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I.- Constitución
a) Racional normativo
b) Histórico – tradicional
c) Sociológico
De los tres conceptos elaborados por García Pelayo, el más importante fue el racional –
normativo, que sirvió de base a toda la teoría política del siglo XIX.
- Gabriel Amunátegui: “Es aquella rama del Derecho Nacional Público cuyas normas tienen
por objeto preferente organizar el Estado; determinar las atribuciones del gobierno y
garantizar el ejercicio de los derechos individuales.” (1950)
- Prelot: “Es la ciencia de las reglas jurídicas, según las cuales se establece, transmite y
ejerce la autoridad pública”
De otra parte, se han creado o elevado a jerarquía constitucional nuevos órganos, como el
Banco Central, el Consejo de Seguridad Nacional y los Tribunal Electorales Regionales,
como también se ha dado rango constitucional a reglas que se encontraban en la legislación
común, sobre todo algunas relacionadas con el Poder Judicial.
También se debe resaltar, lo referente al Orden Público Económico. En este aspecto, aún
cuando la Comisión Ortúzar expresó su propósito de llegar a precisar de modo directo y
sistemático en la propia Carta Fundamental las características de un Orden Público
Económico, ello no se concretó directamente, sino que a través de preceptos que quedaron
diseminados a lo largo del ordenamiento. (art. 1º y 19 Nºs 20, 21 y 22)
Fuentes inmediatas:
Bajo este Capítulo I, se consignan materias que antes figuraban en los cinco primeros
artículos (Capítulo I) de la Constitución de 1925, bajo el título “Estado, Gobierno y
Soberanía, pasando a denominarse “Bases de la Institucionalidad”, que refleja mejor la
amplitud y densidad del contenido que ha querido dársele.
Por su parte, “institución, dentro de las diversas acepciones que tiene, corresponde
escoger aquella que se refiere a “cada una de las organizaciones fundamentales del Estado,
nación o sociedad”
Este Capítulo I, junto a los Capítulos II y III, “Nacionalidad y Ciudadanía” y “De los
Derechos y Deberes Constitucionales”, constituyen la denominada “parte dogmática” de la
Constitución y como tal, es el pilar básico sobre el cual se construye nuestro ordenamiento
jurídico.
Sobre las funciones e importancia que tienen las Bases de la Institucionalidad, podemos
citar algunos fallos del Tribunal Constitucional, que han afirmado lo expuesto. Así tenemos:
Sentencia del 27 de octubre de 1983 (causa Rol Nº 19), considerando 9º, recaída en un
requerimiento formulado en contra del entonces Ministro del Interior Sergio Onofre Jarpa,
destaca, en la parte referida al artículo 1º de la Carta Fundamental, la riqueza que como
base interpretativa debe reconocerse al Capítulo I, al sostener que aquel “es un profundo y
rico contenido doctrinario que refleja la filosofía que inspira nuestra Constitución y
orienta al interprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance
del resto de la preceptiva constitucional”. Esta idea la reitera el considerando 12, de la
sentencia del 5 de abril de 1988 (Rol Nº 53).
Sentencia del 21 de diciembre de 1987 (causa Rol Nº 46), considerando 21º, donde
afirma: “que estos preceptos no son meramente declarativos sino que constituyen
disposiciones expresas que obligan a gobernantes y gobernados tanto en sí mismas,
como también en cuanto normas rectoras y vitales que coadyuvan a desentrañar el
verdadero sentido y espíritu del resto de las disposiciones de la Constitución”.
Para efectos de sistematizar el estudio de las Bases, siguiendo en esta parte al profesor
A. Silva Bascuñan, podemos hacer una clasificación de ellas, de acuerdo a la materia a la
que se refieren. Así tenemos:
a) Estructura social
b) Territorio
c) Emblemas nacionales
d) El Estado
e) Forma de gobierno
f) La soberanía
g) Estado de Derecho: Supremacía Constitucional e Imperio de la Ley
h) El Terrorismo
i) Probidad y Transparencia
a) Estructura social: Uno de los aportes más esclarecedores que permiten apreciar
este aspecto de la filosofía jurídica de la Carta Fundamental, se halla en la distinción
que de ella fluye entre lo que se refiere a la sociedad y lo que establece en relación
al Estado.
La sociedad es, en efecto, el elemento humano del Estado (población) en toda la riqueza
del fenómeno sociológico cuya realidad presupone la organización de aquél. Este fenómeno
tiene como una de las muchas expresiones, la posibilidad de que se configure en el seno de
la sociedad mayor una idea del bien común.
Así, la Carta alude a expresiones como “sociedad” (art. 1º inciso 2º y 3º), “nación” (art.
1º inciso 5º), a la “comunidad nacional” (art. 1º inciso 4º), al “pueblo” (art. 5º) y a los
valores de distinta naturaleza, como los de seguridad nacional, seguridad social y otros a
fines.
Con la expresa diferenciación que hace la Constitución de 1980, entre sociedad y
Estado, deja claramente establecido el rechazo que ella hace de toda clase de totalitarismos
y todo tipo de ideologías transpersonalistas que los generan y sostienen. De la misma
1.- La persona humana. “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. (art.
1º inciso 1º). Esta disposición fue modificada por el artículo único Nº 1 de la Ley de
Reforma Constitucional Nº 19.611, de 16/06/99. Con anterioridad, el texto decía “Los
hombres nacen…..”.
Es evidente que para hacer efectiva la igualdad se requiere estar atento y abierto a
los esclarecimientos y precisiones que emanen de los avances de las ciencias antropológicas
y sociales que contribuyan a la mejor comprensión de la diferencia de los sexos en los
términos más ineludibles.
Su Santidad Juan Pablo II, se refiere también a esta materia en la carta apostólica
“Mulieris Dignitatem”, de 15 de agosto de 1989, y en su “Carta a las Mujeres” de 29 de
junio de 1995.
En el primero de los documentos, expresa por ejemplo que: “La mujer representa un
valor particular como persona humana y, al mismo tiempo, como aquella persona concreta
por el hecho de su femineidad”.
En el segundo de los documentos citados, S.S. expresa que: “El ser humano, ser
racional y libre, está llamado a transformar las faz de la tierra. En este encargo, que
esencialmente es obra de cultura, tanto el hombre como la mujer tienen desde el principio
igual responsabilidad. En su reciprocidad esponsal y fecunda, en su común tarea de
dominar y someter la tierra, la mujer y el hombre no reflejan una igualdad estática y
uniforme.”
Así por ejemplo, son aplicables exclusivamente a las personas humanas, entre otros,
los artículos 19 Nº 1 inc. 1º; Nº 4 inc. 1º y 2º; Nº 7; Nº 9inc. 4º; Nº 15 inc. 7º y 8º; Nº 16
inc. 6º; art. 21 inciso final; etc.
Debemos también señalar que la expresión “personas” son “los habitantes que
conforman “la población” (art. 19 Nº 18 inc. 3 y art. 22 inc. 1º).
Corresponde ahora ir analizando las distintas expresiones que utiliza esta primera
Base, (“la persona humana”) del inciso 1º del artículo 1º. Recordemos que éste dispone:
“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”
De otra parte, para que el hombre sea efectivamente libre, sus determinaciones han
de ser resultado de una decisión espontánea suya, que no sea consecuencia de una presión
que sobre él se ejerce que perturbe su movimiento interior, dejando, en efecto, de ser libre
si es apremiado por los demás y con mayor razón si sufre coacción del poder estatal.
Junto con ser libres, las personas son “iguales”, o sea semejantes unas con otras,
tanto en dignidad como en derechos.
- Libres.
Continuando con el análisis de las expresiones del inciso 1 del artículo 1º, del
Código Político, veremos el vocablo “libres”.
1
Ya en el Reglamento Constitucional de 1812, se hace referencia al espíritu libertario de Chile al señalar:
“Todo habitante libre de Chile es igual de derecho.”
2
S.S. Juan Pablo II, explica el concepto de libertad en “Veritatis Splendor”, de 1993
La libertad le permite dirigir sus actos según la razón de su bien, sobre la base de la
verdad. 3
Para que el hombre sea libre, sus determinaciones han de ser resultado de una decisión
espontánea suya, que no sea consecuencia de presión que sobre él se ejerce que perturbe su
movimiento interior, dejando, en efecto, de ser libre si es apremiado por los demás y con
mayor razón si sufre coacción del poder estatal.
- Iguales.
Seguidamente, la disposición del inciso 1º del artículo 1º, en comento, se refiere a la
“igualdad”.
Al decir que son iguales, se está refiriendo a que son semejantes unos y otros, tanto
en dignidad como en derechos.
- Dignidad.
Luego tenemos la expresión “dignidad” de la persona. Esta tiene su raíz tanto en la
consideración de las cualidades de la persona humana como en el fin para el cual ha sido
creada.
Sabemos que la característica esencial del hombre, que lo separa de las demás
criaturas, consiste en estar dotado de inteligencia, que le permite conocer la ley que se
cumple en él e imponerse de la realidad que circunda, y de libre albedrío, que le faculta
para actuar en forma que propenda a la perfección de su ser o lo aleje de ella.
La dignidad del hombre o la persona, tiene al mismo tiempo como fundamento que,
según la revelación divina, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, para encontrarnos
más allá del tiempo, su plena felicidad en El.
Por su parte, la Constitución Apostólica Gaudium et Spes, señala que: “La igualdad
fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque
todos ellos, dotados de un alma racional y creados a imagen y semejanza de Dios, tienen la
misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos en Cristo, disfrutan de la misma
vocación y de idéntico destino.”
- Derechos.
Por último, veremos ahora la expresión “y derechos”. Recordemos que esta última
parte del inciso 1º del artículo 1º, fue agregada por el Consejo de Estado, sin perjuicio de lo
cual existen antecedentes en las Actas de la Comisión de Estudios sobre el mismo tema.
Este inciso primero, junto con el inciso cuarto del artículo 1º, es desarrollado y
explicado a través de diversos preceptos sustanciales que son mera consecuencia. Así
tenemos por ejemplo: el derecho a la vida y a la integridad física y síquica de la persona; la
protección de la vida del que está por nacer; la prohibición de todo apremio ilegítimo
(artículo 19 Nº 1º). El respeto y la protección a la vida privada y pública y a la honra de la
persona y su familia (artículo 19 Nº 4º). La inviolabilidad del hogar y de toda forma de
comunicación privada (artículo 19 Nº 5º). La libertad de conciencia (artículo 19 Nº 6º). El
derecho a la libertad personal y a la seguridad individual (artículo 19 Nº 7º). El derecho a
vivir en un medio ambiente libre de contaminación (artículo 19 Nº 8).el derecho a la
protección de la salud (artículo 19 Nº 9).
2.- La familia.
4
Considerando 2º. Gaceta Jurídica, Nº 159, pág. 75.
5
Sesión 90ª, págs. 29 a 34. Comisión de Estudios Nueva Constitución.
La Comisión de Estudios aprobó un inciso muy similar al actual, que decía: “La
familia es el núcleo fundamental de la sociedad y el Estado la protegerá y propenderá a su
fortalecimiento.” Este mismo texto estaba en el Acta Constitucional Nº 2 (artículo 2º inciso
3º).
Fue la Junta de Gobierno quien modificó el texto original para dejarlo como
actualmente aparece en la Carta Fundamental, reordenando la disposición. Así, el inciso 2º,
quedó: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad.” El resto de la disposición,
pasó al inciso 5º del artículo 1º, donde a propósito de los deberes del Estado, se indica que:
“Es deber del Estado…dar protección a la familia, propender al fortalecimiento de ésta…”.
Debemos ahora precisar los conceptos que utiliza el inciso 2º del artículo 1º. Así
tenemos en primer lugar el vocablo “familia”. Según el Diccionario, significa: “grupo de
personas emparentadas entre sí que viven bajo la autoridad de una de ellas”.
6
Sesión 17ª, pág. 11.
7
Sesión 45ª, pág. 8 y 9.
8
Este Pacto fue suscrito por Chile el 16/12/1966 y promulgado y ratificado por D.S. Nº 778, de 29/04/1989,
del Ministerio de Relaciones Exteriores.
9
Pacto suscrito por Chile el 16/09/1969, siendo promulgado y ratificado por D.S. Nº 326 de 27/05/1989, del
Ministerio de Relaciones Exteriores.
10
Este Pacto se llama “Declaración Americana sobre Derechos Humanos” y se conoce como Pacto de San
José de Costa Rica. Fue suscrita por Chile el 22/11/1969 y promulgado y ratificado, según D.S. Nº 873, de
5/01/1991, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Recordemos que el artículo 102 del Código Civil, define esta institución jurídica
señalando que: “El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mejor
se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear
y de auxiliarse mutuamente.”
El Código Político, consecuente con lo que prescribe en el inciso 2º del artículo 1º,
en orden a dar relevancia a la familia y tender a su fortalecimiento y protección, va
desarrollando esta idea a través de diversos preceptos del texto constitucional. Así tenemos:
el artículo 19 Nº 4, que se refiere no solo a la honra de la persona sino además de la familia;
el art. 19 Nº 7 letra f), donde se exime al inculpado de la obligación de declarar bajo
juramento en contra de los parientes inmediatos; el art. 19 Nº 10 inciso 3º, que asegura a los
padres el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos; art. 19 Nº 11 inciso 4º, que
les garantiza además, el derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para ellos.
11
Entre otros tenemos: Encíclica del Papa Pío XI Casti Connubii, de 31/10/1930; Constitución Apostólica
Gaudium et Spes promulgada por el Papa Pablo VI, el 7/12/1965; y. la explicación dada a conocer por Juan
Pablo II, en su Exhortación Apostólica Familiares Consortio, de 22/11/1981.
Sin perjuicio de la alusión genérica a los grupos intermedios, que figura en los
preceptos citados (artículo 1º inciso 3º; artículo 23; y, artículo 96), a lo largo del Código
Político, hay referencia a muchas de la formas en que estos grupos pueden manifestarse.
Se dijo que el poder social, se debe entender como “la facultad de los cuerpos
intermedios entre el hombre y el Estado – que reúne los seres humanos en razón de su
común vecindad o actividad – para desenvolverse con legítima autonomía en orden a la
obtención de sus fines específicos, de acuerdo al principio de subsidiariedad, como
igualmente de exponer o representar ante las autoridades estatales su percepción de la
realidad social que éstas deberán regir. Especial importancia revisten en este sentido las
agrupaciones de carácter gremial, sean éstas laborales, empresariales, profesionales o
estudiantiles, llamadas simultáneamente a limitar y enriquecer la acción del Estado,
conservando respecto de éste su plena independencia”.
Se debe hacer presente, que resulta imposible separar absolutamente lo que es poder
político y poder social. Es evidente que la determinación de lo que en una sociedad
nacional dada integra la órbita de la política no puede menos que guardar relación con los
rasgos característicos del ideal de derecho que en ella predomina, y no será así lo mismo
cuando en ella impera, por ejemplo, el criterio liberal o el socialista.
12
A. Silva Bascuñan, sostiene, a nuestro juicio acertadamente, esta afirmación. Ello en atención a que sólo
existe la voluntad inicial de los cónyuges, o eventual pareja, de unirse pero el resto de los integrantes, los
hijos, no dieron su voluntad para integrar la familia en la cual nacen.
13
“Proyección política de los cuerpos intermedios”, actas de las VII Jornadas de Derecho Público, Ediciones
Universitarias de Valparaíso, 1976, pág. 114.
14
Sesión 9ª, pág. 7.
De la misma manera, cuando el inciso 2º del artículo 38, señala que cualquier
persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración, podrá recurrir ante los
tribunales que determine la ley, ha de entenderse que esta facultad se otorga no solo a las
personas naturales, sino que además a los cuerpos intermedios, organizados o no.
Debe también el Estado facilitar que los cuerpos intermedios propongan y realicen
sus respectivos fines. La Constitución pretende que se respete el principio de
subsidiariedad, lo cual implica alternativamente, en un sentido, que el Estado no tome a su
cargo lo que pueden en buenas condiciones realizar las personas y los entes colectivos y, a
la inversa, la obligación del Estado de proveer a la satisfacción de las necesidades
colectivas, en cuanto los particulares no estén en posibilidad de lograrla.
b) Territorio
El tema de los límites, no ha sido una cuestión menor para nuestro país.
Recordemos que al celebrar Chile el tratado con España, en el año 1844, se admite la
emancipación Chilena de la Madre Patria y se le reconoce el territorio señalado en la Ley
Fundamental.
Tenemos también, la Ley 18.916, de 8 de febrero de 1990, la cual dispone que: “El
Estado de Chile tiene la soberanía exclusiva del espacio aéreo sobre su territorio.”
En cuanto al territorio marítimo, se debe recordar que desde el año 1947, siendo
Presidente de la República Gabriel González Videla, se estableció el límite de las 200
millas marinas, mar patrimonial, en conjunto con Perú y Ecuador, suscribiéndose un
Tratado Internacional el 19 de agosto de 1952. 17
15
Perú presentó su demanda ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya este año (2008) y se espera que
el proceso tenga una duración de aproximadamente 6 años.
16
Modificado por Ley Nº 20.050, de agosto de 2005.
17
Este es uno de los Tratados que desconoce Perú en la fijación de límites marítimos con Chile.
De acuerdo con los principios del Derecho Internacional, reproducidos por nuestra
legislación (art. 159 del Código Procedimiento Penal y artículo 210 del Código Procesal
Penal), son territorio chileno las naves de guerra chilena en cualquier lugar en que se
encuentren y las naves mercantes con bandera chilena que se encuentren en alta mar.
En el caso de las aeronaves, (Ley 18.916, de 1990) distinguimos entre las militares,
que están sometidas a la jurisdicción nacional, cualquiera sea el lugar en que se encuentren;
y, las aeronaves civiles y del Estado chilenas, lo están mientras se desplacen en el espacio
aéreo no sujeto a la soberanía de ningún Estado.
b) Emblemas nacionales.
18
Sesiones 48 y 49 Comisión de Estudios.
19
Decreto Nº 1.534, de 18/10/1967 Ministerio del Interior, fija y define los emblemas nacionales. Decreto Nº
3.482, de 12/07/1909, Ministerio de Educación, complementado por el Decreto Nº 3.737, de 24/06/1941, del
mismo Ministerio, aprobó oficialmente el texto y música de la Canción nacional de Chile.
El inciso 4º del artículo 1º, de la Constitución Política, señala cual es el fin del
Estado, indicando que: “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es
promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que
permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que
esta Constitución establece.”20
El Consejo de Estado22, luego de una larga discusión, acordó suprimir este precepto
y fue la Junta de Gobierno quien lo repuso con redacción un poco diferente a la aprobada
por la Comisión de Estudios.
20
Recordar concepto de bien común y los diversos elementos que lo componen, donde nuestra Carta
Fundamental sigue a la Iglesia Católica.
21
Sesión 402, pág. 3203.
22
Sesión 56ª. Jorge Alessandri opinó “que el inconveniente que le halla a la redacción del anteproyecto es el
de haber convertido en obligaciones del Estado una serie de cosas que no se van a poder cumplir; desde luego,
porque bien puede aquél carecer de recursos para satisfacerlas”.
Gaudium et Spes, (Nº 74) por su parte, explica que se refiere al conjunto de tales
condiciones con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con
mayor plenitud y facilidad su propia perfección”.
Para analizar este inciso 4º del artículo 1º, podemos hacer las siguientes
distinciones, en atención a los componentes que lo integran. A saber:
2.- Refiriéndose a la finalidad del Estado, el texto define que consiste en promover
el bien común. Promover “es tomar la iniciativa para la realización o el logro de algo.” De
esta manera, se contempla el rasgo activo que le es ineludible al Estado, por cuanto el bien
común general no brota como resultado automático de los movimientos y actividades
espontáneamente generados en el seno de la sociedad, sino que requiere un agente distinto
de los actores que en ella se mueven, esto es, la voluntad de alguien ajeno a ellos que se
esfuerce en definir y ponga en acción lo que conviene a todos.
5.- El fin del Estado no se define en su propio favor ni se consume en él, sino que se
proyecta sobre la comunidad en la que el Estado se asienta, por ello “debe contribuir a
crear las condiciones sociales…”.
6.- Los favorecidos por la contribución a que el Estado se obliga son todos y cada
uno de los integrantes de la comunidad nacional; y estos son los hombres, las familias y
los grupos intermedios, según lo expresa el mismo artículo 1º, de la Constitución.
8.- El Estado debe crear las condiciones sociales que permitan a cada uno de sus
integrantes alcanzar su realización. Estas condiciones sociales que se imponen al Estado,
han de comprender todas aquellas que se dirijan a crear el clima, la atmósfera, el ambiente,
el estilo de convivencia que les facilite los objetivos que cada integrante de la comunidad
nacional, individual o colectivo, se ha fijado.
Existe una equivalencia entre los términos “condiciones sociales” y “valores
colectivos”. En efecto, “condición” es “situación o circunstancia indispensable para la
existencia de otra” y “valor” es “grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer
necesidades o proporcionar bienestar o deleite”.
Las condiciones o valores que el constituyente invoca podrán ser variadísimos en su
naturaleza, calidad e intensidad y todos actuarán como factores que faciliten las decisiones
y las actividades propulsadas por los elementos individuales y sociales que estructuran el
tejido social.
10.- Con pleno respeto de los derechos y garantías que esta Constitución
establece. Este requisito fue agregado por la Junta de Gobierno, por lo cual se ignora cuales
fueron los fundamentos para ello.
Es posible que acá se pretenda destacar la supremacía constitucional en relación a
los deberes que al Estado le corresponden. En realización del bien común no debe perderse
de vista que estamos en un Estado de Derecho, donde la autoridad tiene un marco jurídico
al cual ceñirse.
Luego de analizar los deberes del Estado en general, esto es, de propender a la
vigencia de las condiciones o valores que faciliten la convivencia, según se establece en el
inciso 4º del artículo 1º, seguidamente, en el inciso 5º del mismo artículo, se indican
específicamente, algunos deberes en particular.
1.- Resguardar la seguridad nacional. Esta es una de las condiciones sociales más
consideradas por la Constitución y es mejor, para precisarla, hacerlo conjuntamente con las
23
Jaime Guzmán señaló en Actas, Sesión 45ª, pág. 8, que, “El derecho no puede desconocer las limitaciones
que las posibilidades existentes imponen a su plenitud, ni pierde por ello su validez. No puede sostenerse en
un momento dado que porque no se están desarrollando plenamente todos los seres humanos de una sociedad,
ese Estado no está cumpliendo con su finalidad y que el Gobierno que lo encarna es ilegítimo.”
Así por ejemplo, aparece esta expresión en los artículos 19 Nºs 11, 15 y 16; artículo
32 Nº 22; artículo 42; artículos 101, 106 y 107.
Desde ya señalemos que la seguridad nacional tiene una muy diversa significación a
la de seguridad individual y seguridad social. Como tampoco podemos confundirla con
seguridad interna o seguridad del Estado.
Jaime Guzmán expreso en Actas que: “el fin del Estado es conciliar el bien de todos
y de cada uno de los integrantes de la comunidad evitando ponerse al servicio de unos en
desmedro de otros. Añade que lo anterior es el punto de partida, para afirmar a continuación
que el Estado debe propender a la integración armónica de todos los sectores de la Nación,
rechazando los antagonismos sociales, con lo cual resulta lógico considerar ilícita la
propagación de doctrinas que sustenten concepciones de la sociedad fundadas en la lucha
de clases.”24
Siguiendo a don Alejandro Silva Bascuñan, podemos decir que existe acá un nuevo
antecedente de la preocupación del constituyente de distinguir, por una parte, la sociedad y
sus valores, de su organización jurídica, y por otra, la necesidad de que en toda la riqueza
de su estructura sus elementos todos concurran a una armoniosa integración, encaminada a
crear y afirmar entre todos esas favorables condiciones de convivencia colectiva a que el
constituyente se haya referido.
24
Sesión 402ª, pág. 3202.
Que el Estado de Chile sea unitario, significa que existe un solo ordenamiento
jurídico positivo, generado en sus órganos centrales, aplicable a todas las personas, en la
extensión de su territorio, sobre la universalidad de las materias o aspectos que puede
comprender la competencia estatal.
El carácter de unitario del Estado, no se contrapone con que ciertas normas, por su
particular razón y objetivo, no se refieren ni se aplica a todos los habitantes de la sociedad
política, sino a quienes se encuentran en determinadas condiciones explicitadas por el
órgano que las emite.
De otra parte, tampoco se opone al carácter unitario del Estado, el que ciertas
normas se apliquen o rijan sólo en una o varias porciones del territorio, y así, por muchos
motivos se promulgan leyes especiales destinadas a promover el desarrollo o defender los
intereses de determinadas regiones, provincias, comunas o puertos.
Con las nuevas expresiones incorporadas a este artículo 3º, “Los órganos del Estado
promoverán el fortalecimiento de la regionalización…..”, se quiere enfatizar con suficiente
fuerza la voluntad de descentralización que inspira al constituyente. Es una declaración
programática, donde se entrega al legislador el materializar efectivamente el proceso de
descentralización a través del tiempo, teniendo como límites el hacerlo “en forma equitativa
y solidaria.”
Raúl Bertelsen, señaló por su parte, que Chile es una República democrática no
sólo en lo atinente a los Poderes Públicos, sino en cuanto a la sociedad toda, a la cual se
está dando mayor participación.
Históricamente, en la Constitución de 1833, se daba por sentado que Chile era una
República, como forma de Gobierno, aunque de modo indirecto, al expresar,
equivocadamente, que aquélla era “una e indivisible”, atribuyendo así al sistema
gubernativo una cualidad que ha de referirse al Estado y uno de sus elementos, el poder.
Puesto en la cima del gobierno y del Estado, un jefe elegido en forma temporal y
responsable (civil, penal, política) se concreta fielmente en el gobierno republicano,
enunciado en el artículo 4º, en comento.
Este concepto es implantado por el constituyente de 1980. Por ser gobierno del
pueblo, se proclama a la Nación como titular de la soberanía, a la que no puede renunciar.
Y, en atención a la unidad de ésta, ningún sector de él (pueblo) ni individuo alguno puede
atribuirse su ejercicio. (art. 5º).
Por ser gobierno por el pueblo, se otorga a quienes reúnen ciertas condiciones
mínimas el derecho a sufragio, que les permite elegir Presidente de la República,
Senadores, Diputados, alcaldes y concejales, y además, pronunciarse en caso de que el
Presidente de la República, utilice este mecanismo ante una reforma constitucional (art. 32
Nº 4 en relación art. 128).
Por ser el gobierno para el pueblo, el Estado está al servicio de la persona humana y
su finalidad es promover el bien común (art. 1º inciso 4º), señalándose además los
especiales deberes en el inciso 5º del artículo 1º, reconociendo la Carta a todas las personas
De partida, debemos establecer que la soberanía “es el Poder Supremo en virtud del
cual el Estado se da una organización y estructura política y jurídicamente se plantea frente
a los otros Estados en un plano de independencia y de igualdad.”
Sea que se estime a la soberanía como el Poder mismo del Estado o como una
cualidad de él, lo cierto es que aquella se traduce en que el ordenamiento jurídico que nace
26
Heller, Herman, La Soberanía, Ed. Universidad Autónoma , México, 1965 pág. 214.
27
Metas u objetivos fundamentales. Documento citado elaborado por la Comisión de Estudios y citado como
fuente de las Bases de la Institucionalidad.
Debemos hacer presente que, en Actas se dejó constancia que Alejandro Silva
Bascuñan no fue partidario de la redacción del precepto en los términos aprobados, por el
contrario él quería dejar establecido que la “soberanía reside en el pueblo, existe para el
bien común y se ejerce mediante las elecciones, las consultas plebiscitarias y el uso de las
libertades que esta Constitución consagra.”
Sostiene este autor, que hay dos maneras de concebir la soberanía: una es la
posibilidad eficaz de conducir al Estado hacia su fin; o sea, que existan instrumentos que lo
capaciten para lograr su objetivo, sentido que tendría este artículo, porque desde ese punto
de vista, la soberanía reside en toda organización jurídica estatal.
Agrega Alejandro Silva Bascuñan, que en nuestra sociedad política, quien define su
orientación esencial hacia el fin común, es, precisamente el pueblo.
Sostiene además que, el residir la soberanía en el pueblo significa que él tiene que
expresar una voluntad que determine la acción del poder estatal y esa soberanía se
manifiesta por la voluntad del electorado, el cual está llamado ya a elegir ciertos miembros
de los órganos que están sometidos en su formación a la elección, ya mediante la consulta
que se le haga plebiscitariamente, en los casos que la Constitución establece.
De otra parte, este autor critica, estimando que puede tener peligrosas
consecuencias, el proclamar a la Nación como soberana y dejar en igualdad jurídica y
política las dos formas de ejercitarla, esto es, por el pueblo en los plebiscitos y elecciones, y
otra, por las autoridades establecidas en la Constitución, en circunstancias que, a su parecer,
las autoridades constituidas deben quedar subordinadas al querer tanto directo como
indirecto del electorado.
28
Idem nota anterior.
Seguidamente, Silva Bascuñan sostiene que la divergencia del titular efectivo del
poder político queda de manifiesto en la contradicción gramatical que resulta de comparar
entre quien, según la Constitución, es tenido por tal, esto es, la Nación, y quienes por su
lado están facultados para ejercer la soberanía, cual es el electorado o las autoridades
constituidas. En esta alternativa se prescinde del real soberano que es el pueblo, o sea, la
sociedad gobernada que, en todo instante expresa su querer al vivir dentro del ordenamiento
jurídico y ejercer sus miembros las libertades que éste les garantiza y, en fin, cuando
corresponde a través del electorado concretar y explicar su voluntad.
En resumen, según este autor, los órganos a los cuales junto al cuerpo electoral, el
constituyente ha confiado el ejercicio de la soberanía ni pueden sentirse mandatarios,
trabados por las instrucciones de los mandantes como si ejecutaran un negocio privado, ni
con la misión de servir a la Nación, identificando con ella su propia visión, pasiones o
intereses, sino con la de satisfacer el querer mayoritario de la sociedad gobernada, que
define la concepción del bien común que prevalece en su seno y con la cual deberían
considerarse comprometidos los citados órganos.
Debemos también hacer presente acá, que cuando el constituyente proclama que
la soberanía reside en la Nación, ratifica que Chile tiene un gobierno democrático. Si
entendemos por tal, aquel sistema en que los gobernantes son elegidos por los gobernados
en elecciones libres y ajustan su acción a las normas jurídicas, respetan los derechos
fundamentales y son fiscalizados por órganos independientes.
La parte final del inciso 1º, señala que: “Ningún sector del pueblo ni individuo
alguno puede atribuirse su ejercicio.”
Continuando con el texto del artículo 5º, su inciso 2º, en su primera parte, prescribe
que: “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana.”
Sobre este inciso, podemos señalar que, según la historia de su establecimiento, uno
de sus objetivos, es reforzar el vigor con se establece la limitación de la soberanía por los
derechos esenciales que emanan de la persona humana, proclamar e imponer al Estado y
sus órganos el respetar y promover tales derechos garantizados por la Constitución.
De esta manera, los órganos del Estado no pueden adoptar una actitud pasiva en esta
materia, sino por el contrario, deben desempeñar y cumplir un rol activo de vigilancia y
promoción, lo cual se relaciona con el deber que se asigna al Estado en el inciso 4º del
artículo 1º, ya visto.
Lo anterior, deja a una y otra clase de derechos en situación jurídica diversa, por
cuanto el afectado por el desconocimiento de un derecho expresamente establecido en la
Carta Fundamental, le bastará mencionar el precepto respectivo para entablar la acción
fundada en él; mientras que, quien alegue verse afectado en un derecho esencial no incluido
en la Constitución, deberá instar por su reconocimiento a los órganos de autoridad que,
según el requirente, habrían actuado contra ellos.
De acuerdo con nuestro sistema constitucional conforme a las normas citadas, los
tratados se concluyen y firman por el Presidente de la República (art. 32 Nº 15), se
presentan al Congreso para su aprobación o rechazo, pudiendo éste hacer recomendaciones
no obligatorias para el Presidente de la República, conforme a los trámites de una ley (art.
54 Nº 1), se ratifican por el Presidente de la República (art. 32 Nº 15), sin perjuicio de
promulgarse y publicarse como ley de la República.
En relación a los tratados más importantes suscritos por Chile en esta materia
(inciso final art. 5), tenemos: Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ambos de 16 de
diciembre de 1966, ratificados por Chile el 10/02/1972; la Convención contra la Tortura o
Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, de la ONU del 10/12/1984, ratificada el
30/09/1988; la Convención sobre Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, de 18/12/1979, ratificada el 7/12/1989; la Convención sobre Derechos del
Niño de 20/11/1989, ratificada el 21/08/1990.
Finalmente, debemos ver esta parte un problema no menor, cual determinar si frente
el tratado internacional ratificado por Chile en materia de derechos esenciales, prima por
sobre la Carta Fundamental.
29
Caso Godinez Cruz, fallo de 20 de enero de 1989 serie C, Nº 5, párrafo 166, citado por Humberto Nogueira
en el trabajo “Dignidad de la persona y derechos humanos: Constitución, tratados y ley de amnistía”, XXIV
Jornadas de Derecho Público, en Revista de Derecho de la Universidad de Valparaíso, Nº 17-19, 1994, tomo
II, págs. 51 a 85.
Cecilia Medina sostiene que: “la reforma de 1989 modificó la jerarquía normativa
de los tratados referentes a derechos humanos, elevándolos a rango constitucional y
modificó, por ende, la manera en que la Constitución se enriquecería con nuevos modos de
protección de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”.
Por su parte, Gustavo Fiamma, sostiene que: “No existe en esencia una relación de
jerarquía entre la ley y el tratado, sino, más bien, una distribución de competencias.”
El artículo 6º, dispone que: “Los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden
institucional de la República.”
El inciso segundo señala: “Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los
titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo”
El inciso 1º, de este artículo fue modificado por la Ley de Reforma Constitucional
Nº 20.050, de agosto de 2005, donde se agregó la frase “…., y garantizar el orden
institucional de la República.”
Por último, el inciso 3º, señala que: “Todo acto en contravención a este artículo es
nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
Tal como ya expresamos, en estos artículos se contienen las bases del Estado de
Derecho en nuestro ordenamiento jurídico.
“Se caracteriza este concepto, por ser un orden jurídico objetivo e impersonal que
obliga por igual a gobernantes y gobernados, traduciendo así el concepto chileno de la
juridicidad, de clara estirpe portaliana.”
En relación al artículo 7º, se dijo que: “Expresión del Estado de Derecho es, por
cierto, el que las funciones del Estado sean ejercidas, de acuerdo con la Constitución, por
órganos diversos e independientes entre sí, sin perjuicio de la adecuada interrelación que
debe existir entre ellos, concepto de una auténtica democracia.” (principio de las separación
de funciones)
Es importante resaltar que, tal como lo señalan los profesores Evans De La Cuadra y
Silva Bascuñan, se impone comparar la trascendencia del artículo 1º, consagrado a la
filosofía que inspira la preceptiva constitucional, con la que alcanzan los artículos 6º y
7º, en cuanto, por su lado, definen éstos los rasgos básicos del Estado de Derecho que
ella quiere construir para llevar la orientación, enunciada en el artículo 1º, a
encarnarse en la dirección de la sociedad política.
a) Obligatoriedad de la Constitución.
b) Supremacía constitucional.
c) Órganos del Estado y su acción.
d) Imperio de la ley.
e) Nulidades de derecho público
f) Responsabilidades.
g) Sanciones.
a) Obligatoriedad de la Constitución.
La norma constitucional del artículo 6 inciso 2º, en la parte pertinente, señala que
sus preceptos “obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos (del Estado)
como a toda persona, institución o grupo”.
En Actas se expresó que: la primera premisa del Estado de Derecho implica que la
Constitución y las leyes obligan a todos, gobernantes y gobernados y la obligación de los
gobernantes de acatar la Constitución y las leyes se expresa respetando su propio mando, su
propia competencia.
Finalmente, digamos que este deber se proyecta sobre todos los habitantes del país,
sean nacionales o extranjeros.
b) Supremacía constitucional.
El inciso 1º del artículo 6º, utiliza la expresión “los órganos del Estado”, la cual es
nueva en nuestra tradición jurídica, siendo una categoría conceptual definida en la
evolución de la ciencia política contemporánea, proveniente de la ciencia política alemana.
Debemos recordar que “órgano del Estado”, según se definía en Derecho Político,
era “un cuerpo integrado por una o más personas cuya voluntad o voluntades,
debidamente expresadas, valen como si fueran manifestación, directa y propia del
querer del Estado, o sea, se imputan a éste, de modo que sus consecuencias, favorables
o adversas, son experimentadas por la colectividad organizada, en cuyo nombre
actúan.”
Seguidamente, la Carta señala que “los órganos del Estado deben someter su acción
a la Constitución y las leyes dictadas conforme a ella.”
En esta disposición se describen los requisitos que debe reunirse para que la
actuación de los órganos del Estado sea válida.
No debemos olvidar que la plena fuerza jurídica de un acto de autoridad debe reunir
no sólo los requisitos determinantes de su legalidad que puntualiza el precepto, sino que,
conjunta y simultáneamente, los de legitimidad y justicia que deben también acompañarlo.
El acto válido puede contener, en efecto, un elemento de ilegitimidad o de injusticia, que
plantea problemas diferentes a la determinación de la exigencia de legalidad, es decir, de
conformidad, al menos formal, con el ordenamiento jurídico, elemento que, al reunirse, en
principio, no alcanza por sí solo a resolver otras cuestiones, como son las que derivan de la
ilegitimidad o injusticia que habrían de dilucidarse y resolverse en otras vías.
Supone, a quien haya de ser investido de una función, que esté ya previamente
favorecido con la titularidad del cargo, obtenido por el competente llamado proveniente de
elección, nombramiento, sorteo u otro.
2.- Competencia. La norma constitucional (siempre dentro del art. 7º) dice: “dentro de su
competencia”.
a) Que la decisión recaiga en le esfera, ámbito, campo o materia que haya sido
confiada a la resolución del órgano.
b) Que la decisión se adopte en la materia ejerciendo las atribuciones que, en la esfera
de ellas, hayan sido conferidas al órgano.
3.- Forma. La norma agrega: “en la forma que prescriba la ley”. Forma es “formula o modo
de proceder en una cosa”, “modo, manera de hacer una cosa”.
d) Imperio de la ley
El inciso 2º del art. 7º dispone que: “Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de
personas puede atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad
o derechos que los que expresamente se les haya conferido en virtud de la Constitución o
las leyes”.
La Constitución de 1925, por su parte, había tomado este artículo de la Carta de 1833 sin
cambios.
Este precepto se dirige tanto a gobernantes como a gobernados. Los gobernantes están
representados en la expresión “magistratura”, la cual ha de entenderse como sinónimo de
“órgano del Estado” y no se reduce, como pudiera pensarse, sólo al órgano judicial.
La expresión grupo, según se dijo en Actas, tiene una significación muy precisa en ciencia
política, especialmente en aquella calificación que se refiere a los grupos reunidos o a los
grupos no reunidos, que engloba inclusive a los partidos políticos y a los grupos
intermedios, es decir, todas las instituciones que actúan en la vida pública.
El precepto prohíbe invocar y hacer efectiva una función que a quien actúa no le ha sido
conferida.
Sólo la Constitución y las leyes, pueden ser el origen que permite invocar y poner en
movimiento, en determinado aspecto, la función directiva tras el bien general.
Dentro de la expresión “leyes”, se comprende no sólo a las leyes comunes u ordinarias, sino
también a las leyes interpretativas de la Constitución, Leyes Orgánicas Constitucionales,
Leyes de Quórum Calificado, tratados internacionales en cuanto contengan normas de esta
índole (mandatos) y los decretos con fuerza de ley.
El inciso 3º del artículo 7º, dispone que: Todo acto en contravención a este artículo en
nulo…”
De esta manera, el constituyente declara nulas las actuaciones de los órganos del Estado de
que sea autor una persona que carezca de investidura, o decida fuera de su competencia o lo
haga sin ajustarse a la forma prevista por la ley (inc. 1º art. 7º), o de una magistratura,
persona o grupo de personas que se atribuyan otra autoridad o derechos que los que
expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
En todos estos casos, el acto carece de validez y eficacia, por lo cual no produce efecto
alguno.
1.- Opera ipso iure o de pleno derecho. Esto implica que, el acto que emita o celebre el
órgano es nulo de pleno derecho, sin que admita validez provisoria alguna. El juez sólo
necesitará constatar la nulidad del acto, se limita a declarar la nulidad ya producida
operando, por ende, con efecto retroactivo. El acto no nace a la vida jurídica. Así se
salvaguarda además, la supremacía constitucional.
2.- El operar de pleno derecho o ipso iure, implica además, que la nulidad es insaneable,
esto es, no admite ratificación o convalidación alguna.
3.- Al ser de pleno derecho e insaneable, implica también, que la nulidad es perpetua e
imprescriptible, esto es, no puede sanearse por el transcurso del tiempo.
4.- El vicio que anule el acto debe tener como causa algún motivo coexistente al tiempo de
su ejecución, de modo que no podría considerarse que el acto es nulo por una circunstancia
o hecho ocurrido con posterioridad.
f) Responsabilidad.
Los incisos finales de los artículos 6º y 7º, de la Carta Fundamental, en comento, consagran
el principio de la responsabilidad consecuente con las infracciones de las normas a que
ambos preceptos se refieren.
30
Gaceta Jurídica Nº 159, 1993, pág. 180.
La responsabilidad que se genera en relación con el Estado o sus órganos, pueden gravar o
afectar tanto al Estado mismo, como a los titulares unipersonales o colectivos que lo
conformen.
Esta responsabilidad del Estado o sus órganos, se explica porque, aún cuando al acto
declarado nulo (nulidad de derecho público) no produzca los efectos que por su naturaleza
debiera generar, igual podrá causar daño a terceros (de buena fe) que no tendrían porque
soportarlo.
En este evento, la responsabilidad del Estado o de sus órganos, es sin perjuicio de la que
conjuntamente deban soportar los titulares unipersonales o colectivos de esos órganos, o
los funcionarios que en representación de ellos han actuado.
También aparece esta figura de la responsabilidad del Estado, en el Ley 18.575, Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, donde en su artículo 4º,
consagra que: “El Estado será responsable por los daños que causen los órganos de la
Administración en el ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las responsabilidades que
pudieren afectar al funcionario que los hubiere ocasionado”. También su artículo 15, que
consagra el principio de responsabilidad administrativa de los funcionarios públicos.
Por su parte, la responsabilidad de las personas que integran los órganos o de los
funcionarios que actúan a su servicio, ella puede ser, administrativa (funcionaria), civil,
penal y política.
Responsabilidad penal, persigue la aplicación de una sanción penal, que la ley prevea para
el caso particular. Así por ejemplo, tenemos el Título V, artículos 216 a260, del Código
Penal, De los Crímenes y Simples delitos cometidos por empleados públicos en el
desempeño de sus funciones. Dentro de ellos, por ejemplo, está el artículo 220, que
sanciona el empleado público que a sabiendas designare en un cargo público a persona que
se encuentre afecta a inhabilidad legal que le impida ejercerlo. El artículo 221, dentro de la
usurpación de funciones, donde se sanciona al empleado público que dictare reglamentos o
disposiciones generales excediendo maliciosamente sus atribuciones.
h) Sanciones.
Las sanciones pueden ser de distinta índole: Civil (indemnización), penal, administrativas.
De esta manera, una vez establecida la responsabilidad, según vimos en la letra anterior,
procede se aplique la sanción respectiva.
H. El Terrorismo.
Según se indica en la norma, “El terrorismo, en cualquiera de sus formas, es por esencia
contrario a los derechos humanos”.
El inciso 2º, dispone que: “Una ley de quórum calificado determinará las conductas
terroristas y su penalidad.”
Esta disposición fue sucesivamente modificada por las Leyes de Reforma Constitucional
Nºs 18.825, de 1989; 19.027 de 1991; y, 19.172, de 1992.
Conforme también lo prescribe este artículo, se dictó la Ley 18.314, de mayo de 1984, de
quórum calificado, que determina las conductas terroristas y su penalidad.
La Constitución no definió lo que se entendía por terrorismo, sino que deja entregado al
legislador el precisar dicho concepto.
Agrega que: “A través de sus diversas manifestaciones, atenta contra los derechos más
sagrados, como el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad personal, al derecho de
propiedad, etc.”
La referida Ley 18314, con la modificación que le introdujo la ley 19.027, se encarga de
señalar cuales son los delitos terroristas, enumerándolos en el artículo 2º, los cuales serán
de este tipo cuando en ellos concurriere alguna de las circunstancias que señala el artículo
1º de la misma ley, cuales son:
1.- Que el delito se cometa con la finalidad de producir en la población o en una parte de
ella, el temor justificado de ser víctima de delitos de la misma especie, sea por la naturaleza
y efectos de los medios empleados, sea por la evidencia de que obedece a un plan
premeditado de atentar contra una categoría o grupo determinado de personas.
2.- Que el delito sea cometido para arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle
exigencias.
1.- Los delitos de homicidio sancionados en los artículos 390 y 391 del Código Penal;
lesiones; secuestro, sea en forma de encierro o detención, sea de retención de una persona
en calidad de rehén, y de sustracción de menores, castigados en los artículos 141 y 142 del
Código Penal; los de envío de efectos explosivos del artículos del artículo 403 bis; los de
incendio y estragos, reprimidos en los artículos 474 , 475, 476 y 480 del Código Penal.
2.- Apoderarse o atentar contra una nave, aeronave, ferrocarril, bus u otro medio de
transporte público en servicio, o realizar actos que pongan en peligro la vida o la integridad
corporal o la salud de sus pasajeros o tripulantes.
3.- Atentar contra la vida o la integridad corporal del Jefe de Estado o de otra autoridad
política, judicial, militar, policial o religiosa o de personas internacionalmente protegidas.
Debemos reiterar que estos delitos, para ser terroristas, deben reunir las condiciones del
artículo 1º de esta ley.
La Corte Suprema, ha expresado que: “En un sentido restringido, los atentados terroristas
son actos criminales cometidos solamente, o principalmente, con un propósito de alarma
(elemento sujetivo), por el empleo de métodos capaces de crear un estado de peligro común
(elemento objetivo). Desde el punto de vista psicológico, internacional el terrorismo tiende
a causar pavor, pánico, alarma, que se traduce en un peligro común. La infracción política
realizada por el método terrorista cesa de ser tal y pasa a ser común. La infracción terrorista
presenta cierta analogía con la infracción política en cuanto a su base teórica, pero el
método (el terror) corrompe, transforma y desnaturaliza la infracción en una de derecho
En otro fallo, la misma Corte Suprema, sostiene que: “las conductas que el legislador ha de
tipificar como delito sobre la base de la habilitación que le ha otorgado la Constitución en
su artículo 9º inciso 2º, han de relacionarse con el terrorismo, esto es, conductas y actos
graves que lesionan indiscriminadamente, bienes jurídicos importantes, como la vida, la
integridad física, bienes materiales, sustracción de personas, etc., con el objeto de causar
temor o terror en la población para sojuzgarla y llevar a cabo planes o propósitos de los
terroristas y de su organización.”32
La misma norma constitucional, agrega que, lo anterior, se entiende sin perjuicio de otras
inhabilidades o de las que por mayor tiempo establezca la ley.
Por su parte, el inciso 3º del artículo 9, en análisis, expresa que, “Los delitos a que se
refiere el inciso anterior serán considerados siempre comunes y no políticos para todos los
efectos legales..”.
Esta distinción, entre delitos comunes y políticos, tiene importancia para determinar la
procedencia del asilo.
La misma Corte Suprema, sostiene que: “El delito político no se diferencia del delito
común en cuanto al móvil y al bien lesionado o protegido. Es decir, en los elementos
subjetivos y objetivos de todo acto delictual. Sólo que en el primero hay que tomar en
consideración, en forma especial, el fin que se propone el culpable. No puede ser, por tanto,
delito político el que comete un individuo con un propósito principalmente egoísta,
interesado, innoble, mezquino, inhumano. Y, por el contrario, será político cuando en su
comisión existe nobleza, desinterés, altruismo, ideal, fraternidad humana, generosidad
como estado de alma”.33
La última parte del artículo 9, señala que: “… no procederá respecto de ellos el indulto
particular, salvo para conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo”.
La actual redacción, fue establecida por la Ley de reforma Constitucional Nº 19.005, que
modificó el texto primitivo que hacía improcedente la amnistía para esta especie de delito y
el otorgamiento de la libertad provisional.
31
Corte Suprema, fallo de 24/09/1957, en RDJ, t. 54, sec. 4ª, pág. 157.
32
Corte Suprema, fallo de 26/01/1988, en RDJ, t. 85, sec. 5ª, pág. 15.
33
Corte Suprema, fallo de 24/09/1957, en RDJ, t. 54, sec. 4ª, pág. 197.
Tratándose de los delitos terroristas, el citado artículo 9º de la Carta, nos indica que sólo
proceden los indultos particulares y éste, según la regla común, solo una vez ejecutoriada la
sentencia condenatoria (art. 32 Nº 14) .
De la misma manera, apartándose en esta materia del principio general, conforme al cual el
ámbito de la institución del indulto es amplio, puesto que puede referirse a la remisión o
conmutación de la pena, (art. 93 Nº 4 Código Penal), en el caso de los delitos terroristas, el
indulto sólo puede tener por objeto la conmutación de la pena de muerte por la de presidio
perpetuo.
De otra parte, es importante recordar lo dispuesto en los artículos 16 Nº 2 y 17 Nº 3, de la
Constitución, se suspende el derecho a sufragio por hallarse la persona acusada por delito
que la ley califique como conducta terrorista (art. 16 Nº 2), y se pierde la calidad de
ciudadano por ser condenado por delito terrorista (art. 17 Nº 3).
El inciso final del artículo 17, e comento, sostiene que los afectados por la causal del Nº 3
de la misma disposición, podrán solicitar su rehabilitación al senado una vez cumplida la
condena. Norma que fue modificada, quedando en estos términos, por la Ley de Reforma
Constitucional Nº 20.050, de agosto de 2006. Con anterioridad, se exigía una ley de
quórum calificado, por lo cual se rebaja notoriamente la exigencia para la rehabilitación.
El referido artículo 8º de la Carta Fundamental, en su inciso 1º, sostiene que: “El ejercicio
de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto cumplimiento al principio de
probidad en todas sus actuaciones”.
Por su parte, el artículo 52 inciso 2°, del mismo cuerpo legal, señala que: “El principio de
probidad administrativa consiste en observar una conducta funcionaria intachable y un
desempeño honesto y leal de la función o cargo, con preeminencia del interés general sobre
el particular”.
Preeminencia del interés general sobre el particular. El interés general legitima la actuación
de la Administración y es límite de los derechos e intereses particulares.
Es importante relacionar este principio con una serie de delitos contemplados en el Código
Penal, en el Título de los Delitos cometidos por Funcionarios Públicos en el ejercicio de sus
funciones. Acá podemos citar por ejemplo, a los artículos 224, prevaricación de los jueces;
239, fraudes y exacciones ilegales; 240 bis, interesarse para sí en negocios que en razón de
su cargo le corresponda desempeñar; y, 248, cohecho.
Este principio también existía con rango legal, en el mismo artículo 13 de la Ley 18.575, ya
citada, prescribiendo que: Inciso 2° “La función pública se ejercerá con transparencia, de
manera que permita y promueva el conocimiento de los procedimientos, contenidos y
fundamentos de las decisiones que se adopten en ejercicio de ella”.
Debemos hacer presente, que la ley de quórum calificado a que se refiere la disposición
constitucional, fue dictada bajo el N| 20.285 de fecha 20/08/09.
En la nueva ley de quórum calificada, se mantiene este amparo de publicidad, el cual será
conocido por un nuevo e importante órgano, el Consejo para la Transparencia.
1. ENTRADA EN VIGENCIA
2. OBJETIVO
Se basa en inciso 2° del artículo 8° de la Constitución Política: “Son públicos los actos y
resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y los procedimientos que
utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o
secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido cumplimiento de las
funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el
interés nacional.”
a) Principio de la relevancia: presume relevante toda información que posean los órganos
de la Administración del Estado, cualquiera sea su formato, soporte, fecha de creación,
origen, clasificación o procesamiento.
Los ministerios, las intendencias, las gobernaciones, los gobiernos regionales, las
municipalidades, las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad Pública, y los órganos y
servicios públicos creados para el cumplimiento de la función administrativa. También se
aplicarán las disposiciones que esta ley expresamente señale a las empresas públicas
creadas por ley y a las empresas del Estado y sociedades en que éste tenga participación
accionaria superior al 50% o mayoría en el directorio.
En caso Congreso Nacional se aplican sólo las reglas de transparencia activa (en lo
pertinente), y además deberán publicar, la asistencia de los parlamentarios a las sesiones de
Sala y de comisiones, las votaciones y elecciones a las que concurran y las dietas y demás
asignaciones que perciban.
En todo caso deberán estar disponibles permanentemente, en sitios web, los actos y
documentos que han sido objeto de publicación en el Diario Oficial y aquellos que digan
relación con las funciones, competencias y responsabilidades de los órganos de la
Administración del Estado.
Los actos y resoluciones de los órganos de la Administración del Estado, sus fundamentos,
los documentos que les sirvan de sustento o complemento directo y esencial, y los
procedimientos que se utilicen para su dictación, son públicos, salvo las excepciones que
establece esta ley y las previstas en otras leyes de quórum calificado.
Por escrito, ante OIRS o por sitios electrónicos sin necesidad de patrocinio de abogado.
Las leyes dictadas con anterioridad a la vigencia del mencionado articulo 8°, que establecen
casos específicos de secreto o reserva de actos y documentos de la Administración, deben
entenderse vigentes aún cuando no hubieren sido aprobadas con quórum calificado, al
amparo de la Disposición Cuarta Transitoria de la Constitución.
11. SANCIONES
NACIONALIDAD Y CIUDADANIA
La nacionalidad tiene importancia no solo para el derecho constitucional, sino también para
otras disciplinas, como el derecho internacional público y privado, el derecho del trabajo, el
derecho civil, tributario, penal etc.
Fuentes de la Nacionalidad
Son lo medios a través de los cuales se adquiere la nacionalidad. Se pueden clasificar en:
Fuentes naturales.
Son fuentes de este tipo en la Constitución las de los numerales 1º y 2º del artículo 10,
donde podemos clasificarlas en: Nº 1 art. 10, es un caso de Jus Soli y el Nº 2 del mismo
artículo, que es un caso de Jus Sanguinis.
Nº1: Los nacidos en el territorio de Chile (jus soli). Este principio tiene las siguientes
excepciones:
Según el Diccionario, transeúnte, es el que pasa o transita por un lugar; el que está de paso,
que no reside sino transitoriamente en un sitio.
En este caso, también se exige que ambos padres sean extranjeros y, además, transeúntes,
copulativamente.
La norma constitucional en análisis, establece para ambos casos, que: “…todos los que, sin
embrago, podrán optar por la nacionalidad chilena”.
En este caso, los interesados podrán adquirir la nacionalidad chilena a través del Decreto Nº
5.142, del Ministerio del Interior, de 1960, donde serían chilenos por aplicación del
numeral 3º de este artículo 10, nacionalización por Carta.
Nº 2, Los hijos de padre o madre chilenos nacidos en territorio extranjero (jus sanguinis).
Con todo, se requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo
grado, haya adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los números 1º,
3º ó 4º.
Este numeral fue modificado por la Ley de reforma Constitucional Nº 20.050, de agosto de
2005. El anterior texto, establecía: Son chilenos “los hijos de padre o madre chilenos
nacidos en territorio extranjero, hallándose cualquiera de éstos en actual servicio de la
República, quienes se considerarán para todos los efectos como nacidos en el territorio
chileno”.
Las expresiones “quienes se consideraran para todos los efectos como nacidos en el
territorio chileno”, tenía relación con los requisitos para ser Presidente de la República,
donde se necesitaba haber nacido en territorio chileno.
La misma ley de reforma, suprimió el antiguo Nº 3, que señalaba que eran chilenos: “Los
hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero, por el sólo hecho de
avecindarse por más de un año en Chile”.
En la Carta Fundamental se contemplan dos casos: Los numerales 3º y 4º del artículo 10.
Antes de la Ley 20.050, eran los numerales 4 y 5, que pasaron a ser 3 y 4, respectivamente,
al ser eliminado el antiguo Nº 3.
Los extranjeros que quieran obtener la nacionalidad chilena, deberán cumplir con los
requisitos y trámites que contempla el citado Decreto 5.142, del Ministerio del Interior de
1960.
Es importante hacer presente, que Chile mantiene vigente un tratado de doble nacionalidad
con España, del 24 de mayo de 1958, virtud del cual no se exige la renuncia a la
nacionalidad chilena o española, a los chilenos o españoles, por la nacionalización en
España o Chile, respectivamente.
Acá figuran, por ejemplo, José Joaquín de Mora, Andrés Bello, Claudio Gay, Padre
Gustavo Le-page, entre otros.
Esta forma de nacionalización, produce los mismos efectos que la nacionalización por
carta.
El artículo 11 de la Constitución, nos indica estas causales. Debemos hacer presente, que
este artículo fue también modificado por la Ley 20.050 de agosto de 2005.