Eneas, ya habiendo llegado a Cartago y conversando con Dido, reina del lugar, se dispone a contarle su trágica historia.
Todo comenzó cuando, al acabar los funerales de
Héctor, los troyanos notaron que ya no estaban los bajeles griegos, sino que solo había un gran caballo de madera con un griego atado a él.
Los troyanos encolerizados pedían a gritos su
muerte, pero al oír sus suplicas se apiadaron de él y le pidieron que contara lo ocurrido, a cambio de su liberación.
El humilde y maltratado griego llamado Sinón,
escuchando las plegarias de los troyanos comenzó a relatar lo falsamente ocurrido, diciendo que esto se debe a un sacrificio impuesto por los dioses por haber violado el sagrado alcázar de Palas, pero no solo esto tuvieron que hacer los griegos para lograr su huida, sino que también debían hacer un sacrificio para tener el viento a su favor, para saber que sacrificio necesitaban hacer, consultaron al oráculo de Febo, y este dijo así:
“Con sangre ¡oh Griegos! E inmolando a una
virgen aplacasteis los vientos cuando por primera vez vinisteis a las playas de Ilión; ¡Con sangre habéis obtener el regreso y sacrificando a un griego”.
Los troyanos convencidos de la veracidad de la
historia pusieron aquel monstruo en el sagrado alcázar, sin saber que eso significaría su perdición.
Al caer la noche Sinón, que ya estaba liberado,
abre el vientre de la bestia dejando salir a los soldados helenos, quienes a su vez abren silenciosamente las puertas de la ciudad a las demás huestes que los esperan para dar el golpe. Mientras esto ocurría, el espíritu de Héctor se apareció a Eneas y le dijo que escapara de Troya y del inevitable destino de la ciudad.
Eneas ya podía ver el fuego y escuchar la
desgracia de los troyanos, lo que advertía que la invasión ya había comenzado.
Eneas fuera de sí empuña sus armas y se lanza
con sus compañeros a defender la ciudad, y anhelando una muerte honrosa.
El hijo de Anquises y sus compañeros dan muerte
a muchos danaos que se interponían en su camino, luego de unas duras batallas en las que sucumbieron algunos de sus amigos, Eneas se dirige al palacio de Príamo.
Ya en el palacio el troyano pudo ver a Pirro
empapado de la sangre de los troyanos y yendo en dirección a la habitación de Príamo. El rey troyano, convencido de no blandir la espada por Hécuba, se refugia con ellas. Neptolemo, ya en frente de Príamo mata al hijo del rey troyano Polites en su presencia. Luego de esto Pirro se dirige hacia Príamo y separa su cabeza de sus hombros. Y así termino la vida del rey de Troya.
En ese instante Eneas viendo a Helena, la iba a
atacar hasta que en ese mismo instante se le aparece su madre venus y le dice que no se preocupe de Troya ni de helena, sino que de su familia. Eneas como un rayo y protegido por su madre llego a su casa y se dispuso a llevar a su padre Anquises, ya desgastado por los años, a la montaña vecina. Anquises que no quería dejar Troya pidió al omnipotente Zeus que le diera una señal y en ese mismo instante un rayo retumbo en frente de ellos y una estrella moviéndose les mostro el camino hacia el monte ida. Anquises ya convencido se dispone para huir con su familia, Eneas llevaba a Anquises y de la mano llevaba a lulo, su hijo, y algunos pasos atrás los seguía su esposa Creusa. Cuando ya estaban llegando al templo de Ceres Eneas horrorizado se da cuenta que Creusa, su esposa, ya no estaba. El hijo de Anquises dejo a su familia escondida en el valle y corrió a la ciudad a buscar a Creusa. Luego de una exhaustiva búsqueda el espíritu de Creusa se le aparece a Eneas y le explica que fue voluntad de los dioses que él continuara solo, Eneas envuelto en lágrimas volvió con su familia en el valle y para la mañana ya habían llegado al monte ida, desde donde veían a Troya dominada por los griegos.