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Los siete Sacramentos son los canales de la Gracia por los cuales nosotros encontramos
nuestra santificación y Salvación. Ellos son encuentros con Dios quien ha dejado su
Presencia en la Iglesia a través de sus ungidos.
Como el amor es algo que no es fácil de demostrar, ya que es invisible e interior, como
invisible es Dios, se necesita descubrirlo por medio de signos, que son realidades que el
hombre puede entender y ver. Por ejemplo, no basta con sentir o pensar que se ama a
alguien, hay que demostrarlo con palabras y gestos para que el otro se sienta amado.
En ellos se realiza la acción oculta de Dios que se revela en cada acto donde existe un
compromiso del hombre frente a Dios. En un principio, el Plan de Dios para los hombres
era algo oculto, es en Cristo donde se logra su total manifestación. La obra de Cristo es
sacramental porque el misterio de salvación se hace presente bajo la acción del Espíritu
Santo.
Por ello, Jesucristo instituye los sacramentos que “son signos eficaces de la gracia,
instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina”
(Cat. n.1131). Ellos son un puente entre Dios y el hombre, donde se obtiene plena
comunicación. Son signos sensibles de una realidad sagrada, espiritual, invisible – no se
puede palpar la gracia – y trascendente. Mediante ellos, los fieles se unen a Dios y
participan – de manera misteriosa y real – de la vida divina. Poseen una “eficacia”
sobrenatural que hace posible que la gracia se produzca, no son algo que significa la
gracia, sino que la producen.
Matrimonio
Cristo santificó el Sacramento del Matrimonio al atender a las bodas de Cana y hacer allí
el primer milagro público.
Génesis 2:24 Por eso un hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa:
ellos serán dos en una carne.
La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo una persona
que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de comunicarse y que necesita
compañía. “No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante
a él.” (Gen. 2, 18). “Dios creó al hombre y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los
creó, y los bendijo diciéndoles: procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla”.
(Gen. 1, 27- 28). Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja,
la unión entre ambos se convierte en una institución natural, con un vínculo permanente y
unidad total (Mt. 19,6).
La unción de los enfermos.
El sacramento de la Unción de los Enfermos “tiene como fin conferir la gracia especial al
cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad y vejez”.
(Catec. n. 1527).
Es un hecho que la enfermedad y el sufrimiento que ellos conllevan son inherentes al
hombre, no se pueden separar de él. Esto le causa graves problemas porque el hombre se
ve impotente ante ellos y se da cuenta de sus límites y de que es finito. Además de que la
enfermedad puede hacer que se vislumbre la muerte.
Santiago 5:14-16
14 Hay alguien enfermo entre ustedes? Dejen que los presbíteros de la Iglesia vengan,
que recen sobre ellos y le ungen con aceite en el nombre del Señor.
15 Y la oración de fe salvará al hombre enfermo: y el Señor le levantará: si el tienen
pecados, estos le serán perdonados.
16 Confiesen por eso los pecados los unos a los otros: recen los unos por los otros para
que ustedes puedan ser salvados. Porque la oración continua del hombre justo vale mucho.