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Técnicas para vencer el miedo

Sobre el Temor

Si lográsemos arrancar de la tierra la inseguridad y el temor exagerado,


duplicaríamos la salud y la felicidad del género humano.

Si la ira implica agresividad y tendencia a destruir un obstáculo (verdadero o


supuesto) de la felicidad, pero que creemos superable, el temor se da cuando
ese obstáculo se nos presenta como insuperable. Entonces, descartando la
lucha, tratamos de huir o evitar ese peligro.

¿De donde viene el temor?

Impresiones fuertes de terror o vivencias multiplicadas de temor, aunque sólo


sean por conversación, o la imaginación nítida, o el cine, o la novela, van
dejando, a manera de residuo o sedimentación en la subconsciencia, la
tendencia a la inseguridad, el sentimiento de temor, y cuando este sentimiento
encuentra a la mente desocupada, tiende a ocuparla con sus imágenes
tenebrosas, provocando las alteraciones orgánicas de inhibición, temblor,
contracción de los sanguíneos, palidez, respiración anhelante, rubor,
palpitaciones, etc.

Cómo controlarlo

El temor es la emoción más difícil de controlar, porque con frecuencia no


sabemos lo que tememos o porque tememos, como en la angustia y en las
fobias o temores infundados. Su motivación suele ser inconsciente, o se
transfirió de la causa real a alguna circunstancia concomitante; o reprimiendo
inconsciente la reacción natural que heriría nuestro orgullo, le dimos salida en
esos miedos simbólicos que reconocemos infundados, pero que no sabemos
dominar.

Dominar el temor inconsciente

Para esos casos se impone una exploración más profunda del subconsciente,
de los orígenes de la anormalidad y de las circunstancias que le precedieron o
la acompañaron. Descubierto esto es más fácil superar ese temor.

Vencer el temor consciente

1.- Ante todo hay que actuar. Pues si el temor tiende a inhibir nuestras
actividades, no hay que secundarlo con la inacción, sino, al revés, vencer a
través de la actuación.

2.- Concretarlo. El temor, cuanto más vago y confuso, más aflige.


Contestemos por escrito y con detalle a estas preguntas: ¿Qué temo? ¿Y por
qué? Al detallar el daño o peligro veremos con frecuencia que era
insignificante. El miedo es n monstruo que vive en la caverna del
subconsciente, envuelto en tinieblas; iluminemos la caverna, saquémosle de su
oculta madriguera, mirémosle cara a cara y lo desharemos.

3.- Razonarlo. ¿Qué probabilidad hay de que esto suceda?¿De mil veces una?
¿de cien mil, de un millón de veces, una? Nadie se debe preocupar cuando la
probabilidad es tan pequeña que solo es posibilidad. Y si acontece, ¿será tan
desastroso como temo? Siempre la imaginación sobrecarga con tintes negros
nuestras emociones.

4.- Encararlo. Y suponiendo que esto suceda ¿qué? ¿No han pasado otros por
trances semejantes y han podido vivir y ser felices? Al imaginar lo peor que nos
puede suceder y al aceptarlo, hallándole una solución humana o divina,
venceremos el miedo exagerado.

5.- Evitar los incitantes o más bien las ideas de alarma que ellos suscitan en
nosotros. Distraer de ellas nuestra atención, concentrándola en sensaciones
conscientes o concentraciones voluntarias o, mejor, cuando el temor es
exagerado e impuesto por la imaginación…

6.- Poner las ideas contrarias. “No hay peligro, la probabilidad de que esto es
mínima. El mal que puede venir es insignificante o trae bienes mayores”
7.- Poner el sentimiento contrario: de valor, de seguridad, de optimismo; por
los mismos medios que nos trajeron temor, pero con signo contrario, es decir,
por actos intensos de valor, por vivencias o recuerdos fuertes de seguridad, por
palabras con el mismo tono. Un acto de heroísmo puede curar rápidamente a
un tímido.

8.- Asociar vivencias personales de seguridad a las que nos suelen producir
temor, imaginándonos dominando la situación y diciéndolo con tono seguro de
la voz.

9.- Para la angustia muscular. Llamo así a un estado latente de inseguridad o


angustia debido a una fuerte y prolongada tensión en los músculos
intercostales. Estos impiden la conveniente dilatación del pecho, la que
tenemos cuando estamos animados o seguros, y en cambio nos imponen la
postura del tímido o deprimido. Para estos casos, de no aparecer causas
psíquicas o emocionales del temor, tratemos de ablandar esos músculos
cuanto antes con adecuado a ejercicios gimnásticos, con postura más correcta
y con masaje.

10.- Poner la expresión contraria. De ojos no muy abiertos y fijos indican


temor, sino mas bien de mirada segura y blanda; de una voz mas profunda y
firme, apoyándola en el aire que sale y no en la garganta, y de una respiración
más profunda y lenta.

Remedio preventivo

Ante todo no infundir tal sentimiento en los niños o jóvenes exagerándoles o


recordándoles continuamente sus defectos. No infundirles ni por broma,
temores de fantasmas, de muertos, de la oscuridad, de los animales, porque
probablemente continuaran activos en lo inconsciente después, cuando sean
mayores. Por el contrario hay que animarles y mostrarles sus posibilidades de
progreso. Si tienen fracasos o temores, ayudarles cuanto antes a superarlos,
convencidos de que no deben desalentarse, sino aprovecharlos para aprender
a levantarse y desarrollar mayor fortaleza.”

- Fragmentos seleccionados del libro de Narciso Irala “Control cerebral y


emocional” abril 2009

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