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La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un

acontecimiento extraordinario*
The battle of Las Navas de Tolosa: the impact of an extraordinary histo-
rical event

Francisco García Fitz **

Resumen Abstract
La batalla de Las Navas de Tolosa tuvo un impacto enorme The Battle of Las Navas de Tolosa had an enormous impact
sobre sus contemporáneos y sobre las generaciones inme- at the time it took place, and also on the next generations.
diatas, quienes entendieron que aquel enfrentamiento People assumed that this confrontation had far-reaching
tuvo consecuencias históricas de muy largo alcance: el historical consequences: the end of the Almohad Empire,
fin del imperio almohade, la ruina de al-Andalus, la deca- the ruin of al-Andalus, the decline of Maghreb, the final
dencia del Magreb, la resolución definitiva del conflicto resolution of the conflict between Christians and Muslims
entre cristianos y musulmanes en la Península Ibérica, o in the Iberian Peninsula, or even the salvation of the
incluso la salvación del Occidente cristiano o de Europa Christian West and of Europe from the pressure of Islam.
frente a la presión del Islam. Al menos dos razones, que At least two reasons, which are the ones to be discussed
son las que se analizan en este trabajo, pueden explicar in this paper, may explain this perception, which, in our
esta percepción que, en nuestra opinión, exagera las con- opinion, exaggerates the real consequences of the battle:
secuencias reales de la batalla: de una parte, el carácter on the one hand, the completely extraordinary character
completamente extraordinario de aquel acontecimiento of that event within the military and political context of
dentro del contexto militar y político de su época; de otra the time; on the other hand, the exceptional spreading of
parte, la excepcional difusión que tuvo la noticia de la the news of the Christian victory. For these reasons, the
victoria cristiana. Ambas circunstancias confluyeron para memory of the Battle of Las Navas left a deep and lasting
que el recuerdo de la batalla de Las Navas dejara una pro- imprint on the collective imagination: the battle was soon
funda y perdurable impronta en el imaginario colectivo, considered a turning point for the fate of Christians and
que no dudaría en transformarla en un acontecimiento Muslims in the Iberian Peninsula, and also for the fate of
decisivo para el destino de cristianos y musulmanes en la Western Europe and Islam.
Península Ibérica, y también para la suerte de toda Europa
y del Islam occidental.

Palabras clave: Las Navas de Tolosa; batalla campal; cru- Key Words: Las Navas de Tolosa; pitched battle; crusade;
zada; percepción histórica historical perception

1. LA BATALLA: CIRCUNSTANCIAS del 16 de julio de 1212 un ejército cruzado derrotó


Y CONSECUENCIAS estruendosamente a un importante contingente
musulmán en uno de los pasos de Sierra Morena.
1.1. Las circunstancias El enfrentamiento campal que tuvo lugar aquel
día cerca del pueblo de Santa Elena (Jaén, Espa-
Los hechos son bien conocidos y han sido narra- ña) sería conocido en adelante como la batalla de
dos y estudiados profusamente: en la mañana Las Navas de Tolosa y todavía hoy es considerado

* Este trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de investigación FFI2012-31813 y HAR2012-32790 del Ministerio de
Economía y Competitividad y forma parte de las actividades del Grupo de Investigación HUM023 del catálogo de la Junta de
Extremadura.
** Universidad de Extremadura.
12 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

como uno de los más significativos hitos bélicos Un mes después –hacia el 20 de junio– “el ejér-
de la historia de la Reconquista hispánica 1. cito del Señor”, como fue calificado por el arzo-
bispo de Toledo, se puso en marcha y su camino
Los preparativos para la campaña que desem- hacia el sur, a lo largo de la ruta que unía Toledo y
bocó en esta gran operación militar se habían Córdoba, fue completamente exitoso: en apenas
iniciado el año anterior, a finales de 1211, después veinte días tomaron las fortalezas de Malagón,
de que los almohades conquistaran el castillo de Calatrava, Alarcos, Piedrabuena, Benavente y
Salvatierra. Según los testimonios más cercanos Caracuel.
–como el del canciller Juan de Osma–, la dramá-
tica conmoción que causó la pérdida de esta for- Por su parte el ejército islámico, encabezado
taleza fue el detonante que provocó la inmediata por el califa musulmán ‘Abd Allāh Muh. ammad
reacción cristiana, que fue liderada por Alfonso al-Nāsir, que reunía a efectivos andalusíes y nor-
VIII de Castilla y que se concretó en la preparación teafricanos, había acampado en Sevilla tras la
de una expedición contra los almohades. anterior campaña de Salvatierra. Cuando tuvo
noticias de la concentración de tropas cristianas
Durante los meses de otoño e invierno de 1211- en Toledo, este gran contingente se encaminó
1212 comenzaron a movilizarse los recursos y hacia Jaén en un intento de bloquear el paso de
las fuerzas militares castellanas, que se verían los cruzados por Sierra Morena. Fue aquí, pues,
reforzados con efectivos aragoneses, navarros, donde tendría lugar el choque entre los dos
portugueses y leoneses. Además, la predicación ejércitos.
de una cruzada permitió contar con el empuje
de miles de combatientes y de no combatientes
llegados desde más allá de los Pirineos. De esta 1.2. ¿Un punto de inflexión en la historia
forma, la expedición castellana que finalmente se peninsular y occidental? Las razones de
dio cita en Toledo, en torno al 20 de mayo de 1212, una sobrevaloración subjetiva
contaba no solo con el apoyo político y militar
de Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra, El resultado de la batalla que tuvo lugar entonces
sino también con el respaldo espiritual del papa y del que ahora conmemoramos el 800 aniver-
Inocencio III, con las aportaciones de súbditos sario ha sido considerado, prácticamente desde
de los monarcas de Portugal y de León –aunque el momento mismo en que se desarrolló y hasta
estos por distintas razones no estuvieran presen- nuestros días, como un hito decisivo en la historia
tes– y con un nutrido grupo de tropas europeas medieval peninsular y occidental, como un punto
no hispánicas. de inflexión en su dinámica histórica (GARCÍA

1 La batalla de Las Navas de Tolosa ha merecido la atención de cronistas, historiadores y escritores desde el momento mismo en
que ocurrió. Renunciando a hacer un largo y exhaustivo recorrido historiográfico, creemos que al menos debe subrayarse que
fueron los estudios de Ambrosio Huici Miranda –tanto su primera gran aportación redactada en 1912 y publicada cuatro años
más tarde (HUICI MIRANDA, 1916, [reed. 2011]), como el capítulo que le dedicó a Las Navas en su ejemplar estudio dedicado
a Las grandes batallas de la Reconquista (HUICI MIRANDA, 1956 [reed. 2000]– los que marcaron un punto de referencia inex-
cusable para los análisis más recientes. Entre los publicados en las dos últimas décadas, destacan las monografías de Carlos
Vara (VARA THORBECK,1999), Martín Alvira (ALVIRA CABRER, 2000), López Payer y Rosado Llamas (ROSADO LLAMAS, LÓPEZ
PAYER, 2001 y LÓPEZ PAYER, ROSADO LLAMAS, 2002) y García Fitz (GARCÍA FITZ, 2005). Más recientemente aún, los trabajos
de Miguel Gómez (GÓMEZ, 2011) y de Martín Alvira (ALVIRA CABRER, 2012) han venido a enriquecer de manera significativa el
panorama de los estudios sobre la batalla. Además, la conmemoración del octavo centenario de la batalla en 2012 ha conllevado
la celebración de diversos eventos científicos y la publicación de trabajos que han contribuido a un mejor conocimiento del
acontecimiento y de su contexto: entre los primeros, ya en 2010, adelantándose al octavo centenario de la batalla, la XXXVII
edición de la Semana de Estudios Medievales de Estella se dedicó a reflexionar sobre 1212-1214. El trienio que hizo a Europa,
publicándose sus resultados en 2011. A lo largo de 2012 hay que destacar, además de la reunión científica celebrada en Jaén
(Congreso Internacional «Miradas Cruzadas: 1212-2012. Las Navas de Tolosa», 9-12 de abril de 2012), cuyos resultados son objeto
de la presente edición, las que tuvieron en Nájera (1212, un año, un reinado, un tiempo de despegue. XXIII Semana de Estudios
Medievales de Nájera, 30 de julio al 3 de agosto de 2012) y Baeza (La Península Ibérica en tiempo de Las Navas de Tolosa. VII
Jornadas hispanoportuguesas de Historia Medieval. 27 al 29 de septiembre de 2012), cuyas ponencias y comunicaciones tam-
bién serán editadas. Igualmente, el 47th International Congress on Medieval Studies, organizado por el Medieval Institute de la
Western Michigan University, Kalamazoo (USA), celebrado entre el 10 y el 13 de mayo de 2012, dedicó cuatro de sus sesiones
al estudio de la batalla. Entre las publicaciones que salieron a la luz con motivo de las conmemoraciones, hay que mencionar
el conjunto de estudios publicados en el Journal of Medieval Iberian Studies, Vol. 4, nº. 1, del año 2012, la síntesis de Julia Pavón
e Íñigo Arzoz patrocinada por el Gobierno de Navarra (PAVÓN BENITO, ARZOZ MENDIZÁBAL, 2012) y la reedición de algunos
trabajos de García Fitz y Vidal Castro realizada en Chile bajo el auspicio de la Universidad Adolfo Ibáñez y del Centro Mohammed
VI para el Diálogo de Civilizaciones (Dos estudios, 2012).
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 13

FITZ, 2011) 2. Básicamente, lo que ha venido soste- ahora”– como el anteriormente citado Ibn Abī
niéndose desde entonces es que la victoria cristia- Zar‘ –De vuelta de Hisn al-‘Iqāb [Las Navas] fue
na –o la derrota islámica, según se mire– provocó Alfonso… conquistando al-Andalus… no quedan-
de manera inmediata cambios político-militares do en manos de los musulmanes sino muy poco
de muy largo alcance o que tuvo consecuencias poder”– ratifican esta opinión (IBN ‘IDĀRĪ, 1953:
históricas de considerable magnitud. p. 269; IBN ABĪ ZAR‘, 1964: pp. 467-468).

De manera sintética, y dejando hablar a quienes Por supuesto, bastaba con dar un paso más para
fueron protagonistas de la batalla, contempo- incluir al norte de África en la debacle causada
ráneos de la misma o sucesores de estos en las por Las Navas, de modo que todo el Islam occi-
siguientes décadas, cabría recordar que para dental se habría visto afectado por la onda expan-
algunos el resultado directo de lo ocurrido en Las siva de la batalla. Así, desde luego, lo entendió
Navas fue el final del imperio almohade. Así lo Al-Makkari varios siglos más tarde:
entiende Jiménez de Rada –“uictoria discenssionis
et exterminii Almohadibus causam dedit”–, de “esta derrota puede ser considerada como
cuyo juicio participan entre otros tanto los com- la causa real de la subsiguiente decadencia
piladores alfonsíes, que no hacen sino traducir del África occidental y de al-Andalus: del
al arzobispo de Toledo –“este rey don Alffonsso primero porque las pérdidas sufridas en la
[Alfonso VIII] dio achaque et razon a los almoha- batalla fueron tan grandes que sus distritos
des, que eran estonces ell alteza del sennorio en y ciudades quedaron casi despoblados;
Affrica, de seer esparcidos et desterrados”–, como de al-Andalus, porque el enemigo de Dios
Ibn Abī Zar‘ –[los almohades fueron] “enérgicos, quedó así en condiciones de extender sus
sensatos y religiosos, hasta que sucedió el desastre conquistas” (AL-MAKKARÍ, 1840: vol. II,
del Castillo de la Cuesta –Las Navas– y comenzó su pp. 323-324).
imperio a deshacerse” (JIMÉNEZ DE RADA, 1987:
Lib. VII, cap. X, p. 232; Primera Crónica General, En sentido inverso, los autores cristianos inter-
1977: cap. 979, p. 659; IBN ABĪ ZAR‘, 1964: p. 537). pretaron que la victoria de los cruzados había
tenido consecuencias trascendentales y muy
Para otros, el resultado de Las Navas fue todavía positivas no solo para la historia de los reinos
más demoledor para los musulmanes, puesto que del norte, sino también para toda la Cristiandad.
no solo acabó con los almohades, sino que supu- Por lo que respecta a los primeros, no tardó en
so el principio del fin de al-Andalus. Así al menos considerarse que la batalla de Las Navas fue el
fue percibido por Abu-l-Hasan ad Dabbach, un impulso definitivo para romper, en su favor, el
poeta sevillano que fue contemporáneo de la equilibrio de poderes que hasta entonces había
batalla, quien al pensar en “las consecuencias que existido en la Península entre cristianos y musul-
ha traído el combate de las Navas” concluía que manes, de modo que con ella se habría dado un
“en la tierra de al-Andalus no nos queda refugio, paso decisivo e irreversible para la culminación
está entrando la descomposición por todas las de la reconquista.
puertas” (VALENCIA, 1998: p. 30). Y, contemplan-
do lo ocurrido con una perspectiva de más de Desde luego, hacia 1262 o 1263 a los obispos
un siglo, tanto Ibn Idārī – “este año fue la batalla castellano-leoneses no les cabía duda de que,
de al-`Uqāb, causa de la ruina de al-Andalus hasta después de más de quinientos años de guerras

2 Fue precisamente la necesidad de hacer una reflexión sobre el significado histórico de Las Navas de Tolosa, con motivo de
su 800 aniversario, lo que llevó a Simon Doubleday y a Miguel Gómez a proponer a un nutrido grupo de especialistas que
realizaran dicho ejercicio, invitándoles a responder a la siguiente pregunta: “Inherited views of the past seem to emphasize the
events of 1212 as a major turning point in Iberian history. Thinking from your own field of expertise, to what extent do you think
this position still stands or should be modified?”. Como afirman los promotores de esta iniciativa, “here, we have provide a forum
for questioning the significance of this moment, canonical in conservative historiography, not only (or even primarily) from the
perspective of military history but rather from a wide variety of cultural and disciplinary perspectives –encompassing, for instan-
ce, archaeology, literature, art history, and gender studies, in addition to history– and from the Maghreb and al-Andalus, as well
as from Castile”. Las respuestas de los especialistas, en forma de “very short, provocative, essays”, han sido publicadas en el
Journal of Medieval Iberian Studies, Vol. 4, nº. 1, 2012. Por su relación directa, desde un punto de vista histórico y político-militar,
con la cuestión que aquí tratamos, véanse las aportaciones realizadas en dicho volumen por Carlos Estepa, Allen Fromherz,
Damian J. Smith, Martín Alvira Cabrer, Miguel Gómez, Josep Torró, Bernard F. Reilly y García Fitz.
14 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

contra los musulmanes en España, el éxito de que entender que la victoria había salvado a todo
los cristianos en Las Navas había supuesto que, el Occidente cristiano de caer bajo el dominio de
a partir de entonces, la fe católica prevaleciera los infieles? (GONZÁLEZ, 1960: doc. 897, p. 572;
definitivamente frente a los infieles. Ciertamente IBÁÑEZ DE SEGOVIA, 1783: p. CVI; MANSILLA,
aquel triunfo no había significado el fin del con- 1955: doc. 488, P. 521; SICARDO DE CREMONA,
flicto, y de hecho los obispos recordaban cómo 1903: p. 180)
había continuado en los tiempos de Fernando
III y de Alfonso X, pero tras la batalla la balanza La perspectiva histórica, la distancia tempo-
había quedado netamente desquilibrada: “et ral, nos permite entender que muchas de estas
ab illo tempore in antea cepit in partibus illis fides consideraciones representan una exageración
catholica prevalere” (BENITO RUANO, 1958: pp. evidente, fruto de la subjetiva impresión de quie-
12-13). O dicho de manera más sencilla y gráfica, nes vivieron el hecho de manera más cercana –a
y traduciendo las palabras del poema compuesto veces de manera más dramática– y sobrevalora-
por Guillermo Pérez de la Calzada hacia 1250, a par- ron su trascendencia: hoy día sabemos, porque
tir de entonces los impíos no volvieron a levantar así se han encargado de demostrar quienes han
la cabeza –“gens impia caput non leuauit”– (PÉREZ estudiado el acontecimiento y su contexto con
DE LA CALZADA, 1968: p. 552, estrofa 42). mayor rigor, que ni la suerte del imperio almoha-
de se decidió en esta batalla, ni al-Andalus estaba
Entendido así el significado histórico de la batalla, condenado a desaparecer a raíz del choque, ni
resultaba bastante natural caer en la tentación de un resultado distinto habría tenido que suponer
compararla con aquella otra gran colisión campal necesariamente la expansión del Islam por toda la
que había supuesto justo todo lo contrario, esto Península y, mucho menos, por el resto de Europa
es, con la derrota de los cristianos en el Guadale- (HUICI, 1956-1957: pp. 427-432; LADERO, 1998: pp.
te: en aquella ocasión “la infortunada Hispania fue 541-543; VIDAL, 1998: p. 31; ALVIRA, 2000: pp. 556-
casi devastada por completo”, mientras que ahora 588; GARCÍA FITZ, 2005: pp. 537-546; MANZANO,
“una victoriosa Hispania, tras enfrentarse de nuevo 2010: p. 412; GARCÍA FITZ, 2011; y las colaboracio-
en batalla campal a cargo de nuestro incomparable nes publicadas en el Journal of Medieval Iberian
obispo Rodrigo, no sólo obtuvo una victoria contra Studies, 4, 2012, citadas la nota 2).
los ismaelitas, sino que los asoló como vencedor
absoluto”. Lo que un Rodrigo –el rey visigodo– No obstante, por mucho que sea necesario ajus-
había perdido, otro Rodrigo –el arzobispo de Tole- tar la evaluación que hacemos del acontecimien-
do– lo había “gloriosamente reestablecido”. Quien to a sus dimensiones históricas reales, hay que
escribía estas frases, apenas seis años después del reconocer que los contemporáneos tuvieron
choque, no era otro que Diego García de Campos, una percepción distinta de las consecuencias de
el canciller de Alfonso VIII. Tal vez no sería del todo la batalla y que realmente consideraron que se
arriesgado pensar en que tal vez esta pudo ser la trataba de un acontecimiento histórico de enor-
interpretación dominante en la corte castellana mes consecuencias. Estamos obligados, pues, a
(GARCÍA DE CAMPOS, 1943: p. 181). preguntarnos por las razones que llevaron a los
cristianos y a los musulmanes de la época a tener
Claro que si, en los discursos empleados por los una imagen tan desmesurada de aquel hecho, a
vencedores, la cruzada se había predicado en inquirir sobre cuáles fueron las causas que con-
auxilio de toda la Cristiandad –así en la carta de currieron para que llegara a desarrollarse esta
Alfonso VIII al Papa–, si la batalla había sido un apreciación de la batalla, que la convirtió en un
rotundo éxito de los “cristianos católicos” frente hito de la historia española y europea.
a los enemigos de la Iglesia –como sostenía el
arzobispo de Narbona en el informe que envió al A nuestro juicio, hay al menos dos razones que
Capítulo General del Císter–, si la victoria había sido contribuyen a explicar esta sobrevaloración sub-
concedida por Dios no solo al rey de Castilla, sino jetiva con la que los contemporáneos enjuicia-
también al “populo christiano” contra “inimicos ron la trascendencia de la batalla: la primera es
crucis dominice” –como advertía Inocencio III– y el carácter extraordinario que, desde diversos
si el “rex Mauritanus” había amenazado con con- puntos de vista, tuvo aquel hecho; la segunda
quistar no solo a Hispania, sino a Roma y a toda hay que buscarla en el enorme impacto que,
Europa –como escribiría Sicardo de Cremona un objetivamente, tuvo la noticia sobre los hombres
año después del choque campal–, ¿acaso no habría de la época.
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 15

2. UN ACONTECIMIENTO económicas y territoriales de los reinos del norte


EXTRAORDINARIO que padecían los ataques almohades podían
llegar a ser considerables: en 1174, la ofensiva
A pesar de que muchas de las circunstancias que musulmana que consiguió desmantelar las fron-
rodearon a aquel choque campal formaban parte teras leonesas al sur del Tajo se vio facilitada por
de las relaciones ordinarias entre cristianos y las treguas que el año anterior había firmado el
musulmanes en la Península Ibérica y de sus cos- califa con los reyes de Portugal y de Castilla; una
tumbres militares, lo cierto es que lo que ocurrió quincena de años más tarde –en 1190 y 1191– los
aquel día realmente fue un suceso extraordinario, musulmanes realizaron dos profundas entradas
un hecho que se situaba al margen de los cauces en territorio portugués, fruto de las cuales tam-
habituales por los que transcurría la vida cotidiana bién se hicieron con el control de casi todas las
–al menos la cotidianeidad política y bélica– de los posiciones lusas al sur del Tajo, no siendo ajenas
hombres de la época. A este respecto, varias son al éxito de los almohades las treguas que habían
las consideraciones que deben tenerse en cuenta. suscritos con los castellanos y los leoneses justo
antes de iniciar la campaña contra Portugal.
2.1. Una situación excepcional en las rela-
ciones políticas de los reinos cristianos Ciertamente los reinos cristianos del norte tam-
peninsulares bién pudieron comprobar durante estos años que
la unión de todos o de algunos de ellos contra
La unidad de acción de los reinos cristianos del el imperio almohade tenía una indudable poten-
norte que se observa en la campaña del verano cialidad militar, como pudo demostrarse en 1177
del 1212 puede ser entendida como una de aque- durante el cerco de Cuenca, una operación en
llas circunstancias que convierten a lo ocurrido en la que el acuerdo alcanzado en Tarazona entre
Las Navas en un acontecimiento único dentro de Castilla, León y Aragón fue clave para que los
su contexto. Para entender lo insólito de la situa- castellanos pudieran conquistar la ciudad, o en
ción vivida durante aquellos meses, es necesario 1184 frente a los muros de Santarem, de donde
tener en cuenta la posición política en la que el ejército almohade tuvo que emprender una
aquellos se habían visto inmersos y las actitudes desastrosa retirada cuando la resistencia de los
que frecuentemente habían adoptado frente a portugueses se vio reforzada por la llegada de un
sus vecinos cristianos y musulmanes durante la ejército de socorro leonés.
segunda mitad del siglo XII, a raíz de la consoli-
dación del poder almohade en al-Andalus en la El problema era que llegar a este tipo de acuerdos
década de los años 70. políticos y bélicos no solo era complicado, sino
que su duración solía ser efímera: la colaboración
Como se sabe, las habitualmente complicadas militar que se materializó en el año 1177 se esfu-
relaciones entre los reinos cristianos y sus fre- mó poco tiempo después de la toma de Cuenca,
cuentes conflictos territoriales o fronterizos supu- cuando Castilla y León volvieron a enfrentarse
sieron que, en más de una ocasión, los monarcas por la cuestión del Infantado, un conflicto que
del norte mantuvieran una actitud de interesada también acabaría involucrando a Portugal y a Ara-
neutralidad cuando sus vecinos eran atacados por gón; ni el tratado de Fresno-Lavandera firmado
los musulmanes o que incluso concertaran alian- en 1183 por Fernando II León y por Alfonso VIII
zas con los norteafricanos frente a sus correligio- de Castilla, que incluía expresamente cláusulas
narios. Obviamente, esto conllevaba no solo dejar de colaboración militar contra los almohades, ni
de lado cualquier intento de expansión a costa la ayuda leonesa a Portugal en 1184, impidieron
del Islam, sino también debilitar las posibilidades que menos de seis años más tarde los leoneses y
de actuación bélica de los cristianos y fortalecer los castellanos firmasen treguas con los nortea-
la posición de los musulmanes en la Península 3. fricanos y dejasen a los portugueses a merced
Repetidamente la experiencia vino a demostrar los ejércitos califales, con la consiguiente debacle
que cuando esto ocurría las pérdidas militares, territorial de 1190-1191, que ya hemos comentado.

3 Para una relación mucho más detallada de estas circunstancias, así como para las pertinentes referencias a las fuentes, remi-
timos a GARCÍA FITZ, 2002: pp. 121-145; GARCÍA FITZ, 2005: pp. 114-154.
16 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

Durante todo este tiempo, alarmado por el empu- almohades de 1190 y 1191 y el agravamiento de
je de los almohades en las fronteras ibéricas, el la conflictividad entre los reinos del norte –por
Papado reiteradamente había tratado de con- las mismas fechas se habían forjado dos alianzas
seguir la creación de un frente político-militar anticastellanas, una luso-leonesa y otra navarro-
hispánico que permitiera combinar los esfuer- aragonesa–, obligaron al papado a redoblar su
zos de todas las monarquías peninsulares en la empeño por alcanzar un frente cristiano, para lo
lucha contra los musulmanes de al-Andalus y del cual en 1192 Celestino III envió a un nuevo legado,
Magreb. Ya en 1173, el legado papal, el cardenal el cardenal de Santángelo.
Jacinto, había procurado infructuosamente que
los gobernantes de Castilla, León y Aragón fir- El enviado pontificio tenía que procurar resolver
maran en Soria la paz y se unieran frente a las los conflictos territoriales existentes entre Cas-
crecientes presiones islámicas. Al año siguiente, tilla, Aragón, Navarra, León y Portugal. Esta era
en un intento por acabar con las treguas que la condición previa para que pudiera formarse
los reyes cristianos ibéricos mantenían con los una gran coalición cristiana, pero además debía
almohades, Alejandro III había amenazado con convencer a castellanos y a leoneses de que
excomulgar a todos aquellos monarcas y reinos pusieran fin a los acuerdos que mantenían con los
que mantuviesen acuerdos con los musulmanes. musulmanes. Al mismo tiempo el Papa se dirigía
La ineficacia de estas medidas y las continuadas a Alfonso II de Aragón y a Sancho I de Portugal
desavenencias entre los monarcas hispánicos, para que tomasen la iniciativa militar en sus
unidas al agravamiento de la situación en Oriente respectivas fronteras. Poco a poco las gestiones
–donde la derrota de Hattin y pérdida de Jerusa- romanas fueron dando frutos: Castilla y Aragón
lén y otras ciudades a manos de Saladino supuso resolvieron algunos de sus pleitos en 1192 y el
un verdadero aldabonazo en Occidente– llevó tratado de Tordehumos de 1194 vino a aplacar
en 1188 a Clemente III a instar a los prelados las discordias entre Castilla, León y Portugal; este
hispanos para que trabajasen con ahínco en la mismo año Castilla rompió –o no renovó– sus
búsqueda de la paz entre los “reyes, príncipes y treguas con los musulmanes. Los objetivos de
barones de España” y su puesta en marcha contra unión de esfuerzos cristianos frente al Imperio
los infieles, todo ello bajo amenaza de interdicto almohade parecían haberse alcanzado por fin,
contra quienes se aliasen con los musulmanes. A como demuestra el hecho de que cuando en el
pesar de ello las desavenencias entre los poderes verano de 1195 el califa movilizó a su ejército para
del norte continuaron y de nada sirvieron todas dirigirse contra las fronteras castellanas, Alfonso
estas admoniciones y amenazas, de modo que VIII contara con el apoyo de Alfonso IX de León
tres años más tarde Celestino III tuvo que volver a y de Sancho VII de Navarra, que se pusieron en
insistir recordando, para vergüenza de los dirigen- marcha camino de Toledo.
tes ibéricos, que mientras casi toda la Cristiandad
luchaba por vengar el daño que los musulmanes La actitud pontificia durante este tiempo parece
le habían causado en Jerusalén, solo los hispa- responder a la misma convicción que seis años
nos seguían aliándose con ellos y persiguiendo a después de la batalla de Las Navas expresaría
otros cristianos para hacerles daño: Honorio III a Alfonso IX de León, esto es, que la
presencia de los musulmanes en España no era la
“cum fere tota christianitas iniuriam terre consecuencia de su propia fortaleza, sino de las
iherosolimitane per hismaelitas illatam ulcis- disensiones entre los cristianos:
cere contendat, soli hispani confederetur
cum eis et christianos conatu dampnabili “Certum est quod sarraceni existentes in
persequantur” (RIVERA RECIO, 1966-1967: Yspania citra mare nequaquam propris
vol. I, p. 228). viribus, sed christianorum dissensionibus
defenduntur”.
La contundencia papal no parece que afectara
demasiado ni al rey de Castilla ni al de León, que Dado el diagnóstico de la situación, el remedio no
mantuvieron sus treguas con el califa almohade podía ser otro que mantener la paz entre “reges
y colaboraron, al menos por su inacción, a la et principes Yspanie” y que “unanimiter institeritis
expansión del imperio norteafricano por tierras ad exterminandos sarracenos ipsos de Yspanie fini-
lusas. El desastre causado en las fronteras más bus et christianorum terminos dilatandos” (MAN-
occidentales de la Cristiandad por las campañas SILLA, 1965: doc. 155). Esta misma estrategia, tan
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 17

claramente expresada por el Papa en 1218, era Castilla y Aragón, entre Castilla y Navarra, entre
la que había venido sosteniendo Roma durante Aragón y Navarra. Solo la conflictividad entre
las cuatro décadas que precedieron a Las Navas. León y Portugal parecía no encontrar cauces de
solución. No obstante, en 1210, al reanudarse la
Sin embargo, a pesar del esfuerzo diplomático guerra en las fronteras meridionales, parecía que
desarrollado por los pontífices y sus legados, su el proyecto de creación de un “bloque” cristiano
proyecto de frente común, que había fracasado estaba bien encarrilado.
antes una y otra vez, volvió a hacerlo en 1195, sin
duda porque los reyes hispanos anteponían los Sin duda, la alianza conseguida en 1212 entre
intereses particulares, políticos y fronterizos de Castilla, Aragón y –más trabajosamente– Navarra,
sus reinos a la posibilidad de una acción conjunta el compromiso de neutralidad –impuesto bajo
contra el Islam. Como es bien conocido Alfonso amenaza de excomunión– de León, y la cola-
VIII no esperó en Toledo a que llegaran los refuer- boración indirecta de Portugal –inmerso en sus
zos de sus aliados leoneses y navarros, se preci- propios problemas y temeroso de una invasión
pitó a la hora de plantar cara a los almohades y leonesa–, presentaban no pocas limitaciones e
el desastre campal fue rotundo. incertidumbres, pero era la mayor confluencia
conseguida en muchas décadas entre los reinos
Lo ocurrido después de la derrota castellana en cristianos frente al Islam. La situación política en
Alarcos, cuando los monarcas de León y de Nava- la Península era, pues, extraordinaria por insólita.
rra se aliaron con los almohades para atacar las Vistos los antecedentes de las siempre complejas
fronteras de Castilla, es el mejor ejemplo no solo y problemáticas relaciones entre poderes penin-
de la incapacidad de los reinos del norte para sulares, no puede extrañar que algún testigo de
superar sus conflictos y actuar conjuntamente aquellos hechos, al dar cuenta de la presencia
frente a los almohades, sino también del fracaso de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y
de la política papal. Para Castilla la situación se Sancho VII de Navarra en el ejército, cayera en la
tornó dramática: además de los efectos de la tentación de relacionar a la tríada de reyes con la
derrota campal, durante tres años –1195, 1196 y Santa Trinidad: “Sicque regum ternarius in sancte
1197– hubo de padecer los ataques almohades Trinitatis nomine processerunt” (JIMÉNEZ DE
y hacer frente a la guerra contra León y contra RADA, 1987: Lib. VIII, cap. VI, p. 266).
Navarra. Solo el apoyo de Pedro II de Aragón
pudo compensar en parte el aislamiento de
Alfonso VIII. Desde el punto de vista territorial 2.2. La doble excepcionalidad militar de
los efectos fueron devastadores: la frontera Las Navas: una batalla fuera de rango
castellana al sur del Tajo se derrumbó, importan-
tes localidades y fortalezas de la zona volvieron En segundo lugar, creemos que no es una exage-
a manos musulmanes y el reino de Toledo se ración sostener que lo ocurrido el 16 de julio de
vio gravemente afectado por las campañas de 1212 fue algo extraordinario simplemente porque
depredación. fue una batalla. Es bien sabido que en el largo
conflicto entre cristianos y musulmanes durante
La reacción inicial del Papa contra los monarcas la Edad Media, las grandes batallas fueron hechos
ibéricos que habían roto los acuerdos y que se excepcionales: durante los cuatro siglos de mayor
habían aliado con los almohades fue furibunda: y más constante violencia –entre mediados del
Sancho VII fue duramente apercibido, Alfonso IX siglo XI y mediados del XIV–, podemos compro-
fue excomulgado y contra León llegó a predicar bar que en la Península Ibérica hubo poco más
una cruzada, que fue aprovechada por sus veci- de media docena de choques campales. Si nos
nos portugueses para invadir sus fronteras. Pero limitamos al reino de Castilla-León durante el
en Roma estaban convencidos de la virtualidad de período en el que protagonizó su mayor expan-
su estrategia, así que pasados los peores momen- sión territorial, apenas podremos señalar cuatro
tos volvió a reanudarse la política de conciliación nombres: Zalaca, Uclés, Alarcos y, claro está, Las
de voluntades y el intento de crear un frente Navas (GARCÍA FITZ, 1998).
ibérico antislámico. La tarea duró quince años,
de 1197 a 1212, pero paso a paso, aunque con Por supuesto solo nos estamos refiriendo, por
altibajos y retrocesos, se fueron reconstruyen- utilizar la terminología de Huici, a “grandes bata-
do algunas alianzas entre León y Castilla, entre llas”, aquellas que en las que se vieron involucra-
18 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

dos ejércitos de gran magnitud para los paráme- ria militar de los principales comandantes o estu-
tros de la época y que fueron comandados por los diar el desarrollo de las grandes campañas, para
reyes o sus representantes de mayor nivel (HUICI comprobar su escasa frecuencia (GILLINGHAM,
MIRANDA, 1956). Sin duda podría ampliarse este 2004: p. 150). Desde luego, no parece faltarle
listado de nombres y añadir algunos otros de razón cuando nos centramos en el mundo his-
menor entidad y trascendencia, pero a la postre pánico: ¿acaso no es significativo que en la larga
siempre estaremos ante un pequeño elenco de y exitosa carrera militar de Fernando III –casi un
fechas dentro de la incesante corriente de la cuarto de siglo de guerra contra el Islam– no se
conflictividad bélica. viera envuelto en una sola batalla campal? O si
se quiere plantear de otra manera, ¿no es repre-
La guerra contra los poderes islámicos en la Edad sentativo el hecho de que este monarca pudiera
Media hispánica fue esencialmente un conflicto anexionarse el valle del Guadalquivir y el reino
por el control del espacio y de los hombres que de Murcia sin necesidad de una gran colisión en
lo habitaban. Ello explica que las campañas se campo abierto?
desarrollaran habitualmente a base de cabalga-
das que destruían los campos, talaban árboles, Quizás podría pensarse que el caso de Alfonso
quemaban cosechas, robaban ganado, asaltaban VIII es diferente, puesto que después de todo
aldeas o apresaban campesinos, lo que a la postre este pasó al menos en dos ocasiones por la
revertía en una progresiva debilidad de los adver- experiencia de una gran batalla –Alarcos y Las
sarios. Cuando se trataba de ampliar el espacio de Navas–, pero vista en la perspectiva de toda su
manera directa y de conquistar castillos o ciuda- trayectoria no parece que su forma de combatir
des amurallas, se llevaba a cabo mediante asedios fuera una excepción respecto a las de sus con-
y bloqueos. En este contexto bélico, la batalla temporáneos: durante sus cuarenta y cuatro años
campal no resultaba una operación prioritaria, de gobierno efectivo, Castilla estuvo en guerra en
puesto que los objetivos militares, económicos y treinta y cinco, tanto contra los almohades como
territoriales podían alcanzarse sin necesidad de contra sus vecinos de León y de Navarra, y diri-
arriesgarse a aceptar lo incierto de su resultado. gió personalmente a sus ejércitos en veintisiete.
No puede negarse que ha pasado a los libros de
Por otra parte los implicados conocían perfec- historia como un rey “batallador”, derrotado en
tamente los riesgos personales y políticos que Alarcos y vencedor de Las Navas, pero tampoco
asumían al participar en un choque frontal y la puede afirmarse que esta forma de abordar la
experiencia histórica les mostraba que las con- guerra fuera un asunto cotidiano en su manera
secuencias de una derrota podían ser enormes. de desarrollar las operaciones bélicas (GARCÍA
Como ha puesto de relieve la historiografía más FITZ, 2005: pp. 80-81).
reciente, los líderes militares podían plantearse
resolver un conflicto en campo abierto, buscarlo En consecuencia, parece justificado sostener
o desearlo, si bien solo se lanzaban a un encuen- que cualquier batalla era un hecho excepcional
tro directo si consideraban que su posición sobre en el panorama militar de la época. Pero se da la
el terreno era ventajosa. Claro que ese mismo circunstancia de que la de Las Navas de Tolosa
cálculo era realizado por las dos partes en con- es excepcional incluso cuando la comparamos
flicto, de modo que al final la batalla solo tenía con otros sucesos excepcionales de su misma
lugar cuando ambos bandos estaban dispuestos a categoría, es decir, cuando la comparamos con
afrontarla, es decir, cuando los dos consideraban otras batallas campales.
que disponían de una situación ventajosa o, en el
peor de los casos, cuando una parte así lo creía y Para entender esta última consideración hay que
la otra no tenía más opción que aceptar el comba- tener en cuenta que en muy pocas ocasiones los
te (ROGERS, 2002; MORILLO, 2002; MONTEIRO, dirigentes políticos y militares de un reino medie-
2009; VILLALON, 2010). val se proponían como objetivo principal y último
de una campaña destruir a su enemigo y resolver
Teniendo en cuenta estos planteamientos, se un conflicto armado mediante un choque frontal.
entiende que este tipo de operación fuera una Cuando éste finalmente llegaba a producirse
rareza dentro del contexto general de la guerra solía ocurrir, por el contrario, en el contexto de
medieval. Como ha hecho notar John Gillingham, un asedio –entre los asediados y los asediantes
bastaría con hacer una evaluación de la trayecto- o entre los asediantes y una fuerza de socorro–
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 19

o en el contexto de una incursión –cuando una por los daños recibidos en Alarcos, y alguno de
fuerza decidía atajar el curso de una cabalgada o ellos, caso de Lucas de Tuy, no duda en señalar
de una invasión–. En ambos casos, los objetivos que ya desde este mismo momento el deseo del
estratégicos de los contendientes podían ser monarca castellano no era otro que librar una
muy variados: la conquista o el mantenimiento batalla –“gerendi prelium”– con los almohades.
de un punto fuerte, en el primer caso; evitar una (JIMÉNEZ DE RADA, 1987: Lib. VII, cap. XXXIV, p.
invasión o conseguir la destrucción de los bienes 256; Crónica Latina de los Reyes de Castilla, 1984:
materiales del adversario, en el segundo. Pero en p. 23; LUCAS DE TUY, 2003: Lib. IV, 87, p. 327).
ninguno de ellos luchar con el enemigo en campo
abierto era un objetivo en sí mismo: en el mejor Cuando estos mismos cronistas y otros testigos
de los casos era una circunstancia no planificada o contemporáneos presentan los movimientos
e inevitable para alcanzar otras metas, en el de los cruzados durante la campaña, insisten en
peor se luchaba simplemente porque no había la idea de que la única operación que buscaban
otra opción para sobrevivir. De las tres grandes era el choque en campo abierto con el ejército
colisiones que preceden a Las Navas en el reino musulmán y en que no estaban dispuestos a
de Castilla, dos de ellas fueron buscadas por los que ninguna otra les apartara de su decisión.
reyes para evitar una invasión –Zalaca y Alarcos–, Por esta razón no quisieron perder tiempo en la
y la tercera para conseguir el final de un asedio conquista de algunos castillos: así, al considerar
–Uclés–. En los tres casos la campaña responde que si se detenían a tomar Calatrava se perderían
a una estrategia defensiva destinada a impedir vidas de guerreros valerosos y que el ejército se
la realización de campañas destructivas de largo cansaría, muchos “melius iudicabant cepto itinere
alcance o a levantar un cerco: recordando de ad bellum procedere quam impugnationibus cas-
nuevo a Gillingham, estas batallas responden a trorum insistere”, pareciendo claro que en este
una decisión táctica, no a una resolución estra- contexto la expresión “ad bellum procedere” se
tégica (GILLINGHAM, 2004: p. 151). refiere a buscar el enfrentamiento directo con
el ejército musulmán, como por otra parte inter-
Así pues, rara vez una campaña militar se planea- preta el más reciente traductor de esta fuente
ba específicamente con el objetivo estratégico de (JIMÉNEZ DE RADA, 1987: Lib VIII, cap. VI, p.
acabar con el enemigo en una batalla. Y Las Navas 265; JIMÉNEZ DE RADA, 1989: p. 314). Y, según
es uno de estos casos excepcionales: desde el Blanca de Castilla, ese fue el mismo argumento
primer momento de la campaña, desde meses utilizado por Sancho de Navarra para no asediar
antes de que los cruzados saliesen de la ciudad Salvatierra: el castillo era muy fuerte, el ejército
de Toledo en dirección hacia el sur, Alfonso VIII podría padecer problemas de abastecimiento y
había proyectado una expedición cuyo objetivo el cerco llevaría mucho tiempo, de modo que
declarado no era ni la conquista de tierras o “melius esset quod transirent portum et intra-
castillos ni el saqueo o destrucción del territorio rent portum Sarracenorum, et quaererent Regem
adversario ni evitar una invasión. El objetivo Miramoraclim donec inveniret”. Y la misma idea
expreso era enfrentarse al califa almohade en un parece inferirse del testimonio del propio Alfon-
encuentro directo, en una batalla decisiva: nunca so VIII cuando ratifica, en su carta al Papa, que
antes y nunca después se había buscado tan cons- si no se detuvieron en la anexión de Salvatierra
cientemente el combate directo y masivo como fue “quia rex saracenorum in uicino erat nobis”
instrumento para dirimir un conflicto armado. Las (IBÁÑEZ DE SEGOVIA, 1783: Apéndice XII, p. CV;
Navas es, desde este punto de vista, una batalla GONZÁLEZ, 1960: doc. 897, p. 569).
“clausewitziana”, de ahí lo insólito de su caso en
el contexto medieval. Tal vez podría pensarse que estos cronistas y
testigos escribieron sus relatos después del
Los cronistas contemporáneos están de acuerdo encuentro y que interpretaron las intenciones
a la hora de presentar la campaña de 1212 como de Alfonso VIII y los movimientos de los cruza-
una revancha por la derrota que Alfonso VIII dos a la luz de lo ocurrido en Las Navas, pero lo
había sufrido en la batalla de Alarcos en 1195 o cierto es que contamos algunos testimonios que
por la pérdida de Salvatierra. Todos interpretaron demuestran que durante los preparativos de la
que la ruptura de las treguas con los almohades campaña, muchos meses antes de que el aconte-
por parte de Castilla en 1210 fue consecuencia cimiento tuviera lugar, ya se sabía que el objetivo
del irrefrenable deseo del monarca de vengarse era combatir en una batalla campal.
20 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

Eso es, al menos, lo que los ultramontanos afir- realizadas en Tierra Santa, en el Báltico, en el sur
maban que se les había predicado para atraerlos de Francia contra los cátaros o en la Península
a la cruzada, y precisamente por eso una de las Ibérica, que se predicó con el objetivo expreso
razones que adujeron para abandonar la empre- de librar una batalla (ALVIRA, 2000: pp. 259-260.).
sa fue “quod ad bellum uenerant contra regem De forma insólita, al contrario de la mayoría de
Marroquitanum, sicut eis fuerat predicatum, quem batallas medievales, ésta fue concebida con un
cum non inueniebant, uolebant modis omnibus propósito estratégico: destruir el potencial militar
repatriare” (Crónica Latina de los Reyes de Castilla, de los enemigos en un único choque.
1984: p. 29). Desde luego es muy probable que en
el proceso de predicación de la cruzada se hubie- Bien puede afirmarse, pues, que desde el punto de
ra hecho referencia expresa a que el objetivo de vista militar Las Navas encierra una doble excep-
la campaña no era otro que librar una batalla cionalidad: la derivada de ser un choque frontal,
campal, como demuestra el hecho de que un mes esto es, un asunto de por sí poco corriente en la
antes de que se iniciara la expedición, uno de los guerra medieval, y la derivada de ser una batalla
caballeros que pensaba enrolarse en el ejército poco corriente. Un hecho excepcional incluso
redactara su testamento aludiendo directamente dentro de su propio rango de excepcionalidad.
a la posibilidad de que pudiera morir durante la
guerra “o en cualquier momento hasta la culmina-
2.3. La extraordinaria magnitud de los
ción de la batalla –praelium–” (Bullarium Calatra-
va, 1761: pp. 451-452). recursos empleados

De todas formas, el testimonio más claro a este En tercer lugar, lo acontecido en el campo de Las
respecto es el de Inocencio III, que a su vez Navas de Tolosa representa una operación única
recogió lo que previamente le había comunicado en su género, al menos en el contexto medieval
Alfonso VIII: cuando el Papa se dirigió a los obis- hispánico, por las dimensiones de las fuerzas
pos franceses para que predicaran la cruzada en implicadas y por los volúmenes de los recursos
sus tierras, el 31 de enero de 1212, les informó que empleados. Nunca antes, sobre las tierras ibéri-
cas en las que cristianos y musulmanes luchaban
“Attendens ergo prefatus rex [Alfonso VIII], desde hacía siglos, se habían enfrentado tal
[quod] nisi eis campestri bello fortiter resis- cantidad de hombres ni se habían movilizados
tatur, ipsi [los almohades] tum propter tantos medios económicos, técnicos y organi-
innumerabilem multitudinem personarum, zativos. Tampoco en Europa occidental es fre-
tum propter irruptionem machinarum cuente constatar, en la época en que tuvo lugar
durissimam, universas munitiones sue pos- el encuentro, las magnitudes que se dieron en
sint nefande sublicere ditioni, campestre illis Las Navas. Hemos tenido ocasión de analizar con
bellum indixit in octavis Penthecosten pro- detalle estas cuestiones en otros trabajos (GAR-
ximo adfuturis, eligens mori potius quam CÍA FITZ, 1998: pp. 353-366; GARCÍA FITZ, 2005:
christiane gentis mala videre”. pp. 241-263, 359-388 y 476-491), así que podemos
remitir a ellos para mayores detalles. Valgan, no
La expresa alusión por duplicado en el texto a la obstante, algunas pinceladas generales.
convocatoria para una batalla campal –“campes-
tri bello”– respondía exactamente a las intencio- En una campaña ordinaria, los preparativos cris-
nes que el rey de Castilla le había comunicado al tianos se realizaban en pocas semanas, solían
Papa, y de hecho cuatro días más tarde, cuando empezar en primavera o a principios del verano,
Inocencio III le escribía a Alfonso VIII para notifi- conseguían reunir a algunos centenares de caba-
carle que ya había cursado la petición de ayuda lleros y peones –rara vez por encima de 1000
a las autoridades eclesiásticas de Francia y de caballeros o de 2000 o 3000 hombres en total– y
Provenza, volvía a aludir a que “cum sarracenis concentraban y transportaban muy escasas pro-
in octavis Penthecosten proximo adfuturis cam- visiones. Teniendo en cuenta que cada guerrero
pestre bellum indixeris” (MANSILLA, 1955: docs, aportaba su propio equipo y que buena parte del
468 y 470). abastecimiento se realizaba sobre el terreno, la
financiación necesaria para realizar una habitual
Como ha indicado algún especialista, la de 1212 expedición de verano contra tierras musulmanas
fue la única cruzada, en dos siglos de cruzadas no era demasiado costosa.
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 21

Por el contrario, comparado con este contexto sido posibles si previamente no hubiera habido
general la organización de la campaña de Las un vasto proceso de requisiciones, compras,
Navas fue una gran empresa: la movilización fabricación y acumulación de recursos logísticos
comenzó con muchos meses de antelación, al a una escala inhabitual.
menos desde finales de 1211, lo que permitió hacer
un gran reclutamiento por todas las tierras de Cas- Gracias a todo ello fue posible mantener durante
tilla, pero también en los restantes reinos hispáni- un mes a un ejército de proporciones descono-
cos, especialmente en Aragón, aunque también cidas con anterioridad a 1212: las estimaciones
en León, Portugal y Navarra; la predicación de la más razonables consideran que aquella fuerza
cruzada en tierras francesas comenzó a finales estuvo compuesta por, al menos, 4000 caballe-
de enero de 1212, de modo que miles de cruzados ros y 8000 peones: un total de 12000 hombres,
pudieron dirigirse a Toledo con tiempo suficiente. lo que venía a multiplicar por 4 el tamaño de un
gran contingente.
Para poder hacer frente a los gastos de salarios,
equipo y mantenimiento de este ejército Alfonso El imperio almohade tenía una organización esta-
VIII contó no sólo con el dinero de los impuestos tal que le permitía contar con recursos, equipos y
ordinarios de su reino, sino también con los fon- víveres almacenados, con un ejército permanente
dos procedentes de algunos impuestos extraor- y con una administración muy desarrollada que
dinarios que se cobraron expresamente para esta le facultaba para organizar grandes campañas y
campaña –la moneda–. La iglesia castellana hizo movilizar a larga distancia y durante mucho tiem-
una importante aportación económica, que el po a contingentes muy numerosos. Es imposible
canciller Juan de Osma estima en la mitad de sus saber cuántos guerreros formaban parte del ejér-
rentas, y las contribuciones en dinero realizadas cito califal que luchó en Las Navas, pero todas las
por quienes querían beneficiarse de las indulgen- fuentes coinciden en que era superior al cristiano,
cias de la cruzada también ayudaron a la financia- quizás el doble según algunas estimaciones.
ción. Todo ello le permitió al monarca castellano Como fuera que fuese, parece claro que nunca
acuñar en 1212 moneda de oro en la ciudad de antes se habían concentrado tantos hombres y
Toledo con la que costear la ingente cantidad de tantos medios en una expedición militar.
gastos a los que tenía que hacer frente para llevar
adelante la expedición. Las dimensiones de las fuerzas concentradas fue-
ron tan extraordinarias para la época, que treinta
Con aquellos medios económicos Alfonso VIII y cinco años más tarde todavía se recordaba en
debía hacer frente a una de las mayores dificul- el reino de Aragón su magnitud fuera de lo nor-
tades de la campaña que se avecinaba: el reto mal: cuando en 1247 Jaime I de Aragón ordenó
logístico. La cuidadosa preparación que se realizó la expulsión de los musulmanes de su reino, los
para esta campaña permitió que muchos de los oficiales que tuvieron que cumplir sus órdenes
contingentes que se reunieron en Toledo llegasen se sintieron impresionados por el gran número
a la ciudad muy bien equipados: un testigo pre- de personas que fueron movilizadas, indicando
sencial –el arzobispo Jiménez de Rada– informa que “ben tenien .V. legües, de la devantera tro en
que los ejércitos procedentes de las ciudades la rereguarda: e deÿen que en la batayla d’Úbeda
castellanas estaban “dotados de caballos, armas, no vée hom pus de gent que alí havia justada, entre
transportes, víveres y todo lo preciso para la gue- hòmens e fembres e tosets” (Llibre dels Fets, 1991:
rra, que no había entre ellos quien necesitara nada, vol. II, 369, p. 280). La concentración que tuvo
incluso compartían generosamente lo suyo con lugar en Las Navas, se había convertido, pues,
los demás” (JIMÉNEZ DE RADA, 1989: Lib. VIII, en un punto de referencia para “medir” aconte-
cap. III, pp. 309-310). Pero además Alfonso VIII cimientos que reunían a grandes masas.
hizo durante los meses previos un gran esfuerzo
para reunir los recursos que se necesitaban para
abastecer a una hueste de la envergadura de la 3. UN CONTEXTO ANGUSTIOSO: OCCI-
reunida en Toledo: los repartos de armas, equi- DENTE ATENAZADO POR EL MIEDO
pos, alimentos, monturas o tiendas que realizó
el rey entre los combatientes y no combatientes No obstante, quizás todas estas excepcionales
que acudieron a la campaña, a los que aluden rei- circunstancias políticas, bélicas y logísticas que
teradamente los cronistas y testigos, no hubieran acabamos de comentar no hubieran impactado
22 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

de manera tan contundente sobre los contem- Ralph de Coggeshall, Roger de Howden, William
poráneos si no hubiera sido por el angustioso de Newburg, Roger de Wendower, Mateo de
contexto en que el se desarrollaron, esto es, por París y en los anales del Monasterio de Oseneia–,
el miedo que atenazaba a Occidente desde hacía francesas –en las crónicas de Roberto de Auxerre,
un cuarto de siglo. A este respecto, hay al menos la anónima de Tours, la continuación anónima
dos fenómenos que, a nuestro juicio, contribu- de la de Roberto de Mont-Saint Michele, la del
yeron de manera definitiva a que la batalla fuera monasterio de San Esteban de Caen, los anales
percibida como un acontecimiento irrepetible y de la abadía de Anchin, la Gesta de Felipe Augus-
decisivo para la historia de Europa. to de Rigord y la de Guillermo Armorico– y en
alguna austríaca –los anales de Klosterneuburg–
(LOMAX, 1988: p. 38).
3.1. La previsible caída de las fronteras
de la Cristiandad occidental A tan amplio conocimiento del suceso, y de
nuevo seguimos en esto a Lomax, no fue ajeno
El primero de ellos fue el verdadero pánico que, el hecho de que, según el testimonio de Ralph de
desde años antes, se vivía en Occidente ante la Coggeshall, las autoridades hispánicas –“princi-
posible caída de sus fronteras frente al Islam. pes terrae illius”– informaran sobre ello llorando
A este respecto, hay que tener en cuenta que de manera dramática –“flexibiliter”– a los abades
veinticinco años atrás –en 1187, tras la derrota de los monasterios cistercienses de toda Europa,
de Hattin–, las posesiones cristianas en Tierra que se habían reunido en Citeaux con motivo
Santa fueron desmanteladas por las tropas de de la celebración anual del capítulo general de
Saladino, incluyendo la ciudad de Jerusalén, que la Orden. Fueron estos quienes, a su vez, se
tras menos de un siglo en manos cristianas volvía encargarían de aventarlo por todo Occidente.
a estar bajo el dominio islámico. Como podrá En todo caso, de lo que no cabe duda es de que
imaginarse, el impacto emocional de la pérdida la impresión que causó la noticia sobre aquellos
de los Santos Lugares fue enorme y el posterior que alcanzaron a conocer el triunfo de los almo-
fracaso de la Tercera Cruzada en su intento de hades fue notable y alarmó a Occidente: “su
recuperar aquellas tierras no vino sino a confir- inesperada venida perturbó a toda la Cristiandad”
mar el hundimiento de las fronteras orientales –“inopinato adventu [la del ejército musulmán]
de la Cristiandad. omnis Christianitas vehementer turbata est”–,
afirma el cronista de Coggeshall (RALPH DE
Sólo ocho años después de la pérdida de Jerusa- COGGESHALL, 1875: p. 67).
lén los cristianos fueron derrotados en la batalla
de Alarcos –1195– y durante los dos años siguien- No fue el único en dar cuenta de la inquietud
tes Castilla fue asolada por las tropas almohades, creada por el suceso: en Inglaterra, tanto Roger
que contaron además con el respaldo de los rei- de Wendover como Mateo de París se hicieron
nos de León y Navarra. El asunto no era menor: eco en sus crónicas de que el ejército musulmán
ya hemos tenido ocasión de indicar que como que había derrotado a Alfonso VIII era enorme
consecuencia de aquellas acciones una parte –seis millones de combatientes según el primero
sustancial de los territorios dominados por el y seiscientos mil según el segundo– y de que su
reino de Castilla al sur del Tajo pasaron a manos inesperada llegada aterrorizó a toda la Cristian-
musulmanas. Al cabo de dos siglos de su conquis- dad –“all Christendom was dreadfully alarmed at
ta, Toledo había quedado expuesta a una posible their unexpected invasion”, “ex quorum inopinato
recuperación por parte de los musulmanes y adventu tota Christianitas contremuit conturba-
Roma veía confirmados sus peores presagios ta”, (ROGER DE WENDOVER, 1849: pp. 140-141;
sobre la suerte de Hispania. MATEO DE PARÍS, 1874: vol. II, p. 410)–. Algo más
explícito, William de Newburgh informaba de que
La extensa difusión que alcanzó la noticia por el rumor de la invasión se difundió rápidamente
toda Europa puede ser un indicio de la conmo- por Europa, anunciando atrocidades –“atrociora
ción que causó el desastre de Alarcos: Derek nuntiavit”– mientras el pueblo cristiano gemía y
Lomax, que en su momento realizó un rastreo los príncipes no se oponían a la perfidia de los
no exhaustivo, pudo comprobar que se habían infieles (WILLIAM DE NEWBURGH, 1885: p. 446).
consignado referencias a la derrota castellana En Francia el monje Roberto de Auxerre también
en un buen número crónicas inglesas –así en las dejaba constancia de la tristeza que golpeó a
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 23

todos los corazones cuando se conoció lo que papa Celestino III lo vio con absoluta claridad:
había ocurrido en Hispanias: “Perlato ubique tam cuando en el documento de marzo de 1196 que
miserando rumore, gravis omnium corda perculit acabamos de comentar se dolía de que la mano
moestitudo” (ROBERTO DE AUXERRE, 1879: p. del Señor había castigado a los cristianos por sus
261). crímenes, recordaba que Dios había permitido
que los paganos ocupasen sus fronteras, tanto
No solo alarma, sino también consternación en Oriente como en Occidente –“tam orientales
se vivió en Roma cuando se supo lo que había quam occiduos christianorum limites occupari per-
pasado en las llanuras de Alarcos: “la mano del miserit violentia paganorum”–. Y más claro aún:
Señor”, decía Celestino III en marzo de 1196 a cuando un mes más tarde le reconocía a Sancho
propósito de aquella derrota, había visitado VII el título de “rey” y le exhortaba a atacar a los
“duramente” a los cristianos –“nos manus domi- musulmanes, no podía dejar de reconocer que
ni fortiter visitarit”– y había permitido que los
paganos ocupasen violentamente las fronteras “después de la invasión de la tierra de Jeru-
–“christianorum limites occupari permiserit vio- salén, ocurrida por exigirlo nuestros peca-
lentia paganorum”–. El Pontífice, como tuvimos dos, ha crecido tanto en las Españas el poder
ocasión de comentar en anteriores párrafos, de los sarracenos, que la muchedumbre de
reaccionó ordenando a Sancho VII de Navarra males hace dudar a cual de estos países
que rompiese el acuerdo que había establecido sea mejor socorrer” (HUICI, 1916: p. 228).
con los almohades después de la batalla, una
conducta que según el Papa ofendía a Dios y La vinculación entre un suceso y otro igualmen-
provocaría “vivamente su indignación contra ti y te estaba presente en la cabeza de William de
contra los hijos de la Iglesia” –“Cum igitur ex hoc Newburgh. Este agustino, que escribía en Ingla-
deum offendas et indignationem eius contra te et terra solo dos o tres años después de la derrota
ecclesie filios provocare fortiter videaris”–. La ira de Alarcos, también señalaba el paralelismo y
pontificia fue aun mayor al dirigirse a Alfonso IX, la, a su juicio, evidente relación existente entre
que fue excomulgado en octubre de 1196: a juicio los éxitos de Saladino en Oriente y los de los
del Papa el monarca leonés “olvidando, a lo que musulmanes de Occidente, que no hacían sino
parece, el nombre de Dios y abandonando la fe de emular a sus correligionarios del otro extremo
la cristiandad, según lo muestran sus obras, busca del Mediterráneo:
el auxilio de gentes extrañas y hace sufrir continua-
mente grandes daños a los cristianos” –“nomen “Aemulantes [los almohades y andalusíes]
dei sui prout videtur oblitus, christianitatis in se quippe Affri Orientalium Sarracenorum
fidem per operis exhibitionem evacuans ad aliene ferventem adhuc fortunam, qui sub prin-
gentis se convertit auxilium, et cum eo et per eum cipe Saladino regnum Ierosolymitanum
multam christiani pro posse suo sustinent assidue invaserat, et Christiani nominis titulum ex
lesionem”–. Por esta razón no solo le amenazaba Arabia funditus, ex Syria vero usque ad
con disolver el vínculo de fidelidad que mantenía contemptibiles reliquias exturbarant, eos-
con sus vasallos, sino que concedía a todos aque- que fortitudine et gloria aequare cupientes,
llos que luchasen contra él, “el perdón concedido vicinas gentes Christianas moliti sunt vel
a los que toman las armas contra los sarracenos”, expellere vel delere, totasque spurcissimae
lo que convertía a esta guerra antileonesa en una sectae suae Hispanias applicare”.
cruzada (FITA, 1895: docs. 1-3, pp. 418-424; HUICI,
1916: pp. 226-229). Se lamentaba este cronista, poniendo una vez
más de manifiesto la similitud de la situación
Pero toda esta corriente de angustia posiblemen- hispánica y la jerosolimitana, que el ejemplo de lo
te no hubiera sido tan potente si el precedente ocurrido en Jerusalén no había servido de ejem-
inmediato de la pérdida de Jerusalén no hubiera plo para los príncipes cristianos, que ahora –1195–
estado presente en la mente de muchos. Algunos como entonces –1187– seguían luchando entre sí
no dudaban de que las terribles consecuencias de en vez de unirse contra los infieles: “nec recenti
la derrota de Hattin habían tenido su continuidad terrae Ierosolymitanae commonerentur exem-
en Alarcos, estableciendo un puente mental plo, quae utique nostris inter se dissidentibus in
entre la hecatombe sufrida por la cristiandad manus Agarenorum infelicissime noscitur incidisse”
en Oriente y la padecida en Occidente. El propio (WILLIAM DE NEWBURGH, 1885: pp. 445-446).
24 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

Pero la preocupación por el riesgo que corría Tolosanés y todo lo que media hasta el Puy».
Occidente tras la derrota de Alarcos, la consterna- Nunca fue oída fanfarronada tan feroz en los
ción por el precedente de la caída de las fronteras falsos perros, malditos sin fe. Escuchadlo
orientales de la Cristiandad y la falta de unidad vosotros, el emperador, el rey de Fran-
de los monarcas europeos e hispánicos para cia, con sus primos, y el rey inglés, conde
hacer frente a un peligro de tal magnitud no era pictavino: socorred al rey de España. Que
exclusiva del papado y de otros autores clericales, nunca nadie pudo estar tan cerca para servir
sino que también era compartida por algunos sec- mejor a Dios… No dejemos nuestras here-
tores laicos con influencia social. Tal fue el caso dades a perros negros ultramarinos. Cada
de no pocos trovadores, que destacaron por sus uno reflexione antes de que nos alcance el
llamadas a la unidad de acción de los príncipes daño: a portugueses, gallegos, castellanos,
cristianos para contener a los almohades y para navarros, aragoneses y cerdanos los hemos
vengarse del desastre de Alarcos, no dudando dejado como barrera y los han rechazado y
en denunciar a aquellos que mantenían alianzas humillado. Cuando vean a los barones cru-
con los musulmanes –caso de Peire Vidal, Raim- zados (alemanes, franceses, cambresinos,
baut de Vaqueiras, Perdigon o Guilhem Ademar ingleses, bretones, angevinos, bearneses
(RIQUER, 1975: vol. II, pp. 862-863, 956, 1100-1101; y gascones, mezclados con nosotros, y los
ALVAR, 1977: pp. 89, 108-109). provenzales, todos en una muchedumbre)
podréis estar seguros de que, con los hispa-
Folquet de Marsella añadió dramatismo a su nos, romperemos la invasión y [les cortare-
llamamiento para hacer la guerra en España con mos] la cabeza y las manos hasta haberlos
alusiones directas a la pérdida del Santo Sepulcro: muerto y aniquilado a todos” (RIQUER,
“De ahora en adelante no conozco razón [decía 1975: vol. II, pp. 1049-1052).
en una conocida cansó de crozada] con la que
nos podamos excusar si queremos servir a Dios… Lo que se desprende de estos testimonios no es
primeramente perdió el Sepulcro y ahora soporta solo la ansiedad ante un peligro inminente que
que España se vaya perdiendo” (RIQUER, 1975: solo podría conjugarse con la unidad de todos los
vol. II, p. 600). Pero quizás ningún otro trovador cristianos, sino también la descarnada conciencia
como Gavaudan supo aunar tan expresivamente de que en Oriente, en Jerusalén, la desgracia
todo el miedo que destilaban los argumentos ya se había consumado, y de que en Occidente
que el Papa, los cronistas y los poetas manejaron sólo estaban a un paso. De ahí lo perentorio de
después de 1195 para alertar sobre el futuro de la llamada de los trovadores o de las gestiones
la Cristiandad: papales.

“Señores, por nuestros pecados crece la Teniendo en cuenta la situación que se había
fuerza de los sarracenos: Saladino tomó vivido en la Península Ibérica entre 1195 y 1197,
a Jerusalén y aún no se ha recuperado. es muy posible que las treguas firmadas por
Porque hace saber el rey de Marruecos Castilla con los almohades en este último año y
que combatirá a todos los reyes de cristia- el progresivo acercamiento de las monarquías
nos con sus pérfidos andaluces y árabes, cristianas ibéricas durante los dos lustros siguien-
armados contra la fe de Cristo. Ha con- tes se sintieran como un verdadero alivio para las
vocado a todos los alcaides, almohades, fronteras del Occidente cristiano. Pero cuando a
moros, godos y beréberes, y no queda fuer- partir de 1210 se reanudó la guerra todos pudie-
te ni débil que no los haya reunido a todos. ron constatar que la maquinaria militar almohade
Nunca cayó lluvia tan torrencial como cuan- seguía en perfecto estado: el cerco y posterior
do ellos pasan y toman los llanos. Los deja conquista del castillo de Salvatierra en el verano
alimentarse, como ovejas, de la carroña de 1211 venía a demostrar que el peligro no había
destinada a los milanos, y no queda brote pasado y que la amenaza de una invasión islámica
ni raíz. Los que ha escogido tienen tanto seguía estando plenamente vigente.
orgullo que se figuran que [todo] el mundo
se les someterá. Marroquíes y almorávides El valor militar y simbólico de la fortaleza de Sal-
se instalan en los montes y en medio de los vatierra ha sido subrayado en diversas ocasiones
prados. Fanfarronean entre ellos: «¡Francos, (GARCÍA FITZ, 1998: pp. 211-212, 270; VARELA,
dejadnos sitio! Nuestros son la Provenza y el 2002). Baste recordar que entre 1198 y 1211 la
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 25

guarnición calatrava de la fortaleza, incrustada que la noticia de la invasión de los almohades


en pleno territorio islámico, actuó como una encontró en las crónicas y anales de la época.
base desde donde partían continuamente ata-
ques contra los musulmanes. Si hemos de creer Es verdad que en la mayoría de ellas la irrupción
el testimonio del califa almohade, aquel castillo del ejército norteafricano, la campaña de 1211 y
se había convertido en “un punto negro que se la conquista de Salvatierra se confunden con la
elevaba sobre las llanuras musulmanas”, una ame- expedición del siguiente año, pero en algunas
naza constante que se cernía sobre sus cabezas y otras hay constancia de aquellos acontecimien-
cuyas acciones armadas no les dejaban un punto tos: desde luego, a Alemania y a Austria llegaron
de tranquilidad. Más aún, según este mismo testi- las informaciones, fechadas en 1211, sobre el
go los cristianos consideraban a Salvatierra como cruce del Estrecho por parte de los contingentes
“un lugar de peregrinación y guerra santa”, los almohades, la expugnación de fortalezas y la
reyes y los freires de la orden se esforzaban por destrucción de los reinos, como se encargan de
mantenerla y reforzarla, “y la miraban todos como recoger diversos relatos procedentes de la ciudad
la defensa de sus casas y el lugar de expiación de de Colonia y del monasterio de Kloesterneuburg,
sus pecados” (AL-HIMYARĪ, 1963: p. 226; Anónimo que singularizan con toda claridad los desastres
de Madrid, 1917: p. 120). cristianos de 1211 y la victoria de 1212. Las noticias
sobre la campaña de 1211, diferenciada de la de
Seguramente el gobernante norteafricano, en un 1212, también llegaron a Francia, como pone de
intento de agrandar su propio éxito, exageraba manifiesto la crónica de San Marcial de Limoges.
la importancia militar, política y simbólica de Sal- Con todo, ninguna de ellas alude expresamente
vatierra, pero un autor tan cercano a los hechos a Salvatierra (Chronica Regia Coloniense, 1879: p.
como Jiménez de Rada no dudó en considerarlo, 16; Annales Colonienses Maximi, 1861: pp. 825-826;
haciendo honor a su nombre, como un “castillo Annales Continuatio Claustroneoburgensis Secun-
de salvación” cuya pérdida fue “menoscabo de la da, 1851; p.622; Ex chronico… Sancti Martialis
gloria” –“Castrum illud castrum salutis et perdicio Lemovicensis, 1879: p. 229).
eius ademptio glorie”-. Como quiera que fuese, el
impacto que la noticia de su pérdida tuvo sobre Sin duda la narración más expresiva, a este res-
los cristianos fue considerable: ¡Oh, cuánto llanto pecto, es la que encontramos en los anales del
de hombres, gritos de mujeres gimiendo todas monasterio benedictino de San José de Lambach,
a una y golpeando sus pechos por la pérdida de en Austria. En ellos se inserta una interesantísima
Salvatierra!”, exclamaba al respecto el obispo carta atribuida al califa almohade, en la que este
Juan de Osma; “por él [por el castillo perdido] lanza un desafío a toda la Cristiandad para luchar
lloraron las gentes y dejaron caer sus brazos” en una batalla campal. La relevancia que presen-
(Crónica Latina de los Reyes de Castilla, 1984: pp. ta este documento ya fue puesta de manifiesto
24 y 25; JIMÉNEZ DE RADA, 1987 y 1989, Lib. VII, por Alvira Cabrer (ALVIRA, 1997: pp. 471-474),
cap. XXXV). pero nos gustaría resaltar el hecho de que en la
carta –supuestamente califal– no solo se alude de
Afirmaba el arzobispo de Toledo que la caída de manera expresa a la conquista de Salvatierra, sino
esta fortaleza en manos de los musulmanes fue que además el gobernante almohade establece
“in opprobium fidei christiane” y que el dolor por un relación directa entre la pérdida de Jerusalén
aquel quebranto llegó hasta “los pueblos lejanos” y la de esta, puesto que ambas son consideradas
–“dolor illius ad gentes exteras”. No parece faltar- como la prueba evidente de que la “ley” de los
le razón: aquello bien podía ser la confirmación musulmanes era superior a la de los cristianos:
de que todos los males que se temían en Occiden-
te tras la derrota de Alarcos, se iban a convertir “Gratias agimus omnipotenti Deo nostro
en realidad. Las cartas que recibió Inocencio III, [escribía el califa] pro omnibus beneficiis
en las que se le informaba de que una enorme quae nobis dignatus est largiri, et maxime
multitud de sarracenos había entrado en España pro illo beneficio quod contulit nobis in
y ocupado Salvatierra, estaban llenas de dolor y terra Hiersolymitana, quam gens nostra et
de temor –“Recepimus litteras dolore plenas et gladii nostri purgaverunt ab immundiciis
timore non vacuas”– (MANSILLA, 1955: doc. 468, christianorum; et nunc iterato pro victoria
p. 497), y estas mismas sensaciones debieron de quam contulit nobis in expugnatione castri
difundirse por todo el continente a tenor del eco quod dicitur Salva terra, in quo superbia
26 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

vestra plurimum confidebat, et de quo almohades y la lucha contra los cátaros en tierras
superbia vestra multa dampna Sarracenis del sur de Francia– explican que no tardara en
inferebat. Unde animadvertere potestis, establecerse vínculos entre uno y otro: después
quod lex Sarracenica melior est quam ves- de todo muchos de los cruzados que participaron
tra” (Continuatio Lambacensis, 1851: p. 557). en la cruzada de Las Navas lo habían hecho inme-
diatamente antes o lo hicieron muy poco después
Igual que había ocurrido tras el desastre de en la cruzada contra los albigenses, así que en la
Alarcos, el fantasma de la Jerusalén perdida en trayectoria vital de no pocos actores no era difícil
manos de los infieles y del derrumbamiento de las constatar la continuidad de ambos dramas. Los
fronteras de la Cristiandad en Occidente volvía a casos más conocidos quizás sean los de Arnaldo
pasearse no solo por los reinos hispánicos, sino Amalarico –el obispo de Narbona que encabezó
también por Europa. Para los contemporáneos a los cruzados ultramontanos en Las Navas y
el objetivo de los musulmanes parecía muy claro, que también había dirigido la cruzada contra los
pero nadie como el papa Inocencio III lo expresó herejes– y Pedro II de Aragón –uno de los héroes
con mayor rotundidad: apenas mes y medio antes de Las Navas que encontraría la muerte al año
de que los cruzados se reuniesen en Toledo para siguiente, en la batalla de Muret, en el curso de
dar inicio a la campaña que desembocaría en la la cruzada antialbigense– (ALVIRA, 1996 y 2002),
batalla de Las Navas, ordenaba a los arzobispos pero como ellos hubo centenares, quizás miles
de Toledo y Santiago que obligasen a los reyes de cruzados con idénticos itinerarios biográficos.
hispanos a mantener la paz y a que se ayudasen
mutuamente en la guerra contra el Islam, recor- No obstante, más allá de las coincidencias cir-
dándoles que la intención de “los enemigos de la cunstanciales, temporales o biográficas, que
cruz del Señor” no era solo destruir España, sino sepamos no ha podido establecerse objetiva-
ejercer su crueldad sobre toda la Cristiandad: mente ninguna relación entre un conflicto y
otro. Pero para algunos contemporáneos las
“non solum ad destructionem Hyspania- conexiones eran demasiado evidentes como
rum aspirant, verum etiam in aliis fidelium para que hicieran falta indicios claros que las
Christi terris comminantur suam seviciam demostrasen: después de todo almohades y cáta-
exercere ac nomen, quod absit, si possint, ros eran acérrimos enemigos de la Cristiandad
opprimere christianum” (MANSILLA, 1955: y ambos aspiraban a su destrucción. Nada más
doc. 471, p. 502). natural, pues, que la existencia de una alianza de
ayuda mutua para alcanzar fines compartidos. En
consecuencia, pronto comenzaron a circular por
2.2. La amenaza del enemigo interno:
Europa noticias, sospechas o rumores sobre una
la herejía albigense coalición islamo-albigense, de resultas de la cual
se produciría la intervención de los almohades en
Pero a la alarmante situación que se vivía en España y la batalla de las Navas.
Europa a raíz de los desastres de Alarcos y de Sal-
vatierra, de lo que parecía imparable expansión Recientemente se ha sugerido la posibilidad de
de los almohades y del temible precedente de que los orígenes de estas acusaciones puedan
lo ocurrido en Tierra Santa, vino a sumarse otra encontrarse en la obra de Joaquín de Fiore,
circunstancia que hizo que los contemporáneos donde ya se alude, citando como fuente el testi-
percibieran aquella situación con una dosis de monio de un cautivo de Alejandría y datando la
dramatismo todavía mayor. Y es que el peligro noticia en 1195, a una embajada enviada por los
norteafricano venía bien acompañado: en los musulmanes a los herejes proponiéndoles una
mismos años en que los cristianos tenían que alianza (ALVIRA, 2012b: pp. 90-91).
lamentar la pérdida de Jerusalén y se angustiaban
ante las oscuras perspectivas que se avecinaban Desde luego, si algún ambiente era propicio para
desde la Península Ibérica, en el sur de Francia que arraigaran y se desarrollaran este tipo de
arraigaba y se extendía un poderoso enemigo historias, ese era el de los cruzados antialbigen-
interno de la Cristiandad: la herejía albigense. ses: como hemos tenido ocasión de comentar, al
menos desde 1195 el miedo a los almohades esta-
La coincidencia temporal y la cercanía física y polí- ba muy extendido por Occidente –y lógicamente
tica de ambos conflictos –el peninsular contra los por Occitania, donde la labor de los trovadores
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 27

habría dejado algún poso–, así que resultaba ten- Es posible que, en algún caso, el desconocimien-
tador completar la “tarjeta de presentación” de to o la lejanía de los lugares y contextos en los
los herejes haciéndolos cómplices de los temibles que se produjeron los acontecimientos, junto a
musulmanes en su intento de destruir a toda la la cercanía cronológica de los mismos y al hecho
Cristiandad. Así debieron entenderlo los obispos de que muchos cruzados participaran en los dos
que, reunidos en el concilio de Lavaur en enero conflictos, provocaran la confusión de algún ana-
de 1213, defendían ante el Papa la necesidad de lista, fruto de la cual la guerra contra los herejes
seguir luchando para acabar plenamente con la se mezclaba con la campaña contra los almoha-
herejía, frente a las pretensiones conciliadoras des, dando así la impresión de que todo era, en
de Pedro II de Aragón. Para reforzar sus argu- efecto, una misma realidad, una misma campaña
mentos en torno a la maldad de quienes eran y un mismo enemigo islamo-herético. Eso, al
considerados como las dirigentes políticos de los menos, debió parecerle al monje del monasterio
albigenses –con el conde Tolosa a la cabeza– los de Admont, en Austria, quien consignaba en sus
prelados católicos informaron a Inocencio III de anales que el duque Leopoldo de Austria, que
que aquellos habían enviado mensajeros al cali- efectivamente había tomado parte en la lucha
fa almohade implorando su ayuda, “no solo en contra los albigenses en Occitania y después
nuestras tierras, sino para la destrucción de toda se había desplazado a la Península Ibérica para
la Cristiandad”: “ad regem Marrochitanum suos luchar en la batalla de Las Navas, había viajado a
nuncios destinavit, subsidium eius, non solum in España para luchar allí contra los herejes: “Leopol-
terrae nostrae, sed totius Christianitatis excidium, dus… de expeditione quam in Yspanias contra
implorando”. La noticia, el rumor, quizás la difa- hereticos moverat, et a Kalatra redierat” (Annales
mación gestada entre los conciliares alcanzaría de Admont, 1851: p. 592).
nuevos vuelos cuando hacia 1218 fuera recogida
por uno de los principales historiadores de la
3.3. Las Navas y la guerra
cruzada antiherética, Pedro de Vaux-de-Cernay
(Patrología Latina, Vol. CCXVI, col, 838; ALVIRA, del fin del mundo
2002: pp. 162-163).
Esta alianza de los enemigos externos e internos
La historia del supuesto acuerdo entre herejes y de la Cristiandad con el fin de borrarla de la faz
musulmanes no se quedó circunscrita a su nicho de la tierra, sumado al ambiente de angustia y
original, sino que dio el salto para extenderse a la certeza de que las fronteras de la Europa
por otros ámbitos: en el área renana diversas cristiana sólo se salvarían si llegaba a alcanzarse
versiones de las crónicas y anales redactados una gran coalición que hiciera frente a tan enor-
en la ciudad de Colonia dieron cuenta, al rela- me amenazada –como sostenían los trovadores
cionar los acontecimientos de 1211, de que los en sus canciones o se esforzaban por gestionar
tolosanos y otros herejes, para responder a la los legados papales– pudo hacer pensar a algu-
presión militar de los cruzados, “Massamutum nos que, en realidad, todo aquello no eran sino
regem Marroch petentes, contra catholicos eius expresiones de una confrontación de magnitudes
implorabant auxilium”, siendo esta la causa de universales y teológicas: la guerra del fin del
que el califa almohade atravesase el Estrecho mundo anunciada en el Apocalipsis.
e invadiese “terram regis Hyspaniae”, una cam-
paña que, como sabemos, supuso la pérdida de El profesor Alvira Cabrer, sin duda el mejor y más
Salvatierra (Chronica regia Coloniensis, 1880, pp. profundo conocedor de estas materias, ha llama-
231-232; Annales Colonienses Maximi, 1861, pp. do la atención sobre la influencia que la visión
825-826). La creencia en la conspiración antica- apocalíptica de Joaquín de Fiore tuvo sobre los
tólica arraigó lo suficiente entre los alemanes del hombres de su época y, en particular, sobre el
Rhin como para que uno de los más conocidos papa Inocencio III. Pues bien, algunas de las pro-
autores de la literatura hagiográfica medieval, fecías joaquinitas parecían encajar bien en aquel
el monje cisterciense Cesario de Heisterbach, ambiente de expectación temerosa que se vivía
que escribía apenas una década después de los en Occidente a finales del siglo XII y principios
acontecimientos, consignase esta misma noticia del XIII y permitían interpretar dicha realidad en
en su famoso Dialogus Miraculorum (CESARIUS términos escatológicos: el monje no sólo aludía
DE HEISTERBACH, 1851: Lib. 5, cap. XXI, p. 303). a la alianza entre musulmanes y herejes, como
28 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

antes indicamos, sino que además identificaba mundo: “uno de los mas grandes fechos que en
al “caudillo de los moros de Occidente” –al que el mundo contesçieran de quando el mundo fuera
le otorgaba el nombre de “Mesemothus”– como criado fasta en aquella sazon, la batalla que dizen
una de las cabezas del dragón del Apocalip- de Hubeda fue” (LUCAS DE TUY, 2003: Lib. IV,
sis y profetizaba que, bien Saladino, bien otro 90, p. 330; Primera Crónica General, 1977: cap.
dirigente islámico, “reunirá un ejército aún más 1011, p. 689).
grande que antes y lanzará una guerra general
contra los elegidos de Dios, y muchos recibirán la Ambos testimonios son, por sí mismos, ejemplos
corona de los mártires en esos días”. Si apenas significativos de la impresión que la batalla causó
un año después del triunfo de Las Navas el Papa sobre los contemporáneos y sobre las generacio-
interpretaba que aquél había sido un signo favo- nes inmediatas. Ciertamente, por su condición
rable y esperanzador de que “el fin de la bestia” de acontecimientos raros y extraordinarios en
se aproximaba, ¿acaso no estaba reconociendo la vida de las sociedades medievales, las batallas
que tanto la batalla como todos aquellos sucesos eran sucesos inolvidables que atraían la atención
que precedieron a la victoria formaban parte de de los cronistas, de los notarios, de los prota-
la guerra del fin del mundo? (ALVIRA, 2012b: pp. gonistas, de los poetas, de los legisladores, de
91, 118, 478-481). todos aquellos que pudieran dejar por escrito sus
recuerdos e ideas. Ningún otro hecho de guerra
En consecuencia, la campaña de Las Navas se dejaba tanta huella en los autores medievales
presentaba a los contemporáneos como el ins- como una batalla campal que, en palabras de
trumento providencial con el que destruir a dos George Duby, “suscita un torrente de discursos”
de los demonios familiares más temidos de la (DUBY, 1988: pp. 8-9). En el caso de Las Navas,
Cristiandad, los infieles y los herejes, que habían además, todas las circunstancias políticas y mili-
formado un frente común, y todo ello en un tares tan excepcionales, que hemos glosado en
ambiente escatológico. De ahí, primero, el éxito anteriores páginas, así como las magnitudes de
de la predicación de la cruzada y, después, la los recursos empleados, contribuyen a explicar
explosión de júbilo tras la victoria. el profundo rastro dejado por la batalla. Pero
se da la circunstancia, como también hemos
comentado, de que la victoria tuvo que sentirse
4. EL IMPACTO SOBRE LOS casi como una liberación para quienes habían
CONTEMPORÁNEOS visto de cerca el final, y ello se traduciría en una
eclosión de testimonios que no hace sino certi-
ficar el enorme impacto que la batalla tuvo. Y
Por todas estas razones la batalla de Las Navas
este es, a nuestro juicio, el segundo factor que
fue un acontecimiento completamente extraor-
explica la percepción del hecho que tuvieron los
dinario y de unas dimensiones y transcendencia
hombres de la época.
nunca antes vistas. Así, desde luego, lo percibió
un contemporáneo, el obispo Lucas de Tuy, que
no encontraba en la historia de España un suceso 4.1. Propaganda y difusión de las noticias
comparable: “tuvo lugar esta felicísima guerra sobre la batalla: los testimonios directos
en el lugar que llaman Navas de Tolosa. Nunca o muy cercanos a los hechos
en España hubo una guerra igual” –“Actum est
hoc felicissimum bellum in loco qui dicitur Nauas A este respecto, quizás lo primero que haya
de Tolosa, cui in Yspania simile bellum nunquam que tener en cuenta es que algunos personajes
fuit”–. Y mayor importancia le otorgaron, varias realizaron una importante labor de propaganda
décadas más tarde, los compiladores que tra- y difusión de lo que había ocurrido en la batalla,
bajaban en la corte de Alfonso X, para quienes una campaña de divulgación que desde luego
el hecho simplemente no tenía parangón en la encontró un amplio eco por toda Europa y el
historia de la humanidad desde la creación del Magreb 4.

4 El excelente estudio sobre Las Navas de Tolosa que acaba de publicar el profesor Alvira Cabrer (ALVIRA, 2012b) dedica todo un
capítulo a describir y analizar las fuentes existentes para el estudio de la batalla, incluyendo las que aquí citamos. Remitimos,
pues, a esta obra para mayor información y referencias bibliográficas sobre cada una de ellas.
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 29

En ella participaron protagonistas que no solo ni fueron alcanzados ni mucho ni poco”. Como
fueron testigos directos e intervinieron personal- diría al-Himyari, “intentó tranquilizar al país por
mente en la batalla, sino que además ocuparon medio de un bando, dirigido a sus súbditos, en el
las posiciones más relevantes en el engranaje que escondió la verdad bajo flores de retórica”.
organizativo y el desarrollo de las dos expedicio- Como quiera que fuese, sin duda la lectura de
nes, la cruzada y la almohade. Fueron ellos lo que esta carta contribuyó a que en al-Andalus y en el
se preocuparon en primera instancia, y por evi- Magreb circulara la información sobre lo ocurrido
dentes razones propagandísticas, de extender las (IBN ‘IDĀRĪ AL-MARRĀKUS.Ī, 1953: pp. 271-273;
noticias por el Occidente cristiano en unos casos, AL-HIMYARĪ, 1963: p. 280).
y por al-Andalus y el norte de África, en otros.
Como podrá imaginarse, igualmente debieron
Sin duda, la figura de Alfonso VIII es particular- extender la noticia por diversas cortes y regiones
mente destacable a este respecto. El rey de Cas- hispánicas, europeas y norteafricanas aquellos
tilla se encargó inmediatamente de dar cuenta de que tomaron parte en la batalla y que posterior-
la noticia al papa Inocencio III mediante una carta mente volvieron a sus lugares de origen llevando
en la que detallaba el curso de la campaña, desde las nuevas que ellos habían protagonizados: sin
la predicación de la cruzada por tierras france- duda quienes formaron parte de los contingentes
sas hasta la conquista de Úbeda (GONZÁLEZ, expandieron las noticias allí por donde pasaron,
1960: doc. 897, pp. 566-572). Pero el monarca pero más allá de que lo queramos suponer sobre
castellano no se limitó a informar por escrito al el alcance de la difusión oral de lo acontecido,
Pontífice, sino que también envió cartas a otras ningún rastro escrito nos ha llegado.
personas relatándoles con detalle lo ocurrido y
contribuyendo de esta manera a esparcir el eco Además de estos testigos directos, otros per-
de su victoria: al menos así lo hizo con su hija sonajes que no tomaron parte en la batalla,
Berenguela, quien confiesa haber recibido de su pero que dispusieron de testimonios de primera
padre noticias sobre la batalla, primero mediante mano sobre la misma, también se encargaron de
un criado y después a través de las misivas que amplificar las noticias por diversos ámbitos. Así
aquel le mandó (GONZÁLEZ, 1960: doc. 898, p. lo hizo en la corte francesa la reina Berenguela,
572). hija de Alfonso VIII de Castilla y esposa de Alfonso
IX de León, al enviar una detallada relación de lo
Junto a este, también hay que destacar como sucedido a su hermana Blanca, a la sazón esposa
notable difusor de los acontecimientos ocurridos del heredero de la corona de Francia. Aunque la
en el verano de 1212 al arzobispo de Narbona, información no se refiere a toda la campaña, sino
Arnaldo Amalarico, de quien ya hemos indicado únicamente a la batalla y a los tres días preceden-
que estuvo a la cabeza de los cruzados ultrapire- tes, su testimonio tiene especial valor porque su
naicos, y que presentó su propio informe de la fuente era el propio Alfonso VIII. En este caso la
campaña, redactado muy pocos días después de voluntad de que las noticias se difundieran por la
que finalizara la expedición, al capítulo general corte francesa es expresa, por cuanto que Beren-
de la orden del Císter (IBÁÑEZ DE SEGOVIA, 1783: guela le rogaba a su hermana que hiciera llegar
pp. CIII-CVII). la carta al rey de Francia (GONZÁLEZ, 1960: doc.
898, pp. 572-574).
En el otro lado del campo, fue el propio califa
al-Nāsir quien se encargó de dar publicidad al Es evidente que la batalla puso en circulación
suceso entre los musulmanes mediante el envío más de una carta: sabemos, porque ella misma lo
de una carta dirigida a los habitantes de Marra- cuenta, que Blanca de Francia, de la que acaba-
quech y de otras partes de su imperio, ofreciendo mos de indicar que fue receptora de una misiva
una versión general de la campaña y presentando de su hermana Berenguela, también recibió otra
sus resultados con mucha ambigüedad, puesto distinta –sobre la misma cuestión– que le entregó
que al tiempo que reconocía la derrota que un mensajero llegado a la corte francesa desde
habían padecido, sostenía que “los musulma- España. Lo interesante de este caso no es solo
nes quedaron con los flancos honrados y con sus la confirmación del “torrente de discursos” que
escuadrones protegidos por el decreto de Dios; generó la colisión campal, sino también la cons-
no dañó la guerra a nadie de ellos ni disminuyó su tatación de que las noticias fluían de un lugar a
número… no perdieron los almohades un muerto otro, puesto que Blanca de Francia copió el con-
30 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

tenido de esta última en otra misiva y la mandó a hizo público su informe. No cabe duda de que
la corte de Champagne, donde se encontraba su muchos de los abades presentes llevaron la noti-
prima Blanca, condesa de Champagne y hermana cia a sus monasterios de origen, contribuyendo
de Sancho VII (Recueil, 1880: pp. 255-256). así a la difusión del testimonio de uno de los jefes
de la cruzada: en Gales, el autor de los anales del
La mayor parte de estas misivas no solo fue monasterio de Margan aludía de forma expresa
conocida por sus destinatarios directos, sino que a lo que escribió el arzobispo de Narbona en
además fueron difundidas por diversos medios la “epístola” que presentó a la citada reunión
a través de los cuales llegaron a públicos más (Annales de Margan, 1864: p. 32). Por su parte, el
amplios. En este sentido, cabe destacar el impor- analista del monasterio de Waverley, en Inglate-
tante papel jugado por el papa Inocencio III en rra, no se limitaba a aludir o a resumir el informe
la propagación del informe que le había enviado de Arnaldo Amalarico, sino que lo reproducía
Alfonso VIII: sabemos que, en Roma, el Pontífice casi literalmente (Annales de Waverley, 1865: pp.
ordenó la celebración de ceremonias de acción 271-273).
de gracias por la victoria y que, en el curso de
las misma, él mismo leyó las cartas que había La carta escrita por Berenguela de Castilla a su
recibido del rey de Castilla ante la multitud que hermana Blanca, así como la enviada por esta
se reunió para la ocasión: última a su prima Blanca de Navarra, también
fueron acogidas, más allá de sus destinatarios
“Convocando, pues, al clero de la ciudad [de privados originales, en diversos manuscritos y
Roma] y a todo el pueblo [le informaba el crónicas: sabemos, por ejemplo, que la primera
Pontífice al monarca castellano]… hicimos fue copiada en el siglo XIII en un manuscrito del
acciones de gracias… haciendo que se leye- monasterio de Cambron (en la actual Bélgica)
sen las cartas de tu majestad, en presencia que contiene diversos documentos de los condes
de toda la multitud, exponiéndolas con mi de Flandes (VANN, 2011), y es posible que tam-
propia voz” (MANSILLA, 1955: doc. 488, bién fuera conocida en el monasterio de Déols
pp. 520-521). y en el normando de San Pedro de Jumièges, en
Normandía, cuyos anales recogen algunos datos
Bien fuera porque Roma era una enorme caja que coinciden con los indicados por Berenguela
de resonancia de las noticias que allí llegaban, en su carta. En todo caso, lo que es seguro es
bien porque en la corte papal o en la castellana que en Jumièges se dispuso de la carta de Blan-
se encargaran de reproducir la carta de Alfonso ca de Francia a Blanca de Navarra, puesto que
VIII y de enviarla a otros lugares, lo cierto es que el analista justifica los datos que aporta “Sicut
el contenido de la misma no tardó en difundir- littere que Domine Blanche uxori Domini Ludovici
se. Eso explicaría que poco tiempo después el regis Francie directe sunt testantur” (ALVIRA,
texto de la misiva real se conociera en la iglesia 2012b, p. 31).
de Laon, donde un anónimo canónigo la citaba
expresamente y la resumía en su crónica, o en el En fin, ya hemos indicado que el testimonio per-
monasterio de San Mariano de Auxerre (en Bor- sonal del califa almohade, recogido en la carta
goña), donde el monje continuador de la Chrono- que envió a las ciudades de su imperio, también
logia de Roberto de Auxerre reproducía a su vez, encontró eco en la historiografía magrebí del
con ligeras variantes, el resumen realizado por el siglo XIV, como demuestra la alusión que de ella
canónigo de Laon (Ex Chronico Anonymi, 1879: p. hace al-Himyarī y, sobre todo, la copia literal de la
715; Ex Chronologia, 1879: p. 280). En Italia el nota- misma realizada por Ibn ‘Idārī, a las que hicimos
rio imperial Ricardo de San Germano no citaba referencia anteriormente.
expresamente la carta de Alfonso VIII, pero sabía
que el rey de Castilla le había enviado al Papa una Parece evidente, pues, que los testimonios más
misiva dándole cuenta del triunfo cristiano y así directos y mejor informados circularon con flui-
lo hacía constar en su Chronica (RICARDO DE SAN dez por toda Europa y por el Magreb a través
GERMANO, 1866: p. 335). de cartas y mensajeros, lo cual de por sí es un
indicio de la impresión dejada por la batalla en la
Lo mismo podría decirse del capítulo general del mente de los protagonistas y de aquellos otros
Císter, reunido en la abadía de Citeaux dos meses que mantuvieron con ellos relaciones epistolares
después de la batalla, donde Arnaldo Amalarico o personales.
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 31

4.2. La memoria del acontecimiento: venció al Miramomelino, rey de África, en Las Navas
la cancillería de Tolosa y destruyó Úbeda” (PÉREZ DE TUDELA,
1977, vol. I, p. 3).
El impacto de la batalla sobre los contemporá-
neos y su potencial propagandístico fue tam- Una vez muerto el monarca castellano, los can-
bién aprovechado por los cancilleres para recor- cilleres continuaron vinculando su recuerdo con
dar, una y otra vez, el éxito de los cristianos en el triunfo que obtuvo en la batalla de Las Navas,
Las Navas. El hecho había sido suficientemen­te cuya impresión se mantiene viva: así, en varios
importante e impactante no solo para que sirvie­ documentos intitulados por Fernando III todos
se de referencia cronológica de otros asuntos, ellos de 1218, en los que confirma diversas dona-
sino también para que los nota­rios y escribanos ciones de su abuelo, se refiere a él como “serenis-
acabaran adjudicando a un monarca victorioso simus avus meus dominus Alfonsus, recordationis
un apelativo relacionado con ella. La mención felicissime, regum et ducum Carthaginis victor
de la batalla en las datas históricas de los docu- inclitus” o como “recordationis felicissime auo
mentos oficiales se convertía, de esta forma, en meo domino Aldefonso rege, regum et ducum
propaganda de un suceso, de un éxito militar tocius Africe uictore inclito”, o bien “avi mei,
que, por su excepcionalidad, merecía la pena ser domini Aldefonsi regis praeclarae memoriae, Almi-
recordado. ramomini et ducum de Marruecos victoris incliti”
(GONZÁLEZ, 1983: docs. 24, 29 y 31).
Como puede imaginarse, la cancillería de Alfonso
VIII no dejó pasar la ocasión para rememorar en En fin, la huella de esta batalla sobre la memoria
sus diplomas el año en el que el rey venció en Las de los cancilleres y notarios de reinados posterio­
Navas, de modo que su recuerdo se convirtió en res fue perdurable, de modo que en adelante
uno de los hechos claves para la formación de Alfonso VIII sería recordado en la documen-
la memoria de su reinado (ESTEPA, 2011): solo tación por su condición de vencedor de aquel
a título de ejemplo, cabría indicar que pocos encuentro: ocho décadas más tarde (en 1295), los
meses después de la batalla, un documento real escribanos de la hermandad concejil de Castilla
del 9 de diciembre de 1212 estaba fechado “en el seguían identificando a aquel monarca como el
año, pues, que yo el dicho Alfonso, rey de Castilla “que venció en la batalla de Úbeda” y más de un
y Toledo, vencí al Miramamolín, rey de Cartago, siglo después de la batalla (12 de abril de 1330),
no por mis méritos sino por la misericordia de la cancillería de Alfonso XI aún rememoraba el
Dios y el servicio de mis vasallos”, y el 21 de julio choque y utili­zaba el mismo apelativo para dis-
de 1214, tres meses antes de su muerte, emitía tinguir a aquel rey castellano: “ellos [los monjes
un documento fechado en Burgos, “en el tercer del Monasterio de Oña] habiendo privilegio del
año después de que yo, Alfonso, hube vencido al rey don Alfonso, que Dios perdone, que venció en
Miramomelino, rey de Marruecos, en batalla cam- la batalla de Úbeda” (MENÉNDEZ PIDAL, 1966:
pal en Las Navas de Tolosa, no por mis méritos, doc. 203 y GONZÁLEZ CRESPO, 1985: doc. 156).
sino por la misericordia de Dios y el auxilio de mis
vasallos” (GONZÁLEZ, 1960: docs. 901 y 926). Para
evaluar la importancia que la corte castellana le 4.3. La huella de la batalla en la obra de
concedió a esta victoria, baste indicar que de los los cronistas
26 diplomas emitidos por la cancillería de Alfonso
VIII desde Las Navas hasta su muerte, en 23 se Sin duda todo ello, pero especialmente la pro-
hace constar el acontecimiento en la datación pagación de los informes de los protagonistas y
(ESTEPA, 2011: p. 193). contemporáneos, contribuyó a que en los años
inmediatamente posteriores un buen número de
Incluso algunos notarios, seguramente ajenos a la crónicas y anales de toda Europa se hicieran eco
oficina real, pero que en todo caso consignaban de lo acontecido durante la campaña del verano
negocios privados durante el reinado de Alfonso de 1212 o, al menos, de la batalla, muchas veces
VIII, dejaron huella en la documentación de la repitiendo las informaciones contenidas en las
impresión causada por el aconte­cimiento: así, en cartas de Alfonso VIII, de Arnaldo Amalarico o de
1213 don Álvaro Núñez entre­gaba a la reina Urraca otros personajes cercanos, como ya indicamos,
una serie de heredades datándose el instrumen- pero otras muchas veces ofreciendo escuetas
to en “el año en que el muy valeroso rey Alfonso notas o historias insólitas de incierta procedencia.
32 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

Hay que reconocer, en todo caso, que la difusión importantes obras de la historiografía hispánica
de la noticia sobre la batalla de Las Navas en medieval: el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jimé-
las obras históricas, fue espectacular: sólo en nez de Rada.
crónicas y anales del siglo XIII, ha podido consta-
tarse su rastro en más de cien obras procedentes Según sus propias palabras, su intención no era
de lugares tan lejanos y diversos como Gales, otra que relatar “lo que viniese a mi memoria de
Escocia, Inglaterra, Francia, Occitania, Flandes, las antigüedades de España y también de lo que
Italia, Alemania, Austria, Polonia e incluso Chipre, acaeció en los tiempos antiguos y modernos”, para
Armenia o el Magreb. Además, por supuesto, de lo cual, como él mismo confesaba, se esforzó por
las informaciones sobre la batalla recogidas en la “poner en pie la historia de España que con tanto
cronística de los reinos ibéricos que tuvieron un interés me pedisteis, desde los tiempos de Jafet,
papel más directo en el acontecimiento: Castilla, hijo de Noé, hasta el vuestro, gloriosísimo rey
Aragón, Navarra y Portugal. Fernando” (JIMÉNEZ DE RADA, 1989: Prólogo, p.
56-57). Se trataba, pues, de un larguísimo reco-
A algunos de estos testimonios historiográficos rrido histórico que se iniciaba con el poblamiento
ya hemos hecho mención a lo largo de estas de la tierra por los hijos de Noé y terminaba el
páginas, pero un análisis en profundidad de los año 1241 dando noticia de algunas conquistas
mismos merece un estudio monográfico que, castellanas en el valle del Guadalquivir. Toda esta
por evidentes razones de espacio, no podemos materia aparece organizada, al menos desde que
realizar aquí 5. No obstante, a este respecto no en 1545 Nebrija publicara la primera edición, en
queremos dejar de mencionar el magnífico y un prólogo y nueve libros.
monumental trabajo de indagación y recopilación
de noticias sobre Las Navas en las más variadas Para valorar la atención que el autor le presta a la
fuentes, realizado por Martín Alvira Cabrer a batalla, quizás lo primero que interese destacar
propósito de su estudio sobre Pedro el Católico es que casi todo el libro VIII (los doce primeros
(ALVIRA CABRER, 2010). capítulos de los quince que lo componen) está
dedicado a narrar la campaña de Las Navas desde
Muchas de estas crónicas no recogen ninguna la primavera de 1212 hasta la vuelta de las tropas
otra información sobre el conflicto entre cris- a Toledo, a finales de julio (Fig.1) 6.
tianos y musulmanes en la Península Ibérica, de
modo que los lectores o los oyen-
tes de estos informes podrían
llegar a la conclusión de que la
guerra contra el Islam en Occi-
dente se resolvió en una batalla,
lo que acrecentaba aún más su
importancia histórica. Esta eviden-
te distorsión de la realidad histó-
rica, provocada por la impresión
causada por el acontecimiento, no
solo la encontramos en los lejanos
cronistas franceses, ingleses o
alemanes, sino también en la obra
de un personaje que estuvo en la
batalla, que tuvo un protagonis-
mo central en la misma y que años Fig. 1. Espacio dedicado por Jiménez de Rada a Las Navas
después escribió una de las más

5 Hemos tenido la oportunidad de hacer una primera aproximación al tratamiento de la batalla en estas fuentes en la ponencia
–titulada “El año de la batalla de Las Navas de Tolosa”- que presentamos en la XXIII Semana de Estudios Medievales de Nájera,
dedicada a 1212, un año, un reinado, un tiempo de despegue, cuya publicación está prevista para el año 2013.
6 Todos los cálculos que ofrecemos a continuación se han realizado a partir de la edición latina de Fernández Valverde (FER-
NÁNDEZ VALVERDE, 1987).
F. García Fitz · La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario 33

Esto significa que al período comprendido entre En algún caso cabría pensar que dicha asimetría
Noé y los meses finales de 1211 le ha dedicado el responde a una natural lógica historiográfica, por
86% de la obra y a los 336 meses que transcurren cuanto que el autor fue contemporáneo de los
entre septiembre de 1212 y 1241 el 8%, mientras que sucesos que narra en el libro VIII pero no de la
a los menos de tres meses que dura la campaña mayoría de los que trata en el VII, de forma que
de Las Navas le otorga el 6%. La desproporción es sus informaciones serían muy distintas en un caso
evidente, pero resulta aún más clara si limitamos y otro. Pero se da la circunstancia de que el autor
las comparaciones a los tres últimos libros de la también fue contemporáneo y protagonista de
obra, esto es, al período que transcurre entre 1109 los acontecimientos relatados en el libro IX, que
y 1241. El resultado de dicha comparación es el que abarca casi treinta años de historia, y sin embargo
se expresa en los dos gráficos siguientes: a una ningún otro hecho le merece la misma atención
campaña militar que solo duró el 0.2% del tiempo que la batalla.
historiado, se le dedica más del 21% del espacio,
mientras que el período de 1128 meses que le pre- Desde luego, no es la falta de información lo que
cede (el contenido en el libro VII), que representa explica el desequilibrio en el tratamiento de los
casi el 77% del tiempo historiado, le merece el 48%, hechos narrados en uno y otro capítulo de su
en tanto que la etapa siguiente (los 336 meses obra. Creemos que la fascinación ante la batalla
del Libro IX) recibe poco más del 30% de atención y el impacto causado por la misma sobre el cro-
aunque abarca casi el 23 % del tiempo historiado. nista, debe tener algo que ver con la adopción de
acti­tudes tan distintas ante los acontecimientos.

4.4. La batalla como símbolo


de derrota y de victoria

Como consecuencia de todo lo dicho, esto es, de


su carácter extraordinario y de la huella que dejó,
la batalla de Las Navas no tardó en transcender
de su condición de hecho histórico para convertir-
se en el símbolo de la derrota o la victoria, según
el caso, o si se quiere, en el punto de referencia
que servía para medir la magnitud de un desastre
o el tamaño de un éxito militar.

Así, para los musulmanes de generaciones poste-


Fig. 2. Tiempo tratado por Jiménez de Rada. Libros riores la batalla se convirtió en el paradigma de
VII-IX: 1109-1241 su derrota frente a los cristianos: en el siglo XIV
un cronista magrebí dejaba constancia del fuerte
revés que sufrieron los almohades frente a las
murallas de Alcacer do Sal en 1217. Se trataba de
un fracaso mayor que el cronista quería poner en
perspectiva para que sus lectores pudieran hacer-
se una idea de su importancia, así que necesitaba
compararlo con un rasero cuyas memorables
dimensiones fueran conocidas por todos. No
puede extrañar que la referencia elegida fuera
lo ocurrido en Las Navas: “El año 614 (10 de abril
1217 a 29 de marzo 1218) fueron vencidos los musul-
manes en el castillo de Abū Danis –Alcacer do Sal–:
esta derrota fue una de las mayores y poco menor
que la de Hisn al-‘Iqāb –Las Navas de Tolosa” (IBN
ABĪ ZAR‘, 1964: 471-472).

Fig. 3. Espacio dedicado por Jiménez de Rada. Libros Para los cristianos, por el contrario, no tardó en
VII-IX: 1109-1241 convertirse en el signo de la victoria frente al
34 Las Navas de Tolosa (1212-2012). Miradas cruzadas

Islam: cuando a mediados del siglo XIV un cro- Annales Continuatio Claustroneoburgensis Secunda (1851),
en Monumenta Germaniae Historica. SS. Vol. IX, Hannover,
nista de la corte de Alfonso XI quiso demostrar
Societas Aperiendis Fontibus Rerum Germanicarum Medii
que el éxito alcanzado por este monarca en la Aevi, pp. 613-624.
batalla de Salado (1340) no tenía precedente
Annales de Admont. Continuación (1851), en Monumenta Germa-
en la historia de las relaciones entre cristianos niae Historica. SS. Vol. IX, Hannover, Societas Aperiendis Fonti-
y musulmanes, de nuevo el punto de referencia bus Rerum Germanicarum Medii Aevi, Hannover, pp. 579-593.
para su demostración no fue otro que la compa-
Annales de Margan (1864), en Annales Monastici. Ed. H.R.
ración con lo ocurrido en Las Navas: “pero parece Luard, vol. I, Londres, Longman y otros, pp. 1-40.
que más virtuosa fue esta santa batalla que tuvo
lugar cerca de Tarifa [la batalla del río Salado] que Annales de Waverley (1865), en Annales Monastici. Ed. H.R.
Luard, vol. II, Londres, Longman y otros, pp. 127-411.
la que llaman de las Navas de Tolosa, que fue cerca
de Úbeda” (Gran Crónica, 1976: II, cap. CCCXXXII, Anónimo de Madrid y Copenhague (1917). Texto árabe y
traducción de Ambrosio Huici, Valencia, Anales del Instituto
pp. 439-441). El simple hecho de que se eligiera
General y Técnico.
Las Navas como elemento de comparación,
demuestra que casi siglo y medio después Las Bullarium Ordinis Mili­tiae de Cala­trava (1761). Edts. I. J. Ortega
y Cotes, J. F. Álvarez de Baquedano, P. Or­tega de Zúñiga y
Navas seguía siendo “la victoria campal” por Aran­da, Madrid, Tipografía Antonio Marín.
antonomasia.
CESARIUS DE HEISTERBACH (1851): Dialogus Miraculorum. Ed.
J. Strange, 2 vols., Colonia, J. M. Heberle.
Parece, pues, que la percepción que tuvieron
tanto los protagonistas y contemporáneos de Chronica Regia Coloniense. Primera Continuación (1879), en
la batalla como los cronistas y cancilleres de las Monumenta Germaniae Historica. SS. Vol. XXIV, Hannover,
Societas Aperiendis Fontibus Rerum Germanicarum Medii
siguientes generaciones, sobre el significado Aevi, pp. 1-20.
histórico de Las Navas se vio profundamente
Chronica regia Coloniensis (Anales Maximi Colonienses). Tercera
marcada por lo extraordinario y singular del
Continuación (1880) en Monumenta Germaniae Historica. Scrip-
acontecimiento y del contexto en el que tuvo tores rerum Germanicarum in usum scholarum separatim editi.
lugar. El fin del imperio almohade o el definitivo Vol. XVIII, Hannover, Impensis Bibliopolii Hahniani, pp. 197-250.
retroceso territorial de al-Andalus, quizás se Continuatio Lambacensis (1851), en Monumenta Germaniae
habrían producido de todas formas sin la batalla Historica. SS. Vol. IX, Hannover, Societas Aperiendis Fontibus
porque dependían de otros factores, pero el Rerum Germanicarum Medii Aevi, pp. 556-561.
impacto de Las Navas fue lo suficientemente Crónica Latina de los Reyes de Castilla (1984). Ed. y trad. Luis
fuerte y su huella tan profunda en el imagina- Charlo Brea, Cádiz, Universidad de Cádiz.
rio colectivo que todos vieron en Las Navas de
Ex chronico Bernardii Iterii monachi et armarii Sancti Martialis
Tolosa el acontecimiento decisivo que cambió Lemovicensis (1879), en Recueil des historiens des Gaules et de
definitivamente el destino de cristianos y musul- la France. Vol. XVIII, París, Victor Palmé, pp. 223-238.
manes en la Península Ibérica, en el Magreb y, tal
Ex chronico anonymi Laudunensis canonici (1879), en Recueil
vez, en toda Europa. Aunque objetivamente no lo des historiens des Gaules et de la France. Vol. XVIII, París, Victor
fuera, así fue percibido, y no puede olvidarse que Palmé, pp. 702-720.
la percepción de una realidad histórica también Ex Chronologia Roberti Altissiodorensis Praemonstratensis ad S.
forma parte de la historia. Marianum canonici (1879), en Recueil des historiens des Gaules
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