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EGOCENTRISMO EN LOS NIÑOS

Ser egocéntrico significa que la persona sólo piensa en sí mismo y no importa lo que piensen
o sientan los demás. Pero en el caso de los niños no significa que sea egocéntrico (o egoísta)
simplemente que están en una etapa evolutiva en la cual ellos son los protagonistas porque
aún no han desarrollado un pensamiento empático.
El egocentrismo es parte del desarrollo de los pequeños y es sano que lo pasen, además es
que deben pasar por esta etapa y los padres no tienen por qué darle más importancia de la
que realmente tiene, únicamente deben armarse de paciencia y cariño.
Por alguna razón tu niño cree que lo merece todo, quizá lo has consentido demasiado
o está creciendo solo, sin una figura de autoridad. Reconoce algunos signos en su
conducta e intenta ser una ayuda para él.
Tu pequeño se muestra egoísta, nunca pide por favor ni ofrece las gracias cuando
complacen sus deseos. Tampoco reconoce los talentos o aciertos de sus amigos o hermanos.
No le gusta jugar con otros niños, ni compartir sus juguetes. Prefiere distraerse solo; o
buscar que los demás se sumen a sus exigencias, son manipuladores y no es extraño verlos
malhumorados.
Si tu niño se reafirma en su conducta y el problema se centra en las pocas o muchas
atenciones que recibe en casa, cambia tu actitud; Y ofrécele tu cariño manteniendo los
límites.

Aproximadamente hacia los dos años o tres años los niños pasan por esta fase de
egocentrismo en muestra del estado profundo del ser humano porque las personas son
egocéntricas por naturaleza pero el buen desarrollo y la educación harán que eso cambie.
El niño conoce el mundo según su propia perspectiva como única y por este motivo tiene
gran dificultad para ponerse en la perspectiva del otro. No pueden empatizar y entender la
perspectiva de la otra persona, para poder entender qué ocurre el niño debería poder tomar
conciencia de la realidad algo que es complicado para su mente en ese momento porque aún
no es capaz de diferenciar a él mismo de lo demás.
En la etapa egocéntrica de los niños es habitual que aparezcan las rabietas de forma
continua por la falta de entendimiento y la falta de posibilidad de una comunicación adecuada
por lo que los niños muestran gran frustración ante diferentes hechos.
Con las rabietas el niño manifiesta conductas inadecuadas (gritos, insultos, pataletas) que
utiliza para obtener aquello que desea, aunque sea una etapa que se pasa hay que ayudarles a
que las rabietas no sean un habitual diario.
Cómo actuar durante la etapa del yo de los niños
Para ello y como padres tendréis que tener una actitud mental positiva considerando que
es posible el cambio de conducta animándole de forma constructiva. Para ello:
- No tendrás que darle aquello que demanda (con rabieta o malos modos) y entretenerle con
otra alternativa que consideres adecuada, actuar con tranquilidad, controlar tu actitud sin
gritos y malos modos, actúa con afecto e indícale las cosas con calma, dile las cosas con
pocas palabras y usa el 'disco rayado' (decir lo mismo una y otra vez) con calma y sin nervios,
después de la rabieta y cuando haya llegado la calma explícale su comportamiento y expresa
qué esperas de él la próxima vez…pero sobre todo lucha porque el ambiente familiar sea
tranquilo y feliz y sé un buen ejemplo de calma y serenidad.
- Será a partir de la adquisición completa del lenguaje cuando los niños empiecen a
socializar con los demás y a empezar a entender el punto de vista del otro, siendo hacia los
cuatro años el empiece de otra etapa evolutiva porque comenzará a tener madurez y
comprensión del mundo que le rodea.

NIÑOS AGRESIVOS
Una de las grandes dificultades de los padres es saber cómo tratar la conducta agresiva de
sus hijos ya que, a menudo, nos enfrentamos a la desobediencia y a la rebeldía de los
hijos. La agresividad es un trastorno que, en exceso, y si no se trata en la infancia,
probablemente originará problemas en el futuro, y se plasmará en forma de fracaso escolar,
falta de capacidad de socialización y dificultades de adaptación.
¿Qué entendemos por agresividad en los niños?

Cuando se habla de agresividad, se está hablando de hacer daño, físico o psíquico, a una
otra persona. De una acción intencionada manifestada a través de patadas, arañazos, gritos,
empujones, palabrotas, mordidas, tirones del pelo... a otra persona. Este comportamiento es
relativamente común y, a menudo, aparece cuando el niño cumple un año.
Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que, con el tiempo y con el cuidado
de los padres, empezará a distinguir y diferenciar. Dependiendo del establecimiento de sus
vínculos afectivos empezará a desarrollar un tipo de relaciones personales u otras. Este es un
concepto muy importante y con gran repercusión en la vida del niño. Su personalidad se
construirá a partir de su conocimiento del mundo a su alrededor. Para eso, es necesario que
el bebé se sienta protegido y cuidado en su entorno familiar.
La influencia de la familia en la conducta del niño
La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño.
La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina, de conducta
y de comportamiento. Es uno de los factores que más influyen en la construcción de la
conducta agresiva.
Está demostrado que el tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el
responsable por su conducta agresiva. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que tenga
actitudes hostiles, y que está siempre desaprobando y castigando con agresión física o
amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño.
Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa
y continuada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva
como la presencia de expresiones que fomenten la agresividad, como 'no seas un cobarde'.
Tratamiento de la conducta agresiva de los niños
El tratamiento de la conducta agresiva en un niño, en los casos que sea persistente su conducta
agresiva, debe estar sometido a un profesional especializado. El tipo de tratamiento que se
utilizará dependerá del resultado de la evaluación que se haga. Lo primero que harán será
identificar, a través de observaciones, charlas y entrevistas, los antecedentes (causas y
reacciones a la frustración) y los consecuentes (qué es lo que gana con la agresión) del
comportamiento agresivo del niño.
Cómo controlar la conducta agresiva del niño

Teniendo en cuenta de que la conducta agresiva de un niño es un comportamiento aprendido


y como tal se puede modificar, la intervención de los padres bien como de los profesores es
muy importante. El castigo físico no es aconsejable en ninguno de los casos porque sus
efectos son generalmente negativos: se imita la agresividad y aumenta la ansiedad del niño.
Si nos empeñamos en cambiar la conducta agresiva de nuestro hijo, y mantenemos la
paciencia y la perseverancia, seguramente solucionaremos el problema.
Conducta agresiva infantil
1 - Identificar el tipo de conducta, es decir, qué es lo que nuestro hijo está haciendo
exactamente. Hay que ser objetivos y específicos en la respuesta. Si el niño patalea, grita, o
de que forma expresa su agresividad.

2- Apuntar diariamente en una tabla, y durante una semana, cuantas veces el niño aplica la
conducta de agresividad. Anotar qué es lo que provocó el comportamiento. Con lo cuál será
necesario registrar los porques y las respuestas. Apuntar también en qué momentos los
ataques agresivos son mas frecuentes.

3- Elegir dos objetivos para modificar la conducta: debilitar la conducta agresiva y reforzar
respuestas alternativas deseables existentes en el repertorio de conductas del niño o en la
enseñanza de habilidades sociales. Ejemplos:

- Existen algunas condiciones que proporcionan al niño consecuencias gratificantes para su


conducta agresiva. Por ejemplo, si en el patio del colegio, no estando el cuidador, el niño
sabe que pegando a sus compañeros, éstos le cederán lo que él quiera, habrá que poner a
alguien que controle el juego hasta que ya no sea necesario.

- Reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Muéstrele a su hijo otras vías para
solucionar los conflictos cómo el diálogo, el razonamiento, el establecimiento de normas,
etc. Si los niños ven que los mayores tratan de resolver los problemas con tranquilidad,
podrán imitar esta forma de actuar.

- Los padres deben reducir los estímulos que provocan la conducta. Enseñar al niño a
permanecer en calma ante una provocación.

- Recompense a su hijo cuando éste lleve a cabo un juego cooperativo y asertivo.

4- Cuando esté determinado el procedimiento que utilizará, poner en práctica el plan. Debe
continuar registrando la frecuencia con que su hijo emite la conducta agresiva para así
comprobar si el procedimiento utilizado está sendo o no efectivo. Informar del plan elegido
a todos los adultos que formen parte del entorno social del niño. Mantenga una actitud
relajada y positiva y notarás los progresos. Al final, todos se sentirán mejor.

PROBLEMAS CON NIÑOS QUE NO HACEN TAREAS


Llantos, apatía, discusiones, malas contestaciones… la tarde se puede convertir en un
auténtico infierno cuando se trata de hacer los deberes. Lo de distraerse con una mosca se
convierte en una frase real, pero no solo con una mosca, sino con el lápiz, la goma, una
mancha en la mesa, el gato, o una mota de polvo.

Qué hacer cuando el niño no quiere hacer los deberes escolares


1- Ante todo, habla con tu hijo y pregúntale porqué le cuesta tanto hacer los deberes.
Puede que haya algún motivo preocupante que debería solucionar: cansancio, falta de sueño,
intranquilidad por algún problema interno, falta de espacio de trabajo, sobrecarga de
deberes…
2- No pretendas que sea Steve Jobs, basta con que él esté contento con su trabajo. Su
exigencia debe ser acorde a su edad. No juzgues con ojos de adulto sus deberes, lo que a ti te
cuesta cinco minutos a él puede que le cueste 20.
3- Ten más paciencia. No le grites, ni le fuerces, el niño debe asociar los deberes con algo
positivo para él. Si ves que los nervios te llevan a sacar tu mirada de asesina sangrienta, mejor
que te vayas a dar una vuelta por la casa, hacer unas respiraciones profundas, y volver con
las energías renovadas.
4- No le castigues. Los castigos no suelen ser los mejores aliados y los asociará con que los
deberes son algo negativo. Es preferible premiarle con algo, a ser posible no material, como
por ejemplo un rato jugando juntos después, que te ayude a hacer la cena a solas sin sus
hermanos, o dejándole jugar con algo que le guste.
5- No le metas prisa, aunque lleve toda la tarde. Hay niños que no funcionan bajo presión,
y que necesitan mejorar su autoestima, así que deja de lado todas esas frases del tipo:
¡Todavía por ahí!, ¡Con lo fácil que es!, y esos resoplidos y caras de desesperación; y
sustitúyelas por unos: ¡jo, ya llevas hecho mucho!, ¡esto te está saliendo muy bien!, un
abrazo, y un cariño.
6- No le hagas los deberes. Ya sé que es muy complicado que tras una hora mirando el
mismo ejercicio no termines arrancándole el lápiz de las manos y se lo hagas tú, pero debes
quedarte con las ganas, el profesor sabe que tú sabes hacerlo, así que si no sabe hacer algo
tienes dos opciones: explicárselo e intentar hacerlo solo con tu ayuda, o dejar el ejercicio en
blanco para que el profesor sepa que ese ejercicio no lo entiende y debe incidir más en su
aprendizaje. No dejes que dependa de ti para hacer los deberes.
8- Crea una rutina diaria. Puede ser primero merendar, luego hacer los deberes y luego
jugar; y no te rindas a la primera de cambio, debes hacerlo siempre igual.
9- Plantéale pequeños retos a conseguir con compensaciones: ¿Quieres que te enseñe a
sumar con llevadas?... ¡puedes darle una sorpresa a tu profesor! E inventar juegos para
incentivar las operaciones matemáticas como las cartas, o la escritura haciendo notas a sus
compañeros.
10- Si los problemas persisten, quizás deberías hablar con su profesor para saber si en el
colegio también le cuesta hacer los ejercicios o solo es en casa, para saber dónde puede estar
el problema, o si se necesita ayuda externa.
Dificultades
Los padres han comentado que uno de los problemas más comunes de tarea es que hay poca
motivación para hacerla. Este problema es común en familias que tienen hijos con
dificultades de aprendizaje o de atención. Los niños que tienen motivación hacen su tarea
solos, la comienzan y completan a tiempo, participan en las revisiones, responden
favorablemente cuando son corregidos, ponen atención, y la terminan aunque se haga más
difícil. Cuando los niños exhiben problemas en cualquiera de estas áreas, frecuentemente los
maestros los han descrito como niños que no tienen motivación.
Recomendaciones
Las siguientes son algunas estrategias especificas que los padres pueden usar para motivar a
sus niños a hacer su tarea a tiempo; sin tener que recordar continuamente: ¿has hecho tu
tarea?.
Déle cuando llegue el tiempo para hacer sus tareas un espacio propio, suficientemente
amplio, bien alumbrado y bien equipado con los materiales escolares necesarios y libre de
distracciones (sin televisión cercana, sin música…)
Materiales Escolares
 Lápices/plumas/ marcadores
 Sacapuntas
 Borrador
 Papel para escribir
 Pegamento / cinta adhesiva
 Reglas
 Tijeras
 Engrapadora
 Calculadora
 Diccionario
Controle y limite las distracciones significantes
Algunos niños y adolescentes prefieren hacer su tarea mientras están escuchando música o
viendo el televisor, explican que esto ayuda su concentración. Pero la mayoría de las veces
estos tipos de sonidos son una distracción. Las distracciones visuales y músicas suelen
interferir con tareas más difíciles que con trabajos fáciles y comunes. Sonidos como la
televisión, conversaciones, y música con palabras suelen causar más distracciones que
música instrumental u otros tipos de sonidos. Por lo general, una regla que debe mantener es
que debe controlar y limitar todo tipo de distracciones, por ejemplo el teléfono, la televisión,
música con palabras, e interrupciones, cuando su hijo esta haciendo su tarea, especialmente
cuando es un trabajo difícil. Si su hijo esta haciendo su trabajo, no debe preocuparse tanto de
los sonidos.
Ayude a su hijo a desarrollar un horario diario y semanal para hacer su tarea.
Uno de los beneficios de la tarea es que puede ayudar a que su hijo desarrolle sus habilidades
de organización y de distribución de su tiempo. Haga que su hijo decida las prioridades, el
orden el la cual hará su tarea, poniendo trabajo más difícil entre tareas más fáciles.
Infórmese de cuantas tareas y con que frecuencia debe hacer su trabajo.
Para poder seguir el progreso de su hijo en la tarea, debe saber con anticipación cuanto tiempo
le debe dedicar. Hable con el maestro para informarse acerca de los requerimientos de tarea
y para saber cuanta tarea es requerida para estudiantes de su nivel.
No le ayude a su hijo con la tarea mas que si se lo pide.
Esta recomendación tiene que ver con su lugar en la tarea de su hijo. Las escuelas
recomiendan que los padres participen en la enseñanza de sus niños. ¿Sin embargo, que debe
hacer en el caso de la tarea? El propósito de la tarea es darles a los niños una oportunidad de
practicar lo que han aprendido en la escuela. Usted no debe de tener que ayudarle a su hijo a
completar su tarea. Su ayuda hará que su hijo dependa de usted. Su meta debe ser ayudar y
proveerle a su hijo el respaldo que necesita para que el mismo termine su trabajo. Pero si su
hijo le pide ayuda…désela.

PROBLEMAS CON NIÑOS TIMIDOS


Algunos niños nacen siendo tímidos y más sensibles. A veces, incluso los bebés actúan con
timidez. ¿Alguna vez has visto a un bebé ocultando su cara a un desconocido? Por el
contrario, a otros bebés los verás sonreír y saludar a todo el mundo, hasta a los
desconocidos.
El hecho de que un niño sea tímido es normal, esto puede cambiar al desarrollarse. Sin
embargo, la timidez infantil tiene diferentes grados. No obstante, existe un término medio
que sin ser grave repercutirá en el desarrollo del niño sin llegar al autismo. Es importante
saber localizar este último caso para poder tomar las medidas adecuadas y no confundirlo
con una simple timidez.

Cómo saber si tu hijo es tímido

Hay situaciones que ayudan a saber el grado de timidez de tu hijo. Así que antes de
alarmarse y acudir rápidamente al especialista, conviene observar su comportamiento en
determinadas situaciones.
Algunos niños prefieren no involucrarse en algunos asuntos, pero esta cautela no debe
confundirse con algún tipo de retraimiento.
No obstante, algo distinto sería si los padres se dan cuenta que un niño que tiene más de 3
y 4 años no busca la compañía de sus compañeros de la escuela, tanto durante el tiempo
de clase como en el recreo. Es decir, si tu niño prefiere jugar solo, antes que con otros
compañeros, es posible que sea más tímido de lo normal.
Algo diferente ocurre si un niño se coarta cuando está con personas desconocidas, con sus
amigos o en lugares públicos. Si el niño no se siente bien cuando debe dirigirse a personas
que no conoce, puedes ayudarle a abrirse a los demás. Muéstrale que no pasa nada por
relacionarse con otras personas.
Lo importante es descubrir qué situaciones disparan la timidez en tu hijo. Hay niños que
se muestran así sólo cuando están en grupo. Otros se vuelven tímidos cuando en la escuela
se les pide que expliquen una lección o presenten un trabajo frente al resto de la clase. Trata
de identificar las habilidades que tu hijo necesita desarrollar en las situaciones sociales que
disparan su timidez.

Cómo ayudar a tu hijo

El principal problema de la timidez del pequeño, y lo que se debe intentar que no ocurra es
que ésta se convierta en un hándicap para él. Los padres pueden ayudar a evitar esta
situación. En primer lugar, no se le debe forzar a interactuar con personas que no
conoce o que conoce poco. Pídele, no obstante, que dé muestras de educación con las
personas que se encuentra: "buenos días", "gracias", "por favor”, etc.
Anímale progresivamente a que responda él mismo a las preguntas que le sean planteadas
por otras personas. No te olvides de felicitarlo en privado cada vez que supere sus
dificultades. Su seguridad debería llegar progresivamente mediante estos intercambios, que
poco a poco serán más amplios y espontáneos. También puede invitar a uno de sus amigos
para una actividad que le guste, y luego ampliar su círculo de amistades. Esto podrá
ayudarle a apreciar el contacto con otros niños.
Como padres, no se debería intentar cambiar radicalmente a un hijo, ya que no es fácil
vencer la timidez. Pero sí hay que tratar de ayudarle a superar este temperamento, intentar
facilitarle su apertura social y así favorecer los inevitables contactos sociales que tendrá
que establecer a lo largo de toda su vida.
No llames “tímido” a tu hijo. Algunos estudios demuestran que los niños a menudo crecen
obedeciendo a las etiquetas que se les ponen. La presión de los padres puede causar al niño
ansiedad y posteriormente llevarle a un empeoramiento de la timidez. Si tienes que usar la
palabra “tímido” para describirle, relaciona siempre ésta con algo positivo; por
ejemplo, “Ana es un poco tímida con la gente, pero es una bailarina brillante”.
Según el médico pediatra Eduardo Cruz Avilés, de Puertollano (Ciudad Real), “La
timidez es un rasgo de la personalidad que puede, a veces, ser un trastorno de conducta; que
afecta a la autoestima del niño, causándole malestar y sufrimiento y pudiendo crearle
problemas en el desarrollo social y personal. Para combatirla hay que ayudar al niño a
potenciar su autoestima, y para ello recalcar sus cualidades y aptitudes, darles amor y
cariño, sin sobreprotección, y enseñarles a expresar sus sentimientos. Los padres deben
hacer sentir al niño que es muy competente y capaz; y deben enseñarle las habilidades de
las que carezcan”.
La psicóloga Ana García Mac Dougal del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña,
aconseja que el mejor modo de animar a tu hijo a vencer su timidez, según su edad, es
llevándole a alcanzar sus deseos por sus propios medios. Siempre adaptándote a su nivel de
independencia, le dirás que no se lo alcanzas tú, ni se lo consigues tú, sino que lo tiene que
lograr él mismo. Hasta llegar a que, por ejemplo, cuando te pida que quiere un polo del
quiosco, le digas que averigüe cuánto cuesta y le des el dinero para que lo compre él
mismo, lo cual, para él será un gran logro. Como quiere el polo, hará todo el proceso. Así, y
con todo, desde pequeño. Cuando te diga en la pubertad que quiere un ordenador, le
animarás a averiguar en Internet con qué complementos lo quiere, qué precios hay, y armar
un presupuesto. Lo prepararás para ir enfrentándose al mundo adulto tomando sus propias
decisiones.

PROBLEMAS DE LOS NIÑOS DESOBEDIENCIA

Los niños desobedientes tienen un temperamento fuerte, buscan el enfrentamiento, son


desafiantes, miden continuamente las fuerzas y quieren ser el centro de atención. Lo malo es
que con frecuencia lo consiguen; unas veces por agotamiento de los adultos y otras por
perseverancia suya.
La mayoría de las veces los niños desobedientes están hechos 'un lío'; no dejan de ser niños
y como tales necesitan la seguridad que les podemos proporcionar los adultos. Pero un padre
que duda continuamente cómo afrontar sus desafíos, cómo reaccionar ante sus desplantes,
ante sus 'oídos sordos', no es el mejor ejemplo de seguridad y equilibrio. Ellos piensan que
nosotros deberíamos saber siempre lo que tenemos que hacer, y no comprenden que dudemos
tanto; a veces, sus actitudes son extremas, buscan la provocación ¡para ver si, por fin,
reaccionamos y actuamos!

¿Qué hacer con los niños desobedientes? Consejos prácticos


1. Poner unas normas claras a los niños desobedientes, que sepan qué ocurre cuando
desobedecen. Ejemplo: las cosas las diremos sólo una vez y si no haces caso las
consecuencias serán “éstas” (según sea el caso y la edad le llevarán a su cuarto para que
recapacite, no le prestarán atención...)
2. Actuar inmediatamente sino obedece; no entréis en pelea. (En el caso anterior, apagar
la televisión y llevarle a su cuarto a hacer los deberes).
3. No caer en las provocaciones de los hijos desobedientes. No contestar a sus quejas,
directamente hacer lo que os habíais propuesto.
4. No intentar razonar con él cuando desobedece; es inútil, sólo intenta “liarnos y ganar
tiempo”
Niños desobedientes, Consejos para corregirles
1. Identificar al niño desobediente
La desobediencia aparece a partir de los dos o tres años de edad
Identificar a un niño desobediente y saber cuándo, además, esta actitud puede suponer un
problema a la larga es el primer paso para corregir a un pequeño que no obedece.
Pero, ¿cómo saber si un niño muestra una actitud de desobediencia excesiva? Los
especialistas apuntan que a partir de los dos o tres años se pueden identificar las primeras
conductas, que además son mucho más frecuentes (casi el doble) en los niños que en las
niñas, según las conclusiones del último Congreso Nacional de la Sociedad Española de
Pediatría, celebrado en Sevilla en octubre.
El patrón es una continua desobediencia y hostilidad hacia las figuras de autoridad. Un
comportamiento que ocasiona importantes problemas en la convivencia familiar.
2. Motivar al niño desobediente
Mardomingo señala que las terapias más eficaces para corregir a un niño desobediente son
las que están orientadas a estimular la motivación del niño, con el refuerzo de sus aspectos
positivos y el castigo o ignorancia de los negativos.
Para modificar la conducta desobediente de los hijos, los especialistas recomiendan mostrar
una actitud colaborativa: dejar que el niño se exprese y escuchar sus preocupaciones, pero
también explicarle con calma los problemas que provoca con su actitud. Lo idóneo sería
alcanzar entre ambas partes una solución. Es decir, pactar con el niño.
3. No perder los nervios ante el desafío del niño
No obstante, ante el desafío del pequeño es primordial no perder nervios, aunque sea
difícil. Hay que intentar controlar el enfado al máximo.
Una buena técnica es colocarse a la altura del niño, para que haya un contacto visual
directo. Este es uno de los consejos importantes para aprender a hablar con el niño. Desde
esa posición hay que decirle, en tono firme, que no es aceptable su comportamiento.
4. Las rutinas ayudan al pequeño a obedecer
Mantener un horario y un ritmo de vida estable es esencial para corregir a un niño
desobediente. Si el niño se acuesta tarde y come a cualquier hora, en definitiva, lleva una
vida caótica y será incapaz de guiarse por normas o límites cuando existan.
Por el contrario, un horario definido para cada actividad, las horas necesarias de
descanso y el orden y equilibrio alrededor fomentan una actitud más colaborativa y
asertiva por parte del pequeño.
5. Poner normas y límites frena la desobediencia
Las normas y los límites son fundamentales para establecer las barreras entre lo que se debe
y no se debe hacer. Tienen que ser claras y razonables. También deben estar adaptadas a la
edad de cada niño. No se debe exigir nunca más de lo que el pequeño pueda conseguir y es
aconsejable explicarle siempre el porqué de cada norma y en qué le beneficia.
En este sentido, es importante aprender a dar órdenes. "Ve a tu cuarto, deja la cartera, lávate
las manos y siéntate a comer". Un niño de corta edad es muy probable que no sea capaz de
cumplir las cuatro órdenes anteriores a la vez. Los padres deben saber adaptar sus
peticiones al ritmo del pequeño y asegurarse de que las cumple antes de dar la siguiente.
6. Premiar los buenos comportamientos
El refuerzo positivo es fundamental para que el pequeño repita las actitudes deseables. Esto
no significa que haya que regalarle algo cada vez que se porte bien. Sí es posible, sin
embargo, recompensarle con palabras de agradecimiento y satisfacción y un buen abrazo.

DEFICIENCIA DE LENGUAJE
El desarrollo del habla y el lenguaje en los niños varía. Los profesionales de la salud tienen
listas de hitos para determinar lo que es normal. Estos hitos ayudan a establecer si un niño
avanza en forma normal o si pueden necesitar ayuda adicional. Por ejemplo, un niño
generalmente dice una o dos palabras como "papá", "mamá", "ajo" o "agua" para cuando
celebra su primer cumpleaños.
A veces, un retraso puede ser causado por la pérdida de audición. Otras veces puede ser
debido a un trastorno del habla o del lenguaje. Los niños que tienen trastornos del habla
pueden tener problemas para producir los sonidos del habla en forma correcta. Ellos pueden
dudar o tartamudear al hablar. Los niños con trastornos del lenguaje pueden tener problemas
para entender lo que otros dicen o tener dificultades para comunicar sus pensamientos.
Si cree que su hijo presenta un atraso para hablar o cree que tiene problemas con el lenguaje,
consulte con el pediatra de su niño
En qué consisten los trastornos del habla y del lenguaje
Los trastornos del habla y del lenguaje son diversos y pueden aparecer a cualquier edad.
Independientemente de la gravedad de los trastornos del habla y del lenguaje, la capacidad
de la persona para relacionarse y comunicarse con los demás se verá afectada. Dichos
trastornos pueden interferir con la capacidad que la persona tenga de comprender o
expresarse o que los demás la entiendan. Las causas que los originan son diversas; pueden
ser de origen congénito o aparecer durante la niñez o más adelante debido a un accidente o a
una enfermedad.
En qué consisten los trastornos del habla
Los trastornos del habla afectan la capacidad de articular las palabras de modo comprensible.
Muchas personas con trastornos del habla no tienen problemas de comprensión ni de
razonamiento. Por ejemplo, una persona con parálisis cerebral podría padecer un trastorno
del habla pero no tener problemas de razonamiento ni de comprensión.
Los trastornos del habla también pueden comprender trastornos de la voz como los
relacionados con el tono, la intensidad o el timbre. Uno de los trastornos del habla más
comunes es la disfemia (tartamudez), la cual se caracteriza por la repetición de sonidos y por
una gran dificultad para articular las palabras. Las causas de muchos trastornos del habla son
desconocidas.
En qué consisten los trastornos del lenguaje
Las personas con trastornos del lenguaje pueden tener dificultad para entender las palabras
habladas o escritas. Las deficiencias intelectuales, los trastornos del espectro autista, la
deficiencia auditiva, las lesiones o los tumores cerebrales, los accidentes cerebrovasculares
y la demencia pueden originar trastornos del lenguaje, o bien acompañarlos. Dichos
trastornos también pueden aparecer en personas que se desarrollan intelectual, sensorial o
físicamente de manera normal.
Los trastornos del habla y los del lenguaje no son lo mismo. Una persona puede padecer un
trastorno del habla y uno del lenguaje, o sufrir sólo uno de ellos sin tener necesariamente el
otro.
Quienes sufren trastornos del habla o del lenguaje quizás traten de ocultar sus afecciones y
tengan dificultad para leer en voz alta y en público. Es probable que algunas personas, en
especial los niños, no sepan que padecen este trastorno. Los familiares o los seres queridos
de la persona con el trastorno pueden encontrar a un especialista en habla y lenguaje para que
indique y haga las terapias. Tanto quienes tengan dichos trastornos como sus seres queridos
deben ser pacientes al procurar tratamiento.
Cómo prestar ayuda
 Averigüe a través de la familia, de la persona o de quien sea responsable del cuidado
de ésta en cuanto a la naturaleza del trastorno de comunicación, ya fuere un trastorno
del habla, del lenguaje o de ambos.
 Trate a la persona con respeto. No tema pedirle que repita una palabra o una oración.
Sea paciente; no le sugiera palabras a la persona ni finalice sus frases.
 Diríjase directamente a quien sufre el trastorno de comunicación. No suponga que la
persona que padece dicho trastorno no tiene la capacidad para comprender.
 Preste atención a los gestos del rostro, los movimientos de las manos u otras
reacciones, ya que el habla no es la única forma de comunicación.
 No pida a las personas que tartamudeen que hablen más lento o que vuelvan a
comenzar. Ello tiende a empeorar el tartamudeo.
 Apoye a la persona y a quienes sean responsables de su cuidado en su búsqueda de
apoyo espiritual. No intente explicar por qué tienen que afrontar esa dificultad.
 Proporcione maneras adecuadas para que la persona participe en los servicios de
adoración, las actividades y el servicio en la Iglesia. Por ejemplo, una persona que
padezca un trastorno del habla podría participar en una presentación musical tocando
un instrumento, aunque sea una campana.
 Hable clara y articuladamente, pero con naturalidad. Tenga en cuenta que la persona
podría sentir que usted le habla como a un niño si lo hiciera con demasiada lentitud.
 Esté dispuesto a esforzarse para mejorar la comunicación. En algunos casos, ello
podría significar obtener conocimientos básicos de lenguaje de señas o estar al tanto
de los dispositivos de comunicación especiales para personas que no se comunican
verbalmente. Si fuera adecuado, familiarícese con los dispositivos, los sistemas y los
programas que se han diseñado para brindar asistencia.
 Tenga en cuenta que la persona necesita un grupo alentador y afectuoso de amigos,
de miembros del barrio y de familiares.
 Esfuércese por comprender lo que la persona diga al centrarse en lo que ella esté
diciendo en lugar de en cómo lo esté diciendo.

Sugerencias para la enseñanza


 Esté atento cuando escuche o hable con alguien que padezca un trastorno de
comunicación. Establezca contacto visual.
 Prepárese de antemano y con espíritu de oración para las clases; ayude a algún
alumno, si resultara adecuado, a practicar la lectura en voz alta o a hablar en público.
Evite pedir la participación de alguien sin previo aviso.
 Sea paciente y respetuoso cuando alguien que sufra un trastorno de comunicación
participe en clase. Concédale tiempo para responder. Mediante el ejemplo, ayude a
los alumnos a comprender que dicha persona es alguien inteligente que puede aportar
reflexiones e ideas valiosas.
 Cree un ambiente alentador y libre de bromas y burlas. Consulte al respecto a los
familiares, a quien sea responsable del cuidado de la persona o a la persona misma.
Si fuera apropiado, informe a la clase de antemano en cuanto al trastorno de
comunicación de la persona. Si hubiera burlas, aclare con amabilidad que no se
tolerarán. De ser necesario, hable luego con la persona que se haya burlado; o si
resultara necesario y si un joven fuera el responsable de las burlas, solicite la ayuda
de los padres o del líder de la Iglesia correspondiente.
 Busque una manera de comunicarse con la persona. Si resultara necesario,
especialmente en el caso de los niños, use símbolos o carteles con palabras para
comunicarse. Hable con los padres o con quien sea responsable del cuidado del niño
sobre la mejor manera de comunicarse en caso de que el niño no tenga la capacidad
de hablar.

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