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La Comuna

de París

SOV Baix Ll
L lobregat, 20
2009
La Comuna de París
 Piotr Kropotkin
I
El 18 de marzo de 1871, el pueblo de que la realizaron y que dieron la vida por
París se sublevó contra un poder detes- ella, no la imaginaron entonces tal como
tado y despreciado por todos y declaró la la concebimos hoy en día; no se dieron
ciudad de París independiente, libre, cuenta de la revolución que inaugura-
dueña de sí misma.  ban, de la fecundidad del nuevo princi-
pio que intentaban poner en práctica.
Este derribo del poder central se hizo Fue sólo en su aplicación práctica, cuan-
incluso sin la puesta en escena ordinaria do se empezó a entrever su importancia
de una revolución: ese día no hubo dis- futura; fue sólo en el trabajo del pensa-
paros de fusil, ni charcos de sangre verti- miento que ocurrió más tarde, cuando
da tras la barricadas. Los gobernantes se este nuevo principio se precisó más y 
eclipsaron ante el pueblo armado, que se más, se determinó y apareció con toda su
echó a la calle: la tropa evacuó la ciudad, lucidez, toda su belleza, su justicia y la
los funcionarios se apresuraron a huir importancia de sus resultados.
hacia Versalles llevándose todo lo que
pudieron llevarse. El gobierno se evapo- Desde que el socialismo tomó nuevo
ró, como una charca de agua pútrida con impulso en los cinco o seis años que pre-
el soplo de un viento de primavera, y el cedieron a la Comuna, una cuestión so-
19, París, sin haber vertido apenas una  bre todo preocupaba a los teóricos de la
gota de la sangre de sus hijos, se encon- próxima revolución social. Era la cues-
tró libre de la contaminación que apesta- tión de saber cual sería el modo de agru-
 ba la gran ciudad. pación política de las sociedades más fa-
 vorable a esta gran revolución económi-
 Y, sin embargo, la revolución que aca- ca que el desarrollo actual de la industra
 baba de realizarse de este modo abría impone a nuestra generación y que debe
una nueva era en la serie de revolucio- ser la abolición de la propiedad indivi-
nes, por las que los pueblos marchan de dual y la puesta en común de todo el ca-
la esclavitud a la libertad. Bajo el nom- pital acumulado por las generaciones
 bre de Comuna de París, nació una idea precedentes.
nueva, llamada a convertirse en el punto
de partida de las revoluciones futuras. La Asociación Internacional de Traba-
 jadores dió esta respuesta. La agrupa-
Como ocurre siempre con la grandes ción, dijo, no debe limitarse a una sola
ideas, no fue el producto de la concep- nación: debe extenderse por encima de
ción de un filósofo, de un individuo: na- las fronteras artificiales. Inmediatamen-
ció en el espíritu colectivo, salió del cora- te esta gran idea penetró el corazón de
zón de un pueblo entero; pero al princi- los pueblos, se apoderó de los espíritus.
pio fue vaga y muchos entre los mismos Perseguida después por la liga de todas
las reacciones, ha sobrevivido sin embar-  vía muy vago y es fácil ver al mismo
go y, cuando los obstáculos puestos a su tiempo que no puede comprender toda
desarrollo sean destruidos a la voz de los la diversidad de las manifestaciones hu-
pueblos insurgentes, renacerá más fuer- manas. Hacía falta encontrar una formu-
te que nunca. la más neta, más aprehensible, con sus
Pero quedaba por saber cuáles iban a elementos primarios en la realidad de las
ser las partes integrantes de esta vasta cosas.
 Asociación. Si se hubiera tratado simplemente de
Entonces dos grandes corrientes de elaborar una teoría, habríamos dicho:
ideas se enfrentaron para responder esta ¡Qué importan las teorías! Pero, en tanto
pregunta: el estado popular, de una par- que un idea nueva no encuentra su
te, de la otra, la anarquía. enunciado neto, preciso y derivado de
las cosas existentes, no se apodera de los
Según los socialistas alemanes, el esta- espíritus, no los inspira hasta el punto de
do debería tomar posesión de todas las lanzarlos en una lucha decisiva. El pue-
riquezas acumuladas y darlas a las aso-  blo no se lanza a lo desconocido sin apo-
ciaciones obreras, organizar la produc-  yarse en una idea cierta y netamente for-
ción y el intercambio, velar por la vida y  mulada que le sirva, por así decirlo, de
el funcionamiento de la sociedad. trampolín en su punto de partida.
 A esto, la mayor parte de los socialis- Fue la vida misma quien se encargó de
tas de raza latina, a partir de su expe- mostrar este punto de partida.
riencia, respondían que semejante esta-
do, aún admitiendo que pudiera existir, Durante cinco meses, París, aislado
sería la peor de las tiranías y oponían a por el sitio, había vivido su propia vida y 
este ideal, tomado del pasado, un nuevo había aprendido a conocer los inmensos
ideal, la anarquía, es decir, la completa recursos económicos, intelectuales y mo-
abolición de los estados y la organización rales de que disponía; había entrevisto y 
de lo simple a lo compuesto por la libre comprendido su fuerza de iniciativa. Al
federación de las fuerzas populares, de mismo tiempo, había visto que la banda
los productores y los consumidores. de bribones que se había hecho con el
poder no sabían organizar nada, ni la de-
Pronto se admitió, incluso por algunos fensa de Francia ni el desarrollo del inte-
“estatalistas”, los menos imbuidos de rior. Había visto a este gobierno contral
prejuicios gubernamentalistas, que cier- ponerse en contra de todo aquello que la
tamente la anarquía representa una or- inteligencia de una gran ciudad podía
ganización con mucho superior a la dar a luz. Había comprendido más que
apuntada por el estado popular, pero, di- eso: la impotencia de un gobierno, sea el
cen, el ideal anarquista está tan lejos de que sea, para detener los grandes desas-
nosotros que no hace falta preocuparnos tres, para facilitar la evolución a punto
por él de momento. Por otra parte, falta de ocurrir. Sufrió durante un sitio una
a la anarquía una fórmula concreta y  miseria horrorosa, la miseria de los tra-
simple a la vez para precisar su punto de  bajadores y de los defensores de la ciu-
partida, para dar cuerpo a sus ideas, dad, al lado el lujo insolente de los zán-
para demostrar que éstas se apoyan en ganos y había visto fracasar, gracias al
una tendencia con existencia real en el poder central, todas sus tentativas por
pueblo. La federación de las corporacio- poner fin a este régimen escandaloso.
nes de oficio y de grupos de consumido- Cada vez que el pueblo quería tomar un
res por encima de la fronteras y al mar- impulso libre, el gobierno acudía a en-
gen de los estados actuales parece toda- grosar las cadenas, a fijar su bola, y la
idea nació con toda naturalidad: ¡París trabaja, que da al burgués más de la mi-
debía constituirse en comuna indepen- tad de lo que produce y que, sin embar-
diente, pudiendo realizar entre sus mu- go, consiente con excesiva facilidad los
ros lo que le dictara el pensamiento del crímenes de sus amos; por otra parte, el
pueblo! ocioso, el glotón, animado con los instin-
Este palabra: LA COMUNA, se escapó tos de la bestia salvaje, odiando a su es-
entonces de todas las gargantas. clavo, dispuesto a descuartizarlo como
una pieza de caza.
La Comuna de 1871 no podía ser más
que un primer esbozo. Nacida al final de Después de encerrar al pueblo de París
una guerra, rodeada por dos ejércitos  y de taponar todas las salidas, lanzaron a
dispuestos a darse la mano para aplastar los soldados, embrutecidos por el cuartel
al pueblo, no osó lanzarse completamen-  y el vino, diciéndoles en plena Asamblea:
te a la vía de la revolución económica, no «Matad a esos lobos, a esas lobas y a
se declaró francamente socialista, no esos lobeznos!» Y al pueblo le dijeron i:
procedió ni a la expropiación de los capi-  Hagas lo que hagas, perecerás. Si te co-
tales ni a la organización del trabajo, ni gemos con las armas en la mano, la
muerte; si depones las armas, la muerte;
siquiera al censo general de todos los re- si golpeas, la muerte. Si suplicas, la muer-
cursos de la ciudad. Tampoco rompió te!  Hacia donde gires los ojos: a la dere-
con la tradición del estado, del gobierno cha, a la izquierda, hacia adelante, hacia
representativo, y no intentó realizar en atrás, hacia arriba, hacia abajo, la muer-
la Comuna esa organización de lo simple te! Tú no sólo estás fuera de la ley, sino
 fuera de la humanidad. Ni la edad, ni el 
a lo complejo que inauguró proclamando sexo te salvarán, ni a tí ni a los tuyos. Vas
la independencia y la libre federación de a morir, pero antes conocerás la agonía
las Comunas. Pero es seguro que, si la de tu mujer, de tu hermana, de tu madre,
Comuna de París hubiese vivido algunos de tus hijas, de tus hijos, incluso en la
meses más, habría sido empujada inevi- cuna! Se irá, bajo tu mirada, a tomar al 
tablemente, por la fuerza de las cosas, herido de la ambulancia para despeda-
 zarlo a golpe de bayoneta, para aplastar-
hacia estas dos revoluciones. No olvide- lo a golpe de culata. Se lo tomará, vivo
mos que la burguesía ha precisado de aún, por su pierna rota o por su brazo
cuatro años de período revolucionario ensangrentado y se lo arrojará al río
para llegar de la monarquía moderada a como a un paquete de basura que grita y
la república burguesa y no nos asombra- sufre.
remos de ver que el pueblo de París no  La muerte! La muerte! La muerte!
haya franqueado de un solo salto el espa-  Y luego, tras la orgía desenfrenada so-
cio que separa la comuna anarquista del  bre los montones de cadáveres, tras el
gobierno de los granujas. Y sabremos exterminio masivo, la venganza mezqui-
también que la próxima revolución, en na y, sin embargo atroz, que todavía per-
Francia y ciertamente también en Espa- dura: el gato de siete colas, los grilletes,
ña, será comunalista, retomará la obra los raspadores, los latigazos y la porra de
de la Comuna de París allí donde la han los funcionarios de prisiones, los insul-
detenido los asesinatos de los versalle- tos, el hambre, todos los refinamientos
ses. de la crueldad.
La Comuna sucumbió y la burguesía
se vengó –sabemos como– del miedo ¿Olvidará el pueblo estas elevadas
que el pueblo le hizo sentir al sacudir el obras?
 yugo de sus gobernantes. Demostró que «Derribada, mas no vencida», la Co-
realmente hay dos clases en la sociedad muna renace hoy. No se trata sólo de un
moderna: de una parte, el hombre que sueño de vencidos que acarician en su
imaginación un bello espejismo de espe- ción social en la Comuna, para poner fin
ranza; ¡no! “la Comuna” se convierte hoy  a la innoble explotación burguesa, libe-
en el objetivo preciso y visible de la revo- rar a los pueblos de la tutela del estado,
lución que crece ya junto a nosotros. La inaugurar en la evolución de la especie
idea penetra las masas, les da una ban- humana una nueva era de libertad, de
dera y contamos firmemente con la pre- igualdad, de solidaridad.
sente generación para realizar la revolu-

II
Diez años nos separan ya del día, en marzo, las tendencias que intentaron sa-
que el pueblo de París, derrocando el go- lir a la luz y que no tuvieron tiempo para
 bierno de los traidores que se hicieron pasar al campo de la realidad, porque,
con el poder a la caída del Imperio, se antes de florecer, fueron asfixiadas bajo
constituyó en Comuna y proclamó su in- montones de cadáveres, entonces com-
dependencia absolutaii. Y, sin embargo, prederemos toda la importancia del mo-
es todavía hacia esa fecha del 18 de mar-  vimiento y las simpatías que inspira en
zo de 1871, hacia donde se dirigen nues- el seno de las clases obreras de los dos
tras miradas, es a ella, donde están liga- mundos. La Comuna entusiasma los co-
dos nuestros mejores recuerdos; es el razones, no por lo que hizo, sino por lo
aniversario de esa jornada memorable lo que promete hacer un día.
que el proletariado de dos mundos se ¿De donde viene esa fuerza irresistible
propone festejar solemnemente, y, ma- que atrae hacia el movimiento de 1871
ñana por la tarde, centenares de miles de las simpatías de todas las masas oprimi-
corazones obreros latirán al unísono, das? ¿Qué idea representa la Comuna de
hermanándose a través de fronteras y  París? Y ¿por qué esa idea es tan atracti-
océanos, en Europa, en los Estados Uni-  va para los proletarios de todos los paí-
dos, en América del Sur, al recuerdo de ses, de toda nacionalidad?
la revuelta del proletariado parisino.
La respuesta es fácil. La revolución de
Porque la idea, por la que el proleta- 1871 fue un movimiento eminentemente
riado francés vertió su sangre en París y  popular. Hecho por el pueblo mismo,
por la que ha sufrido las plagas de Nueva nacido espontáneamente en el seno de
Caledonia, es una de esas ideas que, por las masas, es en la gran masa popular,
sí mismas, contienen toda una revolu- donde encontró sus defensores, sus hé-
ción, una idea amplia que puede acoger roes, sus mártires y sobre todo ese carác-
 bajo los pliegues de su bandera todas las ter “canalla” que la burguesía no le per-
tendencias revolucionarias de los pue- donará jamás. Y, al mismo tiempo, la
 blos que marchan hacia su liberación. idea generatriz de esa revolución, vaga,
Ciertamente, si nos limitamos a obser- es verdad; inconsciente, quizá, pero, no
 var sólo los logros reales y tangibles al- obstante, bien enunciada a través de to-
canzados por la Comuna de París, debe- dos sus actos, es la idea de la revolución
remos decir que esta idea no fue sufi- social que intenta establecer al fin, des-
cientemente amplia, que sólo abarcó una pués de tantos siglos de lucha, la verda-
parte mínima del programa revoluciona- dera libertad y la verdadera igualdad
rio. Pero, si observamos, por el contra- para todos.
rio, el espíritu que inspiró a las masas Fue la revolución de la “canalla” yendo
del pueblo, en el movimiento del 18 de a la conquista de sus derechos.
Se ha intentado, es cierto, se intenta masas y para traducirse en actos, y este
aún, desnaturalizar el verdadero sentido tiempo le faltó a la Comuna de París.
de esta revolución y presentarla como
una simple tentativa de reconquistar la Tanto más le faltó, cuanto que, hace
independencia de París y de constituir diez años, las ideas mismas del socialis-
un pequeño estado dentro de Francia. mo moderno pasaban por un período
Pero nada de esto es cierto. París no bus- transitorio. La Comuna nació, por decir-
caba aislarse de Francia, como no busca- lo así, entre dos etapas de desarrollo del
 ba conquistarla por las armas; no pre- socialismo moderno. En 1871, el comu-
tendía encerrarse entre sus muros, como nismo autoritario, gubernamental y más
un benedictino en su claustro; no se ins- o menos religioso de 1848 ya no tenía
piró en un espíritu estrecho de sacristía. gancho para los espíritus prácticos y li-
Si reclamó su independencia, si quiso  bertarios de nuestra época. ¿Donde en-
impedir la intrusión en sus asuntos de contrar hoy un parisino que consienta en
todo poder central, fue porque veía en encerrarse en un falansterio? Por otra
esa independencia una medio para ela- parte, el colectivismo, que quiere atar al
 borar tranquilamente las bases de la or- mismo carro el trabajo asalariado y la
ganización futura y de realizar en su propiedad colectiva, era incomprensible,
seno la revolución social, una revolución poco atractivo, erizado de dificultades en
que habría transformado completamente su aplicación práctica. Y el comunismo
el régimen de producción y de intercam- libre, el comunismo anarquista, apenas
 bio, basándolo en la justicia, que habría nacía, apenas osaba afrontar los ataques
modificado completamente las relacio- de los adoradores del gubernamentalis-
nes humanas, basándolas en la igualdad, mo.
 y que habría rehecho la moral de nuestra La indecisión reinaba en los espíritus
sociedad, basándola en los principios de  y los mismos socialistas no se sentían ca-
la equidad y de la solidaridad. paces de lanzarse a la demolición de la
La independencia comunal no era, propiedad privada al no tener ante ellos
pues, para el pueblo de París más que un objetivo bien determinado. Entonces
medio y la revolución social era el fin. uno se dejaba engañar por este razona-
miento que los embaucadores repiten
Este fin se habría alcanzado, cierta- desde hace siglos: «Asegurémonos pri-
mente, si la revolución del 18 de marzo mero la victoria, después ya se verá lo
hubiese podido seguir su curso libre- que puede hacerse».
mente, si el pueblo de París no hubiese
sido despedazado, sableado, ametralla- ¡Asegurarse primero la victoria!
do, destripado por los asesinos de Versa- ¡Como si hubiese manera de constituirse
lles. Encontrar una idea neta, precisa, en comuna libre sin tocar la propiedad!
comprensible para todo el mundo y que ¡Como si hubiese manera de vencer a los
resumiera en pocas palabras lo que ha- enemigos, sin que la gran masa del pue-
 bía que hacer para realizar la revolución,  blo esté interesada directamente en el
ésa fue, en efecto, la preocupación del triunfo de la revolución, viendo llegar el
pueblo de París desde los primeros días  bienestar material, intelectual y moral
de su independencia. Pero una gran idea para todos! ¡Se buscaba consolidar pri-
no germina en un día, por muy rápida mero la Comuna dejando para más tarde
que sea la elaboración y la propagación la revolución social, mientras que la úni-
de las ideas en los períodos revoluciona- ca manera de proceder era consolidar la
rios. Necesita siempre un cierto tiempo Comuna por medio de la revolución so-
para desarrollarse, para penetrar en las cial!
Ocurrió lo mismo con el principio gu- Nacida durante un período de transi-
 bernamental. Proclamando la Comuna ción, en que las ideas de socialismo y de
libre, el pueblo de París proclamó un autoridad sufrían una profunda modifi-
principio esencialmente anarquista; cación; nacida al final de una guerra, en
pero, como en esa época la idea anar- un foco aislado, bajo los cañones de los
quista había penetrado poco en los espí- prusianos, la Comuna de París debía su-
ritus, se detuvo a medio camino y, en el cumbir.
seno de la Comuna, todavía se pronunció Pero, por su carácter eminentemente
por el viejo principio autoritario dándose popular, comenzó una era nueva en la
un Consejo de la Comuna copiado de los serie de las revoluciones y, por sus ideas,
consejos municipales. fue la precursora de la gran revolución
Si, efectivamente, admitimos que un social. Las masacres inauditas, cobardes
gobierno central es absolutamente inútil  y feroces con las que la burguesía celebró
para regir las relaciones de las comunas su caída, la venganza innoble que los
entre ellas, ¿por qué deberíamos admitir  verdugos han ejercido durante nueve
su necesidad para regir las relaciones años en sus prisioneros, estas orgías de
mutuas de los grupos que constituyen la caníbales han abierto un abismo entre la
Comuna? Y, si confiamos a la libre ini-  burguesía y el proletariado que jamás
ciativa de las comunas la tarea de enten- será rellenado. En la próxima revolu-
derse entre ellas para las empresas que ción, el pueblo sabrá qué debe hacer; sa-
conciernen a varias ciudades al mismo  brá lo que le espera si no logra una victo-
tiempo, ¿por qué refusar esta misma ini- ria decisiva y actuará en consecuencia.
ciativa a los grupos de que se compone En efecto, ahora sabemos que el día en
una comuna? Un gobierno en la Comuna que Francia se llenará de comunas in-
no tiene más razón de ser que un gobier- surgentes, el pueblo no deberá volver a
no por encima de la Comuna. darse un gobierno y esperar de ese go-
 bierno la iniciativa de medidas revolu-
Pero, en 1871, el pueblo de París, que cionarias. Después de haber barrido los
ha derribado tantos gobiernos, sólo esta- parásitos que lo roen, se apoderará de
 ba en su primer ensayo de rebelión con- toda la riqueza social para ponerla en co-
tra el sistema gubernamental en sí mis- mún, según los principios del comunis-
mo: se dejó llevar, pues, por el fetichis- mo anarquista. Y, cuando habrá abolido
mo gubernamentalista y se dotó de un completamente la propiedad, el gobierno
gobierno. Se conocen las consecuencias.  y el estado, se constituirá libremente se-
Envió a sus más abnegados hijos al Hô- gún las necesidades que le serán dicta-
tel-de-Ville. Allí, inmovilizados en medio das por la vida misma. Rompiendo sus
del papeleo, forzados a gobernar cuando cadenas y derribando sus ídolos, la hu-
sus instintos les mandaban estar y mar- manidad avanzará entonces hacia un fu-
char con el pueblo; forzados a discutir, turo mejor, sin conocer ya ni amos ni es-
cuando se precisaba actuar, y perdiendo clavos, no guardando veneración más
la inspiración que procede del contacto que por los nobles mártires que han pa-
continuo con las masas, se vieron reduci- gado con su sangre y sus sufrimientos
dos a la impotencia. Paralizados por su estos primeros intentos de emancipación
alejamiento del foco de las revoluciones, que nos han iluminado en nuestra mar-
el pueblo, paralizaron a su vez la iniciati- cha hacia la conquista de la libertad.
 va popular.
III
Las celebraciones y reuniones públicas las comunas de la próxima revolución
organizadas el 18 de marzo en todas las afirmarán y constituirán su independen-
ciudades donde hay grupos socialistas cia.
constituidos merecen toda nuestra aten- El día en que, como consecuencia del
ción, no sólo como una manifestación desarrollo de la situación revolucionaria,
del ejército de los proletarios, sino más los gobiernos sean barridos por el pueblo
aún como expresión de los sentimientos  y la desorganización arrojada a los cam-
que animan a los socialistas de los dos pos de la burguesía, que no se mantie-
mundos. Uno “se cuenta” así mejor que nen más que por la protección del esta-
por todos los boletines imaginables y  do, ese día –y no está lejos– el pueblo in-
uno formula sus aspiraciones en total li- surgente no esperará a que un gobierno
 bertad, sin dejarse influenciar por consi- cualquiera decrete en su sabiduría inau-
deraciones de táctica electoral. dita unas reformas económicas. Él mis-
En efecto, los proletarios reunidos ese mo abolirá la propiedad individual por
día en los mítines ya no se limitan a elo- medio de la expropiación violenta, to-
giar el heroísmo del proletariado pari- mando posesión, en nombre del pueblo
siense, ni a clamar venganza contra las entero, de toda la riqueza social acumu-
masacres de mayo. Reafirmándose en el lada por el trabajo de las generaciones
recuerdo de la lucha heroica de París, precedentes. No se limitará a expropiar a
 van más lejos. Discuten las enseñanzas los detentadores del capital social por un
que hay que extraer de la Comuna de decreto que sería letra muerta: tomará
1871 para la próxima revolución; se pre- posesión de él sobre la marcha y estable-
guntan cuáles fueron los errores de la cerá sus derechos utilizándolo sin demo-
Comuna y ello no por criticar a los hom- ra. Se organizará él mismo en el taller
 bres, sino para hacer resaltar como los para hacerlo funcionar; cambiará su cu-
prejuicios sobre la propiedad y la autori- chitril por un alojamiento saludable en
dad que reinaban en ese momento impi- la casa de un burgués; se organizará para
dieron a la idea revolucionaria florecer, utilizar inmediatamente toda la riqueza
desarrollarse e iluminar el mundo entero acumuladada en las ciudades; tomará
con sus luces vivificadoras. posesión de la misma como si esta rique-
La enseñanza de 1871 ha aprovechado za nunca le hubiese sido robada por la
al proletariado del mundo entero y, rom-  burguesía. Una vez desposeído el barón
piendo con los viejos prejuicios, los pro- industrial que extrae su botín del obrero,
letarios han dicho clara y simplemente la producción continuará, desembara-
como entienden su revolución. zándose de las trabas que la dificultan,
aboliendo las especulaciones que la ma-
 A partir de ahora es seguro que la pró- tan y los enredos que la desorganizan y,
xima sublevación de las comunas ya no tranformándose conforme a las necesi-
será simplemente un movimiento comu- dades del momento bajo el impulso que
nalista. Los que aún piensan que hay  le proporcionará el trabajo libre. «Jamás
que establecer la comuna independiente  volverá a cultivarse en Francia como en
 y después, en esa comuna, ensayar refor- 1783, después de que la tierra fuese arre-
mas económicas, han sido sobrepasados  batada de manos de los señores», escri-
por el desarrollo del espíritu popular. Es  bió Michelet. Jamás se ha trabajado
por actos revolucionarios socialistas, como se trabajará el día en que el trabajo
aboliendo la propiedad individual, como sea libre, en que cada progreso del traba-
 jador sea una fuente de bienestar para teóricos, marchan directamente a la for-
toda la Comuna. ma más simple y más práctica del comu-
Respecto a la riqueza social, se ha in- ninismo antiautoritario.
tentado establecer una distinción y se ha En efecto, en sus reuniones los prole-
llegado incluso a dividir al partido socia- tarios revolucionarios afirman claramen-
lista a propósito de esta distinción. La te su derecho a toda la riqueza social y la
escuela que hoy en día se llama colecti- necesidad de abolir la propiedad indivi-
vista, substituyendo el colectivismo de la dual tanto sobre los medios de consumo
antigua Internacional (que no era sino el como sobre los de producción. «El día de
comunismo antiautoritario) por una es- la revolución, nos apoderaremos de toda
pecie de colectivismo doctrinario, ha in- la riqueza, de todos los valores acumula-
tentado distinguir entre el capital que dos en las ciudades y los pondremos en
sirve a la producción y la riqueza que sir- común» dicen los portavoces de la masa
 ve a las necesidades de la vida. La má- obrera y los oyentes lo confirman asin-
quina, la fábrica, la materia prima, las tiendo unánimemente.
 vías de comunicación y el suelo de una «Que cada cual coja del montón lo que
parte, las viviendas, los productos manu- necesite y estemos seguros de que en los
facturados, los vestidos, los artículos, de graneros de nuestras ciudades habrá ali-
otra. Los unos se convierten en propie- mentos suficientes para alimentar a todo
dad colectiva, los otros están destinados, el mundo hasta el día en que la produc-
según los doctos representantes de esta ción libre emprenderá su nueva marcha.
escuela, a permanecer propiedad indivi- En los almacenes de nuestras ciudades,
dual. hay suficientes vestidos para vestir a
Se ha intentado establecer esta distin- todo el mundo, acumulados allí, sin en-
ción. Pero el buen sentido popular ha contrar salida, al lado de la miseria gene-
dado cuenta de ella rápidamente. Erró- ral. Hay incluso suficientes objetos de
nea en teoría, ha sucumbido ante la lujo para que todo el mundo elija a su
práctica de la vida. Los trabajadores han gusto.»
comprendido que la casa que nos refu- He aquí como, a juzgar por lo que dice
gia, el carbón y el gas que quemamos, los en las reuniones, la masa proletaria
alimentos que quema la máquina huma- afronta la revolución: introducción in-
na para mantener la vida, los vestidos mediata del comunismo anarquista y li-
con que el hombre se cubre para preser-  bre organización de la producción. Son
 var su existencia, el libro que lee para dos puntos fijados y, a este respecto, las
instruirse, incluso el adorno que se pro- comunas de la revolución que ruge a
cura son partes integrantes de su exis- nuestras puertas no repetirán los errores
tencia, tan necesarias para el éxito de la de sus predecesoras que, vertiendo gene-
producción y para el desarrollo progresi- rosamente su sangre, han despejado el
 vo de la humanidad como las máquinas, camino para el futuro.
las manufacturas, las materias primas y 
los otros agentes de la producción. Han Un tal acuerdo no se ha establecido to-
comprendido que mantener la propiedad davía, sin estar no obstante lejos de esta-
individual para estas riquezas sería man-  blecerse, sobre otro punto, no menos im-
tener la desigualdad, la opresión, la ex- portante: sobre la cuestión del gobierno.
plotación, paralizar por adelantado los Es sabido que, respecto a esta cues-
resultados de la expropiación parcial. tión, se enfrentan dos escuelas. «Es ne-
Pasando sobre las alambradas puestas cesario» –dicen los unos– «constituir el
en su camino por el colectivismo de los mismo día de la revolución un gobierno
que se apodere del poder. Este gobierno, Pero puede constatarse que ya se está so-
fuerte, poderoso y resuelto, hará la revo- cavando. «Haremos nosotros mismos
lución decretando aquí y allá y obligando nuestros asuntos, sin esperar las órdenes
a obedecer sus decretos.» de ningún gobierno y pasaremos por en-
«¡Triste ilusión!», dicen los otros. cima de aquellos que vengan a imponér-
«Todo gobierno central, encargándose senos sea bajo la forma de sacerdote, de
de gobernar una nación, estando forma- propietario o de gobernante», dicen ya
do necesariamente por elementos dispa- los proletarios. Hay que esperar, pues,
res y siendo conservador, por su esencia que, si el partido anarquista sigue com-
gubernamental, no será más que un obs-  batiendo vigorosamente la religión del
táculo para la revolución. No hará más gubernamentalismo y si no se desvía él
que frenar la revolución en las comunas mismo de su camino dejándose enredar
dispuestas a avanzar, sin ser capaz de en las luchas por el poder, hay que espe-
aportar aliento revolucionario a las co- rar, decimos, que, en los años que nos
munas atrasadas. Igualmente en el seno quedan aún hasta la revolución, el pre-
de una comuna insurgente. O bien el go-  juicio gubernamental será suficiente-
 bierno comunal no hará más que sancio- mente socavado como para ya no sea ca-
nar los hechos consumados, y entonces paz de llevar a las masas proletarias por
será un elemento inútil y peligroso, o un camino falso.
 bien querrá ponerse a su cabeza: regla- Hay, sin embargo, una laguna lamen-
mentará lo que debe ser elaborado libre- table en las reuniones populares que de-
mente por el pueblo mismo para que re-  bemos señalar. Ésta es que nada, o casi
sulte viable, aplicará teorías donde es nada, se ha hecho por el campo. Todo
preciso que toda la sociedad elabore gira en torno a las ciudades. El campo
nuevas formas de vida comunitaria, con parece no existir para los trabajadores
esa fuerza creativa que surge en el orga- de la ciudad. Incluso los oradores que
nismo social cuando rompe las cadenas y  hablan del carácter de la próxima revolu-
 ve abrirse ante sí nuevos y amplios hori- ción evitan mencionar el campo y el sue-
zontes. Los hombres en el poder genera- lo. No conocen al campesino ni sus dese-
rán este impulso, sin producir nada ellos os y no se atreven a hablar en su nom-
mismos, si permanecen en el seno del  bre. ¿Es preciso insististir mucho en el
pueblo para elaborar con él la nueva or- peligro que resulta de esto? La emanci-
ganización, en lugar de encerrarse en las pación del proletariado no será posible
cancillerías y agotarse en debates ocio- mientras el movimiento revolucionario
sos. Será un estorbo y un peligro, impo- no abarque las aldeas. Las comunas in-
tente para el bien, formidable para el surgentes no lograrán mantenerse si-
mal, así, pues, no tiene razón de ser.» quiera un año, si la insurrección no se
Por muy natural y justo que sea este propaga al mismo tiempo por la campi-
razonamiento, se enfrenta aún, no obs- ña. Cuando los impuestos, la hipoteca, la
tante, a los prejuicios seculares acumula-renta serán abolidos, cuando las institu-
dos, acreditados por aquellos que tienen ciones que los recaudan serán disueltas,
interés en mantener la religión del go- es seguro que el campo comprenderá las
 ventajas de esta revolución. Pero, en
 bierno junto a la religión de la propiedad
 y la religión divina. cualquier caso, sería imprudente contar
con la difusión de las ideas revoluciona-
Este prejuicio, el último de la serie: rias en el campo sin preparar previa-
Dios, Propiedad, Gobierno, existe aún y  mente las ideas. Es preciso saber desde
es un peligro para la próxima revolución. ahora ya que es lo que quiere el campesi-
no, como se entiende la revolución en las organización especial, una rama de la
aldeas, como se piensa resolver la cues- Liga Agraria, para la propaganda entre
tión tan espinosa de la propiedad agra- los campesinos. Es preciso que este tipo
ria. Es preciso decirle al campesino qué de propaganda sea considerado como un
es lo que se propone hacer el proletario deber, con el mismo rango que la propa-
del campo y de su aliado, que no debe te- ganda en los centros industriales.
mer de aquél medidas perjudiciales para Los inicios serán difíciles, pero recor-
el agricultor. Es preciso que, por su par- demos que de ello depende el éxito de la
te, el obrero de las ciudades se acostum- revolución. Ésta no será victoriosa hasta
 bre a respetar al campesino y a marchar el día en que el trabajador de las fábricas
de común acuerdo con él.  y el cultivador de los campos marchen
Pero, para esto, los trabajadores deben  juntos a la conquista de la igualdad para
imponerse el deber de extender la pro- todos, llevando la felicidad tanto a la ca-
 paganda en las aldeas. Es importante  baña como a los edificios de las grandes
que en cada ciudad haya una pequeña aglomeraciones industriales.

i Tomamos estas líneas de la  Historia popular y parlamentaria de la Comuna de París de ARTHUR 


 ARNAULD, obra sobre la que tenemos la satisfacción de llamar la atención de los lectores.
ii Escrito en marzo de 1881

KROPOTKIN, Piotr: «La Commune de Paris»,  Le Révolté (1880). Tra-


ducido a partir de La Brochure Mensuelle 180(1937)14-32.

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