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11) Que significa que las cuestiones políticas no son justiciables.

Las cuestiones políticas surgen de las normas directivas. Estas, designan las funciones de los órganos políticos del
gobierno que no son susceptibles de revisión y control por parte de los jueces. Además de que no abarcan todas las
atribuciones constitucionales conferidas a un órgano político, sino que solo a las que revisten carácter discrecional
en orden a su contenido, oportunidad y conveniencia. Algunas de las cuestiones que no pueden ser objeto de
control judicial son: dictado del estado de sitio, amnistía, indulto, declaración de guerra, celebración de tratado,
designación de jueces.

El acto político, el cual presupone una decisión política en la cual se pondera la conveniencia, no es revisable
judicialmente. Y los efectos de este acto si pueden ser objeto del control de constitucionalidad. No se puede
cuestionar judicialmente la potestad del Congreso para sancionar una ley determinada, pero si sus efectos superan
los límites del art. 28 de la CN y afectan a un derecho subjetivo, son susceptibles a revisión.

La doctrina de las cuestiones políticas fue formulada por la Corte Suprema de los Estados Unidos al decidir, en 1803.
Entre nosotros, la doctrina de las cuestiones políticas fue aceptada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación a
partir del caso "Cullen c. Llerena"

Sin embargo, tanto en los Estados Unidos como en la Argentina se advierte una firme línea jurisprudencial que, con
un criterio dinámico y acorde a la idea política dominante en la sociedad, tiende a reducir sensiblemente los casos
que configuran tales cuestiones políticas.

En síntesis, toda cuestión que importe la violación de un derecho subjetivo adquirido no es una cuestión política y
merece la intervención judicial para restablecer el equilibrio constitucional.

12) Cuáles son los efectos principales de la declaración de inconstitucionalidad.

En cuanto a los efectos de la declaración de inconstitucionalidad, Alberdi escribía que "la Corte Suprema declara
inconstitucionales a las leyes que lo son. No las deroga, porque no tiene el poder de legislar; derogar es legislar.
Declarada inconstitucional la ley, sigue siendo ley hasta que el Congreso la deroga".

Declarada la inconstitucionalidad de una norma por ser opuesta a la Ley Fundamental, está solo conserva vigencia
hasta que no sea derogada por el órgano competente.

La declaración de inconstitucionalidad pronunciada por la Corte Suprema no es vinculante para jueces inferiores ni
para la propia corte.

Así como la declaración de inconstitucionalidad pronunciada por la Corte Suprema de Justicia no es, en principio,
jurídicamente vinculante para los jueces inferiores, ni tampoco para la propia Corte, que en la misma o diferente
composición puede modificar su jurisprudencia, aquélla tampoco lo es para los órganos políticos de los cuales
emanó la norma. Sin embargo, por razones prácticas, cuando se consolida una doctrina jurisprudencial, el Congreso
o, en su caso, el Poder Ejecutivo, proceden a derogar la norma declarada inconstitucional.

En el caso de los jueces inferiores, por razones institucionales y de seguridad jurídica, ellos tienen el deber de ajustar
sus pronunciamientos a la doctrina de la Corte Suprema, a menos que se presenten nuevos fundamentos para
apartarse de ella. Pero esto no es óbice para que el juez, si así lo considera, acepte en su sentencia la doctrina del
Alto Tribunal para resolver el caso y formule una reserva sobre su disconformidad con ella.

En varias constituciones provinciales se adopta una solución diferente. Cuando la inconstitucionalidad de una norma
es declarada por el superior tribunal de provincia, esa declaración tiene efectos derogatorios de aquélla. Se sigue así
el procedimiento usualmente aplicable en los sistemas concentrados de control de constitucionalidad.

Entendemos que esa solución es inconstitucional, porque importa alterar el equilibrio de la doctrina de la división de
los poderes constituidos en la forma establecida por la Constitución Nacional, al otorgar una potestad derogatoria de
las normas al órgano judicial que, en rigor, corresponde al órgano legislativo o, en su caso, al órgano ejecutivo.

En numerosas oportunidades la Corte Suprema destacó que "la declaración de nulidad, en su caso, de dichas leyes,
no responde al fin de derogarlas judicialmente"; "que la declaración de inconstitucionalidad sólo puede traer como
consecuencia virtual la inaplicabilidad del precepto, pero no la alteración de sus términos a extremo tal de sustituir y
alterar la disposición legislativa"; "si una anterior sentencia de inconstitucionalidad existiera, como lo aduce la
actora, ella sólo produciría efecto dentro de la causa y con vinculación a la ley y a las relaciones jurídicas que la
motivaron y de ningún modo podría hacerse extensiva a leyes y hechos futuros, ni poseer la eficacia de una
prohibición impuesta al legislador"; "el efecto propio de la declaración de inconstitucionalidad, el cual es de anular el
obstáculo que se opone al goce de un derecho y no de ampliar o extender el alcance de la disposición discutida que,
al contrario, continuaría siendo válida"; "los efectos de la declaración de inconstitucionalidad se limitan al juicio en
que ella fue admitida"; "la impugnación de inconstitucionalidad no es pertinente cuando el objeto con que se la
persigue no es la inaplicabilidad del texto objetado en la causa sino el establecimiento de un régimen normativo, de
incumbencia del legislador" .

En alguna oportunidad, como en el caso "Fayt", la Corte Suprema declaró la nulidad de una norma. En tales casos,
resultaría cuestionable que el pronunciamiento tenga efectos erga omnes, porque la declaración de nulidad no
significa la derogación de la norma. Prosigue en vigencia, al menos formalmente, hasta tanto no sea derogada por el
órgano que la emitió o por uno de jerarquía superior habilitado a tal efecto, como es una convención reformadora.
La subsistencia formal de la norma declarada nula determina que pueda recuperar su validez si, con posterioridad, la
Corte Suprema modifica su criterio jurisprudencial, aunque no podrá afectar los derechos adquiridos en casos
anteriores al momento de operarse semejante variación. En los vaivenes de nuestra jurisprudencia pendular es
posible, a título de ejemplo, que la Corte declare la validez de una ley de amnistía, que posteriormente disponga su
inconstitucionalidad e incluso su nulidad, para finalmente volver a disponer su validez constitucional. Y, todo ello es
posible porque, precisamente, la sentencia judicial no deroga la ley. Ella prosigue en vigencia hasta que no sea
derogada por el legislador.

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