenga al precio, dé su dirección, y mañana a !a hora convenido vea I
gar o su casa a aquella que, y lirada delrás del sonrbrero, arrugaba con dedos delicadas la g il
la cinta o alguro olía borla OLe lanío gustan a etfas damos.» F F A. Béraud. Las mujeres pM
eos de París. Precedido por una resena histórica sobre lo proHikición en los diversos puebhU
lo tierra, por M. A. M.. I, pp. CII-ClV ¡pfe/aaoj. [O 6 a l
«Se está en primer lugar llevado a creer que hay ur> gran número de mujeres públicas po<]
hecho de una especie de fantasmagoría que producen las idas y venidas de esas chí
siempre pasando por los mismos puntos, lo que pcrece mulliplicorlos hasta el infinito... O j
citcunslonc ia se presla a esta ilusión, son los numerosos disfraces con los que se visten ridl{
lamente muy a menudo las mujeres públicas en una misma roche Aunque sea con un al
poco ejercitado, es fácil convencerse de que una chica, a las ocho, con un Iraje elegant#]
r eo, es la misma que aparece en grisela a las nueve y que se mueslta a las diez como ca
pesina, y viceversa. Asf sucede en lodos los puntos de la capilal odonde afluyen habilui
menle las prostituías. Por ejemplo, siga usted a una de esas chicas por la calle, entre las pin
las Sainl-Marlin y Sain'-Denis; está ahora con sombrero de plumas y Iraje de seda recubiell
con un chal; ella regresa a la calle Salril-Mattin, bordea a la derecha, aborda las pequeflq]
calles que dan a la calle Salnl-Denis, enlra en una de las numerosas casas de desenfrené
que se hallan en ella y poco tiempo después sale vestida en grlsela o como aldeana.» F. I
A, Béraud, Las mujeres públicos de París, I, Paris y Leipzig. 1839, pp, 51-52. ■ Moda ■
IO 6 a, H
les filies de marbre[los chicos de mármol] Drama en anco actos con canciones, de M. M. Thi
odore Barriere y lomberl Thiboust Representado por primera vez en Paris en el tealro du Vad
deville el 17 de mayo de ¡853. El primer acto de este drama presentí! las figuras principal
les como griegos, y, en efecto, el héroe que más tarde muere por amor a una chica <M
mármol (Marco), Raphael, es aquí Fidias, el que crea las figuras de mármol. El efecto fin J
de este acto es la sonrisa que tas estatuas dirigen a Gorgias, quien les promete dinero tnfl
haber permanecido inconmovibles ante Fidias, que les prometía fama. IO 7, 11
•Veo usted hay en París dos clases de mujeres, como hay casas de dos géneros... lo cosa
burguesa, donde sólo se enlra con un arriendo, y el hotel amueblado, donde uno se alo|fl
al mes._ ¿Qué las distingue? . el rólulo... Ahorc bien, el baño es el rótulo de la mujer... y
hay baños que parece que hab'an, que sor absolutamente como si usted leyera en la pr|i
mera ciase de las reservas: |se alquila apartamento amueb'ado!» Dumonair y Th BaiiiéfflJ
les toilettes tapageuses [los barios llamativos], Comedia en un aclo, Pafís, 1856, p. 28. I
IO 7, ¿\
Según una propuesta de Bourlier, se deberían conceder nuevas licencias d e (Liego patu
construir con el producto de esos ingresos una ópera —«tan magnífica com o la Bolso»- y un
hospital Louis Bourlier, t pitre ciux délracleurs du jeu [Epístola a los detractores del juego], París,
1831, p. VII. [07,4]
Contra el recaudador de los juegos Benazet que entre otras cosas hizo negocios ilegales
aprovechándose de la alta cotización del oro en las casas de juego, apareció el siguiente
escrito: Louis Bouncr. Pétihon ó M. M. Les dépulés [Petición a los Srs diputados), París [Gale
rías d'Orléans], 30 junio 1839; Bourlier era entonces empleado del arriendo de los juegos.
IO 7, 51
•Los domos galantes estaban de diverso modo ocotodos según los barrios que habitaban.»
Ordenadas de las más baratas a las mis caras: calle de Grammonl, coile de Helder. calles
Sainl-Lazare y Chaussée-d'Anlm, faubourg du Roule. Paul D Arisle. La vie et le monde du bouh-
vard í1830-18701 [La vida y el mundo del bulevar 11830-18/0/]. París, (1930), pp. 255-256
[O 7 a, 2]
«En ei distrito 13 hay mujeres que mueren cuando van a comenzar a amar; dan
al amor el úllimo suspiro de la galantería.» Louis Loutine, le treiziéme arrondisse-
ment de Paris [El distrito trece de París], París, 1850, pp. 219-220. l"na bella
e x p re sió n p a ra La dama de las camelias, que aparecerá dos años d e s p u é s.
[O 7 a, 4]
El juego bursátil en las provincias estaba obligado a conocer en París «las cotizaciones r
los valores más importantes.., Había que echar mano de correos especiales o de palomm
mensajeras; en una Francia sembrada entonces de molinos de viento, uno de los métcnlq
preferidos era transmitir señales tle un molino a otro: si la ventana de uno estaba abierl
significaba un alza, y la señal pasaba de un molino a otro; si permanecía cerrada, signlll
caba una baja, y la noticia viajaba de molino a molino, desde la ciudad, a las provincial
Sin embargo, los hermanos Blanc prefirieron servirse del telégrafo óptico -reservado lefl
mente al gobierno-, -Un buen día de 1834. un telegrafista parisiense, a petición de I
agente de los Blanc, envió en un telegrama estatal una H a Burdeos, que indicaba el ¡lid
de los títulos. Para destacar la letra y evitar a la vez que fuera descubierta, puso despU
de la H un signo equívoco.* Con este método se originaban malentendidos, y los fila
optaron por combinar este método con otro. -Si, por ejemplo, la renta francesa al 3 ]
100 experimentaba una subida de al menos 25 céntimos, el encargado de los Blanc (
París, un lal Gosmand, enviaba un pequeño paquete con guantes al empleado del telrt
grafo de Tours. de nombre Guibout, que figuraba claramente en la dirección como fallí
cante de guantes y medias. Pero si se experimentaba una baja de al menos la misma cad
lidad, Gosmand enviaba medias o corbatas. En la dirección de este jiequeño paqur
figuraba una letra o una cifra que Guibout incluía inmediatamente, acompañándola de sld
nos equívocos, en un telegrama estatal dirigido a Burdeos * Este procedimiento funclQnrt
durante casi dos años. La noticia procede de la Gazette des Tribunatix de 1837. Egon Cita
sar Conte Corti, El mago de Homburg y Monte Cario, (1932), pp. 17-19. [0 8 , l|
Galante Unterhaltungen zw eier M ildchen des 19. Jabrhunderts a m büuslichen Herd [Enlnt
. tenim ientos galantes de dox m uchachas del siglo x ix ju n to al Juago del hogari, Roma y Parí»,
editorial Grangazzo Vache ói Cié, Hay allí algunos pasajes singulares; "Ah, las nalgas y lit
vagina, qué .sencillas y, con todo, qué cargadas de significado; mírame, ¿qué te parecen mil
nalgas y mi vagina. Elisita?* Cp. 12). -En el templo-burdei, el sacerdote-oficiante; en ¡as nal
H;i.s, el dedo índice como sacristán; en el clitorís, dos dedos como diáconos, y asi aguardo
Lis cosas que habrán de venir. "Si mis nalgas están en la posición adecuada, ¡empiece usted,
■imlgo mío!’-Los nombres de las dos muchachas: Elise y Lindamine. IO 8 , 21
l cu unte sobre la cronista de la moda. Constante Aubert, que gozaba de una alta posición
i ii el Temps, y cuyos artículos se le pagaban con los regalos de las firmas comerciales sobre
l.is que informaba: «la plumo se convierte er un verdadero capital que puede fijar, día a día,
l‘is ganoncios que le conviene obtener. Paris entero se convierte en un baza» donde nodo se sus-
i ig o la mono que quiere agarrar, porque hoce ya mucho tempo que esta memo no se tiende».
ites lecomte, les letíres de Von Engetgom [¿os cortas de Van Engelgom], Paris. ed. Henri d’Alme-
1925, p. 190. Las cartas de Lecomte aparecieron en 1837 en el Independan! de Bruselas,
[O 8 a, 1 ]
■tof lo facu.tad de su espiiilu, denominada reminiscencia, es como los votos del hombre conde
nado a lo búllanle cautividad de las ciudades, se orientan., hacia la estancia en el campo, su pti-
niiliva morada, o por lo menos hacia la posesión de un simple y tranquilo jardín. Sus ojos aspiran
-1 leposar en el verdor, de las lallgas del mosliodor o de la ardiente claridad de la lámpara del
sillón Su olfato, herido sin descanso por las emanaciones de un fango apestoso, busca el per-
liime que exhalan las flores, Una orla de humildes y suaves viólelas le ariebatará de éxtasis... Esa
felicidad.,, le es rehusada, aún querrá impulsar la ilusión hasta transformar los bordes de su ven-
'<:na en jardín colgante, y la chimenea de su modesta habitación en un parterre esmaltado de ver
dor y de flores. Tal es el hombre de la ciudad, tal es la fuente de su pasión por las flores y los
( ampos... Tales son las reflexiones que me condujeron al establecimiento de numerosos bastido
res sobre los que hice que se dibujaran imitaciones de las (lores de la naturaleza... El despacho
tle chales de esta clase luc prodigioso... Los chales estaban vendidos antes de estar hechos. Las
órdenes para entregar s« sucedían sin interrupción... Esle brillante periodo de los chales, esta
edod de oro de la fábrica duró poco tiempo, y, sin embargo, hizo correr en Francia un Pactoto
i uyas olas eran tanto más ricas cuanto que su principal fuente venia del extranjero. Después de
■laber hablado de ese notable despacho, puede ser interesóme saber en qué orden se pro
pagó. Tal como espetaba, París consumió pocos chales de flores naturales. Las provincias bs
pidieton en proporción o su distancia de la capital, y el extranjero en proporción a su alejamiento
Je Francia. Su reinado no ha ocabodo aún Aprovisiono siempre a países, separados entre elos
por lodo el ancho de Europa, y donde no tendrá que enviar ni un Solo chal con dibujos que ¡mi-
ten el ccchemir... De que Poiís no ho hecho mucho caso de 'os chales con dibujos de flores nalu-
¡oles... ¿no seria posible ded', aun reconociendo que París es el centro del gusto, que cuonto más
se aleja uno de eslá ciudad, más se aproximo o guslos y sentimientos naturales; o, en otros térmi
nos, que el gusto y lo nalural no tienen en esto nada en común, excluyéndose incluso recíproca
mente?» J. Rey, fabricante de cachemires, Etudes pour servir á I 'histoire des cháles [Estudios para
servir a la historia de los diales], París, 1823, pp. 201-202, 204-206. El ejemplar de la Biblio
teca) N(acional) presenta en la conlraportada la siguiente nota, tle mano antigua: <Este tro
ludo sobre un tema en apariencia fútil... es notable por la puraza y la elegancia del estilo, asi
como por uno erudición comparable a la del viaje de Anacarsis». [O 8 a, 2J
Rey se pronunda a favor del cachemir francés. Entre sus ventajas, cuenta con ser n u e fl
lo que no ocurre con el hindú «gDirío yo todos las fiestas galantes de los que han sido t f l
gos, todas tas escenas voluptuosas, poe no dedr nada más, a los que han servido de ve lfl
iNuestros sabos y modestos franceses estarían medianamente conlusos si llegaron a condiH
los antecedentes del chal que hace su felicidad!» Con todo, el autor no comparte la o p in lfl
de que los chales se hubieran llevado ya en la India, una afirmación tan falsa como la ( I
«que quiere que el lé ya hoyo servido para una infusión antes de salir de China» j Rey,
pout servil ó I 'histoire des chúles [Estudios para servir a la historia de los chales], París, IB21
pp. 226-227 [O 9 , ll
-Numerosas litografías galantes publicadas en los años treinta del pasado siglo tuvie
ron por la misma época variantes obscenas, destinadas a los amantes de las imágenes
eróticas explícitas... A finales de los años treinta, estas bromas fueron pasando de
moda.' Eduard Fuchs, llluslrierte Sittengeschicbte vom M ittelalter bis z u r G egenw art
Das biirgerlicbe Z eit-alter [H istoria ilustrada d e la m ora! desde la E dad M edia basta
nuestros dias. 1.a época burguesa]. Volumen complementario. Múnich, p. 309.
[O 9 a, 21
Eduard Fuchs indica que «el primer catálogo ilustrado de prostitutas podría fecharse enlre
los años 1835 y 18<Í0. El catálogo en cuestión consiste en veinte litografías eróticas en color
con la dirección de las prostitutas impresa al pie de cada lámina». Entre las siete primeras,
figuran cinco pasajes como dirección, y además cinco distintos. Eduard Fuchs, Historia iJus-
irada de la m oral desde la E dad M edia hasta nuestras días La época burguesa. Volumen
complementario, Múnich, p. 157. IO 9 a, 31
Cuando, debido a las declaraciones de algunos aprendices artesanos alemanes (entre los
que su propaganda tuvo poco éxito en tanto no se debilitó la posición de Grün), los
soplones persiguieron a Engels. éste escribe a Marx: «Si estos individuos sospechosos que
me siguen desde hace catorce días son realmente soplones... entonces la prefectura ha
pagado en esta última temporada muchas billetes de entrada para los bailes de Montes-
quieu, Valentino, Prado, etc. Debo al señor Delessen haber conocido a muy hermosas gri
settes, y mucho placer-, Cit. Gustav Mayer, Friedrich Engels, 1, Friedrich Engels in seiner
F riihzeit \Friedrich Engels. I, Friedrich Engels en su prim era época I, Berlín, (21933), p 252
10 9 a, M
Durante su viaje por las regiones vinícolas de Francia en 1848, Engels descubre «que cada
uno de estos vinos produce una embriaguez distinta, de modo que con unas pocas bote
llas... ¡se pueden recorrer todas las etapas, desde la quadriUe m u sa rd hasta la marsellesa,
del loco placer del cancán hasta el ardor salvaje de la fiebre revolucionaria!-. Gustav
Mayer, Friedrich Engels, 1. Friedrich Engels en su prim era época, Berlín, p 319.
IO 9 a, 51
•Después de conseguir cerrar en 1856 el Café de París, el Café Anglais tuvo... para la época
del Segundo Imperio la misma importancia que había tenido aquel restaurante bajo Luis
Felipe. Un edificio alto y blanco con un laberinto de corredores y numerosas salas de reu
niones y habitaciones separadas que se repartían por las distintas plantas.- S. Kracauer, Jac
efues Offenbacb u n d das Paris seiner Zeit [/act/ues O ffenbacb >>el Paris de su tiempo], Ams-
terdam, 1937, p. 332. IO 9 a, 61
Locales de baile según Le Caricaturiste, 26 de agosto de 1849: Salón del Salvaje. Solónl
Apolo, Castillo de las nieblas (Poris sous b PépuNique de 1848. Exposilíon de lo Ville de flfl
{París bap h República de 1848. Exposición de la Ciudad de Poris], París, ¡909. p, 40.)
[O IU,
r! prologuista de las Poesías de Joumet habla de dolieres que conciernen o los diversos gen*
ros de trobojos de la agujo, donde.. por cuarenta céntimos al dio, las mujeres y bs muchacho!
van a... gastar.. su.. salud Casi lodos esas desgraciadas., están forzodas a conformarse col
su quinta cuarto parte de jornal» Jean Journel, Poésies et chants harmoniens [Poesía y cantal
armomanos], París, librería universal de Joubert, pasaje du Saumon, 2 y en casa del autor, junio
de 1857, p. LXXI (prefacio del editor], [O 10 , 6 ]
La acera de la calle des martyrs empica com o citas muchos pies de ilustracio
nes de Gavarni, pero nunca una referencia a Guys, que sin embargo podría
haber sido el modelo de la siguiente descripción: «Es un plocer ver cómo ondon
sobre ese asfalto, con el vestido arremangado sin escrúpulos, de lodo, hasta la rodi
lla, de manera que dejan chispear ol sol una pierna lina y nerviosa como la de un
caballo árabe, llena de estremecimientos y de impaciencias adorables, y rematada
con un borceguí de una elegancia irreprochable. jN o d ie se ocupo de la moralidad
de esas piernasl... Lo que se quiere es ir adonde ellas van». AKred Delvau, Les des-
sous de París [Los bajos fondos de París],
París, )8ó0, pp. 143-144 («Las aceras
parisinos»), (O 10 a, 1]
Propuesta de Ganilh de dedicar una paite del capital de la lotería estatal como renta para
locadores que han alcanzado cierta edad. [O 10 a, 21
Loteros: «Sus tiendas tienen siempre de dos a tres salidas y varias divisiones para facilitar
los negocios de juego y usura, así como para el bienestar de clientes tímidos. No es raro
i|ue marido y mujer se sienten sin saberlo uno junto al otro en esos cuartitos misteriosos
que cada uno cree que es el único en aprovechar con astucia-. Cari Gustav Jochmann, Reli-
i//lien [Reliquias]. II, Hechingen, Heinrich Zschokke ed., 1837, p. 44 (-Los juegos de azar-).
IO 10 a, 3]
Según la Memoria sobre las oporlunidodes que bs juegos de azor admitidos en los casas de
juego de Paris representan para la banca de Poissow, leída en la Academia de Ciencias en
1820, el volumen de negocios de la treinta y uno es de 230 millones de francos al año
(ganancia bancaria de 2.760.000 francos), el de la ruleta es de 100 millones de francos (ganan
cia bancariu de 5 millones). Cfr. Cari Gustav Jochmann, Reliquias, p. 51 («Los juegos de
azar*). IO 10 a, 51
Sobre Froufrou de Halévy: -Si la comedia Las chicas d e mármol da paso a la época de la
hegemonía de las cortesanas, Froufrou indica su final... Froufrou se viene abajo... cuando
se da cuenta de que su vida se ha malogrado, refugiándose al fin, ya agonizante, entre los
suyos-. S. Kracauer, Jacques O ffenbacb y e l París d e su tiempo, Amsterdam, 1937, pp. 385-
386. Las chicas d e mármol fueron la réplica a La d a m a de las camelias, del año anterior.
IO 10 a. 71
•El aficionado a los juegos de azar persigue esencialmente deseos narcisistas y agresivos de
omnipotencia. Tienen éstos la peculiaridad -en tantono estén deinmediato asociados con
deseos directamente eróticos- de un vasto radiode acciónen el tiempo, Un deseo explí
cito de coito se satisface en lo esencial con el orgasmo mucho más rápidamente que el
deseo narcisista-agresivo de omnipotencia. El hecho de que la sexualidad genital deje siem
pre, incluso en el caso más favorable, un resto de insatisfacción, se debe a tres hechos: no
todos los deseos pregenitales, que más tarde pasan a ser tributarios de la genitalidad, se
pueden acoger al coito: el objeto es siempre, visto desde el punto de vista del complejo
de Edipo, un sustituto. Junto a estos dos hechos... hay que añadir que la imposibilidad de des
fogar la vasta agresión inconsciente contribuye a la insatisfacción. La agresión que logra
descargarse en el coito está muy domesticada... Acaba así por suceder que el delirio nar-
cisísta y agresivo de omnipotencia se vuelve indigente: por eso, quien ha probado el meca
nismo de placer que se descarga en los juegos de azar -mecanismo que posee, por decirlo
así. un valor de eternidad- cae en él tanto más fácilmente cuanto más esté fijado en el 'pla
cer neurótico de permanencia" (Pfeipfer) y cuanto menos lo deposite en la sexualidad nor-
mal debido a fijaciones pregenitales... También da que pensar que, según Freud, la sexifl
lidad humana tiene el aspecto de ser una función en vías de extinción, mientras que ew
no se puede afirmar en absoluto de las tendencias agresivas y narcisistas.- Edmund Hcrgli’A
•Zur Psychologie des Hasardpielers- [«Sobre la psicología del jugador-] <¡mago XXII, j
[19361, pp. 438-440). LO 11, 11
Exposición sobre las ideas de Ernst Simmel acerca de la psicología del jugador: -La ]■
dez insaciable, que no descansa en el infinito círculo vicioso hasta que la perdida I
torna ganancia y la ganancia pérdida, surge de la pulsión narcisista a autofecundatl
y parirse a si mismo, sustituyendo en un arrebato inconmensurable al padre y a f l
madre, pasando por encima de ellos. “La pasión por el juego satisface en último tr iJ
mino, por tanto, la inclinación por el ideal bisexual que el narcisista encuentra en ( f l
interior Para estahlecer ese compromiso entre el hombre y la mujer, lo activo y I<| |
pasivo, el sadismo y el masoquismo, y para decidir finalmente entre la libido genital]
anal, es para lo que el |ugador lucha en el campo de los consabidos colores simbefl
eos rojo y negro. 1.a pasión por el juego sirve por tanto a la autosatisfacción erótica
en la que jugar es la excitación; ganar, el orgasmo; y perder es la eyaculación, defeegi
ción y castración.’-. Edmund Bcrgler, -Sobre la psicología del jugador- (¡m ago XX II,f l
11936), pp. 409-410), cita de Ernst Simmel, -Zur Psychoanalyse des Spielers- I-Sobre el pnl*
coanálisis del jugador-] [Internationale Z eitscbrift f ü r P sychoanalyse V\ (1920), p. 397|),
lO 11 a, l|
El motivo más profundo del desprecio por el juego podría estar en que i|i|
don natural del hombre, que dirigido a los objetos más altos eleva al so|
humano sobre sí mismo, dirigido a uno de los más bajos, al dinero, lo hunda
El don de que se trata es éste: presencia de espíritu. Su más alta manifoMiu
ción es la lectura, que en todos los casos es adivinatoria. (o 13, i f l
*En los tiempos del fóc¡ op’imis'no q^e itrodiobo en el espinlu de un Ai*reo Copus,
era corrienle en el bu leva i lelcc'onarlo lodo con la potra.» Gastón Rageot, «Q u ' esl-
ce qu'un évónement?» [«¿Qué es un acontecimiento?»] [Le Temps, 16 de abril de
1939). La apuesta es un m odo de dar carácter de shock a los acontecimien
tos, sa cán d o lo s d e los c o n te x to s d e la ex p erien cia. N o es por casu alid ad q u e
se ap u e sta s o b re lo s resu ltad o s d e las eleccio n es, d e l inicio d e la g u erra, etc.
Los ac o n tecim ien to s políticos a d o p ta n fácilm ente, en esp ecial p ara la b u r
guesía, la form a de la n ce s e n la m esa d e juego. Para el p ro letario n o es del
to d o el m ism o caso, lista m ejor preparado para re c o n o c e r c o n stan tes e n el
acontecer político, IO 13, 51
¿Las cartas d e adivinación sort m ás antiguas que las d e juego? ¿Representa acaso
el juego d e n aipes lina degeneración d e la técnica adivinatoria? Saber p o r anti
cip ad o el futuro tam bién es decisivo e n los juegos d e cartas. [o 1 3 a, 2]
tPeto gcorrturende usted lodo el delirio y el vigor que debe de haber en el alma de ir: horf|
que espero cor impaciencia lo apertura de un garlo? Entre el jugador de la morona y el |u¡
dor de /a torda existe le diferencia que distingue al marido descuidada del amante pasmo
debajo de la ventana de su airada. A la mañana solamente llegan la pasión palpitante J
necesidad en su franco horror. En ese momento podró usled admirar o un verdadero ¡ugadofl
jugador que no ha comido, dormido, vivido, pensado, mientras era rudamente flagelado p a
azote de su me t tíngalo... En esa hora maldita, encontrará o|os cuya c a ira horrorizo, rostroil
!e lasrma'ói'. mirados que levantan las cartas y las devoran Por eso, as casas de juego son ■
suolines a lo ope’lura de sus sesiones » Balzac, la pean de chagrín fío pie! de zapa\, Rfl
Flarrmoron, p. 7. IO 1*1,
Sobre el juego: cuanto menos atrapado está un hombre en los lazos del cid
tino, tanto menos queda determinado por lo siguiente que va a pasar.
ms
las calles, el movimiento de los nombres, que muy a menudo discurren efl
direcciones opuestas. [P i, 11
Y luego las [Pequeñas plazas sin tiempo que surgen de improviso, en las qu|
no arraiga el nombre, plazas que no han sido proyectadas de antemano y ba¡
el patronazgo de la historia universal -como la plaza Vendóme o la plaza d
Gréves-, sino como casas que, lentamente, sin haber dormido lo suficiente, lid
garon larde a la llamada del siglo. En esas plazas, son los árboles quienes tío
nen ia palabra; incluso los más pequeños dan una sombra espesa. Sin embarra
luego, ante los faroles ele gas, sus hojas son como una vidrio translúcido ven
deoscuro, y su primer destello verde en la noche es el semáforo automático
que le marca a la primavera su entrada en la gran ciudad. [P l, ¿f
El barrio de Europa ya existía como proyecto, con los nombres de las capitales europea»
desde 1820. IP 1, M
El 4 de febrero <lc 1805 se procedió a numerar las casas por decreto imperial Intentos unid
dores -como el de enero de 1726- se encontraron con una feroz resistencia Los propia
tarios de ios inmuebles se declararon dispuestos a numerar las portes-bátardes, pero no ta
portes-cocbéres. La ¡(evolución ya había procedido a contar las casas por secciones; (!■
algunas de éstas se llegó a! número 1.500 e inchiso 2.000 [P 1, f l
«La denominación de ta Roquelle dada a las dos prisiones, a una calle y a lodo un barrio, vían»
de la planta de ese nombre \Eruca saliva), que ciecia en abundancia en estos terrenos destara
los en otro liempo * La Grande Roquelle fue durante mucho tiempo la cárcel donde aguara
dahan el resultado de su apelación los condenados a muerte. Máxime Du Camp, Parts
IPartí, m, p. 264. IP 1, 91
«He leído un proyecto de geografía cuyo mapa sena París y cuyos profesores sus coches di
punió Ciertamente me gustaría más que Paris fuera un mapa de geografía cue un volumen di
calendario romano; y los nombres de los santos, con los que hcn bautizado las calles, no pw
den compararse ni en cuanto a armonía ni en cuanto a utilidad con los nombres de las ciudc
des que los sustituirían. De este modo el (aubourg Saint-Denis se llamarla, er esta suposición, (
faubourg de Valenciennes; el faubourg St.-Matceau, el faubourg de Marseille: de esta maneta
la plaza de Gróves se llamaría plazo de Tours o de Bourges, etc.» Mercier, le nouveau
nuevo], París, V, p. 75. [P 1 a, t|
Sobre la teoría de los nombres de las calles: -Los nombres propios tienen un efecto pura
mente sonoro, sin carga conceptual.,, los nombres propios son, por usar una expresión da
Curtius (p. 65), “formularios en blanco", que Proust puede llenar con impresiones porque
aún no han sido racionalizados por la lengua- Leo Spilzer, Slilstudien [Estudias estilisticr^
IX, Munich. 1928. p. 434. [P 1 a, 7|
Para entender la -calle», hay que distinguirla del -camino-, más antiguo. Se
distinguen por completo según su naturaleza mitológica. El camino implica
el miedo al camino equivocado. En los guías de los pueblos nómadas tuvo
que reflejarse ese miedo. Aún hoy, todo caminante solitario siente, en las
revueltas inesperadas del camino y en sus bifurcaciones, el poder que las anti
guas indicaciones ejercían sobre las hordas nómadas. Pero, quien va por una
calle, no necesita al parecer ninguna mano que le indique ni le guíe. El hom
bre no cae en su poder al marchar por un camino equivocado, sino al
sucumbir al despliegue monótono y fascinante de la banda de asfalto. La sín
tesis de estos dos miedos, sin embargo -el monótono camino equivocado-
lo representa el laberinto. ■ Antigüedad ■ [p 2, 11
Quien quiera saber hasta qué punto nos sentimos como en casa en las entra
ñas, debe dejarse atrapar por el vértigo a través de calles cuya oscuridad se
asemeja tanto al seno de una prostituta, ■ Antigüedad ■ |p 2 , 2|
•Algunas lelices mecidas de ed lidod datan del liempo del Imper o El 3 de noviembre de 1800.
se procedió poi decreto a una revisión general de los nombres da las calles. Desapareció la
mayoría de los vocablos grotescos Inventados por la Revolución. Los nombres de políticos fue^
ron casi lodos reemplazados por nombres de militares* Lucien Dubecli, Pierre D'Espezel, Histoire
de Paris [Historia de París], París, 1926, p. 336. IP 2, 61
■En 1802 se construyeron diversos barrios, colie du Monl-Blanc, Chousée d'Anlin, aceros eleva
das de tres o cuatro pulgadas. Comenzaron entonces a suprimirse los arroyos en el eje de las
calles,» Luden Dubech, Pierre D'Espezel, Historia de París, París, 1926, p. 336, [P 2, 71
«En 1805 se impuso el nuevo sistema de numeración regular de bs casos, po- iniciativa de Frochot,
e
que Fa prevalecido hasta nuestros dios* bs números pares impares separados, pares a b derecha
e impares a b izquierda, partiendo del Sena o siguiendo su curso, bs afras eran blcncos, sobre
londa rojo en las calles paralelas al tío, sobre londo negro en bs calles petpendicubres» lucien
Dubech, Pierre D'Espezel, Historia de París, París, 1926, p, 337 [P 2 , 81
Hacia ¡830: «la Chausée d Antin es el barrio de bs nuevos ricos de las finanzas. Todos aque
llos barrios del oeste están desacreditados, los urbanistas de ese momento creyeron que Paris
i d o a desarrollarse hacia el lodo de la Salpétriére, opinión que debería aconsejar prua'encia
Monarquía de julio: ^Mientras que se han suprimido en su mayoría bs nombres de bs calles que
llamaban a recuerdos políticos, se ven aparecer los que conmemoran una ’echa b calle del 29
de julio». Dubech-D'Espezel. Historia de París, Paris, 1926, p. 389 IP 2 a, 21
«No conozco nodo mós ridículo ni más incoherente que los nombres de las calles, plazas y caM
jones o colles sin salido de Parts. Tomemos a azar algunos de esos nombres, en uno de bs n fl
bellos barrios, y vamos a señalar esto incoherencia, esta rareza, llego por la calle Croix-dn
PetittChamps; atravieso la plaza des Vícloires: entro en b calle Vuide-Gousset. que me conduS
al pasaje des PetilsPéres, de donde no hay más que un paso para ir al Paiais-Egoiilé |Qué revflfi
lijo! El primer nombre recuerdo un objeto de cu!to y ‘iene un ospecto campestre; el segúntw
ofrece triunfos militares; el lercero, una emboscado, el cuarto, el recuerdo de un apodo dado fl
una orden monáslica, y el último, una palabra de la que han abusado alternativamente la IgnoJ
rancla, la intriga y la ambición.» J. B. Pujaulx, París a Finales del siglo XVil , París, 1001, pp. 73-m
[P 2 a, M
•A dos pasos de la ploza de la Bastille, en el faubourg Si. Antoine, se dice aún: ‘Voy J
París' . Este suburbio tiene sus propiexs usos y costumbres, e incluso su propir> lenguajfl]
La municipalidad ha numerado las casas como en todas bs demás zonas de París, pero, l l
se le pregunta su dirección a alguno de los habitantes de este suburbio, dará siempre el non]]
bre que lleva su casa, en lugar del frío número oficial... Esta casa se conoce con el nombro
de *Au Roi de Siam", aquella se llama “Etoile d or', ésta "Cour de deux S<eurs”, aquélla
‘Nom de Jesús", otras llevan el título de Panier fleuri, o Saint Esprit, o Bel Air, o La Muette,'
o La bonne Graine* Sigmund Englánder, Geschicbte der freínzQstschen Arheitcrassociatio-
nen [Historia de las asociaciones obreras de /''rancia], III, Hamburgo, 1H64, p, 126 .
IP 2 a, -l|
Sobre la magia de los nombres de las calles. Delvau acerca de la plaza Mauberl: «No es
uno plaza, es una amplia mancha de cieno; en ese punto mismo en que los labios se ensucian
al pronunciar ese nombre del siglo trece, no porque sea viejo, sino porque exhola de él un olot
de lodazal... que choca contra nuesl'o olíale A Delvau, Les dessous de París [/as bajos fondos
de París], París, 1866, p. 73. (P 2 a, 61
«No es inútil observor que un extranjero que, al llegar a una ciudad, comience por juzgar a par
tir de bs apariencias, bien puede pensar, cuando lee esas denominaciones incoherentes e insig
nificantes, que los ideas de los que lo hobiton no están mejor hilvanadas que sus razonamientos;
y, ciertamente, si varios colles le presentan nombres abyectos u obscenos, estará lundado al
creer en la nmoralídad de sus habitantes.» J. B. Pujoulx, París a finales del siglo xvm, París, 1801,
p, 77. ¡p 3, 11
«Qué placer paro el habitante del Mediada recuperar, en los nombres de los diversas calles
de París, bs del lugar que lo vio nacer, del cantón donde su esposa recibió la luz, del pueblo
donde posó sus primeros años.» J. B. Pujoulx, París a /«totes del siglo XVIII, Paris, 1801, p. 82,
[P 3, 31
«Los voceadores escogieron los periódicos según los barrios que ellos quieren trabajar, y toda
vía allí hay matices que hay que saber distinguir. Tal calle lee le Peuple, mientras que tal otra sólo
quiere La Réforme, pero la perpendicular a ello, que las comunica entre sí, sólo coge l'Assem-
blée nationale. o incluso ¡'Union Un buen voceador debe y pjede decirle a usted, al ver las pro
cesiones de fe de todos los aspirantes o legisladores que obígorran todos nuestras murallas,
cuánto voz lendtó coda uno de esos mendigos políticos en tal o cual distrito» A Pttvo! d'Angle-
mont, Paris inconnu [Poris desconocido], París. 1861, p. 154, ■ Fláneur ■ JP 3, 41
La ciudad hizo posible que codas las palabras, o al menos una gran cantidad
de ellas, fueran ascendidas a la nobleza del nombre -lo que antes no les
ocurría más que a poquísimas, a una clase privilegiada de palabras-. Lo más
ordinario para lodos, la calle, fue la que llevó a cabo esta revolución del len
guaje. - Mediante los nombres de las calles, la ciudad es un cosmos lingüís
tico. [P 3, 51
Con motivo de Víctor Hugo y su «poder de b mogen los pocas confidencias que leñemos
ocerca de sus procedimientos de trabajo nos permiten afirmar que él tenia uno facultad de evo
cación interior mucho más fuerte que los demás personas. Así es como pudo, de memoria y sin
una nota, describir todo et barrio de París por donde escapó J. Valjean en Los miserables, y esla
descripción es estrictamente exacta, calle por calle, caso por cosa» Paul Bourget(.) Necrológica
de Víctor Hugo en el Jo u rn a l des Debuts [V íc to r Hugo d evarü iopirtion |Víctor Hugo ante
la op in ió n ], París, 1885, p. 91J, IP 3, 61
En un grabado: «Calle Tlrechape 1863 como en 1200». S(ala) d{e las) E(stampas; véase Ilus
tración 8). [P 3, 7]
Kn 1865 se estableció en el bulevar des Copuanes, esquina con la calle de Séze y la colle
Caumarlin, el primer «refugio», la primera «zona peatonal». [P 3 a, II
«Que los bufones vayon a gesticular a las puertas de la Morgue; que los payasos vengan a ella
a declamar sus grotescas burlas.,, en semejante sitia; que esta muchedumbre... se coloque en círculo
para reír a mandíbula batiente las locuras a menudo inmundas de un titiritero después de habar
contemplado cinco cadáveres uno al lado del otro. |He ahí lo que se llama una cosa Indig
nante...!» Victoi Fournel, Ce qu ’on voil dons les rúes de Potis |/o que se ve en los calles de París],
Poris. 1858, p. 355 («La Morgue»). [P 3 a. 2)
Fantasmas urbanos: «El romanticismo en su declive... se complace en bs leyendas. Mientras quJ
Georges Sane vestida de hombre cabalgo, se dice, o través de Pafs en componía de lomartmii
vestido de mujer. Dumas hace que compongan sus novelas en ¡os bodegas y bebe champogn
en los pisos superiores con actrices, mejor que mejor, Dumas no existe, es on set mítico, una razá
social inventoca por un sindicato de ecuores». J. lucas-Dubretón, la vie d 'Alexandre Domas Péri
[la vida de Alexandre Dumas podre], París, ( ’928). p, 141. [P 3 a, '
«He oqtií.. el. Diccionario de la lengua exabrosa, del que deseo que se digo... lo que se die*
del Tableau de Paris de Sébaslien Merder, que ha sido pensado en b colle y escrito sobre un
mojón, > Alf ed Detvau, Dictionnaire de la langoe verte [Diccionario de la lengua escabrosa
París, 18óó. p. Itl. [P 3 a, l|
I 'na bella descripción ele los barrios elegantes: «la nobleza, encastillada silencioso en e: i
claustrales calles como en un espléndido e inmenso monasterio de paz y de refugio». Paul-Ernert!
Ratlier, Paris n existe pas [París no existe], París, i 857, p. 17. \P 3 a, 5)
Todavía en tom o a 1860, los puentes de París resultaban insuficientes para el tráfico entra
las dos orillas; el paso lo realizaban en gran medida los transbordadores. I.a tarifa era de 1
soles; por eso los proletarios raramente podían permitírselo. (Según R-E. Rattier, Poris no
existe, París, 1857, pp. 49-50.) [P 3 a, 6|
«En Hugo, la Columna, el Arca da Triunfo y los Inválidos caminan junios, si puedo decirlo. Hoy.]
un vínculo histórico y político, real y literario entre esos tres monumentos. Hoy.. la posición de
esos Ires términos ho cambiado y el vinculo ha ccmbiado. La columna eslá como borrada, peso
o Vuillaume. Y ha sido e! Panleón quien lio venido o leemplazorta. Sobre lodo desde que Hugo
ha venido a él y la ha obligado a volver, si esló permirico hablar así. a bs grandes hombres.
Hoy la trilogía de los monumentos la componen el Arco de Triunfo, el Panleón y los Inválidos.»
Charles Péguy, Ctuvres completes [Obras completas], 1873-1914; CEuvres de prose [Obras en
prosa), Paris. 1916, p. 419 (Victor-Morie, comle Hugo [Vidor-Matie, conde Hugo]\ IP 3 a, 7|
«El verdodero París es una ciudad negra, fangosa, maloliente, apretujada en sus cales estrechos^,
hormigueante de caSejcnes sin solido, de abtnedos misteriosas, de abertntos que te conducen a
casa del diablo; que rejunta los lechos puntiagudos de sos casas sombrías muy cetca de bs nubes,
y osí te encela el poco azul que el cieb del norte quiere limosnear o b gran copital.. 0 verdadero
Porís eslá lleno de palios de Monipodio, receplácubs de o Ires céntimos b noche, de seres ¡rrpO'
sibles y de fantasmagorías hjir.anas Allí, en una nube de vapor de amoníaco. , y en lechos que
no se han vuelto a formar desde la cieoción del mundo, reposcn uno junto a olio oentenares, milla
res, de charlatanes, ceríferos, tocadores de acordeón, jorobados, ciegos, cojos: eneros, lisiados
sin piernas, otros a los que les han devorado la nariz en una pelea; hombres de goma, downs de
vuelta, tragcsobles, malabaristas que llevan una cucaña con los dientes... Niflos de cuatro piernas,
gigantes vascos u otros, Tom Pouce en la vigésima edición, personajes vegetales de los que la
mano o el brazo son el terreno de un árbol que verdea y brota todos los años con su lujo de ramas
y do hojas; esqueletos vivos, transparentes humanos de luz... cuya débil voz puede escucharse con
un o'do atento...; orangutanes con inteligencia humana; monstruos que hablan francés.» Pou Emesl
de Rattier, París nc existe, París, 1857 pp- 12 y 17-19. Ver a este respecto tanto los dibujos de
Hugo como la visión de Haussmann sobre París, lP 4, 11
Destino de la oposición republicana bajo GuizoU «El Emanciparon de Tojlouse cita ¡ai pala-
bios de un conservado! cuando delante de él se deploiaba la suetle de los detenidos políticos
que se enmohecen er, los calabozos: 'los compadeceré cuando les hayan plantado champi
ñones en le espalda'» Jean Sketli'sch. í opinion publique en Flanee d aprés la poésie politi
que e! sociate de 1830 ó !8¿8\La opinión público en Francia según lo poesía política y socioI
de 1830 o I848\, (Lausono. 1901). pp. 162-163. IP 4, 21
«Con el mágico íüu.o de París, un drama, uno revisa o un íb’o estén siempre seguros del éxito»
Ihéop’iile Gottier, "Introducción* (es la primera frase) |París el les Paristens au to f siécle [París
y hs porisnos en el siglo íí*|, París, 1856, p. 1(1). [P 4 , 51
«0 universo ro hace sino reunir bs cabos de los agarros de París.» Théophle Gaufer, «Introducción»
\Poiis y hs parisinas en el siglo xot, Poris, 1856). p. III- IP 4, 41
«Hoce mucho l empo que se tuvo la ¡dea de poblar los Compos Elíseos de estaHjas. N o ha lie
gedo el momento.» Th. Gautier, «Estudios filosóficos» { París y ios ptatisinos en el (siglo x:x, París,
1856)), p. 27. IP 4, 51
«Hace treinta afios... casi estaba,., todavía el an!iguo alcantarillado, Un número grande de
calles, actualmente arqueadas, eran entonces calzadas hendidas, A menudo se velón, en el
punto en pendiente, donde desembocaban las vertientes de una calle o de un cruce, anchas
rejas a.adradas de grandes barróles cuya hierro 'elucía bruñido por los pasos de la multitud;
peligrosas y resbaladizos para los coches y que hacian caer a los caballos... Er. 1832, en gran
cantidad de calles... la vieja cloaca gótica mostraba todavía cínicamente sus fauces. Eran er.o;
r e s hiatos de pedra a la solana, a veces rodeados de mopues, con un descaro monumenal.»
Viclor Hugo, QFuvres completes \Obras compílelas],Novela, 9, París, 1881, p 181 líos misera
bles). IP 4 a. 11
En los muios de los recoudodores generales en la época de Luis XVI Le m u r murant Paris
rend París murmumnt [P 4 a, 21
Maillard cita la siguiente anécdota de F,. Texier. Le tablean de París [El cuadro de Parid,
1852, sobre la mot)>ue como leyenda: «En cqjel edftcio habla un escribano qos . tiene una
familia Quién sabe si la hi^u del escribano no tiene un piano en su hab.tcción y si el domingo
pe' la tarde ello no hace que sus amigas bailen al son de los ritornelos de ?ilodo o de Musard».
Pero, según Maillard, el escribano no vive en 1852 en la Morgue Cit Firmh Maihard, Recher-
ches historiques et critiques sur lo Morgue [Investigaciones históricas y criticas sobre la Morgue],
París, 1860, pp. 26 27 La historia procede, como aclara el mismo Maillard. de un reportaje
algo folletinesco de Léon Gozlan, en el año 1830, IP 4 a, 31
«La plaza Maubert, plaza maldita que oculta el nomb-e de Magnus Albertus,» «Paris chez soi»
(«París casa propia»! (Louis Lurine, A Imvers les cues [A través de ias calles], (París, 1854), p, 9)
[P 4 a, 4]
En Mercier. Nouveau, París, 1800, VI, p. 56, se menciona que «los misteriosos tocadores de
cuerno... hacían eT efecto muy siniestras escandaleras. No era venia de agua lo que anuncia
ban, su ruido lúgubre, digno lanfattia del lerior, era muy frecjerteirenle una amenaza de ImM
dio: 'Ellos estator en 'a taberna y se 'espondfan de jn bario a otro, dice Vercier. todos (O
umdos correspondían a un centro; esperaban clgjn acontecimiento cuando redoblaban I
tuerza: se escuchaba durante mucho tiempo, no se comprendía nodo; peto hab:a en lodo
albotolo jnc .encLO de sedición. Todas esas conspiraciones que se hacíon en voz alia no i f l
menos terebrases. Se he señalado que con ocasión de los incendios la señol era más pisa
tosa, más -ápido. más ruidosa C jan do se manifestó el incendio en los Celestina mi vW
cabeza quedó ensordecida pot el ruido de las eternos. Otra vez lúe a través del restallar f l
bs látigos; en ciertos dios el rinco de los cajas: uno se esíremece con esos vivos y diarios <1W
mas".* Edouc'a Foum«r, Enigma des rúes de París [Enigmas de las calles de Paris], pcris, Ifififl
pp. 72-73 ¡»Sar qitelqjes brjils ae Paris» [«Acerca de algunos ruiaos de Potb»]¡. IP -I a, "i|
C H o u g lé , Cbez les prxpb & es sncm lisies I Un casei d e lo s p ro fe ta s so cia lista^ , P a rís , 1918, d t l
en e l en sayo I. a llla n c e in te lle c ttw lle fra n c o -e ú le m a n ile (I m a lia n z a In te le c tu a l fm n e o -a m
m ana), p. 123. las p a la b ra s d e lió m e s o b re la s c a lle s d e Paris, esos calles gloriosas «cityd
adoquinede sólo se debería hollar con los pies desnudos». [P 5, 11
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El Versalles posrevolucionario como panóptico; -Se remcxlelaron las estatuas reales que
habían quedado. La de Luis XIV en la gran sala Orangerie, lleva un gorro frigio en lugar
de la peluca, que se ha quitado a martillazos; también una pica en lugar del bastón de
mando y, para que nadie se equivoque con el nuevo dios de la guerra, figura en el pedes
tal de la estatua: "Marte francés, protector de la libertad del mundo”. Una jugada semejante
se le ha hecho al colosal bajorrelieve de Luis XIV a caballo, por Coustou, en la gran gale
ría del castillo. El genio de la fama, que desciende de las nul>es. coloca, en lugar de la anti
gua corona de laurel, un gorro frigio sobre la calva cabeza del rey-. ■ Vulgarización ■
F. J. L. Meyer, Fragmente aus París im IV. Jabr derfranzüstischen RepublU! {Fragmentos de
Paris en et año IV de la República francesa], II, Hamburgo. 1797, p. 315 [Q 1, 21
Balzac hace un juego tle palabras con -fama» -de -diorama»—al inicio de Papá G o fio ! 1
IQ I. "I
Hay que averiguar qué significa que en los dioramasel cambio de ilumina
ción que el discurrir del día produce en un paisaje se desarrolle en quince
o treinta minutos- Hay aquí algo así como un precedente lúdico de la ace
leración cinematográfica del tiempo, una aceleración bromista y un tanto
maliciosamente «bailona* del curso temporal, que per contrarium hace pen
sar en una ¡11^XTJCTtc. desconsolada como la que menciona Bretón en Nadja-.
el pintor que, avanzada la tarde, se planta con su caballete ante el puerto
viejo de Marsella y, con la iluminación decreciente, cambia una y otra vez la
luminosidad de su cuadro hasta acabar pintando la oscuridad. Pero para Bretón
el cuadro no estaba «acabado-. 1Q l a, 4]
•Noctlimoraina. Una nueva clase de conciertos entretendrá este invierno en París al mundo
de la moda. Todo lo que expresa la música resultará al mismo tiempo visible mediante cua
dros transparentes de oportuna ejecución. Me ofrecerá La creación de Haycln, que, acompa
ñada de las adecuadas fantasmagorías, habrá de encandilar doblemente los sentidos de los
oyentes. / Pera más que para estas magnas obras, el dispositivo me parece apropiado para
distracciones alegres y senl¡mentales. ! Así, por ejemplo, puede aparecer el letrato engaño-
samente parecido y cambiante de Malibnin, mientras que una selecta cantante entona un
aria juliana sin ser vista, como si se oyera cantar a la sombra de Malibnin.- August Lewald,
A lbum der Bottdoirs [ÁJbtim de los saiimes |, Ijeipzig-Stuttgart. 1836, pp. 42-43- [Q 1 a, 61
En la galería Colbert estuvo durante algún tiempo un georama. - El georama del distrito XlVj
poseía una maqueta de Francia. IQ 2, l|
En el mismo año en que Daguenv inventó la fotografía, andió su diorama. 1839. ■ Precursores ■
IQ 2, S|
El mar -«nunca el mismo» para l’roust, en Balbec-, y los dioramas con su cam
bio de iluminación que hacen pasar el día ante el espectador tan rápida
mente como pasa en Proust ante el lector. Aquí se dan la mano la más baja
y la más elevada forma de mimesis. IQ 2,71
•Navalorama.- Eduaid Devrient, Hriefe aus París ICallas de Parísi, Beriín, 1840, p. 57. IQ 2, 91
Principales representaciones panoramáticas de PréVost para los panoramas del pasaje. «París,
Tolón, Roma, Nópoles, Amsteidam, Tilsit, Vagram, Calais, Anvers, Londres, Florencio, Jerusalén y Ate
nos. Todos eslabón concebidos de la misma manera. Sus espectadores, situados como en la cúspide
de un edificio central, sobre una plataforma rodeada por una balaustrada, dominaban el horizonte
desde todas los portes. Cada liento, adherido a la pared Interior de un solón cilindrico, lenta una cir
cunferencia de 97 metros y cuarenta y cinco centímetros (60 pies). De este mada las dieciocho vistos
panorámicos de Prevost representan una superficie de 86.667 metros y 6 centímetros (224.OCX) pies}»
labédofiiére, Hisloire du nouveou Paiis [Historia de! nuevo Porí$\. París, p. 30. [Q 2 a, 11
Daguerre y la Academia l¿lioncesa?| -Lememer. . me dio una cana para una sesión plena
ria dei Instituto... Se recitará en esta sesión un poema sobre la máquina de Daguerre para
reavivar el interés por este objeto, pues el descubridor perdió su aparato en el incendio de
su vivienda, por lo que durante mi estancia en París no pude ver nada de lo que hace esta
maravillosa máquina.- Eduard Devrient, Cartas de París, p. 260 fCarta de 28 de abril de
18391. IQ 2 a, 31
En el Palais Roya!, el -calé du Mont SI. liernard. muy curioso de ver, en el primer fíente de lo
escolera, (una cafetería en cuyas paredes, todo alrededor, están pintadas regiones de Suiza,
y sobre las mesas hay una pequeña galería con los modelos de las pinturas; pequeñas
vacas, cabañas suizas, molinos, Semern [quizá quiera decir "praderas alpinas”], etc., muy
curioso de ver>. J. F. Benzenberg, Briefegeschrieben auf etner Reise nach París [Cartas escri
tas en un viaje a París], I, Dortmund, 1805, p. 260. IQ 2 a, 4]
la ilusión era completa. Reconocí con el primer vistazo todos los monumentos, todos los luga!
incluso el pequeño patio donde se encuentra la habitación que yo habitaba en el convento 1
Sainl-Sauveur. Nunca fue sometido un viajero a una prueba Ion ruda, yo no me podía ospéj
a que se transportaran Atenas y Jerusalén o París para convencerme de que ero mentira o ti
dad». Chouteoubriond en el prefacio del llinéraire de ( París ó) Jérusalem [Itinerario de Patín
Jerusalén], cit por Émile de Lobédolliére, le nouveav Paris [El nuevo Poní], p. 30 [Q ,V
Sobre el panorama mundial que bajo el nombre «la vuelta al mundo» se dio H
conocer en la exposición universal de Paris de 1900, que daba vida a un
fondo panoramático en movimiento, con los figurantes que en cada caso lo
correspondían en primer término: -El “panorama mundial” se ha instalado en
un edificio que ya por su personalísimo aspecto ha causado una general
l_as tres etapas en tampélie y Daguetre de Lemercier: 1) Exposición ele los panoramas fijos
2) Exposición de la técnica de su ani(m)adón, que Daguerre le suplica a Lampélie. 3) Des
cripción de la victoria del incansable Daguerre trabre Lampélie, En lo que sigue, la primera
fase (la tercera en ■ fotografía ■).
«Daguerre, en la torre donde su docto pincel
Abre a los juegos de lo óptica tan bello teatro,
Hoce en la oscuridad de un cenado recinto
Lucir de los horizontes la inmensa perspectiva;
Su paleta es mágica; y de sus luegos versados
Cuando alcanzado es lo vista y los muros atravesados.
Un tejido, de bs tabiques circúlenle ba'rera.
Se transforma en espejo de b rvotuialezo entera *
NJépomucéne lemercier, Sur la découvsite de l'ingénieux pemlre du diorama ISoíve el
hallazgo del ingenioso pintor del diorama) (después: tampélie y Daguerre] (Instituto Rea de
Francia, Sesión pública anual de bs cinco academias, jueves 2 de mayo de 1839, presidido
por M. Chevreul, presidente, París, 1839, pp. 26-27). [Q 3 a, 1)
Dioramas en el Cháteau dT.au (inás tarde plazo de la Repubtique) y en la calle Bondy. S(olu) d{e
las) Estampas; v. ilustración 9). IQ 3 a, 31
Un grabado publicitario de la Fabricación de instrumentos de precisión, J Mol ten i y Cía, 62, calle
du Cháteau d'Eou, h a b la -¡después de 1856)-, entre otras cosas, de «aparatos de foniasmogo
lia, potaiamas, dioramas, etc » S(ab) d{e bs) £{yompas. v. ilustración 10). IQ 3 a, 4!
Una viñeta de la época Imperio titulada -Le l>anorama-{.) Una tabla lie lienzo o de papel
con representaciones de acróbatas en el centro. Eros, con el gorro puntiagudo de un
payaso de feria o de un vendedor, señala un teatro de marionetas en primer plano, en el
tjue un caballero declara de rodillas su amor a una dama. Todo esto dentro de un paisaje,
S{ala) d(e las) E(slampas), IQ 3 a, 53
«Me preparé para recibir las deposiciones de sus mujeres, que ella llamaba sus panoramistas,
es decir, de aquellas que recorren de arriba abajo todas las vistas panorámicas, principalmente
la del bulevar Monlmartie.* P. Cuisln, la gaianterie sous lo sauvegarde des lois [¿o galantería
bajo la protección de las /eyes). Pa'ís, 1815, pp 13ó-i 37 [Q 3 a, 61
«Carporama... especializado en plantas, flores y frutos de la Indio.»J A Croze, «Quelques spq
lacles de Pcris pendanl l'été de 1835* [«Algunos espectáculos de París durante el verano fl
1835») (/e Temps. 22 de cgoslo de 1935). [Q 3 a,1
lil principio panonunático en Balzac: «Nuestra exploración nos ha permitido hocer notar alfj
dedo; de 'resdentos nombres reoles del Poiís de 1800 a 1845. por donde deambulan los p(
sonajes de la comedia humana Si se les añadiesen los políticos, los autores dramáticos o W
torios, las celebridades de cualquier género que... cparecen bajo la pluma de Balzoc-. I
ningún vinazo con la acción, el total ascendería tal vez a quinientos». H, Clouzot y R.-H Volt
le Paris de lo comedie húmame IBalzac el ses lournisseursj [El Paris de la comedia humana (Bá
zac y sus proveedores!], Poris. 1926. p. 175. IQ 4, I
Pasaje del Panorama. «Adivina usted que ese pasaje le debió su nombre a un espectáculo inlq
ducicb en Francia en el mes de enero de 1799. la primera vista panorámico de París fue dirigid
pot un americano de Estados Unidos,, que se llamaba Fulton... Fulton, en b época del intenlo d
desembarco en Inglaterra, le presentó ol Emperador lina memoria ocerco de la aplicación Inrr*
diala del vapor a la marina del Estado,., El ingeniero, rechazado en Fronda, fue a establecería
América, y se dice que, de vuella a Salnle-Héléne, para morir, el Emperador encontró en el ob|l
llvo de su catalejo un barco de vapor que se llamaba LE FULTON.» louis lurlne, «los bulevar#!
(París ebez soi [Paris en coso], París, (1854), p. 60}. [Q 4,
Balzac: -Cuando en 1822 visita el diorama construido por Daguerre, lo califica, entuslas
mado. de uno de los milagros del siglo; "miles de problemas han encontrado soludón", 1
cuando veinte años después se presenta la daguerrotipia, se hace una foto y escribe acen il
de este descubrimiento, con gran solemnidad, que ya lo había profetizado en su Louis Latli
lx?rt C1835)-. ICfr. la nota en 0»r(esfxjruJance \CorrespotidencitA. 1876), I, p 68, y Gorll i
Lettres (á i'Etrangere) [Cartas a l extranjero!. 2, (1906). P- 36 J Ernst Robert Curtius, Balzti•
Bonn. 1923. p-237. IQ 4, M
lil Festín de Baltasar, del maestro de capilla y compositor Julllen Cca. 1H36)(:} «El papel
principal... recaía en siete transparentes de soberbios colores que, mientras sonaba hi
música, brillaban como inasibles quimeras en la oscuridad, atrapando la mirada hasta el
punto de que la misma música se convertía en mero acompañamiento. La ejecución de esto
deleite visual, que se denominó “nocturnorama’’, corrió a cargo de un mecanismo-. S. Km*
cauer, Jacques Qffenbacb utid das París seiner Zeit \Jacques OJJetibach y el París de su
tiempo, Amscerdam, 1937, p. 64. IQ 4 a, 1]
Panorama: el neologismo griego más conocido de los que aparecen en la Revolución fran
cesa. «El 7 floieol del oto VII Robeil Fiellon adquiría un certií'codo "pata exponer cuadros circu
íales llamados 'vistas panorámicas''. Esle primer intento dará a idea de un "peripanorama', des
pués de un 'cosmcxonr.a', y más tarde de un 'ponestereorama' (1813).» ferdinand Brunol,
Histoire de la longve íranfoise des origines jusqu'ó 1900. IX. la Révohüon el l'Empire II. tes
événements, les inshtuhons el lo langve [Historio de lo lengua francesa desde sus orígenes hasta
1900. IX. la Revolución y el II Imperio. Los acontecimientos, las instituciones y la lengua], París.
1937 P- 1212 («las nomenclaturas bajo la Revolución*). IQ 4 a, 21
«Deseo ser conducido de nuevo a los dioramas, cuya magia brutal y enorme sabe imponerme
una útil ilusión. Prefiero conlemplar algunos decorados de teatro, donde encuentro, artísticamente
expresados y trágicamente concentrados, mis más queridos sueños. Esas cosas, ya que son fal
sas, son infinitamente más verdaderas.» Charles Baudelaire, CEuvres [Obras], II, (París), ed. le
Danlec, (1932), p. 273 (Salón de 1859. VIII. «El paisaje»|. [Q 4 a, 41
En toda la producción de Balzac, los figurantes ascienden a 500. Hay 500 personajes que
aparecen episódicamente sin estar implicados en la trama. [Q 4 a, 51
R
[E s pejo s ]
También el modo en que los espejos recogen el espacio libre, la calle, para
introducirlo en el café, pertenece al entrecruza miento de los espacios: espec
táculo al que el fláne ur se ha abandonado sin remedio. -Bastante sobrios de
día, más alegres por la noche, cuando brilla la luz de gas. El artede la apa
riencia deslumbrante ha alcanzado aquí una gran perfección.La taberna más
vulgar eslá organizada para engañar al ojo. Mediante paredes de espejo que
reflejan las mercancías expuestas a uno y otro lado, todos estos locales se
procuran una extensión artificial y, con la iluminación de las lámparas, una
fantástica amplitud -Karl Gutzkow, Briefe aus Paris [Carlas de Parid, I, Leipzig,
1842, p. 225.
Es así como, precisamente con la iratpción de la noche, surgen horizontes
amplios y de una claridad diurna por toda la ciudad. IR 1, i]
Hay que mencionar aquí, en relación con el motivo del espejo, la historia
del hombre que no soportaba ver continuamente al revés el letrero del esca
parate desde el interior de su negocio o de su bar. Encontrar alguna anéc
dota sobre esto. [Ri, 21
Los umbrales de mosaico que, al estilo de los viejos restaurantes del Palais
Royal, conducen a un -Díner de Paris- por cinco francos, también son frági
les; ascienden con amplitud hasta una puerta de cristal, pero resulta increí
ble que al otro lado haya realmente un restaurante. La siguiente puerta de
cristal promete un -Petit Casino-, deja entrever una caja registradora y los
precios de los asientos, pero, de abrirla, ¿se accedería a su interior? ¿No se
saldría más bien a la calle, en lugar de a un teatro? Dado que puertas y pare
des están hechas de espejos, no se encuentra ni una entrada ni una salida a
esta dudosa claridad. París es la ciudad-espejo. Asfalto espejeante de sus
carreteras, mamparas de cristal delante de todos los bares. Sobreabundancia
de lunas y espejos en los cafés para aumentar su claridad interior y propor-
donar una alegre amplitud a todos los minúsculos apartados y reservadosfados en
que se descomponen las locales parisinos. Las mujeres se contemplan lan aquí
más que en ningún otro sitio, de aquí surgió la particular belleza de las p;ui
si ñas. Antes de que un hombre las mire, ya se han visto reflejadas die?. veceJi
Pero también el hombre se ve relampaguear fisonómicamente. Obtiene mi
imagen con mucha más rapidez que en cualquier otro sitio, y ve también
mucho más rá{p)idamente cómo esta imagen concuerda con él. Incluso Ido
ojos de los transeúntes son espejos colgados, y sobre el gran lecho del Sena
París, se extiende el cielo como se extiende el espejo de crLstal sobre lo*
lechos ínfimos de las casas de vida alegre. 181, i)
¿Desde cuándo fue costumbre colocar espejos en valiosos marcos talla(d)os, en lugar utl
cuadros? [R 1, 1]
Cuando dos espejos se miran. Satanás hace su truco preferido, y abre aquí,
a su manera (como hace su compañero en las miradas de los amantes), la
perspectiva al infinito. Ya sea divina o satánicamente: París tiene pasión por
las perspectivas especulares. El Arco de! Triunfo, e! Sacré Coeur, incluso fl
Panteón, aparecen de lejos como imágenes suspendidas a media altura,
entreabriendo arquitectónicamente el espejismo. ■Perspectiva ■ Ir i , o|
A finales de los años sesenta escribe Alphonse Karr que ya no se saben hacer espejos, |
IR 1, ?|
Si aún se puede contemplar la última obra, pero también la más grande, de este
hechizo de los espejos, esto se debe, antes que a su fuera de atraedón y rentabi
lidad, ambas hoy en declive, a sus grandes costes de producrión. Es la «Sola de bs
Espejismos» en el museo Grévin. Aquí se reunieron por última vez armazones tle
hierro y enurmes superficies de cristal compuestas de incontables ángulos,
Múl{l)iples complementos convierten a los armazones férreos tan pronto en
columnas griegas como en pilastras egipcias o postes de farola y, según el caso,
rtxiea al espedador un inabarcable lx>sque de columnas de templos de la Anti
güedad, o incontables naves de estaciones de tren, mercados o pasajes, que dio-1
can entre si. Una luz cambiante, junto con una suave música, acompañan la repre
sentación, y antes de cada transformación .suena la clásica campanilla que
conocemos de nuestros primeros viajes alrededor del mundo, cuando en el Pano
rama Imperial, ante nuestros ojos llenos del dolor de la partida, se disolvía lente-
mente lina imagen en el estereoscopio para dejar aparecer la siguiente, IR i, H]
«Nuestros espejos adquieren coda día mayores dimensiones, lo que hace que se los busque solí*
cilamente en toda Europa; están hoy al alcance de las más mediocres fortunas, y mientras que
no hay en Francia una casa que no posea uno o dos, nada es más raro en Inglaterra que encon
liarlos, incluso en los castillos.» Adolphe Blanqul, Histoire de I exposition des produils de I 'indus
trie Irancaise en 1827 [Historia de la exposición de ios producios de la industria francesa en
1827], París. 1827. p. 130 IR 1 a, 3)
Egoísta -es lo que se vuelve uno en París, donde no se puede dar apenas un paso sin verse
el querido yo. ¡Espejo sobre espejo! En los cafés y en los restaurantes, en las tiendas y en
los almacenes, en los salones de peluquería y en los salones literarios, en los baños y por
doquier, ¡“a cada pulgada un espejo”!-. S. F. Lahrs (?), Brle/e aus París [Canas de París]
(Europa C bnm ih der gebildeten Weh [Crónica europea de! m u n d o ilustrado], II, Leipzig y
Stuttgart, August Lewald ed., 1H37, p. 206()). IR 1 a, 41
Redon pinta las cosas tal como aparecerían en un espejo algo turbio. Su
mundo especular es, sin embargo, plano, poco partidario de la perspectiva.
IR 1 a. 51
•Mientras que se fabricaron planchas de vidrio, estirando un cilindro de este material a base
de soplar, sus medidas eran las mismas, relativamente pequeñas, dado que estaban deter
minadas por la fuerza de los pulmones, que sólo últimamente ha sido sustituida por el aire
a presión. Pera con la introducción del vidrio fundido... en 1688, aumentaron enseguida
considerablemente estas medidas - A. G. Meyer, E isenbauten 1Construcciones en bierrt J,
Esslingen, 1907, pp. 54-55 No{ta) a este pasaje: -Las primeras planchas de espejo ftjndidas
en París debieron de tener... unas medidas de 84 x 50 pulgadas, mientras que antes, como
mucho, llegaban a 50 x 45 pulgadas-, IR 1 a, 61
Sobre la luz que reina en los pasajes: «Fulgor glauco, de algún modo abismal, que surge de
lo súbita claridad bajo una lolda que se destoca desde una pierna que se descubre. El gicn ins
tinto americano, importado o lo capítol poi un prefecto del Segundo Imperio, que tiende o tro
zar con tiralíneas el plano de París, va a hacer pronto imposible el sostenimiento de esos acua
rios humanos que están ya muertos para su vida primitiva, y que, sin embargo, merecen mirarse
como si fueran los encubridores de muchos mitos modernos» louis Aragón, le paysan de París
[El campesino de París], París, 1926, p. 19. ■ Mitología ■ IR 2, 11
Del mismo modo que las rocas del mioceno o del eoceno presentan la hue
lla de monstruos de esos periodos terrestres, así yacen hoy los pasajes en las I
grandes ciudades, como cavernas con los fósiles de una bestia de la que no
se ha vuelto a saber: el consumidor de la época preimperial del capitalismo,
el último dinosaurio de Europa. En las paredes de estas cavernas prollfera la
mercancía como una flora inmemorial que experimenta, como el tejido ulce
roso, las más irregulares conexiones. Un mundo de secretas afinidades, que
se abre a estas conexiones: palmera y plumero, secador y Venus de Mllo,
prótesis y portacartas. Yace al acecho la odalisca junto al tintero, y las ado
radoras alzan platillos en los que depositamos colillas como humeante ofrenda; '
Estos escaparates son un jeroglífico: tiene uno en la punta de la lengua la
clave para leur la comida para pájaros en la cubeta de fijador, las semillas de
flores junto a los prismáticos, e! garabato interrumpido en el cuaderno de
notas, y el revólver sobre la pecera de los peces dorados, Por lo demás, nada
de todo esto tiene un aspecto nuevo. Los peces dorados provienen quizá de
una piscina hace tiempo vacía, el revólver fue un coipus delicH, y esas notas
difícilmente pudieron salvar de morir de hambre a su antigua propietaria una
vez que se marcharon los últimos alumnos. Y dado que el fin de un periodo
económico se le presenta al propio colectivo onírico como el fin del mundo,
el poeta Karl Kraus apreció muy correctamente los pasajes, que por otra
parte tenían que atraerle) como el vaciado de un sueño: «En el Pasaje Ber
linés no crece la hierba. Parece que fuera posterior al fin del mundo, aun
que aún se mueva la gente. Se ha marchitado la vida orgánica, y se expone
en ese estado. El panóptico de Kastan. Oh, un domingo de verano allí, a las
seis. Suena una orquestina mecánica durante la extracción de cálculos de
Napoleón ni. El adulto puede ver el chancro de un negro. Los, definitiva
mente, últimos aztecas. Oleografías Muchachos de gruesas manos dedicados
a la prostitución. Fuera está la vida: un cabaret-cervecería. La orquestina
mecánica toca “Emil, eres una planta". Aquí se fabrica a Dios con una
máquina-. (Karl Kraus,) Nachts \NocheA. Viena-Leipzíg, 1924, pp. 201-202.
IR 2, 31
Sobre el Palacio de Cnslal de 185l(:) -Sin duda que para la percepción sensible estas mismas
superficies acrisialadas casi se lian disuello en la claridad. / En cuanto al principio funda
mental, esto no es en absoluto completamente nuevo; los antecedentes históricos se remon
tan al menos 3 varios siglos, o incluso milenios. Pues lodo comienza cuando se cubrieron las
paredes con brillantes placas de metal. /... Éste es el primer paso hacia la nueva concepción
del espacio del Palacio de Cristal. Prolialilemente aconteció ya con tanta decisión en el espa
cio cubierto por cúpula de Micenas, que se disolvió unitariamente todo el espacio en este
brillo— Pero con ello se sacrificó el recurso principal de toda configuración espacial; el con
traste. Éste es el que determina todo el desarrollo posterior que, sin embargo, para los aspec
tos que aquí son decisivos, empezó mil artos después, y ya no con el "brillo’ del metal, sino
con el del vidrio. /... La vidriera de lu iglesia gótica e.s su culmen... La creciente transparen
cia del vidrio pulido introduce el mundo exterior en el espacio interior; las paredes revesti
das con espejos reflejan la imagen del espado interior en el mundo exterior. Aquí como allí,
la "pared' pierde su significado de clausura espacial El “brillo” pierde cada vez más el color
propio de su esencia, convirtiéndose exclusivamente, poco a poco, en espejo de la luz exte
rior. / Esto se llevó a cabo en el espacio interior profano del siglo x v ii , donde no sólo los
vanos de las ventanas se cubren de parte a parte con una lámina de vidrio claro como el
agua, sino también el resro de las superficies murales que rodean el espacio, sobre todo en
los lugares que quedan frente a las ventanas: así en las “galerías de espejos de los espacios
rococó”. /... Pera sigue dominando aquí el principio del contraste... Sin embargo, tanto en la
Sainte-Chapelle como en la G alería de los Espejos, esta relación entre la superficie y la luz se
configura de tal modo que la luí: ya no interrumpe a la superficie, sino la superficie a la lu?..
/ Hay por tanto, en el desarrollo de la concepción del espacio, una serie progresiva: al final
están los invernaderos y los pabellones del londinense Palacio de Cristal-, A. G. Meyer, Cons
trucciones en hierro, Esslingen, 1907, pp. 65-66, [R 2 a, 1]
Se puede comparar la pura magia que provocan las paredes de espejo, que
conocemos de la época feudal, con la magia turbia a que invitan los atractivos
y tentadores bazares de los pasajes. ■Almacenes de novedades ■ Ir 2 a, 2]
Un aspecto de la ambigüedad de las pasajes: su abundancia de espejos, <|tio i
amplían el espacio como en un cuento de hadas, dificultando la orientación!
Pues aunque este mundo de espejos pueda tener varios e incluso infinitos mu-
niñeados, sigue siendo ambiguo. Parpadea; es siempre este uno y jamás nadu
de donde sale enseguida otro. £1 espacio, que se transforma. Jo hace en ol
seno de la nada. En sus turbios y sucios espejos, las cosas intercambian una
mírada-Kaspar Hauser con la nada. Hay por tanto un ambiguo pestañeo deslíe
el nirvana. Y de nuevo nos roza con frío aliento el nombre galante de odilofl
Redon, que captó como nadie esta mirada de las cosas en el espejo de la n;idrtJ
y como nadie supo mezclarse en el consentimiento de las cosas con el no sera
Un murmullo de miradas llena los pasajes, No hay allí cosa que no abra Un
pequeño ojo donde menos se espera, lo cierre parpadeando y, cuando mlni
de cerca, haya desaparecido. Al murmullo de estas miradas le presta el espa»j
ció su eco, -¿Qué puede-parpadea- haber pasado en mí?- Quedamos perple
jos. -Sí, ¿qué puede haber pasado en ti?» Y de este modo le devolvemos deli
cadamente la pregunta. ■ Fláneur■ |R2 a, il
-En el centro de las construcciones filosóficas del primer Kierkegaard... aparecen im ágenaí
de espacios interiores que, aun hechas de filosofía... apuntan más allá de ella merced .1 l.ul
cosas que captan... El gran motivo de la reflexión pertenece al tnlenof. El '.seductcM
comienza una anotación: “¿¡Y si nos quedamos quietos!? ¿Qué habéis hecho durante unid
la mañana? Desplegar el toldo, agitar mi espejo reflector, jugar con el timbre del tercer pUúJ
dar golpéenos en las ventanas, en una palabra, llamar la atención con toda clase tic tiavej
suras”... El es|Jejo reflector ocupa un lugar característico en la espaciosa vivienda de alquM
ler del siglo diecinueve... Su función es proyectar dentro de la cerrada habitación burguen#]
la calle sin fin formada por las casas de alquiler, subordinándola a la vivienda y, a la ve/,,
delimitando a ésta respecto de aquélla.- Theodor Wiesengamd-Adorno, Kierkegaard , Tubingil,
1933, p, 45. ■ FláneurW Interior ■ [R 3, ll
En relación con las fisiologías hay que citar, aunque sea tardío, el,siguiente
pasaje de la «Corlo a Charles Asselinau», en ei que Babou da rienda suelta ,i
sus opiniones inconformistas y antimodernistas. «Sé que al público actual, pof
ser el más bello de todos los públicos, le gusta apasionadamente mirarse en familia
en esos inmensos espejos que adornan los cafés del bulevar o que la mano de un
empapelador literario alza amistosamente en su dormitorio.» Hippolyte Babou, Ley
payens innocents [Los ¡nocentes pagadores], Porís, 1858, p. XVIII. IR 3, 2|
[P in tu ra , J u g e n d s t il , novedad!
«Crear la historia con los detritus mismos de la historia *
Rémy de Gourmon!, te It** Irvre des masques [El
segundo libro de las máscaras], París, 1924,
p. 259.
«Eternas penas,
Siempre nuevas,
Esconded a los corazones
Todos vuestros terrores.»
Cuplé del diablo: lo canta mientras transforma un
yermo paisaje rocoso en un benuioir-
Hippolyte Lucas
y Eugéne Barré, Le ciel el I enfer Féerie cielo y el
[£/
infierno. Cuento de hadas],
París, 1853, p. 88.
«1.a historia es como Joño, tlsne dos caras: se mire al pasado o ol presente, lo mismo se ve,»
Du Champ, Paris, [Paris]
VI, p. 315. ■ Moda ■ tS 1, 1]
«Muchas veces me ha pasado captar algunos leves sucesos que transcurrían ante mis ojos y
encontrarles una fisonomía original en lo que me complacía discernir el espíritu de esta época.
"Eslo, me decía, debía producirse hoy y no podía ser en otro liempo. Es un slgr.o de los III
pos'1. Ahora bien, oe cada diez enconlré nueve veces el mismo hecha con circunstancias a
logos en las viejos memorias o en las viejas historios.» Analole Fronce, Le ¡ardin d 'Eplcure [£/
din de Epicuto], París, p. 113. ■ Moda ■ (SI,
La «modernidad» es la época del infierno. Las penas del infierno son lo novl
simo que en cada momento hay en este terreno. No se trata de que ocumi
«siempre otra vez lo mismo», y menos de que aquí se trate del eterno retorno.
Se trata más bien de que la faz del mundo, precisamente en aquello que es
lo novísimo, jamás se altera, de que esto novísimo permanece siendo de
todo punto siempre lo mismo. - Esto constituye la eternidad del infierno.
Determinar la totalidad de los rasgos en los que se manifiesta la «moderni
dad» significará exponer el infierno. IS 1, 51
«Si sólo se retienen los hechos mós generales, los que se prestan al paralelismo y a
las teorías, basta, como decía Schopenhauer, con cotejar con Heródoto el perió
dico de la mañana: todo lo que hay en medio, repetición evidente y fatal de los
hechos más recientes, se convierte en inútil y fastidioso.» Rémy de Gourmont, El
segundo libro de las máscaras, París, 1924, p. 259. El pasaje no es del todo
claro. De tomarlo literalmente, habría que suponer que la repetición del
acontecer histórico concierne tanto a las grandes hechos como a los peque
ños. Pero el autor sólo piensa en los primeros. Hay que mostrar, por contra,
que precisamente en las minucias de lo intermediario se acuña lo eternamente
igual. [S 1 a, 21
Cada cifra del siglo xvi arrastra su púrpura. Las del xix reciben sólo ahora mi
fisonomía. Sobre todo de los datos de la arquitectura y del socialismo,
!S 1 a, 7)
Muy notable que Hofmannsthal llame a esta -cierta identidad* una existencia
en el ámbito de la muerte. De ahí la inmortalidad de El novicio, ese perso
naje de ficción del que me habló en nuestro último encuentro, que debía
recorrer las distintas religiones en el curso de los siglos como quien recorre
las habitaciones de una misma casa Cómo, en el espacio estrechísimo de
una sola vida, esta «cierta identidad- con lo que ha sido conduce al ámbito
de la muerte, es algo que comprendí en 1930 en París, durante una conver
sación sobre Proust. Ciertamente, Proust no ha enaltecido al hombre, sola
mente lo ha analizado. Su grandeza moral reside sin embargo en un terreno
completamente distinto. Hizo asunto suyo, con una pasión que ningún lite
rato anterior llegó a conocer, la fidelidad a las cosas que han pasado por
nuestra vida. Fidelidad a una tarde, a un árbol, a un rayo de sol sobre la
alfombra, fidelidad a los trajes de gala, a los muebles, a los perfumes o a los
paisajes. (El descubrimiento que hace finalmente en el camino a Méséglise
es la más grande lección moral que ha ofrecido Proust: una especie de trans
posición espacial del setnper idem.) Admito que Proust, en el sentido más
profundo quizó se pone de parte de la muetle. Su cosmos quizá tiene su sol
en la muerte, en tomo a la que giran los instantes vividos, las cosas reuni
das. Más allá del principio del placer es probablemente el mejor comentario
que existe sobre la obra de Proust. Para entender a Proust quizá haya que
partir ante todo de que su objeto es el otro lado, el revés - menos del mundo
que de la vida misma. IS 2, 31
«Tal vez ningún simulacro ha creado conjuntos a los que la palabra ideal le convenga con mós
exactitud que el gran simulacro que constituye la turbadora arquitectura ornamental del Estilo
Moderno. Ningún esfuerzo colectivo ha llegado a crear un mundo de sueños tan puro y tan
inquietante como esos edificios de estilo moderno, los cuales, al margen de la arquitectura, cons
tituyen por sí solos verdaderas realizaciones de deseos solidificados, donde el más violento y
cruel automatismo revelan dolorosamente el odio a lo realidad y la necesidad de refugia nn 1
mundo ideal al estilo de lo que pasa en una neurosis infantil.» Salvador Dalí, «L'flne pouni* (J
burro podrido*) líe surréolisme au service de la révolufion [El surrealismo al servido de la r d
Ilición], I, París, 1930, p 12) ■ Industria ■ Publicidad ■ [S 2,11
«Ahí está lo que todavía podemos amar, el imponente bloque de los edificios 'M i
ranles y fríos esparcidos por toda Europa, despreciados y descuidados por las a n i
logias y los esludios.* Salvador Dalí, «El burro podrido» \EI surrealismo al servido
fl
la revolución, I. París, 1930, p. 12). Quizá no haya una ciudad con una mué»
tra más completa de este Jugendstil que Barcelona, gracias a los edificios i ¡i‘l
arquitecto que proyectó ¡xt Sagrada Fam ilia. |s 2 u, I
Después de la Comuna; «Inglolerra acogió a los proscritos e hizo todo lo posible para le lfl
nerlos: en la exposición de '878 se pudo percibir que ella acababa de e)evar a Francia f l
a Paris al primer rango en las ¡nduslrias artísticas. Si el estilo moderno nos gustó en 19003
quizás, sea una lejana consecuencia de la manera bárbara en que fue reprimida lili
Comuna». Dubech-D'Espezel, Histoire de Paris |Historia de Parts], París, 1926, p. 437
IS 2 a, -ll |
«Se quiso crear un estilo de cabo a rabo. Las influencias extranjeras favorecieron el "esllln.
moderno", casi exclusivamente inspirado o partir del adorno floral. Siguieron los prerrafaells-l
las Ingleses y los urbanistas muniqueses. A la construcción de hierro le sucedió el cementu!
armado. Esto fue para la arquitectura el punto más bajo de la curva, que coincidió con la máll
profunda depresión política, En ese momento París acogió sus casas y sus monumentos mrtij
raros y lo que menos armonía guardaba con la antigua ciudad: la casa de estilo compuesto
construido por M. Bouwens en el número 27 del muelle de Orsay, las cubiertas del Metro I
politano, el almacén de la Samaritaine, construido por Frantz Jourdaln en medio del palsa|o
histórico del barrio de Saínl-Germain l'Auxerroís.» Dubech-D'Espezel, loe. cit,, p, 4Ó5
iS 2 ¡i, 51
«Lo que entonces M. Arséne Alejandre liorna "el profundo encanto de los serpentinas agitadas
por el viento" es el eslilo pulpo, la cerámico vasta y mal cocida, las líneas forzadas eslirodas en
ligamentos lenlaculares, la materia torturada en vano... La calabaza, el melón, la rafe de malva
visco, la voluta de humo inspiran un mobiliario ilógico sobre el que vienen a depositarse lo hor
tensia, el murciélago, el nardo, la pluma de pavo real, invenciones de artistas presos de la pasión
maligna del símbolo y del poema.. Er una época de luz y de electricidad lo que triunfa es el
acuario, lo verdosa, lo submarino, lo híbrido, lo venenoso.» Paul Morand, 1900, París, 1931,
pp. 101-103. [S 2 a, 6]
«El eslilo 1900 infecta además lodo la lileraljra Nunca se ho escrito lan prelenciosomenle
mal En las novelas, la partícula es obligatoria sólo hay las Madame de Scrimeuse, las
Madame de Girionne, las Madame de Charmaille, los M de Phocas; nombres estrafalarios:
des Yoms, Domosa, lord Eginard- Las Leyendas de la Edad Media, de Gastón París. que
acaban de aparecer, a imentan e! culto ferviente del neogólico: no hay rr.ás que Griales, Isol
das, Damas del unicornio. Pierre touys escribe: el throno; en todos partes se encuentran abys-
mos, ymágenes, flores en y... Triunfo de la y.» Paul Morand, ¡900, Paris, 1931, pp. 179-181.
IS 3, II
«Me pareció interesante, en un número de revista [No(:a) Minotaure, 3-4], donde por otro lodo
se hollaban presentes algunos admirables especímenes del arte estilo moderno, reunir aerto
número de dibujos medianímicos No es posible, en eledo. dejar de sentirse afectado por las
afinidades de tendencias que ofrecen esos dos modos de expresión ¿qué es, he intentado pre
guntarme, el estilo moderno sino una tentativa de generalización y de adaptación, en e! arle
mueble e inmueble, del dibujo, la pintura y a escultura mediarímicas? En ellas se encontrarán lo
misma desemeionza en bs detalles, lo misma imposibilidad de repetirse que precisamente con
llevo la verdadera, lo cautivador estereotipia, la misma delectación en lo curva que yo no
acaba como la del helécho naciente, la de la amonita o la del enroscamiento embrionario; la
misma minucia cuya comprobación, por lo demás excitante, desvío del disfrute del conjunto... Es
posible por ranto sostener que las dos empresas están concebidas bajo el mismo signo, que bien
podría ser el del pulpo, "del pulpo, di|0 Laulréomont. de la mirada de seda' De uno parle a otra
es plásticamente, hasta en el trazo, el Iriunfo del equívoco, es interpretativamente, hasta en lo
insignificante, el Iriunfo de lo complejo N siquiera es el piéslamo, prolongado hasta el aburri
miento, de temas accesorios o no del mundo vegetal lo que fuere común a esos dos modos de
expresión que teóricamente responden a necesidades de exteriorización lan distintas, tampoco
es cierta propiedad que ellos poseén de hacer evocar superficialmente, algunas producciones
cel antiguo arle asiático o americano que ellos no comparlen por igual.» André Bieíon, Poinl du
¡our [La aurora], París, (1934), pp, 234-236. IS 3, 2]
•■Del mismo modo que los muebles se buscan unos a otros —¡el perchero sobre el sofá y el per
diera del pasillo son el resultado de esas uniones!-, parece que es inherente a las paredes, al
piso y al techo una peculiar capacidad absorbente, Los muebles son cada vez menos trans
portables; inmóviles, se adaptan a las paredes y a las esquinas, se asientan en el suelo y echan
por decir así raíces... Se rechazan en lo pasible obras de arte “exentas", cuadros colgados y
montajes escultóricos, tendencia que ha fomentado decisivamente la pintura mural, io slivtf^H
los gobelinos decorativos y la pintura en vidrio... Todo el contenido permanente de un llU j^H
se ve así sustraído al intercambio, más aún, el morador mismo se ve privado de su lilxMlml <1#
cambiar de domicilio, quedando atado al suelo y a la propiedad.» Dolf Stemberger,
stiS-, Die neue Rundschau XLV (9 septiembre 1934). pp. 264-266. [S S .i, f l
■Por medio de una silueta exuberante e imponente... la Figura del alma deviene
tnento... Maeterlinck... alaba (en Tesoro de los pobres) el silencio, ese silencio que no
de la arbitrariedad de dos seres particulares, sino que por decirlo así brota como un
propio, un tercero que crece y rodea a los amantes fundando entonces por vez primera
comunidad: este velo de silencio se revela claramente como una fonna de silueta, o cü^H
una... forma realmente vivida de ornamento.* Dolf Stemberger, •JuRendstil-. Die
Rundschau XLV (9 septiembre 1934), p. 270. IS 3 ti, i f l
■Así, cada casa parece ser,., un organismo que expresa su interior en su exterior, y en V ijB
de Velde resulta... inequívoco que .su modelo de visión procede de la ciudad de los
teres...: "A quien, por contra, replique que esto sería un loco carnaval... se le puede n illlf l
tir a la impresión armónica y a la alegría interior que produce un jardín en el que li;in C^H
cido libremente las plantas acuáticas y terrestres " Si la ciudad es un jardín lleno de
como organismos que han brotado libremente, falta del todo en semejante modelo el >u|^H
que lia de ocupar el hombre, a no ser que permanezca atrapado en el interior de esas p t^ H
tas, enraizado y atado al suelo -sea campo o agua-, incapaz como por hechizo (mi-M- I
morfosís) de moverse sino al modo de la planta que como marco le rodea... Un cu!i|ii|jfl
astral, por ejemplo, como lo vio y lo vivió tíudolf Steiner... su escuela... ha confertiloj^H
muchas de sus producciones... una dignidad ornamental, cuyos signos curvos no son (rtirá
cosa que los restos del ornamento Jugendsti/.■Al respecto, lema del ensayo de las Mirhi
morpUpsen) [Metamorfosi^ de Ovidio, III, pp 509-51¿0 -El cuerpo no se encontró en tl|^ |
gún sitio, sino, en vez del cuerpo, una flor. I Amarillo como azafrán su centro, rodeado Í^ H
hojas blancas*. Sternberger, •Jugendstil•, loe, cit., pp. 268-269 y 254, IS 3 ¡>, \\ 1
Lit siguiente visión del Jugendstil es muy problemática, pu.es ningún femV I
meno histórico se puede captar con la sola categoría de la huida; siempre i H
imprime concretamente sobre esta huida aquello de lo que se huye, l u í
que... queda fuera,... es el retumbar de las ciudades, la agitación salvaje IV1 1
de los elementos, sino de las industrias, el poder omniabarcante de lii I
moderna economía, el mundo de las empresas, del trabajo tecnificado y ch-
las masas, que a los miembros del Jugendstil les pareció un ruido gener.il,
asfixiante y caótico.- Dolf Stemberger, -Jugendstil, Die neue Rundschau XLV*
(9 septiembre 1934), p. 260. IS 4, ll I
•La obra más propia delJugendstiles el hogar. Más exactamente: la casa uniíamiliar*. Dolf SierflH
berger, •Jugtmdstil-, Die neue Rundschau XI.V (9 septiembre 1934), p- 264. IS 4, ,1
Delvau habla en una ocasión de los «futuros benedictinos que habrán de escribir la hiskxia dalfl
Paris del siglo xa«. Alfred Delvau, Les dessoos de Paris [/os bajos fondos de París], Paris. 186QH
p. 32 [«Alexandre Privot d’Anglemont*]. |S 4, jj| |
Jugendstil y socialismo sedentario. -F.l arte que viene será más personal que iodos los que
!e precedieron, En ninguna época fue tan fuerte como ahora el deseo del hombre por
conocerse a s! mismo, y el lugar donde mejor se puede explayar y despejar la individuali
dad es la casa, que en consecuencia construirá cada uno de nosotros... según su corazón...
En cada uno de nosotros late suficiente inventiva ornamental., como para... no necesitar
ayuda ajenu a la hora de construir nuestra casa.- Después de esta cita de Renacimiento de
la artesanía nuxierna. de Van de Velde, comenta Karski: -A quienquiera que lea esto, le
debe quedar absolutamente claro que ese ideal es inalcanzable en esta sociedad, y que su
realización queda reservada al socialismo». J, Karski, -Moderne Kunstsrómungen und Sozía-
lisinus- [.Las modernas corrientes artísticas y el socialismo-], Die NeueZeit XX, 1, Stuttgart,
pp. 146-147. (S 4, 41
Sobre la coso ol revés -Esta pequeña casa, que se ha conservado en el antiguo estilo
gótico... está literalmente de cabeza; esto es, su techo, con sus chimeneas y tórrelas, se
inclina a tierra, mientras que sus cimientos se elevan al cielo. Katuralmente. confmin^B
esto, también todas las ventanas, puertas, balcones, gaterías, cornisas, adornos y Icinfl
están invertidos; incluso la esfera del gran reloj obedece a esta tendencia a lo inveflj
Siendo una idea entretenida... se vuelve aburrida una vez estamos en el interior, AHI I
uno mismo... al revés, junio con las cosas dignas de ver (¡ue se nos ofrecen... De esia Mili
están una mesa de comedor cubierta, un cuarto de estar bastante ricamente amuetfluí
incluso un cuarto de baño... Et gabinete,., y otros cuartos más, resultan chocantes por o í
cubiertos con espejos cóncavos y convexos. Los empresarios los llaman simplemente |)H
netes de la risa». Le manotr d l'envers [La casa al revés.i {Die Pariser Weltausstellung In l( f
uml Bild [La exposición universal de París en texto e imágenes). Berlín, Dr. Georg Malla)
ed.. 1900, pp. 474^175). [S 4 ,i,
Hay que comparar el Tilorelli de Kafka con el programa de los pintores nalil
ralistas en 1860: «Según ellos, la posición del atlisio frente a la naluraleza del»
ser... impersonal hasta el punto de ser capaz de pintar diez veces seguidas el misifl
cuadro sin titubeat y sin que las copias posteriores difieran en nodo de las copw
precedentes». Gisela Freund, Lo photographie au poinl de vue sociologtque [La foM
grafía desde el punto de vista sociológico] |íVi(anu)scr{ilo), p_ 128). [S 5, fl
Quizá habría que intentar llevar esta reflexión hasta el umbral de la guerr.i,
siguiendo el estilo juvenil [fugend'írifl hasta llegar a su repercusión en r|
movimiento juvenil yugendbeivegung], [s 5, M
La fachada del edificio del Inform ation, calle Réaumur, es un ejemplo ti#,
Jugendstil que evidencia con particular claridad la reorganización ornamen
tal de las formas sustentantes. [S5, H
Repercusión de los m étodos técnicos de reproducción en la teoría pictórica
de los realistas: «Según ellos, la posición del artista frente a la naturaleza debe set
impersonal, impersonal hasta el punto de ser capaz de pintar diez veces seguidas
el mismo cuadro sin titubear y sin que las copias posteriores difieran en nada de las
copias precedentes». Giséle Freund. la fotografía en Francia en el siglo XIX, París,
1936, p. 106. IS 5. 51
May que tener en cuenta la relació n del sim bolism o con e l Jugendstil, pues
el p rim ero apunta al lado esotérico de este últim o . Escribe T h é rive en su
reseña de Édouard Du jard ín, M alla rmé par un des siens [MaUarmé por uno
de lossuyoi, París, 1936: «M. Jeon Cassou, en el astuto prefacio que le ha puesto
al libro de M. Edouard Dujardin, explica que el simbolismo era una empresa mística
y mágica, que planteaba el eterno problema de lo jerga ‘argot quintaesenciado en
donde se significa la voluntad de ausencia y de evasión de la casta artística"... E!
simbolismo atendería muy expresamente a los juegos del sueño en semiparodia, a
las formas ambiguas, y el comentador llegare a decir que la mezcla de estetismo y
de mal gusto chatnoiresco (colé-canlanle, mástil jamonero, orquídeas y peinados en
ferroné ) fue una combinación exquisita, necesaria». André Thérive, «Les livres» [«Los
libros»] (/e Temps, 25 ¡unió 1936). [s 5 a, 11
Cuatro años le llevó a Denner copiar un retrato del Louvre, porque utilizó
la lupa para alcanzar una completa fidelidad al modelo. Esto en una época
en que la fotografía ya se había inventado. (?) Tan difícil le es al hombre
abandonar el puesto y dejar que el aparato domine en su lugar (cfr. Giséle
Freund, la fotografía en Francia en e l siglo XIX, París, 1936, p. 112).
IS 5 a, 21
En el libro La cara uculta de París, de Edmund B. d’Auvergne (Londres, s, f.. ca. 1910). se
observa en p 56 que sobre la puerta del viejo Goto negro |colle Victor-Massé) se encon-
tr.ib;i este letrero: «iTianseúnte, sé modernol». (De una tarta de Wiesengmnd.)-Rotlinat en
el Gato negra. IS 5 a, 41
«jQuó más lejos de nosotros que la desconcertante ambición de un Leonardo, quien al consi
derar la Pintura como una meta suprema o una suprema demostración del conocimiento, pen
saba que ella exigía lo adquisición de la omnisciencia y no retrocedía ante un análisis general
cuyo profundidad y precisión nos conlurden? El tránsito de lo artgua grandeza de lo Pintura o
su estado octuol es muy sensible en .'o obia y en bs escitas de Eugéne Detocrouc La inquifl
ei sentimiento de ia impotencia desgarran al moderno lleno de ideas, que en cada moitJ
encuentra los limites de sus medios en los esfuerzos que hace para igualar a los moestroll
posado. Nodo me enseña mejor la disminución de no sé qué lueua de otro tiempo y do na
qué plenitud, que el ejemplo de tan noble artista, vuelto contra sí mismo y entablando el úty
combate del gran estilo en el arte.» Paul Valéry, Piéces sur I ’ait [Piezas sobre arte] IV.
pp. 191-192 («En lomo a Corot»). |S t>(
-Las victorias riel arte parecen haberse obtenido a costa de pérdidas de carácter ■Sari M I
Die Rcvolutionen pon 1848 und das Proletaria/. Rede bei der Peteretes vierjiihnt’en Bc.slei
des "People's Paper'' [las revoluciones de 1848 y et proletariado. Discurso con molino
cuarto aniversario del People's Paper'], publicado en Tbe People’s Paper, 19 de abril
1856 len Karl ¡Marx ais Denher, Mensch und Reuolulivnür [Karl Marx como pensador, bu
brey revoluciona/id, Viena-Berlin, D. Rjazanov ed., (1928), p. 42|. [S fiJ
El artículo de Dolf Stemberger -Afta mar y naufragio- {Die Neue Riutdschau XLVI, 8 agosto lQj
se centra en las -transformaciones de una alegoría-. -La alegoría se ha convertido en
género El naufragio como alegona significa.. la caducidad del mundo en general-el tt.t
fragio como género es un ojo de cerradura que da a un más allá del propio mundo, ;t ii
vida peligrosa que no es la propia, pero que sin embargo se necesita-,.. Hste gén(
heroico constituye el signo bajo el que,,, comienza la reorganización y la reconciliación i
la sociedad-, dice en otro lugar refiriéndose especialmente a Marea viva (1877), de SpHt
hagen <pp-196 y 199). ÍS b, f
*le|os de que sean paralelos los progresos del arte a los de una nación en el gusto de lo can
fortoble (me veo obligado a usoi esta palabra bárbara para expresar una idea francesa),
permitido decir sin paradoja que los tiempos y los países en que lo confortable se ha convti
tído en el principal atractivo del público han sido los menos dotados con respecto al arte... Ifl
comodidod excluye el estilo: un puchero de fabricación inglesa eslá mós adaptado a su d*M
tino que todos los vasos griegos de Vulci o de Ñola; éstos son obras de arle, mientras que o|
puchero inglés nunca será sino un utensilio casero... Indiscutible resultado, que el progreso d i
la industria no es de ninguno manera, en la historia, paralelo al del arte » Ernest Renon, £al«
yos de moral y de crítica, París, 1859, pp. 359*361-303 («La poesía en la Exposición»).
tS 6 a, 11
«La rápida superpoblación de las capitales luvo como efecto., la reducción de lo superficie d»
los locales. Ya en el Salón de 1828, escribía Stendhal "He ido, hace ocho días, a la cali#
Godot-de-Mouray o buscor un apartamento. Me ha sorprendido lo exigüedod de las habita
ciones; el siglo de lo pintura ha pasado, me dije a mí mismo con un suspiro; ya sólo el grabado
puede prosperar"» Amédée Ozenfonl, la peinlure múrale [io pintura mural\ [Enyclopédie fran-
faise. XVI. Arts el litléralures dans la sodélé conlemporaine I [Enáclopedia írancesa. XVI. Arles
y literaturas en la sociedad contemporánea /), pp. 70-72). IS 6 a, 21
Kn el capítulo XXIV, «Bellas artes», del A rgum ent du livresu rta BelgiquelArgumento deI libro
acerca deBélgiccA: «Especialistas. - Un pintor para el sol, uno para la nieve, uno para los claros
de luna, uno poro los muebles, uno para los tebs, uno para las llores -y subdivisión de los espe
cialidades hasta el infinito- la colaboración necesoria. como en la industrio* Baudelaire, CEuvres
[Otros] II, <Pons), ed. Y-G. le Dantec, <1932). p. 718 [S 6 a. 41
«La elección de la vida urbana en calidad de mito significa inmediatamente para los más lúcidos
una aguda toma de partido de modernidad. Sabemos el sitio que llene en Baudeloire este último
conceplo... Se trata aquí, dice, de la cuestión "principal y esencial”, la de saber si su liempo posee
‘una belleza particular, inherente a nuevas pasiones”. Conocemos su respuesta: es la conclusión
misma de su escrito teórico más considerable, por lo menos por su extensión "lo maravilloso nos
envuelve y nos socio como la atmósfera pero no lo vemos.. Poique los héroes de la litada sólo
nos llegan al tobillo, oh Voutrin, oh Rastignoc, oh Borotteau -y usted, oh Fontanares, que no ha
osado contarle al público sus dolores bajo el frac fúnebre y convulsionado que todos nos endo
samos; -y usted, oh Honoré de Balzac, usted el más heroico, el más singular, el más romántico y
el más poético entre todos los personajes que ha extraído de su interior". (Baudelaire, Salón de
1846, cap. XVIII).» Roger Caillois, «Paris, mylhe moderne» [«París, mito moderno») (Nouvelle Revue
Fran<;aise XXV, 284, 1 mayo 1937, pp. 690691). [S 7, 11
Daniel Halévy, hablando de su infancia, menciona a modelos Italianas, mujeres cn el traje II|i
de Sorrento que, con una pandereta en las manos, se ponían a challar alrededor de la lili
de la ploza Pígolle <tTr. Halévy, Paysparisiens [Paísjxtrisimi]. (París, 1932), p. 6 0 ). IS 7 a
La vida de las flores en el Jugendstil: hay un arco que va de Las llores delm
pasando por las almas florales de Odilon Redon. hasta las orquídeas d
Proust hilvana en el erotismo de su Swann. [s 7 j
«Bendición»:
«¡Y tanto retorceré este miserable árbol,
Que no podrá echar sus apestados brolesl».
Aparecen aquí el motivo vegetal del Jugendstil y su línea; y ciertamente no
en el pasaje siguiente. IS 8, 7)
■Esta búsqueda de m i hogar,., fue mi ahogo.,. ¿Dónde está m i hogar? Por él pregunto, lu
busco y lo busqué, y no lo encomié*, ¡Oh eterno por-doquler!, joh eterno en-ningum-parli'h1
(Cita del Z a m tustra en Lówith, Ntetzscbes Pbilm ophie d er ewifjen WiederkunJ ? |Leí Jilos
nietzscheaiui del eterno retorno d e lo mismdt, (Berlín), ed. Kroncr 398, (1935), p 35.) (Ufa
lema de Rilke S 4 a, 2.) IS 9, ¿I
Se puede suponer que en la línea típica del Jugendstil no es raro que anal
rezcan conjuntamente -unidos en un montaje de la fantasía- los nervios y el
cable eléctrico (y en particular el sistema nervioso vegetativo como fortín]
límite que media entre el mundo del organismo y el mundo técnico). -Hl
culto a los nervios del fin de siglo... conservó esta imagen telegráfica, y d i
Strindberg dice su segunda mujer, Frida... que sus nervios eran tan sensible*
a la electricidad de la atmósfera, que una tormenta se transmitía por ello*
como a través de cables.» Dolf Stemberger, Panorama, Hamburgo, 1938, p. 3.1,1
IS 9, H
«Con los primeros trabajos de Hennebique y de bs hermanos Petrel se obre un nuevo copílulo
en la historio de la arquitectura. El deseo de evosión, de renovación, se expresaba además en
las tentativas de b escuela del estilo moderno, que frocosó bmenloblemenfe. Parece que estos
autores torturaron la piedia hasta su agotamiento y facilitaran a partir de esle hecho una feroz
reacción a favor de b sencillez. El arte de b arquitectura debía revivir en formas serenas gracias
a b exploración de nuevos materiales * Marcel Zahar, íes tendances octueiies de I ’architecture
[ios tendencias actuales de h arquitectura) {Encydopédie franfaise [Enciclopedia francesa]
XVII, pp 17.10-3/4(1). IS 9 a, 71
«Novedad. Voluntad de novedad lo nuevo es uno de esos venenos excitantes que acaban M
set más necesarios que ningún alimento; una vez que se adueñan de nosotros, es preciso aumufll
lar su dosis y hacerla mortal. Es extraño dedicarse de esa manera a la parte peligrosa de la
cosos, que es exactamente su cuolidad de ser nuevas.» Paul Valéry, Choses lúes [Cosas mueM(|i|J|
(Paris, 1930), pp 14-15. [S lü, f.|
Proust sobre el museo: 'Nuestro tiempo tiene lo manió de querer mostrar las cosas sólo con lo
que los rodeo en la realidad, suprimiendo así ¡o esencial, el ocio del espíritu, que las aíslo de
ella. Se "presenta" un cuadro en medio de muebles, de chucherías, de colgaduras de la mismo
época, insípido decorado.,, en medio del cual la obra maestra que contemplamos mientras
cenamos no nos da el mismo gozo embriagador que debemos pedirle en una sala de museo,
la cual simboliza mucho mejor, por su desnudez y su despojamiento de lodos los particularida
des, los espacios interiores en que el artista se ha abstraído para crear» Marcel Proust, A ia som
bra de los muchachas en Bot, II, Parts, pp. 62-63. fS 11, 11
¿Campo de batalla o jolgorio? «Recordamos que en otro tiempo había, en las letras, un movi
miento de actividad generosa y desinteresada Había, se dice, escuelas, maestros, partidos y
jeles de partido, sistemas en lucha, corrientes y contracorrientes de ideas., una vida literaria
aidiente, militante.., |Ahl hacia 1830, lo sé, lodos los hombres de letras se uionobar de ser bs
soldados de uno expedición, y como pjblicidad sólo redamoban, a la sombra de una bandea,
las sonoias llamadas del campo de batalla... ¿Qué nos queda de esas nobles pompas? Nues
tros antecesores combatían, y nosotros, nosotros fabricamos y vendemos. Lo más claro que veo,
en el desorden en que estamos, es que en el sitio del campo de balolla hay un millar de tiendas
y de talleres donde se venden y se fabrican las nuevas modas y lodo lo que en general se llama
el ortKub-Paris * «Sí, MODISTA es b pafebra que le conviene a nuestra generación de pensa
dores y de soñadores » Hippolyle Babou, tes poyens innocents [ios paganos rnoce.n/es], Paris,
1858, pp. VII-VIII («Carta a Charles Asselíneau»), IS 11,3]
T
[S istemas d e ilum in ació n ]
•Napoleón tiene cobertores de algodón, tiene terciopelo, seda, bordados, oro y plata,
una cápsula de cristal sobre su sombrero, coronas de siemprevivas y una eterna lám
para de gas.- Karl Gutzkow, Briefe aus París I Carlas de París], I, Leipzig, 1842, p. 270,
IT 1, 1]
Apunte referente a 1824: «París se ho iluminado este año por medio de 11.205 mecheros de
faroles... El contratista ha tenido que hacer el alumbrodo de todas los partes de la ciudad en
cuarenta minutos a lo sumo, es decir, empezando veinte minutos antes de la hora prescrita dio-
riomenle y ocobondo veinte minutos después; no puede confiar más de veinticinco linternas a
cada farolero*. Dulaure, Histoire {physique, civile el morole) de Paris depuis 1821 ¡usqu'd nos
¡ours [Historia física, civil y moral de París desde 1821 hasta nuestros dios], Parfs, (1835), II, pp
118-119. IT 1,21
«Un ombiente de sueño, donde el amarillo tembloroso del gas casa con la frigidez lunar del deste
llo eléctrico.» Geoiges Montorgueil. Paris au hasard [París al azar], Pbris, 1895, p. 65. [T 1, 31
«Me declaro atrevidamente amigo de quinqués; óslos, en veidad, se bastan con iluminar y no
deslumbran; pero, mucho menos petulante que el gas, su aceite no provoca nunca explosiones;
con ello respiramos más libremente y el olfato se ofende menos El algo verdaderamente ininte
ligible para mí es la existencia de todos esos comerciantes que. radicados en nuestros pasajes.
permanecen constantemente, y con os mayores calores, en sus tiendas, donae, giaclos a l'^ H
uno podría creerse en el ecuador,- ■ Pasajes ■ Nouveaux lableaux de Poris ou ofase/wiKB
sur les moeurs el usages des Paiisíens ou ccivmencemenl du xtx* siécle [Nuevos cuadros dn <‘ihH
u observaciones acerca de los usos y costumbres de los parisinos o comienzos del siglo
París, 1828, p. 39, |'|' | (ffl
«El alumbrado de las calles, durante el 'nismo lapso de tierrpo, fue más que doblado, «I ■
reemplazó al aceite, nuevos faroles ocuparon el sitio de los antiguos aparatos y el alumbfl
peimanerle se sustituyó poi el alumbrado intermitente.» M Poete, E Clouzot. G. Henriol, la M
foimahon de Paris sous le second empire [ía transformación de Poris bajo el Segundo f/nflfl
(Expositicns de lo Bibliothéque el des Trcvaux historiques de la ville de Polis [Exposición U|
Biblioteca y de los Trabajos históricos de ta ciudad de París]), (Paris, 1910), p 65 I I 1,'
Sobre las cajeras: -Durante el día. aparecen en papillotes y albornoz; pera a la puertffl
sol, cuando .se enciende el gas, lucen trajes de baile. Viéndolas entonces, rodeadas d M
mar de fuego, reinar en sus cajas registradoras, recuerda uno la biblioteca azul y el i iiclfl
del príncipe azul y la encantadora princesa, comparación por otra pane adecuada, puufl
parisinas encantan más de lo que son encantadas». Eduard Krolofí. Scbildervngen au\/VH
iLtexripcfones tic Paris], H, Hanrburgo, 1839, pp. 76-77. IT 1.1
Las repisas metálicas con flores artificiales que se encuentran en los mosfl
dores de las cantinas de las estaciones, etc., son los restos que sobrevftj
de aquellos adornos florales que antaño rodeaban a la cajera fi t,É
Dubartas llamaba al sol «El gran duque de las candelas». Cit. por M Du Camp, Parts |A M
K París, 1875, p. 268. (T l, IIH
«los faroleros tendrán linternas de aceite de ‘seis grandes cabos’; se distribuirán por postoJ q fl
distan ochocientos pasos entre unas y otras... tendrán pintado un farol encima de su p o lín
manera de rótulo, y en la la|a 'un reloj de arena" de un cuarto de hora con los armas de lo ■
dad Era todavía un experimento; esas luces ambulantes apenas daban seguridad a lo ciudifl
y sus portadores aperrearon más de una vez a las personas que acompañaban No obühinlJ
se los empleaba a falta de algo mejor, y durante tanto tiempo que aún los* encontramow
comienzos del siglo diecinueve.» Máxime Du Camp, París, V, p. 27 5 . IT 1, III
«Ellos [los faroleros] van a buscar caches de punió, acosan a los coches en propiedad, ii</j|d
panon o los transeúntes tardíos hasta su domicilio, suben a su apartamento y encienden las c ffl
délas. Se pretende que den cuenta voluntariamente, por la mañana, al teniente general d" lit
policía de todo lo que habían observado durante la noche.» Du Camp, París, V, p. 281,
[T 1 tl, ¡I
«El certificado de importación de Winsor pare París está fechado el I de diciembre de 1815; nl|]
el mes de enero de 1817 fue iluminado el pasaje des Panoramas... Los primeros intentos do lii(
compañías no fueron alobunados; la población parecía refractario a esta clase de alumbriulu
se temían sus peligros, se la ocusobo de viciar el aire respirable.» Du Camp, París, V. p. Wt t
[T 1 ¡i, ¡J|
«... ese lugar visitado por la muerle comercial, bajo el gas.., como temiendo no ser pagado.»
Louis Veuillor, íes odeurs de Paris [ios olores de París], París, 1914, p. 182. [T 1 a, 31
•El vidrio está destinado a jugar un gran papel on la arquitectura de nielal- En lugar de grue
sos muros, cuya solidez y seguridad se ve reducida si liay gran número de vanos, nuestras
casas estarán atravesadas por tantas aberturas que parecerán diáfanas. Estas amplias al>er-
turas de vidrio grueso, simple o doble, mate o transparente, irradiarán de día un resplandor
mágico hacia el interior y, de noche, hacia el exterior* Gobard, ■ L'ArcbÜecture de V avenfr
I-La arquitectura del porvenir-), R evuefíénétvle d'architectitre, 1849, p. 30 IGiedion, Brutea
in Frankreich [La arquitectura en FrancúH, (Leipzig-Herlin, 1928), p. 18). IT 1 a, 4)
Forma de jarrón de las lámparas. La flor rara -luz- está puesta en aceite. (La forma, en un
grabado de moda de 1866.) [T1 a, 5]
Los viejos quemadores de gas que ardían libremente tenían a menudo una llama en forma
de mariposa, y por eso se llamaron papillotts. IT 1 a, 6)
En la lámpara Cárcel, un mecanismo de relojería liacia subir el aceite por la mecha, mien
tras que la lámpara Arg.rn (el quinqué) hacía gotear el aceite sobie la media desde un reci
piente superior, creando así una sombra. IT 1 a, 7)
Los pasajes lucían en el París del Imperio como grutas de hadas. A quien
entraba en 1817 en el pasaje del Panorama, le cantaban por un lado las sire
nas de ia luz de gas, y enfrente le seducían las odaliscas como llamas de
aceite. Con el resplandor de la luz eléctrica, se extinguió en estas galerías la
irreprochable llama; de pronto se hicieron difíciles de encontrar; practicaron
una magia negra con las puertas, mirando su propio interior desde ventanas
ciegas. {T1 a, 8]
•Dijimos en el primer tomo que todo periodo histórico está sumergido en una determinada
iluminación diurna o nocturna; este inundo tiene por primera vez una iluminación artifi
cial: es la luz de gas, que brillaba ya en Londres cuando la estrella de Napoleón empezaba
a declinar, que entró en Paris casi al mismo tiempo que los Borbones, y que, en lentos y
tímidos avances, acabó por conquistar todas las calles y establecimientos públicos. En 1840
lucía por doquier, incluso en Viena, En esta luz plira y turbia, nítida y trémula, prosaica y
fantasmal, se mueven los mercachifles como gordos y atareados insectos.* Egon Friedell,
Kulturgescbichte d e r Neiizetl [Historia do la cultura conlenipordnecA, 111, Munich, 1931, p. 86.
[T 1 a, 10]
Sobre el café M ille et une nuits: «Todo ara en él da una magnificencia inaudita; nos bastará
con decir, para dar una idea de ello, que la bella cafetera ienía como asiento, en su barra... un
trono, un verdadero trono de ley, sobre el que se había sentado con toda su majestad uno de
los potentados de Europa, ¿Cómo habla llegado ahí ese trono? No podemos decirlo: afirma-
moi el hecho sin encargarnos de explicarlo-» Histoire des Calés de Paris extraite des m é/naB
d 'un viveur [Historia de los Cafés de Poris extraída de las memorias de un vividor), París, I S f l
p. 3t. [ T í a , 1(1
•El gas ha reemplazado al aceite, el oro ha destronado a la madera, el billar ho Irertodo al doniljB
y a las latías reales; donde sólo se oía el vuelo cíe las moscas, se escuchan bs melodías de
o de Aubert.» Historia de bs Calés de Paris extraída de las memorias de un vividor. París, 1 8 fl
p 114. [T i, !|
«Desde 1801, lebon habla intentado el alumbrado con gas en el hotel Seignelay, calle SdB
Domlnlque, 47. El sistema fue recuperado el 1 de enero de 1808: Iresdenlos mecheros do g(fl
alumbraron el hospital Sainl-louis con tal éxilo que se crearon Ires lúbricas.» Luden Dubech, PmillÉ
D'Espezel, Histoire de Paris [Historio de París],París, 1926, p. 335. [T H 1,
«En asuntos de concejalía, las dos grandes obras de la Restauración fueron el alumbrado de ¡¡cit
y la creación de los ómnibus.
París fue iluminada, en 1814, por 5.000 faroles, de cuyo ssrvlolj
se ocupaban 142 faroleros. En 1822, el gobierno decidió que las calles fueron Iluminadas <uM
gas a medida que los viejos contratos llegaban a su vendmiento. El 3 de junio de 1825, primM
rilento, por la Compañía de Gas portátil francés, de iluminación de una plaza: laplaza V«M
dóme acogió cuatro candelabros en los ángulos de las columnas y dos(aróles en los án
de la calle de Caslighone. En 1826, había en Pans 9.000 mecheros de gas, 10.000 en 182fl
1.500 abonados, tres compartios y cuatro (óbricas, una de ellas en la orilla izquierda » Dubmji
D'Espezel, Historia de París, p. 358. IT 2 , «
Del prospecto «Proyecto luminoso propuesto por suscripdón para lo decoración del (amo®
poseo del Bulevar Saint-Anione» del siglo dieciocho: «El Bulevar estará iluminado por una f l f l
noldo de Faroles que remoró desde dos lados entre los árboles. Este alumbrado je realizará ddl
veces por semana, el jueves y el domingo: en caso de luna, el día siguiente de los susodich®
días Comenzará a alumbrarse a b s diez; todo estará iluminado a b s once.. Como esta espd
d e de Paseo nocturno sólo puede resultarles conveniente o bs Señores o a bs Hombres íicqI
que tienen coches, sólo a ellos se les propondrá b suscripción. Se suscribirá para este ortaJ
mediante 18 libras, por cada Casa; peto bs años siguientes sólo costará 12 libras las 6 líbiql
de sobra de este año serán para bs primeros gostos de este eslabledmienlo», p. 3. «Los Café*
y bs Espectáculos que bordeon este famoso paseo merecen, con toda la razón, elogios: Sí, Itl
diré para su glorio, los elegantes Faroles con los que decoran sus Ilustras Barracas me han pro
porcionado la idea de un Alumbrado universal. El célebre Caballero Servandoni me ha prome
tido dibujos de Arcadas, de Guirnaldas y de Cifras elegantes, dignas de su fecundo genio, ¿Hayl
alguno de nuestros afortunados Rodadores que no se apresure a contribuir a la ejecución de un
Proyecto tan brillante? El Bulevar asi decorado se convertirá en uno Sola de Baile de gala, du
la que b s Equipos formarán bs Galeríos.» [T 2, M
■Después del teatro fui a un café. Su decoración era completamente nueva, en estilo Rena
cimiento. El salón tenia todas las paredes cubiertas con espejos, entre columnas doradas
La cajera se sienta siempre tras una soberbia mesa de grandes dimensiones que está ele
vada sobre un podio; ante ella están las cosas de piala, las frutas, las llores, el azúcar y el
bote para los camareras. Pues es costumbre al pagar que el clienie deje una pequeña suma
para el camarero, que éste echa al bote para repartírselo luego en común-- Eduard
Devrient, Bríefe aus París I Cartas de Parid, Berlín, 1840. p. 20. (T 2 a, U
«Hay además mujeres que limpian duianle el día y por la noche encienden, bañados en aceite,
faroles que bajan y suben con una cuerda guardada bajo llave en el pescante durante el dia, espe
rando el gas que, desde hace años. flcmea en tos últimos barrios ingleses A ningún precio, los
comerciantes de aceite y de quinqués quieren oír hablar de elb, y han encontrado en seguida b
protección de dos escritores recomendables, los señores Charles Nodier y Amédée Pichol... para
denunciar- en un libro lodos bs inconvenientes y la perversidad del gas. incluido ahí el peligro de
nuestra letal subversión, por explosión, si ¡lega a manos de bs malhechores.» Nadar, Quandj étais
photographe [Citando yo era fotógrafo], Paris. { 1900), pp. 289-290. [T 2 a, 31
A propósito de una institución para ciegos y locos, el siguienie excurso sobre la luz eléc
trica: «Voy a los hechos, la luz choireanle de la electricidad ha servido en primer lugar para
alumbrar las galerías subterráneas de las minas; poco después, las plazas públicos, los calles;
un poco más larde, las fábricas, los talleres, los almacenes, los espectáculos, bs cuorteles; el día
de mañana, el interior del hogai familiar, los ojos, en presencia de ese resplandeciente enemigo,
han mostrado dominio de si; pero, por grados, ha llegado la admiración, efímera al principio,
después intermitente, después, en resumidos cuentas, obstinada. He ahí en lo que toca al primer
resultado. -Comprendo; pero jy la locura de los grandes señores? -Nuestras gordas barrigas
de las finanzas, de la industria, de los grandes negocios, han encontrado bueno,obligar a que
su pensamiento dé una vuelta al mundo, permaneciendo ellos en leposo... Para ello, cada uno
ha clavado, en su despacho, en un rincón del escritorio, los hilos eléctricos que atan su coja con
nuestras colonias de África, de Asia, de América. Cómodamente sentados ante la mesa ha
hecho que charlen ba|o sus dedos los lejanos corresponsales de sus factorías, disemina®
sobre la superficie del globo. Uno le cortaba, a las diez de lo mañana, el naufragio de un miM
millonario..,; otro, a las diez y cinco, el hundimiento fulminante de la más sólida casa de las iM
Amáneos; un terceto, o las diez y diez, la enrrada radiante en el puerto de Marsella de un bni|J
colmado de lo cue se recolecta en los alrededores de San Francisco Todo eso, golps
golpe. Estas pobres cabezas, por robustas que lueren, han cedido, como cederion los espald
de un Alcides de mercado, sí se le ocurriera cargar con diez sacos de trigo, en lugar de qH :
uno. He ahí en lo que loca al segjndo resultado» Jocques Fabien, Paiis en 5onge [París en i f l
nos], 1863, pp. 96-98. [T .V II
julien Lemer, París ou gaz [París a la luz de gas], París, 1861: «Echo la cortina, eslá bien y dajfl
damente inclinado: no hoblamos de ella; desde entonces no veo otra luz que lo del gas* |p, I f l
A d em á s de descripciones del ambiente parisino, de las cuales la primera da Ululo a la o liiu
el libio contiene tres novelas cortas. (TA, fl
En la pieza de l'Hólel de Vllle había -hacia 1848- un Café du Gaz. IT A, ffl
Infortunio de Aímé Aljjand. Sus numerosas mejoras de la vieja lámpara de aceite, comofl
doble entrada de aire mediante una mecha tejida en forma de cilindro hueco, el cilindro l l
vidrio, etc., le fueron disputadas en primer lugar por el inglés Lange. con el que se asnefl
pero luego se las apropió el parisino Quinqué!. <jue le dio nombre a! invento. Acabó aM n
la miseria: «la misantropía que se había adueñado de él, con la suspemión de su titulo, lo
ducía a buscar en las ciencias ocultos una especie de compensación... 'Se le veía, duronlo H
últimos años de su vida, errar por los cementerios para recoger osamentas y el polvo de las l| fl
bas, a los que a contlruoción sometía a procesos químicos, buscando con ello, en io muerto, ■
secreto de prolongar lo vida'* Él mismo murió joven. A. Drohojowska, les grandes indusUM
de la France, l ’éclairage [los grandes industrias de Franca. El alumbradoJ, p 127 IT 3 3, H
Corcel, inve-itoi de lámporos con movimiento de relojería Se trata de lámparas a las que luy
que dai cuerda Condenen un mecanismo de relojería que bombea aceite a la mecha i IcmIí
un depósito situado en la base, fc’l progreso frente a los depósitrxs que se encontraban i'flj
la parte superior, de donde cae el aceite, consistía en que eliminaban la sombra que pnn
ducían esos mismos depósitos ai estar en alto, Su invento data de 1800, Su rótulo; «BCH
Cárcel, inventor de los licnomenos o lámparas mecánicas, fábrica de dichos lámparas»
[T3 n, ‘I
«La cerilla química es uno de los más abominables ingenios que lo civilización haya producido
Gracias a ella, cada uno de nosotros lleva el incendio en su bolsillo... Detesto esa permanenM
astillo siempre dispuesta a hacer explosión, siempre listo para quemar a la humanidad a funga
lento y al pormenor. SI usted, M. Alphonse Karr, sigue en la cruzada que se ha predicado cCiffl
tro el tabaco, es necesario ol mismo tiempo levantar el estandarte contra la cerilla química,, Sf
no tenemos en los bolsillos la ocasión con la que se hace el fumador, fumaremos menos.» H, iln
Péne, París Intime [París íntimo], París, 1859, pp. 119-120. [T 3 a, s|
Según Luiine —los bulevares», en Paris ebez soi [Parts en casa\ (París,1854)-, la primera I
minación de gas surge en 1817 en el pasaje des Panorama. [T 3 a, ti
Con motivo de la instalación permanente de farolas en las calles de París (en marzo de
1667): «Que hayan meditado sobre los faroles, entre las gentes de letras, apenas conozco al
abate Terrasson... Si se le cree, la decadencia de los letras databa de su establecimiento: “Antes
de esta época, decía, cada cuol, por temor a ser asesinado, tegtesaba a tiempo a su casa, lo
cue contribuía provechosamente al trabajo. Ahora se permanece fuera la tarde y ya no se tra
baja" Es cierlamenie una verdad, que la invención del gas no ha converlido en menlira»,
Édouard Fournier, Les lanlernes. Histoire de I anclen éclairage de Paris [ios farolas- Historia del
antiguo alumbrado de París], París, 1854, p. 25, IT 3 a, 51
En la segunda mitad de los años sesenla del siglo dieciocho aparecieron muchas octavillas ocu
pándose en l'onna poética de las nuevas farolas. Los siguientes versos proceden del poema «los
sultanes nocturnos y ambulantes contra sus Señorías los taróles A la pequefta virtud», 1769:
«Pobre amonle que por omanles
No encuentro sino faroles,
En esta brillante ciudod,
Otrora tu segunda Cilera,
Tus ninfas echan el pie o tierra,
Tierna modre de voluptuosidad.
Se las quiere hoy forzar
A agacharse dentro de un estuche.
De otro modo coche octogenario,
Quien por B., por F., los conduce
Donde los coches no tienen nada que hacer
Misericordia, cuando lo noche
Permite dejar el reducto;
Ya que es tan necesaria lo vida.
Ni un rincón, ni una encrucijada,
Que el farol no traspase;
es un vidrio ardiente que atraviesa
Todos nuestros proyectos del día...».
Édouard Fournier, Las farolas. Historio del antiguo alumbrado de París, Paris, 1854, p. 5 (de la
paginación separada del poema). [T 4, ll
Luz de gas y electricidad. «Alcancé los Campos Elíseos donde tas cafés cantantes paroefl
locos de incendio en el follaje, los castaños encerados con luz amarilla parecían pintotM
como árboles fosforescentes Y los globos eléctricos, semejantes a lunas pálidas y resplanA
cientos, a huevos de luna caídos del cielo, a perlas monstruosas y vivas, hacfan palidecer b f l
su claridad nocarada, misterioso y real, los hilillos de gas, del sucio y villano gas, y tas gutflfl
das de cristales de color.» Guy de Maupassant, Glair de tune \Claio de luna], París, I9 M
p. 222 («lo pesadilla nocturna»), IT 4 .1, >|
Luz de gas en Maupaussant: «Todo era claro en el aire ligero, desde los pianola
hasta los mecheros de gas. Tantos fuegos brillaban ahí arriba y en la ciudad qui
las tinieblas parecían luminosas, las noches relucientes son más gozosos que l<M
grandes días de sol». Guy de Maupassant, Claro de luna,
París, 1909, p, 221 («l<t
pesadilla nocturna»). La última frase proporciona la quintaesencia de La noclu'
italiana. [T5,11
La cajera bajo la luz de gas como imagen viviente, como alegoría de la cd|il
registradora. IT 5, Jl
Poe en la filosofía del mobiliario: *EI resplandor es lo principal herejía de lo filosofía americana
del mobiliario... Estamos violenlarnenle enloquecidos de gos y de cristal El gas, en le casa, es
completamente inadmisible. Su luz, vibrante y dure, es ofensiva. Quienquiera que ‘enga cordura
y ojos rechozará hacer usa Ce él*. Ch(arles) B(audela¡re), CEuvres compléles [Obras comple
tas], Histoires grotesques el séneuses par Edgar Poe fHistorias grotescos y serios por Edgar Poe],
París, ed. Crépet. 1937 p. 207. ÍT 5. 31
u
[S a in t -S im o n , fe r r o c a r r ile s !
•Es característica de toda esta época que llega hasta 1830 la lentitud con la que se difun
den las máquinas. . La mentalidad de los empresarios es aún económicamente conserva
dora, de lo contrario no se hubiera podido elevar al 30 por 100 de su valor el arancel que
gravaba la imponación de máquinas de vapor cuando apenas existían fábricas francesas
que las produjeran. De modo que la Restauración, respecto a la industria francesa, es aún
esencialmente afin al régimen prerrevolucionario.* W illy Spiihler, Der Saint-Simonismus
Ubre und Lehen i-vn Saint-Amand Bazard \lil sansimonismo, Vida y doctrina de Saint-
Amand BazartU, Zúrich, 1926, p. 12. [U 1, 11
-El laborioso desarrollo de la gran industria se corresponde con el lento proceso formativo
del moderno proletariado... La verdadera prolclarización de las masas trabajadoras sólo
tiene lugar a finales de los años treinta y en los años cuarenta * Spühler, F1 sansimonismo,
p. 13. IU 1. 21
•Sólo en 1841 se acepta una humilde ley, del más mínimo rango, respecto al trabajo infan
til; es interesante la réplica del famoso físico Gay-Lussac, que ve en el intervencionismo
'un comienzo del sansimonismo o del lalonstensmo'.- Spühler, F.l sansimonismo, p. 15.
IU 1, 41
•Vuelan palomas mensajeras de París a Amsterdam con los valores bursátiles atados a ellas;
un telégrafo envía de París a Bruselas cuánto lia subido la deuda al 3 por 100; los mensa
jeros cruzan veloces los campos sobre caballos jadeantes; los delegados de los verdaderos
reyes comercian con los reyes ideales, y Kathan Rothschild en Londres as muestra, cuando
le visitáis, una cajita que acal» de llegar de Brasil con diamantes recién pescados para así
cubrir las intereses de la deuda comente brasileña ¿No es interesante?- Kari Gilí/
Óffentlicbe C'bambtere {Personajes púbiieod, I. Hamburgo. 1835, p 280 (-Rotlischilih)
III f l
«la influencia y el desarrollo del sansimonlsmo basto el final del siglo XIX casi no han tenido rilfj|
carácter obrero. El sansimonismo provee de un Impulso y de un ideal al espíritu de la gran Incluí
y a la ejecución de los giondes Irabajos. Los sansimonianos Pereire gobernaron las empresas IM
viarias, bancadas e inmobiliarias de lo monatquía de julio y del Segundo Imperio El canal do J
del que Enlonlm y Lcmbeit-Bey fueron o estudiar sus planos y a organizar la idea en un i
en que rerdinand de Lesseps era cónsul en El Coito, ba quedado como tipo de empresa s mi
niana Gustosamente habría que oponer la empresa gfanburgjesa del sansimonismo, que <rtj
producción y de acción, a b empresa pequeñoburgueso del falansleno fourierista, que es (la <
sumo y de disfrute >Afbetl Thibojdel, Les idées potinques de la France [Las id eas p o líticas do m
cío], Paris, 1932, pp, 61-62. ■ Sociedades secretas ■ IU i,|
«Desde hoce olgunos oños se Ho operado uno completo revolución en bs cafés de Paris El j
tro y la pipa lo han invadido todo. En otro tiempo sólo se fumaba en algunos establecimiento! M
dales, llamados estomíneft, y frecuentados sobmenle por gente de bajo nivel sodoí; boy so t
casi en lodos partes... Hoy algo que no les podemos perdonar o los prfncipes de lo caso de Ortl
es el haber aumentado ton prodigiosamente la moda del tabaco, esa planto hedionda, nattll
bundo, que envenena al mismo tiempo el cuerpo y la inteligencia; todos los hijos de Luis Fellpo fuiH
bon como suizos, nadie como ellos ha empujado al consumo de este sucio producto. Ello ungí
saba el tesoro público, sin duda; pero es a cosía de la salubridad público y de la intelig
humana» H isto ire des C afés d e Paris e xtra ile des m ém oires d un viveur (Historio de los Cadm
París e xtra íd a de tas m em orias d e un vivido r), Poris, 1857, pp. 91-92. IU 1 4,1
«En 1807 había en París noventa mil cuatrocientos obreros, que ejercion ciento veintiséit I
cios. Estoban sometidos a uno vigilancia estrecha, bs asociaciones estaban prohibida», I
oficinas de colocación controladas, las horas de trabajo fijadas. Los salarios iban de 2 ft
a 4 fr. 20, o sea, una media de 3 fr 35 Ef obrero almorzaba sólidamente, cenaba ll(|«t|
mente y por lo noche.» í.ocien Dubech, Pierre D'Espezel, H is to ria de París, París, 1926, p 3 9
IU 1 u, ¡II
«El 27 de agosto de 1817 el barco de vapor Le g é n ie du Com m erce, invernado por el marqufl
de Jouffray, navegó por el Sena, entre el Poní Royal y el Poní Louis XVI.» Dubech-D’Espero! Ih¥
to rio d e Poris, p, 359. [U 1 u, n|
Los talleres nacionales «habían sido creados a parlir de la propuesta de un moderado. Marte,
ya que lo Revolución había garantizado la existencia del obrero por medio del trabajo, y que
era necesario dar satisfacción a los extremistas... bs talleres estaban organizados de manera
democrática y militar, brigadas, con ¡eles elegidos» Dubech-D’Espezel, loe. cit, pp 398-399.
[U 1 a, 51
Los sansimonianos. «En el magnifico desorden de ideas que acompañó ol romanticismo, cre
cieron lo bastante como para abandonar en 1830 su granero de la calle Taranne e ir a insto-
latse a la calle Taitbout. Daban conferercias ante un auditorio donde los jóvenes iban vestidos
de azul y los damas de blanco con bandas violetas. Habían comprado el diorio Le Globe y pre
conizaban un programo de reformas.. El gobierno- so pretexto de una prédica sobre lo eman
cipación de la mu|er, persiguió o los sansimonianos. Se dirigieron a a audiencia en traje de gala,
con acompañamiento de cuerno de caza. Enfantin llevaba escritas en grandes letras estas
palabras sobre el pecho: "el Padre*, y declaró fríamente ol presidente que era el padre de la
humanidad. Después quiso hipnotizar a los magistrados mirándolos a los ojos. Cosechó un
año de prisión, que puso fin a estas locuras.» Dubech-D'Espezel, Historio de París, pp. 392-393.
■ Haussmann ■ Sociedades secretas ■ IU 1 a, 6]
«En el tiempo de la Revolución comienza a aparecer en París un elemento nuevo: la gran indus
tria. Es una consecuencia de la desaparición de los corporaciones, del régimen de libertad sin
control que siguió y de las guerras contra Inglaterra, que obligaban a fabricar objetos que
antaño se obtenían de importación Al final del Imperio, la evoiución será completa. Desde el
periodo revolucionario se observa el establecimiento de las fábricas de nitrato, de fusiles, de
tejidos de algodón y de lana, de conservas de comida, de pequeños herramientas Se desa
rrollan los hilaturas mecánicas de lino, de algodón, estimuladas por Caronne desde 1785, las
fábricas de bronces fundadas por luis XVI, las industrias de productos químicos y de materias
colóranles, instaladas en javel por el conde de Artois. Dido-Sainl-Léger explota en la calle
Sointe-Anne la nueva máquina de fabricar el papel. En 1799 Phlllppe tobon patenta un pro
cedimiento de fabricación de gas de alumbrado. Del 22 al 30 de septiembre se mantiene en
el Chomp-de-Mars la primero ‘exposición pública de los productos de las manufacturas y de las
industrias francesas'.» Dubech-D'Espezel, Historio de París. París. 1926, p. 324 ■ Exposiciones ■
IU 2, II
■Si bien las asociaciones de trabajadores estuvieron en conjunto dirigidas de forma modé
lica, honrada y eficiente... la burguesía era unánime, a pesar de todo, en su rechazo. La
mayor parte de los burgueses sentían cierta inquietud cuando pasaban por una de las casas
que llevaban.., el letrero y el escudo de una de las asociaciones de trabajadores. Ama
los comercios pertenecientes a estas asociaciones sólo se distinguían de otros contra
parecidos por el letrero “Asociación fraterna de obreros. Libertad, Igualdad, Fraternidad , i
saltan en el burgués acomodado la impresión de serpientes al acecho que un din i
quiera podrían atacar súbitamente. Para ello, le bastaba pensar a este burgués en lu |
lución de febrero, que había sido el origen de cales asociaciones.., Las asociación
trabajadores, por su pare, hicieron todos los esfuerzos posibles |>ara calmar a la bufl
sía, esperando encontrar su apoyo. Por esta razón, muchos decoraron sus tiendas del iih
más llamativo, esperando atraer el máximo número de compradores. Las privacionrjd
de este modo se autoiinpusieron los mismos trabajadores para poder resistir la comty
cia, resultan increíbles Mientras que el local de venta, ahieno al público, estaba dm il
sin reparar en gastos, en los talleres, que a menudo carecían de todo, los trabajaihifl
sentaban en el suelo.- Sigmund Knglander, Historia de las asociaciones obreras Je l'mn
i II, Hamburgo, 1864. pp. 106-108 ■ Asociaciones secretas ■
Influencia del folletín en su primera época, «Hoy hojas a una peTO y hojas a diez cért
Un vendedor ve pasor a un burgués bien gordo, que. después de haber leído brevernert
ConstUulione!... lo pliego descuidadamente y lo mete en su bolsillo Abordo o ese valiente)
y piesentórdole o bten te Peuple o bien la Révolution, que sólo valen un céntimo, le dice:
si usted quiete, le doy te Peuple, por el ciudadano Proudhon, y su suplemento, con un folletín I
célebre Ménors-Senneville. o cambio de ese que usted ha leído. £1 burgués se deja con
¿qué se puede hocer con un Constilutionelque yo está leído? Le do ¡o periódico y coge ni <
seducido por e> todopoderoso nombre de Ménors-Senneville. A menudo se olvido incluttfl
precio, con lo alegría de haberse desembarazado de lo que tonto le fastidiaba, y todavía M
una perra por encima de su precio.» A- Privo! D Anglemonr. Parts inconnu [París deseo
París, 1861, pp 155-156. (U2|
El famoso principio de Wlemesont «Je que un hecho corriente del lodo, que pasa en los I
vares o en sus alrededores, Irene mucha más importancia desde el punió de visla del perioctifl
que un acontecimiento considerable en América o en Asia*. Jean Monenvol. les créaleurs (
grande presse en France (ios creadores de la gran prensa en Francia], Paris, (1934), p 132
IU 2 il, j
■l'Autograpbe estaba dirigido por Bourdin, porque a Villemesont, como a Napoleón, le gustan
regalar reinos. Ese curioso personaje, de espíritu muy independiente, muy raramente ha ocluid
solo. Él 'coloboraba'.» Jeon Morienval, los creoc/ores de lo gran prensa en Francia, Pal
p. 142, (U 2 il,,
Poesía del sanslmonismo: »F.n el prólogo al primer tomo del Producteur, A Cordel apu
enérgicamente a los artistas,.. Y lo mismo hace Buchez, el posterior diligente de) muy
miento corporativo,., Buchez acuña.,, la expresión de que el clasicismo y el romanticlHltn i
se reparten ese mundo de! que ellos -los sansimonianos- se ocupan, del mismo mo(l"
que el legltimlsmo y el liberalismo se reparten el mundo político... En 1825 se erigió un
monumento al constructor del canal de Languedoc, Fierre Riquet, Soumet compuso pañi
esta ocasión un exaltado himno... El cronista literario del Producteur, León Ualévy, DI
hermano del famoso compositor, alabó del modo más vivo esos versos, calificándolos (li*
"poesía industrial".,. Con todo. Soumel sólo colmó en parte bis esperanzas que los sansi
monianos habían depositado en él. Por mucho que sigan sonando más tarde en su Divina
Epopeya los golpes de martillo y el estrépito de la maquinaria industrial, se manifiesta
precisamente en esta obra, una de las más grandes del poeta, su tendencia a las abs
tracciones metafísicas... Halévy, por lo demás, también era poeta... En 1828 publica
Halévy sus Poesías europeas... en 1831 publica una ocla a Saint-Simon, que había muerto
en 1825-. H. Thurow, -Aus den Anfángen der sozialistischen Belletristik- l"Los comienzos
de la literatura socialista-!, Die Neue Zeit XXI, 2 (1903), Stuttgart, p p . 217-219-
|L’ 2 a, 4)
Sobre una recensión de Sainte-Beuve en la Revue des deux Matules del 15 de febrero de
1833: -Los versos que... reseñó Sainie-Beuve constituían el testamento literario de un poeta
que había muerto muy joven, de nombre Bruheillc... Sainte-Beuve mis da a conocer ade
más, en la misma crónica, una novela con el significativo titulo de la sonsimonisia, que mos
traba el triunfo del pensamiento sansimoniano. Que la autora, una tal Madame Le Uassu,
logre este triunfo de un modo poco verosímil -por transfusión de la sangre de un joven
imbuido en bis doctrinas sanstmontanas a la amada, de educación religiosa estríela- se
puede considerar un recurso en verdad artificioso, pero al mismo tiempo también saca a
relucir el lado místico del sansimonismo El elemento místico de este había experimentado
un fuerte desarrollo un poco antes, durante la estancia de la "familia” en su último refugio
de la calle Méni'montonl. Ese último episodio del movimiento produjo también su corres
pondiente literatura, con poemas, canciones y ejercicios de piedad en verso y prosa cuyo
enigmático simbolismo sólo podía estar al alcance de unos pocos iniciados... El sansimo
nismo, marginado por el poder tlel desarrollo político y económico, encalló en la metafí
sica*. H. Thurow, -Los comienzos de la literatura socialista-, Die Neue Zeit XXI, 2 (1903).
Stuttgart, pp. 219-220. [U 3, 1]
Socialismo utópico. -La clase capitalista... consideró a sus adeptos como extraños santos y
como exaltados inofensivos... Los adeptos hicieron todo lo humanamente posible, por su
parte, para... parecerlo. Llevaban por eso ropa de un corte muy particular (los sansimo-
nianos abotonalxin sus chaquetas por detrás para tener que recurrir a la ayuda de un com
pañero y no perder de vista la necesidad (le cooperación), sombreros desacostumbrada
mente grandes, largas barbas, etc." Paul 1.afargue, <Der Klassenkampf in Frankreich- [-La
lucha de clases en Francia-|, Die Neue Zeit XII, 2, p. 618. [U 3, 2]
De una reseña sobre el número de noviembre de 1911 de la revista Der Kampf, pertene
ciente a los socialdemócratas austríacos: «Para el ISO aniversario del nacimiento de Saint-
Simon... escribió Max Adler: ... Se le calificó de socialista cuando esta palabra significaba
algo completamente distinto a lo que significa hoy día... De la lucha de clases sólo ve la
contraposición del industrialismo al Antiguo Régimen; a la burguesía y a los trabajadores
los considera parte de una misma clase industrial, de cuyos miembros más ricos reclama
que tomen en sus manos la suerte de sus compañeros más pobres. Fourier vio mejor la
necesidad de una nueva forma de sociedad*. -Zeítschriftenschau- [-Revista tle prensa-|,‘^ H
Neue Zeit XXIX. 1, pp. 383-384. III j»,
Engels sobre ¡.a esencia del cristianismo de Feuerbach: -Incluso los fallos del libro
buyeron a su repercusión inmediata. El estilo, literario y en ocasiones incluso pompo^|
aseguraba un amplia público, y fue en cualquier caso un alivio después de largos añuljM
abstracto y ahstruso hegelianismo. Lo mismo ocurre con la exaltada divinización del u iflfl
que, ante la hegemonía ya insoportable del "puro pensar"... encontró justificación. Pero In i f l
no debemos olvidar es que precisamente en estos dos puntos débiles de Feuerbat'li «I
apoyó el "verdadero socialismo” que desde 1844 se extiende como una plaga por la Ala!
inania "cuica", socialismo que en lugar del conocimiento científico impuso la frase litentjfH
en lugar de la emancipación del proletariado mediante el vuelco económico de la | ilfl
ducción, la liberación de la humanidad por medio del “amor”, perdiéndose, en suma, M
las repugnantes l>ellas letras y en el sofoco amoroso, cuyo prototipo fue el señor f l
Grun- Friedrich Rngel.s, ■l.udwig Fcuerbach und der Ausgang der klassischen deuMIipft
Pililo,sophie- [«l.udwig Feuerbacb y el fin de la filosofía clásica alemana»], Die Neue /.au IV
( 1H86), Stuttgart, p. 150. (Indicación de C. N. Starcke, Llidwig Feuerbacb, Stuttgart, 18H1 I
IU 3 ít, l l
-Los ferrocarriles., exigían, entre otras cosas imposibles, un cambio en las modalidadmH
la propiedad... En efecto, hasta entonces un burgués levantaba una industria o un c o in fl
ció únicamente con su dinero, o a lo sumo con el de uno o dos amigos o conoclflt m i
Administraba el dinero, y era el propietario a lodos los efectos de la fábrica o de la muju
comercial. Los ferrocarriles, sin embargo, necesitaban capitales tan gigantescos, que M
imposible encontrados acumulados en las manos de unas pocas personas. Fue así cnnfl
un gran número de burgueses, que nunca habían perdido de vista su querido dinero. tu vlfl
ron que confiárselo a gentes cuyos nombres apenas conocían .. Una vez entregado f l
dinero, perdían todo control sobre su empleo, y tampoco poseían ningún derecho de |iina
piedad sobre las estaciones, los vagones, las locomotoras, etc. Únicamente tenían dere d il
a los beneficios; en lugar de un objeto.., se les entregaba... una simple hoja de papel i|tio
representaba la ficción tic una partecilla infinitamente pequeña c inasible de proplctlfl
positiva, cuyo nombre figuraba al pie engrandes letras... Este procedimiento. . contrjst#fl
tan violentamente con el proceder habitual del burgués... que sólo lo defendieron aqtlfl
líos... de los que se rumoreaba que querían derribar el orden social, los socialistas: primer®
Fourier, y luego Saint-Simon, alabaron la movilización de la propiedad mediante las at c ld
nes de papel.- Paul Lafargue, -Marx' historischer Materialismos- [»líl materialismo hLstóiíiO
de Marx-], Die Neue Zeit XXII, 1 (1904), Stuttgart, p. 831. [li 3 ¡i, J|
iHoy una revuelta diaria los estudiantes, hijos de burgueses, confraternizan con los obrerotfl
los obreros cieen que está conseguido Se dice en seiio de los alumnos de lo Escuela PolilM
nica» Nadot, Quand j 'élais phologtaphe [Cuando ye era fotógrafo], Paris, (1900), p, 287 I
[U 3 u, ¡11
-La idea de funtlar Ixilsas de trabajo... no hay que buscarla en los círculos proletarios, ni
siquiera en los democráticos. El señor de Molinari, redactor jefe del Journal des Fcoiid)
mistes, la difunde en el año 1842. Él mismo fue quien desarrolló la idea en un trabara
sobre «El porvenir de los ferrocarriles»... I’ara mostrar cuánto hablan cambiado los tiempos,
se refirió exclusivamente a Adam Smith, el cual vino a decir que la mercancía trabajo era
la de más difícil transporte. De Molinar¡ constató, por contra, que la fuerza laboral se había
hecho móvil. Europa, el mundo entero, se le abre como mercado... El punto central del
razonamiento que hacía De Molinari en su articulo <El porvenir de los ferrocarriles» a favor
de infraestructuras que pudieran servir de bolsas de trabajo, era el siguiente: la causa prin
cipal de los bajos salarios es el frecuente desequilibrio entre el numero de trabajadores y
la demanda de traliajo; se halla además en la acumulación desproporcionada de pobla
ción trabajadora en determinados centros de producción... Dad a los trabajadores los
medios de poder cambiar .su lugar de residencia... sin grandes costes; dadles también la
posibilidad de saber dónde encontrarán trabajo en las mejores condiciones... Si los traba
jadores viajan rápido y sobre todo barato, pronto surgirán bolsas de trabajo.- - En cuanto
a la propuesta de crear un boletín de trabajo: -Esta propuesta, publicada por el Courrier
franjan, editado por Xavier Durreau, se dirigía directamente a los trabajadores.- 'Quere
mos prestarles,., un servicio a los trabajadores publicando en nuestras páginas, frente al
índice de cotización bursátil, un índice de cotización del trabajo.,. ¿Para que sirve el índice
de cotización bursátil? Muestra, como es sabido, la cotización de las acciones y de los
valores del Estado... en los distintos mercados del mundo,. Sin la existencia del índice de
cotización, los capitalistas casi nunca sabrían dónde colocar su dinero; sin él, se encon
trarían en el mismo lugar de los trabajadores, que., no sallen a dónde se tienen que diri
gir para encontrar tra b a jo , El trabajador es un comprador de trabajo y, en cuanto tal,
tiene el máximo interés en conocer los mercados donde colocar su mercancía"-, Louis
Héritler, "Die Arbeitsbórsen- [«Las bolsas de trabajo*], Die Neue Zeit, XIV, 1 (1896), Stutt-
gart, pp. 645-647. ItJ 4, 1]
«Penetremos en algunos grandes ciudades manufactúrelos de Francia.. Nunca, tal vez, ejército
vencido y dispersado ha presentado un espectáculo más lamentable que el ejército industrial
triunfante. Véonse los obreros de Lille, de Reims, de Mulhouse, de Monchester y de liverpool, y
dígase si parecen vencedores.» Eugéne Burel. De lo miséie des classes laboñeuses en Anglelene
el en France [De la miseria de las clases traba/adoras en Inglaterra y en Francia], I, París. 1840,
p, 67. [U 4 a, 2]
I860{) «Napoleón ullimaba con ef gobierno inglés un troladc de comercio... en vitlud dnl
los derechos de aduano enlie bs dos países eran rebajados, en Inglaterra, pora bs prodtlt
agrícolas franceses, y en Francia, para los productos manufaclurados ingleses Este irolodol
muy favorable pora la gran masa. Por el contraria, para resistir a la competencia ¡ngleXfl
industrias Francesas lueron obligadas a disminuir sus precios de venia de ohi su pase a la
siciórv Con el (in de conlrarrestar la oposición de los... industriales, Napoleón creyó útil Íhim
el opoyo de bs liberales: de ahí la transformación del régimen y el Imperio liberal» A. M a lfl
P, Grille), XDfl stécle \Sigb HHj, Poris, 1919, p 275. (Relajación de la censura de prensa IVfl
rente a la publicación de los debates parlamentarios.) [U t j, f l
La ley de justicia y de amor rechazadla) por la Cámara de los Pares. «Bastó un detalle ("IM
demostrar el espíritu del proyecto: cualquier hoja impresa, aunque fuere una sencilla esqutfl
habría tenido que pagar uno lasa de un franco por ejemplar.» A Malel y R Grillel, XIXa .sMcfl
Siglo x>x, París, 1919, p, 56. [L! 5
Saint-Simon(:) -El sistema industrial no exige en absoluto dirigir a los hombres, pues en un
sistema cuya meta inmediata es el bien de la mayoría, no se podría perder eneigía para
mantener ei poder sobre la mayoría, que ya no es enemiga del orden reinante... ‘ Lo función
de montener el orden puede convertirse con focilidod en... ura carga común para todos los du-
dodonos, bier, seo poro contener a los perlurbodorei, bien seo poro decidir los protestas' En
lugar de dominar a los hombres, el sistema estatal se conviene en sistema de administra
ción de las cosas Y la tarea principal de este pixler administrativo, cuyos portadores serán
los sabios, artistas e industriales, será organizar el perfeccionamiento... del globo terrá
queo*. V. Volgin, Sobre el lugar histórico de S a in tS in u m l Archivo Marx-Engels, i, Frankfurt,
D. Rjazanov ed.), pp, 104-105. [U 5, 3]
Sobre la idea de obra de arte total, según Saint-Simon: (Euvres cboisies [Obras escogida^.
IU, pp. 358-360; -Saint-Simon fantasea acerca del desarrollo del culto mediante los esfuer
zos conjuntos de profetas, poetas, músicos, escultores y arquitectos. Todas las artes deben
unirse para que sea útil el culto a la sociedad y, mediante él. transformar a la humanidad
según el espíritu de la moral cristiana- V. Volgin, Sobre el lugar histórico de Saint-Simon
(Archivo Marx-Engels, 1, Frankfurt), p. 109. [U 5 a. l l
Para presentar a Luis Felipe. —Saint-Simon ensena que -el sistema industrial no contradice
el poder real. El rey será en él el primer industrial, del mismo modo que antes fue el pri
mer príncipe». V. Volgin, Sobre el lugar histórico de Saint-Sim on (Archivo Marx-Engels, 1
(•rankfurt). p. 112. [U 5 a, 2]
Dos pasajes del G lobei del 31 tle octubre y del 25 de noviembre de {1831/) sobre el levan
tamiento de trabajadores en Lyon: «nosotros, defensores de TODOS los trabajadores, tanto de
los directivos coma de los obreros de los rangos más humildes» y sobre la clase trabajadora:
«Es conmovedor verla marchitarse por su brutalidad. Nuestro corazón sangra ante el espectáculo
de esas miserias morales de olro modo mucho más repelenles que las físicas... Querríamos...
comunicarle... que estamos llenos de sentimientos de orden, de paz y de conciliación». En el
mismo lugar, una referencia aprobatoria a los sansimonianos tle Lyon, que «han corservodo
la calma sonsimoniana*. Cit. en E, Tarlé, D er íy o n e r Arbeiteraufstand [El levantam iento
obrero deLyori (Archivo Marx-Engels, II, I-rankflirt, 15. Rjazanov ed., 1928, pp, 108-109 y 111),
[U 5 a, 4]
importante material para la historia del ferrocarril y especialmente de la lexa
motora en Karl Kautsky, Die materialistisebe Gescbichtsaujfassung {La td
cepción materialista de Ia historia], I, Berlín, 1927, pp. 654 ss. Se revcln
gran importancia de la minería para los ferrocarriles, no sólo porque :illi
usan por primera vez las locomotoras, sino también porque de allí proccd
los raíles de hierro. Con ello se volvió al uso que las vagonetas minclj
habían hecho de los raíles (originalmente de madera). IU S«a
■En el sistema de los sansimonianos, los bancos no sólo desempeñan el papel de íucffl
que organizan la industria. Son el único antídoto que ha producido el sistema hoy Vm
tente contra la anarquía que le amenaza, .son un elemento del sistema futuro , llbri' (|
estímulo del enriquecimiento personal, y son una institución social.» V. Volgin, Sohrt
lugar histórico de Saint-Simon (Archivo Marx-Engels, I, Franld'url, D. Rjazanov ed,, p, 'll
IU (i,1
-La tan-a principal de un sistema industrial ha de ser la elaboración de un... plan de tralla
que la sociedad pueda llevar a cabo... Pero. . su ideal se aproxima significativamente m il I
capitalismo estatal que al socialismo. En Saint-Simon no hay palabra alguna sol iré la supi*
sión de la propiedad privada, sobre la expropiación. El Estado sólo somete hasta un ckiln
punto la actividad de los Industriales al plan general.,, Toda la trayectoria de Saint-Simon •
caracteriza siempre por... su tendencia a vastos proyectos, empezando por sus plañen ijj
canal de Panamá o de Madrid, y acabando por sus proyectos para transformare! globo U (l
queo en un paraíso -V. Volgin. Sobre el tugar histórico de SainJ-Simon (Archivo Marx-! cn. li
l, Frankfurt, pp. 101-102 y 116). ([I 0 ,1
■Se ‘ democratizaron' las acciones de la Bolsa para que todo el m undo pudiera p a r tlc lJ
de las bendiciones de la asociación moderna: pues como “asociación1’ es como se <.
braba ahora la acumulación de capitales en sociedades accionariales, de las que dispoíilml
soberanamente los financieros principales a costa de los accionistas.- W. Lexis, Ceu’e tiuxnvim
u n d U ntem ebm erverbandein h'mnkreicblSindictíins y /¡atm nalesen I-ninciiA. Leipzig, l f l f l
p 143, ciL por D. Rjazanov, Z u r Gescbicbte dererslen Intem aliotuite IPara u n a historUim
la prim era Intem acionañ (Archivo Marx-Engels, I, Frankfurt, D. Rjazanov ed., p 144), I
LU (t, ]t|
Émile Péreire, antiguo sansimonlano, fue el fundador del Crédlt Mobilier. - En la RellglU
sansimoniana de Chevalier figura como «antiguo alumno de lo Escuela Politécnica). [TJ (i, l|
Se espera al revelador que acabará con el burgués y «doró los gracias al padre de
familia por haber administrado tranquilamente ta herencia del señor». Ésta es segura
mente una alusión a Enfantin. Al comienzo de este texto hay una especie de
queja del proletariado, a la que el folleto también remite al final: «Como paci
fico emancipador, recorrerá el mundo distribuyendo la liberación al proletario y a la
MUJER». La queja: «Si han venido ustedes a nuestros talleres, habrán visto esas masas de
hierro inflamado que retiramos de los hornos y que arrojamos entre los dientes de los
cilindras que giran más rápidamente que el viento. Brota de ellas una leche de fuego
que se derramo a borbotones y que se desparrama en el aire en gotas centelleantes,
mientras el hierro sale de los dientes del cilindro prodigiosamente adelgazado. Verda
deramente estamos comprimidos como esas masas de hierro. Si han venido ustedes a
nuestros talleres, habrán visto esos cables de las minas enrollados en una rueda, que
van a buscar a doce cientos de pies de profundidad bloques de piedra o montañas de
carbón. La rueda chirria sobre su eje, el cable se estira por su enorme carga. Se tira de
nosotros como de ese cable; pero no chirriamos como la rueda, porque somos tan
pacientes como fuertes. |Por Dios! ¿qué he hecho?, dice el pueblo obismodo de dolor
como el rey David; Jqué he hecho para que mis hijos más vigorosos se conviertan en
carne de cañón, y para que mis hijas más bellas se conviertan en carne de prostitu
ción?». Religión Saint-Simonienne [Religión sansimoniana], Michel Chevalier, Le bourgeois
[El burgués], - Le révélateur [El revelador], (París, 1830, pp. 34, 1.) [U 6 a, 11
Chevalier 1848 Habla de los cuarenta años que pasó Israel en el desierto ames de llegar
a la tierra prometida. «Nosotros también leñemos que hocer una pausa antes de someternos ol
régimen... de... la prosperidad de los traba|odores. Aceptamos ese tiempo de parada-. Y si algu
nas personas se esforzaran en excitar ta cólera popular... bajo el pretexto de que se debe pro
ducir la mejora... fijaremos carteles con las palabras que Franklin, un obrero que habia llegado
a ser un gran hombre... les decía a sus conciudadanos; 'Si alguien os dice que podéis enrique
ceros de otro modo que por el trabajo y la economía, no lo escuchéis; es un envenenado! .»
Franklin, Conseils pour ¡aire fortune [Consejos para hacer fortuno], París, 1848 (pp. I-II del pró
logo de Michel Chevalier) [U 6 a, 2]
Prueba de estilo del periódico Le BobSme, ‘En las mansardas sufren cruelmente la inteligencia,!
el arte, la poesía, |el almal... - Porque el alma es una carlera que sólo contiene billetes dol
banco del paraíso, y los tenderos de este mundo clavarían esta moneda en su mostrador como I
uno pieza que hubiera venido de los manos de un falsificador». Alexandre Guerln, «les Man-
sardes» [«las Mansardas»] |íe Bohéme I, 7, 13 de mayo de 1855) [U 7 a, 21
De una discusión entre las capas inferiores de la intelectualidad y sus capas rectoras: «Vosotros,
príncipes del per semiento, ornados de inteligencia... pues habéis renegado de nosotros, nos
otros hemos abjurado de vuestra patendad, desdeñado vuestras coronas y recusado vuestros
blasones; hemos abandonado los títulos pomposos que en otro tiempo buscabais paro vuestras
obras; no somos ya más El impulso. La estreLh o El fuego fatuo, sino El cadete Roussel, B sm
un cuaito, la tierra prometida. El enlant temble, la patrio dramática o El bohemio, protestamos
así... contra vuestra egoísta paternidad». Charles Prodier, «Péres et hiles» [«Padres e hijos»] (/e
Bohéme I. 5. 29 de abril de 1855). IU 7 a, 3)
«Hágame el favor de recorrer los garitos y las mantequerías próximas al Panlhéon o a la Escuela
de Medicina: en ellos encontrará.., poetas que sólo están animados por la envidia y por todas
las posiones más bajas, pretendidos mártires de la santa causa del progreso, que... fuman mucho
en pipa... sin hacer nada..., mientras que Piconel, de quien habéis citado sus bellos versos, Plco-
rel, el dibujante sobre telas, que gana 4 fr. 50 c. al día para alimentar a ocho personas, jjestá
Inscrito en la oficina de beneficencia!!.. No tengo... la pretensión paradójica de exaltar la jac
tancia del M. Dumas padte o de excusar la indiferencia de algunos amigos suyos para con escri
tores |óvenes; pero le aseguro que los mayores enemigos de los desheredados literarios no sen
los escritores de fama, los monopolizadores del folletín diario, sino los falsos desheredados, los
que no hocen nada más que injuriar, beber, escandalizar a lo gente honesta, y lodo ello desde
e; punto de vista de! arte» Eric Isoard, «les faux oohémes» [«los falsos bohemios»] (íe Bohéme
I. Ó, Ó de mayo de 1855). IU 8, 2]
.En 1852, los hermanos Pércire, dos judíos portugueses, fundaron el primer gran banco
moderno, el Crédit mohlller, del que se dijo que era el mayor antro de juego de Europa.
Especulaba salvajemente con todo: ferrocarriles, hoteles, colonias, canales, minas, teatros
y, tras quince años, la bancarrota Fue total.» Egon Friedell, Kuiturgeschicbte der Neuzett
IHistoria ele ta cultura contemporánea], III. Munich, 1931, p. 187. IU 8 a, 11
Ví«>
«Bohemia es una palabra del vocabulario corriente de 1840. En el lenguaje de entonces n»I
nirao de artista o de estudiante, vividor, alegre, despreocupado por el mañana, perezoso y f l
rotador» Gabriel Guillemol. le Bohéme [El bohemio], Parte, 1868, pp. 7-8 (cil. por (]fl
Freund(, La pbolograpbie au point de vue sociologique l Lafotografía desde elpunto ik m
socioiófiícd, manuscrito), p 6 0 ). [U Hi
«la novela folletín fue inaugurada en Francia por el Siécle en 1836. la benéfica influencia®
novela folletín sobre las recaudocones del periódico encontró su demostración en el ca|H
que firmaron Le Constiluftonnel y La Presse en 1845 con Alexandre Dumas... Éste recililq
sueldo anual de 03.000 trancos durante cinco años por una producción mínima de 13 volitó
nes al año.» Lavisse, Histoire de la monorchie de juillel [Historia de lo monarquía de ¡tilkjs
París, 1892 (cit. sin indicación de lunar en Gisela Freund). IU H
Una frase de Murger (cit. por Gisela Freund, p. 63): *La bohemio es el periodo de pródí
de la vida artística: es el prefacio de la Academia, del Hótel-Dieu o de la Morgue», IU H ¡i
Gisela Freund subraya (p. 64) el contraste entre la primera generación de la bohemia - fl
tier Nerval, Nanteuil-, de origen sólidamente burgués, y la segunda: «Mirrger ero hijo cli
conserje sostre; Champfleury ero el hijo de un secretario de ayuntamiento de laon; Barbara, [
de un pequeño comerciante de música; Bouvin, hijo de un guardia rural; Delvau, hijo de un I
tidor del laubourg St.-Morcel, y Courbet era el hijo de un semicompesino» A esta según
generación pertenecía Nadar, hijo de un editor arruinado. (Fue después, durante mita
tiempo, secretario de Lcsseps.) [U 8 a, I
*M Martlgnac legó... un virus moría1a los periódicoscon su ley de julio de 1828; ley más líbnfl
peto que. al hocet. los publicaciones cotidianos o periódicos más accesibles para lodos, las g tfl
con algunas condiciones pecuniarios. ¿Qué haremos para atender a los nuevos gastos? dod|
los periódicos. - ¡Pues bienl hagan anuncios, se les respondió.,, Las consecuencias del anuncio
ron rápidas e infinitas. Por más que se quiso separar en el periódico lo que seguía siendo afl
cienzudo y libre de lo que se convertía en público y venal, el límite., fue banqueado en segutfl
El reclamo sirve de pjenle. ¿Cómo condenar o dos dedos de distancia lo que dos dedos t f l
obojo se proclamaba como la maravillo de la época? La atracción de las mayúsculas creclcnlnt
del anuncio lo arreboló: una montaña de imán hizo qua mintiera la brújula,.. Esle anuncio dnul
chado no tuvo una Influencia menos fatal sobre la librería . El anuncio constituye-., un redoblomlfl(H
del precio.; mil francos de anuncios para uno obra nuevo; también, o partir de aquí, los IbtaHH
hon exigido despiadadamente los dos volúmenes en lugar de uno, y volúmenes en-8.° en lugar (fl
un fórmalo menor; porque eso no importo o la hora de anunciar.. El anuncio... exigiría lodo una h-
loria: Swift, con tinta amarga, la habría contado,» La siguiente observación sobre la palulM
reclamo: «Pata bs que lo ignorar», dedmosque el reclamo es la pequeña noto que se desliza hacfl
el final, en el interior del periódico, normalmente pogodo por la librería, inserto el mismo día qua f l
anuncio o al día siguiente, y ofreciendo en dos palacras un pequeño juicio halagüeño que prepafl
y prejuzga el del articulo». Sointe-Beuve, «De la lllléralure ¡ndusfrislle» [«De la literatura industrial'I
[Revue des deux mondes IXX, 4 (1839), pp. 682-683). [U9, II
«Cada vez menos será un rasgo distintivo escribir e imprimir. Con nuestras costumbres eledotfl
les, industriales, lodo el mundo, uno vez al mes en su vida, habrá tenido su página, su discutid
r.u prospecto, su brindis, será autor. De ahí a hacer un folletín no hay nada más que un paso...
I:n nuestros dios, por otra parle, ¿quién no puede deci' que no escribe un poco pata vivir...?»
Sainte-Beuve. «De ia literatura mdustriol» (Reme des deux mondes IXX. 4 (1839), p 681).
fU 9. 21
Kn 1860 y 1868 aparecieron en Marsella y París los dos tomos de las Revistas porisinas. Los
periódicos, los revistos, los libros, por el barón Gastón de Flotte. Su propósito era luchar con
tra las simplificaciones y la falla de escrúpulos de los datos históricos aparecidos en la
prensa y, sobre todo, en los folletines. Las rectificaciones se refieren a las leyendas y a
hechos de la historia cultural, literaria y política. [U 9, 31
liubo honorarios de folletín de hasta 2 francos la línea. Algunos autores escribían a ser
posible únicamente diálogos, para ganar más con los espacios en blanco que completaban
la línea. fU 9 a, 11
En su ensayo «De la literatura industrial», Sainte-Beuve escribe, entre otras cosas, sobre los
primeros pasos de la recién fundada Société des gens de lettres (originalmente dirigida ante
todo contra las ediciones piratas belgas). IU 9 a, 2]
-Senefelcler sólo pensó por lo pronto en una reproducción más fácil de los manuscritos,
publicando su nuevo procedimiento en un libro aparecido en 1818, M anual exhaustivo de
la impresión e n piedra. Fueron otros los que aplicaron su idea a la técnica del dibujo en
piedra. Permitía una rapidez de ejecución casi comparable a la de la palabra... era un
periodismo de dibujantes.» Egon Friedell, Kulturgeschicbte der Neuzeit |Historia d e la cul
tura contemporánea ], III, Munich, 1931, p. 95. (U 9 a, 31
«Sólo es una manera de erradicar el cólera, se trato de actuar sobre la moral de las masas.
Toda persona cuya siluación moral es satisfactoria no tiene nada que temer del fiel de la
balanza... Asi pues, conviene hoy día provocar en las masas una excitación moral que las
eleve . Son precisos... medidas extraordinarios... Es necesario un golpe de Estado, un golpe de
Estado industrial... Ese golpe de Estado consistiría en camb ar mediante una disposición la ley
de expropiación, de mañero que.,, se reduzcan a muy pocos dios las interminables lentitudes
que prescribe la legislación actual. Así se podría actuar en París, por ejemplo, sobre treinta pun
tos desde la calle del Louvre a la Bastilla, lo que saneorá el borrio más sucio... Se podría
comenzar por las barreras de las vías del tre n la apertura de los trabajos., se haría con
pompa y se celebraría con fiestas populares. Todos los órganos del Estado vendrían con sus
insignias a predicar con el ejemplo, El rey y su familia, los ministros, el consejo de Estado, la
corte de casación, la corle real, lo que queda de las dos Cámaros, aparecerían frecuente
mente y monejoríon lo polo y el pico... los regimientos vendrían a cumplir su servicio con uni
forme de gala y acompañados de músico., cada poco se escalonarían espectáculos, y para
los mejores actores sería un honor aparecer en ellos. Las mujeres más brillantes se mezclarían
con los ((abajadores para alentarlos, la población, así exailada y ennoblecida, sería Cj
certeza invulnerable al cólerc Se relanzaría 'a rndushic, el gobierno.» sería muy
Michel Chevalier, Fin du choiéta par un coup d'état [Final del cóiera mediante un gom
fsíaoo]. Religión sanxmoniano [Patis, 1832], Los sansiinonianos quieren repartir Ifl
mentí js graits. |ll <
«Quien naga el tren ómnibus tiene un penoso trabajo; él parte de París por la mañano a
y liega a Estrasburgo a ¡a medianoche, eso significa 17 horos de servicio durante la» |
debe descender en lodas los estacones sin excepción, para abrir ias puertos de los vohlffl
Ahora bien, el empleado que está obligado a descender en todas los estaciones y ci ■
tear en la nieve durante 5 ó 6 minutos cada media hora para abrir y cerrar todas la:. |iil
con una temperatura de 12 grados o incluso menor debe de sufrir cruelmente.» A. G tayfl
l ‘ouvrlet dovant la sociélé \EI obrero ante la sociedad], París, 1868, pp. 27-28 ¡«Los #n|
dos y el movimiento del ferrocarril»), lll 10
Pasaje de Benjamin Gastineau. La vida en ferrocarril, París, 1861: «De repente, cae el t(H
sobre el sol, sobre la belleza, sobre los mil cuadros de la naturaleza y de la vida de los
vuestro pensamiento y vuestro corazón han disfrutado mientras posabon, es lo noche, 0 |H
muerte, es el cementerio, es e' despotismo es el túnel; ¡cuántos seres, sin emboigb, no saledH
esas tinietías, no ven nunca e! alo blanca de la libertad y de la verdad!... No obstante, hahfl
que oír los gritos de repulsa y de espanto de los violeros y viajeros del tren al entrar bajo la o f l
ridad abovedada, sus exclamaciones de alegrio ol abandonar el túnel ¿quién se aiieverftfl
afirmar que la criatura humana no ha sido hecha para lo luz y paia ¡a libertad?» |pp 37-38(H
lu id , n
Pasajes de Benjamin Gastineau, Lo vida en ferrocarril, París, 1861: *|Solud a vosotras, bolkifl
razas del porvenir nacidas gracias al ferrocarril!» (p. 112). «|Ai vagónl |ol vagón! el toque i'Jh
silbato ha sonado agudo bajo las bóvedas sonoras de la estación.» (P. 18.) «Antes de la erad
ción de los ferrocarriles, la naturaleza no palpitaba aún; e/a una Bello durmiente del bosquaJ
los délos mismos parecían inmutables El feirocarril lo ha animado todo.. El cielo se ha conwMll
i lo en un infinito activo, la naturaleza en una belleza en acción Cristo se fia sollado de su cruz,
lia caminado y ha dejodo bien atrás, en el camino, el viejo Ahasverus.» (P 50) [U 10 a, 11
•A los alumnos [de la Escuela Politécnica] les gustaba Mícfiel Chevalier por encima de todo
uando trazaba las grandes épocas históricos, volviendo con frecuencia a Alejandro, César,
1'arlomogno. Napoleón, para marcar el sitio de los inventores y de los conquistadores y orga
nizadores.» G. Pinet, Hi¡lotre de I ’École pclytechnique [Historia de la Escuela Politécnica], Paris.
1887; p- 205. tU 10 a, 21
«los discípulos de Saint Simón,., reclutados la mayoría en la Escuela de minas, es decir, entre
los mejores alumnos de la Escuela Politécnica,., ejercieron sin duda una considerable influen
cio sobre sus jóvenes camaradas... Con lodo, el sansimonismo no tuvo tiempo de hacer
muchos prosélilos en la Escuela Politécnica. El cisma de 1831 le hablo proporcionado un
golpe fatal, las locuras de Ménilmontan!, las costumbres extrañas, las denominaciones ridicu
las lo habíon matado.» G. Pinel, Historia de la Escuela Politécnica, París, 1887, pp. 204-205.
[U 10 a, 31
Ui idea del canal de Suez se remonta a (infantin. que internó obtener una concesión del
virrey de Egipto. Mehemed Ali, pretendiendo viajar a ese país jumo con 40 discípulos.
Inglaterra hizo que se le negara la concesión. ttJ 10 a, 41
«Saint-Simon pretendía furdar una asociación para aprovechar los facilidades otor
gadas por el decreto... del 2 de noviembre de 1789, para la adquisición de las pro
piedades nacionales, cuyo precio se podía pagar en doce cuotos anuales
mediante asignados, lo que permitía, con modestos capitales, adquirir una masa
importante de bienes rurales... "Toda especulación financiera eslá fundoda en una
industria y en unos fondos, los beneficios de una especulaciónfinanciera deben
repartirse de manera que la industria y los capitales tengan una parle proporcional
a la influencia que han ejercido; en la especulación que yo he realizado con M de
Redern los capitales no han desempeñado sino un papel secundario”.» El pasaje
citado se encuentra en una carta de Saint-Simon a Boissy-d'Anglas de 2 de
noviembre de 1807; en ella aparece esbozada su teoría de la relación entre
capital, trabajo y talento. Máxime leroy, les spéculotions fonciéres de Sainl-Simon
et ses querelles d ’atiaires avec son associé, le comte de Redero [/os especulacio
nes hipotecarías de Saint-Simon y sus pleitos con su asociado, el conde de Redern],
París, (1925), pp 2 y 23. IU 11, ll
«Sainl-Simon cree en la ciencia... Pero mientras que al comienzo de sus investigaciones las cien
cias matemáticas y físicos... habían retenido casi exclusivamente su atención, el secreto de las
certidumbres sociales se lo va a solicitar a las ciencias de la naturaleza, por las que se preo
cupó. “Me alejé en 1801 de la Escuela Politécnica, escribe, y me establecí en la de Medicino:
me puse en relación con los fisiólogos."» Máxime leroy, La vie véritable du comte Henri de Sainl-
Simon [ío verdadera vida del conde Henri de Saint-Simon], París, 1925, pp, 192-193. - Por la
época en que Saint-Simon vivía cerca de la Escuela Politécnica, ésta estaba en el Palacio
Bourbon. IU 11, 2]
la nave del Crand Café Parisién se titula un grabodo de 1856. En efecto, la
que se le ofrece al público parece la de una nave de iglesia ¡»la de .ir. |
La mayoría de los visitantes están de pie o pasean alrededor de las
billar distribuidas por la nave. Ili 11 ,9
«jBasto de honrar o los Aiejandros; v iv a n los Afqu'medest» Saint-Simon, di leroy, (foc cit,), p.
IU l l
Soint-Simcn; Consideración sobre las medidas que hay que tomar para terminar la Revolul^M
- Introducción a los trabajos científicos def siglo XIX (U 11i. I|
Saint-Simon Inventa una baraja revolucionarla: como reyes, 4 genios (guerra, paz, arl<i ■
comercio); como damas, 4 libertades (religión, matrimonio, prensa y profesión); a mu
sotas, 4 igualdades (deberes, derechos, dignidades y colores). Leroy(, la verdadera vida(U
conde Henri de Sainl-Simon, París, 1925), p, 174. JU 11 ,t, J
Saint-Simon muere en mayo de 1825. Sus últimas palabras: «Tenemos lo nuestro» L e itfl
{loe. cit), p. 238. IU 11 a, ¡1|-
Sobre Saint-Simon: «Mientras nos asombra con todas estas previsiones obreras y sociales, M
da sin embargo la impresión de que le faltó algo: ... un medio, su medio, el medio que piolad
gaba el siglo xv,;i en su línea de optimismo. Hombre de futuro, debió pensar casi solo dsnlio dfl
una sociedad decapitada por la Revolución de sus iguales... ¿Dónde está Lavoisier, fundador (jB
la ciencia experimental moderna? ¿Dónde está Condorcel, su filósofo, y Chenier, su poetaí Tfl|j
vez vivirían si Robespierre no les hubiera mandado guillotinar. Sainf-Simon debió asegurar, iin Im
ayuda, ef duro trabajo de organización que ellos habian comenzado; y en adelante sufrir n j l
en esto inmenso toreo... Se vio obligado a emprender demasiadas tareas, a ser o la vez f l
poeta, el experimentador y el filósofo de los nuevos tiempos- Máxime leroy, la verdadera v*n
del conde Henri de Sainl-Simon, París. 1925, pp 321-322 [U 11 a, 4n
Una litografía de 1842 representa el Diván de los argelinos en Parts del -Café des Manir»'
qut-s-. At fondo de un café, en el que junto a europeos se mueven gentes exóticas, se sien
tan apretujadas en un minúsculo diván tres odaliscas bajo un espejo, fumando en pipas de
agua. S(ola) d{e las) E(stampas). [U 11 a, 6|
«En io Bolsa, un sansimontano equivale a dos ludios.» Para-Bovtsiet («les Petls-Paris par les
auteurs des mémoires de Biboquel» i«los Petits-Pdris por los autores de las memorias de Bilboqueí*])
[Toxtle Delord], París, 1854, p. 54. (U 12, 11
Frangois Blanc fue uno de los primeros grandes anunciantes. Por medio de agentes de
prensa, llegó a insertar anuncios del casino Homburg en el Siecle y en la Assemblée natto-
nale. -Colocó también, personalmente, series enteras de dieciocho e incluso cincuenta
anuncios en periódicos... como la Presse, el National, la Patrie y el Galigruini.• Egon Cae-
sar Conte Corti, F1 mago de Homburg y Monte Cario, p. 97. (U 12, 6|
Sobre la época de Saint-Simon: «Independientemente de lo Nueva Jerusalén, de í in tfl
Swedenborg, profesada por el barón Portal..- existió el talonsteho de Charles Fouriet, IM
existía le pretendido lg!es;a francesa de) obad Chále!, primado de bs Galios; existía la j
radón de la orden de los templo/ios, ergotizada por M. rabré-Poiaptot existía e! culto n
damismo, inventado pos el Mapati* Phitibert Ajdebiona, Michel Chevalier, (París. Í 8 6 t ] f l
IUt^l
los sansimonianos en Ménilmontant: «Un gran músico del lututo, Féliden David, el aua
Desierto, de lo Perla del Brasil y de Herculano, (en:a la dirección de su orquesta, compoftfl
melodías que ellos cantaban... especialmente las que precedían y las que seguían a la coití
Pfulibert Audebrand, Michel Chevalier, (Paris. 1861). p. 11 (U l 2 ¡tA
El celibato generalizado, a no ser que se casara Enfantin, fue tina de las leyes de Mi'hfl
montan!. [U 12 U,"
A finales de los años cincuenta, Ve siecle. con 36.000 ejemplares, tiene la mayor tinitlfl
- Milland funda t l PetilJournal, que vende por cinco céntimos. ÍU 12 1. n
Balzac sobre Atix artistes, Du passé et de 1'avettír des beaux-arts <Doctrine de Saint-SImiun
IA los artistas Dd pasado y deIfuturo de las bellas artes (Doctrina de Sairtt-Simonji, !J.ift*,
Mesnier «El apostolado es una misión de artista y el autor de b encuadernación no se ha imlM
Irado digno de ese carácter imponente. El somero pensamiento de su trabajo es vasto, el nnyl
todo es pequeño... Saint-Simon era un hombre notable, que no ho sido comprendido aún; por c o l
siguiente es Importante para los jefes de escuela entrar en la vía del proselitismo hablando, cam®
Cristo, un lenguaje apropiado a los tiempos y a los hombres, por lo menos hacer entrar en tü/Alí
y emocionar a partir de ahí». Respecto ¡1 Saint-Simon, ibid.: «la verdad acaso esté ahí». Honotl
de Balzac, Critique littéraire [Critica liteiaria], Patís, ed. Louis lurriet, 1912, pp. 58 y 60 («El follam
de los periódicos políticos>). IU 12 a, H|
El motivo del cisma de los sansimonianos fue la doctrina de la emancipación
de la carne de Enfantin. A esto se añadía que otros, como Pierre Leroux,
habían rechazado ya antes la confesión pública. [U 13. II
La prensa bajo Carlos X «los periódicos no se vendían en cantidad; sólo eran leídos poi los
abonados y el abono costaba caro; era un lu|C de hecho reservado a la nobleza y a la alta
burguesía. El total de e|emplares no se elevaba en 1824 más que a cincuenta y seis mil |de bs
cuales cuarenta y un mil para los periódicos de oposición){»). Charles Seignobos, Histoire sin
cére de la nation fran^aise {Historio sincera de la nación francesa], París, 1933, pp. 411-412.
Además, los periódicos tenían que depositar elevadas fianzas. [U 13, 31
Siendo editor del Prense, Girardin introduce la venta de números sueltos, los anuncios y el
folletín. [U 13, 41
«A los vendedores de periódicos es costaba mucho procurárselos; para lenet b vez, estaban
obligados o hacer cola durante una parle de lo noche en plena cclle » Parts sous h Répobtique
de 1848. Exoosilion de la Bib'ioíhéque el des fravojx historiaues de la Ville de París [París ba¡o
la República de 1848. Exposición de b Biblioteca y de bs Trabajos históricos de b Ciudad de
París! 1909. p. 43. IU 13. 51
En 1831. Bazaid, Chevalier y algunos otros se niegan a prestar servido en la Guardia Nacional
alegando su pertenencia al «clero* de la iglesia sansimoniana. 24 horas de cárcel. IU 13, 81
El Globe (31 de octubre de 1831) con motivo del levantamiento de Lyon, cuya industria,
cree, puede quedar en entredicho por una subida salarial: «¿No ve entonces usted mismo
que una intervención directa en los asuntos de la Industria.., se le impone,., que usted no puede
calmar pasajeramente los sufrimientos de una de las clases de lo sociedad sin lal vez oprimir a
los demás dases? Que se ensalcen ahora los beneficios de la competencia, el dejar hacer...
que bs oradores liberales vengan aún a prodamar» H. R. d’Allemagne, Los sansimonianos, París,
1930, p. 140. IU 13. 91
Los sansimonianos: un ejército de salvación dentro de la burguesía.
IU 111
líela tor:
«A ese pueblo, del que se temen cabeza y brozo,
¡Hazlo que ande sin cesarl
Cuando sus pasos detengáis
Se dará cuenta de la herida de su zapato».
León Halévy, Fables nouvelles. Le chaussure [Nuevas fábulas. El calzado],
Le Saint-Simonisme dans la poésie francaise [El id
1855, p. 133 (cil. de Liefde,
monismo en la poesía francesa ], (Haarlem, 1927), p.70}. fl, 14 d
•Los zapadores del ejército pacifica» una expresión sansimoniana para el conjunto n
trabajadores. [U 11 u
«El elemento femenino y masculino que encontramos en Dios y que también queremos qu» i»y|
en la pareja de sacerdotes no ha sido cantado en lo poesía de la secla No hemos enconH
más que una sola alusión a esos dogmas
Dios buena y bueno. Esle mundo carece de fe;
Aún duda: jel Padre es prisionero!
La Madre, ¡oh Dios!, será la providencia
Que en su felicidad él no podrá negar»
(Jules Mercier, Dieu hoíjs le tendía dons La h i nouvelle [Dios nos lo devolverá en La
p_ 15) C. L de Liefde, El sonsimonismo en h poesía francesa, {Haarlem, 1927), pp. 146 I f l
IU 1.1 <1,1
George Sand, que ve realizada la unidad de las clases mediante el amor, lo entiemli' ni
este sentido: «Un muchacho de baja condición, pero bello y genial, se une a una bella, noH
y perfecto muchacha: y ahí tenemos fundidas las clases... témor, del Meunier d'Angibauh, a f l
sano heroica, rehúsa la mano de una viuda patricia porque es rica... y la viuda se alegrci *1*1
incendio que la arruina y hace que caiga el última obstáculo que hobla entre ella y su arnuliw
Charles Brun, le román social en France au xix° siécle [/o novela social en Francia en el
xwj, Paris, 1910, pp. 96-97. IU 13 ii, Iffl
I nlantin presupone una constitución corporal completamente distinta (y distintas enfer
medades) en los sacerdotes, los artistas, los comerciantes, etc. |U 13 a, 91
I I estilo de Girardin: *61 punto y aporte en cada fiase, siendo cada fiase una palabra, la an!i-
n us de las ideas desarrollada en lo similitud de los palabras, b rimo en piosa ... b mayúscub
'>ii todos bs sustantivos, la enumeración que recuerda a Rabebis, la definición que no suele
. <oidor nado en absoluto». Édouard Diumont, tes hóros el les pitres\lo$ héroes y bs payasos],
IViils, (1900), p. 131 («Émile de Girardin») [U 14, 11
I )runiont sobre Girardin: «Para llegar o ese resullado de set olvidado ocho hoias después de
mi muerte, se ha levantado lodo su vida a las cinco de la moñona». Édouard Drumonl, Los héroes
y los payasos, París, pp. 134-135 («Émile de Girardin»). [U 14, 21
SiJwe el movimiento en el sansimonismo. de las carias que dejaron Claire Démar y Perrcl
Désessarts a Lamben antes de su suicidio conjunto. Claire Démar: «Peio si su voz no me ho
mostrado, si no ha sido él quien ha venido a convidarme o esta última fiesta, por lo menos no
lie de adelantar su viaje: desde hace mucho tiempo él estaba listo». Désessarts: «la (unción y
el funcionario se extinguen al mismo tiempo, lo hemos repetido a menudo; ¡poique a uno no le
jjuedu faltar la otraI |Puss blenl yo, que siempre Ful el hombre de la lucha y de la soledad, yo
que siempre he ido solo al qislomlento... viva protesta contra el orden y la unión; qué habría de
sorprendente en que me retíre, ocaso en el instante en que los pueblos van a unirse con un vínculo
religioso, cuando sus manos van a acercarse pora formar esta augusta cadena... lambert, no
dudo de la humanidad, tampoco dudo de lo Providencia., pero en el tiempo en que vivimos
lodo es sonto, iincluso el suicidio!... ¡Maldición para quien no se descubriese ante nuestros
cadáveres, porque eso es impío! Adiós, 3 de agosto de 1833. die2 de la laide». Claiie
Dómar. Ma loi d avenir [Mí ley de futuro]. Obra póstuma publicada pot Suzanne, Pans,
Bureau de b tribune des femmes et chez tous les marchands de nouveautés,1834, pp. 8, 10-11
IU 14, 51
f.OV
Toussenel cuerna que Enfantin, para recuperarse de la condena del tribunal y coM
del fracaso de su poder de fascinación en ese lance(.) se dedicó a especular. O fiit't
más esta descripción suya: «Hubo un hombte serrejante o los inmorales llamado Efilt™
menos célebre por la potencio de sus electos de iacc en el noble juego del billar, qu* ■
frecuencia y la distinción de sus párolis en la caza, el cual, a fe de algunos encanladoiflf
turas... se presentó como poseedor sin tocho de la física del empleo plvotal, e hizo qun Iíj |
masen como Padre... Y yo que estábamos en el día que sigue a los gloriosos... este liomb
adeptos». A Toussenel, les ¡uik rois de l'époque [ios judíos, reyes de la época] ¡Terc.il
ción), 1, París, ed. Gabriel de Gonel, (1886), p 12Z (li I 1 ,
Durante las epidemias de cólera, la gente echó la culpa de la infección a los comcltB
de licores. III 111
«El padre Olinde;"... Si es usted sansimoniano, sepa que no os la Repúblico lo que nosolrol^
remos".» Firmln Maillard, la íégende de la lemme émandpée [¿o leyenda de la mujer rm
poda], París, p. 111, [I.I 11,1.
Heine dedicó A lem ania a Enfantin. Éste le contestó con una caita que fue publicad
1835 porDuguet en una separata: H eine á prosper E nfantin, en figypte, con el título I
cubierta De l AUemagne, 8.° M. Piece. 3319 (signatura de la Biblioteca Nocional) t.i d
exhorta a Heine a moderar su sarcasmo, sobre todo en los asuntos religiosos. 1leim> |
debía escribir un libro sobre e! pensamiento alemán, sino sobre el corazón de Alniw llJ
sobre la realidad alemana -considerada en lt) esencial por Enfantin como idílica—
[U l l i j
Sobre el cisma de los sansimonianos: «Bazard... habla sido golpeado rnorlalmente des
pués de la famosa confesión general en que aprendió de su propio mujer que, a pesar de
(oda la simpatía... que ella sentía por él, no le hobío visto nunca acercarse a ella sin sentir
una repugnancia instintiva. Es Hércules encadenado, había dicho alguien viéndole fulminado
por la apoplejía». Furur Maillard. la leyenda de la mujer emancipada, Paris. p. 35
IL 15, 4)
«Conocemos el retrato de Ménilmontant;... vivían célibes para demostrar que sus ¡deas acerca
del matrimonio y acerca de la emancipación de ias mujeres no eran el resultodo de un cálculo
epicúreo.» Firiniri Maillard, La leyenda de la mujer emancipada, París,p. 40, [U 15, 51
«los artes sólo pueden florecer o condición de una époco orgánica, y la inspiración sólo es
poten'e y scludable cuando es soc:al y religiosa.» Así arremete I'.. Barrault (.-ti/.v artistes Du
passé et d e ¡'avenir iles beatix-ar1s\A los artistas. D el pasado y d e l fu tu r o cíelas Ixrllas arted,
París, 1830, p. 73) contra las estériles «épocas críticas». tU 15, 71
Último eco de las ideas originarlas del sansimonismo: «Puede compararse el cela y el ardor
que despliegan en la actualidad los naciones civilizadas para establecer el ferrocarril con lo
que ocurría hace siglos para la erección de las iglesias.. Si, como se osegura, la oalabra leli-
gión viene de religare los ferrocarriles tienen más relaciones de las que se piensan con el
espíritu religioso. Nunca existió ut instrumento de tanta potencia... paro unir ios poeb es sepa
rados». Michel Chevalier. «Chemins de fer» [«Ferrocarriles»]. Extrait du Diclionnaire de l éco-
nomie politique [Extracto del Diccionario de economía política], París, 1852, p 20.
IU 15 a, 1|
«El propio gobierno quena construir los ferrocarriles; ese sistema ofrecía ciertamente Inconve
nientes... pero era finalmente uria solución gracias a la cual tuvimos ferrocarril. A esta propuesta,
gran explosión; las rivalidades políticas se mezclaron con ella la misma ciencia llegó a otor
gar su apoyo al espíritu de oposición sistemática. Un sabio ilustre tuvo la aebiiidad de p-eslar
la autoridad de su nombTe a ese complot urdido contra e ferrocarril. La ejecución por parte del
Estado fue rechazada por una inmenso mayoría. Esto sucedía en 1838 Por bien compuesto
que estuviera, el gobierno se volvió hacia la industrio privada Tomen, dice, esas vías maravi
llosas, les ofrezco la concesión Anle estas palabras, nueva tormenta. |Quél (los banqueros, los
capitalistas, van a enriquecerse con estas empresasl... la feudalldad renace de sus cenizas,
los proyectos de concesión a compañías fueron desechados... o erizados de cláusulas que
hacían imposible su aceptación paia los accionistas serios. Llegamos asi o 1844.» Michel Che
valier. «Ferrocarriles» Extracto del Diccionario de economía política, Patís, 1852. p. 100
[U 15 a, 21
t il
Chevalier ya establece la siguiente equivalencia en cuanto al transporte bélico en vagoid
de ferrocarril: 40 hombres igual a 6 caballos (cfr. Michel Chevalier, «Ferrocarriles». Exlitiffl
del Diccionorío de economía política, l’arís, 1852, pp. 47-48{))- (U 15 ti, j
Teoría del arce del sansimonismo. Se basa en la división de la historia «en épocas Or'|0fl
cas o religiosas, y en épocas Críticas o irreligiosas... La serie histórica que esle Irabajo abato
presenta dos épocas orgánicas: lo primera construida bajo el imperio del politeísmo, la seguftl
bojo el cristianismo; y, a continuación de estas épocas orgánicas, dos épocas criticas, una d
las cuales se extiende tros la era filosófica de los griegos hasta el advenimiento del cristtaniidl
y la otra tras el finel del siglo quince hasta nuestros dios». [E. Barrault], A los artistas DelpasM
y del futuro de /os bellos artes, París, 1830, p. 6. [U 15 a, i
Barrault tiene ya una vaga idea de la importancia para el arte de los el#
mentos cúbicos secularizados, si bien pone el acento en las épocas propia
mente cúlticas. «Aunque en Grecia no haya existido una organización de cali
religiosa como la de Oriente, su epopeya no constituye menos uno primera sepd
ración del culto y de la poesía, si la ortodoxia se prolonga en las épocas crítico!
el curso de esas épocas asciende sordamente hasta el seno de la ortodoxia”
[E. Barrault,] A los artistas. Del pasado y del Futuro de las bellas artes, París, 183Q
pp. 25-26. IU 16, i
Saint-Simon señala con satisfacción que precisamente ios hombres que han Impulsad i iltf
un modo decisivo a la humanidad -Lutero, Bacon, Descartes- tuvieron pasiones. Lutero, U
buena mesa; Bacon, el dinero; Descartes, las mujeres y el juego. Cfr. E, R. Curtlus, llnlztl
(Bonn, 1923), p. 117. IU 16, |
Augustin Thierry, un -pupilo- de Saint-Simon. Según Marx, -expuso muy bien... cómo desde
el principio, al menos desde el auge de las ciudades, la burguesía francesa adquiere mucha
influencia al constituirse como parlamento, burocracia, etc., y no como en Inglaterra, que
no sale del comercio y de la industria-. Karl Marx a Friedrich Engeis. Londres, 27 de julio
de 1854. [Karl Marx/Friedrich Engeis, Ausgetvüblte tirieje [Cartas escogida^, Moscú-Lenin-
grado, V. Adoralskij ed., 1934. p. 60.1 IU 16 a, 11
Efectos del sansimonismo: «Pierre leroux. o quien los grobodos de lo época representan con
tas manos ¡untas y aire extático, quiere absolutamente hocer que se publique en la Reme des
Deux-Mondes un articulo sobre Dios... Recordamos que louis Blanc, olreció a Ruge el leslin de
uno conferencia contra el ateísmo. Quinet. con Michelet, lucho a brazo partido contra los jesji-
tas; pero conserva el secreto deseo de reconciliar a sus compatriotas con el Evangelio». C. Bougie,
Chez les propbétes sodalistes [En caso de los profetas socialistas], Poris, 1918, pp. 161-162.
IU 16 a, 21
Cuenta Schlabrendorf que Saint-Simon quiso hacer de la física, y sólo de ella, la verdadera
religión. -En las iglesias, los profesores de religión debían dar conferencias sobre los mis
terios y milagros de la naturaleza. Se colocarían, eso creo, máquinas eléctricas sobre el
altar, y a los creyentes se les tocaría con pilas galvánicas.* -Graf Gustav von Schlabrendorf
in Paris über Ereignisse und Personen seiner Zeit- [-El conde Gustav von Schlabrendorf en
París sobre sucesos y personajes de su ticmpol, en Cari Gustav Jochmann, Reliquien Aus
seinen nacbgelassenen Papieren Gesammelt von Heinricb Zscbokke [Reliquias. De su legado
postumo. Reunidas por Heinricb ZschobM, I, Hechingen, 1836, p. 146]. [L' 16 a, 41
El Templo de memoria (Casa de las mujeres) de Ledoux: -Los relieves narrativos (le
columnas triunfales simadas en las esquinas de una casa de campo, debían proclain^^|
fama de las donantes de vida, las madres, en lugar de los habituales monumentos que f l
levantan a las sangrientas victorias de los generales. Con esta obra singular, el artista <|illfl
dar las gracias a las mujeres que había conocido en su vida-. Emíl Kaufmann, IX’ ítv A jfl
a Le Corbusier, Víena-ix-ipzig, 1933, p. 38. II 17, f l
Sobre Ledoux: -Dado que se están derrumbando rodas las diferencias de rango en la .trq tfl
lectura, todas las tareas constructivas tendrán el mismo valor... El nuevo universalíl^H
arquitectónico desplaza al antiguo eclecticismo temático, que se ocupaba casi excluMvfl
mente de iglesias, castillos, viviendas ■‘privilegiadas' y, en todo caso, de conslrucdiil^B
defensivas El proceso revolucionario del aburguesamiento en ti construcción de v Iv líH
das discurre paralelo al fin de la articulación barroca como forma de arte... Cn coniplafl
mayor, concebido como asentamienro extraurbano, se compone de un cierto n úin d S k
viviendas de dos a cuatro habitaciones situadas en romo a un palio cuadrado, cada u if l
con su necesario trastero, mientras que la cocina, la despensa y los demás espacios de t i f l
bajo se encuentran en un edificio situado cn el centro del patio Se muestra así quízj p f l
primera vez el tipo de vivienda que se difunde actualmente con el nombre de casa n f l
cocina compartida-. Knul Kaufmann, De Ledoux a le Corbusier Viena-l.eip/.ig. 1933, p, ) f l
IU 1 7 , ■
«Ei Hombre se acuerda de! Pasado; la Mujer presenta el Futuro; la Pareja ve el Presente,»lúM
mulo sansimónisto por Du Camp, Souvenirs littéraires [Recuerdos literarios] II, París, p 93. 1
(U 17 ¡i, 11
«la Madre» «Asi debía ser la mujer libre... la mujer libre debería ser una mujer de reflexión y i* I
razonamiento que... habiendo profundizado en las aptitudes femeninas... baria confesión da A
sexo... Lo búsqueda de... la Madre no ere uno innovación de Enfontin; mucho antes que él, S o lrfl
Simón, cuando Augustlri Thierry era su secretario, había intentado encontrar,,, esta maravilla.,, y l
creía efectivamente haberla descubierto en Mme. de SfaSl». Ésta rechazó la propuesta de ayu» I
dar a la humanidad, junto con Saint-Simon, a encontrar un mesías (pp. 91-93). —«La misión*
de la Madre se formó y partió. Doce era el número de peregrinos, comprendido Barrault, |oln
de lo expedición. Habla que ir hasta Constantinopla... sin dinero. Vestidos de blanco, como
signo del voto de castidad que habían pronunciado en e ! momento en que dejaron París, con « I I
bastón en lo mano, mendigaban a lo largo de los caminos, en el nombre de lo Madre. En ñor I
goña, se 'arrendaron' para recoger la cosecha; en Lyon llegaron la víspera de uno ejecución
capítol y, por la mañana, onle el cadalso, protestaron contra lo pena de muerte. Embarcaron en
Marsella y trabajaron de marineros o bordo de un barco mercante donde Garibaldi era el
segundo,. Dormícr en el gran cementerio, resguardados par las cipreses del rocío de la
mañana, vagando por las tiendas, a veces deteniéndose y predicando la fe de Saint-Simon,
hablando francés con los turcos que no les comprendían » (Pp 94-95.] Se les detiene, se les
deja libres, deciden buscar a la madre en Rolotima, en el Océano Pacífico, pero sólo lle
gan hasta Odesa, de donde son devueltos a Turquía. Según Máxime Du Camp. Sotwenirs
littéraires fRecuerdos literarios|. [|, París, 1906. 2]
11J 17 a,
«Goudissort reclonó una indemnización de quinientos bancos por las ocho horas duranle :as
que debía ponerse al corriente de la doctrina de SaintSrmor, objetando bs prodigiosos esfuer
zos de memoria y de inteligencia que eran necesarios para estudiar a fondo este aríicuhj Gau-
dissart viaja para el Globe (y el Journal Jes vnfants). H de Balzac, í iliusire Gaudissart [Ei
ilustre Goudissari], París, ed, Calmann-lévy, p II. [U18, 1 ]
£1 bloqueo continental fue. por así decirlo, elprimer ensayo práctico del san-
simonLsmo. Heine ('Sámlliche Werixr [Obras completas], 1, Hamburgo, 1876,
p. 155: Fmnzdsiscbe Ziistánde [Asuntos franceses]) califica a Napoleón I de
emperador sansimoniano. [U 18. 2]
«La pálida vida de nuestra civilización, lisa como el canal de una vía férrea», dice Balzac, te
p sau de chagrín [La p ie l de zapa], París, ed, Flomrtiaríon, p, 45. [U 18, 61
V
[C o n s p ir a c io n e s , c a m a ra d e ría ]
«Bajo el Segundo Imperio, a los agentes provocadores que solían mezclarse en :as revueltas los
llamaban "batas blancas'-» Daniel Halévy, Décodence de ta liberté (Decadencia de le libertad],
Poris, (1931), p. 152. IV 1, 1]
■En 1848, luis Felipe lenia en Parts, en lugar de los novecientos cincuenta gendarmes que lento
Carlos X, una guotdio de tres mil hombres, y quinientos agentes en lugar de cuatrocientos El
Segundo Imperio le tuvo afecto o la Policio, y la instaló magníficamente Le concedió ese vasto
edificio, cuartel, fortaleza y oficina, que ocupa el centro de la Ciudad entre el Palacio de Justi
cia y Notre-Dome, y recuerda, aunque menos bello y más grande, esos palacios de las ciuda
des láscanos en que residían los Podeslá » Daniel Halévy, Decadencia de la libertad. París,
p . IS O . I V 1 , 2]
«Los expedientes de la Prefectura de Policía son reputados y lemídos. Cuando un nuevo prefecto
loma posesión de su cargo, se le llevo su expediente personal Así sólo él está preservado, ni los
ministros, ni siquiera el Presidente de la República, leen nunca sus expedientes, clasificados y con
servados en archivos que nadie tiene derecho o explorar.» Daniel Halévy, Decadencia de la
libertad, Paris, pp. 171-172. [V l, 31
iVolviendo al Barrio latino, el bosque virgen de la calle d’Enfar se extendía entre la calle du Val-
de-GrSce y la calle de l'Abbé-de-TEpée. Era el jardín de un viejo hotel abandonado y tuinoso
donde crecían desotdenadamenle entrelazados plátanos, sicomoros, castaños y acacias. En
medio, un pozo daba acceso a las Catacumbas, Se decía que el lugar eslabo poblodo de fan
tasmas: en realidad, el pozo servia para las reuniones tománticas de los Carbonari y de la
sodedad secreta Aide-toi, le ciel íaidera,» Dubech-D'Espezel, Histoire de Paris [Historia de
París], París, 1926, p. 367. ■ Jardines y Serio ■ [V 1, 41
«la guardia nacional no era en absoluto una broma. Entre la tropa del ley y el pueblo insurrecto,
la burguesía de París armado era la gran potencia mediadora, la cordura de la nación... De
1830 a 1839, los burgueses de la guardia nacional perdieron dos mil de ellos ante las barri-
cades, y a ellos más que ai ejército les debió Luis Felipe hacer permanecido en su Ir
que los jóvenes se habían hecho viejos y porque no hay nodo de lo que uno rose
burgueses se cansaron de esla vida extravagante, cue exigía que los boneteros y los
se armaran y se fusilaran cada seis "rieses Los boneteros, gen'es de paz, se cansaron ente» d
los eoonistos. Esla observación bastaría para explicar lo revolución de fefce-o» Dubech O l
pezfil, Historia de París, París. 1926, pp 389 39:
Insurrección de junio. -Bastaba parecer pobre para ser tratado como un criminal. Se invc^B
en aquellos días lo que se llamó 'un aspecto de insurgente", y se arrestó a iodo el que lu v M l
ese aspecto... A la misma G u a n í» Nacional, que había hecho la revolución de febrero, flfl
se 1c ocurrió llamar insurgentes a aquellos que luchaban contra un rey. Sólo se IlamiilNlll
insurgentes aquellos que se habían., levantado contra la propiedad. Puesto que la G u a flfl
Nacional... ' había salvado a la sociedad", pixlía hacer en aquellas días lo que quisieras
ningún médico hubiera osado negarle el acceso al hospital... La ciega cólera de la G u a flfl
Nacional llegó incluso al punto de griiar ‘ isifenciof a los enfermos sumidos en la fiebre |ilW
hablaban en su delirio, y los hubieran matado de no habérselo impedido los estudianl<S
Engláncler, <Gescbicbte der fntnzósiscben Arbeiter-Associatíonen [Historia de las asochit fiM
nes obreras de Francia], II, Hamburgo, 1864), pp, 320, 327-328, 327. [Vl . ii|
»iis evidente que las asociaciones de trabajadores perdieron mucho terreno con el go|i>0
de Estado del 2 de diciembre de 1851... Todas las asociaciones de trabajadores, tanto hit
que recibían ayudas del listado como las restantes, comenzaron a retirar rápidamente ni*
letreros, en los que figuraban los símbolos de la igualdad junto con las palabras “liben,til,
fraternidad e igualdad", como si se hubieran asustado por la sangre derramada en el gr >I|m>
de Estado. Sigue habiendo asociaciones de trabajadores en París desde el golpe de Estado,
pero los trabajadores ya no se atreven a llevar esos nombres... Seria difícil localizar M
asociaciones de trabajadores que aún quedan, porque el nombre "asociación de traliaM
dores’ ya no consta ni en el libro de direcciones de la ciudad, ni en los letreros. iX'itdl
el golpe de Estado, las asociaciones de trabajadores existen sólo como compañías comefl
cíales ordinarias. Así. la antigua asociación fraternal de los aparejadores se conoce únlCH
mente con el nombre de la firma "Bouyer Cohadon & Co.”; la asociación de doradoicflj
que también sigue existiendo, tiene ahora el nombre de la firma *Drcvtlle, Thibout & C o,*,J
sucede así que en las asociaciones de trabajadores que aún quedan en pie son los gecoMM
los que dan el nombre a la firma... Desde el golpe de Estado, ni una sola de ellas admlnj
lió un nuevo afiliado. Cualquier nuevo miembro hubiera sido contemplado con la mayor
de las desconfianzas. Incluso la visita de un cliente se recibía con desconfiarla, creyendo
que la policía estaba en todos lados, lo que tenía tanta mayor justificación cuanto quQ t
menudo la policía se presentaba oficialmente bajo cualquier pretexto.- Sigmund Englfltl
der. Historia de las asociaciones obreras de Francia, IV, Hamburgo. 186-i, pp. 195, 1 '
198, 200.
Los trabajadores de 1848 y la gran Revolución: -Aunque sufrieron bajo las circunstan^^B
creadas por la Revolución, no la culparon de su miseria; se imaginaron que la R evolut(^|
no había derivado en felicidad para las masas populares porque hubo intrigantes que
searon el principio fundamental que la sustentaba. Pensaban que la gran Revolución h il'W I
sido en sí misma buena, y la miseria humana sólo podría evitarse si la gente se decidid >t1
un nuevo 1793- Por eso se apartaron con desconfianza de los socialistas, sintiéndose tttr.il I
dos por los republicanos burgueses que, con el fin de crear una república, conspiraban i n|| I
métodos revolucionarios. Las sociedades secretas en la época del gobierno de Luis l'clt|itf I
reclutaron entre la clase trabajadora a muchos de sus más activos colaboradores*. I'.ml I
Lafargue, -Der Klassenkampf in l'Yankreich- [-La lucha de clases en Francia-I, Die Neue Zeit
XII, 2 (1894X p. 615. IV 3,11
Marx sobre la -Liga de los comunistas-: *{-)l:ti lo que. . alarte a la doctrina secreta.., de la
Liga, recorrió todas las fases tanto del socialismo y del comunismo francés e inglés, como
de sus variantes alemanas... La fórm ula de la sociedad secreta procede de París,,. Durante
mi primera estancia en París (desde fines de 1843 hasta principios de 1845) me cuidé de
contactar personalmente con los dirigentes de la Liga, y también con la mayoría de las aso
ciaciones secretas francesas de trabajadores, sin llegar a ingresar, con todo, en ninguna. La
oficina central londinense.- contactó con nosotros en Bruselas, y nos mandó... al relojero
Josef Molí... para animamos a entrar en ia Liga Molí rebatió nuestros reparos... con la pri
micia de que la oficina central quería convocar un congreso federal en Londres... Por eso
Ingresamos. Se celebró... el congreso, y, después de violentos debates que duraron varias
semanas, se aceptó el Manifiesto del partido comunista que Engels y yo habíamos redac
tado1’. C u an d o Marx escribió estas líneas, dijo que trataban sobre “historias medio olvida
das y desde hace mucho dadas por muertas"... En 1860 no había ningún lugar de Europa
en el que hubiera resurgido el movimiento obrero derrotado por la contrarrevolución de
los años cincuenta... Mal se entiende la historia del Manifiesto comunista cuando se fecha
con su aparición la del movimiento obrero europeo. El Manifiesto fue más bien la conclu
sión de su primer periodo, que abarcó de la revolución de julio a la de febrero... Lo
máximo a lo que pudieron llegar fue a la claridad teórica L'na Liga obrera secreta que
supo acompañar a través de los años, participando intelectual mente, al socialismo anglo-
francés y a la filosofía alemana de entonces, desplegó una energía de jxmsamiento que
sólo (Hiede producir el m ayor de los respetos», "Un aniversario del comunismo», Die Neue
Zeit XVI, 1 (1898), Stuttgart, pp. 354-355. La cita de Marx procede del panfleto contra Vogt.
IV 3, 2)
•Tros el atentado de Orsini.. el gobierno imperial hizo que se volara inmediatamente una M
moda "de seguridad general" qte le otorgaba el poder de detener y de deportar sin ju ld
cualquier persona costigoda anteriormente con ocasión de los dios de junto de 1848, y d i
acontecimientos de diciembre de 1851 En cada departamento, había tenido que, por 4
designar urgentemente un número determinado de víctimas.» A Malet y P Grilíet, Siglo JtflW
1919, p. 273. " IV <
El 29 de abril tle 1827 Villele disuelve la Guardia Nacional porque se manifiesta c n iitrtH
|V®
Contra sesenta alumnos de la Escueta Politécnico a la cabeza de la insurrección de iiilIrtiM
iv |
El 25 de marzo de 1831 se reintroduce la Guardia Nacional, «Ella misma nombraba a
dales, excepto los jefes de legión... La guardia nacional formaba... un verdadero ejércilaflH
contaba con alrededor de 24 000 hombres... este ejército era... una fuerza de policía... Ad<HI^|
se cuidaron de apartar de él a los obreros... Se llegó a ello imponiendo que lo guardia rtf^ |
nal tuviera uniforme y que se equipara a su costa.. Esta guardia burguesa por otra parte en
quier circunstancia cumplió cort su deber. Cuando sonaban los tambores con el loque iln IM
mada, todos dejaban sus ocupaciones, los tenderos cerraban sus almacenes y, endosado®
uniforme, iban a reunirse con el batallón t»rt el luger de formación.» A. Malet y P, Grillet, Sigla i f l
París, 1919, pp. 77 y 79. IV ■ !, i||
«La mayor parte de los republicanos habian pertenecido a la Charbonnerie; ellos multiplicuiflM
contra Luis Felipe la creación de sociedades secuelas. La más Importante... fue la de los D tM
chos del hombre Creada en París, donde llegó a corlar en poco liempo con casi 4.000 Itltlifl
dos, calcada de la Charbonnerie, ‘uvo ramificaciones en la mayoría de las ciudades importan
tes. Ella fue la que organizó las grandes insurrecciones de París y de Lyon, en junio de 1832 y
en abt de 1834 los principales periódicos republicanos eran la Tribune y el National, dirigi
dos el prir-erc por Armand Marrasl y el segundo por Armard Cartel» A Malet y P Grille!, Siglo Xjy,
París. 1919, p. 81. [V 4, 51
Durante la epidemia tic cólera, se acusó al gobierna <Je haber envenenado los pozas. Así
en el faubourg St. Antoinc [V 4 a, 31
«La juventud de las escuelas haoía adoptado la boina roja; y en las sociedades secretos se pro
metía o la próxima hocer que volviera o posar la navajo nacional.* Charles Louandre, les idees
subversives de notre temps [ios ideas subversivos de nuestro tiempo|, París, 1872, p. 85
[V 4 a, 41
«Respuesta dada más latde por un acusado ante la Corle de los Pares: - ¿Quién era vuestro
¡efe? - Yo no lo conocía y yo no lo reconocía.« Victor Hugo, CEuvres complétes [Obras com
pletas], Novela 8, Porls, 1818, p. 47 [Les Misérables [ios miserables]; hechos que se salen de
la historia y que la historia ignora), IV 5, 21
«De vez en cuando verian hombres 'con bonitos vestidos burgueses”, "produciendo a la v c ^ j
teniendo el aire "de mandar', daban palmados a los más importantes, y se iban. Ni.nrQl^H
moneden más de diez minutos.» Viclor Hugo, Obras completas. Ncvela 8. Paris. 1818. 1 > 4N
43 {los miserables;, hechos que se salen de la historia y que la historia ignora! IV 4 H
Sólo después de 1H32, pero sobre todo en 1834 y 1835,seconsolidó la propaganda rry fl
ludonaria entre el proletariado. (V S, ';|
«Se ocabaron, en 1840, los jacobinos, (os Montañeses, las Soaedades secretas, bs c o m p w
ciones, bs revistas, bs tomes de ornas y bs golpes de Estado. Se vo a preferir o los 'comufljB
tas' los obreros participarán en el banquete de Bellevrlle, donde el relojero Smard tomó ■
polabro la gran huelga de 1840, que solamente en París puso en pie o 3 0 0 0 0 hambres, opffl
mió a su federación.. Henri Heine ha grabado con su estilete, en diez pasajes de su lutéce,,. Ir)
potente captura por el comunismo del obrero de los suburbios parisinos. Él se concede el honofj
a través de sus caitas a la Gazette d'Augsbourg,
de haber revelado el comunismo a los proplti»
comunistas... Poto... hay comunistas y comunistas. Transcribo del Almanach icarien de 1843 iv.li>
advertencia ... "Actualmente los Comunistas pueden dividirse en dos categorías principales; lo(
simples Comunistas que quieren la abolición del Matrimonio y de la familia, y los Comunista!
Icoiios.. cuyo carácter distintivo es querer la Familia y el Matrimonio, rechazar bs sociedad**'
secretas, la violencia, la revuelta y el atentado.» Challes Benoist, «El hombre de 1848», 11[£evue
des deux mondes (1 lebrero 1914), pp. 638-641). IV 5 a, 1]
A mediados de los años treinta se desató una crisis en el seno de las tradi
ciones asociativas de oficiales y aprendices artesanos. Se tambalearon las
jerarquías heredadas del tiempo de los gremios medievales, y muchas de las
canciones gremiales se consideraron pasadas de moda; se intentó elevar el
nivel moral e intelectual de las asociaciones. Agricol Perdiguier compuso una
especie de cartillas básicas para oficiales artesanos con canciones y textos
instructivos o edificantes. Permite descubrir que los usos agonizantes de los
gremios constituyeron el caldo de cultivo de las sociedades secretas.
IV 5 a, 21
Cenáculos después de 1839: La Cuchufleta de los hijos del dioblo, los comunistas materialistas.
IV 5 a, 31
Régimen de los comerciantes de vino: «la ley actual le concede lo libertad, y, en electo, el Impe
rio le habia privodo de ella. Napoleón III veia en los tabernas 'lugares de afiliación para las
sociedades secretas’, y el Código anotado [PanRelo Julien Gou|on, Code annoté des limona-
diers [Código anotado de los bolilleros]] le acusa de haber querido 'aterrorizar' para "trans
formar en celadores oficiales, en agentes electorales a trescientos mil habitantes y o sus familias'
¡Trescientos mil cafetines, y cafetines polilicos, esos que Balzoc llama "parlamento del pueblo .
extendían ya su red... bajo el régimen de julio y el gobierno de 18481» Maurice Talmeyr, «le
marchand de vins» [«El comerciante de vinos»] (Revue des deux mondes (15 agosto 1898), pp.
877-878). IV 5 a, 4)
Extractos de Agricol Perdiguier: te livre du compagnonage [El libro del gremio], París, 1840,
ed. por el propio aulor: «En 1830, los Aspirantes carpinteros y los Aspirantes cerrajeros se rebe
laron en Burdeos contra sus Compañeros y formaron entre ellos el núcleo de una nuevo Socie
dad. Después, en Lyon. en Maisello, en Nantes, otros Aspirantes también se han rebelado y for
mado sociedades. Estas diversas Sociedades se han correspondido entre si, y ha quedodo
construida la Sociedad de lo Unión o de los Independientes... No hoy en ellas ningún misterio,
ninguna iniciación, ninguna distinción.- Todos bs miembros de la Sociedad son iguales» (pp 179-
180). L'sos y costumbres; «Cuando un Compañero va a la casa donde lo sociedad habita, come
y tiene sus asambleas, dice: "Voy a casa de lo modreV Nombres: «La Rosa de Carcassonne, el
Decidido de Toumus, ele» |pp 180-1811. Topagc, idea de un encuentro entre aprendices que
discurre según las formas prescritas: «Ellos se preguntan de qué lado o de qué Deber Si son
del mismo, es una fiesta, beben de la misma botella... En el caso contrario, primero son los inju
rias, y después los golpes» (p. 187). Cintas de varios colores y llevadas de distintos modos
son el signo distintivo de los diferentes oficios artesanales. Son habituales además los pen
dientes, de cuyos aros colgaban herraduras, martillos, escuadras, etc., que sólo podían lle
var los que pertenecían al oficio correspondiente. «El cortabón y el compás son los atributos
de lodo el gremio, porque se piensa... que la palabra compagnon deriva de compás... Los cerra
jeros y los panaderos a veces han pagado cata la gloria de llevar el compás; lodos los Com-
pagnons du Devoir de los otros estamentos han caído sobre ellos.» (P. 189.) «En las sociedades
gremiales la palabra señor no se usa... los franceses, los españoles, los italianos, los suizos,
cuando están reunidos, se denoTu-ior recíprocamente país español, país italiano, país suizoJ
Por otra parte habitan bajo el mismo 'echo, caminan sobre el mismo globo, son y se denomlj
país; )yo que el mundo no es para ellos sino un gran paísl» (P. 41.) Los compagnonsse ll.nn.ii
a si mismos h¡|os de Salomón. - Perdlguier trabajaba en el taller fundado por Buchez i llt f l
1850). Cerró en 1850, a! no poder hacer frente a una fianza de 18.000 francos. |V íi,'j
lo taberna de lo calle Belhomme: «Bajo luis Felipe, se le tenia por un individuo unido a la ptU
cía, Su clientela eri gran paríe estaba compuesta por los conspiradores de la época, que mi
tenían dos reuniones a la semana, los lunes y los jueves los jueves se presentaban los c i d
denles, los lunes se les recibía» A tepuge. les cafés polihques el lilléraires de París [ i o s I
políticos y foetanos de París], París, (1874), p. 99, [V 6 ,i, f l
De un informe secreto, citado por Pokrowski, del informador ruso jakow Tolstoi sobre ■
conversación con el director del Banco colonial inglés, Campbell, comisionado del |nllli
cipe Luis Napoleón: -El principe le lia revelado las dificultades de su situación, dado t((fl
tiene que luchar tanto contra el National (es decir, contra Cavaignac -M. P.)... como c(|H
tra las republicanos rojos (Ledru-Rollin -M. P.), que disponen de enormes suma* f l
dinero (I).. Después... me preguntó si acaso el gobierno ruso no se sentiría Indinado n|
prestarle al príncipe esa suma* la saber, la que necesita para la campaña electoral, ini| ><»•I
sible de conseguir en Inglaterra], después de esto, tuve claro que el .señor Camjiln'lfl
era una especie de emisario del príncipe Luis y, para desviar su atención y dar por It'fn
minada la conversación, hice como si todo eso fuera una broma. Le pregunté qué podía
ofrecer a Rusia Luis Bonaparte como compensación por el millón que pedía -"Toda i I jH
de concesiones", contestó con vehemencia el señor Campbell. -“¿Así es que Rusia punto
comprar la cabeza de la República? -le pregunté- ¿y sólo por un millón de Trancos, uno,
repartidos en las cuatro artos de mandato, representan 250.000 francas anuales? Admlilul
usted que no es caro." -"Yo le garantizo a usted que por ese precio (a tendrá a su c u ifl
pleta disposición." -“¿Empleará él al menos toda su autoridad para limpiar Francia de cinlfl
grantes polacos y rusos?" ~“;l-c digo a usted que aceptará comprometerse formalmente
a ello, porque se encuentra en una de las situaciones más difíciles en que puede e n c tlfl
trarse un hombre!** M N. Pokrowski. Histuriscbe Aufsútze [Escritos históricas!, Vierutfl
Berlín, (1928), p. 120 (-Lamartine, Cavaignac und Nikolaus I* [-Lamartine, Cavaignafl y
Nicolás M) [V S a J ll
«La antigua sociedad artesana de los “C om /xig n ons", cuyo origen se remonta al siglo }¡iv o
incluso... al siglo xn . (algunos historiadores hacen proceder de ella el movimiento carlm*
nario)... tuvo que interesarle especialmente a Balzac... Los Compagnons... databan su inri
dación en los tiempos de la construcción del Templo de Salomón... En el prólogo a Histo
rio de los trece, Balzac alude repetidamente a los Compagnons, sugiriendo que aún cuentan
con seguidores entre el pueblo francés.* Ernst Robert Curtius, Balzac, Bonn, 1923, p. 34,
IV 7, 1]
-En Francia fue sobre todo la sociedad secreta conocida con el nombre de Ixt Congrcga-
tiem la que brindó al público material para todo tipo de historias macabras y excitantes. Los
literatos de la Restauración, en especial, le atribuyeron las más oscuras intrigas. El conde
de Artois, el futuro Carlos X, estaba próximo a ella... Con una Historia de Ias sociedades
secretas en el ejército, Charles Nodier fascinaba por entonces a sus lectores. Él mismo per
tenecía a la "Société des Pbiladelpbes". fundada en 1797... También era inofensiva la
"Société du Cbeikil rouge", que fundaron Balzac, Gautier y otros más con la firme convic
ción de que sus miembros se procurarían mutuamente poder y gloria... ejerciendo su
influencia en los salones... La sociedad de los "Grands Fanatidels*era una liga secreta de
presidiarios, cuya organización constituye la base para... Vautrin.- Ernst Robert Curtius, Bal
zac, pp, 32-34. IV 7, 21
Junto a muchas otras indicaciones sobre los compagnons, Chaptal menciona los clanes ene
migos: «los útiles de trabajo eran constantemente sus armas de guerra». Chaptal, De /'industrie
fronfoise [De la industrio francesol II, Paiís. 1819, p. 314, IV 7, 4)
-Por aquellos años, excepto en el caso... de reuniones vespertinas más íntimas, a los arte
sanos alemanes en Paris les gustaba reunirse los domingos, con toda la familia, en un res
taurante de las afueras. En enero de 1845, Adalbert von Bornstedt, antiguo oficial de la
guardia que por entonces espiaba para el gobierno prusiano a los escritores y artesanos
radicales en París, describió en una denuncia contra Marx y HeG una de estas reuniones
en la avenida de Vmcenres. En ella se manifestó públicamente ei deseo de matar al rey, el
odio a los ricos y la abolición de los privilegios.- Gustav Mayer, Friedricb Engeis, I. Fríe-
dricb Engeis in seiner Frübzeit [Friedricb Engeis en su primera época|, Berlín, (1933), p. 252.
[V 7, 51
-Adalbert von Bornstedt... era un espía... del gobierno prusiano. Engeis y Marx se sirvieron
de él, pero sabían bastante bien a qué atenerse al respecto.- Gustav Mayer, Friedricb Engeis,
1. Friedricb EngíHs en su primera época (segunda edición), Berlín, p. 386. IV 7 a, 11
Flora Tristán intentó liberar a los trabajadores de los límites del compagnonnage. [V 7 a, 2|
-En París, los confidentes de la policía se reconocen entre sí por una medalla con ol I
mado ojo de la Providencia -Cari GustavJochmann, Reliquien [ReliquiaA, III. Medito)
Heinrich Zschcikkc ed.. 1838, p. 220. [V 7 d
•Pora que lo obro de un Balzac. parezco auténticamente mítica, bastará recordar q tjfl
vida misma del autor, se habían constituido en Venecia y en Rusio círculos de bombroijM
mujeres que se distribuían los popeles de los personajes de la Comedie Humane (Cofli
Humana] y que se aplicaban a vivir a semejanza de ellos » Roget Caillois, «Pori^H
moderne» («París, mito moderna»] (Nouvelle Revue Fiancoise XXV,284 (I moya !■ _
P- 698). IV 7 |i j
•En cuanto a Balzac, bastará con... ocordarse de que el hombre cuyo primera S
o casi fue una Histoire impartióle des Jésuites[ Historio imparcial de ios Jesuítas], j
él consideraba como un homenaje “a la mós bello sociedad que nunca haya i
formada", y que es al mismo tiempo el creador de Vautrin y el autor de la Hts
de los /rece.» Roger Caillois, «París, mito moderno» [Nouvelle Revue Fron^aistm
284 (1 mayo 1937), pp. 695-696) Los jesuítas, como también los aseslfl
desempeñan un papel en el mundo imaginario de Balzac, y asimismo en j
de Baudelaire. |v h,
Los co n sp irad o res de 1830 ten ían una m e n ta lid a d d e u n clasicism o estrliK
y eran enem igos acérrim os del rom anticism o . B lanqui p erm a n ec ió fiel a i'.tll
tip o d u ra n te to d a su vida. |V ti, |!|
Heine sobre lina reunión de los Amigos del pueblo, en la que 1.500 personas escui’lutm
un discurso de Blanqui: «lo reunión tenía el olor de un viejo ejemplar, releído, gastenl>i y
usoda del Moniteur de 1793» (cit. Geffroy, V e n fe rm é [El encerrad ol, I, (ed. 1926), p, l ‘JI
[V H, 'ii
Sociedades secretas después de larevolución de julio:Orden y Progreso, Unión de los con
denados políticos, Reclamantes de Julio, Francosregene'ados,Sociedad de los Amigos del pue
blo, Sociedad de las Familias. IV 8, 51
Las secciones de los carbonarios se llamaban Venles (el nombre de carbonarios se remonta
a la conspiración de un comerciante de carbón en la época de las luchas entre güelfos y
gibelinos). Venta suprema, Ventas de distrito. Ventas de cantón Entre los fundadores de la sec
ción francesa estaba Bazard. tV 8, 7]
J.-J. VCfeiss sobre el Club des Halles «El club se mantenía en una pequeño sala del primer piso,
encima de un café, dub poco numeroso, grave y recogido. Piense en el aspecto de la Come
dia Francesa en los días en que se representaba a Racine o a Corneille, compare el auditorio
de aquellos días con to muchedumbre que Beño un circo donde tos acróbatas ejecutar» saltos
peligrosos: tendrá la impresión exocla que se experimentaba entrando en el club revolucionario
de Blanqui, comparada con aquella que darían los dos clubs de moda del partido del orden,
el del Folfes-Bergére y el de la sala Valentino. Ero como una copillo consograda al culto orto
doxo de la conspiración dásica, donde las puertas estaban abiertas a lodo el mundo, pero
donde sólo se sentían ganas de regresar si se ero adeplo. Después del desagradable desfile de
'os oprimidos que se piesentoban cada lotde en lo Inbuno, para denunciar invariablemente, éste
la conspiración de los banqueros contra el pueblo, aquél a su jele de oficina, aquel otro a un
administrador de los ferrocarriles, el oficionle del lugai se levantaba y, so pretexto de resumir las
quejas de su dienle, el pueblo, representado por lo medio docena de imbéciles pretenciosos y
furiosos que se había acabado de oír, exponía la situación El exterior era distinguido, el troje
¡ireprochable, la fisonomía delicada, fina y tranquila, con un destello cruel y siniestro que o veoes
atravesaba los ojos delgados, pequeños, penetrantes, y, en su estado habitual, más acogedo
res que duros; el habla mesurada, familiar y precisa, la menos declamatoria que nunca se hayo
escuchado aparte de la de M Thiers. En cuonlo al fondo del discurso, casi lodo ero justo,-
JDónde ha aprendido Comellle el arle de la guerra? exclamaba el gran Condé en la piimeta
representación del Sertoñus Blanqui no había aprendido, supongo, el orle de la guerra más que
Corneille. Pero, como poseía en un grado eminente la facultad político, dio... incluso en materia
militar, todas las advertencias que, escuchadas, hubieran podido preparar la salvación». Cit.
Gustave Geffroy, El encerrado, París, 1897, pp. 346-348. [V 8 al
Enero de 1870, tras el asesinato de Víctor Nolr: Blanqui deja que los blanquistas, presen
tados porGranger, desfilen ante él, sin que se descubra el suceso. «Partió, armado, dijo adiós
a sus hermanas, ocupó su puesto en los Campos Elíseos, Ahí fue donde Granger le había anun
ciado que onte é! desfilaría el ejército del que él era el misterioso general. Conocía a los jefes,
les vería aparecer, y detrás de cada uno de ellos, los hombres, agrupados regularmente, mat
eando el paso, como regimientos. Se hizo como había sido dicho, Blanqui pasó su revisto, sin
que nadie pudiera sospechar del extraño espectáculo, Apoyado sobre un árbol, en pie en la
í.2 ‘)
multitud, entre los que Tiraban como él, el anciano atento vio surgir o sus amigos, regulas
et empuje del pueblo, silenciosos en los murmullos abultados en lodo insíanle como darni
Gustave Geffioy, El encerrado, París. 1897 pp. 276-277. IV
Baudelaire en la recensión de los mórfires ridículos de Léon Cladel; «El hombre de espíritu n
dea al puebío, y el visionario creo lo realidad. He conocido algunos infelices o quienes I
embriagado Ferragus XXIII, y que proyectaban seriamente formar una coalición secreta i
repartirse, como una horda se reparte un imperio conquistado, todas los funciones y las fiqt»
de la sociedad moderno» Baudelaire, l orí (omanhque [El arle romd/wco], París, p. 434
[V 9 i»,
Doctrina de los blanquistas durante la Comuna: *Promulgar, para lo nación, decretos, era ract(
donar contra la utopia del federalismo y... desde París, que seguía siendo capital, parece gotmrrilffl
Francia». Georges Laronze, Historia de la Comuna de 1871, París, 1928, p 120. [V 9 n,
Los blanquistas honraban la memoria de Hébert. [V 9 a, 41
■Muchas salas ce redacción y los cafés de 'os bulevares, en particular el café de Suéde. eran
los ceñiros... de los conspiradores Desde ahí se extendía la red Ella escondía en sus mallas toda
la Comuna, menos lemible por los resultados obtenidos, porque los múltiples conspiraciones los
aniquilaban, que por la atmósfera de sospecha que emanaba de ella. En el Ayuntamiento se
observaban incesantes fugcs No habrá deliberociór, decisión secreta que rto fuera inmediato-
nenie conocido por Thiers.• Geotges Laronze, Histoiia de la Comuna de 1871, Patís, 1928,
p. 120 IV 9 a, 5]
Marx resume una descripción detallada de la Sociedad del 10 de diciembre, que considera
una organización del infr.iprolelariado, con estas palabras: -en suma, roda esa masa com
pletamente indeterminada, deslavazada, movida de un lado para otro, que los franceses lla
man la Bobéme-, Karl M.irx, D er achtzebnle B rum aire des l’x m ís B onafxirte [El dieciocho
Bruntario de Luis Bonaparlih, Viena-Berlín, Rjazanov ed., 1927, p. 73. IV 10, 1]
Sobre Balzac. «Sainte-Beuve,,. cuenta una anécdota más exlraña... aue todos las demás. En
cierto momento, a toda una sociedad reunida en Venecia, y de las más aristocráticos, se le ocu
rrió distribuir entre sus miembros diferentes papeles sacados de la comedia humano, y algunos
de estos popeles, añade misteriosamente lo crítica, fueron bordados.. Esto sucedió hado 1840.»
Répertoire de La corrédie humaine de H. de Balzac [Reper-
Anatole Cerfberr y Jules Chrlstcpbe,
lorio de La comedia humana de H de Balzac], París, 1887. Introducción de Paul Bourgel, p. V.
[V 10, 21
[F o u r ie r ]
«¡Mares que sondeomosi ¡cielos que revelamosl
Cada uno de estos buscadores de Dios
Carga en su ala con un infinllo,
Fulton el verde, Herschell 0! azul,
Magellan parte, Fourier alzo el vuelo;
La multitud irónico y frívola
Ignoro lo que ellos hon soñado.»
Víctor Hugo, L 'année terrible, lesp récu r-
seiirs [El año terrible, lo s precursores
(Epígrafe del folleto de Pellarin, 104°
anniversaire n a ta l de Fourier [104 a n i
versario del n a cim ien to d e Fourier],
París, 1876), cit, por A. Pinloche, Fourier
et le socialisnie [Fourier y el socialísmei,
París, 1933, suplemento.
•Las palabras de Jean Paul que ocabo de citar en la cabecera de 1a biografía de Fourier ’De
entre todas tas fibras que vibran en el olma humana, él no seccionaba ninguna, sino que las afi
naba todas* - estas palabras se aplican admirablemente a ese socialista y enteramente podrian
aplicársele sólo a él Serio imposible caracterizar mejor que con ellas la filosofía falansteriana »
Ch. Pellarin, Notice hibliograpbicpie [Noticia bibliográflca\, 1839, p. 60, cit. por A Pinloche,
Fourier y el socialismo, París, 1933i PP* 17-18. tW 1 ,1]
Fourier sobre su actividad comercial: «He perdido mis mejores ailos en los talleres de la mentira,
oyendo en todos partes resonar en mis oídos ese siniestro augurio: "¡Muy honrado muchacho! N o
vale en absoluto pora el comercio", En efecto, he sido estafado, desvarado en todo lo que he
emprendido. Pero si no valgo en absoluto para practicar el comercio, valdría para desenmascararlo».
Charles Fourier, 1820, Publicaron des m anuscrits [Publicación de los manuscritos i, I, p. 17,
cit. por A. Pinloche, Fourier y el socialismo, París, 1933, p. 15. [W 1, 21
Fourier quería «que toda mujer tuviera en primer lugar un hombre del que pudiera 11illH
bir dos hijos, en segundo lugar un procreador (geniteur)clel que sólo le estaba p ciinllH
tener un hijo, en tener lugar un amante (favorít)que hubiera vivido con ella y, firialiiii’ljH
en cuarto lugar, meros posesores (possesseurs), que no son nada ante la ley.. Un
que escribe expresamente que una muchacha de dieciocho años, que aún no ha c fljH
Irado marido, está autorizada a practicar la prostitución -un hombre que exige dlWil(H
todas las muchachas en dos clases: las jouvencetíes, menores de 18 3ños, y ias ettumi
mayores de 18, teniendo estas últimas el derecho de tomar amantes y parir niños >l>‘|fH
mos-, un hombre, que... afirma que las muchachas solteras que se entregan al placer g lH
de cualidades más elevadas que las mujeres casadas... que describe con todo detalle c ^ H
un ejército entero, bajo la vigilancia de matronas, se ha de entregar a la prostítuclntiS
comprende los fundamentos eternos de la humanidad-. Sigmund Engláncfer, Cescblchlj^M
franzüsiscben Arljetter-AssocUttioneti (Historia de las asaaactones obreras de
Hamburgo, 186-1, pp. 245 y 261-262. - En el mismo sentido: -¿Qué decir de un sistétl^^|
el que tas muchachas públicas se denominan bocaminas, y en el que se afirma quc^B
tan necesarias como las vestalinas, y que... practican la virtud de la fraternidad? Es mi
tenia en el que se describe de qué modo la gente joven e inocente debe perder su " « J
cencía*. Englander, loe. cit., pp. 245-246. |\V I ■
«Hacia mii ochoaertos tres o mil ochocientos euotro, Fourtei, que desempañaba la p ro lo ilq H
empleado de comercio, de ‘sargento boticario’, según expresión suya, se encontró en In
teriendo que espeiat cuatro meses pe-’ una plazo que ie habían p-ometido Se piegunló o n fl
iba o emplear su tiempo, y resolvió ocuparse de le búsqueda de un meato paro hacer o
los hombres felices. N o se propuso semejante trabajo con ia esperanza de líegor a un
serio, sino como un simple pasatiempo espiritual » ChaHes-M Limousin. le fouriérism e (f/
r/smo], Patís. 1898, p. 3. |w 1,1
-Fourier presenta tal riqueza de inventiva y de fantásticas descripciones, que L erm lnltfl
compara, no sin razón, con Swedenborg... También Fourier estaba como en su casi k l í
cualquier cielo y en cualquier planeta. Llegó a calcular matemáticamente la transm igiaclH
de las almas, demostrando que el alma humana tenía que adoptar 810 formas d iM ln M
hasta acabar el curso planetario y poder regresar a la Tierra, y que de estas existencias i ’f l
años eran de felicidad, 45 favorables y 45 desfavorables o infelices! Describió latnbljii lu
que sucedería con las almas después del fin de nuestro planeta, ¡y profetizó que las u liilfl
escogidas Irían hacia el Sol! Calculó, yendo más allá, que nuestras almas tendrían que liu lfl
lar en lodos los demás planetas y mundos después de haber pasado 80,000 años en itin'M
tro planeta. Calculó también que este ocaso del género hum ano comenzaría una vez quii
hubiera gozado durante 70,000 años de la luz boreal. Demostró que no sería por la lili
boreal, sino por la fuerza de atracción del trabajo,., que el clima en el Senegal SQríll iiit
templado como ahora es el verano en Francia. Describió cómo los hombres, en cuanlu p|
mar se hubiera transformado en limonada, llevarían los peces del gran océano al mar < u*. 1
pío, al mar tic Ara] y al mar Negro, porque la luz boreal afecta menos a esos mares mI i
dos, y que de esta manera los peces se irían acostumbrando poco a poco a la limón.iiln.
hasta que al final se los pudiera devolver al océano. También dice Fourier que, en el ociiivN
periodo, los hombres adquirirán la capacidad ele vivir como peces en el agua y volar coflM
pájaros en el cielo, y que entonces alcanzarán !a altura de 7 pies y al menos una edad ti.
144 artos, Cualquier hombre se podrá convertir en un anfib io, adquiriendo la capacidad de
abrir o cerrar voluntariamente el orificio que conecta las dos partes del corazón, llevando
la sangre directamente al corazón sin pasar por los pulmones... La naturaleza, afirma, se
desarrollará hasta el punto de que vendrá un tiempo en el que las naranjas florecerán en
Síberia, y los animales más peligrosos serán sustituidos por sus contrarios. Antileones y
antitiburones prestarán entonces sus servicios al hombre, y un mar en bonanza impulsará
sus naves De este modo, según Fourier, el león se empleará como el mejor caballo, y el
tiburón será tan útil para la pesca como lo es ahora el perro para la caza. Nacerán nuevas
estrellas, sustituyendo a la l.una, que ya ahora está a punto (Je descomponerse.- Siginund
Englánder. Historia Je las asociaciones obreras Je Prancia, I Hamburgo, 1864, pp 240-244.
IW 1 a]
-Fourier... quiso... fundaren sos últimas años de vida un falansterio para niños exclusiva
mente de 3 a 14 años, de los que quería albergar a 12.000, sin que a su anuncio siguiera
la realización de su plan. En sus escritos dejó un cuadro detallado que explica con preci
sión cómo hay que educar a los niños en la idea de asociación. Desde el momento en que
ei niño pueda andar, hay que averiguar su gusto y sus pasiones para descubrir de este
modo su vocación. A los niños que aman la vida callejera, hacen mucho ruido y no pue
den mantenerse limpios, los agrupa Fourier en pequeñas bandas encargadas de realizar los
trabajos más desagradables de la asociación. Hay niños, por otra parte, cuyo gusto por la
elegancia y el lujo es innato; a éstos los reúne Fourier en un grupo dedicado a mantener
el lujo en la falange.,. Los niños se convertirán... en grandes artistas del canto. Cada falange
tendrá, como dice Fourier. entre 700 y 800 actores, músicos y bailarinas, y el más pobre
cantón de los Alpes o de los Pirineos tendrá una ópera que será al menos tan buena como
la gran Ópera de Paris, si es que no mucho mejor. Para producir este sentido general de
armonía, Fourier hace cantar ya a los niños dúos y trios en la sala de las nodrizas,- Sigraund
Englánder, Historia de las asociaciones obreras de Francia, l, Hamburgo, 1864, pp. 242-243.
[W 2, 1]
*En*re los discípulos de Fourier, uro de los más divertidos lúe Alphonse Toussenel, que publicó,
en 1847 y 1852, estas obras, populares durante un tiempo: El espíritu de las bestias y Ei mundo
de los pájaros—lo mismo que Fourier.. sólo ve en lo naturalezo seres animados: ‘los plantas,
afirma., tienen deberes inmensos que cumplir, en primer lugar, en cuanto ciudadanas de un tor
bellino, a continuación, en cuar.lo madius de familia'. Describe voluptuosamente los amores de
la Tierra y del Sol: ‘Al igual que el amante que se adorna con sus vestidos mós bellos, y alisa
sus cabellos, y perfuma su lenguaje paro la visita de amor, así codo mañana la Tierra reviste
sus más ricos otavios para correr ante los rayos del aslro ornado. |Seo tres veces feliz lo Tierra
porque un concilio sideral no hayo lanzado todavía el anatema contra la inmoralidad de los
besos del Solí”... 'Señoras, los profesoras de física oficial no se atreven a decir los dos sexos
de la electricidad; ellos encuentran muy mora1 , llamar a eso sus dos polos... Tales absurdos me
encuentro.., Sí el fuego amoroso no abrazara a todos los seres, tanto a los metales como a los
minerales, asi como a los demás, ¿dónde estaría, piegunto, la razón de esas ardientes afini
dades del potasio para con el oxigena, del gas hldroclórico para con el agua?"» (Toussenel,)
L'esprit des betes [FJ espíritu de las bestias], (6,“ ed.}, París, 1862, pp. 9, 2-3, 102-106, cit.
por René de Planhol, Les utoplstes de l'amourUos utopistas del amoA, París, 1921, pp. 219-220.
[W 2, 2]
■Nuestro planeta entra en declive material, por el retraso en la escolo sodol Ce sus hobiftn
Ésta es semejante o un árbol cuyas hojas se dejaran devorar duronte algunos años por leu ■
gas el árbol languidecerá y perecerá » Gl. en Fourier. Tbéortc en abstrait ou négatítv 171
ría en abstracto o negativd, p. 325. «Nuestro torbellino es joven, y uno coionio de 102 ■
netas está en comino poro implantarse en nuestro universo, que se dispone a pasar de la 3j
la 4_Bpotencia.» Cit. en Fourier, Teoría de los cuatro movimientos, 1808, pp. 75,462, y 7JmVb
ffliflf ou spéculative et Syntbesc routtniére de i'associaticm |Teoría mixta o especulntltm
Síntesis rutinaria de la asociación], pp. 260, 263, E. Silbeding, Dictionnaire de -sotírtM
phaíanstérienne [Diccionario de sociología faíansteriana], París, 1911. pp. 339; 338. i
IW 2.I
El periódico Le Communiste. ele Cray; «Típico suyo era defender la opinión de que el i oiH|j
nismo resultaba Imposible de llevara la práctica de no implicar una completa reorgBili(
ción de las relaciones sexuales,., “En la sociedad comunista.., todas las personas de (IKllm
sexo no sólo tendrán numerosas relaciones íntimas, sino que al primer encuentro colffl
zará ya a surgir entre ellas una verdadera simpatía.’-. Englánder, {Historia de las lí.wvjj
dones obreras de Francia. II, Hambuigo, 1864), pp. 93-94- IW l n,
Sobre Cabet -No se trataba de que emigráramos a América para fundar, con gniflfl
esfuerzos, una cotonía en terreno salvaje., sino que Cabet decía: “¡Vayamos a Im iuf
(Metámonos dentro de esta novela, demos vida a Icaria, librémonos de todas las privuJ
nes,..! Desde entonces, todas las noticias de su periódico se orientaron a Icaria, h.rilM
punto de que, p. e¡.. describió los daños que produjo en ayunos trabajadores el cst.illld
de una máquina de vapor en La Villete, concluyendo su relato con estas palabras: ",V.tyi
mos a Icaria!"». Englánder, loe. cit,, II, pp, 120-121. [W 2 ll,
Sobre Cabet: -La mayoría de los corresponsales hablan como si mediante su viaje a Ame
rica hubieran escapado al destino común de los hombres*. iRefcrido a los correspondí!
del PopulaireX Englánder, loe. cit., II, p, 128. [W ¿ a,
■Cabet. que fue atacado por el partido radical y republicano al considerarle un soAltyfl
pasivo*, tuvo que -marchar a S l Quentin.. para defenderse de la acusación de actívldlfl
revolucionarias. La acusación llegó incluso a afirmar que aunque los icarianos, junio n¡
Cabet, tuvieran que embarcarse, atracarían de nuevo en otro punto de la costa fran ctl
para comenzar la revolución-, Englánder, loe. cit.. II. p. 142 ■ Sociedades secretas ■
IW 2 4 ,1
«Mercurio nos enseñó a leer. Nos transmitió el alfabeto, los declinaciones, finalmente lo d d l
gramático de la lengua armónica unilario, hablada en el sol y en los planetas armonizod^H
Mautice Harnel, Charles Fourier [Porlrails d'Hier [Retratos de ayer] II, 36), París, 1910, p i Il4f
(W i. u, n|
»De entre todos los contemporáneos de Hegel, Ch. Fourier fue el único que captó latí ■11
ramente como él las relaciones burguesas,* G. Plechanow, «Zu Hegels sechzigsteiti Tmli*
tag* [«En el 60 aniversario de la muerte de Hegel*], Die Neue Zeit X, 1 (1892), Stullgiiílj
p. 243. IW 2 ti, "I
Fourier habla -de la hegemonía del principio de la ‘pasión industrial" (fougue industrielle),
del entusiasmo general, que eslá regulado por las leyes... por lo compostte o coincidente.
Kn una mirada superficial, podría parecer que hoy en día hemos entrado en esta fase. La
pasión industrial está representada por la furia especuladora y el ansia acumuladora de
capital; la passion coincidente (impulso de síntesis), por la fusión de capitales, por su cre
ciente concentración. Pero aunque los factores descubiertos por Fourier existan en estas
relaciones, no están ordenados ni regulados de la manera que él soñó e intuyó-. Charles
Bonnier, -Das Fourier'sche Prinzip der Anziehung- l-F.l principio fourierista de la atracción-i,
Die /Vene Zeit X, 2 (1892), Stuttgart, p. 648. [W 3, 1]
•De sus obras se deduce que Fourier pretendía llevar a la práctica su teoría a partir del año
mismo de su publicación. En sus Observaciones preliminares IProlegómenos) señala... el
año 1822 como la lecha de los preparativos para establecer el ámbito experimental de la
asociación armónica; en 1823 debería quedar efectivamente fundada y asegurada, mientras
que en 1824 se seguiría su imitación general en todo el mundo civilizado.- Charles Bon-
nicr, -El principio fourierista de la atracción-, Die Nene Zeit X, 2 (1892), Stuttgart, p. 642.
IW 3, 2 ]
Influencia postuma; -En la enorme novela de Zola titulada £1 trabajo, el gran utópico debe
ría celebrar su resurrección... Leconte de Lisie, luego famoso líder de la escuela parnasiana,
fue en su época de arrebato juvenil un cantor del socialismo fourierista. Un colaborador
de la Revue Socialiste.. [cfr. número de noviembre de 19011 nos informa de que el poeta,
invitado por la redacción de la Democracie Pacifique., colaboró en primer lugar con este
periódico, pero luego sobre todo con el Phalango. H. Thurow, -Aus den Anfangen der
sozialistischen Belletristik- l-Los comienzos de la literatura socialista-, Die Neue Zeit XXI, 2
(1903), Stuttgart, p, 221. [W 3, 31
•Los políticos y economistas, seguidos por los socialistas en el periodo anterior a 1848, estu
vieron siempre en contra de las huelgas. Les explicaban a los trabajadores que un paro,
incluso en el caso de que triunfara, no les reportaría ventaja alguna, y que el dinero debían
gastarlo, antes que en propósitos huelguísticos, en fundar cooperativas de producción y
consumo -Proudhon -tuvo... la genial idea de exhortara la huelga a los trabajadores, no
para subir sus salarios, sino para bajarlos... De este modo el trabajador, como consumidor,
gana el doble o el triple que como productor-, Lafargue, -Der Klassenkampf in Frankreich-
[•La lucha de clases en Francia-1, Die Neue Zeit XII, 2 (1894), pp. 644 y 6 16. [W 3, 4|
•Fourier, Saint-Simon y los demás reformadores reclutaban a sus partidarios casi exclusi
vamente entre la clase de los artesanos... y entre la élite intelectual burguesa. Al margen
de unas pocas excepciones, se agrupaban en torno a ellos personas instruidas que opi
naban que la sociedad no había sabido valorar debidamente... sus méritos. Eran desca
sados que se transformaron en... audaces empresarios, en astutos hombres de negocios y
especuladores.., El señor Godin, p, ej.,,.. fundó en Guise (departamento de Aisne) un
familistére según principios fourieristas. En magníficos edificios que se sucedían en torno
a un amplio patio cuadrangular cubierto de cristal, dio alojamiento a los numerosos tra
bajadores de su fábrica de recipientes de hojalata esmaltada; los trabajadores encontraban
allí, además de un hogar, todo tipo de artículos de consumo... diversiones teatrales, con-
ciertos, escuelas para sus hijos, etc. En suma, el señor Godin cubría todas sus n e te j
des físicas y espirituales, con la intención, además,., de obtener enormes bent'lliij
Adquirió fama ele ser un benefactor de la humanidad, y murió multimillonario.* Paul I .il!
gue, «La lucha de clases en Francia". Die Neue Zeit XII, 2 (1894), Stuttgart, p. 617. I
IW 3 4
Fourier sobre la acción bursátil: .Cn su Tratado de la unidad universal, Fourier enumera I
ventajas que ofrece para el capitalista esta forma de propiedad: “No corre el peligro dtt H
le roben o de que el fuego o incluso los terremotos le inflijan daño alguno. .. Un mentir j
edad jamás se arriesga a quedar perjudicado a resultas de la administración de su M
monto, dado que para él la administración es la misma que para todos los accionistas,{I
capitalista, aunque posea cien millones, puede vender su patrimonio en un instante", *H
Por otra parte, 'el pobre, aunque posea un solo tálero, puede participar de alguna d f l
acciones populares, que están divididas en partes muy pequeñas.. y puede asi., luibfad
nuestros palacios, de nuestros almacenes, de nuestros tesoros". Napoleón til y susco lfl
radones en el golpe de Estado se hallaban muy interesados en estas ideas-, ... dcmocittU|
ron la deuda del Estado como dijo uno de ellos, al introduciré! derecho de p o d e rfl
prar deuda por 5 francos e incluso por 1 Creyeron que de esta manera interesarían f l
masas por la solidez de! crédito público, evitando las revoluciones políticas*. Paul L iía lfl
•Marx historischer Materialismos* |.E1 materialismo histórico de Marx-I, Die Neue Zeit X 9
I (190*1), Stuttgart. p. 831. (W 3 a,J
•El señor Grün puede criticar muy fácilmente el tratamiento del amor en Fourier porque
compara las relaciones amorosas de hoy con las fantasías en las que Fourier buscó expre
sar su idea del amor libre. Como auténtico filisteo alemán, el señor Grün toma estas fan
tasías en serio. Si quiso analizar este aspecto del sistema, no se ve por qué no acudió a las
explicaciones de Fourier sobre la educación, que son con mucho lo mejor que a este tenor
existe, y que contienen las más geniales observaciones... ‘Fourier es precisamente la rnás
enojosa expresión del egoísmo civilizado", p. 208, Lo demuestra enseguida contándonos
cómo, en la ordenación fourierista del mundo, el más pobre prueba todos los días 40 pla
tos distintos, se loman diariamente 5 comidas. la gente alcanza una edad de 144 años, etc.
La colosal visión de los hombres que Fourier contrapone con humor ingenuo a la discreta
medianía de los hombres de la Restauración (incluid;! en el Dampjboot. bs infinitamente
pequeños, Bérangerl, da pie al señor Grün para extraer el aspecio más inocente, y hacer
sobre él glosas de filisteo --Karl Marx üt>er Karl Grün ais Geschichtschreíber des Sozialismus-
l-Karl Marx sobre Karl Grün como histonador del socialismo-) (reimpresión de un articulo del
número de agosto-septiembre de 1847 del Weslpháliscben Dampfboots), Die S e n e Zeit
XVID, 1 (1900), Stuttgart, pp, 137-138. fW 4, 3)
«La vida de Grandville es bástanle mediocre; tranquilo, alejado de cualquier exceso, al nii«M
de los entusiasmos peligrosos... Su existencia |uvenil es la de un hombre empleado en una llml)
de hecho suya, donde se le colocan, no sin malicia, con rayos inmaculados, las diferente* in'
genes que corresponden a la necesidad de crítica que un "francés medio” puede d e M H
1827,> Mac-Orlan, -Grandville le précurseur» [«Grandville, el precursor»] [Arts et méllers a K
ques [Artes y olidos gráficos] 44.
15 diciembre 1934. (p 20)). |W I n
«Al saber Fourier.,. que por encima del polo norte se produce a veces un desprendimiento
eléctrico que ilumino las regiones Inmersas en la noche durante seis meses al año, anunció
que, cuando la tierra esté racionalmente cultivado, en todas sus partes la aurora boreal será
permanente. ¿Es absurdo?» El autor se esfuerza finalmente en ofrecer Lina explicación: la
tierra transformada alworberú menos electricidad solar, y la no absorbida la rodeará como
un cinturón tle aurora boreal. Chorles-M Limousin. El fourierismo Respuesta a un artículo de
Edmond Villey titulado «Fourier el son oeuvre» [«Fourier y su obra»], París, 1898, p 6.
[W 5 a. I]
«¿Qué hcbrio de sorprendente en que Fourier hubiese estado... aíiliodo o uno logio martineta o
que al menos hubiese sufrido la influencia de un medio en donde flotaban esos ideas?» Charles-
M limousin. El lourierismo, París, 1898, p. 9, ¡W 5 a, 2)
«lo ciencia oculto en Fourier toma uno forma nueva, la de la industrio » Ferrari, «Des idées et de
I école de Fourier» («De las ideas y de la escuelo de Founer»] jffevue des deux mondes XIV),
[1845, 3, p 405). [W5a, 4|
Algo sobre la mística numérica tle Fourier según Ferrari: «De los ideas y de la esctlM
Fourier» |#evue des deux mondes XIV, Paris, 1845, [3]); «Todo demuestro que el fooristmi
funda sobte la armonio pitagórica... Su ciencia... era lo ciencia de las ciencias» (p. 39
número reproduce su rífmo en la elevación de los beneficios.» (P. 398.) Los habitan»
falansterio se componen tle 2 x 810 hombres y mujeres. Pues «el número 810 le da una]
completa de acordes correspondientes a uro multitud de asonancias cabalísticas» (p. 3 9 fl
la ciencia oculta en Fourier loma una forma nueva, no hay que olvidar que en Ja de la indu
forma no cuento en esta poesía Botante de los mistagogias.» (P. 405.) «El número agrupa a l
'os seres detrás de sus leyes simbólicas; desarrolla medíante series todos los gtupos; la sal
tribuye los armonios en el universo.. Ahora bien, la serie., es perfecta en la naturaleza enfl
Sólo el Hombre es infeliz, por consiguiente, ¡o civilización oliera el número que debe gobo((
Que se le auenque de ía civilización Entonces e orden que domina el movimiento IM
movimiento orgánico, el movimiento animal, estallará en... e! movimiento pasional, la nalufl
misma organizará la asociación.» (Pp. 395-396.) (W (
Presentimiento clel rey burgués en Fourier *ÉI liafola de reyes entregados a la cerrajera
carpintería, a lo v«nla de pescado, o lo fabricación de cera de iocror». Ferrari, «De las KM
de la escueto de Fourier» (£evue des deux mondes xiv, 1845. [3], p. 393) [Wd
•Fourier pensó 'oda su vida sin preguntarse ni una solo vez de dónde le venion sus doafl
representó ol hombre como una máquina pasional, su psicología comienza con los wrr>
acoba con el oiden compuesto, y no supone... lo intervención de lo razón en la solución fl*ll
blema de la felicidad.» Ferrari, «De las ideas y de la escuelo de Fourier» [Revue des dmutl
des, 1845, |3|, p. 404|. [W
Elementos utópicos: «El orden combinado presento ‘el esplendor de las ciencias y de los <
el espectáculo de la caballería andante, la gastronomía combrcda en sentido ooltlico... la p<
galante pata el levantamiento de los ejércitos» (Ferrari, o. 399). «El mundo se contramoldea, ln*(
nales leroces o perjudiciales se transforman para el uso del hombre: los leones hocen el swi
de correos para las cartas. Las auioras boreales recalentan los polos, la atmósfera se conywflH
lúcida superficie como un espejo, el agua del mar se endulza, cuatro lunas aclaran la noclm I
veniente, ía tierra se renueva veintiocho veces hasta que la gran alma de nuestro piártelo, exlénJM
fatigada, pase a otra planeta con todas las almos humanas.» (Ferrari, p, 401 ,¡ |W (i,
«Fourier sobresale en la observación de la animalidad, bien sea deí bruto, bien sea del hot|l
está dotado del genio de las cosas vulgares.» Ferrari, «De las ¡deas y ds la escuela da ImirU
(Revue des deux mondes XIV, I845, (3), p. 393{)). |W (i ii. II
Una expresión fourierlstu: «Nerón será más útil que Fénelon» (por Ferrari, p. 399). IW ti n, ■
Rn el siguiente esquema de las doce pasiones, el segundo grupo de cuatro represe iir.i t i
passíons groupantes, el tercero de tres las passions seriantes: «en primer lugar los cinco «
líelos, a continuación el amor, la amistad, el famiiismo, lo ambición; en fercer lugar, las pasio
nes de la intriga, de la variabilidad, de la unión, en otros términos, 1a cabalista,, la mariposa, la
de orden compuesto; una decimotercera pasión, el uníleísmo, las absorbe a todas», Ferrari, «De
las ideas y de la escuela de Fourier» (Revue des deux mondes XIV, 1845, (3}, p. 394).
LW 6 a. 31
De la úllima obra de Fourier, ¿a falsa industrio: «El célebre puH americano de ios descubri
mientos de He'schell sobre el mundo de la Luna hizo que Fourier esperase la visión directa del
falanstero en los planetas... cuando lúe desenmascarado el puff FHe aquí lo respuesta de Fou
rier " El puff americano, dice, demuestra I ° la anarquía de lo prensa; 2.a lo esterilidad de os
cuentistas exiramundonos; 3.e la ignorancia de los capas atmosféricas; 4 a la necesidad de un
megatelescopio'.»- Ferrari, «De las ¡deas y de la escuela de Fourier» [Revue des deux mondes
XIV, 1845, (3), p. 415<]>. [W 6 a, 41
Dementos alegóricos en ta falsc industria: «Venus crea sobre la tierra la madurez de los espi
nos, símoalo de la moral, y la frambuesa llena de versos, símbolo de la contramofal predicada
en los teatros». Ferrari. «De las ideas y de la escuda de Fourier» [Reme des deux mondes XIV.
1845. [3], p. 416(1)- IW 6a,51
«El fakjnstero ero, para Fourier, una verdadera alucinación, lo veía en todas partes, en lo dvili-
zoción. en la naturaleza. Nunca !aílaba a una parada militar la maniobro le hada presente el
juego omnipotente del grupo o de la serie alterados por uro obro de destrucción.» Ferrari, «De
las ideas y de la escuela de Foutier» [Reme des deux mondes XIV, 1845, (3), p. 409(1).
|W 6 a, 71
Fourier en relación con la propuesta de una colonia pedagógica en miniatura: «Fu;ton deb:ó
de construir o de proponer solamente uno pequeña loncha preciosa que habría demostrado en
pequeño el poder del vapor, y su barquito habría conducido desde Paris a Saini-Cloud, sin velos
ni remeros, a medio docena de ninfas que. al regreso de Saínt-Cloud, habrían propalado el pro
digio y emocionado a todo el bello mundo parisino*. Ferrari, «De las ideas y de la escuela de
Fourier» (Revue des deux mondes XIV, 1845, |3], p. 414(1). [W 7, 11
«Se quiere fortificar París, prodigar de ese modo cientos de millones en una obra de guerra, y el
mago, con un millón, habría exlirpado para siempre la causa de todas las revoluciones, de todas
las guerras.» Ferrari, (Pewe des deux mondesXIV, 1845, [3], p. 413(|). [W 7, 2]
Michelet sobre Fourier: «[Singular conlrosle de tal ostentación de materialismo y de una vida
espiritualista, abstinente, desínteresadal». J. Michelet, íe Peuple [Elpueblo], París, 1846, p. 294.
[W 7, 3]
Four er, CEuvres [Obras!. tom(o) (III), p 260: «Cuadro de las ocusociones capitales que ¡« M
de produci' contra Dios, en la hipótesis de laguna de un código sociol divino(»). ÍW 7,1
Reaparición de ideas fourieristas: «E! rey Clodomiro, vuelto por to armonio a su vocación h
rol. no es ya ese mercwrgio feroz que hizo arrojar en un pozo o su cofrade Segismundo: g i l
amigo de los flores y de los versos, un sectario octivo de ios rosos espumosas, de las
doiodas, de las fresas piño, y de muchos otros vegetales.- desposa a lo vestal Antigona y la f l
sigue como trovador o la falange de Hippocréne’ Luis XVI, en lugar de ejercer piadosamertn ■
oficio de rey pora el que no había nocido, hace magníficas cerraduras* Charles louandro, f l
idées subversives de nolre temps [ías ideas subversivas de nuestro hempo], París, 1872, p M
tía cita no está localizada!. IW 7, M
Delvau -Les lions d u jo u r [Los leones del día], París, 1867, p. 5 - habla del «ingenioso aigOl
de Fourier. [W 7, J
«lis fácil comprender que cualquier “interés" preponderante,., una vez que ha aparecido ni f|
escenario mundial, trasciendo en ki "idea" o en lu “imaginación1'sus límites fScticos para <n|j
fundirse con el general interés humano. Esta ilusión constituye lo que Fourier denomina el liiMfl
ile cada época histórica.» Marx y Kngels, -Die hellige Familie- [«La Sagrada Familia»] CDer hi\ltf
rlsche Materiaüsmus [El materialismo historieoí, I, (Leipzig, 1932), p. 379). IW 7, ■
Toussenel (El espíritu de bs bestias, I’aris, 1884, p. 111) menciona a Augusrin-Louis Candil
como un matemático con indi naciones fnurieristas. IW 7 :t II
Sobre el feminismo de la escuela fourierista: «En Herschell y en Júpitei, los cursos de Imlrt
nica son profesados por jóvenes vestales de dieciocho a veinle años... Cuando digo dieclot h(l
a veinte años es para seguir conforme a las leyes de la Tierra, pues los años de Júpiter Mili
mucho más largos que los nuesiros, y la edad de la ve-stalía sólo comienza apenas alredwí i|
de los cien». A. Toussenel, El espíritu de las bestias, París, 1884, p. 93. [W 7 ti, ll
Marx señala que la imperfección de Fourier consiste en -haber concebido un tipo particu
lar de trabajo -en cuanto trabajo nivelado, parcelado y por ello no libre-. , como el origen
de la nocividad de la propiedad privada y de su existencia alienada resjiecto del hombre-,
en lugar de denunciar el trabajo en cuanto tal como esencia de la propiedad privada. Karl
Marx, El materialismo histórico, 1, Leipzig, Landshut y Mayereds , (19Í2), p. 292 (Nation(al)
ók(pnomié) u. Phiios(of>bi¿) [Economía nacional y filosofía]). [W 7 a, 51
•la Falange, diario de la ciencia social \ 1836-1843), que apoiece tres veces por semana.. sólo
va a desaparece! para ceder el sitio o un periódico, la Democracia pacifica (1843-1851). Aqui
la gran idea... es 'la organización del trabajo' por la asociación.» Charles Benoist, «L'homme
de 1848» [«El hombre de 184B»], !l {Revue des deux mondes (1 febrero 1914), p. 645).
[W 8, 4]
De la reseña de Nettement sobre Fourier: «Al crear el mundo actual, Dios se reservó el cam
biar su cara medíanle sucesivas creaciones. Estas creaciones son dieciocho, Toda creación se
opera por la conjunción del Huido austral y del fluido boreal», Las creaciones que siguen a la
primera sólo pueden realizarse en la armonía. Allred Nettement, Histoire de la litterature fran-
poise sous ¡e gouvernement de jtitileI [Historia de ía literatura francesa bajo el gobierno de jttl
II. París, 1859, p. 58. ¡W H, I
«Según él, tas almas transmigran de cuerpo en cuerpo, e incluso de mundo en mundo Cq
planelo liene un almo que irá a anirrar otro planeta superior, llevando consigo las almas do
hombres oue lo habrán habitado. Asi es como antes del Firal de nuestro planeta, que d M
duraf ochenta y un mil años, las almas humanas habrán ten do mil seiscientas ve rte existenflM
y habrán de ese modo vivido cincuenta y cuatro mil años en otro planeta, veintisiete mil j
éste lo Tierra ha sido akanzoda, en el trabajo de su primero infancia, por uno fiebre pútril
que comunicó a la tuna que ha muerto por ella. Pero lo Trena, organizada en armonía, nty|
tará o lo Luna.» Nettement, {Historio de Id) lil{eraturo francesa bojo el) gob(ieino) de jullc
pp. 57,59. (W H, |
El fourierista sobre la aeronáutica: «El aetostalo ligero., es el corto de luego que., respAi l
lodos potles la obra de Dios, desde el momento en que se dispensa de llenar los valles y |
atravesar las montañas, a la manera de la locomotora homicida, que el especulador ha i
honrado.» A. Toussenel, le monde des oiseaux [El mundo de los pájaros] 1, París, 1853, p. 6
1T8.I, II
«Es Imposible... que los cebras, los quaggas, los daws, los hemíonos y los caballos enanos, i|il|
soben que están destinados a ser los porteadores de la fulura caballería Infantil, simpaticen <
la política de nuestros hombres de Estado, que consideran utopías las instituciones ecueslrw ■
que ellos deben encontrar una posición honrosa... El león no pide nada mejor., que dejarse lirttaH
los uños, con tal que sea uno bonita muchacha quien sostengo las tijeras.» A Toussenel, le
des oiseaux. Omilhofogie possionnelle [El mundo de los pájaros. Ornitología pasional I, PutH
1853, pp. 19-20. El autor vislumbra en la mujer a la mediadora entre el ser human» y ,I
animal. [W Ha, J| f
Memorable carta de Víctor Cousin a Jean Joumet, con motivo de los escrito!
que este último le ha enviado. Es del 23 de octubre de 1843 y concluye m
«Cuondo sufra, no piense en una regeneración social, sino en Dios... que no M
hecho ai hombre solamente para la felicidad, ano para un fin de otro modo lo fl
mente sublime». El prologuista añade: «Hubiéramos dejado en el olvido esta a n M
dota, si la pobre carta... verdadera obra maestra de la ignorancia supina, no insu
miera . la ciencia política., de una camarilla que, desde hace veintiún años, ditlg»J
los destinos del país». Jean Joumet, Poésies et chanls harmoniens [Poesía y
co/ifOB
harmonianos], París, 185Zpp. XXVI-XXVII (prefacio deleditor). [W8 n, t|
*l.a historia de las... humanidades de los planetas Júpiter y Saturno nos ensena que la G v llifd
clón... pasa en Garatitismo... por la Igualdad política entre el hombre y la mujer, y el G a ra n tí'.I
en Armonía por el reconocimiento de la superioridad de la mujer.» A. Toussenel, El mundo df l >i
pájaros, I, París, 1853, p. 131. |\V H ii, ll
Delvau (Les dessous de Parts líos bajosfondos de Paris1, (l’nrís, 1860), p. 27) sostiene que
hay conexiones entre Fourier y Rétif de la Bretonne, 1W 9, 2]
Charles Gide sobre ei genio odrvmotoiio de Fourier. «CuoTdo escribe: 'tal nave solida do t|
dres entiba hoy a China, el planeta Mercurio, enterado de las llegadas y de los movimientoll
los astrónomos de Asia, transmitirá la listo o los astrónomos de londres", basta transponed I
profecía al estilo actual y leer 'cuando un buque arríbe en China, la T. S. F. transmitirá la ri<
a la Torre Eíflel o o londres"; se encontrará, pienso, que ésta es una anticipación exlroonliriarij
Eso es lo que he querido decir: el planeta Mercurio eslá ahí paro liguror una fuerza, ignoiM
oún, que permitiría transmitir los mensajes, y que él ha presentido». Charles Gide, Fouriat I
curseur de la coopéralion [Fourier, precursor de la cooperación], París, { 1924), pp. 10-11
IW O,i, |
Charles Gide sobre las absurdas especulaciones astrológicas de Fourier, «tales como adfl
lias sobre el papel de los tres pequeños planetas, Palas, Juno, Cetes, que han engendrarle t
especies de grosellas, y de Febo (la (.una), que debía engendrar una cuarta aún más sablfl
-si por desdicha '|ella no hubiera fallecido!’ -> Charles Gide, Fourier, precursor de la ro fl
roción, Paris, p 10. |W9|i,
(«}Es posible decir, y él mismo lo dice, que su observatorio o su laboratorio, como se quicio,
la cocina. De ahí es de donde parle pata irradiai en todos los dominios de la vida social,>Clui'l|| 1
Gide, Fourier, precursor de la cooperación, París, p. 20 [W Itl, J| I
Sobre ¡a teoría de ta atracción: -Bemarelin de Si.-Pierre rechazó., la fuerza gravitaloria por
que significaba una ingerencia en el libre imperio de la providencia; y el astrónomo
1.aplace atacó., no menos... sus generalizaciones Fantasiosas Pero eso no impidió que se
imitaran - las doctrinas de un Azals y de sus almas gemelas. Henri de Saint-Simon se dedicó
durante años a etaíjorar un sistema de “gravitación universal', confesando al mundo en
181Ch "Creo en Dios. Creo que Dios ha creado el universo. Creo que Dios ha sometido el
universos la ley de la gravedad". También Fourier construyó... su. sistema sobre la ‘fuera
de atracción universal", de la que la simpatía entre los hombres era únicamente un caso
particular*. Ernst Robert Curtius, Balzac, Bonn, 1923, p- 45 (Azai's, 1766-1845, Des com-
pensatíons dans les clestinées humaines [De las compensaciones en los destinos humanos]).
[W 10, 31
¡dación del Manifiesto comunista con el borrador de Engels: “lil Manifiesto, que por lo
demás tomó del borrador de F.ngels estos temas, dejó al margen la organización del tra
bajo —una concesión a Louis Blanc—y el establecimiento de grandes palacios comunales
sobre suelo nacional, que debían contribuir a altanar el contraste entre ta ciudad y el
campo, una concesión a la DémoarMle Pacifique fourierista-. Gustav Mayer, Frietiricb
F.ngels, 1: Friedrich Engels in seiner Friibzeit IFriedrich Engels en su primera épocaj, Berlín,
(1933). p- 288. [W 10, 4]
Engels sobre Fourier: -"La crítica de Fourier a ta civilización sólo aparece en toda su genia
lidad a través de Morgan", le reconoció a Kautsky mientras trabajaba en El ungen de la
familia. Pero en este libro escribió: “Los intereses más bajos... son los que consagran el
nuevo dominio civilizado, el dominio de clase; son los medios más despreciables... los que
derriban ta antigua sociedad pagana sin clases"". Cit. en Gustav Mayer, Friedrich Engels. II:
Engels und der Aufstieg der Arbeiterbewegung in Europa {Engels y el despertar del movi
miento obrero en Europa], Berlín, (1933), p, 439. [W 10 a, 1]
Marx sobre Proudhon, en carta a Kugelmann el 9 de octubre de 1866: -Su remedo de crí
tica y su aparente oposición a los utópicos (él mismo es sólo un típico utópico burgués,
mientras que en tas utopias de un Fourier, de un Owen, etc., se presiente y expresa fan
tásticamente un mundo nuevo) atrajo y engañó en primer lugar a ta "brillante juventud", a
los estudiantes, después a los trabajadores, especialmente a los parisinos, que, como Ira-
bajadores de lujo, pertenecían sin saberlo a 1a vieja escoria-, Karl Marx-Friedrich Engels,
Ausgeu<áblte Briefe [Cartas escogidaA, Moscú-Lenmgrado, Adoratskij ed., ¡934, (p. 174).
[W 10 a, 21
•Estos berlineses Mipcrlistos se sacarán aún una Démocratie pacifique de ta nada cuando
toda Alemania haya abolido la propiedad... Ten cuidado, primero vendrá un nuevo tnesías
de la Uckermark, que remozará a Fourier según Hegel, construyendo el falansterio a par
tir de categorías eternas y presentándolo como ley eterna a la Idea que viene a st, la de
que el capital, el talento y el trabajo participan del beneficio según cuotas determinadas.
Eso será el Nuevo Testamento del hegeleo; el viejo Hegel será el Anticuo Testamento, el
"Estado'’, la ley; se convertirá en "maestro de disciplina para el cristianismo", y el lálansle-
rio. donde las letrinas estarán situadas siguiendo la necesidad lógica, será el “nuevo cielo”
y 1a “nueva tierra", ta nueva Jerusalén, que desciende del cielo adornada como una novia.*
EngeLs a Marx Baimen, 19 de noviembre de 1844 (Karl Marx-Friedrich Engeis. RñcJ'uit if l
sel \Oirrespondeiu ial. I. 1844-1853, Moscú-Ieningrado, Marx-Engcls-Lenm-Institut ed.,
p. 11). |W10 4,jí|
Sólo en la mitad veraniega del siglo diecinueve, sólo bajo su sol, puede lien
sarse realizada la fantasía de Fourier. [w lü i, ||l
«Dar a los niños lo finura de oído de los rinocerontes y de los cosacos.» Charles Fourier, le notntffl
monde industrie! e<sooéloue oo inven/ton du procédé d industrie altrayante el natweHe dtstnbuH^M
series passionnées [5/ nuevo mundo industrial y societario o invención del procedimiento indu^M
atrayente y naturol distribuido en senes apasionadas], París, 1829. p 207! [W 10 a, f l
Según Fourier, las gentes de los alrededores de París, Blois y Tours resultan particulamicnii
idóneas para llevar a sus hijos al falansterio-piloto. En esos lugares, el pueblo bajo es espe* I
cialmente educado (cfr, Nuevo mundo, p, 209), |W 11 a, II
Fourier habla de una transir,iskíxi t-oslúada que liará jjosible recibir en Londres noticias pro-
cedentes de la India en un plazo de cuatro horas (cfr Fourier, la fausse industríe lía falsa
industria]. II, Paris, 1836, p. 711), fW 11 a, 3]
«El Movimiento social es el lipo de otros tres; los Movimientos animal, orgánico y material están
coordinados con el social, que es el primero en orden, es aedr, que las propiedades de un ani-
mol, de un vegetal, de un mineral, e Incluso de un torbellino de astros, representan algún efecto
de los posiones humanos en el orden social, y TODO, desde los álomos hasta las estrellas, forma
ef cuadro de las propiedades de las pasiones humanas.» Charles Fourier, Tbéorie des qualre
mouvemenls [Teoría de los cuatro movimientos], París, 1841, p. 4 7 IW 11 a. 4]
El falansterio modelo comprende 1.620 personas, esto es, un ejemplar masculino y femenino
de los 810 caracteres que, según Fourier, agotan todas las posibilidades. |W 11 a. 71
' rl: IKJ' l.-l I lombr; • ir, i irn:i emanación cle lo gran alma planetaria, su cuerpo una parcela del cuerpo del
planeta Cuando un hombre mueie, su cuerpo se ctsuelve en el cuerpo del planeta y su alma va a fundrse
con el aWn del p’oneta» F. Atmand y R Maublanc, Fourier, I, Paris, 1937, p 111 fW 11 a, 91
«los gustos dominantes en lodos los niños son: 1. B Huroneo o el estar pendiente de palparlo todo,
visixirlo todo, recorrerlo lodo y variar sin cesar de (unción; 2. El estrépito industrial, e! guslo por los
trabajas ruidosos; 3, La monería o manía imitativa; 4 la minialura industrial, el guslo por los peque
ños talleres; 5. El Impulso progresivo de débil a fuerte.» Charles Fourier, El nuevo mundo industrial y
societario, París, 1829, p, 213. [W 12, 1]
Dos de los 24 «Resortes de eclosión de las vocaciones» «3, El incentivo de los ornamentos gra
duados; un peracho ya basta en nuestro mundo para embrujar a un lugareño y hacerle firmar
el abandono de su libertad; jcuáf será entonces el efecto de cien aderezos honoríficos, pata
afolar a un niño al placer y a las reuniones divertidas con otros niños?-. 17 la ormonía material
o maniobra unitaria, desconocida en los talleres civilizados, y practicada en los de armonía,
donde se opera con el conjunto de los militares y de los coreógrafos, método que encanta a los
niños», Charles Fourier, El nuevo mundo industrial y societario, París, 1829, pp. 215-216.
[W 12, 2J
«Entre los duendes se evila distinguir los dos sexos mediante trajes contrastados, como el rt^ H
y el pantalón, eso serio correr el riesgo de impedir la eclosión de bs vocaciones y falsear la
porción de los sexos en cada función.» Charles Fourier, El nuevo mundo industrial y soaa^Kt
Paris, 1829, pp. 223-224. (Duendes de un año y medio a tres. Bambinos tle tres a ui.m tiH
medio.) (W U,|M
La salida para trabajar en el campo la concibe Fourier como una especie de excu i^H
campestre: en coches y con música. (W U, f l
Prueba de acceso para el cora de los querubines: «1. Intervención musical y coreográftc^^B
la Ópera - 2 lavado de 120 platos en media hora, sin cascar ninguno - 3. Pelado do
quintal de manzanas en el tiempo convenido, sin restar más allá de tal peso ndicad^H
4. Selección perfec*a de deleTninoda cantidad de trigo o de grano en tiempo fijo. - 5
de encendei y tapar el fuego con inteligencia y celeridad». Charles Fourier, El nuevo itM H
industrial y societario, París, 1829, p. 231 |W U l< l|
«De este modo, desde su infancia, el hombre no es compatible can la simple naluralc. i |i i h
la bandera del Falansterio mostraba los siete colores delarco iris Mota de René Maublanc:
«Los colores estén en analogía con los pasiones... Al yuxtaponer una serie de cuadros donde
Fourier compata las pasiones con los colores, con las notas de la goma, con los derechos nolu-
roles, con las operaciones rrolemálicas, con las curvos geométricas, con los melóles y con los
asiros, se constata por ejemplo que el amor corresponde al azul, o la nota mi, al derecho de
paslo, a la división, o lo elipse, al estaño y a los planetas». F. Armand y R. Maublanc. Fourier, I,
París, 1937! pp. 227-228. [W 12 a, 81
Sobre Toussenel: «Founer... pretende "reunir y encuadrar en un mismo plan, la mecánica socie
taria de bs posiones y los demás armonios conocidas del universo’ y pora eso. añade, 'recu
rriremos solamente o lecciones divertidas y sacadas de los objetos más seductores entre los ani
males y vegetóles». Armand y Maublanc. Fourier, I, Paris, 1937, p. 227 (el Fourier. Trailé de
I 'associalion domestique-agricole (Tratado de la asociación <kxnésticoagricola\, I, Ptsíslorvdfes,
1822, pp 24-25, y Théoríe de I'uniré universelle [Teoría de la unidad universo']. 1834, p. 31).
[W 13. Il
Fourier reprocha a Descartes haber dispensado de la duda a «este árbol de mentiros que se
llama civilización» (cfr. El nuevo mundo, p, 367). W 13= 2]
Extravagancias estilísticas que recuerdan a Jean Paul A Fourier le encantan los pre-ómbu-
los, ci&ámbulos, Irans-ámbulos, posi-ámbulos. introducciones extro-ducáones, pióbgos, interlu
dios, post-ludios, cis-medianles. mediantes, Irans-medianles, intermedios, notos, apéndices.
IW 13. 31
Sumamente destacado emerge Fourier desde el iras fondo del Imperio en este
apunte: «El estado societario será, desde el comienzo. Ionio más brillante que si se
le hubiera diferido en el tiempo. Grecia, en la época de los Solón y de los Pericles,
podía ya emprenderlo; sus medios habían llegado a un grado suficiente para esta
fundación». Armand y Maublanc, Fourier, I, París, 1937^ pp. 261-262 (cit. Fourier,
Tratado de la asociación doméstico-agrícola, I, Parfs-Londres, 1822, pp. LXI-LXII, y
Teoría de la unidad universal, 75)
1834, p. [w 13 , 4]
«Fourier se puso por entero en su obra, porque no podía poner en ella las necesi
dades de una clase revolucionaria que aún no existía,» Armand y Maublanc, Fou
rier,
I, París, 1937, p. 83. Hay que añadir que Fourier parece a veces prefigu
rar un nuevo tipo de hombre. Su ingenuidad essignificativa. [w 13, 71
«Había por la común en su habitación solamente un sendera libre, en medio, paro ir de la pul
a lo ventana; el resto estaba ocupado por uno serie gradual de grandezas, de lormos e incluí
de cualidades; había desde (ierra corriente hasta porcelana de China.» Charles Pellorln,
Fourier [Vida de Fourier], París, i 871, pp 32-33, |W IM
Charles Pellarin ( Vico de Fourier, París. 1871, p, 144) dice que Fourier se pasaba a va
seis y hasta siete noches seguidas sin dormir; esto ocurría por la excitación que le ctul
ban sus descubrimientos. [W ljfl.i
«El espíritu cabalista mezcla siempre los cálculos con la pasión: lodo es cólculm
el intrigante; el menor gesto, un pestañeo; lodo lo hace con reflexión y celerkM
Teoría de la unidod universal, I, 1834, p. 145. Esta observación hace ver d
especial claridad cómo cuenta Fourier con el egoísmo. (En el siglo xviii %<• |||
maba cabaleurs a los trabajadores que propagaban las revueltas.) [W | .)d
• La Terra copulando consigo mismo engendra ei cerezo, con Mercurio, lo fresa, con PolcM
grosello negra, con Juno, lo grosella en fodrro, etc.» Anr.and y Maublanc. Fourier, I, París, l f l
P- 114 tW l i n,i
«En Armonía.. ,as relaciones por series son demasiado activas para que se tenga tiempo <!>• twfl
díf en su aporlamenlo.» Armond y Maublanc, Faurier, II, París, 193/^ p. 211, tW ,i,
Los cuatro resortes de virtud da las pequeñas hordas: *son los gustos por'la suciedad, ul nidl
lio, la impudicia y la insubordinación». Charles Fourier. El nuevo mundo industrial y jorítfljB
Paris, 1829, p, 246, [W l l
Taque de trabaja de las pequeñas hordas; «Suena la carga de las pequeñas lim i .
medíanle un estruendo de rebato, carillones, tambores, trompetas, aullidos de dogos, y mum
dos de bueyes: mientras las hordas, conducidas por sus kans y sus druidas, se lanzan i un
grandes gritos, pasando al encuentro del sacerdote que las asperja... Ellas deben eslOI 'IM
liadas al sacerdocio en cuanto cofradía religiosa y lleva' en el ejercicio de sus funciones un
signo religioso sobre sus hábitos». «Aunque el trabajo de las pequeñas hordas seo el más difí
cil... ellas son de entre todas los series las menos retribuidas; no aceptarían nodo si en la aso
ciación fuera decente na aceptar alguno parle . Toda auloridod, incluidos los manarcos, le
deben el primer saludo a las pequeños hordas; ellos poseen los caballos enanos y la primero
caballería del globo; ningún ejército industrial pusde empezar su campaña sin bs pequeñas
hordas; ellas lienen !a prerrogativa de poner la primera piedra de cualquier trabajo de unidad.»
Charles Fourier, El nuevo mundo industrial y socielario, París. 1829, pp 247-248 y 244-246.
[W 14, 2]
•Maniobra tártara o modo curvilíneo» de- la* pequeñas hordas en contraposición con la
•maniobra moderna o modo rectilíneo» ilo las pequeñas bardas. «La horda parece un almoha
dón de tulipanes ricamente empenachados, cien caballeros deberán desplegar doscientos colo
res artísticamente contrastadas.» Fourier, El nuevo mundo, p 249, IW 14, 31
Les incumbe a Las pequeñas hordas velar por la concordia social, como a las pequeños ban
das por el encanto social. IW 14, 5]
«Las pequeños hordas van con gusto por la sendo del bien, groóos a la inmundicio especula
tivo.» Fourier, El nuevo mundo, p. 255. fW 14,6]
«Las pequeñas bandas se adjuntan entre lo edad púber de los cooperadores llamados con-
bantes o coribantas. en oposición a los druidos o druidesos de las pequeñas hordas El mismo
conlrasle reina en sus aliados viajeros, que son las grandes bondas de caballeras errantes y
caballeros errantes consagrados a los bellas arles Par otra parle las pequeñas hordas tienen
como aliados a viajeros, las grandes hordas de aventureros y aventureras están disponibles pota
los trabajos públicos.» Fourier, El nuevo mundo, 1829, p. 254, [W 14 a, 11
Las pequeñas bandas gozan de jurisdicción sobre los delitos cometidos en campos y jardi
nes, y sobre cuestiones lingüísticas. LW 14 a, 2\
«Si la vestalía está llamada a cambiar el espíritu de la infancia con respecto a las relaciones de
□mor, lo habilidad para el doble empleo de los apararos genitourinarios deja materialmente al
niño en la ignorancia del sexo.» E. Silberling, Diccionario de sociología lalonsteriana, París, 1911,
p. 424 ( la c l) . Del mismo modo, la cortesía de los muchachos hada las muchachitas de las
pequeñas bandas debe engañar acerca del significado de la galantería de los mayores.
[W 14 a, 31
«Con el nombre de ópera comprendo todos los ejercicios coreográficos, incluso los del Fusil y
los del incensario.» Fourier, El nuevo mundo industrial y societario, París, 1829, p. 260.
[\V 14 a, 4]
El falansterio se organiza como un país de Jauja. Incluso las diverslOnnJ
(cazar, pescar, tocar música, cultivar flores, actuar en el teatro) están rrimw
neradas. [w 14 .t, f l
•El salvaje goza de siete deiechos nalgrales.. la cozo, lo pesca, la recolección, el pasto, al io|^|
exterior (es decir, el robo de lo que pertenece a otras tribus) y la despreocupación.» Cit, Aimun®
y Maublanc, Fourier, II, Paris, 1937, p. 78. |w 14 ;i |n| I
La tirada de todas las obras útiles para los falanslerios alcanza 800.000 ejemplares. l;<mn«M
piensa sobre todo en la edición de una Enciclopedia naturológíca culminada, [W IV
Fourier: «Cada oficio tiene su conttamoral y sus principios:». Cil, Armand y Maublanc, Fourit», II. I
Parfs. 1937, p. 97. Fourier menciona como ejemplos el mundo golanfe y el mundo tle lim 1
criados. f f l l , fl|
«Al cobo de tres generaciones de armonía, los dos tercios de las mujeres serán estériles, coiM I
le ocurre a cualquier flor que los refinamientos de cultivo han elevado a uno gran perfección 1 1
Fourier, ía falsa industria, II, París, I835-183Ó, pp. 560-561. [W 1S, f| I
El sometimiento voluntario del salvaje, que dispone de siete derechos naturales, sería
según Fourier la piedra de toque de la civilización. S6I0 la armonía puede conseguirlo.
|W 15, 81
•El individuo. _es un ser esencialmente falso, porque no puede ni por sí mismo ni per pareja ope
rar el desarrollo de las 12 pasiones, ya que ellas son un mecanisiro de 810 teclas y los com
plementos. En el torbellino oasional es donde comienza la escala y no en el hombre individual*
Pubiication des manuscrits de Fouriei [Publicación de los manuscritos de Fourier]. París, 1851-
1858, 4 vo li Años 1857-1858, p. 320 !W 15. 91
La mecánica de las pasiones: «La tendencia a hacer que concuerder los cinco resortes sensuales
11: gusto, 2: tacto, 3; vista, 4: oído, 5; olfato) con los cuatro resortes afectuosos (ó: amistad, 7:
ambición, 8: amor, 9: paternidad). Este acuerdo se establece por mediación de tres pasiones
poco conocidas y difamadas, que nombraré: 10, la cabalista; 11, la mariposa; 12, la compuesta».
Cit. de El nuevo mundo. Armand y Maublanc, Fouriei, I, París, 1937, p. 242. (W 15 a, 21
«Un gran número de universos (así como un universo, después del hombre y del planeta, consti
tuye el tercer escalón... Fourier lo liorna un Inverso) lorma un cuolriverso, y así sucesivamente
hasta el odiverso, que representa la naturaleza entera, la totalidad de los seres de armonía
Fourier se entrega a cálculos minuciosos y prodama que el octiverso se compone de ÍO9^ uni
versos.» Armand y Maublanc, Fourier, I, Pon's, 1937 P- 112. 1® 15 a, 31
Sobre el beau agricole «Este arodo tan odioso en la actualidad será conducido tanto pot el
joven príncipe como por el joven plebeyo: será uno especie de torneo industrial, donde cada
otleta irá a hacer sus pruebos de vigor y destreza; se dará importancia ente las bellas, que ven
drán a cerrar la sesión aportando el almuerzo o la metiendo». Charles Fouiier, Tratado de lo
asociación domésticoagricola, II. París-londres, 1822, p. 584 Al txxiu agricote pertenecen
además las estelas funerarias sostenidas por pedestales de flotes, dispersas por altares y
eampos{,) los bustos de meritorios campesinos o agricultores. «Son bs semidioses mitológi
cos de io secta o de la setie industrial.» (Cit. Armand y Maublanc (loe. cit,), II, p. 206.) Se les
ofrece incienso mediante las cotybantes, [W 15 a, 4]
Fourier aconseja que en la folange de prueba se ensaye precisamente con los caracteres
excéntricos, [W 16, 1 )
Fourier era chovinista; odiaba a los ingleses y ;l los judíos. En los judíos no
veía gentes civilizadas, sino bárbaros que habían conservado las costumbres
patriarcales. [W16, 2]
La manzana de Fourier -contrapartida de la de Xewton- que en el r<.-»(■
rante parisino Février cuesta cien veces más que en la región de dondí' pul
cede. También Proudh{on) se compara con Newton. íw ift,
Los hanromonos necoiuin dormir muy poco (¡como Fourier!); alcanzan una edad nilflfl
de 150 años. IW l(> I
«lo ópera va o lener el primer rango entre los resoltes de educación La ópera es una ciQ fl
de moral en imágenes: ahí es donde se elevo la juventud hoslo el hotroi hacia lodo lo quo f l
a lo verdad, le precisión y lo unidad Ningún favor puede excusar, en lo óperc, quien ol H
en la voz o en la medida, en el geslo o en el paso. El hijo de un príncipe, en las ligutaa M
los coros, está obligado a sufrir la verdad y las críticas motivadas de la masa. En la ópwH
donde aprende a subordinarse en cualquier movimiento a las contenencias unitarias, a l
acuerdos generales.» Cit F. Armand y R. Maublanc, Fourier, II, París, 193/ pp. 232-233,1
W lf', fl
«No se ha soñado nunca, en civilización, con perfeccionar esta porción del tra|e que si' II mil
atmósfera... N o basta con modificarla sn los salones de algunos ociosos.., Hay que me lil
la atmósfera como sistema general.» Cit F. Atmand y R. Maublanc, Fourier, II, París, 193^ p m|
IW 1,11, (
U js hormomanos -protegen- todos los arriares contra el exceso de sol y de lluvia |W Ift, f l
Engranaje, por ejemplo enlre pastoreo, labranza y jardines: «No es necesario que este inter
cambio seo general; que veinte hombres ocupados en e! interior de los rebaños entre anco y
seis horas y media vayan esos mismos ve nte a trabojar de seis horas y medio a ocho; es pre
ciso solamerle que cada serie provea a otros varios societarios sacados de algunos de sus gru
pos. con el fin de establecer vínculos entre elbs mediante el engrana|e de diversos miembros
que lundonen alternativamente en una y en otra». Cit. F. Armand y R, Maublanc, Fourier, II, Paris,
1937 pp 160-161 (cVuelo de la "mariposa"»| t’W 16 a, 21
En el Nuevo mundo industrial( pp. 281-282) se hace muy de notar cierto ren
cor contra Pestalozzi, Como había tenido un éxito tan grande entre el
público, se sirvió del «método intuitivo» de Pestalozzi en el Tratado de
1822. Sin embargo, los lectores se mostraron esquivos. - Da crédito a his
torias escandalosas sobre Yverdon, que demostrarían que en la civiliza
ción no se pueden
introducir sin represalias las instituciones de la armonía.
IW 17. I]
Bajo el título de El garonksnto d e oído, Fourier. jum o a la elevación del habla popular y de
su educación musical (¡coro de los trabajadores en el teatro de Touluuse!), trata de las
medidas contra el ruido Quiere ver aislados los talleres, trasladándolos al menos a los f a u -
bourgs. 1SF 17. 2]
UlbanismoO «Un hombre que quiere lener un magnifico salón sabe bien que la belleza de la
pieza principal no dispensa de adornar ias avenidas. ¿Qué se pensaría de su bello salón sí.
para llegar a él. hubiese que atravesar un palio atestado de basuras, una escaleia obstruida por
escombros y una antecámara guarnecida por viejos muebles lústicos? ¿De dónde viene, pues,
que el sentido común, que se encuentra er e individuo para el ornamento de una residencia par
ticular, no se encuentre en nuestros arquitectos para el ornamento de las residencias colectivas
denominadas ciudades? gY por qué, entre tantos prfndpes y artistas... ninguno ha soñado con
el ornamento graduado de Ires accesorios, suburbios, anexos y avenidas,..?». Charles Fourier,
Cités ouvríéres. Modifications á introduire dans I 'architecture des villes [Ciudades obreras.
Modificaciones para introducir en la arquitectura de los ciudades], París, 1849, pp. 19-20,
Fourier imagina, entre muchas otras normativas arquitectónicas, aquellas según las cuales
se podría deducir del mayor o menor adorno de los edificios cuánto se acercan o alejan
de una ciudad. [W 17, 31
i.V í
El urbanismo bárbaro, el civilizado y el armónico^:) «Una ciudad bárbara está formad*
edificios reunidos fortuitamente al azar... confusamente agrupados entre calles tortuosa», I
chas y mal iluminadas, malsanas. Asi son en general las ciudades de Francia... Las ciudad"* I
lízadas tienen un orden monótono, imperfecto, una distribución en tablero, como... Filad!
Amsterdam, el nuevo Londres, Nancy, Turfn, la nueva Marsella, y otros ciudades que se <hlm
cuando se hon vislo tres o cuatro calles. No se tiene el valor de evitorlas de ahí en adata
Frente ;i eUo, la armonio neutro «que concilio el orden incoherente con el orden combMfl
Fourier, Ciudodes obreras, pp. 17-18. |W |fj
Claude-Nicolas Ledoux: -Como latios los edificios de la comunidad pensados para C tl^ H
el hospicio (una construcción baja nxJeada de arcadas en tomo a un palio cua iim rfd
I! ! ! u ' , I ■i lí ■! I . I.i ■I ) . . • .. ;.||.. ,r ■.. I ■ 1j -i 1 ■ ■, ■ ii ■
■ i .1 I ■<
•Grandville ho meditado durante la mayor parte de su existencia sobre la idea general itfB
Analogía.» Ch. Baudelaire, CEuvres [Obras], II, (París) ed. Le Dantec, (1932), p. 197
caricaturistes fronfaises [Algunos caricaturistas franceses]). [W 1?
«A diFerencía de los sansimonislas, Fourier no tiene que hacer misticismo con respecto a la esté
tica. En su doctrina general es ciertamente místico, utopista, mesianista si se quiere, pero al hablar
de arte la palabra "sacerdocio’' no cao nunca de su boca, "la vanidad se lo llevar y empufa a
los artistas y a los sabios a sacrificar la fortuno [que can necesaria les resultaría para mantener
su independencia! a los vapores del orgullo*.» H J. Hunt, El socialismo y el romanticismo en
Francia, Oxford, 1935, pp- 123-124. IW *8]
X
[M a r x ]
•No sólo la riqueza, también la pobreza del hombre recibe en la misma medida -bajo el
supuesto del socialismo- un significado humano, y por ello social. Ella es el vínculo posi
tivo que le permite al hombre captar la mayor de las riquezas: los otros hombres como nece
sidad.- Karl Marx, Economía nacional y filosofía [Karl Marx, El materialismo histórico, I,
Leipzig, Landshut y Mayer eds., 1932, p. 3051. IX 1, 21
•Conclusión que deriva Marx de la economía capitalista: con el poder adquisitivo de que
dispone en forma de salario, el trabajador únicamente puede comprar una cantidad de
valor para cuya producción sólo fue necesaria una parte del trabajo que 61 mismo realizó.
En otras palabras: sí las mercancías producidas por é¡ se han tic enajenar al em prt^H
produciéndole a éste beneficios, siempre deberá aportar un tralwjo adicional.- |!• iw|l
Grossmann, -Fünfzig Jahre K:inipf uní tlen Marxismus- [■Cincuenta años de lucha en I^ H
al marxismo] ( Wórterbucb der Volkswirtscbaft [Diccionario de economía|, 111, Jcna, I u<J|H
Elster ed., 1933, p 318). IX J
Origen de la falsa conciencia: -La división del trabajo se produce realmente en el m on^H
en que surge... una división entre el trabajo material y el intelectual. A partir tío
momento, la conciencia puede creerse realinerae que es algo distinto de la conciení^M
la... praxis existente, puede realmente imaginar algo sin imaginar natía real-, Miu \mM
F.ngels über Feuerbacb Aus dem NacblaS¡Man- y Engels sobre Feuerbacb. Del legadg^U
lumo Marx y Engels sobre Feuerbacb] (Archivo Marx-Engels, I, Frankfurt, I). KjazanoV^B
<1928), p. 248). IX ), *
Un pasaje sobre la revolución como i-(l) -día del juicio* opuesto al sonado por Bruno HiiiH
-que lleva al triunfo de la conciencia crítica-: -El santo padre de la Iglesia se e.'ílialtyH
mucho de que el día del juicio... caiga sobre él -un día cuya aurora es el reflejo en el o H
de las ciudades en llamas, cuando bajo estas “armonías celestes" retumben en su oliiii ■
melodía de la Marsellesa y de la Carmognole con sus debidos cañonazos, y la giilllnllM
marque el ritmo, cuando la “masa” infame.,, grite <;a ira, fa ira, suprimiendo la "auim ii|fl
ciencia".,, por medio de las farolas*. Marx y Engels sobre Feuerbacb, Del legado /'(n fiifl
Marx y Engelssobre Feuerbacb (Archivo Marx-Engels, I, Frankfurt, I). Rjazanov ed., p, .’M|H
IX I , i
Autoalienación: -El trabajador produce el capital, el capital le produce a él, pot m |fl
el trabajador se produce a sí mismo, y... produce sus cualidades humanas... en n ia f l
existen para el capital que le es ajeno El trabajador sólo existe como trabajador m lffl
tras existe ¡tara si como capital, y sólo existe como capital mientras existe un
para él. La existencia del capital es su existencia... al igual que determina el contení®
de su vida de un modo que le resulta indiferente..- la producción produce al hom ltfM
como un... ser desbumanizado-, Karl Marx, El materialismo histórico. Los manta i Mht|
I. Leipizg, Landshut y Mayer cds., pp 361-362 (Economía nacional y filoso/id), j
IX 1 « II
Sobre la doctrina de las revoluciones como inervaciones del colectivo -La supresión ddB
propiedad privada es., la complela emancipación de lodos los sentidos humanas.,.¡
es emancipación... porque las sentidos y el espíritu de los demás hambres se convli'fffl
en algo propio. Por tanto, además de los órganos inmediatos, se forman órganos .volmJhiI
así, p. ej., la actividad en contacto inmediato con otros... se convierte en órgano ele m fl
expresión vital y en un modo de apropiación de la vida humana. Se entiende que si [mM
el ojo humano de otro modo que el ojo en bruto, el ojo inhumano, el oído humano di' i illfl
modo que el oído en bruto, ele.-. Karl Marx, El materialismo histórico. Los manuscrito*, |[
Leipzig, pp. 300-301 (Economía nacional y filosofía'). [X 1 i, ll
•La naturaleza en la historia humana -la naturaleza que deviene [I] acto generador di lit
sociedad humana- es la naturaleza real del hombre, y por eso la naturaleza, tal como llim
;i ser por la industria -si bien l>ajo una figura alienada-, es la verdadera naturaleza antro
pológica- Karl Marx, El materialismo histórico, los manuscritos, I, Leipzig, Landshut y
Mayer eds., p 504 (.Economía nacionaly filosofía). IX 1 a, 31
Punto de partida para una crítica de la •cultura*: -La supresión positiva de la propiedad pri
vada como apropiación de la vida humana es— la supresión positiva de toda alienación, y
por tanto el retomo del hombre desde l?) la religión, la familia, el Estado, etc., a su exis
tencia humana, esto es, social-, Karl Marx, El materialismo histórico, I, Leipzig, Landshut y
Mayer eds., p. 296 (Economía nacional yfUosofiá). [X 1 a, 41
Una deducción del odio de clase referida a Hegel: -La supresión de la objetividad bajo la
determinación de la alineación -que ha de avanzar desde la extrarieza indiferente hasta la
alienación real y hostil- liene para Hegel al mismo tiempo, e incluso sobre todo, el signi
ficado de suprimir la objetividad no porque a la autoconciencia le repulse en la alienación
el carácter determinado del objeto, sino su carácter objetivo-. Karl Marx, El mateiialismo
histórico, I, Leipzig, p. 335 (Economía) na cionaly fiH osofia)) IX 1 a, 5]
El comunismo -en su forma primera-, -El comunismo... sólo es... en su forma primera una
universalización y culminación de lo mismo [síc de la propiedad privada],,. La posesión
física inmediata constituye para él el único objetivo de la vida y de la existencia; no se
suprime la determinación del trabajador, sino que se extiende a todos los hombres; quiere
renunciar violentamente al talento, etc. Se puede decir que,,, la comunidad de mujeres es
el secreto explícito de este comunismo aún totalmente rudo e impulsivo. Igual que la mujer
sale del matrimonio para ir a la prostitución general, el mundo entero tle la riqueza... sale
de la situación del matrimonio exclusivo con el propietario privado, a la situación de la
prostitución universal con la cora unidad,.. En qué escasa medida esta supresión de la pro
piedad privada es una apropiación efectiva, lo demuestra... la negación abstracta del
mundo entero, de la educación y de la civilización; el retomo a la simplicidad nada natu
ral del hombre pobre y sin necesidades, que no ha salido de ia propiedad privada, sino
que ni siquiera ha llegado a ella.- Kari Marx, Ei materialismo histórico, 1, Leipzig, Landshut
y Mayer eds., pp, 292-293 (Economía nacional y filosofía) EX 2, 11
De Marx, El capital, 111, 1, Ham burgo, 1921, p. 84{;) «El consejo del banquero... es más
importante que ei del cura-{.) (Cit. en Hugo Fischer, Karl Marx und sein Verháltnis zu
Staat u n d W irtscha/t I Karl M arx y su relación con el Estado y la economía), jenu, ||
P 56 ) |X\
El tiempo en la técnica. •Como en una auténtica acción política, la elección del molfl
adecuado.- es decisiva. "Las órdenes del capitalista en el campo de la producción « ■
imprescindibles como las del general en el campo de hatada." (I. 278 ) ...El *iieinin»,M
aquí en la técnica otro significado que en el acontecer histórico de la misma época»
que... "las acciones coinciden sin más". El Tiempo' tiene en la técnica.-, otro significad!
en la economía moderna, que mide por el reloj el tiempo de trabajo.- Hugo F is d iJ
M arx y su relación con el tetado y la economía, Jena, 1932. p. 42 (Cita: El capital {0, I
1923) IXI
«Si se piensa que Cournol muró en 1877 y que sus principales obras fueron mediladflB
el Segundo Imperio, se debe teconocet que después de Marx ha sido uno de los esplillW
lúcidos de su tiempo Coumol va electivamente más olió de Comle, extiaviado en el ■
codo de su Religión de lo Humanidad, de Taine, exlraviado en el de lo Ciencia, y rmichfl
allá de las dudas matizadas de Renán... El enuncia esla admirable sentencia: 'De my ■
creación que era, el hombre ha ascendido o descendido [como guste entenderlo) al [xij*
concesionario de un planeta". Lo civilización mecanizada del porvenir no representa d i
guna manera para él "el triunfo del espíritu sobre la materia,, sino más bien el triunfo i:ld
principios racionales y generales de los cosas sobre la energía y las cualidades pfi mmira
organismo viviente".» Georges Frledman, La crise du progrés [La crisis del progrew jjr
<1936), p. 246. IX J H
-Lo muerto era un anticipo de la fuerza viva de trabajo; en segundo lugar, queda 4
rado por el fuego de ésta y, posteriormente, en tercer lugar, vuelve a seniais*
trono. Puesto que antes de que el trabajador entre “en el proceso, su propio ti.illá
resulta ajeno, estando asimilado al capitalista e incorporado al capital, durante t l
ceso su trabajo se objetiva constantemente en el producto ajeno '... Aquello muerlfl
la técnica toma entre sus manos, es la economía El objeto de la economía es M
cancía- ‘El proceso de producción" que se pone en marcha al contacto incemll.itw!
trabajo con los productos, "se extingue en la mercancía- Que en su elaboración tf¡
gastado la fuerza de trabajo, aparece ahora como característica objetiva de la mi'f
cía, que posee valor" (II, 361).. La acción del hombre, en cuanto en cada caso u
acto productivo conjunto" (II, 201), es ya más que el portador de esta acción.. 1.i n t
culmina ya en un ámbito superior, que tiene el futuro para sí: la técnica, el pcnt-ului
esta acción, en cuanto individuo aislado, permanece aún en el ámbito de la c ftlld
como también su producto pertenece a este ámbito,., En su continente occldeiiiitl
técnica en conjunto es una única acción cuando se impone com o fécnica\ la llso M
de la tierra se transforma en primer lugar en el ámbito de la técnica, sup ertn
incluso el abismo entre la ciudad y el campo. Pero cuando la economía, lo muefln, til
primacía, la repetición de magnitudes homologas medíanle existencias absoluiillHHl
austituibles, la producción de mercancías mediante el asalariado, vencen sobre ,i lilf l
petibilidad de la acción técnica,» Hugo Fischer, K arl M arx y su relación con el /n/rl|
¡a econom ía, Jena, 1932, pp. 43-45 (las citas son de El capital, (11), Hamburgo, l'i l| 11
IX i « M
■“El mismo espíritu que construye ¡os sistemas filosóficos en el cerebro de los filósofos, es
el que construye ferrocarriles con las manos de los trabajadores)..En el desierto del siglo
XIX. la técnica es, según Marx, el único ámbito vital en el que e! hombre se mueve en
medio de una cosa.- Hugo Hischer, Karl Marx y su relación con el Estado y la economía,
Jena, 1932. pp. 39-40. (La cita de Marx es probablemente tic Marx-Engels, Gesammelte
Scbrifien 1841-1850 loííraw completas 1841-18% t, Stutigart. 1902, p. 259-) (X 3, I I
Sobre los antecesores divinos del char!atán(:) -Los diferentes antepasados divinos no sólo
habían revelado ahora- (fin del siglo xvw l .las recetas de los elixires de la vida, sino méto
dos para teñir, indicaciones para tejer la seda, o los secretos de la destilación. Se mitolo
gía') la industria-, Grete de Francesco. Die M atch ¡les Cbarlatans [El poder del charlatán],
Basílea, (1937), p. 154. IX 3, 21
Marx subraya -la decisiva importancia de la transformación del valor y del precio de la fuerza
de traliajo en la forma del salario o del valor y precio del trabajo mismo. Sobre esta forma
de manifestación, que hace invisible la situación real y causa precisamente su contraria, repo
san todas las concepciones que tanto el trabajador como el capitalista poseen del derecho,
todas las mistificaciones del modo de producción capitalista, todas sus ilusiones de libertad-,
Karl Marx, El capital, (I), Berlín, Korsch ed., (1932), p. 499. IX 3, 3]
•Sí hubiéramos seguido investigando bajo qué condiciones adoptan todos o la mayoría de
los productos la forma ele mercancía, hubiéramos encontrado que esto sólo sucede sobre
la base de un modo muy específico de producción, el capitalista -Karl Marx, El capital, (I),
Korsch ed., p. 171. IX 3, 41
Marx se enfrenta a la concepción de que el oro y la plata son sólo valores imaginarias
-Debido a que, en determinadas funciones, el oro puede sustituirse por meros signos de sí
mismo, surgió la confusión de que es un mero signo. Por otra parte, en ello mismo se sos
pechaba que la forma dinero de la cosa le es exterior y men> medio de manifestación de
relaciones humanas ocultas en su trasfondo. En este sentido, toda mercancía sería un signo,
porque en cuanto valor sólo es el envoltorio material del trabajo humano gastado en ella.
Pero en la medida en que... los rasgos objetivos, que contienen determinaciones sociales
del trabajo sobre la base de una específica forma de producción, se declaran simples sig
nos, se manifiestan al mismo tiempo como un producto arbitrario del pensamiento de los
hombres.» Kespecto al «trabajo humano-, Obs(ervación): *"A1 considerar el concepto de
valor, la cosa misma se ve sólo como un signo, y no vale en cuanto es ella misma, sino en
cuanto es valor de algo," (Hegel, Recbtsphihsophie, Zusatz zu $ 63 IFilosofía del Derecho,
adición a j 63],)'. Marx, li!capital, (I), Korsch ed., pp, 101-102 («El proceso de intercambio".).
1X3, 6]
La propiedad privada como origen de la alienación de los hombres entre sí: -Las cosas son
en y por sí mismas ajenas al hombre, y por eso enajenables. Para que esta enajenación sea
recíproca, los hombres únicamente necesitan aparecer tácitamente como los pmpictfl^H
privados de aquellas cosas enajenables, V precisamente por ello como personas imlr|«M
dientes unas de otras. Semejante relación de extrañamiento mutuo no existe sin emh(^|
entre los miembros de ninguna comunidad natural... El intercambio de mercancías coml^^|
donde las comunidades acaban*. Kari Marx, El capital, (I). Berlín, Korsch ed., 1932, p if l
(-El proceso de intercambio-). IX 3 lj
■Para... relacionar mutuamente las cosas como mercancías, sus guardianes tienen que n H
cionarse unos con otros como personas cuya voluntad anida en esas cosas.- Marx, tí |^H
tal. (í), Berlín, Korsch ed , 1932, p. 95 (-El pn>ceso de intercambio-). iX3|fl
Marx detecta una gradación en el desarrollo y reconocíbilidad del carácter fetíchist.i ilvH
mercancía: -Puesto que la forma de mercancía es la más general y menos desarroll.iilj iM
la producción burguesa -porque aparece temprano, aunque no en el modo doininim i®
por ende característico en que lo hace hoy día-, su carácter fetichista parece aún ri'Ut|H
mente fácil de reconocer. En formas más concretas, desaparece ya esta apariencia tle i f l
pllcidad». Marx, Ul capital, 0). Berlín, Korsch ed., 1932, p. 94 (-El carácter fetichista*) I
[X 1 Ll, ■
•El valor... transforma todo pmduclo tle trabajo en un jeroglífico social. Más larde, los hom
bres intentan descifrar el sentido del jeroglífico, intentan pendrar en el misterio de su pro
pio producto social, pues la determinación de los objetos de uso como valores es un producto
social suyo tanto como lo es el lenguaje.- Marx, El capital(I), p. 86 (-El carácter fetichista
de la mercancía y su misterio»), IX 4, 31
•La forma general de! valor, que presenta los productos del trabajo como
mera gelatina de ¡ndíferenciado trabajo humano, muestra ser por su pro
pia estructura la expresión social del mundo de la mercancía. De este
modo, revela que dentro de este mundo» [únicamente el mundo necesitado
y abstracto] "el carácter humano general del trabajo constituye al mismo
tiempo, como trabajo social, el rasgo distintivo de este inundo». Marx, El
capital, (I), p. 79 ("La forma-valor o el valor de cambio»). —La naturaleza
abstracta dei trabajo social y la naturaleza abstracta del hombre que se rela
ciona con su prójimo como propietario, se corresponden mutuamente.
IX 4, 4]
■Para... expresar que la actividad de tejer no constituye en su forma concreta, como tejer,
el valor de la lela, sino en .su cualidad general como trabajo humano, se le contrapone
la confección, el trabajo concreto que produce el equivalente a la tela [el traje}, como
la forma en que se realiza tangiblemente el trabajo humano abstracto -(Ei capital, (1),
p 71). A ello se refiere Marx al decir inmediatamente antes; -l'n la expresión de valor
de la mercancía, el asunto se tergiversa-, Al respecto, la observación: -Esta inversión, por
la cual lo sensible-concreto sólo vale como forma de manifestación de lo abstracto-
general, y no lo abstracto-general, a la inversa, vale como cualidad de lo concreto,
caracteriza la expresión de valor... Si yo digo que el derecho romano y el alemán son
ambos derechos, digo algo evidente. Pero si digo que el derecho, este concepto abs
tracto, se realiza en el derecho romano y en el alemán, en estos derechos concretos,
entonces la relación se vuelve mística» (p. 71) («La forma-valor o el valor de cambio»).
tX 4 a, 1]
«Si digo que un traje, unas botas, etc., se refieren a la tela como a la encarnación univer
sal del trabajo humano abstracto, lo absurdo de esta expresión salta a los ojos. Pero cuando
los productores del traje, de las botas, etc., refieren estas mercancías a la tela como equi
valente universal -o al oro y a la plata, lo que no cambia las cosas-, la relación de sus tra-
bajos privados con el trabajo social co nju nto les aparece precisamente bajo esui l"HH
absurda.* Karl Marx, Et capital, {I), Berlín, Korsch ed.. 1932, p. 88 (-El car.ícter fetichlH»
IX 1 ii, I
-La economía política... jamás... lia planteado la cuestión.. de por qué,,, el trabajo se íj |ill
senta a sí mismo en el valor, y la medida de trabajo, mediante su duración tcmpnnlffl
representa a sí misma en la cantidad de valor del produao de trabajo. Expresiones que |||
van grabada en la frente su pertenencia a una formación social en la que el procoid
producción domina a los hombres, pero el hombre aún no domina el proceso de pn
ción, resultan para la conciencia burguesa de una necesidad natural tan evidente, coflM
trabajo productivo misino.- Marx, El capital, (1), (Korsch ed.), pp. 92-93 (-El carScler J
chista de la mercancía y su misterio»), IX 4 ,i. I
•En una fase u lte rio r d e la socie d ad c o m u n ista, de sp u és de q ue ei servil s o m c llm ltf fl
de los in d iv id u o s a la d iv is ió n del trabajo, y c o n e llo la m b ié n el contraste euit#
trabajo in telectual y el m a n u a l, haya d e sa p a re cid o ; d e sp u és de q u e el trabajo ar Iniy
co n v e rtid o n o en u n m e d io p ara vivir, sin o e n la p rim e ra ne cesidad vital; despiiA» il»
c|ue con el desarrollo p o lifa cé tic o de los in d iv id u o s h a y a n crecido ta m b ié n la-, Iw t
zas p roductivas.., - sólo e nto nce s se p o d r í traspasar p o r c o m p le to el estrecho lnt(|
z o n te legal b u rgués y escribir en las b an de ra s de esa socie d ad : ¡A cada uno -i ^ lll I
sus capacidades! ¡A cada u n o según sus necesidades!» M arx, Glosas margimiltH M
P rogram a clel P artido A le m á n de los Trabajadores, Berlín-Leipzig, 1922, p. 27.
IX V 'I
Marx en la crítica del Programa de Gotha, de 1875: -La,salle se-.sabía de memoria el Mani
fiesto comunista... Y si lo falseó g r o s e r a m e n t e , CS|() fllc sfy0 para disimular su alianza con
los adversarios absolutistas y feudales en contra de l:i burguesía*. Marx, Glosas marginales
al Programa (del Partido Alemán de b s Trabajadores!), (Korsch ed.), p, 28, (X 5, 4]
Korsch señala como -básica para entender el conjunto del comunismo matxiano, y hoy
tachada frecuentemente de “carente de significado* por todos sus adversarios e incluso por
muchos de sus seguidores, la comprensión científica de que el salario no es. Como quie
ren los economistas burgueses, el valor <o el precio) del trabajo, sino “sólo una forma
enmascarada del valor (o el precio) de la fuerza de tral>ajo". que se vende en el mercado
laboral como una mercancía aun antes de que comience su empleo productivo Cel trabajo)
en la empresa del propietario capitalista- Karl Korsch. -Etnleitung- [-Introducción-] (en
Marx. Glosas marginales a l Programa d d Partido A lem án de los Tinbajadores. Berlin-Leip-
zig, Korsch ed., 1922. P- 17. IX 5 a, l l
Schiller: «Las naturalezas vulgares pagan con lo que hacen, las nobles con lo
que son-. El proletario paga con lo que hace por lo que es. IX 5 a, 21
•Los objetos... distintos pero de igual valor, sufren una pérdida del significado de mi lio ll
vidualldad debido a su intercambiabilidad -sea indirecta o ideal-,., La pérdida de lillliM
por la individualidad de las mercancías lleva a la pérdida misma de esta mdividualld.ul U
los dos aspectos de la mercancía.., son su calidad y su precio, parece lógicamente ini|.. i
ble que el interés sólo se dirija a uno de estos aspectos; pues barato es una palabra vacía
si no significa que el precio es bajo en relación con una calidad relativamente alta... Y sin
embaído, lo que es conceptualmente imposible, es psicológicamente real y efectivo; el inte
rés por uno de los dos aspectos puede crecer hasta el punto de hacer desaparecer por
completo el otro aspecto lógicamente implicado. El tipo ideal de uno de estos casos es el
“bazar de todo a cien". En él, el principio valorativo de la moderna economía monetaria
ha encontrado su expresión plena El centro del interés ya no lo constituye la mercancía,
sino su precio -un principio que a épocas anteriores no sólo les hubiera parecido desver
gonzado, sino, en su fuero interno, completamente imposible- Por eso, con razón se ha
destacado que la ciudad medieval... carecía de una economía capitalista desarrollada, lo
que habría sido la causa de buscar el ideal de la economía no tanto en la expansión (que
sólo es posible abaratando los precios) cuanto en la calidad de la oferta -Georg Simmel,
Filosofía del dinero, Leipzig, 1900. pp. 411-412. IX 7, 1]
•La teoría de la “plusvalía", anticipada ya en su mayor parte... por los economistas clási
cos burgueses y por sus primeros antípodas socialistas, y la... remisión del “libre contrato
de trabajo” del moderno asalariado a la compraventa de “la mercancía llamada fuerza de
trabajo", sólo adquieren toda su contundencia al trasladarlas del terreno del intercambio
de mercancías... al de... la producción material, esto es, por el paso de la "plusvalía"...
presente bajo la forma de mercancía y dinero, al "plustrabiijo" realizado por los verda
deros trabajadores en la empresa capitalista bajo las relaciones sociales allí imperantes
de dominio y opresión.» Korsch, loe. cit., (Karl Marx, manuscrito), II, pp. 41-42.
1X7 a, 2|
Korsch (Karl Marx, TI, p. 47) cita de Marx {El capital 1, Hamburgo, 1890, jifl
138-139) la siguiente expresión: -Los lugares ocultos de la producción, i'fl
cuyos umbrales se lee: “Prohibido el paso a toda persona no auiorizadlH
Cfr. la inscripción de Dante en la puerta del infierno, y Calle ele dim t irifl
única. IX 7 lt, ■
•Lo que Marx denomina.- “fetichismo del mundo de la mercancía" es sólo la expn^H
científica de lo que antes hahíu denominado... "autoalienación humana"... La difciril^fl
conceptual más importante entre ésta, que pertenece a la crítica filosófica de la ’auin^H
nación” económica, y la posterior exposición científica del misino problema, consi»lttH
que en El capital Marx... dio un significado más profundo y general a su crítica ei n f l
mica, al remitir todas las demás categorías alienadas de la economía al carácter feli< liM
de la mercancía. Ciertamente, el punto esencial de su ataque crítico... sigue siendo el i «
enmascaramiento de la Forma más relevante que adopta la autoalienación humann >■
rlffl
autoenajenación inmediata del hombre en la relación entre el "trabajo asalariado y el i i|t|i
tal", Pero este particular fetichismo de la m ercancía fuerza de trabajo... todavía apiiinfl
en esta última versión de la teoría económica... como forma derivada de aquel felii lu iif l
general que ya está contenido en la forma misma de la mercancía... Sólo una ve/ i|ifl
desvela que en último término tocias las categorías económicas son un único y grin llM
che... supera realmente Marx todas las formas y fases de la economía y de la teoría
burguesa... Incluso sus mejores portavoces permanecen atrapados en el . mundo ■
apariencia burguesa, o recaen en él. porque jamás llegaron a analizar, junto con
mas derivadas- (desenmascaramicnto del feliche del oro y de la plata, de las renta» [tjH
ducidas por la tierra, del interés como parte del beneficio, de la renta como exceden!*
las tasas medias de beneficio! -al mismo tiempo la forma básica más general del feticltl^|
económico, que aparece como mercancía en la forma de valor del producto de tral)a|^H
en ias relaciones de valor de las mercancías mismas-. Korsch. loe cit., (II), pp, 53?jSfl
IX |i #
Korsch: en la época burguesa, «la elaboración de los productos del trabajo era pretexto 11
velo de las.,, relaciones de opresión y explotación, La forma científica que adquiera i<|
enmascaramiento de este estado de cosas es la economía política». Su función: «aparUir ileí
ámbito de la actividad humana la responsabilidad por los obstáculos al desarrollo y las
trucciones vitales -tal como aparecen catastróficamente en las grandes crisis económlc#®
que conlleva el nivel actual de las fuerzas sociales de producción.., para trasladarla iil
ámbito, inalterable y dado por la naturaleza, de las relaciones entre las cosas». KoriHjfl
loe. cit., II, p, 65. tx 9 n, 'I
-La distinción entre valor de uso y valor de cambio no constituye, en la forma abslr.u lil
con que se presenta en la economía burguesa... un punto de partida útil para conoo-i !,i
producción burguesa de mercancías... Según Marx, la economía no trata el valor de l i l i
en general, sino el valor de l is o de la mercancía. Sin embargo, el valor de uso tle I >
“mercancía” no es únicamente un presupuesto (extraeconómico) de su "valor". Es mi ■li
mentó del valor.,. Del hecho de que una cosa tenga alguna utilidad para algún hombro,
aunque sea para el mismo que la produce, no se obtiene aún la definición econótnkil
de valor de uso. Sólo del hecho de que la cosa... tiene utilidad “para otros" se obllrtlfl
la definición económica de valor de uso como cualidad de la mercancía, Si el valoi ilii
uso de la mercancía está determinado económicamente como valor de uso social {v.ib>i
de uso “para otros”), entonces también el... trabajo que produce este valor de uso, i " , i, i
determinado económicamente como... trabajo “para otros”. El trabajo productor de »l»t
cañetas aparece por tanto como trabajo social en un doble sentido. Tiene... cantt h't
social general en cuanto “trabajo específicamente útil”, que produce un determinado ll|m
de “valor de uso" social. Tiene carácter social específico en cuanto “trabajo social gt'llM
ral”, que produce una cantidad determinada de “valor de cambio". La capacidad del li i
bajo social para producir cosas concretas, humanamente útiles.,, se manifiesta en el mlm
de uso; su capacidad para crear valor y plusvalía para el capitalista (una cualidad i|ii"
proviniendo de la forma específica de socializar el trabajo... surge en la presente épui 4
histórica) se manifiesta en el valor de cambio del producto del trabajo. La unión de ivtln»
dos caracteres sociales del trabajo productor de mercancías aparece en la “forma de val' n
del producto del trabajo”, o en la “forma de mercancía’’.» Korsch, loe. cit., (II), pp, A¿ 44
[X lili
■Ciertamente que en sus inicios, cuando las categorías abstractas de la economía política se
estaban aún separando de su contenido material, los economistas burgueses, al remitir el
valor al trabajo, pensaron también en las distintas formas del trabajo real. Así, los mercan-
tilistas, los fisiócratas, etc., unos tras otros, proclamaron que el trabajo empleado en la
industria exportadora, en el comercio y en la navegación, en la agricultura, etc., era la ver
dadera fuente de riqueza. Incluso en Adam Smith, que superó definitivamente los distintos
tijX ) S de trabajo para llegar a la forma general del trabajo productor de mercancías, discu
rre junto a la determinación formalista del “trabajo” como esencia abstracta que sólo se
manifiesta en el “valor” (valor de cambio), compartida con Ricardo, otra determinación dis
tinta. El mismo trabajo que definió como trabajo generador de valor de cambio, lo carac
terizó también... como la única fuente de riqueza material o de valores de uso. Esta teoría,
que pervive inextinguible hasta hoy en el socialismo vulgar,., es económicamente falsa.<
Suponiéndola cierta, no se podría «explicar por qué en la... sociedad actual son pobres pre
cisamente los únicos que dispusieron de esta fuente de riqueza, y tampoco por qué siguen
careciendo de trabajo y siendo pobres, en lugar de procurarse riqueza con su trabajo.
Pero... al alabar la fuerza creadora del "trabajo”, Adam Smith no tenía tanto en mente el
trabajo servil del asalariado moderno, que se manifiesta en ei valor de las mercancías y
produce beneficios para el capitalista, sino el carácter umversalmente necesario del trabajo
humano, del mismo m odo que su alabanza acrílica a la “división del trabajo" en aquellas
"grandes manufacturas”, como llama al conjunto de la moderna economía capitalista, no
se dirige tanto a la... forma sumamente imperfecta de la división del trabajo en la presente
sociedad capitalista, cuanto a la configuración social universal del trabajo humano, mez
clada confusamente con aquélla {sic}-. Korsch, loe. cit., II, pp. 44-46. IX 10, a]
Pasaje decisivo sobre la plusvalía, si bien necesita ser aclarada su frase final:
«Tampoco la teoría de la plusvalía , usualmente considerada como la parte
genuinamente socialista de la teoría económica de Marx, es en la forma
avanzada en que aparece en él ni una simple cuestión económica de cifras,
que le imputa al capitalismo un engaño formal practicado contra los traba
jadores, ni una utilización moral de la economía, que exige del capital la
parte del “pleno rendimiento del trabajo” hurtada a los trabajadores. En
cuanto teoría “económica”, parte más bien de que el empresario capitalista
adquiere “normalmente" la fuerza de trabajo con la que explota a los asala
riados en su empresa mediante un trueque real, en el que el trabajador
trueca a cambio del salario todo el contravalor de la “mercancía" vendida por
él. La ventaja del capitalista en este negocio no proviene de la economía,
sino de su privilegiada posición social. C.omo propietario en monopolio de
los medios materiales de producción, puede emplear en la producción de
mercancías la fuerza de trabajo según su valor de uso específico, que com
pra a su “valor1' (valor de cambio) económico. Entre el valor de las mercan
cías obtenidas por la explotación de la fuerza de trabajo en la empresa capi
talista, y los precios pagados por esta fuerza de trabajo a los que la venden,
no hay según Marx ningún tipo de relación económica o racionalmente
determinable. La cantidad de valor producido por los trabajadores en sus
productos de trabajo por encima de lo debido a su salario, o la cantidad de
“plustrabajo” efectuado para generar esa “plusvalía”, y la relación de ese
plustrabajo con el trabajo necesario (esto es, la "tasa de plusvalía" o “tasa tío
explotación” vigente en cada caso en una determinada época y en un detei
minado país) no es por tanto, en el modo de producción capitalista, resull
ta d o de un cálculo económico. Es el resultado de una lucha d e clases soclilJ
les-, Korsch, loe. cit., II, (pp.) 71-72. [X ll|
•I-I sentido de la teoría m andara «.leí valor no reside, en último término en la ohtencUfl
de alguna base teórica para el cálculo práctico del hombre de negocios a la búsqueda (fl
su beneficio privado en la actual sociedad capitalista, o para las medulas políticoeconótKH
cas del hombre de Estado burgués preocupado por aumentar en general la creación (fl
plusvalía capitalista. El objetivo último de su teoría reside más bien, según Marx, en ihm
tvlar ki ley económica del movimiento de ¡a sociedad m ixlcrtid' -lo cual significa tamblM
la ley de su desarrollo histórico-.* Korsch, loe. cil.. If. p. 70. IX I] u, ll
Concepto de fuerza de producción: *E1 concepto marxiano de las fuerzas sociales de pro
ducción no tiene nada que ver con las abstracciones idealistas de los “tecnócratas”, que se
imaginan poder constatar las fuerzas productivas de la sociedad... de un modo puramente
científiconatural y tecnológico... Con toda certeza... la mentalidad “tecnocrática' no hasta...
según Marx., para eliminar los obstáculos materiales que... opone la violencia muda de las
relaciones económicas... a cualquier cambio del estado actual de cosas- Korsch, loe. cit
m , pp. 59-60. IX 12 a, 21
Como objeto de las observaciones de Marx (-Das phikvsophische Manifest der historischen
Rechtsschule- l-EI manifiesto filosófico de la escuela histórica de derecho-), R beinisebe Zei-
tm ig 221 (1842), aparece -el acertado pensamiento... de que las condiciones en bruto son
ingenuas pinturas holanilesas de las ferdM Íem s condiciones-, Cil. en Koisch, I, p. 35.
(X 12 a, 31
La crítica del joven Marx a lo® derechos del hombre en cuanto distintos de los der© l«M
d d ciudadano. 'Ninguno de los llamadas derechos humanos va... m ás allá del tu*nbre e g o b tlfl
Lejos de que en ellos se haya conceiitdo al hombre como ser genérico, la vida misma
género, la sociedad, aparece más bien como un i na reo exterior a los individuos... E! tüniiH
vínculo que los mantiene unidos es la necesidad natural y el interés privado, la c o n s titu í
ción tle su propiedad y de su persona egoísta Es... un enigma... que la ciudadanía,®
co m u nid ad p olítica, sea degradada por los libertadores políticos incluso a mero m edio i m i *
la consecución de estos así llamados derechos humanos, que por tanto el ciudadano H
declare servidor del hombre egoísta, que el ámbito en el que el ser hum ano se reinen m(l
en cuanto ser común quede degradado al ámbito en el que se relaciona como ser pan lujl
en definitiva, que no se considere al hombre en cuanto ciudadano, sino al hombiv ctll
cuanto burgués, como el auténtico y verdadero hombre... El enigma se resuelve liH'il
mente... ¿Cuál era el carácter de la sociedad antigua?.,. La feudatidad. La antigua socio hnl|
burguesa tenía un carácter político inmediato-.. La revolución política suprimió... el canh
U t político de la sociedad burguesa. Descompuso la sociedad burguesa.., por una parle m i
individuos, por otra en elementos materiales y espirituales que.,, configuran ía siUinilmt
burguesa de estos individuos,., En uno y el mismo acto, se lleva a cabo la constitución
listado político y la disolución de la sociedad burguesa en indiriduos independientes -nuil-1
viduos cuya relación es el derecho, del mismo modo que la relación de los hombre» k|m
corporaciones y gremios era el p riríleg io -. El hombre que es miembro de la sociedad bui I
guesa, el hombre apolítico, aparece sin embargo necesariamente como el hombre n u lu n lt I
Los derechos del hombre aparecen como derechos naturales pues la a ctivid a d autoCO^M
cíente se concentra en el a cto político. EJ hombre egoísta es el resultado pasivo y emi/ftitl
de Li sociedad disuelta.. un objeto natural. La revolución p o lítica ... se relaciona con I
sociedad burguesa, con el mundo de las necesidades, del trabajo, de los intereses piivé‘ 1
dos, del derecho privado, como ., con su base n a tu ra l Al final, el hombre que es imelti
bro de la sociedad burguesa resulta ser el a u tén tico hombre, el bom m e, a diferencia d
cilo w n , porque es hombre en su... existencia sensible, mientras que el hombre p o /fllc o ^ t
sólo... el hombre... abstracto. Por tanto. Rousseau describe correctamente la abstracción ( j f l
hombre poliiico: ‘ quien se abreve a emprender la ¡nsfiruefón de un pueblo debe senlirs*
eslodo de cambiar., la naturaleza humana, de transformar a coda individuo, que por sí mívi™
es un todo peifeclo y solitario, en porto de un gian lodo del cual ese individuo recibe.. su )r»i
(Con/, Soc., lib. 11, Londres. 1782, p. 67).» Marx, -Zur Judenfrage- [-Sobre la cuestión
(M arx-Engels Gesamtausf&abt?) [Obras com pletas de M a tx-E tig etí, l, parte I, 1, Frankf{uil),
1927, pp. 595-599). IX !|1|
«|Sol, cuidóte!*
A J. Wiertz, CEwres Iittéraires [Obras litera
rias}. París, 1870, p 374.
«Si se debe un día apagar el soi,
Un rrorlo) lo volvería o iiumínor.»
Laurencia y Clairville, te roi Dagobert á
I ' exposition de 1844 (Théólre du Vaudevi-
¡le 19 avril 1844) (El rey Dagoberlo en la
exposición de 1844 (Teatro de Vaudevilb,
19 de abnl de 1844)], París, 1844, p. 18
[habla le Gente de ¡ Industrie]
Lna profecía de 1855: «Nos ha nacido, hace pocos añcs. una máquina, el honor de nuestra
época, que, cada día, sorprende a nueslro pensamienlo y espanta a nuestros ojos. / Esta
máquina, antes de un siglo, será el pincel, la paleta, los colores, la maña, el hábito, !a pacien
cia, el vistazo, el loque, la pasta, la veladura, la triquiñuela, el modelado, el acabado, la fiel
ejecución. / Anles de un siglo ya no habtd olbanil en pintura: sólo habrá arquitectos, pintores
en la plena acepción de la palabra / Que no se piense que el daguerrotipo mata el arte
No, mata la obra de la paciencia, rinde homenaje □la obra del pensamiento. / Cuando el
daguerrotipo, ese niño gigante, alcance la edod de la madurez; cuando loda su fuerza, toda
su potencia se hayan desarrollado, entonces el genio del arle le echará de repente la mano
al cuello y gritará: "¡Mlol ahora eres mío, vomos a trabo|ar ¡untos*». A, J, Wiertz, Obras lite
rarios, París, 1870, p. 309. En un artículo titulado «La tolografia», que apareció por primera
vez en junio de 1855 en la Nailon, y que termina con una referencia al nuevo descubri
miento de la ampliación fotográfica, la posibilidad de hacer fotos a tamaño natural. Pin
tores-albañiles son para V/lertz aquellos «que so aterran o la porte material solamente», que
hacen bien. [Y 1, 11
Industrialización en la literatura. Sobre Scritx-, -Burlándose de los grandes indu.slri.ild
hombres de dinero, aprendió de ellos el secreto de sus éxitos. Su aguda mirada no |Mi
por alto que, en el fondo, toda gran riqueza se apoya en el arte de hacer trabajar 11
demiSs para uno mismo, y por eso trasladó, como un genio que abre nuevos caminad
principio de la división del trabajo desde los talleres de los sastres de moda, de Ion
pinteros y de los fabricantes de plumas de acero, a los talleres de los artistas d ra n ü llffl
que antes de esta reforma, con una cabeza y con una pluma, sólo alcanzaban a gatwi ■
escaso salario de un simple obrero Toda una generación de genios dramáticos le dftfl
guía, formación, buenas ganancias, con frecuencia incluso riquezas y fama, Scribe cli'^HU
el tema, ordenaba la acción a grandes trazos, indicaba los pasajes efectistas y los mutí. Ui
liantes, y sus aprendices ponían el diálogo o los versos. Si hacían progresos, la niriH'lfl
de su nombre en el título (junto al de la empresa) constituía una paga adecuada, hasta ■
los mejores se emancipaban y producían obras dramáticas propias, llevándose to iitlg l
quizá incluso a algunos ayudantes De este modo, y bajo la protección de la ley de prelM
francesa, Scribe se hizo multimillonario.- Fr. KreySig. Studien zurfranzósiscben Cultur iiiM
Literaturgescbicbte [Estudios sobre la historia culturo!y literaria de FranciaI, Berlín, IHflIj
<pp, 56-57), IV l, 41
Comedias: -En Parisinos en londres (1866) entra en escena la exposición industrial ingltntd
ilustrada de paso con una exposición de bellezas desnudas que naturalmente sólo derlVHH
su procedencia de la alegoría y la invención poética». Rudolf Gottschall, El teatro i141
drama del Segundo Imperio, p. 932. ■ Publicidad ■ [Y 1 ti, I l l
•Los “fermentos" son estimulantes de las reacciones que provocan o aceleran la desvutnil
posición de cantidades relativamente altas de otras sustancias orgánicas.. Esas ‘otras w H
tancias orgánicas', sin embargo, en las que los fermentos muestran su fuerza de ele.sumí
posición, son las formas históricamente heredadas de los estilos.- «Los fermentos,,, son tm i
conquista de la técnica moderna. Se pueden clasificar.,, en tres grandes grupos temíitk'rn 1
1. Hierro. 2. Construcción de máquinas 3. Iluminación y fuegos artificiales.- Alfred <mi
thold Meyer. Eisenbauten I Construcciones en hierro]. Esslingen, 1907, (-Introducción* (ulni
paginación)). (Y 1 a. j| I
La reproducción fotográfica de obras de arte como una fase en la lucha entre
¡a fotografía y la pintura. [Y 1a, 31
Algunas piezas teatrales con éxito de la mitad de siglo: Dennefy. El naufragio de Lo Perouse
(I859|, El temblor de tierra de ¡a Martinica (I843¡, Los bohemios de París (1843), Louis Fran
cois Ckairville: los siete coslillos del diablo |1844|, las pololas enfermas (1845), Rolhomago
(1862), Cendrillon (I8óó)(.) Otras tle Duveyrier, Dartois. ¿Un KasprirHauserde Dennery?
[Y 1 a, 61
«Las más fantásticos creaciones de la hechicería son más o menos realizadas ante nuestros
ojos., se producen codo día, en nuestras fábricas, mofavillos Ion grandes como oquellos que
producía el doctor Fausto con su libro mágico.» Eugéne Buret, De la misere des classes labo-
rieuses en France el en Angleterre [De la miseria de los closes trabajadoras en Francia y en
Inglaterra], II, París, 1840, pp. 161-162. [Y 2, 11
Fotografía con luz artificial gracias a mecheras Bunsen. «Asi pues, hice que ¡nslalaiafl^B
medio de un c'echicisfa experimentado, sobre uno porte completo de mi terraza del buleva^H
Copucines. cincuenta elementos medianos que esperaba que fueran suficientes La perm^^|
ció, c codo caída del dio, de esta luz entonces poco usado, hacía que la gente se pora^^H
el bulevar y. atraídos como rolenos a lo luz. numerosos curiosos, cniigos o indiferentes, na |>o^H
resistirse a subir por la escalera para saber qué pasaba ahí Estos visitantes de ledos clasa},^^H
nos conocidos e incluso célebres, erar muy bien acogidos y nos proporcionaban graluitaf^H
un depósito de modelos totalmente dispuestos para lo nueva experiencia Asi es como fo ^ ^ |
fié entre oftos en esas veladas a Ntepcede Saint-Vkdor Gustave Doré,, los financieros £ fVt^|
Mirés, Halpher, etc * Nodar, C -jando yo e ra fo tó g rafo , París, pp !13. 15 I i6 |Y H
De la conclusión del gran balance que presenta Nadar sobre el estado de las
• Henos oqui efectivamente más tilló incluso del admirable bctonce de Fojrcroy, en el
supremo en que el genio de la patria er peligro demandaba los descubrimientos»,
Cuando yo ero fotógrafo, p. 3 |y J
Una afirmación sobre Ludovlc Halévy: «Se me puede otacor por lo que se quiera, poto l(t IM
grafía no, es sagrado». Jean Lolze, «É/rrile Zolo, photographe» («Érnite Zola, fotógraí "1 | ' n j
oficios gráficos 45 (15 febrero 1935], (p. 35)), |Y 1) 1
•Quien alguna vez en su vida se haya cubierto la cabeza con el manto mágico clel fotó
grafo y haya mirado por la cámara, viendo allí esa maravillosa reproducción en miniatura
de la imagen natural, sin duda se habrá,., preguntado qué será de nuestra pintura moderna
cuando el fotógrafo consiga fijar en su placa las colores como fija ya las formas.» Walter
Crane, -Nachahmung und Ausdnick In der Kunst» M miracióny expresión enel artc-l, Die
Neue Zeit XIV, 1, Stuttgart, p. 423. lY 2 a, 5)
«La fotografía... fue adoptada en ptimer logar en lo dase social dominante...: Indus
triales, propietarios de fábricas y banqueros, hombres de Eslado, literatos y docto
res^ Gisela Freund, Im pbotograpbie au point de vue sociologique [La foto
grafía desde elpunto de vista sociológico] (manuscrito, p. 32). ¿Es cierto? ¿No
habría que invertir más bien esta sucesión? [Y 3, 2]
Entre los inventos que preceden a la fotografía hay que tener en cuenta la
litografía (introducida en 1805 por Alois Senefelder, y unos años después en
Francia por Philippe de Lasfcyrie) y el f’isionotrazo, que representa por su
parte una mecanización del procedimiento de recortar siluetas. «Gilíes Louis
Chrérien... en 1786... acerló a inventar un aparato que... combinaba dos modos
diferentes de retrato: el de la silueta y el del grabado.,, El fisionotrazo estaba
basado en el principio bien conocido del pantógrafo, Un sistema de paralelogra-
mos articulados susceptibles de desplazarse en un plano horizontal. Con ayuda de
un estilete seco, el operario sigue los contornos de un dibujo. Un estilete entintado
sigue los desplazamientos del primer estilete y reproduce el dibujo a una escala que
eslá determinada por la posición telaliva de los esfíleles.» Gisela Freund, la flJ
g ra fía d esd e e l p u n to d e vista s o c io ló g ic o (manuscrito, pp. 19-20). El apar
estaba dotado de un dispositivo de enfoque. Se podía alcanzar el taro
natural. IVk
*No habió en Morsello, hoda 1850. más de cuatro o cinco pintores miniaturistas, de e n lfl
cuales apenas dos disputaban de cierta reputación, ¡legondo o ejecutor unos cincuenta I
los más o menos por año. Estos artistas ganaban lo justo paro atender a su existencia,.. M
nos años más tarde, habrá en Marsella de cuarenta a cincuenta fotógrafos -. Cada uno tln m
producía anualmenle una media de mil a mil doscientos, que vendía a 15 francos por d tc llfl
sea, una recaudación de 18.000 francos, de los cuales el conjunto constituiría un movirnlfl
de negocios de cerca de un millón. Es posible comprobar el mismo desarrollo en toilm I
grandes ciudades de Francia.» Gisela Freund, La fotografía desde el punto de vista .icxM
gico (manuscrito pp. 11-16), cit. según Vidal, Mémoire de la séance du 15 novemhrr itt
de la Sacióte Statisttque de Marseille] Memoria de la sesión del 15 de noviembre de
la Sociedad Estadística de Marsella]. Reproducido en el Bulhlin de la Société franjáis* |
Photographie, 187!, pp. 37, 38, 40. |Y S j, i
Sobre el encadenamiento sucesivo de las invenciones técnicas: «Cuando quería hacoi «nM
yos de Iilogtafrá, Niépce, que vivía en el campo, encontraba las mayores dificultades pmo ■
curarse las piedras indispensables. Asi es como tuvo la idea de reemplazar las piedras pal 1
píaca de metal y el lápiz por la luz solar» Gisela Freund, La fotografía desde el punto
sociológico (manuscrito, p. 39), en Victor Fouque. ¡Xíépce, la féritósur l iiivention de in¡4
tograpbie [Niépce, la tvrdad acerca de la imvnción de la fotografía], Chálons sur SdH
1867. [Y 3 U,
Después del discurso de Arago en la Cámara: «Algunas horas después, los rienda! ■
lu U*
ópticos eron asediados; no había bastantes lentillas, ni bastantes cámaras pseuros pata miH
facer el celo de tantos aficionados apresurados, Se seguía con ojos pesarosos al Sol • U 'M
nando en el horizonte, por llevarse con él lo materia primera de la experiencia. Pero ul din
siguiente se podían ver en su ventana, con las primeras luces, a numerosos experimenta !"<«>
esforzándose, con toda especie de precauciones temerosas, por sacar sobre una ploai |J|H
parada la imagen de lo buhardilla vecino, o lo perspectiva de una población de chlmcimu»
La Phologtaphie. Exposition el histoire des principales découvertes scionhlk
louis Figuier, n)*fl
modernes (ío Fotografía Exposición e historio de bs principóles descubrimientos científicos
modernos1, París, 1851 (rila sin indicación dd lugar, en Gisela Freund (manuscrito, p. 46)).
IY 4. 1]
•Un ¡uicio que, respecto al retrato, se dedica a una 'situación* y a la 'posición' del hombre, y
que espera de él (del artista) lo figuración de una ‘condición sociol' y una "pose", no puede
satisfacerse con un retrato de cuerpo entero.» Wtlhelm Wátzold, Die kmist des Portráts [El arle
de! relrtud, Leipzig, 1908, p. 186 (cit. por Gisela Freund, manuscrito, p.105). IY 4, 31
Lu fotografía en la época de Disderi: «Los accesorios característicos de un taller
fotográfico de 1865 son la columna, la cortina y el velador. Ahí se mantiene, apo
yado, sentado o de pie, el sujeto por fotografiar, de cuerpo entero, de medio
cuerpo o de busto. El fondo es amplio, conforme al rango social del modelo, gra
cias a accesorios simbólicos y pintorescos». Sigue luego un extracto muy carac
terístico de Disderi (L'art de la photographie [El arte de Ia fotografía], París,
1862, sin indicación de página), que dice, entre otras cosas: *No se trola...
paro hacer un retrato, de reproducir, con una ¡ustezo matemática, las proporciones
y las formas del individuo. Hay todavía que, sobre todo, captar y representar justifi
cando y embelleciendo... las intenciones de la naturaleza sobre este individuo»
Gisela Freund, la fotografía desde el punió de vista sociológico (manuscrito,
pp. 106 y 108). - La columna: el emblema de la -cultura general». ■ Hauss-
mannización ■ [Y 4, 41
Gisela Freund (manuscrito, pp. 116-117) ofrece la siguiente cita de El arte de la fotografía
de Disderi: «En un inmenso taller perfectamente arreglado, el fotógrafo, sefior de todos los
efectos de la luz, mediante persianas y reflectores, provisto de fondos de todas clases, de deco
rados, de accesorios, de ropas, ¿no podría, con modelos inteligentes y bien formados, com
poner cuadros de género, escenas históricas? ¿No podría buscar el sentimiento como Schef-
fer, el estilo como Ingres? ¿No podría trotar la historia como Paul Delaioche en su cuadro de
la Muerte del Duque de Guisa?». En la exposición universal de 1855 se pudieron ver algu
nas fotografías de este tipo, procedentes de Inglaterra. [Y 4 a, 11
Lo que hace a los primeros fotógrafos tan incomparables es quizá esto: que
muestran la primera imagen del encuentro entre la máquina y el hombre.
IY 4 a, 31
Al pasar por la casa de Disderi en el bulevar, Napoleón 111 ordena detenerse al regimia^|
que dirige, sube, y se hace fotografiar. [V *í i. Mi
Como presidente de la Société iUs gens de tellres, Balzac propuso que la producción «(■
doce de los más grandes autores vivos de Francia se comprase porrazones de Estado I t f l
Daguerre). [Y .( f l
«El calé Homefin... de los fotógrafos y de los noctámbulos » Alfred Delvou, Les heures parisiennnt
hoias parisinas], París, 1866, p. 184 («Una de la mañana»), |y V H
Sobre Népomucéne lem ercicr: «El hombre que hablaba este idioma pedantesco, obsuiJit tf
onfálico, con certeza no ha comprendido nunca su época... jS e podría desfigurar mo|ot I f l
acontecimientos contemporáneos con lo ayuda de expresiones y do imágenes c a d u tin B
Alfred Michiels, Histoire des idées littéraires en France au XIX1 siécle [Historia de las ideo■lihtM
rias en Francia en el siglo XIx], II, París, 1863, pp, 36-37 |Y 1, J]
«El Vapor» - *¡Ultimo palabra de aquel que murió en la cruz!» Moxime Du Camp, les
modemes [los contos modernos]. París, 1855. p. 260 [«0 Vapor»¡. [V 1, f l
En «El Vapor il» canta Du (Jamp al vapor, al cloroformo, a la electricidad, al gas, a la liH M
grafía Máxime Du Camp, ios cantos modernos, Poris, 1855, pp. 265-272 «La guadaña*
a la máquina segadora. |Y 1, H
«La locomotora» - «Santa, un d(a, seré Iletrado»- Máxime Du Camp, tos cantos modernos. Poris.
1855, p. 301. Tanto este poema como los otros, proceden del ciclo Cantos de la materia.
[Y 5, 7]
«La prensa es la inmensa y santa locomotora del progreso,» Víctor Hugo: discurso en el ban
quete del lñ de septiembre de 1862, que organizaron los editores de los miserables en Bru
selas, Cit. en Georges Bataull, Lapontife de la démagogie, Viciar Hugo \El pontífice de la
demagogia, Víctor Hugo], París, 1934, p. 131. [Y 5, 8]
Aparece en el escenario una locomotora con «muchos elegonles vagones» Ckjirville y DeJotow,
1837 aux enlers (1837 en los infiernos] (Teatro du Luxembourg, 30 de diciembre de 1837),
Paris, 1838, (p. 16). [Y 5 a. 21
Sin indicar la fuente, Delvau cita esta descripción del aspecto de Nadar: «Sus cabellos tie
nen el ardor tibio de un sol declinante; su reflejo se ha extendido sobre lodo el rostro, donde bro-
Ion, se combaten, rizándose, ramilletes de pelo, incoherentes como cohetes de ortificío. a H
modamente dilatada, la pupila rueda, mostrando un enorme ardor de curiosidad y de p e rp lfl
so.'preso. ta voz es estridente, los gestos son los de un ¡ugjeíe de Nuremberg con fiebre». Airad ( f l
vou. les lions du jour [ios leones del dia], París, 1867 p 219. [Y 5 u H
NatLtr sobre sí mismo: «Nacido rebelde frente a cualquier yugo, mpaciente con todas kit
venciones, ro habiendo nunca sabido responder o una carta sino dos años más tarde, fuera <4(fl
ley de todos los cosas en que no se ponen las pies endma de la chirrenea, y -para que n o fa l^ |
nado, ni s*quiefo un último defecto físico, pora colmar lo medida de lodos esos virtudes atrar
proporcionarle algunos amigos más- llevando lo miopía hasta la ceguera y consiguentemenlo^H
todo p « lo más insolente amnesia ante cualquier rostro que no hubieto visto veinticinco VOC^H
quince centímetros de su nariz» Allred Delvau, los leones del dia, Paris, 1867 P- 222 (Y S
Invenciones de 1848: fósforos ik* seguridad, velas tle estearina, plumas de acero. |Y *i tl, I
Invención de la prensa rápida en 1814. Fue utilizada por primera vez en el Times [Y í »,■
Sobre Nadar: «¿Qué quedorá un día del autor del Espejo de los alondras, del Vestido d» ÍM fl
ñire y de Cuando yo era estudiante? Lo Ignoro, Lo que sé es que sobre un trozo dclópei i >In ■
Isla de Gozo un poeta polaco, Ceslaw Karski, grobó en árabe, pero con letras latinos: 'M iitjfl
con los cabellos Harneantes pasó por el aire por encima de esta torre' -y que es probabl» « M
a esta hora los habitantes de esto isla lo estén adorando como si fuera un Dios desconoc.ld^H
Alfred Delvau, los leones del día, París. 1867 pp 223-224. |Y ft, ■
Fotografía de género: el escultor Calimaco inventa el capitel corintio al ver una pl.irttu <■
acamo - Leonardo pinta la Mona Lisa —«La gloria y el pucheto al fuego» S(ala) d {f^H
E(stampos), Kc., 164 a 1. |Y A 'f l
Un grabado inglés de 1775 presenta como una escena de género a un artista tonuiuldH
silueta de su modelo por la sombra que éste arroja sobre una pared. Se titula -El ortjfrn dfl
la pintura-. S{alo) d{e (as) E(starnpos), Kc., 164 a 1 {cfr. ilustración 11). (V (i, (j
Hay que indagar la presumible afinidad entre Wiertz y Edgar Quinet. h n >|
«El objetivo es un instrumento como el lápiz o el pincel: lo fotografía es un procedimiento
como el dibujo y et grabado, porque lo que hace ol artista es el sentimiento y no el pro
cedimiento. Cualquier hombre feliz y convenientemente dotado puede obtener los mis
mos efectos con cualesquiera de estos medios de reproducción.» louis Figuier. ta pholo-
graphie au salón de 1859 (¿o fotografía en el salón de 1859]. Parts, 1860, pp 4-5,
[Y 6, 7]
■M Quinet.. pareció aspirar a introducir en la poesía el género que el pintor inglés MarBns
inouguró en el arte... El poeta... no temía hacer que se arrodillaran las catedrales ante el sepul
cro de Nuestro Señor, y mostrar bs ciudades que, con peine de oro, peinan sobre sus espal
das lo cabellera de rubias columnas, mientras que las torres bailaban una extraño ronda con
las montañas.» Alfred Netterrent, Histoire de la littérature (ran$aise sous le gouvememenl de
Juillel [Historia de la literatura francesa bajo el gobierno de julio], 1, Paris, 1859, p. 131.
[Y 6 a, 1]
■En la exposición universal de 1855, la fotografía, pese a sus vivas reclamaciones, no pudo
penetrar en el santuario del palacio de la avenida Montaigne; fue condenada o buscar asilo en
el Inmenso bazar de productos de todas clases que llenaban el Palada de la industria. En 1859,
presionada más vivamente, la comisión de los museos... acordó, en el Palacio de la industria, un
sitio para la exposición de fotografía, justo al lado de la exposición de pintura y de grabado,
pero con una entrada distinto, y, por asi decir, bajo otra llave.» Louis Figuier, La fotografía en el
salón de 1859, París, 1860, p. 2. [Y 6 a, 2)
•Un hábil fotógrafo tiene siempre un estilo propio aligual que un dibujante o un pintor... y aún
más el carácter propio del espíritu artístico de cada nociónse revela con... evidencia en las
obras venidas de diferentes países... Nunca a un fotógrafo francés se le podrá confundir... con
uno de sus colegos del otro lodo de la Mancha.» Louis Figuier, (o fotografía en el salón de
1859, Paris, 1860, p 5. fY 6 a, 31
«Una... observación que tesulla del examen atento delo exposición, es el peí loe
miento de las piuebos positivas. Hace cinco años la... casi exclusiva preocupación
grafía era la prueba negalivo... y apenas si se soñoba con la utilidad de una buemi l| f
de pruebas positivas,» Louis Figuier. lo fotografía en ei salón de 1859, París, 1860, n j
IV
-El año 1882 debe considerarse un punto de inflexión para el reportero gráfico, pin1» | f l
ei año en que el fotógrafo Ottomar Anschiitz, de Lissa, Polonia, inventó el obturado) ilt
cortinilla, haciendo posible con ello la verdadera fotografía instantánea.» Hitro/illn f l
D okum ente. HistortscbePbolitsausdenJahren 1840-1900[Documenu>seuropeas M « f l
toncas de las añas 1840-190$, Stutlgart-Berlin-Leipzig, Wolfgang Schade ed., p |V|. 1
IV «l¡
La primera entrevista con fotos la realizó Nadar en 1886 con el químico francés de 97 tlf lf l
Chevreuil. D ocum entos europeas. Potos históricas d e las arias 1840-1900, Stuttgart-lleillit
Leipzig, pp. 8-9. IV 1, Qn
«la primero experiencia que agu7|oneó los investigaciones sobre uno producción de! movimiento...
científico, Kie 'a bien conocido del doctor Parés en 1825 Había dibujado por un lodo de un
pequeño cuadrado de cartón una |aula, y por el otro un pájaro, haciendo que giróse vivamente e)
cortór sobre en eje... aparecían sucesivamente los dos imágenes y sin embargo el pájaro parecía
estar en la jaula como si no hubiera más qje un dibujo. Es‘e fenómeno, que es pot sí solo todo el
cine, está basado en el principio de lo persistencia de bs impresiones retiñiónos... Una vez admi
tido este principio es fádl comprender que un movimiento descompuesto y presentado a un ritmo
de diez imágenes o más por segundo sea percibido por el ojo como jn movimiento perfectamente
continuo. El primer aparato que realizó el milagro de! movimiento orificia! es el lenakisliscopio cons
truido por el físico belga Plaleau en 1833, y que aún hoy se conoce como juguete, compuesto de
un disco sobre el que estaban representados los sucesivos movimientos de un personaje que había
que mirar, mientras el disco estaba en plena rotación... Tiene... una relación evidente con nuestros
actuales dibujos animados... Los expertos vieron... el interés que tendría sustituir las imágenes dibu
jados por fotografías sucesivas. Por desgracia... sólo imágenes a uno décimo de segundo podían
servir para ello Hubo que esperai a las placas de gelatinobromuro que permitieron hacer los pri
meros instantáneas, la astronomía dio la primera ocasión pata hacer el ensayo de lo cronoloto-
grafia El 8 de diciembre de 1874 el astrónomo Jonse pudo ensayar, grocias a un paso del planeta
Venus sobre el Sol, una cámara fotográfica de su invención que lomabo una fotografío cada 70
segundos.. Pronto la cronofotografía será mucho más rápida... Así entró en lizo el profesor Matey
con su fusil fotográfico... Pero esta vez.. se obtenían 12 imágenes por segundo. Todas esas investi
gaciones eran hesta aquí puramente científicas (I). tos expertos que se dedicaban o ello., veían en
lo cronofotografía un simple ‘medio de análisis ce los movimientos del hombre y de los animales"...
Pero en 1891 encontramos . a Edison. Edison había construido dos aparatos. Uno, el kinetógrafo,
para el registro, otro, el kinotoscopio, para la proyección- Entre tonto Démeny, colaborador de
Marey, había realizado en 1891 un eparato que permitía registrar imágenes a la vez que el sonido.
Su fonoscopio., fue el primer cine hablado» Roland Villiers, El cine y sus maravillas. París, (1930),
pp. 9-16 («Pequeña historio de! cine»), [Y 7 a, 1]
«Como ejemplo de un progreso técnico que en realidad es un egreso, puede valer el per
feccionamiento de los aparatos fotográficos Son mucho más sensibles a la luz que las vie
jas cajas con las que se hacían los daguerrotipos. Se puede trabajar con ellos casi sin tener
en cuenta las condiciones de luz. Tienen además una serie de ventajas, en especial para
fotografiar rostros, pero las imágenes que se pueden obtener así son sin duda mucho peo
res Los antiguos aparatos, menos sensibles a la luz, recogían en sus placas de larga expo
sición múltiples expresiones; por eso en la imagen definitiva se lograba una expresión más
universal y viva, y con ello se expresaba también algo de su función. Sería con todo com
pletamente falso decir que las nuevos aparatos son peores que los antiguos. Quizá aún les
falte algo que se encuentre mañana, o bien se pueda hacer con ellos otra cosa que no sea
fotografiar rastros, ¿O quizá también rostros? No resumen ya los rostros, pero, ¿tienen que
ser resumidos? ¿Hay quizá una manera de fotografiar, posible para los nuevos aparatos, que
descomponga los rostros? Esta manera... seguro que no se encontrará al margen de una
nueva función para ella.- Brecht. Versuche[Tentativa^, (8-10, Berlín, 1931). P- 280 (-El pro
ceso de "La ópera de tres peniques"-). [Y 8, 1]
«Es de observar que los mejores fotógrafos de hoy se preocupan bastante poco de repetir la ¡u w
'¿Es b fotografía un arte?' mediarte su apfud pata crear el choque evocador, él [el fi.iíí
demuestra su poder de expresión y ésa es su revancha contra el escepticismo de Daumief.» tf
Besson, la pholographie trancase [la fotografía francesa], Parts, (1936), pp. 56. [9
«Degas fue el primero en utilizar, para los cuadros, la representación del movimiento i<i|itil(
como nos lo muestro la fotografía instantánea.» Wladimir Weídlé, Les abeilles d 'Arisléo [íttl
¡as de Arísleo], París, 1936, p. 185 {«La agonía del arte»), IV tl |
¿Qué autor día Montesquleu en este pasaje, tomado de un texto manuscrito expuoHli
una vitrina, dentro tle un volumen de memorias lujosamente encuadernado, en lu cKfl
ciftn de Guys a comienzos de 1937 en París? «Así, en algunas frases precipitadas, ;in nillM
la exposición de Constantin Guys, reciente sorpresa que nos acaba de brindar da mi ..... .
caja traviesa M. Nadar, el célebre aeroncuta, ¿diría el fotógrafo ilustre? Ciertamenln, m i» n
nioso espíritu, lleno de pasado, tiene derecho a ese titulo, en el más noble sentido, y según la
admirable definición que de él ha hecho un sutil pensodor en páginas sublimes: la humanidad
ha inventado también, en su extravio declinante, es decir, en el siglo xtx, el símbolo del porvenir; ha
inventado !o que pareció imposible; ha inventado un espejo que recuerda. Ha inventado la foto
grafía.» [Y 8 a, 31
■Refinó el efecto ilusorio del panorama, e inventó el diorama. Asociándose con n tfl
tor, inauguró el 11 de julio de 1822, en la caile de Sansón de Paris... una exposkU™
fama pronto se extendió por doquier. . Su inventor y empresario... se convirtió «M
liero de la Legión de Honor. Lina misa del gallo, el Templo de Salomón. Edimlnujiil
el terrible resplandor de un incendio, la tumba de Napoleón bajo la luz natural vie UM
puesta de sol: tales eran los milagros que se exhibían. El traductor de uno de loa <m
de Daguerre sobre sus inventos (1839) describe muy bellamente las distintas ilutnlg
nes. tanto intensa o débil como solemne, misteriosa o aterradora: “El espectador no
en un pequeño anfiteatro-, la escena parece que esta lapada por un telón que no d(
de la oscuridad. Sin embargo, poco a poco, la oscuridad cede a la luz. de la auroro 4
distinguiendo con creciente nitidez, un paisaje o una perspectiva; amanece,.,; de liit
bras surgen árboles, se distinguen los perfiles de las montañas y de las casas...; se Im I1
de día. El sol sigue subiendo; en una casa, se ve llamear un fuego de cocina a llitv fl
una ventana abierta; en un rincón del paisaje, un grupo que ha pasado la noche iil i iitf
sienta alrededor de un caldero bajo el que el fuego crece poco a poco; se distingue lit:
menea de una fragua, cuyas llamas parecen brillar... cada vez más. Pasado un rain, i .
rielad del día disminuye, a la par que el rojo resplandor de las hogueras gana Inleiixlil
sigue de nuevo el crepúsculo del principio, y finalmente la noche, Pero pronto re I.iiih
luz de la Luna sus derechos. El paisaje se hace visible de nuevo bajo los suaves ni;nu
la noche iluminada; se enciende el farol de un barco que está anclado a la emrildii
puerto; se encienden los cirios en el altar de una Iglesia situada al fondo, y los rielen, -mi
invisibles, quedan Iluminados por los rayos que emanan del altar; o bien hay hoinlm * i
una lamentable situación al pie de un alud de montaña, cuyos destrozos Ilumina h Iihíi
allí donde el Ruffiberg era antes el trasfondo del encantador paisaje suizo de Cinl.hn
Citado como «el traductor del escrito de Daguerre sobre sus dos inventos (1839)" i"rt 1'
Stemberger, -Das wunderbare I.icht Zum 150 Geburtstag Daguerre- [«La luz maravillosa. En
el 150 aniversario del nacimiento de Daguerre-1, Frcmkfiirter Zeituttg, ((21} noviembre 1937).
[Y 10, 1]
• En estos deplorables días, una industria que ho conlribuido no poco a confirmar la estupidez
en su fe y a cranncr lo que podía quedar de divino en el espíritu francés, la multitud idólalra pos
tilaba un ideal digno de ella y apropiado a ju naluraleza, quede eso bien entendido. En mate
ria de pintura y de escultura, el Credo actual de la gente de mundo.- es ésfe: 'Creo... que el
arte sólo puede set la reproducción exacta de la naturaleza De este modo la industrio que nos
diese un resultado idéntico a la naturaleza seria el cite absoluto” Un Dios vengador ho aten
dido as vetos de esta multitud, Daguerre fue su mes/as. V entonces ello se dijo; *Ya que la Foto
grafía nos da todos las garantías deseobles de !a exactitud Ileso creen, los insensatos!], e1arte
es ía fotografía'- A parir de ese momento b sociedad inmunda se obalanza, como un único
Ncraso, o contemplar su trivial imagen sobre el metal Una locura, un fanatismo extraordinarios
se apoderan de lodos esos nuevos adoradores del sol Extrañas obomrnadores se produjeron
Asociando y agrupando graciosos y graciosas, emperifollados como los carniceros y los lavan
deros en carnaval, rogando o esos héroes querer que continúe electivamente durante el tiempo
necesario paro la operación, su mueca de circunstancias, se preciarán de hacer ¡as escenas, trá
gicas o gradosas, de la historia antiguo. Poco tiempo después, miles de ávidos ojos se indina
rán sobre los agujeros de! estereoscopio como sobre los tragaluces del infinito. El amor a la obs
cenidad, que es tan vivo en el corazón notural del hombre como el amo; a uno mismo, no dejó
escopar una ocasión tan bella de satisfacerse... [223J. Estoy convencido de que los mol apli
cadas progresos de lo fotografía han conlríbuido mucho, como por lo demás todos ¡os progre
sos puramente materiales, al empobree miento del genio artístico francés, ya lan raro—La poe
sía y el progreso son dos ambiciosos que se odian con un odio ¡nslinllvo. y cuando se encuentran
en el mismo canino, es preciso que uno de los dos sirva al olro.» Ch(crles) Baudelaire, Cfi/wres
|Obra5], II, (París, ed. Le Danlec, 1932), pp. 222-224 (Salón de 1859. Le public moderne et la
photogcaphie |Salón de 1859. El público moderno y la fotografía]). [Y 10 a, 1]
«La poesía y el progreso son dos ambiciosos que se odian con un odio instintivo, y cuando se
encuentran en el mismo camino, 03 preciso que una de los dos sirva al otro, SI se le permite o la
fotografía suplantar al arle en algunas de sus funciones, ella lo habrá pronto suplantado o
corrompido totalmente, gracias a la alianza natural que encontrará en la estupidez de la multi
tud. As-’pues, es preciso que ella cumple con su verdadero deber, que es ser sirviente de las den-
cías y de las orles, pero una muy humilde sirviente, como la imprenta o la estenografía, qu*
...... i
han creado ni suplido a la literatura. Que enriquezca rápidamente el álbum del viajoio
•• v« iM
devuelva a sus ojos lo precisión que le faltaría a su memoria, que adorne lo biblioteca {lol n4|fl
rolista, exagere los animales microscópicos, fortifique incluso con algunas enseñanzos lai h f^|
tesis de los astrónomos; que sea linolmente secretaria y cgenda de quien tenga necesldad^^B
su profesión de uno absoluto exactitud material, hasta aquí nada mejor. Que salve del ojviiln M
ruinos pedantes, los libros, las estampas y los manuscritos que el liempo devora, los C0M tt^ ^ |
ciosos cuya lorma va o desaparecer que piden un sitio en los archivos de nuestro memotH|S^^^
será oplaudido Pefo si se le permile invadir el dominio de lo impalpable y de lo imojjirt
sobre lodo lo que sób vale por lo que el hombre añade en ello de su olma, entonces |<Jow
ciados seamos!» Charles Baudelaire, Obras, II, ed. Le Danlec. p 224 [Salón de
público moderno y la fotografía]. (y 11, >B
-Las ingeniosas parisinas,., se sirvieron, para difundir mejor sus modas, de una copia espe
cialmente llamativa de sus nuevas creaciones, a saber, el maniquí... Estos muñecos, que
aún jugaban un gran papel en los siglos xvil y xviii, se entregaban a las niñas para que juga
ran con ellos una vez que liabían cumplido su función como ejemplos de moda.- Karl Grober,
K inderspielzeug a u s a ltcr Zeit [Juguetes in fa n tiles lie otrxi liem p d , Berlín, 1927, pp. 31-32.
■ Moda ■ Publicidad ■ E l, 1]
»Se sabe que Longchamps inventa la moda. Yo no he visto nada nuevo, peni tn|
hablarán todos I o n fatuos, todos los pequeños mensajeros de las damas, todas las a lin
sus boletines, de nuevos trajes que ya estaban listos e inventados antes de que vi
Longchamps. Sospecho vivamente que en algunas carrozas no va sentada ninguna i
sino que sus dueños ponen a un maniquí que lia de llevar los chales y tejidos de »
terciopelo que les interesan -Kari Gutzkow, Briefe aus Paris |Carias de ParísI, I, ir
1842, pp. X19-120.
De las sombras chinescos del Paiais Royal: -I 'na., señorita dio a luz en la escena del ll
y enseguida los niños pudieron correr corno topos. Tuvo cuatro, y a poco de nacet I
ban ya juntos una graciosa contradanza. Otra señorita meneaba fuertemente la
en un instante, salió otra hermosa señorita, completamente vestida, de su cabeza. Ést.i
bien bailaba, pero enseguida empezó también a menear la cabeza eran dolores tic |
y una tercera señorita salió de su cabeza. También ésta bailaba, pero pronto empi
menear la cabeza, y de ella salió la cuarta. Y así sucesivamente, hasta tener ocho ge
ciones en el teatro, todas emparentadas entre sí por superfetadón, como las lad
J. F. Benzenberg, Briefe geschrieben aufeiner Reise nacb Paris [Cenias escritas en un
a París], i, Dortmund, 1805, p. 294. 1/
•En uno tiendo de la calle leoendre, en Botigr.olles, todo uno serie de bustos de mujer, sin i
zas ni brezos, con perchas de cortina en lugar de brazos y una piel de percolina de un
absoluto, muy seco, rosa crudo y negro duro, se oline<í como uno r slro de cebollas, ali
caños o posado sobre las mesas. Al mirar este estiaje de pechos, ese museo Curtios c
senos, se imagina uno vagomente aquellas cuevas en que reposan las esculturas antigüe
Louvre. donde el mismo torso eternamente repetido produce la consabida alegría de qultu
contemplan, bostezonda los días de lluvia... Cuán superiores a las apagadas estatuas de Vh ih m
esos maniquíes ton vivos de los castilleros; cuánto más insinuantes esos bustos acolcharlo»
visión evoca amplias ensoñaciones: - ensoñaciones libertinas, fren'e a cabezas efébicriíi y |i»i(|
podadas; - ensoñaciones caritativas, frerle a las viejos ubres, encogidas por la dorosil o M
chadas oor la grasa; - poique se piensa en los infelices que... sierren la indiferencia piáxlmujB
marido, la inminente deserción del mantenedor, el desar-ne final de los encantos que les permi
tían vencer en esas batallas necesarias que libraban con el monedero contraído del hombre.»
J.-K. Huysmans. Croquis Ponstens [Croquis parisinos], París, 1886. pp 129, 131-132 «E estiaje».
[Z 1 a, 1)
«Hoco finales del Imperio se presentó un problema muy especial, el de los Pupazzi Se quería
hacer la representación, con marionetas, en el teatro de Vonétés, de El rey necio. Este sainete
ponía en escena al emperador, Emile Olivier..., V. Hugo._, Gambetto..., Rochelort... La pieza
había sido representada en los salones e incluso en las Túllenos. Pero esas representaciones inti
mas no prejuzgan en absoluto el efecto de la representación pública, y se rechazó que se
dejara... que el tealro entrara en esa vía.» Víctor Hallays-Dabol, la censure dramattque el le ihéó
tre ¡I850-18/0¡ [/a censura dramática y el teatro 11850-1870¡\, París, 1871, p, 86
[Z 1 a, 21
«En los concursos donde se exige el ornamento material... de los vestidos, se utiliza el gusto de
las muñecas... Las pequeñas bandas, compuestas maycrilariamente por chicas, están encarga
das de la presentación de las muñecas y maniquíes que se elegirán.» Charles Fourier, le nou-
veau monde industrie! et sociétoire [El nuevo mundo industrial y societario], París, 1829, p. 252.
[Z 1 a, 31
Cuando Víctor Hugo escribía los trabajadores del mar. tenía ante sí un muñeco con el traje
antiguo de una dama de Guemsey. Se la habían conseguido: ella era pan él el modelo de
Déruchette. IZ I a, 4|
Marx explica que «desde el siglo xvt hasta mediados del xvnt -esto es, en el periodo que
va del surgimiento de la manufactura a partir del artesanado hasta la verdadera gran indus
tria- las dos bases materiales sobre las que la manufactura sienta precedente para la industria
de la maquinaria son el reloj y el molino (en primer lugar el molino de grano, que es sobre
todo el molino de agua), ambos heredados tle la Antigüedad... El reloj es la primera
máquina automática utilizada con fines prácticos; toda la teoría de la producción del movi
miento uniforme se ha desarrollado a partir de él. Según su propia naturaleza, el reloj se
basa en la conexión de una artesanía semiartistica con la teoría directa. Cardano, p. ej„
escribió Cy dio indicaciones prácticas) sobre la construcción de relojes. “Artesanía docta (no
gremial)', dicen de la fabricación de relojes los escritores alemanes del siglo xvi. y al hilo
de su desarrollo se podría demostrar qué distinta es la relación entre la teoría y la praxis
presente en la artesanía, de la que se da. p. ej., en la gran industria. Tampoco hay duda
de que en el siglo xvttt el reloj proporcionó la primera idea de utilizar autómatas (movidos
ciertamente por resortes) en la producción. Los intentos de este tipo que hace Vaucanson
repercuten extraordinariamente, de modo históricamente demostrable, en la imaginación
de los inventores ingleses. Desde el principio, por otro lado, el molino, como molino de
agua, proporciona el modelo de las partes esenciales en el organismo de una máquina: la
propulsión mecánica; el motor principal, que la genera; el mecanismo de transmisión y,
finalmente, la máquina operadora, que elabora la materia. Cada parte, existiendo inde
pendientemente de las demás. La teoría de la fricción, y con ello las investigaciones sobre
las formas matemáticas de los engranajes, los dientes, etc., se hicieron todas en el molino,
como también la primera teoría de la medida de la fuerza motriz y su aprovechamiento
óptimo, Ktc:. A partir de mediados del xvu, casi todos los grandes matemáticos, en i.uiui
preocuparon de la mecánica práctica y de su teoría, parten del simple molino hklrilu]
De ahí en efecto el nombre de molino o m ili para todo ingenio motriz mecánico ilirl
a fines prácticos, que surgió en el periodo de la manufactura. Pero en el molino, ■>'
mente igual que en la prensadora, la martilladora, el arado, etc., el verdadero sr.ilt,i|n
pear, exprimir, moler, deshacer, etc —no lo hacen los hombres, aunque la fuerza rtintM
humana o animal, y esto desde el principio. De ahí que esta clase de máquinas... sc ffl
antiguas.., De ahí también que sean casi las únicas máquinas que aparecen en el |mM
tle la manufactura. La revolución industrial comienza en cuanto se emplea la má<|tili
donde de antiguo el resultado final es producto del trabajo humano, donde, por Mtlfl
contrarío que con aquellas herramientas, la materia que propiamente ha de cUU
siempre tuvo que ver con la mano humana.. Marx a Engels, 28 de enero de lH6,v|S
Londres [Karl Marx-Friedrich Engels, Ausgeieáblte Briefe [Cunas escúgidad. Mom iV||
grado, V Adoratskij ed,, 1934. pp. 118-1191.
En el capítulo «las mujeres y las hijas» del Guys, Baudelaire cita las palabras de l,a tillty
«Hay en algunas mujeres una grandeza unido al movimiento de los ojos, o un garbo do c
a lo manera de andar, que no llega más le;os>. Compárese con «lo mentira» de Baudé|<ilni
En el mismo capítulo cita Baudelaire el concepto de la «íoemina simplex del sallil< n luí
(í 'orí romontique [El arle romántico], París, p, 109.) [Z J H
Comienzos tle la gran industria: «Muchos campesinos emigran hacia las ciudades, donuj
vapor permile que se concentren (as fábricas, artefio dispersadas por el curso del agua* 1*11
Máxime Schuhl, Machinisme et philosophie [Maqumismo y filosofía], París, 1938, pp,
IZ i «i
«Aristóteles declara que lo esclavitud dejaría de ser necesario si las lanzaderas y lo;, plt 1
pudieran ponerse en movimiento por sí mismos: la idea es maravillosamente acorde con MJ(I
nición de! esclavo, instrumento animado... Al igual que el viejo poeta Ferécides de Syfo» In
dicho cómo los Dáctilos, ol mismo tiempo que construyeran para Zeus una casa, modelan «i |llM
!'l muñeco, el autómata
Se comparó -con mala intención- a las masas de trabajadores movilizadas por l-lauviiniMtlfl
can las que ingresaron en los Tollerss Nacionales de 1848. ■ Haussmann ■
«Las lecturas favoritas del obrero textil son las historias de la Revolución de 1789; b i|mli1 ti
desplegarse en ellas el pensamiento de que esta revolución era deseable y que ha rne|(|((JI I" ll(
condición de las clases populares. Se exalta por el aspecto dramático dado a los honilmn « f l
los acontecimientos por múltiples autores célebres... Sin darse cuenta de que la causo |nlm >|ifl
de su inferioridad social está en él mismo, le gusta pensar que esos hombres son las in t id iH
que, realizondo uri nuevo progreso, le librarán de cualquier género de calamidad)):, ■Im <l,i^
Les ouvriers européens (ios obreros europeos], {París, 1855), p, 27 7 fi I t|
«La guerra de las calles tiene hoy en día su técnica: ha sido puesta a punto, tras la toma de
Múnich por las armas, en una curiosa obrlta confidencial publicada en Berlín. Va no se avanza
por las calles, se las deja vacías. Se camina por el interior de las casas, alravesando las pare
des. Tan pronto como se han adueñado de la calle, se la orgoniza; et teléfono se despliega a
través de bs brechas de las murallas, aunque, para evitar el regreso del adversario, se mina el
terreno conquistado... Uno de los más claros progresos es que ya no se estorbará del lodo el
disponer de las calles y de las casas Tras las guerras civiles del porvenir, la calle Transnonnain
parecerá un episodio... inocente y arcaico.» Dubech-D'Espezel, Historia de París, 1926, p. 479
■ Haussmann ■ ( a la , 1|
Presupuesto de la familia de un trapero parisino entre 1849 y 1851, según Le Play, los obre
ros europeos. París, 1855, pp. 274-275: («)Cuarlo sección. Gastos concernientes a las necesi
dades morales, tos recreos y el servicio de salud. Ir-slrucción de los niños: Gastos de escuela
pagados por el padre de familia 48 frs.; -libros comprados -1.45 frs. / Seguros y limosnas
|tos obreros de esta condición en general no don limosnas). / Recreos y solemnidades: Comida
tomada por la familia entera en una de las barreros de Paris locho excursiones a! año); vino, pan
y patatas fritas -8 frs.; -comida de macarrones con mantequilla y queso y vino tomadas el día
de Navidad, martes de Carnaval. Pascua y Pentecostés, gastos comprendióos en la primera sec
ción; -tabaco de masca' para el obrero (colillas de cigarros reunidos por el obrero), 6.8 kilos
que voten de 5 o 34 fis.; tabaco que toma !o mujer (comprado), 2,33 kilos o 18.66 frs.; -jugue
tes y otros regalos hechos al niño - 1 fr. Correspondencia con los padres: Cartas de los her
manos del obrero, que residen er Italia; uno por año y medio , Nota, lo principal fuente de la
familia en caso de occidente se encuentra en lo beneficencia privada. Ahorro de! año. (B
obrero, completamente carente de previsión, deseoso de dai a su mujer y a su hija el mayoi bien
estar compatible con su condición, no ahorra nunca; gasta un día tras otro lodo lo que gana.)».
[a 1 a, 2]
•El daño que produce en la mota del obrero poco previsor la sustitución del antagonismo por la
solidaridad consiste precisamente en que ella le hoce perder la ocasión de ejercer sus virtudes natu
rales bajo la única forma en que prácticamente puede conseguido. La abnegación que se revela
a través del deseo de haceilo bien, a trovés de lo solicitud hacia el interés del patrón, a través del
sacrificio de los gustos y de las pasiones inconciliables con lo regularidad del trabajo, es en efecto
más accesible al obrero que lo abnegación que consiste en asistir a tos suyos pot medio de una
suma de dinero... La virtud que asiste y que piolege con consecuencia es sobre todo el atributo de
las clases superiores; ella puede revelarse, en los obieros, mediante un impulso inmediato y de corta
duración; pero la que más le cuadra se manifiesta a través del cumplimiento de los deberes hada
el patrón.» M. F. Le Play, Los obreros europeos, París, 1855. «Impreso con autorización del empe
rador en lo imprenta Imperial», p. 278, la 1 a, 31
Los «pequeños propietarios de los alrededores», «Cultivan... viñas que dan un vino de poca cali
dad, al que el impuesto de consumo establecido en el Interior de lo capital asegura en los alre
dedores un mercado ventajoso.» F. Le Play, Los obreros europeos, París, 1855, p. 271.
[a 1 a, 4]
«Hay una planta tropical que pasa desapercibida durante años, sin florecer, hasta que un
día, finalmente, se oye una explosión corno la de un tiro de escopeta, y pocos días des-
pués surge de ese arbusto una flor enorme y maravillosa, cuyo crecimiento es tiin i,l|*l
que se puede percibir a simple vista. Así de menesterosa y atrofiada se encontraba 11 ' lí
trabajadora francesa, apartada en un rincón de la sociedad, hasta que de golpe se uM
explosión de la revolución de febrero. Y entonces también surgió lina flor enomio |
desapercibido arbolillo, flor llena de savia y de vida, de belleza y de significado, llu 11
asociación.- Sigmund Englander, G escbicbte d e r fra n zó siscb e» Arbeiter-AssociaH on» n 1/
loria d e las asociaciones to rera s d e FrancüA, IV. Hamburgo, 1864, p 217.
Tilomas organizó los Talleres Nacionales (a te lie n n a tio n a u x ). -Basta añadir que U
Thomas dividió a los trabajadores en brigadas y compañías, siendo elegidos sus ilirlj
tes por sufragio universal entre los trabajadores. Cada compañía tenia su bandeja, y |
organizado todo Émile Tilomas se servía de otros ingenieros civiles y de los alumnd
la Escuela Politécnica, que con su juventud ejercían un influjo moral sobre los |q|fl
dores... Pero a pesar de que el ministro de obras públicas ordenó a los in g e nie ra !
Estado que propusieran proyectos,,, los ingenieros de la Dirección de Puentes y ()
nos no se decidieron a seguir esta orden del ministro, porque en Francia existe de M
pre un gran recelo entre los ingenieros oficiales y los civiles, y eran estos últimos lo fl
dirigían los Talleres Nacionales. Por ello Thomas se vio remitido a sus propios
y jamás pudo emplear a semejante ejército de trabajadores, que aumentaba dia a (fflH
un trabajo provechoso. Así. por ejemplo, hizo que trajeran a París árboles de los alfl
dores para plantarlos en kis bulevares, dado que los antiguos habían sido d errlhiM ^I
las luchas de febrero Los trabajadores trajeron, cantando y con calma, los .irlxl|l
París, . Otros Irabajadores. que p, ej. tenían que limpiar el pretil de los puentes. M ■
virtieron en objeto de burla de los viandantes, de m odo que la mayoría acabafliuj
pasar el tiempo jugando a las cartas, cantando, ele. Los Talleres Nacionales se to r r a
ron... pronto en un foco de atracción para todos los vagabundos y paseantes im.Ii.H
cuyo único trabajo consistía en marchar por las calles con sus abanderados, u |<<in|Í
aquí o allá el adoquinado de las vías públicas, o amontonando tierra, etc., pero en |
ral hacían lo que les venía en gana, constituyendo una masa andrajosa y embruteelflH
medio de sus gritos y cantos... L'n día llegaron de pronto 600 actores, pintares, .irtlH
comisionados, que explicaron que la República había garantizado trabajo a cada ilu|
daño, y que por tanto ellos reclamaban lo mismo; Thomas los convirtió en inspecllH
Sigmund Englündcr, H istoria d e ¡as aso cia cio nes obreras d e F rancia, 1!. ! Sfi-t pp, ^lluT
U F láneur M
•Ni los alcaldes ni los comisarios de policía, que debían firmar los certificados por Ion i
se acreditaba la condición de trabajador parisino, pudieron ejercer control alguno ,im|m I
amenazas que se les lanzaron publicamente. Presas del miedo, otorgaron certificado» lm ||(|
a niños de 10 años, con los que se presentaban en los Talleres Nacionales btist.imlu il
puesto,» Sigmund Englünder, Historia de las asociaciones obreras de Francia, II, t lunil iiiih
1864, p. 272. |,i i
Episodios de la insurrección de junio: "Se vio a mujeres verter aceite o agua hlri'h mlil
los soldados, en medio de gritos y bramidos, En muchos puntos se daba a los iiwngt ni
un coñac mezclado con varios ingredientes, que los excitaban hasta la locura,
mujeres cortaron los órganos sexuales de varios guardias presos; se sabe que un In tlfl
gente, vestido de mujer, decapito a varios oficiales presos... se vieron cabezas de soldados
clavadas en picas puestas sobre las barricadas, Muchas de las cosas que se cuentan son
inventadas, como p. ej. que los Insurgentes ataban entre dos tablas a los guardias presos y
los serraban vivos. Ocurrieron por contra otras cosas igual de horribles... Muchos insur
gentes utilizaron balas que no se podían extraer tle las heridas porque estaban unidas a un
cable que sobresalía en las dos direcciones. Detrás de algunas barricadas había jeringas
para rociar a los atacantes con vitriolo en los ojos Sería imposible enumerar todas las bru
talidades cometidas por ambas partes; basta decir que la historia universal no conoce nada
parecido». Englánder, loe. cit., ti, pp. 288-289. la 2 a, 2j
Insurrección de junio. -En muchas tiendas cerradas, escribieron los insurgentes: “¡Respeto a
Lt propiedad, muerte a las ladrones!'. En muchas de las banderas de las barricadas figuraba
la divisa: 'Pan y trabajo'. El primer día, en la cctle Si, Marlin, había una joyería abierta, sin
correr ningún peligro, mientras que a unos pasos de allí habían saqueado un almacén tle
chatarra... Muchos insurgentes reunieron durante la lucha a sus mujeres e hijos en las barri
cadas. exclamando: “¡Como no podemos alimentarlos, al menos moriremos todos!". Mientras
los hombres luchaban, las mujeres fabncaban pólvora, y sus lujos balas, utilizando para ello
cualquier pedazo de plomo o estaño que caía en sus manos. Algunos niños se sirvieron de
dedales para fundir balas, y por la noche las muchachas,mientras los combatientes dormían,
acarreaban adoquinen hasta las flameadas.* ¡inglintler, loe cit, ¡I. pp. 291y 293. [a 2 a. 31
Barricadas de 1848(:) «Se contaron más de 400 Mochos, precedidas por zanjas y órleles,
subían hosto lo allura de un primer piso» Male) y Gríliel, XIX* siécle [Stylo x>x\. París, 1919,
p. 249. la 2 a. 41
•En el año de 1839, varios trabajadores de París fundaron una gaceta con el título de La Ructn
poputaire... La redacción de este periódico se hallaba en la parte más pobre de París, en la
calle des quo're lils. Era uno de los pocos periódictis redactados por trabajadores que encon
traban acogida entre el pueblo, lo que se explica por su tendencia. Y es que se había pro
puesto llevar la miseria escondida a conocimiento de ricos benefactores... En la redacción de
este diario se había abierto un registro tle pobreza, en el que todo hambriento podía inscri
birse. Era una cosa fuerte este regislro tle la desgracia, y como en esa época Las m isterios til'
París de Eugéne Sue habían puesto de moda la beneficencia entre el mundo elegante, a
menudo llegaban carruajes al sucio local tle la redacción, donde damas indolentes apunta
ban las direcciones de los desdichados para llevarles personalmente una limosna, y volver a
excitar así sus embotados nervios. Cada número de esta revista de trabajadores empezaba
con un sumario recuento de los pobres que se habían dado de alta en la redacción; los déla
lies sobre su desdicha se podían encontrar en el registro,., Incluso después de la revolución
de febrero, cuantío todas las clases se miraron mutuamente con desconfianza.., La Rucho
poputairesiguió proporcionando contactos personales entre pobres y ricos.,, Esto es aún tmis
notable si se piensa que en esta época todos los artículos de La Ruchepoputaire los seguían
escribiendo verdaderos trabajadores, ocupados en sus oficios.» Sigmund Englánder, III,llorín
de las asociaciones obreras de Francia, II, pp, 7SJ-8Q, 82-83. [ei 3i II
«La extensión que la industria ha tomado en París desde hace 30 años le ha dado al oficio d«
trapero, que ocupa el último grado de la escala industrial, cierta importancia. Hombres, rm.i|oii'v
niños, todos pueden entregarse gustosamente al ejercicio de este oficio, que no exige ntlj
aprendizaje y cuyos instrumentos son ton sencillos como sus procedimientos; una cesta, mi I
cho y uno linterna, ohl leñemos lodo el material del trapera. Para el trapero adulto, da velnlfl
o Ireinto perras ol dio, según las estaciones, lo obligado es hacer tres rondas, dos de dí<i y i
de noche; los dos primeras tienen lugar de las cinco a los nueve de lo moñona, y a los oricH
la noche» l¡A partir de aquí faltan 4 páginas en el ejemplar de la Biblioteca) (Naciol
• Igual que los obreros lienen lo costumbre de frecuentar tabernas.. Igual que ellos y miít I
ellos hacen ostentación en el gasto que les ocasiona esa costumbre El aguardiente, paro l( f l
peros viejos y sobre lodo pora las viejas traperas, tiene una atracción que no puede COfl
sar ningún olio Los traperos no siempre se contenían con vino corriente en las labor*
hacen preporai vino cállenle y se molestarían muchísimo si ese vino no contuviera, con 4|
sólido, el oroma producido por el empleo del limón.» H.-A Frégier, Des dasses dangermA
la popuhlion {dans les grandes wlles el des moyens de les tendre meilleures) [Clases ¡
sos de la población (en las grandes ciudades y medios para hacerlas mejores)], I, Parii, ||
pp 104, 109. Id j
«Si ocurre que un empresorio le dirija a un obrero, en presencia de sus camaradas. n*|jra
que le parezcan injustos... el obrero dejo sus herramientas y corre a lo taberna . En HH
establecimientos industriales que no eslón rigurosamente vigilados, el obrero no se conírnlrj j
ir a la taberna antes de que comience el trabajo y o lo hora de sus comidas, que tlennn I
a las 9 y o las 2, va lambién a las 4 y por la tarde al regresar o casa... Hay mujoios <|u
lienen escrúpulos paro seguir, con sus hijos ya en edad de trabajar, a su mando a la bd|l
para ir, dicen ellas, a hacer la boda.. Se gasta ahí una gran parte de los salarios d" liit
familia, y se enlra en casa, el lunes por la tarde, en un eslado cercano a la embriogun*,^
rentando a veces los hijos, igual que sus padres, eslar más bebidos de lo que en efei t 11
con la finalidad de que sea evidente para todos los ojos que han bebido y bebido QlH
mente.» H.-A. Frégier, Closes peligrosas de la población, I, París, 1840, pp 79-80 y Hó
la \ ii
Sobre el trabajo de los menores en el ramo textil: «Los obreros... no pueden sufragpt li >n(
los de alimentación y de mantenimiento de sus hijos con su módico solario, que no surtí* III
rar las cuarenta perras al día, ni siquiera añadiendo el de su mujer, que apenas se nlnvtl (
mitad de esta suma; están obligados... a emplear a sus hijos en los establecimientos d« lien
hablamos, desde la edad en que son capaces de cualquier trabajo. Esta edad ti.1, nniiwij
mente la de 7 u 8 años,,. Los obreros de los que hablamos dejan a sus hijos en la fúbilcd <||
las hilaturas a la edad de 12 años, A esto edad se preocupan por que hagan la prlmtm 11 mi
nión y los sitúan en seguida en el aprendizaje en un taller». H.-A. Frégier, loe. cit., pp, 9B>!
lit ' ■
'
«Tenemos casi un reol,
Pierre, hagamos la boda;
A mí, ves, los lunes
M e gusta que ruede lo bolsa.
Conozco vino de seis perros
Q ue no cerveza de la poca,
Subamos a la barrero,
Subamos para la broma »
H Gourdon de Genouillac, les refroins de la rué de 1830 ó 1870 líos estribillos de la calle de
1830 a 1870], Paris. 1879, p. 56 [a 3 a, 4]
•¡Y qué vino! ¡Qué variedad! ¡Del burdeos al borgoña, del borgoña al pesado St. George,
Lünel y Frontignan del sur, y de éste al espumoso champaña! ¡Qué diversidad de blancos y
tintos, del Petit Macón o del Chablis al Chambenin, al Chateau Larose. al Sauteme. al Roussi-
lloner. al Ai Mousseux! ¡Cuando se piensa que cada uno de estos vinos causa una particu
lar embriaguez, que con unas pocas IxMcllas se recorren todas las etapas que van de la con
tradanza Musard a la MarseUesa, del loco placer del cancán hasia el ardor salvaje de la fiebre
revolucionaria y. finalmente, con una botella de champaña, puede uno recobrar el mis ale
gre ánimo carnavalesco! Y sólo Francia tiene un París, una ciudad en la que la civilización
europea se ha desarrollado hasta su máximo florecimiento, en la que se entrelazan todos
los hilos de la historia europea, y de la que parten cada cierto tiempo las sacudidas eléctri
cas que conmocionan al resto del mundo; una ciudad cuya población combina como nin
gún otro pueblo la pasión por el placer con la pasión por la acción histórica; una ciudad
cuyos habitantes saben vivir como el más refinado epicúreo de Atenas, y saben morir como
el impávido espartano, Alciblades y Leónidas en uno; una ciudad que, verdaderamente,
como dice Louis Blanc, es corazón y cabeza del mundo.* Friedrich Engels, -Von Paris nach
Bern- [-De París a Berna*], Die Neue Zeit XVII, 1 (1899), Stuttgart, p. 10 - En su observación
preliminar a la impresión de este manuscrito postumo, dice EduanJ Bcrnstein: -Aunque es
un fragmento, este apunte de viaje nos proporciona quizá una imagen mucho más lograda
de quien lo escribió que cualquier otro de sus trabajos*. IjOC. cit.. p. 8. [a 4, l l
•>Los proletarios han compuesto... una amarga, terrible marsellesa, que cantan a conu'fl|
talleres, y que se puede juzgar por el estribillo;
Siembra el campo, Proletario;
lo recolectará el Desocupado.»
P ie socia tia iscben m u i com m unistiscben B etcegungen seit d er d ritlen franzóstscbtm l
lu tio n . A nfag z u Steins Sociatism us u n d C am m unism tis des beuligen F ra n k n k lu
m ovim ientos socialistas y com unistas desde la tercera resolución fra n cesa Anexo ,t Sq(
lism n y com unism o en la F runcía d e boy, de Stein], Leipzig-Viena, 1848, p. 210 Itk- V
sidéram, Tbéorie des RecbtS d es B esitzes u n d d es R ecbts a u f d ie A rbeil [Teoría deI tlcrvti
la propiedad y d el derecho a1 trabajdti. (¡t i i j
«Si los vtdos de las closes bops limitan sus efectos a quienes los practican, concebíliomoi
bs clases elevodas rehusaran preocuparse de agitar estos tristes cuestiones, y que ello* M
donasen ibremenle ol mundo a lo acción de bs buenos o malas causas que lo goblvM
Pero todo se mantiene, si la miseria es madre de los vicios, bs vicios son padres dul a lM
y de esta monera es como los intereses de todas bs cbses... se mantienen » Eugéne B uljff
miseria de las clases trabajadoras en Inglaterra y en Francia. II, París, 1840, p. 262. ]
In i »
tjenny la Obrera avivaba una de las líagas más terribles del organismo social, la hija d" uyl
blo... foizodo a sacrificar su viitud y venderse... con el fin de dar pon a bs suyos... En t;u mío
prólogo de Jenny la Obrera, no son odmisibles ni este mismo, ni el punto de partida del i lu ut
ni bs detallas de miseria y de hambre.» Víctor Hollays-Dabol, La censure dramatique et lo #/»■ .<»#
/ 1850-1870) [/a censura dramática y el teatro ( 1850-1870f), Paris, 1871, pp 75-76,
la i i
«En el pensamiento del jefe de lúbrica los obreros no son hombres, sino fuerzas cuyo (tinplvl
cuesta caro, instrumentos rebeldes y menos económicos que las herramientas de hierro y d#
fuego... Sin ser cruel, puode ser completamente indiferente a los sufrimientos do una clase dn I 1
bres con la que ni tiene comercio moral ni sentimientos comunes. Ciertamente, madaitl# d»
Sévigné no era una mujer malintencionada... y, sin embargo, maaame de Sévigné, cuando <a n
laba los atroces castigos ejercidos contra el pueblo de Bretaña, que se había amotinado a jmJ
pósito de un impuesto, madame de Sévigné, la medre apasionada, habla de prendar y i In
moler... on tono bromista, desapegado, al que no le traiciona la menor simpatía... Dudo (In qut.
bajo el imperio de las actuales leyes de la industria, haya más comunidad moral entre los amos
y sus obreros que la que había en el siglo XVI1 entre los campesinos pobres y burgueses y una bella
dama de lo corte.» Eugéne Buret, la miseria de las clases trabajadoras en Inglaterra y en Francia,
II, Paris, 1840, pp. 269-271. [a 5, 1]
«Muchas chicas... de los manufacturas suelen abandonar el taller o las seis de la tarde, en lugar
de salir o las ocho, y van a recorrer las calles buscando algún extranjero a quien provocan con
una especie de tímido embarazo - A eso en los fábricas se llama hacer el quinto cuarto de la
'ornarla* Villemié, Tableau de l'état pbysíque et titonil des otwriers [Cuadro dei estadofísico
y mora! de los obreros], I, p. 226, cit. por Eugéne Burel. La miseria de las clases trabajado
ras, I, París, 1840, p, 415. la 21
«Lo convención, órgano del pueblo soberano, va o hacer desaparecer de un soto golpe la
mendiadod y la miseria— Ello asegoia trabai.o o todos los ciudadanos que carezcan de
é l.. Desgraciadamente, la parle de lo tey Que lenio como objetivo reprimir (a mendicidod
como si fuera un crimen era más fácilmente aplicable que aquello otra que prometía o a
indigencia los beneficios de lo generosidad nocional las medidos de represión se aplico-
ron y hon quedado en el texto, así corno en el espíritu de lo ley, mientras que el sistemo de
caridad que las motivebo justificándolos isólo existió en los decretos de la Convención!»
Eugéne Buret, la miseria de las clases trabajadoras en Inglaterra y en Francia. I. Paris,
1840, pp. 222-224 Napoleón -en la ley de 5 de julio de 1808- hizo suyo d decreto
aquí descrito; la ley de la Convención es del 1S de octubre de 1793: amenaza a los
mendigos reincidentes por tercera vez con deportarlos ocho años a Madagascar.
Ia 5, 4]
Hippolyte Passy, ex ministro, en una carta dirigida a la Sociedad de templanza de Amiens (ver
el Temps de 20 febrero de 1836): «Estamos inducidos o reconocer que, por exigua que sea la
parte del pobre, es el arte de aplicarla a sus necesidades reales, la capacidad de abarcar el
porvenir en sus concepciones, lo que le falto y que de ahí viene su miseria antes que de cual
quier otra causo». Cit. por Eugéne Burel, La miseria de las clases trabajadoras, I, París, 1840.
p. 78. [a 5 a, 1]
«Hubo un liempo, y no está todavía muy lejos, en que, al hacer un elogio pomposa y paté
tico del trabajo, no se dejaba de insinuar al obrero que aquello de lo que sacaba su sub
sistencia no era obra de su voluntad, sino más bien un impuesto recaudado por algunos que
se engrasaban con sus sudores... Es lo que se llamaba la explotación del hombre por el hom
bre. N o queda gran cosa de esta doctrina embustera y siniestro en las canciones de las
calles... Siempre se habla del traba|o con respeto, pero ese respeto tiene algo de forzado,
de gesticulodor... Es verdod, no obslonle, que esta manera de considerar el trabajo es una
excepción. M uy a menudo es cantado como una ley de la naturaleza, un placer o un bene
ficio.,.
Al perezoso presentamos siempre batalla,
De la sociedad gran enemigo;
Parque, si se lamerla de acostarse en la paja,
Es una desgracio que bien ha merecido.
En nuestras canteros, industrias y fábricas,
Desde la mañano o la lista acudimos:
Conduciendo nuestras grandes mecánicos,
De acuerdo con ese fraterno estribillo aplaudimos...»
Antoine Kérrry _
Charles Nisard, Des chansons populares [Canciones populares] II, París, 1867 pp. 2Ó ^^^L
•Los quince anos de la Restauración habían sido años de gran prosperidad agrícola e i<»lui|^H
El régimen de la piensa, los diversos sislemas de elección, si se exceptúan París y las
ciudades, apasionaron solamente a una porte de la noción, y la menos numeroso, a la Im i^H
sía. Además, en esto burguesía, muchos temían una revolución.» A. Male! y P Grille),
[Sig/o xwj. París, 1919, p. 72. |.i 1 ( 9
•La crisis de 1857-1858... supuso el fin precipilado de las ilusiones del socialismo ii!>|**1^B
Todos los esfuerzos por mantener los salarios a un nivel parejo a la subida
los alimentos y de la vivienda, resultaron inútiles -D. Rjazanov, Z u r G escbicbte ih t r'M fl
In tern a tio n a le {Sabré la historia d e ¡a / ‘rim era Intem acionaA . (Archivo Marx-Ünitvl^l
Frankfurt. (1928), p. 145). lil 1 « 9
«En Lyon la crisis económica había hecho caer el salario de los tejedores de seda a IH
la jomada de quince a dieciséis horas de trabajo. El gobernador civil había intentado
obreros y polronos o un entendimiento para establecer una tarifa minima de salarias. Al IJ^H
fracasado lo tentativa, el 21 de noviembre de 1831 estalló una insunección sin carái tm
uno sublevación de la miseria 'Vivir trabajando o morir combatiendo", se leía en lo l»m l|fl
negra que llevan delante los tejedores... Tras dos días de combates, las trapas de línml,
que había rechazodo ayudar la guardia nacional, debieron evacuor Lyon. los obreros
mos las desarmaron. Casimii Perier hizo que la dudad fuera ocupada de nuevo poi un "i*IM
-36 000 hombres-, destituyó al gobernodoi civil, anuló la larila que éste había conseijiitdd^B
admitieran los patrones y licenció la guardia nacional (3 de diciembre de 1831}... Dos
tarde... los conatos de persecución contra una asociación de obreros lyoneses, los mnluHlij||fl
fueron lo ocasión pora una sublevación que duró cinco días.» A, Malel y P. Grillel, Siglo
1919, pp, 86-88. i », ra
•Uno encuesta sobre lo condición de los obreros en la industria textil, en 1840, revolé |im i ■
*(
|ornada laboral de quince horas y media de trabajo efectivo el salario medio era do m»ni<|É
dos francos para las hombres, y de apenas un franco para la mujer. El mal,., se hollín i>. Hl
vado... sobre todo a partir de 1834, porque, al estar finalmente asegurada la tranquil • L i I Iffl
rior. se habían multiplicado las empresas industriales, de tal modo que en diez alto» ia W
cómo crecía la población de los ciudades hasta los dos millones de hombres, slmplanmntii 'U
el aflu|ode los campesinos hacia las fábricas.» A. M a le ty P. Grillel, Siglo XIX, París, 191V, fi I0 H
Im i' 41
«En 1830 muchos juzgaban que el catolicismo agonizaba en Francia y que acababo para siem
pre el popel político del clero... Ahora bien,., el 24 de febrero de 1848, los insurgentes, al
comenzar el saqueo de las fullerías, se descubrían ante el crucifijo que tratan de la capilla, y lo
escollaban bosta lo iglesia de Sainl-Roch Proclamado la República, el sufragio universal enviaba
a lo Asamblea Nacional. a tres obispos y doce sacerdotes.. Por eso, durante el reinado de Luís
Felipe, el clero se habió aproximado ol pueblo.* A. Molel y P, Grille!, Siglo xix, París, 1919,
pp. 106, 107 la 6, 31
Tarlé cita un pasaje de Borne sobre el levantamiento de Lyon, en el que éste expresa
su disgusto respecto de Casimir Péricr porque, como escribe Tarlé, -Périer se alegra de
que falte el elemento político en el levantamiento de Lyon, y de que sea sólo una gue
rra de pobres contra ricos-. El pasaje CLudwlg Borne, G esam m elte S cb rifien [Escritos
reunidos], X, Hamburgo-Frankfurt, 1862, p. 20) dice así: -iNo habría sido sino una gue
rra de pobres contra ricos, de aquellos que n;ida tenían que perder contra aquellos que
poseían algo! ¡Y esta terrible verdad que, por serlo, tendría que arrojarse al más pro
fundo pozo, la ensalzó este loco, mostrándosela a todo el mundo!-. En E. Tarlé, El
lev a n ta m ien to obrero d e Lyon (Archivo Marx-Hngels, II, Frankfurt, 1928, p, 112),
[a 6 a, 2]
Buret fue alumno de Sismondi. Charles Andler le atribuye cierto influjo sobre Marx (Andler,
Le manifestó communisla Ilil Manifiesto comunista], París, 1901), Mchritng (*Ein methodo-
logisches Problem» l*Un problema metodológico»], Die Neue Zeit XX, 1, Sumgart, pp. 450-
451) lo niega rotundamente. [a 6 a, 31
Teoría de A. Granier de Cassagnac, Histoire des classes ouvriéres et des classes botirgetiises
IHistoria de las clases obreras y de las clases hurguesasi, París, 1838: los proletarios des
cienden de ladrones y prostituías. [a 7 a, 31
•Créame, el vino de las bañeras ha salvado a muchas de los sacudidas de los consliuctos guber
'lómenteles-- Édo-jard Fcucaud, París irvenieur. Pliysiobgie de I 'industríe francoise [Paris inven
tor, Fisiología de la industrio francesa], París, 1844, p. 10. [a 7 a. 4]
Léon Guillemin: «Hay dos providencias. Dios y la Escuela Politécnica; si faltara una. !a otra esta
ría ahí». Según G. Pinet, (loe. cit.), p. 161. la 7 a, 61
Lamennais y Proudhon querían que los enterrasen en una fosa común (Delvau, Heures
parisiennes [Horas parisittu.4. (Parts, 1866), pp. 50-51). la 7 a, 7]
Lissagaray en un artículo sobre ¿os miserables en el Bataille «Basta con tocar al pueblo d
convertirse en revolucionario». [Viclor Hugo devant I opinion [Víctor Hugo ante la opM
pública|. Poris, 1885. p. 129 ] la M,
«Hada 1840 cietto número de obreros tomó la resolución de abogar dilectamente por su o tul
ante la opinión público,..; desde ese momento... el comunismo, que habla llevado la olonllB
hasta ese momento, se mantuvo prudentemente a la defensiva.» A. Corbon, le secret du peuü
de Paris [El secreto del pueblo de París], Paris, 1863, p. 117. Se traía del periódico com unl
Fratemité. que desapareció ya en 1845, del anticomunista L’Alelier, de la Union y ili>
ruchepopulairc, que fue el primero. la H,
Sobre el trabajador- «Es, en general, inepto pora el entendimiento de los asuntos positivo» I <
soluciones que más le convienen son entonces los que parece que le deben dispensa! do pN
ocuparse Incesantemente de lo que él considero el lodo inferior, la curva de b vida... Así |hiM
sostenemos como cierto que cualquier sistema, que prometió mucha más mantequilb que n
tendría que de/ar clavado ol laller... y que a nuestro obrero, le repugnará». A. Corbon, (hm
d .). pp 186-187 |u H, fi|
■La cuestión obrera se plantó, exactamente igual que la cuestión de los pobres, en l:i inl«
lilísima puerta de entrada de la revolución. Puesto que los niños de las familias obrel.lt v
artesanas no llegaban a cubrir las necesidades de una industria hambrienta de trabajo, 0
echó mano también de los huérfanos... La explotación industrialdel niño y de la mujeftj
es una de las más gloriosas conquistas de la filantropía. La alimentación barata de lo* im
bajadores, con el fin... de rebajar las sueldos, fue también una de las ideas preferida* •ti
los propietarios de fábricas y de los economistas clel siglo xvm.., Cuando los franceses .mu*
licen la revolución con ánimo templado y sin prejuicios de clase, observarán que las lilctll
que constituyen su grandeza vinieron de Suiza, donde la burguesía ya se había heclui C fl
el poder: de Ginebra introdujo A. P de Candolle las llamadas “sopas económicas", i|it#
hicieron furor en el París de la revolución . Induso el seco y brusco Volney no pudo i<VN
tar ablandarse “al ver con qué celo se afanaban estos hombres de distinguida posición ctl
distribuir un puchero con sopa hirviendo*.* Paul 1.afargue -Die christliche Liebestütlgkrll*
[>La filantropía cristiana»] (.Die Neue Zeit XXIII, 1, Stuttgart, pp, 148-149). la 8 ,i, II
«Que tres hombres estén en lo calle a causa del salario, que le pidan al empresario, tico pol M*
trabajo, aumento de sueldo el burgués se espanta, grita, reclama mano dura... la mayotlo <!•
los gobiernos., ha especulado sobre ese triste progreso del miedo.. Todo lo que puedo dm *
de ello es que., nuestros mayores terroristas no son de ningún modo hombres del pueblo, sino
burgueses, nobles, espíritus cultos, sutiles, raros, solistas y escolásticos.» J. Mrchelel. le peuple [El
pueblo], París, 1846, pp. 153-154. la 8 a, 21
Fnégier, el autor de Clases peligrosas, era jefe de sección en la prefectura tle policía, la 8 a, 31
Escena de la revolución de julio. Una mujer se viste de hombre y se lanza a la lucha para
luego, vestida corno mujer, cuidar a los enfermos que habían sido alojados en la Bolsa, «El
sóbodo por lo tarde los artilleros que condujeron al Ayuntamiento las piezas de artillería que que
daron en la Bolsa pusieron a nuestra joven heroína sobie un cañón rodeado de laureles y la lleva
ron con ellos. Por la noche, hacia los diez, la condujeron en triunfo a la Boba, al fulge* de los lla
mas. ella estaba sentada en un sillón adornado con guirnaldas y laureles.» C. F Tricotel, Esquisse
de quelques scénes de I ’intérieur de la Bourse pendant ¡es ¡ournées des 28, 29, 30 et 31 iuillet
derníer, Au prolit des blessés [Esbozo de algunas escenas del interior de la Bolso durante los días
28, 29, 30 y 31 del pasado julio. A beneficio de los heridos], París, 1830, p. 9, la 9, 11
Un menú caritativo del Ayuntamiento, donde se ¡untaban parados en busca de trabajo, sobre
todo obreros de la constmcción durante el invierno. *to hora de la comida pública acaba
de sonor. Mientras el Pequeño Manto Azul deposita entre las manos de uno de los asistentes su
bastón de marfil, lleva a su botonero un cubierto de plata, que se encuentra atado a él, hunde
lo cuchara en una y otra marmitas, degusta, paga a los que sirven, presiona la mano a los
pobres que se la tienden, recoge su bastón, guarda su cubierto y se va tranquilamente Se ha
marchado. Comienza la distribución» El Pequeño Manto Azul era el apodo del filántropo
Champion, procedente de los círculos más sencillos. El pasaje, en Ch L. Chassin, Im
légende du Pelit Mantean Bleu [La leyenda del Pequeño Manto AzmA, cit. en Alfred Delvuu,
Los leones del día, p. 283. la 9, 31
El autor se dirige, en su escrito contra el éxodo rural, a las campesinas jóvenes: «¡Pobre
y bello niñot El toar de France, que es un bien incierto pora tus hermanos, es siempre un
mal para li. Hasta los 4C artos, si hoce falta, no abandones el delontcl de tu matlin,
has cometido la locura de dejarlo y el paro y el hambre se implantan abstinadami'iii» |
tu cuaftito, llama como una virgen que he conocido, liorna a un último huésped en tu ijd
lio: el CÓLERA. En sus brazos descarnados, por lo menos, sobre su pecho lívido, no Inndjl
que temer por lu honor» E inmediatamente a continuación de ese pasaje: «Hombtoff
corazón que esto leéis, os supiieo de rodillas y con las manos junios que divulguen
lodos los medios posibles la sustancia de este penúltimo copitulo». Émile Crozat, ¿il m f
die du siécle ou les suites funestes du déclassemeni socicl. Ouvrage écrii sous les trlslif
pirahons d 'un avocat sans cause, d un notaire et d 'un avoué sans clientéle, d 'un n f l
cin sons pratiques. d ‘un négociant sans capitaux, d un ouvríer sans trovail [la enfetniti
del siglo o las funestas consecuencias del desciosamienlo social. Obro escrita bajo la||
tes inspiraciones de un abogado sin causa, de un notarlo y de un procurador sin cllpM
de un médico sin prácticas, de un negociante sin capital, de un obrero sin traboja], J
déos, 1856, p. 28. |¡i y, j
Insurrecciones bajo Luis Felipe: «Entonces apareció, en 1832 per primero vez, la hflHW
rajo» Chcrles Seignobos. Histoire sincére de la notion francaise [Historia sincero de la rtd l
francesa}. París, 1933, p. 418. |a g a,
«En 1848 sóío habió cuatro ciudades por eodma de las den m í almas, lycn. Marsella, Bui io fll
Ruón. y tres entre setenta y cinco mil y den mil, Ncntes. Tculouse y tille. Únicamente Poris erefj
gton dudad con más de un millón de habitontes, sin -contar ios suburbios |one»onados en id
Francia segurá siendo un país de pequeñas ciudades ^ Charles Seignobos, Historia sincera
noción francesa, Paris, 1933. pp. 396397. t.i <i ,i, |
«Tan pronto como se oyó hablar de un batallón de mujeres, los diseñadores se las ingunlai^|
pato enconltat un Iraje... Eugénie Niboyet, directota de La Voix des femmes... fijó la opInilM
“Vesubiana, dice ello, significa que cada una de las contratantes tiene en el fondo del c o m lfl
un volcán de fuegos y ardores revolucionarios"... Eugénie Niboyet convocaba a sus "hertnOiiilH
en las salas bojas de la Bonne-Nouvelle o en la sola Tararme.» París bajo la República da lla lli
Exposición de la Biblioteca y de los Ttabajos históricos de la ciudad de París, J909, p. 28,
r¡t 9», -i
En !;i lírica de mediados de siglo, los temas sociales ocupan un espacio nii i>
considerable. Se encuentran tratados de todas las maneras, desde la inouu ili
un Charles Colmance (to canción de los arrendatarios, la canción de los Impronto
res], hasta la revolucionaria de un Fierre Dupont. Gustan de cantarse los inven
tos, destacando su significado social. Surge así un «poema para la alabanza del
empresario advertido, que ha sido el primero en renunciar al producto nocivo paro
adoptar "el blanco de zinc inocente''* (París bajo lo República de 1848, Exposición
de la Biblioteca y de los Trabajos históricos de la ciudad de París, 1909, p. 44.)
[a 9 a, 6]
Sobre Cabet: «A finales del año 1848, el descubrimiento de yacimientos se conoció en París,
y se formeron en seguida campcñías para facilitar el viaje de los emigrantes En mayo de
1849, llegaban a lo quincena. La 'Compartía parisina" tuvo el honor de hacer que partieran
los primeros viajeros y_. esos nuevos argonautas fueron confiados a un Jasón ciego, que
nunca ha visto California, Jacques Arago autor... de un viaje alrededor del mundo, escrito
en parte sobre las notas de otro... Se (undoron periódicos: la Califotnie. diario de intereses
generales del Océano Pacífica, l'Auníére, monitor de minas de aro, L'Echo du Sacramento.
Las sociedades anónimas lanzan acciones a bajo precio, cinco francos solamente, al alcance
de todas los bolsos». Muchas cocol/es van a ultramar, entre los colonos hay escasez de
mujeres. París bajo lo República de 1848. Exposición de la ciudad de París, 1909, p. 32
[a 10, 1!
Hay que comparar con Cabel estos versos, que en todo caso se dirigen
contra los sansimonianos. Proceden de Alcide Genty, A. M. de Chateau
briand. Poetes et prosateurs fru rifáis. Satire [A. M. de Chateaubriand. Poe
tas y prosistas franceses. Sátira1, Paris, 1838 (ctt. en Carel Lodewijk de
Liefde, Le Saint-Simonisme dans la poésiefrangaise entre 1825 el 1865 |£V
sansimonismo en la poesía francesa entre 1825 y 18651, {Haariem, 1927),
p. 171):
<Ei insinuante Rodrigues en las tribus iroquesas
Propagará Baremo y vírgenes francesas». [a 10. 2]
Hay que comparar con Cabel (el) notable y bello poema de Elise Fltutty, 1
obrera bordadora, -Le Havre- (Olinde Rodrigues, Poesías sociales de obra'u f l
París, 1841, p. 9)- Ofrece la descripción de un vapor oceánico, compara lulo
las camarotes de lujo con la segunda cubierta. la lo u, ;l
«Un opúsculo en verso (¡es principes du pelil manleau bleu sur le sysléme de la c o m fflfl
naulé [¿os principios del pequeño manto azul sobre el sistemo de la comunidad], ¡mi
Loreux, comunista, París, 1847) es una especie de diálogo entre un partisano y un cn:lv»l
sarlo del comunismo... Para aliviar cualquier... miseria, el comunista Loreux no acolo ()|
deseo y a la venganza, sino a la bondad y a la generosidad.» Jean Skerllcht, i 'op/ri/M
publique en France d'aprés la poésie politique et sacíale de I830‘ú 1848 [/o opMiln
pública en Francia según la poesía política y social de 1830 a 1848], lausana, 1901, p IV4
la ID ii, \\
1847: hambruna; muchos poemas sobre ella. ta 10 a, 4]
«Desde los primeros dios que siguieron o la Revolución de 1830, una canción, Requéte d 'un
ouvrier 6 un jusle milieu [Petición de un obrero o un juslo medio], circula por París. El estribillo era
muy expresivo:
|Tengo hambrel
Pues bien, cómele el puño.
Conserva el olro para mañana.
Éste es mi estribillo.
Barthélemy... dice que.. el obrero sin trabajo está obligodo a trabajar en la 'cantera del
tumulto"... En la Némesis de Barthélemy... el pontífice Rothschild, con multitud de fieles, dice la
'misa de la especulación', cania el 'salmo de la rento’.»Jean Skerlicht. la opinión pública en Fron
da según la poesía política y social de 1830 a 1848, Lausana, 1901, pp 97-98 y 159
la 11. 2|
«El día 6 de junio se ordenó una batida de alcantarillas. Se temió que fueran lomadas como refu
gio por los vencidos, y el gobernador civil Guisquet debió registrar el París oculto mientras que
el general Bugeaud barria el Parts público; doble operación conectada que exigió uno doble
estrategia de la fuerza pública representada por arriba por el ejército y por aba|0 por la poli
cía. Tres pelotones de agentes y de olcantarilleros exploraron las vías subterráneas de París.» Víc
tor Hugo, CEuvres complétes |Obras completas], Novela 9, Paris, 1881, p. 196 (/es Misérables
[los miserable^]. la 11, 31
Táctica revolucionaria y lucha de barricadas en ios miserables. - l.'na noche antes de la lljfl
de barricadas: «la invisible poicia de b revuelta vigilaba por todas partes, y mantenía el o rd tfl
decir, la noche... El ojo que hubiera mirado noca arriba en este montón de sombra acaso hú
entrevisto aquí y allá, de vez en cuando, daridades indstintas que hacían brotar Iríeos quebiad
raros, petWes de s,ngub»e$ construcciones, algo pareado a resplandores que van y vienen en
ñas; ab' estaban los borricadas* Obras completas. Ntweb 8. París, 1881, pp 522-523. El sig
pasaje es del capítulo «Hedios de donde sale b historia y que ia historia ignora». *las teuniono»
a veces periódicos. En algunas no haba nunca más de ocho o diez, y siempre bs mismos. En 4
entrabo quien quena y b sala estaba tan lleno que se estaba obligado a quedarse de pie U nH
encontraban ah' por entusiasnw y pasten, otros porque ése era su camino paro it al traba/o Cfl
durarte b revolución, había en esas tabernas mojetes patriotas que abrazaban a los tedén le g d
Otros hechos expresivos destocaban Un hombre entrcixj en uno taberna, bebía y salía dfcü
Comerciante de wrto, b revolución pagará lo que se le debe.. Un obteto bebendo con un (
rodo le hacia notar el color que lene; el otro sentía uno pisiob bajo su ropo Toda esta (ermertcM
era público, podría cosi decirse que )/cnquila_ No ialtaba ninguna singularidad a esta crisis to(M
subterránea, pero yo perceptible, los burgueses hablaban apaciblemente a los obreros de lo qUjfl
preparaba. Se decía: ¿cómo va b revuelto? con ei tono de haber dicho gcámo esta su mujer!
tor Hugo, Obras completas. Novela 8, París, 1881, pp. 43,5051 [ios miserables]. (a 11B
Lucha de barricadas en los miserables. Del capítulo «Originalidod de París». «Fuera de los I«un
insurgentes, no hay nada más extrañamente tranquilo que b fisonomía de Par's durante tlf|
revuelta.. Se fusiio en una enaucijada, en un pasaje, en un callejón sin salida... los cadáver*'-. •
tan el empedrado En algunas calles se escucha el choque de bs bolas de billar en bs c a ffl
Caminan los coches de punto; los transeúntes van a cenar a la ciudad. A veces al mismo bnnlQl
que se combate. En 1831 se interrumpió un fusilamiento para dejar que pasase una boda. C uatí
la insurrección del 12 de mayo de 1839, en la calle Saint-Mcrlin, un viejecíta achacoso quo liicitj
a pulso de una carreta coronado con un trapo tricolor en donde tenía garrafas llenas de cualt jillM.
dase de liquido, iba y venía de la banicada a la tropa y de la tropa a la boiricoda, ofttii mihÍm
¡mparáalmenlK vasos de coco... N ada es más extraño; y es que el carácter propio de las invuM
fas de París no se encuentra en ninguno otra capital. Para eso hay que tener dos cosas, la j]lttl
deza de París y su alegría. Se necesita la ciudad de Voltaire y de Napoleón.» V(ictor) I l(u{M
Obras completas), Novela 8, (París, 1881), pp. 429431 (¿os miserables) (¡i 11 ,i, ||
De un análisis de la situación en 1830, por el jefe de policía Giscjuet. Se dice allí de lo» Id
bajadores: *No lienen, como los closes acomododas de la burguesía, el temor de compra
tef, mediante una mayo* extensión de los principios liberales, una fortuno totalmente hecho,,
mismo modo que lo dase medio se ha aprovechado de la supresión de los derecho» d jl
nobleza... del mismo modo b clase obrera se aprovechado hoy de todo lo que la burguesía!
diera o su vez». Cit. Charles Benoist, «Ihomme de 1848» [«El hombte de 1848»], 1¡Perno (
deux mondes (1 julio 1913), p. 138) fs 1í. u, |
En sus ensayos sobre economía, Rumfoid reunió recetas para abaratar las sopas fikmtl i|it
cas mediante sustitutivos. *Sus guisos no son muy coros, ya qué con 11,16 frs. liensn quo allintfj
larse dos veces ol día 115 personas; el único problema es saber si verdoderamenla su |
mentan.» Charles Bsnoisl, «De l apologie du Iravail á l'apolhéose de I ouvríer» (•()«
apología del trabajo a la apoteosis del obrero») |ffevue des deux mondes 115 enero 1VIJ
p 384) tas mencionadas sopas fueron introducidas en varios lugares por industriales Iré
ceses durante la gran revolución. la 12
1837: primeros banquetes a Favor del sufragio universal y para la recogida de 240,000 lu
mas, un número que igualaba por entonces al de las personas con derecho a voto,
la 12 i "i
L’na observación de Tocqueville sobre el espíritu de los años cuarenta: *A los grandes
propietarios les gustaba recordar que ellos habían sido siempre enemigos de la clase bur
guesa y siempre favorables a la clase popular; los propios burgueses se acordaban con
cierto orgullo de que sus padies habían sido obreros y, cuando no podían ascender... hasta
un obrero-, procuraban por lo menos fechar en un ganapán que hubiere hecho fortuna propio»
Charles Benoisl, «El hombre de 1848», II (fevue des deux mondes, 1 febrero 1914, p. 669|
la 13, 21
«Lo cuestión del pauperismo... ha atravesado en pocos años fases muy diversos. En los últimos
tiempos de la restauración, el debate se desarrollo por entero sobre la extinción de la men
dicidad, y la sociedad busco menos con qué aliviar la miseria que con qué. olvidarla arro
jándola a la sombra. En la revolución de julio se opera una reocción a través de la política.
El partido republicano se adueña del pauperismo, que transforma en proletariado... los obre
ros loman la pluma... los sastres, ios zapateros y los tipógrafos, que formaban entonces los
cuerpos de oficios revolucionarios, van en (a extrema vanguardia... Hacía 1835, la polémica...
se suspende por las numerosas derrotas del portido republicano; hacia 1840, se recupero .
y se bifurco... en dos escuelas que desembocon, una en el comunismo, otra en la asociación
de intereses entre el obrero y el patrón.» Charles louandre, «Statislique liltéraire. De la pto-
ductlon intellecluelle en France depuis quinze ans» [«Estadística lileraria. De la producción inte
lectual en Francia desde hace quince años»] [Revue des deux mondes (15 octubre 1847),
p. 279) la 13. 31
El blanquista Tridon: «Oh fuerza, reina de las barricadas.- tú que brillas en el relámpago y en
la alcantarillo... hacia ti los prisioneros tienden sus manos encadenados» Charles Benoist, «le
"Mythe" de la dasse ouvriére» [«El "Mito* de la clase obrera»] [Revue des deux mondes (1
marzo 1914), p, 105). (a 13, 41
Contra las casas de trabajo y a favor de limitar la tasa de pobres: F M. L Naville, De la cha-
rilé légale el spécialment des maisons de travail et de la proscnpbon de la mendicilé [Oe la can
dad legal y especialmente de los cosas de trabajo y de la proscripción de b mendiádod], 2
vals., París, 1836. la 13, 51
Charles Benoist afirma encontrar en Corbon [El secreto del pueblo de París) la conciencia
soberbia de la superioridad numérica sobre las demás clases. (Benoisl, «El 'Mito” de la clase
obrera» [Revue des deux mondes [1 marzo 1914). p 99.) [a 13 a, 21
Los panfletos de 1848 están dominados por el concepto de la oiganinK
la I ' j
«£n 1867 podían mantenerse eos conferencias en los que 400 delegados obreros
cienres a 117 profesiones... discutieron... de la organización de las Cámaras de obraros M
dicotos mixtos... Hasta ah!, aunque frente o ellos, del íado de los patronos, se pudieron i mil
42 Cámaras sindicales... los sindicatos obreros eran muy raros. Antes de 1867, al margen ogm
fiando la ley, sólo se citaba a los tipógrafos 11839!, a ¡os moldeadores (1863), a los i
dernadores 11864), a los sombrereros (1865). Tros las conferencias del pasaje Rooull... al
dicasos se multiplicaron » Charles Benoisl, «El 'Mito" de la ciase obrera» (Sevue dm
mondes { 1 morzo 1914). p.111). (a H á
lin su Dieciocho lira nía rio, dice Marx que los trabajadores de las cooperativas
cían en principio a cambiar el viejo mundo con la totalidad de los grandes medio* jH
les son propios, para buscar más bien su redención a espaldas de la sociedad, tle nMM
privado, dentro de sus limitadas condiciones de vida(-). Cit en F., Fuchs, Die A'r<rriWff(|
rier europaischen VólkerlLa caricatura de lospueblos europeo^, II, (Munich, 1921), |i Itj
la 11ii, j
Sobre las Poesías soáaies de los obreras, editadas por Rodrigues, escribe la R e riltU
tlc u x mandes. «Usted pasa de una reminiscencia de M. de Béranger a uno folsificorHtyM
M. de Lamartine y de M. Viclor Hugo» <p, 966). El carácter clasista de esta critica >od
advertir sin complejos (p. 969) cuando quien la redacta opina sobre el trabajador t|
pretende conciliar el ejercicio de su estado con estudios literarios, experimentará C|u41
grondes fatigas del cuerpo perjudican al desarrollo del espíritu». Para apoyarlo, i ncnlí ■
redactor el destino de un poeta obrero que acabó loco. Lerminier, -De la littératuii' i f l
oitvriers- [-De la literaturade los obreros»! CRevue des deux mondes, XXVIII ( lililí,
París). la I í h M|
Adolphe Boyer, De l'éta! des ouvriers et de son amélioration par I 'organisation du IraviiH (flM
estado de los obreros y de su mejora gracias a la organización del trabajo], París, I H'l I M
autor de este escrito era impresor. El texto no tiene ningún éxito. Se suicida, pidlrudu 1
los trabajadores (según Lerminier) que sigan su ejemplo. La obra apareció en IH M >n
Estrasburgo, traducida al alemán. Era muy moderada, y buscaba apfavechar el <‘ "i/'K
nonnage para la asociación. la I I J|
•Cuando se considera la ruda y penosa vida que "ienen que llevar las clases tro-
bajadoras, se sigue convencido de que. entre los obreros, los hombres más nota
bles.. no son los que se apresuran a lomar lo pluma no son los que escriben, sino
los que actúan., Lo división del trabajo, que o unos les asigna la acción y a otros el
pensamiento, está por tanto siempre en la naturaleza de las cosas,» Lerrninier, «De
la literatura de los obreros» [Revue des deux mondes XWIII 1841 p. 975). ¡Y por
actuar entiende el autor ante todo trabajar horas extraordinarias! La 14, 31
Proudhon recibe del financiero Mil laúd una invitación para cenar, «Proudhon se libró... res
pondiendo que vivió por entero on el seno de su familia y que estaba siempre acostado a las
nueve de la noche.» Firmin Maillatd, La cité des ¡ntellectuels
[ío dudad de los Intelectuales],
Paris,
<1905), p. 383. la 14, 51
Georg Herwegh, Die Epigonen von 1830 [Los epígonos de 183<A. París, nov 1841:
-Oh, retirad la tricolor.
Que vio las gestas de vuestros padres,
Y advenid, escribiendo en los portales,
'¡Aquí está la Capua de !;i libertad!’-.
Georg Gerwcgh, C edichte ein es Lebendigen l Poem as de u n i'irit‘nte\, ü, Zúrich-Winterth ur,
1844, p, 15. la 14 a, 11
Heine sobre la burguesía en la revolución de febrero: «El rigor que ejerció el pueblo
contra., los ladrones descubiertos infraganti no era del todo bien considerado... por
algunos, y ciertas personas se inquietaron al darse cuenta de que se mataba a los
ladrones alli donde se les sorprendía. Bajo este regimiento, pensaron, uno acaba por
no estar seguro de su vida*. Heinrích Heine. Die Februarrevolution [La revolución de
febrerd (Sámtlicbe Werbe [Obras completas], V, Leipzig, Wilhelm Bólsche ed., p. 363)
[a 14 a, 21
Ganneau publica anónimamente: Waterloo, París, Bureau des publications éviidl' imi'fcl
1843. El escrito está dedicado a la apoteosis de Napoleón --Jesús el Crislo-Abel, N a p u lu fl
el Cristo-Caín» (p. 8)- y acaba por invocar la «Unidad (vadienne* (p 15). firmando «(¡flH
nombre del Gran Evadalt, en el nombre del Gran Dios, Madre. Padre el Mapah» (p. 16) ]
l\ ffl
El Bautismo, Matrimonio de Ganneau decreta la era Evadah i partir del 15 tle agosto de ÍH.VI l‘l
folleto se editó en la calle Salnl-Denis 380, pasaje Lemoine. Firma: El Mopoh. Anuncia que
no es ya la Mocre es ta Esposa, Jesucristo ya no es e1Hijo, es e l Esposo |Ef viejo mundo (comf xnttflB
ocaba ef nuevo mundo (expansión) comienza!». Aparecen «MoiioEva tridad genesaca feniertnd(H
«Cristo-Adán, unidad genesfcca masculina», «¡bajo el nombre andrógino de Evadaml» ja I *t, ti
«El "Deber Muluo" de lyon, que desempeñó un papel esencial en las insurrecciones de 1831 y
de 1834, marca la transición de la vieja Mutualidad a la Resistencia.» Paul louis, Histoire de la
classe ouvriére en France de ¡a Révolution á nos purs [Historia de ¡a clase obrera en Francia de
la Revolución hasta nuestros dios], Paris, 1927, p, 72. [a 15, 51
En los primeros tiempos, la mayoría de las encuestas sobre los trabajadores eran realizadas
por empresarios, por sus representantes, por inspectores de lúbricas o por empleados de la
administración. -Cuando k» médicos y filántropos que realizalxin la investigación visitalian
ellos mismos a las familias de los trabajadores, solían estar acompañados por los empresarios
o sus representantes. Le Play, p. ej., recomienda visitar a las familias de los trabajadores “sir
viéndose de las recomendaciones de una autoridad cuidadosamente elegida"; aconseja com
portarse con la máxima diplomacia ante todos los miembros de la familia, pagar incluso una
pequeña suma por la molestia, o repartir regalos: se detx: "alabar separadamente la inteligen
cia de los hombres, la gracia de las mujeres y el buen comportamiento de los niños, «-par
tiendo discretamente pequeños regalos a todos", (Les Otwriers Eun>péeiv¡ \!jos obreros euro
peos), 1, París, p. 223.) En el curso de una extensa crítica de los métodos de encuesta, que
realiza Audiganne en los debates de su círculo de trabajadores, se habla así sobre Le Play:
“Jamás se ha emprendido un camino más falso contando con las mejores intenciones. Se trata
únicamente del sistema. Un punto de vista falso, un falso método de observación, producen
una secuencia completamente arbitraria de ideas que carecen de toda relación con la realidad
social, dejando entrever una inclinación insuperable al despotismo y a la inflcxibilidad" (Audi
ganne, loe. cit., p. 61.) Entre las faltas ampliamente extendidas en la realización de sondeos,
señala Audiganne la solemnidad con la que las encuestadores escenifican sus visitas a las fami
lias de los trabajadores: "Si ni una sola encuesta particular realizada bajo el Segundo Imperio
ha llegado a un resultado tangible, gran parte de la culpa es de la pompa con que se las ha
rodeado" (loe. cit., p. 93). Engeis y Marx también describen los métodos con los que seme
jantes investigaciones sociales buscaban hacer hablar al trabajador, llevándole incluso a for
mular peticiones contra la reducción de la jomada laboral.* Hilde WeilS, -Die “Enquéte
Ouvriére" von Karl Marx* I*La “encuesta obrera" de Kari Marx*] [Zeitscbriftfür Sozial/orsebnng.
V, 1, París, Max Horkheimer ed., pp. 83-84]. El citado libro de Audiganne es Mémoirvs d'uti
oturríer de Paris lMemorias di' un obrero de París], (París, 1873)- la 15 a, 2]
En 1854 tuvo lugar el affaire de los carpinteros. Originado por una huelga de los cotpin-
tetos de París, acabó en un proceso contra sus líderes, acusados de infringir la prohibición
del derecho de asociación. Se les llevó al tribunal supremo, y en la apelación fueron
defendidos por Berryer. De sus discursos en el proceso de apelación: «Éso no puede ser
una santa resolución, esa resolución libre de abandonar su trabajo antes que sacar por su tro-
bajo el justo salario, que ho sido castigada por la ley. |No! Es la resolución de constreñí! la
libertad del otro; es la prohibición del trabajo, el impedimento para incorporarse a los talleres..
Es preciso por tanto, para que haya coalición, que haya una coacción de la libertad (tal1
bre, una violencia hecha a lo libertad del otro, Y en efecto, si ése no fuero el verdadstQ^^|
tldo de los artículos 415 y 416, ¿no habría en nuestra ley una desigualdad monstruosa rntf^H
condición de los obreros y la de los empresarios? Los que pueden concertarse entre ello4,|l»w
dir que el precio del trabajo es demasiado elevado.. La Ley.,, sólo costigo lo coalición 11" li|
empresarios cuando hoy acuerdo In usto y abusivo... Sin reproducir las mismas palabras,
reproduce el mismo pensamiento acerca de los obreros. Medíante la sana interoretad^^B
esos artículos usfed consagrará laigualdadde condición que debe exislir entre esas
ses de individuos». Berryer, CEuvresPiaidoyers [Obras dedescaigo], II. I 8361856,
1876, pp 245-246. |,i |t, f l
«Los poetas óbrelos de los últimos tiempos han imitado los ritmos de Lamartine.. sacnlic^^H
demastado a merudo lo que podían tener de originalidad popular . Se visten, se ponen d ^ H
les pora escribir, y pierden así lo superioridad aue le dan al pueblo, cuando sobe scvirifS^M
ellos, su mono luertey su brozo poderoso.» J Michelet, El pueblo, segunda edición. Par/i, l| ^ H
p 195 En otro pasaje (p. 107), subraya el autor el «carácter particular de tristeza y tía
vidod» de estas poesías b Ift; jH
•Cuando Ensels... en París plasmó en papel la Confesión defe. que le había encargad' >i’l f l
borar la federación de esa misma ciudad, le molestó... el título que Schapper y Molí p u tlM
ron a su borrador Esa presentación de catecismo, entonces (¡pica para las declínn lu|||H
programáticas destinadas a los trabajadores, de la que todavía se sirvieron Conskleiliil f
Caber. le pareció fuera de lugar.. Gustav Mayer, Friedricb Engeis. I. ISerlín, (1933), p i t i f l
la ll*. 4| I
Escribe Guizot después de la revolución de febrero: «Tengo desde hace mucho tiempo
un doble sentimiento: uno, sobre que el mal es mucho más grande de la que creemos y
decimos; ctro. que nuestros remedios son frivolos y que apenas van más allá de la superfi
cie. Mientras he tenido mi país y sus asuntos en las manos, ese doble sentimiento ha cre
cido día Iras día, y, a medido que salía odelonte y duraba, sentía que ni mi éxito, ni mi dura
ción, iban ai fondo, que ei enemigo vencido me ganaba y que para vencerlo realmente
Habría habido que hacer cosas que era imposible decir» Cil Abel Bormord, les modérés
[los moderados] (íe drome du ptéseni [£/ drama del presente), I), París. (1936). pp. 314-315.
la 16 a. 4]
Frase final del artículo sobre los luchadores de ¡unió, que sigue a la exposición de lu ij
das con las que el Estado honrará la memoria de los burgueses caídos; «Pe» ceñirla# >t
el laurel en torno a la fiera y oscura frente, a ellos, los plebeyos, azotados por el li.nii
vilipendiados por la prensa, abandonados por los médicos, tachados de ladionet, IH
diarios y esclavos de galeras por los "honrados", sumidas sus mujeres y su prole t«tV
miseria aún más negra, deportados allende el mar sus mejores supervivientes; i rnlilw
laurel es el privilegio, el derecho, de la prensa democrática*. Karl Marx, *A la memu
los luchadores de junio* ten Kari M arx com o pensador, ser h u m a n o y revota <mi
Viena-Berlín, D. Rjazanov ed,, p. 40. - Publicado en la N eue K beiniscbe Zeitung, t a
junio de 1848).
Durante la insurrección de junio, Engeis calificó *a Parts Este y París Oeste como MinUilm
de los dos grandes campamentos enemigos en los que aqui, por primera vez, se li.ili
escindido la sociedad entera-, Gustav Mayer, Friedrich Engeis, I, Friedrich Engeis en 11/ /
m era época, Berlín, <1933), p- 312, [a I 1,i,
Marx llama a la revolución "nuestro buen amigo, nuestro Robín Hood. el viejo to|>iii|t|p
tan rápido puede trabajar bajo la tierra: la revolución*. En el mismo discurso, la cmulli
si6n: -En la Edad Media existió en Alemania un tribunal secreto para vengar los críme
nes de los poderosos, la "Santa Vehma'. Cuando aparecía un signo rojo en una casa, se
sabía que su propietario había caído en manos de la Vehma. Hoy figura en todas las casas
de Europa la mistenosa cruz roja. La historia misma comparece a juicio, y quien dicta la
sentencia es el proletariado.- Karl Marx, Die Revolutionen von 1848 und das Proletaria!
Rede bei der Feier des vierjdbrigen Bestebens des People's Paper \Las revoluciones de
1848 y el proletariado. Discurso en la conmemoración del ciuirenla aniversario del
People's Paper]. Publicado en The People's Paper, el 19 abril de 1856 [en Karl Marx como
pensador, ser humano y rewtucionario, Viena-Berlín, O. Rjazanov ed., (1928), pp. 42 y 431
[a 17 a, 4]
Marx defiende a Cabet frente a Proudhon, pues es «respetable por su posición práctica ante
el proletariado*. Marx a Schweitzer, Londres, 24 de enero de 1865. (Karl Marx-Friedrich
Engels, Ausgeuáhlte Briefe ICartas escogida^, Moscú-Leningrado, V. Adoratskij ed., 1934,
p. 143). la 18, 11
Marx sobre Proudhon: -La revolución de febrero no le vino nada bien a Proudhon, por
que acababa de demostrar irrefutablemente, hacía unas semanas, que "la era de las revo
luciones” había pasado para siempre. Su comparecencia en la Asamblea Nacional, aun
que mostrara poca comprensión de las circunstancias actuales, merece la mayor alabanza.
Tras la insurrección de junio, era un acto de gran valor. Tuvo además la favorable conse
cuencia de que el señor Thiers, en su discurso de réplica a las propuestas de Proudhon,
que enseguida se publicó por separado, mostró a toda Europa en qué pedestal de cate
cismo infantil se sostenía este pilar espiritual de la burguesía francesa. En efecto, frente al
señor Thiers, Proudhon aparecía como un coloso antediluviano... Sus ataques a la reli
gión, a la Iglesia, etc., poseen... un gran mérito local en una época en la que los socia
listas franceses creían haber superado mediante la religiosidad el volterianismo burgués
del xviii y el ateísmo alemán del xtx. Sí Pedro el Grande aplastó la barbarie rusa medíanle
la barbarie, Proudhon dio lo mejor de sí al derribar la palabrería francesa mediante la
palabrería*. Marx a Schweitzer, Londres, 24 de enero de 1865 (Kart Marx-Friedrich Engels,
Cartas escogidas, Moscú-Leningrado, V. Adoratskij ed., 1934, pp 143-144). [a 18, 2]
•Divertios con esto: el Journal des Economistes. agosto del presente año. incluye lo
siguiente en un artículo sobre... el comunismo:... *M Marx es un zapotero, al igual que otro
comunista alemán, Weitling. es un sastre... M no sale. de las fórmulas abstractas y se guarda
mucho de abordar ninguna cuestión verdaderamente práctica Según él (fijaos qué disparate)
lo emancipación del pueblo alemán será la señol de la emancipación del género humano; la
cobeza de esto emancipación sería la filosofía y su corazón el proletariado Cuando todo esté
listo, el gallo galo cantará la resurrección germánico. Marx dice que hay que crear en Alema
nia un proletariado universal (II) con el fin de realizar el pensamiento filosófico del comunismo".».
Fngels a Marx, ca. 16 de septiembre de 1846. (Karl Marx-Friedrich Engels(, Brieftvechse!
(Correspondencia)), 1, 1844-1853, Moscú-Leningrado-(Zúrich), ecl. Marx-Engels-Lenin-Instl-
tut, 1935, pp. 45-46.) la 18, 31
En los días tle fiesta nacional se podía{n) desempeñar gratis algunos objetos en l<b MI
les de Piedad |:i IH a
Laffitte se Harria a sí mismo <un ciudadano aue posee» Cil Abel Bonnard, Los modsroiI
díame du piésenl [El diama del presente], I) Poris, p
79. [ti IM M
«ta poesa ha consagrado el gran error de separación entre lo fuerza del Trabajo y *fl
Después de Alfred de Vigny, que maldijo ei ferrocarril, Verhaeten lanza invectivas contra l<M
dades Tentaculares La poesía ha huido de los formas de lo civilización moderna... I f l
sabido ver que en cualquier oclividad humana ei orte tiene elementos pora escoger y
debilita cuando niego todo lo que le limita lo posibilidad de nspi-ar * Pietre Homp, *l<> I
ture, ¡mage de la sodété» («la literatura, imogen de la sodedad»] (Encychpédie fran^tUÉ
Ans el littératures dans la sociélé contemporaine [Enciclopedia francesa, XVI. Artes y
en lo sociedad contemporánea1, I, pp. 64. 2). lu IM I
•De 1852 a 1865, Francia prestó al extranjero 4.500 millones... El rumbo de la e itild
afectó a los trabajadora de un modo aún más directo que a los burgueses rejxibtfc
Las consecuencias del tratado de comercio con Inglaterra y el paro provocado i¿n l.i m il
tria del algodón por la Guerra de Secesión americana, les hicieron saber . que su pti
situación dependía directamente de la situación económica rntemaciona 1• S. KracaiHi,,
ques OJfenbacb und das Paris seiner Zett [Jacques OJfenbacb y el Paris de su tiem/xi, (M
terdam, 1937, pp. 328 y 330. (u |ll ;
El himno de la paz de Piene Dupont se cantaba aún por las calles durante la eX|>otB
univeisal de 1878. (a IJI (
En 1852 se fundan el Crédit mobilier (Péreire) para financiar los ferrocarriles, el ( .redil fllfl
cier, el Bon Marché la |H i tt|
Hay muchos manifiestos que precedieron al comunista, (1843: Manifiesto de la deintH ’i'tffl
pacifica, de Considérant.) |,i |>j i|
Fourier habla de los savetíers como de «genle tan educado como otros en asociación». Fourier,
Le nouveau monde indushielle el sociéloire [El nuevo mundo industria! y societario], París, 1829,
p. 221. [a 19, 2]
fc’n 1822, Francia sólo tenía 16.000 votantes elegibles y 110.000 electores. Según la ley
de 1817, se era elegible con 40 años y 1.000 francos de impuestos directos, elector con
30 añas y 300 francos. (Quienes se retrasaban en pagar los impuestos tenían que man
tener a un hombre (¿un soldado?) en la guarnición hasta que saldaran su deuda.)
[a 19. 31
Prouilhon sobre Hegel: «lo antinomia no se resuelve: ohi está el vicio lundamenlal de todo !a
filosofía hegeliona. los dos lérmiros de los que se compone se conIrabalancean.. Uno balanza
no es une síntesis». Añade Cuvillier: «... No olvidemos que Proudhon fue durante mucho tiempo
contable»- En otro pasaje habla Proudhon de las ideas rectoras de su filosofía como de
«ideos elemento.es, comunes d cuidado de los .ib'os y o la metafísica». Armor.d Cuvillier, Marx
et Proudhon [Marx y Proudhon] (A la tumiére do marxisme [Ala luz deI marxismo], 11. París, 1937
pp. 180-'811, fa 19, 4]
Apología del golpe de Estado por Proudhon; se encuentra en una carta a Luis Napoleón
de 21 de abril de 1858, donde se dice del principio dinástico «que ese principio, que,
antes del 8 9 no era otro que la encarnación, eri una familia elegida, del derecho divino o
cíel pensamiento religioso... actualmente es o puede definirse., como la encarnación en una
familia elegida del derecho humano o del pensamiento racional de la revolución». (Cit. Armand
Cuvillier, Marx y Proudhon [A lo luz del marxismo, II, Primera parte, París, 1937^ p_ 219.)
fa 19 a, 2]
CuviUier presenta a Proudhon como precursor de un «socialismo nociono
sentido fascista. [a ig
*pror.dhon creyó que se podían suprimir las ganancias sin trabajo y la plusvalía sin camb
organización de la producción... Proudhon concibió el sueño insensato de socializar «I I
combio dentro de un modo de producción no socio lizado.» Armartd CuviUier, Marx y PfOvM
\A la luz del marxismo, II, Primera parte, París, 1937, p, 210). (a l'J i
«El valor medido por el trabajo., es..., según el parecer de Proudhon, el objelivo mismo |le>| |
greso, Para Marx es completamente de otto modo. La determinación del valor por el traba
es un ideal, es un hecho; existe en nueslia sociedad actuol • Armand CuviUier,Marx y I
(A la luz del marxismo. II, Primera parle, París, 1937! p. 208). |:i IV t
Estribillo de 1848;
«|Sombrero aba|o ante lo gorra,
De rodillas ante el obrero!». |,i <!í), ti
l.i A ^1
Proudhon se define a sí mismo como un «hombre nuevo, hombre de polémico, no de barr
codas; hombre que habría podido llegar a su objetivo cenando tocios los días con el jefe de la
policía, y usando a iodos los De la Hodde del mundo como confidentes». (Cit. Gustave Geffroy,
El encerrado. I, París. 1926. pp. 180181.) [a 20. 61
«Bojo el Imperio y hasta el final, hubo una renovación y un desarrollo de las ideas del siglo die
clocho... Se dice gustosamente, en este tiempo, ateo, materialista y positivista, donde el republi
cano vagamente rellglósalra o netamente católico de 1848, se convirtió... en una curiosidad.»
Gustave Geffroy, El encerrado, I, París, 1897, p. 247. [a 20, 7|
Blanqui en el proceso contra la Sociedad de los amigos del pueblo a la pregunta del presi
dente del tribunal: «¿Cuál es vuestra profesión? Bbnqui Proletario El presidente. Eso no es una
profesión. Blanqui |Cómo que eso no es una ptofesiónl Es la profesión de treinta mil.ones de
franceses que viven de su trabajo y que están privados de sus derechos políticos El presidente.
|Pues bien! Sea. Escribano, ponga que el acusado es proletano». Défense du citoyen louis
Auguste Blanqui devant la cour d 'assises, 1832 [Defensa del ciudadano louis Auguste Blanqui
ante la salo de audiencias, I832\, París, 1832, p 4. [a 20, 81
Baudelaire sobre las Rimas heroicas de Barbier: «Aquí, para decirlo todo, aparece y estallo
toda la locura del siglo en su inconsciente desnudez. Ba|o el pretexto de hacer sonetos en honor
de los grandes hombres, el poeta cantó al pararrayos y a la tejedora. Se adivina hasta qué pto-
digioso ridículo esta confusión de ideas y de funciones podrio arrastrarnos». Baudelaire, l 'att
romantique [El arte romántico] París, (ed. Hachette III), p. 336. [a 20 a. 11
Blanqui en su Defensa del ciudadano louis Auguste Blanqui ante b sala de audiencias, 1832,
París. 1832, p. 14: «Hcn confiscado ustedes los fusiles de julio. Sí. pero los balas han partido
Cada una de los bolas de los obreros parisinos está en camino de dar la vuelta al mundo»
[a 20 a, 2)
«El hombre de genio representa o la vez la mayor fuerzo y la mayor debilidad de la humani
dad... Les cuenta a las naciones que el Interés del débil y el Interés del genio se confunden, que
no se puede atentar contra uno sin alentar contro otro, y que se habrá alcanzado el último limite
de la perfectibilidad, solamente cuando el derecho del más débil haya reemplazado en el trono
al derecho del más fuerte.» Auguste Blanqu1, Critique sodale [Critica sodafl, 11. Fragments el
notes [Fragmentos y notas], Paiis, 1885. p. 46 i Propiété intellecfuelle (Propiedad intelectual]
- 1867- ¡Final!). [a 20 a, 31
Sobre el aplauso que Rothschild tributó a Lamartine «M. oe Lamartine, ese capitán Cook de lo
política de largo aliento, ese Simbad el Marino del siglo XIX... ese viajero no menos errante que Uli-
ses, pero más feliz, que tomó las sirenas por equipaje de su navio y paseó por los orillas de todos
bs sitios la música tan variado de sus convicciones, M de Lamartine, en su odisea sin fin, acaba de
atracar suavemente su barca eolia bajo los pórticos de la Bolsa». Auguste Blanqui, Critica social, II,
París, 1885, p, 100 (Lamartine el Rothschild [Lamartine y Rothschild\, abril de 1850). [a 20 a, 41
Doctrina de Blanqui: «|No! Nadie sabe ni detenta el secreto del porvenir. Apenas presenti
mientos, excesos de vista, un vistazo fugitivo y vago, le son posibles al más clarividente. Unica-
mente la Revolución, preparando el terreno, adorará el horizonte, alzará poco a poco lo tt^ H
abrirá los caminos o más bien los múltiples senderos que conduzcan hacia el nuevo ord'Jii J
que pretendan tener, en su bolsillo, el plano completo de esta tierra desconocida, son u n o iM
satos*. Augusta Blanqui,Critica social, II, París, 1885, pp. 115-116 [Les sectes ci la RévoWt
ti [|
sedas y la Revolución], octubre de I86ó|. [:i ¿i) fu
«<¡Va lo moleriO- o hoce" una figuro o potlir de jn punto er> el cielo? ¡¡O va a contqnlaHO
mil, diez mil, den mil puntos que ampliarían insignificantemente su mogro dominio® No, tu ■
ción. su ley, es el infinito. Ello no se dejará desbordar por el vaa'o. El espacio no se c o im
en su colobozo.» A Blanqui, / éternité par les asiles. Hypothése astronomique [La eternidfM
bs ostros.Hipótesis astronómica], París, 1872. p. 54. |,i i
Barricadas{¡) «A las nueve, gracias o una hermosa noche de verono, París sin farola:., nln IIM
dos, sin gas, sin coches, ofrecía un cuadro único de desolación, A medianoche, con suri " ti) M
drados amontonados, sus barricadas, sus muros en ruinas, sus mil vehículos varadnti « l i l i
barro, sus bulevares devastados, sus negras calles desiertas, París no se parecía a nadci 1olí
cido, Tebas y Herculano son menos tristes; ni una resonancia, ni una sombra, ni un set vftfl
excepto el obrero inmóvil que vigilaba la borricada con su fusil y sus pistolas. Encuadriimlitli»
todo ello lo sangre de la víspera y la incertidumbre del dio sigüente». ¿arthélemy y Mi'iy
l ’insurrection. Poéme [la insurrección, Poema], París, 1830, pp. 52-53 |Nolas). ■ La Anti
güedad parisina M [a 21 a, 11
Poesía ferroviaria:
• Bcjo el nivel del raíS coda uno tiene que pasar.
En cualquier paite en que el vagón divide el espacio.
No distinguimos ya entre pequeño y grande,
De un suelo igual son iguoles los rangos».
Baithélerrvy, Nuevo Némesis, XII. *EI Vapor*. Paris, 1845, (p. 46). la 22, 11
Comienzo tlel prefacio de Tissot De la manió del suicidio y del espíritu de rebelión: *Es impo-
s ble no estar sorprendido por dos fenómenos morales que son como la expresión de un mal que
ahora afecta de una manera particular a los miembros y al cuerpo de 'a sociedad: queremos
hablar del Suicidio y de la Rebelión. Impaciente con toda ley, descontento con toda posición,
se sublevan igualmente contra la noluroleza humana y contra el hombre, contra uno mismo y con
tra la sociedad... El hombre de nuestro tiempo, y acaso el francés más que ningún, otro, después
de haber rolo violentamente con el pasado., horrorizado por un luturo cuyo horizonte le parece
tan sombrío, se malo s: es débil... si carece de fe. en la mejora de los hombres y sobre todo en
uno providencia que sepa extraer bien de! mal», J. Tissot, De to manie du suicide el de l'esprit
de révoíte [De la manía del suicidio y del espíritu de rebelión], París, 1840, (p. V). El autor
admite en el prólogo no tener conocimiento de las obras de Frégier, Villermé y Degéraude
cuando escribía el libro. [a 22, 2]
Con motivo del Mépbis de Flora Tristón: *EI nombre de proletario que, hay en día, se define
de manera lan precisa... suena enlonces muy romónllca y tenebrosamente. Es el paria, el galeote,
el carbonario, el artista, el regenerador, el adversarlo de las ¡esuitas. De su encuentro con una
hermosa española nacerá la mujer inspirada que debe redimir el mundo» Jeon Cassou, Qua-
ranle-huif [Cuarenta y ocho], Porís, {1939), p. 12. [a 22, 31
Respecto a las exóticas empresas de Consideran! y de Cabet, Blanqui habla de experii'ilí
«en un rincón de lo especie humana». Cil. Cassou, Cuarenta y ocho, {loe cil.), p. 41. I;i JJjl
Entre 1H50 y 1914, el paro en Inglaterra sólo subió una vez por encima del 8 por IrKI i|
1930 llegó al 16 por 100.) la i jJ
*£1 lipógrolo Burgy, en su libro Présenl el avenir des ouvriers [Presen/e y futuro de los ólxim
predica., el celibato a sus compañeros: el cuadro de !a condición proletario no estaría cofflT
s; no se le eñadiere el trazo de la resonación y el derrotismo.» Jean Cassou, Cuarenta y jjfl
París, <1939), p. 77. [a U (]
Guizot en el Parian>enK>, 1837: «No tenéis, contra esta disposoán revolucionaria de losdajos p fll
no tenéis boy en dio. independientemente de !a berza legal, sino uro única garantió eficaz y pd
e) tabajo, b neceactad mresanie de! trabajo» C&. Cossoj, be dt., pp. 152-153. |.t 4,
Blarqui en b cata a Mdíbfd: «Gradas al cielo, hay muchas burgueses en el campo piolekjnc
ridusc su fuerzo principal, o, pot b menos, ta más persistente. Le oporkm un contingente ds lucof^H
pueblo desgrocadórnente no puede proveer aún Son los burguesesquienes han alzado en prim(4H_
ta bandeta del pídelanado, quenes han formulado las efedrinas igualitarias, quienes bs ptOfxigdl^H
nes las mantienen y bs susfluyen Iras su caieb. En todas portes son buigueses los que conducen f f l
blo en sus bótalas contra b burguesía». En un pasaje que sigue ínniediaramente a éste, trata la Pttflj
tación de tas proletarios como [ropas de choque políticas por parte de la burguesía Mi*(
Dar-mongo’. Blanqui ó BeSeJIe [8!oi¡qw en BeOellel (Pcris, 1935), pp. J76-177 la ,
«A ta miseria, terrible fiel que os acosa sin tregua, hay oponerle un remedio tan lerilblfi q H
ella, y el celibato parecía el más seguro entre tas que la ciencia acaba de ¡ncfícomi ■11114*
zando con una alusión a Malthus: «En nuestros días el despiadado Marcus (probable ni» ul
por Malthus), sondeando las siniestros consecuencias de un crecimiento de la población un ItH
tes... se ha atrevido a proponer asfixiar a todos los niños de indigentes que tengan rttt’i» «Jo t t f l
hijos y recompensar a las madres por el cumplimiento de un acto de una necesidad lim >u rttfl
(He ahí lo última palabra de los economistas de Inglaterral». [Jules Burgy,] Présenl el avnnlt
ouvriers [Presente y futuro de tos obreros], París, 1847 pp. 30, 32-33. |ti ¿i
Sobre el típico burgués de Daumier: «El paraguas sobre el que se apoya esle ser osificado,
cristalizado, que espera el autobús, expresa una ideo indeterminada de pelrificación absoluta».
Édouard Drumonl, los héroes y los payasos, París, p. 304|«Daumiei») [b 1,2]
• Muchos escritores Kan cdquirido rentas y fama por burlarse de los defectos y de los
achoques de ios demás Monnier no ha ido muy lejos o buscar su modelo; se ha plantado
ante su espejo, se ha escuchado pensar y hablar, y al encontrarse enormemente ridículo
concibió esta cruel encarnación, esta prodigiosa sólita del burgués francés que se llama
Joseph Prudhomme». Alphonse Daudet, Trente ans de París [Treinta años de París], p 91
[b 1, 31
•No es sólo que la caricatura incrementa muchísimo los recursos del dibujante... sino que
siempre ha sido ella la que ha introducido en el arte los temas nuevos. Monnier. Gavarni
y Daumier conquistaron para el arte la sociedad burguesa de este siglo.- Eduard Fuchs, Die
Kañkatur der europüiscben Vñtkcr [La caricatura de tos pueblos europeos], I, Munich,
<1921), p. 16 . Ib I, 41
■El 7 de agosto de 1830, Luis Felipe,,, fue proclamado... rey; el 4 de noviembre del misma
año apareció el primer número de I.a Caricature, lanzada por Philipon.» Eduard Fuchs, La
caricatura de los pueblos europeos, 1, p. 326. Ib 1, 51
El 1de enero de 1856, Philipon rebautiza el Journalpour riñe con el nombre de Joitriml
sanl II. I l l
«Un cura exhortaba a los muchachas de un pueblo o que no fueron al baile, o a los campc^^H
a que no frecuentaran lo taberna; los epigramas de Courier subian al ccmpanario y locabfl^H
reboto pata anunciai lo llegado de la inquisición a Francia, a la que el pantletero hoa'a
completo a esta homilía.* Alfred Nettement. Histoire de la liltérature trancarse jota la íesfo<4|^^|
[Historio de la literatura francesa bajo h Restourodón], I, Roris, 1858, p 421 Ib I
«Moyeux.,. es sóto una Falsificación. Bajo luis XIV... cierto danzo de humor hocta furor niA^f
moquillodos como viejos y gratificados con una joroba enorme, ejecutaban sus grotesca»
ros. Se llamaba la danzo de bs Mayeux de Bretagne. 0 Mayeux que se convirlió'en i|>n>iq^|
nacionol en 1830 no era sino el descendienfe muy mal criado de aquellos antiguos M o y(^H
Édouard Foumier, Enigmes des rúes de Paris [Enigmas de las calles de París], Patis. 1860, p,
Ib I i t||
Sobre Daumier: >Su caricatura es de una formidable amplitud, pero sin rencor y sin niiinijjuf^H
Hay en toda su obro un fondo de honradez y de bonhomta. Ha solido, obsérvese bVn n|M
rasgo, rechazar el tratar ciertos motivos satíricos muy bellos y muy violentos, poique eso, ilm M
superaba los limites de lo cómico y podía herir la conciencia del género humano». Boudol i (
Los dibujos de Daumier, París, (1924), p. 16, |b 1 ii il
Sobre Monnier: «|Pera cuántos proveedores siguen siendo anotadores despiadados e liti|mtlili I
bablesl El nombre... de Cíbot lo ha lomado Balzac de Monnier, así como los de Desicu lm (
de Descolngs. Y Anatole France tomó el de Mme. Bergerel, así como Flaubert había IoiikiiM 1
sin apenas transformarlo, el de "M. Péguchet'». Marie-Jeanne Durry, «De Monnier ó B a le a n
[«De Monnier a Balzac»], [Vendredl, 20 marzo193Ó, p, 5). |b 1 it, f ll
•Daumier, según dice Baudelaire, confirió a Aquíles, a Odiseo y a tas demás figuras de la
mitología el aspecto de viejos actores desgastados que, en los momentos en que nadie les
mira, aspiran rapé.- S. Kracauer, Jacques Offenbacb und d¿is París seiner Zeit \¡acijues
Offenbacb y ei París de su tiempoI, Atrístenla tn, 1937. p. 237, [b 2, 11
Founef{.) «No contentos con ogotai en sus obras las innumerables invenciones chistosas que se
encuentran en ellos, los gacetilleros añaden más como esa historio de la cola con un ojo al final
que se les habría alribukda a bs hombtes de la sociedad futura; él protesto vehementemente con
tra esta malévola invención.» F. Armarvd y R Maubianc, Fotxiet, I, París. 1937, p. 58- Ib 2, 21
[ H is t o r ia d e la l it e r a t u r a , H u g o ]
«Thiers prolesoba que siendo lo instrucción "un comienzo de desahogo, y no estándole o lodos
reservado el desahogo', no debía estar al alcance de lodos. Por otra parle mantenía que las
instituciones laicas., eran responsables de los acontecimientos de junio... y se dedaraba 'listo
pora conceder al dero todo lo enseñanza primaria'.* A. Malet y P. Grille!, MP siécle [Siglo xa).
Porís. 1919. p. 258 [d 1, 11
25 de febrero de 1848(:) «Pot lo tarde las bandas armodas vinieron a redamar b sustitución de b bor>
dera Iricobr por b bandera roja... Lamartine, Iras un violento debate, supo convencerlos gracias a una
improvisación cuya alocución ha seguido siendo lamosa: 'Rechazaré hasta lo muerte esa bandera de
sangre, gritó, y vosotros deberíais repudiarla más que yo. Porque la bandera roja que nos apolláis no
ha hecho nunca nada más que dar la vuelta al Campo de Marte cubierta con la sangre del pueblo
en el 91 y el 93, y b bandeta Iricolor ha dado la vuelta al mundo con el nombre, la gloria y la libertad
de b Patria'.» A. Malet y P. Grille!, Sigla xtx, Patís, 1919, p. 245. Id X, 2]
«En un admirable artículo titulado 'la Salido*. Balzac deploraba la caída de bs Borbones. que
pata él significaba el luto de tas artes, el triunfo de los mercaderes de charlatanería política; y.
señalando el barco que transportaba al rey, exclomaba: 'Ahí están el derecho y ta lógica, fuera
de ese esquife están tas tempestades’.*J. Lucas, te comte d 'Artois, Charles X [El conde d'Artois.
Carlos XI (Paris. 1927), p 233. [d 1. 31
■¿Quién se sabe los títulos de lodos los libros que ha firmodo M. Dumas? ¿Los conoce él mismo?
Si no tiene un registro por partida doble, con debe y haber, evidentemente ha olvidado... o más
de uno de esos hijos de bs que es el padre legítimo, o el padre natural. Las producciones de
estos últimos meses no se elevan a menos de treinta volúmenes.» Paulin Limayrac, «Du román
acluel et de nos romanciers» [«De la novela actual y de nuestros novelistas»] (Revue des deux
mondes XI (18451, París), (3 (18451, pp. 953-954). [d 1, 41
Irónico- «|Qué feliz ¡dea ha tenido M. de Balzac al predecir una sublevación, y demandar el
restablecimiento de la feudalktad! ¿Qué quiere usted? Es su socialismo; Mme. Sond tiene otra
idea de él; M, Sue igualmente a cada novelista ta suya». Paulin Limayfac, «De la novela d B
y de nuestros r>ovel¡stas» [Revue des deux mondes XI (1845), París), |3 11845), 3, pp. 955-flB
W9
•El ciudadano Hugo no hecho su debol en la tribuna de ta Asamblea nacional. Ha sido <
hobíomos previsto hacedor de frases y de gestos, orador de pa'abras enfáticas y hueccU¡B
severando en la vía pérfida y calumniadora de su último cartel, ha hablado de los desofilM
dos, de 1a miseria, de los ociosos, de los holgazanes, de los Lazzaroni, de los preteríanos < fl
revuelta, de los condottierí, en una palabra, ha hecho sudor 1a metáfora pora llegar a un <iM<|
contra los talleres nacionales.» les boulets rouges. Feuille du club pacifique des dialh i
I 'homme [ios cargas rojas, Hoja del club pacífico de los derechos del hombre]. Redacto; 'itliñ
I ano, del 22 al 25 de [unió [1848] («Sucesos»), [din l!
■Como si Lamartine se hubiera propuesto demostrar las palabras de Platón de que l(is
tas deben ser expulsados de la república, no se puede leer sin un;i sonrisa el ingenuo n I tlt|
del autor sobre un obrero que, destacándose de ercire la multitud de manifestantes anti> (ti
ayuntamiento, grita al orador: 'jsólo eres uno lira, vas a cania/!' • Friedrich Szarvady, I 1írt(
1848-1852 [París, 1848-18521, I, Berlín, 1852, p. 333- Id I i l , l
Chateaubriand^ ) «Él puso de meda 1a tristeza vaga.._ 'e! mal du siécle{’). A. Malel y P. G iÉ H
Siglo m, París, 1919, p. 145. Id 1 ,i. f l
■El progreso es el paso mismo de Dios.» Víctor Hugo. Anniversaire de la révalution de ¡84H [4ril I
versario de la revolución de 1848], A. Jersey, 24 febrero 1855, p, 14. |d l, Jl) I
«Víctor Hugo es et hombte del siglo diecinueve, así como Vdtaire lo fue del siglo dieciocho.» «He
aqui el siglo diecinueve que se cierra antes de su linal Su poeta ha muerto > Necrológica de
Hugo en le National Républicain de i'Ardécbe y le Pbare de Charcales 11’ictorfíugo devant
l'opinion |Viaor Hugo ante la opinión púbticci, Paris. 1885. pp. 229 y 224(1) Id 2, 31
Sobre Victor Hugo; «Fue... el poeta, no de sus propias torturas... sino de las pasiones de los
que le rodeaban, Las voces lastimeras de las víctimas del Terror... pasaron a sus Odas. Después
el repique de las victorias napoleónicas repercutió en otras odas... Más laide debió dejar que
pasara el grito trágico de la democracia militante, ay qué es la Légende des Siécles Leyendo
de los siglos... sino el eco del vasto domor de la historia humana? Parece que haya acogido
el suspiro de todos los familias en sus versos de hogai, el aliento de todos los amantes en sus
versos de amor... Tanto es asi que—gracias a no sé qué siempre colectivo y general, la poesía
de Víctor Hugo lomo oigo así como un carácter de epopeya». Paul Bourget, necrológica de
Victor Hugo en el Journal des Débats I Viciar Hugo ante la opinión pública, París, 1885,
pp. 96-971. [d 2 a, 41
Gautier sobre la prensa: «Únicamente Carlos X había comprendido bien el problema. Al orde
nar la supresión de los periódicos, le hada un gran servicio a las artes y a la civilización. Los
periódicos son espedes de agentes o de chalanes, que se interponen enlre los artistas y el
público, entre el rey y el pueblo... Esos ladridos perpetuos... arrojan lal desconfianza... a los espí-
rilus que... la realeza y la poesía, esas dos grandes cosas del mundo, se convierten en imposi-
bles». Cit, por A. Míchiels, Historia de las ideas literarias en Francia en el siglo XiX¡ II. I'>ii|
I8Ó3. p. 445. Esta postura le acarreó a Gautierla enemistad de Balzac, |il U
«En los transpones de su odio [contra los críticos], M. Théophile Goutier niego cuolquiot |H
greso, incluso en llleralura y en arte, como su maestro Víctor Hugo.» Alfred Míchiels, H lth rií
las ideas literarios en Fronda en el siglo xtx, II, París, 1863, p 444. Id M
♦El vapor matará los cañores. En doscientos aros, mucho antes quizó, grandes ejércitos vtttjH
de Inglaterra, de Francia, de América... Descenderán a la vieja Asia conducidos por sui
rales; sus cumas seián los picos, sus caballos las locomotoras Se abatirán contando sobM
tierras sin cultivar e inutilizadas Tal ve? será asi como se hará a guerra después contra tql
las naciones improductivas, en virtud del axioma de mecánica, verdadero en todos las coM^H
debe haber fuerza perdidal» Máxime Du Camp. les chanls modernes [ios contos m-.xbtt
Paris. 1855, p 20 |*Prefacio»|. (J t,
«La multiplicación de los lectores es la multiplicación de los pones. £1 día en que Ciista «tu i in n
este símbolo, enlrevió la imprenta.» Vicloi Hugo. Willíam Shakespeare, di. Bataull, (El p o rta l
de la demagogia, París, 1934), p, 142. ¡i| ^
En la formación cultural del siglo xtx aparecen aún elementos señoriales. Son
significativas las palabras de Saint-Simon: «He empleado mi dinero en adquirir
ciencia; buena comida, buen vino, mucha diligencia hacia profesores paro los que
rm bolsa estaba abierta, que me procuraban lodas las facilidades que yo podía
la vie vérílable du comle Henri de Saint-Simon
desear». Cit. por M ox me Leroy, [/o
verdadera vida del conde Henri de Saint-Simon], París, 1925, p. 210. Id 3 a, 31
Litografía. Un pobre diablo contempla con tristeza cómo un señor ¡oven fuma el cuadro
que éi acaba de pintar. Titulo: «El ortisto y el afteionodo del siglo x j• Subtítulo: «Es mío puesto
que lo femó». S(alo) d(e los) Estompas, cfr. ilustración 12) Id 3 a, 61
Litografía que representa a un pintor llevando dos estreclias tablas de varías varas de largo.
En cada una ha pintado productos de charcutería junto con su guarnición. Titulo: «Los artes
y lo miseria». Dedicado o los señores charculeros» Subtítulo: «El hombre del arle en el aprieto
de su oficio». S{ala) d(e las) E(slampos; cfr. ilustración 13) Id 3 a, 71
Dumas padie. «En septiembre de 1846, el minislro Salvandy le propuso que partiera hacia
Argetio y escribiera sobre la colonia... Dumas, que era leído por to bajo par cinco millones
de franceses, doria perfectamente o cincuenta o sesenta mil de ellos el gusto de colonizar...
Salvondy ofrecía 10.000 francos paia pagar los gastos de viaje; Alexandre exigió además...
un navio de! Estado... ¿Por qué el Veloce, encargado de embarcar a los prisioneros liberados
hasta Melitla, se había vuelto a Códlz? Los parlamentarios se adueñaron del incidente; y
M. de Castellane interpeló acerca de la misión cienlílica conliada a un contratista de folleti
nes, El pabellón francés se había rebajado ol proteger a "ese ssñor" de su sombra; se había
gastado 40.000 francos sin razón, y el ridículo era enorme.■F.l asunto acaba a favor de
Dumas porque reta a duelo a Castellane, que lo rechaza. J. Lucas-Dubreton, La vie de Ale
xandre Dumas pére [fa vida de Alexandre Dumas padre], París, (1928), pp. 14ó, 148-149.
Ld 4, 1]
Alexandre Dumas, 1848. «Sus proclamas,,, son,,, asombrosas; en una de ellas, dirigida a bs tra
bajadores de Paris, enumera "sus títulos da obrero", y prueba con cifras que en veinte años ha
compuesto cuatrocientas nóvalas y treinta y cinco dramas, lo que ha permitido que vivan 8.160
personas, lanío corredores e impresores como maquinistas, obreras y ¡efes do i
J. Lucas-Dubreíon, La vida de Alexandre Dumas padre, París, p 167
•La Bohemio de 1840 - está muerto y bien muerta. -gExistió realmente? He oído afirmar
-Por más que busque, en todo París, a la hora que fuere, us'ed no encontrará ni un
pía- Hoy algunos barrios, la mayoría, donde la Bohemia nunco ha plantada su ticnd^H
Bohemia pulula a io largo de los bulevares, de lo calle Montmartre a la calle de la Pal*
cicnafmeite, el rxjrrio latino, su cuartel general de otro tiempo... ¿De dónde resulta la
¿Es un producto social o natural? ¿A quién hay que adjudicarle esta espede, a la nglutt^H
a la sociedad? Sin dudar, respondo )A lo naturaleza! Mientras hoya pe'ezosos y vanl^H
hobra bohemios * Gabriel Guillemol, le Bohéme [lo Bohemia] [Piiysronomies Parísiennt^^M
nomias parisinos]) París, 1869, pp 11. 18-19. 111112 L<> mis{ni()} sobre las
misma colecdón.
El Rafoler ‘s Club (Círculo de los Rafolés): «Nada de nombres célebres aquí, desde el rnoll^|
en que un miembro del Rafaler's lo olvidase hasta el punto de convertirse en una celetíncJad^^H
la política, en la literatura o en los orles, se le borraba sinpiedad». Paris-Bohéme [Paris l l<>/m^H
[Taxile Delord], 1854, pp. 12-13. M ll 4
las tres revistas, de corta vida, que fundó Balzac: Le feuilleton des Journaux politúfues
(1830): La Cbronique de Paris (1836-183?); la reine Parísíenne (1840). [d 4 a. 41
•El recuerdo sólo tiene valoi para prever Así es como la historia peitenece a las ciencias, cuya
utilidad constata a cada momento su aplicación.» Honoté de Balzac, critica literario. Introduc
ción de Louis Lumel. París, 1912, p. 117 (recensión) de P. L Jacob, bibliófilo, los dos locos].
ld 4 a. 51
«No es diciéndoles a los pobres que no imiten el lujo de los ricos como se hará a la clase pobre
más leliz; no es diciéndoles a las chicas que no se dejen seducir como so reprimirá la prostitu
ción; mucho más habría que decirles: "... cuando no tengáis pan, tendréis el placer de no tener
hambre". Pero la caridad cristiana, se dirá, existe para reparar todos esos males. A lo que res
ponderemos: la caridad cristiana repara muy poco, y no previene en absoluto,» Honoré de Bal
zac, crítica literaria. Introducción de louis lumet, París, 1912, p. 131 (En los bajas de Le Prétre,
París. 18301. [d 5, 1]
«En 1750 un libro, aunque fuere El espíritu de las leyes, no pasaba por más de tres o cuatro
mil manos... Hoy en día se han vendido treinta mil ejemplares de las Primeras Meditaciones
de Lamartine, sesenta mil Béranger desde hace diez años; treinta mil ejemplares de Voltaire,
de Montesquieu, de Moliére han adorado las inteligencias » Honoré de Balzac. critica lite
raria. Introducción de louis Lumel, París, 1912, p. 29 («De l'état octuel de la librerie Spéci-
men du Feuilleton des journaux politiquea [«Del estado actual de la librería Muestra del Folle
tín de los periódicos políticos*], publicado en el Uniuersel, 22-23 de marzo de 1830).
Id 5, 2]
Víctor Hugo escucha atentamente la voz interior de la multitud de sus antepasados: «La mul
titud a quien él escuchaba, admirativamente, en su interior, como anunciadora de su populari
dad, lo indinó hacia la multitud exterior, hacia los Idola Fon, hada el inorganismo de las masas
Buscaba, en el tumulto del mar, el estrépito de los aplausos». «Pasó cincuenta años en cubrir con
un paño, participando del amor del pueblo, su amor por la confusión, poi toda confusión, a con
dición de que fuera rítmica,» Léon Daudet, íes osuvres dans les hommes [¿as obras en los hom
bres], París, 1922, pp, 47-48 y 11. [d 5, 3¡
Del artículo de Baudelaire sobre Piecre Dupont: <|Hacía laníos años que esperábamos
de poesía fue¡1e y verdadera! Es imposible, se pertenezca oí partido que se pertenezco y
les fueren los prejuicios de bs que uno se hoyo ementado, no vetse afectado por el espcctO^B
aquella multitud enfermiza que respira el polvo de los talleres, ¡rogando algodón, impregnóndfl^l
alboyalde, de mercurio y de todos bs venenos necesarias para b creación de obras mac l" n
rníendo en la piojera, en el fondo de los barrios donde las más humildes virtudes y las md'i i|mim
anidan al lado de los vicios más endurecidos y de los vómitos del baño; de aquella tnulllliJB |
rante y languideciente a quien la tierra le debe sus maravillas, que ve una sangre betnwja
luosa conet por sos venas, que echa una ampto mirada cargada de tristeza al sol y o la
bs grandes parques, y que, como sulicienle consolación y confortación, repite a voz en grito J
sah/ador ¡Amémonos! ». - «llegará un tierrpo en que los acentos de esto Morselleso (M ijH
circularón como una consigna mosórica. y donde el exiliado, el abandonado, el viajero pmlkM
sea bajo el cielo devorodor de los trópicos, yo sea en bs desiertos de nieve, cuando esCUrhan (
fuerte melodía perfumar el aire con su olor original: "Nosotros, cuya lámpara por la maflonq
clarín del gallo se reaviva, / Nosotros, todos a los que un salario incierto / devuelve ante. ij«l(fl
al yunquepodrán decir: no tengo noda que temer, estay en Francia.» Sobre el Canto de
ros «Cuando escuché aquel admirable grito de doler y de mebncolb, quedé deslumbrado®
mando», Cit. Máxime Leroy, Les prerrúers amis francas de Wagner [los primeras amigos frd H
de Wagner], París, (1925), pp 51-53,51. Id 1
Sobre Víctor Hugo; «Ho puesto los urnas electorales sobre las mesas giratorios», fiilit 1
Jaloux, «tl, 'homme du XIXo síéde» [«El hombre del siglo XIX»] (¿é Temps, 9 agosto 1935)
I Í U II
•Kugéne Sue... se parecía. . a Schiller: no sólo en su predilección por lo criminal, por la Hjfl
ratura de cordel y la técnica de blanco y negro, sino también por su inclinación .i l.i v f l
tiente ética y social... Balzac y Hugo lo recibieron como a un competidor- Egon lii<itii{fl
Kuiturj’i-scbichte der Neuzeil [/lisiaría de ¡a cultura contemporánea1, III, Münlt li, I ’>*|T
p, 149. Algunos extranjeros, como p. ej. Rellstab, buscaron la calle aux Févoti, ilmult
comienzan Los misterios de París, |it ">n t|
Sobre Víctor Hugo: «Ese antiguo, ese genio único, ese pagano único, este hombre
de un genio único estaba devastado por al menos un doble politicastro un politicastro d» | jf l
■ico, que le liizo demócroto. y un politicastro de literatura, que le hizo roTrántico Ese genio
■i’abo podrido de ralentos» Chatles Peguy, OFuiíres completes, 1873-1914. CEuvres de prase
Obras completas. I 873-1914 Obias en prosa], Paris, 1916, p, 383 (Viciar Mane, comie Hugo
[ Victot Marie, conde Hugo]|. k l 6, 1]
Honorarios, VicLor Hugo recibe de Lacrol x por Los miserables, cediendo los
derechos 12 años, 300.000 francos «Es la primera vez que Víctor Hugo toca una
sumo Ion grande "En 28 años de labor encarnizada, dice M . Paul Souday, con
una obra de 31 volúmenes... había ingresado en caja 553.000 francos... Nunca ha
ganado tanto como Lamartine, ni como Scribe o Dumas padre...” Lamartine, de
1838 a 1851, tecibió casi anca millones, de los cuales 600.000 francos fueron por
suLes *
Cirondins [ios girondinos], Edmond Benoit-Lévy, les Misérobles de
Victor
Hugo [ios miserables de Victor Hugo], París, 1929, p. 108. Correlación entre
ingresos y aspiraciones políticas. [d 6 a, ll
«Cuando Eugéne Sue, siguiendo... los misterios de Londres... concibe el proyecto de escribli Los
misterios de París, no se propuso apenas más que interesar al lector por lo descripción de los
bajos fondos. Comienzo calificando su novela como "historia íanláslico"... Un arlículu c fl
dico decide su porvenir: La Phalarige hace del comienzo de la novela un elogio quu lit i]H
ojos al autor: "M. Sue acaba de abordar la critica más incisiva de la sociedad... Isllc j
por haber descrito los espantosos dolores del pueblo y los crueles incurias de la socM
El autor de este arllculo... recibe la visila de Sue; ellos charlan -y es asi como la nove1'11
zado se orienta en uno nueva dirección... El propio Eugéne Sue se convenció y loma flH
lo batalla electoral, es elegido.. (1848)... Las tendencias y el alcance de las novolutj
eran tales que M Alfred Netlernenl vio en ellas uno de las cousos determinantes do IflJ
dón de 1848.» Edmond Benoit-lévy, Los miserables de Víctor Hugo. París, 1929, pp
i. id
«Después de 1852 los defensores del arfe educativo son mucho menos numerosos. El
fanle es. Máxime Du Camp.» C. L de tiefde. Le Saint-Simonisme dans la poésie frooéR
¡ansimonisnK) en la poesía francesa], (Haoilem. 1927). p, 115. IiWi |
«¿os ^ssuites de Michelet y Quinet datan de 1843. (Ei judio errante apateda en !844 )»9
Brun, Le román social en Fronce au *Bíf siécle [£a novela social en Francia en el siqlo (M
1910, p. 102 ' Id « j
<3.600 abonados del Conslitutionnel que posan o más de 20.000 128.074 votos qut 1
a Eugéne Sue un móndalo de diputado.» Charles Brun, La novela soda! en Francia en
Paris, 1910. p. 105. Id ftj
Balzac «La enseñanza manual fabrica piezas de cien penas en carne humana. Le. Itdlvtyll
desaparecen en un puebb nivelado grados a la instruedón». Cil.Charles Biun,La novela v k ivH
Francia en el siglo xtx, Porls, 1910, p. 120. |tl |
Mirbeau y Notanson, Le Foyer [El Hogari (I, 4) Barón Courttn: «No es deseable quu lo l|^|
ción se extienda aún más... Porque la instrucción es un comienzo de desahogo, y el desiihi |
está al alcance de lodo el mundo». Cit. Charles Brun, La novela social en Francia en ol
París, 1910, p, 125. Mirbeau no hace aquí sino repetir con intención irónica unas |ul ih ■
de Thiers. |i| ?,||
«Balzuc, romántico desenfrenado por las peroratas líricas, la simplificación descttiui'ld t|H
los caracteres, la complicación de la intriga, es realista, ya, por la pintura de k» rn*tjl^|
locales y sociales, naturalista por su gusto por lo vulgaridad y sus pretensiones cientifl-
i)5.» Charles Brun, La novela social en Francia en el sigla XIX, Porfs, 1910, p. 129,
Id 7, A\
l.:t influencia de Napoleón sobre Balzac, lo napoleónico en él: «la fogosidad del Gran Ejér-
ito en la codicia, la ambición o el desenfreno, Grandel, Nucingen, Phillppe Bridau o Savarus».
1 borles Brun, La novela sociol en Francia en el siglo XIX. París, 1910, p. 151. [d 7, SJ
«Balzac... se reclama -de Geoffroy Saint Hitaíte y de Cuvier.» Charles Brun, ía novela social en
Fronda en el siglo X!X. París, 1910, p. 154 Id 7, 61
l amaitíne y Napoleón. «En los Deslinos de lo poesía, en 1834, dice... su desprecio por
iquella época... de cálculo y de fuerza, de cifras y de sable... Era el tiempo en que Esmé-
nafd cantaba a la navegación, Gudín a la astronomía, Ricard a la esfera, Aimó Martin a lo
teca y la químico.-. Iornarl ne ha dicho muy bien "Sólo la cifra estaba permitida, era hern
iada protegida, pagada. Como la cifro no rozona, como es un... instrumento que ni siquiera
pide... que se le hago servir o lo opresión del género humano o a su liberación... el ¡efe mili
tar de este época no quena otro misionero' >Jeon Skertilch, L' opinion publique en Fronce
d aprés lo poésie (ío opinión público en Francia según lo poesía}, lausana, 1901, p 65.
[d 7. 7]
«El romanticismo prodoma la libertad del aite. la igualdad de los géneros, la rraternidod de las
paiobras, convertidas todas por igual en ciudodonas de lo lengua francesa » Georges Renard,
Le métbode sciertíifiqiK de 1'hisUiire íiuérairc [El método científico de la historia ¡iteraría],
París, 1900, pp. 219-220, cit. por Jean Skctiítch, Jo opinión pública en Fronda según la poe
sía. Lausana, 1901. pp. 19-20. td 7, 8]
El soberbio libro séptimo de la cuarta parle de Los miserables -*EI orgol»-, eli
mina con su turbia reflexión final las ideas penetrantes y audaces que con
tiene. Dice así: «Después del 89, el pueblo entero se dilola en el individuo subli
mado; no hay pobre que, en posesión de su derecho, no tenga su rayo; el muerto
de hambre siente en él la honeslidad de Francia;la dignidad delciudadano es una
armadura interior; quien es libre es escrupuloso; quien vola reina». Víctor Hugo,
CEuvres completes [Obras completasJ. Novela 8, París, 188], p. 306 [íes Miséro
bles [¿os miserables]). [d 7 a, 1]
Nettemcnt sobre las digresiones en Los miserables: «Esos pedazos de filosofía, de historia, de
economía social, hacen el efecto de espita de agua fría arrojada sobre el lector helado y des
alentado. Es la hidroterapia aplicada a la llteratuia». Alfred Nellemenl, Le román conlemporain
[Lo novela contemporánea], París, 1864, p. 364. Id 7 a, 2]
«M. Sue, en El judío errante, Insultará a la religión... para servir a las enemistades del Conslilu-
tionnel;... M. Oumas, en La dama de Monlsoreau, arrojará a manos llenas el desprecio a la rea
leza.,, para servir a las posiones del mismo periódico,,. En La reino MargoI el sacrificio lo hará
al gusto de la juventud dorada de La Presse por las pinturas,,. arriesgadas, y..,, en El Conde de
Montecristo, divinizará el dinero y recriminará a la Restauración pora complacer al mundo de
los funcionarios que se arremolina en torno al Journal des Débate.» Alfred Neltemenl, flm
tiques sur le feuillelon-roman {Estudios críticos sob/e la novela folletín], II, Pa.'ís, 1846, |t
Victor Hugo: según tina ley de su naturaleza poética, tiene que ¡mpiíiuUf
cada pensamiento la forma de su apoteosis. Idfl
Una observación de D rtnnont que lle va m uy lejos: «Cosi todos los ¡“Ittfl
movimiento de lo escuela de 1830 luvieron la misma organización elevado,
prendada de lo grandioso. Q ue se traíase de resucitar epopeyas sobre «1^
como Delacroix, de pintar una sociedad completa como Bolzac, de poner.M
mil años de vida de la Humanidad en novela como Dumas, todos.. dem olM
tenei hombros a los que el fardo no les espantaba». Édouard Drumont, /ijB Les
les pitres[los héroes y los payasos],
París. (l9 0 0 ), pp. 107-108 («Alejandro (\|
padre.). Id '
«Desde hace cincuenta anos, le decía un día el doctor Demarquay a Dumas hijo, lodo» Iflj
mos mue'en con una novela ce su podre en su almohada.» Édouard Drumonf. los
payasos, Pans, p. 106 J«Alexandre Dumas padre*). |i| 1
En ei prólogo a Campesinos, Balzac habla dei año 1830 en un tono Heno derepmdt*
no se ha lecordodo aue Nlopoleón prefirió las posibilidades de su desgracia anlosciUm
a las masas» (Cil. Ch. Colippe. Baizoc Ses tdées sociales [Balzac. Sus ideas M
Poris, <1906). p. 94.) lil^ J
«Bourget ha obse'vodo que los homb'es de Baizoc:.- han aparecido sobre lodo iras la mM
novelista Baizoc, dee, parece menos haber observado la sociedad de su época que hollM^
‘nbjido a formor uno Tai o cual de sus personajes era más verdadero en 1860 que on
Nada más juslo: Balzac merece eslar clasificado en el pnmer rango de los unlmpadí n". |i)l
lidad ha enconlrado Ironía años más larde el terreno franqueado de un brinco por su inliM
H. Clouzot y R H Vc'ensi, Le París de La comédie humalne ¡Balzac et ses foumisseursj |I I
La comedia humana |Balzac y sus proveedores|], Paris, 1926, p. 5,
Dni moni comparte la opinión de que el temperamento de Balzac fue propio di' un vnlkt
nario En ocasiones, sin embargo, le da la vuelta al asunto: «Los hombres del Segundo bT
rio han querido ser hombres de Baizoc». Édouard Dumonl, figures de bronze ou j'hUh i
neige [Figuras de bronce o estatuas de nieve], París, (1900), p, 48 («Baizoc»), hl M. |
Balzac por boca de los médicos ruroles: «Los proletarios me parecen los mineros do uní i iH'lpM
y deben siempre ser tutelados», Cil, Padre Charles Colippe, Balzac. Sus ideas social»!, M
París, (1906), p, 50. |,| n ()
George Sand conoció a Agricol l’eidiguier en im(). Dice cita; -Me chocó la importancia moral
del asunto, y escribí la novela del Compañero de la vuelta a Francia dentro de ¡deas sinceramente
progresistas». Cil. Charles Benoisl, «t'homme de 1848» («El hombre de 1848»], II. {Reme des deux
mondes 11 febrero 191/), pp. ÓÓSÓÓÓ) Id 8, 51
Dumas padre copó casi simultáneamente, con tres novelas, los folletines del Presse. del
Conslitutionnel y del Journal des Débats. Id 8, 61
Nettement sobre el estilo tle Dumas padre: «Es extraordinariamente natural y bostonte rápido
pero carece de luerza, porque el oensamiento, del que es expresión, no liene raíces; es al estilo
de los granees escritores lo que la litografía es al grabado» Alfred Nettement, Historia de la lite
ratura francesa bajo el gobierno de julio, II, Poris, 1859, pp. 306-307 [d 8. 7]
Sue. comparado con George Sand: *Es todavía uno protesta contra el estado soda!, pero, esta
vez, una molesta colectivo-,, en nombre de los posiones y de los intereses de ¡os clases más
numerosas de la sociedad» Allred Nettement, Histeria de lo literatura francesa bajo el gobierno
de julio, II. Paris, 1859, p. 322. Id 8 a, 1)
Nettement señala que las novela» de Sue que socavaron la monarquía de julio aparecieron
en dos medios que la apoyaban: el Journal des Débats y el ConstitutionneL [d 8 a, 21
Socios habituales de la brasserie de lo calle des Marryrs; Delvau, Mutger, Dupont, Malassis,
Baudelaire, Guys. Id 8 a, 31
«"Víctor Hugo, dice Eugéne Spuller, se hob(a puesto con los voces de la reacción...
Constantemente había volado a la d er e c h a , A propósito de los talleres nacionoles, el
20 de junio de 1848 los considera un doble error, desde el punto de vista político tanto
como desde el punió de vlsla financiero,.. Por el contrario, en la Asamblea Legislativa,
se vuelve hacia la Izquierda, de la que se convierte en uno de sus oradores... más agre-
slvos. ¿Es pof una evolución., o por decepción de amoi propio y rencor persofl
l(a Luis Napoleón, de quien habió deseado, incluso esperado, convertirse en min|fl
Instrucción Público?»- £ Meyer, Víctor Hugo ó lo Iribune [Viclor Hugo en la lm
Chambery, 1927, pp. 2, 5, 7 (cit. Eugéne Spuller, Hisloire parlamentare de lei «afl
républlque [Historia parlamentaría de la Segundo República], pp. 111 y 26ó)
M 4I
«Habiéndose emperrado una discusión entre el Bon-Sens y la Presse sobre los pmlil
cuarenta francos, el National intervino en ella. A) haber aprovechado la ocasión l<fl
para alocar personalmente o M. Cartel, tuvo lugar un encuentro personal entre
redactor jefe de ía Presse * - <Era la prensa política quien caía, en ia persona de Coiml,
la prensa industrial.» Alfred Nettement, Historia de la lileratuta francesa bajo el gol'to
julio, I, París, 1859, p. 254. |<JNj
*La audacia con la que el comunismo, esa lógica, ,, de la democracia, ataca la sociedad
orden moral, anuncia que.,, el Sansón popular, vuelto prudente, socava las columnas iH
en la bodega, en lugar de sacudirlas en la sala de festines» Balzac, Les poysans |/oi i
sinos] (cit Padre Charles Colippe, Balzac Sus ideas sociales, Reims, Paris, (lOOó), p, Iffl
1*11
Literatura de viajes: «Frantio es quien primero... ba reforzado sus ejércitos con uria biH
de geógrafos, naturalistas y arqueó.’ogos. La gran obra sobre Egipto... ho marcado... M
nimiento de un orden de trabajos hasta entonces desconocidos... La Expedición clenlllliM
la Morée y la Exploración científica de Argelia continúan dignamente aquello gran q I
Científicos, serios o ligeros los relatos de los viajeros-, han obtenido en nuestro
éxito de moda. Forman, con las novelas, los fondos habituales de las solas de leclutu, y f l
de media, ochenta obras por año, es decir, doce centenas de publicaciones en quB
años». En término medio no aventaja mucho a la producción de las demás ram¿i» ilftl
ciencia natural. Charles Louandre. «Stolistique liüéfotre De la pioduclion intellor K xM
france depuis quinze ans» ['Estadística literario. De la producción intelectual en lifM
desde hace quince años»] (fevue des deux mondes 11 noviembre 1847), pp, 425
l. l"
Desde 1835, la producción media de novelas es de 210 al año, más o menos canil i lil >
vodetiils. |i| i|(
La idea de La comedia humana le vino a Balzac en 1833 (el año en que aparece el AtftWlM
rural).
Resulta decisiva la influencia de la teoría de los lipos de GeofFroy Saint llilm .
Desde la literatura, influyen los ciclos novelescos de Scotr y de Cooper, hl "
lin 1851, con dos años a sus espaldas, el •Almonach des Réformateurs.. donde el Gobierno
<ís presentado como un mal necesario, mezclaba... la exposición de lo doclrina comunista con
traducciones en verso de Marcial y de Horacio, con nociones de astronomía y de medicina, y
<on toda clase de recelas útiles». Charles Benoist, «le 'mythe' de la dasse ouvriére» [«El 'mito'
de la clase obrera»), (Reme des deux mondes 11 marzo 1914), p. 91). |d 9, 6]
«Se hon podido leer de un tiempo a esta parle, en el Journal des Débots, artículos de M
Michel Chevalier o de M. Philaréte Chosles... de una tendencia social progresista... los
artículos progresistas de los Débals se pjblican habituolmenle en la quincena que precede a
la renovación trimestral. Hemos visto al Journal des Débals rozar ligeramente el radicalismo, la
víspera de las grandes renovaciones. Una razón de esto naluraleza le ha hecho al Journal des
Débals emprender la publicación temeraria de los misterios de París... esta vez el imprudente
periódico ho ido mós lejos de lo que creía ir. Por eso, muchos grandes banqueros le han reti
rado su confianza a los Débals .. pora fundar un nuevo periódico El Globe, ese digno pre
cursor del Époque... quedó encargado de hocer justicia a las leorías incendiarios de M.
Eugéne Sue y de la Democracio pacífica.» A. Toussenel, íes juifs, rois de I 'époque [/os judíos,
reyes de lo época], II, París, ed Gonet, (1886), pp. 23-24. Id 9 a, 41
Firmin Maillard (La cité des inteüectuels [La ciudad de las intelectuales1. París, (1905). pp,
contiene una gran cantidad tle datos sobre los honorarios de los autores. lil III,
•Balzac.. consideró su crítica del periodismo parisino como afín a los ataques de Mi 'li
contra los financieros, los marqueses y los médicos.- Emst Robcrt Curtius. Balzac, H<
1923, pp. 345-355. Id I
Soi)re Balzac: «lo que no: permite decir que quizó él no ho sido muy verídico más allá da
es fa opinión, expresada tan o menudo, de que por adeantado ho pintado rnoravillosomll
profetizado la sociedad del Segundo Imperio». Edmond Jaloux. «Les romanders ei Ib i»wf
[«los novelistas y el tiempo»] |/e Temps. 27 diciembre 1935). |d 10.'¡
•Sointe-Beuve. a dejarse arrastrar contra el autor de la comedio humana], por una onfipatía ele
mental, tiene razón al observai que 'la moda de publicación en lolletrnes, que obligaba, a cada
nuevo capítulo, a sorprender con un gron golpe de efedo al lecloi. había impulsado ios electos
y los tonos de la novela a un diapasón extremo, desesperante’.» Cil. Fernand Baldensperger, «le
roffermissemenl des lectiniques (dans la liltéroture occidenlale de) 1840» [«El fortalecimiento de
las técnicas en la literatura occidental de 1840»), (tfewe de liltárature comparée XV, I (enero-
marzo 1935|, p. 82), Id 10a, 21
Eugene de Mirecourt: Les antis Miserables [Los verdaderos miserables], Paris, 1862, recuerda
la Historia de los girondinos de Lamartine y supone que Hugo, con su novela, quiso prepa
rar su carrera política contó Lamartine con sil libro de historia. [d10a, 41
Hugo sobre Lamartine: «En lugar de dejar creer . que hay que seguir amorosamente alos muy
sinceros, se debería saber buscar los fondos de toda sinceridad |Pero la cultura y la demacra-
cio burguesas henen demasiada necesidad de este valor! El demócrata es un hombre con el
corazón en la mano; su corozón es una excuso, uno pruebo, una escapatoria El es profesio-
natmenie conmovedor, !o que le dispensa de ser verídico» N Guterman y H lefebvre, la cons-
cience myslinée [io conciencio mistiíicoda], [Porís], (1936), p. 151 («El chantaje y la sinceri
dad.) Id 11, 11
Sobre Lamartine: «la laluidad del poeta es inenarrable lamarline se consideraba un hombre
de Estado del lemple de Mirabeau -como otro Turgol, él se jactaba de haber empalidecido
durante veinte años sobre la economía política; -como pensador eminente, creía sacar de sus
caudales ias ideas que cogía al vi.elo y vestía a su mañero», émile Barraull, Lamartine (exlraclo
del National del 27 de marzo de 1869), París, 1869, p. 10. [d 11, 21
Alfred Delvau (1825-1867): «Era un niño del barrio Moufletaid... En 1848 se convirtió en secre
tario particular de Ledru-Rollin, entonces ministro del interior, Al haberle alejado bruscamente los
acontecimientos de la política activa, se consagró o las letras, y comenzó con algunos artículos
de periódico... Insertó en el Journal amusan!, el Figaro y algunos oíros periódicos artículos que
principalmente habían trotado de las costumbres parisinas. Tuvo durante algún liempo en el Siécle
la especialidad de la edllidod parisina». En la segunda mitad de los años cincuenta, [)<i|*
huyó ;l Bélgica para librarse de una pena de cárcel que le habían impuesto como rtil.ni
del Rabéttis. Más tarde le molestaron con acusaciones de plagio Los datos en l'infl
I.arous.se. Granel cltclionnaire universel du xa" siecle [Gran diccionario universal del¡tofo [
VI, París, 1870, p, 385 (Artículo: -Delvau"). |d II
Benjamín Gastineau ya había sido deportado dos veces a Argelia bajo Napoleón III
lo Comuno de París, M. Gojlineau fue nombrado inspector de los bibliotecas comunales, El.fl
simo consejo de guerra, encargado de juzgarlo, no ha podido señalar contra él ningún ■
de derecho común. Sin embargo, lo ho condenado a la deportación en un recinto foiliflcfll
Pierre Lorousse. Gran diccionario universal del siglo xtx, VIII, París, 1872, p 1062. Gaí.nni*
había comenzado su carrera como tipógrafo. Id II
Pierre Duponl: «El poeta, como ha dicho en uno de sus pequeños poemas,
Escucha alternativa mente a los bosques y a la multitud.
En efecto, de las grandes sinfonías agrestes, de las voces que habla la nalutatfl
entera, o de los clamores, de las desesperaciones, de las aspiraciones, da
quejas de la multitud, es de lo que él hace que brote su doble inspiración lo f l
ción, tal y como la compiendíon nuestros padres... la canción báquica o IrwH^
el simple romance, le son absolutamente ajenos». Pierre Larousse, (Gran)
cionorio universoI del siglo xa, VIII, París, 1870, p. 1.413 (Artículo: •Diipnnli]
De modo que el odio de Baudelaire a Béranger participa del amor
Duponi. Id IIm . I)
Gustave Simón describe las escenas que se desarrollaron delante de la líbreria l’.iHiMlfl
con motivo de la venia de la segunda y la tercera parte de los miserables «El 15 do
de 1862, escribe, anles de las seis de la moñona, una compocla multitud oteslobo la cat|^|
Seine delanle de un almacén todavía cerrado, crecía sin cesar y la espero la hacía ruld^H
e incluso tumultuoso.. la calzada estaba obstruido por un inextricable revoltijo de c<ti l>a| É l
mudanza, de coches de cochero, de cabrolés, de carricoches, e incluso de carrelillos
gente que llevaba cLlévanos a lo espolda... No eran las seis y media, cuando lo ir miu.l
cada vez más encrespada, daba empujones contra el escaparate, y los mós lavoteado» M il
ban con golpes tedoblodos a la puerto De repente, se abrió una venlana en si primar f)IM
apareció una doma, arengó a los impacientes exhortándolos a que tuvieron paclenclüH
almacén que se quería asediar eta inofensivo; en él sólo se vendían libros, Era lo lihii.ini
Paguerre. Los que se abalanzaban conlro la rienda eran empleados de librería, comisictiiitlllld
compradores, corredores, la doma que hablaba desde el primer piso era modame PagiiMiitW
Albetl de Besancourl, tes pamphleis conlre Viclor Hugo (¡os panfletos contro Víctor I Ínjjiil|í|
Paris, pp. 227-228 (según Gustave Simón, les origines des Miserables líos orígenes <li> I ii»
miserables], en la Revue de J’ciris, y según cartas sobre el citado libro que él mhimV
publicó en la revista), Id 11 n i|
Perrot de Chezelles, Examen du livi'e des Miserables de Ai. Víctor Hugo IExamen riel Ithix
de I.os miserables de Viclor Hugo], París, 1863, ofrece en su escrito esta contribución (fin
ral a la caracterización de Víctor Hugo: «Toma como héroes de sus dramas o de su:. !itiy*||d
o un lacayo como Ruy Blas, a una cortesano como Marión Delorme, a seres desfavoret Itlm nnl
la naturaleza como Trlboulet y Quaslmodo, a una prostituta como Fantine, a un galeote como
Jean Valjean»- Cit. Albert de Besancourt, Los panfletos contra Víctor Hugo, París, p. 243.
Id I I a, 31
El 6 de abril se emite desde San Petcrsburgo una Instrucción de Nesselrode para Kissel
jow. -Nicolás y su canciller no ocultaron a su agente que necesitaban la alianza de Fran
cia para ir contra Alemania, contra la nueva Alemania roja, que con sus colores revolu
cionarias empezaba a relegar a la sombra a una Francia que había alcanzado ya, en
grado considerable, la razón". M, N, Pokrowski, Escritos históricos, Viena-Berlín, p. 122.
Id 12, 31
Michelet sobre Lamartine: «Va con su gran ala, olvidadizo y rápido». C it Jacques Boulenger,
«La magie de Michelet» [«La magia de Michelet»] líe Temps, 15 mayo 1936), [d 12 a, 1]
«Un observador perspicaz dijo un día que la llalla lasclsta estaba dirigida como un gran perió
dico, y, por lo demás, por un gran periodista: una idea al día, concursos, sensaciones, una hábil
e insistente orientación del lector hacia ciertos aspectos de la vida social desmesuradamente
Incrementados, una deformación sistemática del entendimiento del lector en lo que respecta a
algunos fines prácticos. Por decirlo de una vez por todos, los regímenes fascistas son reglmln
publicitarios.» Jean de Ligniéres, «Le centenaire de la Presse» [«El centenario de la Presssi V*l«
dredi, ¡unto 19361, [el 12 it. .. I"
•Baizoc fue uno de los colaboradores de la prensa- y Girardin fue uno de los mejores r«V^|
dores de la sociedad donde vivía el gran hombre.» jean de Ligniéres, «El centenario d ftH
Presse» |Vendredi, junio 1936). [d 12 il, f l
•En general, las distintas tendencias del Realismo entre 1850 y 1860. tanto el de C tjfin fl
fleury como el de Flaubert, se conocen como "la escuela de Balzac'.- Ernst Robert CuttflH
Balzac, Bonn, 1923, p. 487- |d 12 .i f l
•La moderna fabricación en masa destruye el sentido que posee el trabajo en cuanto ilffl
y en cuanto obra: "tenemos producios, ya no tenemos obras'.- Ernst Robert Curtius.
Bonn, 1923, p. 260 (cita de Bealrix, (edición de Balzac de la “Collection Michel-Lévy', l’« A
1891-1899), 3). id 12 u, M
Chapi.il (De i industrie fratifaise IDe ¡a industria francesa]. II, París, 1819, p. 198) i ilxlW
en 3 090 el número de libros editados anualmente. |d 12
r>el libro, sumamente negativo, M. de Balzac, de Chaudes-Aigues: «Los calabozos, li .> lupH
nares y los baños serían asilos de virtud... comparados con las ciudades civilizadas du M i f l
Balzac... El banquero es un hombre enriquecido por el robo secreto y por la usura, el liolfÉH
de Eslado... le debe su devoción... al número de sus perfidias; el industrial es un estafado, i-n
dente y hábil... el hombre de pluma.., mercadea siempre con sus opiniones y con su . nitr l(B
cia... El mundo, tal y como nos lo representa Balzac, es... un lodazal». J. Chaudes-Aiyun», f|0
écrivains modemes de la France [¿os escritores modernos de Francia], Parts, 1841, p, 2 3 f l
Itl t V II
«Actualmente hay tantos hechos averiguados y aulénticos que han salido do las ciencia.’. .... Ilffl
que un día esias ciencias serán profesadas como se profesa la química o la aslroiiotnlu I
incluso singular que en el momento en que se crean en París cátedras de eslavo, de moni luí, d i
literaturas lan poco profesabas como las literaturas del norte, las cuales, en lugar de piopiimlfl
nar lecciones, debeiíari recibirlas... no se haya restituido bajo el nombre de Antropología Itl N tllfl
nanza de la filosofía oculta, una de las glorias de la antigua Universidad. En eslo, Alem. mlci li$
adelantado a Francia», Honoré de Balzac, le cousin Pons [El primo Pons| [CEuvres e'turifiÁMfl
[Obras completas], XVIII La comédie humolne. Scénes de la vie parisienne [io comedia humana.
Escenas de ¡a vida parisino], Vl(]), París, 1914, p. 131 ■ Fisiologías ■ [d 13, 2]
Sobre Lamartine: «Es el hombre más femenino de este siglo, que ha contado con tantos asi,
muchos de bs cuales parecen anunciarse a través del propio articulo que precede a su nombre,
La Fayetle, Lamenno s. Locordalre. Lamartine . Tenemos las mejores razones para pensar que él
había preparado pora la bandera roja el discurso que pronunció paro la bandera tricolor», Abel
Bofinard. íe díame du présenl, I Les Modérés [El dioma del presente, I Los moderados], París,
{ 193ó), pp, 232-233. [d 13, 31
«La novele. , no ya solamente una manera de contar, sino una investigación, un continuo descu
brimiento... Balzac esiá en el límite de la literatura de imaginación y de la lueratura de exactitud.
Hay libros donde la invesligacón es riguroso, como en Eugénie Grande! y César Birolteau, los
hay donde lo irreal se mezcla con lo exacto, como en ía mu¡er de tremía años, y otros, como La
obra maestro desconocido, compuestos con elementos debidos a bs juegos de la mente.» Pie-
rre Homp, «La littérature, image de la société» («La literatura, imagen de la sociedad»! {Encyclo-
pédie froncoise, XVI. Arts et httératures dans la société contemporaine [Enciclopedia francesa,
XVL Artes y literaturas en lo sociedad contemporánea¡, I, p. 64, 2) [d 13. 4]
«En 1862, época er o que Víctor Hugo escribe Los miserables, el número de iletrados ha dis
minuido efectivamente er Francia A medida que e' pueblo instruido se convierte en diente de
librería, los autores escogen o sus héroes enlre la multitud y en Viclor Hugo es en quien mejor se
puede estudiar este fenómeno de socialización, el primer gran poeta que haya dado a las obras
literanas títulos comunes: Los miserables, Los trabo/adores del mar.t Pierre Hamp, «La lüeiotuia,
imagen de la sociedad» Enciclopedia francesa,XVI. Artes y literaturas en la sociedad contem
poránea, I, p 64. 2|. [d 13 a, 11
Comparar estas palabras sobre Scoll con V íc to r Hugo, «Él consideiobo la retó
rica, el arfe de la oralotia, como el arma natural de los oprimidos.. Y es penetrante
ol observar que, como escritor, Scolt les concedía a los rebeldes imaginarios aque
lla libertad de palabra que él negaba, en su papel de político estúpido, a los ver
daderos rebeldes.» G, K. Chesletlon, Dickens,
traducido por Laurenl y Marlin-
Dupont, París, 1927, p. 175. Id 13 a, 2]
Con V ícto r H ugo vale lo m ism o que con Dickens. «Dickens es un ejemplo admi
rable de lo que ocurre cuando un autor de genio liene el mismo gusto literario que
el público. Esta conformidad de gusto, en la especie, era de orden moral e intelec
tual. Dickens no era como nuestros demagogos y nuestros periodistas corrientes; no
solamente escribía lo que le gustaba a la gente del pueblo, sino lo que a él le gus
taba de lo que a ellos les gustaba. . Murió en 1870; la nación por completo se
lamentó como no se ha lamentado nunca por ningún gran personaje; puesto que
los ministros y los principes, al lado de Dickens, eran tan sólo simples particulares.
Había sido un gran soberano popular, semejorile a un rey de una época primitiva
al que su pueblo podía venir a ver, cuando debajo de un roble impartía justicia.»
G, K. Chesterton, Dickens, traducido pot laurenl y Martin-Dupont, París, 1927, pp. 72
y 168. fd 13 a, 31
Le Nain Jaune lo fundó Aurélien Scholl; la Vie Pansienne, Marcelin, un amigo de Wmlh
L'Evónement lo fundó Villemessant en 1865, ayudado por Rochefort, Zola y otros opCnllil
res. (d 13 .1, 4
•De vez en cuando, Mires y los hermanos Péreire, siguiendo el ejemplo de Rothschild, iU*M
ban caer inesperadamente una lluvia de acciones sobre famosos poetas, periodistas y uuH
res teatrales, un maná que no implicaba ninguna obligación inmediata por parte de lod <|M
lo recibían.» S. Kracauer, Jacques Offenbach m uí das Parts seíner Zeit [Jacques Offertlxn b ]
el París de su HemfxA, Amsterdam, 1937, p. 252. [d 14, j
«Una sola de las nuevas ciencias, la enología, debe proporcionar o los autores un beneficio®
cinco o seis millones de Irancos por cada hoja de dieciséis páginas.» Charles fourier, la
veou monde industrieI el soáétaire (£/ nuevo mundo industrial y societarioj, Porfs, 1829, p, 3|
Id 11 J
Número de parisinos abonados a la prensa: 1824 ca. 47.000, 1836 ca 70.000, 1816
200.000. (Análisis del año 1824: 15.000 a los periódicos gubernamentales: Journal de l'.n»
Eloile, Gazeitc, Moniteur, Dnapeau blanc, Pilóle, 32.000 a los periódicos de la oposli inm
Journal des Debáis, Constitutionnel, Quotidienne, Courierde París, Journal dtt Gomintñ■
Arístarque.) Id 14, fl
En tomo al Globese reunían como redactores los que luego fueron los orleanistas m i , 'I. *
tacados; a esta redacción pertenecieron Cousin, Víllemain y Guizot En 1829 entró ,ill|
Blanquí como taquígrafo, ante todo como taquígrafo parlamentario. |d 11
Un joven de San Petersburgo dijo de Los misterios de París que era «El primer libro de:,|»ui'i til
la Biblia». J. Eckardt, Die baltischen Provinzen Rufilands ILas provincias bálticas ele
Leipzig, 1869, p. 406. Id 11 'I
Valéry en la introducción a Fleurs du mal [Las flores del malI, París, 1928, p XV,
Hugo: «Durante más de sesenta años este hombre extraordinario se emplea en su lülutl
lodos los días desde las cinco de la mañana hasta el mediodía. Él no cesa de provoi ai In
combinaciones del lenguo|e, de quererlas, de esperarlas, y de escuchar cómo le ro'.pi m ilafl
Escribe cien o doscientos mil versos, y adquiere mediante esle ejercicio ininterrumpido Mflfl
manera de pensar singular, que críticos superficiales han juzgado como han podido»
Id l l H|
En casi lodos los románticos, el arquetipo del héroe es el bohemio; en Hugo
es el mendigo. No hay que olvidar a este respecto que con la literatura Hugo llegó
a ser rico. td 14 a, 11
Víctor Hugo en el Post-scriptum de ma vte. I ’espril. Tos de pierre [Posf-scríplum de m vida. El espí
ritu. Montón de predio], p. I (cit. Morio Ley-Deutjcfi, le gueux chez Viciar Hugo [£/ mendigo en
Víctor Hugo] (Biblioteca de <a fundación Víctor Hugo), París, 1936, p-435): «¿Quiere usted dar
cuenta de la potencia civilizadora del arle...? Busque en los baños a un hombre que sepa quién
es Mozart, Virgilio y Rafael, que cite a Horacio de memoria, que se conmueva con el Oríeo y
con el Freischiitz.. busque a ese hombre... no lo encontrará». Id 14 a, 2J
Régis Messac habla de un -periodo ¿pico- vivido por el folletín en tiempos de Luis Felipe,
antes de convertirse en un artículo de masas con el Segundo Imperio. Las novelas de
Gabriel ferry pertenecen al comienzo de la segunda época; lo mismo vale para las de Paul
Féval. (d 14 a, 31
Desde cierto punto de vista, se puede hab lar de la c ontrib ució n de las fisio
logías a la novela detectivesca. Basta acordarse de que al procedim iento
com binatorio d el detective se le contrapone uno em pírico. Fue fo rjad o por
Vidocq, y su relación con las fisiologías se evidencia precisam ente en e l
Jackal tle Los mohiconosde París
(cit. en Messac{, Le «Detective Novel■et
l'influetice de la pensée scietitijiqne I/:'/ -Detective Novato- y Ui influencia de!
pensamiento científica, París, 1929), p. 434), de q uie n se dice: «Ante la sim
ple visión de una contraventana despanzurrada, de un cristal roto, de una cuchi
llada, decía; "|oh, oh, conozco eso! Es la manera de trabajar de un fulano".».
Id 14 a, 41
Véron paga 100.000 francos por El judío errante antes de que se haya escrito una sola línea
de él. Id 14 a, 51
«Todas las veces que un folletín resonanle descuelga el timbal, Balzac redoblo el celo con
su Vautrin. En 1837-1838 las Memorias del dioblo parecen fijar la fórmula folletinesca, e
inmediatamente comienza la serie de los Esplendores y miseríos de las cortesanos. En 1842-
1843 aparecer los misterios de París y Balzac responde con A costa de qué regreso el
amor a los viejos. En 1844 Monte Cristo, en 1846 la alquería de los Genéts. y el mismo
año, Adónde llevan los malos cominos; el año siguienle, la Ultima encarnación de Vaulrin,
Si ese diálogo no prosigue, es porque Balzac... moría en seguida.» Régis Messac, El <Dalec-
Uve Novato» y la influencia del pensamiento científico, Porís, 1929, pp. 403-404.
(d 14 a, 61
Bajo la Segunda República, enmiendo o la ley del 16-19 de julio de 1850 desti
nada «a herir a una industria que deshonra la prensa y que es perjudicial para el
comercio de la librería». Así se expresa el ponente, De Riancey. La le y carga a
todo fo lle tín un céntim o p o r ejem plar. La m edida quedó derogada con las
nuevas y extensas leyes de prensa de febrero de 1852, m ediante las que el
fo lle tín a d q uirió una gran im portancia. fd 15, 11
Netteinent llama la atención sobre la particular importancia que tenía pani hJ I
periódicos el período en el que se renovaban las suscripciones, Se procUM'.l
empezar por esa época una nueva novela, incluso si la antigua no había n ir M
cluido. En esa misma fase de desarrollo, la reacción de los lectores a las n<>vM
las comenzó a adquirir un gran peso. Esto se sabía claramente, y se alentaban
sus especulaciones desde el mismo título de la novela, [tl 11 , U
Hay que ver en las novelas por entregas las precursoras del folletín En |h «i
una revista, por primera vez, tomó de Karr tales entregas, que más taiili
pudieran) ser reunidas en un volumen como suplemento para sus lector»
id
•Hemos... visto en Poris lo evolución romántico favorecido por lo monarquía, durante la cu<ílj^|
liberales y los republicanos seguían obslirodamenle apegodos o las rutinas de la literainiti
moda clásica» Charles Baudelaire. B arle romántico (lomo III), París (ed. Hochelie), i>
(«Richard Wagner y Tannhausen) |tl [ i U
Tres bohemias «la de Théophile Gautier, Arséne Houssaye, Gérard de Nerval, Néstor
plan, Camille Rogiei, lassailly, Édouard Ourliac. bohemia voluntaria... donde se jugaba | | l
pobreza retoño bastardo del w'ejo romanticismo.... ¡a de IB48. de Mürger, C.hompllouiy, [ | fl
baro, Nadai, Jean Wallon, Schanne, realmente necesitada ésto, peio rápidamente dttM ^B
dada, gracias a una inteligente camaradería . , finalmente la de 1852, la nuestra, no cír■' li.iln
voluntaria., cruelmente afectada por lo miseria». Jules levallois, Mitieu de siéde Mémoinn 1/
critique (Mitad de siglo. Memorias de un crítico], Paris, (1895), pp, 90-91, |d ||
Balzac ve a los hombres agrandados por la niebla del futuro bajo la qiit’ ftfl
mueven, E! París que describe es por contra el de su tiempo; medido |"'i 'I
tamaño de sus habitantes, es un París provinciano. [tl r<«, J|
«Aquí iré hasta el (inol de mi pensamiento al decir que no encuentro punto de vista Infantil i l l '
Balzac, sino más bien una curiosidad devoradora y completamente exterior, que va do la lt /m#
ol movimiento, sin pasar por el pensó miento.» Alalri, Avec Balzac [Con Balzac], París, { IV I f l
p. 120, lil I V i tl
Laforgue sobre El final de Satán: «Me acuerdo de unas palabras de Mallormé: Hugo |«oiMn
dose todas las mañanas al órgano, a.l salir de la cama, como el gran Boch que amonlin 1 11
tituras sobre partituras sin preocuparse de oirás consecuencias». Antes, en la misma página: «El
órgano continúa tarto tiempo cuanlo la partitura d« la materia viviente esté abierta ante sus o|os
y tenga viento para sus tubos». Jules Laforguo, Mólonges postbumes [Misceláneas páslumas],
París, 1903, pp. 130-131. [d 15 a, 4]
«A menudo nos preguntamos si Viclor Hugo trabajaba con facilidad. Es evidente que no está
dotado, o afligido por ella, de aquella extraña focilidad de improvisación, gracias a lo cual
Lamartine nunca tachó una palabra. La pluma de hierro de éste corría rápida, apenas rozando
el papel satinado que ello cubría con trazos ligeros Viclor Hugo hace que el papel rechine
debajo de su pluma, que chirría Reflexiona en cada palabra; sopesa cada expresión, se
apoya sobre ios puntas, como uno se sienta sobre las lindes, para mirar la frase accbada y el
sitio neto er. que va a comenzar la frase siguiente» (Cit Raymond Escholier, Víctor Hugo
raconlé por ceux qui I 'onl vu [Víctor Hugo contado por quienes lo han visto], París, 1931. p 353.)
[d 15 a. 51
«Le llegan cartas que llevan esta única dilección Víctor Hugo, Océano.» Raymond Escholier,
Víctor Hugo contado por quienes lo hon visto, París, 1931, p 273 («Otoño») [d 15 a, 61
Haudelaire menciona «un inmortal folletín» de Nesloi Roqueplan, *¿Adonde van los perros?» en
le spleen de Poris [F/spleen de Paiis], París, |ed. R. Simón), p. 83 («Los buenos penos»|.
Id 16, 21
Sobre Lamartine. Hugo y Michelei: «Les falto a esos hombres de tan rico talento, así como a
sus predecesores del siglo xvi , aquella parle secreto del «sludio, donde uno se olvida de sus
contemporáneos al buscar verdades que después se les podrán proponer». Abel Bonnard, Los
moderados [El drama del presente, I), París, (1936), p. 325. Id 16, 3)
Kn la revolución de julio. O rlo s X h ilo que sus tropas repartieran enue los ¡nsuqtttyjfl
tes exhortaciones escritas a mano (Cfr Geffroy, c!encofrado, ( loe cit), I. p. 50.) I
Id Í 6 , <■
■Es., importante concebir la posibilidad de desviar la estética hacia la acción sobre el 1kK1||^|
a favor de representaciones suscitadas poi la mcrfc’ogia misma de lo sociedad... Más irn(xM
tanle aún es constatar qje de hecho, desde que todo e! mundo lee [es decir, desde la instihK^|
de la instrucción primaria obligatoria, cuya difusión efectiva es precisamente conlemporánoa (Id
la formación del mito de Pa'is] ocurren fenómenos de esta dase.» Roger Caillois, «Paris, tm#^|
moeferne» [«París, mito rroderno*l (Nouvelle Revue Francaise XXV, 28ú \ 1 mayo 1937), p 69w B
[ti 16 i il
G autier en su Victor Hugo sobre el chaleco rojo en el estreno de Hernanl: «Paro ovllot n
Infame rojo del 93, hemos admitido una ligera proporción de púrpura en nueslro lono; yil cHlfl
deseábamos que no se nos atribuyera ninguna intención política». (Cit, Raymond Eschollíf, I M
tor Hugo contado por quienes lo han vlsfo,
París, 1931, p. 162.) |d lfi a j|
1852(:) «la reputación del autor de Hemoni hobfa posado, a través de los canales slni|iilui»|l
de la bohemia y el utopismo, del borrio lalino a los faubourgs de París Después, btuv nuiml*,
el gran metafórico había tenido la revelación del dogma del pueblo soberano . Revelación
al mismo tiempo, inflamaba las plurras de Michelet y de Quinet y de muchos escritores dn inon|fl
envergodura como ConsidéronU Léon Daudet, la tragique existence de Victor Hugo |la nóál^M
existencia de Vidor Hugo], París, (1937), p 98. En esta época Hugo arengó una vez a las lir >|M* I
Id Ift i 1|"‘
Juliette Drouet{:) «Es presumible... que aparte de la cuestión de las antiguas amantes y do |i m l«M
das, la propensión a los amores andlores, que acompañó al poeta... desde la treintena IimMi I «I
fin de su vida, le hizo desear la reducción de su bella intérprete a una condición lnleri< n, 11 unu
depauperación... y la lamosa expiación podía de hecho no huber sido sino una m elnim iilillltl
del deseo». Léon Daudet, La trágica existencia de Victor Hugo,
París, pp. 61-62. |<l I ', l|
Léon Daudet afirma que el fracaso sufrido por El rey se divierte cu 1832 alejó ¡i 1lugn I In
monarquía. |<I I ■J|
Lis recomendaciones entusiastas {que hace) Hugo de Luis Napoleón aparecieron en el Evé-
nemenJ, [d 17, 31
De las actas de las sesiones espiritistas en Jersey (cit. Alberl Beguin, L'áme
rom antiqueet le retv \/il alma romántica y el sueñd, II, Marsella, 1937), a
las que Béguin adjunta esta buena observación (p. 397): «Todo lo que recibe
-y puede parecer estupidez si sólo fo juzgo la razón- Hugo lo transporta o su
mitología, un poco como el salvaje iniciado en las bellezas de lo instrucción
pública, gratuita y obligatorio. Peto su venganza |y su fatalidad también) será con
vertirse él mismo en el mito de una época desprovista de todo sentido mítico» D e
m odo que Hugo lleva el espiritism o a su m undo: «Todo gran espíritu realiza
en su vida dos obras: su obra de vivo y su obra de fantasma.. Mientras el vivo
realiza la primera obra, el fantasma pensativo, por la noche, durante el silencio
universal, se despierta a la vida. [Oh terror! ¿Qué? dice el ser humano, ¿no es
eso todo? -No, responde el espectro, levántate, ponte en pie, hace mucho
viento, los perros y los zorros aúllan, las tinieblas están en todas partes, la natu
raleza se estremece y tiembla ba|o la soga del azote de Dios,.. El espectro escri
tor ve las ideas fantasmas. Las palabras se espantan, los frases tiritan... el cristal
palidece, la lámpara llene miedo.., |Ponte en guardia!, oh hombre de un siglo, oh
proscrito de una ¡dea terrestre; porque esto es la locura, porque esto es la tumba,
porque eslo es el Infinito, porque esto es una idea fantasma» (p. 390). El gran
espíritu, en el m ism o contexto: «A veces encuentra la certeza como si fuera un
obstáculo y a veces la claridad como si fuera un temor» (p. 391). - D e l Post-
Sciiptum de mi vida «Existe una hilaridad de las tinieblas. Flota una risa nocturna.
Hay espectros alegres» (p. 396), [d 17, 41
Mientras escribía Nuestra Señora de París, subía Hugo todas las tardes a una
torre, y lo mismo hizo en Guemsey (¿Jersey?) con el peñón de los proscritos,
desde donde contemplaba todas las tardes el mar. [d 17 a, 21
Este pasaje decisivo en «Lo que dice la boca de sombra», que hace estallar el
estado de conciencia del siglo:
«iLlorad sobre la araña inmunda, sobre el gusano,
Sobre la babosa de empapado dorso como el invierno,
Sobre el vil pulgón que vemos colgar de las hojas,
Sobre el repelente cangrejo, sobre la horrible escolopendra,
Sobre el aterrador sapo, pobre monstruo de dos ojos,
Que siempre mira al cíelo misterioso!».
lib ro de los Pasajes. Apuntes y materiales
Sainte-Beuve sobre el pape! de Lamartine- en 1848: -Lo que él no preveía es que serlo l ] H
quien más larde dirigiese y regulóse con movimientos de su arco de oro esta invasión
boros». C. A. Sainte-Beuve, Les Consolalions. Pensées d ‘aotV [/os Consolaciones. Pensaitilll^M
de agosto], fPoésies [Poesfaí], Segunda Porte), París, 1863, p, 118. [ti 11 it;
«Uno se acuerda de que China y las mesas empezaron a bailar -mientras el resto del
l>arecía parado- para dar valor a los demás.- Karl Marx,fias Kapital I lü capitah, (I), It^ H
Korsch ed., (1932, p. 83>. [d
Kn una nota de El capital (Korsch ed.. p 541) habla Marx de -Balzac, cpie tan prnful^H
mente investigó todos los matices de la avaricia-, [d 17 .i, f l
Para la generación de Delvau, -La íiohénte* fue en sus primeros ti.emjn >it A
órgano de la intelligentsia proletarizada. Id IN, II
Bourget sobre Balzac: («)íal o cual de sus personajes era más verdadero en 1860
1835» A. Cerlberr y J. Chrísiophe, Répeitoite de Lo comédie húmame ¡Repertorio de lo
día humana], París, 1887 p. V ¡«Introducción» de Paul Boutgel). Id IM, I
Sobre la novela folletinesca en la época de Sue: «la necesidad a que responden esia1l inio
sías es la de descubrir un vínculo en acontecimientos ciryc apariencia es ncoherente 0# un
modo oscuro, la imogínación se peisuoce de que lodos oauellas desigualdades de la realidad
social, aquellos caídas y aquellos ascensos constituyen una únxo y misma acción, es decir, que
ellos proceden de uno causa y que Nenen un vínculo entre ellas. El desarrollo de la novela folle
tín y la creación de la áenca social son poralelas». Cassou, Ovaranle-huit [Cuarenta y ocho],
París, 1939, p. 15. Id 18, 61
«Víctor Hugo .. según dice Théophile Gaufier, mezclaba en el mismo pialo chuleta, habichuelas
en aceite, tortilla de jamón y queso de Brie, y bebía el café con leche regado con un hilo de
vinagre y una pizca de mostaza.» R. Bfrunel], «la cuisíne régionale» [«La cocina regional»] [Le
Temps, 4 abril 1940|. Id 191
8
[L a B o l s a , H is t o r ia e c o n ó m ic a ]
•Napoleón supuso la última batalla del terrorismo revolucionario contra la sociedad bur
guesa proclamada en la Revolución, y contra su política. Napoleón habia comprendido, en
efecto, cuál era la esencia del Estado moderno; había comprendido que descansaba en el
desarrollo sin trabas de la sociedad burgués;!, en el libre movimiento de los intereses pri
vados, etc. Sin embargo, al mismo tiempo, Napoleón consideró que el Estado era un fin en
sí mismo, siendo la vida burguesa únicamente la guardiana del tesoro... Llevó a su culmen
el terrorismo al poner en el lugar de la revolución permanente, la guerra permanente...
Cuando sojuzgó despóticamente el liberalismo de la sociedad burguesa -el idealismo polí
tico de su praxis cotidiana-, tampoco perdonó sus intereses materiales básicos, el comercio
y la industria, en tanto entrasen en conflicto con sus intereses políticos. Su desprecio por
los personajes de la industria era el complemento a su desprecio por los ideólogos.. Del
mismo modo que, con Napoleón, la burguesía liberal se encontró ante el terrorismo revo
lucionario, así se volvió a encontrar, con la restauración de los Borbones, ante la contrarre
volución En los artos treinta realizó por fin sus deseos de 1789, aunque con la diferencia
de que su misión política estaba acallada. En el Estado constitucional representativo no pre
tendía ya alcanzar el ideal del Estado, la salvación del inundo y las metas universales de la
humanidad, sino que lo consideraba la expresión oficial de su poder exclusivo, y el reco
nocimiento político de su interés particular.- Karl Marx y Friedrich Engeis, Die beilige Fatni-
lie \Im Sagrada Familia!, cit. en Die Neue Zeit IH (1885), Stuitgart, pp. 388-389. (g 1. 1|
Ministerio Guizol- «Corromper a los colegios electorales era coso lácil. Esos colegios se com
ponían en general de pocos electores; muchos apenas contaban con 200, enfie los cuales
habió numerosos funcionados los funcionarios obedecían los órdenes recibidos; en cuqp
elector corriente, se le compraba dando o sus protegidos despachos de tobaco, bolso» !
colegios, o bien dándole o él mismo alguna importante función administrativa. En la CéJ
como en los colegios electorales, los funcionarios eran también muy numerosos: más dtt UlM
cío de los diputados -184. en 1846. sobre 459- eran gobernadores civiles, magístradoiS
cíales. El ministra los mantenía gracias a !a esperanzo de ascenso. Para completa; lo m<|fl
bostabo con treinta o cuarenta diputados: Guizot los ganaba con lo concesión de gn
empresas -se estaba al comienzo de la construcción de los ferrocarriles-, o mediante mlffl
en los mercados de suministro al Estado Se erigió así la corrupción en sistemo de gablit
numerosos escándalos, al final del reinado, probaron estruendosamente que los subalterno! |H
llcaban el sistema tan bien como el primer ministro» A. Malel, P. Grille!, W siéde fSiglo vn|, M
1919, pp, 95.97. Lamartine advirtió por entonces contra la amenaza de una «oristocrotta
total» Id t «J
•El 28 de julio de 1831 un parisino expuso su retrato ol mismo tiempo que Luis Felipe; <i<i i i l
ñándolos de la siguiente leyenda: 'No hay distancia entre Plilllppe y yo; él es rey-cludorlimi» i
soy ciudadano-rey,» Gisela Freurd, la photographie au poinl de vue sociologique [La íot<'¡JAI
desde el punto de vista sociológico] (Manuscrito, p 31), en Jean Jou'és, Histoire soctalÜM
tegne de Loui^-Philippe \Historia socialista El reinado de Luis Felipe), p 49 |g |
«Paris está tan triste como es posible estarlo, escribía en plena exposición el autor de Cofaj^M
lodo el mundo tiene miedo sin saber por qué Es una sensación como la que hace expoilirmflB
la música de Mozart cuando va a aparecer el Comendador... El menor acontecimiento es m||
rado como una catástrofe.» Adolphe Démy, Essal hislorique sur les expositions umVei.w//*!®
París [Ensayo histórico sobre las exposiciones universales de Paris), París, 1907 pp. 173 ITI^B
l« I « t i
Un rayo de luz sobre la relación de Napoleón con la burguesía en 1814. «El Eriiprii<)n|
hobio mostrado lo mayor repugnancia a dar armas a la población parisina. Por temor a mi «MÍ
rilu revolucionario, hablo rechazado los servicios de 50.000 obreros, la mayoría antigua! ■
dados; sólo había querido organiza' componías.. compuestas poi ciudadanos de la alin lujl
guesía, es decir, por los que no estaban lejos de mtar a los aliados como liberodom ^j
nombre de Napoleón era maldito He aquí una carta escrita al coronel Gremer, segundo co ral
dante de la Escuela., el 11 de abril de 1814. "Cobarde esclavo de un maestro tan colmel*
devuélveme a mí hijo. Más feroz todavía que el tirano, has sobrepasado sus crueldades nitlt#
gando al fuego del enemigo o los hijos confiados a tu custodia con un juramento, que ¡jiinmll
zoba su educación. ¿ D ó n d e están? Vas a responder con tu cabeza. Todas las madres vari f f l
tra ti y yo sola seria suficiente para arrancarle la vida sí mi hijo no regresa en seguida ’»G P|H
Histoire de I Ecole polytechnique \Historia de la Escuela Politécnico), París, 1887 pp 73 74'l
8081. La carta es del padre de Enfantin. In i, II
•El protestantismo.., abolió los santos en el cielo para que se pudieran eliminar en la lien i
sus días festivos. La revolución de 1789 supo aún mejor cuál era su cometido. La religión
reformada había mantenido el domingo-, los burgueses revolucionarios consideraron qm
era demasiado un dia de descanso cada siele días, y por ello impusieron, en lunar ili-u
semana de siete días, la década de diez jomadas, para que sólo hubiera un día de <les<anttl
cada diez-, y para enterrar definitivamente el recuerdo de las festividades de la Iglesia..- sus
tituyeron en el calendario republicano los nombres de sanios por los de metales, plantas
y animales.* Paul ¡.afargue, «Die christllche l.iebcstatigkeit- [.La filantropía cristiana-] [Die
Neue Zeit XXIII, 1, Stuttgart, pp. 145-1461. [g 2, 21
-El problema de los pobres adquirió ya en los primeros dias de la Revolución... suma gra
vedad y urgencia. Bailly, a quien se eligió como alcalde de París precisamente para aliviar
la necesidad... de los trabajadores, los juntó en grandes grupos y los hacinó -eran 18.000
hombres- como animales salvajes en la colina de Montmartre; los asaltantes de la Bastilla
vigilaban desde allí a los trabajadores ¡unto a los cañones, con la mecha encendida en la
mano... Si la guerra no hubiera conducido a los obreros urbanos y a los campesinos, que
estaban sin trabajo y sin medios, al ejército, arrojándolos así las fronteras ... se hubiera pro
ducido un levantamiento popular en toda Francia.- Paul Lafargue, -La filantropía cristiana-
IDie Neue Zeit XX1U, !, Stuttgart, p. 147(1). [g 2. 3!
«Nuestro siglo, donde el soberano está en todas parles, excepto en el trono.» Balzac, Prefacio
de Un grand hommo de province a Paris [Un gran hombre de provincias en París], cit. Georges
Balaull, le pontile de la démagogie, Viclor Hugo [El pontífice de la demagogia, Víctor Hugo],
(Poris, 1934), pp. 230-231. (g 2 a, 11
Sobre el estilo literario de Napoleón III: «lugares comunes desarrollados con continua solem-
nidod. un perpetuo choque de antítesis, después, de un solo golpe, una fórmula feliz que cau
tiva por su aire de grandeza o que seduce por su generosidad.,, ideas tan confusas que ya no
se las distingue en las profundidades en que ellas parecen hundidos y que, en el momento en
que uno desespero de despejarlas, estallan con un sonido estrepitoso». Pierre de la Gorce,
[Nopoiéon III el sa polilíque [Nopoleón III y su político], Paris, 4, 5, cit por Batoult, El pontífice
de la demagogia, pp. 33-34 [g 2 a, 21
«Si pasa usted por delante de 'a Bolsa a mediodía, encontrará una larga cola,. Esta cola
compuesta pot gente de toda condición, burgueses, rentistas, tenderos, conserjes, comMunll
las, corteros, artistas, comediantes, que van allí pata tenei el primer lugar detrás del recinto C H
lar „ Instalados ceica del parqué. al lodo del voceador público, compran acciones que tQtfl
zan en la misma Bolsa Ese viejo de cabellos blancos, que ofrece una pizca de labacflfl
guordio que posa, es el decano de los especuladores... Por el aspecto general del potqufl
del pasillo, pot lo lisonomío de los agentes de cambio, se adivina el alza y lo bajo con un
tinto motovilloso.» PanyBoursier [París-bolsiskj] (íes Petits París [/os pequeños Paris]], P tlfl
1854, pp 44-46 [Taxile Delord]. |g j
Sobn? la Bolsa: «lo Bolsa openos dala de M de VJIsle, hebio más inidativa y sonsimanismo (i| 9
que generalmente se cree en lo cabeza de ese ministro louk>usano._ bajo su mando, se vendq^H
hasta un millón de coigos de dinero de cambio, lo especulación, no obstante, aperos batx>roa|H
sus primicias, los cuatro pequeños miles de mifiones de lo deuda francesa, bs varios milbnei ' t a l
deudo espartóla y de la deuda riopoteana, etan d alfabeto en el que se enseñaba o leer. Se c rifl
en la finco, en b casa . se dedo de un horrbre rico: ¡tiene tierras al sol y casa propial A patW^|
1832, después de bs predicoóones del sansimonismo eJpaís se ha encontrado maduio
sus grandes destiros finonceros En 183Z se vio que un impulso irresistible arrastraba a lodos loi^^H
rilus a b Bolso, lo creación de bs fe>rocarr,1es le dio nuera fuerza a este impulso... El pequeño Cfl|H
doi hace bs negocios de b pequeña burguesso; el conlrapequeño corredor combia de sitio b i
tales del proletariado Uno opera en bvoi de los poiteros, los cocineros, bs cocheros, los
los comerdanles de mercerías, los chicos de cofé; el otro desciende a un grado más bajo en la
quto sodaL Un día nos hemos dicho: 'El zapatero remendón, el comerciante de bsforos qulmn
pocero, el comerciante de pótalas, no saben cómo utilizar sus capitales, cbiómosles el gran rnarcQlH
de la Bolsa... Abrimos entonces el contrapequeño corredor. Vendimos par 3 francos y cincuer111M
limos de renta lirme; hicimos primas de un céntimo, bs negados abundaban en el conlraperpU^B
corredor, cuando ha sobrevenido la debacle del último mes"». Patísbolsislo (/os pequ&los ¿VmH
París, 1854, pp. 6-8, 56-57 [Taxile Debrd] |g » I
La crisis comercial de 1857 como causa de la campaña m ilitar italiana. (|| V 1|I
«Enfonlin exhorta a sus amigos políticos... a fundar al lado del 'crédito industrial", que exista, iffll
"crédito intelectual'.» ;Era en el arto 1863! C. L de liefd-e, Le Saint-Simonisme dans la
han^aise, 1825-1865 [El sansimonismo en la poesía francesa,1825-i 865], { Haarlem, I 11 i
p. 113. I» 3 it, l|
Retrato que hace Balzac del agitador Diard en Los Marana{:) «Solicitó un tanto por clenh >nolit) I
la compra de quince votos legislativos que, en el espacio de una noche, pasaron de lo,'. I »mi m
de la Izquierda a las bancos da la Derecho. Las acciones no son ya ni crímenes ni robos, nlmi llQ| h
que el gobierno comandite la industria». (Cit. Padre Charles Calippe, Balzac. Ses idóer, :.i« i, i/ft
[Balzac Sus ideas sociales], Relms, París, ( 1906), p. 100.) Ig t ,i T
«Es en.,, 1838 cuando el gobierno, mediante el órgano de M Martin du Nord, tuvo la buena
idea de llevar a las cámaras el proyecto de la gran red nacional de ferrocarriles, empresa
gigantesca, cuya ejecución estaba teservada al Estado... Los Débats publicaron contra el des
graciado proyecto gubernamental un articulo fulminante del que aquél no se dio por enterado.
Dos años después, las dos principales líneas del oeste y del sur eran concedidas por el Estado
a des grandes compañías.. Cinco años más tarde... el padre Enfantin era secretario del con
sejo de administración del Ferrocarril de lyon.. la alianza de Saint-Simon y de Judas... había
concluido para siempre... Todo eso era obra del Padre, Demosiados nombres judíos ilustraban
el personal de la iglesia sansimoniona. paro que el hecho de la constitución de la feudalidad
financiera por los discípulos de Sairt-Simon tenga derecho a sorprendemos.» A. Toussenel. Les
¡uifs. rois de I ’époque [Jos judíos, reyes de la época\. Pcrís, ed. Gonel, {18 8ó). pp. 130-133
lg 3 a, 3J
•No fue la burguesía francesa como tal la que gobernó bajo la monarquía burguesa, sino
solamente., la aristocracia financiera. La industria entera, por contra, estaba en la oposi
ción.- Eduard Fuchs, Die Karikalur der europetischen VóUter [La caricatura de los pueblos
europeaá, I, Munich, (1921), p. 365. Ig 3 a, 41
«Antes de 1830 b gran agricultura es duefto de la potencia pública; después de 1830 los fabri
cantes ocupan su lugar, pero su reinado ya se había elaborado bajo e) régimen que las barri
cadas habían derrocado.™ Para 15 fabricas que poseían máquinas en 1814. había 65 en 1820
y 625 en 1830.» Paul louis, Histoite de la dasse owtiéte en France de la Révoiution ó nos ¡ours
[Historia de ía dase obrera en Francia de la Revolución a nuestros dias], Paris. 1927 pp. 48-49
lg 3 a, 51
La Bolsa de Fourier: «la Bolsa de una falange está rnucho más animada y preocupada que ias
de londres y Amsterdam. estando cada individuo obligado a negociar multitud de alas para los
días siguientes y posteriores, bien sean de negocios, bien de placeres.. Suponiendo presentes
1.200 individuos, y 20 sesiones a tratar por individuo, hay que concluir en esta reunión 24.000
negociaciones, y cada una puede implicai a 20, 40, 100 individuos o los que hay que consul
tar nominalmente y poner en lucha cabalística. Se negocio por señas y sin ruido. Cada nego
ciador despliega en [ ] los emblemas de los grupos o falanges paro el trato, y algunas senos
convenidas indican hasta qué grado llega el convenio, si se tiene la mitad, un tercio o un cuarto
de las adhesiones». Publicalion des manuscrits de Fourier [Publicación de los manuscritos de fou
rier], París, 1851-1858, 4 vols,, Año 1851, pp. 191-192, [g 4, 21
Según Marx, en 1825 se produjo la primera crisis de la Industria moderna, esto es, la prj-
mera crisis del capitalismo, lg 4, 5]
[T é c n ic a d e la r e p r o d u c c ió n , l it o g r a f ía ]
«la filosofía sccrol del arte del litógrafo en sus inicios. Después de los artesanos de b leyenda
napoleónica, después de los literatos del romonficismo, hubo los aonisíos de lo vida francesa en el
día a día Los primeras prepataton sin sabefto tos trastornos políticos, los segundos oceíerafon b
evolución literaria, los últimos hiceron una delrmtación muy profundo entre el pueblo y la aristocra
cia.» Henri Boudid, Lo lithogrophie \Lo litografió}. Paris, (1895), pp. 112, 1!4 ll 1, 1]
• la lucha entre la litografía y el grabado al punteado se acentúo coda día más, y, desde linoles
de 181/^ la victoria le corresponde a a iilogtaffo, gracias a la caricaturo > Henri Bouchot, La lito
grafía, París, {1895), p. 50 li 1, 41
La litografía afines del Segundo Imperio: «¡Tontos cosas luchaban contra ella! El aguafuerte
resucitado, los nacientes procedimientos hellogróficos, un poco el buril. Materialmente zozo
braba por les dificultades de tirada, la aglomeración de esas piedras muy pesadas que los
editores no conson'lon en almacenar como en otro tiempo» Henri Bouchol, La litogitilhi, f f l
P ,<?3. II | 4
1835-lH-iS(;) .No podemos... ignorar t[ue el inmenso volumen de actividad eentfiul# i'ttj
xilografía adquirió... muy rápidamente una escala industrial. Un grabador hacia las i it h H
o las figuras, otni entre los de menor talento o entre los aprendices hacia los d e itlf^H
los fondos, etc. Con semejante división del trabajo no podía salir., nada dotado
dad- Eduard Fuchs, Honoré Daumier. Holzscbniue 1833-1870 Honoré Daumlcr,
1 ,<(J
fias 1833-¡87a. Munich, <1918), p. 16. |l i d
«El obrera del Paiis de la revolución sigue siendo en el libro y en la imagen un velernno d f l
guerra collejera, un revolucionario experimentado, circulando medio desnudo, cotí muí tújB
chera y un sable otados en aspo sobre su comisa, peinado como un rey de Áliico, con un H
pis con galones o con un sombrero de plumas, sin dinero, derrengado, magnánimo, onrim jn-i ni
de polvo y sudando bajo el sol, reclamando con ostentación agua cuando se le ofrecí' un vVIfl
de vino, Instalándose en el sillón del Irono o la manera de los sans<ulotles del 93, caí li»i|<l4M
a sus comporteros a la salido de los apartamentos reales y fusilando a los ladrones MmifJ !■
dibujos de Charlel y de Raffet, leed las relaciones en formo de apoteosis vendidos, lirm» ilM
después de la batalla, a beneficio de las viudas, de los huérfanosy de los heridos,» O uilM
Geffroy, t 'enfermé [El encerrado], I, Parfs, 1926, p, 51. I i l n t|
Algunos escritos breves de Marx fueron litografiados. (Según Cassou, Quamnla-I.mll |í tul
renta y ocho], (París, 1939), p. 148.) ||, i
k
[La C o m u n a ]
«Sólo diremos dos palabras acerco de los espectáculos conlerenaa que se han multiplicado en
estos últimos años... M. Ballande, imaginando consagrar la tarde del domingo o lo representación
barata de obras maestras o de monumentos curiosos del arte, precedida de una explicación his
tórica o literaria de lo obra, había encontrado una idea feliz y sana... Pero el éxito reclama imita
ciones, y raro es que las imitaciones no exageien los rasgos fastidiosos de las cosas que ellas
copian. Es lo que ocurrió. En el Chfltelet y en el Ambigú se organizaron representaciones de día.
En estos escenarios la cuestión artística pasó a segundo plano: dominó la político; se fue en busca
de Agnésde Méranie, se exhumaron Calos, Charles tXo la École des rois... Situadas en esta per
diente, por un extiaño arrastro de la locura política, las obras más inofensivas proporcionaron
materia... o las declamaciones rnás lieteróclilos sobre las cosas de actualidad, Moliére y Luis XIV
se habrían quedado singularmente sorprendidos de los ataques... a los que servían de pretexto,
Este género de conferencias, llamadas teatrales, escapaba demasiado completamente a cual
quier especie de control.» - «Cuando estallan las revoluciones, se recoge más de una declara
ción que debería ser instructiva. Ho aquí lo que se puede leer en la Mot d'Ordre ds\ 17 de mayo
de 1871 con respecto al tema de las cartas de civismo: 'la lectura demasiado asidua del ('he
valier de Maisan-Rouge y oíros novelas de Alexandre Dumas con certeza ha Inspirado eslrj ffl
ludón a los miembros de la Comuna. Lamentamos vernos obligados a decirles que no l- I""'
La censure dramotique el le théOtrO 11
historia con leduios de novelas".» Viclor Hal!ays-Dabol,
1870) [¿a censura dramática y el leatro ( 1850-1870¡\, París. 1871, pp. 68-69 y p. 55 |l I i
d'Ordrees probablemente un órgano de Rochefoit.] |1( 1,
■5i en efecto Rimbood es admirable, no b es por estar muerto, sino por haber hablado, f l
muerto, es sin duda por blla de verdadera audiencia. Por eso es por lo que la sociedad ert ■
vivía no podía ofrecerle esta audiencia. Debemos recordar el simple hecho de que RimtKHH
1871 vino con toda naturalidad a París a integrarse en el ejército de la Comuna. En hI G u l
del ChóteOLHd’Eau el ¡oven Rimbaud todavía no dudaba de b utilidad de escribir y cinhiM
bs manos de lo Gueuse, de la Jeanne-Marie de los suburbios, que no es la Morionrie da ( f l
yola de bs alcaldías:
Estas no son manos de primos
Ni de obreras de omplio frente
Hediendo o fábrica que tuesto en el bosque
Un sol ebrio de alquitrán.
«la Comuna, donde radicaron únicamente los elegidos de los barrios obreros, eslaba Ihiiiiim Im
por una coalición de revolucionarias sin programa común. De los 78 miembros, só lo ...i vitllw
lena tenía proyectos de reforma social; lo mayor parte de ellos eron demócratas jacobinos de
la tradición de 1793 (Delescluze),» A, Malet, P. Grille!, XIX11siécle [Siglo XI)f], París, 1919,
pp. 48M 82. Ik 1 a, 31
Durante la Comuna volvió a surgir el proyecto de un Mojón Maldito, que debía erigirse
en la esquina de una plaza en cuyo centro habría un monumento. Todas ¡as personali
dades oficiales del Segundo Imperio se encuentran (en el proyecto) allí. Tampoco falta
el nombre de Haussmann, Debía surgir así una «historia infernal» del régimen. Pero se
pensó llegar hasta Napoleón 1, «el perverso de Brumano -|ele de esta Raza maldilc de
bohemios coronados que nos ho vomitado el Cotso, de esto línea fatal de bastardes en
donde no hay que reconocerse.» El proyecto, impreso en forma de cartel, está fechado
el 15 de abril de 1871 (Exposición *Lo Comuna de París», Mairie de Saint-Denis.)
Ik 2, 1]
Una litografía de Marcier titulada «La poitida efe lo Comuno(»), editada por Deforet y César,
muestra a una mujer (?) que cabalga sobre un engendro de hiena y penco, envuelta en un
inmenso sudario, alzando la bandera roja, sucia y hecha jirones, dejando tras de sí un borroso
callejón repleto de casas en espesas llamas (Exposición de la Mairie de Saint-Denis.)
Ik 2, 31
Tras la toma de París, la lUitsiralton publicó undibujoen el que se muestrala «Caza del
hombre en las catacumbas». En efecto, un día se exploraron lascatacumbas en busca de fugi
tivos Todos los que se encontraron fueron aniquilados. Las tropas bajaron allí por la plaza
Denfert-Rocliereau, mientras que se bloquearon las salidas de las catacumbas en el llano de
Montsouris. (Exposición.) ík 2, 41
Una octavilla comunera lleva un dibujo titulado «los cadáveres descubiertos en los subterrá
neos de la iglesia de Saint-laurent». Se decía que allí se habían encontrado cadáveres de
mujeres que no podían ser de hace muchos años, con los muslos desgarrados y las manos
atadas. (Exposición.) [k 2, 5]
Una hoja suelta, litografía: «Ella>(.) La República como una bella mujer rodeada de una ser
piente con la cabeza de Thiers. La mujer tiene un espejo suspendido encima de su cabeza.
Al pie:
«De cien maneras puedes cogerla;
Está en alquiler, pero no en venta». [k 2, 6]
Una caricatura de Courbet: el pintor de pie sobre una columna rota. Título: «A<iiiilMH
S(a!o) cKe los) E(s)ampos), kc 164 a I (cfr. ilustración 15). Ik ¡ |¿|
«louise Michel, recordando una conversación que tuvo ccn Gustave Couibet. nos muoWH
e! gran pintor partidario de lo Comuna, extasiado de fuftíro, se pierde en ensueños Cuo. I
o apreciar su siglo XIX, no liener por ello -sino al con*raño, son su causa - uno gron^^^^|
conmovedora y maravillosa "A cada cual, profetizo Courbet, desde e! momento en qoo i
gue sin trabas o su genio, París le doblará su importancia. Y la dudad internación il a tffl
podró olrecer o las orles, a lo industrio, al comercio, a los tionsocciones de cualqtwii <l<u
los visitantes de rodos ios países, un orden imperecedero, el orden creado por los ciud^H
que no podró ser interrumpido por los p'etextos de pretendientes monstruosos.’ Suefto liln H
poi sus ospecios de Exposición Universal, peio que, a pesor de todo, implica piolum lat^^H
dades, y en primei lugai la certidumbre de un orden unánime poi fundoi, 'el orden mor i"t n | fl
ciudadanos'» Jean Cassou, «La semaine songlanle* [«La semana sangrienta»] (
mayo 1936 | |k 1 i
Engels y la Comuna: -En tanto el comité central de- la Guardia Nacional dirigió la acción,
tenía esperanza El consejo de “reforzar el lado norte de las colinas de Montmartre, el lado
prusiano", que Marx hizo llegar a Paris, procedía sin duda de Engels. Temía que de lo con
trario todo el levantamiento acabara 'en una trampa para ratones". Pero la Comuna no
siguió esta advertencia y también dejó pasar la oportunidad, como constató dolorosamente
Engels, de atacar en el momento adecuado... Al principio, Engels pensó que la lucha iría
para largo... En el consejo general insistió, en que los trabajadores parisinos estaban m ili
tarmente mejor organizados que en cualquier levantamiento anterior; los ensanches de las
calles realizados tajo Napoleón III les serían útiles si el ataque pasaba a la ciudad; por pri
mera vez las barricadas se podrían defender con cañones y tropas regulares-. Gustav Mayer,
Friedncb Engels, O. Engels und der Attfstieg der Arbetterbewegung in Europa {Engels y el
despertar del molimiento obrero en Europa], Berlín, (1933), p. 227. [k 3, 21
■En 1884 le reconoció- [Engels] -a Bemstein que en las obras de Marx “se atribuyen las tenden
cias inconscientes de la Comuna a planes más o menos conscientes", y añadió que esto había
sido “algo justificable dadas las circunstancias, e incluso necesario'... la mayoría de los que par
ticiparon en el levantamiento eran blanquiscas, y por unto revolucionarios de orientación nacio
nalista que confiaban en la acción política inmediata y en una dictadura autoritaria compuesta
de unos pocos hombres decididos. Sólo una minoría pertenecían a la Internacional, dominada
aún por el espíritu de Proudhon. y por tanto no podían calificarse de revolucionarios socialis
tas, por no decir marxistas Lo cual no impidió que en toda Europa los gobiernos y la buigue-
sia consideraran que este levantamiento... liabia sido provocado por las altas instancias de la
Internacional-. Gustav Mayer, Friedrich Engels, II. Engeis y i4 despertar del molimiento obrero en
Europa, Berlín, p. 228. Ik 3 a, 1]
La primera communio. la ciudad. -Los emperadores alemanes, como por ejemplo Federico
I y II, emitieron edictos contra estas “communianes" Icomunidadesl, “conspirationes”...
todo esto en el espíritu de la Dieta alemana... Frecuentemente resulta extraño que la pala
bra " communio"... se vitupere en el mismo sentido en que hoy se hace con el comunismo.
Así, por ejemplo, escribe el sacerdote Guilbert de Noyon: "Communio es un término nuevo
y muy malo". Los pequeños burgueses del siglo xn resultan a menudo patéticos cuando
invitan a los labradores ¡¡ huir, cuando vayan a la ciudad, de la communio jarata - Marx a
Engels, 21 de julio de 1854 desde Londres [Karl Mara-Friedrich Engels, Ausgewábite Briefe
[Cartas escogidas), Moscú-Leningrado. V. Adoratskíj ed., 1934, pp, 60-61], [k. 3 a. 2]
lbsen tuvo una visión de más largo alcance que algunos de los dirigentes de
la Comuna en Francia. El 20 de diciembre de 1870 le dice a Brandes: «Hasta
hoy, nos hemos limitado a vivir de las migajas de la mesa de la revolución del
siglo pasado, masticando hasta la náusea el mismo alimento... Libertad, igual
dad y fraternidad ya no son 1(3 que eran en tiempos de la dichosa guillotina.
Esto es lo que los políticos no quieren entender, y por eso les odio». Henrik
lbsen, Sámtlicbe Werke [Obras completad, X, (Berlín, 1905), p. 156. [k 3 a, 31
Fue el proudhonista Beslay quien, como delegado de la Comuna, se dejó eonvc’iuwr 11H
de marzo por De Plceuc, subgobernodor del Banco de Francia, de no locar por el lilv lM
la nación los dos mil millones de francosO .los verdaderos rehenes-, Impuso su 'i <niM
con ayuda de tos proudhonistas del Consejo. |lt I, ffl
Blanqui en la Patria en peligro, la revista que publicó durante el asedio: «Berlín dobtj^H
ciudad sonto del porvenir, la irradiación que ilumina el mundo Paris es Bobilonio usur¡ u 1x41
corrompida, lo gran proslilula que el enviado de Dios, el ángel exlei minador, con la Blhlki
mano, va a borrer de la faz de la herró ¿Ignoráis que el Señor ha marcado a la roza
con el sello de b predestinación?... Defendámonos. Es la ferocidad de Odin, duplicado O ^H
ferocidad de Moloch, 'a que marcho conlia nuesl/as ciudades, la baibane del vándalo j) lo ■
barie del semita» Cit Gustave Gelfroy, / 'enfermé [El encerrado], París, 1897 p. 304 ||i 1,1
Formaciones militares en la Comuna: «Jna tropa poco preocupado por franquea» tus
que prefiere la atmósfera de batallo de su barrio onles que la Jucha en ccmpo abierto, l<i l<«lyf^H
las reuniones públicas, de los clubs, de las operaciones de poliaa, y, si fuera preciso, lo ttM^H
detrás de los adoquines omontonados de una calle de París» Georges loronze. Historia,
Comuna de 1871, París, 1928, p. 532. |it i, f|
Courbet, junto con otros partidarios de la Comuna, se opone a Protot para evitar líi i M
trucción de las colecciones deThíers. (I, I f l
«Esta orgía de poder, de vino, de muchachos y de sangre que se liorna la Comuna» 1 ImiMi
louandre, las ideas subversivas de nuestro tiempo, París, 1872, p 71. |k I, n|
1
[E l S e n a , e l P a r ís m á s a n t i g u o ]
Hacia 1830: «0 barrio estaba lleno de jardines, cuya descripción ha dejado Hugo en Ce qui
passait atrx Fevilhntines [lo que sucedió en los Bernardos]. E! Luxembourg. aunque era más
grande que en fo actualidad, estaba bordeodo directamente por tas casas, y coda propietario
lenio una Bove de) jardín, por donde se hubiera podido pasear toda la noche» DubectvD’Espe-
zel Hhto’ie de Poris [Historia de Poris], París, 192Ó, p. 367 (11, 11
«Rambuteau hizo plantar» -en ei bulevar Saint-Dettis y Bonne-NotavUe- «dos hileras de árbo
les para sustituir a los que, antiguos y bellos, se habían marchitado en las barricadas de 1830».
Dubech-D'Espezel, Historia de París, p. 382. 0 1, 2]
«Las amas de cosa quieren sacor el agua del Sena, los barrios alejados son alimentados por
los aguadores.» (Monarquía de julio.) Dubech-D'Espezel. Historia de París, pp. 388-389.
D 1,3)
Antes de Haussmami: «Antes de él, los antiguos acueductos no podían llevar el agua por encima
de un segundo piso», Dubech-D'Espezel, Historia de Poris, p 418. [11, 4]
«la anglomanía... aclúa sobre los ideas después de la Revolución, sobre las modas después de
Waterloo. Del mismo modo que los ponentes constitucionales copiaban las inslituciones, se van
a copiar los parques y las plazas.» Dubech-D'Espezel, Historia de París, loe. cit., p. 404,
Í1 1, 5]
«La vía del Sena comenzó, lo vemos en Estrabón, a ser utilizada y apreciada. Lutecia se convir
tió en el centro de una corporación do navegantes o marineros que, en tiempos de Tiberio, ele
varon al emperador y a Júpiter el temoso aliar que se encontró debajo de Notre-Dame en 1711.»
Dubech-D'Espezel, Historia de París, loe, cit,, p. 18. 11 1, 6]
«El invierno no lúe rudo. Se veían buenas viñas e Incluso higueras desde que se tuvo el cuidado de
revestirlas de paja,» Dubech-D'Espezel, Historia de París, loe, cit., p. 25, [1 1, 71
■El Sena parece exhalar aire parisino hasta su desembocadura.- Friedrich Engels, Aun M
ñadí Bera* [-De Paiís a Berna-], Die Neue Zeit XVII. 1 (1899). Stuttgart, p. 11.
«Si ohora se ho conseguido lee! en los poiques públicos, esló prohibido fumar; la libertad ( f l
se empiezo o decir, no lenta Itcenctc » Nadar. Quand f ’élais photographe \Cuando yo
grafo], París, (1900), p. 284 (.1830 y oliededores*j. II I, tfjl
■Veremos en seguida levantar e) Obelisco traído ayer de Louqsor por el príncipe de Joirivilln M
mos emocionados, porque corren rumores que no deben de tranquilizar al ingeniero lebuv «itMM
gado de la erección: los ingleses, siempre celosos... habrían pagada a un traidor para serrni «I mv
rior de los cables: |Oh los inglesesi» Nodar, Cuando yo era fotógrafo, París, p. 291 (< IHMpB
inmediaciones»), (I i mi
En 1848 se plantaron en París álamos como símbolos de libertad, Thiers: ■ Pueblo, lií i •
ras». Se talaron en 1850 por instigación del prefecto de policía Carller. |l I 11|
-Se v-en jardines, sin duda minúsculos, pero que ofrecen con lodo un pequeño lunar ik lflH
leer un libro entre la vegetación; aquí y a llí canta incluso un pájaro. - La plaza St <n-<fl
ges es sin embargo todo un encanto. Se han concillado aquí el gusto rural y el urbiint > m i
rodeada de edificios que por una parte dan a la ciudad, por la otra al campo.- A cmu ii.it
que añadir fuentes, terrazas, invernaderos, parterres. L. Rellstab, Paris im Fríibjabt l/H .|
Briefe, Beríchtn und Schílderungen [París a principios de 184$. Curtas, reportajes r
cripcíones], I, Leipzig, 1844, pp, 55-56, || | n, ||
«París está entre dos capas, una capa de agua y una capa de aire. la capa de agua, qun yriQM
una profundidad subterránea bastante grande . está provista de ut lecho de arenisca veidn iiK m I
entre la creía y lo caliza dd jurásico; este lecho puede estar representado mediante un d lM ^H
veinticinco leguos de radio; multitud de ríos y de artayos discunen hocia él, se bebe del 'oiki M
b Mame, del Yonne. del Oise, del Aisne, del Cher, de b Vienne y del tone en un vaso d* adH
del pozo de Gienele. la capo de ogua es sana, viene ante todo del áeb, a continuación
tierra; b capa de oiie es malsana, viene del albañal.» Víctor Hugo, GÉwes completes [OJ< j i mmi
pfetas], Novela9, París, 1881, p 182 (íes Misérables [ios miserables|), II l i J|
A comienzos del siglo XIX había aún trains de Ixtis (¿balsas?) por el Sena, y Ch L Viel se i| i| M
en su escrito «De la incapacidad de los matemáticas para garantizar lo estabilidad de bs scIíIn k >k(flj
de que los pilares del puente del Louvre destrozaban las trains de bolsa su paso. II I .i
Sobre las redes de SainlGoud afirma entre otros Merder (Tablean de París \Cuadm de MnH Itl
Amstendam, 1782, p. Y)7): «Los cuerpos de los desdichados que se ahogan., se detienen, exo>| >l<■
mi d
tiempo de los hielos, en bs redes de SaintCbud». Muchos, entre ellas Duburc, hablan de esta» ii*l>«,
otros, como Go/.lan y Toudiard-Lafosse, niegun su existencia. lin los archivos de Paris no luv mu
guna referencia sobre ellas. La tradición afirma que se retiraron en 1810 Según Firmin Maillaal,
Recberches bistoriques et critiques sur la Morgue Ihwestigaciorres históricas y criticas sobre la
Mtirgud. París. 1860 El último capitulo de este libro (p. 137): «los redes de SortOoud(»). II 1 a, 4)
Sobre «Un río subterráneo en Poris». que quedó en gran parte al descubierto a principios del siglo
xvii: «0 ar:cyo_ de este modo -descendió un poco b perdiente hasta b casa que, ya en el sigb xv,
tena dos salmones corro estandarte, al poso de b cual Ha tomado ese nombre Habiendo engro
sado aft con aguas que venían de les Halles, se metía bajo tierra, al bdo de donde se abre actual
mente b calle Mandar, y donde b entrada de b gran alcantarilo, durante mucho tiempo anchurosa,
dio paso a bs bustos de Marat y de Saint-Fargeau.. después de ihermidor... El arroyo se perdía... en
el Sena en la porte inferior de la ciudad... Sucedía de hecho que el arroyo fangoso contagiara la
peste al paso por los barrios que atravesaba y que lormaban una de las parles más populosas de
París,., Cuando la pesie llegaba a abatirse sobre ellos, producía de antemano un rincón de pestilen
cia*. Édouard Fournier, Enigmes des rves de París [Enigmas de las calles de París), París, 1860, pp. 18-
19, 21-22 («Un rio subteitáneo en París»]. [12, 11
«Recordamos la lámpara divino de boquilla de plata, con resplandores 'blancos como la luz
eléctiico' que, en los Cantos de Maldoror, desciende lentamente po< el Sena atravesando Poris.
Más tarde, en el otro extremo del Ciclo, en fantamas, el Seno conocerá también hocia el mue
lle de Javel inexplicables resplandores que andan errantes en sus profundidades » Roger Caillois.
«Paris, mythe moderne» («Paris, mito moderno»] [N(ouvelle) R(evue) F^ranfaise) XXV, 284 (1
mayo 1937), p. 687). [I 2, 2)
Los muelles del Sena también le deben a Haussmann su remate final. Fue entonces cuando
se construyeron los paseos de arriba y se plantaron árboles abajo, en la orilla... enlazando
así, también desde un punto de vista formal, la gran calle que representa el río con las ave
nidas y los bulevares, Pritz Stahl, Paris [Paris\, Berlín, 0929), p. 177, [I 2, 31
«Si Lulecla no mantenía aún relaciones directas con las grandes ciudades del norte, estaba en
lo ruta comercial que doblaba el no por tierra... Era la gran vía romana de la orilla derecha, que
se convirtió en !a calle Sainl-Martin. En el cruce de Chóteau-landon se separaba un segundo
camino, el de Senlins Un tercero, el camino de Melun, colzoda trazada sobre un pontano pro
fundo hacia la Bastilla, existía tal vez desde el Alto Imperio.-: será la calle Saint-Antaine»
Dubech-D'Espezel, Historia de París, Pons. 1926. p 19 (I 2, 41
•Partiendo de los bulevares, descienda por b calle de Rougemont: verá que el Comptoir d'Es
campe ocupa el fondo de una acusado depresión: está usted en el primer cauce del Sena.»
Dubech-D'Espezel, Historia de Paris, París, 1926, p. 14 [12 a, 1|
Para una caracterización del ocio, Salntc-Bcuve en su ensayo sobre Joubert: «“Conversar y
conocer, sobre lodo en eso era en lo que consistía, segJn Platón, ia felicidad de la vida privada,"
Esta clase de hambres de conocimiento y de amantes... casi ha desaparecido en Fu
pués de que cada cual lo haya convertido en oficio». Correspondance dejoubeit |(
dencta de Jouberí\, París, 1924, p. XCIX.
En la sociedad burguesa, la pereza -por emplear un término de M ,.u
dejado de ser algo -heroico». (Marx habla de! «triunfo... de la indusiriu MÍ
la heroica pereza». Bilanz der preu/Siscben Revolution Ge.i(iiininá
Scbi(iften) von Karl Marx n{¡ul) Fríedrich Engeis [Balance de la iv n i/fJ
prusiana. Obras completas de Marx y Engeis, III, Stuttgart, 1902, p ¿ I I (
Con la figura del dandi, Baudelaire intenta que la ociosidad tenga iIm'HI
utilidad, como antes la tuvo el ocio. La vita contemplativa se susiituyM
lo que podría llamarse vita contemptiva. (Cfr. la parte 111 de mi inanimd
(scil. Das París des Second Empire bei Baudelaire [El Penis del Segtmdi >lnt
río en Bandelairéfy.)
¿Será antes que nada la empatia con el valor de cambio lo que cíip.u lu >||
hombre para la «vivencia total»? |im I .i,
Hay dos instituciones sociales en las que la ociosidad es parte integrante: los
servicios de noticias y la vida nocturna. Ambas exigen una forma específica
de disposición al trabajo. Esta forma específica es la ociosidad. Im 2 a, 21
«Todas las ideas religiosas, metafísicas e históricas, al final no son sino prepaítido» dj
rados a partir de grandes vivencias pasadas y de las representaciones de las mUrtllB
helrn Dilthey, Das lirlebnis und die Dicbtung[la vivencia y la poesía], Leipzig-Bcrlli 1
p. 198. Im V i
•El campo de acción propio de la representación intuitiva de! suceso temporal es el Int. >n0
vivencia!. el reportaje. Accede este inmediatamente al acontecimiento. ¡1 la ve/. <|U049
rra 3 la vivencia. Requisito para ello es que el acontecimiento se vuelva de veltlud V|^H
cia en el periodista que informa... La capacidad de tener vivencias es por tanto un ntdjfl
sito... del buen... rendimiento laboral.- Dovífat, -Formen und Wlrkungsgeselze den fHÜn
der Zeitung- [-Formas y leyes de efecto del estilo en la prensa-I ( Deutsche /Ve.vvc 1 ,U n i
1939), Berlín, p, 285). |m \ 4)
Para las relaciones que el ocioso gusta mantener con el corrupto mundo ele
gante, el estudio es una coartada. En particular, se puede decir de la bohe
mia que durante toda su vida estudia su propio entorno. Im 3 a, 6]
Dios tiene a la creacióntras de sí; Él descansa de ella. Este Dios del séptlilii 11||
es el que el burgués ha tomado como modelo para su ociosidad. En laJUhiifM
dispone de su omnipresencia; en el juego, de su omnipotencia y, en el i">tu(^|
de su omnisciencia. - Esta trinidad está en el origen del satanismo en Batid l.tliM.
- La semejanza a Dios del ocioso muestra que el viejo dicho (protestante), tía
tejo es el adorno del burgués-, ha empezado a perder validez.
Las exposiciones universales fueron la alta escuela donde las masas, apailt*
das del consumo, aprendieron a compenetrarse con el valor de tamltM
-Verlo todo, no tocarnada.» |m t. H
Entre los requisitos de la ociosidad, la soledad posee una importancia espé< liilu]
Pues sólo ella emancipa virtualmente a la vivencia de todo acontecimienli i, |«11
pequeño o nimio que sea: pone a su disposición, tle camino a la enipiillii, ii
todo transeúnte como su sustrato. La empatia sólo le es posible al solitarli >¡ |»u
eso la soledad es requisito de la verdadera ociosidad. lm 1 n. Jl
Sobre el lipo del cazador en el fláneur. «Lo masa de arrendatarios y de huéspedes, !<■|hm >
comienza a eriai de lecho en lecho en este mai doméstico, como el cazador y el pnnk n <In hi
prehistoria, y asi se acaba la educación intelectual del nómada*. Oswold Spenglei, ta iMt lili i/»
I 'O ccidenl [El acoso de Occidente], II, París, 1933, p. 140 (mi *>, '■!
H is t o r ia de las sectas]
Escena en el dorm itorio de una prisión, a principios de los años treinta ü! autor cita sin
consignar la fuente: «Por la tarde, en el dormitorio en voz baja, "Los obreros republicanos, antes
de acostarse, jugaban a lo Revolución de 1830, espede de charada compuesto par ellos; ella
reproducía todas las escenas de lo glorioso semona, desde la liberación de Charles X y de los
ministros que firmaron las Ordenanzas hasta el triunfo del pueblo; se representaba el combato
de las barricadas mediante una batalla a golpes de cabezales detrás de las camas y los ca í
chones amontonados; finalmente los vencedores y los vencidos se reconciliaban para cantar ¿o
M arsellesd'*. Charles Benoist, *1 'horrime de 18¿íi» [«El hombre de 1848»], i [Revue des deux
mondes (1 julio 1913), p. 14/). Probablemente el pasaje citado sea de Chateaubriand.
lp I, 21
Ganeau. «El Mapah... se presenta bajo las especies de un perfecto dandi, al que le guslan^|
caballos, adoran los mujeres, y que degusta la buena eximida, peto completamente despiijflM
de dinero Suple esta falto de recursos con el juego: es un habitual de todos los garitos del lic)|^|
RoyaL Cree que está destinado a set el redentor de la compañera deI hombre, y. adoptt^H
titulo de Mapah, nombre formodo por las primeras sílabas de dos palabras: mamá y pupH
Anade que lodos los nombres propios deben modificarse de esto monero: debe llevarse,
el nombre del podre, sino !a primera sílaba del nombre materno combinado con la del
paterno Y. pora mejor marcar que se despoja de su antiguo nombre firmo: "0 quo H
Ganeau'». Reparte sus octavillas a la salida de los teatros, o las envía por correo; Imnrifl
también convencer a Víctor Hugo tic que protegiera su doctrina. Jules Bertaut, «le 'MapaJH
!*EI 'Mapah'»] (le Temps, 21 septiembre 1935]. Ip I . m
Charles Louandre sobre las fisiologías, a las que acusa de corromper la moral: «Eso luHfl
género.. ho llegado muy rápidamente o su deslino, lo fisiología, que se produce en el forrmiii >irv l
32 para que lo compren... los paseanles, figura, en 1836, en la Blbliographie de la France, « n i
volúmenes, liega a 8 en 1838, 76 en 1841, 44 en 1842, 15 al año siguiente, y, desde hoc» >U|
orlos, aperios si se encuentran 3 ó A. De lo fisiología de los individuos se ha pasado a lo lltld H
gía de las ciudades. Hemos tenido Paris por la noche, París o la mesa, París en el agua, /Viril f l
caballo, París pintoresco, París bohemio, Paris literario, París de boda; después ha venido lo Ih|<11
logia de los pueblos: los franceses y los ingleses pintados por ellos mismos', a continuación let >l| I
los animales: tos animales pintados por ellos mismos y dibujados por otros. Finalmente... lo» a (H
res.., a (alta de temas, han acabado por pintarse a sí mismos, y se nos lia dado La fisiologhi i l
los fisiólogos», Charles Louandre, «Stalistique lllférolre. De la production ínlellecluelle en I iitn fl
depuís quinze ans» [«Estadística literaria. De la producción literario en Francia desde hace quima
años»] {Revue des deux mondes. 15 noviembre 1847, pp. 686687] lp I ¡ I)
Toussenel sobre su mundo de los pájaros. «El mundo de los pá|aros no es sino su terna
sorio, mienfras que el mundo de los hombres es su tema principal» toe. cit., 1, p. 2 (AdvertonljB
del autor). lp | it, t)
Toussenel en la <Adver1enao ael autor» para El mundo de los pájaros «[El autor] ha querido porwi ilt
relieve b importancia de b parte culinaria de su lema dándole al arlícub arado más espado qn»i «I
que habiluclmente ocupa en las obras científicas», toe. cit., I, p. 2 lp 1-n, >t)
«Admiramos al pájaro... porque en el pá|aro, como en cualquier política bien organizada, c|ui*n
distribuye los rangos es la galantería... Sentimos por instinto que la mujer, que salló de matius i|n|
creadoi después del hombre, ha sido creado para mandarle a éste, asi como éste lia iioi l'ln
para mandar sobre las bestias que han venido antes que él», {loe. cit., p, 38). |p I .i '•I
Según Toussenel, las razas que más Im portancia conceden a la mujer son también |u* ptl
meras, com o ocasionalm ente los germanos, pero sobre lo d o los franceses y los grlegnu
«Así como el ateniense y el Itancés están marcados por el halcón, el romano y el inglés lo están
por el águila». (Pero el noble «no se incorpora ol servicio de la humanidad») A. Toussenel, El
mundo de los pájaros, I. Paris, 1853, p. 125. [p 1 a, 6]
Fisiologías cómicas Museo de lo risa. Museo Phil pon. Museo o almacén cómico, Museo por-
sino, Las metamorfosis del día [p 2, 1]
Serie gráfica de Beaumont, íes Vésuuiennes. 20 láminas. Serie de Daumier: les Dúvrceuses.
Hay una serie —¿de quién?- llamada les bas-bleus. (p 2. 2]
Nacimiento de las fisiologías «La enceh/lida lucha política de los artos 1830-1835 había for
mado un ejército de dibujantes... ejército... que las leyes de septiembre dejaron política
mente fuera de combate en su totalidad. En una época, por tanto, en la que había pene
trado en todos los secretos de su arte, se encontró de pronto reducido a un solo campo
de operaciones: la descripción de la vida burguesa... Éste es el presupuesto que explica la
colosal Revista de la vida burguesa, que se inicia aproximadamente a mediados de los años
treinta en Francia... No hay nada que no desfilara por allí... los días de júbilo y los de luto,
el trabajo y el descanso, costumbres matrimoniales y de solteros, familia, casa, niños,
escuela, sociedad, teatro, tipos, profesiones*. Eduard Fuchs, Die Karíkatur d er europai's-
chen Vólker lia caricatura de los pueblos europeos], I, Múnich, (1921), p. 362. tp 2, 31
¡Qué mezquinos vuelven a resultar, a finales de siglo, los escritos sobre cier
tas circunstancias fisiológicas! Significativo de ello es una descripción de la
impotencia procedente del libro de Maillard sobre la historia de la emanci
pación femenina, que en su orientación general prueba con toda rotundidad
la reacción de la burguesía consolidada ante el materialismo antropológico.
Al hilo de exposición de la teoría de Claire Demar, dice: «Ella... hablará de las
decepciones que pueden proceder del extraño y enorme sacrificio a cuya costa,
bojo el ardiente cielo de Italia, más de un niño pequeño corte la suerte de conver
tirse en un cantante célebre» Firmin Maillard, la légende de la lemme ém anapée
[fa leyenda d e la m ujer em ancipada], Paris, p. 98. [p 2, 41
Un pasaje central del manifiesto de Claire Demar: «la unión de los sexos deberá set en el
futuro el resultado de los simpatías mejor estudiadas...; y se reconocerá entonces la exis'enckj
de relociones intimas, secretas y misteriosas entre dos almas... Todo ello podrá aún legar a cho
car contra una última prueba decisiva, pero necesario e indispensaole |||Lo PttLEBA de la Mate-
SíA por la Materia; el ensayo de lo Carne por h CarneIIL. Ocurre que muy a menudo, en el
umbral de lo alcoba, una llamo devorodoro se ha extinguido, ocurre que muy a menudo, para
más de una gran pasión, las sábanas perfumadas de la cama se han convertido en un sudario
de muerto; más de uno... leerá estas líneas, lo cual por la noche habla entrado en el lecho de
hlmen, palpitante de deseos y de emociones, se ha levantado por lo mañana Iría y helada».
Claire Demar, Ma loi d 'avenir [M¡ ley de futuro], París, 1834, pp. 36-37. [p 2, 51
Sobre el materialismo antropológico. Palabras finales del libro de Claire Demar Mi ley de
futuro: «Nodo de maternidad, nada de ley de la sangre. Digo que nada de maternidad: En
efecto, la mujer liberada... del hombre, a quien no le pagará ya el precio de su cuerpo... sólo
obtendrá su existencia.,, de sus obras. Para eso es preciso que la muier haga una obra, c tfl
pía uno función; -¿Y cómo podría hacerlo, si siempre está condenada o consumir una p a l
más o menos amplia de su vida en los cuidados que reclama la educación de uno o yin tal
rlños?... Quiere usted l'bertar a la mujer. |Pues bienl Del seno de la madre de la sang/n. |H
velo de nuevo o los brozos de a madre social, de lo nodriza funcionario, y el hijo estará m<i|M
educado., Entorces, solamente entonces, el hombre, la mujer, el hijo, se habrán todcn I «I
lado de la ley de la sangre de la explotación de la humanidad por la humanidad» ClaH
Demar, Mi ley de futuro, Obra pósluma publicada por Suzanne. Paris, 834, pp 58-.V} 1
[p 2.1, tl
• Entonces quél Ya que una mujer no liabiía sacado a lo luz púbica los confidencias de Wl | |
sacrones de mujer; ya que éntre todos los hombres que le rodeaban con sus cuidados... riin(^|
otro ojo sino el suyo sobria distinguir a aquel que ella prefiere,, resultaría.. que serla.
efe un hombre... |Enfonces quél Una mujer sena explolcxja... ya que, sin el *emor de verlo» f lH
garrarse.. ella podrfo dar simultáneamente satisfacción a varios hombres en su amor... Creo, c.ifl
M. Jomes de Laurence, en la necesidad... de una libertad sin... límites... a poyeda en el rnitlmM
al que convierto en base de la nueva moral» Claíre Demar, Mí ley de futuro, París, I
Pd. 31-32 [p 2 j, J|
De las disquisiciones contra el patriarcado: *¡Ah! Eso se apoyo en un inmenso conjunto dr pufH
odas parricidas, que. en medio de los gemidos alzados desde tontos pechos, en el solo nnitifaH
de padre y de madre, me aventuro a levantar la voz... contra ’a ley de la sangre y la ley de li m| «
radón» Claire Demar, Mi ley de futuro. Poris, 1834, pp. 54-55. lp 2 ti, f fl
Confesión lésbica de una sanslmoniana: «Comenzó a gustarme tanto la mujer que tenía cerca
como el hombre que tenía cerca... le dejé al hombie su fuerza física y su dase de inteligencia
para elevar a su lado de igual marera la belleza corporal de la mujer y sus particulares facul
tades espirituales». Sin indicación de obra ni de autor en Firmin Maillard, la leyenda de la
mujer emancipada, París, p. 65, Ip 3 a, 1]
fia], París, junio IR3Í: «Es más razonable pretender que a todos los hijos los ha hecho OfiH
que decir que todos los casados están unidos por Dios* (p. 14). De la falta de castiga tic |f l
adúltera por parte de Jesús, deduce laurence que éste no quería el matrimonio: «Él
donó, pues consideraba el adulterio como la continuación natural del matrimonio, y lo con^H
cuando se le encontró entre sus discípulos. Mientras exista el matrimonio, una mujer nlnllgH
debe ser criminal, puesto que cargo a su mcrído cofi los hijos de otro, Jesús no podía la j^ H
semejante injusticia; su sistema es consecuente: quería que los hijos le pertenecieron a lo niriqH
De ahí, estos notables palabras: "No llaméis a nadie sobre lo tierra vuestro padre, porqut^H
tenéis un padre que está en los cíelos".» (p. 13). «Los hijos de Dios nocidos de mujer sólo
liluyen una familia la religión de los íidios lúe la de la paternidad, baio la cual bs
ejercieron su autoridad doméstica, la religión de Jesús es la de la maternidad, cuyo símba|^H
una madre llevando a un hijo en brazos; y se llama a esto madre la Virgen, porque cumplt|^H
los deberes de una madre no había renunciado a la independencia de uno virgen.» (Pp 13i^H
lp i » , ■
«Algunas sectas,,, en los primeros siglos de lo Iglesia parecen haber adivinado las ¡nl<HictQ|^|
de Jesús los simonianos, los mcotaSas. los corpocratioaos, los basilidios, os mataonilas y oW^H
no sólo hobton abolido el matrimonio, sino que habían establecido la comunidad de la*
res.» James de lauience, los hijos de Dios o la religión de Jesús reconciliada con la ItfoMH
París, junio IB31, p. 8. |p < ll
•Balzac describió de un modo Inolvidable la fisonomía de los parisinos; los rostros ,i|« i
dumbrados, curtidos, demacrados, “la tez casi infernal de las fisonomías parisinas", mi «ii||
rostros, sino máscaras," Ernsl liobert Curtíus, B alzac , Bonn, 1923, p. 243 (cita de la mili
cha de los ojos de oro). ||i i, n
•El interés de Balzac por la longevidad forma parte de aquellas cosas que comparte con el
siglo xvm, Los naturalistas, los filósofos y los charlatanes de esa época coinciden todos en
ello.. Condorcet esperaba del futuro, que pintaba con vivos colores, la ilimitada prolon
gación de la vida. El conde de St. Genuain preparó un "té de vida”, Cagliostro un “elixir
vital "; otros recomendaban "sales siderales”, “tintura de oro" o “camas magnéticas”.- Ernst
Robert Curtius, Balzac, Bonn, 1923, p. 101. [p 4, 5]
Nota de Blanqui desde el hospital penitenciario de Tours, la primavera de 1846: «Los días
de comunión, las hermanos del hospicio de Tours son inabordables, feroces. Ellas hon comido
a Dios. El orgullo de esta digestión divina las convulsiona. Esos vosos de santidad se convier
ten en frascos de vitriolo». Gustave Geffroy, / enfermé [El encerrado], I, París, 1926, p. 133.
íp 4, 71
Sobre las bodas de Caná: 1848(:) «Se proyecto un banquete de pobres, a veinticinco céntimos el
banquete: pon, queso y vino, bebido y comidos en pleno SanlDeros. JMo hU » aSo, fijado en primer
Vxpr para el II de junio, despuéspara el 18de junio, después paro el 14 de julio, peto los reunio
nesque lo prepararon. abierto lo suscripción, los adhesiones que. en e! 8 de junio, son 165.532, aca
ban por sobreexcitar a b opinión». Gustave Geffioy. El encerrado. I. París, 1926, p. 192. Ip 4 a, 11
«En 1848 hoy en la hobitoción de Jenny, la obrero, alfileres en la pared, con los retratos de
Bérangeí, de Napoleón y de la Virgen. Lo creencia está seguro del advenimiento del culto de
la Humanidad. Jesús es un gran hombre del 48. En la masa hoy indicios de una fe en los pre
stigios... El Almanoch prophélique de 1849 anuncia el regreso del cometo de 1264, produ
cido en virtud de Marte, cometa guerrero.» Gustave Geffroy, El encerrado. I, París. 1926,
p. 156. Ip 4 a, 2]
Babick, diputado del distrito 10, polaco, obrero, luego sastre, luego perfumista: «El era...
miembro de la Internacional y del Comité central, al mismo tiempo que apóstol del culto lusio-
niano Uno religión de inspiración entonces reciente, producida para el uso de cerebros seme
jantes al suyo. Compuesto por cierto M de Toureil, reunía .. varios cultos, a los que Barbick había
añadido el espiritismo. Para ella, como perfumista, habla cieado una lengua fragante, a falla de
otro mérito, la droga y el ungüento, Escribía en la cabecera de sus cartas: París-Jerusalén, lo
lechaba con un año de la era fusionlana, y firmaba: Barbick, hijo del reino de Dios y perfumista».
Georges Laronze, Histoire de lo Comwune de 1871 [Historia de la Comuna de 1871], París,
1928, pp. 168-169. [p 4 a, 31
«La iniciativa fantasiosa del coronel de la 12.n legión no fue mós feliz. Ella instituía una compañía
de ciudadanas voluntarios encargada, pora mayor vergüenza de los refractarios, de llevar a cabo
su arresto.» Georges Laronze, Historia de la Comuna de 1871, París, 1928, p. 501. [p 4 a, 41
•Los sentimientos que suscitó Hegel entre los miembros de la Joven Alemania, que II un tl
una fuerte atracción a un rechazo aún más fuerte, encuentran su reflejo más claro »'fl
cuarentena que Gustav Kiihn pasó en el manicomio... Puesto que la Joven Alemania Ifll
tía más en el libre arbitrio subjetivo que en la liliertad objetiva, los jóvenes hegellano1»d¡
preciaron la "confusión carente de principios" de su 'egoísmo propio de una lite m ^|
recreativa-... Cuando en las filas de la Joven Alemania se manifestó abiertamente el i>n itl
de que la inexorable dialéctica de h doctrina hegelíana pudiera privar a la Juventud
su capacidad de acción, resultó ser algo no justificado • Al contrario, pues cuando H
miembros de la Joven Alemania, -tras la prohibición desús escritos, tuvieron que recQ^|
cer con cuánta diligencia se habían ainado ellos mismos las manos con cuyo apile.idn I jf l
bajo esperaban llevar una buena vida burguesa, su vehemencia quedó rápidamente <|MHM
guada - Gustar Mayer, Friedricb Engeis, i. Friedricb Engeis in setner Frübzeit \ /mv/fljB
Engeis en su primera épo&ii, Berlín, <1933). pp. 37-39. Ip \ I
Engel sobre el Wuppe-rtal: -Se prepara aquí un magnífico ten-eno para nuesiro junn li I
pió, y una vez que podamos movilizar a nuestros trabajadores de los tintes, sal\.i|r* d
impulsivos, habrás de maravillarte sobre el Wuppertal. Desde hace un par de aftoii, |i)fl
trabajadores lian llegado ya al último estadio de la antigua civilización; protestan, <itll
un importantísimo incremento de crímenes, robos y asesinatos, contra la anlíguv oi|dH
nización social, Las calles son muy inseguras por la noche; golpean, apuñalan v rol t u l
a la burguesía. Si los proletarios que hay aquí evolucionan según las mismas leyn <|iit<
los ingleses, pronto verán que de esle comportamiento,,, no se sigue provecho nl«linn
y entonces protestarán, como hombres con su capacidad universal, mediante el i ontll
nisino-. Engeis a Marx, Harmen, octubre de 1844 [Karl Marx-Friedrich Engeln, llu >(/
wecbsel fCorrespondencia] t, {Zúrich}, ed. Instituto Marx-Engels, 1935, pp. 4-S1,
l|* '• ll
Una de las formaciones sectarias más tardías del siglo xix es la religión fusio-
nista. La propagó L. J. B, de Tourreil (’ VIII t 1863 (¿ó 1868?)). La influencia
Je Fourier se aprecia en su periodización de la historia; de Saint-Simon pro
viene la concepción de la Trinidad como la unidad madre-padre a la que se
une la hija-hijo o andrógino. El comportamiento de la sustancia universal
queda determinado por tres proce&S cuya definición evidencia el escaso
valor del fundamento de esta doctrina. Estos procesos son los siguientes: *La
emanación... la propiedad que posee la sustancia universal de expandirse infinita
mente fuera de ella misma.. La absorción... la propiedad que posee la sustancia uni
versal de replegarse infinitamente sobre sí misma. La asimilación... la propiedad
que posee la sustancia universal de penetrarse intimamente en ello misma> (p. 1). —
Un pasaje característico, tomado del aforismo Pobres, neos, que se dirige a
los ricos para hablarles de los pobres: «Y, pot io demás, si no quiere usted ele
varlos hasta usted y desdeña mezclarse con ellos, ¿por qué entonces respiro el
mismo aire y habita la misma atmósfera? Pota no respirar y no csimilar su emana
ción... debería usJed salir de esle mundo, respirar olro aire, vivir en otro atmósfera»
(p. 267). —Los muertos son multiformes, y existen simultáneamente en muchos
lugares de 5a tierra. Por eso los hombres se tienen que interesar mucho
durante su vida en la mejora de la tierra (p. 307). Finalmente, todo se reu
nirá en una serie de soles que al fin, después de haber recorrido la estación
uniluz, producirán en la región universalizanle la luz universal. Religión fusionienne
ou doctrine de I 'universalisolion réalisont le vrai catholidsme [Religión fusioniano o
doctrina de la universalización que realiza el verdadero catolicismo], Paris, [1902],
Ip 5 a: 2)
* Yo. ¿Tiene usted alguna práctica de culto qje sea notable? M de Toureii Rezamos frecuente
mente, y nueslras rezos pot lo corriente empiezan con eslas palabras: 'Oh eterno y supremo
Map" Yo jG jé s;gnif;ca ese sonido: Map2 M. de Jouteil Es un sondo sagrado que reúne la
rr aue significa madre, la p que significa padie y lo o que significa amor Esos Ires lelras desig
nan ol gran Dios eterno » Alexandre Erdan (A A. Jacob), la France mislique [Lo Francia místico,
II, 2 vols., Pan's, [1855], p. 632 [paginación continua!. Ip 6, ll
«No deberla haber felicidad para la humanidad hasta el día en que la República hubiera
enviado a los hijos de Dios ai taller de carpintera de su señor padre.» Esta frase se le atribuye
a Courbet en una octavilla que presenta al público los héroes ele la revolución de febrero.
Ip 6, 31
r
[L a E s c u e la Po l it é c n ic a ]
Sobre el comercio: «Si b competencia que se hacen bs comerciantes... o cualquiei otra causa,
no les permiten vender en el tiempo oportuno, es forzoso... suspender sus negocios y arrojar
como contragolpe b desavenencia entre bs productores . Eso es b que hace que no se puedo
distinguir entre bs crisis comerciales y tes de b industrio, hasta tal punto depende la industria de
los intermediarios _ Uno verificación lenible se hace rápidamente de todos bs valores en circu
lación, y una enorme cantkbd de entre elbs son declarados nulos... Se les llama crisis a esos
momentos de verilicoaón de bs volores comeicióles». Eugéne Buiet, De b misére des classes
loborieuses en Angleterre et en France [De la miseria de hs clases trabajadoras en Inglaterra y
Fronda], II, París. 1840, pp. 211 y 213. Ir 1, ll
•En 1860 Fronda, que dormitaba entre bs brazos de la protección, se despertó bruscamente
'sobre la almohada del libre cambio*; Napoleón III, usando un derecho que le conlerio b cons
titución de 1852, había negociado, aporte del parlamento, y abierto nuestras fronteras a los pro
ductos de otras nociones y varios mercados extranjeros a nuestro libre comercio... Largos años
de prosperidad habían permitido a nuestras fuerzas industriales... sostener lo lucha mundial.»
Henry Fougére, Les délégations ouvrtéres aux expositions universelles sous le second empire [ios
delegaciones obreras en las exposiciones universales bajo el Segundo Imperio], Montlucon,
1905, p. 28 Ir 1, 2]
Fundación de la Escuela Politécnica: «El Terror en el interior, la Invasión en las fronteras... arrui
nado el país, no pudiendo ni traer del extran|ero el nitrato necesario para la pólvora, ni utilizar
para la fabricación de las armas sus manufacturas, caídas cosí todas en manos de los rebeldes;
tal es el cuadro en medio del cual van a proseguir bs deliberaciones de donde tía de salir la
nueva institución... "Todo lo que el genio, el trabajo y la actividad pueden crear en cuanto a
recursos, ha dicho Biot, se había empleado para que Francia pudiera sostenerse sola contra
toda Europa... todo lo que durara la gueira, aunque fuere eterna y terrible.'... La característica
de lo Escuela Politécnica... era la coexistencia do la enseñanza puramente teórica con una serie de
cursos de aplicación relativos a los traba|os civiles, o la arquitectura, a lo fortificación, a las
minas, incluso a las construcciones navales... Napoleón,., decretó la obligación del acuartela
miento para los alumnos... A continuación vinieran los acontecimientos de... 18)5, (ras los cid
les... no se ocultaba la esperanza de ver que la Escuela se reclutaba cada vez más entro 1(1
familias aristocráticos.. La institución pie'de así el carácte' de escuela preparatoria para luí fj
vicos públicos., la clencio puro no deba ganar nada en ella; porque... las promociones,, f l
1817 a 1830 son las que han dado, con mucho, la menor proporción de miembros al InstiluM
En 1848 lo Escuela estuvo amenazcda de supresión». A. de Lapporent, Le centenatre de I (cok
polytechrtique [El centenario de la Escuela Politécnica], Parí, 1894. pp 6-7 12-15. Ir 1,1
Votación tlel 18 de marzo de I87J sobre la posición que era deseable adoptar ame |(
Comuna en la Escuela Politécnica *Algunos... se preguntar qué es ese co"ni'é que se ptHrrxjj
elegido por la federación ce Ires mil ciudadanos Otros— proponen recuperar la Irodición d|
posado y ponerse a lo cabeza del movimiento. Después de una discusión muy viva, pero ■
tumulto, se paso a las voces: ¡Los partidarios del Comité central son catorce!». G, Pinel, HiíHM
de I 'École polyiechntqoe [Historio de lo Escuela Politécnica], París, 1887 p 293. Ir I .i, I
En 1871. la Escuela Politécnica encontró una justificada desconfianza. Se oyeron coid
como: «¡la Escuela yo no es como en 1830!» (P:net, (loe. dt), p. 297). tr 1 ,i . i
«A menos que uno sea rico . o que tenga un cerebro eslrecho... el sosiego de la tivilij
es para el trabajador agobiante Por más que no haya nubes en el cielo, que voidofl
la casa que habita, embalsamada pot las flores y amenizada por los cantos do lot I
pájaros, su espírílu maclivo permanece insensible a los encantos de lo soledad Si,
por azar, su oído sorprende algún ruido agudo venido de alguna manufactura lojdttM
o incluso el monótono chapoteo del molino de una fábrica, al instante su frente :.e llti
mina; ya no escucha el melodioso canto de los pájaros; ya no huele el exquisito ]inf«
fume de las flores; el humo espeso que se escapa de la alta chimenea de la fábll( i
el ruido resonante que el yunque le envía, le hacen estremecerse de alegría, nn ni
elándole los días felices de un lraba|o manual, solicitado por la inspiración d e l....■
bro.» Édouard Foucaud, Paris inventeur. Physiologie de l'induslrie franpaise [ftií/l
inventor. Fisiología de lo industria francesa], París, 1844, pp. 222-223. Ir I ,i il
«"En medio do! desorden que reinaba, escribe Vaulabelle, su uniforme conocido, amado pin
lodos, les daba una especie de carácter oficial que los convertía en... los agentes rmV, m li
vos y más útiles del poder que se organizaba..." "Cuando tentamos que dar una orden |ir im
exigir el apoyo de uno fuerza cualquiera, dice Mauguin, confiábannos en general sil n|m u
ción a un alumno de la Escuela Politécnica, El alumno descendía por la escalinata del Ayiin
(amiento; antes de haber llegado a los últimos escalones se dirigía a la multitud atenta y sen
cillamente pronunciaba estas palabras: /doscientos hombres de ¿uena voluntadI Después
terminaba de descender y se internaba so'o en el oasadizo. En el mismo momento veíamos
separarse de las murallas y marchar detrás de él, unos con fusiles, otros solomen'e con
sables, a un Sombre, dos hombres, veinte hombres, después cien, cuatrocientos, quinientos;
hab'a siemp'e el doble de los que se habían pedido.*» G Pinel, Historia de la Escuela Poli
técnica. Poris, 1887, pp. 156-157 Ibis dos citas que se incluyen son de Vaulabelle, His-
loire de deux restaurotions [Historia de las dos restauraciones], VIII, p 291 y letlre de
M Mauauin au lournal Lo Presse [Carta de M Mauqutn ahs&riódico La Pressel, Saumur, 8
marzo 1853]. Ir 2, 11
Los alumnos de la Escuela Politécnica organizaron una colecta para ayudar a pagar al Tri-
butie una multa. Ir 2, 21
Lamartine en Destinos de la poesía según Michiels: >W Lamartine, que ha visto con sus propios
ojos la servidumbre intelectual del Imperio, la describe... 'Era una liga universal de estudios mate
máticos contra el pensamiento y la poesía Sóto lo cifra estaba permitida, era Honrada, prote
gida, pagada. Asi como la cifra no razona el ¡ofe militar de esla época no quena otro._
secuaz». Alfred Midnels, Histoire des idées httérobes en tronce au X if siéde [Historia de los
ideas literarias en Francia en e! siglo MXj, II, ?aíís, !8Ó3, p 94 [r 2. 31
Pinel Historia de lo Escuela Politécnica, Paris 1887) (p. VIII) llama a los enciclopedistas «los ver
daderos fundadores» de la Escudo Politécnico. (r 2, 41
•Se procura por todos los medios, sin conseguir tener éxito, ganar a la Escuelo para la causa
de los Barbones.» Pinet, Historio de la Escuelo Politécnica, p 86. [r 2, 51
Michelet sobre ia Escuela Po'ilécnica y Normal' «Después de esas grandes pruebas, parecía que
hubo un momento de silencio para con todas los pasiones humanas; puede creerse que no habría
más orgullo, interés, ni envidia. Los más altos hombres en el Estado, en lo ciencia, cceptaron
las más humildes funciones de la enseñanza, Lagrange y laplace enseñaron Aritmética. Mil qui
nientos alumnos, hombres hechos y derechos, y varios ya ilustres, vinieron... a sentarse en los ban
cos de la escuela normal, y a aprender a ensefiai. Vinieron como pudieron, en pleno invierno, en
ese momento de pobreza y de hambre... Un gran ciudadano, Carnol... fue el verdadero fundador
de la Escuela Politécnica. Aprendieran, al igual que se combatía.. Espectadores de la continua
invención de sus maestros, ellos iban también Inventando, Imagínense el espectáculo de un
Lagrange que, en medio de su enseñanza, se detenía de golpe, y soñaba... Se esperaba en silen
cio. Se despertaba después de mucho tiempo y les entregaba, ardiente, la ¡oven invención, recién
nacido de su mente., ¡Qué caída después de ese tiempo!,. Lean, Iras de los Informes hechos a
la Convención, los de Fourcroy, de Fontanes: caerán... desde la virilidad a la vejez». J. Michelet,
Lepeuple [Elpueblo], París, 1846, pp. 336-338. [r 2 a, 11
«Parnaso del triángulo y de lo hipotenusa», así llama Paul-Emest de Rattier, París n i \l\H )
IParís no existeI. París, 1857, a la Escuela Politécnica |p. 19). Ir j>«, ■
En El cura de pueblo, que Balzac escribió de 1837 a 184>(,) se encuentran ataques muy vlftM i
lentas contra la Escuela Politécnica (en las cartas de Grégoire Gérard a su mecenas el Inill
quero Grossetéte). Balzac teme que el estudio intensivo de las ciencias exactas tenga i iiitnflH
cuencias devastadoras en la constitución espiritual y en la duración de la vida delosaluimuta
Más significativas aún son las siguientes reflexiones: «No creo que un ingeniero salido rl# ■
Escuela puedo nunca consf-un uno de esos milagros de arquitectura que sabía levantar loofM><•(■•
da Vinci, o la vez mecánico, arquitecto, pintor, uno de los inventores de la hidráulica, un ¡nlafigabie
constructor de canales Educados desde jóvenes en la sencillez de los teoremas, los individuos sali
dos de la Escuela pierden el sentido de la elegancia y del ornamento, una columna les parece
inútil, ellos regresan al punto en que el arle comienza, ateniéndose □lo útil». H. de Balzac, te curé
de village [El cura de pueblo], París, ed. Siécle, p, 184. [r 3, 21
El discurso ele Arago sobre el problema de las fortiflc3ciones'se dirige contra el informe de
Thiers y contra Lamartine El discurso es del 29 de enero de 1841. Una de sus panes más
importantes se titula «Los fuertes destacados examinados por su lado político gEs verdad que
los gobiernos no han visto nunca las ciudadelas sino como medios de dominar, de oprimir a las
poblaciones?». De allí: *M. Thiers no admite que para hacer que las poblaciones empiecen a
obedecer ningún gobierno se entrega nunca a bombardear las ciudades... Esta ilusión horra con
segurided a su humanidad, a su gusto por los bellas arles; pero... pocas personas la comparti
rán... Por eso. se hcr. podido firmar las protestas de 1833 contra los fuertes destacodos, contra
tas bastillas, sin incurrir en los epítetos de los groseros, de los insensatos y otras amenidades anó
logas» Arogo, Sur les fortificañons de Paris [Acerca de los lortificadones de París], Poris, 1841,
pp. 8Z 92-94. Ir 3. 31
Arago defiende el recinto continuo contra los Fuertes destacados: «El objelivo que hay que pro
ponerse al fortificar París es evidentemente el de dar a esta inmensa ciudad los medios para defen
derse con la sota ayuda de su guardia nacional, de sus obreros, de la población de los alrededo
res y de algunos destacamentos de trapas de infantería... Convenido esto, las mejores defensas paro
Paris serán las que la pobiaoór consdere mejores; tas defensas que se coordinarán más íntimamente
con los gustos, los hábitos, los ideas, las necesidades de lo burguesía armada Plantear de esle modo
la cuestión es rechazar por completo los fuertes destacados. Detrás de un recinto continuo, fo guar
dia nocional tendrá a cualquier hora nolidas de sus allegados. En caso de herida no le fallarán sus
cuidados, En semejante posición, los tímidos se convertirán en soldados aguerridos. Nos engañaría-
mos, al contrario, imaginando que ciudadanos sometidos a las obligaciones diarias de cabezos de
familia, de jefes de comercio, irian sin viva repugnancia a encerrarse entre los cuatro murallos de los
fuertes; que ellos se prestarían a un secuestro completo, precisamente en el momento en que la difi
cultad de tas circunstancias exigiría más imperiosamente su presencio en et hogar, en e! mostrado»,
en el almocén o en el taller. Oigo yo la respuesta a estas graves dificultades: ¡los fuertes serán ocu
pados por la infonteríol Se reconoce entonces que en el sistema de los tuertes ta población no
podria defenderse sola. Es... una Inmensa y terrible confesión». Arago, Acerca de tas lortificaáones
de Paris, París, 1841, pp. 80-81. Ir 3 a, ll
Marx sobre la insurrección de junio; -Para que se extinguiese la última ilusión del pueblo,
para que se rompiese definitivamente con el pasado, el habitual ingrediente poético del
motín francés, la entusiasta juventud burguesa. los alumnos de la Escueta Politécnica, los
sombreros de tres picos, tuvieron también que estar del lado de los opresores-, Karl Marx,
Dem Andenken derJuni-Kámpjer [A la memoria de los luchadores de junici \Karl Marx ais
Denhar, Menscb und Revolucionar [Kart Marx como pensador, ser humano y revoluciona
rio], Vicna-Berlín, D. Rjazanov ed., (1928), p. 36(1). [r 3 a, 2]
Cinturón arancelario de Paris. proyectado por Ledoux: -Desde el principio, se fijó la niru M
m is alto posible Sitó barreras debían proclamar a los cuatro vientos la fama de la dudad H
dencial. De los más de 40 edificios de vigilancia, ninguno era igual a otro, y entre suj j i|>W
Ies postumos se encontraron todavía proyectos para más.. Emil Kaufmann, Von U tiim* W
te Corbusier I 'nfintug und EntuHcUung derautonomen Arcbiteiaur \De Ledoux a h<í.W w
sier Origen y dexirrolki de la arquitectura autónomdl, Vlena-Leipzig, 1933, p. 27. Ir i . I]
•Poco después tle 1800, se liabía llegado ya tan lejos como para enseñar oficialnKíilti’ Ifll
ideas que en Ledoux y Boullée aparecían como desahogos temperamentales de natui.il<-«tw
apasionadas... Sólo median tres decenios entre las últimas obras de Biondel, que e ru a in fl
aún... la doctrina oficial del clasicismo francés, y el Compendio de fecdonej de orquitocflH
de Durand, cuyas ¡deas ejercieron un influjo decisivo en el Imperio y en el Post-mi|«’riB
Son los tres decenios en los que se inscribe la actividad de Ledoux. Durand, que defcdí |fl
Escue'o Real Politécnico promulgó la norma en París... se distancia de Biondel en l<xli* ln|
puntas esenciales. Su manual comienza... atacando duramente das obras famosas del .ul*
dásico-barroco. San Pedro de Koma, junto con su plaza, y el Panteón de París, se
men como contraejcmplos.. Mientras que Biondel advierte contra una plonimeliia m o flí
lona, sin olvidar nunca el efecto perspectivístico, Durand ve en los esquemas elenicnl.ilM
las únicas soluciones correctas -Emil Kaufmann, De Ledoux a Le Corbusier, Vienn-b l|i/l((,
1933, pp. 50-51. M i, M
1.a institución de los pueriles y calzadas tuvo c! exclusivo privilegio de atravesar la gran l(i Vfl
lución sin ser atacada. [r \ ,i, i|
Si se quiere describir brevemente el inagotable encanto de París, puede decirse que en esta
atmósfera hay una mezcla sabiamente equilibrada que (interrumpido) (B‘, 3)
Carus sobre París, la atmósfera y sus colores / París como ciudad de pinto
res. Chineo: la paleta del gris. (B\ 4)
Cada año se comenta a qué poca altura quedó el catorce de julio en cmii
paración con los anteriores. Por desgracia, y excepcionalmente, esta ve/ l|fl!
sido cie(r)to. La razón: en primer lugar, el tiempo frío. En segundo lugar, l.i
ciudad negó este año la subvención al comité de festejos. En tercer lugar, i’l
franco se ha estabilizado bastante. Ahora se sabe qué magnífico apoyo sup >m
para las fiestas populares una divisa devaluada. El año pasado, cuando cf||
julio el franco estaba en medio de su peor caída, la moneda contagió mi
crisis al público desesperado. Se bailó como raramente se había balCuln
antes. En las esquinas de las calles se veía la vieja estampa: largas cadena*
de bombillas eléctricas, estrados con músicos, numerosos grupos de mico
nes. Pero la dinámica de los ritmos era sin duda más débil, y los tres din*
de la fiesta no se prolongaron por la noche tanto como antes. A cambio ili
ello, sin embargo, tuvo una repercusión más duradera. Una pequeña letM
nión de puestos ambulantes, confiteros, (casetas) de tiro (interrumpido). I
(C. I)
La muerte, la estación central dialéctica: la moda, la medida de tiempo.
(C ,.’)
En la primera mitad del siglo pasado, también los teatros se instalaron col) I
preferencia en los pasajes. En el pasaje des Panoramas se encuentra el Thí’fl
tre des Variétés, junto al teatro infantil de M. Comte; otro es el Gymnase tle«
Enfants, en el pasaje de I’Opéra, donde luego, en 1896, estuvo el teatro ilri
criptivo (?) y naturalista) de Chirac: el Théátre de vérité. en el que una pare|n
de enamorados representaba obras de un solo acto. Aún hoy se encuenti.tn
en el pasaje Choíseul las Bouffes Parisién nes, y si los demás escenarios han
tenido que ceder su puesto, los pequeños y lustrosos despachos de billete*
abren (algo así) como un pasadizo secreto a todos los teatros. Pero eso Mii
puede dar idea de la íntima conexión originaria que hubo entre el pasaje y
el teatro. En la época de.,, era costumbre llamar a los comercio(s) de lu|n
por los vodevils más exitosos de la temporada, Y dado que tales comercio»
de mercancías galantes formaban en gran parte lo más selecto de los pasa
jes, esta galería era en algunos tramos como el decorado de un teatro. Hablu
una relación especial con estos «almacene(s) de novedades». <<:*, í)
Claretie habla de la «perspectiva ahogada» de ciertos cuadros, comparándo
los al ambiente cerrado de los pasajes. Pero la perspectiva de éstos se puede
comparar también con la perspectiva “ahogada» de aquellos cuadros, que es
exactamente, una vez más, la del estereoscopio. El siglo diecinueve
rrumpido)
Fuerzas del reposo (de la tradición), cuyos efectos rebasan el siglo xix. Fuer
zas históricas de la tradición, bloqueadas. ¿Qué sería el siglo xix para nos
otros si la tradición nos ligara a él? ¿Qué aspecto tendría como religión o
mitología? Carecemos de una relación táctica con él. Esto quiere decir que
se nos ha educado en historia con una perspectiva romántica. Es importante
rendir cuentas de la herencia directamente recibida. Pero aún es demasiado
pronto, p. ej., para reuniría. Lo que hace falla es una reflexión concreta,
materialista, sobre lo más cercano. La •mitología*, como dice Aragón, vuelve
a alejar las cosas. Sólo es importante exponer lo que nos es afín, lo que nos
condiciona. El siglo diecinueve, por hablar con los surrealistas: los ruidos
que se mezclan con nuestros sueños son los que, al despertar, interpretamos.
(C*. 5>
Se empezará un paseo por París con el aperitiv(o), esto es, entre las 5 y las
6. No se lo quiero fijar. Puede usted tomar como punto de partida una de
las grandes estaciones: la estación du nord, por donde se va a Berlín; la esta
ción de l'esl, por donde se va a Frankfurt; la estación St. lazare, por donde se
va a Londres, o la estación de lyon, por donde (xxxx) se va a P. L. M. Si quiere
usted saber mi opinión, le aconsejo la estación St. lazare. Y es que allí tiene usted
en lomo a sí media Francia y media Europa: nombres como Havre, Pro-
venza, Roma, Amsterdam, Constantinopla se extienden por la vía como el
relleno dulce por una tarta. Es el llamado barrio Europa, en el que todas las
grandes ciudades de Europa han brindado una calle como representante de
su prestigio. Predomina un protocolo bastante rígido y detallado en este
cuerpo diplomático de calles europeas. Se separan mucho unas de otras y,
si tienen algo que ver entre sí -en las esquinas-, entonces se encuentran
muy cortésmente sin ninguna ostentación. Un forastero desinformado quizá
no notaría en absoluto que se encuentra en una corte. Quien aquí reina es
precisamente (¿empero?) la estación St, lazare, la mujer robusta y sucia de un
jefe, una princesa de hierro y humo que retumba y echa vapor. No estamos
sin embargo en absoluto obligados a permanecer a toda costa en las esta
ciones. Las estaciones son bellas como punto de partida, pero también son
muy bellas como punto de llegada Pensemos en las plazas. Hay que hacer
aquí una distinción: las tenemos (¿con?) historia, y sin nombre. Esto es: la
plaza de ta Bastille, la plaza de la République, la ploza de la Concorde y la plaza
Blanche, pero también otras de las que habla el arquitecto, cuyos nombres
buscamos largo tiempo en un muro, y a veces en vano. Estas plazas, por
decirlo así, son azares felices en la imagen de la ciudad, no están bajo el
patronazgo de la historia como la plazo Vendóme o la plaza de Gréve, no se
han proyectado de antemano, sino que parecen improvisaciones arquitectó
nicas, conjuntos de casas donde se amontonan, algo desordenadamente, i'tlfy
ficios de bajo rango. En estas plazas, son los árboles quienes tienen la ptlil
bra; incluso los más pequeños dan aquí una sombra espesa. Por las noclwfl
sin embargo, su follaje se alza contra las farolas de gas como frutos (x) tflin»
lúcidos. Estas minúsculas plazas ocultas son los futuros (?) jardines tle I.in
Hespérides. Supongamos por tanto que nos sentamos hacia las cinco en l.i
plaza Si, Jjlie para un aperiliv(o). Podemos (estar) seguros de una cosa: s e n
mos los únicos extranjeros, y quizá no tengamos ni un solo parisino junio ■
nosotros. Y si, con lodo, viniera un vecino, ciaría la impresión más bien <ltf
ser un provinciano (?) que se encuentra allí para un amigable aperitivo w »
perlino. Se oye allí una pequeñ(a) contraseña masónica) con la que se ivi u*
nocen entre sí los adeptos de París, sean franceses o extranjeros. Est(a) p.ilaJ
lira es -provincia-. El auténtico parisino niega, encogiéndose de hombro®
habitar (Paris), aunque jamás se vaya de viaje. Él vive en el decimotercero, cm
el segundo o en el decimoctavo’, no en París, sino en (su) arrondissetnent, «u
distrito -en el tercero, en el séptimo o en el vigésimo-; y eso es ia provin
cia Quizá en esto consista el secreto de la suave hegemonía de esta chutan
sobre Francia; que en el corazón de sus barrios y (de) las provincias t|Ui
están en ellos, ha dado cabida a lo otro; p. ej., poseyendo más provinclM
que toda Francia. Pues (seria) estúpido proceder aquí según el orden biirui
crético del catastro: Parts tiene más de veinte distritos, y ocupa ciudades ■
pueblos enteros, Un joven autor parisino, Jacques de Lacretelle, ha hedió
últimamente de la búsqueda de los distritos secretos de París, de las provincial
de los arrondisemenls, el tema de su Jlánerie ensoñadora (?), escribiendo un
Rétieurparisién de cuyas veinte páginas aprendemos mucho. París tiene su Mir
con su Riviera, y una playa de arena donde juegan las nuevas constnicciom i
parisinas (?); su costa bretona, entre lluvia y brumas, en las orillas del Sena (/)i I
su mercadillo borgoñón no lejos de! Ayuntamiento, y los callejones portuarios 1I0
peor fama de Tolón y Marsella, naturalmente no sobre ta colina de Monirniiitin,
sino justo detrás de la respetable plaza de St. Michel. Hay oüos rincones cor) un
aspecto tal, que parece como si sobre la foto de una (interrumpido) (C, 6)
Y la tarde que irrumpe y pasamos por alto, con l(a) confiada pregunta en el
corazón del momento, ésa es la prueba de la sobremesa parisina lograda y
completa, demasiado bella corno para ser mero vestíbulo del Moulin Rouge
La próxima vez iremos en busca del París nocturno, después de tomar, trun
la cena, nuestro (x). {<;*, •’>
Surrealismo - ola de sueños - nuevo arte del fláneur. Nuevo pasado del sigli i
xtx - París su lugar clásico. Aquí ha abierto la moda el centro de interdi ni
bio dialéctico entre mujer y mercancía. Su antiguo y grosero ayudante, l,i
muerte, mide el siglo por varas; hace él mismo, para ahorrar, de maniquí, y
dirige personalmente la «liquidación", que en francés se llama «revolución». Y |<>t|ii
eso sólo lo sabemos desde ayer. Estamos en los despachos vacíos, y dondi
(?) ayer eso era (?).,, habitación. (ir, i)
La moda jamás fue otra cosa que una provocación de la muerte por medio de la mujer.
Aquí, la provocación se ha saldado con ei triunfo de la muerte, La muerte ha erigido los
adornos de las prostitutas como pálidos trofeos a la orilla del nuevo Leteo, que como
corriente de asfalto atraviesa los pasajes. <D\ 2)
Y nada de todo esto que aquí decimos ha sido realmente. Todo esto jamás
lia vivido: tan verdad como que jamás vivió un esqueleto, sino sólo un hom
bre. Pero tan verdad como que (ínterin mpido) <D\3)
Haber pasado, no ser ya, es algo que actúa apasionadamente en todas las
cosas. A ello le confía el lústoriador su asunto. Se apoya en esta fuerza, y
conoce bs cosas como ellas son para un instante del 110-ser-ya-. Monumen
tos lales de un no ser ya, son pasajes. Y la fuerza que actúa en ellos es la dia
léctica. La dialéctica los revuelve, los revoluciona, hace de lo superior lo infe
rior. conviniéndolos, dado que no quedó nada de lo que son, de lugares de
lujo en (x). Y nada de ellos permanece sino el nombre: pasajes, y: pasaje du
Panorama. En lo niás íntimo tle estos nombres actúa la subversión, por eso
conservamos un mundo en los nombres de las calles antiguas, y leer por la
noche el nombre de una calle equivale a una transmigración (?). (D\-í)
Todo esto es el pasaje a nuestros ojos. Y nada de todo esto ha sido él antes.
En tanto ardieron en él las lámparas de gas, e incluso las de aceite, fueron
palacios de hadas. Pero si queremos pensar en el punto culminante de su
encanto, imaginémonos el pasaje tles Panoramas en 1870 {?), cuando en un
lado colgaban las lámparas de gas, y en el otro llameaban aún las lámparas
de aceite. La decadencia comienza con la iluminación eléctrica. Pero no fue
en el fondo una decadencia, sino, tomándolo estrictamente, un vuelco. Como
sediciosos que tras días de conspiración consiguen hacerse fuertes en un lugar,
así la mercancía, con un golpe de mano, se apoderó de los pasajes
entonces vino la época de las firmas comerciales y de las cifras. El brillo mi
rtor de los pasajes se eclipsó con el resplandor cíe las luces eléctricas, rill_
giéndose en sus nombres. Pero su nombre se convirtió entonces en un ll|»
tro que sólo dejó pasar lo más íntimo, la esencia amarga de lo que jia
(Esta fuerza maravillosa que destila el presente como esencia íntima di» |l
que ha sido es la que, para los verdaderos viajeros (?), confiere al lu u illtll
su excitante poder, lleno de misterio.0) (ir, M
•Él explica que ia calle GrangeBaleliéte es pailiculoimente polvorienta, que uno se ensucio
terriblemente en lo calle Réaumur.- Aragón, Paysan de Paris [Campesino de París], (París,
1926), p 88. (G*. 1)
«Los papeles pintados más bastos que tapizan las paredes de las posadas se hun
dirán como espléndidos dioramas.» (G", 2)
Baudelaire sobre la alegoría (¡muy importante!). Paraísos artificiales, p. 73. (G\ 3)
«Varias veces me ha ocurrido captar cierlos hechos sin importancia que pasaban
ante mí y encontrarles una fisonomía original en la que me gustaba discernir el
espíritu de esta época. “Esto, me decía, debía producirse hoy y no podía ser de
otro modo, Es un signo de los tiempos.' Pero en nueve de cada diez veces he
vuelto a encontrar el mismo hecho con circunstancias análogas en viejas moma-
rías o en historias antiguas.» A. Flanee, te jardín d'Epicure [Eljardín de Epicuro],
p. 113. <G-, 4>
La figura del fláneur. Se parece al consumidor de hachís: como éste, acoge
en sí al espacio. En ta embriaguez del hachís, el espacio empieza ;i mlnn
nos, guiñando el ojo: -Bien, ¿qué será pues todo lo que ha acontecido i'ffl
raí?-. Con esta misma pregunta se acerca el espacio al fláneur. En ninguna ■!
ciudad le puede responder éste con más concreción que aquí. Pues si >!mu
ninguna se ha escrito más, y sobre recorridos callejeros se sabe aquí m i l
de !o que se sabe sobre la historia de naciones enteras en cualquier ntffl
lugar. fl
Muerte y moda. Rilke, ese pasaje en las Elegios de Duino. (G\ fi)
Característico del Jugendstil son los carteles completamente figurativos, I n
tanto duró el Jugendstil, el hombre no concedió a las cosas la superllr|(J
especular, enorme y plateada, pretendiéndola toda para sí mismo. (G\f) |
Definición de la -modernidad* como lo nuevo en el contexto de lo que ya siempre luí
estado ah!, (G, H)
■l.as ingeniosas parisinas... se sirvieron, para difundir mejor sus modas, de una copia espo
ciahnente llamativa de sus nuevas creaciones, a saber, el maniquí,., Estos muñecos; i"1
aún jugaban un gran papel en los siglos xvtt y xvm, se entregaban a las niñas para qutf
jugaran con ellos una vez que habían cumplido su función como ejemplos de mod i-
Karl Gróber Kiuitersptelzeug aus altor Zeil [Juguetes infantiles de otro tiempia|, ttrr
lín, 1927, pp. 31-32. <G\*))
La perspectiva con el paso de los siglos. Galerías barrocas. La imagen por la’
caja óptica del siglo xvm. <c.*, tu)
Balzac hace un juego de palabras con -rama- -de 'diorama— al inicio de Papá Gotiol
(G\ II)
Riickert: las selvas primitivas, en pequeño. (G* l
Roturar terrenos en los que hasta ahora sólo prolifera la locura. Penetrar con el hacha .til
lada de la razón sin mirar a derecha o izquierda, para no caer en el horror que al ñu-
desde lo hondo de la selva primitiva. Pero todo suelo tuvo una vez que quedar enln*
verado por la razón, limpiado de la maleza de la locura y del mito. Estoes loque nqui
se debe hacer con el suelo del siglo xix. (G", 1I)
Viaje microcósmico que efectúa quien sueña a través de los dominios del propio cuerpo
Pues le va como al loco: los ruidos del interior de su propio cuerpo -que constituyen
para el sano el oleaje de su salud, proporcionándole un sano descanso nocturno-, «| '
es que acaso los oye, quedan en él disociados: la presión arterial, los movimientos df
sus entrañas el pulso y las sensaciones musculares, le resultan perceptibles por si pa
rado, exigiendo una explicación, proporcionada por la locura o la imagen onírica. BMfl
hipersensibilidatl es la que tiene el colectivo onírico, que se sumerge en los pa.s.i|c*
como en el interior de su propio cuerpo. Tenemos que ir tras este colectivo para inter
pretar el siglo xix como su rostro onírico. (G\ I I)
Kl rumor de la vegetación pintada en las volutas de la Bibl o'eco Nocional: lo causan |.i«
muchas páginas tle libros que aquí se hojean constantemente. (G\ I "i)
Paisaje de landa, todo permanece siempre nuevo, siempreel mismo (Kafka, El pro
cesó). (G‘, líi)
La modernidad es la época del infierno. Las penas del infierno son lo novísimo que i n
cada momento hay en este terreno. No se trata de que ocurra -siempre otra vez lo
mismo* (a fotiiorl no se irala aquí del eterno retomo), sino de que la faz del mundo,
la inmensa cabeza, precisamente en aquello que es lo novísimo, jamás se altera, sr
trata de que esto -novísimo- permanece siendo de todo punto siempre lo mismo, lísit i
constituye ti eternidad del infierno y el afán innovador del sádico. Determinar Li tota
lidad de los rasgos en los que se manifiesta la -modernidad- significaría exponer el
infierno. (G\ 17)
Sobre el Jugetulstil. Péladan. (G-. 18)
Cuidadosa Investigación de la relación que bay entre la óptica del mirio-
rama y la época de la modernidad, de lo novísimo. Con seguridad,
ambas están dispuestas como coordenadas básicas de este mundo. Es
un mundo de estricta discontinuidad; lo siempre-otra vez-nuevo no es
lo antiguo que permanece, ni lo que ha sido, que otra vez vuelve,
sino lo uno y fo mismo entrecruigíido por innumerables intermitencias.
(Así, el jugador vive en la intermitencia.) La intermitencia hace que
cada instante en el espacio dé con una nueva constelación. La inter
mitencia es la medida temporal del cine. Y lo que resulta de ello:
época del infierno y capítulo del origen en el li(bro) sobre el Barroco.
<G\ 19)
Toda verdadera comprensión forma un remolino. Nadar a tiempo contra la
dirección de la corriente circular. Cómo en el artelo decisivo es peinar
la naturaleza a contrapelo. (G\ 20)
Carácter perspetuvo de la crinolina, con .sus múltiples volantes. Antes se llevaban al menos
seis laidas debajo. (G*. 21)
La Salomé de Wilde - el Jugetidstil - por primera vez, cigarrillos. El Leteo
fluye por los ornamentos del Jiigendslil. <G*, 22)
El muñeco de tragacanto. Obra de Rilke sobrelos muñecos. <G\ 23 )
Cristal sobre los cuadros al óleo. ¿Surge en el siglo xix? (G\ 24)
Fisiología del hacer señas. La seña de los dioses (cfr. Introducción a los escri
tos postumos de Heinle). Hacer señas desde el coche de posta, al ritmo
orgánico de los caballos al trote, Ese hacer señas sin sentido, desespe
rada e intensamente, desde el tren que se aleja. El hacer señas se ha deso
rientado en la estación ferroviaria. Por contra, el hacer señas a los des
conocidos que van en el tren que pasa. Esto sobre iodo entre los niños,
que en los hombres sin voz, extraños, que jamás retornarán, hacen señas
a los ángeles. (También es verdad que le hacen señas al tren que pasa.)
(G‘, 25)
Orfeo, Eurídice y Hermes en la estación. Orfeo, el que se queda. Eurídice,
entre (?) besos. Hermes, el jefe de estación con el disco de señales.
Este es un tema neoclásico. Con el nuevo clasicismo de Cocteau. Stra-
vínsky, Picasso, Chirico, etc., pasa lo siguiente: a los dioses les gusta
atravesar el espacio de transición del despertar, en el que ahora vivi
mos. Este atravesar ei espacio por parte de los dioses hay que enten
derlo como instantáneo. Hay que pensar también únicamente en deter
minados dioses. Sobre todo en Hermes, el dios masculino. Es
sintomático que en el nuevo clasicismo las musas, tan importantes para
los humanistas, no significan nada. Por lo demás, también en Proust
hay mucho que pertenece a lo neoclásico; los nombres de los dioses,
De igual modo, sólo desde aquí se capia el significado que tiene en él
la homosexualidad. La progresiva nivelación de la diferencia entre lo
masculino y lo Femenino en el amor, pertenece en líneas general®! «
este contexto. Pero ante todo, lo importante para Proust es ¡nielar linlt
la obra en aquel punto de ruptura de la vida que es dialéctico en grmln
máximo: el despertar. Proust comienza exponiendo el espacio del
despierta. - El fallo fundamental del nuevo clasicismo es que erige nnii
arquitectura a los dioses pasajeros que niega las relaciones fundamen
tales de su entrada en escena. (Una mala arquitectura, reaccionarla,J
(G*. Jft)
Uno de los presupuestos tácitos del psicoanálisis es que la contraposición absoluta
sueño y vigilia no tiene validez para el hombre, o en general para las improsle mi»
empíricas de la conciencia, sino que cede a una infinita variedad de estados d rc im
ciencia, catla tino de los cuales está determinado por el grado de vigilia de lodo» Im
centras mentales y corporales Este estado completamente fluctLiante de una conorit
cia dividida a cada momento en muchas capas entre el sueno y la vigilia, ha tle lia *
ladarse del individuo al colectivo. De hacerlo, resulta entonces manifiesto que pat> t'l
siglo xix los edificios son las configuraciones oníricas de.su capa más profundatncflM
adormecida. (G \ i 7)
Toda arquitectura colectiva del siglo xlx representa la casa del colectivo uní
rico. (|f,;l)
El mundo de la estación, mundo onírico de la despedida (sentimentalismo),]
(H\ J)
Progresiva subsunción de las distintas cápsulas arquitectónicas a configuran
dones de arquitectura onírica. (M*. m
La atmósfera terrestre como atmósfera submarina. (II i)
Cola de hombres en tomo a la mujer a la que hacen la corte. Cola tle ve»
tido hecha de pretendientes. (i r,
«espirhu de móscaro» - ¿cuándo apareció esta expresión? (i r ti)
Derrumbamiento del mercado cubierto de París en 1842, construido en hiero i
(H-, l)
Denneiy, Caspa: Hauser, Mariscal Ney, El náufrago de la Pérouse (18591, El temblor de- liona
de la Martinica 11843j, Bohemios de París ( 1843). (!(*, H)
louisFtan^ois Cluiiville, los siete castillos del diablo (1844), las pololas enfermas ( 1845], tl/ui
mago 11862), Cendrillon (1866). (11*, 0)
Duveyrier. (H', [Qi
Dartois. (H", 11)
La especialidad es decisiva para la fundamentan?) diferenciación de lo que se expone
según los intereses del comprador y del coleccionista. Aquí está la clave históricíHWIlO
rialista para lapintura de género, (I |", |,!)
Wiertz es elpintor de lospasajes: El entierro apresurada, El suicidio, El nllto
quemado, La laclara de novelas. Hambre, locura y crimen, Rostro y finí
samientas de un decapitado, El faro del Gólgota, Un segunda después tli
la muerte, El poder del hombre no conoce límites, El último cañón (en esln
última imagen: ¡aeronaves y coches de vapor celestes como heraldos cit'
la paz logradalQ). May ''espejismos» en Wiertz. Bajo El triunfo de la Itt ■
•■Realizarlo en dim ensiones colosales». Un co n te m p o rá n e o se lam enta d e
q u e a W iertz n o le h ay a n ofrecido pintar, p. ej., «estaciones d e tren».
<H\ 13)
Dar la imagen de esos salones en cuyas hinchadas colgaduras quedaba atrapada la vista,
en cuyos espejos de cuerpo entero se abrían pórticos de iglesia, y cuyos canapés (?)
ofrecían góndolas a la mirada de quien los adoraba, sobre el que la luz de gas de una
tola de cristal brillaba como la Luna, (H‘, 14)
Es importante el doble tipo de puertas monumentales en París: puertas de entrada y arcos
del triunfo. ¿__ (H°. 15)
Sobre el ritmo que se lleva hoy, y que desde luego determina este trabajo.
Es muy significativo en el cine el contraste entre la sucesión de imáge
nes -que se produce siempre a trompicones, satisfaciendo la profunda
necesidad que tiene este género de ver desmentido el -río* del -desarro
llo^, y la continuidad de la música. Extirpar de raíz el -desarrollo* de la
imagen de la historia, y exponer el devenir como una constelación en el
ser mediante el desgajamiento dialéctico en sensación y tradición, es tam
bién la tendencia de este trabajo. <H\ 16)
Delimitar la tendencia de este trabajo con respecto a Aragón: mientras que Aragón se a/e
rra al ámbito onírico, nosotros debemos encontrar la constelación del despertar. Mien
tras que en Aragón perdura un elemento impresionista -la -mitología— (y este impre
sionismo es responsable de los múltiples filosofemas sin contenido del libro), se trata
aquí de disolver la -mitología- en el espacio de la historia. Desde luego, esto sólo
puede ocurrir mediante el despertar de un sal>er, aún no consciente, acerca de la que
Ira sido. (H\ 17)
Los interiores de nuestra infancia como laboratorios donde obtener apari
ciones de fantasmas. Relaciones experimentales. El libro prohibido.
Ritmo de la lectura; dos miedos, a distintos niveles, compiten por la
apuesta. La librería con cristales emplomados, de donde fue tomado. 1.a
vacunación con apariciones de fantasmas. El otro remedio defensivo: los
«espejismos*. (H\ 18)
La poesía de los surrealistas maneja las palabras como nombres de firmas comerciales, y
compone textos que en verdad son folíelos publicitarios de empresas que aún no se
han establecido. En los nombres de las firmas comerciales anidan las cualidades que
antaño se quisieron buscar en las palabras originarlas. (H', 19)
Daumier (?), Grandville - Wiertz - <H", 20)
Th. Vischer, Mocie und Zynismus [Moda y cinismo], Slullgart, 1879. (I", 1)
Levantamiento de las anécdotas. Las épocas, las corrientes, las culturas y los movimientos
afectan siempre a la vida física del mismo e idéntico modo. No ha habido época que
no se haya sentido «moderna" en un sentido excéntrico, y que no haya creído encon
trarse ante un abismo inminente, La conciencia desesperada y lúcida de una «crisis»
decisiva es algo crónico en la humanidad. Todo tiempo aparece ante sí mismo como
tiempo inexorablemente nuevo. La ‘modernidad* que afecta físicamente al hombre, sin
embargo, es distinta en el preciso sentido en que lo son los distintos aspectos de un
mismo caleidoscopio, - Las construcciones de la historia son comparables a instruc
ciones militares, que dirigen y acuartelan la verdadera vida. Por contra, la anécdota es
un levantamiento callejero. La anécdota nos acerca las cosas en el espacio, pennllr <|iiM
enlrcn en nuestra vida, Supone la estríela contraposición a esa historia que
■empalia-, que hace de todo algo abstracto. La lectura de la prensa hosca llenar ti M
•empatia•. El verdadero método para hacerse presentes las cosas es plantarías en iiu M
tro espacio (y no nosotros en el suyo). Sólo la anécdota es capaz de movernos .1 ■lio
Las cosas, puestas así, no toleran la mediación de ninguna constnicción a partir ilf
•amplios contextos^*). - La contemplación de grandes cosas pasadas -la cateilrul ■(?
Chartres, el templo de Paesturn- también es en verdad una recepción de ellas en n u iA
tro espacio Cy no la empatia con sus constructores o sacerdotes). No nos tías la. lamia
a ellas, son ellas las que aparecen en nuestra vida. —Hay que acreditar la mismu t f l
nica ile cercanía frente a las épocas, a modo de calendario. Imaginemos que un h u id
hre muere con exactamente cincuenta años el mismo día del cumpleaños de su lilM jl
a quien le sucede lo mismo, etc El resultado es que desde el nacimiento de Cristo nu
han vivido ni cuarenta hombres. Objeto de esta ficción: aplicar a las épocas hi»t< >1ti
una escala adecuada a la vida humana, patente para ella. Este pátbos de la cercanía, a l
odio contra la configuración abstracta de la historia en épocas, ha inspirado a los iintlB
des escépticos, Anatolc france es un buen ejemplo de ello. En cuanto a ta o]M>McNM
entre la empatia y el hacer presente: los jubileos. Leopareli 13 . (I*. J) I
Cuenta Benda cómo se asombró un alemán cuando al sentarse en la lahle d'bolc, 1 alona
días después del asalto a la Bastilla, nadie habló de política. La anécdota de Atll'l*<l«*
France sobre Pondo PUalo, que en Roma, al lavarse los pies, no consigue acordara
dei nombre del judío crucificado. (I*.
Máscaras para las orgías. Baldosas pompeyanas. Arcos del triunfo . Espinille
ras. Guantes. {r, 11)
Muy importante: cristales emplomados en la puerta del armario: ¿pero había también ,il||U
así en Francia? (I*, A)
Representar a los hombres de un modo verdaderamentetangible, ¿no siguí
fica hacer nacer en ellos nuestro recuerdo? (I '>)
La flor como emblema de pecado y sobre su vía crucisa través de las eShi
ciones de los pasajes, de la moda, de la pintura de Redon, de la i|ti*>
Marius-Ary Leblond ha dicho «es una cosmogonía deflores». {I ')
Más sobre la moda: lo que el niño Cy el hombre en un débil recuerdo)
encuentra en los viejos pliegues d el vestido, en los que se smjicigltl
cuando estaba sobre las faldas de la madre. ([\M)
Los pasajes como entorno de Lautréamont. (I", <i)
Hay que acordarse de los diversos pasajes de Berlín: los soportales cerca del
Spittelmarkt (Lepiziger Strafie), los soportales en una calle tranquila del
barrio de la confección, el pasaje, los soportales en la Puerta de Halle,
las verjas de entrada a calles privadas. También hay que recordar la pos
tal azul de la Puerta de Halle, que mostraba todas las ventanas ilumina
das por la luna con una luz exactamente igual a la de ésta. Y también
deberíamos acordarnos aquí del impoluto paisaje vespertino de los domin
gos, que surge al fondo de cualquier calle perdida, en cuya cercanía los
edificios de este dudoso barrio parecen convertirse de pronto en palacios
nobiliarios. (M", 1)
Magia del hierro colado: «Hahbllepudo convencerse entonces de queel anillo de ese planeta
no era más que un balcón circular al que los saturnlanos von por la tarde a tomar el fresco».
Grandville, Un auire monde |O tro mundo], (París, 1844), p. 139. (Clasificarlo quizá tam
bién en Hachís.) (M‘, 2)
Comparación de la Fenomenología de Hegel con las obras de Grandville. Deducción lita
tórico-fllosófica de la obra de Grandville. Es importante la hipertrofia del lema en i'Nld
obra. También hay que relacionar con Grandville la reflexión de Lautiéamont. 1.1»
obras de Grandville son la verdadera cosmogonía de la moda. Quizá sea también
importante una comparación entre Hogarth y Grandville. Una parte de la obra itii
Grandville podría de este modo titularse: venganza de la moda en las flores. Las ni mu
de Grandville son los Libros Sibilino* de la publicidad. Todo lo que se halla en él li.i|u
la forma anticipada tle la hurla, de la sátira, alcanza como publicidad su verdadero de» j
pliegue. (M"t \)
La superposición según el ritmo del tiempo. En relación con el cine y con luí
transmisión «sensacionalista- de noticias. El -devenir- carece ya, rítmiofl
mente, según la percepción del tiempo, de evidencia alguna para no»-1
otros. Lo descomponemos dialécticamente en sensación y tradición. - I s
importante expresar analógicamente estas cosas en lo biográfico. <M‘. I) 1
Paralelismo entre este trabajo y el libro sobre el drama barroco: ambos com
parten el tema de la teología del infierno. Alegoría, publicidad, tipos: 1
mártires, tirano - prostituta, especulador. <M', •>)
Hachís a mediodía: las sombras son un puente sobre la corriente de luz tif
ia calle. <M*j (i) |
Cuando se colecciona, la ganancia es un dato decisivo. (M‘. 7)1
Arte de dar la primera mano a lo que se lee y se escribe. El mejor autor f»
ei que sabe proyectar en lo más superficial. (M\ h)
Visita subterránea de las canalizaciones: el recorrido preferido, Chatelet-Madeleine.{M\ '))
Ei pasaje du Caire, construido en 1799 donde estaba e] jardín del convenio de las Hijas dr
Dios. (M\ 10)
El mejor modo de alrapar, soñando, la larde en la red del atardecer, es hacer planes.
(M\II)
Comparación del hombre con un tablero de mandos en el que hay miles dr
luces; tan pronto se apagan unas como lo hacen otras, (y) se vuelven ul
encender. {M’, M)
El pátbos de este trabajo: 110 hay épocas de decadencia. Intentar ver el siglo xix de un
modo (a11 absolutamente positivo como me esforcé en ver el siglo xvn en el traha|ii
sobre el drama barroco. No creer que hay épocas de decadencia. De ahí que toda • in
dad (por encima de Fronteras) sea para mí bella, y también que todo discurso aceti ,1
del mayor o menor valor de los lenguajes me resulte inaceptable. <M\ I ')
El colectivo onírico no conoce historia alguna. Para él, el curso del acontecer fluye cuniii
siendo siempre el mismo y siempre novísimo. Y es que la sensación de lo más nove
doso, de lo más moderno, es una forma onírica del acontecer tanto como el viento
retorno de lo mismo. La percepción espacial que corresponde a esta percepción lew
poral es la superposición. Ahora bien, cuando estas formas se disuelven en la confien
cía lúcida, aparecen en su lugar categorías político-teológicas. Y sólo bajo estas cutegi'
rías, que congelan el río del acontecer, se forma en su interior, como constelación
cristalina, historia, - Las condiciones económicas bajo las que existe la sociedad no sola
mente determinan su existencia material y su superestructura ideológica: también m
expresan, Exactamente igual que el que duerme con el estómago demasiado lleno lio
encuentra en el contenido del sueño su superestructura ideológica, tampoco el eoln
tivo sus condiciones económicas de vida. El colectivo las interpreta, las explica, encuen
tran en el sueño su expresión, y en el despertar su inleij>retación. (M‘, 14)
La figura del que aguarda, como contrapuesta al fláneur. La apercepción del
tiempo histórico en el fláneur; frente al tiempo del que aguarda, está con
tenida. No mirar el reloj. Caso de superposición en el aguardar: la imagen
de aquellos a quienes aguardamos se desliza por delante de la de cual
quier otro. Somos un dique en el que se estanca el tiempo que, al apare
cer aquellos a quienes aguardamos, seprecipita en una inmensa crecida
dentro de nosotros mismos. «Todos los objetos son señores», Édouard
Karyade. <M*, 15)
El hecho de que fuéramos niños en esa época forma parte de su imagen objetiva. Tenía que
ser como fue para sacar adelante esta generación. Lo cual significa que en el contexto
onírico buscamos un momento ideológico. Este momento es el aguardar. Los sueños
aguardan secretamente el despertar; el durmiente se entrega a la muerte sólo si es revo
cable, aguarda el instante en el que con astucia escapará de sus garras. Y lo mismo el
colectivo onírico, para quien sus hijas seconvierten en la feliz ocasión de su propio des
pertar. (M\ 16)
Indagar los vínculos entre la vulgarización y la pornografía. Imagen porno
gráfica de Schiller -litho-: con una ¡nano dispuesta pictóricamente apunta
a un horizonte ideal, con la otra se masturba. Parodias pornográficas de
Schiller. El monje fantasmal y el monje lascivo; ei largo camino de los fan
tasmas y de la lascivia: en las Memorias de Soturnin, de la señora de Pom-
padour, la serie de monjes lascivos, y al frente el abad con su prima.
<M-, 17)
Nos llega el tedio cuando no sallemos a qué aguardamos. Que lo sepamos o creamos
saber, no es casi nunca sino la expresión de nuestra superficialidad o de nuestra des
orientación. El tedio es el umbral de grandes hechos. (M\ 18)
Atmósfera de nubes, variabilidad nubosa de las cosas en et espacio de ¡a visión. (M", 19)
Tarea de la infancia: llevar el nuevo mundo al espacio del símbolo. Pues el niño puede hacer
aquello de lo que el adulto es totalmente incapaz: volver a recordar lo nuevo. Las loco
motoras tienen ya para nosotros un carácter simbólico porque nos las encontramos en
la infancia. Para nuestros hijos sin embaído es el automóvil, del que nosotros mismos
sólo extraemos su aspecto nuevo, elegante, moderno y desenfadado. (M\ 20)
ÍEI) espacio acristalado frente a mi puesto en la Biblioteca Nacional; ámbito jamás hollado,
terreno virgen para el pie de las figuras soñadas por mí. (M*, 21)
«{Ella era contemporánea) de todo el mundo.» (Marcel Jouhandeati,) Prudence Houtechoume,
<Parls, 1927), p. 129. (iT, 22)
(¡xxxxx) mundo - y la moda, (M’, 23)
Antes de entrar en el pasaje, en la pista de patinaje, en ¡a cervecería de los lugares cerca
nos de excursión, en la pista de tenis; penates. La gallina que pone dorados huevos
de praliné, el autómata que graba nuestro nombre, máquinas de azar, la adivina mecá
nica, guardan el umbral, No prollferan, curiosamente, en la ciudad, sino que forman
parte de los lugares cercanos de excursión, de las cervecerías de los arrabales, Los
domingos por la tarde la excursión no sólo es para esto, para ir al campo, sino tam
bién para llegar a estos misteriosos umbrales, PS. La balanza de monedas: el moderno
7V(i)0i aeauTov, Delfos, (M‘, 24)
l.a galería que conduce al seno de la tierra es de madera. La madera aparece también li.m
sitoriamente una y otra vez en la imagen de la gran urbe durante sus grandes iraní
formaciones En medio del tráfico moderno, las vallas y armazones tle madera en t min
a los solares excavados a ciclo abierto forman la imagen del poblado prehistórico (|Ufl
fue la gran dudad. <M',
llay que distinguir con toda claridad el umbral tlel límite. El umbral es una zotul Y, cienaint-iMM
una zona de transición FJ término -umbralar- implica cambio, transición, escape Q). y la ctH
mología no ha de pasar por alto csJas significados. Por otra parte, es necesario indagar tfU
coniexto directamente arquitectónico que ha dado a esta palabra su significado Nos henu*
vuelto muy pobres en experiencias de uinlxal. <i>nciliar el sueño- es (juizá la única que H a
ha quedado. I’em al igual que d mundo Figurativo tle los sueños sohfvpasa el umbral, t.mi
l>ién lo hace el sube Vhaja del entietenimienio y del inierramtok >sexual dd amor. —la jxhtiU
monumental, que transforma a quien la cruza, se desamolló a partir dd ámbito de ti fxp»
rienda del umbral. El arco dd triunfo romano convierte en triunfador al general que regra^
O-ontrasentido dd relieve del intradós dd arco, una equivocación dasicista. (M\26)1
,1. W. Samson, Die Frauenmode der Gegenwart [La modafemenina de boy^, Berlín, 1927 !M I
- marcas e imágenes (?)). (N", I)
Mercado de flores «Allí sin necesidad de los esfuerzos
De lo brillante arquíteclura
Para ocultarnos sus tesoros
Flora tiene su templo de verdor.* (N", .>)
Descripción (?) de Ferragus. (N", 1)
Heinrich Mann, La emperatriz Eugenia (?) i)
El caballo de Troya - (?) bajo forma de nieve, como la vigilia venidera se infiltra en los Minio»
(N*.
La primera oscuridad: la hora de la inspiración de las grandes obras (inspiro
ción literaria); sin embargo, según Daudet, es la hora de los errores de leo
tura <?> (N*. o)
La indestructibilidad de la vida más alta en todas las cosas. Contra las agoreros de la dn *
denci(a). Se puede filmar el Fausto tle Goethe. Y ciertamente: ¿no es un envilecimlenltl,
y no media un mundo, entre la obra literaria y la película? Así es ¿Pero no media de
nuevo todo un mundo entre una mala versión cinematográfica del Fausto y una Inienilt
F,n la cultura, lo que importa no son los grandes contrastes, sino los matices. (Es a jmii
lir de ellos que) el mundo (se engendra) siempre (de nuevo.) (O I)
Faceta pedagógica de este proyecto: -Tomar d medio creador plástico en nosotros y edn
cario en la visión estereoscópica y dimensional de la profundidad tle las sombran lu»
tóricas-. La frase es de Rudolf Borchardt, Epiiegomena zu Dante [/¿¡ii/eqómi'thn ti
DantJÁ, I, Beriín, 1923, pp. 56-57. (O', i)
Tener de antemano a la vista esta idea, y ponderar su valor constructivo; los fenótnént><t11>
desecho y decadencia como precursores, en cierra medida espejismos, de las grülltlt1»
síntesis que vienen luego. Hay que divisar por doquier estas nuevas realidades HlnlOII
cas: la publicidad, la realidad/¡¡mica, etc. (O*, ,\)
Resulta de vital importancia reconocer en un determinado lugar del desarrollo que las li te <
están en la encrucijada: eso significa dirigir la nueva mirada sobre el mundo históm u
al punto en el (¡Lie se tiene que dedil ir su valor reaccionario o revolucionario, En este
sentido, en los surrealistas y en Heidegger actúa una y la misma cosa. (O', -í)
Se dice que lo que se propone el método dialéctico es ser justo en cada momento con la
correspondiente situación histórica concreta de su objeto. Pero esto no basta. Pues
busca igualmente ser justo con la situación histórica concreta del interés por su objeto.
V esta última situación se encuentra siempre comprendida en el hecho de que se siente
a si misma preíbrmada en aquel objeto, pero, sobre todo, en que siente concretizado
ese objeto en sí misma, siente que lo han ascendido de su ser de antaño a la superior
concreción del ser-actual. ¿Cómo es que este ser-actual (que no es en absoluto el ser-
actual del tiempo-actual) significa ya en sí una concreción superior? El método dialéc
tico no puede sin duda comprender esta pregunta desde dentro de la ideología del
progreso, sino solamente desde una filosofía de la historia que supere a aquélla en
todos sus puntos. Habría que hablar en ella de una creciente condensación (integra
ción) de la realidad, en la que todo lo pasado (en su tiempo) puede recibir un grado
de actualidad superior al que tuvo en el momento de su existencia, El modo en que
se adapta a este su propio grado de actualidad superior, determina y produce la ima
gen por la que y en la que se lo entiende. - Tratar el pasado -o mejor; lo que ha sido-
siguiendo un método político, y no histórico, como hasta ahora, Transformar las cate
gorías políticas en categorías teóricas, que hasta ahora sólo se han osado aplicar en el
sentido de la praxis, porque sólo se han osado aplicar al presente: ésa es la tarea. La
penetración dialéctica en contextos pasados y la capacidad dialéctica para hacerlos
presentes, es la prueba de la verdad de toda acción contemporánea. Pero eso significa:
se debe detonar el material explosivo que hay en la moda (que siempre recurre a lo
pasado). {O’, 5)
Sobre la figura del coleccionista. Se puede partir de la idea de que el verdadero coleccio
nista saca al objeto de su entorno funcional. Poro esto no agota la consideración tle
este notable comportamiento Pues no es ésta la base sobre la que se funda en sen
tido kantiano y schopenhaueriano una consideración -desinteresada-, en la que el
coleccionista alcanza una mirada incomparable sobre el objeto, una mirada que ve más
y ve otras cosas que la del propietario profano, y que liabría que comparar sobre todo
con la mirada del gran fisonomista- Sin embargo, el modo en que esa mirada da con
el objeto es algo que se ha de conocer mucho más exactamente mediante (otra) con
sideración. <0\ 6)
Pues hay que saber que para el coleccionista el mundo está presente, y ciertamente orde
nado, en cada uno de sus objetos. Peto está ordenado según un criterio sorprendente,
incomprensible sin duda para el profano. Se sitúa respecto de la ordenación corriente
de las cosas y de su esquemalización, más o menos como el orden de las cosas en una
enciclopedia, respecto de un orden natural. Basta con recordar la importancia que para
todo coleccionista tiene no sólo el objeto, sino también todo su pasado, al que perte
necen en la misma medida tanto su origen y calificación objetiva, como los detalles de
su historia aparentemente externa: su anterior propietario, su precio tle adquisición, su
valor, etc. Todo ello, los datos «objetivos» tanto como estos otros, forma para el verda
dero coleccionista, en cada uno de sus ejemplares poseídos, una completa enciclope
dia mágica, un orden del mundo, cuyo esbozo es el destino de su objeto. Aquí por
tanto, en este angosto terreno, se puede entender cómo los grandes fisonomistas (y los
coleccionistas son fisonomistas del mundo de las cosas) se convierten en intérpretes
del destino. Sólo hace falta observar cómo el coleccionista maneja los ob|elo* •!>
vitrina, Apenas los tiene en la mano, parece Inspirado por ellos, parece vera iniVfl
ellos -como Ltn mago—en su lejanía. (Sería interesante destacar al coleccIÚiSNii
libros como el único que no ha separado incondicionalmente sus tesoros de Slu'iili
funcional.) (ll*,!
Intentar ir más allá de las tesis de Giedion. Dice: -En el siglo x t x . la construcción (le
peña el papel del subconsciente-. ¿No es mejor decir: -el papel del proceso 0114.1111
sobre el que luego se sitúan las arquitecturas ■artísticas-, como los sueños alrede»ba
entramado del proceso fisiológico? /()
Darse cuenta una y otra vez de que el comentario de una realidad (como el que can
mos aquí) exige 1111 método completamente distinto al de un texto En un cawi f l
teología, en el otro la filología, la ciencia fundamental. (<)
La penetración como principio en el cine, en la nueva arquitectura, en l.i VI
garización. (ti*, |i
I j moda se sitúa en la oscuridad del momento vivido, pero del momento colectivo. *}
moda y la arquitectura (del siglo xix) pertenecen a la conciencia onírica del colccq
Hay que ¡miagar cómo despierta. P. ej., en la publicidad. ¿Sería el despertar la aln4
resultante de la tesis de la conciencia onírica y de la antítesis de la conciencia de Mjttli
<0\ II]
El problema del espacio (hachís, miriorama), tratado bajo la pala lira 1 liln
«flá u e r ie el problema del tiempo (intermitencias), tratado bajo la pulfl
bra dave «ruleta». (<r, 1J)
Entielazannenio de la historia de los pasajes con la totalidad de esta expoilclM
<0*j 11)
Motivos de la decadencia de Itvs pasajes: ensanchamiento de aceras, luz eléctrica, pmh|H
cíones a las prostitutas, cultura del aire libre. (O*, II)
Hay que desarrollar el tema del tedio ante la materia a medio elaborar.
■
Las -alias metas- del socialismo apenas habrán estado másclaras que i'lt
Wiertz. A pesar de ello, base materialista vulgar. (o‘, Ifl
Las soberbias intuiciones mecánico-materialistas de Wiertz se deben coi mi
derar en el contexto de los temas de sus cuadros -y ciertamente no *.<i|n
respecto de sus cuadros ideales y utópicos, sino exactamente igual »*■*
pecto de aquellos macabros y propios de la vulgarización. ((>’, l ’)
Anuncio en la prensa de Wiertz: «Monsieur W ierlz solicita un criado que '.n|»t
pintar accesorios de la Edad Media, hacer todas los investigaciones, ele., aidJ
tales que, (x) etc.». A. J. Wiertz, CEuvres li/téraires [Obras literarias], París, 18 I,
p. 235, (o-, IM)
Es de particular Importancia la gran «leyenda» en que Wiertz convirtió los Pensamkmh '* \
visiones de una cabeza corlada. Lo primero que a uno le llama la atención sobre i'iilii
experiencia magnetopática es el soberbio giro que empuja a la conciencia a la niunii
«fIncreíble! I.a cabeza está aquí, sobre el cadalso, y cree estar todavía encima, lormriml"
parte del cuerpo y esperando aún el golpe que debe separarla del tranco.» A, J. Wlntl*
Obras literarias, Paris, 1870, p. 492 (()Hay en Wiertz la misma inspiración que r.sla .1 l¡i
base del Inolvidable relato de Ambrose Bierce. El rebelde que cuelgan del pontón
sobre (el) río.) (O-, I'J)
¿Muere quizá la moda por el hecho de que ya no puede seguir el ritmo, al meaos en cier
tos terrenos? ¿Hay, por otra parte, terrenos en los que puede seguir el ritmo, e ¡nelusti
lo dicta? <0', 20)
T ítu lo de un cuadro de Wiertz: los cosas delpresente ante los hombres del
futuro. Es notable la propensión de este pintor a la alegoría. Se dice, por
ejemplo, en la explicación que da el catálogo al cuadro Un segundo des
pués de la muerte «Insistir en la ¡dea del libro e s p a d o de las manos y en
estas palabras sobre el libro: Grandezas humanas». Obras literarias, p. 496.
La figura de la «civilización» y muchas otras alegorías en el Último cañón.
(O*. 21)
El cuadro de W ie rtz El fuelle de uno dama belga. «Este cuadro ha sido compuesto
con la intención de probar la necesidad que tienen las damas de ejercitarse en
el manejo de las armas. Es sabido que M . W iertz dio la ¡dea de establecer un
tiro especial para las damas y que como premio de este concurso de tiro ofre-
d ó el retrato de la heroína victoriosa.» Obras literarias, p. 501 (catálogo e la
borado p o r e l p ro p io p in to r). (0\ 22)
E l pasaje sobre e l m useo en Proust. (O*. 23)
El tedio de las escenas ceremoniales representadas en los cuadros históricos, y el tedio en
general. Tedio y museo. Tedio y cuadros de batallas. (O’, 2't)
¡Excurso sobre el cuadro de batalla! (O*. 25)
Bien se podría admitir en el complejo del tedio y de la espera -tina metaf ísica de la espeu
es imprescindible- la de la duda en un cierto contexto. En una alegoría de Schlller v-
dice: -las alas dubitativas de la mariposa-. Eso apunta al mismo contesto dr eufbri.1 .mlr
el sentimiento de la duda, tan característico de la embriaguez |«ir hachís (< >. -’<>)
E l proyecto de H ofm annsthal de El noticio y de /:'/ adivino. (<
Polémica contra las vías del ferrocarril en los años treinta. A.(Jortlon, Tratado de fotomo-
don elemental, quería que los «coches de vapor- circularan por caminos tle granito
<0\ ¿H)
Grandes coleccionistas. Pachinper. el amigo de Wollskehl, fomió una colección que podiu
parangonarse, por lo desechado y podrido, con la colección Figdorde Viena. Se agacha
de pronto sobre el Stachus para recoger algo que había buscado durante semanas: la
impresión con fallos de un billete de tranvía que sólo estuvo en circulación una hora. (¡miz
en el Wühlgarten. La familia en la que uxios coleccionan algo, p. ej. cajas de cerillas
Pachinger apenas sabe ya cómo andan las cosas en la vida, explica a sus visitantes junti >a
aparatos viejísimos, pañuelos, espejos deformantes, etc. -Buen fondo para una colección-
Hoerschelmann. Un alemán en París que colecciona arte malo (¡sólo malo!). ( c 29)
Gabinete de figuras de cera: amontonamiento de lo efímero y de lo que está de moda
Mujer que ato su liga. Nodja, (París, 1928), p, (200). (O*, 30 )
Aporías de la construcción urbana (belleza de los barrios antiguos), de los museos, de los
nombres de las calles, de los Interiores. (O", 31)
Se puede formular así el problema formal del nuevo arte: ¿cuándo y cómo los iinlvermiN
formales de la mecánica, de la construcción de maquinaria, etc, -que, sin que lo sos
pecháramos, nos han sobrevenido sin nuestra colaboración, imponiéndose sobre non
otros- convertirán en prehistórico lo que en ellos es naturaleza? ¿Cuándo se alcauzai'rt
un estado de la sociedad en el que estas formas, o las que de ellas surjan, se no',
(muestren) como formas de la naturaleza? (O', '.I)
Sobre París huele a cerrada de Veuillot. Las modas y el completo contraste con el HHIM
de aire libre de hoy. lil «glauco resplandor» bajo las capas de faldas, del que hablit 4|
)>on. El corsé como pasaje riel tronco. Lo que hoy es normal entre las prostltiii.ii l| fl
tas -no desvestirse- pudo halwr sido entonces de lo más distinguido. Kasgü 11itm
rístico de ta moda de entonces: insinuar un cuerpo quejamás ba conocido la ■ttpw
desnudez. <( r, I
Sobre «cenado» también hay mucho en Proust. Sobre todo. I.i retirada al 1x i* |ii
(<JV
La calle Laferriéie fue antes un pasaje. Cfr. Léauiaud. Pequeño amigo.
Método de este nabajo: montaje literario. No tengo nada que decir. Sólo que mostnil i
me apropiaré de ninguna formulación profunda, no hurtaré nada valioso. I't’itl'
harapos, los desechos: ésos no los quiero describir, sino mostrar. ((i ÉH
Notas sobre el montaje en el diario. Quizá en el mismo contexto haya
referirse a la íntima conexión que (existe) entre la intención de al>vi||H
cercanía y la valoración intensiva del desecho, tai como sin duda qtiafl
expuesta en el montaje. (OT^|
Exponer el carácter fetichista de la mercancía tomando como ejemplo >■
prostitución.
Sobre el entrelazamiento de la calle y el interior: los números de los |><>rUI^H
se le conviertan) en fotos familiares, queridas, (o‘, ^ |
Completa ambigüedad de los pasajes: calle y casa
¿Cuándo -y sobre todo cómo- surgió el nombre de «invernadero^») para wtjfl
varíete?(Cít. Circulo de invierno.') <<r, i|)
E! tráfico en el estadio del mito. La industria en el estadio del mito.
ciones y primeras fábricas.) (tr,
Tedio del viaje en ferrocarril. Historias de revisores. Acerca de esto, U iiq I
sobre Proust en la Frankfurter Zeitung, 1926 o 1927.
Afinidad entre el mito y la topografía. Aragón y Pausanias. (Citar tamlilólM
Balzac.) ( O 'jH
El tedio y la espera de las mercancías a ser vendidas.
Motivo del tiempo onírico: la atmósfera de los acuarios. ¿Ralentiza el n^tui lo
resistencia? (()*, no
Motivos de la decadencia de los pasajes: ensanchamiento de aceras, luz eléctrica, ptiililltl
ciones a las prostitutas, cultura del aire libre. ((> (•)
Sobre el motivo del muñeco: "No tiene usted ni ¡dea de cómo repugnan estos au(>iiiiiilii*ff
muñecos, cómo se respira hondo cuando, en medio de esta compañía, uno se ein
tra con una naturaleza plena». Paul Lindau, Der Abetui [La tarde], Berlín, 189(i, p, n H
(tr, un
El verde y rojo mundanos de los actuales locales de diversión, que >mhu
fenómeno de moda corresponde oscuramente al conocimiento tle ijiiv
aquí nos esforzamos por la claridad, tiene su interpretación rnodHii i
en un pasaje de Bloch, donde habla de «la cámara de los recueidn»,
recubierta de verde, con las cortinas de un rojo vespertino». (G't'/.v/ Jiii
Utopie [El espíritu de la utopía), Múnich-Leipzlg, 1918, p. 351.)
(ti", M
Unirla doctrina del saber aún no consciente con la doctrina del olvido (apuntes sobre Eck-
bert el rubio) y aplicarla al colectivo en sus diversas épocas. Lo que Proust vivió como
individuo en el fenómeno de la rememoración, nosotros lo tenemos que experimentar
-si se quiere, como castigo por la inercia que ñas impidió cargar con ello- como
■corriente-, -moda-, -dirección" (respecto al siglo xtx). (O”, 50)
Estas puertas son también umbrales. No los señala ningiijajiscalón de piedra. Pero eso lo
hace la actitud de espera de las pocas personas Lo reflejan pasos muy mesurados, sin
que ellos mismos sepan que se está ante una (decisión). La cita {de Aragón) acerca de
que la gente espera ante los pasajes. (O”, 51)
Teoría verdaderamente notable de Daoqué; que el hombre es un ser germinal. (Hay
formas germinales en la naturaleza que se presentan como embriones desarrolla
dos, pero no transformados.» En realidad el hombre y las especies similares al
hombre -los antropoides- se encontrarían según él conformados del modo más
adecuado, más -humano-, en el estadio temprano, mientras que en el embrión
humano desarrollado, o en el del chimpancé (esto es, en los hombres y chim
pancés adultos), lo animal volvería a ganar terreno. Sin embargo (interrumpido)
(O'. 52)
Es completamente necesario estudiar a los teóricos del Jugendsttt. La indicación siguiente
es de A. G. Meyer. Eisenbauten [Construcciones en biemA, Essüngen. 1907: -Hombres
de una mentalidad artística especialmente aguda y sensible han lanzado, desde el altar
del arle, una maldición tras otra sobre los ingenieros industriales. Bastaría recordar a
Ruskio- (p. 3). En relación con el Jugendslit Péladan. (O’, 53)
«Cada vez es más difícil ser revolucionario o la vez en el plano espiritual y en el
plano social.» Emmanuel Betl, «Premier pamphle!» [«Primer panfleto»] {Europa,
75 (1929), p. 40). (O*, 54)
Arte floral y pintura de género. {O-, 55)
Se puede hablar de dos direcciones en este trabajo: la que va del pasado ai
presente y expone los pasajes, etc. como precursores, y la que va del pre
sente al pasado para hacer estallar en el presente la culminación revolu
cionaria de estos «precursores». Esta última entiende también la contem
plación elegiaca y apasionada del pasado más reciente como su explosión
revolucionaria. (0\ 56)
Sombra del mito, que proyecta este inquieto tiempo sobre el pasado, como
hacía la Hélade engendntdoni de mitos (priBoToxoO. <Os, 57)
Léoo Daudet relata su vida topográficamente. París vivido. (0°, 58)
Pasaje y proceso. Mires. (O", 59) .
Movimiento vital de la moda: cambiar pocas cosas. (O", 6o)
En el jazz se emancipa el ruido. El jazz aparece en elmomento en que el
ruido queda cada vez más apartado del proceso productivo, de circula
ción y comercial. Y lo mismo con la radio. (0“, 61)
Del Bazar; revista ilustrada para damas, de Berlín (1857 ss.): incrustaciones
en perla para cajas de obleas o de fichas ele juego, botines de caballero,
estuches para guantes, reposacabezas, plumeros, portaagujas, acericos,
pantuflas. Labores de Navidad: bases de lámparas, bolsas de caza, cuer
das de timbre, pantallas de estufa, carpetas para partituras, portacuchi-
llos, anillos de azúcar, fichas de juego. (O*, 62)
La figura del fláneur gana claridad cuando se piensa por un momento cu |i
buena conciencia que debe de haber tenido el tipo del «Induslrlnl* M
Saint-Simon, que llevaba ese título sólo en cuanto que era propietatli >di I
capital. (o*, att
Notable diferencia entre Saint-Simon y Marx. El primero extiende la clase de los
dos (los productores) al mayor número posible, contando en ella incluso al cnipii M
rio, porque paga intereses a quienes le prestan el dinero Marx, por contra, in i'lu yf^ T
la burguesía a lodos los que de alguna manera explotan, aunque por su parli' «riH
también víctimas de la explotación. (O’, n|)
Agudización de las diferencias de ciase; e l orden social com o una c s c u lM
en la que la distancia entre los peldaños se va haciendo más gratule (H
año en año. Kl núm ero in fin ito de estados interm edios entre la riquc/dl
la m iseria en la Francia d el siglo pasado. {<>•,
Misticismo bizantino en la Escuela Politécnica (cfr. Pínet. -L'École Folytechnique r l l
SainLs-Simomens- I-La Escuela Politécnica y los sansimonianos-1, Ret-ue tic París, lif lH
(<>'.■
¿No enseñó Marx que la burguesía, como clase, jamás puede alcanzar una conciencia tu tu
mentí lút ida si >bre m misma? V, de Ser esto asi, . se está aut<>rizad< >a unii a mu in n
la idea dei colectivo onírico (pues eso es el colectivo burgués}?
Yendo más allá, ¿no sería ptxsible demostrar a partir del conjunto de las situaciones >>I<m |
de este trabajo cómo se clarifican éstas en el proceso de autoconciencía del piule®
nado? ((y, f f l
Los primeros estímulos del despertar hacen que el sueño sea más profundo. (Estimulo» iid(
despertar.) {O’, Nit)
Los Cuentos fantásticos de Haussmann aparecieron por vez primera comí >und
serie de artículos en el Temps. (o \ ’ii)
Buena formulación de Bloch sobre el trabajo de las Pasajes: la historia deja ver el selli 1 11*>
Scotland Yard. Fue en el contexto de una conversación en la que expuse córte >til#
trabajo-análogamente al método de la fisión atómica, que libera las inmensas luri/M
que mantienen unidos a los átomos—ha de liberar las inmensas fuerzas de la ItMuHl
adormecidas en el -érase una vez» del relato histórico clásico. La historia empeq.nl.i i'il
mostrar las cosas <01110 propiamente han sido en realidad- fue el más potente 11.m 11
tico del siglo xtx. ({)•, • 1)
La concreción extingue el pensamiento, la abstracción lo inflama. Todo |>m
ceder antitético es abstracto, toda síntesis es concreta. (La síntesis exilli
gue el pensamiento,) (o\7JH
Procedimiento: construir con hechos. Construir bajo la completa eliminai l<m
de la teoría. Algo que sólo ha intentado Goethe, en sus escritos motín
lógicos. (0 *|1¡\)
Sobre el juego. Hay una estructura determinada del destino que sólo se puede coime i'i |«n
el dinero, y una particular estructura del dinero que sólo se puede conocer por el de»
tino, (O", 7 |)
tíl pasaje como templo de Esculapio, Sala termal. Paseo terapéutico, In,
pasajes (en cuanto salas termales) en desfiladeros. En Schuls-Tarasp, t'il
Raga?.. El «barranco* como ideal paisajístico en la época de nuesimt
padres. Cómo, al dar con recuerdos muy lejanos, se despierta el seuililn
del olfato, Cuando vi en un escaparate de St. Moritz navajas de nácar
como «recuerdos», me pareció que hasta podía olerías. <0°, 75)
Lo que se vende en los pasajes son souvenirs. K1 *souvenlr- es la forma de la
mercancía en los pasajes. Uno se limita siempre a comprar souvenirs en
tal y cual pasaje. Nacimiento de la industria del son venir. El fabricante lo
sabe. El aduanero de la industria. (O", 76)
Cómo los recuerdos olfativos emergen transformados al cabo de muchos
años. La navaja que encontré cuando estaba ante un escaparate de Saint
Moritz, con el nombre de la localidad entre un edelweiss de nácar, sabía
y olía. (O-, 77)
LTno no debe dejar pasar el tiempo, sino cardarlo en su interior. Dejar pasar ei tiempo
(expulsarlo, rechazarlo): drenarse. Figura: el jugador; el tiempo le sale por todos los
poros. - Cargar tiempo como se carga lina hatería: la figura del fláneur. Finalmente, la
figura sintética: carga y transmite la energía •tiempo- en una forma alterada: el que
aguarda. {O", 78)
L’na -prehistoria del siglo diecinueve- no tendría ningún interés si se entendiera en el sen
tido de que en la constitución del siglo diecinueve han de reencontrarse formas pre
históricas. Sólo donde se exponga el siglo diecinueve como forma originaria de la pre
historia, por tanto como una forma en la que la prehistoria entera se renueva de modo
que algunos de sus antiguos rasgos sólo se conocen en cuanto precursores de los más
recientes, tiene sentido este concepto de un3 prehistoria del siglo xix. (O", 79)
Todas las categorías histórico-filosóficas se deben llevar aquí a un punto de
indiferencia. Ninguna categoría histórica sin su sustancia natural, ninguna
categoría natural sin su filtración histórica. <0\80)
El conocimiento histórico de la verdad sólo es posible como superación de
la apariencia: sin embargo, esta superación no debe significar la volatili
zación y actualización del objeto, sino que debe aceptar por su parte la
configuración de una imagen rápida. La imagen rápida y pequeña en
contraposición al bienestar científico. Esta configuración de una imagen
rápida coincide con el reconocimiento del -ahora- en las cosas, pero no
de i futuro. Gesto surrealista de las cosas en el ahora, gesto pequeñobur-
gués en el futuro. La apariencia que aquí se supera es la de que lo (ante
rior sea en el ahora. En verdad, el (a)hora es la imagen más íntima de lo
que ha sido. (O’, 81 )
Para la sección de las flores. Las revistas de moda de la época incluían consejos para con
servar ramilletes de flores. (P°, 1)
El furor por depósitos y cajas. Todo venía en estuches, recubierto y cerrado.
Bases para relojes, estuches para zapatillas, soportes para el termómetro,
todo en estameña bordada, (P°, 2)
Análisis del hecho de habitar. La mayor dificultad consiste en que, por una parte, se ha
de reconocer en él lo antiquísimo -quizá lo eterno-: la reproducción de la estancia
del hombre en el seno materno. Por otra parte, al margen de este motivo prehistó
rico, hay que comprender el habitar, en su forma más extrema, como estado exis-
tencial del siglo xix, con el que hoy hemos empezado a romper. La forma prototí-
pica de todo habitar no es estar en una casa, sino en una funda, La diferencia entre
ambas es que ésta exhibe con toda claridad las huellas de su inquilino. En illtlifiiKini!
extremo, ta vivienda se convierte en funda El siglo diecinueve estaba más annli .... i
de habitar que ningún otro. Concibió la vivienda como un esluche para el homhtl iiltll»,
Insertando a éste, junto con iodos sus complementos, tan profundamente en •II*
<|ue se podría pensar en el interior de la caja de un compás, donde el instninietilfl
yace encajado ¡unto con todos sus accesorios en profundos nichos de (ert
casi siempre de color violeta. Apenas se puede decir para qué cosas no iiivefljH
estuches el siglo diecinueve. Para relojes de bolsillo, zapatillas, hueveras, teniMin||fl
tros, naipes. Y qué no cubrió con tapetes, alfombras v fundas Con su norosidtlB^M
transparencia, su esencia despejada y de aire Ubre, el siglo veinte aniquiló el lullfl
tar en el antiguo sentido. El primer paso lo dieron cosas (?} como los -bogare» M H
personas- de El arquitecto SolnejS, de Ibsen. No en vano es un drama enraizado i'n
el Jugendstil, movimiento que conmovió en lo más profundo la (comen?)) nienl«||
dad de la funda. Hoy es algo sumamente problemático. El habitar se ha reducid!
el de los vivos, por las habitaciones de hotel; el de ios muertos, por el cremuUlffl
(I-, ')
Dialéctica en reposo: ésa es la quintaesencia delmétodo. (I1', i)
Habitar como transitivo. P. ej., -la vida habitada*: da-una ideade la actualidad presufl mil y
oculta que posee el habitar. Consiste en crear una funda, (I1', «5
Kitsch. Su análisis económico. De qué modo aparecen en él la supi i
producción de mercancías y la mala conciencia de los producioivx
<P',
La moda. Una especie de carrera de competición por el primer puesto en 11
creación social. La carrera se disputa de nuevo a cada instante. CoWMi
posición entre moda y uniforme. (!>■, 1)
Thomasius, Vom Recbt des Scblafs und der Traume ISobre el derecho do ilom
m iry de los sueños], Halle, 1723- (i”, ii)
Stmmel, Pbilosopbiscbe K ultur [Cultura filosófica1, (Leipzig, 1911), (<lX
moda*). (i**,v)
En la Avenida de los Campos Elíseos, entre hoteles nuevos con nombres anglo
sajones, se abrieron hace poco unas arcadas, dando así lugar al más reciente
pasaje parisino. Para su inauguración, una enorme orquesta uniformada tocó
ante parterres de flores y gráciles surtidores. La gente se amontonaba entre
murmullos en los umbrales de arenisca a lo largo de grandes espejos, veía
caer una lluvia artificial sobre las entrañas de cobre de los automóviles más
recientes como prueba de la bondad del material, veía moverse ruedas en
aceite, leía en pequeños carteles negros las cifras en cristal Strass de los pre
cios de los artículos de piel, de los discos de gramófono y de los kimonos
bordados. Bajo una difusa luz cenital, la gente se deslizaba sobre baldosas.
Mientras que aquí se ha preparado un nuevo pasaje para el París de última
moda, ha desaparecido uno de los más antiguos de la ciudad, el pasaje de
l'Opéra, devorado por la irrupción del bulevar Haussmann. Tal como hizo
esa notable galería hasta hace poco, algunos pasajes conservan aún hoy,
entre luz chillona y rincones oscuros, un pasado hecho espacio. Algunos
anticuados negocios se aferran a estos espacios interiores, y la mercancía
expuesta en ellos es confusa, o tiene muchas interpretaciones. En las puer
tas de entrada ( lo mismo se puede decir que son puertas de salida, pues en
estas extrañas formas que mezclan casa y calle, toda puerta es entrada y
salida a la vez), los carteles y letreros tienen ya algo enigmático. Las ins
cripciones se repiten luego dentro, donde, entre percheros sobrecargados,
alguna que otra escalera de caracol sube hacia la oscuridad, a u ie r t au 83
bien podrá ser un peluquero, y los maillots de théátre serán camisetas de
seda, pero esas letras insistentes quieren decir algo más. Quién tuviera valor
para subir la gastada escalerilla que conduce al instituto de belleza del pro
fesor Alfred Bitterlin. Umbrales de mosaico al estilo de los viejos restauran
tes del Palais Royal conducen a un Dtner de Parts, dando a una puerta de
cristal (ras la que tan improbable resulta que haya realmente un restaurante.
Y la siguiente puerta de cristal, que promete un casino y deja ver algo como
una taquilla anunciando los precios de las localidades, ¿no conducirá,
cuando la abramos, a la oscuridad, a un sótano o a la calle, en lugar d f l
una sala de teatro? Sobre la taquilla se almacenan de un golpe medias, ( n
vez medias, como arriba, en el sanatorio de muñecos, y antes, junto al iiiim
trador del despacho de licores. - En los animados pasajes de los buk-viiitifl
como en los algo vacíos de la vieja calle Saint-Denis, se exponen paraguflfl
bastones en apretadas filas: una falange de pomos multicolores. Son i"
cuentes los institutos de higiene, donde se ven gladiadores con fajas, mli'ltr
tras que los vendajes se ciñen alrededor de blancos vientres de maniquí, U
las ventanas de las peluquerías se ve a las últimas mujeres con cabello larufl
mostrando mechones profusamente ondulados: petrificados recorrido» ifl
cabello. Qué frágil se ve, al lado y arriba, la fábrica de las paredes: ¡|xipfl
maché en plena descomposición! Los souvenirs y bibelots resultan espanta
sos; reposa al acecho la odalisca junto al tintero; adoradoras en camisa» (|fl
punto levantan ceniceros como acetres. Una librería pone manuales solnr t
amor junto a estampitas de colores; hace cabalgar a Napoleón en Maimón
junto a las memorias de una doncella de cámara y, entre un libro de sueiiu»
y otro de cocina, hace marchar a antiguos ingleses por los caminos an< luí y
estrecho del Evangelio. Se conservan en los pasajes modelos de botone» qI
cuello cuyos correspondientes cuellos y camisas ya no conocemos. Si UM
zapatería está junto a una confitería, sus cordones se parecen al regalll
Sobre sellas y cajas de imprenta ruedan balduques y ovillos de seda. I>w»
nudos torsos de muñecos con cabezas calvas esperan su pelo y su vestido
Verde rana y rojo coral, los peines nadan como en un acuario, las trompe
tas se vuelven conchas, las ocarinas pomos de paraguas, hay alpiste en I i»
cubetas de la cámara oscura. Tres sillas de felpa con tapetes de gani lililí•
tiene el vigilante de la galería en su garito, pero al lado hay una tienda va» 1.1
de cuyo inventario sólo quedó un letrero, que pretende comprar dentadura» <lt>
oro, de cera y rotas. Aquí, en la parte tranquila del pasillo lateral, pcrsnnfll
de ambos sexos pueden convertirse en personal de servicio, donde ti ai *|
cristal se ha instalado un decorado de comedor. Sobre la tela de apag.nliii
tonos de la pared, llena de cuadros y bustos de bronce, arroja su luz nuil
lámpara de gas. Junto a ella lee una anciana. Está sola, como desde hiicl
años. La galería se vacía ahora cada vez más. En la subida de una escalen!,
un pequeño paraguas rojo de hojalata hace de reclamo de una fábrica <
varillas de paraguas; un polvoriento tocado de novia promete una tienda de la/i 11
para bodas y banquetes. Pero ya no hay quien lo crea. Escalera de InCfllM
dios, canalones: estoy en la calle. Enfrente hay otra vez algo como un pa»n|A
un espacio abovedado, y dentro un callejón que va hasta un Hotel de Umi
logne o de Bourgogne con una sola ventana. Pero ahí ya no tengo qufl
entrar; subo por la calle hasta el arco del triunfo que gris y gloriosamente m
erigió a Ludovico Magno. En las pirámides en relieve de sus ascendenii •
pilares reposan leones, cuelgan armas y trofeos desvaídos.
(P a s a je s d f . P a r ís I I )
■Al hablar de los bulevares del interior», dice la Guia ilustrada de París, -todo
un retrato de la ciudad del Sena y de sus alrededores por el año 1852-, -men
cionamos varias veces ios pasajes, que desembocan en ellos. Estos pasajes,
una nueva invención del lujo industrial, son galerías cubiertas de cristal y
revestidas de mármol que atraviesan edificios enteros, cuyos propietarios se
han unido para tales especulaciones. A ambos lados de estas galerías, que
reciben la luz desde arriba, se alinean las tiendas más elegantes, de modo
que un tal pasaje es una ciudad, e incluso un mundo en pequeño, en el que
el comprador ávido encontrará todo lo que necesita. Ante un chubasco
repentino, se convierten en el refugio de todos los que se han visto sor
prendidos, ofreciendo un paseo seguro, aunque angosto, del que también
los vendedores sacan provecho-. Allí se encuentran los que quieren comprar
y los que se han visto sorprendidos. La lluvia sólo lleva a los pasajes al
cliente pobre que carece sobre todo del aislante o del impermeable. Eran
espacios para una generación que sabía demasiado poco del tiempo meteo
rológico, y los domingos, cuando nevaba, en lugar de ponerse esquíes se
calentaba en los invernaderos. Cristal que aparece demasiado pronto, hierro
prematuro: eran de una misma estirpe los pasajes, los invernaderos con su
soberbia palmera, y los vestíbulos de las estaciones, donde se cultivaba la
falsa orquídea llamada -adiós-, con sus [jétalos moviéndose en despedida.
Hace tiempo que los ha liquidado el hangar. Y hoy ocurre con el material
humano en el interior lo que ocurre con el material de construcción de los
pasajes. Los proxenetas son las naturalezas férreas de esta calle, y sus frági
les cristales las prostitutas. Fue éste el último asilo de aquellas maravillas que
vieron la luz en las exposiciones universales, como la cartera patentada con
Iluminación interior, la navaja kilométrica, o el mango de paraguas patentado
con reloj y revólver. Y junto a las degeneradas criaturas gigantes, demediada
y en la estacada, la materia. Seguimos el corredor estrecho y oscuro hasta
que entre una librería de saldo, donde legajos atados y multicolores habla
ban de todas las formas de la ruina, y una tienda repleta de lx>tones (de
nácar y otros que en París llaman «de fantasía»), surgió una especie de ui.iriit
de estar. Sobre un tapete de colores desvaídos, lleno de cuadros y huMOH
brillaba una lámpara de gas. Al lado leía una anciana, Parece como sí r>lii J
viera sola desde hace años, y quiere dentaduras -de oro, de cera, o mi.iinl
Desde este día sabemos también de dónde sacó el doctor Milagro la cera i'U|i
la que hizo a Olimpia. Los antaño mundialmente famosos muñecos parluil
nos -más asequibles y difundidos que los de tamaño natural-, que giralwj
sobre el pedestal sonoro con un cesto en los brazos mientras se oía UN
acorde en tono menor a la par que una ovejita sacaba tímidamente la calic/Hl
son las verdaderas hadas de estos pasajes. (a', In
Todo esto es el pasaje a nuestros ojos. Y nada de todo esto lo ha sido él lll<wJ
(seil. los pasajes) lucían en el París del Imperio como gmtas. A quien enlial)!
en 1817 en el pasaje des Panoramas, le cantaban por un lado las sirenas de l.l
luz de gas, y enfrente le seducían las odaliscas como llamas de aceite. Con i'l¡
resplandor de la luz eléctrica, se extinguió en estas galerías la irreprochafc'li
llama; de pronto se hicieron difíciles de encontrar; practicaron una magia nigfli
con las puertas, mirando su propio interior desde ventanas ciegas. No fue é f l
el ocaso de los pasajes, sino un vuelco. De un golpe, fueron el molde doiull
se fundió la imagen de la -modernidad-. El siglo reflejó aquí, con arrogancia, Mil
novísimo pasado. Fue este el último asilo de aquellas maravillas... <a*. i)¡
Jamás se debe confiar en lo que los escritores dicen de sus propias ohr.rt
Cuando Zola quiso defender su Teresa Roquín de las críticas adversas, dl|n
que su libro era un estudio científico sobre los temperamentos. Intentaba,
según él, explicar con precisión, basándose en un ejemplo, cómo el tempe
ramento sanguíneo y el nervioso interactúan en perjuicio mutuo. Esta afir
mación no contentó a nadie. Tampoco aclara la inaudita impronta callejera
de la acción, ni su sanguinolencia, su crudeza casi cinematográfica. No en
vano se desarrolla en un paslije. Si acaso este libro explica algo realmente
científico, es la agonía de los pasajes parisinos, el proceso de descomposi
ción de una arquitectura. De sus venenos está repleta la atmósfera de este
libro, y a causa de ellos mueren los personajes. (a“. 4)
En los pasajes son posibles los colores más falsos; no extraña apenas que
haya peines rojos y verdes. La madrastra de Blancanieves tenía uno así, y
cuando el peine no hizo lo que debía, allí estaba la linda manzana para
ayudar a ello, de un color venenoso, mitad rojo mitad verde, como el afi
lado peine. Las medias tienen por doquier un papel de actrices invitadas:
tan pronto están bajo un fonógrafo como ante un estanco, en otra ocasión
en la mesa de una taberna, vigiladas por una chica. También frente al
estanco, donde entre sobres con los sellos más diversos y refinados se
esparcen sin esmero manuales de un arle de vivir ya superado, Abrazos
secretos e Ilusiones que enloquecen, introducciones a vicios y pasiones fuera
de moda. Las lunas tle! escaparate están cubiertas con estampitas de colo
res en las que Arlequín se enamora de su hija, Napoleón cabalga en
Marengo y, en medio de todo género de artillería, unos ingleses escuálidos
avanzan por la amplia vía del infierno y el camino olvidado del Evangelio,
Ningún comprador debería entrar en estas tiendas con una idea preconce
bida, sino alegrarse de poder volver a casa con un tomo de la Investigación
de la verdad de Malebranche, o de Míss Daisy, un diario de una am azo na
inglesa. {b°, 1}
Cuando dos espejos se miran, Satanás hace su truco preferido, y abre aquí, a
su manera (como hace su compañero en las miradas de los amantes), la pers
pectiva al infinito. Va sea divina o satánicamente: París tiene pasión por las
perspectivas especulares. El Arco del Triunfo, el Sacré Cceur. incluso el Panteón,
aparecen de lejos como imágenes suspendidas a media altura, entreabriendo
arquitectónicamente el espejismo. El barón Haussmann, durante su remodela
ción del París del Tercer {rede: Segundo) Imperio, se extasió ante estas pers
pectivas, y quiso multiplicarlas allá donde pudo, En los pasajes, la perspectiva
se ha conservado duraderamente, como en las naves de las iglesias. Y las ven
tanas en el piso superior forman el triforio donde anidan ángeles que llaman
-golondrinas-. —«Golondrinas (-mujeres) que hacer, la ventana.» (c", 2)
¡il germen más íntimo y resplandeciente de la ville lumiére, los viejos diora
mas, anidaban en estos pasajes, entre los que -aún hoy uno lleva su nombre:
pasaje des Panoramas. En los primeros instantes, era como entrar en un
acuario. Por la pared de la gran sala oscurecida pasaba algo así como un pai
saje de agua iluminada por gas, interrumpida por pequeñas junturas, I I
juego de colores de la fauna oceánica no puede ser más ardiente. Pero lo
que aquí se mostraban eran milagros terrestres, atmosféricos. En aguas ilu
minadas por la luna, se reflejan palacios, aparecen noches blancas en par
ques abandonados. Se reconoce a la luz de la luna el castillo de Saint Leu,
donde hace cien años encontraron al último Condé ahorcado bajo una ven
tana Brilla aún la luz en una de las ventanas del castillo. Entretanto, el .sol
ilumina un par de veces la escena; bajo el claro resplandor de una mañana
veraniega, se ven las Estancias del Vaticano tal como las habrían visto los
nazarenos; no lejos se construye todo Baden-Baden, y si no pusiéramos
1860, quizá podríamos reconocer entre sus muñecos, a escala 1:10.000, a Dos
toievski en la terraza del casino. Pero también se honra la luz de las velas. En
la catedral crepuscular, los cirios rodean, como capilla ardiente, al asesinado
duque de Berry, y las lámparas colgantes en el cielo rasante casi avergüen
7.an a la redonda luna. Era un experimento sin igual sobre la noche mágica,
iluminada por la luna, del Romanticismo, y su noble sustancia salió vence
dora de toda prueba significativa, A quien se tomaba el tiempo de plantarle
ame el transparente del viejo balneario de Contrexéville, le parecía que, en
una vida anterior, ya había pasado por este camino soleado entre álamos,
rozando, al pasar, los muros de piedra -humildes efectos mágicos para uso
doméstico, que por lo demás se experimentaron en nuiy pocos casos, como
ante las estatuas chinas de esteatita o la pintura esmaltada rusa-. (c", 4)
¿No está acostumbrado por sus constantes vagabundeos a dar por doquier otro
sentido a la imagen de la ciudad? ¿No transforma el pasaje en un casino, en
una sala de juego, donde apuesta las fichas rojas, azules y amarillas de los sen
timientos a las mujeres, a un rostro que aparece (¿responderá a su mirada?), a
una boca muda (¿hablará?)? Lo que sobre el tapete verde, desde cada número,
mira al jugador -la suerte-, le guiña aquí el ojo desde todos los cuerpos feme
ninos como la quimera de la sexualidad: como su tipo, Que no es otro que el
número, que la cifra, como nombre por el que justo en este instante quiere
ser llamada la suerte, para saltar inmediatamente después a otra cifra. El tipo:
es la casilla de la apuesta multiplicada por treinta y seis, en la que se clava sin
su intervención la vista del voluptuoso, como la bola de marfil en el compar
timento rojo o negro. Sale del Palais Itoyal con los bolsillos exultantes, llama
a una prostituta y celebra otra vez en sus brazos ese acto con el número en
el que el dinero y la prosperidad, de ordinario lo más pesado y masivo, le lle
gan del destino como la réplica de un abrazo plenamente logrado. Pues en el
burdel y en la sala de juego se trata del mismo gozo, del más pecaminoso y
punible: poner el destino en el placer. Sólo el idealismo ingenuo puede soñar
que el placer de los sentidos, sea cual sea, pudiera ser capaz de determinar el
concepto teológico de pecado. Precisamente el concepto de lascivia en sen
tido teológico no lo determina sino esta retracción del placer al curso de la
vida con Dios, cuya vinculación con ella habita en el nombre. El nombre
mismo es el grito del placer desnudo. Santo, sobrio, sin destino en si, el nom
bre no conoce mayor rival que el destino, que en la prostitución ocupa su
lugar y en la superstición adquiere sus armas. De ahí la superstición en el juga
dor y en la prostituta, superstición que establece las figuras del destino, que
colma toda diversión galante con la indiscreción y lascivia del destino, humi
llando ante su trono incluso al placer. (g°, 1)
El padre del surrealismo fue Dada; su madre fue un pasaje. Dada era ya viejo
cuando la conoció. A fines tle 1919 Aragón y Bretón, por antiparia hacia Mont-
pamasse y Monimartre, trasladaron su tugar de encuentro con sus amigos a un
café del pasaje de l'Opéra La irrupción del bulevar Haussmann supuso su fin.
Louis Aragón escrihió 135 páginas sobre él un número que, sumadas sus cifras,
esconde el número de las 9 musas que habrían prestado sus servicios materna
les al pequeño surrealismo. Los nombres de estas recias musas son; Ballhorn,
Lenin, Luna, Freud, Mors, Marlitt y Citroen. Allí donde, en el curso de estas lineas,
dé con ellas un lector precavido, Ies cederá el paso tan discretamente como sea
posible. En El campesino de París, Aragón dedica a este pasaje el más conmove
dor elogio fúnebre que jamás haya dedicado un hombre a la madre de sus hijos.
Allí es donde se puede leer, pero aquí no se ha de esperar sino lina fisiología y,
para decirlo claramente, el resultado de una autopsia de estas porciones miste
riosamente fallecidas de la capital de Europa. (h°, 1)
El giro copemicano en la visión histórica es éste: se tomó por punió fijo -lo
que ha sido-, y se vio el presente esforzándose tentativamente por dirigir el
conocimiento hasta ese punto estable. Pero ahora debe invenirse esa rela
ción, y lo que ha sido debe recibir su fijación dialéctica de la síntesis que
lleva a cabo el despertar con las imágenes oníricas contrapuestas. La política
obtiene ei primado sobre la historia. Y, ciertamente, los -hechos- históricos
pasan a ser lo que ahora mismo nos sobrevino: constatarlos es la tarea del
recuerdo. El despertar es el caso ejemplar del recordar. Es ese caso en ei que
conseguimos recordar lo más cercano, lo que está más próximo (al yo). Lo
que quiere decir Proust cuando reordena experimentalmente los muebles, lo que
conoce Bloch como la oscuridad del instante vivido, no es distinto de lo que
aquí, en el nivel de lo histórico, y colectivamente, queda asegurado. Hay un
«saber aún no consciente» de lo que ha sido, y su afloramiento tiene la estruc
tura del despertar. (h°, 2)
Este escrito, que trata de los pasajes de París, se inició al aire libre de un c l f l l
azul sin nubes curvado sobre el follaje, y sin embargo ha quedado cuhicffl
por el polvo multisecular de millones de hojas, ante las que la fresca brisa d d
afán, el pesado aliento de! investigador, la tormenta del celo juvenil y el m>|iIii
indolente de la curiosidad quedaron sepultados. El cielo estival pintado en U
sala de lectura de la Biblioteca Nacional de París, mirando hacia abajo destín
las arcadas, extendió su cubierta, soñadora y sin luz, sobre el primer parto tlil
su idea. Y, si se abriera ante los ojos de esta joven idea, no se verían dciUflj
a las divinidades del Olimpo, a Zeus, Hefesto, Hermes o llera, a Ártemls o fl
Atenea, sino, en primer término, a los Diósctiros. (h", 1W
E l a n illo de S a tu rn o ,
o
SOBRE LA CONSTRUCCIÓN EN HIERRO
Con los invernaderos y los pasajes, esto es, con auténticos establecimirntfl
de lujo, empezó la construcción en hierro. Muy pronto, sin embargo, c n u i l
tró su verdadero campo técnico e industrial de aplicación, y surgieron cud
construcciones que no tenían modelo alguno en et pasado, y que provoriun
de necesidades completamente nuevas: mercados cubiertos, estaciones, rqnt
siciones. Los ingenieros fueron los pioneros. Pero también entre los p<irtfl
hutx> algunos de asombrosa clarividencia. Así dice el romántico francés (i.tVB
tier: -Se creará una arquitectura propia en et mismo momento en que n<m a fl
vamos de los nuevos medios que proporciona la nueva industria. El empli'ij
de! hierro colado permite e impone muchas nuevas formas, como se pucfílB
observar en las estaciones, en los puentes colgantes y en las cubiertas de Kil
invernaderos-. La Vlüa¡>arisit¡a de Offenbach fue la primera obra teatral qtif
se desarrollaba en una estación. -Estaciones ferroviarias* se solía decir put
entonces, y se les asociaban las ideas más peregrinas. Un pintor belga t\ ‘.pe
cialmente adelantado, Antoine Wiertz, se ofreció a mediados de siglo pmit
pintar al fresco los vestíbulos de tas estaciones.
Paso a paso, la técnica conquistó por entonces (nuevos terrenos), contra illll
cultades y objeciones de las que hoy no podemos hacernos fácilmente ¡de.l
Asi, en los años treinta se desató en Inglaterra una enconada lucha sobre Kih
vías del ferrocarril. Bajo ninguna circunstancia, se afirmó entonces, se podrí#
conseguir suficiente hierro para la red ferroviaria inglesa (por entonces pru
yectada, sin embargo, a una escala mínima). Se decía que los -coches tlfl
vapor- debían circular por vías de granito.
Junto a los conflictos teóricos, se añadían los conflictos prácticos con l.i
materia. La historia de la construcción del puente sobre el estuario del Tay
ofrece al respecto un ejemplo impresionante. Seis años duraron los trabajen,
de 1872 a 1878. Y poco antes de acabarlos, el 2 de febrero de 1877, un lnir,i
cán (de los que con inaudita violencia sacuden precisamente la desemboca
dura del Tay, y que también provocaron la catástrofe de 1879) derribó do»
de tos pilares más gigantescos. Y no sólo la construcción de puentes plan
teaba semejantes exigencias a la tenacidad de Jos constructores: lo misnn >
ocurría con los túneles. Cuando en 1858 se proyectó un túnel de 12 tilín
metros de largo a través del Mont Cenis, se calculó que los trabajos durarían
siete años.
Todo esto fueron ensayos insuficientes para cubrir la grieta que el desarro
llo de la técnica había abierto entre el constructor de la nueva escuela y el
artista de viejo cuño. Por debajo, empero, se desencadenaba la lucha entre
el arquitecto académico, preocupado por las formas estilísticas, y el cons
tructor, preocupado por las fórmulas. Todavía en 1805 publica un líder de la
vieja escuela un escrito titulado: Sobre la incapacidad de las matemáticas
para garantizar la estabilidad de los edificios. Cuando al fin, acabando el
siglo, se decidió esta lucha a favor de los ingenieros, vino el cambio: el
intento de renovar el arte desde el interior del tesoro de formas de la téc
nica, y eso fue el Jugendstíl. Al mismo tiempo, sin embargo, esta época
heroica de la técnica encontró su monumento en la incomparable torre Eiffel,
sobre la que escribió el primer historiador de la construcción en hierro: -De
este modo calla aquí la fuerza creadora plástica a favor de una inmensa ten
sión de energía mental... Cada una de las 12.000 piezas metálicas está dise
ñada al milímetro, cada uno de los dos millones y medio de remaches... En
esta fábrica no resonaba golpe alguno del cincel que arranca la forma a la
piedra; incluso allí dominaba el pensamiento sobre la fuerza muscular, tras
ladándola a seguros andamios y grúas-.
NOTAS DEL E D I T O R
I n f o r m e d e l e d it o r
Li>s manuscritos y textos mecanografiados originales en que se basan los textos de este libro
se encuentran en el Archivo Benjamín de Theodor W. Adorno en Frankfurt am Main. La his
toria de su transmisión, como la de lodo el legado Benjamin. no está completamente clara.
En cualquier caso, la salvación del manuscrito principal del Libro de los Pasajes -de la parte
llamada aquí por el editor Apuntes y materiales- hay que agradecérsela a Georges Bataille
y a Pierre Missac, quienes tuvieron amistad con Benjamín en sus últimos años parisinos. Mis-
sac ha relatado en un apunte de agosto de 1971 las circunstancias por las que el manuscrito
cayó en su poder en 1945, remitiéndoselo a Adorno, en los Estados Unidos, en 1947.
En una carta que Dora Benjamin envió a Adorno el 13 de febrero de 1946 desde Zúrich,
se encuentran dalos importantes sobre el destino de otros manuscritos de Benjamín;
•Supongo que le liabrá llegado por la señora (Juliancl Favez la carta que dejó mi hermano, encon
trada en Port-Bou, y que por ella estará informado de la última voluntad de Walter, a saber, que usted
recogiera todos sus trabajos. Con arreglo a este deseo le pedi en 1941 al abogado señor (Martinl
Domke. con ocasión de dejar Francia, que llevara consigo una cartera con los manuscritos de Walter,
para que se la confiara a usted. Espero que hayS’sido así. Walter y yo estuvimos juntas hasta fines de
agosto de 1940 en Lourdes, por tanto no mucho antes de su muerte. Allí en Lourdes me dijo que una
parte de sus manuscritos había quedado bajo la custodia del señor Georges Bataille en la Bbloleca
Nocional*
Al parecer, antes de que dejara París junto con su hermana, inmediatamente antes del 14
de junio de 1940, Walter había dividido sus manuscritos en tres partes. Los materiales que
le parecieron menos importantes se quedaron en e[ piso. La parte más importante h f l
apuntes manuscritos sobre el libro de los Pasajes -ios Apuntes y materiales- y los
critos mecanografiados, tanto del memorándum sobre el Libro de loa Pasajes como di liti
partes no publicadas del trabajo sobre Baudelaire, los escondió Georges Batailie en H
Biblioteca Nocional (GS I, 759). No está claro dónde se encontraba el resto de los lUiiiiimd
critos de Benjamín -por su extensión, la mayor parle de su archivo-. De mediados dr l'iniu
a mediados de agosto de 1940, Benjamin permaneció en Lourdes; según sus propia*. i«
tas, no tenia consigo ningún manuscrito. Dora Benjamín, sin embargo, pudo hacer llrg A
en 1941 a Adorno ese último tercio de las manuscritos a través de Domke. sin sentirse o llfl
gada a explicar cómo y cuándo llegaron a su poder. Puesto que Benjamin, en una « u n
del 2 de agosto de 1940 a Adorno, distingue expresamente entre los papeles concm/ti'HÍjB
a los •Pasaje» (p. 968) y el resto, temiendo más por éste que por aquéllos, cabe pensar ( i f l
ese resto quedó también en París, siendo recogido por un amigo—algo que ya había mhm
dido en otras ocasiones-. Cuando Benjamin dejó Lourdes, esos manuscritos podiliiii
haberle sido enviados allí a su hermana". Dora Benjamín se quedó primeramente en ftuir
des, más tarde logró esconderse en una granja cerca de Aix-en-Pruvence; a finales ib>
diciembre de 1942 huyó a Suiza.- De entre los manuscritas publicados en el presente l l l i n
tanto las Primeras anotaciones como los Proyectos iniciales -ambos tirulos son del edin >i
se encontraron entre aquellos que salvó Dora Benjamín, y que ya en 1941 habían « ta l
enviados a Adorno a los Estados Unidos.
En 1950, a su vuelta definitiva del exilio, trajo Adorno a Frankfurt. )unio con las demás |>.it
tes del legado de Benjamín, los manuscritos del Libro de los Pasajes. Transcurridos uium
años, Gretel Adorno consiguió elaborar el primer texto legible de las reflexiones y ellas t’H'
alemán de los Apuntes y materiales. En este trabajo se basó sobre todo Adorno al tlalitl
una y otra vez del Libro de los Pasajes y de ios problemas de su edición. No quiso remin*
ciar en absoluto a la idea de reconstruirlos, pero tampoco llegó a creer nunca del todi i oft
la posibilidad de realizar lo que Benjamín intentaba. El molivo era su convicción de <|U#
Benjamin había imaginado un método tusado en el -montaje chocante del material-, el
Libro de los Pasajes debía -consistir únicamente en citas* (Theodor Adorno, líber Walltf
Benjamín [Sobre Walter Benjamin), Fninkfurt/M, Rolf Tiedcmann ed.. 1970. p. 26). Ya en
una carta a Gershom Scholem. envrada aún desde Los Ángeles, el 9 de mayo de 1949, w
pronunciaba Adorno sobre esta cuestión:
■A comienzos del año pasudo recibí por fin el material sobre los Pásales escondida en la BibljolMfl
Nocional. Trabajé muy minuciosamenle sobre él e.stc verano, y han surgido problemas que debo tratur
con usted Hoy quiero al menos indicárselos. El más grave es el extraordinario retroceso de 1.1' Im
ntulaciones teóricas frente al enorme tesoro de citas. Emo se explica en pane por b idea, formulad*
expresamente en un fragmento (y que por lo denrás me resulta problemática) de "montar" puramente
el trabajo, esto es, de comjxmerk» a base de citas de modo que la teoría se desprenda por sí sola *111
tener que añadirla como interpretación Si eso hubiera sido posible en .disoluto, desde luego solo lo
podría halier conseguido Benjamín, pero en esto me mantengo fiel a 1.1 posición de la fcnomenolt)|i i
del espíritu hegeliana, según la cw.ií el movimiento del concepto, de la cosa misma, es también ,il
mismo tiempo el movimiento reflexivo explícito del sujeto que contempla. A esta concepción sólo ,
le podría enfrentar la autoridad de los textos sagrados, pero precisamente el trabajo tle los Pasaje', Ii,i
evitado la idea de texto sagrado. Si no se toma, como espero, el proyecto de montaje completamente
* Las indicaciones que se ofrecen sobre esto en el volumen I, p. /59. de los Escritos reían
dos descansan en una equivocación, han de corregirse en el sentido de lo aquí indicado.
íí Ut U’ttrv. entonces I» que ha ocurrid*» es que al hilo de incontables citas Benjamin se ha narrado sus
pensamientos sin anotarlos, como en el caso de un compositor que, al escribir una ocurrencia, no
anota la instrumentación, puesto que la percibe en el sonido. Lo que en los legajt* consta como leo
ría, pasó en su mayor parte al trabajo sobre Baudelaire o a las tesis de filosofía de la historia.
Otra dificultad más consiste en que, aunque hay un plan general de trabajo y una cuidadosa clasifica
ción del material por palabras clave, no hay ningún esquema realmente elaborado que permíta recons
truir ni siquiera mínimamente la obra tal como fue concebida. Por otra pane, la publicación sin orga
n iza r del material no ayudaría en riada, porque tal como está no transmite ninguna intención. Querría
por tanto reflexionar pausadamente con usted sobre lo que se ha de hacer, si es que se quiere guardar
la mis completa fidelidad al asunto y a la vez mostrar algo con pleno sentido.-
En afirmaciones posteriores. Adorno tomó la idea del montaje mucho mis literalmente,
insistiendo en que Benjamin no pensaba sino en colocar una cita tras otra. Este editor, sin
embargo, no llegó a convencerse, tras repelidas conversaciones con Adorno, de que el
montaje literario en cuanto método, tal como lo veía Benjamin (cfr. N | a, 8; N 1, 10),
coincidiera con el puro montaje de citas, Sin duda que la teoría en sentido tradicional,
entendida como una construcción abstraída del material, debía ser obviada, pero no por
ello pensó Benjamin en renunciar a toda exposición. En lugar de la teoría que se comu
nica, se introduce la forma del comentario, que se define como interpretación de las sin
gularidades (N 2, 1); interpretación y comentario, sin embargo, no se pueden concebir
sino como exposición. No es el caso que el Libro de los Pasajes esté ya presente en las
citas, y lo único que falte sea ordenarlas con inteligencia Las citas son material en el sen
tido más bien de que la exposición de Benjamin quería emplearlas ( N í a . 8). Sobre el
aspecto que una exposición así —a la que Benjamin no llegó- hubiera podido tener, podría
enseñarnos algo el trabajo sobre Baudelaire, del que en cualquier caso Benjamin creyó al
principio que encerraba la tendencia a convertirse por sí mismo en un modelo en m inia
tura del Libro de los Pasajes (p 955). - Reflexiones de este tipo, que aquí sólo pueden
quedar apuntadas, repercutieron sin duda en la edición que presenta este editor. No ha
intentado reconstruir lo que nunca se construyó. Precisamente la fidelidad más rigurosa
al tema le pareció implicar que no se debía desdibujar en lo más mínimo el carácter lite
ralmente fragmentario del Libro de los Pasajes El mismo Benjamín -en ello desde luego
cree poder confiar este editor- -organizó- lo suficiente todo este material como para que
la intención, desde luego, apenas se -desprendiera- de él, pero tampoco resultara impe
netrable a un estudio intensivo.
El presente libro contiene siete textos cuya composición ha de fecharse como sigue.
El editor agradece la ayuda de la fundación Franz Thyssen, cuyos donativos hicieron posi
ble esta edición. - Para las partes en alemán tle los Apuntes y materiales se pudo recurrir
a un primer desciframiento de Gretel Adorno Gershom Scholem ayudó a descifrar las l ’n
meras anotaciones. La revisión de París, capiial del siglo xut se hizo en colaboración con I1ie
rre- Míssac y Helia Tiedemann-Bartels- Sin e! continuo ánimo y ¡a fecunda participación de
Hermann Schweppenhauser, esta edición no hubiera visto la luz. En la solución de diver
sos problemas fueron de gran ayuda Walter Boehlich, Jean Dérens, Ursula Ebbers, Usa
Fittko, Hertha Geoijj, Joseph Gurland, Jürgen Habermas, Rudolf Hirsdl, María Luisa Lópcz-
Vito, Miche! MeltK, Gary Smllli y L!rs Widrner; reciban todos ellos mi más cordial agrade
cimiento.
Tanto el editor como Hermann Schweppenhüuser no hubieran querido sino poner en
manos de Gershom Scholem el presente libro; la noticia de su muerte el 20 de febrero de
1982 les sorprendió durante la corrección de pruebas, y quisieran ahora dedicarlo a la
memoria de las innumerables botas que trabajaron con él
* Sería muy recomendable disponer de una concordancia que recogiera lodos los pasajes de
Idéntica o parecida redacción que se encuentran en los distintos textos del presente volumen;
yentlo más allá, habría que señalar los pasajes comunes entre éste y los demás volúmenes de Lis
i >1it.is completas de Benjamin publicadas por Suhrkamp. El editor tuvo que renunciar a estable
cer esta concordancia en vista del escaso tiempo disponible para sacar adelante la presente edi
ción, pero no renuncia a ofrecerLi. si es postble, en una edición posterior.
T e s t im o n io s so bre la g é n e s is d e la o b r a
■Alguna vez Adorno fechó también tutus conversaciones en 1928. De hecho, Benjamín y Adunia
piularon en |un¡ode 1928 un día Juntos en la u n u s (lÍL*njamin en la dedicatoria de un ejemplar), y un
se puede excluir que ya entonces Benjamín leyera algo de los Pasajes. Las históricas conversad!me»,
en las que participó Horkheimer, tuvieron lugar sin embargo en 1929.
n otra forma el trabajo del que en este momento me ocupo con toda ¡.'lase de precauciones,
un ensayo sumamente curioso y arriesgado. -Pasajes de París. I in atonto de badas dialéc
tico- (pues nunca he escrito con tanto riesgo defracasar), se habrá cerrüdo ¡una mi nn hori
zonte de trabajo -el de -Calle de dirección única—en el mismo sentido en i/lie el libro sobre
el drama barroco cerró el horizonte germanístico. I.os motivos profanos dé -Calle ¡le direc
ción única■se midtiplicarán en el de un modo infernal. Nada más pueilo decir aún de este
asunto, ni tengo todavía una idea precisa de su extensión. Con todo, es un tndiajo de pocas
semanas.
2. A HI GO VON HOFMANNSTHAL BERLÍN. 8. 2.1928 (Convspotulencia. p. |S9)
B E N J A M IN
Mientras trabajaba en -Calle de dirección única- apenas pude darte noticia de ello, y abara
que lo tiene delante de usted me resulta aún más difícil Pero bay un ruego que quisiera
hacerle de todo corazón: no t<er en lo llam alitv de su configuración interna y externa un
compromiso con •la corriente de la época-. Precisamente en sus elementos excéntricos, el
libro, si no et trofeo, si es el documento de una lucha interna que se podría expresar asi;
captarla actualidad como el reverso ele Ilo eterno en la historia, y tomar las huellas de este
lado oculto de la moneda. Por lo demás, el libro debe mucho a París, siendo mi primer
intento de enfrentarme a esta ciudad. Lo continúo en un segundo trabajo, que se llama
•Pasajes de París-.
9, BENJAMIN A MAX RYCHNER. BERLÍN, 22. 4. 1928 (.Correspondencia, pp. 467 ss.)
Tengo claro [...) -siempre que usted esté de acuerdo- que el primer texto importante qui1
puedo ofrecer de mi trabajo irá a la Neuen Schweizer Rundschau. Pienso en extractos de
un ensayo. •Pasajes de Penis-, en el que trabajo desda hace meses, y que rematan'• en un
inminente vuelta a París.
10, BENJAMIN A SCHOLEM, BERLÍN, 23. 4. 1928 ( Correspondencia, pp. 469 SS.)
A principios de junio estaré en París. [,..J
Quant á mol, no quiero dejar pasar la oportunidad de comunicarte que todavía estoy ix ii
pado en los ■Pasajes de París-. Probablemente te habré dicho o escrito en alguna ocasión
con qué lentitud y contra qué obstáculos na lomando forma mi trabajo. Pero, una ivz que
me baga con ella, quedará realmente sometida, vencida y administrada una vieja y en
cierto modo rebelde región, medio apócrifa, de mis pensamientos. Todavía falta macho,
pero ya sé exactamente lo quefalta De una u otra manera lo liquidaré en París. Y enton
ces habré comprobado en la práctica ¡o -concreto* que se puede ser en contextos histórico-
füosóficos. No se me podrá reprochar que me ¡o pusefácil.
1]. BENJAMIN A HOFMANNSTHAL. BERLÍN, 5. 5. 1928 (Corresfxindencia, p. 471)
Sigo trabajando, casi exclusivamente, en tos •Pasajes de Parí». 1vo claro lo que pretendo,
pero precisamente aquí resulla en extremo arriesgado querer exfxnwr la feliz unidad entre
¡a intuición teórica y la estructura de tas ideas. No se traía sólo de invocar experiencias,
sino deprobar la valitlez de ciertos conocimientos decisivos de la conciencia histórica bajo
una luz inesperada: el paso de su •El novicio- Icfr. Hugo von Hofmannsthal, Ominen. III,
Fr.inkfurt/M Herbert Steiner, ed., 19S7. pp. 491-4931 a tmt>és de los siglos se me presenta -si
asípuedo hablar—como un pasaje.
12. BENJAMIN A SCTIOLEM. BERLÍN, 24. 5, 1928 ( Correspondencia, pp. 472 y ss.)
Por la carta a (Jud ah LeonI Magues pueties ver que lo di• París no cuaja aún, y si es para
este año o para cuándo, ni yo mismo lo sé Es que me cuesta separarme de Berlín. Está en
primer lugar mi habitación —t¡ue es nueva, fxtrque de momento no tivo en Gmneu'ald, sino
en lo profundo de! Tiergaríen en Zelten-, una habitación en la que a trai&s desús dos ven
tanas los únicos que me miran son los árboles. Es maravdlosa. y además está a sólo diez
miniaos de la Biblioteca Nacional, el otro foco de la elipse que me ata a este lagar. El tra
bajo sobre los Pasajes d e París adquiere risos cotia vez más enigmáticos e insistentes, »■aúlla
como una pequeña bestia en mis noches si no ta be saciado durante el dia con I¿isfuentes
más remotas. Sabe Dios lo que organizaría si la dejara Ubre alguna vez. Pero falla aún
mucho para pensar en ello, y, aunque contemple fijamente Id guarida en la ¿fuepasa su
vida, apenas dejo que nadie mire en su interior.
Sea como sea, me absorbepor completo. (1
Este año be reseñado seriamente una fecha para visitar Palestina en otoño. Espero aclarar-
antes con Magues las condiciones económicas durante mi /x^ríodo de aprendizaje. Os agra
dezco sinceramente vuestra invitación, y me quedaré, naturalmente, con mucho gusto en
vuestm casa un par de semanas, si lo pfxléis arreglar. IX’ hecho, con el presente trabajo
espero cerrar de momento mi producción original fxira dedicarme en exclusiva a aprender.
Esperopoder transferir al trabajo de los Pasajes un pago anticipado de Rottvblt para el pro
yecto de un libro sobre Kajka y Proust. En el curso de este trabajo, por ¡o demás, he dado a
mi manera con Max Brod, que se me ba presentado en la forma de su pequeño libro de 1913
titulado Sobre la belleza de las imágenes feas. Es notable cómo bace quince añosfue el pri
mero en practicar sobre un teclado en el queyo ahora me esfuerzo por componer unafuga.
13, BENJAMIN A SCHOLEM. BERLÍN, 1. 8. 1928 (Correspondencia, pp. 478 ss.)
Mi viaje a Palestina y la estricta observancia de! plan de estudios prescrito por Su Excelen
cia jerosolimitana son asunto decidido. (...)
Primero la fecha de mi llegada. Ésta se aplazará quizá a mediados de diciembre. Depende
en primer lugar de si consigo acabar el trabajo de los Pasajes antes de abandonar Europa.
En segundo lugar, de sí veo esle otoño en Berlín a una amiga rusa [seil. Asja Lacis). Las dos
cosas están en el aire. Sobre la primera, me aclararé en un par de semanas, una vez en
París. Quiero viajara Francia dentro de diez o veinte días y. ya allí, recorrer en dos mnui
lias ei Limousin -Utnoges. Poitiers, etc para ir luego a París AUí seguramente /m /M ífl
también lunar mis ejercidos de lectura de hebreo. A este fin te pido una rvcomendm i„h
/xtru el Grand-Rabbin. Flu íala, como todo el correo, a mi dirección de Gruttewald.
liado que pienso quedarme como mínimo 4 meses, y seguramente más, en JerusoU.M hl
fecha de mi llegada no importa tanto como si me quedara para unas semanas. En i iiit»
necesario tendría que resignarme- a encontrarme contigo en septiembre. Dentro de fiofiii
semanas sabréya la fecba.
En cuanto al estado de mi economía, bay que decir que, junto a las cantidades proceden
tes de Magues o por su medio, aún cuento con pequeñas sumas complementarias del ■lih'
rarisebe Vivir-. Pero debo tener en cuenta que de momento Dora carece de un ingreso
V no se sabe aún cómo le iniri las cosas. (...] Por ahora no tengo nada que espemr im
Kotixibll. Porfavor, dile a Magues que me enríe algo el primero ¿le septiembre. Ésa era tilín
bien la fecha que acordé con 01aqui, en el curso de nuestra conversación para el inicio ¡Im
los ¡UígOS.
Lo que dijiste en tu penúltima cana sobre •Calle de dirección única■me ba confirmado en b
nilo como nadie máspodía hacerlo. G ¡incidió con algi m as obsewaciones efectuadas en la prei i ui
Cada vez encuentro en más jóvenes escritoras franceses textos que. en el curso de sus pw
pías Ideas, delatan única/nenie vacilaciones, yerros, pero también la influencia de un hilu
Norte m agnét ico que agita sus brújulas. Y hacia él m antengo yo el curso. Cuanto más dttm
tvo la sensibilidad de los contemporáneos hacia estas influencias, en otras palabras, autillo'
más se me aparece la rigurosa actualidad de b que pretendo, tanto más se me adviene elí'
mi interior de no precipitar aqui etfina! Lo verdaderamente actual siempre llega a Hemf»>
Es más: la velada no comienza basta que este último invitado no llegue. Quizá se llegue
aquí a un arabesco fUosóflco-bisUjrico en torno a ese admirable proverbio prusiana
•Cuanto más avanzada la tarde, tanto más bellos los imitados-, pero todo ello no me ik iiIM
el hecho de que el riesgo de este trabajo es mayor que el de cualtfuier otro que basta aholil
haya emprendido.
14 BENJAMIN A SCHOLEM. LUGANO 20. 9. 1928-
El sobre, junto con e/ sello y et pliego de bordes ajados„ indica que estoy de viaje, lite Je
refxiUe y será poco tiempo. I..J
Qf agradezco las indicaciones de vuestra última carta y fas seguiré al pie de la letra. Así que, h
primero, aprendera leer.Mí atretido ■(.ioethe-estará listo en un pardedias I I En cuanto lo a<,//»'
empiezo con la lectura. Al m is m o tíemfio txjkvré al trabajo de los P ilsüjl- n Seriafabuloso que este
indigno escribir por dinero no quisiera también por su ¡¡arte mantenerse a cierto nivel jxliíl
no resultarme repugnante. A'o puedo decir que mefalten oportunidades futra publicar cosal
malas, fiero lo que si mefalta a pesar de todo es ciato valor para escribirías. Sólo me shmh i
seguro—en lo que toca a este terreno- en la crítica de libros. I...1
En cuanto a los pagos palestinenses, acepto vuestra propuesta de no dirigirme a Magues
basta haber empezado realmente el estudio intensivo. Ahí tenéis toda la razón. Sin
embargo, no megustaría que estospagos estuvieran condicionados a lafecha de mi llegihlti
ti Palestina. Llegaré con seguridad dentro de cuatro o cinco meses. Pero precisamente jtot
* Cit. según Gershom Scholem, Walter Benjamín - die Gescbicbte eitler Preundschajl ¡Wtíltvt
Benjamin: historia de una amistad!, Frankfurt/M, 2197ó, pp 188 ss.
que es para largo, huíavia boy no me resulla del todo fácil determinar la fecba del viaje;
puede ser también en enero en lugar de en diciembre. Alojarme en vuStra casa seni de
gran ayuda en todo momento para mi aprendizaje del hebreo. En este punto coincidirá
Magnes conmigo, conforme acordamos -según el espíritu. no sólo según la letra-- que
puedo esperar la ayuda económica en cuanto comience en serio el estudio, bacierulo de él
el ce/uro de mi actividad. I..J
En todo caso no estaré mucho tiemjx.i en París.
15. BENJAMIN A SCHOLEM. BERLÍN. 18. 10. 1928
•Nuestra consternación fue [...] grande cuando el 18 de octubre, de un modo completa
mente inesperado. Benjamín comunicó haber recibido la suma total por parte de Magnes
y me pidió que le diera las gracias en su nombre.- (Tonudo de Scholem, Walter Benjamín
historia de una amistad, Frankfurt/M, -1976, p. 191.)
16. BENJAMIN A SCHOLEM BERLÍN, 30. 10. 1928 (Correspondencia, pp. 483 ss.)
A corto plazo, no emprenderé nada muyexigente. El camino para empezar con ¡as clases de
hebreo está despejado, Espero únicam ente la llegada de mi amiga, porque de eso depende
dónde vaya a pasar tos meses siguientes, y no tiene que ser obligatoriamente Berlín. El verda
dera salto que necesariamente tiene que hacer el hebreo p ara pasar p o r encima de mis pro
yectos más reducidos, afectará ahora al trabajo de los Pasajes, ¡‘ero coincide con ello de una
manera harto curiosa otra circunstancia. Para que el trabajo no se aproxime demasiado osten
siblemente al movimiento surrealista, que podría resultarme fa ta l / x>r más que esté justificado y
fundam entado, he tenido que ampliar cada vez más las ideas, haciéndolas tan universales en
su minúsculo marco propio, que el ya a y
trabajo, debido puram ente la fecha, desde luego con
todo poderío de un
el filosófico, tomará posesiíin de
l-brtúibnís del surrealismo.
la herencia En
otraspalabras- aplazo enormemente la terminación de este tndxtja Icfr GSl, p. 2031. corriendo
el riesgo defechar el manuscrito de un modo tan patético como en el caso del trabajo sobre el
drama barroco alemán Creo que el trabajo ba avanzado lo suficientey está lo suficientemente
incompleto como ¡rara poder correr el gran riesgo de dilatar su tilmo, y con ello su objeto.
l.l
Calculo abora que llegaré a principios delpróximo año. las consideraciones climáticas no
juegan para mí. en lo fundamental ningún papel, y lo que por tanto, desde esepunto de
vista, se opondría a esafecha, carece de relevancia Pero dime en lodo caso otras cosos que
baya que tener en cuenta. Hasta entonces queda tiempo.
17 BENJAMIN A SCHOLEM. BERLÍN. 14. 2. 1929 (Correspondencia, pp. 488 ss.)
Quiero empezar confesando que encuentro tu última carta, a la que con ésta respondo a
imetta de correo, muy comedida en vista de mi escandalosa conducta, pues sin duda así
tiene que parecer.
Para aclarar las circunstancias que la motivan, diré que, en p rim e r lugar, asegurar ante ti
(y ante m í mismo) que a principios de a ñ o llegaría a Palestina, provocó en m í una lucha
d e varias sem anas. Y ahora no lo hago. A hora retraso este viaje por segunda vez, corriendo
Y
el riesgo de que y a no me lomes en serio. es que hay que hacer, desde luego, dos conside
raciones urgentes . Empezaré p o r la que p ara ti es débil, p ara m í m ás fuerte. Se trata de que
el trabajo de los Pasajes, que he intentado sortear de cien m aneras t valga lo que sigue p ara
confirmarlo.), y a n o se deja apartar. A ú n no sé si eso apunta a concluirlo de inmediato.
abruptamente, aunque no lo creo Pero lo que se dibuja repentinamente en mí, se ilctm
nei: st es que toda esta empresa no ba de acabarfracasando.
No tengo, pues, otra alternativa que retomar enseguida el bebreo en Berlín como (nenll
aprendizaje de un idioma, y marchar a ta ivzp o r estos dos cominos, el d d aprendidafe m f l
intenso y el de Ia escritura nuis intensa Conozco ¡os cien reparos que se oponen a esto. I V ffl
cada uno de mis dos proyectas tiene en si mismo u n riesgo tan impredectble, que rm /ftdM
losa la vez da de nuevo sentido a la crisis. Porfavor, mándame a vuelta de correo ¡a
mendación berlinesa para mis clases de bebreo, (...)
La otra razón es una grave enfermedad de mi madre: hace tres meses, una apoplejía;
bace unos días, un empeoramiento inquietante. Tengo todos las motíins, en caso de qUM
naya a morir, para no ausentarme ni muy lejos ni mucho tiempo.
El resto de mis/ilanes son: viaje a Palestina en otoño, de ser posible contigo, si regresas í/i'mM
Europa. llastíi entonces una estancia de varias semanas en París, por lo demás ningún >>/rw
viaje en absoluto.
I...I
Lo que me ba interesado en las últimos tiempos lo puedes deducir bastante claramente >h
•Surrealismo■[cfr. GS II, pp. 295-3101, una pantalla opaca delante del tmlxijo de los Paiiije»
* CU. -según Scholem, Walter B enjam in: historia de u n a am istad, loe cit., p. 194.
cullades. La mayor de todas, como sabes, es que de momento no sepuede interrumpir el tra
bajo de -ya bace mucho que no -en—los -Pasajes de París-, Quiero apresurar más l?ien los
trabajos preparatorios basta el punto de que una vez en Palestina tenga Ia libertad de ocu
parme del trabajo sin medios auxiliares-sin riesgo-, o bien de interrumpirlo. Como conse
cuencia de esta ctmversación, he tenido que lomar la decisión, que de momento me resulta
dura, de quedarme en Berlín. Si consigo que sea económicamente tiahie. emprenderé el
viaje a Palestina en verano o en otoño, a frates de Francia.
21. BENJAMIN A HOEMANNSTHAL BERLÍN, 26 6 1929 ( Correspondencia, pp. 496 ss.)
Reuní estos pequeños trabajos para usted contento de poder dejar acaso algo de lo que
pudiera decir que en un momento feliz encontraría en usteil al lector. El ensayo sobre
Proust [cfr. <75 n, pp. 310-3241. del que espero, ojalá no sin razón, que le dará cierta idea
de lo que bace años me ocupaba en Paris, y al que usted contribuyó desinteresadamente,
debería hacerle recomendable el resto; por eso he esperado a su publicación. El ensayo
■Surrealismo- es su opuesto complementario, y contiene algunos prolegómenos al trabajo de
los Pasajes del que hablamos una vez en mi casa. ■Wetmar- Icfr. GS IV, pp. 353-3551 es un
derivado del <Goethe- que escribí para la Enciclopedia Rusa I...I
Hace dos meses quejtorftn lomé en serio mipropósito: estoy aprendiendo hebreo. No ha sido
posible hacer de este corte en mi trabajo un corte también exterior y bien marcado en mi
irkla, como usted me aconsejó tan persuasivamente en nuestra primera conversación. No
pude marcharme de Berlín Sin embargo, he encontrado aquí a un profesor extraordina
rio, un hombre mayor con una asombrosa capacidad de entender mi situación, y con la
necesaria autoridad como para hacer que entren en mi los vocablos y las estructuras lin
güísticas. En genera!, lo único que me resulta difícil en este estada es el cambio entre el
aprendizaje y la actividad literaria Durante un buen mimen/ de días bellísimos no pude
pensar en otra cosa que en la gramática. Y tanto más cuanto que de momento no puedo
dedicarme al mencionado trabajo de los Pasajes. Éste ha crecido mucho, tanto en material
como en fundamentación, en los meses que han pasado desde que nos limos, y puedo
dejarlo descansar un par de meses sin que peligre
Seguramente iré en septiemljre a Palestina por algunos meses. A principios de agosto liqui
daré mis cosas en Berlín -por desgracia también la hermosa habitación en la que pudimos
vemos- y me voy en primer lugar a París. 1—1
P. S. (...)
La publicación de Proust III se ba retrasado mucho, por eso envío estas lineas Abora puedo
añadir algo más concreto El 17 de septiembre viajo desde Marsella, lia Constantinopla y Bei
rut, a Jaifa. A primeros de octubre quiero estar en Jenisalétt para dedicarme exclusivamente
al estudio durante los tres meses de imiemo. En estos momentosya exige tanto de mí, que no
puedopensar en ningún trabajo extenso, y lospequeños se alargan más de lo normal.
22. BENJAMIN A SCHOLEM. BERLÍN, 18. 9. 1929 (Correspondencia, pp. 501-503)
Ayer te mandé anticipándome a estas líneas, como en posta de cien relevos, un radiograma
quefijaba mi llegada el cuatro de noviembre. I...J La verdadera razón [del aplazamiento de
ia fecha del viaje] ha sido la citación judicial ya mencionada, y además un trabajo para
Speyer-Wilhelm Speyer, el novelista y dramaturgo- que puede tener cierta importancia eco
nómica para mi. En lo que a mi respecta, no cambiaré esta nueva fecha. Mi madre está
ahora también un poco mejor.
No sé si te be dicho que desde bace aproximadamente un ciño una amiga, la señora l/it%
está en Alemania. Anteayer, poco antes de regresar a Moscú, tuvo, o al menos eso petrtH i>,
otro ataque aguda de encefalitis, y ayer la mandé, pues su estado aún lo permitía, a Frank
flirt en tren, donde la espera [Kurtl Güldstein, a quien conoce y que ya ¡a ba tratado. I
también me acercaré por abi. a ser posihle antes de m i viaje a Marsella, donde m eembafñ
L.J
Ultimamente he trabajado muchísimo, pero no en el hebreo, algo que. dadas mis acucia)
tes ocupaciones, tanto externas como internas, no puedo conseguir sin un profesor. Tras
partida del Dr. Mayer, me pareció empero fuera de discusión que tenía que volver a eneaII
trar otro projesor para cuatro semanas Por lo pronto be preparado una estancia de tt <1
meses en Palestina, en las que en esencia no quiero sino aprender gramática.
I...I
Acabo de escribir hace [kko un nuevo -Hebel-, el tercero, para la -Frankfurter Zeitung• Icli
GS III, 203-206). un pequeño texto del ámbito de los Pasajes con motivo de una recensión
del libro Ixtriinés de Hessel titulado Ef regreso del fláneur [cfr. GS III, pp. 194-199. un brvt%
tratado sobre Roben Walser Icfr. GS 11. pp. 324-328], y un relato corto. [...1
Acuito con una lista de Io que abora estoy leyendo, que ■ refleja•a medias, bablatulo en /i'fN
minos marxistas. mispreocapacioiws. Knipskaja- Recuerdos de Lenín: Cocteau: Les Kníaiit
Terribles f muy cercano al campo de los Pasajesh Gonlscbarow: Oblomov.
27, BENJAMIN A SCHOLEM. N12A, 26.7. 1932 (Correspondencia Scbolem, pp. 22 ss.)
fa’sa mucho constatar que las oportunidades para alcanzar eso que me deseas len su 40 nim-
pleaños] son ¡as más escasas que se pueden pensar. Xos contiene a ambos no perder tle visin HM
estado de cosas, a cuya luz elfracaso de tu intervención palestina estaba de becbo decretado l’
si j o por mi fiarle, con una insistencia cercana a la desesperación, bago esto, no es desde huyo
porque baya dejatio de confiar en mi habilidad, que me ba procurado recomendaciones y siib
sidics. Es más bien el tlesarrollo de esta habilidad y de la producción que lleta aparejada lo q\l*
bace peligrar gnuistmamente todo trabajo humano digno. Lasformas de expresión litennnu
que se ba creado mi pensamiento en los últimos diez años están determinadas absolutameiim
por Uis medidas prvtvntivas y antídotos con fas que ttrne que salir a enfrentarme a 1a tncesCttU
descomposición que, a consecuencia de esas contingencias, amenazalxt mi pensamiento l\n
eso muchos -o algunos- de mis Intbajos son desde luego fiequeñas tictorias, pero convsfxniihil
a grandes derrotas No hablare de k&proyectos que tuvieron qtte quedarse intactos, sin realizo'
pero si quiero contar entre ellos los cuatro libros que designan el vertlatlero lugar de nitiiii y
catástrofe al que no diviso lim ita cuando dejo ittgar m i mirada por mis pníximos años. Son A*
■Pasajes de Paris-, fas -Ensayos reunidos sobre literatura-, las -Cartas- lefr. GS IV, pp 1-19-2<V i>
Un libro enormemente significatim sobre el bacbis. Este último tema no lo conoce nadie i <h'
momento ba de quedar entre nosotros.
Sólo a principios de 1934, en el exilio parisino, volvió Benjamin a ocuparse de los ftlsii/ei
La razón externa fue el encargo de un artículo sobre Haussmann. el primer encargo frum >'»
que había recibido, en diciembre del año anterior (cfr. Correspondencia, p. 596), por pune
de Le Monde, el artículo no se llegó a escribir. En lugar de eso, Benjamin se dedicó a im n
plerar su colección de materiales para los Pasajes, al mismo tiempo que se formaba una >nn
cepción distinta de todo el proyecto. El nuevo rostro (p. 909) que recibió ahora estaba muí
eado sobre todo por las nuevasy profundasperspectivas sociológicas (p, 920) que caracterizan 11
al trahajo en adelante. A finales de marzo de 1934 había ya una división provisional en cap!
lulos (p, 909), y en noviembre Benjamín veía ya claramente la estructura del libro (p. 9111)
Hasta finales de junio trabajó en París en la Biblioteca Nacional; desde finales de junio ;i |n li
tipio de octubre, durante su estancia con Brecht en Svendborg, parece haberse intemiin|il< li i
el trabajo; desde Dinamarca fue -tras una corta estancia en Paris- a San Reino, donde vivía
su ex mujer, y aquí retomó el trabajo a mediados de diciembre, - 1934 fue un año de extrema
necesidad para benjamín, como lo había sido ei anterior. Es verdad que empezó a ivt Ihli
desde principios de 1934 una mínima cantidad mensual del Instituto de Investigación Social,
pero no alcanzaba ni de lejos a garantizarle el sustento, aun con los honorarios que de ve/
en cuando ingresaba de la EmnfyurterZeitung. Benjamín dependía del dinero que de vez n i
cuando le pudieran enviar desde Alemania tanto Adorno como la tía de éste y una amiga ile
la familia Adorno. En caso de urgencia, le ayudaba siempre Gretel Karphis -despuéíslmijer de
Adorno-, que era soda de una pequeña fábrica de piel en Berlín. Desde mayo de‘1935 el Ins
tituto de Investigación Social le dobló la subvención, primero provisionalmente, mas luego
de modo definitivo. - A finales de abril de 1935. Benjamín deja la Riviera y vuelve a París,
retomando decididamente los -Pasajes- iw sólo en cnanto estudios parciales, sino sobre la base
de un plan general (p. 9i6). Una conversación con Friedrich Pollock, directorad junio del Ins
tituto, llevó a Benjamin en mayo de 1935 a redactar el resumen París, la capital del siglo xtx.
Esto tuvo consecuencias de latjjo alcance. En él, Benjamín consiguió unir los estudios
emprendidos a finales de los años veinte, en los que por decirlo así quiso recoger la heren
cia del surrealismo, con sus nuevas intenciones -una fuerte orientación hacia la historia social
y un procedimiento que podía legitimarse desde el marxismo- Por lin. y por primera vez,
veía el libro que quería escribir. El resumen de mayo de 1935 supuso también un hito en el
gran debale teórico con Adorno, debate que en Itis años siguientes tuvo una importancia
incomparable para el trabajo de Benjamin' Finalmente, el resumen dio pie al Instituto para
acoger y promover su tralxijo -figuraba desde entonces en el programa oficial del Instituto
bajo e! título «La historia soda) de la ciudad de París en el siglo xut»- y también paia afianzar
económicamente hasta cierto punto al autor.
Los estudios para los Pasajes de la segunda fase del trabajo, la que comienza en 193-1. van a
parar todos -excepto los dos resúmenes- al gran manuscrito de ¡os Apuntes y materiales. Este
manuscrito se comenzó entretanto con anterioridad, sin que se pueda saber con certeza
cuándo En cualquier caso, a principie» de 1934 ya había numerosas hojas de estudios (p. 906)
pertenecientes a los Apuntes y materiahs. Probablemente los había empezado Benjamín en
otoño o invierno de 1928, cuando el plan original de la obra fue ampliado y modificado: |x>r
entonces parece haber separado de las Primeras anotaciones y de los Proyectos iniciales las
partes que quería conservar, trasladándolas a u n manuscrito ordenado por temas -precisamente
el de los Apuntes y materiales-. Este último manuscrito es el que ISciijamin retomó en 193-1,
continuándolo hasta su huida de Paris en mayo de 1940.
* El comienzo de este debate parece encontrarse en una carta perdida de Benjamin, a la que
Adorno contestó el 6. 11. 1934 con la carta 40.
** En el Monde comunista na apareció ningíin articulo de Benjamin. Solare sus relaciones con
este periódico, cfr. Walter Benjamín, Versuche über Brecht, Frankfurt/M, R. Tiedemann ed., -197H,
pp. 125, 127,138 nota 10 y 139 nota 17 (.Tentativas sobre Brecht. Iluminaciones 3, traducción espa
ñola dej. Aguirre, Madrid, Taurus, 1975). - Nu estí claro a qué se refiere con el citado
artículo. Buscando entre los lextos franceses que nos han llegado, quizá pudiera tratarse tic un pil
mer borrador de la anotación SurScbeerbarticfr. GS 11, pp. 630-632), dado que Adrienne Monnler habla
de ella-cuya versión conservada es de 1940-y como de una -note ancienne- (cfr. GS II, p. Il25>,
acercarme a mi trabajo de los Pasajes, volviendo a honrar unos papeles Iras una pausa do
muchas años. Dado que la Biblioteca Nacional no/iresta libros, me ¡taso casi todo el día en
su sala de lectura.
Sobre estos papeles de los Pasajes tengo que hacerte un ruego muy particular. Desde i/m'
organicé las numerosas bojas de estudios tal como deben quedar, lie utilizado siempre un
mismo tipo depapel, un cuaderno normal depapel MK de cartas blanco Mis provisiones SN
ban agotado y me gustaría que este manuscritu tan extenso y cuuiado consentirá su uní
formidad externa. cPodrías enriarme un bkx de ésos?—Soto et bloc, no las cubiertas Te
entio con esta carta una baja de muestra.
¿9 BENJAMIN A GRETEL ADORNO PARÍS, s f [principios de febrero de 19341
Espero q u e boy a lo largo del día -abora son ¡as seis de la mañana- reciba la carta que me
anunciaste. Con todo, empiezo ahoni la mía Antis que nada, muchas graciaspor el envío,
que l egó justo a pumo para saldar mi cuenta con el bote!. Puedes hacerte una idea de In
bien que me vino. - Por lo demás, y en lo que toca a mi habitación, tengo que objetar tílgii
serio: mi habitación da al pasillo, privándome de las desacostumbrada!, ventajas que llano
el hotel, por estar situado en medio del bullicio. Esta esquina del bulevat Saint-Germain (a la
que desemboca la calle Four) ha resultado tener una gran importancia estratégica. No eren
por otra parte que los presentes disturbios lleven a algo tangible, pero son m u y interesantes
de seguir. Dado que ahora estoy trabajando sobre u n a extraordinaria Historia de Parts Ipr»
hable mente Luden Dubech y Pierre D'Espezel, Histoire de Paris ¡Historia de Parí$, Parw,
I y 26], estoy metido de Heno en la tradición de estas luchas y algatridas,
ios exhemos se tocan: lo que sólo me era posóle en aquellos tiempos en que no tenía preoen
luiciones -dedicarme al trabajo de los Pasajes- se vuelve ahora de nuevo factible bajo tus
más exigentes circunstancias. I-I trabajo sobre Haussmann, del que ya le escribí, actualiza
y amplía la colección de mis presentes apuntes. He avanzado tanto que be llegado a agotar
mis existencias de pape!para talfin . Te adjunto hoy un pliego delpapel MK -está doblado
es del cuaderno grande de papel de cartas- y te estaría muy agradeciólo si pudieras man
darme un bloc como éste, del mismo colory características
30. BENJAMIN A GRETEL ADORNO. PARÍS, s. í. [finales de febrero de 19.341
Entretanto aquí todo es cada vez más difícil. Hasta ahora ba alcanzado para lo impn \
clndible. peni abora >ia no alcanza, los últimos catorce días -después de haber vuelto a
pagar la habitación- fueron una sucesión de becbos desalentadores. Por ptirte de Mondr
no hay segundad en la fecha del fxtgo. que además no puede ser antes del 1 de abril la
revista de Haas ba dejado de aparecer, y lia honorarios de mis contribuciones no llegaran,
naturalmente, nunca.
Pero no quiero seguir. Sin ti, sólo podría encarar con desesperación o apatía las próximas
semanas. En ambas he dejado de ser un diletante. ¿Pero puedo apoyarme en tt?
En mi situación, apenas tengofuerzas pata plantear estapregunta. Desde hace días estoy vil hi
cama -sencillamentepara no necesitar nada y no tener que ver a nadie- y tralxijo mal que bien
Piensa ¡o que puedes conseguir. Necesito l.O(X) frs. para remediar lo más urgente y ptulvi
pasar marzo. En abril hay perspectivas de un pago desde Ginebra Iseil. del Instituto dr
Investigación Social], Pero para estos momentos, sin embargo, no se de ningún otro recurso
Me gustaría escribirte más, pero temo que esta carta agote al que la recibe no tanto como
al que la escribe [Nota al pie: quería decir, naturalmente, danto como ai que la escribí1'
(¿Qué lapsus'A. ¿Y qué se finiría añadir que no estuviera sembrado entre sus lineas como
en los surcos del anido?
Por eso boy nada más que agradecerte el papel. JU trabajo de los Pasajes es de momento,
cutre el destino y yo. el tertius gaudens.
31. BENJAMIN A GRETEL ADORNO. PARÍS, 3- 3-193-1 <Oirrvs/Mmdencia, pp. 599 ss )
Aifin tengo de nuevo ame mi un par de jomadas, y de semanas, más llevaderas.
1 te las debo a ti. Pero el agradecimiento -sobre todo desde tan lejos- es una exfmsión des
vaida ¿Cuánto tiempo nos ¡eremos aún remitidos a él?- La situación de la que me bas ayu
dado a salir era Ixirrihle Por tu ayuda reo que la entendiste y quisiste ahorrarme una des
cripción más detallada.
1:1nuevo impulso que be adquirido gracias a ti y a Teddie lAdiirrml lo dirijo ya en dos direc
ciones. Sobre la primera -la del trabajo de los Pasajes, que vuelve a ocuparme mucho
abora-, te diré más cosas en otra ocasión.
32. BENJAMIN A SCHOLEM. PARÍS, 3. 3- 193-i (Correspondencia Scholem, p. 127)
Entre el destino y yo, el trabajo de los Pasajes es de momento el tertius gaudens. No sólo be
avanzado mucho últimamente en los análisis, sino que -porprimera vez desde hace mucho
tiempo- he podido formarme nnct imagen de su modo de empleo. Que esta imagen difiera
mucho de la primera y original es comprensible.
38. BENJAMIN A SCHOLEM SKOVSBOSTRAND PER SVENDBORG, 17. 10. 1934 K ii»fJ
pondencUt Scholem, p. 178)
1:1as¡>eciii público de la existencia se ba ruello para m i tan precario que no lo lottti sin íinfl
sitiad; y de lo que. sin ser menos precario, es menos patente, te darán una idea de cualH
en cuando mis asuntos. A tr lo demás, no quiero silenciar que justo abora sería i’spilt M
mente protvcboso un intercambio de impresiones entre nosotros. Me preparo intertarinM
—tospreparativos externos no dependen de mí- a retomar el proyecto, para ti ya i'agaim'H
conocido, de los ■ Pasajes de París., muy modificado en algunos aspectos Uno de mis fitiVí
utos trabajos será examinaret material, muy considerable, que basta abora me ban «/»
todo mis estudios Por desgracia, es casi imposible darte por carta una idea tanto d< mi
intenciones como de mis dificultades en este trabajo. Además, seria imposible est ríbala J
otro lugar que no fuera Paris. Pero de momento no puedo pagarme una estancia allí
39 BENJAMIN A MAX HORKHP1.MER SAN REMO [roete: I':lns| , s. f. jocuibre ’novjeinlw i
193-ti <Corresfrorutenda, pp. 626 ss. >
Cuando, a primeras de año, pasó ustetl la última z¡ez por París, los dos contamos con ul
pronto reencuentra. Por entonces también comentó mi situación económica, siendo Uit
amable como para asegurarme que estaba asimismo dispuesto a ayudarme duninlr ni
tiem/Kt en que usted estuviera ausente. Por mi fiarte, le prometí no recurrir a la ayuda i|
no es bajo extrema necesidad, y be mantenido esa promesa. En una ocasión duntnlr n fl
tiempo me dirigí al señor Pollock, que puso a mi disposición, según se lo pedía, uno
para mi traslada a Dinamarca y fiara el transpone de parte de mi biblioteca, que entip.
tanto había llevado a cabo. Mientras tanto be conseguido capear el verano con mi
pequeño presupuesto casero, e incluso he podido sufragarme, vendiendo algunas du com íi
mi biblioteca, este viaje nada barato que estoy haciendo abora. en el que París es tata
etapa.
1’ es que, por nntdw que me pese, no puedo quedarme aquí. De hecho, nada desearía mil\
Desde que en el curso de este verano desaparecieron las últimas posibilidades de un Imbuía
periodístico -de Alemania ya no recibo ningún giro- no queda otra cosa que emprenda
ese libro basado en largos años de estudios sobre París, de cuyo plan le hablé en algalia
ocasión, Durante el verano, me be seguido ocupando de ese material, y boy tenga i laai
mente ante mis ojos la estructura del libro, Sería muy recomendable- a juicio de un amigo
parisino- conseguir que algún editor de aquí se interesara por el asunto. Pero en rar
momento no está en mis manos concretar mi lugar de residencia.
Por mucho que este trabajo necesite de París, tengo que estar comento, por otra /kirie, dr
que la pequeña [tensión que mi ex mujer ha abierto en la Costa Azul me ofrezca la /laslhl
lidad de alojarme allí durante uno o clos meses. Gracias precisamente a esta circunslain lo
no tengo que concluir estas líneas con un niego, Pero son sólo de uno a dos meses los t/uv
tengo ante mi a manera de descanso temporal, y cuando esta carta le llegue habrá tnin\
curt ido ya una cuarta parte del plazo.
40. ADORNO A BENJAMIN. OXFORD, 6. 11. 1934
Reciba usted mi más sincero agradecimiento por su carta. Mi largo silencie>no guarda rela
ción alguna con las exigencias de asimilación con las que aquf, ciertamente, me veo con
frontado sin remedio, y una situación de .silencio entre nosotros no puede de ningún modo
perdurar. Por eso le contesto enseguida. 1-0 que lia motivado mi silencio durante tanto
tiempo lo sabe usted desde la visita de Ciretel; esa visita, asi como las abusiones que hace
LLsted en su carta, han allanado las dificultades, Se referían éstas por completo a nuestro
trabajo; no pude reprimir (bien que por ven primera desde que estamos en contacto) las
mayores reservas hacia algunas de sus publicaciones; a saber, hacia su trabajo sobre la
novela francesa [cfr. OS 11. pp. 776-803] y hacía el artículo sobre Kommerell [cfr. GS III. pp.
409-4171, que también me hirió muy profundamente en lo personal, después de que este
autor manifestara que a hombres como a mi habría que llevarlos al paredón —no hace falta
aclarar más al respecto- Esta vez los puntos conflictivos eran demasiado profundos y
penosos en todos los sentidos como para permitir su aclaración por carta, más aún durante
su estancia en Copenhague, por otra parte, durante mi trimestre en Londres también yo me
sentí muy lejos de la libertad y seguridad que hubiera requerido una discusión de ese tipo.
Así pues, callé, esperando que algo me sacara de esta situación, lo que hizo la llegada de
su carta. Esta lo consigue lanío más cuanto más se distancia de la otra. Espero no hacerme
culpable de una intromisión injusta si le confieso que lodo este conflicto está en relación
con la figura de Brecht y con el crédito que usted le daba; y que con ello este conflicto
afecta también a cuestiones fundamentales de la dialéctica materialista, como el concepto
de valor de uso, al que hoy, lo mismo que antes, me resulta imposible conceder una posi
ción cemraI Si no me equivoco, usted se ha desligado de estas cosas, y creo que lo más
importante es que en esta acción le asegure mí plena participación, sin tener que temer
que vea en ello una expresión de conformismo y un instinto de reserva. Lo que usted dice
sobre la conclusión de su etapa ensoyísfcea y, ante todo, sobre su definitiva dedicación a
los Pasajes, es, ciertamente, la mejor noticia que he recibido de usted desde hace muchos
años. Sabe que considero verdaderamente este trabajo como la parte de prim apbilosopbia
que se nos ha encomendado, y lo que más deseo es que ahora, después de un largo y
doloroso estancamiento, sea usted capaz de llevarlo a cabo tal como lo requiere un objeto
de tanta importancia. Y si, de paso, se me permite depositar en este trabajo algunas espe
ranzas sin que lo tome usted como una arrogancia de mi parte, éstas serían: en primer
lugar, que el trabajo articule sin contemplaciones bajo la forma de las tesis más extremas
todo el contenido teológico y la literalidad que se habían puesto en él (es decir, sin con
templar las objeciones procedentes de ese ateísmo brechtiano que quizá debamos salvar
como teología inversa, ¡pero en modo alguno aceptar!); en segundo lugar, que, en benefi
cio de su propia estructura, el trabajo evite al máximo la comunicación externa con la teo
ría social. Pues me parece que ahora, tratándose en efecto de lo más serio y decisivo, tiene
que ser expresado integra y plenamente, alcanzando su más completa profundidad cat.e-
gorial sin ahorrar teología; pero, por otra parte, también creo que en este nivel decisivo
podremos ayudar tanto más a la teoría marxista cuanto menos nos la apropiemos some
tiéndonos externamente a ella; aquí lo -estético» penetrará en la realidad de un modo
incomparablemente más revolucionarlo que la teoría de clases como d eu sex machina. Por
esta razón, me parece imprescindible que precisamente los motivos más lejanos; el de -lo
siempre igual» y el del infierno, se hagan actuar con toda su fuerza y, al mismo tiempo, se
exponga el concepto de imagen dialéctica con toda lucidez. Sé mejor que nadie que cada
li ase está y debe estar cargada con dinamita política, pero cuanto más profundamente *•
la coloque, tamas más cosas arrastrará consigo en la explosión. No me atrevería a darle i
usted -consejos', lo que intento es únicamente actuar, digámoslo así, como ahogado de mu
propias intenciones frente a una tiranía que, de forma similar a como usted procedió >i m
Kraus, sólo es necesario llamar por su nombre para hacerla desaparecer, - Por otra partí
parece que los Pasajes reciben justo ahora un importante impulso externo Un una revit il
inglesa de cine leí una recensión del último libra de Bretón (Les tases comm unicanls \lint
vasos comunicantes i, [Paris, 1932]), que. si no me equivoco, está muy próximo a mucha*
de nuestras intenciones. Pues se dirige contra la interpretación psicológica de los juenti*.
defendiendo una interpretación a partir de las imágenes objetivas; y parece atribuir a eslill
un carácter histórico clave Fn conjunto, se aproxima demasiado a la temática propia di
usted como para no requerir, piolxiblemente justo en el punto central, un giro radical i ■ |U0
punto sea éste es algo que la recensión no me permite ver); pero en la medida en que reclama
este giro, el libro podría llegar a adquirir gran importancia, ¡quizá la misma que -vaya lin t
comparación- tuvieron Panoffskv y Saxl para el libro sobre el Barroco! Permítame .in.nlli
todavía algo más sobre los Pasajes: me parecería una pen3 que este trabajo, que ha de i|||«-
níficar la integración de toda su experiencia lingüistica., se escribiera en francés, es deCllj
en un medio que, incluso dominándolo magistralmente, ¡no puede redundar en l>enel telo
de esa imegración que precisamente presupone la dialéctica de la propia v ida lingüistica
de usted! En caso de que hubiese problemas para publicarlo, entonces sí podría ser adr
cuada la vía de la traducción, pero la pérdida de un original alemán me parecería, vot*
phrose, tan grave como la que sufrió nuestra lengua cuando Uliland quemó su parte del
legailo de 1lóklerlin - Obviamente, pondré todos los medios que estén a mi alcance par»
hacer posible su publicación; las mejores perspectivas las veo en Austria, donde actual
mente [Ernsil Krenek ocupa una serie de puestos importantes; indudablemente él hufU
todo lo imaginable en favor de este trabajo.
U
He recibido y hojeado loa trabajos de Stemherger para la Rundschau. No puedo encuu
trados tan indignos como Fclizitas iGretel Adorno), sobre todo el artículo de la fotograba
[cfr, Dolf Sternberger, -l.Ux.-r die Kunst der l’hotographie* [-Sobre el are de la fotogralia l.
en Die Neue Rundschau -4S. 2 (1934), pp. 412-4351, donde hay cosas acertadas, por ejetii
pío, sobre la crítica de la -objetividad-, naturalmente, el trabajo sobre el Jugendstil [cfr. Dnlf
Sternberger, -Jugendstil. Degriff und Physiognomik» [■Jugendsitl. Concepto y flsonomla-l, cu
Die Neue Rundschau 45, 2 <1934), pp. 255-2711 es sólo un inventario. Pero me gustaría que
uno no se instalase sin más en esos temas, poniendo luego el cartel de -Sólo para adtilttw»
Le he escrito diciéndole con prudencia que, ciertamente, los ensayos contra Heídegger, Jaspei»
y la filosofía como forma son convenientes, pero que precisamente en este ámbito tan sólo
son pertinentes las más elevadas y difíciles categorías filosóficas. Todo esto quedará ilqul
dado con la mera existencia del trabajo de los Pasajes.
■44. BENJAMIN A ALFRED COHN. SAN REMO, 19- 12. 1954 (Correspondencia, pp. 631 ss.)
¿Que qué hay de mi? Pues que en realidad dudo tener que contárselo largo y tendido a una
persona con mundo, como eres til Si alguien me dijera que tengo suerte de poder pasear o
escribir en pos de mis pensamientos, en un lugarprecioso -y San Remo es verdaderamente
bello-, sin las preocupaciones cotidianas por la existencia, ¿qué podría replicarle? Y si
viniera olro ante m í para decirme a la cara que es una miseria y una vergüenza instalarse
por así decirlo en las ruinas del propio pasado, lejos de lóela tarea, de los amigos y de los
medios de producción... ante este hombre más bien me calta lia. bastante apurado.
Claro que no tengo problemas con el trabajo diario. Pero ya es hora de concretarlo de nuevo
en su totalidad y con anticipación; hasta qué punto es hora de ello, lo sé desde que he
comenzado a revisar can rigor sistemático mis estudios sobre los Pasajes Por desgracia, no
hay ta más mínima posibilidad de que pueda elegir libremente, en un plazo razonable, mi
lugar de residencia; bastante será con que lo pueda cambiar
48. BENJAMIN A BERTOLT BRKCHT, PARÍS, 20. 5. 1935 (Correspondencia, pp. 657 ss.)
Si este año voy o no a Dinamarca, es algo de lo que aun no tengo ni idea. Antes que nada
tendría i/ue conocer sus planes. ¿Estará usteti durante el i'erano en Svertdborg?-A esto se le
añade otra cosa, me be dado cuenta después de mis primeras semanas en París, de que mi
libro-el grande, sobre el que una vez le hablé-, por lejos que esté aún de su form a defini
tiva, está más cerca de ella de lo que habia creído. Además be escrito un extenso resumen
sobre él, a raíz del cual tengo que conseguir información sobre una serie de cosas que sólo
puedo encontraren la Biblioteca Nacional Por eso tengo que intentara cualquierprecio-y
es endiabladamente difícil- quedarme más tiempo en París. En cualquier caso, cuéntente
porfavor sus planes desdefinales de julio, si es que los tiene
49. BENJAMIN A WERNER KRAFT. PARÍS, 25. 5. 1935 (Correspondencia, pp. 658-660)
Tengo que estarle agradecido no sólo por sus cartas, sino por algo más que ellas.
Me ha conmotido que con unas pocas indicaciones mías usted se baya hecbo una idea
cabal de mi situación, hasta el punto de dedicarme sus pensamientos no obstante todas las
dificultades de su propia situación.
Le parecerá a usted paradójico que una ¡x'rsona en mi situación no aproveche cualquier
posibilidad, por difusa que sea o alejada que esté. Pero es que hay razones m uy esf>eciales
que me llevan a desviarme, yendo por delante mi más cordial agradecimiento, del camino que
usted señala. Y estas razones se las voy a explicar, porque conducen a! núcleo de mi sitúa
ciótt productiva actual, teniendo que aceptar, desde luego, que también afecten a mi situación
material
En este momento no recuerdo si usted sabe, por obsenaciones ocasionales mías, sin duda
muy Migas, que durante una larga serie de años be estado empeñado en un trabajo sólita-
rio que recoge, alrededor de un tema limitado, las intuiciones y problemas que se eiu IIMH
trun dispersos por mis escritos. Puede ser que nunca baya mencionado este trába/o / «
masa de estudios sobre la que descansa es extraordinariamente vasta Pero no fu e ihttM
razón qtte detuvo su análisis productivo durante años. Y tampoco simplemente las ihjiiiM
tades económicas. Me llevaron éstas más bien a una técnica de trabajo que me /X't tntilA
mantener tina mi particifxtctón en esa obra durante los pkvzos de tiempo más largos I
FJ ritmo saturnino del asunto tuvo su razón más profiauia en ¡a completa tnmsformacióH « M
tenia que sufrir la masa de pensamientos c imágenesprocedentes de la lejana época ile mi /«•!■
sarmentó directamente metafíisico y teológico ¡tara nutrir con toda su fuerza mi actual cvAftlB
lista transformación tuvo htgar t alladamente, j o mismo be sabido tan poco de ella, (pie rru•tp a A
comptelametae perplejo cuando -con motúv de un estímulo externo- escribí recfentemttitr ¥Ü,
plan de la obra en unos pocos dias Le seríalo que Scbdem conoce este trabajo, pero nadie mili
en Palestina, y le pido que no comunique a nadie mi propósito. Si viajara en invierno a r<tln»
lina, algo que está dentro de lo posible, conocerá más detalles. Por ahora sólo puedo mericliriuutt
ti titulo, por donde verá qué tejos está este tema de alxim, que domina dictatoriabnente mis /jtii
samientos, de ta tragedia clásicafrancesa. Se llama -París, la capital del siglo diecinueve*.
Aunque siga adelante con mis estudios, o pueda seguir con ellos algún día, la verdihlctil
redacción del trabajo sólo podrá tener éxito en París. Ahí radica la dificultad econórnh il
no sé cuánto tiempo seré ca/xtz de costearme la estancia en París. Por este motivo, cualiiiilvi
trabajo episódico y ocasional sería bienvenido. Pero acerca de esto ni usted ni ya, mii
parece, podemos pedirle consejo a [Charles] Du Bos. Y menos aún podría hacerle enleiiilri
el proyecto del trabajo mencionado. Se sitúa a demasiada distancia -terrestre, no ceh'sh-
de su mundo menta!. Lo cual no impide, desde luego, quesea muy importante para mi irnei
noticia de su actual domicilio y -caso de que fuera Paris- que le comunicara el mío /m
contactos, beneficiosos o ya simplemente agradables, con losfranceses, escalan más i mili
51. UKNJA.Y1IN A ADORNO, PARÍS, 31. 5, 1935 (cl’r. Correspondencia, pp, 662-fififi)
Aunque estas líneas se hayan hecho esperar un poco, le hacen llegar, junto con lo que las au un
paña, la más completa información sobre mi trabajo y sobre mi situación interior y exterior
Antes de entrar brevemente en el contenido de! resumen, me referiré a! ¡tape! que éste juega
en mi relación con el Instituto, lisio se dice pronto. Pites de momento se limita al becbo de
que el impulso f>ara su redacción fu e una conversación que mantuve con Pollock a finales
de abril Obviamente, este impulso fu e externo y dispar. Pero precisamente por ello fu e
capaz de dar una sacudida a la tiran masa, protegida celosamente durante muchos años
de toda influencia exterior, haciendo pasible su cristalización. Insisto en que con esUl cir
cunstancia. legítima y fructífera en la economía global de este trabajo, se agola el signifi
cado de losfactores extrínsecos y heterogéneos Y a insistir en esto me llenan las preocupa
ciones de su carta, que comprendo y que. siendo como son opresión del más amistoso
interés, ban de considerarse también -tras una interrupción tan prolongada de este diálogo
nuestro que dura ya años- como inevitables Dichas preocupaciones han encontrado su fie!
eco en la carta de Felizitas que me llegó esta mañana Felizitas escribe:
•Me sorprende que Fritz■[Pollockl -se interese por las Anotaciones, ¿piensas quizá en un tra
bajo para la revista? Yo vería en ello un peligro verdaderamente grande, pues el marco es
demasiado estrecho, v motea [xtdrías escribir lo que tus verdaderos amigos esperan de ti
desde bace años, el gran trabajo filosófico, que está ahi sólo por sí mismo, que no ha hecho
concesión alguna y cuya imfx>rtancta ha de compensarte de tantas cosas ocurridas en los
últimos años»,
Jé que ése es el lenguaje de lo amistad más verdadera, que no es menor que la que a usted
le llevó a decir que consideraría una auténtica desgracia que Brecht influyera en este tra
bajo. Permítame decirte al respecto ¡o siguiente:
Si alguna vez he sido fie! al lema de Gracián que hice mío, -intenta ¡xmer al tiempo de tu
parle en todas las cosas», creo que ha sido en el modo como he procedido en este trabajo.
En su comienzo estuvo Aragón -el Compesino de Porís-, de! qttefxir la noche, en la cama,
no podía leer más dedos o tres páginas, porque mi comzón latía tan fuertememe que tenía
que dejar el libro. ¡Vaya advertencia.1Qué anuncio de los años y años que habrían de inter
ponerse entre esta lectura y yo mismo. Y sin embargo, los primeros afntntes de los Pasajes
proceden de esa época. - finieron luego los años de Berlín, en tos que lo mejor de mi amis
tad con Hessel se nutrió de muchas conivisaciones sobre el proyecto de los Pasajes. Por
entonces surgió el subtítulo -boy yti abamlonado- -Un cuento debatías dialéctico- Este sub
titulo bace alusión a la ingenuiiUul rapsódica de la exposición qtte entonces yo tenía en
mente, y cu)¡os restos-taly como boy reconozco- no ofrecían suficientes garantías ni desde
el punto de vista form al ni desde el punto de vista lingüístico Pero esta época fu e también
la de un filosofar despreocupadamente arcaico y atrapado en la Naturaleza. Fueron las
conversaciones que mantuvo con usted en F rankfurt-y especialmente la ■histórica- conver
sación que tuvo lugar en la casita suiza-, y después la conversación ciertamente histórica
mantenida alrededor de Ut mesa junto a usted, Asja. Felizitas y Horkheimer, las que pusie-
ron fin a esta época. La ingenuidad rapsódica llegó a su fin Esta form a romántica fu e
superada por un raccouid del desarrollo, pites por aquel entonces, e incluso años después,
W todavía no concebía ninguna otra forma. Por otra parte, en esos años empezaron las
dificultades exteriores, que precisamente me revelaron como providencial el hecho de que
las dificultades interiores me hubieran impuesto ya antes un modo de trabajo expectante,
dilatorio. Siguió el fundamenta! encuentro con Brecht y, con ello, el punió culminante de
todas tas aportas de este trabajo, del que, no obstante, ni siquiera en ese momento me alejé.
Lo que de esta última época podía alcanzar significado para el trabajo - y ello no es poco-,
no pudo ciertamente cobrarform a alguna antes de que los límites de este significado estu
vieran sin asumo de duda sólidamente establecidos en mí, y que por tanto las *directrh tn>,
también por esta parte, quedaran fuera de toda considemción.
De todo lo que aquí señalo bailará precisamente usted huellas evidentes en el resumen, ul
que ahora at'tado unas palabras Naturalmente, el resumen, ¿pie en ningún punto imiiiotHi
mis concepciones, no es im/avia en todo un equivalente pleno de las mismas, Asi cuinn «n
el libm sobre el Barroco la exposición cernida de losfundamentos epistemológicos siguió ti
su confirmación en et material, lo mismo ha de ocurrir en este caso. Pero con ello nu (10
comprometo, en cualquier caso, a que también en esta ocasión ¡a exposición tenga quuii¡m
recer Imjjo la forma de un capitulo afxirte, situado bien al fina1, bien al comienzo, ttm
cuestión queda abierta Pero et resumen contiene ya indicaciones decisivas sobre estos nlU
niosfundamentos, que a usted se le escaparán menos que a nadie, y en las que recono
algunos motivos que aborda su última carta. Más aún_■las analogías de este libro con i‘l
libro sol>re el Barroco resultan mucho más claras que en cuakptierfase anterior del ¡ir\ii
yecto Iincluso de una forma sorprendente para mí). Permítame que vea en ello una iitfM
firmación es¡>ecUtlmenie significativa delproceso de refundición que ba conducido ¡a
masa de ideas, impulsada en su origen metafisicamente. a un estado de agregación en i
que el mundo de las inuigenes dialécticas queda aseguradofrente a toda objeción Sust ihitlrt
por la metafísica
f i l esta fase (y evidentemente por vez primera) puedo considerar con serenidad lo ifUti
podría argüirse contra ei método de este trabajo. Jxjr ejemplo desde el marxismo ortiKh iW«
Pero creo, por contra, que con este método puedo alcanzar a lo torga una posición si'Jlllñ
en la discusión marxista. aunque sólo sea porque aquí la cuestión decisiva de la imagen
histórica es tratada por vez primera en toda su extensión. Ahora bien, puesto ifue la filmo
fía de un trabajo no depende tanto de la terminología como desu posición, creo desde lutrgn
que este resumen lo es dei -gran trabajofilosófico- del que babla Fehzitas. aunque a mi e\ht
caracterización no me parece la más apropiada. Para m í se trata ante todo, como m W
sabe, de la •prehistoria del siglo xtx*.
En este trabajo veo la ivrdadera razón, sí no la única, para no perder el valor de según
luchando por ¡a tida liscribirlo. desde la primera hasta Ui última palabra - boy estoy«nr»
plelamente seguro de ello, sin perjuicio de ta gran masa de trabajos preliminares que lo fu H
(lamentan-, es algo que sólo puedo bacer en París. Naturalmente, primero sólo en lengim
alemana !x> mínimo que necesito para mantenerme en París son 1.000francos menstut
¡es¡ ta suma que Pollocb puso a mi disposición en mayo, ¡a misma que be de volver a reí i
birpara junio. Pero también la misma que necesito durante algún tiempopara poder según
trabajando Aun asi las dificultades se acusan bastante: fuertes jaquecas me recuerdan
demasiado a menudo mi precario modo de vida. Tal vez ustedpueda aclarar en discusli m
con Pottock, mejor que yo mismo, si. y a qué título, puede el Instituto tener interés por míe
trabajo, y si eventualmente serían necesarios otros trabajos para reforzar este interés, lish n1
abierto a cualquier trabajo; pero todo trabajo de cierta importancia, en particular el lia
bajo sobre Fuchs, exigiría que durante el periodo de su redacción postergase los Pasa|i'N,
(Por el momento preferiría no ocuparme del trabajo sobre la *Neue Zeit»[no escrito!, Ya W>1
veremos a hablar de ello en su momento.)
Que el Instituto pueda editar el trabajo -tal como verdaderamente ba sido concebido•es alg11
con lo que cuento tan poco, que todavía en abril yo mismo le aseguraba a Políoch lo coil
trario, Otra cuestión es, sin embargo, hasta qué punto las nuevas y prxtfundas perspectivas
sociológicas que confieren el marco estable para el armazón interpretativo puedan just(/l
car que el Instituto apoye el trabajo, sin lo cual éste no podría hacerse realidad ni así ni de
ningún otro modo. Pues si en la fase actual se creara una distancia entre el proyecto y su
configuración, probablemente supondría un gravepeligro para toda redacción ulterior. Por
el contrarío, el marco delproyecto contiene, si bien ya no en todos los pasajes sí a! menos
en los que para m í son decisivos, tas determinaciones conceptualesfilosóficas que lo fu n
damentan. Siprecisamente usted echa en falta alguna palabra Ixisica -la felpa, el tedio, la
determinación de las -fantasmagorías—, es que son precisamente motivos a los que yo sólo
tenía que conferirles su lugar; su configuración, que en parte está ya muy avanzada, no
era propia de este resumen. Klhi no tanto j»>r razones de finalidad externa como interna.
babía que conjuntar los materiales antiguos, de los que me bahía asegurado, con los nue
vos, obtenidos según ban ido transcurriendo los años
le ruego que no muestre absolutamente a nadie el borrador que ahora recibe y qtte me lo
deruelea cuanto antes. Síive solamente para mis propias investigaciones. Más adelante le
Uegará otro, que estará listo en bretv y del qtte habrá varías ejemplares.
Este año estabafuera de lugar contar con San Remo tiirnu lugar de nuestro encuentro. ¿No
podría usted hacer su viaje ile Oxford a Berlín ¡tasando ¡x>rParís? ¡Porfavor. considere dete
nidamente esta posibilidad!
60. BENJAMIN A HORKHEIMER. PARÍS, 10. 7. 1935 Ccfr, Correspondencia, pp. 666 ss.)
Estaba de lo más impaciente por enviarle el resumen con este correo, ¡il señor Pollock le
habrá becho ya alguna referencia a ello, pero debido a su prematura partida no pude revi
sarlo con él, como era nuestra intención.
Por otra parto se lo hubiera enviado ames si la señora Favez [secretaria del Instituí) >it
Investigación Social en Glnebral, como ella tenía amablemente previsto, hubiera frm j
guíelo copiarlo, Por desgracia no ha sido aún posible, y por eso dicté aquí et humum rtli
dado que quería que estuviera definitivamente en supoder.
Le digo ademéis que, /»>r iniciativa del señor Pollock, he encargado una fotocopia tic irf
estudios sobre este trabajo. Está depositada en un lugar seguro y la tiene siempre a sil Jn
posición.
Al resumen mismo no deseo ele momento añadirle ningún contenido Desde mediatlni n
mayo trabap muy intensamente en la Biblioteca Nacicnol y en la Sola de las Estampo-, /.,
concluir mi documentación. Gracias a que mi situación ha mejorado en los últimos tn<
lo cual se lo tengo que agradecer a usted y a Potlock. be conseguido que esta documento
ción esté muy cerca de su ftned.
Desde luego que a principios de agosto, si no recibo otras indicaciones de usted. inlven* if
dejar el libro para escribir el ensayo sobre Fuchs. En mi último encuentro con él, hice im
me contara multitud de cosas interesa ules sobre sus comienzos, fxijo la ley socialista. TttM
en interés de este ensayo como de mi libro, intentaré permanecer en París tanto tlemfn
como sea posible.
61. BENJAMIN A ALFRED COHN. PARÍS. 18. 7. 1935 ( Correspondencia, pp. 668-670) i
Mi hermana ha salido de liaje hacepoco-está en Mallorca- y me ha ¡tejado su pisoelin r/írtw
las senuituts en que estáfuera. Llego así alfxisaje de tu carta que contiene un regedo de i uní
pteaños en su furnia más hermosat me refiero a vuestro ofrecimiento de dejarme esa imhl-
loción. Si de momento no puedo aceptarlo, de uiui fiarte porque leprometí a mi hermana mi
dejar elpiso vació. y de otra fmrque no puedo interrumpirprecisamente abora mi tmbajo i n
la Biblioteca Nocional, no ¡K>r ello ejuiero dejar de agradecértelo algo más ijue cordialmellM
lo que míe también para Grete. Y lo bagopreguntándote si crees que habría aún posihilkUlM
de que os vtsiktra bacúi let segunda mitad ele septiembre Ya sé que abora no puedes contifr
lar con segúndete! a mi pregunta. Con todo, ten en cuenta que ¡tor entonces tendría la ¡•mi-!
bilidad de iros a ver a Barcelona, y no necesito decirte lo que megustaría hacerlo.
Para entonces hai>ré terminado por completo, así lo espero, los estudios que me atan a la
biblioteca Ahora que lo que importa es cottcluir, me be abierto dos nuevos campos de lia
bajo. Uno es la Sala de los Estompas, en el que intento confirmar las ideas de los tennis i
situaciones que be extraído de los libros, y el otro el Infierno de la biblioteca, ¡>ara et que <iin
seguir el derecho a utilizarlo es uno ele los pocos éxitos que me puedo atribuir en rjw l
terreno. Es extraordinariamente difícil obtenerlo.
Sería desde litigo un gran placer ¡xtra mi contarte cosas sobre este tralmjo. Ya te liultrt
informado de que hacepocas semanas escribí elprimer proyecto resumido del mismo, ,\tte
más he hecho que fotografíen mis estudios para teneiios seguros. A mis colegas Hterarfyi
incluso a los amigos, no les comento nada de este trabajo; nada detallado. Está en una inv
en ¡a que se encuentra especialmente expuesto a todo tipo de desfiguraciones imaginable*,
sin excluir en absoluto el robo. Comprenderás que losJeroglíficos del siglo xix de Blóch lili
Ernsr Blocli, Erhschajl dfeser Zeit lHerencia de este tiempo], Zúrich, 1935, pp. 28R-295I me
hayan vuelto algo receloso,
I...]
62, BENJAMIN A GRETEL ADORNO. PARÍS, 29. 7. 1935
¿Podríaspreguntarle a Teddiesi tiene (o ba tenida) la oportunidad de echarle un vistazo a
»Los arcos triunfales■
de Noack (Estudios de la Biblioteca Warharg) [cfr. Ferdinand Noack,
Triumph und Triumphboj’en \El triunfo y los arcos triunfales], Leipzig-Berlín, 19281'' —
Espero con ansiedad la caria en que él me responde al resumen.
63. ADORNO A BENJAMIN. HORNBERG IM SCHWARZWALD, 2. 8 1935 (cfr. Correspcm-
dencia. pp. 671-683)
Permítame que hoy, por fin. intente decirle algunas palabras sobre el resumen, que he
estudiado con todo detalle y he vuelto a discutir punió por pumo con Felizitas, quien, por
lo tanto, lia colaborado plenamente en ini respuesta Ante la importancia del tema —que,
como usted sabe, juzgo máxima-, me parece apropiado hablar con toda franqueza y pasar
a abordar sin preámbulos las cuestiones centrales, que creo poder considerar como tales
para ambos en el mismo sentido pero antes de entrar en la discusión crítica quisiera
decirle que el resumen, por insuficiente que, con su modo de trabajar, pueda ser todo
esbozo y -curso de pensamiento par.» dar una idea de su obra, parece abundar en las mis
importantes concepciones, de las que sólo quisiera subrayar el excelente pasaje sobre el
habitar como un dejar huellas, las decisivas frases sobre el coleccionista y la liberación de las
cosas de la maldición de ser útik’.s [...1. Asimismo, el esbozo del capítulo sobre Baudelaire
como interpretación del poeta, y la introducción de la categoría de novedad en la p. 20", me
parecen totalmente logrados
Por ello adivinará usted, y probablemente ya se lo esperaba, que mi interés se dirija nueva
mente al conjunto de motivos designados por los términos: prelustoria del siglo diecinueve,
imagen dialéctica y configuración de mito y modernidad. Si de este modo dejo al margen
una separación entre la cuestión -material- y la cuestión -epistemológica-, ello podría estar en
correspondencia, si no con la disposición externa del resumen, sí en todo caso con su núcleo
filosófico, cuyo movimiento ha de hacer desaparecer esa contraposición, exactamente como
en los dos últimos proyectos tradicionales de la dialéctica. Permítame que parta del lema de
la p, 3; Coda época sueña b siguiente, que considero muy importante por cuanto que en
tomo a esta frase cristalizan todos los lemas de la teoría de la imagen dialéctica que me pare
cen fundamentalmente criticables, y concretamente |*>i su carácter no dialéctico, así pues,
con la eliminación de esta frase se podría conseguir poner en orden la teoría misma. Pues la
frase implica tres cosas: concebir la imagen dialéctica como un contenido de la conciencia,
aunque éste sea colectivo; referirla linealmeitte -yo diría incluso histórico-evolutivamente—a
un futuro entendido como utopía; concebir la -época- precisamente como el sujeto unificado
en sí mismo y que corresponde a este contenido de la conciencia. Me parece ahora de lo
más pertinente decir que, con esta noción de la imagen dialéctica, que se puede llamar inma
nente, no sólo se ve amenazada la fuerza original del concepto, que era de carácter teoló
gico -dando entrada a una simplificación que aquí no echa a perder tanto el matiz subjetivo
cuanto el mismo contenido de verdad-, sino que precisamente de este modo se pierde tam
bién en contradicciones ese movimiento social en cuyo nombre usted sacrifica la teología.
Al trasladar a la conciencia la imagen dialéctica bajo la forma de «sueño», no sólo se pro
duce ei desencantamiento y la trivialización del concepto, sino que pierde así también la
En París residió Benjamín hasta su huida en junio de 1940, pocos días antes de la ocupa
ción de la ciudad por los alemanes. Sólo allí, con ayuda de la Biblioteca Nacional, creía
poder concluir los Pasajes. Por lo pronto, y hasta mediados de 1935. Benjamín vivió en
varios hoteles de los distritos 16, 6 y 14, siendo también de vez en cuando, por poca
tiempo, huésped en los distintos domicilios de su hermana Dora, que había emigrara
igualmente a París. Entre agosto o septiembre de 1935 y hasta junio de Í937 tuvo en Motil-
parnasse -calle Bónord 23- una habitación amueblada que había tomado en realquile?'3
emigrantes (p. 943). En septiembre de 1937, a su vuelta de una estancia en San Remo, se
encontró con que esta habitación había sido alquilada, teniéndose que mudar por cuatro
meses a las afueras, a Boulogne, donde una conocida le dejó provisionalmente el cuarto
de una muchacha de servicio; situado en una ruidosa avenida, resultaba inadecuado para
trabajar. Sólo en enero de 1938 pudo tener Benjamin una vivienda propia: un estudio etl
la colle Dombasle 10, en el distrito 15, cerca de la estación de metro Convention. El edificio
estaba ocupado en su mayor pane por emigrantes alemanes, entre ellos el neurólogo Fritz.
Frankel y Arthur Koestler. Durante todos estos años, la situación económica de Benjamín
fue extremadamente precaria. Las sumas que le pagaba el Instituto de Investigación Social
lindaban con el mínimo para la supervivencia: aunque es cierto que fueron aumeniandtt
constantemente, la creciente inflación del franco francés dejó las subidas en nada De ahí
que los pocos viajes que hizo a Dinamarca y a Italia eran ante todo para ahorrar gastos
En Skovshosirand. Svendlx>rg, donde visitó a Brecht en agosto y septiembre de 1936, y otra
vez más desde finales de junio hasta octubre de 1938, el coste de la vida era sensiblemente
inferior al de París En San Remo, Benjamin podía vivir gratis en la hoy desaparecida pen
sión Villa Verde, de su ex mujer, situada en el extremo oeste de San Remo, frente al hotel
Miramare y cerca del hotel Londra. Allí se alojó en otoño de 1936. de junio a finales de
agosto de 1937. y por último en diciembre de 1937 y enero de 1938. Hay que añadir, final
mente, un breve viaje en diciembre de 1936 a Venena y San Remo por asuntos familiares,
y una visita en mayo de 1939 a Pontigny. donde Benjamin pronunció una conferencia
sobre Baudelaire en los ettíMiens organizados por Paul Desjardins (cfr. GSI, pp. 740-748)
—En el desarrollo del Libro ¡le los Pasajes fueron importantes una serie de encuentros con
Adorno, que llevaron a extensos debates. Después de que los amigos se volvieran a vei t
principios de 1936 (xir primera vez desde el comienzo del exilio. Adorno fue aún dos veces
a Paris ese mismo año; al año siguiente, en marzo, se encontraron de nuevo en París, y en
el cambio de año 1937-1938, antes de la emigración de Adorno a Estados Unidos, en San
Remo.
El manuscrito de los Apuntes y materiales continuó adelante. En primer plano estabmi
los extractos sacados de la literatura coirespolidíente, a menudo muy remota, de lu Biblío
teca Nacional, En marzo de 1936 escribe ya Benjamin que los estudios materiales predios
se encuentran concluidos, aparte de algunos pequeños motivos (p, 950), pero de hecho
trabaja en los Apuntes y materiales hasta principios de 1940. Por mucho que en las pat
tes más tardías predominen los extractos no comentados, surgieron también en eslos
años numerosas reflexiones teóricas; las más importantes son seguramente las de la cu
tica a la teoría del progreso en el legajo empleadas luego en las tesis Sobre el con
ceptu de historia, así como los fragmentos de Parque central, ‘piezas muy arriesgadas,
completamente especulativas" (Adorno; cit, GS I, p. 1216) sobre Baudelaire, que fueron
primero anotadas en el legajo /,- o, en fin, el legajo m, que trata sobre la función de ht
ociosidad en la sociedad burguesa, escrito a principios de 1939 en el contexto de la rec
laboraclón de la sección del Jláneur en el primer trabajo sobre Baudelaire, - Pero lo qiu-
más hay que tener en cuenta es que todos los grandes trabajos que Benjamin escribió en
los pocos años que le quedaban la mayoría tic ellos publicados en la Zeitscbrift fü r
Sozialforscbung, pertenecen en mayor o menor medida al ámbito de los Pasajes. Así, el
ensayo La obra de arte en la ¿poca de sil mproductihUUlad técnica, comenzado en otoño
de 1935, y en cuya última y definitiva redacción trabajaba Benjamín todavía en abril de
1939, no tiene desde luego relación material alguna m n el proyecto de los Pasajes -no
trata fenómenos del siglo xix, sino del XX-, pero si está relacionado del modo más estre
cho en cuanto a la metodología: fija la posición actual, cuyas circunstancias y plantea
mientos habrán de ser decisivos al rohvr la lista a! siglo <tíecintwtv (p 945). Benjamin
habló en alguna ocasión del ensayo sobre la obra de arte como de un segundo resumen
de los Pasajes, de una especie de contrapartida (p. 945) de París, la capital del siglo xtx.
—Al concluir la redacción publicada en 1936 del ensayo sobre la obra de arte Benjamin
consideró la posibilidad de dedicarse en primer lugar a un trabajo sobre C. G. Jung; de
este mismo trabajo se dice en otro lugar que trata sobre Klages y Jung. Su objetivo sería
avanzar en las reflexiones metodológicas de los Pasttjes mediante de la confrontación del
concepto de imagen dialéctica -la categoría epistemológica central de los Pasajes- con
los arquetipos de Jung y las imágenes arcaicas de Klages. Esta investigación no se llevó
a cabo debido a la intervención de Horkheimer. En lugar de eso, Benjamín se dedicó a
principios de 1937 al gran trabajo sobre Baudelaire. Pensó al principio que podía ser un
capítulo mismo del trabajo de los Pasajes, pero pronto se vio forzado a separar de él el
conjunto de Baudelaire para dedicarle un libro aparte, A ello parece que le movieron
razones tanto internas como externas. -Tuvo que haber dudado cada vez más de realizar
lo pretendido con el trabajo de los Pasajes: la construcción filosófico-histórica del siglo
diecinueve, el trabajo sobre Baudelaire debía al menos proporcionar un modelo en
miniatura de los Pasajes. Hay que agradecer a Max Horkheimer que Benjamin tuviera
en mente esa posibilidad gracias a un encargo para la Zeitscbrift fü r Sozialforscbung. El
trabajo titulado 1:1Parts del Segundo Imperio en Baudelaire se escribió en verano y otoño
de 1938 - Adorno -sometió el texto, en una carta fechada el 10. II. 1938. a una crítica
incisiva que se reveló extraordinariamente provechosa para el posterior desarrollo del
proyecto de Benjamín sobre Baudelaire. El resultado de la misma aparece en Sobre algu
nos motivos en Baudelaire, que Benjamin comenzó a finales de febrero de 1939- (cfr. GS
I, p. 1064). - El único trabajo extenso de Benjamin perteneciente a esa época y que no
se íntegra en la órbita de los Pasajes, el ensayo Eduard Fuchs, der Sommier und derHis-
toriker lEdtmrd Fucbs, coleccionista e historiador], de 1937, contiene sin embargo un
conjunto de importantes reflexiones sobre el materialismo dialéctico que de momento amcuer-
dan con mi libro-esto es, con los Pasajes- (p, 950).
Con el curso de los años, se consideró repetidamente el traslado de Benjamin a Nueva York,
donde desde 1934 se encontraba la sede central del Instituto de Investigación Social. Pero
Benjamin nunca se había mostrado particularmente interesado en el asunto, dado que se sen
tía ligado a París debido al trabajo en los Pasajes. Sólo en verano de 1939 se concretaron sus
planes de visitar América y, de ser posible, quedarse allí definitivamente. La guerra que se
preveía en Europa le determinó a ello, pero también el peligto de que el Instituto tuviera que
interrumpir el apoyo económico que le prestaba -peligro que en la sede del Instituto creían
haber eliminado y que de hecho nunca se hizo realidad , En relación con los esfuerzos de
Horkheimer por encontrar un mecenas americano para el trabajo de Benjamin, surgió en
marzo de 1939, en francés, el resumen París, capital del siglo xtx, en el que tenemos los últi
mos intentos de planificación global Cp. 947) de los Pasajes. - El inicio de la guerra desba
rató todos los planes Ut; emigración. Como la mayoría de los emigrantes alemanes, Benjamín
Fue internado a comienzos de septiembre de 1939, primen.) tinos diez días en el Rassemhle
ment étrangerau slade olympique Yves-du-Manoir, en Colombes, fuera de París, y luego era
el llamado Camp des tmvailleurs volotUain5 cerca de Nevers, la antigua capital del NlverruJi,
en el alto Loira A finales de noviembre pudo dejar el campo y regresar a su piso de Paila
Comenzó a redactar las tesis Sobre d concepto de historia, como pronto, a fines de esc afín,
probablemente .sólo a comienzos de 19-10. Según Adorno, las tesis -resumen, por decirlo #s|, I
las reflexiones epistemológicas cuyo desarrollo acompañó al de los Pasaje» (Adorno, í /*r
Waller lienjamin [Sobre Waller Benjamin], loe. cit.. p. 26). Este trabajo de Benjamin, protw-
blemente el último, estaba concluido cuando, inmediatamente antes del 14 de junio de 1910
-el día en que las tropas alemanas ocuparon París- abandonó la ciudad.
El ensayo sobre la obra de arte, los trabajos sobre Baudelaire y las tesis Sobre el crjncefMo ¡h<
historia, son todos ellos textos que preparan los Pasajes o proceden de ellos, aunque seatw
también completamente irKle|x.-ndientes. Si bien se quedaron a medio terminar -debían sen
de nuevo bien revisados, bien proseguidos-, su carácter Fragmentario no es con todo coro»
parable al de los Fragmentos en sentido literal que contiene el Libro de los Pasajes Dado que,
en especial en el camino de año 1938-1939. la discusión que se establece entre Adomo y lien
jamin sobre K1Paris del Segundo Imperio en Baudelaire -que llevó a Benjamin a redactar íoiltrá.
algunas mutilas en Baudelaire-, interviene de muchos modos en la relación del conjunto itc
los Pasajes con el -baudelaire* que se desprendió de ellos, es importante tener en cuenla l.m
cartas que se ocupan de ese tema, y que aquí no podemos ofrecer (cfr. GSl. pp. 1093-1117)
* Esta frase constituye la primera alusión conocida al ensayo La obra de arte en la é/xicu ./■
su reproductíbilidad técnica.
talizó en torno al concepto, qtte q u izá no te sea fa m ilia r y que y o he m anejado m u y esoté
ricamente, ele! "ahora de ta cognoscibilidad*, tío encontrado ese aspecto del arte del siglo
diecinueve que sólo *ahora * se puede conocer, sin que n u n c a antes fu e r a conocido n i ja m á s
se p u e d a conocer después.
74. BENJAMIN A HORKHKIMKR. PARÍS, 16. 10. I*>35 <Corres/xmdencta, pp. 688-691)
Le agradezco enormemente su carta de! tH de septiembre. Vitefutra mi, como es lógico, una
gran alegría. El número de aquellos entre los que mi trabap me proporciona crédito se ba
reducido desde la emigración, Ijos años y tas circunstancias de la tida colaboran por otra
parte para que ta tarea de mantenerse vivo ixupe cada vez más tugar De abi Ut particular
alegría que me causó su carta.
Precisamente porque su posición con resfiecto al resumen tiene tanta importancia y me
abre ttrut puerta a la esperanza, me hubiera gustado obviar en esta carta toda alusión a
mi situación persona! Con ta esperanza puesta en un -milagro*, algo perdonable en estos
casos, también be retrasadlo su redacción, Pero ahora que he reunido losfrancos que me
han proporcionado algunas pequeñas historias que escribí para la prensa suiza, y que
¡ruedo contar con los dedos, se me ba vuelto también un lujo que no me puedo [jermitir
escribir una carta que se limitara únicamente a mi trabajo. La última vez que bable con
et señor Pollock. le dije que más que cualcpiier tipo de ayuda, me interesaba en ese
momento la posibilidad de poder recurrir a usted en caso de encontrarme en una situa
ción sin salida. Él lo comprendió, y si bien la última decisión del instituto supuso un ver
dadero alivio para m í durante lodo un trimestre, esto no le impedirá a usted, tal como
espero con confianza, examinar mis asuntos en el sentido en que te hablé al señor
Pollock.
Mi situación es tan difícil que ¡o único bueno es que no tengo deudas. No quiero con ello
atribuirme el menor mérito sitio decir simplemente que cualquier ayuda que usted me
pueda prestar supondní un aliño inmediato ¡xira mi. Campanillo con tos gastos de abril,
cuando regresé a París, he tenido que reducir mi presupuesto extraordinariamente. Poroso
vivo ahora con eniigrantes. de reatquiter. He conseguido además una plaza en el comedor
que se ba organizado para intelectualesfranceses. Pero esto es en primer tugar provisional,
y en segundo tugar sólo puedo aprovecharme de ello los días que no trabajo en ¡a biblio
teca, porque el local está muy lejos de ella. Sólo de ¡lasada menciono que tendría que reno
var mi carné de identidad, sin que posea los 100 francos necesarios ¡>ara ello. Tampoco he
podido conseguir todavía el pase de Prensa Extranjera, que me han sugerido por razones
administrativas, porque cuesta 50francos,
Lo paradójico d e esta situación es q ue m i tra b a p probablem ente n u n c a ha estado m á sp ió -
x im o a la utilidad pública que en este preciso mom ento, N ada m e ha anim ado m ás e n su
últim a carta que las alusiones que hace en este sentido, El valor del reconocimiento de usted
es p a ra m i proporcional a la insistencia con que me he aferrado tanto en los días buenos
como matos a este trabajo, que ahora adquiere los rasgos que planeé para él. Y ciertamente
en estos últim os tiempos de u n m odo m u y decidido.
Si el señor Pollock m e estim uló con su visita a redactar el resum en, la últim a carta de
usted f u e la que me llevó a dejar de lado ¡a Imagen histórica del asunto, que y a estaba
fija d a provisionalm ente, e n fa v o r d e reflexiones constructivas q u e determ inarán la im a
gen global de la obra. Por provisional q ue ahora sea. por su parte, la fig u r a en la </ue he
pla sm ado estas reflexiones constructivas, puedo decir con todo que representan u n
avance en la dirección de una teoría materialista del arte, avance que por su parte ni
mucho más allá del proyecto que usted conoce. Se trata esta vez de indicar el lugar exacto]
en el presente al que se referirá mi construcción histórica como a su punto de fuga. Si i’l
tema del libro es el destino del arte en el siglo diecinueve, este destino nos dice algo ínti
camente porque está contenido en el tictac de un reloj del que sólo ahora oímos eti nues
tros oídos dar las horas. Para nosotros, quiero decir con ello, ha sonada la hora del des
tino del arte, cuyos rasgos característicos he fijado en una serie de reflexione*
provisionales tituladas -La obra de arte en la época de su reproductibilUlad técnica• [cfr,
GS I, pp. 431-508], Estas reflexiones Intentan dar una figura verdademmente actual a tus
cuestiones de la teoría del arte, y ciertamente desde dentro, evitando toda relación no
mediada con la política.
Estos apuntes, que casi nunca se basan en materia/es históricos, no son muy exiensatd
Únicamente tienen un carácter básico. Quizá su lugar, pienso yo, ¡lodria ser la revista. In
lo que me concierne, es evidente que nada me gustaría más que ver publicado por usted Mi >
producto de mi trabajo. En ningún caso quiero publicarlo sin haber oído antes su opiuióltl
al respecto.
Si tiene usted en cuenta que tos mencionados trabajos ocupan sólo, en cuanto a! tiempo, ti
telón defondo de mi programa diario, que en su mayor parte está dedicado al estudio sobre
Fucbs, y que además preparo una conferencia //ara el Instituí des Études Germaniqát’.s,
comprobará que no ando sobrado de tiempo. Para tener un punto de referencia bajo tales
circunstancias, me gustaría que usted me sugiriera una fecha para terminar el manuscrito
sobre Fuchs.
Otro punto fijo y decisivo será para mí su viaje a Europa. Estoy seguro de que tendremos
la oportunidad de un asesoramiento detallado. Entre los aspectos duros de mi existen
cía aquí, también hay que contar que no puedo anwersar con ninguno de los presentei
sobre las ideas más importantes de mi trabajo En la fase en que se encuentran eshn
ideas, no puedo proceder con ellas descuidadamente. Por eso no le he enseñado a nadie
aquí el resumen. Ale llamó especialmente la atención una frase de su carta en la quo
habla sobre lo que -no se puede dejar de lado• Espero oír de usted, si es posible de pala
bra, más al respectó
la. BENJAMIN A SCHOI.EM. PARÍS, 24 10 1935 (Correspondencia Scbolem. pp. 209 y xt.)l
A veces sueño con los libros malogrados -Infancia en Berlín en 1900y la colección de car
tas- y entonces me maravilla pensar de dónde saco fuerzas para escribir otro nuevo. Pestli'
luego, bajo una cantidad tal de circunstancias que su destino es aún más imprevisible que
la configuración de mi propio futuro Por otra parte, para mí es sin duda, por así decirlo.
el soportal en el que me cobijo cuando en el exterior el clima se bace demasiado riguroso.
Entre estas inclemencias exteriores también se cuenta el Fuchs. Pero con el tiempo me voy
curtiendo ante su texto, al que. además, sólo me expongo ya tomando múltiples precamio
nes. Por otra parte, únicamente tomo en cuenta sus libros en tanto tratan del siglo xtx Iw
no me a¡>at1a demasiado de mi verdadero trabajo.
Este se ba visto favorecido decisivamente en los últimos tiempos por algunas constatado
nes fundamentales en el ámbito de la teoría del arte. Éstas, junto con el esquema histórico
que esbocé hace unos cuatro meses, formarán -como lineas sistemáticas básicas- iinu
especie de mapa de coordenadas en el que todo particular deberá ser registrado, listas
reflexiones cimentan la historia del arte del siglo xtx en el conocimiento de su situación
actual, tal como nosotros la experimentamos. Las mantengo muy en secreto, porque se
prestan a ser robadas en un grado incomparablemente manir que casi lodos mis demás
ideas. Su títido provisional ex- -La obra de arte en Ut é¡xtca de su reproductibilidad téc-
nica-.
76. BENJAMÍN A KRAFT. PARÍS, 28. 10. 1935 (.Correspondencia, 698 ss.)
En lo que a m i concierne, me esfuerzo en dirigir mi telescopio, a través de las brumas, bacía
un espejismo del siglo diecinueve ijue intento retratar según los rasgas que mostrará en un
futuro estado del mundo libre de magia. Natttmbnente, primero tengo que construir yo
mismo este telescopio, y en este empeño be sido el primero en bailar algunas ideas funda
mentales de la teoría materialista de! arte. En estos momentos estoy desarrollándolas en un
brete escrito programático.
80. BENJAMIN A KRAFT. PARÍS, 10. 1. 1936 ( correspondencia, pp, 705 ss.)
Por casualidad resulta que estoy leyendo a tieíne. Leo su prosa en cuanto se ocupa de lemas
franceses. Le estaría muy agradecido si hiciera el favor de indicarme en qué lugar de su
poesía ban dejado también su huella estos temas.
1.1
El poco tiempo que tengo para mi libro lo dedico abara al estudio en la Sala de los Estam
pas, donde me be encontrado con el retratista más soberbio de la ciudad de Paris, Chatlr»
Metyon, un contemporáneo de Baudelaire, Sus grabados forman parte de las i!ustracionr\
más sorprendentes que januis ha provocado una ciudad; es una pérdida Inmensa que las
manías de Meryon impidieran realizar e¡proyecto de acompañar estas ilustraciones coii In,t
contentarlos de Baudelaire.
90. BENJAMIN A IIORKHEIMER. PARÍS, 13- 10. 1936 (.Correspondencia, pp 722 ss.)
Antes de que comience mí informe, quiero por mi parte agradecerle cordialmente que baya
becbo posible la estancia aquí de Wiesengrund Nuestra conversación, que habia esperada
varios años, puso de manifiesto que compartimos las intenciones teóricas más importantes,
lo cual fu e muy agradable y tuvo un efecto vivificante. Esta coincidencia fu e a veces casi
increíble, dada nuestra larga separación.
Éste es el material que estaba a la base de nuestra conversación■el ensayo solare el ja zz Ictr
Adorno, Gesammelte Schriften \Obras completad, vol 17: Musikaiiscbe Schriften [Obras
musicales], IV. Frankfurt/M, R. Tiedemann ed., 1982, pp 74-1001, el trabajo sobre ta repto
ductibilidad, el proyecto de mi libro y un cierto número de reflexiones metodológicas al ivv
pecto becbas por WUsengrund-material lo suficientemente amplio como para afrontar ¡as
cuestiones más fundamentales-. El tiempo de que dispusimosfu e tan corto en relación con
las cuestiones pendientes, r¡ue apenas hubiéramos podido tratar la problemática de la cri
tica materialista del conocimiento, tal como la ba presentado Wiesengrund en el trabajo tle
Oxford lefr. Adorno, Obras completas, vol. 5: ZurMetakritik der Eriienntnistheorie [Sobre lu
metacrítica de ta teoría del conocimiento, Frankfurt/M, Gretel Adorno y R. Tiedemann
eds., 21975, pp. 7-2451. aunque hubiéramos tenido delante el manuscrito Esperemos que
nuestra próxima conversación se enriquezca con este fundamento, así como con ciertas
secciones de mi libro que pienso elaborar en cuanto acabe el Fucbs,
La sem ana transcurrida m e ha provocado u n Intenso deseo de que en u n fu tu r o próxim o
tenga lugar la reunión sobre la linea científica del Instituto q ue m enciona usted en su caria
del 8 de septiembre. Las circunstancias de estos m om entos la h a n vuelto necesaria en lu
m ism a m edida en que y o espero algo de ella.
139. BENJAMIN A GRETEL ADORNO. PARÍS, 26. 6. 1939 ( Correspondencia, pp. 821 ss.)
F.l capítulo del fláneur-pues es sa reelaboración ta que me ocupa ahora exclusivamente*
buscará integrar en ta nueva versión motivos fundamentales del ensaya de la reproducll•
hilidad y del narrador, junto con las de los ¡Visajes. En ninguno de mis anteriores trabajos
be estado hasta tal punto seguro del punto defuga hacia el que convergen (me parece ahom
que desde siempre) todas mis reflexiones, por distinto que sea su punto de partida No bt
necesitado decirme ¡ntr segunda vez que estaréis decididos a sumergiros también en las
reflexiones nuis extremas procedentes de mi antigua cosecha.
La cuestión de si Benjamin siguió trabajando en los Pasajes tras huir ele París, o Incluso si
escribió alguna parte de los mismos, la hubiera negado el editor, sin dudarlo, hasta hace
poco, Después de que Benjamín abandonase París, los trabajos preliminares, confiados a
Georges Bataílle, ya no estaban a su disposición. Parece apenas imaginable que las cir
cunstancias de su huida -la insegura espera de los visados necesarios para salir del país,
el miedo a no poder escapar de los alemanes- hubieran concedido a Benjamín la tranqui
lidad y concentración que necesitaba para trabajar. Ante todo, en ninguna de las cartas
encontradas hasta ahora escritas por Benjamin en Lourdes y en Marsella, hay alusión
alguna a ningún trabajo, y menos a uno sobre los Pasajes. Por último, los dos informes
que redactaron testigos directos, pocos días más tarde, sobre la muerte de Benjamin en
Port-Bou. no dicen nada sobre ningún manuscrito que dejara iras sL «Éste era el estado de
la cuestión», cuando Gershom Scholem, -el 16 de marzo de 1980, recibió de! profesor Chi
men [..*1Abramsky «na carta en hebreo que causó no poca excitación-. Cuenta Scholem:
•Abramsky, que es profesor de estudios judaicos en el University Coliche de Londres, pero a la vez se lia
interesado vivamente por el pensamiento de los intelectuales judíos socialistas, y por eso está familiari
zado hasta cierto punto con la obra de Benjamín, estaba por entonces desfrutando de un año salritico en
la universidad de Stanford, en California Me comunicó que hace dos días se había encontrado por puro
azar con una señora que había ayudado .i Waller Benjamín a cruzar la frontera hacia España. Esta señora,
de origen berlinés, que vive ahora en Chicago, había visitado a su sobnna en Stanford, la cual está casada
con ei profesor de física Leo StodoLsky. En un momento de la conversación en casa de Stodolsky, se
comentó el caso de Benjamín, y ella contó que lodo el interés de Benjamín durante el cruce incierto de
la frontera se había centrado en pasar una cañera de mano que contenía un importante manuscrito. Por
el camino se tes había unido también otra refugiada junto con su hijo, quienes luego, tras el suicidio de
Benjamín, recibieron de las autoridades españolas penrnso para continuar viaje a PortugaL Tras la muerte
ele Benjamín, esta señora quizá se había llevado consigo la cartera de mano con el manuscrito. Abramsky
me preguntó sí sabía algo sobre el asunto y sobre el destino de ese manuscrito. Dijo que esta noticia
procedía de una señora de más de setenta años que. como antifascista de izquierdas, había actuado en
Alemania y en Francia. Si quería saber algo más, me aconsejó que me dirigiera a su sobrina, que me
podría facilitar la dirección- Pero yo sabia ciertamente quién era la señora que había cruzado la frontera
junto con su hijo. Era una tal señora Gurland, cuya carta sobre esta aventura y el suicidio de Benjamín,
carta que escribió el 11 de octubre de 1940 enviándola a Nuev a York, fecibí en copia al año siguiente
gracias a Adorno, y que he publicado al final de mi libro W alter Benjam in - Die C escbkbte einer
freiindsúyaft l Walter Benjam ín, historia de utui amistadi (pp. 279-281). Esta cana constituía liasla enton
ces el único documento 3] respecto. No menciona a la señora littko, que es la citada tía de la señora
Stodolsky, ni tampoco el manuscrito cuya importancia para Benjamín le comentó a Abramsky. Natural
mente. estas nuevas noticias me pusieron en vilo. Conseguí la dirección de la señora Fittko, a la que
llamé por teléfono a Chicago el 15 de mayo de 1980. con ocasión de una estancia mía en Nueva York.
Mantuve una larga conversación con ella, cuyas puntos esenciales anotamos en hebreo, dado su carác
ter casi taquigráfico, entre mi mujer, desde un segundo teléfono, y yo mismo.-*
Más tarde, en noviembre de 1980, Lisa Fittko escribió sus recuerdos sobre el paso de la fron
tera franco-española por parte de Benjamin en un texto redactado en inglés; dado que su
información es mucho más extensa que el resumen que hizo Scholem de la citada conver
sación telefónica -con la que coincide en todos sus puntos-, se publica a continuación**.
* Gershom Scholem, [Obseroición preliminar a] Lisa Fittko, ““Der alte Benjamín''. Fluchtüber die
Pyrenáen», en Merkur iG (n.B403, enero 1982). - A continuación, se citan por extenso los documen
tos encontrados hasta ahora sobre los últimas meses de Benjamín, I.o que dicen respecto a la posi
bilidad de un texto de los Pasajes escrito entonces, se podría consignar sin duda con mucha mayor
brevedad. Pero para poder formarse un juicio de las conclusiones del editor parece sin embargo nece
sario conocer íntegramente los documentos citados: las ocasiones en las que no se menciona el
manuscrito en cuestión no son menos significativas que aquellas otras en las que así ocurre.
** Ha aparecido una traducción alemana, obra de Christopf Groffy, en la revista citada en la
nota anterior. El editor agradece a la señora Lisa Fittko su amabilidad por permitir publicar aquí
el texto original.
Lahistoria del viejo Benjamin
Estopasó hace exactamente 40 artos. He cumplido finalmente mi promesa de poner por escrito esta his
toria. Lagente me dice: simplemente escribetal como fue...
Recordaré todo lo queocurrió, creoque puedo hacerlo Esto es. recuerdo tos hechos. ¿Peropuedo revivir
esos dias? ¿Es posible retroceder a aquellos tiempos en que no había tiempo para recordar lo que era la
vida normal, aquel'os dias en tosque nos adaptábamos al caos yluchábamos por sobrevivir...?
Muchos creen que la distancia de tos artos -cuarenta- nos ha puesto las cosas en perspectiva. Sin
embargo, meparece que esta perspectiva, con la pretensión de entenderlo todo, seconvierte fácilmente
en una simple remodelación a postenon de lo que fue . ¿Cómo lógrate que mis recuerdos no caigan en
esta trampa?
¿Y por dónde empiezo?
* Llster, general del ejéráto republicano español, había conducido a sus tropas por esa ruta.
Al mirarle, recordé que no era éste el primer intento de Benjamin por salir de la trampa Imposible
olvidarlo para quien conociera su primera tentativa. La atmósfera apocalíptica de Marsella pn l'Mü
produjo una absurda crónica diaria de intentas de fuga: planes con barcos fantasma y capitanes mu
ginaríos, visados para países que no figuraban en ningún atlas, pasaportes de países que hablan
dejado de existir Una se habia acostumbrado a enterarse por radio macuto de qué plan infalible
había sufndo ese día el destino de un castillo de naipes. Todavía podíamos reímos -necesitábanlo',
hacerlo- del lado cómico de algunas de esas tragedias. La risa fue irresistible cuando et doctor flit/
Frankel, de cuerpo enteco y melena grts, junto con su amigo Walter Benjamín, cor su delicada tabez.i
de intelectual y su mirada pensativa tras unasgn^sas gafas, se metieron de polizones en un carguen >
metíante soborno, vestidos de mameros franceses. No Segaron muy lejos
Por suerte pudieron escapar grasas al estado de confusión generalizada
Acordamos que intentaríamos ver de nuevo al akalde Azéma, esta vez los dos. para que asi pudiérami>•
recordar mejor cada detalle. Avisé a mi cunada -ella, su bebé y yo Ibamos a cruzar la frontera la ptoxnn.i
semana para ir a Portugal- y me fui a Banyuls con Benjamin.
Tengo aquí un vacío en ta memona ¿Nos atrevimos a coger el tren a pesar de los continuos controle.' lo
dudo. Debimos de hacer a pie los G u 8 kilómetros desde Port-Vendres, a lo largo del camino pcdiriinui
que ya me era familiar. Recuerdo haber encontrado al alcalde en su despacho, y cómo echó el cerrojo .1
la puerta para repetir luego sus indicaciones y responder a nuestras preguntes.
Dos días antes, después de haberme dibujado el mapa de la ruta, nos hablamos asomado a la venial 1.1 y
me había señalado el camino: el lejano rellano con loss'ete pinos y, un poco más arriba, la cresta de U mnii
taña que teníamos que cruzar. «Sobre el papel, parece una marcha fácil», dije, «pero ahora es 101110 m
tuviéramos que escalar los Pirineos.,.» Se rió: «Pues allí es donde está España, al olro lado do I.r. monl.i
ñas».
Nos sugirió que diéramos un paseo esa tarde para hacer la primera parto de lu ruta, y comprnlmi ''I 1 n
orientábamos. «Subís a ese claro de ahí», dijo señalando un punto en su mapri «lueqo vnluiV, y lu 1 nnt
probáis conmigo. Pasáis la noche en la fonda y mañana, hacia las cinco, manilo todavía <••,l-i uní y
nuestra gente sube a las viftas, salís de nuevo y seguís todos el camino hasta l.i lionter.i e\|/,iflula,. lim
jamin preguntó a qué distancia estaba ese claro. «A menos (le una hora huwn al nipno1, no m/r, 'I11
dos horas. Es sólo un paseo.» Nos dimos la mano. «Je wws rewnríc inhnitwrwnl, Mtnwut fi> Main1-
escuché decir a Ben|amin Todavía puedo oír su voz
Nos reunimos con sus acompañantes, que hablan estado esperándonos en la lumia, y !«••. . 1 . m » .
nuestro plan Se mostraron dispuestos a colaborar, y no expn-.aion r. que|.i-. que lanío 1111* e-,|i,>nt.in
en situaciones tan delicadas. Caminamos despacio, como lumia-, que ilc.fmt.in del ....... ... l,|. I
cuenta de que Benjamín llevaba una cartera de mano grande y rK'qiat)uetlelila <l>-liahet ni ugidoi u....lo
paramos en la fonda. Parecía pesada, y me ofrecí a llevársela «Es mi nuevo nunuw uto*, huí dijo >,<i'em
por qué se lo lleva a esta caminata?» «Debe usted comprender que esta cartera es la cosa más unpuf
tante para mi», me explico »No puedo arnesgarme a perderla Es el manuscrito que debe salvarse I -. n1,1■ .
importante que yo.»
Esta expedición no será sencilla, pensé. Walter Benjamin y sus desconcertantes salidas Eso es justo lu que
es. Cuando intentó pasar por marino en el puerto de Marsella, ¿habla cargado con la cartera ? Poro rrojm
me concentro en el camino, me dije a mi misma, e intento acertar con las direcciones del mapa il" .........
AHI estaba el cobertizo vacio que había mencionado el alcalde, de modo que no nos hablamos (iiviluli 1
de momento. Encontramos luego el sendero que viraba ligeramente a la izquierda, y la inmensa ......que
habia descrito. |Un darol £se tiene que ser. Lo hablamos conseguido, después de casi tres hof.r.
Esto representaba cerca de un tercio de toda la ruta, de acuerdo con Azéma. No recuerdo que Inora <lili
cil. Nos sentamos a descansar un rato. Benjamín se tumbó en la hierba y cerró los ojos. Pensé que le Imi 11.1
resultado bastante cansado.
Estábamos ya listos para descender, pero él 110 se levantó. «¿Está usted bien?», le pregunte «Perlei 1,1
mente», contestó, «sigan ustedes tres».
«¿Y usted?»
«Yo me quedo. Voy a pasar aquí la noche, y mañana se encontrarán ustedes aquí conmigo,»
Esto era peor de lo que me había esperado. ¡Qué hago ahora? Todo lo que puedo e1, Irulrti tle 1 ,1/011,11
con él. Éste era un territorio montañoso salvaje, podría haber animales peligrosos. De liwhi.i, saliln qii'
había toros sueltos. Estábamos a finales de septiembre y no tenia nada con lo que cubrirse Ihil.1.1 mn
trabandislas por los alrededores, yquién sabe lo que le harían. No tendría nada que comer ni que beber,
Yen todo caso, era una locura.
Di|oque su decisión de pasar allí la noche era inconmovible, porque sebasaba en un razonamiento muy
sencilio. El objetivo era cruzar la frontera para que ni él ni su manuscrito cayeran en manos de la Gi".
tapo. Habla cubterlo un terco deeseobjetivo. Si tuviera que regresar al pueblo yvolver a hacer mañana
tocio el camino, su corazón probablemente se daría por vencido. Ergo se quedarla.
Me senté otra vez yle dije: «Entoncesyo también me quedo».
Él sonrió. u¿Me defenderá usted de los loios sueltos, gnádige Frau?*
Quedarme allí no seria razonable, me explicó con calma. Era esencial que volviera con Azéma para as»-
gurarrne de, camino ydescansar bien por la noche. Sólo entonces estarla en condiciones de volvercon
los Gurland artes del amanecer sin error o retraso posible, para continuar hasta la frontera
Desde luego, yo sabía todo eso. Sobretodo, tenia que consegu r algo de pan sin los tiques de ración»*:
miento, y quizá tomatesysustituto de mermelada en el me'cado negro, para poder aguantar durante ll
día. Creo que sólo intentaba que Benjamn abandonase su plan, pero por descontado que no resultó. I
Al b^ar, traté de concentrarme en el camino para ser capaz de orientarme en la oscuridad a la martani
siguiente Peroenm interiorcontinuabatíciéndome: nodebería estarallí arribasolo, lodoestoestá mal. ¿lo
habríaplaneadodesdehacemucho’ ¿Otehabíaagotadola marchahasta el extremodedecidirquedarseuní
vezque hiix>llegadoarriba? Peroestabalapesada carteraque habfa llevadoconsigo, ¿Continuaba intactosu
instiito desupervivenca? Encasode peigro, ¿qué leaconsejaría hacer supeculiar mododerazonar?
Durantee)invierno, antesde larendicióndeFrancia, Benjamín ymi marido hablancoincididaen uno
de loscampos donde el gobierno francés manteníapresosa losrefugiadosde laAlemania nazi -junto
con los nazis-- Fueel Camp de Vémuche, cerca de Nevers. En una de sus conversaciones Benjamín,
fumador empedernido, tedijoqje sehabía quitado de fumar hace unosdías Fuedifícil, añadió *En
mal momento», lerespondió Hans. Viendo la torpezade Benjamín para manejarseen mediode <lm
adversidadesde la vida externa, adversidades que a veces llegan como lobos»' -enVfernuchetodo
en la vida era adversidad-, Hansse había acostumbrado a ayudarle.
Trató entoncesdeenseñarlea Benjaminque paratolerar lascrisisyconservar la cordura, la reglafun>
damental era buscar cosas gratificantes, no castigos
Berjamínconlestó, «Sólopuedosobrellevarlasccmdidonesdel camposi meveoobligadoa centrarcom
pletamentemi menteen un esfuerzo. Dejar de fumar requiereeseesfuerzo, ypor esome salvará».
Ala mañana siguiente, todo parecía ir bien El peligrodeque nosvieranlospolicíaso losguardas deadu¡>
ñas era muy grande al deiar el puebloyempezar a subir lasprimeras lomas Azémahabía insistido: empe
zad antes del amanecer, mezclaos con lostrabajadores que van a las viñas, no llevéis nada excepto un»
museííe Imorrall, no habléis De esa forma las patrullas no os podrán distinguir de la gente del pueblo
La señora Gurland ysu hijo, a quienes les expliqué estas reglas, las siguieron con todo cuidado, ypor mi
parte no tuve problema en encontrar el camino.
Cuanto más nosacercábamosal daro, más sentía la tensión ¿Estaría allí Benjamin? ¿Estaríavivo? Mi irna-
gínatión comenzó a girar como un caleidoscopio.
Por fin. Aquí está el claro. Aquí está el v,e|oBenjamín Vivo. Se levanta ynos mira con simpatía. Entonci".
le miro a la cara fijamente. ¿Qué habla pasada? Esasoscuras manchas violáceas bajo los ojos, ¿podrían
ser un síntoma de un ataque al corazón? Él adivinó lo que estaba mirando Quitándose lasgafas ypasán
dose un pañuelo por la cara, me dijo: «Oh, eso. El rodo de la mañana, ¿sabe usted? Los apoyos de k¡‘,
gafas destiñen con la humedad»,
MI corazón dejó de subírsemea la garganta para ocupar el lugar que lecorrespondía,
De allí en adelante, la subida era más pronunciada. Empezamos también a dudar varias veces del camino
correcto. Para sorpresa mía, Benjamin podía entender bastante bien nuestro pequeño mapa, y me ayudó
a mantener la dirección, pegados al buen camino.
Lapalabra «camino» empezó a cobrar un mayor simbolismo. Habíatrechos de senda, pero más a menudo
el camino se convertía en una vereda entre peñascos difícil de distinguir... yde pronto apareció la viña nn
pendiente que nunca olvidaré,
Pero primero tengo que explicar qué hizo que esta ruta fuera tan segura.
Después del primer tramo, la senda discurría, paralela al bien conocida camino «oficial», por la cresta de
la cadena montañosa, que se podía atravesar fácilmente. «Nuestro» camino -la ruta de Líster, y un viejo,
viejísimo sendero de contrabandistas- discurría algo escondido por debajo del saliente de la cresta, fuera
de la vista de los aduaneros franceses que patrullaban por encima En algunos pocos puntos los dos cami
nos se aproximaban mucho, y habla que guardar silencio.
Benjamin caminaba despacio y con paso uniforme A intervalos regulares -creo que cada 10 minutos- se
detenía y descansaba durante un minuto Luego continuaba ton el mismo ritmo constante. Lo había
calculado y programado durante la noche Me dijo: «Con este ritmo seré capa/ de llegar al final Des
canso a intervalos regulares: debo descansar antes de quedar exhausto Nunca luiy que agotarse».
Qué hombre más extraño Una mente lúcida, una fuerza interior inquebrantable y, mu embargo, tan torpe
y excéntrico.
La naturaleza de mi fuerza, escnbió una vez Walter Benjamín, es «mi paciencia, que con nada se
puede vencer»1, leyendo esto al cabo de los artos, !e veo otra vez caminando despacio y con regu
laridad por el sendero de montaña, y sus contradicciones internas pierden algo de su absurdo
El hijo de la señora Guriand. José -tenia cerca de 15 años-, y yo, nos turnamos para llevar la cartera negra,
era terriblemente pesada Pero, tal como recuerdo, todos estábamos animados. De vez en cuando surgía
alguna conversación sencilla, casi siempre sobre las necesidades del momento. Pero la mayor parle riel
tiempo estábamos callados, atentos al camino.
Hoy, cuando Walter Benjamín es considerado uno de los máximos intelectuales y arfeos del siglo, de vez
en cuando me preguntan: ¿qué dijo del manuscrito’ ¿Habló de su contenido? ¿Desarrolló un nuevo con
cepto friosófrco7
Por Dios, estaba demasiado ocupada con dingir a mi pequeño grupo montaña arriba, la filosofía tendría
que esperar hasta que hubiéramos alcanzado eí otro lado de las montañas. Lo que importaba ahora era
salvar a un pequeño grupo de los nazis, y aquí oslaba yo con este -este- komischer Kauz [tipo extrava
gante!. ce dróle de type -este tipo excéntrico- El viejo Benjamín bajo ninguna circunstancia se separaría
de su carga, de esa cartera negra, tendríamos que arrastrar ese monstruo por las montañas
Ahora volvamos a la viña en la pendiente. No había sendero alguno. Trepamos entre las vides, cargadas
de las uvas de Banyuls, oscuras y dulces, casi maduras. Recuerdo aquello como un talud casi vertical, pero
los recuerdos a veces distorsionan el espacio Aqui. por pnmera y única vez. Benjamín vaciló Más exac
tamente. lo intentó, no lo consiguió, y anunció entonces lormalmente que esta subida sobrepasaba sus
posibilidades. José y yo le cogimos por los hombros y le izamos, junto con la cartera, a lo alto de la colma.
Respiraba pesadamente, pero no emitió gueja alguna, ni un suspiro. Solamente siguió mirando de reojo
la cartera negra
Después de la viña, descansamos en una estrecha ladera de montaña: el mismo rellano donde enconga
mos a nuestros griegos cinco semanas atrás. Pero ésa es otra histona El sol habla ascendido lo suficiente
como para calentamos, de modo que debían de haber pasado 4 ó 5 horas desde que partimos Picamos
algo de la comida que traía en mi musette pero nadie comió mucho Nuestros estómagos se habían enco
gido en los últimos meses -primero los campos de concentración, luego la caótica retirada-, la pagaille |la
desbandada], o el Caos Total. Una nación a la carrera, marchando al sur; a nuestras espaldas, los pueblos
desiertos y las ciudades fantasma -inánimes, sin un ruido, hasta que el traqueteo de los tanques alema
nes se tragó la quietud-, Pero ésta es, de nuevo, otra hlsioria, y muy larga.
Mientras descansábamos, pensaba que este camino a través de las montañas se habla vuelto más largo y
difícil de lo que habíamos imaginado por las explicaciones del alcalde. Por otra parte, de conocer el
terreno, no llevar equipaje y estar en forma, se hubiera podido cubrir en mucho menos tiempo. Corno
todas las gentes de montaña, las ideas que Monsieur Azéma tenia de la distancia y del tiempo eran elás
ticas. ¿Cuántas horas eran «unas pocas horas» para él?
Durante los meses de invierno siguientes, cuando en ocasiones hicimos esta rula fronteriza dos e incIiimi
tres veces por semana, pensé a menudo en la autodisciplina de Benjamin. Pensé en ello cuando el señor
R. comenzó a suplicaren medio de las montañas: «... ¿no tiene una manzana para mi?... quiero uní! in.m
zana...», y cuando la señorita Mueller tuvo un repentino ataque de gritos («acrodemencia», lo llamába
mos); ycuando el doctor H. valoró más su abrigode piel que su segundad (yla nuestra). Peroéstas son,
de nuevo, otras historias
Ahora mismo estaba sentaca en algún lugar elevadode losPirineos, comiendoun pedazode pan obtenido
con falsos tiques deracionamiento, yBenjaminestabapreguntando por los tomates: «Con su amable per
miso, ¿puedo...?». El bueno del viep Benjamín, con su ceremonia! de cortecastellana
De pronto me di cuenta de que lo que había estado mirando adormecida era un esqueleto, blanqueado
por el sol. ¿Quizá de una cabra? Sobre nosotros, en el cielo azul del sur, describían circuios dos grandes
avesnegras Debendeserbuitres, me preguntoqué esperan denosotros Quéraro, pensé, normalmente
no soy tan impasible ante los esqueletosytosbuitres.
Nos incorporamosYreanudamos lentamente la marcha El camino setornó razonablemente llano, ascen
diendo con lentitud. Con todo, era aun muyirregular, ypara Benjamín tuvo que ser agotador. Después de
todo, no había parado deandar desde las 7de la mañana Su ritmo demarcha disminuyó algo más. ysus
paradasseprolongaban un poco, pero siemprea intervalos regulares, guiándosepor su reloj. Parecíaestar
completamenteocupado con la tarea decronometrarse a si mismo.
Sabia que ya estábamos en España, y que a partir de aquí el camino descenderla directamente hacia el
puebla. Sabia que ahora tenia que volver. Los demás tenían los papeles y visadas necesarios, pero yo no
podía arriesgarme a que me capturaran en suelo español. Y, sin embargo, no podia abandonar este grupo
a su suerte, aún no. Sólo un tramo más.
Al escribir los detallesque me v:enen a la memoria sobre la primera vez que crucé la fronterapor larato
liste/. todo lo que han sepultado los artos me ofrece una imagen nebulosa Tres mujeres -de las que
conozcovagamente a dos-pasan por nuestrocamino; comoa travésde la bruma, veoque estamosallí
y hablamos un memento. Han venido siguiendo un camino distinto, y continuarán su marcha por su
cuenta hastael ladoespañol El encuentrono mesorprendióo mellamóespecialmente laatención, por
quehabia mucha gente tratando deescapar por las montañas.
Pasamosjuntoa uncharco. Elaguaerade un verdecenagosoyolía mal Benfamnsearrodlló parabeber
•No puede usted beber esta agua», dije, «está suda e infecta». U botóla de agua que llevaba conmigo
estaba yavacia, pero hasta entonces no había dicho que tenia sed.
«le ofrezco mis disculpas», dijo Benjamín, «pero no tengo otra elecoón Si no bebo, no seré capaz dw
seguir hastaei final». Agachó ia cabeza acercándose al charco,
«Escúcheme», dije. «¿Puede usted parar un momento yescucharme?»
«Casi hemos llegado, dentro de muy poco lo habrá conseguido. Sé que usted puede hacerlo. Pero«
impensable que beba de eselodo. Cogerá usted el tifus...»
«Es verdad, podría cogerio. Pero, ¿no ve usted que lo único mato que me puede pasar es que muera ilf
tifus. . DESPUÉSde haber pasado la frontera? La Gestapo no podrá capturarme, y el manuscrito se vi!
vará. Discúlpeme.»
Bebió
El camino descendía ahora suavemente montaña abajo. Serían cerca de las dos de la tarde cuando jol
peñascos dieron paso a un valle, yallí vi el pueblo, muy cerca.
« |Allf abajo está Port-Bou! Ése es el pueblo donde está la aduana española y donde lienen que presen
tarse. Este camino lleva directamente allí, |un camino de verdad!»
Las dos. Hablamos empezado a las 5 de la madrugada. Benjamin a las siete, En total, unas 9 horas.
«Ahora tengo que volver», añadí, «Estamos en España -llevamos en España desde hace casi una hora
La bajada no será larga; el pueblo está tan cerca que pueden ver las casas desde aquí. Irán directamente
al puesto -fronterizo y mostrarán sus documentos: los papeles de viaje, tos visados de paso para Espart.i y
Portugal. Cuando los tengan sellados, tomen el primer tren a Lisboa. Pero ustedes ya saben todo eso
me tengo que ir ya, auf Wiedersehen...»
Durante un rato, contemplé cómo bajaban por el camino. Ya es hora de que me vaya do aquí, petné, <•
inicié la vuelta Durante el regreso, senti que éste ya no era un pais extraño, y que yo ya no era extraña
aquí, comolohabla sidoestamaftana Me sorprendió también no sentircansancio Iodo seme ha<laIsvi'.
me sentía sn peso, yasí el restodel mundo Benjamin ysus compañeros lo habrán logradoy.i iQik' vista
tan bella habla allí arriba!
Endos horas estaba de vuelta en Banyuls. Nueve horas montaña arriba, dos horas montaña ah.i|o
Los meses sguientes, una época en la que éramos ya capaces de encontrar el camno a ciegas. Bogamos a
hacer el viaje hasta la frontera en dos horas, yen otras ocasiones en 3 y4 horas, cuando nuestro «carga
mentó» erajoven, fuerte, en buena formay, sebretodo, disciplinado Nuncahevueltoavera todaesagente,
perodevezencuandomellegaun nombre, ydeprontomeacuerdodealgo. HenryPachter. historiador He»»/
ysuamigo, récordabsoluto, endoshoras Od profesor Atoen Hirsdiman. economistaen Princeton: el joven
Hermant. Yoestaba muyenferma cuando él llegó a la frontera Obtgó a un hospital francés a admitirme, y
volvióa cruzar, guiado por rr»mando, encercadetreshoras Escnbnéesahistona en otra ocasión
Porquetodo esovinodespués Devueltaa Banyuls, tras mi pnmer via|epor la ruta Líster, pensé el bueno
del viejo Benjamin ysu manuscrito están a salvo al otro lado de las montañas.
•
Nosenteramos al cabode una semana, más o menos: Walter Benjamin habla muerto. Se quitó lavida en
Port-Bou la noche después de su llegada
Lasautoridades aduaneras españolas habían informado al grupo de que serian devueltos a Francia. Aca
baban de recibir nuevas órdenes de Madrid: no podía entrar nadie en España sin el visado francés de
salida. (Hay distintas versiones' del motivo que España dio por entonces para cerrar la frontera: que los
apátridas" no podían cruzar España, o que los visadosespañoles de tránsito emitidos en Marsella no eran
válidos.) Sea por lo que sea, la orden fue pronto anulada. Si hubiera habido tiempo para que las noticias
llegaran al otro lado de la frontera, se hubieran detenido todos los Intentos de cruzarla hasta ver en qué
quedaban las cosas. Vivíamos en la «Época de lasNuevas Directivas»; todas lasoficinas gubernamentales
en todos los países de Europa parecían entregadas a tiempo completo a decretar, revocar, poner en mar
cha yanular órdenes y normativas. Uno tenía que aprender a colarse por los agujeros, a girar, enredarse
y desenredarse en medio de todo ese laberintosiempre cambiante si quería sobrevivir
Pero Benjamin no era tan hábil..
«... faut se débmuílter»: uno tiene que abrirse camino a través de la niebla, resuelto a salir por sus pro
piosmedios del colapso general -ése habla llegado a ser el único modo de vida posibleen Franaa-. Para
la mayoría, significaba cosascomo comprar tiques de pan falsificados o leche extra para los niños, o bien
obtener algún permiso, del tipo que fuera; en otras palabras, conseguir algo que oficialmente no existia
Paraalgunos también significóobtener esascosaspor medio dela «colaboración» Paranosotros, losapa-
tndes, setrataba ante todo de no caer en los campos de concentración yde escapar de la Gestapo
Pero Benjamin no era un débrouillard
Reservadoylejano, loque contaba era que su manuscritoyél estuvieranfuera del alcancede la Gestapo. El
pasode la frontera le habla agotado, yno creía que pudiera hacerlootra vez -eso me dqodurante nuestra
ascensión- Tambiénaquí hablaraculadotodoconantelación: tenia suficientemorfinacomoparaquitarsela
vida vanasveces.
Impresionadas yperturbadas por su muerte, lasautondades españolas dejaron que sus compañeros con
tinuaran el viaje
*
Julio de 1980
En el curso de una reciente conversación con el profesor Abramsky en Londres, hablamos sobre Waltei
Benjamin ysu obra, yyo mencioné su último viaje.
Recibí luego una llamada del profesor Gershom Scholem, albacea del legado literario de Benjamin, ysu
más Intimoamigo. Sehabla enterado por Abramskyde nuestra conversación, yquería saber más. Ledes
cribí brevemente lo que ocurrió aquel dia hace ya casi 40 años.
Hannah Arendt ha escrito sobre «el pequeño jorobado»', cuya amenaza sintió Benjamín a lo largo de toda
su vida, y contra el que tomó toda dase de precauciones Benjamin tenia una «forma de protegerse contra
todo posible peligro... que invanablemente hada caso omiso del peligro real», dice’.
Pero ahora me parece que Benjamín no hizo caso omiso del «peligro real» aquella noche en Port-Bou. era
simplemente que su peligro real, su realidad, diferia de la nuestra. En Port-Bou debió de encontrarse de
nuevo con el pequeño jorobado.. el suyo, el jorobado de Benjamin, y tuvo que aceptarlo
Quizá vaya a Port-Bou y trate de encontrar algunas pistas para averiguar qué pasó a ese lado de las mon
tañas hace cuarenta años, con la ayuda de alguno de nuestros viejos amigos que están allí.
Quizá esta historia tenga otro final.
La cartera grande de mano, de color negro, con el nuevo manuscrito de Benjamin, una car
tera que tenía para él la mayor importancia imaginable, una cartera que no podía correr el
riesgo de perder, un manuscrito que debía ser salvado a toda costa porque era para él más
importante que su propia vida: tal es lo que -causó no poca excitación* en el relato de
Fittko. En los documentos sobre la muerte de Benjamin no se menciona ni la cartera do
mano ni el manuscrito, listos documentos se hallan en el archivo póstumo de Adorno; se
irata de copias parciales de dos cartas escritas a principio de octubre de 1940 en Lisboa.
Probablemente los destinatarios en Estados Unidos de estas cartas se las facilitaron a
Adorno en cuanto amigo de Benjamin. que copió los pasajes referidos a éste. La primera
carta es de Grete Freund, una de las tres mujeres que se cruzaron en el camino con el
grupo de Benjamín, grupo al que se unirían más larde en Port-Bou. El destinatario de la
carta es desconocido.
un campo ce concentración en cigue-as. para sei In a lrre n te puestos o disposición de 'as autoridades olomi im ii
Ero para todos Imposible retom ar el camino de regreso, por eso accedió a nuestra dem ando d e poso* la n l>»i
mín eslcbo c o m p á c te n le cesesperoco y dedaiatJO p or lo lard e en e hotel que no voívo'ío a p artir aunque
saliera h ie x Traíamos de colm a' e prom etiéndole telefonear a primero hora a l cónsJ am ericano en Barcelona para
que tuviere una recomendación personal, y a l que pediríam os para Benjam in ayuda y asistencia, A oesoi de nues
tros esfuerzos él parece haber lom ado un estupefa cíenle |fue la dosis de m orfina) duran le esa misma noche y,
cuando mandamos v e rir a un médico, no se pudo iran sp o riai a M Benjamín y en lió en coma, M u rió eso misma
'ioc*»e o ’ededer de 24 horas después de nuestra lleg ad o y sj en to n o luvo ijg a i a l d ía sigu enle en Po'l-Bou hacia
las tres ce lo ~crde Con los 7 0 $ que >evabo consigo, en e l hc*el pccarvos a l m édeo y a l er*eirod or El «rum o
olo le v irio s ‘e d a v a t u c Has dfteufodes, nos c o rc jje fo n . eíect varr.er*e. a le leonera, y sólo po» an m ilagro ec
lorm c de une tó rn en la muy violen *0pudimos enfrai en Esparta y i'e g a r c Jsboa Per lonto lo mós trágico es q^e
M Benjamín habría podiao finalm ente pasar con nosotros. N o es su muerte la que salvó lo aiiLioción, sino otro
cosa. [ .] Habíam os 'eleloneado a l Cónsul am ericano en Barcelona, que se negó o in1ervc?nir porque no se Ira-
lobo de un a m ejicano.
La cana que escribió dos días después Henny Gurland, mucho más cercana a Benjamín y
a su muerte, estaba seguramente dirigida a Arkadi Gurland, un primo del entonces marido
de la remitente; el texto ya ha sido publicado por Scholem (cfr. Scholem, Waller Benjamín
■die Geschicbte einer Freundscbaft [Waller Benjamin: historia de una amistadI, loe. cit.,
pp, 279-281):
Lo que relata Fittko sobre una pesada cartera de mano que contenía un manuscrito ele
enorme importancia para Benjamin parece incompatible con el testimonio de Henny Gur*
land, que si bien habla de una carta de cinco líneas escrita por Benjamin. no menciona el
manuscrito sobre el que sin duda estaría informada en esos días tanto por los avalares de
la huida a través de las montañas como por ser claramente una persona de confianza para
Benjamin. Que Henny Gurland tuviera «que confiarle al juez el dinero y todos los papele v
podría referirse a los papeles de ella, y la expresión, por otra parte, parece indicar mán
bien documentos oficiales que un manuscrito de Benjamin. - Pensando en la contradicción
existente entre ambos relatos, el editor se acordó de una carta encontrada hace algunos
años en el archivo póstumo de Horkheimer, a la que liasta entonces no se le había con
cedido importancia. En cuanto recibió la noticia de la muerte de Benjamín, Horkheimer se
dirigió a la policía española de fronteras para pedir más información. El siguiente escrito
es la respuesta a sus preguntas
Muy Señor Mío: Encontestación a su carta 11 actual referente al Doctor en Filosofía Don BENJAMIN
WALTER, participóle que este señor entró en España por Port-Bou, por la montaña el 25 de septiem
bre último a las 20 horas con una autorización de Entrada para los |E. U.| expedida por el Consulado
Americano en Marsella y visado español de tránsito para Portugal; manifestando dicho señor que
había salido de Francia clandestinamente por carecer de autorización y que venía andando desde
Banyuls (Francia) y que había cogido una insolación y se encontraba bastante enfermo. En visla de
ello pasó a hospedarse a un Hotel e inmediatamente fue visitado por un Médico de Port-Bou, cuyo
facultativo certificó que dicho Sr. Walter padecía una congestión cerebral y catarro bronquial que lo
obligaba a guardar cama. 11mismo Médico anterior, certifica que don Benjamin Walter ha fallecido .i
las 22 horas del día 2f> del mismo mes a consecuencia de una hemorragia cerebral. Dicho señor no
prestó ninguna declaración.
Como puede V. ver por lo del certificado médico, no se trata de suicidio, sino de muerte natural.
En dicha desgracia intervino el Juzgado Municipal de Port-Bou, haciéndose cargo del equipaje del
Sr. Walter, consistente en una cartera de piel de las usadas |X>r los hombres de negocios; un reloj usado
de caballero; una pipa; seis fotografías; una radiografía; unos lentes; varias cartas; periódicos y algunos
pocos papeles más que se ignora su contenido, como también alguna cantidad en dinero, de la que
deducidos los gastos ocasionados, quedan actualmente 273 pesetas
Todo lo anteriormente reseñado se encuentra en el luzgado de Instrucción de Figueras, a disposición
de sus herederos; por lo tanto puede V. dirigirse a dicho luzgado interesando la forma de recuperar
dichos objetos y demás datos que le interese. Figueras pertenece a esta provincia y está próximo a
Port-Bou.
Queda de V. affmo. S. S.
P. A.
Antonio Sois'
Si existió alguna duda sobre la fidelidad ck’l relato de Lisa Fittko, ha quedado suprimida
por La carta de la policía española «Una cartera de piel de las usadas por los hombres
de negocios»: ésa era la •cartera de mano grande y negra- que Benjamín había arrastrado
por los Pirineos; y «algunos pocos papeles más que se ignora su contenido» podría muy
hien ser su -nuevo manuscrito, que deseaba sacar a toda costa de Francia. La contradic
ción entre la -pesada- cartera de mano -de donde Usa Fittko dedujo que se trataba de
un voluminoso manuscrito- y esos -pocos papeles-, se podría resolver considerando que
Benjamín no sólo llevaba allí el manuscrito, sino el resto de sus pertenencias. Además,
la escritura microscópica de Benjamin necesitaba pocas hojas incluso para manuscritos
extensos. Si antes había sido difícil para el editor creer en la existencia de otro manus
crito de ios Pasajes, la carta de la policía española daba que pensar. El hecho de que
Benjamin tuviera que separarse de sus trabajos preparatorios de los Pasajes al huir de
París, no hacía absolutamente imposible otro texto sobre ellos. Daha también que pen
sar que si durante trece años no habia conseguido redactados era porque- le había para
lizado la creciente cantidad de apuntes y extracíos; en Lourdes y en Marsella, donde no
disponía de sus notas, puede que se sintiera liberado y hubiera comenzado a escribir.
Pero si lo hubiera hecho en Lourdes y en Marsella, apenas podía ser sino un texto de los
Pasajes. Pasó allí más de tres meses: tiempo suficiente como para redactar un manuscrito
más o menos largo. - Cuando el editor recibió noticia del infonne de Scholein sobre su
conversación telefónica con Lisa Fittko el 15 de mayo de 1980, viéndose así empujado a
las nuevas reflexiones ya citadas, el trabajo en la edición del presente libro estaba ya muy
adelantado. Le pareció obligado seguir sin demora la pista de Figueras. Comunicó a los
coeditores de los Escritos reunidos el resultado de sus investigaciones en un informe
redactado el 22 de junio de 1980, citado n continuación.
•El 16 de junio volé a Barcelona; me acompañaba como intérprete María Luisa Lope*-Vito. Esa misma
tarde fuimos en coche a Figueras. Hi 17 del misino mes planteamos nuestro caso al juzgado de instruc
ción -d Poeta Marqulna, 2-, Nuestro Interlocutor fue I). Félix García de Marina y Prieto. La conversa
ción se llevó a cabo en español, traduciendo al alemán o al inglés, o bien en francés. El Sr, Garda es
Quedaba una última esperanza de saber algo acerca del manuscrito de Benjamin, y estaba
ligada a Henny Gurland y a su hijo José. 1.a búsqueda de ambos se reveló laiga y difícil,
pues ni siquiera se conocía el nombre de la señora Gurland. Después de muchas pistas fal
sas, pudo saber el editor que Henny Gurland se había casado en 1944 con Erich Fromm.
Murió en 1952 en México. Después de eslo, no fue difícil localizar a su hijo Joseph -que
no José-, hoy profesor de ingeniería en la Brown University de Providence, Rhode Island.
Joseph Gurland, que en septiembre de 1940 tenía diecisiete añas, le relató al editor sus
recuerdos de la fuga y de la muerte de Benjamín, Aunque su memoria ha conservado recuer
dos precisos de algunos detalles, es mucho lo que ha olvidado o lo que sólo puede recor
dar de un modo oscuro e inseguro. Respecto a la cuestión decisiva, no pudo ser de ayuda:
ya no se acuerda de si Benjamin llevaba una cartera de mano o no, como tampoco de si
le había visto con un manuscrito» y tampoco lo oyó mencionar nunca a su madre.
Sólo recientemente tuvo conocimiento el editor del contenido de las dos últimas cartas que
Benjamin escribió desde Port-Bou. Sobre la primera, dirigida a Juliane Favez, informa resu
midamente Hans Mayer. En el caso de la segunda carta, se trata de esas cinco líneas diri
gidas a Adorno y a Henny Gurland, de las que ésta elijo que se había visto obligada a des
truirlas después de haberlas leído (p. 977). Cuando al editor le pasaron en otoño de 1981
varios documentos pertenecientes al legado póstumo de Adorno, encontró entre ellos ta
carta de Benjamin, escrita en una letra que desconocía. Gracias a una fotocopia que Joseph
Gurland envió al editor con la letra de su madre, se pudo identificar la letra de aquella
carta como perteneciente a Henny Gurland. Probablemente, Adorno y Henny Gurland nffl
encontraron en Estados Unidos, y el primero le pidió que le escribiera, según le dictara lll
memoria, aquellas últimas líneas de Benjamín.
No es posible aclarar por completo a qué se refería Benjamín con «mis pensemíenlos» lii -ul
taria sumamente improbable que con ello quisiera indicar que en esos instantes pensaba ctl
Adorno: ni el carácter de la amistad que los unía permitía la intimidad que implica emi
expresión, ni el dominio que Benjamín tenía del francés permite la hipótesis de que M
hubiera expresado incorrectamente. Los «pensamientos» «leben ser del tipo de los que se luit
transmitido de Pascal. Al editor le parece apenas imaginable que se tratara de pensarnlcn
ios orales que Benjamin le transmitiera a Henny Gurland para que ella a su vez se los cornil
nicara a Adorno. Loque le parece más probable es que con los «pensamientos» Benjamín v
refiriera a ese manuscrito del que habla Lisa Fittko y cuya pista se pierde en Figueras.
Para Scholem constituía algo -casi inevitable» -aceptar la existencia de un manuscrito tln
Benjamin en el que hubiera formulado definitivamente sus ideas sobre la gran obra que
proyectaba»; a este respecto, de hecho no se puede evitar concluir -que la señora Gurland,
por razones que tienen que ver con acontecimientos posteriores a la muerte de Benjamín,
a los que sólo ha aludido oscuramente en su carta tefr. pp. 977 ss.], destruyó ese mtinth
crito, por cuya salvación precisamente, desde el punto de vista de Benjamín, se había orna
nizado todo el asunto del paso fronterizo- (Scholem, «Vorbemerkung zu Lisa Fittko* [•( )l w i
vaclón preliminar a Lisa F¡tlko„], Der alte B enjam in [El viejo Benjamin]. loe. cit., p, ,S7).
fil editor no puede compartir la conclusión de Scholem. No hay duda de que, cuando huyi i
a través de los Pirineos, Benjamin llevaba un manuscrito especialmente importante para el
Pero apenas podía tratarse de uno «en el que hubiera formulado definitivamente sus idejv
sobre los Pasajes, esto es, no podía tratarse de ese manuscrito voluminoso que Lisa Fitlku
cree que estaba en la pesada cartera de mano negra de Benjamin. Un manuscrito asi no
podía haber sido redactado de ningún modo en París; hay suficientes documentos sobre
los últimos meses de Benjamin en París como para poder rechazar esta suposición. Sin
embargo, no puede descarlar.se con la misma seguridad que Benjamín no hubiera escrito
una obra mayor en Lourdes y en Marsella; hasta ahora, de los (res meses que pasó allí, se
han encontrado siete cartas: podría deberse al a/ar que en ninguna de ellas hable de un
nuevo trabajo. En contra, sin embargo, figuran la carta a Adorno del 2 de agosto y la carta
a Hannah Arendt del 9 del mismo mes; por entonces un nuevo trabajo habría alcanzado
ya proporciones relativamente grandes Adorno y Hannah Arendí eran corresponsales
importantes para Benjamin, y al menos a Adorno le hubiera informado sin ninguna duda
de que habia retomado el trabajo de los Pasajes. Además de esto. aml>as cartas transmiten
una imagen de la situación de Benjamin a lo largo de los dos meses en Lourdes, que a jui
cio del editor impide suponer que hubiera trabajado entonces en los Pasajes. Ahora bien,
si Henny Gurland se hubiera visto en posesión de un manuscrito a la muerte de Benjamín,
el hecho de que creyera tener que destruir la carta de despedida, de cinco líneas, toma
por completo verosímil la destrucción de un manuscrito más extenso Sin embargo, no se
ve la razón de por qué en su carta del 11 de octubre tuviera que silenciar esa destrucción,
ya que en su -posterior- reconstrucción de la carta de despedida de Benjamín, no silen
ció que tenía que transmitir a Adorno unos •pensomienlos». Los «pensamientos» tienen que
referirse a! manuscrito que menciona Kittko y que confiscó la policía española, esos «algu
nos pocos papeles más que se ignora su contenido» que acallaron en el juzgado de ins
trucción de Figueras, Hay que suponer que esc manuscrito presentaría un texto relativa
mente breve, abarcando unas pocas páginas, puesto que su caracterización como
pensamientos -término que para Benjamin denomina un género- al menos no resultaba
inadecuada Se trataría además del manuscrito que Benjamín temía perder en caso de no
poder sacado de Francia, y que había sido concluido estando aún en París. Un texto que
satisfaga todas estas condiciones es el de las tesis Sobre el concepto de historia Las tesis se
concluyeron en mayo de 1940 en París, y representan el último trabajo de Benjamín; por
eso en septiembre de 1940 eran para él aún completamente -nuevas-. Ciertamente que
había anunciado que enviaría el manuscrito a los Estados Unidos, pero luego no lo hizo
(cfr. GS 1, pp. 1223, 1227); sí temía perder los manuscritos que habían quedado en París,
respecto de los cuales Benjamín se hallaba en una completa incertidumbre (p. 968), tam
bién temería la pérdida de las tesis sobre filosofía de la historia. Por eso pudo haber lle
vado consigo durante la huida un ejemplar de las tesis: probablemente el único manuscrito
que llevó consigo al abandonar París. Éste es el que habría desaparecido en Figueras, mien
tras que el texto de las tesis, junto con el legado postumo de París, se salvaron.
Benjamín escribió el resumen París, capital del siglo xix, a Iniciativa de Friedrich
Pollock. en mayo de 1935, para el Instituto de Investigación Social. En cuanto a los deta
lles sobre el origen del texto, su recepción en el Instituto y la discusión epistolar del mismo
con Adorno, el lector puede consultar los -Testimonios sobre la génesis de la obra*
(pp. 916-942).
N° 1
1848 10 de diciembre elección de luis Bonaparte
Bloque de los católicos, legitimistas, orleanislas. Napoleón concede la libertad de
cátedra
Ledru-Rollin 400,000 ¡jotos Lamartine 8,000 Cavaignac 1,500.000 Napoleón
5.500.000
1850 ley Fallovx
Lafianza para los periódicos asciende a 50.000francos
Ley electoral, que prescribe una residencia mínima de tres años demostrablepor el
censo fiscal
1851 Se rechazan las enmiendas de Napoleón a ¡a ley electoral
Viciar Huno intenta en vano movilizar a los trabajadores contra el golpe de Estad'1
20 diciembre Plebiscito 7.500XXX) si 650.000 no
1852 20 noviembre Plebiscito sobre la dignidad imperial 7839.000 si S3.0CX) no 1/5 ubn
tenciones
1863 Tbiets y Berrycr, elegidos al Parlamento
1866 Surge con Ollivier el Tiers partí
1868 Vuelve a entrar en vigor la libertad de prensa y de reunión
1869 Republicanos 40 escaños <Gambetta Rocbefort); Unión ¡ibera! 50. Tiers partí 116. /ov
bonafxtrtistas, en m inoría
1870 Plebiscito• a favor de ¡a monarquía constitucional 7350.000 en contra J.538.00Q
(bona/Hirtistas y republicanos)
1864 Reconocimiento del derecho de huelga
N.° 2
Moda
1866 la cabeza como una nulx’ muy alta por encima del valle de montaña riel vestido de galii
forma de florew de las lámparas: Ia raía flor -luz- está puesta en aceite
1868 el pecbo, cubierto por una mantilla de flecos
- formas arquitectónicas en los rustida':
- la Visitación de María corno tema de losfigurinas de moda
vestidos de moda coma terna ¡xtra los pasteleros
- motivos bardarlos de vallas f?Jy hierba l?¡ se insinúan en los vestidos bacía 1850/18<i( t
- la mujer como triángulo equilátero (crinolina)
- la mujer como X -fin del Imperio-
la chaqueta como puerta de dos hojas
el vestida de gala como abanico
infinita posibilidad de permutación de los elementos de la moda
Manuscrito! Ms. M i ,1
K .° 3
El mejor libro sobre París
La ciudad-espejo (almarios de puertos de cristal)
Energía de la gran ciudad: depósitos de gasolina
Anuncios luminosos: nuevo tipo de escritura (no hay anuncios luminosos en los pasajes)
Tablas: antiguo tipo de escritura
La luz de gas en Baudelaire
Pasaje de ¡'Opera
Ut técnica d e Aragón com parada con Ut técnica fotográfica
Fiesta et! Soasol (-Kermes ile Paris•)
l Teleología de París: torre Eiffel y autoiias
Las calles de París en Ut literatura fra n c esa (estadísticamente)
I El sistema de ¡as calles parisinas: u n a red arterial de la im aeinación
IBernouard: los dialectos parisinos e n la guerra]
Sacre Cceur: ictiosatirío - torre Eiffel: ¡¡rata
B aby Cadttm LNLV"' ZaírwofN]
Cortafuegos
IParís y fas escritores viajeros f?l
A ragón Vague d e reves
Siglo xix: kitsch, nuevas colecciones
Espejos en los cafés: por la luz, pero tam bién po rq u e los locales son ta n pequeño^
Manuscrito Nt. 1.109
N.° 4
Temas p a ra los Pasajes
La entrada d e l ferrocarril en el m u n d o onírico y simbólico
IExposición deI conocim iento histórico según la im agen del despertad
La -fuga industrio!* de Fottrier como rasgo característico d e u n a época cuya cim a son ¡as
exposiciones universales
La Guardia Nocional, orden m ilitar de la industria y del comercio
IElinterior (m obiliario) en Poe y B audeiairA
P adrinazgo d e los tres reinas sobre el pasaji *r el reino m ineral con cristal y hierro: el reino
vegeta! con ¡apalm era; el reino a n im a l con la fa u n a acuática
Con el dioram a, la crisis llega basta el cuadro de paisaje y, con ¡afotografía, p asa a l retrato
1W iertz como el que ennoblece el diorama]
D el g ran alm acén a la exposición universal
IEl «embellecimiento estrategia» de París p a r Haussmann]
IIdilios arcaicos d e Fouríer: el alm a c ándida como consumidor; la utopia m oderna de Pes-
talozzi: el burgués como producto)]
[Napoleón I como el último representante del terrorismo revolucionaría frente a la burguesía]
El saber aún no consciente de lo que ha sido procede del instante
{Historia de la Bolsa de París y de trjs Salons des étrangenA
El pasado está en el museo de cera como la lejanía en el Interior.
Manuscrito: Ms. 1,138'
N,° 5
ITemas para los Pasajes 11}
El enmascaramiento de elementos burgueses en la bohemia.
La bohemia como forma de existencia de los intelectuales proletarios.
Los ideólogos de la burguesía; Victor Hugo, Lamartine. En contra R im baud
Los maestros d el placer de la burguesía: Scribe, Sue,
Industrialización de la literatura, de los negros. Industrialización d e la literatura por i,i
prensa
Poesía industrial de las sansimonianos
inicios del comercio de cuadros m odernas
(Literatura panoram átiedi
\ Inicios de ia obra de arte total e n las panoram a ít
Literatura )’ comercio (nom bre de las almacenes, sacado d e los vodevils)
Especialidad y originalidad
Tres aspectos d e ¡a fláncríe; Balzac. Poe, Engeis; el ilusionista, el psicológico, el económ k <•
La flánerie com o im v m a d e r o d e Ia ilusión; elproyveto de Servandoni
La literatura in tn u lu c M e de Ia flánerie: tParis colle a calle casa por casa •
FJ fláneur y el coleccionista; el París arcaico d e la flánerie
[El fláneur soslaya la actualidadl
lia ciu d a d como paisaje y babitacióril
[La igualdad como fantasmagórica ,
IEl ritm o de la flánerie y su aniquilación; ejemplificado e n el restaurante y len l los medita
de transporté
Indecisión del fláneur. am bigüedad de los pasajes; opacidad de las relaciones de clase
Interior y museo
[HJugeiistil o el f i n del interior (Jugenstil y cartel)}
Emancipación y prostitución
Girardin; las señoritas de 1830; Fouriery Feuerbacb
La emancipación y los sansimonianos¡ la cajera
Culto al amor; tentativa de hacer valer la producción natural frente a la industrial
Esnob f h m tetv)
k i mietT> com o tf.nnu lún
a lo conform e a u n ftliv i tm q gm v destrucción en la historia
Arúbttnesis histórica
Saber aú n no consciente
Alegriti de Fourier de to que ba sido
G odtn y Ford 1-HíxWícróji fie la modtú
í i Cñs» vxLsfmt {larnotíneí Efecto y expresión
M ercurio en Fourier
\La duda sobre la bistorüA
Comf>oneuies de ta m uerte /E xcurso sobre
Proust
K“6
Esquemas provisitmaies
Praxis revolucionaria
Técnica de la lucha callejera y de la construcción de barricadas
La puesta en escena reixilucionaria
Los conspiradoresprofesionalesy los proletarios
La moda
contemporánea de todo el mundo
intento de llevare!sexo a! mundo material
Manuscrito: Ms. 1.138*
N.° 7
Esquemas dialécticos
Infierno - Etlad de Oro
Palabras basteas para el infierno, tedio, juego, pauperismo
Un canon de esta dialéctica la moda
La Edad de Oro como catástmfe
Dialéctica de Id mercancía
Tomar del Odradek un canon para esta dialéctica
lx>positivo en elfetiche
Dialéctica de ¡o novísimo y de lo antiquísimo
También para esta dialéctica es un canon la moda
Lo antiquísimo como novísimo: la gaceta de sucesos
Lo novísimo como antiquísimo: el imperio
Manuscrito: Ms. 1,137
N.D8
1 nivel dialéctico: el pasaje pasa de ser un lugar resplandeciente a uno degradado
2 nivel dialéctico: el pasaje pasa da ser una experiencia inconsciente a algo compren
dido
Saber, aún no consciente, de lo que ha sido. Estructura, a este nivel, de lo que ha sido. 11
saber de lo que ba sido como un hacerse consciente que tiene la estructura del despeft'i
El saber, aún no consciente, de los colectivos
(Mptar toda intuición siguiendo el ese/uema del despertar. ¿Y no habría de tener el ¡-¡saber
aún no consciente- una estructura onírica?
-IKilsch onírico
Reportajes parisinosi le/ aldabonazo aterradorl
la fealdad del objeto es el
aldabonazo aterrador cuando
dormimos
IHacemos época en la historia del comercio de aiuigüedades y construimos un reloj en rl
que sepuede leer cuándo están maduros los objetos para ser coleccionados.1
Construimos teóricamente el despertar, esto es, imitamos en el terreno del lenguaje el truca
que, en el terrenofisiológico, es decisivo para et despertar, un despertar efectuado con astu
cia. Con astucia, na sin ella, es como logramos salir del ámbito de los suetuts.
lil despertares la instancia eji\m\plar del recordar: el caso, de tremenda Importancia, en
que conseguimos recordar lo más cercana (lo que está más próximo). Lo que quiere decir
Proust cuando reordena mentalmente los muebles, no es sino lo que busca captar Btocb
cuando habla de la oscuridad del instante vivido.
Seplantea aquí la pregunta: ¿de qué distinto modo canónico sepuede comportar el hombn>
respecto de los sueños? (El hombre particular, pero también el colectivo.) ¿Y qué tipo de ver
dadero estar despierto es en elfondo adecuado?
Tomamos los sueños 1) como fenómeno histórico, 2) como fenómeno colectivo. Intentar
esclarecer los sueños del individuo mediante la doctrina de los sueños históricos del colectivo,
¡Enseñamos que la realidad no está en las capas oníricas, sino que irrumpe sobre el que
sueña Yyo trato de los pasajes exactamente como si en elfondo me hubieran pasad(A
Tenemos que despertar de Ut existencia de nuestros padres. En este despertar, tenemos que
rendimos cuentas de su cercanía. Ut obediencia como categoría de Ui cercanía en la edu
cación religiosa. Coleccionar como categoría profana de ¡a cercanía, el coleccionista inter
preta sueños del colectivo.
La doctnna freudiana del sueño natura!. El sueño como un fenómeno histórico
Contraste con Aragón: penetrar con todo esto en la dialéctica del despertar, en lugar de
dejarse acunar cansinamente en lo -onírico- o en la •mitología- ¿Qué sonidos son los de la
mañana que despierta, y que incluimos en nuestras sueños? La fealdad-, lo -pasado de
moda-, son sólo voces mañaneras deformadas, que hablan de nuestra infancia.
Manuscrito: Ms. 1.126*
N.° 9
Hay que resumir la tesis y la antítesis en la imagen-cambianle-onirica, Los aspectos esplen
doroso y mísero de los pasajes son una visión onírica. El despertar es et vuelco dialéctico eil
la síntesis. Su mecánica. Cómo con astucia nos separamos del mundo de nuestros padres,
Antinomia del sentimental. Sobre la función alucinatoria de las arquitecturas. Imágenes
oníricas que emergen en el mundo de la vigilia.
Un tipo defalsa separación; e/Jugendstil. Es un caso que confirma la ley del efecto contra
producente.
&1 motivo de ¡a dialéctica bay que desarrollaría detalladamente
en la perspectiva
en el lujo y en la moda
Desarrollarla teoría del despertar sobre la base de la doctrina del tedio.
Conexión de la teoría de la perspectUxt con Flaubert ¡Perspectiva y felpa.
Base económica
el consumidor
constricciones de lujo
moda y bulevar
Vuelco
materia fracasada
ritmo alterado
fecho fatídica: 1893
[Nuevo significado de los pasajes
Aragón: nueva mitología
relación con el siglo xix
el despertar
descubrimiento de la perspectiva)
fCapitulo
nombres de calles / Perspectiva / Coleccionismo /
Interior de la calle / Moda A
N.° 10
\Tedidl
\Primer tratado sobre la decadencia; Aragón1
Dialéctica de la mercancía Almacenes de novedades 1Teoría del coleccionista
materia fracasada Elevación de la mercancía
al nivel de la alegoría]
Dialéctica del sentimentalismo (Frasesprovenientes de la parte «Kirsch onírico-)
1Arqueología del fxl Los sueños son la tierra en la
que se efectúan los hallazgos.)
Dialéctica el interior como calle (lujo)
ele la fkincrie la caite como interior (miseria)
Dialéctica de la moda Placer y cadáver [Ensayo de determinación ¡le
I Comienzo: descripción de los actuales [tasajes la esencia de los imnilrnt
Su desarrollo dialéctico• mercancía / perspectiva de las calles: no son punU
Actualidad de los pasajes en su estructura oníricaI alegorías
Tipografía mitológica: Balzilfl
Tests Antítesis
Elflorecimiento ele los pasetjes El ocaso de los pasetjes
bajo Luis Felipe a fin e s del siglo XIX
Los panoramas Lafelpa
Los edmacenes Mal. fracasada
El amor La prostituta
Síntesis
Descubrimiento de los peisajes
El saber inconsc. de lo que
bet sido se bace consciente
Dextrina del desfxrtar
Dialéctica de la penip.
Dial, de la moda
Dial, de! sentim.
IDioramas
perspectivas defelpa
tiempo Uui’iosríl
Manuscrito. Ms. 1.1¿7
N .° 11
Fundamentos críticos Yerros
Arquitectura exterior sistemática Las exposiciones universales y tos trabajadan s
Mercancías-Materiales Fourier y lospasajes
Prehistoria delfolletín
Helad de Oro e Infierno La pintura en el negativo de la huella
Teoría de Utfantasmagoría: cultura Oficina y cámara de comercio
Determinación más detallada de la Elproblema de Saturno
mercancía Hormigón Barcelona
Fetiche y calavera
N.° 12
Sobre el método
Las imágenes dialécticas son símbolos ciesidcralivos En ollas sr hace presente, ii la ' <■ (¡ttv
la cosa misma, su origen y su ocaso
Qué Upo de claridad ha de poseer ¡a exposición de la historia. NI la <larkliul des/ireo
capada y vulgar de tos libros de historia burgueses, ni la estrecha de los lones/Mindtcnti's
libros marxistas. Lo c/ue tiene que fija r con claridad son las imágenes que proceden del
inconsciente colectivo.
La [x] de lasfuerzas productivas de una sociedad no sólo se determina por las unitarias
primas y las herramientas, sino también por el entorno y tas experiencias que día bace en >'/
Aguardar comoforma de existencia de elementos parasitarios.
Manuscrito: Ms 1 I VI
N.° 13
Nuevos temas y formulaciones
\Con Id extensión creciente de los transportes, disminuyen las méritos informativos de la
pintura. En primer lugar comienza por reaccionar ante la fotografía subrayando
durante casi medio siglo si» componente de color. Cuando el impresionismo cede a!
cubismo, la pintura se abre con ello otro tlominio a! que la fotografía de momento no
tepuede seguiri
INadie puede tomar sobre si la responsabilidad de tener una posición subjetiva al exponer
todo lo nuevo que se instaura en el entorno y en la sociedad a mediados de siglo: de abi
la lente del objetivo)
Aguardary hacer aguardar. Aguardar comoforma de existencia de elementos parasitarios
Manuscrito; Ms. 1.132'
N.° 14
Preguntasfundamentales
El significado histórico de ¡a apariencia
{¿Cuáles son las ruinas de la burguesía^
Dónde, en lo nuevo, discurre el limite entre realidad y apariencia
Prehistoria del siglo xix
Relación entre la falsa conciencia v ¡a conciencia onírica. El reflejo tiene lugar en la con
ciencia onírica. Conciencia onírica colectiva y superestructura.
Lei dialéctica, al re/xisar, forma una imagen. A ésta le es esencial la apariencia
El ahora de ¡a cognoscibilidad es el Instame del despertar
En el despertar, el sueño queda en reposo.
El movimiento histórico es un movimiento dialéctico. Pero no el movimiento de lafalsa con
ciencia. Ésta también se vuelve dialéctica en el despertar.
Manuscrito: Ms. 1.131
N.° 15
Reflexiones metodológicas
Emplearlos análisis sobre -elahora de la Cognoscibilidad-
Emplear la descripción del despertar de Proust
El despertar como instante crítico en la lectura de las imágenes oníricas
Exigencias particulares del pasado más reciente en cuanto al método del historiador
Delimitación frente a ¡a historia cultural
Sobre la dialéctica en reposo, consultar Hegel
La experiencia de nuestra generación: que el capitalismo no morirá de muerte natural,
Por primera vez el ¡M isado más reciente deviene aquípasado lejano La prehistoria avanza
dentro del pasado más reciente como, con la lejanía, las montañas parveen avanzar
sobre el terreno que llenen delante.
Manuscrito: Ms. 1.130»
N .° 16
Wiesengntnd
Imagen dialéctica y dialéctica en reposo en Hegel
Manuscrito: Ms.
N .° 17
la utopíafourierista anuncia un vuelco en elfuncionamiento de la literatura
Manuscrito: Ms I.I
N .° 18
Colocada asi en medio de la historia, [interrumpido!
igual que d bomhrv constituye el centro del horizonte que se desniega ante sus ojos, asi mi
existencia constituye para él el centro de la historia. Mirándose en pleno mediodía, invita
consigo a kt mesa a los enflaquecidos espíritus del pasado IEl historiador presidí un hair
quete de espíritus. El historiador es el heraldo que invita a los difuntos a 1la mesa dé este
banquete de espíritus
La generación que vive linlemtmpido] Manuscrito: Ms. 1.12H
La segunda fase en la elaboración del Libro de los Pasajes comenzó a principios de 1934,
con el proyecto de un artículo en francés sobre Haussmann que le fue encargado para la
revista Le Monde por quien entonces era su director, Alfred Kurella. Este artículo no se llegó
a escribir (p, 901). Los esbozos y esquemas que siguen son los únicos borradores que se
conservan.
N .° 19
[£/ mérito de este pequeño volumen consiste en la evocación de los diferentes barrios de una
gran ciudad. No es su lado pintoresco ni nada exterior lo que ha sido considerado por el auloi,
Es más bien el sello único que confieren a cada uno de los barrios las copas sociales que los
habitan y sus ocupaciones]
Si los fenómenos especulativos que acompañan a la ■ haussmannización»permanecen
a media sombra, tanto más destacan los intereses tácticos de la reforma, que cierta
mente Napoleón III supo ocultar bajo sus ambiciones octaviarías. Una justificación
contemporánea del proyecto habla en un lenguaje mucho más claro. Alaba en las
nuevas calles que *no se prestan a las tácticas habituales de las insurrecciones locales».
Ya con anterioridad se había pavimentado París con adoquines de madera, para hur
tarle a la revolución su material de construcción, *Con bloques de madera, escribe
Karl Gutzkow en las Cartas de París, ya no se pueden hacer barricadas*. Para darse
cuenta de lo que eso significa, basta recordar que en IN.K) se contaron en ¡a ciudad
seis m il barricadas.
Ya Luis Felipe tenía por apotlo el •rey-albarHb. lia A'afmleou III, los motivos mercantiles,
higiénicos y militares para cambiar la imagen de la ciudad confluyeron con la intención
de perpetuarse en monumentos propios de un reinado ¡Mcíflco F.n Haussmann encontró
fx) la energía requerida para realizar tal empresa, Sin embargo, no le resultó fácil apli
carla.
Un arribista al servido de un usurpador
btíran
El imperialismo ■
destructor pacífico
o
•La houssmcmnización de París*
I Haussmann y Napoleón III El arribista sirviendo al surpador
IIE! embellecimiento estratégico
III Cuentos fantásticos de Haussmann
El embellecimiento estratégico Napoleón como pretendienw
la técnica de la lueba de barricadas el golpe de Estado y Haussmann
las líneas maestras estratégicas la policía y el atentado Orsini
la base teórica Haussmann y el Parlamento
la administración dejusticia Carrera fxisterior de Haussmann
las exposiciones; estética
los medios de Haussmann
importancia de los cimientos
losferrocarriles
las exposiciones universales
el munrn urbanismo
Manuscrito: Ms. 1.1OS
Los esquemas publicados con los números 20 y 21 son estudios preparatorios para el resu
men París, capital del siglo XIX. Mientras que el primer texto está fechado por el mismo
Benjamín en marzo de 1954, el segundo podría haber surgido inmediatamente antes de
redactar el citado resumen, por tanto a principios de mayo de 1935. Las reflexiones del
número 22 parecen referirse a otro esquema no conservado. - En el número 20 hay adi
ciones claramente posteriores, que se señalan aquí con una [NI.
N.° 22
Sobre V
I Criticade la modernidad (posiblemente tina sección aparte.) Lo nuevo tiene carácter de
a¡Ktriencia y coincide con la afxtriencia de b que se repite eternamente La apariencia dia
léctica de ¡o nuevo y siempre otra vez lo mismo es elfundamento de la -historia culturáis
Sobre V
4 excursos sobre et tedio El esnob, que vive en el marido aparente de lo nuevo y eterna
mente igual, tiene al tedio por constante compañía. En Proust el esnobismo es la clave para
el análisis social de los diez mil de arriba,
La obra de arte total representa un intento />or imponerle a la sociedad el mito (que, como
dice con razón Raphael IProudhon, Marx, Picasso, Paris, 1933, p- 171, es la condición de
las «obras de arte integrales»)
Manuscrito: Ms. 1.129
La versión más antigua que se conserva del resumen de 1935, y que se encuentra en el
archivo Benjamin, es M1(para las siglas, cfr. infra , 1022 ss.). El manuscrito representa posi
blemente la primera redacción completa; parecen haberse perdido algunas páginas, y de
varias secciones se encuentran dos redacciones, e incluso tres en un caso. La versión M1
es extraordinariamente ilustrativa del método de trabajo de Benjamin, y por eso se repro
ducirá aquí en su integridad. En aquellas partes que se repiten dos o tres veces, las ver
siones más antiguas se presentan en sangría respecto de la versión definí! iva de M1. El título
general falta en el manuscrito,
La mayoría de los pasajes de París surgen en et decenio y medio que sigue a IH22, [m pri
mera condición de suflorecimiento es Ia coyuntura favorable del comercio textil, Empiezan
a verse los almacenes de novedades, los predecesores de los grandes almacenes. Era el
tiempo en et que Halzac pudo escribir: *El gran poema del escaparate cania sus estrofas de
colar desde la Modeleine hasta la puerta Sainl-Denis». Lospasajes eran un centro del comer
cio de mercancías de lujo. En su decoración, el arte entra al servicio del comerciante. Los
contemporáneos no se cansan de admirarlos. Por más tiempo aún so» un centro de atrac
ción para los extranjeros. Una Guía ilustrada de París afirma■-Estos pasajes, una nueva
invención del lujo industrial, son galerías cubiertas de cristal y revestidas de mármol que
atraviesan edificios enteras, cu)>os propietarios se han unido para tales especulaciones. A
ambos lados de estas galerías, que reciben la luz desde arriba, se alineari las tiendas más
elegantes, de modo que un tal pasaje es una ciudad, e incluso un mundo en pequeño*. Los
pasajes son ei escetutrio de la primera iluminación de gas.
La segunda condición para el nacimiento de los pasajes es el comienzo de la construcción en
hierro. Et Imperio lio en esta técnica una contribución a la renovación del arle edificatorio en
ei sentido clásico griego. B teórico de la arquitectura Boetttcber explica que -en vista de lasfor-
mas artísticas de! nuevo sistema, elprincipio helénico de lasformas■tiene que entrar en vigor B
Imperio es el estilo del terrorismo revolucionario, para el que el Buculo es un fin en sí mismo.
Napoleón conoció tan poco ¡a ruuundeza funcional del Estado como instrumento de dominio
de clase, como las arquitectos de su tiempo et bieiro como instrumenta del principio construc
tivo, con el que comenzó su dominio en la arquitectura, levantaron vigas como columnas pont-
peyanas. fábricas como bkx/ues de viviendas, más tarde estacionesferroviarias como chalés. La
construcción lomó el ¡xi¡>v¡ del subconsciente. No menos comienza a imponerse el concepto de
ingeniero, que procede de la s guerras revolucionarias, iniciándose la s diputas entre el cons
tructory el decorador, entre la Escuela Politécnica y la Escuela de Bellos /Irfei.]
[1\ Con el hierro aparece por primera vez en la historia de Ia arqu itectura un material de
construcción artificial, Se ve sometido a un desarrollo cuyo ritmo se acelera en el curso
del siglo Recibe un impulso definitivo cuando resulta evidente que ¡a locomotora, pro
bada a mediados de los años veinte, sólo es útil sobre miles de hierro. El raílfue el pri
mer componente montubio de hierro, el precursor de las vigas El hierro se evita por lo
pronto en los edificios de viviendas, y se lo utiliza en tos pasajes, en los pabellones de ¡as
exposiciones, en las estaciones de tren —construcciones que sirven a fines transitorios-,
Al mismo tiempo, surge por primera vez el cristal como material de construcción, los
presitpuestos sociales par» su desarrollo se dan sólo cien años más tarde. La Arquitec
tura de cristal 11914) de Scbecrbart los da a conocer.
El 31 de mayo de 1935. Benjamín envió una versión de este resumen a Adorno, pidién
dole que no se lo mostrara a nadie en absoluto, y que se lo devolviese cuanto antes, ya
que el borrador era sólo una ayuda para sus propios esludios (p. 921). Las variantes de la
versión enviada a Adorno IT*) respecto de la publicada en el cuerpo del libio (TO son de escasa
consideración, y hubiera bastado con señaladas en nota. Peto dado que la carta de Hom-
berg de Adorno (pp. 927-934). extremadamente importante, se remite a T1 siguiendo la
paginación del manuscrito, y que además no hay total seguridad de que T2 -como opina
el editor- represente de hecho In última versión (pp, 1023 ss.), se publicará seguidamente
T1 en su integridad. La paginación del manuscrito se añadirá entre corchetes. Los pasajes
que difieren de se dan a conocer mediante el subrayado, Cuando en T¿se encuentre un
pasaje añadido que carece de correspondencia en T’, se indicará con una [El en el lugar
correspondiente. Se lia renunciado a registrar las variantes de puntuación.
Resumen
París
La capital del siglo xtx
-Las aguas son azules y las plantas rosa; es
dulce mirar la tarde.
Se vade paseo_Las grandes damas ean depaseo;
tras ellas sepasean pequeñas damas-,
Nguyen-Trong-Hiep. París capilale de la France. Recuetl
de veis [París capital de Fronda. Compilación de versos],
Hanoi, 1897. Poesía XXV
lp. 1] 1. Fourier o las pasajes
*De esos pabeios los coit/mnos mágicas
Muestran al aficionado por lodos partes.
Con los objetos que exhiben sus pórticos.
Que la industria es tivai de los arles *
Nouveaux labteaux de París [Nuevos cua
dros de París], Patls, 1828, p. 27
ha mayoría de los pasajes de París surgen en el decenio y medio que sigue a 1822. La pri
mera condición de suflorecimiento es la coyunturafavorable del comercio textil. Empiezan
a verse los almocenes de novedade[s], los primeros establecimientos que almacenan una
gran cantidad de mercancías, San lospredecesores de las grandes almacenes, tira el tiempo
en el que Balzac escribía: «£/ gran poema del escaparate canta sus estrofas de color desde la
Modeleine hasta la puerta Saint-Denis*, Los pasajes son un centro del comercio de mercan
cías de htjo. En su decoración, et arte entra al servicio del comerciante. Los contemporáneos
no se cansan de admirarlas Por más tiempo aún son un centro de atracción para las
extranjeros. Una Guía ilustrada de París afirma: •Estos pasajes, tina nueva invención del
lujo industria!, son galerías cubiertas de cristal y revestidas de mármol que atraviesan edi
ficios enteros, cuyos propietarios se ban unido para Cales especulaciones A ambos lados de
estas gaterías, que !p 2J reciben la luz desde arriba, se alinean las tiendas más elegantes,
de modo que un talpasaje es una ciudad, e incluso un mundo en pequeño-, los pasajes son
el escenario de la primera iluminación de gas.
Ut segunda condición para el nacimiento de los pasajes es el comienzo de Ut construcción
en hierro. El Imperio vio en esta técnica tifia contribución a la renoixición del arte edifica
torio en el sentido clásico griego, lil teórico ¡le la arquitectura Boetticber expresa la contic-
ción general cuando dice que -en lista de lasformas artísticas del nuevo sistema, elprinci
pio Ménica de lasformas•tiene que entrar en vigor - El Imperio es el estilo del terrorismo j
revolucionario, pam el que el Estado es un fin en sí mismo Nafxtleón conoce tan poco lil
naturaleza funcional del Estado como instrumento de dominio por atarte de la clase bur
guesa, como los arquitectos de su éboca lá naturaleza funcional del hierro, con el que el
principio constructivo ejerce su dominio en la arquitectura Estos arquitectos levantan vigas
como columnaspompeyanas, fábricas como bloques de viviendas, del mismo m odo que más
adelante las primeras estaciones ferroviarias se basan en villas. -La construcción toma el
papel del subconsciente,* No menos comienza a imponerse el concepto de ingeniero, que
procede de la s guerras revolucionarias, [p, 31 iniciándose las disputas entre el constructor y
el decorador, entre la Escuela P oliló cnica y ¡a Escuela de B ellas A rlas,
Con el hierro aparecepor primera vez en la historia de la arquitectura un material de cons
trucción artificial. Se ve sometido a un desarrollo cuyo ritmo se acelera en el curso del siglo.
Recibe el impulso definitivo cuando resulta evidente que la locomotora, probada a fines de
los años veinte, sólo es útil sobre railes de hierro. El raíl viene a ser el primer componente
montahle de hierro, elprecursor de ¡a viga. Se evita el hierro en las edificios de viviendas, y
se lo utiliza en los pasajes, en tos pabellones de las exposiciones, en las estaciones de tren
-construcciones que sirven a fines transitorios-. Al mismo tiempo, se amplía el campo de
aplicación del crista!. Sin embargo, lospresupuestos sociales para sti empleo extensivo como
material de construcción se dan sólo cien años más tarde. En la Arquitectura de cristal
( 1914) de Scbeerbart, aparece aún en el contexto de la utepia.
*Codo época sueño la siguiente *
Mtcheiet, *Aver»<i Avenal» [•¡futuro ¡futuro1-}
A la forma del nuevo modo de producción, que aI principio aún es dominada por la deI
antiguo (Marx), [p. 4] le corresponden en la conciencia colectiva imágenes en 1as que lo
nuevo se entrelaza con ¡o antiguo. Estas imágenes son imágenes desiderativas, y en ellas el
colectivo busca tanto superar como transfigurar ¡a inmadurez del producto social y las
carencias del urden social de producción, junto a ello se destaca en estas imágenes deside
rativas elfirm e esfuerzo por separarse de lo anticuado-lo que en realidad quiere decir;•del
pasado más reciente-. E’itcis tendencias remiten la fantasía icónica, que recibió su impulso
de lo nuevo, al pasado más remoto. En el sueño en el que, en imágenes, surge ante cada
(■poca la siguiente, esta última aparece ligada a elementos de la prehistoria, esto es, de una
sociedad sin ciases. Sociedad cuyas experiencias, que tienen su depósito en el inconsciente
del colectivo, producen, al entremezclarse con lo nuevo, la utopia, que dejan ¡f¡j su huella
en miles de configuraciones de la vida, desde las construcciones permanentes basta la
moda fugaz.
Esta situación se hace reconocible en la utopía de Fourier, que recibe su impulso más¡xide-
roso con la aparición de ¡as máquinas. Perú esto no ¡lega a expresarse directamente en si¡í
anólisis. queparten de la inmoralidad de! comercio lp. 5]y de la falsa moral que entra a su
servicio. Elfalansterio debe devolver a los hombres a situaciones éticas IEI. Su organización,
extremamente compleja. aparece como una máipiina. Los engranajes de las pasiones, la ÍEl
complicóla interacción de las passions mécanistes con la passion cahaliste, son primitivas
analogías de ¡a máquina en el terreno de la psicología Esta maquinaría humana produce
elpaís deJauja, la antiquísima imagen desiderativa que la uto/ría de Fourier ba becbo suya
En los pasajes ba visto Fourier el canon arquitectónico delfalansterio. Su transformación
reaccionaría por Fourier es significativa, mientras que originalmente sirven a fines transi
torios. pasan en él a ser litiendas. Elfalansterio tiene a ser una cuidad depasajes. Fourier
establece en el estricto mundo formal del Imperio el idilio irisado del Riedermeier. Su brillo
perdura, aun palideciendo, hasta Zola Éste retoma en El liabajo las ideas de Fourier. igual
que se había desjtedido de los pasajes en Teresa Roquín. - Marx defendió a Fourierfrente
a Cari Griin. destacando su -colosal visión deI hombre-. También dirigió la mirada a!
humor de Fourier Y de hechoJean Paul, en su Levana. es tan afín aI Fourier pedagogo como
Scheerbart, en su [p. 61 Arquitectura de cristal, al Fourier utópico,
II. Daguerre o los panoramas
«Sol, ¡c u íd a le h
A.J. Wiertz, CEuvres littéraires (Obras literarias], París, 1870, p. 374.
Igual que con 1a construcción en hierro la arquitectura empieza a desprenderse del arte,
con los panoramas lo hace la pintura. El punto álgido de la expansión de los panoramas
coincide con la aparición de los [lasajes. No se cansaban de hacer de tos panoramas, fxir
medio de operaciones técnicas, lugares de una imitación perfecta de la naturaleza. Se bus
caba im itar el cambio de la hora del día en el¡xtisaje. la salida de la luna, el estruendo de
las cascadas. David aconseja a sus discípulos dibujar del natural en los panoramas. Al bus
car producir cambios semejantes en la naturaleza representada, los panoramas anticipan
el camino de la fotografía, de! cine mudo y del cine sonoro.
Simultánea a los panoramas es una literatura parutranuitica. el libio de los ciento uno, Los
franceses pintados por ellos mismos. 0 diablo en Paris, lo gran ciudad lp. 71 pertenecen a ella
En estos libros se inicia d tnilxijo literario colectivo para el que en los años treinta Girar-
din abre un lugar en elfolletín. Consisten en bocetos sueltos cuyo cariz anecdótico se corres
ponde con la plasticidad de los primeros planos de los panoramas, y su contenido infor
mativo, con el fondo pintado de los mismos. Esta literatura alxjrca panoramáticamenle
toda la sociedad. Por última vez aparece el trabajador, al margen de su clase, como telón
defondo de un idilio.
los fxinoramas, que anunciaron una completa transformación de la relación del arte
con la técnica, son a la vez expresión de un nuevo sentimiento vital. El habitante de la
ciudad, cuya superioridad política sobre el campo se expresa de múltiples maneras en el
transcurso del siglo, intenta traer el campo a la ciudad. La ciudad se extiende en los
panoramas hasta ser paisaje, como de un modo más sutil hará luego para el fláneur,
Daguerre es un discípulo del pintor de panoramas Prévost, cuyo establecimiento se
encuentra en elpasaje des Panoramas. Descripción de los panoramas de Prévost y Dague
rre. En 1839 se quema el [Ii¡ panorama de Daouerre En el mismo año da a conocer el
invento de la fotografía.
|p. H] Arago presenta ¡afotografía en un discurso parlamentario. Señala su lugar en ta his
toria de la técnica. Profetiza sus aplicaciones científicas. Por contra, los artistas comienzan
a discutir su m iar artístico. Lafotografía lleva a la destrucción del gran gremio de los minia ■
turistas de ¡víralos, listo no ocurre sólopor causas económicas. Laprimera fotografía ¿ssupe
rior artísticamente al retrato en miniatura. La razón técnica de ello radica en el largo /ícw/xj
de exposición, que exige del retratado la mayor concentración. La causa económica radica
en la circunstancia deque los Mineros fotógrafos Pertenecen a la vanguardia, y de ella ftroi
viene en gran parte su clientela, til adelanto de Nadarfrente a sus colegas de profesión \t>
caracteriza por su proyecto de hacerfotografías en el alcantarillado ¡E¡. Con ello sepresione
ftor primean vez que ei objetivo puede bacer descubrimientos. La fotografía adquiere uno
importancia cuanto menos se toleran a mediados de sivlo. a la vista de la nueva realidad
técnica y social, las intromisiones subjetivas en la información pictórica y gráfica.
La exposición universal de 1855 inaugura por t<ezprimera una sección de fotografía-, I n
ese mismo Ip. 91 año publica Wiertz su gran artículo sobre la fotografía, donde encomienda
a ésta el esclarecimientofilosófico de la pintura. Esclarecimiento que, como muestran sus
propias pinturas, entendía en sentido político. Wiertz puede considerarse el primero em
baber, si no anticipado, si intuido y exigido el montaje como utilización politicamente revit-
¡ucionaria de la fotografía. Con la creciente extensión de los transportes, disminuye el talón
informativo de la pintura. Empieza ésta, reaccionando contra la fotografía, a subrayar
ante todo los componentes de color Cuando el impresionismo cede al cubismo, la pintura
se ba procurado un amplio dominio en el que la fotografía, de momento, no puede seguirla, ]
Por su parte, la fotografía am/tlia drásticamente desde mediados de siglo el ámbito de la
economía de mercado, en ¡a medida en que pone en él cantidades ilimitadas defigunu,
paisajes y acontecimientos que antes o bien no sepodían valorar, o bien sólo tenían valor
en cuanto imagen [>ara un solo cliente. Para aumentar las ventas, renueva sus objetos con
pequeñas transformaciones en la técnica de exposición, que determinan ta historia poste* J
ríor de la fotografía.
[p. 10] in. Grandville o las exposiciones universales
•Sí, cuando el mundo entero, de París hasto China,
Oh divino Saint-Simon, profese tu doctrino,
La edad de oro renacerá con lodo su esplendor,
Los ríos harán rodar té y chocolate,
Los corderos asados brincarán en la llanura,
Y los lucios poco hechos nadarán en el Sena;
Las espinacas vendrán al mundo guisadas,
Con mendrugos fritos triturados alrededor;
Los árboles producirán manzanas en compota,
Y se recolectarán carricoches y botas;
Se nadará en vino, lloverán pollos,
Y del cielo caerán los patos con nabos.»
íanglé y Vanderbuch, Louis-Bronze el le Salnt-Slmóflltiti
[Louis-Bronze y el sonsimoniano] /Teatro del Pahls-Roy il
27 de febrero de 1832.)
Im s exposiciones universales son los lugares de peregrinación hacia etfetiche llamado inei
canda. 'Europa se ha desplazado para ver mercancías», dice Taine en 1855. A las expost
dones universalespreceden las exposiciones nacionales de la industria, celebrándose la pri
mera en 1798, en el Campa de Marte Surge ésta del deseo de «entretener a las clases tra
bajadoras, y se conviene para ellas en n na fiesta de emancipaciónLos trabajadores, como
clientes, están en primer plano. El marco de la industria de! ocio aún no se ha constituido.
La fiesta popular lo establece, til discurso de Chapla/ a la industria abiv esta exposición.
lp. 11] Los sansimonianos. que proyectan industrializar todo el planeta, abruzan la idea de
las exposiciones universales. Cbeualier, la primera autoridad en este nuevo campo, es discí
pulo de Bnfantin y editor del periódico sanstmoniaito Globe. Los sansimonianos previeron
el desarrollo de ¡a economía mundial pero no la lucha de clases Su participación en las
empresas industriales y comerciales a mediados de siglo, se da ¡unto a su impotencia ante
las preguntas que afectan al proletariado
las exposiciones universales ensalzan el valor de cambio de las mercancías. Crean un marco
en el que su valor de uso retrocede Inauguran una fantasmagoría en ¡a quepenetra el hom
bre para hacerse distraer La industria del ocio se lofacilita aupándole a la cima de las mer
cancías Él se deja llevar por sus manipulaciones al gozar de su alienación respecto de sí
mismo y de los demás. - Im entronización de la mercancía y la brillante diversión que la
rodea es el tema secreto del arte de GrandvWe A este lema corresponde la dicotomía entre
sus componentes utópico y cínico Su mordacklai! en la representación de objetos inertes
corresponde a lo que Marx denomina •manías teológicas■de la mercancía, [p. 12) Afectan
éstas claramente a la •especialidad’ -una denominación que aparece por este tiempo en la
industria de lujo- Bajo ta batuta de Grandvtlle, la naturaleza entera se transforma en espe
cialidades. La presenta con el mismo espíritu con el que la publicidad -también ese término
aparece entonces- comienza a presentar sus artículos. Acaba en locura.
■Moda: ¡Doña Muerte! ¡Doña Muerte,'-
Leopardi. Dialog zwischen der Mode und dem Tod
IDiálogo enlie la moda y la muerte].
Las exposiciones universales construyen el universo de las mercancías. Las fantasías de
Grandville trasladan al universo el carácter mercantil. Lo modernizan El anillo de Saturno
es un balcón de hierro colado desde el que los habitantes de Saturno toman elfivsco por tas
tardes. La contrapartida literaria de estas utopias gráficas está en los libros del naturalista
y fourierista Toussenel. - La moda prescribe el ritual con el que elfetiche mercancía quiere
ser adorado. Grandville extiende las aspiraciones de la moda tanto a los objetos de uso coti
diano como al cosmos. Alperseguirla en las extremos, descubre su naturaleza. La moda está
en conflicto con lo orgánica .Vo es el cuerpo, sino el cadáver, el objeto perfecto de sus Prác
ticas En el vivo, percibe su arte los derechos del cadáver. Ella conecta al vivo [p. 13] ¡con! et
mundo inorgánico. El pelo i>tas uñas, que se sitúan a medias de lo inorgánico y de lo omá-
nico. han estado expuestos desde slemfiru a su acción, lil fetichismo, que sucumbe al sex-
appeal de lo inorgánico, es el nervio vital de la moda. El culto a la mercancía pone a éste
al servicio de lo inorgánico. 1.a moda cons/tira a favor del mundo inorgánico, Por otra
parte, tts precisamente ella ta atte saliera a la muerte Es ella la que trae al presente lo fene
cido. La moda es contemporánea de todo basado.
Con motivo de la exposición universal de 1867, Víctor Hugo publica un manifiesto, A los
pueblos de Europa. Antes y de modo más claro, los intereses de éstos habían sido represen
tadospor tas delegacionesfrancesas de trabajadores, la /minera enviada a la exposición uni
versal de 1851 en Londres; la segunda, formada por 750 npresentantes, a la de 1862. Ésta
tuno indirectamente su importancia en relación con la fundación porMarx de la Asociación
Internacional de Trabajadores. - Lafantasmagoría de la cultura capitalista alcanza en la
exposición universal de 1867 su más deslumbrante despliegue. El Imperio está en la cima de
su poder Paris se reafirma como capital del hijo y de las modas. OJfenbacb dicta el ritmo
de la ¡ida paristna. la opereta es la irónica utopía de un dominio perenne del capital.
Puede que éste sea el lugar indicado para los tres fragmentos que siguen. Los dos prime
ras, numerados como 23 y 24, surgieron probablemente después de la conclusión del resu
men de 1935. lil número 25 lo escribió Benjamin en el revés de una carta dirigida a él con
fecha 22. 12. 193H: éste debe ser por tanto el término ah quo. No se puede descartar que
el fragmento 25 no pertenezca a la reelaboración del primer trabajo sobre Baudelaire. Sil
contenido revela también muchos puntos de contacto con las tesis Sobre el concepto de his
toria. - Los corchetes son de Benjamin.
[El eterno retorno como pesadilla de la conciencia histórica]
[fung quiere mantener a los sueños alejados del despertar}
ITres aspectos de la flSnerie: Balzac, Foe, lingels; el ilusionista, el psicológico, el
económicoI
[Servandoni {?)/
[Lo nuevo como opuesto a lo ¡AanlficadtA
Alegoría y anuncio publicitario lia personificación de mercancías en lugar de
conceptos; f/Jugendsíil lleva la figura alegórica al anuncio publicitario]
\La cajeta como imagen viviente, como alegoría de la cajd
Culto al amor tentativa de hacer valerla producción naturalfrente a la industrial
[El concepto de cultura como el más alto desarrollo de Utfantasmagoría!
¡tí concepto de eterno retornola -última movilización- contra Ut idea de[trogreso/
[Aniquilación de la fantasmagoría de Ia cultura en Ui idea del eterno retomoI
(Odradek y Ut dialéctica de la mercancía/
[Intento de disipar el tedio mediante lo nuevo!
I.Aguardar lo nuevo: en el ultimo poema - ir al encuentro de lo nuevo- es más bien
ir a! encuentro de la muerte[
Manuscrito: Ms. 478
N.° 24
(Aguardar comoforma de existencia de los elementos fntrasitariosl
En la imagen dialéctica se hace presente, a la vez que la cosa misma, su origen y
su ocaso. eSerán ambos eternos? (eterna caducidad)
[¿Está libre de apariencia Ut imagen dialéctica?!
Vil ahora de la cognoscibilidad es el instante del despertar]
[[Proust: Descripción del desfierutrA
[Hegel sobre la dialéctica en reposo!
[La ex¡>erie>!cia de nuestra generación.■que el capitalismo no morirá de muerte
naturaS
Porprimera vez, el pasado más reciente se com’terie aquí en lejano pasado
La obra de arte total representa un intento por imponerle a la sociedad el mito
(que como dice con razón Raphael, p. 171, es la condición de la obra de orle
integral),
contemporáneo de lodo el mundoy eterno retomo
Manuscrito: Ms, 479
N.° 25
fil planteamiento de I: ¿Qué es et objeto histórico?
La respuesta de III: la imagen dialéctica
La excepcional volatilidad del auténtico objeto histórico (llama), confrontada con
la fijación del filológico, Donde el texto mismo es el objeto histórico absoluto
-como en ta teología-, él capta en el carácter de la •revelación-el momento
de la máxima volatilidad.
La idea de una historia de la humanidad como idea del texto sagrado. De hecho,
desde siempre se ha leído la historia de ¡a humanidad -comoprofecía- a par
tir del texto sagrado.
Lo nuevo y siempre Igual como las categorías de la apariencia histórica. - ¿<Jui>
ocurre con la eternidad?
La disolución de la apariencia histórica debe tener lugar metHante el misma
movimiento de at 'anee con el que se construye ¡a imagen dialéctica
Figuras de la apariencia histórica: l
U Fantasmagoría
til Progreso
Manuscrito-- Ms. (H?J
FUENTES
M1 Manuscrito parcial sin título; algunas partes presentan dos o tres redacciones.- Archivo
Benjamín, Ms, 1.110-1.125. (Editado en las pp. 998-1011).
M- París, capital del siglo xtx. Manuscrito con carácter definitivo en algunas partes; subra
yados con lápiz rojo de una mano ajena. - Archivo Benjamin, Ms. 1.031-1.047.
T1 París La capital del siglo xtx. Copia mecanografiada; correcciones de Benjamin, glosas
marginales en inglés de una mano ajena - Archivo Benjamin, Ts. 861-888. (Editado en
las pp. 1011-1020.)
T2a París. Iji capital del siglo xtx. Texto mecanografiado; correcciones de una mano ajena,
presenta signos tipográficos (el ejemplar simó para la edición de lexs Fscrítus de 1955).
- Archivo Benjamín, Ts 792-814.
T21' Copia de T1* sobre un papel consistente: presenta las mismas correcciones que T- \-
Archivo Benjamin, Ts. 815-837
TJ ‘ Copia de T 21 sobre papel de calco; presenta las mismas correcciones que T2 ■ *. -
Archivo Benjamín, Ts. 838-860.
Base de la edición: M“.
No se pudo determinar con seguridad si -como opina el editor- TJ representa un estadio
posterior a T 1.
M1 contiene fragmentos de un borrador anterior, quizá del primer borrador de conjunto,
las secciones que faltan se podrían haber extraviado. Justo después de M1 parece que se
compuso T 1. La cantidad de variantes hace improbable que Benjamín dictara T 1 a la vista
de M1. Seguramente escrihií un texto Intermedio que se ha perdido, y que fue el que hizo
copiar o, más probablemente, el que dictó, Eso ocurrió en París, y la copista pudo ser la
hermana ele Benjamin. T 1es el borrador enviado a Adorno con la indicación de que más
adelante le llegará otro, que estará listo en breve (p. 9 2 1 ).
M-’ marca el inicio de esta nueva redacción. Se trata de un manuscrito muy cuidado que se
basa en parte en T1, pero también, y de modo significativo, en algunas formulaciones de
M1que habían sido superadas en T*. (l'na posible explicación sería que Benjamín intro
dujo nuevas modificaciones al dictar T', que se añadieron a las de la supuesta versión inter
media entre M1y T l; redactaría luego ,MJ solare la base de esta versión sin tener a mano el
texto dictado o sin poder acordarse de las variaciones introducidas.) Benjamin envió M-a
Juliane Favez, en Ginebra, para que pasara a máquina el manuscrito, til 19. 6. 1935 le dice
a Adorno: Todavía no h a n llegado las copias d e G inebra f l A ir otra fxtrte. estas copias - a
diferencia de lo q u e yo había fla n e a d o inicialm ente- apenas se distinguirán, a m odo de
■segunda v e r s i ó n d e las que usted conoce, Tuve q u e reconocer q u e la exhaustiva reelabo-
ración q u e yo p laneaba hubiera retrasado m ás d e lo debido el envío d el m anuscrito a G ine
bra. (P 924.) Como la realización de la copia gmebrma se hacia espetar. Benjamin acabó
enviando el 10 de julio a Horkheimer, en Nueva York, un ejemplar en su poder con esta
observación: Por otra parle se lo hubiera enviado Iscil el resumen) a ntes si la señora Favez
Í..J hubiera conseguido copiarlo. Por desgracia no h a sido a ú n posible, y p o r eso dicté a q u í
e! manuscrito, dado que quería que estutiera definitivam ente en su poder (P. 926.) Sin
embargo, lo que hizo Benjamin fue enviarle a Horkheimer el texto dictado ya con ante
rioridad. T 1, sin ningún cambio. De T 1 sólo se ha conservado un único ejemplar, precisa
mente el que envió a Nueva York. Se encuentra en el archivo del viejo Instituto para la
Investigación Social y le fue facilitado a este editor en 1969 gracias a Friedrich Pollock,
Más tarde recibió Benjamin la copla de Ginebra, de la que se han conservado el original
(T2a) y dos copias (T-1’ y T-M Como la discusión en torno al resumen había tenido lugar
sobre la base de T 1, Benjamín no volvió a revisar T2, Estos tres ejemplares presentan úni
camente correcciones de la copista.
La versión más tardía, por tanto, sería la de M2 o, respectivamente, T2; por eso es la que
aquí se ha publicado en el cuerpo del texto. (Dado que Benjamín no corrigió T2, y ésta
presenta una cita errónea, el editor empleó en este lugar M-.) A pesar de todo, M2no repre
senta una superación de T1 en el sentido en que lo suelen ser todas las versiones poste
riores de los trahajos benjamímanos: Benjamin escribió T 1cuando M2, si bien redactado,
aún no se habia copiado. Dado este carácter especial, se ofrece integro en las notas.
vahantes* 37, 18 novedade^ por ntuvdad M2, T1, T2 - 39, 6 en e! quii T1. en la que M-\T2 -
39 11 ha dejado] M1; dejado M2, T' T2 -40 1 expansión] preparación T2 -41, 5 puedA puede,
pues. T2 - 41, 8 fotografió.] fotografía T2 41 14 panA ofrece TJ 42. 39 manifieste^ mani
fiesto: T2 -46 .2 uno.] en MJ le sigue ta frase tachada: l a prostituciónadquiere para esta socie
dad. tanto como p ara Baudelairr, una significación especialmente grande. - 46 21 noveda
d e s por novedad M1, T1, T2 -47. 1■! im/>erialismci idealismo T2 -47, 17 espacio.] T1. T2; espacio
M2 - 48. 15 primeros tiempos\ libertad T2 - 48 30 emprenden I M1; emprende M2, T1, T-’
Citas 37, 6 .\guven-TrougHU’/A los versos franceses traducidos por Benjamin son éstos:
■Les eaux sont bleues, les plantes roses; l'aspect du soir esi cliarmant. I On se proméne: “les
grandes dames marchen! enseinble, suivies de petites damesV - 37, 22 Saint-Denis,
-Honoré de Balzac, Histoire et physiologie des boulevards de Paris, en: Le diable ó París,
vol. 2, París, 1846, p, 91 -38, 9 formas-] Karl Boettícher, Das Prinzip derHelleniscben und
Germanischen Bauweise binstchllich der Obertragung in die Hauuvise unserer Tage, en:
Zum. hundertjahrigen Geburtstag Karl Bóttichers, Berlín 11906], p, 46 - 38, 18 subcons-
* Aquí y en las variantes de las páginas 1026 y 1100 se han incluido sólo aquellas que resul
tan significativas en castellano. I/Voto editorial]
cíente.-\ cfr, Sisfricci Gledion, lia ¡ten in Frankreich, Leipzig, Berlín [1928), p. 3: -La cons
trucción tiene en el siglo x j x el papel del subconsciente.' - 38, 32 *Arquitectura de cristo/»]
cfr. I’aul Scheerbart, Glasarchitektur, Berlín, 1914 38, 34 siguiente.-] Jules Michclet "Ave
nir! Avenid*, en Europe, t. 19, n." 73. 15 de enero de 1929, p. 6 - 38, 38 antiguo] clr. Karl
Marx, Das Kapital I, en Karl Marx/Friedrícli Engeis, Werhe(MEW), vol. 23, Berlín '1969, p.
404 (nota 103) -39, 29 hombre») cfr. Marx y Engeis, Die deutsebe Icleotogie, MEW, vol. 3. Ber
lín, 1958, p 502 - 40. 5 s panoramas] cfr. la fuente en E 1, 8 - 41, 3 pintura -1cfr. A. J.
Wiertz, (Euvres Httéraires, París, 1870, p. 309 ss. -41, 29 oobas.-l Benjamín cita por Théo-
dore Mu ret, /. histoire par le ibéátre 1789-1851. París, 1865, p. 191 -41, 38 emancipación-]
Sigmund F.nglander, Geschicbte der Jranzósiscben Arbeiter-Associationen, vol. 4. Ham»
burgo, 1864, p. 52 42. 17 s. teológica»] Marx, Das Kapital 1, loe. cit., p. 85 - 42, 25
Muerte'-] cfr. Giacomo Leopardi, Operette nuirali. A cura di Alessandro Donan. Barí. 1928,
p. 23: -Moda Madama Morte, madama Morte.- (-Dialogo clella modaedetla morte-) - 45. 25
Averno -1Virgilio, Eneida VI, 126 Benjamin escribió aquí y en el lema de C A tvm i 46,
17 la utilidad’) cfr. Girarles Baudelaire, {.(Eui’res completes. Texle établi, présenle et annoté
par Claude Pichois. vol. 2, París. 1976, 27 l-Pierre Dupont-, prefacio a -Chants el ChansonsO
- 46, 36 ConJession d'un lion detvnu vietai publicada anónimamente en Paris en 1888. sin
indicación de lugar ni fecha -47 20 bursátil] probablemente se refiere Benjamin a la cita
recogida en 0 4.1 -47, 30 s. memorias.] cfr. Georges-Eugéne Haussmann, Méniotres, vol.
2, Paris, 1890 - 47. 33 ftjrñl cfr. Máxime Du Camp, Paris. Ses Organes, sesfonctions et sa
vie dans la secunde moitié du xix* siécle, 6 vols.; primera edición: París. 1869-1875 - 47, 34
Jeremiadas de un haussmannizado] se refiere al libro Paris désert. LamenUttions d’un Jétv-
míe baussmaunisé, París, s f. [18681 -47, 39 tueba de barricadas I piensa probablemente
en la cita recogida en E la, 5 - 48. 7 relámpagos.-] los versos son de Pierre Dupont; cfr. a
7, 3 -48. 23 s. los obreros europeosi cfr Frédéric Le Play, les ouvners européens. Études sur
les travaux, la vie domestique et la condition moróle despopulations ouvrieres de ¡'Europe.
Prvcédées d ’un expasé de la niétbode dobsennition, París, 1855
El segundo resumen se escribió en marzo de 1939. Hokheimer se lo había pedido a
Benjamin con la esperanza de que Frank Altschul, un banquero neoyorquino, se inte
resase por el proyecto y lo financiara (cfr. pp 958-965). Dado que no se sabe que
luviera ningún éxito, los esfuerzos de Horkhcimcr fueron ciertamente en vano. - La
Intro d u cció n y la C onclusión se redactaron de nuevo: estos dos textos contienen sin
duda las más densas y quizá también las más lúcidas afirmaciones de Benjamin sobre
lo que pretendía, desde el punto de vista teórico, con el Libro d e los Pasajes. Las demás
secciones de Paris, capital del siglo xa, son en gran parte traducción del resumen ale
mán de 1935. Sin embargo, las modificaciones respecto a éste son muy significativas
del desarrollo que se había producido en las reflexiones teóricas de Benjamin durante
los cuatro años que median entre los dos resúmenes. Por un lado, si bien no renunció
a fundamentar las imágenes dialécticas en el inconsciente colectivo, procedió con
mucha más reserva-, por otro lado, intentó aprovechar para el Libro d e los Pasajes la
especulación cosmológica de Blanqui en la eternidad por los astros, un libro que des
cubrió a finales de 1937.
F u en tes
M1 Manuscrito parcial del comienzo de la Introducción, en alemán. - Archivo Benjamin,
Ms. 1 ss.
T 1 Texto mecanografiado de partes de la Introducción y de la Conclusión, en alemán. —
Archivo Benjamin, Ts. 889-891.
T2 *Mientras que ta Comuna...'; copla a máquina de un texto sobre Auguste Blanqui
(publicado en GS, vol. I, pp, 1153 ss.), Se encuentra aquí la traducción benjaminiana
de ese pasaje decisivo de la eternidad por los astros, que no aparece en T1. —Archivo
Benjamin, Ts, 829 ss.
* Cuyas variantes -escasas y poco relevantes- respecto del texto francés sólo resultan acce
sibles al lector francoalcmán. Por eso, y para no duplicar tampoco la mayor parte de un texto ya
traducido, hemos prescindido aquí de ellas [A'ota editorial.
T'a París, capítol del siglo XIX Resumen de Waller Benjamin. En francés. Texto mecanogra
fiado con correcciones de Benjamin. - Archivo Benjamin, Ts. 894-926.
T M’ Copia de T 11, sin correcciones -Archivo Benjamín, Ts. 927-959-
Tv Otra copia de T3"- sin correcciones; falta la hoja con el título y la Intrixlucción. ■
Archivo Benjamín, Ts. 960-991.
Tw Parte de una copia de T '1, sin correcciones; contiene solamente D Baudelaire y la pri
mera página de H Haussmann. - Archivo Benjamin, Ts. 992-997.
Base de la edición: T-'J
Otas 50.9 Presse du Matin] Benjamín tomó esta expresión de la cita empleada en S 1 a,
2; probablemente no aparezca en Schopenhauer. - 50 37 escr/fo] cfr Augusle Blanqui, l ó
temité por les aares. Hypolhése astronomique, París. 1872 - 51, 89 Saint-Donis-.] cfr. 37, 21
- 51, 33 helénico-] cfr. 38, 9 s. - 52, 4 subconsciente] sobre esta frase, que es una especie
de cita de Giedion. cfr. 38. 18 - 52. 19 limites.-] cfr. Karl Marx/Friedrich Engeis, Werlte
(MEW), vol 2, Berlín. 1957, p. 85: Es -fácil comprender que todo 'interés' sólido que se
impone históricamente en cuanto "idea" o "concepción", va mucho más allá de sus lim i
taciones reales cuando aparece por primera vez en el escenario mundial-, -53, 4 empren
dido*.] cfr. la referencia a W 13. 4 53, 10 París en el año 20001 el libro de Tony Moilin
apareció en Parts en 1869 - 53. 13 hombre-} cfr. referencia a 39, 29 - 53. 38 nabos.-1cfr.
también la referencia a -11, 29 - 54, 6 emancipación»] cfr. la referencia a 41, 38 - 54, 28
•antojos teológicos-1cfr la referencia a 42, 17 s. - 55, 15 Baccarat-,I Guillaume Apollinalio,
le poete assassiné, Pat's, Nouv. éd., 1927, pa 75 ss. -56, 26 encontré -1Friedrich Nlctzsche,
Werke in drei lidnden, ed. de Karl Schlechta, vol. 2, Munich, 1955, p. 511 -63. 8 fundo-
nesA Blanqui, loe. cit, pp. 73 ss., 76 -63. 8 nuevos-.1Hippolyle Lucas y Eugéne Barré, Le ciel
ell'enfer, París, 1853, p, 88
M 426 hojas dobles ca. 14 x 22 cm sin encuadernar; sin tílulo; escritas con tinta negra y
azul por Benjamin; trazos de lápiz a color por Benjamin, notas en los márgenes a lápiz
por otra mano. - Archivo Benjamín, Ms. 2.010-2.853- Al manuscrito se le ha añadido:
1. un índice del contenido (Ms. 2.001 ss>, 2. índices i<ahos sobre los Pasajes (Ms. 2.000,
2.003-2.008, 2.188 y 2.620 ss ); 3- al principio de cada legajo, una pequeña hoja con
referencias a notas que habían sido misadas y debían ser transcritas (cfr. infrd).
M”1 Fotografía parcial de M; sin titulo; copias del negativo en papel, ligeramente reduci
das. - Archivo Benjamin. sin signatura.
Base de la edición: M.
Benjamin utilizó para M hojas de cuadernos de papel para cartas, con formato 22 x 28 cm,
que plegaba por la mitad; salen así 2 hojas (- 4 páginas) de 14 x 22 cm Escribía en las
páginas 1 y 3 con un margen de unos 7 cm de ancho. Cuando los legajos llevan algún
lema, aparecen escritos en el margen de la primera página del legajo respectivo. En el resto
de los márgenes, y en tas páginas 2 y 4 tic las hojas dobles, no hay nada escrito. Las notas
a lápiz en los márgenes proceden de G retel Adorno, que repetía las palabras que le resul
taban difíciles de descifrar, y escribía un pequeño gancho al lado de todas las notas que
ella no hibía copiado. - En el lado superior izquierdo de cada una de las hojas, Benjamín
anotó la letra del legajo al que pertenecía, dando a cada una de las hojas dobles del legajo
una numeración correlativa. A la tercera página de una hoja doble se le añadía una a
minúscula. La primera hoja doble (Ms. 2.010 ss.), por ejemplo, tiene el siguiente aspecto:
Página 1-columna Izquierda trazada; en el margen superior izquierdo: A 1: en la parte superior de la
columna dereclia figuran los dos lemas de A (p. 69), el resto de la columna está en blanco.
Página 2: en blanco.
Página 3: columna izquierda trazada; en el margen superior Izquierdo: A Ui\ columna derecha en
blanco.
Página 4: borrador (la dedicatoria y dos frases) de una caria con fecha IH. -i. 1928 a Siegfried Kracauer;
el resto de la página en blanco.
Para citar los Apuntes y materiales, tanto dentro de la obra misma como en otros trabajos,
Benjamin numeró las notas que había en cada página, La sigla que se reproduce entre cor
chetes al final de cada nota (p. ej. IA 1 a, 11) procede por tanto de Benjamin, si bien él sólo
escribía una sola ve?, por página la parle que va delante de la coma, y sólo se referia al
número que la nota ocupaba en la página en caso de necesidad, y además tácitamente. 151
procedimiento escogido pata esta edición permitirá citar más fácilmente,
fin general se emplearon dos tipos de papel:
1. Papel amarillo tenue, de verjurado basto; marca de agua: un doble circulo con la ins
cripción -M.-K.-Papier*.
2. Papel blanco, ligeramente amarillento, de verjurado fino; marca de agua; -Excclsior.
J, Guérimand & Co, Voiron-
En ocasiones hay hopas dobles que se han rasgado o que lian caído. F.n esos casos las hojas
se unen con pegamento transparente; puesto que en algunos casos la escritura de Benja
mín está sobre las marcas de pegamento, al menos parte de estos arreglos hay que atribuír
selos a éL
Mientras que las mismas hojas del manuscrito sólo llevan la letra o letras del legajo, éstas
se explican en un índice suelto (Ms 2,001 ss ). Únicamente en este índice se encuentran
los títulos que en la presente edición aparecen al frente de cada legajo y que también enca
bezan el texto de cada página. - La disposición de este índice (pp. 67 ss.) corresponde al
misino Benjamin: en el Ms. 2.002 escribió seguidas las minúsculas de la a a la tí', añadiendo
el título a las letras para las que ya tenía un legajo; para las letras que quedaron sin título
proyectaba probablemente otros legajos.
Los índices turias sobre los Pasajes que acompañan a los A puntes y materiales contienen
una serie de siglas con palabras básicas sobre el contenido. Se ha renunciado a la publi
cación de estas referencias más bien azarosas.
Cronología
Xo es posible fechar cada uno de los apuntes. Hay sin embargo una serie de criterios con
cuya ayuda se pueden datar, al menos aproximadamente, muchas de las hojas del manus
crito. (La petición que hace Benjamin a primeros de febrero de 1934 a Grelel Adorno para
que le consiga un cuaderno gratule de papel ele cartas MK (p. 906), que se cumplió ese
mismo mes, no es un criterio válido: no se sabe cuándo acabó Benjamín el nuevo cua
derno, teniendo que recurrir al papel francés. Aparte de esto, utilizó mucho tiempo el
papel MK y el francés simultáneamente.)
1. Los apuntes que también están contenidos en las Primeras anotaciones y en los Proyec
tos iniciales, se transcribieron en el manuscrito grande de los A puntes y materiales, debiendo
datarse entre los años 1927 y 1929.
2. A menudo se deduce por la correspondencia cuándo leyó Benjamin determinados
libros que empleó pata los Pasajes; con menor frecuencia se puede hacer lo mismo
con su lista de libros leídos <cfr. GS VI): en estos casos, la fecha de su lectura es el
terminas a quo para la primera anotación correspondiente del legajo en el que se cita
el libro en cuestión, as! como para todas las anotaciones subsiguientes del mismo
legajo.
3. En cuanto a la literatura moderna que cita Benjamin, la fecha de la primera edición cons
tituye en ocasiones un punto de referencia para determinar la fecha más temprana posible
de la cita correspondiente, así como de todas las subsiguientes dentro de un mismo legajo.
4. Finalmente, M'1'1resulta de mucha ayuda para resolver problemas de datación. Las foto
grafías se hicieron en dos sesiones de trabajo: la primera tuvo lugar (p. 923) en junio dr
1935, la segunda en diciembre de 1937 (p. 954). Los dos tipos de fotografías -bien con
servadas- se pueden distinguir claramente por la técnica utilizada. Las páginas que se indi
can a continuación forman parte de la primera sesión fotográfica, y se escribieron con
seguridad antes de junio de 1935:
A 1-A 5a; B 1-B 4a; C 1-C 3a; D 1-D 2 a; E 1-E 6a; F 1-F 4a; G 1-G 8a; H 1-H 2a; I 1-1
4a; K 1-K 3a; L 1-L 2a; M 1-M 5a; N 1-N 3a; O 1-0 6a; P 1-P 2a; Q 1-Q 2a; R 1-R 2a; S
1-S 4a; T 1-T 2a; U 1-L’ 9a; V 1-V 3a; W 1-W 6a; Y 1-Y 4a; a 1-a 6a; d 1-d la; g 1-g la;
k 1-k la.
La segunda parte de las páginas de Mrh se escribió con seguridad antes de diciembre de
1937; que surgieran entre junio de 1935 y diciembre de 1937 no es igualmente seguro
—algunas de estas páginas podrían existir ya en junio de 1935 sin que Benjamin decidiera
fotografiarlas—, pero en la mayor parte de los casos es lo más probable. Se trata de las
siguientes páginas:
A 6-A 10a; B 5-B 7a; C 4-C 7a; D 3-D 4a; E 7-E 10a, F 5-F 7a; G 9-G 14a; H 3-H 3a; I 5-1
5a; K 4-K 4a; L 3-L 4a; M 6-M 13a; N 4-N 7a; O 7-0 10a; P 3-P. 4a; Q 3-Q 3a; S 5-S 5a;
T 3-T 3a; U 10-U 16a; V 4-V 8a; W 7-W 16a; X 1-X 2a; Y 5-Y 8a; a 7-a 19a; b l-b la;
d 2-d 14a; g 2-g 3a; k 2-k 3a; 1 1-1 la; p 1-p 3a; r 1-r 3a.
Las páginas siguientes, que ya no fueron fotografiadas, probablemente fueron escritas -con
la excepción del legajo J, que ya había sido iniciado a finales de los años veinte- entre
diciembre de 1937 y mayo de 1940:
A 11-A 13: B 9-B 10a; C 8-C 9a; D 6-D 10a; E 11-E 14a; F 8-F 8a; G 15-G l6 a; H 4-H 5;
I 6-1 8; J 1-J 92a; K 5-K 9a; L 5-L 5a; M 14-M 21a, N 8-N 20; O 11-0 14: P 5; Q 4-Q 4a; R 3
S 7-S 11; T 4-T 5; U 17-U 18; V 9-V 10; W 17-W 18; X 3-X 13a; Y 9-Y 11. a 20-a 23; b 2;
d 15-d 19; g 4; i 1-i 2; k 4; I 2-1 2a; m 1-ni 5; p 4-p 6; r 4-r 4a.
Li-CAJO A
A I, 4 : b 9: a A 6 a, 3 : c A 11, 3 : b
5 :e A 3 a, 3 : b 5 :a A U a, 2 : d
A 1 a, 1 : a 7 : a, c A 7 a, 3 : b, c 4:f
A 2. 4 : b A 4, 1 : b 4 :b 6 :f
6 :g 2:b A 8, 3 : b 7 :b
A 3. 4 : b A 5 a, 2 : a A 9, 1 : b
A 3, 5 : b A 6, 2 : b A 9, 2 i b
IMs. 2.035:1 B 1-8 Fevisado-trttnscrtío [siguen los signos para t-, li, i, k. I, j)
B 1, 4 :e 7 :k 3 :a B 8. I :k
5 :e B 3 a, :e1 B 6, 1 :e :e
2
B 2, 1:a 4 :e B 6 a. 2 :e B 8. 4 : 1
5; e, h B 4. 1 : h B 7. 2 :m B 9. 1 : e
B 2 a, 2 : i 2 :e 5 :k B 9, 2 : e
5 :k B 4 ü. 1 : e B 7, 7 :e 3:n
6 : k. 1 B 5 a, 2 : e
L e g ajo C
C 2 a, 2 : a C 5, 2 : k C 7 a , l ;k C 9 ,l:p
C4:k C 6 a, 1" : o 4:k C 9 a, 1 : k
C 5, 1 : k C 7, 1 : k C 8, 2 : k
' ti signo figura junto al verso Me parece esíof viendo re>r o un to¡odo gálico.
Le g a j o D
D I, 2 : p D 4 a, 3 : q D 6, 1 : h O 8, 8 : h
D 1 a. 3 : g 4 :a 2 : i) D 8 a, 1 : h
5 :p D 5 , l: t D 6 a, 1 : h 2:h
D 2, 2 : q 2:k 2 : ll 3 :h
3 :q 3 :a 3 : ll 4 :h
8: q 4 :q D 7 : ll D 9: 2 : h
D 2 a, 1 : a 6 : ll D 7 a : ll 3 :h
6: q 7 :S D 8, 1 : ll 4 :h
D 3, 5 : q 1) 5 a, 1 : h 2 ¡h 5 : ll
D 3 a, 6 : q 2 ;h 3 ih 6 ; ll
D 4, 1 : t 3 :h 4 :h D 10, 1 : ll
3 :a 4 :u 5 : h
5:q 5 :e 6 :h
D 4 a, 2 : k 6 :h 7 :h
Le gajo E
E 1, 6 : q E 2, 9 : q E 6 a, 4 : el E 10, 3
E 1 a, 1 : q E 2 a, 3 : q E 7, 4 : q E 11, a 1
2 Tk 4:q E 8, 9 : u 2
3:t E 3 a, 6 : q E, 8 a, 2 : v E 12. 1
6: u H 4, 2 : k E 9 a, 7 : u
7:u E 4 a, 4 : b 8 :u
F. 2, 7 ; u E 5, 3 : a 9 :u
Legajo F
F 2, 8 : g F 3 a, 4 : g F 5, 1 i g F 7 a, 6 : b
F 3, 1 : g 5 :g F 5 a, 1 : q
4:g F4.3:g F 6 a, 1 : q
F 3 a, 1 g F 4 a ,5 ; g 3 ^g
Legajo O
G 1, 1 : v G 4, 6 : d G 7 a, 5 : v G 15, 6 : q
4:a G 5, 1 : b G 8 ,2 :h G 16, 3 : e, h
7 :g G6 :v G 13 a, 3 : s 4 :h
G 4, 5 : s G 7, 4 : g G 15, 2 : q
Legajo H
Legajo I
J 1, 1 : b J 5. 1 : t 5 :c 5 :X
2 :X 4:t J 9, 3 : b J 13, 1 : k
6 :O 5 : i, z 4 :b 3 :b
J 1 a, 1 : u J 5 a, 1 : a, u 9 :b 5:n
2 :d 2:u J 9 a, 1 : b, f, x 6: V
3 :r 4 :t 3 :d 8 :X
J 1 a, 5 : c 5 :1 J 10, 1 : 1 J 13 a, 2 : i
J 2, 1 : q 6 :O 6 :q 3: k
2 :q J 6, 1 : k, q 7 :1 5:l
3: q 2 :q 8 : in J 14. 1 : a
J 2 a, 1 : q 3:a 9: i 2:i
Z :q 4 :f J 10 a, 1 : a, b. a, x 4 :C
J 2 a, 3 : q J 6 a, 1 : t J 10 a, 3 : c 5 : a1
5 :q 2 : t, o 5 :l 6 :f
6 :q 3 :k J 1 1 ,1 g 7 :i
J 3, 1 : X, i 4 : O, t 3 : a* 9 : a1
J 3 a, 1 : a* J 7, 1 : e 4 :W J 14 a. 2 : i
2 :y 2 q 7 :X 3 :U
J 3 a, 3 : t J 7, 3 : o 8:X 4 :i
4 :c 4:t ; 11 a, 1 : V 6 :X
5:a 8 :t 2 :t ) 15. 1 : n
J 4, 1 : a J 7 a. 1 : i, f 3 :C 2 :u
2:t 3 :b 4 : i, b 5 q
6 :1 4 :b J 12, 3 : a* 6 :h
J 4, 8 : t 5:x 4 : o, a1 J 15 a, 1 : x, u, s, b
J 4 a, 1 : t J 8 :x 5 : a' 2:b
2:i J 8 a, 1 : 1 6 :n 4 :q
3 :o 2 :n J 12 a, 1 : a1 5:o
5 :a 3 :1 3: a
[Ms. 2.220:] / 16-25 revisado [Ms. 2.221:1 transcrito [siguen los signos para i, v, g, a1, p, n,
f, y, e, o, c, b 1, r, z; la hoja está dañada, posiblemente falten algunos signos]
J 16, 1 : a J 17, 2 : t 4 :t 9 :O
2 :b 4:1 5 ;C 10 : t
3 :O 7:i 6:t J 19, 2 : i
J 16 a, 3 : o J 17 a, 1 : i J 18 a, 1 : b 4 :n
5 : a' 2:x 3:y J 19 a, 2 : d
7 :c J 18, 1 : o 4;a 3 3i
9 :t 2 : a> 5!o J 19 a. 5 : 1
11 : f, g J 18, 3 : y 7:o 7 :a
8:n 5:t 3 :a 3 : a1
9:c 6 : a1, m J 23, i : i 4 : a1
10 : X J 21 a, 1 : v 2 :e 5 :b
J 20. 1 : a 2:n 4 :t 6 :t
3 :X 3:v 5 :a J 25. 1 : O
4 :o 4 :X J 23,6 : b 2 : b1
6 :b 5 :o 7 :b 3 :q
7 : ti 6 :c J 23 a, 1 : c, a' J 25. 5 : U
8 :n 7;v 2 : a* 6:t
J 20 a, 1 : c J 22, 1 : a 3:U i ■y. r
3: m 2 :v 5 :u J 25 a. 2 : x
4 :d 4 :o 6 :d 3:X
5 :a J 22, 5 : o J 24, 1 : e 4 :X
J 20 a, 6 : g 6:a 6 :X
J 21, 2 : b' J 22 a. 1 : v J 24 a, 1 : f, o
4:u 2 : p, V 2 :q
J 54 a, 1 ; c 8 :g 2ia 4 :v
2 ¡o 9 ¡i 4:a 5 : V, c
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5 ¡X , V 11 : h 6:b 2; V
6 :j 12 : v 7 : e, h J 64 a, 3 : c
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5:0 J 65 a, 1 : ll 4 :o
J 65, 1 : e 2 :O 5:t
IMs. 2.325:1 J 66-821?] revisado transcrito (siguen los signos para o, k, a, v, g, e, f1, c, u, b,
h, i, j, x, l, q, p, d, si
ÍMs. 2.380 | A' 1-5 revisado-tnmscrlto (siguen los sígaos para g, o, k, e1, h, q. t, zl
K 1 a, 9 : K K 2, 3 ; e1 K 4, 4 ; h K 4a,3:t
K 2, 1 . : K 3, 2 : o K 4 a, 2 ¡ k K 5 a, 2 : q
LEGAJO L
L 2 a, 4 : b1 L 4 a, 4 : p
L 3, 5 : b> L 5, 3 : p
L e g a jo M
M 1,4: a 7 :a 3 :a M 14, 1 : a
6 :a 8 :a M 11 a, 1 a 2 :a
M 2, 8 : a M 7 a, 6 : a 3 :q 3 :a
M 2 a, 2 : a M 8, 1 : a 4 :a 5 :a
M 3, 5 : q 2 :a 5 :a 6 ;a
ó :q 3:a 6:a M 14 a, 1 ; a
8 a M 8 a, 1 : v, a M 12, 1 : q 3:q
M 3 a, 4 : a 2:a 2:q 4 :q
M 4 a, 2 : a 3: a 3 :a M 15, 4 a
3:a 5: V 4 :a 5 :a
M 4 a, 4 : a M 9. 2 : q 5:a M 15 a, 1 : f
M 5, 5 : q M 9 a, 1 ¡ a 6 :a 2 :a
6:a 3 :a M 12 a, I : a 4 : q, 1(
8:a 4 :a 2 :a M 16 , 1 : a
M 5 a, 1 : a 5 :a 3 :a 2 :a
2:U M 10, 1 : a 4 :a 3 :a
M 6, 5 : a M 10, 2 : r 5:a 4 : b1. a
6 :a 3 :a M 13, 1 a M 16 a, 1 : b1, a
M 6 a, 1 : q 4:a 2 :a 2:a
2:a M 10 a, 1 : c 3 :a 3 :a
M 6 a, 4 : a 2:t M 13, 4 ; a 4 :v
M 7, 1 : v 4:k M 13 a, 1 : a M 17, 1 : a
3 :a M 11 , 1 : V 2:a M 18 : a
5:a 2:a 4:a
I.EGAJO N
N t a, 1 ; k N 6 , 5 : e* N 8 a, 4 : h N 9 a, 6 : a '
N 2, 6 : a1 N 7, 5 : e N 9, 4 : P 7 : g
7 : o, b 6 : a 1, P 5 : h 8 : h
N 2 a, 3 : a1 7:p 6 : e' N 10. 2 ; l?
N 3, 1 : a' N 7 a, 1 : a1 8 : c1 4 :e
N 3 a, 4 : a1 N 8 a, 2 :P N 9 a, 1 : c N 10 a , 2 ; C»
N 5. 2 : b 3 :e 5 : P N 11, 3 : P
Leg ajo O
O 1 a, 2 : ¡ O 5 a, 1 : a, j O 7 a, 4 : h O 11, 1 : i
O 2 a, 5 : c O 6, 2:a O 8 a, 2 : f O 11 a, 2 : (
O 3 a, 3 : i O 6 a, 2 :a O 9, 4 : e
O 4a:c O 7, I :b O 10 a, 7 : b
Legajo P
Legajo Q
Legajo R
Legajo T
Legajo U
Legajo V
V 1, 6 : v V 5, 8 : u V8a:u
V 2:u V 5 a, 4 : u V 9, 1 : u
V 2 a : u V 6, 3 : u V 9 a, 2 : u
V 4, 4 ; V V 8, 3 : X 5:U
Legajo W
W 8 a, 4 : x W 11 a, 4 : x W 11 a, 6 : n
L e g ajo X
X 1, 4 : a X 2 a, 2 : h X 3. 5 : u X 4, 3 -
■b
X 2, 1 : b X 3, 3 : b 6 :b X 5, 1 : t
X 2 a, 1 ; h 4:b X 3 a. 3 : b
Legajo Y
[Ms. 2.684J Y 1-9 reiisadiH nirtscrílo (siguen los signos para p, b1. 1, v, s. el
Y X, 2 : b ‘ Y 2 a, 4 : V Y 5 a, 7 : c Y 10 a, 1 : v
Y 1 a, 4 : v’ Y 4 a, ) : V Y 6. 3 : V 2: v
Y 2, 2 : p 2 :v 7 :V Y 11, 1 : v
3: V 4 :v Y 7 a :V
Y 2 a, 1 : v Y 5, 6 : V Y 8 a. 1 : v
2 :S 8 : b' Y 9 a, 1 : v
• En todo e! legajo Y, para el signo correspondiente a -v-, Benjanlin puso originalmente el signo corres
pondiente 3 -s*.
Le g a jo Z
L e g a jo a
Legajo b
b 1, 9 : u b 1 a, 6 . u b 2, 3 : o
b 1 a, 2 : u b 2, 1 : o 4: u
Leg a jo ti
Legajo g
Lügmo k
Lec.ajo r
s itu a tio n en 1853: Ira n s jb rm a lio n de P a rís; p la n et e systém e fin a n c ia r des g ra n d s tra -
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431 Horkheimer, Max, C arta de! 1 6 .3 .1 9 3 7 a W alterB enjam ín (véase ahora vol. l,p p . 1332ss.)
P arís et ¡es p a ris ie n s a u xa ? siecle. M ceurs, a rts et
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434 HUGO, V ic to r, C"Euvres completes. E d ic ió n d e fin itiv a seg ú n lo s m a n u s c rito s o rig in a le s .
[1.a sec.:] P o esía.
V o l. 2: Les orie nta le s. L e s/e u ille s d ’a utom ne, P a rís , s, a., [1880].
V o l, 3: íe s chants du crépuscule. Les v o ix in té rie u re s. Les rayons e l les om bres, P a rís,
s. a., 11880],
V o l. 4:Les chátim ents, P a rís , s. a., 11882],
V o l. 6: Les co nte m p latio ns //.• A u jo u rd 'b u i ¡8 4 3 -1 8 5 5 , P a rís , 1882.
V o l, 9: La légende des siécles III, P a rís, 1883,
435 H ig o , V ic to r, Q iuvres com pletes. E d ic ió n d e fin itiv a s eg ú n lo s m a n u s c rito s o rig in a le s
16.' sec .:l N o v e la .
V o l, 3:N otre-D am e d e P a ris 1, P a rís , s. a., 11880],
V o ls . 7-9:Les m iserables III-V , P a rís , 1881.
436 H ugo , V ic to r, (E uvres choisies. Ilu s tra d a s p o r L é o p o ld - La c o u r, P re fa c io d e G u s ta ve
S im ó n . Poésies et dram es en vers. P a rís, s. a., [1912],
437 H ugo , V ic to r, le s chátim ents, P a rís, e d C h a rp e n tie r* .
438 H ugo, V ic to r, D iscours, A nn ive rsa ire de la revohuíon de 1848, 24 fe b re ro 1855. — A Jersey,
(Je rse y, Im p r. U n iv e rs e lle ,) s. a.
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440 H ig o , V ic to r, La f in d e S a ta n . D ieu, P a rís, 1911*.
441 V íc to r H ugo d evant ¡ ’o p in io n . Presse fra n fa is e j Presse étrangére. Avec u n e le ttre de
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491 Laeargl-e, Paul, -Personliche Erinnerungen an Friedrich Engels-, D ie Nene Z e it 23
(1904-1905. n.° 44), vol. 2, pp 556-561
492 Lafargi. e, Paul, -Die L'rsachen des Gottcsglaubens. 3: Die okonomisctien Wurzeln
des Gottesglaubens beim Bourgcois-, D ie N eue Z e it 24 (1905-1906, n.° 16), vol. 2,
pp. 508-518.
493 Laforgue. Jules, (Euvres completes, (vol. 3*:| Mélangespastbumes Pernees etparadoxes
[et a l], Paris, 1903.
Lécbec de Baudelaire, (ilude psychoanalytique s u r la rtéerose de
4 9 4 L a fo h g u e , R e n é ,
Charles Baudelaire, P a rís , 1931.
495 Lahrs, S. F, [?], -Briefe aus París-, en Pumpa Cbrontk der gebildeien Well, vol. 2, Leipzig,
Stuttgart. August Lewald (ed.); 1837, pp. 206-209*.
496 Lamartine, A lphonsede, (E uvres com pletes, vol 1. París, 1850*.
497 L a m a rtin e , Alphonse de, M é d ita tio n s poéticfues. (Nueva edición publicada según los
manuscritos y las ediciones originales, con variantes, una introducción, comentarios y
notas por Gustave Lanson.) Vol, 2, Paris, J1922. (Les grands écrivains de la F ra n c e .)
49R Lakfranchi, Louis Rainier [y La Mothe-Langon, Ktienne-Léon dej, Voyage á P arís, ou
esquisses des hom m es et des chases dans cette cap itule, París, 1830.
499 L a p o in te , S a v in ie n , Une v o ix d e n has, Précédées d 'u n e p ré fa c e p a rM . Eugéne Sue, e ts u iv i
des lettres adressées á V a u te u rp a r M . M , Beranger, V íctor Hugo, Lcon G ozlan, etc,, París,
s. a., 1844.
500 I.APPARENTp Allberi Cocho n] de, >Lc temen airé de l’École polytechmque» (extracto de la
C orresp ondan!), París, 1894.
501 Lapparent. Alberl [Cochon] de, Le siécle d u fe r, París, 1890.
502 Lahbaud, V a lé ry , »Rues e t v is a je s d e Paris-, C om m erce. C a h ie rs trim e s trie ls p u b lié s p a r
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503 L a rc h e y, L o ré d a n , F iag m ertts de sotw entrs. Le ta x i de B a u d e la ire ; l'im p eccab le B a n vi-
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Le b a ró n H aussm ann, P a rís , 1932.
5 0 4 L a ro n z k , G c tírg e s ,
505 Laiíon ze, G e o rg c s, Ifís ta ire de ld C om m une de 1871 d ’a p ivs des docum ente et des sou-
ve n irs in é d ils L a ju s tlc e Letíre-préface de Louis B a rtb o u , P a ris, 1928. (B ib lío th é q u e his-
to riq u e . fl.J )
506 Larcmisse, H ie rre (íra n d d lc tio n n a ire u n iiv rs e ld u x a f siécte, v o ls . 3 ,6 y 8, P a ris . IH 6 7 ,
1870 y 1872.
5 0 7 La lke n c e , Ja m es tic ly L a w re n c e , Ü ir Ja m esl, Les e n /a n ts de d ie u ou In re lig ió n de Jésus
ré conc iliée airee la pbUosopbie, P a rís, 1831.
■508 Laukhncin [C hapelle, Paul-Aim é] y [N icotafe, Louis- Fran^ois. llam ado] Q a irv ille , L e ro illa g o -
bert e¡ I 'exposition de 184*1. R eeue-VaiuktiU e en deux actes et tro is ¿paques. Representé? p o u r
la ¡trem iere fots, d París, s u r le tbeátre d u VaudetiMe, le 19 a tr il 1844. París, 1844.
509 In s titu í d e F ran ce. A c a d e m ie fra n c a is e . D iscoum p rononcés dans la séattee p u b liq u e
te n u e p a r V A c a d é m ie /ra n fa ise p o u r la réception d e H e n ri L w e e m í. L e je u d i. 2 9 décem
b re 1899, P a rís, 1899.
1
5 1 0 Lav 5¡!>wt. [G a lM ie l- iD ié siré i, -l>e la m ís s k in d e l ’arc e t d u ro le d es a rtis te s . S a ló n d e
1845-, ( e x tra c to d e la 2‘ y 3 “ e n tre g a s d e La P b alang e). P a rís, 1845.
5 1 1 L in . IL a ve ro a m , G a b rie l- D O siré l, -Revue c ritiq u e d e fe u ílle to n - , La Pbalange, 3 J s e rie ,
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512 L e a ita ltj, P a u l. ■ ÍJa/cltc d 'h ie r e l d ’a u jo u rd h u i. (V ie u x Paris)-, M crcure de F ra n c e 704,
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B ild e r au s dem m od ernen P arís, vé ase E b e u n g , A tlo lf.
IJ IU n d i
513 Le B kh r> n , A n d ré . B alzac I. 'bom m e e t I'oeuvre, P a ris , 1905.
514 Lecom te. J u le s , Les le ttre s de Van F.ngelgom Ln tm d u c tio n et tw tes de H e n ri d'A lm erus,
P a ris, 1925. (C o lle c tio n d es chefs-d’c e u vre n ie c o n n u s .»
515 L e te lv e , (Charles), H is to irv de P aris, m e p a r rué, m a iso n p a r nunson. (Les anciennes
m aisons d e P a rís), v o ls . 1, 2 y 4 , P a rís , 51875.
516 Légeh, F e m a n d , -Londres-, L.u V 23 <209) (7 ju n io 19353, p . [18]*.
517 LtíM AlTUt, J u le s , Les contem p orains, Études et p o rtra its litté ra ire s , 4.a s e rie , P a rís ,111895.
(N o u v e lle b ib lio th c q u e litté ra ire .)
518 Lem ik, J u lie n , P arís a u gaz, P a rís , 1861.
519 Lem ercier, N é p o m u c é n e I.., S uite de la P an b yp ocrisia d e ou le spectacle in fe rn a l du
d lx-n euvlúm e slécie, P a rís, 1832,
520 Lem ehcihr, [N é p o m u c in e ], -Sur la d c c o u v e rte d e l'in g é n ie u x p e in lre d u d io ram a- , /as
liiu t ro ya ! de France. S éancop ub liq ue a n n u e lle des c in q academ ias, d e l 2 d e m a yo d e
1839, P a rís, 1839, p p . 21-37,
521 lEMONNiim, L £ o n , E d g a r Poe el la c ritiq u e fra n c a is e de 1 8 4 5 á 1875, T esis d o c to ra l pre
sen ta d a en la F a c u lta d cíe Letras d e la U n iv e rs id a d de P a rís , P a rís, 1928,
522 turnee, A u g u s te , Les cafés p o litlq u e s et litté ra ire s d e P arís, P a rís, 1874.
523 LeP lay, F tré d é rlc ], Les o u v rle rs européens. Études s u r les tm v a u x . la ríe dom estique et
la c o n d itio n in ó ra le d e sp o p u la tlo n s o u vrié re s de l ’E u ro p e . Précédées d 'u n exposé de ¡a
m éthod e d ’o b seiva tlo n, P arts, 18‘í ‘5.
524 Lehm inier, »Dc la U tté ra tu re d es o u v rie rs » , Revue des d eu x m ondes 28 (1 8 4 1 ), p p. 955
SS*.
525 L e ro y , M á x im e , Les p re m lers a n tis fm n g a is ele W cigner, P a rís, (1 9 2 5 ). (B ib lio th é q u e
m úsica te .)
526 L e ro y , M á x im e , les sp écukitions fo n c ii’res ele S a in t-S im o n e l ses querelles d 'a ffa ire s
anee son associé. le com le de R edem , P a rís , s a., 11925).
527 L e ro y , M á x im e . La vie vé rita b le d u cum ie H e n ri de S a in t-S im o n < 1760-1825), P a rís,
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528 Lessikg. J u liu s . D tis balbe Ja b rh u n d e rt d er W ellausslethirig en V ortrag ge h a lle n it i d e r
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529 L e v a llo is , J u le s . M iiie u de siecle M ém oires d u n c ritiq u e , P a rís , s. a. 118951-
550 L e va sse lr. É lm ile l, H is to ire des classes o u vrié re s e l ele iiiu h is lrie en F ra n c e de 1789
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531 Leyasseiir, É (m ile ), H is to ire d u com nierce de la France, 2 - p a n e D e 1789 á n o sju u rs.
(C o n un a in tro d u c c ió n d e A u g (iis te ) D e sc h am p a ), P a rís . 1912.
5 3 2 Levic-Tokca, P aris-S oc eur. O uvrage o rn é e le p o n ra ik d ap res n a tu re e l de com p osilions
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535 Lew a ld , A u g u s t, A lb um d er B ou d oirs. L e ip z ig . S ltn tg a rt, 1836
534 LFi'- O srrscH , M a ría , Le g u e u x ebez V íctor H ugo. P a rís, 1936. (B ib lio th é q u e d e la Fon-
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535 L ifjs e rt, A llp h o n s e ], Les m in e s de P a rís 1 0 0 pbotograpbies, v o l. 1, P a rís , 1871*.
5 3 6 L iir r a . C a re l Ijo d e w ijk d e .Le S a tn l-S im o n ism e dans la poésie fra n c a is e e n tre 1825 et
1865 . D iss. A m s te rd a m , (H a a rle m . 1927).
537 Lig_\iéke>, Je a n d e , -Le c e n te n a ire d e la Pre.sse-, VetteJredi (ju n io 1936)*
538 Ltm ayiiac, P a u lin . -Du to m a n a c tu e l e l d e n o s ro m anciers-. R em e des d eu x m ondes.
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539 Llm o usin. C har1e5-M [3thieu), L e fo u n é ris m e B re f exfKtsé lx t p ré te tu iu e fo lie de F o u rie r.
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54 0 L in d á is P a u l D e r Abend. Scbauspiel in v ie r A ufzüg e n ,. B e rlín , 1896. (N o ta - M a n u sc rito .)
541 L in e e rt, C a ri, *Vo m L 'rs p ru n g g ro K e r B a u g c d a n ke n - , F ra n k fu rte rZ e ilttn g , a ñ o 80,
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543 Ltpps, T h e o d o r, -O ber d ie S y m b o lik u n s e re r K le id iin g * , N ord u tid S fid , B reslau, B e rlín ,
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544 L ü w n n , K[arl], -L’a c h é ve m e n t d e la p h ilo s o p h ie c la s s iq u e p a r H e g e l e t sa d is s o lu tio n
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545 L o v fith , Karl, M etzscb esP hilosop hied erew ig en W ie ile rku n fld e sG le ic b e n , Berlín, 1935.
54 6 L o h e xs te in , D a n ie l C a sp e rs v[on)4, A g rip p tna. L e ip z ig , T ra u e r- S p ie l, 1724.
547 Lo ize, Je a n , *É m ile Z o la , p h o to g ra p h e », A ns el m éltersg rap hiq ues 45 (15 le b re ro 1935),
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548 L o tz e , H e rm a n n , M tkrokosm os. Ideen z u r N aturg eschichte u n d Gescbicbte d e r M ens-
chheit. Versuch e in e r A nthrop olog ie, v o ls . 2 y 3, L e ip z ig , 1858 y 1864.
549 L o u a n d re , C h a rle s , Les idáes subm rsives de m itre temps. Étud e s u r la société fra n g a ise
de 1830 á 1871, París, 1872,
550 L o u a n d re , C h la rle s], «S ta tistlq u e litté ra ire . La p o é sie d e p u is 1830», Revue des d eux m o ii
des. 4.a s e rie , to m o 3 (1 5 jim io 1842), p p . 971-1002,
551 Louandhi:, C h a rle s, «S tatistiq ue litté m ire . D e la p ro d u c tio n ¡n te lle c tu e lle e n F ra n ce d e p u is
q u ln z e aas', Rem edes d eu x m andes, to m o 20, añ o 17, n u e v a s e rie , (1 8 4 7 ), p p . 253-2H6,
p p . 416-446 y p p . 671-703.
552 L o i irs, P a u l, H isto ire de la classe o u v rié re en F ra n c e de la ré u o lu tio n d nos Jours la
c a n d ilio n nuítéríeU e des tra v a ille u rs . Les sa la ire s et le cout de la t’ie, P a rís, 1927.
553 Iu c a s, H ip p o ly te y H ahrí:, E ug en e, te c ie l e l Venfer. Féeríe m élée de ch ants et de d an-
ses, en 5 ocles e l 2 0 tab léate r. Représentée fx n ir la p re m íe te fo is , á P arís, s u r le th t’d lre
de l'A inb ig u-com iq ue, le 2 3 in a i 1853. P a rís , 1853-
554 Ix ’C as- D ubrkto n, J., L a ffa ire A lib a u d ou Lo u is-P h ilip p e tra q u e (18361, P a rís, 1927.
555 Lucm - D ub kb to n , J ., Le com te d A rto is , C harles X . Le p rin c e , t'ém ig ré. le ro í. d r m ille ,
P a rís , 1927, (F ig u re s d u p assú .)
556 U c a v I)i'lutim )N ,| . L a eted'AJexandtv¡Jum as pete, P a ris, 1928. ( V ie des h («rim e s ¡Ilu s tre s 14.)
557 U ’iiin ií, U o u is ), -A ira v e is le s rúes-, P a ris ebez soi. H isto ire , na eurs. m es. m onum ents,
p a la is. musées, tbéátres. eb em itts de fe r, fo rtific a tia n s et e n viro n s de P a ris a n d e n et
m od erne P a r ié K te de la litté ra lu re contem p oraine, P a rís , [1854], p p . 3-12
558 U iK iN t, L o u is , «Les b o u fevarts- , P arís ebez soi. H isto ire , m ceurs. m es, m ortum ents,
p a la is, musées, tbéátres, chem ins de fe r, fo rtific a tio n s et e n viro n s de P a rís a n c ie tt et
m oderne P a r l é lite de la litté ra tu re contem p oraine, P a rís , {18541. p p . 49-62.
559 L u e in t, L o u is , Le tre iz ié n w a rro tu lisse m e n t de P arís, P ^ris. 1850
560 L i'X .jo s e p h A ug lusü.- N Lischinenusihetik- , D ie N etm Z eü 27(1908-1909). v o l 2, p p 436^139
( a * 39*. F e u ille to n d e r fren en Z eit. n . " 16 ss.. 2 5 ju n io 1909)
561 L „ F., -Ü ber e in e P la k a ta u s s te llu n g in M an n h eim - , F ra n k fu rte r Z e itu n g 119271V
56 2 M a u ille , P ie rre , « R iífa c e :1 I K Io g e d es p ré ju g é s p o p u la ire s - , M in o ta u re . R e in e a rtis ti-
que et litté m trv , 2.” a ñ o , n .° 6 ( in v ie rn o 1 9 3 5 ). p p . 1-3.
563 M ac O s la n , P ie rre , - G n u id v ille le p ré c u rse u r*. A rts et vtétfe rsg rap b iq ues 14 (1 5 d ic ie m
b re 1 9 3 4 ). p p . 19-24.
564 M a illa ru , F irm in , U t c ité des m tellectuels. Scénes c n ie lle s et{A aisantes de la vie litté m ire
desgens de le ttre s a u . w siécle, P a rís , s. a ., P1905J.
565 M a ilia rd , F irm in , La légerule de la fe m m e ém ancipée. H is to ire de fem m es, p o u r s e rv ir
d l'b is to ire contem p oraine. P a rís, s. a.*.
566 M a illa h d . F irm in , Rechercbes b tstoriq ues et criticp ies s u r la M orgue, P a rís , 1860.
567 M aihe, G ü b c rt, -La p e rs o n n a llté d e B a u d e la ire e t la c ritiq u e b io lo g iq u e d e s “F le u rs d u
m a l"*, M ere tire de F rance 302, to m o 8 3 (1 6 e n e ro 1910), p p, 231-248 y n .° 30 3 , to m o
83 (1 fe b re ro 1910), p p . 400-417.
568 M aistru, J o s c p li d e, le s soirées de S a int-P éte rsb ou rg (e x tra its ). C o m e n ta rio y n o ta s por
Ch.-M . D es G ra n g e s, P a rís, (1 9 2 2 ). (Le s c la s s iq u e s p o u r to u s , n .° 7 8 J*
569 Malet, A tb e rt y G n u rr , P,, xis;1siécle (1 8 1 5 -1 9 1 4 ), P a rís , 191?.
570 'L a d e m ié re m ude d e S té p h a n e M a lla rm é » [extrac to , a c la ra c io n e s d e H e n ry C harp en-
tie r. | M in o ta u re . R evue a rtis tiq u e et litté m ire , 2 .° a ñ o , n .° 6 (in v ie rn o , 1935), pp. 25-29.
571 M auahm é, S té p h a n e , D ivag atlons, P a rís , 1897.
572 M ai.ukm É, S té p h ap e , Paésfes, P a ría, 1917*.
573 M ann, H e im ic h , Gelsl u n d Tat. F ra n zo se n 1 7 8 0 -1 9 3 0 , B e rlín , 1931.
574 MARQuism", A lfrc d - L ,, J e u x et jo u e u rs d 'a u tre fo is (1 7 8 9 -1 8 3 7), P a rís , 1917*.
575 .M arcan, E u g é n e , le s c um ies de M , P a u l B o u rg e t et le bou c h o ix de P h ílin te . P e líl
m a n u e l de l'b o m m e élég ant s ttiu i d e p o rtra its en référence Barres, M areas, B ou rg e t [et
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576 M a r t in , A le x is , -Sur l’a s p h a lte . 1: P h y s io lo g íe d e l'asp halte- 1, Le bohéme. J o u rn a l non
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57 7 M a rtik o , P ie rre , le ro m á n ré atíste sous lesec ond em pire, P a rís , 1913.
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einem V b ru v rl t¡on Fh ie d ric b ! U ntéis, e d . y a c la ra c io n e s d e D fa vid ] R ja z a n o v , V ie n a ,
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581 M arx , K a rl, -D er fra n z o s is c h e M a te ria lis m u s d es 18. Ja hrh un d erts- , D ie Neue Z e it 3
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582 -Karl M a rx ü b e r K a d G rü n ais G c s c h ic lU s th rv ilX.T des S o íia lis m u s . A u s d em M arx-Engels-
s d ie n NachlaB- (p re lim in a r d e Ed[iuud| B e m s te in ), D ie Neue Z e it 18 (1899-1900). v o l 1,
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583 Marx. K a rl, D er bistorisebe M ateriaJism tts. D ie Friib scb riften. ed. d e S fie g frte d l L a n d s liu t y
J. P. M a y e r c o n la c o la b o ra c ió n d e F. S alo m o n, v o l 1, L e ip z ig , (1 9 3 2 ). (K rB n e is Tasche-
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2 8 e t 2 9 }u U le t. P a ris , ( 1830).
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650 N o u v u a iix ta h le a u x de P aris. [Litografía de Marlet, Texto de Pierre-Joseph-Spiridion
Dufey.l IParísJ (iinpr. E, Pochard,) s. a. 11821-1822],
651 N o lvbavx ta h le a u x de P aris, ou obsen'ations s u r les m aeurs et usages des p a risie n s a u
com m encem ent d u x n f siOcle. FaisatU su ite d la coU ection des m reurs fn a u fa ise s,
anglaises, ita lie n n e s, esfxignoles. (V o n M arie- Jo seph P a in.], v o l 1. P a rís, 1828.
652 O l'k o u s o f, A le x a n d re , - E lud e s u r le s T e x le s d e Les fle u rs d u m a l C o m rn e n ta ire e t
varian tes- , Le tom beau de C harles B au d e la ire . O uvrag e p u b lié ai<ec la co ü a b o ru tiim de
Stépbane .H a lla rm e le t a li, precede d ’u n e é tu tle Í..J p a r A le xa n d re O u ro u so f et s u iv i
d'ceuvres posthum es Í..J de C harles B a u d e la ire f..J . P a rís , 1896, p p . 7-37.
653 O z e n fa n t, A m é d é e , -Les b e so in s c o lle c tifs e f la p e in tu re . B : La p e in tu re m úrale- , Ency-
clopédie fra n fa is e , v o l. 16: A ris et titté ra tu re s d arts la société contem p oraine I, P arís,
1935, fase. 16.70-2 b is 6,
654 P a ille ro n , É d o u a rd , T h é á tre com plét. V o l, 3: /.'Age in g ra t, Le c h e v a lie r Tru m e a u ,
V é tin c e lle I et a l] , P a rís , s. a., [1911).
655 P a ia is d e /'in d u s trie . Se vend chez H . P lo if
656 P a r ís de 1800 d ¡9 0 0 d 'aftres les eslam pes el les m ém oires d u temps. P u b lic a d o b a jo la
d ire c c ió n d e C h a rle s S im o n d . V o l. 2: 1830-1870 La m o n a rc b le de ju itle t . la seconde
ré p ub lii¡ue, te second em frire. P a rís, 1900.
657 Rúasdésert lam enlationsd 'unJérvm iehaussm annisé. (P a ris . im p r G . T o w n e .) s. a., [1868],
658 P a rís nouveau. Jugé p a r u n J lá n e u r, P a ris , 1868.
65 9 P arís sous la rép ub liq ue de 1848 E xp o sitio n de la B ib lio th e q u e et des T ra va u x h is to ri-
qties de la viUe de P aris, organisée avec le concours d e ¡a Société d ’h is to ire de la révo-
lu tio n d e 1848 et d e p lu sie u rs co llectionne urs. (V o n M a rc e l P o ete, E d m o n d B eaure-
p a ire , E tie n n e C lo u z o t u n d G a b rie l H e n rio l.) (P a rís , 1 9 0 9 )
660 D ie P a rise r W eltausstellung in W ort u n d B ild . C o n la c o la b o ra c ió n d e P a u l A p o s to l
le t a l], re d a c ta d o p o r G e o rg M a lk o w s k y . B e rlín , 1900
661 PaTRY, H le n ry ? l, - L é p ílo g u e d u p ro c é s d es Fleurs d u m a l U n e le ltre in é d íte d e B a u d e
la ire á l'im p e ra tric e (1857)-, Rettue d b is to ire litlé ra ire de la F rance 29 (1 9 2 2 ), p p . 67-75,
662 P é c a r d . M a u ric e , Les exp asitions Inte nm tiona Jes a u p o in t de vue économ iq ue et so c ia l
Esto {..J e s n o v u n v
A p rim e ro s d e s e p tie m b re d e 1935, B e n ja m ín le e s c rib e a G re te l A d o rn o :
que p a ra m i tra b a jo elab oro ap untes sobre e l m a te ria l g rá fic o im p o rta n te y d ifíc il de lo c a
liz a r. E l lib ro , p o r h que veo desde hace a lg ú n tiem po, se puede com p lem entar con los
docum entos g rá fic o s m ás sig n ific a tivo s , y n o q u ie ro desechar esta p o s ib ilid a d de a n tem an o
(p . 9 3 9 ). B e n ja m ín e n c o n tró este m a te ria l g rá fic o en la S alo de las Estampas d e la Biblioteca
N a c lo ra l. P a rec e q u e tra b a jó a llí so b re to d o en 1935, d e s d e m e d ia d o s d e m a yo hasta sep
tie m b re , y d e n u e v o en e n e ro d e 1936, Sus n o ta s s o b re esas ilu s tra c io n e s las a d ju n tó a lo s
A p untes y m a te ria le s (c fr, A 7, 1, 3, 4, 5; B 6a, 4; C 4a, 4; E 7a, 3; F 5a, 6; F 6, 2; 1- 7a, 5¡
G 10a, 4; I. 3, 4; M 7, 2; O 7a, 1; P 3, 7; Q 3a, 3, 4, 5; U l i a , 5, 6, 7; Y 6, 3, 4; d 3a, 4, 5,
6, 7; g 2a, 3, 5; k 2a, 5). - M ic h e l M e lo t, a q u ie n h a y q u e a g ra d e c e r h a b e r lo c a liz a d o las
ilu s tra c io n e s re p ro d u c id a s e n este v o lu m e n , e s c rib ió u n in fo rm e s o b re e l tra b a jo d e líe tija -
m in en la Sala de las Eslampas q u e se re p ro d u c e a c o n tin u a c ió n :
Hay que subrayar la originalidad do los trabajos de Wal’er Benjanin en 'o Sala de las Estampas de la
Biblioteca Nacional en julio de 1935, tn aquella época aún ero toro que los Corladores -sobre todo en
el campo de b historia «socio»- se cpoyaran en uno documentación iconográfica, considerado como una
fuente equivalente a los documentos do archivo a literarios Ahora bier, sus Inves’ gacones parecen haber
sido bastante importantes y. er cualquier caso, dirigidas con n método sistemático En electo, tuvo que sor
decir la serie «Topografía de París», un conjunto de colecciones artificiales que contenían cerco de 150.000
Imágenes de todo tipo (dibujos, planos, recortes do prenso, lor etos postales, fotogrc'ías, anuncios) clasili
codas por distritos y por order alfabético de las calles A pésol de que sus tnvest gaoories se limitaron el
sigb <X, tuvo que recorrer numerosos álbumes in extenso, ya que bs docjroentos que contienen no están
dosificados po' fecho- No obs^anle. pee ce cue se limitó a los barros más sígnificalivos de ;a éooca: los
bJevcres ¡e barrio de los «panoramas»! y sus alrededores. En lo serie «Historia de i rancias el o fue
más s tnpie. pues las mágenes estaban clasificcdos cronoógicomenle Fbrece que se detuvo bastante
rápido, yo que lodos ós documentos q.e seflasa en sus notos son anteriores o 1818. o cuol es comprensi
ble, pues el conjunto de -os docurrenras que cjbríon el siglo xtt supona verías cientos de volúmenes Par
contre, nizo una aripiia recolección en lo serie Kc I6¿ «Enseftanzc de los ortes», en dor>de e- una deceno
de libros hay -eutiTdas estarrpas relaliws a os talleres, a la vido de ios o-iisios al Salón d púolfco de ios
artes, etc., con numerosos ccricot.iros. No se contentó con constatar ás series qLe atofqusef documer-o^
lis'a. c! gua qi.'e é . habría prospectado, yo que algunos de sus anotaciones fueron tomadas de b serie
reabrente compeja (no hobío en elta rwig.-o dosif coció") de ios Coricctaas de álbumes cue sólo uno
investigación oioí-tido o umi -Jo'mcción acertada te hirt pocca hooeJ descube-
N otas
A 1, lem a nunca.*] Arthur R im baud, (E u vre s com pletes. Edil ion établie, présentée et annotée
p ar A ntoine A dam , París, 1976 (B iblio théque de la Pléiade. 68), p, 146 (-llluminations-,
Soldé), Benjam in, q ue probablem ente citó de m em oria, escribió; -... et q u 'o n ne ve n d rá
ja in a is -, —A 6, 2 millones.-] cfr. la referencia bibliográfica (Lista de fuentes, n .a 329), p. 73 -
A 7 , 1 C d E ] de aq u í en adelante, se trata siempre de la S ola de las Estampas de la Biblioteca
N acional de París. - A 7 a, 2 P a n o ra m a ,-\ H tin e , S ü m tlic h e Werke, edit. Ernst Elster, vol. I,
Leipzig, Viena, 1893, p. 457, N o se ha conservado una carta de A d orno en la que se citen
estos versos, — A 11 a, 4 La Indio»] Baudelaire, (E u vre s completes , vol. I, Texte établi, pre
senté et an no té par Claude Pichóte, París, 1976 (B iblio théque de la Pléiade 7), pp. 26 ss. A
pesar de las indicaciones com plem entarias de D 5, 1. no se p u d o identificar la edición de
-L'art romantique» em pleada por Benjamin. - A 13, 1 ciudades»] Baudelaire, (Euvres com
pletes, v o l. I. T e x te é ta b li, p re s e n té e t a rm o té p a rC la u d e P ic h o is , P a rís, 1975 (B lb lio th d q u e
d e la P lé ia d e 1), p. 651 («P usées- II),
B J, le m a ¡M uerte!-] cfr. G ia c o m o L e o p a rd i, O perette m o ra ü , A c u ra d i A le s s a n d ro D o n a d ,
B a rí, 1928, p. 23 - B 1 a, I ( lín e a 3 d e s d e e l fin a l) re vo lu c io n e si e n tin a c o p ia a m á q u in a
h e c h a p o r G ie ie l A d o rn o d e esta a n o ta c ió n se e n c u e n tra la s ig u ie n te g lo s a d e T h e o d o r W .
A d o rn o : -yo d iría m ás b ie n : c o n tra rre v o lu c io n e s - . - B l a, 2 El abanico de Iris y la luna p in
tada p o r e lla misma se e n c u e n tra n e n la p a rte titu la d a -Les M y.sté res d e l ’In fin i- d e la o b ra
la V ia Lá cte a c o m o tin a a ve n id a ilu m in a d a
d e G ra n d v ille *U n a u tre m onde-, P a rís, 1 8 4 4 ;
en la noche p o r cand elab ros de gas es s e g u ra m e n te u n a a lu s ió n a E l puente de los p lane
tas, cfr. ilu s tra c ió n 16 - B 2, 2 La p rim e ra e d ic ió n d e la o b ra d e D u C a m p s o b re P a ris a p a
re c ió e n tre 18Ú9 y 1875; s ig u ie ro n o c h o re e d ic io n e s h a s ta 1898. A l e d ito r n o le ha s id o
p o s ib le p e n e tra r e n e l m is te rio d e la s e d ic io n e s e m p le a d a s p o r B e n ja m in P ara e l p rim e r
to m o n o m e n c io n a n in g ú n a fto d e e d ic ió n (c fr. F 2 , 1 y 2 ). P a rtí e l s e g u n d o in d ic a 1875
(c fr. F i a , 5 ), p e ro e n e s te a fto n o a p a re c ió n in g u n a e d ic ió n d e l s e g u n d o to m o P a ra e l
te rc e ro se d a la fe c h a d e 1872 ( c fr O 12, 2 ), e l a ñ o d e la p rim e ra e d ic ió n . D a d o q u e Ben-
ja m in lle v a a q u í un a p a g in a c ió n c o n tin u a d e sus n o ta s, la s e g u n d a c ita e x tra íd a d e e s te
to m o (c fr. P 1, 9 ) ha d e p ro c e d e r d e o tra e d ic ió n . L a fe c h a q u e d a d e l q u in to to m o C 2,
2 - 1873- p a re c e d e n u e v o in c o rre c ta ; p a ra e l s e x to to m o (c fr. B 2, 2, e tc .) v u e lv e a n o
in d ic a rs e n in g u n a e d ic ió n . N o se p u e d e e x c lu ir q u e B e n ja m ín ,h a y a c ita d o p o r un a fu e n te
s e c u n d a ria q u e d e jó s in in d ic a r y c u y a s re fe re n c ia s n o e n te n d ió c o rre c ta m e n te . - B 2 ,1
m arco-] cfr. v o l I, p . 294 - B 3, 7 u le a -1 c fr N 3 , 2 - B 8, 2 m ezcbA P a u l V a lé ry , G uares
E d ilio n é ta b lie e t a n n o té c p a rje a n H yú e r, París. 1 9 6 0 fB ib lio th é q u e d e la P lé ia d e 148), p. 1321
N o p u d o lo c a liz a rs e la e d ic ió n d e la s -Piéces s u r l'a rt- e m p le a d a p o r B e n ja m ín - B 1 0 . 2
(lin e a 2 d e sd e a b a jo ) no ta I cfr. a h o ra G S 2, p . 4 9 7 (n o ta 5 0 ).
C 1. le m a A ve m o A V irg ilio .E ne id a V I, v . 1 2 6 - cm íguos-l G u illa u n ie A p o llin a ¡re, (E u vivs
poétiques. T e x to é ta b li e t a n n o lé p a r M a rc e l A d é in a e t M íc h e l D é c a u d in p ré fa c e d 'A n d ré
B illy , P a rís. 1956 (B ib lio th é q u e d e la P lé ia d e . 12 1 ), 3 9 (-Alcools-, -Zone»), B e n ja m in c itó ,
p o s ib le m e n te d e m e m o ria : -Ici m é m e d e s a u to m o b ile s o n l 1‘a ir anciennes-, - C 1, 8 sus J
a s í fig u ra e n e l m a n u s c rito : a l p a re c e r d e b ía a ñ a d irs e a q u í un a p a la b ra q u e n o se le o c u
rrió e n ese m o m e n to a B e n ja m in - <'. 1 a, 3 tiend as A la c ita tra d u c id a p o r B e n ja m ín d ic e
así en e l o rig in a l ■Chaqué n o u v e a u q u a n ie r n 'a tte n t- il p as á so n ap o g e e u n p e u a va n t d 'é trc
b a tí to u t- á - fa it? P u is sa p la ñ ó te d é c rit u n e c o u rb e e n se ra p p ro c h a n t d u c o m m e rc e , q u i
lu i- m é m e va d u g ra n d au p e tít. La m e iro p n e u v e a p p a itíe n t a u x p e tite s g e n s e t n e s en
d é b a rra ss e q u e s i la m o d e ve u t b ie n p asse r p a r- la . O h ! a lo rs v o ü á u n e ru é q u i c o m p te p o u r
q u e lq u e c lió s e d ans c e tle ré d u c lio n au p ro c e d e C o la s q u e le s g e n s d u m o n d e a v o u e n t le u r
to u t P a ris. O n se d is p u te , sans re g a rd e r au p rix , ses p e tits h ó te ls e t ses a p p a rle m e n ts d e
to u s les étag es, tant q u e d es fe m m e s d 'e s p rit et d e jolies fem m es y re g o iv e n t e t y s o n t
re fu e s , a ve c c e tte ra d ic u s e é lé g a n c e q u i p a re n o n - s e u le m e n t le sa ló n , m a is e n c o re la mal-
son e t, q u í p lu s est, la ru é . C e lle - c l, d e ve n u e p assante, v e u t d es b o u tiq u e s , et s o u v e n t il
en coiite de c é d e r p rtm a tu ré m e n t 3 c e tte e n v íe . O n d im in u e des c o u rs, en en s u p p rlm e ,
o n se g e n e d an s to u te s les m a iso ns, et u n jour-de-1'an v ie n t o u il est d e m a u va is to n d 'a v o ir
pareille adresse sur sa carte de v is ite . La plupart des locations n'étant plus q u e p rafessio n-
nelles, u n e p o rte c o c h é re par-c¡ p a r—13. n e rlsque pas g ran d ’chose á abriter l’une des p e ti
tes in d u s trie s d o n t les d e rn ié re s b á tisses rem placent les é c lio p p e s.»
D 1, Lem a D ias,-] Ja k o b van H o d d ls , W eltende, G esam m elte D ichtung en , P a u l P c irtn e r ed.,
Z ü ric h , 1958 (S am m lun g I lo rlz o n t), 46 («K lag e.) - m uerte.-) J o h a n n P e le r H e b e l, Werke, v o l. I ,
F ra n k fu rt a. M ., E b e rh a rd M e c k e l ed., in tro , d e R o b e rt M in d e r, 1968, p. 393 - D 1 a, 9 O da
a la ra d ia n te m añana] c fr F e rd ln a n d H a rd e k o p f, G esam m elte D icb tung en, Z ú ric h , E n u n v
M o o r—W itte n b a e h ed ., Z ú ric h , 1963 (S a m m lu n g H o riz o n t), p p 50 ss. - D 2 a, 5 presente-]
c fr M a rc e l P ro u s t. Jean SantetiÜ p récéd ó de le s P la is irs et les jo tm . E d itio n é ta b lie p a r F ie
rre C la ra c a ve c la c o lla b o ra tin n d 'Y v e s S an d re, P arís. 1971 ( B lb lio th é q u e d e la P lé ia d e 228),
p. 139: -M ais c o m m e l'a lc h in iis te , t] u i a ttrib u e c h a c u n d e ses in su c c é s á u n e cause acci-
d e n te lle e t c h a q u é fb is d ifié re m e , lo in d e s o u p to n n e r d a n s Ie s s e n c e m é m e d u p ré s e n t u n e
im p e rfe c tio n u n c u ra b le , n o u s a c c u so n s la m a lig n ité d e s c irc o n s ta n c e s p a rtic u lié re s ...- ;
c fr. ta m b ié n v o l. 2, p . 3 1 2 - D 4 a, -1 N uevo-M undo.-I c fr, B a u d e la ire , (E uvres completes.
v o l. 2, loe. c it.. ed. P ic h o is , p. 7 0 9 - I) 5. 1 ¿jugueteas?A loe. c it., p p 711 ss. — D 5 , 2 empleo.-]
loe. c it., p . 7 1 2 - 0 5 . 3 ¡eito rR loe. c it.. [>. 6 9 2 - í) 9 a, ‘i m uerte ] c fr. n o ta a D 1, lem as.
E 1 a , 7 industrial*] B e n ja m ín c ita p o r un a c arta a b ie rta d e F ré d é ric H astiar a L a m a rtin e ; las
p a la b ra s d e L a m a rtin e s o n a s u v e z u n a c ita d e F o u rie r - E 4 a, 4 m illones. •] c fr. a h o ra
G is é le F re u n d , Pbotograpbie u n d b ürg erliche (JesellsebaJ). lim e kunslsoziologiscb e S tud ie
M ú n ic h , 1968 (P a ssa g e n ), p. 6 7 - I: 13 a, 2 B e n ja m ín n o in d ic a e l a ñ o d e la e d ic ió n q u e
m a n e ja . La e d ic ió n q u e h a c o te ja d o e l e d ito r (6 .—9.-) p re s e n ta e l m is m o te x to q u e e l
c o p ia d o p o r B e n ja m ín - fu e ra d e a lg u n a s p ocas e rra ta s e v id e n te s d e éste- a u n q u e n o c o in
c id e e n la p a g in a c ió n ,
F 2 . 7 la o b ra c ita d a p u e d e s e r C h . K c k, T ra ite de e o n stru c tio n en p oterie s et fe r, P a rís . 1836,
• ■b ie n Ch L E c k. T ra ite U I'a p p lic a tiu n d u fe r. ilt Ut txm tt et le Ut l«Vf. i ’a iís 18--» I - F 3
a, 2 p erio d ista ] p ro b a b le m e n te se re fie re a S. F. L a h rs. cfr. L 2, 4 y R I a , 4
G 3 a, I m ín im o . •] d ic e a s í e l te x to o rig in a l q u e tra d u jo B e n ja m ín : -En d é c o ra n t n o tre
essen ce d u n o m d e la f ilie d es C a c iq u e s, n o u s a vo n s v o u lu in d iq u e r p u re m e n t e t sím p le-
m e n t q u e le s p la n te s d o n t e lle se c o m p o se e t re e o ít ses s u rp re n a n le s q u a lité s o n t p ris nais-
sance so us le b rú la n t c lim a l q u i lu i d o n na le jo u r. N o u s n 'a v o n s e m p ru n té son d e u x ié m e
titre á la S cience q u e p o u r la is s e r c o m p re n d ió q u 'e n d e h o rs d u Service é c la ta n r q u ’e lle n?nd
a u x d am es, e lle p o ssé d e aussi le s v e rtu s h y g ié n iq u e s p ro p re s á lu í g a g n e r la c o n fia n c e des
p e rso n n e s q u i v o u d ro n t se c o n v a in c re d e sa s a llila ire e lT ic a c ité . C a r s i. c o m m e l'e a u d e Jou-
ve n c e . la n ó tre n a p as le d o n d 'e ffa c e r le n o m b re d es a n n é es, e lle p o ssé d e d u m o in s , e n tre
a u tre s m é rite s , c e lu i q u i a b ie n -son p rix , il n o u s se m b le , d e ra je u n ir, v iv ifie r, e t ré ta b lir d a n s
to u t le d a t d e ses p e rfe c tio n s p rim itiv e s q u 'il a v a it p e rd u , ce m e rv e ille u x o rg a n e,
c hef- d ’o e u v re d u C ré a tc u r, d o n t la fo rm e e le g a n te , si p u ré e t si g ra c ie u s e , fa ir le s p le n d id e
o rn e m e n t d e la p lu s b e lle in o itié d u g e n re h u m a in : e l c e p e n d a n t, sans le se c o u rs p ro vi-
d e n tie l d e n o tre d é c o u v e rte , c e t o m e m e n t, aussi fra g ile q u e p ré c ie u x , s e m b la b le p a r la d éli-
catesse e t le c h a rm e d e sa m y s té rie u s e s tru c tu re ii u n e te n d re e t s e n s ib le fle u r q u i se fa n e
a u p re m ie r s o u ffle d e l :o ra g e , n 'a u ra it b rillé q u 'u n fu g itif in s ta n t d an s sa m a g n ific e n c e p o u r
se f lé tr ir á ja m á is so us l ’h a le in e d é lé lé re d e la m a la d ie , les fa tig u e s d e l'a lla ite m e n t, o u le s
é tre in te s n o n m o in s p e rn ic ie u s e s de l'im p ito y a b lc c o rse t, N o tre essen ce d ’A.viAZiLLY, essen-
tie lle m e n t c o m p o sé e d an s l'ln té ré t d e s dam es, ré p o n d a u x b e s o in s le s p lu s e x ig e a n ts e t le s
p lu s d é lic a ts d e le u r to ile tte . E lle ré u n it d ans ses h e u re u se s c o m b in a is o n s le s b ie n fa is a n te s
p ro p r ié té s n é cessa ires p o u r ré ta b U r, c o n s e rv e r el d é v e lo p p e r, sans ja m a is le s a lté re r, to u s
le s c h a n n e s d o n t la n a tu re les a d o u ées.» - G 10, 2 W alpale: L a fo rta le z a ] la e d ic ió n m a n e
G 12 a, 3 fu e rz a
ja d a p o r B e n ja m ín e s tá en In g lé s, se d e sco n o c e e l t r a d u c t o r d e la c ita . -
d e tra b a jo . -1M a rx , D a s ¡C apital I, M tiW , v o l. 23, B e rlín , 1969*. p p . 328 ss. - G 15, 1 in fe li
ces.-] G o e th e , G edenhausgabeder Werke, B riefe u n d Gespriiehe, vo l. 1, E rn s B e n tle r ed.: S ám t-
licb e Gedichte, 1.a p a rte , Z ú ric h , -!l9 ñ l, p, 339 («N a c h tg e d a n ke n O .
H 2 a, 5 ensayo in é d ito ] e q u iv o c a c ió n d e B e n ja m ín ; c fr. T h e o d o r W . A d o rn o , «Rede tib c r
den R a ritü te n la d e n v o n C h a rle s D ic ke n s », e n F ra n k fu rte r Z eitung , a ñ o 75, n ,° 285 (1 8 a b ril
1931), 2, a h o ra ta m b ié n en; A d o rn o , G esam m elte S c h rifte n , v o l. 11: N oten z u r L ile n ttu r,
F ra n k fu ri/ M , R. T ie d e rn a n n e d ., 1974» p . 522.
I I, 7 1 8 {...)] e n e l m a n u s c rito se re s e rv a u n e s p a c io d e trá s d e 18 p a ra p o d e r e s c rib ir des
p u é s la Fecha e xa c ta . - I 2. 4 p atero-] c fr. Ja cq ues- É m ile B la n c h e , M es modeles, P a rís, 1929,
p . 117; -Un c o n te n r a ra b o d a n s la lo g e d e la p o rtie re s R e sp e c to a lo s p la n te a m ie n to s d e
B e n ja m ín s o b re esta c ita d e B a rre s, cfr. ta m b ié n GS. v o l. 2, p p . 1067 ss., v a ria n te y re fe
re n c ia d e 318, 38. - 1 2 a. I q u ie ra A lo m a d o d e u n a d e s c rip c ió n d e E rn s t B lo e h ; c fr. B e n
ja m ín , Über Hascbiscb. N otvlllsliscbes, Bericbte, M ateriaU en, F rjn k fu rt/ M . T i lim a n R e xro th
e d .. In tro d u c c ió n d e [ (e n n a n n .S c liw c p p e n h a u se r, 198I\ p- 77 - I 5, 1 p restig io.-] c fr la e d i
c ió n p u b lic a d a (U s ta d e fu e n te s , n .° 329), p p . 8 5 ss.
J 1 le m a ahbanza >¡ |P ie rre d e l R o n s a rd . (lita re s com pletes. T e x te é ta b li e t a n n o té p a r Cus-
la v e C o h é n . V o l. 2. P a rís, 1976 (B ib lio th é q u e d e la P lé ia d e 4 6 ). p 282 - J 4 , 2 la in s p ira
c ió n A c fr B a u d e la ire , (F u tre s com pletes, v o l. 2, loe. c it, é d . P ic h o is . p. 18 - J 4 . 3 de hont-
b/e»] b e . c it.. p . 4 2 - J 4 , 4 m oletiatisla! loe c it., p 4 5 - J 4 . 5 farfura.-l loe c it.. p 49 - J 4,
6 suicidio. •) ib id . J 4 , 7 gaihna -] loe. c it., p . 4 8 - J 4 , 8 m acha A loe c íf , p 135 - J 4 a, 1
iropi-otfoí-1 loe. c it. p, I-t4 - J 4 a. 2 rene.-.-! loe. c it., p p . 1 6 5 ss. - J 4 a. 3 vivos 4 lec. c it, p.
165 - J 4 a. 4 suculento.! loe. c it.. p p 167 ss - J 4 a. 5 griegos.-] loe. c i t p I7 8 - J 5 . 1 cono
c e im i •) loe c it., p . 221 - J 5. 2 o b /a '?-) lo e . c iL , p 224 - J 5. 3 /descarno"-] loe. c it . p 8 5
- J 5. 4 perfecto.4 loe. c it, p p 8 1 , 8 3 ss - J 5, 5 exceso.4 loe. c it., p . 8 3 - J 5 a, 1 penques.!
toe. c it.. p 31 - J 5 a , 2 lo uhbdodA loe. c it., pp- 2 6 ss. - J 5 a , 3 taíenioA loe. c it.. p 32 -
J 5 a, 4 antiguas. ■ ] loe c it. p 7 9 0 - J 5 a 5 mode<noA loe. c it., p . 8 0 6 - J 5 a, 6 ¡eiogiit-co A
loe. c it., p 6 0 0 - J 6 . I o lvid a d o ! loe c it , p p . 7 4 0 ss. - J 6. 2 difunto ■] loe. c it., p . 704 -
J 6 . 3 juego A loe. c it., p. 7 0 7 - J 6, 4 fa antropofagia A loe. c it.. p . 7 1 5 —J 6, 5 taquigiahat! loe
c it., p . 7 2 4 - J 6 a, 1 Vida ■) ib id . —J 6 a, 2 sensaciones.! loe c it., p . 6 9 6 —J 6 a, 3 exteticn!
loe. c it., p. 6 9 8 - J 6 a, 4 é l m sm o! loe c it.. p p . 71 2 , 6 9 3 — J 7 , 1 nuevo.-) loe. c it., p . 6 9 0 -
J 7, I ong.no/ -l loe c it.. p. 7 6 7 - J 7 . 2 veníanos! loe. c it.. p . 6 9 2 - .1 7 , 2 so l! ib id . - J 7 , 3
signos A loe. c it., p. 7 5 0 - J 7 , 4 indigesto A loe. c it.. p . 6 8 5 - J 7 a, 1 L 'a rt ro n ta n tiq n e , P aris,
p . 100] c fr. loe, c it.. p 7 1 5 - J 7 a, 2 L ’a rt m m a ntiq ue , p . 72] c fr. loe. c it., p. 6 9 6 - J 1 9 a,
7 é lA B a u d e la iiv , (hm espondance. U (m a rs 186(J-m ars 1866). T e x te é ta b li, p ré s e n te e l
a n n o té p a r G la n d e P ic h o is avec- la c o lla b o ra c io n d e Je a n Z íe g le r, P a rís, 1973 ( B ib lio th é q u e
d e la P lé ia d e 2 4 8 ), p p . 4 5 9 ss. C12 d e fe b re ro d e 1865 a N a rc is s e A n c e lle ) - J 19 a, 9 pacien
ciaA B a u d e la ire , C orrespondance, I (e nero de 1 8 3 2 -fe b re ro 1860), loe. c tí., (B ib lio th é q u e
d e la P lé ia d e 24 7 ), p p . 410 ss. (9 d e ju lio d e 1857 a M m e . A u p ic k ) - J 2 0 , 2 dompté.-] Bau-
d e la ire , (Euvres com putes, v o l. 1, toe. c it., p. 102 (-Reve p a ris ié n * )- J 2 1 , 2 autor A loe. c it.,
p. 203 ("Je n ’a i p as p o u r m a itre sse *) - J 2 1 , 3 lofcadio] P e rs o n a je d e "Los sálanos del Vaticano *
d e A n d ré G id e - J 2 2 a. 1 Pensam ientos no ctu rno s d e G o e th e ) cfr. n o ta a G 15, 1 - J 2 3 , 6
(muchachasI! V íc to r H u g o , (E uvres completes. Poésie 2: Ij;s orie nta le s. Les fe u ille s d ’a utom ne,
París, s. f. 118R0], p. 171 - J 2 3 . 6 /Española /*] loe. c it., p. 1 7 4 - J 23, 6 motado-] ib id - J 23,
6 retorno.-] loe. c it., p. 178 J 2 3 , 7 ¿humano?! loe. c it., p p , 267-270 - J 2 4 . 6 M oiiéres.] cfr.
Edgar Alian Poe, The com plete w orks (Virginia Edition], vol. 11, Nueva York, 1902, p p . 89 ss,
- J 27, 3 iS ad el-1 cfr, Baudelaire, (E uvres com pletes, vol, 2, toe, c it,, éd , Pichois, p . 68:
•G . Sand inférleure á de Sacie.» - J 27, 4 contestones! op. c it., vol. 1, 5 ("Au lec teu r- ) - J 27, 7
pompo] cfr, loe, c it.. v o l. 2, p. 132 - J 28, 6 las fechas d e a p a ric ió n d e las o b ra s de U n í ñu
tie re so n in c ie rta s . D e la.s Q uestions de c ritiq u e , la Bib ioteca N ac io nal p o see ú n ic a m e n te la
se g un d a e d ic ió n , P a rís, 1889; la in d ic a c ió n d e l m es es e x tra ñ a , q u iz á B e n ja m in d is p o n ía d e
un a e d ic ió n e n re v is ta , de la q u e este e d ito r n o tie n e n o tic ia . N o se e n c o n tró u n a e d ic ió n
d e lo s Essais d e 1889, la p rim e ra es d e 1892, Los N ouveaux Essais n o a p a re c ie ro n e n 1892,
s in o e n 1895. F in a lm e n te , É ro lu tk m a p a re c ió tin a n o ru is ta rd e d e la fe c h a q u e da B e n ja
m in . - J 2 9 , 2 C o s ta l c fr. B a u d e la ire , (E uvres com pletes, v o l. 1, loe. c it.. éd . P ic h o is , p. 194
- J 3 0 , 13 .t>c*;o.’.-1 d e un a c arta a la m a d re , fe c h a d a p ro b a b le m e n te e n -París, 1845-; c fr. B a u
d e la ire ,C orrespóndanse 1, op c it., p . 130 - J 3 3 , 1 <eder,dónA A lfre d d e V ig n y , (E uvres
¡.am pieles, v o l. 1: Poésies. P a rís , s. f. 118831. p p 251 ss. - J 3 7 a, 6 im vstig a ] e n la ■intro-
d uctio n- a l c ita d o v o lu m e n , p p . 7 - 50; -Le réve» d e A rg o n n e c fr loe. c it., p p 16 ss. - J 4 0 , 8
inscm dadoA d esta c ad o p o r B e n ja m in - J 4 0 a, 7 Las cascadas (R íos y poetas A c fr. V ic to r
H u g o , (E uvres com pletes. Poésie 9. la légende /les siéeles I lí , P a rís , 1883, p p . 49 ss. - J 4 0
a. 7 Desinterés] cfr. loe. c it., p p . 261-263 - .1 4 1 a, 2 o/mos.-J B a u d e la ire , (E uvres com pletes,
v o l. 1, éd . P ic h o is . p. 152 (• F e m m es d am n é e s. D e lp h in e e t H ip p o ly te O . - J 4 2 a, 2 E n Le
Temps d e 4 d e ju n io d e 1917 n o se e n c u e n tra e l c ita d o a rtíc u lo d e S o u d ay. - J 4 3 , 2 tovr-
«ícntes-l c fr. la tra d u c c ió n b e n ja m in ia n a d e la c ita e n GS 1, p . S66 - J 4 3 a, 6 el hombre.-]
so b re e! te x to d e la c ita , c fr G S 1. p p . 1210 ss. (n o ta a p . 5 1 2 ) • J 4 5 a. 6 fa c ta A T h o m a e
H e m e rte n a K e m p is , Operxi o m itía , v o l. 7 ; D e im U tU ione C b risti, E x a u to g ra p h o e d id it
M ic h a e l Jo se p h u s P o h l, F rib u rg o d e B ris g o v ía , ¡904, p 38 - J 4 6 . 8 rjoc/«>Tiosj c fr. a h o ra
B a u d e la ire , C orresponda rice 1. loe c it., p . 411 - J 4 7 , 6 m i ile fín ic ió rñ c fi. GS I, p . 6 4 7 (n o ta )
- J 50, 2 a l m und o e n e l corazón} o rig in a lm e n te e l m undo, a l se a ñ a d ió lu e g o d e b a jo d e
e l s in ta c h a r é s te - J 5 3 5 C & etw tf c fr. H e rm a n n U se n e r, G ótte rna m en Versuch e in e rL e b re
vo n d e r re lig io se n B eg riJ/ib lld u ng , B o n n 1 8 9 6 - J 5 3 a , 1 renovarseA c fr. a h o ra <75 ], p .
4Ü0 - J 5 3 a , 4 estrid ente ■ } cfr. a h o ra GS I, p 401 - J 54 , 2 esencia ■! B e n ja m in U rsprung
des deutseben Trauerspiels, B e rlín , 1928, p . 182; c fr. a h o ra GS 1, p . 3 5 9 - J 5 4 . 3 sorp ren
den te A c fr. a h o ra GS 1, p. 3 5 9 - J 5 4 . i m a l-i c fr. a h o ra GS 1, p . 404 - J 5 4 , 5 épocaA cfr.
a h o ra GS 1, p . 4 0 5 —J 5 9 , 4 p o .viii.- l cfr. B a u d e la ire , (E n tre s completes, v o l. 1, loe. c it, éd.
P ic h o is , p 701: - G lo rifíe r le t u lle des ím a g es t ilia g ra n d e , m o n u n iq u e . m a p rim iú v e pas-
sío n ).- —J 6 0 , 2 encanto»] loe. c it. p. 8 9 (-Les p e tite s v ie ille s - ) - J 6 2 , 3 -El m ás desdichado-]
T ítu lo d e u n c a p itu la d e l lib ro d e K ie rk e g a a rdO esto, o lo otro-, c fr. ta m b ié n J 6 3 , 4 - J 6 2
a , 2 (3 .a lín e a d e sd e a b a jo ) efñnerasA F rie d ric h NletZ-Sche, W erke in d re i B anden, v o l. 2,
M u n ic h , K a rl S c h le c h ta e d ., 1955, p . 173 (- D ie frd h llc h e W issenschaft-, lib ro IV , a fo ris m o
295) - J 64, 1 fierra*] G o ttfrie d K e llc r, W erke (re d a c c ió n d e D a n ie l B o d m e r), v o l. 1
G edicbte, d ram atiseb e Fragm ente, k le in e re E rzd b lu ng en . A u fsñ lze , a m ilic b e K u n d in a -
ebungen, Z ú ric h , 1971, p . 3 8 5 («T o d u n d D ic h te r« ) - J 6 4 , 2 p erfe cción hum anad c fr. F rie
d ric h E n g e is, H e rm E lig en D ü b rin g 's U m w d lzung d e r W íssenscbaft, e n : M EW , v o l. 20, B e r
lín , 21968, p, 243 - J 6 4 , 4 sobre m í-\ c fr. K a n t, C ritic a de la ra zó n p rá c tic a , C o n c lu s ió n :
■Dos cosas lle n a n s ie m p re e l á n im o d e vina a d m ira c ió n y re s p e to n u e v o y c re c ie n te c u a n to
m ás se o c u p a d e e llo y c o n m ás a h in c o la re fle x ió n ; e l c ie lo e s tre lla d o so b re m i c ab eza y
la le y m o ra l d e n tro d e m í.» - 64, 5 olor A (E uvres completes, v o l, 1, loe. cit.,
B a u d e la ire ,
éd, P ic h o is , p . 7 6 («Le g o ü t d u n é a n lO - J 6 5 a 4 Destrucción*] loe. c it., p. 111 («La D estrue-
tio n » ) - J 6 6 a, 7 A nto lo g ía p a ra lectores urbanos! cfr, B e rto lt B re c h t, G esam m elte W erke in
acb t BÜnden, v o l. 4, F ra n kfu rt/.M , 1967, p p . 271-273 (« Ic h b in e in D re c k *) - | 6 7 , 3 de la
h isto ria ] se a ñ a d ió lu e g o e n tre las lín e a s - J 6 7 a, 5 naipe.-] J u le s R e n a rd , J o u rn a l in é d it
18 8 7 -1 8 9 5 , P a rís , 1925, p. 11 J 6 8 , 3 c a rta a S ainte-B euve del 15 de enero de ?8(5ó] cfr.
B a u d e la ire , C orrespondance II, toe. c it., p, 584 - J 68 , 4 p ro je ts A B a u d e la ire , (Euvres com
pletes, v o l, 1, loe. c it., éd . P ic h o is , p. 106 (."Le v ln des c h iffo n n ie rs » )- J 7 0 , 4 (2 .a lín e a desde
a rrib a ) M ouq uet a trib u y e I cfr. B a u d e la ire , V en re tronvés Q u ve n tiia - son neis), M anoél.
In tro d u e tlo n e t n o te s p a r J u le s M o u q u e t, P a rís, 1929, p p . 57- 59 - J 70 , 5 engaño,-] Baude-
la ire , (E uvres completes, v o l. 1: le s fle u rs d u m al, Les Epaves, N ocice, n ó te s e ! c tlaircis.se-
m e n ts d e Ja cq ues C ré p e t, P a ris, 2i 930, p, 44 9 - J 7 0 a, 6 verdor-) B a u d e la ire . (E u vre s com
pletes, v o l. 1, loe. c it,, é d . P ic h o i.s, p. 18 (- B o hé m íens e n v o y a g e * )- J 7 1 , 6 faoisM loe, c it,,
p . 3 2 (-D e p ro fu n d is c la m a vi- ) - J 71 a, 1 más olió .-1 c fr. J 4 3 a, 3 - J 7 1 a, 2 revivir») B a u d e
la ire , (E uvres completes, v o l. 1. loe c it., ed . P ic h o is , p . 9 1 (-Les p e tite s v íe ille s * ) - J 7 1 a, 3
nombre•] loe c it., p. 9 0 (-Les p e tite s v ic illc s - ) - J 7 1 a. 5 (6 .a lín e a d esd e a b a jo ) curioso) loe.
c it. p . 9 9 (-Je n ’a i pas o u b líé O - J 7 2 2 B elleza -| loe. c it.. p . 93 (-Le s q u e le tte In h o u rc tir- )
- J 7 2 , 4 m encionad a] c fr. B a u d e la ire , C orrespondance n , loe. c it., p. 5 8 5 —J 7 2 . 6 b atmós
fera] B a u d e la ire , (E uvres completes, v o l. 1, loe. c it., éd- P ic h o is , p . 9 4 (-Le c ré p u s c u le d u
so ir*) - J 7 2 a, 3 g ra n cosa A G o e th e , G edenkattsgabe. toe. c it., v o l. 3: Upen, W est-ósllicbet
D ita n . Tbeaterjtedicble. Z ú ric h , 51866. p. 3 9 3 (•W fesc-O stlicher D iván-, -Anklang-); e l s u b ra
ya d o p ro c e d e d e B e n ja m ín q u e c ita la e s tro fa c o n b a s ta n te s e rra ta s , —J 7 3 a. i B okrow sM
c fr. lis ta d e fu e n te s n ." 6 8 2 y d 12, 2 - J 7 4 , 4 fcrtoíezasj c fr. B a u d e la ire . (E uvres completes,
v o l. 1. loe. c it, é d . P ic h o is , p . 192 (- P ru jets d ’u n e p ilo g u e p o u r l'é d itio n d e 1861*): -Tes
m a g iq u e s p avé s dressés e n fo rteresse s*. - J 7 4 a . 1 So/.-i loe. c it., p . 1 0 5 1 — J 7 5 . 2 juerto*]
toe c it., p. 122 (-Le re n ie m e n t d e s a in t P ie rre - ) - J 7 6 . 1 e n c a n ta d o ! G o e th e . G ed cnkaus-
g ab e. v o l 3, loe. c it. p. 299 - J 7 6 . 2 nuevoA A u g u s te B la n q u i. U E te rn ité p a r les astres. P a ris.
1872, p. 7 4 - J 7 6 . 3 mOTto-l ih id — J 7 6 . 4 crecido 4 B a u d e la ire , (E n tre s com pletes, v o l. 1,
loe c it . éd . P ic h o is , p 8 7 (-Les s e p t v ie illa rd s * ) - J 7 6 , 6 estrellas A É m ile V e rh a e re n . Les
tille s te n ta c u la ire s, P a ris , 190'), p. 1 19 (-L'ám e d e ¡a v i lie » ) —J 7 7 , 1 (ú ilim a lin e a ) m in era K
- J 7 9 . 1 Bezold] c fr l- rie d ric h v o n B e z o ld . D as Fo rtle b e n d e r a n tik e n G ó tte r im m itte la l-
te riic h e n H um anism os, B o n n , L e ip z ig , 1922 - J 7 9 , 5 Iraba/osj B a u d e la ire , (E uvres cum p lir
les, é d . P ic h o is , v o l. 1 loe c it.. p . 104 (-Le c ré p u s c u le d u m a tin » ) - J 7 9 a. 5 o lirones) N a d a r
e n to m o a B a u d e la ire ; cfr. <75 1, p . 5 8 3 (n o ta 3 5 ) - J 8 0 a, 2 a c id ia A c fr. a h o ra GS 2, p .
3 3 2 - J 8 1 , 6 los bom m es d 'a ffa ire s in B au d ela ires -C répuscule d u M a tin •] e rra ta p o r las
gens d 'a ffa ire in B aud elaires -C répuscule d u S o ir- - J 8 4 . 1 c ru za d a A c fr. a h o ra GS 2, p.
3 0 3 - J 8 4 a, 2 fo rm u la c io n e s de fírecb t] cfr. B re c h t, G esam m clte U 'ente in acbt B lin d e n
loe c it., v o l. 8, p p . 408 4 1 0 (- D ie S c h o n h e it in d e n G e d ic h le n d es B a u d e la ire * ) - J 8 4 a,
y i ta m b ié n s eg ú n fo rm u la c io n e s d e B re e h t; cfr. loe c it., p . 4 1 0 y 4 0 8 - J 8 5 , 1 dandis) cfr.
B a u d e la ire , (E uvres completes, v o l. 2, loe c it., é<L P ic h o is , p 7 0 9 - J 8 6 . 2 tocón.*] Jo sep h
D e M a is ire . (E uvres com pióles. N o u v e lle é d ilio n , C o n te n a n ts e s (E uvres postbum es e t to iite
sa C orrespondance in é d ite , v o l 5, L y o n , 1884, p p . 102 ss. - J 8 6 a. 1 azulA H u g o , (Euvres
completes. Poósie 6, loe. c it., p . 146 - J 8 6 a, 2 p ad ezco! G o e th e , To rq ua to Tasso, a c to V ,
escen a 5 ( w . 3 4 3 2 ss.) - J 8 7 a , 5 de negocios *] B a u d e la ire , (E uvres completes, v o l. 1, loe,
c it., éd. P ic h o is , p, 94 («Le C ré p u s c u le d u s o ir- )- J 8 9 a, 3 P ro ust, D u cóté de ebez Sw ann]
n o se ha id e n tific a d o la e d ic ió n u tiliz a d a p o r B e n ja m ín ; e l te x to y la p a g in a c ió n s o n id é n
tica s a lo s d e 1939, con lo s q u e se c o te jó esta c ita . - .1 9 0 , 3 ocioso] B e n ja m ín e s c rib ió d es
p ué s especulador, s in ta c h a r peloso, - J 9 0 a, 3 P ro ust, A l ’o m bre des je u n e s filie s en fle u rs
16 n o se ha id e n tific a d o la e d ic ió n u tiliz a d a p o r B e n ja m ín ; e l te x to y la p a g in a c ió n so n id é n
tica s a lo s d e 1932, con lo s q u e se c o te jó esta c ita J 9 0 a , 4 L a P riso n n ié re ll\ B e n ja m ín
in d ic a e rró n e a m e n te c o m o fu e n te A lb e rtin e d isp o n te II.
K 1, le m a s Ponson du T e rrn il: Les dretm es de P a ris I, í f B e n ja m ín c ita p o r R ég ls M essac, Le
•Detective N ovel- et l in flu e n c e de la pensée scienñfiq ue. P a rís , 1929, p . 4 2 0 - K 1 a, 7 sub
consciente S ig frie d G ie d io n , B auen in F ra n kre ic b . Bisen. E isenbeton, L e ip z ig , B e d ín , s. f.
11928], p . 3 - K 4, 3 catástrofes».] n o se h a c o n s e rva d o la c a rta de A dorno a B enjam ín con
fe c h a 5.6.1935; s in e m b a rg o , cfr, A d o rn o , G esam m elte S c h rifte n , v o l. 4: M ín im a M o ra lia .
R eflexionen aus dem beschádigten Lebtm, F ra n kfu rt/.W , K. T ie d e m a n n e d ., 1980, p. 55, así
c o m o v o l. 3: M a x H o rk h e im e r y T h W A d o rn o , D ia le k tik d e r A a fk lá ru n g . Pbilosopbiscbe
Fragm ente, F ra n k fitrt/ M , R, T ie d e m a n n ed., ¡981, p , 309.
L 1, 1 (p rim e ra lín e a ) Panoram a] se re fie re a l d io ra m a d e B e rlín , o b ra d e G ro p iu s . - L 1, 1
(10." lín e a d esde a n ib a ) novela de Ih tlu v A cfr. E d w a rd G c o rg e B u lw e r- L y tto n , The Las! D ays
o f P om fieii, p rim e ra e d ic ió n d e 1835 - 1.4 , 2 c ita de G erstáckeñ cfr. I 4 a, 1 y R 2, 2
M 1, le m a s escrito-] H u g o v o n H o fm a n n s th a l, G edicbte m ie l lyriscb e D ram en, s. 1., 1952
(G esam m elte W erke in E inzelaiisg eib cn, llc r b e r l S le in e r e d .), p. 2 2 0 ( -Der T o r u n d d e r To dO
M 1, 4 (4 .a lín e a d esd e a rrib a ) sa n tu a rta A B e n ja m ín e s c rib ió ¡ x jr e rro r sa n tu a rio s y tem
p lo s — H l a . 1 (ú ltim a lin e a ) p tttstm d así d ic e c la ra m e n te e l m a n u s c rito , p e ro es p ro b a
b le q u e sea u n a e rra ta p o r taparse - M 3, l ha cer de necesidad rirtitd ] la cica n o a p a re c e
e n la fu e n te c ita d a p o r B e n ja m in - M í a I m ariposa.-] c fr. S c h ille r, S am l/icb e Werke. v o l
I . M u n ic h , G e rh a rd F ric k e y H e rb e rt G . G ó p fe r e d s *1965, p . 22 9 : -Zum ba a m i a lre d e d o r
la a b e ja s o líc ita c o n in d e c is a s a la s I Se m e c e la m a rip o s a s o b re e l tré b o l e n c a m a d o * S o b re
M 4 a, 1 c fr. ta m b ié n B e n ja m ín , L'ber Hascbiscb, loe c it., p. 68. - M 4 a, 2 ¿Brodbag^ lo s
v o lú m e n e s 11-15 d e lo s AusgetctlbUe S c b rifte ri d e H o ffn ia n n a p a re c ie ro n e n 1839 e n la e d i
to ria l Fr. B ro d h a g d e S tu tlg a n ; la c ita q u e s ig u e - p ro c e d e n te d e J u liu s E d u a rd H itz ig - se
e n c u e n tra a llí e n e l v o l 15, p p . 32-34. M 6, 7 1851] re cle 1857; c fr. M 7 , 9 — M 1 2 . 5 la
re fe re n c ia q u e d a e l m a n u s c rito d e B e n ja m in n o es c o rre c ta . M 13 a 1 A com bien V a m o u r
re tie n l a iix lie illa rd á es e l Iilu to d e b segunda p a rte d e -Splendettrs et m isé tes d es courtisanes-:
p a ra e l p a sa je c ita d o , c fr. la e d ic ió n d e C o n a rd d e la s (E uvres com pletes, v o l 15, P a rís , 1913,
p p . 3 1 0 ss.; la tra d u c c ió n b e n ja m in ia n a d e esta c ita e n G S 1, p. 544. - M 1 3 a, 3 lág rim as.-]
c fr B a u d e la ire , (E uvres completes, v o l. 2, loe c it. é d júre s'stib hlj
P ic h o is , p . 1 4 9 - M 14 , 1
loe. c it., p p . 6 8 9 ss» - M 14, 3 ¿perfecto?-] toe. c it., v o l
1 . p . 6 6 3 - M 14 a, 1 vxiaA lo e . c it.,
v o l. 2. p p . 691 ss. - M 19. 3 p rinc ip ie* s| H o lT m a n n e s c rib e p rim ic ia s, c fr. H o ífm a n n , A us-
getvábU e S c h riften, v o l. 14: ljebcn u n d N a c h la fi Von J u liu s E d u a rd H itz ig , 2, S tu ttg a rt,
'1 8 3 9 , p- 20 5 . - M 21 1 P ro u st A t'o m b re des p u n e s filie s en Jle u rs líñ n o se ha id e n tifi
c ad o la e d ic ió n u tiliz a d a p o r B e n ja m in ; e l te x to y la p a g in a c ió n so n id é n tic a s a lo s d e 1939,
c o n lo s q u e se c o te jó esta c ita .
N 1, 6 tra b a jo sobre e l d ra m a b a iro c i% la o b ra d e Ik - n ja m in E l orig en ele! d ra m a b a tra co
alem án, a h o ra e n <751, p p . 203- 4 3 0 Itra d u c d ó n e s p a ñ o la d e José M u ñ o z M illa n e s e n T a u -
ru s , M a d rid , 1990]. - N I , 9 respecto d e A rag ori] c fr L o u is A ra g ó n , le p aysan de P a ris, P a rís,
1926 - N 1 a, 2 lib ro sobre e l U arroco I e l lib ro d e B e n ja m ín E l orig en d el d ra m a b arroco
ale m á n , loe. c it. - N 2 a, 4 (p rim e ra lín e a ) concepto d e iv re la d cfr. G e o rg S im m e l, G o e th e ,
L e ip z ig . 1913, e s p e c ia lm e n te p p . 56-61; c fr. ta m b ié n GS 1, p p . 9 5 3 ss. - N 3 a, 1 escapár
senos-] este p a sa je n o a p a re c e en e l e p ig ra m a («S in n g c d lc h t») d e K e lle r, - N 4 a, 1 Teorías
de la p lu sva lía , 1) el p a sa je se e n c u e n tra en la In tro d u c c ió n a la c rític a de la econom ía p o lí
tic a , d e 1857; cfr. M a rx /E n g e ls , M liW , v o l. 13, B e rlín , ’196*í, p p . 64(1 ss. - IN 4 a, 4 s irv ie n
tes.-] M a rx /E n g e ls , M EW , v o l. 19, B e rlín , 1962, p . 223. B e n ja m ín e s c rib ió s ig n ific a tiv a m e n te
y d iab ólicos señores en lu g a r d e de d iab ólicos señores. — IN 5 a, 4 entero A loe , c it., v o l. 2,
B e rlín , 1957, p. 135 - N 9, 7 pasado] cfr, GS 2. p, 578 N 13, 3 veniderosA H o ld e rlin , Sámüícbe
W erke. GroJSe S tu ttg a rte r Ausgabe, v o l. 6, l, J m ita d : lirie fe , S tu ttg a rt, 1954, A d o lf B e c k ed.,
p, 92 (a l h e rm a n o , s e p tie m b re d e 1793) - N 15 a. 2 eterno .A V íc to r H u g o , ("Euvres com
pletes. P o é s ie 12; -L’a n n é e te rrib le - , P a rís, 1880, p, 268 - N 16, 3 com ponente vu lg a r .. C it.
Korscb. K a ri M a rx , II, m anuscrito, p. 221 B e n ja m in le y ó e l lib ro d e K a rt K o rs c h so b re M a rx
c u a n d o to d a v ía e ra u n m a n u s c rito . S us n u m e ro s a s c ita s d e é l s ig u e n la re d a c c ió n d e l
m a n u s c rito . E n e l a p a ra to se in d ic a rá n la s p á g in a s corresp < > n d ien ies d e la p rim e ra e d ic ió n
a le m a n a : K a rl K o rs th , K a ri M a rx , Im A u ftra g tle s In te m a tia n a le n In s titu ís f ü r S o z ia l-
gescbicbte, F ra n k fu rt/M , G ó tz L a n g ka u ed., V ie n a . 1967 (P o litls c h e T e x te ); la c ita e n N 16,
3 c o rre s p o n d e a llí a la p. 74, - N 16, 4 n a tu ra ta )A cfr, loe. c it., p p. 128 ss. IN 16, 5 í 'evo
lu c ió n p ro le ta ria A cis. loe. cit., p, 1 6 0 - N 16 a, 1 d escubrim iento te ó ric o .] cír. loe, cit., p. 139
¡V 16 a 2 e c o n o m ía ] c fr. loe. c it., p . 2 7 7 — N l t i a, 3 de la d o A c fr. loe. c it., p . 133 -
N 17 a c c ió n A c fr. loe. c it., p p 199-202 - N 1 7 a. teo ló g ic a ■ 1 c fr. lo e c it.. p p . 145 ss. -
N 1 8 , l E dad M edia A c fr. loe. c it., p . 54 — f í 1 8 , 2 leyes d e d e sa rro llo .-\ c fr. loe. c it.. p p ,
48- 51, >52.
S 1. le m a s fa rs a ] G o e th e , Fa usl 11, a c to 2 ." L a b o ra io riu m <vv. 6 8 3 8 ss.) - S 1, 6 H eideggei]
cfr. M a rtin H e td e g g e r, S ein u n d Z e it. Erste H ctlfte, I ta lle , 1927 - S 2, 3 E l tio vic id l n o es un
p e rs o n a je d e n o v e la , s in o e l títu lo d e u n p ro y e c to p a ra u n a o b ra d e te a tro ; c fr. a h o ra H o f-
m annsth al D ram cn III, F ra n k fu rt/M , 1957 (G esam m elte W erke in liin ze la u sg a h e n , H e rb e rt
S te in e r e d .), p p. 4 91- 493- S 2, 4 de lo desfasado .] cfr. T h e o d o r W ie s e n g n m d - A d o m o , *Ara-
b e s ke n z u r O p erette- , en : D ie Ram pe B láU erd es D eutseben Scbanspielbauses, H a m b u rg o .
1931 1932. 5: ‘La e te rn id a d n e g a tiv a d e Id o p e re ta es s ie m p re la d e lo d esfasa d o .- — S 2 a.
1 a rq u ite c to A n to n io G a n d í — S 5, 2 c fr. ta m b ié n S 5. 5; a m lia s c ita s se p o d ría n h a b e r
to m a d o e n é p o c as d is tin ta s , - S 5 a, 3 -m alas m ad res] E l c u a d ro d e G io v a n n i S e g a n tín i,
•Las m a la s m adres- (-KI c a stig o d e la s m a la s m a d re s, o la s in fa n tic id a s - ) se e n c u e n tra en e l
m u seo d e h is to ria d e l a rte d e V ie n a ; h a y u n a - versió n n o c turn a- , e n p a s te l s o b re c a rtó n , d e
1897, e n e l m u s e o d e a rte d e Z ú ric h , - S 6, 1 e l arte ] c fr. V a lé ry , ( Euvres , v o l. 2, toe. cit,,
éd . H y tlc r, p. 1.32 3 - S 6 a , 3 accesorios,«1 cfr. B a u d e la ire , CEiwres completes, v o l, 2, loe. c it.,
éd. P ic h o is , p. 8 0 - S 7 a, A -M alas- m adres » de .Segantíni] cfr. n o ta a S 5 a, 3 - S 7 a, 4 D ia
rio de u n a p erd id a] e s c rito a n ó n im o d e u n a p ro s titu ta , p rim e ra e d ic ió n p o r M a rg a rc te
B o h in c , B e rlin , 1905. - S 7 a, 4 observación de CapuÁ la a lu s ió n n o está c la ra . <|uizá sea
a l e s c rito r fra n c é s A lfre d C a p u s (1858- 192 2 ). - S 9 a. 1 p ensam ientos ■) N ie tzs c h e , W erke in
d re i U anden v o l. 2, loe. c it. K S c h le c h ta e d .. p 5 4 0 - S 9 a. 5 M arg arete B óbm d cfr. n o ta
a S 7 a, t. es la e d ito ra d e l D ia rio de u n a p erd id a - - S 9 a . 6 fila u fta d e l c o m o -si títu lo d e
la o b ra d e H a n s V a ih in g e r p u b lic a d a e n 1911.
IJ 11 a, 1 e l lib ro a p a re c ió e n P a rís . IH 20, - U 1 5 a . 3 la fu e n te in d ic a d a p o r B e n ja m in e n
e l m a n u s c rito n o es c o rre c ta .
V 2, V 2 a B e n ja m in da e rró n e a m e n te c o m o fu e n te "D ie G e s e lls c lia ft> - V 9 a, 1m oderno.]
(Euvres completes, v o l. 2, loe. c it., éd . P ic h o is , p p . 183 ss.
cfr, B a u d e la ire ,
W 2 a. 3 rím ela] c fr. E tie n n e C a b e t. le in ya g e en ¡carie, P a rís , 18.39 - ¥ 7 . 4 m i -P o lític a ]
n o está c la ro s i B e n ja m in se re fie re a q u í d e u n m o d o g e n e ra l a las c o n c e p c io n e s p o lític a s
q u e fu n d a m e n ta n su p e n s a m ie n to , o si se re fie re c o n c re ta m e n te a i te x to s o b re P o lític a que
p ro y e c tó e n to m o a 1 919/1920, y d e l q u e la -segunda- c rític a d e L e s a b é n d io - p e id id a -
h a b ía tic s e r la p rim e ra p a rte (c fr. G S 2. p . 1423)■ - W 7 a , 1 la fu e n te in d ic a d a p o r B e n ja
m in e n e l m a n u s c rito n o es c o rre c ta , — W 15 a, 1 la h is to ria A c fr. la re fe re n c ia c o m p le ta
e n la n o ta a J 6 4 , 2.
X 1, 3 El artículo -Sozialtstische Ideen u n d Lehren» en d ic h o diccionario de econom ía está
firm a d o p o r C a ri G rü n b c rg y H e m y k G ro ssm a n n ; s in e m b a rg o , la se c c ió n II. 7, d e d o n d e
c ita B e n ja m in , es ú n ic a m e n te d e G ro s sm a n n ; esta s e c c ió n a p a re c ió ta m b ié n c o m o lib ro
b a jo e l titu lo F ü n fz ig J a h re K a m p f u m den M arxism us. 18 83-1 932 , Jena, 1932. - X 3 1 p ro -
Ixiblem enté. la s u p o s ic ió n d e B e n ja m ín e s c o rre c ta , la c ita - to m ad a d e l e d ito ria l d e la
G aceta de C olonia, n .0 179- se e n c u e n tra e n : A u s dem lite ra rísc h e n N a c h la ji von K a rl
M arx, F rie d ric h Engels u n d F e rd in a n d ¡assatle. F ra n z M e h rin g ed ., v o l. 1: G esam m elte
S cbríften von K a rl M a rx u n d F rie d ric h Engels. Von M d rz 1841 bis M d rz 1844, S tu ttg a rt,
1902, p. 259 - tra b a ja d o ra s)] ya F is c h e r rita e rró n e a m e n te , en lu g a r d e trab ajad ores, s in
dicatos, fa llc j q u t; pasa a B e n ja m ín . - X 5 a. 2 lo que son A cfr. S c h ille r, S üm tliche Werke,
v o l. 1, loe. c it., C . F ric k e y H . G . G ó p fe rt ecLs., p . 303: "H a y ta m b ié n u n a n o b le z a e n e l
m u n d o m o ra l; las n a tu ra le z a s v u lg a re s I p ag an c o n lo q u e h a c e n , las Ix ’lla s c o n lo q u e
son.- - X 7, 2 c a p ita l] c fr. K a rl K o rs c h . K a rl M arx, loe c it., G . L a n g k a u e d ., p . 9 3 - X 7 a,
2 "p lu sva lía 1 c fr. toe. c it , p. 8 9 - X 7 a , 3 Korscb .. cita] c fr. loe c it, p p . 9 3 ss. - {E l ca p i
ta l. /...)] e rró n e a m e n te c ita d o p o r B e n ja m ín c o m o Teorías sobre la p lu sva lía , III, p . 177/178.
- CaUe de d ire c c ió n ú n ica ] c fr p ro b a b le m e n te G S 4 , p 146 - X 8 1-m ercancía fu e rz a de
tra b a ja ! c fr. K o rs c h . loe. c it., p . 9 8 - X 8 , 2 m ercancías m ism a s.! c fr. loe. c it., p p . 97 y 9 9
ss. - X 8 a, 1 ig u a ld a d ,! cfr, loe. c it., p p . 115 ss. - X 8 a, 2 relaciones de exp lotac ión ! cfr,
loe, c it., p p . 106 ss. — X 9 ig u a la d o r >] c fr. loe. c it., p p . 108-110 - d istin to s ■] cfr, loe. c it., p.
109 -- X 9 a, 1 so c ie d a d ’! c fr. toe. c it., p, 61 - X 9 a. 2 cosas! cfr, loe c it., p. 107 - X 10
m ercancía ! c fr. loe. c it., p p . 8 9 ss. — X 1 0 a con a q u é lla -| c fr. loe. c it., p p . 91 ss. - X 11
lu c h a de clases sociales ! cfr. loe. c it., p 112; lo s d o s s u b ra ya d o s so n d e B e n ja m ín - X I I
a. 1 d e sa rro llo h istó ric o ! c fr toe. c it.. p. 2 5 6 - X 11 a, 2 fu e rz a de trab a jo .-] ch. loe. c it.,
p. 2 6 0 - X 1 2 . I p ro d ucc ión ! c fr. loe c it.. p p 2 0 5 ss. — X 12 . 2 clase b urg uesa.! c fr. loe
c it., p . 204; c fr. ta m b ié n ib id . p 2 7 7 - X 1 2 . 3 in flu jo en M a rx .! c fr toe. c it., p . 84 - X 12
a, 1 d el tra b a jo -] c fr. loe. c it., p. 1Ó7 — X 12 a, 2 de cosas,! c fr, toe. c it . p p . 170 ss. — X 12
a, 3 cond iciones ».] c fr. loe. c it., p . 2 6 - X 13 a (7 a lin e a ) E d u a rd Fuchs, el coleccionista y
e l h isto ria d o r, II.ll c fr. a h o ra GS 2, p p . 476-478 - X 1 3 a (ú ltim a lín e a ) trab ajo*.] este p asaje
se m o d ific ó p a ra la e d ic ió n e n lib ro d e l «E n sayo s o b re W ag ncr*; cfr, a h o ra A d o rn o , Gesam
m elte S cb riften, v o l. 13: D ie m usikaliseb en M onognaphien, F ra n k fu it/ M , G rc te l A d o rn o y ít.
T ie d e m a n n ed s , J1977, p p . 79-81-
Y I a, 6 K asp ar H auser] c fr A n ic e t B o u rg e o is y D e n n e ry , G aspard Ita u se r. D ra m a e n 4
actos, P a rís , 183 8 - Y 9 a, I c a rtó n .! c fr. B a u d e la ire , (E u vre s com pletes, v o l. 1. loe. c it, éd .
P ic h o is , p . 585.
Z 2 a, 2 lejos.! c fr. loe. cit., v o l. 2, p . 7 2 0 - latín! c fr. loe cit, p . 721.
a 4 a, 3 (p rim e ra lín e a ) 1839C029(?% e l e je m p la r d e la Biblioteca N o cio nal está d a ñ a d o en
e s te lu g a r. - a 1 2 a, 2 presente,! B a lza c , (E u vre s completes, v o l, 8, loe, cit., P a rís, C o n a rd
e d ., 1913, p. 367 - a 17, 2 ca. 2 8 de ju n io de ¡8 4 8 1 e l a rtíc u lo a p a re c ió e l 29 de ju n io de
1 8 4 8 - a 17, 3 c a 2 8 de ju n io de ¡848 ] cfr. n ota a n te rio r. - a 2 0 a, 1 orrastror.! c fr. Baude-
la ire , (E uvres completes, é d . P ic h o is , v o l. 2, loe. cit., e d . P ic h o is . p 145
b 2 , 3 pasillos.! c fr. toe. cit., p . 46.
d 7, 1 titu lo de u n cap üuM recle: títu lo d e l te rc e r lib ro d e la p a rte 5. - d 1 5 , 4 realeza !
c fr. B a u d e la ire ,(E uvres com pletes, v o l. 2 , loe c it., éd . P ic h o is , p . 155 - byrom ano.! ib id —
d 15, 5 ctósico.-J loe. c it., p . 7 8 7 - t i 1 7 a, 3 jm ¡5feriosol*j V íc to r H u g o , (E n tre s completes, loe.
c it,, P o é sie 6: -Les c o n te m p la tio n s II. A u jo u rd 'h u i* 1843-1855. P a rís , 1882, p, 359
g 4, 2 en l /I este esp a c io v a c io a p a re c e ta m b ié n en e l v o lu m e n c ita d o ,
k 2 a, 5 B e n ja m ín p are c e n o h a b e rs e d ad o c u e n ta d e q u e e n esta c a ric a tu ra C o u rb c t no
está s o b re u n a c o lu m n a c u a lq u ie ra , s in o s o b re lo s re sto s d e la c o lu m n a d e la V en d ó m e,
q u e fu e d e rrib a d a d u ra n te la C o m u n a y p o r c u y a d e s tru c c ió n e l p in to r fu e p o s te rio rm e n te
ju zg a d o .
m 3 a, 5 E l n a rra d o ^ p a ra la c ita , c fr, a h o ra GS 2 p p . 4 4 7 , 13-20 y 44 8 , 16-23. - m 4, 1
(4 .a lín e a d e sd e a h a jo ) respondí^ q u iz á ta m b ié n p u e d a le e rs e responde. - n i 5, 3 //faros*!
c ita d o p o s ib le m e n te d e m e m o ria ; p a ra e l te x to o rig in a l c fr. J 87, 5.
n a d a d C h ris tia n D ie tric h G ra b b e , W erke u n d B rie fe . H isto rtsc b -krttisc h e G esam -
p 1, le m a
tausgabe, v o l. 1, D a rm s ta d t, A lfre d B e rg m a n n e d ., 1960, p p . 142 ss. - p 2, 2 ¿de c ¡u ié n ? -lla
m ada -lea bas-bleusA títu lo b a jo e l tju e a p a re c ie ro n las lito g ra fía s d e D a u m ie r e n IH-1-1 e n
e l •C h a riv a ri* . - p 2 a, 5 n o es c o rre c ta la re fe re n c ia b ib lio g rá fic a q u e da B e n ja m in e n e l
m a n u s c rito - p 5 a. I acompasadas -1 c fr. B a u d e la ire , (E u vre s completes, v o l. 2, toe c it., éd .
P ic h o is , p. 146
823-860 Primeras anotaciones
N otas
P a rís a lp in o ,
H is to ria v ita l y a rtís tic a de la to rre liijfe l.
Las m añan as en M o n tm a rtre .
M a n u a l de las buenas costum bres en la mesa
M onum entos inqfensit>os
H ay que distraer a los niños
B ió g rafo d e u n a c a lle (.calle Saint-Hortoré, o b ie n R jv o li)
F e ria a n u a l
Casas de m oda
Los puentes.
P ue rta s y ventanas.
A rq u ite c tu ra s de! a z a r. ( C arteles)
Pasajes.
H otel
Baile popular
La p la z a m ás p et/ueña ¿Le P a ris.
Ventanales de ig lesia
Los p arq ues desde e l de M onceau hasta e l de B uttes C b aum on i.
C a lle de los com erciantes de a ile (1 .0 0 0 m e tro s d e lie n z o p in ta d o )
E l d om ing o de la gente h u m ild e
Té en et B ois.
A m érica y A sia en P arís
C onsejos reconforta ntes p a ra la ín sita a los museos.
Pausa m a tu tin a de tas m o d istilla s. (T e m a d e u n c u e n to .)
(Rjiologlo del establecimiento)
N otable h is to ria d el d e sa rro llo de los pequeños restaurantes.
I C on S a in t-S im o n . Liselotte y o tro s espectros en Versa lie s.\
Todo tip o de ca trera s.
Fuente: Ts. 2.772
I, (H ace poco desapareció u n a p a rte d el vie jo París, e l pasaje de l'O pérn, que a n ta ñ o con
d uc ía desde ¡os bulevares a Ia a n tig u a ópera 1.a irru p c ió n d el b u le va r H aussm ann lo ha
dei>orado. Esto o rie n ta nuestro interés h a c ia los pasajes q ue a ú n quedan: los alegres y a n i
m ados d e l b a rrio de la ópera, que de cuand o en cu and o se rem ozan, y los estrechos, p o l
vo rientos y a m enudo vacíos de la s zonas m ás oscuras. U ts jxisa je s, a veces en su to ta lid a d ,
a veces sólo en ciertas partes, causan u n efecto com o de p asad o hecho esfxicio; alb erg an
negocios a n tic u a d o s. e in c lu so los de m á xim a a c tu a lú la d ad q u ie re n en estos espacios in te
rio re s u n aspecto a n tig u o .) D ado que la lu z p ro vie n e sólo d e l techo de c ris ta l, y todas las
escaleras, que conducen p o r los la te ra le s a las en trad as d e tas casas, d isc u rre n e n tre tie n
das y en m edio de ¡a oscurid ad , n o conseguim os hacem os u n a id ea p recisa de la ind a que
se d e sa rro lla en los espacios a tos que suben estas escaleras.
I a. La G u ia ilu s tra d a d e P a ris , u n com pleto cu a d ro de ¡a c iiu la d d e l Sena v de sus a lre d e
dores en e l a ñ o 1852, dice de los pasajes. Is ig u e a q u í la c ita d e p . 1044, 2-14]
2. E n las p uertas de entrad a ele los fxisqfes (lo m ism o se puede
d ec ir que son puertas de salid a, pues en estas extrañas fo rm a s que
m ezclan casa y calle, lodci p u e rta es entrad a y sa lid a a la vez), se
n in g u n a responsab ilid ad encuentran a los lados extraños carteles y le tre ro s , que resultan
fre n te a la nueva época: en hasta enigm áticos. A veces se repiten dentro, en tre las tiendas, p o r
e l fu tu ro va n o Puede v e n ir donde alg una que otra escalera de caracol sube hacia la oscuri
nada dad. N o es d ifíc il im a g in a r que A LB E K Tau 83 será u n peluquero.
y te m a ilk x s d e th c á tre serán cam isetas Je seda rosa y a z id celeste
¡¡a ra cantantes y tx tila rin a s , p ero esas letn is insistentes q uieren
d ecim os algo m ás V' cuando, agobiadas p o r t e que de verdad
venden y com pran, de p ie en m ed io de percheros sobrecargados,
acabam os p o r le e r fh iíiw o efe Belezo d el Profesor ASred 3iüerín en la
ú kim a revuelta de la escalera de caracol, no podem os m enas de
estrem ecernos ¿ Y la Fábrica de Corbatas en e l 2-, tend rán corbatas
que sim an p a ra estrang ular? P ero no, seguram ente que a llí a rrib a
coserán pacíficam ente Lo que pasa es que esta escalerilla tan
vie ja y gastada hace que tengam os m iedo. S in em b argo , ¿qué
p ued e se r esa Unión artística de Francia en el 3a?
(E n todos los pasajes, ta n to en los am plios y a n im a d o s del bu kttxtr
com o en los facías y angostos de la calle S aint-D enis, b a y su rtid o
de bastones y p arag uas; apretadas fila s Je pom os m ulticolores.)
3 . IA m enudo, estos espacios in te rio re s alb erg an com ercios
an ticua d as, y tam b ién los com ercios m ás actuales a d q u ieren
e n ellos c ie rto a ire i Je antig üed ad ! desoladd
E n los am p lio s y an im ad os pasajes de los bulevares, ta n to
com o en los vad os y angostos de la c a lle S a in t-D e n is, b ay
com o siem p re u n s u rtid o d e bastones y ¡la ra g u a s; ap retadas
fila s de pom os m ulticolores
(Son fre c u e n te s los in s titu to s de hig iene, d órale se ven g la d ia
dores con fa ja s , y h a y vendajes ceñidos alre d e d o r de blancos
vientre s de m a n iq u í ,1
IE n los escaparates de tas p e lu q u e ría s se ve a la s ú ltim a s m u je
res c on cabello la rg o , tie n e n m asas de peto p ro fu sa m e n te
Itedon. B au d e laire. que o n d u la d o ; p e trific a d o s recorrid a'! del cabello.* Y m ie n tra s que
h ic ie ro n u n m u n d o p ro n to éstos se p e trific a n , a rrib a las paredes san cum a q u e b ra d izo
d el cabello. -V e n d id o \> p a p e l m aché.
lf(tf/~ in ti/i/io .; es éste u n Q uebradizos son tam b ién los um brales de m osaico que, a ! estilo
d estituí aue sólo se a u n - de los viejos restaurantes deI P a la is R oyal, conducen a u n a
prende en estos espacios. -C ena de P a rís- de cinco fra n c o s, d and o a u n a p u e rta de cris-
Ij i m ism a cabeza de ta l tra s ¡a que re su lta in c re íb le que baya realm ente u n restau-
Salom é se c o n iie rte a q u í ra n te . La sig uiente p u e rta de c ris ta l prom ete u n P e tit C asino y
e n i » i com plem enta m ás d eja ve r u n a ta q u illa y tos p recios de la s localidad es, p ero s i la
bien u tu i cabeza que. ab riéram os y pasártnnos adela rite ¿no nos lle n a ría a la calle, en
indecisa, oscila fa n ta sm a l- tu g a r de a u n a sala de teatro?” ¿O a u n espacio oscuro com o
m ente e n tre la de A n n a a l q ue va n a d a r todas la s escaleras a tos lados de los portalesA
C vtlac v la de Salom é. I
" ÍPaes la H uerta tie n e e n e l c e n tro u n esfx-io. y Puesta a u e todas la s paredes están c u b ie r
tas de espejos, n o h a v m od o de s a lir d e esta dud osa c la rid a d , o de p e n e tra r en ella. P a ris
es la c iu d a d de tos t•slieias...I
4. IUn los pasajes son posibles colores m ás (atrevid o^ falso s, no es e xtra ñ o que ha ya p eines
ro jo s y verdes, a n a d ie le e x tra ñ a . La m ad ra stra de B km can ie ves te n ia Peines así. Y cuand o
e l /te in e no h iz o lo au e debía, tu vo aue ha cerlo u n a m a n z a iu j ro jive rd e .
Las agencias de b illetes disponen de to ilo tip o de localid ad es tx iru teatros aue Ixiste zan tx tr
fu e ios. C on todo, no Pasarem os P o r a lto aq u í. p a ra ten e r p o r vecnui a m u i c ria tu ra m asu-
lla d a l?l. au e [inte rru m p id o !
E n u n a ag encia así na ció i’l b ille te
Los •souvenirs- y -bibelots»pueden lle n a r a ser p a rtic u la rm e n te espantosos, yace a ! acecho ¡a
o d a lisca ju n to a l tin te ro , las ad orad oras a lz a n ceniceros com o p la tillo s de ofrend a.
P o r d ix ju ie r tie n e n las m edias su p ap el de actrices im ita d a s , sea que se en cuen tren en fo to
g ra fías, en u n sa n a to rio de m uñecos, o en la m esa de u n a tab erna, vig ila d a s p o r u n a chica,
lin a lib re ría re úne en estantes vecinos tíos m ás tentad ores m anuales sobre el a rte de a m a ri.
in tro d u c c io n e s a tic io s wv desusados, descripciones de ra ra s pasiones y vicios, recuerdos de
u n a niñera para todo con estam p itus lito g ra fia d a s en colores sob tv las que A rle q u ín se casa
con su h ija , N apoleón cabalga en M a rengo y , ju n ta a tod o género de a rtille ría , unos ra n
cios ingleses a v a n za n ¡x rr ¡a a m p lia vía d el in fie rn o e l c a m in o olvid ad o deI E va ng elio .1
E n los pasajes se conservan diseños de botones de cu e llo de los que n o conocem os va sus
correspond ientes cuellos o cam isas
H a y u n a za p a te ría m angos de p arag uas lin te rru m p id o )
5 A la e n tra d a de u n o de los pasajes m ás pobres p u d im o s le e r O licino de colocación para e l
personal de los dos sexos, *fu n d a d o en 1859.
* ese persona! debe de v iv ir aq uí, dado que existe u n a o fic in a de colocación p a ra é l [nota
a l m a rg e n)
A llí hab ía, ju n to a los -a rtíc u lo s de P arís-, las -especialidades p a ra los fo ra ste ro s-. Seguim os
e l c o rre d o r estrecho y oscuro ha sta descubrir, e n tre u n a lib re ría de sald o donde los lib ro s se
am o n to n a b a n p olvorientos en paqueles bien atados, y u n a tie n d a rep leta de botones (de
n á c a r y otro s que en P arís lla m a n -de fa n ta s ía -), u n a especie de c u a rto de estar. Sobre u n
tapete de colores desvaidos, lle n o de cuad ros y bustos, b rilla b a u n a lá m jx tra de gas. A l lad o
le ía u n a a n c ia n a , Parece com o s i estuvie ra sola desde hace años.
(/u n to a u n a tie n d a de fila te lia con sellos sudam ericanos d e c o lib rí sobre papel m anchado
de hum edad, dam os con u n a o fic in a con colgad uras negras en la que se com pra oro y
p la ta I A llí q uieren d en tad u ras de oro, de cera o ro ta s .'
' Y no leiuti de a llí debió estar esa k tcl. < ti la que en las [xjstriiiH ria s del Bivderm eier el doctor
M i/aero crv<:>sa O hinpia. ñ ie s ellas son ks¡ ivrdadem s badas de etínspasaies. m ásaser/uibles r
tifu tu iv is K ¡pie he a n ta ñ i >munduümenU•famosos muñecos fxirisiiK js. de ta n ta lio naturaL que
u im lx in sobre un Pedestal sonoro sujetando u n cesto entre ten bntzus desde el t/ue un a o ti-tila
sacalxi su tím idam ente la cabeza m ientras se oía un acorde en tono m enor Ino ta a l m argen)
P e ro a llí a l la d o , e n la s u b id a d e la e s c a le ra , u n p e q u e ñ o p a ra g u a s ro jo d e h o ja la ta hace
d e re c la m o d e u n a Fóbrico de varillas de paraguas.
Fuente. Ts. 2.761-2.767
Puente
Ñ olas
86 5 - 8 7 6 P asajes de P a r ís II
Fuentes
Fuentes
V ariantes
C itas
8 7 9 , 20 ed ificios] cfr, C h a rles- F ra n fo is V ie l, D e l ’im p uissance des m atb érnatiq ues p o u r assu-
re rla s o lid ité des bñtim ents, et recherches s u r la c o n stru c tio n des p on ts [Sobre la Incap a ci
dad de las m atem áticas p a ra g a ra n tiz a r la e stab ilid a d de los ed ificios, e investig aciones
só b re la co nstrucción de los p ue nte A, P a ris , 1805 - 8 7 9 , 31 an d a m ios y g rúas* .I A lfre d GtH-
th o ld M e ye r, Eisenb auten. íb re Gescbicbte u n d Á stb etik 1C onstrucciones en h ie rro . Su h is
to ria y su estética], lís s lin g c n , 1907, p, 93.
Í N D I C E G E N E R A L
R esúm enes
Paris, capital del siglo XIX .................... ................................................— 37
París, capítol del siglo n x ......................................................... ................... 50
A p u n te s y m ateriales ................................................................................ 65
A: Pasajes, almoceras de novedades, dependientes.....................-.......... 69
B :M o d a ....................................................................................................... 91
C: Parts arcaico, catacumbas, demoliciones, ocaso de Paris...................... 109
D: Ei tedio, eterno r e to m o .............. .....................................................127
E: Haussmannización, lucha debarricadas ................................................ 147
F: Construcción en hierro........................................................................... 173
G: Exposiciones, publicidad, Grandville .................................................. 191
H: El coleccionista...................................................................................... 221
I: El inleiíoi, la huella ............................................................................. 231
J: Baudelaire................................................................................................ 247
K: Ciudad y arquitectura oníricas, ensoñaciones utópicas, nihilismo
antropológico, Jung ............................................................................... 393
L: Arquitectura onírica, museo, termas .................................................... 411
M: El fláncur................................................................................................ 421
N: Teoría del conocimiento, teoría del progreso ............. ....................... 459
O : Prostitución, juego .................................................................... ............ 491
P: Las calles de París . .................................................................... ............ 515
Q: Panorama ............................................................................................... 541
R: Espejos . ..................................................... ............ . ................. ............ 551
S: Pintura¡Jugmdstil, n ovedad................................... ................................ 557
T: Sistemas de ilu m inación ........................................................................ 577
U: Saint-Simon, ferrocarriles.......................................................................... 587
V: Conspiraciones, camaradería ............................................................... 617
W; Fouricr..................................................................................... ............ 633
X: Marx ............................................................................. . .......... 663
Y: La fotografía........................................................................................... 683
7,\131 muñeco, el autómata ........................................................................ 701
a: Movimiento social ................................................................... .. 707
b: D aum ícr................................... .............................................................. 747
ti: Historia de la literatura, H u g o ....................................... ....................... 751
g: La Bolsa, Historia económica ............................................................... 781
i: Técnica de la reproducción, litografía.................... ................................ 787
k; La Comuna ............................................................................................ 789
1; El Sená, el PáHs tiiás amigiid , , i ......................................................... 795
m í Ociosidad , , . i ........................................ ....................................... ... 799
p: Materialismo antropológico, Historia delas sectas................................ 807
r: La Escuelo Politécnica ............................................................................. 817
Proyectos iniciales
Pasajes ........................................................................................................... 863
Pasájés de Paris II , . ; .........¡ . , ............................................ ................... 865
El anillo de Saturno, ó iobre la construcción en hierro .......................... 877