Professional Documents
Culture Documents
funciona
Ia música
David Byrne
Tra.luccii)n de
Marc Viaplara
R F,SF,RVo IR BOO KS
Uni colección de
I-ITERATURA RANDOM HOUSE
Cómo se crea
una escena
o me ¡efiero a 1a mejor manera de insulta¡ a tu invitado durante una
cena. Me refiero al momento esp€cial en que un brote creátivo pare-
ce emanar de una red social, como un grupo de galerÍas de arte, un
vecindário o un bar conveüido en club de música. Muchas veces me
he preguntado qué hace que tai florecimiento ocurra en un tiempo y
sitio dados, en lu8ár de en cualquie¡ otro momento y lugar.
El b:r y club musical CBGB, sitLrado en el Bowery de Nueva york, fue uno de estos
lugares. A lo largo de los áños la gente me ha pregunrado si sentía que estabaocurrien-
do a¡8o especial en lá seSunda rnitad de Ia década de r97o. No. para mr', ahora hay por
lo menos tanta creatividad musical en la cjudád como la habíaentoncesj solo que ya no
está centráda en un bir o barrio en particular. Recuerdo estar en la barra del CBGB
viendo actuaciones de grupos, y claro que a veces pensaba «Uau, estaban.ta es buenÍ-
sima,, pero muchas otras pensaba: .eué mie a de g¡upo; que lástima que sean tan
buena Sente». Cuando ahora satgo a escuchar música, pasa exáctamente lo mismo: a
veces me quedo pasmado, otras ha sido una perdidá de tiempo.
En aquella época, mis compañeros de grupoy yo ensayábamos en el loft que tenia-
mos cerca de állÍ y luego actuábamos en el CBGB, tan a menudo como er¿ factible. pero
erá simplemente lo que h¿ciamos; no nos parecia especial. Nos sentÍamos como un
Srupo de artistas cordente, lucha¡do por sobrevivir, tat como ha sido siempre. Muchos
de nuestros dias (e incluso noches) eran rutina¡ios, aburidos. No era como una pelicula
r que todo el mundo va de un momento de inspiración á otro v de un lugar electri-
1¿
incipiente, regida por unas pocás normás simples que Hilly estableció al principio,
:rnro al siguicnte y protagoniza una revolución de forma consciente Además, el CBGB unas nomas que hicieron posible que la escena emergiera y, después, fluyera y flore
ciera con vida propia. En aquel tiempo yo no 1o sabía, por supuesio; no es que hubiera
'r¡ ün tugurio en una parte de la ciudad más bien olvidada, un fáctor que quizá s¡r-
un programa de normas o un folleto con reglas colgado en algún lado.
plantearia siquiera crear sin tener una salida) que habria hecho lo mismo con o sin
( llcB al otro la¿lo ¿le 1a caIe. Pero saber que habia una posible sala pala mis canci intimo, pero no silencioso. Habia siempre cháchara en el bar y músi
Era bastante
componer más v más, v poco después ]a banda ca en la máquina de discos, así que no tenía el aum de un auditorio de música c]ásica
.oDcentró mis enerSÍasy me puse a
,rkro \er'¿ lJ" .g hcad' emDczó ¿ e lsdyafla'. o una atmósfera como la del Bottom Line, a pocas calies de alli, donde Ia gente se
ráÍces, una colonia de termitas, unrizonu, unaredneuronal Una para instalaciones elaboradás o creaciones de á]ta tecnología, y quien se encontraba
u¡ sistema de
descubierto la sustencia real: uná totálidad de reacciones fisicas y mentáles». Escribió penso q,-re el equipo esiereo de su cása serviria
Siü embár8o' cn
también: «Ahi está lá función terapéuticadel ieatro para la gente de la civilizacióndo ,n a" ,ia,"U,rrgh, o l" ftuá de cumpleaños de un chaval en Nueva Jersev
clubs' y bandas como la nueslr¡
nuestro tiempo. Es cierto que el actor cumple esta función, pero solo Io puede hacer pocos aiios se creO espontáne ¡ente una red de pequeños
y Pero eso ileSó desPüós
mediante un encuentro con el espectador».' pudieron enlazar sitios v tocar por toda Norteamérica Europa
artista que tuvi€ra üna ban-
Basándome en el Ézonamieñto de Crotowski, yo argüiria que, en áquella época, El hecho de qrre vieralá luz un foro en el cual cualquier
parte del teatro más innovador y emocionante de Estados Unidos no se hacía en tee- ¿"r rier*" *".ion." podi¿tránsmitir susideas' su furia v su locura no hizo solo lluir
tros propiáñente dichos, sino en el escenario de aquel cochambroso club del Bowery el agua, sirc que contribuyó ¿ que hubiera agua'
y eñ otros clubs que lo imitaron en los siguientes áños. En la misma época surgieroí
larios innovadores grupos de teatro en el dow¡town neoyorquino
-el Wooster Group
y Mabou Mines me vienen a la cabeza- y eran simila¡mente directos, inmediatos y LOS MÚSICOS QUE AC1.ÚAN NO TIENEN
]. NO TOCAN
reales, a pesar de no ser en :bsoluto realistas. Pero en el CBGB estab¡ emer8iendo un QUE pec,rtt 1,,-rreoe LAS NOCHTS QUll
nuevo teatrq desnudo y beligerante. Y podías báilár con por así decirto. (Y QU]ZÁ TAMBIÉN TIENEN CT]lVEZA CRATIS)
é1,
s. IL ,t:ti 1' tNE QLrE SrR B^ri^',r',()... nÍas cierta sensación de comunid:d. Aunque, comparado§ con los precios actuales,l(,s
^r,Qt]
Y M A N'I'I] NI] RS E tsARATO alquileres en la zona erán increÍblemente barátos, los tres que empezamos T¿lki¡8
Heads compartíámos un loft para ahorrar dinero, i8ual que hacja todo el mundo. El loft
E Ir racts e"ráb¡ en . n b¿rrio ¿uro. Hot h"y dlh riend"s de comid¿ par¿ sibariras y de Blondie estaba un poco por debajo del CBGB, en el Bowery, v Arturo Vega, asesor dr
l--.¡ r, sr¡u,¿rrps
"ofis icaaos. pero en aqJellos riempo. (lLower taJr SidL v la Tona drl estilo d€ los Ramones, teniá una casa justo a 1a vüelia d€ la esquina.
lbwery estaban en bastante mal estado. Habiá borrachuzos por todas panes, y no er¡ Cierto romanticismo sobre lahisloria cuitural de la zona nos influia. Personajcs qu.
n;rd¡ romántico ver aálguno de ellos bajándose los panialones y echar uná cagadita en nos habí¿n sido de gran inspiración seguían siendo habituales del vecindarnr. willi¿nr
tlo D¿sillo del Associated Supermarket: era nauseabundo y deDrinrenre, igual que mu. Burroughs vivia cerca de allÍ, iSual que Allen CinsberS, y nos imaginábamos quc d(
ch¡s otras.os¿s que teniamos que soporrar. Pero los alquileres eran bararos: cienro algüná manera éramos continuadores de su le8ado. No er¿n eslrictamente músicos.
cincucnta dólares al mes por el sitio que Tina, Chris y yo compartÍamos en Chrysti! pero nos inspiraban tanto como la mejor música que nos habia precedido. Aunquc i1i
Strcor, aunque no hábíá lávabo, ducha ni calefacción. Tanto pasas, tanto obtienes. Ginsbergni Bu¡roughs Podian ser considerados «romá¡ticos», con su actitud respccto
a la vida y a1 arte formaban parte de una mistica que, a nueslros ojos, daba cierto gla'
mour a la sordidez.
Un alquiler barato pernite que artistas, músicos y cscritores vivan sin dem¡sj¡
dos ingresos durante sus años de formación. Les da tieñpo para que se desarrollen, v
da tiempo p¿ra qlrc se formen las comunidades creativas que nurren v apovan a sus
miembros. Todo el mundo sabe que, cuando esos barrios se abursuesan,la scntc lo(¡1
y los elementos creativos más precarios son expulsados. Pero no todos los barril)s
con alquileres baráios propician el sur8imiento de una cscena. Recientemente eshrve
viviendo cerca de la calle Treinta oeste de Manhsltan, donde ios alquileres h¡bían
sido baratos, sin que por ello surgiera ninguna corlllrnid¡d No básta con un alquilrr
(I, LAS BANDAS TIENEN QUE COBRAR CON EQUIDAD
si un grupo pagaba por grabar y sacar eD single üná canción, sabia que -"ncontrarí.
lugar en por Io menos una máquina de discos de la ciudad- Por supuesto, en esa má-
E n el cE\ B. la, b,ndds cob-¿b"n
"l tot¿l de la .aqJirl¿ o un Duen por"enra e oe ella, quina habia también muchos singles talismán, d9 bandas tan inspiradoras como los
J--.r rr cn-ra< que F i 11 conl nJaba quedándose ron lo< bene' L o. del oar. quc aumen- Stooges o los Mysterians. La recopilación Nusgels de Lenny Kaye habriá podido
taron considerablemente cuando lasbandas empezaron a atraer púb]ico. En los inicios, ocupar 1á máquina de discos entera y nadie habria puesto ninguna objeción. Curiosa-
(r Tálking Heads todos tenÍamos empleos, pero al cabo de más o menos un año pudi mente, pese musicálmente dispares que eran los Srupos que tocab¿n en el CBG¡,
a 1o
ruros dedicárnos completamente a la música. Cuando empezamos a llenar el locál, lo muchas de las canciones y de las bandas en que nos inspirábámos eran las mismas.
cual significaba la mo¿esta cifla de 35o clientes que pagaban entrada, el porcentáje d! Todas las noches, esos recordatorios auditivos nos decian de dónde venÍamos, dónde
t¿quill¿ ya nos bastaba para sobrevivir. Intentád algo así en cualquier club actual, El estábamos en ese momento y adónde íbamos. En retrospectiva, esa selección tán
CDCB era nuestro paraguas, tanto creativa como económicamente. estrecha de miGS puede parecei un poco dogmática
-ique nadie se atreviera a colar
Cuando tiempo después me enteré de que en ciertos clübs las bandas pagaban por un single de jazz o de folk allíl
, pero infundía cie¡to sentido de solidaridad, cosa
actüar, supe que algo se habÍa pervertido terriblemente. El desesperado e innato deseo rara entre neoyorquinos cuyo monstruoso ego solía interPonerse en la creación de
de crear y actuar en lugar de ser apoyádo, estaba siendo explotado, como si áleuicn una comunidád. En cierto modo ]a máquina de discos er¿ un proyecto de colábora-
hubiera buscado y encontrado lá manera de sacar dinero de una necesidad human. ción colectiva y funcionaba corno rma especie de adhesivo sónico, de pegamento
básicá, como la de am¿r y ser amado. Pura depravación. La década de la codicia habt¡ social. La máquina de discos era un factor igualador de Ia misma manera que ]a fálta
de privacidad en los camerinos.
Muchos clubs de música funcionan como los cines: al final del espectáculo, te piden
que paeues la cuenta de 10 que has bebido y comido, y te vás. En Ia mayoria de esos clubs
7. I-]AY QUE IOMENTAR LA TRANSPAR¡NCIA SOCIAL no puedes simplemente ir apasar elÉto, porque tienen uná pros¡amación de conciertos
con horarios especÍficos, y si te presentas temprano al concierto que vas a ver y hay otla
l' o r,r@1
\-/
C
o o
ñnrsU
I PláttóRv
TASEJ
f,) v
C)
+nñs5-
t(Sl'óRA6S
'-'-\-