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El suelo tiene una capacidad de retener CO2 equivalente al doble que la atmósfera y el triple
que la vegetación. Por ello es de vital importancia invertir la actual tendencia degradante de los
suelos y mejorar su gestión para aumentar la capacidad de “atrapar” CO2 que poseen.
OBJETIVO
Promover la gestión integral para la conservación del suelo, en las dimensiones social, ecológica,
económica y política, esto es en lo ambiental, en un contexto en el que confluyan la conservación
de la biodiversidad y la calidad del agua y del aire, el ordenamiento del territorio y la gestión de
riesgo, con el propósito de garantizar la seguridad, autonomía y soberanía alimentarias del país,
una economía sostenible y el bienestar de todos.
CONCEPTO DE SUELO
El suelo es un componente central de los recursos de tierras y la base del desarrollo agrícola y la
sostenibilidad ecológica. El suelo es la base para obtener alimentos, piensos, combustible y
producción de fibras y muchos servicios ecológicos vitales. El suelo es un sistema vivo complejo,
dinámico y su idoneidad varía de un lugar a otro.
• El suelo es un sistema vivo. El suelo constituye el componente de la tierra más biodiverso que
proporciona servicios ecosistémicos tan vitales como el mantenimiento de la fertilidad de la
tierra y del ciclo hidrológico, la polinización de los cultivos, el control de patógenos o la
regulación del clima, proporcionando respuestas adaptativas a perturbaciones ambientales de
origen antrópico o natural.
• Sostenibilidad: El uso del suelo es sostenible cuando concuerda con su potencial o vocación
natural de manera tal que estimule la dinámica ecológica entre sus elementos bióticos y físicos
para mantener sus propiedades de productividad, estabilidad y resiliencia.
Es materia de especial preocupación el equilibrio entre los servicios de apoyo y suministro para
la producción vegetal y los servicios reguladores que el suelo proporciona para la calidad y
disponibilidad del agua y para la composición de los gases atmosféricos de efecto invernadero.”.
El tipo de servicios ecosistémicos y las funciones de los suelos que se mencionan en la definición
pueden elaborarse de la siguiente manera:
Si queremos cambiar este panorama, es necesario que comencemos a incorporar acciones que
aseguren la continuidad de estos servicios, sin perjudicar de manera significativa las funciones
que los hacen posible o la biodiversidad. He aquí algunas medidas que la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura - FAO nos recomienda a través del Grupo
técnico intergubernamental sobre los suelos:
• Promover regulaciones estrictas y controles eficaces por parte de los gobiernos para
limitar la acumulación de contaminantes por encima de los límites fijados para la salud
humana y, a la larga, sanear los suelos contaminados.
• Aumentar las inversiones en el manejo sostenible de los suelos mediante la superación de
obstáculos, como la seguridad de la tenencia y los derechos de los usuarios, y el acceso a
los conocimientos y los servicios financieros.
RECUERDA: promover el manejo sostenible de los suelos no solamente nos permitirá contar con
suelos sanos y productivos; sino que, además, será el primer paso para erradicar el hambre, la
pobreza, fortalecer el crecimiento económico y asegurar la estabilidad de los ecosistemas.
Entre algunas de las medidas que se pueden aplicar para evitar la degradación, están las
siguientes:
El Ministerio de Economía y Finanzas desde el año 2008 inició una reforma en el proceso de
Presupuesto Público. Así, a través de los Programas Estratégicos se dejó atrás el antiguo modelo
de gestión del presupuesto público basado en insumos, pasando a una nueva gestión
presupuestal más eficiente basada en resultados.
El CEPLAN (2010) menciona que el país enfrenta severos problemas de deterioro de suelos
agrícolas: en la costa por salinización, en la sierra por erosión y en la selva por deforestación.
Entre el 20 al 23 por ciento de las emisiones anuales de CO2 a nivel global tiene su origen en la
destrucción y quema de bosques (Gore, 2010). A nivel nacional esta cifra se duplicaría. El Mapa
de Desertificación del Perú presentado por el INRENA en el año 2006 daba cuenta que las áreas
desertificadas en el Perú eran de 3 862 786 ha. y que 30 522 010 ha. se encontraban en proceso
de desertificación. Así mismo se menciona que para 1985 la superficie de áreas degradadas era
de 43 057 038 ha. (MINAM y colaboradores, 2009).
El MINAG (2008) considera que la superficie agropecuaria presenta una alta fragmentación de
la tierra, la cual se expresa en el reducido tamaño de las unidades agropecuarias, que a su vez
comprenden parcelas dispersas (situación agravada por la topografía nacional), lo que
constituyen un gran obstáculo a la rentabilidad del agro, donde el 84 por ciento de las unidades
agropecuarias eran menores de 10 ha. y ocupaban alrededor del 50 por ciento del total de la
superficie. El MINAG considera que esta reducida extensión de las parcelas, genera obstáculos
para el desarrollo de una agricultura moderna.
Preocupa que con estos datos no exista una política y una institucionalidad específica para la
gestión integral del suelo. Si se revisa las políticas se encuentra que mayormente que el
tratamiento de los suelos se hace de manera indirecta a través de la promoción de la gestión de
bosques, gestión de cuencas y la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) y el Ordenamiento
Territorial (OT). Esto podría ser entendido así en la medida en que exista una gestión pública
integrada pero que en la práctica no se da. De ahí la necesidad de avanzar hacia la
implementación de los sistemas de gestión ambiental y gestión forestal. Además se requiere
que la gestión de cuencas que se realiza en el país no se reduzca al agua que siendo fundamental
no es el único componente a gestionar.