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I.E.P.

ANDRÉS BELLO

GUIÓN RADIAL: DIARIO DE LOS MUERTOS

REVILLA MEJÍA, Kiara

4º grado de secundaria

San Juan de Miraflores - 2010


UN CUENTO DE TERROR
 San Juan de Miraflores es una ciudad de eterna vigilia, en donde lo mundanal ha
ahogado lo fantástico y los relatos no tienen oyentes.
 Tal vez es cierto que ningún fantasma ha caminado por sus calles, que ninguna
maldición se ha posado sobre sus barrios populares.
 Pero me basta caminar por la madrugada, en ese único momento en que la gran
ciudad duerme para saber que sigue existiendo magia en sus veredas.
 Es una sensación, tal vez un sonido, un murmullo. Es un instante en que la
muchedumbre durmiente no puede silenciar a los espectros.
 Esos fantasmas emiten su discurso pronunciado en antigua y desconocida lengua.
 Tratan de contar lo que les pasó a los transeúntes despreocupados, sumidos en el
dolor de las almas que no estén en el cielo pero tampoco en el infierno.
 Y es entonces cuando yo, cuando me pongo a escuchar sus relatos.
 Aunque no puedo entenderlos me gusta mecerme en sus palabras que dicen -yo
lo sé- algo importante.
 Me gusta sentir que soy uno de los pocos que sabe sus secretos.
 Pero cuando la gente comienza a despertar, ellos callan y yo vuelvo a ser Kiara,la
misma chica de siempre.
 Ese día había visto a un niño hurgando en la basura para reciclar botellas de
plástico y a un par de borrachos cantando en la esquina de la Av. Pedro Silva
 Vivo en una casa de color verde en avenida Ugarriza, aquí en San Juan de
Miraflores donde mis abuelos y mis padres compartían sus vivencias.
 De mis padres sólo existe una sombra.
 A veces recuerdo una sonrisa, unos labios finos, pero el accidente sólo me dejó
fotografías e imágenes confusas.
 Mis abuelos habían muerto dos años atrás, mi abuela primero y después mi
abuelo.
 Los espíritus, la música de un viejo tocadiscos y la frondosa biblioteca familiar
eran mi única compañía.
 Cuando los rayos de sol comenzaron a asomar y no había nada más que escuchar
en las calles, volví al hogar.
 Entré a mi casa y me dirigí a la biblioteca.
 Un tomo ennegrecido por el tiempo me llamó la atención.
 Un libro de esas características, polvoriento, antiguo, no podía dejar de tener
saberes dignos de conocer.
 Abrí el fascículo. Ante mi asombro era un manuscrito. Identifiqué la letra de mi
abuelo, fina, ese tipo de letra que se ha perdido.
 Señalaba ser una traducción de un original. Parecía ser más una obra
sensacionalista, que algo digno de mi atención.
 Estuve a punto de cerrarlo y volverlo a colocar en su estante en la biblioteca,
pero por algún motivo comencé a leerlo.
 Había algo en la forma en que estaba escrito, algo en las palabras, que lo dotaban
de un terrible realismo; por más de que había muchos hechos fantásticos que no
creería ni un chiquillo de cuatro años.
 Era la vida de un sacerdote francés, Aurelio, que había estudiado la cábala y
alquimia.
 "Dios es invisible ante los ojos de los hombres; y sus hijos no deben desear ver
su rostro", decía mi abuelo citando en su faena de traductor al religioso.
 Rescataba los rituales que había llevado a cabo aquel sujeto del pasado, hombre
que nunca debió haber existido para bien de mi sensatez y el de todos sus
lectores.
 Aurelio vivió en Normandía.
 Huérfano, se crió en una abadía entre monjes. Hacia la adolescencia comenzó a
llevar a cabo un profundo análisis religioso, que lo llevó a estudiar fragmentos de
antiquísimas obras.
 Ya en su madurez comenzó a practicar la magia para acercarse a Dios.
 Intuyó que la mejor forma de estudiar a Dios era a través de la magia negra.
 Se acercó a los dioses paganos a quienes los antiguos europeos rendían pleitesía.
 Estudió la magia negra y descubrió cultos que habían sobrevivido desde la
antigüedad hasta el presente.
 Supo que tras todo sacrificio, tras todo ritual existía una entidad, así como existía
un Dios que la había creado.
 Practicó actos impuros y bailó junto a las brujas en sus aquelarres.
 Envejeció entre los males del mundo, estaba loco.
 Quería acercarse al Supremo y para ello debía recurrir a su antítesis, al mismo
mal.
 Ya en su lecho de muerte, consiguió cita con el Maligno.
 La figura oscura acudió a su puerta, entró impetuosa a su habitación y le susurró
al oído:
-Toda la vida has tratado de ver algo que no existe. Yo soy el único y el de
siempre. Ahora la muerte te recoge y sabes que no hay más que dolor tras la
puerta.
 Vi crujir las hojas del trabajo de mi abuelo.
 Un vaso de leche me ayudó a olvidar... olvidar por un tiempo aquello que había
leído.
 Pasaron días antes de que pueda salir nuevamente a las calles, estaba aturdida.
 Pero cuando el valor regresó, ahí estaba, nuevamente en mi rutina. Los fantasmas
seguían balbuceando su discurso intangible.
 Pregunté a ellos si era cierto lo que había leído; pero permanecían distantes,
imperturbables como siempre
 Una mano se posó en mi hombro. Reconocí detrás de mí al fantasma que me
presentaba el rostro gentil de mi abuelo.
 -¿Qué pregunta te aflige? ¿Es verdad? ¿Es verdad que no existe? ¿Eso que he
leído?_ le dije …
 Sonrió y se perdió en la neblina matinal.

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