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SIGLO XIX: EL ROMANTICISMO

Contexto histórico.

El siglo XIX es un período histórico muy convulso y agitado en el que se sientan las bases para el mundo
contemporáneo (aparición de la economía capitalista industrial, los sistemas democráticos, la defensa de los derechos
humanos y las libertades individuales, etc.).

El siglo se inicia con las consecuencias de la Revolución Francesa que había tenido lugar en 1789. De ella
surge la figura de Napoleón, extraordinario militar y estratega francés que se hizo con el poder en Francia y que gracias
a sus victorias militares comenzó a invadir territorios con el proyecto de forjar un gran imperio y extender a él los avances
logrados con la Revolución. Europa se dividió en países aliados y países enemigos de Napoleón. El principal entre estos
últimos era Gran Bretaña, que contaba con Portugal como aliado marítimo para sortear el bloqueo económico con el que
Francia intentaba desgastarla.

En España ocupaba el trono Carlos IV, pero quien realmente gobernaba era su primer ministro Carlos Godoy,
ante los recelos del príncipe heredero, Fernando. España se posicionó como aliada de la Francia napoleónica, y por ello
Napoleón pactó con Godoy la entrada de las tropas francesas en España, en principio para llegar a Portugal, invadirlo, y
debilitar así a su aliada, Gran Bretaña. Pero esta entrada terminó con el comportamiento de las tropas francesas en
España como verdaderos invasores, provocando la indignación del pueblo que, instigado por el príncipe Fernando, se
levantó contra Godoy en marzo de 1808, en el Motín de Aranjuez, que hace que Carlos IV abdique a favor de su hijo
Fernando. Napoleón convoca a padre e hijo para comunicarles que él quiere situar en el trono de España a su hermano
José, que es coronado rey como José I.

El pueblo de Madrid, agitado por la marcha de toda la familia real, se levanta en armas contra los franceses en el
levantamiento del 2 de Mayo, que es violentamente sofocado por los franceses. lo que hará que la revuelta se extienda
rápidamente al resto del país, comenzando así la Guerra de la Independencia, en la que luchan españoles que no son
parte de un ejército profesional, por lo que recurren al sistema denominado “Guerra de guerrillas”, y cuentan con el
apoyo inglés.

Durante la guerra de la Independencia se produce un vacío de poder (el pueblo no acepta a José Bonaparte, los
Borbones están retenidos en Francia), por lo cual se organizan primero unas Juntas para luego formarse unas Cortes en
Cádiz, en 1812. Estas cortes acogían, entre otros, a representantes liberales que aprovechan la situación para
defender por primera vez esta ideología en España. Las Cortes redactan una Constitución que recoge gran parte de
estos principios liberales (derecho del pueblo a participar en el poder politico mediante representantes elegidos
democráticamente, derechos y libertades individuales, como la libertad de prensa o de expresión, por ejemplo) que será
aprobada el 19 de Marzo de 1812 (por lo que será conocida como la “Pepa”). Pero en el seno de la sociedad española
ya se produce una división ideológica entre los liberales (progresistas, que defienden la ideología liberal y la
transformación de la sociedad y el sistema político español) y los absolutistas (conservadores, que quieren mantener el
poder absoluto del rey, los priviliegios de nobles y clero, y los valores tradicionales).

En 1814 España culmina su victoria sobre las tropas francesas que son completamente expulsadas, y recibe
exultante al rey que el pueblo reconoce como legítimo, Fernando VII. Una vez coronado rey, el monarca abole la
Constitución de 1812 imponiendo un régimen absolutista, restaurando el Antiguo Régimen e iniciando una
persecución contra los liberales, que se ven obligados a exiliarse en Europa. Allí, en países como Alemania, Gran
Bretaña o Francia, entrarán en contacto con el nuevo movimiento literario que había surgido, el Romanticismo. España
vivirá de 1823 a 1833 uno de los períodos más tristes de su historia, la “Década Ominosa”.

En 1833 Fernando VII caen enfermo, y la polémica en torno a la Ley Sálica hace que los liberales apoyen a su
hija Isabel como futura reina, frente a los conservadores absolutistas, que apoyanban al infante D.Carlos, en la 1ª
Guerra Carlista. Cuando Isabel II sube al trono gracias al apoyo liberal se inicia un período constitucional que
permite la vuelta de los exiliados liberales, que traen con ellos el Romanticismo.

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