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JUNIO 2018 | Nº 13

ARTÍCULO

Cuando
fuimos
árabes
Nuevo libro de
Emilio González Ferrín
Sergio Cuesta Francisco

Las opiniones contenidas en el


JUNIO 2018 Nº 13 siguiente artículo sólo compromenten
a sus autores y no constituyen
posiciones oficiales del Ministerio de
Asuntos Exteriores, Unión Europea y
Cooperación

GOBIERNO MINISTERIO
DE ESPAÑA DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA

1 Y COOPERACIÓN
JUNIO 2018 | Nº 13

Franz Kafka decía que un libro puede ser un así. La comprensión activa de esta idea es un
hacha para romper el mar helado en nuestro prerrequisito para entender a las sociedades
interior. En el caso de un ensayo de la enverga- islámicas contemporáneas y los problemas y
dura de “Cuando fuimos árabes”, ese arma me- desafíos que afrontan, al margen de su religión.
tafórica puede hacer saltar el pasado grabado Pero también para leer debidamente una par-
en piedra de toda una sociedad. En este caso, te de nuestra historia que determina nuestra
la nuestra. identidad. Este “olvido” deliberado de un vasto
capítulo de nuestra propia historia no es ca-
Emilio González Ferrín construye en “Cuan- sual, sino que tiene que ver con la construcción
do fuimos árabes” un “libro de libros”. Y ello historiográfica de determinado modelo de Es-
porque en él enuncia y resume, a modo de paña, como luego veremos.
largo prólogo, la temática que ha venido de-
sarrollando en sus diferentes obras. Pero tam- La segunda tesis que defiende González Fe-
bién porque “Cuando fuimos árabes” cubre rrín tiene que ver con el estudio del “Early Is-
transversalmente varios géneros y temáticas: lam”. Una vez más, el relato no se corresponde
autobiografía, teoría de la ciencia, historia, fi- con la simplificación narrativa que la mayoría
losofía, historiología, teoría de las religiones… conocemos (acuñada por el propio Islam en
Es un libro de paradojas: pese a la complejidad una fase posterior). La visión tradicional está
y densidad de las ideas, su trama es adictiva; dominada por la pureza y la claridad y nos
aunque el lenguaje es directo y claro, es inte- retrata un Islam que surge de una tradición
lectualmente muy ambicioso. Por encima de judeo-cristiana, con la que rompe de forma
todos sus atributos, es un libro necesario para nítida en el espacio y en el tiempo. Esta pers-
repensar nuestra historia y, a la luz de ella, pro- pectiva, según nos va explicando González Fe-
yectar una imagen de lo que España puede y rrín, es una invención posterior, generada por
quiere ser. Una imagen que redibuje también, ca. La primera acepción, y esta con mayúscula, que a menudo reúnen algunas características la necesidad de dotar de un relato coherente,
tal vez, los contornos de nuestra política exte- es el “Islam” como “Islam-civilización”: dicho sociológicas comunes. lineal y épico a los nacimientos de una religión
rior. A continuación, expondré algunos de los de otra forma, el complejo tejido cultural (con configurada, ahora sí (en el momento en que se
puntos que trata el libro, aunque será imposible manifestaciones sociales, artísticas, vehicula- Ya esta primera diferenciación conceptual, gestó el relato, a partir de los siglos IX-X) como
entrar en detalles esbozando un objeto tan po- das en la lengua árabe…) que se despliega en el en el fondo y en la forma (desde muy distin- netamente separada del judaísmo y el cristia-
liédrico. Al final recapitularé sobre lo expuesto tiempo y el espacio y que a menudo ha interac- tos ángulos) que se describe en el libro de nismo. Pero en realidad, según González Ferrín
para, con más fundamento, argumentar que es tuado y se ha entremezclado con otras culturas González Ferrín, es un a priori fundamental no hay un “Corán” como tal hasta entrado el
un libro útil. No solo un “buen libro”, sino un y civilizaciones. En segundo lugar, tenemos el para “repensar” lo islámico. Y no cabe duda de siglo IX. De hecho, los primeros textos referi-
“libro bueno” que ayuda a superarnos como in- “islam” como religión monoteísta, con fuertes que su divulgación, de por sí, eliminaría mu- dos al nacimiento del islam-religión ni siquiera
dividuos (más conscientes de lo que somos) y lazos con el judaísmo y el cristianismo y cuya chas barreras mentales que existen a la hora están en árabe, sino que son crónicas en latín,
como sociedad. historia y recorrido no son tan monolíticos de analizar el fenómeno “islam”. En Occidente griego o siríaco. Del mismo modo, no hay una
como su propia historia defiende. Por último, parece predominar la voluntad simplificadora verdadera unidad política anterior al siglo IX (y
La primera idea es la diferencia entre tres está el “islam” como realidad sociológica con- de querer hacer coincidir, donde quiera que se con posterioridad, esta es muy discutible y se
acepciones muy diferentes de la palabra “is- temporánea: como conjunto de países que han observa uno de estos conceptos de “islam”, a aleja del modelo del Imperio romano u otros
lam”, que es una palabra claramente polisémi- compartido la primera y segunda acepciones y los tres, mientras que en absoluto es siempre imperios), como luego veremos.

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El islam nace pues en un contexto, el de la vés de las ciudades costeras por gran parte del que Alfonso X El Sabio tiene de España, y, so-
Alta Edad Media, rico en corrientes y “herejías” Mediterráneo. Algunos ejemplos del autor son bre todo, según los argumentos que proporcio-
(desde el arrianismo al donatismo o al priscilia- contundentes. Frente al argumento de quienes na González Ferrín, está muy lejos de la visión
nismo) de todo sesgo y calibre, por toda la geo- hablan de ocupación por la presencia de res- que los habitantes de la España de la época
grafía de lo que había sido el Imperio Romano, tos numismáticos hallados en nuestro suelo en tenían de sí mismos y de su entorno.
tanto de Oriente como de Occidente. “No hubo el siglo VIII, contrapone monedas también en
una unidad previa islámica de la que emanasen, árabe presentes mucho más lejos, en la Ingla- Otro mito desmontado por el autor es el del
después, realidades parciales. Fue, al contrario: terra de la época, precisamente por el prestigio salafismo y sus orígenes, una ideología hoy fus-
de una diversidad previa, acabaría resultando de las rutas comerciales y las cecas orientales, tigada por su degeneración radicalizada, pero
una relativa unidad religiosa y cultural”, insiste sin que por ello nadie haya planteado nunca en que en sus orígenes aspiraba a un renacimiento
González Ferrín. El monolitismo y los dogmas serio la hipótesis de una ocupación árabe de árabe en la misma línea que los primeros nacio-
del islam como religión cerrada son, por tanto, Gran Bretaña. Del mismo modo, las “razzias” nalismos europeos, con los que coincide crono-
algo que vendrá siglos después, y que de todos de moros (en el sentido de norteafricanos) en lógicamente, y que luego se fue desdibujando.
modos sigue ofreciendo un perfil irregular, se- España es algo de lo que hay constancia desde El objetivo inicial de algunos de sus fundadores,
gún las corrientes (chií, sunní), las escuelas, los tiempos de los romanos, sin que ello constitu- intelectuales europeizados, era un fin universa-
lugares geográficos y los tiempos. yera una “invasión” exactamente, en el sentido lista, reformista y social, ni cerrado, ni integris-
contemporáneo del término. ta, ni religioso. Así, en el salafismo, como en los
En tercer lugar, y esto ha convertido el libro orígenes del Islam, el relato interno ha acabado
en polémico, el autor cuestiona la conquista tal Ligado a este argumento, superador de la constituyendo lo que González Ferrín califica de
y como se ha venido estudiando. Frente al re- dicotomía conquista/reconquista, González “castillo de naipes mitológico”, que nada tiene
lato binario “conquista-reconquista”, González Ferrín postula que la pretendida unidad de un que ver con la realidad.
Ferrín vuelve sobre la abundante historiografía califato omeya gobernado de manera centrali-
marginada de quienes, como Américo Castro zada y jerárquica desde Damasco corresponde Por último, y como tema no menor, el autor
o Emilio García Gómez, han defendido no una a una quimera y nunca existió (un Damasco nos traslada (a veces de forma implícita y otras
historia de lo que el Estado “España” llegó a ser por cierto en el que, a mediados del siglo VIII, soterrada) la pregunta de por qué en España
a partir de su configuración en la Edad Moder- la clase alta aún se expresaba en griego, no hemos elegido un determinado relato, el de la
na, sino de lo que en el territorio hoy llamado en árabe). Del mismo modo que la existen- reconquista y la identidad nacional-católica,
“España” ha acontecido a lo largo de la histo- cia de un “Corán” unitario desde tiempos del unitaria, monocromática, que podía tener un
ria. Y así descubrimos, de la mano de González Profeta forma parte de un relato, sin que haya sentido político en los albores de la Edad Mo-
Ferrín, que fue precisamente un emir omeya una realidad fáctica que lo apoye (todo lo que derna, pero que los hallazgos históricos y ar-
y no un Rey visigodo el primero en utilizar el queda son “hojas” de ese supuesto Corán, que queológicos han ido cuestionando y que tam-
título “Rex Hispaniae”, y que la supuesta “in- bien pudieran constituir documentos aislados poco cumple hoy una función social unívoca.
vasión” no fue brusca sino paulatina. Él habla sin conformar un libro), también la idea de un Al contrario, a lo largo de su larga carrera como
de “red de conquistas” sin cabeza previa; un “imperio árabe” unitario desde tiempos de Ma- docente universitario e investigador, Emilio
fenómeno que no empezó probablemente, por homa se aleja, según el autor, de la realidad. A González Ferrín da cuenta de la sorpresa de
la ocupación militar, sino por el avance cultu- su vez, la reconquista española solo arranca otros países europeos ante el “abandono”
ral de una civilización que con la lengua árabe realmente a partir de que Fernando III el Santo académico, histórico, social y político al que
como estandarte y las rutas comerciales como genere esa dialéctica. Está ausente de la visión España, en términos generales, ha relegado a
sustrato económico se fue imponiendo a tra-

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Al-Andalus y por tanto a ocho siglos de nues- el exhaustivo capítulo que relata su currículum contra-argumentos sobre los distintos puntos. que, por sus hitos científicos, filosóficos y lite-
tra propia historia. Sorpresa tanto mayor cuan- investigador y sus peripecias vitales, como la Algo que, por otra parte, se puede solucionar rarios, podemos estar orgullosos. En la narrati-
to que los beneficios cuantitativos (por vía de abundancia de juicios de valor explícitos que acudiendo a la lectura del resto de la obra de va de lo español, no tenemos por qué caer en
una mayor explotación turística, artística…) y jalonan sus páginas. También sorprenderá al Emilio González-Ferrín y a otros autores. Sería la trampa absurda de saltar de Covadonga a los
cualitativos (de influencia y “hacer de puente” lector el firme andamiaje científico del libro, ideal en futuras ediciones incluir una bibliogra- Reyes Católicos. Ya en el siglo XIX, Menéndez
con el mundo árabe) de una profundización en con todo un capítulo dedicado a la Filosofía de fía recomendada al final del libro. y Pelayo, poco sospechoso de “posmoderno”,
ese pasado podrían ser pingües. la Ciencia aplicada a las ciencias humanas, en alertaba del riesgo de que los libros y manuales
un lenguaje comprensible para el gran público. En suma, la lectura de esta obra adelantaba de historia de nuestro país minusvaloraran el in-
Me gustaría retomar en la conclusión algu- La definición y puesta en valor que se hace de que es “útil”. Y ello es así porque puede con- flujo “de árabes y judíos” en la cultura de España
nas de las ideas del prólogo. Como el lector de la “historiología” es algo extrapolable a muchas tribuir a un bien social en España: que se em- y de Europa. La tendencia desde entonces se ha
esta reseña habrá descubierto, el libro, aunque otras lecturas y es una herramienta que sigue piece a tomar la “islamología” en serio, y que hecho fuerte, con algunas excepciones. Gonzá-
con tema unitario, es muy ambicioso y nada siendo relativamente desconocida para el gran se emancipe de los debates de opinión en los lez Ferrín nos da las herramientas intelectuales
repetitivo. Es más difícil dar cuenta en estas público. La única crítica que parece pueda eri- que todos se postulan como expertos, sin serlo. para desandar ese camino y volver a descubrir
breves líneas de lo ameno que puede llegar girse contra el libro viene precisamente de su Porque, como nos insiste el profesor González quiénes somos.
a ser: esa es una sorpresa que queda para su ambición: es tal la cantidad de temas trata- Ferrín, criterio que comparto, “no todo es opina-
lectura. También sorprende gratamente la ho- dos, que a veces (inevitablemente) falta una ble”. Así, esta obra es necesaria para recuperar
nestidad del autor, de la que da cuenta tanto dialéctica más profunda, con argumentos y todo un eje de nuestra historia (el Andalusí) del

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