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Bolsonaro o la exportación

latinoamericana del pinochetismo


político.
Ha habido algún revuelo sobre si es pertinente caracterizar de fascismo o
no el fenómeno de Bolsonaro (en particular) (y la ola ultra-derechista
global en general). Debo admitir que de todo lo que he leído no termino
de convencerme. Y esto por las siguientes razones:

1. Se ha masificado un uso perezoso y facilista de la palabra fascista. Un


"bolsillo de payaso" en buenas cuentas. Un uso que no explora los rasgos
particulares y no aporta ni para la explicación ni para la estrategia.

2. Para otras personas el uso de la caracterización "fascista" les revitaliza


sus identidades políticas e ideológicas originarias. Les permite reactualizar
una épica pasada. La nostalgia se vuelve presente. En sus mentes se lucha
contra ESE fascismo. El problema que veo aquí es que refuerza un estado
actual de cosas que debemos superar urgentemente: la tendencia a la
auto-marginación de la política. Una exaltación identitaria de izquierda,
con apariencia de "reactivación"que termina aislando da valiosísimas
franjas militantes y organizadas de una política de masas.

3. El progresismo y la socialdemocracia no pierden el tiempo. Cuando


parecía no tener sentido hablar de alternativas socialdemócratas, éstos sin
proyecto, credibilidad ni ética, les viene como anillo al dedo reconstruirse
(camuflarse) en un "frente antifascista", "amplio", donde "todxs caben".
Una apertura indesperdiciable para salir de la putrefacción con las
banderas del "no pasarán".

4. He leído también defensas al uso del fascismo bastante interesantes y


más convincentes: que lo asocian a la forma política que prepara las
condiciones para nuevos patrones de acumulación capitalista. Y encontré
interesante la variante "fascismo tropical" de la profesora Lucía Cadahi*
que dejan en relieve las singularidades del fenómeno político.
Con todo, no decir 'fascismo' no significa quitarle 'gravedad' al asunto. Lo
que no debemos olvidar es que la importancia de caracterizar bien al
enemigo no tienen que ver con un preciosismo teórico ni con auto-
justificar nuestros “nichos”, sino con la capacidad de anticipar sus
movimientos para diseñar estrategias y organizar la acción política.

Con lo dicho, tratándose de Bolsonaro, sostengo que estamos en


presencia de una exportación latinoamericana del pinochetismo político
(como saben, las políticas económicas ya las exportamos hace rato). Una
especie de pinochetismo tardío o una vía legal al pinochetismo como
quieran llamarle. Las oligarquías criollas de toda Latinoamérica no han
escondido el “sueño húmedo” de repetir lo que hizo Pinochet; promulgar
leyes e implementar una política neoliberal sin resistencia civil allanando
el camino con el uso intensivo y selectivo de la coacción estatal (terror de
Estado).

Que la primera visita de Bolsonaro sea a Chile no es precisamente por


camadería republicana y la relevancia que representa el chicago boy Paulo
Guedes tampoco me parece casual. Vienen a buscar el manual.

¿Qué deriva de esta caracterización y que considero debe tenerse en


cuenta?

a. Persecución política selectiva para desarticular la oposición y la


organización político social más avanzada de Brasil. Sabemos de eso. No
con “campos de concentración de gays y negros” ni persecución a
colectividades y comunidades completas. Más bien al estilo de la Dina y
'La Oficina'.

b. Domesticar a sus pares capitalistas del narcotráfico para controlar sus


excesos. El capital no tiene nada contra el narco hasta que les afecta su
tasa de ganancia. El capital no tiene nada contra la rama de producción
del narco hasta que les afecta su tasa de ganancia (una riña inter-burguesa
más) La inseguridad y la violencia que desatan, en la medida que afecte la
'inversión' se vuelve un problema. El uso arbitrario de la violencia policial
se intensificará. Y esto será clave para ampliar y reforzar la legitimidad
social del régimen.
c. Posiblemente veamos en en el plano jurídico-constitucional el esfuerzo
por instalar una versión propia de “Democracia Protegida” guzmaniana.
Las condiciones para aquello están dadas por la percepción pública que
existe sobre el quehacer de los partidos y los escándalos de corrupción. La
cacería a los partidos está permitida.

d. Implementación de los dispositivos más avanzados del repertorio


neoliberal. Y no me extrañaría que con ciertas innovaciones propias de los
capitalismo autoritarios asiáticos.

La deriva política que tomó Brasil durante los últimos años creó el clima
para que ese “sueño” se concrete. Y hace que lo que está pasando tenga
más coincidencias con lo que ocurre en Colombia que con lo que sucede
en EE.UU (en linea con lo que describe la profesora profesora Lucía
Cadahi). Debemos prepararnos.

Tincadas Políticas

Blog de Fabián Barría González.

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