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RESPIRACIÓN
La respiración
La propiedad contráctil básica del tejido también hace que la ventilación sea
posible. La peristalsis pulsante viene ayudada por la acción del diafragma
torácico. La interacción entre la pared corporal externa y el diafragma
respiratorio origina la presión que mantiene la motilidad y sostiene la forma
humana. Para controlar cualquier acción es necesario regular tanto la ventilación
como el diafragma. Para llegar a estar tranquilo o silencioso, los músculos
esqueléticos externos deben inhibir tanto la pulsación como la ventilación.
Internamente, el diafragma y la pared torácica pueden ser utilizados para inhibir
la ventilación.
La respiración consta de aspiración, entrada, creación de un espacio, retención
para la asimilación e intercambio y posterior propulsión hacia afuera. Ello implica
aumentar y disminuir la presión torácica. Tomar aliento es similar a aspirar, sin
embargo, la exhalación no es tan pasiva como uno podría imaginar. Para expulsar
es necesario emplear los músculos del abdomen y la caja torácica. El diafragma
asciende, el tórax se estrecha, los pulmones se comprimen y el aire es expulsada.
La figura muestra la escursión de los músculos torácicos de la respiración además
de los polos craneal y pélvico. Implica a la pared corporal completa. La ventilación
comprende la inhalación y la exhalación; se trata de un funcionamiento tipo
fuelle.
Anatomía de la respiración
Inspirar
Alcanzar una cima - Pausa
Exhalar
Alcanzar un plano - Pausa
Los diafragmas
La respiración es una forma de ampliación y contracción: un
alargamiento e hinchazón del tronco y el tórax seguido de un acortamiento o
engrosamiento de estos compartimentos. Varios diafragmas ayudan en este
proceso mediante un aumento del flujo de su presión y concentración. En la bolsa
de la cabeza, la estratificación craneal, la duramadre y el hueso sirven como
primer diafragma. Este se extiende, vía el agujero occipital, por todo el recorrido
hasta el sacro, a través de la cubierta espinal. La pulsación craneal tiene su propio
ritmo de 14 latidos por minuto fijados por los ventrículos y los líquidos
cefalorraquídeos. La gruesa cubierta de la duramadre cerebral, junto con la
hinchazón del tallo cerebral, la vaina protectora de la médula espinal y los
músculos occipitales del agujero occipital, conforman el segundo diafragma que
regula la presión interna de la cabeza. La lengua y el paladar esfenoetmoidal
forman la base o suelo del cerebro, además del techo de la boca, y actúan como
tercer diafragma junto a los músculos de la nasofaringe, la glotis, el hioides, los
huesos esternohioideos y omohioideos y los músculos de la clavícula. Este
diafragma regula el flujo de presión dentro de la bolsa traqueal y, al controlar la
presión desde los pulmones, ayuda a la postura erguida. A este nivel existen
nervios craneales, hormonas y vasos importantes.
El diafragma torácico consta de la pared del pecho o caja torácica, los músculos
intercostales externos e internos, los músculos intratorácicos y las dos cúpulas del
diafragma. En este espacio están metidos los pulmones y el corazón como lo están
los pasadizos o tubos del esófago, aorta, nervio vago y vena cava. Este cuarto
diafragma separa al tórax del abdomen. El diafragma abdomino-pélvico está
compuesto del techo del diafragma, la columna lumbar, los ligamentos, el psoas, el
ilíaco y el suelo de la pelvis. Es una especie de hamaca formada por el hueso
pélvico, el sacro y los músculos acompañantes. Dentro de este segmento aparecen
los órganos de la digestión, la excreción y la sexualidad. Este quinto diafragma
sirva para oponerse a la fuerza hacia abajo de la presión intraabdominal que se
crea con la inhalación.