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SERMONES DE ADVIENTO SAN BERNARDO DE CLARAVAL

SERMO PRIMUS / SERMON PRIMERO: LOS SEIS ASPECTOS DEL ADVIENTO

RESUMEN:
¿Quién, cómo y por qué vino?

Vivíamos como náufragos en continua zozobra, agarrados a los placeres de los sentidos.
En esa locura corrían peligro hasta los que intentaban ayudarnos.
Algunos tomaron el camino del conocimiento intentando ser superiores a Dios y como lo
hizo el mismo Lucifer. Olvidaron que sólo el Altísimo tiene la llave del saber. Los que van
de la mano de Lucifer son como él, pues el que corre con el ladrón es otro ladrón. El
camino de la soberbia ofuscó a Lucifer y se perdió entre las tinieblas.
Los caminos equivocados nos llevaron a un sucio calabozo. Podemos decir que fue por
engaño, pero si persistimos en nuestros errores sufriremos el exterminio.
Por eso la Trinidad mandó a Nuestro Señor Jesucristo. Viene saltando por los montes y
brincando por las colinas. Podemos decir que los profetas clavaron una vara y de la
misma nació una flor. La vara es la Virgen María y la flor es Jesús. Viene por los montes a
buscar a las ovejas extraviadas. Desciende a nuestro calabozo para liberarnos.
Pero ¿por qué el rico viene a buscar al pobre? Porque el pobre estaba ya en lo peor del
ocaso y era como un enfermo que no puede levantarse de su cama. Sin embargo Cristo
vino y viene cada día con tal magia que el enfermo sólo tiene que levantar la cabeza
desde su catre para sentir su presencia. Gracias a su presencia estamos llamados a
reconstruir los muros de Jerusalem, que son los de nuestra propia casa y los de su eterna
presencia y sabiduría.

SERMO SECUNDUS / SERMON SEGUNDO: DEL LIBRO DE ISAÍAS: "DIJO EL SEÑOR


A ACAZ: PIDE UNA SEÑAL... Y, SOBRE EL CAMINO DEL ENEMIGO".

RESUMEN:
Acaz era un rey deseoso de mantener su poder terrenal. El profeta Isaías, para que pierda
su apego, le sugiere que pida un prodigio a Dios. Acaz no quiere porque si el prodigio
ocurre en las profundidades, allí se mueven los zorros como él mismo y puede quedar
atrapado. Si ocurre en el aire, allí atrapa Dios a los soberbios. Contesta, por tanto, que no
quiere tentar a Dios.
Dios le promete, entonces, una señal en la casa de David, algo que no pueda inquietar al
poderoso. Será un niño que se alimente de requesón y miel hasta que pueda distinguir el
bien del mal.
De la leche de las ovejas se obtiene el requesón y el queso. El requesón es de naturaleza
dulce. El queso es graso y espeso; podría representar la corrupción del pecado. También
sabemos que por buscar a la oveja perdida el pastor dejó a 99 en los campos.
Las abejas producen miel pero tienen aguijón. Ese niño que es Dios y el prodigio que nos
manda sólo trajo la miel y no el aguijón. Sin embargo, el aguijón podrá aparecer algún día
para clavarse en los tuétanos de los pecadores.
Por tanto, Dios pudo mandarnos un gran prodigio para desafiar la soberbia de los
poderosos pero no lo hizo así. Prefirió algo suave e íntimo como es un niño, alimentado
dulcemente en los brazo de la Virgen María, su madre, sufriendo como el ser humano y
aprendiendo a distinguir el bien del mal.

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SERMO TERTIUS / SERMON TERCERO: LAS SIETE COLUMNAS

RESUMEN:
En el Adviento viene el Creador que es al mismo tiempo Hombre y vienen para ayudar al
hombre. En realidad ya estaba aquí, pero su presencia se hace más patente. Si nos
llenamos de Él experimentaremos plenitud y saciedad espiritual. El que sólo ve su venida
como un acto externo para pensar en comidas y adornos, nunca sentirá plenitud porque
Dios será "su estómago". Sabemos que Dios es bueno y misericordioso por "su venida en
ti y a ti". En realidad hay tres venidas: a los hombres, en los hombrs y contra los hombres.
La primera y la tercera son externas. La segunda es interna y es como construir un trono
para Nuestro Señor que se sustenta en siete columnas: la justicia, el prestar ayuda y
consejo (sabiendo que el mejor consejo es la conducta y la verdad), la fidelidad, la
disciplina, prudencia (sería absurdo poner en riesgo la sangre de Cristo si estuviera en
nuestro poder), el temor y el juicio (diferente de la justicia pues con el mismo nos
declaramos indignos y humildes)y practicamos el juicio después de la justicia. Con estas
siete columnas preparamos el bello edificio para recibir a nuestro Creador.

SERMO QUARTUS / SERMON CUARTO: SOBRE LOS DOS ADVIENTOS Y LAS ALAS
PLATEADAS

RESUMEN:
En el Primer Adviento el Señor nos dio las verdaderas virtudes y en el segundo nos hizo
grandes promesas para reparar nuestra alma humillada. Son comparables a dar con la
mano izquierda y prometer con la mano derecha.

-Con la mano izquierda nos hizo saber cuáles son las verdaderas riquezas y glorias. El
oro es como una tierra sin valor. La fama en boca ajena tampoco tiene importancia. Son
como un arca sin cerradura. La falsa pobreza se estremece ante la falta de lo necesario
mientras que la verdadera lo soporta con alegría. La falsa mansedumbre muestra su
descontento en cuanto se le contradice. El verdadero arrepentimiento y desconsuelo no
pasa fácilmente del llanto a la risa a la vista de hechos irrelevantes. La verdadera
misericordia y perdón da siempre gestos externos edificantes para los que buscan la paz.
Existe una humildad de conocimiento y otra de afecto sin la cual la primera carece de
sentido.

-Con la mano derecha, nuestro cuerpo maltrecho recibirá el premio de Dios y la curación
de sus heridas. La promesa de vida eterna que espera a los que cumplen, con verdadero
espíritu lo que dicen los Evangelios.

SERMO QUINTUS / SERMON QUINTO: EL ADVIENTO INTERMEDIO Y LAS TRES


RENOVACIONES

RESUMEN:
Existen tres advientos. El primero y el último son evidentes: la llegada de Jesús como
hombre en la natividad y su venida al final de los tiempos.
El intermedio permanece oculto al contrario de los otros dos. A cada adviento le
corresponde una renovación.
En ese adviento intermedio la palabra se guarda en el corazón y no en la memoria pues la
ciencia engríe y tiene sus lagunas. La palabra debe ser guardada dentro del alma donde

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se asimilen sus afectos y las costumbres tal como se hace con el alimento que ingerimos.
Antes, nuestro corazón estaba ocupado por un hombre viejo; lleno de bajos deseos y de
instintos de dominación. En el hombre nuevo cristiano la caridad se opone a los bajos
deseos y la humildad a los instintos de dominación.

SERMO SEXTUS / SERMON SEXTO: LAS TRES VENIDAS Y LA RESURRECCIÓN DE


LOS CUERPOS

RESUMEN:
Hay que curar el alma antes que al cuerpo. En su día Nuestro Señor Jesucristo
reproducirá en nuestro cuerpo el esplender del suyo. ¿De dónde quita el pecado N.S.
Jesucristo? Lo quita de las manos borrando las culpas cometidas. Lo quita del cuello
disipando la violencia opresora, pero el pecado de la carne sólo se quita cuando nos
vemos libres del cuerpo. El pecado sólo se expele enteramente con la muerte. El alma es
una peregrina y exiliada que se hospeda en ti y, como a ser extraordinario, debes darle el
mejor sitio de tu casa. El alma nos permite ver, oír, hablar, el gusto y nuestros
movimientos. Cuando el alma se va todo lo anterior falla. Es tan importante que no
debemos herirla. Es necesario que cuando el alma se presente ante Dios hable bien de tu
hospitalidad. El Alma del Profeta deseaba la primera venida. La carne desea la segunda
venida para liberarse del pecado. Mientras tanto, debemos cuidar de nuestra alma.

SERMO SEPTIMUS / SERMON SEPTIMO: TRES COSAS MUY ÚTILES

RESUMEN:
El Señor viene a nosotros porque lo necesitamos. Somos débiles. Necesitamos que
ilumine nuestra ceguera y proteja nuestra fragilidad. Necesitamos tres cosas: consejo,
ayuda y protección. En cuanto al consejo, es un fiel consejero. En cuanto a la ayuda es un
robusto cooperador. En cuanto a la protección es un eficaz protector. Por tanto no sólo
viene a nosotros sino para nosotros.

SERMO OCTAVUS / SERMON OCTAVO: LOS TRES INFIERNOS

RESUMEN:
El hombre ha padecido la desgracia del pecado original, pero después de la venida de
Cristo "no hay hombre alguno que baje al infierno antes de subir al cielo". Incluso es
posible ser pecador, pero no pecador recalcitrante. Hasta Dios preguntó a Adán después
del pecado ¿dónde vas? Quedaba sitio para el arrepentimiento y la confesión.
Hay tres infiernos:
El primero es el "infierno de voracidad" que no tiene redención posible.
El segundo es el infierno de expiación.
El tercero es el infierno de aflicción. Se llega a este lugar en vida, buscando la pobreza
voluntaria y la mortificación. Quien no llegue a este lugar en vida, no progresará
espiritualmente y a duras penas podrá llegar a la verdad.
En este tercer infierno del que hablamos no hay tormentos sino demonios a quienes
molesta la oración. Al demonio no le molesta mucho los que ocasionalmente, y en
solitario, hacen súplicas, oraciones y ayunos, pues es más fácil que al final desistan y
caigan. Lo que en realidad no soporta es a los que viven en comunidad en concordia y
armonía. A ellos los acosa con tentaciones continuas.

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Los cristianos son como una comunión mística en la que formamos parte de un mismo
cuerpo. La cabeza se une al cuerpo mediante el cuello. El cuello mantiene su vigor, de
vital importancia para la unión de todos, mediante la virtud de la humildad.
La humildad reúne a las virtudes y es como un gran cimiento que no es visible de
inmediato, pues se adentra en lo más profundo de la tierra. Sobre ella se levanta la gran
torre de la obediencia que no podría existir sin voluntariedad, acción recta, pureza,
discreción, perseverancia y paciencia.
Esa torre está protegida por mil escudos que son nuestras oraciones. Siempre debemos
permanecer "en pie", ceñidos los costados con el cinturón de la verdad y como coraza la
justicia. Debemos obrar para agradar a Dios y no a nuestra vanidad o a la de los demás.
Nuestros pies irán calzados con nuestros pensamientos; sea nuestro principio acusarnos
a nosotros mismos, excusar al prójimo y alabar a Dios.
Perseveraremos en la vigilancia con el escudo de la fe. La fe es como la motaza; al
"pisotearla", "atacarla" más perfuma. La vigilancia nos permite evitar caer en el veneno de
los placeres del mundo que son como es aspid, que primero adormece y luego mata.
Debemos acudir a la oración frecuente, casi impertinente tanto a Dios, Cristo, la Virgen y
los Santos. Nuestro objetivo es mantenernos en la Ciudad Santa de Jerusalem y no en
Babilonia que significa confusión; los miles de canales que nos distraen y disipan de
nuestros verdaderos objetivos de piedad y oración.

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