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CONTENIDO
Estos mensajes fueron dados por Witness Lee a los colaboradores del sur de California y
a la iglesia en Anaheim, California, a partir del 18 de agosto de 1992. Los mensajes 1 y
del 3 al 6 fueron dados a los colaboradores del 18 al 22 de agosto de 1992. El mensaje 2
fue dado el 18 de agosto de 1992 a la iglesia en Anaheim, y los mensajes del 7 al 9 fueron
dados como parte de un entrenamiento a la iglesia en Anaheim del 31 de agosto al 14 de
setiembre de 1992. Los mensajes del 10 y al 15 fueron dados por Witness Lee como parte
de un entrenamiento a la iglesia en Anaheim del 21 de septiembre al 26 de octubre de
1992. Los mensajes del 17 al 19 fueron dados por Witness Lee como parte de un
entrenamiento a la iglesia en Anaheim del 2 al 23 de noviembre de 1992. Los mensajes
del 20 al 22 fueron dados por Witness Lee como parte de un entrenamiento para la
iglesia en Anaheim, California, del 25 de enero al 8 de febrero de 1993. Los mensajes del
23 al 25 fueron dados por Witness Lee como parte de un entrenamiento para la iglesia
en Anaheim, California, del 29 de marzo al 19 de abril de 1993.
Debemos darnos cuenta de que nuestra situación actual es una situación desesperada.
Tanto en Taipéi como en los Estados Unidos hemos estado hablando de la manera
ordenada por Dios durante siete años y medio, pero no hemos visto un resultado
concreto. La palabra que compartimos ha sido muy clara, y en ella hemos recalcado que
la reunión de grupo es un aspecto crucial en la manera ordenada por Dios. Dijimos que
las reuniones de grupo deben constituir el ochenta por ciento de la vida de la iglesia, y
también dijimos que la predicación del evangelio, el nutrimento, el cuidado tierno, la
impartición del alimento y el perfeccionamiento deben realizarse en los grupos. Pero
¿dónde están los grupos, y dónde están las reuniones de grupo? Oímos la palabra y la
recibimos, y además hemos orado mucho por este asunto, pero ¿dónde está la
edificación clara de los grupos? Entre las iglesias hay algunas reuniones de grupo, pero
éstos no son los grupos que deseamos edificar para que sean el ochenta por ciento de la
vida de iglesia.
Las reuniones de grupo son la línea de vida de la manera ordenada por Dios. Si no
hemos tocado las reuniones de grupo, es probable que no hayamos empezado a practicar
la manera ordenada por Dios. Así como la serpiente engañó a Eva, Satanás nos engañó
por medio de la práctica del cristianismo, la cual se centra en las reuniones grandes. Sin
embargo, queda claro en el Nuevo Testamento que la primera etapa de las reuniones
cristianas se dio en los hogares. Según Hechos 2:46, en el día de Pentecostés los
creyentes empezaron a reunirse de casa en casa. Esto significa que ellos se reunían en
hogares; iban de un hogar a otro. La frase en el griego que se traduce “de casa en casa”
implica que dondequiera que hay un hogar de un cristiano, allí debe haber una reunión.
En todos los hogares de los cristianos debe haber reuniones. Aunque he recalcado esto
una y otra vez, todavía hoy preferimos celebrar reuniones grandes. Si nos reunimos
solamente en las reuniones grandes, la vida adecuada de iglesia será estorbada. Cuando
se esparcen manojos de hierba, ésta crece y se propaga, pero cuando se amontonan,
mueren. Es posible que prefiramos la fachada de una reunión grande, pero al Señor no
le agrada tal cosa. El Señor quiere extenderse, y tal extensión se lleva a cabo en los
hogares.
Para llevar a cabo una obra entre los santos, necesitamos las reuniones de grupo. Si algo
no es incluido en las reuniones de grupo, aun la labor que hacemos en las universidades
no será productiva. Es bueno que conduzcamos muchos estudiantes a que crean en el
Señor, pero ellos tienen que reunirse en grupo. Sin los grupos será difícil que
permanezcan, pero si tenemos los grupos, todo lo que hagamos con los estudiantes
tendrá éxito. No obstante, es posible que en nuestra obra confiemos en muchas cosas,
pero que no hagamos el esfuerzo por formar grupos.
Debemos recibir la palabra de Hageo y considerar de nuevo nuestros caminos (Hag. 1:5,
7). Nosotros, especialmente los ancianos y los colaboradores, debemos considerar de
nuevo nuestra vida de iglesia y nuestra obra. Debemos considerar de nuevo cuál ha sido
el resultado de nuestra vida cotidiana. No debemos seguir en el camino en que estamos
hoy.
En las localidades nuevas del sur de California, la proporción de crecimiento fue alta al
principio. Sin embargo, me di cuenta de que cuando el número de personas que asistían
a las reuniones de la localidad llegaba a cien, la tasa de crecimiento disminuía
notoriamente porque los hermanos no sabían cómo avanzar. Al comienzo ellos
practicaban espontáneamente las reuniones de grupo, porque la reunión era pequeña.
Pero gradualmente ellos, al aumentarse, dejaron la práctica de los grupos y adoptaron la
práctica de reuniones grandes. El aumento en dichas localidades se redujo porque
tenían solamente las reuniones grandes sin las reuniones de grupo apropiadas.
Después de que el recobro se extiende a una nación, debe llegar a los indígenas típicos.
Estados Unidos fue edificado por los caucásicos. El recobro en este país debe extenderse
a ese pueblo. Si no podemos hacer esto o no estamos dispuestos a hacerlo, tendremos
una gran deficiencia. Dios no hace acepción de personas (Hch. 10:34); sin embargo,
nosotros tenemos que hallar la solución para nuestra situación deficiente en cuanto a
ganar al pueblo caucásico de los Estados Unidos. Cuando yo vine a este país, vine con la
firme determinación de no laborar entre el pueblo chino. Aunque yo amo a China y al
pueblo chino, la comisión que recibí del Señor no era que viniera aquí a ocuparme de los
chinos. No hice ninguna labor particular entre los chinos en Estados Unidos sino hasta
1983. Poco antes, la ley de los Estados Unidos cambió y se aumentó a veinte mil por año
el número de inmigrantes chinos que podían ser admitidos tanto de Taiwán como de la
China continental. Me di cuenta de que muchos chinos ya estaban aquí procedentes de
Taiwán, y después de que llegaban aquí, se perdían para el recobro. Abraham Chang me
propuso que empezáramos a cuidar de los inmigrantes chinos. Aquello fue el comienzo
de la obra entre los hermanos de habla china en los Estados Unidos. En vista de la
situación actual, creo que los hermanos caucásicos deben considerar la forma de traer
otros de su raza al recobro del Señor. Si no hacemos esto, sería una vergüenza.
Recientemente tuve un profundo pensamiento de que la razón por la que hemos ganado
tan pocos angloamericanos estos últimos años puede ser que en nuestras reuniones
tenemos un alto porcentaje de personas de otras razas. No practicamos la separación de
las razas como lo hacen algunas denominaciones. Sin embargo, debido a que estamos en
los Estados Unidos, la mayoría de los santos en las iglesias locales deberían de ser
caucásicos. Las otras razas deben ser una minoría. Si el porcentaje de personas de otras
razas en las reuniones es demasiado elevado, será difícil que los caucásicos sean atraídos
al recobro. Por lo tanto, tenemos que hallar la forma de llegar a la comunidad caucásica.
Tenemos una enseñanza sana, pero no tenemos una práctica sana. Tenemos que
considerar de nuevo nuestra situación. Me gustaría hacer el esfuerzo necesario para
ganar al pueblo caucásico. Todos los hermanos y hermanas de este grupo étnico deben
tener la carga y considerar qué hacer para abrirle un camino al Señor.
La mejor manera de
reunir a los santos en grupo
Puesto que tenemos caucásicos, chinos, hispanos, coreanos y otros grupos étnicos en la
vida de iglesia, tenemos que afrontar un verdadero problema que no tienen en otras
partes del mundo: cómo agrupar a los hermanos. No podemos ocuparnos de una raza y
descuidar las otras. Debemos hallar la manera de cuidar de las diferentes razas y de las
personas de diferentes orígenes étnicos. En nuestra práctica actual de juntar a todas las
razas, si traemos a nuestras reuniones personas nuevas del pueblo caucásico,
especialmente personas de mediana edad con niños, es posible que se desanimen en la
primera reunión. Tal vez decidan que no les gusta nuestra iglesia, y que prefieran buscar
una iglesia entre caucásicos. Este es un verdadero problema para nosotros. Ahora vamos
a tener un nuevo comienzo. En lo que hemos reflexionado acerca de la manera de
formar los grupos, tenemos que prestar atención principalmente a los caucásicos.
Nuestra deficiencia pasada en cuanto a ganar personas de origen europeo, puede ser
causada por la forma en que agrupamos a los santos de otras razas con los caucásicos.
Es posible que esto nos haya traído pérdidas. Al formar los grupos, tal vez no hayamos
sido sabios al agrupar a los chinos y a los hispanos con los caucásicos. Finalmente,
nuestras circunstancias pueden forzarnos a agrupar a los caucásicos y pedirles que no
vayan a otras razas, sino solamente a las comunidades de caucásicos para ganar a éstos.
Otro problema es éste: después de ganar a los caucásicos, ¿a dónde los vamos a llevar?
Me gustaría hacerlos pensar a todos ustedes para que consideren estas cosas. También
necesitamos orar específicamente por estas cosas. No debemos repetir vanas oraciones,
sino que debemos decirle al Señor exactamente lo que deseamos que El haga por Su
recobro. Al comprender nuestra situación, nuestras circunstancias y la condición de
nuestra obra, debemos orar así: “Señor, no tenemos sabiduría. No sabemos cómo
proseguir. Estamos a punto de estancarnos. Con todas las diferentes razas que hay entre
nosotros, ¿cómo debemos seguir adelante? No tenemos forma alguna. Una cosa sí
sabemos, que nos es muy difícil ganar a los caucásicos, y que nos es aún más difícil
retenerlos. Quisiéramos saber cómo afrontar la situación”.
Aunque algunos caucásicos han sido traídos a nuestras reuniones, pocos han
permanecido. Algunos de los jóvenes sí han permanecido, pero en general la gente de
mediana edad no se queda. Según lo que he observado, ellos piensan que no hay algo lo
suficientemente interesante que los haga quedar. Ellos no han llegado al punto de
buscar al Señor según la verdad profunda que hemos compartido. Los tesoros que
tenemos parecen estar escondidos en la tierra. Aunque tal vez se reúnan con nosotros
varias veces, parece que no ven nada de estos tesoros. En nuestras reuniones no
tenemos la atmósfera apropiada ni la manera de presentarles los tesoros. Parece haber
muy poco en nuestras reuniones que les atraiga o que despierte su interés. Estoy seguro
de que los angloamericanos deben ser hallados y cuidados por sus compatriotas. Este
principio debe establecerse entre nosotros.
Por consiguiente, tenemos que considerar de nuevo nuestro método. No podemos estar
conformes, siguiendo en lo mismo otro año. En el recobro hoy es necesaria una
verdadera batalla; hay una gran necesidad. El camino que hemos visto es correcto. El
problema radica en que nosotros mismos no tenemos claridad en cuanto a la práctica.
Hablar de agrupar a los santos es fácil, pero hallar la manera apropiada de hacerlo es
difícil. Por lo tanto, debemos orar por esto. Espero que todos los santos tomen la carga
de orar por esto. Esta es una gran necesidad en nuestro medio hoy.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DOS
Tengo mucha carga por la iglesia en Anaheim en cuanto a la práctica de las reuniones de
grupo. En 1984 cuando fui a Taiwán, lo primero que traté fue las reuniones de grupo. En
mi ministerio acerca de este asunto dije que podemos olvidarnos de los cielos y la tierra,
pero no de las reuniones de grupo. También les dije a las iglesias que el ochenta por
ciento de la vida de iglesia depende de las reuniones de grupo.
Las reuniones de grupo como parte de la manera ordenada por Dios, se ven claramente
en la revelación del Nuevo Testamento. La iglesia nació el día de Pentecostés. Según
Hechos 2:46, los creyentes que acababan de ser salvos empezaron a reunirse en sus
hogares. Hechos 2:46 usa la frase de casa en casa (lit.). Según el griego, esta frase
significa que los creyentes se reunían por casas, usando la casa como unidad básica de
reunión. Esto implica que dondequiera que había un hogar de un creyente, allí había
una reunión. El número de hogares era el número de reuniones de creyentes. Por
consiguiente, el Nuevo Testamento indica que cada uno de nosotros debe tener una
reunión en su hogar. Por supuesto, las reuniones de hogar no deben constar solamente
de nuestra propia familia; deben incluir también a otros. Las Epístolas de Pablo indican
que en algunas localidades la iglesia se reunía en un hogar (Ro. 16:5; 1 Co. 16:19; Col.
4:15; Flm. 2).
El Nuevo Testamento también nos muestra que además de tener las reuniones de
grupos en los hogares, toda la iglesia debía reunirse en un solo lugar (1 Co. 14:23). Estas
dos clases de reuniones —las reuniones de grupo en los hogares y las reuniones en las
cuales toda la iglesia se reúne en un solo lugar— son como las dos alas de un avión. Con
una sola ala el avión no puede volar. Las reuniones de grupo en los hogares son un “ala”.
Y la reunión de toda la iglesia es la otra. Sin embargo, debemos ver que las reuniones de
grupo son más fundamentales. Sin las reuniones de grupo es difícil obtener el aumento
de la iglesia. Sin las reuniones de grupo que traen miembros nuevos, no podríamos
reunirnos como la iglesia en su totalidad. Aunque la iglesia en Anaheim ha existido
desde 1974, el número de hermanos de habla inglesa que se reúnen cada día del Señor es
de aproximadamente ciento cincuenta. Este número es demasiado pequeño. La falta de
crecimiento entre nosotros se debe principalmente a la deficiencia que hay en las
reuniones de grupo en los hogares de los santos.
NUESTRA DESESPERADA NECESIDAD DE PRACTICAR
LAS REUNIONES DE GRUPO SEGUN LA NUEVA MANERA
Durante más de siete años he dado muchos mensajes acerca de la práctica de las
reuniones de grupo (véase El ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios,
mensajes 23-30, y The Practice of the Group Meetings [La práctica de las reuniones de
grupo], publicados por Living Stream Ministry). En esos mensajes me basé en la Biblia
para transmitir la visión y la revelación a este respecto. También di instrucciones
detalladas acerca de la manera de conducir las reuniones de grupo. Durante este período
no hice nada directamente para dar comienzo a la práctica de las reuniones de grupo,
pues confiaba en que muchos santos comenzarían a hacer esto. Tenía la certeza de que
los ancianos, los colaboradores y los santos que tienen una búsqueda seria tomarían lo
que yo compartí, y que se reunirían para practicar y aprender a conducir las reuniones
de grupo. Todos estos santos son muy aptos; si ellos practicaran esto, con seguridad
tendrían éxito. Aunque he estado esperando ver esto en Anaheim desde abril de 1989,
según la situación actual, casi nadie se ha levantado para poner en práctica las reuniones
de grupo según la nueva manera. Algunos de los santos tienen cierta especie de reunión
de grupo, pero esas reuniones son conducidas según la manera vieja. Dichas reuniones
tiene su utilidad, pero tengo que decir que la manera en que se llevan a cabo no tiene
mucho impacto. Esa no es la manera que nos muestra la Biblia. Nuestra desesperada
necesidad hoy es practicar las reuniones de grupo según la nueva manera. Sin esto es
muy difícil que obtengamos crecimiento alguno.
Para practicar la manera ordenada por Dios necesitamos las reuniones de grupo. Me
alegro de ver que un buen número de santos hayan permanecido fieles al recobro del
Señor en los últimos ocho años de mi ministerio, en los cuales he compartido acerca de
la manera ordenada por Dios. No obstante, las iglesias necesitan “sangre nueva”, es
decir, miembros nuevos. Solamente podemos traer miembros nuevos a la iglesia por
medio de las reuniones de grupo.
APRENDEMOS AL HACERLO
Entiendo que muchos de los santos tienen el deseo de practicar las reuniones de grupo
según la nueva manera, pero no lo han hecho porque piensan que no saben hacerlo. Sin
embargo, déjenme decirles que ellos no saben hacerlo porque no lo han hecho. Si ellos lo
hicieran, sabrían cómo hacerlo. Es un hecho que aprendemos a hacer las cosas
haciéndolas. Si no tocamos cierta cosa, no la conoceremos. Es sólo cuando nos metemos
en algo, que llegamos a conocerlo. Hay muchas cosas comunes y corrientes que no
sabemos hacer sencillamente porque nunca las hemos hecho. Si las hiciéramos,
aprenderíamos mientras las hacemos.
FORMAMOS LOS GRUPOS MEDIANTE LA ORACION
Tengo la carga de enseñarles con lujo de detalles la manera de formar los grupos y la
manera de practicar las reuniones de grupo, igual que un profesor de inglés les enseña a
sus alumnos las primeras letras. Sin embargo, no puedo hacer esto con toda la iglesia.
No creo que toda la iglesia esté preparada para esto. Pero creo que algunos santos sí lo
están.
Para formar los grupos según la nueva manera no hay necesidad de modificar ninguna
de las reuniones actuales de la iglesia ni las reuniones de grupo. Podemos dejar que
continúen como hasta ahora, sin tratar de cambiarlas ni de ponerles fin. Si deseamos
empezar una reunión de grupo, debemos orar primero. No se debe hacer nada sin orar
primero. Debemos hacerlo todo por medio de la oración y en conformidad con ella. En
nuestra oración, podemos decir: “Señor, tengo la carga de tener una reunión de grupo.
Señor, trae las personas. No puedo tener una reunión de grupo yo solo. Necesito por lo
menos unas cuantas personas”. Para formar un grupo, uno no necesita un gran número
de personas; tres o cinco son suficientes. Después de que usted ora al Señor, es posible
que El le diga que vaya y tenga comunión con cierto hermano. Mientras usted va a ver a
ese hermano, debe orar diciendo: “Señor, ¿qué le debo decir?”. Háganlo todo con
oración; esto cambiará las cosas.
Si el hermano consiente y se une a usted, debe orar una vez más: “Señor, ¿qué debemos
hacer? Este hermano desea unirse a mí. ¿Qué debemos hacer?”. En esta situación usted
debe orar y no dominar al otro hermano diciéndole lo que debe hacer. Más bien
pregúntele: “Bueno, ya que has expresado tu deseo de unirte a mí, ¿qué debemos
hacer?”. Tal vez el otro hermano proponga que se reúnan los dos al día siguiente para
orar y tener comunión. A partir del momento en que él dice que sí quiere unírsele y
usted le responde preguntándole qué deben hacer, ustedes dos estarán unidos
orgánicamente en el Espíritu. Su relación no será la misma de antes. Inmediatamente el
Espíritu Santo confirmará esto, haciendo de los dos uno solo. Ustedes dos se amarán
más que antes. Entonces usted aprenderá de él, y él de usted.
Después de orar juntos, es probable que en pocos días el Señor los guíe a ponerse en
contacto con un tercer hermano. Por medio del contacto que ustedes tienen con él, como
resultado de la oración, es posible que él se les una. Ahora tienen un grupo de tres. Les
aseguro que si forman su grupo así, todo el que se una al grupo al instante vendrá a ser
uno con ustedes orgánicamente.
No hagan nada según el concepto natural. Háganlo todo con oración. Es posible que el
Señor los guíe a ponerse en contacto con otro. Quizá éste viva a gran distancia de usted,
y usted le diga al Señor que él vive demasiado lejos. Sin embargo, ése es su propio
concepto; en lugar de dejarse guiar por su concepto, usted debe seguir la dirección que
recibió del Señor en oración. En una semana o diez días puede ser que usted se
comunique con cuatro o cinco santos que estén de acuerdo en unirse con usted en un
grupo. Este modo de agruparse es diferente del arreglo o la asignación hecha por los
ancianos, y también difiere de la manera de formar grupos según la geografía o el
vecindario. De hecho, son necesarios tanto el camino de la oración como el de la
designación, para la formación de los grupos. En futuros mensajes voy a hablar más
acerca de la manera de formar los grupos.
Antes de que tenga cuatro o cinco, es posible que usted ya tenga dos o tres. Ustedes dos
o tres deben reunirse a orar, y empezar a conocerse mutuamente. Aunque se hayan
reunido en la misma iglesia por años, quizá usted ni sepa cuántos hijos tiene otro
miembro. También es probable que usted ni sepa que la esposa de uno de los hermanos
ha estado enferma por un largo tiempo. Si ustedes estuvieran practicando las reuniones
de grupo en la debida forma, en la misma hora que uno de los miembros del grupo se
enfermara, los demás se enterarían de ello. Al reunirnos en grupo, lo primero que
hacemos es conocernos mutuamente. Cuando nos reunamos debemos averiguar la
situación de cada uno de los miembros del grupo. Quizá digamos que nos conocemos
mutuamente, pero en realidad ése no es el caso. Cuando uno de los miembros de nuestra
familia se enferma, tal vez evitemos decírselo a otros. Tal vez digamos que todos en la
casa están bien, cuando en realidad algunos no lo están. En lugar de hacer eso, debemos
ser francos y presentar nuestra situación a los demás, sin esconder cosas.
Después de sincerarnos los unos con los otros acerca de nuestra situación, debemos orar
los unos por los otros, y cuidarnos y ayudarnos mutuamente. Este es un paso que va más
allá en la práctica de las reuniones de grupo. Debido a que no hemos sido francos los
unos con los otros, y no nos cuidamos mutuamente, hemos perdido el impacto. Si
ustedes practican la nueva manera, inmediatamente tendrán el impacto. Cuando
ustedes formen un grupo, no deben salir al día siguiente a visitar gente y a tocar en
puertas nuevas, sino que los miembros del grupo deben orar juntos. El Señor es viviente
y verdadero. El está con nosotros; pero El no nos respalda en la vieja manera. En la vieja
manera El ni es viviente ni es real para nosotros, porque nosotros no tomamos Su
camino orgánico. Cuando nos reunimos para tener comunión, no somos totalmente
francos con los demás. Es por esto que ha habido poco fruto en nuestra comunión. Da la
impresión de que el Señor no está con nosotros o que está con nosotros sólo en parte. El
Señor sí nos concede Su gracia y El es muy amplio y nos cuida; pero eso no quiere decir
que está satisfecho con nosotros. El se alegra con nosotros al grado en que estemos
abiertos a tener comunión con los demás miembros.
Tenemos poco impacto porque nunca hemos sido francos en nuestra comunión con los
demás miembros. Cuando salimos a tocar a las puertas, hasta los incrédulos pueden
notar que entre ustedes dos o tres hay conflictos. No es necesario que ustedes lo digan;
ellos pueden percatarse de que ustedes tienen problemas. Eso reduce el impacto. Pero si
ustedes son realmente uno, los incrédulos también pueden percibir esto. Puede ser que
digan para sí: “¡Qué maravilloso es ver que estas tres personas son uno. En toda mi vida
jamás había visto nada semejante”. Ese es el impacto. Cuando hay tanta unidad e
impacto, sin lugar a dudas los incrédulos tomarán la decisión personal de unirse a
ustedes. Quizás ellos no entiendan claramente lo que ustedes predican, pero después de
que ustedes se vayan, dirán ellos entre sí: “Esta gente es sincera. Ellos dicen lo que
creen, y hablan lo que son”. Después del día de Pentecostés, los creyentes no empezaron
a practicar intencionalmente algún tipo de comunismo. De haberlo hecho, habría sido
una vergüenza para ellos. Sin embargo, ellos tenían todas las cosas en común (Hch.
2:44-45; 4:32) para mostrarle a todo el universo, y aun a los demonios, a los ángeles, al
Señor y a Satanás, que ellos eran verdaderamente uno. Espontáneamente tuvieron
impacto (5:12-14).
Necesitamos calibrar la manera en que bautizamos a los nuevos. Después de que alguien
es salvo, ustedes no deben bautizarlo inmediatamente. Además, si es posible ustedes
deben evitar bautizarlo en la bañera. Bautizar a alguien en la bañera no es ni elegante ni
distinguido. Reconozco que esto difiere de lo que he enseñado antes. Les dije desde el
comienzo que soy como un científico en el laboratorio. Estoy estudiando para poder
descubrir la manera óptima de practicar la manera ordenada por Dios. Basados en lo
que practicamos antes en Taipéi, aprendimos que esto de bautizar inmediatamente a la
gente debía ser considerado con más detenimiento. Fueron tantas las personas que
bautizamos allí, que no pudimos cuidarlas adecuadamente. No es normal que una
madre dé a luz quince hijos en un solo parto. En Taipéi tratamos de bautizar toda la
gente que pudiéramos en el menor tiempo posible. Al final bautizamos treinta y ocho
mil personas, pero perdimos tal vez treinta y cinco mil de éstas porque no les cuidamos
como debimos. Descubrimos que esta clase de práctica no era muy eficaz. Si setecientos
santos hubiesen bautizado solamente tres mil personas en ocho meses, con seguridad
cada una de ellas habría sido cuidada como es debido.
Oración: Señor, gracias por Tu misericordia. Gracias que Tú nos has expuesto, que nos
has mostrado nuestra falta, y que nos has mostrado lo que Tú necesitas. Señor, te
agradecemos por todas estas cosas, pero todavía seguimos ignorantes en cuanto a la
apropiada experiencia de las reuniones de grupo. Todavía seguimos acudiendo a Ti.
Muéstranos Tu camino. Muéstranos cómo encarar la situación y cómo suplir la
necesidad actual. Necesitamos Tu sabiduría. No queremos hacer nada por nosotros
mismos, por nuestra propia sabiduría, o solos. Estamos en temor y temblor ante Ti. No
queremos decir nada por nosotros mismos. Señor, sálvanos y rescátanos de cometer
errores. No queremos descarriarnos. Señor, cúbrenos contra las estratagemas del diablo.
Queremos ser preservados, y deseamos ser guardados. Señor, cúbrenos, danos un
entendimiento claro y un espíritu abierto sin prejuicios o pizca de opinión. No queremos
ser dogmáticos. Señor, cúbrenos de todas estas cosas para que podamos tener una
comunión clara, pura e incluso purificada para que nos puedas mostrar Tu camino.
Amén.
LA HISTORIA EN CUANTO A
LAS REUNIONES DE GRUPO
En este mensaje tendré comunión con ustedes acerca de algunos puntos que hemos
visto en la historia. El Nuevo Testamento nos muestra claramente que en el principio de
la vida de iglesia las reuniones fueron primero en los hogares (Hch. 2:46; 5:42). El
hecho de que los santos se reunían en sus hogares indica claramente que ellos se
reunían en grupos. Había un grupo en cada casa. Las reuniones grandes eran necesarias,
pero no todos los días. La necesidad diaria era las reuniones de grupos.
El registro del Nuevo Testamento no define tan bien las reuniones de grupos como nos
lo es revelado hoy. Tal vez la razón sea que la revelación divina es siempre liberada
después de las experiencias del pueblo de Dios. Primero viene la experiencia del pueblo
de Dios; luego la revelación de Dios le sigue. No hay ningún ejemplo en toda la Biblia
que muestra que la revelación de Dios viene antes de la experiencia de Su pueblo. Dios
llamó a Abraham, pero si Abraham no hubiera seguido adelante, la revelación divina no
habría venido a él. Todas las revelaciones de la Biblia vinieron debido a que el pueblo de
Dios continuó con sus experiencias. Por haber seguido con Dios, Abel, Enoc y Noé, Dios
pudo revelar algo a través de cada uno de ellos.
Al final del Nuevo Testamento la iglesia había existido sobre la tierra por menos de un
siglo. El último libro de la Biblia, el libro de Apocalipsis, fue escrito aproximadamente
en el año 90 d. de C. En ese tiempo la iglesia no tenía mucha experiencia, así que la
revelación se detuvo allí. Sin embargo, según el registro celestial, el libro de los Hechos
aún continúa; nunca se ha detenido. Después del libro de los Hechos, muchos siglos de
historia de la iglesia han pasado. En toda esta continuación de la iglesia podemos ver
algo más.
La segunda cosa que hacía era cuidar de las reuniones semanales, principalmente la
reunión de oración y la reunión de hermanos. La reunión de hermanos tenía como fin
practicar 1 Corintios 14. Puesto que todos los hermanos eran sacerdotes, la reunión no
tenía un dirigente ni un clérigo. Aunque no se me había encomendado el liderazgo en
esa reunión, inconscientemente tomaba el liderazgo.
La tercera cosa que hacía era visitar a la gente. Aunque raramente salía para visitar a la
gente, y la gente raramente venía a mí por comunión, de todos modos visitaba, tenía
comunión y me ponía en contacto con los santos. También me preocupé por la
correspondencia.
Conforme a nuestra historia, siempre que una iglesia llegó a los cien asistentes, la tasa
de crecimiento se redujo. Esto se debe a que después de llegar a ese número, el principio
de reunirse en grupos fue anulado. Comenzamos a confiar en las reuniones grandes y
empezamos a sostenerlas, mantenerlas, enriquecerlas y elevarlas. Todo apoyaba las
reuniones grandes. Esto está totalmente en contra del principio bíblico. El crecimiento
no viene por las reuniones grandes. Cuando hay un muy buen orador espiritual, la
asistencia a las reuniones grandes aumentará. Pero cualquier grupo cristiano que
dependa de tal orador sufrirá una gran pérdida al morir el orador. Ese no es el camino
del Señor.
Debemos darnos cuenta que nuestro destino depende de cómo tener reuniones de
grupo. Si no practicamos las reuniones de grupo, nuestra tasa de crecimiento
permanecerá muy baja. Tal vez estemos muy ocupados cada día en muchas cosas, aun
con reuniones aquí y allí, pero será casi en vano porque el crecimiento será menos del
diez por ciento al año. Es por esta razón que debemos esforzarnos para formar las
reuniones de grupo.
Desde ahora pondré en práctica mi obra en una manera muy diferente a la que
practicaba en los pasados siete años y medio. En aquellos años, yo era el entrenador que
daba instrucciones a los santos y enseñaba los principios pero nunca los practicaba yo
mismo. Al haber observado la situación, me he dado cuenta de que si no practico, va a
sernos difícil tener un comienzo concreto. Yo acudo al Señor para que nos pueda dar un
nuevo comienzo.
Esta nueva práctica no entrará en conflictos con la presente vida de iglesia o la presente
manera. Los santos no necesitan dejar de ir a las reuniones de oración o a otras
reuniones. Ellos deben seguir asistiendo a todas las reuniones regulares. Pero además de
las reuniones regulares de la iglesia, existe la necesidad de que algunos tomen la carga y
formen nuevos grupos.
Para formar nuevos grupos, primero se debe orar, pidiéndole al Señor por un
compañero. Si usted ora, el Señor tal vez lo guíe a ir al hermano sentado al lado suyo. Al
ir a él para decirle lo que quieres, el Espíritu puede confirmar tu obra y le inspire para
unirse a ti. Luego los dos serán un grupo. Lo primero que los dos deben hacer en su
reunión de grupo es estar muy unidos en espíritu y en su ambiente.
Puede ocurrir que la esposa de cierto hermano esté enferma, pero no muchos de los
hermanos estén enterados de esto por no tener la comunión en una reunión de grupo. Si
estuviéramos en una reunión de grupo, la primera cosa que yo preguntaría sería cómo
están los demás miembros del grupo. En el pasado encubríamos nuestra verdadera
situación, sin permitir que otros supieran cuál era nuestra situación. Cubríamos nuestra
situación y fingíamos ser otra cosa. Nos engañábamos a nosotros mismos por tal
práctica, y también engañábamos a otros. Como resultado, no conocíamos la situación
del otro. Suponíamos conocernos mutuamente; en realidad, estábamos separados. En
esta clase de situación es imposible estar en unanimidad con un impacto verdadero. Era
por esto que cuando salíamos a visitar a la gente, ellos podían descubrir fácilmente que
no éramos uno. Para ser unánimes y tener el impacto, debemos conocernos
mutuamente en una forma íntima por medio de la comunión.
Después de esto, el Señor tal vez los lleve a orar por un tiempo. En ese tiempo no salgan;
sólo oren. Después de orar por dos semanas, puede ser que estén listos, y el Señor tal vez
los guía a visitar a la gente. Durante el período de oración, deben orar, pidiéndole al
Señor que los guíe a los que deben visitar. El Señor puede guiarlos a estudiar no
solamente sus propios parientes, vecinos, compañeros de clase, amigos y compañeros de
trabajo, sino también a los conocidos cercanos de los otros miembros del grupo. El
Señor les mostrará aquellos que necesitan ser visitados. Esto es tocar puertas cálidas. Al
ir, no vayan por sí mismos o según su sentimiento. No deben ir conforme a su propia
decisión; más bien, deben ir por el grupo. Cuanto mucho, podrían ir dos o tres del
grupo, pero a fin de saber quién debería ir, necesitan estudiar a sus candidatos y orar.
INSTRUCCIONES PRÁCTICAS
PARA VISITAR A LA GENTE
Las instrucciones que doy ahora en relación a la nueva manera son diferentes a las que
di en Taiwán. En Taiwán les dije que visitaran a otros y los bautizaran inmediatamente.
Pero hoy ya no los aliento a que bauticen a la gente en una forma rápida. También,
cuando visitan a la gente, no les hablen inmediatamente de la Biblia, Dios, Cristo, o la
salvación. Si lo hacen, la gente pensará que ustedes son muy religiosos y que ellos no
pueden llegar a su nivel. Ellos pueden llegar a ser amedrentados por su entusiasmo. En
su primera visita a alguien que les ha sido encomendado, no permanezcan mucho
tiempo; cuanto más corta la visita, mejor. Una corta visita le dará al visitado una buena
impresión, para que pueda aceptar otra visita. No arruinen la imagen de la primera
visita. En la primera visita, no hablen mucho acerca de cosas espirituales.
Al ir de visita una segunda o tercera vez, pueden empezar a decir algo de Cristo.
Necesitarán ir algunas veces antes de poder salvar a una persona. El principio es: cuanto
más lento, mejor; cuanto más lento, será más seguro. Cuanto más lento el ritmo, más
seguros estarán de que podrán ganar a esa persona.
Hemos dicho que si pudiéramos ganar un fruto verdadero al año a través de nuestro
contacto, eso sería una gran cosa. Incluso sería posible ganar una persona cada tres
meses. Por lo general, los que sean ganados así pueden llegar a permanecer.
En la práctica de las reuniones de grupo, tanto como se pueda, hay que tratar de no
agrupar a los santos de habla inglesa con los santos de habla china. Incluso si hay
alguien que no es del tipo caucásico, pero puede ser estadounidense en principio, ya sea
por haber nacido en los Estados Unidos, o porque habla el típico inglés americano, o
porque está casado con un estadounidense. Este es sólo un principio; no es algo
absoluto. Cualquier manera que resulte exitosa la usaremos. En principio, todos los
hermanos y hermanas de habla inglesa deberían reunirse entre sí. Deberían salir a
visitar a los estadounidenses, no a los chinos, o a los hispanos. La tasa de crecimiento
entre los chinos puede ser más elevada que la que hay entre los estadounidenses. Por
ejemplo, tal vez podamos ganar diez nuevos entre los chinos en dos semanas, pero tal
vez lleve tres meses para ganar a dos estadounidenses. Aun así, valió la pena la labor.
Dejen que los santos chinos se reúnan y visiten a los chinos. Dejen que los santos
hispanos visiten a los hispanos y que los santos coreanos visiten a los coreanos.
En una iglesia grande que tiene la reunión para los de habla china, también debería
haber una reunión de bautismo para los chinos en la manera que ya describí. Al
principio, no será una reunión semanal. Pero con el tiempo, tal reunión especial para
bautismo y la práctica de la mesa del Señor con los nuevos debería ser semanal. En un
lugar donde sólo hay un bautisterio, las diferentes reuniones por los diferentes grupos
podrá ser listado para diferentes horarios. Desde luego, ésta es sólo una idea general;
necesitamos orar por los detalles.
LA NECESIDAD DE PASTOREAR Y
ENSEÑAR EN LAS REUNIONES DE GRUPO
Cuando el número de reuniones de grupo es muy grande, el cuidado por los grupos no se
puede hacer en una forma general. Aunque no me gusta usar la palabra líderes, después
de mucha consideración, vi que es difícil evitar la necesidad de líderes. Según nuestra
práctica actual, sólo tenemos ancianos, pero si el número de grupos en una localidad
incrementa, los pocos ancianos no podrán tomar cuidado por toda la iglesia.
A largo plazo habrá una gran necesidad, pero en la actualidad debemos tomar los pasos
iníciales para formar los grupos en una manera simple. En el nuevo comienzo con las
reuniones de grupo, los aspectos que quedan de la práctica actual de la iglesia pueden
permanecer iguales. Mientras practicamos las nuevas reuniones de grupo, deberíamos
aun mantener las reuniones regulares de la iglesia.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE CUATRO
Oración: Señor, gracias porque Tú eres la fuente y Tú eres nuestro Maestro. Podemos
acudir a Ti en todo tiempo para buscar Tu suministro. Necesitamos Tu suministro.
Hasta ahora necesitamos Tu suministro para saber cómo formar los grupos paso a paso
y cómo edificarlos, cómo hacer que todo aumente hasta que sea el ochenta por ciento de
la vida de iglesia. Señor, enséñanos y guíanos en nuestra comunión los unos con los
otros. Muéstranos el camino. Necesitamos Tu luz y necesitamos Tu revelación.
Necesitamos aún más Tu guía. Necesitamos Tu luz y necesitamos Tu revelación. No
queremos hacer nada que parezca estar bien, pero que proceda de nuestro concepto
natural. Señor, líbranos de todas estas cosas. Queremos seguirte para cumplir el plan del
Padre, la economía de Dios, y cuidar del crecimiento en vida y tener la verdadera
espiritualidad. Señor, no queremos ser una torta no volteada, pero no sabemos cómo
dar la vuelta. Señor, ayúdanos. Te necesitamos en cada detalle. Necesitamos que Tú nos
libres de confiar en nosotros mismos. No queremos confiar en nosotros mismos en
absoluto. Tememos esto. Señor, temblamos ante Ti al hacer algo aparentemente nuevo
pero totalmente en contra de Ti. Señor, vence al enemigo; pues él está activo. Siempre
que Tú haces algo, él está activo. Necesitamos Tu sabiduría para estar atentos de su
obrar. Señor, destruye la obra del enemigo, la obra de las tinieblas, la obra de las
potestades espirituales en los aires. Reprende a Tu enemigo y avergüénzalo, y ata todo
espíritu maligno. Amén.
Tal vez creamos que es fácil formar grupos, pero en realidad no lo es. Es por esto que
apenas empezamos a practicar las reuniones de grupos, aunque hemos estado hablando
acerca de los grupos hace ya algún tiempo. Puede ser fácil tener contacto con otros
santos y tener algunos compañeros, pero no es fácil formar un grupo y hacerlo eficaz
para que pueda cumplir con las funciones de producir, alimentar y perfeccionar.
En Anaheim hay una iglesia con aproximadamente trescientos miembros activos, esto
incluye las reuniones de los santos de habla inglesa, de los de habla china y de los de
habla española. Si somos absolutos y estamos dispuestos a consagrarnos al Señor para la
nueva manera, y especialmente para dar este paso de formar grupos, y sin embargo
olvidamos la situación actual, nos equivocamos. No podemos simplemente hacer a un
lado la situación actual y empezar algo separado.
Nuestro trasfondo no es algo liviano ni superficial, pues por muchos años hemos
prestado atención en buscar al Señor, conocerle, experimentarle, vivirle, crecer en El y
permitirle que crezca y se magnifique en nosotros. Desde el mismo comienzo fuimos
guiados por el Señor en este camino, y nunca nos hemos desviado de esta clase de
búsqueda. Este es nuestro trasfondo espiritual. Además, tenemos un trasfondo mucho
más profundo, y es que nos ocupamos de la economía de Dios para que todo lo que
hagamos sea para la edificación de Su organismo, la iglesia. Dios desea tener una iglesia,
y nosotros nos empeñamos en alcanzar Su meta. A muy pocos cristianos les importa la
iglesia. A la mayoría sólo le importa su obra. Muchos cristianos usan métodos
mundanos para promover y llevar a cabo su obra. Sin embargo, es imposible andar en el
espíritu y a la vez estar envueltos con cosas mundanas. En Romanos 8:4 Pablo dijo que
debemos hacer todo conforme a nuestro espíritu. Al estar comprometidos con prácticas
mundanas es imposible estar conforme al espíritu. Otros grupos cristianos pueden tener
grandes reuniones en las cuales usan atracciones mundanas para agradar a la gente. Esa
es una actividad en la que no se presta atención a la espiritualidad. Nosotros no
podemos hacer eso. Sí, queremos traer personas para crecer, pero no queremos
engendrar hijos por incesto. No queremos producir amonitas ni moabitas (Gn. 19:30-
38). Tal vez logremos salvar a otros al emplear medios mundanos, pero es probable que
estos salvos sean como amonitas o moabitas. Ni a los amonitas ni a los moabitas les era
permitido entrar a la santa congregación hasta la décima generación (Dt. 23:3).
Necesitamos aprender la lección. Por más de setenta años el Señor nos ha guardado de
toda clase de contaminación y mancha. No podemos seguir rápida y fácilmente, porque
debemos ocuparnos de la espiritualidad, la vida de iglesia, el terreno de la iglesia, la
unidad del Cuerpo y muchas otras cosas. Por lo tanto, por un lado, debemos tomar la
nueva manera, la manera ordenada por Dios, como el Señor nos lo ha revelado, y por
otro, mientras continuamos avanzando debemos ocuparnos de nuestro trasfondo, de
nuestra situación actual y de las muchas iglesias que hay por toda la tierra.
Después de mucha consideración ante el Señor, me sentí guiado por el Señor a la
conclusión de que mientras nos estamos empeñando para tomar la nueva manera, no
deberíamos cambiar la situación actual. No deberíamos cambiar nuestra manera
presente de conducir las reuniones de niños, la obra con los jóvenes, la reunión de
oración y las reuniones de grupos existentes. Sin embargo, aparte de cumplir todas las
cosas de las iglesias locales existentes, los ancianos y colaboradores de tiempo completo
pueden dedicar más tiempo en ayudar a los santos a tomar la nueva manera. Mientras
ellos se esfuerzan en practicar la manera ordenada por Dios, deberían aún participar en
todos los diferentes aspectos de la obra, incluyendo las reuniones de grupos existentes.
Para formar grupos nuevos se necesitará mucha oración y también mucho trabajo. Las
denominaciones dependen de sus actividades y los pentecostales de su superstición de
confiar en el Espíritu Santo. Ambos están equivocados. El apóstol Pablo vio al Señor
mismo (1 Co. 2:9; 15:8) y también recibió al Espíritu (Hch. 9:17). El recibió más
revelaciones divinas que cualquier otro apóstol. Por esta causa el Señor le dio un aguijón
para que no fuese orgulloso (2 Co. 12:7). No obstante, en 1 Corintios 15:10 Pablo nos dijo
que él trabajó mucho más que los demás apóstoles, y en Colosenses 1:28-29 él dijo que
trabajó, luchando según la operación de Dios, la cual actuaba en él con poder. Las
palabras griegas traducidas “trabajar” y “luchar” se usaron con referencia a los atletas
que competían en los juegos olímpicos. Todos los atletas que compiten en los juegos
deben trabajar y luchar. Pablo trabajaba, luchaba y competía para cumplir con su
ministerio. Por lo tanto, no deberíamos pensar que es fácil formar un grupo. De hecho,
no es fácil. El resultado de nuestro trabajo depende de cuánto laboremos. Si no
laboramos, nada será producido.
Al buscar un compañero para formar un grupo, usted no debería elegir a alguien según
su preferencia natural. En vez de eso, debería orar y esperar. Necesita orar por algunos
días, incluso por una o dos semanas, esperando en el Señor para darle un compañero
apropiado. Después de conseguir uno, ambos necesitan orar en unidad. Ustedes mismos
necesitan orar en la apropiada intimidad espiritual y celestial. Luego, a fin de realizar las
reuniones de grupo, necesitan otros cuatro o cinco miembros del grupo. Para elegir a
estos miembros adicionales también se necesita oración y trabajo.
Una vez que se logra la formación del grupo, los miembros no deberían salir
inmediatamente a tocar puertas. Esta era nuestra práctica en el pasado pero no dio los
debidos resultados. Todos los miembros del grupo necesitan trabajar juntos como una
persona. Para esto necesitan reunirse para orar: “Señor, guíanos Tú. Muéstranos Tú
dónde deberíamos tocar puertas”. Si ustedes oran, el Señor los guiará primero a estudiar
todos los conocidos de cada miembro del grupo, incluyendo a los parientes, vecinos,
amigos, compañeros de clase y de trabajo. Hagan una lista de todos ellos, y estudien
cosas como su personalidad, carácter y la situación familiar. Al hacer esto ciertamente
tendrán una vista clara de aquellos a quienes deben ir. Luego los pueden contactar.
Siendo que ellos son sus conocidos, parece fácil contactarlos. Sin embargo, deben
encontrar la manera de contactarlos apropiadamente. Antes de ir a visitar al primer
conocido, deberán estudiar su situación por algún tiempo.
En todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, todos los comerciantes tienen
que competir para poder ganar dinero. Ellos estudian el mercado, los precios y
mercancía de otros para que ellos puedan atraer compradores y así producir ganancias.
En Lucas 19 el Señor compara nuestra obra con hacer negocios. En el versículo 13, El
dijo: “Negociad entre tanto que vengo”. Según la parábola dada allí por el Señor (vs. 12-
27), necesitamos hacer uso del “capital” que El nos ha dado para producirle ganancias.
Sin embargo, en relación con la obra del Señor, muchos creyentes son perezosos. No
laboran, sin embargo esperan producir ganancias. En la obra del Señor tomamos las
cosas muy livianamente. No obstante, ningún esfuerzo que valga la pena es fácil. Aun
decidir a quién visitar con el evangelio requiere muchos días de estudio.
En el pasado dije que una tercera parte de los santos en una iglesia local deberían salir
regularmente a contactar a la gente para llevarle el evangelio, y al hacer esto
constantemente podrían esperar llevar tres frutos anuales. Si esto se realizara, las
iglesias doblarían su número cada año. Si trabajamos así cincuenta y dos semanas al
año, fácilmente ganaríamos a tres que permanezcan para el Señor al año. Sin embargo,
si relajamos y no trabajamos, no ganaremos ni un fruto en diez años. Si trabajamos
poco, pero mal, tampoco llevaremos frutos.
Algunos de los santos tal vez tomen mi palabra en cuanto a los grupos e intenten
ponerla en práctica, pero al poco tiempo su práctica no tenga un resultado positivo y así
se desanimen. La razón probable por su falla es que no laboraron. Algunos hombres de
negocios pueden ganar dinero, mientras que otros no. Muchos negociantes invierten
una buena parte de su tiempo y dinero para mejorar sus negocios. A fin de hacer
negocios internacionalmente, muchos negociantes, especialmente los orientales,
emplean un considerable esfuerzo para aprender otros idiomas para comunicarse con
aquellos de otras naciones y así exportar sus productos. Por haber trabajado, ellos han
tenido éxito. Sin embargo, cuando venimos a la obra del Señor, tal vez relajemos.
Cuando no trabajamos, no veremos un resultado apropiado. Los negociantes trabajan
porque están desesperados; ése es su vivir. Sin embargo, nosotros no estamos
desesperados. Sea que ganemos uno o ninguno este año, aún seguimos viviendo; aún
podemos venir a la mesa del Señor para disfrutar al Señor. No llevar fruto que
permanece en cinco años, parece no importarnos; pero si a un negociante le va mal por
medio año, es posible que tenga que cerrar sus puertas. Quisiera impresionarlos con el
hecho de que la gente del mundo está ocupada, pero que en relación con la obra del
Señor, muchos de los santos no están ocupados. Los mundanos son industriosos, pero
muchos de nosotros no lo somos.
Una vez que ganamos nuevos, necesitamos estudiar la manera de cuidarlos. He estado
considerando cuáles serían los mejores materiales para usar en las reuniones de grupo
para enseñarle a la gente. Tenemos tanto las Lecciones de vid a como las Lecciones de la
verdad. Aunque estas lecciones están muy bien compuestas, yo siento que no son muy
convenientes, porque tal vez sean demasiado para que los nuevos lo digieran. Incluso La
palabra santa para el avivamiento matutino tal vez no sea conveniente para los nuevos
en las reuniones de grupo. No es bueno alimentar a la gente con mucha comida;
necesitamos darles las porciones adecuadas. En Hebreos 5:12-14 Pablo mencionó dos
clases de comidas: leche y comida sólida. No debemos intentar alimentar a un recién
nacido con comida sólida. Por eso, necesitamos que alguien labore a fin de escribir
material apropiado para las reuniones de grupo que alimente a los nuevos con leche. A
fin de tener la enseñanza y comunión provechosa en las reuniones de grupo, son
necesarios algunos materiales que sirvan como guía. Espero que algunos de los
hermanos sean levantados por el Señor para componer escritos adecuados para las
reuniones de grupo.
He mencionado todos estos asuntos para mostrar que necesitamos mucha preparación
para lo que está adelante. Sin duda, ganaremos el crecimiento a través de las reuniones
de grupo. Sin embargo, necesitamos laborar mucho a fin de cuidar de todos los santos
en los grupos.
COMUNION PRÁCTICA
ACERCA DE LAS REUNIONES DE GRUPO
EL LIDERATO PRÁCTICO
CONFORME AL CONCEPTO ADECUADO
En este mensaje, tendremos más comunión acerca de las reuniones de grupo. El asunto
del liderato en los grupos es muy práctico. Nos resultará muy difícil tener la práctica
adecuada de las reuniones de grupo si no tenemos ningún liderato. No obstante, no
queremos tener ningún tipo de liderato organizado en los grupos. Cuando fui a Taiwán
en 1984, les dije a los santos que no queríamos ningún tipo de arreglo ni de liderato
oficial en la vida de iglesia. Antes de eso, y durante muchos años tuvimos en alto el
liderato y promovimos el cuerpo de ancianos. En las reuniones no se puede evitar que
los ancianos o los que llevan la delantera se acomoden en la primera fila para poder
ocuparse de la reunión. Esta es la única razón por la cual ellos se sientan en la primera
fila. George Muller, quien fundó un orfanato en Inglaterra por fe, era un hombre muy
piadoso. Junto con John Nelson Darby, era uno de los líderes principales entre la
Asamblea de los Hermanos. En las reuniones, él acostumbraba sentarse en las últimas
filas y no le gustaba venir al frente. No obstante, hoy en día sentimos que resulta más
práctico que los ancianos se sienten en la primera fila en las reuniones. Por esta razón
los que llevan la delantera se han sentado en frente. En realidad, no deberíamos ser
legalistas. El hecho de ser anciano no significa que debe sentarse en la primera fila.
Algunos ancianos no necesitan sentarse al frente. Sin embargo, antes de ser nombrados
ancianos, algunos acostumbraban sentarse en las últimas filas pero una vez que llegaron
a ser ancianos se sientan sistemáticamente en la primera fila. Esto demuestra que
dentro de nosotros existe el concepto de que el liderato es algo sobresaliente.
A los ojos del Señor el concepto erróneo del liderato es abominable. En los siete años y
medio que llevamos de estudiar las reuniones de grupo, hemos seguido el principio de
no arreglar ni organizar nada. Las reuniones de grupo deben ser orgánicas. Del mismo
modo, hemos adoptado el principio de no tener un liderato oficial. Repetidas veces dije
que todos y cada uno son líderes en las reuniones de grupo. Sin embargo, los que
empiezan y forman los grupos deben proveer algún tipo de liderato práctico.
Muchos hermanos han recibido mi palabra con agrado, sin embargo nadie ha empezado
algo concreto en la práctica de las reuniones de grupo. Hasta ahora he sido un
entrenador que sólo está dando instrucciones pero que no juega en el terreno. Estuve
esperando que otros tomaran mi palabra y mi carga, pero no he visto el resultado que
esperaba. Esto me ha obligado a tomar el camino laborioso del Señor y a ayudar a las
iglesias a empezar las reuniones de grupo. Sin las reuniones de grupo no hay manera de
extendernos, de incrementar y multiplicarnos.
El recobro es una familia que ya tiene más de setenta años de historia y que tiene una
situación actual. Aunque el número de santos no es considerable, de momento existen
aproximadamente mil trescientas iglesias en el recobro del Señor en la tierra. Hoy
tenemos una carga clara y definida de empezar de nuevo a practicar las reuniones de
grupo con miras a cuidar de todas estas iglesias. Después de formar las reuniones de
grupo, debemos salir en una manera sencilla para ganar personas. Después de
engendrar a los nuevos, tenemos que nutrirlos. Luego debemos perfeccionarlos.
Perfeccionar a las personas consiste principalmente en enseñarles. Para ello, tenemos
las Lecciones de vida (publicadas por Living Stream Ministry), las Lecciones de la
verdad (publicadas por Living Stream Ministry), y muchas otras publicaciones. Si
utilizamos estos materiales adecuadamente, podemos edificar a los nuevos en un plazo
de un año para que ellos hagan lo mismo que nosotros. Sin embargo entre nosotros son
pocos los que saben nutrir y enseñar a los nuevos. Por esta razón, los nuevos no son
perfeccionados.
Los hermanos y hermanas que quieren formar grupos deben ser entrenados. No todos
están calificados para formar una reunión de grupo. Podríamos comparar la formación
de las reuniones de grupo con tocar el piano. Cualquiera puede tocar el teclado de un
piano, pero no cualquiera sabe tocar piano. Para tocar piano, uno necesita ser
entrenado. Hemos compartido muchos puntos acerca de las reuniones de grupo, pero es
posible que todavía los santos no sepan cómo llevarlas a cabo. Si practicamos las
reuniones de grupo de una manera natural, no necesitamos entrenar a los santos. Pero,
para practicar los grupos vitales según la manera bíblica, vamos a necesitar muchas
reuniones para entrenar a los principiantes, a los colaboradores, y a los voluntarios en la
formación de los grupos. Si dejamos que los santos formen grupos libremente, sin
ningún entrenamiento, puede ser que los grupos formados no sean apropiados. Si
queremos que los grupos sean formados de una manera adecuada, es posible que cada
grupo necesite uno o dos líderes.
Podemos decir que como principio no necesitamos la enseñanza del hombre ya que
tenemos al Espíritu Santo (1 Jn. 2:27). En principio esto es cierto, pero en realidad no es
así. El apóstol Pablo estaba lleno del Espíritu, y tenía mucha experiencia del Espíritu. No
obstante, aparte de la obra orgánica del Espíritu, él también se encargaba del arreglo en
la obra. En 1 Timoteo él nos explicó cómo establecer ancianos y diáconos (cap. 3). El no
dijo que mientras el Espíritu esté en nosotros y amemos al Señor y oremos mucho, el
Espíritu nos guiará a saber quiénes deberían ser los ancianos y los diáconos. Después de
predicar el evangelio en varias ciudades, Pablo regresó para visitar a las iglesias y
nombrar ancianos allí (Hch. 14:21-23). A pesar de que Pablo practicaba esto, él no
escribió nada en cuanto al nombramiento de ancianos y diáconos en los primeros días
de su ministerio. Lo que él enseñaba al respecto fue dado más tarde porque para aquel
entonces había aprendido que donde no había un nombramiento apropiado de
ancianos, aparecían la confusión y los problemas en la iglesia.
Primero, los voluntarios para los grupos vitales deben ser formados por grupos, y
entonces ser entrenados y regulados. Esto proveerá una fundación. Cada uno de estos
grupos puede crecer y dividirse en dos grupos a los seis meses o a más tardar al año.
Esto representa un incremento del ciento por ciento según el número de grupos, pero no
según el número total de santos en la iglesia, porque no todos los miembros de la iglesia
estarán en los grupos. Prevemos que la tercera parte de la iglesia estará en las reuniones
de grupo.
Debemos ser diligentes para llevar a cabo esto. Esto va a requerir mucho trabajo y
también el trabajar juntos. Un grupo de siete personas puede ganar uno más y llegar a
ser ocho. Entonces estos ocho pueden trabajar juntos y traer otro nuevo. A los ocho les
resultará fácil cuidar a un nuevo y así llegar a ser nueve. Gradualmente, después de seis
meses de trabajo, el grupo puede llegar a tener quince o dieciséis personas. Para aquel
entonces, cada uno conocerá al otro y estará entrenado. Entonces el grupo se puede
dividir en dos. Después de constituir dos grupos, cada cual podrá trabajar porque ya se
habrán conocido y habrán recibido práctica y entrenamiento. Cada grupo empezará con
personas entrenadas, y no con nuevos principiantes. Estos serán la fundación para la
siguiente generación, y esa generación estará lista para seguir adelante. Debemos pasar
los primeros cinco o seis meses en los grupos para ser edificados. Después de eso
podemos duplicar nuestro número en los seis meses siguientes. Esto duplicará el
número en los grupos. Cuando se duplique este número dos veces más, toda la iglesia se
habrá multiplicado por dos cuando menos. Tal vez nuestro progreso sea menor, pero
confiamos en tener éxito en este camino si todos laboran.
Cuando los grupos hayan ganado varios nuevos, las iglesias deberían dejar que los
grupos se reúnan separadamente para la reunión de la mesa del Señor en el día del
Señor. Un grupo o dos pueden reunirse juntos en el día del Señor para tener la mesa del
Señor con los nuevos. De esta manera podemos traer a los nuevos a la vida de iglesia.
Después de medio año estos nuevos podrán venir espontáneamente con nosotros a las
reuniones de la iglesia. Entonces cuando lleguen a las reuniones de la iglesia no estarán
sorprendidos, porque ya habrán experimentado la manera apropiada de reunirse. Para
tener la mesa del Señor en las reuniones de grupo, es preciso enseñarles a los nuevos
acerca de la mesa del Señor.
Tal vez sea preferible no traer a los nuevos a la reunión de la iglesia antes de haber
tenido la mesa del Señor con ellos en las reuniones de grupo. Cuando el grupo esté listo
para dividirse en dos, podemos llevar a los nuevos a la reunión de la iglesia. En aquel
momento serán como nosotros. Puede ser que asistan tanto a las reuniones de la iglesia
como a las reuniones de grupo, o quizá tengan la capacidad de asistir solamente a las
reuniones de grupo. En este último caso, podemos aconsejarles que asistan algunas
veces a las reuniones de la iglesia para recibir más ayuda. Esto es ser flexible.
Además de tener la mesa del Señor en las reuniones de grupo con los nuevos, debemos
también enseñarles otros asuntos, tales como funcionar y profetizar. Después de ser
edificados, podrán venir a las reuniones de la iglesia. Entonces ejercerán una influencia
benéfica en las reuniones.
Puesto que necesitamos asistir a la reunión de la iglesia en el día del Señor, es preferible
tener la mesa del Señor con los nuevos por la tarde o por la noche del día del Señor.
Además podríamos bautizar a los nuevos principalmente en el día del Señor. Para esto
tal vez resulte más conveniente encontrarnos con los nuevos en el local de reunión,
donde hay un bautisterio. Así cada local puede ser usado dos veces en el día del Señor,
una vez por la mañana y de nuevo por la tarde o por la noche. Muchos nuevos
considerarán más apropiado reunirse y ser bautizados en el día del Señor en el local de
reunión. Pueden desalentarse si la reunión del día del Señor no está en un lugar
apropiado o si se cambia de lugar continuamente.
Necesitamos orar y reflexionar sobre todos los puntos de nuestra comunión en este
mensaje. Lo que estamos practicando nos puede causar algunas complicaciones; no va a
ser fácil porque tendremos las reuniones de la iglesia y las reuniones de grupo llevadas a
cabo al mismo tiempo. Finalmente esperamos que dentro de unos pocos años toda la
iglesia practique las reuniones de grupo.
Yo creo que debemos ver que tomar el camino de los grupos vitales no es meramente
algo nuevo sino una parte adicional de la obra en el recobro. En nuestra conversación en
cuanto a los grupos vitales, no necesitamos usar términos tales como “la manera vieja” o
“la manera nueva”. Al igual que la formación de un ejército por una nación, el recobro
del Señor está formando un ejército. Para formar este ejército, no necesitamos detener
nada de lo que actualmente existe en la vida de iglesia. Podemos permitir que todo
continúe tal como va.
Actualmente formar los grupos vitales es muy práctico. Somos como una nación sin
ejército. Ahora sentimos la necesidad de fortalecer nuestra “nación”. Para edificar
nuestra nación, necesitamos un ejército. Para formar un ejército, podemos reunir los
voluntarios que hay en cada iglesia. Luego necesitamos estudiar cómo formar los
grupos. También tenemos que considerar quiénes serán los líderes. Luego necesitamos
entrar en la práctica paso a paso. En la formación y práctica de los grupos, los principios
tienen que ser los mismos en cada iglesia, pero los pasos particulares no tienen que ser
los mismos. La iglesia en cierta localidad puede seguir un camino apropiado para su
situación, mientras que la iglesia en otra localidad puede seguir otro camino. Sin
embargo, en principio, todo debe ser iniciado por los ancianos.
Al principio tenía el concepto de que los santos en las iglesias deben formar sus propios
grupos, pero después de considerar el asunto más detenidamente, me parece que
probablemente no sea la manera más adecuada de seguir adelante. Creo que los
hermanos responsables en cada iglesia deben reunir a los que estén dispuestos y
explicarles lo que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer. Luego por un tiempo deben
orar y tener comunión en cuanto a la formación de los grupos. Esto debe ser algo aparte
de las actividades normales de la iglesia, y significa que no hacemos nada sin primero
orar. Debemos orar, tener comunión y aseguramos de que los santos interesados estén
claros. Luego debemos formar los grupos con siete u ocho miembros en cada grupo, y
también seleccionar líderes para cada grupo.
La necesidad de un
arreglo y un liderazgo
Nuestras experiencias en el pasado y nuestros experimentos en los últimos años nos han
llevado a la siguiente conclusión: aunque la vida de iglesia debe ser orgánica, por el
Espíritu, en el Espíritu y con el Espíritu, todavía existe la necesidad de algún arreglo.
Este entendimiento ha sido confirmado firmemente en los últimos siete años y medio.
Durante estos años yo he enseñado que la vida de iglesia debe ser orgánica, sin ningún
arreglo que esté bajo algún liderazgo. Sin embargo, con respecto a la práctica de la
manera ordenada por Dios, el resultado no ha sido tan satisfactorio como debiera. Esto
puede indicar que es necesario tener el liderazgo en una forma adecuada.
¿En qué principio basaremos la formación de los grupos? Nosotros no debemos formar
los grupos meramente según la situación geográfica ni la edad de los santos, y con
seguridad no debemos formarlos según nuestra preferencia. Escoger de acuerdo a
nuestro propio interés siempre trae muerte.
Al comienzo podemos formar los grupos con siete u ocho miembros. En un año cada
grupo debe duplicarse y dividirse; un grupo de dieciséis se convertirá en dos grupos de
ocho.
También necesitamos practicar la intercesión, o sea, orar los unos por los otros. La
intercesión depende de la comunión y se basa en ella. Además de la intercesión
necesitamos practicar el pastoreo y el cuidado mutuos. El pastoreo se incluye en el
cuidado del uno por el otro. Además debemos practicar la enseñanza en mutualidad.
Esta clase de enseñanza es muy parecida a la alimentación. No debe darse que un solo
hombre enseñe; más bien, debemos practicar la enseñanza mutua por medio de una
mutualidad de preguntas y respuestas. Si permitimos que solamente un hombre enseñe,
el resto no podrá profetizar. La enseñanza mutua es un fundamento de la práctica del
profetizar. En las reuniones de grupo necesitamos edificar todas estas cosas.
Se requieren aproximadamente cuatro meses para practicar todas estas cosas. Luego
practicaremos la última: salir a visitar a otros llevándoles el evangelio. Para esto
necesitamos mucha práctica. Es necesario estudiar para conocer la necesidad de la gente
y averiguar a quién debemos visitar. Necesitaremos aproximadamente cinco meses para
formar los grupos, ser adiestrados y ponerlo todo en práctica. Creo que si hacemos esto,
seremos eficaces cuando salgamos a visitar.
Si es posible guardaremos el principio de visitar personas únicamente por
recomendación. Necesitamos pedirles a los santos que nos den los nombres de sus
familiares y conocidos. Algunas recomendaciones pueden ser hechas aun por
correspondencia. Luego podemos hacer los arreglos necesarios para llamar o tener
contacto con aquellas personas que han sido recomendadas.
Aunque es algo difícil ganar la raza caucásica, usando todos estos medios creo que lo
lograremos. Nadie podrá bloquearnos. Conforme a nuestra práctica actual, es posible
que nos bloqueen aquellos que están en el cristianismo organizado. De cierto, ellos ya
nos han bloqueado en el condado de Orange. Si seguimos el camino de reunirnos como
grupos, creo que podremos saltar el bloqueo.
Introducir a los nuevos creyentes en la iglesia debe hacerse de acuerdo con la situación.
Tal vez nos parezca que algunos de los nuevos después de un corto tiempo ya estén listos
para asistir a una reunión de la iglesia. Algunos hasta pedirán venir a una reunión.
Espero que las reuniones de la iglesia sean mejoradas en gran manera. Creo que el
mover actual del Señor en la formación de los grupos inspirará y elevará la vida de
iglesia.
Para las etapas iníciales de la enseñanza en los grupos, tal vez sea beneficioso usar las
lecciones de vida (véase Lecciones de vida publicado por Living Stream Ministry). Las
cuarenta y ocho lecciones serán suficientes para un año. Para que estas lecciones sean
usadas apropiadamente en las reuniones de grupo, necesitamos mucho adiestramiento.
No debemos permitir que las reuniones de grupo se lleven a cabo sin algunas directrices;
tiene que haber cierta regulación.
Cuando el hermano Nee escribió los tres tomos de El hombre espiritual, él estaba
gravemente enfermo con tuberculosis. Escribió esos tres volúmenes en
aproximadamente un año, de 1926 a 1927. Después que terminó, estaba agotado, y a
punto de morir. La gravedad de su enfermedad se debió en parte a su labor en ese libro.
Luego un día el Señor sanó al hermano Nee; fue una verdadera sanidad divina. Hasta
donde sé, el hermano Nee raramente tenía paz mientras laboraba para el Señor; por el
contrario, él continuamente luchaba y batallaba en contra de todo tipo de problemas.
Todos los hermanos que sirven deben aprender a ser diligentes, haciendo todo con
diligencia pero sin prisa. Para servir al Señor tenemos que ser como soldados en el
servicio militar. Una vez que una persona ingresa al servicio militar, está sujeta a
reglamentos veinticuatro horas al día. Desde el momento en que se levanta por la
mañana hasta el momento en que se va a la cama por la noche, en todo es regulado. En
el recobro del Señor, si no nos ejercitamos y conducimos apropiadamente, sufriremos
daño. Con la manera en que hacemos las cosas actualmente, si el recobro fuera un
negocio, no tendríamos éxito. En el área del comercio, todo es una batalla. Sin embargo,
en el recobro puede ser que no nos demos cuenta de que estamos en una batalla. Parece
que todo lo tomamos sin preocupación. Esto no está bien. En el sentido espiritual,
debemos ser, en la obra del Señor, como aquellos que compiten en los negocios para
obtener ganancias (Lc. 19:13b).
(1)
Oración: Señor, gracias por Tu recobro en esta tierra. Pon carga en nosotros por la
oración. Danos las palabras adecuadas y sálvanos de nuestras oraciones ordinarias.
Deseamos que nuestras oraciones sean algo viviente, deseamos orar Tu oración con Tus
mismas palabras. Señor, límpianos con Tu preciosa sangre y úngenos con Tu ungüento
para que te podamos disfrutar. Tú eres el verdadero avivamiento que causa una
aspiración diaria en nuestro interior por ser avivados. Señor, te rogamos que estimules
nuestros espíritus, y también queremos avivar nosotros el fuego en nuestros espíritus.
Después de los tiempos de los apóstoles, la iglesia llegó a ser anormal. Esta es la razón
por la cual debemos tomar medidas para formar los grupos vitales. Hoy en día la iglesia
está por debajo del nivel normal. El hermano Nee dio una serie de mensajes que fueron
publicados en un libro titulado La vida cristiana normal. El dio estos mensajes con el
objeto de elevar al nivel normal la condición de los cristianos. Si un cristiano es elevado
y vive una vida al nivel descrito en los mensajes del hermano Nee, ya no será anormal
sino un cristiano normal. Debemos admitir honestamente y con arrepentimiento que la
situación de nuestra iglesia está por debajo del nivel normal. Por lo tanto, debemos
hacer algo para elevar el nivel de la vida de iglesia.
El asunto del aumento ha llegado a ser un problema molesto entre nosotros. Por un
largo período la tasa de crecimiento entre nosotros ha sido muy baja, especialmente
entre los estadounidenses típicos. Estados Unidos fue formado principalmente por
caucásicos del norte de Europa. Estos caucásicos pueden ser considerados los
estadounidenses típicos. Cuando yo vine a los Estados Unidos por primera vez, no tenía
ninguna intención de trabajar entre la población china. El Señor me había dado la
comisión de traer Su recobro a este país, y determiné no establecer una obra particular
entre la población china.
Sin embargo, hoy en día la situación de las iglesias ha sido dañada. Cuando yo empecé a
trabajar en los Estados Unidos, dos tercios de los santos eran caucásicos y un tercio era
de otras razas. Esa situación era muy normal. En 1970 unos trescientos santos
emigraron de Los Ángeles a varias ciudades grandes en los Estados Unidos. Aquellas
migraciones fueron un éxito prevaleciente. Antes de empezar las migraciones, los que
estaban fuera del recobro nos prestaban poca atención. Pero dos años más tarde, en
1972, el número entre nosotros comenzó a aumentar. Esto causó que aquellos que no
estaban en el recobro fueran provocados.
El recobro del Señor empezó en los Estados Unidos en 1962 con unos veinticinco santos
que se reunían en una casa. Ocho años más tarde, en 1970, nos reuníamos con más de
mil santos en el hotel Embassy en Los Ángeles. Este fue el año que tuvimos las
migraciones. Para el año 1972 nuestro número subió a unos mil doscientos y nos dimos
cuenta de que no podíamos continuar reuniéndonos en dicho hotel, porque nuestro
número era muy grande. Por lo tanto, nos preparamos para reunirnos en el Centro de
Convenciones de Los Ángeles, que tenía una capacidad de tres mil. El año siguiente, en
1973, nos reunimos en el Centro de Convenciones y nuestro número llegó a más de tres
mil. En esas reuniones, teníamos varios cuartos adicionales con televisores. Esto fue una
indicación de cómo el mover del Señor en Su recobro había llegado a ser prevaleciente.
En ese tiempo las personas que no estaban en el recobro fueron incitadas por el diablo y
empezaron a oponérsenos. Al principio, algunos distribuyeron volantes reproducidos en
mimeógrafo con el fin de manchar nuestra reputación, hacernos daño y difamarnos por
completo. Con el tiempo, nuestros opositores publicaron dos libros perversos, The
Mindbenders [Los torcedores de mente] y The God-men [Los Dios-hombres]. Después
que nos mudamos de Los Ángeles al condado de Orange en 1974, dos grandes
organizaciones cristianas del condado de Orange comenzaron a oponérsenos. Pero a
pesar de que respondimos públicamente a las acusaciones hechas en contra de nosotros
y logramos que los dos libros difamatorios fueran quitados de las librerías, nuestro
nombre ya había sido dañado. Hasta cierto punto nuestros opositores lograron
bloquearnos. Por aproximadamente diez años, desde 1976 hasta 1986, nos fue difícil
ganar caucásicos especialmente en el condado de Orange. La tasa de crecimiento en
otras partes de los Estados Unidos ha sido mejor, pero en el condado de Orange la tasa
ha sido muy baja. En los últimos cuarenta meses, desde abril 1989 hasta hoy, muy pocos
caucásicos han sido ganados, y un buen número de los que han sido ganados han sido
dañados por nuestros opositores.
Debemos darle gracias al Señor por haber preservado Su recobro y haber alentado a las
iglesias a seguir adelante a pesar de la confusión causada por la oposición. Aunque las
iglesias continúan bien, su condición y su moral aún no han llegado al nivel normal. Por
lo tanto, yo no estoy contento. Necesitamos salirnos de este bloqueo. No creo que
tenemos que permanecer aquí. Al contrario, creo que por la misericordia del Señor, por
Su gracia y en Su poder, hay una manera de saltar este bloqueo.
Nuestra intención al formar los nuevos grupos es tener grupos de vencedores. Esta es la
razón por la cual los grupos son llamados “grupos vitales”. Nosotros ya tenemos algunos
grupos y los respetamos, pero aún hay necesidad de que algunos grupos vitales lleven a
cabo el propósito de los grupos y que liberen nuestra carga. Los grupos que llenan los
requisitos deben estar al nivel normal revelado en la Biblia.
EL PROPOSITO: EL AUMENTO,
EL PERFECCIONAMIENTO
Y LA EDIFICACION DE LA IGLESIA
Primero, necesitamos el aumento no sólo de caucásicos sino de todas las razas. Hechos
2:46-47 dice: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las
casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor
con todo el pueblo, y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
Este es el patrón normal de la vida cristiana. En estos versículos hay varios puntos
importantes. El primer punto es “cada día”, el segundo “perseverando unánimes”, el
tercero “partiendo el pan en las casas”, y el cuarto “comían juntos con alegría y sencillez
de corazón”. Los creyentes en estos versículos no sólo disfrutaban su comida, sino que
comían juntos con alegría. Con alegría significa alabar dando gritos de júbilo. El quinto
punto es que alababan a Dios y tenían favor con todo el pueblo, y el último es que el
Señor añadía los que habían de ser salvos. El aumento proviene de esto. Si deseamos ese
aumento necesitamos tener las cosas mencionadas en estos dos versículos.
En el mover de los grupos vitales, no hay lugar para ninguno que tenga sus propios
conceptos o ideas. Todos necesitamos orar hasta que dejemos todos nuestros conceptos
y opiniones. En el mover de los grupos vitales, no hay conceptos ni ideas; sólo existe la
unanimidad. Esta unanimidad no es mi sentir ni el sentir suyo; es el sentir del Señor.
Tenemos únicamente un Señor. Por lo tanto, no debemos tener opiniones diferentes. En
el Cuerpo hay millones de miembros pero hay una sola Cabeza. No solamente hay una
Cabeza sino también un Cuerpo. Es imposible que un Cuerpo que tiene una sola Cabeza
tenga diferentes opiniones.
Efesios 4:12 nos habla del perfeccionamiento de los santos para que cada uno pueda
hacer la obra única del ministerio, la cual es edificar el Cuerpo de Cristo. Este es el
propósito del mover vital de tener los grupos.
LA NATURALEZA: ESPIRITUAL
La naturaleza de los grupos vitales es espiritual (Hch. 13:52; 4:31b). Ser espiritual
significa estar lleno del Espíritu Santo, por dentro y por fuera. Necesitamos ser llenos
cada día, cada mañana y aun cada tarde. Necesitamos orar: “Señor, lléname contigo
mismo”. La oración que acostumbro hacer cada mañana es: “Señor, gracias que pude
dormir bien y que tuve un buen descanso anoche. Gracias por mi seguridad, y gracias
por la paz. Gracias que Tú me has perdonado por medio de Tu gracia y te agradezco por
la limpieza efectuada por Tu preciosa sangre. Gracias, Señor, que esta limpieza me trae a
Tu presencia y que Tú ahora me estás ungiendo contigo mismo como el Espíritu todo-
inclusivo, quien es el ungüento compuesto. Señor, lléname ahora”. Esta oración regular
no es repetición vana. Yo como tres comidas diarias, y cada comida es una comida
regular. De la misma manera, yo oro cada día para que el Señor me llene y me sature
completamente. Todos nosotros, jóvenes y viejos, necesitamos orar de tal manera. Esto
resultará en que estemos activos, frescos y nuevos.
Yo no puedo descansar hasta que vea a los santos estimulados por el Espíritu y el fuego
en sus espíritus avivados. Todos debemos ser estimulados por el Señor, y también
necesitamos avivar el fuego de nuestro espíritu (2 Ti. 1:6). Un cristiano normal es uno
que está lleno del Espíritu. No debemos ser “llantas desinfladas”. Debemos ser un
pueblo lleno del Espíritu por dentro y por fuera, esencial y económicamente. La Biblia
nos dice que cuando el pueblo de Dios se reúne, ellos no deben venir meramente con voz
de júbilo sino que aun con una algarabía (Sal. 100:1). Cuando algunos de los santos
hablan, lo hacen en una forma muy solemne. Pero si hablaran con exultación, serían
normales. Para esto necesitamos ser llenos interiormente del Espíritu Santo.
Hechos 13:52 dice que los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. Ellos
estaban llenos del Espíritu por dentro. Después, Hechos 4:31b indica que ellos también
estaban llenos del Espíritu por fuera. En ese momento varios oraron juntos en
unanimidad. Finalmente, todos fueron llenos por fuera. Ellos volvieron a experimentar
el derramamiento del Espíritu. En Hechos, los discípulos experimentaron el
derramamiento del Espíritu una y otra vez (2:1-4; 4:31; 9:17; 10:44; 13:9; 19:6).
La condición de los grupos vitales es que nos amemos unos a otros en unidad y en
unanimidad (Jn. 13:34-35). Amarse unos a otros parece ser muy común. Sin embargo,
debemos admitir que a pesar de que nos amamos unos a otros, puede ser que no nos
amemos mucho. Debido a que nos reunimos día tras día y año tras año, con seguridad
sentimos afecto el uno por el otro, pero la condición de amarnos los unos a otros en los
grupos vitales debe ser mucho más que esto. Necesitamos amarnos unos a otros,
reuniéndonos en amor mutuo.
No sólo nos amamos unos a otros, sino que nos amamos unos a otros en unidad y en
unanimidad. En Juan 17 el Señor Jesús dijo que cuando Sus discípulos fueran uno en el
Dios Triuno, todo el mundo creería que El fue enviado por el Padre (vs. 21, 23). Así se
gana la gente. Algunas veces cuando vamos a visitar en grupos de dos o tres, los que
visitamos se den cuenta de que no hay unidad entre nosotros. Y el resultado es una falta
de impacto. Pero si dos o tres de nosotros vamos como un solo hombre, se darán cuenta
de que hay un poder dinámico entre nosotros. Será un impacto, y serán convencidos.
En Juan 13:34-35 el Señor Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros”. Al
amarnos unos a otros todo el mundo sabrá que somos los discípulos del Señor. Este es
un verdadero impacto. Sin que digamos nada, la gente se convencerá porque verá el
amor que tenemos los unos a los otros en unidad y unanimidad. En toda la tierra, en
cada sociedad todos sabemos que dondequiera que las personas se agrupan, hay luchas
y peleas. Dondequiera que hay un grupo de personas, habrá debates, argumentos y
disputas. Pero cuando otras personas están entre nosotros y somos verdaderamente
uno, se preguntarán que es lo que nos hace uno. El Señor Jesús es la persona viviente
que nos ha hecho uno. Nuestra unidad es el testimonio más firme de que somos el
pueblo de Jesús. Somos los discípulos de Aquel que nos ha hecho uno.
Estos son los términos y condiciones para que ganemos gente. Sin importar lo mucho
que otros se nos opongan, si somos tales personas, nada puede impedirnos que ganemos
el crecimiento adecuado.
COMUNION PRÁCTICA
EN CUANTO A LOS GRUPOS VITALES
Al formar los grupos, no debe haber más de siete u ocho miembros en cada grupo. A
pesar que no me gusta el asunto del liderazgo, después de muchos años descubrí por
experiencia y con la confirmación de la Biblia que sin el liderazgo nadie puede ser
agrupado con otros adecuadamente. El liderazgo es necesario. Debido a esto, el Señor
Jesús nombró a los doce apóstoles (Mt. 10:1-4; Mr. 3:13-19; Lc. 6:12-16). Después de la
ascensión del Señor, los doce apóstoles permanecieron en la tierra. La única manera en
que ellos pudieron permanecer en la tierra para ver el testimonio del Señor fue ser
agrupados orgánicamente.
El apóstol Pablo era una persona muy espiritual y actuaba de manera orgánica en todo,
pero en la práctica él nombró ancianos en cada ciudad para cada iglesia (Hch. 14:23; Tit.
1:5). Luego, en 1 Timoteo 3 él enseñó acerca del nombramiento de los ancianos y los
diáconos. Por lo tanto, según lo que hemos aprendido, los líderes son necesarios. No
debemos tener un rey, pero es necesario tener dos líderes por grupo. Dos líderes
acoplados traerán más provecho.
Nos hemos entregado totalmente al recobro del Señor. Por lo tanto, tenemos que
encontrar la manera de satisfacer las necesidades del Señor. Si no lo hacemos, le
deberemos algo al Señor. Nuestra práctica de los grupos vitales no significa que estamos
cambiando nuestra manera. Todavía confiamos en el Señor, y todavía creemos en el
Espíritu, en la Palabra y en la vida divina. Confiamos en estos tres para la edificación de
la iglesia, pero se necesita la parte humana.
Cuando Dios creó al hombre, formó su cuerpo de barro (Gn. 2:7). Ese cuerpo era una
organización, ya que en ese momento no había vida en el cuerpo. Entonces Dios sopló
en este cuerpo el aliento de vida, haciendo el cuerpo orgánico. Entonces el hombre llegó
a ser un organismo viviente. Este organismo tiene un aspecto físico y visible. Hoy en día
la iglesia como entidad tiene al Dios Triuno por dentro como el elemento orgánico, y
también tiene un arreglo exterior apropiado como su aspecto físico y visible. Aunque yo
enseñé mucho en cuanto a las reuniones de grupo, durante los últimos tres años no he
visto suficiente resultado en nuestra práctica. Después de estudios adicionales me di
cuenta de que estamos cortos por el lado físico, el de tener un arreglo práctico
apropiado.
Todas las preferencias deben ser anuladas al formar los grupos. Según nuestra
experiencia, algunos de los santos tienen una marcada preferencia a estar juntos. Sin
embargo, debemos darnos cuenta de que un grupo en particular puede estar junto por
sólo seis meses. Después de seis meses los grupos deben aumentar al grado que
necesiten dividirse en dos. Por lo tanto, debemos olvidar nuestras preferencias. En
algunos casos si un esposo y su esposa son puestos en diferentes grupos, serán
reavivados y estarán más capacitados para ayudar a otros. Necesitamos considerar todos
estos asuntos, y necesitamos aprender. En cierto sentido, en la vida de iglesia los
esposos y las esposas no son parejas sino miembros individuales del Cuerpo.
Necesitamos estar coordinados basados en el simple hecho de que somos miembros del
Cuerpo y no en las relaciones naturales que tengamos. En la casa, los esposos y las
esposas son parejas, pero en la iglesia son miembros individuales, independiente de su
estado civil. En nuestras casas disfrutamos de nuestra vida de casados, pero cuando
venimos a la iglesia, todos somos miembros del Cuerpo. En la iglesia disfrutamos de la
vida de iglesia. Este debe ser el principio que tomemos. De lo contrario, los grupos no
prevalecerán.
Es mejor que los caucásicos se agrupen con otros caucásicos. Aquellos de otras razas
pueden también ser agrupados conforme a la raza y al idioma. Además, podemos tener
un grupo general de habla inglesa, incluyendo aquellos de diferentes razas que puedan
hablar bien el inglés. Como sea posible sería mejor mantener a los caucásicos separados
para servir el propósito particular de ganar más caucásicos.
Debemos entender claramente que las reuniones de los grupos vitales no deben
interferir con la vida de iglesia actual. Respetamos y honramos la vida de iglesia actual.
Si es posible aquellos que están en los grupos vitales deben asistir a las reuniones de la
iglesia, principalmente a la mesa del Señor y a la reunión de profecía en la mañana del
día del Señor, y a la reunión de oración. Sin embargo, puede ser que no sea práctico que
aquellos que están en los grupos vitales asistan a las reuniones de grupos existentes,
porque se estarán reuniendo por lo menos una vez por semana en los grupos vitales.
Aquellos que asisten a las reuniones de entrenamiento para los grupos vitales deben ser
puntuales. Además, cuando vengan a las reuniones deben orar en forma audible. No
deben venir a las reuniones a sentarse y a permanecer callados. Tendremos mucha
oración; ésta es nuestra verdadera necesidad. En nuestra vida cristiana, nada puede
tocar nuestra vida, abrir nuestros ojos e introducirnos a la realidad de lo que Cristo es
tanto como la oración. Necesitamos orar. Entre nosotros no hay escasez de la Palabra de
Dios. Sin embargo, me molesta continuamente nuestra falta de oración. En las
reuniones de entrenamiento cada miembro debe funcionar orando. El tercer requisito
de un aprendiz es que cada uno debe hablar en las reuniones de entrenamiento.
Oración final: Señor, gracias porque podemos estar a Tu mismo nivel en Tu mover.
Señor, danos una rica bendición y envíanos la lluvia que necesitamos. Vamos a cultivar
el suelo y a sembrar la semilla. Ciertamente, necesitamos Tu lluvia, la lluvia tardía y la
lluvia temprana en su debido tiempo. Amén.
(2)
Se deben considerar muchos factores al agrupar a los santos en los grupos vitales. Uno
de los factores más importantes y difíciles que se debe considerar es el carácter de los
santos. Nuestro carácter incluye nuestra inclinación natural y nuestro temperamento,
entre otras cosas. Si la formación de los grupos se deja a los santos, sin ningún arreglo
de parte de los ancianos, puede ser difícil completar el proceso. Por eso, creo que será
mejor que los ancianos se reúnan para reflexionar sobre los santos y según eso
agruparlos. Dependiendo de la situación, algunos de los santos de mayor edad, aquellos
que tengan dificultad en participar en actividades prácticas de los grupos, podrían
formar un grupo de oración. El grupo de oración es el grupo más importante. No hay
nada mejor que la oración ni tan necesario como la oración. Los grupos formados por
los ancianos no deben ser un asunto de legalidades. Los santos deben tener derecho a
pedir algunas mejoras de acuerdo con su sentir en el Señor.
De todos los voluntarios que participan en los grupos de habla inglesa, la mayoría debe
ser caucásica. Tenemos la carga de introducir el recobro del Señor en la sociedad
angloamericana típica. Los caucásicos que son principalmente los descendientes de
inmigrantes del norte de Europa, son los estadounidenses típicos. Estados Unidos está
fundado como un país democrático en el que hay muchas razas. Muchas de las iglesias
de los Estados Unidos que están en el recobro están compuestas por personas de
diferentes orígenes raciales y étnicos que hablan inglés. Para alcanzar la comunidad
estadounidense típica, especialmente se necesitan los santos caucásicos.
Cuando vine a los Estados Unidos por primera vez, determiné no trabajar entre la raza
china. Hice todo lo posible por trabajar únicamente entre los estadounidenses locales.
En esa época la cuota de inmigración para la raza china fue fijada en ciento cinco
personas por año. Con el tiempo, la cuota de inmigración fue modificada y se le dio a los
chinos una cuota de veinte mil al año, diez mil para Taiwán y diez mil para la China
continental. Como resultado, millares de chinos vinieron a los Estados Unidos: algunos
de ellos eran de las iglesias de Taiwán. Todavía, vacilé en encargarme de la obra entre
los de habla china, porque me di cuenta de que si hubiera más caras chinas en las
reuniones, eso podría desalentar los caucásicos presentes. En 1983, el hermano
Abraham Chang, se dio cuenta de la situación, vino a mí y me dijo que necesitábamos
cuidar de los santos de habla china porque muchos habían venido a los Estados Unidos,
y muchos se estaban perdiendo por la falta de cuidado. Por lo tanto, desde ese año yo
empecé a cuidar de los santos de habla china. No obstante, al hacer esto hubo un
aumento entre la población china, pero perdimos en la comunidad estadounidense.
Desde ese día hasta hoy la tasa de crecimiento entre la raza caucásica ha disminuido.
Es mejor reunir los santos caucásicos en grupos caucásicos de habla inglesa para las
reuniones de grupos. Los restantes de habla inglesa pueden reunirse en los grupos
generales de habla inglesa. En cuanto a los de edad avanzada, sería bueno que ellos
intercedieran por los grupos. Si ellos son fieles, yo propondría que todos ellos oraran
una hora diaria especialmente por los grupos. Esto es una necesidad. Todos los
miembros de los grupos deben orar. Necesitamos mucha oración.
El número de santos que hay en las iglesias de los Estados Unidos es aún relativamente
pequeño, pero debido a que el recobro ha estado en los Estados Unidos por treinta años,
podríamos pensar que las iglesias de este país son bastante viejas. Cuando algo envejece,
ya no está tan vivo, activo y alerta en sus sentidos. Aun aquellos que han estado en la
vida de iglesia durante poco tiempo no pueden evitar la tendencia al envejecimiento que
existe en el medio ambiente de las iglesias.
Aquellos que participan en los grupos vitales deben considerarse algo nuevo. Todos
nosotros necesitamos orar pidiéndole al Señor de modo absoluto que El nos conceda un
nuevo comienzo. Aunque hemos tenido reuniones de grupo en el pasado, yo no
considero que hayan estado al nivel del Señor. Lo que necesitamos son grupos “vitales”,
grupos que tengan vida y energía. Todos tenemos que buscar ser renovados. Basados en
nuestra experiencia pasada, tal vez creamos que sabemos cómo asistir a las reuniones de
grupo, pero en realidad, no lo sabemos. Sólo sabemos cómo tener reuniones de grupo en
una forma natural. Por ejemplo, una sección de las reuniones de grupos vitales es la
comunión. La palabra comunión puede sernos muy familiar, pero muchos de nosotros
no sabemos tener comunión. Algunos ni siquiera conocen el significado de la palabra
comunión en la Biblia. En nuestra práctica de los grupos vitales, practicaremos
comunión de acuerdo con la manera bíblica. Nuestra práctica será enteramente nueva.
Aun la forma en que cantamos los himnos debe ser renovada. Nuestra manera actual de
cantar los himnos es anticuada. La Biblia dice que los himnos son buenos no sólo para
cantar sino también para hablar. En Efesios 5:19 Pablo dijo que debemos hablar entre
nosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales. Allí él no mencionó cantar sino
hablar.
El llamado de los vencedores es la última exigencia que el Señor hace en toda la Biblia.
En la Biblia el Señor requirió muchas cosas primero de la humanidad, luego de Su
pueblo elegido, y después de la iglesia. Sin embargo, el Señor no obtuvo lo que Él quería
de esos tres grupos. Finalmente, en Apocalipsis 2 y 3 el Señor hizo un llamado a los
vencedores. Hoy el Señor necesita vencedores. En el libro de Jueces, Gedeón fue
levantado para hacerse cargo de la lucha por el pueblo de Dios. Cuando Gedeón hizo el
llamado tocando el cuerno, treinta y dos mil hombres respondieron (6:34-35; 7:3b).
Entonces Dios le dijo a Gedeón que eran muchos (7:2). Gedeón le dijo a los temerosos
que se volvieran, y veintidós mil se retiraron, dejando allí diez mil (v. 3). Entonces Dios
dijo a Gedeón que todavía eran muchos (v. 4a). Dios le mostró a Gedeón una manera de
probar al pueblo a fin de determinar a quién escogería Dios y a quién rechazaría. La
manera que Dios utilizó fue la de observar cómo los hombres cuidaban de sus
necesidades. La comida, la bebida y el vestido son las cosas básicas de nuestras
necesidades diarias. Gedeón los guió al agua y permitió que bebieran (vs. 5-6). De los
diez mil, sólo trescientos bebieron parados junto al río llevando el agua con la mano a su
boca. Estos fueron los que Dios usó para Su ejército. El resto de los hombres se
arrodillaron para beber. Ellos cuidaron más sus necesidades que las necesidades de
Dios, y Dios los mandó de regreso.
En 1986 yo toqué la trompeta, como lo hizo Gedeón, en el entrenamiento de los
ancianos (véase Entrenamiento para ancianos, libro 7: Ser unánimes para el mover del
Señor, publicado por Living Stream Ministry). Yo les dije a los hermanos que la razón
por la cual yo tenía una carga pesada era que por más de diez años la tasa de crecimiento
se había mantenido casi igual. Yo estaba desesperado y sentía la urgencia de estudiar la
situación. Esto es un asunto de vida o muerte. En ese entonces yo hice un llamado a los
vencedores para el Señor. Después de seis años, hemos progresado muy poco, por lo
tanto, hoy en día estoy tocando la trompeta de nuevo. Para responder al llamado del
Señor, todos necesitamos estar desesperados.
En 2 Timoteo 2:4 Pablo dice: “Ninguno que sirve de soldado se enreda en los negocios
de esta vida”. Los negocios de esta vida están relacionados con nuestras necesidades.
Necesitamos sacrificar algo para el Señor. Si continuamos haciendo lo mismo que
hemos estado haciendo por estos últimos quince años, con seguridad que no vamos a
tener aumento. No se nos abrirán muchas puertas de personas caucásicas. Si éste es el
caso, seremos inferiores a dos grupos heréticos, los mormones y los testigos de Jehová.
A pesar de que estos dos grupos son heréticos, han tenido un aumento notable durante
estos últimos cincuenta años. Ellos lograron esto por medio de tocar puertas, sin
embargo algunos entre nosotros han informado que aunque tocar puertas dé resultado
en Taiwán y en la comunidad hispana de los Estados Unidos, no dará resultado entre la
comunidad caucásica. Es posible que tocar puertas no le dé resultado, pero tal vez sí dé a
otros. Todo depende de si lo hacemos o no, y también depende de cómo lo hacemos.
Necesitamos cuidar de la exigencia del Señor, de los requisitos del Señor, mucho más
que de nuestras necesidades. En 1937 el hermano Nee dio un ejemplo del
arrebatamiento en la venida del Señor. Una hermana le preguntó al hermano Nee acerca
del arrebatamiento. Esa hermana tenía una hija que era un tesoro para ella. El hermano
Nee le dijo que cuando viniera el Señor Jesús, si ella preguntaba: “¿Dónde está mi
hija?”, ella se perdería el arrebatamiento. Si amamos algo y nos ocupamos más en eso
que en los intereses del Señor, cuando El venga, nos perderemos el arrebatamiento.
Si queremos ser vencedores, tenemos que tratar con nuestro carácter. El carácter es la
causa principal de la muerte espiritual entre el pueblo del Señor. Muchos santos
queridos, amados y fieles han sido anulados espiritualmente por su carácter. Ellos
debían ser muy útiles al propósito del Señor, sin embargo, muchos han sido anulados,
no por el pecado ni la concupiscencia, sino por su carácter. Nosotros buscamos al Señor
según nuestro carácter. Hacemos cosas por el Señor y para el Señor, pero las hacemos
según nuestro carácter. Debido a esto, hemos sido anulados. Al Señor no le importan
nuestros gustos.
Muchas personas han preguntado porque Dios trató mal a Job. En realidad, Dios no
trató mal a Job. Sin embargo, tal vez parezca que el Señor trató mal a Pablo. En 1
Corintios 15:32 Pablo dijo que él peleó con fieras salvajes (las cuales representan a
personas y asuntos malos) en Efeso. Por lo tanto, de acuerdo con esta metáfora, el Señor
tiró a Pablo a las fieras salvajes en el anfiteatro. Parece que el Señor hubiera tratado a
Pablo cruelmente.
Después de que Job sufrió por algún tiempo, Dios lo prosperó de nuevo, dándole el
doble de lo que tenía anteriormente (Job 42:10-17). Dios le quitó a Job todo lo que tenía.
Finalmente, lo bendijo doblemente. Esto puede llevar a algunos a la conclusión de que
Dios es un Dios de bendición. Sin embargo, tenemos que considerar el caso de Pablo.
Parece que Dios no bendijo a Pablo en ninguna forma. Si nos parece que Dios no nos
bendice, ¿seguiríamos siendo cristianos? Parece que sólo un tonto sería un cristiano así.
Sin embargo, durante las edades muchos han sido “tontos”, dispuestos a sacrificarse por
los intereses del Señor.
En un país cristiano como lo es Estados Unidos hay muchas obras cristianas. Según
estadísticas recientemente publicadas, de doscientos treinta millones de
estadounidenses, ciento treinta millones profesan ser cristianos. No obstante, yo
pregunto si el Señor Jesús está satisfecho con el cristianismo de hoy. ¿Puede el
cristianismo de hoy edificar la novia para las bodas de Cristo? Casi todos los cristianos
de hoy han sido narcotizados. Muchos creyentes hoy día no tienen una mente sobria con
una visión espiritual clara. Yo no creo que la novia incluirá un gran número de
creyentes. La novia, que llegará a ser el ejército de Cristo para vencer al anticristo (Ap.
19:7-9, 14-15, 19-21), no estará compuesta de millones de creyentes. ¿Cuántos de entre
las denominaciones podrían ser contados como parte de la novia de Cristo? También
necesitamos preguntar: ¿Cuántos en el recobro del Señor serán contados? Finalmente,
nos tenemos que preguntar: “¿Seré contado yo cuándo El venga?”. Este es un asunto
muy serio. Ciertamente, El viene; la situación mundial indica esto evidentemente. Por lo
tanto, todos necesitamos estar advertidos.
Después de ser preparados por el entrenamiento durante varios meses, seremos los
nuevos grupos vitales. Entonces podemos ser enviados a visitar gente para la
predicación del evangelio. No debemos confiar en el cristianismo de hoy para nada.
Aunque prediquen a Jesucristo y aun hablen con respecto al Dios verdadero, muchos
cristianos tienen muy poco de la realidad de Dios y de Cristo en su vida diaria. Más aún,
muy pocos en el cristianismo saben algo en cuanto a la economía eterna de Dios, el
tribunal de Cristo, y el juicio de la ramera, la Iglesia Católica Romana, por el anticristo
con sus diez reyes (Ap. 17:16). Todo el cristianismo está narcotizado, y nosotros también
lo estamos por la influencia del cristianismo a nuestro alrededor. Necesitamos vencer
esta situación. La situación actual de la religión está llena de microbios y es muy
contagiosa. Esta es la razón por la cual tengo la carga de preparar un grupo de santos
para que traigan a los nuevos a la vida de iglesia y que los guarden de la contaminación y
de la profanación de la religión.
Yo animo a todos a que oren privadamente, y pidan al Señor que les muestre todos los
asuntos en la Biblia en cuanto a Su economía. Necesitamos darnos cuenta de que
nuestra situación actual no puede satisfacer la necesidad del Señor. Necesitamos un
nuevo comienzo; luego podemos salir y ganar nuevos creyentes, los cuales no se
contaminarán con los microbios contagiosos del cristianismo de hoy.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE NUEVE
(3)
Para los grupos vitales, lo primero es nuestra oración. Por lo tanto, el primer asunto
tratado en este entrenamiento será adiestrar a los miembros de los grupos vitales a orar
de una nueva manera para suplir la nueva necesidad. Primero, no debemos repetir
nuestras viejas oraciones. Nuestro modo de orar se ha convertido en una rutina; semana
tras semana oramos de una manera monótona, repitiéndole al Señor las mismas
oraciones. Esa clase de oración no es genuina. Cuando oremos, debemos simplemente
decirle al Señor de una manera directa lo que queremos: “Señor, queremos ser avivados.
Estamos muertos y fríos. Queremos ser fervientes”. Es suficiente decir esto. En la Biblia
no encontramos ejemplos de oraciones de repeticiones monótonas. En Lucas 18:41 el
Señor Jesús le preguntó al ciego: “¿Qué quieres que te haga?”. Y él dijo: “Señor, que
reciba la vista”. Y Jesús le dijo: “Recíbela”, y al instante el ciego recibió la vista (vs. 42-
43). En la reunión de la mesa del Señor podemos orar: “Señor Jesús, Tú eres hermoso.
Tú eres señalado entre diez mil; te amo Señor”. Esto es suficiente. No hay necesidad de
orar largas oraciones en las cuales enseñamos, explicamos y disertamos acerca de las
Escrituras ante el Señor.
Todos necesitamos orar. Nadie debe excusarse diciendo que no tiene carga para orar.
¿Cómo es posible que seres humanos no tengan carga para orar? Todos necesitamos a
Dios. Si necesitamos respirar, necesitamos orar. Necesitamos orar tanto como respirar.
Casi todos comen tres comidas diarias sin tener ninguna “carga” especial. Por lo tanto,
no debemos excusarnos diciendo que no tenemos carga para orar.
Al orar en cuanto a llevar fruto, algunos santos han orado: “Gracias Señor, Tú eres la vid
y nosotros los pámpanos. Tú eres El fructífero. Te ordenamos a que engendres fruto en
nosotros”. No hay necesidad de decirle al Señor que El es la vid y nosotros los
pámpanos. No hay necesidad de esta clase de explicación. Simplemente podemos orar:
“Señor, estamos muy estériles. Rechazamos nuestra esterilidad. Líbranos de este
pecado”, o: “Señor, perdóname; yo no llevo fruto. Señor, ten misericordia de mí. Pon
carga y presióname para que lleve fruto”.
Necesitamos aprender otra vez a orar. Hemos sido dañados por la condición de la iglesia
y hemos adquirido muchos malos hábitos, pero nosotros creemos que son buenos. Sin
embargo, la manera a la que estamos acostumbrados no es buena. Hemos estado orando
de esta manera por años. ¿Cuál ha sido el resultado? En el transcurso de un año tal vez
no engendremos diez frutos permanentes. En la profecía de Hageo, hablando por el
Señor, él le dijo al pueblo de Dios: “Considerad vuestros caminos” (1:5, 7). Ciertamente
necesitamos considerar de nuevo nuestros caminos.
Antes de abrir nuestra boca para orar, debemos considerar cuidadosamente lo que
vamos a decir. No debemos orar de una manera rutinaria. Cuando digamos: “Señor
Jesús, te alabo”, debemos decirlo de corazón. En vez de decir: “Señor, te alabo”, tal vez
el Señor nos dirija a decir: “Señor, simplemente te adoro”. Cuando decimos que
adoramos al Señor, debemos decirlo de corazón. Con frecuencia cuando algunos santos
comienzan a profetizar, dicen: “Alabado sea el Señor” varias veces. Esto es un mal
hábito. No tiene significado y realmente desperdicia el tiempo. Les suplico que reciban
mi palabra en cuanto a su oración.
Ahora estamos desesperados con el Señor en tener un nuevo comienzo para empezar
nuevamente edificando los grupos vitales. Debemos darnos completa cuenta de que la
iglesia como el Cuerpo de Cristo es sin duda alguna el grupo de los creyentes de Cristo
quienes han sido salvos por Su salvación dinámica. Creo que desde el primer día, la
salvación que recibí fue dinámica. Fui salvo dinámicamente. En aquel entonces dejé el
mundo. Le dije al Señor que no quería nada del mundo. Sencillamente deseaba seguirle,
tomar una Biblia y viajar por todas las villas y predicarle. Desde aquel día hasta ahora
nunca he cambiado. Había en mí una motivación dinámica y ha estado en mí siempre.
Aun hoy estoy aquí, con una carga laborando por los intereses del Señor.
Otra vez quisiera decir que la iglesia es un grupo de personas que Dios ha salvado
dinámicamente. Necesitamos estar continuamente bajo esta motivación dinámica. Un
verdadero cristiano, un vencedor, es aquel que está constantemente bajo una motivación
dinámica. Tenemos que orar para recobrar esto.
En Juan 17:19-21 el Señor Jesús oró: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que
también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;
como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste”. Todos somos miembros del Cuerpo de Cristo. Como
tales, debemos tener la verdadera unidad. Indudablemente somos uno. No obstante,
aunque actualmente aún estamos en el recobro y en la unidad, debemos darnos cuenta
de que la unidad entre nosotros no es una unidad viviente. Nuestra unidad no es una
unidad operante. Somos uno, pero usted es usted, y yo soy yo. La unidad entre nosotros
es una unidad adormecida, una unidad que duerme. Nuestra unidad debe ser muy
activa. La unidad genuina causará que entremos en acción cuando nos enteremos de las
necesidades que haya entre los santos en el Cuerpo. La verdadera unidad es una unidad
activa y actuante.
Somos uno, pero a lo mejor no conocemos bien a los ocho miembros del grupo. Eso no
es la unidad viviente. En Juan 17 el Señor dijo que si tenemos esta unidad, la gente del
mundo creerá que Cristo es Aquel que el Padre envió (vs. 21,23). Esto indica que cuando
visitemos a otros, ellos se darán cuenta de que nosotros somos uno. Se darán cuenta de
que en nosotros hay algo celestial, algo divino que la gente del mundo nunca podrá
tener. Las personas mundanas no pueden ser uno, sin embargo, nosotros somos uno en
una manera viviente, de tal manera que nuestra unidad es expresada y otros la pueden
percibir. Cuando tienen contacto con nosotros, pueden percibir que tenemos la unidad.
El remedio para nuestra condición es acordarnos que somos un problema para la iglesia.
Todos somos un problema. Es posible que nuestras oraciones hayan ofendido por años a
los santos. Siempre debemos recordar que somos un problema. Por lo tanto, cuando
venimos a las reuniones, debemos venir llenos de oración. Mientras conducimos un
automóvil, deberíamos orar: “Señor sálvame de mis hábitos. Señor esta noche yo voy a
la reunión de comunión; dime en qué debo tener comunión con los hermanos”. El Señor
es viviente. El no le dirá lo que debe hacer, pero sí lo inspirará. Cuando usted llegue a la
reunión, quizá lo guíe a decir: “Alabado sea el Señor. Hoy estoy muy contento
hermanos”. Este es un buen comienzo para la comunión. Otro hermano cerca de usted
puede preguntar: “¿Hermano puede decirme por qué está tan contento hoy?”. Usted
puede responder: “Simplemente estoy contento por causa del Señor, porque hoy El me
corrigió. Por ahora sólo le puedo decir esto. En otra oportunidad le contaré más. ¿Y qué
de usted? ¿Está contento con el Señor?”. Esta es la forma de tener una comunión
viviente.
EL ENTRENAMIENTO PARA
VISITAR CON EL EVANGELIO
Todos debemos aprender por medio del entrenamiento. Si vamos a visitar a la gente,
debemos conocer las clases de personas que hay en el mundo y saber qué decir a cada
clase de persona. Si aprendemos esto, con seguridad nuestra visita será eficaz.
Aquellos que están en los grupos necesitan pasar tiempo con su grupo para practicar lo
que han escuchado: la oración, el verdadero avivamiento interior, y la comunión. Esto
afectará su asistencia a las reuniones. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para
que podamos tener un avivamiento verdadero en El y por Su Espíritu.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DIEZ
(1)
Lectura bíblica: 1 Co. 5:6-7a; Lv. 2:1-13; Mt. 16:24; Fil. 2:2; Ef. 4:3; Hch. 1:14; 4:24;
Nm. 6:1-4; Ap. 2—3; Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9; 1 Ts. 2:7; Ef. 4:12-13; 1 Co. 14:1-5, 23-26, 31,
39a
LA UNIDAD Y LA UNANIMIDAD
Hay dos cosas cruciales a las cuales tenemos que prestar atención en el Nuevo
Testamento: la unidad y la unanimidad. En el Nuevo Testamento la unidad entre los
creyentes se menciona por primera vez en Juan 17. En ese capítulo el Señor Jesús trata
de la unidad en Su oración. La oración del Señor en Juan 17 vino después de Su discurso
en Juan 14—16, en donde El divulgó el misterio de la Trinidad Divina. No hay en toda la
Biblia una revelación más alta y profunda de la Trinidad Divina que la revelación que el
Señor Jesús dio en esos tres capítulos. Después de que el Señor completó Su obra en
esta tierra en Su contacto con los discípulos, El estaba listo para morir en la cruz. Fue en
ese momento cuando El oró al Padre. La oración que hizo fue muy particular. Ningún
ser humano podría haber ofrecido tal oración. En Su oración al Padre, El usó la palabra
nosotros, refiriéndose a El mismo y al Padre, incluyendo también al Espíritu (vs. 11, 21-
22). En los versículos 20-21, El dijo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también
por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como
Tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste”. Aquí el Señor oró para que todos Sus creyentes fuesen
uno “en nosotros”, o sea, en la Trinidad Divina. Esta es la unidad genuina. La unidad
genuina es simplemente la mezcla del Dios Triuno con Sus creyentes. Esta unidad es
también el Cuerpo de Cristo, pues el Cuerpo de Cristo es la mezcla del Dios Triuno
procesado y consumado con Sus creyentes.
En Mateo 18:19-20 el Señor dijo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de
acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre
que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos”. Aquí el Señor dijo que si Sus discípulos oran en
unanimidad, su oración será ciertamente oída y respondida.
Ahora necesitamos preguntar, ¿qué es unanimidad? La unanimidad parece ser menos
importante que la unidad. Aparentemente, la unidad es una gran cosa, mientras que la
unanimidad es menos importante. Es fácil definir la unidad: la unidad es el Dios Triuno
mezclado con todos Sus creyentes, y esta unidad es simplemente el Cuerpo de Cristo.
Sin embargo, es difícil definir la unanimidad.
En la actualidad algunos cristianos tal vez digan que tienen unidad. He oído a algunos
pastores decir que mientras todas las denominaciones tengan un Dios, un Salvador, un
Cristo, y una Biblia, son uno. Según su concepto, las denominaciones no son divisiones;
son meramente medios utilizados por los cristianos para llevar a cabo su obra. Según su
forma de ver, las denominaciones son como los diferentes tipos de vasijas y utensilios
que la gente usa para comer. Ellos alegan que si hay diferentes clases de utensilios, como
palillos chinos, tenedores y cucharas, que éstos no dividen a la gente, tampoco las
denominaciones dividen a los cristianos. Temo que algunos de los santos en el recobro
no puedan refutar esta clase de argumento. Después de escuchar tal argumento, quizá
sean sometidos y admitan que las denominaciones no son divisivas. Tal vez aquellos que
están en las denominaciones vuelvan la cuestión a nosotros y nos pregunten: “¿No son
ustedes una división? Antes de que Watchman Nee y Witness Lee estuvieran en esta
tierra, tal vez habrá habido mil cien divisiones, pero ahora ustedes en las iglesias locales
se han convertido en una más. Ahora hay mil ciento una divisiones en la tierra”. Parece
difícil responder a tal argumento.
Mi respuesta para ellos es la siguiente: “Sí, es posible que ustedes tengan la unidad, pero
¿tienen el grano? ¿Tienen la unanimidad? Las familias que usan tenedores y palillos
chinos para comer también usan los mismos utensilios para pelear entre ellos. Tal vez
tengan unidad, pero ¿dónde está la unanimidad?”. Algunos en las denominaciones
podrían volver la pregunta a nosotros: “¿Tienen unanimidad entre ustedes?”. Si
examinamos nuestra situación, tendremos que admitir que hasta ahora estamos
deficientes con respecto a la unanimidad.
Si entre los que están en un grupo no hay unanimidad, ¿qué puede hacer el Señor con
ellos? Es por ello que siento una carga tan pesada en cuanto a los grupos vitales. Para mí
es muy claro que la unanimidad entre nosotros aún no es plena ni completa. Por lo
tanto, en un sentido, le es difícil al Señor moverse libremente entre nosotros. Si no
estamos en unanimidad, Dios no puede responder a nuestras oraciones. Si Dios no
puede responder a nuestras oraciones, ¿qué puede hacer con nosotros? Sin la
unanimidad, es difícil que la salvación dinámica de Dios logre salvar, convertir y
regenerar a las personas. Es por ello que nuestra falta de unanimidad es una
enfermedad muy grave. Hemos estado enfermos por muchos años, y pareciera como si
no nos hubiésemos dado cuenta de nuestra enfermedad. Es posible que asistamos a las
reuniones, alabemos al Señor y profeticemos, pero tal vez hagamos todas estas cosas sin
estar conscientes del hecho de que nuestra unanimidad no es la adecuada.
Aunque he estudiado la Biblia por muchos años, sólo hasta hace poco pude ver que la
unidad es como el cuerpo, y la unanimidad es como el corazón del cuerpo. Nuestra
enfermedad no es como una enfermedad que afecta al cuerpo externamente, sino como
una enfermedad que lo afecta interiormente, es decir, que afecta el corazón. Les digo la
verdad franca y sinceramente, tal como el Señor me ha mostrado y con una conciencia
pura. Necesitamos saber cuál es nuestra enfermedad. Nuestra enfermedad es que
nuestra unanimidad no es adecuada. Por lo tanto, guardamos la unidad con un
“corazón” enfermo. En los últimos cuatro o cinco años esta malsana unidad ha sido
dañada por los disidentes. A ellos ni siquiera les interesa la unidad. Nosotros todavía
estamos aquí en pro de la unidad; sin embargo, en nuestro interior la unanimidad sigue
siendo deficiente. Es por esto que se le hace difícil al Señor responder a nuestras
oraciones, especialmente en cuanto a llevar fruto para el incremento del recobro del
Señor. Por esta razón, necesitamos humillarnos ante El.
La agrupación de los santos en los grupos vitales tiene como fin que seamos recobrados,
y ser recobrados significa ser sanados, curados. Estamos enfermos; por tanto,
necesitamos la sanidad. La sanidad que necesitamos es agruparnos unánimes. La
manera de atacar la enfermedad que está entre nosotros es tener los grupos vitales.
Nuestra comunión no debería ser solamente íntima sino también detallada. Tal vez nos
conozcamos unos a otros, pero tal vez no nos conozcamos en detalle. Si tal es el caso, no
podemos decir que tenemos una comunión completa unos con otros. En los grupos
vitales los miembros primero necesitan conocerse unos a otros íntima y completamente.
Para tener una comunión íntima y completa tenemos que ejercitar nuestro espíritu.
Siempre que digamos algo en comunión, necesitamos ejercitar el espíritu. Según he
observado, algunos santos tienen la enseñanza del ejercicio del espíritu, pero en la
práctica no tienen la realidad. Para tener una comunión apropiada necesitamos ejercitar
nuestro espíritu orando mucho y minuciosamente. En los grupos vitales necesitamos
tener comunión acerca de nuestro estado, nuestra condición espiritual y nuestra
situación presente en el Señor y con El.
Necesitamos desarrollar una intimidad con todos los miembros del grupo. Para hacer
esto, una hermana puede llamar a otra durante el día y pasar algunos minutos en
contacto y comunión. Si nos amamos unos a otros, siempre sentiremos que nos
extrañamos. Si nos comunicamos así mutuamente, veremos la diferencia. Seremos
reavivados y estimulados a amar al Señor. Nuestros corazones también se ablandarán
unos para con otros, y podremos recibir algo los unos de los otros.
El Señor Jesús edificó la unidad entre Pedro, Juan, Jacobo y todos los demás que lo
siguieron por tres años y medio. Ellos dejaron sus familias, sus redes, sus barcas y sus
trabajos para seguir sólo al Señor cada día. Los que no siguieron a Jesús habrán pensado
que aquello era una pérdida de tiempo. Según su punto de vista, a dónde El iba, las
personas que lo seguían no hacían nada. Parecía que el Señor no hacía nada, pero en
realidad El entrenó a Sus discípulos por tres años y medio. Cada día que El hablaba, los
entrenaba. Cuando no hablaba, seguía entrenando a Sus discípulos. Su silencio era
también una especie de entrenamiento. Al final de los tres años y medio, cuando el
Señor Jesús subió a Jerusalén para morir, mientras iban en camino, Jacobo y Juan y los
doce estaban discutiendo acerca de quién se sentaría a la derecha y a la izquierda del
Señor en Su reino (Mt. 20:20-24). Parece que no ganaron nada durante esos tres años y
medio; pero algo fue edificado dentro de ellos. Después de ser testigos de la muerte,
resurrección y ascensión del Señor, fueron personas diferentes. Había entre ellos
comunión, unidad y unanimidad. En ese momento estaban listos, calificados,
preparados y equipados para recibir al Dios derramado sobre ellos. El derramamiento
del Espíritu en el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4) fue el acontecimiento más grande que
jamás haya ocurrido en el universo. Ni la creación de los cielos y de la tierra fue algo tan
grandioso. El Dios Triuno se derramó sobre esta gente que estaba en unidad y en
comunión y que tenía la unanimidad genuina. Desarrollar tal unanimidad no es una
cosa fácil. Mi intención es desarrollar esta unanimidad a través de los grupos vitales en
los próximos meses.
El Nuevo Testamento nos dice, primero, que somos granos de trigo. En Juan 12:24 el
Señor Jesús era el único grano. Por medio de Su muerte y resurrección El liberó Su vida
impartiéndola a nosotros, y así nos hizo los muchos granos. Esto es muy bueno. No
obstante, el Nuevo Testamento luego dice que como granos, finalmente necesitamos ser
hechos una sola masa (1 Co. 5:6-7a). Para hacer una masa es necesario mezclar,
“compenetrar”, granos de trigo; pero antes de ser “compenetrados”, los granos necesitan
ser molidos hasta ser harina fina.
El Nuevo Testamento también nos dice que con el tiempo todos nos convertiremos en
un solo pan (1 Co. 10:17). En un sentido, los granos, la harina fina, y la masa no son nada
hasta que se convierten en un pan. Después de que nos convertimos en un pan,
significamos algo y somos algo en las manos del Señor. El pan es el grupo. En la mesa
del Señor, a menudo alabamos al Señor por el pan, pero en realidad quizá no seamos un
pan. Muchos de los santos entre nosotros tal vez nunca hayan sido molidos o
quebrantados. Aunque somos granos, puede ser posible que nunca hayamos sido
quebrados o molidos hasta ser harina fina. Por el otro lado, es posible que estemos
quebrantados, pero tal vez nunca nos hayamos compenetrado. Entonces, estamos muy
lejos de ser un pan. Para llegar a ser un pan es preciso que seamos compenetrados en los
grupos. El pan es el grupo.
Para ser compenetrados, también necesitamos la sal, o sea, la muerte de Cristo, para
matar todos los microbios que hay en nosotros. Necesitamos darnos cuenta que tenemos
muchos microbios en nuestro ser. Todos estos microbios deben ser matados por la
muerte de Cristo. Luego, también necesitamos estar en la resurrección de Cristo. En la
compenetración necesitamos experimentar al Espíritu como el aceite, y también
necesitamos pasar por las experiencias de la muerte de Cristo y la resurrección de
Cristo. Si por la misericordia del Señor podemos experimentar tal compenetración,
seremos absolutamente diferentes de lo que somos hoy. No es suficiente juntar gente y
decirle que son un grupo. Eso se hace muy rápidamente. El grupo apropiado en el cual
los miembros se han compenetrado de manera adecuada requiere tiempo.
También necesitamos negar nuestro yo, nuestros hábitos y nuestra vieja manera de
actuar (Mt. 16:24). Esto nos proporcionará la manera de ser compenetrados.
Además, necesitamos amar a todos los miembros de nuestro grupo con un amor
imparcial. Es común que prefiramos a ciertos santos. Esto demuestra que no amamos a
todos los santos por igual. Filipenses 2:2 dice que debemos tener un mismo amor por
todos los santos.
Para edificar los grupos vitales, necesitamos guardar la unidad del Espíritu, o sea, la
unidad del Cuerpo, en la unanimidad conforme al deseo del Señor con mucha oración
minuciosa (Ef. 4:3; Hch. 1:14; 4:24). Sin la unanimidad no podemos guardar la unidad.
La unanimidad es el corazón, el meollo, de la unidad.
Para guardar la unidad del espíritu necesitamos condenar todos los conceptos que
exaltan el yo y dejar todas las opiniones divisivas. Todos tenemos tendencia a exaltarnos
a nosotros mismos. Algunos de los santos se sientan confiados de que son más
conocedores y pueden hacer las cosas mejor que los ancianos de la iglesia, lo cual indica,
que se exaltan a sí mismos. Cada miembro de la iglesia, sea viejo o joven, tiene
conceptos que exaltan el yo. Todo aquel que tenga dichos conceptos ciertamente tiene
opiniones. Todos tienen una opinión. Debemos condenar todos los conceptos que
exaltan el yo y dejar las opiniones divisivas.
Para guardar la unidad del Cuerpo en la unanimidad, necesitamos negar todas las
preferencias y no hacer caso de los gustos personales. Las hermanas son a menudo más
notorias en cuanto a los gustos personales que los hermanos. Nuestras preferencias y
gustos personales son un gran impedimento para guardar la unidad del Cuerpo.
Finalmente, para guardar la unidad del Espíritu, necesitamos seguir la dirección del
Espíritu y respetar el sentir de los demás miembros. Sin importar nuestro punto de vista
u opinión, deberemos seguir siempre el Espíritu. Debemos volver al espíritu para seguir
la dirección del Espíritu Santo quien está dentro de nosotros, y debemos respetar el
sentir de los demás y cuidar del mismo.
CONSAGRARNOS CORPORATIVAMENTE
COMO NAZAREOS AL SEÑOR
ORANDO MUCHO Y MINUCIOSAMENTE
Para la edificación de los grupos vitales, necesitamos ser vencedores en esta era orando
mucho y en detalle. Según el principio del Nuevo Testamento, todos los creyentes son y
deberían ser vencedores (1 Jn. 2:13, 14; 4:4; 5:4-5), pero la mayoría se ha degradado.
Entonces, en las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3 el Señor llamó a los vencedores.
Conforme al llamado del Señor en
Sus últimas palabras a los santos de las iglesias
Necesitamos ser vencedores en esta era orando mucho y en detalle, conforme al llamado
del Señor en Sus últimas palabras a los santos que están en las iglesias. El llamado que
el Señor hace a los vencedores en Apocalipsis 2 y 3 no era sólo para la iglesia, no sólo
para los santos, sino para los santos que están en las iglesias. Es difícil que toda la iglesia
sea vencedora corporativamente, pero los santos individuales, dentro de las iglesias,
deben ser vencedores.
Necesitamos ser vencedores en esta era para reemplazar a la iglesia degradada. Por
causa de que la iglesia se degradó, ya no es lo que debería ser; por tanto, se necesitan los
vencedores para reemplazar a la iglesia degradada.
Necesitamos orar día y noche por estas cuatro cosas. Después de varios meses de
preparación prestaremos atención al cumplimiento de estas cuatro cosas. Antes de eso
necesitamos mucha oración. Por lo tanto, día y noche, mañana y tarde, no deberemos
olvidar estos cuatro puntos. Este es el propósito y la meta de que nos agrupemos. Nos
agrupamos para ser nazareos corporativos y vencedores para reemplazar a la iglesia
degradada a fin de llevar a cabo estas cuatro cosas.
PRACTICAR LA COMUNION PARA
ESTABLECER EL FUNDAMENTO
PARA LA COMPENETRACIÓN
No debemos temer que los demás nos conozcan. Cuanto más nos conozcan en la manera
apropiada, mejor para nosotros. Esto derribará nuestro orgullo, quitará nuestra
jactancia, anulará nuestro complejo de superioridad, e incluso hará a un lado nuestro
complejo de inferioridad. No obstante, muchos de nosotros no estamos dispuestos a
exponernos. Por el contrario, preferimos cubrirnos pretendiendo ser otra cosa. Por
causa de esto, se hace difícil que tengamos una comunión íntima y completa que dé por
resultado que seamos compenetrados.
Entre nosotros hay una gran necesidad de abrirnos paso por lo que nos estorba para
permitir que el Señor lleve a cabo los grupos. Desde el mismo comienzo de los cuatro
Evangelios, cuando el Señor Jesús envió a Sus discípulos, no los envió uno por uno, sino
que los envió de a dos, los agrupó. Desde el tiempo en que el recobro llegó a Estados
Unidos el Señor no ha podido establecer los grupos entre nosotros. Muchos santos
vinieron al recobro con una actitud absoluta y se quedaron con nosotros, pero en cierto
momento se fueron. Eso indica que ellos nos estaban dispuestos a agruparse en el
recobro. Los que hemos permanecido en el recobro tenemos el problema de nuestra
manera de ser y nuestro carácter que nos mantiene separados. Aunque por la
misericordia del Señor aún estamos juntos, nos hemos agrupado muy poco. Por esta
razón, no tenemos impacto. El impacto se halla en la unanimidad, y en realidad la
unanimidad es la compenetración.
Es difícil abrirnos entre nosotros, pero es aún más difícil, después de escucharnos,
responder algo en una manera franca y llena de amor. Después de reunirnos en grupos,
debemos sentirnos libres de hablarles a los demás acerca de nuestra situación interna
con el Señor. De la misma manera, los demás deberán tener libertad para responder.
Por causa de que tememos exponernos y ofender a otros, aparentamos unos con otros
no permitiendo que otros conozcan nuestra situación real. Necesitamos la comunión
íntima y completa. Desde luego, debemos tener cuidado con lo que nos decimos en
público. En ciertos casos la confesión pública de pecados ha causado serios problemas.
No estoy diciendo que debemos abrirnos en una manera descuidada. No obstante,
necesitamos encontrar la manera de compenetrarnos. De lo contrario, el Señor no tiene
salida en nuestra situación presente. Necesitamos compenetrarnos hasta que tengamos
un amor íntimo por los miembros del grupo. Si continuamos escondiéndonos y
guardando la distancia entre nosotros, cuando salgamos a visitar a la gente, no
tendremos impacto. La gente que visitemos sentirá que no somos uno.
Nuestra situación actual es muy diferente a la de Pedro, Jacobo y Juan. Cuando ellos
seguían juntos al Señor como Sus creyentes, ellos eran genuinos, como se ve en el hecho
de que peleaban entre ellos. En Mateo 20, mientras el Señor Jesús les estaba revelando
Su muerte y resurrección (vs. 17-19), parece que ellos no estaban escuchando lo El decía.
Después de que el Señor Jesús terminó de hablar, tuvieron una disputa entre ellos (vs.
20-24). Esto indica que ellos eran muy genuinos.
Si no practicamos los puntos de este mensaje, no habrá manera de ser agrupados. Los
grupos son una necesidad urgente entre nosotros. Estamos tratando de avanzar en este
asunto vital. Necesitamos orar mucho acerca de la edificación de los grupos vitales.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE ONCE
(2)
Nuestra carga sigue siendo la agrupación. Tal vez hayamos sido cristianos por muchos
años, sin embargo debemos admitir que somos muy naturales. Tal vez pensemos que
somos muy espirituales, sin embargo debemos ver que somos “naturalmente
espirituales”. Esto significa que no hemos sido tratados mucho por el Señor.
Algunos de ustedes que han orado mucho en las reuniones de la iglesia deberían
aprender a dejar de orar tanto. Su oración natural ha sido un estorbo muy grande para
la vida de iglesia. Si usted decide orar, debe aprender a hacer una oración verdadera que
no sea iniciada por usted. Debe saber que en cuanto a la oración, usted necesita ser
anulado por la cruz. No orar es una derrota, pero la oración que proviene de usted
mismo es un error.
Algunos de ustedes tienen como hábito orar mucho en las reuniones de oración, pero es
difícil percibir alguna revelación en su oración. Nuestra oración debe estar llena de
revelación. La oración del Señor en Mateo 6 es una oración simple, pero está llena de
revelación y no tiene explicaciones. Su oración en Juan 17 también está llena de
revelación. Probablemente no haya un capítulo en toda la Biblia que tenga tanta
revelación como Juan 17. Las oraciones del apóstol Pablo en Efesios 1 y 3 están llenas de
revelación. Esto nos demuestra que debemos aprender a orar. Hemos estado en la
manera natural por mucho tiempo.
No sólo en lo que se refiere a la oración sino también a la vida de iglesia, somos muy
naturales. Por esta razón, necesitamos tener grupos, y esperamos que el Señor nos dé un
nuevo comienzo. No deberíamos hacer nada en la forma natural, ni tampoco
deberíamos estar en silencio. Tenemos que decirle al Señor que no queremos ser
naturales ni estar en silencio. Esto nos obliga a aprender lo que es ejercitar nuestro
espíritu. Hay una expresión entre nosotros, y es que necesitamos ejercitar nuestro
espíritu, pero ¿cuántos de nosotros lo hacemos? Esta expresión se ha hecho popular
entre nosotros, pero es difícil ver en nuestras reuniones el verdadero ejercicio del
espíritu. Para ejercitar nuestro espíritu, necesitamos mucho tratamiento. Primero
debemos tratar con nuestra manera natural y nuestra persona natural, nuestro ser; esto
incluye nuestra oración natural y nuestro hablar natural.
Los grupos vitales deben ser algo absolutamente nuevo con un nuevo comienzo. Algunos
santos entre nosotros o son silenciosos, sin hacer ni decir nada, o cuando funcionan son
muy expresivos. En su oración, hablan de muchas cosas. Este es un gran error; también
es un defecto. No deberíamos creer que en una sola oración el Señor nos cargará con
tantos aspectos y tantas cosas. Cuando algunos de nosotros oramos o profetizamos,
cubrimos al menos veinte puntos. En una oración corta de menos de un minuto, el
Señor no nos cargará con veinte puntos. Ese es nuestro hábito. Cuando empezamos a
orar o a profetizar, nos gusta abarcar todas las direcciones. Después de nuestra oración,
tal vez hasta nos olvidemos de lo que hemos orado porque hemos tratado demasiados
puntos.
Pero, algunos de ustedes, por el otro lado, son silenciosos por naturaleza. Usted no dice
nada en las reuniones y no ora. Si todos estos hábitos no son quebrados en nosotros, no
podremos ser agrupados en una manera vital. Agruparnos es compenetrarnos. Según
nuestras experiencias, no hay otra manera de compenetrarnos excepto orando mucho y
minuciosamente. No debemos hablar tanto. No debemos pensar que si hablamos juntos,
nos compenetremos. No es así. La compenetración se puede realizar sólo con mucha
oración juntos. Debemos ser personas de oración.
El Señor Jesús trabajó sobre esta tierra en Su ministerio por tres años y medio. En esos
tres años y medio, El trabajó día y noche. Miles de personas fueron ayudados por El en
Su ministerio, pero finalmente ciento veinte permanecieron de Su obra para el
cumplimiento de la economía de Dios. Ninguno de los demás, ni aun Nicodemo, estuvo
allí para ser lleno económicamente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Los
ciento veinte eran galileos. Aquí podemos ver el principio de los grupos. Estos ciento
veinte no eran individuos separados, sino que se habían agrupado en uno. En el día de
Pentecostés, el Espíritu descendió sobre un grupo. El Señor Jesús fue el que los agrupó.
Desde el primer día que el Señor Jesús comenzó a llamar a los discípulos, El empezó a
agruparlos. El Señor era como un gran imán, que atraía a los discípulos a Sí mismo para
formar un grupo. En los cuatro Evangelios, podemos ver que los discípulos discutían y
competían entre ellos. A veces había rivalidad entre ellos (Mt. 20:20-28; Lc. 22:24). El
Señor Jesús trató con cada uno de ellos. Todos esos tratamientos tenían un solo fin:
agruparlos. Con el tiempo, los que se quedaron en forma absoluta por el propósito de
Dios después del ministerio terrenal del Señor fueron los ciento veinte. Los otros no
fueron agrupados sino dispersados. El Señor sólo ganó un grupo, y este grupo oró
unánime por diez días (Hch. 1:14-15). Ellos permanecieron juntos, vivieron juntos,
comieron juntos y moraron juntos por diez días, no haciendo otra cosa que orar. Luego
experimentaron el derramamiento del Espíritu el día de Pentecostés. En ese momento
había sobre la tierra un solo grupo cuya oración tocó el corazón de Dios y Su trono en los
cielos.
En realidad la iglesia fue iniciada el primer día que el Señor Jesús salió a laborar a la
edad de treinta años. El juntó a Pedro, a Juan, a Andrés y a Jacobo, pescadores galileos,
con otros discípulos. El nunca los dejó ir. En un sentido, todos ellos estuvieron
“desempleados” por tres años y medio. Ellos dejaron sus trabajos para seguir al Señor
Jesús y estar con Él. A donde el Señor Jesús iba, ellos iban. El Señor no los necesitaba
principalmente para que lo ayudaran a trabajar, sino que El quería que fueran tratados.
El Señor no les dio un programa o itinerario para seguir. El sólo quería que estuvieran
con El (cfr. Mr. 3:14). El Señor Jesús trató con ellos día tras día. Los ciento veinte eran
un grupo de personas con las cuales el Señor había tratado. Antes de sus diez días de
oración, habían estado con el Señor Jesús por tres años y medio.
Los ciento veinte también fueron testigos de la muerte, resurrección y ascensión del
Señor. Vieron cómo el Señor fue traicionado, juzgado y llevado al Calvario, puesto en la
cruz y sepultado. Vieron todo este proceso. También vieron la tumba vacía. Luego en la
noche de Su resurrección, el Señor Jesús vino a ellos, se impartió en ellos soplando, y
dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). Desde ese día, el día de la resurrección, los
ciento veinte se convirtieron en personas que tenían al Dios Triuno en ellos. Eso
revolucionó, cambió, todo su ser.
Después de ver todas estas cosas, ¿podían seguir siendo naturales? Ciertamente, ellos ya
no eran personas naturales. El Señor ascendió, pero aún tenían al Señor en ellos, y
oraron juntos por diez días. ¿Ustedes creen que ellos oraron en una forma natural?
¿Acaso una oración de muchos puntos, dándole instrucciones al Señor y diciéndole qué
hacer? Por supuesto que ellos no hicieron eso. ¿Acaso algunos de ellos estaban callados,
sin decir una palabra en oración al Señor? Desde luego que no. Más bien, yo creo que
cada uno de ellos oró por diez días.
La oración es realmente poderosa, pero a fin de ser poderosa, nuestra oración debe ser
una oración que toca el trono de Dios y el corazón de Dios, y debe ser una oración que
conmueva al mismo Dios. Tenemos que orar, pero no livianamente. No debemos
componer una oración.
No queremos salir a buscar a otros sino hasta que nuestro grupo sea consumado. De
otro modo, podríamos salir, pero sin poder, como nos sucedió en el pasado.
Necesitamos pasar por un período en el cual podamos compenetrarnos con todos los
miembros del grupo y permitir que el Señor gane nuestro grupo como una entidad para
el cumplimiento de Su economía neotestamentaria.
Ahora que hemos visto la necesidad de compenetrarnos, tal vez aún no sepamos qué
hacer para compenetrarnos. Ahora que se nos ha encomendado no hacer nada en la
manera natural, tal vez nos preguntemos qué hacer. Yo espero que desde ahora en
nuestras reuniones de grupo no traigamos nuestras oraciones viejas y naturales.
Entonces decimos: “¿Qué haremos? ¡No sabemos qué hacer!”. En realidad, esto es
maravilloso. La primera cosa que debemos hacer es clamar al Señor en esta manera.
Debemos clamar al Señor, aun con lágrimas: “Señor Jesús, no sé qué hacer. Nunca me
imaginé que era tan difícil ser cristiano. No puedo lograrlo, Señor”. Esta es la mejor
oración. Si oramos de esta manera, aunque sea una sola vez, toda nuestra persona
cambiará.
Algunos de nosotros somos personas muy simpáticas, pero esa persona simpática por
naturaleza debe ser condenada. Somos agradables pero fríos como el hielo. No podemos
ser compenetrados con otros. Algunas personas simpáticas se han establecido a sí
mismas como modelos, esperando que otros en la iglesia sean como ellos. Pero si todos
en la iglesia fueran como ellos, la iglesia se convertiría en un gran bloque de hielo.
Con el tiempo, nos daremos cuenta de que no podemos enumerar todas nuestras
iniquidades interiores y se lo diremos al Señor. Bajo Su luz veremos que somos
simplemente inicuos. Cuando miramos a la gente, lo hacemos con un propósito inicuo.
Cuando vamos a ver gente, a visitar gente, nuestra visita no es tan pura sino que está
contaminada. Si no hemos sido tratados a tal punto en nuestro contacto con el Señor,
nunca podremos compenetrarnos con otros. Necesitamos ser tratados hasta perder la
confianza en nosotros mismos. Luego nos daremos cuenta de que nosotros mismos no
podemos ser puros. Cuando oramos, oramos con una intención impura. Cuando
hablamos por el Señor en las reuniones de la iglesia, tenemos el deseo de tener el mayor
número de “aménes”. Esa intención es impura.
Luego necesitamos confesar los problemas de nuestra manera de ser. Tenemos muchos
problemas con nuestra manera de ser. A menudo nos excusamos diciendo: “Yo soy así”.
Esta es la excusa del problema de nuestra manera de ser. Necesitamos condenar nuestra
manera de ser natural, y no excusarla. Muchos de nosotros oramos conforme a nuestra
manera de ser. Para algunos hermanos y hermanas es muy difícil hacer una oración
corta. Si en la reunión de oración algunos de los santos hicieran oraciones cortas de dos
frases, ése sería un “milagro” porque no está de acuerdo con su manera de ser. No nos
damos cuenta de qué tan mal estamos en nuestra naturaleza y manera de ser. También
tenemos la peculiaridad en nuestro carácter. Necesitamos tratar con esto orando mucho
y minuciosamente. No podemos tener un trato tan minucioso en tan corto tiempo.
También necesitamos negar nuestro yo, nuestro hábito y nuestra vieja manera de actuar
(Mt. 16:24). Hay demasiados problemas relacionados con nosotros para ser tratados.
Como seres caídos, somos una composición de problemas.
No se debe tener confianza en sí mismo
y no se debe confiar en su habilidad natural
Necesitamos amar a todos los miembros del grupo con un amor imparcial en el amor de
Dios (Fil. 2:2). Es difícil encontrar a alguien que ame a los demás por igual. Siempre
amamos según nuestra preferencia y gusto.
Al servir al Señor, hemos aprendido a no criticar ni condenar a otros. Y por otro lado,
para edificar la iglesia, lo más necesario para los líderes es conocer a los santos. Si no
conocemos a los santos, ¿cómo podremos edificarlos? Algunos de nosotros nos hemos
reunido para estudiar a cada santo en el arreglo de los grupos vitales. Por causa de las
peculiaridades de los santos, ésta fue una tarea difícil. Un santo es demasiado fuerte,
mientras que otro es demasiado blando. Un santo tiene el hábito de orar demasiado
para como matar la reunión, pero otro nunca ora. Todos nosotros tenemos problemas
relacionados con nuestra manera de ser y la peculiaridad de nuestro carácter. Todos
nosotros somos descendientes de Adán. ¿Entonces qué haremos? Debemos acudir al
Señor y orar.
En estas próximas semanas, necesitamos ir al Señor en oración cada día para tratar con
todos los puntos mencionados. Necesitamos orar minuciosamente. Cuánto más oramos,
más seremos tratados en estos puntos y más nos compenetremos. Así, nadie podrá
ofendernos. Hoy somos muy sensibles porque no le hemos permitido al Señor que trate
con nosotros.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Necesitamos el quebrantamiento del Señor por medio de Su cruz. De otra manera, nos
será difícil ejercitar el espíritu porque estamos demasiado metidos en la mente. Las
muchas cosas que tenemos en nuestra oración son evidencia de que estamos en la
mente. La palabra de Pablo en Romanos 8 acerca de venir al Señor para gemir es muy
significativa. Podríamos orar: “Oh Señor, no sé qué orar, pero sé que mi hombre natural
está condenado y mi carácter tiene muchos problemas. Ten misericordia de mí”. Si
tratamos de explicar cosas en nuestra oración, podremos hacer esto sólo por diez
minutos. Luego se acabará nuestro hablar. Pero nunca podemos graduarnos en gemir.
Tenemos que aprender a gritar, clamar y gemir.
Pregunta: ¿Está mal no poder orar en un grupo si uno siente que alguien ha hecho
algo en contra de uno?
Respuesta: Mientras nos ofendamos, somos un fracaso. Tenemos que orar: “Señor,
sálvame del sentimiento de maltratado. Señor, soy aún muy natural. Todavía estoy muy
metido en mí mismo”. Esta es una buena oración, una oración genuina. Tal oración
siempre lleva una cierta medida de iluminación y revelación. Cuando oramos en nuestra
manera natural, nuestra oración es oscura; no ilumina.
Respuesta: Durante este tiempo, debemos orar solamente por nuestra compenetración y
por las actividades de los grupos vitales. Debemos orar por estas dos cosas
privadamente y cuando nos reunamos. No es posible orar demasiado por éstas.
Deberemos orar: “Señor, mézclanos. Mézclame con los demás de mi grupo para que
podamos tener impacto en nuestras actividades”. Debemos olvidarnos de todo lo demás
y dedicarnos a esto.
Orar es liberar el espíritu. Si usted no libera su espíritu, nunca puede recibir al Espíritu.
Esto se puede comparar con una manguera. Cuando el agua sale por la manguera,
significa que el agua está entrando en ella. Entonces, liberar nuestro espíritu es recibir al
Espíritu. Pero tal vez a algunos de nosotros no nos importe liberar el espíritu sino sólo
nuestra oración habitual. Algunos que siempre tienen confianza para hablar mucho no
deberán orar en las reuniones de oración por un tiempo. Esto significa rebelarse contra
la vida natural.
A veces oramos tan rápido que nadie nos puede seguir. Pablo señaló que necesitamos
orar de tal manera que otros puedan decir “amén” a nuestra oración (1 Co. 14:16).
Basados en este principio, tenemos que orar audiblemente para que otros puedan oír
nuestra oración. Tenemos que orar clamando, gritando, o en una manera audible.
Algunos de nosotros necesitamos ir más despacio al hablar para que otros nos puedan
escuchar y puedan decir: “amén”.
Por medio de esta comunión todos podemos darnos cuenta que nuestra manera habitual
mata. Hemos matado la vida de iglesia inconscientemente. La vida cristiana es la vida
del Espíritu. Orar es ejercitar nuestro espíritu, liberar nuestro espíritu, para poder
recibir más del Espíritu. Cuanto más agua sale por la manguera, más agua entra. Si
detenemos la “salida” la “entrada” también se detendrá. Liberar nuestro espíritu es
recibir al Espíritu.
Nos hemos estado desarrollando a nosotros mismos por mucho tiempo, así que es
realmente difícil que el Espíritu haga algo a través de nosotros. También, nos es difícil
ejercitar nuestro espíritu porque somos muy naturales. No tenemos el hábito de usar
nuestro espíritu. Estamos habituados a usar todas las otras partes de nuestro ser, pero
no nuestro espíritu.
Respuesta: Esta pregunta indica que usted está en su mente. Cuando usted está
liberando el espíritu, el Espíritu lo guía. Si El lo guía a decir “yo”, usted dice “yo”. Si el
Espíritu lo guía a decir “nosotros”, usted dice “nosotros”. No hay que ser legalistas.
Cuando usted trata de orar en la reunión, debe prepararse. Usted no va a decir algo
común. Usted va a decir algo específico. Esta es una petición expresada al trono en los
cielos. Es un asunto importante. No ore de manera liviana. Lo mismo al hablar por el
Señor. Debemos prepararnos para hablar por el Señor. Esto es rebelarse en contra de
nuestro yo. Si estamos dispuestos a ser corregidos y rescatados de nuestros hábitos, esto
será una gran bendición para las reuniones de la iglesia.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DOCE
LA UNANIMIDAD, LA ORACION
Y LA LIBERACION
DEL ESPIRITU PARA LA COMPENETRACION
Himnos, #361
Recomendaría que oremos-leamos todos los versículos citados en la lectura bíblica para
que podamos entrar en la carga que tengo en este mensaje.
LA UNANIMIDAD
En estos días tenemos la carga de que los santos se compenetren en los grupos vitales.
Tal vez oremos por esta compenetración y hasta hablemos de ella, pero ¿cómo podemos
compenetrarnos y así tener la verdadera unanimidad? Unanimidad en griego es
homothumadón, una palabra compuesta por homo que significa “misma” y thumos que
significa “mente, voluntad, propósito (alma, corazón)”. La unanimidad se refiere a la
armonía en nuestro ser interior, en nuestra mente y voluntad. En Mateo 18:19 el Señor
dijo: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que
pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Aquí de acuerdo se refiere a
la armonía de los sonidos musicales. Nosotros necesitamos esta armonía como nuestra
unanimidad. ¿Cómo podemos tener esto?
Debemos darnos cuenta de que según el orden de Dios nuestra alma no debería dirigir
todo nuestro ser. Desde luego, todos los hombres caídos son dirigidos ya sea por la carne
para vivir una vida carnal y pecaminosa, o por el alma para vivir una vida filosófica,
lógica o ética. Un hombre carnal, que es dirigido por la carne, es una persona que vive
en la carne bajo la influencia y naturaleza de la carne (1 Co. 3:1, 3a). Una persona cuya
alma domina todo su ser es lo que la Biblia llama el hombre del alma (1 Co. 2:14). Tal
persona intenta controlar las concupiscencias de su carne por medio de su lógica y su
ética. Ese tipo de control es ejercido por el alma. Pero según la manera ordenada por
Dios, nuestro espíritu debería ser fuerte para dirigir nuestra alma, aun controlar todo
nuestro ser. Una persona que es dominada, gobernada, dirigida, movida y guiada por su
espíritu mezclado es un hombre espiritual (1 Co. 2:15). En la actualidad todos deseamos
compenetrarnos, y nuestra compenetración ciertamente producirá la unanimidad en
nuestro espíritu bajo la dirección del Espíritu.
En Mateo 18:19 el Señor habló acerca de dos personas que oran juntas en la tierra en
armonía. En el libro de los Hechos, podemos ver que los ciento veinte practicaron lo que
el Señor dijo acerca de orar en armonía, orar unánimes (1:14). Su unanimidad fue el
resultado de haber estado en el espíritu. En los cuatro Evangelios, ninguno de los
discípulos entendió nada acerca de estar en el espíritu. El Señor apodó a Jacobo y Juan
“los hijos del trueno” por su impetuosidad (Mr. 3:17). Cuando el Señor y Sus discípulos
no fueron recibidos por los samaritanos, Jacobo y Juan dijeron: “Señor, ¿quieres que
mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma?”. El Señor los reprendió
diciéndoles: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois” (Lc. 9:54-55). A ellos no les
importaba el Espíritu pues su espíritu no había sido aún regenerado. Pero en la noche
del día de la resurrección, el Señor vino a los discípulos y se sopló a Sí mismo como el
Espíritu dentro de ellos (Jn. 20:22). El Señor se hizo el Espíritu vivificante en el día de la
resurrección y fue soplado dentro de Sus discípulos.
Con las cosas espirituales en la Biblia, primero tenemos la posición y luego la realidad.
La primogenitura es primero un asunto de posición y luego le sigue la realidad. En 1
Pedro 1:3 dice que todos fuimos regenerados por medio de la resurrección de Cristo.
Cuando Cristo resucitó, nosotros también fuimos resucitados (Ef. 2:6) y regenerados. La
posición de nuestra regeneración fue totalmente ganada por Cristo en el día de Su
resurrección. Así que, hace unos dos mil años fuimos puestos en la resurrección. Pero
nosotros no recibimos esta realidad hasta que llegó el día en que confesamos nuestros
pecados y creímos en el Señor Jesús.
Nosotros no podemos decir que hoy no hay unanimidad entre nosotros. No es justo
decir esto. Nosotros tenemos unanimidad, pero como todo, esto puede manifestarse en
diferentes grados. Puede haber muchos graduados en una escuela, pero su graduación
tiene diferentes grados. Algunos estudiantes se gradúan con una calificación excelente.
Otros apenas pasan el curso. Todos estos estudiantes se gradúan pero en diferentes
grados. Actualmente hay unanimidad entre nosotros, pero ¿cuán elevada y cuán
profunda es nuestra unanimidad? Aquí está el problema. Los ciento veinte oraron
unánimemente por diez días. Probablemente en el décimo día, su unanimidad subió a
los cielos. Para entonces, la unanimidad era más fuerte y elevada. Fue en ese momento
que el cielo se abrió y el Espíritu fue derramado.
Cuando nos reunimos para orar, necesitamos liberar nuestro espíritu por medio de
oraciones cortas. Nuestras oraciones son muy largas. La oración larga es una
composición. No es el resultado de una carga. La verdadera oración con carga no será
una larga composición. Hubo un tiempo en la década de los años sesenta cuando en Los
Ángeles en Elden Hall, nuestras oraciones eran muy cortas. A veces teníamos más de
doscientas personas en nuestra reunión de oración. Cada santo oraba sólo una frase, y
éramos como una sola persona orando. Coordinábamos en nuestra oración, y no había
oraciones largas. En una reunión reciente, les dije a algunos de los colaboradores que
sus oraciones eran muy largas.
Inmediatamente después de haber sido salvo, me reuní con los Hermanos. Siempre
teníamos largas reuniones de oración con largas oraciones. En esa reunión larga, había
sólo unos cuatro o cinco que oraban. Cuatro o cinco llenaban todo el tiempo, y la
composición de sus oraciones era siempre la misma. Además, de entre estos cuatro o
cinco que oraban, sabíamos en qué orden ellos orarían. Cuando le tocaba al último orar,
todos sabíamos que después de su oración, la reunión estaba por terminar. Nuestra
reunión de oración en la iglesia ha llegado a esta situación de oraciones largas. Las
oraciones largas matan, pero las oraciones cortas levantan nuestro espíritu. Las
oraciones cortas encienden nuestro espíritu.
Es muy difícil para los hermanos y hermanas que están acostumbrados a hacer
oraciones largas que cambien por oraciones cortas. Aquellos que hacen oraciones largas
siempre ponen como fundamento muchas explicaciones en su oración. Le explican al
Señor por qué cosas deben orar, o le dicen al Señor cómo responder sus oraciones. Ellos
dicen: “Señor, Tú eres tan bueno. No estamos orando por nosotros. No estamos en esta
tierra. Señor, hoy estamos en los cielos. Aun en Tu trono...”. Tenemos que dejar de darle
explicaciones al Señor en nuestras oraciones. A fin de compenetrarnos en los grupos
vitales, debemos dejar la vieja manera de hacer oraciones largas. Debemos hacer
oraciones cortas, simplemente diciéndole al Señor lo que queremos que haga por
nosotros (cfr. Mr. 10:51).
PERSEVEREMOS EN LA ORACION
Hechos 2:42 nos muestra la importancia de tal oración. Los tres mil que entraron en la
vida de iglesia perseveraban en cuatro cosas: la enseñanza de los apóstoles, la comunión
de los apóstoles, el partimiento del pan y las oraciones. La oración era una de las cuatro
cosas principales en las cuales ellos perseveraban. Yo diría que en la actualidad nosotros
tenemos las tres primeras. Permanecemos en la enseñanza y comunión de los apóstoles
y tenemos el partimiento del pan, el recuerdo del Señor en Su mesa, cada domingo. Hoy
nuestra mejor reunión es la reunión de la mesa del Señor, pero nuestra oración es
inferior. Incluso la asistencia a la reunión de oración fue muy baja por un tiempo, y los
que oraban estaban mayormente muertos y moribundos. Ellos oraban en una manera
muerta y moribunda. Entonces, muchos de los santos perdieron el interés de ir a la
reunión de oración.
Las oraciones en la reunión de oración han sido largas, llenas de explicaciones al Señor y
de descripciones e instrucciones. Muy pocos le dicen al Señor directamente lo que
desean que El haga por ellos. También había muy poco mandato en nuestras oraciones.
Era raro escuchar a alguien orar: “Señor, te damos a Ti la palabra. Te ordenamos. Tienes
que hacerlo”. Se necesita esta clase de oración con mandamiento (Is. 45:11).
Necesitamos aprender a orar en una manera apropiada en las reuniones de oración.
Debemos orar lenta, enfática y espiritualmente. Debemos practicar esta clase de oración
en todos los grupos vitales.
Los tres mil que fueron ganados en el día de Pentecostés perseveraron en las oraciones
del Espíritu con una verdadera carga. Primero, los ciento veinte perseveraron en oración
por diez días. Luego los tres mil perseveraron en oración. Hechos 6:4 también nos dice
que los apóstoles tomaron la decisión de perseverar en la oración y en el ministerio de la
palabra.
VELEMOS EN ORACION
En Efesios 6:18 Pablo dice que necesitamos orar en todo tiempo en el espíritu, y velar
para ello con toda perseverancia. Necesitamos ser vigilantes, estar alerta, para mantener
nuestra vida de oración. La oración debe ser seguida de la vigilancia. A parte de orar
necesitamos velar en nuestra oración. Después de que decidamos orar, muchas cosas se
levantarán para desviarnos de la oración. Es por esto que necesitamos velar en nuestra
oración con toda perseverancia. Velar significa que estamos en el campo de batalla. La
batalla arrecia, y los enemigos nos rodean.
Tenemos que velar. El enemigo siempre hará cosas para anular nuestro tiempo de
oración. Si éste no fuese el caso, el apóstol no nos habría encomendado velar en oración
con toda perseverancia. No debemos permitir que nuestro tiempo de oración sea
estropeado, capturado o anulado. Necesitamos velar y estar alerta para mantener
nuestro tiempo de oración. Debemos guardar siempre nuestro tiempo de oración.
Durante este tiempo debemos considerar que estamos lejos de casa porque estamos
ocupados con nuestro Rey, con nuestro Señor.
Hechos 1:14 dice que los ciento veinte perseveraban unánimes en la oración, “con las
mujeres...”. Necesitamos considerar por qué la Biblia dice “con las mujeres” en este
versículo. Cada palabra de la Biblia está escrita con un propósito. Espero que las
hermanas me permitan decir algo francamente. Siempre hay problemas en la
unanimidad por culpa de las mujeres. Cuando las hermanas no tienen problemas en la
iglesia, es casi seguro que la iglesia no tendrá problemas. En la vida de iglesia hay por lo
general más hermanas que hermanos. En la casa en Betania que vemos en Juan 12,
había dos hermanas y un hermano (vs. 2-3). De aquí podemos ver que la vida de iglesia
depende mucho de las hermanas. Cuando las hermanas están bien, la vida de iglesia
estará bastante bien. El futuro vital de los grupos vitales depende mucho de las
hermanas. Si las hermanas se compenetran, la compenetración de los grupos será un
éxito.
A fin de compenetrarnos, todos necesitamos liberar nuestro espíritu en la oración. Es
posible orar juntos sin estar liberados en nuestra oración. Por el contrario, estamos
todos atados. Muchos de los que componen oraciones largas son hermanas. Muy pocos
hermanos hacen oraciones largas llenas de explicaciones y descripciones. Yo les
aconsejaría a algunas de las hermanas que no oren muchas veces. Además, no
deberíamos orar muy rápido porque los santos no podrán seguir nuestra oración. Pablo
dijo que necesitamos orar de una manera en que los santos puedan decir “amén” a
nuestra oración (1 Co. 14:16). Deberíamos orar para que otros puedan escuchar,
entender, percibir, asentir y decir “amén” a nuestra oración.
Me doy cuenta de que todos los que estamos en este entrenamiento amamos al Señor.
Encontrar un grupo de personas que aman al Señor y al recobro es un tesoro. Pero todos
hemos sido anulados por nuestras fallas. Todos tenemos nuestras fallas particulares las
cuales nos anulan e impiden nuestra apropiada función. Todos tenemos defectos que
nos impiden ser de provecho para la iglesia. Pero a pesar de todas nuestras desventajas,
el Señor aún está con Su recobro.
Nuestra cooperación con el Señor al mudarnos a Rusia ha sido de gran aliento para mí.
En menos de un año establecimos iglesias en Moscú y en San Petersburgo. El Señor nos
ha bendecido con los obreros, con los fondos y con el fructífero resultado de Su mover
en Rusia. Esto demuestra que a pesar de todas nuestras fallas y defectos, el Señor aún ha
bendecido Su recobro.
En este mensaje también me gustaría recomendar Himnos, #361. Nos ayudará el leer,
orar, y cantar este himno:
Quisiera comenzar este mensaje con Himnos, #362. Nos será una ayuda si leemos,
cantamos y oramos con este himno:
Este himno tiene seis estrofas, y cada estrofa tiene una palabra particular. En la primera
estrofa sería bueno subrayar la palabra independencia. La segunda estrofa tiene la
palabra reclusión, la tercera estrofa tiene la palabra iluso, y la cuarta estrofa tiene la
palabra pretensiones. La independencia, la reclusión, ser iluso y las pretensiones son
cuatro cosas que tenemos que vencer. Estos son los elementos de nuestro cáncer
espiritual. Las estrofas 5 y 6 abarcan el lado positivo. La estrofa 5 menciona la
coordinación, y la estrofa 6, la edificación. Después de eliminar las cuatro cosas
negativas, tenemos las positivas: la coordinación y la edificación. Debemos cantar el
himno #362 con un espíritu liberado. No debemos cantar en una forma moribunda.
Necesitamos cantar en una manera liberada.
Cuando asistamos a las reuniones, tenemos que orar siempre. Hemos mencionado que
muchos de nosotros tenemos el mal hábito de explicar al orar. Tenemos que aprender a
eliminar esto de nuestra oración. Cuando acudimos al Señor orando debemos pedir,
rogar, suplicar e implorar, y no explicar. El Señor no necesita que le expliquemos las
cosas. Él lo sabe todo. Puede ser que usted diga: “Señor, Tú sabes que somos tan
pobres”. Pero usted no necesita decir esto, porque el Señor ya lo sabe. Es mejor cambiar
su manera de orar y decir: “Señor, ten compasión de mi pobreza”. Esta es una oración
genuina. Decir: “Señor, Tú sabes que somos pobres” es una explicación. Convierta su
oración, desde la primera palabra hasta la última, en una súplica.
Además, algunos de nosotros estamos acostumbrados a orar muy rápido. Debido a esto,
otros no pueden entender nuestra oración. Tenemos que orar en una forma audible y
clara para que otros nos puedan oír claramente. Entonces podrán decir “Amén” a
nuestra oración. Es necesario aprender a orar sin describir y sin explicar, y también orar
despacio y claramente para que otros nos puedan seguir.
Otro asunto importante es que no debemos orar según nuestra forma natural. Cuando
oremos, tenemos que ejercitar nuestro espíritu al pronunciar cada palabra. Esto no
necesariamente quiere decir que si gritamos, ejercitamos nuestro espíritu. Pero siempre
que oremos, tenemos que ejercitar nuestro espíritu para que el Espíritu sea liberado.
Muchos de nosotros no hemos sido disciplinados en asuntos espirituales. Esta es la
causa de la pobreza de la iglesia. En todos los Estados Unidos, es difícil encontrar un
anciano que verdaderamente sepa ser anciano. Esto se debe a que nunca encontramos el
tiempo para tener un entrenamiento en asuntos específicos. Necesitamos un
entrenamiento específico para los grupos vitales.
Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu a tal punto que aun cuando estemos
callados nuestro espíritu esté ejercitado. Según Romanos 8, no sabemos orar como
conviene, por lo tanto gemimos. En nuestro gemido, el Espíritu gime también,
intercediendo por nosotros (vs. 23, 26). Gemir en esta forma con el ejercicio de nuestro
espíritu es la mejor oración.
En Mateo 13:33 el Señor dijo que las tres medidas de harina fueron leudadas. Esto
quiere decir que la cristiandad leudó por completo y en una forma secreta todas las
enseñanzas en cuanto a Cristo. Las verdades acerca del nombre de Jesús, del evangelio,
de la salvación, de la regeneración, de la justificación y de la santificación han sido
leudadas. Nosotros no hemos recibido estas verdades en una forma pura porque fueron
leudadas. En Mateo 13:33 el Señor dijo que la mujer tomó levadura y la escondió en tres
medidas de harina hasta que “todo quedó leudado”. Debemos darnos cuenta de que en
el cristianismo todo ha sido leudado. Aun la forma de orar ha sido leudada. En nuestra
oración tenemos que ser purificados y limpiados por completo.
Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu en todo lo que decimos y hacemos.
Tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu cuando gritemos o cuando estemos
callados. Tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu cuando hablemos en
nuestra oración o cuando gimamos en nuestra oración. Nuestro espíritu debe ser
ejercitado en todo. Esto requiere la práctica. Aun las personas que juegan al baloncesto
tienen que practicar continuamente.
Además, todos los miembros de los grupos vitales deben esforzarse por asistir a la
reunión de oración de la iglesia. En la década del sesenta, cuando estábamos en Elden
Hall en Los Ángeles, por lo menos del setenta al ochenta por ciento de los que asistían a
la reunión del día del Señor asistían también a la reunión de oración. ¿Por qué en aquel
tiempo logramos tener una asistencia tan alta a la reunión de oración, y ahora no? Quizá
algunas de las madres busquen pretextos debido a sus niños, pero yo ánimo a las
madres a que se junten y organicen el cuidado de los niños para que puedan asistir a las
reuniones por turnos. Claro que sí, las madres necesitan cuidar de los niños, pero no
deben justificarse diciendo que por esto no pueden asistir a la reunión de oración.
Lot, el sobrino de Abraham también llegó a ser un problema. Finalmente Lot se separó
de Abraham y fue a parar en Sodoma, el lugar donde se estableció. Luego él fue
capturado y Abraham tuvo que pelear en contra de sus captores para poder rescatarlo
(Gn. 14:14-16). Más tarde, Sodoma fue destruida por Dios.
En Génesis 18, antes de destruir a Sodoma, Dios visitó a Abraham en forma de hombre.
Abraham preparó agua para que El se lavara los pies, y junto con Abraham comió la
cena preparada por Sara. El estuvo con Abraham de esta manera con el propósito de
rescatar a Lot. En la vida de Abraham podemos ver que necesitamos cuidar en una
manera apropiada a nuestros familiares, incluyendo a padres, hermanos, primos,
sobrinos y niños. De no ser así, padeceremos algunos tratos.
Digo esto para animarlos a todos a asistir a las reuniones de oración de la iglesia.
Propongo que cuatro madres se unan para cuidar a los niños y así puedan asistir a la
reunión de oración por turnos. Cada mes una de las cuatro hermanas puede cuidar de
los niños un martes por la noche. Entonces las otras hermanas están libres para asistir a
la reunión de oración. Aun la iglesia puede considerar hacer algo para ayudar a las
madres con la carga del cuidado de los niños. No debemos justificarnos fácilmente por
no asistir a la reunión de oración. Debemos tener cuidado delante de Dios. Complacer a
Dios al asistir a la reunión de oración es lo mejor. Espero que todos nosotros le
prometamos al Señor que vamos a asistir a la reunión de oración de la iglesia.
Aun las hermanas que tocan el piano en las reuniones necesitan ejercitar su espíritu al
tocar el piano. Su forma de tocar el piano puede sonar como alguien que está enfermo,
soñoliento o inactivo. Usted tiene que tocar el piano en una forma viviente ejercitando
su espíritu. Cuando usted toque el piano, todo su ser, todos sus músculos y todas sus
células deben coordinar para así liberar su espíritu.
La práctica del cristianismo anula la función viviente de los miembros del Cuerpo de
Cristo. En el cristianismo se cultiva a una sola persona para hablar. Ellos piensan que
esto causa más impacto. Pero en realidad la función de todos los miembros del Cuerpo
de Cristo causa un mayor impacto. Si tomamos este entrenamiento por medio año,
todos estaremos llenos de vida.
Cuando nos reunamos, todo nuestro ser con nuestro espíritu debe estar lleno de vida.
Entonces, si algunas personas nos visitan, serán conmovidas e inspiradas. Una reunión
llena del ejercicio y de la liberación del espíritu es una verdadera reunión de la iglesia.
Esta es la reunión del Cuerpo de Cristo. Cuando asistamos a una reunión, no debemos
sentarnos allí en una manera muerta, moribunda, inactiva y adormecida. Aun cuando
estamos sentados en la reunión, todo nuestro ser debe ser viviente. Debemos ejercitar y
liberar nuestro espíritu todo el tiempo, aun cuando no oramos en voz alta.
Podemos decir “Amén” de dos maneras: sin el ejercicio del espíritu o con el ejercicio del
espíritu. Cuando decimos “Amén” en las reuniones, siempre debemos decirlo con un
espíritu ejercitado y liberado. Aun la manera en que vamos a la reunión debe ser
viviente. Si no gritamos, ni hablamos, ni oramos, de todos modos debemos ejercitar y
liberar nuestro espíritu. Si miramos a alguien con nuestro espíritu ejercitado, algo de
vida penetrará en esa persona. Si somos vivientes, inspiraremos a otras personas. Si
estamos en la presencia de una persona viviente aun por un tiempo corto, nos será difícil
evitar el ser inspirado por esa persona. Por lo tanto, todos tenemos que aprender a
ejercitar nuestro espíritu, a estimular nuestro espíritu, y a liberar nuestro espíritu. Aun
si solamente estamos sentados en una reunión, debemos liberar nuestro espíritu. Todos
tenemos que levantarnos para funcionar en una manera viviente a fin de anular el
sistema en el cual un solo hombre habla y los demás escuchan. Tenemos que asistir a la
reunión con miras a ejercitar y liberar nuestro espíritu.
La liberación del Espíritu nos lleva al derramamiento del Espíritu. Tenemos que orar
ejercitando nuestro espíritu para que el Espíritu Santo sea liberado. Si nosotros no
ejercitamos nuestro espíritu, el Espíritu Santo permanecerá encerrado y encarcelado
dentro de nuestro ser. El no tendrá forma de salir porque lo habremos atrapado.
Nosotros creímos en el Señor Jesús, recibimos al Espíritu, y el Espíritu entró en
nosotros. Pero cuando el Espíritu entró en nosotros, El entró en una cárcel. Lo tenemos
encarcelado. Ahora debemos ejercitar nuestro espíritu para liberarlo. Cuando
ejercitamos nuestro espíritu, le abrimos la puerta al Espíritu Santo. Hoy en día el
Espíritu Santo no tiene la llave; nosotros la tenemos. El problema no reside con el
Espíritu Santo. Nosotros necesitamos orar ejercitando nuestro espíritu para que el
Espíritu Santo sea liberado.
Esto tiene que ver con la participación del derramamiento del Espíritu de poder. El
Espíritu Santo primeramente es el Espíritu esencial, el Espíritu de vida. Segundo, el
Espíritu Santo es el Espíritu derramado como el Espíritu económico de poder.
Necesitamos participar del derramamiento del Espíritu de poder, que es el poder de lo
alto y el impacto dinámico. El poder de lo alto es el verdadero impacto dinámico, y éste
se obtiene al ejercitar nuestro espíritu para que el Espíritu Santo, el Espíritu de vida, el
Espíritu esencial, pueda ser liberado. La liberación del Espíritu Santo nos llevará a
participar del derramamiento del Espíritu de poder. El derramamiento del Espíritu de
poder como poder de lo alto y como impacto dinámico tiene como fin que el evangelio
sea predicado y que Cristo sea ministrado a otros.
Necesitamos ver que el Espíritu divino, que es uno solo, tiene dos aspectos: el aspecto
interior y el aspecto exterior, el lado esencial y el lado económico. El lado esencial
corresponde al Espíritu que mora en nosotros y es nuestra esencia espiritual, nuestra
vida espiritual, y nuestra persona espiritual. El mismo Dios Triuno como el Espíritu es la
misma esencia y base de nuestra vida espiritual. Basados en esto, podemos participar
del derramamiento del Espíritu de poder, quien es el Espíritu económico para la
economía de Dios. El Espíritu está por dentro para nuestra esencia; el Espíritu está por
fuera para la economía de Dios. El Espíritu que está por fuera está con nosotros debido a
que El es el Espíritu esencial de vida dentro de nosotros. Puesto que hemos sido
regenerados, tenemos el primer aspecto del Espíritu dentro de nosotros como base.
Basados en esto, cuando ejercitamos nuestro espíritu, el Espíritu esencial es liberado, y
esto nos guía al disfrute del derramamiento del Espíritu de poder. Este Espíritu
derramado es el impacto para nuestra predicación y para nuestro ministerio.
Ya que hemos sido regenerados, necesitamos comprender que la Biblia manda que
hagamos una cosa importante, y ésta es que oremos, porque orar es liberar el espíritu.
Puede ser que nos preguntemos cuál espíritu liberamos: el espíritu humano o el Espíritu
divino. Mi respuesta es ésta: cuando usted libera su espíritu humano, el Espíritu divino
es liberado, porque estos dos espíritus ya no están separados; son uno solo. “El que se
une al Señor, un espíritu es con él” (1 Co. 6:17). El Espíritu divino y el espíritu humano
están ahora enteramente mezclados como un solo espíritu.
Hechos 1:14 nos revela que los ciento veinte perseveraban unánimes en oración. Esta no
es la oración privada, la oración individual, sino la oración corporativa. En nuestra
oración corporativa, necesitamos la unanimidad.
Perseveremos en la enseñanza y
en la comunión de los apóstoles,
en el partimiento del pan y en oraciones
Perseveremos en la oración
y en el ministerio de la palabra
Hechos 6:4 nos dice que los apóstoles tomaron la decisión de persistir en la oración y en
el ministerio de la palabra. Aquí la oración es mencionada primero. En Hechos 2:42 la
oración está al final. Por lo tanto, la oración está tanto al final como al comienzo; es
tanto la conclusión como el principio. Necesitamos persistir en la oración.
En Efesios 6:18 el apóstol Pablo nos encarga que oremos en todo tiempo en el espíritu y
que para ello velemos con toda perseverancia y petición. Mientras perseveramos en
oración tenemos que hacer peticiones. Por un lado, estamos perseverando y por otro,
presentamos nuestras peticiones.
Ocurren muchas cosas en nuestro medio ambiente que consumen nuestro tiempo de
oración. Esta es la razón por la cual necesitamos perseverar. Cuando estamos orando,
debemos olvidarnos de contestar el teléfono y no debemos hacer caso cuando llamen a
la puerta. Estamos ocupados orando. Estamos cuidando de los negocios de nuestro Rey.
En nuestro tiempo de oración debemos tener la actitud de que estamos con nuestro Rey
y totalmente ocupados con El. Por esto, no tenemos tiempo de contestar el teléfono o la
puerta. Esto es un ejemplo de lo que significa perseverar y velar en oración.
Debemos estar siempre gozosos, orar sin cesar, dar gracias en todo y no apagar al
Espíritu (1 Ts. 5:16-19). Pablo puso estas cuatro cosas juntas. Si usted desea orar, tiene
que gozarse. Si desea orar, tiene que dar gracias en todo. Y si quiere orar, no debe
apagar al Espíritu. Gozarse siempre, orar sin cesar, dar gracias en todo, y no apagar al
Espíritu van juntos. Si usted no se goza, entonces apaga al Espíritu. Si no ora, apaga al
Espíritu. Y si no da gracias, apaga al Espíritu. Todo el día, tiene que decir: “¡Alabado sea
el Señor!”. Todo el día, usted tiene que dar gracias en todo.
Supongamos que rompió una taza en su cocina. ¿Diría usted: “Gracias Señor, porque la
taza se rompió”? Tal vez no sea normal dar gracias en todo. Pero, en realidad, si no
damos gracias es anormal. Necesitamos llegar a ser cristianos normales. Estar
silenciosos en las reuniones es anormal, pero estar ejercitados y vivientes es normal. Los
cristianos tienen que gritar, gozarse, cantar, alabar, y dar gracias. Esto es lo normal.
Nuestra participación del derramamiento del Espíritu económico de poder está basada
en el Dios Triuno, quien es el Espíritu esencial que mora en nosotros, obra en nosotros,
vive en nosotros, hace Su hogar en nosotros, nos da el suministro, y nos llena. Tenemos
tal Dios Triuno dentro de nosotros, y El está obrando para llevar a cabo Su carrera. Dios
el Padre como el Espíritu mora y opera en nosotros (Jn. 4:24; 1 Jn. 4:13; Fil. 2:13); Dios
el Hijo como el Espíritu vivificante vive y hace Su morada en nosotros (1 Co. 15:45; Gá.
2:20a; Ef. 3:17a); y Dios el Espíritu mora en nosotros, nos da el suministro, y nos llena
(Hch. 5:3-4; Ro. 8:11; Fil. 1:19b; Hch. 13:52). Tenemos como base un hecho tan
maravilloso.
Los ciento veinte fueron llenos del Espíritu Santo para poder predicar el evangelio el día
de Pentecostés (Hch. 2:4). Esto es el llenar exterior del Espíritu Santo como el Espíritu
económico para que el evangelio sea predicado con un impacto dinámico.
Pedro fue lleno del Espíritu Santo, el Espíritu Santo económico, para poder predicarles a
los gobernantes y ancianos de Israel (Hch. 4:8).
Todos los discípulos
fueron llenos del Espíritu Santo
Después de muchas súplicas, todos los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, para
poder hablar la palabra de Dios con denuedo (Hch. 4:31).
Saulo fue lleno del Espíritu Santo al comienzo de su vida cristiana para poder recibir su
vista y ser bautizado (Hch. 9:17-18).
Pablo fue lleno del Espíritu Santo para poder reprender el mago diabólico (Hch. 13:9-
11).
Para llevar a cabo todos los ministerios arriba mencionados, los cuales están
relacionados con la predicación del evangelio y con la ministración de Cristo a otros,
necesitamos el llenar exterior del Espíritu de poder, el Espíritu económico. Nuestra
participación del derramamiento del Espíritu económico de poder está basada en que el
Dios Triuno como el Espíritu consumado more en nosotros, opere en nosotros, viva en
nosotros, haga su hogar en nosotros, nos dé el suministro y nos llene. Pero, ¿por qué no
experimentamos el derramamiento del Espíritu? Porque estamos faltos de oración. La
oración es el puente que une estos dos aspectos. Tenemos el llenar interior del Espíritu
que mora en nosotros, pero no tenemos el poder exterior porque no existe la conexión,
el puente, entre estas dos cosas. La oración es nuestro puente.
Algunos pentecostales dirían que uno tiene que ayunar y orar por muchos días para que
algo le suceda. Pero esto es contrario a la enseñanza de la Biblia. La Biblia dice que
cuando creímos en el Señor Jesús, el Espíritu entró en nosotros, Cristo entró en
nosotros, y Dios el Padre entró en nosotros. Los tres de la Trinidad Divina están ahora
en nosotros como nuestra vida y como nuestra esencia. Han llegado a ser uno con
nuestra persona, nuestra constitución y nuestro ser. La Biblia nos revela que el Dios
Triuno ahora está en nosotros para ser nuestra esencia, nuestro elemento y nuestra
intrínseca, y que se mezcla con nosotros para hacernos uno con El. Nosotros somos
personas divinas. Somos la mezcla de humanidad con divinidad.
Ya que éste es el caso, ¿por qué estamos tan callados, por qué somos tan inútiles y
estamos tan faltos de poder? Porque no experimentamos el aspecto exterior del Espíritu,
el Espíritu económico. Para tocar este aspecto exterior, existe la necesidad de una
conexión, un puente, y este puente es nuestra oración. Debemos abandonar el concepto
pentecostal de que tenemos que orar con ayunos por muchos días para recibir el poder
de lo alto. Necesitamos orar no tan sólo por un período de muchos días sino todos los
días. Necesitamos orar todos los días de cada año. En otras palabras, necesitamos orar
sin cesar. Tal vez nos preguntemos por qué cosas debemos orar, pero no necesitamos
pensar de antemano lo que vamos a orar. Orar incesantemente es tener comunión con
Dios en nuestro espíritu sin interrupción. Cuando oremos incesantemente, nos gocemos
siempre, y demos gracias en todo, esto nos “enloquecerá”. Cuando estamos locos,
tenemos poder e impacto.
Efesios 4 nos muestra que la iglesia es el Cuerpo de Cristo y que el Espíritu, el Señor, y el
Padre están en el Cuerpo y están mezclados con el Cuerpo. Por eso, estos cuatro se han
hecho uno: el Cuerpo, el Espíritu, el Señor y el Padre. Esta unidad es el impacto. Esta
unidad es en realidad el poder de lo alto. Como Cuerpo de Cristo, tenemos al Espíritu, al
Señor y al Padre, y estamos mezclados con la Trinidad Divina. Por medio de nuestra
oración, estaremos listos para visitar a la gente, porque participaremos del poder de lo
alto que es el impacto dinámico.
MENSAJE CATORCE
LA NECESIDAD DE ENTRENAMIENTO
PARA LLEVAR A CABO LA MANERA
ORDENADA POR DIOS
Para poder practicar la vida de iglesia en conformidad con la manera ordenada por Dios,
necesitamos ser entrenados. En nuestra práctica de la vida de iglesia en el recobro del
Señor, somos muy livianos. Si somos demasiado livianos en lo que hacemos, estamos
acabados. Si queremos lograr algo debemos tener una meta definida y debemos llevarlo
a cabo bajo un estricto control. Si cada uno de nosotros tuviera la libertad de trabajar de
acuerdo a su parecer, la obra fracasaría.
Los Estados Unidos es un país donde hay libertad, pero los que están en el servicio
militar de los Estados Unidos renuncian su libertad. Cuando uno entra al servicio
militar, le cortan el cabello y le dan un nuevo atuendo. En el servicio militar, uno no
puede escoger a su gusto, ni ejercitar su preferencia. No tiene la libertad de hacer lo que
quiera. Aquellos que están en el servicio militar pierden su libertad por defender todo el
país. Ellos están bajo un entrenamiento muy estricto. Para establecer los grupos vitales
de manera adecuada, es necesario el entrenamiento. Hemos formado estos grupos
vitales porque no tenemos forma de avanzar con la iglesia en general.
En este mensaje quisiera empezar con un poco de entrenamiento práctico para los
grupos vitales. La oración es muy necesaria. No solamente debemos orar cuando nos
reunimos en los grupos vitales sino también en privado. Tenemos que aprender a usar
nuestro tiempo para orar. Tal vez usemos la excusa de que estamos muy ocupados, pero
todo el mundo está ocupado. Aun un mendigo puede decir que está ocupado. Tal vez
pensemos que cuando una persona pierde su trabajo, ya no estará ocupada. Sin
embargo, cuando una persona pierde su trabajo es posible que esté más ocupada.
Muchas cosas en esta tierra requieren y exigen nuestro tiempo. Ya que muchas cosas
requieren nuestro tiempo, debemos ejercitarnos para redimirlo. Podemos desperdiciar
tiempo en muchas pequeñeces. Para peinarse una persona puede tomar dos minutos o
veinte. Todo depende de cómo lo haga. Algunos jóvenes desperdician veinticinco
minutos para peinarse y hacerse cierto arreglo en su cabello. Este es un ejemplo de la
manera cómo podemos desperdiciar nuestro tiempo.
Tal vez digamos que no tenemos tiempo para orar porque estamos muy ocupados. Sin
embargo, cuando recibimos una llamada telefónica, parece que ya no estamos ocupados.
Tenemos mucho tiempo para hablar por teléfono libremente. A menudo le digo a la
gente que el teléfono es muy “pegajoso”. Parece que cuando la gente contesta el teléfono,
no puede despegarse. Si amáramos la oración y consideráramos la oración de la misma
manera que estimamos las conversaciones en el teléfono, tendríamos mucho tiempo
para orar. Es una mentira decir que no tenemos tiempo para orar. Tenemos tiempo para
hacer muchas otras cosas, pero tenemos una holgazanería habitual cuando llega el
momento de orar.
Para poder ser miembros útiles y activos del Cuerpo de Cristo, tenemos que aprender a
redimir nuestro tiempo (Ef. 5:16). Día a día, perdemos nuestro tiempo; por lo tanto
tenemos que redimirlo. Tenemos que abreviar nuestras largas conversaciones
telefónicas. Más aun, cuando estamos en oración con el Señor, es mejor desconectar el
teléfono. Nuestro tiempo de oración es muy importante; por consiguiente, durante ese
tiempo no deberíamos recibir llamadas telefónicas. En los grupos vitales, lo primero que
debemos aprender es a orar. Para redimir nuestro tiempo necesitamos orar sin cesar (1
Ts. 5:17). Si no oramos, nuestros grupos no serán vitales.
Necesitamos el tiempo y la labor adecuados para criar a los nuevos creyentes. Debemos
estar preparados a dedicar dos años en la salvación de una persona, en su nutrición,
alimentación, cuidado y, hasta cierto punto, en perfeccionarlo para que sea uno que esté
de lleno en la vida de iglesia. Si usted puede ganar un pecador hasta el punto de que, en
dos años, se dé plenamente a la vida de iglesia como un miembro normal, será
maravilloso. Tenemos que prepararnos psicológicamente para seguir el camino de
laborar.
Cuando alguien es salvo por medio de usted, esa persona pasa a ser su hijo espiritual, su
bebé. Si usted no lo considera así, no podrá mantener a esa persona en la vida de iglesia.
En enero de 1993, esperamos empezar a salir a predicar el evangelio. No debemos
esperar que en 1993 ganaremos una persona que esté sólidamente establecida en la vida
de iglesia. No estoy hablando meramente de obtener a alguien que crea en Cristo y sea
bautizado en un período de un año. Eso no es muy difícil. Pero no es cosa fácil ganar a
alguien que permanezca bajo su cuidado, que aprenda las enseñanzas de la Biblia, que
esté deseoso de ser alimentado por usted, y que sea introducido de lleno en la vida de
iglesia.
Necesitamos ganar a alguien que consideremos como nuestro hijo. Esto hace una gran
diferencia. Tal vez nos hayamos preguntado cómo sería posible que algunas hermanas,
antes de que tuvieran hijos, pudieran tener la habilidad de criar hijos. Pero cuando los
tienen, cambian. Cuando tienen un hijo, ellas se entregan totalmente al cuidado de ese
niño. Debemos cuidar de los nuevos considerándolos como nuestros bebés.
Pablo dijo a los tesalonicenses que él era como una nodriza que cuida con ternura a sus
propios hijos (1 Ts. 2:7). El les dijo a los corintios que él era su padre espiritual y que los
había engendrado por medio del evangelio (1 Co. 4:15). Su epístola a Filemón nos
muestra la forma de cuidar a un nuevo. Tenemos que cambiar nuestro concepto. En la
obra del Señor no debemos esperar resultados rápidos. En realidad, en la esfera física, se
requieren 18 años para cuidar de un niño. Entonces ese niño será considerado un
adulto. Puesto que toma todo este tiempo criar a un niño en la esfera física, ¿cómo
esperamos criar a un hijo de Dios, un cristiano, en medio año? Si queremos el aumento
y fruto que permanezca, debemos saber dos cosas: primero, necesitamos orar por
nuestros hijos; luego tenemos que cuidar de ellos.
A la larga, no es beneficioso tener muchos hijos en forma rápida. Dios ordenó que la
gente tuviera hijos de una manera lenta. Dios creó sólo un hombre y le dijo a este
hombre que fuera fructífero, que se multiplicara y llenara la tierra (Gn. 1:28). El hombre
ha llenado la tierra hasta tal punto que muchas personas están preocupadas por el
aumento de la población. Sin embargo, espiritualmente hablando, estamos faltos de
hijos porque no practicamos la manera ordenada por Dios para ganar el aumento. Lo
que practicamos sólo concuerda con nuestra preferencia y gusto.
Otro punto que me gustaría resaltar es que debemos dejar nuestro propio método. Si
alguien quiere aprender el oficio de carpintería, debe dejar su método y adoptar el
sistema de entrenamiento. Debe aprender el oficio de carpintería de acuerdo a la
manera en que el instructor hace las cosas. De lo contrario, fracasará. No debemos
pensar que es fácil predicar el evangelio para salvar pecadores. Debemos predicar el
evangelio, pero no de acuerdo con nuestra forma natural. Debemos aprender a predicar
el evangelio de acuerdo con la forma en que hemos sido entrenados, no según nuestra
manera de ser, carácter y rasgos peculiares.
Todos tenemos nuestra propia manera de ser, carácter y rasgos peculiares. Estas tres
cosas nos anulan en todo. Algunas hermanas entre nosotros son enfermeras. Ellas no
pueden ser buenas enfermeras si trabajan de acuerdo a su manera de ser, carácter y sus
rasgos peculiares. Dependiendo de la manera de ser de las enfermeras, los pacientes
pueden ser ayudados o perjudicados por ellas. Una enfermera con una manera de ser
apropiada puede hacer feliz al paciente. Sin embargo, muchas enfermeras no hacen
sentir a sus pacientes felices y cómodos debido a su manera de ser particular. Esto nos
muestra que al cuidar a la gente para el evangelio, debemos aprender a negar el yo, el
cual incluye nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares. Debemos aprender a
predicar el evangelio, no en conformidad con nuestro modo personal de obrar sino
según la manera en que hemos sido entrenados.
En nuestras oraciones en estos días, necesitamos orar por tres cosas. Primero,
necesitamos orar: “Señor enséñame cómo redimir mi tiempo”. La única forma de
redimir nuestro tiempo es orar. Le agradecemos al Señor que no hay nada tan fácil como
la oración. Podemos orar en cualquier parte. Podemos orar mientras conducimos
nuestro automóvil. Podemos redimir el tiempo a lo largo del día orando.
Segundo, necesitamos orar para que nuestra mentalidad sea cambiada. Debemos estar
preparados y entender que tomará tiempo traer personas que sean fruto permanente en
la vida de iglesia. Existe el principio en todo el universo de que mientras prediquemos,
la gente creerá. Este es un principio establecido por Dios. Así que, tenemos que orar y
predicar de una manera laboriosa.
Tercero, necesitamos orar para que no prediquemos en conformidad con nuestro propio
método, sino de acuerdo con la manera en que fuimos entrenados.
Los miembros de todos los grupos vitales tienen que asistir a las reuniones regulares de
la iglesia. En particular todos nosotros tenemos que esforzarnos por asistir a la reunión
de oración. Tenemos que hacer algo por rescatar la reunión de oración. Hemos estado
practicando la vida de iglesia en los Estados Unidos por alrededor de treinta años.
Durante este período se ha formado un mal hábito. Este mal hábito consiste en que la
mayoría de los miembros de la iglesia menosprecian las reuniones de oración.
Todos nosotros debemos hacer lo posible por ir a la reunión de oración. Debido a este
entrenamiento con los grupos vitales, la reunión de oración de la iglesia aquí ha recibido
ayuda y ha sido rescatada en gran medida. Yo he estado orando cada semana para que el
Señor aumente la asistencia a la reunión de oración.
Algunos santos entre nosotros son muy osados en las reuniones. Son osados al dirigir a
otros a cantar ciertos himnos, y luego los dirigen a cantar una y otra vez. Pero el himno
que ellos eligieron y pidieron que los santos cantaran una y otra vez era el himno
equivocado. Si les pedimos a los santos que hagan esto, debemos ser sensibles a la
atmósfera de la reunión, y ver si a los santos les gustaría cantar este himno nuevamente.
Entonces cuando se les pide a los santos que lo canten de nuevo, ellos estarán muy
contentos. Tenemos que aprender a discernir la atmósfera y el sabor de la reunión. Si
algunos de los osados acortaran sus largas oraciones y dejaran de dar instrucciones en
las reuniones hasta que aprendieran a percibir el sabor y la atmósfera de la reunión, sus
espíritus serían edificados.
Los hermanos que son atrevidos entre nosotros tienen que negar su osada manera de
ser. De la misma manera, los tímidos entre nosotros tienen que negar su tímida manera
de ser. Su timidez anula en gran parte su función. Cuando hablan, deben ser osados para
hacerlo en un tono más fuerte. Cuando ellos hablan y ejercen su función quedamente,
no edifican su espíritu. Si ellos tratan de funcionar hablando en voz más alta, edificarán
su espíritu y esto los hará crecer.
Tenemos que darnos cuenta de que las reuniones son el agrupamiento de todos los hijos
de Dios para adorarle. Juan 4:24 dice que Dios es Espíritu y que todos aquellos que le
adoran deben adorarle en espíritu. Cada reunión de la iglesia es una ocasión para actuar
en el espíritu, porque ése es el momento de adorar a Dios. El único principio, el
principio básico y estricto en la adoración de Dios, es que tenemos que ejercitar nuestro
espíritu.
Debemos ejercitar nuestro espíritu siempre en las reuniones. Sea que hablemos o no,
debemos ejercitar nuestro espíritu. Si no hablamos, debe ser porque el Espíritu nos guía
a no hablar. Cuando hablamos, hablamos porque el Espíritu nos guía. Así que todo lo
que hacemos en las reuniones debe ser el resultado del ejercicio de nuestro espíritu.
Pero somos muy negligentes en este asunto. Puede que ejercitemos nuestro espíritu sólo
cuando sintamos que debemos orar o decir algo, pero debemos ejercitar nuestro espíritu
a toda hora. Yo me alimento en cada reunión sea que funcione o no; estoy en la reunión
en el Espíritu con el ejercicio de mi espíritu. Debido a que ejercito mi espíritu, disfruto
de los espíritus de otros. Cuando usted está en el espíritu, yo percibo eso. Cuando usted
no está en el espíritu, también me doy cuenta. Todos necesitamos aprender a desarrollar
el hábito de ejercitar nuestro espíritu todo el tiempo.
COMUNION ACERCA DE LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE QUINCE
La revelación básica del Nuevo Testamento es que nosotros los descendientes de Adán,
no importa si somos pecadores o justos, buenos o malos, no somos más que una vieja
creación. Si usted es bueno o malo, de todos modos necesita ser regenerado. Aun si
nosotros no fuésemos pecadores, igualmente necesitaríamos ser regenerados. Muchos
tienen el concepto de que necesitamos ser regenerados porque somos malos. Pero todas
las personas, sean buenas o malas, necesitan ser regeneradas.
En Génesis 2 vemos dos árboles: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y
del mal (v. 9). Esto demuestra que el bien no pertenece a la vida. El bien pertenece a
Satanás. La intención de Dios no es tener un hombre bueno; Su intención es producir un
hombre nuevo a partir del viejo hombre. Por eso es que necesitamos renacer, es decir,
ser regenerados con la vida divina. El concepto básico de la revelación neotestamentaria
es que necesitamos ser una nueva persona.
Nicodemo era una persona moral y de clase alta, que consideraba a Cristo como un
maestro que había venido de parte de Dios (Jn. 3:2). Esto quiere decir que él
posiblemente pensó que necesitaba mejores enseñanzas para poder mejorar. Pero el
Señor Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios” (v. 3). Nacer de nuevo significa renacer, lo cual es ser
regenerado con la vida divina, una vida diferente a la vida humana recibida por medio
del nacimiento.
Después de nacer de nuevo, aún tenemos mucho de la vieja creación; así que la Biblia
pasa a mostrarnos que después de ser regenerados necesitamos ser renovados (Ef. 4:23;
Ro. 12:2; 2 Co. 4:16). En 2 Corintios 3:18 se nos muestra que mientras contemplamos al
Señor a cara descubierta, somos transformados a Su imagen. Romanos 8:29 nos dice
que necesitamos ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. El es
totalmente diferente del hombre natural, de nosotros. Necesitamos ser renovados,
transformados y, finalmente, conformados a la imagen de Cristo. Después de ser
regenerados, tal vez amemos al Señor y le busquemos. Tal vez seamos muy religiosos,
piadosos y aun devotos, pero seguimos en la vieja creación. Todos necesitamos ser
regenerados, transformados y conformados a la imagen de Cristo.
LA NECESIDAD DE TRANSFORMACION
EN NUESTRA MANERA DE ORAR
Por esto he tratado de calibrar la manera de orar. Nuestra antigua manera de orar no
provenía de la nueva creación sino de la vieja creación, y concordaba con la manera vieja
y natural. Ahora me gustaría leer algo que Watchman Nee dijo en su comunión acerca
del ministerio de oración de la iglesia, y hacer algunos comentarios al respecto. El
hermano Nee dijo:
Durante nuestra oración, también debemos estar en guardia contra las oraciones que no
son oraciones.
Quiero recalcar las palabras del hermano Nee acerca de que debemos estar en guardia
contra las oraciones que no son oraciones. Podemos orar mucho, pero lo que digamos
tal vez no sea una verdadera oración. Es por esto que he calibrado nuestra oración.
Podemos llegar a pensar que en tanto que uno ore, está haciendo algo maravilloso.
Cuando alguien ora, quizá creamos que al haber orado éste, hizo una verdadera oración.
Pero el hermano Nee dice que durante nuestra oración, debemos estar en guardia contra
las oraciones que no son oraciones.
Estas palabras incoherentes, confusas, triviales y vanas pueden salir cuando hacemos
oraciones largas. Las oraciones largas están llenas de tales palabras. Satanás usa estas
oraciones largas para agotarnos, quitándonos así nuestra energía. Podemos orar por
diez minutos, pero estos diez minutos pueden ser una pérdida de tiempo.
Parece que oramos por costumbre. Pero en realidad dentro de estas oraciones hay
sugerencias, instigaciones y engaños de Satanás.
El hermano Nee era más estricto que yo. El creía que en estas oraciones largas, hasta
había sugerencias, instigaciones y engaños de Satanás.
El dijo:
Cuando oramos, no deberíamos dar muchas explicaciones. En vez de darle al Señor una
descripción con muchos detalles, deberíamos simplemente decirle lo que queremos.
Hace poco, en una reunión de colaboradores, le dije a los hermanos que su oración
había mejorado mucho. Pero a unos pocos colaboradores aún les gustaba darle al Señor
muchas explicaciones en su oración. No necesitamos darle explicaciones al Señor para
que nos dé poder. Deberíamos simplemente decir: “Señor, danos poder”. Las
explicaciones son sólo una decoración para nuestra oración. Decoramos nuestra oración
con muchas explicaciones que hacen de nuestra oración un derroche.
Más bien, deberíamos decirle a Dios lo que está en nuestro corazón en una forma
sincera. Nunca deberíamos rellenar nuestra oración con un montón de palabras vacías.
Esto nos demuestra que necesitamos ser transformados no solamente en nuestra vida
diaria sino también en la oración que hacemos en las reuniones. Algunos santos entre
nosotros estaban acostumbrados a orar muchas veces en la reunión de oración con
oraciones largas. Esto significa que su oración no estaba transformada.
Antes de Su encarnación Cristo, como ser divino, ya era el Hijo de Dios (Jn. 1:18; Ro.
8:3). Por medio de la encarnación Cristo se vistió de un elemento, la carne humana, que
no tenía nada que ver con la divinidad. Esa parte de El necesitaba ser santificada y
elevada al pasar por la muerte y la resurrección. Por medio de la resurrección Su
naturaleza humana fue santificada, elevada y transformada. Entonces, por medio de la
resurrección El fue designado Hijo de Dios con Su humanidad (1:4; Hch. 13:33; He. 1:5).
Necesitamos ser transformados y conformados a la imagen de Aquel que pasó por la
muerte y la resurrección para llegar a ser el Hijo primogénito de Dios.
Usted pude ser una persona muy buena, pero su bondad es una ofensa al Espíritu. Usted
es bueno, pero no está en el Espíritu. Usted es bueno, pero lo es en su yo, en su vida
natural.
Algunos han estado en el recobro por años, pero no ha habido un verdadero cambio en
ellos. Tal vez hayan cambiado mucho de lo malo a lo bueno. Ese es el cambio que vemos.
Pero éste no es el cambio causado por la transformación de la vieja creación a la nueva
creación. Aceptamos el cambio que procede de la transformación. Pero no aceptamos el
cambio de que antes era uno malo y ahora es bueno. Necesitamos un cambio de la vieja
creación a la nueva creación. No queremos un mero cambio exterior. La transformación
es algo interno, que trata con la constitución de nuestro ser. La transformación implica
una especie de metabolismo; es un cambio interior efectuado al ser añadido un nuevo
elemento a la misma esencia de nuestro ser.
Hay muchas cosas relacionadas con nosotros y con nuestro servicio en la vida de iglesia
que no están en el Espíritu. Pueden ser cosas lindas y hasta buenas, pero no están en el
Espíritu. Lo que necesitamos es la transformación. De no ser así, la vida de iglesia no
puede existir como debería. De lo que sí hay mucho entre nosotros es lo natural, lo cual
proviene de la vieja creación.
Podemos tener muchas cosas buenas en la vida de iglesia, pero la Biblia pone al bien
junto con el mal en la categoría del árbol del conocimiento del bien y del mal. Tanto el
bien como el mal son de la misma categoría, del mismo árbol. Existe otro árbol que es
muy simple: el árbol de la vida. La vida es puramente Dios, así que el árbol de la vida es
el árbol de Dios.
EL MODELO DE PABLO
Pablo nos dijo que él antes de recibir al Señor, había alcanzado lo mejor de su religión
(Gá. 1:14). Hasta llegó a decir que era irreprensible en cuanto a la justicia que es por la
ley (Fil. 3:6). Pablo era irreprensible en cuanto al juicio del hombre, pero finalmente
dijo: “Estoy crucificado”. No importa si yo soy bueno o malo, “con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a). Entonces,
en nuestra oración y en todo lo que hagamos en la vida de iglesia, debemos tener la
seguridad que no somos nosotros los que obramos, sino Aquel que lo hace todo, que
pasó por la muerte y resurrección y que ahora vive en nosotros. Esto es vivir una vida de
transformación.
Los grupos vitales han existido por nueve semanas. Hasta ahora, he abarcado cinco
cosas principales que ustedes deben procurar.
Procuremos compenetrarnos
No nos abrimos a los demás, porque tememos que nos conozcan. Como resultado, no
podemos recibir la sanidad interior del Señor. Puede ser que estemos enfermos de
“gangrena”, pero preferimos cubrir y esconder nuestra enfermedad de los demás.
Necesitamos ver que los demás miembros de nuestro grupo vital son nuestros médicos.
Si nos abrimos en la debida forma a los santos de nuestro grupo, seremos sanados. Pero
en vez de abrirnos, nos escondemos. Algunos son liberados, pero no totalmente, porque
no están acostumbrados a abrirse a los demás. No estamos abiertos; estamos cerrados y
aislados.
Cuando nos reunimos, tal vez pensemos que no haya mucho que hacer. He dicho que las
reuniones de grupo son el ochenta por ciento de la vida de iglesia, y lo más importante
de las reuniones de grupo es reunirse para tener comunión en una forma íntima,
minuciosa y espontánea. Tal vez una hermana empiece diciendo: “No soporto a mis
hijos. ¿Me podrían decir cómo vencer mi mal genio?”. ¿Por qué no empezamos a
abrirnos en esta forma? En vez de ver una escena de comunión íntima en los grupos
vitales, yo veo una escena de buen comportamiento. Todos guardan compostura. Nadie
quiere cometer un error. Todos quieren ser unos “buenos muchachos” y unas “buenas
muchachas”. He visto esto por muchos años, y esto me indigna. Yo quiero ver un grupo
de santos que juntos procuren ganar más del Señor Jesús.
Pero ¿dónde podemos ver un grupo de santos que ponen en práctica actualmente la
revelación neotestamentaria? ¿Quién se está negando? ¿Quién está siendo renovado,
transformado y conformado a la imagen de Aquel que pasó por la muerte y la
resurrección? Gradualmente hemos caído en la práctica rutinaria de la vida de iglesia,
pero ¿dónde está el Espíritu y dónde está la dirección del Señor? No hay mucha guía del
Espíritu entre nosotros. Por el contrario, usted actúa a su manera y yo actúo a mi
manera. Usted ora a su manera y yo oro a mi manera. ¿Quién va a ser corregido? ¿Quién
va a aprender? Si no somos corregidos y transformados interiormente, entonces ¿dónde
está la vida de iglesia?
Hemos perdido el impacto para ganar pecadores porque somos un grupo de personas
que se comportan bien. No tenemos la verdadera espiritualidad del poder de lo alto, el
impacto. Casi en todo, hemos perdido nuestro impacto espiritual. Por eso necesitamos
un entrenamiento estricto. De lo contrario, no habrá remedio para nuestra situación.
Amamos el recobro, amamos al Señor, amamos la iglesia y somos muy buenos. Nos
comportamos de tal manera que no ofendamos a nadie ni cometamos errores en la vida
de iglesia. Pero eso no es la vida de iglesia. Eso es una especie de club social exclusivo.
Sin embargo, la vida de iglesia es un grupo de personas que aman y buscan a Jesús.
Aquellos que aman a Jesús son, después de haber sido regenerados, los que siguen
adelante para aprender la lección de negarse a sí mismos en todo a fin de poder ser
renovados. Ellos viven, sirven y se reúnen no por su quehacer o corrección sino por la
dirección del Espíritu Santo. Ellos están siendo renovados aun en la manera en que
tratan con sus hijos y en la manera en que hablan con su esposa.
Un hermano que está en el proceso de ser renovado tal vez confiese: “Señor Jesús, estoy
equivocado en mi actitud, en mi sentir interior, en mi expresión, en mi palabra y en el
tono en que hablo con mi esposa. Todas estas cosas son de la vieja creación”. Nuestras
palabras pueden estar bien, pero el tono en que hablamos puede no estarlo. El tono no
está en el Espíritu. Los esposos necesitan confesar al Señor sus sentimientos, actitudes,
expresiones, y el tono y las palabras que usan con sus esposas. Necesitamos confesar al
Señor que la forma en que hablamos con nuestras esposas no está en el Espíritu. Los
hermanos pueden fingir ante los santos, pero no pueden fingir ante sus esposas. Muchas
veces las palabras de los esposos para con las esposas no son espirituales.
Esto demuestra que necesitamos ser transformados en todo. El Señor necesita un grupo
de personas que hayan sido regeneradas, renovadas, transformadas y conformadas al
Hijo primogénito de Dios para ser edificadas. Esta edificación es el Cuerpo y la vida
práctica de iglesia.
Yo aprecio que el Señor haya levantado tantas iglesias sobre la tierra, pero la verdadera
situación de las iglesias con respecto a la práctica de la manera ordenada por Dios no
está en el nivel adecuado. Por eso necesitamos levantar los grupos vitales. El remedio
está aquí. En nuestros grupos vitales, necesitamos orar mucho y minuciosamente para
que podamos compenetrarnos con otros en amor. Siempre que nos reunamos,
deberíamos abrirnos los unos a los otros para tener una comunión íntima y completa.
Primero, tenemos que orar para poder compenetrarnos con otros en amor. Segundo,
debemos buscar al Espíritu. Debemos orar continuamente: “Señor, lléname. Infúndete
como Espíritu en mi ser, en mi constitución intrínseca, y derrámate como el Espíritu de
poder sobre mí”. Tenemos que orar cada día. Esta debería ser nuestra práctica hasta que
el Señor regrese.
Tercero, tenemos que orar sin cesar (1 Ts. 5:17) ejercitando nuestro espíritu (1 Ti. 4:7)
para redimir el tiempo (Ef. 5:16). Necesitamos practicar esto cada día. Una hermana que
sea ama de casa puede orar mientras cocina o mientras lava los platos. Esto es orar sin
cesar.
Necesitamos estar atentos a la oración porque estamos en una batalla diaria. Una madre
puede enojarse con sus hijos, pero si aun ella confiesa su derrota al Señor, no es un buen
modelo. Tal vez los niños reciban una impresión que nunca olvidarán. Como resultado,
se ofenden y la madre es derrotada por Satanás. Nuestra vida cristiana diaria es una
batalla. No estamos peleando contra carne y sangre sino contra principados, potestades
y huestes espirituales de maldad de las regiones celestes (Ef. 6:12). Satanás y sus
subordinados observan qué clase de vida llevamos. Ellos miran cómo una hermana trata
a sus hijos y a su esposo. Es por esto que necesitamos orar todo el tiempo.
La única manera en que podemos liberar nuestro espíritu es orar. No deberíamos orar
en nuestra manera habitual, natural, reiterativa y rebuscada. Necesitamos presentar
nuevos puntos en nuestra oración. Si una hermana tiene hijos, puede mencionar los
nombres de sus hijos al Señor tres veces al día. También podemos orar por todos los
santos que están en los grupos vitales. Cada santo debe tener una lista escrita de los
nombres de todos los santos que están en los grupos vitales. Mientras una hermana lava
los platos, puede tener esta lista cerca y orar: “Señor, recuerda a la hermana fulana;
recuerda al hermano fulano...”. Esta es la verdadera oración. Esto no es una
composición elaborada; no es una larga oración que nos hace perder el tiempo y agota
nuestra energía. Podemos orar por las iglesias del condado de Orange, por las iglesias
del sur de California, por las iglesias del resto de California, por todas las iglesias de los
Estados Unidos, y por las iglesias de todo el mundo. Necesitamos orar sin cesar.
Cuarto, necesitamos ser perfeccionados para hacer las cosas en coordinación, no según
nuestra manera. No podemos llegar a ser miembros calificados y equipados del grupo
vital de la noche a la mañana. Se requieren meses para que seamos edificados. Tenemos
que orar para que podamos ser compenetrados, para que podamos ser llenos del
Espíritu, para que podamos redimir nuestro tiempo orando sin cesar, y para que
podamos servir, no de acuerdo a nuestra manera sino en coordinación, prestos a dejar
nuestra libertad.
Quinto, necesitamos orar por el trato con nuestra manera de ser, carácter y rasgos
peculiares. Estas tres cosas son lo más difícil de tratar en la vida de iglesia. Todos
tenemos el yo, y éste está constituido de nuestra manera de ser, nuestro carácter y
nuestros rasgos peculiares.
No hace mucho me alegré de ver que algunos entre nosotros ejercían su función,
algunos que antes solían estar en silencio en las reuniones. Algunos de nosotros hemos
estado viniendo a las reuniones por años y guardamos silencio. Necesitamos la
misericordia del Señor para que nuestra silenciosa manera de ser tenga un cambio
interno y metabólico. Necesitamos decir: “Señor, ten misericordia de mí. Renuévame y
transfórmame. Transforma cada parte de mi ser; transfórmame en mi vida diaria y en
mi servicio a Ti en la vida de iglesia. Transfórmame en la manera en que oro,
especialmente en la forma en que lo hago en las reuniones”. Necesitamos ver que nada
de lo que hagamos en nuestro hombre natural es aceptable al Señor.
Algunos santos han sido fieles al recobro del Señor por muchos años, pero siguen siendo
los mismos. Pablo dijo en 2 Corintios 4:16 que necesitamos ser renovados de día en día.
No deberíamos ser los mismos de hace tres días. Necesitamos ser diferentes cada día al
ser renovados. Si nunca gritamos, debemos ser transformados y así gritaremos:
“¡Alabado sea el Señor!”.
Necesitamos orar para ganar los candidatos para nuestra predicación del evangelio.
Debemos hacer una lista de parientes cercanos y de conocidos. Luego necesitamos orar
diciendo: “Señor, de entre éstos, ¿a quiénes debo tomar primero como mis candidatos
para Tu evangelio?”. El Señor nos guiará. No debemos escoger más de cinco personas en
nuestra lista como primeros candidatos para traerlos al Señor. Puede ser que de estos
cinco, tres no estén disponibles. De todos modos debemos aprender a prepararnos y a
preparar nuestros candidatos, los objetivos de nuestra obra. Necesitamos orar por ellos
durante unos tres meses. Entonces podemos ir a visitarlos.
Esta clase de selección y oración por aquellos a quienes escogimos producirá impacto en
ellos. No es ideal tocar puertas “frías”, puertas de personas que no conocemos. Debemos
encontrar la manera de conseguir puertas “cálidas”, puertas de personas que conocemos
o que nos han sido recomendadas por otros.
Conforme al principio del Nuevo Testamento, nadie es salvo directamente. Una persona
es salva por medio de otra o por la oración de alguien. Dios tal vez haya escogido a su
primo y haya decidido salvarlo. Pero si usted no ora por él, nadie va a hacerlo. Así que
Dios no podrá hacer nada a menos que usted ore. Su oración preparará el camino y
pondrá las vías sobre las cuales el “tren” de Dios se podrá mover. La oración es muy
importante, por lo tanto tenemos que orar durante dos meses. Luego saldremos. Cada
día debemos emplear tiempo para equiparnos, estar calificados y prepararnos para
llevar a cabo nuestra labor de ganar pecadores para el aumento de la iglesia.
También tenemos que ser entrenados en la manera de cuidar a los nuevos que hemos
ganado. Tal vez el Señor no le dé a usted un nuevo por un año. Entonces usted le
preguntará al Señor: “Señor, ¿por qué no me das nuevos?”. El Señor respondería: “A la
hermana tal le he dado cinco nuevos y ella no puede cuidarlos a todos. ¿Por qué no le
ayudas?”. Las madres saben que cuidar de los hijos apropiadamente requiere mucho
aprendizaje. Hemos perdido muchos nuevos en el pasado porque no éramos las madres
apropiadas para cuidarlos. Con el tiempo, llegaremos al punto donde nosotros y los
nuevos que estén bajo nuestro cuidado aprenderemos a profetizar.
Espero que consideremos esta comunión seriamente. Si el Señor no puede avanzar con
los grupos vitales, nos será difícil continuar. ¿Cuántos de nosotros vivimos conforme a lo
que hemos escuchado del ministerio? Muchos de los santos no están muy metidos en el
proceso de ser renovados, transformados y conformados. Por el contrario, viven y sirven
en la manera natural. Esto es muy serio. Amamos al Señor mucho, pero todavía
mantenemos nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares.
Siendo éste el caso, no puede haber una verdadera edificación entre nosotros.
Necesitamos recibir la comunión de estos mensajes para poder ser renovados,
transformados y conformados a la imagen de Cristo. Yo espero que esta comunión sea
totalmente captada y comprendida por nosotros.
APRENDAMOS A NEGARNOS
Y A SEGUIR EL ESPIRITU INTERIOR
Un hermano me dijo que cuando se abre para con los santos, él piensa que los mata.
Esto se debe a que él pasa mucho tiempo en su vida natural. Tanto para abrirse a otro
como para todo, usted necesita aprender a seguir el Espíritu que está en su interior. En
su oración y en sus actividades en las reuniones, usted no sigue al Espíritu; es usted solo
quien actúa.
Un hermano puede amar mucho al Señor, pero al Señor le es difícil laborar en él porque
es muy fuerte en su vida natural, en lo que él es. Cuando él ora, ora conforme a lo que es.
Cuando pide un himno en la reunión, lo pide conforme a lo que él es. Esto demuestra
que es muy necesario que neguemos nuestro yo. En Mateo 16:24 el Señor nos dijo que
debemos negarnos a nosotros mismos. Pero en Lucas 14:26 el Señor nos dijo que
debemos aun aborrecer nuestro ser, nuestra vida del alma. Somos muy naturales. Esto
significa que procedemos de la vieja creación. Cualquier cosa que provenga de la vieja
creación es carnal y ofende al Señor.
Pablo dijo que debemos ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor porque
Dios opera en nosotros (Fil. 2:12-13). Tengo a alguien que opera en mí, por lo tanto
tengo temor de perderlo. Tiemblo al pensar que lo pueda ofender, pues El no solamente
está conmigo sino que también está operando en mí. Entonces, temo, espero y velo,
mirándolo a Él. Pablo usa la palabra velar, diciendo que para nuestra oración debemos
velar (Ef. 6:18). Aun para orar se necesita velar. De lo contrario, es posible que ore
equivocadamente. Si no velo en mi oración, podría hacer oraciones largas, oraciones que
no son oraciones en realidad.
Si entramos en la revelación de las catorce epístolas del apóstol Pablo sin ver cómo el
Dios Triuno es la gracia práctica para nosotros, podemos quedar muy decepcionados.
Esto se debe a que nadie en sí mismo puede practicar lo que Pablo vio y enseñó. ¿Quién
puede vivir a Cristo y magnificar a Cristo como Pablo lo hizo? Esto sólo lo podemos
hacer por medio del abundante suministro del Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19-21a). El
Espíritu todo-inclusivo y abundante está dentro de nosotros, y nos capacita para que
vivamos y magnifiquemos a Cristo.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DIECISEIS
TENER LA CARGA
CON LA PREOCUPACION AMOROSA DE DIOS
POR LOS PECADORES
Y CON LA CONVERSION DE PECADORES
EN MIEMBROS DE CRISTO
PARA LLEVAR A CABO LA ECONOMIA DE DIOS
En el mensaje anterior mencionamos cinco puntos que son cruciales para los grupos
vitales. Primero, es necesario que nos compenetremos con los demás miembros de
nuestro grupo vital por medio de una comunión íntima y completa y orando mucho y
minuciosamente. Segundo, es necesario que procuremos llenarnos del Espíritu por
dentro y por fuera. Tercero, tenemos que orar continuamente ejercitando nuestro
espíritu para redimir el tiempo. Cuarto, debemos aprender a servir y a trabajar no de
acuerdo a nuestra preferencia sino en coordinación y renunciando a nuestra libertad.
Quinto, debemos orar para que nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares sean
tratados. Estos cinco puntos no son lecciones que podamos estudiar ni cursos de los
cuales podamos graduarnos. Son cinco necesidades diarias como beber, comer, respirar,
dormir y hacer ejercicio.
Si practicamos todo esto, nuestras reuniones estarán llenas de vida y serán liberadas. En
la reunión espontáneamente seremos aquellos que liberan el Espíritu al orar, al alabar,
al cantar y al hablar por el Señor. Entonces seremos avivados y avivaremos a los demás.
Necesitamos los grupos vitales debido a que estamos en una situación de muerte. En vez
de avivar a otros, les comunicamos muerte. Por lo tanto, al ir a la reunión, la matamos.
Esto está mal. Debemos ser aquellos que avivan las reuniones. Todos deben estar
liberados en la reunión. Para ser liberados, debemos practicar los cinco puntos
mencionados anteriormente.
Necesitamos ejercitar nuestro espíritu para orar incesantemente. Esto significa que no
debemos desperdiciar nuestro tiempo. Por el contrario, debemos llenar nuestro tiempo
con oración. Nadie puede decir que redime y utiliza todos los momentos de cada día.
Hoy en día los estadounidenses, en general, tienen mucho tiempo libre. Esta es la razón
por la cual gastan su tiempo buscando entretenimientos y placeres mundanos. Cuando
tengamos tiempo libre debemos ocuparlo en oración. Esto significa que debemos orar
incesantemente. La persona que ora constantemente es una persona liberada.
El recobro del Señor nos ha ayudado a entender las prácticas espirituales que debemos
tener diariamente. Sabemos invocar el nombre del Señor y hablar con el Señor para
liberar nuestro espíritu. Lo único que necesitamos es ocupar nuestro tiempo con estas
prácticas.
Cada vez que oremos, debemos liberar nuestro espíritu. No quiero decir con esto que
debemos gritar todo el tiempo, sino que cuando oremos en las reuniones, nuestra
oración no debe ser común y corriente. Aun nuestra voz debe estar ejercitada cuando
oremos. La oración es la liberación de nuestro espíritu. Si no liberamos nuestro espíritu,
no hay oración.
La oración y la alabanza son diferentes. La alabanza requiere que nuestra voz sea más
liberada que en la oración. En nuestra traducción de los Salmos, usamos el término
gritos de júbilo (Sal. 71:23). Según la Biblia, nosotros, el pueblo de Dios, debemos ser
“locos” que alaban alegremente al Señor cada día (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). Si alguien le
regala a usted un diamante muy caro, usted se entusiasmará, pero nosotros tenemos
algo mucho más valioso que eso; tenemos a Cristo. Cristo es muy valioso y muy rico. El
es inmensurable, inescrutable e insondable. Tenemos un Cristo semejante, pero ¿es El
nuestra realidad? Cantamos acerca de cuán maravilloso y rico es Cristo pero, ¿realmente
lo vemos y lo experimentamos de tal manera? ¿Estamos realmente locos por Cristo? No
debemos estar viejos, fríos y sin frescura, sino que debemos ser frescos, vivientes,
jóvenes y nuevos en el Señor. Para ser miembros vivientes y vitales en la vida de iglesia,
debemos practicar constantemente los cinco puntos mencionados. Entonces nuestras
reuniones estarán llenas de gritos de júbilo y regocijo.
Necesitamos mucha preparación antes de poder tener el debido impacto para alcanzar
personas con miras al aumento de la iglesia. Aunque es posible que conozcamos la
verdad en cuanto a estos cuatro pasos de la manera ordenada por Dios, no los hemos
practicado apropiadamente. Muy pocos de nosotros hemos practicado apropiadamente
la predicación del evangelio. Si no sabemos cómo hacer algo, no estaremos interesados
en ello. Cuando un niño está en las primeras etapas de aprender a tocar el piano, la tarea
es difícil para él y tal vez no esté muy interesado. Pero con el tiempo, a medida que
practica y va aprendiendo más, pondrá su pasión en tocar el piano. Esto nos muestra
que cuanto más practicamos, más aprendemos, y cuanto más aprendemos, más pasión
ponemos. Parece que actualmente muy pocos entre nosotros tienen un verdadero
interés por la manera ordenada por Dios. Estamos de acuerdo en que las reuniones de
grupo constituyen el ochenta por ciento de la vida de iglesia, pero, ¿cuántos están
verdaderamente interesados en ellas? Todavía estamos en el camino viejo. Hemos
estado practicando los grupos vitales por unas diez semanas, pero me temo que hay
algunos santos en su grupo cuyos nombres y apellidos usted aún desconoce. Esto nos
muestra que aún no hemos alcanzado una comunión completa, íntima y mutua para
poder ser compenetrados. Yo deseo que no sólo conozcamos los nombres de los
miembros de nuestro grupo en particular sino también los nombres de los santos de
todos los grupos vitales.
En estos días tengo mucha carga por el establecimiento y la continuación de los grupos
vitales. Necesitamos prepararnos para poder salir a traer gente para el aumento y la
edificación de la iglesia. Necesitamos prepararnos haciendo una lista de nuestros
familiares y amigos. Luego necesitamos orar y pedirle al Señor que nos muestre en
quiénes debemos primeramente concentrar nuestra atención como candidatos para
nuestro servicio evangélico. El Señor nos guiará. En estos meses necesitamos orar
continuamente por ellos, y luego podremos comunicarnos con ellos.
Para poder llevar a cabo la carga del Señor en los grupos vitales, debemos ser personas
renovadas y tenemos que aprender a servir al Señor en todo aspecto. Llegar a ser doctor
es difícil, pero aprender a servir al Señor en conformidad con la manera que El nos ha
mostrado es mucho más difícil que estudiar medicina. He estado aprendiendo a servir al
Señor por más de sesenta años, y todavía no me he graduado.
TENER LA CARGA Y
LA PREOCUPACION AMOROSA
QUE HAY EN EL CORAZON DE DIOS
POR LOS PECADORES QUE PERECEN
Tenemos que aprender a tener la carga y la preocupación amorosa que hay en el corazón
de Dios por los pecadores que perecen. Juan 3:16 dice que de tal manera amó Dios al
mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna. Dios tiene tal amor. Ahora nosotros como hijos de Dios debemos
ser uno con nuestro Padre en Su amor por los pecadores. Necesitamos tener una
preocupación amorosa por la salvación de los pecadores. El concepto de predicar el
evangelio con el mero fin de ganar almas es algo muy superficial. Necesitamos tener una
preocupación amorosa por el hombre caído. A mi parecer, la mayoría de los santos han
perdido esta preocupación y cuidado por los pecadores.
Jorge Whitefield es un ejemplo de uno que tuvo una preocupación genuina por los
pecadores. Un día él estaba predicando acerca de la perdición eterna de aquellos que no
creen en Cristo. El describió el lago de fuego de tal forma que algunos del público se
asían de las columnas con miedo de caer en el lago de fuego. El tenía tal corazón, carga y
preocupación genuina por los pecadores, pero nosotros casi la hemos perdido.
Nuestros grupos vitales deben aprender a tomar la carga y la preocupación amorosa del
Padre por los pecadores. En 1 Timoteo 2:4 se nos dice que Dios desea que todo hombre
sea salvo. Antes de salir, debemos estar equipados con este sentir. De otro modo,
seremos hipócritas y sólo estaremos actuando. Si no tenemos interés en los pecadores,
¿por qué hemos de visitarlos? Esto sería meramente una actuación.
TENER LA CARGA DE CONVERTIR
PECADORES EN MIEMBROS DE CRISTO
PARA LLEVAR A CABO LA ECONOMIA DE DIOS
En Romanos 15:16 Pablo dice: “Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un
sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles le sean
ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo”. Pablo era un sacerdote del
evangelio que ofrecía a Dios los gentiles como sacrificio. Pablo tenía la carga de llevar a
cabo su ministerio, que consistía en convertir pecadores en miembros de Cristo. En el
Antiguo Testamento los sacerdotes ofrecían ganado en sacrificio como tipo de Cristo.
Mas Pablo dijo que él le ofrecía a Dios los pecadores como sacrificios espirituales y como
miembros del Cuerpo de Cristo, los cuales habían sido salvos al predicarles él el
evangelio (1 P. 2:5). El hacía esto con el fin de edificar el Cuerpo de Cristo para llevar a
cabo la economía de Dios.
Esto no es meramente tener la preocupación amorosa de Dios por los pecadores, sino
tomar la carga de llevar a cabo Su economía. Dios tiene una economía, y esa economía
está centrada en Cristo, quien desea tener un Cuerpo. En la actualidad es difícil
encontrar a alguien que tenga una carga genuina por el Cuerpo de Cristo. La obra
evangelizadora de hoy es simplemente ganar almas, pero, ¿a quién le importa la
edificación del Cuerpo de Cristo? Pablo predicó el evangelio para el aumento y la
edificación del Cuerpo de Cristo. El era un sacerdote que ofrecía a Dios los salvos como
miembros vivientes del Cuerpo de Cristo. Necesitamos tener tal carga.
Pedro en su primera epístola dijo que nosotros somos las piedras vivas que están siendo
edificadas juntamente como casa espiritual, y esta casa es un sacerdocio (2:5). Una casa
es una unidad corporativa constituida de muchos materiales edificados juntamente.
Tenemos que ser esa casa edificada. Esta es la razón por la cual tenemos que ser
compenetrados. Entonces seremos un solo sacerdocio, un solo Cuerpo. La palabra
sacerdocio tiene dos significados. Primero, el sacerdocio es el servicio sacerdotal; en
segundo lugar, el sacerdocio es un cuerpo sacerdotal, un grupo de sacerdotes que sirven
juntos. En 1 Pedro 2:5 el sacerdocio no se refiere al servicio de los sacerdotes, sino al
cuerpo de sacerdotes, y ese cuerpo es sin duda el Cuerpo de Cristo.
El versículo 9 dice que la función del sacerdocio, el cuerpo de sacerdotes, es anunciar las
virtudes de Aquel que nos salvó, y que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable y
maravillosa. Las virtudes de Dios son el amor, la bondad, la gracia, la misericordia, la
paciencia, el perdón, etc. Anunciar las virtudes de Dios es predicar el evangelio de la
obra salvadora de Dios en Sus virtudes, según nuestras experiencias. Los resultados de
nuestra predicación serán los sacrificios espirituales, los pecadores salvos, mencionados
en el versículo 5.
Predicar el evangelio es anunciar las virtudes de nuestro Salvador, el cual nos llamó de
las tinieblas a Su luz admirable. Para poder predicar el evangelio así, tenemos que
aprender mucho. Lo más básico es que tenemos que ser compenetrados. Somos pedazos
de materiales que deben edificarse juntamente como una casa. De no ser así, no seremos
un sacerdocio. Tal vez seamos sacerdotes, pero no somos un sacerdocio. Por esta razón,
lo primero que les dije que hicieran es que se compenetren. ¿Cómo es posible que
pedazos de materiales esparcidos sean una casa? Si no somos edificados juntamente
como una casa, estamos acabados. Dios no puede usar trozos de materiales esparcidos o
amontonados. Dios únicamente puede usar una casa edificada en la cual El puede
morar. Entonces esta casa será un sacerdocio, donde todos los materiales son los
sacerdotes juntamente edificados. Aun en el Antiguo Testamento, los sacerdotes no
estaban esparcidos. El sacerdocio era un sistema. Nadie en ese sistema sacerdotal podía
actuar individualmente. Cada sacerdote tenía que actuar corporativamente como parte
del sistema.
Nuestra carga no debe ser meramente ganar almas. Debemos tener la carga de ganar
más miembros para el aumento del Cuerpo de Cristo y para llevar a cabo la economía de
Dios. En Hageo 1:8 Jehová le mandó a Su pueblo diciéndole: “Subid al monte, y traed
madera, y reedificad la casa”. Con el material se edifica el templo de Dios, Su casa. Esto
es un cuadro de la necesidad de ganar a los escogidos de Dios como material para la
edificación de Su casa viviente, Su iglesia, el Cuerpo de Cristo.
A quienes salvamos son los escogidos de Dios. Una vez que los salvamos, necesitamos
laborar en ellos para que tengan un cambio metabólico en su interior. Necesitamos
laborar estando en el Señor para que los pecadores puedan ser regenerados y luego
transformados y edificados. Debemos traer los que salvamos a la vida de iglesia, lo cual
tiene como fin la edificación del Cuerpo de Cristo.
Romanos 12 nos muestra que los pecadores regenerados no deben amoldarse a este
mundo sino que deben ser transformados por la renovación de sus mentes para ser
miembros vivientes del Cuerpo de Cristo. Romanos 12 nos muestra la práctica de la vida
del Cuerpo, y en la vida del Cuerpo debemos ser transformados. Los transformados
serán el debido material para la vida del Cuerpo. Tenemos la carga de salvar pecadores
para que sean regenerados y luego transformados en materiales apropiados para ser
edificados en el Cuerpo de Cristo.
Quienes estamos en los grupos vitales necesitamos tener una carga doble. Una es la
preocupación amorosa del Padre por los pecadores, y la otra es la carga por convertir
pecadores en miembros de Cristo. No podemos obrar a la ligera. Tenemos que hacerlo
con seriedad.
Me preocupa en gran manera que al pasar los años, no veamos mucho aumento en las
iglesias. Aun cuando hemos ganado algunos, parece ser que sólo estamos ganando almas
en lugar de convertir pecadores en miembros del Cuerpo de Cristo. Nuestra carga es
convertir pecadores para la edificación del Cuerpo de Cristo. No es fácil convertir un
pecador en un miembro del Cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual tenemos que
prepararnos, entrenarnos, perfeccionarnos y equiparnos. Esta es la carga que tenemos
en este entrenamiento de grupos vitales.
Necesitamos que el Señor nos toque interiormente. Entonces habrá dentro de nosotros
una respuesta al amor de Dios y a Su economía. En el corazón de Dios hay una
preocupación amorosa por los pecadores caídos y el deseo de llevar a cabo Su economía.
Esta es una carga pesada que El tiene. Hoy en día, ¿quién entiende lo que hay en el
corazón de Dios y está de acuerdo con Su intención? Hoy en día Dios en Su corazón está
preocupado por dos cosas: salvar pecadores y llevar a cabo la edificación del Cuerpo de
Cristo. Sabemos que esto culminará en la Nueva Jerusalén, la cual es la meta final de
Dios. Tenemos que orar por los dos asuntos que he mencionado. Si no oramos ni
tomamos esta carga, nuestra participación en los grupos vitales no tiene sentido.
Tenemos que ser revolucionados en todos los aspectos. Ninguno de los miembros de los
grupos vitales deben ser pasivos sino que deben estar llenos del Espíritu interior y
exteriormente, y deben ejercitar el espíritu para liberarlo. Entonces estaremos
equipados, compenetrados y listos para salir a traer el aumento.
Les he dado siete puntos para que los pongan en práctica diariamente. Si queremos
poner en práctica los grupos vitales, tenemos que estar dispuestos a pagar un precio.
Este no es un mover común ni meramente una práctica de la iglesia.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DIECISIETE
Hemos subrayado que en la reunión de grupo debemos tener una comunión debida,
íntima y exhaustiva por medio del ejercicio de nuestro espíritu orando mucho y
minuciosamente. Esta es la primera sección de la reunión del grupo vital, la cual debe
ocupar alrededor de veinticinco minutos. En esta parte de la reunión debe haber
comunión e intercesión, cuidado, pastoreo y comunicación. La segunda sección de la
reunión, la cual debe ocupar unos treinta minutos está dedicada a la enseñanza mutua
con preguntas y respuestas.
En el pasado hice hincapié en que las reuniones de grupo no deben ser formales ni
deben ser servicios religiosos de adoración. Sin embargo, después de haber asistido a
algunas de las reuniones de grupo, he observado que seguimos teniendo reuniones
religiosas, reuniones de adoración, una especie de culto religioso. Esto se debe a que
somos muy formales. En las reuniones de grupo, debemos tener comunión, cantar, orar,
hacer preguntas y responder con libertad y sin formalismos. Cuando cantamos un
himno, no es necesario que lo cantemos en orden empezando con la primera estrofa y
terminando con la última. Podemos empezar con la última estrofa o con cualquier otra,
dependiendo de la dirección del Espíritu. No debemos cantar los himnos sin vida sino de
una manera viviente y ejercitada con la liberación de nuestro espíritu.
Tal vez otra persona diga: “Se nos dijo que tenemos que ser tratados en nuestra manera
de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares. ¿Qué diferencia hay entre estas
tres cosas?”. Hemos dicho que tenemos que tratar con estas tres cosas, pero, ¿cuántos de
nosotros sabemos qué son? Nuestra manera de ser es lo que somos por naturaleza al
nacer; nuestro carácter se forma en conformidad con nuestros hábitos. Según hayamos
aprendido, es posible que en nuestra naturaleza, en nuestra manera de ser, seamos
personas lentas. Pero hacer las cosas descuidadamente no concuerda con la naturaleza
recibida al nacer sino con el hábito adquirido con la práctica, el cual ha venido a ser
parte de nuestro carácter. Una persona es descuidada porque nunca ha sido adiestrada a
hacer las cosas cuidadosamente. Necesitamos un cambio en nuestra práctica para poder
cambiar nuestro carácter. Nuestros rasgos peculiares son nuestras inclinaciones y
características deformadas que son la expresión de nuestra vida natural. No será de
mucho provecho que tengamos comunión mutua acerca de la importancia de tratar con
nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares.
Es posible que en una reunión de grupo alguien no entienda Juan 7. Quizá pregunte por
qué Juan 7:39 dice que “el Espíritu aún no era”. Luego los demás miembros del grupo
pueden responder esta pregunta en mutualidad. Necesitamos esta clase de enseñanza en
mutualidad de preguntas y respuestas.
Las esposas idóneas siempre se preocupan por sus esposos. La hermana debe asegurarse
de que su esposo esté adecuadamente abrigado cuando sale de la casa. Esto demuestra
que ella considera a su esposo y lo cuida. Necesitamos tener esta clase de cuidado
práctico los unos por los otros. Considerarnos los unos a los otros en una forma práctica
es amarnos. Decimos que nos amamos los unos a los otros, pero ¿en qué forma nos
amamos? Es posible que no cuidemos de nadie en una forma práctica. El amor es el
cuidado práctico y la consideración. Cuando nos consideramos unos a otros, nos
estimulamos al amor y a las buenas obras; nos estimulamos unos a otros. Si alguien se
preocupa por mí, eso espontáneamente me estimula, me incita al amor y a las buenas
obras. Aquí el amor no es un verbo, sino un sustantivo como lo es las buenas obras.
Nosotros nos estimulamos los unos a los otros al amor y a las buenas obras cuidándonos
y considerándonos mutuamente.
Necesitamos la comunión íntima y mutua por medio del cuidado práctico y del pastoreo.
Una hermana puede mencionar que otra hermana del grupo está ausente porque tiene
algún problema en particular. Después de hablar del carácter del problema con los
demás miembros, el grupo puede orar por ella y tener comunión con relación a la
manera de cuidarla y ayudarla prácticamente.
Si un hermano perdió su trabajo, deberíamos orar por él. También debemos considerar
su situación material. Este es el amor verdadero. Jacobo dice en su epístola: “Si un
hermano o una hermana no tienen ropa, y carecen del sustento diario, y alguno de
vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son
necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” (2:15-16). Juan en su primera epístola
dijo: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra
contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de
palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (3:17-18). Si vemos hermanos que
tienen necesidad, y nada más les decimos que el Señor los cuidará, eso no es amor. Eso
es vana palabrería. Deberíamos cuidarnos los unos a los otros, considerándonos en una
forma práctica.
Esta clase de cuidado despierta nuestro amor y nuestras buenas obras. Estas buenas
obras pueden referirse a cosas pequeñas o grandes relacionadas con la economía de
Dios. Quizá algún santo de su grupo no piense en la economía de Dios, y tal vez le
parezca muy abstracta e inasequible. Piensa que hablamos mucho acerca de la economía
de Dios, pero eso no tiene nada que ver con la necesidad actual en nuestra vida diaria.
Por medio del cuidado amoroso para con este hermano, él será motivado a considerar la
economía de Dios. Sin el cuidado amoroso y la consideración de los unos por los otros,
seremos indiferentes hacia la economía de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia. Cuando a
un hermano se le ama en una forma práctica, eso lo impresiona y lo incita a pensar en la
vida cristiana y en la economía de Dios. Cuando un hermano italiano cuida de un
hermano chino, esto produce un testimonio maravilloso. Esto demuestra que las
diferencias raciales son sorbidas en el nuevo hombre, y es testimonio de un amor
práctico entre los miembros del Cuerpo de Cristo.
Pablo dijo que debemos considerarnos unos a otros para incitarnos al amor y a las buenas obras,
y que no debemos dejar de congregarnos. Hoy en día las reuniones de los grupos vitales son el
“congregarnos”. Para los creyentes hebreos de los tiempos de Pablo dejar de congregarse
significaba volver a la manera judía de reunirse y abandonar su asamblea como cristianos. Pablo
los exhortó a que no abandonaran sus reuniones cristianas. Hebreos 10:25 dice que en las
reuniones de grupos debemos exhortarnos los unos a los otros y tanto más cuanto vemos que
aquel día se acerca.
Lo primero que debemos hacer en las reuniones de grupos vitales es tener una comunión
detallada para conocer a los miembros de nuestro grupo íntimamente. Cuanto más completa sea
nuestra comunión, mejor será. ¿Sabemos dónde trabajan los santos de nuestro grupo vital y qué
ocupaciones tienen? ¿Conocemos el nombre y el apellido de cada miembro de nuestro grupo
vital? Al considerar estas preguntas podemos ver que nuestra comunión no ha sido minuciosa.
Amarse unos a otros tiene muchas implicaciones. Necesitamos esforzarnos por conocernos
íntimamente en el Señor. Si alguien está ausente de nuestra reunión de grupo vital, debemos
preguntar inmediatamente dónde está. Decimos que nuestro grupo debería estar compenetrado,
pero nuestra compenetración no ha sido completada, porque no nos conocemos a fondo. Cuando
ustedes sirvan al Señor juntos, verán que esto es muy importante. Semana tras semana nos
hemos estado reuniendo, y todavía no nos conocemos a fondo.
Debemos estar al día con la situación y condición de cada uno. Entonces nos daremos cuenta de
que es necesario el cuidado práctico. Si nos damos cuenta de que una hermana está enferma,
podemos tener comunión acerca de cómo cuidarla de una manera práctica y apropiada. Podemos
tener comunión acerca de quién tiene la carga de ir o quién puede o debe ir. En las reuniones
grandes de oración de la iglesia, oramos de una manera general, pero la oración de los unos por
los otros en los grupos es específica con miras a un cuidado práctico y al pastoreo. Podemos orar
por unos pocos minutos y luego podemos hacer arreglos para que una o varias personas la
visiten. Esto es el pastoreo. Luego quien la visite debe comunicar al grupo la situación de esta
hermana. Esto es lo que queremos decir cuando decimos que las reuniones de grupo son el
ochenta por ciento de la vida de iglesia.
Los nuevos que traigamos a nuestras reuniones de grupo no recibirán una mera enseñanza
exterior. Ellos observarán nuestra práctica. Esto es similar a los niños que aprenden las cosas
observando la forma en que la familia vive y actúa. Los nuevos seguirán el ejemplo que vean y
escuchen en nuestros grupos vitales. Esta es la razón por la cual debemos aprender a tener una
comunión mutua y a liberarnos.
También tenemos que edificarnos según los siete puntos tratados en los dos últimos
mensajes. Específicamente, tenemos que orar por el trato con nuestra manera de ser,
nuestro carácter y nuestras peculiaridades. Un hermano puede ser lento por naturaleza.
Esa es su manera de ser, así que él debe permitir que la cruz sea aplicada a su lentitud.
El debe incluso condenar su lentitud. Algunas personas tienen la excusa de que no
pueden cambiar porque nacieron así. Pero nosotros no debemos tener esa excusa. Si una
persona es lenta de nacimiento, debe aprender a tomar a Cristo para hacer las cosas más
rápido.
Yo creo que el Señor usará en gran manera las reuniones de los grupos vitales. En la
iglesia muchos de nosotros amamos al Señor, amamos el recobro del Señor y amamos la
iglesia, pero no muchos son útiles a causa de los defectos relacionados con la manera de
ser, su carácter y sus peculiaridades. Todos estos defectos nos anulan y nos inutilizan.
Este entrenamiento para los grupos vitales y la práctica de los mismos nos hará útiles
para salvar a los pecadores, para nutrir a los nuevos y para alimentar a los santos.
Debemos esforzarnos por poner en práctica en las reuniones de grupo vital todas las
cosas que hemos tratado en el entrenamiento.
A fin de tratar con nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestras peculiaridades,
necesitamos tener una visión de que hemos sido crucificados (Gá. 2:20a). Debemos orar
así: “Señor, te agradezco que clavaste en la cruz mi manera de ser, mi carácter y mis
peculiaridades”. Necesitamos tener una visión de la crucifixión de Cristo. Por Su
misericordia y gracia debemos aceptar esta visión y luego vivir por el Espíritu. En
nuestra vida diaria el Espíritu aplica la muerte de Cristo a todas las cosas negativas de
nuestro ser.
Tenemos que aprender en nuestra vida diaria y práctica a ser tratados muy finamente en
nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestras peculiaridades. En ciertas ocasiones
podemos pensar que algunos hermanos y hermanas han mejorado, pero su mejoría es
cuestionable. La verdadera mejoría debe ser causada por el trato específico con nuestra
manera de ser, nuestro carácter y nuestras peculiaridades. Si no tenemos algunas
experiencias específicas y prácticas en esto, no podemos tener una verdadera mejoría en
vida. Más del noventa por ciento de nuestro crecimiento en vida depende de cuánto
hayan sido tratados nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestras peculiaridades.
Nuestra vida diaria está llena de estas tres cosas.
Cada uno de nosotros tiene una manera de ser particular. Un hermano tiene su manera
particular de asistir a las reuniones y escoger un asiento. Aun al venir a la reunión y
buscar un asiento, dicho hermano no obedece al Espíritu, sino a su peculiaridad. Si un
ujier trata de ubicar a este hermano en otro sitio, es posible que se ofenda. Necesitamos
considerar con qué frecuencia obedecemos al Espíritu durante el día. La mayoría de las
veces nos conducimos, nos movemos y nos comportamos según nuestra manera de ser,
nuestro carácter y nuestras peculiaridades.
Algunos hermanos son muy activos, por lo tanto les gusta laborar en las reuniones
ayudando a acomodar a los hermanos en sus asientos y les gusta ayudar en la
distribución del pan y el vino en la mesa del Señor. Otros hermanos son muy inactivos.
Una vez que están sentados, no quieren que nada ni nadie los mueva. Si usted le pide al
hermano activo que ayude en la reunión, él se alegrará mucho. Si le pide al hermano
inactivo que lo haga, responderá que a él no le gusta hacer eso. Ambos hermanos están
conduciéndose y sirviendo de acuerdo a su manera de ser y no según el Espíritu. Esto
muestra que necesitamos morir a lo que somos para que Cristo pueda vivir en nosotros.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DIECIOCHO
Supongamos que un nuevo que ha leído Juan 8 viene a su reunión de grupo. Puede ser
que él, por ser nuevo, tenga preguntas acerca de asuntos que no entienda, especialmente
de los versículos 12-36. El versículo 12 comienza esta sección con “Yo Soy la luz del
mundo,” y el versículo 36 termina la sección con “Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres”. En esta porción de veinticinco versículos un nuevo creyente tal
vez tenga preguntas en cuanto a varios asuntos. Primeramente, tal vez no entienda lo
que dijo el Señor en el versículo 24: “Porque si no creéis que Yo Soy, en vuestros pecados
moriréis”. ¿A qué se refiere “Yo Soy”? Luego, tal vez no sepa qué significa la luz de vida
en el versículo 12. Quizá se preguntará qué es la verdad y cómo nos puede libertar la
verdad (v. 32). En realidad, el punto crucial de esta porción de la palabra es que Cristo
como el gran Yo Soy llega a ser la verdad como nuestra realidad, y éste es el mismo
factor que nos libera de la esclavitud del pecado. ¿Cómo puede el gran Yo Soy llegar a
ser nuestra realidad? Además del Yo Soy y de la realidad, en el versículo 12 está la luz de
la vida. La luz de la vida es la clave para contestar esta pregunta. Es el medio por el cual
podemos tener a Cristo, el gran Yo Soy, como nuestra realidad.
En Juan 8:12-36 tenemos al gran Yo Soy, la luz de la vida, al Hijo del Hombre que iba a
ser levantado, y la realidad. La realidad llega a ser uno con el Hijo porque fue el Hijo
quien llegó a ser Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Finalmente, el Hijo y la realidad son
uno. El versículo 32 dice: “La verdad [la realidad] os hará libres”. El versículo 36 dice:
“Si el Hijo os libertare”. Por lo tanto, el Hijo es la verdad, la realidad.
¿Cómo puede Aquel que es, llegar a ser la realidad que nos libra del pecado? La clave es
que El es la luz de la vida (v. 12). El puede ser la realidad que nos libra del pecado
porque El es la luz de la vida. El poder del pecado no está fuera de nosotros sino dentro.
La esclavitud del pecado está en nuestro interior; no es como una cadena exterior a
nosotros. Cristo como el gran Yo Soy no nos libera del poder del pecado exteriormente,
sino interiormente. Cuando fuimos salvos fue como si nuestras cadenas hubieran caído
y hubiésemos sido librados del pecado temporalmente. Sin embargo, a la larga, cada día
seguimos esclavizados del pecado, no encadenados exteriormente, sino esclavizados
interiormente. Un esposo puede perder la paciencia con su esposa y ella reaccionar de la
misma manera. Después de que ambos pierden los estribos, ellos se lamentarán. La
causa de que ellos perdieron la paciencia no fue una cadena exterior sino un poder, una
esclavitud, en su constitución intrínseca.
Cristo, el gran Yo Soy, ha llegado a ser nuestra realidad libertadora debido a que El es la
vida (14:6; 11:25) y la luz dentro de nosotros. Esta luz no es una luz exterior; Juan 8:12
dice claramente que El es la luz de la vida. La luz de la vida no es una luz exterior sino
interior. Juan 1:4 dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Cristo
es vida, y El vino a darnos vida. El vino para que tuviéramos vida (10:10). El también es
El dador de vida (6:63; 1 Co. 15:45). La vida misma que es Cristo nos ha sido dado, y esta
vida ilumina y llega a ser la luz en nuestro interior. Esta luz nos libera. Entonces
tenemos la realidad. Esta es la razón por la cual debemos tener una comunión
instantánea y constante con El, no sólo a cada minuto sino a cada segundo. Cada
segundo necesitamos ser uno con El y estar en comunión con El. Entonces El cómo vida
operará dentro de nosotros. Cuando la vida opera, ilumina, y cuando ilumina, nos libera.
En esta situación El, el gran Yo Soy, llega a ser nuestra realidad, y somos liberados de la
esclavitud de nuestro enojo. La esclavitud de nuestro enojo no es una cadena sobre
nuestros hombros; es algo que está en nuestra constitución intrínseca, en nuestro ser, en
nuestra naturaleza caída. Nada exterior nos puede liberar de tal esclavitud. Únicamente
la vida interior que es Cristo mismo nos puede liberar de tal esclavitud obrando y
brillando dentro de nosotros.
Esta vida es el Espíritu vivificante, el Dios Triuno (Ef. 4:18). Esta es la razón por la cual
Su nombre es Yo Soy. Yo Soy alude a Aquel que existe en Sí mismo y por siempre, Aquel
que es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. En Juan 8:16 y 29 el Señor dijo
claramente que El no estaba solo, sino que el Padre estaba con Él. Cuando el Hijo y el
Padre están presentes, sin duda el tercero, el Espíritu, también está presente. Por lo
tanto, el Padre, el Hijo y el Espíritu juntos son el gran Yo Soy. Ellos son el verbo ser.
Ellos son Aquel que existe por siempre, Aquel que es real y verdadero. Por lo tanto, son
la realidad. Cuando viven en nosotros, ésta es vida, y esta vida ilumina. Cuando nos
ilumina, somos liberados del pecado, la oscuridad, la muerte, la falsedad y la mentira
(vs. 24, 34, 44). Cuando el Dios Triuno como vida obra dentro de nosotros y cuando esta
vida brilla, el brillo nos libera de todas estas cosas negativas. Entonces ya no somos
esclavos del pecado, sino hijos de Dios. Como tales, podemos morar en la casa de Dios
para siempre (vs. 35-36).
El Señor como Hijo del Hombre tenía como fin Su crucifixión (ser levantado, v. 28). Si
El no hubiera sido el Hijo del Hombre, nunca habría sido crucificado, y si no hubiera
sido crucificado, nunca habría llevado a cabo la redención del pecado por nosotros.
El Señor como Hijo de Dios tiene como meta Su resurrección. Sin la resurrección El
nunca habría sido el Espíritu vivificante. Por medio de la resurrección El llegó a ser el
Espíritu vivificante, quien es la vida misma (Ro. 8:2). Hoy, El en resurrección mora en
nosotros como el Espíritu vivificante, como la vida. Esta vida obra e ilumina, y esta vida
nos salva y nos libera del poder, de la esclavitud, del pecado por medio de la
iluminación. Por lo tanto tenemos al gran Yo Soy, quien es el Dios Triuno como la
realidad que nos libera del pecado. Esta es la respuesta apropiada para la pregunta de
cómo Cristo, el gran Yo Soy, puede ser nuestra realidad y librarnos de la esclavitud del
pecado.
Cuando hablamos de Cristo como el gran Yo Soy que llega a ser la realidad que nos
libera, necesitamos poner énfasis en el asunto de la iluminación. La vida sin la
iluminación no opera. La vida opera mediante la iluminación. Juan 1:1 dice: “En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. El versículo 3 nos
dice que todas las cosas llegaron a ser por medio de la Palabra. Después, el versículo 4
nos dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Cuando la vida llega a
ser la luz, la vida opera, y esta operación es simplemente la iluminación. El versículo 4
del capítulo 1 gobierna y controla enteramente los veintiún capítulos de Juan. En esta
persona que es la Palabra, que está con Dios, que es Dios, a través de quien todas las
cosas vinieron a existir, estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Cuando la vida
alumbra, opera.
Tal vez pensemos que aprender a enseñar de esta forma es muy difícil. Sin embargo,
permítanme asegurarles que esto no es difícil. Cuando un niño aprende matemáticas,
cada lección parece difícil, pero después de completar las lecciones, éstas parecen muy
fáciles. Todos hemos sido afectados por el cristianismo y llevados a creer que no
estamos capacitados para hacer nada para el Señor. Se nos ha dicho que sólo el papa o el
pastor son competentes para hacer algo para el Señor. Sin embargo, debemos cambiar
nuestro concepto. Tenemos que creer que podemos hablar por el Señor. De lo contrario,
no tenemos manera de continuar.
En 1934 el hermano Nee comenzó a ver la luz que hay en 1 Corintios 14. El nos dijo que
vio la luz, pero no había manera de poner aquello en práctica. Eso se debió a que
teníamos demasiada influencia del cristianismo. El cristianismo había convencido y
reprimido a los santos al máximo, haciéndoles creer que no podían hacer nada. Cuando
fuimos levantados por el Señor en China, nosotros hablamos en cuanto a la luz que el
hermano Nee había recibido en 1 Corintios 14, pero la gente discutía con nosotros,
diciendo que ellos no estaban capacitados como el apóstol Pablo. En esos días el
hermano Nee en China batalló solo.
No debemos creer que somos incapaces de hablar por el Señor. Todos tenemos la vida
divina. Cada vida tiene una capacidad. Aun la vida de un mosquito tiene su capacidad.
Nosotros tenemos la vida divina y la capacidad divina. Necesitamos creer en la
capacidad de esa vida. También necesitamos invocar el nombre del Señor Jesús y tener
comunión con El; necesitamos inhalarle. Entonces nos daremos cuenta de la capacidad
de la vida divina. También necesitamos ejercitar esta capacidad sin estar preocupados
por cometer errores. Cometer errores es una manera de aprender. Debemos estar
dispuestos a cometer errores y nunca creer las cosas negativas. Sólo Jesucristo nunca
cometió un error. Pablo, Moisés y David cometieron errores. Debemos abandonar
completamente la influencia y el trasfondo del cristianismo.
Nos gusta ser los mejores en todo lo que hacemos. Si no podemos ser los mejores en
cierta cosa, no la hacemos. Esta es una actitud equivocada. Nosotros debemos hacer las
cosas sin importarnos si somos los peores. Después de un tiempo quizás mejoremos y
lleguemos a ser uno de los mejores.
La mejor enseñanza siempre implica dos cosas: la más alta revelación y la experiencia
rica de vida. Puede ser que usted hable por sólo dos minutos, sin embargo en su hablar
puede haber la más alta revelación y también una experiencia muy rica de vida. Esta es
la mejor enseñanza. El hablar de algunos maestros cristianos está lleno de astucia,
elocuencia y anécdotas interesantes, pero carece de revelación y de la experiencia de
vida. Necesitamos aprender a enseñar con la más alta revelación y con una rica
experiencia de vida.
Una persona peculiar es siempre diferente a los demás; no es una persona común. Todos
tienen algunos rasgos peculiares, pero no son tan marcados, mientras que en otros son
muy notorios. En nuestra vida matrimonial lo más problemático son nuestros rasgos
peculiares. Es difícil que una persona con rasgos peculiares marcados tenga una buena
vida matrimonial, a menos que su cónyuge siempre ceda y le permita ser lo que es. Ya
que ambos esposos tienen rasgos peculiares, los dos tienen que aprender a ceder. Cada
vez que cedemos a otros, nuestras peculiaridades son anuladas. Sin embargo, si
insistimos en nuestra preferencia o en nuestros hábitos, seremos más peculiares.
Nuestra utilidad al Señor depende principalmente del grado en que recibamos el
quebrantamiento de la cruz. El quebrantamiento de la cruz tiene como fin principal
quebrantar nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares. Todos
excusamos nuestras peculiaridades al decir que nacimos así. Sin embargo, nunca
debemos decir esto. No debemos excusarnos por nuestras peculiaridades. No debemos
creer que nuestras excusas estén bien. En realidad, ninguna excusa está bien.
La práctica de hacer oraciones largas tal vez sea también un rasgo peculiar. En cierta
ocasión el hermano Nee tuvo la osadía de decir que con frecuencia hacemos oraciones
que en sí no son oraciones genuinas. Aun en nuestra manera de orar, nuestras
peculiaridades son notorias. Tenemos que aprender a seguir el sentir que haya en la
reunión de la iglesia y no insistir en nuestro método o nuestra costumbre.
La vida cristiana es una vida en la cual tenemos que negarnos. Si hacemos todo
negándonos a nosotros mismos, estamos bien. En Mateo 16:24 el Señor dijo: “Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame”. Negarnos es
estar en contra de nosotros mismos. Algunos hermanos tienen la peculiaridad de que
usan muchas palabras al hablar. Piensan que cuantas más oraciones, frases y cláusulas
usen, mejor entendidos serán por los demás. Al fin, después de su conversación, la gente
tal vez no sepa ni de qué hablaron.
Tenemos que prepararnos considerando cómo enseñaremos todos los temas que hemos
aprendido en el recobro. Tenemos que considerar cómo enseñar la redención, la
justificación y la reconciliación. Si usted no sabe enseñar estos temas puede leer
nuestras publicaciones para que se prepare. Cuando los grupos se reúnan, deben
practicar esta clase de preguntas y respuestas mutuas y la enseñanza en mutualidad.
Necesitaremos esto y lo utilizaremos mucho.
COMUNION ACERCA DE LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE DIECINUEVE
Los grupos vitales pueden comprender el ochenta por ciento de la vida de iglesia
principalmente por la enseñanza mutua. Del ochenta por ciento, el sesenta por ciento
depende del perfeccionamiento mutuo realizado por la enseñanza mutua. Hasta ahora
estamos dando los pasos iníciales.
Hace más de cincuenta años el hermano Nee recibió la luz en 1 Corintios 14 de que todos
los creyentes deben profetizar en las reuniones de la iglesia (vs. 24, 31). El hermano Nee
publicó dos libros: La vida cristiana normal de la iglesia (publicado primero en chino
en 1933 bajo el título En cuanto a nuestras misiones) y Los asuntos de la iglesia
(mensajes dados por el hermano Nee en 1948), en los cuales habló al respecto. En
ambos libros él recalcó que se le debe poner fin a la práctica en la que un solo hombre
habla en las reuniones de la iglesia. En Los asuntos de la iglesia (pág. 87) el hermano
Nee dijo que todos los santos necesitan continuamente “empujar contra” la tradición de
tener un mensaje en la reunión matinal del día del Señor donde un hombre habla y el
resto escucha. El dijo que así con el tiempo la tradición sería derribada. Actualmente,
cuarenta y cuatro años después, nosotros no hemos eliminado totalmente esa práctica.
Cuando practicamos hoy el profetizar conforme a 1 Corintios 14, la tentación tal vez se
levante en nosotros de volver a practicar la tradición de tener un solo orador.
Desde el fin de la segunda Guerra Mundial en 1945, han surgido muy pocos
predicadores destacados en el cristianismo, especialmente en los Estados Unidos.
Durante este tiempo, los intentos de unos cuantos hombres espirituales por traer un
avivamiento espiritual a Estados Unidos no han tenido éxito. Aunque yo estoy en favor
del crecimiento de las iglesias, no confiaría tanto en predicadores famosos ni en obras
grandes. En cierto sentido, que el número de santos en las iglesias del recobro del Señor
sea grande o pequeño no importa mucho. Lo que importa hoy es que todos los santos
deben entrar en las verdades de la Biblia. Esto es muy difícil; no es un camino fácil. En
Mateo 7:14 el Señor Jesús nos dijo que el camino que lleva a la vida es angosto y que
pocos lo encontrarán y andarán en él. Siendo éste el caso, tal vez seamos tentados a
rendirnos. Tal vez nos rindamos, pero alguien dentro de nosotros no se rendirá. El
hecho de que pocos entren por la puerta estrecha y caminen por el camino angosto no
significa que el Señor Jesús sufrirá pérdida. Por el contrario, de todos modos El tendrá
éxito. El Señor espera tener una esposa, y obtendrá Su esposa. Apocalipsis 19:7 dice que
el día vendrá cuando la esposa estará lista. ¿Estaremos nosotros incluidos? A esta
pregunta debemos responder: “Sí lo estaré”. Decir “sí lo estaré” significa que aún
estamos esforzándonos. No hemos llegado, pero aún estamos esforzándonos por llegar.
Si somos serios con el Señor para participar en los grupos vitales, desde este momento
en adelante debemos prepararnos con la determinación de que nos esforzaremos por
entrar en las verdades bíblicas. Debemos agradecer al Señor porque hoy tenemos una
Biblia que no solamente ha sido traducida sino también interpretada. Lo que tenemos
no es perfecto, completo, ni totalmente consumado; no obstante, lo que tenemos en el
recobro hoy es inmensamente diferente de lo que yo tenía cuando era joven. En mi
juventud hice lo posible por coleccionar libros que me ayudaran a entender Génesis,
pero no pude encontrar muchos libros que me ayudaran. Sin embargo, si usted hoy
desea entender Génesis, hay un libro llamado Estudio-vida de Génesis que contiene
ciento veinte mensajes acerca de dicho libro. Si usted lee varios mensajes al día en una
forma rápida, sin reflexionar mucho, podría terminar este libro aproximadamente en un
mes. Yo creo que casi todos los santos, jóvenes o viejos, pueden hacer esto. Después de
leer el Estudio-vida de Génesis una vez, su entendimiento será diferente. Leer los ciento
veinte mensajes de Génesis lo harán a usted una persona diferente.
Cuando usted determina hacer este tipo de lectura, también debe decidir cesar toda su
palabrería innecesaria, sus murmuraciones, sus quejas y sus chismes (Mt. 12:36; Ef.
4:29). Cuando usted responda al teléfono, debe aprender a reducir en lo posible sus
conversaciones a sólo unas pocas frases. En Jeremías 15:19 Jehová le dijo a Jeremías:
“Si entresacares lo precioso de lo vil, serás como Mi boca”. En ese entonces Jeremías
estaba frustrado, y se quejó ante su madre y luego ante Jehová (vs. 10, 18). Fue allí
cuando Jehová le habló a Jeremías con respecto a lo que éste dijo, de entresacar lo
precioso de lo vil. En Sofonías 3:9 Jehová en Su salvación para los gentiles prometió
devolver a los pueblos pureza de labios. Esto quiere decir que todo el pueblo de Dios
necesita cambiar su lenguaje por un lenguaje puro. Según mi experiencia, si hablamos
demasiado, nuestra conversación anulará nuestra capacidad de enseñar. Si reducimos
nuestro hablar, nuestra capacidad para enseñar crecerá. Si queremos llevar a cabo la
enseñanza mutua en los grupos vitales, tenemos que poner fin a nuestra conversación
vana y concentrar todo nuestro ser en una sola cosa: conocer la verdad para estar
provistos, equipados y completos a fin de tener la capacidad y también la habilidad de
enseñar.
Es verdad que la capacidad viene de nacimiento, pero todos necesitamos darnos cuenta
de que hemos tenido un segundo nacimiento, y éste todavía está en proceso. Aunque
usted haya sido regenerado hace muchos años, debe darse cuenta que aún no ha salido
del vientre; todavía está en el “vientre” del Espíritu Santo. Es por eso que necesitamos
ser renovados (Ef. 4:23; Tit. 3:5). La renovación es la continuación de nuestro segundo
nacimiento. El resultado de ser renovados es la transformación (Ro. 12:2). La
transformación es la continuación de la regeneración. Necesitamos ser transformados
porque no fuimos total y completamente regenerados. Nuestra regeneración no es total.
Si lo fuese, no necesitaríamos la transformación. La transformación es la continuación
de nuestra regeneración incompleta. Cuanto más acabemos con nuestra innecesaria
palabrería, más renacidos seremos, y más capacidad tendremos de aprender y enseñar
las verdades de la Biblia.
Muy a menudo nuestra conversación está llena de palabras huecas. En contraste, las
palabras del Señor Jesús en los cuatro Evangelios eran breves, adecuadas, purificadas,
limpias y no eran huecas. Cuando nos levantemos en las reuniones para hablar por el
Señor, debemos tener la seguridad de que lo que digamos tenga peso, luz y el suministro
de vida. Además, debemos aprender a hablar de una manera “oficial”.
Primero, usted debe tomar la decisión de leer los mensajes del Estudio-vida a fin de
conocer la verdad. Recomiendo mucho que todos los santos lean rápidamente los
mensajes del Estudio-vida de Génesis y de las catorce Epístolas de Pablo. Después de
que usted los lea, será una persona diferente. Segundo, usted debe cesar toda su
innecesaria palabrería. Bajo la restricción interior del Señor, usted debe aprender a no
hablar innecesariamente a nadie; simplemente háblele al Señor. A menudo tengo el
deseo de hablarle a mi esposa acerca de algo. Sin embargo, muchas veces la prohibición
interior aparece, y me dice que no necesito hablarle a mi esposa acerca de cierto asunto.
A veces desatiendo esa prohibición, y más tarde me arrepiento y confieso al Señor,
pidiéndole que me perdone por haber dicho algo innecesario. Tal vez no digamos nada
pecaminoso ni critiquemos a nadie; tal vez sólo queramos contarle algo a la gente. Sin
embargo, con frecuencia el Señor en nuestro interior nos prohibirá hacer esto. Si
seguimos al Señor y detenemos nuestro hablar innecesario, el Señor usará nuestra boca
para hablar Su palabra. Nuestra boca será santificada al hablar la palabra del Señor.
Tercero, sea que hablemos a nuestra esposa, a nuestros hijos, o a los hermanos,
debemos aprender a hablar solamente lo que tenga valor. Cuarto, necesitamos aprender
a ser “oficiales”; es decir, debemos aprender a no hablar livianamente, sino con cuidado,
profiriendo cada palabra de una manera “oficial”.
Próximamente entrenaremos a los miembros de los grupos vitales a salir para llevarle a
la gente el evangelio. Realmente creo que ganaremos gente. Así que, necesitaremos
inmediatamente saber cómo nutrir a los niños espirituales recién nacidos para que sean
guardados y preservados. Después de cierto tiempo, todos debemos traer a estos recién
nacidos a los grupos vitales para perfeccionarlos por medio de la enseñanza mutua.
Hoy día en el recobro del Señor la más grande necesidad, la necesidad primordial, es
tener un aumento. Una casa no se puede edificar sin los materiales. Necesitamos salvar
a los pecadores con la predicación del evangelio a fin de que lleguen a ser materiales
para la edificación de la iglesia, la casa de Dios (1 Ti. 3:15). En general, la proporción de
crecimiento depende de la manera en que laboramos en el evangelio y también de las
circunstancias y de la gente misma. En Rusia en un corto lapso de un año más o menos,
han sido establecidas dos iglesias grandes, una en Moscú y otra en San Petersburgo. Allí
la proporción de crecimiento ha sido muy elevada debido a que el camino que hemos
tomado ha sido el correcto en cierta medida, las circunstancias han sido favorables, y la
gente ha sido muy receptiva. Por varias razones la tasa de crecimiento en los Estados
Unidos ha sido muy baja. La tasa de crecimiento entre las iglesias de Taiwán ha sido
similar a la de los Estados Unidos. Las iglesias de Taiwán han existido por más de
cuarenta años y, aun así, el número de santos que hay en las iglesias indica que la tasa
de crecimiento ha sido menos del diez por ciento anual.
Pienso que para ser rescatados de nuestra situación actual, indudablemente necesitamos
los grupos vitales. Los grupos vitales son asunto de vida o muerte. De ahora en adelante,
en las reuniones ninguno de nosotros debe actuar, moverse, ni hacer nada livianamente.
Cuando hablemos, tenemos que decir algo que tenga valor, y debemos decirlo con
“oficialidad”. De no ser así, debemos guardar silencio. Aun al estar quietos y en silencio,
debemos hacerlo en una manera formal, no en una manera liviana. Si obramos
livianamente, ¿cómo podríamos tener la bendición del Señor? Necesitamos llevar este
asunto al Señor en oración. El recobro no es sólo de ustedes o mío; es nuestro. Por
consiguiente, todos debemos considerar esto seriamente como un asunto de vida o
muerte.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE VEINTE
LA VISION NECESARIA
PARA PONER EN PRACTICA
LOS GRUPOS VITALES
Algunos tal vez se pregunten por qué usamos la expresión grupos vitales. Esta es una
frase muy especial. La razón por la cual necesitamos tener esta clase de entrenamiento
con estos grupos es que por siglos la iglesia del Señor en esta tierra se ha venido
degradando. Recientemente el Señor levantó el recobro. Bajar es fácil, pero subir no es
tan fácil. Inclusive permanecer de pie donde uno está y donde debe estar también es
bastante difícil. El recobro ha estado entre nosotros por setenta años, pero
lamentablemente hemos estado descendiendo gradualmente hasta llegar a una situación
que no puede considerarse normal, y se ha convertido en una situación anormal.
Cuando decidí regresar a Taiwán en 1984, me di cuenta de que nuestra tasa de aumento
en el recobro del Señor había bajado. La verdadera situación del recobro sobre la tierra
en aquel entonces no me era completamente clara. Finalmente, mi ida a Taiwán para
poner en práctica la manera ordenada por Dios a fin de edificar la iglesia provocó mucha
oposición. Algunos se llenaron de ambición. Estos planearon, a modo de conspiración,
la manera de apoderarse del recobro. Lo dicho por estos rebeldes fue devastador en
cuanto a la verdad.
Con este trasfondo, recibí una carga genuina de llevar a cabo este entrenamiento en
cuanto a los grupos vitales. Además del entrenamiento de tiempo completo, necesitamos
este entrenamiento. El entrenamiento de tiempo completo es un entrenamiento de la
iglesia en común, pero este entrenamiento para los grupos vitales es muy especial. Este
entrenamiento tiene como fin rescatar al recobro de esta clase de degradación.
En este mensaje quisiera hablarles breve y claramente con la esperanza de que esto sea
una verdadera visión para ustedes. Lo que quiero compartir con ustedes es el extracto o
la esencia de todos los mensajes que di en Atlanta en las conferencias del fin de semana
de Acción de gracias de 1992. El título de estos mensajes fue “La constitución y la
edificación del Cuerpo de Cristo”. Luego quisiera compartir el extracto de los dos
mensajes que di a los ancianos después del entrenamiento de invierno de 1992 sobre el
libro de Job. Estos dos mensajes se titularon “El ministerio del Nuevo Testamento”, y
“La enseñanza y la comunión de los apóstoles”.
En las conferencias del fin de semana de Acción de Gracias di seis mensajes acerca del
Cuerpo de Cristo. Estos seis mensajes abarcan cuatro puntos: la constitución del Cuerpo
de Cristo, el crecimiento de Cristo en Su Cuerpo para que éste crezca, la transformación
de los santos que están en el Cuerpo de Cristo, y la edificación del Cuerpo de Cristo. La
constitución, el crecimiento, la transformación y la edificación se llevan a cabo por
medio de la vida o con la vida. Los mensajes que di a los ancianos después del
entrenamiento de invierno de 1992 abarcan otros tres puntos cruciales: el ministerio del
Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles, y la comunión de los apóstoles. Todos
necesitamos tener una visión de estos siete puntos.
LA CONSTITUCION
DEL CUERPO DE CRISTO ES VIDA
Posteriormente, el grano que fue sembrado en nosotros llegó a ser los muchos granos, y
los muchos granos son los componentes del Cuerpo de Cristo pero no la constitución del
mismo. Somos sólo los componentes, pero lo que constituye al Cuerpo es Cristo mismo
como vida. El Cuerpo de Cristo está compuesto de los creyentes, pero está constituido de
Cristo como elemento de vida. Pocos cristianos ven o conocen lo que es la constitución y
la composición del Cuerpo de Cristo. Para los cristianos de hoy y según lo dicho por los
maestros cristianos, la iglesia es simplemente una especie de agrupación de creyentes.
No han visto que el Cuerpo de Cristo es una verdadera constitución.
Nuestro cuerpo humano es una representación del Cuerpo de Cristo. Nuestro cuerpo no
es sólo una composición sino una constitución. Un mueble de madera es meramente
una composición que no tiene vida, es inorgánico. Pero debido a que nuestro cuerpo
físico es orgánico, está constituido de una vida interna. Si se le quita la vida interior a
nuestro cuerpo, los componentes de éste se convertirán en un montón de ruinas. Al
tener la vida, nuestro cuerpo se convierte en una constitución. El Cuerpo de Cristo es
igual.
EL CRECIMIENTO EN VIDA
Los últimos tres puntos que necesitamos ver son el ministerio del Nuevo Testamento, la
enseñanza de los apóstoles y la comunión de los apóstoles. Cuando nosotros hablamos
del ministerio, nos referimos al ministerio del Nuevo Testamento que edifica el Cuerpo
de Cristo. En 2 Corintios 4:1 Pablo dijo que todos nosotros hemos recibido este
ministerio. Más adelante, Efesios 4:12 dice que los apóstoles, los profetas, los
evangelistas y los pastores y maestros perfeccionan a los muchos santos para que hagan
la obra del ministerio. El ministerio es singular y la obra también es singular. Hay una
sola obra en toda la tierra. Desde el día de Pentecostés, el Señor empezó una sola obra
por medio de un solo ministerio; pero esta obra se ha llevado a cabo por miles de
obreros, y este ministerio ha sido llevado a cabo por medio de miles de ministros.
Si uno lee 2 Corintios 3 y 4, puede ver los ministros (plural) y el ministerio (singular).
Todos los ministros del Nuevo Testamento (3:6) tienen parte en el ministerio
neotestamentario (4:1). El ministerio de Pedro era parte del ministerio; el ministerio de
Pablo era parte del ministerio; el ministerio de Juan era parte del ministerio, y el
ministerio de Timoteo era parte del ministerio (2 Ti. 4:5). Cuando yo vine a este país y
usé el término el ministerio me refería al ministerio neotestamentario que edifica el
Cuerpo de Cristo. No digo con esto que es solamente mi ministerio. Espero que todos
veamos esto.
En 1969 un hermano que estaba entre nosotros dijo que nosotros recibimos el
ministerio de un solo hombre, mientras que él deseaba recibir todos los ministerios.
Pero en realidad, aunque dijo que recibía todos los ministerios, no recibía, por lo menos,
mi ministerio. Cuando le dije esto; él dijo que él recibía selectivamente todos los
ministerios. Pero al usar la palabra selectivamente en realidad dijo que él no recibía
todos los ministerios. De hecho, todos los ministerios apropiados de todos los ministros
adecuados son el ministerio, el cual es el único ministerio neotestamentario (2 Co. 4:1;
Ef. 4:12).
Cuando el Señor me trajo a Su recobro, desde el primer día mis ojos fueron abiertos.
Pude ver que lo que el hermano Nee ministraba estaba dentro de la línea de la
revelación del eterno plan de Dios. Este plan es Su economía, Su arreglo eterno, el plan
que ha tenido por los siglos. El hermano Nee estaba en la línea del plan eterno de Dios
con respecto a Cristo y a la iglesia en vida y con el Espíritu. Mis ojos fueron abiertos para
ver que éste es el verdadero ministerio del Nuevo Testamento. No es simplemente
enseñar tipología ni profecía sino enseñar acerca de la economía neotestamentaria de
Dios para que el Cuerpo de Cristo sea edificado. Esta enseñanza se llama la enseñanza
de los apóstoles.
El apóstol a quien el Espíritu le reveló más fue el apóstol Pablo. Por lo tanto Pablo dijo
en Colosenses 1:25 que a él se le había encomendado completar la palabra de Dios. Allí
la palabra de Dios se refiere al misterio (v. 26), el cual es Cristo como misterio de Dios
(Col. 2:2) y la iglesia como misterio de Cristo (Ef. 3:4). Sin las catorce Epístolas de
Pablo, la palabra santa acerca de la revelación divina de este misterio no se habría
podido completar.
El Espíritu de realidad también reveló más cosas al apóstol Juan en Apocalipsis. ¿Quién
podría escribir un libro como Apocalipsis, donde se habla de los siete candeleros, los
siete Espíritus, los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas? Fue escrito por el
Señor Jesús como el Espíritu por medio de Su discípulo Juan. Juan recibió en su
espíritu la revelación del misterio de Cristo (Ap. 1:10). Por lo tanto, Juan dijo que
después del libro de Apocalipsis, nadie podía añadirle ni quitarle nada (22:18-19). Desde
Mateo hasta Apocalipsis está la enseñanza completa del Nuevo Testamento que es la
enseñanza de los apóstoles.
En los tiempos de Pablo algunas personas enseñaban las genealogías del Antiguo
Testamento y la ley. Otros enseñaban gnosticismo y ascetismo. Estas diferentes
enseñanzas no eran el ministerio, por supuesto. Todas las obras (los ministerios) que
enseñan cosas aparte de la enseñanza de los apóstoles, la cual lleva a cabo la economía
neotestamentaria de Dios, no están incluidas en el ministerio del Nuevo Testamento (1
Ti. 1:3-4). Los llamados ministerios son los factores que han producido las muchas
denominaciones de hoy. La enseñanza del bautismo por inmersión produjo la
denominación bautista. La enseñanza acerca de la administración de la iglesia por parte
del presbiterio, de tener un cuerpo de ancianos, dio como resultado el establecimiento
de la denominación presbiteriana. Todas las denominaciones tienen sus propios
ministerios. En el recobro del Señor no tenemos muchos diferentes ministerios;
tenemos un solo ministerio. Si recibimos todos los llamados ministerios, como por
ejemplo, los ministerios de las denominaciones, tendríamos que recibir el ministerio de
los presbiterianos, los bautistas, los metodistas, los episcopales, etc. Estos diferentes
ministerios y enseñanzas producen divisiones.
En el Nuevo Testamento hay un solo ministerio y una sola enseñanza y una comunión.
Los primeros creyentes perseveraban en la enseñanza y la comunión de los apóstoles
(Hch. 2:42). La comunión de la vida divina se da entre los apóstoles y los creyentes (1
Jn. 1:1-3a), entre los apóstoles y el Dios Triuno (v. 3b), y también entre todos los
creyentes (vs. 2-3, 7). Esta comunión no es como la fraternidad de una escuela. Es
posible que los estudiantes de una escuela tengan su fraternidad, pero esta fraternidad
no tiene el fluir de la vida divina, el crecimiento de la vida divina ni el producto de la
vida divina. La comunión divina fluye, crece y se reproduce. Este es el resultado de la
vida eterna, y es, de hecho, el fluir de la vida eterna en todos los creyentes, quienes han
recibido y tienen la vida divina. La comunión de los apóstoles es la comunión de la vida
divina, la comunión del Espíritu Santo en todos los creyentes (2 Co. 13:14), y la
comunión del Cuerpo de Cristo en la unidad del Espíritu (Ef. 4:3-4a).
Cuando entré al recobro, tomé una decisión firme de tomar el ministerio que edifica el
Cuerpo, es decir, el ministerio que está en la línea del plan eterno de Dios, que es un
ministerio de vida y por el Espíritu. En sesenta y un años no he cambiado. Yo he sido
absolutamente uno con el ministerio.
Debido a que todos hemos visto esto, debemos vivir en el Espíritu, andar en el Espíritu y
hacer todo en el Espíritu. ¿Cómo podemos tener la victoria? ¿Cómo podemos ser
vencedores? Debemos vivir, andar y obrar en el Espíritu. ¿Cómo podemos ser santos?
Debemos vivir, andar y obrar en el Espíritu. ¿Cómo podemos ser espirituales? Debemos
vivir, andar y obrar en el Espíritu. No debemos actuar hasta que nos demos cuenta de
que estamos en el Espíritu. No debemos hablar hasta que podamos decir: “Sí, estoy en el
Espíritu”. El cristianismo degradado complica las cosas, pero en realidad la vida
cristiana, la vida de iglesia, es la vida más sencilla que hay. Es una vida en el Espíritu.
Debemos mantenernos firmes en la revelación divina y practicar la vida cristiana, eso es,
debemos vivir, andar y actuar en el Espíritu.
Si somos personas así, estaremos listos para movernos con el Señor. Tenemos que
darnos cuenta de que nosotros, los miembros de Cristo, somos los sacerdotes
neotestamentarios del evangelio. La primera cosa que los sacerdotes debían hacer era
ofrecer sacrificios a Dios. Hoy en día en el Nuevo Testamento, nuestros sacrificios no
son de ganado, ni de ovejas ni de bueyes. Nuestros sacrificios son los pecadores salvos
que se convierten en los miembros de Cristo (Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9). Los ofrecemos como
miembros del Cuerpo de Cristo. A los ojos de Dios, ellos son los sacrificios vivos (Ro.
12:1). Esto es lo primero que tenemos que hacer.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE VEINTIUNO
Quizás nos demos cuenta de que ciertas personas son muy orgullosas, giran en torno a
su mente, son muy filosóficas o muy emotivas. Tal vez veamos que otras son muy
obstinadas y no están dispuestas a cambiar su manera de pensar. Lo que ellos dicen, eso
debe hacerse. Si discernimos apropiadamente a los demás, esto nos ayudará a llegar
hasta ellos y a tener una relación adecuada con ellos. No debemos dejar que la gente se
dé cuenta de que discernimos lo que son, de que los estamos midiendo y examinando.
Simplemente debemos actuar normalmente con ellos.
NO CORRIJAMOS A LA GENTE
Es por esto que necesitamos mucha preparación para hacernos uno con el Dios Triuno
que mora en nosotros. Dondequiera que estemos y a dondequiera que vayamos,
debemos decir que somos uno con Dios. Cada vez que hablemos, deberíamos hablar
según el principio de encarnación. No debemos hablar a otros estando en nosotros
mismos, sino que debemos hablar juntamente con el Señor, quien mora en nosotros.
Nosotros hablamos, pero es el Señor quien se expresa. Esto concuerda con lo que el
apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 7. El dio su parecer (vs. 10, 12, 40) aunque dijo que no
tenía mandamiento del Señor al respecto (v. 25). Al final él dijo: “Pienso que también yo
tengo el Espíritu de Dios” (v. 40). Esto demuestra que él y Dios el Espíritu hablaban
juntos. Debemos practicar siempre este principio.
En el Antiguo Testamento la palabra de Jehová venía sobre el profeta (Jer. 1:2; Ez. 1:3);
el profeta no era más que el portavoz de Dios. Pero en el Nuevo Testamento el Señor es
uno con Sus apóstoles, y ellos son uno con El; de esta manera ambos hablan unánimes.
La palabra del Señor se convierte en la palabra de los apóstoles, y lo que ellos dicen es la
palabra de Él. Este es el principio de encarnación.
Ahora me gustaría mencionar unos cuantos puntos prácticos. Al tener contacto con las
personas, no debemos comenzar nuestra conversación de un modo extraño. Debemos,
más bien, hablar de un modo común y corriente. En nuestra manera común y corriente
de hablar podemos hablarles algo del Señor.
Un hermano nos contó que en su trabajo conoció a un ingeniero joven y le leyó algunas
de las notas de la Versión Recobro del Nuevo Testamento acerca de la genealogía de
Cristo en Mateo 1. El tenía la esperanza de que el joven fuera atraído por la verdad que
hay en Mateo 1. Pero cuando aquel joven se enteró de que este hermano se reunía en
una iglesia local en el recobro del Señor se puso a criticar. Este hermano también tiene
un vecino que es pastor. Este pastor también se puso a criticar cuando descubrió dónde
se reunía este hermano. Cuando se encuentre con casos de rechazo y de crítica como
éstos, no debe desanimarse. Hay muchos casos como éstos.
Debe tener paciencia; no debe discutir con la gente. Cuando alguien diga algo de una
manera negativa y contenciosa, lo mejor que se debe hacer es cambiar el tema de
conversación para calmar a la persona y conservar su amistad. Uno tiene que buscar la
dirección del Señor para saber cuál es la mejor oportunidad para hablarle a la persona
acerca de sus preocupaciones y conceptos erróneos. Tal vez la próxima ocasión que esté
con la persona, tenga la oportunidad de hacerlo. Desde luego, antes de esta ocasión
usted debe orar mucho. Debe orar por el tiempo propicio para hablar con las personas.
Luego puede conversar con ellas con naturalidad.
Si el Señor dispone otra ocasión para que usted hable con ese joven, puede cambiar el
tema de la genealogía de Cristo por el libro de Filipenses. Este joven es cristiano y
conoce la situación de los cristianos hoy. El ciertamente busca al Señor. De no ser así, no
estaría preocupado porque usted esté en el recobro del Señor. Usted puede compartir
Filipenses 1:19 con esta persona. Este versículo es una palabra muy placentera acerca de
la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Este es un tema agradable y
placentero. No debe hablar con él acerca de la genealogía de Cristo. Más bien, háblele de
la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo.
Después de cierto tiempo puede compartir con él Filipenses 1:21a. Aquí Pablo dijo:
“Porque para mí el vivir es Cristo”. Pablo vivía a Cristo para poder magnificar a Cristo, o
por vida o por muerte (v. 20). Esta es otra palabra agradable. Si puede hablar con él
cada dos o tres días y enseñarle bastantes cosas agradables de las Escrituras, el corazón
de ese joven será conmovido.
En otra ocasión tal vez puede decirle algo más. Puede decirle: “El mes pasado le
compartí acerca de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo y acerca de
que vivimos a Cristo para poder magnificarle o por vida o por muerte. Yo fui cristiano
años y nunca oí estas verdades. Ni siquiera sabía que estas cosas estaban en la Biblia.
Cuanto más escuchaba el ministerio en la iglesia, más verdades de la Biblia descubría.
Centenares de personas han tenido la misma experiencia”. Esta es la manera de aclarar
las dudas de los rumores falsos que aquella persona ha oído.
En principio usted debe tratar con el pastor de la misma manera. Es posible que él le
pregunte si usted tiene pastor. Usted puede responderle que tiene muchos pastores y
que también usted es pastor. Usted puede decir: “Yo estoy trabajando, pero también soy
un pastor que no recibe salario”. Después puede hablarle de algunos creyentes nuevos o
de algunos santos que usted ha pastoreado. El también puede preguntarle cómo está
organizada su iglesia, y cómo recauda fondos para su iglesia y para su obra. Usted debe
siempre contestarle en una forma que despierte interés. No tenga prisa al tratar de
ganar a la gente.
Con el tiempo quizá él le pregunte si puede venir a la reunión, pero usted no debe
responder hasta que tenga el sentir de que es el momento adecuado para que él venga.
Cuando usted vea que es el tiempo propicio, puede decirle: “Ahora yo lo llevaré a mi
reunión, pero primero usted tiene que hacerme un favor. Lléveme a su iglesia para ver
su reunión”. Sería mejor si usted pudiera ir al lugar de su reunión dos o tres veces antes
de traerlo a nuestra reunión. Entonces usted podrá ver sus prácticas. Esto lo preparará
para traerlo a nuestra reunión. Entonces usted sabrá cómo compartir con él y cómo
dirigirlo para que vea algunas cosas y para que pueda comparar. Esta comparación será
beneficiosa para él. Estos son ejemplos de la manera en que podemos cuidar a las
personas ministrándoles a Cristo. Necesitamos aplicar el principio de la encarnación con
todas las personas con quienes nos relacionamos.
Como miembros de los grupos vitales, necesitamos pagar la deuda del evangelio (Ro.
1:14-15), la cual tenemos para con nuestros familiares, quienes son nuestro círculo
íntimo, nuestros contactos más cercanos. Muchos de nuestros familiares todavía no son
salvos. Necesitamos orar por ellos. Es posible que a partir de hoy el Señor nos guíe a
orar por ellos durante seis meses. Usted no necesita hacer oraciones largas. Cada día
después de levantarse, podría decir: “Señor, mi madre todavía no es salva”. Esta es su
oración. Después del trabajo, por la tarde, cuando se suba al carro, podría repetir:
“Señor, mi madre todavía no es salva”. Suplíquele al Señor en esta manera por medio
año, y vea lo que sucederá.
George Müller, en su autobiografía, nos dice que él oró por cientos de personas. Tarde o
temprano todas estas personas fueron salvas. El oró mucho tiempo por una persona de
su lista, y más tarde, ese hombre fue salvo después de que George Müller murió.
Tenemos que creer que nuestra preocupación por los pecadores procede del Señor. El
escogió y predestinó muchas personas, y ahora nuestra oración es necesaria para que
sean salvas. Miles de personas en nuestras localidades fueron escogidas y predestinadas
por nuestro Padre Dios, pero si no hubiese habido oración, ni preocupación de parte de
los hijos de Dios para con quienes El escogió, El no salvará a nadie. El no puede salvar a
nadie hasta que nosotros oremos. En principio, todos nosotros hemos sido salvos a
través de la oración de alguien. Yo fui salvo a través de la oración de mi hermana. Todos
nosotros necesitamos orar por nuestros familiares continuamente hasta que todos ellos
sean salvos.
Esto no significa que mientras estamos pagando la deuda del evangelio que tenemos
para con nuestros familiares, no debemos hablar con nadie más. Mientras laboramos
con el Señor en el evangelio, El soberanamente nos dará personas. No debemos olvidar
el caso de Felipe con el eunuco de Etiopía en Hechos 8. Este eunuco volvía a su país
después de haber alabado a Dios en Jerusalén, y estaba leyendo el libro de Isaías. El
Espíritu guió a Felipe a este eunuco para que fuera salvo. Ese eunuco no era alguien
íntimamente relacionado con Felipe. Si nosotros amamos al Señor y estamos dispuestos
a sacrificar todo por la salvación de otros, el Señor soberanamente nos llevará a quienes
El escogió y predestinó.
El Señor busca a los que le aman. Para poder ser miembros vitales en los grupos vitales,
debemos amar al Señor. El Señor debe tener el primer lugar, la preeminencia, en
nuestros corazones. Necesitamos vivir al Señor y debemos vivir para El. Si somos
personas así, ¿no nos usaría el Señor? Con seguridad El nos usaría. El nos usaría todos
los días para relacionarnos con la gente. Ya que amamos al Señor espontáneamente nos
preocuparemos por la salvación de otros.
Todos nosotros necesitamos tener la carga de pagar nuestra deuda. Pablo dijo en
Romanos 1 que él era deudor a los que no habían escuchado el evangelio por medio de él
(vs. 14-15). Pablo se esforzaba por pagar la deuda que tenía en el evangelio. El dijo que le
debía el evangelio a la gente. Nosotros les debemos a nuestros padres, familiares,
primos, cuñados, vecinos, compañeros de clase y colegas. Le debemos el evangelio a
todo hombre.
Le podemos decir a alguien que le debemos algo. Cuando él nos pregunte qué le
debemos, le podemos decir: “Yo le debo a Cristo”. Luego le podemos hablar de Cristo. Si
amamos al Señor y nos esforzamos por pagar nuestra deuda en el evangelio, el Señor
nos utilizará para conducir personas a Él. Nosotros todavía no nos hemos “enloquecido”
de tal manera. Yo fui salvo por medio de una persona que estaba “loca” en esta manera,
que amaba al Señor a lo sumo. Ella era una hermana joven que era seis años mayor que
yo. Debemos recordar que las personas que engendremos serán como nosotros.
En el recobro del Señor, estamos bajo Su perfeccionamiento para ser miembros útiles de
Su Cuerpo. Efesios 4:11 y 12 nos dice que El dio a Su Cuerpo, la iglesia, unos como
apóstoles, otros como profetas, otros como evangelistas a otros como pastores y
maestros a fin de perfeccionar a los santos. El versículo 12 dice que somos
perfeccionados para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Finalmente, los que han sido perfeccionados llevarán a cabo la obra del ministerio igual
que los miembros dotados. El apóstol Pablo permaneció en Efeso tres años para hacer
esta obra de perfeccionamiento (Hch. 20:31). El dijo que enseñaba públicamente y de
casa en casa (v. 20). También dijo que amonestaba con lágrimas a cada uno (v. 31). De
casa en casa quiere decir que Pablo enseñó en las casas de los santos.
Debido a que los santos de Efeso habían recibido el perfeccionamiento de Pablo, él les
podía escribir esa maravillosa epístola, o sea, Efesios. El estuvo con ellos tres años
preparándolos, para luego poder escribirles esa epístola. El capítulo 1 de Efesios revela
la impartición de la Trinidad Divina y la transmisión del Cristo ascendido. El capítulo 2
revela la obra maestra de Dios en la nueva creación, y la creación del nuevo hombre. El
capítulo 3 nos muestra la economía eterna de Dios y al Cristo que hace Su hogar en
nuestros corazones. El capítulo 4 nos revela la mezcla divina y el crecimiento en el
Cuerpo de Cristo. También nos muestra que el Cuerpo se edifica a sí mismo, y nos
muestra la renovación en el Espíritu. Los capítulos 5 y 6 nos muestran los asuntos de la
unión y la lucha. Nuestra unión matrimonial con Cristo se encuentra en el capítulo 5, y
nuestra lucha en la batalla espiritual, en la cual tratamos con el enemigo de Dios, se
encuentra en el capítulo 6. Esto corresponde a Apocalipsis 19. En este capítulo vemos la
unión matrimonial de Cristo y Su novia (vs. 7-9). Inmediatamente la novia y el Novio
llegan a ser un ejército para luchar contra el anticristo y sus seguidores y para así
vencerlos (vs. 14-21). Pablo pudo escribirles el libro de Efesios a los santos de esa
ciudad, debido a que él los había preparado y perfeccionado por tres años.
MENSAJE VEINTIDOS
SEAMOS VITALES
POR MEDIO DE LA ORACION,
PREPAREMOS NUESTROS CANDIDATOS
PARA EL EVANGELIO Y
REDIMAMOS NUESTRO TIEMPO
PARA APRENDER LA VERDAD
Ahora tenemos que empezar a actuar para que haya aumento. Recientemente visité un
grupo de santos y descubrí algo muy positivo. Descubrí que ellos no estaban muy llenos
de vida y que tampoco oraban mucho. No habían establecido una vida de oración. La
única manera en que podemos tocar al Espíritu es la oración. En la Biblia el Espíritu se
presenta unido con nuestra oración. La oración y el Espíritu son uno. Si estamos faltos
de oración, estaremos faltos del Espíritu. Por supuesto, también podemos decir que sin
el Espíritu, no puede haber oración. Esta es la razón por la cual se nos dice que tenemos
que orar en espíritu (Ef. 6:18). Ya que creímos en Cristo y fuimos regenerados, nuestro
espíritu humano y el Espíritu Santo están mezclados como un solo espíritu (1 Co. 6:17).
Si dejamos de orar aunque sea un solo día, tendremos la sensación de que estamos
escasos del Espíritu. Cuando oremos, aunque sea unas pocas palabras, tendremos la
sensación de que estamos tocando al Espíritu. Todos necesitamos pasar tiempo con el
Señor cada mañana en oración. Si uno no ora por la mañana durante una semana,
estará muerto espiritualmente. No hay otra manera para ser vitalizado, excepto por la
oración. Tenemos que orar y establecer una vida de oración.
La mayoría de nosotros vivimos en una situación en la cual es difícil sacar media hora
para orar. Siempre que apartamos un tiempo definido para orar, el enemigo trata de
estorbarnos. Cuando empezamos a orar, alguien toca a la puerta o nos llama por
teléfono. Tal vez no hayamos recibido llamadas telefónicas por un buen rato, pero tan
pronto comenzamos a orar, suena el teléfono. Finalmente, después de tres llamadas,
nuestro deseo de orar se desvanece. A lo mejor tengamos que esperar un tiempo hasta
que podamos recobrarnos para orar. No nos es fácil orar media hora sin ser
interrumpidos. Necesitamos acudir al Señor para que nos libre de todas las
distracciones a fin de tener así un tiempo adecuado de oración con El. La oración nos
hace vitales. Tenemos que tomar la iniciativa en ser vitales. Si no somos vitales, no
podremos orar para que otros sean vitales.
Ser vital significa estar liberado en el espíritu, y esto no puede ser una actuación. Si
oramos por media hora, seremos liberados. Si no estamos liberados, no somos vitales.
Para tener el impacto al ponernos en contacto con otros, tenemos que ser personas
liberadas. Si no estamos atados, estaremos capacitados para liberar a otros. Una
persona desanimada y triste no puede ayudar a otros a alegrarse. Si queremos alegrar a
otros, tenemos que ser nosotros personas alegres. Sólo podemos ayudar las personas a
ser lo que nosotros somos. Para salir y laborar con eficacia en el evangelio, tenemos que
ser vitales.
Antes de salir, tenemos que prepararnos. Primero, tenemos que preparar algunos
candidatos que hemos de visitar. Debemos tener en cuenta a todos nuestros familiares,
vecinos, compañeros de escuela y de trabajo y a nuestras amistades. De estos que
conocemos, tenemos que escoger a algunos para laborar en ellos en el evangelio. Por
supuesto, tenemos que hacer esto con oración. Debemos orar así: “Señor, ¿quiénes son
los mejores dos o tres en quienes puedo laborar ahora?”. En un mensaje anterior
compartí que todos nosotros debemos hacer una lista de las personas que conocemos y
que necesitan ser salvas. Cuando leamos esta lista en una actitud de oración, tendremos
una sensación interna de cuáles de éstas deben ser los candidatos en quienes
laboraremos ahora. Tenemos que considerar sus situaciones y laborar en ellos
adecuadamente.
CONOZCAMOS LA VERDAD
Y APRENDAMOS LA MANERA CORRECTA
DE PRESENTAR LA VERDAD
PARA GANAR A LAS PERSONAS
La manera en que uno le hable a alguien es crucial, y es aún más crucial la manera en
que le respondemos las preguntas. Lo que usted diga podría salvarlo, o retardar su
salvación por muchos años. Es posible que tenga una pregunta y, aunque tal vez usted le
conteste con muchos puntos de la Biblia, no reciba nada.
Si alguien le pregunta qué es la vida eterna, usted no debe responderle
complicadamente. Debe responderle con exactitud y con simpleza. Podría decirle: “La
vida eterna es Dios mismo, y Dios es Jesucristo. Por lo tanto, la vida eterna es
simplemente Jesucristo. Hoy Cristo es el Espíritu y está con nosotros. El está esperando
el momento parar entrar en usted a fin de ser vida eterna para usted. ¿Lo quiere usted
recibir?”. Luego, tal vez le pregunte: “¿Cómo puede hacerse esto?”. Entonces usted la
guiará a orar y a invocar el nombre del Señor. En un breve tiempo esa persona recibirá
ayuda en cuanto a saber qué es la vida eterna, quién es la vida eterna y cómo puede
recibir esa vida. La vida eterna es Dios; Dios hoy es Jesucristo, y Jesucristo es el
Espíritu. Orando e invocando el nombre del Señor podemos recibirle como nuestra vida.
Cuando vamos a visitar a alguien, no le debemos hablar de muchos temas. De ser así, se
complicará y no recibirá nada. Si vamos a visitar a alguien, y tocamos muchos tópicos en
forma complicada, nuestras palabras retrasarán la salvación de esa persona. Sentirá que
las cosas de la Biblia son muy difíciles de entender y perderá el interés. Entonces, no
querrá tener más contacto con nosotros. Esto retrasará la salvación de esa persona por
muchos años. Debemos tener temor y temblor cuando nos relacionamos con la gente (1
Co. 2:3). Debemos decir: “Señor, ¿cómo debo responderle a esta persona? Ayúdame”.
También debe conocer los versículos bíblicos correspondientes, especialmente los que
son conocidos como los “versículos de oro”. Con seguridad tiene que recordar Juan 3:16,
pero además en Juan 3 hay otros versículos importantes. Los versículos 3 y 5 hablan de
nacer de nuevo, de ser regenerado para poder entrar en el reino de Dios. Usted necesita
conocer los mejores versículos que hablan de Dios, de Cristo, de la sangre de Cristo, de
la redención de Cristo y de todas las verdades cruciales relacionadas con el evangelio.
Sus respuestas deben ser concisas y concretas. Es sencillo para mí entrenarlos a ustedes,
pero para ustedes no es tan simple hacerlo. Esto requiere práctica.
En las reuniones de los grupos vitales, necesitamos dedicar tiempo a estudiar nuestros
candidatos en el evangelio. Después de ir a una persona, debemos contar nuestra
experiencia en la reunión de grupo de la semana siguiente. Entonces debemos acudir al
Señor y tener comunión en cuanto a la manera de proseguir con esta persona.
Espero que nos preparemos para venir a la próxima reunión de grupo. Tenemos que
venir preparados con los candidatos del evangelio en quienes sentimos que debemos
laborar. Entonces podemos considerar cómo dirigirnos a ellos para comenzar nuestra
labor evangélica conjunta. Cuando laboramos en algunos, debemos ser consistentes. No
debemos esperar que en tres meses alguien sea salvo y que en medio año otro sea salvo.
Puede que los tres por quienes tenemos carga no sean salvos hasta después de dos años.
Quizá anteriormente hayamos estado muy ocupados, pero no dimos fruto. Debemos
orar para tener algunos candidatos definidos. Entonces tenemos que trabajar en ellos.
Debemos aprender a concentrar nuestro esfuerzo con el objetivo de obtener algunos
resultados definitivos.
RESPUESTAS A PREGUNTAS
Pregunta: ¿Sería más beneficioso no invitar a los nuevos a nuestros grupos vitales y
pasar un tiempo con ellos en sus casas primero?
Respuesta: Si los invita o no a los grupos vitales no debe ser una norma, un legalismo.
Todo depende de la necesidad. Tiene que considerar si sería provechoso traer a un
nuevo a su grupo inmediatamente. En ciertos casos sería más seguro que usted fuera
con otro hermano a visitarlo por un tiempo hasta que usted vea que el nuevo está listo
para asistir a la reunión de grupo.
Si su vecino es un cristiano receptivo y uno que busca la verdad, usted debe presentarle
la verdad. Inclusive, sería bueno dedicarle algún tiempo para estudiar juntos un libro de
la Biblia. Hasta podría estudiar la verdad de que Dios nos predestinó para filiación,
según se ve en el libro de Efesios. No debe tratar de hacer mucho en una sola ocasión.
Tal vez sólo quince minutos con él una o dos veces por semana sean suficientes. Nada
puede convencer a la persona tanto como la verdad, especialmente si es un verdadero
cristiano que busca la verdad.
Pregunta: Alguien me preguntó qué queremos decir cuando decimos que un creyente
en Cristo es un Dios-hombre. Ellos se preguntaban si esto significa que nosotros somos
omnipotentes como Dios. ¿Cómo debemos responder a esta pregunta?
Respuesta: La Biblia revela que los creyentes en Cristo tienen la vida de Dios (Jn. 3:15-
16, 36) y la naturaleza de Dios (2 P. 1:4) puesto que fuimos hechos hijos de Dios y hemos
nacido de Dios (Jn. 1:12-13), pero esto no quiere decir que poseamos Su deidad. Sólo El
debe ser adorado. El es omnipotente, es omnisciente y es el único a quien se debe
adorar, no a nosotros. Cuando usted comparta esto, asegúrese de mencionar algunos
versículos en la Biblia que muestren que tenemos la vida y la naturaleza de Dios.
No sólo le diga que tenemos la naturaleza de Dios. Usted debe leerle 2 Pedro 1:4 para
mostrarle que somos partícipes de la naturaleza divina. Este versículo muestra que
nosotros los creyentes podemos escapar esta edad y su concupiscencia. Los incrédulos
no pueden, pero nosotros los creyentes sí podemos debido a que tenemos la naturaleza
santa de Dios. Puesto que tenemos la naturaleza de Dios, y ésta es santa, nosotros
también podemos ser santos y ser guardados de la concupiscencia de esta era, de la
corriente de este mundo. Creo que esa persona recibirá ayuda cuando se le diga esto.
Esto quiere decir que usted alimentará a esa persona.
Ya que amamos al Señor Jesús, debemos darnos cuenta de que tenemos mucho que
aprender para poder ser cristianos adecuados. Para poder aprender adecuadamente
necesitamos redimir nuestro tiempo. Es posible que un hermano llegue a su casa
después del trabajo y tenga diez minutos antes de la cena. El podría usar esos diez
minutos para leer 2 Pedro 1:4 con algunas de las notas de la Versión Recobro del Nuevo
Testamento. Mientras una madre cuida a sus niños, puede buscar oportunidades para
abrir su Biblia y leer un versículo. Esta es la forma de aprender. Aprendemos poco a
poco.
Estoy preocupado por su oración, por su experiencia del Espíritu y por su aprendizaje.
¿Desean verdaderamente aprender? Su tiempo en los grupos vitales es un tiempo
valiosísimo para que usted aprenda. Usted puede aprender con los demás miembros del
grupo vital y practicar lo que ha aprendido. Con su experiencia en los grupos vitales y
con el entrenamiento que recibe en estos mensajes, puede aprender mucho.
Yo entré en una forma práctica al centro de la obra del recobro del Señor en Shanghái en
1933. Dos años después, el hermano Nee fue a otra localidad para dar unas conferencias.
En ellas él dijo que había un hermano entre nosotros llamado el hermano Lee cuyo
progreso en el Señor era como el de una persona que no solamente estaba corriendo
sino volando. Un hermano que estaba en esa reunión me contó eso quince años después
cuando yo estaba ministrando en Manila. Cada vez que el hermano Nee decía algo que
yo no entendía, de inmediato iba a estudiarlo. ¿En realidad está usted aprendiendo? o
¿viene al ministerio y a las reuniones de entrenamiento a escuchar solamente? Si es así,
no puede asimilar mucho. Debe aprender.
Ya que usted escuchó algo acerca de 2 Pedro 1:4, debe leer este versículo y estudiarlo con
la ayuda de las notas de la Versión Recobro. Tal vez recuerde que este versículo habla de
que nosotros somos partícipes de la naturaleza divina, pero debido a que usted no
recuerda todo el versículo, tal vez no pueda decir mucho. En 2 Pedro 1:4 dice: “Por
medio de las cuales El nos ha otorgado preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Este versículo es
verdaderamente precioso. Tener la naturaleza divina de Dios o participar de ella tiene
que ver con escapar de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
También por medio de las preciosas y grandísimas promesas uno llega a participar de la
naturaleza divina de Dios. Si uno desea participar de la naturaleza divina, debe
experimentar las promesas de Dios.
Respuesta: La petición es más específica, mientras que la oración es general. Claro que
en su oración y petición, cuando usted empieza a decirle algo al Señor, eso es una
especie de comunión. Tanto la oración como la petición son una especie de comunión.
La petición implica que usted tiene una carga de orar por algunas cosas específicas.
Usted tal vez ore por los grupos vitales de una manera en general. Pero tal vez algunas
veces tenga la carga de hacer una petición específica al Señor en cuanto a los grupos
vitales. Quizás separe usted medio día para pedirle al Señor específicamente para que
todos los grupos lleguen a ser vitales. Luego tal vez hasta tenga la carga de ayunar, y se
abstenga de una comida para pedirle al Señor por los grupos vitales. Tal vez tenga la
carga de pedirle al Señor por una sola cosa: “Señor, haz que todos los grupos sean
vitales. Hazme a mí vital”. Las palabras oración y petición son usadas en Efesios 6:18 y
Filipenses 4:6. La oración se menciona primero y luego la petición.
Pregunta: Usted mencionó algunos versículos de oro que necesitamos conocer para
poder suplir la necesidad de la gente. ¿Nos puede mencionar algunos de estos
versículos?
Respuesta: Hay muchos de estos versículos en la Biblia, pero vamos a mencionar sólo
algunos de ellos. En cuanto a la existencia de Dios, se debe usar Romanos 1:19-20:
“Porque lo que de Dios se conoce es manifiesto en ellos, pues Dios se lo manifestó.
Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y características divinas, se han visto
con toda claridad desde la creación del mundo, siendo percibidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa”. Esta porción de las Escrituras sobresale porque
le demuestra a la gente que Dios existe. La creación es una evidencia contundente de la
existencia de Dios. Uno no puede ver a Dios, por lo tanto no sabe uno si Dios existe, pero
sí se puede ver Su creación. En la creación se puede ver el poder eterno y las
características divinas. Por la belleza de la creación, Dios debe de ser un Dios de belleza.
Dios creó muchas cosas vivientes, por lo tanto El debe de ser un Dios de vida. Dios es
viviente. Esta es una de las características de Dios.
El mejor versículo que se relaciona con la redención de Cristo es Romanos 3:24: “Siendo
justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Este versículo sobre la redención de Cristo debe leerse también con los versículos 25 y
26. El versículo 25 habla de Cristo como el propiciatorio, que se refiere a la tapa, la
cubierta, del arca que estaba en el Lugar Santísimo. La tapa o cubierta del arca es tipo de
Cristo. Sobre Cristo, Dios nos justifica y se encuentra con nosotros. Sobre Cristo, Dios
habla con nosotros, porque la cubierta del arca era el lugar donde Dios se encontraba
con el hombre. Ahí oramos a Dios y ahí Dios nos contesta.
El mejor versículo acerca de la sangre preciosa de Cristo es 1 Pedro 1:19. Este es el único
versículo que se refiere a la sangre de Cristo como “la sangre preciosa”. Los mejores
versículos sobre el Espíritu que mora en uno son Romanos 8:9 y 11.
Juan 3:16 es el mejor versículo que nos dice que cuando creemos en el Señor Jesús
recibimos la vida eterna. También debemos darnos cuenta de que los versículos del 14 al
16 de Juan 3 nos enseñan que Cristo fue crucificado para que recibiéramos vida eterna.
Los versículos 14 y 15 dicen: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna”. Cuando usted lee este versículo, debe hacer énfasis en
la palabra para. El Hijo del Hombre fue levantado para que todo aquel que en El crea
tenga vida eterna. Si usted no cree que el Señor Jesús murió en la cruz por usted, nunca
podrá tener vida eterna.
Los Testigos de Jehová entrenan a sus seguidores con muchos versículos a fin de
difundir su herejía. Ellos distorsionan los versículos que hablan de la deidad de Cristo
porque no creen que Cristo es Dios. Romanos 9:5 dice: “De quienes son los patriarcas, y
de los cuales, en cuanto a lo que es según la carne, vino el Cristo, quien es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos. Amén”. Todos nosotros reconocemos que estas
palabras se refieren a la deidad de Cristo. Cristo es Dios, el cual es sobre todas las cosas
y bendito por los siglos. No obstante, los Testigos de Jehová cambian la puntuación y el
orden de las palabras en este versículo para cambiar su significado. Ellos entrenan a su
gente muy particularmente en Romanos 9:5 a fin de comprobar que Cristo no es Dios.
Ellos también distorsionan Juan 1:1 que dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios”. Por medio de su distorsión ellos enseñan la gran
herejía de que Cristo no es Dios. Los Testigos de Jehová creen esto firmemente. Ellos
entrenan a sus seguidores con muchos versículos. Si ellos hacen esto, nosotros debemos
hacer lo mismo con respecto a las verdades divinas. Debemos ser entrenados con los
versículos para poder mostrar la verdad de que Cristo es Dios y enseñar todas las
preciosas verdades divinas de la economía neotestamentaria de Dios.
Los mejores versículos que tienen que ver con la salvación por la vida de Dios son
Romanos 5:10 y 17. El versículo 10 dice que fuimos reconciliados por la muerte de
Cristo, y que seremos salvos en Su vida. El versículo 17 nos muestra que seremos salvos
por la vida de Dios a tal punto que reinaremos en vida.
¿Cómo podemos demostrar con versículos de la Biblia que el árbol de la vida es una
figura de Dios? Primero necesitamos leer Salmos 36:9 que dice: “Porque contigo [con
Dios] está el manantial de la vida”. Génesis 2:9 habla del árbol de la vida. En Juan 14:6a
el Señor Jesús dijo: “Yo soy... la vida”, y en 10:10 El dijo: “Yo he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia”. Además, Jesús nos dijo en Juan 15:1 que El
era un árbol, una vid. Por medio de estos versículos usted puede demostrar que el árbol
de la vida debe de representar a Dios corporificado en Cristo.
Recientemente alguien que aprecia los mensajes del Estudio-vida del libro de Génesis
me hizo unas preguntas. Génesis 3 dice que Dios vino a buscar a Adán y que hizo unas
vestiduras de piel y los vistió a él y a su esposa (v. 21). Esta persona preguntó si Dios
estaba vestido o no cuando El vino a buscar a Adán. ¿Cómo contestaría usted tal
pregunta? Usted debe decirle que Dios estaba en Su gloria, y que Su gloria era Su
vestidura. En Isaías 6 Dios estaba sentado en el trono con una túnica, y esa túnica era Su
gloria (vs. 1, 3; cfr. Jn. 12:41 y nota 1). Además, cuando Dios visitó a Abraham en
Génesis 18, El se le apareció como un hombre con vestidura de hombre. Estas preguntas
nos muestran que necesitamos dedicar tiempo a aprender la Biblia, para poder darles el
suministro a los nuevos.
Esta persona también hizo otra pregunta relacionada con Génesis 3. Después de la caída
del hombre Dios dijo: “He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el
mal” (v. 22). Por lo tanto, Dios cerró el camino al árbol de la vida. Esta persona dice que
por una parte Dios quiere que seamos como El, pero por otro lado parece que Dios no
nos permite ser como El. Además dijo: “¿No habría sido mejor que Dios hubiera
permitido que el hombre comiera del árbol de la vida después que éste cayó? Entonces
el árbol de la vida entraría en el hombre caído para pelear en contra de su naturaleza
caída”. El preguntó por qué Dios no hizo esto. ¿Cómo respondería usted a tal pregunta?
(Véase Estudio-vida de Génesis, mensaje 21, pág. 290, para saber la razón por la cual
Dios cerró el camino al árbol de la vida después que el hombre cayó). Esto nos muestra
que para ayudar a otros, se necesita mucha instrucción. De otra manera, uno sólo podría
decirles que no sabe.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE VEINTITRES
En este mensaje queremos considerar el propósito de los grupos vitales. Muchos de los
grupos se han estado reuniendo para orar fervientemente y han estado laborando por
casi siete meses, pero ¿qué es lo que se ha obtenido? La situación exterior entre nosotros
no parece ser muy alentadora debido a que aún no hemos visto resultados concretos.
Los santos del libro de Hechos oraron juntos por diez días. El resultado fue el
derramamiento del Espíritu (2:2-4), y tres mil fueron añadidos a la iglesia (v. 41). Es
posible que nosotros esperemos un resultado similar después de orar juntos por un
corto período de tiempo. Tal vez nos desalentemos ya que aún no hemos visto mucho
resultado.
Necesitamos considerar lo que nos dijo el Señor en los Evangelios en cuanto a predicar
el evangelio y a obtener el aumento. Al final de Mateo, el Señor nos mandó que
fuéramos e hiciéramos discípulos a las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo (28:19). Al final de Marcos, El nos mandó que fuéramos
por todo el mundo y proclamáramos el evangelio a toda la creación (16:15). Marcos nos
dice que la predicación del evangelio llevada a cabo por los discípulos iría acompañada
de milagros (vs. 17-18). Al final de Lucas, el Señor les dijo a los discípulos que esperaran
en Jerusalén hasta que fueran investidos de poder desde lo alto (24:49). Entonces
tendrían el impacto para que la gente recibiera el evangelio del perdón de pecados (v.
47).
Nosotros tal vez esperemos el mismo poder y los mismos resultados instantáneos en
nuestra labor del evangelio, pero necesitamos ver lo que dice el Evangelio de Juan. Al
final de Juan no hay una exhortación a predicar el evangelio, como ocurre en los
evangelios sinópticos. El último capítulo de Juan describe una situación en la cual Pedro
estaba desanimado. Debido a su desaliento, se fue a pescar, o sea que regresó a su
antiguo oficio (21:3). Cuando tomó la iniciativa de ir a pescar, los demás discípulos lo
siguieron. Ellos pasaron toda la noche sin pescar nada, pero a la mañana siguiente el
Señor se les apareció repentinamente y les dijo que echaran la red a la derecha de la
barca. Cuando ellos lo hicieron, pescaron una gran cantidad de peces (v. 6).
Juan nos dice que pescaron ciento cincuenta y tres peces (v. 11). Pero sin estos peces, y
aún estando en tierra, donde no hay peces, el Señor preparó pescado y pan para Sus
discípulos (v. 9). En Juan 21 el Señor no les mandó a los discípulos que fueran a hacer
discípulos de las naciones. El los estaba entrenando para que tuvieran fe en El en cuanto
a su vivir. Lo primero que el Señor les dijo fue: “Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” (v. 5).
Esto muestra que El cuidaba de su diario vivir, de lo necesario para cada día.
Juan habla directamente acerca de llevar fruto, pero no lo hace al final del Evangelio
sino en el capítulo 15. En el versículo 16 el Señor dijo: “No me elegisteis vosotros a mí,
sino que yo los elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro
fruto permanezca”. Juan no habla de predicar el evangelio como lo hacen los otros
Evangelios. El habla de llevar fruto. La vid da fruto una sola vez al año. Si uno quiere
fruto de la vid, no puede orar y tener mucho fruto a la mañana siguiente. Eso sería un
verdadero milagro, pero ésa no es la forma en que la vid lleva fruto. Si uno mira la vid
hoy, parece ser que está igual que ayer, porque la temporada de llevar fruto todavía no
ha llegado. Además de no tener fruto, tal vez ni siquiera tenga flores.
Cuando el pámpano permanece en la vid, tiene una vida que experimenta muchas
condiciones: la luz del sol, el viento, la lluvia, el calor y el frío. En otras palabras,
permanecer en el Señor es vivir una vida en El pasando por todo tipo de sufrimientos.
En realidad la vid sufre día y noche durante la temporada en que lleva fruto hasta la
producción del mismo (véase el himno #635 en Hymns).
No fue por nuestra decisión que llegamos a ser pámpanos de Cristo, la vid verdadera. El
Señor dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he
puesto...” (Jn. 15:16). La palabra puesto es una palabra llena de significado. El Señor no
solamente nos nombró o dispuso algo para nosotros, sino que nos ha puesto. Este es
nuestro destino. El destino de quienes aman a Cristo es llevar fruto.
Según Juan 15, llevar fruto no es un asunto fácil (vs. 18-25). La vid sufre durante
muchos meses hasta que llega la temporada de llevar fruto. Después de cosechar el fruto
de la vid, la vid entera es deshojada. En el invierno la vid aguanta el frío y la nieve hasta
el comienzo de la primavera. Es entonces cuando una vez más comienza a producir
fruto. El proceso de producir fruto conlleva el sufrimiento del calor del sol, del viento y
de la lluvia. Además, el Cantar de los Cantares habla de “las zorras, las zorras pequeñas,
que echan a perder las viñas” (2:15). A las zorras les gustan las uvas tiernas de la vid.
Este cuadro debe dejar una profunda impresión en nosotros. La vid sólo puede producir
fruto en su temporada, pasando por mucho sufrimiento. Es posible que alguien quiera
fruto de la vid inmediatamente, pero la vid no puede producirlo sino hasta que su
temporada llegue después de pasar por sufrimientos.
Si George Müller estuviera aquí, nos diría que dar fruto no es algo rápido. El hizo una
lista de personas y oró diariamente por ellas hasta que cada una fue salva. En su
autobiografía él dice que todavía había una persona por quien él estaba orando que no
era salva. Pero después de su muerte el Señor salvó a esta persona. Debemos ver que el
llevar fruto es un asunto de temporada. Es igual que engendrar hijos. Una vez que una
mujer concibe, tiene que esperar nueve meses para dar a luz. Ella no puede decidir el
tiempo del nacimiento.
No debemos pensar que los siete meses que hemos estado reuniéndonos en los grupos
vitales han sido una pérdida de tiempo. Debemos recordar que llevar fruto depende de
la temporada adecuada. Por otro lado, es posible que algunas vides no produzcan fruto
por una u otra razón. Esto quiere decir que la vid vivió en vano por un año sin producir
fruto. La vid no produjo fruto porque vivió mal. Si producimos fruto o no al final del
año, va a depender de la manera en que vivamos en estos próximos meses.
Necesitamos recordar que nuestros grupos deben ser grupos vitales. La Biblia habla de
personas vitales. ¿Qué es un vencedor? Un vencedor es una persona vital. Entonces,
¿qué es ser vitales para poder ser vencedores? Una persona vital, un vencedor, es una
persona que ora. Usted debe tener una carga genuina por la oración genuina.
Recientemente les dije a unos colaboradores que su oración no era producto de una
carga. Si nos reunimos únicamente para enunciar en voz alta algunas frases, ¿es esto
tener carga por la oración? Esto es una formalidad; no pasa de ser una actuación formal.
En un mensaje anterior vimos que el hermano Nee dijo que no debemos ofrecer ninguna
oración que no sea genuina. Muchas de las oraciones que hacemos no son en realidad
oraciones. Son frases reiterativas que proceden de nuestra tradición. La carga genuina
de la oración no es hacer una composición. Cuando el ciego oró al Señor, no hizo una
oración elaborada. Cuando el Señor Jesús le preguntó qué quería, el ciego dijo: “Señor,
que reciba la vista” (Lc. 18:41). Esta es una oración genuina que procede de una carga
genuina. El tenía la carga de tocar a Jesús para poder ver, y el Señor contestó su oración.
Sin embargo, nuestras oraciones no son así. Nuestras oraciones, inclusive nuestras
oraciones personales, son en su mayoría formas religiosas y una actuación.
Entonces nos podemos preguntar: “¿Cómo podemos tener carga para orar?”. Esto
depende de la misericordia del Señor. No puedo olvidarme de los grupos vitales, porque
ésa es mi carga genuina. No puedo olvidarme del recobro del Señor porque ésa es mi
carga. Yo siempre tengo que orar al Señor por Su recobro. Cuando oro y clamo “Oh
Señor, Tu recobro”, esto proviene de una carga. Una vez que comenzamos a orar por el
recobro, nos damos cuenta de que no podemos terminar nuestra oración. Hay muchos
lugares y personas por las cuales tenemos que orar. Tenemos que ser vitales, y ser vitales
equivale a tener una carga genuina de oración. Es necesario que entre nosotros haya una
oración genuina. La carga por la cual los grupos vitales deben orar es ésta: “Señor, la
iglesia necesita el aumento adecuado”.
Por causa de algunos rebeldes que estuvieron entre nosotros, nuestro número de
miembros bajó y nuestra moral fue arruinada. Si amamos la iglesia, debemos estar
desesperados por orar, aun orar ayunando. Nuestras reuniones deben estar llenas de
oraciones genuinas, no de oraciones formales. Debemos orar así: “Señor, no podemos
seguir adelante sin el aumento adecuado, en especial entre los caucásicos”. Esta clase de
oración es una oración genuina. No debemos reunirnos dentro de cierto horario tan sólo
por cumplir un compromiso. La oración de algunos entre nosotros es muy tradicional.
Ellos no tienen carga ni desesperación en sus oraciones. Tenemos que estar
desesperados. Que los grupos vitales sigan adelante para ganar el aumento debe ser un
asunto de vida o muerte entre nosotros. Aun si no tenemos una reunión programada,
deberíamos tener la carga de reunirnos para orar.
Recientemente consulté con algunos de los grupos para saber lo que estaban haciendo,
pero nadie me dijo que estaban orando desesperadamente por los grupos vitales. Me
hablaron de otras actividades en sus grupos. Cuando oí esto, me preocupó que
estuvieran convirtiendo los grupos en algo que no es vital. La vitalidad no está en lo que
se hace; está en la oración. Si alguien les pregunta qué están haciendo en sus grupos,
sería maravilloso oírlos decir: “No podemos vivir sin la oración. Estamos desesperados
junto con el Señor. Todos oramos. Solamente tenemos tiempo para orar”. Esto es lo que
me gusta oír. Debe haber oración vital con una carga vital.
Para tener los grupos vitales, nosotros primero tenemos que ser vitales. Necesitamos
orar desesperadamente diciendo: “Señor, te pedimos que, cuando llegue la temporada,
nos des a cada uno de nosotros dos personas que sean fruto que permanezca. De otra
manera, no podremos seguir adelante”. Tenemos que orar insistentemente hasta que el
Señor conteste nuestra oración. No debemos desanimarnos ni desilusionarnos; debemos
tener la plena certidumbre de que El cumplirá Su palabra. Es por esto que El nos dijo
que nos escogió y nos puso para que llevásemos fruto y que nuestro fruto permaneciera.
Si ustedes hacen esta clase de oración con una carga, cada vez que oren obtendrán el
Espíritu. Serán llenos interiormente del Espíritu y el Espíritu será derramado sobre
ustedes. Nuestras reuniones no deben ser una actuación vana, sino reuniones llenas del
Espíritu. Nuestro entrenamiento de los grupos vitales no es una reunión común. Esta es
una reunión en la cual los vencedores rescatan la iglesia de su degradación. Si los grupos
vitales fracasan, no habrá forma de que el Señor haga algo.
Entonces tendrá la carga genuina de producir fruto. Tendrá contacto con otros, y este
contacto será diferente de todos los contactos del pasado. Si usted es vital, sus contactos
sentirán que dentro de usted hay algo genuino. De otra manera, las personas con
quienes usted tenga contacto no recibirán nada. Si es vital, algo de vida será
suministrado a aquellos con quienes tenga contacto.
Espero que mi palabra sea de ánimo para todos nosotros. Debemos estar desesperados
por los intereses del Señor en esta tierra. Este es nuestro destino. Debemos aspirar a ser
vencedores para rescatar a la iglesia de su degradación. En el Nuevo Testamento no hay
un versículo que nos diga que cuanto más cercana está la venida del Señor, mejor será la
iglesia. No existe tal cosa. Al contrario, cuanto más cercanos estamos a la venida del
Señor, más se degradará la iglesia. La victoria será de los vencedores. Ellos serán
arrebatados temprano, y serán los que lleven esta era a la consumación. Esta era sólo
será consumada por causa de los vencedores. Por supuesto, todavía necesitamos la vida
de iglesia. Nadie puede ser vencedor sin la vida de iglesia. Si usted se aísla y descuida la
iglesia no habrá forma de que sea un vencedor.
El libro de Jueces nos muestra que Israel llegó a la degradación máxima. Pero aun la
degradada nación de Israel mantuvo un pedazo de tierra a la cual Cristo pudo venir a
pisar. Sin la degradada nación de Israel, aquel pedazo de tierra no habría estado allí.
Además Israel produjo a Booz y a Rut, quienes produjeron a Obed, quien a su vez
engendró a Isaí, el padre de David (Mt. 1:5-6). También Israel produjo otra pareja,
María y José, para producir a Cristo. La iglesia puede ser derrotada, pero Dios nunca
puede ser derrotado. El tiene Su manera de obrar. Nosotros todavía necesitamos la vida
de iglesia, que nos mantiene en la vida vencedora, pero no deberíamos estar satisfechos
con sólo estar en la iglesia. Estar en la iglesia es una cosa, pero estar en la iglesia y ser un
vencedor es otra cosa.
Los grupos vitales necesitan vencedores. Aun los mismos grupos vitales necesitan otros
grupos vitales de entre ellos para ser rescatados. Después de una pequeña degradación
ya no somos vitales. Usted no puede ser vital sin oración, sin estar en el Espíritu Santo y
en su espíritu humano. No piense que si usted asiste a todas las reuniones de los grupos
vitales usted será vital. Ser vital depende de si usted es vital en orar en el Espíritu Santo
y en su espíritu humano.
Ahora me gustaría dar una palabra con respecto a los bautismos de nuestros candidatos
para el evangelio. Yo pienso que no es prudente bautizar a los nuevos apresuradamente,
especialmente a los caucásicos. Si los bautizamos ligeramente, eso los echará a perder.
Tenemos que buscar la dirección del Señor en este asunto. Quizás podríamos preparar
una reunión de bautismos en el día del Señor para hacer de su bautismo un asunto más
solemne. Entonces podríamos traer aquellos que están verdaderamente maduros para el
bautismo y bautizarlos en una reunión más solemne.
Si usted cree que algunos de sus candidatos pueden ser traídos a la vida de iglesia por
medio de la reunión matinal del día del Señor, puede hacerlo, pero tiene que hacer que
la reunión sea comprensible para ellos. Traer a los chinos es fácil hasta cierto punto hoy
en día, especialmente aquellos que vienen de la China continental. Sin embargo, no
podemos esperar que esto suceda con los caucásicos típicos. Estos, en su gran mayoría,
analizan mucho las cosas. Es posible que tengan una cultura religiosa, pero no quieren ir
a su propia denominación porque no los satisface. Algunas denominaciones están llenas
de gente anciana y no tienen miembros de mediana edad. Muchas personas de edad
mediana no se reúnen regularmente en un lugar, sino vagan y viajan de iglesia en
iglesia. Pero algunos de ellos todavía tienen un corazón que busca. Si usted les presenta
algo real de Cristo, ellos serán atraídos. Pero usted debe tener cuidado de no darles la
impresión de que está envuelto en alguna formalidad religiosa. De otro modo, ellos
estarán prejuiciados. Constantemente tiene que mantenerlos en el sentir de que les está
suministrando algo realmente espiritual de Cristo. Eso los convencerá y los preservará.
Tal vez sea más fácil traerlos a Cristo pero mucho más difícil traerlos a la vida de iglesia.
Usted debe esperar pasar mucho tiempo en oración y laborando por ellos. Este año
usted puede traerlos a Cristo pero tal vez éste no sea el tiempo oportuno para traerlos a
la vida de iglesia. Quizá usted tenga que esperar un tiempo para esto. No hay necesidad
de estar ansiosos y apurados en cuanto a su bautismo o a su participación en la vida de
iglesia. Debemos tener en mente que los grupos vitales necesitan ganar a los caucásicos
típicos laborando y orando mucho.
Para concluir les recomiendo que le canten y oren al Señor Himnos, #135:
2. Si no se golpea la Roca,
Agua viva no saldrá;
El Espíritu sin muerte
No se manifestará.
Si morimos hoy con Cristo,
Para todo así perder,
Salvaremos este mundo
Al vestirnos Su poder.
Para 1984 el recobro había llegado al punto de estar adormecido. En ese entonces sentí
la carga de ir a Taiwán a estudiar nuestra situación. Estaba haciendo lo posible por qué
entráramos en la manera ordenada por Dios, la forma bíblica de reunirnos y servir para
la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo. El Señor claramente nos mostró, a
través de cinco años de estudio, desde 1984 hasta 1989, la manera ordenada por Dios.
Inventamos la expresión la manera ordenada por Dios, y vimos que dicha manera, la
cual está revelada en las Escrituras, consta de cuatro etapas: engendrar, alimentar,
perfeccionar y edificar. Debemos engendrar, producir, nuevos creyentes. Luego
debemos alimentarlos para que puedan crecer. Después debemos perfeccionarlos, no
por medio de un maestro, sino por la enseñanza mutua en los grupos. En los grupos
todos son maestros y cada maestro es un estudiante. Por la enseñanza mutua en los
grupos, los nuevos son perfeccionados para la obra del ministerio como se ve en Efesios
4:12. Esto los capacita para profetizar, es decir, para hablar por el Señor con miras a la
edificación de la iglesia. Por medio de estas cuatro etapas tomamos la manera ordenada
por Dios, pero ¿cómo las ponemos en práctica? Nos dimos cuenta de que sólo podemos
llevar a cabo estas cuatro etapas por medio de los grupos vitales.
Sin embargo, de 1958 a 1984 la iglesia de Taipéi fue dejando gradualmente la práctica de
reunirse en grupos, e inconscientemente se desviaron y se concentraron en el mensaje
dado en la reunión del día de Señor, donde una sola persona habla y los demás
escuchan. En cada salón había un predicador que se ocupaba del mensaje de la reunión.
Poco a poco nos habíamos desviado de la práctica de las reuniones de grupo a una
especie de culto dominical en el que teníamos un orador.
Tenemos que darnos cuenta de que la mejor y más grande ventaja de las reuniones de
grupo es que fomentan que todos funcionen. Nuestros grupos vitales aún no han llegado
al nivel donde cada uno funciona de acuerdo con la manera ordenada por Dios en sus
cuatro etapas: engendrar, alimentar, perfeccionar por la enseñanza mutua, y profetizar
para la edificación de la iglesia.
Después que se publicó la verdad acerca de las reuniones de grupo, las iglesias
intentaron poner aquello en práctica. Pero lo que obtuvieron finalmente no fueron los
grupos vitales, sino en su mayoría grupos adormecidos. Pude ver claramente en mi
interior que para poder salir de nuestra condición adormecida debíamos hacer hincapié
en la práctica de las reuniones de los grupos vitales.
Hemos dejado en claro que la manera de producir los grupos vitales es que cada uno de
nosotros debe tomar la iniciativa para ser vital. Para poder ser vitales, primeramente
necesitamos tener comunión de manera detallada con el Señor. Luego esa comunión
hará que nos demos cuenta de que somos totalmente pecaminosos. Entonces seremos
llevados a tener una confesión minuciosa de nuestros pecados. Espontáneamente nos
consagraremos de nuevo. Oraremos así: “Señor, hoy me quiero consagrar a Ti de
nuevo”. Esto nos conducirá a una vida de oración. Nadie puede orar sin cesar a menos
que haya alcanzado esta etapa. Cuando pasamos por las etapas de comunión, confesión
y consagración entramos a una vida de oración. Es en esta vida de oración donde
oramos para estar en el Espíritu, el Espíritu esencial, el Espíritu económico, el Espíritu
todo inclusivo. Luego aprendemos a seguir a este Espíritu ejercitando nuestro espíritu.
Si hacemos esto seremos verdaderamente vitales. En realidad, todo esto es revelado en
el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas de Pablo.
Los vencedores son los miembros vitales. Si leemos las siete cartas a las iglesias en
Apocalipsis 2 y 3, podemos ver que los vencedores son vitales. En la economía de Dios
son los vencedores los que le proporcionarán a Dios el camino para consumar esta edad,
para traer a Cristo de regreso y para recobrar Su título y derecho sobre la tierra con el
reinado de Cristo. Cristo va a reinar y los vencedores reinarán con El cómo Sus correyes.
Debemos recordar que ser vitales es vencer.
Cuando somos vitales, tenemos la carga de llegar a otros. Esto no será algo que hagamos
solamente porque los ancianos lo decidieron. Es posible que los ancianos dividan a los
santos de la iglesia en grupos y los llamen grupos vitales, pero tal vez sean grupos
inactivos. Si únicamente organizamos a los santos en grupos y los llamamos grupos
vitales, esto es una mera formalidad; es sólo un movimiento. Con el tiempo, estos
grupos serán igual que los de antes. Esta no es la manera de tener los grupos vitales.
Tenemos que dejar eso y seguir el camino vital.
No seremos vitales a menos que pasemos por las etapas de comunión, confesión de
pecados, consagración, vida de oración y ser llenos del Espíritu. También necesitamos
una comunión cabal e íntima el uno con el otro. Quizá nos reunamos en grupos, pero
aun en ese caso es posible que no tengamos este tipo de comunión y que seamos muy
reservados. Nos abrimos hasta cierto punto pero de ahí no pasamos. Nos gusta cubrir y
esconder muchas cosas acerca de nosotros. Como resultado, no existe una comunión
completa. Cuando no hay una comunión completa, no hay una compenetración
completa. Entonces no vemos ni intercesión, ni cuidado, ni pastoreo mutuo y apropiado.
Esto demuestra que no somos tan vitales.
Durante el transcurso de mi ministerio, nunca he tenido tanta carga como la que tengo
en estos días acerca de la manera de proseguir con iglesia. Recientemente tuve la certeza
de que debemos comenzar a actuar, sin preocuparnos por si estamos preparados
adecuadamente o no. Si no existe una carga para obrar, es difícil tener una carga para
orar. Lo primero que debemos hacer es ir a los santos que no están actualmente en los
grupos. Algunos de los santos tal vez sean débiles y de bastante edad, y no tengan la
capacidad de participar mucho ni de estar en los grupos vitales. A ellos no debemos
hablarles primero; debemos ir a los que sentimos que pueden llegar a ser vitales y que
pueden venir a nuestro grupo vital. El primer paso que debemos tomar no es ir a los
pecadores incrédulos, ni a nuestros familiares o vecinos, sino a los miembros que se
reúnen y que aún no son vitales. Debemos orar y escoger a alguien con quien nos
podamos relacionar.
Puede ser que también sintamos la dirección del Señor de ir a recobrar a algunos
hermanos descarriados. Algunos de nosotros deben tomar la carga de recobrarlos y de
hacerlos vitales. Para recobrar a un hermano descarriado, no debemos hablar mucho;
debemos ir a visitarlo una y otra vez. Debemos estar preparados para emplear un año en
recobrar a una persona. En estos días necesitamos ir a los que pueden llegar a ser
vitales, incluyendo a algunos de los que están descarriados. Es posible que cuando ellos
lleguen a ser vitales, sean más vitales que nosotros.
Cada uno de nuestros grupos tiene un promedio de ocho personas. Cuando usted trae a
uno a su grupo, esto no quiere decir que éste ya está vitalizado. El aún no está vitalizado,
pero quizá a él le guste venir a la reunión de grupo vital. Cuando traemos a otros a que
se unan a nuestro grupo y nuestro grupo llega a tener diez santos, debemos dividir
nuestro grupo en dos grupos de cinco cada uno.
Algunas veces la persona apropiada puede revivir a otro al hablar con él una sola vez.
Puede ser que un hermano haya estado laborando por tres años en un hermano
descarriado sin que nada haya acontecido. Sin embargo, otro puede ir a ese hermano
descarriado y tal vez éste desee ir a la reunión de grupo debido simplemente a ese
contacto.
Tal vez un hermano que está siendo recobrado venga a nuestra reunión y pregunte:
“¿Por qué se ha adormecido la iglesia?”. Uno de los santos podría decir: “Yo confieso que
es mi responsabilidad; la iglesia está dormida por mi culpa. Sin embargo, aleluya, hace
tres días fui revivido”. Esto es una especie de enseñanza y de comunión. Luego otros
pueden compartir sus experiencias en cuanto a ser avivados o de la necesidad de ser
avivados. Esta es nuestra reunión mutua, nuestro grupo vital. Si los cinco miembros de
un grupo laboran así en un santo, éste puede ser recobrado y vitalizado. Tal vez él al
regresar a su hogar después de la reunión, le diga a su esposa cuán impresionado estuvo
con la función de todos los santos y cómo lo tocó el Señor.
Tenemos que predicar el evangelio de la misma manera. Podemos traer al grupo las
personas con las que hemos tenido contacto por medio del evangelio. Cuando vengan a
nuestra reunión de grupo, tenemos que aprender a comportarnos de tal modo que no
causemos tropiezo. Tal vez ellos no sepan hacer preguntas, pero nosotros podemos
hacer preguntas por ellos, y todos nosotros podemos contestarlas para que así les
ayudemos a ser salvos.
Actualmente cada uno de nuestros grupos vitales tiene cerca de ocho miembros. Cuando
nuestro grupo llegue a diez miembros, debemos dividirnos. Debemos dedicar una noche
a la semana para reunirnos, y debemos traer nuestros nuevos contactos a la reunión. No
importa cuántos contactos tenga usted, tráigalos a su reunión. Entonces usted necesita
aprender; necesita aprender a no estar callado, sino a ser activo, a ser vital, a hablar. No
tenga temor de cometer errores. Si no comete errores, nunca aprenderá. Si entre los
cinco miembros del grupo nadie dice nada, la reunión estará muerta y callada. Todos
nosotros tenemos que aprender a estar activos sin preocuparnos por los errores que
podamos cometer. Todos nosotros tenemos que funcionar y debemos estar preparados
para cometer errores y para aprender de éstos a fin de ser perfeccionados. En estos días
necesitamos orar desesperadamente con una carga genuina. Ahora es el tiempo de
pelear la batalla y de ganar a aquellos que todavía no son vitales en la iglesia.
Creo que ir a otros es la manera que nos ayudará a ser más vitales. Si seguimos
esperando para ponernos en contacto con otros, nunca seremos vitales. Cada semana
debemos apartar un día para ir a otros. También necesitamos tener una reunión de
grupo vital una noche por semana además de las reuniones regulares de la iglesia.
Además tenemos que ir a la reunión del día del Señor y a la reunión de oración.
Tenemos que apartar un día por semana con el propósito de ganar a otros. Si tenemos
carga por recobrar a alguien que hace mucho tiempo no viene a las reuniones, debemos
orar por él. Tal vez tengamos que ayunar y orar. Entonces recibiremos la dirección del
Señor para ponernos en contacto con dicha persona ya sea por teléfono o visitándola. Si
se quiere ganar personas, se pueden ganar. Creemos esto. Tenemos que pedirle al Señor
que nos dé a alguien para ganarlo para el Señor. No podemos estar ociosos. Tenemos
que ganar a alguien que todavía no esté vitalizado. Tenemos que tener la carga de
vitalizarlo, de hacerlo vital. Entonces nos daremos cuenta de que primeramente
nosotros necesitamos ser vitalizados.
Después de que hayamos ido a todos los miembros no vitales, y a los miembros
descarriados, podemos empezar a ir a los pecadores, incluso a nuestros familiares,
vecinos y colegas. Tenemos que orar y pedirle al Señor que nos dé a alguien en quien
laborar. Si tenemos ese deseo, el Señor nos dará las personas apropiadas. Necesitamos
orar desesperadamente a medida que obramos con el Señor yendo a otros. Debemos
decirle al Señor que nosotros no queremos estar dormidos ni queremos que otros en la
iglesia estén inactivos. Tenemos que ser vitalizados por el Señor, y después ir a vitalizar
a otros.
TENGAMOS GRUPOS VIVIENTES Y ACTIVOS
PARA GANAR A OTROS
Nuestros grupos no deben ser inactivos, sin vida ni fríos. Si nuestros grupos son así,
nadie querrá asistir a ellos. Tenemos que mantener nuestras reuniones de grupo muy
interesantes, vivientes y muy atractivas. La gente necesita una vida social apropiada,
pero ser sociable de una manera mundana conduce al pecado. La vida social de la iglesia
en el recobro conduce a luz, a las verdades más profundas y elevadas, y a la vida divina.
Creo que si podemos exponer nuestra práctica a otros, ellos serán atraídos. Las
reuniones de grupo que sean vivientes, atractivas, y llenas de actividades, serán usadas
por el Señor con el fin de ganar a otros para el aumento y la edificación de la iglesia.
Cada uno de nosotros debe tener carga por los grupos vitales. No menosprecie su carga
ni su porción. Si un recién convertido viene al grupo, y todos los miembros del grupo
hablan, él quedará sorprendido y será atraído. Nuestras reuniones de grupo deben ser
vivientes y activas, donde todos los miembros del grupo hablen.
Debemos hacer todo lo posible por fortalecer los grupos vitales. Debemos usar hasta la
última gota de nuestra sangre, toda nuestra energía, y cada minuto de nuestro tiempo
para fortalecer los grupos vitales, haciendo que éstos sean muy hermosos, elevados y
atractivos. Esto es lo único que debemos recalcar para llegar a la gente. Muchas cosas
pueden atraer a la gente, pero no tan efectivamente como los grupos vitales.
COMUNION EN CUANTO A LA URGENTE
NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES
MENSAJE VEINTICINCO
En este mensaje me gustaría tener con ustedes una comunión breve para ayudarles a ver
la necesidad de los grupos vitales desde un ángulo específico. Probablemente ninguno
de nosotros ha considerado la necesidad de los grupos vitales desde este ángulo. ¿Por
qué tenemos la carga de tener los grupos vitales, y por qué usamos la palabra vital? Me
gustaría que consideráramos esto desde un punto de vista muy específico, y este punto
de vista es la situación que se ha venido dando gradualmente en los Estados Unidos.
El recobro del Señor llegó a este país en 1961, y nosotros comenzamos nuestro
ministerio en 1962. Esto ocurrió dieciséis años después de la segunda Guerra Mundial.
Debido a la guerra, la mentalidad estadounidense cambió bastante. En aquel entonces
entre los cristianos había un remanente de buscadores que el Señor había levantado.
Para entonces Estados Unidos había llegado a ser el país más grande, y el cristianismo
era la religión principal. Este país tenía millones de cristianos, tanto católicos como
protestantes. El Señor obtuvo principalmente entre los protestantes un remanente, que
son los verdaderos buscadores. Dieciséis años después de la guerra, llegó el recobro y
fue muy bien recibido por este remanente de buscadores. Yo viajé por todo Estados
Unidos en los primeros años de mi ministerio, y muchos fueron capturados por el Señor.
Esta fue la primera etapa del recobro en los Estados Unidos, y duró nueve años, de 1962
a 1971. En aquellos años, gran parte del aumento era el resultado de mis visitas a
muchos lugares y personas a lo largo de los Estados Unidos. Adondequiera que iba,
personas que tenían una búsqueda seria eran capturados para el recobro del Señor.
Para 1970 más de seiscientos santos estaban reuniéndose en la iglesia en Los Ángeles.
En ese año decidimos emigrar. La emigración de santos a otras localidades de los
Estados Unidos fue muy exitosa. En 1973 tuvimos nuestras conferencias de verano en el
centro de convenciones de Los Ángeles. Había allí más de tres mil personas. Tuvimos
que abrir cuatro salones para el sobrecupo, y aun así no había suficiente espacio. Esta
fue la primera etapa del recobro del Señor para traer el aumento.
Sin embargo, en ese aumento algunos vinieron con un corazón no muy puro. Ellos
vieron la obra explosiva entre nosotros, y se unieron a nosotros con el fin de hacer lo
posible por sacar algo de esta obra. Cuando se dieron cuenta de que no podrían obtener
nada, se rebelaron. Ese fue el período de 1973 a 1978.
Durante ese tiempo estábamos creciendo aceleradamente; nuestros jóvenes eran muy
fervientes. Ochenta estudiantes universitarios apartaron medio año con el solo
propósito de construir el salón de reunión de Anaheim. Mientras tanto, otro grupo en
Berkeley vio la situación y no estuvo de acuerdo con nosotros, así que formaron un
grupo para escribir en contra de nosotros. Produjeron un manuscrito en contra de
nosotros lleno de falsedades y calumnias. Más tarde, se dividieron en dos grupos. Uno
de ellos usó este manuscrito para escribir el libro llamado The Mindbenders [Los
torcedores de mente], y el otro grupo usó el mismo manuscrito para producir otro libro
llamado The God-men [Los Dios-hombres]. Estos escritos malignos en contra de
nosotros se publicaron en 1977. Esto dio origen a la oposición en los Estados Unidos.
También en 1977 otro grupo contrató a alguien para que viniera a Anaheim a
oponérsenos. Para tratar con esta oposición y proclamar la verdad, durante tres meses y
medio, cada sábado, publicamos un artículo en el periódico. También tratamos de
ponernos en contacto repetidas veces con los escritores y editores de estos dos libros
difamatorios y malignos, pero nos rechazaron.
En 1980 tuvimos una conferencia en Albuquerque. Cuando los hermanos que estaban al
frente se reunieron, uno de los colaboradores dijo que si no tratábamos con esos dos
libros, nuestra obra en las universidades no podía llevarse a cabo. Esto se debía a que
cada vez que tratábamos de hablar con un nuevo, fuera cristiano o no, más tarde recibía
una copia de dichos libros malignos. Fue en Albuquerque que tomamos la decisión de
apelar a “César”, así como Pablo lo hizo para preservar su ministerio (Hch. 25:11). En
nuestro caso “César” es la ley de los Estados Unidos. Debido a que apelamos a “César”,
estos dos libros fueron refutados y erradicados. Sin embargo, nuestro buen nombre fue
perjudicado y nuestra reputación fue manchada en todo el país. Nos tomó cinco años de
legislación para derrumbar estos dos libros y ganar la victoria en los dos casos. Si no
hubiésemos actuado, estos dos libros nos habrían perjudicado sobremanera.
Además de esto, necesitamos darnos cuenta de que Estados Unidos, debido a sus
riquezas, es un país muy mundano. Los estadounidenses viven en mundanalidad sin ser
conscientes de ello. Todo el mundo sigue la mundanalidad de los Estados Unidos.
Debido a que nosotros no somos mundanos, otros piensan que no estamos de moda.
Muchos estadounidenses piensan que son el pueblo más moderno de toda la tierra. Pero
nosotros no queremos estar en este camino mundano. Para vestir bien, tener la mejor
casa y el mejor automóvil, muchos tratan de obtener la mejor educación, con el fin de
tener una posición alta y ganar más dinero. Todo esto es mundano.
Indudablemente el Señor trajo Su recobro a los Estados Unidos. Mi venida no fue cosa
mía. Luego cuando conocí a todos los buscadores en este país, quedé sorprendido. El
Señor en pocos años reunió entre ochocientos y mil verdaderos buscadores en Su
recobro. En esos primeros años, la mayoría entre nosotros era verdaderos buscadores
que estaban dispuestos a pagar el precio para seguir al Señor absolutamente entregados
a los intereses de Él. Pero tenemos que entender que la mundanalidad de Estados
Unidos es un gran obstáculo.
Podríamos pensar que sería fácil traer personas al recobro del Señor, pero no lo es. No
estamos en una situación fácil. Estas tres capas de obstáculos u obstrucciones están allí
para estorbarnos. Necesitamos vencer la mundanalidad que hay en los Estados Unidos.
La mundanalidad, la oposición y las denominaciones son los tres obstáculos que
impiden el debido aumento en el recobro del Señor. Si no existiese el recobro del Señor,
el cual está cimentado en la verdad y tiene la vida, ya hubiésemos quedado en nada.
Aunque haya obstrucciones, el recobro del Señor sigue aquí con una posición firme.
En los últimos cinco años, a partir de 1987, ha habido conflictos causados por ciertas
personas facciosas que han causado divisiones. Y a pesar de los conflictos, las iglesias
del sur de California han aumentado casi un treinta por ciento anual en los últimos
cinco años. A principios de 1987, teníamos un poco más de mil santos en el sur de
California. Pero para octubre de 1992, hemos aumentado a cerca de tres mil. La única
desventaja es que hemos aumentado muy poco entre los caucásicos durante este tiempo.
Con toda esta comunión como fondo, podemos ver qué tan difícil es ganar al caucásico
típico de mediana edad.
PAGUEMOS EL PRECIO
PARA SER VITALES
Si no tenemos grupos vitales, no tendremos una manera exitosa de traer a los caucásicos
de clase media. Si somos vitales, tarde o temprano en nuestro vecindario y entre
nuestros familiares, compañeros de escuela y de trabajo, y amigos, conoceremos algunos
buscadores. A los buscadores les interesará nuestra vitalidad y que seamos activos y
vivientes.
La verdad tiene cierta influencia en la gente, pero todo depende en quién la comunique.
Si usted es una persona vital, la verdad será eficaz. Si usted no es una persona vital,
otros no serán convencidos. Pensarán que usted sólo tiene un buen discurso pero que no
es muy diferente de ellos. Si traemos algunos nuevos a la reunión y nuestra reunión está
muy adormecida, no los convenceremos.
Esta es la razón por la cual recalcamos los grupos vitales. Si no tenemos los grupos
vitales, de todos modos sobreviviremos como el recobro del Señor. Seguiremos
existiendo, pero no habrá mucha esperanza de que aumentemos en estadounidenses
típicos. El único factor convincente que tenemos es los grupos vitales. Si no somos
vitales, estaremos terminados.
Ya que amamos al Señor y estamos entregados al recobro del Señor, ¿qué vamos a
hacer? Tenemos que ser vitales a toda costa. No tenemos alternativa; tenemos que
aprender diligentemente y practicar con una entrega absoluta esto de ser vitales.
Entonces habrá posibilidad de ganar a un buen número de buscadores. Estos
buscadores que habrán sido capturados, divulgarán la noticia. Dirán: “Me estoy
reuniendo en un grupo lleno de vitalidad. Vengan a vernos”. Esta clase de noticia no será
muy bien apreciada por los cristianos en general, pero algunos verdaderos buscadores
serán atraídos. En esta comunión, espero que nos demos cuenta dónde estamos y qué
debemos ser.
EN CUANTO A IR A AQUELLOS
QUE SE HAN DESCARRIADO
Ahora que entramos en el campo de ir a otros, hay muchas lecciones que aprender. Sólo
podemos invertir cierto tiempo para recobrar a los que se descarriaron, puesto que los
pecadores y los nuevos están esperando nuestra ayuda. Cuando hablemos con uno que
se ha alejado, la primera cosa que tenemos que saber es cómo decir algo específico e ir al
grano. Si un hermano se ha alejado y ha estado distraído hace años, debemos tener una
comunión total con él y percatarnos de su situación. Entonces podremos darle el
antídoto apropiado. Para darles a las personas el antídoto apropiado, necesitamos
aprender mucho. Si hablamos demasiado, no habrá resultados; si hablamos poco, no
será suficiente.
Necesitamos tomar los dos a tres meses que vienen para ir a los demás santos entre
nosotros. Luego necesitamos ir a los pecadores incrédulos. Si logramos recobrar a uno
que se había alejado, será maravilloso. Si no podemos recobrarlo, no debemos
desanimarnos, porque de todos modos estamos sembrando algo en él. Quiero animarlos
a que aprendan algo cada vez que hagan el esfuerzo de comunicarse con otros.
Cuando vayamos a otros, debemos ejercitar nuestro espíritu para que el Espíritu pueda
seguir moviéndose. Muchas veces lo que hablamos no produce resultados, pero lo que
expresamos, lo que deja una impresión en otros, es lo que trae resultados. Quizá
nuestras palabras no afecten a otros pero lo que somos sí lo hará. Si tenemos algo real y
vivo del Señor, esto causará una impresión. Muchas veces esta impresión no produce
resultados inmediatos. Es posible que después de seis meses, alguien sea traído de
nuevo al Señor por la impresión que recibió de uno. No debemos desanimarnos, porque
estamos sembrando. Con cualquier clase de siembra, hay una cosecha.
Les aconsejo que aprendan a ejercitar el espíritu. Aun cuando algunos compartimos en
la reunión, no tenemos un espíritu que cause una impresión. Cada vez que usted
comparta algo en la reunión, tiene que ejercitar su espíritu. Para poder decir algo del
Señor que ayude a otros, debemos ejercitar nuestro espíritu. Entonces el Espíritu Santo
se moverá. Si alguien está desanimado y cabizbajo, y escucha a alguien que está muy
vitalizado, esto le vitalizará.
Es muy fácil quedarnos en nuestra vejez. Lo que hablemos será bueno, pero si no
tenemos un espíritu ejercitado y el Espíritu Santo no es expresado, no habrá ningún
efecto. Si no ejercitamos nuestro espíritu, lo que compartamos no será de ayuda
espiritual a otros. Tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu en todo.
Todo lo que hagamos debe ser específico por nuestra oración y por la experiencia que
tenemos del Espíritu. Luego tenemos que hacer que el ejercicio de espíritu esté a la par
del Espíritu. Necesitamos estas dos cosas: experimentar el Espíritu y hacer que dicha
experiencia esté a la par del ejercicio de nuestro espíritu. Todos estamos escasos de esto.
Cuando nos reunimos con nuestro grupo, tenemos que ejercitar nuestro espíritu y usarlo
al hablar.
Quisiera ver mejoría en este asunto. He estado mejorando por más de sesenta años, y
todavía sigo esforzándome por mejorar. No estoy satisfecho; no estoy contento con lo
que soy. Espero que aprendamos a ejercitar nuestro espíritu para tener un verdadero
progreso en nuestra vida cristiana.
Cada semana debemos tener una reunión de grupo, y también debemos apartar un día o
una noche para salir a otros. Debemos hacer esto dos veces por semana. Esto es algo
aparte de la reunión de oración de la iglesia y de la mesa del Señor. En nuestro grupo en
estos días, tenemos que orar por nuestra obra de ir a otros. Luego tenemos que tener
comunión acerca de la situación de nuestros contactos, para poder estudiar cada caso,
tener comunión al respecto, y recibir ayuda mutua. Después de estudiar cada caso,
tenemos que orar una vez más. Esta clase de costumbre será muy práctica, útil y vital.
Luego tendremos que decidir a quién hay que visitar y de qué modo hacerlo. Tenemos
que creer que lo que estamos haciendo en los grupos vitales no es en vano, porque es
algo que sembramos de un modo muy práctico. Con seguridad habrá una cosecha.
A este mensaje adjuntamos, en la página 255, un bosquejo titulado Cómo clasificar a las
personas para la predicación del evangelio. Esta publicación da una lista de veinte
diferentes clases de personas. Fue escrita en 1954 en Taipéi cuando tuvimos un
entrenamiento en el servicio. Anteriormente también di una lista de versículos
sobresalientes que concuerdan con las diferentes categorías de personas. Necesitamos
considerar los versículos apropiados que debemos de usar cuando vayamos a cierto tipo
de persona. Las veinte categorías de personas que hemos clasificado para predicarles el
evangelio son las siguientes:
El bosquejo adjunto nos da algunas instrucciones básicas para tratar a cada una de las
diferentes categorías de personas. Los animo a que lo lean, lo estudien y tengan
comunión con otros acerca de esto, pero no lo apliquen de una manera legalista. Tienen
que edificarse a sí mismo con esta clase de conocimiento. Luego cuando hable con otros,
espontáneamente sabrá cómo tratarlos de acuerdo al tipo de personas que sean.
COMO PRODUCIR Y ESTABLECER
UN GRUPO VITAL EN LA VIDA DE IGLESIA
También adjunto a este mensaje, en la página 261, hay un bosquejo titulado Cómo
producir y establecer un grupo vital en la vida de iglesia. Espero que lean y estudien
este bosquejo con mucha oración para que sean vitalizados y para que vitalicen a otros.