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Collier, S., “Historia de Chile 1808-1994”, España, Cambridge University Press, 1998, pp. 75-137.

Tiempo de progreso 1831-1886

El capítulo abarca, de manera general los cambios ocurridos durante las presidencias de Bulnes (1841-
1851), Manuel Montt (1851-1861) y Joaquin Pérez (1861-1871).

El periodo de la primera república puede verse como un ciclo económico positivo, en tanto que los
productos de haciendas y minas se exportaban. La crisis de la década del 70 puso fin a esta época.

Política y prácticas gubernamentales:

Los principales puntos de la década de 1830 fueron mantenidos por los ministros de Hacienda, que vieron
el comercio como el motor del avance económico.

El impulso liberalizador en la política económica se hizo muy evidente. A pesar de lo cual el Estado siguió
mostrando un claro interés por proteger la actividad económica interna.

El crecimiento del comercio fue muy satisfactorio, sin embargo no fue continua, en la década de 1850 se
produjo una seria recesión, retomado los niveles en la década posterior.

Los impuestos aumentaron, no así la tributación interna como los impuestos sobre las propiedades, y
aunque el Estado tenía otros ingresos como los ferrocarriles, recurrió al préstamo externo.

La realidad era que en la década de 1870 el crecimiento económico ya no era suficiente para sustentar la
magnitud de las nuevas operaciones del gobierno (educación, construcción de ferrocarriles, buques de
guerra).

La economía de exportación: minería y agricultura

La minería funcionó en las provincias norteñas de Coquimbo y Atacama, denominadas minas del Norte
Chico, de donde se extraía cobre y plata.

La última fiebre de la plata se produjo en la década de 1870 cuando se descubrió Caracoles, en la frontera
con Bolivia.

A pesar del enorme aumento en la producción, muchos rasgos del sistema minero de finales de la colonia
seguían vigentes: empresas individuales o familiares, tecnología simple y aunque hubo casos
excepcionales, la gran mayoría eran pequeñas y dependieron más del trabajo de apires y barreteros que
de las máquinas de vapor.

Los mayores cambios se produjeron en el tratamiento más que en la extracción.

Las nuevas fundiciones de cobre requerían constantes suministros de combustible, en especial madera,
cuando ésta comenzó a escasear la alternativa fue el carbón, traído desde Concepción, así nació la
industria del carbón.

En ésta etapa la mayoría de los empresarios mineros eran chilenos, provenientes de familias ya
establecidas en el Norte Chico: clan Gallo, Montt y los Matta.

La mayoría de los empresarios eran modestos y dependieron de un grupo de intermediarios: los


habilitadores, que les daban crédito y equipos a cambio de mineral o participación en las ganancias. Las
casas de importación de Valparaíso estaban muy vinculadas al negocio de la habilitación.

A pesar de la importancia para la economía, muy pocos chilenos trabajaban en ella. La población vivía en
su mayoría en el campo, dominado por la hacienda. Ser dueño de una hacienda (o fundo) era el emblema
más claro de pertenencia a la elite nacional.
Collier, S., “Historia de Chile 1808-1994”, España, Cambridge University Press, 1998, pp. 75-137.

Las perspectivas de las haciendas mejoraron en la década de 1850 gracias al descubrimiento de oro en
California, y tiempo después en Australia, lo que aumentó las necesidades de consumo de trigo. La fiebre
del oro en California también impulso una gran emigración de chilenos.

La clave para los sucesivos auges de exportaciones agrícolas fue la ubicación del país en el Pacífico Sur y
la capacidad disponible en el campo. La agricultura pudo responder a los mercados si alterar
significativamente su estructura, salvo algunos cambios como obras de irrigación, construcción de
embalses, canales, introducción de nuevos cultivos como el arroz y vides francesas.

Durante el auge de las exportaciones, el área cultivada se triplicó, la cantidad de haciendas aumentó y el
inquilinato se expandió, pero nada de esto significó cambios realmente profundos, hubo poca
mecanización, los métodos agrícolas siguieron siendo tradicionales. El mundo rural patriarcal, se vio
más fortalecido por la economía de exportación.

Signos externos y visibles del progreso:

El símbolo del progreso fue la revolución del transporte que acompañó y fue la condición para la expansión
del comercio de ultramar (1840 salidas regulares entre Valparaíso y Callao, viajes directos a Liverpool, la
1er vía férrea para unir Copiapó con la costa, la vital línea Santiago-Valparaíso y las que iban desde el
Valle Central hacia el sur).

Respecto a la industria, antes de la década de 1850 la manufactura era artesanal, aunque la minería había
favorecido a las fundiciones, también contaron con fábrica de alimentos y bebidas, textiles, una planta
papelera y el caso más llamativo fue la pequeña industria metalúrgica e ingenieril.

La organización comercial cambió después de 1850, como la aparición de las sociedades anónimas, las
1ras fueron las compañías de ferrocarriles. Este patrón corporativo emergente ilustra las peculiaridades
del floreciente capitalismo chileno. Mientras que poco capital iba a parar a la agricultura o industria, las
empresas mineras especulativas ejercían una atracción poderosa.

En la década de 1870 la minería incluía un nuevo negocio: los yacimientos de salitre, de gran demanda
en Europa como fertilizante y explotados en la provincia peruana de Tarapacá, donde había involucrados
capitales chilenos. En el litoral boliviano los chilenos fueron aún más avasalladores, ya que los yacimientos
de salitre en el desierto de Atacama fueron abiertos a mediados de la década de 1860 por empresarios
chilenos, que obtuvieron generosas concesiones de Melgarejo, dictador de Bolivia.

A mediados de la década de 1870, la empresa original que se había asentado en Atacama, se transformó
en una poderosa corporación chileno-británica: La Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta.

El vínculo de chile con el capitalismo era el puerto de Valparaíso, donde había docenas de casas de
importación y exportación. La empresa típica era la casa de comisiones.

La posición hegemónica de Gran Bretaña en el sistema comercio internacional del siglo XIX influyó en el
desarrollo general de la economía de exportación Chile. Los barcos de vapor, los telégrafos, los
ferrocarriles y las sociedades en comandita por acciones, participaron en la inserción de Chile en el
mercado mundial.

Progresivos cambios en la sociedad:

La clase alta de Chile era una aristocracia del dinero, por herencia, por haberla hallado en el comercio o en
la minería. Los nuevos magnates de la minería o de la banca fueron totalmente asimilados por la elite
nacional, incluso los intereses económicos de la clase alta se solapaban o entrelazaban: los mineros se
convertían en terratenientes, los terratenientes invertían en minas. La tradición de la tenencia de la tierra
dio grado de coherencia a este grupo social dominante.
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Igualmente esta clase social no era homogénea, la división existía entre Santiago y las provincias, sin
embargo compartían valores: sentido de superioridad social, visión despectiva de las clases bajas, fuerte
apego a la tenencia de la tierra.

La europeización del gusto ayuda a explicar la liberalización política que se produjo después de 1861.

También se fue desarrollando un grupo intermedio, como resultado de la expansión económica, eran los
propietarios de pequeños negocios, dependientes de casas comerciales, funcionarios. Para describir a
esta capa media, la clase alta los llamaba snob –medio pelo-, su estilo era una versión menor del de la
clase alta.

En la ciudad, artesanos, maestros t comerciantes conformaron la denomina por los chilenos “clase obrera”,
los trabajadores mas pobres eran llamados rotos.

En el campo los efectos de la expansión económica no fue tan evidente, existía una “flotantes”, a medida
que se fueron sucediendo los auges de exportaciones, el inquilinato fue el elemento mas estable del
campo.

La expansión minera en el norte fue una salida para los peones rurales, la tasa salarial además era mayor.

Las ciudades y la cultura:

El contraste se daba entre ciudad y campo. Estrictamente las ciudades eran Santiago y Valparaíso,
Copiapó era la capital de una rica provincia minera y Concepción era también importante pero ninguna con
el desarrollo como las dos primeras.

Respecto a Santiago, el mejor esfuerzo de modernización se dio a comienzos de la década de 1870, bajo
la dirección de Benjamín Vicuña Mackenna. El crecimiento trajo aparejado el deterioro de la salud pública,
las tasas de mortalidad infantil eran muy altas, además las epidemias de tuberculosis, sífilis, tifus y viruela.

Comenzó a difundirse el concepto de higiene publica.

Un rasgo importante de la vida urbana fue el crecimiento de la prensa. Respecto a la educación, el


alfabetismo aumentó gracias al mayor énfasis en educación, por ejemplo el presidente Montt garantizo la
educación primaria gratuita y expandió los liceos estatales ara la educación secundaria.

La educación superior dio un salto cuando en1843 se fundó la Universidad de Chile, una Escuela de Bellas
Artes y un Conservatorio.

El rasgo más interesante fue el papel preponderante de la historia como disciplina, a favor de una
cuidadosa investigación y un método narrativo, marcando a una generación de historiadores como Vicuña
Mackenna y Barros Arana.

Si eso influyó en el sentido de chilenidad en la población es difícil de saber. En la población rural el término
“chile” se usaba para referirse a Santiago, los inquilinos entendían por nacionalidad a la hacienda a la que
pertenecían. En las ciudades, por el contrario, los sentimientos patrióticos parecen haberse compartido
por todos, reforzados por las fiestas nacionales celebradas en septiembre.

El impulso liberal, 1841-1876

Bulnes y la emergencia del liberalismo:

Después de 1841 el enfoque conciliador de Bulnes dio buenos resultados, sin embargo en el gobierno
comenzaba a destacarse Manuel Montt, esperanza de los conservadores más inflexibles.
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Incluso en 1846 Bulnes fue reelegido, Vial fue colocado como ministro del interior, cargo que había
ocupado por algún tiempo Montt.

El liberal más destacado fue José Victorino Lastarria, parlamentario eficaz e integrante de la Sociedad de
la Igualdad fundada en 1850, creada para hacer extensiva la educación al artesanado y hostil hacia Montt
y sus aspiraciones.

El nombramiento de Antonio Varas para el Ministerio del Interior en 1850 fue una muestra del
endurecimiento de la posición del gobierno por lo que luego de un incidente entre un igualitario y un
conservador, estos le dieron la candidatura a Montt.

La oposición encarcelada y exiliada, revivió cuando los ciudadanos de Concepción proclamaron al Gral.
Cruz como candidato, aun así Montt ganó las elecciones en 1851.

La rebelión de La Serena acompañó la ola de descontento del sur (Copiapó y Concepción) del país ante el
triunfo de Montt, los rebeldes liberales se enfrentaron al ejercito conservador en dos batallas, pero Cruz
terminó claudicando.

Montt y la defección conservadora:

Inseparablemente vinculado al nombre de Montt está su Ministro del Interior, Antonio Varas, que compartía
con el presidente el enfoque autoritario pero tenía una naturaleza más apasionada.

La administración de Montt siempre enfatizó su interés en el progreso material, el ferrocarril y el telégrafo


serían los principales instrumentos de civilización. El auge comercial que se mantuvo durante el primer
mandato facilitó que la clase política olvidara sus desacuerdos, aunque la década fue decisiva en la
reformulación del paisaje político: se produjo la defección de una parte del Partido Conservador.

Desde 1830 el gobierno había considerado a la Iglesia un factor insignificante, en la práctica el Estado
había conservado el patronato. En 1853 durante la discusión por la readmisión de los Jesuitas en el país,
se abrió una brecha entre el Senado, reducto del conservadurismo tradicional y la Cámara de Diputados
donde predominaban los seguidores de Varas, se fisuraba el Partido Conservador.

Además la negativa de Montt a otorgar la amnistía a los rebeldes de 1851, fue considerado muy dura, no
sería perdonado por los conservadores del sur. Por otra parte Montt y Varas no consideraban los méritos a
la hora de elegir los funcionarios, por lo que una posible candidatura de Varas fue mal vista por amplios
sectores del partido.

En 1857 en el Congreso quedó claro que los pelucones disidentes se estaban alineando con los liberales
(Santa María y Errázuriz).

Montt intentó formar un gabinete integrado por algunos de la oposición, pero los liberales renunciaron.

El mismo año se anunció la creación del Partido Nacional, para apoyar al gobierno en las próximas
elecciones, en 1858 los liberales y los conservadores que habían desertado fundaron la Fusión Liberal-
Conservadora, los liberales representados por Errázuriz, Santa María, Gallo, los conservadores por
Tocornal.

Los nacionales conservaron una parte de la clase alta y atrajeron a los magnates de la minería y el
comercio, además de ocntrolar la maquinaria del Estado. A pesar de ello la fusión ganó cargos en el
Congreso, en una sesión la Fusion intentó obstruir la aprobación del presupuesto, afuera la agitación no
disminuía, paralelamente la prensa comenzó a ir contra Montt,

La Fusión intentó levantarse, la mayor amenaza provino ahora del norte, en 1859 los rebeldes liderados
por Pedro Gallo (miembro del poderoso clan minero del norte) liberal radical, tomaron Copiapó y
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aclamaron a Pedro intendente de Atacama, así lograron derrotar al gobierno y entraron en La Serena. Sin
embargo fueron derrotados y el norte pacificado.

La Fusión Liberal-Conservadora:

El ánimo de ansiedad y descontento generalizado era evidente, puesto que ahora la oposición había
advertido la posible presidencia de Varas.

La Fusión se dio cuenta de que Montt no podía mantener la tradición autoritaria por más tiempo. el partido
Nacional optó por la candidatura de Joaquín Pérez, un patricio mayor y tolerante, fue elegido presidente
con la abstención de la Fusión en 1861.

Su primera medida fue declarar la amnistía general, el presidente dio un paso decisivo al designar un
gabinete cuyos miembros eran en su mayoría de la Fusión.

El período 1862-1863 marca una importante línea divisoria en la historia política chilena, el estilo del nuevo
presidente era diferente, su tolerancia podía prevenir de la indiferencia. Con el Congreso con mayoría de
nacionales, la fusión se vio obstaculizada con los mismos métodos que ellos habían utilizado contra Montt.

En las elecciones de 1864, gracias a los mismos procesos intervencionista la mayoría fue para la Fusión
pero la oposición (llamados monttvaristas) ahora también contaban con los liberales radicales (liderada por
Gallo), a estos liberales rojos se los conocería como radicales1.

Tras el triunfo de la Fusión hubo una crisis internacional. En 1864 la escuadra española tomó las islas
peruana Chincha, aunque Chile se declaró neutral no permitió a los buques españoles cargar carbón en
sus puertos, el almirante Pareja pidió explicaciones, un año después Chile le declaraba la guerra al Reino
de España.

Chile encontró aliados (Perú, Bolivia, Ecuador), la corbeta Esmeralda capturó el cañonero español
Covadonga, lo que significó gran humillación en los españoles que decidieron bombardear por días
Valparaíso, marcando el final de la guerra.

En 1866 Joaquín Pérez fue reelecto, la Fusión quería la reforma constitucional, la única enmienda
constitucional que se aprobó fue la prohibición de la reelección inmediata.

Ante la sucesión presidencial en 1870 Errázuriz ganó las elecciones (Fusión), la oposición (nacionales,
radicales, liberales disidentes) eligieron al magnate minero Urmeneta.

La “política nueva”:

Errázuriz fue un presidente activo, el apoyo de los conservadores, gracias al cual había ganado, no duró
mucho ya que las contradicciones de la Fusión se hicieron evidentes respecto a la libertad de instrucción
en los colegios.

El decreto de “libertad de exámenes” de 1872 provocó la retirada de los conservadores y la


desintegración de la Fusión.

Además la reforma del Código Penal y la reforma judicial enfureció a los conservadores (se ponía en juego
la frontera entre la esfera civil y eclesiástica).

Ahora en la oposición los conservadores abogaban por una reforma constitucional, en el congreso de
1873-1876 lograron aprobar enmiendas como la elección directa del Senado, el derecho de Asociación.

1
Liberales radicales eran liberales-demócratas, aumentadas por un fuerte anticlericalismo y muy vinculados a la masonería.
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Importante fue la Ley Electoral que se aprobó, donde la única calificación para votar fue saber leer y
escribir.

Mientras el Congreso discutía, Errázuriz armaba una nueva coalición de gobierno, en 1875 logró un
acuerdo con el radical Manuel Matta, la nueva alianza liberal-radical quedó plasmada en la designación
de José Alonso como Ministro de Relac. Exteriores.

En este periodo la interacción entre los partidos políticos se había vuelto mucho más importante, aunque
no contaban con una organización nacional formal, constituían un punto de referencia esencial en la
conversación política. Así las cosas el Partido Nacional consistía en los seguidores de Vara (cada vez más
liberal), muchos monttvaristas se habían pasado también al liberalismo.

Las diferencias ideológicas eran más formales que reales, además la idea de que la CN de 1833 era más
“parlamentaria” fue ganando terreno, la práctica parlamentaria reflejaba que era importante, el poder del
presidente sobre el Congreso descansaba en su manipulación de las elecciones, pero la cantidad de
asientos era cada vez mayor y entonces el Ejecutivo tuvo que recurrir a formas mas amplias de
intimidación, fraude y violencia.

A comienzos de 1875 el político en ascenso era José Manuel Balmaceda, Errázuriz optó por Aníbal Pinto,
quién se convirtió en presidente en las elecciones de 1876.

La crisis y la guerra, 1876-1883

La crisis económica:

Apenas iniciada la presidencia de Pinto el precio mundial del cobre cayó un 20%, por ende también las
exportaciones de cobre chileno. Se le sumó un periodo de sequía que afectó las exportaciones de trigo en
más del 30%.

Los chilenos importaban muchos artículos de lujo, el déficit comercial aumentó y consecuentemente hubo
que exportar dinero en cantidades récord. Los desastrosos efectos combinados de economía de
exportación asolada, recesión comercial y fuga de capitales, debilitaron las instituciones financieras
del país.

En 1878 todos los bancos carecían de fondos para cubrir los depósitos. Debido a esta crisis bancaria el
Congreso dictó una ley que obligaba a los clientes a aceptar los billetes emitidos por los bancos, como
forma de pago.

Esta “Ley de Inconvertibilidad” salvó a los bancos pero no al gobierno, la baja de las importaciones y las
exportaciones redujo también los ingresos del Estado, Pinto decidió aumentar el impuesto a las
importaciones y redujo el presupuesto de la nación.

El congreso aprobó un código arancelario que aumentaba el impuesto por exportación de productos
suntuarios, fue más lejos y aprobó la Herencia, un impuesto a los regalos y a las propiedades.

Estas medida significaron un giro en política fiscal, el Estado podía intervenir con más autoridad para
proteger las industrias locales y gravar impuestos a los ricos.

La crisis internacional:

Respecto a los límites con Bolivia, ninguno de los países parece haberse preocupado por la ubicación
exacta, pero el descubrimiento de plata, guano y finalmente salitre dio un enorme valor a Atacama. En
1874 una serie de graves disputas determinó que la frontera quedara fijada en los 24° latitud sur, para
llegar a este acuerdo Chile desistió de una parte del desierto y a cambio Bolivia decidió no subir los
impuestos de la Compañía de Salitres y Ferrocarril, que operaba en Atacama.
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Además durante la década de 1870 el gobierno argentino exigió a Chile que le reconociera su soberanía
sobre el estrecho de Magallanes y la Patagonia.

Pronto hubo un recrudecimiento de las desavenencias con Bolivia, el dictador Daza elevó los impuestos a
la Compañía, lo que violaba el acuerdo, Daza sabía que podía recurrir a un tratado secreto firmado en
1873 en el que Perú prometía ayudar si Bolivia entraba en guerra con Chile.

Los accionistas de la Compañía de Salitre sobornaron a la prensa que exigía que el gobierno hiciera
cumplir el tratado.

A inicios de 1879 Pinto dio instrucciones al ejército que capturara Antofagasta y el territorio cedido a
Bolivia en el tratado de 1874 (Primera campaña de ocupación, Antofagasta)

La prensa nacionalista y la oposición exigió al presidente de que avanzara más al norte de la frontera, el
presidente se negó creyendo quizás de que Daza se retractaría, éste no lo hizo, dos semanas después de
la ocupación Bolivia le declaró la guerra a Chile.

Pinto exigió al Estado Peruano dijera abiertamente si planeaba cumplir con el tratado secreto, cuando este
respondió afirmativamente, Chile le declaró la guerra.

El panorama económico de Chile no era el mejor, sabían que el control del mar era esencial: sería la única
manera de permitirle al ejército atacarlos en su propia tierra.

La Guerra del Pacífico:

El primer combate naval de la guerra sucedió en Iquique. El comandante de la Marina chilena Williams
había recibido órdenes de atacar la flota enemiga en El Callao, pero éste decidió bloquear el puerto de
Iquique, a través del cual Perú exportaba el salitre. La opinión publica presionaba para atacar al enemigo,
cuando el almirante decidió atacar los acorazados el Huáscar y el Independecia, dejó dos barcos de
madera, el Esmeralda y el Covadonga, a cargo del bloqueo en Iquique y partió hacia el norte, pero la
expedición fue un fiasco ya que la flota peruana ya no estaba, habían aprovechado la ausencia para
romper el bloqueo de Iquique.

Perú no sólo logró reforzar el puerto sino que había hundido el Esmeralda. El combate naval de Iquique
entregó a Chile su máximo héroe de la guerra: el capitán Arturo Pratt.

Chile continuó recibiendo reveses navales, Grau aterrorizó los puertos del norte mientras otro buque
amenazaba las líneas de abastecimiento chileno por el estrecho de Magallanes. Finalmente en agosto de
ese año Williams rompió el bloqueo de Iquique, nuevamente sin avisar a La Moneda, por lo que fue
reemplazado por Riveros, en Punta Angamos tras un brutal intercambio de cañonazos los chilenos
capturaron el Huáscar.

Chile se hacía así con el control de la ruta marina y había despejado la vía hacia el norte, no obstante el
ejército no estaba listo todavía. Pinto ordeno que los civiles Sotomayor y Vergara colaboraran con el Gral.
Escala.

A fines de 1879 las tropas de Escala desembarcaron en Pisagua (provincia peruana de Tarapacá). Los
aliados habían planeado un ataque en el que Daza golpearía desde el norte, mientras el peruano Buendía
lo hacía desde el sur.

El plan falló debido a la incapacidad de Daza, que por las bajas y deserciones, decidió que sus hombres
retrocedieran a Arica, Buendía sin saber siguió avanzando hacia el norte, se encontró con las tropas
chilenas en el cerro San Francisco, dando el triunfo fue de los chilenos.
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Los peruanos se refugiaron en el pueblo de Tarapacá, días después un ejército al mando de Vergara
avanzó hacia ese ´pueblo, pero los peruanos hicieron huir a los chilenos y ocuparon Iquique más las
tierras ricas en salitre (Segunda campaña de ocupación, Tarapacá)

La tercera campaña norteña comenzó en 1880 (Tercera campaña de ocupación, Tacna y Arica).

Baquedano tuvo que superar serios problemas de abastecimiento pero capturó Moquegua y derrotó a los
peruanos en la batalla de Los Ángeles, el próximo paso era capturar Arica, puerto de Tacna y punto
estratégico, así Baquedano avanzó por tierra, viaje que cobró muchas vidas, un mes los chilenos llegaron
a Campo de la Alianza, posición peruana fortificada en las afueras de Tacna. El Gral. Insistió en un ataque
frontal, los soldados chilenos triunfaron pero con muchísimas bajas.

El ejército siguió y capturó el fortificado Morro de Arica, así finaliza la campaña de Tacna.

A principios de 1881 las tropas de Baquedano rompieron posiciones peruanas en Chorrillos y dos días
después derrotaron fuerzas peruanas en Miraflores. De este modo las unidades chilenas entraron en Lima.

La caída de Lima no terminó la guerra, Chile exigió la cesión de Tarapacá, Arica y Tacna como
indemnización de guerra, Nicolás de Piérola se negó y la resistencia peruana se hizo más fuerte: bandas
de guerrilleros y montoneros a cargo del veterano Cáceres, acosaron y atacaron al ejército de ocupación.

A comienzos de 1882 el gobierno envió una nueva expedición al altiplano peruano que fracasó, cuando las
tropas salían desde el desierto a la costa, Cáceres asestó el golpe más devastador. En la batalla de La
Concepción los peruanos aniquilaron a todo un destacamento chileno.

Ambos peruanos estaban cansados de la guerra. En Perú Miguel Iglesias había formado su propio
gobierno (con apoyo chileno) y estaba dispuesto a negociar, podía entregar Tarapacá pero se negaba a
ceder Tacna. El gobierno chileno propuso ocupar Tacna y Arica por 10 años tras lo cual un plebiscito
determinaría la soberanía del territorio.

Cáceres no aceptó el trato, otra expedición chilena se dirigió a su búsqueda, derrotándolo en la batalla de
Huamachucho en 1883.

El Tratado de Ancón persuadió a los bolivianos de la paz, se otorgaba a Chile solo el derecho de
ocupación temporal del litoral boliviano. El armisticio con Bolivia marcó el final de la Guerra del Pacifico.

Una consecuencia diplomática incidental fue que Chile y Argentina firmaron un tratado que confirmaba
tanto la soberanía argentina en la Patagonia como el control chileno en el estrecho de Magallanes.

La economía y la sociedad durante la guerra:

La Guerra del Pacifico fue la experiencia nacional más significativa de Chile.

Respecto a sus efectos sociales y económicos se debe decir que en el campo la constante queja por falta
de brazos venían desde antes y las cosechas no fueron tan malas por lo que la ausencia de campesinos
que se encontraban en el Ejército no causó serios daños en la agricultura.

En relación a la minería, las exportaciones de cobre disminuyeron durante la guerra pero es difícil atribuirlo
a la misma, las causas se debieron a factores estructurales: incapacidad para usar tecnología punta, pobre
calidad del mineral, continua baja de los precios internacionales.

El reclutamiento parece haber afectado mucho más la vida social que su economía. La ausencia de
hombres jóvenes dio la impresión de ciudades vacías, pero la tasa de nacimientos no descendió tanto. El
reclutamiento forzoso terminó con la ola delictiva.
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La guerra no fue total, de hecho el reclutamiento no afectó a la “gente decente”, los esquemas sociales se
mantuvieron más o menos intactos.

La guerra y la política fiscal:

Se alteró el sistema fiscal2, y era obvio que no podían financiar la guerra. La Moneda tuvo que encontrar
nuevos ingresos, en 1879 se aprobó La Mobiliaria, impuesto a la renta, también se ofreció a los bancos
concesiones tributarias a cambio de préstamos y más tarde Pinto autorizó la emisión de papel moneda.

Pero la conquista del litoral boliviano y de Tarapacá le había dado la solución: el monopolio de la
producción de salitre. Como 1ra medida se reabrieron las oficinas, las exportaciones se duplicaron, pero
las empresas de salitre de Tarapacá eran peruanas, a cambio de los títulos de propiedad, las autoridades
peruanas habían emitido escrituras fideicomisarias que devengaban intereses.

Las opciones del gobierno chileno eran hacerse cargo de la deuda del salitre y ser propietario o negarse a
liquidar la deuda y reconocer a los dueños de certificados como legítimos propietarios. El Congreso
rechazó la propiedad estatal, por lo que se otorgó el título a cualquiera que pudiera demostrar la
propiedad, las que no fueron reclamadas fueron rematadas.

Los ingleses y los chilenos aprovecharon la oportunidad. El retorno a manos privadas liberó al gobierno de
una carga fiscal y burocrática inmensa, mientras la creación de un impuesto a la exportación prometía
generar ingresos.

El sentido de superioridad chileno se vio aumentado por la victoria, no obstante lo mas importante fue que
la guerra le dio un territorio cuyas reservas de salitre prometían ser fuente de abundantes ingresos.

En 1881 Santa María ganó las elecciones presidenciales (Ministro de Pinto), Baquedano candidato de los
conservadores se había bajado.

2
Los gobiernos del s. XIX contaban con impuestos aduaneros, como los de importación, del Estanco, la Alcabala, las Patentes y el
Agrícola, a la propiedad.

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