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Un Estado Fallido es aquel que por su propia ineptitud, no garantiza servicios básicos para

la población tales como la seguridad ciudadana, alimentación, medicinas, etc. Y que se


encuentra a merced de criminales como terroristas, narcotraficantes, funcionarios
corruptos, entre otros. La víctima es la población que respeta la ley pero que vive expuesta
a la desprotección del Estado frente a los ataques de los delincuentes. Ejemplo:
Actualmente la MUD dicta con sus trancas de avenidas y calles, el horario de trabajo y el
derecho al libre tránsito de millones de ciudadanos.

Un Estado Forajido es aquel que por su propio abuso del poder, viola sistemáticamente los
derechos humanos mediante el uso excesivo e indebido de la fuerza pública y no proves
seguridad jurídica. Sus víctimas son tanto los ciudadanos inocentes como aquellos que
cometieron faltas y son agredidos con medidas salvajes no permitidas por la ley, ejemplo:
asesinato, desaparición forzada, tortura, represión brutal, trato cruel, privación ilegítima
de libertad, etc. Se dice que el régimen venezolano implementa terrorismo de Estado y
genocidio, o sea, "disparen primero y averigüen después".

Cuando se da un estado fallido o se considera un estado fallido

Con el fin de hacer más precisa la definición, el centro de estudio Fund for Peace ha
propuesto los siguientes parámetros:

*Pérdida de control físico del territorio, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.

*Erosión de la autoridad legítima en la toma de decisiones.

*Incapacidad para suministrar servicios básicos.

*Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad
internacional.

Causas y consecuencias

Existen causas más concretas que influyen en el colapso de un Estado, que pueden ser
internas o externas. Las causas internas atienden principalmente a criterios demográficos,
económicos y de seguridad. Así, un país en guerra civil o donde una minoría de la
población se mantiene en el poder tiene mayor probabilidad de colapsar que uno donde
exista una distribución equitativa y una división del poder. Por otro lado, las causas
externas son más amplias y abarcan desde la presencia militar extranjera de un tercer
Estado a la imposición de sanciones, su posición en el comercio mundial o los desastres
naturales. Estos últimos, además de su efecto devastador sobre la población civil, pueden
originar grandes déficits en las arcas públicas y son un factor de aumento de conflicto civil.

el Índice de Estados Fallidos se centra en una definición mínima del estado. Inicialmente,
define un estado fallido como aquel que “pierde el control físico sobre su territorio o el
monopolio legítimo del uso de la fuerza”. En este sentido, el Índice incorpora una medida
de “aparato de seguridad”, la cual provee una evaluación aproximada del control del
estado sobre el uso de la fuerza. Su atención se centra en la presencia de milicias privadas
y fuerzas guerrilleras, la proliferación de armas, así como el papel y desempeño de las
fuerzas del estado y su control sobre el territorio. Sin embargo, esta medición considera
once indicadores adicionales que van más allá de esta conceptualización y
operacionalización básicas . El Índice considera causas y consecuencias de un estado
fallido, que incluso son difíciles de separar entre sí. Por un lado, los indicadores de
presiones demográficas, presencia de agravios colectivos (lo cual de entrada asume que
todos los agravios, ya sean étnicos, económicos, religiosos o políticos son iguales y llevan
al mismo resultado), desarrollo económico desigual y élites faccionalizadas son más bien
causas de un estado fallido. Por el otro, las medidas que se refieren al movimiento masivo
de refugiados, fuga de cerebros e intervención del exterior parecen ser consecuencias.
Finalmente, hay indicadores que caben tanto en el ámbito de las causas, como de las
consecuencias del mismo fenómeno: pobreza y declive económico, deslegitimación del
estado, ausencia del estado de derecho y deterioro de servicios públicos.

Si vemos lo que cada uno de estos indicadores incluye los problemas conceptuales y
operacionales continuan. Por ejemplo, el indicador de declive económico considera, entre
otras cosas, el Producto Interno Bruto (PIB), pero no es claro lo que con esta medida
pretenden reflejar. Algunos argumentan que la podemos entender como una
aproximación de la capacidad administrativa o incluso policiaco y militar de un estado. En
cualquier versión, el PIB no sirve para medir ninguno de estos aspectos. Si el argumento es
sobre capacidades policiacas o militares, entonces sería mejor tener una medida acerca de
las estructuras de organización y financiamiento de policías y ejército; de alguna manera el
Índice intenta capturar esto mediante su medida de ‘aparato de seguridad’. Si el
argumento es sobre la penetración del estado, entonces sería más preciso considerar los
niveles de recolección de impuestos. De hecho, una medida ideal del ‘estado fallido’,
debería considerar, junto con el control territorial del estado, su capacidad de extracción
impositiva, la cual ignora el Índice de Fund for Peace. En la medida en que existan desafíos
al monopolio del uso de la fuerza por parte del estado, su capacidad de recaudar
impuestos disminuye. En este sentido, la recaudación de impuestos podría ser considerada
como una medida aproximada de la legitimidad del estado. Los ciudadanos solo cumplirán
con sus obligaciones fiscales si consideran al estado como legítimo. En conjunto, estos dos
indicadores por sí mismos nos permitirían entender el otro elemento usualmente asociado
con un estado fallido, pero que es un resultado del mismo: la falta de provisión de
servicios públicos. Lo que se necesitan son medidas reales de las incapacidades del estado,
no de sus causas o sus consecuencias, como desafortunadamente lo hace el Índice de
Estados Fallidos de Fund for Peace.

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