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Hace cientos de años vivía en China un caballero llamado Zou Ji. Este hombre sabía que era
muy guapo y se pasaba el día contemplándose en el espejo para disfrutar de su propia belleza.
– ¡Ay, qué suerte tengo! Tengo un rostro delicado, un cuerpo esbelto y una gracia natural que
llama la atención ¡La naturaleza ha sido muy generosa conmigo!
Su estilo y elegancia eran famosos en todo el reino, pero corrían rumores de que había otro
hombre que podía competir con él en hermosura: un tal señor Xu, que vivía en otra ciudad al
norte del país.
– Señor, le recuerdo dentro de una hora tiene una cita en su despacho con un importante
hombre de negocios.
Zou Ji se aseó, se vistió con sus mejores ropas, y como siempre, se encontró guapísimo.
– Querida esposa, yo no conozco a ese señor Xu del que tanto hablan pero tú sí. Dime ¿quién
es más hermoso de los dos?
A Zou Ji le agradó mucho la respuesta, pero no se quedó conforme y decidió pedir una
segunda opinión. Salió de su alcoba, bajó la escalinata de mármol que llevaba al despacho y se
cruzó con el ama de llaves, una mujer de confianza que llevaba más de veinte años trabajando
en el hogar familiar.
El ama le deseó los buenos días con un movimiento de cabeza, sin detenerse.
– ¡Un momento, espera! Quiero hacerte una pregunta y por favor sé sincera conmigo.
– Usted dirá.
– Sé que tú también conoces al famoso señor Xu y necesito que me digas si él es más hermoso
que yo.
– Señor, no tenga dudas de ningún tipo ¡Usted es muchísimo más bello y atractivo que él!
Zou Ji agradeció el cumplido pero la duda siguió rondando por su cabeza mientras se dirigía a
su despacho personal.
– Sé que usted vive al norte del país como el señor Xu y que son amigos de la infancia.
El caballero puso cara de sorpresa ante la estrambótica pregunta pero contestó con
seguridad.
– Por favor, no se preocupe por eso ¡Usted es muy hermoso, mucho más hermoso que él sin
punto de comparación!
– Muchas gracias, me deja usted tranquilo. Ahora, si quiere, cuénteme qué le trae por aquí.
Pasaron tres días y la casualidad quiso que el señor Xu visitara la ciudad. La noticia corrió como
la pólvora, Zou Ji se enteró, y rápidamente corrió a contárselo a su esposa.
– ¡Qué buena noticia, amor mío! Avisaré al servicio para que todo esté listo a la una en punto.
– ¡Estupendo! Me voy arriba a emperifollarme un poco. Tengo que pensar bien lo que me voy
a poner… ¡Al fin voy a comprobar con mis propios ojos si yo soy más guapo que él!
El señor Xu se presentó muy puntual y el matrimonio salió a recibirlo. En cuanto Zou Ji lo vio
¡se quedó de piedra!
Zou Ji se sintió hundido en la miseria ¡Era evidente que el señor Xu era un tipo mucho más
guapo y seductor que él!
Esa noche la decepción y la tristeza no le dejaron dormir. Lo peor para él no fue comprobar
que no era tan guapo como el señor Xu, sino darse cuenta de algo mucho más importante y
en lo que nunca había pensado.
– “Mi mujer me dijo que yo era más hermoso que el señor Xu porque me quiere y se desvive
por agradarme; mi ama de llaves me dijo lo mismo porque tiene miedo de que la despida de
su trabajo; el hombre de negocios que me visitó también me aseguró que yo era más bello
porque me necesita para ganar dinero…
Moraleja: A todos nos gusta que nos digan cosas bonitas y lo fantásticos que somos, pero es
bueno saber que hay personas que lo hacen solo por interés. Desconfía de quien se pasa el día
piropeándote y diciéndote que eres el mejor en todo. Tú sabes cuáles son tus virtudes, tus
capacidades y tus límites, y lo importante es confiar en ti mismo y en lo que te dice el corazón.