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uso Personal y/o académico.
1
José Manuel Barranco Gámez.
Abogado.
Licenciado en Derecho.
Licenciado en Criminología.
Detective Privado.
Máster en Prevención de Riesgos Laborales
Técnico Superior en PRL de las tres Especialidades.
2
INDICE
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
a. EVOLUCIÓN DURANTE EL PROCESO
CODIFICADOR.
b. LOS CODIGOS PENALES.
3
2. SU CONFIGURACIÓN COMO DELITO PATRIMONIAL.
3. TIPO PENAL.
4. EL TIPO BÁSICO DE ROBO CON VIOLENCIA O
INTIMIDACIÓN.
5. SUPUESTOS AGRAVADOS DE ROBO CON VIOLENCIA O
INTIMIDACIÓN.
9. UNIDAD DE ACCIÓN.
11. INDUCCIÓN.
13. COAUTORIA.
a. CONSUMACIÓN.
b. CONSPIRACIÓN Y TENTATIVA.
4
21. DELITO CONTINUADO.
22. CONCURSO.
23. ROBO Y TENENCIA ILICITA DE ARMAS.
24. ROBO Y LESIONES.
25. ROBO Y EXTORSIÓN.
26. DERECHO COMPARADO.
a. INTRODUCCIÓN.
b. SISTEMA FRANCÉS.
27. JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO.
1. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11
DE FEBRERO DE 2000.
2. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 3 DE
MAYO DE 2000.
3. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26
DE FEBRERO DE 2000.
4. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 19
DE FEBRERO DE 2001.
5. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 7 DE
FEBRERO DE 2000.
6. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 15
DE ABRIL DE 2000.
7. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26
DE MAYO DE 2000.
8. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 4 DE
NOVIEMBRE DE 2000.
9. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11
DE ABRIL DE 2001.
10. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 14
DE FEBRERO DE 2001.
11. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 5 DE
JUNIO DE 2000.
5
12. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 16
DE JUNIO DE 1994.
13. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 19
DE ENERO DE 2001.
14. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 9 DE
MAYO DE 2000.
15. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 4 DE
OCTUBRE DE 2000.
16. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 21
DE SEPTIEMBRE DE 2000.
17. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 16
DE FEBRERO DE 2000.
18. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17
DE MAYO DE 2000.
19. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 18
DE ABRIL DE 2001.
20. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 31
DE ENERO DE 2000.
21. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 14
DE MARZO DE 2000.
22. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10
DE MARZO DE 2000.
23. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11
DE DICIEMBRE DE 2000.
24. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11
DE ABRIL DE 2000.
25. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 5 DE
ABRIL DE 2001.
26. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 3 DE
MARZO DE 2000.
27. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 4 DE
MAYO DE 2001.
6
28. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27
DE MARZO DE 2000.
29. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 5 DE
FEBRERO DE 2001.
30. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10
DE FEBRERO DE 2000.
31. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 19
DE MAYO DE 2000.
28. BIBLIOGRAFÍA.
7
RESUMEN
Son reos del delito de robo, los que con animo de lucro, se apoderan de las cosa
muebles ajenas, empleando violencia o intimidación en las persona, sea al cometer el
delito, para proteger la huida, o sobre los que acudiesen en auxilio de la víctima o que
les persiguieren.
PALABRAS CLAVES
8
EL DELITO DE ROBO CON VIOLENCIA O INTIMIDACIÓN
9
La propiedad se ejerce sobre bienes determinados. Por lo cual, es conveniente
distinguir, ante todo, entre bienes muebles y bienes inmuebles. Los primeros, son los
susceptibles de apropiación. Bienes inmuebles, por el contrario, son los que no son
trasladables -como un edificio, un árbol, un dique, una servidumbre o una concesión
administrativa sobre un inmueble, pero también una estatua o los instrumentos de una
explotación agraria. Por ello, la relación que contiene el artículo 334 del Código
Civil, es útil pero no sirve enteramente para el derecho penal, ya que una estatua es
trasladable, y por tanto, tiene la consideración de bien mueble a efectos de poder
constituir el objeto material del delito de hurto o robo, por ejemplo.
El delito de robo tiene dos modalidades que son el robo con fuerza en las cosas
y el robo con violencia o intimidación en las personas. El robo se regula en el
Capítulo II, titulado "De los robos", dentro del Título XIII rubricado "Delitos contra
el patrimonio y el orden socioeconómico", artículos 237 a 242, en cuyo primer
artículo se ponen de manifiesto las dos clases de robo, el robo con fuerza en las cosas
y el robo con violencia o intimidación en las personas cuando establece, en redacción
dada por la LO 1/15 de 30 de marzo, "Son reos del delito de robo los que, con ánimo
de lucro, se apoderaren de las cosas muebles ajenas empleando fuerza en las cosas
para acceder o abandonar el lugar donde éstas se encuentran o violencia o
intimidación en las personas, sea al cometer el delito, para proteger la huida, o sobre
los que acudiesen en auxilio de la víctima o que le persiguieren.".
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La LO 1/15, de 30 de marzo, de reforma del CP, modifica la definición de robo
con fuerza, que pasa a incluir los supuestos en los que la fuerza se utiliza para
abandonar el lugar con el botín (el problema habitual se planteaba en los supuestos de
desactivación de los sistemas de alarma desde el interior del lugar, se dice en la
exposición de motivos). Y se incluye un nuevo supuesto agravado de robo con fuerza
determinado por el modo de comisión (butrones, alunizajes) o la gravedad de los
daños causados. El artículo 237 CP incluye novedosamente, en el tipo básico, la
posibilidad de que la violencia o intimidación recaiga en personas distintas del
perjudicado, al añadir: y "sea al cometer el delito, para proteger la huida, o sobre los
que acudiesen en auxilio de la víctima o que le persiguieren". Y en el art. 241.4 CP, la
agravación atendiendo a la forma de la comisión del delito, a los perjuicios causados
o a la concurrencia de las circunstancias del art. 235 CP, que son comunes al hurto.
Además, se regula como supuesto agravado el robo con violencia cometido en
establecimiento abierto al público, que anteriormente no existía.
Como decíamos, en la definición del robo del art. 237 se ha precisado que el
empleo de la fuerza en las cosas ha de ser «para acceder al lugar donde éstas se
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encuentra», de manera que la fuerza requerida debe emplearse para acceder al objeto,
o bien para «abandonar el lugar donde éstas se encuentran…», según previsión
añadida por la LO 1/15. Se cierra así el debate existente sobre el momento de la
concurrencia de la fuerza constitutiva del robo, de forma que, tras la reforma operada
por la LO 1/15 que añade este inciso, la exigencia de ese elemento instrumental y
teleológico incide en que se pueda apreciar la figura aunque la fuerza se despliegue
después de sustraído el objeto. Se delimita de forma más clara del hurto, así la
jurisprudencia en los casos de sustracción de un ciclomotor o una bicicleta con
rompimiento del candado de seguridad puesto en una rueda ya consideraba que la
fuerza ejercida sobre el mismo objeto de la sustracción no debería incluirse en
ninguno de los supuestos previstos y se sancionaba como hurto. Igual consideración
cabría en el hecho de cortar una tubería para llevarse el cobre, o escalar a un tejado
para apoderarse de las tejas, pues en estos casos la fuerza era sobre la cosa no para
acceder a ellas o abandonar el lugar.
a) Circunstancias
Escalamiento
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Llamada fractura interna por la doctrina, al igual que la anterior,
exige que se violente una cosa mueble, susceptible de transporte, que
contiene en su interior la cosa que se pretende sustraer. Es, por tanto,
un acceso de un continente a un contenido, como es requisito común a
este tipo de robo. No se considera fuerza en las cosas cuando esa
fuerza es el medio de apertura natural del objeto. Por ejemplo, la
rotura de un cerdito de barro para sustraer lo que hay en su interior que
no tiene otro medio de apertura que esa rotura. No sería fuerza en las
cosas típicas si la fuerza se hace en la cosa misma. Por ejemplo,
romper el sistema de seguridad de cadena de una motocicleta es fuerza
en la cosa misma y no hacia la cosa, por lo que sería hurto y no robo.
b) Pena
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4.º Cuando se trate de productos agrarios o ganaderos, o de los
instrumentos o medios que se utilizan para su obtención, siempre que el
delito se cometa en explotaciones agrícolas o ganaderas y se cause un
perjuicio grave a las mismas.
En el nuevo apartado 4 del art. 241 CP se castiga con la pena de dos a seis años
de prisión cuando el hecho revista especial gravedad, atendiendo a la forma de
comisión del delito o a los perjuicios ocasionados y en todo caso cuando concurra
alguna de las circunstancias expresadas en el artículo 235 CP. Se incluye un nuevo
supuesto agravado de robo con fuerza determinado por el modo de comisión
(butrones, alunizajes) o la gravedad de los daños causados. Este nuevo apartado
determina el cambio de competencia para el enjuiciamiento del delito de los Juzgados
de lo Penal a la Audiencia Provincial al superar la pena en abstracto a los cinco años
de prisión (artículo 14.3 y 4 de la Ley de Enjuiciamiento criminal).
• Los supuestos del art. 235 CP comunes al hurto, conforme al art. 240.2
CP, remitiéndonos a lo dicho anteriormente.
Señala la STS núm. 1506/2001 de 20 julio, que por local o edificio abierto al
público hay que entender aquel cuyo acceso no está limitado a determinadas personas
sino que se encuentre libre para que pueda entrar quien lo desee.
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II. EL DELITO DE ROBO CON VIOLENCIA O INTIMIDACIÓN EN
LAS PERSONAS
1 ANTEDENTES HISTÓRICOS
No pretendía sino establecer las bases para una reforma de la legislación vigente,
a iniciativa real, apuntando a los más claros ejemplos de disfunción en la legislación
aplicable a finales del XVIII, resaltando el hecho de que la dureza y generalización de la
misma producía efectos contrarios a los pretendidos. Es muy significativo que
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ejemplifique su crítica acudiendo al delito de robo, cuya principal característica era el
rebasar con mucho las finalidades preventivas y hasta retributivas asignadas a la
legislación penal. Más adelante conecta esta primera crítica, relacionada sólo con la
excesiva penalidad, con la punición igualitaria del delito consumado y el meramente
intentado, así como con la extensión de responsabilidad del autor principal a los meros
partícipes e incluso a los tenidos por tales a efectos de punición, por más que no
constara su contribución efectiva a la dinámica delictiva (36), con lo que estaba
resumiendo el núcleo fundamental de los problemas que presentaba la legislación
reguladora de los delitos contra la propiedad, que aquí tomaré como punto de partida
pues se puede afirmar que hoy, a dos siglos de tales opiniones, los problemas siguen
siendo, en esencia, los mismos.
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Si a Lardizábal cabe achacar, como exponente de la doctrina de la época, su
vinculación neta a las tendencias del siglo XVIII, siendo escasamente representativo del
clima intelectual existente a primeros del XIX, otro autor notorio, posterior a él y
coetáneo del primer proyecto de Código penal, refleja con más sistema e inmediatez lo
que era el caldo de cultivo doctrinal de primeros del XIX en España.
21
el ámbito de las dispersas legislaciones locales para entrar luego, con naturaleza propia,
en nuestro primer texto penal codificado.
22
Finalmente, la inteligencia de que el fenómeno codificador presenta caracteres
supranacionales que le confieren una cierta homogeneidad como fenómeno
primeramente europeo, inmediatamente extendido a aquéllos países que por vía de
dominación colonial sufrían inevitablemente la influencia de las distintas metrópolis, se
impone efectuar una referencia, siquiera sea breve, a la situación política española de la
época, que iba a condicionar de forma definitiva el resultado codificador.
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bienes en que aquélla se asentaba tanto para el individuo como para el núcleo
familiar, desatendiendo una intervención más amplia en lo que actualmente
denominamos orden socioeconómico.
El Código Penal de 1822, secuela principalísima del intento limitador del poder
absoluto que representaba la ingenua Constitución de Cádiz de 1812, supone la
irrupción en la arena jurídica española de ideas ilustradas que comportaban tanto
puntos de vista metodológicos y científicos como aspiraciones políticas
normalizadoras de España -o «las Españas», como era uso en la época-, al hilo de
unas corrientes europeas a las que torpemente se suma este territorio, anclado en
tradiciones feudales apenas removidas por una burguesía emergente y perpetuadas
por el despotismo de la dinastía borbónica.
Por otra parte, la doctrina coincide en señalar la escasa vigencia real de este
código, siquiera sea por el brevísimo lapso de tiempo transcurrido hasta su
derogación, de modo que su influencia en el posterior desarrollo de las instituciones
penales resulta muy limitada, máxime teniendo en cuenta que será el código de 1848
el que fijará las líneas maestras de nuestra evolución codificadora penal, y este último
se apartó sustancialmente, tanto en contenidos como en forma, de este primer Código,
que optó por la mención «penal» frente a la más extendida entonces, «criminal», que
reverdecería posteriormente a la hora de titular el código de procedimiento criminal.
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históricamente han cubierto el espacio represivo de los apoderamientos ilegítimos,
violentos o no.
La fórmula «Comete robo el que quita o toma para sí con violencia o con
fuerza lo ageno» (artº. 723), parece anticipar una distinción categorial entre los
métodos violentos según se proyecten sobre cosas o personas, expectativa
inmediatamente defraudada por la dicción del art. 724, según el cual «la violencia o
fuerza se hace a las personas o a las cosas».
Partimos, pues, en este Código, de una no definición de lo que sea robo, sin
más alusión a los elementos normativos del tipo que esa vaga referencia a «lo ageno»
(54); tales elementos, ausentes de esta primera formulación, constituirán, sin
embargo, un aspecto crucial de discusión sobre el tipo estudiado, y así hasta nuestros
días en que la discusión continúa sin trazas visibles de alcanzar una solución pacífica.
27
El Código de 1822 construía un tipo específico para la figura de robo violento
que hoy coloquialmente conocemos como «tirón» (artº. 731, que limita su posible
actuación a objetos como mantillas, pañuelos y ciertas alhajas) que, como más
adelante veremos, respondía a una necesidad real fundamentada en la punición
atenuada para aquéllos supuestos en que el componente violento presenta una entidad
menor, y penaba de igual modo al autor de un robo y al que estuviera «en
observación» mientras otros roban (art. 740) en anticipación de coautorías aún
subsistentes en nuestra jurisprudencia.
28
En cuanto a las previsiones punitivas, un catálogo de penas exacerbadas hasta
el disparate alcanzan topes temporales de 10 hasta 25 años de obras públicas para
quienes cometan el delito en camino público, fuera de poblado o en edificio habitado
o sus dependencias (artº. 727); trabajos perpetuos para los reincidentes (incluso si no
hubieren sido condenados por los delitos que retroactivamente se les imputan; artº.
730) y la que debemos considerar accesoria de infamia para todos los casos (art. 743).
29
contenida en el artículo 724 de que «la violencia o fuerza se hace a las personas o a
las cosas».
31
Aun cuando ninguna vigencia práctica se le puede atribuir, pues no pasó de la
fase de proyecto, el redactado por Sainz de Andino en 1831 presenta un interés
enorme en este intento de reconstruir la historia evolutiva de la codificación española
en relación con los delitos de apoderamiento violento.
La Junta, formada por cuatro insignes juristas del momento (66), entró
inmediatamente en discordia, consiguiendo Sainz de Andino, probablemente a través
de intrigas como las que le depararon el encargo del Código de Comercio de 1829,
que por Real Orden de 23 de octubre de 1829 (es decir, a siete meses de constituirse
la Junta), se le atribuyera a él en exclusiva el encargo de redactar el proyecto de
Código penal que es ahora objeto de estudio.
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según el modelo clásico del absolutismo, dedicando 31 artículos (del 1.004 al 1.035)
a regular los robos, según las siguientes líneas:
34
respecto del efímero Código de 1822, destacando el aspecto meramente represivo y
con recurso frecuente a la pena capital como forma de asentar en la sociedad española
de primeros del XIX una forma extrema de prevención en cuanto recurría de
ordinario a la simple eliminación física del delincuente con olvido de cualquier
intento rehabilitador.
El Código Penal de 1848 resulta ser, como el de 1822, fiel reflejo de una
España convulsa por el enfrentamiento entre quienes pretenden modernizar un Estado
cuyas raíces próximas arrancan del feudalismo y quienes, por el contrario, tienen
puesto su empeño en mantener una situación cada vez menos defendible en el
contexto intelectual de la dogmática penal europea. Sin embargo, habida cuenta de
que el intento liberalizador de Espartero supuso el comienzo de la primera Guerra
Carlista, el ambiente en que nace este Código no resultaba propicio para naturalizar
los avances que en la ciencia penal se habían asentado ya de forma generalizada.
35
Es de destacar la formulación en este texto de principios jurídicos nacidos en el
Siglo XVIII que lentamente iban calando en los textos punitivos de la época. Destaca
igualmente la división tripartita de las infracciones penales en delitos graves, menos
graves y faltas, contenida en el artículo 6, a la que ha vuelto el legislador en la
redacción del Código actualmente vigente; sin embargo, la verdadera regulación es
cuatripartita, ya que en el libro destinado a regular las faltas aparece, a su vez, otra
subdivisión entre faltas graves y menos graves.
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solicitado rescate. La falta de precisión conceptual abarca incluso a delitos contra la
libertad que deberían regularse en capítulo aparte, lo que no es de extrañar cuando en
la misma sección se asimila al robo una conducta, conocida hoy bajo el nombre de
extorsión, que, en puridad, debería también haber sido regulada entre los delitos
contra la libertad: el artículo 420 castiga a quien «para defraudar a otro le obligare
con violencia o intimidación a suscribir, otorgar, o entregar una escritura pública o
documento.
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- Respondiendo igualmente a una idea de hiperrepresión de conductas cercanas
a la apropiación violenta de bienes ajenos, el artículo 419 anticipa la consumación del
robo meramente intentado en aquéllos casos en que se produzca cualquiera de los
tipos complejos regulados en el artículo 415. Se trata de un indicio más de la
configuración de los delitos de robo en torno al bien jurídico vida/integridad antes
que al bien jurídico propiedad, y adelanta una conducta primero legal y luego
jurisprudencial, aún vigente, en que el primer paso en el iter criminis da lugar a la
ficción de que tal camino ha sido recorrido en su integridad.
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certeza de culpabilidad (criminalidad dice el texto) residiera en la conciencia del juez,
pone bien a las claras cuáles fueron los avances reales que supuso el código de 1848
en la aplicación práctica de un justicia penal caracterizada por el arbitrio judicial -
incluso reglado, como acabamos de ver- y el paroxismo de la represión de toda
conducta que atacara mínimamente los fundamentos del orden social.
Apenas transcurridos dos años desde la vigencia del texto de 1848 se acometió
la tarea de reformarlo si bien el alcance de tal modificación no respondía, en realidad,
a cambios sustanciales en la apreciación del legislador (salvo en lo referente a la
generalización del castigo de los actos preparatorios, hasta entonces limitada a delitos
de especial gravedad), pero a pesar del carácter limitado de la reforma operada por el
Real Decreto de 30 de junio de 1850 sí se procedió a modificar la regulación de los
delitos de apoderamiento violento, subsistiendo básicamente como fue regulada por
el Código de 1848, pero con introducción de matices que, en síntesis, son los
siguientes:
Art. 427. Fuera de los casos expresados en los artículos precedentes, el robo
ejecutado con violencia ó intimidación graves en las personas se castigará con la pena
de cadena temporal: cuando no hubiere gravedad en la violencia o intimidación, la
pena será de presidio mayor.
40
una reacción del legislador frente a la dureza con que tradicionalmente se penaban los
supuestos de apoderamiento violento y tenía por finalidad permitir que los tribunales,
apreciando una violencia o intimidación de significado menor, pudieran penar de
forma privilegiada aquéllos hechos en que el componente violento aparecía
desdibujado en su intensidad y hasta desaparecido por completo, cuando el autor
acertaba a consumar el delito de forma subrepticia o astuta, ejerciendo toda la
violencia sobre la cosa sin llegar a proyectarla sobre la persona que la poseyera al
momento de ser robada.
41
presidio de igual clase, procederá la libertad del preso siempre que deposite fianza.
La regla 35, por vía de excepción de la anterior, regula de forma distinta los delitos de
robo, hurto y estafa, y los de atentado y desacato a la autoridad, «en los cuales habrá
lugar siempre a la prisión del reo, y será efectiva, cualquiera sea la pena que
merezca». Este último cambio legislativo viene a ratificar la tradición represora de
forma especial de los delitos de robo en nuestro ordenamiento, siempre asociados a
penalidades desmedidas en comparación con otros tipos penales que comprometen
bienes jurídicos de mayor importancia; el legislador no se limita ya al establecimiento
de penas especialmente severas sino que desborda el derecho material y contagia de
esa extrema severidad a las normas procesales.
42
Podríamos decir que la violencia, física o anímica, ejercida como medio para la
apropiación, absorbía la esencia de la figura penal regulada, de modo que elementos
tan definidores como el ánimo de lucro quedaban fuera de la contemplación del
legislador, si bien el primero cabía suponerlo en toda apropiación violenta -hasta hoy
mismo se presume el ánimo de lucro, a falta de prueba en contrario- y la ajenidad
quedaba sustituida, como hasta la actualidad se viene haciendo, por la nota negativa
de no ser la cosa propiedad del autor de los hechos, cualquiera fuera la relación
jurídica que vinculara a la cosa con su tenedor y por episódica que resultara ser.
Así pues, tenemos que por primera vez se incluye en el texto punitivo una
definición de robo violento o intimidatorio, adornada ya de las características que le
serán propias hasta nuestros días. Es el artículo 515 el que nos facilita la definición de
robo violento, ausente de los textos anteriores:
«Art. 515. Son reos del delito de robo los que, con ánimo de lucrarse, se
apoderan de las cosas muebles ajenas, con violencia ó intimidación en las personas o
empleando fuerza en las cosas.»
43
habrán de ser objeto de análisis para una mejor comprensión de la historia de la
institución. Son las siguientes:
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5. CÓDIGO PENAL DE 1928
El texto de 1928 supuso, por una parte, una efectiva modernización del derecho
penal español, siquiera fuera parcial, impregnándose en parte de lo que era la
tradición europea de humanización y racionalización de la justicia, si bien, por otra
parte, perpetúa instituciones que luego no resistirían el peso de la crítica, como la
presunción contra reo de ciertos actos y participaciones, herencia de textos anteriores.
En cualquier caso, pese a avances innegables, mereció enconadas críticas por parte de
la doctrina.
- Aun cuando trate exclusivamente de los robos con fuerza en las cosas, el art.
700 plantea un problema también clásico, al que más adelante habrá que volver, pues
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el asunto es crucial en la regulación de las apropiaciones, violentas o no: se trata de la
antigua polémica de si colma el tipo de robo quien se apodera de algún objeto que
carezca de valor. El legislador se decanta por mantener la penalidad, incluso
agravándola respecto a otros apoderamientos de objetos valiosos en escasa medida,
primando el desvalor de la acción sobre el del resultado.
- La definición de robo que abre el Título XIV, Capítulo primero, del Libro
Segundo, fija el concepto de lo que son las dos especies de robos violentos según la
violencia se proyecte sobre personas o sobre cosas, en definición que ha devenido
clásica y coincide casi literalmente con la que aún manejamos en la legislación penal
española actual.
51
contener cualquier iniciativa que pudiera amenazar el poder absoluto surgido del
llamado espíritu del 18 de julio.
Una vez más los cambios políticos, producidos en esta ocasión no por vía
democrática sino por la vía de hecho, fuerzan a los gobernantes a dotarse de un
Código penal que responda a la nueva realidad nacional, para lo que se vuelve a echar
mano del Código de 1870, con sus reformas de 1928 y 1932, adaptándolo en lo
estrictamente necesario a la espera de la oportunidad de realizar un texto enteramente
nuevo que respondiera a todos los cambios operados en la España posterior a la
guerra que llamamos civil.
52
finalidad defensista del núcleo del régimen contra una sociedad no unánime -como lo
prueba el régimen y gobierno legítimos depuestos por los rebeldes- de la que cabía
temer una oposición contundente frente a los usurpadores, de ahí que el régimen se
blindara penalmente tras una legislación esencialmente destinada al sometimiento de
los ciudadanos.
53
- La regulación, a despecho de su pretendido carácter científico, repite casi
literalmente los contenidos ya acuñados por anteriores textos, que traen causa del de
1848, con las reformas operadas en razón a los cambios políticos acaecidos en 1868,
1924, 1932 y, finalmente, los relativos a la guerra civil y triunfo de los rebeldes
alzados en armas contra el poder republicano. La definición de robo, en todo
coincidente con el texto inmediatamente anterior, la estructura piramidal de los tipos
organizados de más a menos en figuras complejas (robo con homicidio, robo con
violación...) y un tipo básico previsto como residual para aquellos caso en que el
autor hubiera detenido su impulso criminal en la mera apropiación violenta de cosas
muebles ajenas.
- Por otra parte, a las tradicionales presunciones contra reo sobre presencia en
actos violentos imputables a su cuadrilla y presunción de haber participado en todas y
cada una de las fechorías, salvo prueba en contrario, se añade ahora la comisión
simultánea del delito de asociación ilícita introducido en esta reforma, con lo que se
establece lo que en puridad sería un concurso ideal entre robo y asociación ilícita que,
según el tenor literal del artículo 513, daba lugar a un delito autónomo respecto del
verdaderamente pretendido por los criminales en asociación delictiva.
Así planteadas las cosas, nuestro legislador ha optado finalmente por eludir la
mayor parte de los riesgos que plantea una sistemática rigurosa que señalase cuáles
de los delitos contenidos en el Título XIII son reconducibles al ámbito estrictamente
patrimonial y cuáles al orden socioeconómico, a no ser que se acepte como frontera
definitiva y precisa entre los mismos la ubicación sistemática de la excusa absolutoria
contenida en el art. 268 del Capítulo X del Título XIII, sólo proyectada hacia los
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delitos que denomina «patrimoniales», lo que a contrario sensu establece la
incardinación de los siguientes, Capítulos XI al XIV, en el ámbito del orden
socioeconómico, y ello sin perjuicio de las dificultades subsistentes para la exacta
delimitación de ciertos tipos, como los relativos a la propiedad intelectual, cuya
vertiente socioeconómica resulta menos evidente que, por ejemplo, la de los relativos
a la propiedad industrial.
En cualquier caso, pese a las dificultades reseñadas, ninguna duda puede caber
sobre la correcta inclusión del robo en todas sus formas bajo la primera parte de la
rúbrica del Título XIII, es decir, aglutinados por el bien jurídico protegido patrimonio
y claramente distinto de las tipicidades socioeconómicas, entre otras razones, por la
pertenencia inequívoca de estas tipicidades al «núcleo tradicional del Derecho penal»,
al que sólo modernamente aspiran a pertenecer los llamados delitos socioeconómicos.
57
Obviamente, la muy compleja problemática suscitada por el robo violento o
intimidatorio no resulta seriamente afectada por la controvertida cuestión, ineludible
cuando se examina el nuevo epígrafe atribuido al Título XIII del Libro II de nuestro
Código penal, cuya rubrica ha ensanchado la estrecha demarcación que ostentaba en
la redacción del derogado Texto Refundido de 1973 («Delitos contra la propiedad»,
acercándola a un concepto jurídico/económico como es el de «patrimonio» que
apunta al sentido puramente ontológico del conjunto de cosas sobre las que el ser
humano proyecta una relación con intención de permanencia (siquiera sea episódica
por estar destinadas al consumo inmediato o a la entrega a otros), reivindicando
además la capacidad de exclusión de los demás en cuanto al goce y disfrute de las
mismas, a la vez que invoca el reconocimiento y la protección del Ordenamiento y,
en definitiva, con la aspiración de que el propio Ordenamiento dote a tal relación de
un contenido jurídico que en absoluto ha de revestir en todo caso la forma de derecho
real conocida como «propiedad».
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a la propiedad privada (CE, art. 33) y, fundamentalmente, el derecho consagrado en
el apartado 3º del art. 33 de la Constitución («nadie podrá ser privado de sus bienes y
derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social») que, junto
con el derecho a la libertad, son valores constitucionales de primer rango que como
bienes jurídicos necesitados de protección pretende garantizar el Derecho penal con
la elevación a tipo de las conductas contenidas en la definición legal de robo,
especialmente de robo con violencia o intimidación.
59
Resulta evidente, cuando menos, que el legislador ha optado por incluir en la
rúbrica ese otro «término más amplio que el de propiedad» en la consideración del
bien jurídico protegido del Título XIII.
Del mismo modo hemos de aceptar para la construcción del tipo cómo hasta la
posesión ilícita de bienes sustraídos ha de reclamar la reacción del Derecho penal,
pues la inexistencia de título lícito de posesión o propiedad no legitima a quien
sustrae las cosas meramente tenidas, a menos que se trate del sujeto desposeído,
quien en cualquier caso incurriría en un delito de realización arbitraria del propio
derecho si procediere, fuera de las vías legales, a reivindicar por la fuerza la cosa o
60
cosas objeto de desposesión siempre que se haya producido con carácter previo la
apropiación en que consiste el delito sobre ellas proyectado.
Por otra parte, la buena fe que el orden iusprivatista exige para dar protección a
determinadas situaciones posesorias resulta un elemento de primer orden en la
construcción jurídica de las instituciones civiles, mas no se puede pretender su
desbordamiento y contagio a otros sectores del ordenamiento; en Derecho penal ha de
primar lo ontológico sobre lo normativo, lo que hace innecesario abundar en la
bondad que supone el abandono de todo determinismo iusprivatista elaborado en
torno a la propiedad para acoger un concepto como el de patrimonio cuyos distintos
elementos pueden estar ligados a una persona por derechos reconocidos en el ámbito
civil o mercantil pero también en el ámbito de lo meramente ontológico, como pura
cuestión de hecho.
Nada de lo anterior obsta al hecho de que los distintos tipos recogidos bajo la
rúbrica del Título XIII protejan de forma individualizada situaciones netamente
posesorias, como el furtum possesionis, de propiedad («...sin la voluntad de su
dueño» del art. 234) o del patrimonio en su conjunto como es el caso de la
tipificación de la extorsión que, al referirse a actos o negocios jurídicos, tiene como
bien jurídico protegido el patrimonio en su vertiente de derechos y hasta de meras
expectativas de ganancia.
Lo hasta ahora expuesto no excluye, naturalmente, el hecho de que dos sean los
derechos de procedencia civil especialmente protegidos por los tipos de robo
violentos: la propiedad y la posesión. En la medida en que la primera es más amplia y
engloba a la segunda, será harto frecuente que la cosa sea arrebatada a un poseedor,
quien de forma inmediata sufrirá el acto de despojo, aunque será el dueño o
propietario quien a través de las prescripciones rituarias acabe siendo llamado a la
causa como perjudicado a título de sujeto pasivo de la desposesión, incluso
compartiendo la categoría de perjudicado con el poseedor o detentador de hecho. Este
sería el caso del poseedor a título de arrendamiento de una cosa (un vehículo), quien
verá perturbado por el robo su derecho a un goce pacífico de la cosa, aparte del
perjuicio inferido a quien sea titular de la cosa a título de propietario. Importa poco al
respecto qué derecho sea más protegido de entre los dos pues, al contrario, no parece
que ninguno de los dos resulte especialmente protegido. La importancia de esa
prelación de derechos es escasa, si no nula, en la medida en que tanto el propietario
como el poseedor serán considerados como perjudicados por los efectos del delito
(aunque sujeto pasivo del robo, en su aspecto patrimonial, sólo lo sea el propietario),
cada cual en su cuota, determinada ésta por la mayor o menor pretensión de
continuidad en el sostenimiento del derecho, que para el propietario será mayor que
para el poseedor, pues éste último, en el supuesto del arrendamiento, ostenta un
derecho de goce determinado en el tiempo, no como aquél que a título de dueño
pretende un dominio absoluto sobre la cosa erga omnes.
64
La jurisprudencia, que del mismo modo aprovechó la rúbrica delitos «contra la
propiedad» que la actual de delitos «contra el patrimonio», sin sentirse sujeta por los
apriorismos civilistas, está resaltando con tal actitud la concepción meramente
ontológica que defiendo. Así, por ejemplo, la STS de 6 de mayo de 1999, ponente
Martínez-Pereda Rodríguez, estudiando un supuesto de robo con allanamiento, no
realiza precisión alguna al término patrimonio que invoca como bien jurídico
protegido por el delito de robo, sin detenerse especialmente en definir qué sea
patrimonio y qué sus distintas partes, bastándole al respecto la efectiva vinculación de
la cosa al conjunto de otros bienes y derechos sobre los que una persona proyecta su
voluntad de ejercer como dueño.
65
español, obedecía en exclusiva a la necesidad de desvalorar conjuntamente un ataque
plural. La intuición jurídica heredada de nuestros precedentes romanos venía
sugiriendo a nuestros tratadistas, legisladores y aplicadores que las reglas concursales
no satisfacían plenamente la necesidad represiva que suscita un apoderamiento en que
el sujeto activo pone su apetencia material por encima del respeto debido a la libertad
del otro.
66
entendemos como delito mixto (o compuesto), que exige la conjugación primero del
verbo falsificar, por ejemplo, para proceder luego al verbo defraudar; en el robo no
hay separación temporal diseccionable sino que, al contrario, atentar contra la libertad
y contra el patrimonio se funden en un solo acto.
Sin perjuicio de lo anterior, tomando como ejemplo un robo cometido por dos
sujetos en autoría conjunta, entonces sí podemos distinguir con absoluta claridad el
ataque plural contenido en el robo: uno de los sujetos retiene al sujeto pasivo
sujetándolo por la espalda mientras el otro se apodera de sus pertenencias. El primero
de los sujetos atenta directamente contra la libertad del sujeto pasivo mientras (o para
que) el otro tenga la posibilidad de apoderarse de las cosas muebles ajenas.
Contemplando esta acción detenida en el tiempo resulta imposible desconectar una
acción de la otra pues la renuncia a los métodos violentos conduce al hurto o a la
estafa mientras que la opción por ellos requiere necesariamente un ataque plural
proyectado primera y necesariamente sobre la libertad y después sobre el patrimonio.
67
Del robo violento, pues, predico el carácter complejo propio de los ataques
plurales, lejos sin embargo de las soluciones legislativas que condujeron a las figuras
hipercomplejas como el robo con homicidio, con violación, etc., que ponían el acento
en una consecuencia meramente posible mas no necesaria de la dinámica delictiva,
pues la esencia del robo violento es la mixtura de un ataque contra la libertad y otro
contra el patrimonio, auténticos bienes jurídicos protegidos por esta tipicidad;
cualquier otro ataque contra bien jurídico protegido distinto requerirá consideración
autónoma por completo desconectada de lo que sea robo con violencia o
intimidación.
En primer lugar, no existe falta de robo entendida como tipo residual que recoja
los ataques cuantitativamente menos significativos contra el patrimonio. La
consideración del bien jurídico patrimonio permite una consideración cuantitativa del
perjuicio infligido de modo que una menor o mayor lesión permite que un hurto (o
estafa, o apropiación indebida ...) constituyan falta o delito; lo anterior, sin embargo,
no es de aplicación a un tipo que incluye necesariamente un ataque personal que
permite la depredación pero también prepara o posibilita una posible escalada
delictiva que puede abocar al surgimiento de una situación de hecho en que la
sociedad se desentiende del valor de lo robado para centrar su reproche y la reacción
asociada en el componente personal del ataque, destinado explícitamente a la
anulación de la libertad del sujeto pasivo.
69
¿Podemos entonces mantener que el bien jurídico protegido del robo violento o
intimidatorio es sólo el patrimonio? Evidentemente, no. Ya los romanos entendieron
así la figura, como pluriofensiva y fluctuaron de modo pendular entre incardinar las
apropiaciones violentas entre los delitos privados a los que se le aparejaba un
resarcimiento estrictamente económico, para ubicarlas luego, al otro extremo del
recorrido del péndulo, entre las coacciones y los homicidios, todo ello según resultara
más o menos evidente a ojos de los juristas la primacía del componente material del
delito o el personal.
Lo anterior, desde luego, es sin perjuicio de acotar que dos, y sólo dos, son los
bienes jurídicos comprometidos en el robo, el patrimonio y la libertad, de modo que
la apelación al régimen general de concursos inserta en la tipicidad me impide
apreciar que otros bienes jurídicos como la vida, la integridad física, la salud, la
libertad sexual o la evanescente «seguridad» sean bienes jurídicos protegidos por el
robo; lo son por el Derecho penal, en efecto, a excepción de la «seguridad, pero por
otras tipicidades a las que directamente conduce el régimen de los concursos. La mera
constatación estadística, crimonológica, de que sea frecuente progresar desde el robo
a tales ataques no constituye, sin embargo, un delito complejo sino una pluralidad
delictiva añadida a la previa complejidad del robo, de ahí que opte por llamar
hipercomplejos a la fórmula legislativa tradicional en nuestra historia codificadora,
70
pues innegable es la realidad compleja del robo como indefendible el hecho de que el
robo presuponga el compromiso de otros bienes jurídicos en juego, cuya lesión o
destrucción sólo tenían en común con el robo esa conexión meramente estadística a
que apuntaba la vieja fórmula del homicidio (o la violación) causado «con ocasión
del robo».
3. TIPO PENAL
El artículo 237 CP en redacción dada por la LO 1/15 define el robo violento del
siguiente modo: «Son reos del delito de robo los que, con ánimo de lucro, se
apoderaren de las cosas muebles ajenas empleando… violencia o intimidación en las
personas, sea al cometer el delito, para proteger la huida, o sobre los que acudiesen en
auxilio de la víctima o que le persiguieren.». En la definición, se incluye
novedosamente, en el tipo básico, la posibilidad de que la violencia o intimidación
recaiga en personas distintas del perjudicado. Así, es pacífica en la doctrina y
jurisprudencia la consideración de que el sujeto pasivo de la violencia no solo puede
ser la víctima del delito patrimonial sino cualquier otra persona que se interponga
activa o pasivamente en la comisión del delito o en la fuga del culpable, incluidas las
que acuden en auxilio de la víctima o las que persiguieren al delincuente (STS de 29
de septiembre de 1991), siempre y cuando la violencia sea causa determinante del
robo de tal manera que cuando la violencia no vaya dirigida al desapoderamiento, a
vencer la voluntad contraria a la sustracción debe ser calificada de forma
independiente a la sustracción (STS de 29 de enero de 2002).
71
Se estructura, por tanto en un delito básico, dos delitos agravados y un tipo
atenuado:
Se recoge en el art. 241.1 del CP y se castiga con una pena de 2 a 5 años, sin
perjuicio de la que pudiera corresponder a los actos de violencia física que realizase.
En cuanto a sus elementos, además de los comunes al hurto, la acción del delito
de robo se integra por dos elementos específicos: la violencia o la intimidación en las
personas, como medio de doblegar la voluntad de la víctima para que entregue la cosa
o conseguir el apoderamiento.
La intimidación viene constituida, conforme al art. 1267 y ss., Código Civil por
el anuncio o conminación de un mal inmediato, grave, personal, concreto y posible
que despierte o inspire en el ofendido un sentimiento de miedo, angustia o
desasosiego ante la contingencia de un daño real o imaginario, una inquietud anímica
apremiante por aprensión racional o recelo más o menos justificado. No puede
ceñirse la intimidación al supuesto de empleo de medios físicos o uso de armas,
bastando las palabras o actitudes conminatorias o amenazantes cuando por las
circunstancias coexistentes (ausencia de terceros, superioridad física del agente,
credibilidad de los males anunciados, etc.) hay que reconocérseles idoneidad para la
consecución del efecto inhibitorio pretendido (SSTS.1198/2000 de 28.6, 535/2992 de
4.3).
73
En definitiva, la intimidación ofrece una fuerte carga de subjetividad y habrá de
atenderse en el caso concreto a las condiciones y situación de la persona intimidada,
lugar, tiempo y cualesquiera perspectivas fácticas de razonable valoración.
Y también tiene reiterado que no habrá robo con violencia si ésta no guarda
relación instrumental con la sustracción. Pero cuando la violencia o intimidación se
ejercita de forma coetánea o inmediata a una acción sustractiva o a su intento, es
decir, dentro de una unidad espacial y temporal con la agresión sexual precedente, de
modo que la intimidación de la primera acción es aprovechada por el acusado para
realizar el apoderamiento, entonces habría que considerar que la situación
intimidatoria opera también como instrumento para vencer la voluntad de la víctima a
los efectos de que pueda perpetrarse la conducta típica propia del robo mediante
intimidación. De modo que la violencia o intimidación ejercida en el primer delito se
aprovecha para continuar la agresión dirigiéndola a otro bien jurídico, en este caso el
derecho de propiedad de la víctima (SSTS 1438/2005, de 20-11; 956/2006, de 10-10;
396/2008, de 1-7; y 1172/2011, de 10-11, entre otras).
74
ofendido un sentimiento de miedo, angustia o desasosiego ante la contingencia de un
daño real o imaginario, o una inquietud anímica apremiante por aprensión racional o
recelo más o menos justificado.
75
denuncia de la policía autonómica contra ellos, manifestando ambos acusados que si
la cantidad era pequeña no pasaba nada”. La mención a patrullas de apoyo y a la
presencia de la unidad canina adiestrada para la detección de estupefacientes, buscaba
la misma finalidad. Nadie cuestiona que la denuncia carecía de autenticidad, pero
tampoco es cuestionable su valor disuasorio para el caso en que los moradores se
hubieran planteado rechazar el requerimiento de entrega. Además, el anuncio de que
el futuro de ambos acusados dependía de la cantidad de droga aprehendida, porque si
ésta era pequeña “…no pasaba nada”, es la mejor muestra de que los propios
acusados son conscientes del temor que ya han generado en María Luisa Rosinach y
Ramón Ortiz, valiéndose de una afirmación que no puede tener otro significado que
el de proporcionar un alivio estratégico al clima coactivo creado conscientemente por
los acusados, con el que han conseguido ya intranquilizar a los moradores. En
definitiva, parece incuestionable que la exhibición de una placa policial y unas
esposas genera un efecto intimidatorio –sea éste el desenlace de una operación
policial legítima o simulada- que es suficiente para integrar el tipo del art. 242.1 del
CP, desplazando la aplicación de la falta de estafa del art. 623.4 del CP, cuya
aplicación reivindica el recurrente. En palabras del Fiscal, que respalda su línea
argumental con una precisa cita jurisprudencial, la actuación de los acusados, aunque
tuviera un cierto montaje fraudulento, contenía unos componentes intimidatorios
determinantes de que el hecho deba ser considerado como constitutivo de un delito de
robo con intimidación.
Por ello, también se considera robo con violencia cuando iniciada ésta con
finalidad ajena a lo lucrativo, la situación es aprovechada por el acusado para realizar
el apoderamiento. Como dice la STS. 1172/98 de 13.10, el apoderamiento del bolso
de la víctima se produjo, no en lugar y momento distinto, sino seguidamente de la
agresión, y ésta necesariamente posibilitó desde la perspectiva objetiva que el
acusado se llevara el bolso de la víctima, afectada sin duda alguna por la situación de
violencia intimidatoria desencadenada en los instantes precedentes como
consecuencia de la agresión. Criterio por lo demás ya sostenido por esta Sala en
Sentencia de 6 de mayo de 1996, en la que se declaró que, perviviendo de manera
patente una grave situación de violencia inicialmente desencadenada con finalidad
77
ajena a lo lucrativo, es correcta la calificación de robo cuando dicha situación es
aprovechada por el acusado para realizar el apoderamiento.
81
2.1. En casa habitada, edificio o local abiertos al público o en cualquiera de sus
dependencias. (Art. 242.2 CP)
La pena en estos casos será de prisión de tres años y seis meses a cinco años.
a) Naturaleza y fundamento
El artículo 242.3 del Código Penal castiga el robo violento o intimidante con
pena en su mitad superior (prisión de tres años y medio a cinco años) "cuando el
delincuente hiciera uso de armas u otros medios peligrosos que llevare, bien para
cometer el delito o proteger la huida, bien atacando a los que auxilien a la víctima o a
los que le persiguieren".
Casa habitada.
82
Y también recordaba la STS 731/2013, de 7 de octubre que “el Tribunal
Constitucional, ha identificado el domicilio con un «espacio apto para desarrollar vida
privada» (STC 94/1999, 31 de mayo, F. 4), un espacio que «entraña una estrecha
vinculación con su ámbito de intimidad», «el reducto último de su intimidad personal y
familiar» (STC 22/1984, STC 60/1991 y 50/1995, STC 69/1999, 26 de abril y STC
número. 283/2000, 27 de noviembre)”. Y que “Esta Sala, entre otras en la STS
1108/1999, 6 de septiembre, ha afirmado que «el domicilio es el lugar cerrado,
legítimamente ocupado, en el que transcurre la vida privada, individual o familiar,
aunque la ocupación sea temporal o accidental» (SSTS 24-10-1992, 19-7-1993 y 11-7-
1996)”.
Por lo tanto, el concepto de domicilio es más amplio que el que se deriva de una
mera constatación administrativa o tributaria relativa al lugar donde se fija la residencia
a esos efectos, para constituir el lugar cerrado que una persona dedica al desarrollo de
todos o de algunos aspectos de su privacidad, que, por esa razón, debe quedar protegido
de la presencia indeseada de terceros y, especialmente, de las autoridades públicas,
salvo los supuestos excepcionales previstos en la ley.
Arma.
84
aplicado pues ese peligro en el que el subtipo agravado se funda se habría
materializado y por tanto al castigarse esa materialización (delito de homicidio,
lesiones. etc.) no cabe ya castigar el peligro, lo que parece la solución más acertada.
Si el arma es exhibida una vez que los sujetos pasivos han sido, por ejemplo, ya
amordazados o maniatados, ya no existe el plus de peligrosidad y de eficacia
intimidatoria y no procede aplicar el subtipo agravado.
Empleadas en la huida.
Ataque a terceros.
86
Si se produce por el uso del arma alguna lesión en la integridad física o vida de
ese tercero se produciría un concurso de esta lesión (incluso el delito de homicidio, en
su caso) con el tipo agravado de robo.
STS 771/2008 de 26/11/2008. El subtipo agravado del art. 242.2 del Código
Penal exige que el acusado lleve el arma desde un momento anterior al momento en
que ejecuta el delito.
87
Situados ya en el ámbito de la infracción de ley, hemos de recordar la doctrina
de este Tribunal, reflejada, entre otras en las Sentencias número. 472/2007 (Sala de lo
Penal, Sección 1), de 24 mayo y número. 1768/2003 (Sala de lo Penal), de 2 enero
que establecen que, quedan fuera de tal subtipo agravado los supuestos de uso de un
arma tomada in situ, por aplicación de la literalidad del precepto penal trascrito, pues
requiere que el delincuente «lleve» el arma, es decir, se haya pertrechado del mismo,
antes de cometer el delito, por la mayor potencialidad agresiva que determina su
acción y, en consecuencia, la mayor antijuridicidad del comportamiento penal
desplegado. Así se acordó en Junta General para la unificación de criterios, celebrada
el día 9 de febrero de 2001, como recuerda, entre otras, la Sentencia de esta Sala
1279/2002, de 4 de julio.
88
Tampoco en la justificación de los hechos probados dedica la sentencia
argumentación alguna a explicar por qué llega a la conclusión de que el arma la tenía
el acusado dispuesta antes de acometer la agresión dirigida inicialmente a la
sustracción por la que se le pena.
Tal situación de duda lleva a aceptar el apoyo del Ministerio Fiscal al recurso,
el cual, por otra parte, llevó a que el recurrente no contraalegase sobre tal particular
en el trámite procesal de contestación a la impugnación efectuada por el Ministerio
Fiscal, en la tramitación de esta casación». (F. J. 3º).
Por otra parte, la jurisprudencia de esta Sala ha admitido que las pistolas de
fogueo, detonadoras e incluso simuladas son instrumentos o medios aptos para ser
subsumidos en el empleo o uso de las armas o medios peligrosos a que se refiere el
tipo penal agravado, cuando el Tribunal hace constar su posible peligrosidad;
consistente, por un lado, en su utilización a corta distancia, y, por otro, en su empleo
con medio contundente para vencer la resistencia de la víctima. Una reiterada
89
doctrina de esta Sala ha venido estableciendo respecto a qué objetos responden al
concepto de arma o instrumento peligroso, que lo relevante es la susceptibilidad de
éstos de aumentar o potenciar la capacidad agresiva del autor, incrementando el
riesgo para el asaltado y por tanto disminuyendo su capacidad de defensa --STS
753/2004 de 11 de Junio, con citación de otras muchas--.
91
hechos que dan lugar a dos delitos distintos con todas sus circunstancias de
ejecución”, destacando que, desaparecido de nuestro ordenamiento el delito complejo
de robo con violencia y uso de armas que preveía el art. 501 del anterior CP, en el
vigente se sanciona el robo con violencia “sin perjuicio de la pena que pudiera
corresponder a los actos de violencia que realizase” (art. 24.2 CP). Ello quiere decir
que si además de un robo hay unas lesiones, habrá dos delitos independientes con
sustantividad propia y cada uno de ellos debería castigarse con las circunstancias
cualificadoras que concurran.
En igual sentido la STS. 1168/2010 de 28.12, recuerda que el principio non bis
in idem no impide castigar dos delitos independientes con todas las circunstancias
típicas que concurran, dando lugar a los subtipos agravados que procedan.En el
presente caso existieron dos delitos, con "injustos" autónomos, uno de lesiones y otro
de robo. En ambos concurrió el empleo de armas o instrumentos peligrosos, por lo
que procede la aplicación de los correspondientes subtipos agravados como bien hizo
el Tribunal de instancia.
92
No obstante la STS. 461/2011 de 25.5, alude a pronunciamientos
aparentemente contradictorios de esta tesis diferenciadora, que suelen referirse a
supuestos en que la violencia orientada al apoderamiento se concreta precisamente en
la acusación de lesiones con empleo de medio peligroso, casos en los que la doble
valoración no se ha considerado posible. Distintos de aquellos otros en los que,
utilizada el arma en actos de exhibición para conseguir la intimidación, en el curso
del apoderamiento se ejecuta un acto de agresión a alguna de las víctimas utilizando
el arma de modo concretamente peligroso.
Siendo así la aplicación del empleo del arma en el delito de lesiones para
configurar el subtipo agravado del art. 148.1, podría vulnerar el principio non bis in
idem.
93
En la STS. 906/2010 de 14.10, se recuerda que tal tipo agravado exige, como
circunstancia objetiva delimitadora de su especifica tipicidad, un determinado peligro
para la vida o salud de la víctima, el inherente a la utilización de determinados
instrumentos (armas, objetos o medios) o procedimientos (inéditos o formas), en la
agresión de resultado lesivo.
94
empleado o las peculiaridades del método o forma de la agresión, que deben tener
una capacidad lesiva relevante, y de otro, debe valorarse la forma en que tal objeto o
instrumento ha sido utilizado, reveladora de su peligrosidad en el caso concreto.
Dicho de otra manera es preciso que se trata de un arma, instrumento, objeto, medio,
método o forma peligrosos objetivamente por su capacidad lesiva y que, además,
hayan sido utilizados de forma concretamente peligrosas en el caso concreto.
Naturalmente el dolo del autor debe abarcar el peligro creado con su acción, SSTS.
104/2004 de 30.1, 155/2005 de 15.2, 510/2007 de 11.6.
El artículo 242.4 del Código Penal introduce un tipo atenuado de robo violento
o intimidatorio que es criticado por parte de la doctrina por su pena, similar a la del
hurto simple e inferior a la del robo con fuerza. La pena es de prisión de uno a dos
años.
95
En todo caso, es una rebaja de pena facultativa para el Juez o Tribunal ("podrá
imponérsele" reza el precepto).
En primer lugar insistir en algo que esta Sala ya ha dicho repetidamente (SS. de
21-11-1997 y 30-4-1998): que esta rebaja de la pena del art. 242.3 viene determinada
por la menor antijuridicidad del hecho, no por consideraciones relativas a una
culpabilidad disminuida, como claramente se deduce de su propia redacción -
«entidad de la violencia o intimidación» y «circunstancias del hecho»-, en unos
términos que nos conducen al suceso acaecido en su dimensión objetiva.
Pero hemos de añadir aquí que tal dimensión objetiva, referida a la existencia
de una menor antijuridicidad, ha de limitarse al hecho en sí mismo considerado. Lo
que deducimos de esos mismos términos concretos que utiliza esta norma penal.
Entendemos que tal forma de expresarse hace posible la aplicación de este art. 242.3
en los casos en que concurre la circunstancia agravante de reincidencia, 8ª del art. 22.
Veamos ahora cuáles son los criterios a seguir para dilucidar si ha de aplicarse
o no este art. 242.
96
Como ya se ha dicho, la propia norma nos conduce al hecho en su objetividad
(no en la culpabilidad) y en sí mismo considerado a través de los siguientes términos:
97
Todos estos criterios habrán de tenerse en cuenta conjuntamente, a fin de poder
valorar de modo global la gravedad objetiva de lo ocurrido, en sí mismo considerado,
para determinar en definitiva si la pena básica a imponer (la del 242.1º o la del 242.2)
es proporcionada a esa gravedad o si ha de considerarse más adecuada la rebaja en un
grado que prevé el 242.3. No olvidemos que, como antes se ha dicho, la razón de ser
del precepto es la de dar al Juzgador unas mejores posibilidades de adaptación de la
pena al caso concreto, evitando el que sea forzoso imponer una determinada sanción
cuando la menor gravedad del hecho aconseje otra de menor entidad.
Esta previsión legal ha sido interpretada en el sentido de que, del propio texto
de la ley, se desprende, de un lado, que la atenuación debe basarse en aspectos
relativos a la antijuricidad del hecho y no a las condiciones relativas a la culpabilidad
del autor, que encuentran otras vías para su análisis y reconocimiento de efectos (STS
nº 610/1998, de 30 abril); y de otro lado, que el criterio principal y de examen
prioritario es el relativo a la menor entidad de la violencia o intimidación ejercidas,
que se constituye así en presupuesto de la aplicación de la norma, aunque hayan de
valorarse “además” las restantes circunstancias del hecho.
98
Por otro lado, la jurisprudencia (STS nº 458/2009, de 13 abril) ha rechazado
que las manifestaciones del autor advirtiendo a la víctima de la no causación de males
físicos si obedece sus indicaciones, puedan considerarse fundamento de la menor
entidad de la intimidación, en tanto que, precisamente, suponen la amenaza de
utilización inmediata del arma o instrumento peligroso que se coloca sobre el cuerpo
del amenazado.
99
La declaración francesa de Derechos del Hombre (1789) la incluía como uno
de los derechos naturales, "inviolable y sagrado" de toda persona, inalienable e
imprescriptible. Y la situaba al lado de los otros derechos que gozaban de tal rango
supremo: la libertad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Del mismo modo, el
movimiento constitucionalista americano y europeo incluyó siempre a la propiedad,
en un lugar preferente.
De ahí que el Código Civil, en su artículo 349 diga que los jueces "ampararán"
la propiedad de quienes hayan sido privados de ella, de forma ilegal.
Por eso el Código Penal protege la propiedad, habiendo roto no obstante, con la
tradición que establecía un título específico "De los delitos contra la propiedad", ya
que el Código Penal actual ha suprimido la expresión, sustituyéndola por "Delitos
contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico".
100
De ese modo, los delitos contra la propiedad -en el Código Penal de 1973 se
recogían en un Título propio, y con tal denominación, entre otros, el hurto, el robo,
los daños y los incendios-, ya no existen como tales, por lo que debemos localizarlos
a lo largo del texto del Código Penal vigente, el de 1995, pues en el nuevo título XIII,
en la expresión "patrimonio" parece haberse querido dejar una referencia a los
derechos económicos ligados a la propiedad, incluyéndose en la expresión "orden
socioeconómico", los nuevos delitos que conforman el llamado "derecho penal
económico", con los delitos societarios y los ataques a la competencia, las relaciones
entre empresas y a la política de ingresos del Estado (delito fiscal) y de gasto público
(delito de fraude de subvenciones).
101
el epígrafe de los diferentes Títulos. En concreto, y a la vista del criterio tradicional
en nuestro país, se afirma que las diversas y poco afortunadas tentativas de
clasificación de los delitos y de estructuración de la Parte especial fuera del cauce
objetivo del bien jurídico «apenas si merecen otra mención que la de carácter
informativo».
De todas formas, dar prioridad al criterio del bien jurídico para proceder a una
agrupación lógica de los delitos no supone desconocer la necesidad de acudir a otros
criterios subordinados que complementen este punto de partida. Se explica así la
utilización como criterio clasificador del medio de ataque para agrupar, por ejemplo,
los delitos cometidos con violencia o intimidación, o con fuerza en las cosas. Sin
embargo, la utilización de esta fórmula conduciría a la agrupación de delitos de muy
distinta naturaleza (agresión sexual intimidatoria, robo con intimidación, realización
arbitraria de propio derecho...) y a la separación de otros que presentan, con base en
criterios más relevantes, puntos de contacto que no pueden ser ignorados. Por ello, tal
criterio debe jugar un papel simplemente auxiliar; por ejemplo, para la construcción
de subgrupos de infracciones.
102
El artículo 349, en lógica consecuencia, añade que "nadie podrá ser privado de
su propiedad sino por Autoridad competente y por causa justificada de utilidad
pública, previa siempre la correspondiente indemnización".
Al respecto, los diferentes epígrafes bajo los que se ubican los robos con
violencia o intimidación en las personas en los textos legales del Continente
americano, por ejemplo, ponen de relieve no sólo una evidente preocupación en los
respectivos legisladores por precisar la naturaleza del bien jurídico protegido afectado
103
en estos supuestos, sino también la existencia básica de una doble opción entre la
referencia a la propiedad o al patrimonio.
9. UNIDAD DE ACCIÓN
104
de la doctrina de la unidad natural de acción, que “...existe cuando los diversos actos
parciales responden a una única resolución volitiva y se encuentran tan vinculados en
el tiempo y en el espacio que por un observador imparcial han de ser considerados
como una unidad. Son acciones separables pero del mismo tipo y repetidas en un
corto espacio de tiempo, en cuyo caso la lesión delictiva sólo experimenta una
progresión cuantitativa dentro del mismo injusto unitario en respuesta a una también
misma motivación” (STS nº 659/1996). Fuera de esos casos, el ataque a distintos
patrimonios en diferentes lugares, aunque sean próximos, con sujetos pasivos
diversos, dará lugar a la apreciación de varios delitos de robo.
Y esas circunstancia que permiten apreciar un único delito de robo, acorde con
la jurisprudencia de esta Sala, concurren en el presente caso, por lo que debe
estimarse el motivo con el alcance de eliminar uno de los robos, estimación que debe
extenderse a los otros acusados condenados igualmente por dos delitos de robo en la
sentencia recurrida.
Sujeto activo del delito es aquel a quien están principalmente dirigidos los
imperativos de la ley penal; así, la norma jurídica determina los supuestos típicos y
tiene como destinatarios a aquellos que encontrándose en la situación prevista en
abstracto reúnen los requisitos generales de imputabilidad exigidos por nuestro
ordenamiento jurídico. Se trata de ese destinatario «natural» del mensaje del
legislador contenido en la norma de que habla algún sector de la doctrina para
diferenciarlo del destinatario «especializado», es decir, del órgano competente para
aplicar las respuestas del ordenamiento jurídico penal.
105
imputable, de ahí que la realización del tipo pueda ser llevada a término por
cualquiera. El robo en cualquiera de sus formas participa de tal indeterminación
respecto del sujeto activo.
106
complementar la desvaloración que de por sí merece el robo perpetrado por
cualquiera de forma violenta o intimidatoria.
11. INDUCCIÓN
En cuanto al dolo del inductor, la doctrina ha remarcado que el dolo con que
107
actúa el inductor es un dolo directo con respecto a la conducta delictiva cuya
ejecución encomienda específicamente a un tercero. De modo que ha de apreciarse un
dolo directo en lo referente a la conducta delictiva a que se incita o instiga al
inducido. En cambio, sí opera de forma relevante el dolo eventual en los supuestos en
que el autor material del hecho delictivo se desvía o excede de la encomienda
delictiva que le hace el inductor, en cuyo caso, una vez que la incitación inductora
determina causalmente el resultado y éste se encuadra también en el riesgo propio de
la imputación objetiva de la inducción, habrá que ponderar si se le puede imputar
subjetivamente al inductor por hallarse abarcado por un dolo eventual.
Con respecto al dolo y sus diferentes modalidades, tiene dicho esta Sala en
reiteradas sentencias que el dolo, según la definición más clásica, significa conocer y
querer los elementos objetivos del tipo penal. Pero ello no excluye un concepto
normativo del dolo basado en el conocimiento de que la conducta que se realiza pone
en concreto peligro el bien jurídico protegido, de manera que en su modalidad
eventual el dolo radica en el conocimiento del peligro concreto que la conducta
desarrollada supone para el bien jurídico, pese a lo cual el autor lleva a cabo su
ejecución, asumiendo o aceptando así el probable resultado lesivo.
En otras palabras, se estima que obra con dolo quien, conociendo que genera
un peligro concreto jurídicamente desaprobado, no obstante actúa y continúa
108
realizando la conducta que somete a la víctima a riesgos relevantes que el agente no
tiene la seguridad de poder controlar, sin que sea preciso que persiga directamente la
causación del resultado, del que no obstante ha de comprender y conocer que hay un
elevado índice de probabilidad de que se produzca. Entran aquí en la valoración de la
conducta individual parámetros de razonabilidad de tipo general que no puede haber
omitido considerar el agente, sin que sea admisible por irrazonable, vana e infundada
la esperanza de que el resultado no se produzca, hipótesis que se muestra sin peso
frente al más lógico resultado de actualización de los riesgos que el agente ha
generado (SSTS 311/2014, de 16-4; y 759/2014, de 25-11).
109
Así pues, más que excluir o descartar el elemento volitivo —sigue diciendo la
sentencia 69/2010—, la jurisprudencia lo orilla o lo posterga en la fundamentación
probatoria por obtenerse de una mera inferencia extraíble del dato de haber ejecutado
el hecho con conocimiento del peligro concreto generado por la acción. Y es que
resulta muy difícil en la práctica procesal que, una vez que se acredita el elevado
peligro concreto que genera la acción y su conocimiento por el autor, no se acoja
como probado el elemento de la voluntad o del consentimiento aunque sea con una
entidad liviana o debilitada. A este elemento volitivo amortiguado se le asignan los
nombres de “asentimiento”, “asunción”, “conformidad” y “aceptación”, en lo que la
doctrina ha considerado como una auténtica disección alquimista de la voluntad, y
que en realidad expresa lingüísticamente el grado de debilidad o precariedad con que
emerge en estos casos de dolo eventual el elemento voluntativo.
110
responsabilidad subjetiva y del principio de culpabilidad. Y es que una concepción
excesivamente extensiva del dolo eventual y de su verificación en el ámbito procesal
podría devolvernos a las anacrónicas y denostadas figuras delictivas
preterintencionales y a los delitos cualificados por el resultado (STS 474/2013, de 24-
5).
111
7; y 64/2014, de 11-2).
El Código Penal define a los autores como aquellos que realizan el hecho,
pareciendo optar por la teoría objetivo formal, según la cual sería autor el que ejecuta
el verbo típico en cada caso. Sin embargo, no solo se refiere a quien lo realiza por sí
solo, sino también a quien lo hace conjuntamente [con otro u otros] y al que lo hace
por medio de otro del que se sirve como instrumento. Reconoce así, como
modalidades de la autoría, la coautoría, (conjuntamente con otros), y la autoría
mediata, (por medio de otro del que se sirve como instrumento). De esta forma, el
Código está reconociendo que no solo es autor quien ejecuta el verbo típico, sino que
también pueden serlo otros que intervienen en el hecho delictivo sin ejecutarlo. Pues
el autor mediato no lo hace en ningún caso. Y la ausencia de ejecución personal del
verbo típico no impide establecer la coautoría respecto de todos los que intervienen
en determinadas condiciones en la ejecución del hecho.
Además, el Código dispone que serán considerados autores (por lo tanto, que
no lo son), los cooperadores necesarios y los inductores, para los que establece la
misma pena que para los autores. Identifica a los primeros como los que inducen
directamente a otro u otros a ejecutarlo, y a los segundos como los que cooperan a la
ejecución con un acto sin el cual no se habría efectuado.
En los casos en los que, además de los ejecutores directos y materiales de los
hechos, existe otra, u otras personas, que organizan el hecho delictivo pero no
participan directamente en la ejecución, la doctrina y la jurisprudencia han buscado
fórmulas que permitan establecer con nitidez su responsabilidad por el hecho
ejecutado dentro de los planes elaborados, aunque las conclusiones no sean unánimes.
La cuestión admite numerosos matices, pues pueden distinguirse básicamente los
casos de organizaciones delictivas fuertemente jerarquizadas, (STS nº 708/2010)
incluso dotadas de un sistema efectivo de represalias para el disidente; aquellos otros
en los que uno o varios asumen la dirección que es aceptada por los demás; o
aquellos otros en los que el acuerdo entre los distintos intervinientes discurre por
otros cauces, como ocurre cuando uno o varios proponen a otros la ejecución de un
hecho, a cambio o no de una retribución; o cuando varios, al mismo nivel, sin
subordinación entre ellos, acuerdan la ejecución de un hecho.
En otras sentencias, sin embargo, (STS nº 1179/1998), esta Sala entendió que
“...el «cerebro» del golpe, es decir quien planifica, organiza, prepara, dirige a
distancia, gestiona el aprovechamiento del botín y se beneficia de un atraco, no es un
cómplice, sino un coautor”, argumentando previamente, y refiriéndose a la
imputación como cómplice, que “...esta participación de naturaleza secundaria o
inferior no puede atribuirse a quien es definido en la sentencia de instancia como «el
auténtico cerebro del grupo», quien no solamente planea y organiza un atraco
complejo, sino que participa de modo determinante en la selección de la víctima, así
como del momento y lugar para su realización, interviene de modo activo en las
necesarias labores previas de preparación y vigilancia, desempeña un papel principal
en el establecimiento de las conexiones necesarias para el aprovechamiento posterior
del botín y, en definitiva, se integra de modo decisivo en la organización, preparación
y aprovechamiento de la acción delictiva conjuntamente planeada, interviniendo de
modo relevante «en la conversión en dinero de lo robado, con el consiguiente
beneficio», todo ello con independencia de que se haya acreditado o no su
114
intervención material en los actos ejecutivos que integran el núcleo del tipo”. Y de la
misma forma en la STS nº 2052/2001, en la que se afirmó que en las “...aportaciones
que integran la coautoría deben ser incluidos determinados actos anteriores y
coetáneos que no son por sí mismos típicos pero que forman parte de la cadena causal
y tienen carácter decisivo, como los de quien planea la ejecución del delito y dirige a
distancia su comisión”.
115
realizados aparezcan descritos formalmente en el tipo penal”.
Por lo tanto, para calificar como coautor, por codominio funcional, a quien
planifica es preciso que, además, controle mediante su dirección o de alguna otra
forma, la misma ejecución del hecho.
116
culpabilidad, cuando actúe con error, o cuando exista coacción sobre el mismo (STS
nº 44/2008), excluyendo los casos de ejecutor responsable penalmente que decide la
ejecución de forma voluntaria.
117
13. COAUTORIA
Como se ha dicho en SSTS. 337/2014 de 16.4 y 577/2014 de 12.7, que entre las
novedades, introducidas por la reforma operada en el CP por la LO.5/2010, de 22 de
junio, se encuentra la creación de un nuevo Capítulo VI en el T. XXII del L. II, que
comprende los arts .570 bis, 570 ter y 570 quáter, bajo la rubrica “De las
organizaciones y grupos criminales”, y que obedece a la necesidad de articular un
121
instrumento normativo con el propósito de combatir adecuadamente “todas las
formas de criminalidad organizada”, y responde asimismo a los compromisos
derivados de instrumentos internacionales de aproximación de las legislaciones
nacionales y de cooperación policial y judicial asumidos por los Estados miembros de
la UE. en la lucha contra la llamada delincuencia organizada transfronteriza, tanto en
materia de prevención como de represión penal. Así, deben citarse la Resolución de
20 de noviembre de 1997 del Parlamento Europeo sobre el “Plan de Acción para la
Lucha contra la Delincuencia Organizada”, que se concreta en la Acción Común
98/733/JAI, de 21 de diciembre de 1998 del Consejo de la Unión Europea, relativa a
la tipificación penal de la participación en una organización delictiva en los Estados
miembros de la Unión Europea, y la decisión del Consejo de la Unión Europea
2004/579/CE, de 29 de abril que aprueba , en nombre de la Comunidad, la
Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia Organizada Trasnacional
de 15 de noviembre de 2000, que fue firmada por España el día 13 de diciembre de
2000 y cuya ratificación se produjo mediante Instrumento de 1 de septiembre de
2003. E igualmente la decisión marco 2008/841/JAI, de 24 de octubre, del Consejo
de la Unión Europea sobre la Lucha contra la Delincuencia Transfronteriza,
facilitando el reconocimiento mutuo de las sentencias y resoluciones judiciales.
El art. 570 bis define a la organización criminal como: "La agrupación formada
por más de dos personas con carácter estable o por tiempo indefinido que, de manera
concertada y coordinada, se reparten diversas tareas o funciones con el fin de cometer
delitos, así como de llevar a cabo la perpetración reiterada de faltas".
Por su parte el art. 570 ter in fine, describe el grupo criminal como "la unión de
más de dos personas que, sin reunir alguna o algunas de las características de la
organización criminal definida en el artículo anterior, tenga por finalidad o por objeto
la perpetración concertada de delitos o la comisión concertada y reiterada de faltas".
Por tanto el grupo criminal requiere solamente la unión de más de dos personas
y la finalidad de cometer concertadamente delitos o reiteradamente faltas. La ley
permitiría configurar el grupo criminal con esas dos notas, pues la definición legal
contempla la posibilidad de que no concurran alguna o algunas de las que
caracterizan la organización, que además de las coincidentes, esto es, la unión o
agrupación de más de dos personas y la finalidad de cometer de forma concertada
delitos o reiteradamente faltas, son solamente dos: la estabilidad y el reparto de tareas
–lo que excluye en supuestos de transitoriedad que habrían de incluirse en su caso, en
la figura del grupo criminal.
125
En el artículo 2 de la citada Convención se establecen las siguientes
definiciones: en el apartado a) Por “grupo delictivo organizado” [ORGANIZACIÓN]
se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas que exista durante cierto
tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos
graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a obtener,
directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material;
y en el apartado c) Por “grupo estructurado” [GRUPO] se entenderá un grupo no
formado fortuitamente para la comisión inmediata de un delito y en el que no
necesariamente se haya asignado a sus miembros funciones formalmente definidas ni
haya continuidad en la condición de miembro o exista una estructura desarrollada.
Por tanto, interpretando la norma del Código Penal en relación con la contenida
en la Convención de Palermo, la codelincuencia se apreciaría en los casos de
agrupaciones o uniones de solo dos personas, o cuando estando integradas por más de
dos personas, se hubieran formado fortuitamente para la comisión inmediata de un
delito.
Afirmación ésta que no resulta asumible por cuanto en el apartado segundo del
factum se considera probado que los acusados López Lamas, Pedro Sánchez y Carlos
Espuny entraron en casa del Sr. Amrani portando dos pistolas, una de ella la
semiautomática marca Star 9 mm, nº serie 275117ª que llevaba el primero, y en el
apartado cuarto en la composición para cometer el delito de robo violento en la casa
del Sr. Saladriga, al ser detenidos López Lamas, Pedro Sánchez y HOSSEIN
Bentarif, se le ocupó al primero la misma pistola semiautomática.
Por ello nos encontramos ante un grupo estable cuyo fin era la comisión de
delitos de robo en casa habitada y al menos en dos de ellos, uno de los acusados
portaba una pistola semiautomática con conocimiento por parte de todos ellos. Siendo
así si entre los integrantes del grupo existía esa relación de asociación para la
comisión de delitos de robo y todos los intervinientes se aprovechaban del porte y
exhibición de la pistola, la concurrencia del tipo agravado del art. 570 ter 2 b) debe
ser mantenida.
128
La teoría de las desviaciones previsibles reiteradamente aceptada por esta Sala
y cuyo campo de actuación, primordialmente se presenta en delitos contra la
propiedad concurriendo violencia en su actuación, como es el caso.
Según tal teoría, el previo concierto para llevar a cabo un delito de robo con
violencia --que es el caso más usual-- que no excluya a priori todo riesgo para la vida
o integridad corporal de las personas, responsabiliza a todos los partícipes directos
del robo con cuya ocasión se causa muerte o lesiones a la víctima o a otra persona,
aunque tal acción concreta haya sido emprendida por solo uno de los ejecutores del
delito de robo, y ello con el argumento de que todo partícipe en el acto de robo en la
medida que prevé la posible y razonable oposición del sujeto pasivo que va a tratar de
defender su patrimonio y la reacción violenta de los asaltantes para neutralizar
aquella defensa, está asumiendo, al menos vía dolo eventual, pero dolo al fin y al
cabo, las consecuencias lesivas o mortales derivadas de la acción de uno de los
asaltantes para neutralizar aquella defensa.
131
la realización del tipo con dominio de la acción, que será funcional si existe la
división de funciones entre los intervinientes, pero todas con ese dominio de la acción
característico de la autoría.
3) No es necesario que cada coautor ejecute por sí mismo los actos materiales
integradores del núcleo del tipo. En consecuencia, a través del desarrollo del "pactum
sceleris" y del co-dominio funcional del hecho cabe integrar en la coautoría, como
realización conjunta del hecho, aportaciones no integrantes del núcleo del tipo , que
sin embargo contribuyen de forma decisiva a su ejecución.
132
5) Según la teoría del dominio del hecho, son coautores los que realizan una
parte necesaria en la ejecución del plan global aunque sus respectivas contribuciones
no reproduzcan el acto estrictamente típico, siempre que, aún no reproduciéndolo,
tengan el domino funcional del hecho, de suerte que sea este, en un sentido muy
preciso y literal, un hecho de todos que a todos pertenezca . A este respecto, se afirma
que entre los coautores se produce un vínculo de solidaridad que conlleva la
imputación recíproca de las distintas contribuciones parciales; esto es, cada coautor es
responsable de la totalidad del suceso y no solo de la parte asumida en la ejecución
del plan conforme a un criterio de la distribución de funciones.
6) La realización conjunta del hecho solo requiere que los coautores sumen
conscientemente sus actos en función de una finalidad objetiva común manifestada en
la acción. Solo pueden ser dominados los hechos que se conocen.
7) Cuando uno de los coautores "se excede" por su cuenta del plan acordado,
sin que los demás lo consientan, el exceso no puede imputarse a los demás, porque
más allá del acuerdo no hay imputación recíproca. De no entenderlo así se vulneraría
el principio de responsabilidad subjetiva y el de culpabilidad por el hecho. No
obstante, sí responderán los coautores de las desviaciones de uno de ellos que fueran
previsibles y asumidas por los restantes, de suerte que en la conducta de estos
concurran los elementos propios del dolo eventual.
134
habitual de los hechos emprendidos, es decir, que de acuerdo con las circunstancias
del caso concreto, no quepa considerar imprevisibles para los partícipes.
136
de modo que cualquier otra ofensa de cualquier otro bien jurídico protegido, en este
caso la salud y vida del cliente (pero igualmente podría ser la libertad sexual de otra
persona presente en los hechos), ha de merecer calificación e imputación aparte pues
el hecho de que se haya producido, en terminología clásica, «con ocasión de robo»,
no descarta su innecesariedad a efectos depredatorios y, más que suponer, exige una
ampliación del dolo del autor, primera y fundamentalmente dirigido contra el
patrimonio ajeno por vía de amenaza o coacción sobre aquel que lo tenga bajo su
custodia. Es decir, la violencia o intimidación que como requisito típico se
encuentran en el robo surgen ex novo, con significación distinta, como arranque de
un ulterior delito y no como continuación lógica de lo que en su inicio se planteó
estrictamente como ataque al patrimonio con apoyo medial en el recurso a la
violencia o intimidación para doblegar la voluntad adversa del sujeto pasivo.
137
Por otro lado, sabido es que la propia mecánica ejecutiva de algunos delitos
exige para la consumación típica una especie de anuencia, colaboración o actividad
por parte del sujeto pasivo, como es el caso de la estafa. Sin embargo, en la mayoría
de los supuestos criminales objeto de consideración hipotética el sujeto pasivo
permanece inactivo y en algunos, como en el examinado, su resistencia a la
depredación puede incrementar notablemente la violencia o intimidación de que es
víctima.
Por consiguiente, tanto por el tiempo de la detención como por la forma y las
condiciones en que tuvo lugar la privación de la libertad de las víctimas se considera
140
que la aplicación del concurso ideal-medial previsto en el art. 77 del C. Penal se
ajusta a derecho.
A los efectos del delito de robo la ausencia de una prueba específica sobre la
preexistencia (art. 364 LECrim) tampoco invalida la condena. Las declaraciones de la
víctima pueden entenderse suficientes para considerar acreditado ese dato. No se
adivina qué razones podría albergar para introducir una falsedad de ese tenor en su
relato.
143
estancados o sometidos su transmisibilidad a requisitos de la Ley (SSTS. 20.2.92,
9.4.90).
a. CONSUMACIÓN
b. CONSPIRACIÓN Y TENTATIVA
144
Los arts. 17 y 18 CP, contemplan lo que doctrinalmente se ha venido llamando
resoluciones manifestadas de voluntad, que tienen en común con los actos
preparatorios el quedar fuera de la ejecución o materialización del delito, en tanto en
cuanto no afectan al núcleo del tipo, ya que el sujeto realiza una manifestación de
voluntad, cuya naturaleza inmaterial les distingue de los auténticos actos
preparatorios. Tanto respecto a los actos preparatorios como a las resoluciones
manifestadas, rige la norma general de su no punición. Solo excepcionalmente se
castigarían éstas últimas cuando de forma expresa los prevea la Ley (SSTS. 440/2006
de 7.4, 841/2006 de 22.9, 1145/2006 de 23.5).
145
que se pacta y la decisión de llevarlo a cabo.
Por tanto existe conspiración cuando dos o más personas se conciertan para la
ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo, pero tal infracción desaparece y se
disipa como forma punible sancionable cuando el hecho concertado pasa a vías
ulteriores de realización cualquiera que estas sean, ya que entonces esas ejecuciones
absorben por completo los conciertos e ideaciones anteriores al ser estos puestos en
marcha (SSTS 543/2003, de 20-5, 120/2009, de 9-2).
Por ello, la independencia topológica de estos delitos es más aparente que real
porque, de un lado, el artículo 17.1 nos indica que la conspiración siempre habrá de ir
dirigida a la "ejecución de un delito" y, de otro, porque el módulo cuantitativo de la
pena que pueda corresponder se hace depender de la que haya de aplicarse al delito
pretendido (delito "matriz"), en este caso concreto, al tratarse de delito de robo, art.
269 CP, con la pena inferior en uno o dos grados a los previstos para aquél.
148
pasivo. En estos casos, se atenderá a la naturaleza del hecho y del precepto infringido
para aplicar o no la continuidad delictiva”.
149
en cuanto atenta a la vez al patrimonio y a la libertad de las personas, daño típico de
ofensa a bienes evidentemente personales que adquiere una significación especial y
que impide apreciar la continuidad delictiva, tanto entre distintos robos con violencia
o intimidación, como entre robo con violencia y robo con fuerza en las cosas o hurto”
( STS 97/2010, 10 de febrero, confirmando la tesis proclamada, entre otras muchas,
en las SSTS 782/1998, 5 de junio; 1677/1999, 24 de noviembre; 78/2000, 31 de
enero; 1564/2002, 7 de octubre y 1572/2003, 25 de noviembre).
22. CONCURSO
150
Por el contrario, habrá concurso de delitos cuando la detención ilegal tenga
entidad propia y suficiente, distinta de la necesaria para el desapoderamiento. El
concurso será ideal (art. 77 C.P.) cuando la detención sea medio necesario para
cometer el robo y se produzca durante la dinámica comisiva del mismo, siempre que
la significación ilícita de la detención tenga tal relevancia que no quepa afirmar su
absorción en el robo como elemento integrante de la violencia o intimidación propia
de este último. Así se viene pronunciando esta Sala en casos de duración de la
detención claramente excesiva, aunque, como dice, haya que comprender la dificultad
que existe para distinguir este supuesto del de concurso de normas También en los
supuestos en los que concurra una especial intensidad de la antijuridicidad de la
privación de libertad, bien por la dinámica comitiva o por la crueldad e
innecesariedad. No es posible proporcionar criterios claros de naturaleza temporal
para afirmar la concurrencia, si de normas o de delitos, en los supuestos de detención
y robo y habrá de acudirse a cada supuesto concreto. En el caso de esta casación, la
detención es prolongada, entre media hora y una hora, las víctimas permanecen
atadas y esa detención se prolonga más allá del necesario para el registro y robo,
siendo aprovechado para sustraer el coche de las víctimas.
152
(STS 809/2010, de 29-9); 20 minutos (STS 372/2010, de 29-4); 30 minutos (STS
609/2013, de 28-6); 50 minutos (STS 878/2009, de 7-9); y una hora (STS 50/2004, de
30-6).
154
La fórmula incluida en el artículo 77.3 CP establece que cuando uno de los
delitos sea medio necesario para cometer el otro “Se impondrá una pena superior a la
que habría correspondido, en el caso concreto, por la infracción más grave, y que no
podrá exceder de la suma de las penas concretas que hubieran sido impuestas
separadamente por cada delito. Dentro de estos límites, el juez o tribunal
individualizará la pena conforme a los criterios expresados en el artículo 66. En todo
caso, la pena impuesta no podrá exceder del límite de duración previsto en el artículo
anterior.”
El nuevo régimen punitivo del concurso medial consiste en una pena de nuevo
cuño que se extiende desde una pena superior a la que habría correspondido en el
caso concreto por la infracción más grave, como límite mínimo, hasta la suma de las
penas concretas que habrían sido impuestas separadamente por cada uno de los
delitos, como límite máximo.
Entre uno y otro supuesto existe una diferencia esencial u ontológica que radica
en que en el concurso de normas el hecho o conducta unitaria es único en su vertiente
natural y en la jurídica, pues lesiona el mismo bien jurídico, que es protegido por
todas las normas concurrentes, con lo que la sanción del contenido de la
antijuridicidad del hecho se satisface con la aplicación de una de ellas, porque la
aplicación de las demás vulneraría el mencionado principio del "non bis in idem". En
cambio, en el concurso ideal de delitos, el hecho lesiona distintos bienes jurídicos,
cada uno de los cuales es tutelado por una norma penal concurrente, de suerte que
aquel hecho naturalmente único es valorativamente múltiple, pues su antijuridicidad
es plural y diversa, y para sancionar esa multiplicidad de lesiones jurídicas es
necesario aplicar cada una de las normas que tutelan cada bien jurídico lesionado.
Es el propio artículo 242.1 el que establece que "el culpable del robo con
violencia o intimidación en las personas será castigado con la pena de prisión de dos
a cinco años, sin perjuicio de la que pudiera corresponder a los actos de violencia
física que realizara".
158
25. ROBO Y EXTORSIÓN
Pero no es preciso que ese perjuicio llegue a producirse, ni siquiera que llegue
a ejecutarse el acto dispositivo, para considerar consumada la infracción, que alcanza
159
esa consumación con el mero hecho de que el sujeto pasivo lleve a cabo el acto o
negocio jurídico compelido. lo restante pertenecerá ya no a las fases de ejecución del
ilícito sino a las de su agotamiento.
a. INTRODUCCIÓN
Con carácter general ha llegado a decirse que quien ignora el Derecho extranjero
y la doctrina surgida en torno al mismo se priva de un medio de comprensión e
interpretación del propio y en un estudio técnico-jurídico como el abordado no se puede
desdeñar tal método de investigación científica.
160
resulta especialmente fructífera cuando tiene por objeto el ordenamiento de países con
semejante nivel de desarrollo.
b. SISTEMA FRANCÉS
162
Las peculiaridades propias del mundo jurídico anglosajón responden,
obviamente, a parámetros que, también en este ámbito, resultan extraños a la tradición
continental europea.
1. El sistema francés.
Con la promulgación del Código penal de 1810 se inauguró en Francia una
peculiar sistemática de las infracciones de apoderamiento de cosas muebles de ajena
pertenencia en su conjunto. En efecto, el art. 379 del Texto napoleónico ya abarcó con
la etiqueta legal de vol lo que en otros sistemas se diferenciaría como hurto o robo. La
concurrencia de fuerza en las cosas, violencia, intimidación o amenazas personales
constituían posibles cualificaciones con relevancia, exclusivamente, en la entidad de la
pena aplicable. Con el paso de los años no resultaron afectadas las líneas maestras de tal
estructura, limitándose las sucesivas reformas a meros retoques actualizadores.
En el continente europeo el Código belga ha sido uno de los más influidos por la
solución político-criminal francesa, con respeto incluso de la terminología en la misma
contenida. En el continente americano el Código penal de Haití, y por razones obvias, es
uno de los pocos cuerpos legislativos que en aquel ámbito geográfico refleja algo más
que la influencia francesa; en efecto, supone prácticamente la reproducción literal del
Texto de Napoleón.
163
En México, su Código penal ofrece una estructura semejante; si bien la
terminología tradicionalmente utilizada es la de robo (es mucho más frecuente la
inclusión de los robos bajo el nombre de hurto que la propuesta contraria), para abarcar
todo apoderamiento de una cosa mueble ajena, sin derecho y sin consentimiento de la
persona que puede disponer de ella con arreglo a la ley.
Con el robo simple coexisten, entre otras, las modalidades caracterizadas por el
uso de violencia en las personas, que especialmente me interesan. En tales casos (art.
164
372) a la pena que corresponde a la tipicidad básica se añadirán de seis meses a cinco
años de prisión; sin perjuicio de aplicar las «reglas de la acumulación» si la violencia
constituyere otro delito. Violencia que, en el art. 373, se distingue entre física y moral:
la primera integrada por la fuerza material que para lograr la depredación se hace sobre
una persona; la segunda, cuando se amaga o amenaza a una persona con un mal grave,
presente o inmediato capaz de intimidarlo.
Resulta sorprendente el primitivismo, dicho sea con todos los respetos hacia la
cultura dominicana, de contemplar como agravación de hurtos simples (allá llamados
robos) por el uso de «cestos, sacos u otros objetos análogos» (art. 388), que sólo
aumentan pero moderadamente la capacidad ofensiva del sujeto activo sobre el
patrimonio ajeno, así como el mantenimiento de la consumación anticipada de los robos
con la impudorosa expresión «la tentativa de los robos previstos en este artículo será
castigada como el delito consumado», previsión que no se establece de modo general
para todos los robos sino sólo para los robos de ganado, maderas y cosechas, arrancadas
o por arrancar.
Con lenguaje depurado y claro y con una ordenación sistemática similar a la del
código colombiano, se parte de una definición clásica de hurto (art. 207: ánimo de lucro,
apoderamiento de cosa mueble total o parcialmente ajena) para construir a continuación
en el art. 208 tipos agravados de hurto por violencia ejercida sobre las cosas (llaves
falsas, escalamiento) así como agravaciones por el objeto material (cosas destinadas a
servicio público, ganado, vehículos de motor) y circunstancias que hemos de considerar
genéricas como la pluralidad de autores, el disfraz, o el aprovechamiento de
calamidades públicas. Finalmente, el art. 212 enumera los tipos de hurto agravado por
obrar «mediante violencia en la persona», estableciendo una segunda batería de
169
agravaciones para el robo violento por aprovechamiento de estragos, pluralidad de
autores y exhibición o uso de armas de fuego o explosivos.
Como no podía ser de otra forma dada la tradición francófona del país y su
pasado colonial francés, el Código penal de Haití, redactado en lengua francesa,
organiza las tipicidades de apoderamiento a partir de la definición de «vol» (art. 324:
Quiconque a soustrait fruduleusement une chose qui ne lui appartient pas, est coupable
de vol), estableciendo a continuación una tipicidad de robo intimidatorio cometido por
individuos «porteur d'armes avec menace d'en faire usage» (art. 326) al que apareja una
penalidad de trabajos forzados a perpetuidad, y una ulterior tipicidad que aglutina el
robo con fuerza en las cosas (art. 327: escalade, fausses clefs, effraction) y el robo con
violencia «lors même qu'il n'a pas laissé aucune trace de blessure ou de contusión», al
que igualmente apareja la pena de trabajos forzados a perpetuidad. Tras establecer un
supuesto especial de robo cometido con nocturnidad por dos o más sujetos, o bien con
una sola de las circunstancias pero en casa habitada, edificio destinado al culto o camino
público (art. 328), regula los robos cometidos por empleados en general y por quienes
regenten hoteles o presten servicios así como por su empleados (art. 329) alcanza
finalmente la regulación de los robos simples, sin circunstancias modificativas,
estableciendo un precepto residual (art. 330: Les autres vols non spécifies...) para el
caso de que en el hecho delictivo no concurra ninguna de las circunstancias previamente
establecidas como agravaciones que es, digámoslo así, el supuesto esperado por el
legislador, que recurre en este caso a la pirámide inversa de más a menos que fue
170
tradicional en la ordenación sistemática de los tipos de apoderamiento en nuestra
historia codificadora.
ANTECEDENTES DE HECHO:
171
Sobre las 9,45 horas del día 22 de diciembre de 1996, abordaron a A.H.P., en la estación
de metro de Plaza AAAAAAAA de esta Capital, y le conminaron verbalmente y de
forma perentoria, a que les entregase todo lo que llevaba encima, apoderándose así de
1.000 pts. en metálico, unas botas y una tarjeta de crédito, efectos valorados en 15.000
pts., dándose a la fuga a continuación.
Sobre las 19,55 horas del día 25 de Diciembre de 1996, abordaron a R.V.G., D.C.G. y
M.A.C.G., cuando se encontraban en la estación de metro de BBBBBBBB de esta
capital, y les conminaron, con su coercitiva actitud, a todos ellos, a entregarles todo
cuanto de valor llevasen, apoderándose de una cadena de oro de R.V.G., valorada en
20.000 pts. y 2.000 pts. en metálico, de una cazadora, de unos guantes y un reloj
pertenecientes a D.C.G., valorados en 34.000 pts. y de una cadena de oro, tasada en
10.000 pts. y de 3.000 pts. en metálico, pertenecientes a M.A.C.G., dándose a la fuga.
Sobre las 22,55 horas del día 10 de enero de 1997, los tres acusados, en unión de otro no
identificado, se acercaron a D.Q. y a R.A., cuando se encontraban en el Parque
CCCCCCCC de esta capital, y tras conminarles con una navaja, se apoderaron de
diversas prendas de vestir de D.Q, así como de 3.000 pts. en metálico y de otras 2.000
pts. en metálico pertenecientes a R.A. D.Q., en el transcurso de este hecho, resultó con
lesiones, de las que tardó 1 día en curar, sin que se haya podido acreditar que su autor
fuera el acusado I.G.
Sobre las 23,45 horas del día 27 de diciembre de 1996, los acusados C.E.P.T. e I.G. en
unión de un tercero no identificado, abordaron a C.J.O. en un vagón de metro, que
circulaba entre las estaciones de DDDDDDDD y EEEEEEEE de esta capital, y le
conminaron verbalmente de manera coercitiva a entregarle una cadena de oro que
portaba, valorada en 45.000 pts., lo que así hizo éste, con la que se dieron a la fuga, y
172
Sobre las 16,45 horas del día 19 de enero de 1997, el acusado I.G.en unión de otra
persona, se acercó a J.M.A. cuando se encontraba en un vagón de metro, que circulaba
entre las estaciones de FFFFFFFF y DDDDDDDD, y le conminaron también a
entregarle el dinero que llevase, apoderándose de esta forma de 300 pts., con las que se
dieron a la fuga.
FALLAMOS:
173
QUINTO.- Que condenamos a J.A.P.C., como autor responsable de un delito de robo
con intimidación descrito en el hecho A), sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de responsabilidad criminal, a la pena de DOS AÑOS DE PRISIÓN, con
la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena.
SEXTO.- Que condenamos a J.A.P.C., como autor responsable de un delito de robo con
intimidación descrito en el hecho B), sin la concurrencia de circunstancias modificativas
de responsabilidad criminal, a la pena de DOS AÑOS DE PRISIÓN, con la accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena.
DÉCIMO.- Que absolvemos a J.A.P.C., del delito de robo con intimidación que se le
imputaba en el hecho F), con todos los pronunciamientos favorables.
175
DECIMOSÉPTIMO.- El acusado C.E.P.T. deberá abonar las 4/15 partes de las costas
de este juicio, J.A.P.C. las 5/15 partes e I.G. otras 5/15 partes, siendo el 1/15 restante de
oficio.
Recurso de C.E.P.T.
ÚNICO.- Por infracción de Ley, al amparo del art. 849.1 LECr., por inaplicación del art.
2422.3 CP.
Recurso de J.A.P.C.
ÚNICO.- Por infracción de Ley, al amparo del art. 849.1º LECr., por no aplicación del
párrafo 3º del art. 242 CP.
5. Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a trámite quedando
conclusos los autos para señalamiento de deliberación y fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
A. Recurso de J.A.P.C.
176
PRIMERO.- El único motivo de este recurrente se contrae a la denuncia de la infracción
del art. 242.3º CP. Sostiene el recurrente que la intimidación sólo es verbal, sin armas ni
medios peligrosos. Reconoce que se exhibió una navaja, de la que señala que no constan
sus características y ello sucedió en un lugar concurrido. Asimismo se alude al bajo
valor de lo sustraído.
En principio la Sala no puede compartir la tesis del recurrente, que viene a decir que al
no concurrir la circunstancia de agravación del empleo de armas, debe aplicarse
necesariamente la atenuación que prevé el art. 242.3º CP. Este punto de vista resulta
erróneo aunque se admita que la comisión del robo con armas o medios peligrosos no
excluye per se la atenuación prevista en dicha disposición. Además, es preciso tener en
cuenta que, ante todo, en los hechos probados se ha establecido que, en dos de los
cuatro robos que componen el delito continuado por el que ha sido condenado el
recurrente, los autores han empleado una navaja. Por lo tanto, no cabe afirmar como
hace la Defensa que la intimidación sólo ha sido verbal. Como es sabido, tratándose de
un delito continuado, si en uno de los hechos concurre una circunstancia agravante todo
el delito debe ser sancionado con la agravación. Ello es consecuencia de que el delito
continuado no puede ser considerado como un fundamento atenuante de la pena.
Por otra parte, no se puede ignorar que los casos, en los que la intimidación se realizó
sin armas, fueron ejecutados por dos o tres de los acusados, lo que pone de manifiesto
que, en todos los robos los acusados se han valido de la superioridad que el número les
proporcionaba. Esta superioridad califica el hecho de tal manera que excluye la
posibilidad de considerar la intimidación como de menor entidad, pues es evidente que
hubiera cabido, muy probablemente, la aplicación de la agravante genérica del art. 22,2º
CP. Consecuentemente, si el hecho se ve agravado por la incapacidad de defensa de la
víctima aprovechada por los coautores, la atenuación extraordinaria del art. 242,3º CP.
pierde toda base de apoyo.
B. Recurso de C.E.P.T.
SEGUNDO.- Los mismos argumentos del anterior recurrente son los que han servido de
base para el recurso de este recurrente.
177
El recurso debe ser desestimado por las mismas razones expuestas en el Fundamento
Jurídico anterior.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
178
El también encausado don F.R.R. es mayor de edad y está ejecutoriamente condenado
por sentencia firme de 7 de diciembre de 1993 a la pena de 4 años y 9 meses de prisión
por delito de robo.
Sobre las 22:30 horas del día 2 de enero de 1997, A.E.M., en unión de otros cuatro
individuos no identificados -ocultando los cinco sus rostros con pasamontañas o similar-
, puestos de común acuerdo y con la intención de obtener un beneficio patrimonial
ilícito, llamaron a la puerta del domicilio de don J.J.F. (sito en la calle AAAAAAAA.
de La Mojonera), portando A.E.M. una escopeta de cañones recortados de la que se
desconocen sus características, estado de conservación y funcionamiento, y los otros
cuatro al menos dos cuchillos y otra arma recortada.
Tras abrir al puerta el Sr. J.J.F. y percatarse de las circunstancias antes dichas, trato de
cerrar la misma, abalanzándose sobre él los cuatro individuos no identificados los cuales
forcejearon con él causándole lesiones que sólo precisaron primera asistencia facultativa
tardando siete días en curar. Al propio tiempo, A.E.M. se dirigió a la parte de arriba de
la casa y cogió de un bolsillo de un pantalón 120.000 pts. en metálico.
En esta tesitura, como quiera que la Sra. V.L. (esposa del Sr. J.J.F., que se encontraba
en la cocina con dos de sus hijos) fue alertada por su marido para que avisara a la
policía, procedió a salir al patio que hay junto a la misma a pedir auxilio. Oído esto por
A.E.M., bajó y la obligo a entrar en la casa, momento en que la señora le vio el rostro al
tener el pasamontañas levantado.
Durante el forcejeo, el Sr. J.J.F. logró hacerse con uno de los cuchillos que portaban los
sujetos, los cuales se dieron a la fuga una vez que A.E.M. les indicó que habían logrado
hacerse con el botín.
179
como a que indemnice a don J.J.F. en 148.000 pts.; imponiéndole la mitad de las costas
de esta instancia.
Debemos absolver y absolvemos a don F.R.R. del delito de robo y falta de lesiones de
que venía acusado, declarando de oficio la mitad de las costas de esta instancia.
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por infracción de
Ley y de precepto constitucional, por la representación del acusado A.E.M., que se tuvo
por anunciado, esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias
para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.
MOTIVO PRIMERO.- Por infracción de Ley, al amparo del artículo 849.1 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, infracción de un precepto penal de carácter sustantivo. Esta
representación entiende, con los debidos respetos, que la sentencia recurrida infringe los
artículos 27, 28 y 29 del Código Penal, ya que en virtud del principio de
individualización de la pena, nadie puede ser condenado por un delito o falta que no ha
cometido, y según los hechos probados en la sentencia recurrida los que se abalanzaron
sobre el Sr. J.J.F., forcejeando con él y causándole lesiones que solo precisaron una
primera asistencia facultativa, tardando siete días en curar, fueron los cuatro individuos
no identificados, por lo que mi mandante no realizó tales lesiones. Asimismo
entendemos se infringe el artículo 22.2 del Código Penal, ya que según los hechos
probados la señora de Don J.J.F. pudo ver la cara de mi mandante al tener el
pasamontañas levantado, y por lo tanto no hay ocultación o desfiguración del rostro o
facciones. Asimismo, al no ser responsable de una falta de lesiones tampoco podrá ser
condenado al pago de 28.000 pesetas a Don J.J.F. por los siete días que tardó en curar
de las lesiones, ya que en caso contrario se estarían infringiendo los artículos 19, 116 y
siguientes del Código Penal.
180
MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley al amparo del artículo 849.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, existiendo error en la apreciación de la prueba. En el parte
facultativo que se le hace a don J.J.F. en el Centro de Atención Primaria, no consta que
se le dieran puntos de sutura, y por otro lado, no puede ser medio probatorio la prueba
documental que se tiene por reproducida, pero no es leída en el Juicio Oral, bajo el
principio de contradicción, oralidad, inmediación y publicidad y en este caso tampoco
comparecieron, ni el facultativo que atendió al Sr. J.J.F. el día 3 de enero de 1.997, ni el
médico forense que certifico su sanidad. Por lo que no se ha probado, ni que el Sr. J.F.
tuviese las lesiones que se establecen en la Sentencia recurrida, ni que tardara 7 días en
curar de las mismas.
5.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso, solicitando la inadmisión de todos los
motivos interpuestos, la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los autos para
señalamiento de Fallo, cuando por turno correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
181
Y en el presente caso, como se recoge en el Fundamento de Derecho Segundo de la
sentencia de instancia, sí existe tal prueba consistente en las manifestaciones de A.V.L.,
ocupante de la vivienda invadida, que tanto en el reconocimiento en rueda verificado en
el Juzgado de Instrucción como en la vista oral, reconoció como uno de los autores del
hecho a A.E.M., sin ningún género de dudas, precisando que lo vió en el patio cuando
llevaba el pasamontañas subido.
La valoración de la prueba, sobre todo si es directa como ahora ocurre, queda fuera del
ámbito casacional. Una vez constatada su existencia y comprobada su legitimidad y
constitucionalidad, la casación no permite alterar las apreciaciones llevadas a cabo por
la Audiencia Provincial; que en este caso se consideran lógicas y racionales.
Sin que se pueda invocar el principio in dubio pro reo al no detectarse duda alguna
respecto a A.E. en el Tribunal de instancia.
Como recuerda el Fiscal en su informe, esta Sala ha declarado que el acuerdo previo
entre dos o más personas para cometer un delito, obrando cada uno en cumplimiento del
182
papel que le hubiera sido asignado al confeccionar el proyecto delictivo, establece un
vínculo de solidaridad entre ellos que les hace responsables igualmente y en el mismo
grado cualquiera que sea la parte de cada uno en el total del hecho.
Por ello, dada la intervención principal del acusado en los hechos ejecutados en la noche
de autos en el domicilio de J.J., puesto de acuerdo con los otros individuos, hay que
concluir que no ha existido la denunciada infracción de los mencionados preceptos
sustantivos penales.
Siendo evidente que el uso de pasamontañas o prenda similar constituye disfraz (véase
sentencia de 5 de marzo de 1999), en principio hay que partir de la concurrencia de esa
circunstancia agravante.
Cierto que en los hechos probados se recoge que A.V.L. esposa de J.J.F., cuando
alertada por las voces de su marido salió al patio que hay junto a la cocina a pedir
auxilio, vio el rostro de A.E. que tenía el pasamontañas levantado.
Más, como dice el Fiscal en su informe, no puede negarse que el acusado pretendió
impedir su identificación, y que objetivamente la dificultó en la ejecución del hecho, por
más que en algún momento se subiera el pasamontañas.
183
Como ha dicho esta Sala la agravante de disfraz opera precisamente porque el inculpado
no consigue evitar su identificación, lo que puede ocurrir cuando es visto por algún
testigo antes de colocarse el disfraz, o tras desprenderse del mismo.
Por otra parte, como dice la citada sentencia de 5 de marzo de 1999, cuando, como
ocurre en el presente caso, se planea un delito concertado que uno o varios de los
intervinientes utilicen disfraz como medio para facilitar la comisión del delito o lograr
su impunidad, en beneficio de todos los partícipes, la circunstancia agravante se aplica a
todos ellos.
CUARTO.- El Motivo Segundo se formula al amparo del número 2 del artículo 849 de
la Ley Procesal Penal, por error en la apreciación de la prueba.
En él se alega:
Que en el parte del Centro de Atención Primaria de Roquetas de Mar no consta se diera
a la víctima puntos de sutura.
Que ni dicho parte ni el informe del Médico Forense fueron leídos en el juicio oral, acto
en el que no intervinieron los médicos firmantes de los mismos, por lo que no puede
darse por probado que J.J.F. sufriera lesiones, ni que éstas tardaran en curar 7 días.
Ante todo se debe hacer constar que en la narración fáctica de la sentencia de instancia,
en relación a las lesiones causadas, se afirma que solo precisaron primera asistencia
facultativa tardando siete días en curar, sin mencionar puntos de sutura, por lo que no
existe discordancia alguna con el mencionado parte.
En relación al informe médico forense señala el Fiscal que constituye una pericia
oficial, por lo que merece la consideración formal de medio de prueba hábil a efectos de
la presunción de inocencia, cuando ha sido solicitada por la autoridad judicial y unida a
las actuaciones sin impugnación alguna procedente de las partes.
184
Efectivamente, ni en el escrito de defensa ni al comienzo de la vista se disintió de los
partes médicos ni se propuso como prueba las manifestaciones de los médicos
firmantes.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
185
Audiencia Provincial de la misma Capital que, con fecha 20 de octubre de 1998 dictó
sentencia que contiene los siguientes hechos probados:
Único.- Se declaran como tales los siguientes: Sobre las 17'15 horas del día 13 de
febrero de 1997, el acusado A.R.Z., mayor de edad y ejecutoriamente condenado en 19
de noviembre de 1996 por un delito de robo a la pena de tres años, seis meses y n día de
prisión, junto con otra persona, cuya identificación no se ha acreditado, conduciendo el
vehículo AAAAAAAA matrícula V-BD, desde la localidad de Paterna se desplazaron a
la población de Sagunto, y tras aparcar el vehículo en las cercanías de la calle
BBBBBBBB, donde en su número 40 se ubicaba la joyería CCCCCCCC, propiedad de
Dª A.H.G., -establecimiento que había sido inspeccionado por ambos el día anterior
haciéndose pasar por compradores interesados en la adquisición de unas joyas-
penetraron en su interior, después de comprobar la ausencia de clientes, primeramente
A.R.Z. y escasos momentos después el compañero no identificado, instante en que el
primero se abalanzó sobre la dependienta Dª M.A.G.C., a la que tiró al suelo asiéndola
fuertemente del cuello, apuntándole con una pistola que llevaba, cuyas características se
ignoran, la sujetó oprimiéndole la espalda con una rodilla y mientras la retenía en tal
situación, el acompañante procedió a coger de las estanterías y del escaparate,
introduciéndolas en unas bolsas que portaba, las siguientes joyas:
Sesenta y cinco cadenas de oro para el cuello con diferentes tipos de eslabones y peso
entre 15 y 30 gramos;
Una gargantilla de oro en forma de corazón central, con un zafiro azul incrustado
rodeado de brillantes;
Veinte brazaletes de oro, de diversos tipos de eslabón con un peso entre 30 y 50 gramos;
186
Ochenta juegos de oro, compuestos de par de pendientes y sortija, montadas en piedras
finas y circonitas;
Sesenta cruces de oro de distintos tamaños y formas; cuarenta medallas de oro, con un
peso medio de 5 gramos;
Las joyas han sido valoradas en 25.461.647.- pesetas, de las que fueron recuperadas
parte de ellas, entregadas a su propietaria, por un valor de 3.488.220.- pesetas, restando,
por lo tanto, un importe de 21.973.427.- pesetas por las no recuperadas. El dinero que se
llevaron tampoco ha sido recuperado.
187
criminal agravante de reincidencia, a la pena de cinco años de prisión por el delito y a la
pena de multa de un mes con una cuota diaria de mil pesetas por la falta y al pago de las
costas del proceso en su mitad, declarando la otra mitad de oficio y a que en concepto
de responsabilidad civil abone la cantidad de veintidós millones treinta y ocho mil
cuatrocientas veintisiete pesetas a Dª A.H.G. y la cantidad de 24.000 pesetas a Dª
M.A.G.C. por las lesiones.
PRIMERO.- Al amparo del nº 1 del art. 849 LECr., por infracción de Ley, por
aplicación indebida del art. 242,º y 2, y 617,1 del Código Penal en su relación con el
artículo 27 y 28 del mismo cuerpo legal.
CUARTO.- Al amparo del art. 5.4º LOPJ por infracción del art. 24.1º CE.
QUINTO.- Al amparo del art. 5.4º LOPJ por infracción del art. 120.3º CE.
188
5.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a trámite quedando
conclusos los autos para señalamiento de deliberación y fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
PRIMERO.- Los motivos cuarto y quinto del recurso deben ser tratados en primer
término, dado que se refieren a la validez extrínseca de la sentencia. En el cuarto
sostiene el recurrente que se ha vulnerado su derecho a la tutela judicial efectiva al no
haberse expresado en la sentencia todas las pruebas practicadas. En el quinto se alega la
carencia de motivación de la sentencia recurrida, pues no se habría expresado por el
Tribunal a quo en qué hechos fácticos, declaraciones testificales (...) declaraciones en el
plenario (...) así como no contra la identidad de la otra persona que intervino en el robo.
También alega en este sentido que no se motiva la absolución del acusado R.C.G. La
materia de este último motivo se superpone con la del tercero, fundamentado en la
vulneración del derecho a la presunción de inocencia.
SEGUNDO.- El primer motivo del recurso, por su parte, está basado en el art. 849,1º
LECr. La Defensa alega la aplicación indebida de los arts. 242.1 y 2, y 617,1 CP. en
relación a los arts. 27 y 28 del mismo. Luego de hacer referencia a declaraciones
testificales de la instrucción y del juicio el recurrente termina afirmando que la
sentencia basa su fallo condenatorio en la confesión prestada por el acusado tanto en las
diligencias sumariales como en el acto del juicio oral. Esta parte del motivo se
superpone con el segundo motivo del mismo, basado en el art. 849,2º LECr. y en el que
se invocan los folios 642, 643, 644, así como los informes periciales. Por último la
Defensa afirma que se ha infringido el art. 242.3 en cuanto a la imposición de la pena.
1. Los documentos citados por el recurrente no cumplen con las exigencias del art.
849,2º LECr., dado que sus constancias no son vinculantes para el Tribunal a quo. Sobre
todo porque éste ha basado su convicción en la confesión del acusado y ninguno de los
documentos citados, aunque fueran reconocidos como idóneos a los efectos del art.
849,2º LECr., contradice en modo alguno la mencionada confesión. Por lo demás, el
recurrente no explica qué razones habría para considerar que la Audiencia incurrió en
error al valorar la prueba documental que invoca.
190
probado que ocurrió no puede infringir ninguna ley penal ni tampoco ningún derecho
constitucional.
Sin perjuicio de ello, se debe señalar que la convicción obtenida por el Tribunal en el
juicio oral respecto de la prueba allí producida, no es impugnable en casación, como lo
pretende la Defensa, sobre la base de declaraciones prestadas en la instrucción.
3. La aplicación del art. 242.3 CP., por último, sólo es pertinente cuando la violencia
haya sido de menor entidad. En principio éste no es el caso cuando la violencia ha
producido consecuencias que, por sí mismas, son constitutivas de un hecho punible,
aunque éste sólo se manifieste en una falta. En efecto, el acusado no redujo su violencia
sobre la dependienta de la joyería sólo a impedir que ésta actuara en defensa de las joyas
que se apoderó, sino que la golpeó y le produjo lesiones que configuran una falta, que
en ninguno de los motivos del recurso ha sido argumentalmente contestada por el
Defensor.
FALLO:
191
ANTECEDENTES DE HECHO:
2.- En la citada Sentencia se declararon probados los siguientes hechos: "Sobre las
22,30 horas del día 22 de octubre de 1.997 I.S.L., de 32 años de edad, toxicómano, vio
como A.I.M., y su hija A.M.M. transitaban por la calle XXX de Punta Umbría, tras
haber cerrado el kiosco que la primera de ellas tiene en dicha calle, y cuando iban por la
calle XXX, Ignacio se acercó por detrás y con intención de apropiárselo para subvenir a
su adicción a estupefacientes, trató de arrebatarle el bolso a A.I.M. de un fuerte tirón, y
como no consiguió soltar el asa del hombro donde lo llevaba, con una navaja cortó la
correa, obteniendo así su propósito, huyendo con el bolso en su poder, que contenía
75.000 ptas. y efectos personales no recuperados, no sin antes ser golpeado con el
paraguas que tenía A.M.M.. Tanto una como otra reconocieron en ese instante a
Ignacio, al que veían casi a diario por la calle XXX, y a veces acercarse a comprar al
kiosco. Tras su permanencia en prisión provisional por esta causa, Ignacio ingresó en el
Centro de Rehabilitación de Drogodependientes "Naim" donde permanece en la
actualidad con evolución favorable a su deshabituación.".
3.- Notificada la Sentencia a las partes, la representación procesal del procesado anunció
su propósito de interponer recurso de casación que se tuvo por preparado en Auto de 5
de marzo de 1.999, emplazándose seguidamente a las partes para que hiciesen uso de su
derecho ante esta Sala.
4.- Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo el día 30 de junio de 1.999, la Procuradora Dña. Paloma Rabadán Chaves, en
nombre y representación de I.S.L., interpuso el anunciado recurso de casación
192
articulado en un único motivo por infracción de ley al amparo del n° 1 del art. 849
LECr., por indebida aplicación del art. 242.2 CP.
5.- El Excmo. Sr. Fiscal, por medio de escrito fechado el 11 de noviembre de 1.999,
evacuando el trámite que se le confirió, y por las razones que adujo, se opuso a la
admisión del único motivo del recurso y, subsidiariamente, lo impugnó.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Único.- En el único motivo del recurso, que se ampara en el art. 849.1° LECr, se
denuncia una aplicación indebida a los hechos probados del apartado 2 del art. 242 CP.
La impugnación debe ser acogida. Como razonan el recurrente y el Ministerio Fiscal -
aunque éste no apoya el recurso- el uso de armas u otros medios peligrosos en el robo
con violencia o intimidación es el que se orienta a intensificar la violencia o reforzar la
intimidación, no el que incidentalmente puede servir para romper o fracturar el medio
material con que la cosa sustraída está defendida del extraño. En el caso enjuiciado por
la Sentencia recurrida, el acusado llevó a cabo un robo con violencia porque empleó el
procedimiento del "tirón", pero no utilizó la navaja frente a la víctima -no la hirió ni la
amenazó con ella- sino sólo para romper la correa del bolso que aquélla llevaba al
hombro, de forma que, siendo indiscutible que empleó violencia, puesto que no es
posible normalmente arrebatar algo de un tirón sin hacer alguna fuerza sobre la persona
despojada, el uso del arma no formó parte de la violencia ejercida sobre la víctima. Si el
uso de armas o medios peligrosos genera un tipo agravado de robo con violencia o
intimidación en las personas, es lógico interpretar que ese tipo se realiza cuando las
armas o medios peligrosos inciden -de modo lesivo o intimidativo- sobre las personas.
FALLO:
194
Así, por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D.
José Jiménez Villarejo, estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la
Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
VOTO PARTICULAR:
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
En su virtud, los hechos declarados probados son constitutivos de un delito de robo con
violencia en las personas, de menor entidad, previsto y penado en el art. 242.1 y 3 CP.
FALLO
Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D.
José Jiménez Villarejo, estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la
Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
ANTECEDENTES DE HECHO:
Segundo.- Asimismo el día 18 de octubre de 1.997, sobre las 14,45 horas, la acusada
A.M.M.S., en unión de otro individuo no identificado y utilizando el vehículo matrícula
V-CH, propiedad de S.C.A., que previamente había sido sustraído, en la calle
EEEEEEEE de Catarroja forzando la cerradura de la puerta delantera derecha, sin que
conste que hubiera participado en dicha sustracción la acusada, se dirigieron al
establecimiento comercial "FFFFFFFF" de Valencia, donde en el parking y desde
dentro del coche, la acusada dio un fuerte tirón del bolso que portaba G.G.P.,
apoderándose del mismo el cual contenía documentación, diversas tarjetas de crédito,
gafas de vista y 15.000 pesetas en metálico, dándose acto seguido a la fuga, faltando por
recuperar el dinero objeto de sustracción. (sic)
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Segundo.- El primer motivo, por el cauce del art. 849-1º de la LECriminal cuestiona el
reconocimiento que del recurrente se efectuó en el juicio oral, estimando que carece de
la aptitud de prueba de cargo concluyendo que no existe prueba que acredite que el
recurrente sea el autor de los hechos.
198
Sabido es que el cauce casacional utilizado exige la determinación del precepto de Ley
que se estime infringido, ya que todo el motivo se vertebra a través de un error iuris que
exige la identificación del precepto penal de carácter sustantivo que se estime
infringido, exigencia insoslayable que se sanciona con la inadmisión como se recuerda
en el art. 884-4º. Nada explicita el recurrente por lo que se incurre en la aludida causa de
inadmisión.
Todavía se puede acumular una nueva causa de inadmisión, pues siendo el presupuesto
de este cauce casacional el respeto al factum, el recurrente lo cuestiona al negar su
participación en los hechos, por lo que incurre en la causa de inadmisión del nº 3 del art.
884.
Esta doble causa de inadmisión, opera en este momento procesal como causa de
desestimación, solo recordar que como tiene reconocida la doctrina de esta Sala --entre
otras, STS nº 610/96 de 1 de Octubre--, la identificación del acusado por la víctima en el
acto del juicio oral es prueba válida cuya valoración corresponde al Tribunal
sentenciador.
Tercero.- En el segundo motivo, y por el cauce del art. 849-2º, se alega un error en la
valoración de las pruebas, citando como documentos una serie de declaraciones del
acusado y de testigos.
Cuarto.- La desestimación del recurso conlleva la imposición de las costas del recurso al
recurrente por imperativo del art. 901 LECriminal.
FALLO:
199
Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR al recurso de casación
formalizado por la representación legal de F.V.L.B. contra la sentencia de 19 de Mayo
de 1998 de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia, con imposición
de las costas del recurso a la parte recurrente.
ANTECEDENTES DE HECHO:
HECHOS PROBADOS.- Y así se declara que sobre las 20.30 horas del día 15 de marzo
de 1998, y llevado por un unitario ánimo de lucro, el acusado C.D.O.H., de 16 años de
edad, sin antecedentes penales, acompañado de otros individuos (al parecer 2 chicas y
otro joven), que no han podido ser identificados hasta la fecha, abordó inopinadamente
a los menores M.E.M.G. y F.J.M.G. en la calle AAAAAAAA, a quienes minutos antes
había visto entrar en una tienda que hay en las proximidades, introduciéndolos de un
empujón en el portal número 9 de la referida calle (correspondiente al domicilio de los
200
dos hermanos). A continuación, le dijo a F.J.M.G. "que le diera dinero para la guagua" y
como éste se negó, lo zarandeó, agarrándole fuertemente por el brazo cuya mano había
metido rápidamente F.J.M.G. en el bolsillo de su pantalón, con la evidente intención de
que el acusado no pudiera llevarse el dinero que tenía para hacer la compra (unas siete
mil pesetas). Sin embargo, C.D.O.H., aferrándose al brazo de su víctima, logró que ésta
sacara la mano del bolsillo, acción que hizo que los billetes cayeran al suelo. Esta
circunstancia fue aprovechada por el acusado para coger el dinero y salir a la carrera del
zaguán del edificio.
INFRACCION DE LEY.
201
MOTIVO SEGUNDO.- Al amparo del número. 1º del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal se denuncia la violación del apartado 3º del art. 242 del
Código Penal de 1.995, por su no aplicación, en relación con la jurisprudencia sentada
por ésta Sala en sentencias de 31 de diciembre de 1.997 entre otras.- En atención a la
menor entidad de la violencia o intimidación ejercidas, debió imponerse la pena inferior
en grado, tal como dispone el precepto legal citado.-
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
202
Por lo brevemente expuesto, se desestima el motivo.
Aun partiendo de la base que la acción violenta o intimidatoria ejercida por el sujeto
activo de la acción puede entenderse en el presente caso como de poca entidad, la
realidad es que, como se ha dicho en el punto anterior, nos hallamos ante una persona
peligrosa y reiterada en la comisión de estos hechos, pero además y sobre todo hay que
tener en cuenta que al menos la intimidación debe juzgarse como grave en cuanto no
actuó por sí solo sino acompañado de otras personas que aunque aquí no juzgadas, por
desconocidas, influyeron necesariamente en aumentar la gravedad de la acción
depredadora.
FALLO:
203
ANTECEDENTES DE HECHO:
Primero.- Sobre las 12,28 horas del día 26 de Noviembre de 1997, personas cuya
identidad no consta con certeza, puestos de acuerdo y en acción conjunta, penetraron en
la sucursal de la Caja de Ahorros HHHHHHHH, sita en la c/ BBBBBBBB, nº 24 de esta
ciudad, sacando cada uno de ellos una pistola, cuyas características se desconocen,
obligando a M.J.S.M. (Directora de la oficina) y a M.T.R.S. (Subdirectora) a entrar en
el despacho, y de allí a la Directora a ir a la ventanilla para sacar dinero. Al ser esto
imposible por tratarse de una caja con apertura retardada, la obligación de teclear dos
operaciones de pago, una por valor de 100.000 pts. y otra de 10.000 pts.; apoderándose
del dinero y saliendo con el mismo, aprovechando la entrada en la sucursal de una
cliente. Nada ha sido recuperado. Dichas personas se habían colocado sendas pelucas en
la cabeza para evitar ser identificados.
Segundo.- Sobre las 11,50 del día 3 de Diciembre de 1997, personas cuya identidad
tampoco consta, puestas de acuerdo y en acción conjunta, penetraron en la sucursal de la
Caja AAAAAAAA, sita en la C/ CCCCCCCC, nº 14, de esta ciudad, portando sendas
pistolas, cuyas características no constan, amenazando con ellas a la Directora -
I.M.A.M.- introduciéndose en el recinto blindado y apoderándose de 1.929.397 pts.,
que se llevaron en una bolsa de plástico y no han sido recuperadas. Tales personas se
habían colocado sendas pelucas y gafas de sol oscuras, para evitar ser identificados.
Tercero.- Del mismo modo, personas no identificadas, sobre las 10,45 horas del día 13
de Enero de 1998 penetraron en la sucursal de la entidad Caja AAAAAAAA, sita en la
c/ DDDDDDDD, nº 27 de esta ciudad, esgrimiendo unas pistolas cuyas características
no constan, y amenazando a los empleados y clientes, se apoderaron de 679.706 pts.;
huyendo con dicha cantidad, que no ha sido recuperada. Dichas personas se habían
colocado sendas pelucas, para evitar ser identificadas.
204
Cuarto.- Sobre las 11,20 horas del día 6 de Febrero de 1998, los acusados A.F.C., mayor
de edad, ejecutoriamente condenado, entre otras, en sentencia firme de fecha 14 de
Octubre de 1993, por delito de robo, a la pena de once años de prisión mayor y por
delito de tenencia ilícita de armas a dos años, cuatro meses y un día de prisión menor; y
en sentencia firme de fecha 27 de Julio de 1994 por delito de robo a la pena de un año
de prisión menor; y M.L.G., mayor de edad, ejecutoriamente condenado, entre otras, en
sentencia firme de fecha 9 de Septiembre de 1991 por delito de robo a la pena de cinco
años de prisión menor; puestos de común acuerdo y con ánimo de obtener ilícito
beneficio económico, penetraron en la sucursal de la Caja AAAAAAAA, sita en la c/
EEEEEEEE nº 37 de esta ciudad, amenazando al Director de la misma -P.O.- con un
arma, que no llegaron a esgrimir, pero sí enseñar a éste, cuyas características no
constan, exigiéndole que les llevara a la caja, en donde se apoderaron de 1.752.000 pts.;
dándose posteriormente a la fuga. El dinero sustraído no ha sido recuperado. Ambos
acusados se habían colocado pelucas, y uno de ellos gafas de sol, para evitar ser
identificados. Dichos acusados fueron detenidos el día 5 de Marzo de 1998, ocupando al
acusado A.F. la cantidad de 22.000 pts. y unas gafas transparentes con funda de color
negro. Practicados los oportunos registros en los domicilios de los acusados, el día 6 de
Marzo de 1998, autorizado por el Juez de Instrucción nº 34 de Madrid, en ambos con
presencia de los acusados y Secretario Judicial, se intervinieron los siguientes efectos:
205
Absolver a A.F.C. y M.L.G. de los delitos de robo con violencia enumerados en los
apartados 1º, 2º y 3º de la relación de hechos probados, de que venían siendo acusados
por el Ministerio Fiscal y la Acusación Particular, con declaración de oficio de las 3/4
partes de las costas del juicio.
Condenar a A.F.C. y M.L.G., como autores de un delito de robo con violencia -el
enumerado en 4º lugar de la relación de hechos probados- ya definido, con la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal
mencionadas, a las penas de dos años y siete meses de prisión, con la accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena, a cada uno de ellos, y al pago por partes iguales de 1/4 de las costas del juicio.
Para el cumplimiento de la pena impuesta, les será de abono a los acusados el tiempo de
privación de libertad sufrido por esta causa.
206
MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley, al amparo del número uno del artículo
849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal al haberse infringido el artículo 66.1 del
Código Penal a la hora de imponer la condena. En el Fundamento de Derecho Cuarto en
relación al apartado 4º de los Hechos declarados probados, el Tribunal ha apreciado
como circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal la agravante de
reincidencia del nº 8 del artículo 22 del Código Penal, la circunstancia agravante de
disfraz del nº 2 del artículo 22 del Código Penal y finalmente la atenuante simple de
drogadicción del nº 2 del artículo 21 del Código Penal.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
En el presente caso, en relación al único hecho por el que se condena a los acusados, el
Fiscal dice en su escrito de acusación que estos amenazaron al Director de la sucursal de
207
la Caja AAAAAAAA atracada con un arma cuyas características no constan, y califica
el hecho como constitutivo de un delito de robo con intimidación de los artículos 237 y
242.1º del Código Penal.
La acusación particular, también en relación a este hecho, afirma que los acusados
amenazaron con un arma al director de la sucursal; y si bien estima que se trata de un
delito de robo con intimidación de los artículos 237 y 242 del Código Penal, en el
apartado quinto interesa se imponga la pena de cinco años de prisión según lo dispuesto
en el párrafo 2º del artículo 242 del citado Código.
Con relación al tipo agravado ahora examinado ha declarado esta Sala que se requiere
para su aplicación el conocimiento de que el arma u objeto sea efectivamente peligroso,
de tal suerte que ni no se describe en los hechos no puede apreciarse la agravación, ya
que debe definirse peligroso en función de ser susceptible de aumentar o potenciar la
capacidad agresiva de su portador y de crear a la vez un mayor riesgo para el atacado
con mengua objetiva de su capacidad de defensa (sentencia de 29 de noviembre de
1997).
Por lo que procede aclarar ante todo que, como se ha expuesto en el Fundamento de
Derecho anterior, por no constar las características del arma utilizada, los acusados han
sido condenados por un delito de robo con intimidación de los artículos 237 y 242.1 del
Código Penal, sancionado con pena de prisión de dos a cinco años.
La regla 1ª del artículo 66 del Código Penal que se dice infringida establece que cuando,
como ocurre en este caso, concurrieren circunstancias agravantes y atenuantes, los
Tribunales individualizarán la pena imponiendo la señalada en la Ley en la extensión
adecuada a las circunstancias personales del delincuente y a la mayor o menor gravedad
del hecho, razonándolo en la sentencia.
Habiendo declarado esta Sala que la ausencia de motivación sobre el particular puede
ser subsanada en casación, de existir méritos para ellos, por razones de economía
procesal. (Sentencia de 7 de febrero de 1997, con cita de la de 23 de diciembre de
1994).
209
disfraz, y la atenuante simple de drogadicción del número 2 del artículo 21 del Código
Penal.
El claro que esta fuerte adicción de los acusados a las sustancias estupefacientes y el
consiguiente influjo sobre su voluntad ha impulsado al Tribunal a imponer la pena en su
mitad inferior, pero no en el mínimo legal posible.
Por tanto, la regla 1ª del artículo 66 del Código Penal que se dice infringida ha sido
respetada, ya que el Tribunal, que ha rechazado las consecuencias más radicales
derivadas de la apreciación de una eximente completa e incompleta, ha dado
importantes efectos atenuatorios a la drogadicción aplicada dada la fuerte adicción que
estima acreditada.
FALLO:
210
Comuníquese ésta sentencia a la Audiencia de instancia a los efectos legales oportunos,
con devolución de la causa que en su día se remitió, interesando acuse de recibo.
ANTECEDENTES DE HECHO:
"HECHOS PROBADOS.- Se declara probado que sobre las 21.00 horas del día 5 de
noviembre de 1996, el acusado J.L.M., mayor de edad y con antecedentes penales
cancelables, movido por el deber de obtener un beneficio económico y con su capacidad
para controlar sus impulsos notablemente mermada a consecuencia de una importante
ingesta de bebidas alcohólicas llevada a cabo instantes antes, abordó a Dª. N. y Dª.
R.R.M., así como a Dª. S.O.R., hija de la segunda, cuando se hallaban en la C/
AAAAAAAA de Mataró, exigiendo a la citada R. que le entregase lo que llevara en el
bolso que portaba, al tiempo que se metía una mano en un bolsillo. Acto seguido, como
quiera que Dª. S.O. se dirigió al acusado pidiéndole que dejara a su madre en paz, éste
comenzó a propinarle varios golpes en la cabeza con una mano, dándose a la fuga en
dirección a un vehículo Volkswagen Golf B-JL que tenía estacionado en las
proximidades, al percatarse de que Dª. N. R.M. había logrado separarse del grupo para
demandar ayuda.- A bordo del citado vehículo, al que se subieron como usuarios otras
dos personas que ninguna intervención tuvieron en los hechos anteriores, el acusado se
adentró en la Roda Barceló de la reseñada localidad, colisionando poco después contra
un ciclomotor Suzuki con placa municipal de Mataró 23.501, propiedad de D. F.M.G., y
contra el Opel Kadet B-MC, propiedad de D. M.F.C., turismos que estaban
211
correctamente estacionados en aquella ronda, colisiones que vinieron motivadas por la
notable merma de las facultades psicofísicas del acusado a consecuencia de la previa
ingestión alcohólica, con la consiguiente disminución del campo de visión y de los
reflejos precisos para la adecuada conducción de un vehículo a motor.- Debido a los
golpes que le propinó el acusado, D. S.O.R. resultó con lesiones consistentes en
contusión craneal y cervical, de las que curó a los cuatro días tras precisar tan solo una
primera asistencia médica. Los daños ocasionados al ciclomotor Suzuki ascendieron a
45.000 pts., mientras que los causados al Opel Kadett B-MC se elevaron a 520.000
pts.".
MOTIVO UNICO.- Al amparo del art. 849.1 LECr, por infracción, por aplicación
indebida de la pena correspondiente al delito contra la seguridad del tráfico del art. 379
NCP.- La Sentencia omite la imposición de la pena de privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores.
5.- Instruida la parte del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo, quedando
conclusos los Autos para señalamiento de Fallo, cuando por turno correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
UNICO.- El Ministerio Fiscal alega un solo motivo de casación con sede procesal en el
artículo 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y con base sustantiva en haberse
infringido el artículo 379 del Código Penal vigente que tipifica el delito contra la
seguridad del tráfico y, en concreto, por haberse omitido la imposición de la pena de
privación del derecho a conducir vehículos de motor y ciclomotores.
Por ello se ha de dar lugar al recurso entablado al haber existido una evidente infracción
de ley, siendo de resaltar, sin embargo, que esta cuestión pudo y debió ser resuelta en la
propia instancia mediante el mecanismo del recurso de aclaración que admite el artículo
161 de la Ley de Enjuiciamiento al tratarse de un simple error material por omisión. Y
213
es que parece un tanto excesivo que para resolver cuestiones de esta naturaleza haya de
emplearse, como aquí sucede, el recurso extraordinario de casación.
Se da lugar al motivo.
FALLO:
VOTO PARTICULAR:
RECURSO DE CASACIÓN 3042/1999 Ponente Excmo. Sr. D.: Gregorio García Ancos
Fallo: 23/10/2000 Secretaría de Sala: Sr. Rico Fernández TRIBUNAL SUPREMO Sala
de lo Penal SEGUNDA SENTENCIA Nº: 1678/2000 Excmos. Sres.: D. Gregorio
García Ancos D. Andrés Martínez Arrieta D. Enrique Abad Fernández
La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituida por los Excmos. Sres.
mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la Constitución
y el pueblo español le otorgan, ha dictado la siguiente
SENTENCIA
214
robo y contra la seguridad del tráfico contra el acusado J.L.M., de 32 años de edad, hijo
de Manuel y de R., natural de Barcelona y vecino de Cornellá de Llobregat C/
BBBBBBBB 20 bis bajos; con antecedentes penales cancelables, insolvente, en prisión
provisional por la represente causa desde el 26 de Enero de 1999 y previamente el 5 y 6
de noviembre de 1996; la Sala Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los
Excmos. Sres. expresados al margen y bajo Ponencia del Excmo. Sr. D. Gregorio
García Ancos, hace constar los siguientes:
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
UNICO.- Igualmente se admiten los que constan en esa resolución, aunque por las
razones expuestas en la sentencia de casación se ha de completar el fallo respecto al
delito contra la seguridad del tráfico imponiendo también la pena de privación del
derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a un año,
según ordena el artículo 379 del vigente Código Penal.
FALLO
215
9-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11 DE ABRIL DE 2001
ANTECEDENTES DE HECHO:
"Por unanimidad, se declaran probados los siguientes: Primero.- Sobre la 1 horas del día
8 de septiembre de 1.998, F.M.G. contactó en las cercanías de la estación de autobuses
de la ciudad de Puertollano, con la acusada M.N.C.B., mayor de edad y sin antecedentes
penales, dedicada a ejercer la prostitución, acordando entre ambos la realización de un
servicio sexual como habían hecho en ocasiones anteriores. A tal fin F. entregó a M.N.
la cantidad de 1.000 pesetas, dirigiéndose ambos hacia el lugar donde solían realizar los
contactos sexuales, apercibiéndose F. de que era seguido por quién luego resultó ser el
otro acusado M.A.B.V., mayor de edad y sin antecedentes penales, persona esta que en
aquella época era el compañero sentimental de M.N. y que previamente había
concertado con ella la realización de los hechos. Como quiera que esto infundió
sospechas a F., le dijo a M.N. que se marchaba, ante lo cual, esta sacó una navaja que
portaba y poniéndosela en la espalda le obligó a continuar el camino, uniéndose a ellos
el citado el citado M.A., quien después de preguntarle "que hacía con su novia" le
exigió que le entregara la cartera, resistiéndose a ello F., lo que motivó que aquel le
propinara varios golpes hasta lograr arrebatarle la cartera la cual contenía
documentación y 6.000 pesetas.- SEGUNDO.- Como consecuencia de los golpes
recibidos, F.M.G., sufrió diversas contusiones y erosiones en cara, zona lumbar y brazo
derecho, una herida contusa en la ceja, lesiones que necesitaron una asistencia
facultativa y de las que tardó en curar siete días" (sic).
216
modificativas de la responsabilidad penal a la pena de 3 años y 6 meses de prisión con
la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena y que indemnicen conjuntamente con sustitución solidaria a F.M.
en la cantidad de 7.000 pesetas por el dinero sustraído.- Asimismo debemos condenar y
condenamos a M.A.B.V. como autor de una falta de lesiones ya definida a la pena de 6
fines de semana de arresto y que indemnice a F.M. en la cantidad de 70.000 pesetas por
las lesiones. Las cantidades reseñadas devengarán el interés previsto en el art. 921 de la
L.E.Civil.- Procede la condena en costas por partes iguales.- Para el cumplimiento de
esta pena les serán de abono el tiempo que hayan permanecido en prisión preventiva.-"
(sic)
Tercero.- Notificada la sentencia a las partes, se prepararon recursos de casación por las
representaciones de M.A.B.V. y M.N.C.B., que se tuvieron por anunciados remitiéndose
a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose los
recursos.
RECURSO DE M.A.B.V.
RECURSO DE M.N.C.B.
217
PRIMERO.- Al amparo de lo previsto en el art. 5-4° de la L.O.P.J., cabe apoyar el
presente recurso en la existencia de una infracción de preceptos constitucionales por la
sentencia ahora recurrida. Concretamente el art. 24 de la C.E.
Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, los impugnó; la Sala
admitió los mismos, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando
por turno correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
RECURSO DE M.A.B.V.
Pues bien, aparte de que no se designan particulares del citado informe que firma A.F.,
"T. Social", la lectura del mismo no resulta esclarecedora a los efectos pretendidos,
dado que ni se refiere la situación en que se encontraba el acusado en el momento que
ocurrieron los hechos -8 de septiembre de 1.998- ni la incidencia en su voluntad o en su
discernimiento. Tan sólo se dice que aquél seguía tratamiento por "politoxicomanía con
predominio opiáceo" y las fases que se planificaban para dicho tratamiento, la primera
de las cuales comenzaba el 25 de noviembre de 1.998.
De ahí que -tal como destaca la Fiscal informante- dicho informe resulta insuficiente
para poder "evidenciar" el error que se pretende, siendo preciso un sustento fáctico más
218
amplio para concluir de él, necesariamente, la aplicación de la atenuante interesada en
cualquiera de sus manifestaciones, ya que -según una reiterada praxis jurisprudencial- la
apreciación de las circunstancias atenuantes exige una actividad probatoria concluyente,
de igual forma que se precisa para los hechos que constituyen el supuesto típico
penalmente sancionado, correspondiendo la carga de dicha prueba a la parte que
pretende su aplicación; en este caso, la defensa, la cual de lo precedentemente expuesto,
resulta obvio que no ha conseguido dicha acreditación.
SEGUNDO.- Igual suerte adversa para las pretensiones del recurrente corre el segundo
de los Motivos, en el que, sin precisar el cauce casacional utilizado, se denuncia
vulneración del Principio de Presunción de Inocencia consagrado en el art. 24-2° de la
C.E. así como el Derecho a un proceso con todas las garantías.
Consta igualmente -no al folio 29, sino 24 vuelto- la identificación por la voz que hace
le testigo del acusado como coautor del robo, resultando ser el identificado
precisamente el novio o pareja de la acusada. Se practicó rueda de reconocimiento en el
Juzgado (f. 36) en la que el testigo identifica sin dudas. Posteriormente, en el Plenario el
testigo refiere que conocía con anterioridad de vista al acusado y que, ciertamente, lo
identificó por la voz al oírlo hablar en Comisaría. En ese acto afirma que lo reconoce
indudablemente como el que le golpeó. Ello significa que el Tribunal "a quo" dispuso
de prueba incriminatoria tanto directa: el reconocimiento, como indiciaria: el hecho de
que se refiera por el testigo en la denuncia que le coautor dijo ser novio de la chica y
resultara luego que, efectivamente, el identificado por la voz era la pareja de la acusada.
En todo caso -según afirma el Ministerio Público- la identificación inicial por la voz no
puede constituir un vicio de la prueba de reconocimiento en rueda, sino que en sí
constituye ya una prueba, cuando menos indiciaria, que puede ser integrada para formar
219
la convicción del Tribunal y destruir la presunción de inocencia, sobre todo cuando
pudo disfrutar de una inmediación, ya irrepetible, en relación con el reconocimiento por
el testigo del acusado y las explicaciones de la identificación realizada en la instrucción.
TERCERO.- La formulación del tercer apartado recurrente es del siguiente tenor literal:
"(Para el caso de condena sino se estimase el anterior motivo de casación). Por
infracción de Ley, al amparo del art. 849-1° de la L.E.Cr., por falta de aplicación del art.
21-2° del C.P. o en su defecto la del art. 21-6° del C.P. El presente motivo tiene una
íntima conexión con el primer motivo de casación del presente recurso. Acreditada la
condición de toxicómano resulta obligado la aplicación de cualesquiera de las
atenuantes anteriores. Con la reducción de pena correspondiente."
RECURSO DE M.N.C.B.
220
CUARTO.- En el primero de los Motivos y, al amparo del art. 5-4° de la L.O.P.J., se
denuncia infringido el art. 24 de la C.E. "en cuanto al apartado que recoge en su
apartado segundo de presunción de inocencia, ampliado jurisprudencialmente al
principio análogo de "in dubio pro reo".
Como, con buen criterio manifiesta el Ministerio Fiscal, salvando la referencia al "in
dubio pro reo" que difícilmente puede amparar un motivo casacional al tratarse de un
principio auxiliar de vigencia y aplicación en la instancia que en este caso no puede ser
atendido al no manifestar el Tribunal "a quo" duda alguna sobre los hechos que estima
probados y la autoría de los mismos, tampoco puede acogerse la denuncia de
vulneración del principio de presunción de inocencia, pues la declaración del testigo
clara y rotunda identificando desde el principio a la acusada (fs. 1, 16, 17 y en el juicio
oral) queda reforzada por la propia declaración de la recurrente reconociendo haber
estado ese día con el testigo en ese momento y que sólo difiere en lo acaecido en
relación con el robo.
QUINTO.- A través del n° 1 del art. 849 de la L.E.Cr. se formaliza un segundo Motivo
para denunciar infracción, por inaplicación, de los arts. 29 y 63 del C. Penal.
La pretensión así deducida intenta -con el esencial e implícito carácter subsidiario que,
respecto a la antecedente, conlleva esta censura- sustituir el título de imputación de
coautora asignado por la Audiencia a la recurrente por él de cómplice.
221
El intento resulta infructuoso atendido el relato de hechos probados cuyo respeto
integral impone la vía impugnativa elegida.
Si se dice en el "factum" que, ante las sospechas de F. (la víctima) quien "le dijo a M.N.
que se marchaba, ante lo cual, ésta sacó una navaja que portaba y poniéndosela en la
espalda le obligó a continuar el camino, uniéndose a ellos el citado M.A. (acusado) ...",
no es de recibo discutir la intervención de la acusada como coautora, pues ya se trate
como una "conditio sine qua non", se aplique el criterio del dominio del acto o la
doctrina de los bines o actividades escasos, quedará excluida la posibilidad de
estimación de intervención a título de cómplice de la acusada".
FALLO:
222
ANTECEDENTES DE HECHO:
2.- En la citada Sentencia se declararon probados los siguientes hechos: "Que sobre las
17,45 horas del día 23 de febrero de 1.997, R.P.C. (nacido el día 8 de octubre de 1.976,
sin antecedentes penales), actuando con ánimo de lucro y de común acuerdo con otras
dos personas no identificadas, abordó a D.C.T.en una bocacalle existente junto al nº 8
de la calle XXX de Madrid, exigiéndole, haciendo ademán de sacar algo del bolsillo, el
dinero que llevara, consiguiendo arrebatarle mediante este procedimiento la cantidad de
600 ptas., dándose posteriormente a la fuga.".
3.- Notificada la Sentencia a las partes, la representación procesal del procesado anunció
su propósito de interponer recurso de casación que se tuvo por preparado en Auto de 13
de octubre de 1.999, emplazándose seguidamente a las partes para que hiciesen uso de
su derecho ante esta Sala.
4.- Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo el día 4 de enero de 2000, la Procuradora Dña. Rosario Villanueva Camuñas,
en nombre y representación de R.P.C., interpuso el anunciado recurso de casación
articulado en los siguientes motivos: Primero: por quebrantamiento de forma, a tenor
del art. 851.3 LECr. Por incongruencia omisiva. Segundo: infracción de ley, a tenor del
art. 849.1 LECr, por aplicación indebida del art. 242.1 CP al no haberse identificado
correctamente el autor de los hechos. Tercero: infracción de ley, a tenor del art. 849.2
LECr, por error de apreciación de la prueba. Cuarto: infracción de ley, a tenor del art.
849.1 LECr, por aplicación indebida del art. 242.3 CP, por la menor entidad tanto de la
amenaza como de la cuantía de lo sustraído. Quinto: por entenderse vulnerado el
223
derecho fundamente de presunción de inocencia. Sexto, bajo el mismo amparo procesal
que el anterior, art. 5.4 LOPJ, en relación con el art. 24 CE, por entenderse vulnerado el
derecho fundamental a un proceso con todas las garantías procesales y a la tutela
efectiva de los tribunales. Séptimo, por infracción de ley, al amparo del art. 849.1°
LECr, al no haber aplicado el Tribunal de instancia correctamente el art. 21.1 y 2 CP, en
relación con el 20.2 del mismo cuerpo legal. Octavo: infracción de ley, al amparo del
art. 849.2 LECr al existir defectuosa apreciación de la prueba, basado en documentos
obrantes en autos.
5.- El Excmo. Sr. Fiscal, por medio de escrito fechado el 3 de Abril de 2.000,
evacuando el trámite que se le confirió, y por las razones que adujo, apoyó uno de los
motivos del recurso, el cuarto, oponiéndose a los siete restantes.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
1.- En el primer motivo del recurso, que se ampara en el art. 851.3° LECr., se denuncia
el quebrantamiento de forma consistente en no haberse resuelto en la Sentencia
recurrida todos los puntos alegados por la Defensa, concretamente, la nulidad del
reconocimiento fotográfico del acusado, realizado en la Comisaría de Policía por el
denunciante, y la escasa entidad de la intimidación ejercida. En relación con el primero
de los puntos supuestamente silenciados, basta leer el segundo fundamento jurídico de
la Sentencia para comprobar que el Tribunal de instancia no aceptó la pretensión de que
en el reconocimiento fotográfico se hubiese incurrido en irregularidad alguna, ello con
independencia de que dicho reconocimiento no sea una verdadera prueba sino un mero
punto de arranque para una investigación policial que, en este caso, concluyó con la
práctica de una prueba plenamente válida cual fue el reconocimiento en rueda a
presencia judicial y con asistencia de Letrado -Folio 28- que nada opuso a la corrección
de la diligencia. No puede decirse, pues, que quedase sin respuesta en la instancia la
pretensión deducida por la Defensa en relación con el reconocimiento del acusado
224
verificado en sede policial. Sí está fundada la queja, por el contrario, en lo que se refiere
a la solicitud de que se apreciase en los hechos el menor contenido de injusto que
fundamenta el tipo privilegiado previsto en el apartado 3 del art. 242 CP, pero este
punto no resuelto encontrará debida respuesta en esta Sala, para evitar una dilación no
razonable del proceso, cuando examine el cuarto motivo del recurso.
2.- En el segundo motivo, en que al amparo del art. 849.1° LECr se denuncia una
aplicación indebida del art. 242.1 CP, se agrupan diversos reproches a la Sentencia
recurrida con tan deficiente técnica procesal que una rigurosa aplicación del art. 874
LECr podía haber determinado su inadmisión. Se niega, alegando falta de pruebas, que
el acusado fuese autor del hecho por el que ha sido condenado, se postula la apreciación
en el mismo de una circunstancia eximente de la responsabilidad criminal y se
cuestiona, finalmente, la existencia de intimidación en la declaración de hechos
probados. Con objeto de ordenar la respuesta a cuestiones que tan desordenadamente se
nos plantean, dejaremos el análisis del primer reproche para el momento de resolver los
motivos tercero y quinto, incluiremos el segundo entre los que dan contenido a los
motivos sexto a octavo y nos limitaremos en este lugar a examinar el último, es decir, el
que pretende la inexistencia de intimidación en la narración de los hechos que el
Tribunal de instancia ha considerado acreditados. Tal pretensión no puede ser acogida
por esta Sala. Si el día de autos el denunciante fue abordado por tres personas -el
acusado y otros dos no identificados- que le exigieron la entrega del dinero que llevase,
reforzando el acusado la exigencia con el ademán de sacar algo del bolsillo, no hay duda
de que la entrega del dinero, por aquél, se hizo bajo la influencia de la coacción y el
miedo provocados por el "modus operandi" de quienes le abordaron. Para que exista la
intimidación típica del robo -S. de 28-6-89 entre otras muchas- es suficiente que se
genere en la víctima un estado de sobrecogimiento y tensión psicológica que la
amedrente y pliegue su voluntad a las antijurídicas y criminales pretensiones del agente,
efecto que sin duda es capaz de producir el hecho de que tres personas pidan
imperiosamente la entrega de dinero a una sola, más aún si uno de ellos insinúa con su
gesto la posibilidad de recurrir a un arma o instrumento peligroso. El segundo motivo,
en consecuencia, debe ser rechazado.
225
3.- Por el contrario, merece ser acogido el cuarto motivo, residenciado en el art. 849.1°
LECr, en que se denuncia la indebida inaplicación a los hechos declarados probados, del
art. 242.3 CP. Ya hemos hecho alusión a esta impugnación en nuestro primer
fundamento jurídico, al dejar constancia de que la pretensión alternativa de aplicación
de la norma penal ahora invocada no encontró respuesta en la Sentencia recurrida. Una
respuesta que, por cierto, debió ser favorable porque, aun siendo indiscutible el empleo
de intimidación por el acusado y sus desconocidos colaboradores, por cuya razón la
calificación del hecho como robo no puede ser cuestionada, no lo es menos que la
intimidación -como la violencia- admite múltiples grados y si, en un caso concreto, para
atemorizar a la víctima no se la amenaza claramente con palabras ni con armas sino sólo
de forma implícita, puede decirse que se produce una intimidación de menor entidad.
Así ocurrió con el hecho enjuiciado por lo que, conjugando aquella circunstancia con la
escasa cantidad de dinero de que fue despojada la víctima, parece proporcionado al
injusto realizado la subsunción de la acción en el tipo privilegiado de robo establecido
en el art. 242.3 CP. Procede, pues, la estimación de este motivo.
4.- Los motivos tercero y quinto del recurso bien pueden ser analizados y resueltos
conjuntamente puesto que en el tercero, aunque amparado en el art. 849.2° LECr y
formalmente presentado como denuncia de error de hecho en la apreciación de la
prueba, lo que realmente se reprocha a la Sentencia recurrida es haber valorado como
prueba de cargo un reconocimiento fotográfico, en tanto el quinto motivo, residenciado
en el art. 5.4 LOPJ, es un alegato orientado a poner de manifiesto una presunta
vulneración del derecho del acusado a la presunción de inocencia por haber sido
condenado el mismo, según se dice, en virtud de una actividad probatoria "de todo
punto insuficiente". Ambos motivos de impugnación han de ser terminantemente
repelidos. Como ampliamente se razona en el segundo fundamento jurídico de la
Sentencia recurrida, la convicción del Tribunal de instancia sobre la culpabilidad del
acusado se cimentó sobre una prueba con inequívoco sentido de cargo, celebrada en el
acto del juicio oral con todas las garantías inherentes al mismo, esto es, sobre la
declaración testifical del perjudicado por el hecho enjuiciado que reiteró "con suficiente
contundencia" cómo fue el acusado quien lo perpetró. Afirmada esta base probatoria del
convencimiento del Tribunal, las alegaciones de la parte recurrente revelan fácilmente
226
su fragilidad. Pues ni el previo reconocimiento fotográfico del acusado en la Comisaría
de Policía -que no tiene la condición de prueba, como ya hemos dicho- invalida los
posteriores reconocimientos llevados a cabo posteriormente, con toda clase de garantías
y absoluta seguridad por parte del denunciante, ni una prueba como la testifical puede
ser apreciada, en su fuerza de convicción, sino por el Tribunal que la presenció, a no ser,
claro está, que su valoración resulte ser irrazonable o arbitraria, de lo que no hay, en el
caso presente el más remoto indicio. Todo ello nos lleva necesariamente a rechazar los
motivos tercero y quinto del recurso.
5.- Finalmente, también los motivos sexto a octavo puede ser analizados y recibir
respuesta en un único fundamento jurídico toda vez que su contenido es sustancialmente
el mismo. En el sexto motivo, residenciado en el art. 5.4 LOPJ, se denuncia una
vulneración del derecho a un proceso con todas las garantías y a la tutela judicial
efectiva, vulneración que a la postre se reduce a la inapreciación en el acusado de la
circunstancia eximente de intoxicación pos sustancias estupefacientes o psicotrópicas.
En el séptimo, amparado en el art. 849.1° LECr, se denuncia la inaplicación indebida
del art. 21.1° en relación con el 20.2° CP, es decir, la inapreciación de la misma
eximente, ahora como incompleta. Y en el octavo, bajo la cobertura del art. 849.2°
LECr, el reproche es de error en la apreciación de la prueba por no haberse estimado
acreditados los hechos que, en su caso, podrían haber fundamentado la apreciación de
las mencionadas circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.
Comenzado por este último motivo de impugnación, hemos de decir que carece de
consistencia la pretensión de que el Tribunal de instancia hay valorado erróneamente la
prueba al no incluir en el "factum" de su Sentencia una drogodependencia del acusado
capaz de modificar su responsabilidad criminal. Basta repasar el informe del Médico
forense del Juzgado de Instrucción y el resultado del estudio realizado por la Clínica
Médico-Forense de Madrid, para verificar que de la drogodependencia del acusado no
existen más pruebas que sus interesadas referencias, que no existe dato alguno objetivo
de que quepa inferir cometió el hecho bajo la influencia del síndrome de abstinencia y
que la disocialidad de su personalidad es compatible con un nivel normal de
comprensión de la ilicitud de sus actos y de capacidad para adecuarlos a dicha
comprensión. Y si, de acuerdo con el contenido de las actuaciones que el recurrente
227
señala como prueba del error que denuncia, resulta que, con independencia de que las
mismas no sean realmente documentos, el pretendido error no se ha producido, es llano
que no podemos rectificar en ningún sentido la declaración de hechos probados y que,
mantenida ésta tal como aparece formulada en la Sentencia recurrida, es imposible que
admitamos se ha incurrido por el Tribunal "a quo" en infracción legal por no apreciar en
el acusado las circunstancias -eximente completa o incompleta- invocadas en los
motivos sexto y séptimo del recurso, puesto que, según una constante y sobradamente
conocida doctrina de esta Sala, las circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal tienen que estar, para ser apreciadas, tan probadas como el hecho mismo. Por
lo demás, todas las denuncias de infracciones de derechos constitucionales contenidas
en los tres motivos, a que hemos dado conjunta respuesta, están pro completo fuera de
lugar. Al acusado no le fue mermado en la instancia su derecho de alegar y probar en su
defensa cuanto estimó conveniente y carece, de fundamento la pretensión de que un
Tribunal desconoce los derechos procesales del acusado cuando valora en conciencia la
actividad probatoria que ante él se desarrolla y da a las pretensiones deducidas una
respuesta razonada distinta de la solicitada. Los motivos sexto, séptimo y octavo deben
ser rechazados.
FALLO:
Que debemos estimar y estimamos parcialmente, por acogimiento del cuarto motivo, el
recurso de casación por infracción de ley interpuesto por la representación procesal de
R.P.C. contra la Sentencia dictada por la Sección Décimo Séptima de la Audiencia
Provincial de Madrid, en el procedimiento abreviado dimanante de las diligencias
previas nº 1255/97 tramitadas por el Juzgado de Instrucción Número 22 de Madrid, en
que el mismo fue condenado, como autor de un delito de robo con intimidación, a la
pena de dos años de prisión y, en su virtud, casamos y anulamos parcialmente la
expresada Sentencia, dictándose a continuación otra más ajustada a derecho y
declarándose de oficio las costas devengadas en este recurso. Póngase esta Sentencia, y
la que a continuación se dicte, en conocimiento de la Sección Décimo Séptima de la
Audiencia Provincial de Madrid, a la que se devolverán cuantas actuaciones elevó en su
día a esta Sala.
228
Así, por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D.
José Jiménez Villarejo, estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la
Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
VOTO PARTICULAR:
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Se reproducen e integran en esta Sentencia todos los de nuestra Sentencia anterior y los
de la Sentencia de instancia en tanto no sean contradictorios con los de la nuestra.
En su virtud, los hechos declarados probados son constitutivos de un delito de robo con
intimidación previsto y penado en el art. 242.1 y 3 CP, por el que procederá imponer al
acusado R.P.C., como autor responsable del mismo, la pena inferior en grado a la
prevista en el apartado 1 del mencionado artículo, que se impondrá en su límite mínimo
de acuerdo con los criterios que inspiraron al Tribunal de instancia en la
individualización de la pena.
FALLO
229
Que, manteniendo el resto de los pronunciamientos contenidos en el Fallo de la
Sentencia de instancia, parcialmente rescindida, debemos condenar y condenamos al
acusado R.P.C., como autor criminalmente responsable de un delito, ya definido, de
robo con intimidación, a la pena de un año de prisión.
ANTECEDENTES DE HECHO:
Para el cumplimiento de la pena que se impone declaramos de abono todo el tiempo que
haya el acusado privado de libertad por la presente causa, siempre que no le hubiera
sido computado en otra.
231
Cuarto.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación del
recurrente, formalizó el recurso, alegando los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:
ÚNICO.- Infracción de Ley. Artículo 849.1 de la LECrim. Indebida aplicación del art.
21.1 del Código penal.
Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
232
presupuesto biopatológico que debe concretarse en un estado de intoxicación, en un
síndrome de abstinencia resultante de la carencia, o en una grave adicción. En su
determinación las pruebas periciales son básicas para afirmar la existencia de su
necesaria concurrencia. De otra parte, el presupuesto psicológico, que se concreta en la
imposibilidad de comprender la ilicitud del acto, la de actuar conforme a esa
comprensión, o la de actuar a causa de la grave adicción, esto es, en este supuesto la
adicción se relaciona con la actuación delictiva. También en su acreditación, la prueba
pericial es determinante. En el supuesto de la atenuante del número 2 del art. 21 actuar
el culpable a causa de su grave adicción, lo determinante es la constatación de la grave
adicción, presupuesto biopatológico, y la relación de causalidad que predica el tipo de la
atenuación.
3.- Acorde con lo expuesto y relacionado con el hecho probado resulta patente que
desde el mismo resultan los presupuestos de la circunstancia de atenuación del art. 21.2
del Código penal, atenuante de grave adicción, toda vez que desde la pericial y
documental y conforme se declara probado, resulta la grave adicción del acusado a las
sustancias tóxicas y el mismo resulta la causalidad de esa adicción con el hecho
delictivo. No es óbice a lo anterior la no afectación importante de las facultades
psíquicas, intelectivas y volitivas, cuya consecuencia daría lugar a la circunstancia de
atenuación del art. 21.1 del Código penal ni que el acusado estuviera bajo tratamiento
con metadona, pues el relato fáctico añade que no obstante ese tratamiento el acusado
consumía otras sustancias que mezclaba y la adicción había generado unos trastornos
psíquicos que merecen su encaje en la atenuación del art. 21.2 del Código penal.
5.- Las penas impuestas lo han sido en la extensión mínima procedente incluso
aplicando el tipo atenuado en las lesiones, por lo que ningún efecto a la penalidad
produce la aplicación de la atenuante. Sin embargo su declaración posibilita la
aplicación de los institutos de suspensión de la pena y de su sustitución, además de las
medidas de seguridad procedentes en los términos antes señalados.
234
FALLO:
VOTO PARTICULAR:
Fallo: 29/05/2000
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal
SEGUNDA SENTENCIA
Nº: 1007/2000
Excmos. Sres.:
235
D. José Antonio Marañón Chávarri
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
SEGUNDO.- Que por las razones expresadas en el único de los fundamentos jurídicos
de la sentencia de casación no procede una modificación de la penalidad impuesta, pues
lo han sido en su entidad mínima aunque procede la declaración de atenuación a los
efectos señalados en la Sentencia de casación.
FALLO
236
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
RESUMEN:
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
1º) Sobre las 3:15 horas del día 26 de octubre de 1997 los acusados A.R.M., E.F.V.,
E.T.B. e I.D.B., todos ellos mayores de edad, sin antecedentes penales las dos mujeres y
con antecedentes penales A. y E. al haber sido condenados, el primero, entre otras, en
Sentencia firme de 20 de marzo de 1995 por delito de robo a la pena de tres meses de
arresto mayor, y E., entre otras, en Sentencia de 7 de mayo de 1993, firme el 14 de julio
de 1993, por un delito de robo a la pena de dos años, 4 meses y un día de prisión menor,
actuando todos ellos de común acuerdo, se dirigieron a bordo de un vehículo SEAT 127
238
matrícula O-XXX-D, que conducía E., a la zona de Castiello de Bernueces, en Gijón, y
mientras E. e IVANA permanecían en el interior del vehículo, vigilando, A. y E. se
acercaron a un Ford Escort matrícula O-XXX-AM estacionado en las inmediaciones de
la Escuela de Ingenieros en cuyo interior se hallaban, desnudos, J.A.G.M. y M.J.H.B..
Los dos acusados, que cubrían sus rostros con sendas capuchas y portaban cada uno una
escopeta de cañones recortados, rompieron el cristal de la puerta del conductor del Ford
encañonando a J.A. y M.J., y obligándoles a bajar del vehículo se marcharon con él
(automóvil) no sin antes arrebatar a M.J. una cadena de plata con una placa del grupo
sanguíneo "O" positivo y otro colgante en forma de candado. En el interior del
automóvil estaban sus prendas de vestir, sus documentos de identidad y una tarjeta de la
Seguridad Social a nombre de J.A., su carné de conducir y unas 2.000 ptas. en metálico.
La ropa fue recuperada junto con los documentos de identidad y la cadena de M.J.,
renunciando ambos perjudicados a cualquier reclamación, al igual que el propietario del
Ford-Escort, J.A.G.T., que recuperó diversos efectos que llevaba asiduamente en el
vehículo.
2º) Con anterioridad a los hechos relatados en el precedente apartado 1º), los acusados
A. MARTÍNEZ y E.F.V., actuando de mutuo acuerdo ejecutaron los siguientes:
A) Sobre las tres horas del día 18 de octubre de 1997, acompañados, al menos, de un
tercer individuo cuya identidad se desconoce, abordaron a V.H.G. y a B.M.P. cuando se
hallaban en el interior del vehículo Citroën BX matrícula O-XXX-AP estacionado en el
Polígono XXX -Gijón-, portando uno de los asaltantes una escopeta de cañones
recortados y los otros dos una navaja cada uno cubriéndose los rostros, dos, con una
capucha y el tercero con un pañuelo, rompiendo el que llevaba la escopeta el cristal de
la puerta del conductor. Acto seguido efectuó un disparo al aire exigiéndoles, a V. y a
B., que les entregaran todo lo que contenía, además de efectos personales 6.000 ptas. en
efectivo, quitándole también una cartera-agenda de piel, el reloj y las joyas que llevaba,
en concreto, un reloj de pulsera dorado, un cordón grueso de oro, una cadena con una
cruz de dos caravacas de oro, dos pulseras de oro. A V. le quitaron 2.000 ptas., las
llaves del vehículo y de su domicilio y el radiocasette del vehículo. Posteriormente
fueron recuperadas la cartera-agenda y el radiocasette, marca Brignton, si bien éste se
hallaba en deficiente estado. El valor de los efectos no recuperados que eran propiedad
239
de B. asciende a 128.000 ptas. el valor del radiocasette en buen estado era de 15.000
ptas. y el de las llaves de V. 2.400 ptas., ascendiendo los daños ocasionados a su
vehículo a 8.800 ptas.
C) sobre las 7:20 horas del día 18 de octubre de 1997, acompañados, al menos, de un
tercer individuo cuya identidad se desconoce, abordaron a F.M.D.I. y N.V.F.M. cuando
se hallaban en el interior del vehículo Renault 21 matrícula M-XXX-IM estacionado en
el área recreativa del Monte Deva -Gijón- portando uno de los asaltantes una escopeta
de cañones recortados y los otros dos un arma blanca cada uno, cubriéndose los tres sus
rostros, dos con capucha y el otro con un pañuelo el que llevaba la escopeta rompió el
cristal de la puerta trasera derecha encañonando a F.M., exigiéndoles que entregaran los
objetos de valor. De tal forma quitaron a V. un bolso conteniendo su documentación,
unas 4.000 ptas. en metálico y unos pendientes de bisutería, y a F.M. una cadena de oro.
En el curso de los hechos el individuo que portaba la escopeta efectuó unos disparos al
aire, volviendo a cargar el arma, y como F.M. intentó quitársela el asaltante pidió ayuda
a sus compañeros, uno de los cuales clavó el arma blanca que portaba -especie de
punzón- en su hombro causándole lesiones, junto con otras producidas por los cristales
de la ventanilla del vehículo, de las que curó a los 10 días, necesitando una primera
240
asistencia, sin incapacidad ocupacional, restándole como secuelas una cicatriz de 2 cms.
en la cara anterior del hombro derecho y otra de 1 cm. en la cara anterior del brazo
derecho 1/3 medio. Antes de huir los asaltantes efectuaron un disparo a la rueda trasera
derecha del vehículo. Los dos perjudicados han renunciado a toda indemnización que
les pudiera corresponder.
3º) Los acusados E.F.V. y A.R.M., además de las dos escopetas que utilizaban en la
ejecución de los hechos relatados en los precedentes apartados 1º) y 2º), que eran una
escopeta marca AZHUR con el número de fabricación limado y otra de caza tipo
americano, fabricada por CRUCELEGUI HERMANOS (Eibar), ambas con los cañones
recortados, disponían de otra escopeta de caza marca "V.S." con número de fabricación
XXX. Ésta última había sido sustraída de una rulot en la localidad de Santurio-Gijón,
propiedad de A.J.G.C., en fecha no determinada entre los días 23 y 26 de octubre de
1997. La escopeta marca AZHUR había sido sustraída a su propietario O.V.F. el día 1
241
de noviembre del año 1994 o 1995 en la localidad de El Entrego, XXX nº 25, San
Martín del Rey Aurelio.
4º) El acusado G.F.S., mayor de edad sin antecedentes penales, pese a conocer las
actividades delictivas del resto de los acusados los albergaba en su domicilio, sito en La
Camocha-Gijón c/ XXX nº 8-2º izqda. y permitía que en el mismo se ocultaran las cosas
sustraídas y las armas y municiones con las que perpetraban los hechos."
1º) A A.R.M. como autor de cinco delitos de robo con violencia o intimidación; de un
delito de tenencia ilícita de armas y de dos faltas de lesiones, concurriendo las
circunstancias agravantes de reincidencia y empleo de disfraz en los robos, a las penas
de CINCO AÑOS DE PRISIÓN por cada uno de los delitos de robo, DOS AÑOS DE
PRISIÓN por el delito de tenencia ilícita de armas y MULTA DE DOS MESES con
cuota diaria de mil pesetas por cada una de las faltas. Las penas de prisión conllevan la
accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante su
duración.
2º) A E.F.V. como autor de cinco delitos de robo con violencia o intimidación; de un
delito de tenencia ilícita de armas y de dos faltas de lesiones, concurriendo las
circunstancias agravante de reincidencia y empleo de disfraz en los robos, a las penas de
CINCO AÑOS DE PRISIÓN por cada uno de los delitos de robo, DOS AÑOS DE
PRISIÓN por el delito de tenencia ilícita de armas y MULTA DE DOS MESES con
cuota diaria de mil pesetas por cada una de las faltas. Las penas de prisión conllevan la
accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante su
duración.
242
A I.D.B., como autora de un delito de robo con violencia o intimidación, sin concurrir
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de CUATRO
AÑOS DE PRISIÓN con la accesoria legal de inhabilitación especial para el derecho de
sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
4º) A E.T.B., como autora de un delito de robo con violencia o intimidación, sin
concurrir circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de
CUATRO AÑOS DE PRISIÓN con la accesoria legal de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
243
-- A A.C.G.R. en 59.110 ptas.
Todas las cantidades indicadas devengarán los intereses legales previstos en el art. 921
de la L.E.Civil.
Para el cumplimiento de las penas les será de abono a los condenados el tiempo que han
permanecido privados de libertad durante la tramitación de la causa."
MOTIVO SEGUNDO.- Al amparo del número 1° del artículo 849 de la Ley Rituaria,
por entender infringido el principio de presunción de inocencia, recogido en la
Constitución Española en el artículo 120.3 en relación con el artículo 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, debiendo también considerarse infringido en los artículos
742 y 142 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
244
MOTIVO CUARTO.- Se articula al amparo de lo dispuesto en el artículo 849.1° de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, señalando como infringido por aplicación indebida el
artículo 242.1° del Código Penal vigente en el momento de los hechos.
MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 1° del artículo
849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, consistente en la indebida aplicación de los
artículos 237 y 242.1.2 del Código Penal.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
RECURSO DE E.F.V.
PRIMERO.- De los siete motivos formalizados por este acusado, dos lo son por
quebrantamiento de forma, que han de examinarse en primer lugar como exige el
artículo 901 bis b) de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Es evidente que tal cosa no sucede con la frase "los dos acusados, que cubrían sus
rostros con sendas capuchas y portaba cada uno una escopeta de cañones recortados".
Es una frase que describe una realidad material, con expresiones y vocablos del lenguaje
ordinario, sin incluir ningún concepto jurídico que anticipe la significación legal de la
realidad de hecho descrita.
Por otra parte nada que ver tiene con el vicio procesal denunciado las discrepancias que
el recurrente expresa respecto a determinados razonamientos de la Fundamentación
jurídica sobre la valoración de la prueba, ni el alegato final de que las premisas de la
condena carecen de prueba. Olvida con ello el recurrente que el quebrantamiento de
forma propio de este motivo casacional se refiere al indebido uso de conceptos jurídicos
dentro de la relación de hechos probados, y no a la insuficiencia del soporte probatorio
ni al desacierto de su valoración por la Sala.
Alega el acusado recurrente que la Sentencia expresa los antecedentes de hecho, pero no
concreta lo que se considera hecho probado, es decir que carece de una verdadera
relación fáctica porque no dice que la considere probada.
El motivo se desestima.
Esta Sala viene diciendo de manera reiterada que, como recuerda la reciente Sentencia
de 25 de octubre de 2000, al Tribunal de Casación en su función de control sobre la
observancia del derecho a la presunción de inocencia, corresponde comprobar la
247
existencia de prueba de cargo que sea objetivamente lícita, practicada con observancia
de los requisitos legales condicionantes de su validez procesal y bajo los principios de
contradicción e inmediación, y de contenido incriminador como prueba de cargo. No
alcanza en cambio a la posibilidad de hacer una nueva valoración de la prueba, que es
facultad exclusiva y excluyente del Tribunal de instancia conforme al artículo 741 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal. En consecuencia la vulneración del derecho a la
presunción de inocencia debe desestimarse cuando se constate la existencia en el
proceso de esa prueba de cargo, susceptible de proporcionar la base probatoria necesaria
para un pronunciamiento de condena, es decir, cuando se da el presupuesto necesario
para que la Sala de instancia pueda formar su convicción sobre lo acaecido. La
ponderación del resultado probatorio obtenido, valorándolo y sopesando la credibilidad
de las distintas pruebas contradictorias corresponde únicamente al Tribunal que
presenció la prueba de cargo, a través del correspondiente juicio valorativo, del que en
casación sólo cabe revisar su estructura racional, es decir, lo que atañe a la observancia
en él por parte del Tribunal de instancia de las reglas de la lógica, principios de
experiencia o los conocimientos científicos. Fuera de esta racionalidad del juicio
valorativo son ajenos al objeto de la casación los aspectos del mismo que dependen
sustancialmente de la inmediación, o sea de la percepción directa de las declaraciones
prestadas en presencia del Tribunal (Sentencias de 30 de septiembre y 8 de marzo de
1999; 7 de abril y 22 de septiembre de 1992; 30 de marzo de 1993).
En este caso contó la Sala de instancia con la declaración de uno de los coacusados que
señaló al recurrente como uno de los que salieron juntos por la noche a dar "los golpes".
Declaración corroborada por numerosos datos objetivos, acreditados por pruebas
directas, y por sí mismos suficientes para sustentar su intervención en los hechos. En
efecto, el acusado fue sorprendido por la Guardia Civil en compañía de otro coimputado
cuando llegaban al domicilio a bordo del turismo que acababa de ser sustraído a una de
las parejas atracadas durante la noche. Ambos emprendieron la huida, y les fueron
ocupadas dos escopetas de cañones recortados, con las que fueron perpetrados los
atracos. En el domicilio del que salieron para cometer los robos fueron encontrados
efectos varios sustraídos a las personas asaltadas. Y junto al vehículo en que
sorprendieron a una de las parejas se encontró un cartucho percutido por una de las
248
escopetas ocupadas. Las huellas del recurrente aparecen tanto en una de las escopetas
como en el vehículo sustraído.
La Sala valora la prueba de cargo con criterios razonables y obtiene la convicción sobre
lo sucedido en los términos que declara probados. La intervención del recurrente se
sustenta pues en prueba de cargo lícita y válidamente practicada por lo que no se ha
vulnerado la presunción de inocencia.
SEXTO.- Igual suerte desestimatoria corresponde a los motivos tercero, cuarto y sexto,
todos ellos formalizados a través del artículo 849.1° de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, por infracción de norma penal sustantiva: aplicación indebida del artículo 237
del Código Penal (motivo 3º), del artículo 242.1° del Código Penal (motivo 4º) y del
artículo 564.2°-1 del Código Penal (motivo 6º).
Todos ellos se construyen sobre la base de una personal versión de lo sucedido a partir
de la propia valoración probatoria del recurrente, sin respetar el propio relato de hechos
probados de la Sentencia recurrida, incurriendo así en causa de inadmisión (art. 884.3°
LECr.) que en este trámite lo es ya de desestimación. En efecto este cauce casacional se
249
limita a la impugnación de las calificaciones jurídicas hechas por la Sala Sentenciadora
a partir del concreto relato histórico sentado como probado por el Tribunal de la
instancia, sin que pueda el recurrente eliminar, modificar, ni adicionar dato o
circunstancia alguna del hecho probado.
RECURSO DE E.T.B..
SÉPTIMO.- El motivo primero denuncia por el cauce del artículo 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial la infracción del derecho a la presunción de inocencia (art.
24.2 C.E.).
250
No hay ausencia de prueba de cargo, ni ilicitud o invalidez de la practicada, y la
recurrente se limita a oponer su propia valoración probatoria a la que hace
razonadamente el Tribunal de instancia.
El motivo se desestima.
El motivo no puede prosperar. El hecho probado señala que está acusada permaneció en
el interior del vehículo "vigilando", mientras otros dos acusados portando escopetas de
cañones recortados asaltaban a una pareja que se encontraba en un coche estacionado.
El motivo se desestima.
NOVENO.- Igual suerte desestimatoria merece el motivo tercero que al amparo del
artículo 849.2° de la ley de Enjuiciamiento Criminal denuncia error en la valoración de
la prueba, con conceder mayor credibilidad a unas declaraciones frente a otras.
El motivo se desestima.
251
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
M.C.G., en el trascurso de los hechos sufrió varios empujones contra la pared que le
produjeron una contusión en la espalda con incapacidad para sus ocupaciones habituales
durante ocho días, por la que no reclama.
Los acusados fueron detenidos en la madrugada del día siguiente, sobre las 3,30 horas,
en el Hostal DDDDDDDD de Villajoyosa, donde se hospedaban desde el anterior día 6
de septiembre, en habitaciones contiguas, contratadas ambas a nombre de E.J.G., esposa
de J.A.P.C. En las inmediaciones del Hostal se encontraba aparcado el CCCCCCCC
utilizado por los acusados en la huida.
253
del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.
TERCERO.- Por infracción de Ley al amparo del nº 1 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal.
Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
En los dos primeros motivos denuncia por distinta vía impugnatoria, los números 1 y 2
del art. 849 de la Ley de Enjuciamiento Criminal, la vulneración de su derecho
fundamental a la presunción de inocencia en los que argumenta sobre los requisitos
exigidos jurisprudencialmente para enmarcar el derecho en el que fundamenta la
impugnación, en el primero y la inhabilidad de los reconocimientos de identidad
realizados así como la inexistencia de huellas dactilares en el vehículo en el que se
acercaron de lo que deduce la inexistencia de una actividad probatoria suficiente para
enervar el derecho que invoca.
254
2. La presunción de inocencia, señaló el Tribunal Constitucional en su Sentencia. 31/81,
de 28 de julio, ha dejado de ser un principio general del derecho que ha informado la
actividad judicial (in dubio pro reo) para convertirse en un derecho fundamental que
vincula a todos los poderes públicos.
3. El examen del acta del juicio oral permite constatar que el tribunal de instancia
dispuso de la precisa actividad probatoria. Así resulta del testimonio de la perjudicada
que reconoce sin dudas al recurrente y de la localización del vehículo en el que huyeron,
que fue identificado por un testigo como el utilizado tras el robo, en las inmediaciones
del hostal donde fueron detenidos. En el juicio oral se desarrolló la testifical en la que
las personas que directamente vieron los hechos atestiguaron corroborando la acusación
en los términos de su respectivo conocimiento.
La valoración de la prueba es racional, conforme a las exigencias del art. 717 de la Ley
procesal.
255
Constatada la existencia de una actividad probatoria, los dos motivos se desestiman.
El motivo se desestima. Las penas accesorias vienen impuestas, conforme al art. 56 del
Código penal a los responsables penales de un hecho delictivo al que se imponga una
pena de prisión de hasta diez años. Su imposición es obligada junto a la pena privativa
de libertad y dispuesto no sólo por el artículo citado del Código penal, también por el
art. 6.2 a) de la Ley Orgánica Electoral (L.O. 5/85).
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
256
1.- El Juzgado de Instrucción número 8 de Elche, instruyó Procedimiento Abreviado,
con el número 63/96, y, una vez concluso, lo elevó a la Audiencia Provincial de
Alicante, que con fecha dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y ocho,
dicto sentencia que contiene el siguiente Hecho Probado:
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por Infracción de
Ley, por la representación del acusado J.I.S.L., que se tuvo por anunciado, remitiéndose
a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.
257
4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado J.I.S.L., se basa en los
siguientes motivos de casación:
MOTIVO PRIMERO.- Al amparo del art. 5.4 de la LOPJ, por infracción del art. 24.2 de
la Constitución Española, al haberse vulnerado el principio constitucional del derecho a
la presunción de inocencia, que consagra dicho precepto constitucional.- No existe
prueba alguna en los autos de que el autor del hecho fuera mi representado, al no
haberle reconocido la supuesta perjudicada ni en su declaración en el Juzgado, ni en la
diligencia en prueba, y haberle detenido la Policía por entender que se parecía a la
persona que se describía en la llamada de la radio, por razón de sus vestidos.
5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo,
quedando conclusos los Autos para señalamiento de Fallo, cuando por turno
correspondiera.
258
6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día 25 de
Septiembre de 2000.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Se rechaza el motivo.
El recurrente entiende para así propugnar que en los hechos probados no consta el
requisito de la violencia que exige como requisito principal el tipo delictivo, habida
cuenta de la ausencia de cualquier daño o lesión a la portadora del bolso ..... En contra
de ello hemos de razonar que, aunque no se produjeron lesiones, el apoderamiento de lo
ajeno se efectuó mediante un fuerte tirón, lo que entraña en si mismo una forma de
259
violencia que incidió directamente en el hecho y en el que no se puede hablar, según se
pretende, como producto de un simple descuido de la víctima y de una destreza o
habilidad especial del autor.
Se desestima el motivo.
En los hechos que se declaran probados lo único que se aprecia es que el recurrente fué
condenado por sentencias de fecha 10 de noviembre de 1.994 y 10 de abril de 1.995 por
sendos delitos de robo, pero ni se hace constar las penas impuestas, ni la clase de robos,
ni, sobre todo, la fecha o fechas de la firmeza de tales sentencias.
Se admite este tercer motivo con las consecuencias penológicas que se establecerán en
la segunda sentencia.
FALLO:
260
PUBLICACIÓN. - Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado
Ponente Excmo. Sr. D. Gregorio García Ancos, estando celebrando audiencia pública en
el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario
certifico.
VOTO PARTICULAR:
Fallo: 25/09/2000
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal
SEGUNDA SENTENCIA
Nº: 1513/2000
Excmos. Sres.:
261
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
UNICO.- Igualmente se admiten los contenidos en tal sentencia con excepción del
número TERCERO, ya que con arreglo a los razonamientos expresados en la sentencia
de casación, no es de apreciar en la ejecución de los hechos la agravante de
reincidencia, 8ª del artículo 22 del vigente Código Penal.
Esto unido a que ya le fue apreciada al encausado la atenuante específica que establece
el nº 3º del artículo 242 de referido Código, la pena habrá de quedar reducida a la de un
año de prisión.
FALLO
ANTECEDENTES DE HECHO:
262
1.- El Juzgado de Instrucción número. 7 de los de Madrid incoó procedimiento
abreviado con el número 4897/97, contra M.A., y una vez concluso lo remitió a la
Audiencia Provincial de la misma Capital (Sec. 15ª) que, con fecha veintiséis de febrero
de mil novecientos noventa y nueve, dictó Sentencia que contiene los siguientes Hechos
Probados:
En Madrid, sobre las 22:15 horas del día 22 de septiembre de 1997, en la salida de la
estación del Metro AAAAAAAA, M.A. y otros tres individuos, a los que no se refiere
esta Sentencia, rodearon a M.F.L.T.G. y M.P.M.B. Mientras uno de aquéllos esgrimía
una navaja a la altura del cuello de estos últimos, otros tiraban del bolso que M.P.M.B.
llevaba al hombro, haciéndola caer al suelo, hasta arrancárselo.
Unos Agentes de Policía que se percataron de los hechos iniciaron la persecución de los
agresores. Practicaron tres detenciones, entre ellas la de M.A., y recuperaron el bolso
con su contenido. Se incautaron de dos navajas.
M.P.M.B. sufrió lesiones que curaron en 2 días, con una primera asistencia, sin producir
impedimento ni incapacidad.
FALLO: Condenamos a M.A., como autor de un delito intentado de robo con violencia
e intimidación mediante uso de arma, concurriendo la atenuante de ser menor de
dieciocho años, a la pena de UN AÑO Y OCHO MESES DE PRISIÓN, con la
accesoria de inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo durante la condena. Y
como autor de una falta de lesiones a la pena de cuatro arrestos de fin de semana.
Asimismo al comiso de la navaja y al abono de una tercera parte de las costas.
Se computará al condenado el tiempo que ha estado privado de libertad por esta causa.
Esta Sentencia es recurrible en casación ante el Tribunal Supremo, mediante escrito que,
en ese caso, se presentará en esta Sala dentro de los cinco días siguientes al de la
notificación de la resolución.
3.- Notificada la Sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por infracción de
Ley, por el acusado M.A., que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda
263
del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso, alegando el motivo
siguiente:
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
SEGUNDO.- No se aprecia infracción alguna de la regla del artículo 66.1º del Código
Penal. En efecto la pena de la que parte la Sentencia recurrida es la del delito de robo
con intimidación y uso de armas, (art. 242.1º y seis meses a cinco años. A partir de esta
pena la Sala hace una reducción de dos grados: uno que se corresponde por el carácter
intentado del delito (art. 62), y otro por aplicación de la atenuante de minoría de edad
(art. 65 CP/73); lo que, de conformidad con el artículo 70.1.2º, supone una pena de diez
meses y quince días a un año y nueve meses de prisión, dentro de la cual la Sala ha
impuesto la de un año y ocho meses.
No combate el recurrente las dos reducciones, de un solo grado cada una, que por
tentativa y por minoría de edad hace la Sala, ni postula por tanto que en ambos casos la
reducción hubiera de ser de dos grados, que es la máxima rebaja autorizada por los
artículos 62 del Código Penal de 1995 y 65 del Código Penal de 1973. Lo que ataca es
estrictamente la individualización que la Sala hace dentro de los límites de la pena
obtenida, por el hecho de imponerse en la mitad superior en vez de hacerlo en la
inferior.
Datos estos que determinan una gravedad suficiente para justificar la concreta
individualización de la pena hecha por la Sala de instancia, dentro de los límites
establecidos por la Ley.
TERCERO.- Por lo que respecta a la penalidad de la falta, que según el recurrente debió
rebajarse al menos en un grado por concurrir la atenuante de minoría de edad, debe
recordarse que de conformidad con el artículo 638 del Código Penal en la aplicación de
las penas correspondientes a las faltas los Jueces y Tribunales procederán según su
prudente arbitrio, dentro de los límites de cada una, atendiendo a las circunstancias del
caso y del culpable, sin ajustarse a las reglas de los artículos 61 a 72 del Código, norma
equivalente al artículo 601 del Código Penal de 1973, que se remitía a las reglas de sus
artículos 49 a 66.
Esto significa que el todavía vigente efecto reductor de la menor edad establecido en el
artículo 65 del Código Penal de 1973, es facultativo en materia de faltas por lo que no
siendo obligatorio y pudiendo el Tribunal recorrer la pena en toda su extensión, no hubo
infracción por indebida inaplicación.
No hay en ello infracción alguna. Los hechos probados, cuyo respeto es presupuesto
ineludible en la formalización del motivo casacional del artículo 849.1º de la Ley de
266
Enjuiciamiento Criminal, afirman que el acusado y otros tres individuos rodearon a la
víctima, y que mientras uno esgrimía una navaja otros tiraban del bolso. Se trata pues,
de una acción de apoderamiento con intervención directa de varios, que realizaron
concertada y conjuntamente la acción típica. El que no se diga específicamente que el
acusado hoy recurrente todos realizaron concertadamente y de forma conjunta una
acción de apoderamiento violento ejecutando el designio criminal común mediante la
aportación del esfuerzo individual que en el caso del acusado, cuando menos integrado
en el grupo que rodeó a la víctima, excede de la mera cooperación secundaria o
coadyuvante propia de la complicidad para integrarse en la autoría, al ostentar con los
demás el condominio del hecho.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
267
1.- El Juzgado de Instrucción número. 15 de Barcelona incoó Diligencias Previas con el
número. 4211/98 del que dimanó procedimiento abreviado en el que la Sección Tercera
de la Audiencia Provincial de la misma ciudad, tras celebrar juicio oral y público, dictó
Sentencia el 19 de Noviembre de 1.998, por la que condenó al recurrente como autor
responsable de un delito de robo con violencia en grado de tentativa, sin la concurrencia
de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal a la pena de seis meses
de prisión e inhabilitación del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena.
2.- En la citada Sentencia se declararon probados los siguientes hechos: Que M.S.,
mayor de edad, ejecutoriamente condenado en sentencias de fechas 31-12-1996 y 6 de
septiembre de 1.997 que delito de robo con fuerza en las cosas a las penas de 1 años y 6
meses de prisión menor. El día 27 de octubre de 1.998, sobre las 18,10 horas en la calle
AAAAAAAA de esta ciudad, abordo por la espalda a W.V.G. y de un fuerte tirón le
arrebató el bolso que portaba. Hecho presenciado por una dotación de policía urbana,
que procedió a la detención del acusado y a la recuperación del bolso, que fue entregado
a su propietaria.
3.- Notificada la Sentencia a las partes, tanto el Ministerio Fiscal como la representación
procesal de M.S. anunciaron su propósito de interponer recurso de casación que se tuvo
por preparado en Auto de 4 de Enero de 1.999, emplazándose seguidamente a las partes
para que hiciesen uso de su derecho ante esta Sala.
4.- Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo, el 4 de Febrero de 1.999, el Excmo. Sr. Fiscal interpuso el anunciado recurso
de casación articulado en un único motivo al amparo del art.849.1º LECr por
inaplicación indebida de la agravante de reincidencia del art. 22.8 CP.
5.- Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo el día 9 de Abril de 1.999, el Procurador D.J.F.A.A., en nombre y
representación de M.S., interpuso el anunciado recurso de casación articulado en un
único motivo por infracción de ley al amparo del apartado 1º del artículo 849 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal en relación con el art. 5.4 LOPJ.
268
6.- Por Providencia de 21 de Enero de 2000 se declaró el recurso admitido y concluso,
señalándose para deliberación y fallo del recurso el pasado día 7 del presente mes, en
cuya fecha la Sala deliberó con el resultado decisorio que a continuación se expresa.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
FALLO:
270
Así, por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.
VOTO PARTICULAR:
Fallo: 07/02/2000
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal
SEGUNDA SENTENCIA
Nº: 205/2000
Excmos. Sres.:
271
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de seis meses de
prisión e inhabilitación del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena,
Sentencia que ha sido casada y anulada parcialmente por la dictada con esta misma
fecha por esta Sala, por lo que los mismos Magistrados que la compusieron proceden a
dictar esta segunda, bajo la misma Ponencia, y con arreglo a los siguientes.
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Se reproducen e integran en esta Sentencia todos los de nuestra Sentencia anterior y los
de la Sentencia de instancia en tanto no fuesen contradictorios con los de la primera.
FALLO
272
18-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17 DE MAYO DE 2000
ANTECEDENTES DE HECHO:
Una vez dentro, E.N. sacó un arma y encañonando con ella a los allí presentes, facilitó
la entrada a F.A.M. que tenía el rostro cubierto con una capucha (iba acompañado de la
misma persona que el día 10); en un momento dado, uno de ellos golpeó con el arma a
F.J.A.A. y le causó una herida en la cabeza de la que fue asistido en la Casa de Socorro.
Antes de huir, con joyas valoradas en alrededor de treinta millones de pesetas,
efectuaron dos disparos intimidatorios. Desde Bilbao se dirigieron a Barcelona donde
esperaron la llegada de J.M.T., que se produjo el día 20 de Diciembre de 1980; todos
ellos se reunieron en un piso de la Ciudad Condal, en el que J.M.T. se hizo cargo del
botín y lo trasladó a Bilbao.
273
No ha quedado probado que R.T.A. hubiera tenido participación de ningún tipo en estos
hechos.
No ha quedado probado que el acusado V.G.G. hubiera adquirido las joyas con
conocimiento de su procedencia.
E.N. fue ejecutoriamente condenado en sentencia firme de 15.9.77 por un delito de robo
a la pena de tres años de prisión menor.
Primer Auto.-
Contra la presente resolución cabe el recurso que proceda contra la sentencia que se
dicte.
274
pago cada uno de ellos de 1/9 parte de las costas procesales, así como indemnicen
conjunta y solidariamente en la cantidad que se determine en ejecución de sentencia
procedente de la tasación pericial de los objetos sustraídos y no recuperados: de esta
cantidad, diez millones serán para la entidad FFFFFFFF S.A. Cía de Seguros y
Reaseguros, y el resto para F.J.A.A.
Debemos absolver y absolvemos libremente a R.T.A. del delito de robo con violencia
por el que estaba acusado, con declaración de oficio de 1/9 de las costas procesales; y
Debemos absolver y absolvemos libremente a V.G.G. del delito de receptación por el
que está acusado, con declaración de oficio de 1/9 de las costas procesales. Declaramos
la insolvencia de dichos condenados aprobando las resoluciones que a este fin dictó el
Juzgado Instructor y para el cumplimiento de la pena principal que se impone abonamos
el tiempo que han estado privados de libertad por esta causa si no se hubiese aplicado a
otra responsabilidad. Una vez firme esta resolución se alzarán y dejarán sin efecto las
medidas cautelares que en relación con la responsabilidad civil se adoptaron respecto de
los acusados absueltos.
La representación de F.J.A.A.
ÚNICO.- Alega la parte recurrente infracción del precepto constitucional del art. 24.2
de la Constitución Española al amparo del art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial.
Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
PRIMERO.
SEGUNDO.
277
Por ello la absolución de V.G.G. y la extinción de la responsabilidad por prescripción
del acusado I.Z.O. no permite ningún pronunciamiento condenatorio, ni penal ni civil,
por el orden penal de la jurisdicción.
Hubo pues una respuesta judicial a la pretensión deducida por lo que el motivo se
desestima.
TERCERO.
En el recurso se afirma que además de esas dos declaraciones hubo una tercera, de fecha
14 de octubre de 1983 a la que el imputado asistió como imputado como lo prueba el
hecho de que a su declaración asistiera un Letrado, lo que obtiene tras deducir que de
los letrados asistentes uno de ellos debió comparecer a la diligencia de declaración
asistiendo al imputado, presencia que fue admitida por el órgano jurisdiccional y el
278
Ministerio fiscal y las partes porque todos entendían que podrían derivarse
responsabilidades penales.
279
acto posterior a la comisión del delito, pero no requiriera la misma después de una
paralización cualquiera del procedimiento. Concretamente, lo que la Ley exige, en todo
caso, no es cualquier movimiento del procedimiento, sino actos procesales dirigidos
contra el culpable, dado que lo que determina la extinción de la responsabilidad es el
aquietamiento de la acción y que la acción sólo se impulsa mediante actos que tienden a
su realización.
5. La petición de procesamiento por el Sr. I.Z.O., obrante al folio 458 vuelto, en escrito
sin fecha pero del mes de marzo de 1983 por el que se imputaba al Sr. I.Z.O. un delito
de receptación basado en unas relaciones comerciales con otra empresa que no estaba
habilitada para mantenerlas, que pudiera suponer para el imputado el inicio en la acción
penal no fue tramitada por el Juzgado y desde su expresión hasta la solicitud de
imputación por el Ministerio fiscal transcurrió en exceso el plazo de prescripción
señalado en el art. 113 del Código penal aplicado.
280
RECURSO DE J.M.T.
CUARTO.
Como decimos, el tribunal afirma su convicción con mención del art. 730 de la Ley
procesal en la declaración de uno de los intervinientes para el que se declaró extinguida
la acción penal por fallecimiento y en pruebas indiciarias que permiten corroborar y
valorar racionalmente esa declaración.
No obstante hay supuestos en los que vigencia de la regla general antes expuesta cede
ante situaciones excepcionales a los que se refiere el art. 730 de la ley procesal, aquéllas
en las que, por causas independientes a la voluntad de las partes, la prueba no puede
reproducirse en el juicio oral. La jurisprudencia ha señalado como situaciones
generadoras de la excepcionalidad, las del testigo fallecido, la del testigo en ignorado
paradero y la del testigo en el extranjero, cuando pese a la vigencia de los Tratados
Internacionales, su comparecencia no puede practicarse el juicio oral.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
284
FALLO: Que debemos CONDENAR Y CONDENAMOS al acusado A.M.A.M. como
autor responsable de dos delitos de robo con intimidación, en grado de tentativa,
precedentemente definidos, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, a la pena de un año de prisión por cada uno, a las accesorias
de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante la condena y al
pago de las costas procesales.
Para el cumplimiento de la pena que se impone declaramos de abono todo el tiempo que
haya estado privado de libertad por la presente causa, siempre que no le hubiera sido
computado en otra.
Sexto.- Hecho el señalamiento se celebró la votación prevenida el día cinco de abril del
año dos mil uno.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
II) El Ministerio fiscal impugnó el recurso, por entender que el Tribunal sentenciador
contó para el acreditamiento de los hechos, no solo con el reconocimiento fotográfico,
sino también con prueba testificales, considerando el Ministerio Público aceptables los
argumentos del Fundamento Segundo en la sentencia, al ponderar como prueba
identificativa la apreciación por los policías en A.M.A.M. de los datos físicos, de
estatura, habla e indumentaria que, según las víctimas de los robos, concurrían en el que
había intentado perpetrarlos, según los Agentes manifestaron en el acto del juicio.
IV) Con arreglo a la doctrina expuesta, el recurso debe ser desestimado por haber
contado y tenido en cuenta el Tribunal de Barcelona pruebas bastantes demostrativas de
los hechos y de la intervención en ellos del acusado:
1.- La declaración en el juicio oral del Policía local XXX, en la que manifestó haber
hecho el reconocimiento fotográfico con la denunciante, a la que enseñó 20 ó 30
fotografías
2.- La declaración prestada en el juicio oral por el Policía XXX, en la que manifestó que
las características físicas de A.M. coincidían con las facilitadas por la empleada de
"Podium Sport", en relación con el hombre que perpetró el intento de robo en el
establecimiento.
287
3.- La declaración prestada en el juicio oral por el Policía local XXX, en la que
manifestó que en la panadería le dieron los datos de ropa, habla y estatura del autor del
intento de robo.
4.- La diligencia de exposición de los hechos, extendida por los Agentes XXX y A-
XXX, a las 20,30 horas del 10 de marzo de 1998 en Villafranca del Panades obrante al
folio 6 de las Diligencias Previas, en la que manifiestan que identificaron en el
establecimiento "Can Mercader" a un varón con las características que tenía el autor del
robo intentado en la panadería, según lo manifestado por la empleada de este comercio.
6.- Las declaraciones prestadas ante la Guardia civil (folio 19) y ante el Juzgado (folio
29) en las Diligencias Previas, por A.M.A.M., en las que reconocía haber entrado tanto
en la panadería, como en la tienda de deportes, para pedir dinero, negando haber
amenazado a la dueña de la panadería con unas tijeras.
7.- El reconocimiento fotográfico que de A.M.A.M. hizo ante los policías locales XXX
y XXX V.G., a las 21,40 horas del día 10 de marzo de 1998, obrante al folio 10 de las
diligencias Previas, y a cuyo reconocimiento se refirió V. en el juicio oral, afirmando
que solo le fue exhibido una fotografía de cara y otra de perfil; y
8.- El reconocimiento fotográfico que de A.M.A.M. hizo ante el Policía local XXX
L.R.G. a las 9 horas del día 11 de marzo de 1997, obrante al folio 14 de las Diligencias
previas, y a cuyo reconocimiento no se refirió L. en el acto del Juicio.
La intervención del acusado en los actos depredatorios aparece acreditado, por tanto,
por sus propias declaraciones reconociendo su estancia en los establecimientos donde
288
tuvieron lugar los hechos, por las declaraciones de los policías XXX y XXX en el acto
del juicio, relativas a la identificación que hicieron de A. con los datos facilitados por
las víctimas de los robos, y por la identificación fotográfica que del acusado hizo V.
introducida en el plenario por la referencia que a la misma hicieron en el juicio oral,
dicha V. y el Policía XXX, ante el que ella hizo el reconocimiento. Tales pruebas fueron
tenidas en cuenta por el Tribunal sentenciador, como revela las menciones hechas en el
Fundamento Segundo de la sentencia.
V) Las conclusiones que se acaban de exponer tienen su apoyo en una doctrina del
Tribunal Constitucional (S. 40/97 de 27.2), y de esta Sala (SS. de 22.2.90, 31.1 y
27.9.91, 13.2, 3.6 y 13.10.92, 3.4.93, 31.5.94 y 909/99 de 27.9), que considera que el
reconocimiento fotográfico es un medio lícito de investigación, que puede alcanzar
valor probatorio si aporta al juicio oral, con la comparecencia del identificante o de los
policías ante los cuales se practicó el reconocimiento.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
289
1.- El Juzgado de Instrucción número 7 de Sevilla instruyó procedimiento abreviado con
el nº 96 de 1.998 contra M.B.A.J., y una vez concluso, lo remitió a la Audiencia
Provincial de Sevilla, Sección Séptima, que con fecha 17 de septiembre de 1.998, dictó
sentencia que contiene los siguientes Hechos Probados:
Primero.- Cuando sobre las 2,30 horas del día 25 de abril de 1998 A.L.G. caminaba por
la calle AAAAAAAA de esta capital fue abordado por el acusado M.B.A.J., cuyas
circunstancias personales ya se han reseñado, quien acompañado de otro individuo no
identificado le exigió la entrega de la cartera. Como quiera que A.L.G. se negó entre los
dos sujetos le agarraron, haciéndole caer al suelo y arrebatándole la cartera que llevaba
conteniendo diez mil pesetas en efectivo y documentación personal, tras lo cual se
dieron a la fuga.
Segundo.- El siguiente día 5 de mayo el acusado fue avistado por la víctima en el Bar
BBBBBBBB, por lo que llamó a la policía, que le detuvo. Fue puesto a disposición
judicial el siguiente día 6 de mayo, fecha en que se decretó su prisión provisional
permaneciendo en tal situación desde entonces.
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por infracción de
ley, por el acusado M.B.A.J., que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala
290
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.
Motivo único.- Breve extracto de su contenido: Al amparo del párrafo primero del
artículo 849 de la L.E.Cr., por infracción de ley, al no aplicar la norma recogida en el nº
3 del art. 242 del vigente Código penal.
5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, se opuso al único motivo del
recurso, quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
291
La consecuencia del carácter discrecional de dicha facultad consiste en que, ab initio su
ejercicio es ajeno al control casacional y sólo de manera excepcional es revisable en esta
vía cuando, interesada la minoración por alguna de las partes y concurriendo los
requisitos previstos por la ley, se deniega su aplicación de manera arbitraria.
En el caso presente, la sentencia declara probado que la víctima es asaltada a las 02,30
horas de la madrugada por el acusado y otra persona y, al negarse aquella a entregarle la
cartera que éstos le exigirían, le agarran, le derriban al suelo y le arrebatan la cartera que
llevaba conteniendo diez mil pesetas y documentación personal. El despojo de la
víctima ejecutado en estas circunstancias, ha sido valorado por el juzgador de instancia
en el sentido de no apreciar la atenuación penológica del art. 242.3, y esta valoración no
puede ser calificada por esta Sala de ilógica o arbitraria porque, con independencia del
grado de violencia física desarrollado por los asaltantes, debe resaltarse el efecto
intimidatorio que esa violencia provoca en la víctima, es decir, que aunque la violencia
material no fuera excesiva, la coerción psíquica que genera alcanza una notable
intensidad en el sujeto pasivo que cede a las exigencias de los depredadores ante el
fundado temor que aquella le provoca. Entendemos, por tanto, que en el caso, ha
existido un nivel de violencia nada despreciable, pero, sobre todo, un alto grado de
intimidación que no permite la aplicación del precepto invocado por el recurrente, por lo
que el pronunciamiento de los jueces de instancia debe ser respetado en este trance
casacional al no apreciarse razón alguna que permita su modificación.
FALLO:
292
PUBLICACIÓN. - Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el
Magistrado Ponente Excmo. Diego Ramos Gancedo, estando celebrando audiencia
pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como
Secretario certifico.
ANTECEDENTES DE HECHO:
293
tres años, seis meses y un día de prisión, todas las penas, con la accesoria de
inhabilitación especial para el sufragio pasivo durante la condena.
PRIMERO.- El día 20 de Noviembre de 1.997, sobre las 10,40 horas, cuando R.M.M.
transitaba por la calle AAAAAAAA de L'Hospitalet de Llobregat, tras salir de la
estación de Metro de 'BBBBBBBB' fue abordado por J.M.R.G. y por F.E.C., ambos
mayores de edad de los que no constan antecedentes penales, quienes le pidieron dinero
y agarrándole e inmovilizándole le hicieron objeto de un registro personal y,
conminándole con que si se resistía acudirían otros y le pegarían, le arrebataron un reloj
de la marca 'CCCCCCCC' valorado en 10.000 pesetas, y un sello de oro con sus
iniciales 'RM' valorado en 20.000 pesetas.
SEGUNDO.- el día 31 de Diciembre de 1.997, sobre las 20 horas, J.M.R.G. junto con
otra persona no identificada, abordaron a D.J.P. en la Avenida DDDDDDDD a la altura
del número 85, y le exigieron que les diera dinero pues de lo contrario le pegarían,
haciendo ademán de sacar algo del bolsillo que dicho D.J.P. no vio. Al no disponer de
dinero, ambos se alejaron del lugar.
TERCERO.- Sin embargo, el día 5 de Enero de 1.998, de nuevo J.M.R.G. junto con
F.E.C., en EEEEEEEE de L'Hospitalet de Llobregat, abordaron a D.J.P., quien se
hallaba con un amigo, y les conminaron a que les entregaran veinticinco mil pesetas.
Dicho amigo, ante el temor de que aquellos dos usaran de su fuerza, les dio lo que
pedían, pero al sacar la cartera que llevaba se la arrebataron quitándole todo el dinero
que llevaba -en cantidad no determinada-, devolviéndole la cartera.
CUARTO.- El día 16 de Enero de 1.998, sobre las 18.10 horas, cuando A.M.S. y su
amigo I.G.M. se encontraban en las inmediaciones del complejo comercial "FFFFFFFF"
en la calle GGGGGGGG de L'Hospitalet de Llobregat, fueron abordados por J.M.R.G.
y por F.E.C. quienes les pidieron veinticinco pesetas, que aquellos les dieron. Acto
seguido, esgrimiendo una navaja del tipo "mariposa" que abrieron ante ellos, exigieron a
dicho A.M.S. que les entregara la cazadora "HHHHHHHH" azul, que llevaba puesta,
poniéndosela uno de ellos y marchando del lugar.
294
QUINTO.- El día 5 de febrero de 1998, sobre las 17,30 horas, cuando J.S.N. y C.S.G. se
hallaban en la Avenida DDDDDDDD en su confluencia con la Avenida IIIIIIII, en
L'Hospitalet de Llobregat, fueron abordados por J.M.R.G. y por otra persona no
identificada que llevaba una muleta. J.M.R.G. agarró por el cuello a C.S.G. y le exigió
que le dieran dinero pues de lo contrario su acompañante les golpearía con la muleta.
Atemorizados por ello, J.S.N. les entregó 500 pesetas y C.S.G. 1.053 pesetas, con las
cuales huyeron del lugar.
El día 6 de Febrero de 1.998, los antes referidos A.M.S. e I.G.M., en la Plaza JJJJJJJJ de
L'Hospitalet de Llobregat, vieron a J.M.R.G. y a F.E.C. -este último, vistiendo la
cazadora descrita en el apartado 4º)- y se dirigieron a un agente de la Guardia Urbana a
quien informaron de lo sucedido, acompañándole hasta que en la calle KKKKKKKK
les localizaron y dicho agente procedió a su detención, recuperándose la referida
cazadora.
4. Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo el día 19 de Diciembre de 1.998, la Procuradora Doña. N.M.V.L., en nombre y
representación de J.M.R.G., interpuso el anunciado recurso de casación articulado en los
siguientes motivos:
295
5. Por medio de escrito que tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal
Supremo el día 13 de Abril de 1.998, la Procuradora Doña. M.M.H.H., en nombre y
representación de F.E.C., interpuso el anunciado recurso de casación articulado en los
siguientes motivos:
6. El Excmo. Sr. Fiscal, por medio de escrito fechado el 8 de Junio de 1.999, evacuando
el trámite que se le confirió, y por las razones que adujo, interesó la inadmisión de
ambos recursos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
2. El art. 242.3 CP, tras la definición del tipo básico y del agravado del delito de robo
con violencia o intimidación, prevé un tipo privilegiado, sancionado con la pena inferior
en grado a la correspondiente al tipo básico, que en principio está referido a los casos en
que la violencia o intimidación ejercidas tenga una menor entidad, si bien se advierte en
la definición legal que deben ser valoradas las restantes circunstancias del caso para la
apreciación del tipo, con lo que no es fácil establecer de antemano los supuestos de
hecho que pueden ser subsumidos en el mismo. En el que se describe en el hecho
probado primero de la Sentencia recurrida, emplearon los acusados una violencia de
cierta entidad por su duración, puesto que agarraron e inmovilizaron a la víctima a la
que, además, hicieron objeto de un acto singularmente vejatorio para toda persona cual
es el registro personal, utilizando no sólo la violencia sino la intimidación, sin duda para
reforzar el efecto de la primera, advirtiendo a la víctima que, si se resistía, acudirían
otros que le pegarían. Ante estos hechos, en los que aparecen tanto la violencia como la
intimidación y en los que la violencia reviste las características de un atentado
especialmente lesivo para la libertad y la dignidad del sujeto pasivo, no parece que sus
autores deban beneficiarse de una atenuación penológica establecida para aquéllos que,
en la comisión del delito de robo, demuestran una menor energía criminal, lo que quiere
decir que hemos de rechazar el primer motivo de los dos recursos que estamos
resolviendo.
FALLO:
Que debemos estimar y estimamos parcialmente los recursos de casación por infracción
de ley interpuestos por las representaciones procesales de J.M.R.G. y F.E.C. contra la
Sentencia dictada, el 1 de Octubre de 1.998, por la Sección Novena de la Audiencia
Provincial de Barcelona, en el Procedimiento Abreviado dimanante de las Diligencias
Previas número.1205/97 del Juzgado de Instrucción número.10 de Hospitalet, en que
fueron condenados J.M.R.G. y a F.E.C. como autores responsables, el primero de ellos
de cinco delitos de robo con intimidación y el segundo por tres delitos de la misma
naturaleza, a las penas, respectivamente, de tres años, seis meses y un día, un año, tres
años seis meses y un día y tres años seis meses y un día de prisión, y a las penas de dos
298
años, un año y tres años seis meses y un día de prisión, y en su virtud, casamos y
anulamos parcialmente la expresada Sentencia, declarándose de oficio las costas
devengadas en este recurso y dictándose a continuación otra más ajustada a Derecho.
Póngase esta resolución, y la que a continuación se dicte, en conocimiento de la Sección
Novena de la Audiencia Provincial de Barcelona, a la que se devolverán cuantos
antecedentes elevó en su día a esta Sala.
VOTO PARTICULAR:
Fallo: 02/03/2000
SEGUNDA SENTENCIA
Nº: 397/2000
Excmos. Sres.:
299
En el Procedimiento Abreviado dimanante de las Diligencias Previas número. 1205/98
del Juzgado de Instrucción número. 10 de L'Hospitalet de Llobregat, seguido contra
J.M.R.G., de veinte años de edad, hijo de J.M. y de C., natural y vecino de Barcelona y
sin antecedentes penales y F.E.C., de veintitrés años, hijo de F. y de D., natural de
Barcelona y vecino de L'Hospitalet de Llobregat y sin antecedentes penales, dictó
Sentencia la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Barcelona el día 1 de
Octubre de 1.998, en que fueron condenados los acusados como autores responsables, el
primero de ellos de cinco delitos de robo con intimidación y el segundo por tres delitos
de la misma naturaleza, a las penas, respectivamente, de tres años, seis meses y un día,
un año, tres años seis meses y un día y tres años seis meses y un día de prisión, y a las
penas de dos años, un año y tres años seis meses y un día de prisión, Sentencia que ha
sido casada y anulada parcialmente por la dictada por esta Sala, con esta misma fecha,
por lo que los mismos Magistrados que la compusieron proceden a dictar esta segunda
bajo la misma Ponencia y con arreglo a los siguientes
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Se reproducen e integran en esta Sentencia todos los de nuestra Sentencia anterior y los
de la de instancia en cuanto no sean contradictorios con los de la primera.
FALLO
300
delito ya definido, a una pena de un año de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
ANTECEDENTES DE HECHO:
301
310.000.- pesetas, que su propietario T.M.B., había dejado estacionado en la Avda.
EEEEEEEE de Madrid sobre las 15,30 horas del día anterior, no habiéndose acreditado
que los acusados emplearan fuerza para la sustracción del vehículo. Posteriormente,
sobre las 19 horas del mismo día, los acusados de mutuo acuerdo y concierto, y con
ánimo de obtener un beneficio económico, se trasladaron con dicho vehículo a la C/
FFFFFFFF y, al observar que M.S.P.J. caminaba descuidada, detuvieron el referido
vehículo a su altura, bajando del mismo uno de ellos y esgrimiendo un cuchillo se lo
puso en el cuello conminándola para que le entregara el bolso y objetos de valor que
portaba, consiguiendo arrebatarle el bolso, que contenía
el D.N.I.,
un pintalabios "HHHHHHHH",
Acto seguido los acusados se dieron a la fuga con el mencionado vehículo dirigiéndose
al poblado de "IIIIIIII", sito en la Carretera de JJJJJJJJ, dejándolo estacionado en un
descampado ubicado en la parte posterior de la gasolinera "KKKKKKKK".- Entretanto,
la patrulla de la policía nacional, integrada por los funcionarios números profesional
LLLLLLLL y MMMMMMMM, que habían sido alertados, a través de la emisora de la
policía, de que cuatro individuos estaban realizando tirones utilizando un
DDDDDDDD, fueron comisionados para que se dirigieran a la referida gasolinera
donde se había localizado el mencionado vehículo.- Sobre las 20 horas del mismo día,
los mencionados funcionarios observaron que los aquí acusados, en compañía de otra
persona que no ha sido enjuiciada, se aproximaron al DDDDDDDD blanco, único
vehículo estacionado detrás de la gasolinera y cuando estaban a punto de abrir las
puertas para introducirse en el mismo, procedieron a su detención, ocasión que
aprovecharon para desprenderse de un pintalabios, un frasco de colonia y una navaja
pequeña que portaban. En el interior del DDDDDDDD se encontró la fotocopia del
N.I.F., a nombre de M.S.P.J.- A V.L.G., se le intervino un tubo de plástico, oculto en el
forro de su cazadora, que contenía cinco bolsitas de una sustancia que resultó ser
302
heroína con un peso neto de 1.005 mgs., y una riqueza de 44'5%, mientras que a F.E.R.,
se le intervinieron varios décimos de lotería y una navajita de cachas nacaradas.- El
frasco de colonia "GGGGGGGG", el pintalabios y la fotocopia del N.I.F., recuperados
fueron entregados a M.S.P.J., que los reconoció como los efectos que le habían
sustraído anteriormente.- El DDDDDDDD, resulto con daños peritados en 71.200.-
pesetas. No habiéndose recuperado el dinero y la cadena de oro sustraída a M.S.P.J. Los
tres acusados eran adictos, en la fecha de autos, al consumo de heroína y cocaína,
adicción que disminuía levemente sus facultades volitivas en actos que, como el
presente, tendían a financiar su consumo.
Por el delito de robo con violencia e intimidación, la pena de tres años y seis meses de
prisión, a cada uno de ellos, y al pago de las 3/4 de las costas.-
303
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.
Al amparo del art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por vulneración de
precepto constitucional, señalando como artículo infringido el 24.2 de la Constitución
Española, que recoge el principio de presunción de inocencia, por cuanto consideramos
que para desvirtuar éste es preciso una prueba de cargo que no se ha producido en el
presente procedimiento.-
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
PRIMERO.- El único motivo del recurso interpuesto, al amparo del art. 5.4º de la
L.O.P.J. denuncia la supuesta vulneración del principio de presunción de inocencia
alegándose que la condena se fundamenta en meros indicios y no en una auténtica
prueba de cargo.
En estos casos el control casacional incluye tanto la constatación de que ha mediado una
actividad probatoria válida como el examen del razonamiento que sirve de fundamento
a la convicción judicial para constatar que responde a las reglas de la lógica y del
criterio humano.
Para ello es necesario constatar que en la resolución impugnada se cumplen una serie de
requisitos, formales y materiales, exigibles jurisprudencialmente como son:
que en la sentencia se expresen cuáles son los hechos base o indicios que se estiman
plenamente acreditados y que van a servir de fundamento a la deducción o inferencia;
que la sentencia haga explícito el razonamiento a través del cual, partiendo de los
indicios, se ha llegado a la convicción sobre el acaecimiento del hecho punible y la
participación en el mismo del acusado, explicitación que -aún cuando pueda ser sucinta
o escueta- se hace imprescindible en el caso de la prueba indiciaria, precisamente para
posibilitar el control casacional de la racionalidad de la inferencia.
Desde el punto de vista material es necesario cumplir unos requisitos que se refieren
tanto a los indicios, en sí mismos, como a la deducción o inferencia. En cuanto a los
305
indicios es necesario: que estén plenamente acreditados; que sean plurales, o
excepcionalmente único pero de una singular potencia acreditativa; que sean
concomitantes al hecho que se trata de probar; y que estén interrelacionados, cuando
sean varios, de modo que se refuercen entre sí (Sentencias 515/96, de 12 de Julio, o
1026/96 de 16 de Diciembre, entre otras muchas).
TERCERO.- Ahora bien esta labor de control casacional tiene también dos límites. El
primero se refiere a la acreditación de los indicios o hechos base, que la Sala ha
declarado probados, pues si lo han sido mediante prueba directa no es posible su
cuestionamiento, ya que tanto el principio de inmediación, como lo dispuesto en el
art.741 de la L.E.Criminal y la propia naturaleza del recurso de casación impiden que se
pueda entrar en el ámbito valorativo propio del Tribunal de Instancia. Puede criticarse
que la Sala considere indicio al que no lo es, así como la racionalidad de la inferencia,
pero no la valoración que -de la prueba testifical, por ejemplo- ha realizado el Tribunal
sentenciador para declarar que un determinado hecho base se estima acreditado.
306
las máximas de la experiencia. Es decir que queda fuera del ámbito del recurso
casacional la valoración por el Tribunal sentenciador del peso de los indicios
incriminatorios en relación con las pruebas de descargo practicadas -que el Tribunal
valora con inmediación, otorgándoles o no credibilidad- o con las manifestaciones
exculpatorias del acusado, quien proporciona una versión fáctica alternativa que el
Tribunal puede estimar convincente o bien inverosímil por su incoherencia interna, falta
de consistencia, contradicción con datos objetivos debidamente acreditados, etc.;
ponderación de elementos incriminatorios y de descargo que debe ser respetada, pues
constituye el núcleo de la función enjuiciadora del Tribunal a quo, siempre que
responda a las reglas de la lógica y del criterio humano.
La conclusión responde a las reglas de la lógica y del razonamiento humano, por lo que
la prueba indiciaria legalmente practicada y racionalmente valorada es hábil para
desvirtuar la presunción de inocencia de los acusados.
FALLO:
ANTECEDENTES DE HECHO:
309
1. El Juzgado de Instrucción número 1 de Granada incoó procedimiento abreviado
número 106/97 contra el procesado S.B.B. y, una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de la misma Capital que, con fecha 18 de noviembre de 1998 dictó
sentencia que contiene los siguientes hechos probados:
Son HECHOS PROBADOS, y así expresamente se declara, que la mañana del día 9 de
septiembre de 1996 los menores J.A.I.M. y M.B.L., ambos de 14 años de edad,
transitaban por la Plaza AAAAAAAA, de esta ciudad, cuando fueron abordados por el
acusado S.B.B., de 20 años, sin antecedentes penales, el cual, esgrimiendo una barra de
hierro con la que llegó a golpear en el muslo a M.B., les pidió el dinero que llevaran
encima, y como sólo obtuviera 25 pesetas que le dio J.A.I., les exigió la entrega de los
relojes de pulsera, apoderándose así de un modelo BBBBBBBB valorado en 8.000
pesetas, propiedad de J.A., y de un CCCCCCCC valorado en 25.000 pesetas, propiedad
de M.
PRIMERO.- Al amparo del art. 5.4 LOPJ, por infracción del art. 24.1º y 2º CE. y art.
369 y ss. LECr., y ello en relación con lo preceptuado en el art. 11.1 LOPJ.
5. Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a trámite quedando
conclusos los autos para señalamiento de deliberación y fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
PRIMERO.- En el primer motivo del recurso se sostiene que el reconocimiento del que
fue objeto el acusado en el juicio oral, que constituye la única prueba, a juicio de la
Defensa, en la que se apoya el fallo condenatorio, ha sido irregularmente obtenida.
Señala en tal sentido que existió un reconocimiento fotográfico y que en ningún
momento del proceso, especialmente durante la instrucción, se ha practicado ningún
reconocimiento en rueda. Se entiende que la medida era necesaria, dado el rechazo del
acusado de la inculpación contra él dirigida y la antigüedad (cerca de cuatro años) de las
fotos que sirvieron para el reconocimiento fotográfico. Asimismo entiende la Defensa
que el reconocimiento practicado en el juicio oral, sin una previa diligencia durante la
instrucción, contradice el art. 369 y ss. LECr. y carece de toda fiabilidad. En la
argumentación del recurso se subraya que durante el reconocimiento fotográfico estuvo
presente el padre de uno de los menores que declararon como testigos, de profesión
policía.
En primer lugar la sala recuerda que su jurisprudencia (ver SSTS de 31-1-91; 21-1-93;
5-5-95; 19-2-97; 7-3-97; 10-2-98, entre otras) viene sosteniendo invariablemente que
311
los reconocimientos fotográficos previos no pueden afectar negativamente a posteriores
reconocimientos en rueda y que la fiabilidad, veracidad y consistencia de un
reconocimiento o identificación no puede ser desvirtuada por el hecho de que (a) los
testigos (...) se les haya exhibido en Comisaría un álbum con fotografías del sospechoso
(STS 10-10-94). La cuestión, por lo tanto, de la credibilidad del reconocimiento es una
cuestión de hecho ajena al recurso de casación pues, como lo hemos sostenido en
innumerables precedentes, se trata un juicio que depende sustancialmente de la
percepción directa del tribunal de instancia.
Aclarado lo anterior, resulta claro que la pretensión del recurrente no puede ser acogida.
En efecto, ninguna norma de la LECr. establece que la declaración de los testigos en el
juicio oral referente a la identidad de los autores del delito sólo pueda ser tomada en
cuenta por el tribunal de instancia si previamente, durante la instrucción, se practicó una
diligencia de reconocimiento con resultado positivo. Es claro que el legislador no ha
considerado la diligencia de reconocimiento en la fase de instrucción como una medida
de identificación de carácter necesario. Así lo establecieron las SSTS de 29-1-90; 25-6-
90 y 21-2-98. Consiguientemente, si no es una medida necesaria y el tribunal de
instancia tiene las facultades que le acuerda el art. 729.2º LECr., es indudable que la
cuestión planteada carece de fundamento.
SEGUNDO.- El restante motivo del recurso se basa en la infracción por inaplicación del
art. 242.3º CP. que la Defensa estima aplicable por considerar que se debió apreciar una
disminución de la antijuricidad del acto. En concreto se afirma en el recurso, por un
lado, que la violencia ejercida es débil y no consta que se haya causado lesiones a la
víctima. Por otro lado, se resalta el ínfimo valor de lo sustraído (dos relojes valorados en
8.000 y 25.000 ptas. respectivamente) y 25 ptas.
312
afecta a bienes personales, como el cuerpo y las lesiones que, de concretarse la
amenaza, pudieran haberse producido al sujeto pasivo, es de consideración la gravedad
de la ilicitud y no se debe valorar como de menor entidad.
A partir de estos criterios es evidente que la agresión a dos menores de catorce años con
una barra de hierro no es de menor entidad, pues el instrumento utilizado hubiera
podido producir lesiones no irrelevantes. La edad de las víctimas, por otra parte,
aumenta el disvalor de la acción, pues implica un aprovechamiento de su capacidad
reducida de defensa.
FALLO:
313
24-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 11 DE ABRIL DE 2000
ANTECEDENTES DE HECHO:
Sobre las 9,20 horas, entró en el taller de marmolería, sito en Ordenes-A Coruña, zona
de Merella, del cual es titular D.J.I.V.A., bajo la excusa de efectuar alguna compra y en
un descuido sustrajo el turismo BBBBBBBB matrícula C-BO, que se encontraba abierto
y con las llaves puestas, saliendo en él marcha atrás huyendo del lugar conduciéndolo.
Alertada la policía, se montó un servicio de vigilancia, y sobre las 12 horas, los policías
nacionales EEEEEEEE y FFFFFFFF, adscritos a la unidad de motos, localizaron el
turismo sustraído conducido por el acusado, quien estaba hablando con un peatón que
resultó ser M.M.B. Al darse cuenta de la presencia policial, el acusado A.B.B.,
emprendió la huida siendo perseguido por los dos policías nacionales en sus respectivas
motor. Cuando el nº EEEEEEEE consiguió ponerse a su altura, el acusado, pese a
observar perfectamente que la persecución se estaba efectuando por dos policías
uniformados, dio un fuerte volantazo a la izquierda cortando la trayectoria a la moto
situada a su altura, que por la pericia de su conductor logró no caer al suelo y evitó ser
arrollado.
El turismo fue recuperado sobre las 13,30 horas del mismo día, en la calle
GGGGGGGG de esta ciudad, con desperfectos por importe de 105.379 pts,
entregándose a su propietario D. J.I.V.A., faltando de su interior una cámara fotográfica
HHHHHHHH, valorada en 43.000 pts, y una cazadora de piel, cuyo valor no consta.
El condenado indemnizará
a J.I.V.A. en 105.379 pesetas por la reparación del turismo, 43.000 pts. por la cámara
sustraída y la cantidad que se determine en ejecución de sentencia por la cazadora de
piel;
Contra esta sentencia, se podrá interponer recurso de casación por infracción de Ley y/o
quebrantamiento de forma para ante el Tribunal Supremo, previa su preparación ante
esta Audiencia, a medio de escrito autorizado con firma de Letrado y Procurador, dentro
de los cinco días siguientes a la última notificación.
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por infracción de
Ley, por la representación del acusado A.B.B., que se tuvo por anunciado, remitiéndose
a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.
MOTIVO UNICO.- Por infracción de Ley, al amparo del artículo 849.1º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, al haber cometido la Sentencia recurrida:
316
al acusado con base a los hechos que relata, que omiten indebidamente la aplicación del
artículo constitucional invocado que ha de presidir en todo proceso penal, vulnerando
reiteradamente la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del mas Alto Tribunal
que de manera tajante y taxativa se han pronunciado sobre este particular.
Incorrecta aplicación del artículo 242 del Código Penal, Se condena a A.B.B., como
autor de dos robos con violencia a la pena de prisión de dos años por cada uno de ellos,
aplicándose el párrafo 1º del artículo 242 del Código Penal en relación al artículo 237
del citado Cuerpo Legal, sin que consten los requisitos necesarios para la aplicación de
este tipo penal, sino los propios del artículo 242, párrafo 3º.
5.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso, oponiéndose a la admisión del motivo
interpuesto, la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento
de Fallo, cuando por turno correspondiera.
6.- Hecho el señalamiento para la Vista, se celebró la misma el día 5 de Abril de 2000.
Con la asistencia del Letrado Doña C.N.L. en sustitución de su compañero J.R.S.S., y
en representación del acusado A.B.B. que mantuvo su recurso. El Ministerio Fiscal
impugnó su recurso.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
317
Fundamento Jurídico Segundo de su sentencia y el Ministerio Fiscal en su informe, las
pruebas de cargo, legalmente aportadas, son suficientes.
Así, respecto al delito de hurto de uso de vehículo de motor y a la falta de hurto, las
manifestaciones del perjudicado J.I.V.A. reconociendo al acusado primero por
fotografía (f. 54) y luego, sin duda alguna, en el acto del juicio oral. En relación con los
delitos de robo con violencia, la afirmación de N.F.S. en el indicado acto de que
reconoce en este momento al acusado sentado en el banquillo como la persona que le
quitó de un tirón el bolso, y las de P.D.G.F., hijo de la fallecida M.C.F.M., que en el
mismo juicio puntualizó sus anteriores reconocimientos del acusado hechos por
fotografía y en rueda (fls. 16/17 y 49). Y por lo que afecta al delito de atentado, las
declaraciones del Policía Nacional número EEEEEEEE en el sentido de que vio al
conductor del vehículo, que era el acusado A.B.
No cabe duda que ha existido una suficiente actividad probatoria de cargo, que deja sin
efecto el principio de presunción de inocencia que se invoca.
En cuanto al principio in dubio pro reo, debe decirse una vez más que su alegación en
casación sólo es admisible cuando resulta vulnerado en su aspecto normativo; es decir,
cuando se acredita que el Tribunal, frente a una duda, ha adoptado una versión más
perjudicial para el acusado; lo que, evidentemente, no ocurre en el presente caso.
318
No hay duda de arrebatar -quitar con violencia- un bolso constituye un delito de robo de
esta naturaleza, como afirma la sentencia de 5 de marzo de 1998 que cita numerosas
otras en el mismo sentido.
Por lo que se refiere al invocado párrafo 3º, como dice la sentencia de 22 de febrero de
1999, concede una facultad discreccional cuyo destinatario es el Tribunal de instancia
en base a la inmediación que dispone; siendo revisable en casación excepcionalmente
cuando no se hubiese resuelto sobre esta cuestión oportunamente alegada en la
instancia, o cuando la concreta decisión de la Sala sentenciadora estuviese carente de
fundamentación o ésta fuera notoriamente arbitraria.
Y que su no aplicación ahora en modo alguno resulta arbitraria pues, como afirma el
Fiscal, la experiencia demuestra que el tirón efectuado desde un vehículo en marcha,
con frecuencia origina lesiones a la víctima.
Sin que pueda tampoco afirmarse que las penas impuestas -dos años de prisión por cada
delito de robo-, mínimas de las legalmente establecidas, resultan desproporcionadas,
dadas las ya expuestas circunstancias de los hechos.
Más en los Hechos Probados de la sentencia de instancia, que deben ser respetados dada
la vía de impugnación elegida, se describe como el acusado, al huir perseguido por dos
policías nacionales uniformados que conducían sus respectivas motos, cuando el nº
EEEEEEEE consiguió alcanzarle, dio un fuerte volantazo a la izquierda cortando la
trayectoria a la moto situada a su altura, que por la peripecia de su conductor logró no
caer y evitó ser arrollado.
319
Hechos que, como se afirma en el afirma en el Fundamento Jurídico Segundo de la
resolución impugnada, constituyen un verdadero acto de acometimiento a un agente de
la autoridad en el ejercicio de sus funciones, integrantes del delito de atentado.
Por lo que se refiere al nº 1 del artículo 552 del Código Penal, en él se establece como
subtipo agravado el que la agresión se verifique con armas u otros medios peligrosos. Y
no cabe duda que un automóvil en marcha resulta extremadamente peligroso para quien
sufre su acometida, como se razona en la sentencia de esta Sala de 13 de noviembre de
1991, a propósito de la aplicación al caso en ella contemplado del artículo 7.2 de la Ley
de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Es de resaltar también ahora que el Tribunal de instancia, que ha apreciado en todos los
delitos la concurrencia de una agravante -reincidencia- y de una atenuante -
drogadicción-, ha impuesto al acusado la pena mínima para este subtipo establecida.
Por ello, al resultar que los artículos 550, 551 nº 1 y 552 nº 1 del Código Penal han sido
correctamente aplicados, este Tercer Motivo del recurso debe ser también desestimado.
FALLO:
320
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.
ANTECEDENTES DE HECHO:
"A) Sobre las 11.20 horas del día 27 de Enero de 1998, los acusados J.L.R.E., F.J.F.G.,
M.A.P.S.J. y T.E.V., todos mayores de edad; los dos primeros con antecedentes penales
no computables y sin antecedentes los otros dos, se dirigieron desde Pamplona/Iruña
hasta la localidad de Elgorriaga (Navarra/Nafarroa). Haciéndolo los dos primeros en el
vehículo Audi 80 (NA-XXX-AS) propiedad de F.J.F.G., y los otros dos en la furgoneta
Nissan Vanette (NA-XXX-T) propiedad de M.A.P.S.J..
Una vez allí se dirigieron a la vivienda donde residía J.A.N.G., Villa núm. 1, y al
abrirles la puerta M.T.S.O., a la sazón compañera del anterior, entraron M.A.P.S.J. y
T.E.V., preguntando por J.A., indicándoles M.T. dónde se encontraba y yendo los dos
acusados al lugar empezaron a forcejear con J.A.N.G., golpeándole y consiguiendo
reducirle y atarle.
321
F.J.N.G. siendo también reducido violentamente, procediendo los acusados a atarle de
pies y manos al igual que a M.T.S.O. utilizando para ello las cuerdas del tendedero y
cinta aislante. También los amordazaron y colocaron sendos gorros de lana cubriéndoles
la cabeza.
Una vez inmovilizados los tres ocupantes de la casa, los acusados procedieron a su
registro en busca de dinero, a la vez que lo exigían y les amenazaban, por lo que ante el
temor de sufrir un mal mayor M.T. les dijo que cogieran el dinero que tenía en su bolso,
cogiendo 24.000 pesetas en metálico y las tarjetas de crédito Visa y Servired,
obligándola a facilitarles el número secreto para operarlas, si bien fueron posteriormente
anuladas sin llegar a utilizarse. Además se apoderaron de diversos efectos, como un
reloj Lotus, dos teléfonos móviles, joyas, un chaquetón de piel, varios compac-disc,
valorado todo ello en 440.500 pesetas.
Pasados unos minutos F.J.N.G. pudo soltarse y liberar a su hermano y a M.T., que
procedieron a dar aviso a la Guardia Civil.
En cuanto a los efectos sustraídos, fueron recuperados un teléfono móvil, el reloj Lotus
y el vehículo Opel Astra, junto con su documentación y llaves; vehículo,
documentación y llaves en poder de J.L.R.E.
1º.- J.L.R.E. como autor de un delito de robo con violencia e intimidación, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad a la pena de TRES
AÑOS y SEIS MESES de prisión, accesoria de inhabilitación especial para el derecho
de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y pago de una cuarta parte de las
costas derivadas de este delito, incluidas las de la acusación particular.
2º.- F.J.F.G., como autor de un delito de robo con violencia e intimidación, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, a la pena de TRES
323
AÑOS de prisión, accesoria legal de inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo durante el tiempo de la condena y pago de una cuarta parte de las costas
derivadas por este delito, incluidas las de la acusación particular.
3º.- M.A.P.S.J., como autor de un delito de robo con violencia e intimidación, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, a la pena de TRES
AÑOS de prisión, accesoria legal de inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo durante el tiempo de la condena y pago de una cuarta parte de las costas
derivadas por este delito, incluidas las de la acusación particular.
Y como autor de una falta de lesiones del artículo 617.1° sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad, a la pena de ARRESTO DE
CUATRO FINES DE SEMANA y la mitad de las costas causadas por esta falta,
incluidas las de la acusación particular.
4º.- T.E.V., como autor de un delito de robo con violencia e intimidación, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad a la pena de TRES
AÑOS de prisión, accesoria legal de inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de la condena y pago de una cuarta parte de las costas derivadas de
este delito, incluidas las de la acusación particular.
Y como autor de una falta de lesiones del artículo 617.1° sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad, a la pena de ARRESTO DE
CUATRO FINES DE SEMANA y pago de la mitad de las costas causadas por esta
falta, incluidas las de la acusación particular.
Que así mismo debemos absolver y absolvemos a los cuatro acusados de los delitos de
detención ilegal y de las otras dos faltas de lesiones, de que venían acusados, declarando
respecto de los mismos de oficio las costas causadas.
324
Por otra parte M.A.P.S.J. y T.E.V. indemnizarán conjunta y solidariamente a J.A.N.G.
en la cantidad de OCHENTA Y UNA MIL pesetas.
Contando en autos que los acusados o bien poseen algún vehículo o bien trabajan, no se
aprueban los Autos de insolvencia dictados en las respectivas piezas separadas de
responsabilidad civil, debiendo reintegrarse al Juzgado Instructor para que proceda a
una nueva y más exhaustiva averiguación de bienes sobre los que trabar, en su caso,
embargo.
1º.- Conforme al art. 849.1° de la L.E.Crim. por infracción del art. 237 del C. Penal.
3º.- Amparado en el art. 5.4 de la L.O.P.J. por infracción del principio de presunción de
inocencia, recogido en el art. 24.2 de la C.E.
325
1º.- Al amparo de lo dispuesto en el art. 5.4 de la L.O.P.J. en relación con el art. 24 de la
C.E. por entender que la sentencia que se recurre ha vulnerado el derecho fundamental a
la presunción de inocencia de los recurrentes.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Recurso de F.J.F.G..-
SEGUNDO.- De los tres motivos que formaliza, comenzaremos por el estudio del
tercero que, al amparo de lo dispuesto en el art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, se alega como infringido el derecho fundamental a la presunción de inocencia,
que se proclama en el art. 24.2 de la Constitución española.
326
Dicho principio supone que para poder apreciar en el proceso penal una vulneración de
dicho derecho fundamental se requiere que en la causa exista un vacío probatorio sobre
los hechos que sean objeto del proceso o sobre alguno de los elementos esenciales de
los delitos enjuiciados, pese a lo cual se dicte una Sentencia condenatoria (Sentencias de
4 de junio y 4 de octubre de 1996, entre otras). Si, por el contrario, se ha practicado en
relación con tales hechos o elementos, actividad probatoria revestida de los requisitos
propios de la prueba de cargo, con sometimiento a los principios procesales de oralidad,
contradicción e inmediación, no puede estimarse la violación constitucional basada en la
presunción de inocencia, pues las pruebas así obtenidas son aptas para destruir dicha
presunción, quedando sometidas a la libre y razonada valoración del Tribunal de
instancia a quien por ministerio de la Ley corresponde con exclusividad dicha función
(art. 741 de la L.E.Crim. y 117.3 de la C.E.)
Sin perjuicio de todo ello, cabe señalar también que los actos de vigilancia o espera son
igualmente considerados por la jurisprudencia como actos de autoría, bien mediante la
participación directa, bien mediante actos de cooperación necesaria, teniendo declarado
el recurrente que llevó a J.L.R.E. a la casa y que acto seguido lo recogió, emprendiendo
todos ellos la fuga.
328
CUARTO.- Por último, y por infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el art.
849.1° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la indebida aplicación del art.
237 del Código penal.
Esta Sala viene en tal sentido declarando que el objeto de este recurso, en esta sede
casacional, se reduce exclusivamente a comprobar si, dados los hechos que se declaran
probados en la Sentencia que se recurre, que han de ser respetados en su integridad,
orden y significación, se aplicaron correctamente a los mismos, por los juzgadores de
instancia los preceptos penales sustantivos en que los subsumieron, se dejaron de aplicar
los que correspondían, o fueron los aplicados o dejados de aplicar erróneamente
interpretados en su aplicación o falta de aplicación (Sentencia de 29 de mayo de 1992).
Esta vía casacional del artículo 849.1° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, exige,
como pone de relieve la Sentencia de 17 de diciembre de 1996, "un respeto reverencial
y absoluto al hecho probado, pues cualquier modificación, alteración, supresión o
cuestionamiento desencadena inexcusablemente la inadmisión del motivo (artículo
884.3° de la L.E.Crim.) y en trámite de Sentencia su desestimación", lo que
evidentemente ocurre en el motivo enjuiciado.
Aparte de repetir aquí nuestras consideraciones anteriores acerca del ámbito del
principio constitucional de la presunción de inocencia, es evidente que ambos
coacusados relataron en la investigación sumarial (y lo repitieron después), ante la
presencia judicial, cómo ocurrieron los hechos, reconociendo su participación,
encargándose incluso de inmovilizar a las víctimas (eso sí, por encargo de Redondo),
llevándose parte del botín, y participando incluso en la intimidación con una pistola
329
simulada ("preguntado si es cierto que el declarante sacó una pistola, manifiesta que
únicamente la enseñó un poco", y más adelante, "que la pistola prácticamente no sabía
ni que la llevaba encima" folios 171 a 173). Es claro que dada la envergadura de los
hechos, Redondo tuvo la participación y ayuda de los otros coacusados, pues es máxima
de experiencia que no pudo practicar él solo todos las actos de acometimiento,
inmovilización, amordazamiento y depredación.
Por consiguiente, procede, sin mayores esfuerzos dialécticos, desestimar este motivo,
así como el segundo articulado por ambos recurrentes (por la vía del art. 849.1° de la
L.E.Crim.) por carecer de todo desarrollo argumental, en tanto manifiesta que si se
estima el primer motivo, este segundo resulta de necesaria estimación por no ser los
hechos enjuiciados constitutivos de robo alguno.
Recurso de J.L.R.E.
FALLO:
PRIMERO RESULTANDO: Probado, y así se declara, que los acusados A.D.M., mayor
de edad y ejecutoriamente condenado por delito de robo en ocho sentencias, las dos
últimas firmes en fecha 18 de Julio de 1.992 y 22 de Abril de 1.992, y M.B.G., mayor
de edad y ejecutoriamente condenado por delito de robo en cuatro sentencias, las dos
últimas de fecha 30 de Septiembre y 30 de Noviembre de 1.993, mutuamente
concertados y con la finalidad de obtener un beneficio económico, sobre las dieciocho
horas del día 20 de Mayo de 1.997, penetraron en la panadería denominada
AAAAAAAA, sita en calle BBBBBBBB número 60 de esta Ciudad y tras decir a la
empleada de dicho establecimiento M.I.P.B. que les diera lo que pudiera con setenta y
cinco pesetas que depositaron sobre el mostrador y a lo que la mencionada empleada les
respondió que no podía darles nada, el acusado A.D.M., esgrimiendo una navaja, que
sacó de la cintura, exigió que les entregase el dinero de la caja, haciendo ademán para
entrar detrás del mostrador, diciéndoles la empleada que se tranquilizasen que les
entregaba el dinero de la caja, consiguiendo así 20.400 pesetas, mil de las cuales estaban
fraccionadas en monedas de veinticinco pesetas en el interior de un paquete con el
nombre de Banco CCCCCCCC. Acto seguido salieron del establecimiento
precipitadamente y cogieron un taxi matrícula de V-FC, siendo detenidos momentos
después, en el interior de dicho vehículo, por una dotación de la Policía que había sido
alertada por unos transeúntes que habían observado los hechos, recuperándose el dinero
al que se ha hecho mención anteriormente.
Declaramos la insolvencia de los acusados, aprobando el auto que a tal fin dictó el
Instructor en fecha once de Diciembre de 1.997.
UNICO.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo del art. 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, por infracción del derecho a la presunción de inocencia
reconocido en el art. 24.2 de la Constitución Española.
PRIMERO.- Por infracción de ley con base en el artículo 849.1 de la Ley Procesal.
5. Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos la Sala admitió los mismos,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
333
PRIMERO.- Recurren por separado los dos condenados y le corresponde
cronológicamente el primer lugar a M.B.G., que formaliza un único motivo al amparo
del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del derecho a la
presunción de inocencia reconocido en el artículo 24.2 de la Constitución.
Remitiéndose a la prueba practicada en el acto del juicio oral, señala que la testigo
manifiesta que no los llegó a ver y que unos chicos los vieron y avisaron a la policía.
Los policías nacionales que intervinieron en la detención, declararon en el juicio oral,
que no los vieron cometer el hecho ni encontraron la navaja. En consecuencia, sostiene
que del conjunto de la prueba, resulta que no fue reconocido ni en la fase de instrucción
ni en el momento del juicio oral.
En el caso presente disponemos de una versión directa de los hechos facilitada por la
dependienta de la panadería, que nos describe, con claridad y precisión, la dinámica de
los acontecimientos centrando la autoría en dos personas que penetran en el interior del
establecimiento, esgrimen una navaja y se llevan una cantidad de dinero que se precisa
y cuantifica de manera exacta por la testigo. No conviene olvidar que una parte muy
significativa de esa cantidad, estaba representada por numerosas monedas de veinticinco
pesetas que alcanzaban la suma de mil y que se guardaban en un sobre con el anagrama
de una entidad bancaria.
Existe, por tanto una pluralidad de datos probatorios, que coinciden en aportar
evidencias sobre la participación de los acusados, en tanto que las inducciones
valorativas que pueden establecerse a partir de estos hechos concluyentes, son una base
formal para conectar el hecho punible con los autores que resultan condenados.
335
el sentido de participación en los hechos, basado en razonamientos lógicos y
concluyentes.
1. A pesar de que la parte recurrente se inclina por la vía del error de derecho, abandona
las exigencias impuestas por la naturaleza del motivo, para adentrarse por vías
dialécticas no autorizadas. Así discute la existencia de la navaja basándose en que no ha
sido recuperada y añade, como argumento, que la empleada del establecimiento
tranquilizó a los asaltantes y mostró su colaboración al facilitarles el dinero de la caja, lo
que, a su juicio, determina la inexistencia de violencia física o intimidación, apreciando
una duda razonable sobre la existencia de la navaja como elemento intimidatorio.
2. La descripción del hecho probado, inmutable al haberse optado por la vía del error de
derecho, recoge y detalla con nitidez y precisión la concurrencia del elemento
intimidativo que convierte el despojo patrimonial en un robo violento tipificado en los
artículos 237 y 242.1º y 2º del Código Penal, en cuanto que no sólo se ha producido una
coacción física y psíquica en la persona asaltada, sino que se ha empleado para ello un
arma o instrumento peligroso, como es la navaja, cuya existencia se establece clara e
indubitadamente en el relato de hechos probados.
336
Señala que la diligencia de reconocimiento en rueda es característica y típica de la fase
sumarial, por lo que no tiene cabida en el acto del juicio oral. Por ello considera sin
efecto probatorio las manifestaciones de la testigo realizadas durante el plenario.
FALLO:
337
27-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 4 DE MAYO DE 2001
ANTECEDENTES DE HECHO:
"Del análisis en conciencia de la prueba practicada pueden declararse como tales y así
se declaran los siguientes: El acusado C.G.J., mayor de edad y ejecutoriamente
condenado por delito de robo violento (reincidente) con fecha 4/10/91 a pena de ocho
años de prisión mayor, el día 21 de mayo de 1.998 sobre las 15 horas, se acercó a
M.J.B.C. cuando ésta paseaba por la calle XXX de Málaga, y de un fuerte tirón le
arrebató el bolso que portaba, no logrando su propósito al ser detenido por la Policía en
la calle XXX, recuperándose todos los efectos sustraídos."
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparo recurso de casación por infracción de
Ley y de precepto constitucional, por la representación del acusado C.G.J., que se tuvo
por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.
338
4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación del acusado
C.G.J., formalizo su recurso, alegando los motivos siguientes:
MOTIVO PRIMERO.- Por infracción de Ley, al amparo del artículo 5.4 de la Ley
Orgánica 6/1985, de 1 de Julio, del Poder Judicial por vulneración del Derecho a la
Presunción de Inocencia del artículo 24.2 de la Constitución.
MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley, al amparo del artículo 849.1 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, por vulneración del artículo 24 y 120.3 de la Constitución.
MOTIVO TERCERO.- Por infracción de Ley, al amparo del artículo 849.1 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, por inaplicación del artículo 242.3 del Código Penal vigente,
e infracción del artículo 24 de la Constitución: Tutela judicial efectiva.
5.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso interpuesto, solicitando la admisión del
motivo tercero y la inadmisión de los motivos primero y segundo del recurso, la Sala
admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo, cuando por
turno correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Por otra parte la perjudicada M.J.B.C., que ya ante la Policía y en el Juzgado (folio 2 y
24) había declarado que el bolso le fue arrebatado mediante un fuerte tirón, reconoció
en el juicio oral al acusado como la persona detenida a raíz de los hechos, ocupándosele
el bolso que le había sido sustraído.
339
Existe por tanto en las actuaciones, como se relata en el Fundamento de Derecho
Segundo de la sentencia de instancia, actividad probatoria legalmente practicada, de la
que se derivan cargos contra C.G.J., por lo que el derecho fundamental a la presunción
de inocencia ha quedado desvirtuado, lo que implica la desestimación del Primer
Motivo del recurso.
SEGUNDO.- En el Motivo Segundo, por la vía del artículo 849.1 de la Ley Procesal
Penal, se alega infracción de los artículos 24 y 120.3 de la Constitución, por falta de
motivación en la individualización de la pena.
Más en los Fundamentos Jurídicos de la sentencia impugnada se afirma que los hechos
de autos constituyen un delito de robo con violencia en grado de tentativa, en cuya
comisión ha concurrido la agravante de reincidencia, ello con cita de los artículos 242.1,
16, 62 y 22.8° del Código Penal, lo que deja un estrecho margen en el que la Audiencia
podía moverse que no exigía una mayor explicación.
Máxime teniendo en cuenta que, como se razonará a continuación, la pena impuesta por
el Tribunal a quo va a ser modificada.
En base a ello el Segundo Motivo del recurso debe ser igualmente desestimado.
TERCERO.- En el Motivo Tercero, también por el cauce del número 1 del artículo 849
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la inaplicación del artículo 242.3 del
Código Penal.
Por tanto el criterio principal que debe regir en la aplicación de esta norma es el de la
menor entidad de la violencia, concurrente en el presente caso al describirse el hecho en
la sentencia como derivado de "un fuerte tirón" no acompañado de caída ni lesión
alguna, lo que hace aplicable el artículo 242 del Código Penal sin adición alguna.
340
Entre las restantes circunstancias a valorar se pueden citar el número de sujetos activos,
individual o en grupo, y las personas atacadas, en este caso un sólo autor y una sola
víctima.
Por ello este Tercero Motivo, razonadamente apoyado por el Fiscal, debe ser estimado,
con la consiguiente aplicación del artículo 242.3 del Código Penal.
FALLO:
VOTO PARTICULAR:
La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituida por los Excmos. Sres.
mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la Constitución
y el pueblo español le otorgan, ha dictado la siguiente
SENTENCIA
341
En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 8 de los de Málaga, con el
número 2.070 de 1998, y seguida ante a la Audiencia Provincial de esa Capital, Sección
Segunda, por delito de robo, contra el acusado C.G.J., y en cuya causa se dictó sentencia
por la mencionada Audiencia, con fecha veintiocho de Junio de mil novecientos noventa
y nueve, que ha sido casada y anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y
bajo la Ponencia del Excmo. Sr. D. Enrique Abad Fernández, hace constar lo siguiente:
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Por ello partiendo de la pena del artículo 242.1, 2 a 5 años de prisión, la apreciación del
artículo 242.3 implica la pena inferior en grado, de 1 a 2 años. Al tratarse de un delito
en grado de tentativa, la pena, conforme a los artículos 16 y 62, debe ser inferior en al
menos un grado, por la que se opta dada la avanzada realización del hecho, por tanto de
seis a doce meses.
Pena que al concurrir una circunstancia agravante debe imponerse en su mitad superior,
conforme a la regla 3ª del artículo 66, de nueve a doce meses, optándose por la mínima
de nueve meses.
FALLO
ANTECEDENTES DE HECHO:
Probado, y así se declara, que: Sobre las 3'00 horas del día 27 de marzo de 1997, el
acusado M.R.T., mayor de edad, nacido el día 12.7.63, ejecutoriamente condenado en
sentencias de 3-10-85 por un delito de robo con la agravante de reincidencia a la pena
de arresto mayor y en sentencia de 29-10-86 por un delito de robo a la pena de 20 años
de reclusión menor y privado de libertad el día 27 de marzo de 1997; cuando se
encontraba en las inmediaciones de la AAAAAAAA de esta ciudad, exigió con ánimo
de ilícito beneficio a J.P., mientras le mostraba una navaja de cuatro centímetros de
hoja, que le abonara a C.M.M. 2000 pts. más por sus servicios como prostituta.
Asustado por las amenazas del acusado J.P. acudió al Cajero de la Banca BBBBBBBB
acompañado de ambos, donde sacó 2000 pts. que entregó al mismo, sin quedar
acreditado que C.M.M. actuara en los hechos relatados de común acuerdo con el
acusado.
M.R.T. es adicto a la heroína y cocaína por vía intravenosa con consumos diarios de
menos de 1/4 gramos desde hace 15 años y al ser detenido por la Policía Local aquella
madrugada acababa de consumir la droga que había podido adquirir con el dinero
sustraído en compañía de C.M.M.
343
2. La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:
Primero.- Infracción de ley, con base en el nº 1 del art. 849 LECr, y 5.4 de la LOPJ
vulneración del derecho del art. 24 de la CE.
Segundo.- Infracción de ley al amparo del art. 849.1 de la LECr, vulneración del art.
237 del CP.
Tercero.- Infracción de ley al amparo del art. 849.1 de la LECr, vulneración del art. 237
del CP.
344
Cuarto.- Infracción del art. 849.2 de la LECr, error en la apreciación de la prueba en
base a los informes facultativos obrantes en autos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
Exigió a J.P., con la amenaza de una pequeña navaja que llevaba, que le pagara más por
los servicios que como prostituta le había prestado su compañera, por haber
sobrepasado el tiempo convenido. Como Jaime no tenía más dinero, tuvo que ir hasta el
cajero automático de una oficina bancaria, acompañado de M.R.T. y de dicha
compañera, del cual sacó dos mil pesetas que entregó al acusado.
SEGUNDO.- En el motivo 1º, al amparo del art. 5.4 de la LOPJ, se alega violación del
derecho a la presunción de inocencia del art. 24.2 CE por falta de motivación en la
sentencia recurrida sobre prueba utilizada para condenar y por no haber existido tal
prueba respecto del ánimo de lucro y de la utilización de la navaja.
345
Desde luego existió la motivación cuya falta aquí se denuncia. Basta leer el fundamento
de derecho 2º de la sentencia recurrida (páginas. 3 y 4) para percatarnos de ello.
Por otro lado, la prueba que se recoge como fundamento de la condena en la sentencia
recurrida (la declaración de la víctima, la del propio acusado que, aunque negó las
amenazas con la navaja, reconoció que había acompañado a Jaime hasta el cajero y
haber recibido el dinero y la de los dos policías municipales que detuvieron al acusado y
a su compañera y ocuparon la mencionada navaja), fue practicada en el acto del juicio
oral, es decir, con todas las garantías requeridas para su utilización como prueba de
cargo, y ha de considerarse razonablemente suficiente.
Concretamente, respecto del ánimo de lucro, hay que decir aquí que se deduce de la
mecánica del propio hecho. Parece que quería ese dinero para adquirir droga,
precisamente la que se acababa de inyectar cuando llegó la policía a detener al acusado
y a su pareja.
Con relación al uso de la navaja, así lo declaró la víctima y, además, la pequeña arma
fue ocupada por los agentes que declararon al efecto en el juicio oral.
TERCERO.- En el motivo 2º, se alega infracción de ley con base en el nº 1º del art. 849
LECr. Se dice que faltó el ánimo de lucro, requisito exigido por el art. 237 CP para el
delito de robo, porque el acusado sólo quería hacerse pago de lo que debía a su
compañera por el servicio que ésta le había prestado.
Aunque no lo alega expresamente, parece que quiere decir que existió el ánimo propio
del delito de realización arbitraria del propio derecho al que se refiere el art. 455 CP.
No consta acreditado que tal deuda existiera. Ya había pagado 4.000 pts. a la compañera
del acusado, que era el precio acordado y lo que llevaba consigo J. No hay prueba de
que tuviera que abonar además las 2.000 pts. que luego éste se vio obligado a sacar del
cajero automático.
En todo caso, el acusado no era el titular de esa deuda. Lo era su compañera. Por tanto,
no actuaba para realizar un derecho propio, como exige el texto del mencionado art.
346
455, que tipifica un delito especial cuyo sujeto activo sólo puede ser el mismo titular del
derecho que se trata de realizar fuera de las vías legales.
CUARTO.- En el motivo 3º, por la misma vía del art. 849.1º LECr, se vuelve a alegar la
misma infracción de ley, la del art. 237 CP, pero ahora referida al requisito de la
intimidación de las personas.
Niega que hubiera existido intimidación, pero ésta aparece de modo evidente en el
relato que nos ofrece la Audiencia Provincial: para exigir tal pago de las 2.000 pts. se
exhibió una navaja de cuatro centímetros de hoja y, asustado por estas amenazas, la
víctima acudió al cajero de la Banca BBBBBBBB acompañada de M.R.T. y de la joven,
donde sacó ese dinero que entregó al recurrente.
QUINTO.- En el motivo 5º, también con base en el art. 849.1º LECr se alega otra vez
infracción de ley, aquí referida a la no aplicación al caso del art. 242.3 CP que permite
imponer, en esta clase de delitos de robo, la pena inferior en grado en atención a la
menor entidad de la violencia o intimidación ejercidas y valorando además las restantes
circunstancias del hecho.
Ciertamente, como dice el recurrente, nos hallamos ante un robo de pequeña cuantía
(2.000 pts.), y con el uso de una navaja pequeña que sólo fue exhibida; pero entendemos
que no cabe hablar en el caso presente de menor entidad de la intimidación porque la
víctima no llevaba más dinero y la amenaza se utilizó para conseguir su traslado hasta
una oficina bancaria donde ésta lo sacó y entregó a M.R.T. Vulnerar así la libertad
ambulatoria de una persona para obligarla a una entrega de dinero excede de lo que
prevé el citado art. 242.3, que no cabe aplicar ahora.
347
eximente incompleta de drogadicción con grave síndrome de abstinencia (art. 68)
conforme se razona a continuación.
SEXTO.- En el motivo 4º, al amparo del art. 849.2º LECr, se alega error en la
apreciación de la prueba en base a los informes médicos que están en los folios 22, 24 y
36 de las diligencias previas.
La sentencia recurrida apreció la atenuante 2ª del art. 21, por entender que el robo tuvo
su causa en la grave adicción de M.R.T. al consumo de heroína, dadas las puncturas
venosas recientes y estigmas consistentes en dos cicatrices en la flexura de ambos
codos, y de hecho al ser detenido acababa de introducirse por vía endovenosa una dosis
de heroína que había adquirido con el dinero sustraído a J.P. y por los servicios
prestados por C.M.M. (fundamento de derecho 4º).
Se reconoce que nos encontramos ante una persona con grave adicción a la heroína;
pero no que existiera síndrome de abstinencia en el caso, síndrome que la asistencia
médica prestada a las pocas horas de su detención apreció tal y como consta en los tres
informes periciales de los folios antes citados, que indebidamente omitió la sentencia
recurrida al no hacer constar tal extremo entre los hechos probados.
Ha de suplirse tal omisión en los hechos probados haciendo constar la existencia del
mencionado síndrome.
Pero ello no puede tener los efectos de exención de responsabilidad criminal que
pretende el recurrente con la estimación de este motivo. Nada hay que indique que ese
síndrome de abstinencia fuera tan intenso que le impidiera a M.R.T. comprender la
ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión, como exige el nº 2º del art. 20
CP. Aunque sí ha de aplicarse tal norma como eximente incompleta por aplicación del
348
nº 1º del art. 21 CP, ante la concurrencia indubitada de ese síndrome que ha de
considerarse grave en paralelo con la grave adicción a la heroína que la sentencia
recurrida reconoce.
FALLO:
VOTO PARTICULAR:
349
Fallo: 17/03/2000
SEGUNDA SENTENCIA
Nº: 509/2000
Excmos. Sres.:
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
350
consideración al síndrome de abstinencia que padecía M.R.T. cuando cometió el delito
por el que se le condena.
FALLO
ANTECEDENTES DE HECHO:
"En la madrugada del día 3 de Julio de 1998, R.M.H.R., que estaba en estado de
gestación, se hallaba en los Jardines de Pereda de esta Ciudad ejerciendo la prostitución,
hallándose en las inmediaciones también otra chica, conocida por M., y F.O.P., travestí
conocido por V.. Sobre las 4,30 horas, se detuvo en las inmediaciones del lugar un
351
vehículo en el que viajaban S.B.O., de 17 años de edad, F.R.P., mayor de edad y sin
antecedentes penales, y L.M.S.H. F., que se hallaba con sus facultades cognoscitivas
disminuidas de forma notable, aunque no total, por la ingesta de bebidas alcohólicas, se
apeó del vehículo portando una barra de hierro de 32 cms. de largo por 3 de diámetro y
se dirigió a R., a quien exigió que le entregara el dinero que tenía o la mataba, ante lo
que R., asustada, le entregó dos mil pesetas; pese a ello, F. siguió insistiendo en que le
diese más dinero, y R. le entregó otros billetes de dos mil pesetas. Tras ello, F. se dirigió
a M. y a continuación a V., pidiendo a este que le entregase dinero al tiempo que
esgrimía frente a él dicho tubo de hierro, y como quiera que F. se negó, F. le golpeó
hasta tres veces con el hierro, en cabeza y antebrazo, al tiempo que le arrancaba el bolso
que llevaba, que se rompió; en ese momento llegó hasta ellos L.A., que sujetó a F., le
quitó el bolso y se lo devolvió a F., llevándose a F. hacia el coche, en el que al fin se
alejaron los tres, no habiéndose apeado del automóvil S. en ningún momento.
A consecuencia de los hechos anteriores, F.O.M. sufrió herida inciso contusa en región
frontal izquierda, que precisó para su curación de sutura y posterior retirada de puntos, y
heridas por rozamiento en la cara posterior del antebrazo izquierdo, las que curaron en
siete días, los que estuvo incapacitado para sus ocupaciones habituales, quedándole una
cicatriz de 2 cms. en sien izquierda y pequeñas cicatrices en forma de oscurecimiento en
cara posterior de antebrazo izquierdo."
352
circunstancia atenuante, a la pena de un año de prisión. Además, indemnizará a F.O.P.
en la suma de cien mil pesetas y abonará las tres cuartas partes de las costas causadas.
Hágase entrega a R.M.H.R. de los dos billetes de dos mil pesetas ocupados en esta
causa.
MOTIVO TERCERO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 1° del artículo 849
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida de los artículos 147 y
148.1 del Código Penal.
353
MOTIVO CUARTO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 1° del artículo 849
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por infracción, por no haberse aplicado
debidamente la circunstancia atenuante 1ª del artículo 21, en relación con la regla 4ª del
artículo 66, preceptos ambos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
PRIMERO.- Como queda indicado en el recurso, al amparo del artículo 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, se denuncia la vulneración del principio de presunción de
inocencia consagrado en el artículo 24.2 de la Constitución, tanto en relación al delito
de robo con intimidación y uso de un medio peligroso del que fue sujeto pasivo
R.M.H.R. (Motivo Primero), como respecto a los delitos de robo con violencia en grado
de tentativa y de lesiones en los que aparece como perjudicado F.O.P. (Motivo
Segundo).
Sin embargo el Tribunal de instancia a lo largo de los distintos apartados que integran el
Fundamento de Derecho Primero de su sentencia expone la actividad probatoria de
cargo existente en las actuaciones.
En primer lugar se destacan las declaraciones de R.M.H. que "ha sido clara y rotunda en
sus manifestaciones, reiterando en el juicio sin contradicciones ni fisuras relevantes
cuanto ya había declarado a lo largo de la instrucción; y su sinceridad no sólo ha podido
ser apreciada por el Tribunal directamente merced a la inmediación, sino que fluye
también de su propio relato contrastado con el de F. y el de los acusados y su
acompañante, de cuya declaración ante el instructor se dio lectura a petición de la
defensa conforme a lo dispuesto en el artículo 730 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal".
354
Declaraciones en las que aprecia sinceridad en cuanto no se dirigen contra S.B., hija de
su compañero sentimental con la que podría tener algún resentimiento, sino contra F.R.
con quien no le une relación alguna anterior. Y que se ven confirmadas por dos datos
objetivos como son la intervención en el interior del vehículo utilizado por los acusados
de un tubo de hierro que R. manifestó desde un principio portada F., y la intervención
de dos billetes de dos mil pesetas, lo que coincide con lo que R. dice le fue sustraído,
manchados de sangre.
Y también en las declaraciones de F.O.P., pues si bien "en el acto del juicio oral no
identificó a su agresor y negó incluso que fuera F., esto no impide afirmar que fue F. y
no otra persona la que agredió a F., que reconoció en el juicio había sido objeto de
amenazas si declaraba.
Ya que se deriva de las declaraciones de F. y R. que quién agredió a aquél fue el mismo
individuo que vistiendo vaqueros y camisa o niqui blanco, atracó a R., es decir, F..
El Tribunal de instancia valorando "las pruebas practicadas en el acto del juicio oral con
pleno sometimiento a contradicción e inmediación", incluidas las declaraciones de los
acusados y de los testigos presentados por la defensa, llega a la conclusión de que
"ninguna duda le cabe a este Tribunal de la realidad de los hechos probados".
Existe por tanto como decíamos actividad probatoria realizada con las debidas garantías
constitucionales y legales de la que se derivan cargos contra el acusado, que ha sido
apreciada por la Audiencia Provincial de forma razonable y razonada, por lo que el
principio de presunción de inocencia ha quedado desvirtuado.
En consecuencia, los Motivos Primero y Segundo del recurso deben ser desestimados.
SEGUNDO.- El Motivo Tercero se formula al amparo del número 1 del artículo 849 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal, y en él se alega aplicación indebida de los artículos
147 y 148.1 del Código Penal.
Se aduce que para que exista delito de lesiones es necesario que el agredido precise
además de una primera asistencia médica, de un posterior tratamiento o de una
intervención quirúrgica. Lo que entiende no ocurre en este caso ya que una simple
355
sutura de puntos con posterior retirada de los mismos puede ser realizada por un
Auxiliar Técnico Sanitario sin ni siquiera indicación médica alguna.
La sentencia de 8 de octubre de 1999, con cita de otras anteriores, señala que existe
tratamiento quirúrgico siempre que médicamente se actúe de forma agresiva sobre la
anatomía del paciente, y que uno de los actos médicos que merece tal consideración es
la sutura o costura de los tejidos que han quedado abiertos como consecuencia de una
herida y es preciso aproximar para que la misma cierre y quede la zona afectada, en lo
posible, como estaba antes de la lesión.
De lo expuesto deriva que a F.O. se le trató con una actividad médica reparadora que
aunque sea de cirugía menor, cubre las exigencias del artículo 147 del Código Penal.
Por tanto los preceptos sustantivos penales ahora invocados han sido correctamente
aplicados y, en consecuencia, el Tercer Motivo del recurso también debe ser
desestimado.
356
Más lo que ha hecho el Tribunal de instancia es apreciar la eximente incompleta de
embriaguez y aplicar el artículo 68 del citado Código, cuyos efectos no son menos
beneficiosos para el condenado que los establecidos en la invocada regla 4ª del artículo
66.
- Por el delito de robo consumado, sancionado con pena de prisión de tres años y seis
meses a 5 años, se ha impuesto la pena de 2 años de prisión, inferior en un grado a
aquélla.
- Y por el delito de lesiones, castigado con la pena de prisión de dos a cinco años, la de
un año de prisión, también inferior en un grado a la establecida.
Por lo expuesto el Cuarto Motivo del recurso, al igual que los anteriores, debe ser
desestimado.
FALLO:
357
30-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10 DE FEBRERO DE
2000
ANTECEDENTES DE HECHO:
Asimismo A. Sierra deberá abonar las 3 cuartas partes de las costas y J.S.L. abonará el
cuarto restante.
359
Para el cumplimiento de las penas que se impone declaramos de abono todo el tiempo
que hayan estado privados de libertad por la presente causa, siempre que no le hubiera
sido computado en otra.
Notifíquese que contra la presente resolución cabe interponer recurso de casación por
infracción de ley o por quebrantamiento de forma, dentro del plazo de cinco días.
3.- Notificada la anterior sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por
infracción de ley y de precepto constitucional, por el acusado J.S.L., que se tuvo por
anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las certificaciones
necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.
4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado J.S.L., se basó en los
siguientes MOTIVOS DE CASACION:
Primero.- Infracción de ley, con base en el nº 2º del art. 849 LECr, invoca el principio
de presunción de inocencia.
Segundo.- Al amparo del art. 849.1º de la LECr, denuncia aplicación indebida de los
arts. 28, 29 y 1 del CP.
5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, impugnó los motivos del
mismo, la Sala lo admitió a trámite y quedaron conclusos los autos para señalamiento de
fallo, cuando por turno correspondiera.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
360
A. se conformó con la condena, pero J.S.L. recurrió en casación por entender que tenía
que haber sido absuelto al no haber participado en el hecho de la mencionada
sustracción en la que sólo había intervenido su hermano A.
SEGUNDO.- En el primero, al amparo del art. 849.2º y 5.4 LOPJ, alega violación del
derecho a la presunción de inocencia el art. 24.2 CE por entender que no hay prueba
alguna que pudiera acreditar que los dos hermanos actuaron para la mencionada
sustracción de mutuo y común propósito de obtener un inmediato beneficio económico,
como literalmente dice el relato de hechos probados.
Como vemos, la Sala de instancia, para tener como acreditado ese acuerdo previo de los
dos acusados, a falta de prueba directa, utiliza la de indicios a través de una deducción.
Pero ello no es razonable, porque los hechos en que se funda no son suficientemente
expresivos: no bastan para afirmar, a partir de ellos, la realidad de esa pretendida
voluntad conjunta de delinquir.
Evidentemente pudo ocurrir que A., conductor del vehículo, sin contar para nada con su
hermano, se acercara al peatón, o aprovechara la proximidad de éste al coche, para
realizar la mencionada sustracción. Luego, transcurridas más de dos horas (desde las 12
a las 14,15), tras una accidentada persecución, incluso con intentos, por parte del
conductor, de atropellar a un guardia civil, hecho por el que la propia sentencia
recurrida condena a A. por delito de atentado, fueron ambos detenidos. Y es en tal
momento cuando la policía ocupa en poder de J.S.L. la referida riñonera con todo su
contenido.
Ciertamente, no hay prueba de ese acuerdo previo que afirma la sentencia recurrida, por
lo que este motivo 1º ha de ser estimado con la consiguiente eliminación en el relato de
hechos probados de la expresión en que tal se decía.
TERCERO.- Pero es que, aunque ese acuerdo previo entre los dos hermanos para la
sustracción de la riñonera hubiera existido, no podría sancionarse por el robo a J.S.L.,
porque nada hizo antes o simultáneamente con la mencionada sustracción que pudiera
servir de base para incriminarle como autor o como partícipe. Su posterior intervención,
si realmente se hubiera acreditado que él tenía el objeto robado para provecho propio,
para él lucrarse con el mismo y con su contenido cuando fue detenido por los agentes de
la autoridad, podría constituir un delito de receptación del art. 298 CP; pero sobre este
delito no ha habido acusación y por ello no hubo debate alguno en el presente proceso,
razón por la cual aquí no cabe hacer ningún pronunciamiento al respecto.
Por lo que aquí interesa, esto es, en relación con el robo por el que fue acusado y
condenado en la instancia, prescindiendo de esa posible receptación, en la hipótesis de
que hubiera quedado acreditado ese acuerdo previo, tampoco sería posible condenar a
J.S.L., simplemente porque la Ley penal no sanciona la mera voluntad de delinquir: es
necesario una acción (o una omisión) que sirva de exteriorización a esa voluntad, una
objetiva intervención en los hechos proyectada hacia el delito de que se trate para que el
derecho penal pueda intervenir con la correspondiente sanción. No cabe decir que el
solo acuerdo previo sirve para condenar: ha de existir también una actuación objetiva
(anterior o simultánea al hecho delictivo, nunca posterior) en que pudiera fundarse la
coautoría o la participación en cualquiera de sus modalidades (inducción, cooperación
362
necesaria o complicidad), actuación que, conforme aparece en el relato de hechos
probados no ha existido respecto de J.S.L.
En efecto, con relación a este último en tal relato sólo aparece que iba a bordo del coche
que conducía A. cuando éste realizó la mencionada sustracción y que, al ser detenidos
ambos, a J.S.L. se le ocupó dicha riñonera que contenía documentos, efectos personales
y 30.300 pts.
FALLO:
363
Así, por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos
VOTO PARTICULAR:
Fallo: 31/01/2000
Excmos. Sres.:
ANTECEDENTES DE HECHO
364
Los de la sentencia recurrida y anulada, incluso su relato de hechos probados
excluyendo de éste la siguiente expresión: de mutuo acuerdo y común propósito de
obtener un inmediato beneficio económico.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
FALLO
ABSOLVEMOS a J.S.L. del delito de robo por el que fue acusado, dejando sin efecto
cuantas medidas pudieran haberse acordado contra él en la presente causa y declarando
de oficio una cuarta parte de las costas de la instancia. Con los demás pronunciamientos
de la sentencia recurrida y anulada relativos a la condena de A.
ANTECEDENTES DE HECHO:
365
determinado lograron abrir la puerta del vehículo "CCCCCCCC", CA-AW de D.L.O.G.
que lo tenía estacionado en la C/ DDDDDDDD de El puerto de Santa María y tras
practicar "el puente", lo pusieron en marcha y fueron al bar "EEEEEEEE" sito en la C/
FFFFFFFF de aquella misma localidad, donde penetraron (con ánimo de injusto
enriquecimiento y previamente concertados) con las caras tapadas con pañuelos
comenzando a golpear a su propietario, J.I.G.S., con palos que llevaban así como
propinándole múltiples patadas llevándose a continuación una máquina tragaperras que
allí se encontraba propiedad de J.P.G. que ha sido pericialmente tasada en la cantidad de
ciento ochenta mil pesetas (180.000 pesetas). Acto seguido se dieron a la fuga
sirviéndose del precitado vehículo, que dejaron abandonado en la C/ GGGGGGGG de
aquella localidad, con desperfectos valorados pericialmente en setenta y ocho mil
trescientas once pesetas (78.311 ptas.), faltando de su interior una rueda de repuesto que
fue encontrada en otro lugar, junto a la máquina tragaperras. La rueda fue devuelta a su
dueño. J.I.G.S. como consecuencia de la agresión sufrió lesiones consistentes en
contusiones y erosiones múltiples así como contusión craneal y en brazo derecho, en
cuya cura invirtió veinte días de los cuales siete estuvo impedido para sus ocupaciones
habituales, recibiendo tratamiento médico consistente en reposo curativo, sin el cual
hubiera sanado también. La máquina tragaperras, propiedad de J.P.G., fue recuperada
detrás de la "Venta HHHHHHHH" del Puerto de Santa María totalmente destrozada tras
haber sido rota por los acusados para apoderarse de la recaudación que tuviera, si bien
no se sabe si efectivamente la había. (sic)
FALLAMOS:
-por el robo, para A.C.M. y J.C.S., a cada uno CUATRO AÑOS Y DIEZ MESES DE
PRISION MENOR, con las accesorias de suspensión de empleo o cargo público y
366
derecho de sufragio durante la condena; y para J.R.O. dos años de prisión con iguales
accesorias durante su condena;
-por la utilización ilegítima de vehículo de motor ajeno, para A.C.M. y J.C.S., a cada
uno CUATRO MESES Y UN DIA DE ARRESTO MAYOR, con las mismas accesorias
de la prisión del robo durante la condena, MULTA DE CIEN MIL PESETAS (100.000
ptas), con VEINTE DIAS DE ARRESTO SUSTITUTORIO en caso de impago y
privación del permiso de conducción o de la facultad de obtenerlo durante UN AÑO,
para J.R.O., a una multa de cien mil pesetas (100.000 ptas.) otra multa de cincuenta mil
pesetas (50.000 ptas.)
Y por lo demás ABSOLVEMOS a los citados acusados de las faltas de lesiones y hurto
que se les imputaban, decretando de oficio las costas en la porción que corresponde a un
juicio de faltas e imponiendo el resto, por partes iguales, a los acusados dichos.
Abónese a los condenados para el cumplimiento de las penas impuestas el tiempo que
hayan estado privados de libertad por esta causa, de no haberles servido para extinguir
otras responsabilidades, lo que se acreditará en ejecución de sentencia.
FUNDAMENTOS DE DERECHO:
En el primer motivo y por el cauce del art. 849 de la LECriminal, sin especificar
párrafo, aunque debe suponerse que es el nº 1 vista la fundamentación del motivo, se
denuncia la indebida inaplicación del art. 19 del Código Penal.
Consecuencia de ello, es que hasta la fecha indicada de vigencia de la Ley del Menor,
sigue en vigor el art. 9-3º y 65 del anterior Código Penal, que prevé una minoría de edad
368
relativa como atenuante privilegiada en el art. 9-3º y determina los efectos penales de la
misma en el art. 65. Por lo demás, los hechos enjuiciados acaecieron durante la vigencia
del Código de 1973 y no del actual.
En el segundo motivo, y por el mismo cauce del art. 849-1º se afirma que, aún siendo de
aplicación el anterior Código Penal, se había vulnerado el art. 61-3º y que en todo caso
la pena a imponer por el delito de robo con intimidación no debería exceder de los seis
meses y un día no pudiendo serle impuesta la pena de dos años. Igualmente se afirma
que no procedería la aplicación de la agravante de disfraz, ya que fueron los otros
coacusados quienes le propusieron que se tapase el rostro.
El recurrente, al igual que otros condenados, lo fue por un delito de robo con
intimidación y empleo de instrumentos peligrosos previsto y penado en el art. 501-5º y
último párrafo del Código de 1973 que prevé una pena de prisión menor en grado
máximo: de 4 años 2 meses y 1 día a 6 años; la Sala sentenciadora en el Fundamento
Jurídico cuarto acuerda la imposición de la pena inferior en un grado de conformidad
con el art. 65 del anterior Código Penal, siendo la pena inferior en grado la de arresto
mayor en grado máximo a prisión menor en grado medio; al concurrir la agravante de
disfraz debe imponerse la pena en el grado medio, que es el de prisión menor en grado
mínimo, habiendo fijado el Tribunal sentenciador la pena en la extensión de dos años.
Es correcta la pena impuesta en la extensión expresada, como también los sería
cualquiera situada entre los seis meses y un día y los dos años y cuatro meses, por lo
que no existe la vulneración de precepto penal alguno, y menos del art. 61-3º que se
refiere a la concurrencia de atenuantes y agravantes y que aquí no opera porque de un
lado no existe ninguna otra atenuante además de la minoría de edad y de otro esta tiene
una naturaleza privilegiada que exige la imposición de una pena inferior en uno o dos
grados por lo que no es compensable con agravante alguna.
369
La realidad del disfraz no es cuestionable habida cuenta que el factum recoge con toda
claridad que los tres condenados llevaban....las caras tapadas con pañuelos.....
Como tercer motivo y por el cauce de la Infracción de Ley del nº 1 del art. 849 --aunque
expresamente no se cite párrafo alguno-- se denuncia la no aplicación de la Disposición
Transitoria duodécima del vigente Código Penal al no haberse requerido a los equipos
técnicos al servicio de los Jueces de Menores para la elaboración del informe a que hace
referencia dicha disposición.
En el caso enjuiciado, los hechos ocurren bajo la vigencia del Código Penal de 1973,
como ya se ha dicho, ello permitía bien la rebaja penal en uno o dos grados de la pena
prevista al delito cometido, o la sustitución en institución especial de reforma. Se optó
por la rebaja en un grado de la pena correspondiente al delito. En todo caso habrá de
tenerse en cuenta, tras la vigencia de la L.O. 5/2000 de 12 de Enero --Ley Penal del
Menor--, que de acuerdo con su Disposición Transitoria Única párrafo tercero, las penas
impuestas al ahora recurrente deberán serles sustituidas por las medidas que prevé la
Ley del Menor en los términos de la propia Disposición Transitoria.
Segundo.- La desestimación del recurso lleva consigo la imposición de las costas del
recurso de acuerdo con el art. 901 LECriminal.
FALLO:
370
Notifíquese esta resolución al Ministerio Fiscal y recurrente y póngase en conocimiento
de la Audiencia Provincial de Cádiz, con devolución de la causa a esta última e
interesando acuse de recibo.
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