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COMUNIDAD CATÓLICA

“BODAS DE CANÁ”
Distrito Diocesano de Trujillo
Escuela de Evangelización
San Juan Pablo II

PRIMER AÑO
CICLO II

Evangelios y Hechos de los


Apóstoles
Comunidad Católica Bodas de Caná
Escuela de Evangelización
San Juan Pablo II

PRIMER AÑO - CICLO II


EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS
APÓSTOLES
SILABUS
I. DATOS GENERALES
1.1 NOMBRE DE LA ASIGNATURA: EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS
APÓSTOLES
1.2 ÁREA CORRESPONDIENTE : TEOLOGÍA BÍBLICA
1.3 DESTINATARIO : COMUNIDAD CATÓLICA BODAS DE CANÁ
1.4 REQUISITOS : CURSO FUNDAMENTOS DE VIDA
CRISTIANA
1.5 DURACIÓN : UN CICLO, 18 SEMANAS
1.6 RESPONSABLE : ESCUELA DE EVANGELIZACION
II. SUMILLA
La presente asignatura está dirigida a toda la Comunidad Católica Bodas de Caná
inmersos en el ministerio de la predicación. Contiene elementos básicos sobre el
estudio y profundización de los cuatro evangelios canónicos y el libro de los Hechos de
los Apóstoles. Todo el contenido brinda un acercamiento a la vida de Jesucristo y a la
comunidad cristiana naciente. Los participantes conocerán con mayor rigor académico
las enseñanzas de Jesús escritos por personas inspiradas, lo cual significará alimentar
más su fe y buen vivir como persona y familia.
III. FUNDAMENTACIÓN
Nos dice San Jerónimo: “quien desconoce los evangelios, no conoce a Jesucristo”, por
ello toda persona perteneciente a la religión cristiana, es decir todo bautizado y casado
en la Iglesia católica, debe conocer, desde el seno familiar, a la segunda persona de la
Trinidad. Y son los evangelios, precisamente, quienes presentan la vida de Jesús. La
Comunidad BDC por ser evangelizadora en la familia ofrece este curso para todos los
hermanos. Es nuestro deber estar capacitados en la fe para dar razones a quienes la
solicitan, comenzando por la familia. Por tanto, el curso de Evangelios y Hechos de los
Apóstoles responde a nutrir y alimentar la fe desde la misma fuente de la revelación
divina: La Palabra de Dios.
IV. CONTENIDO Y PROGRAMACIÓN
1° SEMANA
INTRODUCCIÓN AL CURSO. PRESENTACIÓN DEL SÍLABO
INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS.
EL MUNDO DE JESÚS.
1. “EN AQUÉL TIEMPO”
1.1 El Nacimiento de Jesús.
1.2 Comienzo de la vida pública de Jesús.
1.3 Documentos no bíblicos acerca de la existencia de Jesús.
2. LA TIERRA DE JESÚS.
2.1 Galilea, Samaria y Judea.
2.2 Otras regiones.

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3. ORGANIZACIÓN SOCIAL DE PALESTINA.
3.1 Bajo el poder de Poncio Pilato.
3.2 El Consejo del Sanedrín.
3.3 El Templo de Jerusalén.
2° SEMANA
4. ESTRUCTURA DE CLASES EN PALESTINA.
4.1 Los saduceos.
4,2 Los fariseos.
4.3 Los zelotes.
4.4 Otras facciones.
4.5 Los marginados sociales.
5. LA VIDA Y LA MENTALIDAD EN LOS TIEMPOS DE JESÚS.
5.1 La actividad económica.
5.2 La actividad religiosa.
5.3 La vida diaria.
5.4 La mentalidad contemporánea de Jesús.
6. PARA MEDITAR.
3° SEMANA
INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS.
DEL EVANGELIO A LOS CUATRO EVANGELIOS.
1. ¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA “EVANGELIO”?
1.1 Fuera de la Biblia.
1.2 En el Antiguo Testamento.
1.3 En el Nuevo Testamento.
2. ¿CAMBIARON LOS APÓSTOLES EL EVANGELIO DE JESUCRISTO?
3. ¿CÓMO SE FORMARON LOS EVANGELIOS?
3.1 Primera etapa: La actividad de Jesús.
3.2 Segunda etapa: La transmisión oral sobre Jesús en las comunidades cristianas.
3.3 Tercera etapa: La redacción de los evangelios.
4. LA CUESTIÓN SINÓPTICA.
4.1 Planteamiento de la cuestión.
4,2 Teoría de las dos fuentes.

➢ CONTROL 1
4° SEMANA
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
Marcos y su comunidad.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICION.
4. CARACTERISTICAS GENERALES.
4.1 Finalidad de la obra.
4.2 Género literario.
4.3 Estilo literario.
4.4 Estilo narrativo.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS.
5.1 Jesucristo.
5.2 Los discípulos.

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5° SEMANA
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS.
6.1 Primera parte: Preparación del ministerio de Jesús (1, 1-13).
6.2 Segunda parte: Ministerio de Jesús en Galilea (1, 14-6,6).
6.3 Tercera parte: Formación interna de los Doce (6, 6-9, 50.
6.4 Cuarta parte: Ministerio en Judea y Jerusalén (caps. 10-13).
6.5 Quinta parte: Pasión, Muerte y resurrección del Señor (caps. 14-16).
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO.
7.1 El Evangelio en acción.
7.2 El “secreto mesiánico” ¿Quién es Jesús?
7.3 La universalidad de la misión del Señor.
7.4 Cruz, entrega y pasión.
7.5 El final del Evangelio de Marcos.
6° SEMANA
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
Mateo y su comunidad.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
2. DESTINATARIOS.
3. IDIOMA, LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
3.1 El Evangelio hebreo de Mateo.
3.2 El Evangelio griego de Mateo.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.
4.1 Finalidad de la obra.
4.2 Fuentes del Evangelio.
4.3 Estilo literario.
4.4 Géneros literarios:
La Gematría en la genealogía (1, 2-17)
El Semitismo.
La Parábola.
7° SEMANA
4.5 Características Teológicas del Evangelio según SAN MATEO.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES.
5.1 Los discursos.
5.2 Los milagros.
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.
6.1 Primera parte: De Judea a Galilea (caps. 1-13).
6.2 Segunda parte: De Galilea a Judea (caps. 14-28).
8° SEMANA
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.
7.1 El “Evangelio del catequista”.
7.2 La verdadera familia de Jesús (12, 46-50).
7.3 El Evangelio del reino.
7.4 El Juicio final.

➢ CONTROL 2
9° SEMANA
EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Lucas y su comunidad.
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles - SILABUS Página | 3
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
4.1 Finalidad de la obra.
4.2 Fuentes del Evangelio.
4.3 Estilo literario.
4.4 Géneros literarios.
10° SEMANA
4.5 Características Teológicas del Evangelio según SAN LUCAS.
1. El marco ambiental.
a) Admiración. Alabanza. Gozo y alegría.
b) La Historia de la Salvación.
c) El camino hacia Jerusalén.
2. La persona de Jesús.
a) “Se esperaba un gran profeta” (7, 16).
b) Jesús, lleno del Espíritu Santo.
c) Salvador universal.
d) Lleno de bondad y misericordia.
e) Portador de la Paz y la Bienaventuranza.
3. Exigencias de la vocación cristiana
a) La oración.
b) El seguimiento, que importa abnegación.
c) El desprendimiento respecto de los bienes de este mundo.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.
5.1 Jesús, el “hombre nuevo”, modelo del discípulo.
5.2 La universalidad de la Salvación.
5.3 El pintor de la Virgen.
11° SEMANA
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.
6.1 Prólogo.
6.2 Introducción: El evangelio de la infancia (1,5 - 2,52).
6.3 Preparación de Jesús para el ministerio público (3,1 - 4,13).
6.4 Ministerio de Jesús en Galilea (4,14 - 9,50).
6.5 El gran viaje de Jesús (9,51 – 19,28).
6.6 Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús (22,1 – 24,49).
6.7 Conclusión: La Ascensión de Jesús (24, 50-53).
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO.
7.1 La presencia del Espíritu.
7.2 El rostro de Dios. Misericordia, compasión y opción por los pobres y pecadores.
7.3 El Evangelio del camino.
12° SEMANA
EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Juan y su comunidad.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.
4.1 Finalidad de la obra.
4.2 Fuentes del Evangelio.

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4.3 Estilo literario.
4.4 Géneros literarios.
a) El discurso.
b) Las parábolas.
c) El diálogo.
13° SEMANA
4.5 Características Teológicas del Evangelio según SAN JUAN.
La Revelación de Dios:
a) El Padre.
b) Jesucristo.
c) El Espíritu.
El conocimiento de Dios: la fe y el amor.
a) La fe.
b) El amor.
La Iglesia.
El papel de Pedro.
Signos y Sacramentos.
La Virgen Santa María.

➢ CONTROL 3
14° SEMANA
5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.
5.1 El prólogo: una síntesis del pensamiento joánico.
5.2 ¿Quién es Jesús? “Yo soy…”
5.3 Los milagros, señales para que el mundo crea.
5.4 El Espíritu Santo, Paráclito prometido por Jesús.
15° SEMANA
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.
6.1 Prólogo (1,1-18).
6.2 Primera parte: no ha llegado la hora (1,19 – 12,50).
6.3 Segunda parte: la hora de la glorificación (caps. 13 - 21).
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO.
7.1 El Evangelio de los signos.
7.2 Simbolismo numérico.
16° SEMANA
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Las primeras comunidades cristianas.
1. PLAN DE LA OBRA.
2. GÉNEROS Y RECURSOS LITERARIOS.
2.1 Resúmenes del progreso de la Iglesia (sumarios).
2.2 Los discursos.
2.3 La elaboración literaria.
17° SEMANA
3. ESTRUCTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES.
3.1 El comienzo de todo (1, 1 – 2, 13).
3.2 Introducción: la misión (1, 1 – 26).
3.3 Pentecostés, motor desencadenante de la evangelización (2, 1 - 13).
3.4 Primera parte: la Evangelización en la tierra de Israel (2, 14 – 9, 43).
3.5 Segunda parte: la evangelización universal (10, 1 – 28, 31).

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3.6 Evangelización de los primeros gentiles (10, 1 – 15, 35).
3.7 Misión universal de la Iglesia (15, 36 – 28, 31).
4. HISTORIA Y PREDICACIÓN.
5. LA PRIMERA EXPANSIÓN DE LA IGLESIA.
6. EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA.
7. EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO.
18° SEMANA
LEER Y MEDITAR HOY LOS EVANGELIOS.
1. PARA LEER CON FRUTO EL SANTO EVANGELIO.
2. CONTEMPLAR EN ÉL, LA SANTÍSIMA HUMANIDAD DE CRISTO.
3. EL SEÑOR NOS HABLA A TRAVES DE LOS LIBROS SAGRADOS.
LA PALABRA DE DIOS ES SIEMPRE ACTUAL.
Opinión de un joven sobre Cristo.
CONCLUSIÓN FINAL.

➢ CONTROL 4
V. METODOLOGÍA Y RECURSOS
Será expositiva y participativa, el ponente preparará con anticipación sus sesiones de
clase con los materiales necesarios. Facilitar proyector multimedia, audio y Pc.
VI. EVALUACIÓN
Luego de cada 6 semanas, se tomará un control sobre el avance del curso. En total son
cuatro controles. Se promediará cada nota y la sumatoria dividido entre 4 será la nota
final. Aprueba quien obtiene una nota once o más. Evaluación objetiva. Asistencia y
participación forman parte del calificativo total.
VII. BIBLIOGRAFÍA
➢ JESUCRISTO, PARA UNA ENSEÑANZA CRÍTICA DE LA RELIGIÓN. Equipo
Eucaristía. Editorial Verbo Divino. Estella (Navarra) España. 1979.
➢ NUEVO TESTAMENTO (Selección de Textos) Universidad Marcelino Champagnat.
➢ INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO Marcelo A. Murúa. SOBICAIN (Sociedad
Bíblica Católica Internacional) Escuela de Animadores Bíblicos. 2012.
➢ LAS CLAVES DE LA BIBLIA. Francisco Varo. Ediciones Palabra. Madrid. 2007.
➢ HISTORIA DE LOS HOMBRES Y ACCIONES DE DIOS. La historia de la salvación en
la Biblia. Juan Chapa. Ediciones RIALP S.A. Madrid.
➢ COMPRENDER LOS EVANGELIOS. Vicente Balaguer. EUNSA Ediciones Universidad
de Navarra, S.A. Pamplona. 2005.
➢ EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES. Instituto de Teología Pastoral “Fray
Martín” de la Diócesis de Chosica. Curso de Teología a distancia. 2010.
➢ BIBLIA DE AMÉRICA. Manual para educadores y agentes de pastoral. Coeditan: PPC,
Sígueme y Verbo Divino. 2008.
➢ CRISTO EL SEÑOR. Cinco entrevistas sobre Jesús de Nazaret. Colección ¿Quién es
Jesucristo? Mario Borello G., sdb Editorial Salesiana. 2000.
➢ www.mercaba.org La Web para la formación de líderes católicos.
➢ HABLAR CON DIOS. Meditaciones para cada día del año. Cuaresma, Semana Santa y
Pascua. Francisco Fernández Carbajal. Ediciones Palabra S.A. Madrid. 1988.
➢ “COMO PREDICAR” P. Diego Jaramillo, cjm - Corporación Centro Carismático Minuto
de Dios. Bogotá D.C. Colombia. 2007.

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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 1

INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS


EL MUNDO DE JESÚS
Jesús no es un personaje de leyenda, pues aparece claramente
como un personaje histórico, perfectamente enmarcado en las
coordenadas de la historia. Jesús nace, vive y muere “en aquel
tiempo”, es decir, en los tiempos de los Emperadores romanos
Augusto y Tiberio, en una provincia del gran imperio romano.
Jesús vive, además en un lugar concreto, localizado en el mapa del
Imperio romano, en Palestina. Nace en Belén, en la región de Judá, a
8 Kms. de Jerusalén. Vive en Nazareth, en la región de Galilea.
Recorre Galilea, Perea y Traconítide, pasa por Samaria y muere en
Jerusalén.
Jesús desarrolla su actividad en unas circunstancias religiosas, económicas y políticas
concretas. Le vemos hablando a la gente sencilla, dialogando y discutiendo con escribas
y fariseos, atendiendo a leprosos y ciegos, devolviendo la vida al hijo difunto de una
madre viuda, comiendo con publicanos y pecadores, plantando cara a los ricos y
poderosos. Habla de la pesca, de la siembra, de la levadura, de la mujer que barre, del
mercader en piedras preciosas y del reinado de Dios. Jesús está en la historia. Con él ha
nacido una era nueva, la era cristiana. Por eso es importante conocerlo, conocer su
tiempo, su ambiente, su país y sus gentes.
1. “EN AQUEL TIEMPO”
1.1 El Nacimiento de Jesús.
Jesús nace en tiempos del emperador Octavio César Augusto. Pompeyo había
sometido al imperio de Roma las regiones de Siria y Asia Menor, había oprimido a Judea
pero le había concedido un trato de favor en cuanto a su autogobierno y religión,
favoreciendo a Herodes, que reinaría en Palestina desde el año 37 hasta el 4 antes de
Cristo. En aquel tiempo, en plena paz augusta, nace Jesús en Belén de Judá, a poca
distancia de la capital del reino. Su madre se llama María y todos le conocen como el hijo
de José, un artesano.
“Por entonces, salió un decreto del emperador Augusto mandando hacer un censo del
mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Quirino gobernador de Siria.
Todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la estirpe y
familia de David, subió desde la ciudad de Nazareth, en Galilea, a la ciudad de David, que
se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta.
Estando allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en
pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada” (Lc 2,1-7)
Jesús no nació como era de suponer, en el año 1 de la era cristiana (año 753 de Roma)
sino, con toda probabilidad, cuatro o cinco años antes (año 747 de Roma). El monje
Dionisio el Exiguo que por primera vez, en el año 525, empezó a contar los años a partir
del nacimiento de Jesús, se equivocó en 6 o 7 años, pues hizo coincidir el 1 de enero del
año 748 o 749 considerado hoy como más exacto. Jesús debe haber nacido en el año 6 o
7 antes de nuestra era. Y a esto conviene lo que sabemos de Herodes, quien murió en el
año 4 antes de Cristo. Cuando esto sucedió Jesús debía tener por lo menos dos años (Mt
2,16.20).
1.2 Comienzo de la vida pública de Jesús.
Jesús comenzó a anunciar la proximidad del reinado de Dios, siendo emperador del
imperio romano Tiberio César, gobernando Judea y Samaria, Poncio Pilato en calidad de

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procurador y siendo tetrarca de Galilea, Herodes. Además, bajo el sumo pontificado de
Caifás, sucesor de Anás. Jesús “comienza la cosa” en Galilea.
“El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de
Judea; Herodes, rey de Galilea; su hermano Filipo, rey de Iturea y Traconítide, y Lisanio,
rey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, le llegó un mensaje de Dios a
Juan, hijo de Zacarías, en el desierto… Yo los bautizo con agua, pero viene el que es más
fuerte que yo y no merezco ni desatarle la correa de las sandalias…Este era Jesús, al
empezar tenía treinta años, y se pensaba que era hijo de José” (Lc 3,1-24)
Durante esos 33 años aproximadamente, Jesús vivió treinta en Nazareth y los tres
últimos años de su vida recorriendo las aldeas y pueblos, curando a los enfermos y
anunciando el reinado de Dios. Murió crucificado en las afueras de la ciudad de Jerusalén,
bajo el poder de Poncio Pilato. Los discípulos de Jesús, a partir de la experiencia pascual,
comenzaron a predicar que Jesús es el Señor, el Mesías, el Hijo de Dios, que ha
resucitado.
1.3 Documentos no bíblicos acerca de la existencia de Jesús.
De la existencia histórica de Jesús tenemos noticia no sólo por los documentos
cristianos y de la Biblia, sino también por testimonios documentales de los historiadores
más eminentes de la época.
FLAVIO JOSEFO, el único historiador judío pagano de la época, escribe hacia el año
94 de la era cristiana, en su celebrada obra Antigüedades judías:
“Hacia el mismo tiempo, vino Jesús, hombre sabio si alguna vez hay que llamar así a
un hombre. Porque era un hacedor de milagros y maestro de hombres que reciben con
alegría la verdad… Era el Cristo, y cuando por la denuncia de nuestros primeros
ciudadanos, Pilato lo condenó a la crucifixión, los que le habían querido no dejaron de
hacerlo, porque se les apareció tres días después resucitado, según el anuncio de los
profetas divinos, y mil otras maravillas” (o.c. XVIII, 63).
TÁCITO, uno de los más grandes historiadores latinos y el más conspicuo de la época,
escribe a principios del siglo II, a propósito del incendio de Roma del año 70:
“Para acabar con este rumor infame de que el mismo Nerón había incendiado Roma, él
(Nerón) presentó como culpables y entregó a las torturas más refinadas a hombres
detestados que el pueblo llamaba cristianos. Este nombre les proviene de Cristo, que bajo
el principado de Tiberio, el procurador Poncio Pilato había entregado al suplicio;
desintegrada por el momento esta infame superstición, creció de nuevo, no sólo en Judea,
donde había nacido, sino incluso en Roma, donde todo lo que hay de degradante y de
vergonzoso en el mundo afluye y encuentra numerosa clientela” (Anales, XV, 44).
También se conocen los testimonios de PLINIO el joven, en el año 112 y después
SUETONIO en el año 120. Existen además otros testimonios religiosos no cristianos, tales
como el TALMUD de Jerusalén, que reconoce la ejecución de Cristo por haber practicado
la magia y por subvertir al pueblo, y el CORÁN que reconoce a Jesús como un gran
profeta y enviado de Alá.
2. LA TIERRA DE JESÚS
Palestina es una pequeña franja de terreno, antiguo país de Canaán, entre Fenicia y
Siria al norte, Idumea al sur, el mediterráneo al oeste y los desiertos al este. Palestina
está atravesada de norte a sur por el río Jordán que, en sus 360 kms. de recorrido, forma
tres lagos, desembocando en el último de ellos o Mar Muerto. Montañosa en el norte, se
hace árida y menos accidentada en el sur, hasta perderse en las tierras desiertas de
Idumea. El Jordán la divide en dos partes muy desiguales. En la Cisjordania, están de
norte a sur las regiones de Galilea, Samaria y Judea. En la Transjordania, y también de
norte a sur, están Traconítide, Decápolis y Perea.
2.1 Galilea, Samaria y Judea.
Galilea es una región montañosa al norte de Palestina, con una fértil llanura bordeando
el lago de Genesaret o mar de Tiberíades. Asentada al pie de las estribaciones del
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 2
Líbano, entre fenicia y el lago de Genesaret, es la
parte más fértil y rica de Palestina. Abunda el olivo y
otros árboles frutales, la vid y los cereales.
Es una región muy poblada y bien comunicada
con Fenicia, Siria y Samaria, paso obligado de las
caravanas que, procedentes de Damasco se dirigen
al mar, a Cesarea. En este camino, Cafarnaún es la
ciudad aduanera, dotada de una importante
guarnición militar. Entre sus ciudades más
importantes, cabe señalar: Corozaín, Betsaida,
Genesaret, Magdala, Tiberíades, Tabor, Caná, Naín
y Nazaret. La ciudad más insignificante
geográficamente es Nazaret.
La población de Galilea procedía del paganismo.
Arameos y otros pueblos se habían trasladado a
Galilea desde la invasión asiria hacia el año 722
a.C.; a finales del siglo II a.C., Aristóbulo I logró
incorporar la región a Judea y la población galilea se
judaizó dócilmente. Posiblemente en el siglo I a.C. muchos judíos emigraron a Galilea,
como parece ser el caso de José. En tiempos de Cristo tendría 300,000 habitantes.
Samaria está ubicada entre Judea y Galilea y entre el Mediterráneo y el Jordán. Con
400,000 habitantes, esta región constituye casi un enclave, por su fertilidad, por su
especial actitud religiosa y por su envidiable nivel de vida urbana. Cesarea, moderna
ciudad y puerto, pasó a ser en el año 6 la sede oficial del procurador romano que, por
táctica con el pueblo judío, prefirió trasladar allí su gobierno y administración. Otras
ciudades importantes eran Samaria, Siquén y Betel.
Al revés que Galilea, Samaria jamás fue permeable a las tradiciones religiosas de los
judíos, con los que conservaron siempre la enemistad tradicional, apenas disimulada en
los años de David. Hasta tal punto, que para un judío el peor insulto era llamarlo
samaritano. Y es que los samaritanos por emulación con los judíos, siempre habían tenido
su propio lugar sagrado: primero Betel, luego el santuario sincretista construido sobre el
monte Garizín.
Judea es la región más meridional de Palestina, la más extensa y la más
proporcionalmente despoblada y pobre. Es una región desigual, se alternan las montañas
y los valles con extensas llanuras y desiertos, desde el Mediterráneo hasta el Jordán y
Mar Muerto, y desde Samaria hasta Idumea y el desierto. Una escarpada cordillera que
alcanza alturas de hasta más de mil metros en Hebrón la cruza de norte a sur, con
depresiones de hasta 394 metros bajo el nivel del mar en las inmediaciones del Mar
Muerto.
Su población de unos 600,000 habitantes se concentra en la región de la depresión del
Jordán y en las llanuras de Sarón. Acostadas en la montaña, a más de 800 metros de
altura, están Hebrón, Jerusalén, Belén, Emaús y Betania. Jericó, la ciudad residencial de
los sacerdotes de Jerusalén, se halla próxima al Jordán, en el valle.
Jerusalén, la capital, es sin duda la ciudad más importante, no sólo por los recuerdos
históricos y religiosos, sino por ser el centro de la vida de los judíos. Es, al mismo tiempo,
sobre lo alto del monte Sión, el centro político, religioso y comercial de Palestina, con una
enorme población flotante de caravanas y peregrinos.
2.2 Otras regiones.
Además de las regiones anteriores, las más citadas y conocidas en el evangelio,
también se habla en alguna ocasión de las siguientes regiones, anexionadas por Roma a
la provincia de Palestina: PEREA, región oriental, al este del Jordán, que la separa de
Judea y Galilea. En Perea se focaliza probablemente la “Betania al otro lado del Jordán”.
DECÁPOLIS, era una confederación de diez ciudades para su propia defensa: Gerasa,
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 3
Godara, Pella, Abila, Filadelfia, etc. Decápolis está situada al norte de Perea. IDUMEA, es
la región más meridional de Palestina, fue anexionada por Roma a Judea, y constituye el
límite con la región desértica de Nabatea. Finalmente ITUREA y TRACONITIDE, que
formaban el tetrarcado de Filipo, hijo de Herodes el grande, forman una amplia región al
norte de la Decápolis y al este de Galilea, fronteriza por el norte con la región de Abilina
(bajo la tetrarquía de Lisanias). La capital estaba en Cesarea de Filipo.

3. ORGANIZACIÓN SOCIAL DE PALESTINA


3.1 Bajo el poder de Poncio Pilato.
En los años de la vida de Jesús, Palestina permaneció bajo la dominación romana,
que, siguiendo la política de las ciudades-estado, había conferido casi plena autonomía a
Palestina, representada por Jerusalén, la ciudad cabeza. Herodes el grande fue puesto
por el senado romano como rey vasallo de toda Palestina y reinó desde el año 37 hasta el
4 a.C. Hábil en lo político era despreciado por los judíos por su condición de idumeo.
Obsesionado por mantener el poder a toda costa, se fue deshaciendo de sus propios hijos
y de varias de sus diez mujeres. En su ejército contaba, sobre todo, con galos, germanos
y tracios, de quienes se fiaba más que de los judíos. Empezó la reconstrucción del templo
(año 20 a.C.), levantó tumbas a los patriarcas, construyó el palacio-fortaleza de la torre
Antonia, ciudades portuarias, la conducción de aguas, etc. Al morir Herodes I el grande,
su reino se dividió entre sus tres hijos: Arquelao en calidad de virrey de Samaria y Judea,
Herodes Antipas como virrey de Galilea y Perea, y Filipo como virrey de Iturea y
Traconítide.
En el año 6 de la era cristiana, fue depuesto Arquelao, tetrarca de Judea y Samaria, y
estas dos regiones pasaron a depender directamente de Roma en forma de Procura.
Siendo procurador Poncio Pilato desarrolló su actividad y predicación Jesús. El
procurador tenía el poder de nombrar y destituir al sumo sacerdote, sentenciar a pena de
muerte por delitos políticos y el cobro de los tributos. Para la mayor eficacia en la recogida
de los tributos, se había llevado a cabo un censo, que fue el que determinó que Jesús
naciera en Belén, fuera de Galilea, la región de sus padres.
3.2 El Consejo del Sanedrín.
Toda la administración y política interior corría a cargo de los propios judíos. El órgano
supremo era el Sanedrín, un consejo integrado por los ancianos del pueblo pertenecientes

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 4


a la aristocracia, sacerdotes y escribas, hasta un total de 72 miembros. El presidente del
Sanedrín era el sumo sacerdote. Del Sanedrín dependía el cuidado del templo, para lo
que contaba con un cuerpo de guardia especializado. También por la vigilancia de la
ortodoxia (declaración de puros e impuros por enfermedades como la lepra) así como la
realización del culto y los sacrificios y la tesorería del templo, procedente de los impuestos
y ofrendas de los judíos de todo el mundo.
El Sanedrín también era la corte suprema de justicia, con las reservas de la pena de
muerte por delitos políticos, aunque en tiempos de Jesucristo no podía ejecutar esa
sentencia. En circunstancias normales los que entendían en la administración de la
justicia eran los escribas, verdaderos diplomados en teología y derecho, a cuyo cargo
corría también la instrucción religiosa y la enseñanza de la ley (Pablo sería discípulo de
uno de estos expertos, llamado Gamaliel). La admiración que el pueblo sentía por los
escribas se había cristalizado en la denominación tan querida por ellos de rabí, maestro o
doctor.
3.3 El Templo de Jerusalén.
La vida religiosa tenía sus prácticas diarias y semanales (el sábado). Además a lo largo
del año existían tres grandes festividades solemnes que se relacionaban con el calendario
agrícola y las estaciones, y donde el pueblo judío acudía al templo de Jerusalén para
celebrar su fe en común (Deut 16,16-17).
Estas fiestas son:
➢ La fiesta de Pascua y de los Panes ácimos, donde se ofrecían los corderos recién
nacidos y las primeras cosechas de cebada, se realizaba en la primavera.
➢ La Fiesta de Pentecostés o fiesta de la recolección y de las primicias, celebrado siete
semanas después, en el verano.
➢ Fiesta de los Tabernáculos o de las tiendas, que era la fiesta del año nuevo judío, hacia
el mes de octubre, en el otoño.
Durante estas fiestas de peregrinación a
Jerusalén, miles de personas acudían al
templo, y la ciudad aumentaba su población
de los 50,000 habitantes estables a cerca de
200,000 personas. Se encontraba situado en
una colina que dominaba la ciudad, sobre un
gran terreno plano de unos 500 por 300
metros. Desde el principio el templo
representó el santuario del Estado judío y su
centro religioso. Es pues natural que su destino esté íntimamente ligado a la historia
política y religiosa de Israel. El templo es el orgullo de los israelitas.
El centro y alma de la religiosidad y de la vida judía estaba focalizado alrededor del
templo. El templo que Jesús conoció era ya la segunda reconstrucción del primero
construido por Salomón, llevada a cabo esta segunda vez por Herodes hacia el año 20 y
que lo terminaría en el 64, poco antes de ser totalmente destruido. El templo de Jerusalén
vino a ser el único lugar donde se podía celebrar legítimamente el culto y ofrecer
sacrificios a Dios. Después de su destrucción definitiva en el año 70, el judaísmo ya no
tendrá más “altar y sacrificio”. En tiempos de Jesús todos los asuntos religiosos, civiles y
políticos, se relacionan con el templo.
El templo es sede del gobierno central de Palestina. En él se reúne el sanedrín. Sobre
todo, es aquí donde se imparte la educación al pueblo y se le enseña una determinada
manera de practicar la religión. Es, además, “símbolo” y centro de la vida nacional que
concentra la historia y tradiciones del pueblo. De esta manera y por intereses y motivos
diferentes, todo israelita tenía puestos los ojos en el templo. Es en este contexto que hay
que colocar la acción de Jesús cuando en repetidas ocasiones habla del templo.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 5


Además de ser el centro de la vida religiosa, constituía también el centro financiero de
Jerusalén. El “tesoro” del templo es como el “Banco de la Nación” de Israel. Sus ingresos
los conforman tanto el tributo que pagan todos los judíos y los peregrinos como el
comercio de las víctimas a sacrificar. El “tesoro” está administrado por unas cuantas
familias sacerdotales. El gasto principal del estado judío consiste en el tributo que
anualmente debía pagar a Roma.
4. ESTRUCTURA DE CLASES EN PALESTINA.
La estructura social en tiempos de Jesús abarcaba toda la gama de los estratos
sociales: gobernantes y súbditos, sacerdotes y laicos, ricos y pobres, cultos y analfabetos,
terratenientes, burgueses, artesanos, agricultores, jornaleros, libres y esclavos.
Pero a partir del retorno de la cautividad de Babilonia, los judíos se fueron definiendo
en varias clases sociales: saduceos, fariseos, esenios, zelotes, mezcla de clase social,
religiosa y política.
4.1 Los saduceos.
Su origen se remonta probablemente a los tiempos de Ezequiel, por haber acentuado
que la dignidad sacerdotal corresponde a la casa de Sadoc (de donde provendría el
nombre “saduceo”). Los saduceos representaban la clase alta del país y estaba integrada
por los miembros más distinguidos del pueblo: la aristocracia, los príncipes de los
sacerdotes y los grandes propietarios. Su influencia era decisiva en la vida del pueblo, ya
que monopolizaban los puestos de mayor importancia, tanto política como religiosamente.
Fueron los enemigos más encarnizados de Jesús, en quien vieron una amenaza contra su
buena situación.
Políticamente adoptaban una actitud de adaptación y conformismo con el poder
romano, del que gozaban de plena confianza. Ya en la época de los macabeos, los
saduceos se habían mostrado condescendientes y favorables a la cultura helenista.
Refractarios al cambio y conservadores a ultranza, constituían el mejor medio de control
de cara a Roma frente a las reivindicaciones nacionalistas de los zelotes.
En cuanto al aspecto religioso, eran contrarios a cualquier cambio o innovación,
ateniéndose exclusivamente a la ley escrita o Pentateuco. Rechazaban las nuevas
doctrinas de la resurrección de los muertos, eran opuestos a la interpretación farisea de la
ley que ellos interpretaban de forma literal, no aceptaban la doctrina de premios y castigos
por la observancia de la ley y las buenas obras, rechazaban todo lo referente al mundo de
los espíritus (ángeles y demonios). Su principal inquietud era el sostenimiento de la
religión como una comunidad cultual, cargada de liturgias hieráticas y fastuosas. Su
mesianismo tampoco tenía que ver nada con otros tiempos, sino con la prosperidad del
culto en el templo.
4.2 Los fariseos.
Su origen se remonta al tiempo de los macabeos. Proceden de la secta de los piadosos
(hasideos), de la que se separaron (fariseo significa “separado”) por no estar de acuerdo
con el matiz político de la lucha macabea y para no contagiarse del arribismo helenista de
los saduceos.
Sociológicamente, los fariseos representan bien la clase media judía, pues eran en su
mayor parte artesanos y escribas. Constituían en este sentido más que una clase, una
casta, pues se mantenían distanciados del colaboracionismo de la clase alta, del
nacionalismo zelote y más lejos todavía del pueblo ignorante y sencillo, incapaz de
aprender y, por ende, de poner en práctica toda la ley.
Desde el punto de vista político, a partir de Herodes habían perdido toda su influencia,
a excepción de algunos escribas que formaban parte del sanedrín. Pero ello les hizo
ganar en número de seguidores y en la admiración popular. Aunque no estaban de
acuerdo con el sometimiento a Roma, su nacionalismo no llegaba a comprometerlos en

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 6


acción alguna en contra, y esperaban la liberación del pueblo como una consecuencia del
favor de Yavé si cumplían al pie de la letra las exigencias de la ley.
Pero lo que realmente caracteriza a los fariseos es su actitud religiosa. Observantes
estrictos de la ley, la habían rodeado de una complicada casuística, con el fin de evitar su
transgresión, que posteriormente fue codificada en el Misná y en el Talmud (hacia el siglo
II de la era cristiana). Los fariseos se mostraron favorables a una cierta evolución de la
Escritura, aceptando la doctrina de la resurrección de los muertos, todo lo relativo al
mundo de los ángeles y demonios, y su peculiar modo de interpretar las relaciones con
Dios en base a los méritos provenientes del cumplimiento de la ley y de las buenas obras.
Por más que en el evangelio aparecen constantemente enfrentados con Jesús, no eran
tanto enemigos personales cuanto doctrinales, pues las interpretaciones de Jesús
dejaban al descubierto y sin valor todas sus elucubraciones legalistas.
4.3 Los zelotes.
Frente a los fariseos y saduceos, hay que mencionar también a los zelotes, partido de
la resistencia judía frente a la opresión de Roma y frente a la de los saduceos, radicado
fundamentalmente en Galilea. Los galileos, que no procedían de los judíos, se
convirtieron al judaísmo, hasta ser sus más fanáticos defensores, provocando disturbios
que costaron muy caros, y que finalmente costó la destrucción de Jerusalén en el año 70
y la pérdida de la patria palestina, en el año 135.
Desde el punto de vista social, los zelotes proceden en su totalidad de las clases bajas
(agricultores, jornaleros y pescadores de Galilea) y constituyen, más que una clase social,
un grupo de presión. Su fanatismo se exacerbó muchas veces, sobre todo a partir de la
destitución de Arquelao y contra los tributos al César, que en su opinión, contravenían el
primer mandamiento.
Aunque al parecer coincidían con los fariseos en su actitud religiosa en el cumplimiento
de la ley, diferían profundamente de ellos en su expectativa mesiánica. De Galilea habían
salido líderes revolucionarios, que habían sido saludados como mesías (Judas el galileo
por ejemplo).
Los zelotes fueron, en principio, los principales y más fervientes seguidores de Jesús.
Es probable que, algunos de sus discípulos fueran zelotes (Judas Iscariote, Simón el
zelote). También serían los que se retirarían masivamente de Jesús, provocando su salida
de Galilea y camino hacia Jerusalén.
4.4 Otras facciones.
Los esenios. Después de la rebelión macabea del siglo II a.C., un grupo de judíos se
retiró a vivir en el desierto. A orillas del Mar Muerto se establecieron en la comunidad de
Qumran (conocida por los manuscritos descubiertos en el año 1947). Constituían un
grupo cerrado, muy estricto en el cumplimiento de las normas de pureza, en espera del
Reino que creían inmediato. Eran menos numerosos y mucho más estrictos que los
fariseos, a quienes solían acusar de interpretar con comodidad las leyes. Vivían
separados del resto de la sociedad porque la consideraban corrupta. Decepcionados de la
corrupción de los sacerdotes, desertaron del templo y de su culto. Al parecer Juan
Bautista perteneció a esta comunidad de esenios.
Los herodianos. Eran un pequeño grupo partidario de la política de Herodes el grande
y luego sus sucesores. Compartían su vida privilegiada. En los evangelios aparecen como
opositores a Jesús.
4.5 Los marginados sociales.
Como en toda sociedad, también en Palestina, en tiempos de Jesús, se daba esta
marginación social y por diferentes causas.
Los “am-ha-ares” o pueblo del país era la clase social inferior, la plebe, compuesta
por gentes del campo, quizás descendientes de extranjeros, que no conocían más que lo
fundamental de la ley, y ni siquiera practicaban lo que sabían con exactitud. Son
despreciados, sobre todo, por los fariseos que les llaman “pueblo maldito” del que no hay

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 7


que compadecerse, ni comprarles los frutos, ni darles hospedaje en casa, porque ni
siquiera resucitarán.
Los samaritanos eran la población de la región de Samaria. Constituían un ghetto
étnico-religioso odiado por los judíos, hasta el punto de constituir el peor de los insultos, el
denominar a uno como “samaritano”. La hostilidad tenía su fundamento en que los judíos
los consideraban pueblo impuro por su origen mestizo. El antagonismo entre judíos y
samaritanos tenía un antiguo origen, desde que estos últimos se separaron de la
comunidad judía y edificaron su lugar de adoración en la cima del monte Garizín.
Reconocían los libros del Pentateuco y seguían sus normas, pero no reconocían a
Jerusalén ni a su Templo.
Los pecadores públicos, era un grupo de características definidas entre los
marginados. A ellos pertenecía una buena parte del pueblo pobre, que muchas veces
encontramos en los evangelios, acudiendo en multitudes anónimas al encuentro de Jesús.
Por su ignorancia, falta de instrucción y desconocimiento de la ley, estaban
permanentemente expuestos a transgredir alguna norma o prescripción relativa a las
leyes de pureza, que los convertía en pecadores. El aumento de los mandamientos había
sido tan exorbitante que muy pocos alcanzaban a conocerlos. Existían 613 mandamientos
(365 prohibiciones, de cosas que no se podían o debían hacer; y 248 prescripciones).
Sólo los que accedían a la instrucción (aprendizaje de la ley) que, por supuesto, no eran
la mayoría del pueblo, llegaban a conocer bien todas las normas. El seguimiento rígido de
las mismas separaba a los “cumplidores” (minorías) de los “pecadores” (mayorías). La
aversión hacia estos últimos era tal que llegaba al extremo de aconsejarse no entablar
relaciones con ellos, ni comerciar, ni aceptar nada de su parte.
También existían listas de oficios y profesiones consideradas despreciables y con
diverso grado de impureza, por lo tanto, quienes las ejercían eran considerados
pecadores. Así encontramos: los oficios relacionados con los transportes, los pastores,
publicanos, ladrones, prostitutas, jugadores y usureros. Integraban este grupo también los
enfermos. Sobre todo ciertas enfermedades de la piel denominadas comúnmente como
lepra, o por enfermedades mentales (posesos). En la forma de pensar de la época, era
común asociar la enfermedad con el pecado, ya sea del mismo enfermo o de sus
antepasados.
Los “pecadores” eran excluidos de la vida social, al punto de no poder compartir la
sinagoga. Para muchos era imposible escapar a su condición, pues si bien era factible la
purificación mediante el arrepentimiento y sacrificios de expiación, todo esto significaba un
desembolso de dinero. Y como su dinero era impuro, no lo podían utilizar, entonces ¿de
qué manera podrían arrepentirse y purificarse? Estaban condenados a la exclusión social.
Los publicanos, era gente despreciada por su complicidad con los romanos, para
quienes cobraban los impuestos, extorsionando frecuentemente a los contribuyentes,
pues la tributación la hacían por su cuenta, contratando una cantidad global con Pilato.
Finalmente estaba la caterva de mendigos y desocupados, integrada por deficientes
físicos (cojos, ciegos, paralíticos) obreros en paro, etc. Y en último lugar, los gentiles,
cuyo trato estaba prohibido por la ley, hasta el punto de serles negada la entrada en casa
de un israelita.
5. LA VIDA Y LA MENTALIDAD EN LOS TIEMPOS DE JESÚS.
5.1 La actividad económica.
La actividad económica presentaba en tiempos de Jesús, formas muy variadas, según
se tratase de la ciudad o de los pueblos. En éstos predominaba casi exclusivamente la
actividad del sector primario: la agricultura (cultivo de la vid, de cereales y árboles frutales)
la ganadería y en las zonas del litoral mediterráneo o del lago de Tiberíades, la pesca y la
salazón de conservas. De casi todas esas actividades tenemos preciosos recuerdos de
Jesús en sus parábolas y enseñanzas: el sembrador, el buen pastor, la red que se echa al
mar, la higuera, la cizaña y la alegoría de la vid o la parábola de la viña. Además de las

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actividades del sector primario, se daban también algunas rudimentarias actividades de
transformación: artesanado, carpintería, albañilería, etc. José y Jesús ejercieron uno de
esos oficios sencillos.
Muy distinta era, en cambio, la actividad económica en las ciudades, y sobre todo en la
capital. La aglomeración urbana favorecería el incremento y desarrollo de las actividades
de transformación y servicios. El artesanado, las construcciones de edificios públicos,
palacios y las obras públicas reclutaban muchos trabajadores asalariados. Se sabe que
Pilato mandó construir un acueducto entre Belén y Jerusalén, del que se conservan
algunos restos. En Jerusalén residían los grandes terratenientes, que empleaban en sus
posesiones jornaleros y esclavos. Pero sobre todo la ciudad favorecía la multiplicación de
los servicios debido a la constante afluencia de visitantes y peregrinos. El comercio, las
ferias y mercados, los mercaderes, cambistas y altos funcionarios conferían a la sociedad
jerosolimitana un aspecto totalmente distinto del de los pueblos.
Pero es también aquí, en la ciudad, donde se hacía más visible y conflictiva la creciente
desigualdad de las clases sociales. El lujo y confort de la aristocracia agraria y sacerdotal
diferían con las enormes cantidades de mendigos y parados, así como con la situación de
los jornaleros y asalariados. Jesús ha querido recoger uno de esos conflictos en la
hermosa parábola de los viñadores que dan muerte al propietario para adueñarse de la
viña. Las clases ricas se habían granjeado el desprecio de los fariseos y esenios por su
degradación religiosa, y el desprecio de los zelotes por su arribismo político y su opresión
con respecto a los más pobres. Después de la muerte de Jesús, el levantamiento zelote,
que desencadenó la ruina de Jerusalén, se dirigió en primer lugar contra las clases altas,
a las que combatieron a muerte.
5.2 La actividad religiosa.
La vida religiosa de los judíos, fuera del templo de Jerusalén, se desarrollaba en torno
al sábado y a la sinagoga. La sinagoga, que era una institución antiquísima, se desarrolló
sobre todo a partir de la cautividad de Babilonia. El pueblo desterrado, sin su templo y
lejos de su patria, hubo de agruparse en torno a la ley y a su estudio. Así se renovó la
sinagoga, multiplicándose su número, hasta el punto de haber una en cada lugar donde
hubiese una comunidad de judíos, Reconocido por Roma el derecho de asociación, las
sinagogas eran verdaderas comunidades judías, que poseían bienes propios, fijaban los
deberes de limosnas, administraban la justicia, pudiendo incluso sancionar la pena de
flagelación. Los asuntos externos corrían a cargo de un jefe de la sinagoga,
encargándose del cumplimiento de las prescripciones legales del culto.
Las sinagogas eran generalmente de estilo sencillo, rectangulares, de forma alargada,
orientadas hacia Jerusalén, en cuyo frente había una hornacina donde se guardaban los
rollos de la ley. Para comenzar los servicios, era necesario un número de varones no
inferior a diez.
El servicio religioso comprendía dos partes. La primera parte daba comienzo con una
profesión de fe y lectura del decálogo, proclamándose luego las 18 bendiciones, leídas
por cualquiera de los presentes, a cuyo final todos los demás respondían “Amén”. Con la
última bendición, el presidente daba la bendición si era sacerdote, o lo hacía en forma
deprecatoria en caso contrario. La segunda parte consistía en la lectura de fragmentos de
la ley y de los profetas, comentados por los presentes, a invitación del jefe de la sinagoga.
Lucas nos ha conservado una de estas ceremonias, en que fue invitado Jesús a comentar
el texto.
5.3 La vida diaria.
La familia tenía al padre como dueño absoluto, sacerdote y maestro de todos los
componentes. La mujer es respetable si tiene hijos, de lo contrario es menospreciada. Es
discriminada incluso en el culto y no merece la pena enseñarle la ley, pues sólo está
obligada a las prohibiciones de ella. Las hijas son poco más que bienes que se venden a
los pretendientes que las compran, lo mismo que un esclavo. Las mujeres se casaban a

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 1 Página | 9


los 12 años y los varones entre los 18 y 24. Era bastante frecuente casarse con las
sobrinas, y la poligamia tampoco era infrecuente. La mujer debe lavar los pies al marido,
cosa que no hacen ni los esclavos judíos. Con ellas se debe hablar poco. El divorcio
estaba admitido. El hombre se podía divorciar, pero la mujer no. la causa podía ser, según
algunos, el que se le quemara la comida o que se encontrara otra más hermosa que ella.
Los hijos varones eran instruidos por su padre en la ley y en el rezo de la “sema Israel”
o credo israelita. Tres veces al día debía rezar el judío la oración de las 18 bendiciones, y
esto de cara a Jerusalén, de pie, con las manos extendidas y la vista baja. El sábado lo
guardaban los judíos dentro y fuera del país. Era descanso para todos, incluso para los
animales (por lo que se discutía si era lícito comer un huevo puesto en sábado). Los
esenios eran en este punto extremadamente severos: no se puede trabajar ni para salvar
la vida (guerra o caerse a un pozo). Tres toques de trompeta anunciaban el comienzo del
sábado. En este día se iba a la sinagoga. Cuando un niño tenía 13 años, podía hacer las
lecturas. La “sema” no era propiamente una oración, sino un acto de fe, era “tomar sobre
sí el yugo de la soberanía celestial”.
5.4 La mentalidad contemporánea de Jesús.
La mentalidad político-religiosa del pueblo judío ya hemos visto que tenía diferencias
muy marcadas en las distintas clases sociales de aquel tiempo.
De una parte, la promesa hecha por Dios a Abrahán parecía haberse cumplido ya con
Moisés y posteriormente en el reinado de David. Pero la invasión de los asirios y la
experiencia de la nueva cautividad angustiaron al corazón de los israelitas. Los profetas
recibieron el encargo de ir, poco a poco, transformando la amargura del presente en
expectativa de futuro. Así es como entró en la mentalidad del pueblo la esperanza de los
últimos tiempos.
Esta nueva dimensión escatológica hizo nacer en todos los corazones las esperanzas
de un mesías, un ungido de Dios, que triunfaría definitivamente al mal y que establecería
el reinado de Dios. Pero aquí se dividieron las opiniones. Frente a la intemperancia de los
zelotes, que veían en cualquier líder un posible mesías, y provocaban frecuentes
conflictos a los romanos y a las clases dirigentes, éstas, la de los saduceos, apenas
esperaban nada que no fuese el mantenimiento del mismo “statu quo” en el esplendor del
culto y del templo, mantenidos a ultranza por tiempos indefinidos. Por su parte, los
fariseos ponían toda su confianza en ganarse la buena voluntad de Yavé por el
cumplimiento estricto de la ley, reduciendo la primitiva esperanza en la promesa al mero
reconocimiento de la recompensa. Los esenios, incorporando a la escatología la
dimensión apocalíptica, veían próximo el fin y se preparaban a él, lejos de la fatuidad
cultual y legalista, y al margen de todo compromiso, en el interior del desierto y de sí
mismos.
Jesús tropezará con unos y con otros, y tratará de reducirlos a una nueva óptica: el
templo será destruido, la ley cederá ante el espíritu, su reino no es de este mundo, y el
día del Señor nadie lo conoce. Finalmente, este mesianismo que había hecho concebir
esperanzas nacionalistas en la mayor parte del pueblo, se tradujo en odio mortal y
acendrado contra lo no judío, sobre todo contra los samaritanos y los gentiles. También
Jesús encontrará en ello obstáculos enormes, y tratará de corregir tan menguados puntos
de vista, con un reino universal y sin fronteras en sus parábolas; ofrecerá su poder de
hacer milagros a la mujer fenicia, al centurión de Cafarnaúm, y contrapondrá a Nínive y a
Tiro y Sidón, frente a la obstinación de las ciudades galileas.
6. PARA MEDITAR.
En este contexto concreto vivió Jesús. En este complejo entramado social nació, vivió y
predicó el Reino, Jesús de Nazareth, dando la vida para liberarnos. Se insertó
activamente en la sociedad de su tiempo para, desde sus conflictos y desafíos, mostrar el
rostro del Dios de la Vida. Fue capaz de leer los signos de su tiempo y responder a ellos.

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Por eso, conocer la realidad del tiempo que vivió Jesús es importante, necesario e
imprescindible para entender sus opciones. Sin tener en cuenta el contexto histórico (la
realidad, geográfica, histórica, política, económica, social y religiosa) de su tiempo,
corremos el riesgo de leer la Biblia sin asumir los compromisos y opciones que Jesús nos
señaló con sus enseñanzas y su práctica. Es una invitación y un desafío a conocer
también, la realidad que vivimos en nuestros días y a qué nos compromete el
conocimiento vivo de la Palabra de Dios.
A través del conocimiento de la compleja realidad que nos toca vivir (política,
económica, social, cultural y religiosa) podremos discernir con mayor claridad qué
opciones son las que permiten vivir con mayor fidelidad la fe en Jesús y la construcción de
su Reino, esperanza y utopía que comenzó acá en la tierra y es nuestra tarea continuar.

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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 2

INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS


“DEL EVANGELIO A LOS CUATRO EVANGELIOS”
Los evangelios no son fáciles de leer, sobre todo cuando nos acercamos a ellos
buscando una biografía de Jesús, en vez de buscar su mensaje. Si no tenemos idea de lo
que pretendieron los evangelistas, tampoco sabremos recibir lo que nos ofrecen en sus
libros. Y si no sabemos cómo los compusieron, tampoco sabremos leerlos
provechosamente; por ejemplo, corremos el riesgo de establecer relaciones lógicas donde
ellos solamente intentaron conexiones gramaticales o literarias.
Por tanto, una lectura fructuosa de los evangelios presupone ciertos conocimientos
básicos. Es verdad que a veces se trata de cuestiones complicadas, pero vale la pena
que nos interesemos mucho en estudiarlas. No olvidemos que se trata de unos libros que
han hecho historia y la siguen haciendo. No olvidemos que el mensaje de los evangelios
ha configurado nuestro pasado cultural y está hoy determinando nuestro propio futuro.
1. ¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA EVANGELIO?
1.1 Fuera de la Biblia.
“Evangelio” es una palabra griega. Homero la utiliza alguna vez para designar la paga
que merecen los que traen buenas noticias. De ahí pasa a significar la misma buena
noticia. La encontramos después en el lenguaje religioso con el mismo significado que
tiene la palabra “oráculo”. Y pertenece todavía al área de expresión religiosa cuando pasa
a ser el término técnico para referirse a las noticias imperiales. El emperador romano,
siguiendo la costumbre de los monarcas helenistas, se hacía llamar “Soter” (que significa
“salvador del mundo”) o “Dominus et Deus” (que quiere decir “señor y dios”). Por eso se
comprende que los despachos y noticias imperiales tuvieran un carácter sagrado y se
proclamaran como “evangelios”. De este uso político religioso tenemos un ejemplo muy
interesante. Nos referimos a una inscripción del año 9 a.C., hallada en Priene (Asia
Menor) y relacionada con el nacimiento de César Augusto. Dice así: “El natalicio del dios
fue para el mundo el principio de todos los “evangelios” que se darían después por su
causa”.
1.2 En el Antiguo Testamento.
Cuando el profeta Isaías describe el retorno de los exiliados y nos habla del heraldo
que va delante de ellos para anunciar la noticia a los habitantes de Jerusalén, exclama
lleno de entusiasmo: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero de
buenas noticias que anuncia la paz y promete lo mejor, que pregona la salvación diciendo
a Sión: ¡Tu Dios reina!”.
En la versión griega de la biblia, conocida con el nombre de los LXX, se traduce
“mensajero de buenas noticias” por “aquel que evangeliza” y la expresión “pregona la
salvación” se traduce por “evangeliza lo bueno”. A partir de ahí, era fácil llamar “evangelio”
a la buena noticia del advenimiento del reino de Dios.
1.3 En el Nuevo Testamento.
Marcos empieza su relato con estas palabras: “Principio del evangelio de
Jesucristo…”. ¿Qué significa esto? Evidentemente, no se refiere al principio de un libro,
del libro que él escribe sobre Jesucristo.
Marcos se refiere al “principio” de la actividad pública de Jesucristo, que consiste en
anunciar la buena noticia de la llegada del Reino de Dios. Por eso, después de
presentarnos el escenario en donde hace su aparición el profeta de Nazareth, nos dice
unos versillos más abajo: “…vino Jesús a Galilea y predicó el evangelio de Dios diciendo:

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“Se ha cumplido el tiempo y se aproxima el Reino de Dios; convertíos y creed en el
evangelio”.
Marcos está interesado en decirnos de qué manera y en qué situación comenzó el
“evangelio de Jesucristo”, esto es, la actividad de Jesús como heraldo del reino de Dios.
Pero he aquí que en el texto últimamente citado la palabra “evangelio” adquiere también
otro significado: “el mensaje del Reino de Dios que viene”. Por tanto, vemos que Marcos
utiliza la palabra “evangelio” en dos sentidos: primero, para designar la actividad pública
de Jesús, la predicación de Jesús (“Principio del evangelio de Jesucristo”); segundo, para
designar el mensaje de Jesús, lo que él predicaba (“…predicó el evangelio de Dios
diciendo: Se ha cumplido el tiempo y se aproxima el “Reino de Dios”). Son los dos
significados que hayamos también en otros evangelistas.
En las epístolas y demás escritos del Nuevo Testamento, la palabra “evangelio” se
refiere a la actividad misionera de los apóstoles o al mensaje de los apóstoles, a lo que
predicaban. Lo primero resulta evidente, por ejemplo en donde la expresión “vivir del
evangelio” no admite otro significado; lo segundo aparece en locuciones muy repetidas,
como son: “predicar…”, “proclamar…” “confesar…”, “enseñar…”, “anunciar el evangelio”.
Resumiendo: en el Nuevo Testamento, “evangelio” significa siempre la predicación de
Jesús o de los apóstoles y el contenido o mensaje de esa predicación, y nunca se emplea
esa palabra para designar un libro. Sólo a partir del siglo II, se llamaría “evangelistas” a
los autores de los cuatro evangelios y se utilizaría esta palabra refiriéndola a los libros que
ellos escribieron.
2. ¿CAMBIARON LOS APÓSTOLES EL EVANGELIO DE JESUCRISTO?
Jesús eligió a sus discípulos para que estuvieran con Él a partir del bautismo en el
Jordán y hasta el final de su vida pública. Después, los enviaría a predicar el evangelio a
todo el mundo, lo que hicieron después de la muerte del maestro.
¿Cambiaron los apóstoles el evangelio, esto es, el mensaje de Jesús? Porque Jesús
comenzó a predicar en Galilea diciendo: “El Reino de Dios está cerca”, y esto es lo que
predicó, durante toda su vida. Pero los discípulos de Jesús, los apóstoles, comenzaron a
predicar en Jerusalén, proclamando a los judíos: “Dios ha hecho Señor y Cristo a ese
Jesús a quien ustedes han crucificado”. Y Pablo se negaría a predicar otra cosa que no
fuera Cristo y Cristo crucificado: “… nunca entre ustedes me precié de saber alguna cosa,
sino a Jesucristo, y éste crucificado”. ¿No sustituyeron los apóstoles el mensaje del Reino
de Dios por el mensaje de que Jesús crucificado es el Cristo, el Señor? ¿O acaso es lo
mismo lo que Jesús predicaba, que predicar que Jesús es el Cristo?
Pues sí, es sustancialmente lo mismo; pero hay que explicarlo. Veamos: Jesús predicó
la llegada del Reino de Dios con palabras y obras, pues entendió que éstas eran las
“señales” del Reino de Dios que llegaba en Él y por Él. De manera que los discípulos que
escucharon las palabras de Jesús vieron también como estas palabras se cumplían en las
obras que realizaba, es decir, cómo el Reino de Dios que proclamaba Jesús llegaba
efectivamente por Él y en Él a todos los hombres. O lo que es igual: los apóstoles
creyeron que Jesús era el Mesías prometido para inaugurar el Reino de Dios, o sea, que
Jesús era el Cristo y Señor. Y la proclamación de esta fe por calles y plazas y ante los
tribunales cuando fue preciso, la predicación de los apóstoles, no era otra cosa que la
confesión de que en Jesús, el Cristo y Señor, había llegado el Reino de Dios. Y este
evangelio, este anuncio de la llegada del Reino de Dios, lo acompañaron siempre, como
Jesús, de una denuncia del pecado y de una llamada a la conversión. El evangelio de
Jesús y el evangelio predicado por los apóstoles son el mismo evangelio: el Evangelio
anterior a lo que hoy nosotros llamamos los cuatro evangelios ya que estos libros no son
más que la fijación por escrito del Evangelio.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 2 Página | 2


3. ¿CÓMO SE FORMARON LOS CUATRO EVANGELIOS?
Jesús comenzó su actividad
pública en torno al año 27 de
nuestra era. Sin embargo, los
evangelios se escribieron hacia el
año 70 d.C. Entre la predicación de
Jesús y la redacción de los
evangelios pasaron cuarenta años.
¿Qué ocurrió en estos cuarenta
años? ¿Cómo se transmitieron las
palabras y los recuerdos sobre
Jesús durante aquel tiempo?
¿Podemos fiarnos de lo que nos
cuentan los evangelios?
Para responder estas preguntas
es necesario tener presente cuál fue la historia del cristianismo naciente, porque es en el
seno de esa historia donde los evangelios fueron naciendo, primero como predicación
oral, después como escritos fragmentarios y luego como obras terminadas. Al hablar de la
historia del cristianismo naciente distingamos tres etapas:
➢ La vida y el ministerio de Jesús (6 a.C.- 30 d.C.)
➢ La generación apostólica (30-70 d.C.)
➢ La segunda generación cristiana (70-100 d.C.)
También en la historia de la formación de los evangelios podemos hablar de tres
etapas, que corresponden prácticamente a los anteriores:
3.1 Primera etapa: La actividad de Jesús.
Jesús no escribió sus enseñanzas. Tampoco sus discípulos fueron tomando nota de los
signos que realizaba. Sin embargo, el origen de los evangelios se encuentra en Jesús y
en el grupo de los discípulos que lo acompañaban.
Las palabras y los signos de Jesús despertaban la admiración de la gente (Mt 4,24; Mc
1,28). Sus enseñanzas eran fáciles de recordar: hablaban de realidades concretas
(parábolas), y Jesús las repetía utilizando esquemas muy sencillos. Lo mismo ocurría con
las acciones que realizaba: casi siempre tenían un significado concreto: la liberación del
mal (curaciones), la denuncia (expulsión de los comerciantes del templo) y el servicio (el
lavatorio de los pies). Estos signos y enseñanzas de Jesús quedaron especialmente
grabados en la mente y el corazón del pequeño grupo de discípulos que lo acompañaba a
todas partes. Jesús los había reunido para que estuvieran con Él y para enviarlos a
predicar (Mc 3,14). A ellos dedicó una atención especial, explicándoles el sentido de sus
palabras y ayudándolos a predicar su mensaje (Mc 4,34; 9,30-31).
La vida de Jesús terminó trágicamente. La cruz parecía el final, pero no fue así. Sus
discípulos lo vieron después de morir. Había resucitado. Fue una experiencia que les hizo
recordar con una luz nueva todo el camino hecho junto a Jesús. Sus palabras y sus
signos fueron alcanzando poco a poco un sentido más profundo, más auténtico. Eran las
palabras y los signos del Hijo de Dios.
3.2 Segunda etapa: La transmisión oral sobre Jesús en las comunidades cristianas.
La resurrección de Jesús era un acontecimiento que no podía quedar en el silencio.
Los discípulos se sienten impulsados a dar testimonio de esta buena noticia. Salen a las
plazas (He 2,4-41), van por los caminos (He 8,4) y llegan a nuevas ciudades (He 11,19-
30). Como fruto del anuncio de esta buena noticia, comienzan a surgir pequeñas
comunidades cristianas en las que se acepta, se vive y se celebra la resurrección de
Jesús. Fue en estas comunidades donde se conservaron y transmitieron los recuerdos
que tenemos en los evangelios.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 2 Página | 3


Los misioneros cristianos que iban anunciando la buena noticia, ilustraban su
predicación contando los signos que Jesús había realizado; repetían sus parábolas y
enseñanzas, y trataban de mostrar a los judíos que en Jesús se habían cumplido las
promesas del Antiguo Testamento. En las primeras comunidades todos deseaban saber
más sobre Jesús; querían conocer con detalle lo que había hecho y dicho, cómo habían
sido los últimos días de su vida. Reunidos en torno a la mesa de la Eucaristía recordaban
sin cesar aquellas enseñanzas y aquellos signos; en ellos encontraban el sentido de sus
vidas y descubrían una nueva forma de estar en el mundo. Las palabras y los signos de
Jesús, confrontados con nuevas situaciones y nuevos ambientes, fueron manifestando
toda su riqueza.
Durante mucho tiempo los recuerdos sobre Jesús se transmitieron de palabra. Los
pequeños relatos adquirieron una forma fija (sentencias, parábolas, relatos de milagros,
controversias, etc.) que era fácil de recordar. Era una tradición sagrada, cuyos guardianes
eran los Apóstoles. Pero, junto a esta tradición oral, fueron naciendo también pequeñas
colecciones (de parábolas, milagros, etc.) o relatos un poco más amplios (relato de la
pasión) que se iban poniendo por escrito.
3.3 Tercera etapa: La redacción de los evangelios.
Con el paso del tiempo la situación de las comunidades cristianas fue cambiando.
Cuando se inicia el último tercio del siglo I (70-100 d.C.) han muerto ya, muchos de los
que habían sido testigos oculares de la vida de Jesús. Además, la Iglesia se ha separado
del Judaísmo. Algunas comunidades viven una difícil relación con los judíos (Mateo y
Juan), mientras que otras miran hacia el horizonte del imperio romano (Marcos y Lucas).
En muchas de ellas aparece la rutina y el cansancio. Es una nueva situación, en la que se
hace necesario dirigir la mirada hacia Jesús. Fue precisamente en esta época, cuando se
escribieron los evangelios.
Marcos fue el primero. En la composición de su relato utilizó seguramente las
colecciones y relatos que se habían escrito antes, pero también incluyó los recuerdos
sobre Jesús que se transmitían oralmente. Su tarea no consistió simplemente en reunir
todas estas tradiciones, sino que las actualizó y las organizó siguiendo un esquema que
los misioneros cristianos utilizaban para contar los principales acontecimientos de la vida
de Jesús (He 10,37-41).
Mateo y Lucas compusieron sus evangelios teniendo presente el relato de Marcos.
Contaron, además, con una colección de dichos de Jesús, de la que tomaron muchas de
las parábolas y de las enseñanzas que tienen en común. Finalmente, tanto Lucas, como
Mateo, incluyeron en sus evangelios tradiciones propias, que completaban lo que habían
tomado de Marcos y de la colección de dichos. Ambos siguieron el esquema trazado por
Marcos, pero lo hicieron con gran libertad.
El Evangelio de Juan tiene su propia historia. Sus fuentes son distintas, el esquema
general de la obra no se parece al de los sinópticos, y sólo en contadas ocasiones (p. e.
en el relato de la pasión) se encuentran relatos procedentes de una tradición común.

4. LA CUESTIÓN SINÓPTICA.
4.1 Planteamiento de la cuestión.
Los tres primeros evangelios coinciden en buena parte de su contenido y en el orden
básico de su distribución, lo cual permite compararlos, en especial si se editan los textos a
tres columnas paralelas de manera que puedan abarcarse coincidencias y diferencias con
una sola mirada (es decir con una “sinopsis” o mirada de conjunto). Por esta razón se les
llama “evangelios sinópticos”.
Marcos, el más breve de los tres, comprende 661 versículos, y toda su información
(exceptuando tan sólo 31 versículos) se encuentra en los otros dos o, al menos, en uno
de ellos.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 2 Página | 4


Mateo tiene en total 1,068 versículos, contiene casi toda la información de Marcos y
añade por su cuenta el contenido de 233 versículos.
Lucas, que es el más largo, tiene 1,149 versículos, de los cuales 564 contienen
información que no se halla en los anteriores, pero coincide en el contenido de 235
versículos con Mateo y recoge casi la mitad de la información de Marcos.
Las diferencias que notamos entre los tres sinópticos no permiten armonizarlos, pero
son tantas las coincidencias que nos exigen una explicación. Surge de este modo lo que
se ha llamado “cuestión sinóptica”. ¿Es posible señalar algunas dependencias entre los
tres autores? ¿Qué relación existe entre los tres textos?
4.2 Teoría de las dos fuentes.
Como posible respuesta a la cuestión sinóptica, se ofrece la teoría de las dos fuentes.
Presentada como hipótesis hace aproximadamente unos cien años, esta teoría se ha
mantenido y acreditado entre los comentaristas del nuevo Testamento hasta llegar a ser
aceptada por la gran mayoría. Es también la más sencilla de todas las hipótesis. Con
algunos retoques, explica convenientemente las coincidencias y las divergencias que se
dan entre los tres sinópticos. Además, nos da una razón para comprender por qué motivo
se ha conservado hasta nosotros el evangelio de Marcos, siendo así que la totalidad de
su contenido se halla en los otros dos que son también mucho más extensos. La razón es
que Marcos nos ofrece el relato más próximo a los hechos y el menos elaborado por la
reflexión teológica.
La teoría de las dos fuentes supone que el texto de Marcos constituye la base de los
otros dos. En efecto, puede observarse cómo Mateo y Lucas siguen generalmente el hilo
de Marcos. Si alguna vez lo abandonan, es para intercalar su propia información, pero
vuelven a tomar el hilo del relato de Marcos. Además, como ya dijimos, Mateo recoge casi
la totalidad del texto de Marcos, y Lucas, más de la mitad. Según esto, Marcos sería la
fuente de las “obras del Señor”.
Por otra parte, vemos que aquella información en la que coinciden Mateo y Lucas
consiste principalmente en palabras de Jesús. Y, lo que es más interesante, estas
palabras han sido recogidas por ambos casi de la misma forma. Tanta coincidencia lleva a
pensar que uno y otro dependen a su vez de otra fuente, a la que se ha llamado “de las
palabras del Señor”. Hacia el año 130, Papías de Hierápolis (Frigia) escribió un libro con
el siguiente título: “Aclaraciones a las palabras del Señor”. Evidentemente, Papías se
refiere a un libro en el que se recogen palabras de Jesús. Pero es que, además, el mismo
Papías nos dice que “Mateo compiló en arameo las palabras del Señor y cada cual las
tradujo después como supo”. Es muy probable que esa colección aramea, atribuida a
Mateo, una vez traducida al griego, fuera la fuente del evangelio de Mateo y Lucas.
Tendríamos pues, dos fuentes principales: la de las obras del Señor (Mc) y la de las
palabras del Señor (que suele designarse con la letra Q). Pero hay que añadir al menos
otra fuente desconocida, para explicar el origen de aquella información que Lucas tiene en
exclusiva.
Que la tradición apostólica llegara a formularse en dos series o colecciones distintas y
complementarias, la una representada por Marcos y la otra por Q, se comprende
fácilmente, si tenemos en cuenta la costumbre del judaísmo de aquella época: la tradición
de un maestro famoso se transmitía en dos series distintas, en la primera se narraban los
hechos del maestro y en la segunda se recordaban sus palabras. Y esto es sin duda lo
que ocurrió también con la tradición de Jesús que recogieron los apóstoles. En cierto
sentido, era algo que exigía la evangelización; los misioneros debían decir en primer lugar
quién era Jesús y qué hizo; en segundo lugar, debían adoctrinar a los nuevos creyentes,
dando a conocer el mensaje y las palabras de Jesús.
En el adjunto gráfico se puede ver sinópticamente (recuerda: “sinopsis” significa mirada
de conjunto) las relaciones que, según la teoría de las dos fuentes, se dan entre los
evangelios sinópticos. Se ha añadido también la fuente desconocida del evangelio de
Lucas, con lo cual nuestra teoría debiera llamarse propiamente de las tres fuentes.
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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 3

EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS


¿Quién dice la gente que soy yo?... y según ustedes ¿Quién
soy yo? Esta pregunta que Jesús hizo un día a sus discípulos
en Cesárea de Filipo, no ha perdido actualidad en los veinte
siglos que han transcurrido desde aquel día. Hombres y
mujeres de todas las épocas y geografías han visto en Jesús,
un maestro, un líder, una personalidad atrayente. Sus
enseñanzas sobre el amor, su atención a los desposeídos de
la tierra, su oposición a todo lo que oprime al hombre, sus
acciones liberadoras, han hecho de Él un personaje aceptado
y admirado. Pero esta aceptación tiene un límite, y ese límite
se encuentra en el Calvario. Hasta allí no llega la admiración,
porque su muerte resulta escandalosa. Sólo unos pocos se
detienen para escuchar la invitación a tomar la cruz y seguir a Jesús, único camino para
llegar a conocer su verdadera identidad. El evangelio de Marcos es una invitación a
descubrir el auténtico rostro de Jesús, recorriendo a su lado el camino que conduce a la
cruz, y a través de ella a la resurrección.
Nos interesa en especial el evangelio según San Marcos, no sólo por tratarse del texto
más cercano a los hechos, sino por ser además el fundamento de los otros sinópticos.
Tengamos en cuenta, por otra parte, que va a constituir la base principal de nuestro curso:
si alguna vez nos apartamos de él, será para hacer alguna expedición a los otros textos
bíblicos y regresar de nuevo a nuestra base.
Marcos y su comunidad.
Los destinatarios del segundo evangelio son, en su mayoría no judíos, a quienes el
evangelista tiene que explicar expresiones y costumbres judías. Pertenecían con toda
probabilidad a una pequeña comunidad establecida en la gran ciudad de Roma. Corrían
tiempos difíciles para ellos.
Resultaban odiosos tanto para los judíos como para los romanos. La fidelidad a la
doctrina de Jesús comportaba el riesgo continuo de verse despreciados, maltratados e
incluso perseguidos, como ocurrió en tiempos del Emperador Nerón en el año 64 d.C. En
esta situación de persecución y de crisis se hacía necesario afianzar la fe. Marcos se
propuso responder a aquella situación crítica dirigiendo la mirada hacia Jesús para
profundizar en el misterio de su persona. Su relato que tenía una intención catequética y
pastoral, dio origen a un nuevo género de literatura cristiana. Con él nacen los
“evangelios”, escritos de clara finalidad pastoral, en los que a la narración sobre Jesús se
une de manera inseparable el testimonio de la comunidad creyente, llegando hasta
nosotros con una fuerza que cuestiona. El fundamento de este peculiar género es el
componente teológico-escatológico del mensaje cristiano: Jesús de Nazareth, personaje
histórico que vivió en Palestina aproximadamente entre los años 6 a.C. y 30 d.C., es
presentado como Mesías e Hijo de Dios que sigue vivo y actuando. Continúa realizando lo
que hizo durante su vida histórica: anuncia la salvación y el juicio de Dios, enseña en las
comunidades, cura a los enfermos en el alma y en el cuerpo, padece y muere en favor de
los hombres.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
En el evangelio no se brindan datos sobre su autor. Pero, la tradición de la Iglesia
primitiva desde el siglo II, de manera unánime ha señalado como autor del segundo
evangelio a Marcos, discípulo e intérprete del apóstol Pedro en Roma. Algunos
documentos antiguos, como el canon de Muratori, apuntan que Marcos no conoció o no

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siguió a Jesús en su vida terrena, pero todos insisten en
afirmar que reproduce con fidelidad la predicación de
Pedro. El testimonio más antiguo que tenemos, el de
Papías de Hierápolis (años 60-130), dice así: “Marcos, que
fue intérprete de Pedro, puso cuidadosamente por escrito,
aunque sin orden, lo que recordaba de lo que el Señor
había dicho y hecho.
Porque él no había oído al Señor ni lo había seguido,
sino, como dije, a Pedro más tarde, el cual impartía sus
enseñanzas según las necesidades y no como quien hace
una composición de las sentencias del Señor, pero de
suerte que Marcos en nada se equivocó al escribir algunas
cosas tal como las recordaba”.
Otros testimonios semejantes pueden encontrarse en Padres de la Iglesia como
Orígenes, Clemente de Alejandría o San Ireneo que en su tratado “Contra las herejías”
dice: “Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió también por escrito lo que
había sido predicado por Pedro”.
Pero ¿Quién es este Marcos? En el Nuevo Testamento se nombra a un joven llamado
Juan Marcos. Era costumbre en la antigüedad que los judíos tuvieran dos nombres, el
propio y otro griego, el cual se imponía. El nombre de Juan significa “Don de Dios” y
Marcos significa “distinguido”.
Marcos es hijo de María, una viuda de buena posición en cuya casa se reunía la
primitiva Iglesia de Jerusalén (He 12,12ss). También parece que el muchacho que seguía
a Jesús cubierto con una sábana era el mismo Marcos (Mc 14,51ss) dato íntimo que sólo
él aporta, lo que indica que el Huerto de los olivos debió pertenecer a su familia. Era
primo de Bernabé (Col 4,10) con él, se inicia en el apostolado y con Pablo (He 12,25) a
quien sirvió como auxiliar o diácono (He 13,1-6).
Marcos les abandonó cuando se dirigía a Perge regresando a Jerusalén (He 13,13),
motivo por el cual San Pablo ya no quiso llevarlo consigo en un posterior viaje. Esto dio
ocasión para que Pablo y Bernabé se separaran en ruta distinta, marchando éste
acompañado de Marcos (He 15,38-39).
Diez años más tarde Marcos se encuentra en Roma (Col 4,10) como intérprete de
Pedro, el cual le llama “su hijo” (1 Pe 5,13), nada extraño debido a la familiaridad de
Pedro con los de su casa (He 12,11-17). Marcos pues, está con Pedro al escribir éste su
primera carta, y probablemente a la llegada de Pablo con el que se reconcilió como lo dice
en sus cartas (Col 4,10; 2 Tim 4,11; Fil 2,4) y lo considera ahora necesario para su labor
evangelizadora (2 Tim 4,11).
Debió escribir su evangelio estando en Roma, hacia el año 60. Eusebio y San Jerónimo
afirman que fundó la Iglesia de Alejandría de Egipto, y otros, que fue martirizado en
Búcolii, cerca de Alejandría, durante el imperio de Trajano. Sus reliquias fueron
trasladadas a Venecia donde se veneran hasta el día de hoy. Su fiesta litúrgica se celebra
el 25 de abril.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
Respecto a los destinatarios inmediatos del evangelio, es bastante claro que Marcos
escribió para los cristianos de Roma. La tradición indica que escribió en Roma y a ruego
de los romanos. Esta hipótesis se confirma en cierta manera con indicios presentes en el
mismo texto. Al leerlo con atención se nota que está dirigido a personas que no conocen
con detalle la ley y las costumbres judías y por eso necesitan que se las expliquen. La
más extensa de estas explicaciones la vemos en: 7,3-4: “Pues los fariseos y todos los
judíos nunca comen si no se lavan las manos muchas veces, observando la tradición de
los mayores; y cuando llegan de la plaza no comen, si no se purifican; y hay otras muchas

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 2


cosas que guardan por tradición: purificaciones de las copas y de las jarras, de las vasijas
de cobre y de los lechos”. Otros ejemplos están en: 2,26; 14,12; 15,42.
Se nota también que está dirigido a personas que no saben arameo, por lo que hace
falta que se traduzcan las frases breves de Jesús, que se transmiten en esa lengua. Por
ejemplo: “Boanerges, es decir, hijos del trueno” (3,17) o “talitha qum que significa: niña a ti
te digo, levántate” (5,41). Otros ejemplos más, los podemos ver en: 7,11.34; 9,43; 14,36;
15,22-34.
Por otra parte, da por supuesto términos técnicos romanos. Por ejemplo: pretorio
(15,16); denario (6,37); centurión (15,39-44); legión (5,9-15); especulador o vigía (6,26);
sectario (7,4); flagelo (15,15). Todos estos datos sumados a la tradición y el testimonio de
los primeros siglos de la Iglesia, permiten suponer, que Marcos escribió para los cristianos
de origen pagano de la ciudad de Roma.
El Evangelio de Marcos fue escrito en griego. Utilizó el griego koiné, que era un
lenguaje popular muy extendido por todo el Mediterráneo. Además, introduce también,
palabras de origen latino e incorpora una serie de expresiones en arameo.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
Las tradiciones de la iglesia primitiva nos indican siempre a Roma, como lugar de
composición. Casi todos los biblistas coinciden en señalar que la fecha más probable de
redacción del evangelio de Marcos es hacia el año 70. La redacción del capítulo 13 del
evangelio, en el que se hace mención a la destrucción de Jerusalén, es para algunos, un
indicador de que el evangelio fue redactado antes de sucedidos los hechos históricos
(caída y destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.). El contexto de este Evangelio trae a
la memoria una situación de persecución, pues hace diversas alusiones al tema. Los
especialistas lo relacionan con la persecución desatada en Roma por el emperador Nerón
(64-68 d.C.).
Ahora bien, si se considera que los Hechos de los Apóstoles, tiene como fecha más
tardía el año 63,entonces el evangelio de San Lucas que es anterior, habría que datarlo al
menos en el año 62, por tanto San Marcos que es anterior a Lucas, tendría al menos
como fecha probable el año 60. Por otra parte, San Ireneo dice que Marcos escribió tras
la muerte de Pedro (años 64 o 67). Luego de cierto nos queda que fue escrito antes del
70, y las fechas probables son el 60, y entre el 64 y 67.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
4.1 Finalidad de la obra.
La finalidad de Marcos es Jesucristo, su Persona y su Obra como objeto de fe. Como
finalidad específica tiene interés en mostrar que Jesús es el Mesías (14,61-62) y esta es
una exigencia para su seguimiento (8,27-30). Este Mesías es el Hijo del Hombre (10,28;
8,31.38 y otros) y no podemos confundirlo con un líder político. A la par quiere dejar en
claro la divinidad de Jesucristo (1,1; 2,11; 4,41 y otras) también proclamada por Dios
(1,11; 9,7) y por un gentil romano (15,39). Estas dos verdades fundamentales nos
presentan la característica teológica del mensaje de Marcos: presentar a Jesús como el
Mesías prometido y como el Hijo de Dios.
4.2 Género literario.
El género literario que emplea San Marcos es el género de la predicación oral. Más que
un escrito, parece el resumen de una predicación o el apunte para una predicación, con
sus características específicas. Responde en este sentido al modo más arcaico de
predicación apostólica: el kerigma, presentando a un Jesús muy próximo, real e histórico.
4.3 Estilo literario.
Una simple lectura de su obra delata enseguida que el griego no es su lengua materna.
Tampoco es un escritor consumado y a veces se embrolla. Su vocabulario no es
excesivamente amplio, y la sintaxis es sencilla: predomina la simple coordinación de las

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 3


frases –parataxis- unidas por la conjunción “y”, por la preposición “pues”, o por el adverbio
“enseguida”.
4.4 Estilo narrativo.
Sin embargo, en su sencillez, su escritura tiene una gran vivacidad. Marcos tiene el don
de dar vida a lo que cuenta. Con mucha frecuencia el evangelista acude al discurso
directo en medio de su relato. Salta en seguida a la vista el uso constante del presente
histórico –“viene, dicen, salen…” empleado más de 150 veces- y la descripción
pormenorizada de detalles y circunstancias que Mateo y Lucas narran más sobriamente.
Además, para referirse a Jesús y a los discípulos, utiliza muy a menudo la tercera persona
del plural –“entonces llegaron, vinieron, fueron”- donde los otros Evangelios utilizan la
primera, para referirse únicamente a Jesús: “entonces llegó con sus discípulos…”. La
narración se hace tan viva en estos casos que parece oírse la voz de un testigo ocular
que cuenta una y otra vez: “llegamos, vimos…”.
Seguramente todos esos pormenores no hacen sino reflejar el modo vivo de los relatos
de San Pedro. Pero, en el conjunto del texto, estas características literarias están en
relación con el mensaje del Evangelio. Con su relato vivo y apasionado, Marcos nos
ayuda a trasladarnos a las pequeñas ciudades de la ribera del lago de Genesaret, a sentir
el bullicio de las gentes que siguen a Jesús, a contemplar los gestos de Cristo; en una
palabra, asistir a la historia evangélica como si participáramos en los episodios. El
evangelio se hace presente en el lector, que es invitado así a comprometerse, a tomar
partido ante las acciones de Jesús, como lo hicieron los discípulos. El relato de Marcos es
como el Evangelio en acción, tal vez por eso es el que tiene mayor densidad de milagros
en el texto. En cambio, a diferencia de los otros evangelios, le faltan grandes discursos.
San Marcos repite muchas veces, más que los otros Evangelios, que Jesús “enseñaba”,
pero nos ha dejado pocos testimonios de la enseñanza de Jesús, al menos en discursos
largos. Propiamente hablando, sólo recoge dos grandes dos grandes discursos de Jesús:
el de las parábolas (4,1-34) y el escatológico (13,1-37).

5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS.


Al hablar de los contenidos principales, nos referimos sobre todo a aquellos rasgos que
destacan por su reiteración a lo largo del relato o porque han quedado reflejados con más
matices que otros Evangelios. En San Marcos estos rasgos se configuran en torno a dos
motivos.
5.1 Jesucristo.
Jesucristo se describe en el Evangelio en su condición divina y humana. Jesús, ya se
ha dicho, es el Hijo de Dios como varias veces se afirma en el relato: sobre todo, lo afirma
la voz del Padre (1,11; 9,7), pero también lo afirma Jesús mismo ante Caifás (14,62) y eso
le vale la condena a muerte. Es también el Mesías, pero es un Mesías Hijo de Dios que
manifiesta su condición a través de su misión de Siervo del Señor, que entrega su vida en
la cruz como cumplimiento de las Escrituras. Como tal, como Mesías y como Hijo de Dios,
Jesús tiene poder, potestad. Esta palabra, junto con la palabra Evangelio, es la segunda
parte del estribillo del relato de San Marcos. Jesús tiene poder y lo manifiesta: tiene poder
sobre los demonios, tiene poder sobre el sábado, tiene poder para perdonar los pecados,
tiene poder para resucitar a los muertos, etc.
Pero quizás lo más característico de San Marcos está en señalar la verdadera
humanidad de Jesús. Contra cualquier forma de docetismo, San Marcos muestra que el
Señor es verdadero hombre. Jesús que se duerme en el cabezal de la barca (4,36), que
se entristece con la falta de fe de sus paisanos de Nazaret (6,6), que se estremece (7,38;
8,12), que se compadece (1,41), que se enfada con sus discípulos (10,3), que en la
oración del huerto se aflige y siente angustia (14,36), etc.
En este aspecto, es instructivo fijarse, por ejemplo, en como Marcos registra un
verdadero elenco de las miradas del Señor.
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➢ “Entonces, mirando con ira a los que estaban a su alrededor, entristecido por la
ceguera de sus corazones, le dice al hombre” (3,5).
➢ “Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor (3,34).
➢ “Y miraba a su alrededor para ver a la que había hecho esto (5,32).
➢ “Pero Él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo” (8,33).
➢ “Jesús fijó en él su mirada y quedó prendado de él” (10,21).
➢ “Mirando a su alrededor, les dijo a sus discípulos” (10,23).
➢ “Con la mirada fija en ellos les dijo: Para los hombres es imposible, para Dios no”
(10,27).
➢ “Sentado Jesús frente a las arcas del templo, miraba como la gente echaba en él,
monedas de cobre, y bastantes ricos echaban mucho” (13,41).
San Marcos ha recogido la mirada dura y triste al mismo tiempo, con la que percibe la
estrechez de corazón de los escribas, la mirada que se pasea por los circundantes, la
mirada afectuosa hacia el joven rico, la mirada fija y pausada hacia el arca del templo, etc.
algo de esto han percibido las almas delicadas cuando se han imaginado más de una vez
cómo sería la mirada del Señor.
Para acabar este apartado, quisiera convocar su atención hacia
el episodio de Jesús con los niños:
“Le presentaban unos niños para que los tomara en sus
brazos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y
les dijo: “Dejad que los niños vengan conmigo, y no se lo
impidan, porque de los que son como ellos, es el Reino de Dios.
En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un
niño no entrará en él”. Y abrazándolos, los bendecía
imponiéndoles las manos” (10,13-16).
Como los otros evangelistas, Marcos recuerda la doctrina de Jesús sobre la infancia
espiritual para acoger el reino de Dios. Pero aquí el episodio tiene la espontaneidad y
viveza de Marcos, cuando refleja la verdadera humanidad del Señor. Al evangelista
parece que le faltan palabras para describir el aprecio del Señor a esos niños. De ahí que
recoja también el enfado de Jesús hacia los discípulos que no le han comprendido. Y con
esto nos introducimos a otro tema muy recurrente en este evangelio: quiénes son los
discípulos de Jesús y que comporta ser discípulo.
5.2 Los discípulos.
Otro rasgo que configura el Evangelio de San Marcos, se refiere a las relaciones que
se van dando entre Jesús y las personas que lo van conociendo a lo largo del relato: los
discípulos, su familia, las gentes, las mujeres y sus adversarios, grupos religiosos y
sociales que toman posturas en contra.
a) En Marcos, Jesús está siempre con sus discípulos, el primer acto de la vida pública del
Señor es llamar a sus discípulos para que le sigan. Después llama a Mateo y,
enseguida, en el capítulo 3, ya está constituido el grupo de los Doce. De ello dice
Marcos: “Llamó a los que Él quiso, y fueron donde Él estaba. Y constituyó a los Doce,
para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar con potestad de expulsar
demonios” (3,13-15).
Lo que en estos versículos se afirma de manera declarativa, en el Evangelio se
desarrolla paso por paso. Aquí se dice de los Doce, pero a lo largo del segundo Evangelio
se usa esta expresión casi de manera sinónima a la de “discípulos”. Desde que son
llamados por el Señor, siempre están con Él, de hecho nunca se ve al Señor en su
ministerio sólo. Los discípulos son denominados “mathetés”, es decir, alumnos, porque
aprenden de Él, y se dice también continuamente que siguen a Jesús. Y seguir se
entiende en el doble sentido: físico, porque le siguen a todas partes, y espiritual, porque
siguen su régimen de vida. Pero el Señor los ha elegido para ser enviados, es decir, para
ser apóstoles. Por eso les comunica su potestad. En definitiva, lo que subraya aquí el

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 5


Evangelio es la continuidad de la misión de los apóstoles en relación con la misión de
Jesús. Así se explica que sean receptores privilegiados de la enseñanza de Jesús (4,10-
34; 7,1-23; 8,27; 10,45; 13,1-37), testigos únicos de sus actos de poder (4,35-41; 5,37-
43), de la Transfiguración (9,2-13), que le acompañen en la Última Cena, que le ayuden
en las multiplicaciones de los panes, etc.
b) Pero, al mismo tiempo, los discípulos participan de esa falta de comprensión de Jesús
que se refleja en muchos personajes del Evangelio. La incomprensión afecta a la
enseñanza y también a algunas acciones de Jesús. Evocar todos los episodios sería
larguísimo. Prácticamente no hay una página del Evangelio en la que no aparezca.
Pero no es sólo la incomprensión, sino que también le abandonan, le niegan, y, a
Judas, el que le entregó, se le denomina más de una vez “uno de los Doce”
(14,10.20.43).
Algunos autores señalan que esta doble dimensión de los discípulos está subrayada en
Marcos, porque su Evangelio, escrito en Roma tras la persecución de Nerón, quiere
alentar a los cristianos débiles que han caído –y que no han comprendido que seguir a
Cristo es tropezarse con la cruz- a recomenzar una vez más y a no callar ante las
dificultades, como callaron las mujeres, asustadas, tras el anuncio del ángel de Jesús
resucitado. En todo caso, lo que señala para todos es que, incluso en las debilidades, el
Señor resucitado nos ha llamado como sus discípulos, a continuar su misión.
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS.
La estructura del Evangelio de Marcos admite varias interpretaciones y propuestas. De
acuerdo al criterio utilizado para reconocer momentos o partes en el relato, tendremos
una división en dos, tres, o hasta seis partes. Existe una gran diversidad de posturas. Es
importante tener una idea de conjunto del Evangelio (es necesario leerlo de “corrido”) para
poder entender las distintas claves sugeridas por los biblistas para proponer una
estructura. Siguiendo el desarrollo del Evangelio, podemos distinguir y presentar cinco
partes:
6.1 Primera parte: Preparación del ministerio de Jesús (1,1-13)
➢ Título (1,1).
➢ Prólogo: la profecía del Antiguo Testamento (1,2-3)
➢ Oficio y dimensión del Precursor (1,4-8)
➢ Bautismo de Jesús, su unción como Mesías y la declaración de su filiación natural del
Padre.
➢ El retiro de Jesús al desierto (1,12-13). Marcos no desarrolla las tentaciones. Es como
un apunte.
6.2 Segunda parte: Ministerio de Jesús en Galilea (1,14..5; 6,6)
➢ Conexión con la predicación del Bautista (1,14-15). Jesús comienza a predicar el tema
de la conversión al igual que el Bautista, a fin de ser reconocido como el que Juan
había anunciado.
➢ Primeros discípulos (1,16-20). Esto, en consecuencia lógica del reconocimiento.
➢ En la sinagoga de Cafarnaún, como el lugar de su residencia habitual.
➢ Curación de la suegra de Pedro (1,29-31).
➢ Otras curaciones (1,32-34).
➢ Recorre Galilea (1,35-39): hace oración (1,35); es buscado por la gente (1,37).
➢ Curación de un leproso (1,40-45). Cumplimiento de la prescripción de Lev 13,49; 14,2-
32.
➢ Curación de un paralítico (2,1-12). La fe de los amigos (v. 5). La divinidad de Jesús: El
perdón de los pecados (v. 5.7). Conocimiento del interior de los demás (v. 6). Poder de
curar (v. 10).
➢ Vocación de Mateo, llamado también Leví e hijo de Alfeo (2,13-17).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 6


➢ Discusiones de los fariseos (2,18-3,12): Sobre el ayuno (2,18-22); sobre el sábado
(2,23-28); curación en sábado (3,1-5); decisión de matar a Jesús (3,6); huída de Jesús
y milagros (3,7-12).
➢ Elección de los Doce (3,13-19).
➢ Las incomprensiones de Jesús (3,20): por parte de sus parientes (3,20-21); por parte
de los escribas: calumnia (3,22-30), la cuestión de Satanás (3,22-27), pecado contra el
Espíritu Santo (3,28-30), la verdadera familia de Jesús (3,31-35).
➢ Las parábolas del reino de Dios (4,1-34): parábola del sembrador (4,1-9); explicación
de la parábola del sembrador (4,9-20); parábola de la lámpara (4,21-23); parábola de la
medida (4,24-25); parábola de la semilla (9,25-29); parábola del grano de mostaza
(4,30-32); conclusión de las parábolas (4,33-34).
➢ Actividad de Jesús en Galilea (4,35; 6,6): La tempestad calmada (4,35-41); curación del
endemoniado de Gerasa (5,1-20); resurrección de la hija de Jairo (5,21-24. 35-43);
curación de la hemorroísa (5,25-34); retorno a Nazaret e incredulidad de los nazarenos
(6,1-6).
6.3 Tercera parte: Formación interna de los Doce (6,6-9, 50)
Jesús realiza una serie de viajes, en parte cansado de las discusiones con los fariseos
y escribas, y en parte para dar una intensa formación a sus discípulos, particularmente a
los Doce.
➢ Misión de los Apóstoles (6,6-13).
➢ Opiniones sobre Jesús (6,14-16).
➢ Muerte de Juan Bautista (6,17-29).
➢ Regreso de los Apóstoles (6,30-32).
➢ Primera multiplicación de los panes (6,33-44).
➢ Jesús camina sobre las aguas (6,45-52). Prueba de su divinidad.
➢ Curaciones en Getsemaní (6,53-56).
➢ Discusiones con los fariseos y escribas (7,1-23): Tradiciones judías (7,1-5); la
hipocresía (7,6-13); la verdadera pureza (7,14-23).
➢ Viaje a Tiro, Sidón y la Decápolis (7,24-8, 26): la mujer sirofenicia (7,24-30); curación
de un sordomudo en Decápolis (7,31-37); segunda multiplicación de los panes (8,1-9);
discusión con los fariseos en Dalmanutá (8,10-13); Jesús alerta a los Doce contra los
fariseos y Herodes (8,14-21); curación de un ciego en Betsaida (8,22-26).
➢ Viaje a Cesárea de Filipos (8, 27-9, 13): Confesión de Pedro (8, 27-30); enseñanzas a
los Doce (8,51- 9,13): Predicación de su Pasión (8,31-33), la renuncia del seguimiento
(8,34-9,1), la transfiguración (9,2-13); curación de un niño epiléptico (9,14-29),
exigencia de la fe (v. 23-24), la fuerza de la oración (v. 28-29); segundo anuncio de la
Pasión (9,30-32).
➢ Otras enseñanzas en Cafarnaún (9,33-50): Humildad de los discípulos (9,33-37);
caridad de los discípulos (9,38-41); el escándalo (9,42-50).
6.4 Cuarta parte: Ministerio en Judea y Jerusalén (caps. 10-13)
➢ La cuestión del matrimonio y el divorcio (10,1-11).
➢ Jesús bendice a los niños (10,13-16).
➢ La vocación frustrada del joven rico (10,17-22).
➢ La pobreza cristiana (10,23-27).
➢ La entrega cristiana (10,28-31).
➢ Tercer anuncio de la Pasión (10,32-34).
➢ La cuestión de los hijos del Zebedeo (10,35-45).
➢ Curación del ciego Bartimeo (10,46-52). La fe consigue la curación (v. 52).
➢ Entrada triunfal en Jerusalén (11,1-11).
➢ Maldición de la higuera (11,12-14). La infecundidad es rechazada por Jesús.
➢ Expulsión de los vendedores del templo (11,15-19).

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➢ Enseñanzas en Jerusalén (11,20-12,44): La fe y la oración (11,20-25); la potestad de
Jesús (11,27-33); parábola de los viñadores homicidas (12,1-12); Jesús ante la política
de su tiempo (12,13-17); sobre la resurrección de los muertos (12,18-27); sobre el
primero y segundo mandamientos (12,28-34); sobre el origen del Mesías (12,35-37),
censuras a los escribas (12,38-40); elogio a la viuda pobre (12,41-44).
➢ El discurso escatológico (cap. 13): profecía contra el templo (13,1-4); signos de la
destrucción (13,5-8); persecución de los discípulos (13,8-13); destrucción de Jerusalén
(13,14-20); signos del fin del mundo (13,21-25); la segunda venida del Hijo del hombre
(13,26-27); tiempo de la destrucción de Jerusalén (13,28-30); tiempo de la venida del
Hijo del hombre (13,31-37).
6.5 Quinta parte: Pasión, muerte y resurrección del Señor (caps. 14-16)
➢ Introducción (14,1-31)
➢ Conspiración de los sacerdotes y escribas (14,1-2).
➢ Preparación para la Pasión y Muerte (14,3-21): Unción de Betania (14,3-9); traición de
Judas (14,10-11), la Última Cena (14,12-21).
➢ Institución de la Eucaristía (14,22-25).
➢ Predicción del abandono de los discípulos (14,26-27): El escándalo de los discípulos
(14,26-27); anuncio de la Resurrección (14,28); anuncio de la negación de Pedro
(14,29-31).
➢ La Pasión de Jesús (14,32-15,36)
➢ Oración y agonía en Getsemaní (14,32-42); prendimiento (14,43-52), la firma de
Marcos (v. 51-52); sumarísimo ante el Sanedrín (14,53-65), divinidad de Jesús (v. 61-
62); negaciones de Pedro (14,66-72); interrogatorio de Pilato y condena (15,1-15); la
burla de la soldadesca (15,16-20); el Vía Crucis (15,21-25); la crucifixión (15,24-36).
➢ La muerte de Jesús (15,37-47): La muerte de Jesús (15,37); Consecuencias de su
muerte (15,38-41): División del mundo y ruptura e invalidación del antiguo mundo y la
superación de la vieja ley (v. 38); conversión de la gentilidad (v. 39); fidelidad de las
mujeres (v. 40-41).
➢ Sepultura de Jesús (15,42-47).
➢ La Resurrección del Señor (cap. 16)
➢ Primera noticia de la Resurrección (16,1-8).
➢ Apariciones de Jesús (16,9-14):
➢ Primera aparición (16,9-11).
➢ Segunda aparición (16,12-13).
➢ Tercera aparición (16,14).
➢ Misión de los Once (16,15-18).
➢ Ascensión del Señor (16,19).
➢ Actividad apostólica posterior (16,20).

7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO


7.1 El Evangelio en acción.
Una nota del estilo literario de este evangelio que el lector atento percibe enseguida es
el dinamismo que impregna todas sus narraciones. Presenta escenas vivas, como si las
estuviera viendo y nos contase sobre la marcha lo que sucede en ese momento: viene,
dice, responde, mira… realiza un uso constante del presente histórico y con gran
frecuencia recurre al discurso directo.
Todo esto puede ser reflejo de la predicación apasionada de San Pedro, al recordar
sucesos de su propia vida cargados de emoción y contenido, por su cercanía con Jesús.
Pero, si mete al lector en la vida ordinaria de los campos de Galilea, del puerto de
Cafarnaún, de las orillas del lago de Genesaret o de las callejuelas de Jerusalén, es
porque invita a revivir las escenas evangélicas en torno a Jesús como participando en
ellas. El que escucha la predicación o el lector del evangelio no puede ser un oyente

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 8


pasivo, sino que es invitado a comprometerse, a tomar sus propias decisiones ante la
enseñanza de Jesús. Se dice por eso que es “un evangelio en acción”, pues prolonga y
hace actual en el tiempo la proclamación de la buena noticia de la salvación realizada por
Jesucristo.
Las palabras con las que se inicia, invitan a pensar en que el autor, desea decir algo de
valor permanente:”Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (1,1). En efecto
parece superfluo empezar con la palabra “comienzo”, pues resulta obvio que es así. Sin
embargo se trata de un recurso para indicar que todo lo que se narra en el libro y que
sigue a esa inscripción es el “Comienzo del Evangelio”. La vida de Jesús, su predicación,
su Muerte y Resurrección son el comienzo, lo que proporciona todo el fundamento
necesario a algo que sigue vivo y activo en el tiempo, que es el “Evangelio”, es decir, lo
que enseña y hace Jesucristo siempre, hoy y ahora.
7.2 El “secreto mesiánico”. ¿Quién es Jesús?
Una de las cuestiones que, a primera vista, resultan sorprendentes en el Evangelio de
San Marcos, es la prohibición de Jesús a que, los que se han beneficiado de un milagro lo
divulguen o a que se divulgue su identidad como Mesías. ¿A qué puede ser debido?
Convendrá examinar los distintos casos, ya que los motivos pueden ser diversos.
El primer caso en que esto sucede es ya en el primer capítulo, cuando Jesús se ha
encontrado en la sinagoga de Cafarnaún con “un hombre poseído por un espíritu impuro,
que comenzó a gritar: ¿Qué tenemos que ver contigo Jesús Nazareno? ¿Has venido a
perdernos? ¡Sé quién eres: el Santo de Dios! Y Jesús le conminó: -¡Cállate, y sal de él!”
(1,24-25). En esta ocasión, como también sucede más veces, Jesús pide silencio a un
espíritu impuro, quizás, porque no quiere el testimonio de los demonios.
También reclama discreción en cuatro ocasiones a quienes se han beneficiado de un
milagro. Así sucede tras la curación de un leproso (1,44), después de resucitar a la hija de
Jairo (5,43), al abrir los oídos a un sordo (7,36) y al otorgar la vista a un ciego (8,26). En
todos los casos les pide que no divulguen lo que les ha hecho. Quiere dejar tiempo, y no
parece interesado en que corra entre la gente un entusiasmo precipitado y vacío. En
cambio prefiere que las personas que son testigos de lo que hace y enseña, vayan
sacando sus propias consecuencias.
Esto es lo que ocurre con esos milagros. Inmediatamente después de realizar el de la
curación del ciego es cuando, a solas con sus discípulos, les pregunta: “Y según ustedes
¿quién soy yo? Le responde Pedro: -Tú eres el Cristo” (8,29). Acepta su testimonio, pero
también “les ordenó que no hablasen a nadie sobre esto” (8,30). Además, nada más
escuchar a Pedro confesándolo como el Mesías, le habló inmediatamente de lo que
tendría que sufrir (8,31) para que desde el primer momento se hiciera cargo de que ese
concepto, “mesías”, tenía otras connotaciones diversas a las que pensaba la gente.
Apenas una semana después, en la Transfiguración, Pedro, Santiago y Juan lo
contemplan acompañado por Moisés y Elías, dando testimonio de que es el Mesías, y
escuchan la voz en que el Padre lo declara como Hijo. Ellos saben quién es, pero de
nuevo les vuelve a pedir que sigan guardando silencio (9,2-9).
Jesús no quiere que surjan equívocos. Su misión como Mesías no es independiente de
la Pasión y de la Cruz. No es, como muchos de sus contemporáneos lo esperaban, un
personaje guerrero capaz de conseguir victorias sin esfuerzo, sino como el Siervo
Sufriente del que hablaba Isaías, que habría de padecer en beneficio de muchos (Is
52,13; 53,12). Sólo cuando Jesús haya culminado su obra en la Cruz, es cuando
aparecerá la confesión clara y pública en boca del centurión que lo ve morir: “En verdad
este hombre era Hijo de Dios” (15,39).
El Evangelio de San Marcos ha sido llamado “el evangelio del catecúmeno” porque
narraba los acontecimientos desde el punto de vista del discípulo. Esas llamadas a la
discreción repetidas una y otra vez, que han hecho hablar a muchos autores
contemporáneos del “secreto mesiánico”, constituyen una instrucción personalizada
acerca del camino a recorrer por cada uno de nosotros, guiado por Jesús, para que al
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 3 Página | 9
conocerlo contemplando sus obras se pueda llegar a confesarlo como lo que es: el
Mesías, el Hijo de Dios, Fue el camino que recorrieron sus discípulos, y es el que se nos
propone, como lectores de este evangelio.
7.3 La universalidad de la misión del Señor.
La misión terrena de Jesucristo se desarrolló entre judíos, pero tenía un horizonte
universal. Vino a traer la salvación a todos, mujeres y hombres, de todas las razas,
tiempos y lugares. Y así lo señalan, cada uno a su modo los evangelistas. San Marcos
menciona con más frecuencia que otros el hecho de que gran parte de la actividad de
Jesús tiene lugar en Galilea. El nombre de la región por la que se mueve el Maestro
aparece una y otra vez, e incluso denomina en varias ocasiones mar de Galilea, al lago de
Genesaret tan ligado a muchos recuerdos de Jesús. En Galilea es donde Jesús comenzó
a predicar y donde llevó a cabo la mayor parte de su ministerio público. Pero también es
el lugar al que pide que se dirijan de nuevo después de la resurrección (14,28; 16,7).
Pero Galilea era, en aquella época, una región muy helenizada, con numerosa
población gentil, verdadera encrucijada de caminos y culturas en esa zona del Imperio
Romano. Con su insistencia en señalar la presencia de Jesús en esa región está
aludiendo a que su misión no se limita sólo a Israel, sino que tiene como destinatarios a
todos los hombres.
Jesús se acerca también a los gentiles y los favorece con milagros. El caso del
endemoniado de Gerasa, una región pagana donde había piaras de cerdos –que son
impuros para los judíos- es uno de ellos (5,1-20). Una vez que ha sido liberado de los
demonios, ese hombre quiere seguir a Jesús, pero no se lo permite, sino que lo envía
para que anuncie a los suyos que la misericordia de Dios también les alcanza a ellos. El
que había sido sanado, un gentil, es enviado a participar en la misión apostólica de Jesús,
y así lo hace en toda la región de Decápolis.
También fuera de Galilea, hay episodios que apuntan con claridad a esa dimensión
universal de la misión de Jesucristo, Cuando está con sus discípulos en las regiones
paganas de Tiro y Sidón, salió a buscarlo una mujer griega, sirofenicia, cuya hija tenía un
espíritu impuro, para pedirle que expulsara al demonio. La reacción de Jesús es muy
interesante: “Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los
hijos y echárselo a los perrillos. Ella respondió diciendo: Es verdad, Señor, pero también
los perrillos comen debajo de la mesa, las migajas de los hijos. Y le dijo: Por esto que has
dicho, vete, el demonio ha salido de tu hija” (7,27-29).
Las palabras de Jesús, fuertes, de modo que impactan al lector, explican que la misión
de Jesús se dirige primero a Israel, pero con sus hechos muestra que la bondad de Dios
no conoce límites de razas ni naciones. La salvación, dirigida en primer lugar a Israel,
tiene como destinatarios a todos los pueblos.
7.4 Cruz, entrega y pasión.
En el tiempo que escribe Marcos existía una fuerte tendencia a
la exaltación de la figura de Jesús como Dios, algunas
interpretaciones reducían la dimensión humana de Jesús. Ante el
peligro de presentar un Jesús parcializado, a-histórico, des-
comprometido de su realidad, Marcos elabora un testimonio de
Jesús que presenta con claridad sus aspectos humanos.
Relaciona la experiencia de Jesús con el mesías sufriente,
proclamado siglos antes por el profeta Isaías. La práctica de
Jesús, su vida y su misión se entienden desde su pasión, muerte y
resurrección.
La vida de Jesús es un continuo abrazo de la cruz. Deja su oficio, su tierra, su familia y
sus seguridades para caminar en busca de la voluntad de Dios anunciando el Reino.
Experimenta el sufrimiento y la incomprensión. Nos muestra que el camino hacia el Reino
pasa por el abandono, la ofrenda de la vida y el servicio desinteresado a los demás.

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Quien guarda para sí los valores recibidos, egoístamente, cediendo al miedo a perderlos o
a la vergüenza de ser diferente de los demás, seguirá siendo pobre; lo único que quedará
de la persona es lo que se ha entregado por el bien de los demás.
Jesús presenta a sus discípulos el camino de la cruz, abrazada con libertad, como
norma para seguirlo. Ante la cruz de Jesús brota la fe sincera (confesión del centurión) y
es en la cruz donde Jesús da el sí definitivo al proyecto del Padre. Entrega su vida y a
través de su sufrimiento y donación nos salva. De la cruz brota la vida en abundancia. Por
eso nos convoca a tomar la cruz para seguirlo, porque de nuestra propia entrega, Dios
puede hacer surgir vida (“si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto…”).
7.5 El final del Evangelio de Marcos.
El final del Evangelio de Marcos a partir de Mc 16,9 en el que se narran las apariciones
de Jesús resucitado a María Magdalena, a dos discípulos que iban de camino y a los once
apóstoles, así como la Ascensión de Jesús, es casi seguro que se trata de una adición
posterior. De hecho, en la nota a pie de página de la Biblia de Jerusalén podemos leer lo
siguiente:
“El final de Marcos vv. 9-20, forma parte de las Escrituras inspiradas; es considerado
como canónico”. Esto no significa necesariamente que haya sido redactado por Marcos.
De hecho se pone en duda su pertenencia a la redacción del segundo evangelio.
De hecho, los versículos 9-20 no aparecen en ninguno de los manuscritos conservados
más antiguos y se ha comprobado que el estilo es muy diferente al resto del Evangelio.
Orígenes en el siglo III, cuando cita los relatos de la resurrección, se refiere a los otros
tres canónicos, pero no a Marcos. Algunos manuscritos, además, añaden otros finales
diferentes del actual.
La incógnita es si Marcos quiso que tuviese este final, si tuvo que finalizar bruscamente
por alguna razón desconocida o si hubo un final que se perdió.

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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 4

EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO


La distinción entre el judaísmo y el cristianismo, que hoy parece
un dato evidente, no lo era tanto en la primera mitad del siglo I d.C.
El cristianismo nació dentro del judaísmo, y sólo al cabo de algún
tiempo fueron apareciendo con claridad las diferentes perspectivas
de ambos grupos religiosos. En este proceso de diferenciación los
cristianos tuvieron que describir con trazos más precisos la figura de
Jesús y aclarar cuál era la identidad y la misión de la Iglesia
cristiana. También necesitaban tener un punto de referencia claro
en las enseñanzas de Jesús. Mateo intentó hacer todo esto, y
compuso un evangelio, que por su carácter catequético y por haber
integrado diversos puntos de vista que existían entre los mismos cristianos, fue el más
leído y comentado en los primeros siglos de la Iglesia.
Mateo y su comunidad.
La comunidad a la que se dirige el Evangelio de Mateo vivía una compleja situación.
Hacia fuera el problema más importante era el enfrentamiento con el judaísmo. Hacia
dentro experimentaba la división y sufría las tensiones propias de una comunidad cristiana
de la segunda generación, en la que comenzaban a aparecer la pereza, el abandono, el
abuso de poder, la indiferencia y otras actitudes similares.
El enfrentamiento de Jesús y sus discípulos con los líderes judíos, así como la
distinción entre los judíos y sus sinagogas por un lado (4,23; 9,35) y por otro los discípulos
y la Iglesia (23,1-12; 16,18) reflejan la situación que vivía esta comunidad cristiana hacia
fuera. En efecto, después de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C., el
Judaísmo se había reducido al grupo de los fariseos; estos por su parte, habían adoptado
una postura intransigente con los demás grupos judíos, y muy especialmente con el grupo
de los discípulos de Jesús. Por otro lado, cada vez eran más los cristianos que entendían
la fe en Jesús como algo independiente del judaísmo. Estas tensiones provocaron la
ruptura entre cristianos y judíos, y dieron lugar a una intensa polémica, que se refleja en
este evangelio (23,1-12; 21,43).
La situación interna de la comunidad era también problemática. Habían pasado ya los
primeros años en los que el entusiasmo era mayor; además, el retraso de la venida del
Señor había abierto en la historia un espacio en el que los discípulos tenían que vivir
según el ejemplo de Jesús, y la Iglesia tenía que organizarse. Al principio, la mayor parte
de los que formaban esta comunidad eran de origen judío, pero muy pronto los miembros
que no procedían del judaísmo llegaron a constituir el grupo más numeroso. En el seno de
este grupo mixto había diversas posturas con respecto a la interpretación de la ley de
Moisés (5,17-48; 15,1-20; 23,1-7) y también sobre el alcance de la misión cristiana (10,5-
6; 15,24; 28,18-20). Algunos centraban su atención en la observancia externa de los
preceptos (15,1-20) mientras que otros ponían todo su empeño en la alabanza
desconectada de la vida (7,21-23). Mateo abordó esta situación y buscó un punto de
encuentro para todos, reuniendo en su evangelio diversas tradiciones y presentando a
Pedro como el gran maestro que recibe una instrucción especial de Jesús (16,16-19;
17,24-27) y puede por tanto, servir de árbitro en caso de discusión.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
El Evangelio según San Mateo, como el de Marcos, no presenta ningún dato acerca de
su autor. La tradición de la Iglesia primitiva no tardó en atribuir su composición al apóstol
Mateo, uno de los doce integrantes del círculo más íntimo de Jesús. Existen muchos
testimonios que adjudican a Mateo, discípulo de Jesús, de profesión recaudador de

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impuestos, la redacción del evangelio. Los evangelios de Marcos y de Lucas hablan de
Leví, quien es llamado por Jesús mientras se dedicaba a su profesión (Mc 2,13-14; Lc
5,27-28).
Por la profesión, Mateo es un hombre culto, conocedor del
griego y hábil con los números y los negocios. Es de condición
económica alta. Además, por la multitud de colegas que acudieron
al banquete con Jesús (9,10) no se trata de un simple funcionario,
sino de un jefe de funcionarios, es decir, un arrendatario de
tributos que tiene a su vez sus empleados.
Después de la Ascensión del Señor nada conocemos con
certeza de su vida. Algunos autores antiguos coinciden en señalar
que evangelizó en Etiopía, otros en Persia, Porto Macedonia y
algo más inverosímil en Irlanda. No se sabe el lugar, fecha y modo
de su muerte, se le considera mártir y la tradición concuerda en señalar que su cuerpo se
encuentra en la catedral de Salerno (Italia). Su fiesta litúrgica se celebra el 21 de
setiembre.
El Obispo Papías, a comienzos del siglo II, señala que Mateo ordenó los dichos de
Jesús. San Ireneo destaca que Mateo escribió en hebreo, un evangelio, mientras Pedro y
Pablo estaban en Roma. Orígenes, ya en el siglo III, afirma que el primer evangelio escrito
fue el de Mateo, recaudador de impuestos y apóstol de Jesús, y añade que el idioma
utilizado fue el hebreo, por estar dirigido a personas provenientes del judaísmo. Sin
embargo, la hipótesis de Mateo, el apóstol de Jesús como redactor del evangelio,
presenta dificultades de verificación, como ser:
El evangelio está escrito en griego, y Mateo, como todos los apóstoles era judío, no
hablaba griego.
Las fuentes que utiliza el evangelio según San Mateo son Marcos, la fuente Q y fuentes
propias: Mt = Mc + Q + f p. Si el evangelio hubiese sido escrito por el apóstol, compañero
de Jesús, testigo ocular y partícipe de su vida, sería de esperar una mayor abundancia de
anécdotas, recuerdos y hechos personales. El evangelio de Mateo no los trae. El texto no
parece escrito por un testigo ocular, es decir, alguien que haya participado de los hechos
en el momento en que sucedieron.
No existen datos, entonces, que permitan verificar la identidad del autor de este
evangelio. Pero sí podemos afirmar algunos rasgos de su persona. En efecto, el modo de
escribir refleja la personalidad de un escritor que parece ser un teólogo, que conocía el
griego y que tenía profundos conocimientos tanto del Antiguo Testamento como del
mensaje de Jesús. El autor tendría un origen judeo-cristiano, y perteneciente a la segunda
generación, posiblemente de las comunidades cristianas del norte de Palestina, Siria o
según parece Antioquía.
2. DESTINATARIOS.
En el texto de San Mateo se descubren muchos rasgos que hacen pensar que sus
destinatarios son judíos que han abrazado la fe cristiana:
➢ Abundan, por ejemplo, expresiones de cuño palestinense que sólo usa este Evangelio:
“reino de los cielos” (3,2; 4,17; etc.), “Padre celestial” (5,48; 6,14.26; etc.), “ciudad
santa” (4,5; 27,53), “casa de Israel” (15,24), “la carne y la sangre” (16,17), “atar y
desatar” (16,19; 18,18), etc.
➢ Además, el autor alude, mucho más que los otros evangelistas a costumbres judías: la
ofrenda sobre el altar, el comportamiento de los sacerdotes en el día sábado, el uso de
las filacterias, etc. (5,23; 12,5; 23,5).
➢ Todo el texto está permeado de citas explícitas del Antiguo Testamento en las que se
muestra como en Jesús se cumplen las escrituras, es decir, las promesas de Dios al
pueblo de Israel (en su relato se pueden encontrar hasta 150 alusiones a esos textos,
de las que 50 –frente a las 23 que recogen cada uno de los otros dos sinópticos-

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 2


contienen citas explícitas de los libros sagrados). Además, el autor de este Evangelio
se sirve de modos de interpretar la Sagrada Escritura propios de los escribas de Israel:
la gematría –uso de los números para significar- en la genealogía, el uso de la pasiva
divina para evitar pronunciar el nombre de Dios, etc.
➢ Finalmente, Mateo más que nadie, recoge las palabras del Señor en las que se
explican las relaciones de la Antigua con la Nueva Ley. Unas frases las resumen: “No
piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas; no he venido a
abolirlas, sino a darles su plenitud. En verdad les digo que mientras duren el cielo y la
tierra, la más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla” (5,17-
18).
Todo esto, y muchos más ejemplos que podrían aducirse, han hecho pensar que los
destinatarios primeros de este evangelio, son cristianos procedentes del judaísmo, para
quienes las enseñanzas de la Ley siguen vigentes, aunque entendidas a la luz de la
Nueva Ley de Cristo.
3. IDIOMA, LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
Estos tres aspectos están ligados. Respecto a la fecha de composición nos
encontramos con un problema casi insoluble, ya que el Evangelio que disponemos en
griego antes ha sido redactado en hebreo. Será necesario descubrir el porqué de un
evangelio en arameo y su fecha de composición, y el porqué de una versión griega y su
fecha de composición.
3.1 El Evangelio hebreo de Mateo.
En este campo sólo podemos actuar en la línea de la hipótesis; la única certeza que
tenemos es que existió esta redacción hebrea del Evangelio hecha por Mateo. La
hipótesis discurre del siguiente modo: Los Apóstoles eran los encargados de predicar
(ministros de la Palabra). En sus catequesis, además de sus propios recuerdos, debieron
encontrar la necesidad de disponer de un documento base, como era habitual entre los
judíos, para dar el salto del Antiguo al Nuevo Testamento. Y era lógico que este
documento fuera elaborado por un apóstol.
Este documento base, debió ser un reducido núcleo de verdades pronunciadas por el
Señor y organizadas con inteligencia catequética. Como la predicación es viva, este
núcleo inicial debió enriquecerse con sucesivas profundizaciones y nuevos centros de
interés. Si la Tradición ha considerado que el autor es Mateo, no podemos dudar, pues
sabemos cómo la Iglesia siempre ha tenido un interés muy destacado en aceptar, guardar
y predicar sólo la verdad recibida, lo mismo que la historia y la doctrina de Jesús (1 Tim
6,20; 2 Pe 1,16).
La composición definitiva de este Evangelio de Mateo hebreo o arameo, no pudo
hacerse jamás después del año 60 d.C. y debió comenzar poco después del día de
Pentecostés. Por el contenido y la orientación anti farisaica debió redactarse
fundamentalmente por la época del Concilio de Jerusalén, a más tardar hacia el año 50
d.C. A partir de aquí toda otra conjetura sería aventurar demasiado. Es necesario tomar
como afirmación segura que el Apóstol Mateo escribió de modo sistemático su evangelio
hebreo en torno al año 50 d.C.
3.2 El Evangelio griego de Mateo.
El Concilio de Jerusalén, la actividad de San Pablo y la de los demás apóstoles, sin
duda alguna, hicieron necesario que este núcleo evangélico fuera trasladado al griego,
que era la lengua universal de entonces. Y tuvo que ser el propio Mateo que conocía bien
el griego común o algún redactor- traductor muy familiarizado con Mateo o con los
mismos Apóstoles, quienes tradujeran al griego, el texto hebreo de Mateo. No
descartamos que se introdujera algún elemento nuevo de la misma predicación; y
tampoco desechar, que ya tenía algún contacto o familiaridad con el texto de Marcos,

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 3


resumen de la predicación de Pedro, lo que suscita posiciones comunes entre ambos,
pero esta redacción debió realizarse antes del año 70d.C.
Tenemos pues entonces, como afirmación segura, que el texto griego del evangelio de
Mateo es sustancialmente el mismo que el texto hebreo o arameo y que fue escrito antes
del año 70 (entre el 50 y el 65 d.C.) por el propio Mateo, o alguien próximo a él, o a los
Apóstoles, y tras un contacto con el Evangelio de Marcos.
Lo cual nos permite señalar dos contactos entre Mateo y Marcos. Primero, Pedro siguió
en su predicación, el documento base elaborado por Mateo. Este contacto pasó al
evangelio de Marcos en cuanto a logias y relatos. Segundo, el Mateo griego tuvo su
contacto con Marcos, haciendo semejantes sus expresiones y formas verbales. Ambos
evangelios son distintos, porque no trataban de hacer una copia, sino de configurar un
lenguaje.
Aunque todos los evangelios tienen un horizonte universal, la crítica siempre ha
pensado que el lugar de composición del primer evangelio fue Antioquía de Siria, aquella
ciudad tan nombrada en los Hechos de los Apóstoles, famosa por su vigor evangelizador.
Apoyaría esta hipótesis el hecho de que tanto la Didajé como las cartas de San Ignacio de
Antioquía –documentos de finales del siglo I, provenientes de Antioquía- citan las palabras
del Señor con las mismas fórmulas que se recogen en Mateo.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO.
4.1 Finalidad de la obra.
Es la misma que la de todos los Evangelios y la misma que la predicación apostólica
“que Jesús es el Cristo. El Hijo de Dios vivo para suscitar la fe y tener vida eterna” (Mt
14,33. 16,16; Jn 20,30-31). Pero Mateo además se propone enseñarnos que:
➢ Jesús de Nazareth (el hombre) es el Cristo o Mesías prometido del Antiguo
Testamento.
➢ Jesús es descendiente de David y viene a realizar el cumplimiento de las antiguas
profecías.
➢ La Mesianidad consiste en que Jesucristo es Dios.
➢ El Reino de Dios anunciado en el Antiguo Testamento ha venido ya a la tierra, que se
hace visible en Jesús y en el pueblo por Él fundado, que es la Iglesia.
➢ Finalmente, que la salvación esperada ya ha llegado en Jesucristo para Israel y para
toda la humanidad.
4.2 Fuentes del Evangelio.
Mateo incorpora casi la totalidad del evangelio de Marcos (especialmente desde el
capítulo 14 en adelante), y lo enriquece con material proveniente de otras dos fuentes: la
Q y fuentes propias.
El material relacionado con la fuente Q (“dichos de Jesús”) está distribuido entre los
capítulos 5 al 13, principalmente. Este material, de carácter discursivo, es común al
evangelio de Lucas (aunque éste lo presente con una distribución diferente en su
evangelio). Las fuentes propias de Mateo abarcan algunos dichos y relatos que se
encuentran en los siguientes fragmentos del evangelio: Mt 14,16-31; 16,17-19; 17,24-29.
4.3 Estilo literario.
Todos los Evangelios están dirigidos a creyentes. Todos quieren enseñar quien es
Jesús y cuál es el alcance de su doctrina. Cada uno lo hace a su manera. Señalarla,
puede ayudar a leer cada evangelio con mayor provecho. Quizás el rasgo más
significativo de Mateo sea el catequético, con frases fáciles de retener en la memoria, el
Evangelio en muchos aspectos es como un Catecismo. Es un texto muy didáctico que
responde a las preguntas que los cristianos pueden hacerse.
Su estilo literario es conciso y sobrio. Presenta la doctrina arropada con expresiones
estereotipadas: “Se les dijo a ustedes…”, “pero Yo les digo…”. Las suturas literarias son

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 4


abundantes, con lo que de una vez une frases o pasajes independientes: “En aquel
tiempo…”, “después…”. El Evangelio, que está construido con el nexo de cinco discursos
de modo intencionado, presenta a Jesús como el nuevo Moisés (Mateo, cinco discursos;
Pentateuco, cinco libros). Los discursos son auténticos sermones catequéticos que
acaban con una fórmula conclusiva: “Y sucedió que, cuando acabó estos discursos…”, y a
continuación de los discursos viene la parte negativa correspondiente.
En el libro de Mateo hay más interés en presentar la doctrina de Jesús que su vida.
Cada discurso, por tanto, tiene su tema específico:
➢ El Sermón de la montaña (5,1-7, 29): presenta la justicia de Jesús
en contraste y superior a la justicia de la Ley.
➢ El sermón misional (9, 35-11,1): presenta el nuevo Pueblo de Dios.
➢ El Sermón de las parábolas (13,1-52): presenta el Reino de Dios.
➢ El Sermón sobre la Iglesia (18, 1-35): presenta la caridad.
➢ El sermón escatológico (24,1-25, 46): presenta la vigilancia y la
oración.
En San Mateo se da gran importancia al número siete, tiene intención pedagógica: así
el Padre Nuestro tiene siete peticiones; el discurso de las parábolas, contiene siete de
éstas; hay siete amenazas contra los fariseos. Catorce (doble de siete) son los grupos de
personajes en la genealogía, siendo tres los grupos genealógicos y también son tres las
tentaciones.
Otra característica de Mateo es su esquematismo y su sobriedad, obvia los milagros. El
estilo de relatar los milagros es esquemático y el mismo en todos, resultando monótono;
siempre hay una presentación de personajes: petición, reacción de Jesús, mandato y
efecto y reacción de los espectadores.
4.4 Géneros literarios.
Son varios y diversos: resaltaremos algunos más importantes:
La Gematría en la Genealogía (1,2-17).
Consiste en el valor numérico de las letras. Se trata de una genealogía descendente
desde Abrahán, el padre de las promesas. Viene presentada en tres grupos de catorce
eslabones, mostrando el progreso de la Historia de la Salvación. El centro de la
genealogía gravita sobre David, cuyas tres consonantes del nombre de David (DVD)
suman el número catorce: 4 + 6 + 4 = 14 con lo que se demuestra por gematría la
legitimidad de Jesucristo como sucesor real, profético y sacerdotal de David. En la
conclusión (1,17) repite de nuevo el número catorce, tres veces y el nombre de David, dos
veces, completado con el nombre de Cristo (Mesías). En términos rabínicos supone una
demostración del legítimo mesianismo de Jesús.
El Semitismo.
En San Mateo se encuentra el semitismo conceptual y el semitismo literario. En el
conceptual, todo su Evangelio tiene una gran dependencia del Antiguo Testamento y esto
se ve reflejado en la cantidad de citas implícitas y explícitas. El semitismo literario consiste
en emplear figuras literarias usadas ya en el Antiguo Testamento por pertenecer a la
literatura semítica; son de destacar:
➢ El paralelismo sinonímico (7,24-27) “El que oiga mis palabras y las pone…y no las
pone…”
➢ El paralelismo antitético (16,25) “El que quiera salvar su vida…pero el que quiera
perder…”
➢ La repetición de fórmulas (5,3-10) “Bienaventurados los…”
➢ La estructura en estrofas (12,22-32) “Entonces le presentaron un endemoniado…”
La Parábola.
Otro género literario muy usado en Mateo es la parábola, que consiste en dar una
enseñanza moral mediante un ejemplo; también se emplea a veces como profecía. La

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 5


parábola no es una historia real, sino la ejemplarización de un contenido doctrinal. Con
frecuencia la parábola es confusa para el oyente, pues no está falta de ironía.
4.5 Características teológicas del Evangelio según San Mateo.
San Mateo presenta a Jesús como un nuevo Moisés legislador, aunque con sus
peculiaridades, es el Moisés, Hijo de Dios y Dios verdadero, pero rechazado por los
suyos. Esta presentación está hecha en base al cumplimiento de las profecías del Antiguo
Testamento.
Lo que Jesús predica es el Reino de Dios. El tal Reino está ya presente pero espera su
total cumplimiento en la persona de Cristo y en sus seguidores los Apóstoles; de esta
manera da entrada al Nuevo Pueblo de Dios, que desplazará al Israel histórico; ese nuevo
Pueblo de Dios es la Iglesia; la Iglesia se compone de Cristo y de todos aquellos que
escuchan la Palabra de Dios y la cumplen, pero no es de carácter popular ni democrático,
sino jerárquico. La jerarquía reposa en Pedro, sobre quien recae el Primado de toda la
Iglesia, y en los demás apóstoles; no están en plano de igualdad los Apóstoles y los
demás seguidores.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES.
5.1 Los Discursos.
A veces se ha llamado a Mateo “El Evangelio de los discursos del Señor”. Reúne
extensos discursos de Jesucristo. Algunos recogen invectivas y controversias con los
fariseos y los escribas (23,13-36; 12,25-45), pero cinco de ellos se cierran con una
expresión semejante a ésta: “…y sucedió que cuando Jesús acabó de dar estas
instrucciones” (7,28; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1). Si nos fijamos bien, estos discursos tratan
de:
➢ El Sermón de la montaña (5,1-7,29). Es, como decía San Agustín: “el modo perfecto
de vida cristiana”. A partir de diversas fuentes, Mateo ha organizado este gran discurso.
Es una síntesis de las enseñanzas de Jesús, un catecismo elemental de vida cristiana
para sus discípulos. Describe con precisión cómo debe comportarse el cristiano para
que su justicia, su modo de imitar a Dios, sea mayor que la de los escribas y fariseos.
Estas actitudes básicas deben ponerse en práctica sin pretensiones de vanagloria (6,1-
18); exigen una disposición de gran confianza en Dios (6,19-7,12) y una resuelta
decisión, discernimiento y compromiso serio con la voluntad del Padre (7,13-23).
➢ El discurso misional (9,35-11,1). Después de explicar cómo el Reino de Dios se hace
presente en las palabras (5-7) y acciones (8-9) de Jesús, Mateo introduce este
“discurso de misión” en el que se describe la tarea que Él encarga a sus discípulos
como continuadores de su misión. Si nos fijamos en el contenido del discurso, no sólo
se refiere a aquella misión de los doce a Israel (habla p. ej. de que los discípulos serán
llevados ante gobernadores y reyes, etc.), sino que se refiere a la misión apostólica de
la Iglesia. Es como un bosquejo de cómo realizar la proclamación del mensaje de
Cristo.
➢ El discurso de las parábolas (13,1-52). Trata de las parábolas que versan sobre el
Reino de Dios. Pero indica también cómo responder a las diversas situaciones que se
van a dar en la vida de la Iglesia. Debe tenerse en cuenta que, como señala la parábola
del sembrador, no todos los que acogen el mensaje del reino perseveran hasta el final;
sin embargo, cuando se acoge la Palabra y se persevera en ella, el fruto es
desproporcionado. Invita también a no desalentarse porque el Reino, la Iglesia, crezca
despacio, como la semilla de mostaza; a no preocuparse porque, en el crecimiento del
Reino, el bien del mensaje crezca con el mal que el diablo ha sembrado en forma de
cizaña. Y no hay que preocuparse porque al final Dios juzgará, etc.
➢ El discurso sobre la Iglesia (18,1-35). Que contiene instrucciones para la vida
comunitaria. Está dirigido al grupo de los discípulos, pero refleja una comunidad en la
que existen problemas de convivencia. Mateo intenta responder a esta situación

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 6


diseñando un modelo de comunidad en la que los discípulos, atentos a la voluntad de
Dios, viven la fraternidad desde el perdón y la aceptación de los más pequeños.
➢ El discurso escatológico (24,1-25,46). Para componerlo, Mateo ha utilizado el
discurso apocalíptico de Marcos (Mc 13), introduciendo en él algunas modificaciones, y
añadiendo una serie de parábolas (24,45-25,30) y la descripción del juicio final (25,31-
46). Recoge las dificultades con las que nos vamos a encontrar en el desarrollo de la
Iglesia a través de los siglos: dificultades externas por las persecuciones, dificultades
internas por el enfriamiento del amor, signos de abandono, negligencia, rutina y
enfriamiento. Pero el cristiano está fundado en la esperanza y Mateo nos recuerda las
palabras de Jesús que confirman la certeza de su venida (24,1-35) y la necesidad de
preparar este gran acontecimiento, viviendo según las enseñanzas del Señor (24,36-
25,46). Porque Cristo no abandona a los suyos: ni ahora, ni al final de los tiempos,
cuando juzgue al universo entero. Es un discurso consolador.
En estos cinco discursos el cristiano tiene normas a las que acudir cuando se plantee
un modo de hacer o de enseñar. Esta catequesis se materializa con los milagros del
Señor.
5.2 Los milagros.
En los relatos de los milagros, frente a la viveza que encontramos en San Marcos, la
narración de San Mateo, es mucho más estilizada, solemne, evitando detalles
pintorescos. Pero esta mesura de la narración tiene otra finalidad: sirve para subrayar la
misión de Jesús (aspecto cristológico), la fe de quien acude a Jesús –se pone en relación
estrecha lo que se solicita con lo que se concede-, y el lugar de los discípulos, que
representan a la Iglesia. También desde esta perspectiva, el Evangelio es un ejemplo de
catequesis cristiana. Unos textos pueden demostrarlo con más claridad:
Mt 15,21-28 “Después que Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. En
esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar “¡Señor, Hijo de
David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio”. Pero él no le
respondió palabra. Entonces, se le acercaron sus discípulos para rogarle: “Atiéndela y que
se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él respondió: “No he sido enviado
sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Ella, no obstante, se acercó y se postró
ante él diciendo: “¡Señor, ayúdame!”. Él le respondió: “No está bien tomar el pan de los
hijos y echárselo a los perrillos”. Pero ella dijo: “Es verdad Señor, pero también los
perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le
respondió: “¡Mujer, que grande es tu fe. Que sea como tú quieres!”. Y su hija quedó sana
en aquel instante”.
Mc 7,24-30 “Se fue de allí y se marchó hacia la región de Tiro y de Sidón. Y habiendo
entrado en una casa deseaba que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer inadvertido.
Es más, en cuanto oyó hablar de él, una mujer cuya hija tenía un espíritu impuro, entró y
se postró a sus pies. La mujer era griega, sirofenicia de origen. Y le rogaba que expulsara
de su hija al demonio. Y le dijo: “Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien
tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos”. Ella respondió diciendo: “Es verdad,
Señor, pero también los perrillos comen debajo de la mesa las migajas de los hijos”. Y le
dijo: “Por esto que has dicho, vete, el demonio ha salido de tu hija”. Y al regresar a su
casa encontró a la niña echada en la cama y que el demonio había salido”.
De una comparación elemental entre los dos textos se deduce enseguida que San
Marcos privilegia el punto de vista del discípulo, es decir, de la mujer que sale en busca
de Jesús, le ruega con insistencia y audacia, y vuelve a casa con su propósito logrado. En
cambio, San Mateo tiene como propios, cuando menos, los dos trazos señalados en
cursiva. En el primero, las palabras de Jesús ofrecen una explicación de su misión como
Mesías, y dan razón al lector de la resistencia de Jesús – que a primera vista, sin conocer
la pedagogía de Mateo, nos podría parecer sorprendente- para realizar la curación. Las
palabras finales del Señor tienen también su justificación, pues palabras semejantes (8,13
al centurión: “Vete y que se haga conforme has creído”; 8,29 a los ciegos: “Que se haga
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 7
de acuerdo a su fe”) aparecen más veces a lo largo del Evangelio. Resaltan la calidad de
la fe: lo que se pide, se concede según la fe del que pide.
Veamos otro ejemplo, la curación de la suegra de Pedro:
Mt 8,14-15 “Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con
fiebre. La tomó de la mano y le despareció la fiebre; entonces ella se levantó y se puso a
servirle”
Mc 1,29-31 “Enseguida salieron de la sinagoga, fueron a la casa de Simón y de
Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y
enseguida le hablaron de ella. Se acercó, la tomó de la mano y la levantó; le desapareció
la fiebre y ella se puso a servirles”.
En San Marcos, el relato presenta las características típicas de la viveza de su
narración, al tiempo que llama la atención sobre los discípulos que acompañan a Jesús, le
hablan de la persona necesitada y después están con Jesús siendo servidos. En San
Mateo, todo parece dirigido a la catequesis. Desaparecen los detalles anecdóticos y los
discípulos: sólo se presenta a Simón, a quien, por cierto, se le denomina con su nombre
en la Iglesia, Pedro. La iniciativa de la curación parte de Jesús, que cura a la mujer sin
que medie petición. Y la mujer, como también el discípulo en la Iglesia, una vez sanada,
sirve a Jesús.
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.
6.1 Primera parte: De Judea a Galilea (caps. 1-13)
Preludio: el Evangelio de la infancia (caps. 1-2):
Título del Evangelio (1,1). Prólogo: genealogía (1,2-17); Primera generación: de
Abrahán a David (1,2-6a); Segunda generación: de David a Jeconías (1,6b-11). Tercera
generación: de Jeconías a José, esposo de María (1,12-16). Conclusión (1,17).
Presentación del personaje: nacimiento e infancia de Jesús (1,18-2,23). Concepción
virginal de Jesús (1,18-24). Desposorios de José y María (1,18). Justicia de José (1,19):
santidad, perfección sobrenatural y humana. Intervención sobrenatural (1,20-24): en
sueños (1,20). Dará a luz un hijo (1,21). Pondrás por nombre Jesús (1,21). Salvará a su
pueblo de sus pecados. Cumplimiento de la profecía de Emmanuel (1,22-23) anunciada
por Isaías (Is 7,14). Obediencia a José (1,24). Nacimiento de Jesús (1,25-2,1a). Infancia
de Jesús 82,1b-23): el relato de los magos (2,1b-12). La matanza de los inocentes (2,16-
18). Retorno a Nazaret (2,19-23).
Preparación inmediata de Jesús a su ministerio público (3- 4,11):
La predicación de Juan el Bautista (3,1-12): la misión del profeta (3,3). Diatriba contra
fariseos y saduceos (3,7-10). En efecto, la promesa está en el que bautiza con Espíritu
Santo (3,11-12). El bautismo de Jesús (3,13-17). La prueba de fidelidad del Hijo de Dios
en el desierto (4,1-11).
El Ministerio público en Galilea (4,12-9, 38):
Predicación en Galilea y vocación de los discípulos (4,12-25). El Sermón de la montaña
(caps. 5-7):
➢ Las Bienaventuranzas (5,3-12). Espíritu a tener para pertenecer al Reino de Dios (5,13-
20): ser sal de la tierra (5,13), ser luz del mundo (5,14-16), ser justos (santos) según el
modelo de Cristo (5,16-20). Jesús legislador, el nuevo Moisés (5,21-48): la caridad
comprendida en el 5º mandamiento (v. 21-26), la castidad y el 6º mandamiento (v. 27-
30), el libelo de repudio (v. 31-32), el juramento, la sinceridad y el 8º mandamiento (v.
33-37), la ley del talión (v. 38-42), el amor a los enemigos (v. 43-47).
➢ Rectitud de intención en las prácticas de piedad (6,1-18): la limosna (v. 2-4), la nación
(v. 5-8), el Padre nuestro (v. 9-13) comentario al Padre nuestro (v. 15-16), el ayuno
(v.16-18). Confianza en la providencia paternal de Dios (6,19-39): el tesoro y el
corazón, tesoro imperecedero (v. 19-21) la intención de las propias obras (v. 22-23)

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Dios o las riquezas (v. 24) abandono en Dios (v. 25-32) recopilación: buscar el Reino
de Dios y su justicia (v. 33-34).
➢ Conducta fraterna de los hijos de Dios (7,1-2): no juzgar acerca del prójimo (v. 1-5),
respeto a las cosas santas (v. 6), eficacia de la oración (v. 7-11), la regla de oro de la
caridad (v. 12).
➢ Condiciones para entrar en el Reino de Dios (7,13-19.24-27): La puerta angosta,
escoger las dificultades que lleva el seguimiento a Jesús (v. 13-14); Los falsos profetas
no producen frutos de santidad y hay que cuidarse de ellos (v. 15-19); Edificar sobre
roca. Exige Jesús fuertes convicciones en el seguimiento y no admite la medianía, ni la
tibieza (v. 24-27).
➢ El fundamento para entrar en el Reino de los Cielos es cumplir la voluntad de Dios en
el corazón y no en la boca (7,21-23).
➢ Convalidación de Jesús como Mesías: La prueba de los milagros (caps. 8-9).
➢ Curación de un leproso (8,1-4). La curación del criado del centurión (8,5-13). “Basta
que lo mandes de palabra…” (v. 8). La fe del centurión (v. 10.13). La curación de la
suegra de Pedro (8,14-15): “y se puso a servirle” (v. 15). La curación de los
endemoniados (8,16-17). Jesús es Mesías según Is 53,4. La tempestad calmada (8,23-
27). “Hombres de poca fe” (v. 26). “Los vientos y el mar le obedecen” (v. 27). Los
endemoniados de Gadara (8,28-34). “Hijo de Dios”, nada tiene que ver con los
demonios (v. 29). Rechazo del Mesías (v. 34).
➢ La curación del paralítico (9,1-8). El perdón de los pecados (v. 2-6). La resurrección de
la hija de Jairo (9,18-19; 23-26); se postró (v. 18). Curación de la hemorroísa (9, 20-22).
“Tu fe te ha salvado” (v. 22). La curación de los ciegos (9,27-31): “Hijo de David” (v.
27). “¿Creéis…?” (v. 28). Os suceda según vuestra fe (v. 29). El endemoniado mudo
(9,32-34).
➢ “jamás se ha visto cosa igual en Israel” (v. 33).
➢ Del Antiguo al Nuevo Pueblo de Dios y el Reino de los Cielos (caps. 10-13):
➢ La Jerarquía: la elección de los Doce (10,1-4). Instrucciones a los Doce (10,5-42):
predicación primero a las ovejas perdidas de Israel (10,5-7), poder de curar (v. 8),
gratuidad del ministerio (v. 8), pobreza apostólica (v. 9-10), ministerio de paz (v. 11-15),
persecución y prudencia divina (v. 16-31), confesar a Jesucristo (v. 32-33), lucha
ascética y entrega total a Dios (v. 34-39), solidaridad de Dios con sus fieles (v. 40-42).
➢ Rechazo de los dirigentes del pueblo (cap. 11-12): Introduce San Mateo el tema con la
comitiva que envía Juan para que Jesús se afirme como el Mesías esperado (11,1-13),
y la respuesta de Jesús con palabras de la profecía mesiánica de Isaías 35,5-6; 61,1
(11,4-6). Añade un elogio al Bautista por su fe y cumplimiento de su misión (11,7-15).
Reproches contra la incredulidad (11,16-24). Acción de gracias de Jesús (11,25-30). La
cuestión del sábado (12,1-13): Las espigas (v. 1-8), curación en sábado (9-13).
Determinación de perder a Jesús y presentación de Jesús como el siervo de Yavé
paciente (12,14-21). Pecado contra el Espíritu Santo, obcecación en la incredulidad y
calumnia de los fariseos (12,22-37). Cantar a Dios pidiendo señales (12,38-45). La
Iglesia verdadera familia de Jesús (12,46-50).
➢ Las parábolas del Reino (cap. 13): Parábola del sembrador (13,1-23). Unos aceptan a
Cristo y otros no; unos entran en la Iglesia, otros no; unos se salvan, otros no; la Iglesia
es instrumento de salvación. Parábola de la cizaña (13,24-30; 36-43). El enemigo, el
demonio, intenta perder la Iglesia. Parábola del grano de mostaza (13,31-32).
Extensión de la Iglesia por todo el mundo: universalidad y crecimiento de la Iglesia.
Parábola de la levadura en la masa (13,33). Apostolado personal en el medio ambiente
propio. Parábola del tesoro escondido (13,44). Abundancia de dones en la Iglesia.
Parábola de la valiosa perla (13,45-46). Belleza de la vocación cristiana. Parábola de la
red barredera (13,47-50). Esta parábola hace referencia al juicio final. Acaba Jesús las
parábolas con otra parábola llamando a los Apóstoles escribas, es decir, establece la
Iglesia docente.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 9


➢ Después de estas enseñanzas, cierra San Mateo este discurso mostrando la
incredulidad de los conciudadanos de Jesús (13,53-58).
6.2 Segunda parte: De Galilea a Judea (caps. 14-28)
Preparación: retiro a las regiones limítrofes (caps. 14-16):
Motivo del retiro de Jesús: la muerte del Bautista (14,1-13). Primera multiplicación de los
panes y los peces (14,14-21). Jesús camina sobre las aguas (14,22-36). Nuevo motivo de
Jesús para alejarse: las insidias de fariseos y escribas (15,1-9). La verdadera pureza
(15,10-20). El viaje a Tiro y Sidón: la mujer cananea (15,21-28). Regreso y curaciones en
Galilea (15,29-31). Segunda multiplicación de los panes (15,32-36). Nuevas insidias de
los fariseos y los saduceos (16,1-12). La confesión y Primado de Pedro (16,13-20).
Predicción de su Pasión y seguimiento (16,21-28).
El camino hacia Judea y Jerusalén: los síntomas (caps. 17-18):
La pasión y la gloria previas (17). La Transfiguración (17,1-9). La venida de Elías y Juan el
Bautista (17,10-13). Curación de un joven epiléptico (17,14-20). Exigencia de la fe.
Segunda predicción de la Pasión (17,22-23). El tributo al Templo (17,24-27). El discurso
eclesiástico (18). La humildad, el mando y el servicio (18,1-5; 10-14). El escándalo (18,6-
9). La corrección fraterna (18,15-17). El poder de los Apóstoles (18,18). La unidad en la
oración (18,19-20). El perdón de las ofensas (18,21-35).
Ministerio en la región de Judea (caps. 19-20):
El viaje de Galilea a Judea (19,1-2). Matrimonio y virginidad (19,3-12). La pregunta de
escuela (19,3). La virginidad (19,10-12). Jesús y los niños (19,13-15). El joven rico, la
pobreza cristiana y la entrega al seguimiento (19,16-30). Parábola de los obreros de la
viña (20,1-16). Tercera predicación de la Pasión (20,17-19). Petición de la madre de los
hijos de Zebedeo (20,20-23). La indignación de los diez y el servicio apostólico (20,24-28).
Curación de los ciegos (20,29-34). Ya se encuentra en Jericó hacia Jerusalén (v. 29).
Crece el entusiasmo por Jesús: “Y le siguieron (20,34).
Ministerio en Jerusalén (caps. 21-25):
➢ Presentación mesiánica de Jesús en Jerusalén (21,1-22,14): Entrada en la Ciudad
Santa y en el Templo (21,1-17). Maldición de la higuera (21,18-22). El poder y la
autoridad de Jesús (21,23-27). Las Parábolas de Jerusalén (21,28-22,14): Parábola de
los dos hijos (21,28-32). Parábola de los viñadores homicidas (21,33-46). Parábola de
los invitados a las bodas (22,1-14).
➢ Las controversias con los fariseos y los saduceos (22,15-46): Las obligaciones sociales
y políticas del cristiano nos van en detrimento de su fe (22,15-22). La resurrección de
los muertos y la vida futura (22,23-33). El primer mandamiento: amar a Dios y amar al
prójimo (22,34-40). El origen humano y divino del Mesías (22,41-46).Invectivas de
Jesús contra los dirigentes y lamentos sobre Jerusalén (cap. 23): Contra los dirigentes
(23,1-36). Jesús previene a las multitudes acerca de los escribas y fariseos (v. 1-12).
Ayes contra escribas y fariseos (v. 13-32). Conclusión, promesa y condena (v. 33-36).
Contra Jerusalén (23,37-39).
➢ El discurso escatológico (caps. 24-25): La doctrina escatológica (24,1-4): introducción
(24,1-3); los falsos mesías (24,4-8); las persecuciones (24,9-14); signos de destrucción
del templo (24,15-20); signos de la segunda venida de Cristo (24,21-41); exhortación a
la vigilancia (24,42-44). Las parábolas (24,45-25,46): Parábola del siervo fiel (24,45-
51); parábola de las vírgenes necias y prudentes (25,1-13); parábola de los talentos
(25,14-30); parábola del juicio final (25,31-46).
➢ Pasión y Muerte de Jesús (caps. 26-27): Introducción (26,1-35). Último anuncio de la
Pasión (26,1-2); Conspiración de los sacerdotes (26,3-5); Unción en Betania y el traidor
(26,6-16); Preparación de la Cena Pascual (26,17-19); Declaración del traidor (26,20-
25); Institución de la Eucaristía (26,26-29); Predicción del abandono de sus discípulos
(26,30-35). El proceso (26,36-27,26): La oración y la agonía en el huerto de Getsemaní

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 10


(26,36-46); El prendimiento (26,47-56); Interrogatorio de los sacerdotes (26,57-68). La
divinidad de Cristo (v. 63-64); Las negaciones de Pedro (26,69-75); Jesús ante Pilato
(27,1-2); Desesperación y muerte de Judas (27,3-10); Interrogatorio de Pilato (27,11-
25). La Pasión (27,26-49): La flagelación (27,26); la coronación de espinas (27,27-30);
camino al Calvario (27,31-32); la crucifixión (27,32-49). La muerte de Jesús (27,50-65):
muerte de Jesús y señales (27,50-56). Divinidad de Jesús (v. 54); Sepultura de Jesús
(27,57-61); Precauciones de los sacerdotes y sello de la sepultura (27,62-65).
➢ Resurrección de Jesús y sus apariciones (cap.28): Primera noticia de la
Resurrección (1-7); Primera aparición de Jesús (8-10); Soborno de los soldados (11-
15); Segunda aparición de Jesús (16-20).
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.
7.1 El “Evangelio del catequista”.
“Los evangelios que, antes de ser escritos, fueron la expresión de una enseñanza oral
transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética.
¿No ha sido llamado el relato de San Mateo, evangelio del catequista y el de San Marcos,
evangelio del catecúmeno? (Juan Pablo II, Catechesi tradendae, 11). En efecto, Mateo va
ofreciendo una exposición completa y pedagógica acerca de los contenidos de la fe y del
modo de vivirla. Al leerlo, casi es posible adivinar las preguntas de los fieles, a las que
responde en cada momento.
Por ejemplo, ante la cuestión: ¿Cómo ha de ser la oración de un cristiano? Es posible
oír la enseñanza del Maestro que, frente a las corruptelas que se habían introducido entre
algunos judíos, advierte: “Cuando oren no sean como los hipócritas, que son amigos de
orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse
delante de los hombres; en verdad les digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el
contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu
Padre que está en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará” (6,5-6).
Pero también hay muchos cristianos procedentes de la gentilidad, acostumbrados a otros
usos, y también a ellos les instruye con paciencia: “Y al orar no empleen muchas palabras
como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. Así pues, no
sean como ellos, porque bien sabe su Padre de que tienen necesidad, antes de que se lo
pidan” (6,7-8). A unos y a otros les enseña a orar con sencillez, acudiendo a Dios con
confianza de hijos: “Padre nuestro, que estás en el cielo…” (6,9-15). La respuesta, pues,
es clara. La oración del cristiano no busca la ostentación ni es locuaz y vacía, sino
confiada y sencilla como se sugiere en el Padrenuestro.
Otro ejemplo bien significativo acerca del modo en que el evangelista compone su
escrito teniendo a la vista las cuestiones planteadas en la instrucción cristiana es todo el
capítulo 18, que trata acerca de la vida de la Iglesia y del comportamiento de sus
miembros:
➢ Ante el tema de cómo comportarse con los más débiles o los menos instruidos, Jesús
toma un niño, les propone su sencillez como modelo e invita a acoger a los que son
como ellos y a no escandalizarlos (18,1-11).
➢ Sobre el modo de reaccionar cuando un hermano flaquea o se descamina, responde
con la parábola de la oveja perdida, narrada de tal modo que subraya la
responsabilidad de ir en su busca: “Si a un hombre que tiene cien ovejas se le pierde
una de ellas ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y saldrá a buscar la que se le
había perdido? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que
por las noventa y nueve que no se habían perdido. Del mismo modo, no es voluntad del
Padre que está en los cielos, que se pierda ni uno sólo de estos pequeños” (18,12-14).
➢ ¿Qué hacer si ese hermano aún no se ha alejado, pero se ve que está desorientado,
pues su comportamiento no es bueno en algún aspecto? A esto se responde con la
enseñanza sobre la corrección fraterna y el deber de ayudarle: “Vete y corrígele a
solas, tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano” (18,15).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 11


➢ Y si el comportamiento es tal que resulta molesto u ofensivo ¿hasta cuándo hay que
perdonar? ¿Cuántas veces? ¿Hasta siete? La respuesta es clara y exigente: “No te
digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (18,22). Y para sentirse
movido a aceptarla y seguirla no hay, sino que considerar cuánto más nos ha
perdonado Dios a cada uno (18,23-35).
7.2 La verdadera familia de Jesús (12,46-50).
Un tema de gran importancia, es aquel que considera a la Iglesia, como la verdadera
familia de Jesús. Se trata de una escena sorprendente que no es habitual que sea
considerada en los tratados clásicos de eclesiología. Las consideraciones exegéticas que
suelen hacerse respecto a esta perícopa se refieren a la expresión “hermanos”, unos
aclarando que el vocablo incluye en las lenguas semitas a otros parientes, o defendiendo,
los menos, que Jesús tenía otros hermanos ya hijos de José, ya de María, tratado de
manera partidaria que más suena a blasfemia que a seriedad teológica, pues ciertamente
“hermanos” se refiere al grupo familiar en sentido amplio y no a los hijos del mismo padre.
La sorprendente respuesta de Jesús tiene un sentido eclesiológico.
En efecto, Jesús no tiene más hermanos de sangre, porque si los tuviera, estos
parientes (hermanos) que nombra Mateo no se hubieran presentado ante Jesús. Los
parientes de Jesús con su madre pretenden algo natural y lógico, y es que el Señor deje
su predicación para hacerse cargo del clan familiar. De tener un hermano mayor, hijo de
José, Jesús no tendría obligaciones civiles con su familia, corresponde al mayor, en
ausencia del padre, hacerse cargo del clan familiar. Jesús no tuvo hermanos de sangre
menores que Él, hijos de María, porque ante la renuncia o abandono de Jesús, ellos le
hubieran sucedido. Jesús es hijo único; esto es lo que provoca el problema familiar.
José es heredero directo por línea davídica del gobierno del clan familiar; como Jesús
es hijo único, en Él están las esperanzas y promesas y, por tanto, la sucesión directa. Lo
que pretenden los hermanos de Jesús a los que acompaña su madre, es reconvenirle
para que vuelva a la familia a tomar la dirección, lógicamente a pasar de un posible
matrimonio y formar un hogar o en su defecto, que Jesús haga una renuncia formal a
favor de alguno de sus parientes (hermanos) cosa, ciertamente poco acostumbrada entre
los semitas. Hasta aquí la problemática familiar que se dio.
Pero San Mateo enmarca esta cuestión en un momento en que Jesús está hablando de
la Iglesia y del Reino, a fin de que se entienda la respuesta de Jesús como una respuesta
eclesiológica, no como una respuesta en sentido familiar.
Lo que Jesús dice es que, en efecto, Él es el heredero, y no renuncia pero que su
herencia no es natural, sino sobrenatural. Jesús ha fundado una nueva familia que no se
mueve por vínculos de sangre, sino por seguir la Palabra de Dios y cumplirla. La cabeza
de esta familia o clan, es decir, la Iglesia es Jesús y entre ellos están su Madre y sus
hermanos. La mayor parte de sus “parientes-hermanos”, junto con su Madre, formarán
más tarde parte de una nueva familia. De tal manera que Jesús ha cambiado la
capitalidad o jefatura de la sangre por una capitalidad espiritual. De esta manera, San
Mateo ha consignado a favor de la Iglesia el carácter íntimo, afectivo y próximo de los
vínculos familiares. La Iglesia no es tan sólo una asociación de personas por un interés
común, es una auténtica familia, la familia de los hijos de Dios.
7.3 El Evangelio del Reino.
En la estructura del evangelio, el Reino de Dios es una de las claves principales para la
lectura de Mateo. Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino, y a través
del desarrollo de su escrito, Mateo irá presentando en qué consiste el Reino y como
adherir con la vida a este proyecto de Dios. El Sermón de la montaña presenta las
características de la nueva ley y la nueva justicia que Dios quiere en su Reino.
En las instrucciones a los Apóstoles Jesús enseña qué actitudes personales
contribuyen al anuncio del Reino. Las parábolas del Reino ayudarán a entender cómo es
el mismo, cómo es su dinámica, cómo crece en medio de la humanidad. El discurso a la

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 12


comunidad brinda claves para entender cómo debe ser la convivencia y las relaciones en
el nuevo pueblo de Dios, que busca anunciar y construir el Reino. Las palabras sobre el
fin de los tiempos, último discurso del evangelio, nos presenta una catequesis sobre la
realización final del Reino de Dios, en la hora del juicio final.
Mateo presenta la figura de Jesús que enseña a lo largo de todo el evangelio, el Reino
de los cielos. Y el principal llamado de Jesús está centrado en el cambio de vida para
acoger el Reino y participar de él. Este cambio es principalmente una opción personal por
la justicia y la ley del amor que Jesús nos ofrece, opción que se concreta en un cambio de
vida. El evangelio irá presentando a Jesús enseñando en qué consiste ese cambio de
vida. Que implica una opción personal por la justicia. Una opción por vivir y obrar de
acuerdo con la ley del Amor, para que la sociedad y el mundo se vayan conformando más
al proyecto de Dios.
Debemos señalar también que el Reino de Dios no es un concepto geográfico o
territorial (como la traducción de “Reino de los Cielos” ha dejado su impronta en
generaciones de personas, haciéndoles creer en un reino desentendido de lo que pasa
acá en la tierra). La expresión hebrea se traduce por la palabra griega “basileia”, que
alude a un concepto dinámico, que podemos traducir mejor como el “Reino de Dios”.
Jesús anuncia que ha llegado el momento en que Dios reinará, es decir su proyecto de
salvación y vida generosa se hará efectiva para todos. Esta voluntad de Dios de intervenir
en la historia es una Buena Noticia y comienza por el cambio de la situación vital de los
que siempre han sido desdichados y marginados en la vida: los pobres y excluidos de
todo tipo. Siguiendo la tradición del Antiguo Testamento, que presenta a un Dios que se
preocupa de la vida de su pueblo (Éxodo y profetas). Mateo presenta a Jesús que nos da
a conocer el Reino, a través de su predicación, en palabras y hechos (11,5-6).
“Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los
muertos resucitan y una buena nueva llega a los pobres” (11,5). Cuando los enviados de
Juan el Bautista preguntan a Jesús si es Él, el que ha de venir… Jesús responde con su
práctica: una acción concreta a favor de la vida de los marginados. Esta es la Buena
Noticia del Reino. Y añade Jesús: “Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de
escándalo” (11,6). Jesús señala que su práctica y sus enseñanzas no llegarán a todos.
Cambiar el corazón y adherir al Reino que Dios quiere, no es sencillo. Exige una actitud
profunda de entrega al proyecto de Dios (la primera bienaventuranza hablará de la
pobreza de espíritu, esta capacidad de entrega, respeto y confianza en el plan de Dios).
Al final del Sermón de la Montaña, enseñanza central del evangelio de Mateo, Jesús
recomendará con precisión, que no alcanzan las palabras, o aún la confesión de fe, para
entrar (participar) en el Reino. Lo que pide Jesús es hacer la voluntad del Padre (construir
el Reino). “No bastará con decirme: ¡Señor, Señor! Para entrar en el Reino de los Cielos;
más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (7,21).
Y al final del evangelio, en la escena del juicio final, se dice con claridad y
transparencia en qué consiste practicar la voluntad del Padre. Lo que vale para Dios, es la
solidaridad y la misericordia, concreta, real y efectiva con el hermano que sufre. “Vengan,
benditos de mi Padre y tomen posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes
desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve
sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa.
Anduve sin ropa y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y
me fueron a ver” (25,34-36).
7.4 El juicio final.
Mateo desarrolla con amplitud un tema que recoge de la tradición Q: el tema del juicio
final. Con excepción del discurso a los discípulos (capítulo 10) todos los demás terminan
con una alusión al juicio (7,21-22; 13,49-50; 18,35; 25,31-46). En la predicación de Juan el
Bautista, al comienzo del evangelio, aparece el tema del juicio (3,1-12).
El juicio se presenta como un llamado a los creyentes para que cambien de vida y
sigan el modelo de vida de Jesús. Dios mismo es presentado con la figura de Juez: quiere
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 13
un cambio de vida, dejar antiguos modelos para vivir la justicia nueva del Reino, que nace
de un corazón limpio (5,21-40). Tendrá en cuenta las obras y más precisamente el amor
concreto al otro (22,24-40). Cuando llegue el momento, Dios recompensará a cada
persona según su actitud de vida (16,27; 25,31-56). Dios es exigente. Quiere obras
buenas que transmitan lo que hay dentro del corazón de cada hombre.
Nadie conoce el día del juicio, por lo tanto, hay que vivir atento y preparado (parábola
de las diez jóvenes: 25,1-10); lo importante es compartir y hacer fructificar los talentos que
cada uno ha recibido (parábola de los talentos: 25,14-30). En el juicio final, Dios separará
a la humanidad de acuerdo a la práctica concreta del amor y la fraternidad. Porque el
verdadero amor a Dios se demuestra con el amor al prójimo, esto es lo más importante
para Jesús: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma
y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero, pero hay otro muy
parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los profetas se
fundamentan en estos dos mandamientos” (22,37-40).
En varios pasajes se une el Juicio con la figura del Hijo del Hombre, que vendrá a
juzgar a los pueblos al final de los tiempos, y recompensará a cada uno según su
conducta, o sea su vida práctica (16,27). El Hijo del Hombre es una de las invocaciones
preferidas por Jesús, que toma del profeta Daniel (24,24 ss).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 4 Página | 14


Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 5

EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS


El Evangelio de Lucas constituye la coronación de todas las
fatigas de los Sinópticos. Es un fruto que ha madurado con el
tiempo. En él se ven allanadas la rudeza del Evangelio de Marcos
y la antítesis y la polémica de Mateo. El tiempo ya transcurrido,
pero sobre todo el temperamento del evangelista, han creado una
atmósfera serena, amable y cordial, típica del Evangelio de Lucas
y de la figura de Cristo en él representada.
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues el Hijo del
Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc
19,9-10). Jesús dirigió estas palabras a un pecador público, a un
hombre despreciado, a un explotador de la gente sencilla. En ellas se encuentra el
mensaje de misericordia y comprensión que proclama el Evangelio de Lucas, en el cual la
cercanía de Jesús, a los enfermos, a los pecadores y a los despreciados revela el rostro
misericordioso de Dios y su amor entrañable a todos los que están alejados de Dios. Es el
Evangelio de la misericordia, en el que la buena noticia de salvación, se ofrece a todos los
que, cómo el hijo pródigo, se creen indignos de tan magnífico don; es la buena noticia
para todos los hombres cansados y agobiados, desanimados y abrumados de todos los
tiempos.
El fundamento de esta peculiaridad es el componente teológico-escatológico del
mensaje cristiano: Jesús de Nazareth, personaje histórico que vivió en Palestina
aproximadamente entre los años 6 a.C. y 30 d.C., es presentado como Mesías e Hijo de
Dios que sigue vivo y actuando. Continúa realizando lo que hizo durante su vida histórica:
anuncia la salvación y el juicio de Dios, enseña en las comunidades, cura a los enfermos
en el alma y en el cuerpo, padece y muere en favor de los hombres.
Lucas y su comunidad.
La comunidad a la que Lucas dirige su evangelio pertenece a la segunda generación
cristiana y vive inmersa en el contexto cultural y político del imperio romano. Es una
situación nueva en la que se plantean nuevos problemas y aparecen nuevas perspectivas.
El evangelista intentó responder a ellas volviendo a contar la peripecia histórica de Jesús
(Evangelio de Lucas) y de la Iglesia naciente (Hechos de los Apóstoles).
La comunidad de Lucas mira a la cultura helenística y al imperio romano con nuevos ojos,
porque vive en medio de ellos y en diálogo con ellos. El mismo evangelista, que escribe
en un griego culto, al estilo de los historiadores de la época, y que busca conexiones con
la historia pagana (2,1-2; 3,1) o los poetas griegos (He 17,28), es un ejemplo de esta
nueva sensibilidad. La meta última de su obra en dos volúmenes (Lucas y Hechos) son
los extremos del mundo (Lc 24,47; He 1,8).
La situación interna de la comunidad es también nueva. Comienzan a estar lejos los
ímpetus iniciales, el anunciado regreso del Señor parece retrasarse, y el peligro de
acomodarse a este mundo se hace cada vez mayor. Aparece la tentación de la rutina, de
aferrarse a los bienes de este mundo y de olvidar las exigencias radicales del
seguimiento. Es una comunidad que necesita ser invitada a la conversión, y para ello
nada mejor que recordar las palabras y la vida de Jesús.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
El Evangelio según San Lucas, como los otros, no recoge en el texto el nombre de su
autor, por lo tanto la redacción es anónima. Sin embargo, la Tradición de la Iglesia desde
el inicio le atribuyó a Lucas, la redacción de este evangelio y de los Hechos de los
Apóstoles. El mismo Lucas parece que nos confirma en su prólogo lo que la Tradición

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acepta: “…según nos lo transmitieron quienes desde el principio,
fueron testigos oculares después de haber investigado
cuidadosamente… escribirte una exposición ordenada” (1,1-4). Lucas
no se considera testigo ocular, se presenta como un catequizado por
esos testigos y ha tenido necesidad de investigar. El testimonio del
mismo autor, siempre es más valioso que cualquier otro ajeno a él.
Hacia fines del siglo II d.C. Ireneo es el primero que habla de la
autoría lucana de ambas obras. En los siglos posteriores otros
testimonios (Tertuliano, Orígenes, Eusebio de Cesárea, Jerónimo) confirman el dato y lo
amplían con detalles de la persona del autor, como su origen proveniente de la ciudad de
Antioquía. La lectura de sus dos escritos y algunas citas de las cartas paulinas nos
ayudan a conocer algunas características de Lucas:
➢ Es un cristiano proveniente del mundo pagano.
➢ Es una persona de cultura elevada, educado en un ambiente helenista.
➢ Tiene dotes de historiador, así lo presenta el prólogo de su evangelio (1,1-4).
➢ No conoció directamente a Jesús, la predicación de los apóstoles directos de Jesús le
permitió conocer su mensaje.
➢ No está familiarizado con la geografía de Palestina, confunde las regiones, p. ej. en Lc
4,44 hace referencia a las sinagogas del país judío, cuando Jesús está en realidad en
Galilea.
➢ Conoce y escribe con claridad y elegancia en el griego koiné, común en aquel tiempo.
➢ Manifiesta una preocupación especial por la misión.
➢ Conoce el Antiguo Testamento.
➢ Encontramos en algunas partes de los Hechos de los Apóstoles, secciones redactadas
en el plural de la primera persona: “nosotros”. En ellas el autor aparece participando de
los sucesos que narra (He 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28). En algunas cartas
paulinas se nombra a Lucas como compañero y colaborador de Pablo (Flm 24). En la
segunda carta a Timoteo, que Pablo escribió desde su prisión en Roma, dice que
varios de sus colaboradores se han marchado por distintos motivos a otros lugares y
que en ese momento “sólo Lucas está conmigo (2 Tim 4,11).
➢ Las afirmaciones acerca de su profesión (Col 4,14) han animado a los estudiosos a
buscar en el evangelio, datos que las confirmen: omisión del juicio negativo de Marcos
acerca de los médicos (Mc 5,26; Lc 8,43) aplica una descripción, detallada y
competente de las enfermedades físicas y psíquicas curadas por Jesús (Lc 4.38-40;
43,56; He 3,2.7) uso de términos técnicos de la medicina (Lc 22,44; He 28,8).
➢ La fiesta litúrgica de San Lucas se celebra el 18 de octubre.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
Es el único evangelista que presenta en su prólogo al destinatario de su obra (1,3),
igual hará en los Hechos de los Apóstoles (He 1,1). El Evangelio escrito en griego con
claridad y elegancia, está dirigido a un cristiano llamado Teófilo. El problema de los
autores es saber si ese tal Teófilo puede considerarse una persona concreta o una
colectividad considerada bajo este nombre. Se han señalado diversas interpretaciones
sobre esta referencia, pues era común en los escritos griegos, dedicarlos a alguien. No
sabemos si Teófilo es un nombre genérico –etimológicamente significa teo: Dios y filo:
amigo- por lo cual algunos piensan que su significado es simbólico y alude a la comunidad
cristiana o puede referirse a un personaje concreto, un colaborador de Lucas o un
mecenas que hubiera apoyado la publicación de la obra.
En todo caso, fuera de esos detalles que pueden ser más o menos anecdóticos, parece
claro que Lucas, como los demás evangelistas, piensa en un destinatario más general: los
cristianos que quieren conocer con certeza el fundamento de las cosas que se les han
enseñado, y que:

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 2


➢ Pertenecen a un ambiente cultural helenista que no conocen Palestina. Esto se nota en
algunos detalles significativos de su relato. Lucas, que es también griego adapta el
mensaje y el lenguaje de su evangelio al mundo griego.
➢ Pertenecen a comunidades formadas por personas convertidas del paganismo.
➢ Han tenido la experiencia del Espíritu: sus iglesias han nacido fuera del círculo de
Jerusalén, suscitadas por la Palabra de Dios y por el Espíritu, y están ligadas a las
misiones paulinas.
➢ Son comunidades urbanas. Aparece muchas veces la palabra “ciudad” (cerca de 40
veces).
➢ Saben muy bien que han sido acogidos en la alianza de Dios con Israel, no por
nacimiento, sino por gracia. Les gusta repasar las Escrituras para descubrir en ellas el
designio amoroso de Dios. La fe en Jesús les ha hecho entrar en una tradición, la de
los apóstoles.
➢ A diferencia de las iglesias de Mateo, las de Lucas viven naturalmente el universalismo.
La importancia que el evangelio le da al tema de la conversión, al perdón y a los
pecadores, como uno de los núcleos del mensaje de Jesús, nos permite pensar en una
comunidad necesitada de conversión, que debe reconocerse pecadora o por lo menos
Lucas quiere invitarla a reconocer su pecado, para poder volver a descubrir el ideal del
camino de Jesús y su puesta en práctica. El término “conversión” (metanoia) y pecador
aparecen muchas veces.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
Según la Tradición cristiana el evangelio de Lucas fue escrito después de los de Mateo y
Marcos, hecho que en cierta manera se ve corroborado por las palabras del prólogo: “Ya
que muchos han intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido
entre nosotros, conforme nos las transmitieron quienes desde el principio fueron testigos
oculares y ministros de la Palabra, me pareció también a mí, después de haberme
informado con exactitud de todo desde los comienzos, escribírtelo de forma ordenada,
distinguido Teófilo, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has
recibido” (1,1-4).
Conforme avanzaba el siglo I, aquellos que habían sido testigos directos de la vida y
predicación de nuestro Señor Jesucristo se acercaban a la ancianidad, y les iba llegando
el momento de dejar este mundo. Gracias a la predicación apostólica y a la acción del
Espíritu Santo, también era cada día mayor el número de fieles más jóvenes, que ya no
habían sido testigos de los acontecimientos, pero que deseaban conocer lo ocurrido con
detalle para fortalecer su fe. Lucas afrontó la tarea de componer un escrito dirigido a esa
segunda generación de cristianos, pero con valor permanente para la posteridad.
Algunos estudios realizados sobre el Evangelio de Lucas, coinciden en situar su
redacción en torno a los años 80 d.C. Las referencias a la destrucción de Jerusalén, que
encontramos en algunos textos (19,43-44; 21,6; 21,20) tras el levantamiento judío de los
años 66-70 d.C., permiten suponer que el autor conocía los hechos sucedidos, aunque en
el texto estén presentados como una profecía. El lugar de su composición no es unánime
en la Tradición, queda discutido entre Acaya, Alejandría y Roma. No resulta un dato
trascendente, sino meramente informativo.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
4.1 Finalidad de la obra.
Como en todos los evangelios, la finalidad consiste en presentar a Jesús como el
Salvador, a su Persona y a su obra. Él es la bondad que perdona y la misericordia
sobreabundante de Dios que se inclina sobre toda la miseria física y espiritual del hombre.
A Él pueden acercarse sin temor aún los más grandes pecadores. Su condición de
médico lo ha hecho más sensible para comprender a Cristo como médico que se acerca a
quien quiera que padezca alguna necesidad. El Evangelio de Lucas quiere ser la buena

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 3


noticia para todos los humildes: los pecadores, los enfermos, los niños, las mujeres y los
extranjeros. Para todos hay una palabra de aliento.
Pero también aquí Lucas apunta en el Evangelio su finalidad específica: “dar a conocer
la indudable certeza de las enseñanzas recibidas” (1,4). Se trata pues, de un apoyo a la
predicación oral. Esta se supone que es la catequesis de Pablo; la detenida investigación
del Evangelio va a certificar la “certeza indudable” de lo predicado por Pablo.
4.2 Fuentes del Evangelio.
Los evangelios sinópticos se caracterizan por una estructura común, cuyo original es el
planteo que realiza el Evangelio de Marcos. Lucas que conoce y sigue el esquema
general de Marcos, posee un abundante material original, proveniente de tradiciones
propias. Utiliza también, como lo hace el Evangelio de Mateo, la fuente Q, pero la
utilización que realiza de Q es diferente a la de Mateo.
La consecuencia de estas dos características (abundantes fuentes propias y utilización
de la fuente Q de manera distinta a Mateo) tiene su efecto en la estructura del evangelio.
Como aporte original de Lucas encontramos una ampliación del viaje de Jesús desde
Galilea a Jerusalén. Lucas aprovecha el viaje para desarrollar una serie de enseñanzas
de Jesús a sus discípulos. Esta extensa catequesis constituye el corazón del evangelio y
abarca desde el capítulo 9, hasta el 19.
Incluye en forma semejante a Mateo, el material proveniente de la fuente Q, que está
ausente en Marcos, aunque la manera en que lo utiliza e incorpora es diferente a Mateo.
Entre los textos de fuentes propias, que encontramos sólo en este evangelio, podemos
señalar:
➢ Los relatos de la infancia de Jesús (caps. 1-2) que provienen de una tradición diferente
en contenidos a la presentada por Mateo.
➢ La parábola del padre misericordioso (15,11-32).
➢ La parábola del buen samaritano (10,25-37).
➢ La parábola del rico y Lázaro (16,19-31).
➢ La agonía de Jesús en el huerto, sudando como gotas de sangre (22,43-44).
➢ La referencia a las mujeres que se lamentan por Él, camino a la cruz (23,27-31).
➢ La actitud del “buen ladrón” y el perdón que Jesús le concede en la cruz (23,40-43).
4.3 Estilo literario.
Cuando se comienza a leer el tercer Evangelio, el lector no puede menos que quedar
deslumbrado por el prólogo. Descubre a un redactor cuidadoso, que emplea un
vocabulario culto y una sintaxis impecable (formas de coordinar y unir las palabras para
formar las oraciones que nos ayudan a expresar ideas y conceptos) como se consideraba
elegante en la prosa griega. Se ajusta, además, perfectamente al modelo griego de lo que
es un prólogo, es decir, unas palabras previas a la exposición del tema principal para
informar al lector acerca del argumento, las fuentes, el método seguido y el fin del escrito.
➢ El argumento son las “cosas que se han cumplido entre nosotros”, esto es, lo que
Jesús ha hecho y enseñado, así como lo referente al origen y la expansión de la
primera iglesia.
➢ Las fuentes de donde proceden los datos pertinentes son los testigos oculares y los
ministros de la Palabra, así como otros libros ya escritos, lo que garantiza que se ha
accedido a una información fidedigna.
➢ El método es histórico y literario, ya que informa detalladamente de unos hechos
reales, y exponiéndolos a la vez con su propio arte literario.
➢ El fin para el que se compone consiste en dar a conocer la indudable certeza de los
hechos y enseñanzas que fundamentan la fe cristiana.
Lucas es un historiador y manifiesta su intencionalidad histórica, de ahí su interés por
los datos cronológicos y el empeño por situar los hechos que relata con referencias a la
historia profana.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 4


Es significativo que, inmediatamente después del prólogo, la primera frase, con la que
se va a iniciar la narración sea para establecer el preciso momento histórico del que está
hablando: “Hubo en tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías,
del turno de Abías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se llamaba Isabel” (1,5). Lo
mismo sucede cuando va a hablar del nacimiento de Jesús: “En aquellos días se
promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo. Este
primer empadronamiento se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria” (2,1-2). Y en el
comienzo de la predicación del Bautista, que preparaba el camino a Jesús, el marco
histórico está dibujado con la mayor precisión posible: “El año decimoquinto del imperio
de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea,
su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la región de Traconítide, y Lisanias tetrarca de
Abilene, bajo el sumo sacerdote Anás y Caifás” (3,1-2).
San Lucas ha viajado mucho, ha podido conocer y conversar con muchas personas, y
se ha informado con detalle para exponer las cosas realmente acaecidas, contadas por
los testigos presenciales, con orden y exactitud. En su obra manifiesta un notable empeño
por guardar fidelidad a las fuentes. Esto se aprecia, entre otros detalles, en que, a pesar
de que su estilo griego es claro y elegante, cuando transcribe palabras de Jesús,
conserva también los rasgos propios de frases pronunciadas en una lengua semítica,
incluso en la sintaxis. Ha preferido mantener la fidelidad a las fuentes por encima de la
corrección del estilo.
A la vez, en sus escritos se aprecia una estrecha relación entre el orden del relato y la
perspectiva que quiere dar el mensaje. Lucas es historiador, pero también es un teólogo,
cuando narra, selecciona datos y los compone según un mensaje que quiere transmitir.
Por eso, también en los detalles de estilo se pueden percibir algunas características de su
mensaje. No escribe para satisfacer la curiosidad de sus lectores sobre detalles curiosos
o interesantes del pasado, sino que toda su obra se orienta a presentar la Historia de la
Salvación, contemplada desde la Encarnación de Cristo hasta la difusión del Evangelio
entre los gentiles.
4.4 Géneros literarios.
Su riqueza literaria manifiesta una riqueza de géneros literarios. Veamos algunos que
destacan:
➢ Es un autor dramático excepcional. Se nota en algunos de sus relatos, parábolas, etc.
que mantienen la tensión hasta el final. Por ejemplo, la parábola del hijo pródigo (15,11-
32); tras el dramatismo de la marcha del hogar del hijo menor, su tardanza en regresar,
el perdón del padre y el banquete, cuando todo parece estar resuelto, Lucas introduce
al otro hermano descontento con la sola respuesta del padre y sin mostrar la reacción
del hermano mayor. Así consigue Lucas dejar la parábola en toda su altura dramática
sin acaramelar el final de una bellísima composición llena de ternura. Este dramatismo
de alto nivel escenográfico puede verse en todas las grandes parábolas y en no pocos
relatos. Pero el mismo evangelio de Lucas, todo el, es un drama de suspenso,
reteniendo la subida de Jesús a Jerusalén. Lo que sugiere un segundo género.
➢ El género topográfico. A Lucas le interesa poco la geografía de Palestina para
presentar la actividad de Jesús. Todos los nombres topográficos, por lo demás
escasos, están en función de Jerusalén. Jerusalén es el centro de la escena, el cuadro
final, la apoteosis. Pero desde el comienzo se suspira por Jerusalén sin llegar nunca y,
al despertar, nos hallamos con Jesús en la Ciudad Santa.
➢ El género histórico. Lucas muestra dotes de gran historiador; realiza una auténtica
historia, pero evita la biografía; y esto da a su Evangelio un encanto especial: presenta
datos historiográficos auténticos de la historia profana universal y a la vez los pone
para centrar a Jesús no en una biografía personal sino en el marco de una historia
teológica, lo que le hace consignar ciertos detalles de la psicología de Jesús, en los
cuales se muestra minucioso.

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➢ Otros géneros de incomparable belleza en Lucas son sus himnos del evangelio de la
infancia, que, si bien no son de su propiedad, ha tenido el gusto literario de
incorporarlos a su escrito. Lo mismo cabe decir de las parábolas, que en Lucas llegan
al culmen de la belleza, mostrándonos a través de ellas la inteligencia y el corazón del
Maestro.
4.5 Características Teológicas del Evangelio según San Lucas.
La exponemos en tres capítulos:
1) El marco ambiental.
2) La Persona de Jesús y
3) Las exigencias de la vocación cristiana.
1. El marco ambiental.
Aparece a lo largo de todo el evangelio y forma el clima ambiental en el que aparece la
Persona y mensaje de Jesús.
a) Admiración. Alabanza. Gozo y alegría.
Admiración (temor reverencial). Ante la presencia de Jesús (irrupción de lo
sobrenatural) quienes contemplaron su vida y sus obras se sienten sobrecogidos por
una profunda admiración, por un cierto temor reverencial. Aparece ya en el
evangelio de la infancia: En Zacarías y María (1,12.29s); en los pastores (2,9). Lo
experimentaron los discípulos, ante la pesca milagrosa (5,8-10), ante la tempestad
calmada (8,25), Pedro, Santiago y Juan en el Tabor (9,34), ante la presencia del
Resucitado (24,37.41). Lo reflejan las turbas ante los milagros (4,36; 7,16).
Alabanza. Consecuencia de esa admiración, viene a ser un canto de alabanza con que
concluyen relatos y escenas. Sólo Lucas presenta los cantos conclusivos:
Benedictus, Magníficat y Nunc Dimittis. Los pastores regresan “alabando a Dios”
(2,20). Alaban y glorifican a Dios las muchedumbres ante los prodigios de Jesús
(5,26; 7,16); especialmente los beneficiarios de los milagros: la mujer encorvada
(13,13), uno de los diez leprosos curados (17,15.18), el ciego de Jericó (18,43). Son
los sentimientos de quienes acompañan a Jesús en su entrada a Jerusalén (19,37),
la del centurión que contempla la muerte de Jesús (23,47). Y la de los discípulos
cuando, después de la Ascensión, regresan al Templo (24,53).
Gozo y alegría. De lo precedente surge un clima de gozo y alegría. El evangelio de
Lucas desborda de gozo y alegría a través de sus páginas ante la presencia de la
salvación que ha traído Jesucristo. Aparecen ya en los caps. 1 y 2: en el nacimiento
del Bautista (1,14.58), en el saludo a María (1,28), en la comunicación del ángel a
los pastores (2,10). Y en los tres cánticos conclusivos. Lo siente Cristo ante la
revelación a los pequeños (10,11). Y los discípulos ante el éxito de su misión
(10,17). Lo experimenta Zaqueo (19,6) y las muchedumbres ante sus prodigios
(13,17). Y en la entrada en Jerusalén (19,37). Los discípulos ante la aparición del
Resucitado “no acertaban a creer a causa de la alegría” (24,41) y después de la
Ascensión de Cristo regresan a Jerusalén con gran gozo (24,52).
b) La Historia de la Salvación.
Los cristianos de la primera generación creyeron muy cercana la Parusía (1 Tes
4,15). Pero el tiempo iba pasando y esta no llegaba, lo que debió provocar
desconcierto y desilusión. Lucas sale al encuentro de esa decepción y orientó esa
espera inminente hacia una fe vivida en el quehacer de cada día. Se distinguen en
Lucas, tres etapas en la Historia de la Salvación: el tiempo de Israel, el de Jesús y el
de la Iglesia. La etapa de Jesús constituye el Centro de los tiempos, hacia el cual
miraba el AT y hacia el cual mirará la etapa de la Iglesia. Esta última durará un largo
espacio de tiempo (20,9; cap. 21) se prolongará más allá de la destrucción de
Jerusalén; “desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado…” (22,69): el tiempo
indefinido de la Iglesia.

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c) El camino hacia Jerusalén.
Lucas presenta a Cristo con la mirada puesta en Jerusalén, donde tendrán lugar los
grandes acontecimientos de la salvación y de dónde partirá el Evangelio hacia el
mundo entero. Comienza su evangelio con una escena en el templo (1,5-20).
Apenas nacido Jesús es llevado al templo (2,38) y el único episodio que conocemos
de su adolescencia tiene lugar en el templo (2,41-50). Lucas coloca la tentación
última en Jerusalén, que en Mateo aparece la segunda. Al final del ministerio en
Galilea refiere el episodio de la Transfiguración; sólo Lucas da el tema de la
conversación con Elías y Moisés: su muerte que tendría lugar en Jerusalén (9,31).
A partir de 9,51 comienza el “Viaje a Jerusalén” como un largo caminar, durante el
que continúa su ministerio (material de Q), con la mirada puesta en Jerusalén a la
que alude con frecuencia (9,51; 13,22.33; 17,11; 18,31; 19,18) cerca ya de la Ciudad
Santa “marchaba Jesús delante de sus discípulos subiendo a Jerusalén”. A la luz de
todo esto se comprenden las palabras con las que Lucas empieza el relato de la
Última Cena: “Con gran ansia he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de
padecer” (22,15). Concluye Lucas su evangelio dejando a los discípulos en el templo
de Jerusalén alabando a Dios (24,52s). En Jerusalén recibirán el Espíritu Santo y de
allí saldrían a predicar el evangelio por el mundo entero. Jerusalén adquiere un
sentido teológico: es el lugar de los grandes acontecimientos salvíficos.
2. La Persona de Jesús.
a) “Se esperaba un gran profeta” (7,16).
Así lo testifica Juan (1,21; 6,14; 7,40) y los Sinópticos (Mc 6,14-16; 8,28). Cristo
mismo se presenta como tal al principio de su ministerio en la sinagoga de Nazareth
(4,21), ante el rechazo de sus compatriotas (4,24: “ningún profeta es bien recibido en
su patria”), en el camino hacia Jerusalén (7,32s: ante el aviso de los fariseos de que
Herodes intenta quitarle la vida, contesta “no cabe que un profeta muera fuera de
Jerusalén”). Lógicamente sus discípulos ven en Él un “profeta poderoso en palabras
y obras” (24,19). Y las gentes, ante la resurrección del hijo de la viuda de Naím,
exclaman: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros” (7,16; Mc 8,27-30).
Lucas es el evangelista que atribuye más palabras a Jesús, sobre todo parábolas.
Presenta la predicación de Jesús como “palabra del Señor” (5,1; 8,11.21; 11,28). En
1,2 denomina “testigos oculares y servidores de la Palabra” a quienes transmitieron
los dichos y hechos de Jesús. Por ello la palabra de Jesús es revelación final,
palabra decisiva, definitiva. Entre los rasgos característicos de los profetas, Lucas
atribuye a Cristo: la actitud crítica frente a escribas y fariseos (11,52s) y el
conocimiento de los pensamientos ajenos (7,39). Concluyamos con B. Rigaux:
“Jesús es "el Profeta porque Dios lo ha acreditado por su revelación definitiva y ha
sido investido por el Espíritu” (El pluralismo teológico, BAC, Madrid 1980, 140).
Rasgo eminentemente profético es la investidura por el Espíritu. Pero este tema
merece tratamiento aparte.
b) Jesús, lleno del Espíritu Santo.
En el AT, los profetas, sacerdotes y reyes eran ungidos al principio de su ministerio.
En esa unción recibían el Espíritu de Dios, que los capacitaba para su misión. El
Mesías, que desempeñaría ese triple ministerio, tendría que ser también ungido al
principio del mismo. Los judíos pensaban que vendría Elías a realizar esa misión.
Pues bien, Jesús fue ungido (4,18.21; He 10,38: “Dios ungió a Jesús con el Espíritu
Santo”). Y lo fue por Juan el Bautista, de quien el ángel anunció a Zacarías que
vendría “con el espíritu y poder de Elías” (1,17) y Cristo que “Él es el Elías que tenía
que venir” (Mt 11,11-15; 17,9-13).
En esa unción, que tuvo lugar en el Bautismo, recibe el Espíritu Santo. Y bajo su
acción lleva a cabo la misión que le confió el Padre. Concluido el Bautismo, “Jesús
lleno de Espíritu Santo se volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto”

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(4,1). De allí “Jesús impulsado por el Espíritu Santo volvió a Galilea”. En la sinagoga
de Nazaret se aplica a sí mismo el texto de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre
mí”. Y a lo largo de su ministerio actuaba en sus enseñanzas y milagros bajo su
acción (10,21; Mt 12,18.28). En la noche de la Cena promete a sus discípulos que
les enviará al Espíritu Santo, que le ha conducido a Él (Jn 14,16. 25s; 15,26s;
16,12s) que los guiará también a ellos en el ministerio que les ha confiado. Le
presentan su cumplimiento.
c) Salvador universal.
Ya en el relato de la Infancia, los ángeles cantan: “paz a los hombres en quienes
Dios se complace” (2,14). Y Dios se complace en que todos se salven (1Tim 2,4).
Simeón proclama a Jesús “luz para la iluminación de las gentes” (2,32). Lucas coloca
la genealogía al principio de su ministerio público y asciende hasta Adán, claro
indicio de la universalidad de la salvación. El Bautista proclama que “todos verán la
salvación de Dios” (3,6, citando a Isaías).
Durante su ministerio público, Jesús comienza aludiendo a la vocación de los
gentiles (4,24-28). Afirma que “vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur y
se sentarán en la mesa en el Reino de Dios” (13,29). La salvación universal está
simbolizada en las tres parábolas del cap. 15. Cristo la manifiesta también en su
favorable acogida a los samaritanos (9,51-56; 10,29-37: parábola del samaritano;
17,11-19) y en la curación de paganos (7,1-10; 8,26-39). En su aparición a los
discípulos les encarga prediquen “la penitencia para el perdón de los pecados a
todas las naciones” (24,47).
Esta presentación de Cristo como Salvador venía bien, tanto a los judíos como a los
paganos. Los primeros conocían el AT en que Yavé aparece como el único salvador.
Estos honraban a sus dioses con ese título y saludaban a sus reyes como
“salvadores” (Antíoco, Julio César). La gran y sorprendente novedad está en que la
salvación que trae Cristo se realizará por medio de la cruz que los judíos tildarían
como escándalo y los gentiles como necedad (I Cor 1,23).
d) Lleno de bondad y misericordia.
Apenas habrá página en Lucas en que no aparezca, de una u otra manera, la
bondad y la misericordia de Cristo, escribió de Él, Dante. Ya al principio la celebran
Zacarías (1,72), María (1,54), los vecinos de Isabel ante el nacimiento de Juan
(1,58). Durante su ministerio público, Cristo manifiesta su bondad y misericordia,
peculiarmente con algunas clases de personas:
Con los pecadores. Llama a formar parte del Colegio Apostólico a un publicano y
asiste al banquete que a continuación éste organiza (5,27-32). Se hospeda en casa
de Zaqueo, un pecador (19,1-10). Tanto, que le llaman “amigo de publicanos y
pecadores” (7,34). Perdona de corazón -una de las actitudes que mejor reflejan la
bondad y misericordia- al paralítico (5,20), a la mujer pecadora (7,36-50), a Pedro
que le niega (22,61), a los verdugos (23,34), al buen ladrón que implora misericordia
(23,43). Por medio de las parábolas, sobre todo, puso de relieve la bondad y
misericordia. Baste recordar las tres del cap. 15: la oveja perdida, la dracma
extraviada y el hijo pródigo, motivadas precisamente por la actitud de Jesús de ir a
comer con pecadores (Lc 15,12). Una de las actitudes más originales y
características de Jesús es la adoptada con los pecadores, radicalmente distinta de
las de los dirigentes religiosos.
Con los enfermos y afligidos. Todos los evangelistas ponen de manifiesto la
compasión y misericordia de Jesús con los enfermos, pero Lucas presenta a Cristo
conduciéndose con un amor y misericordia, con una dulzura y delicadeza singulares:
mientras que Marcos y Mateo dicen que Jesús “curó a muchos que se encontraban
mal” (Mc 1,34; Mt 8,16), Lucas precisa que “poniendo las manos sobre cada uno de
ellos los curaba” (4,40). Aparecen los rasgos lucanos, sobre todo, en cuatro relatos
exclusivos de Lucas: la resurrección del hijo de la viuda de Naím (7,11-17: v. 13:
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“tuvo compasión de ella y le dijo: no llores”; v. 15: le devuelve la vida y “se lo entregó
a su madre”); la curación de la mujer encorvada (13,10-13; v. 12s: “le puso las
manos y quedó curada”); la curación de un hidrópico (14, 1-6; v. 4: “le tomó, lo curó y
lo despidió”); la curación de los diez leprosos (17,11-19: ante la actitud del que era
samaritano y volvió a mostrar su agradecimiento, Cristo manifiesta su sensibilidad
ante el agradecimiento y la ingratitud).
Añadamos que Cristo no se queda en la curación material. Los milagros
constituyen, como en los otros evangelios, un signo de la inauguración del Reino y
un anuncio pre figurativo de la liberación plena y definitiva de toda enfermedad
cuando los cuerpos sean glorificados por la resurrección al final de los tiempos.
Con las mujeres. Para valorar la actitud de Cristo respecto de las mujeres hay que
tener en cuenta el lugar secundario que ocupaban en la sociedad. “Maldito sea el
hombre cuya mujer e hijos dan gracias por él”, decía el Talmud. “Bendito sea Dios
porque no me ha creado gentil, porque no me ha creado mujer, porque no me ha
creado ignorante”, decía la acción de gracias de la plegaria cotidiana de los judíos.
En Lucas, en cambio, las mujeres están muy presentes y siempre quedan en buen
lugar. Esto ocurre naturalmente con María, Isabel y Ana. Pero también con la suegra
de Pedro y la viuda de Naím. Cristo defiende y alaba la actitud de la pecadora
arrepentida (7,37-50) y admite en su compañía un grupo de mujeres
(María Magdalena, Juana, Susana (8,1-3). Distingue con una amistad especial a
Marta y María. Lucas refiere la actitud que alaba a la madre de Jesús al oír la
predicación de éste (11,27). Cristo cura en sábado a la mujer encorvada (13,11-17)
alaba la conducta de la mujer que deposita las moneditas en el Arca del Tesoro
(21,2-4). Lucas vuelve a mencionar las mujeres que le habían seguido en Galilea y
que le siguen en el camino del Calvario (23,49) y hasta el sepulcro (23,55). Ellas
fueron con aromas al sepulcro y reciben, las primeras, el anuncio de la Resurrección
de Jesús y fueron a anunciarla a los discípulos (24,1-11).
Hay tres relatos referentes a mujeres en los Sinópticos que Lucas omite: la curación
de la hija de Herodes (Mc 6,17-29), la curación de la hija de la cananea, hacia la que
Cristo parece tener unas palabras despectivas (Mc 7,27) y la petición de los hijos del
Zebedeo (Mc 10,35-40; Mt 20,20-23). También el relato de la mujer adúltera de Jn
8,1-11). La razón de tales omisiones es, sin duda, porque no las podía dejar en buen
lugar. “La preocupación por las mujeres, por los niños, por todos los abandonados, la
reflexión por la pobreza y la debilidad atestiguan una actitud totalmente nueva en el
mundo de entonces” (F. Bovo).
e) Portador de la Paz y la Bienaventuranza.
De la paz. Is 9,5 había anunciado al Mesías como “Príncipe de la paz”. Zacarías
anuncia como su misión “guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (1,79). Los
ángeles cantan “...en la tierra paz a los hombres en quien Dios se complace” (2,14).
Tu fe te ha salvado, “vete en paz”, dice Cristo a la pecadora (6,50) y a la hemorroísa
(8,48). Con el “Paz a esta casa” (10,15) deberán saludar los discípulos. La proclama
la multitud en la entrada en Jerusalén: “Paz en el Cielo y gloria en las alturas”
(19,38). Cristo resucitado saluda a sus discípulos: “La paz con vosotros” (24,37; Jn
20,19.21).
La paz que nos ha traído Cristo está asociada a la salvación: es la paz con Dios que
nos perdona nuestros pecados y nos hace hijos suyos. Ello implica la paz con el
prójimo por la práctica del amor con él. Como consecuencia viene la paz y la
tranquilidad interior.
De la bienaventuranza. Isabel proclama dichosa a María, por su fe en la palabra del
ángel (1,45). María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones
(1,48). Cristo proclama dichosos a quienes no sientan escándalo por Él (7,23), a los
discípulos que ven lo que anhelaron ver los profetas del AT (10,23), a los siervos a
quien su amo hallare vigilantes (12,37.43), a quienes invitan a los pobres, que no

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pueden corresponder (14,14), a quienes “escuchan la palabra de Dios y la cumplen”
(11,28). Y sobre todo hay que citar las Bienaventuranzas del Sermón del Monte
(6,19-22), donde Cristo promete la felicidad que trae el Reino.
3. Exigencias de la vocación cristiana
a) La oración.
Lucas es el evangelista que presenta más veces a Cristo haciendo oración,
peculiarmente ante acontecimientos trascendentales: antes de los acontecimientos
que siguen al Bautismo (3,21), la noche anterior a la elección de los Doce (6,12),
antes de la confesión de Pedro y promesa del Primado (9,18), en la Transfiguración
(9,29). Ruega por Pedro para que no desfallezca su fe (22,32), en el huerto de los
Olivos (22,41-45). Lucas comienza su evangelio haciendo referencia a oraciones en
el Templo (1,8-13; 24,52s).
El tema de la oración de Cristo, es la gloria del Padre y la salvación de los hombres.
Es la finalidad que han de tener en las suyas los discípulos: la gloria de Dios, el
advenimiento del Reino, el alimento de cada día, el perdón de los pecados, la victoria
en la tentación (11,1-4). Deben orar también para que el dueño de la viña envíe
obreros a su mies (10,2), para no ceder a la tentación en circunstancias difíciles
(22,40-46). Cristo instruye a los discípulos sobre las cualidades que deben
acompañar a la oración: ha de ser humilde y confiada (18,10-14), insistente (11,5-13;
18,1-8), continua y en actitud vigilante, para superar en el momento que llegue, la
tentación (21,36).
b) El seguimiento, que importa abnegación.
Lucas es el evangelista que pone más de relieve, y radicaliza más, las exigencias
que implica el seguimiento de Cristo. En los relatos de vocación, tanto de los
primeros discípulos, como de Leví, dice que “lo dejaron todo” (5,11.28). En la
exigencia al joven rico, Mateo dice “vende lo que tienes”; Marcos “cuanto tienes”,
Lucas “todo cuanto tienes” (18,22). En las enseñanzas subsiguientes al primer
anuncio de la Pasión, Marcos y Mateo formulan: “Niéguese a sí mismo, tome su cruz
y me siga”; Lucas añade y precisa: “tome su cruz cada día” (9,23). Lucas da un
sentido espiritual a la frase (originalmente el martirio) para indicar que el discípulo de
Cristo tiene que asumir el sacrificio que cada día supone su seguimiento.
Lucas coloca al principio del viaje a Jerusalén un triple caso de seguimiento, que
concreta las exigencias del mismo. En el primero señala la necesidad de abandonar
la profesión, familia y hacienda para llevar junto a Él, una vida itinerante (9,58); en el
segundo que el discípulo tiene que anteponer el seguimiento a cualquier deber
familiar (9,60); en el tercero, advierte que el discípulo que ha tomado la decisión del
seguimiento no puede dar marcha atrás (9,62). Mateo omite este último.
En Lucas 14,25-33, hacia la mitad del camino a Jerusalén presenta unas exigencias
de Jesús más rigurosas: “Si alguno viene en pos de mí y no odia a su padre, a su
madre, a su mujer... no puede ser discípulo mío” (v. 26). Mateo dice “anteponer”. Es
lo que quiere decir Lucas, pero utiliza una expresión paradójica (oriental) para hacer
resaltar más la renuncia. Lucas incluye en la lista a la mujer (que omite Mateo
10,37s). El v. 27 insiste en la necesidad de renunciar a la propia vida y estar
dispuesto a darla por Cristo. Tales exigencias exigen seria reflexión antes de
comprometerse al seguimiento, como la exige la construcción de una torre y la
declaración de la guerra, para las que hay que contar con los medios oportunos
(14,28-33).
¿A quién van dirigidas estas exigencias? A todos. Las exigencias de 9,23 y 14,25-27
van dirigidas “a todos”, “a toda la gente”. A unos exigirá la realización material para
dedicarse completamente a la expansión del Reino. A todos, el espíritu de las
mismas: en todas las circunstancias el cristiano tiene que anteponer el amor a Cristo

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 10


al egoísmo, a los afectos familiares, a las comodidades de la vida en la medida en
que Cristo lo exija.
c) El desprendimiento respecto de los bienes de este mundo.
La doctrina de Cristo, recogida por Lucas respecto de pobreza y riqueza puede
resumirse en los tres puntos siguientes:
Los bienes de este mundo son algo bueno. Han sido creados por Dios para el
hombre. Pueden producir muchos bienes, de orden humano: la diligencia, la
sagacidad, el bien al prójimo (Si 28,8-13), y de orden espiritual: la limosna expía el
pecado (Tob 12,9), hace posible la misericordia con el prójimo (6,29-36; 10,33-35) y
puede conseguir un tesoro en el Cielo (19,6).
Pero constituyen un peligro para la salvación. Un país lleno de plata y oro, de
caballos y carros, decía Isaías, termina convirtiéndose en un país lleno de ídolos
(2,7s). La advertencia constituye un rasgo característico de Lucas. Lo advirtió Cristo:
“Ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo” (6,24). “Cuídense de
toda codicia” (12,15). “No pueden servir a Dios y a las riquezas” (16,13). Ante la
negativa del joven rico, exclamó: “¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren
en el Reino de Dios!”, seguida de la frase proverbial: “Es más fácil que un camello
pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios” (18,24s).
Lo clarifica por medio de parábolas: la del sembrador (8,14), la del rico necio (12,16-
21), la del administrador infiel (16,1-9); que revela las injusticias y fraudes que
median tantas veces en la adquisición de las riquezas) y la del rico epulón y el
mendigo Lázaro (16,19-31). Jesús condena no la riqueza en sí misma, sino el apego
a la riqueza, al hombre de mundo para quien la única finalidad de la vida consiste en
el disfrute de los placeres, como hacía el insensato (12,19) o el rico Epulón.
La pobreza (desprendimiento), el camino más seguro. Fue el camino que escogió
Cristo: en su nacimiento, en su infancia y en su ministerio público; dedicado de modo
itinerante a la predicación de la Buena Nueva, vivió de la hospitalidad y de los bienes
con que otras personas le servían (8,3; 9,58). Fue el camino que exigió a sus
discípulos para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar (Mc 3,14). Alabó
los gestos de desprendimiento de Zaqueo (19,8s) y de la viuda pobre (21,1-4). Y
recomienda el desprendimiento de las riquezas en beneficio de los pobres, lo que
asegura un tesoro en el Cielo (12,33; 18,22).
Definiríamos la pobreza evangélica (Lc 6,20; Mt 5,3): el desprendimiento
(desasimiento) de las riquezas (de las cosas de este mundo), que permite mantener
el espíritu abierto a la Trascendencia, al Reino de Dios, que es fundamentalmente el
seguimiento, la imitación de Cristo y amor al prójimo. Queda así de manifiesto el
valor perenne de la pobreza evangélica. Si un día el mundo fuese rico, y el hombre
pudiere disfrutar de toda clase de bienes materiales, ella le recordaría la exigencia
evangélica de mantener el corazón desprendido de ellos y su mente abierta al Reino
trascendente que Cristo vino a proclamar para los hombres de todos los tiempos
como su último y definitivo destino.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS.
5.1 Jesús, el “hombre nuevo”, modelo del discípulo.
Más arriba se ha dicho que Lucas presenta su obra como una historia de la salvación
que encuentra su culmen en Jesucristo. También se ha visto que, en esta historia de la
salvación, el evangelio de la infancia es como el último capítulo del Antiguo Testamento y
el primero del Nuevo: del Israel fiel a Dios, del pueblo elegido, surge la salvación para
todas las naciones. Pero San Lucas proyecta el plan divino todavía más allá, y en la
genealogía de Jesús, se remonta hasta Adán, que dice Lucas, “viene de Dios” (3,38). El
paralelismo, que se apunta también en otros lugares del Evangelio, es fácil de establecer:
Dios creó a Adán del barro de la tierra insuflado por el Espíritu, y crea al hombre nuevo:

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 11


Jesucristo, con el descenso del Espíritu sobre Santa María, modelo de los hombres que
son fieles a Dios.
A esta nota conceptual, San Lucas le añade otra: el comportamiento de Jesús es
modelo para el de los cristianos. Esto se hace notar en las exhortaciones de Jesucristo
contenidas en el Evangelio, pero también en los Hechos de los Apóstoles, donde se
percibe cómo los primeros cristianos imitaron el comportamiento de su Maestro. Aquí es
donde se unen las dos notas que se han presentado en el título de este apartado: Jesús,
hombre nuevo, modelo del discípulo. Por eso, en el resumen de esta parte se harán notar
diversas características que están presentes en Jesús y que deben ser imitadas por sus
discípulos:
➢ El discípulo de Jesús, como Él, debe estar desprendido de todo, dispuesto a estar allá
donde le conduzca la misión (9,52-66). Los textos puntuales son muchos:
“Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios” (6,20); “…llevaron a
tierra las barcas y, dejándolo todo le siguieron” (5,11).
➢ Este desprendimiento es la raíz de la libertad interior en la alegría. El vocabulario de la
alegría está compuesto de muchos verbos en Lucas: alegría, regocijo, alabanza, etc.
“Será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento” (1,14); “… y
entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (1,28); “… Alégrense
ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo” (6,23); “… les
digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un sólo pecador que se
convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”
(15,7).
➢ El hombre nuevo es un hombre en continua oración, sobre todo ante la prueba: del
mismo modo que Jesús reza en el Bautismo, y antes de la elección de los apóstoles, y
en la Transfiguración, y en Getsemaní y en la cruz.
➢ El discípulo entra a formar parte de una comunidad nueva, a la que Jesús guía y
transmite su poder salvífico, como se ve sobre todo en el libro de los Hechos. Asistido
por este poder, y si se es dócil al Espíritu Santo, dará fruto incluso cuando
humanamente no son esperados.
➢ Característica del discípulo es también la misericordia que ocupa un puesto central en
la vida cristiana. La misericordia se predica de Dios, porque tiene entrañas de
misericordia (1,72). Esta cualidad de Dios Padre se manifiesta en su capacidad de
acogida y perdón (cap.15). Es además, la misma que manifiesta Cristo cuando se
conmueve ante las necesidades de los demás (11,13; 15,2) y la que pide a todos los
hombres (10,39). Por eso no es extraño que la frase central del Sermón de la Montaña
en Mateo: “Sean perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto”, en Lucas sea:
“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (6,36). El cristiano debe imitar
a Dios y el modelo es Jesucristo.
➢ Pero también puede examinarse este modelo de vida desde el punto de vista del
discípulo. ¿Quién puede ser discípulo de Cristo? Quien se convierte, quien vuelve a
Dios, quien es hombre verdaderamente y sigue a Cristo. Veámoslo con un ejemplo. En
la parábola del sembrador, se habla de las distintas maneras de recibir la palabra. Hay
quienes no resisten a la tentación, otros que la ahogan con las “preocupaciones,
riquezas y placeres de la vida” y finalmente, están aquellos que “oyen la palabra con un
corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la perseverancia” (8,15).
Las palabras: “bueno y generoso”, traducidas del griego, designan el ideal del hombre
griego, el caballero, el hombre de virtudes, el que es como debe ser (El Teeteto de
Platón). El hombre virtuoso, recibirá con gusto la semilla del Evangelio y dará fruto.
Curiosamente, justo después de este pasaje, San Lucas recoge el episodio en el que
Jesús dice: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la
cumplen” (8,21). Con esto –no hay que olvidar que los otros dos Evangelios sinópticos
dicen “el que hace la voluntad de Dios”, sin referirse a la palabra- San Lucas indica con
bastante claridad que el modelo primero de seguimiento de Cristo es su Madre.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 12


En este contexto se puede hablar de “seguimiento” de Cristo y, por tanto, de la
exhortación a la vida cristiana, cuyas características más importantes ya se han evocado:
la misericordia, el desprendimiento, la oración, etc. Pero en el Evangelio de San Lucas se
señala que esas virtudes y actitudes hay que vivirlas hoy, ahora. La vida del cristiano es
un camino como el que recorre Jesús en la larga subida a Jerusalén y que culmina en la
cruz y en la glorificación de Jesús. Por eso, cargar con la cruz cada día es lo primero que
debe hacer el quiera imitar al Maestro: “Decía a todos: Si alguno quiere venir detrás de mí,
que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga (9,23).
5.2 La universalidad de la salvación.
A lo largo de los libros de San Lucas se muestran que los bienes anunciados por los
profetas tienen su cumplimiento en Cristo y en su Iglesia, donde Él pervive, y alcanzan no
sólo a los judíos, sino a todos los pueblos del mundo.
La universalidad de la salvación realizada por Jesucristo está ampliamente
contemplada por San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Pero ya en el Evangelio la
encontramos incoada, y expresa, en muchos lugares. Así en el cántico de Simeón, se
proclama que la salvación se ha preparado “ante la faz de todos los pueblos” y que Jesús
es “luz que ilumina a los gentiles” (2,29-32); también San Lucas como los otros sinópticos,
aplica a la misión de Juan el Bautista el texto de Isaías 40, pero Lucas prolonga la cita con
un versículo más, precisamente el que dice “… y todo hombre verá la salvación de Dios”
(Is 40,5; Lc 3,6). Por parte de Jesús, en la sinagoga de Nazareth anuncia la futura
predicación a los no judíos; y más tarde explica a sus discípulos que estaba profetizado
que Él debía padecer y resucitar, y que se iba a predicar en su nombre la conversión y el
perdón de los pecados a todas las gentes (24,47). Entre todos los textos, sobresale quizás
el trato de acogida y de ausencia de rechazo que da Jesús a los samaritanos, un pueblo
enemistado con los judíos en la época del Señor. Así, San Lucas no recoge el texto de Mt
10,5 acerca de los samaritanos: “No vayan a tierra de gentiles ni entren en ciudad de
samaritanos”, que parecía limitar la misión de los discípulos a tierra de judíos. Además,
increpa a sus discípulos que le piden un castigo para los samaritanos (9,55); pone como
ejemplo de verdadero prójimo al buen samaritano (10,25-37); y de los diez leprosos que
ha curado Jesús, el que vuelve a darle gracias es un samaritano (17,16).
5.3 El pintor de la Virgen.
Desde la Edad Antigua, en varias obras de autores cristianos, e incluso en oraciones de
la liturgia oriental, se encuentran alusiones a la actividad pictórica de San Lucas. En el
siglo VI. Teodoro el lector, afirma que Lucas era pintor, y en el siglo X, Simeón el
Metafrasto dice que pintó un icono de la Santísima Virgen, mientras que ella aún vivía. El
motivo de San Lucas pintando la imagen de la Virgen tuvo notable difusión en la
iconografía tanto oriental como occidental.
En el origen de esa piadosa tradición puede estar el modo tan singular en que el tercer
evangelio retrata a la Madre de Jesucristo, marcando con exquisita delicadeza la grandeza
y la hermosura de Santa María. Las alusiones de San Lucas a la Santísima Virgen están
llenas de amor y de admiración. Basta repasar su evangelio para reparar en que ninguna
criatura humana ha recibido dones tan excelsos y singulares como María. El ángel
Gabriel, en su saludo, le dice “llena de gracia, el Señor es contigo” (1,28), y poco después:
“has hallado gracia delante de Dios” (1,30). Más tarde, San Lucas recoge la exclamación
de María, llena de sencillez: “Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto
los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada
todas las naciones. Porque ha hecho en mí, cosas grandes, el Todopoderoso, cuyo
nombre es Santo” 81,47-49). Y parece complacerse en hacerse eco del grito de una mujer
del pueblo al paso de Jesús: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron” (11,27).
Al mismo tiempo, San Lucas hace notar que Santa María correspondió con total
fidelidad a los dones recibidos, poniéndose al servicio de los planes de Dios con total

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 13


disponibilidad: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (1,38). Sabe
reconocer lo que ha hecho el Señor y eso la lleva a manifestar su alegría al adorarlo:
“Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”
(1,46-47). Cuando nace Jesús, María observa fielmente lo prescrito en la Ley de Dios y
sigue las costumbres piadosas de su pueblo: “Cumplidos los días de su purificación según
la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está mandado en
la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor; y para presentar como
ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la ley del Señor” (2,22-
24). Y va meditando los acontecimientos que suceden, también lo que le causan dolor,
como la pérdida de Jesús en el templo cuando tenía doce años, buscando penetrar en la
lógica de Dios: “su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (2,51). Santa María
manifiesta siempre esa admiración contemplativa ante los misterios divinos, que conservó
y meditó en su corazón.
Si se reflexiona sobre estos rasgos con los que San Lucas ha ido dibujando a la Virgen
en su evangelio se advierte que intenta hacernos comprender que la perfecta
correspondencia por parte de los hombres al plan de Dios encuentra su modelo más
adecuado en Santa María.
6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.
6.1 Prólogo (1,1-4)
6.2 Introducción: el Evangelio de la infancia (1,5 – 2,52)
El Díptico de la Anunciación (1,5-38)
➢ Anunciación del Bautista (1,5-25): Presentación de los padres (v. 5-17); Aparición del
ángel (v.8-11); Perplejidad de Zacarías (v.12); “No temas” (v.13); Anuncio del
nacimiento (v.13-17); Pregunta ¿cómo sabré esto? (v.18); Respuesta: represión del
ángel (v.19); Signo: la mudez (v.20); Silencio de Zacarías (v.22); Marcha de Zacarías
(v.23).
➢ Anunciación de Jesús (1,26-38): Presentación de los padres (v.26-27); Aparición del
ángel (v.28); Perplejidad de María (v.29); “No temas” (v.30); Anuncio del nacimiento
(v.31-33);
➢ Pregunta: ¿cómo sucederá esto? (v.31); Respuesta: revelación del ángel (v.35); Signo:
la concepción de Isabel (v.36); Respuesta de María (v.38); Marcha del ángel (v.38);
➢ Complemento: la visitación (1,39-45); Conclusión: regreso de María (1,56).
El Díptico del Nacimiento (1,57 – 2,52)
➢ Nacimiento del Bautista (1,57-80).
➢ Nacimiento de Jesús (2,1-52).
6.3 Preparación de Jesús para el Ministerio público (3,1 - 4,13)
➢ Introducción cronológica (3,1-2).
➢ Presentación del ministerio de Juan Bautista (3,3-18): Penitencia, remisión de los
pecados (v.3-16); La ira de Dios (v.7); Los hijos de Abraham (v.8); Los buenos frutos
(v.9-14); Primer anuncio del Mesías (v.15-18).
➢ Bautismo de Jesús y manifestación mesiánica (3,21-22).
➢ Prisión de Juan Bautista (3,19-20).
➢ Genealogía de Jesús (3,23-28).
➢ Ayuno y tentación de Jesús (4,1-13).
6.4 Ministerio de Jesús en Galilea (4,14 – 9,50)
➢ Prólogo: la fama de Jesús (4,14-15).
➢ Predicación en la Sinagoga de Nazaret (4,16-30): La lectura del rollo (v.16-17); El texto
de Isaías (v.18-19); Homilía o midrásh (v.20-21); Reacción de los oyentes (v.22-30).
➢ Predicación en Cafarnaún (v.31-44): Reacción de sus oyentes (v.31-32); Curación del
poseído (v.33-37); Curación de la suegra de Pedro (v.38-39); Otras curaciones (v.40-
41). Deseo de predicar en Judea (v.42-44).
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➢ De la vocación apostólica (5,1-16): La vocación de Simón Pedro (5,1-11): El lago de
Genezaret (v.1); La profesión de Pedro: pescador (v.3); La pesca milagrosa (v.4-7); La
humillación de Pedro (v.8-9); El asombro de Santiago y Juan (v.10); El llamado de
Jesús: pescador de hombres (v.10); Seguimiento de Pedro, Santiago y Juan (v.11);
curación de un leproso (5,12-14); Fama de Jesús y actitud de oración (5,15-16); El
paralítico de Cafarnaún (5,17-26); La fe de los oyentes (v.17-20); La divinidad de Jesús
por el perdón de los pecados (v.20-26); La vocación de Mateo (5,27 – 26,1); Institución
del Colegio Apostólico (6,12-16).
➢ El Sermón de la montaña (6,17-19).
➢ Dos milagros de Jesús (7,1-17); Curación del Siervo del centurión (7,1-10);
Resurrección del hijo de la viuda de Naím (7,11-17).
➢ El paréntesis (7,18 – 8,3): Los enviados del Bautista (7,18-23); La personalidad del
Bautista (7,24-30); Reproches contra la incredulidad (7, 31-50): reproches directos (v.
31-35), en casa del fariseo (v. 36-50); Las santas mujeres (8,1-3).
➢ La parábola del sembrador (8,4-18).
➢ La verdadera familia de Jesús (8,19-21).
➢ La tempestad calmada (8,22-25).
➢ El endemoniado de Gerasa (8,26-39).
➢ Dos milagros en favor de mujeres (8,40-56); Resurrección de la hija de Jairo (8,40-
42.49-56); Curación de la hemorroísa (8,43-48).
➢ La misión de los Doce (9,1-17): Las condiciones del envío (9,1-6); La opinión de
Herodes Antipas acerca de Jesús (9,7-9); el regreso de los Doce Apóstoles (9,10-11).
La primera multiplicación de los panes (9,12-17).
➢ La confesión de Pedro (9,18-21).
➢ Las exigencias del discípulo (9,22-50): Preparación, primer anuncio de la Pasión (v. 22);
La abnegación de sí mismo (v.23-27); El tiempo: la Transfiguración (v.28-36); El poder
de Jesús sobre el diablo (v.37-43); Segundo anuncio de la Pasión (v.44-45); Sobre la
humildad (v.46-48); Sobre la tolerancia (v.49-50).
6.5 El gran viaje de Jesús (9,51 - 19,28)
➢ Rechazo de los Samaritanos (9,51-56).
➢ La formación de los discípulos (9,57 – 11,36): Exigencia de la decisión vocacional
(9,57-62). Misión de los setenta y dos discípulos (10,1-24): Envío y condiciones (v.1-
12); Condena de las ciudades incrédulas (v.13-16); Regreso de los discípulos (v.17-20);
Acción de gracias (v.21-24). La cuestión del prójimo: Parábola del Buen Samaritano
(10,25-37). La mejor parte: vida contemplativa. Marta y María (10,30-42). La oración: el
Padrenuestro, La eficacia de la oración (11,1-13). El poder sobre Satanás (11,14-26).
Exigencia de la palabra de Dios (11,27-28). La señal de Jonás (11,29-32). Posición del
discípulo necesaria para ser guía de los demás, luz del cuerpo y luz del alma (11,33-
36).
➢ Contra los fariseos (11,37-54).
➢ Enseñanzas católicas: Exhortación y advertencias (12,1 – 13,9); Introducción (12,1-3);
Sobre el temor (12,4-7); Confesar a Dios (12,8-12); Sobre la avaricia (12,13-21);
Abandono en la Providencia de Dios (12,22-34); Sobre la vigilancia (12,35-48); Signo
de contradicción (12,49-53); Los signos de los tiempos (12,54-59); Sobre la necesidad
de la conversión (13,1-9).
➢ Enseñanzas sobre el Reino de Dios (13,10 – 14,34): Atención a los débiles (13,10-17):
Comienzo humilde del Reino de Dios (13,18-21); El resto (13,22-35): El esfuerzo
(13,22-35), La fuerza de Dios (v.31-33), Queja contra Jerusalén (v.34-35). El gran
banquete (14,1-24): Invitado al banquete y curación de un hidrópico (14,1-6); Sobre la
humildad (14,7-11); Actitud ante los pobres (14,12-14); Parábola de los invitados a las
bodas (14,15-24). Condiciones para seguir a Jesús (14,25-35).
➢ Las Parábolas de la misericordia (15,1-32): La oveja perdida (15,1-7); La dracma
perdida (15,8-10); El hijo pródigo (15,11-32).
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➢ Parábolas sobre las riquezas (16,1-31): el Administrador infiel (16,1-15); El rico Epulón
y el pobre Lázaro (16,19-31).
➢ Diversas enseñanzas (16,16-18; 17,1-19): cumplimiento de la Ley (16,16-17); Sobre el
divorcio y el adulterio (16,18); Sobre el escándalo (17,1-3a); Sobre la corrección
fraterna (17,3b-4); Sobre la fuerza de la fe (17,5-6); Sobre la humildad y el servicio
(17,7-10); Sobre la gratitud (17,11-19).
➢ La venida del Reino de Dios y del Mesías (17,20-37): En el interior del hombre (17, 20-
21); El día de la venida del Hijo del Hombre (17,22-37).
➢ La oración (18,1-14): La perseverancia en la oración (18,1-8); Sinceridad para con Dios
(18,9-14).
➢ Llamado al Reino de Dios (18,15-30): Infancia espiritual (18,15-17); Pobreza espiritual
(18,18- 27); Desprendimiento material (18,28-30).
➢ Tercera predicción de la pasión (18,30-34)
➢ En las proximidades de Jerusalén (18,35-44): En Jericó (18,35 – 19,27), “Señor que
vea” (18,35-43); Conversión de Zaqueo (19,1-10); Parábola de las minas (19,11-27). En
Betfagé y Betania (19,28-44): Preparativos de la entrada Mesiánica en Jerusalén
(19,28-34); Entrada Mesiánica (19,35-40); Llanto sobre Jerusalén y profecía sobre su
destrucción (19,41-44).
➢ Jesús en Jerusalén (19,45 – 21,58): Sobre el Templo (19,45-48). Jesús y los jefes del
pueblo (20,1-47); Los viñadores homicidas (20,9-19); Jesús y la política (20,20-26);
Sobre la Resurrección de los muertos (20,27-40); Sobre la divinidad del Mesías (20,41-
44); Recriminaciones (20,45-47). Sobre la limosna (21,1-4). Sobre el fin de Jerusalén
(21,5-33). Necesidad de la vigilancia (21,34-36). Entre el Templo y el Monte de los
Olivos (21,37-38).
6.6. Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús (22,1 – 24,49)
Pasión de Jesús (22,1 – 23,43)
➢ Introducción: traición de Judas (22,1-6).
➢ Sacrificio incruento (22,7-38): Preparación de la última Cena (22,7-13); institución de la
Eucaristía (22,14-20); Anuncio de la traición de Judas (22,21-23); El mayor entre los
discípulos (22,24-30); Predicción de la negación de Pedro (22,31-34); Exhortación a los
Apóstoles (22,35-38).
➢ Oración y agonía en el huerto de los Olivos (22,39-48): Oración (39-42); Agonía (v.43-
46).
➢ Prendimiento de Jesús (22,47-53).
➢ Negaciones de Pedro (22,54-62).
➢ Ultrajes anteriores al juicio (22,63-65).
➢ Interrogatorio ante los sacerdotes (22,66-71).
➢ Acusaciones ante Pilato (23,1-5).
➢ Jesús ante Herodes Antipas (23,6-11).
➢ Amistad entre Pilato y Herodes (23,12; Sal 2; Hech 4,27-28).
➢ Interrogatorio y sentencia inicua de Pilato (23,13-25).
➢ Camino del calvario (23,26-32): La cruz a cuestas. Simón de Cirene (v. 26); Las
piadosas mujeres (v. 27-31); Los malhechores (v. 32).
➢ La crucifixión (23,33-34).
➢ Los ultrajes en la Cruz (23,35-38).
➢ Conversaciones con los ladrones (23,39-43).
La Muerte de Jesús (23,44-56)
➢ La división del velo (23,44-45).
➢ La Muerte de Jesús (23,46).
➢ Actitud positiva del centurión y de los que rodean a Jesús (23,47-49).
➢ Sepultura de Jesús (23,50-56)
Resurrección de Jesús (24,1-49)

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 16


➢ Anuncio de la Resurrección a las mujeres (24,1-12): El sepulcro vacío (v. 3); Aviso a los
once (v. 9); Las mujeres (v. 10); Actitud de Pedro (v. 12).
➢ Aparición a los discípulos de Emaús (24,13-35).
➢ Apariciones a los discípulos en el Cenáculo (24,36-43).
➢ Despedida, últimas instrucciones y misión apostólica (24,44-49); “Testigos” (v.48).
6.7 Conclusión: La Ascensión de Jesús (24,50-53).
7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO.
7.1 La presencia del Espíritu.
En los escritos de Lucas el Espíritu Santo es el nexo que los une y la fuerza que orienta
la historia de la Salvación. El Espíritu se hace presente desde antiguo, en los personajes
de la antigua Alianza, actuaba y se hacía presente en la vida de los profetas que
anunciaban la palabra de Dios. En la vida de Jesús está presente desde su concepción y
dirige sus grandes pasos. Luego de la resurrección, el señor envía su Espíritu a los
discípulos para que continúen su misión. Ellos, animados y conducidos por el Espíritu,
extienden el mensaje de Jesús y el llamado a participar de su Reino. En los orígenes de la
Iglesia está el Espíritu Santo.
En el Evangelio su presencia es especialmente cercana y transparente en los relatos
de la infancia (el prólogo teológico de la obra lucana):
➢ Se anuncia que Juan el Bautista nacerá lleno del Espíritu (1,15).
➢ Jesús es concebido por la acción del Espíritu Santo (1,35).
➢ Isabel se llena del Espíritu Santo al recibir la visita de María, embarazada de Jesús
(1,41).
➢ En la circuncisión de Juan, su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, alaba a Dios
con su canto (1,67).
➢ Juan el Bautista, crecía físicamente y en Espíritu (1,80).
➢ En la presentación de Jesús en el Templo, se repite tres veces la presencia y la acción
del Espíritu en el anciano Simeón, que reconoce a Jesús Salvador (1,25 ss).
En la vida de Jesús, el Espíritu se hace presente desde sus primeros pasos:
➢ En el bautismo, el Espíritu desciende sobre Él (3,22).
➢ Lo conduce al desierto para su preparación, antes de iniciar su misión (4,1 ss).
➢ En Nazaret, cuando Jesús inicia su predicación con su discurso-programa en la
sinagoga del pueblo, retomando y actualizando las palabras del profeta Isaías, el
Espíritu de Dios está con Él (4,14.18).
La actuación del Espíritu es constante en el evangelio y también en los Hechos de los
Apóstoles. Es Él quien conduce la sucesión de hechos que constituyen la trama de ambos
relatos.
7.2 El rostro de Dios. Misericordia, compasión y opción por los pobres y pecadores.
La predicación de Jesús en el Evangelio de Lucas nos muestra el verdadero rostro de
Dios, rico en misericordia y lleno de amor por los hombres, en especial por los pecadores,
los despreciados y los pobres. El amor inmenso, gratuito, inesperado de Dios se
manifiesta en la actitud constante de Jesús hacia los pecadores. Ellos, que son
marginados por los que “cumplen” los ritos y normas de la religión, son los preferidos de
Jesús. Los recibe, los acoge, los perdona y los reintegra a la vida. El perdón ofrecido a
todos, pero particularmente a los pecadores, es el signo visible de que el Reino y la
Salvación se han hecho presentes en Jesús.
Los relatos de la mujer pecadora y la conversión de Zaqueo son el modelo de los
sentimientos y de la acción liberadora de Jesús. Con su práctica, lo que intenta mostrar es
cómo es, en realidad Dios. Las parábolas del capítulo 15, en especial, la del “hijo pródigo”,
nos revelan cómo siente Dios, cómo actúa, que sentimientos lo mueven, y cuál es su
disposición hacia los pecadores.
Esta gran compasión y misericordia de Dios es el fundamento de la opción por los
pobres de Jesús, presente a lo largo de todo el evangelio. Ya desde sus inicios, María
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 5 Página | 17
canta al Dios que libera a los pobres y cumple las promesas realizadas a su pueblo (1,52-
55). En Nazaret, Jesús asume la profecía de Isaías y anuncia que ha venido “para llevar
buenas nuevas a los pobres” (4,18). Ante los enviados de Juan el Bautista, Jesús
confirma que su misión, que está realizando, en hechos y palabras “vuelvan y díganle a
Juan lo que han visto y oído…” (7,22), es el anuncio del Reino a los pobres. En gestos
concretos de solidaridad y cambio de sus condiciones de vida: “los ciegos ven, los cojos
andan, los sordos oyen, los muertos se despiertan, y una buena nueva llega a los pobres”
(7,22) y advierte, consciente del rechazo que genera su práctica y su opción liberadora: “Y
dichoso aquél para quien yo no soy “un motivo de escándalo” (7,23). La primera
bienaventuranza de Lucas, desnuda con sencillez y franqueza la preferencia de Dios:
“Felices ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios” (6,21).
Decididamente, convoca a vivir esta misma actitud para ser fiel discípulo suyo y participar
de su Reino.
Coherentemente, también el comportamiento de los discípulos para con los pobres es
decisivo para el Reino; esta idea está resumida en la exhortación a un rico anfitrión de
Jesús: “No invites a tus amigos…, ni a los ricos…, al contrario… invita a los pobres… y
recibirás tu recompensa en la resurrección de los justos” (14,12-14).
7.3 El Evangelio del camino.
Una de las características propias de Lucas es la importancia que le asigna, en su
evangelio, al viaje que Jesús realiza de Galilea “subiendo a Jerusalén”. En él, concentra
una serie de enseñanzas a sus discípulos sobre cómo seguir sus pasos y vivir la misión.
El seguir a Jesús por el camino que Él va trazando, con su práctica y sus palabras, es el
contexto vital que Lucas nos propone para vivir la fe en Jesús y anunciarlo con eficacia,
coherencia y radicalidad.
Es notable su insistencia en presentar la vida cristiana en el marco de un viaje. Parece
querer indicarnos con firmeza que la fe en Jesús es un elemento dinámico y movilizador
para nuestra vida. Todos debemos hacer el camino del maestro para compartir la vida de
discípulo, y ese camino tiene exigencias claras, y a veces, muy radicales.
Lucas señala claramente que Jesús tomó la decisión de emprender el camino a
Jerusalén: “Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió
resueltamente el camino a Jerusalén” (9,51). Permanentemente, va a ir recordando esta
situación, de manera de no olvidar, que lo que está pasando, o lo que está diciendo Jesús
se enmarca en este gran “viaje” que emprenden juntos el Maestro y sus discípulos.
“Mientras iban de camino…” (9,57); “Siguiendo su camino…” (10,38); “Jesús iba
enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén.” (13,22); “Pero tengo
que seguir mi camino hoy, mañana y un poco más, porque no es correcto que un profeta
sea asesinado fuera de Jerusalén” (13,33).
Las alusiones al camino se suceden (14,25; 17,11; 18,31; 18,35; 19,28.36.41)
manteniendo un ritmo que ayuda a darle unidad a la sección. En el camino a Jerusalén,
Jesús les da a sus discípulos importantes enseñanzas. Podemos agruparlas en torno a
los siguientes grandes temas:
➢ Las exigencias del seguimiento y el discipulado (9,57-62; 14,25-27; 14,33; 18,18-30).
➢ Los peligros de las riquezas y su lejanía del ideal del Reino (12,13-34).
➢ La importancia de la oración (11,1-13) y el escuchar la palabra del Señor (10,38-41).
➢ La misericordia y el perdón de Dios (15,1-32).
➢ La práctica del amor concreto, la solidaridad efectiva con el que necesita (10,29-37).

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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 6

EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN


El Evangelio según San Juan es distinto de los otros tres evangelios.
Existe una gran diferencia, pues aun narrando la misma vida de Cristo,
ASTÓN la concepción teológica en San Juan es radicalmente diferente. Su
visión de Jesús, su lenguaje misterioso, el enfoque de la obra, todo hace
de él un evangelio particular. Se ha dicho de él que es un Evangelio
espiritual, y ciertamente lo es. Pero al mismo tiempo es el evangelio que
más insiste en la Encarnación de Jesús y en los detalles más humanos
de su vida. Ambos aspectos se complementan y aportan nueva luz para
contemplar el misterio de Jesús en sus aspectos más profundos (su existencia junto a
Dios y su igualdad con Él) y en sus consecuencias más concretas (su venida entre
nosotros). Divinidad y Encarnación aparecen, así como dos caras de un mismo misterio,
que el prólogo del evangelio expresa magníficamente cuando dice: “La palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros”.
Juan y su comunidad.
Los cristianos a los que se dirige este evangelio vivían una situación muy difícil y
compleja. La propia historia de la comunidad había pasado por diversas etapas en las que
distintos grupos y tendencias habían provocado polémicas internas, que originaron
tensiones y divisiones. Había discípulos de Juan Bautista, a los que el evangelista tiene
que explicar la superioridad de Jesús sobre Juan (1,19-34). Otros no podían aceptar que
Jesús fuera el Hijo de Dios (10,33-38), y mucho menos que dios se hubiera hecho hombre
(2 Jn 7) o que hubiera muerte en la cruz (1 Jn 5,6).
A estas polémicas internas se añadía la tensión que supone vivir en un ambiente de
rechazo y persecución. Sus perseguidores son “los judíos”, que aparecen en casi todas
las páginas del evangelio como contrarios a Jesús. Estos judíos no son ya los maestros
de la ley y los fariseos del tiempo de Jesús, sino aquellos que después del año 70 d.C.
habían impuesto la tradición farisaica como la única verdadera, rechazando la
interpretación que hacían de la ley los demás grupos judíos. Los cristianos eran, desde su
punto de vista, uno de estos grupos. Pronto decidieron expulsarlos de la sinagoga (9,22;
12,42; 16,2), entablando con ellos una dura polémica sobre la divinidad de Jesús. Y esta
expulsión de la sinagoga no era sólo un hecho religioso, sino que llevaba consigo la
marginación social allí donde los judíos tenían una cierta influencia.
Ante esta situación los cristianos de la comunidad joánica estaban atemorizados.
Algunos tenían miedo de aparecer como discípulos de Jesús (19,38), y otros habían
abandonado la comunidad (6,66). La principal tentación de los que aún quedaban era
alejarse del mundo y encerrarse en el cenáculo (20,19); recluirse en el círculo en el que
se encontraban protegidos. En efecto, el evangelio y las cartas de Juan reflejan una
comunidad reunida en torno a un misterioso personaje que ellos llaman “el discípulo
amado”. El evangelio lo presenta como el discípulo más cercano a Jesús (13,23), con una
autoridad incluso mayor que la de Pedro. Esta comunidad tuvo también dificultades para
integrarse dentro de la gran Iglesia, por sus diferentes perspectivas teológicas.
1. EL AUTOR DEL EVANGELIO.
Como sucede con los demás evangelios canónicos, tampoco el cuarto
evangelio menciona el nombre de su autor. Sin embargo, en este caso, el
redactor deja constancia en varias ocasiones de que fue testigo presencial
de lo que narra. E incluso hacia el final, dice de sí mismo: “Este es el
discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos
que su testimonio es verdadero” (21,24). Y a ese “discípulo” se le llama de
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modo habitual en sus páginas “el discípulo amado”.
Sus relatos tienen la frescura entrañable de quien evoca recuerdos que han quedado
fijados hasta en detalles anecdóticos porque han sido decisivos en su vida. Así sucede
por ejemplo, cuando dice como Jesús fue llamando a los que serían sus primeros
discípulos: “Se volvió Jesús, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan? Ellos
le dijeron: ¡Rabí! -que significa Maestro- ¿dónde vives? Les respondió: vengan y lo verán.
Fueron y vieron donde vivía, y se quedaron con Él aquel día. Era como las cuatro de la
tarde” (1,38-39).
San Juan fue hijo de una familia de pescadores, que vivía a orillas del lago de
Genesaret. Su padre se llamaba Zebedeo y su madre Salomé; y era hermano de Santiago
el Mayor. San Juan pertenece al grupo de los discípulos de la primera hora. En efecto,
Juan fue discípulo del Bautista; siguió a Jesús cuando escuchó decir al Bautista “Este es
el Cordero de Dios”, refiriéndose a Jesús. Llegó a formar parte del grupo íntimo de los
Doce (Mt 10,2-4; Mc 3,16-19; Lc 6,14-16; He 1,13) y ya no abandonó al Señor (19,26;
21,20-22), además junto con San Pedro y Santiago, recibirá detalles de confianza por
parte del Señor: es testigo de la Transfiguración (Mt 17,1 ss; Mc 9,2 ss; Lc 9,28 ss) se
atreve a preguntar a Jesús en la Última Cena quién es el traidor (13,25); es testigo de la
oración en el huerto de Getsemaní (Mt 26,37; Mc 14,33); es el primero de los Apóstoles
que cree en la Resurrección de Jesús, con sólo ver el sepulcro vacío y ver cómo estaban
colocadas las telas con las que envolvieron el cuerpo muerto de Jesús (20,2-8). Después
de la Resurrección reconoce a Jesús desde lejos (21,7).
La tradición nos dice que de Jerusalén pasó a Éfeso, probablemente después del año
67, tras la muerte de San Pablo. Cuidó de la Virgen María con filial amor, siguiendo el
mandato de Jesús en la cruz. Estando desterrado en la isla de Patmos, escribió el
Apocalipsis. Tenemos noticia de que murió muy anciano, preocupado por la pureza de la
fe y el mandamiento de la caridad. Su fiesta litúrgica se celebra el 27 de diciembre.
La tradición cristiana ha reconocido desde los primeros momentos en este discípulo
amado de Jesús, al autor del cuarto evangelio. El testimonio más antiguo de esta
identificación lo constituye la afirmación de San Ireneo, a finales del siglo II: “Juan el
discípulo del Señor, el mismo que reposó sobre su pecho, ha publicado el evangelio
durante su estancia en Éfeso”.
Otro hermoso testimonio, también del siglo II, acerca de la composición de este
evangelio, es el que ofrece el Canon de Muratori, escrito en roma hacia el año 180: “El
cuarto evangelio es de Juan. Cuando los otros discípulos y obispos le animaban, dijo
Juan: “Ayunad conmigo durante tres días a partir de hoy y lo que nos fuera revelado
contémoslo el uno al otro”. Esa misma noche le fue revelado a Andrés, uno de los
Apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio y que ellos deberían
revisárselo”.
Acerca de las características singulares de este evangelio, que lo diferencian
claramente de los otros tres, refiere Eusebio de Cesarea lo que decía Clemente de
Alejandría: “El último de todos, Juan, sabiendo que los hechos externos habían quedado
claros en el Evangelio (es decir, los tres sinópticos ya informan suficientemente de lo que
Jesús hizo y enseñó) urgido por sus amigos e inspirado por el Espíritu Santo, compuso un
evangelio espiritual”.
La duda más importante relacionada con la posibilidad de que el apóstol Juan sea el
redactor de este evangelio fue siempre la siguiente, como sería posible que Juan, cuyo
origen era un humilde pescador de Palestina, con casi ninguna instrucción, podría haber
escrito un evangelio tan profundo, elaborado y con un lenguaje y recursos que hacen
pensar un destinatario culturalmente helenizado. Las especulaciones y teorías sobre el
autor del cuarto evangelio han provocado un gran interés entre los biblistas.
Existen diversas posturas y explicaciones, pero casi todas acuerdan en que el
evangelio se escribió en un largo proceso de redacción, que llevó tiempo y la participación
de varios escritores, pertenecientes a una misma “escuela” o comunidad joánica.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 2


Finalmente hubo uno que realizó la redacción final, y posteriormente se le añadió el
capítulo 21, que en muchas biblias aparece como conclusión o apéndice del libro.
2. DESTINATARIOS E IDIOMA.
La tradición de la Iglesia nos dice que el evangelio fue escrito para las iglesias o
comunidades de Asia Menor. El evangelio de Juan es una respuesta a la situación que
vive su comunidad. Sabemos que las primeras comunidades cristianas se establecieron
en Palestina, poco tiempo después de la muerte de Jesús. Con los años el evangelio se
fue extendiendo y se crearon comunidades fuera de Palestina. El creciente
enfrentamiento con los judíos, y principalmente la rebelión judía contra los romanos, que
comenzó en el año 66 d.C., contribuyó a que muchas comunidades cristianas se fueran
de Palestina. La tradición de la Iglesia, a partir de Ireneo nos habla del traslado de la
comunidad cristiana a la ciudad de Éfeso, en los años posteriores a la destrucción de
Jerusalén, tras la derrota del levantamiento judío.
Es interesante descubrir en el evangelio los rastros de diversos grupos que se van
uniendo al seguimiento de Jesús. Podemos reconocer en esos textos algunos datos que
nos hablan del origen de la comunidad destinataria del evangelio.
Al comienzo del evangelio (1,35-42), encontramos que discípulos de Juan el Bautista
siguen a Jesús. Luego del encuentro de Jesús con la samaritana, en (4,1 ss), se
menciona que varios se unen al grupo de Jesús por el testimonio de la mujer (4,39).
Recordemos que los samaritanos eran considerados impuros para los judíos y que no
podían tener contacto con ellos. Se mencionan a judíos de origen helenista que siguen a
Jesús (12,20; 7,35). Esto nos permite reconocer una diversidad de origen en la
comunidad. Veamos las características principales de esta comunidad:
➢ Pertenencia a un contexto cultural helenizado.
El evangelio se hace eco de este contexto en muchas expresiones que utiliza:
El lenguaje dualista, con la oposición entre dos términos antagónicos. Por ejemplo:
vida-muerte, luz tinieblas, arriba-abajo, muy utilizados en el evangelio.
Las explicaciones de las costumbres o palabras judías. Por ejemplo: Rabí (1,38).
Mesías (1,41), Kefas (1,42), los recipientes de piedra “de los que usan los judíos para
sus purificaciones” (2,6).
➢ Se encuentran en un grave conflicto y enfrentamiento con el judaísmo.
En el momento en que se redacta el evangelio, la división entre judíos y cristianos
queda establecida. Los cristianos se encuentran con un duro ataque del judaísmo
fariseo que a partir de Yamnia va a homogeneizar la vida religiosa judía. El evangelio
nos transmite los alcances de esa situación, cuando en palabras de Jesús anuncia a
sus discípulos: “les hablo de todo esto para que no se vayan a tambalear. Serán
expulsados de las comunidades judías…” (16,1-2). Previamente en el relato de la
curación del ciego de nacimiento, también se encuentra una referencia a esta situación,
cuando se afirma: “Los padres contestaron así por miedo a los judíos, pues éstos
habían decidido expulsar de sus comunidades a los que reconocieran a Jesús como el
Mesías” (9,22). El texto dice más adelante que al pobre ciego lo expulsaron, finalmente
por creer en Jesús (9,34-38).
➢ Enfrentan diferencias doctrinales importantes, en especial, las provenientes del
gnosticismo. En esos tiempos se había originado una fuerte corriente de pensamiento
que negaba la Encarnación de Jesús. Hallamos un eco de esta situación en la Primera
carta de Juan: “Queridos míos no se fíen de cualquier inspiración. Examinen los
espíritus para ver si vienen de Dios, porque andan por el mundo muchos falsos
profetas. ¿Quieren reconocer al Espíritu de Dios? Todo espíritu que reconoce a Jesús
como el Mesías que ha venido en la carne, habla de parte de Dios. En cambio, si un
inspirado no reconoce a Jesús, ese espíritu no es de Dios” (1Jn 4,1-3). La principal de
estas doctrinas se conocía con el nombre de “gnosticismo”. La palabra griega gnosis
significa conocimiento. Los seguidores de esta corriente de pensamiento argumentaban

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 3


que la salvación se alcanzaba por medio de un conocimiento secreto revelado a unos
pocos iluminados. La práctica del amor y la justicia no importaban y negaban la
humanidad de Jesús. Despreciaban todo lo relacionado con la materia, por tanto, no
creían en la Encarnación. El evangelio nos acerca un detalle del conflicto que esto
originaba en los seguidores de Jesús. Después de su discurso sobre el Pan de Vida
(que es el mismo Jesús Encarnado) el texto nos dice: “A partir de entonces muchos de
sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle” (6,66).
➢ Conocen y viven en un ambiente de persecución creciente. El horror de la persecución,
iniciada por Nerón en el año 64 d.C. perduraba en la memoria de las comunidades.
Pero también el emperador Domiciano, en los últimos años de su mandato inició la
persecución de los cristianos. El texto también nos da indicios de este clima imperante
en la comunidad: “Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. No sería lo
mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes
no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los
odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su patrón. Si a mí me
han perseguido, también los perseguirán a ustedes” (15,18-20).
El evangelio según San Juan está escrito en griego. A las palabras de origen judío, el
autor le agrega una explicación de su significado para mejor interpretación de los
destinatarios.
3. LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.
La tradición de la Iglesia afirma que, después de su papel de líder en la iglesia de
Jerusalén, Juan se trasladó a Éfeso. De allí fue desterrado a la isla de Patmos, en la costa
de Asia Menor, pero luego volvió a Éfeso donde vivió hasta su ancianidad en Tiempos de
Trajano (años 98 al 117) y murió de muerte natural. De ello dan testimonio Ireneo, Justino
y Clemente de Alejandría. Eusebio de Cesarea recoge la misma tradición aludiendo a los
anteriores y añadiendo los testimonios de Apolonio y Polícrates. La obra apócrifa Hechos
de Juan, de la mitad del siglo II, también testimonia la residencia de Juan en Éfeso.
Tertuliano por su parte, cuenta que Juan murió anciano.
Estas razones apuntan a que fue Éfeso el lugar donde se compuso el Evangelio.
Algunos biblistas reconocen en el evangelio de Juan adiciones y reformulaciones que
permiten sostener la hipótesis que el Evangelio no fue escrito de una sola vez, sino que
es el resultado de un largo proceso. Un ejemplo sencillo de este razonamiento lo
podemos encontrar en los dos finales que presenta el Evangelio (20,30-31; 21,24-25).
Existe así mismo consenso en situar la redacción final del texto, tal como lo conocemos
hoy, hacia finales del siglo I d.C. Las fechas varían, pero es común situarlo en torno a los
años 90-95 d.C.
4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO DE SAN JUAN.
4.1 Finalidad de la obra.
La finalidad del documento es mostrar la divinidad de Jesucristo, el Hijo de Dios,
Palabra del Padre, enviado por el Padre “Yo los he enviado al mundo, como tú me
enviaste a mi” (17,18) para manifestar la propia Gloria y glorificar al Hijo, de manera que
el Dios hecho hombre acampó verdaderamente en el mundo:“Y la Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad” (1,14), pero el mundo no lo recibió “Pero a cuantos lo
recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de
Dios” (1,12).
Esta divinidad del Hijo eterno del Padre se manifiesta en los signos que hay que
aceptar con fe: “Si yo no realizo obras iguales a las de mi Padre, no me crean, pero si las
realizo, acepten el testimonio de las mismas, aunque no quieran creer en mí. De este
modo reconocerán que el Padre está en mí y yo en el Padre” (10,37-38) y en el momento

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de la “hora”, donde Jesús está en la cruz, más que un condenado se muestra como el
sacerdote que consuma el sacrificio “Todo está cumplido” (19,28-30).
San Juan no parece querer la historia del Dios hecho hombre, sino el significado de esa
historia. Obvia, por tanto, la infancia y otros momentos de capital importancia, como la
institución de la Eucaristía, pero da relieve al discurso del Pan de Vida (6,26 ss), al
anuncio y recepción del Espíritu Santo (14,15 ss; 20,22) y al contraste entre luz y tinieblas
(8,12 ss), es decir, recibir al Hijo o no recibirlo, lo cual lleva a tener a Dios como Padre o
no tenerlo (8,48 ss).
4.2 Fuentes del Evangelio.
Al finalizar la estructura y los temas que aborda el evangelio de Juan se puede apreciar
con certeza que sus fuentes son distintas a las de los evangelios sinópticos. La
organización del material es diferente y existen muchos textos propios de Juan que no
son mencionados en los sinópticos. Una diferencia significativa es la cantidad de veces
que Jesús viaja a Jerusalén. En los sinópticos se relata un solo viaje, mientras que, en
Juan, Jesús concurre al Templo en varias ocasiones, para la celebración de varias fiestas.
4.3 Estilo literario.
El Evangelio de Juan es muy diferente con respecto a los otros evangelios, no sólo en
contenido, sino también en sus aspectos literarios. Da cierto temor decirlo, pero
literalmente Juan dista mucho de la plasticidad descriptiva de Lucas y también de la
sobriedad sintética de Marcos; no es un inventor de terminología como San Pablo,
aunque aporta a la literatura cristiana, palabras y símbolos del judaísmo llenos de nuevo
contenido del anuncio evangélico.
El estilo literario del Evangelio según San Juan es sobrio, sencillo y carente de
pretensiones. No intenta hacer literatura, por lo que no busca los efectos y el suspenso,
aunque a veces lo consigue, como en los relatos del matrimonio de Caná (2,1-11), de la
Samaritana (cap. 4), del ciego de nacimiento (cap. 9) y de la resurrección de Lázaro (cap.
11), que son de gran viveza gracias a los diálogos, pues mantienen la atención del lector
u oyente y el resultado final resulta ser sorprendente respecto al inicio. Así de un aparente
despecho con su madre se origina la conversión del agua en vino; de una discusión llena
de delicadeza con la mujer de Samaria, nace una relación espiritual y una explosión de fe
en los samaritanos; de la sorpresiva curación del ciego de nacimiento, surge una
adhesión incondicional y del efectivo desinterés por la enfermedad del amigo, proviene la
resurrección de Lázaro.
Juan no funciona con rodeos ni giros rebuscados, es directo en las expresiones y gusta
de las oraciones simples y cortas. Para conseguirlo emplea:
➢ El paralelismo sinonímico: “Te aseguro que hablamos de lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto” (3,11);
➢ El sintético: “El que vino de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra es de
la tierra y de la tierra habla, el que viene del cielo está por encima de todos” (3,31);y
➢ El antitético: “El que cree en Él no será condenado, pero el que no cree ya está
condenado” (3,18).
Gusta de la inclusión semítica, que consiste en repetir al final de la perícopa las
mismas palabras con las que la ha iniciado, por ejemplo 5, 19 y 30: “El hijo no puede
hacer nada por su cuenta… Yo no puedo hacer nada por mi cuenta”. Otra forma literaria
muy usada es el encadenamiento de las palabras, que consiste en iniciar una frase con la
última palabra de la frase anterior: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba
junto a Dios, y Dios era la Palabra” (1,1); “Y ustedes conocerán la verdad, y la verdad los
hará libres” (8,32).
Finalmente, hay que destacar el progreso de la frase siempre hacia adelante, que
caracteriza al cuarto Evangelio. No es el historiador que contempla la escena transcurrida,
sino que busca la desembocadura del discurso, utiliza con mayor frecuencia la partícula
“pues”, que le permite narrar galopando como un continuo oleaje en una marcha

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progresiva hacia adelante, véanse por ejemplo los capítulos 6 y 8 para observar el efecto.
De todas maneras posee la fuerza de una obra madura, con una gran intensidad literaria
en torno a la figura de Jesús.
4.4 Géneros literarios.
Entre los recursos literarios que utiliza podemos señalar:
a) El discurso.
Lo emplea ampliamente a lo largo de todo el evangelio. Es importante tener en cuenta
que este recurso era muy utilizado en la antigüedad para exponer los conceptos o el
pensamiento de una persona. No importaba si esas palabras las había dicho, en
realidad esa persona, o si eran una construcción del autor, porque se descartaba que
mantuviera una fidelidad a su pensamiento. Son comunes los discursos en forma de
testamento, en los cuales un personaje famoso, previo a morir, nos relata lo más
importante de su ideario, o hace predicciones para el futuro. Este recurso literario lo
encontramos presente en la Biblia, en algunos textos del Antiguo Testamento, por
ejemplo: en el libro del Deuteronomio, previo al relato de la muerte de Moisés (Deut
34), encontramos un bello cántico (Deut 32) y las bendiciones a las doce tribus de
Israel (Deut 33).
Con respecto a los numerosos discursos de Jesús en el cuarto evangelio, los biblistas
coinciden en que no representan una transcripción textual de sus palabras. Son
construcciones del autor del evangelio, muchas veces a partir de las palabras de Jesús.
Es un recurso utilizado para resaltar algunos temas y apuntalar la doctrina que nace de
ellos en la autoridad de Jesús.
Los discursos de Jesús en Juan, no son una colección de sentencias como podemos
observar en Mateo, sino que más bien están perfectamente construidos al paso de los
hechos. En el capítulo 5, al problema de la curación del paralítico en sábado, la
respuesta de Jesús es una declaración de la relación Padre e Hijo (5, 19 ss). En el
capítulo 6, aprovecha la multiplicación de los panes para lanzar el discurso del Pan de
Vida. Tras la expulsión del ciego de nacimiento de la sinagoga, plantea el discurso del
buen pastor (cap. 10).
Finalmente, el discurso de la Cena queda prolongado por el contraste entre el lavatorio
de pies y la traición de Judas, preparando de esta manera, con una secuencia de
temas que fluyen a borbotones y enlazados con oraciones de talante místico, el drama
próximo de la pasión (caps. 13-17).
b) Las parábolas.
Juan se caracteriza por presentar las parábolas en forma de alegorías. El uso
tradicional de las parábolas en los evangelios sinópticos contiene un mensaje breve, en
forma de comparación, y el relato está centrado en toda la historia, no en sus detalles.
En la alegoría los detalles tienen un simbolismo propio. Juan utiliza más esta forma, de
manera más breve y que logra un efecto más profundo en pocas palabras. Por ejemplo:
el buen Pastor (10,1 ss), la vid y los sarmientos (15,1 ss) y el grano de trigo que muere
para dar fruto (12,24).
c) El diálogo.
También era otro recurso frecuente en los escritos antiguos para la exposición de ideas
del autor. Juan lo utiliza con asiduidad y se vale también de un recurso adicional: el
malentendido. En algunos de los diálogos de Jesús con alguno de los personajes del
evangelio, aprovecha que este último no entiende una pregunta o dicho de Jesús
(cuando lo lógico era que lo comprendiera), para volver a explicar y fundamentar el
pensamiento que quiere transmitir. Por ejemplo, encontramos este recurso en el
diálogo con Nicodemo, quien ante la afirmación del “nuevo nacimiento” que hace
Jesús, se manifiesta sorprendido y le brinda a Jesús la oportunidad para explicar su
mensaje. Lo mismo sucede en el diálogo con la mujer samaritana, quien no alcanza a
entender las palabras de Jesús sobre el “agua viva” (4,7 ss).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 6


4.5 Características Teológicas del Evangelio según San Lucas.
El cuarto Evangelio se caracteriza por ser un testimonio de la revelación de Jesús
sobre el Padre. La respuesta a esa revelación se hace efectiva mediante la fe y el amor.
La fe y el amor unen a los discípulos de Cristo en la Iglesia, donde Cristo vive y se hace
presente a través de los dones de salvación, que son los sacramentos. Además, Jesús ha
entregado a su Iglesia a su madre, la Virgen María, que es también nuestra Madre.
La Revelación de Dios:
El aspecto más importante de carácter religioso doctrinal que presenta el cuarto
Evangelio es mostrar cómo el Dios invisible se ha dado a conocer a través de Jesucristo:
“A Dios nadie lo ha visto jamás, el Dios Unigénito, el que está en el seno del Padre, Él
mismo lo dio a conocer” (1,18). Sólo Jesús ha podido revelar la intimidad de Dios, porque
Él es el Logos de Dios, el Hijo eterno, que conoce verdaderamente al Padre, y porque, por
su intercesión y en su nombre, Dios ha enviado su Espíritu que da a conocer toda la
verdad.
a) El Padre.
En el origen de todo está el Padre y su voluntad de amar. De esta voluntad proviene la
creación entera y el deseo de salvación a favor de los hombres: “Tanto amó Dios al
mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que
tenga vida eterna” (3,16). Este deseo de salvación se realiza a través de la misión de
Jesús (3,17; 12,47). El Padre envía a Jesús para que le dé gloria mediante la
revelación de su Nombre y lleve la salvación a los hombres.
b) Jesucristo.
Ya en el prólogo se dice que Jesucristo es el Verbo que era Dios; y, al mismo tiempo,
se afirma que es consustancial con el Padre, al indicar que estaba junto a Dios. Jesús
es el Hijo unigénito del Padre. Es más, es el Hijo que no sólo están unido al Padre, sino
que tiene la misma naturaleza que el Padre: “Yo y el Padre somos uno” (10,30).
Enseña, además, que Dios es Padre suyo de modo diferente a como lo es de los
hombres: “Subo a mi Padre que es Padre de ustedes” (20,17). Junto a esta enseñanza
fundamental, Juan presenta la figura de Jesús con rasgos propios:
➢ Jesús es el Logos (el Verbo). Se trata de un término que tenía amplia resonancia en
el mundo helenístico, pero que, sobre todo, recoge la tradición de los libros
sapienciales del Antiguo Testamento, sobre la sabiduría de Dios personificada que
actúa en el mundo. Juan enseña la asombrosa novedad: el Logos se ha hecho carne
(1,14).
➢ Jesús es el Enviado por el Padre al mundo para salvar a los hombres, y es también
el Mesías, el Rey de la salvación.
➢ Jesús es el Hijo del hombre, que desciende a la tierra para juzgar al mundo y
regresa al Padre. Su ascenso al cielo es una exaltación - glorificación. Jesús viene
del Padre y a Él ha de volver.
➢ Jesús es el Profeta prometido en el Antiguo Testamento, semejante a Moisés (Deut
18,15.18) que vendrá al final de los tiempos para anunciar la salvación definitiva.
➢ Jesús es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. La muerte de Jesús
tiene el efecto de ser sacrificio expiatorio a favor de los hombres.
c) El Espíritu.
Jesús habla del Espíritu como lo hace del Padre, como de una Persona. En la Última
Cena, y después de la resurrección, Jesús habla a los suyos del Espíritu y de su acción
reveladora. Les dice que Él mismo rogará al Padre para que les dé otro Consolador, el
Espíritu de la Verdad, y que el Padre atenderá ese ruego de Cristo y enviará el
Paráclito, que procede del Padre y recibe del Hijo lo que ha de anunciar (14,16-17;
14,26; 15,26; 16,13-15).
La obra de Cristo va unida a la acción del Espíritu. En el Bautismo, el Espíritu
desciende sobre Jesús, y con el agua, es el que crea en el hombre una nueva condición,
como un nuevo nacimiento (3,5). El Espíritu es quien recordará y hará comprender a los

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 7


discípulos las obras y palabras de Jesús en cuanto revelador del Padre, llevándoles a la
verdad plena y glorificándole a Él (14,26; 16,13). Es, además, el que obra la liberación del
hombre mediante el ministerio apostólico: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les
perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los
retendrá” (20,22-23).
El conocimiento de Dios: La fe y El amor.
a) La fe.
Creer, según el cuarto Evangelio, va unido a conocer la verdad sobre Cristo. Muchas
veces encontramos los verbos “creer” y “conocer” unidos en una sola frase. La fe
incluye tanto el acto de entrega confiada como el acto de conocer. Tal conocimiento se
adquiere por el testimonio del autor del Evangelio y por la acción del Espíritu de la
Verdad.
La fe es al mismo tiempo un juicio: unos creen, y por ello participan ya, de alguna
forma, de la vida divina: “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna” (3,36); otros no
creen y, por tanto, ya están recibiendo un juicio de reprobación por parte de Dios:
“Quien no cree ya está juzgado, no creen en el Nombre del Hijo Unigénito de Dios”
(3,18). Por tanto, la venida de Jesús es la que será ocasión de un juicio. Es el hombre
quien debe elegir entre aceptar o rechazar la revelación traída por Jesús, y al tomar su
decisión, se juzga a sí mismo.
Así pues, por encima del anuncio de un juicio al que sigue la salvación al final de los
tiempos (al que también se refiere el Evangelio), Juan subraya el aquí y el ahora de la
salvación, que se hace presente al creer en Jesús. Quien cree en Jesucristo se hace
poseedor de la vida eterna, esto es, participa de la misma vida de Dios que se
comunica a través de la unión con Jesús, de manera similar a como los sarmientos
están unidos a la vid (15,1-8). Comunicar esa vida es la finalidad de la revelación de
Dios (3,16). Esa vida que tiene el hombre que cree en Jesucristo (3,18; 3,36; 5,24) es
también garantía de la resurrección al final de los tiempos: “Esta es la voluntad de mi
Padre, que todo el que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el
último día” (6,40).
b) El amor.
Si la vida eterna consiste en el conocimiento del padre y del hijo, en la fe: “Esta es la
vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú
has enviado” (17,3), ese conocimiento es al mismo tiempo la participación en el amor
entre el Padre y el Hijo: “Les he dado a conocer tu Nombre y lo daré a conocer, para
que el amor con que Tú me amaste esté en ellos y yo en ellos” (17,26).
La fe que comunica al hombre la vida eterna está, por tanto, inseparablemente unida al
amor, pues consiste precisamente en entrar en la relación de amor entre el Padre y el
Hijo: “Como el Padre me amó, así los he amado yo. Permanezcan en mi amor” (15,9).
De ahí que deba manifestarse también en el amor fraterno, único mandamiento que da
Jesús en el evangelio, en el que se pone Él mismo como modelo. Dios toma la
iniciativa en el amor y el que se adelanta es quien más ama. La grandeza del amor se
puede medir por el valor del don entregado, y Dios entrega lo que para Él vale más, lo
que más quiere, a su propio Hijo. Jesús responde con un amor manifestado en el fiel
cumplimiento de la voluntad del Padre. Nos da ejemplo para que también nosotros sus
discípulos, hagamos como Él ha hecho.
La Iglesia.
En el cuarto Evangelio, la nueva fe en Jesús aparece como sustituta de la fe judía. La
mención de las fiestas lo subraya. Jesús viene a traer un nuevo culto, un culto “en espíritu
y en verdad” (4,23). Los discípulos de Jesús forman una comunidad distinta del judaísmo.
De modo que, si bien en el cuarto Evangelio no aparece el término “Iglesia”, el autor deja
entrever que se siente miembro del grupo formado por los discípulos de Jesús.
Así por ejemplo, ocurre cuando emplea la primera persona del plural tanto para
presentar el testimonio sobre Cristo - “hemos visto su gloria” (1,14)- como para garantizar
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 8
la verdad delo transmitido por el apóstol -“sabemos que su testimonio es verdadero”
(21,24)-. Además, en el Evangelio se recuerdan las palabras de Jesús que describen a los
que crean en Él como un redil, cuya puerta es el mismo Cristo, y aquellas otras en las
que, aludiendo a las profecías del Antiguo Testamento sobre la renovación del pueblo de
Israel, Jesús se presenta como el buen Pastor que viene a formar un solo rebaño en el
que quepan todos los hombres (10,11-17). Ese redil y ese rebaño significan a la Iglesia.
Asimismo, la Iglesia está significada en la vid a la que permanecen unidos los sarmientos
(15,1-8). Tanto en ésta como en las imágenes anteriores, queda expresado que es
Jesucristo el que rige y da vitalidad a su Iglesia, y el mismo pide al Padre que haya entre
los discípulos la misma unidad que Él tiene con el Padre.
El papel de Pedro.
La comunidad posterior de los discípulos, la Iglesia, es continuidad del grupo de
discípulos que estuvieron con Jesús y dan testimonio de Él (20,31). Entre los discípulos
destaca el discípulo amado, mediante cuyo testimonio el lector del Evangelio llega al
conocimiento de Cristo (21,24). Sin embargo, el discípulo que tiene la preeminencia es
Pedro, como se refleja en que él, es el primero que entra en el sepulcro y en el hecho de
que es a él, a quien Cristo resucitado le concede el pastoreo de todo el rebaño de los
creyentes (20,6-8; 21,15-19).
Signos y Sacramentos.
Podría decirse que en el cuarto Evangelio las acciones que Jesús realiza tienen un
carácter sacramental, pues en ellas, mediante signos externos, se comunican dones
divinos. Jesús promete a los discípulos que también ellos realizarán obras como las
suyas, y después de resucitar, les da el Espíritu Santo para que perdonen los pecados, es
decir, otorguen al hombre la salvación (14,12; 20,22-23). El Evangelio da a entender de
ese modo que los dones de salvación son otorgados al creyente mediante acciones
realizadas por los discípulos, es decir, mediante acciones sacramentales. En definitiva, a
la Iglesia rebaño de Cristo, se entra por la adhesión a Él, mediante la fe y por un nuevo
nacimiento del agua y del Espíritu, expresión que alude al rito del Bautismo cristiano,
simbolizado también en el relato de la curación del ciego de nacimiento (3,8; 9,1-41). El
rebaño de Cristo cuenta asimismo con el alimento del Pan de Vida, la carne y la sangre
de Cristo, que se ofrece a los creyentes en la Eucaristía (6,48-59). Además, como se ha
dicho, la Iglesia cuenta con el poder de perdonar los pecados que Cristo confirió a los
apóstoles después de la Resurrección (20,21-23).
La Virgen Santa María.
Un rasgo peculiar del cuarto Evangelio es la relevancia que en él tienen algunas
mujeres, como Marta y María, María Magdalena, y especialmente, la Madre del Señor, la
Virgen Santísima. El hecho de que las dos veces que aparece, en las bodas de Caná y en
el Calvario, sean al inicio y al final de la manifestación de Jesús como Mesías e Hijo de
Dios indica que la presencia de María incluye toda la manifestación de Jesús. Las dos
escenas guardan entre sí un claro paralelismo: en ambas la Virgen es designada como la
“Madre de Jesús”, y en ambas Él se dirige a ella llamándola “mujer”. Por otra parte, tanto
en Caná, como en el Calvario, se habla de la “hora” de Jesús, esa hora que marcará toda
su vida (7,30; 8,20; 12,27; 13,1; 17,1). En el primer caso, como de algo que no había
llegado aún, y en el segundo, como de una realidad ya presente.
El empleo de la palabra “mujer” por parte de Jesús para dirigirse a su Madre, manifiesta
solemnidad y énfasis. Por eso la mayoría de los comentaristas se inclinan a ver en este
título una alusión al Gen 3,15, donde se habla de la “mujer” y de su linaje como vencedor
de la serpiente, símbolo del diablo. De ahí que los Santos Padres hablen del paralelismo
entre Eva y María, semejante al que se da entre Adán y Cristo (Rom 5,12-14).
Efectivamente, en la muerte de Cristo tenemos el triunfo sobre la serpiente, pues Jesús al
morir nos redime de la esclavitud del demonio. “La muerte nos vino por Eva, la vida por
María” dice San Jerónimo.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 9


Dice Orígenes en su “Comentario sobre San Juan” 1,6: “Nos atrevemos a decir que la
flor de las Escrituras son los Evangelios, y la flor de los Evangelios es el de San Juan.
Pero nadie sabrá comprender su sentido si no ha reposado en el pecho de Jesús y
recibido a María como Madre. Para ser como Juan es preciso poder, como él, ser
mostrado por Jesús como otro Jesús. En efecto, si María no ha tenido más hijos que
Jesús, y Jesús dice a su Madre: “He ahí a tu hijo”, y no “he ahí otro hijo”, entonces es
como si Él dijera: “Ahí tienes a Jesús, a quien tú has dado la vida”. Efectivamente,
cualquiera que se ha identificado con Cristo no vive más para sí, sino que Cristo vive en él
(Gal 2,20) y puesto que en él vive Cristo, de él dice Jesús a María: “He ahí a tu hijo: a
Cristo”.
5. CONTENIDOS PRINCIPALES DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.
5.1 El prólogo: una síntesis del pensamiento joánico.
El prólogo del Evangelio es una excelente puerta de entrada al mismo. En él, Juan
presenta una síntesis de su pensamiento y de su mensaje. El prólogo teológico que
realiza el autor, es al mismo tiempo una introducción a todos los temas que va a
desarrollar en su evangelio, y también un resumen ejemplar de todo su mensaje.
Encontramos varias referencias a textos del Antiguo Testamento, releídos desde una
perspectiva cristológica. Las primeras palabras nos recuerdan al comienzo del primer libro
del A T, el Génesis: “En el principio…” (Gen 1,1), “En el principio era la Palabra…” (1,1).
Juan nos invita a volver la mirada a todo el mensaje bíblico para encontrar su hilo
conductor: Jesús, Palabra de Dios que ha puesto su presencia entre nosotros. La Palabra
de Dios se ha hecho carne entre nosotros para darnos a conocer el proyecto del Padre,
que es la Vida para todos.
El prólogo insiste sobre dos temas fundamentales:
➢ La Palabra de Dios existe desde siempre.
➢ La Palabra de Dios llega al mundo a través de Jesús.
En el primer versículo Juan nos da un testimonio claro de quien es Jesús: la Palabra de
Dios, que existe antes de todo, y que es Dios: “En el principio era la Palabra, y la Palabra
estaba ante Dios, y la Palabra era Dios” (1,1). Jesús, Palabra de Dios, se ha encarnado
en nuestra humanidad para traernos la gracia y la verdad de Dios (la salvación). Jesús
nos da a conocer el rostro del Padre, es Luz para nuestras vidas.
5.2 ¿Quién es Jesús? “Yo soy…”
En el Evangelio, Jesús se presenta a sí mismo en numerosas ocasiones partiendo de
la frase que Yavé Dios había pronunciado en el Antiguo Testamento, al confiarle su
identidad a Moisés (Ex 3,14). Jesús utiliza la frase de dos maneras:
➢ En ocasiones se presenta repitiendo literalmente la expresión (8,24.58; 13,19). Es
inevitable el paralelo, y es el efecto buscado por Jesús. Él y el Padre son uno sólo, por
eso Él puede llamarse como Dios había revelado en el Antiguo Testamento: “Yo soy”.
El “Yo soy” para los judíos evocaba el nombre divino, un nombre que trascendía el
tiempo, pero que había sido dado en un contexto de fidelidad de Dios a su pueblo.
➢ En otros textos, la expresión se completa con una frase que señala diversos aspectos
de la persona de Jesús: “Yo soy el pan de vida” (6,35), “Yo soy la luz del mundo”
(8,12), “Yo soy la puerta de las ovejas” (10,9), “Yo soy el buen pastor” (10,14), “Yo soy
la resurrección y la vida” (11,25), “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (14,6) Y “Yo
soy la vid verdadera” (15,5).
5.3 Los milagros, señales para que el mundo crea.
El evangelista selecciona siete milagros, algunos en común con las tradiciones
sinópticas, otros propios, para dar a conocer la revelación de Jesús: quién es el Padre,
como actúa, quienes son sus preferidos. Los milagros ayudan a comprender y hacen
visible, palpable, cuál es la misión que Jesús ha recibido. Son signos, evocan a otra
realidad diferente a la que muestran para revelarla, descubrirla, trascenderla. A partir de

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 10


situaciones de la vida: una fiesta, la enfermedad, el hambre y la necesidad del pan, el
miedo ante lo desconocido o la muerte. Jesús actúa, y con gestos concretos construye la
vida nueva que el Padre quiere para todos. Los milagros son signos que preparan la
“hora” de Jesús, su manifestación más plena, en la cual el amor del Padre se mostrará tal
cual es: lleno de vida y gratuidad.
Es interesante observar que los signos de Jesús no pasan desapercibidos para la
gente. Su obrar, su práctica despierta reacciones. Algunos creen, otros dudan. Hay
quienes piensan haber encontrado el mesías rey esperado que los libraría del
sojuzgamiento romano. Hay quienes no toleran su enseñanza, las cosas que hace y las
palabras que dice. En estos últimos se va generando un rechazo creciente que llegará a
su máxima expresión después del último milagro. Tras la resurrección de Lázaro, los
fariseos y los jefes de los sacerdotes se reúnen y deciden eliminar a Jesús.
A varias de estas señales le sigue un discurso de Jesús, ampliando la resonancia y la
significación del milagro acaecido. La obra (el signo) y la palabra (el discurso) se unen
para dar testimonio de Aquel que es llamado la Palabra de Dios. En hebreo, la expresión
que designa la palabra es “dabar”, que significa también acontecimiento y se relaciona
con la eficacia de la acción de Dios, con su poder. La Palabra crea vida nueva. Los
milagros son signos de la vida nueva a la cual el amor de Dios convoca a todos los
hombres. Por tanto, creer y actuar en consecuencia es la respuesta afirmativa que el
Señor espera. Ayer de sus discípulos, hoy de todos nosotros.
5.4 El Espíritu Santo, Paráclito prometido por Jesús.
En sus enseñanzas a los discípulos, Jesús promete el don del Espíritu Santo a sus
seguidores. Él, los asistirá para poder comprender y ser testigos de Jesús. El Espíritu
proviene de Jesús y nos ayuda a vivir el evangelio. Es la fuerza que sostiene y conduce la
comunidad en la historia. Él es:
➢ El protector que estará a nuestro lado siempre (14,16-17).
➢ El intérprete del Padre que nos ayudará a comprender las enseñanzas de Jesús
(14,26).
➢ El Protector que vendrá para dar testimonio de Jesús (15,26-27).
➢ La presencia de Jesús en la historia, quien nos lleva por los caminos de la verdad
(16,7-13).
➢ El que anunciará lo que ha de venir, el que nos revela y recuerda a Jesús (16,13-15).

6. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.


La estructura del cuarto Evangelio, la presentamos en torno a las grandes fiestas que
Jesús celebra en Jerusalén, de manera que nos sirva para ubicarnos en el itinerario de la
vida de Jesús.
6.1 Prólogo (1,1-18)
La existencia eterna del Hijo de Dios -la Palabra- (1,1-5); el Bautista, testigo (1,6-8); los
que reciben al Hijo son hijos de Dios (1,9-13); el Hijo de Dios hecho hombre (1,14); el
testimonio del Bautista (1,15); Jesucristo, superior a Moisés, definitiva palabra del Padre
(1,16-18).
6.2 Primera parte: no ha llegado la hora (1,19 - 12,50)
➢ Semana inaugural (1,19 – 2,12): Primero y segundo testimonio del Bautista (1,19-
28.29-34); los primeros discípulos de Jesús (1,35-51); el matrimonio en Caná de
Galilea (2,1-11); Jesús en Cafarnaún (2,12).
➢ Primera fiesta: La Pascua (2,13 – 4): Expulsión de los vendedores del Templo (2,13-
22); Jesús conoce la fe imperfecta de la gente (2,23-25); Conversación con Nicodemo
(3,1-21); Tercer y último testimonio del Bautista (3,22-36); Conversación con la
samaritana y sus consecuencias (4,1-42); llegada a Galilea (4,43-45); Curación del hijo
de un funcionario (4,46-54).

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➢ Segunda Fiesta: La Pascua (5-6): Curación del paralítico de la piscina (5,1-18); Jesús
se defiende y aclara su relación con Dios Padre (5,19-47); Multiplicación de los panes
(6,1-15): Jesús camina sobre las aguas (6,16-21); La gente busca a Jesús (6,22-25);
Enseñanzas sobre el pan de vida (6,26-58); Efecto y reacción de los oyentes (6,59-66);
Profesión de fe de Pedro (6,67-71).
➢ Tercera Fiesta: Los Tabernáculos o de la recolección (7 – 10,21): Los familiares de
Jesús no creen en Él (7,1-9); Discurso en el Templo (7,10-29); División de opiniones
sobre Jesús (7,30-36); el final de la fiesta (7,37-43); División de opiniones en el
Sanedrín (7,46-53); El episodio de la mujer adúltera (8,1-11); Jesús es la luz del mundo
(8,12-20); Jesús reprende a los judíos incrédulos (8,21-30); Hijo de Dios e hijos del
diablo (8,31-47); Jesús declara su existencia eterna (8,48-59); Curación del ciego de
nacimiento (9,1-12); Increíble reacción de los fariseos (9,13-34); La fe del que había
sido ciego (9,35-41); Jesús es el buen pastor (10,1-18); nueva división de opiniones
sobre Jesús (10,19-21).
➢ Cuarta Fiesta: La Dedicación (10,22 – 11,53): Jesús se declara igual al Padre (10,22-
30); Reacción de los judíos y defensa de Jesús (10,31-39); Aumentan los discípulos
(10,40-42); Enfermedad y muerte de Lázaro (11,1-16); Diálogo de Jesús con Marta y
María sobre la resurrección (11,17-37); Resurrección de Lázaro (11,38-44); Diferentes
actitudes entre los judíos (11,45-46); El Sanedrín predetermina la muerte de Jesús
(11,47-53).
➢ Quinta Fiesta: La Pascua (11,54 - 12,50): Jesús se retira al desierto (11,54-57); María
unge a Jesús (12,1-11); Entrada triunfal en Jerusalén (12,12-19); Jesús anuncia “la
hora” de su gloria (12,20-36); los judíos se obstinan en su incredulidad (12,37-50).
6.3 Segunda parte: la hora de la glorificación (caps. 13-21)
Cena de Pascua (caps. 13-17):
➢ Jesús lava los pies a los Apóstoles (13,1-17).
➢ Judas el traidor, puesto al descubierto (13,18-30).
➢ El Discurso de Jesús (13,30 – 17): El mandamiento nuevo (13,31-35); Anuncio de las
negaciones (13,36-38); Solo Jesús es el camino para ir a Dios (14,1-14); Jesús
promete el Espíritu Santo (14,15-31); Necesidad de estar unidos a Jesús, alegoría de la
vid (15,1-11); los discípulos son amigos de Jesús (15,12-17); Anuncio de
persecuciones (15,18 – 16,15); La alegría completa (16,16-23a); Oración de petición
(16,23b-33); Oración sacerdotal (17,1-19); Oración por la Iglesia (17,20-26).
Pasión (caps. 18-19):
➢ El prendimiento en Getsemaní (18,1-12), Jesús ante Anás (18,13-14); Primera
negación de Pedro (18,15-18); Interrogatorio de Caifás (18,19-24); Segunda y Tercera
negación de Pedro (18,25-27); Acusación ante Pilato (18,28-32); Interrogatorio privado
(18,33-38a); Jesús o Barrabás (18,38b-40); Flagelación y Coronación de espinas (19,1-
3); Jesús es inocente (19,4-7); Origen de la autoridad humana (19,8-11); Jesús es el
Juez y los judíos renuncian a Dios (19,12-16a); La gloria de Cristo en la cruz (19,16b-
22); El reparto de los vestidos (19,23-24); Jesús nos regala a su Madre (19,25-27);
Jesús muere en la cruz (19,28-30); La lanzada al costado: Jesús ha muerto (19,31-37):
El entierro (19,38-42).
Resurrección (caps. 20-21):
➢ El sepulcro vacío (20,1-10); Aparición a María Magdalena (20,11-18); Primera aparición
a los discípulos (20,19-23); Incredulidad del Apóstol Tomás (20,24-25); Segunda
aparición a los discípulos (20,26-29); Primera conclusión (20,30-31); Tercera aparición
a los discípulos (21,1-23); La pesca milagrosa (v. 1-14); El primado de Pedro (v. 15-23);
Conclusión (21,24-25).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 12


7. ALGUNOS COMENTARIOS AL EVANGELIO.
7.1 El evangelio de los signos.
Una de las características singulares del cuarto evangelio lo constituye la importancia
que da a los “signos” de Jesús. En comparación con los evangelios sinópticos, que se
entretienen en mencionar muchos milagros de Jesús –un total de veintinueve-, San Juan
habla de pocos: dos de ellos ya narrados en los otros evangelios (la multiplicación de los
panes y su caminar sobre las aguas) y cinco de los que no había noticia en los demás (las
bodas de Caná, la curación del hijo de un funcionario real, la curación del paralítico de la
piscina probática, la curación del ciego de nacimiento en Jerusalén y la resurrección de
Lázaro). A la vez, sus narraciones son de ordinario mucho más amplias y ricas en detalles
que las de los sinópticos, muy escuetas por lo general.
Pero la característica más notable es que no subraya tanto lo admirable de esos
hechos (eso significa la palabra miraculum: milagro) sino que los considera –y así los
llama en su evangelio- “signos”, puesto que sirven de base para exponer realidades más
profundas que las que se aprecian a simple vista. Por ejemplo, con el “signo” de las bodas
de Caná se manifiesta la gloria de Jesús, se revela el comienzo de la era mesiánica, con
toda la abundancia de sus dones, y se apunta el papel decisivo de María, la madre de
Jesús, en la obra de la redención. La multiplicación de los panes y los peces es la ocasión
para que Jesús pueda presentarse como el Pan de Vida. La curación del ciego de
nacimiento precede a la manifestación de Jesús como Luz del mundo. La resurrección de
Lázaro muestra que Jesús es la Resurrección y la Vida.
7.2 Simbolismo numérico.
Un procedimiento bastante frecuente en la exégesis judía del siglo I, consistía en
servirse del valor numérico de las palabras (gematría) y su simbolismo. Hay un número
que resulta especialmente privilegiado: el catorce. En el cuarto evangelio se pueden
detectar tres ciclos de catorce elementos cada uno, que resumen la vida y la
manifestación de Jesús como Mesías y como Dios. Y esto tiene su importancia ya que
catorce es el valor numérico del nombre de DaWiD (4+6+4): al repetir tres veces el
número catorce, cualquier judío conocedor del procedimiento de gematría para la
interpretación de la Escritura, sabe que se le está diciendo tres veces: David, David,
David. Este Jesús, protagonista del Evangelio, es el hijo de David, el Mesías esperado.
También se puede observar que cada uno de esos tres ciclos está subdividido en dos
secciones de siete elementos. Siete es un número de plenitud. Tal vez se quiere también
aludir de ese modo a que en Jesús se alcanza la plenitud de la historia humana.
Esos tres ciclos de catorce elementos, con dos secciones de siete cada uno, son los
siguientes:
Viajes de Jesús. Siete largos por Palestina, y siete cortos por Judea. Los siete viajes
largos son los siguientes: de Judá a Caná (1,43), de Caná a Cafarnaún (2,12), de
Cafarnaún a Jerusalén (2,13), de Jerusalén a Caná (4,3.46), de Caná a Jerusalén (5,1),
de Jerusalén a la orilla oriental del lago de Tiberiades (6,1) y de Galilea a Jerusalén
(7,10). Además se mencionan siete viajes cortos por Judea, una vez que se ha centrado
en Betania (8,59; 9,35; 10,22; 10,39; 11,7-17; 11,54; 12,1).
Pruebas testificales a favor de Jesús. Siete testimonios y siete señales. Siete son los
que dan testimonio a favor de Jesús: el Bautista (1,7); Jesús mismo (3,11); sus obras
(5,36); las Escrituras (5,39); el Padre (5,37); los Apóstoles (15,27) y el Espíritu Santo
(16,8-11). También son siete los “signos” realizados por Jesús: la conversión del agua en
vino (2,1-11); la curación del hijo de un funcionario real (4,43-54); la curación del paralítico
de la piscina (5,5-9); la multiplicación de los panes (6,1-14); el caminar de Jesús sobre las
aguas (6,16-21); la curación del ciego de nacimiento (9,1-7) y la resurrección de Lázaro
(11,1-44).

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 13


Jesús se define a sí mismo utilizando la expresión “yo soy”: siete veces con un
predicado, y siete veces sin predicado. Siete son las veces que Jesús repite la expresión
“yo soy” seguida de un sustantivo como predicado: “Yo soy el pan de vida” (6,35); “Yo soy
la luz del mundo” (8,12); “Yo soy la puerta” (10,7); “Yo soy el buen pastor” (10,11.14.16);
“Yo soy la resurrección y la vida” (11,25); “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (14,6) y
“Yo soy la vid” (15,1.5). Además, Jesús repite la frase “yo soy” sin predicado otras siete
veces: 4,26; 6,20; 8,24; 8,28; 8,58; 13,19 y 18,5. Se trata de frases que, en una primera
lectura, parece que han quedado cortadas. Es lo que sucede, por ejemplo, en
“…reconocerán que yo soy.” (8,28) o en “para que crean que yo soy” (13,19). En esos
casos, el lector esperaría un atributo donde se dijera qué es lo que tiene que comprender
que Él es, o que creer que es. Sin embargo, no falta nada.
Dentro del contexto de exégesis rabínica en el que se entienden esas simbologías, esta
última relación de siete ocasiones en las que Jesús dice de sí mismo “yo soy” (en griego,
ego eimí), son particularmente significativas. Esa expresión griega procede del hebreo,
aní hu “Yo soy el primero y también soy el ultimo” (Is 48,12), “…para que me conozcan y
me crean y me comprendan que yo soy” (Is 43,10), que era entendido por muchos
maestros en Israel como un modo de expresar el nombre de Dios. De hecho, en la
traducción griega de los Setenta se traduce el hebreo, aní YHWH en Is 45,18 por ego
eimi. Pues bien, si en el evangelio se dice hasta siete veces que Jesús refiere a sí mismo
ese “yo soy” (ego eimi), se está haciendo una manifestación explícita de su divinidad.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 6 Página | 14


Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 7

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES


Los orígenes del cristianismo son un punto de referencia para los
creyentes de todas las épocas. En el seno de aquellas comunidades
tuvo lugar la primera vivencia del mensaje predicado por Jesús en
Palestina. Y no sólo los creyentes, sino también historiadores, filósofos,
pensadores… desean acercarse al nacimiento del cristianismo, para
encontrar las raíces de un mensaje y un modo de vida que ha sido
decisivo en la historia de la humanidad. Por eso el libro de los Hechos
de los Apóstoles resulta tan atractivo. Existen otras fuentes para
conocer los orígenes del cristianismo, pero ninguna como este libro.
Las primeras comunidades cristianas.
El libro de los Hechos es la continuación del evangelio de Lucas. Ambos libros fueron
escritos por el mismo autor, durante la segunda generación de cristianos. Sin embargo, su
contenido está relacionado con las cartas de San Pablo, pues en él se narran los caminos
y circunstancias de la misión paulina, que tuvo lugar durante la primera generación de
cristianos. Todo esto supone que el libro de los Hechos puede leerse desde dos puntos
de vista complementarios. Leído desde el evangelio de Lucas, podemos hacernos una
idea de la comunidad a la que se dirige y de la intención que el autor tiene al escribir su
obra. Leído desde las cartas de San Pablo, nos situamos en la época histórica de los
acontecimientos narrados en Hechos. Así pues, al leer el libro de los Hechos debemos
tener presente:
➢ La Iglesia de la que habla.
➢ La Iglesia que nos presenta.
➢ La Iglesia a la que se dirige.
La Iglesia de la que habla el libro de los Hechos coincide con la primera generación
cristiana en la que aún vivían los apóstoles. Es evidente que Lucas ha tenido a mano
informaciones procedentes de las diversas comunidades, y es posible que haya podido
contar, incluso con fuentes escritas. La comparación con las cartas de San Pablo, que son
la otra gran fuente histórica de este período, muestra numerosos puntos de coincidencia,
que avalan la historicidad del libro de los Hechos en muchos aspectos.
Sin embargo, la Iglesia que nos presenta el libro de los Hechos difiere en parte de lo
que sabemos por las cartas de San Pablo. Un ejemplo ilustrativo podemos encontrarlo en
la descripción de la asamblea de Jerusalén (15,1-31). Pablo relata el mismo episodio en
Gal 2,1-10, pero con notables diferencias. De la comparación de ambos testimonios
podemos concluir que Lucas ha intentado armonizar dos episodios diversos. Los sumarios
o resúmenes de la vida comunitaria (2,42-47; 4,32-35) muestran también una tendencia a
presentar la historia del cristianismo primitivo de forma unitaria y ejemplar. Más aún, al
componer el libro, Lucas ha seleccionado los episodios y los personajes, dando una gran
relevancia a algunos (tal es el caso de Pablo, cuya vocación se cuenta tres veces: 9,1-30;
22,3-21; 26,2-18) y poca o casi ninguna a otros. De todo esto concluimos que la
presentación que hace el libro de los Hechos de los primero años del cristianismo
pretende ofrecer un modelo de vivencia cristiana a los cristianos de la segunda
generación. Siendo fiel a la historia Lucas, ha contemplado aquellos primeros años como
el modelo de lo que debe ser siempre la Iglesia y ha subrayado su vivencia comunitaria, la
presencia constante del Espíritu y su impulso misionero.
Todo esto nos lleva al tercer nivel, que tampoco debemos perder de vista: la Iglesia a la
que se dirige este libro. Es una iglesia en la que se han apagado los primeros ímpetus y
ha comenzado a aparecer el descuido y la apatía; una Iglesia nacida de la misión paulina,

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que se abre al horizonte del imperio romano, y del tiempo como espacio, para vivir el
proyecto de Jesús y recibir la salvación. Situados en este nivel, el evangelio de Lucas
puede ayudarnos a leer el libro de los Hechos desde una perspectiva adecuada.
1. PLAN DE LA OBRA
Podemos definir el libro como el Evangelio de la Iglesia. Lo que Lucas describe en los
Hechos de los Apóstoles es el desarrollo del cristianismo, pero no como una simple
actividad humana realizada por un grupo de intrépidos, sino como una acción divina cuyo
personaje principal será el Espíritu Santo. En efecto, pretende mostrar a su destinatario
Teófilo que la fe que profesa no se basa en categorías o argumentos humanos, sino que
es fruto de la acción del Espíritu Santo, mediante unos instrumentos elegidos. Así
entendido el libro, presentará un esquema que puede resumirse brevemente de la
siguiente manera:
1. Ascensión del Señor y despliegue de la Iglesia desde Jerusalén (1,1-11).
2. Proclamación de la Jerarquía (1,12-26).
3. La venida del Espíritu Santo (2,1-13).
4. Primeras catequesis en Jerusalén (2,14 – 3,26).
5. Persecución de la Iglesia en Jerusalén (4,1-8; 12,1-23).
6. Acción del Espíritu Santo en el apostolado. El diácono Felipe (8,4-8.26-40). En Samaria
(8,14-17). El poder de los apóstoles (8,9-13.18-25). Los hechos de San Pedro (9,31–
11,30).
7. La conversión de San Pablo, una acción querida e impulsada con Cristo (9,1-30).
8. Independencia de la Iglesia. El Concilio de Jerusalén y sus consecuencias (15,1-35).
9. Viajes apostólicos de San Pablo (12,24 - 14,28; 15,36 - 18,22; 18,23 - 26,32; 27,1 -
28,16).
10. Catolicidad de la Iglesia. Roma (28,17-31).
Todas estas actividades se realizan a impulso del Espíritu Santo (13,4; 16,6-10), a
pesar de los hombres y sus persecuciones, produciendo más la extensión de la Iglesia
que su encogimiento. El programa había sido dado por el mismo Jesucristo en 1,8:
“Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, Samaria y hasta los extremos de la tierra”.
Como en el Evangelio, donde la topografía tuvo su gran importancia hasta llegar a
Jerusalén, en los Hechos hace una operación inversa, desde Jerusalén se extiende la
Iglesia a Samaria (8,1); Judea (8,26); Cesarea (8,40); Galilea (9,31); Damasco (9,2);
Fenicia, Chipre; Antioquía de Siria (11,19); Cilicia, Galacia, Asia, Macedonia, Acaya (16-
20) y al mundo entero, simbolizado por Roma (28,16).
Se trata de un libro histórico, con narraciones en primera persona (16,10-17; 20,5-15,
21,1-18; 27,1 - 28,16), que certifican su fidelidad, pero no es un libro de historia, sino de
teología. Lo que le interesa a San Lucas es mostrar que la redención de Cristo realizada
en Jerusalén tiene un carácter universal, no es judía, y que el Espíritu Santo es el alma de
la Iglesia que se extiende por el mundo entero.
2. GÉNEROS Y RECURSOS LITERARIOS
San Lucas, que en el Evangelio se había manifestado como un maestro literario
clásico, no desmerece tampoco en esta segunda obra. Destacaremos su capacidad de
redactar resúmenes del progreso de la iglesia en números y datos (sumarios), los
discursos catequéticos y la elaboración literaria del texto.
2.1 Resúmenes del progreso de la Iglesia (sumarios)
Desde los primeros capítulos de Hechos, Lucas introduce al lector en la vida de los
Apóstoles y en cómo se fue formando en torno a ellos, gracias a su predicación y a la
acción del Espíritu Santo, un primer grupo de fieles en Jerusalén, que pronto comenzaría
a extenderse por las regiones vecinas. El tenor de vida de aquellos primeros cristianos,

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 2


Lucas lo condensa en algunas fórmulas bastante expresivas. Estos son los resúmenes o
sumarios. Así, por ejemplo:
En los primeros momentos, inmediatamente después de la Ascensión de Jesús, Lucas
dice que: “Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y
con María, la madre de Jesús, y sus hermanos” (1,14). Este sumario muestra la actitud y
la santidad de aquella iglesia naciente, que proporciona un modelo a ser imitado por las
futuras comunidades cristianas.
Las características más sobresalientes de su vida espiritual se condensan así en otro
sumario: “Perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en
la fracción del pan y en las oraciones. El temor sobrecogía a todos, y por medio de los
apóstoles se realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes estaban unidos
y tenían todas las cosas en común. Vendían las posesiones y los bienes y los repartían
entre todos, según las necesidades de cada uno. Todos los días acudían al Templo con
un mismo espíritu, partían el pan en las casas y comían juntos con alegría y sencillez de
corazón, alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. Todos los días, el Señor
incorporaba a los que habían de salvarse” (2,42-47).
En otro de esos sumarios se subraya el modo en que vivían la fraternidad y la caridad
unos con otros: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y
nadie consideraba como suyo lo que poseía, sino que compartían todas las cosas. Con
gran poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús; y en todos
ellos había abundancia de gracia. No había entre ellos ningún necesitado, porque los que
eran dueños de campos o casas los vendían, llevaban el precio de la venta y lo ponían a
los pies de los apóstoles; luego se repartía a cada uno según sus necesidades” (4,32-36).
También estos sumarios aportaban datos estadísticos. Así por ejemplo: “Ellos pues,
acogiendo su palabra, fueron bautizados, y se les unieron en aquel día unas tres mil almas
(2,41); “Muchos de los que escucharon su predicación, creyeron: el número de los varones
vino a ser de cinco mil” (4,4) “La Palabra de Dios crecía y se multiplicaba” (12,24).
2.2 Los Discursos
Los discursos son el recurso que emplea San Lucas para componer su historia. Los
hay de dos clases, los catequéticos de San Pedro y San Pablo, y los apologéticos.
Los discursos catequéticos, llamados también kerigmáticos, son un resumen elaborado
por Lucas, de la predicación apostólica; en ellos puede verse en síntesis el kerigma
apostólico. Están todos diseñados para afirmar la fe de su destinatario Teófilo. Los
discursos catequéticos son cinco de San Pedro: 2,14-39; 3,11-26; 4,8-12; 5,29-32; 10,34-
43 y uno de San Pablo 13,16-41.
Aunque los discursos estén elaborados por Lucas para ofrecer una síntesis a su lector,
indican dos cosas:
a) Cuál era la característica de la primera predicación apostólica, y
b) Quién ostentaba la máxima autoridad jerárquica en la primera Iglesia. Este testimonio
es importante porque viene confirmado por los Evangelios de Mateo y Juan.
El contenido de estos discursos es la persona de Jesús, que se predica como mensaje
central. No existe un contenido en normas morales, estas fueron anunciadas en el
Evangelio y vendrán después como el complemento y las indicaciones necesarias del
seguimiento de Cristo, además de las permanentemente válidas en revelación realizada
en el Antiguo Testamento.
Así vemos a Pedro en su discurso dirigido al pueblo en 2,14-39, cuyo contenido es:
Jesucristo es el Mesías, resucitado y anunciado en el Antiguo Testamento.
Nuevamente Pedro dirige un discurso catequético al pueblo, en 3,11-26, declarando
que Jesús es el Mesías, que el pueblo lo mató por ignorancia, y que Dios lo resucitó, e
invita a su auditorio al arrepentimiento y la conversión.
En Hechos encontramos también los discursos apologéticos, que aunque no tienen
como fin fundamental hablar de Jesucristo, en ellos se contiene en esencia este objetivo.
La razón fundamental de estos discursos es ofrecer una explicación de la conducta que
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 3
lleva el orador, se trata de una especie de autodefensa o justificación. El eje transversal
en todos ellos es siempre la fe en Jesucristo, aunque no se declare explícitamente. Los
discursos apologéticos son: el pronunciado por el diácono Esteban (7,2-53.56) y los
grandes discursos de San Pablo en diversas circunstancias (17,22-31; 20,18-35; 22,3-21;
24,10-21; 26,1-23).
Esteban ante las acusaciones falsas dirige al Sanedrín su discurso apologético cuyo
contenido consiste en un extenso credo histórico de la fe bíblica y la proclamación de la fe
en Jesús como Hijo del Hombre. San Pablo en 22,3-31 se dirige al pueblo judío en
Jerusalén, para explicarles su conducta y narra su conversión y da razón de por qué dirige
su predicación a los gentiles. El mismo San Pablo, en 24,10-21, prisionero en Cesarea
ante el gobernador Félix, se defiende de las acusaciones de los judíos, explica la razón de
su conducta y afirma la resurrección de los muertos.
2.3 La Elaboración Literaria
Se habla con frecuencia de las diversas fuentes de donde San Lucas tomó los datos
para elaborar su historia. Es indudable que tuvo que haberlas, si atendemos al prólogo del
Evangelio, del que los Hechos es la continuación; pero no han sido satisfactorias las
respuestas presentadas, ni aceptadas las diversas respuestas a las interrogantes
planteadas. Vamos a prescindir de las fuentes para destacar el trabajo de elaboración del
evangelista.
➢ Aunque obvia decirlo, es conveniente recordar que los Hechos de los Apóstoles es un
libro inspirado por el Espíritu Santo y uno de los primeros en aceptarse sin discusión en
el canon de los libros sagrados. Si tenemos esto en cuenta, aceptaremos que Lucas
con su libertad escogió, seleccionó, elaboró y redactó todo aquello que su genio
consideraba conveniente para confeccionar su historia, al tiempo que aquello mismo,
es lo que Dios quería revelar para nuestra salvación.
➢ Existen secciones escritas en plural de la primera persona o secciones “nos”. Estas se
encuentran en 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28. Estas son unas secciones en las
que el autor de los Hechos, aparece como compañero de San Pablo en sus viajes y va
narrando en primera persona lo que acontece. Podría ser de un testigo presencial
diferente al autor, que desconocemos del todo, por esta razón nos afiliamos a favor de
que el testigo sea San Lucas, que fue compañero del Apóstol, como se atestigua por
las cartas del propio Pablo.
➢ Las conexiones narrativas. Los discursos, donde propiamente se encuentra la doctrina
del libro, están conectados por la narración de los viajes. Se nota el interés topográfico
de San Lucas y sus conocimientos náuticos, a la vez que presenta las diversas
penalidades en persecuciones, incomprensiones y cárceles que sufrió el Apóstol de las
gentes en su actividad misionera.
➢ Por último, es digno de ser destacado el papel del Espíritu Santo en todo el desarrollo
de la actividad apostólica. Aparte de que en el libro está insinuado el Espíritu Santo
como el Gestor de toda la historia, explícitamente se nombra su presencia 55 veces
como impulsor de la primera evangelización. Lo vemos en Pentecostés: “Y se llenaron
todos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
Santo les daba para expresarse” (2,4); ante el Sanedrín “Pedro lleno del Espíritu Santo
les dijo” (4,8) o con ocasión de la conversión de San Pablo, en Damasco “Se fue
Ananías y entró en la casa e imponiéndole las manos, le dijo: “Hermano Saulo me ha
enviado el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por el que venías, para que
veas y te llenes del Espíritu Santo” (9,17).
3. ESTRUCTURA DEL LIBRO HECHOS DE LOS APÓSTOLES.
El libro de los Hechos de los Apóstoles mantiene la estructura propia de un libro de
narración histórica, donde los acontecimientos guardan un orden cronológico en el marco
de una libertad literaria que favorece la exposición del contenido doctrinal. En síntesis,
contiene dos partes: la evangelización a los judíos y la evangelización a los gentiles,
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 4
ambas se presentan simultaneas al tiempo que se van distanciando con el avance
geográfico. En el siguiente esquema podemos apreciar la estructura del libro.
3.1 El comienzo de todo (1,1 – 2,13).
Esta sección entronca el libro de los Hechos de los Apóstoles con el Evangelio, aunque
la tradición que sigue San Lucas en los Hechos es distinta a la seguida en los Evangelios
por él mismo y por los demás evangelistas. Al comienzo del libro, Lucas plantea el plan
programático pronunciado por el mismo Jesucristo en tres etapas: Jerusalén, Judea y los
confines de la tierra. Este mismo plan seguirá en el libro.
3.2 Introducción: la misión (1,1–26).
➢ Prólogo (v. 1-5).
➢ El anuncio de la misión (v. 6-8).
➢ La Ascensión (v. 9-11).
➢ La Jerarquía apostólica (v. 12-14).
➢ La elección de Matías (v. 15-26).
3.3 Pentecostés, motor desencadenante de la evangelización (2,1- 13).
3.4 Primera parte: la Evangelización en la tierra de Israel (2,14 – 9,43).
En la obra de Lucas queda dividido el programa de evangelización en tres partes, pero
unimos en esta primera parte, la evangelización de Jerusalén con la tierra de Palestina,
porque la tierra se mantiene unida al judaísmo. Así seguirán creyendo los judíos que el
seguimiento de Cristo no es más que una secta del judaísmo, sobre la que tienen
jurisdicción. De ahí las conminaciones y sus consiguientes persecuciones:
➢ La evangelización en Jerusalén (2,14 – 8,3): Primera catequesis de la Iglesia. El
discurso de San Pedro (2,14-36); Efecto del discurso: tres mil bautizados (2,37-40);
Primer resumen: la conducta de los primeros creyentes (2,42-47); Primer milagro de
San Pedro: en el Nombre de Jesucristo… (3,1-11); Segunda catequesis de San Pedro
(3,12-26); Primera persecución contra la Iglesia (4,1-31): Prisión de San Pedro y San
Juan (v. 1-4); San Pedro y San Juan declaran ante el Sanedrín (v. 5-22); Actitud de la
Iglesia ante la persecución: la oración (v. 23-31). La comunidad de los creyentes (4,32
– 5,16): Segundo resumen vida de los primeros creyentes (4,32 – 5,16); Segundo
resumen: vida de los primeros creyentes en Cristo (4,32-37); La falta de buen espíritu
(5,1-10); Tercer resumen: actitud y crecimiento de la Iglesia (5,11-16). Segunda
persecución (5,17-42): Encarcelamiento y milagrosa liberación de los apóstoles (v. 17-
25); Los apóstoles comparecen ante el Sanedrín (26-28); Defensa de San Pedro ante
el Sanedrín (v. 29-32); El criterio de Gamaliel (v. 33-38); Flagelación y liberación de los
apóstoles (v. 40-42): Tercera persecución (6,1 – 8,3); La administración en la Iglesia
(6,1-2); El Diaconado (6,3-6); Crecimiento de la Iglesia (6,7); El diácono Esteban (6,8-
15); Catequesis de Esteban (7,1-53); Esteban, protomártir de Cristo (7,54 - 8,1a);
Generalización de la persecución y dispersión de la Iglesia (8,1b-3).
➢ La evangelización en Judea y Samaria (8,4 – 9,43): El diácono Felipe (8,4-40): El
diácono Felipe en Samaria (v. 4-25); El eunuco de Etiopía (v. 26-40). La conversión de
Saulo: (9,1-30); La vocación de Saulo (v. 1-19a); Saulo en Damasco (v. 19b-25); Saulo
en Jerusalén (v. 26-30). Resumen sobre el crecimiento de la Iglesia (9,31). Misión de
San Pedro en Joppe (9,32-43).
3.5 Segunda parte: la evangelización universal (10,1 – 28,31)
La experiencia, gracias al impulso del Espíritu Santo mediante su acción, descubrirá a
los Apóstoles la independencia de la Iglesia respecto al judaísmo, lo que ira unido a
descubrir también la misión universal de la Iglesia.
3.6 Evangelización de los primeros gentiles (10,1 - 15,35)
➢ La conversión de Cornelio y sus consecuencias (10,1 – 11,18): el oficial Cornelio (10,1-
8); la visión de San Pedro (10,9-23); San Pedro en casa de Cornelio (10,24-43); El

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 5


bautismo de Cornelio (10,44-48); Explicaciones de San Pedro ante el Colegio
apostólico (11,1-18).
➢ La evangelización de Antioquía (11,19-30).
➢ Persecución de Herodes Agripa (12,1-23); la muerte de Santiago (v. 1-2);
Encarcelamiento y milagrosa liberación de San Pedro (v. 3-19); Muerte de Herodes
Agripa (v. 20-23).
➢ Resumen: la Iglesia sigue adelante con la misión de evangelizar (12,24-25).
➢ El primer viaje de San Pablo (13,1 – 14,28): Elección de Saulo y Bernabé (13,1-3);
Chipre (13,4-12): Antioquía de Pisidia (13,13-52): Llegada a Antioquía de Pisidia (v. 13-
15), Catequesis de San Pablo (v. 16-41), Catequesis a los paganos (v. 45-52); En la
región de Licaonia: Iconio (14,1-7); Listra (14,8-20a); Derba (14,20b-21a); Regreso a
Antioquía (14,21b-28).
➢ El Concilio de Jerusalén (15,1-35).
Este relato es el centro del libro; es, además, el núcleo de lo que en el futuro será la
Iglesia. Arraigados en el judaísmo, judíos también los primeros cristianos, les costó
descubrir que el mensaje de Jesús tenía alcance universal. La acción del Espíritu Santo
en la Iglesia ayudará a descubrir por medio de los antioquenos esta verdad fundamental:
la Iglesia es católica, universal, sin distinción de razas. A partir de este momento
concluyen las intervenciones de Pedro, pues concluida la escisión y ruptura con el
judaísmo, la vocación de Pedro se hará universal, así como la de los demás Apóstoles. La
tradición dirá que Pedro estableció su sede en Antioquía primero y en Roma de modo
definitivo. La narración de Hechos proseguirá con San Pablo como protagonista humano
de la evangelización.
El esquema de la reunión conciliar es el siguiente:
➢ El conflicto judaizante (v. 1-6).
➢ Alocución de San Pedro (v. 7-12).
➢ Intervención de Santiago (v. 13-21).
➢ Decreto conciliar (v. 22-29).
➢ Efecto del decreto conciliar (v. 30-35).
3.7 Misión universal de la Iglesia (15,36 – 28,31)
➢ Segundo viaje de San Pablo (15,36 – 18,22): Diferentes destinos para Pablo y
Bernabé; Pablo toma rumbo hacia Siria y Cilicia (15,36-41); Derba y Listra. Timoteo,
compañero de Pablo. Resumen de la situación de la Iglesia (16,1-5); Atraviesan Frigia y
Galacia hasta Misia. La visión del macedonio (16,6-10); Macedonia: Troya, Samotracia,
nueva Ciudad y Filipos (16,11-40): conversión de Lidia (v. 14-15). Curación de la
pitonisa (16-18), Encarcelamiento de Pablo y Silas (v. 19-24), bautismo del carcelero (v.
25-34), Liberación y salida de la ciudad (v. 35-40); Tesalónica: dificultades con los
judíos (17, 1-10); Berea (17,11-15); Atenas: discurso en el Areópago (17,16-34);
Corinto (18,1-17): Aquila y Priscila (v. 1-4), Apóstol de los paganos (v. 5-11), San Pablo
ante Galión (v. 12-17), Regreso a Antioquía (18,18-22).
➢ Tercer viaje de San Pablo (18,23 – 21,14): Comienzo del viaje por Galacia y Frigia
(18,23); Apolo, fruto del apostolado personal de Priscila y Aquila (18,24-28); Éfeso
(19,1-40): los discípulos del Bautista (v. 1-7); Predicación de San Pablo (v. 8-10);
Milagros de San Pablo (v. 11-12); Exorcistas, magos y supersticiones entre los judíos
(v. 13-20); Plan de viajes (v. 21-22); El motín de los plateros (v. 23-40); Grecia (20,1-6);
Resurrección de Eutico en Troya (20,7-12); Mileto (20,13-16). Discurso a los
presbíteros de Éfeso en Mileto (20,17-38).
➢ Viaje de San Pablo a Jerusalén (21,1 – 23,11): Tiro (21,1-6); Tolemaida (21,7);
Cesarea. El profeta Hagabo (21,8-14); Jerusalén (21,15 - 23,11): Recepción en
Jerusalén (21,17-19); Consejos de los cristianos de Jerusalén a San Pablo.
Purificaciones (21,20-26). Motín y calumnia contra San Pablo. Detención (21,27-40),
discurso de San Pablo al pueblo judío. Autodefensa (22,1-21); La cólera de los judíos y
prisión de San Pablo (22,22-24), ciudadano romano (22,25-30); San Pablo comparece
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 6
ante el Sanedrín (23,1-10); El Señor anima a San Pablo (23,11); Conjura a muerte de
los judíos contra San Pablo (23,12-15); San Pablo se entera y hace fracasar el complot
(23,16-22); El jefe de la tropa dispone que San Pablo sea llevado a Cesarea (23,23-30).
➢ San Pablo en Cesarea (23,31 – 26,32): Llegada a Cesarea (23,31-34); Acusación de
los judíos (24,1-9); Autodefensa de Pablo ante el gobernador Félix (24,10-21);
Cautividad de San Pablo en Cesarea (24,22 – 26,32): Benevolencia de Félix (24,22-
23); San Pablo ante Félix y su esposa (24,24-27); Los judíos vuelven a acusar a San
Pablo (25,1-8); Apelación al César (35,9-12); Conversación de Festo y Agripa sobre
San Pablo (25,13-22); San Pablo ante el rey Agripa (25,23-27); discurso de San Pablo
ante el rey Agripa. Autodefensa (26,1-23); Efecto del discurso en Festo y Agripa (26,24-
32).
➢ Viaje de San Pablo a Roma (27,1 – 28,15): Viaje hasta Creta (27,1-13); Tempestad
(27,14-44): San Pablo anima a los navegantes (v.21-26); San Pablo controla la
situación (v.27-32); Nuevos ánimos de San Pablo a los navegantes (v.33-38), Naufragio
y rescate en Malta (v.39-44); Malta (28,1-10): Acogida humanitaria (v.1-2), Episodio de
la culebra venenosa (v.3-6), algunas curaciones de San Pablo (v.7-10); Reinicio del
viaje a Roma (28,11-15).
➢ Roma (28,16-31): Llegada a Roma (v.16); Cita con los judíos de Roma (v.17-22);
Catequesis a los judíos de Roma (v.23-28); Resumen final: Apostolado de San Pablo
en Roma, en su arresto domiciliario (v.30-31).
4. HISTORIA Y PREDICACIÓN.
El libro de los Hechos de los Apóstoles al formar parte del mismo proyecto literario que
el tercer evangelio, presenta muchos rasgos comunes con él, en lo que se refiere a la
intencionalidad con la que fue escrito y a la metodología de trabajo. Al igual que el
evangelio de San Lucas, habla de unos hechos realmente acaecidos, pero no presenta
una historia desnuda, sino revestida de una enseñanza que permite al lector captar el
verdadero sentido de los acontecimientos.
El mensaje teológico empapa el relato, pero no distorsiona la realidad de los hechos.
San Lucas conjuga de modo admirable la finalidad evangelizadora de su escrito con un
trabajo esforzado de recogida de fuentes y de valoración rigurosa de las noticias que le
han llegado. Compone así una obra que resiste el examen de la crítica histórica.
En efecto, es posible contrastar sus informaciones con lo que escribiría unos años más
tarde el historiador judío Flavio Josefo, y con lo que la arqueología es capaz de aportar
acerca de Palestina y el mundo mediterráneo en esa época. De este modo ha sido
posible, por ejemplo, fijar la cronología del reinado de Herodes Agripa I y establecer las
condiciones de su muerte (12,20-23). Lo mismo sucede con el acercamiento histórico a
personajes como el rey Herodes Agripa II, los prefectos romanos Félix y Festo, o con
Judas, el galileo y Teudas, cabecillas de unos alzamientos judíos contra los romanos.
También la arqueología ha venido a ratificar algunos datos de los que no había constancia
por otras fuentes literarias, como sucede con una inscripción encontrada en Delfos donde
se menciona el proconsulado de Galión en Acaya.
Además y por lo que se refiere a la figura de San Pablo, es posible la comparación
entre lo que él mismo escribe en sus cartas sobre algunos detalles de su vida y los
sucesos que en Hechos se narran acerca de él: su actividad como perseguidor de la
Iglesia está atestiguada tanto en He 8,3 y 9, como en Gal 1,13 y 1 Co 15,9. También
coinciden en que su conversión tuvo lugar cerca de Damasco (He 9,3 y Gal 1,17) y en
que, desde Damasco, Pablo se dirigió a visitar a la comunidad cristiana de Jerusalén (He
9,23-27 y Gal 1,18). Lo mismo puede comprobarse respecto a numerosos
desplazamientos de San Pablo, así como a los nombres de sus compañeros de viaje
como Silas y Timoteo.
Siguiendo la costumbre de los historiadores helenistas y judíos, Lucas no cuenta sólo
aquello de lo que fue testigo, sino que se sirve de fuentes fiables para la composición de

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 7


su obra. Al redactar los Hechos de los Apóstoles, muy probablemente tuvo a su
disposición narraciones breves, resúmenes de discursos, diarios de viaje o notas de
distinto tipo. Entre ellos algunos contendrían información sobre Esteban, Felipe, Bernabé
y los primeros momentos de Pablo, y otros recogerían datos más precisos acerca de la
actividad de Pedro. Todos ellos quedaron perfectamente integrados en un escrito bien
coherente donde se refleja en todo momento, la acción del Espíritu Santo en el nacimiento
y primera expansión de la Iglesia.
Es posible que también haya una cierta dimensión apologética en la composición de
este libro, al presentar con sencillez la vida cristiana de modo que reclame por sí misma la
libertad y el respeto que se concedía en el Imperio romano a las llamadas religiones
lícitas. El cristianismo aparece en los Hechos de los Apóstoles como un camino de fe que
viene de Dios, abomina de la oscuridad y no teme el debate público de sus principios y
convicciones. En sus páginas late la alegría del Espíritu Santo, que deriva de la certeza
en el origen sobrenatural de la Iglesia y en la protección que Dios dispensa en las
persecuciones a los que le son fieles.
5. LA PRIMERA EXPANSIÓN DE LA IGLESIA.
A partir de la prisión y muerte de Esteban se desató una persecución contra los
“helenistas” por parte de las autoridades, que, al obligar a muchos cristianos a salir de
Jerusalén y Judea, propició la ocasión de que la fe en Jesucristo comenzara a difundirse,
primero por Samaria, y más tarde, en las orillas del Mediterráneo.
La predicación del evangelio por parte del diácono Felipe tuvo notable éxito en
Samaria, y el propio Felipe continuó hablando de Jesús en las ciudades helenizadas de la
costa mediterránea desde Gaza hasta Cesárea, en donde establecería su residencia. Más
tarde, con motivo de nuevas dificultades, la predicación llegaría también hasta Damasco,
Chipre y sobre todo, hasta Antioquía de Siria. En esta primera expansión fuera de Judea
se comienzan a producir conversiones de gentiles a la fe cristiana sin pasar por el
judaísmo. El primer caso es el del centurión Cornelio en Cesárea. En esa ocasión fue el
propio Pedro quien, respondiendo a la iniciativa divina y al comprobar la efusión del
Espíritu que estaba teniendo lugar, entró en casa de un militar pagano, aunque “temeroso
de Dios” y lo bautizó junto con su familia sin necesidad de la circuncisión.
Si la persecución tras la muerte de Esteban había empujado primero a los cristianos
“helenistas” a abandonar Jerusalén, el martirio de Santiago el Mayor y la prisión de Pedro,
en tiempo de Herodes Agripa, propiciaron que también los Doce y muchos otros cristianos
“hebreos” se dispersaran por todo el mundo entonces conocido. En esos momentos
resultó providencial para la expansión del cristianismo, la consolidación del mundo
mediterráneo que había realizado el Imperio romano. La difusión de una lengua común (el
griego koiné), la apertura de comunicaciones seguras por tierra y mar y la facilidad para
que circularan nuevas ideas facilitaron la pronta difusión del mensaje evangélico.
Los primeros pasos de esa expansión se daban en las comunidades judías presentes
en todos los grandes centros urbanos del Imperio. La vida social y religiosa de ellas giraba
en torno a las sinagogas y no les faltaban dificultades con sus vecinos, pues el
monoteísmo judío les impedía participar en los ritos paganos que las autoridades
imperiales prescribían con relativa frecuencia para todos sus súbditos. Por eso, también a
veces eran objeto de persecución. Jerusalén seguía siendo punto fijo de referencia, y lo
que ocurría en Palestina tenía eco en esas comunidades, por lo que la predicación de las
esperanzas salvíficas anunciadas por los profetas y cumplidas en Jesús era de entrada,
escuchada con atención.
Pero los judíos eran una minoría entre los pobladores del Imperio romano. La mayor
parte de la población era politeísta y practicaban los cultos paganos. Los dioses griegos
se habían romanizado y eran reconocidos en todas partes. También se daba culto a
divinidades locales y familiares, y se abrían paso diversas formas de religiosidad popular,
con sus correspondientes prácticas mágicas y supersticiosas. Además, durante el período

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 8


helenista, también se habían extendido por el mundo grecorromano algunas religiones
orientales traídas por comerciantes, marineros y esclavos que prometían a sus adeptos,
conocimientos de misterios ocultos y experiencias místicas. Son las llamadas religiones
mistéricas, como las dedicadas a los misterios de Isis, Mitra o Cibeles.
A la vez, iba cobrando importancia social y política el culto al emperador, con el que
quedaba garantizado el sometimiento y la unidad en el Imperio. La gente más culta
consideraba que la religión popular era algo útil pero falso, y seguía corrientes de
pensamientos o “filosofías” que buscaban un sentido más elevado de la vida y del
hombre, como el epicureísmo y el estoicismo.
La primera expansión del cristianismo tuvo lugar en ese complejo mundo cultural, en
contraste con muy diversas formas religiosas y doctrinas filosóficas. Contemplado sólo
con ojos humanos, la tarea que emprendían aquellos primeros cristianos era una osadía.
Pero eran conscientes de que, a pesar de su pequeñez y escasez de recursos, tenían
algo importante que aportar. No estaban introduciendo una oferta más en el mercado de
las creencias y las ideologías, sino algo de verdad revolucionario y dotado de una fuerza
extraordinaria.
6. EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA.
Ya hemos dicho que Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, a la vez que compone una
obra histórica, transmite importantes enseñanzas teológicas. De hecho, vale la pena
observar el detalle con que se ocupa de mencionar aspectos relevantes de la vida
sacramental y litúrgica, de la incipiente organización eclesiástica y de las diversas
actitudes de los cristianos ante la vida social y política de su tiempo. La vida de la Iglesia
está acompañada en todo momento por la presencia invisible pero real de su Señor
resucitado, que es el centro del culto cristiano. Su presencia se hace real y verdadera en
la “fracción del pan”, es decir, en el sacrificio eucarístico, que se celebra ya por los
discípulos en el domingo, primer día de la semana.
También menciona los rasgos esenciales con los que se va constituyendo la jerarquía
eclesiástica. A la cabeza está el grupo de los Doce Apóstoles (1,13), que será completado
con Matías (1,26), pues la Iglesia se considera el nuevo y verdadero Israel (que se
componía de doce tribus) y no una secta escindida del judaísmo oficial. También es digno
de señalarse el lugar destacado que ocupa Pedro dentro del grupo de los Doce. Pedro, al
que se menciona cincuenta y seis veces, es siempre el centro de las escenas y episodios
en los que aparece con otros Apóstoles o discípulos.
La vida de los cristianos se describe con rasgos sencillos y emocionantes. Se centra en
la oración, en la Eucaristía y en la doctrina de los Apóstoles, y se manifiesta en
disposiciones y hechos excelentes de desprendimiento, concordia y amor. San Lucas nos
ofrece este modo de vivir como patrón y modelo para las futuras generaciones de
discípulos.
Entre los que forman parte de la Iglesia se menciona de modo muy especial a María, la
madre de Jesús. La presencia de la Virgen en los primeros momentos de la Iglesia fue
decisiva. La veneración que se le manifiesta no deriva sólo del hecho de ser la madre de
Cristo, sino del rol que desempeña en la obra de la redención, como modelo de fe y figura
del nuevo Israel, que es la Iglesia.
7. EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO.
Se ha dicho, y con razón, que este libro podría denominarse el Evangelio del Espíritu
Santo. En efecto, aparece nombrado casi en todas sus páginas (cincuenta y siete veces
en total) como impulsor y guía de toda la actividad de la Iglesia naciente. Tal y como lo
había prometido Jesús, vino el Espíritu sobre los discípulos en Pentecostés y los llenó de
energía y valor para predicar sin miedo el Evangelio.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 7 Página | 9


También lo recibió el centurión Cornelio y su familia. Asimismo, se iba transmitiendo a
los fieles mediante la imposición de las manos de los Apóstoles. De modo que llegó a ser
fuente de alegría y fuerza espiritual para todos y cada uno de ellos.
El mismo Espíritu Santo guió a la Iglesia en la elección de los que habían de formar
parte de la jerarquía y en el envío de los misioneros. Llena y asiste de modo especial a los
cristianos ordenados para desempeñar los diversos ministerios sagrados, e impulsa y
protege a la Iglesia en el desarrollo de su actividad evangelizadora.

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Comunidad Católica Bodas de Caná CURSO II SEMESTRE
Escuela de Evangelización EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APOSTOLES
San Juan Pablo II TEMA 8

LEER Y MEDITAR HOY LOS EVANGELIOS


1. PARA LEER CON FRUTO EL SANTO EVANGELIO.
Jesucristo es para cada hombre Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6). Quien le conoce
sabe la razón de su vida y de todas las cosas; nuestra existencia es un constante caminar
hacia Él. Y es en el Santo Evangelio donde debemos aprender la ciencia suprema de
Jesucristo (Fil 3,8), el modo de imitarle y de seguir sus pasos. “Para aprender de Él, hay
que tratar de conocer su vida: leer el Santo Evangelio, meditar aquellas escenas que el
Nuevo Testamento nos relata, con el fin de penetrar en el sentido divino del andar terreno
de Jesús. Porque hemos de reproducir, en la nuestra, la vida de Cristo, conociendo a
Cristo: a fuerza de leer la Sagrada Escritura y de meditarla (Es Cristo que pasa, 107. J.
Escrivá de Balaguer).
Queremos identificarnos con el Señor, que nuestra vida en medio de nuestros
quehaceres sea reflejo de la suya, y para ser otro Cristo hay que mirarse en Él. No basta
con tener una idea general del Espíritu de Jesús, sino que hay que aprender de Él,
detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso por la tierra, sus huellas,
para sacar de ahí fuerza, luz, serenidad y paz. “Cuando se ama a una persona se desean
saber hasta los más mínimos detalles de su existencia, de su carácter, para así
identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la historia de Cristo, desde su nacimiento
en un pesebre, hasta su muerte y resurrección” (Es Cristo que pasa, 107).
Debemos leer el Evangelio con un deseo grande de conocer para amar. No podemos
pasar las páginas de la Escritura Santa como si se tratara de un libro cualquiera. “En los
libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus
hijos para conversar con ellos” (Dei Verbum, 21). Nuestra lectura ha de ir acompañada de
oración, pues sabemos que Dios es el autor principal de esos escritos santos. En ellos, y
de modo especial en el Evangelio, está “el alimento del alma, la fuente límpida y perenne
de la vida espiritual” (Dei Verbum, 21). “Nosotros -escribe San Agustín- debemos oír el
Evangelio, como si el Señor estuviera presente y nos hablase. No debemos decir: “felices
aquellos que pudieron verle”. Porque muchos, de los que le vieron, le crucificaron; y
muchos de los que no le vieron, creyeron en Él. Las mismas palabras que salían de la
boca del Señor se escribieron, se guardaron y se conservan para nosotros”.
Para leer y meditar el Santo Evangelio con fruto debemos hacerlo con fe, sabiendo que
contiene la verdad salvadora, sin error alguno, y también con piedad y santidad de vida.
La Iglesia, con la asistencia del Espíritu Santo, ha guardado integro e inmune de todo
error, el impagable tesoro de la vida y de la doctrina del Señor, para que nosotros al
meditarla, nos acerquemos con facilidad a Él y luchemos por ser santos. Y sólo en la
medida, en que queramos ser santos penetraremos en la verdad íntima contenida en
estos santos libros, sólo entonces gustaremos el fruto divino que encierran. ¿Valoramos
nosotros este inmenso tesoro que con tanta facilidad podemos tener en nuestras manos?
¿Buscamos en él, el conocimiento y el amor cada día mayores a la Santa Humanidad del
Señor? ¿Pedimos ayuda al Espíritu Santo cada vez que comenzamos la lectura del Santo
Evangelio?
2. CONTEMPLAR EN ÉL, LA SANTÍSIMA HUMANIDAD DE CRISTO.
No se ama sino aquello que se conoce bien. Por eso es necesario que tengamos la
vida de Cristo “en la cabeza y en el corazón, de modo que, en cualquier momento, sin
necesidad de ningún libro, cerrando los ojos, podamos contemplarla como en una
película; de forma que, en las diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a la
memoria las palabras y los hechos del Señor. Así nos sentiremos metidos en su vida.
Porque no se trata sólo de pensar en Jesús, de representarnos aquellas escenas. Hemos
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de meternos de lleno en ellas, ser actores. Seguir a Cristo tan de cerca como Santa
María, su Madre, como los primeros doce, como las santas mujeres, como aquellas
muchedumbres que se agolpaban a su alrededor. Si obramos así, si no ponemos
obstáculos, las palabras de Cristo entrarán hasta el fondo del alma” y nos transformarán.
Si queremos llevar hasta el Señor a los demás hombres, es necesario ir al Evangelio y
contemplar el amor de Cristo” (Es Cristo que pasa, 107).
Nos acercamos al Evangelio con el deseo grande de contemplar al Señor tal como sus
discípulos le vieron, observar sus reacciones, su modo de comportarse, sus palabras…
verlo lleno de compasión ante tanta gente necesitada, cansado después de una larga
jornada de camino, admirado ante la fe de una madre o de un centurión, paciente ante los
defectos de sus más fieles seguidores… también le contemplamos en el trato habitual con
su Padre, en la manera confiada como se dirige a El, en sus noches en oración… en su
amor constante por todos.
Para quererle más, para conocer su Santísima Humanidad, para seguirle de cerca
debemos leer y meditar despacio, con amor y piedad. El Concilio Vaticano II “recomienda
insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Sagrada Escritura, pues
“desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” (San Jerónimo). Acudan –dice- al texto
mismo: en la liturgia, tan llena de palabras divinas; en la lectura espiritual…” (Dei Verbum,
25).
“Haz que vivamos siempre de ti” le pedimos al Señor en la Misa. Pues bien, este
alimento para nuestra alma, que diariamente debemos procurarnos, es fácil de tomar.
Apenas requiere tres o cuatro minutos cada día, pero poniendo amor. “Esos minutos
diarios de lectura del Nuevo Testamento, que te aconsejé –metiéndote y participando en
el contenido de cada escena, como un protagonista más- son para que encarnes, para
que “cumplas” el Evangelio en tu vida… y para hacerlo cumplir” (Surco, 672. J. Escrivá de
Balaguer).
3. EL SEÑOR NOS HABLA A TRAVES DE LOS LIBROS SAGRADOS. LA
PALABRA DE DIOS ES SIEMPRE ACTUAL.
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel para mi boca! (Sal
118,103). San Pablo enseñaba a los primeros cristianos que “la Palabra de Dios es viva y
eficaz” (Heb 4,12). Es siempre actual, nueva para cada hombre, nueva cada día, y,
además, palabra personal porque va destinada expresamente a cada uno de nosotros. Al
leer el Santo Evangelio, nos será fácil reconocernos en un determinado personaje de una
parábola, o experimentar que unas palabras están dirigidas a nosotros. “Muchas veces y
de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por el ministerio de los
Profetas; últimamente en estos días, nos ha hablado por su Hijo” (Heb 1,1). Estos días
son también los nuestros. Jesucristo sigue hablando. Sus palabras, por ser divinas y
eternas, son siempre actuales. En cierto modo, lo que narra el Evangelio está ocurriendo
ahora, en nuestros días, en nuestra vida. Es actual la marcha y la vuelta del hijo pródigo;
la oveja que anda perdida y el Pastor que ha salido a buscarla; la necesidad de la
levadura para convertir la masa, y de la luz para iluminar la oscuridad del pecado…
El Evangelio nos revela lo que es y lo que vale nuestra vida, y nos traza el camino que
debemos seguir. El Verbo –la Palabra- es “la luz que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Y
no hay hombre al que no se dirija esta Palabra. Por eso el Evangelio debe ser fuente de
jaculatorias, que alimenten la presencia de Dios durante el día, y tema de oración muchas
veces.
Si meditamos el Evangelio, encontraremos la paz. “Salía de Él una virtud que sanaba a
todos (Lc 6,19) comenta en cierta ocasión el evangelista. Y esa virtud sigue saliendo de
Jesús cada vez que entramos en contacto con Él y con sus palabras, que permanecen
eternamente.
El Evangelio debe ser el primer libro del cristiano porque nos es imprescindible conocer
a Cristo; hemos de mirarlo y contemplarlo hasta saber de memoria todos sus rasgos. El

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 8 Página | 2


Santo Evangelio nos permite meternos de lleno en el misterio de Jesús, especialmente
hoy, cuando tantas y tan confusas ideas circulan sobre el tema más trascendental para la
humanidad desde hace veinte siglos: Jesucristo, Hijo de Dios, piedra angular, fundamento
de todo hombre. “No os descarriéis entre la niebla escuchad más bien la voz del pastor.
Retiraos a los montes de las Santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro
corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los
pastizales que allí se encuentran” (San Agustín, Sermón 46 sobre los pastores).
En muchas ocasiones será conveniente hacer la lectura cotidiana del Evangelio a
primera hora del día, procurando sacar de esa lectura una enseñanza concreta y sencilla
que nos ayude en la presencia de Dios durante la jornada a imitar al Maestro en algún
aspecto de nuestro comportamiento: estar más alegres, tratar mejor a los demás, estar
más atentos hacia aquellas personas que sufren, ofrecer el cansancio… Así, casi sin
darnos cuenta, se podrá cumplir en nosotros este gran deseo: “Ojalá fuera tal tu
compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee
la vida de Jesucristo” (Camino, 2. J. Escrivá de Balaguer). Y esto será un gran bien no
sólo para nosotros, sino también para quienes viven, trabajan o pasan a nuestro lado.

Opinión de un joven sobre Cristo


“Hubo un niño que nació en una oscura noche de diciembre. Fue hijo de una joven y
auténtica campesina; creció en otra humilde aldea; trabajó como modesto carpintero
hasta la edad de 30 años. Los siguientes tres años predicó su doctrina. Nunca asistió a la
universidad, pero dejó perplejos a los sabios con sus preguntas y con sus respuestas.
Nunca viajó 300 kilómetros más allá del pueblo donde nació. Pasó toda su vida en un
área más reducida que una provincia del Perú.
Aunque no escribió ningún libro, no hay biblioteca que pueda contener los libros que se
han escrito sobre Él. Cuando se dio a conocer, el ímpetu de la opinión popular se volvió
contra Él. En una noche de terrible prueba, sus amigos lo abandonaron. Y el más
impetuoso lo negó delante de un grupo de soldados y criadas. Otro de sus amigos lo
traicionó y lo vendió a sus enemigos por unas cuantas monedas de plata que después le
quemaron las manos y las arrojó furioso al suelo porque eran el precio de una traición.
Fue condenado mediante la farsa de un juicio simulado. Fue clavado en una cruz en
medio de dos ladrones. Al morir fue enterrado en una tumba prestada piadosamente por
un amigo. Además, aún vive. Aunque lo crucificaron y lo sepultaron, resucitó triunfante
sobre la muerte.
Ya han transcurrido veinte largos siglos y aún sigue siendo la personalidad central de la
raza humana y el líder de la civilización moderna. Regresará al mundo para juzgar a los
hombres por sus actitudes personales. Pero antes de que venga a juzgar, está dispuesto
a perdonarnos.
Hoy día podemos conocerle, podemos amarle y podemos imitarle para que su venida
no sea para nosotros amarga, sino llena de gozo. Vamos a su encuentro. Nuestra vida,
día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto se aproxima al gran encuentro con este
personaje central de la historia.
Estoy seguro al afirmar que, todos los ejércitos que han desfilado por el mundo, todas
las fuerzas navales construidas en el curso de la historia, todos los emperadores de Roma
y todos los faraones de Egipto y los gobernadores de todo el mundo, sumados todos ellos
en conjunto, no han influido tan poderosamente en la vida de la humanidad en este
mundo, como lo ha hecho esta singular vida solitaria”.

CONCLUSIÓN FINAL
Finalizando este curso, se pueden suscitar en el estudiante algunas interrogantes que
debemos considerar legítimas y que intentaremos responder. Así, por ejemplo:

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 8 Página | 3


➢ ¿PORQUÉ EN VEZ DE LOS CUATRO EVANGELIOS CANÓNICOS, ¿LA IGLESIA
NO NOS PRESENTA UN SOLO EVANGELIO, HERMOSO Y COMPLETO QUE
RECOJA TODAS LAS INTUICIONES DE LOS CUATRO EVANGELISTAS?
➢ ¿CUÁL FUE EL PROPÓSITO DE DIOS AL INSPIRAR LA ESCRITURA Y
CANONIZACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELIOS EN NUESTRA BIBLIA?
➢ ¿POR QUÉ DIOS INSPIRÓ CUATRO ESCRITOS DIFERENTES DE LA VIDA DE
JESÚS, SU MINISTERIO, MUERTE Y RESURRECCIÓN EN CUATRO
EVANGELIOS?
➢ ¿NO SON ESTOS REPETITIVOS, ESPECIALMENTE LOS EVANGELIOS
SINÓPTICOS?
Para proporcionarnos una descripción más completa de Cristo. Sabemos que toda
la Biblia está inspirada por Dios (2 Tim 3,16), por eso Él, sacando partido y respetando la
personalidad de autores humanos, con diferentes capacidades y pretensiones, los utilizó
para realizar sus designios por medio de sus escritos. Cada evangelista tenía un propósito
diferente al desarrollar su evangelio y para alcanzar sus metas, cada uno enfatizó
diferentes aspectos de la persona y el ministerio de Jesucristo.
Marcos, sobrino de Bernabé (Col 4,10), fue un testigo ocular de los eventos en la vida
de Cristo, y habiendo sido amigo del apóstol Pedro, escribió para una audiencia de
gentiles, como hemos apreciado por su falta de inclusión de datos importantes para los
lectores judíos (las genealogías, las controversias de Cristo con los líderes judíos de sus
días, las frecuentes referencias al Antiguo Testamento, etc.). Marcos enfatizó a Cristo
como el Siervo sufriente, Aquel que vino a servir y no para ser servido y para dar su vida
en rescate por una multitud (Mc 10,45).
Mateo estuvo escribiendo para una audiencia hebrea, y uno de los propósitos de su
Evangelio, era mostrar mediante la genealogía de Jesús, y el cumplimiento de las
profecías del Antiguo Testamento, que Él era el Mesías largamente esperado, y por lo
tanto debía ser creído. El énfasis de Mateo está sobre Jesús como el Rey prometido, el
Hijo de David (Mt 9,27: 21,9).
Lucas, el “médico amado” (Col 4,14) y compañero del apóstol Pablo, es el único autor
gentil del Nuevo Testamento. Desde mucho antes, él ya era aceptado como un diligente y
erudito historiador, por aquellos que habían utilizado sus escritos en estudios históricos y
geológicos. Como historiador, él declara que es su intención escribir en forma ordenada la
vida de Cristo, basado en los reportes de aquellos que fueron testigos oculares (Lc 1,1-4).
Al redactar su Evangelio específicamente a Teófilo, tiene en mente a una audiencia gentil,
y su intención es mostrar que la fe cristiana está basada en eventos históricamente
confiables y verificables. Con frecuencia, Lucas se refiere a Cristo como “el Hijo del
Hombre,” enfatizando su humanidad, y comparte muchos detalles que no se encuentran
en los relatos de los otros Evangelios.
El Evangelio de Juan, escrito por Juan el apóstol, es diferente a los otros tres
Evangelios y posee un gran contenido teológico referente a la persona de Cristo y el
significado de la fe. Con frecuencia se hace referencia a Mateo, Marcos y Lucas como los
“Evangelios Sinópticos”, por su contenido y estilo similar, y porque ellos ofrecen una
sinopsis de la vida de Cristo. El Evangelio de Juan comienza, no con el nacimiento de
Jesús o su ministerio terrenal, sino con la actividad y características del Hijo de Dios antes
de haberse hecho hombre (Jn 1,14). El Evangelio de Juan enfatiza la deidad de Cristo
como se aprecia en su uso de frases como “El Verbo era Dios” (Jn 1,1), “el Salvador del
Mundo” (Jn 4,42), el “Hijo de Dios” (usado repetidas veces), y “Señor y... Dios” (Jn 20,28)
al describir a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús también afirma su deidad con
muchas declaraciones del “Yo Soy.” La más notable entre ellas está en Juan 8, 58, en
donde Él asegura que “... antes que Abraham fuese, Yo Soy.” (Ex 3,13-14). Pero Juan
también enfatiza el hecho de la humanidad de Jesús, deseando mostrar el error de una
secta religiosa de sus días, los gnósticos, quienes no creían en la humanidad de Cristo.
La explicación de Juan sobre su propósito principal para escribirlo está casi al final de su
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 8 Página | 4
Evangelio: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las
cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que crean que Jesús
es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida por medio de su nombre.”
(Jn 20,30-31).
Así que, al tener cuatro diferentes y aun así precisos relatos sobre Cristo, observas
diferentes aspectos revelados sobre su persona y ministerio. Cada relato, cuando es
añadido a los otros tres, se asemeja a un hilo más de diferente color entretejido en un
tapiz que forma un cuadro más completo de Aquel que está más allá de toda descripción.
Y mientras que nunca comprenderemos enteramente todo acerca de Jesucristo (Jn
20,30), a través de los cuatro Evangelios, podemos conocerlo lo suficiente para apreciar
quién es Jesús, y lo que ha hecho por nosotros, para que podamos tener vida a través
de la fe en Él.
Para permitirnos verificar objetivamente la veracidad de sus relatos. La Biblia,
desde sus primeros tiempos, declara que, en una corte legal, no debía emitirse un juicio
contra una persona basándose en el testimonio de un solo testigo ocular, sino que era
requerido el de un mínimo de dos o tres testigos (Deut 19,15). De esta manera, teniendo
diferentes relatos de la Persona y ministerio de Jesucristo, nos permite evaluar con total
precisión toda la información que disponemos concerniente al Hijo de Dios.
Examinados los cuatro Evangelios desde una perspectiva legal, los estudiosos han
notado que el tipo de testimonios de los testigos oculares proporcionado en los cuatro
Evangelios, en los que uno encuentra concordancia, pero con la elección de cada escritor
de omitir o añadir detalles que otros decidieron incluir u omitir respectivamente, es el
típicamente confiable, de fuentes independientes que serían aceptadas en una corte legal
como una firme evidencia. Si los Evangelios contuvieran exactamente la misma
información, proporcionando los mismos detalles y escritos desde la misma perspectiva,
serían una indicación de confabulación, por ejemplo, de que hubo ocasión en que los
escritores se reunieron con anticipación para “concordar sus historias” a fin de hacer que
sus escritos parecieran creíbles. Las diferencias entre los Evangelios, aún en detalles
aparentemente contradictorios a primera vista, hablan de la naturaleza independiente de
los escritos. Así que, la naturaleza independiente del relato de los cuatro Evangelios,
concuerda en su información, pero difiere en su perspectiva, cantidad de detalles, y en
cuáles eventos fueron registrados, indicando que el relato que tenemos de la vida y
ministerio de Cristo como es presentado en los Evangelios es verdadero y confiable.
Para recompensar a quienes son buscadores acuciosos. Se puede obtener mucho
al estudiar individualmente cada uno de los Evangelios. Pero puede obtenerse mucho
más comparando y recopilando las diferentes narraciones de eventos específicos del
ministerio de Jesús. Por ejemplo, en Mt 14 se nos relata la alimentación de los 5,000 y a
Jesús caminando sobre el agua. En Mateo 14,22, se nos dice que Jesús “…hizo a sus
discípulos entrar en la barca e ir delante de Él a la otra ribera, entre tanto que Él despedía
a la multitud.” Uno podría preguntarse, ¿por qué hizo Él esto? No se da una razón
aparente en el relato de Mateo. Pero cuando lo combinas con el contexto dado en Marcos
6, ves que los discípulos habían regresado de echar demonios y sanar a la gente a través
de la autoridad que Él les confirió, cuando los envió de dos en dos. Y ellos habían
regresado con el “ego inflado,” olvidando su lugar y listos para dar instrucciones a Jesús
(Mt 14,15). Así que, al enviarlos por delante ya anocheciendo, a la otra orilla del Mar de
Galilea, Jesús les revela dos cosas mientras ellos luchan contra el viento y las olas en su
auto-dependencia, hasta las primeras horas de la mañana cuando entonces Él camina
sobre las aguas, y está a punto de pasarlos de largo, hasta que lo llaman (Mc 6,48-50). Él
les revela que no pueden hacer nada por Dios dependiendo de su propia habilidad y que
nada es imposible en tanto que acudan a Él y vivan dependientes de su poder. Hay
muchos ejemplos similares en los que existen “joyas” para ser encontradas por los
estudiantes diligentes de la Palabra de Dios, quienes se toman el tiempo para comparar la
Escritura con la Escritura, y que pasarían inadvertidas para el lector circunstancial.
CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 8 Página | 5
¿PORQUÉ FUERON CUATRO Y SÓLO CUATRO LOS EVANGELIOS ACEPTADOS
POR LA IGLESIA?
Uno de los criterios utilizados por la Iglesia para aceptar o no la autenticidad de los
Evangelios, fue que tuviesen como autor a un apóstol o a un discípulo directo de ellos;
además de su uso en las comunidades apostólicas, especialmente en la liturgia y su
conformidad con la fe apostólica custodiada por la Iglesia, de ahí que sólo aceptara como
auténticos los cuatro evangelios antes citados. Lo determinante, por tanto, no fue la
persona concreta que escribiera el evangelio sino la autoridad apostólica que estaba
detrás de cada uno de ellos.
Al respecto San Ireneo de Lyon (140 – 202 d.C.) afirmó que los cuatro evangelios que
él defendía, eran los cuatro pilares de la Iglesia- “No es posible que sean ni más, ni
menos de cuatro” declaró, presentando como lógica la analogía de los cuatro puntos
cardinales o los cuatro vientos. Para ilustrar su punto de vista utilizó una imagen tomada
de Ezequiel 1, de la visión del trono de Dios flanqueado por cuatro criaturas con rostros
de diferentes animales (hombre, león, toro y águila), que están en el origen de los
símbolos de los cuatro evangelistas de la iconografía cristiana.
➢ ¿PORQUÉ RAZÓN TENEMOS QUE LEER TODOS LOS EVANGELIOS, EN VEZ
DE UNO SÓLO?
➢ ¿POR CUÁL DE LOS EVANGELIOS DEBERÍAMOS INICIAR NUESTRA
LECTURA, PARA CONOCER MEJOR A JESÚS?
➢ ¿POR QUÉ NECESITAMOS EN NUESTRA ESCUELA ESTUDIAR LOS
EVANGELIOS Y HECHOS?
En principio tendríamos que aceptar que siempre seremos neófitos o principiantes en el
conocimiento del misterio de Dios, revelado en la persona de Jesús. Somos como los
primeros cristianos de la iglesia primitiva y por lo tanto necesitamos transitar por los cuatro
manuales fundamentales que sabiamente nos propone la Iglesia. En este sentido,
disponemos del Evangelio de Marcos, que era como el manual del catecúmeno; el
Evangelio de Mateo, que era como el manual del catequista; luego el Evangelio de Lucas,
que era como el manual del teólogo y del misionero, y el Evangelio de Juan, que era
como el manual del contemplativo.
Podemos partir nuestra lectura con el Evangelio de Marcos. En él se descubre el inicio
del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Allí el iniciado se pregunta: ¿Qué es esto?
¿Qué doctrina es ésta? ¿Quién es éste? ¿De dónde saca éste tales enseñanzas? Los
hombres que se mueven en el Evangelio de Marcos, están ante la gran interrogante que
plantea la persona de Jesucristo. También para toda persona que llega a la fe, su primera
experiencia es descubrir al Señor Jesús, y a través de Él, hallar el rostro del Padre. El
Evangelio de Marcos estalla en carismas: la curación de una mujer con fiebre, de un
paralítico y de un leproso, el calmar del mar… Después llega el momento difícil:
aparentemente pasan las gracias extraordinarias y se descubre el abandono en las
manos del Padre; se descubre que en el campo donde se ha sembrado trigo, va
creciendo simultáneamente la cizaña y que el Reino de Dios es como un granito pequeño
al que hay que dar tiempo, mucho tiempo, hasta que extienda sus ramas, para que las
aves del cielo vengan a formar sus nidos en ellas.
Después de este primer paso en el itinerario cristiano, de ese caminar hacia Emaús
tratando de conocer a Jesucristo, viene con el Evangelio de Mateo el conocimiento de la
comunidad cristiana, de la Iglesia, del Reino de Dios en sus inicios, en su extensión por el
mundo, en las dificultades y en el término a donde se dirige: el Reino de Dios que está
entre nosotros. Conocer la comunidad cristiana en todos los hombres, desde aquellos que
llamamos hermanos, hasta los pobres que piden un vaso de agua o un pedazo de pan o
un vestido con qué cubrir su desnudez y con qué acallar el frío, es un imperativo para un
cristiano que desee colaborar en el anuncio de la Buena Nueva. Lo fue en tiempos de
Jesús y lo sigue siendo ahora.

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Llegamos después al Evangelio de Lucas, el evangelio de la misión, que se prolonga
en los Hechos de los Apóstoles. Encontramos en este evangelio el manual del testigo.
Primero las parábolas y milagros que aseguraron la formación del corazón de los
discípulos. Después el renunciar, tomar la cruz y seguir al Maestro. Es este tercer
evangelio el de la conversión permanente a Jesús y a los hermanos, el evangelio del
amor por los pobres y los que sufren. Una Escuela de Evangelización es una Iglesia ideal,
comprometida, una academia de amor fraternal.
Finalmente, en el Evangelio de Juan encontramos la posibilidad de meditar en el amor
de Jesucristo, de reclinarse en su corazón, de seguirlo hasta la muerte, de aceptar el don
de la Madre, de descubrir a Jesús por la voz, como las ovejas a su pastor o cuando
después de la pesca, llama a sus discípulos, pues les tiene preparado el pez que es su
propio cuerpo. Es el evangelio que contempla a Jesús en la fe, en los sacramentos, en el
mandato del amor y en el servicio. Una Escuela de Evangelización donde se viva el
Evangelio de Juan es un plantel que se extasía ante el Verbo Eterno y encarnado; una
escuela donde se tiene sed del agua viva y del vino nuevo, un ateneo que se ilumina con
la luz del mundo y se nutre con el pan de vida.
El libro de los Hechos Apostólicos debe complementar la formación anterior. Ese libro
es el Evangelio del Espíritu Santo. En efecto, la segunda condición para una Escuela de
Evangelización es ser un ambiente de Espíritu Santo. No vale la pena estar pregonando la
experiencia inicial del Espíritu, si la continuación, la prolongación no se realiza en la
fuerza del mismo Espíritu Santo. El Espíritu de Dios no está presente en una Escuela de
Evangelización porque se haga una pequeña oración de alabanza al comenzar cada
jornada, sino que debe estar presente a lo largo de toda la enseñanza, de todas las
actividades y de toda la vida.
El único que conduce hacia una relación personal con Jesucristo es el Espíritu Santo.
Él lleva hacia la verdad completa. Él recuerda todas las cosas que dijo Jesús. Él no habla
de sí mismo, sino de lo que recibió del Padre y del Hijo; eso es lo que Él da a conocer. Él
es quien guía a la Iglesia. Él es quien hace arder de amor los corazones. Por eso, la
presencia del Espíritu Santo se requiere permanentemente en una Escuela de
Evangelización. Él es el Maestro definitivo y el primer evangelizador y el primer catequista
en la Iglesia. Él es el Maestro interior, que ilumina a profesores y alumnos y los transforma
en testigos.
Los evangelios son un camino espléndido para descubrir la libertad y el actuar del
Espíritu Santo. En el de Marcos vemos la acción carismática de Jesús, y en el de Mateo
vemos la comunidad unida, sanada por la acción del Espíritu. En el de Lucas, ora Jesús y
recibe el Espíritu, que lo empuja al desierto y al ministerio. Allí son invitados los discípulos
a orar al Padre y el Padre, que es bueno y sabe regalar cosas buenas, les da el Espíritu
Santo. El Espíritu de Dios desde las primeras páginas de Lucas, llena y hace estallar en
palabras proféticas a Zacarías, a Isabel, a María y a Simeón, a todos los pobres de Yavé
que aman a Dios. Pero, sobre todo, en el Evangelio de Juan se enseña que todo discípulo
es llamado a renacer del agua y del Espíritu Santo. En ese evangelio Jesús grita, en el
último día de la fiesta, que el que tenga sed venga a Él y beba, porque de sus entrañas
brotan ríos de agua viva.
En el evangelio de Juan también encontramos las promesas de Jesús, y vemos a
Jesús que, al morir, como si fuera un pomo de perfume o un frasco de bálsamo, se
quiebra y deja que el Espíritu que lo llena, se difunda por toda la casa de la Iglesia. En el
cuarto evangelio leemos que cuando estaba Jesús dormido sobre la cruz como nuevo
Adán, salieron de su costado, agua y sangre y se formó el cuerpo de la Iglesia. El cuerpo
de la nueva Eva, la madre de los nuevos vivientes.
Si hay Espíritu Santo hay carismas. Una Escuela de evangelizadores debe ser una
escuela de carismas en la teoría y en la práctica. Eso lo vivió la Iglesia desde siempre y el
libro de los Hechos Apostólicos recoge los ecos de la primera experiencia comunitaria,

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llena de fervor, de emoción y entusiasmo. Por ello ese quinto evangelio, el “del Espíritu
Santo”, debe ser un manual de permanente referencia en nuestra Escuela.
Por todo esto, lo primero, lo básico en una Escuela de Evangelización es procurar
mantener la relación personal y el compromiso con Jesucristo. No atiborrar la mente de
enseñanzas, sino que cada palabra ayude a profundizar la relación de los discípulos con
nuestro Señor Jesús, y el camino privilegiado son los cuatro evangelios. La primera
dificultad para un evangelizador, un predicador o un catequista es ser un pseudo
discípulo. Porque la gran dificultad radica en aquellos discípulos que dicen: “Dura es esta
doctrina y ¿quién podrá seguirla? Esa es la primera dificultad, la que nace de adentro, del
corazón de piedra que rehúsa dejarse trasplantar hasta ser un corazón de carne,
palpitante como el de Jesús, a los impulsos del amor.
Una escuela de evangelización es una escuela de predicadores y para eso debe en
primer lugar, formar verdaderos discípulos de Jesucristo. En el evangelio de Marcos,
leemos que el Señor Jesús, llamaba a los que Él quería que vivieran con Él. Convivir con
el Señor Jesús, significa, participar de su intimidad, estar cercanos a Él, no sólo en los
aspectos externos de la vida, sino en la interioridad, en la intimidad del corazón. La vida
cristiana es una vida de discípulo, es un seguir a Jesucristo.
Mal haría un evangelizador que quisiese ayudar a madurar en la fe, si se contentase
únicamente con los aspectos intelectuales del misterio. El discípulo de Jesús no es un
alumno. Alumno es el que va a las clases de un colegio o de una universidad y aprende
las disciplinas que allí se imparten, o lee una montaña de libros y camina con un pesado
equipaje de notas y apuntes.
Un discípulo es uno que “vive con” Jesús, que comparte con Él, que lo sigue por
doquiera, material y espiritualmente, uno que lo sirve, que se compromete con la persona
del Maestro, que le lava los pies. Pues alumnos hay muchos: los universitarios, los
seminaristas o los colegiales, pero discípulos que quieran comprometerse con Jesús en
una relación personal, son pocos. Por eso, toda escuela de Evangelización tiene que
preocuparse fundamentalmente por crear una relación personal entre sus predicadores y
Cristo.
¿POR QUÉ RAZONES PASTORALES ES NECESARIO EL CONOCIMIENTO DE LOS
EVANGELIOS EN LA IGLESIA Y EN LA COMUNIDAD?
La Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo. “Nacida del amor del Padre Eterno fundada
en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una
finalidad escatológica y de salvación, que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar
plenamente. Está presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por
miembros de la ciudad terrena, que tienen la vocación de formar en la propia historia del
género humano la familia de hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la
venida del Señor” (GS 40).
La Iglesia se basa en Cristo. Sólo con este fundamento puede ser luz de las naciones.
En cuanto se nutre del Evangelio, forma una comunidad específica, cuyo Espíritu es la
base de toda comunidad verdadera. Por tanto, desde el estudio del presente Curso
animamos a nuestros alumnos para tomar los evangelios como materia fundamental para
su acción pastoral al servicio de la Iglesia. Sólo si conocemos el ser y el hacer de Cristo,
su identidad y su misión, podremos conocer y construir su Cuerpo místico la Iglesia, como
Él y el Padre la quieren y la quisieron desde siempre, y poder responder a sus objetivos y
necesidades en todos los tiempos y ámbitos.
El estudio del presente Curso se proyecta, además, ante la situación actual de la
Iglesia que necesita de la colaboración de los laicos. No como colaboradores robots, que
ejecuten los movimientos programados, sino como hombres y mujeres pensantes,
conocedores del Evangelio y dispuestos a acompañar a sus pastores en su tarea,
conscientes de que el crecimiento de la Iglesia y la labor de evangelización son
subproductos y que no son automáticos.

CICLO II – Evangelios y Hechos de los Apóstoles – TEMA 8 Página | 8


Finalmente…
Los evangelios no se escribieron para satisfacer nuestra curiosidad acerca de detalles
anecdóticos acaecidos en la vida de Jesús o de los Apóstoles. No se puede acudir a ellos,
por lo tanto, para averiguar minucias que son irrelevantes para el mensaje que Jesús vino
a enseñar. Acercarse, en la medida que se pueda, a esos hechos es tarea que
corresponde al esfuerzo del historiador con su metodología específica.
El Espíritu Santo inspiró la composición de los evangelios sobre todo para que
conozcamos y vivamos conforme a lo que Jesús vivió y enseñó. San José María Escrivá
lo expresa claramente:
“Al abrir el Santo Evangelio, piensa que lo que allí se narra –obras y dichos de Cristo-
no sólo has de saberlo, sino que has de vivirlo. Todo, cada punto relatado, se ha recogido,
detalle a detalle, para que lo encarnes en las circunstancias concretas de tu existencia.
El Señor nos ha llamado a los católicos para que le sigamos de cerca y, en este Texto
Santo, encuentras la Vida de Jesús; pero además debes encontrar tu propia vida.
Aprenderás a preguntar tú también, como el Apóstol, lleno de amor: “Señor ¿qué
quieres que yo haga? ...” -¡La voluntad de Dios! Oirás en tu alma de modo terminante.
Pues entonces, toma el Evangelio a diario, y léelo y vívelo como norma concreta. Así
han procedido los santos”. (Forja, n. 754).

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